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Taller de trabajo

Desarrollo de la Creatividad
Profesora Magaly Quintana P.

EL DOCENTE Y EL PENSAMIENTO CREATIVO

Autor: Edward De Bono

Como docentes debemos tomar en cuenta todos los aspectos


revisados hasta ahora relacionados con la creatividad, de modo que nos
planteemos la tarea de desarrollarlos en nuestros estudiantes durante el
proceso de enseñanza-aprendizaje; además es importante tratar de entender
sus bloqueos, analizar su predominancia creativa, presentar por nuestra
parte y requerir en ellos una actitud de apertura, respeto y libertad;
ayudarles a hacer conciencia del potencial creativo; proporcionarles un
ambiente apropiado para que se den las experiencias creativas de una
manera relajada; manifestar y permitir la manifestación de ideas e impulsos
sin hacer juicios de valor y fomentar la imaginación y la fantasía, entre
otras cosas más.
Existen algunas actitudes/respuestas que “cierran” el pensamiento, lo
hacen ser limitado y convergente, y otras que lo mantienen lo “abren” o lo
extienden.
Entre las actitudes/respuestas que cierran en pensamiento creativo
está la “crítica” o sea los juicios de valor negativos; para el estudiante esto
representa un “rechazo” que pueden despertar en ellos bajos niveles de
aprovechamiento y autoestima.
En el otro extremo, tenemos el empleo de juicios de valor positivos
que, en su carácter de exagerados, tienden a promover el conformismo y la
dependencia, y a reducir su efectividad. Sin embargo, pueden ser muy
importantes en alumnos con bajo rendimiento escolar o que tienden a
presentar respuestas de bajo nivel cognoscitivo. Es aconsejable aquí ayudar
a los estudiantes en el análisis de sus propias respuestas y explicarles las
razones del juicio de valor.
Por otro lado ¿qué más podemos hacer para ayudar a nuestros
alumnos a estimular su pensamiento creativo?
El desarrollo de la creatividad incluye técnicas de pensamiento que
involucran operaciones cognoscitivas que tienen que ver con la generación
de alternativas y el uso del pensamiento lateral (De bono, 1992), por tanto,
al manejar las diferentes técnicas relacionadas con la creatividad, los
alumnos son capaces de usarlas no solo en casos o ejercicios ficticios
preparados exclusivamente para el desarrollo del pensamiento creativo.
Si los objetivos cognoscitivos de la educación se basan en procesos
tales como comparar, clasificar, hacer inferencias o plantear hipótesis, en
necesario que los datos o contenidos se encuentren disponibles para los
estudiantes. De inicio el maestro envía señales al alumno para que haga un
esfuerzo por explicar más una idea, para que clarifique lo que ha quedado
ambiguo o superficial en alguna respuesta que emite, esto le va a permitir a
él y al resto de sus compañeros un mejor entendimiento de las ideas,
procesos cognoscitivos y sentimientos. Si el alumno en ese momento no es
capaz de explicar más, entonces debemos responder en forma directa a la
petición de información, aportando fuentes de información primarias y
secundarias como: “podemos ver la película nuevamente para que ustedes
saquen sus conclusiones”, “busquen la información ahora en este otro
almanaque”, “lo que acabas de elaborar es una hipótesis”. En general, lo
que se está invitando a realizar es ofrecer una retroalimentación para
proveer de datos a los estudiantes de tal modo que él los maneje a su
voluntad con el fin de tomar sus propias decisiones.

EDUCACIÓN Y CREATIVIDAD

Uno de los objetivos de la educación es el desarrollo de habilidades,


potencialidades y valores tanto personales como sociales. Las técnicas de
sensibilización en expresión global, que incluyen la plástica, el cuerpo, la
escritura, el teatro, la música, la creatividad cognoscitiva y verbal,
concebidas dentro de un marco filosófico y metodológico, deberían ocupar
un lugar tan importante en el currículo como las matemáticas, porque
cumplen con el objetivo antes citado.

La institución educativa declara entre sus metas el desarrollo


creativo, un postulado que resulta interesante para los padres y maestros.
Sin embargo, al revisar los programas educativos podemos observar que
existen pocos currículos o programas sistematizados, secuenciados y
evaluables a través de los cuales los alumnos puedan desarrollar su
creatividad.

Los niños son por naturaleza más espontáneos y aventureros. Saben


lo que quieren y se arriesgan, mientras que los adultos somos rígidos,
temerosos, no siempre sabemos lo que queremos y copiamos lo
establecido, lo convencional, lo que ya ha sido aceptado y reconocido por
la sociedad. Somos personas de hábitos y costumbre. Es por esto que el
padre o la madre de familia, el maestro, el asesor, deben reflexionar sobre
su creatividad. Se sabe que no podemos dar lo que no tenemos dentro, así
es que debemos llenarnos de experiencia, abrir las percepciones dormidas,
sensibilizarnos; es decir, recuperar como adultos la creatividad como una
forma de vida, como una actitud positiva hacia la búsqueda de la
autorrealización.
La educación desempeña un doble papel: puede cultivar o ahogar la
creatividad y está en nosotros (padres, educadores, asesores), el optar por
una forma o por la otra. Lo importante es cuestionarlo explícitamente y
tomar decisiones conscientes, concretas y comprometidas.

Es en la educación donde más se necesita una renovación constante,


y esto requiere creatividad, porque educar es preparar, formar seres capaces
de enfrentar cuanto ha de venir. Por definición, educar es una tarea
prospectiva y futurizante.

Algunas investigaciones realizadas en Estados Unidos de América


por el profesor Torrance, comprueban que el niño, al ingresar en el jardín
de infantes, manifiesta un alto grado de creatividad, y que al llegar al cuarto
año de primaria ésta se ve sofocada. Torrance dice que los adultos no lo
hacen intencionalmente; lo que sucede es que cuando aparece una actitud
que no entienden, no la reconocen como creatividad; esto sucede por
ignorancia y es así que la confunden con rebeldía y con problemas de
conducta.

Al analizar lo que la escuela y la sociedad han hecho para detener


este proceso natural, observamos que la educación tradicional ha
descuidado las áreas emocionales y afectivas, y ha dado más importancia al
lado intelectual, a la cantidad de conocimiento que adquiere el niño, y no a
la calidad en la formación; es decir, el cómo aprender y para qué aprender.

En la mayoría de las escuelas no se permitía la libre expresión del


alumno como un medio para canalizar las emociones internas, sin ser por
esta razón culpable. Esta situación se repite hoy en algunas instituciones
educativas.

Podemos afirmar que la escuela y la sociedad han considerado las


áreas de expresión como disciplinas menores, como rellenos en los
programas, como algo recreativo y no creativo por sí mismo.

¿Qué sucede si no hay un espacio para que estos impulsos se


expresen en forma positiva y en un marco de seguridad psicológica para los
niños o para los adultos? ¿Qué nos dice un niño o un adulto que tiene
problemas de conducta? Los problemas de conducta constituyen un
lenguaje que debemos escuchar y atender.

Así mismo, la escuela ha valorado la reproducción de datos y no ha


prestado debida atención a las ideas originales e innovadoras de los
alumnos y de los maestros. Lo importante ha sido reproducir lo que el
profesor o el libro dice y cuando el niño tiene una idea innovadora, lo que
sucede es que no se atreve a expresarla por temor a ser ridiculizado.

La acción de la escuela y la sociedad favorecen las ideas


convergentes que conducen a la persona hacia ellas, desconociendo que la
producción creativa depende de las ideas divergentes. El pensamiento
divergente es el que da respuestas variadas a una misma pregunta o
problemática, y el pensamiento convergente lleva a las personas a una
supuesta verdad única. El desarrollo y la combinación de ambos
pensamientos es el camino a la creatividad y a la salud mental.

La experiencia nos ha demostrado que lo importante en la sociedad


ha sido reforzar el producto final del trabajo, y no se ha tenido en cuenta
que el aprendizaje significativo ocurre durante el proceso de
experimentación del acto creativo.

Alex Osborn propuso hace más de 40 años su modelo de técnica de


“tormentas de ideas”, en la cual propone varios pasos donde facilita la
producción divergente y convergente de ideas para la resolución creativa de
problemas.

Estas técnicas son en realidad un pretexto metodológico para


ejercitar el cerebro en su totalidad, a partir de tareas concretas que
promueven actitudes creativas como experimentar, sentir, recrear,
comunicar, plasmar, respetar, autoevaluar y criticar en un ambiente de
libertad.

Algunas técnicas de expresión global son, por ejemplo, meditar,


bailar, jugar con instrumentos o con objetos, pintar, modelar, respirar con
atención, relajarse, visualizar, realizar una tormenta de ideas, verbalizar,
dramatizar y escribir. Estas son formas a través de las cuales las personas
pueden sensibilizarse, y así desarrollar su creatividad.

Será fascinante impartir, en una forma creativa, las matemáticas, el


lenguaje, la historia, las ciencias naturales, etc. ¿Por qué no enseñarlas de
forma creativa y desarrollar los hemisferios izquierdo y derecho en cada
oportunidad, el hemisferio científico y el creativo? Por ejemplo, las
matemáticas pueden impartirse través de la percepción, la línea y el color;
la historia, mediante dramatización; el lenguaje, con expresión corporal y
verbal; las ciencias naturales con naturaleza viva y experimentos, etc.

La escuela tiene que despertar a la realidad sobre los estudios del


cerebro humano, conocer las áreas dominantes y aprovechar todo el
cerebro, para así conseguir aprendizajes significativos y resistentes al
olvido.

1.- Invente una situación académica en donde quede de manifiesto que el


mediador inhibe la creatividad de sus alumnas y alumnos. Descríbala
como diálogo.

2.- Recree la situación anterior de tal modo que introduzca cambios que
reviertan esa situación y la resultante sea el fortalecimiento de la
creatividad en las y los alumnos. También descríbala como diálogo.

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