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Hist. Cult. I. Selec. de textos.

CATEDRA DE HISTORIA DE LA CULTURA I


Programa 2013
DOCENTE: Profesor en Historia (UBA) JOSÉ MARÍA ESTRADA ÁBALOS.
Objetivos:
a) Ayudar al alumno para observar la realidad con espíritu crítico, a partir de un sentimiento
solidario y con miras a realizar en armonía con sus intereses y los de la sociedad, las capacidades
que va adquiriendo.
b) Que el alumno tome conciencia de que su profesión forma parte del mundo de la cultura y
que se articula con todos los otros campos de la actividad humana.
c) Que desarrolle su capacidad de relacionarse (claridad conceptual, expresión oral y escrita,
interpretación, comprensión) que le permitirán un crecimiento personal y profesional.
d) Que reconozca el hilo conductor que nos vincula con tantos pueblos y países, por más
remotos que puedan parecernos.
e) Que valore nuestra deuda, especialmente con las primeras creaciones del Antiguo Oriente; el
arte, la filosofía y la ciencia griegos; el espíritu práctico administrativo de los romanos; el mensaje
monoteísta y la caridad en la Biblia; y la espontaneidad vital de los “invasores” germánicos.
f) Que aprecie la importancia de los mil años del período que José Luis Romero, siguiendo a
Gustave Cohen, considera la Primera Edad de nuestra cultura: en la cual se fundieron y
sedimentaron los elementos anteriores, al tiempo que nuevas relaciones socio-económicas
preparaban cambios que con el Humanismo, el Renacimiento y los grandes descubrimientos
marítimos, produjeron la Modernidad.
Unidad 1. El mundo del hombre: Historia. Cultura. Civilización. Naturaleza. Sociedad. Geografía:
cordilleras, ríos y caminos; tundra, bosque, estepa y desierto. Clan, cantón, ciudad. Prehistoria.
Agricultura, urbanismo, escritura, historia. La cultura occidental, legados y periodización.
Educación. Ideología. La historia de la cultura y el bibliotecario.
Unidad 2. Primer arte. Primeras civilizaciones: Utensilios grabados, pinturas rupestres.- Escritura.
Mesopotamia: El país y el pueblo de los súmeros, Babilonia, Asiria. La tierra negra: factores
geográficos y orígenes de Egipto. Hititas. Fenicios. Los pueblos del norte y del mar.
Unidad 3. La fuente griega: El país. Creta, Micenas y la Grecia antigua. Los poemas homéricos.
Hesíodo, la lírica. La “polis” y la “colonización” mediterránea. Las guerras “médicas”. Esparta. La
democracia ateniense: teatro, filosofía, historia, artes plásticas (los tres órdenes de arquitectónicos).
Tebas, Macedonia, Alejandro y el helenismo.
Unidad 4. Roma, de la “civitas” al estado nacional: Orígenes, la “res publica”: pobladores,
territorio, instituciones (magistraturas, senado, comicios). Limitaciones y trascendencia. Las
guerras “púnicas” y las “provincias”. Las cuestiones sociales y el fin de la República. Principado y
Dominado. Literatura, historia, filosofía moral, derecho. Modificaciones y aportaciones etrusco-
romanas en las artes plásticas.
Unidad 5. Los monoteístas del Libro: Hebreos, israelitas, judíos. Siria y Palestina en la segunda
mitad del segundo milenio a.C. El Éxodo y el Antiguo Testamento. Egipto. Héroes, reyes y
profetas; ante el helenismo y los romanos.
Unidad 6. El cristianismo: La vida religiosa del mundo romano. El Nuevo Testamento; Roma y el
cristianismo: cristianismo y judaísmo; cristianismo y helenismo. De religión ilícita a lícita, y luego
obligatoria. Imperium Romanum Christianum: ortodoxia y herejías. Las invasiones; fusión del
mundo bárbaro y el romano. Reinos romano-germánicos. La evangelización. La Iglesia y el fin del
Imperio de Occidente.
Unidad 7. La llamada Edad Media: El sitio de la Cristiandad. Supervivencia y papel histórico de
Bizancio. Los siglos “benedictinos”. Los árabes, el Islam; al-Andalus. La renovación de la idea
imperial. El feudalismo. El resurgimiento de la vida urbana: corporaciones, universidades. Las
órdenes mendicantes. Las Cruzadas y la Reconquista española. La Pax Mongólica y China. El
renacimiento del Derecho romano. Arte románico y arte “gótico”.
Unidad 8. Humanismo y Renacimiento. Fases del movimiento humanista. La formación de los
grandes estados occidentales. Las Indias y la aventura oceánica. Artes y letras.
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1.- OPINIÓN
Lo importante en el aprendizaje no es lo que leemos y memorizamos, sino lo que incorporamos
mientras no nos damos cuenta. Nadie recuerda todo lo estudiado en el primario, secundario o
universidad, casi todo se olvida. Lo que permanece son las habilidades aprendidas, los valores, los
vínculos, la superación personal, la tolerancia a la frustración, la capacidad de investigar, el saber
hacer preguntas, los criterios para saber dónde buscar las respuestas, el pensar por uno mismo, el
respeto por la mirada del otro, etcétera.
Lamentablemente, en nuestro país el sistema escolar está centrado en los contenidos, con una
mirada enciclopedista y una función pasiva del alumno. Las tradicionales evaluaciones indagan
sobre los conceptos y datos, y la calificación numérica con promedios por trimestres mide el
resultado, pero olvida casi siempre el proceso. Muy por el contrario, en los doce colegios que pude
visitar recientemente en los Estados Unidos, los alumnos son protagonistas de su aprendizaje. Las
clases son activas, participativas; en ellas priman la investigación, el planteo de problemas, el
aprendizaje cooperativo y la diversidad. Basta mirar la distribución de los bancos en grupos, las
alfombras didácticas para aprender sobre el piso o incluso el uso de los pasillos como espacio de
aprendizaje. La tecnología acompaña esta mirada, pero la enseñanza no depende de ella. El alumno
bien podría investigar en una enciclopedia y escribir en un papel. Tienen Wi-Fi, notebooks, iPads,
ya que, de este modo, tienen mayor acceso al saber social disponible en la Red. Pero lo incorporan
con naturalidad, ya que el foco no está puesto en el instrumento, sino en la capacidad del alumno
de usarlo con eficiencia, en clase, la biblioteca o en casa. Los docentes llevan al aula su café,
presentan el desafío, muestran los caminos de solución y guían el trabajo, alentando desde las
carteleras a superarse y monitoreando constantemente lo que sus alumnos realizan. Saben, grandes
y chicos, que lo que hoy logren va formando lo que serán mañana.
En el Alverno College, de Milwaukee, centran el aprendizaje en ocho habilidades con un
método probado y eficaz, formando maestras de avanzada. Ayudan a que cada institución
identifique las habilidades que quieran formar en sus alumnos, puedan generar métodos de
observación de los mismos y organicen las materias que más impacten en cada una de ellas. De
este modo, enseñan para todos y logran que aprendan todos, cada uno a su modo, ritmo e
identidades diversa, priorizando el proceso por sobre el resultado. Por supuesto que los contenidos
no son neutros y los resultados no son indiferentes, ya que no hay aprendizaje sin algo que
aprender y algo que lograr.
La selección de los contenidos implica valores culturales y sociales. Pero mientras que lo que se
aprende se olvida, las habilidades quedan en la persona del que aprende para toda su vida,
haciéndolo artesano de su personalidad y protagonista de su aprendizaje. En definitiva, lo que
aprendemos mientras aprendemos es lo que permanece, todo lo demás está en Wikipedia.
CAZENAVE, Eduardo: “Aprender para toda la vida”; en La Nación. Jueves 2 de agosto de
2012.

Selección de textos: Debe dársele una “exploradora”, curiosa, primera lectura; y así servirán: a)
para participar, hacer consultas en las clases; b) como material básico para el breve escrito de doce
(12) páginas como máximo, por todo concepto, en tamaño A 4, con suficiente espacio interlineal y
marginal para agregar observaciones, ampliaciones, correcciones, etc.; escritas solamente en su
cara anterior con letra de cuerpo 12 y entregados en simples folios de plástico.
Dichos Trabajos Prácticos, deben ser iniciados a partir de alguno o algunos de los temas,
asuntos, etc., presentados en la Selección de textos; podrán ser realizados en grupos de hasta cuatro
(4) alumnos como máximo; con la aclaración del aspecto parcial de que (preferentemente) se
hayan hecho cargo. Se entregarán antes del comienzo de las vacaciones de invierno.
Las observaciones (correcciones, sugerencias, etc.) que hayan parecido oportunas, podrán ser
respondidas en forma similar al TP original o mediante un adecuado fichaje parcial.
La presentación de ambos: el Trabajo Práctico original y la respuesta a las observaciones (en
una u otra forma); será indispensable para el examen final en diciembre de 2013.
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1.- Con semejantes disposición y características, lo entregado antes de concluir las clases de la
materia habilitará para el examen final a rendir en marzo de 2014. Después, no se recibirán sino
con tres meses de anticipación a la fecha del examen.

Nota: Acerca del tema o temas, aspectos, etc., elegidos, deberá ser leída, por lo menos una obra
completa. Preferentemente literaria o documental procedente de la misma época; así como una
buena reconstrucción histórico literaria o ensayo de reconocido valor.

SUGERENCIAS PARA LOS TRABAJOS PRÁCTICOS


1º Introducción: Enunciado de tema o temas de elección; siempre a partir de alguno o algunos de
los textos provistos.- Referencia al por qué de dicha elección; la motivación puede ser
positiva o negativa.
2º Desarrollo: Procurar relacionar, vincular, el o los temas de elección con alguno o algunos
otros; ya del total de los textos cuanto de toda la Bibliografía propuesta; e incluso de “todo
material de reconocida calidad”. Igualmente puede ser por semejanza, diferencia e incluso
rechazo, oposición.
3º Conclusión, conclusiones: Seguramente, ante la elección del o los temas fueron planteadas
algunas cuestiones; aclarar planteos y sus desarrollos marcará el curso de la exposición.
También podrán plantearse nuevos interrogantes… nuevas preguntas.

CULTURA. [...] / Cuando hoy se habla de “Naturaleza” y “cultura” es principalmente para los
siguientes propósitos: (1) Distinguir entre dos aspectos de la realidad: la no humana y la humana.
(2) Distinguir entre dos aspectos en el ser humano: el natural y el cultural o, como se ha llamado
asimismo, el “espiritual”. (1) y (2) pueden interpretarse ontológicamente o metodológicamente, o
ambas cosas a la vez. En la interpretación ontológica se supone que naturaleza y cultura difieren
básicamente. En la interpretación metodológica se supone que naturaleza y cultura pueden formar
una especie de “continuo”, pero que conviene usar métodos distintos para cada uno de los
“aspectos” o “fases” de este contínuo. En la interpretación ontológica y metodológica a la vez se
estima que hay una diferencia real entre naturaleza y cultura y que esta diferencia se refleja en los
métodos usados para estudiar cada una de ellas.
Lo más corriente ha sido asociar la cultura con el ser humano; [...]. Sin embargo, se ha abierto
paso recientemente la idea de que si la cultura consiste, entre otras cosas, en poseer algún lenguaje
para la comunicación, usar instrumentos, organizarse socialmente, etc. no hay razón para restringir
la cultura al mundo humano. En muchas especies animales pueden observarse rasgos culturales. /
[...].- FERRATER MORA, José: Diccionario de filosofía. 6. ed. Madrid, Alianza, (c1979). v. 2,
p.1519.
Las palabras naturaleza y cultura no son unívocas, y particularmente el concepto de
naturaleza se determina siempre, en primer término, por el concepto al cual se opone. Para evitar
toda apariencia de arbitrariedad, lo mejor será atenernos por de pronto a la significación
originaria. Los productos naturales son los que brotan libremente de la tierra. Los productos
cultivados son los que el campo da, cuando el hombre lo ha labrado y sembrado. Según esto, es
naturaleza el conjunto de lo nacido por sí, oriundo de sí y entregado a su propio crecimiento.
Enfrente está la cultura, ya sea como lo producido directamente por un hombre actuando según
fines valorados, ya sea, si la cosa existe de antes, como lo cultivado intencionadamente por el
hombre, en atención a los valores que en ello residen.
Por mucho que estiremos esta oposición, siempre supondrá necesariamente que en los procesos
culturales está incorporado algún valor, reconocido por el hombre y en atención al cual el hombre
los produce o, si ya existen, los cuida y cultiva. En cambio, lo que ha nacido y crecido por sí,
puede considerarse sin referencia a valor alguno; y debe considerarse así si realmente no ha de ser
otra cosa que naturaleza en el indicado sentido. En los objetos culturales residen, pues, valores, y
por eso vamos a llamarlos bienes; de ese modo podremos distinguirlos, al mismo tiempo, como
realidades valiosas, de los valores mismos, que no son realidades y de los cuales puede
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1.- prescindirse. Los procesos naturales no son pensados como bienes y están libres de toda
relación con los valores. Por lo tanto, si de un objeto cultural se retira el valor, queda reducido a
mera naturaleza. Por medio de esta referencia a los valores, referencia que existe o no existe,
podemos distinguir con seguridad dos especies de objetos; y sólo por ese medio podemos hacer la
distinción, porque todo proceso cultural, si prescindimos del valor que en él reside, tendrá que
considerarse como relacionado con la naturaleza y, por ende, como naturaleza.
Todavía debemos añadir algo sobre la especie de valor que transforma ciertas realidades en
bienes de cultura y las destaca así de la naturaleza. De los valores no puede decirse ni que son ni
que no son reales, sino sólo que valen o no valen. [...]
La religión, la iglesia, el derecho, el Estado, las costumbres, la ciencia, el lenguaje, la literatura.
el arte, la economía, y asimismo los medios técnicos necesarios para su cultivo, son, cuando llegan
a cierto grado de desarrollo, objetos de cultura o bienes, exactamente en el sentido de que el valor
en ellos residente, o es reconocido por todos los miembros de una comunidad, o su reconocimiento
les es exigido a todos. [...]
Atengámonos, pues, al concepto de cultura, que coincide por completo con el uso del lenguaje;
es decir, entendamos por cultura la totalidad de los objetos reales en que residen valores
universalmente reconocidos y que por esos mismos valores son cultivados; no añadamos ninguna
otra determinación más precisa, en el contenido, [...].- RICKERT, Heinrich: “Naturaleza y
cultura”; en su Ciencia cultural y ciencia natural. 3. ed. Buenos Aires-México, Espasa-Calpe
Argentina, (c1953). pp. 50-52, 60.
CIVILIZACIÓN Y CULTURA.
Cultura y civilización nacen en Francia casi en el mismo momento. Cultura, cuya vida anterior
es larga (ya Cicerón hablaba de cultura mentis), no toma en realidad su sentido peculiar de cultura
intelectual hasta la mitad del siglo XVIII. Que yo sepa, civilización aparece por primera vez en una
obra impresa en 1766. El término no había sido sin duda empleado antes. Nace, en todo caso, con
mucho retraso sobre el verbo civilizar y el adjetivo civilizado, que se remontan a los siglos XVI y
XVII. En realidad, fue necesario inventar, fabricar por entero el sustantivo civilización. Designa,
desde un principio, un ideal profano de progreso intelectual, técnico, moral y social. La
civilización son las “luces”. “A medida que se extienda la civilización por la tierra, irán
desapareciendo la guerra y las conquistas, la esclavitud y la miseria”, profetiza Condorcet ( 1743-
1794] en 1787. En estas condiciones, la civilización no es concebible si no encuentra sustento en
una sociedad de buen tono, fina, “educada”. En el lado opuesto de civilización, está la barbarie:
sobre ésta, aquella se presenta como una victoria difícil y necesaria. En todo caso, entre una y otra
está el gran salto. Mably [1709-1785] escribe en 1776 dirigiendose a un conde polaco amigo suyo:
“el siglo pasado os amenazó un gran peligro, cuando Suecia salió de la barbarie bajo la
administración de Gustavo Adolfo...” Y también dice: “Pedro I sacó a su nación (Rusia) de la
extrema barbarie en que se hallaba sumida”. [...]
Hacia 1850, después de muchos avatares, civilización (y al mismo tiempo cultura) pasan del
singular al plural. Este triunfo de lo particular sobre lo general tiene bastante sentido dentro del
movimiento del siglo XIX. En sí mismo, no obstante, no cabe duda de que suponía un
acontecimiento considerable, reflejo de otros acontecimientos y de otras transformaciones. Al
pluralizar civilizaciones o culturas, se renuncia implícitamente a una civilización definida como un
ideal, mejor dicho, como el ideal por antonomasia; se olvidan en parte las cualidades universales,
sociales, morales e intelectuales que implicaba el término en el momento de su nacimiento. Se
tiende ya a considerar con el mismo interés todas las experiencias humanas, tanto las europeas
como las de los demás continentes.
Mucho han contribuido, desde antes de 1850, viajeros, geógrafos y etnógrafos a esta
desintegración del “inmenso imperio de la civilización en provincias autónomas” (Lucien Febvre).
Europa descubre, redescubre, el mundo y se ve obligada a acomodarse a la nueva situación: un
hombre es un hombre, una civilización una civilización, cualquiera que sea su nivel. [...] Y así
tiene lugar un desmenuzamiento de la civilización en la doble dirección del tiempo y del espacio.
¡Qué lejos se estaba en tiempos de Voltaire y de Condorcet de hablar de la cultura de los
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1.- esquimales, o más aún, como lo ha hecho Alfred Métraux en su tesis magistral, de la
civilización de los Tupi-Guaranis, los indios del Brasil! [...].- BRAUDEL, Fernand: La historia y
las ciencias sociales. Madrid, Alianza, (c1979). pp. 135-138.

En la actualidad, civilización sería más bien y sobre todo el bien común que se reparten
desigualmente todas las civilizaciones, “lo que el hombre ya no olvida”, a saber: el fuego, la
escritura, el cálculo, la domesticación de las plantas y de los animales, bienes a los que ya no se
adjudica ningún origen particular; se han convertido en los bienes colectivos de la civilización. /
[...] este fenómeno de difusión a toda la humanidad del patrimonio cultural común tiene en el
mundo actual una amplitud considerable. Una técnica industrial, inventada en occidente, es
exportada a través de todo el mundo, que la recoge y la implanta frenéticamente. Puede que llegue,
al imponer por todas partes un aspecto común –edificios de hormigón, de cristal y de acero,
aeropuertos, líneas de ferrocarril con sus estaciones y sus altavoces, ciudades enormes que, poco a
poco, se van apoderando de la mayor parte de los hombres-, puede que esta técnica industrial
llegue a unificar el mundo. [...]
Sin embargo, la “civilización industrial” exportada por occidente, es sólo uno de los caracteres
de la civilización occidental. Al adaptarse a ella, el mundo está lejos de aceptar el conjunto de esta
civilización. Por otra parte, el pasado de las civilizaciones se reduce a la historia de las continuas
transferencias entre unas y otras, a lo largo de los siglos, [...] Debemos admitir que, por primera
vez, un aspecto decisivo de una civilización particular aparece como susceptible de ser asimilado
por todas las civilizaciones del mundo y también que la rapidez de las comunicaciones modernas
favorece su rápida y eficaz difusión. [...].
[…] cada civilización está sujeta a un ámbito y a unos límites más o menos estables; de ahí que
cada una de ellas tenga una geografía particular, la suya, que implica toda una serie de
posibilidades, de sujeciones dadas, algunas prácticamente permanentes, que nunca son las mismas
para más de una civilización. Como resultado, tenemos una abigarrada superficie del mundo, en la
que los mapas indican, a voluntad, zonas de casas de madera, de adobe, de bambú y de papel, de
ladrillos o de piedras; zonas de diferentes fibras textiles: lana, algodón, seda; zonas de grandes
cultivos de base: arroz, maíz, trigo…; los retos varían, y de la misma manera varían las respuestas
que se les dan.
La civilización occidental es la del trigo, la del pan, y hasta la del pan blanco, con todas las
sujeciones que esto supone, ya que el trigo es un cultivo muy exigente. Es un cultivo, en efecto,
que exige una rotación anual y que se deje en reposo, unas veces cada dos años y otras más, la
tierra que ha sido cultivada. De la misma manera, el arrozal inundado, progresivamente extendido
en las tierras bajas del Extremo Oriente, implica, también, muchas sujeciones.
Por lo tanto, las réplicas del hombre, al tiempo que le liberan del medio que le rodea, le van
esclavizando a las soluciones que ha imaginado. Se libera de un determinismo para caer en otro.
BRAUDEL, F.: Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social. Madrid,
Tecnos, (c1978). pp. 15-16, 25.

[…] En realidad, en todo momento se está formando una nueva civilización; la civilización
actual parecería extremadamente nueva a cualquier hombre civilizado del siglo XVIII, y no puedo
imaginarme que ni el más ardiente o revolucionario reformador de dicha época sintiera mucho
placer en la civilización con que ahora se encontraría. Lo máximo a que puede impulsarnos el
interés por la civilización es a mejorar la civilización que poseemos; pues no podemos imaginarnos
otra. Por otro lado, siempre hubo gente que ha creído que ciertos cambios son buenos en sí
mismos, sin preocuparse por el futuro de la civilización, y sin considerar que fuera necesario
recomendar sus innovaciones con el falaz brillo de promesas sin contenido.
[…] La pregunta más importante que podemos formular es si existe alguna norma permanente
por la que podamos comparar una civilización con otra, y por la que podamos juzgar del
adelanto o decadencia de la nuestra. Debemos admitir, al comparar una civilización con otra, y al
comparar las diferentes etapas de la propia, que ninguna sociedad y ninguna edad por sí solas
realizan todos los valores de la civilización. Puede que no todos estos valores sean compatibles
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1.- entre sí; lo que por lo menos es cierto es que al realizar algunos de ellos perdemos la
apreciación de otros. [...]
[…] La cuestión que se plantea en este ensayo es la de si existen condiciones permanentes, en
cuya ausencia no es posible esperar la aparición de una cultura más elevada.
Si conseguimos contestar, aunque sea parcialmente, este interrogante, debemos ponernos en
guardia contra la ilusión de intentar producir estas condiciones con el fin de mejorar nuestra
cultura. Pues si algunas conclusiones definidas llegan a surgir de este estudio, una es
indudablemente ésta: que la cultura es la única cosa a la que no podemos aspirar deliberadamente.
Es el producto de una variedad de actividades más o menos armónicas, considerada cada una como
un fin en sí misma –el pintor debe concentrarse en su tela, el poeta en su máquina de escribir, el
funcionario civil en la solución de cada problema a medida que aparece en su mesa de trabajo-;
cada uno de acuerdo con la situación en que se halla. Aun cuando las condiciones de que trato
parezcan representar, para el lector, objetivos sociales deseables, no debe llegar a la conclusión de
que estos objetivos puedan alcanzarse únicamente por medio de la organización deliberada. Una
división de la sociedad por clases, planeada por una autoridad absoluta, sería artificial e
intolerable; una descentralización bajo una dirección central sería una contradicción; no puede
imponerse una unidad eclesiástica en la esperanza de que haga surgir la unidad en la fe, y una
diversidad religiosa cultivada por sí misma sería un absurdo. […] Por lo demás debemos aspirar al
mejoramiento de la sociedad, de la misma forma que buscamos nuestro progreso individual, en
detalles relativamente pequeños. No podemos decir: “me convertiré en una persona diferente”;
sólo podemos decir: “dejaré este mal hábito y trataré de adquirir este otro, que es bueno”. De igual
manera, de la sociedad sólo podemos decir: “trataremos de mejorarla en este u otro aspecto, donde
el exceso o la falta sea evidente; al mismo tiempo debemos tratar de abarcar tanto con nuestra
mirada, que podamos evitar, al enderezar una cosa, el torcer alguna otra”. Aun esto es expresar una
aspiración mayor de la que podamos realizar: pues la cultura de una época difiere de la de su
predecesora, debido, en mucho, a lo que destruimos sin comprender, o prever, las consecuencias.
ELIOT, Thomas Sterne: Notas para la definición de la cultura. 2. ed. Bs. As., Emecé, (c1949).
pp. 21-24.
[...] Cada cultura tiene su pasado. Pero esto no debe interpretarse en el sentido de que
este pasado aparezca circunscrito por las vicisitudes del grupo exponente de la cultura, sino en el
sentido de que el pasado sólo puede convertirse en Historia para él en la medida en que llegue a
comprenderlo. Culturas de visión estrecha o limitada suministran siempre una Historia estrecha o
limitada y, al revés, las de amplio horizonte hacen surgir una Historia más amplia y comprensiva.
[…] / […]
[...] Cada cultura y cada círculo cultural tiene por fuerza que reputar su Historia como la
verdadera y tiene derecho a hacerlo así, siempre y cuando que la construya con arreglo a los
postulados críticos que su conciencia cultural le impone. Nuestra actual cultura científica tiene el
dudoso privilegio de hallarse por vez primera en condiciones de abarcar con la mirada,
conscientemente, la posible pluralidad de las formas de la Historia. Y si se conoce lo bastante bien
para ello, podrá confesar sin empacho el valor relativo de sus propias creaciones espirituales.
HUIZINGA, Johan: El concepto de la historia y otros ensayos. Mexico, FCE, (c1946). pp. 94,
96.
[…] Para entender la conducta de Lindoro ante Hermione, o la del lector ante los problemas
públicos; para averiguar la razón de nuestro ser, o, lo que es igual, por qué somos como somos,
¿qué hemos hecho? ¿Qué fue lo que nos hizo comprender, concebir nuestro ser? Simplemente
contar, narrar que antes fui el amante de esta y aquella mujer, que antes fui cristiano; que el lector,
por sí o por los otros hombre de que sabe, fue absolutista, cesarista, demócrata, etc. En suma, aquí
el razonamiento esclarecedor, la razón, consiste en una narración. Frente a la razón pura físico-
matemática hay, pues, una razón narrativa. Para comprender algo humano, personal o colectivo, es
preciso contar una historia. Este hombre, esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo tal
otra y fue de tal otro modo. La vida sólo se vuelve un poco transparente ante la razón histórica.
Las formas más dispares del ser pasan por el hombre. Para desesperación de los intelectualistas,
el ser es, en el hombre, mero pasar y pasarle: le “pasa ser” estoico, cristiano, racionalista, vitalista.
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1.- Le pasa ser la hembra paleolítica y la Marquise de Pompadour, Gengis-Khan y Stephan
George, Pericles y Charles Chaplin. El hombre no se adscribe a ninguna de esas formas: las
atraviesa—las vive—como la flecha Zenón, a pesar de Zenón, vuela sobre quietudes.
El hombre se inventa un programa de vida, una figura estática de ser, que responde
satisfactoriamente a las dificultades que la ciircunstancia le plantea. Ensaya esa figura de vida,
intenta realizar ese personaje imaginario que ha resuelto ser. Se embarca ilusionadoen ese ensayo y
hace a fondo la experiencia de él. Esto quiere decir que llega a creer profundamente que ese
personaje es su verdadero ser. Pero al experimentarlo aparecen sus insuficiencias, los límites de
ese programa vital. No resuelve todas las dificultades y produce otras nuevas. La figura de vida
apareció de frente, por su faz luminosa: por eso fue ilusión, entusiasmo, la delicia de la promesa.
Luego se ve su limitación, su espalda. Entonces el hombre idea otro programa vital. Pero este
segundo programa es conformado, no sólo en vista de la circunstancia, sino en vista también del
primero. Se procura que el nuevo programa evite los inconvenientes del primero. Por tanto, en el
segundo sigue actuando el primero, que es conservado para ser evitado. Inexorablemente, el
hombre evita ser lo que fue. Al segundo proyecto de ser, a la segunda experiencia a fondo, sucede
una tercera, forjada en vista de la segunda y la primera, y así sucesivamente. El hombre “va
siendo” y “des-siendo”—viviendo--. Va acumulando ser—el pasado--: se va haciendo un ser en la
serie dialéctica de sus experiencias. Esta dialéctica no es de la razón lógica, sino precisamente de
la hisórica—es la Realdialektik, con que en un rincón de sus papeles soñaba DILTHEY, el hombre a
quien más debemos sobre la idea de la vida y, para mi gusto, el pensador más importante de la
segunda mitad del siglo xix.
¿En que consiste esa dialéctica que no tolera las fáciles anticipaciones de la dialéctica lógica?
¡Ah!, eso es lo que hay que averiguar sobre los hechos. Hay que averiguar cuál es esa serie, cuáles
son sus estadios y en qué consiste el nexo entre los sucesivos. Esta aneriguación es lo que se
llamaría historia, si la historia se propusiese averiguar eso, esto es, convertirse en razón histórica
(1) / (1) Por tanto la razón histórica es, como la física, una razón a posteriori.
Ahí está, esperando nuestro estudio, el auténtico “ser” del hombre—tendido a lo largo de su
pasado--. El hombre es lo que le ha pasado, lo que ha hecho. Pudieron pasarle, pudo hacer otras
cosas, pero he aquí que lo que efectivamentte le ha pasado y ha hecho constituye una inexorable
trayectoria de experiencias que lleva a su espalda, como el vagabundo el hatillo de su haber. Ese
peregrino del ser, ese sustancial emigrante, es el hombre. Por eso carece de sentido poner límites a
lo que el hombre es capaz de ser. En esa ilimitación principal de sus posibilidades, propia de quien
no tiene una naturaleza, sólo hay una línea fija, preestablecida y dada, que puede orientarnos, sólo
hay un límite: el pasado. Las experiencias de vida hechas estrechan el futuro del hombre. Si no
sabemos lo que va a ser, sabemos lo que no va a ser. Se vive en vista del pasado.
En suma, que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene… historia. O, lo que es igual: lo que
la naturaleza es a las cosas, es la historia –como res gestae—al hombre. Una vez más tropezamos
con la posible aplicación de conceptos teológicos a la realidad humana. Deus cui hoc est natura
quod fecerit…, dice SAN AGUSTÍN (1) / (1) De Genesim ad litteram, vi, 13, 24; Patrología latina, t. 34. /
Tampoco el hombre tiene otra “naturaleza” que lo que ha hecho.- ORTEGA Y GASSET; José:
Historia como sistema […]. Madrid, Revista de Occidente, (c1941). pp. 61-64.

HISTORIA. El término gr. ‘ιστορϊα significa “conocimiento adquirido mediante investigación”,


“información adquirida mediante busca”. Este es el sentido que tiene ‘ιστορϊα en el tratado
aristotélico Περι τα ζωα ‘ισορίαι, Historia animalium. Como la investigación o busca aludidas
suelen expresarse mediante narración o descripción de los datos obtenidos, “historia” ha venido a
significar “relato de hechos” en una forma ordenada, y específicamente en orden cronológico.
Siendo la historia un conocimiento de hechos o de acontecimientos y, en cierta medida, un
conocimiento de “cosas singulares”, el vocablo “historia” ha sido usado en diversos contextos.
Francis Bacon [1561-1626] concebía la historia como conocimiento de objetos determinados por el
espacio y el tiempo. Se trataba de un conocimiento de hechos y no de “esencias” o de “naturaleza”.
Por ello la historia se divide, según Bacon, en tres grandes sectores: la historia de la Naturaleza, la
historia del hombre y la historia sagrada. Todavía es común distinguir entre “historia natural” e
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1.- “historia humana”, pero hay tendencia a usar “historia” solamente en relación con asuntos
humanos. En el presente artículo trataremos de la historia primordialmente como “historia
humana”. Nos referiremos tanto a la historia propiamente dicha, o contenido de la historiografía,
como a la historiografía (disciplinas históricas, ciencias históricas, etc.). [...] escribiremos
“historia” al referirnos a la realidad histórica, e “Historia” al referirnos a la ciencia histórica o
historiografía. / [...].- FERRATER MORA, J.: op. cit. v. 1, p. 699

[…] Lo que constituye la historia puede indicarse así: es el acto de comprender y entender,
inducido por los requerimientos de la vida práctica. Estos requerimientos no pueden satisfacerse
recurriendo a la acción, a no ser que primero todos los fantasmas, dudas y sombras que a uno le
persiguen se hayan disipado merced al planteamiento y solución de un problema, es decir, por un
acto de pensamiento. En la seriedad de algún requerimiento de la vida práctica estriba la condición
necesaria para tal esfuerzo. Puede haber un requerimiento moral, el requerimiento de entender la
situación de uno para que en ella puedan fundarse la inspiración, la acción y el buen vivir. Puede
haber un requerimiento económico, el que le dé a cada cual el discernimiento de sus ventajas.
Puede haber un requerimiento estético, como el de poner en claro la significación de una palabra, o
una alusión, un estado de espíritu para entender y gozar plenamente un poema; o también un
requerimiento intelectual, como el de resolver un problema científico, corrigiendo y amplificando
la información acerca de sus términos, por falta de la cual permanecimos perplejos y dudosos.
El conocimiento de “la situación actual”, como se le llama, se refiere al curso de la vida real que
ha seguido para llegar a este punto, y en cuanto así lo hace, es conocimiento histórico. Las obras
históricas de todos los tiempos y de todos los pueblos llegaron a nacer de este modo y siempre han
de brotar así, de nuevos requerimientos que surgen y de las perplejidades que implican. No
llegaremos a entender la historia de los hombres y de otros tiempos mientras no comprendamos los
requerimientos que aquella historia satisfizo, ni nuestros sucesores llegarán a entender la historia
de nuestro tiempo mientras no cumplan las mismas condiciones. Suele suceder que el sentido
histórico de un libro carece de vida para nosotros y se convierte en mera forma literaria o en
erudito libro de referencia o en pasatiempo curioso hasta que de repente se llena de vida merced a
nueva experiencia producida por el curso de los acontecimientos y a requerimientos nuevos
nacidos en nosotros que hallan comprobación en él, por su mayor o menor semejanza íntima con
los tiempos anteriores; [...].
Los requerimientos prácticos que laten bajo cada juicio histórico, dan a toda la historia carácter
de “historia contemporánea” por lejanos en el tiempo que puedan parecer los hechos en ella
referidos; la historia, en realidad, está en relación con las necesidades actuales y la situación
presente en que vibran aquellos hechos. [...]
En el curso de la acción se forma en los hombres prácticos y políticos la creencia de que ellos
conocen de veras a los hombres y el mundo, y que historiadores, filósofos y poetas no los conocen,
y viven de fantasías y de sueños. Pero lo cierto es que lo que llaman conocimiento, no es, o (lo que
viene a ser lo mismo) no es ya conocimiento, del que hay poco en ellos; y que no conocen de veras
el mundo y a los hombres, sino que –cosa muy distinta- saben manejarlos. [...]
Y los hombres prácticos, como tales, no sólo no conocen lo que se alaban de conocer, a los
hombres y el mundo, sino que ni siquiera conocen la realidad de su obra misma, que la historia va
investigando y colocando en su lugar y de la que ellos poseen consciencia, pero no auto-
consciencia. Aun en este caso los genios de la política pura, los fatalia monstra recordados en las
historias, si resucitaran y volvieran entre las gentes, se quedarían estupefactos al enterarse de lo
que hicieron sin saberlo y leerían en las obras de su pasado como en un jeroglífico cuya clave se
les ofrece.
Hay que decir, pues, para terminar, que el conocimiento histórico surge de la acción, o sea de la
necesidad de esclarecer y determinar nuevamente los ideales de la acción oscurecidos y confusos,
y que, al reflexionar en lo acaecido, hace posible la nueva determinación y dispone para la nueva
acción. [...].
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 9
1.- El íntimo lazo que hemos establecido y mantenido con todo cuidado entre los impulsos de la
vida práctica y moral y los problemas de la historiografía es en todo diverso del otro lazo entre
fines prácticos y narraciones históricas que da lugar a las historias de tendencia” o “de partido”.
En estas últimas el proceso no va del estímulo práctico al problema definido y resuelto del
pensamiento, a la conciencia informada que es condición de nueva y renovada actitud práctica y
operante; sino que, dada una particular actitud práctica, que es la tendencia o programa de partido,
en proximidad o en curso de actuación, se recurre, entre otros medios para hacerla efectiva, a las
crónicas y a otras colecciones de noticias sobre el pasado, sacando de ellas imágenes de personas,
acciones y acontecimientos para afirmar, convalidar y defender el fin que se persigue. [...]
También el concepto de educación histórica se ha entendido y sigue entendiéndose todavía
como algo que está en relación con la historia de tendencia, como persuasivo a un ejercicio en pro
de ésta o de aquella fe política; y con vestidura de educadores de su propio pueblo y de la
humanidad entera se presentaron los historiadores de que se ha hecho mención, liberales,
demócratas, autoritarios, militaristas, nacionalistas o de otras denominaciones. Los antiguos
regímenes absolutos proveían a sus escuelas de librillos históricos edificantes; los regímenes
semejantes de hoy los imitan y encuentran plumas dóciles a la tarea, que suele ser ineficaz, o eficaz
tan sólo para forjar fanáticos e hipócritas, y, en todo caso, hombres de escasa consistencia interior,
mudables a todo viento. Los regímenes libres no cuidan o desdeñan lo que se llama, sin serlo,
educación, y a la que corresponde mejor el nombre de “entrenamiento” o amaestramiento, como el
que se practica con caballos, perros y otros animales. La verdadera educación histórica, tiende a
desarrollar la actitud para entender las situaciones reales, refiriéndolas a su génesis y colocándolas
en sus relaciones; y enseña a leer los libros de los historiadores no para poblar ociosamente la
memoria, ni drásticamente, para estímulo de los nervios y ejercicio de los músculos, sino para ir
procurando por tal medio la orientación del mundo en que vivimos y hemos de cumplir nuestra
propia misión y nuestro deber propio. Es una verdadera vela de armas, que no admite
estupefacientes ni enervantes.- CROCE, Benedetto: La historia como hazaña de la libertad.
México, FCE, (c1942). pp. 14-16, 198-201, 209.

[...] en lo humano está el contraveneno de lo humano y la razón del hombre es capaz de los más
asombrosos esfuerzos en la investigación de la verdad. Se asoman sin embargo a la historia
quienes no van a ella sino a buscar elementos para construir teorías filosóficas o políticas, o para
apoyarlas. Otros buscan en la historia las piedrecitas del mosaico que ellos han preconcebido y
cuyo dibujo, colores, trazado, asunto y forma están prefijos en su mente. Y algunos se lanzan a
estudiar períodos históricos que están aún, o que han vuelto a estar, de actualidad. Y aunque no se
apresten a historiarlos al servicio de un ideal político o de una causa partidista, ni empujados por la
ambición de fama o de fortuna, se hallan tan expuestos a sucumbir a la tentación de la parcialidad
como quienes intentan estudiar su propia época.
Los filósofos y los hombres de estado suelen tropezar en los escollos señalados. Incluso los
filósofos y los estadistas geniales. Está demasiado poblado su pensar de principios políticos o
filosóficos, es demasiado subjetiva su postura ante la vida; y al hacer historia la retuercen o
desfiguran, no según su capricho, que no anidan tales veleidades en las mentes preclaras, sino
según su noble razonar y en ocasiones según la proyección luminosa o sombría con que su
penetrante y aguda inteligencia mira y ve el hoy en que se agitan
Puede escribirse la historia de un período cualquiera del pasado en todo tiempo. Mas acabo de
decir que se dificulta extraordinariamente la creación histórica cuando los hechos están aún o
vuelven a estar de actualidad. Según Croce, toda historia es historia contemporánea. Pero Croce ha
hipertrofiado una verdad: la de que a veces el ayer suscita en nosotros muy vivas resonancias y le
consideramos conforme a ideas y a sentimientos de hoy. ¿Actualidad de los hechos históricos? Sí.
Y no hay paradoja en esta frase. Los hechos históricos pueden estar de actualidad de dos maneras.
Lo están cuando por su hirente acción sobre el presente, o siguen influyendo en el hoy
drásticamente o se halla muy reciente todavía su drástica influencia. Y pueden estar de actualidad
mucho después. En la multimilenaria espiral de la historia los pueblos serpentean trabajosamente.
Nunca vuelven a recorrer el camino ya pisado. Mas al avanzar por los eternos giros de la curva sin
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 10
1.- fin pasan, a las veces, ante panoramas parecidos a los antes divisados en su marcha. Cuando
los pueblos se encuentran frente a problemas no disímiles de los que ellos u otras comunidades
históricas han enfrentado ya, entonces vuelven a estar de actualidad los hechos históricos ocurridos
en esa parte del camino del avanzar sin tregua.
Si los hechos históricos están de actualidad por su hiriente influencia en el presente, se halla aún
muy turbio el río de la historia y es preciso un filtro de una enorme potencia para poder convertirlo
en cristalino. Cuando los hechos históricos influyen aún con viveza en el hoy apasionado, sólo un
gran historiador dotado de virtudes y talentos sobrehumanos o de una espectral serenidad de
espíritu podrá escribir sobre ellos sin pasión. Al volver a estar de actualidad los hechos del pasado
por su semejanza con los hechos del presente, el cercano hoy puede ayudarnos a comprender el
ayer remotísimo. Obligados a vivir en una época sombría de la historia, en torturada
contemporaneidad de regímenes despóticos cuya crueldad ha superado a las más torpes tiranías de
la historia, podemos hoy considerar, bajo otras luces que nuestros mayores, a conductores de otros
tiempos –Felipe II acabará por parecernos un príncipe benigno y liberal, si el azar no da un golpe
de timón en nuestra vida histórica-, regalados [sic: relegados?], hasta ahora, por la saña de quienes
vivieron en épocas distintas de las nuestras. Pero de ordinario, cuando los hechos del pasado
vuelen a estar de actualidad, la humana pasión suele enturbiar de intento las aguas de la historia, si
no se encuentran muy lejanas, muy lejanas, y todavía no se ha interpuesto entre el ayer y el hoy
una espesa neblina de siglos o milenios.
Pero cuando los hechos históricos, por un golpe de timón de los tiempos, han dejado de ser parte
viva del presente, o cuando por su desemejanza con los sucesos siempre dramáticos del hoy o por
su considerable lejanía no pueden interesar con fuerza a los hombres de una generación, ha llegado
el tiempo de la siega.
Dejemos gritar a quienes aconsejan escribir la historia con pasión. A la historia hay que ir con
agudeza de pensamiento, pero sin apriorismo, y sin odios. No hace falta ninguna especie de
castración sentimental para hacer historia, pero el estudioso tiene que ir a la historia con el alma
limpia de prejuicios filosóficos o políticos, nacionales o religiosos. No a buscar piedrecitas para su
mosaico sino a descubrir cómo fue el mosaico que esas piedrecitas formaron. Se debe ir a la
historia con una aguda y tensa curiosidad de ver el ayer en todas sus facetas y planos diferentes,
con sus lógicos procesos genéticos y en función de las continuas conexiones que enlazan las
formas de vida y las ideas; pero a ver el ayer como el ayer fue, no como quisiéramos que hubiese
sido. La inteligencia del hombre debería esforzarse por reflejar la realidad histórica como el
azogue del espejo nos devuelve las imágenes, según frase feliz del elogio de la historia del
bachiller Pedro de Rúa.
Con la nitidez y exactitud de los espejos planos, importa precisar; porque a veces, como los
deformantes espejos convexos o cóncavos, los historiadores trastruecan las proporciones de la
realidad histórica que tratan de captar y abultan e hipertrofian o achican y minimizan personas,
sucesos, pueblos y problemas. Ya por entender aún que la historia, como disciplina con contenido
propio, sólo puede ser historia militar o política [...], ya por desdeñar precisamente ese aspecto del
pasado, porque juzgan la historia de la cultura -rígidamente limitada dentro de un marco muy
restricto- como única captación del pasado digna de ser llamada historia.
A la historia debe irse con amor, porque el amor es el mejor camino para la comprensión. Con
amor, no para exaltar a los hombres cuyo pasado nos ocupa y cuyas sombras intentamos revivir,
sino para entenderlos. Con amor, pero sin incurrir en idolatría, [...].- SÁNCHEZ-ALBORNOZ,
Claudio: “El saber histórico”; en su: España, un enigma histórico. Buenos Aires, Sudamericana,
(c1956). v. I, cap. 1, pp. 29-31.

Se titula La miscelánea original de Schott y, en cierto sentido, es el libro más inutil que haya
sido escrito. Y no porque algunas de las noticias que contiene no puedan resultarnos útiles alguna
vez, sino porque nunca se nos ocurrirá buscarlas ahí.
En efecto, en esas páginas, un tal Ben Shott (es irrelevante saber quién es) ha recopilado un
número enorme de noticias irrelevantes (aunque no todas). Enumera, por ejemplo, los nombres de
algunos caballos famosos, el menú servido en la última cena del Titanic, las chicas de James Bond,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 11
1.- los maridos de Elizabeth Taylor, las muertes curiosas de algunos reyes birmanos, los altos
grados de la masonería, los artículos del código del duelo irlandés, las distintas edades de los
animales, la disposición de una orquesta, los puntos de la canasta, los versos de algunas retahílas
infantiles, los nombres de bufones de corte históricos y los gritos de guerra de los clanes escoceses,
los doce trabajos de Hércules, algunos insultos shakesperianos, 1237 cifras del número Pi, los
animales adoptados por el Zoo de Londres, y así, a lo largo de 150 páginas.
Una vez excluido que el libro pueda ser utilizado por quienes inventan concursos televisivos (es
difícil imaginar a un concursante que sepa que Aksakoff era el bufón de Isabel de Rusia), el único
placer que nos queda es dar con cosas que no están en el libro. Por ejemplo, ¿por qué saber el
verdadero nombre de los cuatro mosqueteros y no encontrar los nombres que Dumas dio a sus
criados (Planchet, Grimaud, Bazin y Mousqueton)? ¿Por qué no enumerar a los Tigres de
Mompracem (Giro Batol, Sambigliong, etc.)? ¿Por qué están los siete enanitos y no los siete reyes
de Roma? ¿Y cómo se llamaban los colaboradores de Maigret? ¿Y los amigos de Mickey? ¿Y los
personajes de Casablanca? Todas estas cosas, para mí, son muy relevantes, mientras que el juego
principal consiste en descubrir todo lo verdaderamente irrelevante que ha omitido Schott.
El problema es que es bastante fácil hacer un catálogo de las cosas relevantes, pero es imposible
hacer uno completo se lo irrelevante. La cultura, ese conjunto de ideas, nociones, datos, memorias
que denominamos Enciclopedia, es la suma de todo aquello que una sociedad (o la humanidad en
su conjunto) decide recordar. Pero no actúa sólo como contenedor; actúa también como filtro.
La cultura es también capacidad de desechar lo que no es útil o necesario. La historia de la
cultura y de la civilización está formada por toneladas de información que fue sepultada. a veces
hemos juzgado pernicioso este proceso y nos llevó siglos retomar el camino interrumpido: los
griegos no sabían ya casi nada de las matemáticas egipcias y, aun más, la Edad Media olvidó toda
la ciencia griega. En cierto sentido, eso les sirvió a las diferentes culturas para rejuvenecer y partir
de cero, para luego recuperar de a poco lo que se había perdido. Otras informaciones se han
perdido por completo. Ya no sabemos para qué servían las estatuas de la Isla de Pascua, y muchas
de las tragedias descritas por Aristóteles en su Política no nos han llegado.
Este discurso no vale sólo para las culturas, sino también para nuestra vida. Piensen en aquel
personaje de Jorge Luis Borges. Funes el memorioso: se acordaba de todo, de cada hoja que había
visto en cada árbol, de cada palabra que había oído en el transcurso de su vida, de cada racha de
viento que había percibido, de cada sabor que había saboreado, de cada frase que había oído. Aun
así (y precisamente por eso) era prácticamente un idiota, paralizado por su incapacidad de
seleccionar y desechar. Nuestro inconsciente funciona porque desecha. Luego, si algo se atasca,
nos gastamos un monton de dinero en el psicoanalista para recuperar esa nimiedad que nos servía y
que tiramos por error. Afortunadamente, todo lo demás se ha eliminado y nuestra alma es
exactamente el producto de la continuidad de esa memoria seleccionada.
La Red es Funes el memorioso, aunque de vez en cuando se renueva y desecha algo. ¿Cuántas
son las cosas irrelevantes? Ninguna enciclopedia podría decirnoslo nunca. La irrelevancia es
pariente cercana del infinito.- ECO, Humberto: “La cultura, la memoria y lo irrelevante”; en: La
Nación. Buenos Aires. Domingo 29 junio 2008. Secc. Enfoques.

PERSONA, SOCIEDAD Y CULTURA


[...] Existe una propensión a considerar que el medio ambiente está constituido por fenómenos
naturales como son la temperatura, el terreno o la provisión alimenticia disponible, factores que
inevitablemente varían en el tiempo y el espacio. Pero aunque estas cosas se reflejan en la
experiencia del individuo y por conducto de ella en la personalidad, en la formación de ésta
parecen de importancia secundaria, porque entre el medio ambiente natural y el individuo siempre
se interpone un medio ambiente humano, de importancia mucho mayor. Dicho medio lo constituye
un grupo organizado de otros individuos, es decir, una sociedad, y una manera de vivir que es
característica de ese grupo, o sea, una cultura. La acción recíproca del individuo y de estos
fenómenos origina la formación de la mayoría de los tipos de conducta, incluso de sus respuestas
más profundamente arraigadas. / [...]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 12
1.- Sea cual fuere la génesis de las sociedades humanas, todas tienen en común ciertos rasgos. El
primero y quizá el más importante consiste en que más que el individuo mismo, es la sociedad la
que ha llegado a ser en nuestra especia la unidad importante en la lucha por la existencia. Con
excepción de ciertos accidentes desventurados, como sería el de Robinson Crusoe, todos los seres
humanos viven como miembros de grupos organizados, y sus destinos se hallan inextricablemente
ligados al del grupo al que pertenecen. No es posible sobrevivir a los peligros de la infancia ni
satisfacer las necesidades del adulto sin la ayuda y cooperación de otros individuos. Mucho tiempo
hace ya que la vida humana pasó de la etapa del artesanado individual a la del grupo, en que cada
persona da su contribución, pequeña y específica, a la producción.
Una segunda característica de las sociedades radica en que tienen éstas normalmente una
duración mucho mayor que la vida del individuo. Por el accidente del parto, cada uno de nosotros
ingresa en una organización que ya es una entidad funcionando. Aunque bajo determinadas
condiciones puedan llegar a formarse nuevas sociedades, la mayoría de la gente nace, vive y muere
como miembro de la misma sociedad. Su problema como individuo no es el de ayudar a la
organización de una nueva sociedad, sino el de ajustarse a los patrones de un grupo viviente, que
desde mucho antes de nacer él llegó a implantarse. [...]
Como tercera característica tenemos que las sociedades son unidades funcionales, actuantes. A
pesar de ser obra de los individuos, funcionan como conjuntos. Los intereses de cada uno de los
miembros que las componen están subordinados a los del grupo entero, el que ni siquiera vacila en
eliminar alguno de sus miembros cuando juzga que conviene así a la sociedad en conjunto. […]
pertenecer a una sociedad significa hasta cierto punto el sacrificio de la libertad personal, por
ligeras que sean las restricciones que la sociedad conscientemente imponga. Las llamadas
sociedades libres no son en realidad sino aquellas que estimulan a sus miembros para que expresen
su individualidad en cosas de poca importancia y aceptables desde el punto de vista social, pero al
mismo tiempo obligan a sus miembros a vivir entre innumerables reglas y prescripciones,
haciéndolo tan sutil y cabalmente que apenas las notan. […]
La cuarta característica es la siguiente: en toda sociedad, las actividades necesarias para la
supervivencia del conjunto están divididas y repartidas entre sus miembros. No hay sociedad, por
sencilla que sea, que no distinga por lo menos entre los quehaceres del hombre y los de la mujer, y
en su mayoría también distinguen a ciertos individuos que consideran como intermediarios entre el
hombre y lo sobrenatural, o como jefes para organizar y dirigir las actividades del grupo en
señaladas funciones. Esta división representa el mínimo absoluto, y en casi todas las sociedades se
lleva mucho más lejos, teniendo en cuenta la especialización industrial y los funcionarios sociales.
La división formal de las actividades es la que da la estructura, la organización y la cohesión a la
sociedad. De una simple masa amorfa de individuos que constituyen la sociedad la transforma en
un organismo. […]
[…]Desde el punto de vista del individuo, el proceso de la socialización es, pues, el de aprender
lo que tiene que hacer para otras personas y saber lo que de ellas está destinado a esperar. / La
cultura como un todo, suministra a los miembros de una sociedad la guia indispensable para todos
los momentos de la vida. Sin ella, ni los miembros ni la sociedad misma podrían funcionar de una
manera eficaz.- LINTON, Ralph: Cultura y personalidad. México-Buenos Aires, FCE, (c1945).
(Breviarios, 145). pp. 27, 30-34.
CAMBALACHE
Cuando somos niños somos educados, vigilados y corregidos por nuestros mayores; cuando
somos jóvenes, chocamos generalmente con nuestros padres y los consideramos anticuados;
cuando formamos una familia y tenemos hijos, los educamos, vigilamos y corregimos, siguiendo
en muchas ocasiones criterios diferentes a los de nuestros progenitores; al crecer, nuestros hijos
nos considerarán anticuados, y al llegar a viejos seremos reeducados, vigilados y corregidos por
nuestros amados vástagos, que muchas veces tomarán revancha de las severidades y durezas que
hayamos tenido con ellos y nos harán pasar momentos algo amargos. Es algo así como el círculo
de la vida, no tan gozoso e ideal como el del musical El Rey León, pero muy frecuente en nuestras
civilizaciones.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 13
1.- En algunos grupos humanos se respeta un poco más a los ancianos, en otros se privilegia más
al joven y en casi ninguno el equilibrio y la justicia son prioridades necesarias. Uno debe
acostumbrarse a ser reprendido por esos ex enanos que han crecido y ahora nos vigilan, nos
previenen de posibles accidentes domésticos y de comidas que nos pueden caer pesadas así como
nosotros corríamos despavoridos tras ellos cuando gateaban hacia los enchufes y nos oponíamos
rotundamente a la ingesta indiscriminada de golosinas y comida chatarra. Es muy difícil separar el
rigor que se ejerce desde el amor y el que se aplica como abuso de autoridad. Tanto el abuso
infantil como el que se produce contra ancianos han llenado y desgraciadamente siguen llenando
los archivos negros de la crónica cotidiana, y muchas veces ingresan en el territorio de las noticias
policiales.
Ejercer la fuerza contra el más débil es una muestra de la más baja calidad humana. Esos odios
que un día fueron amor (en el caso del maltrato a los viejos) y esos amores que matan (en el caso
de los niños abusados) son producto de neurosis no tratadas y muchas veces ni siquiera asumidas.
A muchos les parecen "naturales" esas conductas, evidentemente negativas.
Si nuestros padres han sido demasiado severos, rígidos y castigadores, lo mejor es poner los
puntos sobre las íes cuando uno llega a la edad adulta, aclarar las cosas con la firmeza requerida y
replantear la relación desde límites estrictos de respeto y con todo el agradecimiento por habernos
dado la vida, aclararles que "dar la vida" no es ejercer el "derecho de propiedad" sobre los hijos,
que son seres humanos con todos los fueros correspondientes, y si no entran en razón lo mejor es
seguir cada cual su camino, sin olvidar el vínculo, pero sin dejarse basurear.
Es muy diferente el caso de los viejos, porque el joven que se independiza aun en malos
términos tiene la vida por delante para reconstruirse, mientras que el anciano entra en un período
de decadencia biológica con un camino lleno de obstáculos, enfermedades, debilitamientos e
imposibilidades. Excepto casos aberrantes de abusos sexuales o palizas salvajes con lesiones que
quedan para toda la vida, los errores de los padres deberían ser, no olvidados, pero sí perdonados.
En algún punto la guerra debe terminar y quizás ayuden a esa especie de armisticio algunos buenos
recuerdos, algún cumpleaños, alguna caricia, algún gesto de amor y cariño que por más severos
que hayan sido deben de haber tenido para aquel bebe que un día fuimos.
Lo mejor es no sembrar vientos para no cosechar tempestades. Muchas veces debemos parte de
nuestra felicidad a cosas que en su momento nos parecieron excesivas y represoras pero que nos
marcaron límites indispensables para un mejor comportamiento social, y muchas veces también
comprendemos al envejecer que la vida es un "toma y daca" y que podemos ser reeducados por los
mejores maestros, esos que han sido nuestros alumnos y que además nos devuelven en cuidados y
desvelos todo el amor y el compromiso que hemos tomado con ellos. Es, ni más ni menos, que el
círculo de la vida.- PINTI, Enrique: “El círculo de la vida”; en La Nación Revista. Domingo, 4 de
abril de 2010.
Desde el margen
Dos chicos hermosos, Tomás y Evelyn. Los dos de Lincoln, los dos muertos a manos de las ex
parejas de sus madres, los dos con medios hermanos de sus asesinos.
-El tipo era un loco. ¿Quién podía saber?
-Uno nunca sabe de quién se enamora.
-Pobre mujer, le tocó un loco. Nadie se salva de estas cosas.
Pero si la hipótesis del loco no alcanza para entender lo que sucedió, la teoría del amor ciego
alcanza aun menos. Será que hoy se le dice amor a cualquier cosa. A la comodidad, a la fragilidad,
al miedo, a la insolvencia. A no querer ser "la única sola", o -como rezaba el título de una
telenovela mexicana de los ochenta- "la sin marido". Lo que sea con tal de ser "como los demás".
Lo que sea y el que sea, así sea violento y abusivo. Todavía, y mal que nos pese, en la cabeza de
muchas mujeres el imperativo de estar acompañadas se torna desesperante. A tal punto que bajo el
síndrome -la maldición- de la media naranja dejan de ver lo obvio. Lo que siempre estuvo ahí.
Un niño que se moja de miedo cada vez que ve a su padrastro, como Tomás. Un hombre capaz
de amenazar de muerte a sus ex mujeres, como López. Y, cuando se reacciona, ya es tarde.
Siempre es tarde. ¿Que nadie podía imaginarse algo así? Ése quizá sea el punto: que cuando
alguien es responsable por otro (tal el caso de adultos y pequeños) la imaginación se vuelve
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 14
1.- exigencia. De eso se trata en definitiva maternar: de ver lo que aún no está, pero podría. La
famosa escena del "saquito por si refresca" tiene que ver con eso: con el amor como una forma de
clarividencia. Con ver por el otro en el más literal de los sentidos. Cuidar del otro es prestarle
nuestros ojos. Ser capaces de leer la tiniebla.
Según la antropóloga Helen Fisher, por caso, cierta capacidad "orquestal" en el modo en que la
hembra humana procesa los datos del mundo responde, justamente, a la necesidad de cuidar de la
prole. A mirar, al mismo tiempo, que el fuego no se apague, que no aparezcan predadores, que eso
tan frágil -tan débil- que ha llegado a su vida no termine devorado por alguna bestia. Decenas de
miles de años después se dice que hemos "evolucionado". Los crímenes de Lincoln nos recuerdan
que tampoco tanto. Y hasta nos hablan de una pérdida poco mencionada: la de la capacidad de
cuidar (generosa, atenta, amorosamente) de nuestras crías. Porque hubo un perverso asesino, claro.
Pero -por miedo o por vaya a saber uno qué chueco sentido de la corrección política- nadie aquí
parece recordar que los matadores entraron a la vida de sus víctimas de la mano de sus propias
madres. ¿Significa esto hacer de ellas, también víctimas, culpables? No, pero sí distinguir entre los
que pudieron elegir y los que no. Ellos, los chicos, fueron los únicos que nunca decidieron nada. Y
terminaron muertos. ¿Significa esto que toda mujer separada debe renunciar al amor? En absoluto.
Pero, y de nuevo, el amor debe ser alguna otra cosa. Habrá tal vez que recuperar un saber que data
de los días de la caverna. Entender que el amor -ese que mira, escucha, sana y salva- es siempre
con los cinco sentidos, y hasta con un sexto más. Que cualquier cosa que me necesite sólo a
medias -y golpeada, y encerrada, y sola- mal puede valer la pena. Que la verdadera maldición
bíblica [sic] no es otra que el mito de la media naranja. Ese que ciega a tantas, y nos hace llamar
tragedias a crímenes demasiado anunciados.- SÁNDEZ, Fernanda: “Dos crímenes anunciados y la
maldición de la media naranja”; en La Nación. Martes 29 de enero de 2013.

PREHISTORIA (conceptos)
Hace tan sólo unas décadas aún se presentaba la prehistoria como un compartimiento estanco.
Sus métodos la emparentaban más que con la historia con las ciencias naturales, especialmente con
la geología. Por otro lado, entre la fase final de la prehistoria, el Neolítico, y los primeros imperios
del Próximo Oriente, cuyo estudio correspondía ya a las disciplinas clásicas, se abría un vacío casi
total. Con posterioridad a la guerra de 1914-1918 se multiplican los yacimientos arqueológicos en
aquellos lugares donde se asentaron las antiguas civilizaciones del Asia anterior, y, lentamente,
han conseguido colmar este vacío. Se ha podido observar así que, desde el valle del Nilo al del
Indo, las instalaciones neolíticas se insertan entre los restos del Mesolítico y los primeros poblados
de los agricultores y ganaderos predecesores de la gran civilización urbana. Este contacto,
realizado sobre el terreno, entre dos disciplinas que venían operando de modo paralelo, ha
contribuido a ampliar y enriquecer el campo histórico.
Se puede definir la investigación científica por sus dos operaciones básicas: indagación
científica del pasado del hombre con ayuda de los testimonios que de él han llegado a nuestras
manos, y reconstrucción de este pasado en esquemas inteligibles. A partir de los grandes eruditos
del Renacimiento, el historiador ha dirigido principalmente sus esfuerzos a elaborar la crítica de
los testimonios escritos y a establecer criterios que permitan decidir acerca de la autenticidad,
veracidad o grado de verosimilitad de un texto. Este esquema conceptual se ha desmoronado ante
la dimensión alcanzada por los hallazgos arqueológicos. Las decenas de miles de textos
exhumados han hecho retroceder los confines de la historia escrita hasta comienzos del IV milenio
a.C., revelándonos pueblos y civilizaciones desconocidos.
Pero la aportación capital de la arqueología reside en el hecho de haber introducido en el ámbito
del método histórico un nuevo tipo de documento. Si bien el testimonio escrito, el texto, conserva
una importancia privilegiada, deja de ser, en cambio, el único instrumento de conocimiento del
pasado. Todo objeto conservado, todo vestigio de la vida y actividad de nuestros antepasados, se
puede convertir en un testigo. Son estas cosas, que tantos recuerdos guardan, las que constituyen el
objeto propio de la arqueología; para obligar a declarar a estos innumerables y dispersos testigos,
ésta dispone en la actualidad de una amplia serie de técnicas de investigación. El límite entre
historia y prehistoria va perdiendo gradualmente nitidez: aún en ausencia de textos, vastos sectores
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 15
1.- del pasado resultan inteligibles para el historiador a la doble luz de las nuevas técnicas y de las
ciencias humanas. A su vez, la esfera de la historia escrita ya no podrá privarse en lo sucesivo de la
contribución arqueológica, que completa, y en ocasiones rectifica, cuanto de fragmentario, e
incluso de parcial, pueda ofrecer el testimonio humano tal como aparece en los textos. Una
diferencia fundamental continuará, sin embargo, contraponiendo la historia que carece de textos,
que depende del método arqueológico, a la historia capacitada para hacer un uso paralelo de ambas
series de documentos, escritos y no escritos. Nunca penetrará la prehistoria en el pasado humano
sino a través de unos restos materiales que tan sólo revelan efectos sin sus correspondientes causas,
o gestos desligados de sus motivaciones íntimas.
Con objeto de reducir al máximo este margen de incertidumbre congénita se ha forjado y
desarrollado, en torno a unos cuantos útiles de piedra tallada, un método que se convierte cada día
más, en un asombroso instrumento de exploración del pasado. / […]
Cronología absoluta. / […] Al descubrir, en 1949, que en la naturaleza existía carbono
radiactivo, el físico norteamericano W.F. Lobby señaló inmediatamente sus posibles aplicaciones
futuras en el campo arqueológico. Hay que buscar el origen del C14 en la irradiación cósmica: los
neutrones (núcleos atómicos) emitidos en esta irradiación provocan en las altas capas de la
atmósfera la transmutación del nitrógeno en carbono radiactivo, el cual se combina con el oxígeno
del aire para dar anhídrido carbónico. En la atmósfera existe, por tanto, una cierta proporción de
anhídrido carbónico radiactivo que será absorvido, directa o indirectamente, por todos los seres
vivos. Fácilmente se comprende el interés que presenta el ciclo del C14: efectivamente, rara es la
excavación que no desentierra algunos residuos orgánicos, vegetales u osamentas. Cuando se
produce la muerte de alguna planta o animal, el C14 que contiene inicia su proceso de
desintegración que habrá de transformarlo en C12, o carbono ordinario. Esta alteración se efectúa
siguiendo un ritmo regular; por lo que hace al C14, se ha fijado su coeficiente de desintegración o
período (que representa el tiempo que tarda la radiactividad en reducirse a la mitad) en 5.570 años.
Por tanto, si se mide la radiactividad residual de una muestra se podrá obtener el número de años
transcurridos desde la muerte del vegetal o del animal del que ésta procede. Si la disminución en la
mitad de la radiactividad en cuestión corresponde a 5.570 años, su descenso hasta la cuarta parte
representará una duración de 11.140 años, etc. Para etapas superiores a los 20.000 años, los
cálculos resultan inciertos [...] En una primera fase los tests, realizados con muestras fechadas
mediantes distintos procedimientos, han proporcionado resultados convergentes. Esta técnica no
deja de perfeccionarse; se ha superado ya el techo de los 20.000 años. La conversión del C14 en
acetileno hace retroceder los límites de la investigación hasta cerca de los 70.000 años. Aún
descontando el uranio 235 y el 238, otros elementos radiactivos, como el potasio 40 (período:
1.300.000 años), sustituyen ampliamente al C14 por encima de los 70.000 años. Gracias a estos
medios se ha podido asignar a los restos fósiles del Zinjanthopus, australopitécido del África
Oriental [Tanganika, en el cañón de Olduvai, descubiertos por L.S.B. Leakey en 1959] una fecha
próxima a 1.750.000 años.- ALIMEN, Marie-Henriette: “Técnicas e historia de la arqueología”;
en: ALIMEN, M.-H.; STEVE, P. Marie-Joseph, O.P. (comps.): Prehistoria. Madrid, Siglo XXI,
(c1972). (Historia universal, 1). pp. 2-3, 15-17.

Este año [2009] se cumple el sesquicentenario de la publicación del revolucionario libro de


Charles Darwin El origen de las especies, en el que expuso, debidamente documentada, la teoría
de la evolución. En ella se afirma que las especies animales y vegetales no eran en su origen como
las conocemos, sino que proceden de especies anteriores que fueron transformándose unas en otras
a través de millones de años, a partir de la primera forma de vida.
Para justificar el impacto que esta teoría inicialmente produjo debe recordarse que en el primer
libro de la Biblia, el Génesis, se relata la creación de las distintas especies animales y vegetales en
seis días consecutivos, que culminan con la creación de la primera pareja humana. Pese al estilo
alegórico del relato, la interpretación casi unánime de las iglesias cristianas fue considerar a cada
especie como fija.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 16
Como singular excepción debe citarse a San Agustín. En el siglo V, él afirmó que, en el acto
creador, pudo Dios poner en la materia "aquellas razones causales de manera que se produjera más
1.- tarde en ella lo que al Creador agradase". (Del Génesis a la letra V, 14). Sin embargo, entre los
teólogos que lo sucedieron prevaleció la interpretación literal.
A esto debe agregarse que de los primeros libros de la Biblia, que narran los orígenes del pueblo
de Israel, podría deducirse que el proceso creador tuvo lugar sólo unos 4000 años antes del
nacimiento de Cristo, lo que impediría disponer del tiempo requerido para cualquier proceso
evolutivo espontáneo. Hubo que esperar hasta fines del siglo XVIII para que la geología aportara
pruebas sobre la gran antigüedad de nuestro planeta. Este descubrimiento dio a los biólogos una
nueva perspectiva sobre posibles transformaciones habidas en la naturaleza.
Luego de algunas primeras propuestas evolutivas que finalmente cayeron en el olvido, por
inciertas o refutables, emerge la figura de Charles Darwin. A los 22 años de edad, este joven
inglés, miembro de una distinguida familia, recibe una invitación para viajar alrededor del mundo
a bordo de un barco de la armada británica, el Beagle, en carácter de naturalista. Este viaje [1831-
36] le permitió realizar, en diversas partes del mundo, hallazgos suficientes para convencerse de la
realidad del proceso evolutivo.
Le faltaba, sin embargo, establecer cuál era el mecanismo determinante de esa evolución. Lo
encuentra un par de años después de su regreso a Inglaterra, en el libro de Malthus Ensayo sobre el
principio de población [1798]. Allí el autor señala la gradual insuficiencia de la producción de
alimentos para satisfacer las necesidades de una población en rápido crecimiento.
De aquí extrae Darwin la idea rectora de su teoría evolucionista: la selección natural en la lucha
por la vida, que favorece la supervivencia de los dotados por alguna característica orgánica
heredada por azar (tamaño, rapidez, fortaleza) que los ha hecho más aptos que a los demás de su
propia especie y misma generación en la lucha por la existencia. Estos ejemplares tienen mayor
posibilidad de alcanzar la edad de reproducirse, lo que les permite difundir sus características, que
de este modo, con el correr del tiempo, se generalizan y acentúan cada vez más.
Debe destacarse que esta teoría sirvió para explicar con claridad la microevolución (diferencias
favorables de tamaño, color, etc.), pero no alcanzó a explicar la macroevolución (nacimiento de
nuevos órganos: cuernos, alas, etc.). Las mutaciones genéticas fueron descubiertas después de la
muerte de Darwin y aún hoy se ignora cómo puede producirse la secuencia coordinada de
mutaciones necesarias para la aparición de nuevos órganos.
No cabe duda de que cuando publicó El origen de las especies [1859] Darwin sabía que estaba
lanzando un duro reto a la concepción religiosa tradicional. ¿Era Darwin un enemigo de la fe?
Como muchos intelectuales de su época, se consideraba deísta, doctrina que acepta la existencia de
un Dios creador de la naturaleza y de sus leyes, pero que permanece impasible ante la vida de sus
criaturas. Para él, una vez originada la vida, Dios deja actuar a las leyes de la selección natural.
Era obvio que los materialistas recibirían con alegría la tesis evolucionista, porque en ella creían
encontrar la única explicación racional posible a la existencia de la naturaleza sin un Dios creador.
Por su parte, todos aquellos para los que la Biblia es un libro sagrado vieron en la teoría de Darwin
un directo ataque a sus creencias y alzaron la voz contra quien, supuestamente, pretendía agredirlas
Por razones fácilmente entendibles, a la Iglesia Católica le llevó largo tiempo conciliar el
contenido del Génesis -expuesto en un lenguaje simbólico- con los nuevos descubrimientos
científicos. En 1909, hace ya cien años, la Pontificia Comisión Bíblica afirmó oficialmente que el
relato del Génesis no debía ser interpretado, dando a sus contenidos validez científica. En 1950, el
papa Pío XII, en su encíclica Humani Generis, auspició el diálogo con quienes "buscan el origen
del cuerpo humano en una materia preexistente". En el año 2007, el actual papa, Benedicto XVI,
afirmó: "La contraposición entre creacionismo y evolucionismo es absurda, pues hay muchas
pruebas científicas a favor de una evolución. Pero la teoría de la evolución no responde a la gran
pregunta filosófica: ¿de dónde viene todo?"
En definitiva: debe aceptarse que creación y evolución no son términos antagónicos. Evocando a
San Agustín se puede asumir la existencia de una creación evolutiva sin que ningún dogma quede
alterado. Una vez demostrada por la ciencia la realidad de la evolución, es a los filósofos a quienes
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 17
corresponde estimar si los hechos observados inducen o no a reconocer en ese proceso la acción
providente de una inteligencia superior.- ARNAUDO, Florencio José: “Darwin y un falso dilema”;
en La Nación. Sábado 14/11/ 2009.
1.- El procer cuyano y su temprana defensa de Charles Darwin
Solo dos años separan los bicentenarios de los nacimientos de Charles Darwin (1809-1882) y
Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888). Sobre Darwin, el historiador de la medicina William
Bynum afirma: "Los trabajos de Galileo, Newton, Einstein, Planck y Mendel son leídos hoy sólo
por historiadores y especialistas. Son figuras históricas; Darwin es nuestro contemporáneo. Su
libro El origen de las especies fue escrito para un público general. Se agotó el mismo día de su
lanzamiento, en 1859. Estos hechos lo hacen único en la historia de la ciencia". Es cierto que
cuando uno lee a Darwin parece estar dialogando con él sobre temas actuales. Notablemente,
ocurre algo similar cuando se lee a Sarmiento. Sarmiento aparece como un contemporáneo que
dialoga con el lector sobre temas vigentes y aún no resueltos de la condición humana. Si bien esto
es fascinante, también es peligroso, porque uno se embarca en glorificarlo o demonizarlo con
parámetros actuales, perdiendo de vista la perspectiva histórica.
¿Qué une a estos dos personajes de la historia? Quizá pocos lo sepan, pero Sarmiento pronunció
en 1882 un discurso de homenaje a Darwin, en ocasión de su muerte, en el Círculo Médico de
Buenos Aires. Sarmiento tiene una idea cabal y vibrante de la importancia del pensamiento de
Darwin. Leyó sus libros y en particular el Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo,
relato de los cinco años pasados a bordo del Beagle, donde el joven Darwin (entre los 23 y 28
años) recogió las evidencias que más tarde servirían de inspiración para su teoría evolutiva. La
lectura del Diario ... es apasionante, en especial para los nacidos aquí, ya que casi la mitad
transcurre en tierras argentinas y uruguayas.
Sarmiento es consciente de que las ideas de Darwin causan rechazo y espanto en muchos
sectores de la población porque atentan contra dogmas religiosos muy arraigados. Por eso confiesa
su satisfacción al pronunciar su discurso de homenaje frente a un público de médicos, donde
supone que los jóvenes que lo escuchan, iniciados en las ciencias, sabrían apreciarlo sin prejuicios.
Es que hoy sigue siendo cierto que lo verdaderamente revolucionario de Darwin fue que, al
proponer el mecanismo de selección natural, reafirmó de manera científica la existencia de
evolución de la vida sobre la Tierra. La célula viva es una forma particular de organización de la
materia, está hecha de los mismos átomos y regida por las mismas leyes fundamentales de la física
y de la química que la materia no viva. Las propiedades esenciales de la célula viva son su
capacidad de reproducirse y de metabolizar, o sea, de intercambiar compuestos químicos y energía
con el medio que la rodea. Al estar todos los seres vivos compuestos por células, nuestras
capacidades de reproducción son consecuencia de las de nuestras células y de que nuestro material
genético esté constituido por una molécula capaz de autoduplicarse: el ADN. El ADN está
organizado en genes; la información de los genes se hereda, pero ocasionalmente puede cambiar, y
ese cambio o mutación, generalmente producido al azar, también se hereda. Dicho esto, decimos
hoy que hubo evolución cuando hubo un cambio, a lo largo del tiempo, en las frecuencias de las
variantes de los genes en un grupo de individuos.
Ni Darwin ni Sarmiento sabían nada de genes, de ADN ni de genética. Sin embargo, Darwin no
necesitó de ninguna aproximación molecular ni reduccionista para darse cuenta de la evolución. Le
bastó con una inmensa curiosidad, un rigor observacional envidiable y una escéptica cautela a la
hora de interpretar sus observaciones y plantear hipótesis. Sarmiento se hace eco de estas virtudes
y avanza incluso más: "En las ciencias biológicas, se ha llegado a la aplicación de métodos
perfeccionados de observación y experimentación, y a medidas exactas de la física experimental
para las investigaciones fisiológicas".
Con oportunidad increíble y sorprendiéndonos por su cultura científica, Sarmiento cita los
experimentos de su contemporáneo Luis Pasteur, que descartaron la generación espontánea de la
vida y que confirmaron que las enfermedades infecciosas son causadas por organismos
microscópicos. Estos dos descubrimientos de Pasteur son pilares de la microbiología y de la
biología molecular modernas, cuyos desarrollos hasta nuestros días no hacen otra cosa que
confirmar la evolución y la selección natural.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 18
La erudición de Sarmiento domina el discurso. Las referencias a naturalistas prestigiosos de la
época, como Lyell, Agassiz, Huxley, Humboldt, Bonpland y Ameghino, como también de los
antiguos trabajos de Lineo y Buffon, son evidencia de una marcada predilección por las ciencias
1.- naturales, algo llamativo para alguien que no tenía formación médica ni científica. Con humor
e ironía, Sarmiento nos dice que las explicaciones de Darwin sobre la evolución y adaptación de
las especies han "simplificado el trabajo del Creador". Darwin nos permite reemplazar una
explicación mágica por otra lógica, y esto fascina a Sarmiento a tal punto que se esfuerza por dar
ejemplos locales de adaptaciones por selección artificial, es decir, motorizada por el hombre, como
el de las variedades argentinas de ovejas, o por explicar con suma didáctica y sencillez por qué, no
habiendo elefantes, rinocerontes e hipopótamos en Inglaterra, el hallazgo de huesos de estos
animales en el subsuelo de Londres es testimonio latente de la evolución. Sarmiento nos apabulla
con referencias a la paleontología, anatomía comparada, embriología y taxonomía. Nos explica que
así como en tiempos remotos los hombres no sabían dónde se originaban las nubes y hoy (por
1882) saben que surgen de la evaporación de las aguas del mar, así Darwin nos despierta del sueño
creacionista: antes no sabíamos, ahora sabemos.
Sarmiento compara la evolución de las especies con la del lenguaje, metáfora explorada aún hoy
por la lingüística moderna, en un párrafo que vuelve a asombrarnos por sus conocimientos del
origen indoeuropeo del griego, el latín y las lenguas romances. También hace un repaso
cronológico, a vuelo de pájaro, de la historia de la humanidad, en el que aflora su leitmotiv de la
lucha de opuestos entre civilización y barbarie. En este recorrido histórico, al pasar por el siglo
XVI, da sentido brechtiano al epur si muove de Galileo: la ciencia basada en la evidencia sobrevive
a los hombres. La retracción de Galileo ante la Inquisición ha enriquecido a la historia humana: la
Tierra sigue girando alrededor del Sol.
No puede obviarse la mención de ciertos pasajes con conceptos racistas, algunos escritos en tono
de broma, como queriendo ratificar el origen simio del hombre por las características simiescas de
ciertas razas humanas. Hoy diríamos que estas palabras de Sarmiento son políticamente
incorrectas. La pregunta, planteada más arriba, es si debemos analizar el racismo de Sarmiento con
ojos actuales o en su contexto histórico.
Para justificar su adhesión a la teoría de la evolución, Sarmiento nos dice: "...Adhiero a la
doctrina de la evolución... como procedimiento del espíritu, porque necesito reposar sobre un
principio armonioso y bello a la vez, a fin de acallar la duda, que es el tormento del alma".
La bella prosa que fluye de su pluma traiciona su racionalismo. Sus razones se vuelven
idealistas y se apartan de la evidencia científica: "Me gusta porque es armónica, me gusta porque
cuaja con la belleza".
Nosotros sabemos que la belleza del mundo es sólo una ilusión de nuestra subjetividad y que la
evolución no tiene por objetivo, si es que tuviera alguno, generar belleza. Sin embargo, éste es un
tema de discusión aún vigente: los biólogos no nos ponemos de acuerdo sobre si existen tendencias
hacia la perfección en la evolución de los seres vivos. Nuevamente, el contemporáneo Sarmiento
parece participar de esta discusión.- KORNBLIHTT, Alberto R.: “Sarmiento naturalista”; en La
Nación. Martes 22/02/2011.
LA HOMINACIÓN
El origen de la especie humana, uno de los grandes problemas científicos y filosóficos del siglo
pasado [el XIX], no ha perdido actualidad en el nuestro. Las encarnizadas disputas acerca de la
llamada teoría de la descendencia fueron motivadas menos por el hecho de que muchos biólogos
comenzaron a incluir al hombre en el concepto de evolución, a raíz de la aparición del libro
fundamental de Darwin en 1859, que por las prematuras conscuencias materialistas y
antimetafísicas que solían deducirse de las nuevas teorías científicas. Ahora bien, no solamente los
materialistas y monistas del tipo de Haeckel se excedieron en tales discusiones, sino también los
defensores del ideario espiritualista y dualista. Estos últimos dejaron de ver que el transformismo
aplicado al hombre no contradecía sus conceptos mientras se limitara al dominio de su
competencia, es decir, al biológico. Una deficiente interpretación de las Sagradas Escrituras no era
ajena a estas discusiones puesto que se aferraban a la letra más que al espíritu de la tradición
bíblica acerca de la creación. No obstante, uno de los más preclaros pensadores de todos los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 19
tiempos, San Agustín, ya había dicho lo pertinente sobre el particular. En uno de sus libros sobre el
Génesis, declara que las palabras de Dios: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra” no
se referían al cuerpo humano, sino solamente al alma. Los conocimientos científicos de la época
1.- tardío romana, eran demasiado limitados como para hacer posible que San Agustín pensara en
la transformación de una especie en otra. Pero su alto concepto de Dios, muy por encima del
ideario antropomórfico de muchos de sus sucesores teológicos, le indujo a declarar que “es un
pensamiento demasiado pueril pensar en que Dios creara al hombre de barro de la tierra con manos
corpóreas. Y del mismo modo que no lo ha formado así, tampoco ha soplado sobre él con su
garganta y sus labios”. En otro pasaje declara: “Dios creó a Adán, o bien desde su ambiente,
repentínamente en edad adulta, o bien lo hizo desenvolver, paulatinamente de la materia provista
de la potencia vital”. La última alternativa corresponde más a la grandiosa teoría de la creación
simultánea que el gran Doctor Ecclesiae desarrolló en sus obras. Las primeras palabras de la
Biblia: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”, las interpretó en el sentido de que Dios creó
la materia en un día o en un momento, metiendo en ella “primariae omnium nascientium causales
rationes”, es decir, las disposiciones causales y gérmenes de todo lo que nació posteriormmente,
incluso los seres orgánicos. Por lo tanto, ni siquiera para el origen de la vida pide el gran filósofo
un acto divino especial.
A la luz de la doctrina de San Agustín no existen las dificultades que la teología posterior
aduciera en contra de la extensión del transformismo aplicado al hombre, en lo que se refiere a su
origen corpóreo. Dentro de los límites de los escasos conocimientos biológicos de su época las
ideas de San Agustín son más modernas en muchos aspectos. Claro que se distinguen de la
posición de los materialistas en un punto fundamental: aceptan un Dios creador, personal. Desde
este punto de vista lo espiritual, y por ello el alma humana, no puede ser el producto de procesos
meramente mecánicos y biológicos. ¡Cuántas arduas y superfluas discusiones y derrotas
intelectuales se habrían evitado si no se hubiera pasado por alto que el problema del origen
biológico del hombre poco o nada tiene que ver con las cuestiones metafísicas ligadas a su
existencia! Por cierto, no solamente los defensores del pensamiento tradicional, sino también sus
adversarios, los extremos positivistas, incurrieron en el mismo pecado por su erróneo -por no
decir primitivo- enfoque de los aspectos filosóficos que se elevan tras los hechos empíricos.
Olvidaron y olvidan que hasta si se pudiera evidenciar el cosmos como un enorme mecanismo –
teoría de ninguna manera imposible- siempre sobrarían los interrogantes fundamentales, las
inquietudes trascendentales innatas al espíritu humano, y que no pueden resolverse mediante
métodos biológicos y físicos.
En realidad, el problema de cómo se explica su existencia, qué es el alma en esencia, se sustrae a
la investigación de las ciencias positivas y entra en el dominio de la filosofía. […].- MENGHIN,
Osvaldo F.A.: Origen y desarrollo racial de la especie humana. 2. ed. rev. y aum. Buenos Aires,
Nova, [1965]. (Compendios Nova de iniciación, 14). pp. 9-11

1. […] El primer hombre, salido del polvo de la tierra, fue ceado con alma viviente, no con
espíritu vivificante; esto se le reservaba como premio de la obediencia. Por eso no ofrece duda que
su cuerpo no fue espiritual, sino animal, necesitado de alimento y bebida para no sufrir el hambre y
la sed, y estaba garantizado contra una muerte necesaria, no por absoluta e indisoluble
inmortalidad, sino por el árbol de la vida, que también le mantenía en la flor de la juventud. Y con
ser animal no habría de morir si el hombre no hubiera caído, incurriendo en la sentencia del
anuncio y la amenaza de Dios. […] /
2. El primer hombre, según el Apóstol [San Pablo], fue hecho con cuerpo animal. En efecto,
queriendo distinguir este cuerpo animal del espiritual que tendremos en la resurrección, dice: Se
siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se
siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual. Para
probar esto dice luego: Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. Y para demostrar qué es el
cuerpo animal, dice: Así está escrito: El primer hombre fue un ser animado.
De este modo, quiso demostrar qué es el cuerpo animal, aunque la Escritura, cuando le fue
creada al hombre por el soplo de Dios el alma, no dijo del primer hombre, llamado Adán: “Fue
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 20
hecho el hombre con cuerpo animal”, sino: El hombre fue un ser animado. Y en estas palabras: El
primer hombre fue un ser animado, quiso el Apóstol [1ª epístola a los corintios, xv, 42-43] se
entendiera el cuerpo animal del hombre. / […].- AGUSTÍN de Hipona, santo (454-430): La
1.- ciudad de Dios. Ed. bilingüe. 3. ed. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, (c1977-1978).
Libro xiii, cap. 23. (obra de los años 413 a 426).

PAL EONTOLOGIA Y SOCIEDAD: UNA ESTRELLA DARWINIANA


A pesar de lo que podría hacernos pensar el cine, las cosas más importantes que pasan en la
ciencia no suelen ser demasiado espectaculares. No es raro que haya que esperar años antes de que
la comunidad científica comience a reconocer los alcances de un descubrimiento o un nuevo
planteo teórico, y si hay muchos que obtienen un Nobel, no son pocos los que se mueren sin ser
reconocidos.
Es por eso que cuando ciertos anuncios espectaculares se hacen en los medios masivos, la
sombra del sensacionalismo parece alentar las dudas. De este orden parece haber sido la
presentación en sociedad del primate fósil Darwinius masillae, que el alcalde Michael Bloomberg
anunció en Nueva York con bombos y platillos, el 19 de mayo último, en un acto donde se
homenajeaba a Charles Darwin.
El fósil, descubierto en 1983 en una cantera alemana, había estado veinte años guardado antes
de que el noruego Jorn Horum lo comprara por un millón de dólares y pusiera su equipo a
restaurarlo.
Así como Johanson, pensando en una canción de los Beatles, le había puesto Lucy a su famoso
homínido, Horum le puso al suyo Ida, el nombre de su hija. Las gacetillas que difundieron el
descubrimiento se empeñaron en destacar que Ida tiene 47 millones de años, y Lucy sólo 3,2,
como si de figurar en el Guinness se tratara.
Tras calificarla prontamente como “la octava maravilla”, la televisión anunció a Ida como “un
hallazgo científico revolucionario que cambiará todo”, y comparó su descubrimiento con la llegada
del hombre a la Luna. Irónicamente, la revista Science observó que ese podía llegar a ser “el titular
científico más exagerado del mundo”.
El día que quedó aplastada por la lava de una erupción volcánica, Ida era un bebé de meses, y
aunque hubiera alcanzado la edad adulta, no habría llegado a pesar un kilo. El mayor atractivo que
ofrece Ida es que su esqueleto está completo en un 95 por ciento. Se pueden observar hasta rastros
de piel y pelos y su tubo digestivo guarda restos de frutas, semillas y hojas. Esto la convierte en
uno de los fósiles mejor conservados de todos los tiempos.
Por cierto, su presencia lleva a replantear algunas ideas sobre la evolución. De algún modo, sin
poner en duda el origen africano del hombre, vuelve a poner el acento sobre Europa.
En la época en que vivió Ida, los tarsios y los lémures (que aún sobreviven) se estaban
separando, pero los lemúridos fósiles conocidos se parecían bastante a los actuales. Incluso los
había más antiguos que Ida, como el Notharctus y el Purgatorius, de 50 y 70 millones de años,
respectivamente.
Los sobrinos de Ida.- El coro mediático (haciendo pie en una expresión ambigua de sir David
Attenborough –documentalista y divulgador destacado de tópicos sobre naturaleza) que parece
haber mordido el anzuelo–, no vaciló en calificar a Ida como “el eslabón perdido”
En todo caso se trataría del eslabón que une a los lemúridos con los monos, por cierto en la ruta
que conduce al hombre. Hace tiempo hemos dejado de pensar la evolución como una cadena lineal
o como un árbol de grueso tronco sino más bien tendemos a verla como un arbusto; hasta un
rizoma, como diría algún posmoderno.
Tal como se precisó, es probable que Ida no sea una “abuela” para nosotros, sino apenas una
“tía”. Ostenta rasgos anatómicos avanzados que remiten a los nuestros, como la dentadura y los
huesos del pie. Tiene uñas en lugar de garras, y como todos los primates, tiene el pulgar oponible,
eso que le permitiría a sus descendientes usar una herramienta.
En un cerebro como el suyo algún día comenzaría a formarse esa corteza que mucho más tarde
usaría su descubridor. Pero la misma mano capaz de manejar el pincel del artista también
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 21
empuñaría el hacha de guerra, y el mismo cerebro que pensaría los Principia de Newton sería
capaz de idear los instrumentos de tortura.
La pequeña Ida comía frutas y semillas, y cualquiera diría que estaba bastante indefensa frente a
los grandes mamíferos predadores del Eoceno. ¿Qué ocurrió para que sus descendientes remotos
1.- llegaran a ser tan violentos como para masacrarse entre ellos y hasta hacerle daños duraderos
al propio ambiente que los sustenta?
Pesimismo ilustrado.- El siglo que pasó debe haber sido el más cruel en milenios, no sólo si
consideramos la cantidad absoluta de muertes violentas. Para este tiempo, los primates de la
variedad sapiens son mucho más numerosos que en toda su historia anterior, lo cual no permite
hacer comparaciones fáciles.
Lo peor de todo fue el uso perverso de la razón con fines destructivos que se desplegó no sólo
en dos terribles guerras sino en las variadas formas de opresión, humillación y crueldad que
supimos inventar.
Antes de que irrumpieran las armas nucleares, los gases letales de la Primera Guerra Mundial
provocaron horror en algunas cabezas pensantes y sensibles de la época, que veían triunfar las
fuerzas irracionales sobre las nobles intenciones de la Ilustración.
Una de las primeras reflexiones fue la de Freud, que en plena masacre hizo unas
Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte (1915). Para 1930, cuando los totalitarismos
se estaban imponiendo, Freud escribió las páginas pesimistas de El malestar en la cultura. Con
ánimo sombrío, no vaciló en atribuirlo todo a una suerte de pecado original que estaba
paradójicamente implicado en la creación de la cultura, la mayor gloria del hombre.
En la visión de Freud el hombre estaba viciado por una profunda contradicción entre naturaleza
y cultura, que lo condenaba a ser infeliz. La construcción de la cultura obligaba a reprimir el
impulso al placer y creaba la culpa. La infelicidad era cada vez mayor, y la irracionalidad creciente
no era más que el retorno de lo reprimido. Para colmo, el poder de la ciencia y la tecnología había
crecido a tal punto que a los humanos ya “les resultaba fácil exterminarse mutuamente hasta el
último hombre”.
Pasaron más de treinta años, en los cuales el mundo sufrió una guerra aun más terrible, que
incluyó inéditas aberraciones como Hiroshima y la Shoah. Al restañarse las heridas, quien retomó
el tema freudiano fue el escritor Arthur Koestler, una mente brillante que había sido capaz tanto de
escribir una gran novela (Tinieblas a mediodía conocida también como El cero y el infinito) como
un gran libro de historia de la ciencia: Los sonámbulos. Con el respaldo de una cultura científica
poco usual, Koestler expuso sus reflexiones en Janus (1978), el libro que fue su testamento
intelectual, y se propuso darle un fundamento biológico.
La posguerra había dado paso a la Guerra Fría, pero el mundo aún parecía estar suspendido al
borde del abismo. Para Koestler, Hiroshima ocupaba el centro de toda la historia y la prehistoria,
porque se había hecho posible lo que Freud más temía: la aniquilación de la especie.
El ensayista húngaro retomaba el tema del desfasaje entre el progreso técnico y el moral.
Eramos capaces de controlar los satélites y viajar a la Luna, pero no de pacificar a Irlanda del
Norte ni de cruzar el Muro de Berlín. Aunque esas circunstancias hayan pasado a la historia, no
costaría mucho encontrar ejemplos más actuales. Esas situaciones formaban parte de una serie de
síntomas bien conocidos y configuraban una suerte de perversión estructural de la especie humana.
¿Callejón sin salida, o aberración biológica?- Admitiendo que la evolución no es lineal ni
continua, Koestler pensaba que el hombre podía haber sido un callejón sin salida o una aberración
biológica. Los sacrificios humanos, la guerra, el genocidio, la tortura y la crueldad mostraban un
permanente desfasaje entre la razón y la emoción, que era capaz de pervertir todas las creaciones
de la inteligencia.
Según Koestler, el crecimiento explosivo de la corteza cerebral era algo muy reciente en la
evolución; la corteza pensante se enancaba en estructuras más arcaicas, que no llegaba a controlar.
El lenguaje, por ejemplo, no sólo le servía al hombre para canalizar el pensamiento; también le
permitía matar en aras de una abstracción o le servía para crear barreras étnicas.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 22
Para el pesimista Koestler, hasta la dependencia de las crías humanas de los adultos, algo que
suele ubicarse en el origen de la sociedad, era la raíz de esa devoción con que se justificaban los
peores crímenes
Iba más lejos que Freud, quien en definitiva abogaba por darle más libertad al Yo racional
mediante el psicoanálisis. Koestler, en cambio, parecía buscar el “pecado original” en la misma
estructura del cerebro.
1.- Había hecho suyo el modelo de Papez y MacLean, que es conocido como “cerebro triuno”, y
fue su más decidido divulgador. Según MacLean, nuestro cerebro era algo así como un motor de
Fórmula 1 montado sobre un chasis de Ford T, con la carrocería de un Citroën 2CV. El área más
primitiva es el cerebro reptílico, el mismo que tenían los grandes saurios; sobre él está el cerebro
límbico, que es propio de los mamíferos, y encima de todo el neocórtex, específicamente humano.
Koestler pensaba que estos tres subsistemas no estaban integrados, y por momentos los niveles
inferiores llegaban a imponerse sobre los superiores. El hombre que es víctima de un asalto
violento y sale con un arma a hacer “justicia” por mano propia está pensando como un
tiranosaurio. El que queda traumatizado por la experiencia tiene los sentimientos de un mamífero,
pero si llega a analizar los porqué de la criminalidad está usando la corteza. Lamentablemente, es
lo último que se suele usar.
La propuesta era drástica: si el cerebro no tenía cura, había que apelar a las neurociencias para
controlar la conducta de la gente, administrándoles compulsivamente drogas. Lo cual, más allá de
las buenas intenciones del escritor, sonaba políticamente siniestro.
Un eslabón perdido.- La espectacular presentación de Ida me recordó a un lemúrido imaginario
que duerme en las páginas de Olaf Stapledon (1886-1950), y me llevaron a asociarlo con las
reflexiones de Freud y Koestler. Stapledon fue un filósofo inglés, autor de atípicas novelas que
aquí sólo leían Borges y Bioy Casares. Sus libros Hacedor de estrellas y Ultimos y primeros
hombres eran verdaderas epopeyas cósmicas.
Pacifista militante, Stapledon había estado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial
manejando una ambulancia. En la misma época que Freud desesperaba de la condición humana,
escribió un texto bastante autobiográfico, Los últimos hombres en Londres (1932).
En la novela, nuestros remotos descendientes se preguntaban por la causa de las guerras, y
puestos a buscar en qué momento habíamos fracasado, se remontaban al pasado pre-humano. Con
esa excusa, Stapledon trazaba una suerte de mito darwiniano: la historia del “lemúrido filósofo”.
Allá por el Eoceno, afortunadas mutaciones y un oportuno aislamiento geográfico habían hecho
nacer una especie de lémures de creciente desarrollo cortical. En su momento llegaban a superar a
los simios y alcanzaban al nivel de los homínidos. Pero estos lemúridos, junto a la inteligencia
práctica, habían desarrollado una gran capacidad de introspección, algo que era irrelevante para la
lucha vital pero fundamental para el desarrollo ético.
El primer lemúrido que fabricaba una herramienta para proveerse de fruta también inventaba el
juego. Antes de ser devorado por un gato montés, llegaba a transmitirles sus dotes a sus
descendientes, que desarrollaban el lenguaje, el arte, la agricultura y la artesanía.
Más tarde, cuando el pueblo lemúrido sucumbía a los enfrentamientos tribales y estaba a punto
de aniquilarse, surgía una hembra genial que mediante la danza y el canto lograba inculcarle a sus
semejantes el imperativo de la convivencia pacífica.
Los lemúridos habían alcanzado así un nivel ético incomparable en la historia, cuando un
terremoto hacía emerger una franja de tierra que unía a su isla con el continente. Por ese camino
llegaba una horda de simios belicosos que aniquilaban a los lemures, que sólo eran capaces de
resistencia no violenta. Los antecesores remotos del hombre habían perdido su gran oportunidad
evolutiva. Desde entonces, la inteligencia práctica había seguido creciendo y la ética apenas había
sido capaz de dar saltos esporádicos.
Sería difícil negar las razones que esgrimían Freud, Koestler y Stapledon para justificar su
pesimismo, más allá de que otros recurran a argumentos análogos para justificar la tiranía. Explicar
las falencias de la cultura por medio de la biología puede ser tan inadecuado como tratar de
explicar la naturaleza recurriendo a la cultura.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 23
Después de todo, tanto los pesimistas como los optimistas pertenecen a la misma especie
humana, que parece capaz de cualquier cosa. Incluso de trabajar, a pesar de todos los retrocesos,
para que la historia deje de repetirse.- CAPANNA, Pablo: “El lemúrido manso”; en Página/12.
Sábado 5 de setiembre de 2009. Supl. Futuro.

1.- UN NUEVO HOMÍNIDO DE 4,4 MILLONES DE AÑOS


Medía un metro veinte y pesaba unos 50 kilos. Tenía el cuerpo cubierto de pelos. Su cerebro era
del tamaño del de un chimpancé. Aunque vivía en un medio boscoso, no se balanceaba entre los
árboles ni caminaba sobre sus nudillos como los monos y los gorilas actuales, sino que caminaba
erguida y apoyaba sus pies planos sobre la tierra. Se alimentaba de nueces, insectos y pequeños
mamíferos que habitaban el bosque.
Ardi, como la bautizaron sus descubridores, ocupa desde hoy el lugar del más antiguo ancestro
del linaje humano: habría vivido hace nada menos que 4,4 millones de años.
La reconstrucción de los restos de su esqueleto, extraídos de los sedimentos cercanos al río
Awash, en Etiopía, revelan que pertenecía a otro estadio de la evolución que condujo hacia el ser
humano y que los científicos llamaron Ardipithecus ramidus.
La novedad se presentó ayer en una conferencia de prensa en Addis Abeba, Etiopía, y hoy se da
a conocer con una superproducción de la revista Science, que incluye 11 estudios hechos por 47
científicos de diez países.
Ardi habría precedido por 1,2 millones de años a la célebre Lucy, una Australopithecus
afarensis descubierta en 1974.
"Una vez en cada generación, un fósil espectacular revela un capítulo entero de nuestra
prehistoria”; escribe Ann Gibbons en un artículo que precede a la presentación de Science. En
1974, fue el famoso esqueleto de Lucy, de 3,2 millones de años, que probó que nuestros ancestros
caminaban erguidos antes de que hubieran desarrollado cerebros grandes."
"Creíamos que Lucy era el hallazgo del siglo, pero en perspectiva, no lo es", dice el
paleontropólogo Andrew Hill, de la Universidad de Yale, en la presentación de Science .
Ardi vivió mucho antes y muestra rasgos más primitivos que sus descendientes, los
Australopithecus, como Lucy. De hecho, según revelan las investigaciones realizadas en silencio
durante 15 años por Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, codirector del grupo
de investigación del Awash medio, que descubrió y analizó los fósiles, y otros equipos en distintas
universidades del mundo, Ardi exhibe un mosaico de rasgos ancestrales y otros más "modernos".
Estas características la diferencian bien de los actuales primates, lo que indica que en ese momento
la rama humana ya había divergido de la que conduciría a los chimpancés, los gorilas y los
bonobos.
"Desde el descubrimiento de Lucy, los científicos se habían preguntado cómo habían sido los
más tempranos miembros de la familia humana -dice Gibbons-. Si caminaban erguidos como
Lucy, o en sus nudillos como los chimpancés y los gorilas. Si se balanceaban de árbol en árbol o se
aventuraban en la sabana."
"Hemos visto al ancestro, y no es como los chimpancés", agregó Tim White.
Un tesoro único / Ardi es el más completo de los especímenes tempranos que hayan podido
reconstruirse. Los Ardipithecus habrían vivido hace entre seis y cuatro millones de años y habrían
sido reemplazados por los Australopithecus, que habrían vivido hasta hace unos dos millones de
años y habrían precedido al género Homo, al que pertenecemos.
Es uno de más o menos media docena que se hayan recuperado de hace más de un millón de
años, y el único publicado más antiguo que Lucy.
Hubo otros descubrimientos, entre los que figuraron piezas de hace más de seis millones de
años, como Toumaï, el cráneo de un Sahelanthropus desenterrado en Chad, el fémur del Hombre
del Milenio, de Kenia, pero con tan pocas piezas que las conclusiones que podían sacarse de esos
hallazgos no eran nada definitivas.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 24
En este caso, después de años y años de un trabajo arduo y meticuloso, gran parte del cual debió
hacerse en el Museo Nacional de Addis Abeba y bajo el microscopio, los científicos pudieron
reunir unas 110 piezas correspondientes a 35 individuos.
La primera señal de que habían dado con algo potencialmente valioso la tuvo Gen Suwa, un ex
estudiante de White que ahora es paleoantropólogo de la Universidad de Tokio, el 17 de diciembre
de 1992: fue el brillo de un molar contra el suelo calcáreo.
En los días siguientes, el equipo rastrilló el suelo en cuatro patas, como siempre que aparece una
pieza importante, y encontraron parte de la mandíbula inferior de un niño y otras piezas. Se
1.- necesitaron tres campañas de búsqueda para que, en noviembre de 1994, cuando los cazadores
de fósiles se arrastraban en las barrancas, el estudiante graduado Yohannes Haile-Selassie, de
Etiopía, que ahora es paleoantropólogo del Museo de Cleveland, en Ohio, viera dos piezas de una
pelvis, la pierna, el tobillo y huesos del pie, muchos de los huesos de la mano y el brazo, una
quijada con huesos y un cráneo.
"En enero de 1995, era evidente que habían hecho el más excepcional de los hallazgos, un
esqueleto parcial", cuenta Gibbons.
Rápidamente, los investigadores se dieron cuenta de que el tesoro era algo único, por lo que
White decidió no publicar nada aunque durante todo este tiempo se daban a conocer otros
hallazgos. Así armaron gran parte de su cráneo y sus dientes, la pelvis, las manos y los pies que,
según los autores, revelan una forma "intermedia" de posición erecta, considerada una marca
distintiva de los homínidos. Aparentemente, Ardi alternaba la posición erguida con una gran
facilidad para trepar a los árboles.
Controversias.- "Aunque esta especie probablemente vivió poco tiempo después del amanecer
de la humanidad, no era una forma de transición entre los primates de Africa y los humanos", dice
Gibbons. En lugar de eso, el esqueleto y piezas de por lo menos 35 individuos más revelan un
nuevo tipo de homínido temprano que no era ni chimpancé ni humano. Estos fósiles "muestran por
primera vez que hay un nuevo grado evolutivo de homínido que no es Australopithecus ni Homo",
afirma el paleontólogo Michel Brunet, del College de France, en París.
"Este es un trabajo impresionante y una reconstrucción extraordinaria. Valió la pena esperar",
agrega el paleoantropólogo David Pilbeam, de la Universidad de Harvard. Aunque también
subraya que no coincide con algunas de las conclusiones, incluyendo la que asegura que los
ancestros humanos nunca pasaron por una fase tipo chimpancé.
Otros científicos tampoco están convencidos de que haya caminado en posición exactamente
erguida, porque el esqueleto inferior es tan primitivo que no admitiría esa posición.
Y hay otros que disienten en la conjetura de uno de los autores, el doctor Owen Lovejoy, de que
estos homínidos tenían un sistema social que involucraba menos competencia entre machos, lo que
llevaría a creer que podría atribuírseles el comienzo de los lazos entre machos y hembras.
En lo que todos coinciden es que los estudios componen un trabajo monumental, que hicieron
que valiera la pena esperar.
Como dijo el doctor Hill a The New York Times : "Son siempre los nuevos especímenes,
particularmente lo de períodos de tiempo poco conocidos, los que provocan los cambios más
grandes en nuestras ideas”.- BÄR, Nora: “Ardi, el ancestro más antiguo del hombre”; en La
Nación. Viernes, 2 de octubre de 2009.

Evolución / Tres nuevos fósiles le agregan ramas al árbol evolutivo humano


Hallan restos que respaldan la idea de que hace dos millones de años varias especies de
homínidos convivían en el este de Africa / Por John Noble Wilford | The New York Times
NUEVA YORK.- A lo largo de los últimos 40 años, los científicos sospecharon que sus
modelos del árbol evolutivo de la familia humana -un tronco único que va del Homo habilis al
Homo erectus y al Homo sapiens - eran extremadamente simplistas. Ahora, el día para hacer una
revisión seria de estas hipótesis parece haber llegado.
El descubrimiento de tres nuevos fósiles, anunciado ayer, es la más sólida evidencia con que se
cuente de que hubo múltiples líneas de evolución en nuestro propio género, Homo. Los restos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 25
muestran que hubo al menos dos contemporáneos de la especie Homo, además del Homo erectus,
que vivieron en el este de Africa hace alrededor de dos millones de años.
Hallados en rocas de Koobi Fora, cerca del lago Turkana, en Kenya, los especímenes incluían
un cráneo bien preservado de un individuo joven con una estructura relativamente grande y la cara
larga y aplanada. Se lo designó KNM-ER 62.000. Presenta un notable parecido con el enigmático
cráneo conocido como 1470, centro del debate sobre los linajes múltiples desde su descubrimiento
en esta misma área en 1972.
Si el cráneo 62.000 muestra que 1470 no fue un individuo único, los otros dos especímenes
parecen ofrecer una pieza vital de evidencia que estaba faltando. La muestra 1470 no tenía
1.- mandíbula ni maxilar inferior. Los nuevos hallazgos incluyen un maxilar inferior casi
completo -considerada la mandíbula más completa de un Homo temprano que se haya encontrado-
y parte de otra mandíbula inferior.
Los fósiles fueron hallados entre 2007 y 2009 por un equipo conducido por Meave y Louise
Leakey, madre e hija paleoantropólogas del Proyecto de Investigación de Koobi Fora y miembros
de una famosa familia de cazadores de fósiles.
La doctora Meave Leakey es la mujer de Richard Leakey, hijo de Louis y Mary Leakey, que
encontraron la evidencia que respalda el origen centroafricano de la especie humana. Mr. Leakey
divide su tiempo entre la Universidad de Stony Brook en Long Island, donde es profesor de
antropología, y el Instituto del Valle de Turkana, en Kenya.
Después de buscar arduamente los fósiles para confirmar las misteriosas características de la
cara de 1470, Meave Leakey dijo esta semana: "Finalmente tenemos respuestas".
Fred Spoor, miembro del equipo de investigación que dirigió el análisis de laboratorio, dijo en
una teleconferencia que la investigación muestra claramente que "la evolución humana no es la
línea recta que alguna vez se pensó que era". En lugar de eso, el este de Africa, dijo, "era un lugar
bastante poblado, con muchas especies", que presumiblemente tenían diferentes dietas.
Spoor es un paleoantropólogo del University College London y del Instituto Max Planck para
Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania.
Aunque un puñado de especialistas en los orígenes humanos cuestionaron si las escasas
evidencias eran suficientes para respaldar nuevas conclusiones, Ian Tattersall, del Museo
Americano de Historia Natural de Nueva York, que no estuvo involucrado en el descubrimiento,
concluyó que "este nuevo material ciertamente avala la idea creciente de que múltiples linajes de
los Homo tempranos están presentes en los registros fósiles de Koobi Fora".
Tattersall afirmó que el hallazgo respalda la visión de que la temprana historia del Homo incluyó
una vigorosa experimentación con el potencial biológico y comportamental de un nuevo género, en
lugar de un lento proceso de refinamiento de un linaje central.- WILFORD; John Noble: “El Homo
sapiens tiene nuevos ancestros”; en La Nación. Jueves 9 de agosto de 2012.

Evolución / El pensamiento complejo, anterior a lo que se creía


LONDRES (EFE).- El Homo sapiens comenzó a utilizar herramientas sofisticadas de piedra
antes de lo que se pensaba, hace al menos 71.000 años, y transmitió este conocimiento a sus
descendientes, lo que implica el desarrollo de una capacidad de pensamiento complejo, según un
estudio que publica la revista Nature. El hallazgo en un yacimiento de Sudáfrica de unas pequeñas
cuchillas de piedra tallada, de menos de cinco centímetros, utilizadas probablemente en la
elaboración de utensilios, lanzas o flechas, indican que el humano moderno disponía ya de la
habilidad cognitiva necesaria para diseñar herramientas complejas.Para esto, producían finas hojas
de piedra, romas en un lado, que eran acopladas a ranuras esculpidas en madera o piedra.
La Nación. Viernes, 9 de noviembre de 2012.

Cómo las neurociencias comienzan a cambiarnos la vida


El cerebro humano es la estructura más compleja en el universo. Tanto, que se propone el
desafío de entenderse a sí misma. El cerebro dicta toda nuestra actividad mental -desde procesos
inconscientes, como respirar, hasta los pensamientos filosóficos más elaborados- y contiene más
neuronas que las estrellas existentes en la galaxia. Por miles de años, la civilización se ha
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 26
preguntado sobre el origen del pensamiento, la conciencia, la interacción social, la creatividad, la
percepción, el libre albedrío y la emoción. Hasta hace algunas décadas, estas preguntas eran
abordadas únicamente por filósofos, artistas, líderes religiosos y científicos que trabajaban
aisladamente; en los últimos años, las neurociencias emergieron como una nueva herramienta para
intentar entender estos enigmas.
Las neurociencias estudian la organización y el funcionamiento del sistema nervioso y cómo los
diferentes elementos del cerebro interaccionan y dan origen a la conducta de los seres humanos. En
estas décadas hemos aprendido más sobre el funcionamiento del cerebro que en toda la historia de
la humanidad. Este abordaje científico es multidisciplinario (incluye neurólogos, psicólogos,
1.- psiquiatras, filósofos, lingüistas, biólogos, ingenieros, físicos y matemáticos, entre otras
especialidades) y abarca muchos niveles de estudio, desde lo puramente molecular, pasando por el
nivel químico y celular (a nivel de las neuronas individuales), el de las redes neuronales, hasta
nuestras conductas e interacción con el entorno.
Es así que las neurociencias estudian los fundamentos de nuestra individualidad: las emociones,
la conciencia, la toma de decisiones y nuestras acciones sociopsicológicas. Todos estos estudios
exceden el interés de los propios neurocientíficos, ya que captan la atención también de diversas
disciplinas, de los medios de comunicación y de la sociedad en general. Como todo lo hacemos
con el cerebro, es lógico que el impacto de las neurociencias se proyecte en múltiples áreas de
relevancia social y en dominios tan disímiles. Por ejemplo, la neuroeducación tiene como objetivo
el desarrollo de nuevos métodos de enseñanza y aprendizaje, combinando la pedagogía y los
hallazgos en la neurobiología y las ciencias cognitivas. Se trata así de la suma de esfuerzos entre
científicos y educadores, haciendo hincapié en la importancia de las modificaciones que se
producen en el cerebro a edad temprana para el desarrollo de capacidades de aprendizaje y
conducta que luego nos caracterizan como adultos.
Al tratarse de un área fundamental para el conocimiento humano, resulta comprensible y
necesario que los procesos de la neurociencia no queden solamente en los laboratorios, sino que
sean absorbidos y debatidos por la sociedad en general. Si nos hacen un trasplante de riñón o de
pulmón, seguimos siendo nosotros mismos. Pero si nos cambiasen el cerebro, nos convertiríamos
en una persona distinta.
A pesar de la complejidad, la investigación en neurociencias ha arribado a conocimientos clave
sobre el funcionamiento del cerebro. Un ejemplo de estos avances ha sido el descubrimiento de las
neuronas espejo, que se cree que son importantes en la imitación, o el hallazgo de que las neuronas
pueden regenerarse y establecer nuevas conexiones en algunas partes de nuestro cerebro, al tiempo
que se pierden otras. Distintos estudios han permitido reconocer que la capacidad de percibir las
intenciones, los deseos y las creencias de otros es una habilidad que aparece alrededor de los
cuatro años; también, que el cerebro es un órgano plástico que alcanza su madurez entre la segunda
y tercera década de la vida.
Las neurociencias, a su vez, han realizado aportes considerables para el reconocimiento de las
intenciones de los demás y de los distintos componentes de la empatía, de las áreas críticas del
lenguaje, de los mecanismos cerebrales de la emoción y de los circuitos neurales involucrados en
ver e interpretar el mundo que nos rodea. Asimismo, han obtenido avances significativos en el
conocimiento del correlato neural de decisiones morales y de las moléculas que consolidan o
borran los recuerdos; en la detección temprana de enfermedades psiquiátricas y neurológicas, y en
el intento de crear implantes neurales, que en personas con lesiones cerebrales e incomunicadas
por años permitirán leer sus pensamientos para mover un brazo robótico.
Se vuelve evidente que, a partir de hallazgos como estos que han visto la luz en las últimas
décadas, las neurociencias hayan despertado cierta expectativa de que finalmente entenderemos
desde grandes temas, como la conciencia humana o las bases moleculares de muchos trastornos
mentales, hasta temas cotidianos, como por qué la gente prefiere una gaseosa a otra. Sin embargo,
debe haber un real debate sobre los hallazgos en el estudio del cerebro, sus limitaciones y las
posibles implicancias y aplicaciones de la investigación.
En primera instancia, es importante que se reflexione respecto de qué preguntas se ha de
abordar. Es decir, debemos discutir sobre cuáles son las preguntas relevantes y por qué lo son. Por
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 27
ejemplo, algunos estudios se han enfocado en perfeccionar métodos de neuroimágenes a fin de
detectar si una persona está mintiendo. Más allá del debate sobre la metodología de estos estudios,
quizá, como primer paso, debamos preguntarnos: ¿qué es mentir? En distintos países se intenta
utilizar la tecnología en neuroimágenes para determinar la culpabilidad o no de un acusado y, sin
embargo, hay aún un gran debate académico-científico sobre qué significa ser responsable de las
acciones propias.
Hace unos días regresé del exterior en avión y, al sobrevolar de noche la Capital Federal, pude
observar con claridad las luces de la ciudad. Esa visión me permitió percibir la intensidad de la
metrópolis, aunque obviamente me resultaba imposible auscultar las conversaciones, los sueños,
1.- las tristezas y las alegrías que sucedían siquiera en una de sus esquinas, sus casas o sus bares.
Cabe entonces preguntarse si, cuando observamos un patrón de activación cerebral específico
estamos viendo, por ejemplo, las bases neurales de la mentira o si, por lo contrario, estamos
presenciando el modo en que el cerebro se activa cuando mentimos. Contrariamente a lo que puede
interpretarse, las imágenes cerebrales no nos dicen si una persona está mintiendo o no: más bien,
muestran ciertos estados de ánimo, como la ansiedad o el miedo que vienen asociados con la
mentira. Esta sutil diferencia puede traducirse en destinos muy diferentes. Además, estas
definiciones se basan en las estadísticas derivadas de los datos obtenidos mediante grupos de
personas de tamaño variable, que fueron evaluados en su mayoría en un entorno de laboratorio.
Dado el marco artificial, los márgenes de error y otras limitaciones inherentes, pareciera que la
detección de determinados estados mentales no es tan fácil como se afirma a menudo. De allí que
su uso en ámbitos tales como el sistema legal requiera de una reflexión conjunta y consensuada.
Como describe un editorial reciente de una revista científica, hay una creencia persistente que
está alimentando una neuro-inspirada industria del marketing centrada en analizar las percepciones
de los consumidores y los gustos y, a partir de eso, predecir su comportamiento. Empresas de
"neuromarketing", por ejemplo, prometen la producción de "datos científicos irrevocables"
revelando no lo que dicen las personas sobre los productos, sino "lo que realmente piensan".
Otro debate interesante es aquel que se propone acerca del uso de drogas que aumentan la
capacidad cognitiva en personas sanas. La neuroética consiste en la reflexión sistemática y crítica
sobre las cuestiones éticas, legales y sociales que plantean los avances científicos del estudio del
cerebro. Se ocupa no sólo de la discusión práctica sobre cómo hacer investigaciones en esta área de
manera ética sino que se interroga también sobre las implicancias filosóficas, sociales y legales del
conocimiento del cerebro.
El estudio neurocientífico resulta apasionante, innovador y, más allá de sus alcances, ha logrado
progresos que han sido claves para comprender mejor diversos mecanismos mentales críticos en el
funcionamiento cerebral. Además, descubimientos en este campo han permitido una mejor calidad
de vida para millones de personas con condiciones psicológicas, neurológicas y psiquiátricas.
El desafío científico es inmenso, ya que se formula muchas de las preguntas que desde siempre
la civilización se ha realizado, como el origen del pensamiento, qué es la conciencia o si tenemos
libre albedrío. Aunque aprendimos mucho de procesos cerebrales específicos, todavía no hay una
teoría general del cerebro que explique su funcionamiento general e incluso, quizá, no la
tendremos nunca -un reconocido neurocientífico decía que abordar la pregunta sobre cómo
funciona nuestro cerebro es como intentar saltar tirándose de los cordones-. Sin embargo, el actual
marco intelectual y metodológico es muy promisorio. Es fundamental que exista un diálogo entre
las neurociencias y los diferentes dominios de la sociedad.
Resulta necesario y estimulante que distintas disciplinas y escuelas discutan cómo se aborda
científica, intelectual y metodológicamente uno de los desafíos más fascinantes de nuestra época:
pensar nuestro cerebro.- MANES, Facundo: “Claves para pensar nuestro cerebro”; en La Nación.
Jueves 9 de febrero de 2012. / El autor dirige el Ineco y el Instituto de Neurociencias de la
Fundación Favaloro.
Cuando el cerebro privilegia el presente e hipoteca el porvenir
EL 15 de enero de 2009, unos pocos minutos después de despegar del aeropuerto de Nueva
York, el piloto del vuelo 1549 se dio cuenta de que un problema en los motores no le permitiría
llegar exitosamente a destino y tampoco volver al aeropuerto. Tomó, entonces, una de las
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 28
decisiones más trascendentales de su vida: amerizar en las frías aguas del río Hudson y lograr, de
esa manera, que todos los pasajeros y la tripulación salvaran sus vidas. Si el piloto de ese avión
hubiese sido una computadora, muy posiblemente todos estarían muertos. Las 155 personas se
salvaron porque Chesley Sullenberger II, "el héroe del Hudson", tenía un cerebro humano y,
particularmente, porque su lóbulo frontal estaba intacto.
Los seres humanos, basados en nuestra experiencia, intuición, aprendizaje y emoción,
integramos la información en un contexto que cambia permanentemente de manera inmediata y
automática. La corteza frontal desempeña un papel clave en la toma de decisiones y en integrar el
contexto, aunque, por supuesto, otras áreas cerebrales también están involucradas, ya que el
1.- cerebro trabaja en red. Si alguna parte del cerebro tiene que ver mayormente con nuestra
identidad, con lo que nos distingue de las demás criaturas vivientes y, al mismo tiempo, nos hace a
cada uno de nosotros diferentes, esa área es el lóbulo frontal. Si otras partes específicas del cerebro
se dañan, por ejemplo, puede haber debilidad motora en un miembro, dificultarse la percepción o
perderse aspectos del lenguaje o ciertas memorias, mientras que la esencia del individuo
permanecería intacta. Cuando se dañan los lóbulos frontales, lo que cambia es la personalidad.
El lóbulo frontal ocupa toda la región anterior del cráneo. Esta región cerebral, que termina de
madurar entre la segunda y tercera década de la vida, resulta crítica para la recuperación de
información almacenada en otras regiones del cerebro y la facilitación, de esta manera, de
diferentes funciones intelectuales. Así es cómo manejamos al mismo tiempo muchos recuerdos y
los combinamos de infinitas formas diferentes. ¿Qué es, a fin de cuentas, la imaginación, sino la
capacidad de articular imágenes viejas para componer secuencias nuevas? ¿Y qué es la
planificación sino la capacidad de crear virtualmente, es decir, en nuestro cerebro, un futuro
posible que nunca ha existido en el pasado? ¿Cómo se logra una solución imaginativa para un
problema inesperado sino es a través de la capacidad de adaptarse a la imprevista situación a partir
de un orden novedoso de los elementos conocidos? Todo ello fue puesto en funcionamiento por el
piloto del avión cuando fue hacia al río no sin antes dejar pasmados a los controladores de la torre
al informar sobre su decisión: "Nos vamos al Hudson".
El lóbulo frontal juega un rol central en el establecimiento de objetivos y en la creación de
planes de acción necesarios para obtener esas metas. Este proceso coordina capacidades
cognitivas, emociones y la regulación de respuestas conductuales frente a diferentes demandas
ambientales. Y esas habilidades pueden dividirse en dos: por un lado, las llamadas
"metacognitivas", que incluyen la resolución de problemas, el pensamiento abstracto, la memoria
de trabajo, la planificación, estrategia e implementación de acciones; por el otro, las emocionales o
motivacionales, responsables de coordinar la cognición y la emoción, es decir, de encontrar
estrategias socialmente aceptables para los impulsos. ¿Qué significa esto último? Se refiere a
cuestiones en las cuales están implicados, por ejemplo, la inhibición de los instintivos básicos
(muchas veces nos hemos visto tentados de reaccionar violentamente y no lo hemos hecho, o
tomar algo que deseamos y no nos pertenece, o actuar sin condicionamientos frente al deseo).
Exactamente eso es aquello que falla en muchos pacientes con afectación del lóbulo frontal. Un
caso que abrió muchísimas puertas a estas investigaciones fue el de un joven norteamericano
capataz de una compañía de ferrocarril que sufrió un accidente en 1848. Phineas Gage, que así se
llamaba, era un empleado fiable, eficiente, capaz, equilibrado y muy trabajador, hasta que un día
una barra de hierro atravesó su lóbulo frontal. Milagrosamente sobrevivió, pero, tras su
recuperación, la personalidad de Gage cambió radical y permanentemente. Se convirtió en alguien
impulsivo, desinhibido, irreverente, que elegía siempre opciones riesgosas e irresponsables. Sus
decisiones ya no eran ventajosas para él y para su familia: decidía desfavorablemente al desestimar
las consecuencias negativas de sus acciones. Como Phineas Gage, los pacientes con lesión frontal
saben qué está bien y qué está mal, pero, de todas maneras, deciden desventajosamente. Estos
pacientes tienen una miopía del futuro en su toma de decisiones, y privilegian la recompensa
inmediata, aunque esto tenga repercusiones negativas a mediano o largo plazo.
Resulta curioso que el tamaño del lóbulo frontal de los primates y de los humanos no sea
demasiado distinto. Sí, en cambio, sus habilidades frontales. Los estudios neurocientíficos postulan
que esto podría deberse a una interconexión más rica en los humanos. Asimismo, el análisis
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 29
arqueológico no ha descubierto una gran evidencia de las funciones ejecutivas metacognitivas en el
hombre prehistórico. Estas representan una adquisición reciente en la evolución. El lenguaje,
principalmente, y otros instrumentos culturales (las matemáticas, el dibujo y la tecnología) han
contribuido al desarrollo de habilidades metacognitivas.
Todas estas habilidades proveyeron al ser humano de los recursos suficientes para resolver
muchos problemas ligados a su vida cotidiana, a su desarrollo y a su expectativa de vida. También,
para enfrentar los problemas sociales más importantes. El hambre, las guerras y las muertes
evitables deberían ser historia pasada si las funciones ejecutivas metacognitivas -racionales-
hubiesen sido utilizadas efectivamente en la solución de estos problemas. Pero, como sabemos,
1.- lamentablemente ni el hambre, ni las guerras, ni las muertes evitables han desaparecido de la
faz de la tierra. Una respuesta posible de estas situaciones es que las cuestiones sociales, por lo
general, tienen también un contenido emocional. Muchas teorías científicas postulan que las
decisiones derivan de una evaluación de distintas alternativas de los posibles resultados con un
análisis racional, controlado y consciente. Sin embargo, gran parte de nuestras decisiones están
guiadas por nuestros estados afectivos -regulados, como hemos dicho, en parte por el lóbulo
frontal- y por procesos implícitos que muchas veces no alcanzan la conciencia. Evolutivamente el
cerebro ha desarrollado un proceso de toma de decisiones humanas en el que no sólo están
involucradas áreas ligadas a lo lógico y computacional, sino también a lo emocional. Cuando otras
personas están involucradas, no es fácil permanecer neutral desde el punto de vista emocional, ya
que implican poder, sumisión, beneficios personales, etcétera. El énfasis en el control del
comportamiento, el anticiparse a las consecuencias de la conducta y otras habilidades semejantes
han contribuido a la falsa idea de que nos regimos sólo por la racionalidad. La historia humana
(pensemos en grandes y trágicos sucesos del siglo XX en nuestro país y en el mundo) claramente
contradice esta idea.
Podemos anudar estos conceptos que hemos expuesto apelando a un recurso poético que permite
inferir el todo por la parte: diríamos, entonces, que el lóbulo frontal actúa como sinécdoque de
nosotros mismos. Somos los que, con ímpetu social, podemos salvar las vidas tomando decisiones
acertadas y los que nos volvemos improcedentes con ciertas injusticias de largo alcance: la
desnutrición y la subnutrición, la indigencia, el analfabetismo.
Podemos decir, entonces, que la miopía del futuro no es sólo una manera de definir un
fenómeno neurológico. Algunas sociedades también parecen padecerla. Muchas veces, como
sociedad, elegimos lo que nos brinda una satisfacción inmediata hipotecando en el mismo gesto
nuestro destino común y el de las próximas generaciones. Una acción fundamental a través de la
cual evitamos esta miopía social es la educación. En ella sabemos observar desde lo inmediato y
proyectarnos hacia el porvenir. La educación integra, da oportunidades, genera sociedades
armónicas con igualdad de oportunidades. Quizás, entonces, la medida del buen funcionamiento
del lóbulo frontal de nuestra sociedad esté justamente ahí: en tomar las decisiones colectivas que se
adapten a las situaciones dadas y que vayan mucho más allá de un puñadito de tiempo, que sepan
ver con nitidez el futuro.- MANES, F.: “La miopía de futuro”; en La Nacion. Sábado 30 de junio
de 2012.
CORDILLERAS, RÍOS Y CAMINOS
Las cosas más fijas de este mundo cambiante parecen ser las montañas. Los hombres se han
preguntado desde el comienzo cómo fueron hechas, cómo llegaron al lugar donde se encuentran.
Los griegos se lo preguntaron, Jenófanes [de Colofón, h. 570-470 a.C.], un gran pensador griego,
viajó mucho por el Mediterráneo, y en las cumbres de las colinas de Sicilia encontró restos de
conchas marinas. ¿Cómo han llegado hasta aquí? Se preguntó. Las ostras nunca fueron animales
trepadores, ni los hombres las han llevado a las alturas. Entonces, pensó el griego, la única
explicación es que la Tierra misma algunas veces levanta su nivel hasta tocar el cielo y hunde las
montañas en el seno del mar. En esto se anticipó a los modernos geólogos. [...] /
[…] con las cordilleras, obtenemos rápidamente una guía para los ríos. El agua, como todos los
sabios lo dicen y todos lo sabemos, corre pendiente abajo si se la deja en libertad; y toma el
camino más corto, rápido y directo. [...] Las mismas cordilleras no son muy rectas; montañas y
colinas imprevisibles se levantan en sitios igualmente imprevisibles y desvían los ríos; incluso
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 30
rocas aisladas pueden hacerlo con un arroyo, y éste tiene que torcer y retorcer su curso como
buscando siempre la trayectoria más fácil. [...]
Pensemos ahora en los caminos, [...].
Aquí tocamos uno de los móviles principales de la historia. ¿Cómo obtiene su comida un
pueblo? La mayor parte de nosotros sabe que los hombres primitivos no sembraban campos ni
cultivaban trigo. Cuando superaron el estadio de la caza, se dedicaron a alimentar ganado. El
hambre era el estímulo que los llevaba a buscar nuevas clases de alimentos; y los animales, una
vez domesticados, se encontraban más a mano que los salvajes, y eran más fáciles de matar. Pero
las manadas y rebaños necesitan pastos y, como los hombres, necesitan agua. Además, a medida
1.- que las familias se hacían más numerosas y mayores las tribus, precisaban más lugar para ellas
y sus animales; a veces, también, sentían poderosamente la necesidad de tener más animales, y se
insinuaba la idea de una pequeña guerra como medio para conseguirlos. Estas y otras razones
pusieron en movimiento a las tribus, para encontrar el camino hacia nuevas tierras y aguas puras.
[...]
[...] Era seguro que el río seguía el camino más fácil, y pegándose al río (si éste no ocupa
demasiado lugar como suele hacerlo en los desfiladeros o luego de las lluvias de invierno) podían
encontrar el camino más accesible. [...] Porque los ríos son viajeros despreocupados que se
extienden y abandonan su equipaje; en este caso, barro traído desde las colinas, que se arremolina
en cuanto el río tiene que pasar un desfiladero, y que se deposita cuando el río se extiende sobre un
terreno llano. Observemos, entonces: el camino fácil, el agua para beber, las praderas para
pastorear el ganado (y luego arar y sembrar), y comenzaremos a comprender la importancia
fundamental de los ríos y su conexión con los caminos.
Pero los hombres no siempre están yendo y viniendo por el campo. Pueden sentir la necesidad
de andar a lo largo de las costas y a menudo esto es mucho más difícil. [...] la aversión a mojarse
innecesariamente explica gran parte de la historia. Los hombres prefieren encontrar un vado; un
vado es más cómodo para el ganado, para las mulas, para los hombres cargados con fardos, para
las mujeres y los niños. Los caminos, entonces, siguen los valles de los ríos, y cruzan los ríos por
los vados. Se puede tener necesidad de cruzar una montaña, y los hombres buscarán el desfiladero,
que representa menos que escalar; ya que, como regla, lleva del comienzo del valle de un río al
comienzo de otro.
Éste es un punto que se debe recordar al leer Historia, por mucho que retrocedamos en la
historia del hombre. Sea una tribu primitiva o un ejército moderno, el desfiladero y el vado (es
decir, el camino) decidirán dónde se librará la batalla. [...] Miremos nuevamente el mapa de
Grecia. ¿Por qué siempre hay batallas en Mantinea, en Arcadia, en el corazón del Peloponeso? Se
registran allí cinco batallas. ¿Por qué? Tan solo porque el lugar está en la boca del desfiladero. Los
espartanos no podían ir hacia el norte, ni sus enemigos penetrar en la tierra de Laconia, sino por
ese camino. En consecuencia, los ríos desempeñan desde el principio un gran papel en el trazado
de los caminos.- GLOVER, T.R.: El mundo antiguo. [1935]. Buenos Aires, Eudeba, (c1962). pp.
9-14. (Lectores, 66).
TUNDRA, BOSQUE, ESTEPA Y DESIERTO
[...] Es habitual hacer comenzar la gran migración germana con el asalto de los hunos del año
375. Pero no suele tenerse en cuenta lo siguiente: que los hunos eran turcos y que, por ende,
selyuquíes y otomanos por un lado y hunos por el otro son partes distintas de un único movimiento
migratorio. / [...]
Cuando en el año 375, los hunos cruzaron las fronteras de Europa oriental, llegaron a una zona
en que adquirieron por segunda vez importancia histórica. El gran historiador de dicho momento,
Amiano Marcelino, hace la introducción del acontecimiento con una descripción de la naturaleza
de los hunos: [...] Las palabras del historiador tienen un son siniestro: “Al mismo tiempo, un
pueblo en permanente huida, con carros en los cuales viven... Cambian según el soplo de cualquier
nueva esperanza, dejan todo abandonado a las repentinas tormentas del ánimo... están tan
sometidos a las mutaciones que frecuentemente en un mismo día pueden volver las espaldas en
repetidas ocasiones a sus aliados sin que medie para ello un motivo perceptible, y en otras tantas
volver a acercarse a ellos sin haberse reconciliado”. [...].
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 31
[...] Los hunos creían haber caido sobre Rusia meridional por disposición divina. Los alanos,
una tribu irania de jinetes, antepasados de los actuales osetos, fueron los primeros afectados por el
infortunio. Poco después del año 370, los hunos comenzaron, apoyados ya por sus nuevos
súbditos, a efectuar incursiones contra el imperio godo del sur de Rusia. Al principio fueron sólo
pequeñas bandas, pero el asalto decisivo no se hizo esperar.
Los godos habían salido de las regiones de Väster y Östergotland en Suecia y llegaron a través
del mar a la desembocadura del Vístula. Pero no permanecieron mucho tiempo en el territorio
ganado, pues iniciaron la gran migración en dirección al sur y sudeste. Es probable que durante el
siglo II de la era cristiana el grueso del pueblo ya hubiera atravesado el Dniéper para luego
1.- dirigirse hacia el Levante y Poniente. El territorio inmenso al que habían arribado no dejo de
ejercer influencia sobre los inmigrantes. Pronto los godos adoptaron las formas de vida que
siempre habían prevalecido allí.
Ya Heródoto, en su descripción de los escitas de la Rusia meridional, distinguía la región de los
agricultores de la zona boscosa. Lo mismo ocurrió con los eslavos Cuando se incorporaron a ese
ámbito, se dividieron en agricultores y en habitantes de los bosques. También en el caso de los
godos, esta división se operó desde fecha temprana. Los visigodos se llamaron “tervingos” por
pertenecer al bosque, mientras los ostrogodos se denominaron “greutingos” por habitar la región
apta para la agricultura. Los primeros se dedicaban a la explotación del bosque y de la madera, los
otros a la agricultura y la ganadería. Pero resultados aún más duraderos se deben a la tercera zona,
la de la estepa, a cuya ley también debe someterse el hombre. Su uniformidad lo priva de patria y
su inmensidad lo obliga a una vida nómada. En el sur de Rusia los godos se convirtieron en los
grandes inconstantes, cualidad con la cual los conoce desde entonces la historia. / [...]
El continente de Eurasia presenta una neta división en zonas climáticas. Al paulatino cambio de
latitudes corresponden los cuatro tipos de paisaje de la tundra, el bosque, la estepa y el desierto. En
la tundra la agricultura resulta imposible y en la mayor parte de la faja boscosa septentrional o
taiga en el mejor de los casos es poco rendidora. En cambio, más hacia el sur, en la zona de bosque
mixto y en la parte septentrional de la estepa –la estepa boscosa- se dan todas las condiciones para
que la agricultura arroje buenos resultados. La situación cambia en la región meridional, la estepa
seca. Variaciones climáticas y prolongadas sequías hacen que la explotación intensiva del suelo
ceda el lugar a la extensiva. La agricultura es sustituida por la economía ganadera y pastoril. En la
zona desértica, la escasez de agua, las tierras salitrosas y la arena hacen imposible toda
explotación.
La residencia elegida por cada uno de los pueblos que aparecen los caracteriza. A los
ugrofineses correspondió ante todo la zona boscosa. En época remota parecen haberse visto
empujados hasta el límite de la tundra. Los godos prefirieron la región del bosque mixto y el área
septentrional de la estepa y lo mismo hicieron los eslavos. Ambos pueblos se dividieron en “gente
del bosque” y “gente de la campaña”, como ya vimos antes. También los hunos tuvieron una zona
climática y geográfica fija, a la cual se mantuvieron ligados con una tenacidad poco frecuente.-
ALTHEIM, Franz: El Imperio hacia la medianoche. El camino de Asia hacia Europa. Buenos
Aires, Eudeba, (c1971). pp. 27, 34, 39-40, 56-58.

CLAN, CANTÓN Y CIUDAD


Según va pasando el tiempo y aumenta el número de familias, los hombres son más y más, y el
cultivo de la tierra va ocupando el lugar de la caza, de la guerra, del pastoreo, la tribu se establece
cerca de algún río y se comienza a construir casas. En este estadio, nos puede ayudar otra fórmula,
o por lo menos recordarnos lo que debemos buscar: el clan, el cantón y la ciudad. [...] El cantón es
la comunidad primitiva establecida quizás, en las tierras llanas o en pendientes entre montañas,
cerca del río, o en algún lugar del bosque donde pueden cortar madera y defender el claro de los
enemigos o vecinos (ambos, al comienzo, son la misma cosa). [...] Luego, cuando las casas
dispuestas en algún orden nos dieron las calles, tuvimos la aldea o villorrio, como se quiera
llamarlo, que unas veces sigue siendo una aldea, pero otras se transforma en una población o, más
aún, en una ciudad. [...] Las primeras casas se suelen construir cerca del río, de modo que las
muchachas no tengan que ir muy lejos a buscar agua, ni puedan interceptarlas asaltantes de los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 32
pueblos vecinos, ni piratas de ultramar. [...] Además de los seres humanos, el ganado también
necesita agua. La aldea se construye cerca del vado, o a ambos lados, a fin de que la tribu pueda
atravesarlo y mantener alejados de él a los demás. Que el pueblo primero, y luego la ciudad, estén
sobre el vado representa otra ventaja; habrá que remontar una pequeña distancia (o aún más que
pequeña) por el río, y estará menos expuesto a los ataques por sorpresa de los piratas. Tres o cuatro
cosas, entonces, fijan la ciudad al lado del río: la provisión de agua, el camino hacia el interior del
país, el camino de la costa (que precisa del vado) y la protección de las amenazas del mar. [...]
Cuando se llegaba a la cabecera del río se procedía a transportar las mercancías y el barco lo mejor
que se podía hasta la cabecera de otro río, y se seguía navegando. [...]
1.- Una vez que se conoce a fondo el esquema del mapa con sus cordilleras, ríos y caminos, el
resto es simple. Naturalmente, intervienen también otras cosas. Ya hemos visto los riesgos de los
piratas del mar, y esto nos recuerda los viajes marítimos. En un barco de mar no se puede remontar
el río más allá del vado; de modo que en la ciudad sobre el río, en la encrucijada (vuelven otra vez
las mismas palabras), hay que descargar y vender las mercancías de ultramar; y con el tiempo
puede desarrollarse allí un gran puerto, un centro de distribución como suele llamarse, un lugar al
cual deben concurrir las tribus o las gentes de las ciudades del interior para proveerse de
mercancías manufacturadas. Así, si la gente de Italia quería (y las quería) cosas tales como copas y
marmitas de Samos, torneadas y vidriadas, o elegantes chinelas de Mileto, tenía que bajar por el
Tiber a Roma. Las ropas de lana, que los griegos necesitaban para el invierno en el sur de Rusia,
también venían de Mileto, la ciudad detrás de la cual se extienden las grandes colinas, donde
prosperan las ovejas. Y cuando pensamos en Mileto, sobre la costa egea del Asia Menor,
recordamos los largos caminos que desde Babilonia, y aún más lejos, bajaban al mar, en Mileto,
los caminos por los cuales venían todas las mercancías y maravillas, todas las curiosidades y lujos
del Oriente, a lomo de mula o camello, para ser enviadas desde Mileto a cien ciudades griegas por
mar. Más tarde, grandes ejércitos recorrieron estos caminos.
Si estudiamos un mapa y observamos la línea de la costa, podemos contar los lugares donde hay
buenas bahías. Grecia con sus bahías e islas abunda en puertos, pero ¿dónde encontraremos uno en
la costa de Italia? A Brindis [sic: Brindisi] (Brundusium) tuvieron que hacerla los hombres; tenía
que haber allí un puerto una vez que Roma comenzó a comerciar y a luchar en Grecia y más lejos
aún. Pero Venecia no existía en el vértice del Adriático en los tiempos antiguos. ¿Por qué? La
respuesta es muy simple: no había todavía una Germania civilizada al norte de los Alpes que
necesitara de las mercancías del Mediterráneo y del Oriente. Un puerto, como vimos, depende de
un río, o, podríamos haber añadido, de una bahía; pero también depende del camino. Si no hay por
allí un pueblo del cual valga la pena hablar, o no hay labrantíos, sino tierras desiertas y mar, no
habrá puerto ni camino; por lo menos no un buen puerto, salvo para los piratas que no precisan
compañía. Las bahías de las islas de Grecia han sido muy útiles para los piratas. Hinterland es la
palabra alemana que hemos adoptado para designar el territorio interior de un puerto, que recibe y
envía desde allí mercancías. Por lo tanto, Venecia no figura en los mapas del mundo de la
Antigüedad; en la Edad Media es una gran potencia, pero a partir de 1500 declina. […].-
GLOVER, T.R.: op. cit. pp. 14-18.

AGRICULTURA, URBANISMO, ESCRITURA, HISTORIA


La aparición de la civilización agrícola hay que situarla en algún punto del área irano-
mediterránea, entre los años 8000 y 6000 a.C. Su territorio es el de las comunidades mesolíticas
más avanzadas. En él se encuentran en estado salvaje numerosas formas de cereales del tipo del
trigo: centeno, cebada, avena. En el este iraní es donde los trigos blandos presentan el mayor
número de variedades; el clima subtropical, de veranos secos, producía la mayor parte de las frutas
y legumbres que se cultivan todavía desde la meseta iraní hasta la Europa atlántica. En las
montañas y en las fajas forestales de esta zona, así como en las estepas que la prolongan hacia el
Asia central, es donde hay que buscar el origen de nuestras especies animales domésticas: cabra,
cordero, buey, caballo. En una zona privilegiada de este tipo es donde únicamente pudo realizarse
el encauzamiento hacia un régimen pastoril y agrícola.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 33
[...] la agricultura no ha sido el primer factor determinante de la fijación a la tierra. Una de las
sorpresas de la reciente arqueología del Próximo Oriente es sin duda la revelación de una fase
sedentaria que parece haber precedido, del noveno al séptimo milenio (C14), al régimen de
producción propiamente dicho: [...] Estos primeros poblados conocieron incluso una arquitectura
de casas circulares hechas de piedra. El nivel sigue siendo, sin embargo, mesolítico, pues nada
indica todavía la domesticación de animales ni los cultivos. Las semillas, recogidas en abundancia
en todos estos lugares, son de especies que crecen en estado silvestre por la región. El utilaje
parece indicar un perfeccionamiento de las técnicas de la caza y de la pesca, así como una
intensificación unida a una especialización en la recolección de frutos.
1.- A lo largo de la fase siguiente, Jericó (Neolítico B, sin vasijas de barro), Ras Shamra V,
Hacilar..., la cabra parece ser ya un animal doméstico, y las casas circulares han sido sustituidas
por otras rectangulares con revestimientos de cal. La aparición de un nuevo utilaje de sílex y de
ciertas costumbre fúnebres confirman la existencia de una civilización homogénea en toda esta
zona. Estamos ya en la segunda mitad del septimo milenio (C14), y esta civilización va a
desaparecer pronto.
Realmente, el paso organizado de una economía de subsistencia a la economía de producción se
estaba realizando en otros lugares. Los primeros poblados que anuncian un cambio real en los
modos de vida, tales como Ali Kosh, Jarmo, Çatal Hüyük, están situados en las colinas que
bordean Irán, Iraq y Turquía, en una zona más favorable en la que se efectúa igualmente el
encuentro natural entre los grupos de criadores de ganado y agricultores primitivos. La caza y la
recolección especializada, cuya práctica se ha podido señalar en los lugares de Shanidar y Zawi
Chemi (Kurdistán), son reemplazados hacia el año 8000 antes de Cristo (C14) por una nueva
economía. Esta economía agraria sigue fundándose en la aportación complementaria de recursos
vegetales y animales.
Después de los titubeos y ajustes originados por especializaciones divergentes, el poblado
neolítico realizó progresivamente el equilibrio entre los dos grupos de productores: pastores y
agricultores, indispensables entre sí. Sobre esta base económica, aparecieron en cadena una serie
de técnicas que transformaron profundamente las sociedades agrícolas primitivas. Prosiguiendo su
propia diferenciación al margen de los demás grupos, a los pastores, que siguen siendo nómadas en
la estepa, no llegan más que las repercusiones de este movimiento. El cultivo intensivo y el
almacenamiento de los productos alimenticios provocaron un rápido aumento de la población que
a su vez favoreció la especialización técnica. En el sexto milenio, la cerámica era de uso corriente;
la metalurgia propiamente dicha apareció un poco más tarde; el tejido, la fabricación de cestos, las
industrias del cuero y de la madera, la construcción de embarcaciones, etc., eran realizados por
obreros especializados, que habían surgido al aparecer la división del trabajo. Simples colmenas en
un principio, los pueblos se transformaron rápidamente en el crisol en el que había de cristalizar la
civilización urbana, y hacia el año 3000 a. C., apenas “inventada” la escritura, gracias a las
primeras tablillas de contabilidad, se puede adivinar una organización social extremadamente
compleja. Se elabora todo un sistema de nuevas relaciones, que se adapta a la agrupación urbana:
órganos de gobierno y de defensa, jerarquía en las clases sociales. Las instituciones se transforman
al pasar a escala de la ciudad. Se instala un orden nuevo, que se propaga primero a través de la
civilización agraria, de estructura aún muy sacralizada, de las “Ciudades-Templos”, en las que
domina el símbolo de la Madre.
Pero muy pronto se rompe el equilibrio interno de la ciudad bajo el impulso de nuevas fuerzas
que se desarrollan: la expansión comercial, la lucha por los mercados, que degenera en guerra
propiamente dicha; y también la influencia, en el seno de la población, de algunos elementos
alógenos, portadores de “tradiciones divergentes”. El proceso conduce hacia las formas históricas
conocidas de las primeras dinastías de Sumer y, después del desarrollo de las ciudades-estados, del
imperio de Akkad
El Oriente Medio se convierte desde este momento en un foco de cultura que brilla
poderosamente, y cada vez se localizan mejor los conductos por los que llegan a Occidente o a
Oriente los elementos esenciales, o los fragmentos de esta civilización. Desde finales del quinto
milenio y avanzando a lo largo del norte de Mesopotamia y de Anatolia, este movimiento llega al
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 34
Egeo a través de Chipre, alcanza la Grecia continental y se prolonga hacia el Danubio y las
llanuras abiertas de Ucrania. La cadena de islas del Mediterráneo establece el contacto con el sur
de Italia y la lejana España. En la vertiente oriental, el avance llega por encima de la meseta irano-
afgana hasta el valle del Indo, y probablemente a China, en el momento en que aparecen las
primeras aldeas.
Este despertar coincide, casi por todas partes, con la “invención” de la escritura, que va a dar a
la “historia” incipiente una nueva dimensión y estimulará a la inteligencia por el camino del
conocimiento y de la ciencia abstractos.
1.- En lugares distintos, grupos humanos de niveles y de ritmos diferentes emprenderán otros
caminos Cada una de estas civilizaciones, como aquellas que hemos estudiado con más detalle,
tiene sus raíces en el corazón de la prehistoria, y la más extraña, la menos parecida a la nuestra,
lleva en sí misma, al igual que todas las demás, algún valor esencial. El cruce entre ellas, su
esperada convergencia, podrá, una vez más, situar al hombre ante un nuevo umbral.- STEVE,
P.M.-J., O.P.: “Conclusiones”; en: ALIMEN, M.-H.; STEVE, M.-J. (comps.): Prehistoria
Madrid, Siglo XXI, (c1972). (Historia universal, 1). pp. 319-321.

DEFINICIÓN DE LA ESCRITURA
Si se pide a una persona corriente que defina la escritura, es casi seguro que dará la siguiente
contestación: “Eso es la cosa más fácil del mundo. Todos los niños saben que la escritura es parte
de la educación elemental y que la expresión ‘ABC’ indica los rudimentos más sencillos de
cualquier materia de nuestro conocimiento”. El problema, sin embargo, no es tan sencillo.
La escritura comenzó al aprender el hombre a comunicar sus pensamientos y sentimientos
mediante signos visibles, comprensibles también para las demás personas con cierta idea del
determinado sistema. Al comienzo, las pinturas sirvieron para la expresión visual de las ideas en
forma muy distinta del idioma, que expresaba sus ideas de modo auditivo. La relación entre
escritura y lengua en los primeros estadios de la escritura fue muy vaga, ya que el mensaje escrito
no correspondía a formas exactas de la lengua.. Un mensaje determinado poseía solamente un
sentido y podía ser interpretado por el lector tan sólo de una forma, pero podía ser “leído”, es
decir, vertido en palabras, en formas diferentes e incluso en muy distintos idiomas.
En períodos posteriores, la aplicación sistemática de la llamada “fonetización” permitió al
hombre expresar sus ideas en una forma que podía corresponder a exactas categorías del habla. A
partir de entonces, la escritura perdio gradualmente su carácter como forma independiente de
expresar ideas y se convirtió en un instrumento de lenguaje, un vehículo por el que formas exactas
de lenguaje podían ser fijadas de manera permanente.
En todos los grandes hechos humanos puede observarse un paso importante y decisivo que
revolucionó por completo su futuro. Al hablar de inventos, me refiero en otro lugar al hecho de
que aunque Watt no “inventó” la máquina de vapor, sí fue él quien dio el paso decisivo de usar por
primera vez en forma práctica el vapor como origen de energía [el ferrocarril de Stephenson es la
adaptación a unas ruedas de la máquina de vapor de Watt, mientras ésta es una aplicación práctica de las
observaciones hechas por muchas generaciones a ño largo de siglos]. Debemos suponer un paso
semejante en la historia de la escritura. Este paso de revolucionaria importancia es la fonetización
de la escritura. Si creemos que la máquina de vapor apareció con Watt, podemos también mantener
que la escritua comenzó solamente cuando el hombre aprendió a expresar por escrito nociones de
valor lingüistico. Esto significaría que la escritura es, como sostienen algunos lingüistas, un
instrumento para el registro del habla y que todas las etapas en las que la escritua no sive a este
propósito son solamente débiles tentativas dirigidas a la escritura, pero no escritura auténtica […].
Sin embargo, […] Aunque todas las escrituras primitivas no llegan a expresar el hablar con
exactitud, algunas de ellas, como las escrituras maya y azteca, alcanzaron un nivel de
sistematización y convencionalismo que puede ser comparado en cierto modo con escrituras de
desarrollo tan completo como la sumeria o la egipcia. / […]
Precedentes de la escritura / Sistemas limitados / Puede que asombre a algunos especialistas
el encontrar las complicadas inscripciones de América Central tratadas a la vez que los sistemas
primitivos de los indios de Norteamérica y de los negros de África. No obstante, no puede llegarse
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 35
a otra conclusión si examinamos el problema con ojos limpios de prejuicios. A pesar de la forma
en extremo elaborada que puedan adoptar los bellos manuscritos e inscripciones en piedra de los
aztecas y de los mayas, su estructura interna no se encuentra en un nivel de desarrollo mucho más
elevado que el de los sistemas primitivos de América del Norte y de África. Lo que puede
comprenderse con claridad en las inscripciones de América Central son, sobre todo, los sistemas
de anotación matemática y astronómica. Aparte de éstos, son comprensibles algunas inscripciones
o partes de ellas, pero solamente en el sentido en que las pinturas de Norteamérica se entienden per
se, sin el auxilio de ninguna forma lingüística. Aunque los inicios de la fonetización pueden ser
1.- observados en ambos, ni los aztecas ni los mayas llegaron ni por aproximación a alcanzar la
etapa fonética de la escritura que encontramos desarrollada ya con tanta perfección en las
inscripciones sumerias más antiguas. [...] /
Los ejemplos de escritura fonética que puedan encontrarse son notorios por su escasez y por
ocurrir casi exclusivamente en la grafía de nombres propios. Por ejemplo, el nombre geográfico
azteca Quauhnauac, “cerca del bosque”, compuesto por las palabras quauh, “árbol, bosque”, y
nauac, “cerca”, está escrito con los signos de “árbol” (quauh) y de “habla” (naua-tl); la palabra
Teocaltitlan, “templo personal”, se escribe con los signos de “labios” (te-n-tli), “camino” (o-tli),
“casa” (cal-li), y “dientes” (tlan-tli), omitiendo solamente la sílaba ti. Los casos ocasionales de
fonetización no pueden tomarse como evidencia de un alto nivel de los sistemas centroamericanos,
ya que el principio de fonetización se produce a veces en pueblos primitivos sin probabilidad
alguna de que evolucione hasta un sistema fonético completo.
Mucho menos aclarada que la escritura azteca se encuentra el sistema de los mayas. A pesar de
los numerosos y variados intentos de descifrar la escritura maya, lo único que se ha llegado a
entender con claridad en este sistema se limita a signos de naturaleza matemática y astronómica.
Aparte de éstos, se conocen unos pocos signos más para designar divinidades y otros términos,
algunos de los cuales se expresaban, al parecer, por un método fonético, como entre los aztecas.
Sea cual sea el sentido que demos a la afirmación del obispo español Diego de Landa en su libro
publicado a mediados del siglo XVI, de que un alfabeto maya de 27 signos se utilizaba en aquel
tiempo en Yucatán, una cosa es clara: nadie ha conseguido hasta la fecha descifrar las
inscripciones mayas tomando como base el alfabeto del obispo Landa. Incluso si admitimos que
este alfabeto fue compuesto en el siglo XVI bajo la influencia española y tuvo un uso limitado a
ciertas partes de Yucatán, no se sigue que reproduzca los sistemas de los indios precolombinos.
La mejor prueba de que la escritura maya no es un sistema fonético se deduce del simple hecho
de que se encuentre aún sin descifrar. Esta conclusión es ineludible si recordamos el principio
capital de la teoría del descifrado: toda escritura fonética puede y en definitiva debe ser descifrada
si se conoce el idioma expresado por ella. Como las lenguas de los mayas se encuentran aun en
uso, y, por lo tanto son conocidas, nuestra incapacidad de descifrar el sistema de su escritura
significa que no se trata de un sistema fonético.
[...] Aunque [un catecismo compuesto durante el siglo XVI bajo la influencia española para uso
de los indios convertidos al cristianismo] contiene ciertos signos que corresponden a palabras de la
lengua, la inscripción no puede leerse de la manera en que normalmente se leen las escrituras
fonéticas. Los signos y agrupaciones de signos sugieren tan sólo el sentido, que puede
reconstruirse solamente con un conocimiento previo del catecismo cristiano.
Debe hacerse otra observación más sobre nuestra inclusión de los sistemas azteca y maya entre
los precedentes de la escritura. Se hace preciso para dejar en claro que no pretendemos indicar con
esta clasificación que los sistemas centroamericanos se encuentran en el mismo nivel inferior de
desarrollo que sus equivalentes de América del Norte, examinados al comienzo de este capítulo.
Incluso al observador ajeno, la sistematización del aspecto formal de la escritura parecerá
considerablemente más adelantada entre los aztecas y los mayas que entre los indios
norteamericanos. Además, debemos tener en cuenta en América Central la existencia de la
fonetización desconocida por completo entre los sistemas análogos del norte, y sobre todo el
excepcional desarrollo del sistema numérico, en comparación con el cual cuanto se ha producido
en el norte parece infantil y primitivo. El método centroamericano de escribir números y cosas
contadas como, por ejemplo, en la escritura de “5 hombres”, por medio del número “5” y el signo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 36
para “hombre”, es idéntico al de las escrituras orientales y totalmente diferente al método
empleado en el norte, donde la expresión “5 hombres” hubiese tenido que escribirse por medio de
5 dibujos repetidos de “hombre”. Todas estas peculiaridades demuestran un nivel de escritura más
adelantado en América Central que en la del Norte, pero no pueden conducir en modo alguno a la
conclusión de que los sistemas centroamericanos son idénticos en su estructura general con
ninguna de las escrituras orientales.- GELB, Ignace J.: Historia de la escritura. Versión española
de Alberto Adell. Madrid, Alianza, (1976). (Alianza Universidad, 155). pp. 31-32, 80, 82, 84-86,
88.
1.- PALABRA, ESCRITURA: HISTORIA
Las primeras instalaciones humanas en Mesopotamia se remontan a unos cien mil años, mucho
antes de que la parte baja del Valle de los dos Ríos hubiera surgido de entre la mescolanza de sus
poderosas aguas; es, pues, en las laderas de las montañas del norte del Irak, principalmente en el
país kurdo […], donde se han hallado los vestigios.
Durante un primer período, inmensamente largo, que parece durar hasta el año 6.000 antes de
nuestra era, los hombres, en una especie de estancamiento interminable, vivían aislados, en
familias o agrupaciones minúsculas, en cavernas o en pequeños campamentos transitorios,
fabricando utensilios groseros de madera o hueso, o con las esquirlas de una piedra dura, y
hallándose reducidos para su subsistencia a los azares de la caza y de las cosechas cotidianas.
Es solamente hacia los años 5000 a 4500 (datos obtenidos por el análisis de la radiactividad del
carbono encontrado en las excavaciones) cuando aparecen las primeras ciudades (estaciones y
épocas de Jarmo [al este de Kirkük, en las montañas curdas], de Hassuna [más al sur, en la llanura], de
Halaf) y cuando se advierten los primeros progresos dignos de ser notados, a medida que la
progresiva desecación de la región baja del Valle permite su ocupación, cada vez más extensa, en
dirección al golfo Pérsico. El hombre va creando utensilios cada vez más perfeccionados y más
complejos; empieza a cultivar el suelo, a domesticar los animales, a trabajar el primer metal: el
cobre; se organiza en sociedades, construye sus primeros edificios públicos, sus primeros templos;
y su sensibilidad artística se expresa y se trasluce en una incomparable cerámica pintada, tan
hermosa que no se sabe qué admirar más, si la elegancia de las formas, la imaginación,
prodigiosamente rica de la decoración, o la seguridad del trazo y del gusto de los artistas.
Esta cultura en constante progreso alcanza su apogeo en la época llamada de El Obeid [Tell
el-‘Obeid junto a Ur], hacia el final del quinto y comienzo del cuarto milenio. Parece como si
entonces se extendiera, fundamentalmente idéntica no solamente por la Mesopotamia y sus
aledaños, sino desde la Turquía moderna hasta el Beluchistán [actual Pakistán], en la extremidad
oriental de la meseta iraní, y hasta el valle del Indo.
Hacia el año 3500 antes de nuestra era, y sobre este vastísimo fondo de cultura antigua, común a
todo el Próximo Oriente, en el sur de la Mesopotamia, y en las orillas del golfo Pérsico, surgen, de
golpe, según parece, los sumerios.
¿Quiénes eran los sumerios? ¿De dónde venían? ¿Cómo llegaron? No se ha podido responder
todavía a estas preguntas: las “pruebas” arqueológicas e históricas son, a menudo, difíciles de
establecer y además muy delicadas. La luz es, de momento, tan endeble sobre estas cuestiones, que
ciertos especialistas han juzgado inútil plantear estos problemas y están dispuestos a considerar a
los sumerios como los primeros y más antiguos habitantes del país. Sin embargo, actualmente nos
parece más probable que los sumerios hayan venido de otra parte (¿tal vez del este?), como
conquistadores o como masa de emigrantes, y es muy posible que hubieran adoptado y asimilado
rápidamente la cultura de sus predecesores con los que seguramente se integraron más o menos
profundamente hasta transformarla totalmente a la medida de su propio genio. Esta época de la
instalación de los sumerios en la Baja Mesopotamia ha sido llamada por los arqueólogos época de
Uruk, cuya última parte, entre los años 3000 y 2700, ha recibido de los excavadores
norteamericanos el nombre de protolítera.
Los siete u ocho siglos de Uruk fueron los que vieron a los sumerios crear, instaurar y madurar,
sobre el fondo de las culturas anteriores, esta primera civilización, por la que hoy en día se les
reconoce todo el mérito. Hacia el final de esta época aparecen los primeros testimonios de la
escritura que, con el tiempo, se convertiría en “cuneiforme”, la primera escritura del mundo,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 37
inventada por los sumerios. Pero los textos son aún muy raros en esta época, y su carácter,
difícilmente penetrable, no permite situar, de golpe, entre los tiempos históricos, el período
protolítero de la evolución sumeria, sino que constituye más bien una a modo de protohistoria que
se va reconstruyendo principalmente con la ayuda de los vestigios arqueológicos.
La verdadera historia de Sumer empieza en la época siguiente, llamada protodinástica, entre los
años 2700 y 2300, poco más o menos. [...] los textos, ya más abundantes e inteligibles, nos
permiten reconstruir ciertas porciones de ella. Es esta la época en que se desarrolla plenamente la
civilización sumeria iniciada unos siglos antes. Sumer se encuentra distribuida en pequeños
1.- Estados urbanos, porciones, en realidad, de territorio rural, agrupados, cada uno de ellos
alrededor de una ciudad-capital. La ciudad, rodeada de murallas y fortificada, está centrada en el
Palacio, residencia del monarca terrestre que la gobierna, y también en el Templo, morada del
personaje divino cuya representación ostenta el rey. Templo y Palacio, construidos en obra de
ladrillo con un sentido cada vez más perfecto de la arquitectura y del urbanismo, yacen al pie de la
“atalaya” de las ciudades sumerias, el ziggurat, torre piramidal con pisos, que unía el mundo
divino al de los hombres. Una administración civil y religiosa, cada vez más compleja, pulula por
el barrio oficial de cada ciudad y responde a una organización y a una especialización cada vez
más detallada de la vida pública y de la privada. Alrededor del Palacio y del Templo, que
también sirven de universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, las tiendas [o
barracas] de los obreros, los almacenes, los depósitos, los graneros /
[...] Esta civilización sumeria, la primera y más antigua del mundo, desarrollada en el curso de
una larga historia y transmitida a los babilonios y a los asirios y, por intermedio de ellos, al mundo
helenístico, precursor inmediato del nuestro, la han podido reconstruir los asiriólogos y
sumerólogos, a menudo hasta en sus detalles más concretos y más inesperados. [...].- BOTTÉRO,
Jean: “Exordio”; en: KRAMER, Samuel Noah: La historia empieza en Sumer. Barcelona, Aymá,
(c1956). pp. 21-26.
EL PARAISO Y LAS BIBLIOTECAS
En un rincón perdido del Museo Británico, en Londres, hay una minúscula tableta de arcilla en
la que están grabados algunos versos sobre el diluvio. Esos versos, que pertenecen al poema
babilónico Gilgamesh, fueron escritos en caracteres cuneiformes hace más de cuatro mil
trescientos años. La tableta formaba parte de la biblioteca del rey Arsubanipal, una de las primeras
de las que se tienen noticias. Los destellos de imaginación del ignoto autor de Gilgamesh
iluminaban entonces sólo a un puñado de seres humanos: tal vez doscientos, tal vez mil. En aquel
vasto amanecer de la especie, la lectura era un saber mucho menos frecuente que los saberes de la
agricultura y de la guerra. Las historias se perpetuaban a través de la voz de los rapsodas, que
cantaban e improvisaban mientras los demás oían y modificaban lo que oían con los tañidos de su
memoria. Salvo unos pocos relatos sobre reyes y guerreros que buscaban la eternidad, aquellas
primitivas tablas de arcilla sólo servían para el comercio y para el registro de unos pocos hechos
magnos: victorias, conquistas, ritos imperiales. .
Quién sabe cuántos sistemas independientes de escritura eran entonces concebidos en otras
latitudes. El número de los que han sobrevivido es cabalístico, siete, y todos ellos se originaron al
oriente de Grecia, en Creta, en la Mesopotamia, en los valles del Nilo y del Indo, entre los grandes
ríos de la China, en la meseta de Anatolia, en la antigua ciudad persa de Susa. La especie humana
tardó aún dos milenios en anudar las palabras y establecer con ellas esa melodía que ahora
conocemos como el libro. Los primeros libros no narraban historias. Eran fórmulas de adivinación,
lecturas de los pájaros en vuelo, del movimiento de las hierbas, del paseo de los animales. A través
de la naturaleza, el ser humano intentaba descifrar su destino. Y los libros eran algo así como la
fijeza del destino, la eternidad inmovilizada en palabras.
Quizá la mayor maravilla del libro es su capacidad de transfiguración, de ser primero voz que se
va enriqueciendo al pasar de generación en generación, hasta que alguien, temeroso de que la voz
se pierda en los vientos del tiempo, ordena retenerla en páginas manuscritas, como sucedió con la
Ilíada y con Las mil noches y una noche, para que sea más tarde texto sagrado, hoja impresa,
biblioteca de Babel, símbolo virtual que se desliza en las computadoras. En el nudo original del
libro está, por supuesto, la escritura, en cuya definición coincidieron Aristóteles, los sabios chinos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 38
del siglo XV, así como Voltaire y los enciclopedistas. En su Lógica, Aristóteles dijo que "las
palabras habladas son los símbolos de la experiencia mental y las palabras escritas son los
símbolos de las palabras habladas". Según Tai T´ung, los chinos definían la escritura como "el
habla pintada", y el habla como "el aliento de las vocales". Algo semejante dice Voltaire: "La
escritura es la pintura de la voz; cuanto más se le parece, mejor es".
En su largo amanecer iletrado, la humanidad componía libros sin saberlo, voces, sucesiones de
historias que se desplegaban en el espacio público: las plazas, los templos, las academias. No
existía la noción de autor en el sentido en que la concebimos ahora: escribir, o crear era una tarea
1.- colectiva, una discusión, un diálogo como los que transcribió Platón. La Ilíada y la Odisea
fueron la obra de muchos hombres o, si se quiere, de todos los Homero que trabajaron en ellas
entre los siglos VIII y VI antes de la era actual. Cada copista de la Ilíada sumaba una línea o
suprimía una escena, hasta que ese espacio móvil encontró su punto de fijeza, y lo mismo sucedió
con los evangelios canónicos y con los apócrifos, con los textos de Confucio quemados por el
primer emperador de la China y rehechos por la memoria de sus discípulos, y hasta con una novela
célebre, la caudalosa y medieval Shui-hu-zhuan, o Al borde del agua, cuyos centenares de
episodios podrían ser miles, cientos de miles, o uno solo.
La fuerza del libro está en su poder proteico, en ser voz o volumen o signo virtual o todo a la
vez, para brotar de una sola persona o encarnar, por sí solo, toda una cultura. .
En la antigüedad, aquellos que oían las palabras de un libro, o las copiaban, o las leían
confiriendo forma oral a lo escrito (porque la lectura en silencio es, como se sabe, una ceremonia
tardía), establecían una interacción entre el libro y su comunidad. Leer era algo que pertenecía a la
esfera pública, y enriquecer con adiciones o comentarios lo que se iba leyendo, en vez de estar
vedado, merecía la gratitud colectiva. Aunque los doctores de la Iglesia trazaron después una línea
divisoria entre el saber privado o sagrado y el saber público o lego, muchos poemas, novelas de
caballería y relatos populares son el fruto de generaciones que iban depositando en ellos sus
sedimentos culturales y sus mudanzas de lenguaje, como sucedió con Amadís de Gaula, la
Chanson de Roland, el Poema del Cid y la gesta anglosajona de Beowulf. Al mismo tiempo,
algunas grandes creaciones individuales empezaron a imponer la noción de autor. Esa noción
aparece en la Comedia de Dante, en los cuentos de Geoffrey Chaucer y en una mujer que los
precede a todos, lady Shikibu Murasaki, quien entre los años 1001 y 1003 recreó y embelleció la
lengua japonesa como su Genji monogatari, la primera y una de las más esplendorosas novelas de
que se tenga memoria. .
La invención de la imprenta dio un vuelco decisivo a la relación entre autor y lector al instalar el
libro en la esfera privada. Lo introdujo en la intimidad del ser humano, lo convirtió en
acompañante de los solitarios, en confidente de ilusiones y secretos, en transmisor de mensajes
cifrados, y permitió que cada frase fuera leída según el ánimo que cada quien tenía en un momento
determinado de la vida. El sentido de esa frase, a la vez, podía ir desplazándose en la imaginación
del mismo individuo a medida que pasaba el tiempo, tal como lo definió Jorge Luis Borges con
precisión en su cuento "Pierre Menard, autor del Quijote".
Poco después de las primeras Biblias de Gutenberg, en 1474, Aldus Manutius emprendió en
Venecia la aventura de publicar algunas obras que necesitaba para sus cursos humanísticos.
Imprimió primero, en formato manuable, unos pocos clásicos griegos: Sófocles, Aristóteles,
Platón, Tucídides; siguió en latín con Virgilio, Horacio y Ovidio, y completó la colección con
diccionarios y tratados de gramática. Esas ediciones, las más espléndidas de la historia de la
imprenta, nacieron con un propósito aún más extraordinario. Manutius las editó sin anotaciones ni
glosas, para que los lectores entraran en los textos de manera directa, libres de toda mediación, y
pudieran dialogar a su manera "con los muertos gloriosos".
El libro como diálogo con los muertos es una idea que resonará cinco siglos después, cuando
Michel de Certeau defina la historia como la puesta en escena de una población de difuntos, y
cuando Jean-Paul Sartre señale que toda obra sólo adquiere realidad y sentido en el momento en
que es percibida por otro, apropiada por otro. La intimidad del lector con el libro engendró miles
de Don Quijote, miles de jóvenes Werther, todos igualmente desesperados, pero todos con una
desesperación diferente; legiones de Madame Bovary, de David Copperfield, de Leopold Bloom,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 39
de Humbert Humbert y Lolitas. La intimidad creada por la palabra impresa abarca todos los
espectros del conocimiento humano: el cine, la historia, la ciencia, la filosofía, aquello que primero
es imaginación y luego signo. Tarde o temprano, todo signo encuentra su más noble forma de
diseminación en la biblioteca, en forma de manuscrito, de fotografía, de grabados de época, de
ensayo para especialistas, de periódico, revista, libro y de información virtual. .
El reino de lo virtual nos ha devuelto, en cierto modo, a la forma comunitaria de leer, de
comunicarnos y de interactuar a través de los signos. Así, la especie humana ha ido derivando del
ágora original, de la creación por capas superpuestas de lenguaje, a la intimidad entre autor y texto,
1.- y desde allí ha vuelto a una forma diferente de ágora, en la que el lector, solo frente a su
teclado, entreteje su experiencia con los infinitos textos que se le cruzan en la red. Los libros o
informaciones que circulan en ese espacio virtual pueden ser hallados y tomados por quien los
desee -y de hecho, así sucede con frecuencia-, modificados por comentarios o reescrituras que van
naciendo mientras se lee.
Poco a poco, esta nueva forma del ágora, este purgatorio o cielo de lo virtual, se ha lanzado a
crecer como un árbol incontenible. La biblioteca de Babel, aquella en la que Borges incluía
todos los libros pasados y los no escritos, y las variaciones de cada uno de esos libros, ha llegado
antes de lo que se pensaba. Ya está entre nosotros.
El filósofo Paul Virilio escribió que si el elemento central de la modernidad era la velocidad de
la materia -Fernand Braudel hablaba de "la lentitud de los transportes" en su historia de la
civilización europea de los siglos XV a XVIII-, el dato central de la posmodernidad es la velocidad
de la luz. "El ser humano -escribe Virilio- se ve superado por una tecnología que, sin embargo, ha
sido creada por su mente y por sus manos, capaz de ejecutar acciones que van mucho más allá de
lo que entendemos por pasado y por futuro". En la red, en Internet, cuya dispersión es global, no
hay en efecto día ni noche, ni tampoco horas. Leo hoy lo que sucedió ayer en la isla de Pascua y lo
que ha sucedido mañana [sic] en Tokio. Mi tiempo es doble, o múltiple. Somos, ahora, seres
inmersos en un océano de tiempo que se mueve a mayor velocidad que nuestra imaginación.
Sería desatinado pensar, como ya han predicado algunos falsos profetas, que la información
virtual acabará con el libro tal como lo conocemos: es decir, con el objeto rectangular de cartón o
tela o cuero, dentro del cual hay hojas de papel cubiertas de signos. Quizá se transmute el libro en
otros libros, ya lo hemos visto. Quizá las páginas de una biblioteca entera puedan moverse con un
ligero roce del dedo índice, como me sucedió cuando contemplé, en un museo de la Sexta Avenida
de Nueva York, las fotos de niños y adolescentes tomadas por el diácono de Oxford al que
conocemos con el nombre de Lewis Carroll. Pero el libro perdurará en la forma que asumió hace
más de quinientos cincuenta años, porque siempre habrá alguien que prefiera o más bien elija
alcanzar la intimidad con un autor de esa manera, a través de las páginas que van cobrando vida
mientras se abren. Siempre habrá alguien que quiera regresar a un libro sólo en la edición en que lo
conoció por primera vez, a las dedicatorias, recuerdos y pasados que quedaron unidos a ese objeto.
La palabra escrita ha perdurado y prevalecido sobre los incendios que tramaron su destrucción,
desde que el emperador Shih huang-ti, constructor de la Gran Muralla, ordenó que se quemaran
todos los libros anteriores a él, con excepción de algunos tratados de agricultura, sólo para probar -
en vano- que la historia del mundo empezaba con su reinado. El mismo fanatismo se ensañó con la
biblioteca que los Ptolomeos habían creado en Alejandría tres siglos antes de la era cristiana, y que
sucumbió al fuego durante una de las guerras civiles que se sucedieron bajo el emperador
Aureliano, hacia el año 273. Millares de libros fueron también arrojados a la hoguera por los nazis,
en 1933, y de modo más sigiloso, aunque no menos vil, varios miles fueron quemados aquí, en la
plaza de un regimiento de Córdoba, a comienzos de 1977. .
La intolerancia cobró una de sus más lamentables víctimas en Bagdad, el 14 de abril de 2003, un
mes después de la invasión de Irak y el día mismo en que se conoció la huida de Saddam Hussein.
El saqueo devoró la ciudad con un ímpetu ciego, y también la Biblioteca Nacional cayó esa tarde.
Al menos 800 mil volúmenes fueron entonces quemados y robados, como si fueran ellos los
culpables de las desgracias de Occidente. Se destruyó la colección entera de Omar Khayyam, se
rompieron con balas de mortero las máquinas de microfilmación y las cajas de documentos del
extinguido imperio otomano. Se robaron o se destruyeron también las tablillas cuneiformes de los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 40
sumerios, y casi todas las escrituras babilónicas del poema Gilgamesh. El director de la biblioteca
logró salvar algunos fragmentos de arcilla, de los que desgajó estos versos: "El Bosque se extiende
a través de diez mil leguas.
¿Quién se atrevería a entrar en él? / Porque el rugido de Huwawa es el de la tempestad
porque sus fauces vomitan fuego y su aliento es mortal".
Esas parcas líneas corresponden a la tercera tablilla, tanto menos afortunada que la tablilla
undécima, la que habla del diluvio, en el Museo Británico.
1.- Pero ni el odio de los bárbaros ni la intolerancia de los injustos ha podido destruir el libro, cuya
memoria es también la memoria de la especie humana. .
En cualquiera de sus formas, ya sea en las tablillas cuneiformes de Gilgamesh, en los
devocionarios copiados a mano por los monjes de los monasterios medievales o en la primera
Biblia de Gutenberg, en los folletines de Dickens, en los tres CD rom que compendian los treinta
volúmenes de la Encyclopædia Britannica o en los archivos que la gente se intercambia por
Internet, el libro ha sido siempre no sólo una celebración del conocimiento sino, ante todo, una
celebración de la vida. ¿Y qué significa celebrar la vida en estos tiempos de integración de los
mercados, de las finanzas y de la tecnología? Significa celebrar los valores que definen lo mejor
del espíritu humano: el lenguaje, la imaginación, la libertad, el afán de justicia, la búsqueda de
igualdad. Todos, hoy y aquí, seguimos imaginando el Paraíso bajo la especie de una biblioteca.
MARTÍNEZ, Tomás Eloy: “El libro en los tiempos de la globalización” (fragm.); en: La
Nación. Domingo, 22 de agosto de 2004.

La creación de la historia científica por Heródoto


[...] las obras de los historiadores griegos, tal como las poseemos en detalle en los trabajos de los
escritores del siglo V, Heródoto y Tucídides, nos abren un mundo nuevo. Los griegos tuvieron
clara conciencia, tanto de que la historia es o puede ser una ciencia, como de que se refiere a los
actos humanos. La historia escrita por los griegos no es leyenda, es investigación; es un intento de
dar respuesta a preguntas bien definidas acerca de asuntos que confesadamente se ignoran; no es
historia teocrática, es humanista; los asuntos que investiga no son τα θεϊα; son τα ανθρωπινα. Pero
además, no es historia mítica: los acontecimientos averiguados no son acontecimientos acaecidos
en un pasado sin fechas, en el principio de las cosas, son acaecidos en un pasado fechado, es decir,
hace un cierto número de años.
Esto no quiere decir que lo legendario, ya en forma de historia teocrática, ya en forma de mito,
fue extraño a la mente griega. La obra de Homero no es investigación, sino leyenda, y en buena
parte leyenda teocrática. En Homero los dioses comparecen para intervenir en los asuntos humanos
de un modo que no difiere mucho de la manera en que aparecen en las historias teocráticas del
Cercano Oriente. [...]
Las cuatro características de la historia que enumeré en la introducción fueron: a) que es
científica, o sea que comienza por hacer preguntas, mientras que el escritor de leyendas empieza
por saber algo y relata lo que ya sabe; b) que es humanística, es decir, que plantea preguntas acerca
de cosas hechas por los hombres en un tiempo preciso en el pasado; c) que es racional, o sea que
las respuestas que ofrece a sus preguntas tienen ciertos fundamentos, a saber: se aducen
testimonios, y d) que es una instancia de auto-revelación, es. decir, que existe con el fin de decirle
al hombre lo que es el hombre, diciéndole lo que el hombre ha hecho. Ahora bien, la primera,
segunda y cuarta de esas características claramente concurren en Heródoto. [...] El hecho de que la
historia en cuanto ciencia es una invención griega es algo que se acusa en el nombre mismo:
“Historia” es una palabra griega que quiere decir investigación o inquisición. [...] Fue, por
consiguiente, el empleo de aquella palabra, y sus implicaciones, lo que justifica para Heródoto el
título de padre de la historia. La conversión del relato mítico en ciencia histórica.no responde a
algo ya inscrito en la mente griega; se trata de una invención del siglo V, y fue Heródoto el hombre
que la inventó. [...].- COLLINGWOOD, R. G.: Idea de la historia. México, FCE, (c1952). pp. 26-
27.
EL TIEMPO EJE
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 41
[…] / Si hubiera un eje de la historia universal habría que encontrarlo empíricamente como un
hecho que, como tal, valiera para todos los hombres, […]. No se necesitaría que fuera
empíricamente concluyente y àllpable; bastaría quetuviera por base una intuición empírica en
forma que ofreciera un manto común de evidencia histórica para todos los pueblos. Este eje de la
historia universal parece estar situado hacia el año 500 antes de Jesucristo, en el proceso espiritual
acontecido entrre los años 800 y 200. Allí está el corte más profundo de la historia. Allí tiene su
origen ell hombre con el que vivimos hasta hoy. A esta época la llamaremos en abreviatura el
“tiempo-eje”.
1.- Característica del tiempo eje. / En este tiempo se encuentran y coinciden multitud de hechos
extraordinarios. En China viven Confucio [511] y Lao-Tsé [564], Mo-Ti [400], Chung-Tsé [Chuang
Tse, 350], Lie-Tsé y otros muchos. En la India surgen los Upanischadas [Upanisad (800-600)], vive
Buda [520], se desarrollan, como en China, todas las posibles tendencias filosóficas, desde el
escepticismo al materialismo, la sofística y el nihilismo. En el Irán enseñó Zarathustra [620] la
excitante doctrina que presennta al mundo como el combate entre el bien y el mal. En Palestina
aparecen los profetas, desde Elías [875], siguiendo por Isaías [740] y Jeremías [626], hasta el
Deuteroisaías [555]. En Grecia encontramos a Homero [850], los filósofos --Parménides [475],
Heráclito [500], Platón [385]--, los trágicos [Esquilo, 472-458; Sófocles, 442-429; Eurípides, 431-413],
Tucídides [425], Arquímedes [212]. Todo lo que estos nombres no hacen más que indicar se
origina en estos cuantos siglos casi al mismo tiempo en China, en la India, en el Occidente, sin que
supieran unos de otros.
La novedad de esta época estriba en que en los tres mundos el hombre se eleva a la conciencia
de la totalidad del Ser, de sí mismo y de sus límites. Siente la terribilidad del mundo y la propia
impotencia. Se formula preguntas radicales. Aspira desde el abismo a la liberación y salvación, y
mientras cobra conciencia de sus límites se propone a sí mismo las finalidades más altas. Y, en fin,
llega a experimentar lo incondicionado, tanto en la profundidad del propio ser como en la claridad
de la trascendencia. / […].- JASPERS, Karl: Origen y meta de la historia (1954). Madrid,
Alianza, (c1980). (AU, 273). pp. 19-20.
Opinión

Los políticos debemos estar atentos a lo que manifiestan quienes nos dieron mandato y quienes
representamos. Los empresarios, por ejemplo, invierten dinero en estudios de mercado para
obtener indicadores de mayores ganancias. En educación, los resultados se miden en períodos que
superan una gestión, y a veces esas mediciones se relegan por su falta de rédito inmediato. Esto es
un error, ya que cada gestión debe ser evaluada, fundamentalmente, por sus resultados educativos.
Tomo las conclusiones del V Foro de Calidad Educativa y de la audiencia pública en el Senado
de la Nación del mes pasado para una estrategia a seguir en pos de una educación de excelencia.
Ese foro disparó una alarma: la calidad educativa está en emergencia. Se constató que el 52% de
los adolescentes argentinos no comprenden lo que leen; sólo el 44% termina el secundario en
tiempo y forma; el 15% de los jóvenes integran el grupo "ni ni", ni estudia ni trabaja; apenas uno
de cada cuatro alumnos que cursan la enseñanza obligatoria tiene buen nivel educativo, y el 75%
no alcanza los niveles mínimos necesarios. La Argentina ocupa el puesto número siete respecto de
su calidad educativa en la región, detrás de Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay.
Propongo no tirar el despertador por la ventana: la alarma debe impulsarnos a levantarnos y
actuar. Para eso he presentado el proyecto de ley S-2527/13, basado en estudios y estadísticas que
respaldan los resultados del Bachillerato Humanista que hoy existe en cinco provincias. Propongo
incorporar a la ley de educación nacional (LEN) la modalidad humanista, ya que desde esta
modalidad se forma la inteligencia, el habla y el pensamiento; se capacita para el manejo de la
lengua propia y extranjeras, y se auspicia la formación integral, lo cual la pone en línea con los
fines de la ley educativa nacional.
Para definir la formación humanista recurriré al II Simposio Nacional de Estudios Clásicos, que
la definió así: "La educación humanista es la que busca, mediante los estudios clásicos, la plenitud
del hombre en todas sus dimensiones, tanto en su proyección individual como trascendente,
capacitándolo para integrarse activa y creadoramente en un mundo en continuo cambio,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 42
satisfaciendo nuevas necesidades intelectuales y desarrollando sus aptitudes para su realización
vocacional".
Con el respaldo de las neurociencias, que resaltan la utilidad de los conocimientos en el
desarrollo neurocognitivo, el doctor Stanislas Dehaene se refiere a la enseñanza de las lenguas
antiguas y destaca varias cuestiones de interés científico ligadas al aprendizaje de las lenguas
clásicas que benefician a los alumnos por el desarrollo de capacidades que van más allá de las
meramente lingüísticas; insiste en que el estudio de las lenguas clásicas tiene repercusiones sobre
las conexiones cerebrales.
1.- Esto coincide con los argumentos dados por los gymnasium alemanes y suizos sobre los
beneficios del estudio del latín y griego. Es, además, una herramienta óptima respecto de la
formación de los hábitos intelectuales, requisito indispensable de la educación. Una persona no
puede asumir su destino si no ha desarrollado antes su inteligencia, es decir, su capacidad de mirar
dentro de las cosas, intus legere . Una de las funciones de la inteligencia es el pensar y uno de los
fines de la educación es el desarrollo de las habilidades del pensamiento.
Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Nacional de Educación, expresa que el correcto
manejo de la lengua es clave para el desempeño en lo social. El ejercicio de la democracia es
participación, es diálogo, y para poder dialogar es preciso la palabra. El adolescente y el joven que
se expresan liberan lo preso y hallan en la palabra la forma del reclamo, de interpelación. Una de
las raíces de la violencia es la incapacidad de expresarse correctamente. El que no tiene palabras
canaliza su actitud en la acción, el puño, el empujón, la violencia.
La pobreza verbal impide la libertad de expresión en una democracia. Guillermo Jaim
Etcheverry sostiene en La tragedia educativa que para debatir necesitamos usar una herramienta
que cada día manejamos peor: el lenguaje.
En la actualidad, hay doce bachilleratos humanistas que están nucleados en una entidad, la
Federación Argentina de Bachilleratos Humanistas Modernos.
De la tesis del ingeniero Pablo Baeck para la licenciatura en Organización y Gestión Educativa
de la Universidad Austral, El bachillerato humanista clásico puede hoy reclamar el derecho a
existencia en la Argentina , hemos tomado la muestra efectuada sobre quienes se recibieron en dos
de esas instituciones, en la que se revela el alto porcentaje de graduados universitarios, el bajo
índice de cambio de carrera y el alto número de graduados en carreras ligadas a las ciencias
exactas.
El bachillerato humanista es una alternativa chequeada y evaluada para ser transitada por
aquellas familias que opten por esta modalidad.- NEGRE de ALONSO, Liliana: “La calidad
educativa en emergencia”; en La Nación. Sábado 12 de octubre de 2013.

LA CULTURA OCCIDENTAL
I. Introducción.- Sobre el área del Imperio Romano se advierten dos regiones marcadamente
diferenciadas: el Oriente y el Occidente. La primera revela sólo una superficial influencia de la
romanización, y por el contrario una acentuada perduración de las tradiciones culturales del
Oriente clásico y de Grecia, en tanto que la segunda manifiesta una penetración vigorosa de la
romanidad, que casi borra las leves tradiciones culturales indígenas: celtas, íberos, italiotas, etc.
[...] la tradición greco-oriental despertó notablemente en el aérea oriental del Imperio, y el
desarrollo y la difusión del cristianismo acentuó la diferenciación, pues en una y otra región
estimuló un distinto tipo de religiosidad y suscitó, además, la rivalidad entre las distintas iglesias
de una y otra parte, cuyos ideales eran diversos: más especulativos en Oriente, más formalistas y
activistas en Occidente. A partir de la muerte de Teodosio, en 395, esa diferenciación se acentuó
mucho. Los germanos invadieron el área occidental del Imperio, sacudieron el orden romano –
excepto en aquello que pudo defender la Iglesia-, y crearon condiciones de vida y de cultura que
acentuaron la divergencia con respecto al área oriental. [...]
[...] el complejo cultural resultante de la interacción de elementos romanos, hebreocristianos y
germánicos que se constituyó en el Occidente de Europa, afirmó su diferenciación frenta al mundo
bizantino y al mundo musulmán. Y poco después del Cisma de Oriente comenzó, con las Cruzadas
de los siglos XI al XIII, la empresa de extender e imponer su propia concepción del mundo y la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 43
vida, que fluía de su concepción religiosa y política, en la que se sintetizaban todas las actitudes de
todos los problemas.
Ese designio de extender e imponer su cultura no fue abandonado ya más por el Occidente de
Europa. A fines de la Edad Media se vio constreñido por el avance de los turcos en el
Mediterráneo oriental, pero se desvió hacia el Oeste y se dirigió hacia América, primer territorio
occidentalizado metódicamente, en tanto que, hacia el Este, sorteaba el obstáculo dirigiéndose por
el cabo de Buena Esperanza al medio y al lejano Oriente. Comenzó entonces una nueva etapa. Más
que en el Imperio Turco, heredero de Bizancio y continuador de la tradición musulmana, el
Oriente 1.- se encarnó en los vastos territorios de la India y la China y más tarde del Japón. Hacia
ellos se dirigió la catequesis religiosa y la penetración económica. Esa empresa continuó sin
interrupción hasta nuestros días, pero se intensificó notablemente en el curso del siglo XIX, en el
que se difundió la certidumbre de que la empresa de civilizar al mundo, esto es: de imponerle las
formas y los supuestos de la vida occidental, constituía “la carga del hombre blanco”, como la
definió Rudyard Kipling aludiendo a la misión de Inglaterra.
El debilitamiento de esta concepción sólo aparece con cierta evidencia en el siglo XX. A través
de movimientos y tendencias de carácter religioso y nacionalista, se insinúa el comienzo de
rebelión de los países orientales sometidos a la influencia occidental, al tiempo que en los países
occidentales comienza a aparecer la duda acerca de la legitimidad de su acción. Pero conviene no
equivocar los términos. El Oriente que se sacude, aunque conserva seguramente ciertos atributos
profundos, se ha asimilado muchos rasgos de la cultura occidental. [...] Cultura sincrética, la
cultura occidental surge con los caracteres que la definen en los primeros siglos medievales y
como resultado de la confluencia de tres grandes tradiciones, la romana, la hebreocristiana y la
germánica, [...].
II. Los legados.- Los tres legados que confluyeron en la cultura occidental tienen distintos
caracteres y ejercieron distintas influencias en el complejo que constituyeron al combinarse. No
eran, por cierto, análogos. En tanto que el legado romano y el legado germánico estaban
representados al mismo tiempo por troncos raciales y corrientes espirituales, el legado
hebreocristiano consistía solamente en una opinión acerca de los problemas últimos que
condicionaba un modo de vida, opinión que se encarnaba en gentes diversas de uno de aquellos
dos troncos y que, naturalmente, se acomodaba de cierta manera según la calidad del terreno que
acogía a la nueva simiente. Por esa circunstancia, las combinaciones fueron múltiples y las
primeras etapas de la cultura occidental se caracterizaron por su aspecto informe y caótico.
El legado romano constituía una sólida realidad. [...] / Lo que se llamó el Imperio Romano de
Occidente no contaba, a diferencia del de Oriente, con tradiciones indígenas de gran alcurnia. Nada
había allí que pudiera compararse al patrimonio de los viejos pueblos orientales o de Grecia.
Íberos, celtas italiotas y otros grupos menores no pudieron resistir a la capacidad de catequesis de
que dio prueba Roma. […]. / Habían cumplido esa labor muchas fuerzas. El ejército y las colonias
militares fueron agentes eficaces de la romanización, porque difundieron un sistema preciso de
normas, defendido y justificado a un tiempo por una severa disciplina que erigía en valor absoluto
la idea del bien común, de la colectividad, del Estado. [...]
[…] Pero tras aquel orden se escondía una idea de la vida. Cada principio político, cada norma
jurídica, suponía una actitud definida y resuelta frente a algún problema: la organización de la
familia, el régimen patrimonial, las relaciones económicas, los principios morales, los deberes
sociales, o las obligaciones frente al Estado. La religión pública contribuía al mismo fin [...] /
Acaso algunas otras notas caractericen también el legado romano a la cultura occidental. Con
todas ellas se entreteje una cosmovisión que se constituyó en el mundo romano, a lo largo del
tiempo, con escaso aporte del pensamiento teórico y con limitada asimilación de los esquemas
heredados a su vez de Grecia, a la que la romanidad debía muchas ideas, pero que sólo aceptó en la
medida en que coincidían con su propio genio. […] /
El cristianismo era una religión oriental, una entre las varias que se difundieron por el territorio
imperial; confundida con el judaísmo –del que provenía y del que había incorporado muchos
elementos-, no logró durante los primeros siglos del Imperio ser considerada sino como una
superstición, cuyos creyentes se caracterizaban, eso sí, por su pertinaz intolerancia. Esta actitud
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 44
hizo que se lo persiguiera repetidas veces, y en ocasiones con encarnizamiento. ¿Qué era en él lo
que se consideraba peligroso? Los cristianos fueron perseguidos por la comisión de dos delitos
previstos por las leyes: una sobre religiones no autorizadas y otra sobre asociaciones ilícitas. [...] /
[…]. cristianismo y romanidad representaban dos concepciones antitéticas de la vida, {...]
Como.miembro de una comunidad política, el romano aspiraba a realizarse como ciudadano,
distinguiéndose en las funciones públicas, recorriendo el cursus honorum y alcanzando una gloria
terrena cuya expresión era la perennidad del recuerdo. Riqueza y poder acompañaban
subrepticiamente a esta idea de la gloria obtenida por el servicio de la comunidad, como
1.- aspiraciones del romano, para quien la vida se realizaba sobre el mundo terreno y para quien la
muerte constituía ese vago reino de sombras que Virgilio había descripto en el canto VI de la
Eneida. A esta concepción de la vida estaba indisolublemente unido el destino de Roma. [...]
No es pues absolutamente inexacto que la difusión del cristianismo contribuyó a la crisis del
Imperio, pues el cristianismo, en efecto, condenó radicalmente esta concepción de la vida. Religión
de origen oriental, religión de salvación, religión de conciencia, el cristianismo negaba de modo
categórico el valor supremo de la vida terrestre y transfería el acento a la vida eterna que espera al
hombre después de su muerte. Todo lo que podía ambicionar y perseguir en su breve paso sobre la
tierra no era a sus ojos sino vanidad, según las palabras del Eclesiastés. Vanidad era la riqueza, el
poder y la gloria que podían adquirirse en la ciudad terrestre, a la que el cristianismo oponía la
ciudad celeste, la verdadera ciudad de Dios. Vanidad era el amor humano, el goce intelectual, el
refinamiento de la sensualidad, la acción. Vanidad era pues la vida misma tal como el romano la
concebía, y quien se entregaba al cristianismo desertaba invitablemente de la romanidad y
contribuía a que se secaran las fuentes que habían nutrido su grandeza.
Esa concepción de la vida mordió en la conciencia romana, acaso porque había cundido el
escepticismo acerca de la validez absoluta de una patria que había decaido en un estado opresivo.
El número de cristianos creció incesantemente, se organizó la Iglesia, y finalmente el cristianismo
desalojó a la religión de la tríada capitolina [Júpiter, Juno, Minerva] por decisión de Teodosio el
Grande [347-395]. [...] la Iglesia se organizó según el esquema del Imperio, y cuando éste cayó,
subsistió esa nueva organización que había comenzado ya a asimilarse los rasgos de la estructura
de poder que constituía el Imperio. Frente a los germanos que asumieron la dirección política de
los nuevos reinos, y frente a la nueva realidad que estos reinos configuraron, el legado cristiano se
ofreció de diversas maneras. Consistió, ante todo, en la organización eclesiástica que el Imperio
había alojado, en la idea de un orden jerárquico de fundamento divino y en la idea de ciertos
deberes formales del hombre frente a la divinidad. [...]
Frente a los otros dos, el legado germánico fue el más simple. Los conquistadores traían consigo
una idea de la vida menos elaborada, más espontánea y más libre. Creían en lo que hay de
naturaleza en el hombre y exaltaban sobre todo el valor y la destreza, el goce primario de los
sentidos y la satisfacción de los apetitos. El ideal heroico constituía su suprema aspiración, y lo
impusieron como desideratum cuando constituyeron las aristocracias de los reinos que fundaron
por la conquista. Bien pronto sintieron el impacto de las tradiciones romana y hebreocristiana, más
elaboradas y sutiles, que comenzaron a moldear los impulsos que animaban a esas nuevas
aristocracias. Y finalmente las sometieron, pero no por el aniquilamiento de la moral heroica, sino
mediante su sumisión a ciertos ideales que supieron superponerle: el Estado, la Iglesia, Dios. El
legado germánico se mantuvo a través de una concepción aristocrática de la vida y, además, a
través de cierto sistema de normas para la convivencia. Acaso, en parte, escondido en el reino de
las creencias populares. […]. / Obrando de diversa manera y con distinta intensidad, los tres
legados confluyeron en las nuevas sociedades que se constituyeron a raiz de la conquista
germánica del Imperio Romano de Occidente. [...].
III. La primera edad.- La primera etapa de la confluencia de los tres legados –romano,
hebreocristiano y germánico- cubre los siglos de lo que se llama habitualmente Edad Media. [...] /
[…] Si el período comprendido aproximadamente entre los siglos V y XV ha sido llamado Edad
Media, es evidentemente porque no se lo consideraba una primera etapa sino la que se sitúa entre
otras dos. Para quienes acuñaron el nombre –se atribuye la idea a Cristofredo Cellarius, un erudito
del siglo XVII-, la Edad Media continuaba a la Antigüedad heleno-romana sin otra diferencia
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 45
sustancial que la calidad. Era como un abismo, del que volvió a salirse con el Renacimiento, que
inicia la modernidad, esto es, el tercer momento del sistema en el que la llamada Edad Media
ocupaba el segundo. Pero si negamos esa continuidad y afirmamos que el período a que nos
referimos constituye una novedad [...] es obvio que debemos rechazar una designación que
desnaturaliza ese concepto. De aquí que, para no aventurar una denominación explicativa, nos
limitemos a llamar a ese lapso, siguiendo a Gustave Cohen, la Primera Edad. /
[...] La sociedad se componía de “oradores, defensores y labradores”, según la terminología de
las fuentes hispánicas; oradores eran los que dedicaban su existencia a la oración, al servicio de
1.- Dios; defensores los que servían de espada y coraza a la comunidad, defendiéndola y
gobernándola; y labradores los que realizaban todos los trabajos necesarios para subvenir a las
necesidades prácticas de la colectividad. De estas tres clases, no había duda de que la de los
labradores constituía la última; pero fue motivo de una constante tensión entre las dos primeras el
problema de la jerarquía recíproca. [...]
La concepción de la sociedad propia del orden cristiano-feudal agrupaba bajo el rubro de
“labradores” a todos los que ejercían la actividad económica. Ignoró pues, y por mucho tiempo
aún, que esa actividad se había diversificado y había dado origen a la formación de ciertos grupos
sociales que dedicaban su actividad a la manufactura y al comercio, a los que imprimieron gran
desarrollo. Esos grupos constituyeron, poco a poco, lo que se llamó burguesía, muy importante
sobre todo en las ciudades italianas y flamencas, pero de cierta gravitación en toda Europa. Ajena a
los intereses feudales, y enemiga de ellos, esta clase buscó y obtuvo el auxilio de la monarquía,
que se lo ofreció para apoyarse en ella contra la aristocracia feudal que limitaba su poder. [...] /
IV. La Segunda Edad –esto es, la llamada Edad Moderna- plantea menos problemas
conceptuales que la primera. [...] / La acción constituye ahora, inequívocamente, la vocación de la
mayoría, [...]. Esa acción tiene sus objetivos en el mundo terrenal y se dirige a satisfacer
necesidades del hombre: se persigue la gloria o la riqueza, pero cada vez más la riqueza. Para
lograrla, parece necesario alcanzar el dominio de la naturaleza que la esconde, descubrir métodos,
inventar mecanismos, calcular efectos y resultados, encadenar procesos. Esta necesidad coincide
con la voluntad de saber y la provee de una nueva dimensión: la dimensión utilitaria. El
conocimiento de la naturaleza –utilitario o desinteresado- obsesiona a gentes que han empezado a
mirar su contorno con nuevos ojos: el pintor intenta copiarla, el novelista y el poeta aspiran a
describirla, pero el filósofo y el hombre de ciencia quieren descubrir su secreto, ponerlo de
manifiesto y ofrecerlo a sus semejantes para que se regocijen en su maravilloso espectáculo o para
que aprovechen ese conocimiento con fines prácticos. El goce estético forma parte de los atributos
que el hombre se reconoce. Y el hombre comienza a sentirse el más alto valor de la creación, o
acaso, para algunos ya, de la naturaleza, en la que se reconoce una realidad última. / […]
V. La tercera edad.- El signo más visible de la mutación histórica que autoriza a hablar de una
Tercera Edad fue la irrupción del movimiento romántico, intensa y dramática reacción contra el
Iluminismo, esto es, contra los supuestos radicales del siglo XVIII y particularmente de la
revolución francesa de 1789. El tradicionalismo, el retorno a lo medieval idealizado, la
exaltación del nacionalismo y el cristianismo, todo ello apareció de pronto en las conciencias
occidentales como una revelación, como si las conciencias occidentales hubieran despertado
repentinamente sobresaltadas de una pesadilla racionalista –diabólica o prometeica- y hubieran
descubierto que debían volver a lo que juzgaban –sin pensarlo mucho- que era su cauce
tradicional. [...]
[…] Tradicionalmente se admite que la llamada Edad Contemporánea comienza con la
revolución francesa de 1789. [...] Lo que desencadena en Europa la revolución francesa es, por una
parte, la formación del imperio napoleónico –también un producto del Iluminismo de la Segunda
Edad- y por otra una larga serie de movimientos sociales que sólo en parte derivan de ella. Puede
admitirse pues que la revolución francesa es una de las raíces del cambio operado a partir de
comienzos del siglo XIX, pero el sentido de esta afirmación será equívoco si no establecemos en
seguida que comparte este papel con otra revolución menos notoria pero no menos significativa: la
revolución industrial que se desencadena en el último tercio del siglo XVIII y cuyo desarrollo
apenas ha dado muestras de lo que ha de llegar a ser [...]. Digamos pues que la Tercera Edad
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 46
resulta de la transición que se opera en el área de la cultura occidental a partir del momento en que
confluyen en su seno las consecuencias de las dos revoluciones –la revolución política de la
burguesía y la nueva revolución técnico-económica [...]
[...] La revolución romántica no desdeña el legado clasicista ni el legado revolucionario: aspira a
abrazarlos todos y a fundirlos todos en una unidad. Naturalmente, ignora de qué manera; pero está
segura de que el hombre tiene la posibilidad de usar todas sus potencias sin menoscabo de
ninguna. Lo fundamental es que el hombre exprese cuanto encierra, y si retorna a lo más remoto es
para afirmar su valor olvidado, pero tratando muy pronto de fundirlo con lo más inmediato. La
1.- segunda generación romántica es ya liberal, procura recoger el legado de la revolución de 1789
y muy pronto se desprenderán de su seno los revolucionarios –llamados utópicos- que se harán
cargo de las ideas sociales que ha comenzado a poner en movimiento la nueva crisis de la realidad,
suscitada por la revolución industrial. Del medio siglo romántico seguirá extrayendo la Tercera
Edad sus jugos nutricios hasta nuestros días, hasta ese punto de su curva que se sitúa en el tiempo
de nuestra existencia.- ROMERO, José Luis: La cultura occidental. 3. ed. Columba, 1966. pp. 7-
14, 16-22, 28, 31, 35-37, 47-49, 51.

HISTORIA DE LA CIENCIA: todo comenzó en el Liceo


Hace apenas diez años, una topadora estaba nivelando el terreno para hacer una playa de
estacionamiento en el centro de Atenas. Cuando se disponían a tapar todo con cemento por un
siglo más, los obreros se toparon con unas ruinas que resultaron ser las del Liceo de Aristóteles,
una de las dos primeras universidades del mundo occidental. La otra es la Academia de Platón,
pero sin duda el Liceo se parecía más a lo que hoy consideramos por universidad.
Los griegos estaban buscando esas ruinas desde la independencia [1829], pero nunca habían
imaginado que estaban tan cerca de la Acrópolis, en un lugar que habían transitado griegos,
[catalanes], turcos y turistas durante 2400 años. Las ruinas eran apenas dos tercios del basamento
de algo que había nacido como un gimnasio donde se practicaban deportes y artes marciales. La
diferencia con los de ahora es que ahí habían estudiado unos dos mil alumnos desde que
Aristóteles fundó su universidad, en el año 336 a.C. y le puso Liceo, un apelativo del dios Apolo.
No se encontró esa recova donde el maestro paseaba dando clase: el Peripatos, del cual sus
alumnos tomaron el nombre de “peripatéticos”. Pero sí estaba el aula donde enseñaba, con
capacidad apenas para diez alumnos; allí seguramente habría estado aquel busto de Sócrates que
siempre usaba como ejemplo para los silogismos.
En sus buenos tiempos, el Liceo había tenido una biblioteca, un zoológico y un jardín botánico.
Tenía colecciones de mapas y de minerales, y varias aulas y talleres donde se estudiaba e
investigaba. Una vez por mes se realizaban esos banquetes que seguimos llamando simposios,
aunque ahora no se coma. En ese lugar se le puso nombre a la Física, la Meteorología, la
Economía, la Poesía, la Ética y la Política. También se enseñaba lógica, biología, medicina,
astronomía, historia y sociología.
Aristóteles dirigió el Liceo por trece años, y cuando tuvo que irse de Atenas por motivos
políticos lo sucedió Teofrasto. Más tarde fueron dos discípulos de Teofrasto los que fundaron el
Museo de Alejandría, la mayor institución científica de la antigüedad.
Contra lo que pueda suponerse, la filosofía de Aristóteles no fue muy popular en su tiempo, no
pudo competir con escuelas más amigables, que enseñaban a ser feliz. El Liceo fue saqueado
durante el siglo II y destruido cuando los romanos saquearon Atenas, un siglo antes de Cristo [86
a.C.].
Las obras del filósofo fueron a parar a una cueva, donde quedaron escondidas sin que nadie las
leyera por doscientos años. Algunos profesores del Liceo se llevaron el grueso de la biblioteca al
Medio Oriente. Hasta que cayeron en poder de los árabes, cuando estaban en su mejor momento
cultural y ellos fueron los que les sacaron el mayor provecho, entre los siglos XI y XII.
Europa “descubrió” a Aristóteles (de quien sólo se conocía algo de lógica) gracias a los árabes.
Cuando los traductores de la escuela de Toledo dieron a conocer sus obras, los europeos quedaron
deslumbrados, al encontrarse con un sistema de pensamiento mucho más complejo que todo lo
conocido. Santo Tomás de Aquino adoptó el aristotelismo para hacer una síntesis de la teología
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 47
cristiana con eso que parecía la filosofía más avanzada de entonces, y si bien al comienzo tuvo que
enfrentar a los sectores más reaccionarios, logró imponerse.
A fines del Medioevo, Aristóteles ya era llamado “el Filósofo”, a secas. El aristotelismo no sólo
había superado las resistencias, sino que se había convertido en el eje de la enseñanza universitaria,
controlada por la Iglesia.
En todos los campos, Aristóteles encarnaba el sentido común, y costaba imponer cualquier otro
planteo. Para superarlo, los humanistas del Renacimiento buscaron apoyo en la filosofía de Platón,
recién redescubierta, y confiaron en el sabio imaginaro Hermes Trismegisto.
1.- Pero mientras los anatomistas de Padua avanzaban apelando a lo mejor de la actitud científica
de Aristóteles, los inquisidores pasaron a considerar enemigo a quien cuestionara su cosmología.
Como consecuencia de la nueva alineación política, todos los disidentes, rebeldes o innovadores de
la época hicieron un frente común contra Aristóteles y lo hicieron responsable del oscurantismo, el
dogmatismo y la pereza intelectual. Precisamente lo que el griego nunca había hecho.
Una de las academias renacentistas, la Cosentina, se propuso como fin principal “descubrir los
errores científicos de Aristóteles”. El matemático Petrus Ramus se hizo famoso porque en 1536
defendió públicamente una tesis radical: “¡Todo lo que dice Aristóteles es falso!”.
Más enfáticos fueron los reformadores protestantes, para quienes Aristóteles era el Papa de la
filosofía.
Si Calvino despreciaba a toda filosofía mundana, Lutero fue mucho más tremebundo cuando
calificó a los escolásticos de “langostas, gusanos, ranas, piojos”. Para Lutero, “el doblemente
execrable Aristóteles” era “ciertamente un diablo, un espantoso calumniador, un perverso
sicofante, un príncipe de las tinieblas, una bestia, el más horrible de los impostores de la
humanidad, un mentiroso público y confeso, un chivo, un perfecto epicúreo...”
Epítetos menos gruesos pero igualmente severos continuaron resonando durante siglos, mientras
gente como Galileo, Kepler y Newton, sin retórica, pero con sólido trabajo teórico, demolía la
física aristotélica, con su geocentrismo, sus “lugares naturales” y sus “cualidades”. Pero el hecho
es que si Aristóteles había tenido vigencia por unos dos mil años, desde el siglo IV a.C. hasta el
XV de nuestra era, no era sólo porque alguna autoridad había querido imponerlo, sino porque no se
conocía nada mejor.
Aristóteles seguía dándoles trabajo a los románticos, cuando Victor Hugo [Hernani, 1830]
rompió con esas “unidades” que el griego había establecido para el teatro y otros habían convertido
en dogmas. Desde entonces, se escribieron “dramas” que mezclaban tragedia y comedia, la acción
dejó de desarrollarse siempre en el mismo lugar y pudo saltar de un tiempo a otro.
Luego les tocó el turno a Darwin y Freud, que vinieron a minar esa racionalidad que el griego le
atribuía al hombre: La última disciplina aristotélica en resistir fue la lógica, que recién fue
superada por Frege [Friedrich Ludwig Gottlob, 1848-1925] en el siglo XX.
La leyenda negra de Aristóteles ya estaba consolidada. Hace apenas unas décadas, el biólogo J.
D. Bernal [John Desmond, 1901-1971] la resumía en un libro muy leído, La ciencia en la historia, de
1964. Para Bernal, que solía ser más indulgente con los crímenes de Stalin que con los errores de
los filósofos, “Petrus Ramus tenía razón (...) La historia de la ciencia es la historia del
derrocamiento de Aristóteles”. Bernal llegaba al punto de responsabilizar al griego por la muerte
de Giordano Bruno y la condena de Galileo.
Como si alguien tuviera que responder por las tergiversaciones que pudieran sufrir sus escritos
dos mil años después. Hay muy pocos libros capaces de sobrevivir siquiera una centésima parte de
ese tiempo, y si llevó tanto tiempo superar a Aristóteles, mayor es el respeto que merece el
esfuerzo que insumió construir el sistema.
Una de las razones por las cuales el pensamiento aritotélico ofrecía tanta resistencia es porque
fue el que más contribuyó a conformar la cultura occidental, desde la política hasta la teoría
literaria. Quizá su mayor legado sea su actitud realista, empírica y racional.
Imaginar que Aristóteles hubiese podido tener una cosmología y una física más “modernas” no
pasa de ser un anacronismo: Pensemos que su vocación era la biología pero se desempeñaba como
rector de una universidad donde se cultivaban toda clase de disciplinas.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 48
A ningún rector de hoy se le pide que sea autoridad intelectual en todas las facultades, aunque
Aristóteles estuvo cerca. Hay que recordar que en su época no había instrumentos de medición,
telescopios ni laboratorios químicos, y que la matemática griega estaba atada a un sistema
numérico que le impedía crecer.
El geocentrismo y el sistema de las esferas planetarias ya los había impuesto la Academia de
Platón. Aristóteles estimó erróneamente el diámetro de la Tierra, pero su error sirvió para que
Colón se largara al océano. El propio Aristarco, que un siglo más tarde planteó el primer sistema
heliocéntrico y se adelantó a los modernos, se había formado con Estratón, un director del Liceo.
1.- No sería difícil hacer una lista de los errores de Aristóteles. Pero sólo es lícito hablar de “error”
cuando quien lo comete no está en condiciones de acceder a la verdad. Los “errores” de Aristóteles
se dieron cuando no supo innovar o trascender las evidencias de su tiempo.
No puso en duda la generación espontánea, consideró inferior a la mujer y llegó a afirmar que se
era esclavo por naturaleza. Pero no dejó de observar que “el día que la lanzadera tejiera sola (...) no
harían falta esclavos”. Claro que al fin llegaron las máquinas, y a la luz de lo que es el mundo
actual se diría que aquí también se equivocó. Pero no fue el único.
El epistemólogo Robin Dunbar [Robin Ian MacDonald, Liverpool, 1947- ], para nada indulgente,
se atrevió a decir que “los logros científicos de Aristóteles probablemente no tengan equivalente en
la historia del pensamiento humano” (El miedo a la ciencia, 1995). Por supuesto, el mérito le cabe
a la comunidad del Liceo, pues era común que se atribuyera al maestro la autoría de todos los
apuntes de clases y seminarios.
Dunbar se tomó el trabajo de revisar las tesis del griego en todas las áreas de la biología, a la luz
de lo que hoy sabemos. Encontró que la mayoría de los errores son aquellos que Aristóteles tomó
de otros autores. Pero en los temas que estaba a su alcance resolver mediante la observación
directa, fuera propia o de sus colaboradores, Dunbar encontró una relación de 32 acieros contra
dos errores.
Mucho antes que Newton, Aristóteles estudió cómo se producía un arco iris haciendo pasar la
luz por un rocío de gotitas de agua. Como anatomista fue el primero en describir la trompa de
Eustaquio. El erizo de mar tiene un órgano llamado “linterna de Aristóteles”. Su biología
marina, basada en la sistemática observación del contenido de las redes de pesca, sigue siendo
notable.
También escribió sobre la organización social de las abejas y observó cómo recogían el néctar.
Determinó que los delfines eran mamíferos y que las hienas no eran hermafroditas. Describió a un
raro tiburón viviparo y la regeneración de los reptiles más de dos mil años antes de que los
reconociera la biología moderna.
Milenios antes que Harvey volviera a interesarse en hacerlo, observó el desarrollo del embrión
de pollo y determinó que la yema no era el embrión, sino una reserva de alimento. También fue el
primero en señalar que el feto de los mamíferos se alimenta por el cordón umbilical.
Su discípulo Teofrasto, que lo sucedió en la dirección del Liceo, fue el fundador de la botánica.
Entre otras cosas, estudió el sexo de las plantas, milenios antes que Linneo. Su clasificación de los
vegetales en árboles, arbustos, matas y hierbas es mucho más racional que otras que se usaron
antes del siglo XVII.
Mucho se ha ironizado con su concepto aristotélico de “entelequia”, que los vitalistas quisieron
rescatar a principios del siglo pasado. Sin embargo, en la concepción aristotélica la “entelequia”
era una “forma” que dirigía el crecimiento de un animal o una planta, organizando una “materia”
viviente. Si hace décadas parecía algo mitológico, hoy diríamos que se parece bastante a lo que
entendemos por “genoma”.
Para disipar de una buena vez la caricatura del Aristóteles dogmático, hay que recordar lo que
dijo en su Generación de los animales: “hay que darle más crédito a la prueba directa de los
sentidos que a las teorías”. Y en el tratado Sobre el cielo proclamó que “cuando alguien encuentre
pruebas más exactas, tendremos que agradecérselo”. / [...].- CAPANNA, P.: “Aristóteles, un
filósofo poco conocido”; en: Página/12. Sábado 02/08/2008. Supl. Futuro.

“Internalismo” y “externalismo” en el relato del devenir científico


Hist. Cult. I. Selec. de textos. 49
Uno de los legados que nos dejó la generación hippie es el prestigio que adquirió el Zen, antes
desconocido en Occidente, después de los años sesenta. Por supuesto, más que de practicar la
meditación budista, siquiera en versión californiana, por lo general de lo único que se trata es de
mencionarla, con una entonación y una mirada que parezcan inspiradas. / […]
Uno de los libros más genuinamente hippies que ha producido este género es sin duda Zen y el
arte del mantenimiento de motocicletas (1974), donde pudimos aprender que, llegado el caso, el
carburador y las bujías también pueden ser objeto de meditación. El autor es Robert M. Pirsig, un
1.- peculiar filósofo que recorrió todo Estados Unidos en moto, escribió poco más de dos libros y
desde entonces se llamó a silencio.
La originalidad de esta “novela”, en la cual sería ilusorio buscar algo de acción, está en su
fórmula. Pirsig ha sido capaz de combinar el diálogo filosófico con la narrativa de un largo
vagabundeo en moto que emprenden un padre y su hijo por las rutas menos frecuentadas del
Oeste. El resultado parece un híbrido de Easy Rider con El mundo de Sofía, uno de esos libros que
pueden hacernos creer que es posible entender la filosofía sin mucho esfuerzo. Otros hacen lo
mismo con la divulgación científica, a veces por exceso de didáctica y otras por el afán de atraer
lectores a toda costa.
La paradoja de Pirsig / Ya fuera en un fogón a la vera del camino, en un cuarto de motel o en
cualquier sitio donde los motociclistas de Pirsig optaran por pasar la noche, padre e hijo entablaban
unos diálogos socráticos. Para que no quepan dudas de que éste es su origen, suelen girar en torno
de un personaje que se llama Fedro. Su modelo es Platón, el mismo que inspiró los “metálogos”
que sostenía Gregory Bateson con su mafaldesca hija o las enseñanzas que Savater destinó al
célebre Amador.
En uno de los primeros diálogos, la circunstancia de pasar la noche al descampado parece
sugerir que se hable de fantasmas. A la obvia pregunta del niño (¿existen los fantasmas?) el padre
contesta que no cree en ellos, “porque no son científicos”. Como los fantasmas no tienen materia
ni energía, es obvio que no existen para una visión científica del mundo.
A continuación, y sin que el muchacho abra la boca, el padre hace una afirmación escandalosa:
las leyes de la ciencia tampoco tienen masa ni energía, de manera que no son objetos reales,
porque existen sólo en la mente. ¿Habrá que admitir que la ciencia es algo tan ilusorio como los
fantasmas?
De estos interrogantes, el niño saca otros que sin ser originales (los estoicos ya se preguntaban si
hacía ruido un árbol que cae en un bosque solitario) no dejan de ser estimulantes: ¿existía la ley de
gravedad antes de Newton? O bien, para ser más radicales: ¿existían las leyes de la ciencia antes
de que hubiera seres humanos? ¿Tenían vigencia antes de que apareciera la vida en el planeta?
Una respuesta mínimamente realista sería decir que, conforme a los testimonios históricos,
podríamos jurar que las manzanas caían antes de que naciera Newton. Si Newton no hubiera
existido, la ley de gravedad la habría enunciado otro, aunque quizás en otros términos. La pauta
objetiva que rige los fenómenos (la ley) antecede a su enunciado. Si hace tres siglos que las
manzanas caen siguiendo la ley de los cuadrados inversos, es casi seguro que lo hacían cuando aún
no había nadie para recogerlas. Pero aunque siempre cayeron del mismo modo, la manera de
explicar su caída cambió con el tiempo. Antes de Newton, la caída de los cuerpos se explicaba
según otros esquemas conceptuales. Aristóteles, por ejemplo, habría dicho que buscaban su lugar
natural, la tierra. La física de hoy ve a la gravedad como una de las cuatro fuerzas fundamentales,
que aspira a unificar en una única fuerza originaria. Las revoluciones del pensamiento científico
han permitido explicar los fenómenos con mayor precisión, pero de ningún modo fueron simples
modas. Newton no ha dejado de ser verdadero después de Einstein.
Foucault argumentaba que el sistema de Copérnico, considerado erróneo para la astronomía de
Tolomeo, había llegado a ser el eje de la nueva cosmovisión. De ahí concluía que el error es una
trasgresión creativa y que todo conocimiento (auténtico) es un error. Con este tipo de argumentos,
cualquiera puede creerse un genio apenas se da cuenta de que no lo comprenden. La chicana
epistemológica consiste en absolutizar el concepto de error, que es relativo a un determinado
contexto.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 50
Ciencia y circunstancia / El escritor Michael Shermer rescata aquel diálogo de los
motociclistas de Pirsig para plantear una cuestión que en nuestro tiempo parece haberse agudizado.
Hoy se duda de que la ciencia sea la búsqueda de la verdad y que su sostenido progreso sea debido
a que cada vez va reflejando mejor la realidad. Algunos proponen que veamos a la ciencia como
una creación tan subjetiva como el arte, una construcción social sin otra validez que la que le
atribuye una cambiante opinión. Pero no por eso ninguno deja de ir al médico, de viajar en avión o
de usar la computadora.
1.- Para decirlo con el historiador de la ciencia Richard Olsen, después de poner a la ciencia y a
los científicos en un altar (la ciencia deificada), hemos pasado a someterlos a un tribunal donde sus
productos son considerados meros textos y, como tales, sujetos a la piqueta de los deconstructores:
aquí se trata de la ciencia desafiada.
El hecho de que toda nuestra vida cotidiana dependa de la tecnología sugeriría que si la ciencia
aplicada permite obtener resultados útiles será porque es más eficaz y verdadera que la magia o los
buenos deseos.
Nadie pondría en duda que los científicos viven en su tiempo y que hasta el conocimiento
científico más abstracto se produce en un contexto histórico que tiene sus peculiares demandas. La
ciencia y la cultura de su tiempo mantienen cierto diálogo. Muchas hipótesis fecundas no han
nacido en el campo acotado de su ciencia, sino que vinieron de las fuentes más dispares:
especulaciones filosóficas o religiosas, intereses económicos y aun políticos. Copérnico pensó en
poner al Sol en el centro del sistema porque la tradición pitagórica se lo sugería. Pero se decidió
porque el heliocentrismo simplificaba enormemente las cosas. Newton también tomó de la
alquimia la noción de acción a distancia, y es sabido que Darwin aprendió mucho de la experiencia
de los ganaderos ingleses.
Pero el arte y la cultura literaria tampoco han dejado de estar influenciados [sic: influídos] por la
ciencia de su tiempo. Los pintores impresionistas tuvieron muy en cuenta los avances de la óptica
y de la química, y los físicos cuánticos se apropiaron de palabras creadas por Joyce o Lewis
Carroll. Los filósofos del Barroco asumieron con entusiasmo el modelo mecánico que proponía la
física. El Leviatán de Hobbes explica el funcionamiento de la sociedad como si fuera una máquina
automática y presenta al Estado como un robot. La Etica de Spinoza, que algunos pretenden leer
como una novela porque es lo único que pueden entender, está construida sobre el modelo de los
Elementos de Euclides, y su estructura es la misma de los Principia de Newton.
El enfrentamiento de las “dos culturas” no es tan serio como parece.
Autonomía o dependencia / Estas cuestiones, que en los manuales se acostumbran a resumir en
cuadros sinópticos o alternativas binarias, dividen a los historiadores de la ciencia en dos
bandos: internalistas y externalistas. El enfrentamiento es un tanto forzado: en este rincón... los
discípulos de Sarton; en el opuesto, los seguidores de Kuhn... En la práctica las diferencias se
diluyen y las dos “escuelas” resultan más complementarias que rivales.
El internalista cree que la ciencia es un saber objetivo, que aunque nazca en el seno de una
cultura evita su influencia, porque tiene su propia lógica y sus propios desafíos.
Skinner [Burrhus Frederic, 1904-1990], el patriarca del conductismo, escribió alguna vez que
“ninguna teoría cambia aquello acerca de lo que teoriza”. Esta tesis, que nadie con un mínimo de
realismo sería capaz de negar, parecería más válida para las ciencias duras que para las sociales,
porque cualquier teoría acerca de los seres humanos modifica su conducta cuando éstos la
asimilan. Si no, basta ver cómo el psicoanálisis transformó las relaciones familiares o como la
filosofía política de Carl Schmitt elevó los niveles de violencia verbal en nuestro país.
La historia de la ciencia como campo de estudio nació hace menos de un siglo, en cuanto se
comenzó a abandonar el estricto internalismo. Mientras predominaron el positivismo y el
inductivismo, la única historia que cabía considerar eran las vidas ejemplares de los Grandes
Sabios o la historia de los errores que habían refutado.
Se considera que Sarton, el historiador de la ciencia antigua, fue quien dio por fundada la
disciplina. Expresando el sentir de su tiempo, definió la ciencia como “conocimiento positivo
sistematizado”, la única actividad humana que es realmente progresiva y acumulativa. Sarton
pensaba que estudiar los procesos por los cuales se conformó ese saber sería útil para la formación
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 51
de los científicos presentes o futuros. De hecho, es sabido que el científico puro está demasiado
ocupado en llevar adelante sus proyectos de investigación como para interesarse demasiado por los
estudios históricos. El público a quien van dirigidos éstos es (o debería ser) mucho más vasto.
Antes de que fuera asimilada por el mundo académico, la historia de la ciencia ya había
alcanzado la madurez con figuras como Pierre Duhem y Alexandre Koyré. Su instauración llegó
cuando el belga George Sarton se radicó en Harvard y con el apoyo de la fundación Carnegie
fundó la influyente revista Isis. Por la misma época Aldo Mieli y José Babini pretendían hacer lo
1.- mismo en Argentina, aunque nuestra proverbial inestabilidad política no permitió que su
iniciativa prosperara.
Para los años treinta la disciplina había crecido de manera sostenida. En 1931 los historiadores
de la ciencia estaban celebrando en Londres su segundo congreso internacional cuando la cultura y
la política se colaron repentinamente en sus debates. Eran los años en que los nazis denostaban a
Einstein como “físico judío” y los soviéticos consideraban “ciencia burguesa” a la Relatividad. En
esa circunstancia nació la perspectiva externalista, y lo hizo de la mano de la delegación rusa, que
conducía Nicolai Bujarin [1888-1938].
El físico Boris Hessen presentó una ponencia donde pretendía demostrar que Newton había
concebido la física clásica para servir a los intereses de la industria británica y que en los Principia
había poco más que la solución de los problemas técnicos de la burguesía.
La tesis respondía a un marxismo tan berreta que hubiera hecho reír a Marx, pero no a Engels,
quien calificaba a Newton de “asno inductivo”.
Boris Hessen siguió su carrera como físico, pero cinco años más tarde fue fusilado por la
NKVD. En 1938 también fusilaron a su jefe Nicolai Bujarin [después reivindicado: Caro Gorbachoy,
Italia, 1988], víctima de la Gran Purga de Stalin. La tesis no tuvo muchos ecos en la URSS (quizá
por los fusilamientos), pero en los países occidentales abrió toda una nueva perspectiva entre los
historiadores.
Del modo más brutal posible vino a mostrar que los científicos, si alguna vez habían vivido en
una torre de marfil, hacía tiempo que habían dejado de hacerlo. Si en sí misma la tesis adolecía de
dogmatismo ideológico, tuvo el mérito de plantear preguntas que abrieron nuevos caminos.
El solo hecho de que se la planteara parecía apoyar la tesis “externalista”. Pero el curso de la
historia siguió pautas internalistas, porque Stalin optó por poner en marcha el poder nuclear
soviético, sin hacerle ascos a la ciencia burguesa de Einstein.- CAPANNA, P.: “La ciencia y su
historia”; en Página/12. Sábado 2 de julio de 2011. Supl. Futuro

HISTORIA DE LA TECNOLOGÍA / Un repaso por la vida de Lewis Mumford


[...] Mumford [1895-1990] inició su carrera ocupándose de la histora de las ciudades y la utopía,
pero le dedicó a la tecnología varios libros, desde Técnica y civilización (1934) hasta El mito de la
máquina (1970). En su última etapa se puso bastante pesimista y evocó una pesadilla de Leonardo
Da Vinci para hacer sombríos pronósticos sobre el avance de la manipulación.
Aun cuando en el ámbito anglosajón es costumbre hablar de “tecnología”, Mumford seguía el
criterio europeo y prefería la palabra “técnicas”. No era una extravagancia. Pensaba que la
tecnología era parte de la técnica: un concepto más amplio, que incluye arte, costumbres, juego e
instituciones.
Más precisamente, definía a la técnica como “la interacción entre el medio social y la
innovación tecnológica”. Pensaba que lo que importa no son sólo las máquinas, los procesos, los
recursos o la energía, sino la forma en que cambian la vida en sociedad. [...] /
Para muchos, Mumford es el filósofo de las ciudades: Para otros es el historiador de la técnica y
también hay quienes apelan a él en busca de una versión alternativa del progreso.
Una de sus contribuciones a la historia de la técnica es una periodización hecha en función de
los recursos energéticos, que a grandes rasgos aún conserva validez.
Si bien opinaba que las herramientas habían sido sobrevaluadas para la historia de la
civilización, Mumford trazaba una analogía con el Paleolítico y el Neolítico.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 52
La era “Eotécnica” o preindustrial recurría a la energía hidráulica y eólica, gracias a dos
innovaciones tan importantes como la rueda hidráulica (siglo II a.C.) y el molino de viento (s. XI).
El transporte se hacía por ríos y canales.
La entrada en la era “Paleotécnica” (la Revolución Industrial) la marcaba la invención del reloj
mecánico. Mumford tomó esta idea de Marx, quien señaló que sin la medición del tiempo de
trabajo nunca hubiera podido existir la industria moderna.
Pero, en su visión, el Paleotécnico era tan primitivo como el Paleolítico. Mumford fue uno de
los primeros que denunciaron, además de la explotación y las condiciones de trabajo, la
contaminación y el derroche de recursos, con un criterio que hoy llamaríamos ecológico.
1.- Solía recordar que el trabajo en las minas, que hasta entonces había sido un castigo, se volvió
una forma normal de vida cuando el capitalismo industrial comenzó a levantar esos sombríos
barrios obreros de la época de Dickens.
La siguiente etapa era la “Neotécnica”, que usaba la electricidad y el motor de explosión. La
última, que Mumford profetizaba para el futuro cercano, se llamaría “Biotécnica”.
La imaginaba orientada hacia una “politécnica”, que apuntara más a la calidad de vida que al
crudo beneficio. Pero por una ironía de la historia, la Biotecnología, que efectivamente estaba
gestándose cuando Mumford aún vivía, nació sometida a criterio de lucro.
Según una de las tesis más paradójicas de Mumford, hubo máquinas antes de que existieran la
mecánica y la industria. Eran “máquinas” humanas compuestas por centenares de cuerpos las que
levantaron enormidades como las Pirámides egipcias, la Gran Muralla china, los templos mayas o
el canal de Corinto romano.
Ningún arqueólogo encontrará sus restos. Si los encuentra, no los identificará como piezas de
una máquina porque se componían de seres humanos ensamblados, sincronizados y controlados
por una dura disciplina. Quizas el único fósil que nos dejó la Megamáquina sea aquel ejército de
guerreros chinos de terracota que Mumford no llegó a conocer.
La primera máquina de carne fue bélica: la falange, la centuria el batallón o el regimiento eran
sistemas mecánicos muy eficientes, pero las únicas huellas que dejaban eran montones de huesos.
De la máquina de combate nació esa máquina de trabajo que construyó los grandes monumentos
para endiosar la voluntad del déspota. Mumford sugiere que quizás hayan nacido para aprovechar
el exceso de mano de obra que la economía campesina de subsistencia no alcanzaba a ocupar.
Ya fueran esclavos o asalariados, eran hombres arrancados de su aldea, puestos a disposición del
Estado. Su sistema nervioso era la burocracia, que no en vano nació en Egipto y China.
En los bajorrelieves asirios, donde los emperadores se jactaban de sus masacres, Mumford veía
retratada la Megamáquina: centenares de individuos encorvados, tirando de cuerdas,
cargando piedras o empujándolas, estrechamente vigilados por una jerarquía de capataces que les
transmiten órdenes y garantizan que las cumplan.
A Mumford también se le ocurrió relacionar la técnica con el autoritarismo y la libertad. Para él,
las innovaciones técnicas del tipo de la rueda hidráulica o el molino de viento eran más
democráticas, en cuanto descentralizadas, flexibles y variadas.
Las dos revoluciones industriales, en cambio, habían sido”monotécnicas”, es decir dominadas
por una innovación casi excluyente. El ferrocarril y la máquina de vapor habían construido la sucia
Cokesville de Dickens en la era Paleotécnica.
En la Neotécnica, el automotor exigía “sacrificios rituales”: los accidentes de tránsito. Se podría
decir que Mumford también hubiera considerado monotécnica a las tecnologías del presente, que
ofrecen más comunicación que salud.
A todo esto, las megamáquinas burocráticas han sido desactivadas, al punto de volverse
ineficientes con la demolición del Estado. ¿Se puede hablar todavía de megamáquinas humanas,
cuando las masas están más atomizadas y anómicas que nunca? [...].- CAPANNA, P.: “Las
máquinas más antiguas de carne y hueso”; en: Página/12. Sabado, 02/02/2008. Supl. Futuro.

PEQUEÑAS CAUSAS, GRANDES EFECTOS


[…] / Nadie que estuviera en su sano juicio [proclamaba un economista “ortodoxo”] podía llegar a
dudar de que, más allá de cualquier “externalidad”, el consumidor se comporta de un modo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 53
estrictamente racional, eligiendo siempre calidad y precio. En un mercado justo y libre, el producto
y la tecnología más aptos acabarían siempre por imponerse. / […]
Según [Ludwig von] Bertalanffy [Teoría General de Sistemas], lo más parecido a una conducta
racional era el comportamiento del animal, que es “raciomorfo” porque da prioridad a las
necesidades básicas. Pero como es sabido, los seres humanos somos capaces de comer y beber sin
hambre ni sed, y hasta de recurir al sexo sin deseo.
El cliente del supermercado, decía el biólogo, no elige calidad sino la marca, el envase o la
promesa de un viaje al Caribe. La maquinaria de la publicidad está precisamente para hacer más
1.- irracionales nuestras elecciones. El mejor producto no es el que más se vende, como sabe
quien haya visto algo tan triste como el best seller del año pasado en una mesa de saldos.
Si la cultura no fuese uno de los sistemas más complejos que conocemos, el mercado se
comportaría de un modo tan previsible como la física clásica. Por ejemplo, se diría que la
tecnología con que contamos es la mejor que puede ofrecernos la investigación. Pero no siempre
ocurre eso. Hasta la racionalidad tecnológica está sujeta a pequeñas fluctuaciones que terminan por
autoorganizarse formando sistemas técnicos complejos, cuyo curso es difícil de determinar.
Pelucas, corbatas y el mercado / Cuando Luís XIV empezó a perder el cabello, no encontró
nada mejor que lanzar la moda de la peluca, que adoptaron tanto la nobleza como la burguesía, al
punto que todavía sobrevive en los tribunales ingleses. El capricho real [francés] demostró tener
tanta vitalidad como el sistema británico de pesas y medidas, que también nació de la real gana y
se niega a desaparecer.
La corbata, por su parte, vio la luz durante el segundo Sitio de Viena (1683), cuando los
vieneses espiaban el atuendo de los turcos que acampaban al pie de sus muros. Ocurrió que los
otomanos usaban una tira de seda anudada como amuleto para protegerse de los ataques a traición,
tal como hacían los antiguos egipcios para defender a sus momias de los peligros del más allá.
Pero a partir de entonces la corbata se instaló en Occidente hasta convertirse en importante
requisito para conseguir trabajo, asistir a actos oficiales o casarse. Usar corbata hasta puede
volverse peligroso cuando uno anda por calles oscuras y solitarias.
Estos procesos, puestos en marcha por causas aleatorias, no tienen otra explicación que la
histórica. Se puede rastrear el origen de estos símbolos, pero no hay razones para decir que uno es
mejor que el otro. En sí, usar una peluca perfumada o una corbata de seda sólo puede ser ventajoso
o no en un determinado contexto social.
Se diría que con la tecnología debería ocurrir todo lo contrario, porque las soluciones técnicas
tienen ventajas y desventajas objetivas. En un mercado libre, justo y newtoniano, poblado de
consumidores cartesianos, es obvio que tendría que imponerse la mejor tecnología. Pero la
sociedad es más que esa abstracción que llamamos “mercado”: es un sistema tan complejo y
mudable como la propia naturaleza.
Caminos obligados / Cualquier persona que entiende algo de computación sabe que la
computadora Macintosh era mejor que la IBM, pero ésta fue la que se impuso gracias a la
capacidad de la Big Blue para ocupar el mercado y generar dependencia en sus clientes.
Algo parecido ocurrió con los reproductores de video. El sistema BETA, que era técnicamente
superior al VHS, fue desplazado cuando los productores inundaron el mercado con películas en
VHS, los videoclubes las adoptaron y los clientes se hicieron dependientes.
Un bloqueo parecido se produjo en 1957, cuando los Estados Unidos estaban poniendo en
marcha el programa “Átomos para la Paz”. En ese momento existían reactores enfríados tanto por
agua como por gas. Los expertos consideran que los de gas son más costosos pero más seguros y
con mayor eficiencia térmica.
Pero entonces sobrevino el Sputnik y Eisenhower apuró el proyecto. De urgencia, se optó por un
reactor enfríado por agua que la Marina había desarrollado para los submarinos nucleares. Éste fue
el diseño que desde entonces se impuso en Estados Unidos, y los reactores de gas sólo tuvieron
una modesta evolución en Inglaterra.
No era la primera vez que ocurrían estas cosas.
Cualquier ingeniero es capaz de explicarnos que desde el punto de vista termodinámico el motor
a explosión está lejos de ser el más eficiente. Muchos creen que si el auto a vapor hubiera tenido
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un siglo para desarrollarse hoy tendríamos coches más seguros, menos contaminación y hasta
menos guerras por el petróleo.
Hasta 1895 los autos a vapor dominaban el mercado. Cuando Ransom Olds obtuvo la primera
patente norteamericana de un motor de explosión, casi nadie confiaba en él. Pero en 1914 ocurrió
lo imprevisto: una epizootia arrasó con la población de caballos, y con ellos desaparecieron los
bebederos donde los autos a vapor solían reaprovisionarse de agua: Para entonces, los hermanos
Stanley ya habían desarrollado un condensador que les daba mayor autonomía a sus steamers. Pero
1.- era tarde, porque ya había gasolineras en todas partes y los clientes se pasaron al motor de
explosión.
Otro hecho que la economía neoclásica sólo puede explicar a posteriori es la concentración de
ciertas ramas de la industria en determinadas áreas. En principio. Los empresarios son dueños de
instalarse donde más les convenga, planificando racionalmente la circulación de insumos y -
productos. Pero no parece haber razones para que las industrias de punta terminaran por apiñarse
en lugares como Silicon Valley o la Ruta 128 de Boston. Tampoco para que ya en el Medioevo los
artesanos se concentraran en callejones llamados “Cuchilleros y Orfebres” o que la calle Warnes
sea el mercado de autopartes de Buenos Aires, sin que ningún plan municipal lo haya dispuesto.
El caballo patrón / Hay otra historia que quizás sea más conocida aunque no esté de más
recordarla. La trocha de los ferrocarriles estadounidenses es de 4 pies y 8,5 pulgadas (141,25 cm.).
Cualquiera diría que es una cifra extraña: ¿por qué no es de un metro, cinco pies o cualquier otro
número entero?
Alguien se puso a investigar y descubrió que las vías las habían tendido los ingleses, lo cual
explicaba que la medida fuera tan arbitraria como el codo o la pulgada. Pero los ingleses se habían
limitado a hacerlas del mismo ancho que tenían los ejes de los tranvías a caballo.
¿De dónde venía la trocha del tranvía? Pues del eje de los carruajes, porque los primeros
tranvías habían sido construidos por los fabricantes de diligencias. ¿Y los carruajes? Pues habían
tenido que adecuarse al ancho de las huellas que tenían los caminos de tierra, los cuales habían
sido trazados mil años antes por los conquistadores romanos.
Resultó pues que los proveedores de la NASA tuvieron que respetar esa medida para que los
cohetes de combustible sólido que impulsan al trasbordador espacial pudieran pasar por los túneles
ferroviarios. De manera que el Shuttle se ajusta a un patrón de medida que corresponde al lomo de
dos caballos romanos, algo así como 2 eq (equus). Esto, sin olvidar que la potencia de los motores
también se mide en caballos (HP o horse-power). Hasta la ingeniería de la NASA sigue
condicionada por un arbitrario factor histórico, fijado mucho antes de la era industrial.
Hay casos más cercanos. La duración de un CD es la que conocemos porque el director del
proyecto de Phillips dispuso que alcanzara para grabar su sinfonía favorita de Beethoven. En
cuanto al diámetro del agujero central, es el de una moneda que sacó de su bolsillo para no seguir
discutiendo.
El teclado lento / El teclado “universal” que hoy tienen la mayoría de las computadoras deriva,
como todos saben, del que tenían las máquinas de escribir. Es el famoso teclado QWERTY (las
primeras letras de la fila superior) que hasta ha llegado a inspirar a muchos escritores en busca de
nombre para un personaje.
Cualquier experto en ergonomía sabe que el teclado QWERTY es muy ineficiente. Pero si bien
desde hace ochenta años se han venido proponiendo mejores maneras de disponer las letras, que
harían más fácil, menos cansador y más veloz el tipeado, el QWERTY sigue invicto. ¿Tendrá
alguna ventaja técnica?
La primera patente norteamericana para una máquina de escribir la obtuvo el ingeniero
Christopher L. Sholes en 1868. Cuando las máquinas aparecieron en el mercado se vio que tenían
un inconveniente: los dactilógrafos escribían más rápido de lo que permitía el mecanismo, de
manera que los tipos terminaban trabandose entre sí. Es precisamente lo que hacíamos en el
Comercial para inutilizar las máquinas de escribir y zafar de una clase, escuchando las maldiciones
del mecánico.
Fue entonces que Sholes se propuso diseñar un teclado que frenara a los tipistas impidiéndoles
que escribieran más rápido, y en 1873 inventó el QWERTY. Al poco tiempo Remington & Sons,
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que fabricaba fusiles y máquinas de coser, se interesó por el invento y produjo masivamente
máquinas con el teclado lento. Los dactilógrafos tuvieron que aprenderlo, las escuelas lo
enseñaron, y cuando Mark Twain se compró una Remington el nudo quedó atado para siempre.
Nunca más logró imponerse un teclado mejor, porque el desarrollo había quedado bloqueado en
una ruta obligada. Las computadoras, que en principio no limitan la velocidad de la escritura,
siguen atadas a un diseño que entorpece al tipista. El día que se extingan los teclados, morirán con
el QWERTY puesto
1.- Todo esto lleva a pensar que el desarrollo de la tecnología no es lineal, sino en buena medida
estocástico. Los sistemas técnicos también incluyen factores aleatorios, una buena dosis de inercia
y una dinámica propia de crecimiento.
Órganos vestigiales / Si el mercado ejerce una suerte de selección darviniana, tendría que
existir alguna paleontología de la técnica. Así como en la evolución biológica hay órganos como el
apéndice o el lúbulo de la oreja que sobreviven como vestigios, algo parecido debería ocurrir en la
evolución tecnológica. De hecho (para no salirnos del teclado) en las computadoras aún podemos
observar un pequeño órgano vestigial (la comilla recta) que es el último recuerdo de la vieja
Remington.
Existen tecnologías fósiles, vestigios de desarrollos abortados o relegados por razones que solo
el mercado “real” puede explicar.
¿Hay alguna razón para que las agujas del reloj se muevan de izquierda a derecha y den dos
vueltas por día? En las antiguas meridianas, la sombra seguía el movimiento del Sol, de Este a
Oeste. En algún momento la dirección se invirtió, quizá por motivos mecánicos. Pero en la catedral
de Florencia existe un fósil: un reloj que marcha de derecha a izquierda y marca las 24 horas. Lo
diseñó nada menos que Paolo Uccello [1397-1475], el pintor del Renacimiento que les enseñó
perspectiva a los florentinos.- CAPANNA, P.: “Caprichos tecnológicos”; en Página /12. Sábado
04/10/2003. Supl. Futuro.
POR UN PELO
¿Qué es la civilización? No lo sé. No soy capaz de definirla en términos abstractos... todavía.
Pero creo que sé reconocerla cuando la veo; y en estos momentos la estoy viendo. Ruskin [Jonn,
1814-1900] dijo: “Las grandes naciones escriben sus autobiografías en tres manuscritos: el libro de
sus hechos, el libro de sus palabras y el libro de su arte. No se puede entender ninguno de esos
libros sin leer los otros dos, pero de los tres el único fidedigno es el último”. En general, yo
también lo creo así. Escritores y políticos pueden manifestar toda clase de sentimientos
edificantes, pero no pasan de ser buenos propósitos. Si yo tuviera que decidir quién dice la
verdad sobre una sociedad, si el discurso de un ministro de la vivienda o los edificios
efectivamente construidos en su época, me fiaría de los edificios.
Pero esto no quiere decir que la historia de la civilización sea la historia del arte, ni mucho
menos. Las sociedades bárbaras son capaces de producir grandes obras de arte; de hecho, el mismo
carácter restringido de la sociedad primitiva presta una concentración y vitalidad peculiares a su
arte ornamental. En algún momento del siglo IX debió ser posible mirar por el Sena abajo y ver la
proa de una nave vikinga remontando la corriente. Vista hoy día en el Museo Británico, es una
robusta obra de arte; pero a la madre de familia que intentaba establecerse en su pequeña cabaña le
parecería menos agradable, tan amenazadora para su civilización como el periscopio de un
submarino nuclear. [...] /
[...] Cuando se leen historias espeluznantes de ellos, hay que recordar que eran casi analfabetos,
y que los testimonios escritos que a ellos se refieren son obra de monjes cristianos. Por supuesto
que eran brutales y rapaces. De todos modos tienen un lugar dentro de la civilización europea,
porque aquellos piratas no eran meramente destructivos, y su espíritu sí aportó algo importante al
mundo occidental. Era el espíritu de Colón. Partieron de una base y con coraje y habilidad
increíble llegaron hasta Persia, vía el Volga y el mar Caspio, y escribieron sus caracteres rúnicos
sobre uno de los leones de Delos antes de volver a casa con todo su botín, que incluía monedas de
Samarcanda y un buda chino. La mera destreza técnica de sus viajes representa un nuevo logro
para el mundo occidental; y si se quiere un símbolo del hombre atlántico que le distinga del
hombre mediterráneo, un símbolo que oponer al templo griego, habrá de ser la nave vikinga. El
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 56
templo griego es estático y sólido; la nave es móvil y ligera. Dos de las embarcaciones vikingas
más pequeñas, que se utilizaron como cámaras funerarias, se han conservado. Una de ellas, la nave
de Gokstad, está pensada para travesías largas, y, en efecto, una réplica de ella cruzó el Atlántico
en 1894. Parece tan imposible de hundir como un nenúfar gigantesco. La otra, la nave de Oseberg,
parece haber tenido más de lancha ceremonial, y estaba llena de espléndidos objetos de artesanía.
La talla de su proa muestra ese flujo de líneas sin fin que había de subyacer al gran estilo
ornamental que llamamos románico. Cuando se piensa en las sagas islandesas, que figuran entre
1.- los grandes libros del mundo, hay que reconocer que los escandinavos crearon una cultura.
Pero, ¿era civilización? Los monjes de Lindisfarne no lo habrían creído así, ni tampoco Alfredo el
Grande [rey de Wessex, 871-899], ni la pobre madre que intentaba establecerse con su familia a
orillas del Sena.
La civilización significa algo más que energía y voluntad y capacidad creadora: algo que los
primitivos escandinavos no tenían, pero que ya en sus tiempos empezaba a reaparecer en Europa
occidental. ¿Cómo podría definirlo? Dicho muy brevemente, un sentido de la permanencia. Los
nómadas y los invasores vivían en un estado de movilidad continua. No sentían la necesidad de
hacer proyectos más allá del siguiente mes de marzo, la siguiente travesía o la siguiente batalla. Y
por eso no se les ocurría hacer casas de piedra o escribir libros. Casi el único edificio de piedra que
ha sobrevivido de los siglos que siguieron al mausoleo de Teodorico es el baptisterio de Poitiers.
Es lastimosamente tosco. Los constructores han querido utilizar algunos de los elementos de la
arquitectura romana, capiteles, frontones, pilastras, pero han olvidado su función original. De
todos modos, esta miserable construcción está hecha para durar, no es una simple cabaña. El
hombre civilizado, o al menos yo así lo creo, tiene que sentirse encuadrado en algo en el espacio y
en el tiempo, mirar conscientemente hacia adelante y hacia atrás. Y para ello es un gran adelanto
saber leer y escribir.
Durante más de quinientos años esa hazaña fue infrecuente en Europa occidental. Asombra
pensar que durante todo ese tiempo prácticamente no hubo persona laica, desde reyes y
emperadores para abajo, que supiera leer o escribir. Carlomagno aprendió a leer, pero no llegó
nunca a escribir. Tenía tablillas enceradas junto a su cama para practicar, pero decía que no llegaba
a cogerle el tranquillo. Alfredo el Grande, que fue un hombre excepcionalmente inteligente, parece
haber aprendido a leer él solo a los cuarenta años, y fue autor de varios libros, si bien éstos serían
probablemente dictados en una especie de seminario. Los hombres importantes, los eclesiásticos
incluso, normalmente dictaban a sus secretarios, como hoy se sigue haciendo y como les vemos
hacer en miniaturas del siglo X. Naturalmente, la mayor parte del alto clero sabía leer y escribir, y
los retratos de los evangelistas, que son las ilustraciones favoritas (a menudo las únicas) de los
manuscritos antiguos, se convierten en el curso del siglo X en una especie de exaltación de esta
facultad casi divina. Pero a san Gregorio, que en un marfil del mismo siglo aparece tan
intensamente entregado a la erudición, al mismísimo san Gregorio se le atribuye la destrucción de
muchos volúmenes de literatura clásica, bibliotecas enteras, por temor a que sedujeran a los
hombres apartándolos del estudio de las sagradas escrituras. Y en esto no fue desde luego el único.
Entre prejuicios y destrucción, lo que sorprende es que la literatura de la Antigüedad precristiana
llegara a conservarse. Y de hecho pasó a trancas y barrancas. En la medida en que somos herederos
de Grecia y Roma, salimos adelante por un pelo.- CLARK, Kenneth: Civilización, 1. Madrid,
Alianza, (c1979). (El libro de bolsillo, 715). pp. 23, 38-43.

REGRESO A UNA NUEVA EDAD MEDIA


Caracas (EFE).- Hace poco, las autoridades educacionales de los Estados Unidos lanzaron una
increíble e importante noticia sobre la que no se puede pasar a la ligera y que tiene mucha
significación para el porvenir de nuestra civilización. La insólita noticia informaba escuetamente
que la mitad de la población de los Estados Unidos estaba compuesta de analfabetos funcionales.
Un analfabeto funcional es un ser que ha recibido en la escuela la enseñanza normal de la lectura y
la escritura pero que en su vida ordinaria la usa muy poco, la maneja insuficiente y torpemente y
no depende de ella para lo esencial de su información y comunicación. Prácticamente no lee libros,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 57
es poco y limitado su acceso a los periódicos, y experimenta dificultades insalvables para poner
por escrito un pensamiento o un concepto.
Los hombres de la Ilustración creían firmemente que la enseñanza de la lectura y la escritura era
el instrumento fundamental para lograr la transformación de la sociedad. Danton afirmaba que,
después del pan, la instrucción era la primera necesidad del pueblo. Esta concepción ha estado
en la base misma de todos los programas de progreso y transformación social que el mundo ha
conocido en los dos últimos siglos.
1.- Leer y escribir son dos operaciones mentales extraordinariamente complejas y difíciles en su
esencia, mucho más allá de los símples mecanismos que la escuela enseña. Nombrar, como lo
decía Wittgenstein, es nada menos que la tentativa de poner en términos lingüisticos un universo
no lingüistico.
Cada nombre es el símbolo más o menos caprichoso que le ponemos a una cosa o a una acción,
de las que nunca llegamos a tener una noción cabal. Escribir es traducir a esos símbolos los
complejos mecnismos mentales del conocimiento, leer es tratar de regresar de aquellos símbolos al
conocimiento que los inspiró.
No hay operación más compleja y atrevida en todos los intrincados mecanismos del
conocimiento humano. De esto, precisamente, han tenido anguistiosa noción los grandes poetas
creadores. ¿Qué hay en un nombre?, se preguntaba Shakespeare, en la tentativa desesperada de
comprender. Y mucho más tarde, otro gran poeta, Rimbaud, llegó a decir con rabia y
desesperación: si los débiles de mente se pusieran a reflexionar sobre la letra a, podrían volverse
locos.
Lo que está en juego en el fondo de todo esto es el destino de la escritura y la lectura en una
civilización fundamental y crecientemente visual y auditiva como la nuestra. La inmensa y
proliferante red de los medios de comunicación audiovisuales, particularmente la radio y la
televisión, produce una verdadera inundación de mensajes visibles y audibles que cubre y penetra
no solamente todas las formas de la vida social sino la mente de cada uno de los individuos.
Hasta hace apenas un siglo, fuera de la palabra viva en la conversación directo, no había otro
medio de comunicación que el de la escritura. Era por medio de ella que se podía acceder a la
información en todos sus niveles, desde los sucesos cercanos y lejanos hasta la ciencia. El inmenso
crecimiento de los medos audiovisuales ha cambiado y sigue cambiando velozmente esta situación.
No desaparecerá la escritura, la ciencia continuará transmitiendose por escrito en los libros y en
las revistas especializadas para un público restringido. El perfil de los lectores de periódicos revela
que la inmensa mayoría de ellos se interesa sólo por los sucesos, los deportes, los escándalos y, de
manera muy marginal, por la reflexión seria y la discusión de ideas.
Tal vez nos estamos acercando a un tiempo en el que van a coexistir, con creciente
incomunicación entre ellos, los medios audiovisuales con los escritos, y los destinados
fundamentalmente a fines distintos con los libros y textos de la ciencia y la creación. Podría se, en
cierta forma, el regreso a una nueva Edan Media y una vuelta de los bárbaros.- USLAR PIETRI,
Arturo: “El analfabetismo funcional”; en: La Nación. Domingo 10 octubre 1993.

Opinión
La distinción entre el talento y el genio y la descripción de sus contrapuestas características
merecerían un enjundioso artículo, pero hoy prefiero indagar la diferencia entre la inteligencia y la
sabiduría. Todos conocemos personas inteligentes a las que diríamos que les falta un poso de
sabiduría, y al contrario, personas a las que no vacilaríamos en llamar sabias, pero que no nos
impresionan especialmente por su inteligencia. Siendo inteligencia y sabiduría dos modos
intelectuales de aproximarse al mundo, ¿qué cualidades objetivas tienen sus poseedores que
justifican esta diferenciación conceptual?
Es inteligente el hombre industrioso, "fértil en recursos", como llamó Homero a Odiseo. La
inteligencia es la facultad de identificar los instrumentos más adecuados para conseguir un fin
previamente dado y de usarlos con habilidad y eficacia. En un tipo ideal puro, la inteligencia sin
mezcla de sabiduría es una razón instrumental que toma cuanto existe y lo torna utensilio: el
mundo entero es una caja de herramientas para ella. El científico y el empresario son dos de los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 58
paradigmas más acabados del hombre inteligente. El científico descubre leyes en la naturaleza que
luego la tecnología aprovecha para su tarea de innovar; el empresario combina recursos materiales
y fuerza del trabajo para suministrar productos al mercado: las innovaciones tecnológicas y las
mercancías satisfacen los deseos humanos. Como el corazón no deja nunca de desear, los hombres
inteligentes son los agentes principales del progreso de la civilización.
1.- Ahora bien, llega un momento en el que uno se interroga por el propósito de tanto progresar.
Los deseos del corazón son los fines a los que sirve la inteligencia; por tanto, la inteligencia
instrumental recibe los fines desde fuera y no se pregunta por la naturaleza de éstos. Se necesita
un sentido nuevo -una estimativa- para el enjuiciamiento de los fines. Esta segunda facultad
intelectual, distinta de la inteligencia, es la sabiduría. Sabio es quien ha desarrollado una finesse
para discernir, de entre el océano sin riberas de lo humanamente deseable, hermoso y gozoso, lo
que, en su caso concreto, aumenta las posibilidades de una vida buena, satisfactoria y digna de ser
vivida. Cuántas veces nos asombramos del modo miserable como concluyó sus días ese hombre
dotado de clara inteligencia, pero que, a la larga, demostró ser necio y estúpido para reconocer lo
que más le convenía ("tan inteligente, tan inteligente, y mira cómo terminó"). El mecanicismo de
los medios adquiere una perversa autonomía y coloniza el mundo de nuestra vida ordinaria, por lo
que con frecuencia hemos de hacer un esfuerzo para recordar para qué madrugamos, trabajamos,
anhelamos y envejecemos. Sentimos entonces la necesidad de pararnos y recordar ese "para qué"
que da sentido a nuestro activismo incesante y agotador. Mientras que la inteligencia confirma los
fines que perseguimos, la sabiduría se complace en relativizarlos para someterlos a prueba. Dado
que la inteligencia tiene de por sí una inmensa tendencia expansiva -que la alianza entre ciencia y
mercado excita aún más-, el sabio se ve obligado en ciertos momentos a cerrar por un instante la
caja de herramientas y detener el progreso.
El ensayo de Georges Sorel Reflexiones sobre la violencia (1908), aborrecible por tantas razones
-sus sedicentes reflexiones tienen no poco de apología-, presenta lo que él denomina el mito de la
huelga general, entendiendo por tal una imagen eficaz que por su fuerza intuitiva es capaz de
desencadenar una acción revolucionaria. La burguesía, humanitaria y decadente, alienta el
progreso de los Estados por medio de inteligentes reformas orientadas a reproducir su hegemonía
social; el sindicalismo proletario, en cambio, promueve una acción radical y anárquica -la huelga
general- para interrumpir la línea del progreso necesario y mediante esa ruptura violenta de la ley
histórica restituir la pureza de los fines revolucionarios originales. Pasando de la historia universal
a la individual, hay situaciones en la vida de un hombre en que éste, quizá forzado por las
circunstancias -por ejemplo, esa enfermedad que lo postra en el lecho del dolor, abrasado por las
llamas de la fiebre-, se declara en huelga general con respecto a toda teleología, descansa de ese
encadenamiento causal en el que está enredado su vivir, se replantea los fines que hasta ese minuto
perseguía con ansiedad, los deja en suspenso para un nuevo examen y juega mentalmente con la
posibilidad de revisarlos o suprimirlos a ver qué pasa. La sabiduría consiste, pues, en ese quiebre
de la economía de la inteligencia que deja espacio para una consideración desinteresada y
distanciada de la dirección de la propia vida en su conjunto.
La sabiduría emparenta, pues, con otras actuaciones desinteresadas del hombre, como la
filosofía y el arte. La doctrina husserliana de la epoché fenomenológica recomienda despojarse de
los instintos pragmáticos adheridos normalmente a las cosas con las que nos relacionamos para
abrirse a su esencia ideal, que sólo se revela a una contemplación filosófica desinteresada, libre del
afán de dominación. Por su parte, Kant define el gusto estético como un juicio desinteresado y sin
finalidad de la obra de arte bella, es decir, un juicio sin interés directo en el objeto, como el de un
juez imparcial. Y, bien mirado, mucho de lo verdaderamente noble y hermoso en el hombre tiene
ese matiz de gratuidad, de otium contrapuesto a los intereses del neg-otium: la amistad, el regalo,
la oración, la fiesta y el juego, en el cual, por cierto, Schiller y después Marcuse hallaron
inspiración para su ideal de una civilización no represora. Y no quisiera olvidarme del sentido del
humor, porque en esa risa redentora que dulcifica la gravedad de la vida, que relativiza el imperio
absoluto de la muerte y rompe su aguijón, que humaniza lo monstruoso y lo amenazante que nos
oprime, adivino el mejor antídoto contra el totalitarismo de los fines. / Seamos sabios: vayamos a
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 59
la huelga general.- GOMA LANZÓN, Javier: “Vayamos a la huelga general”; en La Nación.
Sábado 2 de
julio de 2011.
CARTA XXIV
[...] El hombre en el estado físico, se halla bajo el solo dominio de la Naturaleza; despréndese de
este poder en el estado estético; somételo a su propia ley en el estado moral.
1.- ¿Qué es el hombre antes de que la belleza lo arranque del libre deleite y la tranquila forma
dulcifique su vida salvaje? Sumido en la eterna uniformidad de sus fines, y eternamente voluble en
sus juicios, es egoísta sin poseerse a sí mismo; está desasido de todo sin ser libre; vive esclavo, sin
servir a una regla. [...] En vano la Naturaleza hace desfilar ante sus sentidos la rica muchedumbre
de cosas; él no ve, en magnífica abundancia, nada más que el propio botín; él no 1.- conoce, en
fuerza y grandeza, nada más que al enemigo. Ya, presa del deseo, se precipita sobre los objetos y
se empeña en apropiárselos; ya, arrebatado en aversión, empuja lejos de sí a los objetos que
ejercen sobre él un destructivo efecto. En ambos casos, es su relación con el mundo sensible una
relación de contacto inmediato; y aterrado sin cesar por la acometida del mundo, atormentado sin
tregua por las necesidades imperiosas, nunca encuentra la paz, si no es en el cansancio; nunca halla
límites, si no es en el agotado deseo. / [...]
Desconoce su propia dignidad de hombre, lejos de honrarle en los demás. Tiene conciencia de
su avidez salvaje, y la teme en cuantas criaturas percibe que se le asemejen. No ve a los demás en
sí mismo, sino a sí mismo en los demás; y la sociedad, lejos de ampliar su conciencia hasta llegar a
la especie, enciérralo más aún en el círculo estrecho de la individualidad. Así vaga en sombría
estrechez por la vida tenebrosa, hasta que una naturaleza favorable libra sus arrebatados sentidos
del peso de la materia, la reflexión le enseña a distinguirse de las cosas, y en los reflejos de la
conciencia empiezan a mostrarse los objetos.
Este estado de naturaleza bruta, tal como aquí va descrito, no se encuentra desde luego en
ningún pueblo ni en ninguna época de la historia. Es sólo una idea; pero una idea con la cual la
experiencia, en algunos rasgos particulares, coincide exactísimamente. Puede decirse que el
hombre no ha estado nunca por completo en ese estado de animalidad; pero tampoco ha salido de
él por completo. En los sujetos más groseros hállanse innegables rastros de libertad racional; como
asimismo, en los hombres más refinados no faltan instantes que recuerdan aquel estado sombrío de
la Naturaleza. Es propio del hombre juntar en su condición lo más alto y lo más bajo; y si su
dignidad estriba en distinguir estrictamente lo uno de lo otro, en cambio su felicidad consiste en
suprimir hábilmente esa diferencia. La cultura, cuya misión es procurar la coincidencia entre la
dignidad y la felicidad, tendrá que cuidar de que ambos principios, al mezclarse íntimamente, se
conserven, sin embargo, en la mayor pureza.
La primera manifestación de la razón en el hombre, no por ser la primera es ya el comienzo de
su humanidad. Ésta apunta decididamente con la libertad, […]
CARTA XXVII
En medio del terrible reino de las fuerzas ciegas y en medio del sagrado reino de las leyes,
edifica el instinto estético, sin que se advierta, un tercer reino, un reino alegre de juego y de
apariencia, donde el hombre se despoja de los lazos que por doquiera lo tienen sujeto y se liberta
de todo cuanto es coacción, tanto en lo físico como en lo moral.
Si, en el Estado dinámico del derecho, el hombre se enfrenta con el hombre, como una fuerza
frente a otra fuerza, y limita su actividad; si, en el Estado ético del deber, el hombre opone al
hombre la majestad de la ley y encarna su voluntad, en cambio en la esfera de las relaciones de la
belleza, en el Estado estético, el hombre aparece sólo como figura, como objeto de libre juego. La
ley fundamental de este Estado es: dar libertad por medio de la libertad.
El Estado dinámico hace solamente posible la sociedad, conteniendo la naturaleza por la
naturaleza misma; el Estado ético hace necesaria moralmente la sociedad, sometiendo la voluntad
individual a la universal; pero sólo el Estado estético puede hacer la sociedad real, porque ejecuta
la voluntad del todo por medio de la naturaleza misma del individuo. Si la necesidad obliga al
hombre a vivir en sociedad; si la razón imprime en su alma principios sociales, sólo la belleza
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 60
puede conceder al hombre un carácter sociable. El gusto es lo que introduce armonía en la
sociedad, porque infunde armonía en el individuo. […].- SCHILLER, Friedrich: La educación
estética del hombre. (1793). Trad. por M.García Morente. 3. ed. Buenos Aires-México, Espasa-
Calpe Argentina, (c1952). pp. 120-122, 150-151. (Austral, 237)

1.- EDUCACIÓN INTEGRAL


Como todos sabemos, un poco de instrucción es algo peligroso. Pero también es peligroso tener
mucha instrucción altamente especializada, y hasta puede ser aún más peligroso que tener poca
instrucción. Actualmente, uno de los mayores problemas de la enseñanza superior es de qué
manera conciliar las pretensiones de una vasta instrucción, que, esencialmente, es instrucción
especializada, con las pretensiones de una instrucción exigua, que nos da la más amplia pero la
más superficial visión de los problemas humanos en general.
[...] Mi propio modo de pensar es que el ideal de una educación integrada exige que sea
considerada en función de los problemas humanos fundamentales. ¿Quiénes somos? ¿Qué es la
naturaleza humana? ¿Cómo deberíamos estar vinculados al planeta en que vivimos? ¿Cómo hemos
de vivir juntos de manera satisfactoria? ¿Cómo habremos de resolver nuestras potencialidades
individuales? ¿Cuál es la relación entre naturaleza y alimentación? Si empezamos con estos
problemas y les damos un lugar de primacía, obviamente podemos reunir información de una gran
cantidad de disciplinas que están actualmente aisladas por completo. Creo que es probablemente el
único medio de crear una forma de educación bien integrada.
[...] Es interesante retroceder en la historia de la literatura y comprobar cómo este problema fue
cuidadosamente considerado por [William] Wordsworth, a fines del siglo XVIII, en el prefacio de
sus Baladas líricas [1798]. Wordsworth dice que los más remotos descubrimientos del químico, el
botánico, el mineralogista, llegarán a ser para el poeta un tema tan adecuado como cualquier otro a
condición de que esos temas lleguen a ser interesantes para los seres humanos en general y puedan
ser considerados en función de lo que hacen por los hombres en tanto que “seres que gozan y que
sufren”.- HUXLEY, Aldous: La situación humana. (1959). Buenos Aires, Sudamericana,
(c1977). pp. 9-10.
IDEOLOGÍA Y CULTURA
La ideología intenta legitimarse señalando que todo producto cultural es ideológico. Afirma que
no hay tal distinción entre ideología por un lado, y ciencia, filosofía y reliión, por otro. Toda obra
cultural, sostiene, está condicionada por los intereses de una clase para el dominio de otra. El
alcance de una obra cultural estaría ligado al destino de su clase.
Es cierto que una obra está condicionada históricamente: es hija de un determinado contexto
individual, de una clase, de una nación, de una época. Es incuestionable que una obra se genera
dentro de una determinada situación objetiva y lleva la marca de su momento histórico. Pero no es
menos cierto que la estructura de los condicionamientos objetivos no agota la significación ni el
alcance de una obra. Una gran realización cultural rompe los marcos del condicionamiento
histórico (ya sea de nación o clase) y va más allá de ellos. Es hija de su tiempo, pero ha superado
los límites de su tiempo. Creo que la siguiente generalización puede ser válida: toda gran obra
cultural expresa la situación histórica de la que emerge, pero también expresa una dimensión
nueva, inédita, no manifiesta ni prevista en la esfera de la situación. Esto quiere decir que en una
gran obra presenciamos dos mundos distintos: el de la determinación y el de la libertad. Entiendo
por libertad, en este caso, el movimiento de rebelión creadora que en el seno de todo quehacer
cultural tiende a romper y trascender los marcos del condicionamiento de una clase, una nación y
una época, para darse como la expresión de lo humano genérico.
En este sentido, podría decirse que ninguna gran realización es producto ideológico. Lo son
aquellos productos culturales que quedaron aprisionados en el ámbito de la determinación y son la
continuidad pasiva e instrumental de los intereses de un grupo social. Son ideología los productos
que no sobreviven a este destino; pero no lo son aquellas obras que han superado este destino y
aparecen como la expresión de la libertad creadora. Roto el marco del condicionamiento, la obra
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 61
cultural es esencial libertad de intentar el conocimiento del ser (la filosofía y la metafísica), de
captar la regularidad de lo fenoménico en la forma de la observación y la experimentación (la
ciencia), de acceder a lo sagrado (la religión), de celebrar y dar testimonio de la belleza en el
mundo (el arte). Esta prodigiosa realización de la libertad creadora constituye un mundo trans-
ideológico y se da como un permanente mensaje de lo humano universal.
[...] toda gran obra cultural posee una extraña vitalidad que hace posible su actualización en
cualquier época y en las más variadas circunstancias sociales. Posee una notable
1.- contemporaneidad, [...] estas obras pueden ser entendidas como la expresión de la
universalidad humana. Pueden haber caducado, es cierto, el paganismo, el mundo feudal del
Medievo, el de la modernidad noble o burguesa; sus periplos históricos se han cerrado. Pero no así
el mundo de la tragedia clásica, el de la mística medieval ni el del racionalismo moderno. Trátanse
de productos vivos, actuantes, contemporáneos, aunque hayan sido generados por la materialidad
de una situación histórica distante y superada.
Pero también es cierto que estas grandes realizaciones pueden, en cualquier momento, ser
degradadas e instrumentadas al nivel de una ideología. Pueden ser aprovechadas como instrumento
de conquista o sometimiento, empleadas para encubrir los intereses de un grupo social
determinado. Durante largo tiempo el cristianismo fue utilizado para enmascarar la voluntad
expansiva del poder temporal de la iglesia y los señores feudales, en ciertos períodos, los valores
de la cultura occidental sirvieron de ideología que encubre un afán hegemónico sobre los pueblos
de Oriente y las sociedades subdesarrolladas. Aún el liberalismo y el empirismo de los ingleses se
emplearon para legitimar el poder colonial. También el enciclopedismo y la filosofía de las luces
fueron un ropaje dorado que vistió Napoleon para desplegar sobre Europa su voluntad imperial;
con el prestigio de la venerable Revolución encubrió Francia un colonialismo menesteroso. El
nombre de Marx filósofo se empleó para el avance de Rusia sobre los países satélites, y el
marxismo fue la bandera ideológica que permitió a Jhruschov justificar las matanzas de Budapest
en 1956. Bien sabemos que el ideal de la democracia americana y los nombres de Washington y
Lincoln fueron la máscara de muchos intervencionismos espurios en diversas partes del mundo...
Toda gran doctrina puede ser degradada al nivel de una ideología, incluso el ideal político de la
democracia. Esto último ocurre cuando se afirma como un ideal absoluto, excluyente, un fin de la
historia. La democracia es ideología cuando sostiene que todo proceso social y cultural debe estar
orientado hacia el cumplimiento de su estilo de vida, cuando el igualitarismo intrínseco a la
actividad del ciudadano quiere propagarse a las restantes formas de la vida espiritual, aun aquellas
que se fundan en una selección cualitativa y nada tienen que ver con decisiones cuantitativas y
mayoritarias. Es ideología cuando aparece como la dictadura de la mayoría, cuando su pauta
niveladora quiere ser normativa de la educación, la formación de los gustos estéticos, del quehacer
intelectual y de la cultura en general. Cuando el estilo del común, de “lo que es aceptado por el
pueblo”, posee el atributo de canon supremo, cuando se diviniza la voz de la muchedumbre, del
mayor número, cuando se reclama el sometimiento del individuo a la colectividad. En todos estos
casos, la democracia es ideología.
Pero deja de serlo cuando cobra la forma de un ideal político no excluyente, de un sistema de
gobierno social donde los poderes están descentralizados, la mayoría se expresa y asegura este
derecho a las minorías, cuando el individuo no aparece sometido al todo social ni disuelto en él,
cuando es un sistema imperfecto en el cual están dadas las vías de su propia perfectibilidad. La
democracia no es ideología cuando es sólo una “forma de gobierno” [...] y nada más; y no cuando
se presenta como una Weltanschauung [Welt, universal, mundial, internacinal, del mundo; anschau,
mirar; -ung, intuición], una religión cívica, una filosofía cultural, una meta de la historia y otras
tantas ocurrencias por el estilo. Pero concebida como “forma de gobierno” acaso sea la más valiosa
y justiciera que el hombre haya creado.- MASSUH, Victor: La libertad y la violencia. Buenos
Aires, Sudamericana, (c1968). pp. 91-93.

Aquel famoso 11 de septiembre del 2001, George W. Bush estaba en una escuela primaria,
empeñado en caerles simpático a los niños. De pronto un edecán se le acercó y le dijo al oído que
otro avión acababa de estrellarse contra las Torres Gemelas. Al entrar al aula, Bush ya sabía del
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 62
primero, pero hasta ahí todos pensaban que sería un accidente. En el video, Bush muestra una
expresión que, considerando su habitual estolidez, se parece mucho a la sorpresa.
Tiempo después, sin embargo, Bush no dudaba en asegurar que había seguido todos los
acontecimientos por TV desde su despacho. No hay por qué pensar que estaba mintiendo. De
hecho, estaba siendo engañado por su memoria, que había construido una versión de los hechos
más acorde con el rol de liderazgo que se atribuía.
1.- Algo parecido debe haberle pasado a Hillary Clinton, quien no se cansaba de contar que
cuando visitara Bosnia el avión había aterrizado en medio de un nutrido fuego de ametralladoras.
Sin embargo, hay fotos y videos del evento que muestran una recepción normal, con guardia de
honor, flores y besos a los niños.
Estas confusiones son algo que más de uno hemos sufrido alguna vez. Justo acabábamos de
proclamar alguna Gran Verdad cuando aparecía ese tipo molesto que nos recordaba de qué libro
(y a veces hasta de qué agenda) la hemos sacado. En la vida cotidiana, son la fuente de
innumerables peleas entre quienes están ofendidos por las palabras que les atribuyen a otros,
aunque no sean las mismas que recuerdan los terceros.
Estas distorsiones que afectan tanto la memoria como la atención tienen un papel no menor en
la construcción del conocimiento. De ahí, la antigua costumbre judicial de recurrir por lo menos a
dos testigos para esclarecer un hecho. También es la pregunta que cabe hacerse cuando empiezan
los efectos especiales: “¿Está Ud. viendo lo mismo que yo?”. Casi diríamos que es un pilar del
método científico, que obliga a repetir la experiencia para corroborar los resultados, o recurrir al
juicio de pares para evitar parcialidades: “¿No lo viste?”.
Los psicólogos Christopher Chabris y Daniel Simons se ganaron un premio Ig Nobel en 2004
por una investigación sobre estos temas que habían hecho en 1999. Los Ig Nobel son premios
menos bizarros [sic: menos raros, extraños] de lo que podría creerse. El criterio con el que se
adjudican no es sólo provocar la risa (por otra parte, una risa que apenas disfrutarán los expertos
o los colegas del premiado) sino invitar a pensar, lo cual nunca está de más, aunque por el
momento no esté de moda.
Los trabajos de Chabris y Simons se volcaron luego en un libro bastante popular (El gorila
invisible, 2010) que, a pesar de ser más generoso en ejemplos que en desarrollos teóricos, no deja
de cumplir con la promesa de llamar a la reflexión. Michael Shermer no vaciló en
recomendárselo a todo el mundo, lo cual, aunque sea un tanto exagerado, no le resta interés.
En su forma original (sobre la cual se hicieron múltiples variaciones, con análogos resultados)
el experimento consistía en mirar un corto video donde aparecía un grupo de estudiantes con
camisetas blancas y negras pasándose una pelota de unas a otras. Al sujeto se le pedía que contara
la cantidad de pases (más de treinta) que hacían las de blanco, sin prestar atención a lo que hacían
las de negro. En un momento de la secuencia, era posible observar en segundo plano a una chica
disfrazada de gorila, que cruzaba la escena sin interferir con el juego.
Cerca de la mitad de los sujetos registró el paso del gorila pero el resto lo ignoró, a pesar de
que con cierto esfuerzo podían llegar a recordar detalles menores del escenario. En una segunda
sesión, luego de que se les preguntara por la chica y su vistoso disfraz, los sujetos lograron verla
y se asombraron de no haberlo hecho antes.
El estudio de este fenómeno, que podíamos llamar “ceguera de la atención”, tiene sin duda
mucha relación con la manera como la mente “edita” aquello que vemos, oímos o
experimentamos. De hecho, si dejamos interactuar a los testigos de un hecho, al poco tiempo se
comienza a notar cierta normalización en el relato. Tras comparar su versión de los hechos con el
relato que hacen los otros uno tiende a dudar de sus sentidos y omitir aquello que la mayoría no
parece haber registrado. También accede a interpretar los hechos de acuerdo con cierto consenso
emergente del grupo y de tal modo se predispone a ver las cosas de modo prejuicioso.
La construcción de la memoria, de la confianza y a veces hasta del saber, está sujeta a estos
avatares. Es lo que hace necesaria una metodología que apunte a lograr la mayor objetividad
posible.
Mire por donde camina / Unos meses antes del episodio que tuvo por protagonista a Bush
(sin duda 2001 no fue un buen año para él), el comandante del submarino nuclear Greeneville que
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 63
navegaba cerca de Hawaii dio la orden de salir a la superficie de inmediato. La nave lo hizo, con
tal mala suerte que al emerger se llevó puesto un pesquero japonés que pasaba justo por allí. Ante
la comisión investigadora, el comandante juró que antes de dar la orden había observado la zona
por el periscopio, sin ver al pesquero.
Más allá del volumen de los vehículos en juego y la violencia del impacto, se trataba de un
accidente de tránsito. Es sabido que, si prescindimos de las fallas técnicas o de los factores
1.- ambientales, la gran mayoría de los accidentes de tránsito se debe a una atención dispersa. Es
obvio que hablar por el celular cuando uno maneja es una conducta de riesgo, y así lo admiten
muchos conductores, aunque dan por supuesto que la advertencia no es para ellos sino para la
gilada. Así les va.
A las distracciones artificiales, sin embargo, hay que sumarles el hecho de que la atención es
generalmente selectiva. Si miramos los pases de la pelota, tendemos a ignorar al gorila. Si
prestamos atención a los autos, una moto puede tomarnos por sorpresa. Por lo menos, así lo
muestra un estudio realizado en Estados Unidos y Alemania, según el cual el número de ciclistas
arrollados por los autos es mayor en las ciudades (donde el automovilista no espera encontrarlos)
que en las rutas, donde hay menos estímulos y no parece raro que algún ciclista se cruce delante
de los autos.
De un modo análogo, esto explicaría por qué un experto radiólogo, puesto a detectar embolias
en una radiografía, puede dejar de ver algún objeto extraño que los cirujanos se olvidaron en el
cuerpo del paciente. Del mismo modo, un célebre violinista que se pone a tocar en el hall del
subte llama la atención apenas de algún melómano, porque nadie espera encontrárselo fuera de
las salas de concierto.
Los autores arriesgan una hipótesis evolutiva. El hombre arcaico solía estar más atento ante los
imprevistos porque tenía la atención puesta en pocas cosas. Si lo comparamos con el peatón
urbano que espera el semáforo, escucha música por los auriculares, está atento a la vibración del
celular y encima tiene que mirar en todas direcciones, veremos que está en inferioridad de
condiciones. En general, al observar nos guiamos por nuestras expectativas y los objetivos que
nos hemos propuesto. La atención es una suma cero: si uno presta atención a un fenómeno puede
descuidarse de los otros.
Recuerdos editados / En una escena de Mujer bonita Julia Roberts toma una medialuna, pero
poco después aparece comiéndose un panqueque. En El Padrino el auto de Sonny es baleado
concienzudamente, pero a la escena siguiente está con el parabrisas intacto. En Rescatando al
soldado Ryan vemos desfilar una patrulla de ocho hombres, uno de los cuales acaba de perecer en
la escena anterior. En Espartaco es posible ver algunos esclavos romanos con reloj pulsera.
En general, los espectadores no ven estas cosas, que son otros tantos “gorilas” por lo
imprevistos. Estas incongruencias ocurren porque las películas no se filman en el orden que
marca el relato y las escenas son ensambladas en la fase final, que por algo recibe el nombre de
“montaje”. El espectador tiene que elegir si acepta las reglas de juego de la ficción, lo cual
incluye cierta tolerancia, para disfrutar de la historia, o bien se concentra en los detalles y no lo
pasa nada entretenido.
En la época en que los críticos de cine estaban obligados a ver todos los estrenos en dos días
solían prestar una atención fluctuante a las películas. No era raro que inventaran finales que
nunca habían visto o recordaran escenas que pertenecían a otras obras.
La construcción del recuerdo también funciona de un modo bastante selectivo. No somos
Funes, como el memorioso de Borges que podía acordarse absolutamente de todo, pero era
incapaz de abstracción. Por lo general, lo que recordamos es mucho menos de lo que creemos
recordar, porque en este caso lo hemos “editado” borrando o añadiendo detalles que asociamos
con el hecho. Hay un clásico experimento en el cual se les pide a los sujetos que traten de
recordar una lista de palabras que escucharon una sola vez. Es común retener las primeras, las
últimas o las menos comunes. Hasta es posible que creamos recordar una palabra como “sueño”
porque hemos escuchado palabras como “cama” o “dormir”. En otra experiencia, en la cual se
pedía enumerar los objetos que estaban en la sala de espera, un 30 por ciento recordó haber visto
libros, que no estaban, aunque cualquiera hubiera dicho que tenían que estar.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 64
Las cosas se ponen mucho más dramáticas en el caso de Jennifer Thomson, una estudiante que
fue violada por un extraño que entró en su departamento y puso todo su empeño en recordar los
rasgos de su agresor. La policía hizo una redada y entre los detenidos la víctima “reconoció” a
Robert Cotton, un afroamericano que trabajaba en un delivery cercano. Cotton fue condenado y
recluido, pero en la cárcel se topó con el verdadero violador, que para entonces estaba dispuesto a
confesar. El saldo de la historia es positivo, porque desde entonces la víctima y el supuesto
1.- victimario se dedicaron a dar conferencias para evitar que ese tipo de juicios apresurados
siguieran arruinando vidas.
No tan dramática aunque bastante decepcionante es una de las últimas reflexiones que sacan
los autores, cuando abordan el tema de las expectativas infundadas en el propio seno de la
ciencia. Al parecer los propios científicos, y entre ellos los expertos en determinadas áreas del
saber, están expuestos a los mismos engaños que cualquiera que trata de apreciar una situación,
una medida o una distancia sin contar con mediciones objetivas.
Para no detenernos en todas esas eminencias que imaginaron un colapso informático para el
año 2000, bastará recordar que el famoso bacteriólogo Paul Erlich, un grande en la historia de la
medicina, se equivocó al prever hambrunas y un agotamiento de recursos naturales para los años
setenta.
Puestos a estimar cuándo una computadora le ganaría a un ajedrecista, ningún experto acertó
con el año del célebre match entre Kasparov y Deep Blue. Pero quizás el mayor fiasco fueron las
encuestas efectuadas en la comunidad de los biólogos en cuanto se consideró que era posible
descifrar el genoma humano. La primera estimación, realizada en 1999, aventuró que el genoma
de nuestra especie, considerando su complejidad, debía tener entre 50.000 y 140.000 genes.
Todos los mayores expertos apostaron por cifras que oscilaban en torno de un promedio de
66.500. Sin embargo, el cálculo final reveló una cifra de alrededor de 20.500 genes, no muchos
más que los animales y aún que algunos vegetales.
Al parecer, al mejor cazador se le escapa un elefante, especialmente si lo que busca es un tigre.
CAPANNA, P.: “La ceguera selectiva”; en Página/12. Sábado 6 de abril de 2013. Supl. Futuro

Opinión
En un clima esperanzado y alegre, pese al mal tiempo, el nuevo presidente de Francia, François
Hollande, inició su mandato. Este comenzó con el homenaje a dos personalidades emblemáticas,
para dar a conocer tanto su filiación intelectual y política como sus prioridades de gobierno: la
científica Marie Curie y Jules Ferry, político y legislador responsable de la reforma educativa de
1882. La labor de estos dos notables se inscribe en el último tercio del siglo XIX, cuando la
Tercera República Francesa se consolidó, superó la derrota frente a Alemania y volvió a ser una
gran potencia.
El homenaje a Marie Curie pasó sin objeciones. En cambio, el que se concretó en las Tullerías,
donde se levanta la estatua de Ferry, suscitó un aluvión de críticas y entre los franceses de origen
africano causó el efecto de "una ducha fría". La protesta se entiende, porque si bien Ferry fue un
ardiente republicano que denunció la corrupción del gobierno imperial de Napoleón III, y como
ministro de Instrucción Pública y primer ministro dio impulso decisivo a la educación pública,
laica, gratuita y obligatoria (1882), se lo cuestiona porque fortaleció la alianza entre el gran capital
financiero y el Estado y sumó a la Francia de ultramar los Protectorados de Túnez y Annan (futuro
Vietnam).
Ferry justificó el colonialismo con argumentos francamente racistas: "Hay que decir
abiertamente que, en efecto, las razas superiores tienen un derecho y un deber para las razas
inferiores: el deber de civilizarlas". Por esa razón, el político derechista Jean-Marie Le Pen lo citó
para reivindicar "una jerarquía entre razas".
Desde luego, Hollande no comparte esa visión colonialista. Así también lo expresó en el
homenaje, al decir que no ignoraba los errores de Ferry y que la defensa del colonialismo fue una
falta moral y política que debe ser condenada. No obstante, al mismo tiempo resaltó lo que
significó la legislación para acceder a una educación nacional y en qué medida ayudó a construir
una Francia más igualitaria. Sobre sus pasos, Hollande se propone aplicar su quinquenio a la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 65
educación, ratificar la importancia de la investigación para el futuro de los franceses e incluir a los
descendientes de asiáticos y de africanos en un proyecto común.
Me pregunto, ¿podría un futuro presidente de la República Argentina dar una señal de la
orientación de su gobierno con un homenaje en honor de Roca o de Sarmiento? Parece difícil. Las
acusaciones de genocidio y racismo lloverían sobre el que osara intentarlo. Hasta sus respectivos
monumentos están en peligro: con respecto a Roca, hay iniciativas para sacarlo de su
1.- emplazamiento en Buenos Aires; el de Sarmiento en el Rosedal, tantas veces agredido, se
encuentra ahora relativamente a salvo gracias al enrejado de los jardines.
Sin embargo, quien rindiera este hipotético homenaje estaría reconociendo, si se preocupa por
señalarlo, el énfasis que ambos le dieron a la educación popular y no sólo a las ideas racistas que
expresaron. En el caso de Sarmiento, fue ideólogo, maestro y hacedor de la educación común para
que los hijos de los pobres recibieran la misma instrucción que los hijos de los ricos, y no hubiera
distinción entre extranjeros y nacionales, varones y mujeres. Por su parte, el general Roca entendió
que la educación popular era indispensable para construir un país moderno y afirmar "el imperium
de la Nación". En su presidencia se convocó al Congreso Pedagógico y se aprobó la ley 1420,
sobre la educación primaria laica, gratuita y obligatoria, a cargo del Estado. En consecuencia, el
modelo francés se adoptó en la Argentina apenas dos años después de que en ese país se aprobara
la reforma educativa (debate en que los católicos llevaron las de perder). Esta legislación es
admirada en los países de América latina, que no lograron en su momento un adelanto similar. Sin
embargo, para reconocer abiertamente sus beneficios y honrar a sus responsables, como acaba de
hacerlo Hollande con respecto a Ferry, hace falta cierto coraje intelectual y político y un diálogo
con la historia en el que no haya réprobos ni elegidos, sino personas que tuvieron aciertos y
errores.
Quienes, como Sarmiento y como Roca, se aplicaron a hacer desaparecer el peso de la
desigualdad mediante la educación merecen nuestro reconocimiento, aunque quizá, para muchos,
no sea políticamente correcto decirlo en público y prefieran ocultarlo.- SÁENZ QUESADA;
María: “La historia según Hollande”; en La Nación. Sábado 19/05/2012.

Virtudes y límites de la razón


Se habla bastante poco de la posmodernidad, tal vez porque la idea que sirve de centro a su
discurso, desde su nombre mismo, es que es posterior a la modernidad. Es otra manera de decir:
eso ya se terminó, fracasó, no sirve, salgamos en busca de lo nuevo. Es más, la modernidad nunca
se llamó a sí misma de esa manera: se la nombra para decretar su agotamiento, para cerrar un ciclo
atándolo con una cinta lingüística.
¿De qué delitos se acusa a la llamada modernidad para condenarla? En resumidas cuentas, de
autoritarismo. Y se enumera: los criterios artísticos, que atan al creador a una estética agotada; los
conceptos sociales, que describen la convivencia de los hombres de tal modo que fomente la
desigualdad y el dominio de unos sobre otros; las ideas jurídicas, que se ponen al servicio de los
poderosos y hacen creer que las cosas son como son por imperio de la naturaleza; la concepción
del progreso, que abre falsas esperanzas y es contradicha por tantos acontecimientos; los conceptos
filosóficos de sujeto, objeto, verdad, conocimiento, razón, causalidad y método, que ocultan el
hecho de que todo es diverso, que todo cambia constantemente, que el lenguaje es la fuente del
conocimiento y el creador de la verdad, que, en definitiva, todo es ideología, todo es 1.- subjetivo
y de nada puede hablarse sin congelarlo artificialmente, la vida es creatividad permanente en un
fluir de circunstancias indistinguibles.
Si ésas son las acusaciones, quiero defender a la modernidad con todas mis fuerzas. Ella es
inocente de muchos de los delitos, que indudablemente fueron cometidos. Ella es ajena a una
buena cantidad de las preferencias de las personas. Aunque perfectible, ella ha obrado
justificadamente en el campo filosófico, donde se la discute sin proponer alternativas ventajosas.
El arte es siempre un conjunto de criterios de apreciación estética. Esos criterios cambian
constantemente y, además, nunca son uniformes en un momento dado. Ajenatón cambió el estilo
hierático de las imágenes. Rafael hizo una revolución en la pintura, como lo hicieron después los
impresionistas, los cubistas, los surrealistas y los no figurativos. Mozart fue un punto de inflexión
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 66
en música, como más tarde lo fueron Stravinsky y los dodecafónicos. Molière lo fue en el teatro.
Cada revolución se hizo contra los criterios anteriores y el mundo siguió andando, en cada caso
con criterios nuevos.
El papel de la ideología en las descripciones es innegable. Es mucho mayor, desde luego,
cuando se trata de describir la sociedad o de identificar e interpretar el derecho y es claro que esas
actividades, como todas, se ven influidas por los fenómenos del poder. Pero, para manejar el
1.- mundo que nos rodea, necesitamos descripciones. Si las que vemos nos parecen
inconvenientes, será preciso corregirlas o cambiarlas; pero si destruimos el concepto mismo de la
descripción nuestros propósitos, cualesquiera que sean, quedarán incumplidos por falta de
herramientas conceptuales.
De paso, conviene recordar que, para cambiar las cosas, no basta con llamarlas de otro modo: es
preciso actuar sobre ellas de modo más efectivo. El mundo ha vivido tragedias monstruosas en la
Antigüedad, en 506 y en 2000 también, bajo ideologías muy diversas y aun conflictivas entre sí.
¿Culpa de las ideologías? Probablemente; pero lo que es seguro es que fueron culpa de las
personas que llevaron a cabo, apoyaron, asistieron o consintieron matanzas, persecuciones,
hambrunas y tiranías. Es claro que condenar todas estas acciones constituye también una ideología,
aunque nos neguemos a llamarla así porque es la nuestra.
Las ciencias sociales son todavía un campo de batalla político: ¿será conveniente reducir esa
influencia, como en su momento se la redujo en matemáticas, astronomía y física? ¿O ampliarla
para averiguar qué oscura intención se esconde detrás del Teorema de Tales? El derecho es un
instrumento creado expresamente para su uso por los poderosos, y es claro que se lo presenta a
menudo de tal modo que su contenido parezca inevitable. ¿Deberíamos detectar esos defectos y
corregirlos en cuanto podamos? ¿Tratar de cambiar a los poderosos? ¿Sustituirlos por otros, por
ejemplo, por un grupo que nos incluya? ¿Eliminar de cuajo el concepto mismo de derecho, como
pretendían los anarquistas? En este último caso, ¿cómo querríamos que la sociedad funcionara?
Pero lo que con más fuerza me propongo discutir es el ataque a la filosofía de la modernidad,
emprendido probablemente como una extrapolación de insatisfacciones políticas como las ya
mencionadas. Hay que tomar en cuenta aquí que, cuando el hombre común oye la palabra
"filosofía", su cerebro interpreta "sistema moral": lo que se espera de los filósofos es que nos digan
qué es lo que debemos hacer; y su prédica nos parece excelente cuando ella coincide con lo que
nosotros mismos hacemos o decimos que hacemos. Esta es una visión equivocada y terriblemente
parcial, porque la moral es una reflexión apenas periférica respecto de un meollo absolutamente
vital.
Ese meollo es muy rara vez objeto de análisis por parte de la enorme mayoría de las personas,
que lo dan por sentado, a menudo admitiendo premisas contradictorias, casi siempre creyendo en
el poder mágico de las palabras. Este es el primer escollo a superar: la clarificación del lenguaje,
para decir con él lo que queremos decir y no implicar lo que no hemos imaginado debatir. Con ese
instrumento un poco más aguzado, es preciso responder si aceptamos que hay una realidad física,
tal que cualquiera que se lance contra una pared chocará contra ella, o si postulamos blandamente
que cada individuo, así como tiene sus preferencias políticas y sus juicios morales, tiene sus
propias paredes, su propia química y su propia astronomía. Luego hay que elaborar un concepto de
verdad, o como se quiera llamar a las proposiciones que se muestran útiles por su relación con esa
realidad. Más tarde, construir una idea de conocimiento, a menos que sostengamos que es lo
mismo creer que la Tierra es plana que saber que Montevideo es la capital de Uruguay. Y
distinguir los métodos que dan como resultado un conocimiento útil de los métodos que nos
conducen a creencias indemostrables, aun más allá de la dosis de incertidumbre que acompaña a
todos nuestros conocimientos y, sobre todo, con independencia de nuestros deseos. Nada de esto
nos es dado: todo debemos construirlo mediante decisiones conscientes, de una manera o de otra.
Pero, sea cual fuere la casa que edifiquemos para nuestras ideas, luego tendremos que vivir en ella
mientras no construyamos una diferente.
Estas reflexiones, indispensables para cualquier pensamiento, han sido siempre el punto fuerte
de la modernidad: gracias a ellas hemos podido construir las ciencias empíricas, hacer operaciones
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 67
cardiovasculares, llegar a la Luna, ver televisión, navegar por Internet y protestar por el precio del
subterráneo.
Es cierto que en ese punto fuerte hay serios defectos, que pueden considerarse tales porque son
contradictorios con la modernidad misma: la hipertrofia de la razón hasta postularla como fuente
valorativa, el insuficiente cuidado en despojar al lenguaje de su contenido emotivo, la subsistencia
de la autoridad como motivo de las creencias, la conformidad (a menudo complicidad) con
desigualdades, tiranías e hipocresías, la tolerancia del pensamiento mágico llegado desde la
1.- literatura, que es su ámbito justificado. Pero estos pecados de la modernidad contra sí misma,
que es preciso corregir, no son suficientes para decir basta, ahora pensemos sin criterios, hablemos
sin pensamiento, neguémonos a los conceptos nuevos como a los viejos, despreciemos toda
ideología salvo la propia, no admitamos sujetos, ni objetos, ni clasificaciones, ni teorías, ni
criterios de ninguna clase, sintámonos libres de todo y también de nosotros mismos.
Si pensamos la filosofía con las emociones de la política, la destruiremos en lugar de liberarla y
hasta nuestras opiniones, sean cuales fueren, ya no encontrarán cómo sustentarse. Deconstruyamos
todo lo que merezca ser deconstruido, pero no nos olvidemos de construir filosofías con las que
podamos convivir, incluso para entendernos cuando discutimos de política, de historia o de arte.
GUIBOURG, Ricardo A.: Una defensa de la modernidad”; en La Nación. Sábado 19/05/2012

Educación, cultura, técnica: he aquí los tres conceptos cuyas jurisdicciones inquietan a nuestros
contemporáneos. La educación, peligrosamente instrumentada al servicio de la técnica, amenaza,
en algunas concepciones actuales, con desprenderse de los vínculos que naturalmente la anclan en
la cultura y en lo humanístico, en cuanto cultura y humanidades son cosmovisiones que dan al
hombre sentido de su relativa ubicación en una serie histórica donde, a la vez, es heredero y
legatario. Sin embargo, frente a tendencias deshumanizadoras del hipertecnicismo, surgen
reacciones que tratan de equilibrar estos tres factores. Así, en nuestro país, las promovidas por
ciertas reformas didácticas en marcha, que intentan conciliar con la presencia de asignaturas
humanísticas en los planes de estudios, el déficit cultural de los alumnos, integrando el proceso
educativo que, comprensiblemente, en nuestro tiempo, tampoco puede dejar de enfatizar el aspecto
técnico.
Entre las materias propuestas para tal finalidad, una “Historia de la cultura” cumplirá, sin duda,
papel preponderante para advertir al educando contemporáneo cuál es su deuda con el pasado
cultural; de dónde procede el patrimonio técnico que usufructúa; y cómo si éste es para él punto de
partida, fue, en otros estadios culturales, meta. En esta asignatura, el libro y su historia ocuparán
un lugar preponderante, primero, por ser instrumento de transmisión del legado cultural que le
concierne; luego, por responder, simultáneamente, a ambas órbitas: la humanística y la técnica. Y
en el mundo tecnificado que nos ha correspondido en suerte, el enfoque de las proyecciones
espirituales reclamadas por la cultura en su planteamiento histórico de disciplina escolar, ha de
partir, necesariamente, del deslinde de ambos campos. Permítaseme un ejemplo concreto, que no
aleje del mundo de los libros. En una carrera de bibliotecarios, póngase por caso, la “Historia de la
cultura” es materia indispensable y fundamental, a pesar de que el desideratum de las escuelas
bibliotecarias hasta ahora existentes tiende a pertrechar técnicamente al bibliotecario. Sin embargo,
la “Historia de la cultura” en dichos estudios constituye una especie de llave que abre la puerta
divisoria entre el carácter puramente técnico y material de la carrera del funcionario de bibliotecas
y el orden humanístico y humano, cuyos contenidos pueden hacer del guardador de libros, no el
burócrata indiferente y mecánico, no el empleado desinteresado de su menester, sino la persona
que “siente” la biblioteca, conoce su alma –porque en toda biblioteca hay un aliento viviente, un
alma, un espíritu-- y que es capaz de ser útil a ella, no por la mera eficiencia externa del oficio,
sino porque vibra en él –vibra sinfrónicamente-- ese espíritu de la biblioteca que es el espíritu de la
cultura; porque se siente simpáticamente solidario con él, porque de simple fichista y catalogador,
se transforma en guía, en orientador, asesor, cicerone, para el lector que acude a él. Y en imán para
atraer a un futuro lector que aún no acertó con el camino de la biblioteca.
Todo bibliotecario ha de ser excelente técnico, sin duda. Su técnica es la bibliotecología; en él la
capacidad instrumental es absolutamente indispensable. Pero, además, debe cultivar otros valores
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espirituales, sobre todo aquellos que tienden a acendrar el amor por el oficio –por el objeto del
oficio: el libro--, a través de la verdadera compenetración con él.
Quien haya visitado en Europa viejos castillos de provincia, habrá tropezado, sin duda, con
algunos de esos pintorescos cuidadores que, tras guiar al turista por galerías y cuartos, son capaces
de evocar ante un mueble, un tapiz, un cuadro o un utensilio –y auténticamente--, toda una época,
una familia, un modo de vida, un carácter, un gesto pretéritos, que ilustrarán al visitante tanto
como el más erudito tratado o el más ingenioso Baedeker. Esos viejos guardadores están
1.- identificados con su quehacer y con el medio; sienten amor por lo que hacen y cultivan ese
amor. No otra cosa debiera ser el auténtico bibliotecario: fiel conservador, espiritualmente
compenetrado con las atmósferas que envuelven libros y bibliotecas, cultivador amante del
mejoramiento de su idoneidad técnica y cultural; casi un artista antes que un frío técnico.
Es sugestiva la necesidad de formular estas consideraciones que parecieran obvias en todo oficio
y profesión, mucho más en una tarea como la del bibliotecario, que se supone estrechamente
vinculada con lo humanístico. Sin embargo, en momentos como los actuales, en momentos de
replanteos decisivos en todos los órdenes culturales, son necesarias, sobre todo, porque las
apariencias nefastas de una civilización desorientada tienden a presentar cultura y técnica como
caminos divergentes, cuando en realidad no se trata, sino de una única ruta, de una única meta: la
integración de lo humano. Pero, insisto, integración simpática y humanizada, que pareciera estar
cada vez más ajena, más distante, desde todos los puntos de vista profesionales, incluso el del
bibliotecario y el de los restantes mundos de los libros.
[...] No debe olvidarse que en su origen griego los conceptos de arte y técnica están expresados
por la misma palabra tejné, significando con ella tanto el oficio, el procedimiento, el producto
logrado, como el goce de lograrlo y contemplarlo. En ese planteo el libro tendrá asignado papel
fundamental.
[...] / Desde luego que la técnica se origina siempre en la órbita de la cultura, pero ésta
permanece en el orden de lo espiritual, mientras que aquella se materializa. Un tornillo es técnica;
el goce, real aunque impreciso de formas y variantes en cada individuo, que pueden producir la
contemplación del Partenón o de la Gioconda, la lectura de las canciones de Petrarca o hasta, si se
prefiere, la delectación frente a un nuevo modelo de automóvil, es cultura. Uno y otra –goce y
cultura-- se dan en razón directa: a mayor cultura, mayor goce frente al hecho cultural. Tómese el
caso –insistiendo en el libro-- de la lectura de una obra exquisita a una edad y a otra de la vida. En
la adolescencia, con primario respaldo cultural, el goce del Quijote es relativo ¡Cuán distintos son
los horizontes de la relectura en la madurez!- CASTAGNINO, Raúl Héctor: Biografía del libro
[...]. Buenos Aires, Nova, 1961. pp. 132-134, 144-145.

CAMBALACHE
No vivimos en el pasado ni en otros países, pero el pasado existió y nos dejó su marca, y los
otros países existen y están habitados por seres humanos iguales en su esencia a nosotros. El gran
beneficio que nos otorga el conocimiento de la historia y la posibilidad de enterarnos al minuto de
todo lo que pasa en nuestro atribulado mundo es de gran valor para tratar de entender muchas
cosas, a primera vista muy complejas. Entender no significa resolver, pero aporta cierta dosis de
claridad indispensable para buscar caminos que puedan conducirnos hacia el equilibrio y la
racionalidad.
Desgraciadamente antes y ahora el conocimiento de la historia es muy restringido. En la
antigüedad, antes de la creación de la imprenta, los hechos del pasado estaban encerrados entre
muros cuya penetración era permitida sólo a las clases gobernantes; luego, con la publicación de
ciertos escritos y crónicas apareció la censura estricta que no permitía que tal tesoro llegara a las
masas. Cuando esto empezó a ocurrir y los pueblos cada vez más alfabetizados comenzaron a
interpretar los sucesos históricos y a sacar conclusiones comparando sus problemas con los de sus
antepasados, aparecieron las quemas de libros, las destrucciones de bibliotecas y archivos por parte
de tropas invasoras o por fuerzas policiales de cada régimen gubernamental. Y así, sin prisa y sin
pausa, llegamos a las redes sociales, a los medios masivos de comunicación y a las múltiples y
sofisticadas maneras de difundir ideas, conceptos e imágenes. No obstante, la cultura bajo todas
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 69
sus formas no llega de igual modo a toda la humanidad. La urgencia con la que se vive y los
enormes problemas sociales que generan luchas, protestas y conflictos de todo tipo no dejan
tiempo a muchos seres humanos para nutrirse de informaciones acerca de otra cosa que no sea la
realidad cotidiana. Algunos suertudos tenemos acceso a la lectura o visión de clásicos antiguos o
contemporáneos y podemos sacar conclusiones clarificadoras de pautas de conducta que vienen del
fondo de los tiempos. Eso nos permite bajarnos del pedestal de la soberbia que implica creer que
todo lo bueno o malo nos pasa sólo a nosotros y que los males que padecemos son perversas
1.- creaciones de nuestra época, que siempre será definida como la peor de todos los tiempos y de
nuestro país, al que no dudaremos en catalogarlo como el lugar más siniestro del planeta. Son
sentimientos comprensibles y muchas veces justificados, pero el árbol no puede privarnos de ver el
bosque. Cuando se tiene el privilegio de escuchar textos de Shakespeare que datan de cuatro siglos
atrás -escritos en la Inglaterra imperial de Isabel I-, y se habla de vicios humanos que son los
mismos que hoy nos aquejan, uno entiende, no resuelve pero entiende. Cuando Hamlet frente al
sepulturero que cava la fosa para Ofelia, dulce novia del príncipe, muerta ahogada en un casi
suicidio, empujada por la locura provocada por las actitudes vengativas de su novio, sin saber aún
que esa tumba está destinada a su amada, pregunta de quiénes son las calaveras que el prosaico
sepulturero arroja al aire y monologa acerca de políticos, abogados y nobles tachándolos de
mentirosos, corruptos o hipócritas, parecería que ese príncipe escandinavo recreado por un inglés
en el siglo XVII podría ser un plebeyo argentino, español o italiano de hoy. Cuando el mismo
Hamlet da indicaciones a los actores ambulantes que van a representar en su castillo una
pantomima trágica, a uno le da la sensación de que muchos improvisados actorzuelos actuales
deberían escuchar las sabias directivas acerca del buen decir y la corrección escénica que no
admite exageraciones burdas. Y al ir más atrás en la historia, los autores griegos de tragedias y
comedias hablaban en contra de la guerra, la tiranía, el abuso, la hipocresía y la crueldad con
palabras que, traduciéndolas sin la retórica de aquellas épocas, suenan a verdades que aún hoy
podrían molestar e irritar a belicistas, tiranos, abusadores e hipócritas.
Cuando se adapta un clásico, yendo al hueso medular del contenido y prescindiendo de estilos
formales anticuados, el hombre de hoy se siente menos solo ante la injusticia, la arbitrariedad, la
falta de respeto y el insulto a su inteligencia. Sería bueno revisarlos y enseñarlos en las escuelas
que aún existen. Puede ser que las próximas generaciones sean más sabias.- PINTI, E.: “Ayer,
hoy, siempre”; en La Nación Revista. Domingo 29 de abril de 2012.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 70

2.- PREHISTORIA. OBJETOS, FIGURAS.


Hallazgos cerca de 1830 / Es un día de verano del año 1833 ó 1834 [...]. En un pequeño lugar
de la Charenta, en Francia, vive un apacible notario de nombre André Brouillet. El lugar se llama
Civray, [...].
Brouillet deja sus actas en el hogar y emprende su habitual paseo a orillas del Charenta, [...].
Allí se levanta un peñasco, y en la roca percibe Brouillet una gruta, un hueco, una entrada hacia la
montaña.
Aquel día el notario se introduce en la gruta, a la que los vecinos llaman puits, pozos. [...] Del
gran salón de la entrada, como los cinco dedos de una mano, parten cinco diferentes corredores.
[...] escoge el más espacioso, el de en medio; pero al cabo de veinticuatro metros, le cierra el paso
el muro. Se inclina entonces, y ve unos utensilios, [...] Son piedras labradas, cuchillos, puñales,
cinceles y arpones de hueso. Brouillet los recoge y los lleva a su casa.
Su interés se ha despertado. Una y otra vez, sus pasos lo conducen al mismo lugar, y cada vez
recoge más utensilios. No sabe a qué época corresponden; acaso sean celtas. Sigue juntándolos y
pronto hay en su casa toda una colección de extrañas piedras y singulares útiles de hueso, sin duda
trabajados por la mano del hombre.
Un día de 1833 ó 1834, encuentra un fragmento de hueso de reno, y al lavarlo en su casa puede
distinguir grabadas en él las figuras de dos caballos salvajes. Los animales están representados con
gran naturalismo. La cabeza, el ojo, el principio de las patas son inconfundibles, la sombra en el
lomo, la piel que refleja a trechos la luz. Brouillet creyó por entonces que esta pieza era celta. La
Galia estuvo ocupada por los celtas antes que por los romanos, y contra ellos entabló César sus
batallas. Los celtas fueron los primeros habitantes de la patria de Brouillet; por lo tanto, las piezas
deben ser celtas. Cuidadosamente, las guarda en su hogar. Al morir el notario en 1840, su hijo
continúa la búsqueda de piedras y útiles, y así surge un pequeño museo privado, de cerca de
10.000 piezas. Pero los campesinos se ríen de aquellos excéntricos, tanto del padre como del hijo;
ellos mismos fabrican utensilios y los colocan en la gruta; los buscadores los hallan y los colocan
en su colección. Son éstas las primeras falsificaciones, de las muchas que aparecerán en la historia
de estas investigaciones.
En 1851, la colección de Brouillet, incluso el hueso grabado, es donada al Museo de Cluny,
donde no pueden clasificar esa pieza. El director del museo, Mérimée [Prosper, 1803-1870], queda
desconcertado, y ordena hacer un dibujo exacto de la pieza, y enviarlo al gran sabio Jens Jacob
Worsaae (1821-1885), en Copenhague. El libro de Worsaae, Danmarks Oldtid, publicado en 1843,
conmovió al mundo de la cultura. [...] El 2 de marzo de 1852 contesta el sabio danés. [...] Afirma
que la pieza no puede ser griega, ni egipcia, ni babilónica. De los celtas no se conoce nada
parecido. Tampoco el gran Worsaae logra llegar a una conclusión. La pieza ha surgido demasiado
pronto de la tierra, [...]
Después de que el emperador Napoleon III, entusiasta arqueólogo, especializado en celtismo,
inaugura en 1862 el Museo de Antigüedades Nacionales, [...] el Museo de Cluny dona la pieza en
1887 a este nuevo museo, donde todavía se conserva. [...] El estrato en que se la encontró es
magdaleniense medio, pero esto aún no se sabía entonces.
Otra pieza encontrada en la misma época corre idéntica suerte.
Esta vez, se conoce el año y el mes: noviembre de 1833. En el departamento de la Alta Saboya,
en Veyrier, [...]. A 1.120 metros de altura, los obreros hacen estallar la roca. De pronto,
interrumpen su trabajo, al hallarse ante una cavidad en la tierra. El capataz suspende las labores y
examina la caverna, que se pierde en las profundidades. Uno de sus hombres, con una soga, se
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 71
ofrece a descender. Al volver a la luz, dice haber encontrado una cueva con esqueletos humanos.
[...] Alguien propone ir por el doctor Mayor, quien vive en Ginebra. Además de gran sabio, es
médico, y colecciona antigüedades. Él podrá decir si son esqueletos recientes, o si pertenecieron a
hombres de siglos pasados. Ginebra está a sólo cinco kilómetros, aunque, a la sazón, del otro lado
de la frontera entre Suiza y el Reino de Cerdeña. Pero la frontera no representa mayor problema:
más difíciles de salvar son las piedras que obstruyen el camino.
2.- Llega el doctor. Linterna en mano se introduce en la cavidad, y encuentra un salón bajo la
tierra; una gruta. Efectivamente, hay allí unos huesos. [...] Son huesos de caballo, de oveja, de res
y de diversas aves. De pronto ve un hueso de unos trece centímetros, con un agujero redondo, bien
perforado. Lo lava con agua, y entonces puede ver, de un lado, la figura grabada de una rama con
hojas y del otro, la de una cabra. No cabe duda de que estas figuras han sido hechas por el hombre,
así como el agujero del hueso grande.
El doctor vacila. ¿Qué significa esto? ¿Quién hizo este dibujo? Empieza a creer que fueron los
celtas, allá por la época de Cristo. Descubre entonces otra pieza grabada, con la cabeza de un
pájaro.
Pocos días después informa el doctor Mayor a la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de
Ginebra, que ha descubierto un fragmento de hueso de gamo, con la figura grabada de una planta,
probablemente de origen celta. En realidad, se trata de un hueso de reno. Pero, desde luego, ¿cómo
podría haber un reno en Saboya? El Journal de Genève del sábado 23 de noviembre de 1833 da
cuenta del hallazgo, sobre el cual, a continuación, se hace un silencio total, como sobre el de
Chaffaud. El bastón perforado, también llamado Bastón de Mando de Veyrier, va a parar más tarde
al Museo de Historia del Arte de Ginebra, donde aún se encuentra. [...] El hueso con la cabeza de
ave se ha perdido.
Así, alrededor de 1833, surgen de la tierra tres huesos con grabados del hombre de la época
glacial. Pero aparecen demasiado pronto: en todo el mundo no hay quien pueda elucidar la época a
que pertenecen estas obras de arte. Las dos piezas que se conservan son del período
magdaleniense: entre 20.000 y 10.000 años a.C. Aún no existe el concepto de magdaleniense. La
caverna La Madeleine, en Dordoña, que dio su nombre a la época, fue descubierta por Lartet y
Christy 30 años después.
La mera idea de que el hombre hubiese podido vivir hace diez mil o veinte mil años era
absolutamente increíble para los investigadores de 1830. Según cifras y nombres tomados de la
Biblia, Ussher, arzobispo de Canterbury, y el obispo de Londres, en 1636 calcularon la fecha de la
creación del hombre: el 2 de octubre de 4 004 a.C. Este dato se publicó y pudo leerse en todas las
Biblias, y la fecha se impuso también en Francia y Alemania. Especial peso le prestaba el hecho de
corresponder, poco más o menos, a los datos del calendario judío.
Nadie sabía nada del hombre de la época glacial. El célebre barón Georges Cuvier (1769-1832),
profesor de historia natural del Collège de France, en Paris, afirmó en 1821, en su obra
Recherches sur les ossements fossiles: “L’homme fossile n’existe pas”.
[…] Sólo después de violentas batallas va abriéndose paso la idea de que el hombre ya debió
vivir en la época glacial y de que la cifra de 4 000 años a.C., más 1 800 d.C., o sea cerca de 6 000
años, es demasiado poco tiempo para el desarrollo del género humano.
Por esa época no se conoce aún el concepto “época glacial”. La Biblia habla del hombre antes
del Diluvio y después del Diluvio. Así, el Diluvio es el límite: el hombre de la prehistoria es
llamado el hombre antediluviano, y Cuvier afirma que no existe.
Pero ya por entonces, 1830, pueden sentirse corrientes de opinión opuestas a las de Cuvier.
Continuamente salen a la luz huesos de animales hoy extintos: dientes, cuernos, colmillos de
mamut... Plantean graves enigmas; parecen ser los huesos de gigantes. Se habla de una figura
mítica, misteriosa: el unicornio. Y, yendo aún más allá, del hombre de las cavernas.
Cuvier examina esos restos de animales y, valiéndose de los huesos encontrados, logra
reproducir figuras de especies extintas. Sin embargo, afirma: modificaciones, metamorfosis, no
pudo haber entre las bestias. Cada animal ha sido creado de una vez por todas, en su forma
determinada. Cada vez hubo una inundación, una catástrofe, que destruyó a todos los seres
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 72
vivientes, y en su lugar han surgido otros seres nuevos. Ésta es la teoría de los cataclismos, el
pensamiento estático que domina toda la época.
La gran brecha en este pensamiento parte del terreno de la filosofía. El período 1800-1850
recibe un influjo decisivo en el ámbito de sus conocimientos, por obra de una enorme figura: la de
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Su sistema filosófico complementa el idealismo
poskantiano y conduce más lejos al pensamiento. Hegel vive convencido de la realidad
comprensible e interpretable del mundo. El mundo es percibido como razón, como razón que al
2.- pensar desarrolla su más profundo contenido espiritual. Según Hegel, el pensamiento es
verdadero, real, concreto: es la idea, lo absoluto, el espíritu. Pero, en su esencia más íntima, el
pensamiento es el movimiento, y por ello el pensamiento fijo, el pensamiento estático no es el
centro de las cosas, sino el pensamiento de la acción, del eterno cambio, de la perenne
transformación, el pensamiento dinámico. [...] /
Hallazgos alrededor de 1880. / En 1880 se reúne en Lisboa el Congreso Internacional de
Antropología y Arqueología Prehistórica. Las sesiones duran del 19 al 29 de septiembre.
[...] En la novena sesión del Congreso, al mediodía del 27 de septiembre, ocurre la desgracia.
Juan Vilanova, profesor de paleontología del Museo de Historia Natural de Madrid, invita a los
congresistas a visitar la cueva de Santillana, no lejos de Santander, en cuyas paredes hay pinturas
de la época glacial, que representan al bisonte, al uro, como él dice. El descubrimiento se debió a
Marcelino [Sanz] de Sautuola.
Esta invitación fue registrada en la página 47 del Informe del Congreso de Lisboa, 1880,
publicado por la Real Academia de Ciencias, Lisboa, 1884.
Todos los demás oradores han causado discusiones, registradas en los informes del Congreso. A
Vilanova, en cambio, nadie le hace la menor objeción..., pues ya todo está preparado de antemano.
Por crónicas y cartas sabemos que el más tenaz de los negadores del arte prehistórico es Émile
Cartailhac (1845-1921), profesor de prehistoria en la universidad de Tolosa [sic: Toulouse, Haute-
Garonne], quien en el Congreso representaba al Ministerio de Cultura de Francia. También el
creador de la distribución de las etapas del paleolítico, de las épocas glaciales, Gabriel de Mortillet,
profesor de la École d’Anthropologie de Paris y curador del Musé des Antiquités Nacionales de
Saint-Germain, se cuenta entre quienes creen que las pinturas murales de la época glacial sólo son
una burda patraña, destinada a poner en ridículo a los arqueólogos. / [...]
La caverna fue descubierta por un cazador en el año 1868. Habiendo perdido su perro, empezó a
excavar, y vio que bajo la tierra se hallaba una gruta. Dio aviso al propietario del terreno, don
Marcelino de Sautuola (1831-1888), en Santillana del Mar. El nombre de Altamira es el de una
pequeña elevación de las cercanías, desde la cual se tiene una bella vista de los alrededores. /
Sautuola no vio la caverna hasta 1875, y en las paredes notó algunas líneas negras, a las que no
atribuyó ninguna importancia. [...]
En Paris se llevó a cabo en 1878 una exposición mundial. En ella se exhibieron los utensilios,
los huesos y las piedras grabadas, las esculturas y bastones de mando descubiertos en las cavernas
en que habían excavado Lartet, Piette, Garrigou y otros. Sautuola, al visitar esta exposición en
Paris, quedó fascinado por las piezas, y decidió buscar utensilios semejantes en su cueva de
Altamira.
Fue en noviembre de 1879 cuando comenzó su búsqueda en Altamira. Encontró un estrato
negro, de un metro de espesor. De allí desenterró conchas perforadas, fragmentos de hueso con
rayas y dibujos, una lanceta con agujero y un pendiente de piedra perforado.
Cada vez más a menudo excava en la gruta, al principio con una pala, después con pequeños
ganchos; ha llevado velas para orientarse en la oscuridad.
Un día lo acompaña su hija María, chiquilla de doce años. Mientras el padre examina unos
utensilios que acaba de desenterrar, la niña corretea por la gruta. De pronto, levanta la mirada hacia
lo alto de la cueva y grita: “¡Papá, mira, toros pintados!”.-
Conocí a la hija en 1923, ya una anciana señora. Llena de animación me relató esta anécdota.
Fue ella el primer ser humano del mundo moderno a quien le fue dado ver las pinturas de la época
glacial.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 73
Me contó que su padre miró hacia arriba y vio entonces todo el techo –de cuarenta metros de
largo- cubierto con pinturas en rojo, negro y marrón. Don Marcelino se quedó atónito,
boquiabierto, maravillado. No se conocía entonces nada semejante. Todo fue tan nuevo, tan
inesperado, que Sautuola no pudo articular palabra.
Pero pronto lo asaltaron dudas. La luz del día no llegaba hasta las figuras; por lo tanto tenían
que haber sido hechas con otra iluminación. ¡Y luego, aquella perfección, aquella plenitud de los
colores, aquella firmeza y seguridad de la expresión artística! Todo ello parecía inimaginable para
2.- una población primitiva, como la del paleolítico, de la Edad de Piedra, que no conoció siquiera
el hacha afilada, ni siquiera la agricultura. ¿Podría haber conocido este arte avanzadísimo?
“Mi padre me tomó de la mano –cuenta doña María- y silenciosos y pensativos llegamos a casa.
De pronto dijo: ¿A qué hombre de la actualidad se le ocurriría pintar un toro o un bisonte en una
caverna oscura en el lugar más apartado? ¿Para qué? Y, además, ¿quién podría haber entrado en la
cueva?”
Después de algunas vacilaciones, Sautuola se convence de que aquellas pinturas solo pudieron
ser obra del hombre de las cavernas. Y para asegurarse, se dirige a Vilanova, en Madrid, el mejor
conocedor del mundo prehistórico en España. Vilanova llega, visita la caverna junto con Sautuola.
Al punto reconoce, por el estrato –de la época glacial-, la antigüedad de los hallazgos. Entonces,
las pinturas deben de ser de la misma época. La caverna no fue conocida hasta 1868, y nadie ha
entrado en ella además del cazador y de Sautuola.
[...] También Vilanova comprende inmediatamente la importancia del descubrimiento: aquellas
son las primeras pinturas de la época glacial jamás descubiertas. Vilanova excava en los estratos
encuentra huesos de osos cavernicolas (Ursus spelaeus), y utensilios de piedra del hombre de la
época glacial, como los de Dordoña. Las pinturas deben de pertenecer al mismo período. Y, en la
Universidad de Santander, Vilanova es el primero en dictar, a principios de 1880, varias
conferencias sobre la pintura de la época glacial. Se las ha conservado impresas. Don Juan
Vilanova y Piera, Conferencias dadas en Santander, Torrelavega, 1880, 152 páginas.
Una gran emoción cunde por la comarca; los periódicos dan noticias detalladas. La publicación
más importante de la región, El Impulsor, en su número del 26 de septiembre de 1880, publicado
en Torrelavega, reproduce un plano de la caverna, junto con fragmentos del libro de Marcelino de
Sautuola, intitulado “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de
Santander”, Santander, 1880. [...] 32 páginas y cuatro láminas, [...].
Un periódico ilustrado de Madrid, llamado La Ilustración, núm. 37, 1880, publica las imágenes
de los bisontes de Altamira. [...]
Y luego Altamira cae en el olvido. Sautuola informa de su descubrimiento a Mortillet, el
fundador de la más influyente revista científica de su época: Matériaux pour l’histoire primitive de
l’homme. Mortillet es el enemigo número uno de estas figuras. Nunca las ha visto, pero según él
[…] su autenticidad es inimaginable: tienen que ser una irrisión, una burla, una ignominia.
Por entonces, hay un ingeniero de puentes y caminos llamado Edouard Harlé, que trabaja en la
construcción de la vía férrea entre Francia y España. Debido a su trabajo, con frecuencia caen en
sus manos utensilios de piedra o huesos de animales extintos que le entregan sus obreros. Así
Harlé se ha aficionado a la prehistoria, y escribe crónicas para la revista de Mortillet. Y como
Harlé se encuentra precisamente en los alrededores de Altamira, Mortillet le pide ir a ver las
pinturas y darle su opinión al respecto. […].
Mortillet publica estas crónicas en Matériaux, 1880, Tomo 17, pp. 275-284. El escrito de Harlé
se titula “La Grotte d’Altamira”, y en él describe la gruta y presenta un plano. [...].
En resumen, dice Harlé, […] las pinturas son muy recientes, de los últimos años. Diríase que
fueron terminadas entre las dos visitas de Sautuola, o sea entre 1875 y 1879.
Este dictamen aparece en los Matériaux, que constituyen el órgano informativo que marca la
pauta en todo lo relacionado con la prehistoria del hombre. La resolución de Harlé concuerda
perfectamente con las ideas de los principales prehistoriadores de la época. La cuestión está
zanjada.
En el Congreso, Vilanova no consigue siquiera que los especialistas en arte de la época glacial,
los excavadores y clasificadores, como Cartailhac, Mortillet, Louis Lartet, François Daleau,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 74
Garrigou, Girod, Quatrefages o Émile Riviére –todos presentes en el Congreso- acepten ir a ver las
pinturas de Altamira. No llega a realizarse la excursión propuesta por Vilanova. [...]
A pesar de todo, Sautuola y Vilanova no abandonan la lucha. El 11 de marzo de 1882 se
inaugura el Congreso de Antropología y Prehistoria, en Berlín. Sautuola pide a un congresista
llamado Jagor, leer su libro en voz alta para convencer al congreso de la autenticidad de las
figuras. Pero en Berlín, donde impera Virchow [Rudolf, 1821-1902], no hay que pensar siquiera en
2.- el triunfo. El descubrimiento de estas pinturas en su perfección artística se opone de tal manera
a la teoría de Darwin, que ni siquiera una discusión se entabla. [...]
En el comunicado del Congreso aparece, en veinte renglones, la declaración de Vilanova, pero
no surge ninguna discusión. Se ha pronunciado ya el veredicto: las figuras de Altamira son
apócrifas.
[...]. Sobre esta actitud se han escrito después muchas obras, en las que se pretende culpar a los
curas. Pero si se revisan los documentos de la época, se verá lo falso de tal acusación. En ninguna
parte se encuentra una palabra de los representantes de la Iglesia contra las excavaciones, contra
los esqueletos de hombres primitivos, contra los hallazgos de utensilios y esculturas del hombre de
la época glacial, y tampoco contra las pinturas de Altamira. Muchos clérigos son arqueólogos, y
participan en las excavaciones.-
La causa del rechazo de Altamira es muy diferente: es la teoría de la evolución, a la que parece
contradecir. Con grandes trabajos acaba de imponerse la idea de que es el desarrollo, la evolución,
la que determina las especies de las plantas, los animales y el hombre. El credo del devenir acaba
de triunfar sobre el credo de lo estático, de lo definitivo y único. Y la base de esta teoría es el
concepto de que lo primero tiene que ser lo más sencillo, y todo lo avanzado, lo complejo, ha de
ser posterior. Si las obras encontradas hubieran sido primitivas, deformes y lamentables, nadie
habría pensado en contraponerlas a la teoría de la evolución..., pero se trata de un arte refinado y
perfecto, de un arte que puede compararse con el de la propia época, con el de Manet [Edouard,
1832-83] y Monet [Claude, 1840-1926]. Esta intuición impresionista y natural de las pinturas de
Altamira, este movimiento, este trazo preciso de las líneas, estas luces y sombras y en las partes
del cuerpo que queda en primer plano o detrás: todo esto, que el arte de la segunda mitad del siglo
XIX acaba de conquistar a costa de tanto esfuerzo, de tan grandes luchas internas contra los viejos
preceptos impuestos por las Academias, ¿lo habría podido concebir y dominar el troglodita, el
primitivo cavernícola, que ni siquiera conoció el arado? / […]
La teoría de Darwin, hija de la experimentación, del empirismo, de los hechos, para 1880 se ha
convertido ya en un dogma, en una filosofía, en una fijación del pensamiento. Todo lo que se
presenta queda catalogado en su división correspondiente, y eso sentencia y aniquila todo aquello
que no se deja catalogar así. Esta nueva actitud, que ya domina toda Europa, a su vez se ha vuelto
demasiado rígida para poder admitir nuevos hechos en su bien acabado conjunto.
En el año 1888 muere Sautuola. Su hija me contó que hasta su último día estuvo seguro de que
un día los grandes investigadores se pasarían a su lado y dirían a todos que sus contemporáneos se
habían equivocado. [...]
El abad Jesús Carballo, que después sería el encargado oficial de la cueva de Altamira y director
del Museo Prehistórico de Santander, un hombre que mucho me ha ayudado en mis trabajos en
España, me dijo una noche en su casa: “En esta silla estuvo sentado Harlé, ya entrado en años,
mucho después de sus malhadadas declaraciones; en el verano de 1905. Volvió a Altamira,
reconoció su error, y me dijo: ‘Querido amigo, ha pasado un cuarto de siglo desde mi equivocación
de 1880, y no puedo olvidarla; continuamente me asalta el recuerdo de lo que hice. Es como una
mancha sobre mí y sobre mi carrera científica. Y esa mancha es imborrable’.”
Hallazgos alrededor de 1890. / Altamira está olvidada. [...]
En esos veinte años (1880-1900), los arqueólogos trabajaban en las cuevas, y excaban ya con
mayor precisión, con mayor diligencia, con mayor seguridad. Se ha establecido la sucesión de las
capas musteriense, solutrense, y magdaleniense, determinada por Mortillet en 1869, aun cuando
falta la auriñaciense, que en 1906 introducirá el abad Henri Breuil entre la musteriense y la
solutrense.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 75
Cerca del pueblecito de Marcamps, en el departamento de la Gironda, se halla la caverna de
Pair-non-Pair, no muy lejos de Burdeos. [...] en la orilla derecha del Dordoña, poco antes de su
desembocadura en el Garona. [...]. La construcción de una cantera deja al descubierto, el 6 de
mayo de 1881, una abertura tan grande como una madriguera de tejones. De esta entrada se entera
François Daleau, hombre de mucho dinero y poca ocupación, quien desde 1874 ha estado
practicando unas excavaciones en una caverna cercana, [...] Los trabajadores conducen a la
abertura a Daleau, quien ordena agrandarla, y descubre varios estratos, a los que desde 1906 se
2.- llamarán auriñacienses. [...] Después de quince años de trabajos –aunque a menudo
interrumpidos-, el 31 de agosto de 1896, por primera vez observa Daleau unos grabados que
representan animales, en las paredes de la caverna. Tales figuras se encuentran en el mismo lugar
en que durante años se ha estado excavando, pero sólo se las pudo ver al quitar el estrato. Pide
entonces a uno de los obreros un aparato para rociar las viñas, y procede a mojar las paredes. En
ellas van apareciendo tenuemente doce figuras de animales: cabras monteses, caballos y un mamut.
[...]
En las líneas del lomo del caballo nota Daleau un pigmento rojo. [...]
El abad Breuil (1877-1961) visita la cueva por primera vez en 1898, y después en 1899 y 1909.
Después de la muerte de Daleau, Breuil fotografía y copia minuciosamente las figuras en 1934-
1937, con ayuda de su secretaria, la señorita Moyle. Su monografía fue publicada en 1964.
Hallazgos alrededor de 1910. / Todos los documentos de la investigación del arte de la época
glacial conducen de regreso a Altamira. Sin embargo habrá que esperar hasta mediados de la
década, hasta 1906, antes de que aparezca la gran obra sobre Altamira, que se publica en Mónaco.
El príncipe Alberto I de Mónaco es quien costea la edición, muy cara para la época. Los autores
son “Émile Cartailhac, Correspondant de l’Institut et l’Abbé Henri Breuil, Docent à l’Université de
Fribourg”, pero en realidad su único autor es Breuil: él escribió el texto, él copió las figuras, él
creó el libro.
El más acérrimo opositor de la autenticidad de todas las pinturas de la época glacial era
Cartailhac. Sin embargo, visitó Pair-non-Pair, y reconoció que sus figuras pertenecían a esa época;
por lo tanto, también Altamira debe de ser prehistórica. Y asimismo Les Combarelles y Font de
Gaume. La verdad resulta ya incontenible; es tiempo de reparar el error de veinte años antes. /
Cartailhac da prueba de una calidad humana que pocos científicos han tenido en el curso de la
larga historia de sus investigaciones. Desde antes de partir para Altamira, antes de ver las pinturas
con sus propios ojos, se reconoce culpable, admite su error. Y encuentra fuerzas para confesarlo
abiertamente.
Cartailhac publica un artículo en la revista L’Anthropologie, Paris, 1902. Tomo 13, pp. 348-354.
En él escribe: “Je suis coupable d’une injustice qu’il faut avouer nettement et réparer” (p. 350). Su
artículo se intitula: “Mea Culpa d’un Sceptique”.- KÜHN, Herbert: El arte de la época glacial.
México, FCE, (c1971). (Breviarios, 214). pp. 18-25, 112-122, 125-132, 171-172.

FUENTES DE LA HISTORIA ANTIGUA DE ASIA ANTERIOR


Hasta fines del siglo XVIII las fuentes de la historia antigua del Próximo Oriente se limitaban a
las noticias transmitidas por el Antiguo Testamento y la tradición clásica antigua. El paso decisivo
para acceder a los documentos originales del Antiguo Oriente se dio en 1802, al descifrar G.F.
Grotefend, al menos parcialmente, ciertas inscripciones en escritura cuneiforme persa. Los textos
que C. Niebuhr copió fielmente en los palacios de Persépolis pertenecían a los reyes aqueménidas
Darío y Jerjes, conocidos a través de tradiciones griegas y del Antiguo Testamento. Dichos textos
estaban redactados en tres escrituras y en tres lenguas diferentes. Una vez descifrada la versión
persa antigua, que correspondía a la lengua de los reyes, se obtuvo la clave para la lectura e
interpretación de las otras dos versiones. Una de ellas estaba redactada en lengua elamita, la lengua
de Susa; la otra en lengua asirio-babilónica. Esta última planteó numerosas dificultades por su
extremada complicación. Hacia 1857 las dificultades se habían superado. La interpretación de la
versión asirio-babilónica tuvo importantes consecuencias, pues en esta lengua, perteneciente a la
familia de las lenguas semitas –llamada hoy lengua acadia (o akkadia), según su denominación
original--, está redactada la mayor parte de los documentos orientales de la Antigüedad.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 76
Desde mediados del siglo XIX el interés despertado por los intentos de interpretación condujo a
grandes excavaciones en las antiguas capitales del Imperio Nuevo asirio: en Nínive, frente a la
actual Mosul; en Khorsäbäd, la efímera residencia de Sargón II (722-705), y en Nimrüd, la antigua
Kalkhu. […]. Gracias a un azar feliz se descubrió en Nínive la biblioteca de Asurbãnipal
(Ashshurbãnapli; 669-627), el último gran rey asirio, quien había coleccionado todas las obras
literarias y religiosas de babilonios y asirios, así como de los antiguos sumerios, disponibles en su
época.
2.- Las ruinas de Babilonia, el país vecino situado al sur, resultaron menos ricas en hallazgos.
Desde 1887 estaban en marcha, bajo la dirección de E. de Sarzec, las excavaciones de Tellö,
antigua Gudea, donde se hicieron los primeros descubrimientos de época sumeria. Entre ellos, las
estatuas del príncipe Gudea (hacia 2143-2124) y dos inscripciones cilíndricas, las más antiguas
composiciones literarias halladas en terreno babilónico. Estos documentos hicieron posible la
reconstrucción de esta antigua lengua sobre la base de genuinas tradiciones sumerias.
Excavaciones americanas de 1889 hallaron en Nippur, en un barrio residencial del siglo XVIII, el
mayor conjunto de textos literarios sumerios encontrados hasta hoy. […] En 1913 se iniciaron,
bajo la dirección de J. Jordan, las excavaciones en Uruk, las ruinas más importantes al sur de
Babilonia.
Mientras tanto también se habían iniciado investigaciones fuera del ámbito asirio-babilónico. En
Susa, J. de Morgan descubrió la cultura de Elam que, a pesar de su estrecha relación con la vecina
Babilonia, conservó su carácter peculiar. En 1887 se había descubierto ya casualmente, en la
ciudad egipcia de Amarna, la correspondencia política de los pequeños y grandes monarcas del
Próximo Oriente con Amenofis III y IV (1400-1344), redactada en escritura cuneiforme. En 1907
H. Winckler descubrió en Bogazkõy –la antigua capital hitita Khattusha, situada en Anatolia
central—un archivo de escritos cuneiformes que permitió la reconstrucción de la lengua y la
tradición hititas.
Junto a las tablillas descubiertas en excavaciones oficiales, innumerables documentos de las
diferentes regiones del Antiguo Oriente y de todas las épocas, provenientes de excavaciones
piráticas, enriquecieron las colecciones de los museos de todo el mundo.
[…] las excavaciones en Ur realizadas por L. Woolley sacaron a la luz los hallazgos
sensacionales de la necrópolis real de Ur, que pertenecen a la época protodinástica tardía (hacia el
2450 a. C.). En Uruk surgió ante los arqueólogos la historia más remota (3000-2700 antes de C.)
[…].- FALKENSTEIN, Adam: “Prehistoria e historia antigua de Asia anterior”; en CASSIN,
Elena; BOTTÉRO, Jean; VERCOUTTER, Jean (comps.): Los imperios del Antiguo Oriente.
I.Del paleolítico a la mitad del segundo milenio. Madrid, Siglo XXI, (c1972). pp. 3-4. (Historia
universal, 2).
SOBRE LA CRONOLOGÍA
Aún no podemos establecer una cronología absoluta que proporcione una exacta correlación con
nuestro calendario para muchos períodos de la historia antigua del Oriente. La lista de epónimos
anuales asirios alcanza hasta el 910 a.C. Las listas de reyes nos proporcionan posibilidades de
datación hasta el 1450 a.C. en los casos de Babilonia y Asiria, que con un margen de error de diez
años son bastante exactas. En el caso de Siria y Asia Menor tenemos que servirnos de
sincronismos con Babilonia y Asiria, pero sobre todo con Egipto, que dispone de una cronología
bastante segura durante este período. La fecha del tratado de paz firmado entre Ramsés II y el rey
hitita Khattushili II en 1270 a.C. constituye un importante punto de orientación cronológica. Más
allá del 1450 antes de C. carecemos hasta tal punto de datos que no ha podido establecerse el nexo
con el período cronológicamente seguro que abarca desde la dinastía de Akkad (Acad) hasta el
final de la dinastía de Hammurabi de Babilonia. De la duración que se atribuya a esta “época
oscura” depende la datación del fin de la I dinastía de Babilonia y del comienzo de la dominación
casita en Babilonia. Nosotros seguiremos la llamada “cronología media” (según S. Smith y M.
Sidersky) que sitúa el final de I dinastía de Babilonia en 1595 a.C. y el reinado de Hammurabi de
Babilonia entre 1792-1750. El comienzo de la dinastía de Akkad tendría lugar hacia el 2340 antes
de C. […]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 77
De la época anterior a la dinastía de Akkad solo podemos proporcionar datos aproximados de la
fase final de la época protodinástica basándonos en la lista de reyes de Lagash, desde Urnanshe
hasta Urukagina, que reinaron aproximadamente ciento veinte años.La lista de reyes sumerios, que
enumera a los monarcas de Babilonia desde la época “en que la monarquía bajó del cielo” hasta el
fin de la dinastía de Isin (1794 a. C.) no es fuentte fidedigna para la época anterior a la dinastía de
Akkad.- FALKENSTEIN, A.: op. cit.; en CASSIN, E. y otros: op. cit. pp. 9-10.

2.- LOS COMIENZOS DE LA HISTORIA EN BABILONIA


En el curso de la larga prehistoria de Babilonia se inicia una evolución, cuyo origen y cuyas
fuerzas impulsoras aún no puede establecer la arqueología, pero cuyo resultado se presenta ante
nosotros como un hecho completamente nuevo: la cultura urbana de los sumerios. Sus
características son la arquitectura monumental religiosa, el gran desarrollo de la escultura y del
relieve y, además, el inicio de la escritura. La nueva época surgió sin ruptura del último período
prehistórico, de la fase de Uruk [hacia 3000-2750]. En los nuevos poblados continuaban los antiguos
pueblos, con la diferencia de que algunos se desarrollaban hasta formar verdaderas ciudades [...].
[...] Mientras que en la prehistoria de Babilonia y de las zonas vecinas se utilizó exclusivamente
el sello de estampa, en Uruk comenzó a utilizarse, en el estrato IV lo más tarde, el sello cilíndrico,
que predominó en Babilonia y más allá de sus fronteras hasta época tardía. En comparación con el
formato limitado del sello de estampa, el sello cilíndrico ofrecía al artista una mayor superficie
sobre la que representar temas extensos. El sello cilíndrico se utilizaba preferentemente para sellar
vasijas con contenido valioso, cerrados con una tapa de barro. Posteriormente también servían para
sellar tablillas de barro escritas.
Los sellos cilíndricos de la época primitiva babilónica se dividen en cuatro grupos diferentes.
[...] el primer grupo está formado por sellos cilíndricos grandes, sobre los que el artista creaba
figuras plásticas. Junto a escenas referentes al culto, delante de templos y de altares, y
representaciones de naves con carácter sagrado, aparecen escenas de luchas, entre las que se
encuentra un combate de carros; y escenas de caza y lucha con animales salvajes para defender los
rebaños. También hay representaciones de animales peleando. Las escenas de la vida cotidiana son
poco corrientes. La figura principal es el soberano, que se reconoce por su estatura y su
indumentaria, por el pelo recogido con una cinta, la barba y la falda de red que le llega hasta los
tobillos. Se le representa en actividades religiosas o profanas. Los sellos de este tipo predominan
en Uruk, pero son raros en el norte de Babilonia y no se hallan en la región del Diyãla. [...] /
La creación más importante de la época primitiva, la que separa esta época decisivamente de la
prehistoria y ha tenido mayores consecuencias, es la escritura. Los primeros testimonios del estrato
IVa, de Uruk, representan la fase primitiva de toda escritura en Babilonia. Cada signo escrito se
graba con un fino buril en el barro aún húmedo. Los signos son en parte claramente figurativos y
corresponden a las decoraciones de relieves y sellos del primer grupo citado más arriba; es de
destacar que sólo a las de este grupo. La mayoría de los signos escritos representa lo significado en
abreviaciones muy conscientes, que no podían pertenecer exclusivamente al mundo imaginario de
un sólo artista. Por ejemplo, el signo “mujer” se representaba por un triángulo. Los signos
complicados, por ejemplo, los referidos a personas en actitudes determinadas, como los que
aparecen a menudo en la escritura egipcia, se evitaban; los inventores de la escritura buscan por el
contrario, desde un principio, un medio de comunicación para el uso cotidiano. La escritura se
transformó pronto en una escritura cursiva para el uso corriente, en la cual los signos habían
perdido, hacia fines de la época primitiva [ca. 2750], su carácter de imagen. El número de signos
fue muy grande al principio, aproximadamente unos 2.000. En el curso de la evolución hasta el
desarrollo completo de la escritura, hacia fines de la época protodinástica, fueron descartados casi
dos tercios, que naturalmente se sustituyeron con otras posibilidades nuevas.
La escritura babilónica es, por su sistema interior, una escritura de conceptos; es decir, a cada
concepto corresponde un signo o grupo de signos. Una escritura basada en tal principio pronto
tendrá que buscar medios para ampliar sus posibilidades de expresión y claridad. Estos consisten,
principalmente, en el empleo de signos iguales para palabras de sonido igual, pero significado
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 78
diferente, y, por consiguiente, en el desarrollo de signos silábicos. El nombre de persona “en-líl-ti”
que figura en una tablilla de Jemdet Nasr, en Babilonia del norte, perteneciente a la misma época
que los documentos del estrato IIIb de Uruk, constituye un buen ejemplo de esta evolución. Este
nombre puede interpretarse sobre la base de analogías posteriores como “El dios Enlil (dios
principal de Nippur) conserve en vida”. El signo para “vida, conservar en vida” es una flecha. En
principio este signo correspondía al concepto sumerio “ti” = flecha, pero se trasladó al homónimo
“ti(l)” = vida, difícil de representar pictográficamente. Del mismo modo, la escritura egipcia
derivó de la imagen del escarabajo (khpr), el signo khpr, “devenir”, aunque en el sistema egipcio
2.- se representa únicamente la escritura consonántica, quedando sin precisar la vocálica. El punto
de partida para la formación de signos silábicos está en la acentuación del elemento sonoro ligado
a un signo, elemento que se convierte en portador de un significado. La pervivencia de signos
conceptuales junto a signos silábicos es rasgo característico de la escritura babilónica –la llamada
cuneiforme-- hasta su desaparición en el siglo primero después de Cristo, y se conservó también
cuando otros pueblos, como el acadio, el hurrita y el hitita, adoptaron la escritura babilónica para
representar sus propias lenguas.
Los testimonios escritos más antiguos son documentos administrativos, relacionados con la
economía de los grandes templos. No aparecen crónicas históricas y obras literarias escritas hasta
época posterior, en la época protodinástica. Sin embargo, ya en la fase más antigua de la escritura
se enseñaba el arte de escribir en el templo y en las escuelas con ayuda de listas de palabras. Estas
listas, halladas en Jemdet Nasr en Babilonia del norte, se transmitieron con texto idéntico durante
mucho tiempo, hasta la época de la dinastía de Akkad (desde 2340 a.C.). Eran los libros de texto
sobre los que se basaba el aprendizaje de la escritura en toda Babilonia, y más tarde en Elam y
Asiria.
¿Qué lengua anima los monumentos literarios de la época primitiva y quiénes eran los
inventores de la escritura, creadores a la vez de toda la cultura de la etapa primitiva de Babilonia?
Como los signos conceptuales no reflejan nada de la forma sonora de las palabras designadas, sólo
tienen valor informativo para nosotros los casos en que se utilizan signos conceptuales para
términos homónimos, o aquellos en que aparecen signos silábicos. En el caso de la fase Uruk IIIb
está atestiguado, por el referido nombre de en-líl-ti, “¡Enlil conserve en vida!”, que se trataba de la
lengua sumeria, pues sólo en ésta son homónimos “ti”, “flecha” y “til”, “vivir”. En la fase Uruk
IVa aún no se ha hallado ningún caso seguro de empleo de un signo conceptual para una palabra
homónima de significado distinto, ni tampoco de escritura silábica. Pero, en vista de que los demás
datos no atestiguan, entre los estratos IVa y IIIb de Uruk, ningún cambio de población, podemos
considerar a los sumerios como inventores de la escritura y creadores de la cultura primitiva de
Babilonia.
Probablemente nunca se podrá precisar de dónde provenían los sumerios que se instalaron en la
región aluvial del Iraq. Su entrada en el país se produjo en época prehistórica, y el material
arqueológico prehistórico raras veces responde a cuestiones que por su naturaleza son históricas.
El sumerio pertenece a las lenguas aglutinantes, que combinan según leyes fijas palabras
invariables. En este tipo se incluyen el elamita, el protokhatti y el hurrita-urarteo, ninguno de los
cuales se relaciona con el sumerio. Tampoco se han podido establecer relaciones con las demás
lenguas aglutinantes –las del grupo finougrio, el mongol, las lenguas turcas, el vasco y algunas
lenguas caucásicas como el georgiano--. Las lenguas aglutinantes pueden dividirse según
antepongan o pospongan los elementos gramaticales formativos o utilicen ambas posibilidades,
pero el tipo sumerio, que emplea la anteposición y la posposición, corresponde al georgiano, a
algunas lenguas del mismo tronco y al vasco, es decir, está demasiado extendido para que
podamos deducir de esta característica conclusiones seguras. El sumerio se presenta, pues,
completamente aislado. / [...]
La historia de los sumerios como pueblo estaba, según parece, determinada por la falta de
inmigrantes del propio pueblo o de grupos étnicos emparentados, que ampliaran o completaran su
número. En este punto se hallaban en desventaja frente a los habitantes de lengua semita de las
estepas occidentales que recibían constantemente refuerzos. Los sumerios acabaron por disolverse
en cuanto pueblo en una nueva comunidad, en la que predominaba el grupo semita, y su lengua
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 79
dejó de hablarse. Esto sucedió hacia 1900 a.C. La labor de este grupo numéricamente reducido,
que determinó de manera decisiva la cultura babilónica hasta época tardía, e influyó en todo el
Oriente Próximo, es por esta razón aún más meritoria.- FALKENSTEIN, A.: op. cit.; en CASSIN,
E. y otros: op. cit, pp. 27, 29-30, 32-35. (Historia universal, 2).

2.- SUMERIOS Y SEMITAS DURANTE LA ÉPOCA PROTODIDÁSTICA


[…] Los sumerios, al descubrir [sic: inventar] la escritura, crearon un medio de comunicación
que nos permite comprender y concretar en torno a personalidades la historia de Mesopotamia
durante el tercer milenio, el segundo y comienzos del primero. Las inscripciones reales más
antiguas permiten narrar la historia como historia política. En este sentido, el reinado de
Mebaragesi de Kish (fines del siglo xxviii o comienzos del xxvii, época protodinástica II) es el
punto de orientación más antiguo. La lista de reyes sumeria cita a Mebaragesi como
vigesimosegundo rey de la I dinastía de Kish, que abre la lista. Los reyes de esta dinastía llevan en
su gran mayoría nombres semitas. Es poco probable que se establezca la historicidad de los
antecesores de Mebaragesi. No sabemos si éstos fueron sin excepción reyes auténticos de Kish.
[…].- EDZARD, Dietz Otto: “La época protodinástica”; en CASSIN, E. y otros: op. cit. p. 47.

KISH Y EL SUR DE BABILONIA: UNIDADES POLÍTICAS


En la épica sumeria y en la literatura histórica se relata un conflicto que enfrenta a Mebaragesi
de Kish (cuyo nombre posterior es Enmebaragesi) y su hijo Aka con Gilgamesh de Uruk. El
soberano de Kish, tras haber invitado a Uruk a someterse, lo sitió con sus tropas. Según otra
versión, Gilgamesh rompió el sitio con una salida victoriosa. El interés suscitado por la figura
heroica de Gilgamesh en tiempos posteriores nos ha conservado sus hazañas, que constituyen el
dato más antiguo de que disponemos sobre las disensiones babilónicas internas. Gilgamesh es el
héroe de un ciclo épico sumerio que los acadios transformaron en el grandioso poema épico de
Gilgamesh. La tradición babilónica antigua cita a Gilgamesh como el artífice de la muralla de
Uruk, y el poema épico le describe como el tirano que hace trabajar a sus súbditos en la
construcción de la muralla. Según los resultados arqueológicos, es muy posible que la muralla de
Uruk, de ladrillos de barro planoconvexos y más de 9 km. de longitud, fuera erigida en el siglo de
Gilgamesh y Mebaragesi. La muralla de Uruk es el testimonio más antiguo de la existencia de
ciudades amuralladas en Babilonia.
La tradición de los ciclos épicos sobre Gilgamesh y sus antecesores Lugalbanda y Enmerkar
relata las expediciones militares de estos monarcas a territorios enemigos (“bosque de cedros”;
“centro del país montañoso”). Según un poema sumerio que describe la repetida destrucción y
reconstrucción del santuario de Tummal, dedicado a Ninlil en Nippur, Gilgamesh también dominó
Nippur.
Es imposible escribir la “historia” de la ciudad de Uruk durante la época protodinástica. A
diferencia de su rival Mebaragesi, Gilgamesh no se nos presenta como auténtica figura histórica.
El testimonio escrito más antiguo de su nombre aparece en una lista de dioses hallada en
Shuruppak (siglo xxvi); en ella Gilgamesh y su padre Lugalbanda figuran como héroes
divinizados póstumamente. [...].- EDZARD, D. O.: op. cit; en CASSIN, E y otros: op. cit. pp.
53-54.
TITULOS REALES. FORMAS DE GOBIERNO Y SITUACIÓN SOCIAL
[...] Aparecen tres títulos: lugal, en sumerio “hombre grande”, que hay que traducir, según el
equivalente acadio sharrum, como “rey”; ën, aproximadamente “señor (-sacerdote)”, y ensi,
traducido convencionalmente por “príncipe” [...]. Ensi correspondía a un rango inferior a lugal y
ën, y era el título de un soberano independiente que gobernaba sobre una ciudad y sus alrededores
próximos o de un príncipe dependiente. [...] Epigráficamente, ën está atestiguado en documentos
más antiguos que lugal. El signo escrito se encuentra ya en textos del estrato Uruk IVa, es decir, de
la época de la alta cultura arcaica sumeria. […] / […]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 80
Lugalzagesi es la última gran figura del mediodía sumerio anterior a la conquista por Sargón de
Akkad. A juzgar por el nombre de su padre, Buba, debió ser de origen acadio. Buba había
ostentado cierto cargo religioso (lumah) de la diosa Nisaba de Umma, y su hijo Lugalzagesi ocupó
el mismo cargo antes de usurpar el poder en Umma. Al igual que Urukagina de Lagash,
Lugalzagesi no desciende directamente de la dinastía anterior a su reinado.- EDZARD, D.O.: op.
cit. en; CASSIN, E. y otros: op. cit. pp. 53-54, 57, 67. (Historia universal, 2)

2.- TELS, INVESTIGADORES Y HALLAZGOS


Un brillante cielo azul y, hasta donde llegan los ojos, un desierto amarillo parduzco que sólo en
primavera se cubre por poco tiempo de vegetación y flores multicolores; aquí y allá unas palmeras
o una negra tienda de beduinos, arena susurrante, arroyos secos, ríos de curso lento, pantanos
poblados de cigüeñas y pelícanos, tormentas de arena, un calor que achicharra, agua escasa, fiebre,
y, en invierno, noches frías y vientos helados del norte, repentinas inundaciones y crecidas: he
aquí, a grandes rasgos, el Irak Arabi, o sea, la parte meridional de la Mesopotamia actual. En
primavera y otoño, de las montañas de Armenia bajan impetuosos torrentes que desbordan las
riberas apenas defendidas por muros de barro; gigantescas riadas e impenetrables espesuras de
cañas, comprimidas por el frecuente viento sur, avanzan entonces tierra adentro, y sobre las
fangosas ondas emergen solo los poblados y los tells, o sea, los montículos de ruinas. En otro
tiempo contaba este país con docenas de grandes ciudades y centenares de florecientes aldeas, y
los collados hoy extrañamente irreales, apenas provistos de precaria vegetación, fueron otrora ricas
poblaciones. Al contemplar en nuestros días las ruinas ribeteadas por el Eufrates y el Tigris y sus
afluentes Belik, Kabur, ambos Zab y Diyala, y las fantasmales ciudades de sombras que abundan
entre las corrientes de los ríos, apenas puede uno imaginar la vida múltiple, rica y opulenta que
florecía en esta tierra, río abajo y río arriba, hace dos o aun cuatro y cinco mil años. [...]
Pero los muchos canales de que el ingenio y la industria humanos se valieron para arrancar del
suelo fangoso una fertilidad exuberante, se secaron y acabaron derrumbándose por falta de manos
que los cuidaran, y hoy, en las chatas y alargadas colinas, son casi irreconocibles los antaño altos
vallados de barro de los viejos canales de regadío, cuyos últimos cuidadores perecieron en las
matanzas, hechas por los mongoles del nieto de Gengis Khan [Hulegu, en 1258]. De los desiertos
avanzaron las dunas movedizas y en su continua e incontenible marcha cubrieron las antiquísimas
viviendas y los pantanos, poco a poco, volvieron intransitables vastos terrenos que se extendían
entre los poblados de otro tiempo. [...] Durante casi dos milenios olvidó el mundo esa tierra
agonizante, sedienta y enmudecida, de la que once doceavas partes se habían trocado en desierto.
Los relatos de los antiguos, sobre todo las supuestas fantasías de Heródoto, suscitaban siempre
dudosos interrogantes, mientras hallaban cada vez más eco las escasas referencias de la Biblia,
que, como con temor y a regañadientes, hablaba de Súmer. [...]
El país y el pueblo de los súmeros. / Súmer o --según la primera formación de estados de los
semitas de Agade-- “Súmer y Akkad”, fue el nombre original de ese país al que más tarde los
griegos denominaron Babilonia, por la capital de Hammurabi, y que en la actualidad constituye la
mitad oeste de Iraq Arabi. Es una región que se extiende desde el curso inferior del Dilaya y la más
estrecha proximidad de los dos ríos principales, el Tigris y el Eufrates, hasta [...] y la antigua costa
del Golfo Pérsico. La superficie total es, aproximadamente, de 20.000 km2. [...] Eran terrenos de
cultivo únicamente las regiones con agua o a las que ella podía ser desviada; las demás servían, en
el mejor de los casos, como lugares de pastoreo para ganado menor. En la Antigüedad, empero, el
país era muy afamado por su fertilidad [...]. Gracias a sus muchos canales, grandes y pequeños,
que a la vez servían a menudo de límites estatales, poseía Súmer un cómodo sistema de
comunicaciones y podía sostener una población densa. [...]
[...] Hace algunos años –gracias a las infatigables investigaciones de S.N. Kramer en la
biblioteca de escritos cuneiformes del templo de Nippur, hoy conservada en Filadelfia y Estambul-
hemos comenzado a conocer más exactamente lo que los mismos súmeros creían saber acerca del
origen de su civilización. En la “montaña de cielo y tierra”, el dios del cielo An crea en el principio
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 81
los dioses, pero éstos padecen aún necesidades, pues les faltan las ofrendas de los hombres. Éstos
son formados solo por consejo del sabio Enki [Señor del Apsû, “las Aguas Profundas”, que gobernaba
en Eridu]; son modelados de “barro sobre el mar de agua dulce Apsû”, y toman a su cargo el
abastecimiento de los dioses. Pero, naturalmente, ese abastecimiento era insuficiente al principio,
pues aún no habían sido llamadas a la vida las diosas de los cereales, de la cría de ovejas y del arte
de tejer. La primitiva generación humana camina desnuda y como los animales, sobre las cuatro
extremidades; se alimenta de pasto y bebe el agua sucia de los fosos. Entonces nacen en el cielo de
los dioses los Duku, los dioses de la vida civilizada, que también por iniciativa del sabio Enki
2.- bajan de los montes sagrados del Oriente hasta los poblados de los hombres, a los que enseñan.
De esta manera, tanto ellos como los dioses pueden vivir en la abundancia, en virtud de los dones
ofrecidos con gratitud. Los dioses intervienen en forma decisiva cuando el reciente orden del
mundo corre peligro. Así por ejemplo, cuando el pastor Dumuzi y el labrador Enkimdu luchan
para conseguir la mano de la Madre Tierra y diosa del amor, Inanna, y triunfa el pastor; […]. La
última decisión procede siempre de Enki en Eridu [en la región marítima del sur, ¿el poblado más
antiguo?], […].
Cuando los dioses desencadenan un diluvio y quieren exterminar al género humano, Enki
aparece otra vez en primer plano y da una oportunidad a los hombres formados por consejo suyo:
advierte a Ziusudra, rey de Shuruppak, quien construye una barca en la que él y su familia, junto
con su ganado y los animales del campo, escapan de la destrucción. Dotado luego de vida eterna,
puede habitar en la “desembocadura de los ríos” en el lejano Oeste, detrás del monte Mash, más
allá de la salida y puesta del Sol, más allá del jardín de los dioses y del extenso mar, y, con el
tiempo, es visitado allí por su descendiente Guilgamesh, el buscador de la vida...- SCHMÖKEL,
Hartmut: El país de los súmeros. El redescubrimiento de la primera alta cultura de la
humanidad. Buenos Aires, Eudeba, (c1984). pp. 9-11, 57-58, 63-64. (Lectores, 67).

PRIMERAS BIBLIOTECAS-ARCHIVO
[…] Cada templo poseía su biblioteca, que servía de archivo para las listas de la actividad
económica del templo y para los documentos del movimiento comercial general. Tales textos
fueron hallados en masa en innumerables tells. Al principio sin fecha, presentan más tarde una
indicación del año, y se refieren también a arreglos privados cuya legitimidad jurídica era
autenticada en el templo, donde se los depositaba, cuando en tiempos posteriores apareció la
actividad comercial privada al lado de la del templo. Estos documentos son de tamaño reducido; su
superficie oscila más o menos entre 2,5 x 2,5 cm. y 10 x 10 cm.; su forma es redonda o cuadrada.
Un grupo de unas doscientas tablillas de este género, provenientes de Nippur, presenta –cosa que
anotamos solo como ejemplo ilustrativo- más o menos el siguiente contenido:
Listas de salarios y entregas = 20. Listas de obreros = 14. Ovejas y cabras (en parte entregadas
para su cuidado) = 13. Listas de personas: 12. Sésamo = 12. Mensura de tierras = 10. Arriendo de
campos y su pago; lana; listas de ofrendas; contribuciones de fiestas = 6. Toros; vestidos; cereales
= 4. Compra o, respectivamente, alquiler de esclavos; madera = 3. Compra de casas; bueyes para
trabajos de campo; bueyes; vigas; árboles; metales; bronce para arcos; recibos por esclavos o
trabajadores; tablillas escolares; otros recibos = 2. Listas de esclavos del templo; trabajadores para
la molienda; distribución de parcelas; terneros; leche; tela; cáñamo para hilar; lista de pescado;
pescados y harina; utensilios; objetos de arcilla; bronce (devolución o pago); cobro de ofrendas;
pan; abastecimiento para el cultivo de campos; préstamo de dinero; pedido de campos = 1.
Por lo que se ve, ciudadanos y labriegos iban al templo con múltiples negocios profanos. Si
agregamos a esto que el servicio de ofrendas, las oraciones, la recepción de oráculos, los ritos para
los conjuros y las fiestas de culto tenían lugar en el templo, que dentro de él o en habitaciones
contiguas moraba el ensi; que en el atrio del tribunal, llamado más tarde Dublal, se administraba
justicia; que en el templo estaba la residencia de la escuela y la educación: entonces aparecerá
clara la posición central y sobresaliente del santuario en el Estado sumerio, y comprensible el
tamaño de los edificios para el culto ya en la época clásica de Súmer, o sea, el período de Uruk
IV.- SCHMÖKEL, H.: op. cit., pp.110-112.
LAS PRIMERAS ESCUELAS
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 82
En Sumer, la escuela procede directamente de la escritura, [...] desde 3.000 años antes de la era
cristiana, los escribas pensaban ya en términos de enseñanza y de estudio. [...] En la antiquísima
Shuruppak [...] se descubrieron, entre 1902 y 1903, gran cantidad de “textos escolares” que
databan del año 2500 antes de J.C., o por ahí.
Al principio, la escuela sumeria daba una enseñanza “profesional”, es decir, se destinaba a la
formación de escribas, necesarios a la administración pública y a las empresas mercantiles,
principalmente en vistas a su empleo en el Templo y en el Palacio. [...] al crecer y desarrollarse,
[...] se transformó, poco a poco, en el centro de la cultura y del saber sumerios. En su recinto se
2.- formaban eruditos y hombres de ciencia, instruidos en todas las formas del saber corrientes en
aquella época, tanto de índole teológica como botánica, zoológica, mineralógica, geográfica,
matemática, gramatical o lingüística, y que hacían progresar luego esta clase de conocimientos.
Si bien es verdad que los alumnos diplomados de las escuelas sumerias llegaban a ser
empleados como escribas del Templo o del Palacio, o se ponían al servicio de los ricos y
poderosos del país, había otros que consagraban su vida a la enseñanza y al estudio. Igual que
nuestros modernos profesores de universidad, muchos de estos sabios antiguos se ganaban la vida
gracias a su salario como profesores, y consagraban sus ocios a la investigación y a los trabajos
escritos. /
La enseñanza no era ni general ni obligatoria. La mayor parte de los estudiantes procedían de
familias acomodadas, ya que los pobres difícilmente eran capaces de soportar el gasto y la pérdida
de tiempo que una educación prolongada exigía. [...] en 1946, un asiriólogo alemán, Nikolaus
Schneider, confirmó ingeniosamente este hecho, fundándose en documentos de la época. En los
millares de tabletas administrativas publicadas hasta la fecha y que corresponden
aproximadamente al año 2000 a. de J.C., se hallan mencionados en calidad de escribas los nombre
de unos quinientos individuos, y, para mejor definir su identidad, muchos de estos escribas anotan,
a continuación de su nombre, el de su padre, indicando al mismo tiempo su profesión. […]
Schneider comprobó que los padres de los escribas (escribas que habían pasado todos por la
escuela) resultaban ser los gobernadores, los “padres de la ciudad”, los embajadores, los
administradores de los templos, los oficiales, los capitanes de navío, los altos funcionarios de
hacienda, los sacerdotes de diversas categorías, los administradores y directores de empresas, los
interventores, los contramaestres, los mismos escribas, los archiveros y los contables. En resumen,
los escribas eran los hijos de los ciudadanos más ricos de las comunidades urbanas. No consta ni
una sola mujer como escriba en estos documentos; es, por lo tanto, muy probable que la masa de
los estudiantes de la escuela sumeria estuviese constituida exclusivamente por hombres.-
KRAMER, S. N.: op. cit. pp. 49, 51-52.

De la “Casa de las Tablillas” [obra de un alumno]


--Hijo de la casa de las tablillas, ¿adónde fuiste durante tantos días?
--He ido a la casa de las tablillas. / --¿Qué has hecho en la casa de las tablillas?
--He leído mi tablilla, he comido mi desayuno.
he hecho mi tablilla, la he escrito, la he terminado...
Cuando la casa de las tablillas cerró, me marché a casa. / Recité a mi padre mi...,
le he leído mi tablilla. Mi padre estaba conforme...
Después de haberme levantado a la madrugada, / he mirado a mi madre y
le he dicho: --¡Dame mi desayuno!; / quiero ir a la casa de las tablillas.
Mi madre me dio dos panes de la padilla, / y yo apagué mi sed ante sus ojos.
--¡Dame mi desayuno! / Luego fui a la casa de las tablillas.
En la casa de las tablillas, el encargado de la vigilancia me dijo:
--¿Por qué llegaste tan tarde? / Me dio miedo, mi corazón latía con fuerza,
me presenté ante el maestro, quien me indicó mi lugar.
Mi “padre de la casa de las tablillas” leyó mi tablilla,
se enojó (?) a causa de ello y me golpeó...

[uno de los poemas didácticos, texto de un padre agradecido]


Hist. Cult. I. Selec. de textos. 83
El hijo de la casa de las tablillas le tomó de la mano (evidentemente al maestro) y se presentó
a él (al padre),
puso todo lo que había aprendido en la casa de las tablillas / en las manos de su padre.
Su padre, lleno el corazón de alegría, dijo al “padre de la casa de las tablillas” (al maestro) las
agradables palabras:
--Ayudas a mi hijo a progresar, lo introduces en la ciencia, /
le enseñas las sutilezas del arte de escribir.
En la casa de las tablillas le han enseñado los casos comprensibles del cálculo y de las cuentas.
2.- Le han parecido claras las cuestiones encubiertas de...
--Vertió como agua buen aceite en su aceitera,
le dio una túnica, le hizo un regalo, le puso un anillo en la mano...- cf. SCHMÖKEL, H.: op. cit.
pp. 131-132.
El primer Parlamento (Uruk, ca. 3000 a.C.)
Los enviados de Agga, hijo de Enmebaraggesi,
Partieron de Kish para presentarse ante Gilgamesh en Uruk.
El señor Gilgamesh ante los ancianos de su ciudad / Llevó el asunto y les pidió consejo:
“¡No nos sometamos a la casa de Kish, / ataquémosles con nuestras armas!”
La asamblea reunida de los ancianos de su ciudad / Respondió a Gilgamesh:
“¡Sometámonos a la casa de Kish, / no la ataquemos con nuestras armas!”
Gilgamesh, el señor de Kullab, / Que realizó heroicas hazañas por la diosa Inanna,
No aceptó en su corazón / las palabras de los ancianos de su ciudad.
Poe segunda vez, Gilgamesh, el señor de Kullab, / Ante los combatientes de su ciudad
llevó el asunto y les pidio consejo: / “¡No os sometáis a la casa de Kish!
¡ataquémosla con nuestras armas!” / La asamblea reunida de los combatientes de su ciudad
Respondió a Gilgamesh: / “¡No os sometáis a ka casa de Kish!
¡ataquémosla com nuestras armas!” / Entonces Gilgameshm, el señor de Kullab,
Ante este consejo de los combatientes de su ciudad,
sintió alegrarse su corazón, esclarecerse su alma”.

El primer ideal moral (Lagash, s. XXIV a.C.).


La que conoce al huérfano, la que conoce la viuda, /
La que conoce la opresión del hombre por el hombre, / La que es la madre del huérfano.
Nanshe se cuida de la viuda, / Hace que se administre (?) justicia (?) al más pobre (?).
Ella es la reina que atrae al refugiado a su regazo, / Y la que encuentra un refugio para el débil.
cf. KRAMER, S. N.: op. cit. pp. 82-83, 159.

Los abusos sociales en Lagash, según Urukagina


Los bueyes de los dioses fueron usados para regar los campos prestados al ensi, los buenos
campos constituían el feudo, el lugar de alegría del ensi. Los sacerdotes se apoderaron de los asnos
y de los bueyes hermosos, el grano lo distribuían los sacerdotes entre la gente del ensi. El
sacerdote de cualquier lugar se apoderaba en el huerto de la madre de un pobre de los árboles y se
llevaba los frutos. Cuando un difunto era puesto en el sepulcro, el sacerdote se llevaba como
bebida siete urnas de cerveza, 420 panes y 120 sila de grano como comida, un vestido, un cabrito y
un lecho.
Las reformas de Urukagina (ca. 2350 a.C.)
Cuando Ninguirsu, el guerrero de Enlil, confirió a Urukaguina el reinado de Lagash... restauró
éste las antiguas disposiciones... Abolió el inspector sobre el tributo pecuniario a causa de una
oveja blanca, de un cordero. Alejó los inspectores de contribuciones que los sacerdotes llevaban al
palacio... en los límites del territorio de Ninguirsu ya no hubo más inspectores. Cuando un difunto
era puesto en el sepulcro, el sacerdote tomaba para sí tres urnas de cerveza como bebida, ochenta
panes como comida, un lecho y un cabrito... En ninguna parte el sacerdote entró más en el huerto
de la madre de un pobre. Cuando a un súbdito del rey le nacía un buen asno y su jefe le decía:
Quiero comprártelo; en ese caso, si está de acuerdo en venderlo, ha de decirle: Págame tanto
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 84
dinero como me parezca bien... Así lo estableció, y liberó (de esta manera) a los habitantes de
Lagash de sequía, robo y asesinato. Urukaguina concertó este pacto con Ninguirsu.

Destrucción de Lagash (en el séptimo año de Urukaguina)


La gente de Umma ha incendiado el..., saquearon la plata y las piedras preciosas, derramaron
sangre en el santuario de Enlil y en el santuario de Baba y..., tomaron el grano del campo de
Ninguirsu en lo cultivado. Las gentes de Umma, al asolar Lagash, han cometido un pecado contra
Ninguirsu. El poder que se les ha dado les será tomado. No hay pecado de parte de Urukaguina,
2.- rey de Guirsu. Pero en cuanto a Lugalzagguesi, ensi de Umma, ¡que su diosa Nisaba lleve este
pecado sobre su cabeza! / cf. SCHMÖKEL, H.: op. cit. pp. 87-89.

Elegía de Ibbisin (quinto y último rey de Ur III, “retirado” en 1955 a.C.)


El viento, para cambiar el ritmo de los días
y borrar la ley, como un huracán se ha desencadenado.
Derribó el antiguo justo orden de Súmer; / se acabó el tiempo de los buenos gobernantes.
En ruinas yacen ahora las ciudades del país, / y vacíos están los rediles y los apriscos.
¿Dónde están los pesados bueyes tras las rejas, / dónde las ovejas que parían aquí corderos?
Volviese amarga el agua de los canales, / y ralo césped cubre el campo de labor;
la llanura solo da malezas... / La madre ya no cría hijos,
el padre no llama ya tiernamente a la esposa,
ni lanza gritos de alegría la amada en los brazos del amado..
El regazo de la madre no mece a los hijos,
y han enmudecido también las canciones de cuna de la niñera.
En lugar extraño está ahora el trono del rey, / ¿dónde puede hallarse la sentencia justa?
El poder pasó a tierra extranjera, / a la que se mira con la cerviz doblegada.
La sentencia de los dioses abolió las leyes, / pues An contempló airado a sus países,
y la mirada de Enlil se dirigió benigna a los enemigos. / Sí, Nintu ha renegado de su propia obra,
hasta a las corrientes les dio Enki nuevo curso: / así lo decretaron An y Enlil...

Se expulsó a los hombres de la patria / y se los llevó a los países de los enemigos;
al poniente los escarnecen los subareos. / Elam en el Este los cubre de ignominia.
¡Ay! El rey de Súmer salió del palacio, / Ibbisin marchó al país de los elamitas,
hacia regiones lejanas en los límites de Anshan / y se asemejó al pájaro cuyo nido se destruye,
al extranjero que ya no verá más su patria.

Las yermas riberas del Éufrates y del Tigres / no dejan crecer más que malas hierbas.
Ningún hombre se atreve a pasar por las calles, / atemorizado se acurruca en la ciudad de ruinas,
en la que solo moran la miseria y la muerte. / La azada huelga en los campos de cultivo
el pastor no lleva las ovejas a pastar, / vacios están los establos donde moraban las vacas,
ni leche ni grasa se saca de ellas, / la oveja se olvidó totalmente de parir.
Muera está la caza que saltaba a través de la estepa, / los animales no hallan lugar de descanso,
el estanque ha sido saqueado y hay cañaverales por doquier.
Pisoteados fueron los bien cuidados huertos,
se marchita el áebol frutal y el esplendor de los jardines.

Así han determinado An y Enlil el destino. / La palabra de An ¡quén la echa por tierra!
¡Y quién puede cambiar los designios de Enlil! /
Oh Súmer, país del terror, donde los hombres tiemblan; / el rey se fue, y sus hijos lloran.
(de probable composición tardía, ca. los siglos XX a XVII a.C.).- cf. SCHMÖKEL, H.: op. cit.
pp. 106-107.
Los primeros “paralelos” con la Biblia
Para el descifrador de tablillas, el traductor de textos cuneiformes, resulta apasionante seguir la
trayectoria de las ideas y de las obras a través de esas viejísimas civilizaciones de los sumerios a
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 85
los babilonios, a los asirios, a los hititas, a los hurritas y a los arameos. Es evidente que los
sumerios no ejercieron ninguna influencia directa sobre los hebreos, ya que aquellos habían
desaparecido mucho antes de la aparición de estos últimos, pero no hay ninguna duda de que los
sumerios influyeron profundamente sobre los cananeos, antecesores de los hebreos en Palestina.
Así es como pueden explicarse las numerosas analogías existentes entre los textos sumerios y
algunos de los libros de la Biblia. Estas analogías no son aisladas, sino que, a menudo, aparecen
“en serie”, [...]; se trata, pues, de un verdadero paralelismo.
2.- Daré un primer ejemplo [...], tomando como punto de partida el poema mítico sumerio
titulado: Enki y Ninhursag. [...] Su tema es el del “paraíso”, pero no del paraíso terrenal, en el
sentido en que se entiende en la Biblia, sino del paraíso que fue concebido y arreglado por los
dioses mismos y para ellos en la tierra de Dilmun [al sudoeste de Persia?].
[...]. Es un país “puro”, “limpio” y “brillante”, un “país de los vivientes”, donde no hay ni
enfermedad ni muerte. [...] /
Sin embargo, le falta algo a Dilmun: el agua fresca, indispensable a los animales y a las plantas.
Enki, el gran dios sumerio del agua, ordena por consiguiente, a Utu, el dios del sol, que haga surgir
agua fresca de la tierra para regar abundantemente el suelo. Dilmun se transforma así en un
ubérrimo jardín, en el que los huertos alternan con las praderas. Ninhursag, la gran diosa-madre de
los sumerios, que probablemente es el origen de la “Tierra-Madre”, ha hecho crecer ocho plantas
en ese paraíso de los dioses, después de haber dado a luz a tres generaciones de diosas,
engendradas por [Enki] el dios del agua. Por otra parte, no se entiende muy bien el sentido de ese
complicado proceso, pero el poema insiste en él, y además subraya el hecho de que esos partos
hubieran tenido lugar sin dolor.
Después de haber nacido las otras diosas por un procedimiento idéntico [al de la primera],
Ninhursag crea las ocho plantas. Pero Enki, curioso, sin duda, de conocer su labor, las hace
recoger por su mensajero Isimud. Éste las presenta a su señor, el cual se las come una tras otra. [...]
/ Pero a Enki le sale mal la broma, porque Ninhursag, montando en cólera, le maldice y le condena
a muerte, y, a continuación […] abandona a los dioses y desaparece. / […]
En consecuencia, la salud de Enki empieza a declinar: ocho partes de su cuerpo se ven atacadas
de enfermedad. […] los grandes dioses, abrumados, entristecidos y enlutados, […]. .
Ninhursag regresa junto a los dioses. A su llegada, Enki se encuentra pésimamente. Ninhursag
hace que se siente a su lado y le pregunta cuáles son las partes de su cuerpo que le hacen sufrir.
Enki las enumera, y entonces, Ninhursag crea ocho divinidades para curar las ocho
enfermedades. / [...] / “Hermano mío, ¿dónde te duele?
-- Mi costilla me duele.
-- A la diosa Ninti he dado a luz para ti”.
Un análisis más meticuloso nos conduce a una comprobación aún más asombrosa, la cual nos
proporciona la explicación de uno de los enigmas más embarazosos de la leyenda bíblica del
paraíso, el que plantea el famoso párrafo en donde se ve cómo Dios forma la primera mujer, la
madre de todos los hombres, de una costilla de Adán (Génesis, II, 21). ¿Por qué una costilla? Si se
admite la hipótesis de una influencia de la literatura sumeria (de este poema de Dilmun y de otros
semejantes) sobre la Biblia, las cosas se aclaran mucho. En nuestro poema, una de las partes
enfermas del cuerpo de Enki es precisamente una “costilla”. Ahora bien, el nombre sumerio de
costilla es ti. La diosa creada para curar la costilla de Enki se llama Ninti, la “Dama de la costilla”.
Pero el vocablo sumerio ti significa igualmente “hacer vivir”. Los escritores sumerios, haciendo un
juego de palabras, llegaron a identificar la “Dama de la costilla” con la “Dama que hace vivir”. Y
este retruécano, uno de los primeros de la historia, pasó a la Biblia, donde, naturalmente perdió
todo su valor, ya que en hebreo, las palabras que significan “costilla” y “vida” no tienen nada en
común.
Fue en 1945 cuando descubrí esta explicación. Más tarde me di cuenta de que la hipótesis a que
había llegado yo por mis propios medios ya había sido sugerida treinta años antes por un gran
asiriólogo francés, Vincent Schell, como me lo notificó el orientalista norteamericano William
Albright, el cual hizo publicar mi trabajo. Ello no hace más que prestarle mayores probabilidades
de veracidad.- KRAMER, S. N.: op. cit. pp. 211-212, 215-217.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 86

LA TIERRA NEGRA. Factores geográficos de Egipto


La mayor parte de las personas que visitan Egipto advierten claramente la naturaleza
excepcional del clima y de la topografía del territorio que se extiende a lo largo del Nilo. Vienen
de países de precipitaciones normales, donde las praderas se extienden desde el valle hasta la
colina sin interrupción, y donde las nubes pueden ocultar durante días y días el sol, la luna y las
estrellas. Vienen de países en que los caminos pueden extenderse en cualquier dirección. Sus
2.- expectativas, en cuanto al terreno o al tiempo se refiere, han tenido en cuenta gran variedad de
probabilidades: han mirado hacia las cuatro direcciones del cuadrante; han visto llover en marzo o
en agosto; [...]. Y ahora se encuentran con que Egipto es una tierra esencialmente sin lluvias,
estrechamente confinada a las riberas del Nilo, y por consiguiente restringida a un solo eje que va
de Norte a Sur. Hallan los contrastes más acentuados entre la pradera de orillas del río y el desierto
elevado. El contraste entre la fértil tierra negra y las arenas rojas del desierto está marcado por un
margen definido, que es el límite extremo a que pueden llegar las aguas del Nilo. Es posible tener
un pie en el fecundo suelo aluvial y el otro en las arenas privadas de toda vida. [...]
A causa de este dramático contraste entre el desierto y las tierras de sembradío, todos repetimos
con Herodoto que Egipto es un regalo del Nilo. [...]
Una labor incesante es la responsabilidad que deja sobre los hombros del labriego egipcio el
gran regalo del Nilo. [...] antes de que el hombre hubiese introducido un sistema de irrigación. [...]
Todos los veranos, la inundación se extendería superficialmente y sin obstáculos, rebasando los
pantanos de las orillas, se secaría rápidamente. El desierto rojo descendería hasta mucho más cerca
del río, cuyas orillas estarían bordeadas por una verdadera maraña de charcas y fangales y
cubiertas de espesuras de juncos y matorrales, y la profusión de aves acuáticas y terrestres
ofrecería caza abundante a las pequeñas bestias que también pululaban. Que esta selva ribereña
existió antes de que el hombre desecase los pantanos y llevase el agua hasta el pie de las colinas,
está demostrado por representaciones gráficas de los tiempos históricos. [...]
De esta suerte, el egipcio primitivo estaba encerrado entre las invasoras arenas del desierto y la
enmarañada selva ribereña. Para ganar permanentemente algún terreno, tenía que desecar y
desarraigar la selva, y todos los años debía empujar el agua contra las sedientas arenas del desierto.
Era éste un trabajo duro, y probablemente constituyó un esfuerzo lento y tenaz durante miles de
años en los tiempos prehistóricos. En realidad, antes de los tiempos históricos no poseemos
pruebas claras de ninguna obra de irrigación verdaderamente importante [...].
El Nilo impuso al egipcio otra obligación. Las inundaciones del río no son precisas ni en cuanto
al tiempo ni en cuanto al volumen de las aguas, y el hombre tiene que estar alerta ante tan irregular
conducta. En particular, el volumen de agua es asunto de seria preocupación. Unos pocos
centímetros de diferencia en el nivel máximo separan al Nilo normal del hambre y de la
destrucción tumultuosa. En los tiempos modernos, antes de haber sido construido el pantano de
Assuan, un Nilo crecido con la Primera Catarata unos siete u ocho metros sobre un nivel cero,
significa una buena inundación normal, que puede aprovecharse fácilmente y hacerla cubrir una
extensión bastante para producir cosechas abundantes. Una crecida inferior a la indicada en menos
de un metro significa cosechas insuficientes y un año de necesidades. Una diferencia de metro y
medio –el 80 por ciento de lo normal- significa un hambre fatal y muchas víctimas durante un año.
También es un peligro la inundación demasiado alta. Los niveles de los canales y de los diques
protectores están calculados para una inundación normal; poco más de treinta centímetros sobre lo
normal significa ya daños importantes para aquellas obras; una crecida de nueve metros –el 20 por
ciento sobre lo normal- destruiría diques y canales y derribaría aldeas enteras hechas de adobes. La
leyenda de los siete años de abundancia y los siete de escasez no era una fantasía en Egipto, sino
que era siempre una posibilidad amenazadora. El margen entre la vida abundante y la muerte por
hambre era muy estrecho. Se hacía necesaria una vigilancia constante sobre la irregular conducta
del río que traía la vida, y únicamente un gobierno bien ordenado podía ejercer esa vigilancia en
todo el país. También en esto imponía duras obligaciones el regalo del río.
Otro factor ambiental que requiere nuestra atención es el aislamiento físico de la tierra de
Egipto. El valle del Nilo es un tubo cerrado contra todo contacto externo importante. A oriente y
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 87
occidente del valle se extienden desiertos impracticables, que pueden ser atravesados por pequeñas
caravanas de mercaderes, pero que constituyen barreras insuperables para movimientos en masa.
[...] Las comunicaciones terrestres por oriente y occidente representan de cinco a ocho días de
viaje en caravana por el desierto, [...].
También había obstáculos para las comunicaciones por agua. El hombre prehistórico, con sus
frágiles embarcaciones y su falta de experiencia en la navegación, no podía aventurarse a cruzar el
Mediterráneo. Los mismos egipcios construían lanchas para el Nilo y las adaptaban
2.- inadecuadamente para el mar. Los botes primitivos tenían que bordear las costas en busca de
protección y de orientación. [...]
[...] El Alto Egipto tiene sólo una anchura de siete a treinta y dos kilómetros; está siempre al
alcance inmediato del Nilo y en contacto directo con los desiertos acantilados que lo encierran; no
tiene más que un eje Norte-Sur. El bajo Egipto pierde ese eje y sus amplias extensiones se dilatan
en todas direcciones y se pierden de vista. [...] Lo mismo en los tiempos antiguos que en los
modernos, las dos regiones hablan dialectos muy diferentes y ven la vida con perspectivas
distintas. Verdaderamente, eran “las Dos Tierras” en que se diferenciaba una sola tierra.-
WILSON, John A.: La cultura egipcia. 3. ed. México-Buenos Aires, FCE. (c1964). (Breviarios,
86). pp.23-29, 33-34.
LOS ORÍGENES DE EGIPTO (ca. 8000-3000 a. C)
Cuando a fines del cuarto milenio a. de C. o a comienzos del tercero aparecen sus primeros
documentos escritos, parece que la civilización egipcia está ya constituida en la forma en que
perdurará durante tres milenios. De esta manera se comprende la importancia que para el
historiador de Egipto presenta el período de formación de esta cultura. En efecto, durante este
período es cuando se formaron la lengua, la escritura, la religión, las instituciones y el arte y
cuando, por último, se preparó la unidad política del país.
Desgraciadamente, el período de formación de la civilización egipcia, aunque es uno de los más
importantes, es también uno de los más oscuros. Apenas si estamos informados sobre los aspectos
más generales de su desarrollo. Dos clases de fuentes han permitido arrojar un poco de luz sobre el
final de esta época. Se trata, por una parte y sobre todo, de las fuentes arqueológicas extraídas de
las excavaciones, y, por otra, de los textos recogidos por los mismos egipcios en una época muy
posterior a los acontecimientos, hacia el 2300 a. de C.
La historia de los orígenes de Egipto se pueden dividir en tres grandes épocas: el final del
Paleolítico y el Mesolítico (hacia el 8000-5000 a. de C.), el Neolítico (hacia el 5000-3800) y la
época predinástica (hacia el 3800-3000). / [...]
II. El Egipto neolítico. / Con la época neolítica, en el quinto milenio a. de C., se producen
grandes cambios en el valle del Nilo. El clima, continuando su desecamiento, se va aproximando
ya al clima actual. [...] /
Gracias al descubrimiento bastante reciente del procedimiento del Carbono 14 (o radiocarbono),
basado en la desintegración progresiva de una parte del carbono contenido en toda materia
orgánica recogida en el curso de las excavaciones, se ha podido establecer un esquema cronológico
aproximado, a veces discutible, del Neolítico egipcio. Los yacimientos del Fayum A son los más
antiguos y datan del 4440 + 180 años a. de .C. [...] /
Los grupos humanos del Fayum A, como los de Merimde-Beni-Salameh, consagran una parte
importante de su actividad a la agricultura y a la ganadería. Se han encontrado hoces de sílex, con
el corte lustrado por el uso, y silos, algunos de los cuales contenían todavía granos. Estaban
formados por cestas de mimbre revestidas de arcilla y hundidas en el suelo. Este descubrimiento
nos ha permitido establecer que los egipcios del Neolítico más antiguo conocían ya el trigo, la
cebada, el alforfón y el lino, hecho que denota una experiencia agrícola anterior a los comienzos
del Neolítico. Se practicaba habitualmente la cría de ganado, se han encontrado en los yacimientos
osamentas de bueyes, cabras, ovejas, cerdos y perros. Se conocía el tejido, como atestiguan los
husos de cerámica e incluso los trozos de tela encontrados en el Fayum y en Merimde-Beni-
Salameh. Por último, el trabajo del cuero completaba el tejido. La alfarería, todavía tosca, se
convierte en elemento de uso corriente.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 88
Aunque granjeros, los habitantes de los poblados no renuncian a la actividad propia de las tribus
mesolíticos; la pesca y la caza, como demuestran las puntas de arpones de hueso y las flechas de
sílex encontradas en las chozas, completaban con éxito el trabajo agrícola. La caza del hipopótamo
podría haber revestido una importancia particular: posiblemente fuera un acto ritual a la par que
utilitario.
Los hombres vivían en chozas redondas u ovaladas, a veces parcialmente excavadas en el suelo,
y agrupadas en poblados. En Merimde-Beni-Salameh, así como en los poblados del Fayum A, se
enterraba a los muertos en los mismos asentamientos, como si el individuo fallecido siguiese
2.- participando en las actividades del grupo; los granos dispuestos en las proximidades de la
cabeza confirman la existencia de una creencia en una vida de ultratumba. /
[…] Pero pronto se inhuman en verdaderos cementerios, retirados de los núcleos habitados.
Están acostados sobre el lado izquierdo, en flexión embrionaria, la cabeza dirigida hacia el sur y el
rostro mirando al oeste. Esta orientación también indica la creencia en una vida del más allá y nos
prueba la existencia de ritos de inhumación, confirmados además por la presencia de un ajuar
funerario. / […]
III. El Egipto predinástico./ [...] En el estado actual de nuestros yacimientos, el predinástico
antiguo está, pues, constituido esencialmente por la cultura llamada Amratiense, según el
yacimiento de el-‘Amrah, próximo a Abydos (Ebodu), en el límite entre el alto y el medio Egipto.
En ese lugar es donde ha podido ser distinguida con precisión, tanto del Badariense que la precede
como del Gerzeense que la va a suceder. / [...]
El Amratiense, como el Badariense, empleó abundantemente las paletas para triturar la pasta, a
base de galena y malaquita, que servía para maquillar los ojos. Sobre estas paletas aparecen los
primeros signos de escritura jeroglífica, y ciertos indicios tienden a sugerir que fue precisamente
durante el período Amratiense cuando se comenzó a elaborar el sistema jeroglífico. Por ejemplo, la
maza de cabeza troncocónica es el arma típica del egipcio de esta época; esta arma, abandonada
después del Amratiense, se perpetuará como signo fonético en el sistema jeroglífico. / [...]
IV. El predinástico medio o Gerzeense. / Uno de los rasgos más importantes del Gerzeense es
el desarrollo de la religión funeraria. Las tumbas, siguiendo sin duda la evolución de las viviendas
humanas, cesan paulatinamente de ser ovales para convertirse en rectangulares, y están compuestas
por numerosas cámaras. Los cambios en la posición del cadáver parecen indicar una evolución de
las creencias religiosas: desde este momento el cuerpo está dispuesto, muy a menudo, con la
cabeza hacia el norte y la cara vuelta hacia oriente, ya no hacia occidente.
[...] Finalmente, así como el arma característica del Amratiense era la maza troncocónica, la del
Gerzeense es la maza en forma de pera, que también figurará en el sistema jeroglífico.
[...] El oro es más frecuente, y la metalurgia en general progresa, [...]. Este progreso técnico
explica el desarrollo de la estatuaria en piedra que, a su vez, nos remite a los principios de la
religión; en efecto, es difícil no ver en un halcón de piedra el antepasado del dios Horus, el más
antiguo de los dioses egipcios, ni en una cabeza de vaca la primera figuración conocida de la diosa
Hathor. / […]
V. El predinástico reciente o Gerzeense reciente, a veces llamado Semainiense.
A partir del momento en el que el Gerzeense se difunde por el norte, su influencia se extiende
simultáneamente hacia el sur, y contemplamos cómo la cultura amratiense desaparece
paulatinamente en el sur para dar lugar a una cultura mixta que combina rasgos amratienses con
rasgos puramente gerzeenses. De esta forma los egipcios del valle alto abandonan su cerámica
bicolor para adoptar la de sus vecinos septentrionales. Esta desaparición es progresiva, lo que
indica que no hubo una sustitución brusca de la cultura. Mejor sería hablar de penetración y de
mezcla, que no se manifiestan sólo en la cerámica, sino que se extienden a otros objetos
característicos. Así la maza de cabeza piriforme, típica del centro septentrional, va reemplazando
en el alto Egipto a la maza de cabeza troncocónica.
Llegamos por fin al momento en que las fuentes escritas permiten completar, hasta cierto punto,
a las fuentes arqueológicas. Aunque compuestas en una época muy posterior a los sucesos de los
que hacen mención, dan una idea de la organización política existente a principios del Gerzeense,
pero no hay que olvidar que esta reconstrucción es hipotética.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 89
Ateniéndonos a los textos parecería que, justo al iniciarse el predinástico reciente y quizá ya a
fines del predinástico medio, la ciudad más poderosa del sur hubiese sido Ombos (en egipcio,
Nubet), cerca de Naqada, es decir, en pleno corazón de la cultura amratiense. Su dios fue Seth. Los
mismos textos dejan suponer que una lucha enfrentó entonces al dios Seth con Horus, dios-halcón
adorado en el norte, en Behedet, ciudad que debía estar situada en el Delta y, por lo tanto, en el
centro de la civilización gerzeense. Al final del Amratiense, Egipto estaba, pues, dividido en dos
zonas, hecho confirmado por la arqueología, dominadas respectivamente por Ombos y su dios Seth
en el sur, y por Behedet y su dios Horus, en el norte.
2.- Fundándose en diversos indicios, se ha propuesto la hipótesis de que la lucha entre Seth y
Horus, y por tanto entre Ombos y Behedet, habría concluido con la victoria del norte, y que
entonces se habría creado un primer reino unificado que tendría su capital en Heliópolis, ceca del
actual El Cairo. Esta unificación se traduciría arqueológicamente por la extensión del material
gerzeense sobre todo de cerámica, en el ámbito del Amratiense, pero políticamente sólo habría
tenido una duración muy corta. El sur habría recuperado su libertad y, una vez asimilada la cultura
de su enemigo septentrional, se volvería contra él. Esta lucha va a ocupar gran parte del período
predinástico.
En este momento se producirá un cambio en la dirección política de los dos reinos o
confederaciones rivales. La capital del norte no será ya Behedet, sino Buto, en el Delta occidental,
y la del sur pasará de Ombos a el-Qab. Este nuevo reparto de fuerzas marca el comienzo de la
realeza faraónica tradicional; incluso en la época clásica los faraones conservarán entre sus títulos
el nombre de las dos divinidades que entonces dominaban Egipto, la diosa serpiente Uadjet de
Buto y la diosa buitre Nekhbet de el-Qab, de las que se consideraban herederos legítimos.
Un monumento, fragmentario por desgracia, conocido con el nombre de Piedra de Palermo (ya
que la mayor parte de este documento se conserva en esta ciudad), nos da algunos datos sobre este
período. Se trata de los anales de los reyes de Egipto, grabados sobre una tableta de diorita negra.
Fueron redactados en la V Dinastía, unos siete siglos después de iniciarse la monarquía
centralizada. Presentan, antes de los nombres de los faraones del Egipto unificado, dos series de
personajes: unos van tocados con una corona roja y otros con una corona blanca. En la época
clásica estas coronas simbolizaban respectivamente el bajo y el alto Egipto. Así, pues, los
compiladores de los anales de Palermo conocían, hacia el año 2500 a.C., los nombres de los
soberanos que habían reinado sobre el Egipto dividido del predinástico reciente. El azar ha querido
que la parte del monumento que llevaba estos nombres haya sido la más dañada: sólo se han
conservado siete nombres de los soberanos del bajo Egipto en una lista que, intacta, debía
consignar por lo menos 15, y de los nombres contemporáneos del alto Egipto sólo se han
conservado cinco. ¿Sobre qué documentos se apoyaron los analistas de la V Dinastía para
establecer esta lista de los reyes predinásticos? No lo sabemos. ¿Recogieron una tradición oral o
utilizaron listas o anales todavía más antiguos? En este último caso, la escritura podría existir
desde el comienzo del predinástico reciente, lo que no es imposible a priori.
En el predinástico reciente, aunque Egipto estuviera políticamente dividido, existe una unidad
evidente en la cultura, tanto desde el punto de vista material como espiritual. El dios Horus se
adoraba en una y otra parte de la frontera, y tanto los reyes del norte como los del sur se
consideraban como sus “servidores” o sus “seguidores” (Shemsu Hor).
Aunque la vida material no cambió apenas entre el predinástico medio y el predinástico reciente,
el arte y la técnica continuaron progresando [sic. la técnica ¿el arte? ¡evolucionando! ¡no?]. La figura
humana que había aparecido tímidamente en el arte se convirtió en un tema frecuente. La pintura
mural hace su aparición en Hieracómpolis, las paletas de afeites de esquisto empiezan entonces a
decorarse. La técnica del grabado en relieve, que también aparece ahora, parece haber tenido su
origen en el trabajo del marfil, cuyos primeros ensayos se encuentran en el período Badariense. La
cultura material del predinástico reciente se conoce bastante bien, pero, por el contrario, no se sabe
ni la duración ni los acontecimientos de la lucha que enfrentó en aquel tiempo al norte y al sur.
Sólo se conoce el resultado de dicha contienda: la victoria del sur, gracias a una serie de
documentos que se remontan al fin del predinástico reciente.
VI. El final del predinástico reciente y la unificación de Egipto (época pretinita).
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 90
Todavía no se ha establecido la cronología del predinástico reciente. Se ha estimado en un
período de cincuenta a doscientos años el lapso de tiempo que se desarrolló entre el fin de esta
época y el principio de la época histórica. […].
[…] Es, de hecho, una civilización en regresión sobre el resto del predinástico.
Se encontraron varias mazas y paletas en el templo primitivo de Hieracómpolis; esto indica que
un poco antes de la unificación la capital del sur fue trasladada de el-Qab, donde se encontraba a
principios del predinástico reciente, a Hieracómpolis, muy cerca de el-Qab, sobre la orilla opuesta
del Nilo. Hieracómpolis, en egipcio Nekhen, se conoce por los textos clásicos como el lugar de
2.- origen de los “espíritus de Nekhen”, que no son otros que los reyes del alto Egipto divinizados;
los del norte se llamaban “espíritus de Pe” (Pe=Buto), lo que indica que la capital del norte seguía
siendo Buto. Los griegos dieron a Nekhen el nombre de Hieracómpolis porque el dios local de
Nekhen era un halcón; los primeros excavadores del yacimiento conservaron el nombre helénico.
Uno de los objetos más importantes hallados en el templo de Nekhen es una maza piriforme que
representa a un rey tocado con la corona del alto Egipto, ocupado en un rito fundacional; por
encima de esta escena están esculpidas unas especies de horcas o lazos dominados por símbolos
que, como sabemos, indican los nomos o provincias. De estas horcas penden tanto aves como
arcos. Como sabemos por los monumentos posteriores, las aves simbolizan una clase de la
población egipcia y los arcos los países extranjeros de rodeaban a Egipto. Así se llegó a deducir
que los nomos del sur, representados por los símbolos situados sobre las horcas, habían vencido a
una coalición de egipcios y extranjeros (figurados por las aves y los arcos suspendidos de las
horcas). Estaban dirigidos por un rey del sur cuyo nombre se escribía mediante el símbolo de un
escorpión.
La victoria del rey Escorpión sobre los otros egipcios, que no podían ser otros que los egipcios
del norte, está confirmada por un segundo objeto de los hallados en Hieracómpolis: una magnífica
paleta de esquisto donde un rey llamado Narmer, tocado por un lado con la corona del alto Egipto
y por otro con la del bajo Egipto, está representado en actitud de herir a los enemigos del norte y
de inspeccionar sus cadáveres decapitados.
A partir de estos dos objetos, “la maza del rey Escorpión” y “la paleta del rey Narmer”, parece
fácil reconstruir el esquema de los sucesos: el penúltimo rey del sur de la época predinástica, el rey
Escorpión, habría comenzado la conquista del reino de Buto, pero no llegó a terminarla. Su
sucesor, el rey Narmer, concluyó esta obra y se ciñó la doble corona del norte y del sur, señalando
el fin de la prehistoria egipcia.
[…]Es muy posible, casi seguro, que la victoria del sur sobre el norte no se consiguiera en una
sola vez; hay que recordar con este motivo que la Piedra de Palermo intercala entre las
representaciones de los reyes predinásticos del sur y del norte algunas figuras de soberanos que ya
llevan la doble corona del alto y bajo Egipto. ¿Están Narmer y el rey Escorpión entre estos reyes
que han reinado temporalmente sobre todo Egipto? Una conclusión se impone: no se puede fijar
una fecha única para el fin del período predinástico; el suceso debió abarcar varias generaciones.
VII. Conclusiones acerca de los orígenes de Egipto. / [...] Del hecho de que los sumerios
hayan conocido la escritura un poco antes que los egipcios (lo que no se puede afirmar, porque la
cronología es muy incierta) no se debe deducir que los habitantes del valle del Nilo hayan tomado
necesariamente el principio de la escritura de Mesopotamia. Todo parece indicar, por el contrario,
que la escritura se descubrió separadamente, tanto por los egipcios como por los sumerios.
Al final del predinástico reciente, como atestiguan la maza del rey Escorpión y la paleta del rey
Narmer, Egipto está ya en posesión de un sistema de escritura y de una organización política
sólida. La unificación permanente del sur y del norte marca el final de los tiempos prehistóricos y
el principio de la historia egipcia propiamente dicha [...].- VERCOUTTER, Jean: “Los orígenes de
Egipto (Desde el paleolítico superior hasta el final de la época predinástica, 8000-3000 a. de C.,
aproximadamente)”; en: CASSIN, E. y otros: op. cit.; pp. 181, 183-186, 190-198, 201. (Historia
universal, 2).
LOS PUEBLOS DE ASIA MENOR
[...] Asia Menor ya era, como lo ha sido siempre, una zona donde se mezclaban las razas; [...].
Los griegos solo tenían una remotísima idea de los hittitas, a los cuales casi todos habían perdido
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 91
de vista fuera de las referencias en la Biblia que no se comprendían realmente. Hubo que aguardar
a 1900 para saber que los hittitas habían gobernado en cierta época desde el Eufrates al Egeo, y
constituyeron una gran potencia con ciudades poderosas. En una de éstas, llamada por los turcos
modernos Boghaz-keui, se encontró un archivo completo, lleno de documentos escritos en tabletas
de arcilla, que resultaron ser correspondencia diplomática en ocho idiomas. […];- GLOVER, T.R.:
op. cit. p. 79.

2.- FUNDACIÖN DEL ESTADO HITITA


Hasta fines del siglo pasado [el XIX] el nombre de hitita (khitita) se conocía solamente a través
del Antiguo Testamento, y con él se designaba a uno de los pueblos establecidos en Palestina. La
cita más interesante en este sentido se halla en Génesis 23, donde se relata que Abraham compró a
los hititas (hijos de Heth), en calidad de extranjero, una tumba hereditaria cerca de Hebrón, en el
país de Canaán.
Asia Menor es el ámbito histórico en el que se desarrolló la historia de los hititas, condicionada
al principio por las características geográficas de esta península, pero que más tarde, al extenderse
el imperio hitita hacia el sureste, desbordará sus límites.
Asia Menor es el eslabón que une el Próximo Oriente con el mundo egeo, como confirman las
estrechas relaciones culturales que ya existían en la prehistoria y en la Edad Antigua entre ambos
mundos. Las excavaciones realizadas en los últimos años por J. Mellaart en Çatal- Hüyük (llanura
de Konya), que por primera vez han revelado una cultura urbana neolítica en Asia Menor,
estrechamente relacionada con Cilicia y la región del Eufrates, han abierto perspectivas
sorprendentes.
También ha sido importante el descubrimiento de una gran provincia cultural metalúrgica, de
finales del tercer milenio a.C., que abarca la Troade y Capadocia del Norte (excavaciones de
Alaca-Hüyük, Horoztepe).
Las relaciones del reino hitita de Asia Menor con Occidente durante el período histórico están
poco investigadas. Esto se debe, en parte, a que Asia Menor occidental y el mundo egeo
carecieron, a juzgar por nuestros conocimientos actuales, de escritura. Por tanto, es imposible
localizar las regiones y lugares de la parte occidental de la península que aparecen mencionados en
los textos hititas y hacerse una idea concreta de la constitución del estado hitita y de sus monarcas
a través de los documentos de la época.
Nuestra imagen de la cultura y de la historia hitita está, pues, determinada en gran medida por
sus relaciones con el sureste, donde se hallaba el centro de gravedad de la cultura urbana
babilónica, caracterizada por la escritura cuneiforme (recuérdese que su influencia llega hasta
Khalpa, Karkemish y Ugarit), donde se cruzaban, concretamente en Siria del norte, las grandes
arterias de intereses comerciales y políticos, que determinaban la historia del Próximo Oriente.
En la antigüedad, Asia Menor se insertaba en la comunidad del Próximo Oriente como
productor de materias primas: madera para la construcción, cobre y plata. Las primeras noticias de
ello están contenidas en un poema épico relativo a Sargón de Akkad (2340-2284). En esta “novela
histórica”, llamada Rey de la batalla, los comerciantes incitan al rey de Mesopotamia a la guerra
contra la ciudad de Burshakhanda, probablemente la misma Burushkhanda que más tarde los
textos de Kültepe presentan como una de las ciudades más destacadas de la antigua Asia Menor
[...] al sur del Lago de la Sal (Lago de Tuz). [...] /
Dejando a un lado los relatos legendarios de Sargón y Narämsïn de Akkad, el período histórico
se inicia en este territorio con la época de actividad comercial asiria y el hallazgo de los grandes
archivos comerciales de Kanish, junto a la actual Kültepe, al norte de Kayseri. Los estratos
inferiores, IV y III, de esta colonia carecen aún de documentos escritos y los pocos hallazgos
arqueológicos publicados sólo permiten establecer unas relaciones muy generales con Siria
septentrional. Sin embargo, el estrato II, en el que se han hallado centenares de cartas y
documentos, nos coloca en terreno histórico ya que en sus documentos se hace mención de Sargón
de Asur y de su sucesor Puzurashshur. Según la cronología media podemos situar este estrato y
sus documentos en el siglo XIX. [...]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 92
Además de una estrecha relación con la metrópoli, Asur; las cartas muestran las dimensiones de
la actividad comercial en Anatolia, [...]. / Según estos datos, Anatolia estaba dividida, de acuerdo
con su configuración geográfica, en ciudades-estado gobernadas por un príncipe o princesa; el
príncipe heredero ocupaba un alto puesto en la administración (con el título de “Gran señor de la
Escalera”). Naturalmente podemos suponer que estos reinos y territorios se combatían o aliaban, y
que podían alcanzar, como en el caso de Burushkanda, una cierta supremacía bajo un “gran
príncipe”. [...]
2.- Los ricos archivos de Ugarit nos trasmiten más datos sobre la situación política de la época: en
un tratado se establece que en caso de guerra del Gran Rey contra Khanigalbat (Mitanni), Egipto,
Karduniash (Babilonia), Alshe o cualquier otro enemigo, el vasallo está obligado a mantener su
palabra y prestar ayuda militar. Este vasallo, Niqmepa, acaba de subir al trono gracias a una
intervención de Murshili [II]. [...]
[...] las últimas órdenes escritas, que el Gran Rey [Shuppiluliyama] envió al rey de Ugarit apenas
habían llegado a su destino y habían sido copiadas para el archivo (en lengua y escritura de Ugarit)
cuando la catástrofe se desencadenó sobre la ciudad. Ramsés III relata desde Egipto, en su octavo
año [1175?]: “Los extranjeros se unieron en una conjuración. De pronto los estados desaparecieron
y fueron destruidos. Ningún país podía hacer frente a sus armas: Khatti, Kode, Karkemish,
Arzawa, Alashiya, fueron repentinamente segados”.
El rey egipcio venció con grandes dificultades a estos pueblos transhumantes que se
aproximaban a Egipto en carros tirados por bueyes y en barcos. Pero los países de Siria y Asia
Menor sucumbieron ante el repentino ataque provocado por la debilitación del poder hitita en
Anatolia suroccidental, las correrías de los grupos mercenarios y la presión ejercida por las tribus
fronterizas. […] Ignoramos si la caída del núcleo central de Khatti se produjo en ese momento, o
si, por el contrario, pudo aún mantenerse durante algún tiempo Khattusha o cualquier otra ciudad
en un segundo término. Las huellas del incendio de las ruinas de Bogazköy hacen muy probable la
total destrucción de la capital.- OTTEN, Heinrich: “Hititas, Hurritas y mitanios”; en: CASSIN, E.;
BOTTERO, J.; VERCOUTTER, J. (comps.): Los imperios del Antiguo Oriente, II. El fin del
segundo milenio. Madrid, Siglo XXI, (c1972). pp. 84-89, 132, 151. (Historia universal, 3).

INTRODUCCIÓN: GEOPOLÍTICA E HISTORIA DE LA CULTURA


Hacia mediados del segundo milenio tuvieron lugar en la historia del Próximo Oriente
importantes cambios étnicos, culturales y políticos que ejercieron una fuerte influencia sobre el
territorio sirio-palestino. En Siria y Palestina, divididas en innumerables pequeños estados
(herencia del sistema feudal de la época de los hicsos), penetraron en medida creciente hurritas e
indoeuropeos, los cuales se hicieron con el poder en la mayoría de las ciudades-estado, gracias a la
superioridad tecnológica y militar que debían en gran medida a la introducción del caballo como
animal de tiro de los carros de combate.
La nueva capa dominadora no-semita formó una simbiosis étnica y cultural con la población
básica semitaoccidental de los cananeos, superiores en número, Se mantuvieron la lengua y la
religión cananeas, pero los nuevos pueblos determinaron la cultura material y el orden social.
Por lo que se refiere a las transformaciones políticas, Egipto se convirtió en la potencia principal
en Siria y Palestina con la fundación del Imperio Nuevo, en el siglo XVI. Su hegemonía sobre los
territorios situados entre la frontera egipcia y la Siria media, es decir, más allá de la península del
Sinaí y el Canaán propiamente dicho, duró, con breves interrupciones, hasta mediados del siglo
XII. [...]
La historia de Siria y Palestina en la segunda mitad del segundo milenio consiste en una serie
ininterrumpida de expediciones de conquista y medidas de represión de las grandes potencias
contra sus habitantes y, además, en una lucha constante entre esas mismas potencias para mantener
sus posiciones. Esta lucha provocó a su vez roces adicionales entre los reyes locales, cuyas
relaciones ya eran muy tensas de por sí. El derrumbamiento del imperio hitita y la decadencia del
poder egipcio consiguieron crear en los últimos siglos del segundo milenio condiciones favorables
a la independencia política de los pueblos de Siria y Palestina, así como a la consolidación
nacional de grupos nuevos, como las tribus de Israel en el sur y las de los arameos en el norte.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 93
Estos cambios permitieron también el asentamiento de los Pueblos del Mar en la franja costera y,
hacia 1100, el avance del ascendente reino asirio hasta el Mediterráneo.
Sobre los sucesos históricos en Siria y Palestina disponemos de algún testimonio directo pero
muy esporádico a pesar de que este territorio fue la cuna de uno de los mayores descubrimientos
[sic: inventos] de todos los tiempos, el alfabeto, que no aparece en su forma completa hasta finales
del segundo milenio. De épocas anteriores únicamente disponemos de restos dispersos de
inscripciones lineales alfabéticas (“protocananeas”), que tienen poco valor para la investigación
2.- histórica dado su carácter lacónico. Por tanto, también en este caso nos vemos reducidos a
tablas con escritura cuneiforme y a inscripciones jeroglíficas, que son muy escasas en Palestina y
la costa fenicia. Parece ser que la falta de material se debe principalmente a que este territorio se
hallaba en el ámbito de de la escritura egipcia y, con ello, del uso del papiro, que no se conserva en
el clima palestino. Sin embargo, en Siria, que pertenecía a la esfera cultural del norte en la que se
usaba normalmente la escritura cuneiforme acadia, se han encontrado importantes restos de
archivos de los siglos XV a XIII […]
Las obras literarias de Ugarit, redactadas en escritura cuneiforme alfabética en un idioma
especial semitaoriental, datan de los siglos XIV y XIII, aunque se remontan a tradiciones
centenarias, y nos dan por primera vez una visión directa del mundo de los dioses sirio-cananeos,
[…] El panteón estaba presidido por la pareja divina Il y su esposa principal Athirat, conocida a
través de la Biblia como El y Ashera. A su lado, como figuras centrales, se encuentran sus hijos
Baal (idéntico al sirio Hadad). dios de la tempestad y de la lluvia encargado de la fertilidad de la
tierra, y su rival, Moth, dios de la muerte y del más allá. Junto a éstos juegan un papel importante
la hija guerrera de Il, la “joven” Anath, esposa de su hermano Baal, y Kothar, el Hefesto cananeo,
desconocido hasta ahora. La rica literatura de Ugarit, en cuyo centro se halla el mito de la
vegetación del ciclo Baal-Moth-Anath, es muy importante para la comprensión del origen y la
esencia de la lengua y poesía bíblicas.
Los hallazgos de excavaciones, p.e., las tallas de marfil de Ugarit, Alalakh y Megiddo, nos dan
un testimonio valioso de las diversas ramas artesanales y, sobre todo, del comercio que florecieron
durante este período. Habría que destacar dentro de ellas la industria textil y las tinturas de púrpura
de las ciudades fenicias, a las que Fenicia, es decir, Canaán, debían su fama. Junto a la célebre
madera del Líbano formaban, gracias a una navegación comercial muy desarrollada, la base de la
riqueza de las ciudades costeras que sostenían un tráfico intenso no sólo con Egipto, sino también
con el mundo egeo. Así el ámbito cultural mediterráneo y micénico viene a añadirse a
Mesopotamia, Anatolia y Egipto como factor de influencias.- MALAMAT, Abraham: “Siria y
Palestina en la segunda mitad del segundo milenio”; en CASSIN, E. y otros op. cit; pp. 153-157.
(Historia universal, 3)

MÁXIMAS DE PTAHHOTEP (visir del templo de Isesi, ca. 2450 a.C.)


Si un hijo acepta lo que su padre dice, no tramará descarríos... (y) será bien estimado por los
funcionarios... En cuanto al necio que no escucha, no puede hacer nada. Mira la sabiduría como la
ignorancia y la ganancia como pérdida. Hace todo lo que merece reproche, y todos los días se le
encuentra en falta. Si eres hombre de importancia, con asiento en los consejos de tu señor, requiere
tu corazón para lo bueno. Si eres silencioso, más vale eso que tef-tef (flores). (Pero) habla si sabes
como resolver (las dificultades). Es un (verdadero) artífice quien puede hablar en el consejo,
porque hablar es más difícil que cualquier (otra) labor.
Si eres un hombre de confianza, a quien un grande hombre envía a otro, sé absolutamente veraz
cuando te envíe. Trasmite su mensaje tal como te lo ha dado. No seas reservado acerca de lo que se
te dice... Atente a la verdad y no la excedas. / Muestrate a ti mismo: no guardes silencio cuando él
[el oponente] hable malamente. (Entonces) tu habla será meritoria para los oyentes, y tu reputación
será buena en la opinión de los funcionarios.
Que tu corazón no se engría a causa de tu sabiduría, no confíes demasiado en ti mismo porque
eres sabio. Aconséjate del ignorante lo mismo que del sabio. Los (últimos) límites de la artesanía
no pueden alcanzarse, y no hay artesano que dé de sí todo lo que puede. La elocuencia está más
oculta que la esmeralda, pero puede encontrarse entre las criadas en la piedra de afilar.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 94
Si eres un jefe que gobierna los asuntos de la multitud, saca el provecho que puedas, mientras no
cometas injusticia. Ma’at es grande, y su efectividad es duradera. No ha sido alterado desde los
tiempos de aquél que lo hizo, mientras hay castigo para el que no respeta sus leyes. Es el camino
(recto) delante del que nada sabe. La injusticia nunca lleva sus empresas a buen puerto. (Puede
suceder que) el fraude gane riquezas, pero la fuerza de ma’at consiste en que es duradero, y el
hombre puede decir: “Fue propiedad de mi padre (antes de ser mía)”.
2.- Si eres uno a quien se hacen peticiones, ten calma mientras escuchas lo que tiene que decir el
peticionario. No lo rechaces antes de que haya acabado de decir a qué ha ido. Al peticionario le
gusta más que se preste atención a sus palabras que el lograr aquello por lo que ha ido... No es
(necesario) que se le conceda todo lo que pide, (pero) una buena audiencia es un confortante para
el corazón.
Recompensa a tus clientes con lo que has ganado, con lo que gana aquél a quien dios favorece...
Nadie sabe lo que puede ocurrir, de suerte que pueda conocer el mañana. Si el infortunio hiere a
los (ahora) favorecidos, son sus clientes quienes (aun) le dirán “¡Bienvenido!”. La avaricia no gana
nunca lo que se desea: Si quieres que tu conducta sea buena, líbrate de todo lo que es malo,
después guárdate de la avaricia, que es una enfermedad, grave, incurable. Con ella es imposible la
intimidad; ella hace amargo al amigo dulce, malquista con su amo al hombre de confianza, hace
malos al padre y a la madre, así como a los hermanos de la madre, y divorcia a la esposa del
esposo... Larga vida goza el hombre cuya conducta es recta y que procede de acuerdo con su
(propio) curso; de ese modo gana riquezas, pero el codicioso no tiene tumba.
No seas avaricioso al hacer una partición; no seas codicioso, si no es de la parte que te
corresponde.- cf. WILSON, J. A.: op. cit. pp. 144-147.

INSTRUCCIONES A MERIKARE´ (Testamento político de Kheti III, ca. 2070 a.C.)


Sé bueno con el sur... No destruyas los monumentos de otro... Si sigues estos consejos y
continúas lo que yo he hecho, no tendrás enemigos en el interior de tus fronteras.
Sé hábil en palabras, de forma que puedas dominar. Pues el poder del hombre está en el
lenguaje. Un discurso es más poderoso que cualquier combate.
No seas malvado, es bueno ser benévolo. Obra de tal suerte que tu recuerdo dure gracias al amor
que inspires... Haz justicia mientras que estés en la tierra. Consuela al afligido, no oprimas a la
viuda, no prives a un hombre de los bienes de su padre.
Construye monumentos para los dioses. Aseguran la supervivencia del nombre de aquel que
construye para ellos. Un hombre debe hacer aquello que aprovecha a su alma... Frecuenta los
templos, observa los misterios, entra en los santuarios... Sé piadoso. Asegurate de que se hagan las
ofrendas... Dios conoce al que obra para él. / Ocúpate de tus jóvenes tropas... y que tengas una
descendencia abundante... la joven generación goza siguiendo su inclinación [por la acción y la
violencia]... aumenta, pues, el número de tus fieles jóvenes, dales tierras, recompénsales dándoles
ganado.
DIÁLOGO DEL DESESPERADO (Misántropo) (ca. 2130-2040 a.C.)
¿A quién hablaré hoy? Nadie se acuerda del pasado.
Hoy nadie devuelve el bien a quien ha sido bueno con él.
¿A quién hablaré hoy? Ya no existen justos, han dado la tierra a gentes inicuas.
¿A quién hablaré hoy? Me hunde el peso de la desgracia.
No tengo ni un amigo en quien confiar. /
Hoy la muerte está ante mí, como cuando un enfermo se siente mejor.
Como cuando uno se va por el camino después de una enfermedad.
Hoy la muerte está ante mí, como el olor del incienso.
Como cuando uno se encuentra en el timón de un barco cara al viento. /
Hoy la muerte está ante mí, como un claro en el cielo.
Como cuando un hombre anhela una casa propia tras muchos años de cautividad.

AMONESTACIONES DE UN SABIO EGIPCIO (ca. 2000 a.C., copia tardía ca. 1300)
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 95
Actualmente no se navega hacia Biblos, ¿qué haremos para reemplazar los cedros para nuestros
muertos? El oro falta. / […]
El portero dice: salgamos y saqueemos... los pobres se han convertido en propietarios de
grandes cosas... Aquel que no podía ni hacerse un par de sandalias posee ahora grandes riquezas...
Toda ciudad dice: suprimamos a los poderosos de entre nosotros... Puertas, columnas y muros
están en llamas... El oro y el lapislázuli, la plata y la turquesa, la cornalina y el bronce adornan el
cuello de los servidores, mientras que los dueños de la casa (dicen): Ay, si tuviésemos algo que
2.- comer. / [...] la sala del juicio, sus archivos han sido robados, las oficinas violadas y las listas
de empadronamiento destrozadas... los funcionarios asesinados y sus documentos robados. […]
El rey fue arrebatado por el populacho... un puñado de hombres sin ley logró despojar al país de
la realeza... La residencia real fue derribada en un instante. […].
La justicia está contigo, pero lo que tú propagas a través del país, con el clamor de la revuelta, es
confusión. […] ordena, pues, que se te rindan cuentas.

PROFECÍA POST EVENTUM “DE NEFERTY” (ca. 1990 a.C.)


El país vivirá en el desorden. Te muestro a un hijo como enemigo, a un hermano como
adversario, a un hombre que asesina a su padre... El país está empobrecido, pero sus dirigentes son
numerosos. {...] Pero he aquí que llegará un rey del sur llamado Ameny. Es el hijo de una mujer de
Ta-Seti (nombre de Elefantina). Es un hijo del Alto Egipto, tomará la Corona Blanca, ceñirá la
Corona Roja... el deseo volverá a su lugar y la iniquidad se habrá expulsado hacia el exterior.- cf.
VERCOUTTER, J.: “El fin del Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio”; en CASSIN, E.
y otros : op. cit. pp. 256-257, 262, 266-67, 269-270, 278. (Historia universal, 2).

INSTRUCCIONES DE AMENEMMES I (ca. 1960 a.C.)


Fue después de la cena, la noche ya había llegado, yo me había retirado y yacía rendido en la
cama. Estaba fatigado y me sumergía en el sueño. (De repente) se produjo como un (lejano) ruido
de armas entrechocadas y como si se gritara mi nombre. Yo me desperté entonces con el ruido del
combate. Estaba solo y vi que los guardias peleaban. Si me hubiese dado prisa (tan pronto como
hubiera tenido) las armas en la mano, habría hecho huir a los cobardes, pero nadie es valiente de
noche, nadie puede pelear solo, nadie vence sin aliado. ¡Ay!, la agresión tuvo lugar cuando yo me
encontraba sin ti...
HISTORIA DE SINUHÉ
Los amigos del palacio enviaron mensajeros... para dar a conocer al hijo del rey [coregente y
luego Sesostris I] los acontecimientos sucedidos en la corte. Los mensajeros le encontraron por el
camino; le alcanzaron al anochecer. No tardó ni un instante. El Halcón (metáfora para designar al
nuevo faraón) se fue rápidamente con su escolta sin informar de ello a su ejército. /
Entonces Su Majestad me hizo unos envíos con una largueza típicamente real; ésta dilató el
corazón de este humilde servidor como (si se hubiese tratado) de un príncipe de cualquier país
extranjero.
[Sesostris I] Es un dios aunque no tiene su apariencia, antes del cual ningún otro (como él) ha
existido. Es un maestro de sabiduría tanto en sus resoluciones perfectas como en sus órdenes
excelentes...- cf. VERCOUTTER, J.: “El Imperio Medio”; en: CASSIN, E. y otros: op. cit. pp.
285, 287-289. (Historia universal, 2).

Carta de Anumkhirbi a Warshama ¿Hacia 1800 a.C.?


Así habla Anumkhirbi, principe de Mama [estado hurrita, en la ruta del Eufrates a Kanish], a
Warshama, príncipe de Kanish: tú me has escrito de esta manera “El (hombre) de Taishama
[Taisawa?] es mi esclavo, yo le haré callar. Pero ¿harás tu callar al (hombre) de Sibukha, tu
esclavo? Si el (hombre) de Taishama es tu (perro) ¿por qué actúa (por cuenta propia) frente a
otros soberanos? El (hombre) de Sibukha (es perro) mío ¿acaso él actúa (por cuenta propia)
frente a otros soberanos? ¿Acaso el príncipe de Taishama se ha de convertir en el tercer príncipe
entre nosotros? Cuando mi enemigo me derrotó, el (hombre) de Taishama cayó sobre mi país,
destruyó doce ciudades mías y robó sus ganados y sus ovejas.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 96

Testimonio de los comienzos de la historiografía hitita (siglos XIX-XVIII a.C.)


Anitta, hijo de Pitkhana, rey de Kushshara [a cuyos príncipes se remonta la dinastía del antiguo reino
hitita], habla: era amado por el dios de la tempestad del cielo, y cuando fue amado del dios de la
tempestad, entonces el rey de Nesha fue (prisionero) del rey de Kushshara. El rey de Kushshara
(descendió) de la ciudad con gran poder y c(onquistó) la ciudad de Nesha duranta la noche por
asalto. Capturó al rey de Nesha, pero no hizo (mal) a ninguno de los habitantes de Nesha, (sino
2.- que) los convirtió en madres (y) padres. Después de (Pit)khana, mi padre, en el mismo año,
llevé yo la lucha [...] Por segunda v(ez) vino Piyushti, rey de Khatti, y a aquellos de sus aliados
que trajo los derroté junto a la ciudad de Shalampa. Todos los países de Zalpuwa junto al mar
interior [...] Anteriormente Ukhna, rey de Zalpuwa, había llevado la estatua del dios Shiushummi
de Nesha a Zalpuwa, después yo, Anitta, Gran Rey, he llevado a Shiushummi de Zalpuwa a Nesha.
Y a (Kh)uzziya, rey de Zalpuwa, lo traje vivo de Nesha. Y la ciudad de Kattusha [sic] fue atacada
por el hambre y así la dejé. Pero, cuando el hambre la asoló, Shiushummi se la dio al dios
Khalmash(uitta), y por la noche la tomé por asalto. En su suelo sembré malas hierbas. ¡Quién sea
rey después de mí y colonice Khattusha de nuevo sea maldito por el dios del tiempo del cielo!
[...].- cf. OTTEN, H.: op. cit. ; en: CASSIN, E. y otros: op. cit. pp. 89-91. (Historia universal, 3).

Después fue rey Khattushili [I, hacia 1650]. Entonces estaban unidos sus hijos, sus hermanos, sus
familiares, las gentes de su tribu y sus tropas. Pero adonde quiera que él fuera a luchar, también
vencía con brazo poderoso a aquel país enemigo. El devastaba (una y otra vez) el país. El
desarmaba el país. El los convertía en fronteras (¿vecinos fronterizos?) del mar. Cuando él regresa
de sus campañas, cada uno de sus hijos va a un país. En sus manos se hallaban las grandes
ciudades. Pero cuando después los siervos del príncipe se volvieron falaces, comenzaron a devorar
(¿administrar mal?) sus casas, a conspirar (una y otra vez) contra su señor y derramar (una y otra
vez) su sangre.
Consejos del rey Khattushili I
Hasta ahora ninguno (de mi familia) ha cumplido mi voluntad (pero tú eres mi hijo). Murshili [ I,
hacia 1620 a.C.], hazlo tú. Cumple las palabras de tu padre. Mientras lo hagas comerás (pan) y
beberás agua. Cuando llegue el momento de la madurez, come dos o tres veces al día y cuidate
bien, pero si llega la vejez a entrar en tu corazón, bebe hasta saciarte. Ahora sois mis siervos
supremos. Y debéis cumplir mis palabras, las palabras del rey. Entonces comeréis pan y beberéis
agua. Así la ciudad de Khattusha se erguirá y mi país descansará en paz, pero si no cumplís las
palabras del rey, no permaneceréis en vida, estáis perdidos. cf. OTTEN, H.: op. cit. pp. 94, 99.

Canto del arpista (ca. 1600 a.C.)


Las generaciones se suceden y otras se manifiestan desde el tiempo de los antepasados.
Los dioses que vivieron en otro tiempo reposan (ahora) en sus pirámides.
Y de aquellos que construyeron viviendas, el lugar ya no existe. / Ved en lo que se han convertido.
Yo he oido las palabras de Imhotep y de Hordjedef, de quienes tanto bien dicen los hombres.
¿Dónde están (ahora)?
Sus casas están en ruinas y sus tumbas no existen ya, como si no hubieran existido nunca.
Nadie vuelve de allá abajo / para decirnos en qué se han convertido,
para decirnos lo que necesitan, / para apaciguar nuestros corazones,
hasta el día en que marchemos allí donde ellos se fueron...
Haz lo que desees durante el tiempo en que vivas...
Estribillo: “Haz fiesta sin cansarte, / en verdad, nadie lleva sus bienes consigo;
en verdad, nadie que marcha vuelve”.- cf. VERCOUTTER, J.: “El Segundo Período Intermedio y
la invasión de Egipto por los hicsos”; en CASSIN, E. y otros : op. cit. p. 322. (Historia universal,
2).
Nota de desengaño en una tablilla babilónica de la época casita (siglo XVI a.C.)
¿Quién conoce la voluntad de los dioses del cielo? ¿Quién conoce los proyectos de los dioses de
los infiernos? ¿Cómo pueden conocer los mortales los designios de un dios? El que hoy vive,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 97
mañana estará muerto. El que hace un instante estaba abatido, vuelve a levantarse... La condición
(de los hombres) cambia tan rápidamente como pueden abrirse y cerrarse las piernas... - cf.
CASSIN, E.: “Babilonia bajo los casitas y el Imperio Asirio Medio”; en: CASSIN, E.y otros: op
cit. p. 52.. (Historia universal, 3).

2.- De la sucesión hitita (hacia 1525 a. C.)


Rey será el príncipe primogénito. Si no hay vivo ningún príncipe primogénito, será rey un hijo
segundo. Si no hay sucesor masculino, se dará marido a la hija primogénita y éste será rey.
(De una asamblea celebrada en Khattusha).
De la justicia hitita
Quien cometa un crimen de sangre, siempre lo que diga el “señor de la sangre” (¿=el pariente
más próximo de la víctima?); si dice: tiene que morir, morirá; si dice: debe pagar una
indemnización, pagará una indemnización. El rey no puede intervenir.- (Del mismo texto). cf.
OTTEN, H.: op. cit. p. 104. (Historia universal, 3)

Grandes obras de arte / Cabeza colosal olmeca 8. Artista desconocido


Elogio de la belleza
¿Qué hace que una obra de arte sea una obra maestra? Para responder esta pregunta, el libro
Las setenta grandes obras de arte de la historia indaga en lo mejor de la expresión humana, desde
la prehistoria hasta el siglo XIX. En la serie que se inicia hoy presentamos algunos hitos de ese
recorrido
Domingo 09 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa. La Nación Revista.

1500-1200 a. C. Basalto 220 x 160 x 165 cm Procedente de San Lorenzo (Veracruz, México),
hoy en el Museo de Antropología de Xalapa (Veracruz, México).- "Elogio de la belleza".
El rey inmortal / La compleja cultura olmeca, que se desarrolló en el sudeste de México entre
los años 1500 y 400 a. C. aproximadamente, es la más antigua de Mesoamérica, muy admirada por
las gigantescas cabezas retrato de piedra, de las que se conocen diecisiete. Diez de ellas se hallaron
en el yacimiento de San Lorenzo, una enorme plataforma o "mesa" en parte artificial que se alza
unos 50 metros sobre los pantanos y las tierras de cultivo circundantes. Fue allí donde se construyó
el primer complejo urbano de Mesoamérica.
La cabeza colosal número 8, también conocida como monumento 61, fue exhumada de este
yacimiento en 1970. Casi todas las cabezas colosales, tanto de este como de otros yacimientos
olmecas, se hallaron fuera de su contexto original, trasladadas por pueblos posteriores, o bien por
causa de la erosión. Por fortuna, esta fue enterrada deliberadamente antes de 1200 a. C., ya que
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 98
casi todos los monumentos conocidos de San Lorenzo fueron mutilados o rotos alrededor de 900 a.
C., cuando el lugar quedó en ruinas. En cambio, esta cabeza se halló en un estado impecable.
Aunque no es la mayor de las cabezas colosales, es enorme. Pesa unas diez toneladas y fue
tallada en un gran bloque de piedra, de un basalto que se halla en las laderas del cerro Cintepec, un
volcán situado a unos 50 kilómetros al noroeste de San Lorenzo. Su transporte hasta la base de la
plataforma debió de realizarse por vía fluvial y costera en grandes embarcaciones de madera de
balsa, siendo después izada hasta lo alto con cuerdas y troncos. Este pueblo carecía de rueda o
2.- animales de tiro, y tampoco disponía de metales. Ello hace aún más impresionantes la
precisión y la belleza de la talla, ya que el basalto tiene la dureza del jade y todo el trabajo tuvo
que hacerse martillando, picando y raspando piedra contra piedra.
Como todas las de su clase, esta cabeza colosal es el retrato de un rey. Lleva lo que seguramente
era un casco protector, con una cinta en la base sobre la que se repite un bajorrelieve de la garra o
el pico de un ave rapaz parecida a un águila y que tal vez representa el nombre de este personaje
desconocido. Sus facciones, esculpidas con gran sensibilidad y un conocimiento pleno de la
anatomía muscular, transmiten una abrumadora impresión de poder. El ceño fruncido, el cuidadoso
dibujo de los ojos, las anchas aletas nasales, la boca ligeramente abierta y los labios carnosos dan
una sensación de autoridad atemperada por la dignidad y la serenidad. No cabe duda de que se
trataba de un potentado olmeca de renombre en los albores de esta civilización mesoamericana.
Es un misterio el motivo por el que este magnífico retrato fue enterrado poco después de
iniciada la andadura de San Lorenzo como capital de un poderoso Estado. La ausencia de
mutilación sugiere que no se trató de un derrocamiento dinástico. Fuera lo que fuera lo ocurrido
hace casi tres milenios y medio, una de las grandes obras maestras de la antigüedad quedó
preservada para nosotros en todo su esplendor.- Por Michael D. Coe.- Fotos Editorial BLUME

De la Faraón (1489-1468 a.C.)


Hatshepsut, esposa del dios [Amón, desde el segundo año del reinado de su sobrino Thutmosis III], se
encargó de los asuntos del país. Se trabajaba bajo sus órdenes y Egipto le rendía homenaje.-
Testimonio de INENI, antiguo funcionario de Thutmosis I, de quien Hatshepsut era primogénita.
cf. YOYOTTE, Jean : « La XVII dinastía (hacia 1550-1314)”; en CASSIN, E. […]. op. cit. p.
198. (Historia universal, 3).
Del tratado entre Khatti y Kizzuwatna (hacia 1370)
[...] Si yo, la Majestad, te hago llegar una carta sobre una tablilla de barro en la que están
escritas las palabras, y las palabras que te dice el enviado de su boca, si las palabras del enviado
corresponden a las palabras de la tablilla, en ese enviado, Shunashshura, puedes confiar. Si las
palabras de boca del enviado no coinciden con las palabras de la tablilla, en ese enviado,
Shunashshura, no confíes. Y a causa de tales palabras no trames nada malo en tu corazón. [...].
cf. OTTEN, H.: op. cit. p. 122. (Historia universal, 3).

Poesías egipcias de fines de la Dinastía XVIII (ca. 1330 a.C.)


El amor de mi hermana está allá en la otra orilla, / una extensión de agua media entre nosotros,
y un cocodrilo aguarda en la playa. / Pero cuando penetro en el agua, camino sobre las ondas;
mi corazón es valiente sobre las aguas, / y el agua es como tierra firme para mis pies.
Su amor es lo que me hace tan fuerte. / Sí, es un encantamiento de aguas para mí.

El granado
Mi fruto iguala su boca, / es dulce como su aliento. / Mi grano es como sus dientes,
mi figura, la de su seno. // Soy el mejor árbol del huerto. / Yo soy perenne,
por que la hermana y su hermano / se oculten con mi ramaje, / mientras beben vino y mosto,
ungidos con aceite egipciano. // Todos los árboles se marchitan, / salvo yo, en la espesura.
Paso doce meses, / con mi adorno de hojas. / Soy duradero; y si me desprendo de mi lozanía,
todavía conservo la del año postrero. // Soy primero entre los árboles,
¡y no consiento en ser segundo! / Si eso se repite / y se hace de nuevo,
no más les guardaré el secreto: / dejaré de ocultarlos.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 99

El pequeño sicomoro
El pequeño sicomoro, / que ella plantó con su mano, / se dispone a hablar,
y sus palabras son como aguamiel. // ¡Cuán precioso es! Su follaje luciente
verdea como el papiro. / Cargado de frutos / está más rojo que el jaspe;
sus hojas son como malaquita; / brillan como el cristal. //
Desliza un billete en la mano de una muchacha, / la hija del principal de los jardineros,
2.- y la apresura en busca del Amado. / Ven y diviértete con tu zagala: / El huerto está en pleno;
hay allí enramadas y abrigos para ti / Mis jardineros están alegres; / se regocijarán al verte.
Envía delante a tus esclavos, / provistos de sus potes.
La embriaguez se apodera del que a ti se apresura, / ¡aunque no haya bebido! //
(Ya) su amigo se sienta a su derecha. / Ella lo embriaga, / y accede a todos sus ruegos.
La fiesta los ata en embriaguez, / y ella se queda con su hermano. / Pero yo soy hermético,
y no hablo de lo que veo. / No diré palabra.
****
¡Oh, si vinieras a tu hermana pronto! /
Como heraldo real cuyo mensaje aguarda impaciete su señor,
ansioso su corazón de oir sus palabras. / Para él han sido remontadas todas las caballerizas;
tiene caballos en todas las postas, / y carro uncido listo para partir.
Para él no hay fatiga en el camino. / Ha llegado a la casa de su hermana,
y su corazón está en gozo. // ¡Oh, si vinieras a tu hermana pronto! / Como caballo real.
elegido entre un millar de corceles varios. / Príncipe de los establos,
distinguido en su mantenimiento, / todos cuyos pasos conoce su señor.
(Que) si oye el restallar del látigo, / no conoce freno,
(y) no hay jefe de aurigas que logre emparejarlo. / ¡Cómo sabe el corazón de su hermana
que no está lejos de la hermana! // ¡Oh, si vinieras a tu hermana pronto!
Como gacela brincando por el desierto: / Sus pies son un torbellino y su cuerpo está flojo;
el terror ha penetrado en sus miembros: / un cazador sigue sus pasos, / con perros en su compañía.
No logran ver ni el polvo de su huella, / (pues ella) ha descubierto un refugio, /
ha tomado el río como camino. / Llegarás a su escondite, / besando tu mano cuatro veces,
cuando busques el amor de tu hermana. / La diosa Nubt (1) la ha destinado para ti,
¡oh, hermano mío!
(1) Nubt o Dorada es un epíteto de Hathor la diosa del amor.- en ROSENVASSER; Abraham:
La poesía amatoria en el antiguo Egipto. Buenos Aires, Bajel, 1945. pp. 12, 16-20

UNA MUESTRA EGIPCIA ÚNICA


SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Hace 40 años, el egiptólogo argentino Abraham Rosenvasser
encabezó varias campañas arqueológicas, de las que trajo 300 objetos de la época de Ramsés II, de
hace 3300 años, a la Argentina. Pero el tiempo fue tirano con esas piezas únicas en América latina,
y su estado deteriorado obligó a cerrar la sala del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, donde
eran exhibidas.
Al enterarse del estado de esa colección única, la científica Elsa Rosenvasser de Feher, que es
hija de ese prestigioso egiptólogo, no se quedó de brazos cruzados, consiguió apoyo para traer un
experto en ese tipo de objetos líticos a la Argentina para averiguar la causa del deterioro
progresivo de esas piezas.
[Rosenvasser de] Feher es una física argentina egresada de la Universidad de Buenos Aires, y
vive en los Estados Unidos. Viajó a ese país cuando tenía 25 años de edad con una carta de
recomendación de Jorge Luis Borges, para hacer un doctorado. Allí se quedó a vivir, y se
especializó en la enseñanza de las ciencias para docentes y en muestras de museos donde todo se
puede tocar (hands on, en inglés).
Desde hace tres años tiene como meta restaurar las piezas milenarias de la sala egipcia que su
padre inauguró, a todo pulmón, en 1977. En su reciente visita a esta ciudad, dio detalles sobre la
historia de esa colección, y los pasos futuros para reabrir la sala.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 100
-¿Cuál era la razón por la cual los objetos egipcios que están en el museo de La Plata
estuvieran tan deteriorados?
-Al principio se creía que se debía a la falta de control climático de la sala donde estaban las
piezas, pero al traer a un especialista descubrimos que la causa era el barniz que se les había puesto
hace 40 años, para conservarlas. Con el correr del tiempo, se despegaba y se hacía escamas. Es
como cuando te sacás una curita y se sale pate de la cascarita de la herida. Por eso, se tuvo que
2.- comenzar a limpiar cada pieza. Para nuestra sorpresa, empezó a verse el color. Antes se ceía
todo gris, y ahora se ven pedacitos rojos, amarillos.
-¿Ahora se siguen “limpiando” las piezas?
-Sí, esto comenzó a hacerse hace tres años a partir de una donación de la Fundación Getty, de
los Estados Unidos. El experto que se contrató para evaluar esas piezas, Kent Severson, estuvo
nuevamente en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata casi todo el mes de marzo y volverá en
septiembre para continuar con las tareas de montaje de la nueva sala. Junto al equipo del museo,
estamos avanzando a buen ritmo en la restauración de las 300 piezas que mi padre trajo de Sudán.
-¿Por qué su padre participó de esas campañas en la década de 1960?
-Mi padre era abogado, historiador y experto en jeroglíficos del Antiguo Egipto, y profesor en la
Universidad de Buenos Aires. En el año 1959, la Unesco hizo un llamado a todos los países del
mundo para salvar los tesoros de Nubia. Se iba a construir un dique en Asuán, en Egipto y esa la
zona, al sur de Asuán, lo que se llama la Nubia egipcia y sudanesa, iba a desaparecer bajo el agua.
Había que excavar y salvar lo que se pudiera. Para participar de esa iniciativa, mi padre unió
esfuerzos con un colega en una expedición franco-argentina.
-¿Cuál era el papel de su padre?
-Él estaba a cargo de la epigrafía, de leer e interpretar los jeroglíficos, y también codirigió las
excavaciones. Llevó un equipo de argentinos con él. Mi madre, por ejemplo, armó el inventario de
las piezas halladas. Yo vivía en Nueva York, pero en enero de 1961 viajé a Sudán por un mes y
participé del proyecto. Hace poquito tiempo, a fines de marzo, se celebró el 50º aniversario de ese
llamado inicial de la Unesco con un congreso especial en Asuán. Fue emocionante recibir la
invitación, aunque lamentablemente no pude asistir.
-¿Cómo recuerda a su padre durante las campañas en Sudán?
-Era una persona muy tranquila, siempre con su cepillito y su cuaderno donde copiaba las
inscripciones en jeroglíficos. Era un gran descifrador y un autodidacto, siempre dando cátedra.
-¿Cómo fue posible traer esos objetos únicos a la Argentina?
-El trato con la Unesco fue que cada expedición se llevase la mitad de los objetos hallados en las
excavaciones, algo que hoy está totalmente prohibido. Pero eso era parte del acuerdo; la otra 2.-
mitad quedaba en el país de origen. De las piezas halladas en las campañas en las que participó mi
padre, la mitad quedó en el Museo de Khartum, capital de Sudán, el resto le correspondió a la
Argentina y a Francia.
-¿Fue mucho trabajo para su padre abrir por primera vez la sala egipcia en La Plata?
-Cuando llegaron las piezas a la Argentina, estuvieron mucho tiempo en un sótano, porque no
les encontraban un lugar. Al final, consiguieron una sala en el museo de La Plata, aunque en el
interín, pasaron varios años. Mi padre se desesperaba; decía: “¿Estas piedras para qué las traje?”
La burocracia fue horrible, pero finalmente, junto a su discípula y ayudante, la prestigiosa
egiptóloga Perla Fuscaldo, consiguió una sala y montaron la exposición.
-Usted tiene una larga trayectoria en enseñanza de las ciencias y muestras participativas.
¿Asesora el diseño de la nueva sala egipcia?
-Sí: estamos trabajando en equipo con la gente del museo en la parte de los contenidos y nuevos
“soportes” para las piezas de la sala. Esperamos que a fines de 2010 se pueda reinaugurar, con la
colección ya restaurada y un nuevo diseño interpretativo.
-No puedo dejar de preguntarle por uno de los amigos de su padre, Jorge Luis Borges.
¿Recuerda alguna anécdota?
-Sí; recuerdo una vez que lo vi en un comedor de una universidad de los Estados Unidos. Como
él me había dado una carta de recomendación para mi beca de doctorado, me ecerqué a saludarlo.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 101
Me presenté: “Soy la hija de Abraham y Paulina”, le dije, pensando que no me recordaría. Y él
muy serio, me respondió: “Hableme de jeroglíficos”. Se acordaba muy bien de mi padre.-
GARCÍA OVIEDO, Laura: “Esperamos inaugurar en 2010”; en La Nación. 21 junio 2009.

2.- Resumen de un reinado hittita (hacia 1329)


Cuando mi abuelo Shuppiluliuma invadió el país de Khurri, venció a todos los pueblos de
Khurri. Y en el lado aquel convirtió Kadesh y Amurru en frontera. Venció al rey de Egipto. En
este lado, sin embargo, venció a los países de Irrite y Shuta y convirtió al Eufrates en frontera...
Proclamó reyes a sus hijos, en el país Khalpa hizo rey a Telipinu y en el país de Karkemish hizo
rey a Piyashshili
De Khattushili III (hacia 1275)
Y empezaron a circular calumnias contra mí. Y mi hermano Muwatalli inició un proceso contra
mí... Ya fuera (contra) una palabra del enemigo, una palabra del oponente ante el tribunal o una
palabra de la corte, Ishtar, mi señora, me amparó y protegió en toda ocasión y me salvó. Mi señora
Ishtar puso a mis enemigos y rivales en mis manos y yo los ejecuté. Cuando mi hermano
Muwatalli investigó el asunto y no quedó ni la menor cosa mala contra mí, me acogió de nuevo (a
su clemencia) y puso en mis manos el ejército y los conductores de carros del país de Khatti. / […]
Cuando sucedió que mi hermano marcho contra Egipto, llevé para la campaña de Egipto [ la
batalla de Kadesh, 1285? a,C.] tropas de infantería y conductores de carros de las regiones que yo
había repoblado.- cf. OTTEN, H.: op. cit. pp. 120, 135 (Hist. univ., 3).

Tukultininurta I, rey de Asiria (1244-1208 a.C.)


Con la ayuda de Ashshur, de Enlil y de Shamash, los grandes dioses, mis señores, apoyado por
Ishtar, dueño del cielo y de la tierra, que marchaban todos al frente de mis ejércitos, alcancé a
Kashtiliash, rey de Karduniash, para entablar con él combate. E impuse la derrota a sus tropas, e
hice besar el suelo a sus guerreros. En medio del combate, alcancé con mi propia mano a
Kashtiliash [IV, 1242-1235], el rey de los casitas. Y con mis pies, como si fuera un escabel, hollé su
nuca señorial. Prisionero y encadenado, le arrastré ante Ashshur, mi señor. Me apoderé del país de
Sumer y Akkad en su totalidad, hasta sus fronteras; y en el mar inferior (el Golfo Pérsico) por
donde el sol aparece, establecí la frontera de mi estado.- cf. CASSIN, E.: op. cit. p. 23. (Historia
universal, 3).
“Estela de Israel” (ca. 1230 a.C.)
Azotan a Canaán todos los males, se ha tomado Escalón y sojuzgado Gazer, se ha hecho que
Jenoam parezca no haber existido nunca, Israel está asolado y no tiene grano, Kharu (o sea
Palestina y Siria) ha pasado a ser viuda de Egipto.- Panegírco de Mesuy, virrey egipcio de
Nubia. cf. CASSIN, E.; BOTTÉRO, J.; VERCOUTTER, J. (comps.): op. cit. v. II (Hist. univ.,
3). pp.240-241.
Primera huelga de que se tiene noticia en la historia (ca. 1170 a.C.)
Al empezar la inflación en los últimos años del reinado de Ramsés III, el sistema de trabajo se
desconcertó a causa de los retrasos del gobierno en pagar a los obreros. Un papiro de Turín […]
« Año 29, segundo mes de la segunda estación, día 10. Este día el bando cruzó las cinco paredes
de la necrópolis, gritando: ‘¡Tenemos hambre !’… y se sentaron a espaldas del templo » de Tut-
mosis III, en el límite de los campos cultivados. Los tres interventores y sus ayudantes fueron a
instarles que volvieran al recinto de la necrópolis, « e hicieron grandes promesas… ‘Podéis venir,
porque tenemos la promesa del Faraón’ » Sin embargo, no era bastante una promesa en nombre del
rey, pues los huelguistas pasaron el día acampados detrás del templo, y no volvieron a sus
habitaciones de la necrópolis hasta que se hizo noche.
Volvieron a salir el segundo día, y en el tercero se atrevieron a ninvadir el Rameseum, reciunto
sagrado que rodeaba el templo funerario de Ramsés II. Precipitadamente huyeron los contadores,
los porteros y los policías. Un jefe de éstos prometió enviar por el Alcalde de Tebas, que
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 102
discretamente, no se había dejado ver. La turbamulta estaba decidida pero en orden, y la invasión
del recinto sagrado parece que fue más eficaz que la actitud anterior. Los funcionarios dieron oídos
a su protesta : « Hemos llegado a este lugar por causa del hambre y de la sed, por la falta de ropa,
de pescado, de hortalizas. Escribídselo al Faraón, nuestro buen señor, y escribídselo al Visir,
nuestro superior. ¡Haced de modo que podamos vivir ! » El tesoro real se abrió, y se les entregaron
las raciones del mes anterior. / […].- WILSON, J.A.: op. cit. pp. 391 y ss.

2.- Proclamación de Asarhaddon por Senaquerib (ca. 690 a.C.)


Aunque de mis hermanos yo fuera el benjamín, mi padre, por orden de los dioses..., me dio
legítimamente la primacía sobre mis hermanos (proclamando) “Es el quien me sucederá”. Cuando
a este respecto, interrogó por medio de una consulta hepatoscópica a los dioses Shamash y Adad,
estos dioses respondieron con un “sí” sin ambigüedades: “es él quien te reemplazará”. Ateniéndose
con devoción a su solemne sentencia (mi padre) reunió entonces todos juntos, a los habitantes de
Asiria, pequeños y grandes, a mis hermanos y a la descendencia masculina de la casa de mi padre,
y delante de... los dioses de Asiria y los dioses que habitan el cielo y la tierra, para que todos
respetaran mi derecho a la sucesión, les hizo jurar por el augusto nombre de estos dioses.

Declaración y disposición de Asurbanipal (669-631/629? a.C.)


He aprendido [...] lo que el sabio Adapa ha legado (a los hombres), el sentido oculto de todo
conocimiento escrito. He sido iniciado en (la ciencia de los) presagios del cielo y de la tierra.
Puedo participar en una discusión en una asamblea de sabios, discutir de la serie hepatoscópica con
los lecanománticos más expértos. Sé resolver los recíprocos y los productos que no tienen solución
dada. Soy experto en la lectura de textos eruditos, de los que el sumerio es oscuro y el acadio
difícil de aclarar. Comprendo el sentido de las inscripciones en piedra de antes del Diluvio, que
son herméticas, vagas y complicadas. / […]
Orden del rey a Sadänu...; el mismo día en que veas esta tablilla mía, toma contigo a Shuma...,
Bëlëtir..., Aplä... y los (otros) eruditos de Borsippa que, tú, puedas conocer. Recoge todas las
tablillas que se encuentran en su casa o que están depositadas en Ezida (...), tantas como haya, así
como las tablillas raras que están en tus archivos y que no existen en Asiria, búscalas y
envíamelas... Además, si encuentras alguna tablilla... que yo mismo no te haya mencionado en mi
carta y que juzgues que está bien para mi palacio..., envíamela.

Nabónido, rey de Babilonia (556-539 a.C.)


Läbashi-Marduk, [...] el joven hijo de (Neriglisar [560-556])..., se sentó en el trono real contra la
voluntad de los dioses... Bajo la orden del dios Marduk, mi señor, fui elevado a la soberanía del
país... Soy el legítimo ejecutor de (la política de) Nabucodonosor y Neriglisar, los reyes que me
han precedido, mientras que Awil-Marduk, el hijo de Nabucodonosor, y Läbashi-Marduk, el hijo
de Neriglisar...- cf. LABAT, René: “Asiria y los países vecinos (Babilonia, Elem, Irán) desde el
1000 hasta el 617 a.C. El Nuevo Imperio babilónico hasta el 539 a.C.”; en: CASSIN, E.;
BOTTÉRO, J.; VERCOUTTER, J. (comps.): Los imperios del antiguo oriente, III. La primera
mitad del primer milenio. Madrid, Sglo XXI, (c1972). (Historia universal, 4). p. 64, 78-79, 90.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 103

3.- GRECIA. El país. El país que los antiguos griegos hicieron famoso es la prolongación
meridional de la más oriental entre las tres grandes penínsulas que el continente europeo proyecta
sobre el Mediterráneo. Sus rasgos geográficos distintivos aparecen en cuanto contemplamos el
mapa. Por una parte, el país está cruzado por cadenas montañosas de apreciable altura; por otra,
muestra un litoral muy quebrado, sobre todo en la región del este. A la mitad, la masa terrestre
aparece estrangulada por el gran Golfo de Corinto. Advirtamos, además, las cadenas de islas que
se tienden por el Egeo, rumbo a la costa asiática, y forman un puente de vados entre ambos
continentes.
Influencias geográficas. [...] Pero, aparte de la sola posición, hay dos rasgos en el carácter del
país que tenían que afectar de modo más inmediato a los habitantes: 1) su superficie montañosa; 2)
su proximidad al mar. Lo primero tendía a aislar a las comunidades unas de otras y a fomentar el
nacimiento del Estado-Ciudad, que llegó a ser la unidad política normal; lo segundo, al ofrecer a la
comunicación facilidades que las montañas parecían estorbar, casi determinó el papel de los
griegos como pueblo marítimo y comercial. La misma combinación de rasgos físicos –montaña y
mar- no careció de efectos sobre un clima adecuado para mantener la salud y el vigor del alma y
del cuerpo.
Los predecesores de los griegos: la temprana civilización egea. Mientras los antecesores de los
griegos históricos discurrían aún en las regiones norte y noroeste de la Península Balcánica, una
gran civilización florecía en el área egea, cuyas noticias sólo recientemente han llegado a nosotros,
y esto merced a excavaciones como las de Schliemann (Troya y Micenas) y de Sir Arthur Evans
(Creta).- PETRIE, A.: Introducción al estudio de Grecia. [...] 2. ed. México-Buenos Aires, FCE,
(c1956). (Breviarios, 121). pp. 7-8.
Creta, Micenas y la Grecia arcaica.
Al comienzo del segundo milenio antes de Jesucristo, la riqueza y la civilización de los reinos
del Asia occidental se desbordaron sobre la isla de Creta, donde se daban ya en gran abundancia el
vino, el aceite y la madera para la construcción de navíos. Las dispersas comunidades de la isla, de
origen no griego, cuyos antepasados habían venido de Asia unos dos mil años antes,
probablemente se unieron constituyendo un único reino con capital en Cnosos, comunicada con el
resto de la isla por carreteras pavimentadas.
Sintiéndose seguros con su poderío y su comercio marítimos, que se extendían por todo el
Mediterráneo, los reyes-sacerdotes de Cnosos no necesitaron fortificar su lujoso y tortuoso palacio
de piedra, el complicado “laberinto” de la leyenda, y allí desarrollaron una animada y fantástica
civilización. Sus mejores jarrones, hechos a torno, y sus pinturas al fresco dieron nueva vida a los
motivos egipcios mediante una afortunada combinación de abstracción e impresionismo,
expresada en escenas de grupos, de juegos tauromáquicos y dibujos de cuadrúpedos y de aves, que
revelan una profunda simpatía por la Naturaleza, tanto en descanso como en movimiento. Al
parecer, los cretenses debieron de adorar principalmente a diosas (precedentes de la Atenea, la
Hera y la Artemisa de los griegos), aunque también debieron de practicar un cierto culto a Zeus,
como hijo de la Madre Tierra.
La primera oleada de pueblos que hablaban un lenguaje algo parecido al griego llegaron a la
Grecia continental hacia el 2000 a.C. Adoraban a Zeus como señor del Cielo y practicaban el culto
a los muertos. Estos recien llegados a Grecia introdujeron casas porticadas y con tejadizos, que
procedían de estructuras en madera propias de climas más septentrionales. Trajeron también
consigo el horno de alfarero, mediante el cual confeccionaban una cerámica de rugosa superficie,
cuyas formas imitaban el trabajo en metal. Como poseían mejores herramientas que sus
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 104
predecesores, mejor terreno y mayor abundancia en bosques y en caza de las que hoy existen,
construyeron fortalezas reales en el Peloponeso, principalmente en Micenas, no lejos del
estratégico istmo de Corinto. Los gobernantes de Micenas monopolizaron los nuevos armamentos:
largas espadas de bronce, enormes escudos y ligeros carros de guerra de origen oriental.
[...] Hacia el 1500 a.C., los micénicos, a su vez ejercían gran influencia sobre la civilización
cretense, y de hecho la dominaban. [...] lo cierto es que el dominio de los mares ya había pasado en
este período a los monarcas continentales. / […]
3.- Las grandes migraciones. La última mitad del siglo XIV a.C. fue testigo de la decadencia de
esta cultura y de este poderío. Las exportaciones a Egipto y a Levante cesaron bruscamente hacia
1250 o poco más tarde, en una éoca de profundos cambios y migraciones, cuya consecuencia fue la
disolución de la uniformidad cultural egea. Alrededor del 1200 a.C., los invasores griegos sitiaron
e incendiaron a Troya, al otro lado de los Dardanelos, donde había habido previamente seis
establecimientos sucesivos. Este asedio, confirmado por los arqueólogos, inspiró la Ilíada
homérica, que aunque fue escrita otros cuatrocientos años más tarde nos presenta una plausible
descripción de los sitadores griegos como una confederación no muy conexa de jefes armados con
carros de guerra, cazadores y comedores de carne, entregados a sus envidias y rencores.
Al cabo de un siglo de esta expedición agresiva, los palacios micénicos fueron destruidos,
probablemente por una última oleada de invasores helénicos, que se diferenciaban de sus
predecesores por quemar a sus muertos en lugar de enterrarlos. Estos dorios (c. 1200-1000) quizá
venían empujados por hordas ilíricas todavía más bárbaras que ellos, […] ocuparon o sometieron a
casi todo el Peloponeso, [...] y finalmente llegaron a Creta, Rodas y Asia Menor sudoccidental. El
hierro empezó a usarse (c. 1100), y la afilada espada de este metal pronto desempeñó un
importante papel; las herramientas fueron mucho más fácilmente asequibles, haciendo a los
particulares más independientes del estado y de sus monarcas y sacerdotes.- GRANT, Michael:
Historia de la cultura occidental. Madrid, Guadarrama, 1975. pp. 25-27.

La edad oscura y los poemas homéricos: [...] Los griegos nunca se llamaron a sí mismos, en
su propio idioma, “griegos”; esta denominación proviene del término con que los romanos los
designaron: graeci. En la época micénica (a juzgar por los monumentos hititas contemporáneos)
parece que eran conocidos por el nombre de aqueos, uno de los varios nombres que se les da aún
en los poemas homéricos, la más antigua literatura griega que se ha conservado. Durante el
transcurso de la Edad Oscura, o quizás al acabar ya, el término “heleno” reemplazó
constantemente a todos los demás, y “Hélade” pasó a ser el nombre colectivo que se aplicaba al
conjunto de los griegos. Hoy día Hélade es el nombre de un país, como Francia o Italia. En
cambio, en la antigüedad, no había nada parecido a esto, nada a lo cual los helenos pudiesen
referirse como a “nuestro país”. Para ellos la Hélade era esencialmente una abstracción, igual que
en la Edad Media la cristiandad, o “el mundo árabe” en nuestros tiempos, pues los griegos antiguos
nunca estuvieron todos unidos política y territorialmente.
Los griegos, con pocas excepciones, consideraban que la Ilíada y la Odisea eran obra de un solo
poeta: Homero. Nadie sabía a ciencia cierta cuándo o dónde vivió tal vate (pero la isla de Quíos
fue la que con más éxito reclamaba los honores de haber sido su cuna). / [...] Tras la Ilíada y la
Odisea, sustentándolas como una urdimbre, yacen siglos de poesía oral, compuesta, recitada y
transmitida por rapsodas profesionales sin la ayuda de una sola palabra escrita. [...]
El retorno de la escritura a Grecia bajo la forma maravillosamente flexible del alfabeto fonético
vino a cambiar por entonces el cuadro de manera radical. En adelante fue posible dar expresión
permanente y recoger en largos rollos la poesía que durante los siglos de ignorancia de las letras
había ido evolucionando. No es de extrañar que fuesen pocos los poetas que hicieron tal esfuerzo.
Lo notable es que entre su corto número se haya de contar al hombre o a los hombres que
produjeron dos de los más extraordinarios poemas de la literatura mundial. [...]
En la Grecia de la Edad Oscura estuvieron en boga numerosos temas heroicos, pero el más
grandioso de ellos fue el de la invasión en masa y la destrucción de Troya, llevada a cabo por una
coalición de la Grecia continental, y el regreso de los héroes a sus hogares: todo ello entreverado
con muchos episodios menores relativos a las vidas de los héroes mismos y a las actividades que,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 105
dirigiendo a los mortales, desempeñaban los dioses en el Olimpo. Al concluir la Edad Oscura, el
cúmulo de estas incidencias era enorme, y la libertad de elección del poeta podía ejercitarse en
seleccionarlas y combinarlas. Así, tan largas como son la Ilíada y la Odisea (unos 17 000 y unos
13 000 versos respectivamente), llenan sin embargo nada más que una fracción del campo de su
temática. [...]
3.- Fue Homero (junto con otro poeta de inspiración muy diferente, Hesíodo) quien, según
Herodoto (II, 53), “les fijó primero a los griegos la genealogía de los dioses, les dio a éstos sus
títulos, dividió entre ellos sus honores y funciones, y definió sus imágenes”.
La Grecia arcaica: Hesíodo es similar a Homero en un aspecto: se lo identifica también como
autor de dos largos poemas escritos en forma y metro épicos (además de varios otros que hoy sólo
conocemos fragmentariamente), y esta atribución a un solo vate es, sin ningún género de duda,
correcta. Pero el paralelo termina del todo aquí, pudiendo añadirse no más que cierto parecido en
el lenguaje empleado por los dos poetas. El Hesíodo que escribió Los trabajos y los días (y la
opinión predominante sostiene que él escribió también la Teogonía) es alguien a quien podemos
conocer en su intimidad personal, pues nos refiere todo lo que atañe a sí mismo. [...]
[…] era, a la vez, poeta y labrador, y el tema principal de los trabajos y los días, obra que
compuso, según parece, a finales del siglo VIII o comienzos del VII, lo constituye la vida cotidiana
de un granjero: [...]. Nada podía ser más distinto de los poemas homéricos en asunto y
orientación. / [...]
Los tres siglos que duró la Edad arcaica se caracterizaron por una enorme evolución llena de
considerables diferencias, lo cual obliga a ser muy cautos y a aquilatar mucho cuando se haya de
generalizar. [...] En las zonas más avanzadas de la Grecia continental y de la costa del Asia Menor,
lo mismo que en las islas del Egeo, había ya por entonces gran número de comunidades
establecidas, [...] Es significativo que, cuando se volvió a edificar en gran escala, surgiese lo
primero el templo y, después, ciudades muradas, no el palacio. Aquellas comunidades arcaicas
eran invariablemente pequeñas, de alrededor de los mil habitantes, e independientes (a menos que
se las sometiera por conquista). La geografía explica en parte tal fragmentación. [...]
Cuando la dispersión griega por Oriente y Occidente llegó al máximo, el total de estas
comunidades más o menos independientes era de unas mil quinientas.
Desde el punto de vista de la comunidad, era necesario un centro donde construir los principales
edificios cívicos y religiosos y en el que los ciudadanos pudiesen celebrar las convenientes
asambleas (el ágora en su sentido original, mucho antes de que este término significara también
“plaza” y “mercado”). / Generalmente había además una acrópolis, lugar elevado que servía de
ciudadela defensiva. [...] incluían en su seno a hombres cuyo género de vida consistía en el
comercio y en la manufactura, [...]
Los reyes y los jefes de tribu habían desaparecido a finales de la Edad Oscura... tan
pacíficamente que no quedó memoria ni tradición de su destronamiento (a diferencia de lo que
aconteció, por ejemplo, en Roma en la fase equivalente). [...] El poder había pasado a manos de un
corto número de familias aristocráticas que monopolizaban la mayoría del territorio, si no todo él,
y gobernaban, en parte, valiéndose de instituciones formales, asambleas y magistraturas, en parte,
mediante enlaces matrimoniales y relaciones de parentesco, concebido éste como una institución y,
finalmente, por la intangible autoridad que les venía de sus antepasados, pues todas estas familias
podían presentar genealogías que remontaban su ascendencia hasta famosos “héroes” (y muy
frecuentemente pasaban de allí para subir hasta alguno de los dioses).
Entre la nobleza y el resto de la población se dieron tensiones y progresivamente, manifiestos
conflictos, a lo cual contribuyó un buen número de cambiantes realidades. Fue una el aumento de
población. [...] / Más aún: el sistema de posesión de la tierra y las leyes sobre deudas eran tales que
no sólo hacían a la nobleza dueña de los terrenos mejores y más extensos, sino que muchos
hombres “libres” se veían precisados a servir en calidad de necesarios (aunque involuntarios)
braceros en las fincas más grandes. [...]
Finalmente, otro factor era el militar. [...] desde poco después del año 700, el guerrero homérico
fue reemplazado por el hoplita, soldado de infantería que llevaba armas pesadas y combatía en
masiva formación. Eran hoplitas los hombres que disponían de algunos medios, pues tenían que
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proveer su propio armamento y bagaje; pero muchos de ellos procedían de los estratos sociales que
no formaban parte de la cerrada aristocracia y, por esta razón, eran un contrapeso potencial en las
luchas políticas.

3.- La colonización: Durante un período considerable se dispuso de una válvula de seguridad


gracias al movimiento mal llamado “colonización”, que trasladó a las porciones sobrantes (y
desafectas) de la población a regiones nuevas. [...] En líneas generales, se puede decir que hubo
dos oleadas de colonización: la primera, iniciada alrededor del 750, fue hacia el Occidente, en
dirección a las islas y costas del mar Jonio, a Sicilia y el sur de Italia y, finalmente, ya en el siglo
VII, hacia Libia y hacia el sur de Francia y el nordeste de España; la segunda, tras un impulso
preliminar hacia la costa tracia y el mar de Mármara, penetró en el mar Negro poco después del
año 650 y, a partir de entonces, fue ciñendo sus aguas casi por completo con comunidades griegas.
[...]
Lo que hay que dejar bien sentado es que cada una era, ya desde el comienzo y por su intención,
una comunidad griega independiente y no una colonia en el sentido en que suele esta palabra
entenderse de ordinario. [...] /
[…] el hecho de que las colonias gozaran de independencia ya desde el principio, en lo político
y en lo económico, fue precisamente lo que hizo posible que mantuviesen, en conjunto, estrechas
relaciones amistosas con sus respectivas metrópolis, y esto durante muchos años; relaciones
basadas en la tradición y en el culto, y libres de los roces y conflictos suscitados a menudo en otras
partes por la competencia comercial.
Tiranos y legisladores: El proceso de ir enviando lejos nuevos enjambres a medida que
aumentaba la población de la colmena no bastó para eliminar dentro de ella las dificultades.
“Reparto de tierras y cancelación de deudas”, era el grito que se oía por doquier, al cabo de unas
pocas generaciones, hasta en algunos de los emplazamientos nuevos. Ni la misma aristocracia
estaba unida siempre; sediciosos llenos de ambición promovían disturbios y luchas por el poder
dentro de sus propias filas, exacerbando los ánimos y extremando lo azaroso de las circunstancias.
De estas pugnas intestinas, y ayudada por el nuevo auge del poder militar, surgió la institución
específicamente griega de la tiranía. La palabra “tirano”, originalmente no tuvo un significado
peyorativo como hoy; servía para designar a quien se había hecho con el poder y lo retenía sin
autoridad constituida legítimamente; pero no implicaba juicio alguno sobre sus cualidades como
persona o como gobernante. En concreto hubo tiranos muy distintos unos de otros. […] Pero había
un mal en la entraña misma del sistema: el incontrolado poder militar. Si no a la primera
generación, sí a la segunda o a la tercera venían a ser los tiranos lo que hoy significa esa palabra.
Ciertas ciudades se vieron siempre enteramente libres de la tiranía; el caso más famoso es el de
Esparta; hallábase ésta en una posición única, pues habiendo vencido y sojuzgado
permanentemente a los pobladores de Laconia ya en época muy temprana (a no dudarlo en la Edad
Oscura), sometió después a los de Mesenia a igual trato. Poseedores, en consecuencia, de terrenos
muy extensos y fértiles, así como de gran número de siervos (llamados “ilotas”) a los que
obligaban a dedicarse a la agricultura, los espartanos crearon una organización miltar y política sin
parangón y vivieron durante largo tiempo inmunes a las perturbaciones economicopolíticas que
caracterizaban a la mayoría de los estados de la Grecia arcaica. Según la tradición, tal sistema
había sido obra de un solo “legislador”, el famoso Licurgo. [...]
[Y] habiendo llegado al colmo las agitaciones sociales de Atenas, en el año 594, fue elegido
Solón por un acuerdo y se le confió la tarea de reformar el Estado. He aquí lo interesante: fue
escogido espontáneamente por los atenienses, quienes, por sí y ante sí, le dieron tal encargo
movidos del respeto que les merecían la sabiduría y la rectitud de su paisano. Solón no se sintió él
mismo “llamado”, no tenía vocación Tampoco se adueñó del poder como un tirano.
[...] una vez terminado su trabajo, se alejó de Atenas y no regresó en diez años, dando lugar con
ello a que la comunidad pudiese ensayar, sin prejuicios ni cohibiciones, el programa de vida que le
había propuesto. [...]
En un sentido fracasó Solón: no acertó a solucionar las dificultades económicas, de las que
procedían, en definitiva, los roces y el descontento de los ciudadanos; por lo cual, pasada una
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 107
generación, vino a Atenas la tiranía que él había querido desechar para siempre. A pesar de esto, el
recuerdo de Solón perduró en la memoria de la posteridad ateniense, y todos, sin distinción de
partidos, le consideraron en adelante como al hombre que supo encauzar a Atenas por la ruta de la
grandeza. Al resumir Aristóteles, en su breve reseña de la constitución ateniense, los logros
3.- alcanzados por Solón, escoge los tres siguientes como los más importantes: abolición de la
esclavitud por deudas, creación del derecho a contar con un tercer elemento en los tribunales, que
garantizara a los demandantes, en las causas por agravios, una más imparcial administración de la
justicia y, finalmente, introducción del derecho a apelar al tribunal del pueblo. […] /
El papel que desempeñó en esta evolución el gran tirano ateniense Pisístrato fue paradójico. Por
el hecho mismo de actuar como tirano no respetó la idea del gobierno de la ley. Por otra parte, los
escritores posteriores le alabaron, generalmente, en la misma medida en que condenaron la tiranía
como institución, y daban por motivo de su loa el que, en realidad, “deseo gobernar según las
leyes, sin concederse a sí mismo ninguna clase de prerrogativas” (Aristóteles, Const. de Atenas
XVI, 8). Esto no puede aceptarse literalmente como verdadero, pero tampoco se ha de decir que
sea, sin más, falso. Con diferentes técnicas y actuando, sin duda, por razones muy distintas,
Pisístrato hizo, no obstante, que Atenas avanzara mucho por los caminos que Solón le había
trazado. Siendo miembro de la nobleza [...] se negó a jugar el juego de la misma en contra del
pueblo y de los desposeídos. Desde su fuerte posición de tirano consiguió realizar cosas que Solón
no pudo hacer. [...]
[…] desde el año 545 [...] hasta su muerte en 527. Le sucedió su hijo mayor Hipias, que fue
expulsado en 510. Durante treinta años hubo un gobierno pacífico y en ese tiempo el poderío y la
riqueza de Atenas aumentaron [...] la tiranía fue con frecuencia el rasgo distintivo del estado
transicional por el que se pasó del gobierno personal y familiar de la nobleza a la ciudad-estado
clásica.- FINLEY, M.I.: Los griegos de la antigüedad. Barcelona, Labor, (c1966). pp. 14-15, 19-
22, 31-47.

La Grecia clásica. Antes de atacar a la Grecia continental, el imperio persa aqueménida


conquistó los dominios de Creso de Lidia (546 a.C) y de los griegos jónicos y asiáticos. [...] Tras
un intento fracasado de los jonios para revolverse contra los persas (494), en el continente surgió la
triunfante resistencia contra sus invasores. La épica batalla de Maratón (490) contra Darío y los no
menos heroicos encuentros de las Termópilas, Salamina, Artemisium (480) y Platea (479) contra
Jerjes (486-465) han hecho más que ninguna otra cosa para transmitirnos una imagen
específicamente europea enfrentada con Asia.
Durante los cuarenta años siguientes, gracias a la flota creada por Temístocles, vencedor de
Salamina, Atenas ostentó la jefatura política, adoptando una política imperialista que se intensificó
bajo Pericles (m. 429). La potencia naval de Corinto, que se enfrentó con Atenas, recibió el apoyo
de la militar de Esparta, que finalmente derrotó a los atenienses en la guerra del Peloponeso. Esta
larga serie de hostilidades (431-404) sirvió de tema al historiador Tucídides, cuyo científico interés
por las leyes de la naturaleza humana en la política –en contraste con su más divagante pero menos
tendencioso predecesor, Herodoto de Halicarnaso, en Asia Menor- extrajo lecciones políticas,
válidas todavía, de la ruina de su ciudad e imperio.
El predominio pasó después, aunque por poco tiempo, a Esparta (404-371), y luego a Tebas,
bajo el genio militar de Epaminondas (m. 362). Muy pronto, sin embargo, a pesar de las
advertencias del ateniense Demóstenes –el orador más destacado de todos los tiempos-, la batalla
de Queronea (338) entregó toda Grecia al dominio de la semihelenizada Macedonia, donde Filipo
II (359-336), gracias al producto de sus minas de oro, había creado un ejército irresistible y un
sistema igualmente eficaz para sobornar a los políticos de las ciudades-estado griegas.
Isócrates (m. 338), que había fundado en Atenas “la primera universidad europea” para la
formación de oradores y estadistas, instó a Filipo para que dirigiera una expedición contra Persia,
con una nueva base nacional panhelénica. La Liga de Corinto, que Filipo había formado con las
ciudades griegas, le designó a él para esta misión. A su muerte, su hijo Alejandro el Magno (336-
323) recogió el desafío [...].- GRANT, M.: op. cit. pp. 31-32.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 108

3.- El drama. La tragedia. Drama quiere decir algo “hecho” o “ejecutado” (“dráoo”), y se
considera que el drama proviene del culto de Dionysos, dios de la vegetación y la fertilidad, y
especialmente de la vid y de sus productos. El ditirambo, de que poco a poco brotó la tragedia, era
un canto festivo en honor de Dionisos. [...] eran cantados por un coro “ciclico”, al parecer de
cincuenta personas. Parece también que éstas se disfrazaban de chivos (“tragikós chorós”) y
representaban el cortejo del dios, de donde el ditirambo ya regularmente fijado vino a llamarse
“tragoodia” o “canto de los chivos”. En ciertas pausas del himno, el director del coro tal vez
cantaba o recitaba alguna aventura del dios.
Tespis de Icaria, en Ática (hacia 530 a.C.) introdujo un actor, el cual conversaba con el director
del coro o “corifeo”, y por eso se lo llamó “el que contesta” –“hipokriteés”-, que vino a ser el
término común para designar al actor. Así se organizó el dialogo, con lo cual se dio un paso
definitivo. Muy pronto, el asunto de la ejecución no quedó limitado al tema de Dionisos, y el coro,
por su parte, dejó de representar a los sátiros o “caprípedos”. [...]
Esquilo. El verdadero fundador de la tragedia fue Esquilo, un ateniense del cantón de Eleusis
(nacido en 525 a.C. y muerto en Sicilia en 456). El gran adelanto traido por Esquilo fue la
invención del segundo actor: el efecto de esto fue disminuir la importancia del coro y el trasladar
al diálogo el interés de la obra. Con esto la tragedia alcanzó su madurez.
La Trilogía, la Tetralogía, el Drama satírico, La Trilogía era un grupo de tres tragedias; la
Tetralogía era una trilogía junto con una pieza satírica; es decir, una pieza en que figuraba el
antiguo coro satírico, destinada según se dice a contentar el prejuicio popular, el gusto inveterado
por la forma arcaica, forma que cayó en desuso cuando los temas dejaron de referirse
exclusivamente a Dionisos y sus aventuras. La costumbre de competir por el premio dramático con
la presentación de una tetralogía se cree que comenzó con Esquilo.
Esquilo como dramaturgo. Las siete piezas que de Esquilo conservamos son Las suplicantes,
Los persas, Los siete contra Tebas, Prometeo encadenado, Agamemnón, Las coéforas y Las
euménides. Las tres últimas componen la única trilogía existente en el estricto sentido del término,
es decir: tres piezas relacionadas por el asunto y representadas una tras otra en la misma ocasión.
Tal es la famosa Orestíada, que así se llama.
Las cualidades sobresalientes de Esquilo como dramaturgo son la sublimidad y la grandeza,
tanto en el pensamiento como en la expresión, combinado todo con un profundo temperamento
religioso. Sus especulaciones sobre problemas morales y religiosos, expuestas por boca de los
coros, revelan una mente siempre procupada por los hondos e inescrutables misterios de la vida
humana y del destino. Su estilo se caracteriza por las audacias de la sentencia, los pintorescos
términos compuestos y las metáforas sorprendentes.
Sófocles. Nació hacia 495 en Colono, el demo ático que inmortalizó en su poesía. Ganó su
primer victoria sobre Esquilo en 468, y se dice que obtuvo el primer premio unas veinte veces
durante su carrera Murió a los noventa años, en 405, poco antes de la batalla de Egos Pótamos.
Reformas de Sófocles. Obras de Sófocles. Entre los adelantos en el arte dramático que se
atribuyen a Sófocles, cuentan los siguientes: 1) añadió un tercer actor, y aumentó los coristas de
doce a veinte; 2) inventó las decoraciones escénicas pintadas; 3) introdujo la práctica de componer
en trilogías donde cada pieza era independiente de las otras. Las siete obras que de él poseemos
son: Antígona, Ayax, Traquinias, Electra, Filoctetes, Edipo Tirano, Edipo en Colono. Los dos
dramas sobre Edipo forman con la Antígona, una suerte de trilogía, pero en cuanto a las fechas, la
Antígona y el Edipo en Colono distan esntre sí unos cuarenta años. /
Sófocles como dramaturgo. Su “ironía”. En tanto que Esquilo nos presenta figuras sublimes y
heroicas, empujadas a la ruina por un inexorable destino que, por decirlo así, obra desde afuera,
Sófocles más bien destaca las cualidades morales y espirituales que modelan desde adentro los
caracteres. Su estilo, aunque menos ornado que el de Esquilo, está preñado de pensamientos en su
aparente sencillez, y es lo bastante flexible para dar todos los matices de la idea. Hay un rasgo de
su arte que merece especial mención, y es su ironía. La ironía dramática se produce cuando la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 109
situación supuesta por el personaje es diferente de la real. y a este factor debe el Edipo Tirano, en
particular, su carácter único entre las tragedias griegas.
3.- Eurípides, el tercer gran nombre de la tragedia griega, nació en la isla de Salamina durante la
invasión persa de 480. Aparece como poeta trágico hacia los veinticinco años, y continúa
presentando obras hasta 408, cuando se traslada por motivos ignorados, a la corte de Arquelao en
Macedonia. Allí todavía compuso las Bacantes, y murió en 406, pocos meses antes que Sófocles. /
Hoy conocemos dieciocho piezas de Eurípides, incluyendo los Cíclopes, único ejemplo que
poseemos de un drama satírico, y excluyendo el Reso que parece ser de otra mano. Si tuviésemos
que escoger las obras más representativas, optaríamos por estas seis: Medea, Hipólito, Ion, Ifigenia
en Aulis, Ifigenia entre los tauros y las Bacantes. Esta última es un drama espléndido, colorido y
romántico, que vuelve al tema tradicional del culto dionisíaco.
La popularidad de Eurípides. Su racionalismo. La popularidad de Eurípides entre los antiguos
fue inmensa. Y el interés que ha despertado en los tiempos modernos se debe en mucho al hecho
de que muestra cierto parentesco con el pensmiento moderno, en cuanto a problemas morales y
sociales, como la esclavitud, la nacionalidad y otros. En realidad, usaba la escena para difundir el
racionalismo. A este fin no temía romper con las tradiciones en punto al tratamiento de los mitos y
su posible aplicación a las necesidades presentes, al paso que no descuida medio alguno –lágrimas,
lamentaciones y aun horrores- para impresionar al público. Por eso decía de él Aristóteles que era
“el más conmovedor de los poetas”.
El método de Eurípides. Entre las reformas revolucionarias hechas por Eurípides respecto a
técnica dramática, cuentan las siguientes: 1) su empleo del prólogo para dar un esquema general
del drama; 2) su uso del deus ex machina, es decir la introducción de una deidad para provocar el
desenlace; 3) su manejo del coro, que deja de asistir al desarrollo de la acción, y cuyas odas a
veces no tienen gran conexión con ella. Estas innovaciones han sido consideradas como recursos
inferiores, en comparación con la gran manera de los otros dos trágicos.- PETRIE, A.: op. cit.
149-152.
OPINIÓN
Si aún nos estremece el desencanto de Esquilo con la humanidad, o nos apasiona la altura moral
de Sófocles, Eurípides (480-406 a.C.) nos resulta casi un contemporáneo, un dramaturgo de hoy.
Baste mencionar la perdurable actualidad de Las troyanas, o el impacto de la Medea del San
Martín en nuestro público. La cercanía se debe, probablemente, a la indagación en la psicología de
las protagonistas: Hécuba, Casandra, Andrómaca, o la demencial Medea, son mujeres arrastradas
por sus ansias, sus temores y sus pasiones, antes que por un capricho del Destino.
La posteridad ha sido benévola con Eurípides, autor de noventa obras, de las que muchas
perduran. Gracias, en parte, dice Emily Wilson en una reciente edición del Times Literary
Supplement, al gran interés que despertó en las escuelas bizantinas; al hallazgo fortuito, en una
biblioteca monástica egipcia, de nueve textos completos, en papiro; y a la frecuencia con que lo
citan los autores medievales, quienes redactaban sinopsis de sus tragedias, de modo que restan
huellas de los originales y, con la ayuda de fragmentos subsistentes, pueden reconstruirse. […]
Faetón es hijo de Helios, el Sol (o sea, Apolo), y de una tal Climena, esposa del rey Merops, a
quien ha hecho creer que es el padre del muchacho. Como casi todos los adolescentes, es algo
fanfarrón y al enterarse (por una indiscreción de su madre) de que su verdadero padre es nada
menos que el Sol, decide deslumbrar a sus amigos. Va a visitar a Apolo y le arranca la autorización
para guiar, por un día, el carro tirado por cuatro impetuosos caballos con el que el dios hace el
trayecto cotidiano de Este a Oeste. Pero los caballos se desbocan, el clima de la Tierra enloquece
(los abisinios quedan negros para siempre), el planeta entero se incendia y, por fin, Zeus lanza un
rayo desde el Olimpo y precipita al temerario en un río donde se ahoga.
A continuación, Eurípides plantea este dilema: ¿cómo explicará Climena a Merops lo que ha
pasado, sin revelarle que Faetón no era su hijo? El final de la obra se ha perdido y Elliot opta por
lo obvio: el rey perdona a su mujer y lamenta la pérdida del muchacho. Mientras Emily Wilson
parece lamentar la pérdida de tiempo: "Este Faetón no es nada interesante: no hay tabúes sexuales,
no hay incesto, ni siquiera violencia física, apenas". En cambio, ya hay productores del West End
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 110
interesados en llevarla a escena: con la tecnología actual, ver caer al muchacho desnudo, envuelto
en llamas, atraería -suponen- a multitudes.- SCHOO, Ernesto: “Eurípides: el antiguo más
moderno”; en La Nación. Sábado 6 de febrero de 2010.

3.- EL MILAGRO DE ATENAS Y EL ORIGEN DE LA DEMOCRACIA ATENIENSE


Cuando preparaba esta comunicación [para la recepción del Premio Cataluña, en Barcelona], mi
falta de condiciones me impedía avanzar, y descubrí que se hace muy difícil decidirse por un tema.
¿Tendría que hablar, quizá, de un tema abstracto, como la teoría del conocimiento científico? ¿O
de la democracia? ¿Pero no es precisamente de la democracia de lo que ustedes saben más que yo?
Pensé que probablemente debería decir algo interesante sobre el Mediterráneo, por deferencia a
este Instituto de Estudios Mediterráneos; en verdad, no sé nada, o muy poco, del Mediterráneo.
Con la imaginación, pues, me veía aquí, un anciano de 87 años y no muy buen orador, ante
ustedes, ante sus jueces inflexibles.
Cuando llegué a este punto de mis reflexiones, supe de pronto cuál debía ser el tema de la
comunicación: “El milagro de Atenas y el origen de la democracia ateniense”. Era apropiado
hablar de ello porque se trata de lo que había de convertirse en el milagro de Grecia y, más
adelante, en el milagro del Mediterráneo, de la civilización mediterránea. Es un tema que combina
la posibilidad de hablar de un asunto al cual he aportado una contribución que hasta ahora no había
desarrollado completamente.
Nuestra civilización, que es esencialmente la civilización mediteránea, procede de los griegos.
Esta civilización nació en el período comprendido entre los siglos VI y IV a.C. y nació
precisamente en Atenas. El milagro de Atenas es admirable. Asistimos, en un período muy corto
que comienza con Solón hacia el año 600, a una revolución pacífica. Solón salvó la ciudad
liberando a los explotados atenienses de la carga de las deudas y prohibiendo que un ciudadano
pudiese caer en esclavitud por esta causa. Fue la primera constitución elaborada para proteger la
libertad de los ciudadanos y nunca fue olvidada, por más que la historia de Atenas demostrase
diáfanamente que la libertad nunca es segura, sino que siempre está amenazada.
Solón no fue únicamente un gran estadista, sino también el primer poeta ateniense de que
tenemos noticia. Solón expuso sus propósitos en su poesía. Hablaba de la eunomía o “buen
gobierno” y lo definía como el equilibrio de los intereses en conflicto de los ciudadanos. Era, sin
duda, la primera vez –por lo menos en la región mediterránea-, que se elaboraba una constitución
con un propósito ético y humanitario. Y lo que allí empezaba a funcionar era el imperativo ético
universalmente válido que Schopenhauer sintetizó en este enunciado: Neminem lede imo omnes,
quantum potes, juva!, es decir: “No hagas daño a nadie, sino ayuda a todos tanto como puedas”. Al
igual que la revolución americana ocurrida al cabo de 2500 años, la revolución de Solón
únicamente se preocupó de la libertad de los ciudadanos: la esclavitud de los bárbaros comprados
no fue tenida en cuenta.
Después de Solón, la política de Atenas fue muy poco estable. Diversas familias luchaban por el
poder y, después de algunos intentos fracasados, Pisístrato, pariente de Solón, se proclamó
monarca o tirano de Atenas. Poseía una gran fortuna que provenía de unas minas de plata situadas
fuera del Ática, y utilizó una buena parte de ella para favorecer la cultura y para estabilizar las
reformas de Solón. Instituyó festivales, principalmente de teatro, y fue él quien creó las
representaciones de tragedias en Atenas. Y, como sabemos por Cicerón, encargó la redacción de
las obras de Homero, la Ilíada y la Odisea, que antes, parece, sólo existían como tradición oral. La
tesis principal de mi comunicación es que ésta fue una proeza de consecuencias del más vasto
alcance, un acontecimiento de importancia crucial en la historia de nuestra civilización. Durante
muchos años, incluso después de haber escrito La sociedad abierta y sus enemigos, el milagro de
Atenas ha sido un problema que me ha fascinado; me acompañaba por doquier, me pisaba los
talones. ¿Qué es lo que hizo que Atenas crease nuestra civilización? ¿Qué condujo a Atenas a
inventar el arte y la literatura, la tragedia, la filosofía, la ciencia y la democracia en un período de
tiempo tan breve?
Tenía una respuesta a este problema, una respuesta indudablemente cierta, pero que me parecía
insuficiente. La respuesta era: “El choque cultural”. Cuando dos o más culturas diferentes entran
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 111
en contacto, la colisión hace que la gente se dé cuenta de que sus comportamientos y costumbres
no son naturales, que no son los únicos posibles, ni decretados por los dioses, ni consustanciales
con la naturaleza humana. Esto hace que se presente un mundo de posibilidades nuevas, que se
3.- abran ventanas y que el aire fresco penetre. Es una ley de carácter sociológico que explica
muchas cosas y que representó un papel muy importante en la historia de Grecia.
De hecho, uno de los temas principales de la Ilíada, de Homero, y todavía más de la Odisea, es
precisamente el del choque cultural, que, evidentemente, también es una cuestión central de las
Historias de Heródoto. Su trascendencia en la civilización griega es muy grande. De todas
maneras, esta explicación no acababa de satisfacerme y durante mucho tiempo pensé en
abandonarla. Llegué a creer que un milagro como el de Atenas no puede ser explicado. Y todavía
menos puede explicarlo la redacción de las obras de Homero, a pesar de la gran influencia que
lograron. Antes y en otros lugares se habían escrito libros, incluso grandes libros, y no había
sucedido nada comparable al milagro de Atenas.
Pero un día releí la Apología de Platón, la obra filosófica más bella que conozco. Y releyendo
un pasaje muy controvertido, se me ocurrió una idea nueva. Este pasaje (26 D.-E) sugiere que en el
año 399 a.C. había en Atenas un floreciente mercado de libros, un mercado, en todo caso, en el que
habitualmente se vendían libros viejos (como el de Anaxágoras) y donde se podían comprar a muy
buen precio, Eupolis, el gran maestro de la comedia antigua, habla (en un fragmento citado por
Polux, Onomasticon IX, 47; cap. VII, 211) muy explícitamente de un mercado de libros, cincuenta
años antes. Pero, ¿cómo pudo formarse tal mercado? Está bien claro: sólo después que Pisístrato
encargase la redacción de las obras de Homero.
Gradualmente, se me fue haciendo evidente la trascendencia de este hecho y la descripción
empezó a progresar. Antes que las obras de Homero tuviesen forma escrita, había libros, pero no
eran populares ni se distribuían libremente en un mercado. Los libros, si es que los había, eran una
gran rareza y no se copiaban ni distribuían comercialmente, sino que se guardaban (como el libro
escrito por Heráclito) en un lugar sagrado, bajo custodia de sacerdotes. Con todo, sabemos que
Homero había llegado a ser popular en Atenas, todos lo habían leído y muchos lo sabían de
memoria. ¡Homero se convirtió en la primera diversión pública conocida! Esto se producía sobre
todo en Atenas, según nos enteramos por Platón, que en la Política se queja de esta diversión tan
peligrosa y en las Leyes se burla de Esparta, donde el nombre de Homero es casi desconocido, y de
Creta, donde nunca han oído hablar de él. Sin duda el gran éxito de Homero en Atenas provocó la
aparición del libro comercial. Sabemos que los libros eran dictados a un grupo de esclavos
ilustrados, quienes los escribían sobre papiro, y las hojas se juntaban en rollos o en “libros”.
¿Cómo empezó todo esto? La hipótesis más probable es que el mismo Pisístrato no sólo editase
a Homero, sino que también lo hiciese copiar y distribuir. Por una extraña coincidencia, me topé
con un escrito que decía que la primera y muy considerable exportación de papiro de Egipto a
Atenas se produjo en un año en que Pisístrato aún gobernaba.
Puesto que Pisístrato había tenido interés en organizar recitales públicos de Homero, es muy
probable que emprendiera la distribución de los libros acabados de editar y que la popularidad de
estos originase la aparición de otros editores.
Siguieron colecciones de poemas escritos por otros autores, y tragedias y comedias. Ninguna de
estas obras había sido escrita con la intención de publicarla, pero los libros redactados con este
propósito aparecieron en cuanto la edición se convirtió en práctica establecida y el mercado de
libros (biblionia) del Ágora en una institución. Sospecho que el primer libro escrito con la
intención de publicarlo fue la gran obra de Anaxágoras De natura. Parece que la obra de
Anaximandro no fue editada nunca, aunque también parece que el Liceo poseía un ejemplar de
ella, o quizás un resumen, y que Apolodoro encontró uno –acaso el mismo- en una biblioteca de
Atenas. Sugiero, pues, que la publicación de las obras de Homero fue la primera que se hizo
nunca, por lo menos en la región mediterránea. Este hecho convirtió a Homero no sólo en la biblia
(biblion) de Atenas, sino en el primer instrumento de educación, el primer abecedario, el primer
silabario, la primera novela. Y convirtió a los atenienses en ilustrados.
Que este hecho fue muy importante para que se produjese la revolución democrática ateniense
–con la expulsión de Atenas de Hipias, el hijo de Pisístrato, y la promulgación de una constitución-
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 112
nos lo demuestra una de las instituciones características de la democracia creada como cincuenta
años después de la primera publicación. Me refiero a la institución del ostracismo. Esta institución
implicaba, por una parte, que el ciudadano de Atenas sabía escribir, ya que escribía sobre la arcilla
3.- el nombre del ciudadano a quien consideraba peligrosamente popular o peligrosamente
destacado. Por otra parte, la institución del ostracismo revela que los atenienses, al menos durante
el primer siglo posterior a la expulsión de Hipias, consideraban que el problema central de su
democracia era la prevención de la tiranía.
Esta idea se hace evidente si nos damos cuenta de que la institución del ostracismo no
consideraba el destierro como un castigo. Cuando era condenado al ostracismo, el ciudadano
conservaba intacto el honor, al igual que los bienes y los derechos, excepto el de residir en su
ciudad. El ciudadano perdía este derecho durante diez años, al principio, y posteriormente durante
cinco; de todas maneras, podía ser invitado a regresar. En cierto sentido, el ostracismo era un
honor, en la medida en que reconocía la excelencia de un ciudadano. Ciertamente, algunos de los
líderes más destacados fueron condenados al ostracismo. Tenían, pues, la idea siguiente: “No hay
nadie insustituible, y aunque admiramos el don de mando, debemos ser capaces de vivir sin ningún
dirigente concreto; de otro modo podría convertírsenos en amo, y el cometido principal de nuestra
democracia consiste en evitar precisamente esto”. Deberíase subrayar que el ostracismo no duró
mucho. El primer caso conocido es el del 488 a.C. y el último del 417 a.C. Todos los casos fueron
trágicos, a causa de la grandeza de los hombres desterrados. Este período casi coincide con el de la
creación de las obras más importantes de la tragedia ateniense, el período de Esquilo, de Sófocles y
de Eurípides, quien se autodesterró.
La hipótesis que propugno, pues, es que la primera obra publicada en Europa fue la de Homero
y que este acontecimiento tan afortunado despertó el amor de los griegos a este poeta y a sus
héroes y provocó la ilustración popular y la democracia ateniense. Y aun pienso que hizo más.
Homero ya era popular antes, ciertamente, y durante algún tiempo casi todas las pinturas de los
vasos no eran sino ilustraciones de sus obras, cosa que también sucedía en muchas esculturas. El
mismo Homero era un minucioso pintor realista, con palabras, de muchas escenas vívidas y
cautivadoras, cosa que, según la observación de Ernest Gombrich, incitaba a los pintores y
escultores a emularlo con sus medios de expresión específicos. Este reto se acentuó aún más
cuando se divulgó el conocimiento detallado de los textos homéricos. Es innegable, pues, la
influencia de la capacidad de leer sobre las artes. Es evidente la influencia de los temas homéricos
sobre los trágicos atenienses; hasta cuando se apartan de ellos, continúan prefiriendo los que saben
que resultan familiares al auditorio. Puedo afirmar, pues, que la influencia cultural del mercado del
libro fue incalculable y que todos los elementos del milagro de Atenas les son deudores.
Pero, para coronar todos esos argumentos, podemos hacer una especie de experimento histórico.
La imprenta que Gutenberg desarrolló dos mil años después que Pisístrato idease la edición de
libros fue el gran invento que repitió, digamos, la publicación de libros para ponerlos al alcance de
mucha gente. Es interesante observar que, aun cuando aquel invento se produjo en el norte de
Europa, la mayoría de los impresores formados en esta técnica se la llevaron hacia el Sur, al
Mediterráneo, a Italia, donde representaron un papel decisivo dentro del gran movimiento
renovador llamado Renacimiento, el cual incluía la nueva erudición humanística y la nueva ciencia
que al fin tendrían que transformar nuestra civilización.
Este movimiento tendría un alcance mucho más amplio que el que yo he llamado “el milagro de
Atenas”. Primeramente, era un movimiento basado en la edición de un número mucho mayor de
libros. En 1500, Aldus ya hacía ediciones de mil ejemplares. Es evidente que el aspecto
prominente de esta nueva revolución es la magnitud de las ediciones impresas. Pero, por otra parte,
hay una sorprendente analogía, o similitud, entre lo que comenzó en Atenas hacia el 500 a.C. y se
difundió por todo el Mediterráneo y lo que sucedía en Florencia o Venecia hacia el 1500. Los
nuevos sabios humanistas eran bien conscientes de ello: querían restaurar el espíritu de Atenas y
estaban orgullosos de saber hacerlo.
Al igual que en Atenas y después en la Magna Grecia –y especialmente en Alejandría, pero sin
duda en todo el Mediterráneo- la especulación científica y, sobre todo, cosmológica alcanzó mucha
importancia en estos movimientos. Los matemáticos del Renacimiento, como Commandino,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 113
triunfaron en el intento de recuperar los descubrimientos perdidos de Euclides, Arquímedes,
Apolonio, Pappos y Ptolomeo, como también los de Aristarco, que condujeron a la revolución de
Copérnico y a Galileo, Kepler, Newton y Einstein.
3.- Si nuestra civilización puede ser definida acertadamente como la primera civilización
científica es porque procede del Mediterráneo y, según mi parecer, de la edición de libros en
Atenas y del mercado de libros ateniense.
En toda esta exposición he omitido la contribución de los árabes, que trajeron al Mediterráneo el
sistema de numeración de la India. Esto es muy importante, pero lo que recibieron cuando llegaron
al Mediterráneo lo es tanto o más aún.
He explicado brevemente una historia bien conocida, que ciertamente no lo sería sin una
pequeña pero, creo, significativa contribución: el papel decisivo que los libros han representado
desde el mismo principio. Nuestra civilización, efectivamente, se basa en los libros: el sentido de
la tradición y la originalidad, la seriedad y el sentido de la responsabilidad intelectual, el poder sin
precedentes de la imaginación y de la creatividad, el concepto de la libertad y el afan de
preservarla que la caracterizan, se apoyan en nuestro amor por los libros. ¡Ojalá las modas
efímeras, los medios de comunicación y la informática no malogren ni tan sólo aflojen nunca este
lazo personal tan estrecho!
De ningún modo quisiera terminar hablando de libros, a pesar de que son tan importantes en
nuestra civilización. Es más importante no olvidar que una civilización se compone de hombres y
mujeres civilizados, de individuos que quieren vivir una vida plena y civilizada. Este es el objetivo
al cual los libros y nuestra civilización han de contribuir, y creo que ya lo hacen.- POPPER, Karl:
“Los libros y el milagro de la democracia”; en La Nación. Buenos Aires. Domingo 05 de
noviembre de 1989.

MADRID.- Sin Hitler y los nazis, Karl Popper no hubiera escrito nunca ese libro clave del
pensamiento democrático y liberal moderno, La sociedad abierta y sus enemigos (1945) y,
probablemente, su vida hubiera sido la de un oscuro profesor de filosofía de la ciencia confinado
en su Viena natal. Muy poco se conocía de la infancia y juventud de Popper -su Autobiografía
(1976) las escamotea casi por completo- hasta la aparición del libro de Malachi Haim Hacohen,
Karl Popper. The Formative Years. 1902-1945 (2000), exhaustiva investigación sobre aquella
etapa de la vida del filósofo en el marco deslumbrante de la Viena de los primeros años del XX,
una sociedad multicultural y multirracial, cosmopolita, de efervescente creatividad literaria y
artística, espíritu crítico e intensos debates intelectuales y políticos. Allí debió gestarse la idea
popperiana de la "sociedad abierta" de la cultura democrática contrapuesta a las "sociedades
cerradas" del totalitarismo.
Como desde la ocupación nazi de Austria en marzo de 1938 la vida cultural de este país entró en
una etapa de oscurantismo y decadencia de la que todavía no se ha recuperado -sus mejores
talentos emigraron, fueron exterminados o anulados por el terror y la censura-, cuesta trabajo
imaginar que la Viena en la que Popper hizo sus primeros estudios, descubrió su vocación por la
investigación, la ciencia y la disidencia, aprendió el oficio de carpintero y militó en el socialismo
más radical era acaso la ciudad más culta y libre de Europa, un mundo donde católicos,
protestantes, judíos integrados o sionistas, librepensadores, masones, ateos coexistían,
polemizaban y contribuían a revolucionar las formas artísticas, la música sobre todo, aunque
también la pintura y la literatura, las ciencias sociales y las exactas, y la filosofía. Un libro recién
traducido al español, de William Johnston, The Austrian Mind: An Intellectual and Social History
1848-1938 (1972) ( El genio austrohúngaro. Historia social e intelectual 1848-1938 ), reconstruye
con rigor esa fascinante Torre de Babel en la que precozmente Popper aprendió a detestar el
nacionalismo, una de sus bestias negras a la que siempre identificó como el enemigo mortal de la
cultura de la libertad.
La familia de Popper, de origen judío, se había convertido al protestantismo dos generaciones
antes de que él naciera, en 1902. Su abuelo paterno tenía una formidable biblioteca en la que él,
niño, contraería la pasión de la lectura. Nunca se consoló de haber tenido que venderla cuando se
desplomaron las finanzas de su familia, que, durante su infancia, era muy próspera. En su vejez,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 114
cuando, por primera vez en su vida, recibió algo de dinero por derechos de autor, trató
ingenuamente de reconstruirla, pero no lo consiguió. Su educación fue protestante y estoica,
puritana, y, aunque se casó con Hennie, una católica, esa moral estricta, calvinista, de renuncia de
3.- toda sensualidad y autoexigencia y austeridad extremas lo acompañó toda su vida. Según los
testimonios recogidos por Malachi Hacohen, lo que más reprochaba Popper a Marx y a Kennedy
no eran sus errores políticos, sino haberse permitido tener amantes.
En la Viena de su juventud -la Viena Roja-, prevalecía un socialismo liberal y democrático que
propiciaba el multiculturalismo, y muchas familias judías integradas, como la suya, ocupaban
posiciones de privilegio en la vida económica, universitaria y hasta política. Su precoz rechazo de
toda forma de nacionalismo -la regresión a la tribu- lo llevó a oponerse al sionismo y siempre
pensó que la creación de Israel fue "un trágico error". En el borrador de su Autobiografía escribió
una frase durísima: "Inicialmente me opuse al sionismo porque yo estaba contra toda forma de
nacionalismo. Pero nunca creí que los sionistas se volvieran racistas. Esto me hace sentir
vergüenza de mi origen, pues me siento responsable de las acciones de los nacionalistas israelíes".
Pensaba entonces que los judíos debían integrarse a las sociedades en las que vivían, como había
hecho su familia, porque la idea "del pueblo elegido" le parecía peligrosa. Presagiaba, según él, las
visiones modernas de la "clase elegida" del marxismo o de la "raza elegida" del nazismo. Debió ser
terrible para quien pensaba de este modo ver cómo, en la sociedad que creía abierta, el
antisemitismo comenzaba a crecer como la espuma por la influencia ideológica que venía de
Alemania, y sentirse de pronto amenazado, asfixiado y obligado a exiliarse. Poco después, ya en el
exilio de Nueva Zelanda, donde, gracias a sus amigos F.A. Hayek y Ernst Gombrich, había
conseguido un modesto trabajo como lector en la Canterbury University, en Christchurch, se iría
enterando que dieciséis parientes cercanos suyos -tíos, tías, primos, primas-, además de
innumerables colegas y amigos austríacos de origen judío, como él, y perfectamente integrados,
serían aniquilados o morirían en los campos de concentración, víctimas del racismo demencial de
los nazis.
Éste es el contexto que indujo a Popper a apartarse unos años de sus investigaciones científicas
(antes de abandonar Austria había ya publicado Logik der Forschung, Lógica de la investigación
científica) y prestar lo que llamaría su contribución intelectual a la resistencia contra la amenaza
totalitaria. Primero fue La pobreza del historicismo (1944-1945) y luego La sociedad abierta y sus
enemigos (1945). Malachi Hacohen traza una minuciosa y absorbente historia de las condiciones
difíciles, poco menos que heroicas, en que Popper trabajó estos dos libros de filosofía política que
le darían una celebridad que nunca imaginó, robando horas a las clases y obligaciones
administrativas en la Universidad, pidiendo ayuda bibliográfica a sus amigos europeos, y viviendo
en una pobreza que, por momentos, se acercaba a la miseria, ayudado por la lealtad y la entrega
misioneras de Hennie, que descifraba el manuscrito, lo dactilografiaba y, además, lo sometía por
momentos a críticas duras.
Malachi Hacohen ha trabajado tanto en este libro sobre el joven Popper como éste en su
investigación sobre los orígenes del totalitarismo en la Grecia clásica que, según él, arranca con
Platón y llega hasta Marx, Lenin y el fascismo, pasando por Hegel y Comte. Y por momentos da la
impresión de que, en el curso de esos años de intensa dedicación, fue pasando de la admiración
devota y casi religiosa hacia Popper a un cierto desencanto, a medida que descubría en su vida
privada los defectos y manías inevitables, sus intolerancias, su poca reciprocidad con quienes lo
habían ayudado, sus depresiones y manías, su poca flexibilidad para aceptar la llegada de nuevas
formas, ideas y modas de la modernidad. Algunas de estas críticas me parecen muy injustas, pero
ellas no están de más en un libro dedicado a quien sostuvo siempre que el espíritu crítico es la
condición indispensable del verdadero progreso en el dominio de la ciencia y en el de la vida
social, y que es sometiendo a la prueba del examen y del error -es decir, tratando de "falsearlas",
de demostrar que son falsas- que se conoce la verdad o la mentira de las doctrinas, teorías e
interpretaciones que pretenden explicar al individuo aislado o inmerso en la amalgama social.
Por otra parte, Malachi Hacohen deja claramente establecido que, contra lo que se llegó a creer
en los años de la Guerra Fría, Popper era el filósofo nato del conservadurismo; sus tesis sobre la
sociedad abierta y la sociedad cerrada, el esencialismo, el historicismo, el Mundo Tercero, la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 115
ingeniería social fragmentaria, el espíritu tribal y sus argumentos contra el nacionalismo, el
dogmatismo y las ortodoxias políticas y religiosas cubren un amplio espectro filosófico liberal en
el que pueden reconocerse por igual todas las formaciones políticas democráticas, desde el
3.- socialismo hasta el conservadurismo que acepten la división de poderes, las elecciones, la
libertad de expresión y el mercado. El liberalismo de Karl Popper es profundamente progresista
porque está imbuido de una voluntad de justicia que a veces se halla ausente en quienes cifran el
destino de la libertad sólo en la existencia de mercados libres, olvidando que éstos, por sí solos,
terminan, según la metáfora de Isaiah Berlin, permitiendo que los lobos se coman a todos los
corderos.
La libertad económica, que Popper defendió, debía complementarse a través de una educación
pública de alto nivel y diversas iniciativas de orden social, como una vida cultural intensa y
accesible al mayor número, a fin de crear una igualdad de oportunidades que impidiera, en cada
generación, la creación de privilegios heredados, algo que le pareció siempre tan nefasto como los
dogmas religiosos y el espíritu tribal.- VARGAS LLOSA, Mario: “El joven Popper, en el
esplendor de Viena”; en La Nación. Lunes 17 de septiembre de 2012.

Consecuencias y conclusiones.
La grandeza de Atenas depende en gran parte de su democracia, y así atrajo el servicio pleno y
voluntario de sus ciudadanos. La democracia no fue realmente recusada hasta el verano de 411,
cuando un consejo de cuatrocientos fue puesto en el poder, pero sobrevivió sólo unas semanas.
Incluso en ese momento difícil, los atenienses no deseaban eludir sus responsabilidades o entregar
sus decisiones a unos cuantos hombres de supuesta superioridad social. La fuerza de la democracia
ateniense era que era verdaderamente democrática. A diferencia de las democracias modernas
representativas, el gobierno no estaba en manos de diputados elegidos sino en todo el pueblo, que
tenía la última palabra en todas las decisiones de cierta importancia. Esto se ha repetido muy de
vez en cuando en la historia, cuando un estado ha sido lo suficientemente pequeño para que todos
sus ciudadanos pudiesen encontrarse en un único lugar, como era posible en Atenas. Una
democracia directa de este tipo tenía sus fallos. Cuando las decisiones quedan en manos de todo el
conjunto de los ciudadanos, es difícil seguir una política consistente, y para los votantes, no ser
aturdidos o atemorizados impulsándolos a decisiones precipitadas de las que pronto se arrepienten.
Esto sucedió en Atenas con la decisión de matar a todos los mitilaneanos varones, pero,
afortunadamente, la Asamblea cambió de opinión. En otros casos no se cambió de opinión y
fueron cometidas atrocidades injustificadas. Fueron, generalmente, inspiradas por políticos que
sabían que podían enardecer al pueblo jugando con su vanidad o sus temores. Pero la paradoja de
la democracia ateniense era que en ocasiones cometía enormes errores, y en conjunto mantenía una
política estable.
Conocemos los demagogos que alcanzaron el poder después de Pericles a través de las groseras
burlas de Aritófanes y de la aristocrática desaprobación de Tucídides. Pero deben de haber existido
hombres mejores que Cleón, cuyos nombres se hayan perdido para nosotros, pero que fueron
capaces de observar una política coherente .En cualquier caso, la democracia ateniense cometió
menos errores que la oligarquía ateniense, incluso cuando la última lo tenía todo en sus manos. /
[…]
La mayoría de nosotros conocemos a Atenas principalmente por sus obras de arte o su literatura.
Aunque sólo una pequeña proporción de éstas ha sobrevivido, es suficiente para proyectar un
encanto especial y demostrar de un modo concluyente la fuerza del genio ateniense. Si sólo tuviese
esto sería recordada y estimada, pero no podrían justificar por sí solos los encomios casi
inigualables que rendimos a Atenas. Su atractivo está realzado en gran medida por ser parte de un
complejo conjunto, de una sociedad viva en la que jugaron una parte importante, pero en modo
alguno preponderante. Casi tan importante como esto es la influencia que Atenas tuvo sobre el
pensamiento posterior y sobre la transformación del pensamiento en acción. Aunque distante y
diferente la democracia moderna de la de Pericles, existe una verdadera conexión entre ellas. La
concepción ateniense de la democracia ha desaparecido para siempre jamás y ha sido sustituida por
otras concepciones de gobierno basadas en supuestos bastante diferentes. Pero ha sido mantenida
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 116
viva por allegados inesperados, por los filósofos estoicos y los teólogos cristianos, por los
pensadores de la Ilustración y los padres fundadores de la república norteamericana. Donde quiera
que los hombres hayan pensado seriamente en un gobierno justo, han tenido, en el fondo de sus
3.- mentes, reminiscencias, no necesariamente amistosas, del descubrimiento ateniense de que la
primera tarea del gobierno es tratar a los hombres como fines en sí mismos. Sanguinarios y
bestiales sistemas de los tiempos modernos han hecho de esto el blanco de su odio destructor, y
esto demuestra cuán fundamental es. Detrás del respeto por el gobierno democrático yace el
respeto por el individuo, y ésta es la gran contribución ateniense para el mundo. A menudo ha sido
olvidado, a menudo sumergido, nunca ha sido hecha sincera o completamente y no lo era ni
siquiera en Atenas. Pero una vez que un ideal semejante ha sido traído a la vida, no puede ser
totalmente eliminado. Subsiste en pequeñas cuestiones cuando ha desaparecido en las grandes; se
convierte en una cuestión para la religión y la moral cuando cuando la política lo descarta
totalmente. Era el centro inspirador de la realización ateniense en sus más vigorosos días y de él
procede la inigualable vitalidad y su entusiasmo creador, la creenia de los atenienses en su ciudad
y en sí mismos. Cometieron errores; no siempre vieron lo mucho que habían emprendido; la fuerza
de los acontecimientos era a menudo demasiado fuerte para ellos, pero incluso cuando
reconocemos sus fracasos en humanidad y en prudencia el prodigioso logro permanece no
exactamente como Pericles lo imaginó, pero en cierto modo más amplio, más rico y más duradero.
Bajo su dirección el ideal del “hombre cabal”, anhelado por las generaciones más antiguas, más
aristocráticas, permaneció intacto, pero sus elementos se desarrollaron con un nuevo vigor y un
nuevo fin. La Atenas de Pericles dio el ejemplo de lo que podía hacerse si las facultades humanas
están liberadas de trabas y estimuladas a seguir su particular inclinación. Atenas esperaba que sus
hijos trabajasen para ella, pero estaba contenta si este trabajo era algo que ellos elegían por sí
mismos y practicaban por afición a él tanto como para el beneficio de su ciudad.- BOWRA, C.M.:
La Atenas de Pericles. Madrid, Alianza, (c1974). pp. 238-241. cap. 11,

La riqueza del pasado


En Cartas del Mediterráneo Oriental, que Adriana Hidalgo publicará ?a mediados del mes
próximo, José Emilio Burucúa relata, en clave epistolar, un viaje a Jerusalén y Atenas. En este
fragmento, describe con pasión erudita su primera visión de la Acrópolis
Atenas, 11 de febrero / Carissimo,
Hoy ha sido un día sublime. Por primera vez en nuestras vidas, subimos a la Acrópolis de
Atenas, tras tanto leer, tanto mirar fotografías, buscar en ellas puntos de vista excéntricos para
observar mejor molduras, pliegues, perfiles, estrías, grupas, cabezas de caballos, miradas. Fuimos
derecho al ingreso y sólo nos detuvimos frente al Odeón, un teatro a la romana con su escenario de
arcos de medio punto, que mandó erigir Herodes Ático en homenaje a su esposa Regilla alrededor
del año 160 de la era (el comitente, noble ateniense, fue también senador romano y, según se
aprecia, hombre de vastos recursos). Empujado por el ancestral error de menospreciar la
arquitectura romana, sobre todo cuando uno se encuentra a unos pocos pasos de obras maestras de
la arquitectura griega, quise ser expeditivo en el examen del Odeón y pasar sin más trámite a los
propileos que, bajo el gobierno de Pericles, la pólis ordenó construir a Mnesicles entre 437 y 432 a.
C. Las lecciones de Joaquín Rodríguez Saumell regresaron tan nítidas como si las hubiera
escuchado ayer. Que la combinación de columnas dóricas y jónicas en el ingreso al témenos de
Atenas expresaba el programa de hegemonía política y cultural de la ciudad sobre toda Grecia a
mediados del siglo V a.C., que la misma idea adquiría una segunda representación arquitectónica
en el uso del orden dórico en el friso exterior del Partenón y el desenvolvimiento simultáneo de la
procesión de las Panateneas en un friso jónico continuo sobre lo alto del muro de la naos del
templo, que la disminución de la escala y de la luz, inducidas en nuestra percepción espacial por
los propileos, contribuían a que el Partenón se nos apareciera más grande cuando lo vemos en la
perspectiva oblicua que nos permite captar en sólo un instante su fachada de ocho columnas y su
lateral de diecisiete, volvía por sus fueros el saber completo transmitido por aquel viejo profesor de
Buenos Aires mediante las aguerridas diapositivas que él había tomado y mostrado cien veces,
hasta que un leve olor a cuerno quemado lo obligaba a apagar el proyector para hacer descansar la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 117
lámpara. Lástima que se haya volado en el siglo XVII el tejado de mármol blanco del ingreso a la
Acrópolis que, según Pausanias, "había permanecido incomparable en cuanto a la medida y a la
belleza de la piedra" (I, 22, 4). Tampoco se ha conservado la pinacoteca ni su deslumbrante
3.- contenido, por supuesto, que todavía visitó y describió el autor de la Periégesis en tiempos del
emperador Marco Aurelio. Ignoramos si se trataba de pinturas murales o de cuadros (Pausanias
escribió grafás, es decir, "dibujos" o "delineaciones"), lo cierto es que allí había obras del gran
Polignoto donde se mostraba a Odiseo en el acto de robar el arco del infortunado Filoctetes, a
Diomedes cuando arrebataba el Paladion a los troyanos, a Orestes que asesinaba a Egisto para
vengar a su padre Agamenón y a Pílades que mataba a los hijos de Nauplios, a la desdichada
Polixena sacrificada en la pira funeraria de Aquiles ("Homero hizo bien en dejar fuera esta acción
cruel y horrible", comentó Pausanias, I, 22, 6), otra vez a Odiseo en el momento en que Nausicaa y
sus compañeras lo descubrían desnudo sobre la playa de la isla de los feacios, a Perseo que llevaba
la cabeza de la Medusa a Polidectes, a Alcibíades (finalmente un personaje histórico y no mítico)
cuando venció en la carrera de caballos de Nemea. Pausanias señaló las esculturas de un Hermes y
de las tres Gracias, situadas en el corredor de los propileos, que la tradición atribuía a Sócrates, sí,
al filósofo, a ese Sócrates "a quien la Pithia llamó el más sabio de los hombres" (I, 22, 8). Al girar
la cabeza hacia atrás a la derecha, se me presentó el exquisito santuario jónico, casi un relicario en
piedra, dedicado a la Victoria sin alas, es decir que los atenienses habían pretendido erigir un
conjuro arquitectónico al triunfo obtenido en la guerra contra los persas, después de la calamidad
de haber visto arder su ciudad, para que nunca los abandonase la victoria. Dado que eran apenas
las diez de la mañana y el templo de la Niké Áptera se interponía entre mi cara y el sol en el
cuadrante sureste del cielo, capté en su mayor potencia la capacidad del mármol pentélico, del que
están hechos todos los edificios del santuario, para dejar pasar o absorber la luz hasta unos veinte
centímetros de la superficie donde inciden sus rayos (al parecer, el mármol de Carrara permite el
paso de la luz hasta unos diez centímetros, diferencia que te puede dar una buena idea de cómo se
ven estas construcciones). De tal manera, a esa hora, el pequeño paralelepípedo de la Victoria sin
alas aparecía teñido del color del oro. Al mediodía, seguramente el dorado viraría al blanco y, al
atardecer, al blanco sucederían un rosa y hasta un rojo pálido. Debí recordar desde el principio que
aquellos edificios, aquellas estatuas y pinturas de los dioses o los héroes habían reemplazado a
otras piezas más antiguas, quemadas y saqueadas durante la ocupación de Atenas por el ejército de
Jerjes en el año 480. Dejé el Pausanias a un lado y busqué el pasaje del incendio de la Acrópolis en
Heródoto, VIII, 53-54:
"Al cabo, como era cosa fatal y decretada ya, según el oráculo, que toda la tierra firme del Ática
fuese domada por los persas, a los bárbaros apurados se les descubrió cierto paso por donde
entrasen en la ciudadela; porque por aquella fachada de la fortaleza que cae a las espaldas de su
puerta y de la subida, lienzo de muralla que no parecía que hombre nacido pudiese subir por él, y
dejado por eso sin guarda ninguna, por allá, digo, subieron algunos enemigos, pasando por cerca
del templo de Aglauro, hija de Cécrope, a pesar de lo escarpado de aquel precipicio. Cuando
vieron los atenienses a los bárbaros subidos a la plaza, echándose los unos cabeza abajo desde los
muros, perecieron despeñados, y los otros se refugiaron en el templo de Atenea. La primera
diligencia de los persas al acabar de subir fue encaminarse hacia la puerta del templo y, abierta,
pasar a cuchillo a aquellos refugiados. Degollados todos y tendidos, saquearon el templo y
entregaron a las llamas la ciudadela entera. [...] [Jerjes] convocó a los desterrados de Atenas que
traía en su comitiva y les ordenó que subiesen a la Acrópolis, hiciesen en ella sus ritos conforme al
rito patrio y ceremonias del país, ora lo mandase así por alguna visión que entre sueños hubiese
tenido, o bien por escrúpulo o remordimiento de haber quemado el templo. Los desterrados de
Atenas cumplieron por su parte con las órdenes dadas”.- BURUCÚA, José Emilio: “Bitácora de un
viajero ilustrado”; en La Nación. Viernes 26 de octubre de 2012. Supl. adncultura.

CAMBALACHE I
Los griegos, que la tenían muy clara, fueron la base de nuestras sociedades. Términos como
democracia, demagogia y aristocracia fueron acuñados en esa región del mundo y en esas épocas
de la historia de la humanidad, cuando pestes y hambrunas llevaron al borde del abismo a la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 118
civilización, que entraba en una etapa definitoria en el camino de una lucha sin prisa y sin pausa
hacia la superación de atrocidades e iniquidades cometidas en nombre de grandes causas de
supervivencia y supremacía, pero que siempre encerraban las ambiciones personales y las
3.- deformaciones perversas de los tiranos de turno, que, basados en su carisma, sometían a sus
pueblos a interminables conflictos que ocasionaban, además de pérdidas humanas, más hambre,
más pestes y, lo peor de todo, más odio y deseos de venganza, la famosa Némesis (griega, la
muchacha, también). Y en medio de tanto ruido bélico, flechas, saetas, puntiagudas lanzas y bolas
mortíferas de fuego, entre tanto “presente griego” y “caballo de Troya”, los griegos, “que se la
sabían lunga”, dieron forma primero a la épica de Homero y, casi simultáneamente, al teatro, esa
representación viva y real jugada por actores disfrazados que, montados en altos coturnos y con
enormes máscaras, interpretaban tragedias y comedias que hablaban de las glorias y penurias del
pasado; sí, a los griegos no los había picado el dengue del olvido, asqueroso insecto que daña el
cerebro de imbéciles y tarados para un campeonato mundial de frivolidad, estupidez y negación
que hace estragos en la Argentina, Rusia, EE.UU., Irán, Italia, Cuba, Venezuela y España, entre
otras regiones, y que tiene un eslogan: olvidemos el pasado y vivamos sólo el presente con infinita
misericordia para el que robó, torturó, asesinó y aterrorizó, y tolerancia cero para el que mete la
pata, (si es pobre, sobre todo).
No, señores y señoras, los griegos hablaban de su pasado, de su presente y proyectaban para el
futuro a través de su poesía, su épica y su dramaturgia, verdaderos monumentos literarios que
trataron prácticamente todos los tópicos que aún hoy nos siguen afligiendo. Tenían sus dos
carátulas que siguen decorando teatros y premios a la excelencia y que representaban a los dos
géneros principales, que eran y son el símbolo de la vida humana: la tragedia, de lenguaje solemne,
de altísimo nivel, sin el menor asomo de vulgaridad, que trataba la relación del hombre y su
destino fatal, los dioses podían ser crueles pero siempre eran justos y representaban los valores
fundacionales de la sociedad, los preceptos y principios inviolables y los demás personajes eran
siempre reyes, reinas, nobles y altos funcionarios. El pueblo, representado por el infaltable coro,
asistía como testigo a los avatares y peripecias de dioses y reyes, y con el mismo lenguaje elevado
servía de puente hacia el espectador, que se emocionaba y hacía catarsis (otra chica griega muy
personal). La tragedia le hablaba al ciudadano desde su alto pedestal de la fatalidad que conducía
al desastre al que desafiara a los dioses voluntaria o involuntariamente. Edipo, incestuoso; Ifigenia,
sacrificada en aras de una paz que nunca llegó; Antígona, reclamando el derecho de enterrar a sus
muertos, y Orestes y Electra, hermanados en la venganza del padre asesinado, formaban el cúmulo
de desgracias y conflictos.
La comedia, en cambio, era la que reflejaba las vidas y miserias del pueblo, del hombre común,
el ladronzuelo, el funcionario corrupto, el seudofilósofo chanta, la prostituta, el lupanar, el esclavo
pícaro y taimado y dioses traviesos que dejaban el Olimpo para meterse en la cama de la esposa
del burgués y hacerle crecer unos cuernos más grandes que el Partenón. El lenguaje era soez,
vulgar, muchas veces obsceno, y al regocijo de la carcajada se agregaba un valor: la sátira y la
tomadura de pelo a través de la caricatura del poder corrupto. A la hipocresía social y a la temida
guerra, como ocurría en Lysístrata o la asamblea de las mujeres, donde hartas de perder hijos y
maridos por el mandato de soberanos sedientos de poder, las mujeres de la ciudad decidieron no
acostarse con sus hombres hasta tanto no se firmara la paz, antecedente del lema hippie: “Hagamos
el amor y no a la guerra”. A los tiranos no les gustaba nada la comedia, porque ponía en el
imaginario popular el arma con la que el pueblo cuenta para defenderse: la burla al inútil
gobernante de turno. De hecho, no hay constancia histórica de ninguna reacción popular después
de ver una tragedia y sí hay varias rebeliones que comenzaron después de presenciar comedias
satíricas. No hay nada más temido que el humor. […].- PINTI, E.: “Presentes griegos”; en La
Nación Revista. Domingo 12 de julio de 2009.- “timeo Danaos et dona ferentes. VIRGILIO:
Eneida. ii, 49.
CAMALACHE II
La vigencia de los clásicos es indiscutible. En el eterno enfrentamiento entre los que dicen que
la vida imita al arte y los que afirman que el arte es el refugio de la vida, la lozanía y juventud que
ostentan el teatro y la literatura de muchos siglos atrás es fácilmente comprobable, a poco que se
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 119
vuelvan a leer o a ver nuevas representaciones de esas obras que hace mucho han ingresado al
olimpo de la inmortalidad.
3.- Desde los griegos, trágicos o cómicos, hasta los modernos, pasando por los medievales,
renacentistas y románticos, la humanidad, con sus grandezas y sus bajezas, ha sido reflejada con
un invariable acierto que desafió usos, costumbres, pautas morales y códigos de conducta muy
diferentes en la superficie, pero de muy poca importancia para la evaluación de las profundidades
de nuestra naturaleza.
Los trágicos griegos exaltaron a sus héroes, sus dioses y sus designios, al tiempo que
condenaron sus yerros, sus excesos y sus contradicciones. Del incesto edípico y el filicidio de la
infortunada Ifigenia, sacrificada por su propio padre, hasta el parricidio, la venganza y el adulterio
que recorre la orestíada, pasando por el clamor de Antígona para que los restos mortales de su
hermano tengan la sepultura que se merece, los temas de la crueldad de la guerra, sus daños
colaterales que traen la muerte de muchos inocentes y el sagrado derecho de enterrar a los muertos
más allá de toda connotación política se han repetido a lo largo de los siglos y pueden ubicarse sin
perder significado en Vietnam, en las dictaduras latinoamericanas, en el estalinismo soviético y en
los sofisticados salones del poder más contemporáneo. La otra carátula griega, la de la comedia,
satirizó los vicios del poder, las excesivas travesuras de algún dios abusador, la tontería del vulgo y
la tilinguería críptica y absurdamente complicada de filósofos demasiado encerrados en burbujas
intelectuales que los alejaban del pueblo y sus verdaderos problemas cotidianos.
Al inefable Aristófanes, rey de la comedia griega, atrevida, escatológica y de fuerte lenguaje, se
le deben los brochazos gruesos, pero efectivísimos que caricaturizaron a Sócrates y Platón, y a los
generales ávidos de poder mediante la guerra perpetua que chocaban en la inolvidable Asamblea
de las mujeres, con la lógica demoledora de Lisistrata, que, en nombre de las chicas y señoras
griegas, dijo claramente: "O se termina la guerra o no hay más sexo para ustedes, señores"
(jocundo antecedente del lema hippie de los años sesenta del siglo XX: "Hagamos el amor y no la
guerra").
Shakespeare, muchos siglos después, analizó la ambición de poder que envenenaba la mente de
nobles y bastardos que no vacilaban en matar y destruir a los que se interpusieran entre ellos y el
ansiado trono real lleno de sangre y aberraciones. Desde el atormentado Hamlet, que venga a su
padre, asesinado por su tío en combinación con su propia madre, y asesina por error al padre de su
novia, que pierde la razón y se ahoga en el río, como una nueva Ifigenia sacrificada por su pureza y
desolada por el amor no correspondido por culpa del adulterio y el deseo del poder de nuevos
reyes traidores, hasta el Rey Lear, traicionado por sus hijas preferidas mientras que su despreciada
hija menor, la víctima inocente Cordelia, es la única que lo acompaña en su destierro junto a su
bufón que con bromas y burlas lo enfrenta con su estupidez.
Tiempo después, desde la comedia cortesana, hija refinada de la comedia del arte, el gran
Molière carga contra los santurrones hipócritas que se refugian en la beatería para ocultar sus
bajezas en Tartufo; la avaricia del rico, en El avaro; el esnobismo de las Preciosas ridículas; los
hipocondríacos y los malos médicos en El enfermo imaginario y El médico a palos, o la torpeza y
brutalidad del nuevo rico, piojo resucitado víctima de chantas y vividores que le sacan dinero y
victimario de su propia familia que debe sufrir los excesos de su tonta ambición de llegar a ser
noble en El burgués gentilhombre. Y así podríamos seguir con tantos autores y obras que a lo largo
de los siglos nos pintaron con toga, con calzas, con pelucas empolvadas o con Armani de última
moda, pero siempre con certeza y precisión.- PINTI, E.: “Clásicamente actuales”; en La Nación
Revista. Domingo 14 de noviembre de 2010.

La época helenística. Con su bien disciplinado ejército, Alejandro de Macedonia atravesó todo
el Oriente hasta la frontera de la India en su fabulosa campaña. Derrotó de un modo definitivo a
los persas, conquistó Fenicia, Palestina y Egipto, donde fundó Alejandría, la gran metrópolis
helenística. Pero el primer imperio mundial no duró. Alejandro no vivió lo bastante para
consolidarlo. Murió en Babilonia a la edad de 33 años, inmediatamente después de haber
concluido de un modo superficial sus conquistas. Puede llamarse a éstas el primer imperio mundial
pues abrió el Oriente a la civilización helénica y porque, desde entonces, el pensamiento y las
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 120
costumbres de Gracia irrumpieron en tropel en el territorio conquistado. Como los reinos orientales
no habían logrado nunca una unificación, siquiera sea externa, de toda el área cultural de su
3.- tiempo, no lograron el predominio indiscutible de una cultura que dominase sobre todo el
mundo conocido. Alejandro lo inauguró, pero ni él ni los que le siguieron pudieron imponer este
gobierno mediante un orden político perfeccionado y complejo. Quedó a los romanos la tarea de
preparar ese orden en el curso de los siglos. […] Inmediatamente después de su muerte su imperio
se derrumbó con la lucha de sus diadocos, rivales. Su principal logro político consistió en
establecer un modelo, el prototipo de imperio mundial que llegó a ser el sueño de todos los
conquistadores que le han seguido, no sólo de los gobernantes secundarios como Pirro el Epirota o
Mitrídates del Ponto, sino también de los grandes generales romanos, de Escisión el Africano, Sila,
Pompeyo, César, Antonio y Augusto. Teniendo ante sí la imagen de Alejandro, estos
conquistadores romanos lograron levantar el imperio mundial verdadero y perfeccionado. / […]
Religión universal. La civilización helenística que se había extendido sobre las poblaciones
orientales y todo el Mediterráneo, ya había sentado los cimientos Fue el primer reinado
indiscutible de una civilización unificadora y supertribal formada por elementos heterogéneos. […]
Estaba unificada por la comunicación entre los pueblos, que traía por resultado la comparación de
sus formas de vida, la fecundación y combinación de todas ellas. En el curso de este desarrollo, la
cultura griega quedó tan modificada por las orientales, como éstas por aquélla.- KAHLER, Erich:
Historia universal del hombre. México, FCE, (c1946). pp. 92-93, 106-107.

Grecia después de Alejandro. A la muerte de Alejandro siguieron cuarenta años de guerras, al


cabo de las cuales se consolidaron tres reinos plurinacionales (c. 280 a.C.). Los seléucidas
gobernaron un reino heterogéneo que se extendía desde el Egeo hasta los más remotos confines de
Persia, y al principio incluso hasta la India. Los Ptolomeos, que hicieron de Egipto el más perfecto
ejemplo de gobierno estatal del mundo antiguo, eligieron como capital a Alejandría, ciudad que
rivalizó e incluso excedió a Atenas como centro cultural de este nuevo mundo helenístico. En
Macedonia, la monarquía fue revitalizada por Antígono II Gonatas (276-241), quien no sólo
rechazó el culto al gobernante aceptado por sus colegas orientales, sino que (como Asoka y Marco
Aurelio) hizo de la política práctica casi una filosofía, interpretando su realeza como una “gloriosa
esclavitud”, es decir, algo que parece glorioso a los demás, pero que es en realidad una dura tarea
vocacional. / [...]
A todo lo largo y ancho del mundo helenístico fue éste un período de guerras y de hambres, y la
plétora de mercancía arruinó los mercados de esclavos. [...]
En un mundo de grandes estados, donde el hombre se encontraba indefenso y aterrado, éste
buscaba su vía de escape en la adoración de la diosa Fortuna o en la astrología babilónica o a
través de las divinidades de misteriosas religiones emotivas, que con sus estremecedores ritos e
iniciaciones ofrecían también un inmortal refugio contra el destino adverso: Dionisos, la diosa
madre anatólica Cibeles, la diosa lunar egipcia Isis (tan amada por las mujeres) y el dios solar
indoario Mitra, cuyas poderosas protecciones contra la debilidad prorcionaban otra ruta no
filosófica para la meta del hombre helenístico, la invulnerabilidad contra los golpes de la fortuna.
Pero fue Atenas, aunque entonces de importancia política secundaria, la que produjo no sólo una
expresión humanamente individualista de las ideas contemporáneas a través de la Comedia Nueva
de Menandro (c. 341-290) –antecesor de todos los comediógrafos modernos-, sino también las
principales escuelas filosóficas que luchaban por este ideal contemporáneo de imperturbabilidad.
Epicuro (c. 342-270) afirmaba la percepción por medio de los sentidos como única base de
conocimiento, [...] Llevado por su confianza en las sensaciones, Epicuro argumentaba que el fin
más elevado de la conducta personal, tema que preocupaba a todos los filósofos contemporáneos,
era la felicidad. Pero con esto quería indicar un placer de índole negativa: el de la renuncia, la
independencia, la liberación de las preocupaciones y dolores.
Un intento deliberadamente opuesto, encaminado al mismo propósito de elevarse sobre las
vicisitudes de la vida, fue el que hicieron los estoicos. Esta escuela, inaugurada en el Pórtico
Pintado de Atenas por Zenón de Citium, en Chipre (c. 300), sostenía, en oposición con el
epicureismo, que el universo está animado por una chispa divina, de la cual todos los seres
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 121
humanos participan, de modo que todos ellos pueden, y deben, llegar a participar de su bondad. El
hombre es el jefe de su propia alma y como tal tiene una conciencia y un deber. Además esta
3.- chispa divina compartida convierte a la humanidad en una hermandad universal, en un
universo-estado que trasciende la ciudad-estado, es decir, una cosmópolis en lugar de una polis.
GRANT, M.: op. cit. pp. 36-38.
El elemento helenistico. Los tres siglos últimos antes de Cristo
son los de grandeza de la ciencia griega. Los griegos heleníticos descollaron en matemáticas
(especialmente en geometría), en astronomía y en física. [...] La ciencia actual significa para
nosotros la existencia de investigadores muy capacitados, instituciones bien dotadas en que puedan
realizar sus trabajos, la comunicación de los resultados obtenidos a otros colegas, y una incansable
búsqueda de teorías que nos expliquen los hechos, así como de hechos por los que podamos
verificar las teorías. Y es muy probable que, en este sentido moderno, y en los tiempos anteriores
al siglo XVII, donde más cerca se haya andado de practicar la ciencia tal como hoy la conocemos,
haya sido en el Museo de Alejandría, bajo los Ptolomeos. /
[...] podemos señalar algunos de los casos más significativos. Arquímedes de Siracusa fue un
físico de la categoría de Newton. Euclides [de Alejandría, c. 323-285] escribió un libro que se ha
venido utilizando durante más de dos mil años para la enseñanza de la geometría. Aristarco de
Samos [c. 310-230] desarrolló un sistema de mecánica celeste que situaba al Sol en el centro de
nuestro sistema planetario, con la Tierra y los restantes planetas girando a su alrededor, [...]
Eratóstenes [de Cirene], apoyándose en una teoría científica anterior, según la cual la Tierra es una
esfera, estudió la circunferencia de la misma, fijando su contorno con una sorprendente
aproximación al verdadero. [...] todo induce a pensar que obtuvo la cifra de 28.000 millas en vez
de las 25.000, aproximadamente, que dan los geógrafos modernos.
La institución gemela, en el orden literario, del Museo Científico de Alejandría fue la Biblioteca.
En sus mejores tiempos debió de tener unos 500.000 rollos distíntos o, como nostros diríamos,
volúmenes. Estos libros estaban manuscritos sobre largas tiras de papiro, [...] Eran editados por el
laborioso proceso de copiarlos a mano, siendo éste un trabajo que se solía encomendar a los
esclavos de más categoría.- BRINTON, Crane: Las ideas y los hombres [...]. Madrid, Aguilar,
(c1966). pp. 102-103, 105.

Diálogo con Rodofo Buzón, director del Instituto de Filología Clásica de la


Facultad de Filosofía y Letras
-Lo que yo le voy a preguntar es cuál es el tema de su investigación.
-Pero primero me gustaría hacer algunas aclaraciones previas.
-Las que quiera.
-El campo de las humanidades suele tener mala prensa. Cuando se reparten subsidios, por
ejemplo, siempre reciben muchísimo más las ciencias duras que las humanidades. Y todo eso
depende de qué valor le demos a la cultura dentro de la sociedad. Yo creo que toda investigación
dentro del campo de las humanidades nos ayuda a conocernos mejor y, en lo que hace a nuestra
especialidad, nos permite vincularlo con nuestro pasado {la filosofía griega, el derecho romano o
la lengua que hablamos actualmente, que no es otra cosa que una derivación del latín}. Por otro
lado, nosotros tenemos la tarea de comprender, explicar y restablecer la tradición literaria. En el
caso de los autores clásicos, el restablecimiento de la tradición significa primero restablecer el
texto. La filología se ocupa de todas las instancias del texto: su vinculación con el contexto
histórico, la forma de la lengua, los estilos, los géneros, la métrica, para llegar finalmente a una
interpretación del texto que pueda dar lugar a reflexiones sobre problemas modernos teniendo en
cuenta cómo encaraban los antiguos esos mismos problemas. Para un futuro próximo tengo
pensado seguir con el período romano y el período bizantino, porque eso se vincula con el
proyecto UBAcyt que venimos llevando a cabo desde hace cuatro años sobre “Memoria e
identidad”. Nosotros trabajamos esos tópicos en la época arcaica, en los líricos y en los epigramas.
¿El período arcaico cuál es?
-Desde Homero hasta Píndaro o Arquíloco. Hasta el clasicismo.
-Desde el 800 hasta el 500.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 122
-Claro, hasta que llega la tragedia o la comedia. Está la famosa distinción entre poeta y yo lírico,
que vendría a ser algo así como el narrador en la poesía. Todos sabemos que en un cuento, el
3.- narrador no tiene por qué coincidir con el autor. Pero en poesía eso es un poco más difícil,
sobre todo porque muchas veces se ve al poema como una puesta en palabras de los sentimientos
del poeta. Bueno, particularmente, para la edad arcaica, yo creo que esta distinción entre yo lírico
y poeta no existía. Eran la misma cosa. Cuando empieza a surgir el yo, el yo que surge es el yo del
poeta. El ejemplo más claro es el de Safo, cuando dice: “A los demás les gustan los ejércitos, las
naves, las armadas, pero yo prefiero aquello que se ama”, haciendo hincapié en un yo que no es
necesario poner (ni en griego ni en castellano, porque se puede recuperar la persona de la
morfología del verbo). Frente a esa construcción de la identidad voluntaria, que se va detectando
como un elemento que empieza a surgir en este período arcaico y que va a hacer eclosión en el
período helenístico, tenemos el problema de los epigramas, donde también hay una identidad. El
fundamento de un epigrama es dar a conocer una identidad y conservar la memoria del muerto.
Pero salvo en casos excepcionales, el que construye la identidad del muerto es otro. Ahí, teniendo
en cuenta el contexto, podemos sospechar la inclusión de identidades ajenas en la identidad del
muerto. Es decir: aquel que se alaba a sí mismo en las palabras del muerto, por ejemplo. Ese es el
campo en el que estamos trabajando ahora. Y para el nuevo período presentamos un proyecto
sobre los nuevos hallazgos de papiros, vinculados con el tema de la elegía y del estudio de los
géneros en la época griega, que es un tema muy discutido.
-¿Ustedes hablan de la construcción de la identidad en el período arcaico, entonces? Porque en
el período clásico se percibe claramente que hay un poeta hablando... Nadie lo dudaría de Esquilo
o de Eurípides...
-Claro, lo que nosotros estudiamos es cómo nació eso. Homero, por ejemplo, tiene muy pocos
elementos subjetivos. Pero todo comienza con la poesía lírica arcaica.
-Ahora... uno habla de la construcción de la subjetividad en poesía lírica que parece bastante
cercana a la actual. O por lo menos, más cercana que la subjetividad de la Edad Media si es que
tal cosa existía. Parecería que después esa subjetividad se perdió, y que hubo que volver a
construirla desde Descartes, cuando vuelve a poner el yo en el centro del asunto. ¿Son parecidos
esos dos procesos?
-No se lo puedo decir, porque no me he dedicado a investigar ese tema más allá de la
antigüedad. De todos modos, yo creo que, aunque como usted dice, en el período medieval el yo
desaparece bastante, sigue latente. Creo que la posterior construcción del yo no es ex nihilo, sino
que sigue una determinada progresión.
-Ahora, si uno piensa en la Odisea... ahí, Odiseo tiene la actitud de un héroe de novela
moderna. Cuando él dice “átenme al mástil” dice “a mí”.
-Para mí eso en la Odisea lleva más a mostrar el famos epíteto de Odiseo, el astuto.
-Pero él tiene una posibilidad de diferenciarse, ¿no?
-Sí, pero dentro de su rol de héroe.
-Y cuando Aquiles dice: “Yo no voy más a la batalla”, lo está decidiendo él. Es una cólera de
héroe pero muy humana, por otro lado.
-El lado más humano de Aquiles está en relación con Patroclo, no con su pelea con Agamenón::
esa es una disputa entre jefes, por lo que significa quitarle honra al quitarle el botín.
-Bueno, ahí se puede decir, entonces, que en ese mundo de guerreros la subjetividad no se
manifestaba en el poema épico. Lo que yo me pregunto es qué pasaba en la calle. Porque una cosa
es la cultura del honor y otra lo que pasaba todos los días en la calle, por ejemplo, de Troya.
¿Sabemos algo de eso?
-No, en general empezamos a tener mayor conciencia de las clases no altas a partir de
inscripciones y, sobre todo, por los papiros, donde se han conservado muchas cartas de todas las
clases sociales. Pero de todas maneras estamos limitados al Egipto grecorromano.
-¿Y ahí qué pasaba?
Allí lo que se manifiesta más son sentimientos. Podemos ver actitudes realmente humanas, por
ejemplo la carta de un hijo a su padre que se va de Alejandría sin llevarlo consigo. En cambio, le
deja juguetes. El niño le escribe: “Si no vuelves a buscarme, no te quiero más”.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 123
-Eso es bien parecido a lo que podría ocurrir hoy.
-Exactamente. Esa carta es más o menos del período Tolemaico.
3.- -¿Qué latín hablaba la gente de la calle?
-Un latín que tenía una base común con el latín literario, pero también había palabras y
construcciones distintas. Por ejemplo en los graffiti (había graffiti de todo tipo, desde citas de
-Virgilio hasta la burla de un hombre que le roba la novia a otro). Pero no era una diferencia tan
fundamental como para que no hubiera comprensión.
-Bueno, ¿y cómo hacen ustedes para trabajar con esas cosas?
-Depende de qué tipo de testimonios usemos. Trabajamos con las publicaciones de los textos de
colecciones tradicionales y con el apoyo de diccionarios etimológicos, históricos, libros de
historia del arte y de lingüística. Por supuesto, a partir del texto en lengua original. Con los
papiros e inscripciones sucede lo mismo: está aquel que se dedica al desciframiento y publicación
y aquellos que parten de lo ya publicado.
-Usted empezó toda esta charla diciendome que el estudio de todas estas cosas nos ayuda a
entendernos a nosotros mismos. Aparte habló de memoria e identidad, que constituyen una
problemática que está muy al aire en este momento. ¿Qué nos hacen comprender estas cosas?
¿Qué nos dicen de nuestros problemas de identidad sus problemas de identidad? ¿Qué mensaje
nos mandan?
-Yo creo que lo más importante tiene que ver no con algo específico del momento actual sino
con un mensaje más general y, yo diría, más profundo. Me refiero a la identidad no argentina sino
occidental. Los griegos y los romanos están en la base de nuestra civilización, donde se plantearon
ideas y valores fundamentales que durante siglos fueron contribuyendo a la construcción de una
identidad determinada. Yo creo que lo más importante es que, en estos momentos en que hay tanto
cambio, tanta modificación, conservemos la conciencia de un origen y de una evolución común.
No para oponernos a otros pueblos, sino para salvaguardarnos a nosotros mismos y para saber
quiénes somos.
-¿Y quiénes somos?
-Somos gente que reflexiona, gente que tiene respeto por el derecho (un derecho que a nosotros
nos puede parecer injusto pero en su momento pretendió ser justo), somos gente que habla una
lengua común, y somos descendientes espirituales de un concepto de virtud. Pero no de virtud en
un sentido cotidiano, sino una virtud que significa lograr de cada cosa lo mejor. No en el sentido
moral, sino en todo sentido. La areté de un caballo es ser un buen caballo, la de un profesor, ser un
buen profesor. / [...].- MOLEDO, Leonardo: “Identidad y memoria”; en Página/12. Miércoles 9 de
abril de 2008. p. 18. Ciencia.

Dos griegos están conversando: Sócrates acaso y Parménides.


Conviene que no sepamos nunca sus nombres; la historia, así, será más misteriosa y más
tranquila.
El tema del diálogo es abstracto. Aluden a veces a mitos, de los que ambos descreen
Las razones que alegan pueden abundar en falacias y no dan con un fin.
No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar o en peder.
Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar
a una verdad
Libres del mito y de la metáfora, piensan o tratan de pensar.
No sabremos nunca sus nombres.
Esta conversación de dos desconocidos en un lugar de Grecia es el hecho capital de la Historia.
Han olvidado la plegaria y la magia.- BORGES, Jorge Luis: “El principio”; en El Paseante.
Madrid; revista trimestral. Verano 1986. Nº 3, p. 13.

Prisma
[…] / La agonía de Grecia es particularmente dolorosa por su grandeza sin par. El país del
espíritu indoblegable y orgulloso de Nikos Kazantzakis es visto hoy casi como un paria por sus
pares europeos. Por ello es bueno recordar, como contrapeso de esta situación, que el país que
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 124
tiene una inmensa deuda con Occidente es, a la vez, el mayor acreedor de Occidente, sólo que en
otro plano, en el de la civilización. Sin necesidad de aventurarse más lejos, y como dijera Alfred
3.- Whitehead [Process and reality, 1929], la tradición filosófica europea no consiste en otra cosa
que una serie de notas al pie de la obra de Platón. Es decir, comentaristas de algo que Grecia ha
pensado. En efecto, el edificio occidental de pensamiento está sostenido por columnas griegas.
Pero no sólo ello, sino que el teatro, la literatura, la política y la democracia, entre otras cosas,
tienen su génesis e impronta decisiva en Grecia. Es que la inmensa deuda griega tiene dos caras.
Una de ellas la coloca como deudora y la otra como acreedora. Y aunque la deuda monetaria sea
exigible y la cultural no, aunque una sea cuantificable numéricamente y la otra no, lo que tienen en
común ambas deudas es que no podrán nunca ser pagadas.- VALIENTE NOAILLES, Vicente: “La
deuda griega”; en La Nación. Domingo 19 de febrero de 2012. Supl. Enfoques.

PESTE. CÓLERA
Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los
aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y
pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de
hombres, y el divino Aquileo.
¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Leto y de
Zeus. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste, y los hombres perecieron por el
ultraje que el Atrida infiriera al sacedote Crises. Éste, deseando redimir a su hija, se había
presentado en las veleras naves aqueas con un inmeso rescate y las ínfulas de Apolo, el que hiere
de lejos, que pendían de aúreo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos
Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba:
Crises.- ¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos
palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en
libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos.
Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetara al sacerdote y se admitiera el espléndido
rescate; mas el Atrida Agamenón, a quien no plugo el acuerdo, le despidió de mal modo y con
altaneras voces:
Agamenón.- No dé yo contigo, anciano, cerca de las cóncavas naves, ya porque ahora demores
tu partida, ya porque vuelvas luego; pues quizá no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A
aquella no la soltaré; antes le sobrevendrá la vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria,
trabajando en el telar y aderezando mi lecho. Pero vete; no me irrites, para que puedas irte más
sano y salvo.
Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato. Fuese en silencio por la orilla del
estruendoso mar; y mientras se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, a quien parió
Leto, la de hermosa cabellera.
Crises.- ¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, e imperas en
Ténedos poderosamente! ¡Oh Esminteo! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu
honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas
con tus flechas!
Así dijo rogando. Oyole Febo Apolo, e irritado en su corazón, descendió de las cumbres del
Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del
enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentose lejos de las naves, tiró
una flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los
mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus amargas saetas a los hombres, y continuamente
ardían muchas piras de cadáveres.
Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquileo convocó
al pueblo al ágora; se lo puso en el corazón Hera, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba
por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos, Aquileo, el de los pies
ligeros, se levantó y dijo:
Aquileo.- ¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos
de la muerte; pues si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 125
a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños –pues también el sueño procede de Zeus-, para que
nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe,
y si quemando en su obsequio grasa de cordero y de cabras escogidas, querra librarnos de la peste.
Cuando así hubo hablado, se sentó. Levantóse entre ellos Calcante Testórida, el mejor de los
augures –conocía lo presente, lo futuro y lo pasado, y había guiado las naves aqueas hasta Ilión por
medio del arte adivinatorio que le diera Febo Apolo-, y benévolo les arengó diciendo:
Calcante.- ¡Oh Aquileo, caro a Zeus! Mándasme explicar la cólera de Apolo, del dios que hiere
de lejos. Pues bien, hablaré; pero antes declara y jura que estás presto a defenderme de palabra y
de obra, pues temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los argivos todos y es obedecido
por los aqueos. Un rey es más poderoso que el inferior con quien se enoja; y si bien en el mismo
día refrena su ira, guarda luego rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho de aquél. Dime pues,
si me salvarás.
Y contestándole, Aquleo, el de los pies ligeros, le dijo:
Aquileo.- Manifiesta, deponiendo todo temor, el vaticinio que sabes; pues, ¡por Apolo, caro a
Zeus, a quien tú, Calcante, invocas siempre que revelas oráculos a los dánaos!, ninguno de ellos
pondrá en ti sus pesadas manos, cerca de las cóncavas naves, mientras yo viva y vea la luz acá en
la tierra, aunque hablares de Agamenón que al presente se jacta de ser en mucho el más poderoso
de todos los aqueos.
Entonces cobró ánimo y dijo el eximio vate:
Calcante.- No está el dios quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, sino a causa del
ultraje que Agamenón ha inferido al sacerdote, a quien no devolvió la hija ni admitió el rescate.
Por esto el que hiere de lejos nos causó males y todavía nos causará otros. Y no librará a los
dánaos de la odiosa peste, hasta que sea restituída a su padre, sin premio ni rescate, la joven de
ojos vivos, y llevemos a Crisa una sagrada hecatombe. Cuando así le hayamos aplacado, renacerá
nuestra esperanza.
Dichas estas palabras, se sentó. Levantose al punto el poderoso héroe Agamenón Atrida,
afligido, con las negras entrañas llenas de cólera y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y
encarando a Calcante la torva vista, exclamó:
Agamenón.- ¡Adivino de males! Jamás me has anunciado nada grato. Siempre te complaces en
profetizar desgracias y nunca dijiste ni ejecutaste nada bueno. Y ahora, vaticinando ante los
dánaos, afirmas que el que hiere de lejos les envía calamidades, porque no quise admitir el
espléndido rescate de la joven Criséida, a quien anhelaba tener en mi casa. La prefiero,
ciertamente, a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el
natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo
mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme pronto otra recompensa,
para que no sea yo el único argivo que sin ella se quede; lo cual no parecería decoroso. Ved todos
que se va a otra parte la que me había correspondido.
Replicole en seguida el celerípede divino Aquileo:
Aquileo.- ¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de todos! ¡Cómo pueden darte otra recompensa
los magnánimos aqueos? No sabemos que existan en parte alguna cosas de la comunidad, […].-
HOMERO: Ilíada. Rapsodia i, versos 1-123. Versión directa y literal del griego por Luis Segalá y
Estalella. Texto compuesto hacia el siglo VIII a.C.

COLOQUIO DE HÉCTOR Y ANDRÓMACA


Glauco, vástago de Hipóloco, y el hijo de Tideo, deseosos de combatir, fueron a encontrarse en
el espacio que mediaba entre ambos ejércitos. Cuando estuvieron cara a cara, Diomedes, valiente
en la pelea, dijo el primero:
Diomedes.- ¿Cuál eres tú, guerrero valentísimo, de los mortales hombres? Jamás te vi en las
batallas, donde los varones adquieren gloria, pero al presente, a todos los vences en audacia
cuando te atreves a esperar mi fornida lanza. ¡Infelices de aquellos cuyos hijos se oponen a mi
furor! Mas si fueses inmortal y hubieses descendido del cielo, no quisiera yo luchar con dioses
celestiales. Poco vivió el fuerte Licurgo, hijo de Driante, que contendía con las celestes deidades:
persiguió en los sacros montes de Nisa a las nodrizas de Dióniso, que estaba agitado por el delirio
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 126
báquico, las cuales tiraron al suelo los tirsos al ver que el homicida Licurgo las acometía con la
3.- aguijada; el dios, espantado, se arrojó al mar, y Tetis le recibió en su regazo, despavorido y
agitado poor fuerte temblor por la amenaza de aquel hombre; pero los felices dioses se irritaron
contra Licurgo, cególe el hijo de Cronos y su vida no fue larga, porquue se había hecho odioso a
los inmortales todos. Con los bienventurados dioses no quisiera combatir; pero si eres uno de los
mortales que comen frutos de la tierra, acércate para que más pronto llegues al término de tu
perdición.
Respondióle el preclaro hijo de Hipóloco:
Glauco.- ¿Magnánimo Tidida! ¿Por qué me interrogas sobre el abolengo? Cual la generación de
las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo,
produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
Pero ya que deseas saberlo, te diré cuál es mi linaje, de muchos conocido. Hay una ciudad llamada
Éfira en el riñón de la Argólide, criadora de caballos, y en ella vivía Sísifo Eólida, que fue el más
ladino de los hombres. Sísifo engendró a Glauco, y éste al eximio Belerofonte, a quien los dioses
concedieron gentileza y envidiable valor.. Mas Preto, que era muy poderoso entre los argivos,
pues Zeus los había sometido a su cetro, hízole blanco de sus maquinaciones y le echó de la
ciudad. La divina Antea, mujer de Preto, había deseado con locura juntarse clandestinamente con
Belerofonte; pero no pudo persuadir al prudente héroe, que sólo pensaba en cosas honestas, y
mintiendo dijo al rey Preto: “¡Preto! Ojalá te mueras, o mata a Belerofonte, que ha querido
junttarse conmigo sin que yo lo deseara.” Así dijo. El rey se encendió en ira al oirla; y si bien se
abstuvo de matar a aquél por el religioso temor que sintió su corazón, le envió a la Licia; y
haciendo mortíferas señales en una tablita que se doblaba, entregole los perniciosos signos con
orden de que los mostrase a su suegro para que éste le perdiera. Belerofonte, poniéndose en
camino bajo el fausto patrocinio de los dioses, llegó a la vasta Licia y a la corriente del Janto: el
rey recibióle con afabilidad, hospedóle durante nueve días y mandó matar otros tantos bueyes;
pero al aparecer por décima vez la Aurora, la de rosáceos dedos, le interrogó y quiso ver la nota
que de su yerno Preto le traía. Y así que tuvo la funesta nota, ordenó a Belerofonte que lo primero
de todo matara a la ineluctable Quimera, ser de naturraleza no humana, sino divina, con cabeza de
león, cola de dragón y cuerpo de cabra, que respiraba encendidas y horribles llamas; y aquél le dio
muerte, alentado por divinales indicaciones. Luego tuvo que luchar con los afamados sólimos, y
decía que éste fue el más recio combate que con hombres sostuvo. En tercer lugar quitó la vida a
las varoniles amazonas. Y cuando regresaba a la ciudad, el rey, urdiendo otra dolosa trama, armóle
una celada con los varones más fuertes que halló en la espaciosa Licia; y ninguno de éstos volvió a
su casa, porque a todos dio muerte el eximio Belerofonte. Comprendió el rey que el héroe era
vástago ilustre de alguna deidad y le retuvo allí, le casó con su hija y compartió con él la dignidad
regia; los licios, a su vez, acotáronle un hermoso campo de frutales y sembradío que a los demás
aventajaba, para que pudiese cultivarlo. Tres hijos dio a luz la esposa del aguerrido Belerofonte:
Isandro, Hipóloco y Laodamia; y ésta, amada por el próvido Zeus, dio a luz al deiforme Sarpedón,
que lleva armadura de bronce. Cuando Belerofonte se atrajo el odio de todas las deidades, vagaba
solo por los campos de Ale, royendo su ánimo y apartándose de los hombres; Ares, insaciable de
pelea, hizo morir a Isandro en un combate con los afamados sólimos, y Ártemis, la que usa riendas
de oro, irritada, mató a su hija. A mí me engendró Hipóloco –de éste, pues, soy hijo- y envióme a
Troya, recomendándome muy mucho que descollara y sobresaliera siempre entre todos y no
deshonrase el linaje de mis antepasados, que fueron los hombres más valientes de Éfira y la
extensa Licia. Tal alcurnia y tal sangre me glorio de tener.
Así dijo. Alegróse Diomedes, valiente en el combate; y clavando la pica en el almo suelo,
respondió con cariñosas palabras al pastor de hombres:
Diomedes.- Pues eres mi antiguo huésped paterno, porque el divino Eneo hospedó en su palacio
al eximio Belerofonte, le tuvo consigo veinte días y ambos se obsequiaron con magníficos
presentes de hospitalidad. Eneo dio un vistoso tahalí teñido de púrpura, y Belerofonte una áurea
copa de doble asa, que en mi casa quedó cuando me vine. A Tideo no lo recuerdo; dejóme muy
niño al salir para Tebas, donde pereció el ejército aqueo. Soy, por consiguiente, tu caro huésped en
el centro de Argos, y tú lo serás mío en la Licia cuando vaya a tu pueblo. En adelante no nos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 127
acometamos con la lanza por entre la turba. Muchos troyanos y aliados ilustres me restan, para
3.- matar a quien, por la voluntad de un dios, alcance en la carrera; y asimismo te quedan muchos
aqueos, para quitar la vida a quien te sea posible. Y ahora troquemos la armadura, a fin de que
sepan todos que de ser huéspedes paternos nos gloriamos.
Habiendo hablado así, descendieron de los carros y se estecharon la mano en prueba de amistad.
Entonces Zeus Cronida hizo perder la razón a Glauco; pues permutó sus armas por las de
Diomedes Tidida, las de oro por las de bronce, las valoradas en cien bueyes por las que en nueve
se apreciaban.- HOMERO: Ilíada. Rapsodia vi, versos 119-236.

La Despensera.- [...] Partió hacia la muralla, ansiosa, como loca, y con ella se fue la nodriza que
lleva el niño.
Así habló la despensera, y Héctor, saliendo presuroso de la casa, desanduvo el camino por las
bien trazadas calles. Tan luego como, después de atravesar la gran ciudad, llegó a las puertas
Esceas –por allí había de salir al campo-, corrió a su encuentro su rica esposa Andrómaca, hija del
magnánimo Eetión, que vivía al pie del Placo en Tebas de Hipoplacia y era rey de los cilicios. Hija
de éste era, pues, la esposa de Héctor, de broncínea armadura, que entonces le salió al camino.
Acompañabale una sirvienta llevando en brazos al tierno infante, al Hectórida amado, parecido a
una hermosa estrella, a quien su padre llamaba Escamandrio y los demás Asitianacte, porque sólo
por Héctor se salvaba Ilión. Vio el héroe al niño y sonrió silenciosamente. Andrómaca, llorosa, se
detuvo a su lado, y asiéndole de la mano le dijo:
Andrómaca.- ¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas del tierno infante ni de mí,
infortunada, que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán
contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo
para mí, sino pesares; que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matole el 3.- divino
Aquileo cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios, Tebas, la de las altas puertas: dio muerte a
Eetión, y sin despojarle, por el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las
labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas montesas, hijas
de Zeus, que lleva la égida. Mis siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al
Hades el mismo día; pues a todos los mató el divino Aquileo, el de los pies ligeros, entre los
flexipedes bueyes y las cándidas ovejas. A mi madre, que reinaba al pie del selvoso Placo, trájola
aquél con otras riquezas y la puso en libertad por un inmenso rescate; pero Ártemis, que se
complace en tirar flechas, hiriola en el palacio de mi padre. Héctor, tú eres ahora mi padre, mi
venerable madre y mi hermano; tú mi floreciente esposo. Pues, ea, se compasivo, quédate aquí en
la torre –¡no hagas a un niño huérfano y a una mujer viuda!- y pon el ejército junto al cabrahigo,
que por allí la ciudad es accesible y el muro más fácil de escalar. Los más valientes –los dos
Ayantes, el célebre Idomeneo, los Atridas y el fuerte hijo de Tideo con los suyos respectivos- ya
por tres veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto: alguien que conoce los
oráculos se lo indicó, o su mismo arrojo los impele y anima.
Contestole el gran Héctor, el de tremolante casco:
Héctor.- Todo esto me da cuidado, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las
troyanas de rozagantes peplos, si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me
incita a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila entre los teucros, manteniendo
la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo. Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi
corazón; día vendrá en que perezcan la sagrada Ilión, Príamo y el pueblo de Príamo, armado con
lanzas de fresno. Pero la futura desgracia de los troyanos, de la misma Hécabe, del rey Príamo y de
muchos de mis valientes hermanos que caerán en el polvo a manos de los enemigos, no me
importa tanto como la que padecerás tú cuando alguno de los aqueos de broncíneas corazas, te
lleve llorosa, privándote de libertad, y luego tejas tela en Argos, a las órdenes de otra mujer, o
vayas por agua a la fuente Meseída o Hiperea, muy contrariada porque la dura necesidad pesará
sobre ti. Y quizas alguien exclame al verte derramar lágrimas: “Ésta fue la esposa de Héctor, el
guerrero que más se señalaba entre los teucros, domadores de caballos, cuando en torno de Ilión
peleaban”. Así dirán, y sentirás un nuevo pesar al verte sin el hombre que pudiera librarte de la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 128
esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga tus clamores o
presencie tu rapto.
3.- Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos a su hijo, y éste se recostó, gritando, en el
seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle
miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo.
Sonriéronse el padre amoroso y la veneranda madre. Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco
en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó así a Zeus y a los demás dioses:
Héctor.- ¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los
teucros e igualmente esforzado; que reine poderosamente en Ilión; que digan de él cuando vuelva
de la batalla: “¡Es mucho más valiente que su padre!”, y que, cargado de cruentos despojos del
enemigo a quien haya muerto, regocije el alma de su madre.
Esto dicho, puso el niño en brazos de la esposa amada, que al recibirlo en el perfumado seno
sonreía con el rostro todavía bañado en lágrimas. Notolo el esposo y, compadecido, acariciola con
la mano y le dijo:
Héctor.- ¡Desdichada! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Hades
antes de lo dispuesto por el destino; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde o valiente, puede
librarse una vez nacido. Vuelve a casa, ocúpate en las labores del telar y la rueca, y ordena a las
esclavas que se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos en
Ilión, y yo el primero.
Dichas estas palabras, el preclaro Héctor se puso el yelmo adornado con crines de caballo, y la
esposa amada regresó a su casa, volviendo la cabeza de cuando en cuando y vertiendo copiosas
lágrimas. Pronto llegó Andrómaca al palacio, lleno de gente, de Héctor, matador de hombres; halló
en él muchas esclavas, y a todas las movió a lágrimas. Lloraban en el palacio a Héctor vivo aún,
porque no esperaban que volviera del combate librándose del valor y de las manos de los aqueos.
[…].- HOMERO: Ilíada. Rapsodia vi, versos 390-502.

FABRICACIÓN DE LAS ARMAS


[...] El dios puso al fuego duro bronce, estaño, oro precioso y plata; colocó en el tajo el gran
yunque, y cogió con una mano el pesado martillo y con la otra la tenaza.
Hizo lo primero de todo un escudo grande y fuerte, de variada labor, con triple cenefa brillante y
reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó
el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia.
Allí puso la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena; allí las estrellas que el cielo
coronan, las Pléyades, las Híades, el robusto Orión y la Osa., llamada por sobrenombre el Carro, la
cual gira siempre en el mismo sitio, mira a Orión y es la única que deja de bañarse en el Océano.
Allí representó también dos ciudades de hombres dotados de palabra. En la una se celebraban
bodas y festines: las novias salían de sus habitaciones y eran acompañadas por la ciudad, a la luz
de antorchas encendidas, oíanse repetidos cantos de himeneo, jóvenes danzantes formaban ruedos,
dentro de los cuales sonaban flautas y cítaras, y las matronas admiraban el espectáculo desde los
vestíbulos de las casas.-- Los hombres estaban reunidos en el ágora, pues se había suscitado una
contienda entre dos varones acerca de la multa que debía pagarse por un homicidio: el uno,
declarando ante el pueblo, afirmaba que ya la tenía satisfecha; el otro negaba haberla recibido, y
ambos deseaban terminar el pleito presentando testigos. El pueblo se hallaba dividido en dos
bandos que aplaudían sucesivamente a cada litigante; los heraldos aquietaban a la muchedumbre, y
los ancianos, sentados sobre pulimentadas piedras en sagrado círculo, tenían en las manos los
cetros de los heraldos, de voz perfecta, y levantándose uno tras otro publicaban el juicio que
habían formado. En el centro estaban los dos talentos de oro que debían darse al que mejor
demostraba la justicia de su causa.
La otra ciudad aparecía cercada por dos ejércitos cuyos individuos, revestidos de lucientes
armaduras, no estaban acordes: los del primero deseaban arruinar la plaza, y los otros querían
dividir en dos partes cuantas riquezas encerraba la agradable población. Pero los ciudadanos aún
no se rendían, y preparaban secretamente una emboscada. Mujeres, niños y ancianos subidos en la
muralla, la defendían. Los sitiados marchaban, llevando al frente a Ares y a Palas Atenea, Ambos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 129
de oro y con áureas vestiduras, hermosos, grandes, armados y distinguidos, como dioses; pues los
hombres eran de estatura menor. Luego, en el lugar escogido para la emboscada, que era a orillas
3.- de un río y cerca de un abrevadero que utilizaba todo el ganado, sentábanse, cubiertos de
reluciente bronce, y ponían dos centinelas avanzados para que les avisaran la llegada de las ovejas
y de los bueyes de retorcidos cuernos. Pronto se presentaron los rebaños con dos pastores que se
recreaban tocando la zampoña, sin presentir la asechanza: Cuando los emboscados los veían venir,
corrían a su encuentro y al punto se apoderaban de los rebaños de bueyes y de los magníficos hatos
de blancas ovejas y mataban a los guardianes. Los sitiadores, que se hallaban reunidos en junta,
oían el vocerío que se alzaba en torno de los bueyes, y montando ágiles corceles, acudían
presurosos. Pronto se trababa a orillas del río una batalla en la cual heríanse unos a otros con
broncíneas lanzas. Allí se agitaban la Discordia, el Tumulto y la funesta Parca, que a un tiempo
cogía a un guerrero vivo y recientemente herido y a otro ileso y arrastraba, asiéndolo de los pies,
por el campo de batalla a un tercero que ya había muerto; y el ropaje que cubría su espalda estaba
teñido de sangre humana. Movíanse todos como hombres vivos, peleaban y retiraban los muertos.
Representó también una blanda tierra noval, un campo fértil y vasto que se labraba por tercera
vez: acá y acullá muchos labradores guiaban las yuntas, y al llegar al confín del campo, un hombre
les salía al encuentro y les daba una copa de dulce vino; y ellos volvían atrás, abriendo nuevos
surcos, y deseaban llegar al otro extremo del noval profundo. Y la tierra que dejaban a su espalda
negreaba y parecía labrada, siendo toda de oro; lo cual constituía una singular maravilla.
Grabó asimismo un campo real donde los jóvenes segaban las mieses con hoces afiladas:
muchos manojos caían al suelo a lo largo del surco, y con ellos formaban gavillas los atadores.
Tres eran éstos, y unos rapaces cogían los manojos y se los llevaban a brazados. En medio, de pie
en un surco, estaba el rey sin desplegar los labios, con el corazón alegre y el cetro en la mano.
Debajo de una encina, los heraldos preparaban para el banquete un corpulento buey que habían
matado. Y las mujeres aparejaban la comida de los trabajadores, haciendo abundantes puches de
blanca harina.
También entalló una hermosa viña de oro cuyas cepas, cargadas de negros racimos, estaban
sostenidas por rodrigones de plata. Rodeábanla un foso de negruzco acero y un seto de estaño, y
conducía a ella un solo camino por donde pasaban los acarreadores ocupados en la vendimia.
Doncellas y mancebos, pensando en cosas tiernas, llevaban el dulce fruto en cestos de mimbre; un
muchacho tañía suavemente la armoniosa cítara y entonaba con tenue voz un hermoso trino, y
todos le acompañaban cantando, profiriendo voces de júbilo y golpeando con los pies el suelo.
Puso luego un rebaño de vacas de erguida cornamenta: los animales eran de oro y estaño, y
salían del establo, mugiendo, para pastar a orillas de un sonoro río, junto a un flexible cañaveral.
Cuatro pastores de oro guiaban las vacas y nueve canes de pies ligeros los seguían. Entre las
primeras vacas, dos terribles leones habían sujetado y conducían a un toro que daba furtes
mugidos. Perseguianlo mancebos y perros. Pero los leones lograban desgarrar la piel del
corpulento toro y tragaban los intestinos y la negra sangre; mientras los pastores intentaban,
aunque inútilmente, estorbarlo, y azuzaban a los ágiles canes: éstos se apartaban de los leones sin
morderlos, ladraban desde cerca y rehuían el encuentro de las fieras.
Hizo también el ilustre cojo de ambos pies un gran prado en hermoso valle, donde pacían las
cándidas ovejas, con establos, chozas techadas y apriscos. / […].- HOMERO: Ilíada, xviii, 476-
589.
RESCATE DE HÉCTOR
[...] y subiendo el benéfico Hermes al carro, recogió al instante el látigo y las riendas e infundió
gran vigor a los corceles y mulas. Cuando llegaron al foso y a las torres que protegían las naves,
los centinelas comenzaban a preparar la cena, y el mensajero Argifontes los adormeció a todos; en
seguida abrió la puerta, descorriendo los cerrojos, e introdujo a Príamo y el carro que llevaba los
espléndidos regalos. Llegaron por fin, a la elevada tienda que los mirmidones habían construído
para el rey con troncos de abeto, cubriéndola con un techo inclinado de frondosas cañas que
ccrtaron en la pradera; rodeábala una gran cerca de muchas estacas y tenía la puerta asegurada por
una barra de abeto que quitaban o ponían tres aqueos juntos, y sólo Aquileo la descorría sin ayuda.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 130
Entonces el benéfico Hermes abrió la puerta e introdujo al anciano y los presentes para el Pelida, el
de los pies ligeros. Y apeándose del carro, dijo a Príamo:
3.- Hermes.- ¡Oh anciano! Yo soy un dios inmortal, soy Hermes; y mi padre me envió para que
fuese tu guía. Me vuelvo antes de llegar a la presencia de Aquileo, pues sería indecoroso que un
dios inmortal se tomara públicamente tanto interés por los mortales. Entra tú, abraza las rodillas
del Pelida y suplícale por su padre, por su madre de hermosa cabellera y por su hijo, para que
conmuevas su corazón.
Cuando esto hubo dicho, Hermes se encaminó al vasto Olimpo. Príamo saltó del carro a tierra,
dejó a Ideo con el fin de que cuidase de los caballos y mulas, y fue derecho a la tienda en que
moraba Aquileo, caro a Zeus. Hallóle dentro y sus amigos estaban sentados aparte; sólo dos de
ellos, el héroe Automedonte y Álcimo, vástago de Ares, le servían, pues acababa de cenar; y si
bien ya no comía ni bebía, aún la mesa continuaba puesta. El gran Príamo entró sin ser visto,
acercóse a Aquileo, abrazóle las rodillas y besó aquellas manos terribles, homicidas, que habían
dado muerte a tantos hijos suyos. Como quedan atónitos los que, hallándose en la casa de un rico,
ven llegar a un hombre que, poseído de la cruel Ate, mató en su patria a otro varón y ha emigrado
a país extraño; de igual manera asombróse Aquileo de ver al deiforme Príamo; y los demás se
sorprendieron también y se miraron unos a otros. Y Príamo suplicó a Aquileo, dirigiéndole estas
palabras:
Príamo.- Acuérdate de tu padre, Aquileo, semejante a los dioses, que tiene la misma edasd que
yo y ha llegado al funesto umbral de la vejez. Quiza los vecinos circunstantes le oprimen y no hay
quien le salve del infortunio y de la ruina; pero al menos aquel, sabiendo que tú vives, se alegra en
su corazón y espera de día en día que ha de ver a su hijo, llegado de Troya. Mas yo,
desdichadísimo, después que engendré hijos excelentes en la espaciosa Troya, puedo decir que de
ellos ninguno me queda. Cincuenta tenía cuando vinieron los aqueos: diecinueve procedían de un
solo vientre; a los restantes, diferentes mujeres los dieron a luz en el palacio. A los más el
furibundo Ares les quebró las rodillas; y el que era único para mí, pues defendía la ciudad y sus
habitantes, a ese tú lo mataste poco ha, mientras combatía por la patria, a Héctor; por quien vengo
ahora a las naves de los aqeos, a fin de redimirlo de ti, y traigo un inmenso rescate. Pero respeta a
los dioses, Aquileo, y apiádate de mí, acordándote de tu padre; que yo soy todavía más digno de
piedad, puesto que me atreví a lo que ningún otro mortal de la tierra, a llevar a mi boca la mano del
hombre matador de mis hijos.
Así habló. A Aquileo le vino deseo de llorar por su padre; y asiendo de la mano a Príamo,
apartóle suavemente. Entregados uno y otro a los recuerdos, Príamo, caído a los pies de Aquileo,
lloraba copiosamente por Héctor, matador de hombres; y Aquileo lloraba unas veces por su padre
y otras a Patroclo; y el gemir de entrambos se alzaba en la tienda. Mas así que el divino Aquileo se
hartó de llanto y el deseo de sollozar cesó en su alma y en sus miembros, alzóse de la silla, tomó
por la mano al viejo para que se levantara, y mirando compasivo su blanca cabeza y su blanca
barba, díjole estas aladas palabras.
Aquileo.- ¡Ah, infeliz! Muchos son los infortunios que tu ánimo ha soportado. ¿Cómo osaste
venir solo a las naves de los aqueos, a los ojos del hombre que te mató tantos y tan valientes hijos?
De hierro tienes el corazón. Mas, ea, toma asiento en esta silla; y aun los dos estamos aflijidos,
dejemos reposar en el alma las penas, pues el triste llanto para nada aprovecha. Los dioses
destinaron a los míseros mortales a vivir en la tristeza, y sólo ellos están descuitados. En los
umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los
males y en el otro los bienes. Aquel a quien Zeus, que se complace en lanzar rayos, se los da
mezclados, unas veces topa con la desdicha y otras con la buena ventura; pero el que tan sólo
recibe penas, vive con afrenta, una gran hambre le persigue sobre la divina tierra, y va de un lado
para otro sin ser honrado ni por los dioses ni por los hombres. Así las deidades hicieron a Peleo
claros dones desde su nacimiento: aventajaba a los demás hombres en felicidad y riqueza, reinaba
sobre los mirmidones, y, siendo mortal, le dieron por mujer una diosa. Pero también la divinidad le
impuso un mal: que no tuviese hijos que reinaran luego en el palacio. Tan sólo engendró uno, a mí,
cuya vida ha de ser breve; y no le cuido en su vejez, porque permanezco en Troya, muy lejos de la
patria, para contristarte a ti y a tus hijos. Y dicen que también tú, oh anciano, fuiste dichoso en otro
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 131
tiempo; y que en el espacio que comprende Lesbos, donde reinó Mácar, y más arriba la Frigia
hasta el Helesponto inmenso, descollabas entre todos por tu riqueza y por tu prole. Mas, desde que
3.- los dioses celestiales te trajeron esta plaga, sucédense alrededor de la ciudad las batallas y las
matanzas de hombres. Súfrelo resignado y no dejes que de tu corazón se apodere incesante pesar,
pues nada conseguirás afligiéndote por tu hijo, ni lograrás que se levante; antes tendrás que
padecer nuevo mal. / […].- HOMERO: Ilíada, xxiv, 440-558.

LA ILÍADA, O EL POEMA DE LA FUERZA


El verdadero héroe, el verdadero tema, el centro de La Ilíada es la fuerza. La fuerza manejada
por los hombres, la fuerza que somete a los hombres, la fuerza ante la cual la carne de los hombres
se crispa. El ama humana sin cesar aparece modoficada por sus relaciones con con la fuerza,
arrastrada, cegada por la fuerzade que cree disponer, doblegada por la presión de la fuerza que
sufre. Los que soñaron que la fuerza, gracias al progreso, pertenecía ya al pasado, pudieron ver en
este poema un documento; los que saben discernir la fuerza, hoy como antes, en el centro de toda
la historia humana, encuentran en él el más bello, el más puro de los espejos. / […]
La fria brutalidad de los hechos de guerra no aparece disfrazada con nada, porque ni vencedores
ni vencidos son admirados, despreciados u odiados. El destino y los dioses deciden casi siempre la
suerte variable de los combatientes. En los límites asignados por el destino, los dioses disponen
soberanamente de la victoria y la derrota, son ellos los que siempre provocan las locuras y las
traiciones, impiden la paz; la guerra es su asunto propio y no tienen otros móviles que el capricho
y la malicia. En cuanto a los guerreros, las comparaciones que los muestran, vencedores o
vencidos, como bestias o cosas, no pueden suscitar admiración ni desprecio, sino únicamente pena
de que los hombres puedan ser así transformados.
La extraordinaria equidad que inspira La Ilíada quizá tiene ejemplos desconocidos en nosotros,
pero no tuvo imitadores. Apenas sí se advierte que el poeta es griego y no troyano. El tono del
poema parece dar testimonio directo sobre el origen de sus partes más antiguas; la historia tal vez
no nos dará nunca más claridad al respecto. Si creemos con Tucídides que, ochenta años después
de la destrucción de Troya, los aqueos, a su vez, sufrieron una conquista, se puede preguntar si
estos cantos, donde raramente se nombra al hierro, no son los cantos de esos vencidos algunos de
los cuales quizá se exilaron. Obligados a vivir y morir “muy lejos de su patria” como los griegos
caídos ante Troya, habiendo perdido como los troyanos sus ciudades, se encontraban a sí mismos
tanto en los vencedores que eran sus padres, como en los vencidos cuya miseria se asemejaba a la
suya; la verdad de esta guerra todavía próxima podía aparecerles a través de los años sin estar
velada por la embriaguez del orgullo ni por la humillación. Podían imaginársela a la vez como
vencidos y vencedores, conociendo así lo que jamás vencedores ni vencidos conocieron, cegados
unos y otros. Todo esto no es más que un sueño; casi no se puede sino soñar con respecto a
tiempos tan lejanos.
Sea como fuere, este poema es algo milagroso. La amargura se posa sobre la única causa justa
de amargura, la subordinación del alma humana a la fuerza, es decir, al fin de cuentas, a la materia.
Esta subordinación es igual para todos los mortales, aunque el alma la lleva diferentemente según
el grado de virtud. Nadie en La Ilíada se substrae a ella, como nadie se substrae en la tierra.
Ninguno de los que sucumben es despreciado por eso. Todo lo que, en el interior del alma y en las
relaciones humanas, escapa al imperio de la fuerza, es amado, pero amado dolorosamente por el
peligro de destrucción continuamente suspendido. Tal es el espíritu de la única epopeya verdadera
que posee Occidente. La Odisea parece como si fuera una excelente imitación a veces de La
Ilíada, a veces de poemas orientales; La Eneida es una imitación que, por más brillante que sea,
está afectada por la frialdad, la declamación y el mal gusto. Las canciones de gesta no supieron
alcanzar esta grandeza por falta de equidad; la muerte de un enemigo no impresiona al autor y al
lector de la Chanson de Roland como la muerte de Rolando.
La tragedia antigua, al menos la de Esquilo y Sófocles, es la verdadera continuación de la
epopeya. El pensamiento de la justicia la ilumina sin intervenir jamás; la fuerza aparece en su fría
dureza, siempre acompañada de efectos funestos a los cuales no escapan ni el que la emplea ni el
que la sufre; la humillación del alma bajo la necesidad no se disfraza, ni se envuelve de una
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 132
piedad fácil, ni se propone al desprecio; más de un ser herido por la desgracia se ofrece a la
admiración. El Evangelio es la última y maravillosa expresión del genio griego así como La Ilíada
3.- es la primera; el espíritu de Grecia se deja ver no sólo en el hecho de que todo nos ordena
buscar, excluyendo todo otro bien, “Reino de Dios y la justicia de nuestro Psdre celestial”, sino
también en su exposición de la miseria humana, y de la miseria en un ser divino al mismo tiempo
que humano: Los relatos de la Pasión muestran que un espíritu divino unido a la carne es alterado
por la desgracia, tiembla ante el sufrimiento y la muerte, se siente, en el fondo de su desamparo
separado de los hombres y de Dios. El sentimiento de la miseria humana le da ese acento de
sencillez que es la marca del genio griego y que constituye todo el valor de la tragedia ática y de
La Ilíada. Ciertas palabras tienen un sonido extrañamente cercano al de la epopeya, y el
adolescente troyano enviado al Hades, aunque no quería partir, viene a la memoria cuando Cristo
dice a Pedro: “Otro te ceñirá y te llevará a donde no quieres ir” [S. Juan, xxi, 18]. Este acento no es
separable del pensamiento que inspira el Evangelio; pues el sentimiento de la miseria humana es
una condición de la justicia y del amor. El que ignora hasta qué punto la fortuna variable y la
necesidad tienen a cualquier alma humana bajo su dependencia no puede mirar como semejantes y
amar como a sí mismo a aquellos a quienes la suerte los ha separado de él por un abismo. La
diversidad de las presiones que pesan sobre los hombres origina la ilusión de que hay entre ellos
dos especies distintas que no se pueden comunicar. / […]
[…] Los griegos, casi siempre, tuvieron la fuerza espiritual que permite no mentirse; fueron
recompensados por ello y supieron alcanzar en todas las cosas el más alto grado de lucidez, pureza
y simplicidad. Pero el espíritu que se transmite de La Ilíada al Evangelio pasando por los
pensadores y los poetas trágicos, casi no ha franqueado los límites de la civilización griega, y
desde que Grecia fue destruida no quedan más que reflejos. / […]
A pesar de la corta embriaguez producida en el Renacimiento por el descubrimiento de las letras
griegas, el genio de Grecia no ha resucitadoen el curso de veinte siglos. Algo aparece en Villon,
Shakespeare, Cervantes, Molière, y una vez en Racine. La miseria humana es puesta al desnudo a
propósito del amor en L’école de femmes, en Phèdre; extraño siglo, por otra parte, en el cual, al
contrario de la edad épica, sólo podía percibirse la miseria humana en el amor, mientras que los
efectos de la fuerza en la guerra y en la política debían siempre estar envueltos de gloria. Quizá
podrían citarse otros nombres. Pero nada de lo que han producido los pueblos de Europa vale lo
que el primer poema conocido que haya aparecido en uno de ellos: Reconquistarán quizá el genio
épico cuando sepan que no hay que creer nada al abrigo de la suerte, no admirar jamás la fuerza,
no odiar a los enemigos ni despreciar a los desgraciados. Es dudoso que esto ocurra pronto.-
WEIL, Simone (1909-1943): La fuente griega. Buenos Aires, Sudamericana, (c1961). pp. 13, 39-
44.- […]
El artículo “La Ilíada o el poema de la fuerza” fue escrito en 1939-1940 y debía aparecer en la
Nouvelle Revue Française cuando se produjo la ofensiva alemana. No pudo publicarse en el Paris
ocupado. Apareció en Marsella, en los Cahiers du Sud (diciembre de 1940-enero de 1941), bajo el
nombre de Emile Novis, anagrama de Simone Weil. Los Cahiers du Sud volvieron a publicarlo
después de la guerra (número 284, año 1947) con el verdadero nombre del autor.
Nota del editor francés, en WEIL, S.: La fuente griega… p. 7.

HIGHLAND PARK, N.Jersey / A comienzos de los años 60, Simone Weil fue un tema de moda
fulgurante entre los intelectuales norteamericanos. Sus ideales de negación del cuerpo, sus
devastadores gestos políticos y, en especial, el mayor de todos, el ayuno de solidaridad con los
soldados franceses en el frente de la Segunda Guerra, que acabaría matándola de tuberculosis y de
hambre, le confirieron un aura de martirio y santidad. Tenía 34 años cuando murió, en 1942, y
había escrito unas dos mil páginas de ensayos, diarios y reflexiones sueltas tan perturbadoras como
originales. Era fanática, arbitraria y lo bastante lúcida como para que muchos críticos hayan
dudado de su salud mental. En 1963, Susan Sontag la canonizó en un ensayo célebre, publicado
por The New York Times. Al año siguiente, T. S. Eliot elogió "su genio semejante al de los santos"
y Graham Greene se sorprendió ante una obra "que excava en el abismo". La luz de Weil se
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 133
eclipsó casi en seguida, sin embargo, y durante las tres décadas siguientes tuvo pocos e
indiferentes lectores.
3.- Ahora, en este comienzo de milenio, Simone Weil ha regresado al centro de los debates
intelectuales. La razón visible es una bellísima biografía de Francine du Plessix Gray -cuyo libro
anterior estuvo dedicado a una figura antípoda, el marqués de Sade-, pero tal vez la razón
verdadera sea la necesidad que todo individuo tiene, en estos tiempos, de recuperar su
trascendencia más honda, lo que Weil llamaba "la persona sagrada que hay en cada uno", dentro de
un mundo regido por sociedades voraces, ávidas por satisfacer apetitos inmediatos.
La obra de Simone Weil es sin embargo infinitamente más compleja que esa simple oposición y,
a partir de 1938, comienza a impregnarse de una voluntad exagerada de sacrificio, de un
misticismo para el que se me ocurre un solo adjetivo: atroz. Voy a tratar de explicar la intensidad
de esa escritura -si es que las intensidades pueden explicarse- a través de mi contacto inicial y
privilegiado con ella. No sé si el orden de los hechos que voy a referir es el correcto, pero tal vez
no importe. Las cosas nunca suceden como sucedieron sino como se las recuerda.
Antes de que yo cumpliera dieciocho años, mi amigo Daniel Alberto Dessein -que era entonces
subdirector del diario La Gaceta de Tucumán- me permitió compartir el trabajo de corrector de
pruebas con algunos profesores universitarios de sofisticada erudición que habían sido aventados
de sus cátedras por el peronismo. Uno de ellos era el francés Roger Labrousse, notable especialista
en Rousseau. A veces nos reuníamos en la casa de Dessein a conversar sobre la cultura que
reverberaba puertas afuera de la Argentina. Yo era sólo un oyente, por supuesto. A las tertulias
asistían Elizabeth Goguel, la brillante mujer de [Roger] Labrousse, y la joven filósofa María
Eugenia Valentié, que en esa época estaba traduciendo para la editorial Sudamericana dos de los
libros de Simone Weil: Raíces del existir y La gravedad y la gracia.
Fue ella quien nos dio a conocer muchos de los datos que ahora he visto reaparecer en la
biografía de Du Plessix Gray. Simone fue una niña sorprendente. Con su hermano mayor André,
que a los nueve años era capaz de resolver los más difíciles teoremas matemáticos y a los once
había aprendido el sánscrito por sí mismo, pudo tener, en plena pubertad, aceradas discusiones
sobre Corneille y Racine que los mayores apenas lograban seguir, y largos diálogos en griego
clásico. Antes de los doce, Simone conocía con soltura seis lenguas modernas y al menos dos
lenguas antiguas, aparte del griego.
Estudió filosofía y lógica con un mentor, Alain, que era una de las inteligencias más respetadas
en la Francia de la primera posguerra, y a los veintidós años empezó a enseñar en escuelas de
provincias, a las que debía renunciar porque se mezclaba siempre en actos clandestinos de protesta.
Tuvo una relación esperanzada y breve con el comunismo, se alineó en las Brigadas Rojas [ sic:
¿Brigadas Internacionales? tampoco; ¿en la columna Durruti?] de la guerra civil española -allí rogó que
la llevaran a los sitios más peligrosos del frente- y, en 1938, mientras visitaba la abadía benedictina
de Solesmes, fue sobresaltada por una sobrecogedora experiencia mística, que la llevó a abjurar de
su judaísmo y a abrazar una fe cristiana en perpetua pugna con la Iglesia.
Vocación de martirio / Cuando los nazis invadieron París, escapó con sus padres en el último
tren que iba a Marsella y logró luego emigrar a los Estados Unidos, de donde partió, con la
urgencia espiritual de siempre, a unir su destino con la resistencia organizada por Charles de
Gaulle en Francia. Más de una vez suplicó que a enviaran de regreso a su país en misiones
suicidas, pero su aspecto reunía todas las características que la imaginación germana atribuía a los
judíos, y jamás le consintieron ese deseo. Se sometió a los trabajos más crueles, a los sacrificios
más extremos, llevada por su fe en Dios, por su vocación de martirio y por la idea de que en toda
persona humana hay siempre una llama sagrada que debe derramarse sobre los otros y sobre el
mundo.
No sólo los libros van desplazando, con el tiempo, el sentido de lo que dicen. También lo que
una vida significa hoy puede ser diferente a lo que signifique mañana.
A comienzos de los años 50, en Tucumán, la historia de Simone Weil conmovió a todos los que
la oían y a algunos les cambió la vida. Una noche supimos que había estallado una caldera en el
ingenio Concepción y que decenas de obreros habían sido llevados al hospital con quemaduras
graves. Elizabeth Goguel, la esposa de Labrousse, fue entonces a donar franjas de la piel de su
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 134
abdomen para que se usaran en los trasplantes. Durante semanas afrontó sin una queja los dolores
3.- atroces de la mutilación. No recuerdo ahora cómo era su cara, pero cada vez que pienso en ella
se me aparece con los rasgos de Simone Weil.
Poco después de ascender al pontificado, Pablo VI dijo que los dos pensadores más influyentes
en su desarrollo intelectual fueron Blaise Pascal y Simone Weil. Ambos murieron jóvenes (Pascal
a los 39), ambos tuvieron casi a la misma edad visiones de un Dios ardiente y dulce que los
consumía, ambos vivieron conflictos feroces con las autoridades de la Iglesia. No era ya la idea del
martirio la que impresionaba al pontífice sino el peso de dos seres capaces de hablar con Dios y
seguir escribiendo.
La importancia de Weil, ahora, reside no en su aprensión por todo amor carnal -sentía
repugnancia de que la tocaran- ni en la desesperación de sus sacrificios, sino en su apasionada
defensa de la libertad y dignidad del individuo frente a una sociedad voraz en la que todo lo
espiritual se desintegra.
En su biografía, Du Plessix Gray trabaja sobre ese desplazamiento del significado: sobre la
Simone que en 1940 era algo diferente de lo que fue en 1963 y diferente, en ambos casos, de lo
que es hoy, cuando sus sacrificios extremos no tienen razón de ser porque conducen a la disolución
de la persona, a la derrota de todo lo que se ama y de todo aquello en lo que se cree. Las huelgas de
hambre de Weil se ven ahora como una manifestación de irrefrenable anorexia, sus incesantes
trabajos forzados y su afán por dormir en el piso reflejan una manía por la aflicción, y su rechazo
del judaísmo -al que acusaba por las crueldades del Viejo Testamento y por la idea excluyente de
ser el pueblo elegido- son una cruel negación de la propia identidad, una angustiosa manera de
borrarse.
Simone Weil ha regresado, pero tal vez no se reconocería si pudiera contemplarse en el espejo
de esta cultura póstuma.- MARTÍNEZ; Tomás Eloy: “El regreso de Simone Weil”; en La Nación.
Sábado 18/08/2001.
LA BIBLIOTECA / Como isla
Entre las nuevas encarnaciones que puede adoptar una biblioteca hay algunas que prescinden (o
no pueden permitirse disfrutar) de las nuevas tecnologías. En 1990, el ministro de Cultura de
Colombia se propuso organizar un sistema de bibliotecas itinerantes que llevara los libros hasta los
rincones más lejanos del país. (250) / (250) “Mucho más que libros”, Semana (Bogotá, 4 de junio de 2001). /
Aunque los bibliobuses recorrían desde 1982 los distritos de los alrededores de Bogotá, el
gobierno consideró importante llegar hasta los habitantes de las zonas rurales más apartadas. Con
este propósito se diseñaron unas bolsas de color verde de gran capacidad que pueden plegarse
fácilmente, formando cómodos paquetes para poder transportarlas, llenas de libros y a lomo de
burros, hasta la selva y la sierra. Allí se dejan durante varias semanas en manos de un maestro o
del más anciano del pueblo, quien se convierte, de hecho, en bibliotecario. Las bolsas se desdoblan
y se cuelgan de un poste o de un árbol, de forma que los lugareños puedan curiosear y elegir. A
veces el bibliotecario lee en alta voz a aquellos que no saben leer; ocasionalmente, el único
miembro de una familia que ha asistido a la escuela lee a los otros. “De ese modo –explicaba un
vecino de uno de esos pueblos en una entrevista- podemos aprender lo que no sabemos y
transmitirlo a los demás”. Transcurrido el tiempo asignado, se envía un nuevo lote de libros que
sustituye al anterior. La mayoría son técnicos: manuales de agricultura, guías para depurar el agua,
patrones de costura o textos de veterinaria, pero también se incluyen unas cuantas novelas y otras
obras literarias. Según un bibliotecario, los libros siempre se devuelven. “Sólo sé de una ocasión
en que un libro no se restituyó”, me dijo. Además de los libros prácticos habituales, habíamos
llevado una traducción al español de la Ilíada. Cuando llegó el momento de entregarla, los vecinos
del pueblo se negaron a hacerlo. Decidímos regalársela, pero les preguntamos por qué querían
quedarse con aquel libro concreto. Nos explicaron que la historia de Homero reflejaba exactamente
la suya: hablaba de un país desgarrado por la guerra en el que unos dioses enloquecidos deciden el
destino de los seres humanos que nunca saben exactamente por qué se libra esa contienda ni
cuando los matarán. (251) / (251) Entrevista personal, Bogotá, 25 de mayo de 2001. /
Como saben muy bien aquellos remotos lectores colombianos, nuestra existencia fluye, como un
río imposible, en dos direcciones: desde la masa infinita de nombres, lugares, criaturas, estrellas,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 135
libros, rituales, recuerdos, iluminaciones y piedras que llamamos mundo, hasta el rostro que nos
3.- mira cada mañana desde la profundidad del espejo; y desde esa cara, desde ese cuerpo que
envuelve un centro que no podemos ver, desde eso que nombramos cuando decimos “Yo”, hasta
todo aquello que es Otro, todo lo que está fuera, más allá de nosotros. La noción de quiénes somos
individualmente unida a la convicción de que, colectivamente, somos ciudadanos de un universo
inconcebible, presta a nuestra vida una especie de significado –un significado que expresan con
palabras los libros de nuestras bibliotecas.- MANGEL, Alberto: La biblioteca de noche. Trad. de
Carmen Criado. Bogotá-Barcelona-Buenos Aires etc., Norma, (c2007). pp. 228-230.

EVOCACIÓN DE LOS MUERTOS


Entonces arribamos a los confines del Océano, de profunda corriente. Allí están el pueblo y la
ciudad de los Cimerios entre nieblas y nubes, sin que jamás el sol resplandeciente los ilumine con
sus rayos, ni cuando sube al cielo estrellado, ni cuando vuelve del cielo a la tierra, pues una noche
perniciosa se extiende sobre los míseros mortales. A este paraje fue nuestro bajel, que sacamos a la
playa; y nosotros, asiendo las ovejas, anduvimos a lo largo de la corriente del Océano hasta llegar
al sitio indicado por Circe.
Allí Perimedes y Euríloco sostuvieron las víctimas, y yo, desenvainando la aguda espada que
cabe el muslo llevaba, abrí un hoyo de un codo por lado; hice a su alrededor libación a todos los
muertos, primeramente con aguamiel, luego con vino dulce y a la tercera vez con agua; y lo
despolvoreé todo con blanca harina. Acto seguido suplique con fervor a las inanes cabezas de los
muertos, y voté que, cuando llegara a Ítaca, les sacrificaría en el palacio una vaca paridera, la
mejor que hubiese, y que en su obsequio llenaría la pira de cosas excelentes, y también que a
Tiresias le inmolaría aparte un carnero completamente negro que descollase entre nuestros
rebaños. Después de haber rogado con votos y súplicas al pueblo de los difuntos, tomé las reses,
las degollé encima del hoyo, corrió la negra sangre y al instante se congregaron, saliendo del
Érebo, las almas de los fallecidos: mujeres jóvenes, mancebos, ancianos que en otro tiempo
padecieron muchos males, tiernas doncellas con el ánimo angustiado por reciente pesar, y muchos
varones que habían muerto en la guerra, heridos por broncíneas lanzas, y mostraban
ensangrentadas armaduras: agitábanse todas con grandísimo murmurio alrededor del hoyo, unas
por un lado y otras por otro; y el pálido terror se enseñoreó de mí. Al punto exhorté a los
compañeros y les di orden de que desollaran las reses, tomándolas del suelo donde yacían
degolladas por el cruel bronce, y las quemaron inmediatamente, haciendo votos al poderoso Hades
y a la veneranda Persefonea; y yo, desenvainando la aguda espada que cabe el muslo llevaba, me
senté y no permití que las inanes cabezas de los muertos se ecercaran a la sangre antes que hubiese
interrogado a Tiresias.
La primera que vino fue el alma de nuestro compañero Elpénor, el cual aún no había recibido
sepultura en la tierra inmensa; pues dejamos su cuerpo en la mansión de Circe sin enterrarlo ni
llorarlo porque nos apremiaban otros trabajos. Al verlo lloré, le compadecí en mi corazón, [...] /
Vino luego el alma de mi difunta madre Anticlea, hija del magnánimo Autólico; a la cual había
dejado viva cuando partí para la sagrada Ilión. Lloré al verla, compadeciéndola en mi corazón; mas
con todo eso, a pesar de sentirme muy afligido, no permití que se acercara a la sangre antes de
interrogar a Tiresias.
Vino después el alma de Tiresias, el tebano, que empuñaba áureo cetro. Conocióme, y me habló
de esta manera:
Tiresias.- ¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! ¿Por qué, oh infeliz, has
dejado la luz del sol y vienes a ver a los muertos y esta región desapacible? Apartate del hoyo y
retira la aguda espada, para que, bebiendo sangre, te revele la verdad de lo que quieras.
Así dijo. Me aparté y metí en la vaina la espada guarnecida de argénteos clavos. El eximio vate
bebió la negra sangre, y hablóme al punto con estas palabras:
Tiresias.- Buscas la dulce vuelta, preclaro Odiseo, y un dios te la hará difícil; pues no creo que
le pases inadvertido al que sacude la tierra, quien te guarda rencor en su corazón, porque se irritó
cuando le cegaste el hijo. […] / [...]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 136
3.- Diciendo así, el alma del soberano Tiresias se fue a la morada de Hades apenas hubo proferido
los oráculos. Mas yo me estuve quedo hasta que vino mi madre y bebió la negruzca sangre.
Reconocióme de súbito y díjome entre sollozos estas aladas palabras:
Anticlea.- ¡Hijo mío! ¿Cómo has bajado en vida a esta oscuridad tenebrosa? Difícil es que los
vivientes puedan contemplar estos lugares, separados como están por grandes ríos, por impetuosas
corrientes y, principalmente, por el Océano, que no se puede atravesar a pie sino en una nave bien
construída. ¿Vienes acaso de Troya, después de vagar mucho tiempo con la nave y los amigos?
¿Aún no llegaste a Ítaca, ni viste a tu mujer en el palacio?
Así dijo; y yo le respondí de esta suerte:
Odiseo.- ¡Madre mía! La necesidad me trajo a la morada de Hades, a consultar el alma de
Tiresias el tebano; pero aún no me acerqué a la Acaya, ni entré en mi tierra, pues voy siempre
errante y padeciendo desgracias desde el punto que seguí al divino Agamenón hasta Ilión, la de
hermosos corceles, para combatir con los troyanos. Mas, ea, habla y responde sinceramente: ¿Cuál
hado de la aterradora muerte acabó contigo? ¿Fue una larga enfermedad, o Ártemis, que se
complace en tirar flechas, la que te mató con sus suaves tiros? Háblame de mi padre y del hijo que
dejé, y cuéntame si mi dignidad real la conservan ellos o la tiene algún otro varón, porque se
figuran que ya no he de volver, Revélame también la voluntad y el pensamiento de mi legítims
esposa: si vive con mi hijo y todo lo guarda y mantiene en pie, o ya se casó con el mejor de los
aqueos.
Así le hablé; y respondióme enseguida mi veneranda madre:
Anticlea.- Aquella continúa en tu palacio, con el ánimo afligido, y pasa los días y las noches
tristemente, llorando sin cesar. Nadie posee aún tu hermosa autoridad real: Telémaco cultiva en
paz tus heredades y asiste a decorosos banquetes, como debe hacerlo el varón que administra
justicia, pues todos le convidan. Tu padre se queda en el campo, sin bajar a la ciudad, y no tiene
lecho, ni cama, ni mantas, ni colchas espléndidas: sino que en el invierno duerme entre los
esclavos de la casa, en la ceniza, junto al hogar, llevando miserables vestiduras; y, no bien llega el
verano y el fructífero otoño, se le ponen por todas partes, en la fértil viña, humildes lechos de hojas
secas donde yace afligido y acrecienta sus penas anhelando tu regreso, además de sufrir las
molestias de la senectud a que ha llegado. Así morí yo también, cumpliendo mi destino: ni la que
con certera vista se complace en arrojar saetas me hirió con sus suaves tiros en el palacio, ni me
acometió enfermedad alguna de las que se llevan el vigor de los miembros por una odiosa
consunción; antes bien la soledad que de ti sentía y la memoria de tus cuidados y de tu ternura,
preclaro Odiseo, me privaron de la dulce vida.
Así se expresó. Quise entonces efectuar el designio, que tenía formado en mi espíritu, de abrazar
el alma de mi difunta madre. Tres veces me acerqué a ella, pues el ánimo incitábame a abrazarla;
tres veces se me fue volando de entre las manos como sombra o sueño. Entoces sentí en mi
corazón un agudo dolor que iba en aumento, y dije a mi madre estas aladas palabras:
Odiseo.- ¡Madre mía! ¿Por qué huyes cuando a ti me acerco, ansioso de asirte, a fin de que en la
misma morada de Hades nos echemos en brazos el uno del otro y nos saciemos de triste llanto?
¿Por ventura envióme esta vana imagen la ilustre Persefonea, para que se acrecienten mis lamentos
y suspiros?
Así le dije; y al momento me contestó mi veneranda madre: / […].- HOMERO: Odisea, xi, 13-
215. Texto de los siglos VIII a VII a.C. Acaso una, dos o poco más generaciones, luego de la Ilíada.

LAS PACES
Mientras éstos comían allá en la casa, fue la Fama anunciando rápidamente por toda la ciudad la
horrorosa muerte y el hado de los pretendientes. Al punto que los ciudadanos la oían,
presentábanse todos en la mansión de Odiseo, unos por éste y otros por aquel lado, profiriendo
voces y gemidos. Sacaron los muertos, y, después de enterrar cada cual a los suyos y de entregar
los de otras ciudades a los pescadores para que los transportaran en veleras naves,
encamináronse al ágora todos juntos, con el corazón triste. Cuando hubieron acudido y estuvieron
congregados, levantóse Eupites a hablar, porque era intolerable la pena que sentía en el alma por
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 137
3.- su hijo Antinoo, que fue el primero a quien mató el divinal Odiseo. Y, derramando lágrimas,
los arengó diciendo:
Eupites.- ¡Oh amigos! Grande fue la obra que ese varón maquinó contra los aqueos: Llevóse a
muchos y valientes hombres en sus naves y perdió las cóncavas naves y los hombres, y, al volver,
ha muerto a los más señalados entre los cefalenos. Mas, ea, marchémos a su encuentro antes que se
escape a Pilos o a la divina Élide, donde ejercen su dominio los egeos, para que no nos veamos
perpetuamente confundidos. Afrentoso será que lleguen a enterarse de estas cosas los venideros; y,
si no castigáramos a los matadores de nuestros hijos y de nuestros hermanos, no me fuera grata la
vida y ojalá me muriese cuanto antes para estar con los difuntos. Pero vamos pronto: no sea que
nos prevengan con la huída.
Así les dijo, vertiendo lágrimas; y movió a compasión a los aqueos todos. Mas en aquel punto
presentose Medonte y el divinal aedo, que al despertar habían salido de la morada de Odiseo;
pusiéronse en medio, y el asombro se apoderó de los circunstantes. Y el discreto Medonte les
habló de esta manera:
Medonte.- Oidme ahora a mí, oh itacenses; pues no sin voluntad de los inmortales dioses ha
ejecutado Odiseo tal hazaña. Yo mismo vi a un dios inmortal que se hallaba cerca de él y era en un
todo semejante a Méntor. Este dios inmortal a las veces aparecía delante de Odiseo, a quien
animaba; y a las veces, corriendo furioso por el palacio, introducía la confusión entre los
pretendientes, que caían los unos en pos de los otros.
Así se expresó; y todos se sintieron poseídos del pálido temor. Seguidamente dirigióles el habla
el anciano héroe Haliterses Mastórida, el único que conocía lo pasado y lo venidero. Éste, pues, les
arengó con benevolencia, diciendo:.
Haliterses.- Oid ahora, oh itacenses, lo que os diga. Por vuestra culpable debilidad ocurrieron
tales cosas, amigos: que nunca os dejasteis persuadir ni por mí, ni por Méntor, pastor de hombres,
cuando os exhortábamos a poner término a las locuras de vuestros hijos; y éstos, con su pernicioso
orgullo, cometieron una gran falta, devorando los bienes y ultrajando a la mujer de un varón
eximio que se figuraban que ya no había de volver. Y al presente, ojalá se haga lo que os voy a
decir. Creedme a mí: no vayamos; no sea que alguien halle el mal que se habrá buscado.
Así les dijo. Levantáronse con gran clamoreo más de la mitad; y los restantes, que se quedaron
allí porque no les agradó la arenga y en cambio los persuadió Eupites, corrieron muy pronto a
tomar las armas. Apenas se hubieron revestido de luciente bronce, juntáronse en denso grupo fuera
de la espaciosa ciudad. Y Eupites tomó el mando, dejándose llevar por su simpleza: pensaba
vengar la muerte de su hijo y no había de volver a la población porque estaba dispuesto que allá le
alcanzase el hado.
Mientras esto ocurría, dijo Atenea a Zeus cronida:
Atenea.- ¡Padre nuestro, Cronida, el más excelso de los que imperan! Responde a lo que voy a
preguntarte. ¿Cuál es el intento que interiormente has formado? ¿Llevarás a efecto la perniciosa
guerra y el horrible combate, o pondrás amistad entre unos y otros?
Contestóle Zeus, que amontona las nubes:
Zeus.- ¡Hija mía! ¿Por qué inquieres y preguntas tales cosas? ¿No formaste tú misma ese
proyecto: que Odiseo, al volver a su tierra, se vengaría de aquellos? Haz ahora cuanto te plazca;
mas yo te diré lo que es oportuno. Puesto que el divinal Odiseo se ha vengado de los pretendientes,
inmólense víctimas y prestense juramentos de mutua fidelidad; tenga aquél siempre su reinado en
Ítaca; hagamos que se olvide la matanza de los hijos y de los hermanos; ámense los unos a los
otros como anteriormente; y haya paz y riqueza en abundancia.
Con tales palabras instigóle a hacer lo que ella deseaba; y Atenea bajó presurosa de las cumbres
del Olimpo. / [...]
Atenea.- ¡Dejad la terrible pelea, oh itacenses, para que os separéis en seguida sin derramar más
sangre!
Así dijo Atenea; y todos se sintieron poseídos del pálido temor. No bien se oyó la voz de la
deidad, las armas volaron de las manos y cayeron en tierra; y los itacenses, deseosos de conservar
la vida, se volvieron hacia la población. El paciente divinal Odiseo gritó horriblemente y,
encogiéndose, lanzóse a perseguirlos como un águila de alto vuelo. Mas el Cronida despidió un
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 138
3.- ardiente rayo, que fue a caer ante la diosa de ojos de lechuza, hija del prepotente padre. Y
entonces Atenea, la de ojos de lechuza, dijo a Odiseo:
Atenea.- ¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Tente y haz que termine
esta lucha, este combate igualmente funesto para todos: no sea que el largovidente Zeus Cronida se
enoje contigo. / […].- HOMERO: Odisea, xiv, 412-488, 531-548.

De nada sirve que viva como un rey inútil / junto a este hogar apagado, entre rocas estériles,
el consorte de una anciana, inventando y decidiendo / leyes arbitrarias para un pueblo bárbaro,
que acumula, y duerme, y se alimenta, y no sabe quién soy.
No encuentro descanso al no viajar; quiero beber / la vida hasta las heces. Siempre he gozado
mucho, he sufrido mucho, / con quienes me amaban o en soledad; en la costa
y cuando con veloces corrientes las constelaciones de la lluvia / irritaban el mar oscuro.
He llegado a ser famoso; pues siempre en camino, / impulsado por un corazón hambriento,
he visto y conocido mucho: las ciudades de los hombres / y sus costumbres, climas,
consejos y gobiernos, no siendo en ellas ignorado, sino siempre honrado en todas; /
y he bebido el placer del combate junto a mis iguales,
allá lejos, en las resonantes llanuras de la lluviosa Troya. / Formo parte de todo lo que he visto;
y, sin embargo, toda experiencia es un arco a través del cual /
se vislumbra un mundo ignoto, cuyo horizonte huye / una y otra vez cuando avanzo.
¡Qué fastidio es detenerse, terminar, / oxidarse sin brillo, no resplandecer con el ejercicio!
Como si respirar fuera la vida. Una vida sobre otra /
sería del todo insuficiente, y de la única que tengo
me queda poco; pero cada hora me rescata / del silencio eterno, añade algo,
trae algo nuevo; y sería despreciable / guardarme y cuidarme el tiempo de tres soles,
y refrenar este espíritu ya viejo, pero que arde en el deseo
de seguir aprendiendo, como se sigue a una estrella que cae,
más allá del límite más extremo del pensamiento humano.
Éste es mi hijo, mi propio Telémaco, / a quien dejo el cetro y esta isla.
Lo quiero mucho; tiene el criterio para triunfar / en esta labor, para civilizar con prudente paciencia

a un pueblo rudo, y para llevarlos lentamente / a que se sometan a lo que es útil y bueno.
Es del todo impecable, dedicado completamente / a los intereses comunes, y se puede confiar
en que sea compasivo y cumpla los ritos / con que se adora a los dioses tutelares
cuando me haya ido. Él hace lo suyo, yo, lo mío. / Allí está el puerto; el barco extiende sus velas;
allí llama el amplio y oscuro mar. Vosotros, mis marineros,
almas que habéis trabajado y sufrido y pensado junto a mí, /
y que siempre tuvisteis una alegre bienvenida
tanto para los truenos como para el día despejado, recibiéndolos
con corazones libres e inteligencias libres, vosotros y yo hemos envejecido.
La ancianidad tiene todavía su honra y su trabajo.
La muerte lo acaba todo: pero algo antes del fin,
alguna labor excelente y notable, todavía puede realizarse,
no indigna de quienes compartieron el campo de batalla con los dioses.
Las estrellas comienzan a brillar sobre las rocas:
el largo día avanza hacia su fin; la lenta luna asciende; los hondos
lamentos son ya de muchas voces. Venid, amigos míos. /
No es demasiado tarde para buscar un mundo nuevo.
Zarpemos, y sentados en perfecto orden hiramos / los resonantes surcos, pues me propongo
navegar más allá del poniente y el lugar en que se bañan /
todos los astros del occidente, hasta que muera. /
Es posible que las corrientes nos hundan y destruyan;
es posible que demos con las Islas Venturosas, / y veamos al gran Aquiles, a quien conocimos.
A pesar de que mucho se ha perdido, queda mucho; y, a pesar /
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 139
de que no tenemos ahora el vigor que antaño
3.- movía la tierra y los cielos, lo que somos, somos: / un espíritu ecuánime de corazones heroicos,

debilitados por el tiempo y el destino, pero con una voluntad decidida


a combatir, buscar, encontrar y no ceder.- TENNYSON. Alfred (1809-1892): “Ulises”; en Poems
(1842).
DECADENCIA PAULATINA DEL GÉNERO HUMANO
Si quieres otro mito, puedo contártelo correcta y sabiamente y tú retenlo bien en tu espíritu (que
los dioses y los hombres mortales tienen la misma descendencia).
En primer lugar, los inmortales que viven en los palacios del Olimpo crearon de oro la
generación de los hombres mortales. Ellos existieron en tiempos de Cronos, cuando éste reinaba en
el cielo. Vivían como dioses sin preocupación alguna, sin esfuerzos ni penurias. Tampoco existía
la vejez, que nosotros tememos, y conservando siempre el vigor de sus manos y de sus piernas,
llevaban una vida placentera en banquetes, lejos de todos los males, y morían como si estuvieran
durmiendo. Poseían todos los bienes. La tierra generosa producía por sí sola abundantes frutos, y
ellos felices vivían de esos bienes, despreocupados, en medio de abundantes riquezas (ricos en
ovejas y amigos de los dioses dichosos).
Pero, desde que la tierra cubrió a esta generación, se convirtieron en espíritus divinos, porque así
lo quiso el gran Zeus. Son buenos y dan vuelta a la tierra como guardianes de los mortales (y son
ellos los que vigilan los juicios y los crímenes, y vestidos de vaho van por toda la tierra) regalando
riquezas; tal es la recompensa real que consiguieron.
Después, aquellos que ocupan los palacios olímpicos, crearon una segunda generación muy
inferior, la de plata, que no era semejante a la de oro ni en el cuerpo ni en la inteligencia. Durante
cien años el niño crecía en su casa junto a su afectuosa madre, sin ninguna inteligencia; y cuando
se acercaba el tiempo de la madurez y mostraba señales de adolescencia, vivía muy poco luego de
mucho padecer a causa de su estupidez. Porque no podían alejar de sí la fuerza bruta y no querían
honrar a los inmortales ni sacrificar en los altares de los bienaventurados, según las costumbres de
los hombres de cada país.
Luego de estas cosas, Zeus Cronida, irritado, los sepultó en la tierra, porque no honraban a los
dioses bienaventurados que habitan el Olimpo. Desde que la tierra hubo cubierto perfectamente
también esta generación, estos mortales fueron llamados los dichosos subterráneos, y vienen en
segundo lugar, pero con cierto honor.
Y el padre Zeus creó una tercera generación de hombres mortales, la de bronce, diferente de la
de plata, de madera de fresno, raza dura y fuerte. Estos hombres se dedicaban a los muy esforzados
trabajos de Ares y a actos de violencia. Jamás comían pan, pero tenían fuerte el corazón como el
acero, y sembraban el terror. Grande era su fuerza y sus manos invencibles se prolongaban desde
sus hombros por sus robustos cuerpos. Sus armas eran de bronce y sus casas de bronce, y
trabajaban el bronce, porque entonces no existía el hierro negro. Aniquilados unos a manos de
otros, entraron al enmohecido palacio del helado infierno sin dejar huellas. A pesar de que eran
temibles, la muerte los llevó y perdieron la brillantez del sol.
Pero cuando la tierra hubo cubierto también a esta generación, Zeus Cronida creó otra en la
tierra nutricia, la cuarta, más justa y valiente, la generación divina de los héroes, que fueron
llamados semidioses, y la cual precede a la nuestra en la tierra infinita. Pero la guerra terrible y el
encuentro despiadado los aniquiló, a unos en la tierra Cadmea, en Tebas la de las siete puertas,
cuando combatían por los bienes de Edipo; y a otros, en Troya, allende el abismo marino, a donde
los condujo en las naves (de guerra) por causa de Elena, la de los hermosos cabellos; allí envolvió
a unos la muerte, y a otros el padre Zeus, el hijo de Cronos, los llevó a los confines de la tierra,
donde lejos de los hombres, vivían apartados de los inmortales, y allí Cronos es su rey, porque lo
libró de la condena el padre de los hombres y de los dioses.
Allí, pues, habitan ellos, sin preocupaciones, en las islas de los Bienaventurados, a los bordes
del profundo océano, héroes dichosos a quienes la tierra fértil obsequia dulces frutos que maduran
tres veces por año. (También a aquellos que están en el otro mundo dio honor y gloria. Ninguna
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 140
otra generación ilustre, entre los hombres nacidos en la tierra nutricia, ha creado Zeus, el que todo
lo ve).
3.- ¡Ojalá yo no viviera entre los hombres de la quinta generación, o bien hubiera muerto antes o
nacido después! Porque ahora existe la generación de hierro. Los hombres no cesarán jamás de
sufrir pesares y fatigas durante el día y de amargarse por la noche, porque los dioses les enviarán
tristes inquietudes. Sin embargo, a estos males se han de mezclar también los bienes. Pero Zeus
arruinará tambiés esta generación de hombres de vida breve, cuando los niños nazcan con blancos
cabellos. Entonces el padre no se parecerá a sus hijos ni los hijos al padre; el extranjero no será
amigo de su huésped, ni el amigo de su amigo, ni el hermano amará a su hermano como antes. Y
los padres apenas evejezcan serán despreciados por sus hijos y éstos, los perversos, los insultarán
con palabras injuriosas sin tomar en cuenta el castigo de los dioses. No retribuirán a sus ancianos
padres lo que ellos gastaron para criarlos. (Tendrán por justicia la fuerza. Uno saqueará la ciudad
de otro); el que cumpla sus juramentos no gozará de honor alguno, ni el justo ni el bueno, y más
honor se tributará al hombre que cometa crímenes y tropelías. La justicia significará fuerza y no
existirá respeto. El grosero ultrajará al noble con palabras engañosas y perjurará. La venenosa
envidia, que se regocija con los males, perseguirá a todos los míseros hombres con los ojos llenos
de celosa satisfacción. Entonces, desde la anchurosa tierra, Edos y Némesis, cubierto el bello rostro
con sus blancos velos, subirán al Olimpo, junto a los inmortales, abandonando a los hombres. Y
quedarán para los mortales los grandes dolores y ya no habrá remedio para el mal.- […].-
HESIODO: Los trabajos y los días. (vs. 106 a 200). Traducción de Fotios Malleros K. Texto
compuesto hacía el siglo VII a.C.

Prometeo.- No penséis que callo por orgullo o por arrogancia. Mi corazón se desgarra en la
angustia al verme ultrajado con ignominia. Sin embargo, ¿quién sino yo definió enteramente las
prerrogativas a esos dioses nuevos? Pero lo callo, pues también vosotras [Oceánides del coro] sois
sabedoras de lo que yo podría deciros.
Pero oídme las penas que había entre los hombres y cómo a ellos, que anteriormente no estaban
provistos de entendimiento, los transformé en seres dotados de inteligencia y en señores de sus
afectos.
Hablaré, aunque no tenga reproche alguno que hacer a los hombres. Sólo pretendo explicar la
benevolencia que había en lo que les dí.
En un principio, aunque tenían visión, nada veían, y, a pesar de que oían, no oían nada, sino que,
igual que, igual que fantasmas de un sueño, durante su vida dilatada, todo lo iban amasando al azr.
No conocían las casas de adobes cocidos al sol; ni tampoco el trabajo de la madera, sino que
habitaban bajo la tierra, como las ágiles hormigas, en el fondo de grutas sin sol.
No tenían ninguna señal para saber que era el invierno, ni de la florida primavera, ni para poner
en seguro los frutos del fértil estío. Todo lo hacían sin conocimiento, hasta que yo les enseñé los
ortos y ocasos de las estrellas, cosa difícil de conocer. También el número, destacada invención,
descubrí para ellos, y la unión de las letras en la escritura, donde se encierra la memoria de todo,
artesana que es madre de las Musas (23) / (23) Con metonimia: “las artes”. Efectivamente, en el mito, las
Musas son hijas de Memoria y Zeus. / Uncí el primero en el yugo a las bestias que se someten a la
collera y a las personas, con el fin de que sustituyeran a los mortales en los trabajos más fatigosos
y enganché al carro el caballo obediente a la brida, lujoso ornato de la opulencia. Y los carros de
los navegantes que, dotados con alas de lino, surcan errantes el mar, ningún otro que yo los
inventó.
Y después de haber inventado tales artificios --¡desdichado de mí!-- para los mortales,
personalmente no tengo invención con la que me libre del presente tormento.
Corifeo.- Has sufrido un daño humillante que te llevado a perder el control de tu mente y a
extraviarte. Como un mal médico que cae enfermo, te descorazonas, y así no puedes averiguar con
qué remedio podrías curarte.
Prometeo.- Más te extrañadás si oyes lo que falta: qué artes y recursos imaginé. Lo principal: si
uno caía enfermo, no tenía ninguna defensa, alguna cosa que pudiera comer, untarse o beber, sino
por falta de medicina. se iban extenuando, hasta que yo les mostré las mixturas de los remedios
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 141
curativos con los que auyentan toda dolencia. Clasifiqué las muchas formas de adivinación y fui el
primero en discernir la parte de cada sueño que ha de ocurrir en la realidad.
3.- Les di a conocer los sonidos que encierran presagios de difícil interpretación y los pronósticos
contenidos en los encuentros por los caminos.
Definí con exactitud el vuelo de las aves rapaces: cuáles son favorables por naturaleza y cuáles
siniestras; qué clase de vida tiene cada una, cuáles son sus odios, sus amores y compañías, la
tersura de sus entrañas y qué color debe tener la bilis para ser grata a los dioses, y la varia belleza
del lóbulo hepático.
Encaminé a los mortales a un arte en el que es difícil formular presagios, cuando pues al fuego
los miembros cubiertos de grasa y el largo lomo. Hice que vieran con claridad lao señales que
encierran las llamas, que antes estaban sin luz para ellos. Tal fue mi obra.
Bajo la tierra hay metales útiles que estaban ocultos para los hombres: el cobre, el hierro, la
plata y oro. ¿Quién podría decir que los descubrió antes que yo? Nadie –bien lo sé--, a menos que
quiera decir falsedades. En resumen, apréndelo todo en breves palabras: los mortales han recibido
todas las artes de Prometeo. / [...].- ESQUILO (Atenas, h. 525- 456 a.C.): “Prometeo encadenado”.
(470? a.C.). (vv. 437-506); en sus Tragedias. […]. Trad. y notas de B. Perea Morales. Madrid,
Gredos, (c2000).

Edipo.-- ¡Oh hijos, descendencia nueva del antiguo Cadmo míos, nuevos vástagos del antiguo
Cadmo [Fundador mítico de la ciudad de Tebas. Es hijo de Agenor y hermano de Europa. Vino de Tiro en compañía
de sus hermanos en busca de Europa, empresa que pronto abandonaron. El oráculo de Delfos le ordenó fundar una
ciudad en el lugar donde una vaca a la que debía seguir cayera exhausta, resultando de ahí la localización de Tebas.
Cadmo dio muerte a un dragón que cuidaba de la Fuente de Ares, próxima a Tebas, y por consejo de Atenea sembró
los dientes de la bestia. Enseguida brotaron del suelo hombres armados, de los que sobrevivieron sólo cinco,
primitivos habitantes de Tebas.]! ¿Por qué estáis en actitud sedente ante mí, coronados con ramos de
suplicantes [Los que acudían en actitud de súplica llevaban en la mano, como señal, unos ramos de olivo o laurel
atados con hilos de lana. Los dejaban sobre el altar, de donde los retiraban cuando la petición era satisfecha. Traduzco
literalmente “coronados” aclarando que este término es sólo metafórico, según se deduce de lo dicho .]? La ciudad
está llena de incienso, a la vez que de cantos de súplica y de gemidos, y yo, porque considero justo
no enterarme por otros mensajeros, he venido en persona, yo, el llamado Edipo, famoso entre
todos. Así que, oh anciano, ya que eres por tu condición a quien corresponde hablar, dime en
nombre de todos: ¿cuál es la causa de que estéis así ante mí? ¿El temor, o el ruego? Piensa que yo
querría ayudaros en todo. Sería insensible, si no me compadeciera ante semejante actitud.
Sacerdote.- Oh Edipo!, que reinas en mi país! Ves de qué edad somos los que nos sentamos
cerca de tus altares: unos, sin fuerzas aún para volar lejos; otros, torpes por la vejez, somos
sacerdotes –yo lo soy de Zeus--, y otros, escogidos entre los aún jóvenes. El resto del pueblo con
sus ramos permanece sentado en las plazas [Era corriente que las ciudades tesalias tuvieran dos plazas, a una
de las cuales no se admitían sino ciudadanos libres. Tebas estaba dividida en dos partes, la ciudad alta al O. y la ciudad
baja, en cada una de las cuales había una plaza.] en actitud de súplca, junto a los dos templos de Palas [Uno
de los templos estaba dedicado a Palas Onca, y es citado por Pausanias. El otro, a Atenea Cadmea o Atenea Ismenia,
no citados por él, pero sí por los escoliastas.] y junto a la ceniza profética de Ismeno [Ismeno no es el dios
fluvial del mismo nombre, sino el semidios tebano, hijo de Apolo, que tenía dedicado en la ciudad un altar en el que se
practicaba la piromancia.].
La ciudad, como tú mismo puedes ver, está ya demasiado agitada y no es capaz todavía de
levantar la cabeza de las profundidades por la sangrienta sacudida. Se debilita en las plantas
fructíferas de la tierra, en los rebaños de bueyes que pacen y en los partos infecundos de las
mujeres. Además, la divinidad que produce la peste, precipitándose, aflije la ciudad. ¡Odiosa
epidemia [Es posible que Sófocles tuviera presente la peste que asló a Atenas al principio de la Guerra del
Peloponeso. El adjetivo aplicado a la divinidad y traducido por “que produce la peste”, significa, literalmente: “que
lleva fuego abrasador”, haciendo, tal vez, alusión a la fiebre, uno de los síntomas de la peste .] bajo cuyos efectos
está despoblada la morada Cadmea, mientras el negro Hades se enriquece entre suspiros y
lamentos! Ni yo ni estos jóvenes estamos sentados como suplicantes por considerarte igual a los
dioses, pero sí el primero de los hombres en los sucesos de la vida y en las intervenciones de los
dioses. Tú que, al llegar, liberaste la ciudad Cadmea del tributo que ofrecíamos a la cruel cantora
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 142
[La Esfinge enviada por Hera contra Tebas para castigar el crimen de Layo de amar al hijo de Pélope. El monstruo se
cobraba muchas víctimas. Cuando Edipoi supo responder al enigma que proponía, el monstruo, despechado se mató
3.- arrojándose desde la roca. Se la llama “cantora”, porque sus enigmas estaban en verso .] y, además, sin haber
visto nada más ni haber sido informado por nosotros, sino con la ayuda de un dios, se dice y se
cree que enderezaste nuestra vida.
Pero ahora, ¡oh Edipo, el más sabio entre todos!, te imploramos todos los que estamos aquí
como suplicantes que nos consigas alguna ayuda, bien sea tras oir el mensaje de algún dios, o bien
lo conozcas de un mortal. Pues veo que son efectivos, sobre todo, los hechos llevados a cabo por
los consejos de los que tienen experiencia. ¡Ea, oh el mejor de los mortales!, endereza la ciudad.
¡Ea!, apresta tu guardia, porque esta tierra ahora te celebra como su salvador por el favor de
antaño. Que de ninguna manera recordemos de tu reinado que vivimos, primero, en la prosperidad,
pero caímos después; antes bien, levanta con firmeza la ciudad. Con favorable augurio, nos
procuraste entonces la fortuna. Sénos también igual en esta ocasión. Pues, si vas a gobernar esta
tierra, como lo haces, es mejor reinar con hombres en ella que vacía, que nada es una fortaleza ni
una nave privadas de hombres que las pueblen.
Edipo.- ¿Oh hijos dignos de lástima! Venís a hablarme porque anheláis algo conocido y no
ignorado por mí. Sé bien que todos estáis sufriendo y, al sufrir, no hay ninguno de vosotros que 3.-
padezca tanto como yo. En efecto, vuestro dolor llega sólo a cada uno en sí mismo y a ningún otro,
mientras que mi ánimo se duele, al tiempo, por la ciudad y por mí y por ti. De modo que no me
despertáis de un sueño en el que estuviera sumido, sino que estad seguros de que muchas lágrimas
he derramado yo y muchos caminos he recorrido en el curso de mis pensamientos. El único
remedio que he encontrado, después de reflexionar a fondo, es el que he tomado: envié a Creonte,
hijo de Meneceo, mi propio cuñado, a la morada Pítica de Febo [A Delfos, el santuario más famoso de
Grecia.], a fin de que se enterara de lo que tengo que hacer o decir para proteger esta ciudad. Y ya
hoy mismo, si lo calculo en comparación con el tiempo pasado, me inquieta qué estará haciendo,
pues, contra lo que es razonable, lleva ausente mástiempo del fijado. Sería yo malvado si, cuando
llegue no cumplo todo cuanto el dios manifieste.
Sacerdote.- Con oportunidad has hablado. Precisamente éstos me están indicando por señas que
Creonte se acerca.
Edipo.- ¡Oh soberano Apolo! ¡Ojalá viviera con suerte liberadora, del mismo modo que viene
con rostro radiante!
Sacerdote.- Por lo que se puede adivinar, viene complacid. En otro caso no vendría así, con la
cabeza coronada de frondosas ramas de laurel [El laurel era el árbol sagrado de Apolo y con sus
ramas se coronaba a los mensajeros portadores de gratas nuevas.].
Edipo.- Pronto lo sabremos, pues ya está lo suficientemente cerca para que nos escuche. ¡Oh
principe, mi pariente, hijo de Meneceo! ¿Con qué respuesta del oráculo nos llegas?
Creonte.- Con una buena. Afirmo que incluso las aflicciones, si llegan felizmente a término,
todas pueden resultar bien.
Edipo.- ¿Cuál es la respuesta? Por lo que acabas de decir, no estoy ni tranquilo ni tampoco
preocupado.
Creonte.- Si deseas oirlo estando éstos aquí cerca, estoy dispuesto a hablar y también, si lo
deseas, a ir dentro.
Edipo.- Habla ante todos, ya que por ellos sufro unna aflicción mayor, incluso, que por mi
propia vida.
Creonte.- Diré las palabras que escuché de parte del dios. El soberano Febo nos ordenó ,
claramente, arrojar de la región una mancilla que existe en esta tierra y no mantenerla para que
llegue a ser irremediable.
Edipo.- ¿Con qué expiación? ¿Cuál es la naturaleza de esta desgracia?
Creonte.- Con el destierro o liberando un antiguo asesinato con otro, puesto que esta sangre es la
que está sacudiendo la ciudad.
Edipo.-- ¿De qué hombre denuncia [Febo. Es la tercera persona que aparece en todo este contexto.] tal
desdicha?
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 143
Creonte.-- Teníamos nosotros, señor, en otro tiempo a Layo como soberano de esta tierra, antes
de que tú rigieras rectamente esta ciudad.
Edipo.-- Lo sé por haberlo oído, pero nunca lo vi. / […].- SÓFOCLES (Atenas, 497/96-406
3.- a.C.): “Edipo rey” (hacia 429 a.C.). Prólogo (vv. 1-105); en sus Tragedias […] Trad. y notas
de A. Alamillo. Madrid, Gredos, (c1981).

Corifeo.- Nos parece adivinar que las palabras de éste y las tuyas, Edipo, han sido dichas a
impulsos de la cólera. Pero no debemos ocuparnos en tales cosas, sino en cómo resolveremos los
oráculos del dios de la mejor manera.
Tiresias.- Aunque seas el rey, se me deba dar la misma oportunidad de replicarte, al menos con
palabras semejantes. También yo tengo derecho a ello, ya que no vivo sometido a ti sino a Loxias
[El epíteto de Apolo “Loxias”está conectado con el adjetivo loxós “oblicuo”, y hace alusión a las antiguas respuestas
del oráculo.], de modo que no podré ser inscrito como seguidor de Creonte, jefe de un partido. Y
puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en que
grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida. ¿Acaso
conoces de quiénes desciendes? Eres, sin darte cuenta, odioso para los tuyos, tanto para los de allí
abajo como para los que están en la tierra, y la maldición que por dos lados te golpea, de tu madre
y de tu padre, con paso terrible te arrojará, algún día, de esta tierra, y tú, que ahora ves claramente,
entonces estarás en la oscuridad. ¡Qué lugar no será refugio de tus gritos!, ¡qué Citerón [Citerón es el
nombre del monte en que fue abandonado Edipo. Aquí, en una clara figura estilística, está empleado como el nombre
genérico de “monte”.] no los recogerá cuando te des perfecta cuenta del infausto matrimonio en el que
tomaste puerto en tu propia casa después de conseguir una feliz navegación [Los términos griegos
empleados en esta frase están tomados, una vez más, del vocabulario de la marina, tan conocido y usado por el pueblo
ateniense.]! Y no adviertes la cantidad de otros males que te igualarán a tus hijos. Después de esto,
ultraja a Creonte y a mi palabra. Pues ningún mortal será aniquilado nunca de peoor forma que tú.
Edipo.- ¿Es que es tolerable escuchar esto de ése? ¡Maldito seas! ¿No te irás cuanto antes? ¿No
te irás de esta casa, volviendo por donde has venido?
Tiresias.- No hubiera venido yo, si tú no me hubieras llamado. .
Edipo.- No sabía que ibas a decir necedades . En tal caso, dificilmente te hubiera hecho venir a
mi palacio.
Tiresias.- Yo soy tal cual te parezco, necio, pero para los padres que te engendraron era juicioso.
Edipo.- ¿A quiénes? Aguarda. ¿Qué mortal me dio el ser?
Tiresias.- Este día te engendrará y te destruirá.
Edipo.- ¡De que modo enigmátic y obscuro lo dices todo!
Tiresias.- ¿Acaso no eres tú el más hábil por naturaleza para interpretarlo? [Alude a la actuación de
Edipo descifrando el enigma de la Esfinge.].
Edipo.- ¿Échame en cara, precisamente, aquello en lo que me encuentras grande.
Tiresias.- Esa fortuna, sin embargo, te hizo perecer.
Edipo.- Pero si salvo a esta ciudad, no me preocupa.
Tiresias.- En ese caso me voy. Tú, niño, condúceme.
Edipo.- Que te lleve, sí, porque aquí, presente, eres un molesto obstáculo; y una vez fuera, puede
ser que no atormentes más.
pues tu presencia me atormenta y tu apresurada ausencia ya no me importunará.
Tiresias.- Me voy, porque ya he dicho aquello para lo que vine, no porque tema tu rostro. Nunca
me podrías perder. Y te digo: ese hombre que, desde hace rato, buscas con amenazas y con
proclamas a causa del asesinato de Layo está aquí. Se dice que es extranjero establecido aquí, pero
después saldrá a la luz que es tebano por su linaje y no se complacerá de tal suerte. Ciego, cuando
antes tenía vista, y pobre en lugar de rico, se trasladará a tierra extraña tanteando el camino con un
báculo. Será manifiesto que él mismo es, a la vez, hermano y padre de sus propios hijos, hijo y
esposo de la mujer de la que nació y de la misma raza, así como asesino de su padre. Entra y
reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yo ya no tengo razón en el arte
adivinatorio. / [...] / SÓFOCLES: Edipo rey. Episodio 1º (vv. 404-462)..
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 144
Creonte.- ¿Qué es ello? ¿Si lo sé, no lo negaré?
Edipo.- Que, si no hubiera estado concertado contigo, no hubiera hablado de la muerte de Layo
a mis manos.
3.- Creonte.- Si esto dice, tú lo sabes. Yo considero justo informarme de ti, lo mismo que ahora tú
lo has hecho de mí.
Edipo.- Haz averiguaciones. No seré hallado culpable de asesinato.
Creonte.- ¿Y qué? ¿Estás casado con mi hermana?
Edipo.- No es posible negar la pregunta que me haces.
Cronte.- ¿Gobiernas el país administrándolo con igual poder que ella?
Edipo.- Lo que desea, todo lo obtiene de mí.
Creonte.- ¿Y no es cierto que, en tercer lugar, yo me igualo a vosotros dos?
Edipo.- Por eso, precisamente, resultas ser un mal amigo.
Creonte.- No si me das la palabra como yo a ti mismo. Considera primeramente esto: si crees
que alguien preferiría gobernar entre termores a dormir tranquilo, teniendo el mismo poder. Por lo
que a mí respecta, no tengo más deseo de ser rey que de actuar como si lo fuera, ni ninguna otra
persona que sepa razonar. En efecto, ahora lo obtengo de ti todo sin temor, pero, si fuera yo
mismo el que gobernara, haría muchas cosas también contra mi voluntad. ¿Cómo, pues, iba a ser
para mí más grato el poder absoluto, que un mando y un dominio exentos de sufrimientos? Aùn no
estoy tan mal aconsejado como para desear otras cosas que no sean los honores acompañados de
provecho. Actualmente, todos me saludan y me acogen con cariño. Los que ahora tienen necesidad
de ti me halagan, pues en esto está, para ellos, el obtener todo. ¿Cómo iba yo, pues, a pretender
aquello despidiéndome de esto? Una mente que razona bien no puede volverse torpe. No soy, por
tanto, amigo de esta idea ni soportaría nunca la compañía de quien lo hiciera. Y, como prueba de
esto, ve a Delfos y entérate si te he anunciado fielmente la respuesta del oráculo. Y otra cosa: si me
sorprendes habiendo tramado algo en común con el adivino, tras hacerlo, no me condenes a muerte
por un solo voto, sino por dos, por el tuyo y el mío; pero no me inculpes por tu cuenta a causa de
una suposición no probada. No es justo considerar, sin fundamento, a los malvados honrados ni a
los honrados malvados. Afirmo que es igual rechazar a un buen amigo que la propia vida, a la que
se estima sobre todas las cosas. Con el tiempo, podrás conocer que esto es cierto, ya que sólo el
tiempo muestra al hombre justo, mientras que podrías conocer al perverso en un solo día.
Corifeo.- Bien habló él, señor, para quien sea cauto en errar. Pues los que se precipitan no son
seguros para dar una opinión. / […].- SÓFOCLES: Edipo rey. Episodio 2º (vv. 571-618).

Mensajero.-- ¿Podríais informarme, oh extranjeros, dónde se halla el palacio del rey Edipo?
Corifeo.-- Ésta es su morada y él mismo está dentro, extranjero. Esta mujer es la madre [La
pérdida de los recurso orales es sensible en esta frase. Suponemos que el actor haría una pausa, coincidente con la
pausa métrica, tras la palabra “madre”, acentuando así la trágica ironía .] de sus hijos.
Mensajero.-- ¡Que llegues a ser siempre feliz, rodeada de gente dichosa, tú que eres esposa
legítima de aquél!
Yocasta.-- De igual modo lo seas tú, oh extranjero, pues lo mereces por tus favorables patabras.
Pero dime con qué intención has llegado y qué quieres anunciar.
Mensajero.-- Buenas nuevas para tu casa y para tu esposo, mujer.
Yocasta.-- ¿cuáles son? ¿De parte de quién vienes?
Mensajero.-- De Corinto. Ojalá te complazca --¿cómo no?-- la noticia que te daré a
continuación, aunque tal vez te duelas.
Yocasta.-- ¿Qué es? ¿Cómo puede tener ese doble efecto?
Mensajero.-- Los habitantes de la región del Istmo le van a designar rey, según se ha dicho allí.
Yocasta.-- ¿Por qué? ¿No está ya el anciano Pólibo en el poder?
Mensajero.-- No, ya que la muerte lo tiene en su tumba?
Yocasta.-- ¿Cómo dices? ¿Ha muerto el padre de Edipo?
Mensajero.-- Que sea merecedor de muerte, si no digo la verdad.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 145
Yocasta.-- Sirviente, ¿no irás rápidamente a decirle esto al amo? ¡Oh oráculosde los dioses!
¿Dónde estáis? Edipo huyó hace tiempo por el temor de matar a este hombre y, ahora, él ha muerto
por el azar y no a manos de aquél.
Edipo.-- ¡Oh Yocasta, muy querida mujer! ¿Por qué me has mandado venir aquí desde palacio?
3.- Yocasta.-- Escucha a este hombre y observa, al oirle, en qué han quedado los respetables
oráculos del dios.
Edipo.-- ¿Quién es éste y qué me tiene que comunicar?
Yocasta.-- Viene de Corinto para anunciar que tu padre, Pólibo, no está ya vivo, sino que ha
muerto.
Edipo.-- ¿Qué dices, extranjero? Anúnciamelo tú mismo.
Mensajero.-- Si es preciso que yo te lo anuncie claramente en primer lugar, entérate bien de que
aquél ha muerto.
Edipo.-- ¿Acaso por una emboscada, o como resultado de una enfernedad?
Mensajero.-- Un pequeño quebranto rinde los cuerpos ancianos.
Edipo.-- A causa de enfermedad murió el desdichado, a lo que parece.
Mensajero.-- Y por haber vivido largos años.
Edipo.-- ¡Ah, ah! ¿Por qué, oh mujer, habría uno de tener en cuenta el altar vaticinador de Pitón
o los pájaros que claman en el cielo, según cuyos indicios tenía yo que dar muerte a mi propio
padre? Pero él, habiendo muerto, está oculto bajo tierra y yo estoy aquí, sin haberle tocado con
arma alguna, a no ser que se haya consumido por nostalgia de mí. De esta manera habría muerto
por mi intervención. En cualquier caso, Pólibo yace en el Hades y se ha llevado consigo los
oráculos presentes, que no tienen ya ningún valor.
Yocasta.-- ¿No te lo decía yo desde antes?
Edipo.-- Lo decías, pero yo me dejaba guiar por el miedo?
Yocasta.-- Ahora no tomes en consideración ya ninguno de ellos.
Edipo.-- ¿Y cómo no voy a temer al lecho de mi madre?
Yocasta.-- Y ¿qué podría temer un hombre para quien los imperativos de la fortuna son los que
le pueden dominar, y no existe previsión clara de nada? Lo más seguro es vivir al azar, según cada
uno pueda. Tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales
que antes se unieron también a su madre en sueños [Pasaje de suma importancia para Freud, punto de
partida en sus investigaciones sobre el tema. Cf. Platón, República IX.]. Aquel para quien esto nada supone
más fácilmente lleva su vida.
Edipo.-- Con razón hubieras dicho todo eso, si no estuviera viva mi madre. Pero como lo está,
no tengo más remedio que temer, aunque tengas razón.
Yocasta.-- Gran ayuda suponen los funerales de tu padre.
Edipo.-- Grande, lo reconozco. Pero siento temor por la que vive.
Mensajero.-- ¿Cuál es la mujer por la que teméis?
Edipo.-- Por Mérope, anciano, con la que vivía Pólibo.
Mensajero.-- ¿Qué hay en ella que os induzca al temor?
Edipo.-- Un oráculo terrible de origen divino, extranjero.
Mensajero.-- ¿Lo puedes aclarar, o no es lícito que otro lo sepa?
Edipo.-- Sí, por cierto. Loxias afirmó, hace tiempo, que yo había de unirme con mi propia madre
y coger en mis manos la sangre de mi padre. Por este motivo habito desde hace años muy lejos de
Corinto, feliz, pero, sin embargo, es muy grato ver el semblante de los padres.
Mensajero.-- ¿Acaso por temor a estas cosas estabas desterrado de allí? / […]
Edipo.-- Eso mismo, anciano. Ello me asusta constantemente.
Mensajero.-- ¿No sabes que, con razón, nada debes temer?
Edipo.-- ¿Cómo no, si soy hijo de esos padres?
Mensajero.-- Porque Pólibo nada tenía que ver con tu linaje.- SÓFOCLES: Edipo rey. Episodio
3º (vv. 924-1000, 1013-1016).

Edipo.-- Este hombre, según parece, se dispone a dar rodeos.


Servidor..-- No, yo no, pues ya he dicho que se lo entregué.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 146
Edipo.-- ¿De dónde lo habías tomado? ¿Era de tu familia o de algún otro?
Servidor..-- Mío no. Lo recibí de uno.
Edipo.-- ¿De cuál de estos ciudadanos y de qué casa?
Servidor.-- ¡No, por los dioses, no me preguntes más, mi señor!
3.- Edipo..-- Estás muerto, si te tengo que preguntar de nuevo.
Servidor.-- Pues bien, era uno de los vástagos de la casa de Layo.
Edipo.-- ¿Un esclavo, o uno que pertenecía a su linaje?
Servidor.-- ¡Ay de mí! Estoy ante lo verdaderamente terrible de decir.
Edipo.-- Y yo de escuchar, pero, sin embargo, hay que oirlo.
Servidor.-- Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría
decir cómo fue.
Edipo.-- ¿Ella te lo entregó?
Servidor.-- Si, en efecto, señor.
Edipo.-- ¿Con qué fin?
Servidor.-- Para que lo matara.
Edipo.-- ¿Habiéndolo engendrado ella, desdichada?
Servidor.-- Por temor a funestos oráculos.
Edipo.-- ¿A cuáles?
Servidor.-- Se decía que él mataría a sus padres.
Edipo.-- Y ¿cómo, en ese caso, tú lo entregaste a este anciano?
Servidor.-- Por compasión, oh señor, pensando que se lo llevaría a otra tierra de donde él era. Y
éste lo salvó para los peores males. Pues si eres tú, en verdad, quien él asegura, sábete que has
nacido con funesto destino.- SÓFOCLES: Edipo rey. Episodio 4º (vv. 1160-1183).

Corifeo.-- ¡Oh habitantes de mi patria, Tebas, mirad: he aquí a Edipo, el que solucionó los
famosos enigmas y fue hombre poderosísimo; aquel al que los ciudadanos miraban con envidia por
su destino! ¡En qué cúmulo de terribles desgracias ha venido a parar! De modo que ningún mortal
puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que llegue al término de su
vida sin haber sufrido nada doloroso.- SÓFOCLES: Edipo rey. Éxodo (vv. 1524-1531).

LOS FILMS DEL FESTIVAL


La aproximación cinematográfica a la obra de arte clásica está erizada de dificultades, pero al
mismo tiempo [es] un desafío fascinante para la inteligencia y la sensibilidad. El texto está ahí
desde hace cientos o miles de años, y a través de la historia ha sido encarado de múltiples formas,
desde la que se ha limitado a una versión que podría definirse como fotográfica del asunto
dramático, hasta los que, respetando las palabras originales, han considerado que cierta estilización
en el tiempo y el espacio puede ser un modo de ubicar al espectador de un momento determinado
en el meollo de una obra dada.
En “El Evangelio según Mateo”, Pier Paolo Pasolini recreó el texto bíblico con respeto máximo,
pero al mismo tiempo procuró dar su visión personal. A nuestro juicio, hubo allí cierta frialdad
derivada probablemente del sentido de la responsabilidad de un autor que en el fondo no se movía
con comodidad dentro del elemento sobrenatural. La objeción aludida carece de vigencia en esta
oportunidad, pues “Edipo rey” es una de las películas más intensas, poéticas y conmovedoras de la
historia del arte llamado cinematográfico. Su realizador ha obtenido el milagro de la comunicación
vital con la tragedis original, y ello ha sido posible mediante una prodigiosa compenetración con
su espíritu.
Edipo es uno de los personajes trágicos por excelencia en la historia de la humanidad, pues en él
el destino se encarnizó con una catarata de desgracias que son las que le otorgan su dimensión
estremecedora. Juegan aquí los elementos exteriores unidos al drama personal, que se resuelve en
la destrucción total.
Es el hombre desamparado frente a dioses implacables que misteriosamente han resuelto
destrozarlo, y su vigencia es tal que la psicología profunda contemporánea ha ido a abrevar en los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 147
vericuetos de su personalidad para explicar múltiples facetas del hombre actual, igualmente
acorralado pero por su propia historia. Pasolini ha utilizado los medios cinematográficos más puros
para reflejar ese navegar a la deriva entre aguas turbulentas sobre las que no tiene ningún dominio.
Con talento al que se puede calificar sin vacilaciones de genio, ha seguido el texto con fidelidad, y
3.- al mismo tiempo ha intentado un doble plano en el espacio y el tiempo que da a la película un
sentido universal que la hace doblemente fascinante. Así como los grandes pintures colocaban
como fondo de escenas bíblicas, paisajes y personajes contemporáneos, que aparentemente
resultaban anacrónicos, pero que en su tiempo servían para acercar anímicamente al espectador a la
esencia de los acontecimientos. Pasolini comienza y termina el film en la época actual, con lo que
busca una universalidad que está en la esencia de la tragedia.
Este recurso, de indudable licitud, que habla de una libertad creadora que es lo inherente del
hecho artístico, podría ser calificado de revolucionario, aunque no haya sido del todo aceptado por
espectadores demasiado aferrados a las convenciones. Esto no debe extrañar, porque los artistas de
talento suelen ser plenamente aprehendidos con cierto retardo.
En la película se conjugan armoniosamente una dirección que marca férreamente los papeles a
los intérpretes y los convierte en amantes servidores de un texto que a lo largo de los siglos
conserva su vigencia descarnada, una fotografía (Giuseppe Ruzzolini) que realza poéticamente un
paisaje desolado con elocuencia estremecedora, una música ubicada con sentido revolucionario, y
una escenografía vital. La labor de los artistas es sencillamente magistral, comenzando por Franco
Cinti, un Edipo clásico en el cabal sentido del término, y siguiendo por Silvana Mangano, una
Yocasta desgarradora; Alida Valli, excepcional Merote; Julián Beck, Carmelo Bene y una serie de
intérpretes que, como lo señalamos, trabajaron con inteligencia, pero sobre todo con amor.
[POTENZE, Jaime]: “Edipo rey”; en La Prensa. Viernes 8 de marzo de 1968.- Firmado: “J. P.”

Teseo.-- ¿Qué sufres que esté por encima de lo humano?


Edipo.—Así están las cosas para mí: fui expulsado de mi tierra por mis propios vástagos. Me es
imposible regresar de nuevo como lo es a un parricida.
Teseo.—En ese caso, ¿cómo te van a hacer buscar, si debes vivir aparte?
Edipo.—El mandato divino les obligará.
Teseo.-- ¿Qué desgracia temen que les venga de los oráculos?
Edipo.—Que sea inevitable el ser derrotados por este país.
Teseo.-- ¿Y cómo podrían llegar a estar tirantes nuestras relaciones?
Edipo.-- ¡Oh queridísimo hijo de Egeo! La vejez y la muerte a su tiempo sólo a los dioses no
alcanza. El tiempo, que todo lo puede, arrasa todas las demás cosas. Se consume el del cuerpo,
perece la confianza, se origina la desconfianza y no permanece el mismo espíritu ni entre los
hombres amigos ni entre una ciudad y otra.
Para unos, pronto, para otros, más tarde, los placeres se vuelven amargos y, posteriormente,
dulces (42) / (42) Obsérvese que se completa el círculo de la evolución. No sólo cambia, sino que vuelve otra vez al
primitivo estado. /. Asimismo, si a Tebas por ahora le van bien sus relaciones contigo, el tiempo
incalculable en su curso engendra días y noches sin cuento durante los cuales se pueden romper
por la lanza, con un pequeñño motivo, los amistosos acuerdos de hoy. Entonces mi cadáver en
reposo, enterrado, beberá, ya frío, la caliente (43) / (43) Contraste de sensaciones por el que se asocia el frío
a la idea de muerte y el calor a la de vida. Véase Antígona 88. / sangre de ellos, si es que Zeus es aún Zeus y
Febo hijo de Zeus es infalible.
Pero no es lícito hablar de asuntos que deben ser inviolables. Déjame, pues, en el punto en que
comencé: que guardes sólo tu juramento, y nunca tendr´´as que decir que recibiste en Edipo a un
inútil habitante de estos lugares, si es que los dioses no me engañan.
Corifeo.—Señor, desde hace tiempo este hombre se manifiesta como quien desea cumplir estas
y otras promesas para este tierra.
Teseo.-- ¿Quién es el que, en esta situación, rechazaría el favor de un hombre así con quien, en
primer lugar, existe siempre un hogar comun entre nosotros por los vínculos de hospitalidad (44) /
(44) El adjetivo dorýxenos se aplica solamente entre príncipes o jefes que mandan una fuerza armada, cuando hay
entre ellos una alianza para la guerra. Aquí los vínculos de hospitalidad a los que se refiere Teseo son una alianza
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hereditaria entre las dos casas reales de Tebas t de Atenas. También En EURÍPIDES (Suplicantes 930), Teseo dice que
Polinices es un huésped. / y luego, tras venir como suplicante de los dioses, satisface un tributo no
pequeño para esta tierra y para mí? Yo, temeroso ante esto, desdeñaré su ofrecimiento y le
instalaré en esta región como ciudadano.
3.- Si le es grato al extranjero permanecer aquí (dirigiéndose al corifeo), te ordeno que le
custodies, o si elige partir conmigo… Lo que prefieras de estas cosas, Edipo, te permito escoger,
pues con eso estaré de acuerdo.
Edipo.-- ¡Oh Zeus, concede beneficios a hombres de este talante! / […].- SÓFOCLES: “Edipo
en Colono” (401 a.C), (vv.. 599-642); en sus Tragedias…

Coro.-- Amigas, nada temáis.


Antígona.-- Pero ¿adónde voy a huir?
Coro.-- También antes habéis escapado las dos.
Antígona.-- ¿De qué?
Coro.-- De sucumbir míseramente.
Antígona.-- Estoy pensando…
Coro.-- ¿Qué es lo qué piensas?
Antígona.—No sé cómo vamos a volver a casa.
Coro.—Y tampoco lo busques.
Antígona.—La fatiga se apodera de mí.
Coro.—Ya antes te poseía.
Antígona.—Antes situaciones difíciles y ahora aún peores.
Coro.—Una gran cantidad de males os han tocado en suerte.
Antígona.—Sí, sí.
Coro.—Yo también lo confirmo.
Antígona.-- ¡Ay, ay, adónde iremos, oh Zeus! ¿A qué situación por presentarse nos empuja aún
el destino?
(Aparece Teseo.)
Teseo.—Cesad vuestros lamentos, hijas. No se debe estar en duelo cuandoel favor de los
muertos sw nos ha dado a todos. Provocaría venganza divina.
Antígona.-- ¡Oh hijo de Egeo! Nos echamos a tus pies.
Teseo.-- ¿Qué deseo queréis conseguir, oh hijas?
Antígona.—Nosotras en persona queremos ver la tumba de nuestro padre.
Teseo.- Pero no está permitido ir allí.
Antígona.-- ¿Cómo dices, rey soberano de Atenas?
Teseo.-- ¡Oh hijas! Él me prohibió que mortal algunose acercara a aquellos lugares y que
hablara sobre la sagrada tumba que posee. Y me dijo que, si cumplía rectamente estas cosas,
tendría un país siempre libre de penas. Y esta promesa la oyó la divinidad y el que todo lo conoce,
el Juramento, hijo de Zeus.
Antígona.—Pues bien, si tales cosas estaban en la intención de aquél, nos basta. Envíanos a
nosotras a la muy antigua Tebas, por si podemos impedir la muerte que avanza sobre nuestros
hermanos.
Teseo.—Haré esto y todo cuanto vaya a ser de provecho para vosotras y del agrado del que está
bajo tierra recién desaparecido. No hé de desfallecer en ello.
Corifeo.—Ea, pues, cesad y no entonéis más vuestro treno. Pues estas cosas han llegado a su
total cumplimiento.- SÓFOCLES: “Edipo en Colono”. Éxodo (vv. 1736-1779); en sus Tragedias…

Corifeo.- Ved aquí a Eteocles que viene a parlamentar. Tarea tuya es, madre Yocasta, decir
palabras que logren reconciliar a tus hijos.
Eteocles.- Madre, aquí estoy. He venido por complacerte. ¿Qué hay que hacer? Que quien sea
comience su petición. Porque estaba ordenando en torno a las murallas las dobles filas de soldados
y me he detenido para escuchar tus proposiciones de mediación entre los dos; por ellas he aceptado
que éste viniera tras los muros, ya que tú me persuadiste.
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Yocasta.- ¡Contente! La precipitación no garantiza, desde luego, la justicia, y los discursos
lentos concluyen con mayor acierto. ¡Déja tu mirada terrible y los resoplidos de furia! Pues no
contemplas la cabeza degollada de la Gorgona (23) / (23) La más famosa y terrible de las tres Gorgonas era
Medusa, de petrificcante mirada, a la que degolló Perseo. Como motivo decorativo a parece muy frecuentemente en el arte griego
3.- desde la época arcaica.. Eurípides alude al tema en otros lugares: Alc. 1118; El. 856; Or. 1520. /. contemplas a tu
hermano que aquí ha venido. Y tú, por tu parte, Polinices, vuelve tu rostro hacia tu hermano.
Dirigiendo tus miradas hacia el mismo objeto hablarás mejor y recibirás las palabras de él. A los
dos quiero daros un sabio consejo: Cuando un amigo irritado contra un amigo se encuentra en un
lugar, que intercambie con las suyas sus miradas. A qué viene, eso sólo es lo que hay que atender,
y no guardar memoria de ninguno de los daños del pasado.
La palabra, pues, es, primer lugar, tuya, Polinices, hijo. Pues tú has venido conduciendo la
expedición guerrera de los descendientes de Dánao, por haber sufrido injusticias, según afirmas.
Que algúno de los dioses sea juez y conciliador de vuestros daños.
Polinices.- Sencillo es el relaro de la verdad y no requiere además rebuscados comentarios.
Porque los hechos mismos le dan oportunidad. En cambio el discurso injusto, al se enfermizo de
por sí, necesita de sabios medicamentos.
En cuanto a mí, antepuse en mi consideración sobre la casa de mi padre mí vida y la de éste, con
el deseo de rehuir las maldiciones que Edipo invocó en cierta ocasión contra nosotros. Me salí por
mi propia decisión fuera de esta tierra, dejándole a éste ser rey en la patria por el plazo de un año,
con la condición de que yo tomaría a mi vez el poder por turno y así no incurriría en enemistad y
rivalidad con él para hacer y sufrir cualquier mal, como suele suceder. Pero él, después de haber
aprobado esto y de prestar juramento a los dioses, no hizo nada de lo que había prometido, sino
que retiene el poder real y mi parte de la herencia. Incluso ahora estoy dispuesto, si recibo lo que
es mío, a reenviar el ejército fuera de esta tierra, y a vivir en la casa familiar cumpliendo mi turno,
y a cedérselo de nuevo a él por el mismo plazo; y a no arrasar la patria, ni aplicar a las torres los
asaltos de las firmes escalas, lo que, de no obtener justicia. trataré de conseguir. Como testigos de
esto, a los dioses invoco, de que en todo obro con justicia, y sin justicia estoy privado de mi patria,
del modo más impío. Los hechos, uno a uno, madre, los he expuesto resumiéndolos sin florituras
retóricas, sino de forma ajustada tanto para los doctos como para los simples, según me parece.
Corifeo.- A mí, si bien no he sido educado en tierra de griegos, sin embargo, me parece sensato,
desde luego, lo que dice.
Eteocles.- Si a todos les pareciera la misma cosa buena y sabia a la vez, no existiría entre los
hombres la discordia de ambiguo lenguaje. Pero en realidad no hay nada idéntico ni ecuánime para
los mortales, al margen de los nombres; de hecho no existe tal realidad.
Con que yo, madre, hablaré sin ocultar nada. Llegaría hasta las salidas de los astros del cielo y
bajaría al fondo de la tierra, si fuera capaz de realizar tales acciones, con tal de retener a la mayor
de las divinidades: la Tiranía (24) / (24) La deificación de nociones abstractas es frecuente en Eurípides. […]. /
Eteocles habla como un sofista, distinguiendo entre las palabras convencionales y la realidad (es decir, insistiendo en
que hay una oposición entre lo que está acordado por nómos y lo que es por physis). […]. / Este pasaje fue, justamente,
muy citado en la antigüedad. Cuenta CICERÓN, De off. III, 21, 82, que el mismo Julio César gustaba de citar los versos
524-25 de este parlamento, traducidos al latín: / “Nam si violandum est ius, regnandi gratia / violandum est: aliis
rebus pietatem colas.” / […]. /. Así, pues, ese bien, madre, no estoy dispuesto a cederlo a otro en lugar
de conservarlo para mí. ¡Cobardía sería, en efecto, que uno, perdiendo lo más, recogira lo menos!
Además de eso, me avergonzaría de que éste, que viene por las armas y devastando el país,
consiguiera lo que pretende. Eso sería para Tebas un oprobio, si yo cediera mi cetro ante el terror
de la lanza micénica para que él lo detentara. Hubiera debido, madre, tratar él de conseguir la
reconciliación sin acompañamiento de armas, ya que la palabra razonanle lo conquista todo, al
igual que puede someterlo el hierro de los enemigos. Conque si quiere vivir en este país de algún
otro modo, ¡sea! Pero lo otro no lo voy a permitir de buen grado; siéndome posible ejercer el
poder, ¿voy a ser alguna vez esclavo suyo?
Ante esto, ¡venga el fuego, vengan las espadas, uncid los caballos, llenad la llanura de carros de
guerra! Que no dejaré a éste mi poder real. Pues si hay que violar la justicia, por la tiranía es
espléndido violarla. En lo demás conviene ser piadoso.
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Corifeo.- No conviene hablar bien en favor de hechos no buenos. Pues no es hermoso, sino
amargo para la justicia (25) / (25) Un pensamiento muy repetido en Eurípides, que ataca a los sofistas y oradores
políticos de la época (como hará luego PLATÓN en el Gorgias), por disociar la elocuencia y la moralidad. /
3.- Yocasta.- ¡Oh hijo, no son males todo lo que aporta consigo la ancianidad, Eteocles! Sino que
la experiencia tiene algo que decir más sensato que los jóvenes. ¿Por qué te abandonas a la peor de
las diosas, hijo mío, a la Ambición? ¡No,tú no! Es injusta esa divinidad. En muchas familias y en
ciudades felices se introduce y acaba con la destrucción de los que la albergan. Por ella cometes
una locura. Es mejor lo otro, hijo mío, honrar la Equidad, que siempre a los amigos con los
amigos, las ciudades con las ciudades y los aliados con los aliados une. Porque la equidad es
garantía de estabilidad entre los hombres, mientras que contra el Más de continuo se alza el
Menos, y da comiienzo a los días de odio. Porque incluso las medidas y las unidades de peso entre
los hombres las fijó la Equidad, y estableció la numeración. El ojo oscuro de la noche y la luz del
sol ecuánimamente recorren el ciclo anual, y ninguno de ellos guarda, vencido, rencor al otro.
Tanto el sol como la luna someten a favor de los mortales, ¡y tú no vas a consentir en tener tu
equitativa porción de la herencia y compartirla con éste? Entonces, ¿dónde está la justicia?
¿Por qué a la tiranía, una injusticia próspera, la estimas en extremo y la consideras magnífica?
¡Por qué te vean con grandes honores? Bien vano es.
¿Es que acaso quieres penar mucho con tal de tener mucho en tu palacio? ¿Qué es eso de más?
Sólo un nombre. Puesto que lo suficiente para la vida les basta a los sensatos (28) / (28) Otra sentencia
sobre un tópco: el de la moderación, exaltada desde Arquíloco a Horacio pasando por Epicuro. La “aurea medicritas”
le es cara al viejo Eurípides, que la elogia también en otras piezas tardías. /
Por cierto que los mortales no adquieren los bienes como propios; mientras los tenemos velamos
por las propiedades de los dioses, y cuando lo desean, nos los arrebatan de nuevo. La prosperidad
no es firme, sino efímera.
Mas si yo, proponiéndote una doble oferta, te preguntara cuál de las dos cosas prefieres: ser rey
o salvar a la ciudad, ¿vas a decir que ser rey? ¿Y si te vence éste? ¿Y si las picas de Argos
dominan a las lanzas cadmeas? Verás a esta ciudadela tebana sometida, verás a muchas doncellas
cautivas ultrajadas con brutalidad por los guerreros enemigos. Causa de dolores resultará la
riqueza, la que tú anhelas conservar, para Tebas, y tú, ambicioso.
A ti eso te digo. Ahora te hablo a ti, Polinices. Irresponsables favores te ofreció para captarte
Adrasto, y de modo irrazonable has venido ahora tú con intención de arrasar la ciudad. Veamos, si
conquistas esta tierra –¡lo que ojalá no suceda, por los dioses!--, ¿cómo levantarás un trofeo a
Zeus? ¿Cómo luego vas a iniciar los sacificios de ritual, después de haber conquistado tu patria, y
cómo dedicarás los despojos a orillas del Ínaco? ¿”Tras de pegar fuego a Tebas, Polinices a los
dioses dedicó estos escudos”?
¡Qué jamás, hijo mío, te sea concedido obtener ese tinte de gloria entre los griegos!
Y si, por otra parte, eres vencido y escapas con vida de aquí, ¿cómo te presentarás ante Adrasto
dejando tras de ti diez mil muertos? Habrá de segur quien diga: “Funestas bodas nos impuso
Adrasto! ¡Por el matrimonio de una sola mujer nos hemos perdido!”
Te empeñas en dos males, hijo: verte privado de tus aliados o caer en medio de ellos.
¡Dejad ambos esos excesos, dejadlos! La inconsciencia de dos personas, cuando coinciden en un
mismo empeño, resulta la más odiosa desgracia.- […].- EURÍPIDES (Atenas, 484?-Macedonia,
406 a.C.): “Fenicias” (hacia 410 a.C.). Episodio, 1º (vv. 444-586); en sus Tragedias. Intr. trad. y
notas de C. García Gual. Madrid, Gredos, (c2000).

Antígona.-- ¡Oh Ismene, mi propia hermana, de mi misma sangre!, ¿acaso sabes cuál de las
desdichas que nos vienen de Edipo va a dejar de cumplir Zeus en nosotras mientras aún estemos
vivas? Nada doloroso ni sin desgracia, vergonzoso ni deshonroso existe que yo no haya visto entre
tus males y los míos. Y ahora, ¿qué edicto es éste que dicen que acaba de publicar el general [ se
refiere a Creonte y señala una de las más importantes actividades del jefe del estado, la de general del ejército. Por otra
parte, en poesía se utiliza, a veces, el término stratós significando dëmos (Esquilo, Euménides 566).] para la ciudad
entera? ¿Has oído tú algo y sabes de qué trata? ¿O es que no te das cuenta de que contra nuestros
seres queridos se acercan desgracias propias de enenigos?
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 151
Ismene.-- A mí, Antígona, ninguna noticia de los nuestros, ni agradable ni penosa, me ha
llegado desde que ambas hemos sido privadas de nuestros dos hermanos, muertos los dos en un
3.- solo día por una acción recíproca. Desde que se ha ido el ejército de los Argivos, en la noche
que ha pasado, nada nuevo sé que pueda hacerme ni más afortunada ni más desgraciada.
Antígona.—Bien lo sabía. Y, por ello, te he sacado fuera de las puertas de palacio para que sólo
tú me oigas.
Ismene.-- ¿Qué ocurre? Es evidente que estás meditando alguna resolución.
Antígona.—Pues, ¿no ha considerado Creonte a nuestros hermanos, al uno digno de
enterramiento y al otro indigno? A Eteocles, según dicen, por considearle merecedor de ser tratado
con justicia y según la costumbre, lo sepultó bajo tierra a fin de que resultara honrado por los
muertos de allí abajo. En cuanto al cadaver de Polinices, muerto misarablemente, dicen que, en un
edicto a los ciudadanos, ha hecho públicar que nadie le dé sepultura ni le llore, y que le dejen sin
lamentos, sin enterramiento, como grato tesoro para las aves rapaces que avizoran por la
satisfacción de cebarse.
Dicen que con tales decretos nos obliga el buen Creonte a ti y a mí –sí, también a mí-- y que
viene hacia aquí para anunciarlo claramente a quienes no lo sepan. Que el asunto no lo considera
de poca importancia; antes bien, que está prescrito que quien haga algo de esto recibirá muerte por
lapidación pública en la ciudad. Así están las cosas, y podrás mostrar pronto si eres por naturaleza
bien nacida, o si, aunque de noble linaje, eres cobarde. .
Ismene.--¿Qué ventaja podría sacar yo, oh desdichada, haga lo que haga [En griego, literalmente se
dice “atando o desatando”. Es una expresión hecha en la que se contienen los dos términos de una oposición para
indicar la imposibilidad de algo. Es un giro frecuente.], si las cosas están así.
Antígona.—Piensa si quieres colaborar y trabajar conmigo.
Ismene.-- ¿En qué arriesgada empresa? ¿Qué estás tramando?
Antígona.-- Sí, junto con esta mano, quieres levantar el cadaver. / […]
Ismene.-- ¡Ay de mí! Acuérdate, hermana, cómo se nos perdió nuestro padre, odiado y
deshonrado, tras herirse él mismo por obra de su mano en los dos ojos, ante las faltas en las que se
vio inmerso. Y, a continuación, acuérdate de su madre y esposa –las dos apelaciones le eran
debidas--, que puso fin a su vida de afrentoso modo, con el nudo de unas cuerdas. En tercer lugar,
de nuestros hermanos, que habiéndose dado muerte los dos mutuamente en un solo día, cumplieron
recíprocamente, un destino común con sus propias manos.
Y ahora piensa con cuánto mayor infortinio pereceremos nosotras dos, solas como hemos
quedado, si, forzando la ley, transgredimos el decreto o el poder del tirano. Es preciso que
consideremos, primero, que somos mujeres, no hechas para luchar contra los hombres, y,
después, que nos mandan los que tienen más poder, de suerte que tenemos que obedecer en esto y
en cosas aún más dolorosas que ésta.
Yo por mi parte, pidiendo a los de abajo que tengan indulgencia, obedeceré porque me siento
coaccionada a ello. Pues el obrar por encima de de nuestras posibilidadesno tiene ningún sentido..
Antigona.—Ni te lo puedo ordenar ni, aunque quisieras hacerlo, colaborarías ya conmigo
dándome gusto. Sé tú como te parezca. Yo le enterraré. Hermoso será morir haciéndolo. Yaceré
con él al que amo y me ama, tras cometer un piadoso crimen [Figura definida en retórica como un
oxímoron. Es un recurso estilístico que resalta la idea por el fuerte contraste . Quiere expresarque irá en contra de las
leyes humanas, pero agradando con ello a los dioses. Doble plano patente en la peoblemática de toda la obra .], ya
que es mayor el tiempo que debo agradar a los de abajo que a los de aquí. Allí reposaré para
siempre. Tú, si te parece bien, desdeña los honores a los dioses.
Ismene.-- Yo no les deshonro, pero me es imposible obrar en contra de los ciudadanos.
Antígona.-- Tú puedes poner pretextos. Yo me iré a levantar un túmulo al hermano muy querido.
Ismene.-- ¡Ah, cómo temo por ti, desdichada!
Antígona.-- No padezcas por mí y endereza tu propio destino.
Ismene.-- Pero no delates este propósito a nadie; mantenlo a escondidas, que yo también lo
haré..
Antígona.-- ¡Ah, grítalo! Mucho más odiosa me serás si callas, si no lo pregonas ante todos.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 152
Ismene.-- Tienes un corazón ardiente para fríos asuntos [Eufemismo que oculta la idea de la muerte, la
amenaza decretada para quien lleva a cabo esta acción. Esto permite al autor un bello recurso estilístico para ponerde
relieve las dos ideas calificadas con estos adjetivos.].
3.- Antígona.-- Pero sé agrradar a quienes más debo complacer.
Ismene.-- En el caso de que puedas, sí, pero deseas cosas imposibles.
Antígona.-- En cuanto me fallen las fuerzas, desistiré.
Ismene.-- No es conveniente perseguir desde el principio lo imposible.
Antígona.-- Si así hablas, serás aborrecida por mí y te harás odiosa con razón para el que está
muerto. Así que deja que yo y la locura, que es sólo mía, corramos este peligro. No sufriré nada
tan grave que no me permita morir con honor.
Ismene.-- Bien, vete, si te parece, y sabe que tu conducta al irte es insensata, pero grata con
razón para los seres queridos. / [...].- SÓFOCLES: Antígona (hacia 442 a.C.).- Prólogo (vv. 1-99);
en sus Tragedias […] Madrid, Gredos, (c1981).

Guardián.-- Señor, no puedo decir que por el apresuramiento en mover rápido el pie llego
jadeante, pues hice muchos altos a causa de mis cavilacionnes, dándome la vuelta en medio del
camino. Mi ánimo me hablaba muchas veces de esta manera: “¡Desventurado! ¿Por qué vas a
donde recibirás un castigo cuando hayas llegado? ¡Infortunado! ¿Te detienes de nuevo? Y si
Creonte se entera de esto por otro hombre, ¿cómo es posible que no lo sientas?” Dándole vueltas a
tales pensamientos venía lenta y perezosamente, y así un camino corto se hace largo. Por último,
sin embargo, se impuso el llegarme junto a ti, y, aunque no descubriré nada, hablaré. Me presento,
pues, aferrado a la esperanza de no sufrir otra cosa que lo decretado por el azar.
Creonte.-- ¿Por qué tienes este desánimo?
Guardián.-- Quiero hablarte primeramente de lo que a mí respecta. El hecho ni lo hice yo, ni vi
quien lo hizo, y no sería justo que me viera abocado a alguna desgracia.
Creonte.—Bien calculas y ocultas el asunto con un rodeo. Está claro que algo malo vas a
aunciar..
Guardián.-- Las palabras terribles producen gran vacilación.
Creonte.-- ¿Y no hablarás de una vez y después te irás lejos de aquíl?
Guardián.-- Te lo digo ya: alguien, después de dar sepultura al cadaver, se ha ido, cuando hubo
esparcido seco polvo sobre el cuerpo y cumplido los ritos que debía.
Creonte.-- ¿Qué dices? ¿Qué hombre es el que se ha atrevido?
Guardián.—No lo sé, pues ni había golpe de pala ni restos de tierra cavada por el azadón. La
tierra está dura y seca, sin hendir, y no atravesada por ruedas de carro. No había señal de que
alguien fuera el artífice. Cuando el primer centinela nos lo mostró, un embarazoso asombro
cundió entre todos, pues él [El cadaver.] había desaparecido, no enterrado, sino que le cubría un fino
polvo, como obra de alguien que quisiera evitar la impureza. Aún sin haberlo arrastrado, no
aparecían señales ni de fiera ni de perro alguno que hubiese venido.
Resonaban los insultos de unos contra otros, acusándonos entre nosotros mismos, y se habría
producido al final un enfrentamiento sin que estuviera presente quien lo impidiera. Pues cada uno
era el culpable, pero nadie lo era manifiestamente, sino que negaban saber nada. Estábamos
dispuestos a levantar metales al rojo vivo con las manos, a saltar a través del fuego [Sin entrar en
suposiciones hago constar que esto es lo que en la Edad Media se llamaban ordalías o juicios de Dios.] y a jurar por
los dioses no haberlo hecho, ni conocer al que había tramado la acción ni al que la había llevado a
la práctica.
Finalmente, puesto que en la investigación no sacábamos nada nuevo, habla uno que nos movió
a todos a inclinar la cabeza al suelo por el temor. Y no sabíamos replicarle, ni cómo actuaríamos
para que nos saliera bien. La propuesta era que había de serte comunicado este hecho y que no lo
ocultaríamos. Esto fue lo que se impuso y la suerte me condenó a mí, desafortunado, a cargar con
esta “buena” misión. Estoy aquí en contra de mi voluntad y de la tuya, bien lo sé. Pues nadie
quiere un mensajero de malas noticias.
Corifeo.-- Señor, mis pensamientos están, desde hace un rato, deliberando si esto es obra de los
dioses.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 153
Creonte.—No sigas antes de llenarme de ira con tus palabras, no vayas a ser calificado de
insensato a la vez que de viejo. Dices algo intolerable cuando manifiestas que los dioses sienten
preocupación por este cuerpo. ¿Acaso dándole honores especiales como a un bienhechor iban a
3.- enterrar al que vino a prender fuego a los templos rodeados de columnas y a las ofrendas, así
como a devastar su tierra y las leyes? ¿Es que ves que los dioses den honra a los malvados? No es
posible. Algunos hombres de la ciudad, por el contrario, vienen soportando de mala gana el edicto
y murmuraban contra mí a escondidas, sacudiendo la cabeza, y no mantenían la cerviz bajo el
yugo, como es debido, en señal de acatamiento. Sé bien que ésos, inducidos por las recompensas
de aquéllos [De los que murmuran a escondidas.], son los que lo han hecho.
Ninguna institución ha surgido peor para los hombres que el dinero. Él saquea las ciudades y
hace salir a los hombres de sus hogares. Él instruye trastoca los pensamientos nobles de los
hombres para convertirlos en vergonzosas acciones. Él enseñó a los hombres a cometer felonías y
a conocer la impiedad de toda acción. Pero cuantos por una recompensa llevaron a cabo cosas tales
concluyeron, tarde o temprano, pagando un castigo
Ahora bien, si Zeus aún tiene alguna veneración por mi parte, sabed bien esto –y te hablo
comprometido por un juramento--: que si no os presentáis ante mis ojos habiendo descubierto al
autor de este sepelio, no os bastará sólo la muerte. Antes colgados vivos, evidenciaréis esta
insolencia, a fin de que, sabiendo de dónde se debe adquirir ganancia, la ontengáis en el futuro y
aprendáis, de una vez para siempre, que no debéis desear el provecho en cualquier acción. Pues, a
causa de ingresos deshonrosos, se pueden ver más descarriados que salvados.
Guardián.-- ¿Me permitirás decir algo, o me voy así, dándome la vuelta?
Creonte.-- ¿No te das cuenta de que también ahora me resultas molesto con tus palabras?
Guardián.-- ¿En tus oídos te hieren o en tu alma?
Creonte.-- ¿Por qué precisas dónde se sitúa mi aflicción?
Guardián.-- El culpable te aflige el alma; yo los oídos.
Creonte.-- ¡Ah, está claro que eres por naturalezaun charlatán!
Guardián.-- Pero esa acción no la he cometido nunca.
Creonte.-- Si, y encima tricionando tu alma por dinero.
Guardián.-- ¡Ay! Es terrible, ciertamente, para quien tiene una sospecha, que le resulte falsa.
Creonte.-- Dátelas de gracioso ahora con mi sospecha. Que, si no mostráis a los que han
cometido estos hechos, diréis abiertamente que las ganancias alevosas producen penas.
Guardián.-- ¡Que sea descubierto, sobre todo! Pero, si es capturado como si no lo es –es el azr
el que lo resuelve--, de ningún modo me verás volver aquí. Y ahora, sano y salvo en contra de mi
esperanza y de mi convicción, debo a los dioses esta gran merced.- SÓFOCLES: Antígona.
Episodio 1 (vv. 224-331).

Coro. / Estrofa 1ª / Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso que el
hombre. Él se dirige al otro lado del blanco [Epíteto que alude al color de la espuma de las olas del mar al
romper en la superficie.] mar con la ayuda del tempestuoso viento Sur, bajo las rugientes olas
avanzando, y a la más poderosa de las diosas, a la imperecedera e infatigable Tierra, trabaja sin
descanso, haciendo girar los arados año tras añó, al ararla con mulos.
Antístrofa 1ª / El hombre que es hábil da caza, envolviéndolos con los lazos de sus redes, a la
especie de los aturdidos pájaros, y a los rebaños de agrestes fieras, y a la familia de los seres
marinos. Por sus mañas se apodera del animal del campo que va a través de los montes [Debe
tratarse de la cabra, nombrada por Homero, Odisea IX 155; Hesíodo, Escudo 407; Filoctetes 955.], y unce al yugo
que rodea la cerviz al caballo de espesas crines, así como al incansable toro montaraz.
Estrofa 2ª / Se enseñó a sí mismo el lenguaje y el alado pensamiento, así como las civilizadas
maneras de comportarse, y también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar bajo el cielo los
dardos de los desapacibles hielos y los de las lluvias inclementes [P. Mazon expone, aquí, la teoría de que
estas palabras aluden a la construcción de sus cuevas y moradas para resguardarse de las inclemencias del tiempo .].
Nada de lo por venir le encuentra falto de recursos. Sólo del Hades no tendrá escapatoria. De
enfermedades que no tenían remedio ya ha discurrido posibles evasiones
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 154
Antístrofa 2ª / Poseyendo una habilidad superior a lo que se puede uno imaginar, la destreza
para ingeniar recursos, la encamina unas veces al mal, otras veces al bien. Será un alto cargo en la
ciudad, respetando las leyes de la tierra y la justicia de los dioses que obliga por juramento..
3.- Desterrado sea aquel que, debido a su osadía, se da a lo que no está bien. ¡Que no llegue a
sentarse junto a mi hogar ni participe de mis pensamientos el que haga esto! / [...].
SÓFOCLES: Antígona. Estásimo, 1 (vv. 332-375).

Antígona.-- Digo que lo he hecho y no lo niego.


Creonte.-- (Al guardián.) Tú puedes marcharte adonde quieras, libre, fuera de la gravosa culpa.
(A Antígona de nuevo.) Y tú dime sin extenderte, sino brevemente, ¿sabías que había sido
decretado por un edicto que no se podía hacer esto?
Antígona.-- Lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo? Era manifiesto.
Creonte.-- ¿Y, a pesar de ello, te atreviste a trangredir estos decretos?
Antígona.-- No fue Zeus el que los ha mandado publicar, ni la Justicia que vive con los dioses de
abajo la que fijó tales leyes para los hombres. No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder
como para que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses.
Éstas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron. No iba yo a
obtener casigo por ellas [Por transgredirlas, se entiende.] de parte de los dioses por miedo a la intención
de hombre alguno.
Sabía que iba a morir, ¿cómo no?, aun cuando tú no lo hubieras hecho pregonar. Y si muero
antes de tiempo, yo lo llamo ganancia. Porque quien, como yo, viva entre desgracias sin cuento,
¿cómo no va a obtener provecho al morir? Así, a mí no me supone pesar alcanzar este destino. Por
el contrario, si hubiera consentido que el cadaver del que ha nacido de mi madre estuviera
insepulto, entonces sí sentiría pesar. Ahora, en cambio, no me aflijo. Y si te parezco estar haciendo
locuras, puede ser que ante un loco me vea culpable de una locura.
Corifeo.-- Se muestra la voluntad fiera de la muchacha que tiene su origen en su fiero padre. No
sabe cedre ante las desgracias..
Creonte.-- Sí, pero sábete las voluntades en exceso obstinadas son las que primero caen, y que
es el más fuerte hierro, templado al fuego y muy duro, el que más veces podrás ver que se rompe y
se hace añicos. Sé que los caballos indómitos se vuelven dóciles con un pequeño freno. No es
lícito tener orgullosos pensamientos a quien es esclavo de los que le rodean. Ésta conocía
perfectamente que entonces estaba obrando con insolencia, al transgredir las leyes establecidas, y
aquí, después de haberlo hecho, da muestras de una segunda insolencia: ufanarse de ello y
burlarse, na vez que ya lo ha llevado a efecto.
Pero verdaderamente en esta situación no sería yo el hombre –ella lo sería--, si este triunfo
hubiera de quedar impune. Así, sea hija de mi hermana, sea más de mi propia sangre que todos los
que están conmigo bajo la protección de Zeus del Hogar [Creonte conoce que incurre en una falta contra
los dioses en la persona de Zeus protector del hogar –al que se tenía consagrado un altar en el patio del palacio-,
juzgando y castigando a un miembro de ese hogar, pero cree estar obligado a ello en su condición de guardián de las
leyes de la ciudad.], ella y su hermana no se librarán del castigo supremo. Inculpo a aquélla de haber
tenido parte igual en este enterramiento. Llamadla. Acabo de verla adentro fuera de sí y no dueña
de su mente. Suele ser sorprendido antes el espíritu traidor de los que han maquinado en la
oscuridad algo que no está bien. Sin embargo, yo, al menos, detesto que, cuando uno es cogido en
fechorías, quiera despues hermosearlas.
Antígona.-- ¿Pretendes algo más que darme muerte, una vez que me has apresado?
Creonte.-- Yo nada. Con esto lo tengo todo.
Antígona.-- ¿Qué te hace vacilar en ese caso? Porque a mí de tus palabras nada me es grato
--¡qué nunca me lo sea!--, del mismo modo que a ti te desagradan las mías. Sin embargo, ¿dónde
hubiera podido obtener yo más gloriosa fama que depositando a mi propio hermano en una
sepultura? Se podría decir que esto complace a todos los presentes, si el temor no les tuviera
paralizada la lengua. En efecto, a la tiranía le va bien en otras muchas cosas, y sobre todo le es
posible obrar y decir lo que quiere [Frase solemne de aguda crítica al aborrecido régimen de la tiranía. No es
una referencia aislada en la época clásica (Eurípides, Ión 621-632).]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 155
Creonte.-- Tú eres la única de los Cadmeos que piensa tal cosa. .
Antigona.-- Éstos también lo ven, pero cierran la boca ante ti.
Creonte.-- ¿Y tú no te avergüenzas de pensar de distinta manera que ellos?
3.- Antígona.-- No considero nada vergonzoso honrar a los hermanos.
Creonte.-- ¿No era también hermano el que murió del otro lado?
Antígona.-- Hermano de la misma madre y del mismo padre.
Creonte.-- ¿Y cómo es que honras a éste con impío agradecimiento para aquél? [Eteocles.]
Antígona.-- No confirmará eso el que ha muerto.
Creonte.-- Sí; si le das honra por igual que al impío. .
Antígona.-- No era un siervo, sino su hermano, el que murió.
Creonte.-- Por querrer asolar esta tierra. El otro, enfrente, la defendía.
Antígona.-- Hades, sin embargo, desea leyes iguales.
Creonte.-- Pero no que el bueno obtenga lo mismo que el malvado.
Antígona.-- ¿Quién sabe si allá abajo estas cosas son las piadosas?
Creonte-- El enemigo nunca es amigo, ni cuando muera.
Antígona.-- Mi persona no está hecha para compartir el odio, sino el amor.
Creonte.-- Vete , pues, allá abajo para amarlos, si tienes que amar, que mientras yo viva, no
mandará una mujer.
Corifeo.-- He aquí a Ismene, ante la puerta, derramando fraternas lágrimas. Una nube sobre sus
cejas afea su enrojecido rostro, empapando sus hermosas mejillas.
Creonte.-- Tú, […]. Ea, dime, ¿vas a afirmar haber participado también tú en este enterramiento,
o negarás con un juramento que lo sabes?
Ismene.-- He cometido la acción, si ésta consiente; tomo parte en la acusación y la afronto.
Antígona.-- Pero no te lo permitirá la justicia, ya que ni tú quisiste ni yo me asocié contigo. /
[...].- SÓFOCLES, Antígona. Episodio 2 (vv. 444-539).

Creonte.- ¡Lo siento! Con gran pena renuncio a mi resolución; [...] Voy al instante yo mismo.
Vamos corred, servidores, los que estáis aquí y los que no estáis; corred con hachas en las manos
hasta el lugar arbolado que veis desde aquí. (Dirigiéndose al Coro) Y yo, puesto que ya he
cambiado de parecer, desde que con mis manos até a Antígona, quiero ir en persona a libertarla.
Me temo que no sea lo mejor pasar la vida observando las leyes establecidas.
SÓFOCLES: Antígona. Episodio 5. [441 a.C.?].
Creonte.-- Quitad de en medio a este hombre equivocado que, ¡oh hijo!, a ti, sin que fuera ésa
mi voluntad, dio muerte, y a ti, a la que está aquí. ¡Ah, desdichado! No sé a cuál de los dos puedo
mirar, a qué lado inclinarme. Se ha perdido todo lo que en mis manos tenía, y, de otro lado, sobre
mi cabeza se ha echado un sino difícil de soportar.
Corifeo.-- La cordura es con mucho el primer paso de la felicidad. No hay que cometer
impiedades en las relaciones con los dioses. Las palabras arrogantes de los que se jactan en exceso,
tras devolverles en pago grandes golpes, les enseñan en la vejez la cordura.
SÓFOCLES: Antígona. Éxodo (vv. 1339-1352).

Hace dos mil quinientos años se escribían en Grecia poemas hermosísimos. Ahora ya casi no
son leídos más que por gentes que se especializan en su estudio, lo que es una lástima. Pues esos
viejos poemas son tan humanos que están todavía muy cerca de nosotros y puede interesar a todos.
Serían aun más conmovedores para el común de los hombres, aquellos que saben lo que es luchar
y sufrir, que para la gente que ha pasado toda su vida entre las cuatro paredes de una biblioteca.
Entre esos viejos poetas Sófocles es uno de los más grandes. Escribió piezas de teatro, dramas y
comedias; no conocemos de él más que algunos dramas. En cada uno de esos dramas el personaje
principal es un ser valiente y altivo que lucha completamente solo contra una situación
intolerablemente dolorosa; se inclina bajo el peso de la soledad, de la miseria, de la humillación, de
la injusticia; por momentos su coraje se quiebra; pero se mantiene firme y jamás deja que la
desgracia lo degrade. Así esos dramas, aunque dolorosos, no dejan nunca una impresión de
tristeza. Más bien se guarda una impresión de serenidad.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 156
Antígona es el título de uno de esos dramas. El tema es la historia de un ser humano que,
totalmente solo, sin ningún apoyo, se coloca en oposición contra su propio país, contra las leyes de
su país, contra el jefe del Estado, y por supuesto muy pronto es condenado a muerte.
3.- Eso ocurre en una ciudad griega llamada Tebas. Dos hermanos, después de la muerte de su
padre, se disputan el trono; uno de ellos obliga al otro a exilarse y se convierte en rey. El exilado
ha encontrado apoyo afuera y vuelve para atacar su ciudad natal a la cabeza de un ejército
extranjero, con la esperanza de retomar el poder. Hay una batalla; los extranjeros son puestos en
fuga, pero los dos hermanos se encuentran en el campo de batalla y se matan mutuamente.
Su tío se convierte en rey. Decide que los dos cadáveres no serán tratados de la misma manera.
Uno de los hermanos ha muerto por defender su patria: su cadaver será enterrado con todos los
honores convenientes. El otro ha muerto atacando a su propio país: su cuerpo será abandonado
sobre la tierra, dejado como presa para las bestias y los cuervos. Hay que saber que para los
griegos no había peor desgracia ni peor humillación que ser tratado de esa manera después de
muerto. El rey comunica su decisión a los ciudadanos y hace saber que quienquiera intente
sepultar el cadaver maldito será condenado a muerte.
Los dos hermanos muertos han dejado dos hermanas que son todavía jovencitas. Una de ellas,
Ismena, es una criatura dulce y tímida, como hay tantas. La otra, Antígona, tiene un corazón
amante y un valor heroico. No puede soportar el pensamiento de que el cuerpo de su hermano sea
tratado de esa manera vergonzosa. Entre los dos deberes de fidelidad, la fidelidad a su hermano
vencido y la fidelidad a su patria victoriosa, no vacila un instante. Rehusa abandonar a su hermano,
ese hermano cuya memoria es maldecida por el pueblo y el Estado. Decide enterrar el cadaver a
pesar de la prohibición del rey y de la amenaza de muerte.
El drama comienza con un diálogo entre Antígona y su hermana Ismena. Antígona quisiera que
Ismena la ayudara. Ismena está espantada; su carácter la inclina más a la obediencia que a la
rebelión.
Tenemos que someternos a los más fuertes,
ejecutar todas sus órdenes, aunque fueran todavía más penosas.
Yo obedeceré a los que están en el poder.
No estoy hecha para levantarme contra el Estado.
A los ojos de Antígona esta sumisión es una cobardía. Obrará sola.
Mientras tanto los ciudadanos de Tebas, felices por la victoria y la paz reconquistada, celebran
el alba del nuevo día:
Rayo de sol,
traes a Tebas la luz más hermosa.
Por fin te has mostrado,
ojo del dorado día…
Pronto se dan cuenta de que alguien ha intentado empezar a sepultar el cadaver; no tardan en
prender a Antígona mientras lo hace; la llevan ante el rey. Para él, en este asunto hay ante todo una
cuestión de autoridad. El orden del Estado exige que la autoridad del jefe sea respetada. En lo que
acaba de hacer Antígona ve en primer lugar un acto de desobediencia. Ve también un acto de
solidaridad con un traidor a la patria. Por eso le habla duramente. En cuanto a ella, no niega nada.
Se sabe perdida. Pero no se turba ni un instante.
Tus órdenes, a lo que pienso, tienen menos autoridad
que las leyes no escritas e imprescriptibles de Dios.
Todos los que están aquí presentes me aprueban
- Lo dirían, si el temor no les cerrara la boca.
Pero los jefes poseen muchos privilegios, y sobre todo
el de obrar y hablar como les plazca.
Un diálogo se establece entre ellos [Antígona y Creon]. Él juzga todo desde el punto de vista del
Estado; ella se coloca siempre en otro punto de vista, que le parece superior. Él recuerda que los
dos hermanos no han muerto en las mismas condiciones:
Uno atacaba su patria, el otro la defendía.
¿Hay que tratar de la misma manera al honesto y al culpable?
--¿Quién sabe si esas distinciones son válidas entre los muertos?
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 157
--Un enemigo, aunque esté muerto no se convierte por eso en amigo
--No he nacido para compartir el odio sino el amor.
A estas conmovedoras palabras el rey responde con una condena a muerte:
3.- --Y bien, vé a la tumba y ama a los muertos si tienes necesidad
de amar.
Llega Ismena; ahora quisiera compartir la suerte de su hermana, morir con ella. Antígona no lo
permite y trata de calmarla:
Tú has elegido vivir, yo morir.
Sé valiente, vive. Para mí, mi alma ya está muerta.
El rey hace llevar a las dos muchachas. Pero su hijo, que es el novio de Antígona, viene a
interceder ante él por la que ama. El rey no ve en este acto más que un nuevo atentado contra su
autoridad. Es preso sobre todo de una violenta cólera cuando el joven se permite decirle que el
pueblo tiene piedad de Antígona. El debate pronto se transforma en querella. El rey exclama:
--¿Acaso no me corresponde a mí solo gobernar este país?
--No hay ciudad que sea cosa de un solo hombre.
--¿Entonces la ciudad no pertenece al jefe?
--Podrías muy bien, en este sentido, reinar sobre un país desierto.
El rey se obstina. El joven se encoleriza, no logra nada y se va desesperado. Algunos ciudadanos
de Tebas que han asistido a la querella, admiran el poder del amor:
Amor invencible en el combate,
amor que te deslizas en las casas,
¡tú que te aposentas
en las delicadas mejillas de las jóvenes!
Vas más allá de los mares.
Entras en los establos de los campesinos.
¡Nadie te escapa, ni los dioses inmortales,
ni los hombres que no viven más que un día!
Y quien ama es loco.
En ese momento aparece Antígona, conducida por el rey. La tiene de las manos, la arrastra a la
muerte. No la matarán, pues los griegos creían que traía mala suerte derramar la sangre de una
doncella; pero será peor. La enterrarán viva. La meterán en una caverna y tapiarán la caverna, para
que agonice allí lentamente en las tinieblas, hambrienta y asfixiada. No tiene ya más que unos
pocos instantes. En el momento en que se encuentra en el umbral mismo de la muerte y de una
manera tan atroz, la ativez que la sostenía se quiebra. Llora.
Volved los ojos hacia mí, ciudadanos de mi patria,
recorro mi último camino.
Veo los últimos rayos de sol.
Jamás veré otros.
No escucha ninguna buena palabra. Los que allí se encuentran se guardan muy bien, en
presencia del rey, de darle muestras de simpatía, se limitan a recordarle fríamente que mejor .-
hubiera hecho en no desobedecer. El rey, con el tono más brutal, le ordena que se apure. Pero ella
no puede resolverse todavía al silencio:
. He aquí que me arrastran tomándome de las manos,
a mí virgen, a mí sin esposo, a mí que no tuve mi parte
en el matrimonio, ni en la crianza de los hijos.
Abandonada como me veis, sin ningún amigo, ¡ay!
voy a entrar totalmente viva en la fosa de los muertos.
¿Cuál es el crimen que he cometido ante Dios?
¿Por qué, desdichada, debo todavía dirigir mi mirada
hacia Dios? ¿A quién puedo llamar en mi ayuda? ¡Ah!
Porque hice el bien me hacen tanto mal.
Pero si ante Dios lo que me infligen es legítimo
en medio de mis sufrimientos reconoceré mis errores.
Si son ellos los que se equivocan, no les deseo más
dolores que los que me hacen padecer injustamente.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 158
El rey pierde la paciencia y termina por arrastrarla a la fuerza. Vuelve después de haber hecho
tapiar la caverna donde la ha arrojado. Pero entonces le tocará el turno de sufrir. Un adivino que
sabe predecir el futuro le anuncia las peores desgracias si no libera a Antígona; después de una
larga y violenta discusión, cede. Se abre la cueva y se encuentra a Antígona que está ya muerta
3.- pues logró estrangularse a sí misma; se encuentra también a su novio que abraza
convulsivamente al cadaver. El joven se había dejado emparedar voluntariamente. Cuando ve a su
padre se levanta y en un acceso de furor impotente se mata ante sus ojos. La reina al saber el
suicidio de su hijo se mata a su vez. Vienen a anunciale esta nueva muerte al rey. Ese hombre que
tan bien sabía hablar como jefe se hunde anonadado por la pena. Y los ciudadanos de Tebas
concluyen:
Las altivas palabras de los hombres orgullosos se pagan con
terribles desgracias, y así envejeciendo aprenden la moderación - WEIL, S.:
“Antígona”; en La fuente… Buenos Aires, Sudamericana, (c1961). pp. 7-8, 59-64. “en una
pequeña revista de fábrica: Entre nous, chronique de Rosières (16 de mayo de 1936)”.

Sófocles, poeta trágico


De muchos artistas antiguos (Safo, Esquilo, Fidias, por ejemplo), lo que se sabe de su biografía
es tan inseguro, tan escaso y externo, que no merecería discusión aparte: la obra es casi el único
documento biográfico. En el caso de Sófocles la biografía es apenas más rica, no menos insegura
ni menos externa. Si vale la pena considerarla es porque, así y todo, ha creado de Sófocles una
silueta olímpica que a su vez, ha contribuido eficazmente a falsear la apreciación de su obra.
Sófocles es un típico ateniense del siglo de Pericles; mejor dicho: fue y tuvo todo lo que un
típico ateniense de aquella edad hubiera deseado ser y tener. Nace entre 497 y 496 antes de Cristo,
hijo de un rico industrial (fabricante de armas), lo que en Atenas no estaba reñido con las
amistades aristocráticas de que, en efecto, aparece rodeado. Atleta y músico, gana premios
atléticos y de música. Notablemente hermoso, le eligen para encabezar el coro de niños que
celebró la victoria de Salamina (si no es leyenda). Es sociable, jovial y enamoradizo, como ilustran
muchas anécdotas de buena fuente. De carácter afable y pacífico: en la mala vida literaria,
sorprende la amistosa relación de Sófocles con Esquilo, el creador de la tragedia, a quien vence
ruidosamente antes de cumplir treinta años. […]. Así se desprende de Las ranas, la comedia de
tema literario en que Aristófanes, a la muerte de Sófocles, pinta la peregrinación de Dioniso a los
infiernos, en busca del mejor de los dramaturgos. En los infiernos, el viejo Esquilo ocupa el trono
de la tragedia; cuando Sófocles llega, le besa y le da la mano y, a su vez, Esquilo le hace lugar en
su trono. Pero no es menos cordial su actitud con el revolucionario Eurípides: pocos meses antes
de morir, Sófocles vestía luto y en un ensayo introducía su coro sin la habitual corona, en
homenaje a Eurípides que acababa de morir lejos de Atenas, y con quien había estado en fecunda
relación de enseñanza y aprendizaje.
Siendo ateniensa típico, claro es que participó en la vida pública. La inscripción de 443/442
conserva su nombre como presidente del tesoro del imperio ateniense; en 440 se le designa general
“por su éxito en la representación de la Antígona”, dice un argumento antiguo de esta tragedia;
vuelve a serlo más tarde (en 426, como colega de Nicias). Seis años ante de morir (en 412), es uno
de los diez consejeros que se encargan del gobierno de Atenas, tras el desastre de la expedición de
Sicilia, antes del establecimiento de la oligarquía; y muere a los noventa años, uno antes de la
batalla de Egospótamos, que sella la derrota definitiva de Atenas en la guerra del Peloponeso:
hasta en esto feliz. / […].
Pero al hombre moderno, romántico y sentimental, interesado menos por los resultados que por
los procesos que conducen a los resultados, al hombre moderno que se complace en padecer y
sobre todo en verse padecer, no le atrae esta vida de bonanza perpetua: le atrae un Homero ciego,
un Camoens mendigo (o se los inventa); le sorprende como cosa prosaica encontrarse con que
Virgilio era millonario, y de la envidiable prosperidad de Sófocles infiere contento superficial,
estrechez de pensamiento: en una palabra, falta de sentido trágico de la vida. Y, lo que es peor,
toma las obras de Sófocles para hallar en ellas la confirmación de esta caricatura plácida, originada
en la interpretación arbitraria de los pocos hechos que corren como biografía del poeta. / […].
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 159
Como humana, como verdadera, como universal, la poesiá griega es la más clásica de todas y,
dentro de ella, Homero y Sófocles –a quien los antiguos llamaron el más homérico de los trágicos-
son los dos clásicos por excelencia. Por eso es Sófocles popular en el momento clásico de Atenas,
3.- el siglo de Pericles, y por eso, pasado ese siglo, reconoce su grandeza el filósofo clásico,
Aristóteles. / […].
Sófocles, con su decantada serenidad, armonía y paz, pone a la vista del espectador los más
graves problemas, sin pretender entenderlos ni explicarlos. Con el valor moral del artista clásico,
con el sentido esencial y universal del arte clásico. Sófocles ha llevado a la escena la locura de
Ayante, la enfermedad de Filoctetes, la vejez y santidad de Edipo y, podemos agregar conociendo
sólo siete de las ciento treinta obras que compuso: el envejecer de Deyanira, el crimen inconsciente
del Edipo rey, el conflicto entre la familia y la sociedad de la Antígona, el rencor inextinguible de
la agraviada Electra. Y de todas estas cosas verdaderas y terribles, ninguna, como dice el último
verso de la menos celebrada de sus tragedias [Las traquinias], ninguna hay que no sea Dios.- LIDA,
María Rosa: Introducción al teatro de Sófocles. [1944]. 2. ed. Buenos Aires, Paidós, (c1971).
(Biblioteca del hombre contemporáneo, 226). Cap. I, pp. [13]-16, 23, 32-33.

Libros en agenda

El impulso criminal en el ser humano no es ninguna novedad; y, sin embargo, sigue siendo la
noticia más comentada. La lectura de novelas policiales contribuye no sólo a saciar esta curiosidad,
sino también a tratar de comprender sus motivaciones. Henning Mankell, uno de los autores más
comprometidos con el género y su problemática social, esboza algunas razones en su último libro,
Huesos en el jardín (Tusquets). Recién publicada, la novela cuenta con una suerte de epílogo en el
que Mankell discurre sobre la creación de su célebre detective diabético y desvelado, Kurt
Wallander. Para el autor sueco, una buena historia, por más que pertenezca al género policial y esté
próxima al delito, a la calle, proviene de la biblioteca. Se escribe por impacto sentimental (ante una
realidad personal o social) y a partir de otros libros. Cuenta Mankell que su primera novela surgió
de su rechazo a las tendencias racistas que se incrementaban en su país, en los años 90: "Cuando
empecé a reflexionar sobre qué tipo de relato elegiría, comprendí enseguida que la vía natural sería
una intriga policíaca. Sencillamente porque los actos racistas son, según mi modo de ver las cosas,
actos delictivos". Por otra parte, Mankell rastrea los impulsos criminales en la tragedia griega:
"Cuando empecé a reflexionar sobre cómo escribir Asesinos sin rostro -su primer policial
protagonizado por el detective Wallander-, comprendí que la mejor novela negra y la más decisiva
que me venía a la cabeza era el drama griego clásico (...) Una obra como Medea, sobre una mujer
que mata a sus hijos por celos de su marido, nos muestra al ser humano en el espejo del delito".
En este nuevo libro hay una historia de parricidio, que se revela misteriosamente en una mano
que parece brotar de la tierra. Como en otras ocasiones, Wallander se muestra cansado y con ganas
de retirarse a vivir en una hermosa casa con jardín. La novela comienza entonces con la ilusión de
haber encontrado una morada posible. Su compañero Martinsson le recomienda el lugar perfecto
para planificar su retiro. Kurt acude a la mansión y al recorrerla se tropieza con un objeto en el
suelo. Piensa que se trata de un rastrillo o de la raíz de un árbol. Pero algo lo retiene: "Algo que
había visto. Sin verlo". Estos comentarios reflejan una suerte de estado de alerta permanente, sin
euforia, los sentidos puestos en los rastros como si fueran mensajes de los muertos. La novedad de
esta historia es que aparecen dos esqueletos hallados por casualidad y enterrados hace más de
medio siglo. Es una historia que, literalmente, hay que desenterrar. Y eso mismo ya implica otra
forma de contarla.
A estas alturas de las novelas de Wallander -más de una decena- la tensión con su hija Linda
encuentra matices nuevos. Aquí ella devino policía y no sólo convive con su padre, sino que
trabaja en la misma comisaría. Huesos en el jardín es la última novela que se publica de
Wallander. Su propio autor acudió a un recurso sentimental para impedir que su detective regrese:
le pidió a su esposa Eva que ponga el punto final.- HOPENHAYN, Silvia: “El último regreso de
Wallander”; en La Nación. Miércoles 6 de noviembre de 2013.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 160
Los persas, pues, tomaron Sardes e hicieron prisionero al propio Creso, que había reinado
catorce años y había estado sitiado catorce días [La coincidencia puede resultar sospechosa. Creso
probablemente reinó de 561/560 a 547/546.], y que, conforme al oráculo, había puesto fin a un gran
imperio: el suyo propio. Los persas, después de prenderlo, lo condujeron a presencia de Ciro. Éste,
3.- entonces, mandó erigir una gran pira y a ella hizo subir a Creso cargado de cadenas y
flanqueado por siete parejas de muchachos lidios [La perífrasis (literalmente, “dos veces siete”) se explica
por la importancia religiosa del número siete.], con intención, quizá, de ofrendarlos como primicias del
botín a un dios cualquiera, tal vez porque deseaba cumplir una promesa o puede ser que enterado
de que Creso era piadoso, le hiciera subir a la pira con la resuelta intención de constatar si alguna
divinidad le libraba de ser quemado vivo. Sea como fuere, se cuenta que Ciro mandó hacer eso y
que a Creso, cuando se hallaba en lo alto de la pira y a pesar de estar en una situación tan
comprometida, le vino a la memoria aquella sentencia de Solón –que se le antojaba pronunciada
por inspiración divina-- de que ningún mortal es dichoso. Y ocurrió que, al recordar esa frase,
lanzó un suspiro y, después de un prolongado silencio, pronunció entre sollozos hasta tres veces el
nombre de Solón. Ciro, al oirlo, ordenó a los intérpretes que preguntaran a Creso que a quien
invocaba y ellos se acercaron y se lo preguntaron. Al principio, Creso guardaba silencio ante sus
preguntas, pero, luego, al verse presionado, dijo: “A un hombre que yo hubiera deseado a
cualquier precio que hubiese mantenido entrevistas con todos los monarcas [Ya que, según Creso, si
Solón se hubiese entrevistado con Ciro, éste sería en esos momentos más comprensivo, al haber sido aleccionado
sobre la inestabilidad del hombre. Pero el propio Creso se percata de la razón de Solón cuando los hechos ya están
consumados.]”. Pero como se expresaba de un modo confuso para ellos, volvieron a preguntarle lo
que quería decir. Y, a fuerza de importunarle con su insistencia, acabó por contarles que, en cierta
ocasión, le había visitado Solón, un ateniense, quien, después de haber contemplado toda su
opulencia, la había menospreciado con una serie de razones [La frase griega puede interpretarse, bien como un
inciso exclamativo (“¡y en qué términos!” –literalmente, “¡y diciendo qué cosas!”) o, más probablemente, como “diciendo esto y lo
otro”, en lo que Heródoto no se extiende para evitar repeticiones.] y que todo le había sucedido tal como Solón le
había dicho, porque no se refería tanto a él en concreto cuanto a todo el género humano y,
especialmente, a todos los que en su fuero interno se consideran dichosos. Mientras Creso daba
estas explicaciones, los bordes de la pira, presos ya del fuego, comenzaron a arder. Entonces Ciro,
al oir de labios de los intérpretes lo que Creso había dicho, cambió de opinión y reconoció que él,
un hombre al fin y al cabo, estaba entregando en vida al fuego a otro hombre que había gozado de
una prosperidad no inferior a la suya; como sentía, además, el temor a una venganza divina, y
considerando que, entre las cosas humanas, no hay ninguna que sea estable, ordenó apagar a toda
prisa el fuego que alumbraba y hacer bajar de la pira a Creso y a los que con él estaban. Pero
quienes lo intentaron no podían ya controlar el fuego.
Entonces, según cuentan los lidios, Creso, al percatarse del arrepentimiento de Ciro –pues veía
que todo el mundo trataba de apagar el fuego, si bien ya no podían dominarlo--, invocó a gritos a
Apolo, suplicándole que si alguno de sus presentes le había sido grato [Fórmula ritual en las plegarias a
los dioses (cf., p. e., Ilíada I 39).], acudiera en su ayuda y le librara del peligro que le acechaba. Y
mientras, entre lágrimas, invocaba al dios, de pronto, en un cielo despejado y sereno, se
amontonaron nubes, estalló una tormenta, descargó un fuerte aguacero y se apagó la hoguera [Sobre
la suerte de Creso conocemos dos versiones. La primera la provee Baquílides (III, 23-69) y, en ella, Creso muere
voluntariamente en la pira, a pesar de la lluvia que ha enviado Zeus. En la segunda, Creso no muere, y la refieren,
además de Heródoto, Éforo (= Diodoro IX 34); Jenof., Ciropedia VII 2, y Ctesias. En todo caso, esta historia de la pira
puede tener implicaciones con leyendas lidis sobre el culto al fuego.]. Como Ciro pudo colegir por este hecho
que Creso era caro a los doses y un hombre de bien, le hizo bajar de la pira y le preguntó lo
siguiente:”Creso, ¿qué sujeto te instigó a invadir mi territorio y a convertirte, en vez de en mi
amigo, en mi enemigo?”. Creso, entonces, respondió: “Majestad, he obrado así en razón de tu
buena suerte y de mi mala fortuna; pero el responsable ha sido el dios de los griegos al inducirme a
emprender la guerra. Pues nadie es tan estúpido que prefiera la guerra a la paz, que en ésta, los
hijos sepultan a los padres, mientras que en aquella, son los padres quienes sepultan a los hijos [La
aversión de Heródoto por la guerra es constante. Cf., p. e. V 97 y VIII 3.]. Mas, a no dudar, asi
plugo a los dioses que esto sucediera”. Éstas fueron sus palabras; entonces, Ciro le quitó las
cadenas, lo hizo sentar a su lado y lo trató con extremada cortesía; y tanto el prpio Ciro como todos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 161
cuantos constituían su séquito lo contemplaban asombrados [Porque atribuían su salvación a una
intervención divina.]. Por su parte Creso, ensimismado, permanecía en silencio; pero, luego, vuelto a
la realidad y al ver que los persas estaban saqueando la ciudad de los lidios, exclamó: “Majestad,
en las presentes circunstancias ¿debo decirte lo que estoy pensando o debo callarne?”. Ciro le
3.- animó a que, con toda confianza, dijera lo que quisiese y Creso le preguntó: “¿Qué está
haciendo –dijo—con tanto afán esa gran muchedumbre?”. “Está desvalijando tu ciudad –replicó
Ciro—y llevándose tus bienes”. Pero Creso apostilló: “No está desvalijando mi ciudad ni mis
bienes, pues nada de ello me pertenece ya; al contrario, están saqueando y robando lo que es tuyo”.
Las palabras de Creso dieron que pensar a Ciro, que dio orden de retirarse a los demás asistentes
[Heródoto no menciona a los intérpretes, pues, en este tipo de escenas de carácter moralizante y dudoso valor
histórico, parece imaginarse a los interlocutores, aun siendo de distinta nacionalidad, hablando la misma lengua; igual
que ocurre en Homero, con troyanos y griegos.] y preguntó a Creso qué veía de malo para sus intereses en
lo que estaba sucediendo, a lo que éste respondió: “Puesto que los dioses me han puesto como
esclavo en tus manos, considero un deber, si me fijo mejor que tú en cualquier cosa, hacértela
patente. Los persas, que por naturaleza son fogosos, son también pobres; por lo tanto, si tú les
permites saquear y apoderarse de grandes riquezas, puedes esperar de ellos lo siguiente: aquel que
se apodere de una suma mayor, ten por seguro que se sublevará contra ti. Así que ahora, si te
parece bien lo que te digo, haz lo siguiente: aposta en todas las puertas [Del recinto amurallado de
Sardes.] centinelas de tu guardia personal para que confisquen el botín a los saqueadores y les digan
que es menester deducir del mismo el diezmo para Zeus. Así tú no te atraerás su odio por
arrebatarles el botín a la fuerza y ellos, considerando que obras con justicia [La dedicación de un
décimo del botín a la divinidad era corriente (cf., VII 132, y Liv., V 21, 2; 25, 3), de ahí que pudiera emplearse como
una argucia para reunirlo todo.], lo entregarán de buen grado.
Al oir estas palabras, Ciro quedó vivamente complacido, pues la sugerencia le parecía acertada.
Le prodigó, entonces, grandes elogios y ordenó a sus guardias que ejecutasen lo que Creso había
propuesto, diciéndole a continuación: “Creso, dado que tú, todo un rey, estás decidido a serme útil
de obra y de palabra, pídeme cualqier merced que desees obtener ahora mismo”. “Señor –dijo
Creso--, me harás un gran grandísimo favor si me dejas enviar estas cadenas al dios de los griegos
--a quien yo, entre todos los dioses, honré preferentemente—y preguntarle si tiene por norma
engañar a sus fieles”. Ciro le preguntó qué motivo de queja tenía contra el dios para hacerle
semejante petición; y, entonces, Creso le detalló todo su plan [cf., I 53-54: “(…). Y al llegar a su destino
(Los oráculos de Delfos y Anfiarao. El Mármol de Paros fecha esta embajada en 555 a. C.), los lidios ofrendaron las
ofrendas y consultaron los oráculos en estos términos: “Creso, rey de los lidios y de otras naciones, persuadido de que
estos oráculos son los únicos veraces que hay en el mundo, os ha hecho donación de dones dignos de vuestra
capacidad adivinatoria y, ahora, os pregunta si debe emprender la guerra contra los persas y ganarse la alianza de
algún pueblo”. Éstas fueron las preguntas que formularon los delegados, y los dictados de ambos oráculos coincidieron
en advertir a Creso que, si emprendía la guerra contra los persas, destruiría un gran imperio; (…)], las respuestas de
los oráculos –haciendo hincapié en sus ofrendas-- y que había entrado en guerra con los persas
inducido por el vaticinio. Y terminó su relato reiterándole el ruego de que le dejara echarle en cara
al dios su proceder. Entonces, Ciro se echó a reir y le dijo: “Creso, no sólo vas a obtener de mí ese
favor, sino todo lo que en cualquier momento me pidas”. Al oir su respuesta, Creso despachó a
Delfos a unos lidios con la orden de depositar las cadenas en el umbral del templo y de preguntar
al dios si no se avergonzaba de haberle instigado con sus vaticinios a entrar en guerra con los
persas con la promesa de que destruiría el poderío de Ciro, destrucción que le había acarreado –y
entonces debían mostrar las cadenas-- semejante botín. Además de esto debían preguntar también
si los dioses griegos tenían por norma ser desagradecidos. Pero cuando llegaron los lidios y
transmitieron su encargo, se cuenta que la Pitia se pronunció en estos términos: “Hasta para un
dios resulta imposible evitar la determinación del destino, Creso ha expiado la culpa de su cuarto
ascendiente [Ciges (cf., I 13), de acuerdo con la concepción de la transmisión de la culpa, una idea muy enraizada
en el pensamiento griego arcaico… que tenía sus orígenes en la venganza personal a nivel de clan .], un miembro de
la guardia de los Heráclidas que prestó su colaboración a la perfidia de una mujer asesinando a su
señor y haciéndose con la dignidad a la que no tenía derecho alguno. Y a pesar de que Loxias [Es el
epíteto de Apolo en Delfos] porfió […] retardó en tres años la toma de Sardes; y que se entere bien
Creso de que ha sido hecho prisionero con un retraso de esos mismos años sobre el tiempo fijado
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 162
por el destino. En segundo lugar, cuando iba a ser quemado, Loxias fue quien le socorrió. Y,
respecto al vaticinio emitido, Creso se queja sin razón, pues Loxias le predijo que si entraba en
guerra con los persas, pondría fin a un gran imperio. Pero, ante esta respuesta, tenía que haber
enviado a preguntar –para adoptar una decisión acertada-- si se refería a su imperio o al de Ciro. Y
3.- si no entendió la respuesta ni pidió explicaciones, que se considere a sí mismo responsable.
[…] Ésta fue la respuesta que dio la Pitia a los lidios, que regresaron a Sardes y la transnitieron a
Creso. Éste entonces, al oirla, convino en que la culpa era suya y no del dios.- HERÓDOTO
(Halicarnaso, Caria, 484?-Turios, Magna Grecia, 426? a.C.): Hstoria. Trad. y notas de Carlos
Schrader. Madrid, Gredos, (c1981). Libro 1, Clío, 86-91.

Una vez apaciguado el tumulto, y al cabo de cinco días [¿costumbre de estar cinco sin que las leyes
tuvieran vigencia, a la muerte del rey, como advertencia de anomía?], los que se habían sublevado contra los
magos mantuvieron un cambio de impresiones acerca de todo lo ocurrido, y se pronunciaron unos
discursos [supuesto debate en 521 a. C. , no histórico y de cuño marcadamente helénico] que para ciertos
griegos resultan increíbles, pero que realmente se pronunciaron [posible interpretación del oportunismo
persa en establecer regímenes democráticos en diversas ciudades griegas después de la sublevación jonica, como gesto
conciliador].
Otanes solicitaba, en los siguientes términos, que la dirección del Estado se pusiera en manos de
todos los persas conjuntamente: “Soy partidario de que un solo hombre no llegue a contar en lo
sucesivo con un poder absoluto sobre nosotros, pues ello no es grato ni correcto. Habéis visto, en
efecto, a que extremo llegó el desenfreno de Cambises y habéis sido, asimismo, partícipes de la
insolencia del mago. De hecho, ¿cómo podría ser algo acertado la monarquía, cuando, sin tener
que rendir cuentas, le está permitido hacer lo que quiere? Es más, si accediera a ese poder, hasta
lograría desviar de sus habituales principios al mejor hombre del mundo, ya que, debido a la
prosperidad de que goza, en su corazón cobra aliento la soberbia; y la envidia es connatural al
hombre desde su origen. Con estos dos defectos, el monarca tiene toda suerte de lacras; en efecto,
ahito como está de todo, comete numerosos e insensatos desafueros, unos por soberbia y otros por
envidia. Con todo, un tirano debería, al menos, ser ajeno a la envidia, dado que indudablemente
posee todo tipo de bienes; sin embargo, para con sus conciudadanos sigue por naturaleza un
proceder totalmente opuesto: envidia a los más destacados mientras están en su corte y se hallan
con vida, se lleva bien, en cambio, con los ciudadanos de peor ralea y es muy dado a aceptar
calumnias. Y lo más absurdo de todo: si le muestras una admiración comedida, se ofende por no
recibir una rendida pleitesía; mientras que si se le muestra una rendida pleitesía, se ofende
tachándote de adulador. Y voy a decir ahora lo más grave: altera las costumbres ancestrales, fuerza
a las mujeres y mata a la gente sin someterla a juicio. En cambio, el gobierno del pueblo tiene de
entrada el nombre más hermoso del mundo: isonomía [igualdad de derechos civiles y políticos de los
ciudadanos]; y, por otra parte, no incurre en ninguno de los desafueros que comete el monarca: las
magistraturas se desempeñan por sorteo, cada uno rinde cuentas de su cargo y todas las
deliberaciones se someten a la comunidad [tres rasgos propios de la democracia ateniense posterior a la
reforma constitucional de 487/486 a. C.]. Por consiguiente, soy de la opinión de que, por nuestra parte,
renunciemos a la monarquía exaltando al pueblo al poder, pues en la colectividad reside todo.
Esta fue, en suma, la tesis que propuso Otanes. En cambio Megabizo solicitó que se confiara el
poder a una oligarquía en los siguientes términos [Megabizo no va a argumentar a favor de una aristocracia,
sino en beneficio de una oligarquía, desde la posición reaccionaria de un noble a quien el demo ha arrebatado el
poder]: “Hago mías las palabras de Otanes sobre abolir la tiranía; ahora bien, sus pretensiones de
conceder el poder al pueblo no han dado con la solución más idónea, pues no hay nada más necio e
insolente que una muchedumbre inepta. Y a fe que es de todo punto intolerable que quienes han
escapado a la insolencia de un tirano, vayan a caer en la insolencia de un vulgo desenfrenado. Pues
mientras que aquél, si hace algo, lo hace con conocimiento de causa, el vulgo ni siquiera posee
capacidad de comprensión. En efecto, ¿cómo podría comprender las cosas quien no ha recibido
instrucción, quien, de suyo, no ha visto nada bueno y quien, análogamente a un río torrencial,
desbarata sin sentido las empresas que acomete? Por lo tanto, que adopten un régimen democrático
quienes abriguen malquerencia para con los persas; nosotros, en cambio, elijamos a un grupo de
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 163
personas de la mejor valía y otorguémosles el poder; pues, sin lugar a dudas, entre ellos también
nos contaremos nosotros y, además, cabe suponer que de las personas de más valía partan las más
valiosas decisiones [Las ideas expuestas siguen estando claramente helenizadas a la luz de la historia política
griega de la segunda mitad del siglo v a. C.]”. Esta fue, en suma, la tesis que propuso Megabizo.
3.- En tercer lugar, fue Darío quien expuso su opinión en los siguientes términos: “A mi juicio, lo
que ha dicho Megabizo con respecto al régimen popular responde a la realidad; pero no así lo
concerniente a la oligarquía. Pues de los tres regímenes sujetos a debate [primera vez, en la literatura
griega que se nos ha transnitido, en que aparece un examen crítico de las constituciones ], y suponiendo que cada
uno de ellos fuera el mejor en su género (es decir, que se tratara de la mejor democracia, de la
mejor oligarquía y del mejor monarca), afirmo que este último régimen es netamente superior. En
efecto, evidentemente no habría nada mejor que un gobernante único, si se trata del hombre de
más valía; pues, con semejantes dotes, sabría regir impecablemente al pueblo y se mantendrían en
el mayor de los secretos las decisiones relativas a los enemigos. En una oligarquía, en cambio, al
ser muchos los que empeñan su valía [Su areté, un concepto vago que implica un conjunto de cualidades
cívicas, morales e intelectuales] al servicio de la comunidad, suele suscitarse profundas enemistades
personales, pues, como cada uno quiere ser por su cuenta el jefe e imponer sus opiniones
[Literalmente, “obtener la victoria con sus opiniones”, pues se halla latente la idea agonística del triunfo mediante la
palabra, propia de la sofística], llegan a odiarse sumamente unos a otros; de los odios surgen
disensiones, de las disensiones asesinatos, y de los asesinatos se viene a parar a la monarquía; y en
ello queda bien patente hasta qué punto es éste el mejor régimen [Porque es el recurso a que se acogen las
víctimas de la oligarquiá.].
“Por el contrario, cuando es el pueblo quien gobierna, no hay medio de evitar que brote el
libertinaje, pues bien, cuando en el Estado brota el libertinaje, entre los malvados no surgen odios,
sino profundas amistades, pues los que lesionan los intereses del Estado actúan en mutuo
contubernio [El mal de un régimen oligárquico reside en la porfía de los gobernantes en desplegar sus cualidades al
servicio del Estado. El mal de una democracia es la complicidad del pueblo en la corrupción .]. Y este estado de
cosas se mantiene así hasta que alguien se erige en defensor del pueblo y pone fin a semejantes
manejos. En razón de ello, ese individuo, como es natural, es admirado por el pueblo; y, en virtud
de la admiración que despierta, suele ser proclamado monarca; por lo que, en este punto, su caso
también demuestra que la monarquía es lo mejor [Porque también para quienes han pasado por un régimen
democrático la monarquía aparece como una salvación a sus desgracias… Heródoto, en palabras de Darío, debe de
estar pensando en la figura de Pericles como “defensor del pueblo”… haciendo genérico el caso de Pericles .]. Y, en
resumen, ¿cómo –por decirlo todo en pocas palabras- obtuvimos la libertad? ¿Quién nos la dio?
¿Acaso fue un régimen democrático? ¿Una oligarquía, quizá? ¿O bien fue un monarca? En
definitiva, como nosotros conseguimos la libertad gracias a un solo hombre [Gracias a Ciro, que liberó
a los persas del yugo de los medos.], soy de la opinión de que mantengamos dicho régimen e,
independientemente de ello, que, dado su acierto, no deroguemos las normas de nuestros
antepasados [Pues han permitido a los persas alcanzar su posición hegemónica en Asia.]; pues no redundaría
en nuestro provecho.
Estas fueron, en suma, las tres tesis que se propusieron; y a esta última se adhirieron los otros
cuatro miembros del grupo. Entonces Otanes, que era quien pugnaba por establecer la isonomía
entre los persas, al ver rechazada su moción, manifestó ante todos ellos lo que sigue: “Camaradas,
está bien claro que uno cualquiera de nosotros –bien sea que resulte designado por sorteo, que
encomendemos su elección como tal a la totalidad de los persas, o que lo sea por cualquier otro
procedimiento [Otanes sigue siendo el portavoz de las ideas democráticas y el reflejo ateniense vuelve a ser
patente. En Atenas, por ejemplo, eran elegidos por sorteo los miembros del consejo de los quinientos y buena parte de
los magistrados, mientras que eran elegidos en la Asamblea popular, por ‘mayoría de manos alzadas’, los intendentes
del suministro de agua, los armadores, los altos oficiales del ejército y los funcionarios de hacienda ]- ha de ser rey;
fuera como fuere, yo no voy a entrar en liza con vosotros, pues no quiero mandar, ni recibir
órdenes. Renuncio, pues, al poder a condición de no estar, tanto yo, personalmente, como mis
sucesivos descendientes, a las órdenes de ninguno de vosotros”. Tras haberse expresado en dichos
términos, Otanes, dado que los otros seis dieron su conformidad a las referidas condiciones, como
es natural no entró en liza con ellos, sino que se mantuvo al margen. Y hoy en día la familia de
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 164
Otanes sigue siendo la única que, en Persia, goza de libertad y que, con tal de no conculcar las
leyes de los persas, sólo obedece las órdenes que tiene a bien.- HERÓDOTO: op. cit., Libro 3,
Talía, 80-83.
3.- Pues bien, Aristágoras, el tirano de Mileto, llegó a Esparta cuando Cleómenes detentaba el
poder. Como es natural mantuvo una entrevista con él, llevando consigo, al decir de los
lacedemonios, una lámina de bronce en la que figuraba grabado un mapa [literalmente”un contorno”]
de toda la tierra, así como la totalidad del mar y todos los ríos. Y, en el curso de la entrevista,
Aristágoras le dijo lo siguiente: “Cleómenes, no te extrañes por mi interés en venir hasta aquí, pues
la situación, en la actuaidad [finales del siglo VI a. C.], es la siguiente: los hijos de los jonios son
esclavos, en lugar de hombres libres, lo cual constituye, principalmente para nosotros, un baldón y
una amargura inmensa; pero también lo es para vosotros, más que para otros griegos, por cuanto
que estáis a la cabeza de la Hélade. En esta tesitura, liberad -¡por los dioses de Grecia!- de su
actual esclavitud a los jonios, un pueblo de vuestra misma sangre. Y podéis culminar la empresa
con facilidad, pues los bárbaros no son gente bizarra, mientras que vosotros, en el terreno militar
habéis alcanzado las máximas cotas en razón de vuestro arrojo. […] Además los habitantes de ese
continente [Asia] poseen más riquezas que todos los demás pueblos de la tierra juntos;
principalmente oro, pero también cuentan con plata, cobre, ropas recamadas, acémilas y esclavos.
Todo esto, con sólo desearlo de veras, podría ser enteramente vuestro.
Y por cierto que esos pueblos, que confinan unos con otros, […] Si tomáis esa ciudad, en
adelante podréis rivalizar tranquilamente con Zeus en lo que a riquezas se refiere.
Así pues, lo que tenéis que hacer es aplazar las luchas que por una zona realmente no muy
grande ni tan productiva, y por pequeños territorios fronterizos, mantenéis contra los mesenios,
que cuentan con fuerzas parejas a las vuestras, así como contra los arcadios y los argivos, que no
poseen nada que se parezca al oro o a la plata, unos bienes que pueden empujar a cualquiera a
morir combatiendo por el deseo de poseerlos; porque, cuando se os presenta la ocasión de imperar
con facilidad sobre Asia entera, ¿vais a preferir alguna otra opción?”. Esto fue lo que manifestó
Aristágoras. Y entonces Cleómenes le replicó en los siguientes términos: “Extranjero milesio,
aplazo la respuesta que he de darte hasta dentro de dos días”.
Por el momento no pasaron de ahí. Cuando llegó el día fijado para la respuesta y se presentaron
en el lugar convenido, Cleómenes le preguntó a Aristágoras cuántos días de camino había desde el
mar de Jonia [el Egeo] hasta la corte del rey. Pero Aristágoras, que iba actuando en 3.- todo
momento con astucia y que lo estaba embaucando hábilmente, en aquel instante cometió un error;
pues, cuando no debía decir la verdad, si realmente quería atraer a los espartiatas a Asia, resulta
que respondió diciendo que había tres meses de camino. Entonces Cleómenes dejó a Aristágoras
con la palabra en la boca, cuando este último se disponía a seguir hablando del camino, y le dijo:
“Extranjero milesio, sal de Esparta antes de que el sol se ponga, pues el plan que propones es de
todo punto inadmisible para los lacedemonios, ya que pretendes llevarlos a tres meses de camino
del mar”.
Dicho esto, Cleómenes se dirigió acto seguido a su casa. Por su parte Aristágoras cogió un ramo
de olivo y se encaminó al domicilio de Cleómenes; y una vez que, en calidad de suplicante, hubo
entrado dentro, pidió a Cleómenes que hiciera salir a la criatura y le prestase atención (pues resulta
que, junto a Cleómenes, se encontraba su hija, cuyo nombre era Gorgo; precisamente era el único
vástago que tenía y, a la sazón, contaba ocho o nueve años de edad). Pero Cleómenes le invitó a
decir lo que quisiera, sin verse coartado por la presencia de la niña. En esta tesitura, Aristágoras,
sin más preámbulo, empezó por prometerle de entrada diez talentos, si accedía a satisfacer sus
demandas. Y, en vista de que Cleómenes rehusaba, Aristágoras fue aumentando progresivamente
la cifra, hasta que llegó a prometer cincuenta talentos [las cifras equivalen, respectivamente, a unos 260 y a
1.260 kg. de plata], momento en el que la niña exclamó: “Padre, si no te alejas de aquí, el extranjero
acabará por sobornarte”. Entonces Cleómenes, a quien, como es natural, le había hecho gracia la
sugestión de la niña, se retiró a otra habitación, por lo que Aristágoras abandonó definitivamennte
Esparta, sin que le fuera posible añadir nuevos detalles a propósito del camino que va hasta la corte
del rey.- HERÓDOTO: op. cit. Libro 5, Terpsícore, 49-51.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 165

3.- EL ELOGIO DE LA DEMOCRACIA ATENIENSE


Tenemos un régimen de gobierno que no envidia las leyes de otras ciudades, sino que más
somos ejemplo para otros que imitadores de los demás. Su nombre es democracia, por no depender
el gobierno de pocos, sino de un número mayor; de acuerdo con nuestras leyes, cada cual está en
situación de igualdad de derechos en las disensiones privadas, mientras que según el renombre que
cada uno, a juicio de la estimación pública, tiene en algún respecto, es honrado en la cosa pública;
y no tanto por la clase social a que pertenece [Nótese en las contraposiciones las continuas alusiones a
Esparta] como por su mérito, ni tampoco, en caso de pobreza, si uno puede hacer cualquier
beneficio a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su fama. Y nos regimos liberalmente no sólo
en lo relativo a los negocios públicos, sino también en lo que se refiere a las sospechas recíprocas
sobre la vida diaria, no tomando a mal al prójimo que obre según su gusto, ni poniendo rostros
llenos de reproche, que no son un castigo, pero sí penosos de ver. Y al tiempo que no nos
estorbamos en las relaciones privadas, no infringimos la ley en los asuntos públicos, más que nada
por un temor respetuoso, ya que obedecemos a los que en cada ocasión desempeñan las
magistraturas y a las leyes, y de entre ellas, sobre todo a las que están legisladas en beneficio de los
que sufren la injusticia, y a las que por su calidad de leyes no escritas, traen una vergüenza
manifiesta al que las incumple. [Las “leyes no escrtas” son las leyes naturales] Y además nos hemos
procurado muchos recreos del espíritu, pues tenemos juegos y sacrificios anuales y hermosas casas
particulares, cosas cuyo disfrute diario aleja las preocupaciones; y a causa del gran número de
habitantes de la ciudad, entran en ella las riquezas de toda la tierra, y así sucede que la utilidad que
obtenemos de los bienes que se producen en nuestro país no es menos real que la que obtenemos
de los de los demás pueblos.
En lo relativo a la guerra diferimos de nuestros enemigos en lo siguiente: tenemos la ciudad
abierta a todos y nunca impedimos a nadie, expulsando a los extranjeros, que la visite o contemple
–a no ser tratándose de alguna cosa secreta de que pudiera sacar provecho un enemigo al verla-,
pues confiamos no tanto en los preparativos y estratagemas como en nuestro vigor de alma en la
acción; y en lo referente a la educación, hay quienes desde niños buscan el valor con un fatigoso
entrenamiento, mientras que nosotros, aunque vivimos plácidamente, no por eso nos lanzamos
menos a aquellos peligros que estén en relación con nuestra fuerza. [...] Y a pesar de todo, si
queremos correr peligros con tranquilidad de espíritu y no con el ejercicio de trabajos penosos, y
no con leyes, sino con costumbres de valentía, queda a nuestro favor que no sufrimos con
antelación por las contrariedades futuras, que cuando vamos a su encuentro nos encontramos no
inferores en audacia a los que viven continuamente con dureza, y que por estos motivos y otros
más aún nuestra ciudad es digna de admiración.
Pues amamos la belleza con poco gasto y la sabiduría sin relajación; y utilizamos la riqueza
como el medio para la acción más que como motivo de jactancia, y no es vergonzoso entre
nosotros confesar la pobreza, sino que lo es más el no huirla de hecho. Por otra parte, nos
preocupamos a la vez de los asuntos privados y de los públicos, y gentes de diferentes oficios
conocen suficientemente la cosa pública; pues somos los únicos que consideramos no hombre
pacífico, sino inútil, al que nada participa en ella, y además, o nos formamos un juicio propio o al
menos estudiamos con exactitud los negocios públicos, no considerando las palabras daño para la
acción, sino mayor daño el no enterarse previamente mediante la palabra antes de poner en obra lo
que es preciso. Pues tenemos también en alto grado esta peculiaridad: ser los más audaces y
reflexionar además sobre lo que emprendemos; mientras que a los otros la ignorancia les da osadía,
y la reflexión, demora. Sería justo, por el contrario, considerar como los de ánimo más esforzado a
aquellos que mejor conocen las cosas terribles y las agradables, y que no por ello rehuyen los
peligros. Y en cuanto a nobleza de conducta, diferimos de la mayoría en que no adquirimos amigos
recibiendo beneficios, sino haciéndolos; pues el que ha hecho el favor está en situación más firme
para mantenerlo vivo por la amistad que le deba aquél a quien se lo hizo, mientras que el que lo
debe tiene menos garantía, ya que sabe que ha de devolver el buen comportamiento no como
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 166
haciendo un beneficio, sino como pagando una deuda. Y somos los únicos que sin poner reparos
hacemos beneficios no tanto por cálculo de la conveniencia como por la confianza que da la
libertad.
3.- En resumen, afirmo que la ciudad entera es la escuela de Grecia, y creo que cualquier ateniense
puede lograr una personaliad completa en los más distintos aspectos y dotada de la mayor
flexibilidad, y al mismo tiempo en encanto personal. Y que esto no es una exageración retórica,
sino la realidad, lo demuestra el poderío mismo de la ciudad, que hemos adquirido con este
carácter; pues es Atenas la única de las ciudades de hoy que va a la prueba con un poderío superior
a la fama que tiene, y la única que ni despierta en el enemigo que la ataca una indignación
producida por la manera de ser de la ciudad que le causa daño, ni provoca en los súbditos el
reproche de que no son gobernados por hombres dignos de ello. Y como hacemos gala con pruebas
decisivas de una fuerza que no carece de testigos, seremos admirados por los hombres de hoy y
del tiempo venidero sin necesitar para nada como panegirista a Homero ni a ningún otro […]. Fue
por una ciudad así por la que murieron éstos, considerando justo, con toda nobleza, que no les
fuera arrebatada, y por la que todos los que quedamos es natural que queramos sufrir penalidades.
[Víctima de la peste, murió Pericles, en el otoño de 429 a.C.].- TUCÍDIDES (Atenas, 471?-Atenas o
Tracia, 396? a.C.) Historia de la guerra del Peloponeso. II, 37-41. (Obra escrita en su mayor
parte después de 404 a.C.). Trad. de F. Rodríguez Adrados.

En el invierno de 431, aquel en que se inició la guerra del Peloponeso, los atenienses celebraron
un solemne funeral para los primeros caídos. Desde una alta tribuna erigida en el camposanto
Cerámico, donde iban a descansar los restos de los héroes, habló Pericles. El gran estadista dedicó
pocas palabras (al comienzo y al final del panegírico) a los desaparecidos, pocas también a los
antepasados que habían luchado por la libertad contra la tiranía y contra los persas. No, esta vez
Pericles no dijo lo que solía decirse en tal trance. Su corazón rebosaba de otra cosa y él quería que
de ella rebosase el corazón de quien lo oyera: de la orgullosa república ateniense, hecha carne en
los ciudadanos, hecha historia en los héroes caídos, hecha verso en las clásicas tragedias y
comedias, hecha filosofía en la dialéctica de un Sócrates, hecha mármol en los luminosos edificios
de la Acrópolis.
“Nuestra constitución y toda nuestra vida cívica, en una palabra: nuestra ‘Politeia’ –dijo
Pericles-- se llama democracia, porque no está hecha para servir a una minoría, sino para la
mayoría. Aquí, todos, sin distinción, tienen iguales derechos en sus asuntos personales. En los 3.-
cargos públicos, nadie goza de preferencias por pertenecer a determinado grupo o partido; lo que
vale es su hombría de bien y la capacidad. Somos liberales en nuestros asuntos públicos, liberales
también en la vida diaria cuando juzgamos al prójimo. No nos hacemos los indignados cuando
alguna vez alguien, en busca del placer, da tal vez un traspié, ni le ponemos cara de vinagre. Sin
embargo, esa moral amplia y comprensiva (uno se siente tentado a caer en un anacronismo y a
traducir, ese “laissez faire, laissez passer”) en lo privado, no significa (siempre con las palabras
originales), no significa anarquía en los asuntos públicos, sino que va unido a un profundo respeto
a las leyes, especialmente las que nos protegen contra toda injusticia, y aquellas eternas, no
escritas, que creemos nadie puede transgredir sin ignominia”. Así Pericles. La máxima libertad del
individuo junto con la máxima validez de la ley, la codificada y la natural: he aquí el alto ideal que
abraza el insigne orador antiguo.
Una república, como él la intuyó, no es perfecta sin el progreso. Por ello, Pericles continúa (y su
auditorio tenía experiencia de oir la absoluta verdad):
Hemos procurado muchas ocasiones para que el espíritu pueda recrearse de las fatigas:
certámenes (deportivos y teatrales) y ceremonias solemnes durante todo el año y ese ‘confort’ cuyo
goce diario nos alivia la existencia”. Y más adelante sigue la celebérrima frase:
“Somos amantes de lo bello sin caer en el lujo, somos cultores de la ciencia y de las artes sin
afeminarnos”.
La cultura (así insinúa Pericles), la elevada cultura y la libertad individual son posibles sin
perjuicio de los intereses nacionales. La frase apunta obviamente contra el ciego colectivismo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 167
belicoso de los lacedemonios... Tan alto concepto democrático ha de despertar en todos un espíritu
de responsabilidad:
“Para nosotros (volvemos a oir la palabra periclea), la riqueza sirve más para hacer obra que
para la ostentación; confesarse pobre no es vergüenza para nadie, pero es vergonzoso no salir de la
pobreza mediante el esfuerzo propio”. “Los mismos hombres se dedican a sus tareas particulares al
tiempo que a los asuntos públicos; pues entre nosotros, a aquel que se mantenga alejado de los
deberes cívicos no se le tiene por hombre amante de la paz y del ocio, sino por inservible”. La
libertad (así interpretamos las palabras citadas), la libertad no puede existir sin responsabilidad: la
libertad es un deber de acción.
“No creemos (de nuevo es Pericles quien habla) que las palabras perjudiquen la acción; por el
contrario la acción se debilita si antes de emprenderla no se la somete a una exhaustiva y crítica
discusión pública”... “Con estas ideas y realizaciones nuestra ciudad es una alta escuela de cultura
para toda Grecia”... / Bástenos, mis queridos oyentes, con estas citas del discurso de Pericles que,
aunque no sea el único que pronunció, claro está, es único.
Puede ser que la descripción de Atenas, dada en él, no corresponda del todo a la realidad; puede
ser que Tucídides, al intercalar el panegírico en el segundo libro de su obra, lo haya estilizado para
tornarlo arquetípico. De todos modos, el ideal que lo inspira ha demostrado su sempiterna fuerza
creadora a través de los casi 2400 años de historia que pasaron desde aquel memorable invierno de
431.
A más del aliento de la libertad, son tres los conceptos que vibran intrínsecamente en las
palabras de Pericles: el de lo bello, el de la idea, del ideal y el de la razón crítica; aquellos tres
conceptos griegos: kalón, idos y skopein que hace ya casi un trienio, me indujeron a dar –no tan
juguetonamente-- a estas charlas el nombre de Calidoscopio... Hasta la vista -¡qué digo!—mis
invisibles oyentes: hasta pronto, cuando ustedes gusten.- THIELE, Guillermo: “El discurso de
Pericles”; en su Calidoscopio. (Del griego καλός, bello; είδος, imagen y σκοπεϊυ, observar).
Ed. de homenaje. [Buenos Aires], B. Tornadú, (c1992). pp. 119-121.

Cuando las noticia de Pilos llegaron a Esparta [verano de 425 a.C.], se decidió alli que ante la
gran calamidad acaecida, los magistrados espartanos se personaran en el campamento y a la vista
de la situación tomaran al punto la decisión que les pareciera conveniente. Al darse cuenta de que
era imposible ayudar a los soldados de la isla y de que éstos corrían el riesgo de o perecer de
hambre o sucumbir ante un enemigo superior en número, decidieron concertar una tregua para la
región de Pilos con los generales atenienses, si éstos querían, y enviar a Atenas una delegación
para negociar la paz e intentar rescatar cuanto antes a sus soldados.
Los generales atenienses aceptaron la proposición y se concertó una tregua [...] y los
embajadores fuern enviados. Llegados éstos a Atenas, hablaron así: / [...]
“[...] Hagamos la paz en este momento en que aún no está decidida la victoria y en que vosotros
lográis una gloria mayor junto con nuestra amistad y nosotros conseguimos una buena solución de
este infortunio en lugar de un resultado deshonroso; elijamos con ello la paz en lugar de la guerra y
brindemos un descanso en sus padecimientos a los demás griegos, que os atribuirán a vosotros el
mérito mayor. Están, en efecto, envueltos en la guerra sin que haya claridad sobre quiénes la
comenzaron; mientras que si tiene lugar la reconciliación, que está ahora principalmente en
vuestras manos, os lo agradecerán a vosotros. Además, si tomáis esa decisión, os es posible hacer
de los lacedemonios vuestros fieles amigos, pues os incitan a ese proceder y en vez de sufrir ellos
una violencia, sois vosotros los que les hacéis un servicio. Mirad qué de ventajas es de esperar que
se encierren en esa acción vuestra; pues estando de acuerdo vosotros y nosotros, estad seguros de
que los demás griegos, al tener menor poderío, nos tributarán los mayores honores”.
Así hablaron los lacedemonios pensando que los atenienses ya antes habían estado deseosos de
paz, pero habían sido estorbados por la oposición de Esparta, y que al ofrecerles la paz la
aceptarían y devolverían con gusto los lacedemonios de la isla. Sin embargo, los atenienses
pensaban que teniendo bloqueados a los lacedemonios en Esfactería, la paz estaba en su mano para
cuando quisieran hacerla, y tenían mayores ambiciones. El que más les incitaba era Cleón, hijo de
Cleéneto, que era por aquella época dirigente del partido popular y el más escuchado por la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 168
multitud; éste decidió al pueblo a contestar que se exigía que los lacedemonios de la isla se
entregaran con sus armas y fueran conducidos a Atenas, y que una vez que llegaran, los
lacedemonios podían recobrar sus hombres y hacer la paz por el tiempo que convinieran […]. .
3.- Nada replicaron los lacedemonios a aquella respuesta, sino que invitaron a los atenienses a
elegir unos comisionados que se reunieran con ellos de forma que haciendo cada parte sus
propuestas y oyendo las del otro, pudieran tras muchas concesiones llegar tranquilamente a un
acuerdo sobre cada punto discutido; pero entonces Cleón se lanzó furiosamente al ataque, diciendo
que ya antes se había dado cuenta de que las intenciones de los lacedemonios no tenían nada de
bueno, y que ello era claro también ahora, ya que no querían hablar ante el pueblo y pretendían
reunirse con unos pocos comisionados; y les invitó a hablar en público si es que tenían alguna
pretensión honorable. Al ver los lacedemonios que no les era posible hablar ante el pueblo si
querían hacer alguna concesión en vista del contratiempo sufrido, no fueran a perder prestigio ante
sus aliados si su propuesta no era aceptada, y que además los atenienses no estaban dispuestos a
acceder a sus proposiciones en términos moderados, se marcharon de Atenas sin conseguir ningún
resultado. /
Tan pronto como los embajadores lacedemonios llegaron a Esparta, quedó terminada la tregua
de Pilos [...] /
Todavía continuaban los atenienses el asedio de los lacedemonios de Esfactería y el ejército
peloponesio de tierra firme se mantenía en sus posiciones. El bloqueo resultaba molesto para los
atenienses por falta de víveres y de agua, pues no había más fuente que una sola situada en la
ciudadela de Pilos y ésta poco abundante, y la mayoría de los soldados escarbaban en la arena de la
playa y bebían el agua propia de aquel lugar. [...] Lo que mayor depresión producía en los
atenienses era que la duración del asedio se prolongaba contra toda previsión, pues habían creído
que podrían rendir a los espartanos en pocos días, dado que se hallaban en una isla pequeña y sólo
disponían de agua salobre. La causa de ello estaba en que los lacedemonios habían pedido
voluntarios para llevar a la isla harina de trigo, vino, queso y los demás alimentos apropiados para
un asedio; ofrecieron como recompensa mucho dinero y prometieron la libertad a los hilotas que
hicieran entrar los víveres.[...] Lacedemonios y atenienses recurrían a toda clase de
procedimientos, los unos para hecer llegar víveres a la isla y los otros para que los primeros no
escaparan a su vigilancia.
Luego que llegó a Atenas la noticia de que el ejército estaba en situación apurada y entraban
provisiones en la isla, los atenienses quedaron llenos de inquietud y de temor de que llegara el
invierno sin haber acabado aún el bloqueo; pues veían que entonces les sería imposible llevar
víveres al ejército por la vía marítima en torno al Peloponeso, ya que el ejército expedicionario
ateniense se hallaba en un lugar despoblado y ni siquiera en verano eran capaces de enviarles
víveres suficientes, y que por otra parte no habría posibilidad de mantener el bloqueo en un lugar
carente de puertos, sino que o bien aflojarían ellos la vigilancia y se salvarían los lacedemonios, o
bien éstos lograrían escapar a favor del temporal en los barcos que les llevaban las provisiones. Sin
embargo, su mayor preocupación era que pensaban que si los lacedemonios ya no les hacían
proposiciones pacíficas era por tener algún motivo de confianza; y se arrepentían de no haber
aceptado la paz. Y dándose cuenta Cleón de que le miraban con malos ojos por haber estorbado la
conclusión de la paz, aseguraba que los que traían aquellas noticias no decían la verdad. Sin
embargo, su mayor preocupación era que pensaban que si los lacedemonios ya no les hacían
proposiciones [...].- TUCÍDIDES: op. cit. libro iv, 15-16, 20-23, 26-27.

Sócrates.- Dicen que cerca de Naucratis, en Egipto, hubo un dios, uno de los más antiguos del
país, aquél a quien se consagra el pájaro que los egipcios denominaban ibis. Este dios se llamaba
Theuth; inventó, según se dice, el cálculo, la geometría, la astronomía, los juegos de ajedrez y
dados, y finalmente, la escritura.
Reinaba entonces en el país el rey Tamo, habitaba la gran ciudad del Alto Egipto que los griegos
llamaban Tebas la egipcia, protegida por el dios Ammón. Theuth vino a su encuentro, le enseñó las
artes que había inventado y le dijo que era necesario propagarlas entre los egipcios. El Rey le
preguntó por la utilidad de cada una de aquellas artes; Theuth le explicó detalladamente sus
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 169
aplicaciones, y Tamo iba censurando o aprobando, según le parecían más o menos satisfactorias
aquellas explicaciones, Muchas razones dio el Rey al inventor, en pro y en contra de cada una de
aquellas artes, y sería largo enumerarlas. Cuando llegaron a la escritura, dijo Theuth:
3.- “Esta invención, ¡oh Rey!, hará más sabios a los egipcios y aliviará mucho su memoria; yo he
descubierto un medio contra la dificultad de aprender y retener”. “Ingenioso Theuth –respondió el
Rey-, el genio que inventa las artes no es lo mismo que la sabiduría, que aprecia las ventajas y los
inconvenientes de sus aplicaciones. Tú, como padre de la escritura y apasionado de la
invención, le atribuyes un efecto contrario a su efecto verdadero En el ánimo de los que le
conozcan sólo producirá el olvido, pues les hará descuidar la memoria; y fiándose en ese extraño
auxilio, dejarán a los caracteres materiales el cuidado de reproducir sus recuerdos cuando en el
espíritu se hayan borrado. No has hallado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar la
reminiscencia; y por dar a tus discípulos la ciencia les das la sombra de ella. Pues cuando hayan
aprendido muchas cosas sin maestro, se creerán bastante sabios, no siendo en su mayoría sino unos
ignorantes presuntuosos, insoportables en el comercio de la vida”. / [...]
Sócrates.- Así, el que piensa transmitir un arte consignándolo en un libro, y el que cree a su vez
aprenderlo en él, como si los caracteres pudieran darle una instrucción clara y sólida, son en
verdad harto inocentes, e ignoran sin duda el oráculo de Ammón si piensan que un escrito puede
ser otra cosa que un medio de refrescar los recuerdos del que ya conoce el asunto que en él se trata.
/ [...]
Sócrates.- Tal es, querido Fedro, el inconveniente de la escritura y el de la pintura; las
producciones de este último arte parecen vivas; pero al interrogarlas, guardan gravemente el
silencio; lo mismo ocurre con los discursos escritos: cuando los oyes, crees que piensan; pero
pídeles alguna explicación sobre el asunto que en ellos se contiene, y siempre responderán lo
mismo. Lo que una vez se ha escrito pasa de mano en mano de los que entienden el asunto a los
que lo desconocen y no saben cuándo se debe hablar y cuándo callarse. Si se ve despreciado o
injustamente insultado siempre un escrito necesita que su autor lo defienda, pues él, por sí mismo,
es incapaz de defenderse y de rechazar ataques.- PLATON: Phaidros, 274-275. (pr. s. IV a. C.).

LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA
[...] Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada
abierta, en toda su extensión, a la luz; en ella desde niños están con las piernas y el cuello
encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de sí, porque las cadenas les
impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos de ellos hay la luz de un fuego que
brilla detrás de ellos, y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual
imagínate un tabique construído de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante
del público para mostrar, por encima [del biombo], los muñecos.
- Me lo represento.
- Ahora imagínate que del otro lado del tabique pasan sombras que llevan toda clase de
utensilios y figurillas de hombres, y otros animales hechos en piedra y madera y de todas clases; y
entre los que pasan unos hablan y otros se callan.
- Extraña comparación haces y extraños [son estos prisioneros].
[Pero son] como nosotros. Porque, en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos o unos de
otros otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente
a ellos?
- Claro que no, si toda la vida están forzados a no mover las cabezas.
- Y lo mismo con [los objetos que llevan] los que pasan [no pueden mirar más que lo proyectado
por el fuego].
- Ciertamente.
- Pues bien, si dialogaran entre sí, ¿no crees que entenderían que es a las cosas reales que están
nombrando, tal como las ven?
- Necesariamente.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 170
- Y si la prisión tuviera un eco desde el lado que tienen delante, y alguno de los que pasan [del
otro lado del tabique] hablase, ¿te parece que creerán que lo que oyen [proviene] de otra cosa que
de la sombra que pasa delante de ellos?
- No, por Zeus.
- ¿Y los prisioneros no tendrán por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales?
3.- - Es de toda necesidad.
- Examina ahora qué les sucedería naturalmente si se produjese una liberación de sus cadenas y
una curación de su ignorancia. Si se liberase [a uno de ellos] y forzase a levantarse repentinamente
y volver el cuello y marchar mirando la luz, al hacer todo esto sufriría y a causa del descubrimiento
sería incapaz de ver aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué crees que respondería
si se le dijese que lo que ha visto hasta entonces eran tonterías, y que, en cambio, ahora [está] más
próximo a la verdad y vuelto hacia las cosas más puras y mira correctamente? ¿Y si se le mostrara
cada uno [de los hombres] que pasaban [del otro lado del tabique] y se lo obligara a contestar a
preguntas sobre lo que son, no crees que se sentirá en dificultades y que considerará las cosas que
antes veía como más verdaderas que las que se le muestran ahora?
- Mucho más verdaderas.
- Pues bien, y si se lo forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludir [la luz] y volverse hacia aquellas cosas que podía mirar, considerando que ésas son
realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si por la fuerza se lo hiciera arrastrar por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes
de llevarlo hasta la luz del sol, ¿acaso no sufriría y se irritaría por ser arrastrado y después de llegar
a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora
decimos verdaderos?
- Ciertamente, si le sucede repentinamente.
- Tendría que acostumbrarse para poder llegar a mirar las cosas de arriba. Primeramente miraría
con mayor facilidad las sombras, y después las figuras (eídola) de los hombres y de las otras [cosas
reflejadas] en las aguas, luego [los hombres y las cosas] mismas. En seguida, contemplaría de
noche las [cosas que hay] en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y a la luna, más
fácilmente que durante el día, el sol y la [luz] del sol.
- Claro está.
- Por fin, pienso, podría mirar el sol no en imágenes (phantásmata) en el agua ni en otros
medios, sino en-sí y por-sí, en su propia región, y contemplar cómo es.
- Necesariamente.
- Y después de esto, con respecto al [sol] concluiría que es lo que produce las estaciones y años
y que gobierna todo lo que [hay] en el lugar, que se ve, y que es causa, de algún modo, de las cosas
que ellos habían visto.
- Es evidente que llegaría a estas [conclusiones] después de todo esto.
- Ahora bien, si él se acuerda de su primera morada, y de la sabiduría que allí [se creía tener], así
como de sus compañeros de cautiverio, ¿no crees que se sentiría feliz del cambio y se apiadaría de
ellos?
- Ciertamente.
- Respecto de los honores y elogios que se daban unos a otros, y de las recompensas para el que
con mayor agudeza divisaba las cosas que pasaban [detrás del tabique], y al que más se acordaba
cuáles habían desfilado antes y cuáles después en forma habitual, y a aquel de ellos que fuera más
capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría ansioso respecto a ellos y que envidiaría
a los más honrados y poderosos de aquellos? ¿O no le pasaría como al [Aquiles] de Homero, y
preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre o soportar cualquier cosa antes que
[volver] a su anterior modo de conjeturar y la vida de otrora?
- Yo también creo que padecería cualquier cosa antes que soportar la vida de otrora.
- Y ahora concibe esto. Si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento [anterior] ¿no
tendría los ojos ofuscados por tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
- Claro que sí.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 171
- Y si tuviera que discriminar nuevamente aquellas sombras en ardua competencia con aquellos
que han tenido siempre cadenas, vería confusamente hasta que los ojos se reacomodaran a ese
estado y se acostumbraran [nuevamente], en un tiempo nada beve, ¿no se expondría al ridículo y a
que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se hubiese estropeado los ojos, y que ni
3.- siquiera valía la pena intentar marchar arriba? Y si intentara desatarlos y conducirlos [hasta
arriba] si pudieran tenerle en sus manos y matarlo, ¿no lo matarían? / - Seguramente.- PLATÓN
Atenas, 428/27-347 a.C): La república (Politeía), vii, 514-517. (escrita de 390 a 380 a.C.).-
Fuente: EGGERS LAN, Conrado: El sol, la línea y la caverna. Buenos Aires, Eudeba.

Los engranajes mentales del aprendizaje


A juzgar por los escritos de Platón, hace 2400 años Sócrates dio una notable lección de
geometría que se convirtió en el primer registro detallado de un método pedagógico.
En el diálogo Menón, Platón describe cómo el filósofo heleno guía a un esclavo con preguntas
hábiles para que averigüe cómo duplicar el área de un cuadrado usando la diagonal del primero
como lado del segundo aplicando sólo sumas o multiplicaciones simples.
La mayéutica, como se llamó este método, consistía precisamente en hacerles preguntas a sus
alumnos para que construyeran nuevos conocimientos basándose en los que ya traían. Como esta
metodología todavía es muy utilizada en las aulas, un equipo de neurocientíficos argentinos
decidió poner a prueba el diálogo socrático... en adolescentes y adultos educados del siglo XXI.
El resultado fue inesperado: los estudiantes secundarios y universitarios de hoy ¡cometen los
mismos errores que el esclavo de Menón!
"Entre otras cosas, descubrimos que el diálogo socrático se basa en una sólida intuición del
conocimiento humano que persiste más de 24 siglos después de su concepción, lo que prueba que
existe una increíble universalidad a través del tiempo y las culturas", dice Andrea Goldin, del
Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA
y primera autora del trabajo que acaba de publicarse en la revista Mind, Brain and Education .
El trabajo surgió para explorar una idea del psicólogo y epistemólogo Antonio Battro. "El nos
planteó que se sabe mucho de cómo el cerebro aprende, pero no de cómo enseña", cuenta Goldin.
Goldin, que integra también la organización Expedición Ciencia, que todos los años realiza
campamentos para adolescentes en los que se estimula el espíritu científico, destaca que en la
actualidad se les pide a los estudiantes que planteen preguntas y se los va guiando para que
encuentren maneras de responderlas, pero en el diálogo socrático las preguntas las hace el profesor
y el alumno simplemente contesta.
Con "traducción" / Para este experimento, los científicos tradujeron el diálogo al "argentino"
coloquial. Aunque la mayor parte de las preguntas pueden responderse con un simple "sí" o "no",
definieron exactamente cómo se iba a decir cada pregunta e hicieron un guión muy preciso
teniendo en cuenta todas las respuestas posibles.
"Hicimos una especie de «elige tu propia aventura» -cuenta Goldin-. Si el estudiante contestaba
lo mismo que el esclavo, seguíamos; si contestaba algo distinto, nos fijábamos: si era
matemáticamente correcto, pasábamos a la pregunta del diálogo que correspondía; en cambio, si
decía algo diferente, repreguntábamos hasta conseguir alguna de las respuestas que figuraban
dentro del diálogo."
La sorpresa llegó cuando los científicos analizaron las respuestas de los 58 participantes. La
mayoría (alrededor del 97%) seguía estrictamente el diálogo socrático, y cometía los mismos
errores que el esclavo de Menón, a pesar de ser estudiantes avanzados de la escuela secundaria y
hasta universitarios.
"Otro dato interesante es que existe una relación inversa entre la educación en temas
relacionados, como las ciencias exactas, y las respuestas al diálogo socrático -dice la
investigadora-: a menor formación, mayor correspondencia con las respuestas del esclavo. Esto
podría indicar que la educación verdaderamente aumenta nuestra capacidad de resolver
problemas."
En el diálogo socrático, las cuatro últimas preguntas tienden a reforzar la respuesta correcta: que
el lado de un cuadrado del doble del área de uno dado es igual a la diagonal del primero. En el
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 172
trabajo local, los científicos decidieron agregar una pregunta más y les pidieron a los participantes
que contestaran lo mismo, pero para un cuadrado de una medida diferente.
"Ahí nos encontramos con lo que más nos sorprendió -dice Goldin-: la mitad de los adolescentes
y un tercio de los adultos no pudieron responder «la diagonal»." Dado que si un aprendizaje no se
3.- puede transferir, no sirve, el grupo, también integrado por Laura Pezzatti y Mariano Sigman,
ambos del laboratorio de la UBA, llegó a la conclusión de que el diálogo socrático no funciona
para todos. Esto explicaría por qué, aunque a veces los docentes creen que sus alumnos
comprendieron un problema, si les cambian un solo número no pueden responder.
"Esta investigación permite atisbar cómo se construye la memoria, el aprendizaje -dice Goldin-
y nos da la pauta de que el diálogo socrático es eficaz cuando se utiliza con personas formadas.
También prueba que Sócrates tenía un conocimiento de la mente que nos excede."
Al parecer, nuestro cerebro no es hoy muy diferente del de los antiguos griegos. En términos
evolutivos, dos mil años no es nada.
CLAVES / Experimento Los investigadores tradujeron el diálogo socrático al lenguaje
coloquial y lo pusieron a prueba en 58 estudiantes secundarios o universitarios.
 Resultado En alrededor del 97% de los casos, las respuestas de los estudiantes seguían el
diálogo socrático y reproducían los mismos errores.
 Hallazgo Hay una relación inversa entre educación en temas relacionados, como las
ciencias exactas, y las respuestas del diálogo socrático: a menor formación, mayor correspondencia
con las respuestas de Menón.- BÄR, Nora: “El diálogo socrático, puesto a prueba 24 siglos
después”; en La Nación. Sabado 14 de enero de 2012

EL FIN SUPREMO DEL HOMBRE ES LA FELICIDAD


[...] La mayor parte de los hombres, si hemos de juzgarlos tales como se muestran, son
verdaderos esclavos que escogen por gusto una vida propia de brutos, y lo que les da alguna razón
y parece justificarlos es que los más de los que están en el poder sólo se aprovechan de éste para
entregarse a excesos dignos de un Sardanápalo. Por lo contrario, los espíritus distinguidos y
verdaderamente activos ponen la felicidad en la gloria, porque es el fin más habitual de la vida
política. Pero la felicidad comprendida de esta manera es una cosa más superficial y menos sólida
que la que pretendemos buscar aquí. [...] /
[...] nuestra definición es aceptada por los que pretenden que la felicidad es la virtud, o por lo
menos, una cierta virtud, porque la actividad del alma conforme a la virtud forma también parte de
la virtud. Pero no es del todo indiferente colocar el bien supremo en la posesión o en el uso de
ciertas cualidades, en la simple aptitud o en el acto mismo. La aptitud puede existir realmente sin
producir ningún bien, como, por ejemplo, en un hombre que duerme o en uno que por cualquier
otra causa permanece inactivo. El acto, por el contrario, no puede encontrarse nunca en este caso,
puesto que obra necesariamente [...]. En esto sucede como en los juegos olímpicos; allí no son los
más hermosos ni los más fuertes los que alcanzan el premio, y sí los concurrentes que han tomado
parte en la lucha, porque sólo entre ellos pueden encontrarse los vencedores. Lo mismo acontece
en este caso; los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la gloria y a la
felicidad. Por lo demás, la existencia de estos hombres que obran bien está naturalmente llena de
encantos. Sentirse encantado es un fenómeno que se refiere exclusivamente al alma, y un objeto
tiene para nosotros encantos cuando decimos de él que lo amamos: el caballo, por ejemplo, encanta
al que ama los caballos; el teatro encanta al que ama las representaciones, como las cosas justas
encantan al que ama la justicia, y en general, los actos virtuosos encantan al que ama la virtud. [...]
Además, la vida de estos hombres generosos no tiene necesidad, absolutamente hablando, de que
el placer se una a ella, como una especie de apéndice y de complemento, puesto que lleva el placer
en sí misma, porque independientemente de todo lo que acabamos de decir puede añadirse que el
que no encuentra placer en las acciones virtuosas no es verdaderamente virtuoso, lo mismo que no
se puede llamar justo al que no se complace en practicar la justicia, ni liberal al que no se
complace en actos de liberalidad, y así de todos los demás.
Si todo esto es cierto, los verdaderos placeres del hombre son las acciones conformes a la virtud.
No son sólo agradables, sino que además son buenas y bellas, y lo son sobre todas las cosas, cada
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 173
una sobre las de su género, si el hombre virtuoso sabe estimar su justo valor, como de hecho lo
estima en el acto mismo de ser virtuoso, como ya hemos dicho. Por consiguiente la felicidad es a la
vez lo mejor, más bello y más dulce que existe, porque no debe separarse ninguna de estas
cualidades de las demás, como lo hace la inscripción de Delos:
3.- Lo justo es lo más bello; la salud, lo mejor;
obtener lo que se ama, es lo más dulce para el corazón / [...] .
Sin embargo, parece que la felicidad no puede ser completa sin los bienes exteriores, según
hemos hecho ya observar. Es imposible, o por lo menos no es fácil hacer el bien cuando está uno
privado de todo, puesto que para una multitud de cosas son instrumentos indispensables los
amigos, la riqueza, la influencia política. [...]
[...] si la felicidad no nos la envían exclusivamente los dioses, sino que la obtenemos por la
práctica de la virtud, mediante un largo aprendizaje o una lucha constante, […] Y añado, que la
felicidad es en ciera manera accesible a todos, porque no hay hombre a quien no sea posible
alcanzar la felicidad, mediante cierto estudio y los debidos cuidados, a menos que la Naturaleza le
haya hecho completamente incapaz de toda virtud.- ARISTÓTELES (Estagira, Macedonia, 384/3-
Calcis, Eubea, 322) Moral a Nicómaco. Libro I, caps. 2, 6 y 7.

LAS HECHICERAS
¿Dónde están mis laureles? (1) / (1) Las ramas y hojas de laurel se empleaban en los encantamientos. El
laurel se ofrecía en honor de Apolo (así, en las fiestas llamadas Dafneforias). Las pitonisas, antes de dar los oráculos,
solían mascar laurel, en la creencia de que contribuía inspirarles el don profético. / Trae, Testilis (2). / (2) Testilis
es una esclava de Simeta, la protagonista. Es la única persona que la acompaña durante esta noche. Como se verá, más
tarde Simeta se quedará sola. / ¿Dónde están los filtros? Corona la copa con purpúreo vellón de oveja
(3), / (3) Se refiere, literalmente, a finísimos copos de lana, teñidos de rojo. Deyanira utilizó también un blanco vellón
de lana de oveja para impregnar la túnica de su esposo con la sangre del Centauro, creyendo que aquel ungüento le
devolvería el amor del infiel Heracles. (Asím, en Las Traquinias, de Sófocles) / pues quiero apresar en mis
lazos al que es mi tormento, al varón querido; doce días lleva ya, ¡desdichado!, sin venir junto a
mí, sin saber si hemos muerto o seguimos viviendo, sin llamar a mis puertas ¡tirano! Sin duda Eros
se ha llevado a otra parte sus volubles deseos…- y Afrodita (4). / (4) Eros y Afrodita son los dioses que
han provocado la infidelidad de Delfis, el amante de Simeta. Eros personificaba para los griegos el ansia incontenible
de amar. Acompañaba a Afrodita, la diosa de la belleza y del amor . / Iré a la palestra de Timageto, mañana,
para verle, y le censuraré lo que hace conmigo. Ahora, quiero cautivarle al conjuro de sacrificios.
Mas tú, Luna, brilla con bella luz; a ti te cantaré bajito, diosa, y a la infernal Hécate (5), / (5) Nuestra
abandonada amante invoca a Selene (Luna) y a Hécate, como diosas de los encantamientos. Selene representaba la
noche, propicia para las hechicerías. Hécate aparecía en las noches de luna llena acompañada de sus perros, que
simbolizaban las almas errantes de los muertos; vivía entre las tumbas, y en los mismos hogares, y solía presentarse en
las encrucijadas. Todavía hoy las sencillas gentes de los campos suelen sentir supersticioso temor al escuchar en las
largas noches invernales el aullido lejano de los perros. / ante quien hasta los perros tiemblan, cuando ella
se pasea por los túmulos de los muertos y la negra sangre. ¡Salud, Hécate horrible! ¡Ayúdame
hasta el fin, haz que mis pócimas no sean inferiores a las de Circe, ni a las de Medea, ni a las de la
rubia Perimeda! (6). / (6) Circe, Medea y Perimeda fuero famosas hechiceras. Medea dio nombre a una de las más
bellas tragedias de Eurípides. Para circe, cf. El canto X de la Odisea […].
Iynx, tú atrae hasta mi casa a aquel, a mi hombre (7). / (7) Inc. Es un pájaro, el torcecuello; se usaba en
las hechicerías amorosas. Atado a un disco, se hacía girar vertiginosamente, con conocida intención mágica. Es posible
que lo que se dice unos versos más adelante guarde relación con esta costumbre. Inc. Puede ser también el mismo
disco que se usaba en estos encantamientos amorosos. Así, traduce Gow: “My magic wheed”, “Mi disco mágico”.
Harina es lo primero que tengo consumiéndose al fuego. Mas, ve espolvoreándola, Testilis.
¡Infeliz! ¿Adónde se te han volado las mientes? ¿Acaso, infame, también para ti soy motivo de
burla? Esparce, y a la vez di esto: “Esparzo los huesos de Delfis.”
Iynx, tú atrae hasta mi casa a aquel, a mi hombre.
Delfis me trajo el suplicio; y yo para Delfis quemo laurel. E igual que éste cruje al contacto del
fuego, y arde instantáneo, sin que ni siquiera veamos sus cenizas, así pido yo que la carne de
Delfis se consuma en la llama.
Iynx, tú atrae hasta mi casa a aquel, a mi hombre.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 174
Como yo estoy fundiendo esta cera, ayudada por la diosa, ¡que así se desahaga de amor
enseguida el Mindio Delfis! Y como este disco de bronce da vueltas al conjuro de Afrodita, ¡así
aquél dé mil vueltas en torno a mis postigos!
Inc., tú atrae hasta mi casa a aquél, a mi hombre. / […]

3.- EL AMOR DE CINISCA


Esquines.- ¡Muy buenos días al amigo Tiónico!
Tiónico.- Igual te digo, Esquines. ¡Cuánto tiempo sin verte!
Esquines.- Sí, mucho tiempo...
Tiónico.- ¿Qué es lo que te tiene preocupado?
Esquines.- Nuestras cosas no van, ni con mucho, como debieran, Tiónico.
Tiónico.- Por eso entonces estás flaco, de ahí esa barba tan espesa, esos cabellos tan lacios. En
semejante traza vino el otro día cierto pitagórico, pálido y descalzo. Decía ser ateniense.
Esquines.- ¿También aquél, sin duda, estaba enamorado?
Tiónico.- Eso me parece; enamorado de papilla.
Esquines.- Bromeas, mi buen amigo, porque puedes. En cuanto a mí, la gentil Cinisca me está
atormentando; sin darme cuenta acabaré loco algún día: solo hay un pelo por medio.
Tiónico.- Tú, el mismo de siempre, querido Esquines, un poco impulsivo, queriéndolo todo en
su punto. Sin embargo, dime: ¿cuál es la novedad?
Esquines.- El argivo y yo, con el auriga tesalio y el soldado Cleónico, estábamos bebiendo en mi
casa, en el campo. Yo maté dos pollos y un cochinillo; destapé para ellos vino de Biblos, oloroso,
de cuatro años, casi como recién salido del lagar; se sacaron, en fin, cebollas y caracoles. Era
aquello un grato beber. Ya iba la cosa adelantada, cuando se decidió escanciar vino puro a la salud
de quien quisiera cada cual; bastaba solo con decir por quien se brindaba. Y nosotros fuimos
diciendo nombres mientras bebíamos, según se había resuelto. Ella, en cambio, nada: y yo delante.
¿Qué crees que pensaba yo entonces?
“¿No vas a hablar? ¿Viste al lobo?”, bromeó alguien. “¡Qué listo!”, contestó. Y se encendió
toda: con facilidad habrías prendido un candil en su cara.
Hay un Lico, sí, hay un Lico, hijo del vecino Labas, alto, fresco, que a muchos parece ser
hermoso. Por este hombre se consumía ella con aquel famoso amor. La cosa ya había llegado a mis
oídos en una ocasión, así, bajito. Pero no quise investigar.
En fin, cuando ya estábamos los cuatro bien metidos en la bebida, el de Larisa cantó desde el
principio “Mi lobo”, una tonadilla tesalia. ¡Mala entraña...! Entonces, Cinisca rompió a llorar de
pronto, con más ternura que una chiquilla de seis años junto a la madre, ansiosa de su regazo. En
aquel momento, yo –tú me conoces, Tiónico- le di un bofetón en la cara, y luego otro. Recogiendo
el vestido, ella se iba afuera corriendo. “¡Tú, mi perdición! ¿Es que no te gusto? ¿Hay otro que te
es más grato en el regazo? ¡vete a calentar a otro amigo! ¿Son para él tus lágrimas, liviana? ¡Pues
que corran!”
La golondrina, después de dar el cebo a sus hijuelos bajo el tejado, de nuevo emprende raudo
vuelo, para reunir más comida. Más rápida aún, dejando el muelle asiento, corrió la joven, derecha
a través del vestíbulo y la puerta donde sus pies la llevaban.
- Suele decirse un proverbio: “Escapó el toro también hacia el bosque”.
- Pasó un mes; vino un segundo mes: pasaron diez días, veinte; y de este mes, ocho, nueve,
otros diez días; hoy es el once. Añade dos días y son dos meses desde que estamos separados; ella,
ni sabe si estoy rapado al modo tracio. Lico ahora lo es todo; a Lico hasta de noche se le tiene
abierta la puerta. Nosotros no somos dignos del menor caso, no contamos.
“¡Desgraciados megarenses, en la más humillante fortuna!”
Y si dejara de amarla, todo seguiría por el rumbo debido. Mas, ahora, ¿por dónde salgo? Como
el ratón –así dicen- hemos probado la pez, Tiónico. ¿Cuál es el remedio para un amor sin
esperanza? No lo sé.
Solo Simo, el que se enamoró de la hija de Epicaloo se hizo a la mar y volvió curado, él, un
varón de mi edad. También yo me embarcaré y cruzaré el mar; no seré el peor ni el primero, pero
sí un soldado corriente.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 175
Tiónico.- ¡Ojalá hubieran ido a tu gusto las cosas que deseabas, Esquines! Pero si realmente has
decidido emigrar, como pagador de sueldo, es Ptolomeo [II Filadelfo, 285-247 a.C.] el más excelente
para un hombre libre.
Esquines.- En lo demás, ¿qué clase de hombre es?
3.- Tiónico.- El más excelente para un hombre libre: benévolo, amigo de las Musas, cortesano,
agradable en grado sumo, conocedor de quien le ama, y más todavía del que no le ama. Da mucho
a muchos, no niega si se le pide, en lo que está obligado un rey. Porque no se debe pedir de todo,
Esquines. De modo que si te place llevar abrochado el manto sobre el hombro derecho, si, bien
plantado en ambas piernas, has de atreverte a resistir el ataque del audaz enemigo, armado de
escudo, ¡rápido a Egipto! Por las sienes ya nos vamos haciendo todos viejos, y poco a poco el
tiempo avanza, blanqueándolo, hacia el mentón. Es preciso hacer algo, mientras la rodilla se
mantiene en forma.
LAS SIRACUSANAS
Gorgo.- ¿Dentro, Praxinoa?
Praxinoa.- ¡Gorgo querida! ¡Cuánto tiempo sin verte! Dentro estoy. Me estaña que hayas venido
hoy. Eunoa, a ver, un asiento para la señora; y ponle almohadón.
Gorgo.- Asi está muy bien.
Praxinoa.- Sientate.
Gorgo.- ¡Ah! ¡Qué imprudencia la mía! Por poquito me tenéis aquí salva. Praxinoa, libre de una
gran multitud, de un montón de cuádrigas. ¡Por todas partes botas de guerra, por todas partes
hombres vistiendo clámide! Y el camino, inacabable; ¡tú vives siempre más lejos…!
Praxinoa.- La culpa es de ese imbécil. Vino a coger en los confines del mundo un agujero, no
vivienda, para evitar que las dos fuésemos vecinas, ¡para buscar camorra, envidioso truhán!
Siempre el mismo.
Gorgo.- No sigas hablando así de tu marido, de Dinón, querida, en presencia del niño. Fíjate,
mujer, cómo te mira. ¡Descuida, Zapirión, tierno hijito! No habla de papá.
Praxinoa.- Entiende el nene. ¡Por Perséfona!
Gorgo.-¡Guapo, papa!
Praxinoa.- Sí, pues ese papá, el otro día –le encargamos que fuera el otro día a comprar de la
tienda sosa y carmín- volvió trayéndonos… sal ¡el muy bellaco!
Gorgo.- Pues el mío es igual. ¿Dioclides? Un perdis del dinero. Siete dracmas de pelos de perro,
de hilachos de alforjas viejas, esos fueron los cinco vellones que compró ayer; todo porquería. En
fin: trabajo y más trabajo. Mas ¡ea! coge el chal y el vestido de hebillas. Vamos al palacio del
opulento rey Ptolomeo. Veremos a Adonis. He oído decir que la reina preparaba algo magnífico.
Praxinoa.- En casa del rico, todo riqueza.
Gorgo.- De lo que has visto, puedes hablar tú que lo viste, al que no lo ha visto.. Es hora de
salir.
[…].-
TEÓCRITO: Idilios. (fl. en la Alejandría de Ptolomeo II Filadelfo; 285-247 a.C.). Trad. A.
González Laso. pp. 44-46, 142-[147], [155]-157.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 176

4.- La monarquía
1) Los reyes. Imperium: auspicios, mando militar, administración, justicia.
Colaboradores: Varios, entre ellos 2 cuestores (=interrogadores).
Leyenda de fundación: Eneas. Alba Longa, Númitor. Rea Silvia. Rómulo y Remo (753 a.C.)
Primer Senado. Tres tribus gentilicias: Ramnes, Tities, Luceres. Rapto de las sabinas.
Reyes sabino-romanos: Numa Pompilio. Tulio Hostilio (Alba Longa). Anco Marcio (Ostia).
“ etruscos: Tarquino el Antiguo. Servio Tulio (Primer muro); 4 tribus territoriales; 5 clases
de ciudadanos, más extra classem e infra classem; Centurias; Legión. Tarquino el
Soberbio (Lucrecia).- Junio Bruto y Tarquino Colatino.
2) El Senado. Los jefes de las gens, a título propio: provee inter rex. Autorizan decisiones de
los. Comicios.
3) Los Comicios: voto corporativo, por curias, por tribus, por centurias. .
a) Curiados. Patricios exclusivamente. Organización gentilicia: 30 curias, 10 por cada tribu
originaria (clientes incluidos, cada una 100 jinetes y 1000 infantes). Aceptación del rex (lex
curiata de imperio).
Carácter originario político, religioso, gentilicio, administrativo y militar.
b) Tribados. Patricios y plebeyos. Organización regional de los propietarios por la
circunscripción de su propiedad. Finalidad originaria: unidades de leva militar.
c) Centuriados. Patricios y plebeyos. Carácter político-militar. Campo de Marte. Legión.
La res publica
1) Magistraturas: electivas, anuales (excepto dictador y censor), colegiadas (excepto
dictador, y pretor).- Edictos. Originariamente todas patricias.
a) Ordinarias, mayores (auspicios), con imperium (formalizado por los Comicios curiados)
convocan y presiden Senado y Comicios
- Cónsules: 2, elegidos en Comicios centuriados convocados por un cónsul. 12 lictores c/u.
- Pretores: 1, originariamente (después llamado Urbano, colega menor de los cónsules).
Declarar principios jurídicos. Elección como los cónsules. 6 lictores.- Después se añade uno
Peregrino, cuando una o las dos partes del juicio no es romana.- Después Provinciales.
b) Ordinaria, mayor, sin imperio.
- Censores: 2, elegidos cada 5 años, se desempeñaban en 18 meses. Censo. Clasificación de
ciudadanos.- Lista de senadores. Vigilancia moral. Elección como los cónsules pero
investidos por los mismos C. centuriados por una lex de potestate censoria.
c) Ordinarias, menores, sin imperium (o con imperio accidental y en raras ocasiones).
- Ediles: parte curules (es decir: patricios), elegidos por los Comicios tribados; parte plebeyos,
elegidos necesariamente por los concilios de la plebe. Cuidado y vigilancia de la ciudad,
mercados, juegos, etc..- Los curules, con sus edictos sobre mercados fueron fuente del
derecho honorario en la materia.
-Cuestores: llegaron a 40 (2 custodiaban el erario), elegidos en C. tribados. Funciones
administrativo-financieras; algunos asistían a gobernadores de provincia.
d) Ordinaria, originariamente no era magistratura, al igual que los ediles plebeyos
- Tribunos de la plebe: Originariamente 2, llegaron a ser 10; elegidos por los Concilia plebis.
Auxilio a plebeyos perseguidos; veto que alcanzaba a Magistrados y Senado, no a los
Comicios.- Al integrarse la plebe al pueblo, pasaron a ser magistrados así como los ediles
plebeyos: entonces conservaron todas sus atribuciones y modalidades, recibiendo dos de las
facultades del imperium: convocar y presidir Senado y Comicios. Sila les privó de la
intercessio (veto), dejándoles solamente el auxilium.
e) Extraordinarias.
- Dictador: Originariamente Jefe de la Legión: imperium maius (estrictamente militar, sin
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jurisdicción ni administración civil, sin embargo limitado al motivo de su institución).
Nombrado por uno de los dos cónsules, generalmente por indicación del Senado y entre los
senadores consulares. 24 lictores.
- Magíster equitum (Jefe de la Caballería): Auxiliar y colega menor del dictador, quien lo
4.- nombraba; como tal colega tenía también imperium y no poder delegado.
El cursu honorum
- No se puede desempeñar dos magistraturas simultáneamente, pero sí una ordinaria y otra
extraordinaria.
- Para asumir nuevamente una magistratura, según un plebiscito del año 342 a.C., debe haber
transcurrido un intervalo de diez años por lo menos. Desde el año 265 a.C. estaba prohibida
la reelección para la censura, y por el año 151 a.C. se prohibió para el consulado.
- Entre el ejercicio de dos magistraturas curules distintas deben transcurrir dos años como
mínimo.
- Por la Lex Villia del 180 a.C., para presentarse a cualquier magistratura es necesario haber
estado inscrito en diez levas anuales. Como se comenzaba el servicio militar a los diecisiete años,
esto significaba el requisito de una edad mínima de veintisiete.
- Hay un orden de prelación entre las magistraturas –certus ordo magistratum-, que no era
obligatorio pero sí consuetudinario. Era previa la cuestura con relación a la pretura, y ést respecto
del consulado. Parece que éste había sido también, condición previa a la dictadura o a la censura.
2) Senado: Composición: generalmente 300 ex magistrados; designados por los Censores, con
carácter vitalicio. Ex censores, ex dictadores, ex cónsules y ex pretores: casi siempre
automáticamente y en bloque; ex tribunos, ex ediles, ex cuestores y ciudadanos por algún motivo
meritorio: seleccionados.
- Funcionamiento: Convocado y presidido por un magistrado con imperium. Pero ninguna
disposición expresa le impedía autoconvocarse. No existía requisito alguno de quorum, no
precisaba auspicios, podía funcionar en días nefastos y en cualquier lugar. Un magistrado igual
o mayor que el convocante, así como el tribuno de la plebe, sí podían invalidar su decisión,
aunque no impedir la sesión. Absoluta libertad de palabra
- Atribuciones: Supremo control político-institucional.
Proveer inter-rex ante falta absoluta de magistrado con imperium; uno cada 5 días.
Auctoritas patrum: Autorizar las decisiones de los Comicios.
Senado consultos: Responder consultas de los magistrados con imperium; éstas no tenían
fuerza de ley, pero en la práctica eran incorporadas a la potestad del magistrado consultante (salvo
la intercessio de otro magistrado con igual o mayor potestas). Así intervenía decisivamente en:
Administración de bienes estatales, política exterior, suprema dirección de operaciones
militares, atribución de gobiernos provinciales, de triunfos, ovaciones, etc., el culto nacional,
necesidad del dictador, etc.
3) Comicios: “Asambleas populares”: convocadas y presididas necesariamente por un magistrado
con imperium; sometidos a la auctoritas patrum, votan leyes.
a) Curiados: Conservan carácter político-religioso y gentiicio. Confieren imperium a cónsules,
pretores y dictador. Asuntos religiosos y familiares.
b) Centuriados: Carácter militar y político (paulatinamente conservan sólo éste). .
Principio timocrático: Caballeros (extra classem)= 18 centurias; 1ª. clase infantes= 80
centurias; clases II a V, inclusive= 90 centurias; infra classem= 5 centurias (2 de artesanos que
votan con la clase II, 2 de músicos que votan con la clase IV, 1 de proletarii).- En cada clase,
además, mitad de centurias de seniores (de 46 a 60 años) y mitad de juniores (de 17 a 45
años).- Elección de magistrados mayores; investidura de Censores y Declaración de guerra
(ambas leyes con exclusividad, así como la apelación en los juicios capitales). Reunión en
Campo de Marte, fuera de la ciudad, y armados.
c) Tribados: Carácter administrativo y político. Elegían magistrados menores. Entendían en
apelación por multas o composición. Leyes sobre derecho privado. Reunión en el Foro.
d) Concilios de la plebe: Exclusivamente plebeyos, en base a su domicilio. Elección de
Tribunos y Ediles de la plebe. Votan Plebiscitos: en origen sólo obligatorios para los plebeyos;
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después –al igual que las leyes, votadas por los Comicios- para todo el Pueblo, incluso para los
patricios no representados.- Competencia sobre atentados a la libertad de la plebe y de sus
“magistrados”.

4.- Principales acontecimientos del período republicano


1.- Hasta la fusión de patricios y plebeyos en un solo pueblo. (509-300 a.C.).
Expulsión de Tarquino el Soberbio (509).- Establecimiento de la Dictadura (500).
Retirada de la plebe al Aventino (o al Monte Sacro, fuera) - Tribunado de la plebe (494).
Decenvirato. Ley de las Doce Tablas (452-445).- Matrimonios mixtos, Ley Canuleia (445).
Establecimiento de la Censura (443).- Acceso plebeyo a la Cuestura (421).
Conquista y destrucción de la etrusca Veyes. Dictador Camilo. Soldada (campaña de 10 años).
Ofrenda a Apolo Délfico (395).- Los galos sobre Roma (c. 390).
Acceso plebeyo al Consulado y establecimiento de la Pretura (367).
Acceso plebeyo a la Censura (356), a la Dictadura (353).- Primera guerra samnita (343-341).
A partir de 339 a.C., los 2 Cónsules pueden ser plebeyos, y ha de serlo 1 de los 2 Censores.
Plebiscitos, asimilados a leyes.- Plebeyos a la Pretura (337); a los colegios sacerdotales (300).

2.- Expansión exterior. Comienzos del “imperio” (290-146 a.C.)


Fin de la Tercera guerra samnita. Roma domina el centro de Italia (290).
Derrota de Pirro del Epiro (llamado por Tarento) en Benevento (275). Tarento capitula (272).
Roma domina el sur de Italia.
Primera guerra púnica (264-241). Sicilia, primera provincia; Cerdeña y Córcega, 2ª. (238).
Segunda “ “ (219-202). (Anibal, Cannas, 216); Zama (202).
Hispania Citerior e Hispania Ulterior, tercera y cuarta provincias (198 a.C.).
Filipo V de Macedonia, derrotado en Cinocéfalos (197).
Perseo de Macedonia, derrotado en Pydna (168). Macedonia, quinta provincia (148).
Tercera guerra púnica (149-146); África, sexta provincia.
Saqueo de Corinto, Grecia sometida a la vigilancia del gobernador de Macedonia (146).

3.- Luchas sociales. Guerras civiles. Imperio y Paz Romana (133-31 a.C.)
Los Graco (Tiberio y Cayo), tribunos de la plebe (133-123).
Mario vence a Yugurta, a cimbros y teutones; reforma del ejercito (111-101).
Primera y Segunda guerra contra Mitrídates del Ponto. Dictadura de Sylla (88-79)
Pompeyo vence en Hispania a los últimos partidarios de Mario (80-71.
Guerra servil encabezada por Espartaco (73-71). Craso.- Conjuración de Catilina (63).
“Primer triunvirato”: Pompeyo-Craso-César.- Consulado de César, Las Galias (60-50).
Segundo Triunvirato: M. Antonio-Octavio-Lépido (rei publicae constituendae). Lex Titia.
Vencidos los republicanos y Sexto Pompeyo; puesto a un lado Lépido.
Octavio y Antonio.- Octavio, en Roma, declara el fin de la Guerra Civil (36).
Octavio contra Antonio en Alejandría, como guerra con una potencia extrajera.
Batalla de Actium (31).- Octavio “Augusto”, único titular.del Imperio.
LAPIEZA ELLI, Ángel Enrique: Esquema histórico institucional introductorio al estudio del
derecho romano. Buenos Aires, La Ley, 1968.- GRIMAL, Pierre: El helenismo y el auge de
Roma. […]. Madrid, Siglo XXI, (c1972). (Historia universal, 6).

Sosia.- ¿Habrá hombre más atrevido que yo, que conociendo como conozco las costumbres de
los jóvenes, ando solo a estas horas de la noche? ¿Qué haré si los triunviros me meten en la cárcel?
Mañana me sacarían de la sombra para llevarme a los azotes, sin permitirme defensa, ni poder
esperar socorro alguno de mi amo, ni haber nadie que no creyese que me lo tengo merecido.
Mientras tanto, ocho gañanes me golpearían como si fuese un yunque. Tal será la acogida que me
dará la república a mi regreso del extranjero. Y todo por la impaciencia de mi amo, que me ha
hecho salir del puerto, mal de mi grado, a esta hora de la noche. ¿No podía esperar al alba para
enviarme a este recado? ¡Cuán duro es servir a un poderoso y cuán desgraciado es el esclavo de un
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rico! De día y de noche hay tantas cosas que hacer o que decir, que no puedes parar ni un instante.
Y el amo, libre de necesidades y de fatigas, cree que cualquier cosa que se le pueda ocurrir es
hacedera. Considérala sensata y ni repara en el trabajo que dará ni le importa que sea justa o
4.- injusta. De aquí viene que en la esclavitud se sufren tantas iniquidades, pero hay que soportar y
llevar este peso con toda su fatiga.
Mercurio (aparte).- Más propio sería que me quejara yo de la condición servil. Hoy mismo aún
era libre, y mi padre me ha reducido a esclavitud. ¡y éste que se lamenta es esclavo de nacimiento!
Sosia.- En verdad que soy un bellaco esclavo. ¿Se me ha ocurrido acaso, desde que he llegado,
invocar a los dioses y agradecerles los beneficios de que me han colmado? Por Pólux, que si me
dispensaran su gracia según mis méritos, me mandarían un bravucón que, apenas pusiese el pie en
tierra me rompiese la cara, pues que tanta ingratitud y tanta indiferencia he mostrado por sus
mercedes.
Mercurio (aparte).- Éste hace una cosa poco común: sabe de lo que es digno.
Sosia.- Ha ocurrido lo que nunca creí ni creyó tampoco nadie de la ciudad: Volvemos sanos y
salvos a posesionarnos de nuestra casa; nuestras legiones regresan victoriosas a la patria, el
enemigo ha sido exterminado y ha acabado la mayor de todas las guerras. La ciudad que tanto luto
prematuro infligió a Tebas ha sido vencida y tomada por el esfuerzo y el valor de los nuestros, y
sobre todo por el mando y los auspicios de mi amo Anfitrión, que ha enriquecido a sus paisanos
con el botín, la tierra y la gloria, y que ha asegurado a Creón en el trono de Tebas. Apenas hemos
llegado al puerto, me ha remitido por delante a su casa para que dé cuenta a la esposa [...] / […]
Anfitrión (aparte).- Por Pólux, que estoy seguro de que mi llegada colmará todos los deseos de
mi mujer, que me ama tanto como yo la amo a ella, sobre todo después de volver con bien de
vencer a los enemigos, Nadie hubiera creído que se pudiese derrotar a aquellos a quienes con mis
auspicios y mi autoridad destruímos en el primer encuentro. Estoy cierto de que me espera y de
que mi llegada satisfará sus anhelos. / […]
Alcmena.- Pero ¿por qué vuelve si tanta prisa decía tener ahora mismo? ¿Querrá ponerme a
prueba mañosamente y experimentar lo que me duele su ausencia? Por Cástor, que aun así, su
regreso no me disgusta.- PLAUTO (254-184 a.C.): Anfitrión. Acto i, escena 1; acto ii, escena 2.
Traducción de Pedro Voltes Bou.

Euclión.- Hoy he querido emprender una heroicidad y sacar el vientre de mal año en las bodas
de mi hija. Voy al mercado, pregunto a cuánto va el pescado, me lo ponen por las nubes; el cordero
está caro; el buey, la ternera, el atún, el tocino, todo caro. Y tanto más caro cuanto que yo no tengo
dinero. Me he ido enfurecido, porque no he podido comprar nada. ¡Ya les he fastidiado a todos
aquellos desvergonzados! Después, por el camino, he empezado a meditar: “Si te prodigas en las
fiestas, tendrás que ayunar en los demás días, a no ser que antes hayas ahorrado”. Después de
haber planteado esta reflexión a mi estómago y a mi conciencia, he vuelto a mi decisión de dar a la
hija en matrimonio con tan poco gasto como pueda. He comprado este poquito de incienso y unas
coronas de flores para ponerlas sobre el fuego en honor de nuestro dios Lar, y que haga feliz la
boda de mi hija. Pero ¿qué veo? ¿La casa abierta? ¡Y qué estrépito dentro! Pobre de mí, ¿me
estarán saqueando?
Congrión (Dentro).- Ve a pedir, si puedes, una olla mayor a los vecinos. Ésta es pequeña: no
cabe nada en ella. / [...]
Estróbilo.- El deber de un buen esclavo consiste en obrar como yo, y en ejecutar con prontitud y
agrado las órdenes del amo, pues el esclavo que desea que su dueño esté satisfecho de sus servicios
debe pensar primero en éste y luego en sí mismo. Cuando duerma, duerma recordando que es
esclavo. Así, pues, cuando uno está al servicio, como yo lo estoy, de un amo enamorado, si lo ve
dominado por la pasión, su obligación estará en frenarlo para bien suyo, y no en empujarlo al
abismo. A la manera que los niños cuando aprenden a nadar, se ponen cintos de mimbre para no
cansarse tanto y para poder mover las manos con más desenvoltura, del mismo modo considero
que el esclavo ha de servir de flotador al amo enamorado para sostenerle y que no se sumerja. Sepa
adivinar las órdenes de su amo, de manera que con un golpe de vista lea lo que expresa su frente y
corra a poner por obra sus deseos con más celeridad que una cuádriga al galope. Quien cuide de
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obrar así se librará del aviso del látigo y no hará herrumbrar con su sudor los grilletes. Ahora bien,
mi amo está enamorado de la hija de este mísero Euclión; le han hecho saber que la dan en
matrimonio a Megador y me ha enviado acá a atalayar y hacerle saber cuanto ocurra. Voy, pues, a
4.- sentarme sin despertar sospechas en este sagrado altar. Desde aquí podré advertir lo que hagan
unos y otros.- PLAUTO: La comedia de la olla (Aulularia). Acto ii, escena 4; acto iv, escena 1.

Cremes: Aunque el trato que existe entre nosotros es muy reciente, porque data del día en que
compraste este campo cercano al mío, y no ha habido casi relación entre nosotros, tu mérito y la
vecindad, que tengo por cosa muy pareja a la amistad, me dan pie para hacerte notar con franqueza
que te esfuerzas más de lo que conviene a tu edad y de lo que necesita tu hacienda.
Pues, ¡por los dioses y los hombres! ¿Qué pretendes? ¿Qué te propones? Tienes sesenta años
ya, y sospecho que quizá más. Nadie tiene en esta comarca mayor ni mejor heredad que la tuya.
Como si no tuvieses ninguno de tus muchos esclavos, emprendes incansablemente el trabajo de
ellos. Nunca salgo de casa tan pronto ni regreso a ella tan tarde, que no te vea cavar, arar o llevar
algo en la huerta. Jamás estás ocioso ni miras por tu salud, y estoy cierto de que tu trabajo no lo
tomas por diversión. Quizá me dirás que tus siervos no hacen las cosas a tu gusto, mas si
emplearas en dirigirlos el ardor que pones en ejecutar su tarea ganarías mucho en ello.
Menedemo.- ¿Tan desocupado estás, Cremes, que te queda tiempo para interesarte en las cosas
ajenas que no te tocan en nada?
Cremes.- Soy hombre, y nada humano me es extraño. [“Homo sum: humani nihil a me alienum
puto”]. Considera que te aconsejo, o que te pido consejo a ti, para que si lo que haces es bueno, yo
lo haga también, y si no, te lo repruebe. / [...]
Cremes.- Habla ahora.
Menedemo.- Tengo un hijo mozo. ¡Ay! ¿Por qué digo que lo tengo? Lo tuve, Cremes. Ahora ya
no sé si lo tengo o no.
Cremes.- ¿Cómo es esto?
Menedemo.- Ya lo verás. Está aquí una vieja pobre, venida de Corinto. mi hijo se enamoró de su
hija tan perdidamente que la miraba ya como esposa suya. Y yo, sin saber nada. Cuando caí en la
cuenta, no procedí con suavidad, ni como merecía el alma enferma del muchacho, sino con dureza,
como suelen hacerlo los padres. Le reñía cada día: “¿Te figuras que te he de consentir mucho
tiempo que, mientras tu padre vive, tengas por esposa a la amiga? Clinias, si tal piensas, yerras, y
muestras no conocerme. Sólo quiero que te llames hijo mío mientras muestres ser digno de serlo; y
si no lo hicieres, ya consideraré lo que debo hacer contigo. Todo esto viene de tu mucha ociosidad.
Cuando yo tenía tus años, no cuidaba de amores, sino que, movido por la pobreza, me fui al Asia y
allí gané con las armas honra y provecho”.
Hasta tal punto le removí, que el muchacho, oyendo tantas veces lo mismo, dicho con severidad,
creyó que por mis años y por el amor que le tenía, yo veía más claro que él. Se me fue, Cremes, al
Asia a sevir al Rey de Persia.
Cremes.- ¡Cómo!
Menedemo.- Ya hace tres meses que partió.
Cremes.- Ambos tenéis la culpa, pero su actitud es muestra de ánimo honrado y valeroso.-
PUBLIO TERENCIO AFRICANO (c. 195-158 a.C.): “El verdugo de sí mismo
[Heavtentimervmenos]”. (163 a.C.)..- Trad. del latín y pról. P. Voltes Bou. Barcelona, Iberia,
(c1990). Acto i, escena 1.

Mición.- ¡Eh, Estorax! Aun no ha vuelto Esquino de la cena de anoche, ni criado alguno de los
que le fueron a buscar.
Es muy cierto el dicho de que, si estás ausente de tu casa y te retrasas, es preferible que te ocurra
lo que tu mujer, airada, supone, que lo que temen tus parientes, propicios. La mujer, si os
demoráis, piensa que estáis en amores, o que andáis de banquete, o que os regaláis, mientras ella
sufre a solas. Pero yo, ¡qué cosas imagino al no haber vuelto ya mi hijo! ¡Cuántas figuraciones me
ponen en zozobra! Me temo que se habrá resfriado, o caido, o lisiado. Ah, ¿será posible que
alguien extreme tanto el cariño hacia otro, que le ame más que a sí mismo? Y aun éste no es hijo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 181
mío, sino de mi hermano, el cual desde su niñez es de condición muy diversa de la mía. Yo he
habitado en la ciudad tranquila y plácidamente desde mis primeros años, y, lo que algunos
consideran venturoso, no me he casado. Él es, por todos conceptos, el reverso de esta medalla; ha
4.- pasado la vida en el campo, entre escaseces y trabajos; se casó, tuvo dos hijos; yo adopté al
mayor. Le eduqué, le tuve conmigo, le amo como si fuese mío, hice de él objeto de mis alegrías:
en él tengo puesto todo mi afecto, y me esfuerzo en serle tan caro como él me lo es a mí. He sido
espléndido, benigno, y no he considerado necesario fiscalizar sus actos. Así, le he acostumbrado a
revelarme cosas de mozos que otros ocultan a sus padres. Porque el que se habitúa a engañar o a
burlar a su padre, sin duda tomará más osadía para hacerlo con los otros.
Y es que, a mi parecer, es mejor que os atéis a los hijos con lazos de modestia y de bondad, que
con los de temor. Mi hermano disiente de esto y le disgusta esta conducta: A veces acude gritando:
“¿Por qué haces esto, Mición? […] ¡Eres demasiado cándido!” Y él demasiado duro, injusto e
incomprensivo. Se engaña, en mi opinión, quien tiene por más fuerte la autoridad establecida en la
violencia, que la fundada en la amistad. […] El que cumple con su deber por temor al castigo, se
contiene mientras se cree observado, pero si confía en que sus actos permanecerán secretos, vuelve
a las andadas, […] Tal es pues el deber del padre: hacer que su hijo se acostumbre a la rectitud por
su voluntad y no por el temor de los demás. Ésta es la diferencia entre un padre y un amo. [...].- P.
TERENCIO AFER: Los hermanos [Adelphoe] (160 a.C.). Acto i, escena 1- Trad. P. Voltes Bou.

LAS DIVERSAS CONSTITUCIONES


La mayoría de los que quieren instruirnos acerca del tema de las constituciones, casi todos
sostienen la existencia de tres tipos de ellas: llama a una “realeza”, a otra “aristocracia” y a la
tercera “democracia”. Pero creo que sería muy indicado preguntarles si nos proponen estas
constituciones como las únicas posibles, o bien, ¡por Zeus! solamente como las mejores. Me parec
que en ambos casos yerran. En efecto, es evidente que debemos considerar óptima la constitución
que se integre de las tres características citadas. De ella hemos encontrado una experiencia no
teórica, sino práctica cuando Licurgo estructuró la primera constitución de los espartanos, que
presentaba estas peculiaridades. Sin embargo, tampoco se puede admitir que sólo existan estas tres
variedades: hemos visto constituciones monárquicas y tiránicas que, aunque difieran grandemente
de la realeza, parece que tengan cierta afinidad con ella: de ahí que todos los monarcas mientan y
usen del nombre “realeza” mientras les es posible: Han existido también muchas constituciones
oligárquicas que parecen tener alguna semejanza con las aristocracias, cuando, por así decir, distan
mucho de ellas. Y la misma afirmación es válida para la democracia.
La verdad de lo dicho se demuestra por lo siguiente: no todo gobierno de una sola persona ha de
ser clasificado inmediatamente como realeza, sino sólo aquel que es aceptado libremente y
ejercido más por la razón que por el miedo o la violencia. Tampoco debemos creer que es
aristocracia cualquier oligarquía; sólo lo es la presidida por hombres muy justos y prudentes,
designados por elección. Paralelamente, no debemos declarar que hay democracia allí donde la
turba sea dueña de hacer y decretar lo que le venga en gana. Sólo la hay allí donde es costumbre y
tradición ancestral venerar a los dioses, honrar a los padres, reverenciar a los ancianos y obedecer
las leyes; estos sistemas, cuando se impone la opinión mayoritaria, deben ser llamados
democracias. Hay que afirmar, pues, que existen seis variedades de constituciones: las tres
repetidas por todo el mundo, que acabamos de mencionar, y tres que les son afines por naturaleza:
la monarquía, la oligarquía y la demagogia La primera que se forma por un proceso espontáneo y
natural es la monarquía, y de ella deriva, por una preparación y una enmienda, la realeza. Pero se
deteriora y cae en un mal que le es congénito, me refiero a la tiranía, de cuya disolución nace la
aristocracia. Cuando ésta, por su naturaleza, vira hacia la oligarquía, si las turbas se indignan por
las injusticias de sus jefes, nace la democracia. A su vez, la soberbia y el desprecio de las leyes
desembocan, con el tiempo, en la demagogia. Se puede constatar clarísimamente la verdad de mis
afirmaciones, si nos paramos a pensar en los principios naturales, la génesis y las transformaciones
de cada constitución, porque sólo quien considera cómo nace cada una de ellas podrá entender
también su desarrollo, su culminación, sus transformaciones, su final y cómo, cuándo y de qué
manera acontecen. He creído que esta es la manera más adecuada a mi exposición, principalmente
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 182
en lo que atañe a la constitución romana, porque explica naturalmente, a partir del principio, su
estructura y su crecimiento.
4.- [...] / ¿A qué orígenes me refiero y de dónde afirmo que surgen las primeras comunidades
políticas? Cada vez que por inundaciones, por epidemias, por malas cosechas o por otras causas
por el estilo se produce un aniquilamiento de la raza humana, como los que sabemos que ya se han
dado, razón que hace pensar que se repetirán, incluso con frecuencia, en tal caso desaparecen las
costumbres y las habilidades de los hombres. Cuando los supervivientes se multiplican de nuevo
como una simiente y, a medida que transcurre el tiempo, llegan a ser multitud, entonces ocurre, por
descontado, lo mismo que con los seres vivos restantes: los hombres se reunen. Es lógico que lo
hagan con sus congéneres, en razón de su debilidad natural. Ineludiblemente el que sobresalga por
su vigor corporal o por la audacia de su espíritu dominará y gobernará. En efecto: lo que se
comprueba en las otras especies irracionales vivientes, debemos considerarlo como obra
rigurosamente auténtica de la naturaleza. Y entre los demás seres vivos es notorio que se imponen
los más fuertes: […] Su límite en el gobierno es su fuerza; a eso podemos llamarlo “monarquía”.
Pero cuando, con el tiempo, en estos grupos de hombres la convivencia hace surgir el
compañerismo se da el inicio de la realeza, y entonces por primera vez nacen entre los humanos las
ideas de belleza y de justicia, e igualmente las de sus contrarios.
La manera como estas nociones nacen y se desarrollan es la siguiente: los seres humanos tienden
por naturaleza a la unión sexual, de la que se sigue el nacimiento de los hijos; cada vez que uno de
ellos, llegado a la edad adulta, no agradece ni presta ayuda a los que le cuidaron en su crecimiento,
sino que, por el contrario, les daña y habla mal de ellos, es lógico y natural que esto desagrade y
ofenda a los que lo ven y saben los cuidados de los progenitores, las angustias que pasaron por sus
hijos y cómo los alimentaron y se preocuparon de ellos. […] Los hombres tienen conciecia de lo
sucedido y se indignan al punto, porque prevén el futuro y piensan que también a ellos les puede
ocurrir algo parecido. Y así cuando, para poner otro ejemplo, alguien que está apurado recibe de
otro una ayuda o un socorro, y no se muestra agradecido a su bienhechor, antes al contrario,
procura dañarle: es claro y natural que los que se dan cuenta de ello se enojen contra un hombre así
y les repugne, irritados por tal ofensa al prójimo e imaginándose a sí mismos en aquella situación.
De todo esto nace en cada hombre una cierta noción del deber, de su fuerza y de su razón, cosas
que constituyen el principio y la perfección de la justicia De modo semejante, siempre que un
hombre defienda a los restantes en un riesgo y se oponga y resista la arremetida de los animales
más fuertes, es natural que la masa del pueblo le otorgue distintivos de honor y de favor, pero de
reprobación y de disgusto, a quien hubiera hecho lo contrario. Y así también es explicable que en
las gentes nazca un concepto de lo bueno y de lo malo, así como de la diferencia que hay entre
estas dos nociones. La primera será objeto de imitación y de emulación, por las ventajas que
comporta; la segunda lo será de repulsa. Cuando, entre estos hombres, el jefe, el que detenta la
suprema autoridad, pone su fuerza de acuerdo con las nociones citadas, en armonía con los
pareceres de la multitud, de modo que sus subditos llegan a creer que da a cada uno lo que merece,
aquí ya no actúa el miedo a la fuerza bruta; es, más bien, por una adhesión a su juicio por lo que se
le obedece y se conviene en conservarle el poder incluso cuando envejece; le protegen y combaten
a su favor contra los que conspiran para derrocarlo. De esta manera se pasa inadvertidamente de la
monarquía a la realeza, cuando la supremacía pasa de la ferocidad y de la fuerza bruta a la razón.
Así se forma naturalmente entre los hombres la primera noción de justicia y de belleza, y de sus
contrarios, éste es el principio y la génesis de la realeza auténtica. Y el poder es reservado no
solamente a estos reyes, sino también a sus descendientes, al menos en la mayoría de los casos,
pues el pueblo cree que los engendrados por tales hombres y educados por ellos tendrán unas
disposiciones semejantes. Si eventualmente los descendientes de estos reyes son causa de disgusto,
la elección de nuevos reyes y de gobernantes ya no se hace según el vigor corporal o el coraje, sino
según la superioridad de juicio y de razón, pues las gentes ya tienen experiencia, basada en las
mismas obras, de la diferencia existente entre los dos tipos de cualidades. Antiguamente, una vez
elegidos para la realeza, los que detentaban esta potestad envejecían en ella: fortificaban y
amurallaban los lugares estratégicos y adquirían tierras, tanto por razones de seguridad como para
garantizar abundancia de lo necesario a sus subordinados. Al propio tiempo, el afanarse por esto
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 183
les libraba de toda calumnia y envidia, porque ni en los vestidos ni en la comida ni en la bebida se
distinguían de los demás. Llevaban una vida muy semejante a la de sus conciudadanos, pues en
4.- realidad compartían la del pueblo. Pero cuando los que llegaban a la regencia por sucesión y
por derecho de familia dispusieron de lo suficiente para su seguridad y de más de lo suficiente para
su manutención, entonces tal superabundancia les hizo ceder a sus pasiones y juzgaron
indispensable que los gobernantes poseyeran vestidos superiores a los de los súbditos, disfrutaran
de placeres y de vajilla distinta y más cara en las comidas y que en el amor, incluso en el ilícito,
nadie pudiera oponérseles. De ahí surgió la envidia y la repulsa que, a su vez, causó odio y una
irritación maligna. En suma, la realeza degeneró en tiranía, principio de disolución y motivo de
conspiración entre los gobernados. Los complots, los organizaba no precisamente la chusma, sino
hombres magnánimos, nobles y valientes, […].
[…] / La masa, cuando recibe caudillos, junta su fuerza a la de ellos por las causas ya citadas y
elimina totalmente el sistema real y el monárquico; entonces empieza y se desarrolla la
aristocracia. El pueblo, en efecto, para demostrar al instante su gratitud a los que derribaron la
monarquía, les convierte en sus gobernantes y acude a ellos para resolver sus problemas. Al
principio, estas nuevas autoridades se contentaban con la misión recibida y antepusieron a todo el
interés de la comunidad; trataban los asuntos del pueblo, los públicos y los privados, con un
cuidado prudente. Pero cuando, a su vez, los hijos heredaron el poder de sus padres, por su
inexperiencia de desgracias, por su desconocimiento total de lo que es la igualdad política y la
libertad de expresión, rodeados desde la niñez del poder y la preeminencia de sus progenitores,
unos cayeron en la avaricia y en la codicia de riquezas injustas, otros se dieron a comilonas y a la
embriaguez y a los escesos que las acompañan, otros violaron mujeres y raptaron adolescentes: en
una palabra, convirtieron la democracia [sic: aristocracia?] en oligarquía. Suscitaron otra vez en la
masa sentimientos similares a los descritos más arriba; la cosa acabó en una revolución idéntica a
la que hubo cuando los tiranos cayeron en desgracia.
Porque si alguien se apercibe de la envidia y del odio que la masa profesa a los oligarcas y se
atreve a decir o a hacer algo contra los gobernantes, encuentra al pueblo siempre dispuesto a
colaborar. Inmediatamente, tras matar a unos oligarcas y desterrar a otros, no se atreven a nombrar
un rey, porque temen todavía la injusticia de los pretéritos; no quieren tampoco confiar los asuntos
del estado a una minoría selecta, pues es reciente la ignorancia [sic: ignominia?] de la anterior.
Entonces se entregan a la única confianza que conservan intacta, la radicada en ellos mismos:
convierten la oligarquía en democracia y es el pueblo quien atiende cuidadosamente los asuntos
del estado. Mientras viven algunos de los que han conocido los excesos oligárquicos, el orden de
cosas actual resulta satisfactorio y se tienen en el máximo aprecio la igualdad y la libertad de
expresión. Pero cuando aparecen los jóvenes y la democracia es transmitida a una tercera
generación, ésta, habituada ya al vivir democrático, no da ninguna importancia a la igualdad y a la
libertad de expresión. Hay algunos que pretenden recibir más honores que otros; caen en esto
principalmente los que son más ricos. Al punto que experimentan la ambición de poder, sin lograr
satisfacerla por sí mismos ni por sus dotes personales, dilapidan su patrimonio, empleando todos
los medios posibles para corromper y engañar al pueblo. En consecuencia, cuando han convertido
al vulgo, poseído de una sed insaciable de gloria, en parásito y venal, se disuelve la democracia, y
aquello se convierte en el gobierno de la fuerza y de la violencia; porque las gentes, acostumbradas
a devorar los bienes ajenos y a hacer que su subsistencia dependa del vecino, cuando dan con un
cabecilla arrogante y emprendedor, al que, con todo, su pobreza excluye de los honores públicos,
desembocan en la violencia. La masa se agrupa en torno de aquel hombre y promueve degollinas y
huidas. Redistribuye las tierras y, en su ferocidad, vuelve a caer en un régimen monárquico y
tiránico.- POLIBIO Megapolitano (¿208-125? a.C.): Historias. (Libros I-II y VI). Gredos (c1991).
vi, 3-9.
Cuéntase que Scipión [Publius Cornelius Scipio Aemilianus Africanus (185-129 a.C.)], al ver
a Cartago totalmente destrozada y en ruinas, derramó abundantes lágrimas, deplorando en voz alta
las desgracias de sus enemigos. Reflexionando profundamente que la suerte de las ciudades,
pueblos e imperios tan sujeta está a los reveses de la fortuna como la de los simples particulares, y
recordando al lado de Cartago la antigua Ilión, tan floreciente, el imperio de los Asirios, el de los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 184
Medas, el de los Persas después, el de Macedonia, mayor que todos y tan poderoso hasta época
reciente, fuera que el curso de sus ideas trajera a su memoria los versos del gran poeta, o que la
4.- lengua se adelantara al pensamiento, dícese que pronunció en alta voz estas frases de Homero:
“Acércase el día de rendirse la gran Ilión, el día en que Príamo y su guerrero pueblo van a caer”.
Preguntole entonces Polibio, que tenía gran familiaridad con él por haber sido su preceptor, qué
sentido daba a estas palabras, y confesó ingenuamente que pensaba en su cara patria, temiendo el
porvenir que tendría por la inconstancia de las cosas humanas. Polibio, que oyó estas frases, las
refiere en su historia.- POLIBIO de Megalópolis:Historia universal durante
la república romana... Madrid, Librería de Hernando y Cía, 1902. Fragmentos, libro 39, II.

Influencias griegas y otras influencias extranjeras en Roma


[…] En el saqueo de Corinto, Polibio vio a soldados romanos que empleaban una de la pinturas
más famosas del mundo antiguo para jugar encima a los dados. Pero a los griegos no les gustaba
que sus pinturas, bronces y esculturas, la obra de sus grandes artistas, arrebatadas a sus ciudades y
templos, fueran a decorara las mansiones privadas de Roma o sus cercanías. Polibio dice que
cualquiera puede comprender que un conquistador se apodere del dinero o de las municiones, o
cualquier cosa que pudiera facilitar una nueva guerra o rebelión; pero las pinturas son diferentes, y
apoderarse de ellas era odioso. Pero las pinturas iban a Roma de todos modos. Varias veces, en los
últimos años [el Prefacio es de 1934], de las aguas griegas lan surgido diversas estatuas que hubieran
tenido a Roma como destino, pero los barcos naufragaron en el camino; y actualmente en Atenas y
Rodas uno puede ver estas obras maravillosas, que han sido limpiadas de las criaturas del mar que
se habían incrustado en ellas durante dos mil años. A menudo los romanos tenían que contentarse
con copias, de lo cual también debemos alegrarnos cuando se han perdido los originales. Los libros
griegos fueron a Roma; Homero y las obras de Eurípides, los escritos de Platón y otras filósofos; y
los romanos los leían cada vez más, y ello constituyó un valioso aporte para la humanidad. El
vencedor del rey Perseo rechazó toda parte del botín de Macedonia, con una sola excepción: tomó
la biblioteca del rey para sus hijos. Uno de esos hijos se convirtió en el amigo íntimo de toda la
vida de Polibio, Escipión el Africano, el joven, el conquistador de Cartago, centro de un grupo de
personas muy interesantes entre las cuales se encontraba Terencio, el dramaturgo romano […] y
ciertos filósofos. Casi todo lo que era bueno y trascendente estaba en este círculo
Un ejemplo de la influencia del pensamiento griego reviste especial significado. […] Había
varias corrientes y fuentes de la ley en Roma. Estaba la vieja ley civil, que abarcaba las
inmemoriales costumbres de Roma, pero había también otro tipo de ley, y otra idea de la ley. Al
irse expandiendo el poder de Roma, se produjeron naturalmente muchos juicios, que involucraban
la ley de Roma y también la de alguna ciudad muy diferente; ¿cómo se juzgaróa? Estos casos aín
se producen; podemos imaginar un barco inglés que transporta madera argentina (propiedad de un
ciudadano argentino), embestido en el Atlántico por un barco griego con mercancías egipcias; los
dos tienen que echar mercancías al mar para mantenerse a flote; uno se salva, remolcado a puerto
francés por un carguero noruego; el otro, por un barco jjaponés que lo lleva a puerto español.
Ahora resolvamos estas cuestiones: ¿quién fue el responsable de la colisión, quién pagó las
nercancías echadas al mar, quién paga a los dos barcos que los rescataron (o a sus propietarios) por
la pérdida de tiempo, etc., y de acuerdo con qué ley, inglesa, francesa, española o noruega? Los
jurisconsultos romanos se enfrentaron con casos en los cuales estaban involucrados los códigos de
diversos Estados, que quizás a primera vista eran cotradictorios; y ellos crearon lo que llamamos la
ley de las naciones. Tomaron los preceptos comunes a todos los Estados, o a muchos de ellos, y
vieron hasta qué punto se superponían, o hasta qué punto los principios subyacentes eran los
mismos; a partir de esta comparación obtuvieron un cuerpo de regalas para decidir casos tales
como el que hemos imaginado.- GLOVER, T. R.: op. cit. (1935). pp. 281-282.

[...] El año 598 de la fundación de Roma [753-598=155; 154 a.C.] entran por primera en cargo los
cónsules, inmediatamente después de la disolución de los comicios y la creación de cónsules para
el año siguiente [153 a.C.]. La sublevación de los españoles produce este cambio en la manera de
celebrar los comicios.- LIVIO, Tito: Décadas de la historia romana. Trad. Fr. Navarro y Calvo.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 185
Libro 47.

4.- (155 a. de J.C.) Los lusitanos, aliados con los Vetones, inician la nueva rebelión, y su caudillo
Púnico vence sucesivamente a los Pretores de la [Hispania] Ulterior (154 a. de J.C.), recorre la
región del Guadalquivir y llega a la costa mediterránea, donde muere, sucediéndole Césaro, quien,
mediante una estratagema, hizo un gran estrago en las legiones del Pretor de la Ulterior, Lucio
Mummio; invadió el Algarbe y aun pasó al África, llevando (153 a. de J.C.) hasta Arcila, en la
costa marroquí, su campaña de saqueo. El ejemplo lusitano parece haber llevado a los Celtíberos a
su segunda guerra con Roma, que tuvo por motivo ocasional la construcción de las nuevas
murallas de Segeda, la ciudad de los Belos, emplazada cerca de Belmonte, al sureste de Calatayud
[Aragón, actualmente]. En ella se concentraron también los Titos, y Roma consideró que las nuevas
murallas de Segeda eran (154 a. de J.C.) una violación de los pactos con [Tito Sempronio] Graco y
un preparativo para la guerra. Efectivamente, ésta comenzó al año siguiente (153 a. de J.C.), en
ocasión muy inoportuna para los Romanos, que en la Ulterior sufrían los ataques lusitanos. La
situación obliga una vez más a medidas excepcionales, y Roma envía a España, con un gran
ejército, al Cónsul Quinto Fulvio Nobilior, quien en la primavera se dirigió desde Tarragona al
Valle del Jalón y se presentó ante Segeda, que los Belos y Titos abandonaron para refugiarse en
Numancia, la capital de los Arévacos, poderosa tribu celtibérica del norte del Alto Duero, […].
GARCÍA DE VALDEAVELLANO, Luis: Historia de España. De los orígenes a la baja Edad
Media. Madrid, Revista de Occidente, (c1952). pp. 154-155.

De enero a diciembre... empecemos, pues (ya verán que por ese hilo se saca el ovillo)...
empecemos, pues, por marzo.
Marzo: dicen que Rómulo, tras fundar Roma y poblarla mediante el truco del asilo y el secuestro
de las niñas sabinas, dividió el año en diez meses. Fue muy natural el que Rómulo llamara Martius
(esto es, en romance, marzo) al primer mes en su nueva cronología, pues, según incontestable
declaración de su madre Rea Silvia, su padre era Marte, dios de la guerra, y Rómulo, con
veneración filial y pensando: a tal señor, tal honor, le puso un monumento imperecedero con
aquella denominación. Marzo: marcial: además, el nombre venía como anillo al dedo anular, pues
en ese mes (es cuando en Europa se asoma la primavera) solían reanudarse, después del forzoso
descanso invernal de las compañías, las empresas bélicas regulares en busca de espacio vital y rico
botín. Marzo... y después abril... Rómulo (o quienquiera que haya inventado el nombre) no
necesitaba imaginación de genio para dar en la tecla.
Abril, esto es el mes del abrir, porque (allá en Europa) durante el abril se abren en flor los
pimpollos de los frutales.
El nombre de mayo, en cambio, recuerda ya sea a un dios “Maius”, numen de la fertilidad, ya
sea a Maya, la madre de Mercurio, a la que durante el mes en cuestión solían brindarse sacrificios./
Y (ya que estamos hablando de las diosas) no cabe duda de que el mes de junio debe agradecer
su rubro a Juno, hermana y esposa del supremo dios Júpiter.
Marzo (de Marte): uno; abril (de “abrir”): dos; mayo y junio (de las deidades respectivas): tres y
cuatro. Y luego, el buen Rómulo, romano como era, ya no le alcanzó la fantasía. Empezó a contar
con los dedos. Quintilis, número cinco; Sextilis, seis; septiembre y octubre, siete y ocho; y
noviembre y diciembre: nueve y diez. Y allí terminó: su año tenía diez meses. Y como el
calendario romano se impuso en todo el mundo, también nosotros, estando en el undécimo mes,
seguimos llamándolo noviembre, o sea el noveno, […]
Pues bien: como Gayo Julio César había reformado el calendario, los romanos cambiaron el
nombre Quintilis (mes en que César había nacido) en julio, obligándonos aquí a repetir aún hoy
año por año durante treinta y un días el nombre gentilicio del gran Julio César. Esto sucedió en el
año 44 antes de Cristo, de modo que César, al ser asesinado, tenía ya garantida la supervivencia
dos veces milenaria en los almanaques.
Lo que fue justo para Julio César, no lo fue menos para su sobrino Augusto, quien dio su
nombre a aquel mes que antes se había denominado Sextilis. Por cierto, el nombre de Augusto, al
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 186
trocarse en “agosto” español, perdió un poco su augusta sonoridad de origen aunque sin agostarse
del todo.
4.- Por cierto, cuando el mes Quintilis se trocó en julio y el Sextilis en agosto, ambos ya no eran
más número cinco y número seis. Pues desde hacía una centuria atrás, el año ya no comenzaba,
como en tiempos de Rómulo, con el primero de marzo sino con enero. Enero o en latín
“ianuarius”, mes de Jano, el dios de los dos rostros, y febrero, o en latín “februarius”, llamado así
por los “februs” (solemne ceremonia de expiación que tenía lugar al finalizar el año)... enero y
febrero fueron originariamente los meses undécimo y duodécimo agregados al calendario
romuliano por Numa Pompilio. Pero...
Hacia fines del 154 antes de Cristo, estalló una rebelión en España. Los romanos tenían que
mandar una expedición punitiva. ¿Quién la comandaría? ¿Los cónsules del año cuyo mandato
estaba por vencer a los dos mese? ¡No, debían ser los nuevos cónsules que iban a hacerse cargo
en marzo!, pero ¿esperar hasta marzo? ¡Imposible! Los romanos, gente práctica, anticiparon ese
consulado por dos meses y comenzaron el 153 con enero... el que, por esa resuelta revolución
administrativa, fue ascendido de penúltimo a primero. Por ello, seguimos aún hoy festejando año
nuevo el primer día de enero... Como si enero se prestara para comenzar... Enero... En Europa, su
nombre figura, con justicia, en los diccionarios de ideas afines al lado de Siberia, esquimal,
carámbano, y bajo cero. Y entre nosotros se asocia con vacaciones, canícula, bikini, playa, mar y
dolce far niente.
No: en rigor enero es el mes menos apto para inaugurar un nuevo período... Pero ¡quién cambia
costumbres de dos mil años! Y todo por aquel motín ibérico...- THIELE, G.: “De Enero a
diciembre”; en su Calidoscopio [...]. pp. 74-76.

Durante su cuestura, logró [C. Julio César] la España Ulerior, donde, al recorrer las asambleas de
esta provincia, para administrar justicia por delegación del pretor, al llegara a Cádiz, viendo cerca
de un templo de Hércules la estatua de Alrjandro Magno [Según Plutarco, no fue la vista de una
estatua de Alejandro, sino la lectura de la vida de este príncipe, la que hizo derramar lágrimas a César.
Plutarco refiere, por otra parte, este hecho al tiempo de la pretura de César en España, y no a su cuestura,
como Suetonio. Las palabras de César dan, sin embargo, la razón a Suetonio, ya que en el tiempo de su
pretura tenía treinta y siete años, y en el de la cuestura treinta y tres, que fueron los que vivió Alejandro .],
suspiró profundamente como lamentando su inacción; y censurando no haber realizado todavía
nada digno a la misma edad en que Alejandro ya había conquistado el mundo, dimitió en seguida
su cargo para regresar a Roma y aguardar en ella la oportunidad de grandes acontecimientos. Los
augures dieron mayor pábulo a sus esperanzas, interpretando un sueño [Según Plutarco, César tuvo
este sueño en la noche que precedió al paso del Rubicón, o sea, dieciocho años más tarde .] que tuvo la
noche precedente y que pertusbaba su espíritu (pues había soñado que violaba a su madre),
prometiéndole el imperio del mundo, porque aquella madre que había visto sometida a él, no era
otra que la Tierra, nuestra madre común. / […]
Lo primero que ordenó al posesionarse de su dignidad {el consulado de 59 a. C.: el “de Julio y de
César”}, fue que se llevara un Diario [Acta diurna] de todos los actos populares {es decir: de los
comicios y de los concilios] y del Senado y que se publicase. [...].- SUETONIO: “Cayo Julio César,
7 y 20”; de su: Los doce césares

Julio César no sólo conquistó las Galias, cruzó el Rubicón, reformó el calendario y fue
asesinado en los idus de marzo, sino que también (¿lo sabía usted?) es el fundador del primer
diario de que se tenga noticia. Pues durante su primer consulado en el año 50 [sic: 59], creó en
Roma los así llamados “Acta diurna”, o sea “Hechos del día”. Tuvo larga vida este diario, pues
vinieron las batallas de Filipos y de Accio, surgió y murió Augusto, surgieron y murieron los 46
emperadores que lo siguieron hasta el gran Constantino, pero no murió, en 400 años de agitadísima
historia, el diario romano. Sólo cuando la residencia imperial se mudó a Constantinopla, se borran
también los vestigios de este primer periódico del mundo.
Diario, periódico, así decimos, pero claro que no debemos pensar en lo que hoy llamamos así. El
sntiguo diario estaba escrito a mano y apareció en un comienzo con un tiraje mínimo, pues tenía un
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 187
solo ejemplar caligrafiado en una placa de alba madera que se exhibía a modo de diario mural en
un sitio accesible al público, que allí mismo lo leía, lo comentaba y, a veces, tomaba notas. Luego
4.- no faltaron quienes explotaran el hambre de novedades, hacía copiar las noticias y
multiplicarlas por avezados esclavos y las enviaban a los cuatro vientos hasta la provincia más
lejana; lo que, dicen, era ya entonces negocio no despreciable.
Gustaría leer siquiera un ejempla de este precursos de la prensa moderna. Pero la colección de
fragmentos que se publicó en los siglos XV y XVI resultó una ingenua falsificación. En verdad no
conocemos ningún número de aquel extraño diario, pero las múltiples referencias alcanzan para
asegurar que en los “Acta diurna” se informaba, en escueta enumeración cronical, sobre asuntos de
estado, viajes de altos funcionarios, obras públicas, acontecimientos en la casa imperial, precios
oficiales, réditos a pagar, elecciones y fallos de los tribunales, pero también acerca de accidentes,
herencias, juegos de gladiadores, teatro y erupciones de volcanes.
Y –el mundo cambia pero el ser humano no cambia-- hubo multitud de noticias particulares
enviadas a la redacción para que las publicara, como de enlaces, nacimientos, divorcios y sepelios,
y los avisos fúnebres terminaban, como hoy, con la nómina de los deudos y la lacrimosa fórmula
constante: “heridos en el corazón”. Faltaba evidentemente la política. Ésta se reflejaba en otro
diario oficial, “Actas del Senado”, funndado igualmente por César. Pero ya Augusto prohibió su
divulgación.
Acta diurna… El lenguaje hizo su juego. Pues pronto la gente no hablaba de “actas diurnas”
sino, abreviando, de los “diurnos”. Y de allí nació el adjetivo “diurnalis”, que –olvidado ya qué
significaba “diario, cotidiano”-- fue transformado en “giornale” o “journal”, el nombre de varios
de los primeros periódicos impresos, aunque aparecieran una sola vez por semana, como, por
ejemplo en Venecia el “Giornale de Campo Cesáreo”, de 1686.
He aquí otro testimonio vivo de la permanencia de la cultura antigua en la nuestra. Hasta los
diarios de hoy son de ayer.- THIELE, G.: “Diarios en Roma”; en su: Calidoscopio… pp. 17-18.

[…] / Hay que leer esta recopilación de ensayos sobre Grecia y Roma. Bien. Quienes conocieron
al profesor Thiele, doctor honoris causa de la Universidad de Atenas, saben de su lúcida versación
en la lengua y en griego clásico y moderno.
Sin embargo, como le ocurrió a don Pedro Henriquez Ureña, apenas fue considerado por
determinados profesores en la Universidad de Buenos Aires. Lo de siempre. Sucede que también
los especialistas se olvidan [de] que los caminos de la cultura son infinitos.
Thiele tenía su cultura clásica. Cuánto aprendimos. Qué nobleza. Qué profundidad en su
sencillez.- CÓCARO, Nicolás: “El origen de la palabra ‘diario’.”; en La Nación. Sábado 20 de
marzo de 1993.

La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los
que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos éstos se diferencian entre sí en
lenguaje, costumbre y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Garona, de los belgas el
Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y
delicadeza de nuestra provincia [Provence]; y rarísima vez llegan allá mercaderes con cosas a
propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte
del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa por qué los helvéticos se
aventajan también en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los
germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho
ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Garona, el Océano y el país de los
belgas; por el de los secuanos y helvecios toca con el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman
su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al
Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte y por el río Garona se extiende hasta
los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España.
Entre los helvecios fue sin disputa el más noble y el más rico Orgetórige. Éste, siendo cónsules
Marco Mesala y Marco Pisón [60 a.C.], llevado de la ambición de reinar, ganó a la nobleza y
persuadió al pueblo “a salir de su patria con todo lo que tenían; diciendo que les era muy fácil por
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 188
la ventaja que hacían a todos en fuerzas, señorearse de toda la Galia”. Poco le costó persuadírselo,
porque los helvecios, por su situación, están cerrados por todas partes; de una por el Rin, río muy
4.- ancho y muy profundo, que divide el país helvético de la Germania; de otra por el altísimo
monte Jura, que lo separa de los secuanos; de la tercera por el lago Lemán y el Ródano, que parte
términos entre nuestra provincia y los helvecios. Por cuya causa tenían menos libertad de hacer
correrías, y menos comodidad para mover guerra contra sus vecinos; cosa de gran pena para gente
tan belicosa. Demás que para tanto número de habitantes, para la reputación de sus hazañas
militares y valor, les parecía término estrecho el de doscientas cuarenta millas de largo, con ciento
ochenta de ancho. / [...]
En toda la Galia dos son los estados de personas de que se hace cuenta y estimación; puesto que
los plebeyos son mirados como esclavos, que por sí nada emprenden, ni son jamás admitidos a
consejo. Los más, en viéndose adeudados, o apremiados del peso de los tributos o de la tiranía de
los poderosos, se dedican al servicio de los nobles, que con ellos ejercitan los mismos derechos
que los señores con sus esclavos. De los dos estados uno es el de los druidas, el otro el de los
caballeros. Aquellos atienden al culto divino, ofrecen los sacrificios públicos y privados,
interpretan los misterios de la religión. A su escuela concurre gran número de jóvenes a instruirse,
siendo grande el respeto que les tienen. Ellos son los que sentencian casi todos los pleitos del
común y de los particulares; si algún delito se comete, si sucede alguna muerte, si hay discusión
sobre herencia, o sobre linderos, ellos son los que deciden; ellos determinan los premios y los
castigos, y cualquier persona, ora sea privada, ora sea pública, que no se rinde a su sentencia, es
excomulgada, que para ellos es la pena más grave. Los tales excomulgados se miran como impíos
y facinerosos; todos se esquivan de ellos rehuyendo su encuentro y conversación, por no
contaminarse; no se les hace justicia por más que la pidan, ni se les fía cargo alguno honroso. A
todos los druidas preside uno con autoridad suprema. Muerto éste, le sucede quien a los demás
aventaja en prendas. En caso de haber muchos iguales, se hace la elección por votos de los druidas,
y aun tal vez de mano armada se disputan la primacía. En cierta estación del año se congregan en
el país de Chartres, tenido por centro de toda la Galia [la actual ciudad homónima: 88 km. SO de
Paris?], en un lugar sagrado. Aquí concurren todos los que tienen pleitos, y están a sus juicios y
decisiones. Créese que la tal ciencia fue inventada en Bretaña [es decir: la actual Inglaterra] y
trasladada de allí a la Galia. Aún hoy día los que quieren saberla a fondo van allá por lo común a
estudiarla.
Los druidas no suelen ir a la guerra, ni pagan tributos como los demás; están exentos de la
milicia y de todas las cargas concejiles. Con el atractivo de tantos privilegios son muchos los que
se dedican a esta profesión; unos por inclinación propia, otros por destino de sus padres y
parientes. Dícese que allí aprenden gran número de versos, y pasan a menudo veinte años en este
aprendizaje. No tienen por lícito escribir lo que aprenden, no obstante que casi en todo lo demás de
los negocios públicos y particulares se sirven de caracteres griegos. Por dos causas, según yo
pienso, han establecido esta ley: porque ni quieren divulgar su doctrina, ni tampoco que los
estudiantes, fiados en los escritos, descuiden en el ejercicio de la memoria, lo que suele acontecer a
muchos, que teniendo a mano los libros aflojan en el ejercicio de aprender y retener las cosas en la
memoria. Esméranse sobre todo en persuadir la inmortalidad de las almas y su trasmigración de
unos cuerpos en otros, cuya creencia juzgan ser grandísimo incentivo para el valor, poniendo
aparte el temor de la muerte. Otras muchas cosas disputan y enseñan a la juventud acerca de los
astros y su movimiento, de la grandeza del mundo y de la tierra, de la naturaleza de de las cosas,
del poder y soberanía de los dioses inmortales.
El segundo estado es el de los caballeros. Todos éstos salen a campaña siempre que lo pide el
caso u ocurre alguna guerra (y antes de la venida de César ocurría casi todos los años, ya fuese
ofensiva, ya defensiva); y cuanto uno es más noble y rico, tanto mayor acompañamiento lleva de
dependientes y criados, lo cual tiene por único distintivo de su grandeza y poder.- CAYO JULIO
CESAR: Comentarios de la guerra de las Galias. Trad. de J. Goya Muniain y M. Balbuena.
Barcelona, Iberia, (c1956). i, 1-2; vi, 13-15. (Obra de mediados del siglo I a.C).
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 189

4.- El asesinato de Julio César, visto con perspectiva actual en una novela reciente:
Los hombres, como los niños, queremos que nos cuenten siempre la misma historia, y el arte
consiste en hacer que parezca siempre distinta. En las últimas Pascuas me la pasé leyendo por puro
placer a un licenciado en letras clásicas especializado en topografía del mundo antiguo, que enseña
en universidades de Milán, Venecia, Chicago y en la Sorbona, y que vive en las afueras de
Módena. Se llama Valerio Massimo Manfredi y es uno de los grandes novelistas históricos de
Europa.
En nombre de ese género, hay que decirlo, se publican a diario esperpentos literarios,
falsificaciones burdas, tergiversaciones obscenas y biografías aburridas. Manfredi, sin embargo,
tiene el rigor del historiador serio y el don narrativo, una conjunción astral que le permite ser una
mezcla de Jenofonte y Salgari, como lo calificó un crítico del National Geographic. Es evidente
que el autor de la célebre saga Alexandros sigue la máxima de Oscar Wilde: "El único deber que
tenemos con la historia es reescribirla".
Los idus de marzo , su última novela, reescribe tres cosas: uno de los magnicidios más
legendarios de la historia de la humanidad, la famosa tragedia en cinco actos de William
Shakespeare acerca de la culpa y, sobre todo, la novela homónima y epistolar del norteamericano
Thornton Wilder, que se hundía en la psicología de los personajes a través de interesantes
soliloquios. Lo que para el Bardo y para Wilder era un drama humano y existencial alrededor de
los planes secretos y las motivaciones personales que terminaron con la vida del emperador Julio
César, para Manfredi es un thriller político. Pero escrito -algo bastante inusual- por alguien que
entiende profundamente la política.
Entender esa materia parece fácil, pero no lo es. Notables periodistas y politólogos, reputados
intelectuales y hasta dirigentes dedicados al asunto suelen carecer del don de la comprensión
profunda de la política. A veces ese don se parece al oído musical. Uno puede aprender la técnica
suficiente como para tocar el piano, y puede tocarlo aceptablemente bien. Sin embargo, un
verdadero talento sabe de la música más allá de los mecanismos.
Algunos creen que cuestiones colaterales a la política son la política. Piensan erróneamente que
hablar de la corrupción, del funcionamiento de las corporaciones, del prontuario y la personalidad
de los dirigentes o incluso de las razones ideológicas de un acto de gobierno los hace acreedores a
la virtud de entender de verdad esa materia difícil y apasionante. Eso sería como pensar que
conocer la madera, dónde se fabrican las cuerdas, cuál es la medida ideal del diapasón y cómo se
llama la escuela donde estudiaron los mejores luthiers construye necesariamente a un buen
guitarrista. Quiero decir: Manfredi no sólo conoce los instrumentos; tiene además un oído político
que está por encima, incluso, de su performance literaria.
Borges sostenía que los hombres estaban condenados a revivir, a través de los tiempos, una y
otra vez los mismos hitos y batallas. Por fortuna, sin embargo, las democracias modernas tienen
ahora formas menos sangrientas de sustitución de los elencos del poder. En América latina la
tienen desde no hace mucho: desde que terminaron los siniestros golpes de Estado instrumentados
por las fuerzas armadas y desde que los castigos se llevan únicamente a cabo mediante los votos y
las urnas. Haciendo, entonces, esta salvedad crucial, el mítico final de Julio César sólo funciona
hoy como una simple metáfora del ocaso y la derrota de un gobernante. Aclaración fundamental en
esta época de mala fe, en la que cualquier cosa es manipulada para el escarnio.
Manfredi se refiere tangencialmente a esta metáfora cuando explica que lo sucedido en Roma el
15 de marzo del año 44 antes de Cristo tiene connotaciones en el presente: "Para la sociedad civil
se planteaba entonces, como se plantea ahora, si se debe preferir la libertad o la seguridad y la
paz". El poder total de César era el producto del largo período de desintegración y caos que lo
había precedido. La sociedad buscó un hombre fuerte y luego comenzó a quejarse cuando ese líder
providencial se perpetuó en el poder y adoptó las irritantes actitudes de un monarca.
Cicerón pensaba, en un primer momento, que esa asunción del poder era un mal menor, pero
luego empezó a comprender que el descontento cundía por todos lados y que la defensa de las
libertades cívicas quedaba subordinada a la tranquilidad. Esa tranquilidad, en tiempos
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 190
contemporáneos, podría tener su parangón en cierta estabilidad económica relativa. Se me ocurre
esta actualización dilemática: libertades cívicas versus estabilidad económica.
4.- Para los romanos, este dilema significaba, lisa y llanamente, una lucha entre la república y la
tiranía.
En palacio, una amante de César lo sorprendió en una intimidad exhausta y fatalista, y le dijo:
"Cuanto mayor es tu poder, mayor es la envidia; cuanto mayor es tu valor, mayor es el odio. Es
algo inevitable". César sentía que no sólo sus enemigos políticos preparaban su caída, sino que
toda la sociedad esperaba, hastiada y ansiosa, ese desenlace. El resultado es conocido: un grupo de
"luchadores de la libertad" esperan a Julio César en el Senado y lo apuñalan, y luego salen por la
calle buscando las vivas y ovaciones del pueblo.
Los sucesos que siguen a esas primeras horas son más interesantes aún, puesto que encierran
una inquietante lección política. El protagonista de ese segundo momento es Marco Antonio,
futuro amante de Cleopatra y cónsul en funciones, un guerrero que había luchado junto a César y
al que algunos habían intentado implicar en un complot: sugestivamente, Antonio no había 4.-
aceptado el convite, pero tampoco había denunciado a los conjurados. Era un barón del partido del
poder. E hizo de inmediato un descubrimiento asombroso: "No saben qué hacer. No tienen idea.
Nadie se ha preocupado de pensar en lo que sucedería después". Se refería a los "libertadores",
como se los nombraba. El único proyecto que tenían era desplazar a Julio César, una obsesión que
no les había permitido idear qué rumbo le darían después al Imperio Romano.
A continuación, Marco Antonio se movió con rapidez y astucia. Procuró tener a mano, en estado
de alerta y a modo de disuasión, un pequeño pero discreto ejército de legionarios, y pidió
parlamentar con los senadores que habían vencido al dictador. En una cena con Casio, uno de
ellos, le hizo saber que la correlación de fuerzas no los beneficiaba, que la ciudad bullía, que no
tenían destino, que habían fracasado en lo político y que el partido del poder se haría cargo del
gobierno. "Todo debe arreglarse -pone Manfredi en boca de Marco Antonio-. Todo debe volver a
la normalidad. Propondré para ustedes una amnistía y les serán asignados cargos de gobierno en
las provincias."
Ese día triunfó Marco Antonio, que era un cesarista portentoso y contaba con un aparato y una
vocación verdadera de poder. Los resultados fueron, no obstante, catastróficos: estalló una
sucesión de luchas y guerras internas, la república cayó en desgracia y dio paso a una variación
monárquica llamada principado, a una figura monumental como Augusto y a una cadena de
césares dictatoriales que desembocó en Nerón. Manfredi muestra la inutilidad del derrocamiento
de César y el rosario de malentendidos y cegueras entre dirigentes y gobernantes, los riesgos de
pretender el poder absoluto, la liviandad de quienes quieren el gobierno sin saber exactamente qué
hacer con él y la frustrante experiencia de creer una y otra vez que el problema son los hombres y
no los sistemas políticos y las sociedades que los han parido.
Como si ante una sucesión de cortocircuitos y apagones creyéramos una y otra vez que el
problema son las llaves térmicas o los tapones y no la instalación eléctrica.
Es cierto. El único deber que tenemos con la historia es reescribirla. Así en los libros como en la
realidad.- FERNÁNDEZ DÍAZ, Jorge: “Una inquietante lección de historia”; en La Nación.
Sábado 15 de mayo de 2010.

Cap. 1. Del ocio de Escipión y cuán diferente era el de Cicerón.


De Publio Escipión, hijo mío Marco, aquel a quien se dio el primer renombre de Africano,
escribe Catón, que fue contemporáneo suyo, que solía decir que nunca estaba menos ocioso, que
cuando estaba ocioso; ni más acompañado, que cuando estaba solo. Palabras dignas por cierto de
un varón tan esclarecido, que declaran que él cuando no hacía otra cosa, meditaba los negocios, y
que estando solo, los trataba consigo mismo para no estar nunca ocioso, ni necesitar algunas veces
de compañía para hablar. De modo que dos cosas que a otros suelen descaecer, es a saber, el ocio y
la soledad, a él le estimulaban. [...]
Cap. 4 Honestidad común, como obligaciones comunes; nunca se ha de comparar lo honesto con
la utilidad común. /
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 191
[...] Los que miden todas las cosas por sus propios intereses y conveniencias, y no quieren
reconocer lo que prepondera la honestidad, suelen comparar en sus deliberaciones lo honesto con
lo que juzgan ellos por útil, no así los hombres de bien. [...] Porque en realidad no solamente es
4.- malo estimar en más lo que parece útil que lo honesto, sino que aun el comparar uno con otro y
dudar de ello, es muy reprensible. [...]
Cap. 6. La utilidad de cada uno y la de todos es una misma:
[...] / Es necesario, pues, que caminemos todos en este presupuesto: que la utilidad de cada uno
en particular y la universal es una misma, y que si alguno quiere usurpársela, se deshará la
sociedad humana. Si la misma naturaleza prescribe que desee mirar un hombre por otro, sea quien
fuere, sólo por ser hombre como él; es preciso que, según la naturaleza, sea común la utilidad de
todos. Esto supuesto, a todos nos une la misma y única ley natural; y si esto es así, por la misma
ley se nos prohibe el ofender a otro. El primer principio es indisputable, luego lo es también la
consecuencia. Lo que dicen algunos que nada usurparán a sus padres ni hermanos por aumentar
sus intereses, pero que no milita la misma razón en los demás ciudadanos, esto es una locura, es
pensar que no hay algún derecho común, ni ley de la sociedad fundada en la utilidad común; cuya
máxima va enderezada a desmembrar el cuerpo civil. Otros creen que esta ley obliga en orden a los
ciudadanos, y no con los extranjeros; éstos destruyen la general sociedad de los hombres; cuya
disolución aniquila la beneficencia, liberalidad, bondad y justicia. Y se han de notar como impíos
contra los mismos Dioses los que tiran a destruir estas virtudes, porque intentan romper la sociedad
establecida entre los hombres, cuyo vínculo más estrecho es juzgar que se opone más a la
naturaleza el que un hombre usurpe algo a otro por valer más, que el padecer todos los trabajos del
cuerpo y de la fortuna, y aun los del ánimo que sean contra la justicia: que es la virtud por
excelencia, y como reina y señora de todas las demás.
Mas por ventura dirá alguno, ¿no podrá un sabio si está muriéndose de hambre quitar la comida
a otro hombre que no sirva de nada en la República? De ninguna de las maneras. Porque a ninguno
le es más útil su vida misma, que la conciencia de no ofender a otro por su propio interés. [...]
Cap. 16. Disposición del derecho romano para establecer la buena fe en los tratos.
[…] En orden a los bienes raíces ordena entre nosotros el derecho civil que el vendedor advierta
todas las faltas que sepa de aquello que vende. Porque como solamente obligue la ley de las Doce
Tablas a cumplir lo que expresamente se prometió, condenando a la pena del duplo al que lo
negase; han establecido pena también los juriconsultos por lo que se oculte, determinando que el
vendedor quede responsable a las faltas que tenga su heredad, si sabiéndolas no las manifestó
claramente al tiempo de la venta. [...]
Cap. 20. Nunca hay causa para pecar /
[…] ¿Puede caber en un hombre de bien mentir por sus intereses, acusar, usurpar y engañar?
Nada menos que eso. ¿Hay alguna cosa de tanta importancia, ni conveniencia tan digna de
desearse, que aventuremos por ella la gloria y la fama de hombres de bien? ¿Qué, tanto puede dar
ésta que llaman utilidad, comparada con lo que quita, si nos despoja del nombre de buenos, de la
fidelidad y la justicia? Porque ¿qué diferencia hay de que un hombre se transforme en fiera, a que
ejerza crueldades de fiera en figura de hombre?
Cap. 21. Males que provienen del falso principio de tener por honesto lo que parece útil
Y aquellos que desprecian todo lo bueno y honesto, con tal que consigan el poderío, ¿no hacen
lo mismo que el que quiso tener un suegro, por cuyo atrevimiento y maldad deseaba hacerse
poderoso? A él le parecía muy útil el poder mucho a costa del odio del otro: pero no veía qué
injusto era en orden a su patria, qué inútil y deshonroso. Continuamente tenía el suegro en la boca
aquellos versos griegos de los fenicios [sic: las Fenicias], los cuales traduciré como pueda, acaso sin
gracia, pero de modo que pueda entenderse el pensamiento:
Sólo el trono merece ser comprado
Con un delito; mas en todo el resto
Sea inviolable la ley de la justicia.
Abominable sentencia de Eteocles, o por mejor decir de Eurípides, que exceptuó de la ley el más
grande de todos los delitos. ¿Para qué hago yo mención de otras cosas menores como mercaderías
y ventas engañosas? Aquí tienes delante de los ojos quien deseó ser rey del pueblo romano y señor
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 192
de todo el mundo, y lo logró. Este deseo, cualquiera que le tenga por honesto, será él tenido por
loco, porque aprueba la total extinción de las leyes y de la libertad, y tiene por gloriosa la opresión
de ellas tan torpe y aborrecible. [...] Así que la utilidad se ha de medir por la honestidad, y de
4.- modo que sólo se distingan los dos vocablos, pero en realidad sean y signifiquen una misma
cosa.- MARCO TULIO CICERÓN: Los oficios o Los deberes. Libro iii, capítulos 1, 4, 6, 16, 20,
21.
La república
(Escipión).- ... Si en un pueblo se alzan uno o muchos ricos y opulentos, muy pronto, según
dicen éstos, su orgullo y pretensiones dan lugar al nacimiento de privilegios que reconocen los
tímidos y débiles que se humillan ante la soberbia de los ricos. Añaden, que si el pueblo sabe
conservar sus derechos, nada hay más glorioso, libre y afortunado, porque entonces es árbitro
soberano de las leyes, de los juicios, de la guerra, de la paz, de las alianzas, de la vida y de la
fortuna de cada cual. Éste es, según aseguran, el único gobierno que merece el nombre de
república, es decir, de cosa del pueblo. Y así es que muchas veces se ve al pueblo tratar de
libertarse del poder de los reyes y de los patricios, mientras no hay ejemplo de que un pueblo libre
haya recurrido a la monarquía o al imperio y protección de los grandes. Aseguran que es injusto
condenar en absoluto la causa popular con motivo de los desenfrenos de un pueblo, que nada hay
más fuerte ni más inquebrantable que una república en que reina la concordia y en la que no
domina otro deseo que el de mantener la libertad y el bienestar general; en fin, que la concordia es
cosa muy fácil en una sociedad en que todos tienen igual interés, mientras que de la diversidad de
intereses nace la discordia en todas partes. Así es que mientras ha gobernado la aristocracia no ha
existido tranquilidad, encontrándose aún menos en la monarquía, que, como dijo Ennio, “no
respeta sociedad ni ley”.
Puesto que la ley es el lazo de la sociedad civil y el derecho que concede la ley es igual para
todos, ¿qué derechos pueden existir en una sociedad cuyos miembros no son iguales? Si no se
quiere establecer la igualdad de fortunas, si es imposible la de talentos, al menos debe establecerse
la igualdad de derechos entre todos los individuos de una misma república. ¿Qué es una sociedad
sin igual participación en los derechos?...- M. TULIO CICERÓN: Tratado de la república. Libro I
(fragmento). Trad de T. Navarro y Calvo

Marco Bruto a Ático, salud: Dicesme que Cicerón extraña que nunca hable de sus actos
públicos, y tu instas para que te escriba lo que pienso de ellos. Te complaceré en lo que deseas. Sé
que Cicerón todo lo hace con excelentes intenciones: ¿quién conocerá mejor que yo su cariño a la
República? Pero en algunas ocasiones lo encuentro... ¿cómo diré? ¿inexperto? no, porque es
hombre prudentísimo. ¿Diré que emplea rodeos y miramientos? no, porque ha arrostrado sin
vacilar por la República la temible enemistad de [Marco] Antonio. ¿Qué diré, pues? una sola cosa:
que antes ha irritado que reprimido en el pecho de un niño la pasión del poder y la arbitrariedad;
que por complacerle le concede favores inconvenientes, cuyo peso cae duplicado sobre su cabeza,
cuando ha hecho perecer a más de uno, mereciendo el nombre de sicario mejor que Casca, [...]
Nuestro amigo Cicerón se lisonjea de que su toga ha bastado para romper las armas de Antonio:
¿qué importa si la herencia de Antonio es el precio de su caída? ¿si el destructor de este grande
azote lo reemplaza con otro mal cuyas raíces serán mucho más profundas y fuertes, suponiendo
que le dejase desarrollarse? Es evidente que la idea de un amo no subleva a Cicerón sino siendo
Antonio ese amo. Y omitiré que no rechaza del tirano más que la arbitrariedad, y no el despotismo
que prodiga a la vez y sin medida triunfo, dinero, honores, decretos. ¿Se avergonzará Octavio de
su fortuna cuando la escuda un consular como Cicerón?
Habiéndome obligado a hablar, habrás de oir verdades muy penosas. Demasiado dolor
experimento yo mismo al tener que escribírtelas. Sé cómo consideras las heridas de la República;
sé que por gravísimas que son, todavía ves remedio para ellas. Lejos estoy, a fe mía, de censurarte,
querido Ático; tú no eres hombre de acción; [...] Dirás que Cicerón teme aún las reliquias de la
guerra civil; mas ¿puede temerse a un enemigo vencido hasta el punto de cerrar los ojos ante la
audacia de un niño que dispone de un ejército victorioso, ni prevenirse contra su poder? ¿O
considera ya este poder tan irresistible que no hay más que ponerlo todo voluntariamente a su
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 193
disposición? ¡Oh ceguedad profunda del temor que no ve otra precaución contra el mal que pudo
quizá evitar, que salirle al encuentro y atraerlo! Hoy nos asustamos demasiado de la muerte, del
destierro y la pobreza. Ésta es la mayor desgracia para Cicerón. Mientras encuentra a quien pedir
4.- lo que desea, mientras le prodigan deferencias y alabanzas, acepta servidumbre honrosa, si es
que existe algo honroso en la humillación más vergonzosa. Pero Octavio llama padre a Cicerón, le
consulta en todo, le colma de alabanzas y felicitaciones... ya se verá que las obras desmienten las
palabras. [...] Este honrado Cicerón no tiene más que un objeto y a él se dirige, corriendo, volando:
la protección de Octavio. Por mi parte declaro que nada valen para mí sus extraordinarios talentos.
¿De qué le sirven tantos y tan elocuentes escritos acerca de la libertad, de la patria, de la dignidad
del hombre, de la muerte, de la proscripción, de la pobreza? [...] Que continúe alabándose, pero
que no insulte nuestros dolores. ¿Qué hemos ganado con la derrota de Antonio, si solamente se le
ha expulsado para dar su puesto a otro? Y, además, tu carta me deja algunas dudas acerca de esta
derrota. ¡Qué viva, pues, Cicerón, ya que puede vivir suplicando, sumiso, sin respetar su edad, sus
dignidades y grandes acciones! Por mi parte, hago la guerra a las cosas, esto es, a la tiranía, a los
poderes extraordinarios, a todo dominio, a toda autoridad que se coloca sobre las leyes. Por suave
y llevadera que se haga la esclavitud, siempre me espantará. [...] Si no te quisiera tanto como
Cicerón cree que le quiere Octavio, nada de esto te habría escrito. Mucho deploro el dolor que esta
carta ha de causarte, por lo mucho que amas a tus amigos, y especialmente a Cicerón. Mi cariño
hacia él en nada ha disminuido, te lo aseguro; pero ha decaído mucho en mi estimación. [...].-
Carta N° XVII de las de Cicerón y amigos. (43-42 a.C.). Trad. de F. Navarro y Calvo.

Dichoso aquél que, lejos de ocupaciones, como la primitiva raza de los mortales, labra los
campos heredados de su padre con sus propios bueyes, libre de toda usura, y no se despierta, como
el soldado, al oir la sanguinaria trompeta de la guerra, ni se asusta ante las iras del mar,
manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos.
Así pues, ora enlaza los altos álamos con el crecido sarmiento de las viñas, ora contempla en un
valle apartado sus rebaños errantes de mugientes vacas, y amputando con la podadera las ramas
estériles, injerta otras más fructíferas, o guarda las mieles exprimidas en ánforas limpias, o esquila
las ovejas de inestables patas. / O bien, cuando Otoño ha levantado por los campos su cabeza
engalanada de frutos maduros, ¡cómo goza recolectando las peras injertadas y vendimiando la uva
que compite con la púrpura, para ofrendarte a ti, Priapo, y a ti, padre Silvano, protector de los
linderos! / Agrádale tumbarse unas veces bajo añosa encina, otras sobre el tupido césped; corren
entretanto las aguas por los arroyos profundos, los pájaros dejan oir sus quejas en los bosques y
murmuran las fuentes con el ruído de sus linfas al manar, invitando con ello al blando sueño.
Y cuando la estación invernal de Júpiter tonante apresta lluvias y nieves, ya acosa por un sitio y
por otro con sus muchas perras a los fieros jabalíes hacia las trampas que les cierran el paso, ya
tiende con una vara lisa sus redes poco espesas, engaño para los tordos glotones, y captura con lazo
la tímida liebre y la grulla viajera, trofeos que le llenan de alegría.
¿Quién, entre tales deleites, no se olvida de las cuitas desdichadas que el amor conlleva?
Y si, por otra parte, una mujer casta, cumpliendo con su oficio, atiende la casa y a los hijos
queridos –como la sabina o la esposa, abrasada por el sol, del ágil ápulo-, enciende el fuego
sagrado del hogar con leños secos un poco antes de que llegue su fatigado esposo y, encerrando la
bien nutrida grey en la empalizada del redil, deja enjutas sus ubres repletas; si, sacando vino del
año de la dulce tinaja, prepara manjares no comprados, no serán más de mi gusto las ostras del
lago Lucrito, o el rodaballo o los escaros –si tronando la tempestad en las olas orientales desvió
algunos hacia este mar-, ni el ave africana ni el francolín jónico caerán en mi estómago más
placenteramente que la aceituna recogida de las ramas más cargadas de los olivos, o la hoja de la
acedera, amante de los prados, o las malvas salutíferas para el cuerpo enfermo; o que la cordera
sacrificada en las fiestas Terminales [23 de febrero], o que el cabrito arrancado al lobo.
Entre estos manjares, ¡qué gusto da contemplar las ovejas que vuelven rápidas al aprisco
después del parto, contemplar los bueyes cansados arrastrando con su cuello lánguido el arado
vuelto del revés, y los esclavos, enjambre de la fecunda casa, colocados en torno de los Lares
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 194
relucientes! / Cuando el usurero Alfil hubo así discurseado, dispuesto a convertirse de inmediato
en labrador, recogió en las Idus todo su dinero, decidido a renovar sus préstamos en las Calendas.-
QUINTO HORACIO FLACO (Venusia, 65 a.C.-Roma, 8 a.C.): Epodos y odas. Trad. intr. y
notas de V.C. López. Madrid, Alianza, (c1985). Beatus ille (Epodos, 2). pp. 40-42.
4.- Dichoso el que de pleitos alejado, / cual los del tiempo antigo,
labra sus heredades, no obligado / al logrero enemigo.
Ni la arma en los reales le despierta, / ni tiembla en la mar brava;
huye la plaza y la soberbia puerta / de la ambición esclava.
Su gusto es, o poner la vid crecida, / al álamo ayuntada,
o contemplar cuál place, desparcida, / al valle su vacada.
Ya poda el ramo inútil, o ya enjiere / en su vez el extraño;
o castra sus colmenas, o si quiere / tresquila su rebaño.
Pues cuando el padre Otoño muestra fuera / la su frente galana,
con cuánto gozo coge la alta pera, / las uvas como grana,
Y a ti, sacro Silvano, las presenta, / que guardas el ejido,
debajo un roble antiguo ya se asienta, / ya en el prado florido.
El agua en las acequias corre, y cantan / los pájaros sin dueño;
las fuentes al murmullo que levantan, / despiertan dulce sueño.
Y ya que el año cubre campo y cerros / con nieve y con heladas,
o lanza el jabalí con muchos perros / en las redes paradas;
o los golosos tordos, o con liga / o con red engañosa,
o la extranjera grulla en lazo obliga; / que es presa deleitosa.
Con esto, ¿quién del pecho no desprende / cuánto en amor se pasa?
¿Pues qué, si la mujer honesta atiende / los hijos y la casa?
Cual hace la sabina o calabresa, / de andar al sol tostada,
y ya que viene el amo enciende apriesa / la leña no mojada.
y ataja entre los zarzos los ganados, / y los ordeña luego;
y pone mil manjares no comprados, / y el vino como fuego.
No me serán los rombos más sabrosos, / ni las ostras, ni el mero,
si algunos con levantes furiosos / nos da el invierno fiero.
Ni el pavo caerá por mi garganta, / ni el francolín greciano,
más dulce que la oliva que quebranta / la labradora mano,
la malva o la romaza enamorada / del vicioso prado.
La oveja en el disanto degollada, / el cordero quitado
al lobo; y mientras como, ver corriendo / cuál las ovejas vienen;
ver del arar los bueyes, que volviendo / apenas se sostienen;
ver de esclavillos el hogar cercado, / enjambre de riqueza..
Ansí dispuesto un cambio, ya al arado / loaba [y] la pobreza:
ayer puso a sus ditas todas cobro, / mas hoy ya torna al logro.

¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruído, / y sigue la escondida
senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho / de los soberbios grandes el estado, / ni del dorado techo
se admira, fabricado / del sabio moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama / canta con voz su nombre pregonera; / ni cura si encarama
la lengua lisonjera / lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento, / si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento
ando desalentado / con ansias vivas y mortal cuidado?
¡Oh campo, oh monte, oh río! / ¡Oh secreto seguro, deleitoso! / Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo / huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño, / un día puro, alegre, libre quiero; / no quiero ver el ceño
vanamente severo / del que la sangre sube o el dinero.
Despiértenme las aves / con su cantar suave no aprendido; / no los ciudados graves
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 195
de que es siempre seguido / quien al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo, / gozar quiero del bien que debo al cielo, / a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo, / de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera / por mi mano plantado tengo un huerto, / que con la primavera
4.- de bella flor cubierto / ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa / de ver y acrecentar su hermosura, / desde la cumbre airosa
una fontana pura / hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada, / el paso entre los árboles torciendo, / el suelo de pasada
de verdura vistiendo, / y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea, / y ofrece mil olores al sentido, / los árboles menea
con un manso ruído, / que del oro y del cetro pone olvido.
Ténganse su tesoro / los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver el lloro / de los que desconfían / cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena / cruje, y en ciega noche el claro día / se torna; al cielo suena
confusa vocería, / y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla / mesa, de amable paz bien abastada, / me baste; y la vajilla
de fino oro labrada / sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable- / mente se están los otros abrasando / en sed insaciable
del no durable mando, / tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido, / de yedra y lauro eterno coronado, / puesto el atento oído
al son dulce acordado, del plectro sabiamente meneado.- LUIS DE LEÓN (Belmonte, Cuenca, c.
1528-Madrigal, 1591): Poesías [...]. Barcelona, Planeta, (c1970). Trad. del “Beatus ille” de
HORACIO; y su propia: “Vida retirada” (Odas, 1). pp. 9-12, 242-246.

Tú no preguntes -¡pecado saberlo!- qué fin a mí, cuál a ti dieron los dioses, Leucónoe, ni las
babilonias cábalas consultes.
¡Cuánto mejor soportar lo que venga, ya si muchos inviernos nos ha concedido Júpiter o si es el
último éste que ahora deja sin fuerzas al mar Tirreno batiéndolo contra los escollos que se le
enfrentan!
Sé sabia, filtra el vino y, siendo breve la vida, corta la esperanza larga. Mientras estamos
hablando, habrá escapado envidiosa la edad: aprovecha el día, fiando lo menos posible en el que ha
de venir.- Q, HORACIO FLACO: Odas, I, 11. Trad. V.C. López. (Libro de bolsillo, 1121)

¿A dónde os lanzáis, a dónde, criminales?, o ¿por qué adaptáis a vuestras diestras las espadas
que habían sido envainadas?, ¿es que ha sido poca la sangre latina derramada por llanuras y por
mar?: no para incendiar el romano las fortalezas altaneras de la envidiosa Cartago, ni para que el
britano, sin sufrir heridas, descienda encadenado por la vía Sacra, sino para que esta capital
perezca bajo su propia diestra, según los deseos de los partos.
Ni lobos ni fieros leones tuvieron nunca costumbre tal, si no era contra animales de distinta
especie. ¿Tal vez os arrastra la locura cegadora, o una fuerza mayor, o vuestro propio sentimiento
de culpa? ¡Respondedme!
Calla y una blanca palidez cubre sus rostros, quedan desconcertadas sus mentes al sentir el
reproche. / Así es: destinos amargos y el crimen del fratricidio persiguen a los romanos desde que
se derramó por tierra la sangre, funesta para sus descendientes, del inocente Remo.- Q. HORACIO
FLACO: Epodos, 7. (38 a.C.?). (Los Epodos fueron comenzados en 41 a.C.; las Odas, terminadas
en 13 a.C.)

[…] / ¿Por qué dejas esto para otro año? / Comenzar una obra es tener hecha la mitad.
Atrévete, pues, a ser juicioso: comienza.
El hombre que deja para más tarde el conducirse bien, espera, como el campesino, a que el río
deje de correr. Pero el río corre y correrá por los siglos de los siglos. / […].- Q. HORACIO
FLACO: “Epístolas, libro I, 2. A Lelio”; en Obras completas. […] Versión castellana de Tomás
Meabe. Paris, Garnier hnos., s.f. p. 249.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 196

A partir de aquella época [del Imperio] la mayoría de las cosas comenzaron a hacerse en secreto
y por motivos ocultos; y si algo se hacía en público no se le daba crédito, puesto que no podía ser
comprobado. Por esto se sospechó que todo se hacía y decía por deseo del emperador y de los que
4.- influían en él. En consecuencia se difundieron muchos rumores sobre hechos que en realidad
nunca habían sucedido, mientras que se desconocían muchos otros que habían sucedido, y casi
todas las versiones oficiales de los sucesos eran distintas de la realidad.- DIÓN CASIO: Historia
romana (229).- cf.: MILLAR, Fergus: “Gobierno y administración”, en MILLAR, F. (comp.): El
Imperio romano y sus pueblos limítrofes. El mundo mediterráneo en la Edad Antigua, IV.
Madrid, Siglo Veintiuno, (c1973). (Historia universal, 8). p. 68.

Ya era acabado el día cuando Júpiter, mirando desde lo más alto del firmamento el mar cruzado
de rápidas velas, y las dilatadas tierras, y las playas, y los remotos pueblos, se paró en la cumbre
del Olimpo y clavó sus ojos en los reinos de la Libia. Mientras tales cuidados revolvía en su mente,
Venus, en estremo triste y arrasados los ojos de lágrimas, le habló de esta manera: “¡Oh tú, que
riges los destinos de los hombres y de los dioses con eterno imperio y los aterras con tu rayo! ¿En
qué pudo mi Eneas, en qué pudieron ofenderte tanto los Troyanos para que así, después de pasar
tantos trabajos, se les cierre el paso a Italia por todo el orbe? Me habías prometido que de ellos,
andando los años, saldrían los Romanos, guías del mundo, descendencia de la sangre de Teucro,
los cuales dominarían el mar y la tierra con soberano imperio. ¿Qué te ha hecho ¡oh padre! mudar
de resolución? Con esto, en verdad, me consolaba yo de la caída de Troya y de su triste ruina,
compensando los hados adversos con los prósperos. Ahora la misma suerte contraria persigue a
unos hombres trabajados ya por tantas aventuras. ¿Qué término das ¡oh gran Rey! a sus
desgracias? Antenor pudo, escapándose de en medio de los Griegos, penetrar en los golfos de la
Iliria, y llegar con seguridad al corazón del país de los Liburnos y a la fuente del Timayo, de
donde, precipitándose por nueve bocas, de lo alto de un monte, con gran murmullo, va al mar y
oprime los campos con resonantes ondas. Allí, además, edificó la ciudad de Padua y las moradas
de los Teucros, y dio nombre a su gente, y fijó las armas de Troya; ahora, sosegado, descansa en
plácida paz. Y nosotros, progenie tuya; nosotros, a quienes concedes morar en los alcázares del
cielo, perdemos nuestras naves ¡oh dolor! por la ira de una sola diosa, y nos vemos constantemente
alejados de las costas italianas. ¿Éste es premio de nuestra piedad? ¿Así nos repones en nuestro
señorío?”
Besó a su hija el padre de los hombres y de los dioses, sonriéndose con aquel apacible semblante
con que serena el cielo y las tempestades, y en seguida le habló asi: “Depón el miedo ¡oh Citerea!;
inmotos perseveran para ti los hados de los tuyos. Verás la ciudad y las murallas prometidas de
Lavino, y levantarás hasta las estrellas del cielo al magnánimo Eneas; no he cambiado de
resolución. Mas, pues te aqueja este cuidado, voy a descubrirte, tomándolos desde muy atrás, los
arcanos del porvenir. Tu Eneas sostendrá en Italia grandes guerras, y domará pueblos feroces, y les
dará leyes y murallas; tres veranos pasarán y tres inviernos antes de que reine en el Lacio y logre
sojuzgar a los Rútulos. Y el niño Ascanio, que ahora lleva el sobrenombre de Iulo (Ilo se llamaba
mientras existió el reino de Ilión), llenará con su imperio treinta años largos, un mes tras otro, y
trasladará la capital de su reino de Lavino a Alba Longa, que guarnecerá con gran fuerza. Allí
reinará por espacio de trescientos años el linaje de Héctor, hasta que la reina sacerdotisa Ilia,
fecundada por el dios Marte, pariere de un parto dos hijos. Luego Rómulo, engalanado con la roja
piel de la loba, su nodriza, dominará a aquella gente y levantará las murallas de la ciudad de Marte
y dará su nombre a los Romanos. No pongo a las conquistas de este pueblo límite ni plazo, desde
el principio de las cosas les concedí un imperio sin fin. La misma áspera Juno, que ahora revuelve
con espanto el mar, la tierra y el firmamento, vendrá a mejor consejo y favorecerá conmigo a los
Romanos, señores del mundo, a la nación togada. Pláceme así. Llegará una edad, andando los
lustros, en que la casa de Asáraco subyugará a Ftía y a la ilustre Micenas, y dominará a la vencida
Argos. Troyano de esta noble generación, nacerá César Julio, nombre derivado del gran Iulo, y
llevará su imperio hasta el océano y su fama hasta las estrellas. Tú, segura, le recibirás algún día en
el Olimpo, cargado con los despojos del Oriente, y los hombres le invocarán con votos; entonces
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 197
también, suspensas las guerras, se amansarán los ásperos siglos. La cándida Fe, y Vesta y Quirino,
con su hermano Remo, dictarán leyes; las terribles puertas del templo de la guerra se cerrarán con
hierro y apretadas trabes; dentro el impío Furor, sentado sobre sus crueles armas, y atadas las
manos detrás de la espalda con cien cadenas, bramará espantoso con sangrienta boca”.
4.- Dice, y desde la altura envía al hijo de Maya a fin de que las tierras y los nuevos alcázares de
Cartago se abran como asilo para los Teucros; no fuese que, ignorante Dido de lo dispuesto por los
hados, los rechazase de sus confines. Tiende el mensajero su vuelo por el inmenso éter, batiendo
las alas, y pronto se paró en las playas de la Libia, cumpliendo al punto su mandato; los Penos,
porque lo quiere el dios, deponen su fiero natural, y la Reina principalmente se apresta a recibir
con benevolencia suma a los Teucros.
Entre tanto el piadoso Eneas, revolviendo mil cuidados en su cabeza toda la noche, [...]-
PUBLIO VIRGILIO MARÓN (Mantua, 70 a.C.-Brindis, 19 a.C.): La eneida. I. Trad. E. Ochoa.

Eneas en tanto ve en una cañada un apartado bosque lleno de gárrulas enrramadas, plácido retiro
que baña el río Leteo. Innumerables pueblos y naciones vagaban alrededor de sus aguas, como las
abejas en los prados cuando, durante el sereno estío, se posan sobre las varias flores y apiñadas
alrededor de las blancas azucenas, llenan con su zumbido toda la campiña. Ignorante Eneas de lo
que ve y estremecido ante aquella súbita aparición, pregunta la causa, cuál es aquel dilatado río y
qué gentes son las que en tan grande multitud pueblan sus orillas. Entonces el padre Anquises,
“Esas almas, le dice, destinadas por el hado a animar otros cuerpos, están bebiendo en las
tranquilas aguas del Leteo el completo olvido de lo pasado. Hace mucho tiempo que deseaba
hablarte de ellas, hacértelas ver y enumerar delante de ti esa larga prole mía, a fin de que te
regocijes más conmigo de haber por fin encontrado a Italia”. – “¡Oh padre! ¿es creible que algunas
almas se remonten de aquí a la tierra y vuelvan segunda vez a encerrarse en cuerpos materiales?
¿Cómo tienen esos desgraciados tan vehemente anhelo de rever la luz del día?” – “Voy a decírtelo,
hijo mío, para que cese tu asombro, repuso Anquises y de esta suerte le fue revelando cada cosa
por su orden:
Desde el principio del mundo, un mismo espíritu interior anima el cielo y la tierra y las líquidas
llanuras y el luciente globo de la luna y el sol y las estrellas; difundido por los miembros, ese
espíritu mueve la materia y se mezcla al gran conjunto de todas las cosas; de aquí el linaje de los
hombres y de los brutos de la tierra y las aves y todos los monstruos que cría el mar bajo la tersa
superficie de sus aguas. Esas emanaciones del alma universal conservan su igneo vigor y su celeste
origen mientras no están cautivas en toscos cuerpos y no las embotan terrenas ligaduras y
miembros destinados a morir; por eso temen y desean, padecen y gozan; por eso no ven la luz del
cielo encerradas en las tinieblas de oscura cárcel. Ni aun cuando en su último día las abandona la
vida, desaparecen del todo las carnales miserias que necesariamente ha infiltrado en ellas, de
maravillosa manera, su larga unión con el cuerpo; por eso arrostran la prueba de los castigos y
expían con suplicios las antiguas culpas. Unas, suspendidas en el espacio, están expuestas a los
vanos vientos; otras lavan en el profundo abismo las manchas de que están infestadas o se
purifican en el fuego. Todos los manes padecemos algún castigo, después de lo cual se nos envía a
los espaciosos Elisios Campos, mansión feliz, que alcanzamos pocos y a que no se llega hasta que
un larguísimo período, cumplido el orden de los tiempos, ha borrado las manchas inherentes al
alma y la ha dejado reducida sólo a su etérea esencia y al puro fuego de su primitivo origen.
Cumplido un período de mil años, un dios las convoca a todas en gran muchedumbre, junto al río
Leteo, a fin de que tornen a la tierra, olvidadas de lo pasado y renazca en ellas el deseo de volver a
habitar en humanos cuerpos”. Dicho esto, llevó a su hijo y a la Sibila hacia la bulliciosa multiud de
las sombras y se subió a una altura, desde donde podía verlas venir de frente en larga hilera y
distinguir sus rostros.
“Escúchame, prosiguió, pues voy ahora a decirte la gloria que aguarda en lo futuro a la prole de
Dárdano, qué descendientes vamos a tener en Italia, almas ilustres, que perpetuarán nuestro
nombre; voy a revelarte tus hados. Ese mancebo, a quien ves apoyado en su fulgente lanza, ocupa
por suerte el lugar más cercano a la vida y es el primero que de nuestra sangre, mezclada con la
sangre ítala, se levantará a la tierra; ese era Silvio, nombre que le darán los Albanos, hijo póstumo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 198
tuyo, que ya en edad muy avanzada tendrás, fruto tardío, de tu esposa Lavinia, la cual le criará en
las selvas, rey y padre de reyes, por quien dominará en Alba Longa nuestro linaje. A su lado está
Procas, prez de la nación troyana; síguenle Capis y Numitor y Silvio Eneas, que llevará tu nombre
y te igualará en piedad y valor, si llega algún día a reinar en Alba Longa. ¡Qué mancebos! ¡mira
4.- qué pujanza ostentan! De esos a cuyas sienes da sombra una corona de cívica encina, unos te
edificarán las ciudades Nomento, Gabios y Fidena; otros levantarán en los montes los alcázares
colatinos, a Pomecia, el castillo de Ino, a Bola y Cora; así se llamarán algún día esas que hoy son
tierras sin nombre. A su abuelo sigue Rómulo, hijo de Marte y de Ilia, de la sangre de Asáraco.
¿Ves a esos dos penachos que se alzan sobre su cabeza y ese noble continente que en él ha impreso
el mismo padre de los dioses? Has de saber, hijo mío, que bajo sus auspicios la soberbia Roma
extenderá su imperio por todo el orbe y levantará su aliento hasta el cielo. Siete colinas encerrará
en su recinto una sola ciudad, madre feliz de ínclitos varones; tal la diosa de Berecinto, coronada
de torres, recorre en su carro las ciudades frigias, ufana con su progenie de dioses, abrazando a
cien descendientes, todos inmortales, todos moradores del excelso Olimpo. Vuelve aquí ahora los
ojos y mira esa nación: esos son tus Romanos. Ese es César, esa es toda la progenie de Iulio que ha
de venir bajo la gran bóveda del cielo. Ése, ése será el héroe que tantas veces te fue prometido.
César Augusto, del linaje de los dioses, que por segunda vez hará nacer los siglos de oro en el
Lacio, en esos campos en que antiguamente reinó Saturno; es el que llevará su imperio más allá de
los Garamantas y de los Indios, a regiones situadas más allá de donde brillan los astros, fuera de
los caminos del año y del sol, donde el celífero Atlante hace girar sobre sus hombros la esfera
tachonada de lucientes estrellas. Y ahora, en la expectativa de su llegada, [...]. Otros, en verdad,
labrarán con más primor el animado bronce, sacarán del mármol vivas figuras, defenderán mejor
las causas, medirán con el compás el curso del cielo y anunciarán la salida de los astros; tú ¡oh
Romano! atiende a gobernar los pueblos; esas serán tus artes y también imponer condiciones de
paz, perdonar a los vencidos, derribar a los soberbios”.
Así habló el padre Anquises a Eneas y a la Sibila, que le escuchaban atónitos; [...].- P.
VIRGILIO MARÓN: La eneida. vi, 703-854. Trad. de Eugenio Ochoa. Texto escrito entre los
años 30 a 19 a.C.

Musas de Sicilia, cantemos algo más grande. No a todos gustan los vergeles y los tamarindos
humildes. Si cantamos a las selvas, sean las selvas dignas de un cónsul
Ya ha llegado la última edad que anunció la profecía de Cumas. La gran hilera de los siglos
empieza de nuevo. Ya vuelve también la virgen, el reino de Saturno vuelve. Ya se nos envía una
nueva raza del alto cielo. Únicamente, a ese niño que nace, con quien terminará por fin la edad de
hierro y surgirá la edad de oro para todo el mundo, tú, casta Lucina, ampáralo: ya reina tu Apolo.
Justamente en tu consulado, el tuyo, Polión [C. Asinio, año 40 a.C.], llegará tal gloria del tiempo y
empezarán a marchar los grandes meses. Bajo tu guía, si alguna huella de nuestro pasado queda, se
borrará, librando a las tierras de su miedo eterno. Él tendrá la vida de los dioses y verá a los héroes
mezclados entre los dioses, y él, a su vez, será visto por ellos. Y gobernará el orbe pacíficado por
las virtudes de su padre.
Ahora bien, como primeros regalillos, niño, la tierra sin ninguna labranza derramará por doquier
para ti hiedras errantes, así como bácar, y colocasias enredadas con cardos risueños. Las cabras
volverán a casa solas con las ubres hinchadas de leche, y las vacas no temerán a los grandes
leones; por sí sola la cuna derramará para ti blandas flores. Morirá también la serpiente; la hierba
que engaña con el veneno morirá también; por todas partes nacerá el amomo asirio.
[...] “Aprisa, hilad tales siglos”, dijeron a sus husos las Parcas, de acuerdo con la voluntad
inmutable de los hados.
Entra en los grandes oficios (ya llega el momento), oh vástago querido de los dioses, magna
semilla de Júpiter. Mira el mundo que te hace señal con el peso de su bóveda, y las tierras, los
trechos del mar, el cielo profundo; mira como todo se alegra con el siglo que está al llegar. ¡Ojalá
me reste para entonces la última parte de una vida larga y el aliento suficiente para decir tus
hazañas! No ha de vencerme a cantar ni Orfeo de Tracia, ni Lino, aunque al uno le asista la madre,
y al otro el padre, a Orfeo, Calíope, a Lino, el hermoso Apolo. Incluso si Pan compartiese
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 199
conmigo, ante el juicio de la Arcadia, Pan incluso confesaría que ha sido vencido, ante el juicio de
la Arcadia
4.- Empieza, niño pequeño, a conocer a tu madre riéndole (a tu madre diez meses trajeron largos
hastíos), empieza, niño pequeño: al que no le han reído los padres no lo convida a su mesa el dios
ni la diosa a su lecho.- P. VIRGILIO MARÓN: Sicelides Musæ. (Bucólicas [Eglogas], IV).
Dedicada a C. Asinio Polión, fundador de la primera biblioteca pública romana.

Un poco más alcemos nuestro canto, / Musa; que no conviene a todo oído
decir de las humildes ramas tanto.
El campo no es de todos recibido; / y si cantamos campo, el campo sea
que merezca del Cónsul ser oído.
La postrimera edad de la Cumea, / y la doncella virgen ya es llegada,
y torna el reino de Saturno y Rhea.
Los siglos tornan de la edad dorada; / de nuevo largos años nos envía
el cielo, y nueva gente en sí engendrada.
Tú, Luna, casta, llena de alegría, / favorece, pues reina ya tu Apolo,
al niño que nació en aqueste día.
El hierro lanzará del mundo él solo, / y de un linaje de oro el más preciado
el uno poblará y el otro polo.
En este vuestro, en este consulado, / Polio, de nuestra edad gran hermosura
tendrá principio el rico y alto hado.
En él comenzarán con luz más pura / los bienhadados meses su carrera,
y el mal fenecerá, si alguno dura.
Lo que hay de la maldad nuestra primera / deshecho, quedarán ya los humanos
libres de miedo eterno, de ansia fiera.
Mezclado con los Dioses soberanos, / de vida gozará, cual ellos, llena
de bienes deleitosos y no vanos.
Verálos, y verán su suerte buena; / y del valor paterno rodeado,
cuanto se extiende el mar, cuanto la arena,
con paz gobernará. Pues, niño amado, / este primero don inculto y puro
el campo te presenta de su grado.
Ya te presenta el campo el bien seguro / Báccar, la yedra verde trepadora,
el lirio blanco, el trébol verde oscuro.
Y las ovejas mismas a su hora / de leche vienen llenas, sin recelo
de lobo, de león y de onza mora.
Tus cunas brotan flores; como un velo / derraman sobre ti de blancas rosas;
y no produce ya ponzoña el suelo,
ni yerbas, ni serpientes venenosas; / sin diferencia ha producido
en todas partes yerbas provechosas. / [...]
Porque con voz concorde, y sus ligeros / husos las Parcas dicen volteando:
“Venid tales los siglos venideros”.
Emprende, que ya el tiempo viene andando, / pimpollo, ¡oh divinal, obra del cielo!,
lo grande que a ti solo está esperando
Mira el redondo mundo, mira el suelo, / mira la mar tendida, el aire, y todo
Ledo esperando el siglo de consuelo.
¡Oh, si el benigno hado de tal modo / mis años alargase, que pidiese
tus hechos celebrar y bien del todo!
Que si conmigo Orfeo contendiese, / y si cantando contendiese el Lino,
aunque la madre y padre de éstos fuese,
Calíope de Orfeo, y del divino / Lino el hermoso Apolo, no sería
mi canto que su canto menos dino.
Ni el Dios de Arcadia, Pan, me vencería: / y aunque fuese juez la Arcadia de esto,
la Arcadia en mi favor pronunciaría.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 200
Conoce, pues, con blando y dulce gesto, / ¡Oh niño, ya a tu madre, que el preñado
por largos meses diez le fue molesto.
4.- Conócela: que a quien no han halagado / sus padres con amor y abrazo estrecho,
ni a su mesa los dioses le han sentado, / ni le admiten las diosas a su lecho.- LUIS DE LEÓN:
Poesías [...]. Trad. de la Egloga IV (Sicelides Musaæ) de VIRGILIO: pp. 101-105.

Los romanos tenían sólo algunos puntos del país [Germania] en su poder, no un territorio
homogéneo, sino desperdigados aquí y allá, tal y como los sometían en el curso de las campañas...
Sus tropas invernaban allí y establecían poblaciones, y los bárbaros eran educados en el orden
romano: se acostumbraron a los mercados y a encontrarse pacíficamente con los romanos. Sin
embargo, no habían olvidado el espíritu de los antecesores, su carácter innato, su manera de vivir
con soberanía y su libertad basada en su fuerza guerrera. Por ello no se rebelaron mientras la
transformación de su género de vida se realizaba lentamente y perdían poco a poco sus
peculiaridades. Apenas notaron que cambiaba su mentalidad. Pero se terminó su paciencia cuando
[Publio] Quintillo Varo asumió el gobierno de Germania e, interviniendo en sus asuntos apoyado
en su autoridad, intentó convertirlos de repente en otros hombres, dándoles órdenes como si ya
estuviesen dominados y pretendiendo incluso que pagaran tributo como si fueran súbditos.- DIÓN
CASIO: Historia romana (229). Sobre Teutoburgo (Germania, 9 d.C.). cf.: MILLAR, F. (comp.):
op. cit. p. 207.

Si deseas ser cónsul, has de perder el sueño, correr de un lado a otro, besar las manos de los
hombres..., enviar regalos a muchos, y, a algunos, mandarles saludos a diario. ¿Y con qué
resultado? Doce haces de bastones, sentarse tres o cuatro veces en el tribunal, ofrecer juegos en el
circo y repartir cestillos de comida.
Si hay una requisa para transporte (angareia) y un soldado se apodera de tu asno, no resistas ni
reniegues, que si lo haces te darán de palos y perderás el asno lo mismo.- EPÍCTETO (ca. 108).
cf.: MILLAR, F. (comp.): op. cit. pp. 29, 92.

La carestía que ha reinado ininterrumpidamente en muchas provincias a lo largo de muchos años


ha hecho ver claramente, por poco juicio que se tenga, cómo la mala alimentación produce las
enfermedades. Los habitantes de las ciudades, como acostumbraban a recoger y almacenar
inmediatamente después de la cosecha grano para todo el año, se llevaban todo el trigo, la cebada,
las judías [alubias, porotos] y las lentejas y dejaban a los campesinos diversas clases de legumbres,
no sin antes llevarse a la ciudad buena parte de éstas. Durante el invierno los campesinos
consumían lo que quedaba, pero en primavera tenían que recurrir a alimentos insanos: ramitas y
vástagos de árboles y arbustos, bulbos y raíces de plantas no comestibles...- GALENO de
Pérgamo: La alimentación buena y la mala (169?).- cf.: MILLAR, F. (comp.): op. cit. p.192.

Clemencia, y firmeza en las decisiones tomadas con la debida reflexión; indiferencia a las
honras exteriores; diligencia y perseverancia; prontitud en escuchar a aquellos que tienen algo que
aportar al bien público...; a no obligar a sus amigos a comer siempre con él o a viajar siempre con
él fuera de Roma...; a no medir la marcha de su reinado por las aclamaciones o cualesquiera otras
formas de adulación; a atender cuidadosamente a las necesidades del Imperio, a ahorrar recursos, a
soportar con paciencia la crítica en tales materias.- MARCO AURELIO: Meditaciones (174).
(Recuerdo de lo aprendido de su padre adoptivo, Antonino Pío, emperador 138-161). cf.:
MILLAR, F. (comp.): op. cit. p. 43.

Los procuradores, observando lo ordenado y mis instrucciones de que no (deben exigir) más de
dos o tres jornadas de trabajo, tendrán en cuenta que [a los inquilinos de las posesiones imperiales en
África] no se les exija injustamente nada que esté en contra de lo estipulado.- CÓMODO (180-
192).- cf.: MILLAR, F. (comp.): op. cit. p. 73.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 201

4.- Consta en las normas del censo que los informes sobre terrenos deben ir de la siguiente
manera: Nombre de cada parcela. Civitas y aldea. Nombres de los dos vecinos más próximos.
Superficie cultivable que se va a sembrar durante los diez años siguientes. Viñedos; número de
cepas. Olivares; extensión y número de árboles. Prados; superficie que se calcula destinada a
pastos. Lo mismo para bosques maderables.- ULPIANO (ca. 210). cf.: MILLAR, F. (comp.): op.
cit. p. 87.

Las personas a quienes debe prohibirse la estancia aquí son las que han huido de sus distritos
para escapar al rudo trabajo del campo, no las que aquí se congregan para contemplar la hermosa
ciudad de Alejandría... Los autéticos egipcios son fáciles de reconocer entre los tejedores de lino
por su habla... además, sus costumbres y su inculto modo de vida revelan que se trata de
campesinos egipcios.- CARACALLA: Edicto (215). cf.: MILLAR, F. (comp.): op. cit. pp. 177-
178.
OPINIÓN
Muy alejada se encuentra la sofisticada ingeniería de hoy de sus orígenes como para recordar a
los romanos y su forma de aprovechar los residuos volcánicos. Tras más de un mes de erupción del
volcán chileno Puyehue existe un importante acopio de cenizas y arena volcánica en la Patagonia
que, en principio, se utilizaría para hacer bloques de cemento destinados a rellenar las calles.
No obstante, la necesidad de buscar soluciones ingeniosas nos conduce a la época de los
romanos, al puerto de Pozzuoli y a las puzolanas.
Las puzolanas son un tipo de roca ígnea volcánica, ligera, de consistencia porosa, formada
principalmente por cenizas y arenas procedentes de la disgregación de montones de escorias
volcánicas.
Su contenido de cal no llega al 10 por ciento. Es, por lo tanto, insuficiente para su fraguado con
el agua. No obstante, al adicionarle cal, ésta tiene la propiedad de combinarse directamente con la
puzolana lográndose un mortero útil para la unión y adherencia de ladrillos o para revestir y
preservar la superficie en el tiempo; morteros especialmente indicados para trabajos en lugares
húmedos por su indiferencia a las reacciones químicas secundarias.
Mezclas de este tipo constituían los famosos cementos que los romanos usaron en sus
grandiosas construcciones que todavía resisten el paso del tiempo.
La puzolana debe su nombre a la localidad de donde principalmente la extrajeron los romanos,
del puerto de Pozzuoli, cerca de Nápoles. Los antiguos no conocían más que los cementos
puzolánicos, a los cuales se los comenzó a denominar con los años cementos romanos. Sólo en
1958 el cemento portland entró en las prácticas ordinarias de la construcción.
Una combinación de una parte de puzolana, una de cal y una de arena, es útil para
construcciones ordinarias, mientras que las constituidas con dos partes de puzolana y una de cal o
tres partes de puzolana y dos de cal se utiliza para trabajos marítimos. Los morteros así preparados
tienen una dilatación mínima por hidratación, son compactos, impermeables, inalterables por la
acción de los sulfatos y con el más alto grado de duración.
El ingenio de los romanos inició el continuo desarrollo tecnológico que condujo a la ingeniería
moderna.
Por eso, la ingeniería moderna no debería olvidarse de sus orígenes. Los romanos sabían qué
hacer con los residuos volcánicos.- D'ANDREA: Alberto: “Los romanos, unos adelantados”; en
La Nación. Jueves, 28 de julio de 2011.- El autor es director de la carrera de Biotecnología de
la UADE
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 202

5.- HEBREOS-ISRAELITAS-JUDIOS
Los pequeños estados en la época de Tell el-Amarna [1364-1347 a.C.]
[...] entre Egipto y el reino hitita se encontraba el estado de Amurru, que se había consolidado
en el norte del Líbano poco antes de la época de el-Amarna y que durante muchos decenios fue un
estado-tapón entre los dos grandes reinos. Durante el gobierno de los reyes Abdiashirta y Aziru,
apoyados por las bandas de los apiru, Amurru siguió una política de agresión contra sus vecinos
[...] /
[...] En general, las ciudades costeras fenicias mantuvieron la fidelidad al faraón. Sus príncipes,
enemistados entre sí, pedían a menudo ayuda a Egipto para combatir a sus vecinos, sobre todo al
reino de Amurru y a las temidas bandas de los apiru. [...]
También Palestina, al igual que la costa fenicia, permaneció bajo la dominación egipcia, lo que
le proporcionó ventajas a la par que responsabilidades, como reflejan las palabras de Burnaburiash
II, rey de Babilonia [1375-1347], a Amenofis IV después del ataque que sufrió su caravana
comercial en las proximidades de Acco: “Canaán (escrito Kinakhkhi) es tu tierra y sus reyes son
tus siervos. En tu tierra he sufrido violencia”. Incluso los hititas reconocían el límite norte de la
depresión del Líbano como frontera del poder egipcio en Asia. Por esta razón, la historiografía
hitita considera la incursión de Shuppiluliuma en el país de Amqi, al sur de este límite [ ca. 1338],
como violación del territorio egipcio, ya que fue la causa de una grave peste que asoló el país de
los hititas. El aumento del poder hitita en Siria y el declive de la posición egipcia tuvieron
repercusión en los acontecimientos de Palestina al fomentar la rivalidad entre los príncipes y
favorecer las actividades de los apiru, con los que pactaron algunos príncipes, deseosos de
sustraerse al yugo de la administración egipcia.
[...] En la región montañosa central, situada al sur, surgió, sin embargo, un enemigo acérrimo de
Egipto, Labaya, que desde su sede en Siquem se apoderó de territorios considerables, sitió a
Megiddo con ayuda de los apiru e incluso avanzó sobre la llanura de Saron hasta el río Jarkon.
Unidos al príncipe de Gazer, Milki-Ilu, antiguo enemigo de su padre, los hijos de Labaya atacaron
Jerusalén y otras ciudades situadas más al sur, como Laquis y Ascalón. Jerusalén siguió siendo una
isla más o menos fiel al faraón. Su soberano Abdi-Khepa (quizá deba leerse Puti-Khepa), que tomó
el título de oficial egipcio, insistió en sus cartas al faraón para que Egipto mandara rápidamente
ayuda militar a fin de hacer frente a los ataques de sus enemigos y a las correrías de los apiru si no
quería perder el país. Sobre las relaciones muy ramificadas de los estados de Canaán y las
coaliciones temporales nos da noticia el envío a Puti-Khepa de Jerusalén y a Shuwardatta, quizá
príncipe de Hebrón, de un contingente de carros de combate desde Acco y Akhsaph, en Palestina
septentrional, para apoyarlos en su lucha contra los apiru. / [...].
Palestina y Siria en el siglo XIII
La división de Siria y Palestina y, en general la relación pacífica entre Egipto y los hititas se
mantuvo durante la época del faraón Merenptah (1224-1214) y del rey hitita Tutkhaliya (hacia
1250-1220) hasta la caída del Imperio hitita. Los lazos que unían a las dos grandes potencias se
estrecharon ante el peligro común que constituían los Pueblos del Mar. [...] Merenptah tuvo que
sofocar a principios de su reinado un levantamiento general. En una canción de victoria del quinto
año de su reinado [1220 a.C.?] hallada en la llamada “estela de Israel” (que contiene la primera
mención del pueblo de Israel en una fuente que no es bíblica) el faraón celebra su triunfo de la
siguiente manera: “Los príncipes están vencidos y dicen: shalom (paz). Azotan a Canaán todos los
males; se ha tomado Ascalón y sometido Gazer; se ha hecho que Jenoam parezca no haber existido
nunca; Israel está asolado y no tiene grano; Kharu ha pasado a ser viuda de Egipto”. La
restauración del poder de Merenptah en Canaán y las estrechas relaciones con centros de la costa
como Gaza y Tiro, y hasta con [...], están documentadas por [...] (Papiro Anastasi III) [...]
MALAMAT, Abraham: “Siria y Palestina en la segunda mitad del segundo milenio”; en
CASSIN, E.; BOTTÉRO, J.; VERCOUTTER, J. (comp.): Los imperios del Antiguo Oriente. II,
El fin del segundo milenio. Madrid, etc, Siglo XXI, (c1972). pp. 166-169, 171-172. (Historia
universal, 3). Cap. 3.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 203

5.- HISTORIA ANTIGUA DE ISRAEL Los comienzos de Israel


La tradición bíblica da por supuesto un amplio período histórico anterior a la cristalización de
Israel como magnitud histórica en la región cultivada. Dicho período se refleja en los relatos de los
patriarcas que contiene el Génesis y en la descripción del cautiverio en Egipto y del éxodo que se
halla en el resto del Pentateuco. El problema fundamental que hace que las opiniones de los
investigadores sean divergentes lo constituye la valoración histórica de esta tradición y su
ordenación cronológica. Según la interpretación muy extendida entre investigadores alemanes, que
mantiene una posición de reserva frente a la tradición bíblica, el pueblo de Israel surgió en
territorio cananeo no antes del siglo XII, al unirse paulatinamente varias tribus no afines en
principio que constituyeron un sistema de doce tribus. De este modo la forma de organización
israelita suele definirse, según el ejemplo délfico, como “anfictionía”, es decir, como una alianza
de carácter sacro entre tribus que veneraban a un dios común, Yahvé, en un santuario central,
situado primero en Siquem, luego en Béthel y finalmente en Silo. Según esta versión las tribus de
Israel no habrían tenido un pasado común anterior a su asentamiento en Palestina y los patriarcas
serían una especie de jefes de tribus autónomas que vagaban al borde del desierto y que fueron
“nacionalizadas” por tradiciones bíblicas posteriores e incluidas en un sistema genealógico. […]
El Éxodo
En varias fuentes no bíblicas y en hallazgos arqueológicos de Palestina y Transjordania, se han
encontrado datos que permiten localizar en el siglo XIII los hechos principales del éxodo y la
conquista de Palestina. La aparición, desde el siglo XV, de los apiru en el país del Nilo puede
servir de apoyo indirecto a la historicidad de la estancia israelita en Egipto. Los apiru corresponden
a los khapiru de las fuentes acadias y es posible que se relacionen con los hebreos (ibri), con cuyo
nombre tienen semejanza. La denominación “apiru”, que como el término “khapiru” designaba una
capa inferior de apátridas que no tenían cabida en el marco social normal, se aplicaba a elementos
semitas-cananeos, entre los que se encontraban los israelitas, que habían venido de Egipto como
semiesclavos o clientes del gobierno. En relación con esto es muy interesante un documento de la
época de Ramsés II (1290-1224) sobre el empleo de trabajadores apiru en obras arquitectónicas,
que inmediatamente nos recuerda los trabajos forzados de los israelitas en la construcción de las
ciudades-almacén Pithom y Ramsés (Éxodo 1, 11). En efecto, ambas ciudades, situadas en el delta
oriental del Nilo (el bíblico país de Gosen habitado por los israelitas), fueron reconstruidos por el
faraón. La primera es Pi-Atón, “casa del dios Atón” y la segunda la nueva residencia faraónica
llamada “casa de Ramsés, el amado de Amón”. De esto podemos deducir que Ramsés II fue el
faraón del cautiverio y que los israelitas salieron de Egipto durante su largo reinado [o] durante el
gobierno de su sucesor Merenptah [1224/23-1214]. Coincidirían con esto los datos de la “estela de
Israel” (véase pág. 171), según los cuales Merenptah se enfrentó con el pueblo de Israel en Canaán
y no en la península de Sinaí. De este hecho, que hay que situar hacia 1220, debe partir toda
reconstrucción del proceso de conquista de Palestina por las tribus de Israel. [...]
Otra expresión de la conversión de Israel de federación de estados en nación la constituye el
acto religioso revolucionario que la Biblia asocia a la figura de Moisés, considerando la revelación
divina en el Sinaí como parte integral del éxodo. La religión monoteísta, fenómeno original israelí
no determinado por el mundo pagano circundante, se apoya en una concepción polarizada de
Yahvé como divinidad nacional y al mismo tiempo cósmico-universal. La fe monoteísta […] actuó
desde que Israel entró en la Historia como el factor histórico decisivo que animó a las tribus que
irrumpieron en la tierra prometida de Canaán. / [...]
Invasión de Palestina y asentamiento de las tribus de Israel
De cualquier modo que se reconstruya el proceso de ocupación de Palestina occidental, queda
claro que aunque cayeron numerosas ciudades cananeas en manos israelitas, otras, como la serie de
fortalezas desde Megiddo a Betshan en la llanura norte y las ciudades de la línea Gazer-Jerusalén
en el sur, se mantuvieron durante generaciones como cuñas entre los grupos tribales. [...] /
Como hemos visto, no puede aceptarse la versión bíblica de la conquista de Palestina sin una
crítica, pero tampoco se puede negar que las tribus de Israel conquistaron Canaán por la fuerza o,
como pretende una tesis [ALBRIGHT, W. F.: Archaeology of Palestine] muy extendida que modifica
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 204
5.- la tradición bíblica, explicar la conquista como la última fase de un largo proceso de
infiltración pacífica en el transcurso de un cambio de terrenos de pastoreo.
El hecho de que las tribus seminómadas de Israel procedentes del desierto pudieran rivalizar con
los habitantes de las regiones cultivadas que poseían una antigua tradición militar, conocimientos
tecnológicos y potentes fortificaciones, se debe a varios factores que favorecieron una conquista
israelí relativamente rápida. En primer lugar, el empobrecimiento de Canaán y las continuas
disputas entre sus príncipes debidas a la política de explotación colonial egipcia. [...]. Israel
también supo sacar provecho de la heterogeneidad de la población de la región cultivada, reflejada
en la enumeración que hace la Biblia de siete y hasta diez pueblos originales de Canaán (Gen. 15,
19-21) [...].- MALAMAT, A.: op. cit. pp. 178-183.

El Imperio Nuevo en Egipto II. LOS RAMESIDAS (1309-1080)


Merenptah y la invasión libia
Durante el quinto año de Merenptah [1220 a.C.] hubo noticias de un vasto movimiento del
pueblo de Libu, que más tarde dio su nombre a Libia y que con ello aparece por primera vez en la
historia. [...]
Las primeras noticias de esta amenaza procedente del oeste llegaron a Merenptah [ (1224/23-1214
a.C.), sucesor de su padre, Ramsés II.] durante el segundo mes de la estación de verano;
inmediatamente comenzó éste a reunir un gran ejército, tanto de infantería como de carros. El
primer día del tercer mes del verano ya estaba el enemigo en la frontera occidental de Egipto, cerca
de la ciudad de Pi-ire, cuya posición exacta no se ha logrado fijar aún. El ejército egipcio le atacó
dos días más tarde y tras seis horas de batalla le derrotó. El jefe Marayey pudo escapar, pero
abandonando todas sus posesiones, incluso sus sandalias, su arco y su carcaj. Sus mujeres fueron
capturadas y seis de sus hijos perecieron en la batalla. [...]
Un año más tarde el virrey de Nubia, Mesuy, el “Hijo del rey de Kush” según título oficial, hizo
componer y grabar una inscripción laudatoria de la victoria de Merenptah sobre los muros a la
entrada de los templos de toda su provincia. Nos han llegado cuatro versiones fragmentarias de
esta inscripción [...]; se puede reconstruir el texto prácticamente completo, gracias a él hemos
conseguido algunos detalles complementarios, especialmente en lo que se refiere al cruel destino
de los prisioneros, que fueron empalados al sur de Menfis. [...] El trato inhumano dado a los
prisioneros, sin paralelos en la historia egipcia, sólo se puede explicar como castigo por los
crímenes cometidos contra la pacífica población campesina egipcia [...] como pone en la
inscripción de Merenptah en Kárnak.- CERNY, Jaroslav: “El Imperio Nuevo en Egipto”; en
CASSIN, E.; BOTTÉRO, J.; VERCOUTER, J. (comp.): Los imperios del antiguo Oriente. II.
El fin del segundo milenio. Madrid, Siglo veintiuno, (c1972). (Historia universal, 3). cap. 4, 2ª
parte, pp. 239-240.

El panegírico de Mesuy [virrey de Nubia] contiene [en 1217 a.C.] referencias a las medidas
punitivas que se adoptaron en Nubia, probablemente con motivo de rebeliones locales, pero no da
más detalles. Más importante es el calificativo que da a Merenptah de “sojuzgador de Gazer”,
ciudad de Palestina; la intervención militar de Merenptah en este país está confirmada por la estela
de granito del rey descubierta en 1896 en el templo funerario de Merenptah, en Tebas. Aunque la
finalidad principal de la inscripción es exaltar la victoria del rey sobre los libios (está fechada el
mismo día de la batalla de Pi-ire [1218 a.C.?]) las frases finales contienen interesantes referencias a
la situación en Asia: “Azotan a Canaán todos los males, se ha tomado Ascalón y sojuzgado Gazer,
se ha hecho que Jenoam parezca no haber existido nunca, Israel está asolado y no tiene grano,
Kharu (o sea, Palestina y Siria) ha pasado a ser viuda de Egipto”. Por contener la mención más
antigua fechada del nombre de Israel, única conocida hasta ahora en los textos egipcios, la
inscripción se ha hecho famosa como “Estela de Israel”, tanto más cuanto que muchos
especialistas habían pensado que Merenptah era precisamente el faraón del éxodo. Se ha
intentado explicar de diversas formas la presencia de Israel en Palestina en los primeros años del
reinado de un rey del que se dice en la narración bíblica que murió con su ejército cuando
perseguía a los israelitas que abandonaban Egipto. Como cabe esperar que a algunos lectores les
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 205
5.- interese saber la opinión de los egiptólogos sobre el relato bíblico, tal vez no estén de más
algunas líneas al respecto.
Sobre la estancia de los israelitas en Egipto y sobre su éxodo no hay en las fuentes egipcias ni
información ni siquiera alusiones a ella. Como en el relato bíblico se dice que los judíos trabajaron
en la construcción de la ciudad de Ramsés (que evidentemente recibió este nombre de un rey
Ramsés) se solía concluir que el faraón opresor era el gran constructor Ramsés II, y su sucesor
Merenptah el faraón del éxodo. Se vio claro que éste no podía haber muerto en el mar cuando en
1898 se encontró una momia depositada en la tumba número 35 (de Amenofis II) del Valle de los
Reyes de Tebas. El nombre de la ciudad, Ramsés, claramente idéntico al de la residencia del Delta
Pi-Ramsés, sólo prueba que la narración bíblica se compuso después del reinado de Ramsés II
[1290-1224]; otros nombres egipcios contenidos en la historia de José son sumamente tardíos y
muestran que la historia no pudo escribirse con anterioridad a los siglos X o IX a.C. Por tanto, los
especialistas del Antiguo Testamento y los egiptólogos, según sus creencias religiosas, mantienen
posturas que van desde la aceptación del relato bíblico en todos sus detalles como literalmente
cierto, hasta la de considerarlo un puro invento. Aquí, como sucede con frecuencia, la verdad
parece estar en algún punto intermedio. Aunque no es posible aceptar el relato al pie de la letra, es
igualmente difícil descartarlo enteramente por falta de base histórica. Parece que la presencia de
los hicsos, un pueblo de evidente origen asiático, y su expulsión a comienzos de la XVII Dinastía
[hacia 1530], constituye una base suficiente para la posterior elaboración de la historia de la
estancia en Egipto y del éxodo de los israelitas. En la Biblia no hay más rastro del reinado de
Merenptah que dos referencias al nombre de un lugar al noroeste de Jerusalén “fuente de las aguas
de Neptoah” en donde estaba la “fuente de Mineptah”, olvidada e ignorada durante mucho tiempo;
en la época de Merenptah [o Merneptá, 1224-1214] la guardaba una guarnición egipcia.- CERNY, J.:
op. cit. pp. 240-242.

TEL AVIV.– Israel Finkelstein es un hombre de suerte: aunque sus trabajos de arqueología
cuestionan el origen divino de los primeros libros del Antiguo Testamento, judíos y católicos
acogen sus hipótesis con auténtico interés y, curiosamente, no lo estigmatizan. Este enfant terrible
de la ciencia revolucionó la nueva arqueología bíblica cuando afirmó que la saga histórica relatada
en los cinco libros que conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no
responde a ninguna revelación divina. Dijo que, por el contrario, esa gesta es un brillante producto
de la imaginación humana y que muchos de sus episodios nunca existieron. El Pentateuco “es una
genial reconstrucción literaria y política de la génesis del pueblo judío, realizada 1500 años
después de lo que siempre creímos”, sostiene Finkelstein, de 57 años, director del Instituto de
Arqueología de la Universidad de Tel Aviv. Añade que esos textos bíblicos son una compilación
iniciada durante la monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquel momento, ese
reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una época en la cual Israel
(reino israelita del Norte) había caído bajo control del imperio asirio. El principal objetivo de esa
obra era crear una nación unificada, que pudiera cimentarse en una nueva religión. El proyecto,
que marcó el nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío, guiado por un
solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de
Salomón. En sus trabajos, que han marcado a generaciones de la nueva escuela de la arqueología
bíblica, Finkelstein establece una coherencia entre los cinco libros del Pentateuco: el Génesis, el
Exodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Los siglos nos han traído esos episodios que
relatan la creación del hombre, la vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación
judía-, el éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los Reyes. Según
Finkelstein, esos relatos fueron embellecidos para servir al proyecto del rey Josías [640-609] de
reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios
regionales: Asiria, Egipto y Mesopotamia.- El arqueólogo recibió a LA NACION en la
Universidad de Tel Aviv.
- Durante más de veinte siglos, los hombres creyeron que Dios había dictado las Escrituras a un
cierto número de sabios, profetas y grandes sacerdotes israelitas.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 206
5.- -Así es. Para las autoridades religiosas, judías y cristianas, Moisés era el autor del Pentateuco.
Según el Deuteronomio, el profeta lo escribió poco antes de su muerte, en el monte Nebo. Los
libros de Josué, de los Jueces y de Samuel eran archivos sagrados, obtenidos y conservados por el
profeta Samuel en el santuario de Silo, y los libros de los Reyes venían de la pluma del profeta
Jeremías. Así también, David era el autor de los Salmos y Salomón, el de los Proverbios y el del
Cantar de los Cantares.
-Y sin embargo?
-Desde el siglo XVII, los expertos comenzaron a preguntarse quién había escrito la Biblia. Moisés
fue la primera víctima de los avances de la investigación científica, que planteó cantidad de
contradicciones. ¿Cómo es posible -preguntaron los especialistas- que haya sido el autor del
Pentateuco cuando el Deuteronomio, el último de los cinco libros, describe el momento y las
circunstancias de su propia muerte?
-Usted afirma que el Pentateuco fue escrito en una época mucho más reciente.
-La arqueología moderna nos permite asegurar que el núcleo histórico del Pentateuco y de la
historia deuteronómica fue compuesto durante el siglo VII antes de Cristo. El Pentateuco fue una
creación de la monarquía tardía del reino de Judá, destinada a propagar la ideología y las
necesidades de ese reino. Creo que la historia deuteronómica fue compilada, durante el reino de
Josías, a fin de servir de fundamento ideológico a ambiciones políticas y reformas religiosas
particulares.
-Según la Biblia, primero fue el viaje del patriarca Abraham de la Mesopotamia a Canaán. El
relato bíblico abunda en informaciones cronológicas precisas.
-Es verdad. La Biblia libra una cantidad de informaciones que deberían permitir saber cuándo
vivieron los patriarcas. En ese relato, la historia de los comienzos de Israel se desarrolla en
secuencias bien ordenadas: los Patriarcas, el Éxodo, la travesía del desierto, la conquista de
Canaán, el reino de los Jueces, el establecimiento de la monarquía. Haciendo cálculos, Abraham
debería de haber partido hacia Canaán unos 2100 años antes de Cristo.
-¿Y no es así?
-No. En dos siglos de investigación científica, la búsqueda de los patriarcas nunca dio resultados
positivos. La supuesta migración hacia el Oeste de tribus provenientes de la Mesopotamia, con
destino a Canaán, se reveló ilusoria. La arqueología ha probado que en esa época no se produjo
ningún movimiento masivo de población. El texto bíblico da indicios que permiten precisar el
momento de la composición final del libro de los Patriarcas. Por ejemplo, la historia de los
patriarcas está llena de camellos. Sin embargo, la arqueología revela que el dromedario sólo fue
domesticado cuando se acababa el segundo milenio anterior a la era cristiana y que comenzó a ser
utilizado como animal de carga en Medio Oriente mucho después del año 1000 a.C. La historia de
José dice que la caravana de camellos transporta "goma tragacanto, bálsamo y láudano". Esa
inscripción corresponde al comercio realizado por los mercaderes árabes bajo control del imperio
asirio en los siglos VIII y VII a.C. Otro hecho anacrónico es la primera aparición de los filisteos en
el relato, cuando Isaac encuentra a Abimelech, rey de los filisteos. Esos filisteos -grupo migratorio
proveniente del mar Egeo o de Asia Menor- se establecieron en la llanura litoral de Canaán a partir
de 1200 a.C. Esos y otros detalles prueban que esos textos fueron escritos entre los siglos VIII y
VII a.C.
-El heroísmo de Moisés frente a la tiranía del faraón, las diez plagas de Egipto y el éxodo masivo
de israelitas hacia Canaán son algunos de los episodios más dramáticos de la Biblia. ¿También
eso es leyenda?
-Según la Biblia, los descendientes del patriarca Jacob permanecieron 430 años en Egipto antes de
iniciar el éxodo hacia la Tierra Prometida, guiados por Moisés, a mediados del siglo XV a.C. Otra
posibilidad es que ese viaje se haya producido dos siglos después. Los textos sagrados afirman que
600.000 hebreos cruzaron el Mar Rojo y que erraron durante 40 años por el desierto antes de llegar
al monte Sinaí, donde Moisés selló la alianza de su pueblo con Dios. Sin embargo, los archivos
egipcios, que consignaban todos los acontecimientos administrativos del reino faraónico, no
conservaron ningún rastro de una presencia judía durante más de cuatro siglos en su territorio.
Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios mencionados en el relato. Las ciudades de Pitom
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 207
5.- y Ramsés, que habrían sido construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en
el siglo XV a.C. En cuanto al Éxodo, desde el punto de vista científico no resiste el análisis.
-¿Por qué?
-Porque, desde el siglo XVI a.C., Egipto había construido en toda la región una serie de fuertes
militares, perfectamente administrados y equipados. Nada, desde el litoral oriental del Nilo hasta el
más alejado de los pueblos de Canaán, escapaba a su control. Casi dos millones de israelitas que
hubieran huido por el desierto durante 40 años tendrían que haber llamado la atención de esas
tropas. Sin embargo, ni una estela de la época hace referencia a esa gente. Tampoco existieron las
grandes batallas mencionadas en los textos sagrados. La orgullosa Jericó, cuyos muros se
desplomaron con el sonar de las trompetas de los hebreos, era entonces un pobre caserío. Tampoco
existían otros sitios célebres, como Bersheba o Edom. No había ningún rey en Edom para enfrentar
a los israelitas. Esos sitios existieron, pero mucho tiempo después del Éxodo, mucho después de la
emergencia del reino de Judá. Ni siquiera hay rastros dejados por esa gente en su peregrinación de
40 años. Hemos sido capaces de hallar rastros de minúsculos caseríos de 40 ó 50 personas. A
menos que esa multitud nunca se haya detenido a dormir, comer o descansar: no existe el menor
indicio de su paso por el desierto.
-En resumen, los hebreos nunca conquistaron Palestina.
-Nunca. Porque ya estaban allí. Los primeros israelitas eran pastores nómadas de Canaán que se
instalaron en las regiones montañosas en el siglo XII a.C. Allí, unas 250 comunidades muy
reducidas vivieron de la agricultura, aisladas unas de otras, sin administración ni organización
política. Todas las excavaciones en la región exhumaron vestigios de poblados con silos para
cereales, pero también de corrales rudimentarios. Esto nos lleva a pensar que esos individuos
habían sido nómadas que se convirtieron en agricultores. Pero ésa fue la tercera ola de instalación
sedentaria registrada en la región desde el 3500 a.C. Esos pobladores pasaban alternativamente del
sedentarismo al nomadismo pastoral con mucha facilidad.
-¿Por qué?
-Ese tipo de fluctuación era muy frecuente en Medio Oriente. Los pueblos autóctonos siempre
supieron operar una rápida transición de la actividad agrícola a la pastoril en función de las
condiciones políticas, económicas o climáticas. En este caso, en épocas de nomadismo, esos
grupos intercambiaban la carne de sus manadas por cereales con las ricas ciudades cananeas del
litoral. Pero cuando éstas eran víctimas de invasiones, crisis económicas o sequías, esos pastores se
veían forzados a procurarse los granos necesarios para su subsistencia y se instalaban a cultivar en
las colinas. Ese proceso es el opuesto al que relata la Biblia: la emergencia de Israel fue el
resultado, no la causa, del derrumbe de la cultura cananea.
-Pero entonces, si esos primeros israelitas eran también originarios de Canaán, ¿cómo
identificarlos?
-Los pueblos disponen de todo tipo de medios para afirmar su etnicidad: la lengua, la religión, la
indumentaria, los ritos funerarios, los tabúes alimentarios. En este caso, la cultura material no
propone ningún indicio revelador en cuanto a dialectos, ritos religiosos, formas de vestirse o de
enterrar a los muertos. Hay un detalle muy interesante sobre sus costumbres alimentarias: nunca,
en ningún poblado israelita, fueron exhumados huesos de cerdo. En esa época, los primeros
israelitas eran el único pueblo de esa región que no comía cerdo.
-¿Cuál es la razón?
-No lo sabemos. Quizá los protoisraelitas dejaron de comer cerdo porque sus adversarios lo hacían
en profusión y ellos querían ser diferentes. El monoteísmo, los relatos del Éxodo y la alianza
establecida por los hebreos con Dios hicieron su aparición mucho más tarde en la historia, 500
años después. Cuando los judíos actuales observan esa prohibición, no hacen más que perpetuar la
práctica más antigua de la cultura de su pueblo verificada por la arqueología.
-En el siglo X a.C. las tribus de Israel formaron una monarquía unificada -el reino de Judá- bajo
la égida del rey David. David y su hijo, Salomón, servirán de modelo a las monarquías de
Occidente. ¿Tampoco ellos fueron lo que siempre se creyó?
-Tampoco en este caso la arqueología ha sido capaz de encontrar pruebas del imperio que nos legó
la Biblia: ni en los archivos egipcios ni en el subsuelo palestino. David, sucesor del primer rey,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 208
5.- Saúl, probablemente existió entre 1010 y 970 a.C. Una única estela encontrada en el santuario
de Tel Dan, en el norte de Palestina, menciona "la casa de David". Pero nada prueba que se haya
tratado del conquistador que evocan las Escrituras, capaz de derrotar a Goliat. Es improbable que
David haya sido capaz de conquistas militares a más de un día de marcha de Judá. La Jerusalén de
entonces, escogida por el soberano como su capital, era un pequeño poblado, rodeado de aldeas
poco habitadas. ¿Dónde el más carismático de los reyes hubiera podido reclutar los soldados y
reunir el armamento necesarios para conquistar y conservar un imperio que se extendía desde el
Mar Rojo, al Sur, hasta Siria, al Norte? Salomón, constructor del Templo y del palacio de Samaria,
probablemente tampoco haya sido el personaje glorioso que nos legó la Biblia.
-¿Y de dónde salieron sus fabulosos establos para 400.000 caballos, cuyos vestigios sí se han
encontrado?
-Fueron criaderos instalados en el Sur por el reino de Israel varios decenios más tarde. A la muerte
de Salomón, alrededor del 933 a.C., las tribus del norte de Palestina se separaron del reino
unificado de Judá y constituyeron el reino de Israel. Un reino que, contrariamente a lo que afirma
la Biblia, se desarrolló rápido, económica y políticamente. Los textos sagrados nos describen las
tribus del Norte como bandas de fracasados y pusilánimes, inclinados al pecado y a la idolatría. Sin
embargo, la arqueología nos da buenas razones para creer que, de las dos entidades existentes, la
meridional (Judá) fue siempre más pobre, menos poblada, más rústica y menos influyente. Hasta el
día en que alcanzó una prosperidad espectacular. Esto se produjo después de la caída del reino
nórdico de Israel, ocupado por el poderoso imperio asirio, que no sólo deportó hacia Babilonia a
los israelitas, sino que además instaló a su propia gente en esas fértiles tierras.
-¿Fue, entonces, durante el reino de Josías en Judá cuando surgió la idea de ese texto que se
transformaría en fundamento de nuestra civilización occidental y origen del monoteísmo?
-Hacia fines del siglo VII a.C. hubo en Judá un fermento espiritual sin precedente y una intensa
agitación política. Una coalición heteróclita de funcionarios de la corte sería responsable de la
confección de una saga épica compuesta por una colección de relatos históricos, recuerdos,
leyendas, cuentos populares, anécdotas, predicciones y poemas antiguos. Esa obra maestra de la
literatura --mitad composición original, mitad adaptación de versiones anteriores-- pasó por ajustes
y mejoras antes de servir de fundamento espiritual a los descendientes del pueblo de Judá y a
innumerables comunidades en todo el mundo.
-El núcleo del Pentateuco fue concebido, entonces, quince siglos después de lo que creíamos.
¿Sólo por razones políticas? ¿Con el fin de unificar los dos reinos israelitas?
-El objetivo fue religioso. Los dirigentes de Jerusalén lanzaron un anatema contra la más mínima
expresión de veneración de deidades extranjeras, acusadas de ser el origen de los infortunios que
padecía el pueblo judío. Pusieron en marcha una campaña de purificación religiosa, ordenando la
destrucción de los santuarios locales. A partir de ese momento, el templo que dominaba Jerusalén
debía ser reconocido como único sitio de culto legítimo por el conjunto del pueblo de Israel. El
monoteísmo moderno nació de esa innovación.- FINKELSTEIN, Israel: “El Éxodo no existió”, en:
La Nación. Buenos Aires. Miércoles 25/01/2006.

SIRIA-PALESTINA COMO PARTE DE LOS IMPERIOS ASIRIO Y BABILÖNICO (745-538 a. C.)


Las dos últimas décadas del estado de Israel y su fin
Si hasta pasada la mitad del siglo VIII Israel, Judá y con ellos los otros estados sirio-palestinos
habían ignorado o subestimado el peligro que les amenazaba por parte de los asirios, todo cambia
de golpe cuando Tiglatpileser III (745-727) reanuda con energía y violencia hasta entonces
inauditas la política dirigida a someter Siria-Palestina, recurriendo sin escrúpulos al método de la
deportación, ya utilizado por algunos de sus antecesores [En 879, Asurnasirpal, luego de aplastar una
revuelta en el Bït-Zamani, restauró a un príncipe proasirio y se llevó 1.500 deportados]. [...] se formaron
coaliciones de múltiples estados como las que ya había conocido Siria-Palestina. Rezan de
Damasco y Pekah de Israel siguieron el mismo ejemplo, y trataron de ganarse como tercer aliado a
Acaz de Judá. Éste, sin embargo se negó a entrar a formar parte de la alianza de sus vecinos
considerando seguramente que habría de ser el aliado más débil y que se vería forzado a sacrificar
gran parte de su independencia. Ante la negativa de Acaz, Rezan y Pekah emplearon la violencia.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 209
5.- Sitiaron a Acaz en Jerusalén y le amenazaron con sustituirle por un antirrey, probablemente
arameo, llamado Tabeel. En esta situación crítica, que se vio agravada por la subida al trono en
Edom de un rey indígena que expulsó de Elath a los judíos allí asentados, haciendo a la larga Elath
independiente (II Re. 16, 6), se dirigió Acaz a pesar de las serias advertencias del profeta Isaías a
pedir auxilio a Tiglatpileser. El éxito fue inmediato: el rey de los asirios conquistó Damasco y
anexionó al imperio asirio Aram-Damasco. También Israel sufrió un duro castigo:Tiglatpileser
dejó que subsistiera el estado de Efraim [tribu de constantes disidencias con las circundantes], pero
grandes zonas de la llanura costera de Galilea y Galaad se convirtieron en provincias asirias. Pekah
fue víctima de una conjuración, cuyo jefe Oseas, hijo de Ela y favorito de los asirios, fue
proclamado rey. Tiglatpileser se refiere a estos acontecimientos en una inscripción: “Ya que
habían destronado a su rey Pekah, nombré a Oseas soberano suyo”. [...] En este punto se
complementan satisfactoriamente las inscripciones asirias y los relatos bastante minuciosos de la
Biblia (II Re. 15, 29-30; 16, 5-18; Is. 7, 1; 9, 6; [...]). Pero el estado de Efraim no había de tener
una vida larga A la muerte de Tiglatpileser en el año 727, Oseas, que había sido proclamado rey
por aquél creyó llegado el momento de deshacerse del yugo asirio, recurriendo a la ayuda egipcia
como otros príncipes sirio-palestinos rebeldes. II Re. 17, 4 dice de Salmanasar V (727-722): “El
rey de Asur descubrió una conjuración de Oseas, pues éste había enviado emisarios a So, rey de
Egipto, y no había realizado el pago anual de tributos al rey de Asur; le mandó detener y arrojar a
la cárcel” y prosigue 17, 6: “En el sexto año de Oseas conquistó el rey de Asur”, o sea Sargón II
(722-705), sucesor de Salmanasar, “Samaria, se llevó prisioneros a los israelitas a Asur,
asentándoles en Halah y a orillas del Khäbür, un río de Gosan, y en las ciudades de la Media”. El
propio Sargón escribe: “Al principio de mi gobierno y en el primer año de mi reinado conquisté
Samaria..., 17.290 personas que la habitaban fueron deportadas. 50 carros entre ellos recluté para
mi ejército real. A las gentes de las tierras, botín de mis conquistas, dejé vivir allí. A los hombres
de mi corte los nombré gobernadores sobre ellas. Les impuse el pago de tributos como a los sirios”
[...]. Sin embargo la resistencia del antiguo estado del norte de Israel contra el dominio extranjero
aún no se había extinguido; incluso llegó a participar más tarde en levantamientos sirio-palestinos
contra Asiria. Pero eran sólo manifestaciones esporádicas del deseo de libertad y tenían poca
importancia. Por lo demás, Israel desaparece entonces de la historia; sólo Judá subsistiría, hasta
caer también en 587, para volver a renacer en 538 en forma de estado eclesiástico.
[...]
Amón, Josías hasta Sedecías. Fin del estado de Judá. El exilio en Babilonia
Amón (641-640), hijo y sucesor de Manasés, mantuvo la actitud hostil a Yahvé que había
mostrado su padre algún tiempo, probablemente al principio de su reinado, y no se humilló ante
Yahvé como su padre Manasés, según se afirma en II Par. 33, 23. Una conjuración de palacio
dirigida contra Amón puso fin prematuramente a su reinado y a su vida. No existen datos sobre los
motivos de esta conjuración; en todo caso, no parece haber encontrado mucho eco en el pueblo.
Por el contrario, éste se dirigió contra los conspiradores, asesinó a todos ellos y proclamó rey al
hijo de Amón, Josías (639-609). Éste fue, según II Reyes 22,1; 23,30; II Par. 34,1; 35,27 –versión
fidedigna al menos en lo esencial--, el rey que más impulsó la reforma del culto de Yahvé,
liberándole de los elementos cananeos que venía arrastrando ya mucho tiempo y de influencias
asirias de épocas más recientes, centralizándolo por completo en Jerusalén y suprimiendo todos los
santuarios excepto el templo. Esta reforma del culto de Josías fue determinada por un supuesto
Libro de la Ley de Moisés que anunciaba la gracia divina en el caso de su cumplimiento, pero
terribles castigos de Yahvé en caso de desobediencia. Este libro fue encontrado –según II Reyes
22, 3-10 y II Par. 34, 8-18-- por el sacerdote Hilcías en el décimooctavo año del reinado de Josías,
o sea en 622, durante la revisión de las donaciones destinadas a la conservación del templo (II Par.
34, 14) llevada a cabo por el ministro Safán en nombre del rey. Según otra versión –probablemente
II Reyes 22, 8-- fue Hilcías el que descubrió el Libro a Safán durante la revisión. Safán se lo
entregó al rey que, como ahora veremos, tomó inmediatamente las medidas necesarias para
cumplir los preceptos del nuevo Libro de la Ley mosaica.
No cabe duda de que este libro no es en realidad un auténtico documento de Moisés. Pero no
puede determinarse si se trata realmente de un hallazgo, y el libro era por tanto más antiguo que los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 210
5.- hechos que acaban de citarse del Libro de los Reyes y de los Paralipómenos o Crónicas, o si el
relato hecho por Hilcías de su hallazgo del libro no es una ficción destinada a conceder mayor
prestigio al libro, una pia fraus de las muchas que registra la historia de las religiones y las
iglesias. En este caso habría que suponer que un grupo interesado en una reforma radical del culto
de Yahvé, en el que habría que contar sobre todo con la participación de los profetas, esperaba
lograr mejor su objetivo amparándose en un código atribuido a Moisés que en una obra que
reconociese en aquellos momentos, su auténtico origen. En el primer caso cabe pensar que,
aproximadamente cien años antes, en la época de Ezequias tan llena de tendencias reformistas, un
grupo deseoso de innovaciones hubiese depositado su programa en el templo, confiando en su
futura realización, donde fue hallado un siglo más tarde provocando una amplia reforma. Pero
también puede imaginarse, ya que se han aducido a favor de ello argumentos serios, que los
proyectos que se atribuían a Moisés fueron trasladados a Jerusalén y guardados en un lugar del
templo considerado seguro por algún movimiento reformista que operaba en el estado del norte,
poco antes de su caída. Por otra parte, no tiene demasiada importancia histórica el que el Libro de
la Ley, presentado en 622 como nuevo descubrimiento y obra de Moisés, tuviera entonces su
origen o fuera escrito un siglo antes, ya que este libro no empezó a tener influencia hasta su
supuesto o real descubrimiento en el año 622. Los escritos, en particular los de profetas como
Amós, Oseas, Isaías y Miqueas, no revelan ninguna influencia del libro hallado entonces, mientras
que posteriores libros del Antiguo Testamento, como los de los Jueces, Samuel, los Reyes y
Jeremías, sí presentan claras huellas. Además no hay duda de que existe una evidente relación
entre el código hallado, según II Reyes 22-23 y II Par. 34-35, en el decimooctavo año del rey
Josías, y el Deuteronomio, “repetición de la ley”, libro llamado así porque fue considerado sin
razón como una “repetición” de las leyes contenidas en el Éxodo, el Levítico y los Números; la
centralización del culto de Jerusalén reclamada en el Deuteronomio tuvo que ser exigida por el
libro de Josías, y la reforma que se basa en este libro realiza lo que se propugna en el
Deuteronomio. El Código de Josías y el Deuteronomio, o, mejor dicho, la esencia de este último,
coinciden perfectamente.
Josías se dedicó por completo a su reforma del culto, en la que al parecer concurrieron la
religiosidad y el sentimiento nacional. Pero a la realización de sus planes contribuyeron
fundamentalmente las circunstancias políticas de entonces, que permitían a Judá y a los otros
estados sirio-palestinos, aún relativamente independientes, una mayor libertad de acción que la que
había existido antes. Si ya bajo Asurbanipal (669-627) había perdido el imperio asirio gran parte
de su poder, prosigue esta decadencia bajo sus sucesores. Ya conquistada Asur, caen Nínive en
612 y Kharrán en 610 en manos de los babilonios y medos aliados que asumen la herencia de
Asiria. Este desmoronamiento de la autoridad asiria, que se inicia ya al subir al trono Josías,
provocó en Judá y en su joven rey, igual que en los otros estados sirios, deseos de libertad nacional
y religiosa, como era característico de la antigüedad. Así como el reconocimiento de la supremacía
política había significado para Judá concesiones al culto de los dioses asirios –por ejemplo, la
instalación en la entrada del templo de Yahvé de un carro tirado por caballos dedicado al dios
Shamash (II Reyes 23, 11)--, así Josías limpió después el templo de estos elementos. Pero además
Josías pudo permitirse una serie de intervenciones en la misma zona de influencia de los asirios.
Según el relato de 23, 15-20, histórico al menos en sus rasgos esenciales, pasó en su lucha de
exterminio de todos los centros religiosos, excepto el de Jerusalén, al territorio de la provincia
asiria de Samaria, destruyendo y profanado sus santuarios y en especial los de Béthel.
La estrecha relación que para Josías guardaban el culto a Yahvé y el sentimiento nacional se
demuestra también más adelante. Cuando el faraón Nekao trató de avanzar en 609 hacia el
Eufrates para ayudar contra los aliados babilonios y medos a los asirios, antiguos enemigos de
Egipto, considerados entonces dignos de apoyo ante el resurgimiento de los babilonios, le salió al
encuentro Josías en Megido con un ejército, para impedir que Egipto se constituyese de nuevo en
amo de Siria y Palestina, perdiendo así Judá la libertad obtenida inesperadamente gracias al
desmoronamiento de Asiria. Sin embargo, Nekao salió victorioso de este encuentro, mientras que
Josías encontró la muerte o fue herido mortalmente, siendo trasladado a Jerusalén donde fue
enterrado. La derrota y la muerte del piadoso rey causaron honda y duradera impresión en su
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 211
5.- pueblo. Según II Par. 35, 25, Jeremías le dedicó un canto fúnebre y se dispuso oficialmente la
recitación de cantos fúnebres a Josías, tradición que se conservó durante muchos siglos. [...]
En el año 605 se produce un cambio fundamental en la situación política del Próximo Oriente.
Entre los dos pretendientes a la posesión de Siria y Palestina, los egipcios dirigidos por el faraón
Nekao y los babilonios al mando del príncipe heredero Nabucodonosor, se libra en Karkemish, a
orillas del Eufrates, una batalla que terminó con la derrota de los egipcios y decidió que los
babilonios, en primer lugar el rey Nabucodonosor (605-562), fueran los amos de Siria y Palestina,
como aparece escrito en II Reyes 24, 7 con clásico laconismo: “El rey de Egipto ya no salió más de
su país, porque el rey de Babel le arrebató todo lo que le había pertenecido, desde el río de Egipto
hasta el Eufrates”, o sea, toda Siria-Palestina. Joaquim sobrevivió a este desplazamiento del poder
en el espacio sirio-palestino, lo que significa que reconoció a tiempo y de manera adecuada al
nuevo soberano, Nabucodonosor. Pero con el tiempo no pudo Joaquim resistir la tentación de
ceder a las propuestas de sus vecinos filisteos y fenicios de aliarse con ellos para sacudirse el yugo
babilónico. [...]
[…] II Reyes 24, 8-17 [...] empieza diciendo: “En aquel tiempo subieron los siervos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia contra Jerusalén, y la ciudad fue sitiada”; narra con bastante
detalle la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor, el saqueo del palacio real y del templo, la
deportación de miles de personas notables y capaces, así como de Joaquín [hijo y sucesor de
Joaquim], y la proclamación, con el nuevo nombre de Sedecías, de Matanías, tío de Joaquín, como
sucesor de éste. [597 a.C.].
Al igual que Joaquín, Sedecías no pudo resistir a la larga las propuestas seductoras de los
egipcios y de otros vecinos de Judá para que abandonara a Nabucodonosor, [...]. En enero de 588
comenzó el sitio de Jerusalén por los babilonios, que duró año y medio. Al fracasar el intento que
hizo el faraón Hofra (Apries), siguiendo sus compromisos de aliado, de romper el cerco de
Jerusalén (Jer. 37, 6-16) y al agotarse los víveres, se hizo insostenible la situación de la ciudad.
Cuando en julio de 587 fue abierta una brecha en las murallas, trataron Sedecías y los suyos de
ponerse a salvo huyendo, pero fueron apresados cerca de Jericó y transportados a Ribla, cuartel
general babilónico a orillas del Orontes. Allí Nabucodonosor mandó matar ante los ojos de
Sedecías a sus hijos, luego, tras cegarlo, lo mandó esposado a Babilonia. Un mes más tarde, en
agosto del 587, Nebuzardan, jefe de la guardia personal de Nabucodonosor, provisto de amplios
poderes, destruyó completamente Jerusalén, derribó las murallas, redujo a cenizas el templo, el
palacio y otros edificios, saqueó el templo, deportó a muchos ciudadanos destacados de Jerusalén y
Judá y mandó a Ribla a sesenta y siete notables, entre ellos a cinco distinguidos sacerdotes, para
ser ajusticiados. Todavía no se llevó entonces a cabo la anexión de Judá al reino babilónico. [...] /
Poco sabemos de la vida exterior de los exiliados. De todos modos parece que no eran
propiamente prisioneros sino que podían ejercer libremente sus profesiones, naturalmente
limitadas a determinados sectores: el comercio, la industria y la agricultura. También sabemos que
tenían una cierta autonomía administrativa y que eran dirigidos o representados por los “ancianos”.
[...] Disfrutaban al parecer de plena libertad de movimientos y podían visitarse mutuamente. [...]
De hecho Ezequiel tuvo gran importancia en la historia del judaísmo. Influyó decisivamente en la
conservación de una religiosidad ética independiente del templo y de los sacrificios y en la
reorganización del culto para la deseada nueva era.
[...] Entre los judíos exiliados el ya mencionado Deutero-Isaías dio forma poética a las
esperanzas que había provocado la aparición de Ciro [559-529]. Anunció que Ciro destruiría
Babilonia y sus dioses y que permitiría, como enviado de Yahvé, el retorno triunfal de los
exiliados judíos a su patria. [...]
Con sus palabras de consuelo contribuyó Deutero-Isaías en el mismo grado que Ezequiel a la
historia del judaísmo. Su influencia llega incluso hasta el cristianismo, que siguiendo con ello el
propio ejemplo de Jesús reconoció en éste al siervo de Dios del Deutero-Isaías, citado en Is. 52, 13
y 53, 12 “él llevó nuestra enfermedad y cargó con nuestros dolores” relacionándole con la pasión y
muerte de Jesús en nombre de la humanidad. Al anunciar que Ciro devolvería la libertad a los
judíos exiliados tuvo razón Deutero-Isaías. Ciro permitió realmente a los judíos el retorno a su país
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 212
5.- [538 a.C.] y la reconstrucción de su templo, devolviendo además los tesoros robados por
Nabucodonosor del templo de Jerusalén (Esdras 1, 1-11; II Par. 36, 22-23).- EISSFELDT, Otto:
“Siria y Palestina [...]. Desde la instauración de la monarquía en Israel hasta el fin del exilio
judío”; en CASSIN, E.; BOTTÉRO, J.; VERCOUTTER; J. (comp.): Los imperios del antiguo
Oriente. III, La primera mitad del primer milenio. Madrid, etc., Siglo XXI, (c1972). (Historia
universal, 4). pp. 162-163, 168-172, 174-177.

Mesopotamia durante el Imperio persa.


El descubrimiento de los archivos de los Murashu [empresa comercial en Nippur, a fines del s. V],
antes de la primera guerra mundial, proporcionó en un momento una larga lista de nombres judíos
que atestiguan elocuentemente el elevado número de familias judías establecidas en Mesopotamia
y la prosperidad de algunas de ellas, residentes en Nippur, en Babilonia y en todos los grandes
centros. Quizá los antepasados de algunas de dichas familias se remontaban ya a los tiempos de las
primeras deportaciones de israelitas, en el año 721. Los que se les habían unido a principios del
siglo VI habían hecho suyos los consejos de Jeremías: “Construid casas e instalaos; plantad
huertos y comed sus frutos... multiplicaos ahí, no disminuyáis” (29, 5-6). Cuando se había
publicado el edicto de Ciro en el 538, sólo habían partido contingentes “determinados para cada
familia”; en el 520, Zorobabel llevó consigo 50.000 personas; en el 458 sólo acompañaron a
Esdras 5.000 de sus correligionarios [...].- MEULEAU, Maurice: “Mesopotamia durante el imperio
persa”; en BENGTSON, Hermann (comp.): Griegos y persas, I. El mundo mediterráneo en la
Edad Antigua. Madrid, etc., Siglo XXI, (c1972). p. 340. (Historia universal, 5).

El judaísmo palestino en el período persa.


Aunque los detalles del regreso de los desterrados son, pues, oscuros, la situación creada por su
repatriación puede reconstituirse a base de los indicios que ofrece la historia primitiva. Durante las
monarquías se había producido un conflicto entre los que creían que Yahvé exigía a los israelitas
que le adorasen a él solo y los que creían que se le podía adorar juntamente con otras deidades. El
primer partido (monólatra) está representado por los documentos del Antiguo Testamento, y el
segundo partido (sincretista) contaba con más masa popular y habitualmente controlaba tanto el
gobierno como el templo. Con el destierro (587-539), la jefatura ilustrada del partido monólatra le
fue arrebatada a Babilonia. Al período babilonio se atribuye plausiblemente el desarrollo de varias
características conspicuas en el material judío posterior al destierro, pero raras en el anterior al
destierro: un extremado interés por la “pureza” (amenazada por el mundo circundante) y por la
circuncisión y la observancia del sábado (sabbath) como signos distintivos del verdadero judío; el
culto de la sinagoga (oración, loanza, lectura y exposición de las leyes del culto) como centro de
vida comunitaria; un cuerpo de literatura del partido –códigos legales, historias, profecías--
probablemente conservado en las sinagogas y ampliado allí con salmos, plegarias y material
homilético, todo lo cual recibía forma de la posición del partido según la cual la exclusiva
adoración de Yahvé llevaba a la prosperidad, y la adoración de otras deidades al desastre. Como
las sinagogas formaban una red para la ayuda y el estímulo, su reacción teológica contra el mundo
circundante llegó a ser extremada. La prohibición de adorar a otras deidades llevó a negar la
existencia de éstas, motivo que antes se convirtió en el tema dominante de un trabajo fundamental
en las profecías del Segundo Isaías (Is. 40-45) que anunciaban la conquista de Babilonia por Ciro.
Por contraste, el culto de Yahvé que sobrevivió en Judea fue principalmente sincrético. [...]
[Ante varias rebeliones] la corte persa estaba ansiosa de complacer a sus súbditos palestinos. Pero
fue mal informada por el partido monólatra sobre la situación en Jerusalén. Por consiguiente, en el
año 458 envió a Jerusalén a un sacerdote judío llamado Esdras que desempeñaba el oficio de
escriba en el gobierno persa y ahora iba comisionado para llevar a cabo en Judea una reforma legal
que el gobierno persa creía que el pueblo deseaba.
Esdras llegó a Jerusalén con una compañía de apoyo, ofreciendo atraerse a los sacerdotes y a la
plebe, y un texto [...] trató de hacer de la promulgación de la ley nueva un festín público
(Nehemías, 8, 9 ss.), pero su contenido hizo llorar “a todo el pueblo”. Entre las causas de su
aflicción figuraba la prohibición de matrimonios con no judíos... Esdras fue “informado” en
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 213
5.- seguida que se habían celebrado muchos de tales matrimonios. Cayó en una aflicción
ostensible, atrajo a una muchedumbre, la movió a llanto con su elocuencia y obligó a los jefes del
pueblo a jurar que se divorciarían de sus esposas extranjeras para la purificación de Israel (Esdras,
10. 2 ss.). Se convocó una asamblea con tal objeto, la cual nombró un comité para investigar, y el
comité presentó una lista de delincuentes (Esdras, 10, 9-44).- SMITH; Morton: “El judaísmo
palestino en el período persa”; en: BENGTSON, H. (comp.): op. cit. pp. 349-350, 354. (Historia
universal, 5).
HELENISMO
La batalla de Iso (333 a.C.) abrió a Alejandro el camino de Siria y Egipto, y luego de apoderarse
por medio del asedio de Tiro y Gaza el rey fue a Egipto y al oráculo de Amón. En el camino, dice
una leyenda judía, visitó Jerusalén. El Sumo Sacerdote, prevenido por una visión, se vistió con
todo el esplendor de sus ropajes sagrados y, acompañado por una gran multitud en vestiduras
blancas, salió al encuentro del conquistador, quien se adelantó casi solo, y adoró el Sagrado
Nombre grabado en la placa de oro sobre el pecho del Sumo Sacerdote. Así dice la leyenda, pero la
historia no sabe nada de eso. Pero pronto los judíos se encontraron en elevado número en
Alejandría, la importante fundación del conquistador. / […]
No hay duda de que los griegos ejercieron una gran influencia sobre los judíos. [...] Había
muchas cosas atractivas en el estilo griego de vivir: la literatura, el teatro, el atletismo; y después
de todo, la filosofía griega, con todas sus divagaciones, era en el fondo un intento de alcanzar la
verdad. De modo que los judíos discutieron con los griegos, y realmente aprendieron más de éstos
que los griegos de aquéllos. Surgió una nueva literatura judía, escrita en griego, [...]. Es todavía
más significativo que el judío comenzara a pensar de algún modo como los griegos. Cuando el
escritor de la Sabiduría llama a Dios el “primer creador de la belleza”, cuando dice que “el cosmos
es campeón de la justicia”, expresa ideas que no son completamente nuevas para los judíos, pero
las expresa con un nuevo giro, sugerido más por los estoicos que por Isaías. El Antiguo Testamento
se tradujo al griego, y surgieron muchas leyendas alrededor. Setenta ancianos hicieron la
traducción, por lo cual se la llama de los Setenta, [...] aunque los judíos la rechazaron después del
año 150 d.C., se convirtió en la Biblia cristiana. Fue también la Biblia que San Pablo leyó mucho
antes de convertirse. Si bien más tarde el judaísmo renunció y excomulgó a la cultura griega,
queda como evidencia de la atracción que ejerció el hecho de que en el Talmud, el cuerpo de
escritos de los rabinos judíos, se encuentren 3.000 palabras de origen extranjero, la mayor parte de
ellas, griegas.
LOS ROMANOS Y LOS HERODES
En el año 66 a.C. la ley propuesta al pueblo romano por un político oscuro llamado Manilio,
transfirió el comando de la guerra contra Mitrídates de Lúculo a Pompeyo. [...] / Una guerra civil
en Palestina hizo que se llamara a Pompeyo. Su avance a través del país no despertó resistencias,
las fortalezas principales se le rindieron; y entrando en Jerusalén, se apoderó de ella. Pero no del
Templo. Sus fortificaciones eran sólidas; se solicitaron máquinas de asedio, y el sitio continuó
durante tres meses, hasta que el Templo cedió a un asalto en medio de una gran matanza.[…]
Apenas es necesario hacer algo más que echar una ojeada a la historia de los judíos en el siglo y
medio siguiente. Se destaca Herodes “el Grande”; lo es cuando se lo compara con su familia, no
con los grandes del mundo: [...]. Constituían solo una dinastía entre otras varias menores, a las
cuales Roma concedió pequeños principados, [...].
Estos príncipes alternaban con una pobre clase de gobernadores romanos como Poncio Pilatos,
[...] Es de notar, sin embargo, que muchos judíos sensatos, no simplemente contemporizadores, no
se oponían al gobierno romano; a pesar de lo malo que pudiera ser un gobernador débil como
Pilatos, Roma en general era menos terrible que los Herodes. Pero había un elemento
irreconciliable; y llegó la rebelión, la lucha furiosa y la destrucción completa de Jerusalén, ciudad
del Templo, por Tito en el año 70 d.C.
Este año marca un jalón que debe destacarse en la historia del judaísmo y de la Iglesia cristiana,
dos de los forjadores de la historia de todos nosotros. El Templo había desaparecido, y con él todo
el sistema sacerdotal de los judíos; ya no podían celebrarse más sacrificios. Los romanos esperaban
que fuera el fin del judaísmo, pero tuvieron que habérselas con la sinagoga. En todo el mundo,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 214
5.- dondequiera que se encontraran los judíos, diez de ellos podían constituir una sinagoga. No era
un templo; lejos de ello; no tenía altar, no podían celebrarse sacrificios; se asemejaba más a una
reunión privada de plegaria entre amigos íntimos. Leían juntos el Antiguo Testamento, algunas
veces lo exponían en una especie de sermón, cantaban los salmos, recitaban plegarias. [...] y los
judíos encontraron que una religión espiritual bastaba, y ésta demostró ser algo mucho más real y
unitivo.
La caída de Jerusalén significó también la separación final entre judíos y cristianos. [...]
Cincuenta o sesenta años después los judíos volvieron a rebelarse, guiados por un hombre
llamado el Hijo de la Estrella (Barcoquebas), [...]. Fue una revuelta seria, aplastada solo después de
furiosas luchas y grandes matanzas. El judaísmo se resolvió a una hosca aquiescencia frente a la
odiada soberanía romana, y se vindicó a sí mismo lavándose las manos para siempre del
helenismo; la Biblia griega, la cultura griega, la literatura y la filosofía griegas en todas sus partes
eran todas condenables. Como lo dijo un escritor judío moderno, mientras “el judaísmo se
judaizaba más completamente, el cristianismo se helenizaba cada vez más”. Los judíos que todavía
sentían la influencia griega encontraron su camino hacia la Iglesia cristiana.- GLOVER, T.R.: op.
cit., pp. 211-218.
PRIMER RELATO DE LA CREACIÓN
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por
encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
Dijo Dios: “haya luz”, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la
oscuridad; y llamó Dios a la luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”. Y atardeció y amaneció:
día primero. / Dijo Dios: “Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de
otras”. E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas
de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento “cielos”. Y atardeció y
amaneció: día segundo.
Dijo Dios: “Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese
ver lo seco”; y así fue. Y llamó Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llamó “mares”;
y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den
fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”. Y así fue. La tierra produjo vegetación:
hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus
especies; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día tercero.
Dijo Dios: “Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de
señales de solemnidades, días y años; y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar
sobre la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del
día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y púsolos Dios en el
firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y en la noche, y para
apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el
firmamento celeste”. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que
serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio
Dios que estaba bien; y bendíjolos Dios diciendo, “sed fecundos y multiplicaos, y henchid las
aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra”. Y atardeció y amaneció: día quinto.
Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas
terrestres de cada especie”. Y así fue. Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las
bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en
los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en
todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, al ser humano a imagen suya,
a imagen de Dios le creó
macho y hembra los creó
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 215
5.- Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: “Sed fecundos y multiplicaos y hechid la tierra y sometedla;
mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.
Dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de la tierra, así
como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será alimento”. Y así fue. Vio Dios
cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato, y dio por concluída Dios en el
séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera. Y
bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que
Dios había hecho.
Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. / [...]
[...] Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento
de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había
formado. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos
para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. [...]
Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.
Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del
árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin
remedio”.
Dijo luego Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda
adecuada”. Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo
y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el
nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y
a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces
Yahveh Dios hizo caer un prufundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las
costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre
formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó:
“Esta vez si que es hueso de mis huesos / y carne de mi carne
Ésta será llamada mujer, / porque del varón ha sido tomada”.
Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne
Biblia de Jerusalem. Nueva ed. totalmente revisada y aumentada. Bilbao, Desclée de Brouwer,
(c1977). Génesis, i; ii, 1-4, 7-9, 15-23.
TIRANÍA DE LOS EGIPCIOS
Se alzó en Egipto un nuevo rey, que nada sabía de José; y que dijo a su pueblo: “Mirad, los
israelitas son un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra él
para que no siga multiplicándose, no sea que en caso de guerra se una también él a nuestros
enemigos para luchar contra nosotros y salir del país”. Les impusieron, pues, capataces para
aplastarlos bajo el peso de duros trabajos; y asi edificaron para Faraón las ciudades de depósito:
Pitom y Ramsés.
EL DECÁLOGO
Entonces pronunció Dios estas palabras diciendo: “Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado
del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
No habrá para ti otros dioses delante de mí.
No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay
abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que
castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
odian, y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos.
No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; porque Yahveh no dejará sin castigo a quien
toma su nombre en falso.
Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero
el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo,
ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 216
5.- seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo
descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu
Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No daras falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”.
Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte humeante,
y temblando de miedo se mantenía a distancia. Dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, que
podremos entenderte, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos”. Respondió
Moisés al pueblo: “No temáis, pues Dios ha venido para poneros a prueba, para que su temor esté
ante vuestros ojos, y no pequéis”. Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba
a la densa nube donde estaba Dios
/ [...]
Moisés intercede de nuevo por el pueblo
Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: “Habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir donde
Yahveh; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado”. Volvió Moisés donde Yahveh y
dijo: “¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro. Con todo, si te
dignas perdonar su pecado..., y si no, bórrame del libro que has escrito”. Yahveh respondió a
Moisés:”Al que peque contra mí, le borraré yo de mi libro. Ahora ve y conduce al pueblo adonde
te he dicho. He aquí que mi ángel irá delante de ti, mas en el día de mi visita los castigaré yo por
su pecado.[...].- Biblia de Jerusalén [...]. Éxodo i, 8-11; xx, 1-21; xxxii, 30-34,.

Los relatos y la historia. /:[...] / En cuanto a la fecha del Éxodo no podemos fiarnos de las
indicaciones de I R[eyes] vi 1 y Jc [Jueces] xi 26, que son secundarias y proceden de cómputos
artificiales. Pero la Biblia encierra una indicación decisiva: según el texto antiguo de Ex [Exodo] i,
1, los hebreos trabajaron en la construcción de las ciudades de depósito, Pitom y Ramsés. En
consecuencia, el Éxodo es posterior a la toma del poder por Ramsés II, que fundó la ciudad de
Ramsés. Aquí, los vastos trabajos se iniciaron desde los comienzos de su reinado y es probable que
la salida del grupo de Moisés tuviera lugar en la primera mitad o hacia mediados de este largo
reinado (1290-1224), digamos que hacia el 1250 a.C.. Concuerdan estos datos con las
informaciones de la historia general sobre la residencia de los Faraones de la Dinastía XIX en el
Delta del Nilo, sobre el debilitamiento del control egipcio en Siria-Palestina al final del reinado de
Ramsés II, sobre los disturbios que sacudieron todo el Oriente Próximo al fin del siglo XIII.
Concuerdan también con las indicaciones de la arqueología sobre el comienzo de la Edad del
Hierro, que coincide con el establecimiento de los israelitas en Canaán.- Introducción al
Pentateuco; en Biblia de Jerusalén […]. pp. 9-10.

EL BUEN PASTOR / Salmo de David


Yaveh es mi pastor, nada me falta. / Por prados de fresca hierba me apacienta. //
Hacia las aguas de reposo me conduce, / y conforta mi alma;
me guía por senderos de justicia, / en gracia de su nombre.

Aunque pase por valle tenebroso, / ningún mal temeré, porque tu vas conmigo;
tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.
Tú preparas ante mí una mesa / frente a mis adversarios;
unges con óleo mi cabeza, / rebosante está mi copa.
Sí, dicha y gracia me acompañarán / todos los días de mi vida;
mi morada será la casa de Yahveh / a lo largo de los días.
Biblia de Jerusalén […]. Los salmos, 23 (22).
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 217
5.- OFICIOS MANUALES
La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego
el que se libera de negocios se hará sabio,
¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, / y se gloria de tener por lanza el aguijón,
el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos / y no sabe hablar más que de novillos?
Aplica su corazón a abrir surcos, / y sus vigilias a cebar terneras.
De igual modo todo obrero o artesano, / que trabaja día y noche;
los que graban las efigies de los sellos, / y su afan se centra en variar los detalles;
ponen todo su corazón en igualar el modelo / y gastan sus vigilias en rematar la obra.
También el herrero sentado junto al yunque, / atento a los trabajos del hierro;
el vaho del fuego sus carnes derrite, / en el calor de la fragua se debate,
el ruído del martillo le ensordece, / y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos;
pone su corazón en concluir sus obras, / y sus vigilias en adornarlas al detalle.
De igual modo el alfarero sentado a su tarea / y dando a la rueda con sus pies,
preocupado sin cesar por su trabajo, / toda su actividad concentra en el número [control?];
con su brazo moldea la arcilla, / con sus pies vence su resistencia;
pone su corazón en acabar el barnizado, / y gasta sus vigilias en limpiar el horno.
Todos éstos ponen su confianza en sus manos, / y cada uno se muestra sabio en su tarea.
Sin ellos no se construiría ciudad alguna, / ni se podría habitar ni circular por ella.
Mas para el consejo del pueblo no se les busca, / ni se les distingue en la asamblea.
No se sientan en sitial de juez, / ni meditan en la alianza del juicio.
No demuestran instrucción ni juicio, / ni se les encuentra entre los que dicen máximas.
Pero aseguran la creación eterna, / el objeto de su oración son los trabajos de su oficio.
EL ESCRIBA
No así el que aplica su alma / a meditar la ley del Altísimo.
La sabiduría de todos los antiguos rebusca, / a las profecías consagra sus ocios.
conserva los relatos de varones célebres, / en los repliegues de las parábolas penetra,
busca los secretos de los proverbios / y en los enigmas de las parábolas insiste.
En medio de los grandes ejerce su servicio, / ante los jefes aparece;
viaja por tierras extranjeras, / adquiere experiencia de lo bueno y de lo malo entre los hombres. /
Aplica su corazón a ir bien de mañana / donde el Señor su Hacedor;
suplica ante el Altísimo, / abre su boca en oración / y por sus pecados suplica.
Si el gran Señor lo quiere, / del espíritu de inteligencia será lleno.
Él mismo derramará como lluvia las palabras de su sabiduría,
y en la oración dará gracias al Señor.
Enderezará su consejo y su ciencia, / y en sus misterios ocultos hará meditación.
Mostrará la instrucción recibida, / y en la ley de la alianza del Señor se gloriará.
Muchos elogiarán su inteligencia, / jamás será olvidada.
No desaparecerá su recuerdo, / su nombre vivirá de generación en generación.
Su sabiduría comentarán las naciones, / su elogio, lo publicará la asamblea.
Mientras viva, su nombre dejará atrás a mil, / y cuando descanse, él le bastará.
Biblia de Jerusalén [...]. Eclesiástico, xxxviii, 24-34 [“Se ha relacionado este pasaje con un antiguo
texto egipcio conocido con el nombre de ‘Sátira de los oficios’. Obsérvese [...] los oficios típicamentes
palestinenses”.]; xxxix, 1-11.-.Escrito ca. 190-180 a.C.- Compuesto en hebreo, no es del canon
judió; integra la Biblia griega
CONTRA LA HIPOCRESÍA
Oid una palabra de Yaveh, / regidores de Sodoma.
Escuchad una instrucción de nuestro Dios, / pueblo de Gomorra. //
“¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? –dice Yahveh-,
Harto estoy de holocaustos de carneros y de sebo de cebones;
y sangre de novillos y machos cabríos no me agrada, / cuando venís a presentaros ante mí.
¿Quién ha solicitado de vosotros esa pateadura de mis atrios?
No sigáis trayendo oblación vana: / el humo del incienso me resulta detestable.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 218
5.- Novilunio, sábado, convocatoria: / no tolero falsedad y solemnidad.
Vuestros novilunios y solemnidades aborrece mi alma:/ me han resultado un gravamen
que me cuesta llevar.
Y al extender vosotros vuestras palmas, / me tapo los ojos por no veros.
Aunque menudeéis la plegaria, / yo no oigo.
Vuestras manos están de sangre llenas: / lavaos, limpiaos,
quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, /desistid de hacer el mal,
aprended a hacer el bien, / buscad lo justo, / dad sus derechos al oprimido,
haced justicia al huérfano, / abogad por la viuda.
Venid, pues, y disputemos / -dice Yahveh-,
Así fueren vuestros pecados como la grana, / cual la nieve blanquearán.
Y así fueron rojos como el carmesí, / cual la lana quedarán.
Si aceptáis obedecer, / lo bueno de la tierra comeréis.
Pero si rehusando os oponéis, / por la espada seréis devorados.,
que ha hablado la boca de Yahveh.- Biblia de Jerusalén [...]. Isaías, i, 10-20.

LA RESPONSABILIDAD PERSONAL
La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: ¿Por qué andáis repitiendo este
proverbio en la tierra de Israel:
Los padres comieron el agraz,
y los dientes de los hijos sufren la dentera?
Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que no repetiréis más este proverbio en Israel. Mirad:
todas las vidas son mías, la vida del padre lo mismo que la del hijo, mías son. El que peque es
quien morirá.
El que es justo y practica el derecho y la justicia, no come en los montes ni alza sus ojos a las
basuras de la casa de Israel, no contamina a la mujer de su prójimo, ni se acerca a una mujer
durante su impureza, no oprime a nadie, devuelve la prenda de una deuda, no comete rapiñas, da su
pan al hambriento y viste al desnudo, no presta con usura ni cobra intereses, aparta su mano de la
injusticia, dicta un juicio honrado entre hombre y hombre, se conduce según mis preceptos y
observa mis normas, obrando conforme a la verdad, un hombre así es justo: vivirá sin duda,
oráculo del Señor Yahveh.
Si éste engendra un hijo violento y sanguinario, que hace alguna de estas cosas que él mismo no
había hecho, un hijo que come en los montes, contamina a la mujer de su prójimo, oprime al 5.-
pobre y al indigente, comete rapiñas, no devuelve la prenda, alza sus ojos a las basuras, comete
abominación, presta con usura y cobra intereses, éste no vivirá en modo alguno después de haber
cometido todas estas abominaciones; morirá sin remedio, y su sangre recaerá sobre él.
Y si éste, a su vez, engendra un hijo que ve todos los pecados que ha cometido su padre, que los
ve sin imitarlos, que no come en los montes ni alza sus ojos a las basuras de la casa de Israel, no
contamina a la mujer de su prójimo, no oprime a nadie, no guarda la prenda, no comete rapiñas, da
su pan al hambriento, viste al desnudo, aparta su mano de la injusticia, no presta con usura, ni
cobra intereses, practica mis normas y se conduce según mis preceptos, éste no morirá por la culpa
de su padre, vivirá sin duda. Su padre, porque fue violento, cometió rapiñas y no obró bien en
medio de su pueblo, por eso morirá a causa de su culpa. Y vosotros decis: “¿Por qué no carga el
hijo con la culpa de su padre?” Pero el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha observado
todos mis preceptos y los ha puesto en práctica: vivirá sin duda. El que peque es quien morirá; el
hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo: al justo se le imputará
su justicia y al malvado su maldad, /
En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis
preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá. Ninguno de los crímenes
que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha practicado. ¿Acaso me
complazco yo en la muerte del malvado –oráculo del Señor Yahveh- y no más bien en que se
convierta de su conducta y viva?
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 219
5.- Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que
comete el malvado, ¿vivirá acaso? No, no quedará ya memoria de ninguna de las obras justas que
había practicado, sino que, a causa de la infidelidad en que ha incurrido y del pecado que ha
cometido, morirá. Y vosotros decis: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel:
¿Qué no es justo mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que no es justo? Si el justo se
aparta de su justicia, comete el mal y muere, a causa del mal que ha cometido muere. Y si el
malvado se aparta del mal que ha cometido para practicar el derecho y la justicia, consevará su
vida. Ha abierto los ojos y se ha apartado de todos los crímenes que había cometido; vivirá sin
duda, no morirá. Y sin embargo la casa de Israel dice: “No es justo el proceder del Señor”. ¿Qué
mi proceder no es justo, casa de Israel? ¿No es más bien vuestro proceder el que no es justo. Yo os
juzgaré, pues, a cada uno según su proceder, casa de Israel, oráculo del Señor Yahveh. Convertíos
y apartaos de todos vuestros crímenes; no haya para vosotros más ocasión de culpa. Descargaos de
todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien
fuere, oráculo del Señor Yahveh. Convertíos y vivid.- Biblia de Jerusalén [...]. Ezequiel, xviii.

VUELTA SUPERFICIAL A YAVEH


Por eso les he hecho trizas por los profetas / los he matado por las palabras de mi boca,
Y mi juicio surgirá como la luz. / Porque yo quiero amor, no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.- Biblia de Jerusalén [...] Oseas, vi, 6.

CONTRA EL CULTO EXTERIOR


Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, / no me gusta el olor de vuestras reuniones solemnes.
Si me ofrecéis holocaustos... / no me complazco en vuestras oblaciones,
ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados.
¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, / no quiero oir la salmodia de tus arpas!
¡Qué fluya, sí, el juicio como agua / y la justicia como arroyo perenne!
¿Acaso sacrificios y oblaciones / en el desierto me ofrecistéis,
durante cuarenta años, casa de Israel?
Vosotros llevaréis a Sakkut, vuestro rey, / y la estrella de vuestro dios, Keván,
esas imágenes que os habéis fabricado, / pues yo os deportaré más alla de Damasco,
dice Yahveh, cuyo nombre es Dios Sebaot.- Biblia de Jerusalén [...]. Amós, v, 21-27.

YAVEH PLEITEA CON SU PUEBLO


[…] / --¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, / me inclinaré ante el Dios de lo alto?
¿Me presentaré con holocaustos, / con becerros añales?
¿Aceptará Yahveh miles de carneros, / miriadas de torrentes de aceite?
¿Daré mi primogénito por mi delito, / el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?”
--Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, / lo que Yahveh de ti reclama:
tan solo practicar la equidad, / amar la piedad
y caminar humildemente con tu Dios”- Biblia de Jerusalén [...] Miqueas vi, 6
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 220

6.- ADORACIÓN DE LOS MAGOS.


Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes,* unos magos que venían del
Oriente* se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”. En oyéndolo, el rey Herodes se
sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo,* y
por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: “En
Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá, / no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá;
porque de ti saldrá un caudillo / que apacentará a mi pueblo Israel”
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de
la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: “Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y
cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle”. Ellos, después de oír al rey,
se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos,
hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de
inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le
adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.* Y, avisados en
sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
 (a) Hacia el año 5 ó 4 antes de la era cristiana, ya que ésta comienza por error unos años
después del nacimiento del Cristo, cf. Lc ii, 2 +; iii, 1 +. Herodes reinó del 37 al 4 antes de nuestra
era. Su reino llegó a comprender Judea, Idumea, Samaria, Galilea, Perea, y otras regiones de la
zona del Haurán
 (b) Un relato de este tipo pide que se deje a este término en la vaguedad de una designación
muy general: la región por excelencia de los sabios astrólogos que son los “magos”.
 (c) Llamados también “doctores de la Ley”, Lc v, 17
 (d) Riquezas y perfumes de Arabia. Jr vi, 20; Ez xxvii, 22. Los Padres ven simbolizadas en
ellos la Realeza (oro), la Divinidad (incienso) y la Pasión (mirra) de Cristo. La adoración de los
Magos da cumplimiento a los oráculos mesiánicos sobre el homenaje de las naciones al Dios de
Israel, cf. Nm xxiv, 17; Is xlix, 23; lx, 5s; Sal lxxii, 10-15.- BIBLIA de Jerusalén. [...]. San
Mateo, i, 18-25; ii, 1-12.
Bautismo de Jesús.
Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí?” Jesús le respondió: “Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos con toda
justicia”. Entonces le dejó.
Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios
que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: “Este es
mi Hijo amado, en quien me complazco”.
Tentaciones en el desierto.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después
de hacer un ayuno cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador,
le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Mas él respondió: “Está
escrito: / No sólo de pan vive el hombre, / sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Entonces el diablo lo lleva consigo a Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice:
“Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará, / y en sus manos te llevarán,
para que no tropiece tu pie en piedra alguna.”
Jesús le dijo: “También está escrito: / No tentarás al Señor tu Dios.”
Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y
su gloria, y le dice: “Todo esto te daré si postrándote me adoras”. Dícele entonces Jesús: Apártate
Satanás, porque está escrito:
Al Señor tu Dios adorarás, / y sólo a él darás culto.”
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 221
6.- Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían
BIBLIA de Jerusalén. [...]. San Mateo, iii, 13-17; iv, 1-11.
Las bienaventuranzas.
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando
la palabra, les enseñaba diciendo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, / porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, / porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, / porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, / porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, / porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, / porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, / porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los
cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.
La limosna en secreto.
“Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo
contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no
lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con
el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna
quedará en secreto; y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará.
La oración en secreto.
“Y cuando oréis, no séais como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya
reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la
puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
La verdadera oración. El Padre nuestro.
Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser
escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
“Vosotros, pues, orad así:* [* En la redacción de Mt, el Padre nuestro contiene siete peticiones. Mt
siente predilección por esta cifra: dos veces siete generaciones en la Genealogía, i, 17; siete
bienaventuranzas, v, 3+; perdonar no siete veces sino setenta veces siete, xviii, 22; siete maldiciones contra
los fariseos, xxiii, 13+; siete partes del Evangelio (cf. Introd., pág. 1.384). Tal vez para obtener esta cifra
de siete es por lo que Mt ha aladido al texto básico (Lc xi, 2-4) las peticiones tercera, cf. vii, 21; xxi, 31;
xxvi, 42, y séptima, cf. el “Maligno”xiii, 19, 38.]
Padre nuestro que estás en los cielos, / santificado sea tu Nombre; / venga tu Reino;
hágase tu Voluntad / así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; / y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, / mas libranos del mal
“Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
ofensas.- BIBLIA de Jerusalén. [...]. San Mateo, v, 1-12; vi, 1-14.
Dios y el dinero
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a
uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
No juzgar
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados,
y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 222
6.- hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja
que te saque la brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu
ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Eficacia de la oración.
“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le
pide pan le de una piedra, o si le pide un pez, le de una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará
cosas buenas a los que se las pidan!
La regla de oro
“Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
porque ésta es la Ley y los Profetas.
Los dos caminos
“Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el
camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.
Los falsos profetas.
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de
los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol
bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no
da fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.
Los verdaderos discípulos
“No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y
entonces les declararé: ¡Jamás os conocí, apartaos de mí, agentes de iniquidad!’
“Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre
prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos,
y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el
que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó
su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra
aquella casa y cayó, y fue grande su ruina”.
Comida con pecadores
Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores,
y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: “¿Por
qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?” Mas él, al oírlo, dijo: “No necesitan
médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de:
Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
BIBLIA de Jerusalén. [...]. San Mateo, vi, 24; vii, 1-5, 7-27; ix, 10-13.
Profesión de fe y primado de Pedro
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros,
que Elías; otros que Jeremías o uno de los profetas”. Díceles él: “Y vosotros ¿quién decís que soy
yo?” Simón Pedro contestó: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Replicando Jesús le dijo:
“Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tu eres Pedro*, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos”. Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que
él era el Cristo.- [* Ni el término griego Petros, ni siquiera, al parecer, su correspondiente arameo Kefa
(“piedra”), se utilizaba como nombre de persona antes que Jesús llamara así al jefe de los apóstoles para
simbolizar su papel en la fundación de la Iglesia.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 223
6.- Primer anuncio de la Pasión
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir
mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al
tercer día. Tomándolo aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De
ningún modo te sucederá eso!” Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás!
¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!”
¿Quíén es el mayor?
En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: “¡Quién es, pues, el mayor
en el Reino de los Cielos?” Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Yo os aseguro: si
no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se
haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos.
Oración en común.
“Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea
lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres
reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Perdón de las ofensas
Pedro se acercó entonces y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que
me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?” Dícele Jesús: “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete”.
Jesús y los niños
Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los
discípulos les reñían. Mas Jesús les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis
porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos”. Y, después de imponerles las manos,
se fue de allí.
Peligro de las riquezas
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino
de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un
rico entre en el Reino de los Cielos”. Al oir esto, los discípulos, llenos de asombro decían:
“Entonces, ¿quién se podrá salvar?” Jesús, mirándolos fijamente, dijo: “Para los hombres eso es
imposible, mas para Dios todo es posible”. –
Los jefes deben servir.
[...] “Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las
oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosoros, sino que el que quiera llegar a ser grande
entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a
dar su vida como rescate por muchos”. BIBLIA de Jerusalén. San Mateo, xvi, 13-23; xviii, 1-4, 19-
22; xix, 13-15, 23-26; xx, 14-18.
El mandamiento principal.
Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo,
y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento
mayor de la Ley?” El le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los
Profetas.”
Institución de la Eucaristía.
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos,
dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio
diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por
muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la
vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre”.- BIBLIA de
Jerusalén. San Mateo, xxii, 34-40; xxvi, 26-29.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 224
6.- Jesús inicia su predicación.
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de
Diós: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva”.
Vocación de los cuatro primeros discípulos.
Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en
el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de
hombres”. Al instante, dejando las redes, le siguieron.
Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban
también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre
Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.-
Las espigas arrancadas en sábado.
Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos, empezaron a abrir
camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: “Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es
lícito?” Él les dice: “Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que lo
acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote
Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también
a los que estaban con él?” Y les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre
para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado”.
Empleo del nombre de Jesús.
Juan le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con
nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros”. Pero Jesús dijo: “No se lo
impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de
hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros”.
El tributo debido al César
Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le
dicen: “Maestro, sabemos que ers veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la
condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar
tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?” Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les
dijo: “¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea”. Se lo trajeron y les dice: “¿De quién
es esta imagen y la inscripción?” Ellos le dijeron: “Del César”. Jesús les dijo: “Lo del César,
devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios”. Y se maravillaban de él.- BIBLIA de Jerusalén. San
Marcos, i, 14-20; ii, 23-28; iv, 24-25; ix, 38-40; xii, 13-17..

PRÓLOGO
Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre
nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y
servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente
todo desde los orígenes, escribiéndolo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez
de las enseñanzas que has recibido
Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías,
casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios,
y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos porque
Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo [durante una semana], le
tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el
incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar, del incienso. Al verle Zacarías,
se turbó, y el temor se apoderó de él. El Ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha
sido escuchada, Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan [=Yaveh es
favorable], será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande
ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 225
6.- y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el
espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los
rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. Zacarías
dijo al ángel: “¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad”. El ángel
le respondió: “Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y
anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que
sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario, cuando salió
no podía hablarles [para pronunciar la bendición acostumbrada], y comprendieron que había tenido
una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo.
Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después,
concibió su mujer Isabel, y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: “Esto es lo que ha
hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres”.
La Anunciación.
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era
María. Y entrando, le dijo: “Alégrate; llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por
estas palabras y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque
has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.
María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altósimo te cubrirá con su sombra; por eso el que
ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido
un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamában estéril, porque ninguna cosa
es omposible para Dios.” Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra.” Y el ángel dejándola se fue.- BIBLIA de Jerusalem. San Lucas, i, 1-38.
Nacimiento de Jesús y visita de los pastores.
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto* ordenando que se empadronase
todo el mundo. Este primer empadronamiento* * tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada cual a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad
de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de
David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos
estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le
envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la
noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y
se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será
para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y
esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y de
pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace”.
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a
otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado”.
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo,
dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se
maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y
las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo
que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
[* Emperador romano, 30 a.C. a 14 p.C.
** Así llamado porque le siguieron otros. La traducción a veces propuesta: “Este empadronamiento fue
anterior al que tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino”, es difícil de sostener gramaticalmente. Las
circunstancias históricas son oscuras. La mayoría de los críticos sitúan el censo de Cirino el 6 p.C., pero con
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 226
6.- la única autoridad de Josefo, que aquí no inspira confianza, cf. Hch v, 37 +. Lo más probable es que este
censo (realizado con miras al reparto del impuesto) tuviera lugar hacia el 8-6 a.C., en relación a un censo
general del imperio, y que fuera organizado en Palestina por Cirino, encargado de una misión especial para
ello. Habiendo sido, sin duda, este personaje gobernador de Siria entre el 4 y el 1 a.C., la expresión de
Lucas se explica como una aproximación suficiente. Jesús ciertamente nació antes de la muerte de Herodes
(4 a.C.), quizá entre los años 8-6. La “era cristiana”, establecida por Dionisio el Exiguo (s. VI) procede de
un cálculo falso: ver iii, 1 +].- BIBLIA de Jerusalén [...]. San Lucas, ii, 1-20.
Predicación de Juan el Bautista.
En el año quince del imperio de Tiberio César,* siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y
Herodes [Antipas] tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y
Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a
Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un
bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos
del profeta Isaías.:
Voz del que clama en el desierto: / Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas; / todo barranco será rellenado,
todo monte y colina será rebajado, / lo tortuoso se hará recto
y las asperezas serán caminos llanos. / Y todos verán la salvación de Dios.
Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él: “Raza de víboras, ¿quién os ha
enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo
en vuestro interior: ‘Tenemos por padre a Abraham`; porque os digo que puede Dios de estas
piedras dar hijos a Abraham. Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no
de buen fruto será cortado y arrojado al fuego.”
[* Como en i, 5 y ii, 1-3, Lucas establece un sincronismo entre la historia profana y la historia de la
salvación. Tiberio sucedió a Augusto, ii, 1, el 19 de agosto del año 14 p.C. El decimo quinto año discurre
por tanto, del 19 de agosto del 28 al 18 de agosto del 29, o según el modo de calcular los años de reinado
usado en Siria, de septiembre-octubre del 27 a septiembre-octubre del 28. Jesús tiene entonces treinta y tres
años por lo menos, quizá incluso treinta y cinco o treinta y seis. La indicación del v. 23 [Tenía Jesús, al
comenzar, unos treinta años,] es aproximada y acaso subraya únicamente que Jesús tenía la edad requerida
para ejercer una misión pública. La “era cristiana” (fijada por Dionisio el Exiguo en el siglo VI), se debe a
que se entendió rigurosamente la cifra de treinta años: los 29 años cumplidos de Jesús, restados del año 782
de Roma (15° año de Tiberio), han dado 753 como comienzo de nuestra era]- BIBLIA de Jerusalén. San
Lucas, iii, 1-9.
Bautismo de Jesús.
Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en
oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y
vino una voz del cielo: “Tu eres mi hijo, yo hoy te he engendrado”.- BIBLIA de Jerusalén [...]: San
Lucas. iii, 15-22.
Jesús en Nazaret
Vino a Nazará, donde se había criado y, segín su costumbre, entró en la sinagoga el día de
sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y
desenrrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí, / poeque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos / y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos / y proclamar un añño de gracia del Señor.
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban
fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: “Esta Escritura, que acabáis de oir, se ha cumplido hoy.” Y
todos daban tetiminio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su
boca
Y decían: “¿No es éste el hijo de José?” Él les dijo: “Seguramente me vais a decir el refrán:
Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también
aquí en tu patria.” Y añadió: “En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.”
BIBLIA de Jerusalén. San Lucas, iv, 16-24.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 227
6.- Discurso inaugural. Las Bienaventuranzas.
Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:
“Bienaventurados los pobres, Porque vuestro es el Reino de Dios.
Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados.
Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.
Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y
proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de
gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los
profetas.
Las maldiciones.
“Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres
a lios falsos profetas.
Amor a los enemigos.
“Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una
mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que
te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres,
hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los
pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito
tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir,
¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra
recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los
perversos.
Misericordia y beneficencia.
“Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no
condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida
buena, apretada, remecida rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la
medida con que midáis se os medirá.- BIBLIA de Jerusalén. [...]. San Lucas, vi, 27-38.
Celo bien ordenado.
Les añadió una parábola: “¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro.
¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en
tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en
tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y
entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
“Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto
bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se
vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo
saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
Necesidad de las obras.
“¿Por qué me llamáis: ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que digo?
“Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quien es
semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los
cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero
no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es
semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el
torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa”.- BIBLIA de
Jerusalén. San Lucas, vi, 30-49.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 228
6.- Empleo del nombre de Jesús
Tomando Juan la palabra, dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros”. Pero Jesús le dijo: “No se lo
impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros”.
El Padre nuestro.
Y sucedió que estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
“Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos”. Él les dijo: “Cuando oréis, decid [El
texto de Mt contiene siete peticiones, el de Lc solamente cinco ]::
Padre, santificado sea tu Nombre, / venga tu Reino, / danos cada día nuestro pan cotidiano,
y perdónanos nuestros pecados / porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe,
y no nos dejes caer en tentación”.- BIBLIA de Jerusalén. San Lucas, ix, 49-50; xi, 1-4.

PRÓLOGO
En el principio existía la Palabra / y la Palabra estaba con Dios, / y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio con Dios. / Todo se hizo por ella /
y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
En ella estaba la vida / y la vida era la luz de los hombres.
y la luz brilla en las tinieblas. / y las tinieblas no la vencieron. //
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. / […]. BIBLIA de Jerusalén, San Juan, i,
1-6.
Jesús entre los samaritanos
[…] / “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?” (Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió:
“Si conocieras el don de Dios, / y quién es el que te dice: / ‘Dame de beber’ /
tú le habrías pedido a é, / y el te habría dado agua viva”.
Le dice la mujer: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes
esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron
él y sus hijos y sus ganados?” Jesús le respondió:
“Todo el que beba de esta agua, / volverá a tener sed: / pero el que beba del agua que yo le dé,
no tendrá sed jamás, / sino que el agua que yo le dé / se convertirá en él en fuente
de agua que brota para vida eterna”.
Le dice la mujer: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir
aquí a sacarla”. Él le dice: “Vete, llama a tu marido y vuelve acá”. Respondió la mujer: “No tengo
marido”. Jesús le dice: “Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el
que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad”. Le dice la mujer: “Señor, veo que
eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte [Garizim] y vosotros decis que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”. Jesús le dice:
“Créeme, mujer, que llega la hora / en que, ni en este monte, ni en Jerusalén
adorarán al Padre / Vosotros adoráis lo que no conocéis;
nosotros adoramos lo que conocemos, / porque la salvación viene de los judíos.
Pero llega la hora (ya estamos en ella)
en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad
porque así quiere el Padre que sean / los que le adoren: / Dios es espíritu,
y los que adoran, / deben adorar en espíritu y verdad”.- BIBLIA de Jerusalén. San Juan, iv, 9-
24.
La mujer adúltera
[...] Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le
dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la
Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?”. Esto lo decían para tentarle, para tener de que
acusarle. Pero Jesús, inclinándose se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos
insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le
arroje la primera piedra”. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oir estas palabras,
se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 229
6.- que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha
condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor”. Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en
adelante no peques más”.- BIBLIA de Jerusalén. San Juan, viii, 3-11.
La vid verdadera
Yo soy la vid; / vosotros los sarmientos. / El que permanece en mí y yo en él,
ése da mucho fruto; / porque separados de mí no podéis hacer nada.
Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca;
luego los recogen, los echan al fuego / y arden.
Si permanecéis en mí, / y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid lo que queráis / y lo conseguiréis.
La gloria del Padre está / en que deis mucho fruto, / y seáis mis discípulos.
Como el padre me amó, / yo también os he amado a vosotros; / permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, / permaneceréis en mi amor,
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, / y permanezco en su amor.
Os he dicho esto, / para que mi gozo esté en vosotros, / y vuestro gozo sea colmado.
Este es el mandamiento mío: / que os améis los unos a los otros / como yo os he amado.
BIBLIA de Jerusalén. San Juan, xv, 5-12.
Jesús ante Pilato
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el Rey de los
judíos?” Respondió Jesús: “¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?” Pilato
respondió: ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué
has hecho?” Respondió Jesús:
“Mi Reino no es de este mundo. / Si mi Reino fuese de este mundo,
mi gente habría combatido / para que no fuese entregado a los judíos,
pero mi Reino no es de aquí”- BIBLIA de Jerusalén. San Juan, xviii, 36.

La salvación por la fe / I. La justificación. /Enunciación de la tesis


Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el
que cree: del judío primero y también del griego- Porque en él se revela la de Dios,, de fe en fe,
como dice la Escritura: El justo vivirá `por la fe.- BIBLIA de Jerusalén. Epístolas de San Pablo. A
los romanos, i, 16-17.
A pesar de la Ley
[…] En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones
de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley
escrita en su corazón atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o
alabanza… en el día en que Dios juzgará las acciones secretas de los hombres, según mi
Evangelio, por Cristo Jesús.- BIBLIA de Jerusalén… A los romanos, ii, 14-16.

Ineficacia de los sacrificios antiguos


[…] Al contrario, con ellos se renueva cada año el recuerdo de los pecados, pues es imposible
que sangre de toros y machos cabríos borre pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice:
Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo.
Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron
Entonces dije: ¡He aquí que vengo
--pues de mí está escrito en el rollo del libro—
a hacer, oh Dios, tu voluntad!
Dice primero: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste
ni ni te agradaron –cosas todas ofrecidas conforme a la Ley—entonces –añade--: He aquí que
vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer lo segundo. Y en virtud de esta
voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de
Jesucristo.- BIBLIA de Jerusalén… A los hebreos, x, 3-10.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 230
6.- Advertencias a los ricos
Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre
vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra
plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará
vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad;
el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los
gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la
tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el
día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. BIBLIA de Jerusalén.
Epístolas católicas. De Santiago, v, 1-6.

1. Grande eres, Señor, y laudable sobremanera; grande tu poder, y tu sabiduría no tiene


número. ¿Y pretende alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación, y precisamente el hombre,
que, revestido de su mortalidad, lleva consigo el testimonio de su pecado y el testimonio de que
resistes a los soberbios? Con todo, quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación. Tú
mismo le excitas a ello, haciendo que se deleite en alabarte, porque nos has hecho para ti y nuestro
corazón está inquieto hasta que descanse en ti. / [...]
19. Pero enviaste tu mano de lo alto y sacaste mi alma de este abismo de tinieblas. Entre tanto,
mi madre, fiel sierva tuya, llorábame ante ti mucho más que las demás madres suelen llorar la
muerte corporal de sus hijos, porque veía ella mi muerte con la fe y espíritu que había recibido de
ti. Y tú la escuchaste, Señor; tú la escuchaste y no despreciaste sus lágrimas, que corrieron
abundantes, regaban el suelo debajo de sus ojos allí donde hacía oración; sí, tú la escuchaste,
Señor. Porque ¿de dónde si no aquel sueño con que la consolaste, viniendo por ello a admitirme en
su compañía y mesa, que había comenzado a negarme por su adversión y detestación a las
blasfemias de mi error?
Viose, en efecto, estar de pie sobre una regla de madera y a un joven resplandeciente, alegre y
risueño que venía hacia ella, toda triste y afligida. Éste, como la preguntase la causa de su tristeza
y de sus lágrimas diarias, no por saberla, como ocurre ordinariamente, sino para instruirla, y ella a
su vez le respondiese que era mi perdición lo que lloraba, le mandó y amonestó para su
tranquilidad que atendiese y viera cómo donde ella estaba allí estaba yo también. Lo cual, como
ella observase, me vio junto a ella de pie sobre la misma regla.
¿De dónde esto sino de que tú tenías tus oídos aplicados a su corazón, oh tú, omnipotente y
bueno, que así cuidas de cada uno de nosotros, como si no tuvieras más que cuidar, y así de todos
como de cada uno?
20. ¿Y de dónde también le vino que, contándome mi madre esta visión y queriéndola yo
persuadir de que significaba lo contrario y de que no debía desesperar de que algún día sería ella
también lo que yo era al presente, al punto, sin vacilación alguna, me respondió: “No me dijo:
donde él está, allí estás tú, sino donde tú estás, allí está él?”
Confieso, Señor, y muchas veces lo he dicho, que, a lo que yo me acuerdo, me movió más esta
respuesta de mi avispada madre, por no haberme turbado con una explicación errónea tan
verosimil y haber visto lo que debía verse –y que yo ciertamente no había visto antes de que ella
me lo dijese-, que el mismo sueño con el cual anunciaste a esta piadosa mujer con mucho tiempo
de antelación, a fin de consolarla en su inquietud presente, un gozo que no había de realizarse sino
mucho tiempo después. / [...]
28. Mas apenas una alta consideración sacó del profundo de su secreto y amontonó toda mi
miseria a la vista de mi corazón, estalló en mi alma una tormenta enorme, que encerraba en sí
copiosa lluvia de lágrimas. Y para descargarla toda con sus truenos correspondientes, me levanté
de junto Alipio –pues me pareció que para llorar era más a propósito la soledad- y me retiré lo más
remotamente que pude, para que su presencia no me fuese estorbo. Tal era el estado en que me
hallaba, del cual se dio él cuenta, pues no se que fue lo que dijo al levantarme, ya que el tono de mi
voz parecía cargado de lágrimas.
Quedóse él en el lugar en que estábamos sentados sumamente estupefacto; mas yo, tirándome
debajo de una higuera, no sé cómo, solté la rienda a las lágrimas, brotando dos ríos de mis ojos,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 231
6.- sacrificio tuyo aceptable. Y aunque no con estas palabras, pero sí con el mismo sentido, te dije
muchas cosas como éstas: ¡Y tú, Señor, hasta cuándo! ¡Hasta cuándo, Señor, has de estar
irritado! No quieras más acordarte de nuestras iniquidades antiguas. Sentíame aún cautivo de
ellas y lanzaba voces lastimeras: “¡Hasta cuándo, hasta cuándo, ¡mañana!, ¿mañana? ¿Por qué no
hoy? ¿Por qué no poner fin a mis torpezas en esta misma hora?”
29. Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de mi corazón. Mas he aquí que oigo
de la casa vecina una voz, como de niño o niña, que decía cantando y repetía muchas veces:
“Toma y lee, toma y lee”.
De repente, cambiando de semblante, me puse con toda la atención a considerar si por ventura
había alguna especie de juego en que los niños soliesen cantar algo parecido, pero no recordaba
haber oído jamás cosa semejante; y así, reprimiendo el ímpetu de las lágrimas, me levanté,
interpretando esto como una orden divina de que abriese el códice y leyese el primer capítulo que
hallase.
Porque había oído decir de Antonio [San Antonio Abad o San Antón, 251-356] que, advertido por
una lectura del Evangelio, a la cual había llegado por casualidad, y tomando como dicho para sí lo
que se leía: Vete, vende todas las cosas que tienes, dalas a los pobres y tendrás un tesoro en los
cielos, y después ven y sígueme, se había al punto convertido a ti con tal oráculo.
Así que, apresurado, volví al lugar donde estaba sentado Alipio y yo había dejado el códice del
Apóstol al levantarme de allí. Toméle, pues; abríle y leí en silencio el primer capítulo que se me
vino a los ojos, y decía: No en comilonas y embriagueces, no en lechos y liviandades, no en
contiendas y emulaciones, sino revestíos de Nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con
demasiados deseos.
No quise leer más, ni era necesario tampoco, pues al punto que di fin a la sentencia, como si se
hubiera infiltrado en mi corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de mis
dudas.- AGUSTÍN de Hipona, santo (354-430): Las confesiones. Texto bilingüe. Ed. crítica y
anotada por el padre Ángel Custodio Vega, O.S.A. Madrid, B. A. C., 1974. Libro i, cap. 1; iii, 11;
viii, 12. (Redacción primitiva entre los años 398 al 400).

Llamamos Ciudad de Dios aquella de que nos testifica la Escritura que, no por azarosos cambios
de los espíritus, sino por disposición de la Providencia suprema, que supera por su autoridad divina
el pensamiento de todos los gentiles, acabó por sojuzgar toda suerte de humanos ingenios. Allí se
escribe, en efecto: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Y en otro salmo: Grande es
el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, alegría de toda la
tierra. Y un poco después en el mismo salmo: Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad
del Señor de los Ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: que Dios la ha fundado para siempre. Y
también en otro salmo: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios; el Altísimo consagra
su morada. Teniendo a Dios en medio no vacila.
Con estos y otros testimonios semejantes, cuya enumeración resultaría prolija, sabemos que hay
una ciudad de Dios, cuyos ciudadanos deseamos nosotros ser, movidos por el amor que nos inspiró
su mismo Fundador. A este Fundador de la ciudad santa anteponen sus dioses los ciudadanos de la
terrena, ignorando que él es Dios de dioses, no de dioses falsos, esto es, impíos y soberbios.
Privados éstos de la luz inmutable y común a todos, y reducidos por ello a un poder oscuro,
persiguen su crédito particular, solicitando de sus engañados subditos honores divinos. Él, al
contrario, es Dios de los dioses piadosos y santos, que hallan sus complacencias en estar sometidos
a uno sólo, más que en tener a muchos sometidos a sí, y en adorar a Dios más que en ser adorados
como dioses. [...] /
Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la
terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloria en sí misma; la
segunda se gloria en el Señor. Aquella solicita de los hombres la gloria; la mayor gloria de ésta se
cifra en tener a Dios como testigo de su conciencia. Aquella se engrie en su gloria; ésta dice a su
Dios: Gloria mía, tú mantienes alta mi cabeza. La primera está dominada por la ambición de
dominio en sus príncipes o en las naciones que somete; en la segunda se sirven mutuamente en la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 232
6.- caridad los superiores mandando y los súbditos obedeciendo. Aquella ama su propia fuerza en
los potentados; ésta le dice a su Dios: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Por eso, los sabios de aquella, viviendo según el hombre, han buscado los bienes de su cuerpo, o
de su espíritu o los de ambos; y pudiendo conocer a Dios, no le honraron ni le dieron gracias
como a Dios, sino que se desvanecieron en sus pensamientos, y su necio corazón se oscureció.
Pretendiendo ser sabios, exaltándose en su sabiduría por la soberbia que los dominaba, resultaron
unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de
pájaros, cuadrúpedos y reptiles (pues llevaron a los pueblos a adorar a semejantes simulacros, o se
fueron tras ellos), venerando y dando culto a la criatura en vez de al Creador, que es bendito por
siempre.
En la segunda, en cambio, no hay otra sabiduría en el hombre que una vida religiosa, con la que
se honra justamente al verdadero Dios, esperando como premio en la sociedad de los santos,
hombres y ángeles, que Dios sea todo en todas las cosas. / […]
El primer fundador de la ciudad terrena fue un fratricida. Dominado por la envidia, dio muerte a
su hermano, ciudadano de la ciudad eterna y peregrino en esta tierra. No nos debe extrañar si
después de tanto tiempo este primer ejemplo, o, como dicen los griegos άρχέτυπον, encontró un
eco en la fundación de la célebre ciudad que había de ser cabeza de esta ciudad terrena y había de
dominar a muchos pueblos. También allí, según el crimen que nos cuenta uno de sus poetas, “los
primeros muros se humadecieron con la sangre fraterna”. La fundación de Roma tuvo lugar
cuando nos dice la historia romana que Rómulo mató a su hermano Remo, con la diferencia de que
aquí los dos eran ciudadanos de la ciudad terrena. / [...]
Este es el orden que exige la naturaleza; así ha creado Dios al hombre: Que tenga dominio --le
dice-- sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todos los reptiles de la tierra. Al
ser racional, creado a su imagen, no lo ha querido hacer dueño más que de los seres irracionales.
No ha querido que el hombre dominara al hombre, sino el hombre a la bestia. Los primeros
hombres fueron puestos más bien como pastores de rebaños que como regidores de hombres.
Trataba Dios de insinuarnos, incluso por este medio, cuáles son las exigencias del orden natural, y
cuáles las exigencias de de la sanción del pecado. La situación de esclavitud –ahora se
comprende-- es una justa imposición hecha al pecador. De hecho no encontramos en pasaje alguno
de la Escritura el término esclavo antes de que Noé, varón justo, lo empleara para castigar el
pecado de su hijo. Ha sido, pues, el pecado quien ha acarreado este concepto, no la naturaleza. /
[...]
Creo haber dado cumplimiento con el auxilio del Señor de esta grande obra. Quienes la tengan
por incompleta o por excesiva, perdónenme. En cambio, quienes la vean suficiente, congratúlense
conmigo y ayúdenme a dar gracias no a mí, sino a Dios. Amén.- AGUSTÍN de Hipona, santo: La
ciudad de Dios. Ed. bilingüe. 3. ed. Madrid, B.A.C., (c1977-1978). Libro xi, cap. 1; xiv, 28; xv,
5; xix, 15; xxii, 30. (obra de los años 413 a 426).

IMPERIUM ROMANUM CHRISTIANUM – DE ROMA A BIZANCIO


Que me devoren las fieras, a través de las cuales alcanzo a Dios. Soy el pan de Dios y los dientes
de las fieras me destrozan para que pueda verse en mí al pan puro de Cristo.- IGNACIO (3er.
obispo de Antioquía): Cartas a las iglesias de Efeso, Magnesia, Trales Filadelfia, Esmirna y
Roma, mientras era conducido a Roma bajo Trajano (98-117).- cf. MILLAR, Fergus (comp.) El
imperio romano y sus pueblos limítrofes. El mundo mediterráneo en la Edad Antigua, IV.
Madrid-México, Siglo XXI, (c1970). (Historia universal, 8). Pp. 189-190.

Quid ergo Athenae et Hierosolymis, quid Academiae et ecclesiae? (¿Qué tiene que ver Atenas
con Jerusalén, que tienen en común la Academia y la iglesia?) [...] ¿Qué tienen verdaderamente en
común un filósofo y un cristiano, un discípulo de Grecia y un discípulo del cielo, uno que busca el
prestigio y otro que busca la vida eterna; (...) el enemigo o el amigo de la verdad (...), el ladrón de
la verdad y su custodio?.- TERTULIANO (ca. 160-220): De prescriptione, 7; Apologeticus, 46.
principios s. III).- cf. MAIER, Franz Georg: Las transformaciones del mundo mediterráneo.
Madrid-México, Siglo veintiuno, (c1972). (Historia universal, 9). p. 169.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 233

6.- .11. Las provincias griegas


[…] Antes de partir para Oriente [entre el 214 y el 217], Caracalla había hecho llamar y
encarcelar al rey Abgar de Edesa [actual Sanliurfa o Urfa, en Turquía], que al parecer era cristiano, lo
cual, de ser cierto, lo convertiría en el primer monarca cristiano. En cualquier caso, lo indudable es
que el cristianismo ya había echado raíces en Osroene [NO de Mesopotamia, entre la gran curva del
Eufrates] a fines del siglo II; [...].
El mejor testimonio que tenemos sobre los acontecimientos que hubo en Siria en este período
está en relación con la biografía del obispo herético de Alejandría, Pablo de Samosata. Tras haber
sido elegido obispo en el 260, sembró el escándalo entre los ortodoxos predicando la unidad de
Dios y la condición meramente humana de Cristo. Un sínodo de obispos de Siria, Egipto y Asia
Menor, reunido en Antioquía en el 264, consiguió que [el obispo herético de Antioquía, Pablo de
Samosata] prometiera enmendar sus enseñanzas. No habiéndolo cumplido, en el 268 se reunieron
en sínodo unos ochenta obispos en la misma ciudad; [...] La Historia eclesiástica, de Eusebio,
contiene extractos de la carta que el sínodo dirigió a los obispos de Roma y de Alejandría, donde
se narra cómo, nacido pobre, aquél había amasado una fortuna mediante el soborno, cómo se
consideraba antes un procurator que un obispo [...]. Por último, los obispos solicitaro de Aureliano
[270-275] que lograra su cese; éste dispuso en consecuencia que de la iglesia de Antioquía sólo
formarían parte los que estuvieran de acuerdo con el obispo de Roma e Italia. [...] Este episodio
tiene la enorme importancia de que en él pide la Iglesia por primera vez al emperador que
intervenga en sus asuntos internos. / […].
13. El Imperio y la crisis del siglo III
[...] Aureliano hizo en el 274 del culto al Dios Sol, el principal del Imperio, le adscribió
pontífices, le dedicó un templo en Roma y emitió monedas en que el Sol se representaba como
“Señor del Imperio Romano”. Esta decisión oficial refleja ciertos aspectos del misticismo
monoteista de la época e influyó en las primeras posturas de Constantino [el Grande, 306-337] ante
la religión. El acontecimiento más significativo en el ámbito religioso fue precisamente el
desarrollo de los sistemas filosóficos en los cuales los cultos y las leyendas paganas se
interpretaban en términos místicos […] Todos ellos se desarrollaron en la mitad griega del
Imperio. […] Pero el mundo griego no sólo cuenta con un historiador considerable, el ateniense
Herenio Dexipo, y con el filólogo y retórico Longino, que enseñó en Atenas y se trasladó luego a
la corte de Zenobia de Palmira [Siria], sino también con toda la escuela neoplatónica, cuyo máximo
representante fue Plotino. La vitalidad de la cultura del mundo griego en este período (y la
facilidad de las comunicaciones, que soportaron perfectamente los ataques bárbaros y los
trastornos económicos) se manifiestan magníficamente en la vida del príncipal discípulo de
Plotino, Porfirio. Natural de Tiro, nacido en 232-233 con el nombre sirio de Malchos, recibió el de
Porfirio de Longino, con quien estudió en Atenas. En 262-263 marchó a Roma, donde se hizo
discípulo de Plotino; con él estaban otros discípulos venidos de Italia, Alejandría, la Decápolis
[agrupación de diez ciudades libres, desde el Jordán hasta Damasco inclusive] y Arabia. En 367-268
Porfirio se retiró a Lilibeo (Sicilia) y desde allí mantuvo correspondencia con Longino, que estaba
en Siria. Más tarde, tras la muerte de Plotino, regresó a Roma, y allí tuvo por discípulos a
Yámblico de Calcis (Siria), quien luego regresó a Siria para enseñar neoplatonismo en Apamea y
tuvo discípulos de Siria, Grecia y Capadocia [hacia el centro de la actual Turquía]. Antes de su
muerte, acaecida quizá poco antes del 300, Profirio había escrito gran cantidad de obras
filosóficas, morales y hasta históricas, entre ellas una Vida de Plotino, y había editado las Enéadas.
Tiene también una obra en quince libros, Contra los cristianos, crítica seria y eficaz de libros del
Antiguo y el Nuevo Testamento y de la doctrina cristiana, escrita tal vez en la década del 270, que
ejercería amplio influjo en el siglo siguiente.
La ininterrumpida vitalidad de la cultura griega no es el único aspecto del siglo III que nos
obliga a matizar la opinión de que este período se caracteriza únicamente por la “crisis” y la
decadencia. [...] /
La crisis existió realmente. Pero con registrarla no se agota el significado del siglo III. Fue un
período de transformación, y aun de vitalidad, incluso en el interior de la cultura pagana, donde
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 234
aparecieron formas artísticas, surgieron interpretaciones místicas, monoteistas en última instancia,
6.- de la religión tradicional, y floreció el último gran representante de la filosofía pagana, el
neoplatónico Plotino. El cristianismo tuvo su primer gran erudito y teólogo de la Iglesia, Orígenes
[ca. 185-ca. 251], y las disputas doctrinales que lo agitaron en el siglo III fueron la simiente de las
grandes luchas del siglo IV; pero sobre todo fue, para la Iglesia, el período en que vivió los
primeros conflictos importantes con el Estado, sobrevivió a ellos y se consolidó como
organización social dispuesta a intervenir con autoridad en los asuntos del mundo. Aun a partir de
los inadecuados datos que tenemos es posible advertir que el siglo III ha sido uno de los períodos
decisivos de la historia de Europa.- MILLAR, F. (comp.): op. cit. pp. 196-197, 203, 226-227, 230.

Revolución: Constantino y el Cristianismo.


Junto a la reorganización del estado como un sistema de soberanía basado en la fuerza, vino con
Constantino el aspecto revolucionario de su obra histórica: el reconocimiento del cristianismo
como legítima religión del estado, lo que iba unido a su conversión personal. Esta decisión causó
gran impacto en la antigua religión y en la Iglesia y la fe cristianas, teniendo también
extraordinaria trascendencia en todo el mundo histórico de los siglos siguientes. Tanto sus
contemporáneos como las generaciones que les siguieron percibieron claramente su carácter
revolucionario. El emperador Juliano [el Apóstata, 361-363] calificó a su tío Constantino de
“hombre revolucionario y subversivo de las viejas leyes y de las costumbres ancestrales”. El
pagano Zósimo vio en el edicto del año 313 la causa de la decadencia del imperio en el siglo V; los
cristianos, en cambio, celebraron a Constantino como nuevo Augusto e instrumento de la
Providencia. A principios del siglo IV, el cristianismo era aún una de tantas religiones de salvación
de origen oriental. Pero, hacia la mitad del siglo, la Iglesia, a través de su influencia espiritual en la
población del imperio, así como por su posición social y económica, se había convertido en una de
las fuerzas vivas de la época, de extraordinaria influencia en la sociedad y la política, el arte y la
cultura.
La religión antigua había sido siempre también una forma de religiosidad política. En ella se
encontraba profundamente anclada la creencia de que la paz, el bienestar y el éxito de las ciudades
y estados deben agradecerse a la acción de los dioses poderosos. El culto a determinados dioses
estatales era, por esta razón, una función necesaria para toda sociedad organizada. A tan natural
exigencia cedieron también las religiones orientales, que carecían de toda aspiración religiosa
exclusivista. Los cristianos constituían, en este aspecto, la gran espectación; su fe les obligaba a
rechazar el sacrificio a las divinidades oficiales, por lo que se consideró que ponían en peligro la
ayuda divina al imperio, tan necesitado de ella en estos momentos de crisis. De “traidores a las
leyes patrias” les calificó el filósofo pagano Porfirio (232-301). [...] Diocleciano [289-305], al
querer imponer la unidad de la fe en la tradicional religiosidad romana, no hizo sino llevar a sus
últimas consecuenncias el sistema teocrático. Aquí y no en la presión de Galerio [césar asociado por
Diocleciano para Oriente (293-305), lo sucedió como augusto hasta su muerte en 311 ], fanático enemigo
de los cristianos, residió la auténtica causa de las grandes persecuciones contra el cristianismo.
[...] los cristianos sólo representaban hacia el año 300 una fracción mínima de la población
imperial. Las medidas anticristianas de Diocleciano se iniciaron en el año 302, con una depuración
incruenta en el ejército y en la administración civil. En el año 303, comenzó la persecución
general con prohibición del culto, detención de clérigos, destrucciones de iglesias, quema de libros
sagrados, sacrificios forzosos y numerosas ejecuciones. Tras la retirada de Diocleciano, la
persecución prosiguió enérgicamente, sobre todo con Galerio y Maximino Daia [augusto y césar,
respectivamente, en Oriente].
Sin duda, la persecución se mostró como un gran error político de Diocleciano, que había
subvalorado el enraizamiento de la nueva fe y su capacidad de resistencia pasiva. El edicto de
parcial tolerancia para la fe cristiana que hubo de promulgar Galerio en Sérdica [sic: Särdica,
después Triaditza, cerca de Sofía], en el año 311, implicaba el reconocimiento de que la destrucción
de los cristianos era tan imposible como vencer su lealtad religiosa. El edicto obligaba a los
cristianos a realizar algo a lo que, en realidad, nunca se habían negado: rezar a su Dios por la
permanencia y bienestar del imperio. El primer paso politico-religioso de Constantino, “el edicto
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 235
de Milán”, promulgado conjuntamente con Licinio en 313, no hacía sino confirmar el edicto de
6.- tolerancia de Galerio, precisando más exactamente sus términos. […] De ahí la extraordinaria
significación de la decisión personal de Constantino; sin ella, la historia de la Iglesia y del imperio
romano hubiese discurrido por caminos completamente diferentes.
[...] Comenzó siendo adepto del Sol Invicto, para cambiar más tarde esta religión militar por un
monoteismo ligado al culto de Apolo, que paso a paso le condujo a la nueva fe. Posiblemente llegó
a un contacto y confrontación con el cristianismo bajo la impresión de la gran persecución. [...]
Lo cierto es que, en el año 312 y ante las puertas de Roma, Constantino ordenó luchar a sus
soldados con el anagrama de Cristo puesto en sus estandartes. [...] es indudable que Constantino
gobernó más tarde como decidido cristiano. Sus monedas mostraban emblemas cristianos, sus
leyes favorecían a los cistianos; [...] Cuando murió se le enterró en un mausoleo dispuesto por él
mismo, junto a la Iglesia de los Santos Apóstoles, en Constantinopla, rodeado de símbolos
conmemorativos de los doce apóstoles, conforme al concepto isapostólico de la futura ortodoxia.
[...] En realidad, el edicto de Milán se pensó como un estatuto de tolerancia para todas las
religiones: “Que a los cristianos y a todos los demás les sea dada la posibilidad de confesar
libremente la religión por ellos elegida, para que lo que de divino y celestial exista sea propicio a
nosotros y a nuestros súbditos”. Tal tolerancia en los principios del estado constituia una novedad
inaudita. Claro que –-aunque de iure duró hasta el año 378-- la situación de tolerancia desapareció
pronto ante la necesidad del estado de conseguir el apoyo de una religión politicamente fuerte.
Constantino no elevó nunca el cristianismo a religión oficial y única del estado; tan sólo lo liberó
de su hasta entonces ilegal situación, equiparándole, como religio licita, a las demás religiones. Se
devolvieron a las comunidades sus bienes confiscados y clérigos e iglesias recibieron, como
corporación, los mismos privilegios jurídicos que el clero pagano. [...] Ya en los últimos años de
Constantino, se manifestó un claro favoritismo hacia la religión cristiana frente a las demás.. La
política religiosa de Constantino aceleró la caída del politeismo pagano y el retroceso de las
religiones reveladas orientales. […].- MAIER, F. G.: Las transformaciones [...]. pp. 37-41.

Los recaudadores aparecían por todas partes (…). Los campos eran medidos palmo a palmo, se
calculaban las superficies cultivadas de viñedos y frutales; se anotaba el número de animales de
todo género y se contaba a los hombres uno a uno.- LACTANCIO: De mortibus persecutorium
(318). cf. MAIER, F. G.: Las transformaciones… p. 35. Acerca de las disposiciones ordenadas
desde 297, por Diocleciano (285-305).

Iglesia y política interior en el siglo IV: la cuestión arriana


El cisma arriano comenzó como un mero altercado teológico. El presbítero Arrio, alumno
distinguido de la escuela teológica de Antioquía, fue excomulgado en el año 318 por un sínodo
celebrado en Alejandría, a causa de ciertas doctrinas discrepantes sobre la naturaleza de Cristo.
Pero siete años más tarde, en el 325, la cuestión suscitada por Arrio fue objeto del primer concilio
ecuménico de la cristiandad. Las diferencias teológicas en que se basaba la disputa arriana, no eran
en modo alguno nuevas; Arrio, formado en una escuela dialéctica, desató únicamente el conflicto
con una formulación clara y sin compromisos de un problema largamente debatido. Creyó ver el
monoteismo en peligro con la veneración indiferenciada de Cristo como Dios, monoteismo que la
fe cristiana había separado radicalmente del politeismo pagano. Esto le condujo a la tesis de que el
Lógos, como criatura del Padre, no era de su misma esencia, sino, sólo condicionalmente, de
esencia semejante a la del Padre. Esta posición se resumió en la palabra muy utilizada de homoios
(semejante en la esencia). Los ortodoxos o nicenos, también llamados atanasianos por el nombre
de su gran dirigente [Atanasio de Alejandría, ca. 275-373], insistieron en la diferencia fundamental
entre creación de la nada y proceso creador inmanente de la Divinidad, frente a la doctrina arriana,
de la creación ex nihilo y en el tiempo del Lógos. El Hijo, como verdadera persona, es también
verdadero Dios y de la misma esencia que el Padre, porque se constituyó en su esencia, antes de
todos los tiempos, en un proceso inmanente a la Divinidad y no por procreación terrena. Contra el
arriano homoios se elevó el grito de guerra homoiousios, como fórmula de la unidad de la esencia
del Padre y del Hijo.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 236
6.- [...] La política religiosa de Teodosio [I, 379-395] no se orientó solamente a la lucha contra el
paganismo y las herejías menores (el obispo Epifanio de Salamina, en Chipre, describió entonces
ochenta de estas herejías), sino que, obrando de acuerdo con sus creencias personales, presionó
sobre todo por conseguir una solución definitiva de la cuestión arriana. Teodosio, apoyado en el
acuerdo alcanzado en el año 370 entre las fórmulas de los neonicenos y la profesión de fe del Papa
Dámaso (366-384), elevó la profesión de fe nicena, por edicto de febrero del año 380, a única
religión del imperio: “Es nuestra voluntad que todos los pueblos sometidos al gobierno de nuestra
graciosa benevolencia sigan la fe que el divino apóstol Pedro ha transmitido a los romanos. Éste es
el credo que observan los pontífices Dámaso y Pedro y el obispo de Alejandría, hombre de
santidad apostólica. Creemos, siguiendo la instrucción apostólica y la doctrina evangélica, en la
divinidad del Padre en igual majestad y en Santa Trinidad. El que siga este mandamiento deberá
reclamar, por nuestra voluntad, el título de cristiano católico (nomen christianum catholicum).
Pero todos los demás, en nuestra opinión locos y dementes (...) habrán de enfrentarse a las
represalias que judicialmente vamos a establecer, apoyados en la voluntad divina” [Cod. Theod., 16,
1, 2]. Pero los problemas religiosos no podían resolverse ya mediante edictos imperiales. El poder
de la Iglesia obligó al emperador –como había de mostrarse de manera más aguda en los siglos V y
VI- a recurrir al concilio, si quería conseguir de verdad un entendimiento con los teólogos de
Oriente. El concilio de Constantinopla (II ecuménico), convocado en el año 381, en el que, gracias
a la habilidad diplomática del emperador, participaron 150 obispos del Oriente griego, corroboró la
decisión imperial. Elevó el credo de Nicea a profesión de fe de la Iglesia imperial, completado
naturalmente por los conceptos trinitarios que se habían elaborado en el transcurso de la polémica,
conceptos que hicieron posible también para Oriente el reconocimiento de la homoiousia. La
unidad dogmática de la Iglesia fue restablecida con las fórmulas de “un Dios en tres personas”, es
decir, “de tres personas en una sola substancia”. El triunfo de la ortodoxia no se produjo solamente
en el plano político, merced a la intervención del emperador. […] Después del concilio de
Constantinopla, el arrianismo sólo tuvo importancia entre los germanos. / [...]- MAIER, F.G.: Las
transformaciones… pp. 102-103, 105-106,

Dios ha elegido mi servicio como propicio para que se cumpla su voluntad, y así, partiendo del
océano británico, donde la naturaleza ha fijado el ocaso del Sol, venciendo todos los peligros
gracias al poder supremo... avancé hacia las comarcas de oriente que imploraba una ayuda tanto
más eficiente, cuanto más agudos eran los sufrimientos bajo cuya carpa gemía. [...] Creo
inquebrantablemente que toda mi alma, mi aliento, mis pensamientos más íntimos, que todo se lo
debo al gran Dios.- CONSTANTINO, después de su victoria sobre Licinio [en 324].- cf.
ALTHEIM, Franz: El Dios invicto. Paganismo y cristianismo. Buenos Aires, Eudeba, (c1966).
(Lectores, 84.). p. 131.
El que siendo creyente cumple con la ley de Dios y no traspasa sus
mandamientos, es premiado con la plenitud de sus bendiciones (…) y con mayor fuerza para
conseguir sus fines.- CONSTANTINO (según Eusebio de Cesarea en su Vita Constantini (340). cf.
MAIER, F. G. Las transformaciones… p. 40.

Ninguna bestia se muestra tan feroz enemigo del hombre como los cristianos cuando atacan a
sus correligionarios.- AMIANO MARCELINO: xxii, 5, 4. (mediados s. IV).- cf. MAIER, F.G.:
Las transformaciones… p. 61.

Algunos sujetos poco amigos de trabajar, se han substraído a sus obligaciones para con la
comunidad y, bajo el pretexto de la religión y de perseguir la soledad, se han reunido con los
monjes en lugares escondidos. Por tanto, ordenamos, con la mejor intención, que todas las
personas de esta especie, que se encuentren en Egipto, sean sacadas de sus escondrijos por el
comes orientis y llevadas a cumplir los servicios públicos a que están obligadas.- Codex
Theodosianus, 12, 1, 63. (370).- cf. MAIER, F.G.: Las transformaciones… p. 76.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 237
6.- Teodosio el Grande
[…] Naturalmente, seguían existiendo maniqueos, donatistas y un gran número de otras sectas
más pequeñas. Frente a ellos, Teodosio siguío una política rigurosa. Recibía a los obispos heréticos
y rompía ante sus ojos los memoriales que le presentaban. Las iglesias de los heréticos fueron
confiscadas, y retirados incluso los derechos civiles a los restos de algunas sectas. / [...]
Teodosio arremetió con creciente energía contra el paganismo. Es de destacar que no se invistió
ya del cargo de pontifex maximus. En los comienzos de su reinado, se produjo la última
confrontación importante entre paganos y cristianos, que naturalmente se desarrolló pacíficamente
y sin fanatismos, gracias a la segura posición de la Iglesia. Fue simbólica, por su inutilidad, la
lucha de la aristocracia senatorial pagana, bajo la dirección del prefecto de Roma, Símaco, por la
reincorporación del altar de la Victoria, en la sala de sesiones del senado, que Graciano [ 375-383]
había ordenado retirar el año 382. Medidas similares a las dirigidas contra los heréticos –
prohibición de reuniones, supresión de templos, restricción de los derechos civiles- fueron tomadas
ahora contra los paganos. Se cerraron sus templos y se prohibieron, bajo amenazas de graves
penas, las ofrendas y la veneración de las estatuas de los dioses, así como la totalidad de los ritos
de la gentilitia superstitio (superstición pagana). En el año 393, tuviero lugar, por última vez, los
juegos olímpicos, lo que constituye también una fase en la represión del paganismo. El paganismo
estaba definitivamente destruido; incluso numéricamente se inició un retroceso relativamente
rápido. La lucha contra el paganismo llegó a pasar incluso al plano político, en conexión con la
segunda gran realización de Teodosio: el restablecimiento de la unidad del imperio bajo la
soberanía de un solo emperador. Primero hubo de derrotar a Máximo, antiemperador nombrado
por el ejército de Inglaterra y las Galias: Pocos años más tarde, tras la muerte de Valentiniano II
(392), Arbogasto, magister militum franco, proclamó antiemperador a Flavio Eugenio, profesor de
retórica. Eugenio se declaró nuevamente a favor del paganismo, aunque de una manera mucho más
suave que Juliano, pues tan sólo recomendó tolerancia para con los partidarios de los viejos dioses.
Pero las tropas de Teodosio, favorecidas por un huracán, lograron una clara victoria junto al río
Frígido, en septiembre del año 394. El resultado de la batalla y el “milagroso huracán” fueron
considerados como el juicio de Dios y la corroboración reafirmada del triunfo del cristianismo:
“Tú eres el emperador amado por Dios sobre todas las cosas (...), por quien incluso el éter combate
y a cuyas banderas los vientos acuden a raudales”, poetizó incluso el pagano Claudiano. El
praefectus praetorio Nicómaco Flaviano, prominente figura del paganismo, escogió (como un día
el joven Catón en Útica) la muerte voluntaria.- MAIER, F.G.: Las transformaciones… pp. 111-
113..
La ciudad [Constantinopla, 382] está llena de gentes, que dicen cosas ininteligibles e
incomprensibles por las calles, mercados, plazas y cruces de caminos. Cuando voy a la tienda y
pregunto cuánto tengo que pagar, me responden con un discurso filosófico sobre el Hijo
engendrado o no engendrado del Padre. Cuando pregunto en una panadería por el precio del pan,
me responde el panadero que, sin lugar a dudas, el Padre es más grande que el Hijo. Cuando
pregunto en las termas si puedo tomar un baño, intenta demostrarme el bañero que, con toda
certeza, el Hijo ha surgido de la nada.- GREGORIO de Nisa (335?-394): Oratio de deitate Filii
et Spiritus Sancti.- cf. MAIER, F.G.: Las transformaciones… pp. 45-46.

*****
RIGUROSAMENTE INCIERTO
Dicen que ella era un bombón y que, por esos extravíos de la genética, también era muy
inteligente, a extremos de que su bien calibrado cerebro la inducía a explorar los pantanos del
análisis matemático antes que a coquetear y a probar suerte en el baile del caño. Y dicen también
que su agudo sentido de la lógica, que a menudo debía revalidar ante empinadas mentes
masculinas, desató tsunamis que combinaban el estupor y la perplejidad: "Caramba -cuchicheaban
por ahí-, esta chica no se dedica a la puericultura ni al arte culinario sino que cultiva pensamientos
abstractos. ¡Adónde vamos a parar!"
Este raro espécimen femenino habitaba una gran ciudad, una ciudad muy culta, que por serlo
obedecía al siguiente canon: toda expresión de sapiencia e ingenio, cualquiera que sea su género,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 238
6.- debe tener origen masculino. Pero ella supo desdeñar tan feo postulado y con apenas treinta
años y siendo una beldad en sazón, adquirió prestigio intelectual y se ganó techo y comida dando
clases en escuelas y bibliotecas. No mucho después, los varones sabios la reconocieron precursora
de una corriente filosófica que reflotaba las cuitas de Platón.
La muchacha se llamaba Hipatia (Hypatia) y su breve vida transcurrió entre el siglo IV y V, en
una ciudad egipcia que Alejandro Magno, conquistador egocéntrico, había bautizado Alejandría
unos 700 años antes. En tiempos de Hipatia, una nueva fe religiosa -el cristianismo- asomaba allí
con fuerza aluvional, a la vez que generaba raro fervor místico, muy fácil de confundir con
fanatismo. Hipatia se reconocía incrédula -agnóstica- y por eso los nuevos profesantes la
demolieron a pedradas y desmembraron sus despojos y los arrojaron a la hoguera, tal vez con
ánimo de que se purificaran.
El libro Hypatia de Alejandría, que el novelista e historiador británico Charles Kingsley escribió
en 1854, cuenta esa desventura, y el francés Albert Rivaud, en su Historia de la filosofía, utiliza
las palabras belleza y elocuencia para citar las principales virtudes de Hipatia. Una película
española todavía no estrenada en la Argentina, Agora, con Rachel Weisz en el papel de Hipatia,
traslada al cine un tema que involucra esta grave sospecha: la humanidad no progresó demasiado
en los dieciséis siglos que corrieron de Hipatia a hoy.
Dos datos avalan tal sospecha: uno, la lapidación mantiene plena vigencia legal sobre millones
de personas y castiga preferentemente a las mujeres; dos, las grandes religiones siguen siendo
bastante machistas y entienden, como pretendía Aristóteles, que las mujeres son varones fallidos,
símbolos de tentación pecaminosa. Por eso, Hipatia muere todavía unas mil veces por año.-
FIRPO, Norberto: “Bella e inteligente”; en La Nación. Sábado, 18 de septiembre de 2010.

La Iglesia ha tomado a los príncipes cristianos en su seno y así, evidentemente, ha ganado en


poder y riqueza, pero en cambio ha perdido en fuerza interna. / […]
Ahora se construyen iglesias con paredes de mármol, con gigantescas columnas que van
adornadas de magníficos capiteles; las puertas llevan adornos de ábano y plata. No condeno esto
incondicionalmente (…) pero existe, con toda certeza, otro precepto fundamental: vestir a Cristo
en los pobres, visitarle en los enfermos y acogerle en los sin casa.- JERÓNIMO (ca. 347-
419/420): Vita Malch, / Epistolae, cf. MAIER, F.G.: Las transformaciones… pp. 42, 56..

¿Por qué el Dios cristiano no protege al imperio, si a su ayuda se atribuyó su existencia


renovada? [...] He olvidado el lenguaje, he callado durante mucho tiempo, pues sabía que es el
tiempo de las lágrimas. [...] Si Roma perit quid salvum est? ¿Qué es lo que se salva si perece
Roma?.- JERÓNIMO: Epistolae. (año 410).- cf. MAIER, F.G.: Las transformaciones… p. 137.

Tú te apartas de los bárbaros porque al parecer son malos, yo lo hago aunque fueran buenos.-
SIDONIO APOLINAR (siglo V).- cf.: MAIER, F.G.: Las transformaciones… p. 136.

El deber general, demandado por Nos a cada uno, de prestar los servicios prescritos debe ser
observado por todo el mundo, sin consideración de méritos o de personas. De todas formas, existen
casos en que hacemos excepciones a esta regla general, bien por el rango bien por el mérito de las
personas (...) los más grandes empleados de la corte y los miembros del Consistorio Imperial, así
como las iglesias, los retóricos y los gramáticos deben ser eximidos de la prestación de los más
bajos servicios.- Cod. Theod., II, 16, 18. (390). Mandado codificar por Teodosio II en 483.- cf.
MAIER, F.G.: Las transformaciones… (Hisoria universal, 9). pp. 75-76.

Es justo robar incluso los bienes materiales de aquellos que no adoran al verdadero Dios.- Corpus
Juris Civilis, I, 5; 12, 5. (527).- cf. MAIER, F. G.: Las transformaciones [...]. (Historia
universal, 9). p. 194. .
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 239
6.- Por el poder de Dios gobernamos el imperio que la majestad celestial nos confió, guerreamos
con éxito, aseguramos la paz y restauramos la estructura del estado. Al mismo tiempo, mediante la
contemplación, nuestro espíritu pide de tal forma la ayuda de Dios todopoderoso que no ponemos
nuestra confianza en nuestras armas, en nuestros soldados, en nuestros oficiales ni en nuestras
propias facultades, sino que basamos todas nuestras esperanzas tan solo en la protección previsora
de la Santísima Trinidad, de la que parten todos los elementos del universo y de la que deriva su
orden en todo el orbe.- Constitutio Deo auctore (Corpus Iuris Civilis [528-533],- cf. MAIER, F.G.
(comp.): Bizancio. Madrid-México-Buenos Aires, Siglo veintiuno, (c 1974). (Historia universal,
13). p. 45.
Grandes obras de arte
Una jerarquía celestial
La Virgen y el Niño con ángeles y dos santos. Artista desconocido
Domingo 16 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa. La Nación Revista.

La Virgen entronizada, rodeada de ángeles y dos santos de identidad incierta. El empaste de la


cera da un efecto táctil a los mantos de la Virgen y Jesús. / Gentileza Editorial Blume
Señora, ¿por qué apartas la mirada? A tu lado, los santos solemnes me miran a la cara,
sosteniendo mi mirada. A tu espalda, los ángeles etéreos vuelven sus ojos hacia arriba, hacia otro
mundo desde el que surge la mano de Dios que te bendice. Pero tú, se diría, decides mirar a otro
lado, como hace el Hijo de Dios, tu hijo, vestido de oro y con halo dorado, el cabello dorado, la
mano derecha levantada en ademán de bendición y la izquierda sujetando con gesto infantil un
rollo, y mirando a un lado y no a mí.
Pintado al encausto, con pigmentos diluidos en cera aplicada al empaste y en caliente sobre la
tabla de madera, este icono es una ventana al mundo celestial. Plenos de color, frescos y vitales
son la Virgen sentada y los santos en atuendo cortesano, con las sombras que reclaman su
presencia sobre la Tierra; más monocroma, traslúcida y no de este mundo es la compañía angélica,
y todos -ángeles, Virgen, santos y el nicho curvado en que se encuentran- aparecen atravesados por
un fondo de oro sacro que penetra a través de la cera en los halos, el trono y la toga del Dios
encarnado, cuya cabeza se sitúa delante del corazón de la Virgen. ¿Percibimos primero las figuras,
planas pero construidas en cera, o el oro reluciente que atraviesa las formas pictóricas? La cera
incolora encierra los pigmentos minerales molidos así como la Virgen llevó en su vientre al Niño
que ahora se sienta en su regazo envuelto en el manto azul. Esta materia pictórica en la que el
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 240
6.- pigmento reside en la cera se hace eco de la doble naturaleza del Niño que sostiene la Virgen,
sentado -el Verbo en su infancia- ante el santo seno. Unos la llamaron Madre de Dios, y otros,
Madre de Cristo, aludiendo en brutal porfía a su condición de hombre y Dios; otros la llaman
Reina del Cielo, Virgen bendita, "la que señala el camino". Todo esto es ella en esta visión
majestuosa de la corte celestial, administrada por ángeles y atendida por santos, con una estrella
dorada sobre su cabeza velada.
Señora entronizada en los inicios del arte del icono, la época más antigua de la que se conservan
imágenes cristianas, tu trono lo guardan santos que portan cruces de martirio, testimonio de la
entrega de su vida para dar fe de la divinidad de tu Hijo. Tu espalda la protegen ángeles con
cayados. La bendición de Dios cae de lo alto como un haz de luz dorada, y la estrella de tu frente
reluce a modo de respuesta. Entonces, Señora, ¿por qué apartas la mirada? ¿No soy yo digno de
recibirla, ni tampoco la de tu hijo, el ungido, que la aparta también? ¿Acaso el acceso a tu santidad
solamente se obtiene por mediación de los santos de tu séquito, mirando a los ojos a uno de tus
protectores? ¿O es de las desdichas e imperfecciones de este mundo de lo que apartas los ojos, por
ser pocos en él los que saben cómo venerar a tu Hijo? ¿Desdeña esa mirada de soslayo las velas
encendidas, genuflexiones y besos que han marcado tu culto a través de este icono durante casi mil
quinientos años? Nos cuesta, Señora, creer que prefirieras la anodina regulación de la humedad
ambiental de un museo al humo del incienso y de las velas que asciende en homenaje a tu poderío
nacido de la cera. / siglo VI. Encáustica sobre tabla/ 68,5 x 49,7 cm
Probablemente procedente de Constantinopla, hoy en el monasterio de Santa Catalina del monte
Sinaí (Egipto). Foto akg-images/Erich Lessing / Por Jas Elner.

Cap. 2 y cap. 64: El abad debe recordar siempre lo que es y el nombre [padre] que lleva, y saber
quién tiene a su cargo y de quién depende. Debe llevar a cabo la dura y difícil tarea que se ha
impuesto, gobernar almas y adaptarse a los diferentes caracteres. A uno debe elogiarle, a otro
censurarle, a otro persuadirle, y de acuerdo con el carácter y entendimiento de cada uno debe
adaptarse de forma comprensiva de modo que no solamente no sufra ninguna pérdida en el rebaño
que se le ha encomendado, sino que pueda alegrarse con su crecimiento. Sobre todo no debe
prestar atención especial a las efímeras cosas terrenales descuidando o subestimando la salvación
de las almas que tiene encomendadas. Más bien debe siempre recordar que ha aceptado dirigir
almas de lo que tendrá que dar cuenta... Debe procurar ser amado en lugar de ser temido. Nunca
debe ser impetuoso o impaciente, autoritario u obstinado, celoso o suspicaz, por lo que nunca debe
descansar... y debe moderar todas las cosas de forma que los fuertes deseen seguirle y los débiles
no se sientan rechazados.- Cap. 40: Cada hombre tiene su propio don de Dios, uno de una manera,
otros de otra. Vacilamos por lo tanto al tener que decidir cuánto deben comer y beber los demás.
Sin embargo, considerando la debilidad de los menos robustos, pensamos que medio cuartillo [ca.
¼ l.] de vino diario cada uno es suficiente. Pero aquellos a los que Dios haya concedido el don de
la abstinencia deben saber que serán recompensados. No obstante, si las condiciones locales, o el
trabajo o los calores del verano exigen más, que sea el abad quien decida, vigilando que no se
produzcan ni excesos ni embriaguez. Leemos que el vino no es bebida para monjes; pero como por
el momento a los monjes no se les puede convencer de esto, admitamos por lo menos que bebemos
sobriamente y no nos ahitamos, porque “el vino derriba incluso a los más sabios”.- Cap. 52: El
oratorio debe ser lo que su nombre indica, y en el no debe hacerse ni ponerse nada más. Cuando el
trabajo de Dios está realizado, todos deben ir en absoluto silencio con la debida reverencia a Dios,
de modo que si un hermano quiere orar en privado pueda hacerlo sin que nadie le moleste. Y si en
cualquier momento cualquiera desea orar solo, dejad que vaya al oratorio y ore; no en voz alta,
sino con corazón contrito y ferviente.- Cap. 36: El cuidado de los enfermos debe estar por encima
de todo, ya que en verdad deben ser atendidos como Cristo, porque Él mismo dijo: “Estaba
enfermo, y me visitasteis”, y “Todo lo que habéis hecho a estos pequeños, lo habéis hecho a mí”.-
Regla de San Benito [Copia hecha en Aquisgrán de una directa de la original que Theodomar, abad de
Monte Cassino, (fund. 529) envío a Carlomagno. Puede ser caso único en la transmisión de textos
antiguos, al tener un solo intermediario respecto del original].- cf. KNOWLES, David: El monacato
cristiano. Madrid, Guadarrama, (Biblioteca hombre actual, 45). pp. 34-46.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 241
6.- Porque si dejáis caer desde igual altura dos pesos, uno de los cualeses muchas veces más
pesado que el otro, podréis comprobar que la razón de los tiempos invertidos en el movimiento no
depende de la razón de los pesos, pues la diferencia de tiempo es muy pequeña . Y así, cuando la
diferencia de peso no es considerable, por ejemplo si uno es el doble del otro, no hay diferencia en
el tiempo o es imperceptible.- JUAN FILOPÓN (Juan de Alejandría, fl. 530). cf. KEARNEY,
Hugh: Orígenes de la ciencia moderna, 1500-1700. Madrid, Guadarrama, (c1970). p. 66.

Deseamos reasumir las excelentes costumbres del pasado, suprimidas durante un siglo de tiranía
y cautiverio a pesar de unánimes protestas. Y así nos hemos reunido en un sínodo de toda el
África, en la Basílica de Justiniano, en Cartago. Dejamos que Vuestra Santidad imagine cómo
corren nuestras lágrimas de júbilo en un lugar como éste.- El clero africano al Papa Juan II.
Concilio de Cartago (534).- cf. WALLACE-HADRILL, J.M.: El oeste bárbaro, [...]. p. 55.

LOS ESPÍAS BOTÁNICOS


Uno de los más recientes y sonados casos de espionaje industrial tuvo por protagonista a Xiang
Dong Yu, un ingeniero que trabajaba para Ford en Estados Unidos. El chino fue condenado por
haber vendido tecnología y know how secreto a varias empresas automotrices de su país.
Sin embargo, los chinos se quejan de que Fiat y la multinacional minera Rio Tinto les habrían
pirateado información estratégica y tecnología. Hace unas décadas, en circunstancias como estas
solía aparecer Japón, hasta que los japoneses llegaron a ser una potencia industrial, comenzaron a
producir su propia tecnología y también tuvieron que empezar a cuidarse de los espías.
En términos generales, los chinos no dejan de tener razón, si consideramos que a través de los
siglos los occidentales les han venido pirateando cosas como la brújula, la pólvora, el papel y la
porcelana.
De hecho, uno de los casos más antiguos de espionaje técnico que se registran se remonta a los
años 550 de nuestra era y tuvo a los chinos por víctimas. En esos tiempos, mientras que el poder
romano decaía en Occidente, los bizantinos estaban muy activos. Como la seda que consumían era
carísima porque había que traerla del Oriente, enviaron dos espías para robarles el secreto a los
chinos. Disfrazados como monjes predicadores, ambos recorrieron China siglos antes que Marco
Polo, y aprendieron mucho. En lugar de enredarse en esas discusiones que tan mala fama les
habían dado, los bizantinos se contrabandearon huevos del gusano de seda y hojas de morera
escondidas en el hueco de sus bastones de caña. Por supuesto, en cuanto Bizancio comenzó a
producir su propia seda, se cuidó muy bien de que nadie le robara el secreto.
En cuanto a los Estados Unidos, fue el propio Thomas Jefferson quien contrabandeó plantas de
arroz italiano para las plantaciones del Sur, y pagó para que le consiguieran semillas de cáñamo,
que entonces todavía se usaba para hacer sogas y no alucinógenos. A fines del siglo XIX había
muchos yanquis que visitaban las fábricas inglesas, curioseaban todo y se copiaban los productos
hasta el día que comenzaron a levantar sus propias industrias en Rhode Island y Massachussets.
Las aduanas verdes / El ejemplo de los bizantinos nos muestra que el espionaje técnico
precedió en varios siglos a la industria, que es un fenómeno relativamente reciente. El espionaje
desempeñó un rol de importancia en la naciente economía capitalista.
Hace unos años, cuando se comenzó a hablar de “globalización”, Aldo Ferrer solía recordarnos
que el proceso había comenzado con el descubrimiento de América. Quizás hasta hubiera que
remontarse a las cruzadas, que dieron a conocer en Europa las especias y el molino de viento.
Los viajes de exploración que emprendieron los europeos entre los siglos XV y XIX, desde
Colón hasta el capitán Cook, les permitieron conocer una enorme variedad de vegetales útiles. La
papa, el maíz, el tabaco, el café y otras cosechas generaron una gran demanda en las metrópolis y
emprendimientos productivos en sus colonias.
Los imperios coloniales —como España y Portugal por un lado y Francia, Holanda e Inglaterra
por el otro— comenzaron por capitalizarse gracias al monopolio de ciertos productos estratégicos.
Pero pronto empezaron a espiarse unos a otros para apoderarse de los negocios de la competencia
y quitarles el mercado.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 242
6.- Muchas de las transacciones diplomáticas de esa época se explican como concesiones parciales
para retener las colonias con mejores perspectivas económicas. Los holandeses cedieron
Manhattan a los ingleses con tal de conservar la Isla de Banda y su producción de especias. Los
franceses entregaron sus posesiones de Canadá con tal de seguir explotando a la isla de Guadalupe
y su producción azucarera.
En ese tiempo en que se ignoraba la existencia del genoma, la biodiversidad era el software más
cotizado. La investigación botánica equivalía a lo que hoy es la tecnología de punta y sus
laboratorios estaban en los viveros y jardines botánicos. Había un activo tráfico de semillas,
generalmente clandestino, y la botánica reinaba hasta en los blasones nobiliarios. El escudo de
Sebastián Elcano ostentaba la efigie de dos reyes malayos, adornada con ramas de canela, nuez
moscada y clavo de olor.
Basta pensar que todavía en 1829, en plena revolución industrial, las conferencias botánicas del
profesor Bigelow en Harvard llevaban por título Elementos de la tecnología. El valor estratégico
de la botánica, una ciencia aplicada al desarrollo de una agricultura en gran escala, llevó a fundar
auténticos centros de investigación, que eran los equivalentes barrocos del Silicon Valley.
Cuando a los burgueses que gobernaban la ciudad de Leiden, en Holanda, se les dio a elegir
entre dejar de pagar impuestos por diez años o bien sostener una universidad, no dudaron en optar
por lo último. Su jardín botánico pasó a ser una fuente de conocimiento para toda Europa. Entre
otras cosas, desde allí se difundió el tulipán, que fue un espectacular negocio para los holandeses, y
se sostuvo más allá de las modas.
Las Compañía de Indias fueron montadas por armadores que fletaban barcos en busca de
mercaderías, financiados por el tesoro de las ciudades holandesas. Llegaron a dar lugar a locas
especulaciones sobre el valor de cargamentos bastante dudosos de obtener.
Pero pronto llegó la hora de las inversiones a largo plazo. En 1631, cuando la Compañía de las
Indias Occidentales puso a Mauricio de Nassau al frente de sus posesiones en Brasil, el príncipe
llegó a América acompañado por medio centenar de científicos, para fundar un observatorio
astronómico, un zoológico y un botánico.
Los ingleses no se quedaron atrás y Oxford también tuvo su Jardín. Es sabido que allí llegó a
trabajar el filósofo John Locke, quien aun empeñado en construir la teoría política moderna, no
desdeñaba menesteres más empíricos, como la clasificación de plantas.
El poder colonial se construyó sobre la base de esa “tecnología” que la naturaleza había
incorporado a las semillas, o a las técnicas que permitían clonar las plantas, para aclimatarlas en
las colonias y emprender su explotación.
Conquistadores primero, exploradores después y científicos más tarde, nunca dejaron de estar al
servicio del interés político tanto como del económico. Si se los financiaba era para obtener
conocimientos útiles.
A mediados del siglo XVIII el militar francés Charles de la Condamine llegó a América con una
expedición destinada a medir el meridiano terrestre (una información vital para la náutica), pero
emprendió su propia exploración del Amazonas. Gracias a él llegaron a Europa las primeras
noticias sobre las propiedades del curare, la quinina y el caucho.
Una de las misiones asignadas al Beagle, el buque que tuvo a Darwin por ilustre pasajero, era la
de hacer un relevamiento de recursos vegetales como maderas, cereales, legumbres, frutas y
bebidas; incluyendo el mate, que Darwin se acostumbró a tomar en Buenos Aires.
Tecnología “apropiada” / El robo de tecnología sigue siendo un próspero negocio hasta en
estos tiempos, a pesar de toda la maraña de patentes, convenios, royalties y transferencias. Mucho
más lo sería entonces, cuando cualquier recurso parecía lícito para desarrollar fabulosos negocios y
arruinar a los competidores. Para contar estas historias, no alcanza con un solo Galeano.
La East Indies Co. ofreció cuantiosas recompensas para quien lograra apoderarse de la
cochinilla, un bicho que en Méjico se usaba como colorante textil, pero más exitosos fueron los
espías holandeses que llevaron a Java el café, que dejó de ser monopolio árabe.
El botánico Archibald Menzies llevó a Inglaterra la araucaria después de cenar con el
gobernador español de Chile y meterse en el bolsillo cinco de las semillas que adornaban la torta. /
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 243
6.- En Jamaica, los ingleses capturaron un barco francés y se apoderaron de plantas de canela,
mango y nuez moscada, que pronto empezaran a cultivar.
Cuando llegaron a Jamaica noticias del árbol del pan se pensó que su fruto sería el alimento más
barato para los esclavos africanos que trabajaban en las plantaciones. En 1788 la West Indies fletó
un barco a Tahití para hacerse de algunos retoños. El barco era el Bounty y el capitán era un
déspota llamado William Bligh. Como todos aprendimos en la famosa película con Charles
Laughton, los marineros se amotinaron, tiraron al mar más de tres mil arbolitos, y desertaron para
quedarse a vivir con los nativos. Con todo, Bligh se repuso, volvió con una escolta militar, y le
entregó a la West Indies otras mil doscientas plantas.
Agentes secretos / El hombre clave para la ruptura de la hegemonía española y portuguesa del
comercio marítimo fue el espía Jan Huyghens van Linschoten (1536-1611), un astuto holandés que
se ganó la confianza del obispo de Goa hasta llegar a ser su secretario.
Pacientemente, Jan se copió las cartas náuticas portuguesas que permitían llegar al Oriente
pasando por el estrecho de Sonda. De ese robo, nacieron las dos poderosas Compañías de Indias
Orientales, la inglesa y la holandesa, que pronto quebraron el monopolio portugués. De paso, el
espía se copió el libro de García da Orta sobre drogas y plantas medicinales de la India. Su
importancia era tal que había sido uno de los primeros textos europeos impresos en Asia.
No extrañará mucho que un poderoso banco holandés otorgue hoy un premio que lleva el nombre
del espía para las “contribuciones al comercio internacional”. No era el primer pirata que fue
ennoblecido por sus servicios.
Uno de los objetivos que los ingleses se propusieron desde temprano era aclimatar en la India
plantas americanas, para aprovechar el clima.
Fue así como Clemens Markham llevó la quinina a la India, pero no tuvo suerte con el caucho,
porque sólo un docena de plantas de Hevea brasiliensis llegaron a Inglaterra y se secaron
enseguida.
El caucho era un fabuloso negocio en Brasil. Había permitido que sus “barones” acumularan
fortunas, levantaran mansiones, una catedral y un teatro de ópera en Manaos, porque no tenían
competencia.
Robarse semillas del árbol del caucho era un delito en Brasil. Markham le encargó cometerlo al
colono inglés Henry Wickham (1846-1928), que estaba radicado en Santarem, en la confluencia
del Amazonas y el Tapajoz.
Wickham, a quien los brasileños recuerdan como “el eco-pirata”, despachó a sus indios a
acopiar semillas de Hevea, porque le habían ofrecido diez libras por cada mil semillas. Por
supuesto, luego objetaron que sólo le pagarían por las que llegaran sanas.
El inglés juntó nada menos que 70.000 semillas, las secó y las escondió en canastos de caña,
disimulándolas con varias capas de hojas de banano, como si fueran nueces tropicales. El
contrabando se consumó cuando salió al encuentro del vapor turístico Amazonia, que hacía su
viaje inaugural, y con él logró despacharlas a Inglaterra.
De este modo, las semillas llegaron a manos del botánico J.D. Hooker, uno de los grandes
amigos de Darwin. Las sembraron en Kew Gardens y aunque sólo un 3,75 % de ellas germinó,
fueron suficientes para llevar el árbol del caucho a Malasia, Indonesia e India.
En poco tiempo, las eficientes plantaciones británicas, organizadas con criterios industriales,
llevaron a la ruina a los caucheros brasileños, que no lograban ganarle a las plagas naturales ni
superar los métodos artesanales.
Con todo, Wickham no tuvo los beneficios que esperaba. Recién en la vejez lo hicieron
caballero y le dieron una pensión, para que meditara sobre la grandeza victoriana.
Como dijo un conocido gremialista argentino, “la plata no se hace trabajando.” ¡Es la famosa
acumulación primitiva del capital, tonto!- CAPANNA, Pablo: “Los espías botánicos”; en
Página/12. Sábado 6 de marzo de 2010. Supl. Futuro

Para nosotros es suficiente saber que todas las cosas llevan el espíritu de Dios y están dispuestas
por una voluntad en la que no podemos profundizar.- AGATHÏAS (ca. 530-586). cf.
MAIER, F. G. (comp.): Bizancio, (Historia universal, 13). p. 33.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 244

6.- ¿Qué queda de deleite en el mundo? Por todas partes vemos guerra, por todas partes
escuchamos lamentos. Nuestras ciudades están destruidas, las plazas fuertes arrasadas, la campiña
abandonada y en la desolación. No hay quien cultive los campos; casi nadie guarda las ciudades.
[…] Y otra vez pregunto, hermanos míos: ¿qué queda de deleite? Ved a qué estrecheces ha sido
reducida Roma, una vez señora del mundo. […] y así vemos cumplirse la sentencia pronunciada
hace mucho tiempo por el profeta Ezequiel sobre la ciudad de Samaria.- San GREGORIO I el
Grande (papa en 590): Sexta homilía sobre Ezequiel.- cf. WALLACE-HADRILL, J.M.: El oeste
bárbaro, 400-1000. Buenos Aires, Eudeba. (Lectores, 20. p. 72.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 245

7.- La polémica sobre los límites entre la Antigüedad y la Edad Media es, en el fondo, tan antigua
como la misma ciencia histórica. Tres opiniones se impusieron al respecto en el siglo XIX: la
primera fechaba el comienzo de la Edad Media en el 324, año en que Constantino, primer
emperador cristiano, se deshacía de sus rivales; la segunda, en 395, fecha de la partición del
Imperio; la tercera, en el 476, coincidiendo con el fin del imperio romano de Occidente. Tales
fechas aisladas no pueden significar cesura alguna en el proceso histórico. No existe ninguna
frontera temporal en un punto dado, sino “amplias zonas de graduales transformaciones”. Tal zona
fronteriza se sitúa hoy en torno al año 600, concibiendo la época que va desde Diocleciano a
Constantino hasta tal fecha como un período propio de la Antigüedad tardía. De hecho, a finales
del siglo VI y principios del VII, se producen una serie de acontecimientos que parecen
caracterizar este espacio de tiempo como zona fronteriza entre dos épocas: la creación por los
lombardos de la última formación estatal germana sobre suelo imperial (568); el papado de
Gregorio el Grande (590-604); la reforma incipiente del imperio bizantino, a partir de Heraclio
(610-641); la aparición de eslavos y ávaros en los Balcanes; y, por último, el comienzo de la
expansión islámica (632). Pero la teoría de una elástica frontera temporal en torno al 600 no
permaneció indiscutida. La historia económica y artística postulaban una continuidad de la
evolución cultural de “la Antigüedad tardía” hasta Carlomagno. Se acentuó el carácter romano
tardío del reino merovingio y se demostró en el reino visigodo español la existencia de “vestigios
de la Antigüedad tardía” hasta la conquista árabe en 711. También para H. Pirenne la Antigüedad
se extendió, en el fondo, hasta Carlomagno. La destrucción de la antigua cultura mediterránea,
iniciada por el Islam y no por la invasión de los bárbaros, se completa, después de un siglo de
convulsiones, alrededor del año 750. En fin, hay una fuente de perplejidad: los siglos que median
entre Diocleciano y Carlomagno (tiempo que correspondería al que va desde la Reforma hasta el
día de hoy [1968]) […]. Según la necesidad, podría atribuirse a la Antigüedad o a la Edad Media
propiamente dicha.
Esta situación no puede atribuirse tan sólo a las escasas exploraciones de esta época o a las
perspectivas individuales del historiador. La verdadera causa de esta inseguridad puede
establecerse fácilmente: constituye un falso planteamiento histórico el querer establecer una clara
frontera entre la Antigüedad y la Edad Media; error que sólo se modifica, no se elimina,
introduciendo entre ellas los términos de Antigüedad tardía y Alta Edad Media. Sobre el fin de la
antigüedad romana y el comienzo de la Edad Media, en sentido estricto, se puede llegar a un
acuerdo. El carácter epocal de la reforma diocleciano-constantiniana y de la hegemonía carolingia
ha sido, en este aspecto, raramente discutido con seriedad. Pero, evidentemente, faltan criterios
válidos y suficientes para establecer una zona más o menos delimitada, que nos permita saber lo
que en ese tiempo corresponde a la “Antigüedad tardía” o a la “Alta Edad Media”. Esto se debe a
que ambos conceptos (utilísimos para el conocimiento del carácter peculiar de estos siglos,
extraordinariamente fructíferos) permanecen prisioneros de la alternativa “Antigüedad-Edad
Media”, lo mismo que el recurso de un “período de transición de cinco siglos”. Esta alternativa
procede del esquema de períodos humanista, con su división en tres partes de la historia universal,
que ya no es adecuado al proceso histórico como se entiende hoy, en sus múltiples formas de
concepción. Para una historia universal que incluya India, Asia oriental y América, son estos siglos
una de tantas fases de la evolución de aquel peculiar tipo cultural que surgió en el milenio IV a. de
C., en la “fecunda media luna del Oriente Próximo”. La inseguridad en el ordenamiento de las
edades tiene su origen en falsas categorías históricas. Las dark ages son, en parte una creación
nuestra. Las perspectivas han sido falseadas y limitadas por un humanismo clasicista asociado al
concepto de estado nacional. Del clasicismo proviene la caracterización de la época como
decadente. A partir de sus normas culturales, en la transición de la Antigüedad a la Edad Media
sólo puede verse decadencia y destrucción, embrutecimiento bárbaro, por un lado, y degeneración
oriental, por otro. Lo nuevo o significativo de esta época es ignorado o desvalorizado. Incluso allí
donde la reflexión, aun partiendo de la Antigüedad, ha descubierto el valor peculiar de la
“Antigüedad tardía”, solamente se valoriza de manera unilateral la transformación y conservación
de las formas clásicas. En esta prolongación de la Antigüedad, en su paulatina extinción y muerte,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 246
7.- amenazan con desaparecer los elementos nuevos, ajenos a la tradición. El pensamiento
histórico que se vale de las categorías de la historia nacional ve en esta época, por el contrario, de
manera unilateral, los fundamentos de la propia historia medieval (francesa o alemana). Esto
conduce con frecuencia a un craso error de juicio sobre los reinos de los pueblos invasores y, en
principio, reduce espacialmente el escenario histórico, hasta el punto de que apenas aparezcan los
principales centros de estos siglos. Tan fructuosa fue la consideración del futuro para el
conocimiento de los elementos no antiguos de la Edad Media como perjudicial se mostró después
el estancarse en el examen de los comienzos del Medioevo. / [...]
[...] Ahora surgen en la, al menos culturalmente, aún homogénea área mediterránea y del
Próximo Oriente nuevos centros de gravitación espiritual y económica: en el Noroeste, en la región
franca y anglosajona; en el Este, en las capitales del mundo islámico. Simultáneamente, comienzan
a consolidarse las fronteras entre las tres grandes áreas de poder creadas por la invasión árabe y el
ascenso de los carolingios. De un mundo con una sola capital han surgido, en un proceso de
fecundas diferenciaciones, tres nuevos mundos con sus propios centros impulsores: la Edad Media
europeo-occidental, el Bizancio greco-ortodoxo, y la región árabe-islámica, cada uno de los cuales
representa un tipo de cultura peculiar.- MAIER, F.G.: “Introducción: La leyenda de las ‘dark
ages’.”; de su Las transformaciones [...]. pp. 7-10, 14.

Para todas las heridas arriba citadas, de cuchillo o de espada, como puedan sobrevenir entre
hombres libres, hemos previsto un arreglo superior al que hicieron nuestros antecesores, de modo
que cuando tal arreglo haya sido recibido, la faida (esto es, la enemistad) será abandonada, y no se
demandará ya otra cosa, y ningún resentimiento será albergado; y así la disputa se considerará
concluida, y se establecerá la amistad.- Edicto de ROTARIO (643), rey de los lombardos. cf.
WALLACE-HADRILL, J.M.: op. cit. p. 78.

[...] ordenamos además, tal como lo ordenaron nuestros padres antes que nosotros, que cualquier
persona culpable de observancia pagana deberá ser condenada a pagar una multa de 15 solidi.
Concilio de Estinnes (Henao, 743): IV canon.- cf.: WALLACE-HADRILL, J.M.: op. cit. p. 133.

Que la paz, la concordia y la unanimidad reinen entre todo el pueblo cristiano y entre los
obispos, abates, condes y nuestros otros siervos, grandes y pequeños, puesto que sin paz no
podemos agradar a Dios.- CARLOMAGNO: Admonitio generalis (789). Art. 62. cf.:
WALLACE-HADRILL, J.M.: El oeste bárbaro, 400-1000. Buenos Aires, Eudeba. (Lectores,
20). p. 146.
Prometo que, de este día en adelante, seré el más fiel de los hombres al más piadoso
Emperador, mi señor Carlos, hijo del rey Pepino y de la reina Berth, y lo seré con toda sinceridad,
sin engaño ni mala intención, por el honor de su reinado como, según el derecho, un hombre debe
comportarse hacia su dueño y señor. Quieran Dios y los Santos, cuyas reliquias yacen aquí ante
mí, brindarme su ayuda, ya que a este fin me dedicaré y consagraré, con toda la inteligencia que
Dios me ha dado, por el resto de mi vida.- Juramento de fidelidad franco (fines del s. VIII).- cf.:
WALLACE-HADRILL; J.M.: El oeste bárbaro,… pp. 155-156.

LOS ÁRABES
En 853 [a.C.] salió de Nínive [Salmanasar III] y atravesando en pie de guerra el valle del Balïkh,
se dirigió hacia el Eufrates. Después de haber franqueado el río y recibido el tributo de los
príncipes neohititas de la región, fue a ofrecer sacrificio al dios Adad de Khalman (Alepo), a fin de
afirmar sus pretensiones sobre aquel país. Pero el dominio sobre el conjunto de Siria no dependía
ni mucho menos de la sumisión del puñado de principados que había conquistado entre el Eufrates
y el mar. […] Por lo tanto, cuando Salmanasar quiso remontar el curso del Orontes se encontró en
Qarqar con las fuerzas de una poderosa coalición de doce países, desde Israel hasta los de Cilicia,
mandados por IM-Idri de Damasco (el Bar-Hadad II de la Biblia) y por Irkhuleni de Hama. Estas
fuerzas coaligadas se elevaban, según los asirios, a casi 4.000 carros, 2.000 jinetes y más de 62.000
infantes, a los que se habían sumado, cabalgando sobre camellos, mil árabes: ésta es la primera
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 247
7.- mención que de ellos hay en el Creciente Fértil. Aunque Salmanasar diga en sus anales que las
pérdidas de sus enemigos fueron de 14.000 a 29.000 hombres, el resultado de la batalla fue
probablemente ambiguo. El rey de Asiria pudo sin duda alcanzar entonces el mar e incluso
aventurarse en barco a lo largo de la costa; después esperó al menos tres años enteros antes de
volver a Siria.- LABAT, René: “Asiria y los países vecinos (Babilonia, Elam, Irán) desde el 1000
hasta el 617 a.C. El Nuevo Imperio babilónico hasta el 539 a.C.”; en: CASSIN, E.; BOTTÉRO,
J.; VERCOUTTER; J. (comp.): Los imperios [...]. III, [...]. (Hist. univ., 4). pp. 22-23.

Los árabes eran llamados por los asirios y los babilonios aribi, arubu y arabu (‘arab aparece en
la Biblia por primera vez en Jer. 25, 24, hacia el año 600), voces cuyas terminaciones i, u, no
pertenecen a la raíz del nombre. No se sabe con certeza si la palabra era en un principio el nombre
de un país, como en el Antiguo Testamento, o si se refería sólo a una pequeña parte de la nación.
La tierra de estos árabes limitaba al suroeste, según la concepción de finales del siglo VI, con una
línea [...] que constituía, a juzgar por los vestigios lingüísticos, aproximadamente la frontera
meridional de sus predecesores los arameos. El nombre de Arabia no fue, por tanto, empleado por
los babilonios para denominar la península, y no porque la desconociesen, sino por motivos de
tradición.
En el año 853 [a.C.] Gindib [El nombre significa “langosta” y aparece como Jundab o Jundub todavía
en la época del profeta Mahoma] se dirigió con mil camellos, junto a muchos otros príncipes sirios
aliados como él del rey de Damasco, hacia el norte para enfrentarse en Hama contra Salmanasar III
de Asiria. Tomó parte en la batalla de Qarqar (a orillas del Orontes, al noroeste de Hama y al sur
de Jist el-Shugur) de resultado indeciso. Sólo cien años más tarde, tras la derrota de Siria y las
primeras campañas de Tiglatpileser III (745-727) aparece el país y el pueblo de los aribi. En una
crónica sobre el tributo que aportan los soberanos de Asia Menor a Egipto se menciona también a
una reina de Arabia. Después de 736 huyó a Bäzu, en Arabia oriental, una segunda reina que había
roto su juramento de vasallaje, después de haber perdido una batalla y haber sufrido enormes
pérdidas: seres humanos y ganado, sus propias riquezas y las de sus dioses. Como no encontró allí
ayuda alguna volvió y se sometió. [...]
Bajo Senaquerib (705-681) tenemos nuevas noticias sobre los aribi. Por primera vez aparecen
en tropas auxiliares al servicio de Babilonia, al mando del hermano de la reina Iati’e o Yati’.
También hace su aparición entonces un rey de los árabes Haza’el, que era al mismo tiempo rey de
los qidri, los cedar bíblicos [...]
Los relatos bélicos de Tiglatpileser y de Asurbanipal están ilustrados por relieves. Éstos brindan
una buena visión de la vida de los árabes. Entre otras cosas vemos que las tropas mencionadas en
los relatos eran un cuerpo de camelleros, “inspirado en parte en la caballería y en los guerreros de
los carros de combate”. Pero lo que distinguía a la sociedad árabe de las otras de aquel tiempo era
la autocracia de las reinas; incluso cuando se convertían en esposas de reyes conservaban no sólo
el título, sino también los derechos del soberano, como en el caso de Adiya [esposa de Uaate’ y reina
de Arabia, caída, con su esposo en manos de Asurbanipal].- CASKEL, Werner: “Arabia”; en: CASSIN,
E.; BOTTÉRO, J.; VERCOUTTER, J. (comps.): Los imperios [...]. (Hist. universal, 4). Capítulo
4, pp. 184-187.

“Los árabes nunca estuvieron sometidos a los persas, pero se hicieron sus aliados cuando
permitieron a Cambises el paso hacia Egipto en el 525; porque si los árabes no hubieran estado de
acuerdo, los persas no habrían podido irrumpir en Egipto”. Así lo leemos en Heródoto [III, 88]. En
otro lugar dice que en la ruta a Egipto hay un enclave con establecimientos mercantiles que
pertenecen al rey de los árabes, y en una tercera referencia, que el país de los árabes está libre de
impuestos [III, 91, 97, 107-113].
Esta situación tenía una historia previa: hacia el 735 a.C., el rey de Asur había nombrado a un
tal Idib’il gobernador de las tribus que vivían frente a la frontera egipcia y le había otorgado
potestad sobre 15 (?) poblaciones (aquí el texto está dañado). ¿Eran acaso éstos los antepasados de
los árabes mencionados por Heródoto? ¿O eran descendientes de la primitiva capa de árabes
septentrionales de la que se trata en el vol. 4 de esta serie? [Capítulo 4, pp. 184-187]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 248
7.- Entre los individuos que se enfrentaron con hostilidad a Nehemías cuando se presentó en el
445 en Judea, por encargo de la corte persa, para organizar la región como provincia y restaurar la
muralla de Jerusalén, había también un árabe llamado Geshem (Gashmu o Gusham). De Nehemías
4, 1 se desprende que la tribu de Geshem vivía al sur, o sea, que había avanzado desde Edom hasta
la costa occidental del mar Muerto.- CASKEL, W.: “Arabia”; en BENGTSON, H. (comp.): op. cit.
(Historia universal, 5). Cap. 20, p. 370.
EL ISLAM
Introducción / En el siglo VII de nuestra Era, hacía ya más de doscientos años que la mitad
occidental del Imperio romano y la cultura que éste representaba se habían desplomado bajo los
ataques de los germanos. No obstante, tanto el Imperio como su cultura sobrevivían en su mitad
oriental helenizada; aun a pesar de los ataques en Europa, de los nómadas de raza amarilla y de los
eslavos, y a pesar de la guerra de Asia, reemprendida una y otra vez contra los sasánidas, herederos
de los antiguos Imperios en una extensión que abarcaba desde el mar de Aral hasta el Iraq,
incluyendo el Irán. Los persas acababan de ocupar las tierras que se extienden hasta las costas
mediterráneas de Siria y Egipto. Y aunque los romanos de Oriente, los llamados bizantinos, habían
terminado por rechazarles, ambos Estados se encontraban agotados por el esfuerzo realizado. Fue
entonces cuando hizo su aparición el Islam.
El origen y desarrollo del Islam tiene la apariencia de un prodigio. Un pueblo hasta entonces
casi desconocido se había unificado bajo el impulso de una nueva religión. En pocos años
conquistaría todo el Imperio sasánida y, salvo el Oeste de Asia Menor, todas las provincias
asiáticas y africanas del Imperio bizantino a las que luego añadiría la mayor parte de España,
Sicilia y, temporalmente, otros territorios de Europa; alcanzaría las fronteras de la India y de
China, de Etiopía y del Sudán occidental, de la Galia y de Constantinopla. Los estados más
antiguos se derrumbaban y desde el Syr-Darya hasta el Senegal, las religiones establecidas se
inclinaban ante la recién llegada, la misma que practican hoy [1968] unos trescientos millones de
personas. La civilización surgida de estas conquistas iba a figurar como una de las más brillantes y
sería, en muchos aspectos, maestra de Occidente, después de haber recogido y vivificado a su vez
gran parte de la herencia de la Antigüedad. A lo largo de trece siglos, ya sea en paz o en guerra, la
historia musulmana estuvo en continua relación con la nuestra, desarrollándose ambas a partir del
mismo fondo originario. Y aunque ambas hayan llegado a ser profundamente divergentes, su
comparación no puede dejar de ayudarnos en una labor de mutua comprensión. Por todas estas
razones, y no solamente porque, como ocurre con la India y con China, un hombre del siglo XX no
puede permanecer ajeno a ninguna de las familias de la Humanidad, es preciso que la historia del
mundo musulmán ocupe en nuestra cultura un lugar considerable; es indispensable que […]
sepamos que antes de Santo Tomás, nacido en Italia, había vivido Avicena, nacido en Asia Central,
y que las mezquitas de Damasco y de Córdoba son anteriores a las catedrales de Francia o de
Alemania; indispensable olvidar la minusvaloración de que hayamos podido hacer objeto a los
pueblos musulmanes contemporáneos en razón a su eclipse, por lo demás quizá pasajero, frente a
una Europa cuya cultura y cuyo poderío progresan vertiginosamente. Pero también es preciso que,
evitando el exceso contrario, dejemos de ver la historia musulmana a través de los cuentos de las
Mil y una noches, como si fuese un episodio exótico, extraordinario y definitivamente ido, objeto
de una vaga nostalgia, y pasemos a verla como un pedazo de la historia humana, […] /
Mahoma / [...] Para el historiador, que ya no puede hacer suyas las acusaciones nacidas de
antiguas polémicas interconfesionales, ni puede contentarse con pueriles explicaciones acerca de la
vocación religiosa por epilepsia, Mahoma aparece como una de esas personalidades superiores que
con un ardor y una sinceridad indudables trataron de elevar el nivel de vida moral y de
pensamiento de los hombres entre los que vivió, y supo adaptar su mensaje al carácter y a las
tradiciones de estos hombres con un sentido de la comprensión y de la organización que debía
asegurar su supervivencia. [...] /
[...] La Revelación que el Profeta, el enviado de Dios, nos da a conocer, es sustancialmente
idéntica a aquellas de las que habían sido mensajeros los profetas anteriores, desde Adán a Jesús,
considerado como uno de ellos. El Islam, en este sentido, se sitúa, pues, deliberadamente, en la
familia de las dos grandes religiones monoteístas que le habían precedido, debiéndose atribuir, sin
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 249
7.- embargo, las divergencias que existen entre tradiciones similares de la Biblia y el Corán a una
alteración de sus escrituras por los judíos y los cristianos; Mahoma, no obstante, es “el último de
los profetas”, no habrá más antes del fin del mundo, se ha puesto fin a la Revelación. /
[...] Dios comunica a los hombres una Ley que les dicta los deberes que tienen para con Él y los
unos para con los otros. Diríamos que esta Ley es a la vez religiosa y social, si esta distinción no
fuera incluso extraña al Islam. Respecto a Dios, el deber principal es la fe y la sumisión a su
voluntad: tal es el sentido de la palabra isläm, y el que se somete a ella es el muslim (musulmán).
Dios exige a los hombres actos precisos que, sin embargo, no son nada sin la intención, y que poco
a poco, después del retorno a la Meca, se concretan en cinco: la plegaria, a ser posible en común, o
más exactamente, pues la palabra traduce mal el árabe salät, una profesión de sumisión, que no se
acompaña de ninguna ceremonia de culto, de ningún sacrificio de carácter sobrenatural; la limosna,
zakät, primitivamente un acto de solidaridad entre creyentes a la vez que purificación de la
riqueza; la peregrinación a la Meca, islamización de la antigua peregrinación pagana; el ayuno del
mes de Ramadán inspirado en el ejemplo judío; la guerra santa, obligatoria directamente sólo para
aquellos que pueden consagrarse a ella, y que procura la salvación a sus mártires (en el mismo
sentido que en griego: testigos). /
[...] para los árabes, a los que en principio se dirige la Revelación, que todavía eran paganos, la
conversión o la muerte; para los judíos y los cristianos, que son “Gentes del Libro”, es decir, que
tienen un texto sagrado auténtico, la alternativa a la conversión es simplemente la sumisión,
materializada, entre otras cosas, por obligaciones financieras. CAHEN, Claude: El Islam. I.
Desde los orígenes hasta el comienzo del Imperio otomano. Madrid, Siglo XXI, (c1970).
(Historia universal, 14). pp. 1-2, 10-12.

Nuestro libro trata de una época que se extiende desde la mitad del siglo VIII hasta mediados
del XI aproximadamente. Es éste, quizá, el período en el que Europa ha tenido menor importancia
en el Orbe. El mundo del Islam, el imperio de Bizancio y el imperio chino eran entonces los países
de las culturas superiores. El Occidente, producto en descomposición del apenas ya reconocible
imperio romano, se esforzaba mientras tanto en no ceder a las hordas que en oleadas sucesivas
amenazaban inundar Europa occidental.
Pueden diferenciarse en el espacio de tiempo que aquí se estudia dos grandes períodos. En el
primero de ellos tiene lugar la ofensiva de estos pueblos: un período que concluye con la batalla de
Lech (no lejos de Augsburgo) en el año 955 [Otón I derrota a los húngaros]. El segundo período que
constituirá también la segunda parte de nuestra exposición, se caracteriza por el revivir del
occidente europeo.
Hemos de hablar de la Europa occidental, centro de gravedad de este desarrollo, y, precisamente
por ello, debemos recordar que en aquella época, en el noroeste de Europa occidental, vivían, aún
aislados en sus culturas particulares, pueblos que después, en el curso de la historia, entraron en
contacto, repetidamente y en grados muy diferentes, con los pueblos continentales. / […]
El peligro árabe / Como se sabe, el siglo VIII se inició con una amenaza mortal para la
cristiandad. Los árabes conquistaron África, irrumpieron en España, atravesaron los Pirineos y se
presentaron en las llanuras de Galia. En el año 732, un ejército árabe sobrepasó Poitiers y se movió
hacia Tours. Carlos Martel y sus soldados esperaron el ataque “inconmovibles como una muralla”.
El temible choque se convirtió en una grave derrota de los árabes. Sus ejércitos comenzaron a
retroceder a partir de entonces.
Por si fuera poco, el éxito acompañó a Pipino el Breve en la reconquista de Nimes, Maguelone y
Béziers, en el año 752. Siete años después, la guarnición árabe de Narbona fue destruida por la
población visigoda, con lo que toda Septimania (el arco entre los Pirineos y el curso inferior del
Ródano) resultó liberada de nuevo.
En España, la lucha entre los califas de la dinastía omeya y los partidarios de los abasíes
adquiría cada vez mayores dimensiones. En esta situación inició Calomagno su campaña en la
primavera de 778; pero sus tropas se sintieron aisladas en un país cuyas propias características
resultaban auténticos enemigos, y hubieron finalmente de retroceder. Era la desordenada retirada
que fue inmortalizada en la francesa Chanson de Roland (que apareció en la época de las
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 250
7.- Cruzadas). Los francos fueron rechazados, con ello, a su punto de partida, y todo hubo de
comenzar de nuevo. [...] ni Huesca ni Tolosa [sic: Toulouse] pudieron ser definitivamente
arrebatadas al Islam. En cualquier caso los francos habían alcanzado el Ebro, cuyo curso [ inferior
extremo] se convirtió, desde entonces, en la frontera entre la zona de dominio franco y la España
árabe. La región situada entre el Ebro y los Pirineos, la Marca Hispánica, llegó a ser después el
núcleo de Cataluña.- DHONDT, J.: “1. El período de la fluencia de pueblos extranjeros”; en su:
La alta edad media. Madrid, Siglo XXI, (c1971). (Historia universal, 10). pp. 1, 9-10.

El despertar de Oriente: El siglo de la conquista árabe-islámica


[Jerusalén] centro de la cristiandad fue conquistado en el año 614 por los sasánidas [nuevo
imperio persa], que durante largos días, saquearon y devastaron la ciudad y mataron a muchos de
sus habitantes. Finalmente, el ejército sasánida se retiró, llevándose consigo la reliquia de la Santa
Cruz. Dieciséis años más tarde cambia la suerte. En el año 630 hace Heraclio una entrada triunfal
en Jerusalén con la reliquia de la Santa Cruz, que ha recuperado con su triunfo sobre el imperio
sasánida. Es este el punto culminante del poderío del estado bizantino en el siglo VII. Pero apenas
ocho años después se produjo un cambio totalmente inesperado. En un frío día de febrero, el año
638, hizo su entrada en Jerusalén el califa Omar, montado en un camello blanco y seguido de un
ejército de beduinos, maltrecho pero disciplinado. Al patriarca Sofronio, que espera con su séquito
al califa, junto a las ruinas del templo de Salomón, se le imponía la frase bíblica: “Contemplad el
horror de la desolación predicho por el profeta Daniel”. Desde esos días de febrero del año 638,
Jerusalén se convierte también en un lugar santo del Islam. Sobre el lugar en el que se encontraba
el templo de Salomón se eleva ahora la mezquita de Qubbat as-Sakhra (llamada de Omar),
construida sobre roca, que es hasta el día de hoy, junto con la Meca, uno de los más grandes
santuarios del mundo islámico.- MAIER, F.G.: Las transformaciones [...]. p. 253.
Bizancio a la defensiva
[...] La fase creadora de la dinastía [de Heraclio] terminó con Justiniano II (a partir del 685) y
más exactamente con su primer derrocamiento (695) [...] Justiniano huyó, se refugió entre los
cázaros y se casó con la hija del Khagán, para hacerse nuevamente con el trono en el año 705, con
ayuda búlgara. Su segundo gobierno fue un régimen, de terror sistemático, de venganza de todos
los supuestos enemigos. En el 711 terminó ordenando la matanza de los miembros de la misma
familia imperial. / [...]
[…] La política bizantina de mantenimiento de estados satélites, que tantas ventajas había
aportado, se volvía ahora contra Bizancio, pues los búlgaros fueron desalojados, primero de la
estepa rusa meridional del Azov por los cázaros y empujados hacia el sur. Éstos (un pueblo turco
de procedencia desconocida) dominaban desde el siglo VI la región comprendida entre los mares
Azov y Caspio. Su colaboración con Bizancio se inició después de un tratado con Heraclio en el
año 626. Hasta el siglo IX, apoyaron la lucha defensiva bizantina contra los árabes, mediante
ataques en los flancos de Caucasia y Armenia. La estrecha cooperación política se puso de
manifiesto en el matrimonio de dos princesas cázaras con miembros de la casa imperial (una fue
esposa de Justiniano II, la otra de Constantino V, 741-775).- MAIER; F. G.: Las transformaciones
[...] pp. 301-303.
EL ISLAM EN ASIA CENTRAL
En el año 129/747 llegó a Jorasán el propagandista abasida Abu Muslim (su nombre oficial era
Abd al-Rahman ben Muslim) y su campaña de reclutamiento de partidarios obtuvo rápidamente un
notable éxito; los dehqans (propietarios iraníes) le prestaron su apoyo incondicional y todos los
elementos hostiles al gobierno omeya se unieron a él. [...]
Este triunfo de Abu Muslim fue el preludio de la caída de la dinastía omeya y del
establecimiento de la abasida. Pero mientras en el oeste sucedían estos acontecimientos, un nuevo
peligro amenazaba a la provincia árabe desde el este. Una poderosa expedición china había
penetrado en el alto valle del Jaxartes y había llegado a dar muerte al gobernante de Shash por no
prestar obediencia al emperador chino [Hsüan-tsung]. Ziyad ben Salih, general de Abu Muslim, se
enfrentó a ellos en el año 134/751 y los derrotó en una batalla que representó el fin de las
pretensiones chinas sobre Mawarannahr. Esta batalla tuvo la interesante consecuencia de que los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 251
7.- chinos que se hicieron prisioneros enseñaron al pueblo de Samarcanda la manera de hacer
papel, producto que llegaría a sustituir al pergamino y al papiro como material de escritura en el
oeste.- HAMBLY; Gavin (comp.): Asia central. Madrid, Siglo XXI. (c1970). (Historia universal,
16). p. 69.
Economía y sociedad en el mundo musulmán clásico (Hasta el s. XI).- La industria
Una de las más importantes mejoras y difusiones fue la del papel. El invento era chino y, se
dice, fue revelado a los musulmanes por prisioneros hechos en la batalla de Talas, en el año 751.
Sea o no exacta esta precisión, lo cierto es que en Samarcanda fue donde funcionó durante mucho
tiempo la primera y, por años, la más reputada fábrica de papel del mundo musulmán. Es posible,
sin embargo, que la nueva técnica hubiese llegado a Bagdad con los Barmekíes [poderosa familia
iraní, a fines del siglo VIII]. Pronto llegó a Egipto, donde en el siglo X debía acabar con el papiro, y
al Occidente musulmán, también en la misma época, antes de alcanzar la Europa cristiana; la
división política debía favorecer la multiplicación de las fábricas. Las consecuencias de la
aparición del papel son difíciles de precisar, pero considerables. Mucho más práctico que el papiro
granuloso, más económico y más liso que el pergamino, espeso y curvado, el papel tuvo mucha
importancia, a la vez, para la evolución del papeleo del régimen, [...] y para la democratización del
libro y de la cultura urbana, [...]. A este respecto, en la historia de la civilización ocupa un lugar
del mismo orden que la imprenta.- CAHEN, C.: El Islam. I [...]. (Historia universal, 14). pp. 155.

El desarrollo económico entre el siglo VIII y el IX. De Bizancio a Kiev


Los bizantinos poseían dos puntos de contacto para el tráfico comercial [sic] con Asia.
Trebisonda era el centro del comercio con Persia y Bagdad; Chérson (en el sudoeste de la
península de Crimea) era el punto de contacto con los pueblos que habitaban al este del mar
Caspio, los más famosos de los cuales eran los cázaros. […]
Los cázaros, que pertenecían a las poblaciones turcas pero que, probablemente a causa de la
conversión de uno de sus príncipes durante el siglo IX, se habían pasado en grandes cantidades al
judaísmo, habían configurado un estado bien organizado que englobaba a Azerbajdzãn, una parte
de la costa del mar Caspio, la región del Cáucaso y algunas regiones costeras del mar de Azov.
Finalmente fundaron ciudades espléndidas como Balanjar y Dagestán, Itil (en el Volga inferior) y
Samandara junto al mar Caspio. Los cázaros no practicaban por sí mismos el comercio, pero
gravaban con elevados impuestos las mercancías que atravesaban su país. Su desplazamiento hacia
el norte provocó la división del pueblo búlgaro, hasta entonces asentado en las regiones esteparias
del sur de Rusia, en dos grupos: los búlgaros de Occidente, que emigraron a los Balcanes, y los de
Oriente, que se mantuvieron al este del Volga y del mar Caspio conservando así la posibilidad de
participar, con las mercancías que obtenían como tributo de las poblaciones del Volga medio, en el
comercio de tránsito hacia las regiones asiáticas habitadas por los musulmanes [En nota 15: Sobre
los cázaros, cf. D. M. Dunlop, The history of the jewish khazars. Princeton, 1954. El relato de Ibn
Fadhlan contiene multitud de detalles orientadores sobre este pueblo y los búlgaros: cf. al respecto
M. Canard, “La relation du voyage d’Ibn Fadhaln chez les bulgares de la Volga”, en Annales de
l’Institut d’Études orientales d’Alger, xvi (1958), pp. 40-146.]. Estos búlgaros fueron a su vez,
ocasionalmente, tributarios de los cázaros.- DHONDT, J.: La alta edad media. [...]. pp. 122-123,
372.

La crisis de la Iconoclastia.- III. Consecuencias de la supremacía búlgara en los Balcanes (802-


813) / A pesar de que Constantinopla era el mercado más importante de Europa en esta época, no
parece que la actividad exterior de mercaderes bizantinos fuera grande. Su papel principal era
servir de intermediarios en el transporte de los productos del Norte y del Este hacia Occidente y a
la inversa. Las rutas comerciales con Rusia y Escandinavia servían para transportar ámbar, pieles,
esclavos y trigo a Querson, donde los bizantinos lo recogían. Igualmente, la seda, las especias y los
perfumes de la India y del Lejano Oriente llegaban a Trebisonda, puerto del Mar Negro, pasando
por Persia o por el janato jázaro. [...].- MAIER, F.G. (comp.): Bizancio. p. 107.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 252
7.- El segundo período iconoclasta (813-842).- d) El reinado de Teófilo: 829-842.
[...] Fue también Teófilo quien consolidó la tradicional alianza entre el Imperio y los jázaros,
que databa de 733. A petición del jan jázaro, el Emperador envío especialistas y obreros a través
del mar Negro, hasta el Don, donde levantaron una fortaleza en Sarcel. Esta importante expedición
dio mayor fuerza a la colaboración militar de jázaros y bizantinos contra los árabes.
MAIER, F.G.: (comp.): Bizancio. p. 121.

Bizancio y los eslavos.- II. El reino de Gran Moravia


[...] Constantino [o Cirilo] estudió desde el año 843 en Constantinopla, en la escuela de
Magnaura. Los dos eruditos más importantes de su tiempo, Focio y León el Gramático, le
enseñaron los conocimientos de su época, las llamadas Siete Artes Liberales. Constantino mantuvo
una afortunada disputa con el iconoclasta Juan el Gramático. En los años 855-56 tomó parte en una
misión dirigida a los árabes. Junto con su hermano Metodio acompañó en el año 860 a una
delegación bizantina que se encaminaba hacia los jázaros de Crimea. Allí encontraron las reliquias
del papa San Clemente (m. 101), que más tarde trasladaron a Roma. Por lo tanto, eran las personas
más idóneas para resolver los problemas de Moravia. Para esta nueva misión, Constantino creó
una escritura para los idiomas eslavos que conocía, la llamada glagolítica. No se ha llegado a una
teoría única sobre los modelos con los que contó para crear un alfabeto fonético tan
extraordinariamente exacto. Con este genial descubrimiento [sic: invención!], Constantino colocó la
primera piedra en la evolución de las lenguas literarias eslavas. […] Para casi todos los eslavos
ortodoxos éste ha seguido siendo, con ciertas modificaciones, el lenguaje culto hasta nuestros días.
[...].- MAIER, F. G. (comp.): Bizancio. pp. 134-135.

El Renacimiento macedónico (843-1056). I. Los comienzos del Imperio bizantino medio


[...] El ataque de una flota rusa contra Constantinopla en el año 860, que según la opinión de la
población, sólo gracias a la ayuda de la Madre de Dios (Theotokos) pudo ser rechazado por el
Emperador, tras seis semanas de lucha mostró el camino a seguir. Focio mandó misioneros a este
pueblo, hasta entonces casi desconocido y enseguida le informaron de los primeros éxitos
alentadores en Kiev. Al mismo tiempo se reanudaron las relaciones con los jázaros, gracias a
Constantino de Salónica, que había vivido en el Olimpo, juntamente con su hermano, bajo el
nombre de monje Cirilo. Fue el primero que intervino en la generosa obra evangelizadora
bizantina entre los eslavos de los Balcanes.- MAIER, F. G. (comp.): Bizancio. p. 176.

Gracias al glorioso sistema de nuestro ceremonial cortesano se representa el poder imperial en


todo su esplendor y belleza; y éste llena de admiración tanto a los pueblos extranjeros como a
nuestros propios súbditos.- CONSTANTINO VII Porfirogéneta, De caeremoniis… cf. MAIER,
F. G.: Bizancio, p. 15.
De Kiev al mar Báltico
[...] No debemos perder de vista que ni los varegos procedentes de Suecia y asentados en la zona
este del mar Báltico y alrededor del Ladoga, ni menos aún, los rusos que habitaban a lo largo de la
línea Dniéper-Lovat-Volchov, disponían de un acceso directo a los países asiáticos habitados por
los mahometanos [sic: musulmanes]. Los búlgaros establecidos al norte del mar Caspio y junto al
Volga, así como los cázaros, cuyas colonias se encontraban entre el mar Negro y el Volga,
cerraban prácticamente este acceso y controlaban también el transporte de mercancías. La
situación no fue modificada por las distintas campañas rusas emprendidas contra estos pueblos.
Cierto que los rusos lograron destruir el estado cázaro en el año 966; pero con ello fue también
eliminado el obstáculo que, hasta entonces se había opuesto al avance de los pechenegos y
kumanos (polovtsy). Estos pueblos irrumpieron en las regiones abandonadas por los cázaros, de tal
manera que los varegos y los rusos vieron cómo les quedaba vedado, más terminantemente ahora
que antes, el acceso a los poderosos principados asiáticos de los musulmanes.
[...] Los rusos, bajo el rurikida Sviatoslav, aniquilaron en el año 966 el imperio de los cázaros,
que habían sido los intermediarios tradicionales del comercio con los musulmanes asentados en
Asia, y cuyo estado había constituido al mismo tiempo un escudo protector del mundo ruso frente
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 253
7.- a dos poderosos pueblos asiáticos, los cumanos y los pechenegos. Estos dos pueblos
irrumpieron entonces, y ello provocó, muy probablemente, la interrupción del tradicional tráfico
comercial [sic] entre los varegos que dominaban Rusia, y los mahometanos [sic: musulmanes] de
Asia. Estas relaciones comerciales no volvieron a reanudarse, […].- DHONDT, J.: op. cit. pp.
128, 279-80.
La elaboración de una nueva cultura.
Hemos denominado arabigo-islámica a la cultura que se constituye en el siglo IX. En primer
lugar árabe: no se trata de negar, ciertamente, que los no árabes, y en particular los iraníes (ellos
mismos eran los primeros en tener conciencia de ello), no hubiesen participado ampliamente en
ella; por el contrario, a veces se ha llegado casi a negar que los árabes hayan desempeñado en ella
un papel, excepto en el pequeño sector de las realizaciones surgidas directamente de las antiguas
tradiciones árabes preislámicas. Se trata de una cultura árabe porque es la lengua árabe la que ha
servido de vehículo común a los pueblos, hasta entonces separados lingüísticamente, que
contribuyeron a edificarla, incluidos los autores que escribieron en contra de las pretensiones
árabes. Sin duda el árabe se perfeccionó a lo largo del mismo proceso, pero lo cierto es que pudo
hacerlo; en lugar de abandonar su lengua natal, como hicieron la mayoría de los conquistadores
germánicos, por la de las poblaciones sometidas. Los árabes enseñaron a éstas la suya, e hicieron
de ella un instrumento de valor universal. Tanto si el árabe fue la lengua de los conquistadores,
como la de la Revelación, […] no hubiese podido realizar tal proeza si no hubiese disfrutado,
respecto a las otras lenguas del Próximo Oriente, de cualidades específicas.
Cultura islámica, lo que no quiere decir que no se puedan encontrar en ella diversas herencias, ni
que cristianos, judíos, etc., no hayan aportado su colaboración; cultura islámica porque […] la
cultura común a la que todos contribuyen se organiza, cada vez más y más, en torno a los
musulmanes. Arabización e islamización, sin embargo, no marcharon exactamente a la par. Hubo
una arabización lingüística bastante rápida de las poblaciones siria y egipcia, que seguían siendo
cristianas; hubo islamización de la población iraní, cuyas élites aprendieron el árabe, pero las
masas siguieron siendo lo suficientemente fieles a la lengua de sus antepasados [...].- CAHEN, C.:
El Islam. I [...] pp. 110-111.

MASATEPE, Nicaragua.- Borges dice que la empresa de leer por completo Las mil y una
noches puede llevar al descalabro total de la mente; es decir, a la locura por empacho de fantasías.
He probado desmentir al autor de El libro de arena intentando ese ejercicio desmedido, la primera
vez en la adolescencia, y lo he conseguido ya tres veces, la última hace unas pocas semanas, sin
presentar, hasta donde la razón me alcanza a adivinar, ningún síntoma de locura, pero sí, como
todas las veces, señales inequívocas de un encandilado sentimiento de epifanía, como ocurre
siempre que uno se halla frente a la majestad del milagro y la mente solazada queda por muchos
días en estado de ebullición y quedan los pies en el aire, como si levitaran encima de la superficie
encrespada de un mar de ilusiones y de portentos donde no hay sentido de la mesura.
Es un mar sin sosiego de más de tres mil páginas, si uno se atiene para este ejercicio que bien
recomiendo a la traducción desde el árabe clásico al francés del doctor Madrús, que prefería Rubén
Darío ?autor del término miliunanochesco, según la mejor tradición modernista? por encima de la
de Garland, o la de Burton, a las que mejor acude Borges. Y fue la versión francesa del doctor
Madrús, a quien acusan de haber enriquecido el libro de libros con algunos cuentos de su propia
cosecha, que no lo hace menos espléndido, la que Vicente Blasco Ibáñez ?tan famoso en su tiempo
como Gabriel García Márquez, y leído por igual en las barberías? utilizó para la versión en español
que yo conservo desde hace medio siglo, en sus dos tomos en papel biblia, empastados en rojo
maravilla.
La propuesta narrativa de Las mil y una noches, que en la versión de Burton al inglés se llama
Noches arábigas, es de una arquitectura perfecta, y su sola arquitectura es ya un acto de suprema
imaginación: el califa Scharar, engañado por su esposa con un negro entre los negros, de generosa
dotación, y a quienes contempla un día copulando en el jardín de su palacio, decide vengarse de las
mujeres, género que merece su maldición, mandando a ejecutar una tras otra a todas las jóvenes de
su reino tras casarse con ellas, después de cumplida la noche nupcial. No queda ninguna otra para
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 254
7.- ir al sacrificio sino Scherezada, la hija del Gran Visir del reino, quien se ofrece a correr el
riesgo de la muerte por decapitación contándole al califa vengativo y enemigo del género femenino
una historia cada noche.
Y lo logra. Logra mantener en suspenso y lleno de interés al asesino de mujeres a lo largo de mil
noches y una noche, hasta que logra su perdón, y el perdón a todas las demás mujeres del reino.
Scherezada sabe todas las historias que se cuentan a través de los siglos, las que traen las caravanas
desde los países más lejanos y desde los confines de todos los reinos, acumuladas por la tradición
oral, con lo que es ella misma un portento de sabiduría, y es, además, una narradora insigne como
para detener el alfanje que pende cada amanecer por encima de su cabeza, fácil de palabra,
encantadora en sus gestos, en la virtud de sus dramatizaciones, de la imitación de las voces de sus
personajes, y conoce, como todo buen narrador, el momento en que debe detener cada noche su
relato para que el sultán sanguinario se mantenga expectante hasta la noche siguiente.
No hay mejor prueba en toda la historia de la literatura universal de mejores dotes de narrador
que las de Scherezada, si es capaz de salvar su vida cada noche gracias a la gracia y el donaire con
que cuenta, al prodigio de su memoria, a sus dotes histriónicas. Si un día vacila, o se equivoca, o
falla en atraer el interés del sultán, que bosteza aburrido, su cabeza no amanecerá sobre sus
hombros. En contar le va la vida. Pero la perfección de la arquitectura del libro que reúne
centenares de historias tiene una doble dimensión.
Porque detrás de Scherezada, a merced del sultán en los dormitorios reales, alguien más cuenta,
y ese alguien es el contador de cuentos de los mercados populares, que atrae a su alrededor a
compradores y mercaderes, acarreadores y aguadores, arrieros y campesinos; él también conoce
todas las historias de la tradición oral, y cuenta una historia tras otra en medio de la multitud de
escuchas, no para salvar su vida, sino para ganársela. Si su historia es mala, o no está bien contada,
si no atrae el interés de sus oyentes, las monedas no caerán sobre el plato de estaño que tiene a sus
pies y no podrá comer ese día.
Ambos, Scherezada en el palacio del sultán y el narrador callejero en las plazas y en los
mercados que se gana la vida contando historias, se salvan de la muerte y del hambre por medio de
su habilidad con las palabras. Se salvan con la lengua.
Y aún hay una tercera dimensión en toda la arquitectura de Las mil y una noche, el aposento de
ese palacio encantado que es el libro todo, en el que se hacinan los verdaderos autores de los
cuentos: el pueblo de beduinos de las caravanas, de mercaderes y arrieros, de pescadores y
agricultores, de esclavos de los palacios reales, de vagabundos y pordioseros que son los que han
inventado a través de los siglos esa miríada de historias, hijas de sus propios deseos insatisfechos,
de sus necesidades y temores, de su deslumbramiento frente a la riqueza, de sus ansias del milagro
que los convierta en poderosos de la noche a la mañana, de que aparezca el genio de la lámpara
maravillosa que les entregue todas las riquezas del mundo y alivie para siempre su pobreza secular.
De alguna manera, ellos también se salvan por la palabra encantada.- RAMÍREZ, Sergio: “La
fábrica de los portentos”; en La Nación. Sábado, 6 de noviembre de 2010.

Las traducciones de la Antigüedad


[...] la conquista árabe no había ocasionado en el plano cultural mayor ruptura con la tradición
de las poblaciones indígenas que en el plano social, poblaciones que poco a poco, iban a
convertirse (recordemos a este respecto que el incendio de la Biblioteca de Alejandría es una
leyenda nacida en la época de las Cruzadas...) Seguía siendo posible la comunicación entre
poblaciones participantes de una misma cultura, por encima de las fronteras políticas que las
separaban: [...] El trabajo de traducción, naturalmente, fue llevado a cabo esencialmente por
indígenas cristianos o zoroastras, al menos de origen. Entre los cristianos, los que jugaron el papel
más importante fueron los nestorianos, parece ser que porque, a la vez, se habían ejercitado
ampliamente en este trabajo durante el régimen sasánida, época en que vivieron apartados de los
restantes habitantes, y porque en Iraq estaban más directamente en contacto con los ‘abbäsíes. A
ellos, sin embargo, se pueden añadir los monofisitas, pero no así los coptos ni los occidentales, ni
aun en lo que se refiere a las obras latinas; estos recibirán más tarde, totalmente terminadas, las
traducciones hechas en Oriente. [...].- CAHEN, C.: op. cit. pp. 118-119.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 255
7.- Las distinciones confesionales
[...] Las funciones propiamente religiosas y militares estaban prohibidas a los no musulmanes, y.
por supuesto, el ejercicio del poder político, pero no lo estaban las funciones administrativas que
en Siria y en Egipto eran desempeñadas en su casi totalidad por cristianos y judíos, y también en
Iraq, aunque más parcialmente; aunque en número creciente, los Kuttäb [escritores, secretarios]
musulmanes sólo se encuentran desempeñando todos los puestos, en ocasiones excepcionales; bajo
algunas reservas veremos incluso visires judíos o cristianos. En cuanto a la vida cotidiana, es cierto
que las gentes de una misma confesión tenían tendencia a agruparse y había oficios en que una u
otra estaban especialmente representadas; sin embargo, no hubo, repitámoslo, ni monopolio ni
ghetto. Debemos subrayar todo esto porque, al final de la Edad Media y al igual que en Europa, se
producirá una degradación y porque acontecimientos más recientes han hecho que se acusase al
Islam de una intolerancia congénita de la que la Europa cristiana se vería libre: debemos protestar
contra estos falseamientos de la verdad, inocentes o no.
Lo que acabamos de decir no excluye que se hubiesen producido transformaciones en las
comunidades no-musulmanas que vivían bajo dominio musulmán. La disminución numérica, su
parcial separación de los otros Estados en que su confesión estaba representada, la brecha existente
entre la lengua eclesiástica tradicional, allí donde ésta se mantenía, y el árabe convertido en la
lengua cultural general; o entre el árabe, en aquellos sitios donde había invadido incluso la
literatura eclesiástica, y la tradición ancestral, producía un efecto de contracción, de repliegue
sobre sí mismo. Se puede constatar que los cristianos se convirtieron más en las ciudades que en el
campo, tanto que las comunidades cristianas subsistentes toman un aire más rural y, por
consiguiente, de cultura con frecuencia más pobre; por el contrario, los judíos, todavía campesinos
en Mesopotamia o en Siria en tiempos del Talmud, pero de todos modos ya minoritarios, no
subsistieron más que agrupados en las ciudades y desempeñando ocupaciones ciudadanas.
De una confesión u otra, los no-musulmanes, frente a los musulmanes, se esfuerzan por
consolidar su posición; de ahí la invención de privilegios concedidos por Mahoma o por los
primeros califas, de ahí también la redacción de tratados de Derecho, como el Tratado de Derecho
llamado sirio-romano, y diversas obras mazdeas.
[...] las relaciones entre los musulmanes de diversas tendencias, a pesar de los contactos que
seguían manteniendo, eran a menudo peores que las que se mantenían con las confesiones
exteriores, [...].- CAHEN, C.: op. cit. pp. 129-130.

División política y apogeo cultural del mundo musulmán medieval [s. X]


El Irán oriental hasta los gaznauíes
[...] En esta región [Asia central] había toda clase de religiones, incluyendo la doctrina de los
Karamitas, que perece ser concedía un cierto valor a todas las creencias indiferenciadamente. Las
sectas nacidas del movimiento de Abu Muslim no formaban más que pequeños núcleos rurales; el
zoroastrismo, que antaño dominaba Irán, nunca llegó a penetrar profundamente en el Norte, donde
todavía se yuxtaponían budistas, nestorianos, maniqueos (unidos a sus hermanos de los países
turcos), cristianos (de disciplina monofisita o griega) y judíos, que mantenían relaciones con sus
correligionarios del país de los jazars. Sin embargo, ya no ofrece dudas que el Islam había ganado
la partida a todas ellas, sobre todo en la aristocracia.- CAHEN, C.:op. cit. pp. 226-227).

Del siglo XI al XIII: Los nuevos imperios – La evolución social y cultural


El período que, de un extremo al otro del mundo musulmán, comienza a mediados del siglo XI,
significa un cambio profundo que se manifiesta exterormente por la formación, en Occidente, del
imperio almorávide, y en Oriente, del imperio silýuqí, este último más importante.- CAHEN, C.:
El Islam. I [...]. (Historia universal, 14). pp. 271-272.

La llegada de los turcos


[...] en el siglo XI es un conjunto de pueblos turcos el que se establece en territorio musulmán,
modificando su composición etnográfica e introduciendo unos usos y una mentalidad propias.
[...] / Conocemos mal las circunstancias que, a comienzos del siglo X, provocaron la conversión de
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 256
los 7.- búlgaros [al cristianismo oriental] y qué es lo que entonces pasó; apenas sabemos más
acerca de la medida en que el Islam se había ganado a los jazars, cuya aristocracia era, en mayor o
menor medida, judaizante. De todos modos se trata de hechos lejanos, sin grandes repercusiones.
Más importante es la conversión [al Islam] de los turcos que bordeaban el Asia Central
musulmana, [...].- CAHEN, C.: El Islam. I [...]. (Historia universal, 14). pp. 274-275.

La decadencia de los silyuquies y los Estados sucesores en Oriente


[...] Un pueblo de filiación mongol, los Jitay, venidos de los confines de China (de donde
proviene el nombre de Cathay con el que durante la Edad Media iba a ser conocida China),
arrebató Mäwarännahr [Jurasán] a los Qarajäníes; [...]. Por primera vez [siglo XI] un considerable
territorio musulmán caía en manos de infieles, quienes por otro lado, contentándose con una
obediencia entendida en términos muy amplios, no modificaron fundamentalmente sus estructuras.
Entre los Jitay había cristianos nestorianos, y por eso corrió en los medios cristianos de Oriente la
noticia de un desquite sobre el Islam, invadido por un rey-sacerdote de Asia Central; la noticia
llegó a Europa, y así nació la figura de aquel “Preste Juan” quien, según los avatares de la historia,
sería localizado por Occidente entre los mongoles y, más tarde, en Etiopía. [...].- CAHEN, C.: op.
cit. p. 285.
El Occidente – almorávides y almohades. La cultura
[...] A veces se presenta a la civilización musulmana como deteniéndose prácticamente en el
siglo XI para anquilosarse y pronto declinar irremediablemente hasta los tiempos modernos. [...]
En primer lugar, no se pueden quemar etapas […]. No hay razón para negar que ciertos sectores de
la actividad cultural declinaron entonces, pero en conjunto parece más exacto decir que, como en
el caso de tantas otras civilizaciones, a medida que se produce la evolución, los medios de
expresión de una sociedad se modifican. Ciertamente la atmósfera política era, en general,
desfavorable para la reflexión filosófica intelectualista, pero la evolución espontánea de los
espíritus orientaba la filosofía hacia el pensamiento místico que, éste sí, era floreciente. Cierto que
la ciencia no se renueva, pero las enciclopedias son una prueba de que el interés hacia ella subsiste.
Y este estancamiento, en el fondo, es común a todas las culturas que al cabo de un cierto tiempo no
han sabido descubrir un principio fundamental de renovación, lo que sólo haría Europa occidental
a partir del siglo XVI: además, si bien el Islam fue incapaz de hacer este descubrimiento, no menos
lo fueron Bizancio o el Extremo Oriente; y si en Occidente la impresión de estancamiento es
menor, lo es porque éste había despertado más tarde. No se puede, pues, acusar al Islam de una
especie de responsabilidad específica.
La actividad filosófico-científica intelectualista había encontrado, como dijimos, su último
refugio, así como el momento de uno de sus más vivos estallidos, en España, en vísperas de su
reintegración al Occidente cristiano. [...].- CAHEN, C.: El Islam. I [...]. pp. 298-299.

CHINA: EL PAPEL, LA IMPRENTA. 1. Los comienzos de la cultura china.- I. Mitos y leyendas


Las fuentes históricas chinas se configuran como un caso único en Asia, debido a su elevado
número y a su, a veces, rigurosa exactitud. […] Cuando los jesuitas europeos revelaron a
Occidente, en los siglos XVII y XVIII, el contenido de estas obras, se impresionaron al comprobar
la antigüedad del imperio chino, tal y como se les ofrecía en las fuentes, y se entregaron a la tarea
de conciliar la para ellos familiar cronología bíblica y sus concepciones sobre la antigüedad del
mundo con los datos que les brindaba la historiografía china. Hoy sabemos que la cultura china y
la historia del imperio no se remontan a tiempos tan remotos, sino que datan de una época mucho
más reciente.[...] El estado actual de la investigación puede sintetizarse de la siguiente forma: sólo
a partir de la dinastía Shang, es decir, a partir aproximadamente de mediados del segundo milenio
a.C., nos encontramos sobre un terreno plenamente histórico, habiendo fracasado los intentos de
demostrar la plena historicidad de los “emperadores primitivos”. [Que por el año 100 a.C. eran
ubicados entre el 2674 y el 2184 a.C.].
[...] no existe esfera de la cultura material a la que no se le haya dado algún “inventor”, hasta
llegar a los patronos y santos protectores de determinados oficios que han sobrevivido hasta los
tiempos más recientes en la veneración popular. [...] resulta característico de la cultura china
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 257
7.- posterior, el hecho de que todos estos héroes de la cultura se concibieran como emperadores o
funcionarios al servicio de éstos: la acción civilizadora solamente podía concebirse dentro del
mundo proyectado retrospectivamente en la historia del Estado de la China evolucionada.
FRANKE, Herbert; TRAUZETTEL, Rolf.: El imperio chino. Madrid, Siglo XXI, (c1973).
(Historia universal, 19). pp. 6-9,
II. La época plenamente histórica. a) La dinastía Shang-Yin [s. XI a.C.]
[...] El período de los Shang coincide con los comienzos de la alta cultura en China. Por
entonces ya se conocía la fundición del bronce, el caballo y el carro de guerra, las ciudades
amuralladas y un sistema de gobierno considerablemente desarrollado. [...] Entre las altas culturas
del mundo antiguo, la de China es la más reciente. Ahora bien, ¿es autóctona?, es decir, ¿se formó
sin que le sirvieran de modelo y la estimularan las culturas más antiguas de Asia occidental? [...] /
[...] Ligado estrechamente a esto aparece la cuestión de los pueblos de lengua indoeuropea y el
papel que éstos pudieron jugar en las inmediaciones de China. Se les ha venido considerando
principalmente como intermediarios de la cría caballar y el carro de combate; en efecto, el carro
ligero con ruedas radiales aparece, tanto en Europa como en Asia sud-occidental, en el segundo
milenio a.C., invariablemente ligado a pueblos indoeuropeos, siendo seguramente adoptado sin
demora por las altas culturas (Asiria, Egipto). [...]
[...] el Lejano Oriente parece a su vez, y según el estado actual de nuestros conocimientos, haber
influido sobre las civilizaciones del Nuevo Mundo. Las altas culturas antiguas de América, y no
sólo éstas, sino también muchas de las creencias y costumbres de las tribus indígenas, sobre todo
de la parte occidental de Norteamérica, presentan sorprendentes paralelismos con la antigua China.
[...] /
[...] Se sabe con seguridad que, en el curso de los milenios prehistóricos, varias olas migratorias
procedentes de Asia oriental llegaron a Norteamérica por el estrecho de Bering. [...].- FRANKE,
H.; TRAUZETTEL, R.: op. cit. pp. 15-16, 18-20.

La China feudal (siglos VIII a III a.C.). VI. El auge de Ch’in y fin de la China feudal
[...] Poco después [de mediado el s. III a.C.] subió al trono de Ch’in el hombre que conseguiría la
unificación: el rey Cheng. Durante su reinado se anexionaron forzosamente, o bien capitularon, los
restantes estados: [...]. La pluralidad de estados se ve reemplazada por el estado unificado, el
imperio, que persistió en China durante dos milenios, hasta el año 1911, […].- FRANKE, H.;
TRAUZETTEL, R.: op. cit p. 64.

El primer imperio y la época Han (221 a.C.-220 d.C.)


I. La unificación del imperio bajo los Ch’in / El rey de Ch’in adoptó el título de emperador en el
año 221 a.C.; él y sus consejeros estimaron que el título de rey (wang) no era suficiente para
expresar la dignidad de un soberano universal. El título de “emperador”, que en las
manifestaciones occidentales se usa siempre por referencia a equivalencias antiguas y medievales,
corresponde al término chino Huang-ti. Ti, [...] era el “antepasado” deificado y parte integrante de
la denominación del dios supremo: Shang-ti. Por tanto, equivaldría perfectamente al término latino
divus. El término Huang, por el contrario está relacionado etimológicamente con una familia de
palabras cuyos elementos expresan la idea de brillo y reproducción (“Augustus”), y aparece en la
denominación de los “tres emperadores primitivos” (san-huang). “Sublime como los dioses” es
aproximadamente lo que se pretendía sugerir con el título de Huang-ti. La idea del fundador del
imperio era que le sucediera una larga lista de emperadores, “durante diez mil generaciones”,
adoptando por esta razón el nombre de Shih Huang-ti, el “primer emperador”. […] Entre sus
ministros destaca Li Ssu (aproximadamente 280-208 a.C.), hombre que no era originario de Ch’in,
sino que procedía de Ch’u y que, como tantos otros contemporáneos suyos interesados en política,
había llegado a Ch’in en calidad de “ministro visitante” (247). En Ch’in, Li actuó primero como
escribiente mayor de la corte, obteniendo posteriormente el cargo de ministro de Justicia y,
finalmente, el cargo supremo del imperio: el de canciller (ch’eng-hsiang). Colaboró decisivamente
en el proceso que determinaría el fin del feudalismo en China. Los estados independientes habían
dejado de existir a partir del año 221, pero en la capital (Hsieng-yang, cerca de la actual Ch’ang-
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 258
7.- an) aún existía el problema de los numerosos particularismos regionales que se habían
conservado a lo largo de los siglos. Li Ssu se opuso a las tendencias regionalistas con rigurosas
medidas de unificación. [...] También se uniformó la escritura. La cancillería de Li Ssu introdujo
con carácter obligatorio la llamada “escritura de pequeño sello”, forma evolucionada de las
anteriores formas de escritura, distintas en cada una de las regiones. [...].
[...] Para poner fin al tradicionalismo, Li Ssu realizó un acto considerado como el peor de los
crímenes imaginables mientras los confucianos escribieron la historia de China, es decir, durante
dos milenios. Nos referimos a la “quema de los libros”. Por un edicto del año 213 se implantó la
pena de muerte a aquellos que poseyeran determinados escritos. Se entregaron todos los
ejemplares disponibles y las autoridades procedieron a su destrucción. Los escritos afectados
fueron el “Libro de los Cánticos” (Shih-ching) y el “Libro de los Escritos” (Shu-ching), es decir,
dos obras clásicas del confucianismo, así como también todas las notas de las escuelas filosóficas y
todas las obras históricas, con excepción de la crónica de Ch’in. Así pues, la proscripción alcanzó a
la literatura política de importancia y a las obras enmarcadas en una tradición regional o filosófica.
También quedó prohibido criticar el presente histórico evocando a la antigüedad, hecho
incomprensible para un confuciano, que veía realizada la utopía de su escuela precisamente en el
pasado, bajo los “santos soberanos de los antiguos tiempos”. No se vieron afectadas por estas
medidas las obras técnicas y especializadas de medicina, agricultura, interpretación de oráculos,
etc., puesto que políticamente no resultaban peligrosas. También se acusa a Li Ssu de haber
mandado ejecutar a centenares de eruditos confucianos de la oposición. Ahora bien, las fuentes
referentes a la época Ch’in fueron redactadas en su totalidad durante la dinastía Han, influida
parcialmente por los confucianos, por lo que resultan tendenciosas. [...].
La historiografía posterior china no sólo consideró a Li Ssu como un malvado, sino también al
propio “primer emperador”. Ello no impidió, sin embargo, que muchas de las medidas reprochadas
a ambos personajes fueran imitadas posteriormente por los propios gobiernos confucianos. Durante
las dinastías Ming y Ch’ing (1368-1911) se produjeron con mucha frecuencia prohibiciones y
quemas de libros, así como persecuciones a intelectuales considerados heterodoxos. [...].
[El “segundo emperador” Erh-shih Huang-ti, asumió en 210] Durante su gobierno también perdió su
cargo, victima de una intriga cortesana, Li Ssu, que había contribuido más que ninguna otra
persona a la creación del imperio Ch’in. Li murió en el patíbulo como presunto culpable de alta
traición (208 a.C.).- FRANKE, H.; TRAUZETTEL, R.: op. cit. pp. 65-69.

IV. La civilización de los Han


Pero hay un invento de la época Han que ha llegado a tener gran importancia en la historia de la
civilización: el papel. Inicialmente los materiales sobre los que se escribía eran en China la madera
y el bambú, y más tarde también la seda. Alrededor del año 100 d. C. se inventa el papel, con lo
que se consigue un material no solo barato, sino firme y duradero. Gran cantidad de los
documentos en papel de los siglos II y III, favorecidos por el clima seco de los lugares de Asia
central donde fueron hallados, se han conservado hasta hoy. El conocimiento de la fabricación del
papel llegó a suelo europeo, a través de los árabes y el Mediterráneo, en la Edad Media, a
comienzos del siglo XII e inicialmente a España.- FRANKE, H.; TRAUZETTEL, R.: op. cit. pp.
90-91.
El medievo chino (220-600 d.C.): V. La vida espiritual y religiosa
[...] Los primeros datos fidedignos sobre el budismo en China se refieren al siglo I d.C., y más
exactamente al año 65. Se han conservado pocas informaciones sobre los inicios de la acción
misionera, pero las que existen nos permiten deducir que se formaron pequeños grupos de
budistas, inicialmente en las ciudades, naciendo así los primeros monasterios. Casi podemos
afirmar que fueron miembros de la clase superior los primeros que profesaron la nueva fe,
buscando en el “óctuple sendero” la redención y la disolución final en el nirvana, apartados para
siempre del ciclo de las existencias. Los comienzos del movimiento misionero corresponden a una
época en la que el confucianismo había perdido su fuerza de atracción para muchas personas
ilustradas; asimismo, muchas ideas difundidas en el marco del taoísmo religioso habían preparado
el terreno para la recepción del budismo. Los misioneros llegaron a China siguiendo las rutas
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 259
7.- comerciales a través de Asia central, tratándose, en este sentido, de una consecuencia del
imperialismo chino, que había puesto en contacto, geográficamente, la cultura china con la de
Asia central. Seguramente la difusión del budismo se debió en parte a los propios comerciantes,
puesto que la distribución de los monasterios se fue realizando a lo largo de la “ruta de la seda”.
[...].- FRANKE, H.; TRAUZETTEL, R.: op. cit. pp. 129-130).

La renovación del Imperio bajo la dinastía Sui y T’ang. V. Cosmopolitismo y herencia cultural
También al budismo le debe su impulso, si es que no le debe incluso su aparición, aquel invento
chino de la época T’ang que tuvo tanta repercusión, a saber, la imprenta. Posiblemente nació a
partir de la técnica de extraer impresiones xilográficas de impresiones en piedra, contribuyendo
también la técnica del tallado de sellos, con la que los chinos se encontraban familiarizados desde
la antigüedad. Las impresiones más antiguas del este de Asia han de remontarse al siglo VIII; el
libro impreso más antiguo que se conserva en el mundo lleva un pie de imprenta del año 868. Las
impresiones de la época T’ang, así como la mayor parte de las impresiones chinas posteriores,
están hechas con planchas talladas de madera. Difícilmente se hubiese adaptado a la escritura
china, con sus miles de caracteres diferentes, un procedimiento con caracteres de imprenta
móviles. En la segunda mitad del siglo IX se empleó la imprenta también en textos no budistas,
como, por ejemplo, calendarios y libros de presagios; a partir del siglo X se imprimieron obras
“profanas”. El conocimiento del arte de imprimir se difundió desde China primero a Corea y
Japón, y más tarde, siguiendo al budismo, también al Tibet y a Asia central. No está claro si el
invento de Gutenberg fue una innovación completamente autónoma o resultado de un
conocimiento llegado a Europa desde Asia central.- FRANKE, H.; TRAUZETTEL, R.: op. cit. pp.
175-176.
"Seguimos viviendo en la Edad Media", dice Jacques Le Goff: fue una etapa brillante.
PARIS.– Discípulos y colegas llaman al francés Jacques Le Goff “el ogro historiador”. Es una
referencia al desaparecido Marc Bloch, cofundador de l’École des Annales, quien afirmaba que un
buen historiador “se parece al ogro de la leyenda: allí donde huele carne humana, sabe que está su
presa”. De un ogro, Jacques Le Goff tiene la estatura y el apetito. También tiene una insaciable
curiosidad que lo llevó a transformarse en una referencia mundial sobre la historia de la Edad
Media, período al cual el hombre contemporáneo le debe muchas de sus conquistas, dice. A los 82
años, Jacques Le Goff sigue trabajando, a pesar de la profunda tristeza que le provocó la reciente
muerte de su esposa –después de casi 60 años de vida en común– y de una caída que desde 2003 lo
mantiene recluido en su departamento de París. Con cualquiera de sus libros –tantos que podrían
formar una biblioteca– todo lector se siente inteligente y erudito. Aún más que sus condiscípulos
George Duby, Emmanuel Le Roy Ladurie y François Furet, Le Goff recurrió a todas las disciplinas
para estudiar la vida cotidiana, las mentalidades y los sueños de la Edad Media: antropología,
etnología, arqueología, psicología. Sus obras mezclan conocimiento y perspectivas. Con ellas es
posible introducirse en un medioevo fascinante, donde se estudiaba y se enseñaba a Aristóteles,
Averroes y Avicena, las ciudades comenzaban a forjarse una idea de la belleza y los burgueses
financiaban catedrales que inspirarían a Gropius, Gaudi y Niemeyer. En esa Edad Media
masculina, la mujer era respetada, las prostitutas, bien tratadas y hasta desposadas, y solía suceder
que las jovencitas aprendieran a leer y a escribir.
-Los historiadores no consiguen ponerse de acuerdo sobre la cronología de la Edad Media. ¿Cuál
es la correcta, a su juicio?
-Es verdad que no todos los historiadores coinciden en esa cronología. Para mí, la primera de sus
etapas comienza en el siglo IV y termina en el VIII. Es el período de las invasiones, de la
instalación de los bárbaros en el antiguo imperio romano occidental y de la expansión del
cristianismo. Déjeme subrayar que Europa debe su cultura a la Iglesia. Sobre todo, a San Jerónimo,
cuya traducción latina de la Biblia se impuso durante todo el medioevo, y a San Agustín, el más
grande de los profesores de la época.
-Usted, gran anticlerical, jamás deja de destacar el papel de la Iglesia en los mayores logros de la
Edad Media.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 260
7.- -¡Pero no es necesario ser un ferviente creyente para hablar bien de la Iglesia! También soy un
convencido partidario del laicismo: principio admirable, establecido por el mismo Jesús cuando
dijo: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Pero, volviendo a la cronología, la
segunda etapa está delimitada por el período carolingio, del siglo VIII al X.
- El imperio de Carlomagno fue, para muchos, el primer intento verdadero de construcción
europea?
-Falso. En realidad se trató del primer intento abortado de construcción europea. Un intento
pervertido por la visión "nacionalista" de Carlomagno y su patriotismo franco. En vez de mirar al
futuro, Carlomagno miraba hacia atrás, hacia el imperio romano. La Europa de Carlos V, de
Napoleón y de Hitler fueron también proyectos antieuropeos. Ninguno de ellos buscaba la unidad
continental en la diversidad. Todos perseguían un sueño imperial.
-Usted escribió que a partir del año 1000 apareció una Europa soñada y potencial, en la cual el
mundo monástico tendría un papel social y cultural fundamental.
- Así es. Una nueva Europa llena de promesas, con la entrada del mundo eslavo en la cristiandad y
la recuperación [del centro] de la península hispánica, que estaba en manos de los musulmanes. Al
desarrollo económico, factor de progreso, se asoció una intensa energía colectiva, religiosa y
psicológica, así como un importante movimiento de paz promovido por la Iglesia. El mundo feudal
occidental se puso en marcha entre los siglos XI y XII. Esa fue la Europa de la tierra, de la
agricultura y de los campesinos. La vida se organizaba entre la señoría, el pueblo y la parroquia.
Pero también entraron en escena las órdenes religiosas militares, debido a las Cruzadas y a las
peregrinaciones que transformarían la imagen de la cristiandad. Entre los siglos XIII y XV, fue el
turno de una Europa suntuosa de las universidades y las catedrales góticas.
-En todo caso, para usted, la Edad Media fue todo lo contrario del oscurantismo.
- Aquellos que hablan de oscurantismo no han comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del
Siglo de las Luces y de los románticos. La era moderna nació en el medioevo. El combate por la
laicidad del siglo XIX contribuyó a legitimar la idea de que la Edad Media, profundamente
religiosa, era oscurantista. La verdad es que la Edad Media fue una época de fe, apasionada por la
búsqueda de la razón. A ella le debemos el Estado, la nación, la ciudad, la universidad, los
derechos del individuo, la emancipación de la mujer, la conciencia, la organización de la guerra, el
molino, la máquina, la brújula, la hora, el libro, el purgatorio, la confesión, el tenedor, las sábanas
y hasta la Revolución Francesa.
-Pero la Revolución Francesa fue en 1789. ¿No se considera que la Edad Media terminó con la
llegada del Renacimiento, en el siglo XV?
- Para comprender verdaderamente el pasado, es necesario tener en cuenta que los hechos son sólo
la espuma de la historia. Lo importante son los procesos subyacentes. Para mí, el humanismo no
esperó la llegada del Renacimiento: ya existía en la Edad Media. Como existían también los
principios que generaron la Revolución Francesa. Y hasta la Revolución Industrial. La verdad es
que nuestras sociedades hiperdesarrolladas siguen estando profundamente influidas por estructuras
nacidas en el medioevo.
-¿Por ejemplo?
- Tomemos el ejemplo de la conciencia. En 1215, el IV Concilio de Letrán tomó decisiones que
marcaron para siempre la evolución de nuestras sociedades. Entre ellas, instituyó la confesión
obligatoria. Lo que después se llamó "examen de conciencia" contribuyó a liberar la palabra, pero
también la ficción. Hasta ese momento, los parroquianos se reunían y confesaban públicamente
que habían robado, matado o engañado a su mujer. Ahora se trataba de contar su vida espiritual, en
secreto, a un sacerdote. Tanto para mí como para el filósofo Michel Foucault, ese momento fue
esencial para el desarrollo de la introspección, que es una característica de la sociedad occidental.
No hace falta que le haga notar que bastaría con hacer girar un confesionario para que se
transformara en el diván de un psicoanalista.
-Usted habla de emancipación de la mujer en la Edad Media. ¿Pero aquella no fue una época de
profunda misoginia?
-Eso dicen y, naturalmente, hay que poner las cosas en perspectiva. Yo sostengo, sin embargo, que
se trató de una época de promoción de la mujer. Un ejemplo bastaría: el culto a la Virgen María.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 261
7.- ¿Qué es lo que el cristianismo medieval inventó, entre otras cosas? La Santísima Trinidad, que,
como los Tres Mosqueteros, eran, en realidad, cuatro: Dios, Jesús, el Espíritu Santo y María,
madre de Dios. Convengamos en que no se puede pedir mucho más a una religión que fue capaz
de dar estatus divino [sic: casi?] a una mujer. Pero también está el matrimonio: en 1215, la Iglesia
exigió el consentimiento de la mujer, así como el del hombre, para unirlos en matrimonio. El
hombre medieval no era tan misógino como se pretende.
-La invención del purgatorio, a mediados del siglo XII, parece haber sido también uno de los
momentos clave para el desarrollo de nuestras sociedades actuales.
- Así es. Curiosamente, lo que comenzó como un intento suplementario de control por parte de la
Iglesia, concluyó permitiendo el desarrollo de la economía occidental tal como la practicamos en
nuestros días.
-¿Cómo es eso?
-La invención del purgatorio se produjo en el momento de transición entre una Edad Media
relativamente libre y un medioevo extremadamente rígido. En el siglo XII comenzó a instalarse la
noción de cristiandad, que permitiría avanzar, pero también excluir y perseguir: a los herejes, los
judíos, los homosexuales, los leprosos, los locos... Pero, como siempre sucedió en la Edad Media,
cada vez que se hacían sentir las rigideces de la época los hombres conseguían inventar la forma de
atenuarlas. Así, la invención de un espacio intermedio entre el cielo y el infierno, entre la condena
eterna y la salvación, permitió a Occidente salir del maniqueísmo del bien y del mal absolutos.
Podríamos decir también que, inventando el purgatorio, los hombres medievales se apoderaron del
más allá, que hasta entonces estaba exclusivamente en manos de Dios. Ahora era la Iglesia la que
decía qué categorías de pecadores podrían pagar sus culpas en ese espacio intermedio y lograr la
salvación. Una toma de poder que, por ejemplo, permitiría a los usureros escapar al infierno y
hacer avanzar la economía. También serían salvados de este modo los fornicadores.
-Pero hasta la aparición del sistema bancario reglamentado, en el siglo XVIII, tanto la Iglesia
como las monarquías sobrevivieron gracias a los usureros. ¿Por qué condenarlos al infierno?
-Porque así lo establecían las escrituras, como en la mayoría de las religiones. En el universo
cristiano medieval, la usura era un doble robo: contra el prójimo, a quien el usurero despojaba de
parte de su bien, pero, sobre todo, contra Dios, porque el interés de un préstamo sólo es posible a
través del tiempo. Y como el tiempo en el medioevo sólo pertenecía a Dios, comprar tiempo era
robarle a Dios. Sin embargo, el usurero fue indispensable a partir del siglo XI, con el renacimiento
de la economía monetaria. La sed de dinero era tan grande que hubo que recurrir a los
prestamistas. Entonces la escolástica logró hallarles justificaciones. Surgió así el concepto de
mecenas. También se aceptó que prestar dinero era un riesgo y que era normal que engendrara un
beneficio. En todo caso, y sólo para los prestamistas considerados "de buena fe", el purgatorio
resultó un buen negocio.
-La Edad Media también inventó el concepto de guerra justa, vigente hasta nuestros días, como lo
demostraron los debates en la ONU sobre la guerra en Irak. Curioso, ya que el cristianismo es
portador de un ideal de paz. Hasta se podría decir que es antimilitarista.
-Es verdad. Ordenándole a Pedro que enfundara su espada, Cristo dijo: "Quien a hierro mate, a
hierro morirá". Los primeros grandes teóricos cristianos latinos eran pacifistas. Pero todo cambió a
partir del siglo IV, cuando el cristianismo se transformó en religión de Estado.
-En otras palabras, los cristianos se vieron obligados a cristianizar la guerra.
-En esa tarea tendrá un papel fundamental San Agustín, el gran pedagogo cristiano. Para él, la
guerra es una consecuencia del pecado original. Como éste existirá hasta el fin de los tiempos, la
guerra también existirá por siempre. San Agustín propuso, entonces, imponer límites a esa guerra.
En vez de erradicarla, decidió confinarla, someterla a reglas. La primera de esas reglas es que sólo
es legítima la guerra declarada por una persona autorizada por Dios. En la Edad Media, era el
príncipe. Hoy es el Estado, el poder público. La segunda regla es que una guerra es justa sólo
cuando no persigue la conquista. En otras palabras: las armas sólo se toman en defensa propia o
para reparar una injusticia. Esas reglas siguen perfectamente vigentes en nuestros días.
- ¿Se podría decir que el hombre medieval trataba de preservar la cristiandad de todo aquello que
amenazaba su equilibrio?
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 262
7.- -Constantemente. Déjeme evocar como ejemplo el que para mí fue el aspecto más negativo de
la época: la condena absoluta del placer sexual, simbolizado por el llamado "pecado de la carne".
La alta Edad Media asumió las prohibiciones del Antiguo Testamento. Desde entonces, el cuerpo
fue diabolizado, a pesar de algunas excepciones, como Santo Tomás de Aquino, para quien era
lícito el placer en el acto amoroso. Frente a la opresión moral, la sociedad medieval reaccionó con
la risa, la comedia y la ironía. El universo medieval fue un mundo de música y de cantos,
promovió el órgano e inventó la polifonía.
-Hace un momento hizo referencia a los fornicadores que tuvieron un lugar en el purgatorio.
¿Cómo fue esto posible en una época de tanta represión sexual?
-Hay una anécdota que ilustra perfectamente la dualidad medieval. El rey Luis IX de Francia, que
después sería canonizado como San Luis, tenía una vitalidad sexual desbordante. En los períodos
en que las relaciones carnales eran lícitas (fuera de las fiestas religiosas), el monarca no se
contentaba con reunirse con su esposa por las noches. También lo hacía durante el día. Esto
irritaba mucho a su madre, Blanca de Castilla, que en cuanto se enteraba de que su hijo estaba con
la reina intentaba introducirse en la habitación para poner fin a sus efusiones. Luis IX decidió
entonces poner un guardián ante su puerta, que debía prevenirlo y darle tiempo de disimular su
desenfreno. Ese hombre lleno de ardor tuvo once hijos y cuando partió a la Cruzada, en 1248, llevó
a su mujer, a fin de no privarse de sus placeres sexuales. ¡No imaginará usted que la Iglesia podía
enviar a San Luis a arder en el fuego eterno del infierno!
-¿También podríamos decir que la Edad Media inventó el concepto de Occidente?
- La palabra "Occidente" no me gusta. Pronunciada por los occidentales, tiene un contenido de
soberbia para el resto del planeta.
-Pero entonces, ¿cómo definir, por ejemplo, a América, heredera de Europa?
-América ha dejado de ser la heredera de Europa. Lo fue hasta finales de la Segunda Guerra
Mundial, cuando tanto Estados Unidos como el resto del continente dejaron de tener al hombre
como centro de sus preocupaciones.
-Usted es un apasionado estudioso de la imaginación colectiva de la Edad Media. ¿Por qué eso es
tan importante?
-Felizmente, las nuevas generaciones de historiadores siguen cada vez más esa tendencia. La
imaginación colectiva se construye y se nutre de leyendas, de mitos. Se la podría definir como el
sistema de sueños de una sociedad, de una civilización. Un sistema capaz de transformar la
realidad en apasionadas imágenes mentales. Y esto es fundamental para comprender los procesos
históricos. La historia se hace con hombres de carne y hueso, con sus sueños, sus creencias y sus
necesidades cotidianas.
-¿Y cómo era esa imaginación medieval?
-Estaba constituida por un mundo sin fronteras entre lo real y lo fantástico, entre lo natural y lo
sobrenatural, entre lo terrenal y lo celestial, entre la realidad y la fantasía. Si bien los cimientos
medievales de Europa subsistieron, sus héroes y leyendas fueron olvidados durante el Siglo de las
Luces. El romanticismo los resucitó, cantando las leyendas doradas de la Edad Media. Hoy
asistimos a un segundo renacimiento gracias a dos inventos del siglo XX: el cine y las historietas.
El medioevo vuelve a estar de moda con "Harry Potter", "La guerra de las galaxias" y los
videojuegos. En realidad, la Edad Media tiene una gran deuda con Hollywood. Y viceversa. Pensé
alguna vez que provocaría un escándalo afirmando que el medioevo se había prolongado hasta la
Revolución Industrial. La verdad es que ha llegado hasta nuestros días.
-¿Se podría decir entonces que seguimos viviendo en la Edad Media?
-Sí. Pero esto quiere decir todo lo contrario de que estamos en una época de hordas salvajes,
ignorantes e incultas, sumergidos en pleno oscurantismo. Estamos en la Edad Media porque de ella
heredamos la ciudad, las universidades, nuestros sistemas de pensamiento, el amor por el
conocimiento y la cortesía. Aunque, pensándolo bien, esto último bien podría estar en vías de
extinción.- Por Luisa Corradini Para LA NACION (miércoles, 12 de octubre de 2005).
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 263
7.- Somos enanos encaramados sobre espaldas de gigantes. Si alcanzamos a ver más que ellos y
más lejos, no es porque nuestra vista sea más aguda o nuestra estatura mayor, sino porque ellos nos
llevan en volandas y nos elevan sobre su altura gigantesca.- BERNARD de Chartres (canciller de
la escuela episcopal, entre 1114 y 1126).- cf, LE GOFF, Jacques: Los intelectuales en la Edad
Media. 2. ed. Buenos Aires, Eudeba, (c1971). pp. 20.

A mí me preocupa más la enseñanza que la elocuencia, y por ello persigo la claridad en la


exposición y no el amaneramiento de la elocuencia; el sentido literal y no el amaneramiento
retórico.- ABÉLARDO: A Eloisa. cf.: LE GOFF, J.: op. cit. p. 78

No podrías ocuparte con el mismo cuidado de una esposa y de la filosofía. ¡Cómo conciliar los
cursos escolares con los sirvientes, las bibliotecas con las cunas, los libros con las ruecas, las
plumas con los husos? Aquél que debe absorberse en meditaciones teológicas o filosóficas, ¡podrá
soportar los gritos de los niños, las canciones de cuna de las nodrizas, la ruidosa multitud de
domésticos, varones y mujeres? ¿Cómo tolerar las suciedades que constantemente hacen los
niñitos? Los ricos pueden hacerlo porque tienen un palacio o una casa lo suficientemente grande
para poderse aislar, y la opulencia no se resiente por los gastos, pues no están cotidianamente
crucificados por las preocupaciones materiales. Pero ésta no es la condición de los intelectuales
(filosofía), y quienes tienen que preocuparse del dinero y las cuestiones materiales no pueden
entregarse a su oficio de teólogos o de filósofos.- ELOISA: A Abélardo. cf.: LE GOFF, J.: op.
cit. pp. 54-55.
No hay otra autoridad que la verdad probada por la razón; lo que la autoridad nos
enseña a creer, la razón nos lo confirma con sus pruebas. Lo que proclama la autoridad evidente de
la Escritura, es probado por la razón discursiva; aunque todos los ángeles hubieran quedado en el
cielo, lo mismo habría sido creado el hombre y toda su posteridad. Porque este mundo ha sido
hecho para el hombre, y por mundo entiendo el cielo y la tierra y todo lo que el universo contiene;
sería un absurdo creer que si todos los ángeles hubieran subsistido no habría sido creado aquél para
quien leemos que el universo fue creado.- HONORIUS AUGUSTODUNENSIS (Honorio de Autun,
hacia 1130). cf. LE GOFF, J.: op. cit. pp.70-71.

Huid del centro de Babilonia [es decir: Paris], huid y salvad vuestras almas. Volad todos juntos
hacia las del refugio [es decir: a los monasterios] donde podréis arrepentiros del pasado, vivir en
gracia durante el presente y esperar confiados en el porvenir. Encontraréis mucho más en los
bosques que en los libros; bosques y piedras os enseñarán más que ningún otro maestro.-
St. BERNARD de Clairvaux (m. s. XII).

¡Oh Paris, cómo sabes encantar y seducir a las almas! En ti están las redes del vicio, las trampas
del mal, las flechas del infierno que pierden a los corazones inocentes... Feliz escuela, en cambio,
aquella en la que Cristo enseña a nuestros corazones la palabra de sabiduría, donde sin trabajo ni
curso aprendemos el método de la vida eterna. No se compra un libro, no se paga a ningún
profesor de escritura, no hay allí ningún enredo de disputas, ningún intrincamiento de sofismas,
pues la solución de todos los problemas es simple, se aprenden las razones de todo.- PEDRO de
Celles (m. 1183), monje cisterciense. (p. 32) cf.: LE GOFF, J.: op. cit. p. 32.

El triunfo de la novela y lo que oculta


“Señores, ¿os gustaría oír un bello cuento de amor y de muerte?...”
Nada en el mundo podría gustarnos más. / Hasta tal punto que este comienzo del Tristán de
Bédier debe considerarse el tipo ideal de primera fase de una novela. Es el rasgo de un arte
infalible que nos lanza desde el umbral del cuento al apasionado estado de espera del cual nace la
ilusión novelesca. ¿De dónde viene ese encanto? Y ¿qué complicidades son las de este artificio de
“retórica profunda” sabe conseguir nuestros corazones’”
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 264
7.- El prodigioso éxito de la novela establece de buenas a primeras como un hecho que la
concordancia entre amor y muerte despierta en nosotros las más profundas resonancias. Hay otras
razones, más secretas, para ver en ello algo así como una definición de la conciencia occidental...
Amor y muerte, amor mortal: si no es toda la poesía, es al menos todo lo que hay de popular,
todo lo que hay de universalmente emotivo en nuestras literaturas; tanto en nuestras más bellas
leyendas como en nuestras más bellas canciones. El amor feliz no tiene historia. Sólo el amor
mortal es novelesco; es decir, el amor amenazado y condenado por la propia vida. Lo que exalta el
lirismo occidental no es el placer de los sentidos ni la paz fecunda de la pareja. Es menos el amor
colmado que la pasión de amor. Tal pasión significa sufrimiento. Tal es el hecho fundamental. [...]
Constato que el occidental ama por lo menos tanto lo que destruye como lo que asegura “la
felicidad de los esposos”. ¿De dónde puede venir una cotradicción tal? Si el secreto de la crisis del
matrimonio es simplemente el atractivo de lo prohibido, ¿de dónde nos viene ese gusto por la
desgracia? ¿Qué idea del amor revela? ¿Qué secreto de nuestra existencia, de nuestro espíritu, tal
vez de nustra historia?
El mito / Existe un gran mito europeo del adulterio: el Roman de Tristán et Iseul. A través del
desorden extremo de nuestras costumbres, en la confusión de las morales y de los inmoralismos
que viven en ellas, en los momentos más puros de un drama, se ve transparecer, como una
filigrana, esa forma mítica. Como una gran imagen simple, como una especie de tipo primitivo de
nuestros tormentos más complejos.
Y del mismo modo que para salir de las confusiones de nuestra lengua los poetas acostumbran a
relacionar las palabras con sus orígenes lejanos, es decir con la cosa o acto que designaron en
primer lugar, yo quisiera poner aquí en relación con este mito ciertas confusiones de nuestras
costumbres. Etimología de las pasiones, menos decepcionante que la de las palabras, puesto que
encuentra en nuestra existencia –y no en alguna ciencia hipotética- su inmediata verificación.
Pero antes que nada, se dirá, ¿es exacto que el Roman de Tristán sea un mito? Y en caso de que
sea así, ¿no es destruir su encanto intentar analizarlo? Nadie cree ya que el mito sea sinónimo de
irrealidad o de ilusión. Demasiados mitos manifiestan entre nosotros un poder demasiado
indudable. Pero el abuso que se hace de la palabra obliga a definirlo de nuevo.
Se podría decir, de manera general, que un mito es una historia, una fábula simbólica, simple y
patente, que resume un número infinito de situaciones más o menos análogas. El mito permite
captar de un vistazo ciertos tipos de relaciones constantes y destacarlas del revoltijo de las
apariencias cotidianas. / En un sentido más estricto, los mitos traducen las reglas de conducta de
un grupo social o religioso. Proceden del elemento sagrado alrededor del cual se constituyó el
grupo. (Relatos simbólicos de la vida y de la muerte de los dioses, leyendas que explican los
sacrificios o el origen de los tabús, etc.). Se ha señalado a menudo que un mito no tiene autor. Su
origen debe ser oscuro. Y su sentido mismo lo es en parte. Se presenta como la expresión
totalmente anónima de realidades colectivas, o más exactamente comunes. La obra de arte –
poema, cuento o novela- se distingue, pues, radicalmente del mito. Su valor no surge más que del
talento de su creador. Lo que importa en ella es justamente lo que no importa en el caso del mito:
su “belleza” o su “verosimilitad”, y todas sus cualidades de éxito singular (originalidad, habilidad,
estilo, etc.). / En cambio, el carácter más profundo del mito es el poder que ejerce sobre nosotros,
generalmente sin que lo sepamos. Lo que hace que una historia, un acontecimiento o incluso un
personaje se conviertan en mitos, es precisamente ese imperio que ejerce sobre nosotros y a pesar
nuestro. Una obra de arte, como tal, no tiene, propiamente hablando, poder de coacción sobre el
público. Por bella y poderosa que sea, siempre puede ser criticada o disfrutada por razones
individuales. No sucede lo mismo con el mito: su enunciado desarma toda crítica, reduce al
silencio a la razón; o al menos, la priva de eficacia.
Ahora bien, yo no me propongo considerar el Tristán como una obra literaria, sino como un
prototipo de las relaciones entre hombre y mujer dentro de un grupo histórico dado: la élite social,
la sociedad cortesana y caballeresca de los siglos XII y XIII. Desde luego ese grupo desapareció
hace mucho tiempo; sin embargo, de una manera secreta y difusa, sus leyes son aún las nuestras.
[…]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 265
7.- El mito, en el sentido estricto del término, se constituye en el siglo XII, es decir, en un período
en que las élites hacen un vasto esfuerzo de ordenamiento social y moral. Se trata de “contener”,
precisamente, los embates del instinto destructor; pues la religión, al atacarlo, lo exaspera. Los
cronistas, los sermones y las sátiras de ese siglo nos revelan que hubo una primera “crisis del
matrimonio”. Ello exigía una reacción viva. El éxito del Roman de Tristán consistió en ordenar la
pasión dentro de un marco en el cual ésta podía expresarse a través de satisfacciones simbólicas.
(Así, también la Iglesia había “comprendido” al paganismo en sus ritos.).- ROUGEMONT, Denis
de: El amor y Occidente (1938/54). 7. ed. Barcelona, Kairós, (c1997).

Cuanto mayor número de disciplinas se reconozcan y más profundamente impregnado de ellas


se esté, más plenamente se captará la justedad de los autores (antiguos) y más claramente se la
enseñará. Éstos, gracias a la diacrisis, que podemos traducir por ilustración o coloración, partían
de la materia en bruto de una historia, de un tema, de una fábula, y con la ayuda de todas estas
disciplinas y de un gran arte de la síntesis y de la gracia en el decir, hacían de la obra terminada
algo así como una imagen de todas las artes. Gramática y poesía se mezclan íntimamente y abarcan
el tema en su totalidad: La lógica, al aportar a este campo los colores de la demostración, infunde a
sus pruebas racionales el esplendor del oro; la retórica, por la persuasión, y el brío de la
elocuencia, imita el resplandor de la plata. La matemática, arrastrada por las ruedas de su cuádriga,
se desliza sobre las huellas de las demás artes y deja sus colores y su encanto infinitamente
variados. La física, que ha sondeado los secretos de la naturaleza, contribuye también con el
múltiple encanto de sus matices. Finalmente, la más eminente de todas las ramas de la filosofía, la
ética, sin la cual no existe filosofo ni siquiera de nombre, sobrepasa a todas las demás por la
dignidad que confiere a la obra. Busca tú en Virgilio y en Lucano, pues, cualquiera que sea la
filosofía que profeses, en ellos encontrarás con qué aderezarla. En esto consiste, según la
capacidad del maestro y la habilidad y celo del discípulo, el provecho que proporciona la lectura
previa de los autores antiguos. Éste es el método que seguía Bernardo de Chartres, la más
importante fuente literaria de Galia en los tiempos modernos.- JUAN de Salisbury (1115-c. 1180).
cf. LE GOFF, J.: op. cit. pp. 18-19.

He andado por Paris. Cuando vi la abundancia de víveres, la alegría de las gentes, la


consideración de que gozan los clérigos, la majestad y la gloria de la Iglesia toda, las diversas
actividades de los filósofos, creí, admirado, ver la escala de Jacob, cuya cúspide tocaba el cielo, y
que los ángeles recorrían subiendo y bajando. Entusiasmado por aquel feliz peregrinaje tuve que
confesar que allí estaba el Señor y yo no lo sabía. Vino a mi espíritu la palabra del poeta: Feliz
exilio aquel que tiene por morada este lugar. El abad Felipe de Harvengt, consciente de la riqueza
que aparea la riqueza urbana, escribe a un discípulo joven: Llevado por el amor a la ciencia te
encuentras en Paris, la Jerusalén que tantos anhelan. Es la morada de David... del sabio Salomón:
Tal es la concurrencia, tal es la muchedumbre de clérigos quw allí se agrupan, que están en vías de
sobrepasar la numerosa población laica. ¡Feliz ciudad donde los santos libros se leen con tanto
celo, donde los complicados misterios se resuleven gracias a dones del Espíritu Santo, donde hay
tantos profesores eminentes, donde la ciencia teológica es tal, que se la podría llamar la ciudad de
las bellas letras!- JUAN de Salisbury: A Thomas Becket (1164); de quien era secretario en
Canterbury. cf. LE GOFF, J.: op. cit. pp. 33-34.

A partir del momento en que no solo todos los hombres, sino hasta los emperadores, salvo
alguna que otra excepción, fueron católicos, me parece haber escrito la historia no ya de dos
ciudades, sino de una sola, que denomino la Iglesua.- OTÓN de Freisinga (ca. 1154): Historia
de dos ciudades. (tío del emperador Federico Barbarroja).- cf. LE GOFF, J.: Los intelectuales
[...]. pp. 21.
Nuestra generación tiene arraigado un defecto, y es que se niega a admitir todo lo
que parece provenir de los modernos. Yo también, cuando descubro una idea personal, si deseo
publicarla, la atribuyo a algún otro y declaro: “Es Tal quien la ha dicho, no yo”. Y para que se me
crea completamente digo de todas mis ocupaciones: “Tal es el inventor, no yo”. Para evitar el
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 266
7.- inconveniente de que se piense que yo, ignorante, he extraído mis ideas de mi propio fondo,
hago como si las hubiera sacado de mis estudios árabes. / [...]
Me es difícil discutir... Yo, en efecto, aprendí de mis maestros árabes a tomar a la razón como
guía, tú te contentas con seguir cautivo a la cadean de una autoridad fabularia. ¿Qué otro nombre
dar a la autoridad sino el de cadena? Igual que los estúpidos animales son conducidos con una
cadena y no saben ni a dónde ni por qué se los conduce y se contentan con seguir la cuerda que los
sostiene, de ese modo la mayoría de vosotros estáis prisioneros de una credulidad animal y os
dejáis conducir encadenados por la autoridad de lo que está escrito a creencias peligrosas.-
ADELARDO de Bath (fl. 1130).- cf. LE GOFF, J.: La Baja Edad Media Madrid, Siglo XXI,
(c1971). (Historia universal, 11). pp. 148-150.

Lo que importa no es que Dios haya podido hacer esto, sino examinarlo, explicarlo
racionalmente, mostrar su fin y su utilidad. Sin duda Dios puede hacerlo todo, pero lo importante
es que haya hecho tal o cual cosa. Sin duda Dios puede hacer un ternero de un tronco de un árbol,
como dicen los rústicos, pero ¿lo ha hecho alguna vez?- GUILLERMO de Conches (fl. c. 1120 y
1154).- cf. LE GOFF, J.: La Baja... p. 150.
ENSAYO
AZUL / Por Michel Pastoureau / Paidós / Trad.: Núria Petit Fontseré. / 242 páginas
La decadencia de los relatos históricos absolutos dio lugar en las últimas décadas a abordajes
oblicuos: la Escuela de los Anales francesa, la microhistoria, no sólo prodigaron minuciosos
análisis sobre el modo en que se creó el purgatorio o la visión que tenía del mundo un molinero del
siglo XVI, sino que han sabido volcar ese conocimiento en libros de una estricta amenidad. Azul.
Historia de un color pertenece a ese linaje: es una sólida miniatura, vertebrada por los diversos
modos en que la tonalidad del título fue denigrada y valorada a través de los siglos. La premisa del
medievalista Michel Pastoureau (París, 1947) es simple: los colores son, antes que un fenómeno
natural, una compleja construcción de la cultura.
El azul se presta a la perfección para rastrear la sensibilidad cromática de las sociedades. Se
trata, curiosamente, de un color nulamente valorado por la antigüedad clásica, basada en un
sistema ternario que privilegiaba el rojo, el blanco y el negro. Para griegos y latinos, el azul
identificaba lo bárbaro (los celtas, como consta en Tácito, se pintaban los cuerpos de ese color), y
ese descrédito se extendería hasta bien entrada la Edad Media.
Pastoureau sigue con cautela la aparición gradual del azul, promovido a un lugar de tímida
visibilidad en el siglo XII gracias a la teología, la heráldica y la valorización artística (se dedican
páginas escalerecedoras a la disputa medieval sobre la materialidad o espiritualidad de los colores).
El autor no se atiene a una cronología rígida y agobiante, sino que prefiere trabajar por áreas: los
primeros usos del azul en la vestimenta, impulsados por el gusto personal de San Luis IX, Rey de
Francia; los notables avances técnicos de los tintoreros medievales (que acuden al glasto y el pastel
para profundizar un tinte hasta entonces deslavado), las leyes suntuarias, el efecto moral de la
Reforma (que comenzó a asociar el rojo dominante en la liturgia católica con el pecado), el
posterior uso a gran escala del índigo, en el siglo XVIII, y el más reciente descubrimiento del Azul
de Prusia, trazan la ciclotímica genealogía de este color clave.
El espectro descubierto por Newton y la teoría de los colores primarios y complementarios
lograron que el azul abandonara la relativa periferia en que seguía moviéndose. El romanticismo lo
pondrá definitivamente de moda, con el frac de Werther y la flor azul de Novalis, mientras que la
idiosincrática teoría de Goethe, aunque científicamente torpe, según el especialista, intuirá los
alcances antropológicos de los colores en general.
Con un estilo que sortea los excesos eruditos, el libro de Pastoureau se centra -él es el primero
en aclararlo- en la función que el azul cumple en la cultura occidental, donde figura como color
preferido en todas las encuestas sobre el tema. El recorte permite indagar en profundidad el uso
político que se le dio a partir de la Revolución francesa (de revolucionario pasó a representar a los
moderados, y, más tarde, a la derecha) o presentar una historia breve del blue jean. Y también
dejar en suspenso una sospecha: que el viejo y cálido azul -del que se valen unánimemente los
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 267
7.- organismos internacionales- podría haberse transformado en un color frío, conformista,
opuesto a cualquier transgresión.- REY, Pedro B.: “Color con historia”; en La Nación. Sábado
17/07/2010. adncultura
No se pasa de las tinieblas de la ignorancia a la luz de la ciencia nada
más que si se lee de nuevo, con un amor cada vez más vivo, las obras de los antiguos. Qué ladren
los perros, que gruñan los puercos. Yo por eso no dejaré de ser un sectario de los antiguos. Para
ellos serán todos mis cuidados, y el alba, cada día, me encontrará dedicado a su estudio.- PEDRO
de Blois (hacia 1135-1204).- cf. LE GOFF, J.: op. cit. p. 150.

Todo hombre dotado de inteligencia [...] puede cumplir la función de enseñar, pues su tarea es,
mediante la enseñanza, llevar al recto camino a su hermano, a quien ve errar alejado del camino de
la verdad o de la moralidad. Pero la función de predicar, esto es, de enseñar públicamente, sólo los
designados para ello la poseen, es decir, los obispos y los sacerdotes en sus iglesias y los abades en
sus monasterios, como a quienes les está encomendado el cuidado de las almas.- INOCENCIO III
(papa 1198-1216): Dialogus . cf. LE GOFF, J.: Los intelectuales [...]. p. 131.

ALFONSO IX DE LEÓN. NACEN LAS CORTES


[…] / uno de los primeros actos de Alfonso IX fue la convocatoria de una Curia regia
extraordinaria en la ciudad de León. (1188, ¿abril?). Pero en esta Curia leonesa se introdujo una
costumbre que va a transformar esencialmente el carácter de esas asambleas políticas y a dar
nacimiento a una nueva institución que ha de alcanzar enoorme importancia en la vida pública
durante la baja Edad Media. Esta novedad fue la participación en la Curia plena convocada por
Alfonso IX, de los representantes de la nueva clase social de los burgueses o ciudadanos que
habitaban en las ciudades y villas del Reino, y con esta intervención de la burguesía en los asuntos
del Estado nacerán las Cortes, asambleas que van a generalizarse durante los siglos XIII y XIV en
León, en Castilla, en Cataluña, en Portugal, en Aragón, en Navarra y también en Valencia cuando
se reconquiste esta ciudad y se constituya, bajo la soberanía de los Reyes catalano-aragoneses, un
reino valenciano. […]
[…] la intervención de la burguesía en las asambleas de la Curia del Rey, constituídas sólo hasta
entonces por la reunión de las clases nobles y eclesiásticas, fue un acontecimiento que, en la baja
Edad Media, se produjo en todos los Estados de la Europa occidental con características análogas.
El desarrollo de las ciudades, focos activos de comercio y de industria, organizadas en Municipios
y habitadas por mercaderes y artesanos libres –los burgueses-, contribuyó, sin duda, a que los
Reyes llamasen a los representantes de aquéllas a participar en las deliberaciones de sus Curias,
hasta entonces de composición aristocrática. Cada clase social se llegará a caracterizar por la
peculiar situación jurídica y social de sus componentes, por el “status” o “estado” de éstos, y la
Sociedad de la baja Edad Media habrá de organizarse sobre la base de esos “estados” o estamentos
sociales: el “estado” de los Nobles, el del Clero y el de la población libre, o sea el “estado
popular”, el “estado llano” o “tercer estado” […]
Pero ese acceso de los representantes de las clases populares ciudadanas a las reuniones
plenarias de la Curia del Rey se realizó en España antes que en otros países europeos.
Efectivamente, en Alemania el “estado llano” no estará representado en la Dieta hasta el año 1232;
en Inglaterra, la entrada de los burgueses (common people) en la Curia plena (Court) –cuyas
reuniones empezaron a llamarse “Parlamentium” en el reinado de Enrique III [ 1216-1272]- se
realizará por primera vez en el Parlamento convocado por Simon de Montfort en 1265, después de
su triunfo sobre Enrique III en la batalla de Lewes (1264); y en Francia será Felipe [IV] el
Hermoso el primero que convoque los representantes de las ciudades a la reunión de su Curia en
1302, con lo que se iniciarán las asambleas llamadas “Estados generales” (Etats généraux). En
España, además, las Cortes se distinguirán pronto en la Edad Media por su carácter democrático
muy acusado, y en ellas los procuradores de las clases burguesas lograrán predominar sobre los
representantes de la Nobleza y del Clero.- GARCÏA DE VALDEAVELLANO, L.: op. cit. pp.
1039-1042.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 268
7.- He reunido milagros de la Virgen extraídos de relatos que encontré en la librería de Sainte
Geneviève de Paris y los puse en verso para mis estudiantes de Paris, con el propósito de
suministrarles un ejemplo vivo... La causa material de este libro son los milagros de la Virgen
gloriosa. Pero he introducido en ellos hechos que interesan a la física, a la astronomía y a la
teología... La causa final reside, en efecto, en la fe permanente en Cristo, y supone, también ella, la
teología y hasta la física y la astronomía. [...].
[...] He aquí los instrumentos necesarios a los clérigos: libros, un pupitre, una lámpara de noche
con sebo y un candelero, un farol, un embudo para la tinta, pluma, plomada y regla, una mesa y
una palmeta, una cátedra, un pizarrón, una piedra pómez con un raspador y tiza. El pupitre
(pulpitum) [...] está provisto de muescas que permiten graduar la altura, para alzarlo al nivel
conveniente para leer, pues es justamente sobre él donde se apoya el libro.- JUAN de Garlande
(1190-1245).- cf. LE GOFF, J.: Los intelectuales [...]. pp. 112-113.

Grandes obras de arte / El reino de los cielos


Los vitrales de la catedral de Chartres. Artistas desconocidos
Domingo 23 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa. La Nación Revista.

Arriba, Rosetón meridional, c. 1225. El Cristo del Apocalipsis, rodeado de ángeles (abajo, de
izq. a der.): Lucas a hombros de Jeremías, Mateo sobre Isaías, Juan sobre Ezequiel y Marcos sobre
Daniel. Foto Painton Cowen.
Las vidrieras de la catedral de Chartres son únicas en muchos aspectos. En ningún otro lugar ha
sobrevivido tanto vidrio medieval a las guerras, las tormentas, la intolerancia religiosa y la desidia
de siglos. De las 173 ventanas originales, 143 se encuentran en su mayor parte intactas, y hay en
total casi 1500 vitrales con escenas y figuras que componen una biblioteca en imágenes
prácticamente sin igual sobre la vida y las creencias medievales. Aparte de esto, consideradas en
conjunto constituyen un programa artístico de una calidad y ambición rara vez vistas, comparable
por su complejidad iconográfica con la Capilla Sixtina, de Miguel Angel, o la capilla de los
Scrovegni, de Giotto. La catedral que vemos hoy es en su mayor parte posterior al incendio de
1194, que destruyó todo el antiguo edificio románico, salvo el ala oeste. El clero vio la ocasión de
construir una catedral mayor y mejor en el nuevo estilo gótico, y los responsables de la
reconstrucción concibieron un programa que integrara vitrales, arquitectura y escultura en una
enérgica afirmación de la autoridad y el dogma de la Iglesia. Una de las grandes innovaciones de la
arquitectura gótica fue el arbotante, que liberaba los muros de la carga de la bóveda y hacía posible
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 269
7.- abrir vanos más amplios. El espacio así ganado para los vitrales permitió desarrollar la
iconografía y todo un nuevo vocabulario y unos nuevos medios de expresión en vidrio de colores.
El resultado fue una explosión de creatividad durante la segunda mitad del siglo XII, que alcanzó
su culminación en las catedrales góticas del XIII, en particular las de Bourges, Reims, Amiens,
París y, sobre todo, Chartres. La instalación de los vitrales de Chartres se prolongó durante treinta
años o más, comenzando hacia 1205. La impresión que recibe quien visita Chartres por primera
vez suele ser profunda. A muchos les sorprende la oscuridad del interior incluso en un día soleado.
Los intensos colores del vidrio -principalmente rojo, azul, amarillo y verde, y en menor cantidad,
morado, marrón y rosa- crean una atmósfera mágica. Se trata de un efecto deliberado, al menos en
parte; al fin y al cabo, las catedrales góticas eran, en cierto sentido, una evocación de la Jerusalén
celestial descripta en el Apocalipsis de San Juan, y los vitrales eran las joyas de la ciudad celestial.
Lo más llamativo son los tres grandes rosetones situados en los puntos cardinales Norte, Sur y
Oeste del edificio. Estos maravillosos despliegues de luz, color y geometría celebran la vida de
Jesucristo y la Virgen María (incorporando también las armas de soberanos seculares, Blanca de
Castilla y un duque de la región) y marcan la pauta para el resto de los vitrales. El alto ventanal
oriental en el coro vuelve a subrayar lo importante, con la Virgen sosteniendo al Niño Jesús. La
preeminencia concedida a la figura de María en Chartres no sólo se debe a que la catedral le estaba
dedicada, sino también al hecho de que la reliquia más valiosa que en ella se guardaba era su
túnica -la Sancta Camisa-, que había sobrevivido milagrosamente al incendio de 1194, al igual que
el célebre vitral conocido como Notre-Dame de la Belle Verrière («Nuestra Señora del Bello
Vitral»). La ventana oriental del deambulatorio, tras el altar mayor, refleja los intereses del
capítulo catedralicio. Este importante lugar se reservaba tradicionalmente al árbol de Jesé (con la
genealogía de Cristo) o la Pasión, pero en Chartres lo ocupan las vidas de los Apóstoles. Ello
revela la importante deriva que se produce en la Iglesia occidental a principios del siglo XIII desde
los grandes temas místicos hacia las ilustraciones de la vida cristiana activa. Por la misma razón,
casi todas las ventanas que circundan el edificio al nivel del suelo -las más visibles para los fieles
laicos- muestran vidas y relatos de santos y parábolas evangélicas. Estas ventanas son obras
maestras de la narrativa que organizan los episodios para dar pie a paralelismos teológicos. Los
milagros abundan en estas escenas, algo sin duda alentador para los peregrinos del siglo XIII. Las
ventanas elevadas del nivel superior continúan dicha temática, mostrando en su mayoría figuras de
santos. Estos relatos de vidas de santos nos dicen también mucho sobre la vida cotidiana en la
Edad Media: la realeza, los caballeros, los campesinos, los barcos, los edificios, los animales, la
naturaleza, las comidas, los vestidos, las ceremonias; todo esto y más está a la vista. Cada vitral
representa una escena con la mayor economía, de modo que puede apreciarse lo que ocurre de un
solo vistazo y reconocer a los protagonistas al instante; así, los santos tienen halo; los árboles,
ciudades y edificios se ilustran de forma rudimentaria, y las actitudes y el lenguaje corporal de los
personajes se representan de modo que sus pensamientos y acciones se descifran con rapidez. Pese
a ello, hay una especie de lenguaje oculto, cuyo significado hoy quizá no seamos ya capaces de
comprender y que se manifiesta especialmente en las señas que hacen con las manos algunos
personajes. La frecuente aparición de demonios, ángeles y la mano de Dios indica la presencia de
fuerzas sobrenaturales o la intervención divina. Otro importante aspecto sociocultural de los
vitrales de Chartres es quién los encargó y financió. En la mayoría de estas obras se puede ver a los
donantes, que son miembros del clero, la nobleza o los gremios. Esta última categoría comprende
una representación casi única de muchos oficios. Entre ellos, los toneleros, que -no sin sentido del
humor- escogieron para su ventana el tema de la embriaguez de Noé.
C. 1200-1230 / Vitrales coloreados / Catedral de Chartres (Francia)
“Ahora yo te pregunto –dijo el rey--, ¡qué preferirías: ser un leproso o haber cometido un
pecado mortal?” Y yo, que jamás le había mentido, respondí que antes cometería treinta pecados
mortales que verme convertido en un leproso. Cuando los monjes hubiéronse marchado, llamóme
a solas a su presencia, hízome sentar a sus pies y dijo: “¿Qué has dicho hace un momento?” Yo le
dije que siempre seguiría diciendo lo mismo. Y él me dijo: “Hablaste como un loco; pues debes
saber que no hay leproso tan repelente como el que está en pecado mortal, porque el alma que está
en pecado 7.- mortal es como el diablo, y por eso no puede haber un leproso tan repelente. Tan
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 270
cierto es que cuando un hombre muere su cuerpo es curado de la lepra, pero cuando un hombre
que ha cometido pecado mortal muere, no sabe si durante su vida se ha arrepentido lo bastante para
que Dios lo haya perdonado. Esa es la razón por la que realmente debía temer que cada clase de
lepra le durase tanto como Dios esté en el paraíso. Por eso te suplico, tan ardientemente como me
es posible, que acostumbres tu corazón, por amor a Dios y a mi persona, a preferir que tu cuerpo
sufra cualquier clase de mal, incluso el de la lepra, a que el pecado mortal se apodere de tu alma”.-
JOINVILLE:
Mémoires (del reinado de San Luis) (mediados s. XIII).- BRINTON, Crane: Las ideas y los
hombres. Madrid, Aguilar (Cultura e historia). pp. 211-212.

PASIONES PROHIBIDAS Y RELIGIÓN


Como anticipo de La más bella historia de amor, de Dominique Simonnet (Fondo de Cultura
Económica), se publican fragmentos de una entrevista con Jacques Le Goff, el gran medievalista
francés.
DOMINIQUE SIMONNET: De las costumbres de la Edad Media se destacan dos imágenes: la
de un mundo feudal, brutal, viril, conquistador, en el que las mujeres son víctimas; y la del amor
cortés, el bello trovador inclinado ante su apuesta señora a quien idealiza pero no toca. Dos
estereotipos aparentemente contradictorios...
JACQUES LE GOFF: Pero no lo son. La violencia guerrera del feudalismo medieval coexiste
muy bien, en la literatura, con la exaltación de la feminidad, la castidad y la pasión propia del amor
cortés. Por otra parte, se encontraría una dicotomía similar en la civilización japonesa en épocas de
los samurais. [...] Pero la historia de la Edad Media, y particularmente el amor cortés, fue objeto de
muchas deformaciones y muchos mitos, inventados sobre todo por los románticos que modelaron
nuestra sensibilidad. Con Georges Duby, gran medievalista, a menudo nos hacíamos esta pregunta:
¿realmente existió el amor cortés? ¿O no fue más que una fantasía? El historiador católico Henri
lrénée Marrou (que escribía bajo el seudónimo de "Davenson") también se había interrogado, en
una formulación un poco más brutal: ¿hacían el amor los trovadores?
--La pregunta tiene el mérito de ser clara. ¿Y la respuesta?
--La documentación de que disponemos sobre el amor en la Edad Media, esencialmente literaria e
iconográfica, no nos permite zanjar este último punto. Tal vez los únicos que se aproximaron al
amor cortés fueron Eloísa y Abelardo. Tras muchas vacilaciones, hoy pienso que su
correspondencia fue modificada un poco, pero que es auténtica.
--Porque habían conocido una pasión secreta fuera del matrimonio, Abelardo fue castrado y
Eloísa, enclaustrada...
--Sí, pero esos dos son casos únicos. Y más tarde se convertirán en símbolos: en Le roman de la
rose (El libro de la rosa) figuran en buen lugar entre las miniaturas de enamorados. Si bien
impregnó levemente las costumbres de las clases superiores (porque las fantasías de una época
siempre influyen sobre la realidad), el ideal cortés no las perturbó en profundidad. Para mí, era
esencialmente literario, y se atrincheraba en lo imaginario [...].
--Tristán e Isolda, el filtro de la pasión, esos caballeros que guerreaban soñando con sus bellas,
esas declaraciones de fidelidad declamadas, un pie en tierra, en los torneos... ¿Todo eso no sería
más que literatura, entonces?
--En efecto, así me inclino a pensarlo. Lo que sabemos de las costumbres de esa época es bastante
diferente y no va en el sentido de una práctica "cortés" entre hombres y mujeres. Jean-Charles
Huchet, por su parte, ha escrito un buen libro sobre El amor descortés.
--Tratemos entonces de comprender lo que ocurría entre ellos. Tras la caída del Imperio Romano
vienen los bárbaros, francos, visigodos y otros ostrogodos que realmente no son unos tiernos. Al
convertirse al cristianismo, ¿adhieren a esa nueva moral puritana de la que nos hablaba Paul
Veyne y que, en adelante, hace reinar el orden sexual?
--La cristianización de las costumbres fue muy lenta. La internalización de las concepciones de la
Iglesia en las mentalidades y las prácticas fue un trabajo de siglos. Sobre la base de los escritos de
Gregorio de Tours, uno de los grandes cronistas de la Galia, a menudo se insistió en el carácter
salvaje del primer período de la Edad Media, lo que no era totalmente falso. En esos tiempos, en la
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 271
7.- época merovingia, la poligamia, que ya casi no existía en Roma, todavía era practicada por la
aristocracia bárbara. ¡Hasta el padre de San Luis, Luis VIII (1223), los reyes francos fueron
polígamos! Cantidad de escándalos ocurrieron al respecto alrededor de Lotario [ II, nieto de Luis el
Piadoso?] o Roberto [II, rey de Francia, 996-1031] el Piadoso en las cercanías del año 1000. .
--En esa época, sin embargo, la gente se casa según reglas extremadamente estrictas.
--Estamos muy poco informados sobre las prácticas de los campesinos, que constituían, sin
embargo, el 90 % de la sociedad. En todo caso, para los nobles, el matrimonio era de
"conveniencia", vale decir, arreglado por el rey, el primer casamentero, que conservaba su
dominio sobre la nobleza prodigándole favores, tierras y dotes. Georges Duby, por ejemplo, contó
cómo Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra se aseguraron el juramento de fidelidad de
Guillermo el Mariscal, un señor que fue uno de sus principales guerreros y consejeros: lo hicieron
casarse con mujeres pertenecientes a un rango más elevado, lo que le daba prestigio. En el interior
de la familia, eran los ancianos los que orquestaban el matrimonio. Además, era un contrato civil,
firmado ante un notario y limitado a la Europa meridional.
--Que en consecuencia escapaba al control de la Iglesia.
--Sí. Pero a partir del siglo XII, la Iglesia va a extender poco a poco su poder sobre el matrimonio:
lo instituye como sacramento (pero no lo será realmente sino en el siglo XV, cuando se lo
celebrará en el interior de una iglesia y ya no delante) e impone su modelo: la indisolubilidad de
los lazos y la monogamia. De este modo, otorga a los esposos más libertades de las que tenían
hasta entonces.
--¡Más libertades!
--¡Claro! No olvidemos hasta qué punto la moral antigua era opresiva, como la describe justamente
Paul Veyne. Esta vez, el matrimonio cristiano reclama el consentimiento de cada uno de los
esposos, lo que no ocurría antes. No sólo el del marido, que puede oponerse al poder del monarca
o de su familia, sino también el de la mujer.
--Consentimiento mutuo, tal vez... Los esposos adquieren un nuevo derecho. Pero ¿lo ejercen
realmente?
--No seamos ingenuos: muchos casados no aprovechaban esa liberalidad porque el peso de la
sociedad seguía manifestándose. No obstante, se conocen varios ejemplos de procesos ante los
tribunales eclesiásticos donde los casados reclamaban esa libertad de elección que les era negada.
Comparado con las prácticas del mundo grecorromano (no olvidemos que, en la democracia
ateniense, las mujeres no tenían ningún derecho), el cristianismo, en cierto sentido, hizo progresar
el estatus de la mujer mediante esa idea revolucionaria del consentimiento mutuo.
--Pero como reverso de la medalla, la Iglesia se insinúa en la intimidad de la pareja casada.
--Exactamente. Michel Foucault y yo habíamos observado hasta qué punto el año 1215 marcó
profundamente la psicología y la cultura del Occidente. Ese año se decreta la obligación para todos
los cristianos, de ambos sexos, a partir de los 14 años, de confesarse por lo menos una vez al año,
lo que va a desembocar en la comunión pascual y el examen de conciencia, base de nuestra
introspección y del psicoanálisis (pero el confesionario sólo será inventado en el siglo XVI y se
generalizará en el XVII). Fue también en 1215 cuando el cuarto concilio de Letrán, al reunir a los
obispos cristianos romanos bajo la autoridad del papa, torna obligatorias las amonestaciones un
mes antes del matrimonio.
--Cualquiera, si tiene una buena razón para hacerlo, puede oponerse a un matrimonio. ¿Por qué
una medida semejante?
--El objetivo es impedir la consanguinidad: originalmente, la prohibición se extendía hasta la
séptima generación, pero en una sociedad más o menos endógama eso no era realista, y se
contentaron con imponerla hasta la cuarta generación. Para la Iglesia, es un medio de control. Pero
al mismo tiempo, las amonestaciones dan a los futuros casados la posibilidad de hacer anular el
matrimonio. En consecuencia, para ellos es una ocasión de conquistar cierta independencia. Muy
explícitamente, la Iglesia quiere contrarrestar el poder del linaje y el peso de las familias.
--Pero el matrimonio cristiano es indisoluble. No hay divorcio, contrariamente a los romanos...
--Las mujeres se refugian en el adulterio. Eso es precisamente lo que refleja la literatura cortés, que
florece en ese momento. En realidad, ¿de qué habla ella? De jóvenes caballeros que hacen todo
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 272
7.- para apoderarse de la mujer de otro. En esta concepción, el himeneo se desarrolla siempre
fuera del matrimonio y en el adulterio. Tristán e Isolda es el adulterio. Ginebra y Lancelote es el
adulterio. El amor cortés es el adulterio. Y tal vez, reprimida, hipótesis que se ha planteado, la
homosexualidad. Uno de los principales cronistas del siglo XII, Foucher de Chartres, lo dice
claramente: entre las motivaciones que llevaban a los caballeros a la cruzada estaba la búsqueda de
mujeres. Máxime cuando en ese momento el fuerte crecimiento demográfico produjo, en la capa
de la nobleza, cantidad de jóvenes varones sin mujeres. Entre las que seguían a los cruzados había
prostitutas, pero en ocasiones también esposas. Eleonor de Aquitania, que era una verdadera zorra
únicamente preocupada por el poder y el sexo, aprovechó las cruzadas para engañar a su marido
Luis VII [1137-1180]. En cuanto a San Luis [IX, 1226-1270], no fue un marido ideal: cuando su
mujer Margarita de Provenza dio a luz en pleno desastre de su primera cruzada, tras haber llevado
a cabo hábiles negociaciones para liberarlo, ni siquiera se tomó el trabajo de ir a visitarla. El
mismo Joinville, su cronista y admirador, se sintió indignado.
--Al mismo tiempo, en ese clima un poco hipócrita, se desarrolla la idea de virginidad.
--El prestigio de las vírgenes ya había sido exaltado por el paganismo romano. Los cristianos
retoman y promueven esta idea. En la sociedad europea occidental (hagamos a un lado Bizancio y
la Europa Oriental, que está bajo su férula), el culto de la Virgen María se impone a partir del siglo
XII. La Virgen se ubica por encima de todos los santos, que, en el curso de la Edad Media, se
especializan: uno supuestamente cura tal enfermedad, otro hace fecundas a las mujeres o salva del
naufragio... La Virgen se vuelve mediadora de sabiduría y salvación, adquiere un nuevo estatus en
la sociedad, y no es indiferente que sea una mujer. También simboliza el triunfo de la maternidad,
dándole un carácter místico y sentimental. Las madres, las que dan la vida, adquieren prestigio,
fundamentalmente cuando, al disminuir la mortalidad infantil gracias a los progresos de la
alimentación y la higiene, dan a luz a niños en buenas condiciones que llegan a adultos.
--Pero la virginidad es también la castidad. La sexualidad es condenada cada vez más
severamente.
--Por supuesto. María permanece virgen en el matrimonio y Cristo es soltero. Paul Veyne se refirió
a ello: la condena de la sexualidad fue inaugurada por los romanos, que habían instaurado una
suerte de puritanismo de la virilidad, limitaron la vida sexual al matrimonio y condenaron el
aborto. El cristianismo generaliza esta moral y le añade un nuevo motivo: la exigencia de pureza,
justificada por la cercanía del fin del mundo. San Pablo lo enuncia [1 Corintios, 7, 29]: "Os lo digo,
hermanos, el tiempo se está acortando. En adelante, que quienes tienen mujer vivan como si no la
tuviesen". ¡Y algunos extremistas de la pureza llegan hasta a castrarse! Esa es la gran novedad: la
carne es un pecado. Todavía más: el pecado original es un acto carnal.
--La humanidad fue engendrada en la falta que caracteriza todo acoplamiento.
--Sí. Esta idea, que no se encuentra en el Evangelio de Juan (la carne es redimida por Jesús porque
"el verbo se hizo carne"), fue promovida por San Pablo, que es muy antifeminista ("Dios condenó
el pecado en la carne, porque el deseo de la carne es la muerte" [¿Romanos, 7, 5?]), y popularizada
por los padres de la Iglesia.
--Y va a ser una pesada carga sobre las costumbres durante siglos y siglos.
--Sí. En efecto, el modelo monástico va a influir fuertemente sobre la mentalidad occidental. Para
mí, ése es el aspecto más negativo del cristianismo. Esta doctrina va a justificar la represión de una
gran cantidad de prácticas sexuales. La sexualidad se convierte entonces en lujuria,
concupiscencia, fornicación, cosa que condena el sexto mandamiento ("no fornicarás"). La alta
Edad Media había retomado las prohibiciones del Antiguo Testamento (incesto, desnudez,
homosexualidad, sodomía, coito durante las reglas), el Eclesiastés [25, 24] es directamente
antifeminista ("El pecado comenzó por la mujer y por ella todos moriremos"). En adelante, el
cuerpo es asimilado a un sitio de desenfreno. Pierde su dignidad.- LA NACIÓN. Domingo 24 de
Octubre de 2004. Suplemento Cultura.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 273
7.- La ciudad de Paris está, como Atenas, dividida en tres partes: una, la de los comerciantes, los
artesanos y el vulgo, llamada la gran villa; otra, la de los nobles, en la que se incluye la corte del
rey y la iglesia catedral, a la que se denomina la Ciudad; y una tercera, la de los estudiantes y los
colegios, que se conoce como la Universidad.- TOMÁS de Irlanda (dominico, fines s. XIII).- cf.
LE GOFF, J.: Los intelectuales [...]. p. 99.

GENGIS KAN Y LA PAX MONGÓLICA


Con el prestigio resultante de este triunfo [sobre los tangutos hsi-hsia, a comienzos del siglo XIII] y
con la reciente experiencia de combatir contra ciudades fortificadas y entre una población
sedentaria, Gengis Kan se dirigió entonces contra China septentrional. Como de costumbre recogió
de antemano la mayor información posible, en este caso de los ongutos (que, igual que los keraítas,
eran en su mayoría cristianos nestorianos y vivían cerca de la frontera china) y de los mercaderes
musulmanes que comerciaban con China, los cuales preferían ver las estepas bajo el mando de un
solo caudillo, puesto que les aseguraba una relativa estabilidad en las rutas comerciales ya que
restringía el bandidaje y la guerra entre las tribus. [...].
La muerte de Gengis Kan en el año 1227 afectó muy poco al curso de la expansión mongol, y el
ímpetu de sus conquistas iniciales fue sostenido durante más de medio siglo por sus hijos y nietos.
[...] El imperio mongol tuvo tres fases: la primera comprende la vida de Gengis Kan y la creación
de la maquinaria militar que hizo posibles las siguientes conquistas; la segunda duró desde 1229
hasta 1259 (los reinados de Ogodei, Guyuk y Mongka) y durante ella se llevó a cabo una mayor
expansión territorial así como la consolidación de lo que ya se había conquistado; la tercera fase
comenzó en 1264 (cuando Kublai obtuvo la herencia de su hermano Mougka) y finalizó al
fragmentarse el imperio al comienzo del siglo XIV.
Kublai gobernó más de acuerdo con las tradiciones chinas que con las mongolas: en 1264 la
capital imperial se trasladó de Karakorum a Khanbaliq (Pekín); en 1271 la dinastía tomó el nombre
chino de “Yuan” [...]. Durante el reinado de Kublai los venecianos Maffio y Niccolo Polo visitaron
por primera vez China en 1262, y, después, entre 1275 y 1292 un sobrino de Niccolo, Marco,
sirvió en la administración de Kublai. [...]. .
[...] Durante las campañas mediante las cuales se hicieron dueños de la mayor parte del
continente euroasiático las pérdidas de vidas, la destrucción de ciudades y la total desconsideración
hacia los valores civilizados fueron indudablemente espantosos –incluso para criterios del siglo
XIII--, pero los horrores de la guerra mongol no deben impedir que se considere debidamente la
positiva contribución que el imperio mongol prestó al progreso humano. Como un imperio unido
bajo el mando de Ogodei, Güyúk y Mongka (1227-1259) y después como una especie de
federación imperial bajo Kublai y Timur (1264-1307), los territorios conquistados por los
mongoles experimentaron una relativa estabilidad durante tres cuartos de siglo, y existe una gran
parte de verdad en la afirmación de un historiador árabe coetáneo:
Ni los historiadores recuerdan ni las biografías mencionan ninguna dinastía bendecida con
tanta obediencia por parte de sus ciudadanos y sus soldados como la dinastía mongol. De hecho, la
obediencia tanto civil como militar con que esta dinastía ha sido bendecida es tal que ninguna otra
dinastía en el mundo la ha disfrutado nunca.
La Pax Mongólica fue una realidad que posibilitó a los hombres comerciar con relativa
seguridad desde Crimea hasta Corea, permitiendo que las ideas y las invenciones así como las
mercancías pasaron desde un extremo del mundo hasta el otro. Los mercaderes venecianos en
Pekín, los emisarios mongoles en Bordeaux y Northampton, los cónsules genoveses en Tabriz, los
artesanos franceses en Karakorum, los motifs chinos y uiguros en las pinturas iraníes, los agentes
fiscales árabes en China y las leyes mongoles en Egipto son una prueba de que el mundo del siglo
XIII se estaba construyendo. En este sentido el libro de Marco Polo era algo más que un catálogo
de maravillas; simbolizaba el amanecer de una nueva era. Los contactos del este con el oeste
durante el siglo XIII ciertamente contribuyeron a ampliar el horizonte de la Europa de la Baja
Edad Media y del principio del renacimiento mientras que los viajes de los portugueses y los
españoles fueron el resultado directo de la difusión de conocimientos del Lejano Oriente contenido
en los escritos de Marco Polo y de otros viajeros europeos de la época mongol.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 274
7.- En Asia, la vida de Gengis Kan y sus conquistas hicieron surgir un nuevo concepto de
imperium, que cautivó la imaginación de los hombres aunque al principio la emoción
predominante ante el fenómeno fue de terror. Pero desde entonces el recuerdo de su imperio iba a
ser tan penetrante y tan desafiante para las generaciones posteriores como el recuerdo del reich de
Carlomagno lo fue para la Europa medieval. [...] Pero para los musulmanes, en particular, el
recuerdo de la dominación mongol evoca un peculiar sentimiento de revulsión, derivado en parte
de los relatos de salvajismo y sacrilegio cometidos por los mongoles, y en parte del hecho de que
antes de los imperios coloniales europeos de los siglos XVIII y XIX, el imperio mongol fue el
único ejemplo importante de subyugación de los musulmanes y de su civilización por un
gobernante infiel. En contraste, los chinos, mucho más civilizados que los mongoles, pero
relativamente familiarizados con el mundo tribal de más allá de sus fronteras, parece que aceptaron
la dominación mongol sin que para ellos resultara una humillación, quizá (en el norte al menos)
porque esta dominación sucedía a la de otros dos pueblos extranjeros, los khitanos y los yuchen.
La descripción que un discípulo del ermitaño taoísta Ch’an-chun hizo de un viaje realizado desde
Shantung hasta el campamento de Gengis Kan, cerca de Balkh, indica que para estos miembros de
una antigua y perfeccionada civilización los mongoles eran objeto de un sincero interés y respeto,
semejante a la forma en que los romanos del bajo imperio debieron considerar a los godos.
No tienen escritura. Los contratos son verbales o recordados mediante señales grabadas en
madera. Toda la comida que consiguen es compartida por todos ellos y si alguno de ellos se halla en
una situación difícil los demás se apresuran a ayudarle. Son obedientes a las órdenes y no dejan
nunca de cumplir una promesa. Verdaderamente han conservado la simplicidad de los tiempos
primitivos.- HAMBLY, Gavin (comp.): Asia Central. [...]. (Historia universal, 16). pp. 94-
95, 102, 107, 111-113

Vamos, que la larga ruta nos apremia”. / Así entró él y así entrar me hizo
en el cerco primero del abismo.
Allí, de acuerdo con lo que escuchaba, / no había otro llanto que el de los suspiros
que hacían retemblar el aura eterna.
Venía del dolor no atormentado / de las turbas, que eran numerosas,
de infantes, de mujeres y varones.
El buen maestro a mí: “¿Tú me preguntas / qué espíritus son estos que avizoras?
Quiero que sepas, antes que avancemos,
que éstos no pecaron; mas su mérito / no basta, pues carecen del bautismo,
que es puerta de la fe en que tú crees.
Antes del cristianismo ellos vivieron, / no adoraron a Dios debidamente,
y a estos tales yo mismo pertenezco.
Por esa falla, no por otro yerro, / perdidos somos, y es nuestro castigo
vivir sin esperanza deseando”.
Un gran dolor sentí al escucharlo, / porque personas de valor muy alto
advertí en tal Limbo suspendidas.
“Dime, maestro, dime, señor mío”, / comencé por sentirme aún más seguro
en esa fe que vence a todo yerro;
¿alguien, por propio mérito o ajeno, / pudo salir de aquí y ser dichoso?”
Y él, que comprendió mi habla encubierta,
respondió: “Yo era nuevo en este estado, / cuando aquí vi llegar a un Poderoso,
con signo de victoria coronado.
La sombra liberó del primer padre, / la de su hijo Abel, la de Noé,
la de Moisés legista y obediente, /
[...]
y a muchos otros, e hízolos beatos; / y yo quiero que sepas que, antes de éstos,
no hubo espíritu humano rescatado”.
[...]
Estábamos aún algo distantes / mas no tanto, y así discernir pude
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 275
7.- la gente ilustre que colmaba el sitio.
¡Oh tú que reverencias ciencia y arte!, / ¿quiénes son éstos que tal honra tienen,
que de tal modo de otros los apartan?”
Y él a mí: “La tan honrosa fama / que de ellos suena allá donde tú vives
gracia obtiene en el cielo y los alcanza”.
Entretanto una voz escuchar pude: / “¡Dad honor al altísimo poeta:
su sombra vueve ya, que era partida!”
Muy luego que la voz hubo callado, / cuatro sombras grandiosas vi acercarse:
ni triste ni gozoso era su aspecto.
El buen maestro comenzó a decirme: / “Mira tú a éste que la espada en mano
se adelanta a los tres como un señor.
Él es Homero, poeta soberano; / el satírico Horacio es el que sigue;
tercero Ovidio, y último Lucano.
Cada uno conmigo se reparte / el nombre que clamó la voz unánime,
honor me hacen, y harto bien proceden”.
[...]
Alli, erguidos sobre el verde esmalte, / se me mostraron los magnos espíritus,
que por haberlos visto aún me exalto.
A Electra vi con muchos compañeros, / a Héctor y a Eneas advertí entre ellos,
armado a César, de esparver los ojos.
Y vi a Camila y a Pentesilea; / aparte, vi también al rey Latino,
con su hija Lavina allí sentado.
A Bruto vi, el que arrojó a Tarquino, / y a Cornelia y Lucrecia, Julia y Marcia,
y solo, y retraído, a Saladino.
Tras levantar un poco las pestañas, / vi al maestro de todos los que saben
estar con la familia filosófica.
Todos lo miran, todos le dan honra; / vi a Sócrates, a Platón, que se encontraban
mucho más cerca de él que no los otros;
a Demócrito vi, el del acaso, / y a Tales, Anaxágoras y Diógenes,
a Empédocles, Heráclito y Zenón;
y ví al que afirmó las cualidades, / digo Discórides, y tambié vi a Orfeo,
a Séneca moral, y a Tulio y Lino;
a Euclides geómetra y aún a Ptolomeo, / a Hipócrates, Galeno y Avicena,
Averroes, que hizo el gran comento.
No puedo mencionarlos por entero, / pues la extensión del tema ya me urge,
y muchas veces la palabra falta. /
[...].- DANTE ALIGHIERI (Florencia,1265-Ravena, 1321): La divina comedia. Trad. pról.
y notas de A.J. Battistessa. Infierno, iv, 22-147.

César fui, pues, mas ya soy Justiniano, / que por designio del amor primero
quité a las leyes lo superfluo y vano.
Y antes de estar atento a ese trabajo, / una natura en Cristo, y sólo en una
creía, y con tal fe me contentaba;
mas Agapito el bienaventurado, / que fue sumo pastor, a la fe cierta
presto me enderezó con sus palabras.
Yo le creí; y cuanto en su fe estaba / lo veo ya tan claro, cual tu adviertes
lo que en un juicio es falso o verdadero.
No bien mis pies siguieron a la Iglesia, / a Dios por gracia plúgole inspirarme
la alta labor, y entero me di a ello;
y a Belisario encomendé las armas, / a quien el cielo le fue tan propicio,
que para mí fue un signo de reposo.
A la cuestión primera ahora apunta / mi respuesta; su condición me obliga
a proseguir pero añadiendo algo,
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 276
7.- por que tú veas con qué razón grande / se mueven contra el signo sacrosanto
los que se apropian de él, los que a él se oponen.
Vé, pues, cuánta virtud lo ha hecho digno / de reverencia; y comenzó en la hora
en que murió Palante al darle reino.
Sabes cuánto infligió, de las Sabinas / al dolor de Lucrecia, en siete reyes,
venciendo en torno a todos los vecinos.
Sabes lo que cumplió guiado de egregios / romanos contra Breno, y contra Pirro,
contra otros príncipes y comunidades;
así Torcuato y Quintio, el de los rizos / revueltos, y los Decios, y los Fabios,
tuvieron fama a la que ofrezco mirra.
Él abatió el orgullo de los árabes / que a la zaga de Anibal traspasaron
la alpestre roca; Po, donde tú brotas.
Debajo de él muy jóvenes triunfaron / Escipión y Pompeyo; y al collado
bajo el cual tú naciste le fue amargo.
Luego, en el tiempo en que el cielo quiso / reducir este mundo a su sosiego,
César, por Roma, lo tomó a su cargo.
Y lo que él hizo desde el Var al Rin, / lo vio el Iser, el Loira y lo vio el Sena
y los valles que al Ródano acaudalan.
Y lo que él hizo tras dejar Ravena / y saltar Rubicón fue de tal vuelo,
que no le seguirían lengua o pluma.
Enderezó hacia España las legiones; / luego a Durazzo; y percutió a Farsalia
tanto que el Nilo ardiente sintió el duelo.
Simois y Antandro, de donde partiera, / revió, y la tumba en la que yace Héctor,
y siguió para mal de Tolomeo.
De allí bajó relampaguendo a Juba, / luego de allí volvió a vuestro Occidente,
donde oyó la trompeta pompeyana
Lo que hizo presto el portador siguiente / lo ladran Bruto y Casio en el Infierno,
y Módena y Perusa se conduelen.
Lo llora aún la mísera Cleopatra / que huyendo de él, tomó de la serpiente
la muerte subitánea y tenebrosa.
Hasta el Mar Rojo prosiguió con éste; / con éste puso al mundo en paz tan grande,
que a Jano le cerraron el santuario.
Mas lo que el signo del que ahora hablo / hizo primero y hubo de hacer luego
por el reino mortal a él sometido,
se vuelve en apariencia poco y turbio / si en manos del tercer César se mira
con ojo claro y con afecto puro;
que la viva justicia que me inspira / le concedió, por manos del que digo,
la gloria de vengar su ira tremenda.
Admira ahora lo que así te explico: / corrió luego con Tito a la venganza
de la venganza del pecado antiguo.
Y cuando el diente longobardo hincóse / en la Iglesia, al abrigo de sus alas
Carlomagno, venciendo, le dio ayuda.
Puedes ahora ya juzgar a quienes / acusé ha poco, a ellos y a sus faltas,
que son causa de todos vuestros males.
Al signo universal opone uno / los lises, y el contrario se lo apropia,
y difícil es ver cuál más se culpa.
Hagan los gibelinos, hagan su arte / bajo otro signo; porque se lo sigue
mal si de la justicia se lo aparta;
y que este nuevo Carlos no lo abata / con sus güelfos; mas tema ya la garra
que a más alto león dejó sin pelo
DANTE ALIGHIERI: La divina comedia. Trad. prol. y notas de Ángel J. Battistessa. Buenos
Aires, C. Lohlé, (c1972). Paraíso, vi, 10-108.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 277

8 De la Edad Media a la Modernidad


1.- El Renacimiento
El florecer de las letras, de las artes plásticas, de la investigación científica y de la especulación
filosófica ocurrido en la Europa occidental entre los siglos XIV y XVI o aún XVII –ya sea
considerado como epílogo de la Edad Media, como preludio de la Moderna o como tránsito de la
una a la otra, con características bien diferenciadas- suele recibir el nombre de Renacimiento;
nombre que indudablemente lo exalta como la superación de un plazo de vida latente, que habría
mediado entre dos de efectivo desempeño vital.
Este concepto, unidireccional, ha sido rechazado por muchos estudiosos; destacamos el
combatiente título de La gran claridad de la Edad Media, donde Gustave Cohen, entre 1940 y
1942, propuso:

[...] llamar a la Edad Media la Primera Edad, por ser de todas las génesis, lo cual no es
incompatible con su papel de conservadora del pensamiento y del saber antiguos, a los
que toma como punto de partida. / [...]
[...] Se habla frecuentemente de la estrechez de visión y del oscurantismo de la Edad
Media. Pero ¿qué decir de una época que, ordenada sobre la fe cristiana, absorbe,
conserva y transmite toda la herencia del pensamiento antiguo: ciencia, filosofía y letras;
que fundada sobre la revelación, acepta por maestros y guías precisamente a aquellos que
han estado privados de ella y que reconoce como los más grandes: Aristóteles, Virgilio y
Ovidio? Si ha ignorado muchos nombres y muchos aspectos de la filosofía y de la
literatura griega, es porque sus maestros árabes han olvidado revelárselos; ignorancia,
pues y no obstinación o desdén. También esto es digno de ser señalado, esta buena
voluntad para aceptar la lección de los árabes infieles y hostiles pero cultos, traducida del
árabe al latín por los judíos, perseguidos por no haber reconocido al Mesías, pero muy
frecuentemente respetados y protegidos por los mismos papas como testimonios del
Antiguo Testamento [...].

Esta calificación de Primera Edad, entre nosotros ha sido aceptada por José Luís Romero (La
cultura occidental, 1953) y Ángel Antonio Castellan (Filosofía de la historia e historiografía,
1960); el aparente letargo medieval habría sido “algo así como el silencio estudioso de quien se
dispone para hacer oír su voz”, la voz de la Europa moderna, con la cual se abriría el Medioevo en
tres direcciones:
- - Del espíritu humano: La búsqueda en el pasado de “la cuna fundadora”, especialmente en
los libros griegos y romanos, perseguidos como tesoros, admirados y criticados. Pronto se lo llamó
Humanismo y ubicamos su origen en la Florencia de Dante y Petrarca.
- - De la naturaleza: A partir de Aristóteles, de Platón y de Arquímedes respectivamente, se
formaron las tradiciones organicista (con analogías y lenguaje relativos a la biología), mágico-
estética (con las matemáticas y la química) y mecanicista (con las matemáticas y la física). La
Universidad de Padua mantuvo su importancia por mucho tiempo.
- - Del mundo exterior: Cuya percepción incitaba a un conocimiento y cotejo digno de la
exaltación de la propia personalidad y de los instrumentos técnicos y prácticos provistos por las
actitudes precedentes. Portugueses y españoles concretaron la apertura de las rutas oceánicas.

Fue Jacob Burckhart quien en La cultura del Renacimiento en Italia (1860) dio especial
exaltación al período en cuestión y presentó al Estado y a la guerra “como obra de arte”:

[...] El perfeccionamiento de las armas de fuego contribuyó, por decirlo así, por su
parte, a democratizar la guerra, no sólo porque los más firmes castillos se estremecíeron
ante las bombardas, sino porque adquirió una cardinal importancia la destreza –ejercitada
en medios burgueses- del ingeniero, del fundidor, del artillero. [...] En Italia encontramos,
por vez primera, una ciencia y un arte de la disciplina bélica, considerada como una
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 278
8.- totalidad coherente. Y por vez primera encontramos también aquí una complacencia
desinteresada, neutral, en una estrategia correcta en sí misma, tal como convenía a los
frecuentes cambios de dueño al estilo de acción puramente objetiva del condottiere.
Durante la guerra entre Milán y Venecia de 1451 y 1452, en la que se enfrentaron
Francesco Sforza y Jacopo Piccinino, figuraba en el cuartel general del segundo el literato
Porcellio, encargado de componer una relación para el rey Alfonso de Nápoles.
Escribióla en un latín no muy puro, pero flúido, en el estilo de la hinchazón humanística
en boga, siguiendo más o menos en líneas generales el modelo de César, con discursos y
relatos de prodigios intercalados en el texto, etc.; y como hacía cien años que se discutía,
en serio, quién era más grande, si Anibal o Escipión Africano el Mayor, Piccinino tuvo
que conformarse con verse llamado Escipión en el curso de todo el relato, mientras
Sforza se llamaba Anibal. También sobre el ejército milanés fue menester informar
objetivamente; el sofista se hizo anunciar a Sforza, revistó las formaciones, lo elogió todo
enfáticamente y prometió transmitir a la posteridad lo que había visto. [...]

En cuanto a la división del estudio de la Historia en períodos, Johan Huizinga (Problemas de la


historia de la cultura, 1929), la considera indispensable pero de carácter secundario y recomienda

renunciar sabiamente a toda pretensión de exactitud. Los términos correspondientes a las


diversas épocas deben emplearse con moderación y modestia, como hay que hacer
siempre con la terminología histórica. Se les debe dejar amplio márgen y no construir
sobre ellos casas, que no se sostendrían en pie. Cuidémonos de no comprimir o ensanchar
demasiado las expresiones, como se ha hecho con la del Renacimiento. Sepamos
comprender que todo término que pretenda expresar la esencia o las características de un
período, no sirve más que para prejuzgarlo. Olvidemos en la medida de lo posible que
“Edad Media” significa una fase intermedia y “Renacimiento” una especie de
resurrección. Estemos dispuestos a renunciar al sentido de una expresión tan pronto como
nos convenzamos de que pierde su razón de ser, contemplada a la luz que irradia de la
índole concreta de las cosas. .
[...] cuando el nombre de un período se toma demasiado al pie de la letra o cuando se
busca en él más de lo que puede dar, entorpece siempre la clara comprensión de los
fenómenos históricos. Por eso lo más inocuo es atenerse al empleo de aquellos términos
que llevan escrita en la frente su ausencia total de motivación. Y estos términos son los de
los siglos o las dinastías nacionales. [...]

2.- El nacimiento de las monarquías nacionales


Cuatro naciones de Europa occidental: Portugal, España, Francia e Inglaterra, fueron
conformándose durante los siglos XIV y XV en torno de sus respectivas casas reinantes.
Para las dos primeras fue fundamental la larga empresa de la Reconquista cristiana de la
Península Ibérica, en cuyo curso Portugal se separó del reino de Castilla (1139/43); en tanto que
éste, a través de la dinastía Trastámara se vinculó con el de Aragón, coincidiendo en soberanos
comunes desde 1476, año en que (cada cual por su parte) Isabel asumió en Castilla y en Aragón lo
hizo su esposo Fernando I (y luego V de Castilla), quien en 1512 anexó la parte surpirenáica del
reino de Navarra. En León, segunda capital cronológica del reino castellano-leonés (después de
Oviedo, en Asturias), el año 1188 había nacido la representación en Cortes; por delegados de las
ciudades, cuyo apoyo frente a la aristocracia favorecía el asentamiento de la monarquía,
especialmente reforzada con el renacimiento del Derecho Romano; de preceptos con prestigio de
universalidad y racionalidad.
Inglaterra tiene su Magna Carta Libertatum desde 1215, cuando Juan Sin Tierra (1199-1216),
en conflicto con la Santa Sede y con los barones, debió aceptar este documento que limitaba su
autoridad en beneficio de los privilegios de la Iglesia y de la aristocracia; asimismo se asociaba a
las ciudades y prometía supeditar la creación de nuevos impuestos a su previo examen con “el
común consejo del reino”. Quedaba abierto el camino para la mayor participación popular, origen
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 279
8.- del Parlamento. La Guerra de los Cien Años, concluida en 1453, tuvo para Inglaterra y Francia
en cuanto a formación de la nacionalidad, una trascendencia semejante a la Reconquista para los
estados ibéricos.
Como en Francia no aceptaran un soberano inglés (más allá de si correspondiera o no la
vigencia de la ley sucesoria de los francos salios), una vez liberado –menos la plaza de Calais- el
suelo francés; la nobleza inglesa restringida a su isla se enfrentó entre sí durante 30 años en la
Guerra de las Dos Rosas, con tal saña que cuando el pretendiente de los Lancaster (Rosa Roja) que
quedaba, Enrique Tudor, venció al usurpador Ricardo III (Bosworth, 1485; Ricardo III, de
Shakespeare) y después casó con Isabel de York (Rosa Blanca), pudo fundar una dinastía obligada
a rehacer su propia nobleza; es decir, prácticamente: sin pares. Nadie podía discutir con la corona,
único centro de vida política en Inglaterra.
Después de la derrota de Azincourt (1415, Enrique V de Shakespeare), el espíritu nacional
francés fue enfervorizado por Juana de Arco (h. 1412-1431), la campesina que hizo levantar a los
ingleses el asedio de Orleáns (1429). Carlos VII (1422-1461) reconquistó Paris y obtuvo de los
Estados Generales (representación de los órdenes del reino: clero, nobleza y tercer estado o
burguesía), la facultad y el derecho para convocar, organizar y ordenar compañías armadas; así
como recaudar impuestos: el nervio de la guerra moderna.
Su hijo, Luís XI (1461-1483), con alternancia de astucia y decisión según conviniera, superó
definitivamente el antiguo reto de la rica Borgoña, representado en el momento por el duque
Carlos el Temerario. Francia quedaba constituida como un estado nacional de fuerte unidad
política y cultural (Walter Scout, Quentin Durward, 1823).

3.- Las grandes rutas del comercio medieval


Desde el siglo IX se producía en Europa una corriente comercial constante, ya anunciada en la
Italia del norte a fines del VII, cuando la actividad del puerto de Venecia propició el desarrollo de
las ciudades de la cuenca del río Po, a las cuales suministraba la sal de sus lagunas, con aceite
como carga de regreso en un principio. Más adelante proveyó de cereales a Bizancio, su metrópolis
política cada vez menos acatada, al tiempo que subrepticiamente exportaba madera y armas a los
países del Islam; aun cuando estuvieran en guerra con el Imperio de Oriente. De unos y otros
importaba tejidos y vestidos lujosos, seda, especias y esclavos. “El mercader veneciano –expresa
Jan Dhondt (La alta Edad Media, 1971)- era un compatriota para los bizantinos y un amigo para
los árabes”.
Cuando disminuyó el poder naval de Bizancio en el siglo IX, Venecia pudo bastarse a sí misma
en tanto que una segunda zona comercial italiana crecía en el sur, con bases en Amalfi, Nápoles,
Salerno, Gaeta y Capua, beneficiadas por hallarse en el borde de las influencias respectivas del
antiguo Imperio y del nuevo: el franco, recreado por Carlomagno. Su actividad “se orientaba sin
disimulos, a la zona del Islam”, al punto de haberse acuñado moneda con caracteres árabes tanto
en Amalfi cuanto en Salerno. Parece, pues, contradecirse la imagen de un predominio de economía
cerrada por la posesión musulmana de tres de los lados de las costas del Mediterráneo, “Mare
Nostrum” de los romanos. Imagen en verdad apropiada para el litoral comprendido entre la
desembocadura del Tiber y la del Ebro; las costas del Imperio carolingio sí eran devastadas
sistemáticamente por los musulmanes, dueños de Córcega y Cerdeña hasta el siglo XI, de las
Baleares hasta el XIII, y con bases continentales en la propia Francia (Camarga y Provenza) por
casi un siglo, entre fines del IX y comienzos del X.
Los musulmanes por el sur y los normandos por el norte habían convertido al estado franco en
una potencia exclusivamente terrestre y éste ha sido el concepto que mucha historiografía extendió
abusivamente a toda Europa.
Los caminos de tierra debían superar muchos obstáculos: en primer lugar montañas como los
Pirineos y los Alpes. Por más que se aprovecharan los restos de las vías romanas, la mayor parte
no eran sino “el lugar por donde se pasa”, como acota Jacques Le Goff (La baja Edad Media,
1971); y se pasa con dificultades en el transporte y más en la seguridad por robos o confiscaciones
cometidos por bandidos, señores feudales y aún las mismas poblaciones de paso. El transporte
terrestre elevaba muy desigualmente los precios: en la mercadería rara y cara: esclavos, paños de
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 280
8.- lujo, especias de poco volumen, su costo no incrementaba más del 20 al 25 %, pero en las
pesadas y voluminosas, de uso más necesario como granos, vinos y sal, sobrepasaba el 100 y el
150 %. Así, eran preferidas las vías navegables, para las maderas por flotación y el resto mediante
barcas chatas.
Le Goff distingue tres redes de importancia: La de la cuenca del Po con Venecia sobre el mar
Adriático y cuya vecindad a los Alpes de factible franqueo expandió su influencia hacia los valles
del Rin y del Danubio.
La del Ródano y su afluente el Saona, de trayecto por agua y por tierra, se prolongaba hacia el
norte por los ríos Mosela, Mosa y Sena; desde el siglo XII se formaron cerca de éstos las famosas
ferias de Champaña, donde en cuatro localidades y en períodos de dos a cuatro meses que cubrían
todo el año, podían reunirse los mercaderes procedentes del sur con los del norte de Europa;
fundamentalmente italianos, flamencos y alemanes. Los condes concedían salvoconductos y
privilegios, garantizando las operaciones comerciales y financieras.
Al norte, sobre el mar homónimo, las desembocaduras contiguas del Rin, del Mosa y del
Escalda con su enrejado de canales naturales, que desde el mismo siglo fue ampliado por otros
artificiales con pantanos-esclusas, contribuyeron al desarrollo del polo económico flamenco,
semejante al italiano del Po. En la flamenca Brujas y en Londres comenzaba –o terminaba- la vía
marítima del norte que por este mar y el Báltico llegaría a vincularse en la rusa Novgorod (200
kilómetros tierra adentro) con el comercio asiático procedente del Volga: granos, pieles, cera, miel,
salazones, seda, madera, esclavos de este a oeste; sal, vino y paños en sentido inverso.
El mercader medieval típico fue el mercader errante, cuya actividad culminó a fines del siglo
XIII y comienzos del XIV en las mencionadas ferias de Champagne: especie de mercado
permanente de la cristiandad occidental; mercado de mercancías y mercado financiero, con
arreglos de contratos acordados fuera de la región, cambio de monedas, pagos de deudas mediante
compensación; desempeñando “en aquella época, el papel de un clearing-house embrionario”.
(Henri Pirenne, Historia económica y social de la Edad Media, 1933).

4.- La revolución comercial y los viajes de descubrimiento


Estas ferias comenzaron a declinar desde 1260, manteniendo su importancia financiera por
cincuenta años más; otras ferias regionales y mercados locales habían nacido y crecido durante el
siglo. La strata francigena del Ródano-Saona fue siendo reemplazada por dos rutas más rápidas y
menos costosas.
Una terreste, que por el Paso del San Gotardo, gracias al puente colgante –primero en su género-
construido en 1237 “a expensas de los usuarios”, atravesaba los Alpes y por el valle del Rin
alimentaba las nuevas ferias de Frankfort del Mein y de Ginebra a la par que contribuía al
incremento de las ciudades lombardas, en especial Milán.
Marítima la otra, abierta por Génova al colocar una galera en Flandes en 1277 y otra en
Inglaterra un año después. A partir de 1298, una línea regular confirmó este tráfico a través del
estrecho de Gibraltar, el borde oceánico portugués y gallego y los habitualmente poco tranquilos
Golfo de Vizcaya, Canal de la Mancha y Mar del Norte; Venecia siguió el ejemplo lustros después:
Las naves del mar “mediterráneo” se atrevían a surcar el océano Atlántico.
Los nuevos trayectos eran cumplidos normalmente por empleados o asociados del gran
mercader ya sedentario quien, en el centro de la red, captaba capitales e información y controlaba
la empresa; empresa que necesitaba inversiones mayores de las permisibles para una fortuna
personal. Por préstamo o mediante contrato y generalmente por el viaje de ida y vuelta, un tercio
del capital era suministrado por quien acompañaba los géneros, y podía recibir la mitad de las
ganancias.
El siglo XIII fue también de apertura para el comercio hacia Oriente... y hasta el Extremo
Oriente. Conocidísimo es el caso de los venecianos Polo, especialmente de Marco (1254-1324)
quien fue funcionario de Kublai Khan (1215-1294), en el zenit del Imperio mongol en China. Su
Libro de las maravillas, dio al mundo cristiano noticias de otros muchos países que los conocidos
directamente y, por inexactas que pudieran ser, ayudaron a fomentar la imaginación por nuevos
conocimientos. Cuando Colón navegó hacia el oeste llevaba un ejemplar a bordo.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 281
8.- Los Polo, y otros muchos mercaderes: genoveses, italianos en general, musulmanes, así como
diplomáticos, gozaron del ambiente de seguridad implantado como consecuencia del indiscutible
poderío de Gengis Kan (Temudchin, h. 1155/56-1227) y sus sucesores hasta mediados del siglo
XIV; verdadera Pax Mongolica, cuyo ámbito máximo llegó a incluir todo el Asia Central, China,
Tibet, los países iranios, la Mesopotamia, parte de Anatolia, y por Europa alcanzaba a Polonia y
Hungría.
El primer Papa de origen franciscano, Nicolás IV (Jerónimo de Asti), elevado al pontificado en
1288, instaló en Pekín un obispado a cargo del también franciscano Juan de Monte-Corvino
El intento de imperio ecuménico falló cuando los diferentes gengiskánidas aflojaron sus
relaciones, al tiempo que perdían poder como para proteger y promover el comercio de caravanas.
Con la muerte de Abu Sa’id (1316-1335), desapareció el último gobernante efectivo de Irán y
último de los kanes mongoles en mantener el sistema que tan útil había sido para el tránsito de
ideas e invenciones cuanto de mercancías, desde Crimea hasta Corea.
En ese último cuarto del siglo XIII en que marinos del Mediterráneo establecieron la regularidad
de la navegación oceánica con destino al norte de Europa, hubo también intentos fallidos con
distinta dirección. En 1291, los hermanos Ugolino y Guido Vivaldi partieron de Génova, cruzaron
el estrecho de Gibraltar y sus dos naves fueron vistas por última vez cerca de las islas Canarias.
Cuando el cronista Jacopo Doria escribía en 1294, aún esperaba verlos retornar
Medio siglo más tarde, otros genoveses y florentinos partieron al servicio de la corona
portuguesa hacia el mismo archipiélago; también mallorquines y catalanes viraron hacia el
Atlántico meridional.

5.- Los comienzos de la expansión portuguesa


Al haber concluido para Portugal su Reconquista por no quedar para este reino otros confines
que el de Castilla y León más el océano; luego de cinco siglos de continua expansión terrestre
hacia el sur no podía proseguirla de otra manera que pasando al norte de África. Siempre sería más
sencillo expoliar a “infieles” que provocar un “casus belli” con el único Príncipe cristiano
limítrofe.
En cuanto a la necesaria navegación, desde la regularidad con que genoveses, venecianos y
catalanes traficaban por tal medio con Flandes e Inglaterra, Lisboa era un punto de particular
importancia en el trayecto. Los hombres de mar de la península ibérica pudieron aprovechar la
experiencia del área mediterránea –que incluía la de los árabes, dueños del Mar Rojo y del Océano
Índico- respecto de instrumental (cartas, cuadrantes, etc.) y aparejo, con la atlántica en cuanto a
construcción y diseño.
El impulso de Cruzada era incentivado por la conveniencia económica a cuyo respecto, el
cronista de los hechos de Don Enrique “el Navegante” (1394-1460), insiste en el interés por
comerciar con los pueblos cristiano que –según la indeterminada leyenda del Reino del Preste
Juan- se hallarían del otro lado del Islam. Juan I ocupó Ceuta en 1415; en vez de arrasarla como
en otras ocasiones hicieran unos y otros, dejó una guarnición sobre el estrecho de Gibraltar: Ceuta
permanecería cristiana.
En 1434, Gil Eannes dobló el cabo Bojador, 200 kilómetros al sur de las Canarias y despejó los
temores reinantes acerca del hervir de las aguas tropicales y del tornarse negros quienes bajo aquel
sol se arriesgaran. 600 kilómetros más al sur fue alcanzado el cabo Branco ocho años después.
Entre ambos accidentes (el actual Río de Oro), oro en polvo y cautivos negros –capturados o
comprados a sus jefes- fueron llegando a Portugal; y en la isla Arguin, en la bahía formada por el
cabo Branco, en 1448 hizo levantar Don Enrique un depósito con su fuerte: primera factoría
europea en ultramar; los cautivos eran bien tratados y enseñados en la fe cristiana. De su hermano
el rey, obtuvo el príncipe monopolio comercial y exploratorio; de los papas, indulgencias plenarias
para los partícipes, con la prevención de cumplir respecto de las conversiones.
Murió Don Enrique no sin que el conocimiento de la costa africana, desde Ceuta hasta Sierra
Leona logrado con su empeño quedara registrado en el Mapa Mundi de Fra Mauro, dibujado en el
convento camaldulense de Murano (Venecia) por encargo de Alfonso V de Portugal (1438-1481),
sobrino del Navegante.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 282
8.- Nada permite afirmar que pretendiera destino mucho más distante y la Corona, heredera de sus
derechos, luego enzarzada en las complicaciones sucesorias de la vecina Castilla, cedió en el ritmo
de los viajes de exploración. Lo que no obstó para que en las paces de Alcaçobas-Toledo (1479-
1480), amén de la suerte de Doña Juana, fueran decididas sendas zonas de expansión marítima:
castellana al norte y portuguesa al sur; como límite: el paralelo de cabo Bojador (el Trópico de
Cáncer, de hecho).
Frente al socorrido lugar común de atribuir la expansión marítima europea –y la portuguesa en
especial- a la caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos en 1453, y a las
consiguientes dificultades para el tráfico con el Oriente, podemos señalar:
- Los bizantinos, los turcos selyúcidas, los otomanos, los genoveses, los venecianos, etc., se
enfrentaban o se aliaban según circunstancias y sin que hubiera una nítida línea de separación entre
campos siempre variables.
- Los turcos otomanos, llamados por una de las facciones bizantinas, se hallaban en Europa y
fortificados en Gallipolis desde un siglo atrás; pronto se apoderaron de Adrianópolis que con el
nombre de Edirne, hicieron su nueva capital, 200 kilómetros a espaldas de Constantinopla; cuyo
“emperador”, al igual que otros “soberanos” cristianos de la zona debieron reconocerse vasallos de
Murad I (1360-1387).
- Las dificultades para los tránsitos terrestres necesarios por el centro de Asia, en 1453 tenían
más de un siglo de antigüedad, sin que hubiera en ello parte principal turca. En rigor sería más
adecuado decir: La disminución o ausencia de facilidades por haber finalizado ya en la primera
mitad del siglo XIV la Pax Mongolica, garante de orden y seguridad para las caravanas entre
Crimea y Corea por lo menos, durante tres cuartos de siglo.
- Otro es el problema de si dicha expansión marítima y búsqueda de nuevas vías fue
consecuencia del agotamiento y desarticulación de la Pax Mongolica, o si este poderío sufrió
precisamente una falta de recursos económicos por ir disminuyendo el número, frecuencia y
volumen de las caravanas comerciales. Habría podido ser, precisamente, por incremento del tráfico
marítimo que disminuyera el caravanero, contribuyente y beneficiario a la vez del poderío sustento
de aquella Pax Mongolica.
-Pero ¿tráfico naval anterior al viaje de Vasco da Gama? Sí, con breve tributo terrestre: desde
Egipto al Mar Rojo y desde Siria al Golfo Pérsico; luego por el Índico, los excelentes marinos
árabes que serían pronto desalojados por los portugueses; quienes en el curso del siglo XV
observaron, imitaron desarrollaron y mejoraron el arte de la navegación ya antes de, en 1498,
doblar el Cabo das Tormentas, o de Buena Esperanza.
- Empuje europeo atribuible antes que nada a una tensión propia, interior, nacida en el desarrollo
propio de algunas ciudades medievales, como la Génova que pronto había navegado hasta Flandes
e Inglaterra y que, por los hermanos Vivaldi, esperaba un exitoso retorno... ¡largo siglo y medio,
antes de que Constantinopla fuera Estambul!

El estudio del griego / Se ha dicho que sin el notable interés por el griego, y consiguiente
resurgir en el conocimiento del mismo durante el siglo XV, no hubiese habido Renacimiento. De
acuerdo con esta opinión la Edad Media se fundamentaba solamente en la cultura latina, y los
autores helénicos eran leídos sólo en traducciones latinas. Planteada así la cosa el contraste es
indudablemente demasiado grande; aunque el conocimiento del griego fuese escaso, y las personas
que leían en dicho idioma pocas y aisladas, pueden citarse ejemplos de uno y otras aun en plena
Edad Media. En primer lugar hemos de recordar que tanto Sicilia como la Italia del sur, y no
meramente por razones de proximidad geográfica, sino también por una tradición de luenga data
que se remontaba a la antigüedad, estaban fundamentadas en la cultura helena. Varios monasterios
mantenían además una tradición griega, como resultado de la cual se llevó un conocimiento de
dicha lengua a países occidentales, alguno tan alejado como Irlanda. Una de las persinas que se
beneficiron de esa tradición griega fue Carlomagno, en sus negiciaciones con los dirigentes
orientales, […]. Finalmente, hay dos razones más por las que el griego no pudo ser enteramente
abandonado a lo largo de la Edad Media: la influencia de los Padres de la Iglesia helenos y la
existencia del imperio griego, cuya antigua tradición jamás se perdió.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 283
8.- Las crecientes conexiones con el Oriente griego alentaron un aumento del interés en época tan
temprana como los comienzos del siglo XV; interés que pronto creció hasta convertise en un
considerable entusiasmo. En 1395 llegó a Venecia, acompañado de otro erudito griego, [Manuel]
Krysolaras; al cabo de un puñado de años –y por instigación de [Coluccio] Salutati-- estaba
enseñando su lengua materna en Florencia. Lo que es más importante, el sucesor de Salutati en el
tribunal ciudadano, Leonardo Bruni, comenzó a dejar disponibles los textos griegos, lo cual
significaba traducirlos al latín. Esto marca la aparición de las primeras traducciones humanistas
importantes del griego, algunas de las cuales facilitaban versiones de los textos más exactas y
sutiles de cuantas había entonces disponibles según las primeras versiones latinas.-
La búsqueda de los manuscritos: Los primeros descubrimientos de importancia se habían
realizado ya más de un siglo antes. El manuscrito de los poemas de Catulo, que se descubrió en
fecha tan temprana como 1295, puede ser considerado el primero de ellos. Petrarca poseía
manuscritos –aunque fuese incapaz de leerlos- de Platón y Homero y, de esta forma, uno tras otro
se fueron descubriendo numerosos autores griegos y romanos. Llegó a conocerse a Cicerón casi
por completo, y le siguieron Tito Livio, Tácito y muchos otros
El resurgimiento de la antigüedad: A menudo se “definen” el Renacimiento y el Humanismo
como un resurgir del arte y filosofía greco-romanos. Se trata de una descripción de atractiva
sencillez, pero sugiere respuestas a cierto número de preguntas que escasamente han sido
formuladas, o, de cualquier modo, lleva en sí cierto número de implicaciones que no pueden ser
ignoradas sin más. ¿Un renacer de la antigüedad? Eso está muy bien, pero en tal caso la antigüedad
aparentemente había muerto. ¿Es así? Y si la respuesta resultara afirmativa, ¿cuándo sucedió?
Tradicionalmente la contestación a esa pregunta manifiesta que en el comienzo de la Edad Media
(sea ésta lo que fuere) la cultura greco-romana estaba declinando, y tras haberse hecho cada vez
menos importante emergió nuevamente con el Renacimiento. Dicha distinción tiene curso, pero no
corresponde necesariamente a los hechos. [...]
Durante los muchos siglos que se engloban en la Edad Media hubo una confrontación casi
ininterrumpida con la antigua cultura y –en mucho menor grado-- con el arte grecorromano. Esto
significa que la cristiandad medieval se enfrentaba con la dificultad de determinar qué reacciones
ante la cultura pagana cabía aceptar, y qué ideas y formas artísticas rechazar. […] así que podemos
observar puntos de vista encontrados existiendo codo a codo, como en el caso de Jerónimo [h. 345-
h.419] y Bernardo de Clairvaux [1091-1153], variando desde una aceptación casi completa de la
antigua civilización al total rechazo de la misma. Pero la antigüedad en cuanto tal constituyó
siempre un tema vivo en la cultura del medioevo.
El lugar del hombre: [...] la creación iniciándose en Dios, procedía paso a paso, en orden
descendente, y era literalmente una degradación, en la cual la tierra y todo lo terrestre ocupaban
ciertamente el punto más inferior. Pero el hombre, como ya había indicado [Giovanni] Pico della
Mirandola, era una criatura aparte. Por cuanto toca a lo material estaba compuesto de los más
diversos elementos y sometido a cambios. Pero al propio tiempo se componía de alma, y entre una
y otros se encontraba el espíritu, el cual no poseía ya la materia del cuerpo y sin embargo, todavía
no podía aspirar a la total carencia de materia del alma. [...]
Los humanistas colocaban al hombre en el centro de la creación; era el punto orbital, el centro,
el enlace real entre cuanto hubiera sido creado. Pertenecía al elemento inferior, incluso al más
bajo, pero podía alzarse a la esfera celestial, y quizá todavía más alto, hasta Dios mismo. Después
de los tres mundos el hombre constituía un cuarto universo por derecho propio.
La filología: La retórica era la doctrina de la elocuencia, pero dicha elocuencia expresaba mucho
más de cuanto expresa su vocablo correspondiente hoy. La elocuencia era en realidad la teoría del
arte, dado que no era otra cosa que eso, arte: “retórica” era un término que cubría virtualmente
todo aquello que hoy llamamos “poesía”, y la “elocuencia” era casi otro tanto que la actual
“literatura”. Este cambio en torno a lo escrito demuestra claramente la gran importancia que el
lenguaje escrito ha adquirido desde entonces. [...] ya durante el siglo XV, debido, por supuesto, a
la invención de la imprenta.- DRESDEN, S.: Humanismo y Renacimiento. Madrid, Guadarrama,
1968. pp. 14, 19, 48, 64, 79-80.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 284
8.- El arte de vivir: / [...] uno de los más característicos rasgos del humanismo sigue siendo la
preocupación por el pleno desarrollo de las posibilidades del ser humano. Pero de la misma manera
que sería erróneo entender que ello implica una visión antirreligiosa, resultaría igualmente
equivocado ver ahí la fórmula predominante de un individualismo. Al contrario, los humanistas
mantenían el principio de que este pleno desarrollo del individuo solamente podía producirse en
conexión y armonía con sus semejantes. Cierto que una cosa así no se refería a todos los hombres,
ni se trataba ahí de una democracia universal. Hacía referencia exclusivamente a un círculo selecto
de personas con iguales gustos y tendencias, quienes se empeñarían juntos en la creación de un
nuevo tipo de hombre. Incluso gente como Pico della Mirandola y [Marsilio] Ficino, que fueron
muy lejos en sus intentos por escapar de todo lo mundano, se movían ambos en un círculo de
amigos que indudablemente se consideraban a sí mismos aristócratas intelectuales, y que se
aislaban del mundo en general. En este sentido el pensamiento humanista ofrece matices
aristocratizantes. […] He ahí por qué, para nuestra moderna manera de ver las cosas su amistad
tiene siempre un aire exaltado del mismo estilo, como también sus disputas y querellas revelan una
vanidad ridícula y de pocos alcances.
Proporción y armonía: / [...] esos fieles humanistas, interesados como estaban principalmente en
la mejora de la mente, que consideraban de primordial importancia para el desarrollo del hombre
completo, no contribuyeron especialmente al desarrollo de las ciencias naturales. En las
discusiones –que duraron siglos-- sobre la significación de las “artes y las ciencias”, las ciencias
teóricas solían colocarse a mayor altura que las prácticas. Eran consideradas (por increíble que hoy
nos parezca) susceptibles de ofrecer un mayor grado de certidumbre y de tener cimientos más
firmes. Este punto de vista claramente correspondía a una actitud que prefería lo invisible a lo
visible, lo eterno a lo temporal, la mente al cuerpo. Si durante el final de la Edad Media se dirigió
la atención a la significación de la investigación experimental y de las observaciones, los
humanistas poco impresionados se mostraron por esto. Se adherían a la representación tradicional
del mundo, aun cuando tuviesen su propia interpretación del mismo. Copérnico demostraría que la
estructura del sistema solar no era el sistema aristotélico de sus contemporáneos. Con auténtico
sentido humanista basaba sus puntos de vista revolucionarios remontándose hasta Pitágoras. [...]
[…] durante el período humanista, la química se parecía mucho más a la alquimia que a una
ciencia moderna. [...]
El significado del “Renacimiento”: [...] dicho término no adquirió su sentido actual [sino] a
partir de 1860, fecha en la que Jacob Burckhardt publicó su obra más importante: La civilización
del Renacimiento en Italia. Es verdad que Balzac y otros –Michelet en particular-- habían
empleado la referida expresión más o menos en idéntico sentido, pero sólo fue gracias a
Burckhardt como el vocablo pasó a denotar un período concreto, con sus propias y singulares
características, y acabó convirtiéndose en un concepto. Desde que se publicó el estudio de ese
autor casi todos sus capítulos han sido sometidos a la más justificada y severa crítica. Con todo,
dicha obra continúa siendo aún un punto de partida, esencial e indiscutible, del desarrollo moderno
de los estudios renacentistas. Ha creado una imagen del Renacimiento que no es fácil de borrar a
pesar de su poca propiedad, de su punto de vista demasiado unilateral. Paradójicamente, la imagen
ha sido demolida, sin sufrir en sí misma demasiados cambios.
El significado común de la palabra “Humanismo” proviene de la misma fecha y se debe al
estudio de Georg Voigt “La resurrección de la antigüedad clásica o el primer siglo del
humanismo”. El libro apareció el año 1859. La palabra había sido usada en los comienzos del siglo
XIX, pero únicamente en una polémica sobre cuestiones pedagógicas, [...] Lo importante es que
Voigt, y muchos otros que le siguieron, asociaban el humanismo con el resurgir de los escritores
clásicos. La palabra “humanista” es la primera de todas ellas, y la única que fue usada en su época
con el mismo sentido que ahora. Aun así, su fecha de origen, 1512, es posterior al apogeo del
humanismo, […] Pertenece a la serie de palabras propias de la terminología escolástica […]
entonces su significado correspondía al de profesor de literatura clásica. Umanista, por lo tanto, es
parte del vocabulario pedagógico de la época, [...]
Si, por otro lado, buscamos términos que expresaran lo que ahora entendemos por
“Renacimiento” y “Humanismo”, pronto resultará fructífera nuestra tarea, porque aun cuando
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 285
8.- todavía no se haya hecho mención de un re-nacimiento, los términos equivalentes existen en
gran abundancia. Con referencia a un manuscrito de Catulo [¿el descubierto en 1295?] se da un gran
relieve a la palabra “resurrección”. Boccaccio afirma que, gracias a Giotto, el arte de la pintura ha
sido sacado de la oscuridad y resplandece a plena luz. Y anteriormente, en el siglo XIV, [Giovanni]
Villani manifiesta que las obras de Cimabue y Giotto resucitaron un arte que se había tornado para
esos tiempos en anémico y moribundo. En sus esfuerzos por caracterizar a Cola di Rienzo,
Maquiavelo usó la expresión Roma rinata, que con seguridad se acerca mucho a la palabra
moderna, y su sentido, “Renacimiento”. [...] / [...] Renovatio, en particular, era un término en uso
con sentido claramente cristiano, y la Biblia habla continuamente del hombre nuevo y del hombre
renacido. Cristo y San Pablo emplearon esta clase de expresiones, pero también se encuentran en
Isaías y en el Apocalipsis, lo que indicaba cuáles fueron las primeras exigencias del Cristianismo.
No es de extrañar que los teólogos medievales hicieran constante utilización de las mismas. […]
los humanistas italianos no estaban, precisamente, y en su clásica expresión, “prendiendo fuego al
Tiber” cuando insistieron en dichos términos y en la referida idea.- DRESDEN, S.: op. cit., pp. 87,
94-96, 214-218.

[...] ciertas mujeres comúnmente llamadas béguines, afligidas por una cierta locura, discuten
sobre la Santísima Trinidad y la esencia divina y expresan opiniones en materia de fe y
sacramentos contrarias a la fe católica, engañando a muchas gentes simples. Puesto que estas
mujeres [a] no prometen obediencia a nadie [b] ni renuncian a sus propiedades [c] ni profesan una
regla aprobada, ciertamente no son “religiosas” aunque vistan hábito y estén asociadas con
aquellas órdenes religiosas con las que congenian.- Concilio de Viena (1311): Cum de quibusdam
mulieribus. cf.: HOLMES, George: Europa: jerarquía y revuelta, 1320-1450. Madrid-México,
Siglo XXI, (c1978). p. 200.

El legislador, o la causa primera y eficiente de la ley, es el pueblo, o el cuerpo total de los


ciudadanos, o su parte de más peso, a través de su elección o voluntad expresada por medio de la
palabra en la asamblea general de los ciudadanos, ordenando o determinando que algo se haga o se
omita en relación a los actos civiles humanos, bajo pena o castigo temporal. Por la parte de más
peso entiendo tomar en consideración la cantidad y la calidad de las personas en esta comunidad
sobre la cual se hace la ley. El mencionado cuerpo total de los ciudadanos o su parte de más peso
es el legislador, independientemente de que haga la ley directamente por sí mismo o confíe la
confección de ésta a alguna persona o personas que no son ni pueden ser el legislador en el sentido
absoluto, sino sólo en un sentido relativo y por un período de tiempo particular de acuerdo con la
autoridad del legislador primero.- MARSILIO de Padua: Defensor pacis (1324)..- cf.: HOLMES,
G.: op. cit. pp. 179- 180.

Dos malevos se enfrentan en una esquina cualquiera. Sacan sus navajas para eliminar al
contrincante, al que juzgan (con apresuramiento) innecesario. No saben (y presumiblemente no
les importaría saberlo) que están utilizano una herramienta inventada por uno de los más grandes
pensadores europeos.
Tampoco saben (ni piensan) que el personaje central de El nombre de la rosa, todavía no
publicada, se llama Guillermo de Baskerville, en homenaje a Guillermo de Ockham, ni que la
popularidad de este último y su aparición en las conversaciones de los ascensores, los trenes, las
multitudes en las plazas, se debe al famoso utensilio que concibió, la “navaja de Ockham” –
expresión feliz que en realidad no fue acuñada por él sino por sus seguidores, Jean Buridan
(1295-1358) y Nicolás de Oresme (1323-1382)-, y que muchas veces es esgrimida en los duelos
intelectuales cuando se llega al punto en que los felices adversarios quieren ver correr la sangre.
Ni deben saber, mientras luchan, que además de inventar su navaja (en rigor, lo que él enunció
fue que “no se debe multiplicar de manera innecesaria el número de entes”, y que cuando estamos
ante dos teorías igualmente explicativas, se debe elegir la más simple). Guillermo de Ockham fue
el pensador más importantedel siglo XIV europeo, […].
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 286
8.- Ignoran (mientras buscan el flanco débil del adversario) que, como su nombre lo indica, había
nacido en la aldea de Ockham, a unos 30 kilómetros de Londres, alrededor de 1280, ingresó en la
orden franciscana y realizó sus estudios en Oxford (donde funcionaba, dicho sea de paso, una
escuela que investigó y encontró grandes novedades en física, en especial cinemática, que
contradecían fuertemente al aristotelismo reinante), escribe algunas de sus obras y en 1324 es
llamado a Aviñón (entonces residencia de la corte papal) por el papa Juan XXII (1244-1334), para
responder a una acusación de herejía; en 1328, cuando la cosa se pone espesa, y los problemas
teológicos se complican con los políticos, puesto que toma “la opción por los pobres” de los
orígenes del franciscanismo y, en contra del despilfarro y la riqueza de la corte papal, se escapa y
se refugia en Pisa bajo la protección de [el emperador] Luis VI de Baviera, a quien sigue después a
Munich, donde muere en 1349 durante una epidemia de cólera.
Ni siquiera sospechan (y si lo sospecharan, ¿se detendrían?) que el pensamiento medieval se
arrastró en medio del debate y el difícil problema de conciliar la razón y la fe. Mientras que
algunos pensadores optaban por la fe lisa y llana, y negaban la posibilidad de la razón o la
subordinación lisa y llanamente a la teología y a la revelación, a partir del siglo XII, con la
reintroducción del aristotelismo, se produce un esfuerzo marcado por encontrar entre ambas una
articulación aceptable tanto para la teología y el catolicismo papal omnipresente como para la
“ciencia según Aristóteles”, que pretende llegar a la verdad a través de la observación y el
razonamiento: […].
Y que Ockham toma una postura radicalmente diferente y opuesta a la de Tomás de Aquino: si
éste había trabajosamente ordenado y jerarquizado las “verdades de fe” y las “verdades de razón”,
para nuetro buen Guillermo no existe ni puede haber ninguna articulación entre ellas: la razón y la
fe no tienen nada que ver, la teología y la filosofía (o la ciencia) se ocupan de cosas distintas, por
caminos distintos y no pueden prestarse ningún apoyo mutuo (una separación que en su momento
marcará claramente Galileo).
Pero que además, y a pesar de venerar a Aristóteles, rompe con el aristotelismo, negando la
posibilidad de conocimiento universal: todo conocimiento se deduce de la experiencia con los
objetos individuales, que luego puede o no plasmarse en ideas generales que no tienen existencia
real (como lo hubiera sostenido Platón, y parcialmente Aristóteles) sino como, dicho de manera
moderna, formas puras del entendimiento, y que están en el pensamiento, pero no en el mundo. Es
decir, establece un fuerte sentido experimental, que cuajará a través de Jean Buridan en la teoría
del impetus, una descripción del movimiento que desbanca el temible y ya estrecho corset
aristotélico, y que será la inspiración del joven Galileo para avanzar hacia la ley de caída de los
cuerpos.
No les preocuparía saber que esto fue en relación con las disciplinas científicas, o la filosofía
natural, pero que en teoría política, además de la ya relatada opción por la pobreza, proclama un
dualismo parecido entre poder temporal (el emperador) y espiritual (el Papa); ambos no tienen
nada que ver, y ninguno de los dos está sometido al otro; nudo de la lucha política en los siglos
medievales; el Papa, por su parte, no es sino un príncipe de la Iglesia, es falible como cualquiera, y
no es el árbitro de la verdad (que reside, para Ockham, en la Iglesia, en todo caso); los príncipes
temporales, por su parte, se ocupan de las cuestiones civiles sin tener que rendir ningún tipo de
pleitesía al Papa: no es extraño que tuviera que escaparse de Aviñón; en sus últimos escritos,
reclamó la separación de la Iglesia y el Estado, avanzó singularmente hacia la tolerancia y la
libertad de pensamiento (“fuera de la teología, cada uno debería ser libre de decir lo que le parezca
y le plazca”), valores que ya prenuncian el Renacimiento, para el cual todavía falta un siglo. Y
mucho más, que, como suele decirse, excede lo que se puede decir aquí.
Los malevos siguen su lucha, sin pensar que nuestro amigo Guillermo fue un pensador múltiple
y feraz, que enfocó los principales problemas de su época y los resolvió en el sentido en que
marcaba la historia (y rompiendo cierto inmovilismo medieval), que se desembarazó (y
desembarazó al pensamiento) de la pesada carga del dilema razón-fe, que adivinó la tolerancia y el
pensamiento libre. / [...].- MOLEDO, Leonardo: “Navajas de Ockham”; en Página/12. Miércoles 3
de septiembre de 2008. Contratapa.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 287
8.- ... el rey puede obtener dinero... pidiéndoselo a su pueblo alto, medio y bajo, y si tiene una
buena razón para hacerlo, lo cual les será explicado. Y el modo de pedírselo es éste: el rey deberá
convocarlos ante él en París cierto día, como se ha hecho antes. Y si él no aprueba este
procedimiento deberá hablar primero con los de la ciudad de París, y del Vicomté de París, y los de
los bailliages de Senlis, de Vermandois y de Amiens...- Documento redactado en 1339: Felipe VI
[Valois], enfrentaba la invasión de Eduardo III [Anjou-Plantagenet].- cf.: HOLMES, G.: op. cit. p.
20.

Durante esta guerra de los reyes de Francia e Inglaterra, los mercaderes del rey de Inglaterra
fueron los de las compañías Bardi y Peruzzi de Florencia. Por sus manos pasaban todos los
ingresos y lanas y otras cosas y de ellos suministraban todos sus gastos, salarios y otras
necesidades. Los gastos y otras necesidades del rey superaban hasta tal punto las rentas e ingresos
que cuando volvió de sus campañas, contando los préstamos, abastecimientos y pagos que ellos le
habían hecho al rey, los Bardi encontraron que éste les debía más de 180.000 marcos esterlinos. Y
a los Peruzzi más de 135.000 marcos esterlinos, lo que, puesto que un marco esterlino valía más de
4,5 florines hace un total de 1.365.000 florines de oro, tanto como vale el reino. Esta suma incluía
muchos abastecimientos hechos para ellos por el rey en el pasado pero, aunque esto sea así, su gran
locura fue que llevados por su codicia, o por el ansia de recobrar lo que de manera tan insensata
habían prestado, pusieron toda su riqueza y la de otros en las manos de un solo señor. Y es de notar
que la mayor parte de este dinero procedía de inversiones o depósitos de muchos ciudadanos y
extranjeros. De modo que, como se puede ver, ellos y nuestra ciudad corrían gran peligro. Siendo
incapaces de pagar a sus acreedores en Inglaterra, en Florencia y en otras partes, perdieron su
crédito y no pudieron pagar, sobre todo los Peruzzi, aunque no se arruinaron del todo a causa de su
gran poder y de sus posesiones en Florencia y en el contado y su influencia en el municipio. [...].
VILLANI, Giovanni (ca. 1271-1348).- cf.: HOLMES, G.: op. cit. p. 75-76

Esta verborrea vana e incesante de los dialécticos está llena de definiciones de este tipo y se
precia de hacer surgir eternas disputas, pero en realidad no saben de qué están hablando. Si
preguntas a alguien perteneciente a esa horda la definición de hombre o de cualquier otra cosa,
tiene la respuesta presta, pero si sondeas más profundamente, te encontrarás con el silencio, o si el
hábito de la disputa le ha proporcionado un habla fácil y audaz, demostrará que no tiene
conocimiento real de la cosa que ha definido. Contra este tipo de gente, tan detestablemente
superficial y tan inútilmente ingeniosa, no se puede sino exclamar: ¿por qué os esforzáis en vano y
aplicáis vuestro intelecto a cuestiones tan sin sentido?- PETRARCA, Francesco: Secretum (1342-
1343). cf.: HOLMES, G:: op. cit p. 183.

La naturaleza nos dio como defensas los Alpes, el mar, los pasos de montaña, cerrados por don
de Dios. Con las llaves de la avaricia y el orgullo los hemos abierto a los cimbrios, los hunos, los
panonios, los galos, los teutones y los españoles.- PETRARCA, Fr. [sobre la política italiana, ca.
1350]. cf.: HOLMES, G.: op. cit., p. 112.

Pero el corazón me dice que yo escriba en el papel algo que ensalce el honor de vuestro nombre,
porque en ninguna parte se talla tan firmemente para hacer de mármol una persona viva. ¿Creéis
vos que César o Marcelo [M. Claudio: Siracusa, 212 a. C.] o Paulo [L. Emilio: Pydna, 168 a. C.] o
el Africano [P. Cornelio Escipión: Zama, 202 a. C.] fuesen tales ya nunca por el yunque ni por el
martillo? Pandolfo mío, estas obras son frágiles para el largo camino, pero nuestro esfuerzo es el
que hace a los hombres inmortales para la fama.- PETRARCA, Fr.: [A Pandolfo Malatesta] (ca.
1350). cf.: ROMANO, Ruggiero; TENENTI, Alberto: Los fundamentos del mundo moderno. dad
Media tardía, Renacimiento, Reforma. Madrid-México, Siglo XXI, (c1970). p. 114.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 288
8.- LOS TRES ANILLOS
El judío Melquisedec evita con una historia de tres anillos un gran peligro que Saladino le
había preparado. / Cuando Neifile hubo terminado su cuento, en medio de los aplausos de todos,
cumpliendo las órdenes de la reina, empezó Filomena a hablar así:
La historia contada por Neifile me trae a la memoria el singular caso acaecido en otro tiempo
a un judío, puesto que bastante se ha dicho ya de Dios y de la verdad de nuestra religión, no
deberemos desdeñarnos de descender ahora a los acontecimientos y a los actos de los hombres; os
referiré una historia que, después de que la hayáis oído, tal vez os haga ser más cautas en contestar
a las preguntas que se os hicieren. Vosotras, mis cariñosas compañeras, debéis saber que así como
la locura saca con frecuencia de un estado feliz a unos y sume a los otros en una miseria extrema,
así la sensatez saca al sabio de innumerables peligros y le pone en grande y seguro reposo. Y de
que sea cierto que la locura lleva a veces de un estado feliz a la miseria, muchos ejemplos se han
visto que no es cosa nuestra relatar ahora, teniendo en cuenta que cada día se presentan mil de esos
efectos. Mas de que la sensatez sea motivo de consuelo voy a demostrároslo brevemente, cual os lo
he prometido, por medio de una historieta.
Saladino, cuyo valor fue tan grande que no solamente de hombre insignificante le hizo sultán de
Babilonia, sino que además le hizo alcanzar muchas victorias sobre los reyes sarracenos y
cristianos, habiendo gastado todo su tesoro en diversas guerras y en sus incomparables
magnificencias, y haciéndole falta para un compromiso que le había sobrevenido, una buena suma
de dinero, y no viendo de dónde poder sacarlo tan pronto como lo necesitaba, acudióle a la
memoria un acaudalado judío llamado Melquisedec, que prestaba con usura en Alejandría, y creyó
que éste tendría medio de servirle, con tal de que quisiera; mas era tan avaro, que de su propia
voluntad jamás lo habría hecho, y el sultán no quería emplear la fuerza; por lo cual, apremiado por
la necesidad y decidido a encontrar la manera de que el judío le sirviese, decidióse a emplear una
artimaña que tuviese las apariencias de razonable. Y habiéndole mandado llamar y recibiéndole
con familiaridad, le hizo sentar a su lado, y después le dijo: “Buen hombre, a muchos he oído decir
que eres muy sabio y que estás muy adelantado en el conocimiento de las cosas de Dios, por lo
cual, me gustaría que me dijeras cuál de las tres religiones consideras ser la verdadera, la judía, la
sarracena o la cristiana”. El judío, que verdaderamente era un sabio, comprendió de sobra que
Saladino miraba de atraparle en sus palabras para promoverle alguna cuestión, y discurrió que no
podía alabar a la una más que a la otra de esas tres religiones si no quería que Saladino consiguiera
lo que se proponía. Por lo cual, aguzando el ingenio, ocurriósele lo que debía contestar, y dijo:
“Señor, bella es la pregunta que me hacéis, y para poderos decir mi modo de sentir, me veo en el
caso de contaros la historieta que vais a oír. Si no me equivoco, recuerdo haber oído decir muchas
veces que en otro tiempo hubo un hombre grande y rico, el cual, entre otras joyas de gran valor
que existían en su tesoro, poseía un anillo hermosísimo y precioso, y que queriéndolo hacer
venerar y dejarlo a perpetuidad a sus descendientes por su valor y por su belleza, ordenó que aquel
de sus hijos en cuyo poder, como dejádole por él, se encontrase dicho anillo, se entendiera ser
aquél su heredero y debiera ser venerado y respetado por todos los demás como el mayor. El hijo a
quien fue legada la sortija mantuvo semejante orden entre sus descendientes, haciendo lo que había
hecho su antecesor; y en resumen, aquel anillo pasó de mano en mano a mucho sucesores, llegando
por último al poder de uno que tenía tres hijos bellos y virtuosos y muy obedientes a su padre, por
cuya razón éste les amaba a los tres de igual manera. Y los jóvenes, que sabían la costumbre del
anillo, deseoso cada uno de ellos de ser el honrado entre los tres, separadamente y como mejor
sabían, rogaban al padre, que era ya viejo, que cuando llegase a morir, las dejase aquel anillo. El
buen hombre, que de igual manera les quería a los tres y no acertaba a decidirse sobre cuál de los
tres sería el elegido, pensó en dejar contentos a los tres, puesto que a cada uno de ellos se lo había
prometido, y secretamente encargó a un buen maestro que hiciera otros dos que se pareciesen tanto
al primero que ni él mismo, que los había mandado hacer, conociese cuál fuese el verdadero. Y
llegada la hora de su muerte, entregó secretamente el suyo a cada uno de los hijos, quienes,
después que el padre hubo fallecido, al querer ocupar separadamente la herencia y el honor, al
negárselos mutuamente, cada uno de ellos sacó su anillo, como prueba del derecho que
razonablemente le asistía. Y al hallar los anillos tan semejantes entre sí, no fue posible conocer
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 289
8.- cuál fuera el verdadero heredero de su padre, cuestión que sigue pendiente todavía. Y esto
mismo os digo, señor, sobre las tres Leyes dadas por Dios Padre a los tres pueblos, que son el
objeto de vuestra pregunta: cada uno cree tener que habérselas con su herencia, con su verdadera
Ley y con sus mandamientos; pero en esto, como en lo de los anillos, todavía está pendiente la
cuestión de quién las tenga”. Saladino conoció que el judío había sabido librarse astutamente del
lazo que a sus pies habíale tendido; y, por lo tanto, resolvió confiarle su necesidad y ver si le
quería servir; hízolo así, diciéndole lo que había pensado hacer si él no hubiese contestado tan
discretamente como lo había hecho. Sirvióle generosamente el judío toda la suma que el sultán le
pidió, y éste, después, le satisfizo por entero, haciéndole además valiosos regalos, teniéndole
siempre más por amigo, conservándole junto a él y colmándole de honores y distinciones.-
BOCCACCIO, Giovanni (ca. 1350): El decamerón. Buenos Aires, El Ateneo, (c1960). Prólogo
del autor. Jornada primera, cuento tercero.

Incertidumbre y cambio en el mundo contemporáneo


En los últimos tiempos, la palabra "crisis" está en boca de todos. No hay casi un día en que no
aparezca en los titulares de algún diario, en el discurso de algún político, en la explicación de algún
analista, hasta en la intimidad de una conversación entre amigos. ¿Está todo en crisis? ¿Se
acabaron los paraísos personales? ¿Cómo es posible que la crisis afecte en forma implacable desde
la capa de ozono hasta las profundidades del alma humana, pasando por los sistemas políticos, el
dinero, la salud, la motivación de los chicos en las escuelas y tantas otras cosas tan dispares y, a la
vez, tan comunes?
Parecería que la respuesta es inevitablemente afirmativa. No hay baches en la continuidad de la
crisis contemporánea. Sin embargo, cuando una palabra se usa mucho y para describir situaciones
muy diversas, mejor prestarle atención. Probablemente esté nombrando, en forma rápida y
sintética, algo más difícil de comprender, de contornos aún imprecisos, pero cuyo impacto sobre la
realidad es de todas maneras muy intenso.
Tal vez haya algo en común detrás de las múltiples manifestaciones de la crisis global y eso sea
una clave para entender mejor lo que está sucediendo. No nos dejemos confundir por la aparente
disparidad de las cosas que pasan; en cambio, tratemos de mirar un poco más allá para captar -
como diría Gregory Bateson, el gran pensador sistémico- la "pauta que conecta" tanta diversidad.
Las miradas apuntan a los paradigmas imperantes, otra palabrita que abandonó el estricto ámbito
de la jerga epistemológica -o del filosofar acerca de la ciencia- para convertirse casi en un comodín
mediático. El destino común de estos dos términos -crisis y paradigmas- no parece ser una
casualidad, sino en cambio el indicio de una relación más profunda. Si los combinamos
encontraremos la "crisis de paradigmas" (la caída de los viejos sistemas filosóficos, científicos,
éticos y religiosos) como una raíz común del frondoso árbol de la crisis global contemporánea. Al
mismo tiempo, aparece con claridad que nos acercamos al final de un gran ciclo histórico, un
cambio de tiempo, algo que también se expresa con el advenimiento del profético año 2012.
Mi mirada -junto con la de otros autores- apunta en particular a comprender este momento de
crisis como el agotamiento del paradigma predominante de la modernidad, construido en
Occidente bajo la visión materialista y el modelo de la ciencia mecanicista. Aunque aún muy
vigente, el ya "viejo" paradigma moderno está llegando a su fin, y no sólo por la culminación de
sus efectos más negativos -la crisis ecológica, por ejemplo- sino por el impulso renovador de
nuevos paradigmas científicos y culturales que, silenciosamente, están dando lugar a una visión del
mundo que aspira a ser más equilibrada y sostenible.
La metáfora del reloj resulta útil para comprender los efectos del paradigma moderno. A
mediados del siglo XIV, el reloj nace casi como una atracción que desde los campanarios o las
torres de las plazas permitía ordenar la vida de la comunidad. Terminó adherido a nuestros
cuerpos, internalizando el rigor del tiempo métrico como el más incisivo artefacto de control social
y personal. Tal vez a raíz de un miedo básico y ancestral, que al mismo tiempo nos llevó a
aferrarnos a la ilusión de un mundo real, sólido y estable, nos convencimos de que todo puede y
debe medirse y controlarse.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 290
8.- Pero los tiempos de crisis desafían inexorablemente estas ingenuidades históricas. Pues el
tiempo no es lineal y abstracto. Hoy, igual que siempre, el tiempo es cíclico y concreto, ligado a
procesos naturales de amplias magnitudes, tal vez difíciles de abarcar por nuestras cortas miradas
humanas. Y esta verdadera obsesión moderna por medir, controlar y acumular, bien puede ser la
"pauta que conecta" que mencionábamos antes.
Si éste es el patrón común con el que habitamos nuestro convulsionado mundo contemporáneo,
no debería sorprendernos que nos cueste vivir las crisis como algo propio de todo proceso, incluso
como un trance necesario para dar lugar al despliegue natural de los ciclos de las cosas. Y que, en
cambio, la sola enunciación de la palabra despierte en nosotros temor e inquietud.
Los orientales expresan el concepto de "crisis" o "cambio" con dos ideogramas combinados: uno
que significa "peligro" y otro que indica "oportunidad". Pero, para la mayoría de nosotros,
occidentales supuestamente posmodernos, el cambio es vivido como algo más peligroso que
oportuno. Somos herederos culturales del mito de la seguridad de lo sólido, y todo lo que se mueve
o fluye, en la superficie nos atrae, pero, en el fondo, nos espanta.
Sin embargo, es ya más que evidente que todo fluye, que nadie puede descender dos veces al
mismo río, como anticipó el filósofo griego Heráclito. Por eso, no sólo es cuestión de
acostumbrarse, sino de encontrarle "la gracia" al cambio y aprender a vivir bailando.
El gran giro paradigmático dado desde comienzos del siglo XX -primero por la física y luego
por las demás ramas de la ciencia y las humanidades- ha marcado el fin de determinismo y la caída
de la ilusión fundamentalista de la certeza y el control. Hemos entrado decididamente en la era de
la incertidumbre y esto, que sin lugar a duda significa una fuerte conmoción existencial y filosófica
-la tan mentada caída del fundamento-, también abre otras posibilidades epistemológicas y plantea
el desafío de llevarlas a la práctica.
Desarrollar el arte de vivir en crisis es un ejercicio de creatividad constante. Asumir la
incertidumbre, no desde la angustia sino como una condición de posibilidad, implica reconocer
que la existencia se juega en la constante dinámica de los vínculos que establecemos con lo
desconocido. Podemos agradecer a los tiempos que nos toca vivir, pues parecería que fluir
espontáneamente en la incertidumbre -algo que sin duda está a la orden del día- es también un
secreto de plenitud y gozosa longevidad.
Rastreemos, de todas maneras, en la etimología, una clásica costumbre occidental, para
ayudarnos a entender e inspirarnos a vivir un poco más lúcidamente el momento.
Las distintas acepciones de una misma palabra y su relación con otras familiares, tomadas en
conjunto, suelen dar cuenta de la rica complejidad inherente a todo concepto. Desde el antiguo
sánscrito encontramos una raíz afín entre kri, que significa dispensar, limpiar o purificar, y
kriterio, que alude al juicio necesario para tomar una decisión. El griego krisis -latinizado como
"crisis"- proviene del verbo krinein , que remite a la acción de separar o decidir y a algo que se
rompe.
El término crisis se aplica también para referirse al momento culminante de una enfermedad,
cuando ésta remite y el paciente empieza su recuperación o se produce un desenlace de la vida.
Siempre indica una contienda entre dos fuerzas contrarias, una que se resiste y otra que quiere
cambiar: la ancestral dialéctica entre lo viejo y lo nuevo, lo que conserva y lo que transforma. La
crisis es el punto culminante de esa tensión, que necesariamente se resuelve -como una buena frase
musical- en un nuevo estado de reposo o distensión. Esta puede ser una calma transitoria o el
primer paso de un nuevo camino. El sentido de aquello que se bifurca y cambia de rumbo lo
encontramos también en la expresión "punto crucial" o de "inflexión" de una curva.
Hoy sabemos, gracias a la teoría del caos -uno de los nuevos paradigmas en el campo de las
matemáticas y la ciencia de los sistemas- que la tensión no siempre es negativa, sino que en los
sistemas complejos tiene un papel altamente creativo como disparador de súbitos reordenamientos
de los que emergen cualidades nunca vistas anteriormente y nuevas configuraciones más
apropiadas para enfrentar las mismas condiciones que dieron lugar a la tensión.
La crisis funciona entonces como un crisol -otro termino emparentado-, el caldero alquímico
donde se separaba el oro de su escoria más pesada. Gran simbolismo de purificación, donde todo
aquello que oscurecía el brillo del metal precioso se terminaba desincrustando. Después de ese
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 291
8.- penoso proceso, la luz del oro resplandecía con mayor esplendor. "Después de cualquier crisis
-dice el filósofo brasileño Leonardo Boff- ya sea corporal, psíquica o moral, ya sea interior y
religiosa, el ser humano sale purificado, liberando una serie de fuerzas para una vida más vigorosa
y llena de renovado sentido."
Podemos decir que el arte de vivir en crisis es una forma de alquimia contemporánea. Hay algo
paradójico en esto: decidir cambiar dejando al mismo tiempo que el cambio haga su curso requiere
una sutil combinación, difícil pero imprescindible, de discernimiento y entrega.
La lúcida razón nos enseña a separar lo que ya no sirve de lo que podemos conservar, lo que
tiene que hacer espacio para lo nuevo, de lo que puede quedar. Necesitamos discriminar y
decidirnos a tirar. El proceso requiere lucidez y estar alertas para evitar las tentaciones de
retención, de fijarnos a nuevas certezas. No podemos prever el resultado de una crisis. Son
demasiados los factores en juego y cualquier movimiento, por pequeño que sea, puede generar
grandes e inesperados efectos.
De modo que llega también aquello que más nos cuesta, porque sólo se logra desde el corazón:
entregar, soltar el control. No rendirse y bajar los brazos, sino confiar y acompañar. No retener,
pues nada hay peor y más doloroso que impedir el curso natural de aquello que puja por nacer.
Ya sabemos cuál es la manera de trascender las paradojas: subiendo a un atalaya más alto. Lo
que abajo nos parecía imposible, desde arriba se ve con más claridad. Vivir en crisis es también
una incitante invitación a crecer. Nuestra actitud frente a las tempestades es lo que define cómo
salimos de ellas. Conquistar la serenidad no es estar libres de tormentas, sino permanecer en paz en
medio de ellas.- LLAMAZARES, Ana María: “El arte de vivir en crisis”; en La Nación. Lunes
16/01/12. / La autora es antropóloga y epistemóloga. Investigadora del Conicet, escribió Del reloj
a la flor de loto. Crisis contemporánea y cambio de paradigmas (Del Nuevo Extremo, 2011)

Elegidos caballeros de Cristo, sed confortados en el Señor y en su Santa Cruz; luchad virilmente
en la guerra de Dios, sin temer a vuestro enemigo y en la esperanza de que Dios os dé la victoria,
pues hoy están abiertas las puertas del paraíso”.- El legado pontificio, jefe de los
cruzados al ataque de Alejandría en 1365.- cf.: HOLMES, G.: op. cit. pp. 277-278.

“Cuando Adán cavaba y Eva hilaba, ¿quién era entonces el caballero?” When Adam delved and
Eve span – who was then the gentleman?- BALL, John, el cura loco de Kent; predicó entre
1360 y 1381. cf. WELLS, Herbert George: Esquema de la historia universal. Historia sencilla
de la vida y de la humanidad. Desde sus comienzos hasta la fecha. Puesta al día por J. Salas
Subirat. Buenos Aires, Anaconda, (c1952). v. 2, pp. 297-298.

La frecuencia de los viajes dentro del triángulo Lisboa-Azores-Cabo Bojador (del cual se había
levantado mapa incluido en el Atlas Catalán de 1375) constituyó una escuela de adiestramiento
para los barcos y los marinos que les capacitó para la exploración a más largas distancias. Una
serie de expediciones portuguesas, que fueron cabotando las costas africanas hacia abajo,
condujeron al paso del Ecuador en 1473.- HALE, J.R.: La Europa del Renacimiento 1480-1520.
Madrid, Siglo XXI, (c1973). pp. 50-51.

Es costumbre en Inglaterra y también en otros países que los nobles tengan gran jurisdicción
sobre sus hombres y los mantengan en servidumbre, es decir, que deben por ley y costumbre labrar
las tierras de su señor, recoger y traer a casa su grano, colocarle en graneros, trillarlo y aventarlo y
hacer el heno y cortar madera por prestaciones de trabajo... Estos desgraciados... comenzaron a
removerse porque decían que se les mantenía en excesiva servidumbre, pues al comienzo del
mundo, decían, no había siervos y no podía haberlos a menos que fueran traidores a sus señores
como Lucifer a Dios. Decían que no podían serlo porque no eran ángeles ni espíritus, sino hombres
formados con el mismo molde que sus señores mientras que ahora eran tratados como bestias, lo
cual, decían, no iban a continuar sufriéndolo, porque todos habían de ser iguales y si labraban o
hacían algo para el señor, querían salarios a cambio.- FROISSART, Jean [cronista (ca. 1337-
1410)]: Chroniques. cf.: HOLMES, G.: op. cit. pp. 153-154.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 292
8.- En 1381 el pueblo de Gante se rebeló contra su soberano, el conde de Flandes, que era el padre
de la duquesa de Borgoña. Marcharon en gran número hasta Brujas, tomaron la ciudad, depusieron
al conde, robaron y mataron a todos sus oficiales e hicieron lo mismo con todas las otras ciudades
flamencas que cayeron en sus manos. Su cabecilla era Philip van Artevelde. Como el número de
flamencos que se rebelaron contra sus señores creciera, enviaron embajadas secretas al populacho
de París y Ruán, urgiéndolos a hacer lo mismo con sus señores y prometiéndoles ayuda y socorro
en esta empresa. Consiguientemente estas dos ciudades se rebelaron contra el rey de Francia. La
primera insurrección fue la del populacho de París y fue iniciada por un vendedor ambulante
quien, cuando un oficial trató de cobrar un impuesto sobre la fruta y las verduras que estaba
vendiendo, comenzó a gritar “Abajo la gabelle”. Ante este grito se alzaron las turbas, corrieron a
las casas de los recaudadores de impuestos, les robaron y les mataron. Después, como la multitud
no estaba armada, uno de ellos les condujo al Chatelet donde Bertrand du Guesclin, antiguo
condestable, había almacenado 3.000 porras de cabeza de plomo en previsión de una batalla que
había de librarse contra los ingleses. La chusma utilizó hachas para entrar en la torre en la que
estaban las porras o mallos (en francés maillets) y armándose con ellos, salieron en todas
direcciones a robar las casas de los representantes del rey y en muchos casos los asesinaron. El
populo grasso u hombres de importancia que en francés se llaman bourgeois, temiendo que las
turbas (que fueron más tarde llamadas maillotins y que se asemejaban mucho a los ciompi de
Florencia) les robasen a ellos también, tomó las armas y consiguió someterlas. Luego procedieron
a tomar el gobierno en sus manos y, juntamente con los maillotins, continuaron la guerra contra
sus señores reales.- PITTI, Buonaccorso [hombre de negocios florentino, en Paris].- cf. HOLMES,
G.: op. cit. pp. 160-161.

Llegamos ahora a considerar los diversos temas que pueden acertadamente incluirse bajo el
nombre de “estudios liberales”. Entre éstos concedo el primer lugar a la historia, sobre la base
tanto de su atractivo como de su utilidad, cualidades que pueden atraer al estudioso del mismo
modo que al hombre de Estado. El siguiente en importancia es la filosofía moral, que es realmente
y de manera peculiar, un “arte liberal” por cuanto su propósito es enseñar al hombre el secreto de
la verdadera libertad. La una muestra lo que los hombres deberían hacer, la otra lo que los hombres
han hecho […] Yo indicaría como tercera rama principal del estudio la elocuencia que ostenta un
lugar distinguido entre las artes más refinadas. Por medio de la filosofía aprendemos la verdad
esencial de las cosas que por medio de la elocuencia ponemos en adornado orden a fin de
convencer a las mentes que difieren de nosotros.- VERGERIO, Pier Paolo [plan de estudio para un
miembro de la familia Cardara, tiranos de Padua en 1400-1402].- cf. HOLMES, G.: op. cit. p.
386.

En la parte oriental de la península [ibérica] los reyes de Aragón gobernaban, en realidad, sobre
tres reinos unidos únicamente por la Corona: Cataluña, Aragón y Valencia. Cataluña, de donde
procedía originariamente la familia reinante, estaba unida por similitudes de lengua y sociedad (los
reyes del siglo XIV hablaban catalán) con el sur de Francia más que con el resto de la península,
pero su característica más peculiar y en algún modo el rasgo más notable de todo el reino de
Aragón era la ciudad de Barcelona. Barcelona había de decaer dramáticamente en el siglo XV, por
lo cual se olvida a menudo su grandeza medieval. En el siglo XIV era una metrópoli comercial que
compartía las características y dimensiones de las grandes ciudades italianas. Su importancia
comercial estaba respaldada por una gran industria textil; era además un centro bancario. Las
ramificaciones de su comercio se extendían por el Mediterráneo hasta Egipto y Bizancio. En los
puertos islámicos había colonias de mercaderes catalanes que gozaban de jurisdicción local,
presididas por cónsules enviados desde su tierra, y el código de derecho marítimo y mercantil
redactado para ellos, el Llibre del Consolat de Mar, era generalmente observado por los
mercaderes de otras nacionalidades a modo de norma internacional.- HOLMES, G.: op. cit., pp.
68-69.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 293
8.- Hus quedaba excomulgado y cualquier lugar en el que pasara más de doce días quedaba en
entredicho. Hus proclamó la Apelación a Dios y a Jesucristo por la sentencia del papa y abandonó
Praga. Pasó la mayor parte del año 1413 y el comienzo de 1414 en el castillo de Kozi, en el sur de
Bohemia, bajo la protección de un noble llamado Ctibor, de Kozi, y allí compuso sus escritos más
importantes. Uno de ellos fue un tratado en latín, titulado Sobre la Iglesia, basado en gran parte en
la obra de Wycliffe del mismo título, en el que mantenía la tesis wycliffista de que la verdadera
Iglesia, de la cual Cristo es la cabeza, no es la misma Iglesia visible encabezada por el papa, y por
ello este último merece solamente una obediencia limitada. Escribió también un tratado en checo
sobre el pecado de simonía, que estaba del mismo modo muy influido por otro libro de Wycliffe,
con el mismo título.- HOLMES, G.: op. cit. pp. 249-250.

En tiempos de paz esta ciudad invierte un capital de diez millones de ducados en el comercio a
través del mundo con barcos y galeras de modo que el beneficio de la exportación es de dos
millones y el beneficio de la importación a Venecia de dos millones, de modo que la exportación e
importación juntas suman cuatro millones... Habéis visto que nuestra ciudad acuña cada año un
millón doscientos mil ducados de oro, ochocientos mil de plata, de los cuales cinco mil marcos van
anualmente a Egipto y Siria, cien mil ducados a vuestros lugares en el territorio italiano, a vuestros
lugares de ultramar cincuenta mil ducados, a Inglaterra cien mil ducados (probablemente para
comprar lana y estaño ingleses), y el resto se queda en Venecia.- Discurso atribuido al dux
Tommaso Mocenigo (m. 1423).- cf.: HOLMES, G.: op. cit. pp. 140-141.

Las almas generosas no temen las leyes, no están aterradas ante la perspectiva de los
amenazadores suplicios, sino que son atraídas por los premios.
El mismo Dios-Hombre no podrá ya seguir esperándote a ti, hombre-dios que llegas. Se
levantará de su trono y, con gran virtud y majestad, saliendo del palacio real, irá a tu encuentro
hasta la puerta oriental, con millares y millares de purpurados. No te será ya ni siquiera lícito
prosternarte en su presencia.- VALLA, Lorenzo: De voluptate (ca. 1430). cf.: ROMANO, R.;
TENENTI, A.: op. cit., pp. 110-111.

El pintor Zeuxis empezó a regalar sus obras porque, como él decía, no podían ser compradas a
ningún precio. No creía que se pudiera encontrar ningún precio que satisficiera al hombre que, al
modelar o pintar seres vivos aparecía casi como otro dios entre los mortales. Los méritos de la
pintura, por lo tanto, son tales que, cuando aquellos que están versados en ella ven admirar sus
obras, se consideran casi como un dios... La pintura era tan honrada en los días de la antigüedad
por nuestros antepasados que mientras que casi todos los que fabricaban eran considerados
trabajadores, el pintor era el único que no estaba incluido entre ellos. [...] El artista debe tener
particular cuidado con sus hábitos morales, especialmente con los buenos modales y la cortesía,
gracias a los cuales puede obtener tanto la benevolencia de los otros, que es una protección contra
la pobreza, como recompensas, la mejor ayuda para el perfeccionamiento de su arte. Quiero que el
pintor esté adiestrado lo más posible en todas las artes liberales, pero deseo
especialmente que sea competente en geometría.- ALBERTI, Leo Battista: Sobre la pintura (ca.
1430). cf.: HOLMES, G.: op. cit., pp. 393-394.

Parece que la naturaleza misma, desde el primer día en que cualquier cosa sale a luz, le haya
impuesto e intercalado ciertas notas y signos patentísimos y manifiestos, con los que se ofrece, de
tal modo que los hombres puedan conocerla todo lo necesario para saber usarla en aquellas
utilidades para las que haya sido creada. [...] Yo me he ingeniado, durante toda la vida, en conocer
las cosas más por mi experiencia que por los dichos de los otros, [...].- ALBERTI, L.B.: Della
famiglia (ca. 1435). ROMANO, R.; TENENTI, A.: op. cit., p. 175.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 294
8.- Debéis de haber apreciado, durante el sitio de Calais, el perjuicio causado por la falta de
finanzas, y es de temer que la guerra apenas haya comenzado. Si necesitáis recaudar dinero en
Brabante, Holanda y otras tierras vuestras, esto sólo puede hacerse con el consentimiento y la
buena voluntad del pueblo, especialmente cuando ellos ven que estáis en guerra [con Inglaterra], y
que por lo tanto los flamencos pueden rebelarse contra vos en cualquier momento. Si ha de decirse
la verdad, no tenéis territorio cuya población no esté duramente oprimida financieramente; y
vuestros dominios, que están hipotecados, vendidos o cargados de deudas, tampoco pueden
ayudaros.
También habéis visto cuán agitados están vuestros súbditos flamencos; algunos de ellos están
realmente en rebelión armada. Extrañas y amargas cosas se han dicho acerca de vos, de vuestro
gobierno y de vuestros consejeros principales; y es muy probable que, habiendo llegado hasta el
punto de hablar de esta manera, pronto hagan más que hablar. Aún es más; si les apaciguáis con
amabilidad y aceptando sus demandas, otras ciudades, que tienen aspiraciones similares, se
rebelarán con la esperanza de conseguir el mismo trato. Por otra parte, si los castigáis y reprimís,
es de temer que hagan desastrosas alianzas con vuestros enemigos. Si por casualidad comienzan a
saquear y robar es muy posible que las malas personas empiecen a pillar los bienes de los ricos. La
codicia existe entre los acomodados; podéis imaginar cuánto peor es entre el populacho. En esta
materia hay mucha causa de ansiedad.
Os señalo que, de acuerdo con los informes, los ingleses están planeando mantener en el mar un
elevado número de barcos a fin de efectuar un bloqueo comercial de vuestra tierra de Flandes. Es
éste un grave peligro, porque pueden resultar muchos perjuicios si aquel país queda privado por
cualquier período de tiempo de su industria de paños y de su comercio. Y podéis apreciar cuánto
costaría enviar una flota al mar que protegiera este comercio y resistiera al enemigo. Aún es más,
si Holanda y Zelanda continúan su comercio con los ingleses, y probablemente querrán hacerlo,
los flamencos, encontrándose sin comercio, sin industria de paños y envueltos en una guerra por
tierra y mar, querrán aliarse con los ingleses, vuestros enemigos, lo cual podría suceder muy en
vuestro perjuicio y deshonor.- LANNOY, Hue de (gobernador de Holanda): Memorial a Felipe el
Bueno (Valois), duque de Borgoña (1436).- cf.: HOLMES, G.: op, cit. pp. 347.348

Ya hemos esbozado sumariamente la mayor parte de las bellezas que la admirable iglesia de
Nuestra Señora de Paris atesoraba en el siglo XV y que le faltan hoy; pero omitimos la principal de
ellas, esto es, el panorama de Paris que se descubre desde lo alto de sus torres.
Cuando después de haber andado largo rato a tientas por la obscura espiral que penetra
perpendicularmente en la gruesa pared de los campanarios se desemboca de repente en una de las
dos altas rotondas inundadas de luz y de aire, se desarrollaba por todas partes a la vez un magnífico
cuadro ante la vista, del que con facilidad pueden tener una idea los lectores que hayan
contemplado una ciudad gótica entera, completa, homogénea, como existen algunas aún, por
ejemplo: Nuremberg, en Baviera; Vitoria, en España, o algunas muestras reducidas, pero bien
conservadas, como Vitré, en Bretaña, y Nordhausen, en Prusia.
El Paris de hace tres siglos, el Paris del siglo XV, era ya una ciudad gigante; nosotros, los
vecinos de ella, tenemos idea errónea del terreno que creemos haber ganado: Paris, desde Luis XI
acá, no ha crecido en mucho más de un tercio, y seguramente ha perdido más en belleza que ha
ganado en magnitud.
[...] En el siglo XV, Paris estaba aún dividida en tres ciudades, claramente separadas, teniendo
cada una, una fisonomía, su especialidad, sus costumbres, sus privilegios y su historia: la Cité, la
Universidad y la Ciudad [es decir: la “Ville”]. La Cité que comprendía la isla, era la más antigua,
la menor y la madre de las demás, [...]. Ocupaba la Universidad la orilla izquierda del Sena [...]. La
Ciudad era la mayor de las tres partes de Paris y se hallaba en la orilla derecha. [...]
[...] cada una de estas tres grandes divisiones de Paris, era una ciudad, pero especial, completa,
que podía existir perfectamente sin las otras dos. Estas tres divisiones presentaban tres aspectos
completamente diversos: en la Cité abundaban las iglesias, en la Ciudad los palacios, en la
Universidad los colegios. [...] la isla pertenecía al obispo; la orilla derecha al preboste de los
mercados; la orilla izquierda al rector. Sobre todas estas jurisdicciones, estaba el preboste de Paris
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 295
8.- oficial real y no municipal. La Cité poseía a Nuestra Señora; la Ciudad el Louvre y la casa del
Municipio [“l’Hðtel de ville”]; la Universidad la Sorbona. La Ciudad tenía los mercados; la Cité el
Hospital general, y la Universidad el Pré-aux-Clercs. Los delitos que los estudiantes cometieran en
la orilla izquierda, eran juzgados en la isla, en el palacio de Justicia, y castigados en la orilla
derecha, en Montfaucon; a menos que el rector, creyendo fuerte a la Universidad y débil al Rey,
interviniese en ello, porque era uno de los privilegios de los estudiantes el de ser ahorcados en la
Universidad.- HUGO, Victor: “Paris a vista de pájaro”; de su: Nuestra Señora de Paris. [1830]
Barcelona, R. Sopena. libro III, cap. 2.
Grandes obras de arte
El tiranicida
David, Donatello
Domingo 30 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa. La Nación Revista.

El contraste de la elegancia de la pierna y el pie del adolescente con la cabeza cortada del
gigante barbudo y su pesado casco resalta la prodigiosa victoria de David. / Gentileza Editorial
Blume
La estatua del David de Donatello, con la cabeza del vencido Goliat a sus pies, parece desafiar
no sólo las expectativas de sus contemporáneos, sino también toda clasificación histórico-artística.
Primera escultura exenta (autónoma, no adosada a otra estructura) en bronce del Renacimiento,
este desnudo en pie evoca claramente las estatuas conmemorativas sobre columnas de la
Antigüedad, aunque su tema proceda del Antiguo Testamento. Además, se trata de una
representación sensual y rebosante de vida de la juventud.
La crítica se ha enfrentado a esta aparente paradoja de distintas maneras: en 1481, Cristoforo
Landino reconoció las influencias antiguas en Donatello, y Vasari sostuvo que, si bien Donatello
pertenecía a la segunda ola de artistas renacentistas, su obra -y desde luego esta estatua- estaba a la
altura de la del posterior Miguel Angel. En 1895, André Gide fantaseó sobre la "sorprendente
preferencia por el cuerpo masculino" y la "desnudez adornada de este David ; el sabor de la carne",
atribuyendo así a la obra una carga homoerótica que no ha perdido jamás (cabe recordar la
etimología hebraica del nombre David: "Digno de ser amado"). Aunque no han llegado hasta
nosotros fuentes coetáneas referentes a la obra, se puede reconstruir su contexto de manera
convincente. La innovadora pose y la guirnalda de la base, por ejemplo, se pueden encontrar en
otras obras contemporáneas, y sabemos que estuvo originalmente en el palacio (antiguo) de Cosme
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 296
8.- de Médici. Sabemos también que la inscripción original del pedestal, escrita en latín por el
humanista Gentile de' Becchi, tutor de los Medici, decía: "Aquel que defiende a la patria está
destinado a vencer. Dios aplasta la ira del más terrible enemigo. He aquí al muchacho que derrotó
a un gran tirano. ¡A la victoria, ciudadanos!". Así pues, el tema de David y Goliat tenía un
significado político en la Florencia renacentista, siempre amenazada por enemigos poderosos.
Entre los ejemplos posteriores de la misma tradición se hallan el David de bronce de Verrocchio
(c. 1473-1475) y el de mármol de Miguel Angel, de 1504.
Sin embargo, hay mucho más que iconografía en este sensual desnudo. La figura encarna la
búsqueda de un auténtico contrapposto durante el primer Renacimiento, así como de un modo de
dotar de mayor animación a la escultura. En este aspecto, podría parecer que Donatello quiso
medirse con Policleto, el gran escultor de la Antigüedad, a quien se atribuía la creación del
desnudo masculino ideal con su Doríforo . La única estatua de un desnudo en pie atribuida a
Policleto conservada en el siglo XV era la figura de Apolo montada sobre una famosa joya, que
pudo inspirar la cadera ladeada del David de Donatello.
Si Donatello creó su David para rivalizar con el arte de la Antigüedad, o incluso para superarlo,
fue para mayor gloria y beneficio de Cosme de Médici, pues la estatua habría servido para
demostrar que un buen gobierno propicia la prosperidad de las artes. Así, Cosme la hizo erigir
como símbolo de Florencia, ciudad próspera y protegida por Dios, en el patio de su propio palacio.
C. 1440 Bronce Museo Nazionale del Bargello, Florencia / Por Ulrich Pfisterer

Un documento redactado en Venecia a mediados del siglo XV comparaba los ingresos de varias
potencias europeas. El autor, quienquiera que fuese, ponía a las potencias monárquicas de Francia
[1], Inglaterra [4], Castilla [5] y Borgoña [2] a la cabeza de su lista, estimando que cada una de
ellas tenía una renta anual ordinaria de dos o tres millones de ducados, en cada caso
considerablemente reducida por las guerras en las décadas recientes. Atribuía a la república de
Venecia unos ingresos de 1 100 000 ducados en 1423, reducidos desde entonces por “grandes
guerras y destrucción del comercio” a 800 000. Esto colocaba a Venecia [3] en su lista de
potencias por debajo de Francia y Borgoña, pero por encima de Inglaterra y Castilla. Florencia [6],
Bolonia [7] y Génova [8] venían después, pero superaban al rey de Portugal [9] y a los duques de
Bretaña [10] y Saboya [11].- cf.: HOLMES, G. op. cit. p. 140.

Ven a mí, Marsilio, inmediatamente. Trae contigo mi libro de Platón Sobre el bien supremo, que
supongo ahora tendrás ya traducido del griego al latín como prometiste. Nada deseo tan
ardientemente como saber qué ruta conduce más fácilmente a la felicidad.- MÉDICIS, Cosme
de: [A Marsilio Ficino (1462)]. cf.: HOLMES, G.: op. cit., p. 397.

La primera [de las reglas que deben seguir las mujeres] es que eduquen a sus hijos en el temor
de Dios, y la segunda que estén en silencio en la iglesia, y añadiría que también dejen de hablar en
los demás lugares, porque causan con ello mucho agravio.- VESPASIANO da Bisticci, librero y
biógrafo florentino (ca. 1470).- cf. HALE, J. R.: La Europa del Renacimiento. 1480- 1520.
Madrid, Siglo XXI, (c1973). p. 146.
Años de preparación en Estrasbuurgo
[…] En 1439, Jörg Dritzehn, ciudadanno de Estrasburgo, acusó a Gutenberg ante los tribunales
de haberles negado a él y a su hermano Andreas la entrada en una empresa común, a la que habían
contribuído ambos, y en la que Andreas había invertido una considerable suma procedente de su
herencia paterna. Los datos de este proceso nos dan las primeras informaciones sobre las tentativas
de Gutenberg. Éste mantenía en Estrasburgo un taller en que ennseñaba artes manuales de todo
género. Andreas Dritzehn le pidió que le enseñara, pagándole, a pulir piedras preciosas. El alcalde
de Lichtenau, Hans Riffe, se asoció también con Gutenberg para fabricar productos que podrían
venderse en una peregrinación a Aquisgrán. Cuando Andreas Dritzehn se enteró de esta operación
deseó también participar en ella. Un tercero, Andreas Heilmann, un hermano del sacerdote Anton
Heilmann, amigo de Gutenberg, fue asociado también a la empresa. Todos los participantes
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 297
8.- pagaron una crecida suma por la enseñanza. La mitad de las ganancias debería ser para el
maestro y el resto dividirse entre los otros socios.
[…] El arte del maestro, como podemos llamar a Gutenberg, era la técnica de los trabajos en
metal. La primera tarea emprendida por la sociedad fue la producción de “Heiltumsspiegel”. No
nos ha llegado ninguno de esos objetos, pero sabemos por otros casos que se trataba de unos
emblemas corrientes de peregrinación, hoy les llamaríamos medallas conmemorativas, que se
ponían los peregrinos o que llevaban como recuerdo a sus familiares. Probablemente llevaban una
corta inscripción y no suponía ninguna novedad fundir unas líneas, como se hacía con frecuencia
en las medallas conmemorativas. Gutenberg debió de desarrollar, sin embargo, un nuevo
procedimiento, pues de lo contrario no hubiera habido lugar al contrato. Los costes del negocio
eran altos, los empresarios necesitaban dinero; buscaron por diversos lados considerables sumas,
pagaron créditos y amortizaron la deuda. Da la impresión de que debían de haber contado ya con
otros ingresos procedentes de otros trabajos. Por lo demás, la peregrinación a Aquisgrán fue un
fracaso, pues los socios se prepararon para 1439 y la peregrinación fue retrasada hasta el año
siguiente.
La perplejidad ante este incidente no duró mucho. Una vez más pidieron al maestro les iniciara
en un arte en el que aún no les había dejado participar. Se pusieron de acuerdo sobre unos nuevos
honorarios por la enseñanza y se cerró un trato que comprendía incluso a los herederos de los
socios, caso de que uno de ellos muriera. Por todas partes se considera a Gutenberg como único
maestro del que se puede aprender algo. Andreas Dritzehn se encargó de la confirmación oficial
del contrato. Esto quedó en sólo buenos deseos, porque Dritzehn murió ya hacia las Navidades de
1438. Al solventar las cuestiones que planteaba su herencia, los hermanos del difunto Andreas,
Jörg y Claus llegaron a la acusación arriba mencionada. […]
[…] Los socios no hablaban de impresión de libros: se decía simplemente “la empresa” o se
usaba la fórmula “aventura y arte”. Pero no hay duda alguna de que se trataba de la impresión de
libros. Sólo es oscuro hasta qué punto estaba ya desarrollada la invención. La orden de Gutenberg
de retirar de la prensa algo que se fijaba con dos tornillos y que se podía deshacer en trozos, no
puede haberse referido más que a una frase escrita que se haría incomprensible al desarticularla. El
tribunal no mostró interés alguno por especificar cuáles habrían sido las tareas de los socios; sólo
pretendía aclarar la parte financiera. Encontrado el contrato en poder de Andreas Dritzehn y
aclarado cuáles habían sido los honorarios de enseñanza pagados y las inversiones en el negocio, el
tribunal decidió que Andreas Dritzehn debía aún 85 florines como honorarios por el aprendizaje,
de modo que si Gutenberg pagaba 15 florines a los herederos de Dritzehn, quedaba liquidada la
deuda. / El proceso Dritzehn había terminado bastante bien para Gutenberg. Los hermanos Jörg y
Claus no llegaron nunca a ser socios del negocio. Parece que en Andreas Dritzehn perdió un buen
colaborador, pues la prensa se hallaba en su casa y además, con Anton Heilmann, poseía un
molino de papel. A los ojos del ciudadano sencillo, cuyos ingresos anuales casi nunca pasaban de
10 florines, lo que aquellos hombres habían emprendido era una obra colosal. […].- GECK,
Elisabeth: Johannes Gutenberg. De los tipos de plomo al computer. Bad Godesberg (Renania),
Inter Nationes, 1968. pp. 22-24.
La Iglesia tomó a su cargo la censura de libros. La censura
local data del año 1475, cuando la Universidad de Colonia recibió autorización del papa para
investigar no sólo los libros, sino también los lectores. En 1486 se autorizó al arzobispo Bertoldo
de Mainz para que supervisara los libros impresos en su provincia y en 1501 apareció la primera
declaración pontificia de carácter general, cuando en la bula Inter multiplices (dirigida a Alemania)
Alejandro VI saludaba la invención de la imprenta como un medio para extender la verdadera
religión, pero llamaba la atención sobre el peligro de que también las concepciones heréticas
pudieran obtener auditorio e instruía a los impresores para que sometieran sus obras a la licencia
de los arzobispos. Las imprentas monacales no eran raras; en Florencia había una hasta en el
convento de monjas dominicas de San Giacopo de Ripoli. La Iglesia tenía pocos motivos para
sentirse inquieta por la imprenta. De una cifra aproximada de libros publicados antes de 1500
resulta que, al menos el 45 por 100, eran de naturaleza religiosa y que el porcentaje creció, en lugar
de descender, en los siguientes veinte años. [...]
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 298
8.- Esta proporción de libros religiosos resulta verdaderamente reveladora si recordamos que la
aparición de la imprenta permitió poner en circulación por primera vez, y a precios razonables,
toda la literatura manuscrita de cada país, esto es, desde libros de cocina y novelas caballerescas
hasta poemas y crónicas, un conjunto de obras que se había ido acumulando a lo largo de los
siglos. El catálogo, como se ve, estaba completo y, sin embargo, de entre los nuevos libros, la
demanda popular daba un lugar de preferencia a los que versaban sobre temas religiosos.
Hacia 1500 se habían publicado unos 3.000 libros diferentes que trataban de temas científicos,
sacando a la luz no sólo los textos clásicos de fundamental importancia, como la obra anatómica de
Galeno, Sobre el uso de las partes, sino también la obra llena de errores de Guy de Chauliac,
Cirugía, los comentarios del siglo XIII sobre la Esfera, de Sacrobosco, y numerosas compilaciones
populares que se proponían destilar todo cuanto era necesario saber a propósito de geometría o
fisiología en unas pocas páginas. Ya muy avanzado el siglo XVI, cuando se pudo aventar la paja
de aquella era, la imprenta iba a servir para registrar descubrimientos recientes y, con profuso uso
de las ilustraciones, para igualar el modo en el que se discutían aquellos descubrimientos. De
momento, sin embargo, el deseo de absorber sobrepasaba al de observar, especular y probar
mediante experimentos.- HALE, J.R.: op. cit., pp. 275-276, 374-375.

Al suprimirse [el Índice] en junio de 1996, figuraban en él entre centenares de libros de teología,
cientos de obras de laicos, desde Voltaire y Diderot hasta Colette y Graham Greene.
MANGUEL, A.: Historia de la lectura… p. 371.

LA BIBLIOTECA / COMO SOMBRA


Los libros que leen definen a sus lectores, algo que saben bien los censore. Como consecuencia
del atentado del 11 de septiembre de 2001, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley
conocida como la Sección 215 del Patriot Act, que permitía a los agentes federales recabar
información acerca de las obras retiradas en préstamo en las bibliotecas públicas o adquiridas en
librerías. “A diferencia de las órdenes de registro tradicionales, este nuevo poder no exige que los
agentes tengan pruebas de que se haya cometido ningún delito ni deberán proporcionar al tribunal
pruebas de sus sospechas de que se haya cometido alguno. Tampoco se permitirá al personal de la
biblioteca comunicar a los individuos en cuestión que están siendo investigados”. (155) / (155)
Lawrence Donegan, “Anger as CIA homes in on new target: library users”, en The Observer (Londres, 16 de marzo de
2003). /En estas circunstancias, varias bibliotecas de Estados Unidos se sometieron a las
autoridades y reconsideraron la adquisición de determinados títulos.- MANGUEL, A.: La
biblioteca de noche… p. 133.

Los trabajadores deben proveer a los clérigos y a los caballeros de las cosas que sean necesarias
para vivir en el mundo honestamente; y los caballeros deben defender a los clérigos y a los
trabajadores para que no se les haga agravio; y los clérigos deben instruir y enseñar a esas dos
clases de personas, y dirgirlas en sus obras de tal manera que ninguno haga (alguna) cosa por la
que pudiera disgustar a Dios o perder su gracia.- CAXTON, William: Mirror of the World
(1481) - cf.: HALE, J.R.: op. cit. p. 193.

Cuando te sitúas ligeramente por debajo del nivel del árbol puedes ver el anverso de algunas de
sus hojas y el reverso de otras, y los anversos serán de un azul más oscuro porque las hojas estarán
más escorzadas, y habrá veces que la misma hoja muestre parte de su anverso y parte de su reverso
y, en consecuencia, tendrás que pintarlas de dos colores. [...] /
Fíjate cuánto disminuye un hombre a una cierta distancia y que distancia es ésa; luego, a dos
veces esa distancia y a tres veces, y hazte de ese modo tu regla general. [...[ Me parece que esas
ciencias que no surgen del experimento, fuente de toda certidumbre, son vanas y están llenas de
error. [...] quien al argumentar, recurre a la autoridad, no utiliza la inteligencia, sino la memoria.
LEONARDO da Vinci (ca. 1482).- cf.: HALE, J.R.: op. cit. pp. 48, 375.
Hist. Cult. I. Selec. de textos. 299
8.- ¡Mirad, pues, con alegría a su rostro! ¡Cuán radiante es la belleza que exhala, cuán serena!
¡Cuán claramente refleja una naturaleza noble e ilustre! ¡Qué promesa para todos de sagacidad
futura! ¿Acaso el liberaros del miedo, el aportar la calma perpetua a los terrores de todo el mundo,
no es lo bastante valioso para entregarle la obediencia? ¡Sin duda que, con el auxilio de la
confianza que depositamos en él, cumplirá su tarea de tal modo que la edad de oro regresará entre
nosotros durante su vida y por todas partes resonarán gritos de alegría y regocijo.- El canciller de
Carlos VIII (Valois), presentándolo ante los Estados Generales de 1484. cf.: HALE, J.R.: op. cit.,
pp. 90-91.
Te he puesto en el centro del mundo para que puedas mirar más fácilmente a tu
alrededor y veas todo lo que contiene. No te he creado ni celestial ni ser terreno, ni mortal ni
inmortal, para que seas libre educador y señor de ti mismo y te des, por ti mismo, tu propia forma.
Tú puedes degenerar hasta el bruto o, en libre elección, regenerarte hasta lo divino... Sólo tú tienes
un desarrollo que depende de tu voluntad y encierras en ti los gérmenes de toda vida.- PICO
DELLA MIRANDOLA, Giovanni (fl. 1486): De hominis dignitate oratio. cf.: ROMANO, R.;
TENENTI, A.: op. cit., p. 147.

¡Oh, Enrique! eres responsable frente a nosotros, que te hemos elevado por nuestra elección.-
Saludo de un actor teatral a Enrique VII (Tudor), cuando cabalgaba por Worcester en
1486. cf. HALE, J.R.: op. cit. p. 91.

[...] sería difícil estimar la profunda deuda de todas las clases sociales con el arte de imprimir,
que, por la gracia de Dios, ha surgido en nuestro tiempo y, más especialmente, es éste el caso de la
Iglesia Católica, la novia de Cristo, que gracias a aquel arte recibe gloria adicional y va al
encuentro de su novio con nuevos ornamentos y muchos libros de sabiduría celestial.- El médico
del obispo de Ausburgo, al impresor Radtot (1487). cf.: HALE, J.R.: op. cit. p. 219

Ví a un hombre vestido con una tela de saco [de bolsa], descalzo y sin nada en las manos. Tenía
un cinto hecho de juncos y llevaba una cruz de madera. Iba de capilla en capilla sin cuidarse de la
lluvia ni de la nieve, muy espesa en aquella época. Si encontraba cerradas las puertas, aguardaba
fuera en oración, arrodillado sobre la nieve. No se alimentaba de nada más que de pan y de hierbas
y ayunaba días enteros de una sola vez. Su bebida era agua y su cama la tierra.- LEFÈVRE
D’ETAPLES, Jacques (1491). cf. HALE, J.R.: op. cit. p. 41.

¿Y qué creéis, queridas señoras, que estaba haciendo la Virgen María en aquel momento?
¿Tiñéndose los rubios cabellos? ¡No, desde luego que no! ¡Todo lo contrario! Tenía un crucifijo
delante de ella y estaba leyendo el Libro de las Horas de Nuestra Señora.- El predicador
imaginado por Angelo Poliziano (sobre la Anunciación).- cf.: HALE, J. R.: op. cit. pp. 277-
278.
Los cristianos luchan de continuo entre ellos mismos... El uno le dice al otro: “Hermano,
ayudadme vos hoy contra este príncipe y mañana yo os ayudaré contra aquél”. No temáis, no
existe concordia entre ellos. Cada cual se preocupa únicamente de sí mismo; nadie piensa en el
interés común.- BAYACETO II, a sus visires, a finales del siglo.- cf. HALE, J. R.: op. cit., p.
116.

BIBLIOGRAFÍA
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YOURCENAR, Marguerite: Memorias de Adriano. Buenos Aires, Sudamericana, (c1955).

Nota 1: Otras obras figuran en los textos a tratar en clase, cuyas citas integran ya una
bibliografía básica; siempre factible de ampliación, por considerarse otras publicaciones, de
autores o editores igualmente recomendables.

Selección de textos: Debe dársele una “exploradora”, curiosa, primera lectura; y así servirán: a)
para participar, hacer consultas en las clases; b) como material básico para el breve escrito de doce
(12) páginas como máximo, por todo concepto, en tamaño A 4, con suficiente espacio interlineal y
marginal para agregar observaciones, ampliaciones, correcciones, etc.; escritas solamente en su
cara anterior con letra de cuerpo 12 y entregados en simples folios de plástico.
Dichos Trabajos Prácticos, deben ser iniciados a partir de alguno o algunos de los temas,
asuntos, etc., presentados en la Selección de textos; podrán ser realizados en grupos de hasta cuatro
(4) alumnos como máximo; con la aclaración del aspecto parcial de que (preferentemente) se
hayan hecho cargo. Se entregarán antes del comienzo de las vacaciones de invierno.
Las observaciones (correcciones, sugerencias, etc.) que hayan parecido oportunas, podrán ser
respondidas en forma similar al TP original o mediante un adecuado fichaje parcial.
La presentación de ambos: el Trabajo Práctico original y la respuesta a las observaciones (en
una u otra forma); será indispensable para el examen final en diciembre de 2013.
Con semejantes disposición y características, lo entregado antes de concluir las clases de la
materia habilitará para el examen final a rendir en marzo de 2014. Después, no se recibirán sino
con tres meses de anticipación a la fecha del examen.

Nota 2: Acerca del tema o temas, aspectos, etc., elegidos, deberá ser leída, por lo menos una
obra completa. Preferentemente literaria o documental procedente de la misma época; así como
una buena reconstrucción histórico literaria o ensayo de reconocido valor.

Buenos Aires, 6 de noviembre de 2013

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