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Mitología clásica (IES ATENEA)

TEMA 1: TEOGONÍA DE HESÍODO: CAOS, COSMOS Y EROS

Ante todo, cantemos a las Musas Heliconiadas que del Helicón habitan la enorme y santa montaña,
y con sus pies ligeros danzan en torno a la fuente violeta y al altar del poderosísimo Cronión; y
que, tras de lavar su cuerpo delicado en el Permeso, o en la Hipocrene, o en el Olmeo sagrado,
sobre la cumbre del Helicón, forman encantadores coros y agitan los pies rápidamente.
Precipitándose desde allí, envueltas en un aire denso, elevan en la noche su hermosa voz y loan a
Zeus tempestuoso, y a la venerable Hera, la argina, que camina con sandalias doradas; y a la hija
de Zeus tempestuoso, Atenea la de los ojos claros; y a Febo Apolo, y a Artemisa, contenta de
arrojar sus flechas; y a Poseidón, que contiene la tierra y la sacude; y a Temis la venerable, y a
Afrodita la de párpados redondeados, y a Hebe, adornada de una de oro; ya a la bella Dione, y a
Eos, y al gran Helios, y a la luciente Selene, y a Latona, y a Yapeto, y al sagaz Cronos, y a Gea, y
al Océano, y a la negra Nix, y a la raza sagrada de los demás Inmortales que siempre viven.
En otro tiempo, a Hesiodo enseñaron ellas un hermoso canto mientras apacentaba él sus rebaños
bajo Helicón sagrado. Y por lo pronto, me hablaron así esas Diosas, las Musas del Olimpo, hijas
de Zeus Tempestuoso:
–Pastores que pasáis la vida al aire libre, raza vil, que no sois más que vientres: nosotros sabemos
decir numerosas, verosímiles ficciones; pero también, cuando nos place, sabemos ensalzar la
verdad.
Hablaron así las hijas veraces del gran Zeus, y me dieron como báculo pastoril una rama de verde
laurel admirable de coger; y me inspiraron una voz divina, con objeto de que pudiese yo decir las
cosas pasadas y futuras; y me ordenaron que cantase a la raza de los dichosos Inmortales y a ellas
mismas, que cantara siempre desde el principio hasta el fin. Pero ¿a qué permanecer alrededor de
la encina y de la roca?
Teogonía, Hesiodo

Hesíodo (circa 700 a.C.) fue un poeta épico y didáctico beocio del que se conservan dos poemas,
Teogonia y Los trabajos y los días, que pueden ser considerados obras auténticas de Hesíodo, a
pesar de que no se acepta de manera universal que pertenezcan al mismo poeta. La Teogonia
(Theogonia, «nacimiento o generación de los dioses») es una historia cronológica de los diferentes
orígenes de los dioses y explica cómo surgieron el universo y los principales dioses y diosas y cómo
se estableció el orden divino de Zeus, el tercer gobernante del universo. Dado que no se trata sólo
de una versión muy antigua de estos temas, sino que el poema de Hesíodo se convirtió en la
canónica, es un documento mitológico de primera importancia y será muy importante para nosotros
a la hora de estudiar durante este curso. Se cuenta en él también cómo Zeus se impuso sobre la
rebelión protagonizada por el monstruoso y temible Tifón.
Tiempo después de la época de Hesíodo, quizá a comienzos del siglo VI a.C., un autor decidió
componer una continuación de la Teogonia y ampliarla con las genealogías de las principales
familias de héroes. Ya que el origen de todas y cada una de las principales familias heroicas surge
del encuentro de un dios y una mujer mortal, el nuevo poema (o una buena parte del resultado de la
combinación de ambos) recibió el nombre de Catálogo de mujeres.

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En primer lugar, según Hesíodo, fue Caos. Esta palabra, que significa literalmente «el vacío que se
produce en una abertura», supone mucho más que un mero vacío; ya que Caos es un elemento
original del universo, una realidad lóbrega que será representada en las sucesivas genealogías como
la fuente de buena parte de todo lo que es oscuro y negativo en el mundo. Hay que señalar que
Hesíodo lo imagina sólido, lo suficiente como para ser afectado por el calor del rayo de Zeus.
Cuando la imagen del universo quede ya completamente estructurada, su emplazamiento estará
entre la Tierra y la más profunda de las regiones, el Tártaro.
Si lo primero fue Caos, a continuación entran tres seres: primero
Gea (la Tierra) de amplio seno, el siempre seguro asiento de los
dioses; después el tenebroso Tártaro en lo más profundo de la
tierra de anchos senderos, y finalmente Eros, la personificación del
amor o, quizá sea más preciso decir, la personificación del deseo.
Aunque muy a menudo se asume que los tres son descendientes de
Caos, no es algo que afirme abiertamente Hesíodo, ya que el
surgimiento de Caos y de sus tres descendientes se señala en una
misma frase con un mismo verbo, geneto («llegó a ser»). Cabe
decir de un modo más apropiado que Gea, Tártaro y Eros son
realidades primordiales, como Caos, que llegaron a la existencia
de manera independiente a éste. Caos formará una familia propia,
como veremos, a partir de sus dos hijos.

De esos cuatro seres primordiales, sólo dos tendrán importancia genealógica, Caos y, sobre todo,
Gea. Eros aparece en este momento tan temprano porque es el motor que conducirá los procesos de
emparejamiento y procreación que harán que todo lo demás llegue a ser. Como un agente mítico, se
puede representar en variedad de formas, bien como una fuerza antigua y todopoderosa como en el
contexto presente, o bien como un dios joven (incluso niño) y travieso que inspira el deseo de
procreación en todos los seres vivos que azuza a dioses y a mortales con sus flechas para
inflamarlos de deseo. [...] Resulta difícil explicar por qué Hesíodo ha incluido a Tártaro entre estos
primeros seres. Quizá se debe a que Tártaro está muy alejado de todo lo demás en el mundo, ya que
se trataba de la última región inferior del universo entero, muy distante de la tierra (o en sus más
profundas simas), incluso a un nivel más bajo que el Hades. Se afirma en un pasaje de la Teogonia
que el Tártaro está tan alejado de la tierra como el cielo, y que un yunque de bronce arrojado desde
la tierra caería durante nueve días y nueve noches y llegaría al Tártaro en el décimo. De acuerdo con
la Ilíada de Homero, en una medición comparable pero distinta, las puertas y el umbral del Tártaro
«tan dentro de Hades están como el cielo dista de la tierra». Según la concepción original, el Tártaro
servía como una prisión remota y segura para dioses desterrados, y estaba completamente separado
del Hades, que era la morada de los muertos. En el transcurso del tiempo, sin embargo, se borró la
distinción entre Tártaro y Hades, y desde Platón en adelante se utiliza Tártaro para nombrar a una
región del Hades en la que los muertos indignos sufren castigos póstumos. A menudo se
mencionaba al Tártaro personificado como padre de hijos siniestros, por ejemplo, de Tifón en la
Teogonia, o Equidna y Tánato (la Muerte) en fuentes posteriores.
El siguiente estadio del desarrollo del universo empieza cuando el Caos y Gea comienzan a tener
hijos de sí mismos sin contacto con ningún ser masculino. Caos engendra un hijo y una hija por
sus propios medios: Erebo y la negra Noche (Nyx en griego). La Noche es más importante que su

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hermano, ya que ella será la que engendre la rama principal de la familia de Caos al dar a luz sola
una lúgubre progenie. En la mayoría de las fuentes, los hijos y nietos de la Noche no tenían mucha
importancia, sino que se trataba sólo de personificaciones de fuerzas oscuras, destructivas y
negativas. Erebo es un hermano acorde con la Noche, como personificación de la oscuridad,
especialmente de la oscuridad del mundo subterráneo, y se usó su nombre en muchas ocasiones, a
partir de la época de Homero en adelante, para designar poéticamente los Infiernos en su naturaleza
de reino de lo tenebroso. Engendró a dos hijos con la Noche: una hija, Día (Hemera en griego) y su
hermano Eter (Aither) que personifica la luminosidad tal y como se manifiesta en las claras auras
superiores. Aunque pueda parecer extraño que en una familia dominada por la oscuridad nazcan
estos dos hijos tan radiantes, resulta perfectamente lógico ya que la Noche y el Día, y la oscuridad y
la luz, son tan opuestos que están interrelacionados y que se suceden mutuamente. La luz entra en el
mundo después que la oscuridad, porque su nacimiento marca un avance positivo en el desarrollo
del universo. Desde el período clásico en adelante, Hemera fue muy a menudo identificada con Eos
(Aurora), la diosa que trae la luz del día.
Si Caos será el progenitor de todas las fuerzas negativas y dañinas a través de su hija Noche, Gea lo
será de todo lo que es positivo y sustancial en el mundo, incluidas las características del universo
físico que surgirán después, y de las divinidades que presiden todos los elementos de la naturaleza,
así como de todos los dioses y diosas. La familia de Gea se constituye de un modo distinto a la de
Caos, ya que Gea engendrará a dos seres masculinos y luego, a partir de ellos, dos descendencias
distintas con unas características muy diferentes. El primero y más importante de sus hijos nacidos
sin intervención masculina es «el estrellado Urano (Cielo) igual a ella, para que la cubra por todos
sus lados»; y a continuación genera dos características prominentes de su propia topografía que, en
cierto modo, podrían ser entendidas como diferentes a ella: las Montañas (Onrea) y el «profundo
mar con sus agitadas olas», personificado en Ponto o Mar. Gea tomará a Urano como consorte para
fundar la principal familia divina de la que surgirán los dioses y diosas olímpicos; por otra parte
fundará una familia menor y de naturaleza específicamente marítima a través de su relación con
Ponto, compuesta principalmente por dioses marinos, ninfas y seres de una naturaleza grotesca y
monstruosa que necesariamente quedarán al margen de las divinidades olímpicas.
En resumen, hay cuatro seres primordiales: Caos, Gea, Tártaro y Eros, que en apariencia
llegaron a la existencia de modo independiente unos de otros. Los dos que tuvieron una importancia
genealógica, Caos y Gea, llevaron a cabo la fundación de las tres grandes familias del sistema de
Hesíodo mediante la generación de hijos por sí mismos: Caos engendrará a una hija (Noche) que
originará una familia a través de partenogénesis; Gea, dos hijos con los que se emparejará para dar
lugar a dos familias por el proceso habitual de generación. Dado que la familia de Noche, la hija de
Caos, ocupa un lugar propio en el esquema hesiódico, comenzaremos con ella antes de pasar a
hablar de las dos líneas genealógicas que parten de Gea: la más importante, a partir de su unión con
Urano; la menos importante, de sus relaciones con Ponto.

Bibliografía: El gran libro de la mitología griega, Robin Hard, La esfera de los libros (2016)

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