Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
Estas anotaciones comienzan en el parágrafo 6.41.
Todas estas cuestiones se engloban dentro de la ética wittgensteiniana, la cual se
identifica a su vez con la estética y la mística.
2
Visto en McNabb, D., El Tractatus de Wittgenstein, pt. 1, 2022.
3
“[…] Pero ¿acaso no sentimos que quien no ve allí un problema está ciego ante algo importante;
a decir verdad, ante lo más importante?”
pensamiento religioso, la que Wittgenstein toma como lo más valioso. Esta se une
con su idea de una vida buena, correcta, feliz, o ética, términos que yo utilizaré
indistintamente. Intentaré mostrar a continuación esta identificación entre los
términos referentes a la vida buena y cómo esta se relaciona con la idea de lo
religioso, que trataré igualmente como valioso, místico o maravilloso. Con esto,
pretendo ilustrar lo que es una buena vida desde la óptica wittgensteiniana.
Hasta este momento, hemos mencionado un par de veces que para nuestro autor
lo más importante era la forma correcta de vivir la vida. Sabemos de antemano
que la construcción teórica de esta tarea le compete a la ética. El examen acerca
de la propia vida y la exposición en torno a cómo debería ser vivida es una
cuestión que nos ocupa a las y los filósofos desde la época clásica. Wittgenstein,
en su Conferencia sobre ética (en delante, CE), comienza diciéndonos qué es lo
que entenderá él por ética, para lo que retoma la concepción ofrecida por G. E.
Moore en Principia Ethica: «la ética es la investigación general sobre lo bueno ».
(s.f., p. 3) No obstante, este es apenas su punto de partida, pues se propone
extender tal consideración de modo que englobe a la estética y a la religión. Esto
lo vemos a continuación:
No tiene sentido decir que una experiencia es más valiosa que otra, puesto
que ambas lo son en relación al valor absoluto que en cada uno de los sujetos en
cuestión habita.
Wittgenstein en CE (s.f., p. 5) ejemplifica lo absurdo que hay en denominar
una preferencia como absolutamente correcta con la idea de una carretera. La
carretera absolutamente correcta es aquella que debería ser igualmente recorrida
por todas las personas. Quien no la recorriese tendría que sentirse avergonzada o
avergonzado de no haberlo hecho. Tal cuestión es, por demás, ilógica, carente de
sentido común. Pero esto es apenas una metáfora para ilustrar que no existe un
camino, o bien, una elección con tal carácter. Puedo decir, siguiendo las imágenes
que Ludwig nos pinta en su CE, que la experiencia de maravillarse ante el mundo
natural es absolutamente valiosa para mí, pero esta es la descripción de un hecho
mental que le acaece a mi yo fenomenológico. No existe manera alguna de
justificar con sentido, siguiendo la propuesta de Wittgenstein en el Tractatus, que
tal experiencia debería ser absolutamente valiosa para todas y todos; mucho
menos para decir que aquellos quienes no se maravillasen ante tal espectáculo
deberían sentirse avergonzados.
Todas las demás proposiciones, incluidas las de la filosofía y, por tanto, las
de su propia obra, son un sinsentido. Tal estatuto viene dado por la imposibilidad
de verificar su existencia en el mundo. Wittgenstein no niega que existe aquel
ámbito inefable, es decir, no porque no aparezca como un hecho del mundo
significa que no existe. Aquello, como hemos apuntado, es lo místico, lo ético, lo
estético; de todo punto, lo más valioso. Aquello ciertamente existe, pero de eso no
cabe hablar, únicamente puede ser mostrado.
Bajo esta misma lógica, lo valioso en un acto no puede ser encontrado sino
en el acto mismo. En este caso, la ética no puede ser justificada científicamente,
por medio de descripciones de hecho, sino solamente aprehendida, vivida,
justificada en acto, valiosa para el sujeto mismo (un sujeto no físico ni metafísico,
sino límite). Como apunta en la proposición 6.422:
“…la ética nada tiene que ver con el premio y el castigo en sentido
ordinario. Esta pregunta por las consecuencias de una acción tiene que ser,
pues, irrelevante. Al menos, estas consecuencias no deben ser
acontecimientos. Porque algo correcto tiene que haber, a pesar de todo, en
aquella interpelación. Tiene que haber, en efecto, un tipo de premio y de
castigo éticos, pero éstos han de residir en la acción misma” (2023, pp.133-
135).
Fuentes de consulta