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LECTURA DE APOYO

Quezada, C. (coord.). (2011). Lingüística general y descriptiva. Ecuador: Universidad de


Loja. (pp. 11-37).

Guía de Lectura:
1. ¿Cuáles son las características metodológicas de la ciencia?
2. ¿Qué se entiende por lenguaje?
3. ¿Qué es la lengua para Saussure?
4. ¿Qué otras ciencias además de la lingüística tienen como objeto el lenguaje?
5. ¿Cuál es el objetivo de toda teoría lingüística?

Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación.


Prohibida su reproducción o redistribución, sin autorización del autor original.
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I
LA LINGÜISTICA COMO CIENCIA

EL OBJETO DB 1A LINGÜÍSTICA: EL LENGUAJE

Si reclamamos para la lingüística el predicado de «ciencia», habremos de definirla


como «el estudio científico del lenguaje humano». Mas esta definición general y simple,
formulada en numerosos tratados, carecería del valor informativo deseado sí no la
acompañásemos de una explicación adecuada. Esta explicación no se encuentra en
muchos -de esos tratados, tal vez por considerarla demasiado obvia. Sin embargo, precisar
desde el principio el concepto de lingüística como ciencia, así como el concepto de
lenguaje, parece ser cosa indispensable, tanto para delimitar los dominios de su
competencia, como para centrar el objetivo de sus investigaciones. Para lo cual es preciso
saber ante todo:
1) Qué se entiende en realidad por lenguaje.
2) Cuáles son los principios y métodos bajo los que se debe abordar el estudio del
lenguaje si tal estudio ha de alcanzar formalmente su objeto.

Dos son, pues, las tareas que se nos ofrecen a este propósito: la primera delimitar
el significado del término lenguaje, esclareciendo qué es lenguaje y qué no lo es; con lo
cual habremos ganado el objeto material de la lingüística; la segunda fijar el punto de
vista en la comprensión del lenguaje, un punto de vista que sea propio y exclusivo de
nuestra ciencia. Este punto de vista es, concretamente, la descripción o análisis de la
naturaleza del lenguaje, de su realidad interna (estructura) y de su funcionamiento, con lo
cual habremos ganado el objeto específico y el método propio de la lingüística.

Dado que el estudio del lenguaje puede interesar a muchas ciencias como objeto
parcial o marginal de sus investigaciones, es preciso, notar que el lenguaje es el objeto
total. único, de la lingüística, y que esta ciencia no se propone otro fin que analizarlo
científicamente. De aquí que la cuestión fundamental esté en saber qué se entiende en este
caso por «científico», o cómo será científico este estudio exclusivo del lenguaje.

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Considerando Saussure los dominios de la lingüística como envueltos en una


nebulosa de ambigüedades (en su tiempo eran muchas las ciencias que reclamaban el len-
guaje como objeto propio suyo), dice que la tarea primordial de esta ciencia ha de ser
«deslindarse y definirse ella misma” y, como es natural, la del lingüista, «definir qué es lo
que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos»1
Para esto opina Saussure, “es preciso colocarse desde el primer momento en el terreno de
la lengua y tomarla como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje»2. Pero
ya con anterioridad a él, G. von der Gabelentz había reclamado para la lingüística el rango
de ciencia autónoma con objeto y métodos propios. Gabelentz se expresa en estos
términos:

Cuando una ciencia acomete la tarea de definirse a sí misma, lo que está intentando es una justificación
previa de su existencia, lo cual viene a significar que reclama para sí determinados derechos.
Una ciencia tiene derecho a poseer un puesto especial entre las demás cuando ninguna otra puede
disputarle su objeto. Este requisito lo cumple la lingüística plenamente...; lo único que necesita es cobrar
conciencia exacta de su punto de vista.
La ciencia del lenguaje se propone como objeto el conocimiento de la lengua en función de misma; su
objeto es toda lengua humana, todas las lenguas, las de los salvajes lo mismo que las de los pueblos
cultivados..., los más pequeños dialectos tanto como las grandes "familias de lenguas. Y quiere analizar
este su objeto desde todos sus aspectos3.

Estas afirmaciones implican una toma de posición muy definida, y llevan consigo
el adoptar como objeto de investigación el fenómeno lingüístico en su realidad más
inmediata.

Partiendo de aquí, Martinet puntualiza el significado de «científico» aplicado a la


lingüística como opuesto a «prescriptivo». Lo prescriptivo en lingüística es algo
impuesto, venido de fuera y no emanado de la realidad interna del lenguaje lo científico
es lo estrictamente lingüístico tomado como dato de investigación. «Un estudio se llama
científico cuando se funda sobre la observación de los hechos y se abstiene de proponer una
selección entre estos hechos»4. La historia de la lingüística nos muestra que hasta época muy

1
. F. de Saussure, Curso de Lingüística General, Buenos Aires,1967, págs. 46 y 60
2
. Ibid, pág. 51
3
. G. von der Gabelentz, Die Sprachwissenschaft, Leipzig, 1901; reimpr, Tubinga, 1969,págs. 1,13,78
4
. A. Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, 1965, pág. 11
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reciente los estudios lingüísticos se han realizado partiendo de principios normativos, externos,
sin atender a lo que es el lenguaje en sí mismo. Todos los estudios gramaticales, históricos,
filosóficos, sociológicos y psicológicos sobre el lenguaje desde la Antigüedad hasta principios del
siglo xx, han padecido este desenfoque de método. «El más notable logro de la lingüística
contemporánea es probablemente la afirmación definitiva de su derecho a erigirse en
disciplina completamente autónoma con objeto, propósitos y métodos propios»5.

Entre los representantes de la lingüística europea, es sin duda Hjelmslev quien con
más énfasis exige una fundamentación estrictamente científica del análisis lingüístico.
Según Hjelmslev, la elaboración de «una verdadera lingüística que sea algo más que una
ciencia auxiliar» exige «comprender el lenguaje no como un conglomerado de fenómenos
no lingüísticos (físicos, fisiológicos, psicológicos, lógicos, sociológicos), sino como una
totalidad autosuficiente, como una estructura sui generis». Sólo se puede someter el
lenguaje a tratamiento científico .construyendo «una teoría lingüística que descubra y
enuncie las premisas de tal lingüística, que establezca sus métodos e indique el camino».6
De lo contrario, aun cuando se haga al lenguaje objeto de investigación científica, no
pasará de ser un medio, pero nunca constituirá un fin en sí mismo, y el objeto de la
investigación se hallará fuera del lenguaje. Como todo proceso, el lenguaje tiene un
sistema subyacente que hace posible el tratamiento científico del mismo.

Entre los lingüistas americanos, es Bloomfield el primero que diseña dentro de un


plan preconcebido la teoría y técnica de la lingüística como ciencia precisa y definida7.

Supuesta la necesidad de este método científico propio de la lingüística, debemos


ahora precisar su objeto, el concepto de lenguaje, así como el aspecto bajo el cual esta
ciencia deberá tratarlo.

1) La lingüística es la ciencia del lenguaje; pero, ¿qué se entiende propiamente por


lenguaje? Es de nuevo Martinet quien nos ofrece unos puntos de vista claros y
enteramente utilizables a este propósito.

5
. A. Martinet. El lenguaje desde el punto de vista funcional. Madrid 1971, pág. 13.
6
. L. Hjelmslev, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, Madrid, 1971, págs. 14-15
7
. L. Bloomfl , Language, 1933
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«En el hablar ordinario, el 'lenguaje' designa propiamente la facultad que tienen


los hombres de entenderse por medio de signos vocales»8. Este es el sentido propio de la
expresión «lenguaje», fuera del cual existen usos impropios o metafóricos de la misma
expresión. En sentido general, lenguaje es todo lo que sirve para expresar o manifestar
algo, todo lo que puede ser interpretado de alguna manera; así se habla del lenguaje de los
cielos estrellados, del lenguaje de las flores, del lenguaje de las aves y de cualquier
animal. Posteriormente volveremos a tocar este punto cuando, al deslindar la lingüística de
sus ciencias afines, hablemos de la semiología como ciencia de todos los sistemas de
comunicación. El lenguaje a que ahora nos referimos, y que es objeto exclusivo de la
lingüística, es aquel que es facultad privativa del hombre. «El lenguaje que estudia el
lingüista es el del hombre».9

Si, según esto, podemos o debemos hacer una precisión en el empleo del término
lenguaje en cuanto facultad exclusiva del hombre, quiere decirse que este lenguaje
implica una modalidad específica a la que es ajeno todo otro tipo de lenguaje. «Este
lenguaje humano que se realiza bajo la forma de lenguas diversas, es, por cierto, el objeto
exclusivo de las investigaciones propiamente lingüísticas»10.

El lenguaje "propiamente dicho es la facultad comunicativa del hombre qué se


realiza en una pluralidad de lenguas. El objeto de la lingüística se concretiza, por tanto, en
las lenguas humanas que son el producto efectivo de la facultad del lenguaje. «No
conocernos el lenguaje sino bajo la forma de sus diversas modalidades, las lenguas» 11

Admitido este principio como procedimiento para definir el objeto general de la


lingüística, debemos dar un paso más y examinar los caracteres que distinguen al lenguaje
humano, a las lenguas humanas, como medio de comunicación propio y exclusivo del
hombre.

8
. A.. Martinet, La Lingüística synchronique, Paris. 1965, pág. 12
9
. A. Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, 1965, pág. 12
10
. A. Martinet. La Lingüística synchronique. París, 1965, pág. 12
11
. Ibid, pág. 12
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La tarea de definir científicamente el término «lenguaje* consistirá, pues, en determinar


los rasgos que caracterizan el lenguaje humano oponiéndolo a cualquier otra forma de
comunicación que el lingüista como tal no se reconoce competente para observar o
describir 12

Y puesto que el lenguaje no se manifiesta sino en una pluralidad de lenguas,


«descubrir los rasgos que caracterizan al lenguaje es, en efecto, deducir los que
caracterizan a toda lengua» 13 Se trata, por tanto, de un método inductivo: examinando el
mayor número posible de lenguas y extrayendo sus rasgos comunes, se establece que
«esos rasgos son los que deben existir en todo sistema de comunicación que aspire al
título de 'lengua'»14

Dichos rasgos son, según Martinet, los siguientes:

a) La arbitrariedad del signo. — Prescindiendo de todas las discusiones en torno a


esta cuestión, de las cuales nos ocuparemos en su lugar"15, es evidente que «éste es uno de
los rasgos que mejor parecen caracterizar el lenguaje humano»16. Sin embargo, este rasgo
no basta; no cualquier sistema de signos arbitrarios o convencionales puede ser objeto de
la lingüística (por ej., las señales de la circulación o los signos empleados en la
cartografía). De aquí la necesidad de buscar nuevos rasgos específicos del lenguaje
humano.

b) El lenguaje articulada. — Desde muy antiguo, y con anterioridad a todo


análisis científico, se ha puesto de relieve esta propiedad del lenguaje humano: el estar
formado por sonidos articulados constituyendo como una cadena o engranaje en que cada
sonido aislado posee un puesto fijo. En virtud de esta articulación parece distinguirse él
lenguaje humano de los sonidos inarticulados emitidos por los animales e incluso por el
hombre en determinadas circunstancias. Sin embargo, la percepción clara de esta
articulación del lenguaje es más bien resultado del conocimiento de sus valores
significativos; en tanto distinguimos con claridad los sonidos, o mejor dicho, los grupos
de sonidos, en cuanto que a través de ellos percibimos los contenidos significativos que
12
. Ibid, pág. 12
13
. Ibid, pág. 12
14
. Ibid. Pág. 12
15
Véase en el cap. “el signo lingüístico” el aparato sobre las propiedades del signo lingüístico.
16
. A. Martinet, La linguistique synchronique, pág. 14
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comportan17, por el contrario, cuando oímos una lengua que nos es totalmente extraña,
apenas percibimos articulaciones de sonidos, sino una serie de ruidos que en ciertas
ocasiones asociamos a los ruidos o gritos emitidos por los animales. Por otra parte,
tampoco está totalmente excluido el que podamos distinguir una articulación en los gritos
o sonidos de los animales. Por esto, la expresión «lenguaje articulado» no viene a
significar en realidad otra cosa que lenguaje oral o vocal, es decir, un conjunto de signos
sonoros producidos por el aparato fonatorio.

c) La doble articulación.-—Este es, según Martinet, el rasgo que distingue


inconfundiblemente el lenguaje humano de todo otro sistema de comunicación por medio
de signos.

En efecto, «el lenguaje humano puede ser descrito como doblemente articulado en
unidades significativas (los .monemas) y en unidades distintivas (los fonemas)»18 .Las
unidades significativas son cada uno de los segmentos mínimos dotados de sentido. Las
unidades distintivas son cada uno de los segmentos no dotados de sentido, pero sí capaces
de determinar y variar la significación de las unidades significativas. Así, por ejemplo,
casa es una unidad significativa, y cada uno de los elementos fónicos de que consta son
sus unidades distintivas, pues basta con cambiar una sola de ellas, diciendo por ej. masa,
para obtener una unidad significativa distinta. La combinación de estas dos formas de
articulación determina la naturaleza específica del lenguaje humano, de modo que
«lengua» sólo puede llamarse aquel sistema de signos que ofrezca la doble articulación.
Según esto, la secuencia de sonidos vocales voy a mi casa es lenguaje humano por el
hecho de que sus elementos son analizables en la doble forma de articulación expuesta.
Hasta aquí la descripción del objeto material de la lingüística.

2) Pero también el lenguaje humano, tal y como lo hemos definido, es objeto de estudio
de otras ciencias dentro de los fines y métodos particulares de dichas ciencias. Por eso
debemos precisar ahora el aspecto especial bajo el que la lingüística considera el lenguaje,

17
. Teniendo en cuenta este hecho, Gabelentz define el lenguaje como “expresión articulada del
pensamiento mediante sonidos”, queriendo con ello decir que la articulación no se refiere
directamente a los sonidos, sino al pensamiento se articula o analiza en secuencias de sonidos. Cf.
Die Sprachwissenschaft, pág. 3,5-6
18
. A. Martinet, la linguistique synchronique, pág. 15
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es decir, su objeto específico o formal. Este objeto es el lenguaje en el sentido de lengua o


sistema de signos con una estructura interna y un rendimiento funcional. El objetivo total
y único de la lingüística es analizar esta estructura y su funcionamiento, tanto en las
lenguas en general, como en cada lengua en particular, estableciendo para ello los
principios pertinentes. Bajo este aspecto no puede considerar al lenguaje humano
ninguna otra ciencia.

Al proponerse Saussure la cuestión del objeto específico de la lingüística, parece


no hallar un criterio adecuado debido a la dificultad de deslindar la complejidad de los
fenómenos lingüísticos; sus formulaciones son con frecuencia imprecisas. Primero dice
que «la materia de la lingüística está constituida por todas las manifestaciones del len-
guaje humano», con lo cual quiere dar a entender (recogiendo la sugerencia de Gabelentz)
que la lingüística debe ocuparse de cualquier clase de lenguas, ya sean cultas, o incultas,
antiguas o modernas, y de todas las formas de expresión, ya sean correctas o incorrectas.19
Luego, al querer precisar el punto de vista del análisis lingüístico, echa de ver la di-
versidad de aspectos que presenta el lenguaje, hasta tal punto que puede ser reclamado
como objeto de diversas ciencias; de donde concluye que «lejos de preceder el objeto al
punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea el objeto». Ante este hecho, «el
objeto de la lingüística se nos aparece como un montón confuso de cosas heterogéneas y
sin trabazón». Todavía se aleja más Saussure de formular con precisión el objeto
específico de la lingüística al considerar el lenguaje como «facultad de constituir una
lengua, es decir, un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas», que
vendría a ser lo que se llama «lenguaje articulado». Ante todas estas dificultades opta por
establecer una distinción tajante entre lenguaje y lengua, otorgando a ésta, «como
totalidad en sí y principio de clasificación», la primacía entre todos los hechos lingüísti-
cos20. Así Saussure preconiza un estudio científico del lenguaje en el sentido de
«lingüística de la lengua». De este concepto de lengua excluye todo lo que sea extraño a
su organismo, a su sistema, y establece la distinción entre lingüística externa y lingüística
interna. La lingüística interna es la lingüística de la lengua. «La lengua es un sistema que
no conoce más que su orden propio y peculiar». El conocimiento de este orden es para

19
. Cf. F. de Saussure, Curso, pág. 46
20
. Cf. Ibid. , pág. 49-53
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Saussure el objeto específico de la lingüística21. Así queda propuesto en Saussure el pro-


grama de investigación de la lengua, es decir, el objeto propio de la ciencia del lenguaje.

Si llegar a la definición del objeto específico de la lingüística supone en Saussure


todos estos tanteos, no es extraño que aun mucho tiempo después de él los tratados sobre
esta materia, o bien pasen por alto esta cuestión creyéndola sin duda cosa sabida, o bien
se contenten con definiciones de tipo general que no llegan a eliminar los puntos oscuros
o las ambigüedades. Por lo común, los autores no definen directa y detalladamente el
objeto específico de la lingüística, limitándose a describir el concepto de lenguaje y
enumerar sus caracteres. Como ya dijimos antes, esto no basta, pues el lenguaje puede ser
objeto de muchas ciencias.

La necesidad de definir con precisión el "objeto formal de la lingüística no se ha


hecho sentir hasta época relativamente reciente. Todo el mundo ha dado por supuesto que
la lingüística es la ciencia del lenguaje; ahora bien, lo que hace de ella una ciencia
especial es el punto de vista en la consideración de su objeto. En el fondo se trata de una
cuestión de método que apunta a una finalidad propia.

El objeto formal de la lingüística aparece claramente definido por Hjelmslev como


«análisis del texto». «Si algo hay que dar —dice- Al investigador lingüístico, es el texto
todavía sin analizar». «Los objetos que interesan a la teoría lingüística son los textos», no
un solo texto en una lengua determinada, sino toda clase de textos en cualquier lengua.
Aplicando a tal selección de textos los procedimientos de la teoría lingüística, se podrán
extraer de ellos conocimientos utilizables respecto de otros textos, es decir, respecto del
«sistema o lengua en que se basan todos los textos». Sobre esta base habrá de realizarse
«un análisis en el que se considere el texto como clase dividida en componentes, después
estos componentes como clases divididas en componentes, y así sucesivamente hasta
agotar el análisis». Este tipo de análisis lo define Hjelmslev como «la descripción de un
objeto por las dependencias uniformes de otros objetos respecto de él y entre sí». Según
esto, el objetivo del análisis lingüístico es «realizar una partición del proceso textual», el

21
. Cf. Ibid, pág. 67-70
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cual consiste prácticamente en una cadena fónica con sus distintas partes o unidades:
frases, palabras, sílabas, etc. Hjelmslev exige que este análisis sea «exhaustivo»22.

Esta concepción del análisis de componentes como objeto formal de la lingüística


ha venido a determinar la praxis general de los lingüistas modernos, tanto europeos como
americanos. El análisis ha llegado a abarcar los aspectos más variados de los sistemas de
las lenguas a los más diversos niveles, con el propósito de llegar a

la elaboración de formulaciones generales que sinteticen y, en la medida


de lo posible, reduzcan a reglas y regularidades la infinita variedad de los
fenómenos (enunciados verbales o escritos) que caen dentro de su
alcance.23

En capítulos sucesivos de este libro (como por ej. los que tratan de la sincronía y
diacronía, de las unidades de la lengua, de las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas)
podrán comprobarse más por extenso algunos de estos aspectos específicos del análisis
formal de la lengua.

Hasta aquí la descripción del objeto formal de la lingüística.

EL LENGUAJE COMO OBJETO DE OTRAS CIENCIAS

El lenguaje es algo tan íntimamente humano, y se halla tan implicado en los


múltiples aspectos de la vida del hombre, de la sociedad y de la cultura, que parece
imposible considerarlo separado de todo esto. Por eso ofrece tantas posibilidades de ser
estudiado desde los más diversos puntos de vista. Todos ellos son interesantes, válidos e
incluso necesarios si se quiere poseer un conocimiento completo de esta incomparable
facultad humana. Siendo esto así, no es extraño que muchas ciencias, y en particular las
humanas, hayan hecho al lenguaje objeto de sus investigaciones como medio de
esclarecer sus propios postulados.

22
. Cf. L. Hjelmslev, prolegomenos, pág. 25 y sigs.
23
. R. H. Robins, Lingüística General, Madrid, 1971, pág. 27
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Después de haber establecido en las páginas anteriores que la lingüística es la


ciencia del lenguaje por derecho propio, ya que su objeto específico es el análisis interno
de la lengua como finalidad en sí, es preciso que veamos ahora en qué sentido interesa el
lenguaje a otras ciencias, o qué aspectos extralingüísticos ofrece que puedan formar parte
del objeto y método de ellas. Con lo cual, de rechazo, obtendremos dos resultados útiles a
nuestro propósito de definir la lingüística como ciencia del lenguaje: primero, tener un
criterio claro para distinguir lo que es estudio lingüístico del lenguaje de lo que no lo es,
lo que es lingüística de lo que no lo es; segundo, aprovechar las aportaciones de esas
ciencias respecto del fenómeno lingüístico para un conocimiento más amplio del mismo.
Con lo cual la ciencia del lenguaje se delimita ulteriormente y se complementa.

Lenguaje y semiología. — La semiología es una ciencia en período de elaboración


que tiene por objeto el estudio de los signos en general. Como el lenguaje es un sistema
especial de signos, forzosamente ha de caer bajo el dominio de la semiología.

Fue Saussure el primero en lanzar la idea de que era necesario crear una ciencia de
más amplitud que la lingüística con objeto de estudiar el conjunto de sistemas de signos
empleados por el hombre. A esta supuesta ciencia la bautizó, aun antes de haber nacido,
con el nombre de semiología, del griego semeion, signo. Para Saussure, que desde el pri-
mer momento considera el lenguaje como sistema de signos, el problema capital de la
lingüística es de orden semiológico: «saber en qué consisten los signos y cuáles son las
leyes que los gobiernan”. Sólo cuando esto se haya visto con claridad, dice Saussure,
habrá quedado patente la verdadera naturaleza de la lengua24.

La semiología habría de estudiar, por tanto, además de la lengua, todos los


sistemas de signos en general, entre los cuales Saussure nombra expresamente la
escritura, el alfabeto de los sordomudos los ritos simbólicos, las formas de cortesía, las
señales militares, etc. Ahora bien, el lenguaje es el más importante de todos estos sistemas
de signos. Según esto, las leyes de la semiología, serían aplicables a la lingüística, la cual
quedaría ligada a un dominio bien definido en el conjunto de hechos humanos.

24
. Cf. F. de Saussure, Curso, Pág. 60-62.
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Esta idea saussureana halla un amplio eco en Hjelmslev, quien corrientemente


llama a la lengua una semiótica, y a lo lingüístico semiótico 25.

Recogiendo todas estas sugerencias, varios lingüistas, como R. Barthes, E.


Buyssens, Ch. Morris, L. J. Prieto, G. Mounin, se han esforzado por analizar el complejo
mundo de los signos que polarizan el conocimiento humano y definen las formas de la
comunicación en la sociedad. Estos estudios van esclareciendo numerosos datos de la
comunicación y el puesto que en ellos corresponde al lenguaje.

La semiología, en efecto, al desplegar la inmensa red de señales que nos rodea,


pone de manifiesto hasta qué punto somos dependientes del mundo de los signos. Cuando
se considera esto, uno no es capaz de imaginar lo que sería la vida humana en un
ambiente vacío de señales. Una parte de estas señales la forma la lengua, y por eso la
lingüística es una sección de la semiología. Pero ocurre que entre todos los sistemas de
señales el lenguaje es el más rico y perfecto, de aquí que la lingüística sea la parte
esencial de la semiología; ésta se va constituyendo con el apoyo de la lingüística y como
una ulterior diferenciación de ella. Al paso que se definen los caracteres del lenguaje, se
comprueba si esos caracteres son válidos o no respecto de otros sistemas de signos. Así,
haciendo una clasificación general de los signos y de su funcionamiento, obtendremos
una idea sumaria de los dominios de ambas ciencias, pues, si bien toda lengua es un
sistema de signos, no todo sistema de signos es una lengua. Se da, pues, una diferencia
específica entre los signos que constituyen la lengua, y que son el objeto de la lingüística,
y los otros sistemas de signos en general que estudia la semiología.

Según esto, serán lenguaje, en sentido estricto, y objeto de la lingüística los signos
o sistemas de signos que reúnan los caracteres siguientes:
a) ser arbitrarios, sin nexo natural entre el significante y el significado;
b) ser emitidos con intención comunicativa, no solo manifestativa;
c) funcionar dentro de un sistema;
d) desarrollarse en la dimensión del tiempo;
e) estar constituidos por elementos discretos;

25
. Cf. L. Hjelmslev, Prolegómenos, pág. 150 sigs.
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f) poseer una doble articulación.

No serán lenguaje, y pertenecerán al dominio de la semiología:

a) los signos que muestran una clara relación natural entre significante y significado, es
decir, que son enteramente motivados;

b) los signos carentes de intención comunicativa, como los suspiros, el tono y el timbre de
la voz que informa sobre la edad, el sexo, el estado psicológico, e incluso el origen geo-
gráfico y social del hablante;

c) los signos asistemáticos, como los anuncios de la publicidad, las insignias, los gestos,
las formas de cortesía;

d) los que se expresan en la dimensión del espacio, como las artes plásticas;
e) los formados por elementos continuos, como muchos de los signos de la cartografía;

f) los signos no articulados o de simple articulación, como los gritos, ya sean del hombre,
ya de los animales. Asimismo no son lenguaje en sentido estricto y no pertenecen a la
lingüística:

a) los signos sustitutivos del lenguaje hablado, como son los alfabetos fonéticos, de
sordomudos, de la telegrafía, etc.;

b) los signos ideográficos, matemáticos, y la información por medio de cifras, fórmulas y


nomenclaturas, ya sean físicas, lógicas o matemáticas;

c) los signos de la circulación;

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d) los signos de la cartografía en las diversas clases de mapas, planos y esquemas que
constituyen todo un sistema de ideogramas de uso diario y universal26.

Esta sería, a grandes rasgos, la distribución del mundo de los signos entre la
lingüística y la semiología.

Lenguaje y filosofía.- Las primeras reflexiones sobre el lenguaje que hallamos en los
orígenes de nuestra cultura son de orden filosófico. El núcleo de tales reflexiones lo
forma, la cuestión de la verdad del lenguaje, ya se trate del problema de la rectitud o de la
arbitrariedad de las palabras, ya de su sentido etimológico. ¿Nos facilitan las palabras la
verdadera noción de las cosas? El filósofo griego veía claramente que el mundo de las
palabras, el lenguaje, tendía a ser ante todo una copia o traducción del mundo de las ideas.
Por eso a ambas cosas daba por igual el nombre de logos. Sin embargo, aquí es donde
precisamente comienza el lenguaje a ser problema filosófico: qué realidad reviste la pala-
bra hablada en relación con el pensamiento y en relación con las cosas que representa.

El problema quedará planteado a lo largo de toda la historia de la filosofía. Ante él


no caben más que dos actitudes: o independizar la idea de la palabra, el significado del
significante (ésta ha sido la actitud dominante en la filosofía), o ligar íntimamente ambas
cosas en el sentido de que a cada idea corresponda una imagen lingüística y viceversa;
con lo cual la expresión lingüística pasaría a ser forma y límite del pensamiento humano.
Entre estos dos extremos intentaron tender un puente las utopías de una lengua universal
perfecta, capaz de expresar los más sublimes conceptos (F. Bacon, Leibniz).

A partir del Renacimiento surge otro tema de especulación filosófica: la cuestión


del origen del lenguaje, que llega a ocupar las mentes de los filósofos señaladamente
durante el siglo XVIII, para caer luego rápidamente en el mayor descrédito.

Todo esto nos muestra cuan estrecha es la relación entre la filosofía y la lingüística
cuando se trata de precisar la función del lenguaje en la expresión del pensamiento. El

26
. Cf. G. Mounin, Introduction a la semiologie, París, 1970, Pag. 17 y sigs y 67 y sigs. Pueden
consultarse sobre este tema en versión castellana, L. J. Prieto, Mensajes y señales, Barcelona,
1967 y R. Barthes, Elementos de semiología, Madrid. 1970.
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lenguaje interesa a la filosofía en cuanto que ofrece los módulos para la expresión externa
de las ideas. Lo cual está muy lejos de significar que la clarificación de las estructuras
lingüísticas vaya alguna vez a comportar la solución de los problemas filosóficos. Los
problemas filosóficos no son problemas lingüísticos, sino problemas humanos, del
existente en trance de alcanzar la verdad. Por eso la filosofía debiera polarizarse
socráticamente hacia la interioridad de la reflexión, dejando a la lingüística la tarea de
analizar sus propias estructuras.

Lenguaje y lógica.— Todo concepto tiende a expresarse en palabras y todo juicio y


raciocinio a traducirse en proposiciones orales. Por eso es tan antiguo el intento de
equiparar las formas verbales a las formas lógicas.

El mundo de la experiencia es posesión del hombre sólo en cuanto se aloja en


categorías formales. Lo caótico es incognoscible e indefinible. De este modo, lo que
llamamos lógica es la estructura formal del mundo de abstracciones de la mente, es decir,
del pensamiento. A esta estructura se dice corresponder la estructura formal del lenguaje,
que es la expresión o materialización de los conceptos mentales27.

Fue Aristóteles el primero en proponer esta asimilación del lenguaje al proceso


lógico de formalización del pensamiento; las categorías lógicas y las gramaticales
deberían, según esto, corresponderse. A diferencia de Platón, Aristóteles no concede tanta
importancia al aspecto ontológico o sustancia del lenguaje como a su aspecto formal y
funcional. Es ante todo un lógico. Y así como según él las cosas quedan integradas en una
estructura lógica según las diferencias formales que presentan, así también los nombres de
las cosas se integran en una estructura de sonidos significativos como signos o símbolos

27
. “Hay que distinguir el término pensado o concepto y el término oral o palabra de la misma manera
que hay que distinguir la proposición pensada, o construcción de conceptos, y la proposición oral o
expresión hablada de esta proposición pensada. Sin embargo, al estudiar una se estudia la otra; y
siendo los conceptos menos fáciles de estudiar por nosotros en sí mismos que en los signos
materiales que los expresan, considerando sobre todo la proposición oral – pero en cuanto expresión
de la proposición de pensada--, la lógica estudia la proposición y forma una teoría de ella”. J.
Maritain, El orden de los conceptos, Buenos Aires, 1958, Pág. 139.

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de sus formas mentales. De este modo el lenguaje es una imagen, un símbolo material del
mundo de nuestra mente. La estructura formal del pensamiento determina la estructura
formal del lenguaje; éste es lógico por ser símbolo de las conceptualizaciones mentales.
De aquí parte toda la corriente logicista en la interpretación del lenguaje: Las gramáticas
normativas, los tractatus de modis significandi medievales, la gramática razonada de
Port-Royal.

En todo esto se supone que a cada concepto objetivo, a cada juicio o proposición
de la mente, corresponde una palabra, una proposición oral. La verdad de los conceptos y
de los juicios se traduce, por tanto, en la verdad de las palabras y de las expresiones, es
decir, del lenguaje. No hay que olvidar que aquí el mundo conceptual tiene la primacía, y
que la correspondiente estructura lingüística no es más que una copia desmejorada de los
contenidos mentales. El pensamiento humano posee una estructura universal e inmutable.
El lenguaje sirve al pensamiento, pero presupone, la actividad de éste. El conocimiento se
debe a la capacidad abstractiva de la mente, previas las impresiones de los objetos
externos en los órganos sensoriales.

Ahora bien: ¿puede afirmarse en algún sentido que el lenguaje sea también fuente
de conocimiento? ¿Son las estructuras lingüísticas dadas formas en que se ofrece al indi-
viduo una experiencia del mundo?

Para la mayoría de los lingüistas, cada lengua, mediante sus propias estructuras,
determina la educación mental del individuo y condiciona su manera de percibir y
organizar la realidad28. Una atenta observación parece demostrar que Cuando un niño
pregunta qué es esto, el sentido de la pregunta se refiere, no al deseo o curiosidad por
conocer la esencia, sino el nombre de la cosa. El nombre parece dar ya una orientación
suficiente respecto de la realidad.

De aquí habríamos de concluir que la posesión de conceptos mentales no sólo


depende de la experiencia facilitada por los sentidos, sino también, o incluso

28
. Estas ideas fueron ya propuestas por W. von Humboldt y han dado origen modernamente a la
llamada teoría de Salir-whorf.
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
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principalmente, del sistema de signos ofrecido por la lengua. Ambas cosas, los sensorios
y el lenguaje, serían las vías de elaboración de nuestra visión del mundo. Con lo cual el
logicismo tradicional habría sufrido un rudo golpe, Y lo grave del caso es que el lenguaje
no es un calco de la realidad, y que a cada lengua corresponde una organización particular
de los datos de la experiencia. Una prueba de esto puede ser el hecho de que el espectro
solar es analizado en diversos segmentos de colores según las diversas expresiones
existentes en las lenguas. Asimismo los campos semánticos de las palabras varían de una
lengua a otra; la palabra alemana Holz significa madera y leña, y la francesa bois,
madera, leña y bosque. La diversa extensión significativa de las palabras puede hacer
variar el perfil de los conceptos. Lo mismo ocurre con otros datos más abstractos de la
experiencia. Es decir, que cada lengua supone un análisis distinto de la realidad, y cada
lengua se comporta de modo diverso en relación con las formas del pensamiento.
Todas estas consideraciones obligan a distanciarse de cualquier valoración
estrictamente lógica del lenguaje. Si bien el lenguaje no está en relación directa con el
orden mental de los conceptos, puede, sin duda, influir en él. La lengua es, en todo caso,
un orden y una estructura, de por sí.

Lenguaje y psicología. — Todos los fenómenos lingüísticas son en última


instancia psicológicos. «En el fondo todo es psicológico en la lengua», dice Saussure
todavía bajo la influencia de la concepción psicologista29. Tomada esta afirmación sin
limitaciones, habríamos de decir que el estudio del lenguaje cae por completo dentro del
objeto de la psicología.

En efecto, partiendo de la psicología individual, todas las manifestaciones del


lenguaje tienden a ser expresión de la interioridad humana: pensamientos, afectos,
tendencias, carácter; en una palabra, del conjunto de estados y procesos psíquicos de la
persona. Por eso el estudio del lenguaje es para el psicólogo uno de los medios más
adecuados para conocer el comportamiento psíquico de los individuos.

Sin embargo, aquí surge también el problema de si la estructura lingüística que


permite la comunicación puede tomarse como modelo representativo de la estructura

29
. Cf. Curso, pág. 47
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
Universidad Nacional de Loja -AEAC 27

psíquica subyacente; o dicho en otros términos: si la organización de los signos


lingüísticos es fiel reflejo de los estados y procesos psíquicos que tienden a comunicarse.
El tratamiento de estas relaciones constituye el objeto de la psicolingüística.

La psicolingüística es una parte de la psicología que considera el mensaje


lingüístico como un comportamiento revelador de los caracteres psicológicos de los
hablantes. Aquí se considera el lenguaje como un valor o un conjunto de valores
simbólicos relativos a la psique humana. La psicolingüística se propone construir modelos
y teorías específicas, utilizando simultáneamente los conceptos psicológicos y la
descripción lingüística. Su método es el experimental propio de la psicología científica.
Fácilmente se ve que el interés del psicólogo por los problemas lingüísticos es
meramente material; el lenguaje es para él un índice, un síntoma, una determinada forma
de comportamiento. El proceso de aprendizaje de la lengua en el niño indica los estadios
de su desarrollo mental y psíquico, así como las perturbaciones en el uso del lenguaje, por
ejemplo la afasia, son igualmente reflejo de un trastorno en el funcionamiento psíquico.

Bajo el aspecto de la psicología social, el lenguaje, como producto de la


colectividad, es exponente de la psicología de dicha colectividad. En este sentido aplicó
Wundt el análisis del lenguaje a la comprensión de la psicología de los pueblos. La
evolución del lenguaje, cual se manifiesta sobre todo en los cambios fonéticos, está
motivada en gran parte por factores de la psicología social e individual de los hablantes;
hecho que era puesto de manifiesto ya a principios del siglo XIX por el danés Bredsdorff.
Así por ejemplo, la fijación del acento libre del indoeuropeo en la sílaba radical dentro del
área germánica sólo es explicable recurriendo a factores psicológicos colectivos. El
fenómeno de la analogía, consistente en la modificación de una forma siguiendo el
modelo de otra u otras ya existentes en la lengua, se explica también psicológicamente
por una tendencia a la simplificación bajo un determinado principio asociativo. Tanto la
estructura de una lengua, como sus formas y sobre todo su léxico, muestran la manera
como los usuarios de dicha lengua han interpretado el ambiente en que vivían.

Todos estos aspectos del lenguaje son utilizables por la psicología como datos del
comportamiento y del carácter de los individuos y de los grupos lingüísticos.

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


Universidad Nacional de Loja -AEAC 28

Finalmente no hay que olvidar que el lenguaje en su totalidad es un proceso en


cuya realización está implicada toda la estructura psíquica de la persona. Ya
consideremos el acto de la comunicación partiendo del concepto hasta terminar en los
sonidos vocales, ya lo consideremos a la inversa, desde las vibraciones acústicas
registradas por el oído hasta la comprensión del mensaje por el oyente, en ambos casos
tiene lugar un proceso psicofisiológico dirigido por los centros nerviosos. Dentro de este
proceso, la parte psicológica forma esa red de asociaciones que hacen inteligibles los
mensajes.

Sin embargo, con ser tan psicológico el lenguaje, su realidad misma objetiva y su
estructura interna se sustraen a toda consideración psicológica. La lingüística es la única
ciencia llamada a analizar la naturaleza de los signos lingüísticos, su coordinación y
funcionamiento y sus mutuas relaciones.

Lenguaje y fisiología. — Entre las múltiples relaciones que como vamos viendo,
guarda el lenguaje con otras ciencias, las relativas a la fisiología son las más externas y
materiales. El lenguaje es una actividad espiritual del ser humano, pero no exenta de
condicionamientos y elementos materiales. El primer elemento material del lenguaje es el
aire que albergan los pulmones, siendo también la primera condición para que el lenguaje
se realice. La segunda condición material del lenguaje es el llamado aparato fonatorio for-
mado por varios órganos fisiológicos: los pulmones, la laringe y las cavidades
supraglóticas (boca y fosas nasales). Este aparato es el encargado de modular y sonorizar
las impulsiones del aire pulmonar en su salida al exterior; de esta forma el lenguaje se
produce en una serie de sonidos vocales debidamente articulados. Estos sonidos
constituyen el objeto de análisis de la fonética articulatoria.

Por otra parte, los sonidos articulados, al ser emitidos al exterior, producen una
sucesión, de ondas sonoras destinadas a ser captadas por el órgano del oído, de modo que
nuevamente tiene aquí lugar un proceso fisiológico, el de la audición, condición asimismo
necesaria para que el mensaje trasmitido a través de las ondas sonoras pueda ser

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


Universidad Nacional de Loja -AEAC 29

percibido e interpretado por el oyente como tal mensaje. La percepción de los sonidos
articulados constituye el objeto de la fonética acústica.

El papel de la fisiología consiste, por tanto, en describir los órganos de la fonación


y de la audición y su funcionamiento; pero la fisiología no analiza los sonidos articulados
del lenguaje; esto es tarea de la fonética, ciencia auxiliar de la lingüística en el sentido
más propio. La lingüística utiliza, pues, los datos de la fisiología, pero los dominios de
ambas ciencias no se interfieren, pues el trabajo de la lingüística comienza allí donde lo
físico y fisiológico pasa a ser psíquico y espiritual, es decir, allí donde la materia fónica se
hace signo, mensaje humano. «Lo esencial de la lengua —dice Saussure— es extraño al
carácter fónico del signo lingüístico»30.

Para valorar debidamente el puesto de la fisiología en relación con el lenguaje, es


preciso no olvidar que la función primaria de los órganos fonatorios no es precisamente la
fonación. Como dice Sapir, en realidad no hay órganos de la fonación; éstos sirven ante
todo a funciones fisiológicas, e incidentalmente a la producción de los sonidos del len-
guaje. Desde el punto de vista fisiológico, el lenguaje es una función secundaria, un
conjunto de funciones secundarias, no indispensables para la vida del organismo31.

En resumen podemos decir que, sin el medio material, físico, que es el aire y las
ondas sonoras (objeto de la física), y sin los órganos de la fonación y de la audición
(objeto de la fisiología), el lenguaje, la comunicación humana mediante signos
articulados, no existiría. Ahora bien, en todo esto sólo se trata de una condición, de la
base material del lenguaje. El aspecto formal del lenguaje, aquello por lo cual es mensaje
y comunicación humana, es ajeno al carácter fónico-acústico de los signos lingüísticos y
de su producción a través de un medio físico y fisiológico, es decir, es ajeno al objeto de
la fisiología.

Lenguaje y ciencias naturales.- El lenguaje presenta aspectos que permiten se le


considere en analogía con el objeto de las ciencias naturales. La aplicación de los métodos

30
. Curso, pág. 47
31
. Cf. E. salir, Lenguaje. An introduction to the Studynof Speech, London, 1970, págs. 8-9.

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


Universidad Nacional de Loja -AEAC 30

de las ciencias naturales a la investigación de las lenguas fue corriente durante el siglo
XIX. Schleicher, y luego los neogramáticos, utilizaron este método sacando de él hasta
las últimas consecuencias. Según estos autores, el lenguaje, antes que hecho social, es un
producto de la naturaleza, humana, un organismo natural. Como tal organismo, nace,
vive, crece, se reproduce y muere; como organismo evoluciona, presentando en sus
formas concretas periodos de apogeo, decadencia y disgregación. Esta sería la raíz
biológica de la historia de las lenguas. A la existencia de especies y subespecies en el
mundo de la naturaleza corresponden en el mundo del lenguaje las familias de lenguas
con las subdivisiones o grupos que llamamos dialectos. También las leyes genealógicas
tienen buena aplicación en lingüística. El modo de propagación de las lenguas guarda
estrecha analogía con el crecimiento de los vegetales. La vida interna de las lenguas se
muestra, como en cualquier organismo, en el cambio lingüístico que incorpora formas y
elementos nuevos desechando parte de los antiguos. Este metabolismo no se produce al
azar; su regularidad y los límites en que se contiene hacen creer que se rige por
verdaderas leyes. Y así como las leyes de la naturaleza no conocen excepción que no se
explique por una nueva ley, así también las leyes de la evolución del lenguaje no admiten
excepción posible. En suma: la lingüística no es una disciplina humanística, sino una
ciencia natural; su ámbito no es el de la libertad, sino el de la necesidad.

Sin embargo, esta equiparación del lenguaje con los seres naturales, y de la
lingüística con las ciencias de la naturaleza, no obstante su genialidad, adolece de un error
de método; el considerar como identidad lo que tan sólo es semejanza o analogía. En
realidad, aquí no se considera el lenguaje sí mismo; lo que se considera son ciertos
fenómenos lingüísticos comparables con fenómenos observados en el mundo de los seres
naturales. Que este método es unilateral, y que descuida los aspectos realmente esenciales
del lenguaje es cosa hoy día evidente, por más que en su época dio resultados realmente
admirables. Partiendo de presupuestos semejantes, cualquiera de las ciencias que vamos
examinando podría aplicar con parecido derecho sus propios procedimientos al estudio
del lenguaje. A este propósito hace Gabelentz la observación siguiente:

Es cierto que el método inductivo del investigador de lenguas es idéntico al


del investigador de la naturaleza. Pero nunca se denomina al científico por
razón del instrumento que emplea, sino por la materia que investiga; y ésta es,

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


Universidad Nacional de Loja -AEAC 31

por cierto, en nuestro caso bien distinta. Quien no ve en el lenguaje cosa


mejor que formas muertas, ése sería mejor que se dedicara a la anatomía32

Lenguaje e historia. — Aquí hay dos aspectos distintos que considerar:

1) el lenguaje en cuanto integrado por naturaleza en el devenir inmanente de todas las


cosas, es decir, como ente histórico en absoluto;
2) el lenguaje en cuanto influenciado por la historia humana, en cuanto sometido al
desarrollo y contingencias de la historia política y cultural de las nociones; aquí se trataría
de la influencia del acontecer histórico de los pueblos en el destino de sus propias
lenguas.

El primero de estos dos aspectos conduciría a una identificación total del lenguaje
con el ser histórico, y su estudio se agotaría en la investigación de su naturaleza evolutiva.
La lingüística seria, pues, una ciencia estrictamente histórica. En efecto, si el destino de
los pueblos viene determinado por su condición histórica, y si el lenguaje es un producto
de la actividad de esos pueblos en busca de la expresión cada vez más adecuada de su
propio carácter, entonces habríamos de afirmar que el lenguaje es un fenómeno
esencialmente histórico.

El segundo de los aspectos históricos del lenguaje es más bien externo al lenguaje
mismo, mas no por eso carente de importancia, ya que todas las lenguas muestran en sí
las huellas de los acontecimientos políticos, sociales y culturales operados en el seno de
sus respectivas comunidades de hablantes. Por esta razón podría afirmarse que la historia
de una lengua forma parte de la historia de una nación.

De todos modos, si queremos abarcar la realidad total del lenguaje, hemos de


considerarlo bajo las tres categorías que miden y definen todo lo histórico: el pasado, el
presente y el futuro. Todo estado de lengua está basado sobre la serie de estados pasados,
al mismo tiempo que apunta hacia una serie de nuevos estados en el futuro. Esta parece
ser la condición real del lenguaje humano. Por eso no es extraño que el método histórico

32
. G. von der Gabelentz, Die Sprachwissenschaft, pág. 15
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
Universidad Nacional de Loja -AEAC 32

entusiasmara a los grandes lingüistas del siglo último, dando por resultado esa asombrosa
investigación histórica de las lenguas que representan las gramáticas y estudios históricos.
Difícilmente es posible rechazar por entero el método histórico en la investigación
del lenguaje; la perspectiva histórica es válida y científica en todos los casos; sólo que no
es la única. Situándose en el extremo opuesto a H. Paul, quien había afirmado que el
método histórico es el único método científico en el estudio del lenguaje, Saussure esta-
bleció la absoluta oposición entre los puntos de vista sincrónico y diacrónico. Por fortuna
nace ya tiempo que esta actitud saussureana quedó superada, siendo la diacronía un
auxiliar efectivo de la investigación sincrónica. Las perspectivas son distintas, pero se
complementan mutuamente. El aspecto evolutivo o histórico de la lengua es cosa distinta
del análisis de la misma como estado o sistema; pero todo estado o sistema es tal en virtud
de la evolución. Por lo demás, parece justificado —sin por ello invalidar los resultados
del método histórico— asignar a la lingüística como tarea propia el análisis del sistema y
funcionamiento de la lengua como un fin en sí mismo. En virtud de este método deja de
ser la lingüística una ciencia histórica, convirtiéndose en disciplina autónoma con objeto y
métodos propios.

En resumen:

La lengua de un pueblo es la expresión más inmediata de la vida espiritual de ese


pueblo, dependiendo por tanto de éste y de su evolución. Con lo cual la lengua es
una parte de la historia de dicho pueblo y la lingüística — en cuanto tiene por objeto
las lenguas y sus destinos—, una ciencia histórica. Y no pasaría de ser esto, una
ciencia histórica, si no concibiera su objeto más amplia y profundamente. Con ello
cesaría de ser ciencia y ya no habría una lingüística, sino las lingüísticas de las
distintas lenguas 33.

Lenguaje y etnología. — Como ciencia de los fenómenos culturales de los pueblos, la


etnología ha tenido siempre en la investigación de las lenguas un auxiliar poderoso. Es
importante observar que el interés por conocer lenguas extrañas y exóticas fue motivado
siempre a lo largo de la historia de la lingüística por razones etnológicas. Así ocurrió en el
siglo XVIII con las descripciones de lenguas, en el siglo XIX con el comparatismo, y en
el siglo XX con los comienzos de la lingüística americana. Esto se comprende fácilmente
por el hecho de que el lenguaje no sólo es el principal vehículo de toda cultura, sino la
base misma del desarrollo cultural. La historia de las lenguas corre siempre pareja con la
33
. G. von der Gabelentz, op. Cit, pág. 14
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
Universidad Nacional de Loja -AEAC 33

historia de, las civilizaciones. Las costumbres de una nación repercuten sobre su lengua
modificándola, y a la inversa, la lengua configura el carácter espiritual de una nación.

Según esto, habríamos de decir que el objeto central en la investigación de la


cultura de un pueblo es la lengua de dicho pueblo; o lo que es lo mismo, que el lenguaje
es el objeto primario de la etnología.

El estudio científico de una cultura —escribe Sapir— no puede prescindir de las


informaciones facilitadas por un estudio lingüístico. Los modelos culturales de una
civilización están inscritos en la lengua que la expresa. Los perfiles de una cultura
no se pueden percibir por la simple observación sin recurrir al simbolismo lingüístico
que los hace inteligibles 34.

Bajo estos supuestos, no se puede negar al etnólogo el derecho a investigar el


lenguaje como objeto de la ciencia por él cultivada. Claro que las conclusiones de su
estudio no estarán en función del lenguaje mismo, sino en función de la etnología. Pero
no por esto se podrá negar que tales investigaciones acerca del lenguaje o acerca de una
lengua dada sean auténticas investigaciones lingüísticas, bien que orientadas hacia fines
extralingüísticos.

Si, no obstante, queremos reservar a la lingüística el estudio del lenguaje


como objeto propio suyo, ha de ser reduciendo el campo visual del fenómeno
lingüístico, de modo que en él solamente entre en consideración el aspecto formal y
funcional del lenguaje como finalidad exclusiva.

En un sentido más general, las mismas reflexiones valen respecto de la relación


entre el lenguaje y la antropología.

Lenguaje v sociología. El lenguaje representa para la sociología un objeto de interés tan


real como para la etnología. Desde el punto de vista sociológico, el lenguaje aparece
como una institución muy peculiar al servicio de la comunicación entre los hombres. Por
esto, y debido a las condiciones sociales en que por necesidad funciona y se desarrolla, no
puede menos de ser objeto de estudio de la sociología. Las técnicas de comunicación
lingüística y las diferencias entre las mismas en los diversos grupos sociales son para el

34
. E. Salir. “The Status of Linguistics as a science”, publicado en Lenguaje, 5. 1929.
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
Universidad Nacional de Loja -AEAC 34

sociólogo indicios de los distintos niveles de organización y desarrollo dentro de la


sociedad.

Son ya clásicas las definiciones saussureanas de la lengua como “la parte social
del lenguaje», como «producto social», como «conjunto de convenciones adoptadas por el
cuerpo social», como «instrumento creado y suministrado por la colectividad»35. En
efecto, la lengua, sistema de signos arbitrarios establecidos «por una especie de contrato
entre los miembros de la comunidad»36, no tiene más validez que la que le confiere el uso
que de ella hace la comunidad de hablantes; por eso, toda su evolución está supeditada a
la del grupo étnico que la usa. Si dicho grupo étnico deja de existir como tal, su lengua
desaparece como lengua viva. Por otra parte, los hábitos lingüísticos determinan en gran
medida la visión del mundo por parte del grupo. Una vez establecida la lengua como
instrumento o medio de comunicación entre los hablantes, la lengua queda compenetrada
con la realidad social.

Otro aspecto importante del carácter sociológico del lenguaje es el intercambio


lingüístico; éste está en proporción directa con los contactos entre grupos sociales
distintos. La teoría de las ondas, propuesta en 1872 por J. Schmidt, es una explicación
irrebatible de este fenómeno sociológico.

Pero el lenguaje no es solamente fenómeno social; a lo largo de estas páginas


vamos viendo su naturaleza compleja; la psicología no puede abarcar la sorprendente
riqueza de sus aspectos. Muchos son los secretos del lenguaje que pueden ser esclarecidos
a la luz de los principios sociológicos; y con todo, son todavía más los que quedan por
esclarecer. La sociología no puede disputar a la lingüística su objeto propio.

Lenguaje y filología..- Los estudios lingüísticos han sido llamados tradicionalmente


estudios filológicos. La filología ha tenido siempre por objeto el estudio de las lenguas y
literaturas, incluidas las instituciones culturales y sociales más típicas y representativas de
los distintos grupos lingüísticos. Más a medida que los campos de la investigación se

35
. Cf. Curso, págs. 51-53
36
Cf. Ibid., pág.58
Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5
Universidad Nacional de Loja -AEAC 35

fueron ensanchando, la filología hubo de ir parcelando sus dominios. Así se introdujeron


las subdivisiones de filología clásica, filología semítica, filología moderna, etc. Todos los
estudios lingüísticos del siglo XIX fueron, por sus métodos y objetivos, estudios
filológicos, girando en lo esencial en torno a la gramática comparada y a la gramática
histórica de las distintas familias de lenguas. Aquí tuvo una importancia especial el
estudio de los textos, sobre todo antiguos, no sólo como monumentos literarios, sino
también como testimonio de las formas pretéritas de las lenguas.

Pero ya el término «lingüística» comenzó a emplearse esporádicamente en el siglo


XIX, junto con el de filologías en los casos en que la investigación se centraba
exclusivamente en el análisis de las formas gramaticales. Todavía hoy suelen emplearse
ambas expresiones sin suficiente distinción (en las secciones de letras de las facultades
universitarias sigue figurando la expresión «filología» para designar las diversas
especialidades de lenguas), por más que el término «lingüística» va arrinconando al
tradicional de filología.

Con el desarrollo de una teoría lingüística que tiene por objeto el análisis interno
de la lengua con vistas a establecer las leyes y modelos de su funcionamiento, el estudio
del lenguaje ha ganado una dimensión especial, y los campos de la filología y de la
lingüística han quedado definitivamente separados.

Lenguaje y estética. — El concepto de estética es un tanto complejo debido a sus


múltiples aspectos y aplicaciones. Aquí lo tomamos en su acepción más general como
teoría de la expresión, incluyendo la estilística y las formas literarias. En este sentido el
lenguaje tiene que ver con la estética, ya que es un medio de expresión que hace uso de
los recursos estilísticos y literarios.

El iniciador de esta concepción del lenguaje fue B. Croce, quien identificó los
problemas científicos de la lingüística con los de la estética en cuanto ciencia de la
expresión. Las ideas de Croce hallaron eco en filólogos alemanes como Vossler y Spitzer,
mientras que en Italia se formó la llamada escuela neolinguística con representantes como
Bertoni y Bartoli.

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


Universidad Nacional de Loja -AEAC 36

Para los neolingüistas, el carácter dominante del lenguaje consiste en ser una
creación constante del mundo del hombre, creación libre y por tanto imitación de la
realidad; por esto es posible identificarlo con el arte, que como tal imita la naturaleza sin
copiarla. Las creaciones del lenguaje suponen una elaboración constante y renovada de
los datos de la experiencia, lo cual determina una gran variedad de estilos y formas de
expresión. Aquí es de considerar la acción individual de los escritores y poetas, cuyas
creaciones influyen con fortuna diversa en la evolución de los idiomas. La aceptación de
una forma lingüística nueva por la comunidad de hablantes supone un juicio de naturaleza
estética en consonancia con el sentimiento dominante en dicha comunidad. Bajo este
aspecto, el cambio lingüístico, tradicionalmente considerado como sujeto a leyes fijas de
aplicación universal, viene a explicarse en el sentido de una norma establecida por el
gusto de los hablantes. Con esto, el valor humano del lenguaje pasa a ocupar el primer
puesto, y la lingüística es considerada como ciencia esencialmente humanística.

El estudio del lenguaje no puede prescindir del estudio de la civilización de que es


reflejo. La historia de una lengua forma parte de la historia cultural de un grupo étnico,
pues en ella se manifiestan en acción los diversos factores, tanto internos como externos,
que van plasmando el carácter espiritual del grupo. Dicho carácter se expresa sobre todo
en la literatura. El análisis lingüístico es esencialmente análisis literario. Los signos
lingüísticos sólo tienen sentido en cuanto símbolos expresivos; una secuencia de sonidos
sin contenido afectivo no sería lenguaje humano. La gramática puede aceptarse como
disciplina pedagógica, como esquema general normativo de las formas de la lengua y de
su uso encaminado al aprendizaje. Sin embargo, lo vivo del lenguaje, lo que éste tiene de
creador, de estético y literario, no depende de las reglas, pues está por encima de ellas.

Bajo estos principios, Croce y la escuela neolinguística identifican la lingüística


con la estética en un solo y mismo objeto: la expresión. La lengua la constituye toda la
serie de sus manifestaciones, ante todo literarias, que son auténticas obras de arte.

Esta consideración del lenguaje en su aspecto estético y estilístico no deja de ser


interesante. En realidad el lenguaje es todo eso, bien que no es sólo eso. Una vez más

Carrera de Lengua y Literatura, Módulo 5


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podemos comprobar aquí que las múltiples facetas del lenguaje son todas ellas verdaderas
y válidas, estando todas en estrecha relación con los diversos aspectos de la vida y del
mundo del hombre. Pero por encima de ellas, y sin negar sus indiscutibles valores, la
lingüística puede y debe ser, como la concebía Gabelentz y la quería Saussure, una
ciencia autónoma que tenga por «único y verdadero objeto la lengua considerada en sí
misma y por sí misma»37.

37
. Curso, pág. 364
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