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Cuaderno 58
FILOSOFIA Y SISTEMA
L a u r a B e n í t e z y J o s é Antonio Robles
(Compiladores)
U N I V E R S I D A D N A C I O N A L AUTÓNOMA D E MÉXICO
"X"
FILOSOFÍA Y SISTEMA
INSTITUTO D E INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS
Colección: CUADERNOS
Director: DR. LEÓN OLIVÉ
Secretario: D R . AMBROSIO V E L A S C O
Cuaderno 58
FILOSOFÍA Y SISTEMA
Laura Benítez y José Antonio Robles
(Prólogo y compilación)
U N I V E R S I D A D N A C I O N A L A U T Ó N O M A D E MÉXICO
México 1992
Primera edición: 1992
DR. © 1992 Universidad Autónoma de México
Circuito Mario de la Cueva
Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.
Mauricio Beuchot
Instituto de Investigaciones Filológicas
UNAM
1
Cfr. Sto. Tomás, In 1 E t h i c o r u m , lect. 1, n. 1; ver además J . Wébert, Santo
Tomás de A q u i n o , el genio del u r d e n , Buenos Aires, ed. Poblet, 1949, pp. 117 ss.
8 MAURICIO BEUCHOT
2
Véase, por ejemplo, J . García López, Tomás de A q u i n o , maestro del orden,
Madrid, ed. Cincel, 1985.
3
Cfr. J . M. Ramírez, D e o r d i n e , plácito quaedam thomistica. Salamanca, ed. S.
Esteban, 1963, p. 4.
SISTEMA Y SISTEMATICIDAD EN LA FILOSOFIA D E SANTO TOMAS 9
4
" P r i u s v i t a quam d o c t r i n a " , en su comentario al evangelio de San Mateo.
5
Cfr. P. Duponchel, Hypothésespour u n e interprétation de i a x i o m a t i q u e thomis-
te, París, Eds. Vrin, 1953, pp. 150 ss.
SISTEMA Y SISTEMATICIDAD EN LA FILOSOFÍA D E SANTO TOMAS 11
6
Cfr. Juan de Sto. Tomás, Ars Lógica, ed. B. Reiser, Turín, Marietti, 1930,
PP- 782 ss.
7
Sto. Tomás, D e ente el essenlia, p r o o e m i u m , ed. J . Sestili, Türín, Marietti, 1948
(3a. ed.), p. 9.
12 MAURICIO BEUCHOT
8
Cfr. Slo. Tomás, D e veníate, q. 2, art. 2, C. Ver además M.J. Marling, T h e O r d e r
o f N a t u r e i n the Philosophy of St. Thomas A q u i n a s , Washington, Catholic University
of America, 1934; J. H . Wright, T h e O r d e r of the Universe m the Theology of Thomas
A q u i n a s , Roma, Universitas Gregoriana, 1957.
9
Esto es lo característico del sistema tomista: adquirir su vertebración a partir
de la primera división del ente en acto y potencia, así como, por ejemplo el sistema
de Escoto se vertebra a partir de las nociones de ente finito y ente infinito. Son dos
puntos de partida muy diversos y que llevan a diversas construcciones y resultados.
Cfr. F. Chauvet, "La doctrina fundamental del sistema filosófico de Duns Escoto"
en Revista de Filosofía ( U I A ) , 3 (1970), pp. 61 ss.
SISTEMA Y SISTEMATICIDAD EN LA FILOSOFÍA D E SANTO TOMÁS 13
1 0
E l carácter que tienen las nociones de acto y potencia de pilares del sistema
tomista puede verse en G . Manser, L a esencia del tomismo, Madrid: C S I C , 1947.
11
Cfr. A. Horvath, L a sintesi scientiftca di S. Tommaso d ' A q u i n o , Turín, 1932; R.
Garrigou-Lagrange, L a síntesis tomista, Buenos Aires, Desclée de Brouwer-Dede-
bec, 1947.
14 MAURICIO BEUCHOT
Margaret D. Wilson
Princeton University
2
Princeton, N.J., Princeton University Press, 1988, pp. 4-5. Curley menciona
que esta perspectiva se deriva de Stuart Hampshire; además, en Spinoza's Metaphys-
ics, Cambridge, Ma., Harvard University Press, 1969, señala que inspiró su propia
lectura de la Ética.
3
B G M , p. 6. Con respecto a Descartes, Curley tiene en mente, claro está, la
figura del "árbol del conocimiento", del prefacio a la edición francesa de los P r i n c i -
pios y la misma presentación "sintética" de esa obra (posteriormente mejorada por
Spinoza en su exposición de ella).
SUSTANCIA Y SISTEMA: PERPLEJIDADES D E L ORDEN GEOMÉTRICO 19
4
"Certe Spinoza non est magnus demonstrandi artifex". "Sobre la Ética de
B. d. Sp." en D i e philosophischen Schriften von G o t l f r i e d W i l h e l m L e i b n i z , ed. C.J.,
Gerhardt, vol. I , p. 148. L a traducción es de Leroy E . Loemker, de su edición de
P h i l o s o p h i c a l Papen a n d L a t e n de Leibniz, segunda edición, Dordrecht, D. Reidel,
1969, p. 203.
5
"A Formalization of Spinoza's E t h i c s , Part I " Davis, California, 1975. Hasta
donde sé, este artículo no se ha publicado. Véase, también, Michael Hooker, "The
Deductive Character of Spinoza's Metaphysics", en R. Kennington (comp.), T h e P h i -
losophy o f B a r u c h Spinoza, Washington, D.C., Catholic University Press, 1980.
6
T.C. Mark,"Ordine geométrico demonstrata: Spinoza's use of the axiomalic
method", Review of Metaphysics, 29, 1975, pp. 263-86.
7
En el comentario sobre la Ética I ya citado, Leibniz luego señala que las defini-
ciones de Spinoza —de 'causa de sí mismo' y de 'sustancia'— requieren concepciones
contrarias a las comunes. Él parece aceptar sólo dos de los axiomas y acerca de los
otros comenta que uno es oscuro, otro es en apariencia inconsistente y tres pueden
probarse. Gerhardt, vol. I , pp. 139,143,140; Loemker, pp. 196,199, 197.
SUSTANCIA Y SISTEMA: PERPLEJIDADES D E L ORDEN GEOMÉTRICO 21
Sin duda les sorprenderá que yo intente tratar las fallas y las locuras de
la humanidad a la manera geométrica y que me proponga hacer que el
razonamiento lógico se aplique a lo que ellos proclaman que es opuesto
a la razón y que es vano, absurdo y horrible. Pero mi argumento es éste:
en la Naturaleza nada sucede que pueda atribuirse a sus defectos, pues
la Naturaleza es siempre la misma y su fuerza y poder de actuar es, por
doquier, uno y el mismo; esto es, las leyes y las reglas de la Naturaleza
conforme a las cuales suceden todas las cosas y cambian de una forma a
otra, son las mismas siempre y en todo lugar. Así que nuestro enfoque
para la comprensión de la Naturaleza de las cosas de todo tipo debe,
igualmente, ser uno y el mismo; a saber, por medio de las leyes y reglas
universales de la naturaleza. Por tanto, las emociones de odio, rabia,
envidia, etc., consideradas en sí mismas, se siguen de la misma necesi-
dad y fuerza de la Naturaleza que todas las otras cosas particulares. Así
que estas emociones son asignables a causas definidas a través de las
que pueden entenderse y tienen propiedades definidas que merecen
igualmente nuestra investigación como las propiedades de cualquier
otra cosa, cuya sola contemplación nos proporciona placer. Entonces,
trataré la naturaleza y la fuerza de las emociones y el poder que la
mente tiene sobre ellas con el mismo método que he tratado a Dios
y la mente, y consideraré las acciones y los apetitos humanos tan sólo
8
como si fuese una investigación de líneas, planos o cuerpos.
8
Cari Gebhardt (comp.), Spinoza O p e r a , Heidelberg, Cari Winters, vol. I I ,
p. 138. L a traducción es de Samuel Shirley, en Baruch Spinoza, T h e Ethics a n d Se-
lected L e l l e r s , Indianapolis, Hackett, 1982, pp. 103-104.
22 MARGARET WILSON
9
Esto no es decir que el sistema determinista de Spinoza "requiera" de la for-
ma geométrica de exposición; Mark claramente tiene razón en poner en tela de juicio
una afirmación tan fuerte. También tiene razón al apoyar la propuesta de que Spi-
noza no se hacía ilusiones acerca de que sólo su propia Filosofía "verdadera" era
susceptible de una presentación así; él mismo reescribió en forma geométrica el sis-
tema rival de Descartes. Pero pienso que el pasaje citado no deja ninguna duda de
que Spinoza mismo estaba consciente de fuertes afinidades entre su monismo, su de-
terminismo y sus teorías racionalistas acerca de la virtud y de la salvación, por una
parte, y el orden geométrico de presentación, por otra.
1 0
Con frecuencia se señala que el formato geométrico puede ser una distracción
con relación tanto al movimiento real del pensamiento de Spinoza, como a la motiva-
ción intelectual subyacente (con respecto a influencias históricas, por ejemplo). Así
Curley, tras criticar la presentación de Spinoza ("Las definiciones son típicamente
oscuras, con frecuencia los axiomas no son evidentes y, con demasiada frecuencia,
las demostraciones no son convincentes"), pasa a proponer que se puede llegar a lo
que vale la pena entender de la Ética descubriendo, por debajo de la superficie de la
obra: "el diálogo que Spinoza estaba sosteniendo con sus predecesores, un diálogo
que la presentación geométrica servía para ocultar y que, quizás, estaba en parte
ideada para ocultar". ( B G M , xi)
SUSTANCIA Y SISTEMA; PERPLEJIDADES D E L ORDEN GEOMÉTRICO 23
1 1
Para un estudio de los problemas interpretativos que hace surgir esta Propo-
sición, véase Don Garren, "Ethics Ip5: Shared Attributes and the Basis of Spinoza's
Monism", en C e n t r a l Themes i n E a r f y M o d e m Philosophy, J.A. Cover y Mark Kulstad
(comps.), Indianapolis and Cambridge, Hackett, 1990,69-107.
1 2
Curley conecta esta observación con un principio metodológico general, en el
sentido de que el significado de un enunciado está determinado, parcialmente, por
el contexto del que forma parte. (Cf. B G M , xiv)
1 3
"Spinoza's Causal Axiom ( E t h i c s I , Axiom 4)", en Godand Nature: Spinoza's
Metaphysics (en la serie "Spinoza by 2000"), Yirmiyahu Yovel (comp.); Brill, 1991,
pp. 133-60.
24 MARGARET WILSON
1 4
Aun cuando el estudio de Jonathan Bennett de la Ética (A Study of Spinoza's
E t h i c s , Hackett, 1984) [hay traducción al español, de José Antonio Robles García:
U n estudio de la Ética de Spinoza, Fondo de Cultura Económica; México, 1990] sin
duda es impresionante en muchos sentidos, tengo la sensación de que a su enfoque
se le aplica particularmente esta objeción. (Apoyo esta crítica, con respecto a Iax4
en el artículo mencionado en el texto.) Mark Rollins me dijo (en conversación) que
es erróneo suponer que siquiera los Elementos de Euclides o sistemas matemáticos
contemporáneos, axiomatizados, puedan entenderse de una manera estrictamente
lineal (los axiomas independientemente de los teoremas, etcétera). Sospecho que
tiene razón. Si es así, habría que matizar mi sugerencia de que el formato euclídeo de
Spinoza es engañoso q u a euclídeo. Pero claramente, si (como lo supone, por ejemplo,
Thomas Mark en el artículo citado antes) se supone que un axioma lo acepta el lector
en u n i n i c i o como evidente de suyo, se supone que es semánticamente accesible para el
lector, independientemente de proposiciones que se presenten después. E l supuesto
interpretativo es natural, sea o no estrictamente euclídeo.
SUSTANCIA Y SISTEMA: PERPLEJIDADES DEL ORDEN GEOMÉTRICO 25
¿Qué pasa con la aseveración de que todas las cosas están animadas?
Pienso que, en parte, ésta debe simplemente ser una deducción de pro-
posiciones precedentes. Si en Dios debe haber una idea de toda cosa
que existe (P3) y si, en el caso de los seres humanos, esa idea constituye
el alma de la cosa (Pll), entonces necesitamos alguna razón para ne-
gar que otras cosas tienen un alma. Y no es claro cuál sería esa razón.
(BGM, 72-73)
mientras que toda cosa individual tiene una "mente" que contiene ide-
as de las afecciones de su cuerpo (E I I , P13S), la existencia de ide-
as de ideas sólo se prueba para las mentes humanas (E II, P20). Infiero
de esto que, aun cuando Spinoza está dispuesto a aseverar que todo
está animado (en un sentido muy raro del término), no está dispuesto
a decir que cualquier cosa es consciente, excepto un ser humano.(128)
1 5
"Objects, Ideas, and 'Minds': Comments on Spinoza's Theory of Mind", en
Kennington (veáse n. 7).
1 6
B G M , 72.
26 MARGARET WILSON
1 7
¡bid.
PROBLEMAS E N TORNO A L SISTEMA LEIBNIZIANO
Y L A J E R A R Q U Í A D E SUS PRINCIPIOS*
Afirma Belaval que "si es verdad que una visión del mundo no es su-
ficiente, sin un sistema, para constituir a un filósofo, entonces Leib-
niz es el filósofo por excelencia: nadie es más sistemático" (1962,
p. 278). Son muchos los que concuerdan con Belaval en hablar del
sistema de Leibniz y en tratarlo por lo menos como uno de los fi-
lósofos más sistemáticos de los siglos xvn y xvin. Sin embargo, tan
pronto como nos preguntamos qué es un sistema filosófico y cuándo
es sistemático un filósofo, la concepción de Leibniz como un filósofo
sistemático y creador de un sistema filosófico se vuelve problemática
y requiere clarificación.
Si un sistema es concebido more geométrico, entonces el único
filósofo creador de un sistema en los siglos xvn y xvm fue Spinoza,
y si se concibe como un conjunto de proposiciones que se acercan
al more geométrico, entonces los escritos de Leibniz se colocan muy
por debajo de los de contemporáneos suyos como Spinoza, Hobbes
o Malebranche (MacDonald, 1984, p. 73). Surge entonces la pregun-
ta de en qué sentido se puede decir que hay un sistema en Leibniz,
y se han dado dos respuestas: (1) Los escritos de Leibniz, tomados
1
Russell, sin embargo, no emprendió la tarea —por lo demás, titánica— de
mostrar en detalle la deductividad del sistema leibniziano, y, hasta donde yo sé, nadie
lo ha hecho.
2
E s por ello que Belaval afirma que el sistema de Leibniz posee unidad "mo-
nadológica" (1962, p. 8).
PROBLEMAS EN TORNO AL SISTEMA LEIBNIZIANO 29
3
Mates usa la palabra "constancia".
4
Rescher ha señalado que las inconsistencias que se han querido encontrar en
el sistema leibniziano resultan no ser tales cuando se las examina de cerca (1967,
P- iii). Como quiera que sea, la coherencia es una condición (conjuntamente) sufi-
ciente pero no necesaria de sistematicidad.
30 ALEJANDRO HERRERA
II
id »in
(1)
rs
32 ALEJANDRO HERRERA
id • nc
(2)
proposiciones no idénticas
id • in
(3)
rs
pe- -id
(4)
T
Pl a rs m nc
(5)
u
rs pe o m id o nc
(6)
u c a
Pl
id pe
(7)
pl
9
Rescher sostiene que el principio de razón suficiente afirma que toda pro-
posición verdadera es analítica (finitamente, si es necesaria, e infinitamente si es
contingente), y que el principio de identidad afirma que toda proposición finitamen-
te analítica es (contingentemente) verdadera (1967, pp. 25-27). Luego afirma que
tales formulaciones son de Leibniz (lo cual es falso) y que "ponen fuera de duda
su independencia lógica" (1967, p. 34), lo cual no es nada claro.
36 ALEJANDRO HERRERA
razón suficiente. Sin embargo, surge otro conflicto del hecho de que,
según Ortega y Mates, el principio de inclusión es más fundamental
que el de razón suficiente. Brown resuelve el conflicto al señalar que
en el Discurso y en los escritos de 1686-1687 el principio de inclu-
10
sión juega un papel preponderante (1984, p. 182). Se puede elabo-
rar el siguiente esquema para la situación descrita por Brown (1984,
pp. 111,181-183):
in id
rs
(8a)
pe
ec Pl
Luego observa Brown que el principio de inclusión deja de ocu-
par un lugar central entre 1686 y 1690, cediendo el lugar al principio
de razón suficiente (1984, pp. 112,113 n. 13, 182). E l esquema re-
sultante es el siguiente:
rs id
(8b)
in
ec Pl
Por todo lo anterior, se pueden sacar algunas conclusiones en vis-
tas a la elaboración de una propuesta tentativa. Aunque el principio
1 0
Brown llama al principio de inclusión "el principio inesse" ("the inesse prin-
cipie").
PROBLEMAS EN TORNO AL SISTEMA LEIBNIZIANO 37
id
nc rs
(9)
pe
in íi
c a
pl ec
APÉNDICE
Los principios
Inclusión (in)
E n toda proposición verdadera la noción del predicado está in-
cluida en la noción del sujeto.
N o contradicción (nc).
A no es no A
I d e n t i d a d (id).
A es A
Razón suficiente (rs).
Nada sucede sin alguna razón.
L o mejor (m) o Perfección (pe).
Dios siempre escoge lo mejor o más perfecto.
P l e n i t u d (pl)
E n el mejor de los mundos posibles se da la mayor cantidad de
esencia.
Economía (ec) o P a r s i m o n i a .
La mejor explicación es la que produce máximos resultados con
supuestos mínimos.
I d e n t i d a d de los indiscernibles (i¡).
Dos cosas con las mismas propiedades son idénticas.
C o n t i n u i d a d (c).
Ninguna transición se da por saltos.
Armonía (a).
Hay una armonía preestablecida en el universo.
BIBLIOGRAFÍA
Laura Benítez
Instituto de Investigaciones Filosóficas
UNAM
1. Introducción
1
Reg. I A T X 361.
2
Reg. II A T X 3 6 2 .
SISTEMATICIDAD E N R E N E DESCARTES 47
3
Cfr. Reg. II, A T X 365.
48 LAURA BENlTEZ
6
Reg. I V A T X 378.
50 LAURA BENÍTEZ
7
Cfr. Reg. V A T X 380.
SISTEMATICIDAD EN R E N E DESCARTES 51
1
Acerca de esto recordemos el título completo de su obra central: Un tratado
acerca de los principios del conocimiento h u m a n o , en el que se investigan las princi-
pales causas del error y de la dificultad en las ciencias y los fundamentos del escep-
ticismo, el ateísmo y la irreligión.
54 JOSÉ ANTONIO ROBLES
2
Berkeley, con esto, reacciona en contra de la excusa que muchos pensadores
de la época emplearon para explicar el porqué no podían ofrecer soluciones a los
problemas a los que se enfrentaban: los mismos rebasaban la capacidad de nuestras
mentes finitas. Cfr., acerca de esto, la nota G del artículo 'Zenón' del D i c t i o n n a i r e
Recherche I I I , ii, 7(iii), quien señala que "lo que falta al conocimiento que tenemos
de la extensión, de las figuras y de los movimientos no es, de manera alguna, una
falla de la idea que la representa, sino de nuestro espíritu que la considera.
G E O R G E B E R K E L E Y : FILOSOFIA Y SISTEMA 55
es claro que nada puede serle más evidente a nadie que sea capaz de
la más mínima reflexión, que la existencia de Dios, o de un espíritu
que está íntimamente presente a nuestras mentes, que produce en ellas
toda esa variedad de ideas o de sensaciones que continuamente nos
afectan y de quien dependemos de manera absoluta y completa; en bre-
ve, en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. ( P C H 1,149)
nuestro, que impone en nosotros las ideas que son el mundo ex-
terior. De esta manera, por la acción que implica el que las ideas
de percepción se impongan a nuestro espíritu, percibimos la acción
de un espíritu superior; percibimos l a acción de Dios. Ciertamen-
te, de acuerdo con el esquema berkeleyano, de Dios no podemos
tener una idea, pues esto implicaría una contradicción. Pero el que
tengamos ideas en nuestra mente es una muestra irrefutable dentro
de este esquema, por razones ya señaladas, de la acción de Dios y,
por tanto, de su existencia.
Berkeley concluye con la nota jubilosa que he citado líneas atrás,
pues supone que su principio le permite obtener las dos conclusiones
señaladas y, también debido a que considera que tales conclusio-
nes son ambas verdaderas y de gran importancia para la humanidad,
queda convencido de que su principio es un verdadero principio ex-
plicativo, gracias al cual se rebaten escepticismo y ateísmo.
No puedo, en esta ocasión, detenerme y dar mayores detalles del
pensamiento berkeleyano. L o que quiero, simplemente, es poner de
manifiesto la belleza y sencillez de la propuesta de Berkeley: según
lo he señalado, mediante su principio se elimina el problema escép-
tico al lograr una identificación de los aspectos epistémico y óntico
en cuestiones perceptuales y esta misma identificación le permite
afirmar una visión inmediata de la acción de Dios sobre nuestros
espíritus, visión que en filosofías anteriores era mediatizada por la
supuesta acción de una sustancia material y encubierta por el "velo"
de las ideas.
L a estructura del sistema se presenta en la filosofía de Berkeley,
conforme a mi lectura, también de manera simple y grata: una fi-
gura piramidal en cuya cúspide se encuentra el poderoso principio
central, del que se desprenden las conclusiones que he señalado y,
según supongo, teniendo en cuenta afirmaciones del mismo Berke-
ley, otras más que tendrían que ver con aspectos de su filosofía moral.
Paso ahora, de manera breve, a dar una caracterización del ar-
gumento que Berkeley propone para explicar el error en las tesis
3
filosóficas que crítica.
3
E n otro par de lugares he dado una versión más amplia de este mismo asunto.
Estos escritos, reunidos, los publiqué de mi libro Estudios berkeleyanos (Estudios en
adelante), Instituto de Investigaciones Filosóficas, U N A M , México, 1990, pp. 19-38;
"Berkeley: argumentación filosófica", — R e v i s t o L a t i n o a m e r i c a n a de Filosofía, vol.
X I I , núm. 1 (marzo 1986)— y "Argumentación filosófica en Berkeley" —Diánoia
198S—, por lo que aquí presentaré sólo el núcleo del argumento.
58 JOSÉ ANTONIO ROBLES
Richard H . Popkin
Washington University
UCLA
1
Esto lo tomé del artículo que leyó en Nueva York, en la reunión de la Ameri-
can Philosophical Association, en diciembre de 1987.
62 RICHARD H. POPKIN
2
L o e . cií.
3
L o e . cit.
64 RICHARD H. POPKIN
Carmen Silva
Facultad de Filosofía y Letras
UNAM
1. Interpretación tradicional
Por alguna razón inescrutable, los críticos de Hume han tendido a ne-
gar que su psicología y su teoría del conocimiento tengan algo que ver
4
con su filosofía moral y política.
2. Interpretación naturalista
Hume creía esto último, porque lo que proponía era una ciencia
y no un sistema, aspecto que desarrollo en la sección 4.
3. H u m e : pensador dialéctico
6
Stroud, B., op.cit., p. 1.
78 CARMEN SILVA
Los Diálogos de Platón son de este tipo. Son un viaje dialéctico, por
medio de la investigación, que va de la obscuridad a la luz [... ] puede
que la comprensión alcanzada no se exprese en forma obviamente pro-
posicional, puede expresarse en imágenes o mitos como en la República
9
o ser el reconocimiento de nuestra ignorancia como en el Menón.
7
Livingston, D.W., H u m e ' s Philosophy of Common Life, The University of Chi-
cago Press, Chicago, 1985, p. 35.
8
Livingston, D.W., op.cil., p. 35-36.
9
lbid., p. 36.
1 0
lbid., p. 30.
¿SISTEMA EN HUME? 79
1 1
Ibid.,p.36.
1 2
lbid., p. 37.
1 3
Ibidem.
80 CARMEN SILVA
Decía, al inicio de este apartado, que una de las razones por las cua-
les consideré importante exponer la propuesta de Livingston es por-
que en ella se toma en cuenta un rasgo de la filosofía humeana que
difícilmente se menciona en otras interpretaciones: la relación entre
literatura y ñlosofía. A partir del análisis de esta relación, Livingston
formulará su propuesta en relación con el tema de los sistemas.
Según Livingston, Hume empleó varías formas literarias en su tra-
bajo filosófico, desde el T r a t a d o hasta los Diálogos. Pero, a pesar de
la diversidad de géneros empleados por Hume, los más dominan-
tes serán la forma narrativa y el diálogo. Con respecto a la forma
narrativa, Livingston afirma lo siguiente:
4. H u m e ilustrado
14
lbid., p. 39-40.
¿SISTEMA EN HUME? 81
Por otro lado, debido a que Hume se propone elaborar una cien-
cia del hombre, paralela a la física de Newton, la de Hume también
deberá ofrecer leyes y principios que expliquen esta naturaleza. Pe-
ro, de nuevo, de estas leyes y principios sólo serán válidos aquellos
que tengan su origen en la experiencia.
E n la Introducción también encontramos las razones que Hume
ofrece para justificar este proyecto, que son:
1 8
lbid., p. X X .
1 9
¡butem.
¿SISTEMA E N H U M E ? 83
Algo más que podría ejemplificar esta idea de que el libro I es más
bien una psicología o una descripción de porqué creemos, pensamos,
sentimos, etcétera, que una indagación sobre la posibilidad de un
conocimiento verdadero (los criterios para distinguirlo de uno falso,
etcétera), lo encontramos en la teoría de la creencia.
Para Hume, el creer es algo inevitable, a tal grado que lo llega a
identificar con la respiración, debido a que ambas son operaciones
automáticas e inconscientes; por ello afirma:
2 0
lbid., p. X I X .
2 1
lbid., p. 183 (libro 1, parte IV, sección I ) .
FILOSOFÍA Y S I S T E M A T I C I D A D
1
Dummett, M., "Can Analytical Philosophy Be Systematic, and Ought It to
Be?" en T r u t h and O l n e r Enigmas, Duckworth, Londres, 1978, p. 441.
2
lbid., p. 454.
86 ALEJANDRO TOMASINI
3
lbid., p . 454.
4
lbid., p. 455.
5
lbid., p. 455.
FILOSOFIA Y SISTEMATICIDAD 87
6
lbid., p. 444.
FILOSOFÍA Y SISTEMATICIDAD 89
7
lbid., p. 447.
8
Wittgenstein, L . , P h i l o s o p h i c a l ¡nvesligations, Basil Blackwell, Oxford, 1974,
sec. 23.
90 ALEJANDRO TOMASINI
a los cuales se sistematiza su estudio, los que hacen del lenguaje una
"institución autónoma", conducen al desastre filosófico. Pero si esto
es así, entonces no es cierto que el estudio del lenguaje pueda ser
sistemático (no por lo menos en el sentido filosóficamente relevan-
te) y, por consiguiente, es falso que la filosofía pueda ser sistemática
(por lo menos en el sentido de que su sistematicidad se derive de la
aplicación de principios formales, a p r i o r i , etc.).
Podría objetarse que lo único que se ha logrado refutar es, en el
mejor de los casos, la tesis de que la filosofía del lenguaje puede ser
sistemática, pero que no se ha mostrado que la filosofía en general
no pueda serlo, es decir, que ninguna otra rama de la filosofía pueda
serlo. Aunque habría que reconocer que, en efecto, no se ha logrado
derribar por completo y de una vez por todas la idea de que la filo-
sofía en general puede ser sistemática, yo creo que el rechazo del
ideal de la sistematicidad de la filosofía en el ámbito de la filosofía
del lenguaje sí le resta mucha fuerza a dicho ideal en otros contextos.
Pero, además, me parece que no sería particularmente difícil adere-
zar buenos argumentos particulares en contra del ideal mencionado,
argumentos que contribuirían a que se le abandonase por completo.
Diré al respecto sólo unas cuantas palabras.
Empecemos considerando el caso de la ética. Pienso que puede
afirmarse que están pasados de moda todos los programas de "fun-
damentación" de la ética, todos los esfuerzos por elaborar "decá-
logos" (más o menos abstractos), sistemas de principios a partir de
los cuales podríamos llegar, mediante las derivaciones apropiadas,
hasta la casuística. Es relativamente claro que la filosofía moral con-
temporánea se fija otras metas que ésas (como por ejemplo cómo
resolver conflictos morales, describir la estructura del pensamiento
moral, determinar si hay modos específicos de razonamiento mo-
ral, etcétera). Lo mismo sucede, mutatis mutandis, con la estética.
E n lo que a la filosofía entendida como "reflexión en segundo gra-
do" (Le., la filosofía de la historia, de la religión, de la ciencia, etc.)
atañe, pienso que hay una acuerdo universal tácito en el sentido de
que se reconoce que los objetos de estudio de la filosofía así enten-
didos son demasiado complejos para permitir ser encajonados por
medio de unos cuantos principios. Tómese el caso de la filosofía de
la religión. Las discusiones son de lo más variado. Por ejemplo, son
tema de interés el concepto de Dios, las relaciones entre el discurso
religiosa y el lenguaje moral, la naturaleza de la creencia religiosa,
las pruebas de la existencia de Dios, problemas de cosmogonía, el
FILOSOFÍA Y SISTEMATICIDAD 91
9
Russell, B., B e r t r a n d Russell Speaks H i s M i n d , Bard Books, The World Publis-
hing Company, Nueva York , 1960, p. 9.
92 ALEJANDRO TOMASIN1
1 0
Wittgenstein, L . , T r a c t a t u s Lógico-Philosophicus, Routledge and Kegan Paul,
Londres, 1978,6.53.
1 1
Moore, G . E . , "Wittgenstein's Lectures 1930-1933" en P h i l o s o p h i c a l P a p e n ,
Alien and Unwin, Londres, 1970, p. 322.
1 2
lbid., p. 322.
FILOSOFÍA Y SISTEMATICIDAD 93
1 3
Baker, G . y P. Hacker, M e a n i n g a n d U n d e r s t a n d i n g , vol. 1, Basil Blackwell,
riYfnrH nn " > R Q _ ? Q n
94 ALEJANDRO TOMASINI
Prólogo
Laura Benítez y José Antonio Robles 5
Laura Benítez 41
Richard H . Popkin 61
¿Sistema en H u m e ?
Carmen Silva 73
Filosofía y sistematicidad
Alejandro Tomasini Bassols 85
Filosofía y sistema se terminó de imprimir
el 18 de diciembre de 1992 en los talleres
de Contabilidad Ruf Mexicana, S.A. Para
su composición y formación.realizadasen
computadora en el Instituto de Investiga-
ciones Filosóficas, se utilizó el programa
TgX y tipos Dutch de Bitstream. L a edi-
ción estuvo al cuidado de Gabriela Mon-
tes de Oca V. y consta de 1000 ejemplares.
En febrero de 1985, algunos miembros del área de historia de la fi-
losofía del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la U N A M ini-
ciamos nuestras labores como grupo de trabajo académico a fin de
estudiar, de manera sistemática, autores y temas de la filosofía mo-
derna.
A lo largo de los años de colaboración nuestro trabajo ha consisti-
do en estudiar un tema presente en las tesis de los filósofos objeto de
nuestro interés, discutirlo en sesiones semanales durante los meses
de actividad académica y, finalmente, organizar una reunión anual
a la que hemos invitado a distinguidos filósofos, especialistas en el
tema que hemos tratado, para que dialoguen con nosotros.
Después de nuestros primeros cuatro años de labor y de haber
hecho publicaciones en diversos órganos académicos, consideramos
que era oportuno proponer la creación de una serie de textos que
recogiera los trabajos de nuestro seminario para iniciar así una co-
lección de antologías temáticas, la primera de la cuales, sobre el
problema de la sistematicidad, ponemos a la consideración de los
lectores.
Con este volumen iniciamos, pues, una colección que tiene el ob-
jetivo de dar a conocer tanto los frutos de la investigación individual,
como los de la discusión del grupo. Esperamos que los resultados de
la interacción continua de los investigadores de nuestra área pue-
da ser de interés para amplios sectores de la comunidad filosófica,
tanto nacional como internacional.