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Guía de Lectura:
1. ¿Cuáles son las características metodológicas de la ciencia?
2. ¿Qué se entiende por lenguaje?
3. ¿Qué es la lengua para Saussure?
4. ¿Qué otras ciencias además de la lingüística tienen como objeto el lenguaje?
5. ¿Cuál es el objetivo de toda teoría lingüística?
I
LA LINGÜISTICA COMO CIENCIA
Dos son, pues, las tareas que se nos ofrecen a este propósito: la primera delimitar
el significado del término lenguaje, esclareciendo qué es lenguaje y qué no lo es; con lo
cual habremos ganado el objeto material de la lingüística; la segunda fijar el punto de
vista en la comprensión del lenguaje, un punto de vista que sea propio y exclusivo de
nuestra ciencia. Este punto de vista es, concretamente, la descripción o análisis de la
naturaleza del lenguaje, de su realidad interna (estructura) y de su funcionamiento, con lo
cual habremos ganado el objeto específico y el método propio de la lingüística.
Dado que el estudio del lenguaje puede interesar a muchas ciencias como objeto
parcial o marginal de sus investigaciones, es preciso, notar que el lenguaje es el objeto
total. único, de la lingüística, y que esta ciencia no se propone otro fin que analizarlo
científicamente. De aquí que la cuestión fundamental esté en saber qué se entiende en este
caso por «científico», o cómo será científico este estudio exclusivo del lenguaje.
Cuando una ciencia acomete la tarea de definirse a sí misma, lo que está intentando es una justificación
previa de su existencia, lo cual viene a significar que reclama para sí determinados derechos.
Una ciencia tiene derecho a poseer un puesto especial entre las demás cuando ninguna otra puede
disputarle su objeto. Este requisito lo cumple la lingüística plenamente...; lo único que necesita es cobrar
conciencia exacta de su punto de vista.
La ciencia del lenguaje se propone como objeto el conocimiento de la lengua en función de misma; su
objeto es toda lengua humana, todas las lenguas, las de los salvajes lo mismo que las de los pueblos
cultivados..., los más pequeños dialectos tanto como las grandes "familias de lenguas. Y quiere analizar
este su objeto desde todos sus aspectos3.
Estas afirmaciones implican una toma de posición muy definida, y llevan consigo
el adoptar como objeto de investigación el fenómeno lingüístico en su realidad más
inmediata.
1
. F. de Saussure, Curso de Lingüística General, Buenos Aires,1967, págs. 46 y 60
2
. Ibid, pág. 51
3
. G. von der Gabelentz, Die Sprachwissenschaft, Leipzig, 1901; reimpr, Tubinga, 1969,págs. 1,13,78
4
. A. Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, 1965, pág. 11
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reciente los estudios lingüísticos se han realizado partiendo de principios normativos, externos,
sin atender a lo que es el lenguaje en sí mismo. Todos los estudios gramaticales, históricos,
filosóficos, sociológicos y psicológicos sobre el lenguaje desde la Antigüedad hasta principios del
siglo xx, han padecido este desenfoque de método. «El más notable logro de la lingüística
contemporánea es probablemente la afirmación definitiva de su derecho a erigirse en
disciplina completamente autónoma con objeto, propósitos y métodos propios»5.
Entre los representantes de la lingüística europea, es sin duda Hjelmslev quien con
más énfasis exige una fundamentación estrictamente científica del análisis lingüístico.
Según Hjelmslev, la elaboración de «una verdadera lingüística que sea algo más que una
ciencia auxiliar» exige «comprender el lenguaje no como un conglomerado de fenómenos
no lingüísticos (físicos, fisiológicos, psicológicos, lógicos, sociológicos), sino como una
totalidad autosuficiente, como una estructura sui generis». Sólo se puede someter el
lenguaje a tratamiento científico .construyendo «una teoría lingüística que descubra y
enuncie las premisas de tal lingüística, que establezca sus métodos e indique el camino».6
De lo contrario, aun cuando se haga al lenguaje objeto de investigación científica, no
pasará de ser un medio, pero nunca constituirá un fin en sí mismo, y el objeto de la
investigación se hallará fuera del lenguaje. Como todo proceso, el lenguaje tiene un
sistema subyacente que hace posible el tratamiento científico del mismo.
5
. A. Martinet. El lenguaje desde el punto de vista funcional. Madrid 1971, pág. 13.
6
. L. Hjelmslev, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, Madrid, 1971, págs. 14-15
7
. L. Bloomfl , Language, 1933
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Si, según esto, podemos o debemos hacer una precisión en el empleo del término
lenguaje en cuanto facultad exclusiva del hombre, quiere decirse que este lenguaje
implica una modalidad específica a la que es ajeno todo otro tipo de lenguaje. «Este
lenguaje humano que se realiza bajo la forma de lenguas diversas, es, por cierto, el objeto
exclusivo de las investigaciones propiamente lingüísticas»10.
8
. A.. Martinet, La Lingüística synchronique, Paris. 1965, pág. 12
9
. A. Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, 1965, pág. 12
10
. A. Martinet. La Lingüística synchronique. París, 1965, pág. 12
11
. Ibid, pág. 12
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comportan17, por el contrario, cuando oímos una lengua que nos es totalmente extraña,
apenas percibimos articulaciones de sonidos, sino una serie de ruidos que en ciertas
ocasiones asociamos a los ruidos o gritos emitidos por los animales. Por otra parte,
tampoco está totalmente excluido el que podamos distinguir una articulación en los gritos
o sonidos de los animales. Por esto, la expresión «lenguaje articulado» no viene a
significar en realidad otra cosa que lenguaje oral o vocal, es decir, un conjunto de signos
sonoros producidos por el aparato fonatorio.
En efecto, «el lenguaje humano puede ser descrito como doblemente articulado en
unidades significativas (los .monemas) y en unidades distintivas (los fonemas)»18 .Las
unidades significativas son cada uno de los segmentos mínimos dotados de sentido. Las
unidades distintivas son cada uno de los segmentos no dotados de sentido, pero sí capaces
de determinar y variar la significación de las unidades significativas. Así, por ejemplo,
casa es una unidad significativa, y cada uno de los elementos fónicos de que consta son
sus unidades distintivas, pues basta con cambiar una sola de ellas, diciendo por ej. masa,
para obtener una unidad significativa distinta. La combinación de estas dos formas de
articulación determina la naturaleza específica del lenguaje humano, de modo que
«lengua» sólo puede llamarse aquel sistema de signos que ofrezca la doble articulación.
Según esto, la secuencia de sonidos vocales voy a mi casa es lenguaje humano por el
hecho de que sus elementos son analizables en la doble forma de articulación expuesta.
Hasta aquí la descripción del objeto material de la lingüística.
2) Pero también el lenguaje humano, tal y como lo hemos definido, es objeto de estudio
de otras ciencias dentro de los fines y métodos particulares de dichas ciencias. Por eso
debemos precisar ahora el aspecto especial bajo el que la lingüística considera el lenguaje,
17
. Teniendo en cuenta este hecho, Gabelentz define el lenguaje como “expresión articulada del
pensamiento mediante sonidos”, queriendo con ello decir que la articulación no se refiere
directamente a los sonidos, sino al pensamiento se articula o analiza en secuencias de sonidos. Cf.
Die Sprachwissenschaft, pág. 3,5-6
18
. A. Martinet, la linguistique synchronique, pág. 15
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19
. Cf. F. de Saussure, Curso, pág. 46
20
. Cf. Ibid. , pág. 49-53
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21
. Cf. Ibid, pág. 67-70
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cual consiste prácticamente en una cadena fónica con sus distintas partes o unidades:
frases, palabras, sílabas, etc. Hjelmslev exige que este análisis sea «exhaustivo»22.
En capítulos sucesivos de este libro (como por ej. los que tratan de la sincronía y
diacronía, de las unidades de la lengua, de las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas)
podrán comprobarse más por extenso algunos de estos aspectos específicos del análisis
formal de la lengua.
22
. Cf. L. Hjelmslev, prolegomenos, pág. 25 y sigs.
23
. R. H. Robins, Lingüística General, Madrid, 1971, pág. 27
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Fue Saussure el primero en lanzar la idea de que era necesario crear una ciencia de
más amplitud que la lingüística con objeto de estudiar el conjunto de sistemas de signos
empleados por el hombre. A esta supuesta ciencia la bautizó, aun antes de haber nacido,
con el nombre de semiología, del griego semeion, signo. Para Saussure, que desde el pri-
mer momento considera el lenguaje como sistema de signos, el problema capital de la
lingüística es de orden semiológico: «saber en qué consisten los signos y cuáles son las
leyes que los gobiernan”. Sólo cuando esto se haya visto con claridad, dice Saussure,
habrá quedado patente la verdadera naturaleza de la lengua24.
24
. Cf. F. de Saussure, Curso, Pág. 60-62.
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Según esto, serán lenguaje, en sentido estricto, y objeto de la lingüística los signos
o sistemas de signos que reúnan los caracteres siguientes:
a) ser arbitrarios, sin nexo natural entre el significante y el significado;
b) ser emitidos con intención comunicativa, no solo manifestativa;
c) funcionar dentro de un sistema;
d) desarrollarse en la dimensión del tiempo;
e) estar constituidos por elementos discretos;
25
. Cf. L. Hjelmslev, Prolegómenos, pág. 150 sigs.
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a) los signos que muestran una clara relación natural entre significante y significado, es
decir, que son enteramente motivados;
b) los signos carentes de intención comunicativa, como los suspiros, el tono y el timbre de
la voz que informa sobre la edad, el sexo, el estado psicológico, e incluso el origen geo-
gráfico y social del hablante;
c) los signos asistemáticos, como los anuncios de la publicidad, las insignias, los gestos,
las formas de cortesía;
d) los que se expresan en la dimensión del espacio, como las artes plásticas;
e) los formados por elementos continuos, como muchos de los signos de la cartografía;
f) los signos no articulados o de simple articulación, como los gritos, ya sean del hombre,
ya de los animales. Asimismo no son lenguaje en sentido estricto y no pertenecen a la
lingüística:
a) los signos sustitutivos del lenguaje hablado, como son los alfabetos fonéticos, de
sordomudos, de la telegrafía, etc.;
d) los signos de la cartografía en las diversas clases de mapas, planos y esquemas que
constituyen todo un sistema de ideogramas de uso diario y universal26.
Esta sería, a grandes rasgos, la distribución del mundo de los signos entre la
lingüística y la semiología.
Lenguaje y filosofía.- Las primeras reflexiones sobre el lenguaje que hallamos en los
orígenes de nuestra cultura son de orden filosófico. El núcleo de tales reflexiones lo
forma, la cuestión de la verdad del lenguaje, ya se trate del problema de la rectitud o de la
arbitrariedad de las palabras, ya de su sentido etimológico. ¿Nos facilitan las palabras la
verdadera noción de las cosas? El filósofo griego veía claramente que el mundo de las
palabras, el lenguaje, tendía a ser ante todo una copia o traducción del mundo de las ideas.
Por eso a ambas cosas daba por igual el nombre de logos. Sin embargo, aquí es donde
precisamente comienza el lenguaje a ser problema filosófico: qué realidad reviste la pala-
bra hablada en relación con el pensamiento y en relación con las cosas que representa.
Todo esto nos muestra cuan estrecha es la relación entre la filosofía y la lingüística
cuando se trata de precisar la función del lenguaje en la expresión del pensamiento. El
26
. Cf. G. Mounin, Introduction a la semiologie, París, 1970, Pag. 17 y sigs y 67 y sigs. Pueden
consultarse sobre este tema en versión castellana, L. J. Prieto, Mensajes y señales, Barcelona,
1967 y R. Barthes, Elementos de semiología, Madrid. 1970.
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lenguaje interesa a la filosofía en cuanto que ofrece los módulos para la expresión externa
de las ideas. Lo cual está muy lejos de significar que la clarificación de las estructuras
lingüísticas vaya alguna vez a comportar la solución de los problemas filosóficos. Los
problemas filosóficos no son problemas lingüísticos, sino problemas humanos, del
existente en trance de alcanzar la verdad. Por eso la filosofía debiera polarizarse
socráticamente hacia la interioridad de la reflexión, dejando a la lingüística la tarea de
analizar sus propias estructuras.
27
. “Hay que distinguir el término pensado o concepto y el término oral o palabra de la misma manera
que hay que distinguir la proposición pensada, o construcción de conceptos, y la proposición oral o
expresión hablada de esta proposición pensada. Sin embargo, al estudiar una se estudia la otra; y
siendo los conceptos menos fáciles de estudiar por nosotros en sí mismos que en los signos
materiales que los expresan, considerando sobre todo la proposición oral – pero en cuanto expresión
de la proposición de pensada--, la lógica estudia la proposición y forma una teoría de ella”. J.
Maritain, El orden de los conceptos, Buenos Aires, 1958, Pág. 139.
de sus formas mentales. De este modo el lenguaje es una imagen, un símbolo material del
mundo de nuestra mente. La estructura formal del pensamiento determina la estructura
formal del lenguaje; éste es lógico por ser símbolo de las conceptualizaciones mentales.
De aquí parte toda la corriente logicista en la interpretación del lenguaje: Las gramáticas
normativas, los tractatus de modis significandi medievales, la gramática razonada de
Port-Royal.
En todo esto se supone que a cada concepto objetivo, a cada juicio o proposición
de la mente, corresponde una palabra, una proposición oral. La verdad de los conceptos y
de los juicios se traduce, por tanto, en la verdad de las palabras y de las expresiones, es
decir, del lenguaje. No hay que olvidar que aquí el mundo conceptual tiene la primacía, y
que la correspondiente estructura lingüística no es más que una copia desmejorada de los
contenidos mentales. El pensamiento humano posee una estructura universal e inmutable.
El lenguaje sirve al pensamiento, pero presupone, la actividad de éste. El conocimiento se
debe a la capacidad abstractiva de la mente, previas las impresiones de los objetos
externos en los órganos sensoriales.
Ahora bien: ¿puede afirmarse en algún sentido que el lenguaje sea también fuente
de conocimiento? ¿Son las estructuras lingüísticas dadas formas en que se ofrece al indi-
viduo una experiencia del mundo?
Para la mayoría de los lingüistas, cada lengua, mediante sus propias estructuras,
determina la educación mental del individuo y condiciona su manera de percibir y
organizar la realidad28. Una atenta observación parece demostrar que Cuando un niño
pregunta qué es esto, el sentido de la pregunta se refiere, no al deseo o curiosidad por
conocer la esencia, sino el nombre de la cosa. El nombre parece dar ya una orientación
suficiente respecto de la realidad.
28
. Estas ideas fueron ya propuestas por W. von Humboldt y han dado origen modernamente a la
llamada teoría de Salir-whorf.
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principalmente, del sistema de signos ofrecido por la lengua. Ambas cosas, los sensorios
y el lenguaje, serían las vías de elaboración de nuestra visión del mundo. Con lo cual el
logicismo tradicional habría sufrido un rudo golpe, Y lo grave del caso es que el lenguaje
no es un calco de la realidad, y que a cada lengua corresponde una organización particular
de los datos de la experiencia. Una prueba de esto puede ser el hecho de que el espectro
solar es analizado en diversos segmentos de colores según las diversas expresiones
existentes en las lenguas. Asimismo los campos semánticos de las palabras varían de una
lengua a otra; la palabra alemana Holz significa madera y leña, y la francesa bois,
madera, leña y bosque. La diversa extensión significativa de las palabras puede hacer
variar el perfil de los conceptos. Lo mismo ocurre con otros datos más abstractos de la
experiencia. Es decir, que cada lengua supone un análisis distinto de la realidad, y cada
lengua se comporta de modo diverso en relación con las formas del pensamiento.
Todas estas consideraciones obligan a distanciarse de cualquier valoración
estrictamente lógica del lenguaje. Si bien el lenguaje no está en relación directa con el
orden mental de los conceptos, puede, sin duda, influir en él. La lengua es, en todo caso,
un orden y una estructura, de por sí.
29
. Cf. Curso, pág. 47
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Todos estos aspectos del lenguaje son utilizables por la psicología como datos del
comportamiento y del carácter de los individuos y de los grupos lingüísticos.
Sin embargo, con ser tan psicológico el lenguaje, su realidad misma objetiva y su
estructura interna se sustraen a toda consideración psicológica. La lingüística es la única
ciencia llamada a analizar la naturaleza de los signos lingüísticos, su coordinación y
funcionamiento y sus mutuas relaciones.
Lenguaje y fisiología. — Entre las múltiples relaciones que como vamos viendo,
guarda el lenguaje con otras ciencias, las relativas a la fisiología son las más externas y
materiales. El lenguaje es una actividad espiritual del ser humano, pero no exenta de
condicionamientos y elementos materiales. El primer elemento material del lenguaje es el
aire que albergan los pulmones, siendo también la primera condición para que el lenguaje
se realice. La segunda condición material del lenguaje es el llamado aparato fonatorio for-
mado por varios órganos fisiológicos: los pulmones, la laringe y las cavidades
supraglóticas (boca y fosas nasales). Este aparato es el encargado de modular y sonorizar
las impulsiones del aire pulmonar en su salida al exterior; de esta forma el lenguaje se
produce en una serie de sonidos vocales debidamente articulados. Estos sonidos
constituyen el objeto de análisis de la fonética articulatoria.
Por otra parte, los sonidos articulados, al ser emitidos al exterior, producen una
sucesión, de ondas sonoras destinadas a ser captadas por el órgano del oído, de modo que
nuevamente tiene aquí lugar un proceso fisiológico, el de la audición, condición asimismo
necesaria para que el mensaje trasmitido a través de las ondas sonoras pueda ser
percibido e interpretado por el oyente como tal mensaje. La percepción de los sonidos
articulados constituye el objeto de la fonética acústica.
En resumen podemos decir que, sin el medio material, físico, que es el aire y las
ondas sonoras (objeto de la física), y sin los órganos de la fonación y de la audición
(objeto de la fisiología), el lenguaje, la comunicación humana mediante signos
articulados, no existiría. Ahora bien, en todo esto sólo se trata de una condición, de la
base material del lenguaje. El aspecto formal del lenguaje, aquello por lo cual es mensaje
y comunicación humana, es ajeno al carácter fónico-acústico de los signos lingüísticos y
de su producción a través de un medio físico y fisiológico, es decir, es ajeno al objeto de
la fisiología.
30
. Curso, pág. 47
31
. Cf. E. salir, Lenguaje. An introduction to the Studynof Speech, London, 1970, págs. 8-9.
de las ciencias naturales a la investigación de las lenguas fue corriente durante el siglo
XIX. Schleicher, y luego los neogramáticos, utilizaron este método sacando de él hasta
las últimas consecuencias. Según estos autores, el lenguaje, antes que hecho social, es un
producto de la naturaleza, humana, un organismo natural. Como tal organismo, nace,
vive, crece, se reproduce y muere; como organismo evoluciona, presentando en sus
formas concretas periodos de apogeo, decadencia y disgregación. Esta sería la raíz
biológica de la historia de las lenguas. A la existencia de especies y subespecies en el
mundo de la naturaleza corresponden en el mundo del lenguaje las familias de lenguas
con las subdivisiones o grupos que llamamos dialectos. También las leyes genealógicas
tienen buena aplicación en lingüística. El modo de propagación de las lenguas guarda
estrecha analogía con el crecimiento de los vegetales. La vida interna de las lenguas se
muestra, como en cualquier organismo, en el cambio lingüístico que incorpora formas y
elementos nuevos desechando parte de los antiguos. Este metabolismo no se produce al
azar; su regularidad y los límites en que se contiene hacen creer que se rige por
verdaderas leyes. Y así como las leyes de la naturaleza no conocen excepción que no se
explique por una nueva ley, así también las leyes de la evolución del lenguaje no admiten
excepción posible. En suma: la lingüística no es una disciplina humanística, sino una
ciencia natural; su ámbito no es el de la libertad, sino el de la necesidad.
Sin embargo, esta equiparación del lenguaje con los seres naturales, y de la
lingüística con las ciencias de la naturaleza, no obstante su genialidad, adolece de un error
de método; el considerar como identidad lo que tan sólo es semejanza o analogía. En
realidad, aquí no se considera el lenguaje sí mismo; lo que se considera son ciertos
fenómenos lingüísticos comparables con fenómenos observados en el mundo de los seres
naturales. Que este método es unilateral, y que descuida los aspectos realmente esenciales
del lenguaje es cosa hoy día evidente, por más que en su época dio resultados realmente
admirables. Partiendo de presupuestos semejantes, cualquiera de las ciencias que vamos
examinando podría aplicar con parecido derecho sus propios procedimientos al estudio
del lenguaje. A este propósito hace Gabelentz la observación siguiente:
El primero de estos dos aspectos conduciría a una identificación total del lenguaje
con el ser histórico, y su estudio se agotaría en la investigación de su naturaleza evolutiva.
La lingüística seria, pues, una ciencia estrictamente histórica. En efecto, si el destino de
los pueblos viene determinado por su condición histórica, y si el lenguaje es un producto
de la actividad de esos pueblos en busca de la expresión cada vez más adecuada de su
propio carácter, entonces habríamos de afirmar que el lenguaje es un fenómeno
esencialmente histórico.
El segundo de los aspectos históricos del lenguaje es más bien externo al lenguaje
mismo, mas no por eso carente de importancia, ya que todas las lenguas muestran en sí
las huellas de los acontecimientos políticos, sociales y culturales operados en el seno de
sus respectivas comunidades de hablantes. Por esta razón podría afirmarse que la historia
de una lengua forma parte de la historia de una nación.
32
. G. von der Gabelentz, Die Sprachwissenschaft, pág. 15
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entusiasmara a los grandes lingüistas del siglo último, dando por resultado esa asombrosa
investigación histórica de las lenguas que representan las gramáticas y estudios históricos.
Difícilmente es posible rechazar por entero el método histórico en la investigación
del lenguaje; la perspectiva histórica es válida y científica en todos los casos; sólo que no
es la única. Situándose en el extremo opuesto a H. Paul, quien había afirmado que el
método histórico es el único método científico en el estudio del lenguaje, Saussure esta-
bleció la absoluta oposición entre los puntos de vista sincrónico y diacrónico. Por fortuna
nace ya tiempo que esta actitud saussureana quedó superada, siendo la diacronía un
auxiliar efectivo de la investigación sincrónica. Las perspectivas son distintas, pero se
complementan mutuamente. El aspecto evolutivo o histórico de la lengua es cosa distinta
del análisis de la misma como estado o sistema; pero todo estado o sistema es tal en virtud
de la evolución. Por lo demás, parece justificado —sin por ello invalidar los resultados
del método histórico— asignar a la lingüística como tarea propia el análisis del sistema y
funcionamiento de la lengua como un fin en sí mismo. En virtud de este método deja de
ser la lingüística una ciencia histórica, convirtiéndose en disciplina autónoma con objeto y
métodos propios.
En resumen:
historia de, las civilizaciones. Las costumbres de una nación repercuten sobre su lengua
modificándola, y a la inversa, la lengua configura el carácter espiritual de una nación.
34
. E. Salir. “The Status of Linguistics as a science”, publicado en Lenguaje, 5. 1929.
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Son ya clásicas las definiciones saussureanas de la lengua como “la parte social
del lenguaje», como «producto social», como «conjunto de convenciones adoptadas por el
cuerpo social», como «instrumento creado y suministrado por la colectividad»35. En
efecto, la lengua, sistema de signos arbitrarios establecidos «por una especie de contrato
entre los miembros de la comunidad»36, no tiene más validez que la que le confiere el uso
que de ella hace la comunidad de hablantes; por eso, toda su evolución está supeditada a
la del grupo étnico que la usa. Si dicho grupo étnico deja de existir como tal, su lengua
desaparece como lengua viva. Por otra parte, los hábitos lingüísticos determinan en gran
medida la visión del mundo por parte del grupo. Una vez establecida la lengua como
instrumento o medio de comunicación entre los hablantes, la lengua queda compenetrada
con la realidad social.
35
. Cf. Curso, págs. 51-53
36
Cf. Ibid., pág.58
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Con el desarrollo de una teoría lingüística que tiene por objeto el análisis interno
de la lengua con vistas a establecer las leyes y modelos de su funcionamiento, el estudio
del lenguaje ha ganado una dimensión especial, y los campos de la filología y de la
lingüística han quedado definitivamente separados.
El iniciador de esta concepción del lenguaje fue B. Croce, quien identificó los
problemas científicos de la lingüística con los de la estética en cuanto ciencia de la
expresión. Las ideas de Croce hallaron eco en filólogos alemanes como Vossler y Spitzer,
mientras que en Italia se formó la llamada escuela neolinguística con representantes como
Bertoni y Bartoli.
Para los neolingüistas, el carácter dominante del lenguaje consiste en ser una
creación constante del mundo del hombre, creación libre y por tanto imitación de la
realidad; por esto es posible identificarlo con el arte, que como tal imita la naturaleza sin
copiarla. Las creaciones del lenguaje suponen una elaboración constante y renovada de
los datos de la experiencia, lo cual determina una gran variedad de estilos y formas de
expresión. Aquí es de considerar la acción individual de los escritores y poetas, cuyas
creaciones influyen con fortuna diversa en la evolución de los idiomas. La aceptación de
una forma lingüística nueva por la comunidad de hablantes supone un juicio de naturaleza
estética en consonancia con el sentimiento dominante en dicha comunidad. Bajo este
aspecto, el cambio lingüístico, tradicionalmente considerado como sujeto a leyes fijas de
aplicación universal, viene a explicarse en el sentido de una norma establecida por el
gusto de los hablantes. Con esto, el valor humano del lenguaje pasa a ocupar el primer
puesto, y la lingüística es considerada como ciencia esencialmente humanística.
podemos comprobar aquí que las múltiples facetas del lenguaje son todas ellas verdaderas
y válidas, estando todas en estrecha relación con los diversos aspectos de la vida y del
mundo del hombre. Pero por encima de ellas, y sin negar sus indiscutibles valores, la
lingüística puede y debe ser, como la concebía Gabelentz y la quería Saussure, una
ciencia autónoma que tenga por «único y verdadero objeto la lengua considerada en sí
misma y por sí misma»37.
37
. Curso, pág. 364
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