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Las Contradicciones Fundamentales

de la Nueva Constitución
Por Alexis López Tapia

Artículo 1

La dignidad humana es inviolable y la base del derecho y la justicia. Las personas


nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Su respeto y garantía es el primer
deber de la comunidad política y de su forma jurídica de organización.

Visto lo anterior, el Artículo primero del Proyecto de Nueva Constitución, establece que son
“Las personas” -con independencia de su sexo, “genero”, u origen étnico-, las que “nacen libres
e iguales en dignidad y derechos”.

Por lo anterior, el Artículo 1 se contradice con el:

Artículo 2

2. La ley asegurará el acceso equilibrado de mujeres y hombres a las candidaturas a


cargos de elección popular, así como su participación en condiciones de igualdad en
los distintos ámbitos de la vida nacional. El Estado garantizará el ejercicio de la
participación política de las mujeres.

Si el sujeto primero de derecho es “Las personas” -sin definción de sexo, “género” u origen
étnico-, el que la ley favorezca el “acceso equlibrado de hombres y mujeres”, establece una
distinción arbitraria que se impone sobre el hecho de que las personas son “libres e iguales en
dignididad y derechos”, toda vez que “favorecer el acceso equilibrado” resulta una
imposición, precisamente, sobre la igualdad de la persona con independencia de su sexo.

A mayor abundamiento se sostiene que “El Estado garantizará el ejercicio de la participación


política de las mujeres”, lo que excluye de dicha garantía la participación de los hombres,
nuevamente estableciendo una distinción arbitraria superpuesta a “Las personas”.

Lo mismo ocurre en el Artículo 44:

3. La ley deberá contemplar mecanismos para asegurar una participación equilibrada


entre mujeres y hombres en la integración de sus órganos colegiados.

La contradicción anterior queda además en evidencia en el:

Artículo 16:

3. El derecho a la igualdad ante la ley y a la no discriminación. Ni la ley ni la autoridad


podrán establecer diferencias arbitrarias. Hombres y mujeres son iguales ante la ley.
En Chile no hay persona ni grupo privilegiado.

Que no haya “persona ni grupo privilegiado”, se establece así, nuevamente, con indiferencia
sobre su sexo, “género” u origen étnico.

1
Ello se refuerza en el inciso N°

5. La igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos.

Lo que confirma que legalmente no hay distinción en el ejercicio de los derechos de una
persona, por sexo, “género” u origen étnico, porque toda Persona tiene igual protección de la
Ley.

Señalado lo anterior, lo establecido en el Artículo 1 y el Artículo 16 inciso 3°, e inciso 5° es,


incompatible con el:

Artículo 5

1. La Constitución reconoce a los pueblos indígenas como parte de la Nación chilena,


que es una e indivisible. El Estado respetará y promoverá sus derechos individuales y
colectivos garantizados por esta Constitución, las leyes y los tratados internacionales
ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.

Lo anterior, porque la calidad de persona, como se ha señalado, lo es con independencia del


origen étnico de la misma, por lo cual no deberían existir “derechos individuales y colectivos”
de “pueblos indígenas”, ya que de haberlos no serían “iguales en dignidad y derechos” a las
demás personas, sino precisamente “diferentes en dignidad y derechos” a partir de dicho
origen étnico.

Y es incompatible además con el

Artículo 51

2. La ley podrá establecer mecanismos para promover la participación política de los


pueblos indígenas en el Congreso Nacional.

Toda vez, como hemos señalado, que la calidad de Persona y su igualdad ante la Ley, es con
independencia del origen étnico de la misma, y no se condice con “promover la participación”
de grupos o pueblos en virtud de dicho origen.

Y, finalmente, es incompatible con el

Artículo 127

3. La ley establecerá mecanismos para respetar y promover los derechos de los


pueblos indígenas reconocidos en esta Constitución, en las regiones y comunas y,
especialmente, en aquellas con presencia significativa de población perteneciente a
estos.

Porque tal como se ha indicado, si las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos,
no se puede señalar la existencia de “derechos de los pueblos indígenas” que sean diferentes
a la de la totalidad de los chilenos, y asímismo, tampoco se pueden establecer “mecanismos
para respetar y promover” esos derechos, toda vez que la Persona lo es con independencia de
su origen étnico, y por lo tanto, promover esos supuestos derechos, atenta contra la igualdad
ante la Ley de toda persona, como lo establece el Artículo 1 del proyecto de Nueva
Constitución.

2
La contradicción fundamental antes mencionada, se agudiza e incrementa de acuerdo a lo
establecido en el

Artículo 2

1. Chile adopta para su gobierno la república democrática, con separación de poderes


y régimen presidencial. La soberanía reside en el pueblo de Chile, Nación única e
indivisible, y se ejerce por este a través de elecciones periódicas, plebiscitos y
mecanismos de participación y, también, por las autoridades que esta Constitución
establece. Ningún sector del pueblo, persona, institución o grupo puede atribuirse su
ejercicio.

Primero, porque como se indicó anteriormente, el Artículo 5 reconoce a los denominados


“Pueblos indígenas” como parte de la Nación chilena que es una e indivisible, agregando que
“El Estado respetará y promoverá sus derechos individuales y colectivos”.

De ello surgen dos problemas principales y varios accesorios:

1) Si la soberanía reside en “el pueblo” (singular), hay una evidente contradicción con el
reconocimiento de “pueblos (plural) indígenas”. Ello implica que -por definción- no
habría una única soberanía -como pretende establecerse-, sino varias, una por cada
uno de los “pueblos indígenas” que se promulgan en la Nueva Constitución.

2) Si la “soberanía reside en el pueblo de Chile, nación única e indivisible”, pero a la vez


se reconoce la existencia de varios “pueblos indígenas”, en los hechos no existiría un
“pueblo de Chile” en singular, sino un “pueblo de Chile” y varios “pueblos indígenas”,
“como parte de la Nación chilena”, lo que es entonces autocontradictorio con que
dicha Nación sea “una e indivisible”, ya que estaría dividida en varios “pueblos” con
“derechos colectivos e individuales” diferentes al del propio “pueblo de Chile”.

3) Más allá del problema evidente al intentar emular la sentencia latina “E pluribus
unum” (“De muchos uno”), presente en el Gran Sello de los Estados Unidos, la base de
esta contradicción se encuentra en el traspaso que se hace de la soberanía, desde la
nación (en la Constitución vigente) al pueblo (en la propuesta de Nueva Constitución).

En efecto, porque la Nación es definida como un:

1. Conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos,


culturales, religiosos, etc., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o
comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio.

2. Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de


gobierno propios, que es soberana e independiente políticamente de otras
comunidades.

Mientras que Pueblo es definido como un:

1. Conjunto de personas de un lugar, región o país.

2. Conjunto de personas que integran el Estado, donde no existen privilegios de raza,


sexualidad, religión o estatus económico o social.

3
Por lo antes señalado, el concepto de que “la soberanía reside en el pueblo de Chile” para
efectos del proyecto de Nueva Constitución, al considerar posteriormente la existencia de
“pueblos indígenas” con “derechos colectivos e individuales”, es la reiteración artificiosa de la
rechazada tesis de la “Plurinacionalidad” que proponía el texto de la Convención
Constitucional de 2022, que vuelve así a ser repuesta de manera engañosa y encubierta:

Artículo 1

1. Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural,


regional y ecológico.

Artículo 2

1. La soberanía reside en el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones.

Como podemos apreciar, la necesidad de remarcar -en el nuevo proyecto-, la idea de “nación única
e indivisible”, aparece como un intento de eliminar la tesis anterior de la “plurinacionalidad”, pero,
para efectos prácticos, traslada esa tesis a la existencia de varios “pueblos indígenas”, a los que
asigna “derechos colectivos e individuales” diferentes al de los del resto de los chilenos.

En los hechos, cada uno de esos “pueblos indígenas”, podrá -a partir de lo antes mencionado-,
exigir su propia soberanía, precisamente porque tendrían “derechos colectivos e individuales”
diferentes al del resto de los chilenos.

Por esto, la afirmación de que “La soberanía reside en el pueblo de Chile, Nación única e
indivisible”, es un burdo intento de engañar a los ciudadanos para hacerles creer que es
substancialmente diferente a la propuesta rechazada ampliamente en el plebiscito del 4 de
septiembre de 2022, siendo que, en los hechos, termina siendo lo mismo al reconocer la
existencia de “pueblos indígenas”.

Al respecto, cabe mencionar que la actual Constitución es enormemente más precisa, concisa,
consistente, coherente y orgánica:

Artículo 5° La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por


el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y, también, por las
autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del pueblo ni individuo
alguno puede atribuirse su ejercicio.

Por todo lo anterior, es evidente que el proyecto de Nueva Constitución, ya a partir de su


Artículo 1, posee contradicciones internas insoslayables, que determinan que se trate de un
proyecto impreciso, extenso, inconsistente, incoherente e inorgánico.

En próximos artículos, revisaremos nuevas contradicciones fundamentales del proyecto.

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