Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuenta la leyenda que al quedar viuda una mujer decide abandonar su hogar para
huir del recuerdo de su difunto marido.
La viuda se sienta en un cerro, concretamente en una casa blanca muy llamativa por su jardín
repleto de rosas también blancas.
Se dice que la mujer solo se deja ver las noches de luna llena, en las que baja a la ciudad y se
pasea por ella. Según los testigos se dice que va vestida completamente de negro y se pasea
por las calles con una niña.
Lo más intrigante de toda esta leyenda es que se dice que la mujer tiene el poder de encantar
a cualquier hombre, atrayéndolo hacia el cerro y haciéndolos desaparecer.
En cierta ocasión, cerca del cerro encontraron un hombre en muy mal estado, muy flaco y
desnudo, con la cabeza totalmente ida. Tuvieron que amarrarlo y practicarle brujería para que
pudiese recuperar la cordura.
Al volver en sí, argumentó que llego a la casa de aquella mujer, pero que poco más recuerda
de todo lo que le ocurrió bajo el hechizo de aquella misteriosa viuda.
La estatua de Santa rosa de lima
Para la salida del río en 2017 se cuenta que la estatua de Santa
rosa de lima que teníamos en la institución educativa quedo
intacta sin ser dañada por el río.
A pesar que los materiales (mesas, sillas, carpetas) que habían
estado en las aulas fueron totalmente arrastrados por el río la
estatua quedo sin ningún daño.
Este milagro hizo que los creyentes aumentaran más su fe por
Santa Rosa de Lima.
Manuel y las piedras encantadas
Hace tiempo en un pueblo llamado Pedregal Grande habían 2
hermanos de diferente madre, pero del mismo padre, el mayor
de los hermanos se llamaba José y el menor era Manuel.
El padre de los de 2 hermanos (don Jacinto) estaba enfermo
gravemente y el primero de los hermanos era tan avaro que no
podía esperar el momento que su padre falleciera para que le
pueda dejar sus tierras y algo que el tanto anhelaba, unas
hermosas piedras que brillaba más que el sol.
Mientras tanto Manuel estaba tan preocupado por su padre que
no podía pensar en nada que no sea encontrar un buen doctor
para curar a su padre.
-Hay compadre, no sabes el dolor que siento al ver a mi padre
ahí tirado, hay mi padrecito, ¿mi papito lindo, que te paso para
que caigas tan enfermo? – lloraba desconsoladamente Manuel
mientras le contaba a su compadre , mientras tanto José solo lo
escuchaba y miraba con tanto odio, odio que no podía esconder,
así que le respondió -No seas un doble cara Manuel, tu solo
quieres quedarte con las tierras de mi padre, eres un
desgraciaun, lárgate de aquí, nadie te quiere aquí- le dijo a su
hermano, Manuel tan solo lo escuchaba no quería discutir con su
hermano el la situación que se encontraban.
Pasaron Semanas y la salud de don Jacinto empeoraba, y Manuel
ya no sabía que hacer, así que solo se resignó, al morir don
Jacinto, José y Manuel fueron a ver que terrenos había dejado y
como se repartirían, José le hablo a Manuel -Por ser el mayor
merezco tener las piedras que nuestros antepasados nos dejaron
como herencia- Manuel le respondió -José, nuestro padre nunca
hablo de esas piedras, seguro los dejo encargau con alguno de
sus amigos como ultima voluntad- José, molesto por lo que decía
Manuel le dijo -No Manuel, esas piedras deben pertenecerme a
mi- exclamó molestos el mayor de los hermanos, en ese
momento uno de sus tíos se les acerco y les dijo -Sobrinos ,
buenas tardes , solo viene a cumplir la última voluntad de mi
hermano- dijo don Salvador -Las piedras tan preciadas para
nuestra familia, hoy estarán en manos de mi querido sobrino
Manuel- Manuel estaba sorprendido pero feliz porque iba a
tener aquella herencia que cualquiera de la familia hubiera
querido, pero…. José que pensaba de eso? -¡¡¿Cómo es eso?
¡¡¡ Manuel tendrá las piedras?¡¡, no puedo tolerar eso, yo debo
tener esas piedras¡¡¡- dijo José muy pero muy enojado, el salió
de ese lugar muy molesto.
José solo podía pensar en como vengarse de su hermano y
conseguir esas piedras, y la única manera que se le ocurrió fue de
asesinarlo.
Manuel planeaba ir a enterrar esas piedras para no tener
problemas con su hermano, pero de pronto sintió que alguien
golpeó su cabeza tan fuerte que cayó al suelo inconsciente.
José al enterarse de la muerte de su hermano no lo pensó más y
fue a ver a su tío para que le diera aquellas piedras.
-no puede ser, quien habrá sido ese desgraciau que mato a mi
cholito- decía don Salvador, José sin pena alguna se acerco y le
dijo -Tío, Manuel ya murió, yo soy el que ahora debe tener esas
piedras- don Salvador le dijo – en el lugar donde murió Manuel
estaban las piedras- el no le dijo ni un solo detalle más.
José fue a ese lugar, y empezó a buscar las piedras, hasta que bio
que en una hueco en el suelo, hay estaban esas piedras el no
dudo y se los quiso llevar, pero no sintió cuando la policía llego y
lo detuvo.
Su tío salvador nunca le había dado la dirección, y en ese
momento llamo a la policía.
José decía que lo suelten que el era inocente, pero encontraron
tantas coincidencias, que lo declararon culpable.
Le dieron 20 años de cárcel y aun así José nunca sintió nada
aparte de odio y envidia por su hermano menor, y tan solo por
aquella herencia que él quería poseer.
FIN
Había una vez en una ciudad llamada Esperanza, un lugar donde la
delincuencia parecía haber tomado el control. La gente vivía con
miedo, sus vidas estaban marcadas por la inseguridad y la
desconfianza. Sin embargo, en medio de esta oscuridad, un rayo de
esperanza brillaba en la forma de un joven llamado Lucas.
Una noche, mientras paseaba por las calles oscuras de Esperanza, Lucas
vio a un grupo de jóvenes involucrados en actividades sospechosas.
Sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Fue en busca de
ayuda y encontró a la Sra. Marta, una anciana que había vivido en
Esperanza durante décadas y conocía todos los rincones de la ciudad.
FIN