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Historia del catolicismo en México

Fabiola Nayeli Lemoine Alvarez


Décimo semestre
11/05/2023
Trabajo final.

1ª parte: La Instrucción Pastoral.

Durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, se expidió en diciembre de


1874 la Ley orgánica de las adiciones y reformas constitucionales o también conocida
como la Constitucionalización de las leyes de Reforma. El documento consistió en
veintinueve artículos de carácter liberal y “antireligioso”. La alta jerarquía católica
mexicana repudió la legislación en cuanto se dio a conocer y, sin embargo,
desaprobó toda manifestación violenta en contra del gobierno. 1 Mediante la
Instrucción Pastoral2, los tres arzobispos de la república: Pelagio Antonio de
Labastida y Dávalos, arzobispo de México, José Ignacio Árciga, de Michoacán, y
Pedro Loza, de Guadalajara, buscaron instruir al clero y a la feligresía sobre la
postura adoptada oficialmente por la Iglesia ante Ley orgánica de las adiciones y
reformas constitucionales.

Aunque rechazaron casi en su totalidad de la Ley Orgánica, el contenido de la


Instrucción Pastoral fue dividida en cuatro apartados. El primero, se tituló la
prohibición de la enseñanza religiosa, relacionado al artículo cuarto, el cual
estipulaba que la instrucción religiosa y las prácticas oficiales de cualquier culto
quedan prohibidas en todos los establecimientos de la Federación, de los Estados y
de los Municipios.3 Los arzobispos argumentaban que esta ley aplicada en las
escuelas equivalía a condenar generaciones enteras a una vida puramente animal, y
pueblos ateos sin Dios y sin Ley. 4 Para contrarrestarla invitaron a que varias cabezas
de familias por parroquias o por barrios, formaran juntas con el fin de cooperarse y
pagar un maestro que impartiera enseñanza religiosa, tanto a niños de familias ricas
como pobres. Eso sí, sin que ellos participaran directamente en la dirección y/o
administración. Para incentivar a la feligresía, concedieron ochenta días de
1
(Iñiguez Mendoza, 2016)
2
Instrucción Pastoral que los Ilustrísimos señores Arzobispos de México, Michoacán y Guadalajara dirigen a su
venerable clero y a sus fieles con ocasión de la ley orgánica expedida por el Soberano Congreso Nacional en 10 de
diciembre del año próximo pasado y sancionada por el Supremo Gobierno en 14 del mismo mes, México, Tip.
Escalerillas núm. 13, 1875.
3
(Lozano, José M. & Lozano D., 1882, pp. 683-688)
4
(Instrucción pastoral, 1875)
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indulgencia a todos los que participaran en esta noble obra o procuraran la doctrina
religiosa en el hogar.

El segundo apartado, al ejercicio del culto católico, hacía mención del artículo
segundo cuyo tema era la garantía por parte del Estado en cuestión de la libertad de
cultos, que, a su consideración, era innecesario, puesto que el país era mayormente
católico. Asimismo, criticaba fuertemente a los protestantes por ser el motivo de la
creación del artículo quinto, el cual expresaba que ningún acto religioso se podía
verificar públicamente, limitándose a dentro de su templo o recinto, sin excepción
alguna.5 Los Arzobispos consideraban que la presencia de estas “sectas”, hacían en
extremo peligrosa la práctica de la religión verdadera.

Para mantener la gran fe en la feligresía y evitar la violencia tanto legal como ilegal,
los arzobispos brindaron una serie de recomendaciones, como evitar en sus
representaciones y protestas sarcasmos y maldiciones, defenderse de las agresiones
religiosas en el terreno estrictamente legal, los sacerdotes tenían que predicar con
mayor ahínco la palabra de Dios y los fieles, asistir más constantemente a las
iglesias, practicar diariamente en sus casas la oración, esmerarse en santificar los
días de fiesta religiosa, etc. 6 De acuerdo con la tesis del Doctor Ulises Iñiguez, los
Arzobispos y el clero estaban en contra de una lucha armada y esta postura es
bastante explícita en la Pastoral. Continuamente estimulan a los fieles a continuar su
religión, aún con tan estricta reglamentación de la Ley Orgánica.

En cuanto a la población católica, esta separación Estado-Iglesia y la Ley Orgánica,


fue un gran conflicto al momento de actuar, un gran sector de la población temía ser
excomulgado por apegarse a lo que dictaminaba la ley, por ejemplo, el matrimonio
civil. Más de algún candidato o interesado en trabajar para el gobierno, terminaban
retractándose al protestar ante sus cargos o renunciaron a el voluntariamente para
evitar ser fichados.

2ª parte: El Aguijón del Espíritu.

5
(Instrucción pastoral, 1875)
6
(Iñiguez Mendoza, 2016)
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Capítulo I. La Iglesia y el Porfiriato.

Durante el régimen porfirista, se procuró una política de conciliación entre la Santa


Sede, la Iglesia mexicana y el Estado. Tan pronto como como León XIII ascendió al
solio pontificio (1878), envió a todos los monarcas y jefes de Estado (incluido don
Porfirio Díaz) cartas conciliatorias invitándolos a estrechar lazos entre sus respectivas
naciones y la Sede Apostólica.

En el Aguijón del Espíritu, el autor explica que existieron varios factores que
influyeron en crear la atmósfera propicia para la conciliación de intereses, como
fueron la misión diplomática de monseñor Nicolás Avelardi (1896-1900) o la mesura
que el visitador pontificio exige a los periodistas católicos.

En cuanto al interior de la Iglesia mexicana, existían dos tendencias simultaneas;


una, en la perspectiva de la fe, donde prevalece la necesidad de los vínculos con
Roma y el vicario de Cristo en la tierra y la segunda, la pícara percepción de que era
mejor “estar lejos” y no sentir el control inmediato de los ordenamientos romanos.
Tomando en cuenta esta ambigüedad, la Santa Sede decidió imponer su proyecto de
Iglesia.

El autor explica que, a pesar de los fracasos de su misión, monseñor Averardi sirvió
de puente y cauce entre la Iglesia mexicana y Roma, avivando la comunión entre
ambas, y acercó la Sede de Pedro a las comunidades locales a través de sus visitas
a las diócesis. Además, su presencia coincidió, por otra parte, con un vigor renovado
de la Iglesia mexicana, que, a su parecer, podría calificarse de “restauración”.

Tres factores se conjugaron: la llamada paz porfiriana, la renovada comunión eclesial


y las progresivas contradicciones del sistema económico mexicano. En un principio,
la llegada al poder de Porfirio Díaz no suscitó expectativas gratas en los medios
católicos, sin embargo, con forme a sus éxitos en la política económica e interior de
la administración, su popularidad fue creciendo hasta convertirse en necesidad
nacional.
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Desde este momento, hubo una división de criterios entre los católicos; los liberales
opinaban que era indispensable colaborar con el régimen para que los valores
cristianos sirvieran de fermento en la sociedad; los tradicionales, consideraban que
era imposible dialogar o aliarse con un régimen heredero de todos los vicios liberales.
Tal discrepancia de opiniones entre los católicos hacia imposible un frente común.

Si el panorama político de la nación permitía una distensión, también el clima al


interior de la Iglesia, la posibilitó al iniciar una fase de aperturas múltiples; el Concilio
Vaticano I había dado una renovada seguridad doctrinal a toda la Iglesia; los gestos
renovadores de León XII y su capacidad diplomática fueron interpretados por el
Episcopado Mexicano como una invitación para suavizar posturas polémicas; la
misión de Avelardi; el acento social del Magisterio pontificio, acentuado con la
encíclica Rerum Novarum (1891); el fallecimiento del arzobispo de México, Pelagio
Antonio Labastida; la incipiente colegialidad de los obispos; la constatación del atraso
del catolicismo mexicano en lo que se refería a pastoral social y a la organización de
las fuerzas del laicado. Estos fueron algunos de los detonadores que suscitaron la
urgencia interior de hacer presente el mensaje cristiano en la sociedad de la época
para regenerarla.

Algunas diócesis animaban a revitalizar estructuras, crear instituciones de apoyo y


preparar a su clero, pero otras languidecían en un estado lamentable. El episcopado
nacional crece, se fraccionan los enormes territorios de las antiguas sedes, para dar
origen a diócesis más pequeñas y mayor número de parroquias; aumentan los
contactos personales entre obispos y sacerdotes, y la relación entre pastores y fieles
se hace más frecuente. De todo ello se deriva una mayor participación laical en las
comunidades locales.

Durante esta renovación, resaltan los esfuerzos por la capacitación doctrinal,


espiritual, pastoral y moral de los clérigos, tanto en el interior de sus seminarios
físicamente como en el contenido de su educación. Por otra parte, abren sus puertos
centros universitarios. El interés por la enseñanza condujo a la apertura de escuelas
parroquiales y colegios que gozaron de buena fama. La ignorancia religiosa, motivó a
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organizar centros catequísticos y a llevar la instrucción fundamental a mayor número
de fieles. En cuanto a la prensa, destacaron los intentos por fundar periódicos y
boletines, como El País (1899-1914).

En este periodo, la Iglesia, que se había visto despojada de sus bienes por las Leyes
de Reforma, vuelve a adquirir bienes per interpósitas personas. El impulso del
catolicismo mexicano, a la par que se afinan las estructuras eclesiásticas, tiene
efectos económicos: fieles pastores encauzan recursos para obras destinadas al
beneficio común: templos, seminarios, hospicios, asilos, etc, además de su debido
mantenimiento.

En cuanto a las leyes que limitaban a la Iglesia, estas continuaban intactas y no


había visos de que a corto plazo fueran modificadas. No obstante, Porfirio Díaz fue
muy laxo en ese tema. Si denunciaban que algún hecho violó alguna de las Leyes de
Reforma, los funcionarios primero consultaban a sus superiores, y se actuaba o no
según la aprobación tácita o expresa del Presidente Díaz. La Iglesia mexicana había
adquirido status social, reconocido en público por prelados y autoridades civiles. La
política del presidente Porfirio Díaz, fue una en la que el alto clero, hacía el papel de
comparsa de la gran zarzuela nacional.

Capítulo II. Utopía social y lucha partidista".

El Porfiriato fue un periodo donde un sector de la población se benefició a costa de


otro. Las terribles condiciones de vida de los sectores más necesitados fueron
oportunidades para el desarrollo del pensamiento social en los católicos mexicanos.
Tres aspectos en especial son relevantes en el desarrollo del catolicismo social
mexicano; primero, el proceso de toma de conciencia en torno a los grandes retos
nacionales; segundo los pasos dados con vistas a unir esfuerzos y coordinarlos en
forma organizada; tercero, la conexión entre “cuestión social” y la necesidad de la
acción política.
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Para algunos problemas específicos se arbitran medidas muy concretas: la fundación
de un banco católico, programas de construcción de viviendas populares, creación de
ligas antialcohólicas, fomento de la buena prensa, centros recreativos para obreros.
Se urge que en las haciendas haya escuelas y maestros, capellanes rurales,
misiones anuales, e incluso los obispos mexicanos remiten a sus colegas
norteamericanos una exhortación para que presten mayor atención religiosa y
cuidados a los indígenas al norte del Río Bravo.

Referencia:

- Dublán Manuel y José María Lozano. Legislación mexicana ó colección completa


de las disposiciones legislativas expendidas desde la Independencia de la
República. México. Imprenta del Comercio a cargo de Dublán y Lozano, hijos,
1876-1912. t. XII, 1882, pp. 683-688.
- Instrucción Pastoral que los Ilustrísimos señores Arzobispos de México,
Michoacán y Guadalajara dirigen a su venerable clero y a sus fieles con ocasión
de la ley orgánica expedida por el Soberano Congreso Nacional en 10 de
diciembre del año próximo pasado y sancionada por el Supremo Gobierno en 14
del mismo mes, México, Tip. Escalerillas núm. 13, 1875.
- Ulises Iñiguez Mendoza, “¡Viva la religión y mueran los protestantes!”.
Religioneros, catolicismo y liberalismo: 1873-1876, Tesis de doctorado, Zamora,
El Colegio de Michoacán, 2015.
- José Miguel Romero de Solís, El aguijón del Espíritu. Historia contemporánea de
la Iglesia en México (1892-1992), 2ª ed., México, Instituto Mexicano de Doctrina
Social Cristiana-El Colegio de Michoacán-Archivo Histórico del Municipio de
Colima-Universidad de Colima, 2006.

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