Está en la página 1de 7

Libro: Kasparov

Autor: Nikitin

Cantidad de partidas a jugar en el año


Botvinnik protegía celosamente a sus alumnos, y su ayuda no se limitaba a simples
consejos. Si era necesario, podía telefonear o escribir a cualquier funcionario y los
obstáculos artificiales que detenían a uno de sus protegidos se superaban con facilidad;
su nombre gozaba de un gran prestigio. Prohibía a los más dotados que jugaran más de
cincuenta partidas serias al año y cuidaba de que esta regla se cumpliera rigurosamente.
Explicaba hasta la saciedad, a los niños y a los entrenadores, que esta exigencia no era
un capricho: "Quien aspira a ser un verdadero jugador de ajedrez debe saber hacer
muchas cosas. Debe saber trabajar solo, prepararse para cada competición, analizar los
resultados de cada torneo que ha jugado y aprender a no contentarse con estudiar las
aperturas. También debe saber descansar, recuperarse después de una competición. Si
no lo consigue, el ajedrez no será un arte para él, no será una fuente de alegrías, sino un
oficio que acabará por fastidiarle. Por esto, no se debe jugar ni mucho ni muy a
menudo".

Dosificar los conocimientos


Mis primeros años de trabajo con el escolar de Bakú constituyeron mis
"universalidades" y me permitieron sacar provecho, con total eficacia, de mi experiencia
de la vida y del ajedrez. Había estudiado como Botvinnik actuaba con los niños; había
estudiado leyendo libros escritos por eminentes entrenadores y psicólogos deportivos;
había estudiado recordando y analizando los errores de mi propio camino ajedrecístico.
Desde nuestros primeros encuentros, me había visto sorprendido por la capacidad
intelectual de Garik, su aptitud para la lectura rápida y su sed insaciable de aprender.
Este niño era capaz de leer en un año las obras de una gran biblioteca especializada y de
sumergirse en una flota de información vertida a granel sobre él. Por esto, era necesario
empezar por establecer una rigurosa dosificación de los conocimientos, de forma que
esta misma dosificación produzca un efecto adecuado en cada sesión de estudio.
Seleccionar la información correcta es una tarea importante y delicada. Juzgar lo que el
alumno necesita inmediatamente y lo que necesitará un poco más adelante, lo que sólo
hace falta que comprenda o lo que obligatoriamente debe retener, sólo está al alcance de
un entrenador que haya visto mucho y haya reflexionado mucho sobre el ajedrez.
En primer lugar, envié a Garik una selección de buenas partidas para que su memoria
se impregnara de las situaciones típicas, de los procedimientos técnicos y de bonitas
combinaciones. Muy pronto, ya no fue necesario especificar lo que merecía que
retuviera en la memoria. El chico tenía total facilidad para saber por qué se le proponía
un material u otro. Al cabo de un año, me devolvía las respuestas justas, destacando al
mismo tiempo os errores de los comentadores y añadiendo notas pertinentes que
testimoniaban la evolución de su comprensión del ajedrez. Cuando, en 1976, le propuse
resolver difíciles ejercicios obtenidos de un libro de reciente publicación Avec les
grands maitres, que se dirigía a jugadores muy cualificados, él demostró que casi un
tercio de los ejercicios requerían respuestas totalmente diferentes de las propuestas por
el autor.
Mis envíos contenían también todo lo que podía satisfacer su curiosidad y
desarrollar, al mismo tiempo, su espíritu lógico. Así, en uno de mis paquetes de 1975
para Bakú, se "codeaban" un reciente número del Informador del ajedrez, una selección
de artículos sobre los finales que le ayudaría a resolver los problemas propuestos por
Dvoretski, numerosos comentarios de Spasski en los que se exponían sus métodos
posicionales, un libro de David Bronstein (L'art du combat aux echecs) sobre un torneo
internacional de grandes maestros, seguido de una demanda: que Garik mirara
cuidadosamente cómo los buenos jugadores trataban las posiciones en la defensa India
de Rey. También había un juego que aparecía de sopetón y que permitía apreciar mejor
la ocupación del espacio e interesantes artículos de la materia preferida de Garik: la
historia.
Como ya he dicho, Botvinnik, Dvoretski y yo mismo, nos esforzábamos durante los
primeros años, por hacer los problemas lo más interesantes posible; los presentábamos
bajo una forma casi lúdica, teniendo en cuenta la edad del alumno. Sin embargo, este
sistema se acabó a medida que el material era cada vez más complicado y que Garik se
acostumbraba a trabajar seriamente. Botvinnik disfrutaba disertando sobre problemas
generales de estrategia con el niño; Dvoretski le empujaba hacia las vastas extensiones
de los finales y yo debía establecer con él un repertorio de aperturas. Yo no me apresuré
en iniciar esta tarea: primero se debían determinar los gustos ajedrecísticos del
muchacho y modificar ligeramente algunos durante los estudios de las bases de la
estrategia general del ajedrez.
Resolviendo nuestros problemas, Garik aprendió, poco a poco, a analizar las
posiciones de las aperturas independientemente de sus preferencias. Seguía aportando,
también, en el estudio del estadio inicial de la partida, su costumbre de forjarse su
propia opinión sobre cada posición cuando respondía a nuestros ejercicios. Así,
encontrar ideas nuevas al principio de cada partida, jamás representó para él un fin en sí
mismo, sino simplemente el resultado intermedio en la búsqueda normal de una
solución.
El primer análisis que contenía una novedad, que me envió en mayo de 1975, trataba
una apertura que no utilizaba jamás. Durante los cursos de la selección júnior de
Azerbaiján, el gran maestro Vladimir Baguirov había propuesto a los niños, que
examinaran la posición - 1.¤f3 d5 2.g3 ¤f6 3.¥g2 ¥f5 4.c4 e6 5.£b3 y jugar la
recomendación de Mark Taïmanov: 5...¤a6 Una vez en casa, Garik encontró una
refutación con 6.£b5+! c6 7.£xb7 ¤b4 8.¤e5! ¤d7! 9.¤xd7 ¤c2+ 10.¢d1 ¤xa1 11.e4!
dxe4 12.¤e5! ¥g6 13.¤xg6 hxg6 14.¥xe4 y el abandono de las negras.
A partir de mediados de 1976, con la aparición de Chakarov en nuestro grupo,
empezó la búsqueda sistemática en el repertorio de aperturas, teniendo en cuenta los
constantes progresos del chico en la técnica de juego, su aptitud natural para notar las
situaciones más complicadas y, por descontado, su extraordinaria memoria. De entrada,
yo orientaba a Garik hacia la necesidad de poseer un amplio repertorio de aperturas. Y
no sólo para complicar el trabajo de sus adversarios. No, un repertorio extenso permite
elegir cada vez el tipo de lucha adaptado al estilo de juego, a la posición del jugador en
la competición e incluso, a su humor actual. Ante el estudio de un sistema de apertura.
Garik examinaba varias partidas ejemplares que presentaban las principales finezas de
la apertura y las faltas características. La elección de esas partidas era un tema delicado,
condicionado por la erudición del entrenador y su fuerza en el ajedrez. Cada
información debía ser despojada de cualquier superfluidad. E, incluso, para obtener
mejor partido, debía dosificarse en la cantidad ideal. Al principio, no siempre controlaba
el volumen de trabajo personal presentado por el chico. Todo le interesaba hasta su
punto más alto, siempre quería saber más y lo más pronto posible. Pronto estuvo
saturado de información y presentaba los síntomas de lo que llamo la enfermedad del
"señor sabelotodo". Su memoria retenía todo lo que se le hacía entrar, pero el proceso
consistía en dar un sentido a lo que había leído. Se producía una memorización
mecánica de las variantes, peor, como el chico no había tenido tiempo de ordenar sus
ideas, éstas se entremezclaban en su cerebro. Tigran Petrossian, por su parte, llamaba a
esto, el síndrome de los niños del Informador. Actualmente, la mayoría de estos jóvenes
jugadores se ven afectados por ella, sobre todo en el extranjero donde la informatización
del ajedrez ha aumentado brutalmente el volumen de informaciones susceptibles de ser
recogidas.

Juego posicional, suma de pequeñas ventajas


Por primera vez, estuve a su lado durante toda una competición y vi lo difícil que era
trabajar con Garik cuando sobreestimaba sus posibilidades. Aquí empezaron serias
dificultades vinculadas a la psicología del ajedrez. Klara Chaguénovna intentó regular
esta clase de problemas. Yo intentaba mejorar el juego de Garik proponiéndole que
adoptara un estilo que no era habitual en él. Mi programa entusiasmó a Garik. Se
esforzó por modular su juego antes de fin de año - esto significa que un jugador es
capaz en una misma partida de librar batalla pasando de un estilo combinatorio agudo a
un juego de posiciones y, al contrario -. Por lo tanto, seleccioné varias partidas en las
que siempre había obtenido notables victorias gracias a la acumulación de pequeños
pluses posicionales tan ínfimos que los dos adversarios tenían la impresión de no
avanzar. Pero una veintena de movimientos más tarde, nos dimos cuenta de que un par
de contrincantes tuvieron que capitular. Ganar una partida con esa "inmovilidad", es la
definición que yo daba de este sutil procedimiento estratégico que consistía en operar, a
espaldas del adversario, un reagrupamiento de las fuerzas, de modo que se provoque
una nueva situación que le atrapa desprevenido. No tenía la intención de modificar el
estilo de Garik, pero me parecía indispensable diversificar el arsenal de sus medios
técnicos. Recogimos los frutos de nuestro trabajo un año más tarde de una forma que no
nos esperábamos. Garik tomó gusto a este método de reagrupamiento discreto de
fuerzas. Lo asimiló y lo adaptó a su propio estilo, aprendiendo a transferir con rapidez e
insidiosamente sus fuerzas sobre el lugar de las acciones decisivas.

Competencia y entrenamiento (forma deportiva)


El campeonato nacional júnior por equipos se convocó en medio de todas nuestras
preocupaciones. Garik se entregó a él con los nuevos. Mientras que Garik no se forjó un
comportamiento profesional con el ajedrez, o más exactamente, no fue lo bastante
maduro para dominar todas las finezas necesarias para el ejercicio de su profesión, los
períodos de expansión alternaron con los períodos de ajedrez creativo. Durante estos, no
podía obligarse a trabajar con todas sus fuerzas. Estábamos totalmente entregados a
erradicar sus defectos y a adquirir nuevas cualidades. Hubiera sido mejor no competir
durante este período. Generalmente, no se combate en las fases de rearmamento. A la
anarquía de su cabeza respondía una anarquía en el juego; sin embargo, Garik obtuvo en
Moscú un resultado muy honorable. Me hice la reflexión de que lo debía a su progresión
en su juego.

Amor al ajedrez, beber y comer ajedrez


En la escuela de Petrossian, conocí chicos y chicas con grandes posibilidades, con un
pensamiento original y perdidamente enamorados del ajedrez. Estaban dispuestos a
pasar delante del tablero de ajedrez todo el tiempo que fuera necesario, a estudiar libros
y revistas, a seguir clases, cuando los otros niños aún juegan en la calle. Y todo esto
para intentar penetrar en los misterios de este venerable juego. Normalmente, poseen un
gran talento y cuando les observo no puedo dejar de preguntarme si yo podría formar
otro genio del ajedrez como Garri Kasparov, Y, francamente, no he podido responder
afirmativamente a esta pregunta, ya que, desde hace mucho tiempo, tengo la certeza de
que aunque un niño posea un talento fenomenal, un don de Dios, es indispensable que
un feliz número de circunstancias se den todas a la vez en una serie de condiciones
como las que me han permitido tallar el diamante de Bakú, con una eficacia y en un
tiempo extraordinario.

Condiciones externas
El académico Yourri Kobzarev ha traído sin saberlo, agua a mi molino al escribir, en
1984: "En toda actividad humana, sólo condiciones externas óptimas permiten
desarrollar al máximo las capacidades".
¿Qué condiciones han presidido tan excelente éxito en cinco años de actividad
pedagógica?
1. Garik nació en una ciudad "ajedrecística" donde a menudo se organizaban
campeonatos nacionales. En Bakú vivían excelentes maestros y pedagogos expertos.
Además, el principio de los años setenta, marcó precisamente la aparición, en el círculo
de ajedrez del palacio de los colonizadores, de un grupo de talentosos chicos entre los
que destacaban Elmar Maguerramov, Rostislav Korsounski y Ratchik Tavadian. Garrik
analizaba las partidas con ellos, resolvía los problemas y los estudiaba, disputaba
competiciones. Todas las preguntas que surgían en sus infantiles cabezas eran objeto de
discusión general. Los talentos ajedrecísticos se desarrollaban con prontitud en un
ambiente tan creativo. Muchos de los niños dotados y trabajadores no pudieron penetrar
en el ambiente del ajedrez de alto nivel por la única razón de que vivían en el campo o
en un pequeño pueblo y no se podían beneficiar de un entorno adecuado.
2. Garik creció en una familia unida donde se amaba a los niños. La familia ayudó a
la madre a cuidar de un niño superdotado. Cuando la idea de que el ajedrez era su vida
tomó cuerpo, nadie tuvo la menor duda, nadie sembró la menor reticencia en el espíritu
del niño. El apoyo de los padres, aunque sólo sea moral, es para un niño dotado como la
tierra negra y fértil para una planta.
3. En 1973, justo después del campeonato júnior de Vilnius, la escuela de Botvinnik
abrió de nuevo sus puertas, y aquí fue donde el niño pasó su infancia ajedrecística.
Botvinnik ha dado mucho a Garik y durante mucho tiempo fue como un sólido muro
contra cualquier ataque. La inmensa autoridad de que gozaba Botvinnik permitió situar
a Garik en la órbita del ajedrez de alto nivel en el momento cuando ya estaba a punto
para las competiciones más importantes. El hombre no perdió el tiempo y su fuerza en
el ajedrez aumentó año a año. Un buen profesor es una suerte para un alumno.
4. Por una feliz casualidad de lazar, volví a Vilinius en 1973; entonces ya habíamos
entrado en contacto y los intercambios productivos desde entonces, no han dejado de
multiplicarse. Yo tenía gran experiencia, bastante fuerza práctica, sentido de la
organización, de la planificación y de la gestión en un trabajo de investigación. Tenía
muchas ideas que podía llevar a la práctica con Garik. Él conseguía asimilar
rápidamente gran cantidad de conocimientos y consiguió llegar a ser rápidamente
también un jugador de primera. Incluso mi guerra con Karpov incidió felizmente en
Garik. A partir de 1977, pude pasar mucho más tiempo con él. Sin saberlo, con su
actitud ostrática,, según mi punto de vista, los altos dirigentes deportivos iniciaron una
especie de experiencia que consistía en preparar de forma acelerada un jugador capaz de
batir a Karpov. El éxito de la operación fue total.
5. El grupo pedagógico original que rodeaba al chico en esta época, era sólido y
eficaz. Nadie intentaba dominar. Todo el mundo pagaba su cuota a la causa común. Mi
reconocimiento se dirige a mis colegas, Klara Chaguénovna, que lo había sacrificado
todo para educar a su hijo, y, por último, a Mikhail Botvinnik, que garantiza la dirección
general del aprendizaje aportando una considerable ayuda.
El calculo de variantes con solo 10 años !!! se puede formar
En la escuela de Petrosian, trabajé mucho para desarrollar en los niños la capacidad de
cálculo de las variantes, estimando que esto era una prueba de progreso. En Garri, esta
facultad ya estaba formada a la edad de diez años. Después de cada partida, vertía, como
una cascada, largas variantes sobre su compañero, cuya idea le había venido durante la
partida. Yo le contrariaba diciéndole que en él la eliminación de exceso de información
se producía por la boca. Después de Minsk, hicimos la prueba definitiva: sus
capacidades de cálculo sobrepasaban su comprensión de las posiciones hasta el punto de
destruir resueltamente ésta última. Cuando uno se enfrenta con grandes y expertos
maestros, este desequilibrio puede ser el origen de disgustos. Su técnica para obtener
ventaja también era defectuosa. En este punto, debíamos trabajar, para mejorar, tanto el
terreno ajedrecístico como el psicológico. Una vez obtenida la ventaja, Garri relajaba su
atención y la presión ejercida anteriormente se debilitaba. Esperaba ver cómo su
compañero perdía solo. Nuestro protegido pronto se dejaba convencer de la necesidad
de abordar una etapa de esfuerzos sostenidos. La perspectiva de una bonita entrada al
centro de la élite del ajedrez, era muy alentadora y él trabajó prácticamente seis meses
sin interrupción con Chakarov, que actuaba como refuerzo, y conmigo.

Preparación para la partida


Era en su casa donde debía eliminar los defectos de su propio juego. Durante una
competición, debe jugar y no sumergirse en el recuerdo de los cuadernos llenos de
inteligentes notas. Desde entonces, hemos preparado una partida realizando tranquilos
paseos por los parques o por las calles y elegíamos definitivamente el sistema de
apertura para la competición durante la última comida, ingerida normalmente dos horas
antes de la partida. Naturalmente este método sólo era eficaz si el entrenador había
realizado un minucioso trabajo previo, y que Garri hubiera estudiado de manera
sistemática. Cuando este no era el caso, nos encontrábamos con los ojos pegados a los
libros, en vez de paseando, u hojeando febrilmente las notas hasta el momento de ir a
jugar.

Aprender a jugar las posiciones “IGUALES”


Para la división superior, habíamos estudiado a fondo las partidas del encuentro
Karpov-Kortchnoi, prestando especial atención a las aperturas. Sabiendo,
pertinentemente, que era muy difícil obtener ventaja al inicio de la partida frente a estos
profesionales del ajedrez, esta vez, habíamos buscado dominar el juego en las
posiciones llamadas iguales. Le expliqué que la apreciación de "igual" no implicaba que
las tablas eran ineluctables, sino que presuponía una lucha con las mismas posibilidades
de ganar o perder para ambos adversarios. Estas posiciones habitualmente son jugadas
por personas familiarizadas con las numerosas sutilezas y particularidades de las que
recelan. Sólo podemos comprenderlas si sabemos razonar nosotros solos sobre una
posición, penetrar en ella como un actor se mete en su papel. Aquí, ningún entrenador
puede substituirle. Éste podrá haberte enseñado a la perfección una posición y todos sus
matices. Pero esto queda a su juicio, a su percepción y hay muchas posibilidades de que
no le sirvan para nada, ya que cada uno posee su propia escritura del juego y su
particular comprensión. También debe tener su propio juicio.

Cuando el contrario piensa que debemos hacer


Una vez jugado su movimiento, Garri debía quedarse sentado y adquirir una postura
ligeramente relajada. Sin estar forzosamente mirando el tablero, pero sin tampoco
abstraerse totalmente de las acciones que se desarrollan. Una actitud relajada, una
atención discreta, una ojeada al tablero o al infinito (pero nunca al tablero vecino), es lo
que debe caracterizar el comportamiento del jugador en el período de espera de la
réplica del adversario. En este momento, el cerebro adquiere una actividad de tranquila
reflexión, casi a nivel del inconsciente. Aparecen nuevas ideas, se observan ciertas
particularidades respecto a la posición que se había escapado hasta aquel momento.
Cuando el adversario juega su movimiento, se pasa a la segunda fase, la de
interceptación, en la que interviene la antena radar que ha detectado la onda, que cesa de
girar y se contenta con seguir los desplazamientos.
La actitud de Garri cambia de pronto; le vi observar atentamente el tablero, muy
concentrado con la cabeza entre las manos. Su mirada no se escapaba por todas partes,
se fijaba en el sitio donde se decidía la suerte de la batalla. Se notaba que Garri estaba
sumergido en una intensa reflexión. Su victoria contra Beliavski fue muy convincente.

35 partidas en el año son pocas para un joven en ASCENSO


Los bonitos inicios de Garri Kasparov en el campeonato de la URSS no cambiaron en
nada un destino trazado desde Moscú por los burócratas del deporte. Para el año
siguiente, 1979, habían previsto la participación de Garri en diciembre, en las pruebas
de la división superior del campeonato nacional. A mediados del año, debía disputar el
campeonato de la URSS por equipos bajo los colores de Azerbaiján; ¡un punto era
suficiente! Si se tenía en cuenta una probable calificación para una competición
internacional júnior, su rendimiento máximo de juego sobrepasaría con poco las treinta
y cinco partidas. Ni que decir tiene que se reducía al mínimo a un joven jugador en
constante progresión. No, nadie le acusaba, pero estaba obligado, como casi todos los
grandes maestros soviéticos, a hundirse en su propia concha, a excepción, naturalmente,
del campeón del mundo. Garri no era un gran maestro. Por lo tanto, cuando pedíamos
para él una competición internacional correcta, no forzosamente en el extranjero, nos
encontrábamos, en el mejor de los casos, con miradas perplejas o con preguntas del tipo:
"¿En qué Kasparov es mejor que sus colegas que hacen cola para las competiciones?
Aún es joven, puede esperar. Algunos están aún en este caso desde hace varios años".

La AYUDA de Botvinnik abrió las puertas


En esta larga e inútil espera se hubiera encontrado Garri sin la presencia de
Botvinnik. Sabiendo que una prestigiosa competición internacional tendría lugar en el
mes de abril en Yugoslavia, éste último desplegó todos sus esfuerzos para convencer a
los organizadores para que invitaran a su pupilo. Los yugoslavos inclinándose ante el
inmenso prestigio del ex-campeón del mundo, aceptaron inscribir en la competición de
la estación balnearia de Banua Luka, a este joven maestro de Bakú sin título ni
clasificación internacional. Botvinnik, que predicaba por su alumno, certificaba que
jugaba muy bien. Y que si algunos se quejaban, éstos serían los mismos participantes
cuando, pasadas unas rondas, comprendieran a qué se enfrentaban. Después supimos
que varios grandes maestros yugoslavos habían elevado una protesta por temor a perder
puntos al jugar contra un júnior aunque no tuviera clasificación.

Juego con negras


Establecí un programa de tres meses vista para la división superior. Incluía una
preparación puramente ajedrecística y, otra, física y psicológica, con entrenamiento
mental. Con Botvinnik tuvimos fuertes discusiones sobre este punto. El Patriarca
estimaba que para la división superior, se debía trabajar sobre los esquemas de aperturas
sólidas y sin riesgo, con contrajuego. Yo objetaba que el repertorio de Garri no contenía
ningún esquema defectuoso o inadecuado a su estilo de juego. En cuanto a la necesidad
de jugar con las negras desde los primeros movimientos, concentrando al máximo su
atención, ¿qué debut no lo exigía? Había previsto resolver el importante problema del
color negro mejorando su juego y acentuando el entrenamiento físico. De esta manera,
Garri podría jugar de forma sostenida la primera mitad de una partida sin temor a dejar
sus fuerzas antes de abordar la fase final. Reemplazamos la adquisición de nuevos
esquemas de aperturas sólidas por una revisión general de las estructuras ya conocidas.
En el estadio inicial de las partidas que había jugado en el más importante
enfrentamiento del año ajedrecístico, Garri no tuvo ningún problema. Años más tarde,
cuando ya era campeón del mundo, agradeció a Botvinnik el haberle dado unos
preciosos consejos sobre las aperturas antes del campeonato de Minsk. Pocos jugadores
mundialmente célebres han tenido consejos de un hombre de su talla. En nuestro caso,
era una suerte contar con él.

El camino a GM
En 1980, Chakarov y yo mismo nos ocupábamos de Garri. Teníamos más trabajo del
que podíamos abarcar, pero desbordábamos energía. Además, nos entregábamos en
cuerpo y alma a nuestra nueva ocupación: conducir al jugador a la categoría de gran
maestro. A medida que mi alumno progresaba, cada vez me sentía mejor entrenador.
Varias cosas daban un aire universitario: los libros de los grandes pedagogos y
entrenadores que evocaban su experiencia con los jóvenes deportistas, largas entrevistas
con nuestros venerables ex campeones, mis propias observaciones, mis reflexiones
sobre los errores que me habían obstaculizado el camino de gran maestro en mí ya
lejana juventud. Nunca seguí ningún curso en una institución especializada, no servían
para nada. Estaba convencido de que no se aprende a ser entrenador, sino que se llega a
entrenador. La vida daba un latigazo a mi progreso o, más exactamente, el compromiso
adquirido de formar a quien releve a Karpov en la cima de la jerarquía.

También podría gustarte