Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Nunca te detienes a pensar que tu vida es aburrida, que no perteneces adónde estás? Yo
todos los días me cuestiono eso. Siento que no soy de este lugar, o de este momento, que
algo le falta a mi alma. Todos los días tengo la misma rutina, nunca nada interesante le
pasa a la vida de adolescente depresiva que llevo. Tengo ganas de cambiar, pero no soy
sólo yo, es el destino que no me lanza diversión.
-¿Qué clase de mundo es éste? –Me digo a mi misma mientras observo que hay a mi
alrededor.
De un momento a otro, estoy en un bosque no tan común. Todos los árboles tienen un
aspecto similar al cerezo del parque, algunos rojos, morados, naranjas, amarillos, azules,
de todos los colores imaginables. La tierra está decorada por bellas florecitas que brotan
al pie de los cerezos. Es un paisaje bello, pero tenebroso, está bastante oscuro, y hay un
silencio terrible. Me dispongo a explorar este mundo. ¿Qué me podría pasar? Quizá no
pueda regresar a mi casa, pero es la única vez que me pasa algo divertido, me arriesgo.
Me sumerjo en el oscuro bosque cuando, en la distancia, diviso una pequeña luz. Corro
hacia ella, se vuelve más intensa conforme me acerco.
Diviso una silueta que parece humana. Ya estoy muy cerca de aquello, y me escondo
detrás de un árbol, a unos pocos metros de él. De lejos parece una persona, pero si la ves
bien no lo es, sus orejas, ojos y dientes no son de humano, son de un gato negro, además
tiene una peluda cola negra que se mueve en la parte inferior de su espalda. Sus ojos
gatunos son verde esmeralda, su cabello, orejas y cola son negros y tiene afilados
colmillos blancos, da bastante miedo, pero por alguna razón me dan ganas de acariciarlo,
se ve muy tierno a la vista de una chica que ama a los gatos.
Doy un pequeño paso hacia atrás y rompo una ramita. Me escondo otra vez detrás del
tronco, creo que me oyó. Intento aguantar la respiración para que no se entere de mi
presencia.
-Tsk. Soy Cato, y soy un nekto. Ahora… ¿Cómo llegaste a Nekastr? –Me dice molesto.
-Oye, tranquilo. Ni siquiera sabía donde estoy. Entré por un árbol muy raro que estaba en
un parque.
-Entiendo… ¿Cómo pude ser tan tonto para dejar el portal abierto? –Dice llevándose la
mano a su cabeza.
Diciendo esto agarra mi brazo y me lleva hacia el árbol “portal” o lo que sea.
Llegamos al lugar del árbol, pero en vez de eso, hay otro nekto, más viejo que Cato,
parado molesto, observando a mi acompañante.
-Ahora te tendrás que encargar de esa humana. –Le dice Cinna cruzando los brazos.
-Tranquila, te llevaremos a la ciudad, y la reina sabrá que hacer contigo. –Me responde
Cinna mucho más tranquilo.
-¡No! No la llevaremos con la reina, sabemos lo que le hará. –Le grita Cato furioso.
-La va a matar, cómo hizo con todos los humanos que han venido. –Dice Cato cabizbajo.
Diciendo esto, me sostiene otra vez y salimos corriendo hacia el tupido bosque. Él se
mueve con una rapidez inhumana, y no parece cansarse nunca, sin embargo después de
un rato atravesando el bosque yo estoy exhausta.
-Ven, móntate en mi espalda. –Me dice mientras se agacha, indicando que me suba
encima de él.
Yo accedo y él sale corriendo con más rapidez. Luego de unos minutos una intensa luz me
ciega, salimos del bosque y diviso un pequeño pueblo. Entramos en una adorable casa y
me coloca sobre una pequeña cama.
Corro y corro por un bosque oscuro, algo me persigue, no se qué o quién es, pero siento
su presencia maligna. Sigo huyendo de aquello, sorprendentemente no me canso, de
pronto una luz se asoma a través de las ramas oscuras. Creo que finalmente he
encontrado la salida, la luz se hace más fuerte, por fin salgo de un salto del bosque, pero
no es un valle, ni un pueblo, ni un pequeño claro, me encuentro en un acantilado, estoy
acorralada, no sé que puedo hacer. Oigo que lo que me persigue se acerca con tremenda
velocidad. De pronto del tupido bosque sale una bestia descomunal, mide como cinco
metros, tiene un largo pelaje negro cubriendo su cuerpo, no se le puede ver la cara, tiene
una especie de máscara alargada cubriéndole el rostro. Me está diciendo algo: “ven, ven”,
me repite mientras se acerca pausadamente hacia mi helado cuerpo. Su rostro está frente
a mí, se le pueden ver los ojos a través de dos huecos, son rojos, brillantes y parecen que
dicen muerte. Extiendo mis brazos, y me lanzo al infinito, caigo y caigo, veo que la bestia
se aleja, observándome sorprendida desde el borde del acantilado.
-Sip, y cambiando de tema, tenemos que pensar en cómo vas a sobrevivir. –Dice
dirigiéndome una mirada tranquila.
-Eres una humana, creo que es obvio el por qué. –Dice soltando una risita.
-No les he hecho nada, no hay razón para lastimarme. –Le respondo alzando la voz.
-No creo que demasiados humanos hayan venido aquí. –Le digo molesta.
-Obvio que aquí no, en su mundo, donde nos escondemos y vosotros nos llaman gatos.
-Si claro, pero no pensé que al cruzar el portal se convertían realmente en gatos.
-Sabes, hace rato te observo. –Me dice con una sonrisa maliciosa.
-Aaja. Pensé que ya me habías reconocido, me acaricias todos los días luego del colegio. –
Dice felizmente.
-Sí, me pongo ahí todos los días para recibir tus caricias. –Dice esto con un ligero sonrojo,
pidiéndome indirectamente que lo haga ahora.
-¡Te convertiré en una nekta! –Dice con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ten –Dice lanzándome un bulto de ropa. –Ponte esto, creo que te verás linda.
-Pero, yo quiero ver. –Dice esto con un pequeño sonrojo, haciendo pucheros como un
niño pequeño.
-Nooo.
Malditos gatos con su ternura. Por fin se vira, y me quito el sudado uniforme,
quedándome en ropa interior. Cuando lo veo, me doy cuenta de que me está observando
con el rabillo del ojo, maldito pervertido.
-Perdón, no era mi intención mirar. –Dice feliz mientras gira su cara una vez más.
-Tsk, pervertido.
Entonces me pongo la ropa que me dió, es informal como lo que él tiene puesto, me
queda un poco grande, pero me siento cómoda.
-Tranquila, mira, te pones este cintillo con orejitas y te tapas la cabeza con el gorro del
abrigo. –Dice mientras me pone las orejas gatunas. –Te ves fabulosa. –Me comenta
sonriendo, jugando con un mechón de mi pelo.
Al cubrirme las orejas falsas con la gran capucha del abrigo no se nota mucho que soy
humana. Por alguna extraña razon también tiene lentillas que simulan ojos de gatos, son
azules, y según él no se han usado nunca. Me dice que si preguntan por la cola o las
garras, les diga que la cola me la cortaron en una pelea con varios bandidos armados, y
que las uñas me gustan cortas. Me coloco los azules lentes y de verdad ahora sí aparento
ser una nekta.
-¡Te ves perfecta! Aunque, vestida de colegiala estás mucho más atractiva.
-Uh, perdón no quería molestarte. –Me dice levantando mi cara con su suave, pero a la
vez fuerte mano.
-Qué raro, eres muy bonita. Uhm ¿puedo besarte? –Me pregunta con un rostro calmado.
Mientras siento su boca en la mía, su esbelto cuerpo se acerca al mío y me rodea con sus
brazos. Me muerde el labio de abajo, haciendo que abra la boca. Mete su lengua rozando
la mía, yo le correspondo, pero no sé muy bien cómo, nunca he besado de esta forma a
nadie. Es cierto que con los ojos cerrados se disfruta el doble. Nuestras lenguas estuvieron
danzando por unos largos segundos, hasta que necesitamos respirar y separamos nuestras
bocas, que quedaron fugazmente unidas por un fino hilo de saliva. Yo no podía estar más
sonrojada, él por su lado también estaba bastante rojo, pero aparentaba tranquilidad con
sus bellos ojos mirándome intensamente.
-P-perdón, no quería hacer esto, me descontrolé. –Dice mientras se cubre la boca con la
mano.
-Está bien, no hay problema, de todas formas me gustó. –Le respondo sonriendo.
Él se sorprende, abre mucho sus ojos y se le dibuja una gran sonrisa de satisfacción, me
abraza de nuevo, dejando una marca en mi cuello.
-Ahora eres sólo mía. –Dice con una sonrisa maliciosa.
Capítulo 3
Esa sensación, ese momento, esa aceleración del corazón, ese sentimiento, todo era
nuevo para mí, los segundos de exitación, todo, se sentía tan bien. No era como esos
besos secos que se dan los chicos de mi escuela. ¿Quién diría que me enamoraría de un
gato?
Ya puedo moverme casi sin problemas por Nekastr, pero mi plan no es quedarme aquí, al
menos no por demasiado tiempo, necesito volver a casa. No puedo demorarme mucho en
regresar ya que Cato me dijo que para ellos el tiempo funciona diferente, un año aquí son
siete allá. Tampoco sabe cómo hacerme volver, porque el portal que él tenía que cerrar
necesita un permiso para usarse, y él se portó mal.
-¿Quieres meter a un amigo en este lío? –Le pregunto con una ceja levantada.
-¿En serio quieres volver a casa? –Susurra casi inaudible con la cabeza mirando al piso.
-Ok…
Y así partimos a casa de mi nuevo salvador. Vive muy cerca, apenas a veinte metros del
hogar de Cato. Él toca su puerta gritando fuertemente su nombre: ¡Jeremy, Jeremy! Hasta
que al fin abre la puerta un nekto con cabello, orejas y cola amarillas doradas, sus gatunos
ojos son verde olivo.
-Deja de hacer tanto escándalo. ¡Estaba durmiendo! –Le dice el rubio a Cato.
-Perdón, perdón Jer. –Dice Cato llevándose la mano a la cabeza.
-¡Hey! No digas eso de mí. –Responde riendo. –Encantado de conocerte Al. –Dice besando
mi mano.
Me indica que me siente en un gran sillón de su sala, yo accedo. A Cato parece que no le
gustó eso y me pide que me levante. Lo miro con rabia pero lo hago y él se sienta en mi
puesto. Siento sus cálidas manos en mi cintura cuando me arrastra hacia él, haciendo que
me siente entre sus piernas.
-Tranquila, solamente te recuerdo que eres sólo mía. –Dice con su sonrisa maliciosa,
mirando con orgullo a Jeremy.
-Bueno, mejor amigo del universo, mi hermano. –Dice Cato con una gran sonrisa.
-Necesito que abras un portal. –Responde con la típica cara que los gatos ponen cuando te
piden comida.
-¿Por qué no? –Pregunta Cato haciendo un puchero y con los ojos inmensos.
-¡Maldita reina!
Capítulo 4
Conque fue la misma realeza, qué jodida estoy. No creemos que quedarse aquí sea una
buena idea, por suerte cuando vinieron estábamos en casa de Jeremy, pero la próxima vez
no tendremos tanta suerte. La única idea que nos vino a la mente era huir al bosque, irnos
bien lejos de aquí, quizá hasta llegar a otro reino. Pero ya la luna domina en el cielo y no
podemos irnos ahora, además los vigilantes siguen rondando la zona. A Cato se le ocurrió
pasar la noche donde su amigo, a mí no me parece la mejor idea del mundo, pero no hay
de otra. Recojo mis cosas, y vamos a pedirle otro favorcillo al rubio.
Jeremy nos recibe sorprendido pero no se molesta en absoluto en acojernos esta noche,
él y Cato parecen realmente buenos amigos. El frío de la oscura noche nos está matando y
Cato tiene que ir a buscar un poco de leña para llegar a la mañana vivos.
-Entonces por fin estamos solos. –Me dice Jeremy, acercándose a mí.
-E-em sí, supongo. –Le contesto un poco incómoda desviando la mirada, sus profundos
ojos verdes me desconcentran.
-No seas así de fría. ¿Quieres hacer travesuras conmigo? –Me dice dibujando una enorme
sonrisa en la cara.
No puedo evitar mirarlo, al ver su expresión y escuchar esa propuesta mi cara se torna
roja y mis ojos se adentran en la mirada de los suyos.
-Por esa cara creo que sí quieres. –Dice mientras se acerca todavía más, puedo sentir sus
latidos desde aquí.
-N-no, no quiero hacer nada contigo, baka! –Le chillo inquieta, encogiéndome y cruzando
los brazos.
-Oye cálmate y recuerda abrir la boca, aunque sea sólo un poco si no te haré cosas peores.
–Me dice con una risa malvada.
-Déja… –No puedo terminar la frase cuando lo hace de nuevo, esta vez me cogió más
desprevenida, y con la boca abierta.
Su lengua se mueve con fuerza dentro de mi boca, este beso se siente asqueroso, no me
gusta, lo más malo es que tiene mucha fuerza y no me puedo despegar de él.
-¡Aléjate! ¡No quiero estar así contigo! –Le digo dándole un empujón.
-Tsk. Me estás obligando a hacer algo indebido. –Me responde desviando ligeramente la
mirada.
Entonces siento sus robustas manos sobre mí llevándome al piso, se me sienta encima
cuando la puerta hace un ruido horrible.
-¿¡Qué carajos haces con MI novia?! –Grita Cato molesto, mirando a Jeremy con odio,
parado en la entrada de la casa.
-Alice, coge tus cosas, nos vamos. –Dice el pelinegro yendo a por su mochila.
Salimos de aquella maldita casa con nuesto equipaje en mano. Nos dirigimos a un motel,
todavía la noche es joven y no podemos adentrarnos en el tupido bosque. El lugar está
bastante cerca y no es caro, pero sólo había una habitación disponible así que tenemos
que compartirla.
Tiramos nuestra ropa en alguna esquina. Para dormir él me da un pullover suyo que me
queda grande, como un vestido corto. La única cama de la habitación es pequeña, así que
él decide dormir en el piso. Aunque lo intento no puedo dormirme, tengo mucho frío y
estoy preocupada con todo lo que ha pasado.
El resto de la noche la pasamos juntos y no sentí más frío. A la mañana siguiente nos
despertamos con muy poca energía y luego de entregar la llave de la habitación nos
dirigimos a un café cercano para desayunar. La comida de Nekastr no es muy buena así
que no comí casi nada. Cuando el Sol no estaba todavía en el centro del cielo nos
adentramos en el bosque, aquí parece que es todavía de noche y que los árboles nos
miran con desprecio. El olor silvestre no me desagrada pero este aroma no es nada usual,
hay olor a dulces y chocolates, aún así las plantas que nos rodean siguen siendo igual de
aterradoras y el tupido follaje de los más altos árboles no deja entrar ni un asomo del día,
simulando la interminable noche.
-No te preocupes, todo estará bien. –Me dice Cato cogiéndome la mano, con esa sonrisa
que me gusta tanto.
Capítulo 5
El bosque, que antes era predominantemente rojo, naranja y amarillo, se iba tornando en
tonos azules, verdes, morados, ahora las ceracias son menos abundantes y más pequeñas,
dejando que uno u otro rayito de Sol entre al bosque. A Cato le sonaba muy raro no ver
ningun animalito, debe haber algún depredador muy grande cazando por aquí, o
simplemente no se atreven a salir de día. Sólo se escuchan algunos pájaros desafinados
anunciando la llegada de la noche, rapidamente la Luna reina en el estrellado cielo, y el
frío se hace notar. Cato y yo decidimos montar un pequeño campamento en una zona
donde los árboles no nos abracen. Nos acomodamos entre unas raíces y nos tapamos con
una fina sábana, la única que no estaba destrozada.
La Luna estaba en el centro del cielo nocturno, cuando un rugido enorme nos despertó de
golpe. Cato y yo miramos a nuestro alrededor, cada vez el horrible ruido se siente más
fuerte, se está acercando. Nos levantamos, metimos la sábana en la mochila, y salimos
corriendo.
-¿Un qué?
-Es una criatura feroz, Iracebeth lo suelta cada vez que se molesta, y nosotros somos la
causa de su furia, por eso es preferible correr con todas las fuerzas. –Me dice mientras
agarra mi brazo, corriendo aún más rápido.
Luego me volteé, para ver a nuestro feroz cazador, tiene un aspecto horrible, mide
alrededor de cuatro metros, es muy robusto, tiene un maltratado pelaje gris y sus ojos son
rojos resplandecientes, tiene inmensos colmillos afilados, sus grandes garras rompen el
piso mientras corre hacia nosotros a toda velocidad. Su aspecto asemeja a un tigre, un
oso, un lobo, o una criatura hecha por Satán. Ya está a muy pocos metros de nosotros, y
sus gruñidos parecen vocalizarse, parece que habla, estoy loca, lo que me faltaba. De
verdad es como si nos dijera algo “Ayuda” “Ayuda”, eso entiendo yo. Siento que estoy
suicidándome de cierta forma, pero me da igual, no lo puedo evitar, me suelto de la mano
de Cato y le digo que el Bandersnatch nos pide ayuda, él me mira sorprendido y molesto,
me da igual, me detengo, me viro, y lo miro directamente a sus incendiados ojos. Va
frenando hasta detenerse a unos pocos centímetros de mí, siento su fuerte respiración en
mi cara.
-No debes temerme, debes temerle a los nektos pequeña humana, ellos me quieren cazar,
la única que me ama y me cuida es Iracebeth.
-¿P-pero, ella no te envió para que nos mataras? –Le respondo a aquella bestia, que
parece bastante amable.
-No, es sólo que de vez en cuando necesito ir a pasear por el bosque, no puedo estar
encerrado en un palacio, pero los nektos me están persiguiendo para matarme. –Me dice
asustado.
-Corre y vete a tu hogar, cuando los nektos vengan les diremos que fuiste al Este, vete, ve
con Iracebeth. –Le dice Cato, con seguridad en su cara.
-Iracebeth no debe ser tan mala, si cuida de aquella criatura. –Le digo a Cato, intentando
empezar una conversación.
-No. Ella quiere matarte, y ella mató a los humanos, ella no es buena. –Me responde
molesto.
-¿P-pero, y si no fue ella, y si fueron los Vigilantes Azules? –Le pregunto ansiosa.
-¡Yo la he visto decapitar a cinco humanos con mis propios ojos Alice! –Dice furioso.
-Bueno, ya da igual, mira. –Comenta Cato señalando a una puerta blanca en medio del
bosque.
Nos acercamos rápido, no hay paredes sosteniendo la brillante puerta, iluminada por un
intenso rayo de Sol. ¿Es ésta la entrada a Catdom? Cato me coje de la mano, me mira con
ternura, abre la puerta y no vemos que hay a través de ella, pasamos y no hay suelo
después, hay un vacío, estamos cayendo por un oscuro tunel, decorado con objetos
victorianos, vemos como la puerta se aleja, haciéndose más diminuta. El choque con el
suelo nos duerme. Llegamos a Catdom.
Capítulo 6
Despierto en una luminosa habitación, me siento en lo que aparenta ser una camilla. Creo
que estoy en un hospital. De pronto, alguien abre la puerta.
-Veo que ya despertaste. Hace tiempo no veo una humana. –Dice una nekta sonriéndome.
-¿Q-Quién eres?
-No tienes por qué temerme, es Iracebeth la que decapita humanos, yo no. –Me responde
sentándose a mi lado. –Mi nombre es Marquia, bienvenida a mi reino.
-Ira?
Recuerdo que Cato me dijo que antes los reinos vivían unidos y en armonía, me da mucha
curiosidad preguntar, pero creo que es mejor ganarme su confianza primero. La reina me
da un poco de ropa, mejor que la que tenía antes, me invita a dar un recorrido por el reino
y yo accedo. Catdom es muy bonito y tranquilo, los nektos que pasean por sus calles
parecen que no tienen nada en la mente, andan con finura y se saludan los unos a los
otros, parecían felices. Las casas son limpias, bonitas, decoradas con flores, y el enorme
castillo de Marquia se alza por las nubes. Los habitantes me miran sorprendidos, pero no
espantados, sino contentos. Me lleva a una pequeña casa donde me puedo quedar, es
adorable, no tan pintoresca como las otras, pero así me gusta, hay un poco más de ropa
en el closet. Luego de enseñarme mi nueva vivienda, le cuento cómo pude llegar aquí,
pues estaba muy intrigada, o eso dice. También le pregunto si existe alguna forma de
hacerme volver a casa, a mi hogar. Dice que puede haber una forma, pero es mejor
esperar a Cato para discutirlo juntos. Le solicito una visita a Cato, ella accede y me dirijo al
hospital. En el camino saludo a algunos amables nektos, hasta por fin llegar al sanatorio.
La habitación de él es muy similar a la mía, me dan el paso y me siento a su lado,
acariciándole el suave pelo, el sueño se apodera de mi cuerpo, durmiéndome al lado de
Cato. De pronto, siento una mano rozar mi cabeza.
Luego acerca mi rostro al suyo, cuando siento su boca posada en la mía, su lengua se
apodera de mí, mientras nuestras lenguas se tocan más y más, sus besos son adictivos, no
quiero separarme de él nunca, quiero permanecer así por siempre, pero la maldita
necesidad de respirar nos separa. De pronto, una enfermera entra en la habitación, deja
un bulto de ropa en una silla, un papelito y se va. Cato se levanta y observa sus nuevas
cosas, en el papelito está la dirección de su nueva casa, y las ropas son más formales de lo
que él acostumbra. Él se vistió y salimos a su hogar, que está al lado del mío. Cuando
terminó de instalarse, nos vamos a mi casa, donde nos espera la reina. Me asusta un poco
ver que Cato se puso a la defensiva, él nunca la había visto, Marquia se presentó
amablemente y nos propuso su plan para llevarme de regreso a la tierra: los portales no
permiten llevar a humanos de regreso a su mundo, la única persona que puede controlar
todo este tema de los portales es Iracebeth, y si ella no lo permite, no se puede. Así que
hay que idear una forma para convencerla, no con dinero, sino proponerle un buen trato.
Para saberlo, hay que enviarle un mensaje, cómo es debido. Existen una especie de
cuervos, los oímos cantar en el bosque, estos se llaman cueruzas, y llevan mensajes a
través de los reinos, hace años no se dirigen a Nekastr, pero de seguro encontrarán el
camino.
Atte: Marquia”
Este fue el mensaje que Marquia le envió a Iracebeth, algo simple, aparentemente. Lo
enrolló y ató el papelito a la pata de una cueruza, y la mando a volar. Los próximos días
fueron bastante tranquilos, hasta que el pájaro se divisó nuevamente en el cielo, se posó
en nuestra ventana justo cuando la reina abrió de golpe la puerta y nos dijo que vió al
pajarillo venir.
“Reina Marquia:
Yo acepto su propuesta, les invito a mi palacio este miércoles, para negociar. Espero que
también sea aceptada mi noble propuesta, pero debo decirle que lo que yo espero no
te perjudicará a ti, si no a la chica. Tú, la humana y mi nekto son los que invitados que
quiero.
No sé por qué la reina se emocionó tanto con esta carta, hasta se le salieron unas
lágrimas, yo y Cato lo veíamos como un mensaje normal, se lo preguntamos y nos
respondió: “Cosas mías”, sonriendo. Debemos prepararnos para el próximo viaje a
Nekastr, en el que espero no tengamos que atravesar el tenebroso bosque oscuro.
Esa misma tarde ya teníamos nuestras maletas listas. Cato y yo nos dirigimos a palacio
donde nos esperaba Marquia con unas maletas y lo que aparentaba ser un carruaje. Nos
montamos y nos dirigimos nuevamente a Nekastr.
Capítulo 7
La noche era joven todavía cuando llegamos a Nekastr. Los Vigilantes nos obligaron a
bajarnos del carruaje real para escoltarnos a palacio. Unos sirvientes nos asignaron una
habitación a cada uno, y nos dijeron que en media hora teníamos que bajar al salón del
trono. El castillo es enorme, no tiene el mismo aspecto que el de Catdom, de cuento de
hadas, este es un tanto más tétrico, es de estilo gótico. Me di un baño y me reuní con
Marquia y Cato en el lugar indicado. La famosa reina no está presente así que empezamos
a conversar sobre el castillo y nuestras habitaciones, al parecer la mía es la mejor.
Después de unos pocos minutos suenan unos clarines anunciando la llegada de Iracebeth.
Entonces la puerta se abre de un impetuoso golpe.
-Bienvenidos, bienvenidos, bienvenidos. –Dijo la reina con una gran sonrisa en su rostro. –
Bienvenidos sean todos a mi reino.
Cato y yo nos arrodillamos ante ella, pero Marquia sólo hizo una pequeña reverencia con
elegancia. A Iracebeth me la imaginaba un tanto diferente, sí, tiene el pelo rojo vivo, pero
lo último que se ve es estricta, o amargada, de hecho, tiene el aspecto de una adolescente
rebelde, no como Marquia, con su blanco y gran vestido. Iracebeth se sienta
comódamente en su trono, indicándonos que nos levantemos.
-Umm, té? –Nos pregunta mientras unos de sus lacayos le sirve una taza de té.
-Ok. Qué les parece si jugamos a algo, si yo gano la humana es mía, si ustedes ganan les
concedo el portal.
-¡Me parece correcto! –Exclamo a la reina, y enseguida noto que se lo dije con demasiada
confianza.
-Uhh, que divertido. ¿Les gustan los acertijos? –Nos dice como una pequeña niña con
ganas de jugar.
-Me caes bien pequeña humana. Si no fueras un monstruo quiza podriamos ser amigas,
pero la naturaleza es una maldita.
Por este comentario, la reina Marquia me mira con una cara de “¡¿Pero qué haces?!” y
Cato me dió un pisotón, indicándome que me callara, sin embargo Iracebeth al oirlo soltó
unas cuantas carcajadas.
-Jajaja. Los humanos no están del todo mal, uf, si no fuera tan vengativa, pero qué se le va
a hacer. ¿Te parece bien empezar con el juego después del desayuno de mañana? –Me
dice la reina, y parece que le gusta que sea desafiante.
-¿Vengativa por qué? –Le pregunta Cato, y es verdad que esa duda ya empezaba a
formularse en mi cabeza.
-Oh, eso… Pues, un humano decapitó a mi hermano. –Nos dijo más apagada, sosteniendo
un derrame de lágrimas.
Por alguna razón, la reina Marquia se partió en llanto al oir esto. Algo extraño existe entre
ellas dos, pero creo que es mejor no preguntar, no por ahora, aunque la verdad sí que me
intriga bastante. Luego la conversacion se volvió más fría, hasta que decidimos retirarnos
a nuestas asignadas habitaciones, a esperar el desayuno de la mañana siguiente. A mitad
de la noche, alguien me despierta, tocando la puerta. Le pido que pase, es Cato. Dice que
no puede dormir y que me necesita. Nos sentamos uno frente a otro en mi cama,
conversamos de lo que había pasado hoy y sobre las reinas. Directamente me propuso
hacer el amor, y realmente es muy bueno, nunca me había sentido así de exitada, porque
en el motel, la vez pasada, no llegamos a mucho. Su cuerpo contra el mio, su boca en la
mía y nuestras lenguas danzando, se sentía demasiado bien. Estabamos muy cansados y
apenas pudimos dormir. El Sol que se asoma por la ventana nos despertó, obligándonos a
separarnos y a vestirnos, para dirigirnos a la sala de comedor a recibir nuestro desayuno.
Las reinas, Cato y yo apenas hablamos, pero a Iracebeth se la ve muy emocionada. Cuando
la comida se acabó en la mesa, la pelirroja exclama:
-Me gusta tu entusiasmo. Muy bien, el primero: si tengo tres chocolates y tú me quitas
uno. ¿Qué tengo? –Me dice con una sonrisa infantil.
¿Quééé? Esto es demasiado facil, debe haber algún truco, pero no se me ocurre nada,
supongo que se queda con dos chocolates, así que me digno a responder.
-¿Dos chocolates?
-¡No! Incorrectísimo. Tengo tres chocolates, y una cabeza humana. JaJa, estaba fácil. –Me
dice muy adorable, creo que ahora tengo mucho más miedo. –Bueno en fin, aquí va el
segundo: imagínate que estas en medio de un desierto, y no tienes nada de nada, y hay
una manada de camellos asesinos detrás de ti. ¿Cómo sobrevives?
¿WTF? ¿Cómo quiere que sepa eso? Nunca veo programas de supervivencia, no tengo
idea de como contestar a esta pregunta, además los camellos asesinos no existen…
-N-no sé.
-Trece es un número bonito, asi que serán cinco preguntas. –Lo que acaba de decir no
tiene ningún sentido, de hecho, nada de esto tiene ningún sentido. –En fin… la tercera:
estoy muerta. ¿Cómo harías para revivirme?
-Le ha tocado la lotería. Muy bien, muy bien. Ahora, la definitiva, la quinta: tú tienes un
hermano, Cato no tiene ni hermanos ni hermanas, Marquia tiene una hermana. Cuántos
hermanos o hermanas tengo yo? –No sé cómo supo lo de mi hermano, pero supongo que
sea un patron, 1, 0, 1, y supongo que 0.
-No tienes.
-Espera, no se cuál es el truco de esto. ¿Quizás me permitas hacer un último acertijo que
valga por dos? –De verdad no tengo idea qué significa lo de los hermanos o hermanas.
-No tiene ningún truco, es por lógica, aunque de seguro tu pequeña mente no lo
entenderá. De acuerdo, acepto tu reto, vamos pregúntame, pregúntame.
-Bien. ¿Si dos hombres se demoran quince días en hacer un muro de diez metros de alto y
veinte de largo, cuánto se demorarían cuatro hombres en hacer el muro? –Le digo con
cara burlona.
-¿Qué? No, yo gané, decidimos que la última contaría por dos. –Le respondo enfadada.
-Exacto, nunca dije que la que más acertijos adivinara ganaría, y estamos tres yo y tú
cuatro, y la de mejor puntaje soy yo, es decir, la ganadora soy yo. –Me dice con una
sonrisa burlona.
Capítulo 8
¡Qué clase de tramposa! Así no son las normas del juego, pero si ella lo puede
distorsionar, yo también. Tengo que inventar un método para ganar, de nuevo… ¡Ya sé!
Tengo que proponerle otro acertijo.
-¡Correcto! Ahora estamos empatadas, palabra que se deriva de empate, la cual termina
con una e, igual que mi nombre, Alice, eso significa que yo he ganado. –No tengo idea de
lo que me acabo de inventar, aunque si lo analizas bien… No tiene ni pies ni cabeza, es
perfecto.
-¡Oh no! ¿Cómo has podido vencerme? –¿En serio funcionó? –Supongo que tendré que
abrirte el portal… Pero, nunca dije cuando. –Me dice con aparente asombro.
Pero que maldita, me lo prometió. ¿Qué tiene contra mí, qué tiene contra los humanos?
No lo permito, ella me va a abrir el portal. Pero ahora mismo no tengo ninguna idea, así
que creo que es mejor seguir con esto mañana, y conversarlo con la almohada.
No tenemos permitido salir del palacio, pero de todas formas hay mucho que hacer aquí,
dice Marquia que es porque Iracebeth se aburre facilmente. Creo que ellas dos se conocen
muy bien, será porque antes reinaban juntas, pero, los reinos se separaron cuando
subieron al trono. ¿Habrá sido por algo personal? ¿Eso significa que se conocen de antes?
Siento que ya tengo la suficiente confianza para preguntarle a Marquia que ralación tiene,
o tenía, con Iracebeth. Me dirijo a su cuarto, toco la puerta, y me deja pasar.
-Hey Marquia, ¿puedo preguntarte algo? –Le digo lo más amable posible.
-Sí, claro querida. ¿Qué se te ofrece? –Me responde con extrema elegancia.
-Em, quería saber qué relación tienes con Iracebeth. –Le pregunto desviando la mirada al
suelo.
-Bueno, ven acá. –Dice mientras me indica que me siente a su lado. –Te contaré una
historia. Había una vez, en un feliz reino, el rey y la reina, dos nektos pacíficos y amables,
tenían tres hijos, la mayor, de rebeldes negros ojos y pelo escarlata, la del medio, blanca
como nieve, era la más relajada de los tres, y el menor, un nekto dorado, su mirada
reflejaba la vida misma, siempre feliz, siempre en su mundo de fantasías. Un dia, el rey
falleció, la noticia más terrible de todos los tiempos, él repartió el reino entre sus tres
adorados hijos, Nekastr para la mayor, Catdom para la del medio, y un reino olvidado ya,
Ganor, para el menor. Las primeras semanas, la armonía gobernaba los dominios, pero
una tarde en la que el Sol no se atrevía a salir y las nubes pintaban el cielo, un nekto, del
que nadie sabe su identidad, dejó un portal abierto en la zona de Ganor, y un humano
entró. El rey de aquella zona, le dió una calurosa bienvenida a nuestro mundo, el humano
se quedó por un corto tiempo alojado en el castillo, pero un dia secuestró al rey, lo llevó a
un oscuro cuarto del palacio habitado por ratas, cogió un afilado cuchillo y lo decapitó. –
Marquia rompe en llanto, yo intento consolarla pero no soy buena en estas cosas. –
Tranquila, estoy bien. No pasó un día y los Vigilantes reales habían encontrado el cuerpo,
y el humano había sido arrestado por la triste hermana mayor. La blanca hermana, no
creía que la mejor opción fuera decapitar al humano, pero la nekta escarlata estaba rota,
ella amaba demasiado a sus hermanos, supongo que por ser la mayor. Sin que pudiera
evitarlo se había vuelto cruel, y ella misma ejecutó la sentencia, con el mismo cuchillo que
el maldito había usado con su hermano, los testigos dicen que fue una horrible y lenta
muerte, más de lo que nadie se podría imaginar. Por esa ejecución, que no compartieron,
las dos hermanas decidieron separar los reinos, dejando a Ganor convertirse en las ruinas
de lo que un día fue, un feliz reino. La hermana mayor, Iracebeth, la del medio, Marquia, y
el menor, hace tiempo su nombre no se menciona, y a mí me cuesta decirlo, Louis.
Eso sí fue impactante, así que el rencor del asesinato del hermano de Iracebeth es la
semilla de su odio por toda la humanidad. Pero yo no soy así, yo adoro a los gatos, tengo
que convencerla, tengo que hacerle entender que no todos somos iguales. Consuelo a
Marquia y me dirijo a mi habitación, para pensar en lo que le diré la mañana siguiente.
-Sé por qué nos odias, sé por qué decapitas humanos, sé que Marquia es tu hermana. –
Cato, con mi comentario, se quedó petrificado, y Marquia, que no esperaba que fuera tan
directa, casi se ahoga con su bebida, con todo Iracebeth muestra una relajada sonrisa.
-Vaya, vaya. ¿Así que Mar te lo soltó todo eh? Pensaba que ya lo habrías descubierto por
las cartas, las primeras palabras de cada renglón –Oh, por eso Marquia se emocionó. –Tsk,
siempre me arruinan la diversión.
-Escúchame, entiendo que odies a los humanos, pero yo no soy así, no todos somos así, tú
hermano no era así.
-Lo sé, por eso murió, por su generosidad, sólo intento proteger a mis nektos, son
demasiado buenos, igual que lo fue Cato contigo, sólo no quiero ver a cabezas bajo mi
responsabilidad rodando por el suelo.
-Lo sé. Sé que sólo quieres cuidarlos, pero te prometo que yo no soy así, te prometo que si
me dejas regresar a mi mundo, este permanecerá en un eterno secreto.
-Mira, me caes super bien, supongo que me recuerdas a mí cuando tenía tu edad. –Me
dice lanzándome una sonrisa.
-Entonces…
-Te abriré el portal, con una condición, para evitar que la gente sepa de nuestra existencia,
te mandaré allá sin memoria, será como despertar de un sueño, te quedará sólo un
recuerdo viejo de lo que te paso aquí.
-¡Hecho! –Le digo con seguridad, intentando ocultar una lágrima que va corriendo por mi
mejilla.
Diciendo esto se levanta y se marcha, tras ella se levanta Marquia con su habitual
elegancia. Me quedo sola y no termino mi comida, me dirijo a la habitación de Cato. Toco
su puerta suavemente, al no oir respuesta me atrevo a pasar. Él está tumbado en su cama
dejando escapar pequeños sollozos. Me acuesto a su lado y lo abrazo.
-Cato, perdón, no quiero pero tengo que hacer esto, no puedo quedarme aquí por
siempre, debo volver a casa, a mi casa.
-Y-ya lo sé Al, es que te quiero cerca de mí, no quiero separarme de tí, después de Jeremy,
que resultó un traidor, tú eres la única persona que ha podido quererme y entenderme,
nunca me he sentido así como me siento contigo, el amor, era una palabra vacía para mí.
-Cato…
Agarro su triste rostro llevándolo al mío, siento su boca pegada a la mía, creo que es la
primera vez que empiezo un beso, este fue distinto a los demás, lágrimas desprendemos
de nuestros cristalizados ojos, las lenguas ahora bailan algo lento, y nuestros cuerpos se
pegan cada vez más, hasta que me coloco totalmente encima de él, sus fuertes manos se
van desplazando de mi rostro a mi cintura, otra vez, la falta de aire nos separa, para luego
entrelazar miradas profundas, como si nuestros ojos se enviaran mensajes, los suyos me
transmiten tristeza, pero su cara intenta aparentar una felicidad serena.
Nos damos otro beso y pasamos un tiempo encerrados en su calurosa habitación. La Luna
ya empieza su reinado y las cueruzas empiezan a cantar. Cato y yo vamos a la sala del
trono, donde nos esperan las reinas. Hay una ceracia escarlata en el medio del salón, me
paro frente a ella. Me despido de la amable reina blanca, de la desafiante reina roja, y con
un último beso, le digo adiós a Cato. Cierro mis ojos y paso a través del árbol.
Capítulo 9
-¿Recuerdas tu sueño? No lo fue, todo eso pasó de verdad, soy la reina de Nekastr.
-Eso es imposible.
No puede estar pasando esto, no tiene ningún sentido, pero, cómo sabe mi nombre, y
sobre mi sueño, en verdad si se me parece mucho a ese personaje, pero fue sólo un
sueño. ¿No?
-Pero es cierto y debes creerme. –Me dice mientras se come unos de sus dados de
pescado.
<3<3<3
Mary Holmes