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Autor: Nikitin
Condiciones externas
El académico Yourri Kobzarev ha traído sin saberlo, agua a mi molino al escribir, en
1984: "En toda actividad humana, sólo condiciones externas óptimas permiten
desarrollar al máximo las capacidades".
¿Qué condiciones han presidido tan excelente éxito en cinco años de actividad
pedagógica?
1. Garik nació en una ciudad "ajedrecística" donde a menudo se organizaban
campeonatos nacionales. En Bakú vivían excelentes maestros y pedagogos expertos.
Además, el principio de los años setenta, marcó precisamente la aparición, en el círculo
de ajedrez del palacio de los colonizadores, de un grupo de talentosos chicos entre los
que destacaban Elmar Maguerramov, Rostislav Korsounski y Ratchik Tavadian. Garrik
analizaba las partidas con ellos, resolvía los problemas y los estudiaba, disputaba
competiciones. Todas las preguntas que surgían en sus infantiles cabezas eran objeto de
discusión general. Los talentos ajedrecísticos se desarrollaban con prontitud en un
ambiente tan creativo. Muchos de los niños dotados y trabajadores no pudieron penetrar
en el ambiente del ajedrez de alto nivel por la única razón de que vivían en el campo o
en un pequeño pueblo y no se podían beneficiar de un entorno adecuado.
2. Garik creció en una familia unida donde se amaba a los niños. La familia ayudó a
la madre a cuidar de un niño superdotado. Cuando la idea de que el ajedrez era su vida
tomó cuerpo, nadie tuvo la menor duda, nadie sembró la menor reticencia en el espíritu
del niño. El apoyo de los padres, aunque sólo sea moral, es para un niño dotado como la
tierra negra y fértil para una planta.
3. En 1973, justo después del campeonato júnior de Vilnius, la escuela de Botvinnik
abrió de nuevo sus puertas, y aquí fue donde el niño pasó su infancia ajedrecística.
Botvinnik ha dado mucho a Garik y durante mucho tiempo fue como un sólido muro
contra cualquier ataque. La inmensa autoridad de que gozaba Botvinnik permitió situar
a Garik en la órbita del ajedrez de alto nivel en el momento cuando ya estaba a punto
para las competiciones más importantes. El hombre no perdió el tiempo y su fuerza en
el ajedrez aumentó año a año. Un buen profesor es una suerte para un alumno.
4. Por una feliz casualidad de lazar, volví a Vilinius en 1973; entonces ya habíamos
entrado en contacto y los intercambios productivos desde entonces, no han dejado de
multiplicarse. Yo tenía gran experiencia, bastante fuerza práctica, sentido de la
organización, de la planificación y de la gestión en un trabajo de investigación. Tenía
muchas ideas que podía llevar a la práctica con Garik. Él conseguía asimilar
rápidamente gran cantidad de conocimientos y consiguió llegar a ser rápidamente
también un jugador de primera. Incluso mi guerra con Karpov incidió felizmente en
Garik. A partir de 1977, pude pasar mucho más tiempo con él. Sin saberlo, con su
actitud ostrática,, según mi punto de vista, los altos dirigentes deportivos iniciaron una
especie de experiencia que consistía en preparar de forma acelerada un jugador capaz de
batir a Karpov. El éxito de la operación fue total.
5. El grupo pedagógico original que rodeaba al chico en esta época, era sólido y
eficaz. Nadie intentaba dominar. Todo el mundo pagaba su cuota a la causa común. Mi
reconocimiento se dirige a mis colegas, Klara Chaguénovna, que lo había sacrificado
todo para educar a su hijo, y, por último, a Mikhail Botvinnik, que garantiza la dirección
general del aprendizaje aportando una considerable ayuda.
El calculo de variantes con solo 10 años !!! se puede formar
En la escuela de Petrosian, trabajé mucho para desarrollar en los niños la capacidad de
cálculo de las variantes, estimando que esto era una prueba de progreso. En Garri, esta
facultad ya estaba formada a la edad de diez años. Después de cada partida, vertía, como
una cascada, largas variantes sobre su compañero, cuya idea le había venido durante la
partida. Yo le contrariaba diciéndole que en él la eliminación de exceso de información
se producía por la boca. Después de Minsk, hicimos la prueba definitiva: sus
capacidades de cálculo sobrepasaban su comprensión de las posiciones hasta el punto de
destruir resueltamente ésta última. Cuando uno se enfrenta con grandes y expertos
maestros, este desequilibrio puede ser el origen de disgustos. Su técnica para obtener
ventaja también era defectuosa. En este punto, debíamos trabajar, para mejorar, tanto el
terreno ajedrecístico como el psicológico. Una vez obtenida la ventaja, Garri relajaba su
atención y la presión ejercida anteriormente se debilitaba. Esperaba ver cómo su
compañero perdía solo. Nuestro protegido pronto se dejaba convencer de la necesidad
de abordar una etapa de esfuerzos sostenidos. La perspectiva de una bonita entrada al
centro de la élite del ajedrez, era muy alentadora y él trabajó prácticamente seis meses
sin interrupción con Chakarov, que actuaba como refuerzo, y conmigo.
El camino a GM
En 1980, Chakarov y yo mismo nos ocupábamos de Garri. Teníamos más trabajo del
que podíamos abarcar, pero desbordábamos energía. Además, nos entregábamos en
cuerpo y alma a nuestra nueva ocupación: conducir al jugador a la categoría de gran
maestro. A medida que mi alumno progresaba, cada vez me sentía mejor entrenador.
Varias cosas daban un aire universitario: los libros de los grandes pedagogos y
entrenadores que evocaban su experiencia con los jóvenes deportistas, largas entrevistas
con nuestros venerables ex campeones, mis propias observaciones, mis reflexiones
sobre los errores que me habían obstaculizado el camino de gran maestro en mí ya
lejana juventud. Nunca seguí ningún curso en una institución especializada, no servían
para nada. Estaba convencido de que no se aprende a ser entrenador, sino que se llega a
entrenador. La vida daba un latigazo a mi progreso o, más exactamente, el compromiso
adquirido de formar a quien releve a Karpov en la cima de la jerarquía.