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Introducción
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Al respecto resulta llamativo que hoy en día, la calificación de ‘pedagogo’ acompañe frecuentemente la
presentación de destacados intelectuales argentinos, calificación asumida independientemente de los
títulos de grado -referido a las ciencias de la educación- y de posgrado, que en ningún caso son
mencionados.
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primer momento se la vinculó con la filosofía. Cuando el interés se orientó a comprobar
su cientificidad, a partir del siglo XIX, se la quiso ciencia experimental o ciencia
espiritual o ciencia crítica. Dentro de esos parámetros las visiones se acrecentaron con
perspectivas que la caracterizaron como un conocimiento tecnológico o como una
ciencia con fuerte impronta ética.
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comprometerse con la realidad. Y dice también que el conocimiento debe tener un
sentido de intervención y que en la realidad que tenga delante pueda reconocer
espacios de intervención. (Zemelman, 2004). En esta concepción de ciencia, agregamos
nosotros, la pedagogía estaría llevando la delantera por su histórico compromiso con la
intervención.
No obstante, lo cierto es que hoy no parece ser motivo de preocupación demostrar el
carácter científico de la pedagogía. Sin embargo, y paradójicamente, se afirma en su
especificidad. "Tal vez -dice Puiggrós- la imposibilidad de la pedagogía de constituirse
en una disciplina científica represente para ella un peligro o esta imposibilidad es la
que le ha permitido subsistir como ingrediente de vida de la comunidad". (Puiggrós,
1995)
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La Introducción de la Teoría de la Educación de Ricardo Nassif analizando a la educación en su carácter
poliédrico y complejo, ilustra y legitima este espacio (Nassif, 1982)
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Si bien es razonablemente discutible esta referencia acotada del término educación, no ocurre lo mismo
con las otras dos categorías, cuyos usos avalan su diferenciación. Pero el objetivo aquí no es definir
conceptos sino facilitar la comunicación entre quienes pensamos la educación.
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micro procesos educativos y sus interacciones; la educación, la historicidad y las
utopías; lo ético y lo político...
Pero este interés teórico que forma parte de la pedagogía no es contemplativo:
tiene como finalidad práctica producir acciones y obtener resultados definidos como
deseables. Así como en la dimensión más específicamente didáctica se diferencian los
procesos de enseñanza de los de aprendizaje, también en la pedagogía aparece hoy una
clara preocupación por distinguir “acciones para la formación” de “formación”.
Mientras que la intervención es el intento de modificación de la práctica desde una
acción consciente, de la que puede o no resultar modificada la práctica y, de serlo, no
necesariamente en el sentido esperado, el término formación alude a los procesos de
producción y transformación de la subjetividad en vinculación con dispositivos
pedagógicos puestos en juego. (Ferry, Larrosa, Lizárraga Bernal) La riqueza de las
producciones actuales acerca de la índole de los procesos formativos, y su
diferenciación de las acciones de intervención, muestra la relevancia pedagógica que
adquiere hoy su estudio.
En base a lo expuesto, la Pedagogía podría identificarse como una disciplina 4
que tiene como campo central de estudio la búsqueda de criterios de intervención que
fundados en un estudio de la educación en toda su complejidad, tiene la
intencionalidad de suscitar la realización de un proceso no determinable: la formación.
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Utilizamos esta expresión por lo menos en el sentido de “disciplina de enseñanza”. Podría decirse
también ciencia, saber, discurso.
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redefinir la formación y elaborar criterios de intervención a partir de los avances que
muestran las nuevas prácticas sociales-educativas.
En este nuevo ciclo de desarrollo del sistema capitalista, globalización y
posmodernidad constituyen el marco dentro del cual se está reconfigurando la
pedagogía. Sobre la base de una crítica a las condiciones de desarrollo del sistema
económico dominante, algunas tendencias enfatizan las posibilidades de respuestas
pedagógicas contrahegemónicas a situaciones de dominación (Giroux, McLaren). Otras
ponen el acento en la institución escolar para analizar cuál es la índole de las
vinculaciones entre docentes-alumnos que puede contribuir, desde la autonomía y la
libertad de los alumnos, a la configuración de mejores ciudadanos (Meirieu, Cornu).
Las hay que cuestionan la reducción de la educación a los procesos de escolarización y
realizan propuestas que tienen que ver con ampliar los alcances de la idea de
formación, ya no limitada a la formación escolar, sino extendida a la que se produce en
la totalidad de los espacios sociales, convertidos en potenciales espacios educativos de
configuración de identidades (Buenfil Burgos)
Todas muestran que a la pedagogía le llega el vasto quebrantamiento de
paradigmas epistemológicos que convierte a los conocimientos hasta ahora
inequívocos, en fuentes de interrogantes con enormes dificultades en la producción de
respuestas. En ese marco es posible caracterizar también al saber pedagógico – tal como
lo hace Susana Barco para la pedagogía y didáctica - desde la incerteza, la duda y la
construcción permanente” (Barco, 1988, p. 7).
La pedagogía se presenta todavía como un haz de pensamientos no practicados
y de prácticas no teorizadas. Una pedagogía que al mismo tiempo que regulariza e
interviene, se sabe insegura e indefinible porque su objeto que es objetivo –formar- se le
diluye en los pliegues de la historia de cada sujeto. Por eso es también desconcierto y
certeza, desencanto y esperanza. Es una ciencia con sentimientos o un sentimiento que
no aspira a ser ciencia.
La reconstrucción del campo pedagógico se percibe entonces no como una
estructura cristalizada sino esencialmente dinámica y contextualizada, que analiza los
procesos educativos en sus intrincados recorridos sociales, y que desde una elección de
posible futuro, procura engendrar estrategias viables para la construcción de una
sociedad más justa.
Aunque siempre sosteniendo a la educación y la enseñanza a la vez que
proveyendo y abasteciéndose de ellas, la pedagogía se va recreando y redefiniendo en
lo coyuntural y emergente pudiendo pluralizarse (pedagogías) sin dejar de conservar
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su identidad (pedagogías que se adjetivan como profana, del aburrido, de la coherencia
o del ejemplo)
Por último, se vuelve necesario recuperar la disciplina Pedagogía y asegurar su
exploración epistemológica con sus proyecciones prácticas en el diseño curricular de
los profesorados. Reivindicar su nombre es poder recuperar la historicidad de sus
teorías y de sus prácticas para alentar una prospectiva educacional comprometida con
la formación individual y el desarrollo social. De cara al nuevo siglo pero no de
espaldas a la historia, la pedagogía vuelve a emerger como un saber particularmente
complejo, fluctuante y dinámico invitándonos a participar de su reconfiguración.
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