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GABRIEL LOMBARDI
C. DE LAJONQUIERE
CURSO DE
PSrcOPATOLOGIA
V
¡{EURO§I§
OBSTSIYA
@t.ECCDN:
PSIGOANALIEIS Y PSICOPA TOLOGIA
H
-TEKNE
-
:.\.
.:
;
.l
tioüvo dc Trpr: GOYA: Ceprleha: ¿Sl ubni tnfu el ditc{pulo?
EDITORIAL TEKNE
Ord. Uqula ?72 Buenor Atror
II{DICE
t2
que quda fuera de discusión además, es gue ecor términog del len-
guaJe común esüán tomadoe de la lengua ingleoa tal como se habla en,
eee país.
dntonces ys no se traüa de noootogfa, aflrman, ae trata de nomen-'
clatura¡i or una e;pecio do clu¡ificoción de compuüadora donde ¡l c¡-
hin prosenLe¡ n caniidad de sÍntomur enüre t¡nüo¡ y tantos y no ertún
prosenüer taleo ohor, re organlza todo eso y I partlt de allf eo hace er. ,
LA LECCION 10
Pa¡a desarollar este tema de la neu¡oeis obsesiva . . . uno de log
textos de Freud con loe que varroo a conta¡ es el.de ly. W
;["ffi!HJJ*#hH#+*"T::
amAmE-[enemos que üómar el conjunto que forma con
la lección que le antecede y con algunas de las que le siguen' La lec'
ción que antecede, la número 16, lleva por título justamente uno
18
bartanto pa¡rcldo al de nuestro prograr¡a: .
t4
este gnrpo de fenómenos eatá etto que Freud lla¡aa actos sintomáti.
cos, que s€ diferencian de los actos en que loe gctos fallidos
be ca¡act¿rizan por tener una-cierta i I consciente oue Be
ve defraudada,
'6üitórñáticoe no,
its; y-en lóáicioi
que en elLctp.Jalli-
5[9 se puede ver mucho má¡ claramente lo que es la transacgión qntre
to repriqlldn y l¡ reDrertónj en el acto eintomático n§ porque aparon.
tement¿ se tmta de cuelquier acto, más frecuontemente actoc sin lm.
port¿ncla o uparentamente ¡ln nlngún ¡entldo p€ro qu€ rin embargo
Freud no duda on tnclulrlo¡ on la ml¡ma catogoría de o¡tog otroa fe'
nómenos, es decir que _E!!bjén-§p_n_üJ-qsCgagig_ne¡. Esto eo importan.
te tenerlo en cuenta, ld vamos a ir retomando a medida que desarro-
llemoe este tema, en el senüdo de que para considerar-.una idea o u¡a
repreeentación como una idea obseEiva no es a gu_ contenido al que
nos t€nemos que.ré¡üi!ü, es decir que no necesariamente una-iclliá'ií.a-
ra e€r obseeiva tiene ser ab6u¡da, yrlt9".13golq!_.el!9.9.
¡Dlcaoa en e8rc rugar qe un 8¡nloma oD6e-
- No noa vamoa ¿ detener s relst{r en detallo la dercrlpción, Élmple.
ment¿ Freud incluye como ejemplo un acto sintomático que no es.
trí tomado de la vida cotidiana sino que es un ejemplo de un pacien.
te, parece que bastante ftecuente, ya que después lo analiza como al.
go que suelen hacer algunos pacientes y que consiste simplemente en
ol hocho do quo, cuando entran al con¡ultorio, dojan abierta la puer-
ta que comunica el consultorio con la ssla de eapera, No es nuda mú.r
que esto, algo que podría pasar desapercibido, pero para Freud esto
es un acto sintomático. Tampoco me voy a detener en el desarrollo
bo¡tant¿ oxton o do lo lntorprotaeién, la puoden oncontrnr leyondo
lu leccl6n 16, dontle 80 vun ¡ du¡ cuon[u rlo lo que or Froutl, ponr lo
que es Ereud no solarnente en el desarrollo de sur ideas, sino lo que
era Freud en zu vida, lo que era Freud en sus actoo, cómo procede
él cuando trabaja. Lo menos que se puede deci¡ de eaa interpreta-
ción, er que es una interpretación totalmente deli¡ante. Inclusive se
puede decir que es paranoica directamente, lo cual nada tiene que ver
con el hecho de que sería errónea, ya saben que es el misno Freud
q uie n dic e eu e Qn t od o. del iri g _h ay¡¡
nj úg l-eg- d e-ysrdsü
Pero lo que quiero acentuar no ée tanto la interpretación en el
gentido de zu contenido, cuál ee el significado que Freud interpreta
en este acto sintomático, aino lo que Freud hace con la interpreta-
ción de este acto. De ninguna m&nera Freud se pone ahl a formula¡
una interpretación del tipo "eato que Ud. hizo sigrrifica tal cosa" o
bien diciendo: 'j :ione¡ tiene u¡ted con egüe acto";
no, Freud es decir que él sostiene que eotoe
actog
que es Io que él comienza lección: el acto sin-
to$-t$co. pgseeJ¡rLEÓvjLu¡)*¡gtrtirlqJ^urajntencioo. Ya varn oe a
ver deepuéa que Freud no es unívoco al usar st'u términos pero que
1ó
siempru podemor ü dl¡tinguiendo
el primero al que podemos llama¡
que tiene que ver con el o si lo referi-
-c_qqh¡ldo
moo a los términoa de FffidTñlf,a- iñterpre
que él üama el contenido del sueño, el g.onte-pido latÉnt€ del rueño,.
t¿mUién Io ll¿ma e¡M. Cont4nido oJteocs.Eis¡r-
¿qué quiere decir que es lat€nte?, ss lo
en el texto manifiesto del sueño, ¡J.
sueño e¡ el
I+g
-
ñErpretacÍón tiene gue r€corer el camino del trab{o
el ca¡nino que el trabqio del sueño hizo para deformar ese
contenido: h int¿ryIet¡ción tiene que recomer ese cq¡nino-&ls,jq"eIl
_l& on sentido contrario, para Uegar entonceg I poner en evidencia
?uál era ece contenido sin Ia deforaación que el trabqio del ¡ueño Ie
imprimió.
A,: ¿El contenldo lat¿nte ¿, tnaonfrlonte?
P.l Erto oü Épltr¡ y fr¡ndamcntal, Pa¡a oon cttr trn¡ algo panol.
do a lo que oculre con ol t¡m¡ de la¡ identlflcactonor, A pe¡¡¡ de rcr
unr ougrtlÓn fundrncnt¡l e¡ unr ouortlón que no ottá olüra en ca¡i
ninguno ds lo¡ tartor prlaornrlfttcos, ro confur¡de el cont¿nido l*
con el inoon¡clente y no tienen nada que ver. -EApgr-rftqlÉo'
Eqte
-
a¡_ ¡_ist€Et .preconscienQ¡cónsEñnB, ryu
;Un¡ vez obEnido el tc¡to del pcruaniento del lueño, una vez he.
ch¡ la primera parte de la inüerpretación, el dercitamiento que nor
rcvel¿ ct¡ál q ol contenldo, ruta todavf¡ la rogunda porto do lo lnter.
, proü¡ciónr poquo o doformudo s&¡onltre _${fftó
crgeh{9. ¿CuáI el el de¡eo hcon¡ciente
que está para que er-to contanldo haya crfdo, haya parado
del ¡l¡tam¡ preconrclente al cual pertenece para ror obJeto do un tra-
*tamlento de acuerdo a lar leyer del proceto primario?
I El .vcrrv.rsv.s
y. tuoporuable ue de srw
erto es¡¡v.v
combio scer e¡
ol decao lncoru§lgpte, y
u!-gvv savva*t.\ayilw, eo acú
J e.
fdonde tiáno quo apuntlr b hterpretaci6ñ-, quo no ¿ii#"con?undino
toncea con el momento de 4gqgifrapie¡to.
I
ientoncea d
E¡te oodelo lo vamoc a ir br¡¡cando de ü¡tinta¡ manera, a lo lar.
go de nueot¡a¡ cla¡e¡ en lo gue tiene gue ver con el ¡íntomg Iq" qínt
,tgp¡¡.-ru9-estálgxscca¡u¡¡-acto- que.de-rr¡l s¡eño. Becue¡den
"
10
cqbninar on u¡! qeto. culmina en une+e¡¡epción, ea dech, en la lla.
mada-E-tEfácción a]ucinatgria del sueño . . . la 4ggiDasúr entonces
es lo que apa¡ece allÍ en el lugar del acto, surtituyendo un acto.
elgb anilogo podemoe aócii ae los iíntomas. Vamoe a ir distü}
guiendo estos dos niveles o registros. Poryue, como les decía antes,
Freud no usa términoe unívocos. A este prirner regirtro lo llama s_ig-
.nifjc-Bdo y a este otro el sentidg".del.§u!9!¡s, pero Freud no sieffié
los usa así, a veceo use sentido del eÍntoma como totalmente equiva-
lente a significado del síntoma, y entonces para referirse a este otro
regi¡tro lo llcma la intención o el propcito del síntoma, Es m¡i8 bien
de ests últi¡na manera como está uando estos términos cuando sfir-
ma que loe,agtp.q.¡itttooáticos poleen un.uóuil un{ont¡dcf¡{d€má¡
una fntÉnc¡orL-.
¿Qu.É. -b*g-e*f-rgufl" -9¡,t3r_p-c_9¡- S_qp-gslg 8glo_dnlS¡sÉt¡co de sue_pa-
cieñti:s-qüó--dtiaiiri"óü¿;G-aúérta?"¿r,oliñ-t¿mrffi §Í.Seiiinin-mo
dótr¡EdJuTIEüm ht§noi6n en rcaiid¡d lá irrt¡r,
preh, pcro fund¡nrant¿lmentc lo quo hry que duü¡ou or quo él nr.
ponde, ¿Bospondo do quó mEnora? Dfurdolo a om eoto ¡htomÁtioo
toda la cat€gorfa de un tcto, et decir que por már incon¡clente¡
que Baan el rlgniflcado, el aentido, el móvü o la fnt¿nclón del paciente
aI hgcer eee acto sintomático, por más inadvertido que sea parE su
conciencia, Freud le reaponde exact¿r¡ente ig¡al que si fuera r¡r¡ acto
tot¿lment¿ detiberado e intencional. ¿Entoncer qué n6 suentE él
que hace con lo¡ pacienter que hacen estat c6ss? El dice:
". . , r1o doJo nuncr dg.h.aqqrlc qotu r¡¡ nogllgoncla y exlg§ quo lu
rcpam¡. . .",
Yo ¡a lo¡ lef ¡brcrvl¡do porqua la fiu¡c ontora e8: 'r, , . no deJo nun-
ca de hacrerle nota¡ con enoto ru negügencla y exiglrle que la repa-
ro . . .'r. Poüfa t¡aducino tamblán "con enf¡do, como lo hace López
Belloatorcc, o má¡ llter¡lmente "con tono b¡¡tante ha¡abtoso".
E¡tÁ ct¡¡o en gu rerpuesta guo ól otorgp a ese acto el carácte¡ de
un acto oferuivo, el canicter de un acto deopreciativo, él lo toma en
ese Eentido corno un deeprocio que el paciente le hase. Por supueoto
que no lo toma sólo en el sentido de lo gue el paciente le estrí hacien-
do a é1, aino ya corno un oigno de lo que el paciente va a hacer con 8u
análisis ai ea que üegnra a iniciarlo.
Quire detenenue en esto para acentua¡ estc eegundo arpecto, cómo
Freud rceponde coruiderándolo como un acto y reepondiendo con un
acto; prr e,¡s Ba9fqltrdg r _lnc_onsclgnt€ dgq ig¡grylf
q&p1§-y_É!_t_ii"-_!o_-q[@.o.
-
-q¡g-ea,_gg.
;[-c-ó tiiiüaóiín, f iñnitri6; un-ÉiiiaiéF iñn egte ej em pl o del acto
sintonítico, Freud incluye el primero de un¡ ¡erie de ejemplos que
va a i¡ introduciendo y trabqJando a lo largo do e¡ta¡ loccionet, eJom-
plor de casos o rimplementc de ¡fntoma¡ obseelvoc. En eete prirner
ejemplo rc'lata, dice é1, de un joven oficial que aptovech¡ una de
l?
sr¡s licsncia¡ en el ejército para ir a consultar a Freud para pedirle
c¡ue hate su suegls. Una muJer de quien decfa que, I Peslr devivir
I
eh condicione¡ felice¡, de¡de liacfa wr tiempo envenenaba la vida de
la familia, debe ruponeñe gue la vida conlugal también.
Freud hace una entrevists con eata mqier a la que describe como
I
muy bien consen ads pesar de zu edad. Lg inc§¡ro eólo alSrrnas ca'
¡"cárí¡ticac ya que eapero gtre urtedes despuée lo lean. Sintética'
mente ¡o trata dé algo que á ca¡act¿rizado como delirio de celos.
Erta mujer atrar¡ieaa una cantidad de c¡i¡ic en la¡ cualee se le ocurre
la idea de que ¡u ma¡ido la engaña con una empleada joven. Esüa idea
de alguna manera había sido apoyada por un anónimo que eata mujer
habíi recibido en el que se delataba esta situación. A lo largo de las
entrwi¡tas que Freud hace con esta paciente --gue en realidad no
llega a aet pociente, Freud hace sólo doe entrevist¿s en este caso-,
¡e v¡ acla¡¡ndo e¡t¡ ¡ituación; on realidad eeta mujer sabía perfec'
t¡nente que ecta idea que eUa tenla no era cierta, ella eabía que su
marido nó le e¡a hflel. Má¡ todavfa, eUa sabfa cla¡amente quién ha'
bfa na¡d¡do elte anónlmo, que era una de las mucamas de la casa, e
hclrr¡o üegnn r v€r co[r Freud que es ella quien habfa sugerido a la
mucans ertE ldea. Freud llega a aclarar esto en la entrevista como aI-
go qus nu¡¡c¡ hrbfa deJado {e r9r corucient€, Es neceeario irui¡ti¡ en
¡Gúto, err! ldea¡ oonexa¡ +I gual que laLidea¡-ob.¡e¡ivat- perteuocen
lsf
c
.dryrna4!!$siento-*o,qsctlfrlJ_t:"_li}Í-d:i1d9i"_gj?,11
no ettr sabla quiéri habl¡ envlado eso anónimo sino
áue
qus habl¡ sido ella misma qulen oe las habfa a¡reglado pare
n¡gerl¡le I st¡ mqfer que trabqlaba en la ca¡a erta poolbilHad del
anó¡rüno: nada serfa tan terrtUte para mf, le habfa dlcho el dla ante-
rior a la recepción det anónimo, que enterarme de que mi ma¡ido
me engaña con una mqier joven.
HastE acá, podrfamoc decir, la hlgrushción de.LC-t¡t-emg trans'
curre €n eets pürner nivel, en el .ftcistlo.del'siÍnifica{o, vean quo
áeuí la intenc-ih--iio-Es'taá ch¡a. sJ tñ'táira ah-oia de ña¡a¡ aI o[ro
reÚtro. Cuando Freud intenta hacer eeto e¡ allí donde se termina la
entrevlta, l¡ ¡eñora no tiene má¡ gena¡ de reguir hablando. Lo que
han aclar:ado ha¡ta e¡e momento eB gue: la paciente sabfa que el an6
ni¡no era fabo, por tanto su idea era falsa, la paciente sabía que ella
misma lo habfa provocado. Por lo tanto quedaba cla¡o que en esta
cuestión de ta infideüdad eataba en juego un deseo que era preüo a
todo este episodio.
Dice Freud que cuando llegó a ese punto de la entrevigta la pa-
ciente pretendía no tener nada mris que decir y al cabo de las dos
s€sione¡ hubo necesidad de poner fin al a¡rálisie, pueeto que ella de
cla¡aba ¡entirae completameát¿ Uien y eatar segura de habérse desem'
ba¡azado para aiempre de eu idea patológica. Eg claro que Freud no
se engaña, termiru l¿ fra¡e diciendo:
l0
est¿ género?". Lo deaa¡rolb -?o voy ealteandr, y má¡ adelante
dice:
ciónconJf -locu¡a-ñáilnar¡te-e-etoE'i¡ihá-á'tañenteanteriora
que Kraepelin estabilice au noción de paranoir era considerada un
"deli¡io pqrgi4l', una de las forma¡ de delirio¡ parcialea. Vayan fijrin-
dos-e:--6ñ16E-Tímiinos"delirio","locnra".Enift aeplinencóntr.-q
ya otroe términos, vecinos a éste, pero probaba-E!€m-iil€ por influen-
ci¡ de Freud, ain embargo él no la llama neuroeir obseeivq la lla¡ra
"lgggra"9[eggiv-a.
Ee dlcb que Io que aquí ectá en juego ee l¡ distinción psicair
neurosis. Pero no la distinción psicosis-neuroeis frcudianq rino la
di¡tinción psicosir-neurosis psiquiátricg que ee totalmente diferen-
te. Esto lo vimos en nuestras clasee sobre la primera noeologÍa freu-
diana. Recuerden que ¿eurosis, antes de Freud, referÍa a aquella¡ en-
tidades cuvoe aíntbm sintomas
', _--Éa-corDora-
i-_--Éa-
y que u60 rde este lermmo
)8fe térm
bsicosis'estaba refe{dg :r §g9Jg_9! cy_v_gq .8 l]]!99j9 gg!¡'
i¡eqtan en lq- p9¡1S1. (En ü' 6bocri¡6 l.reEl-figun&'ffi¡
paiquiatrar ya
ñ46Íañ óóinéüid6-a usar el término neurosis t¿mui¿n de una manera
general y ambigua pero cuando sra ufilizsdo en la denominación de
una entidad clínica particular tenía la connotación gue lea acabo de
decir. Recuerden que en la clasificación dg_Kraf&Ebim la¡ neu¡od¡
so n la hi poc o ndría, la hister6' y-Te*6itil6ñinf¡;' üiññ.-rio nn e nte in.
cluye la neurastenia).
En tanto los slntomas prevalentes de lo que Freud va a veni¡ a lla.
ma¡-J¡etuo¡is :oD¡6ii¡,T6ñ-s íntomas quo suigeñ tñ-efreFfo;?ñ-6¡
qgg-qg-& rngg§|, (ee trata de j{gg¡de-Lctoct deepuéo de¡a¡rolla¡e'
28
mos ecto), entonc€8 en e8a medida la peiquiatría ni siquiera soñó en
habtar de "neurpai¡" obseliv& De modo que noa encontrarna acá
eon una cuerpo'mente que no es una oposi-
ción freudlana.E olosiEióñ-dii@:iire-iÍE; aoma-peique, e8 una opo-
eición prefreudtaru. Y es aobre eaa opoeición que la peiquiatría ubica-
ba la dife¡enciación neuro¡i¡-psicosis.
Por el contrario uctedeg ven cómo Freud {Ú¡eeLet.¡nismo g¡rpg
-de
la¡ npr¿,r.oli¡J.¡+.histeria y I la obsesión. Lo digo sintéticamente,
üffiles ya sabeñ que para hacer esto Freud se ve obligado a creü un
Luevo gn¡po dtrUl¡l,r.o. -del. deJa¡. nenrosis. el glfpó. de laa aeuopsico
Equrl[egó-vC a ¡er llamado el de las_psiggtrgl¡¡osi¡, y que ea en el
-lñbrior de eae gnrpo donde va a di¡tinguü las pslgg¡guro_sis de tra¡s:
fe¡g4g¡¡ 9g l* F{iqgE$Io-§--t{+ggieiaias v que.eldeede esta opoeición
@ s¡rgirá Ia diferencia freudian¡ de neuroeig y peicoeio, que ya no
e¡ sntonces una opoaici6n peiquiátricg aino una oposición paicoana.
Iítica
En carabio, la opoeición peiconalítica neuroi+psicqis no eetá
conctrulda sbre la opuición cuerpomente. De alguna manera esta
oposición cuerpcmente la vamos I ver reapa,¡ecer dentro de la noso
logía paiconalítica, ea decir que dentro de las psiconeuroois de trans-
ferencia podrrin decir u¡tedes que eotán la histeria y la neuroeis obse
siva y que en un ca¡o Ios síntomas se manifieatan en el cuerpo (con-
venión) y en el otro en Ia mente, pero esto ocr¡¡?e dentro del mbmo
gruW,
Si extremamoc l8s cosa.s podemoe decir gue vemos reaparecer esta
oposición de¡rtro del grupo de la¡ psicoais y ubicar a la Dt¡3[g¡e_
ft¡ndans¡telmente como una entidad donde es lo &EDhl, Io psí-
9.-e"-l-.llam CG
,qued .d:¡pp¡e--de-ut
§:uemo donde poner eáos fugg4g1 Freud intento en algunos mo
mento¡ egtablecer una analogra entre hist€ria y esquizofrenia y en-
he rpu¡oei¡ obúesiva y paranoia. Pero en todo caso, si vemoe reapa-
recer esa oposición, ee riempre secundaria aI eje fundamental que
e¡ el de la dife¡encia neumeis-peicooi¡. Lq
toncrgt¡eu¡osis¡aicorluo para por Ia
-.E¡ indudablemente acá donde tene qué ubica¡ IiE
%
va8" y en el nortearnericano hacia la de "conducta¡ obseaivar", oree-
tión de la que noE ocupsremos más adelante.
A noeotroa, que ya eatamos tan familiarizados con estas nocione¡
freudiana¡ de la opoeición neuroeis-pricoeir y de la diferenciaclón
neurosis obeeeiva-histeria, pero atención, familiarizadoc, ¿qué quiere
deci¡? ¿Que las entendamos, que podemos dsr cuenta de ella¡? Fa-
milia¡izados quiere decir que las hemos eecuchado nombrar tanto
que no nos llama la atención. Ea a esto a lo que yo quiriera llervarlos
a us0edee, a gue en eete primer momento en que accedemos a est¿
tema, que egto les pueda llama¡ la atención, que podamos asombrar.
noc de este acto de Freud, pgrque eato esun acto, enunciar que neq-
rosis obsesiva e higteria configuran uns misma ontidad con un meco.
nisñ o c omün',Iüto - orr.r¡ ácüu;' éB enu n0fáf 'üñü úlrm ación' qub vá én
"
'!ü
qué? Acá tenemos que remitimoe a l8 confrontación del método
, p-giquiátrico con el método psicoanalítico: ponlue Frtud no agnt'
ia iotamenta a partir de una deacripción de lo síntomasr no agrupa
por lor aíndromeo, no 88n¡pa a partir de lo observable, de lo que ae
l, fuede deocribi¡ de la c'onducta det
paciente sino, como ya lo habÍa'
moE ¡renarcado en esas clases y por e§o insistimog en la imporhancia
de maneja¡ bien l¡ nooología freudiana, porlue para Freud esta noao'
logfa no et una mera deocripción de síntoma¡ aino que implica ade'
más una ardct¡l¡ción con La terapia psicocndítical pogtulado eo
ca v un Dostulado
ñ reirirt¡rá ésenciil
en el en cuanto a lo gue podemoe llamar la teorÍa
de la neuroci!.
Entonceo, _ai Freud puede agn¡pa¡ de esta manera es porque no 8e
n¡ía o sino t¿mbién por uns ex-
pücación. por el hecho de pogtular rr un mecsn¡8mqgn
mecanismo 9.0t,c 9a00 c0
inún uh
ryú.n a ta ñüi[ffii:ff,"h
WAqJJá-*lalJreirrosis obscgiva, Y
Y nA6'ñ
eA6'iñffi"'por gn üorcor
lleiünto'deciiiüo*üñ él'óual no se entiónde --eeto yi se]m?iffi
c-E-en el primer teórico del a¡io-- la diferencia fieudiana neurosi&
pgicois; Freud u8a cou¡o criterio e incluye en eeta clasüicación no'
¡ológica todo
.- -lo relativp dlrqtamie¡h, a la terapia, aJ análisis tal
y
vez debería.mó'f-&óE cué ést¿ eCtl criterio decicivo en la nosología
de Freud: fundamentalnente potque una psicoeis y una neurosis
no rerponden de la mi¡ma manera al tratamiento psicoanalftico, esto
es lo fundamenta\ lo nuclear para que Freud vaya construyendo zu
diferenciación neuroeis-psicosis.
En Ia clas de hoy hubiera querido tetoma¡ eetoe texta sobre la
primen nooología f¡eudiana donde loe dejarnoe en la última clase, en
e¡pecial el segundo de los textoe sobre las neuropcicosia de defensq
ps¡E ocuparno ests vez más específicamente de las hipóteeis que
Freud incluye alll ¡ob¡e l¡ neurosit obsesiva. E¡to va a quedar para
la cla¡e pÉxima y entoncee el regto de la cla¡e de hoy lo voy a ocu-
par en dc cooa¡. Una en recorda¡ algunas citas de texta de Freud
psra renrrcar esta euestión de l¡ solidaridad histeria-neu¡oeis obse
riva Otrg pa:r sgegar algunoe datoe sobre la cuestión de las obcesio
nes eD la psiquiabía inmediatanlente anterior y contemporrínea a
Freud. De este modo podremoe precisar un poco más la comparación
entre el método psiquiátrbo y el método psicoanalítico.
En cua¡to a h primera, para Freud es cl,aro y explícito que este
movimiento que él ¡ealiza al inventar eu primera noeología no se
puede entender ¡i desconectamoe a la histeria de la neu¡oois obeeei-
va, d deeconocenoo la soüdaridad que él quiere poner en evidencia
al incluirla¡ en el gn¡po de las neuropoicoris. Creo gue ya h¿bíamoe
citado erto, el trabqio de la herencia y la etilogía de la¡ neuroeis don-
de dice:
". . . he de¡cubierto
exarninando su mecanismo peíquico que las
ohegiones se hallan entrazada¡ a la hi¡teria más Íntiman¡ente de
%
lo gue La hi¡terh y la neruair obeeaiva foraan el primer
8e crise.
gn¡po de los gnrpoa de neu¡oai¡ por mf esh¡diadas . . .".
21
Ucüedes pueden verificsr entonces gue a pesar de que las observa-
cione¡ describen ru preoencia simultánea, la poiquiatría ubicó a la his-
teria y a la locu¡a de duda en do¡ lugaree muy distintos de la nosolo-
gfC a lE prinera entre la¡ neu¡oeis y a lr segrnda entre los delirio¡
parcia¡es. En esta üstsncia podemoa reconocer el efecto de la oposi-
ción ooma-pcique, corporal.mental. Es esa distinción la que está ope
rar¡do. Freud, por el contrario, no se deja llevar por eeta opoaición y
en un doble movüoiento separa primero a la histeria de lao neurosir,
rsconocléndole a la hi¡teria, por más que sus sÍntomas s€an corpora.
Ier, unmecsnirmo prfquico. Y eato le permite en un sogundo paso ro.
conocer lr ldenddad de ¡u mecani¡mo con el de la¡ obseslone¡. por
eso es tan importante la formación de eoe grupo de la¡ neuropaicoeis
eo el comienzo de su nosologfa.
Por el contrarlo, por lmpgt¡fS_dg ¡u método degcrlptivo.la p¡iquis.
*rl1l#,i","ffi
g_glicó L§l#H#ie*iTs#H:f#Ly:*hffi
a lar ob!€üúñffrp.
tr6ñel gn-ofro..Iugar; emrii;Br¡#
m!üóaó em,pliü¡ffi
_de _w¡ má[odo
aJEo_IuB-a¡;_dC_wi
riii¡ t[a¡ificación taxonóm ica.3odríamos decir.
que erto ee impuao aün en contra tié lo que la misma
28
FREUD EN LA P§IQUIATRIA DE §U EPOCA
Finalmente, me grrstaría leerles, para que tengan una idea más cla-
ra de qué pasa con esta cuestión de las obseeiones en la psiquiatría en
la época misma de Freud, algunos prirrafos de Kraepelin, del mismo
texto del que ya han leÍdo algunas lecciones en los prácticos, En est€
caso se trata de la lección N' 27 que lleva por título -fíjense uste-
des- "Obsesiones y Fobiaa", Ya eaben que éste es exacüamento el
tÍtulo de uno de los trabqjos de Freud de esta primera época, es un
trabqfo ds 1806 y esüe texto do Kraepelln es do 1906, or decir que
tenemos 10 años de dlferencl¿ entre un t¿xto y el otro. Reahnenta,
les vuelvo a insistir, es Bumünente importa¡¡te que uatedes lean estos
textos,' aobre todo Kraepelin. Además eB muy intereeante, en algunoe
caso¡ hasta divertido -¿no ler ocurrló esto al leer esae tres leccio.
nes?-.
A.: No tenemoa centido del humor,
P. r Hay una cosa deci¡iva Ee importanta eoto; leer textoe pd.
quiátricor y prlconalftlco¡ e¡ t¡¡nbtén una müRera de rarccentar su
experiencla. En nlngún ca¡o la expsrlsncln de un pdqulatra o ds un
peicoanalista pude ¡e¡ üan arnplla como pa¡a que a lo largo de ru
irayectorla profeeional pueda ver todo tipo de paclentes y una enor.
me cantidad de casoe. Esto puede ser suplido -y I veceE con mucho
éxitn leyendo ¡c6rca de lo que es la experienci.a de otra gente que
adam¡i¡ so tomó ol trabaJo de rogloürur ru experioncfa, de publicarlai
van B ver que so apronden mucha¡ coaas y ¡obro todo en cuanto a o¡t¿
trab4jo de empezar a adquirir di¡tinciones, de adguirlr discrimlnaclo-
nes, no hay que ponel el acento en "ver" pacienteo. poque para po-
der escucha¡log es necesario que dispongan de una s€ri'e de categorías
y de diatinciones.
Es cierto que los neculrsos psiquiÁtricos son limitados, eoo no qule
re decir que esta gente sea tonta, no todoa por lo menos. Kraepelin
no egüá en la categoría de II. EY., eo otra cosa.
En una de la¡ cla¡es anteriore¡ habfa heoho rcferenci¿ a lor psicoa-
nalista¡ que, al no llegar a ubica¡¡e corroct¡mente an la¡ defl¡nlcloncs
psiconalíticas, padecen en su trabqlo, en ous intcrpretaclonee, de una
cantidad de confudonet. Le8 habla menclonado el eJemplo en el que
insiste Lacan, la confusión tan frecuente en relación a esta noción
freucliana de envidia del pene en la mujer, esta confusión entre desea¡
[ener un Dene. v conrunqula con querer §€r um-
á?-düeftí la [teratu¡a
psicoanalítica est{í plagada de interpretaciones de este tipo. Obvia-
mente no B€ van a encontrar en Kraepelin con una distinción de e¡ta
naturalezq pero sf Ee van a enconbar con oha"o di¡tinciones. Por
ejemplo con ésta que ustedee leyeron en la lección 3 sobre la demen-
cia precoz, donde Kraepelin, despuéa de preaentar al primer paciente
de esta lección, dice: A partir de acri ua'tedea podrían creer en un exa-
mon ruporficial quo oo ürota¡Ía do un cuadro doproaivo como vlmot
29
en el paciente gue presentamos en la lección anterior. Pero si obser-
v8n con máe atenciónr agrrega, se percatarán de que s pesar del pareci-
do, se trata de algo completamente diferente ya que
"u¡todü vén quo Gr1 cÉte paclents el temor cobru el aBpeeto de una
ütrpuHén, Pcro ¡ne$ándolo oon ouldodo, ¡c oonrhto qu§ 0n rosll.
dad no il quo ro rlenta trnpolldo a eJeouüar lor soto¡ {uc ál teme,
¡ino ¡olamente que experimenta el temor de eJecutarlosi'.
Si ustedes no pueden hacer egte tipo de distinciones, si no llegan a
toma¡ el gurtg, por- este tipo de distinciones, conerán el riesgo de
qguivgql loe diagnósticoo y muchas veces se compnreba que el enor
diagnóstico
-piopeng de apreciaciones como hs {ue aquí Kraepelin
tl¡rya ruperficlale¡, Por ejemplo, para tomal uno de nueitros ateneos
clfnicoe, funcionando con el prejuicio de que se trataba de una neu.
rod¡ ob¡eslva s€ confundfa con un ritual dL limpieza lo que en real!
dad era la certldu¡nbre pdcótfca de que la suciedad hplicaba infec.
oión y .t:ertnrcctón. Por dccirlo brevemente, ya que usteáes saben por
ru trabajo en los prácticos que el significado es aitíc¡¡ de delimita¡
cuando se trats de ese tipo de certeza.
Les decía gue estar lecciones de Kraepelin son de 190ó, diez arioe
poctarloret al momento en que Freud reúne histeria y obsesión en
un mi¡mo gn¡po nooológico. No tenemos datos de que Kraepelin
aceptaro nociones de Freud ni, mucho menoo, de que lo leyera. Sin
embargo en estas lecciones de 1906, y eeto es lo qué quiero rnostrar.
ler, Kraepelin- ya formula articulaciones entre histeria-y neuroeis ob-
resivg articulaciones que no Bon en absoluto congrubntes con sus
anteriore¡ nociones. Aún ha¡ta Ia sexta edición de gu tratado
en Ia que, como ustedea ya saben, b histeria forma parbe de 9"J§gg lalneu-
rogfu generalea con la i? tas iriéurosis úiaüma.tfear v 6ñ
8e rnc
Fue una época, ésta en la que trabqjó Frñá, en
l8¡ue lar velozment¿ entre investigadoree y las in.
fluencia¡ enfrecruzada¡ de manera muttiple son difícil1s de eeguir. No
sé todavía cuál fue el papel de Janet in eeto. Lo ciorto elqu. un
190.6 Kraepglin ya eatablece relacionee aunque ambiguas --no voy a
dqci¡ C-ug a la manera de Freud- entre histeria y obsésión, lo cuai es
original de Freud.
80
Freud ae quejaba de la lentitud en la difusión de zus investigacio-
nes y de la resistencia contra las ideas psicoanalíticas. No crean uste
des, a veces uno forma un panorama falso con esto, no crean que la
psiquiatría no asimilaba rápidamente las conkibuciones freudianas.
Ya vimos que cuando Freud crea el cuadro de l<d0üfdEiFtléAñ-güstia
-obis originalidad freudiana en cuestiones de nBdl@iffiñs
ción-es re-
conocible aún hoy en el D.S.M. III. La¡ ideas de Freud se difunden
nípidamente, eólo que, y esto es Io decisivo, desprovistas, despojadas
de au hipótegis de la sexualidad y de la etiología serual.
8l
trlmente ambigtra, y 2- Que aún asÍ no la llama
neu¡osis sino que
conserya el nomb¡e de tlocura"
obsesiva.
Segundo calo, un artista de 35 a¡io¡ que 7 meres antes habfa caí.
ds de un-Br¡dgnlg permanociondo rin conocimiento durante un lapro
ptolongado al e¡bo del cual hizo un acceao convulsivo. Desde esa
época comienza a producir diferente¡ oíntomas, uno de los cuales
es la obseEión pgr el miedo a pronunciar, I pesar de é1, malaa pala-
bn¡ y en particular palabras de lesa majesüad. Aquí pueden volver a
aplic-8¡ la distinción de loe doe registros, el de lo dlchó y el decir. Re-
cuerden el ejemplo: deci¡ "el que diga que el ley es un canalla se las
tcndná gue ver conmigo" no impide quó ese deóir sea punible. Ubi.
quen-_ademú el lugar y la fecha en gue se despüega li obeervación
que Kraepelin e¡tá preaentando, patece que el deliio de lesa mqje*
t?d ng era preciramente un delito menor. La cueetión es que, aunque
el paciente nunca había dicho efectivamente ningrrna de ras palabias
que-tanto- tqmía decir, su miedo era tal que, primiro, se ataba un pa-
ñuelo en Ia boca para no hablar, y después le fue necesa¡io traslad-ar.
se aI extranje¡o, 8 un lugar donde tal conducta no constituía un cri.
men' para poder deea¡rollar zus actividadeg. A esüa obeerv¿ción co.
nerponde el coment¿¡io ant¿rior en el eentido de que si bien oarec+ I
"En ct¡anto a los miedos, se relacionan sobre todo con una entidad
pariglte próxima de la histeria, la locura obsesiva, que al igual que
aquélla eB una manifestación de degeneración".
82
que se le dedican. Sólo quiere partir Iejoo para no pur.*."", con su
familia que tanto ha hecho por ella y a Ia que tanto ha defraudado. Y
esto es todo lo que Kraepelin puedo obtener de ella en una primera
etapa.
Por los relatos de la familia averigua que este estado de depresión
se desarolló muy lentamente a lo largo de muchos años. Habiéndolo
advertido los padres y como presentaba dudas religiosas la encomen-
da¡on a un sacerdote y la enviaron a una peregrinación. El remedio
fue peor que la enfermedad, s€ comenzó a reprochar cada vez más de
pecados de loq que no se podía arrepentir y por eso pertenecía aI dia-
blo. Perdió el apetito y llegó a un "estado sin deseo y sin voluntad,
todo le era indiferente".
Despu& de muchas vaeilacionea, la paciente se decide a confia¡le
a zu médico cuáIes son las ideaa que la torturan. Kraepelin cuenta en-
tonces -y ustedee pueden ver que no lee faltaba a loi psiquiatrao mrr.
terial proporcionado por zus propioe pacientes para verificar la hipó-
tesig de Freud sobre el significado sexua,l de los sÍntomas- que unr
serie de no cesaban de"-asalialdolorosamente a s:
paciente:
"cada objeto que veía Ig recordaba los órganos genitales del hom.
bre, un mango de cuchillo, un bastón, etc.".
"Si veía una venda pensaba que se podía envolver con ella un pe
ne. Un crucifijo despertaba el pensamiento de levant¡¡ el mandil
para agrurar con sus mano6 los testículos. Para un mismo objeto
surgían multiples ideas anáIogas que la persegrrían sin ceear y sin
posibilidad de sustraerse a ellas"
E8
si sabemos leer, también la aSicg!aq-LéI,.n!-f9-teügió4-y-¡te^Uloi-§.9-h-
sesiva.
-Fsn udedc¡ quo elsolo hecho de "vcr pacicntcs" y eocucharlor,
por rf ml¡mo e¡ ln¡uflclcnte. Oonviene estar munidos de otra¡ no'
ciones y disüineionee, herramientas sin las cuales la observación no
leg s€ni¡á para nada, No es cierto que el analista opera con su no-
saber. Por el contrario, dice Lacan, conviene que el analista esté pro-
vi¡to de un saber fuerte. La potente mi¡ada clínica de la psiquiatría
no le sinió a Kraepeün para ir muy lejos en este caso. ¿Cuáles son
sus conciusioneg y comentarios sobre esta tercera obse¡¡¡ación de su
lección 27? En primer lugar una "regla clínica" que recuerda antes
de constn¡ir el -diggoé§licg y que conserva todo su valor para noso-
tro¡ anali¡ta¡:
u
maría el Parto de los Montes. Con esa enonne conshrucción de ¡aber
las indicaciones terapéuticas son las siguientes:
86
ne del anslista. De todos modos, dice Lacan, oi--e¡.§ m-1¡jgr-_glli-el9 te-
ner un pene, e imagina consegrü uno que no es cualquiera sino el de
ffi
'tffñAnarizaclones ile óoniin gen Cia ento¡iráCsi siñ6-Aé.'
popibles de un- hecho e¡tructúral. A la altura
m?é-
del semina¡io 6o Lacan no ha constituido todavÍa su.noción-d¿o\ieto
y por lo t¿nto t¿¡npoco -por lo menos explícitamente- su propuesta
4g que hay
/".-', b:,É-
un más aUá de la castraglsn, de que e__Ltnglgl-enálisis
coulcEe con ra Ia
^Iro
dCEIO qI hom_brc y iiüi'tra dél pene en la De todos modos
+--s--
-'\.:-=-
ru e8to., ni
ru eus cor
8u8 comentários sobre ese caso de nEurosis obsesiva, ni las
nocionee sobrc la estn¡ctura obsesiva que allí utiliza, hubieran sido
posiblea sin la elaboración freudiana de la neurosis obsesiva y el retor-
no a Freud y a la lectura de sus textos que comenzaremos a recorrer
ulo I q'o desdq la clasepróxima.
86
k
,
E7
t P.; El mito de Te¡oq: tabú, tal como Io constntye Freud, es ana'
sentido de.la propuesta de Levi.Str¿uss,
iqzaao no5 Lacar¡ eiguiendo,el
*úpli, ¿" r" trts¡t-Elmiüs-9L§lreanren¡de-9-qlryr9nte,w, eino.,plmo,
i w-t4g!E.g-rglj!..¡r-sa-r¡I¡y}{-:.l-.s-ra.-vsrya-srlwE¡'!¡' e.sv-.-vL'
üo el_riue ¡e van ¡csnqderylo los e.lem.gúq.{eUnilo_r_lq_gy.g_IreÉ
i§t aur¡ |tqf{sffiiiEt{f"* acceder yponer
y poner en cleEcublerüo..c}.at^e!
descti6ióñó cuál
Ió gue hay que hacer eo conocer sus digtintas
veffiffi, compara¡ una versión con otra, ir oponiéndolas y veri-ficar
el camblo de lug¡r y de función do los mitema¡. Lacan va haciendo
un trabqfo análogo con estas dog versiones, I¡ versión do Sófoclee y
la ver¡lón do Freud an Totem y tabú.
Por ejoplo, el orden y el lugar del goce. En el mito
mito os snteiiór il
a{gru}§wtJrJ rü" prontoroo para el nuo corno lnacceSl-
tan
E¡ ru¡ar resurúa lnacces¡-
ble era al comienzo. Por otra partc, de acue¡do con el mito de Sófo.
cler lo que apa¡Roe eomo objeto prohibido es la madre; en el mito de
Totem y tabú no ea la madre sino todas las mujeres. No es lo mismo,
dlce Lacan. En un ca¡o aI matar aI padre el hiio accede a la madre, En
el oho al matar al padre las mujeres resultan retroactivamente tan,
prohibidar como antes.
De ects Eanera entonoea Lacan vs comparando, va cotejando las
diferencia¡ de la versión edípica de Sófocles con la versión de Freud
y Uega a la conclusión de que Fre.gd invegtó un mito, aI menoe in-
vento una 4ga,a versió-! del mito de Edip-qy t¿rmina entonces¡o.
niendo e.¿ Éiiói6ilqnq. v gtra-ve$ión-conjiiatn¡-ctuáli*eri.u j-h
eefñ-d¡¡e-]gblleg¡ya. Esto forma parte de la elaboración lacaniana de
l,a düerenci¡ entre hi¡teria y obsesión.
¡' p_g$_Ulq_Cls]a.y@éUde §ófocleg egtá rel acionad a con..Ia-eetrudq.
t@e-Erzudrerpon¿e rl¡ estructu'B ob§psi
pn
t¡¿* yo
egt€ Eentido gue
les decía debemos toma¡ este texto de
Totem y tabú como un texto relativo a nuestro tema en general, no
sólo en aguelloe capítuloe en que explÍcitamente Freud 8e ocupa
allf de la neurosir obs€6iva.
7 - 1913 - La dispotbión a la neurosiE obeeaiua.
8 - 1916/17 - Leccionea 16 a 19 de la¡ Leceiones introductorias
al peicoanól¡c¡s de las que noc comenz&mos a ocupar en la cla-
se pasada. Funda¡nentalmente la lección 17 cuyo título es
El aentido de loa e(ntomaa.
9- De eae mismo año oho trabajo que se llama §oáre hs tra¡u-
mutacionea de laa pulaionee, eapecialmente del erotiemo
arul,
10 - Finalmente hay que mencionar el texto de 1926: Inhibi-
cíón, síntoma y dnguEtia. Eg en este texto donde Freud pro.
siguiendo con la¡ hipótcsir que ya había constn¡ido sobre
la neurosis obsesivao se ve obligado a trangforma¡ una s€rie
de nociones de zu t¿oría para ponerlas de acuerdo, hacer-
las congnrentea con una cantidad de cambioa que fueron sur.
88
giendo sobre todo a partir de Móa alló del principb del pla'
cer, y a partir de los textog sobre el Edipo femenino.
Es aüí donde Freud üega a poner en un lug;ar_central a la gqgtre-
qlon +-a-la- ar-rgu¡tis-de ery!-f.acÉrr X ta-tónsecuen c ia d e e ff«i-él l o qu e
iamos a ver aparecet en Inhíbición, úntoma y angustb, donde Freud
va a proponer que la cue¡tió g¡contral eA lap.-4-lstiot¿p.e-¡ún¡ch¡¡a¡¡et
tbtirxu,, hist€ria, obaesión y también fobias -a eata altura incluidas
'en
la eslm[ñ ñeüiBña-como una?i-lls dos formaE de la histe-
na-, que e8tos treg
A.: Freud habla de doc teorlaa de la aqastia, ¿por qué uated diee
que eo una?
P.; Afirmar asf, categóricaruente, que en Freud no hay doe teorfa¡
de la angrrstia, e8 una afirmación de la gue me hago responsable. Es
decü, no la he tomado de ningún oho lugar. Indudablemente es una
hipótesis que tiene una fuerte influencia de la lectu¡a que Lacan hace
de los t€xtoe de Freud y básicamente para que tengan una cierta idea,
por tomar el punto má¡ delicado, habitualmente cuando se efirma
que hay una segunda teoría de la angrrsüia en Freud se dice erto -y
sí er:ónean¡ente- que en este texto de Inhibición, aintoma y sngtts-
úia, aparece la noción de Ia angustia como señal de alarma Esto es
incorrecto, incluso gi ustedes leen el dicciona¡io de Laplanche lo van
a encontra¡ de esta manera, se afirma que Br¡rge eata noción a partir
de este texto de Freud; eso no ee cierto, surge mucho antes. La en.
contramos ampliamente desa¡:ollada en las Leccionee introductoriat
al psicoanáluis en 1916-1917 y también en estos primeros textos
freudianos anteriores a 1900, por ejemplo, los textoe sobre la neluG
sis de angustia.
Es decir que de ninguna nlaner& podemoa habla¡ de una segunda
teoría; al menos no en el sentido en que lo hacemos cuando deci-
mos que hay una segunda teorÍa de las pulsiones o cuando decimog
que hay una segunda teorÍa del aparato psíquico. En esos ca¡os sí
se puede afirmar legíti-ramente que hay una segrrnda teoríg donde
Freud portula la existencia de una pulsión de muerte, implica una
mptura enorme con lo gue fue el primer plsnteo que hizo Freud de
las pulsiones. La segrnda teoría del aparato psÍquico que propone
estae tres inrtanciaq eIIo, yo y superyó, impüca también una diferen-
cia ma¡cada con lo que conocemos como primera topica y genera
problemar acerca de cómo poner esa primera t¿oría en relación con
la segunda
Nada de eeto zucede con la llamada eegrrnda teoría de la angrrsti4
no hay ningt¡n cambio radical, no apsrece nada como nrptura en cier.
to momento de la obra de Freud. I{ay ef doe maneras di¡tintas de de-
finir a la ann¡s'tia peto ambaa eatón desde el comietuzo y Freud las ,
CABACTEB Y NEUROSTS
En esta lista de üextos en los cuales Freud va elaborando las nocio-
nes que tienen que ver con las neurosis en general y con la neurosis
obsesiva en especial debe incluirse el historial del Hombre de los Lo,
boe aungue no nos podremos ocupu de él este año.'Ianrbién se sue,
le inclui¡ oho texto de-!§p$gue lleva por bítulo §! ga,gigle_r_y el ero-
t§gggJ. Que este texto aea incluido como prirud"do lñ 6llfll6?ñdtT'n
frotidiqnu do lo nou¡orla obcorivu, prurcn[u nlgunoo problemas. Sobre
todo ¡i da lugar a que el carácter onal er¡óneamente pase a ser Uama.
do cardcter obseeiuo. Freud nunca lo llamó así, cuando se reñere al
canicter üce ca¡icter anal. Si leen ese texto de 1908, van a vorificar
que a lo largo de todo el texüo, Freud no menciona la neurosis obse-
siva ni una sola vez. Y no porque a esta altura no hubiera trabqjado
guficientemente cierta cantidad de nociones en relación con la neurG
sie obeeoiva, como vamos a ir verificando a medida que vayamos tra.
bqiando. ¿Por qué no me¡ciona a la neurosis obsesiva allí? ¿Por qué
ee olvidó? No la menciona porque para Freud en ese momento son
dos nociones diferentes. Recién en el texto deJ9l& Lt jjppopip.ión c
ta neunodt o,bsesiu-(.la organización údico.anat será É6i[ilá?lá óomo
predisposición tanto pa¡a la neurosis obsesiva como para el llamado
car.ácter anal. Pero esto no quiere decir que tengamos que confundir,.
una cosa con la otra, el ca¡ácter con la neurosis. Al final de este tex-
to del '13 Freud explícitamente establece una oposición. Les cito
t¿¡h¡almente la frase:
ffiff
d?Ñ.-.fl* Q,t
e'xir"-... p',?f"l?h3üi"ütJi,[,:i'"t#ffi
!
f ;'f,
iéf ééoiióniico muy intensificado puede lleva¡ a la avaricia y la tena-
cidad exagerada puede implicar la obstinación. Pero, ¿curíl es la no-
eión fundamental a de¡taca¡ en esta comparación entre carácter y
nourolia obaosiv¡t Que Jurtamente por el trabqio de eublimación de
restar pulriones o por su transformaclón a travé¡ de l¿s form¿cione¡
\reactivar, ¡e -trata acá de digüinto¡ mecar¡ismos y proceaos gue funclo,
nan apoyando, coneolidando
-iisió la reprcsión. Es decir que son mecanii.
qüe Freuá lá¡ni
lDreston eltcu¿.
@
I- Y justamenüe
J----
Ia neuroai¡ ee ca¡acteriza por lo invereo a esto, la-
noción central de l'reud relativa a las neurosia apunta a U¡l¡¡Cgs¡f
-repreeión I
{1
recen ostos r"sgos de ca¡ácter pero no en relación a una neulosi8 ob-
aesiva d¡¡o en rplsción a una estn¡ctur8 perversa. E¡ decü que se trata
decorar,que tanemos que dlferenciar. ¿Por qué er importante y por
quú me dctaryo sn üocntuü crüo? Porgue e¡ dcma¡lado comrln elta
co¡rfu¡lón. Y entonce¡ 0! muy eom{¡n qu€ 6n el momento de la elabo.
raolón dlagnórülca! gu6 or uno de los obJetivos que nor planteamoa
pa¡a el tnb{o 0R ettt mst rla -quo urtodot ortán on oonr¡lolonor d0
afiont¿r ¡t¡ t¿¡oa do lormula¡ un cllagnóstlor, fl muy fresuento
que frente * esta tarca de formula¡ un dlagnóatlco qulen io hace em.
piece a gt¡iarae par¡ establecer el diagnórtico de neuioais obsesiva por
loe rasgoe de ca¡ácter, y eeüo es eEóneo.
que el problema es más amplio. Que ha llegado in-
- Podemo¡ decir
clu¡c r Ceforma¡ la noción freudiana de nouroois obsosiya que más
bien l¡ ldea que clrcula on el longuqjo común onüro anulisúai -vere.
moa deapu& cómo se originó erüo-, entre peicólogos, entre psiquia-
tra.o, ea gu9 9l net¡rótico obsesivo es un sujeto ordenado, pulcio, ótc.,
y no es- arf aiempre. Ustede¡ van a encontrar esto¡ rasgor do caráctei
on muchftlmot rqJetoo quo no ror¡r<.rnt.lon u unu octructüru obuoolvu; y
los van a encontra¡ I veceg aí, a veces no, en sujetoe que responden i
una estructura obsegiva
No podremoE ocupsrnoo globalmente de este tema de las relacio.
nea entro neurogil y carócter gue en los porüfreudianoe ha alcanzaclo
un extenso deaarroüo, divereo y poco preciso. Freud mlsmo no ubica
ecta cuestión eiempre de la misma rranera, Sobre todo en sue textos
poctl'mos. Por ahora lo importante ee que no establezcan una_Gquiva-
lencia automáüca entre carrictgranal¡r estructur-a obacsiva, á¡í óomo
veremos qneTañp_- hay que estableAella - entre el llamado caráCter
paranoico V la út¡r¡&¡n-ffinoica
EL DIACNOSTÍCO Y LA VASIEDAD CLINICA
42
Lqq¡¡n Ilama.a es!o-fq. ener4e
ús-.' En'cierto momento créí
qfeato era una indicación lacaniana, zumamente pertinente por
9i9rt-o, Deepuác adverüf que era una confirmación má¡ de la pró[.
jidad- con que Lacan leyó a Freud, re¡catando de sus textoj algo
quo fue- totdmente dejado de lado por loa "ortodoxor', poet.freu.
dlano¡, Mfu adolonh vamor a vorlflonr quo stto no eB un invenüo de
Lacan, que acá Lac¿n vuolve, rotoma algo quo scüú sxplfaltamenüs
en loe textos de Freud. Los obseslvo¡ ro pros€nt¿n on la clfnica de
muy distinlas manera§, hay muchas formas de neurosls oboerlva y
v¿rmos a ocuparnos en su manera de presentación en cuanto a la
descripción, en cuanto a la fenomenologa de la estructura obsesi-
va, ne una fenomonología muy variadq de modo que uatedes van
a encontra¡ que hay muchos obsosivo¡ quo no ú0 p0r0c0n on nada a
otros obsesivos.
Esta enorme variedad clínica de la obeesión.está planteada en
li'roud on rolación a la neurosi¡ misma, Pero para nosotrog este pre
blerna re complejiaa mú¡ [oduvla tludo quc no quoro¡noa plnnioor
estas cuestiones solamente en términoe de neuroair, no solamente
en términos de estructuras patológicas, sino que Io queremoa plan-
tcar como gflililfrg/A¡ -§Uhieriy¿s. Entonces, ai planteamos esta dife-
rencucron os p orq uI pt¿¡niññ-rrs una ga[pr.gf gin,-phssÁiy¡-cn.ln §,gg'
.
no
- Hay
necesariam.gtrtg_hAy.*Hlg¿frUl9qls.
-
sujetos de estructura obsesiva que a lo largo de su vida Uegan
g desencadenar una neurosis; hay ohos que nunca la desencadenan.
fTenemos que encontrar cr¡áles son los rasgos diferenciales de esta
'estructura más allá de los rasgos que la definen cuando ya hay una
neurosis desencadenada- Y estoe ra8go8 no son necesarlamente ras"
3os de ca¡ácter.
Entonces esta cuestión de la va¡iedad clÍnica se refracta en dos
dimensiones, en doe sentidos, Por una parte, hay va¡iedad en cuan.
to a la forma, y esto es lo que Freud recalca, porque Bue nociones,
su trabajo, están aplicadas fundamentalmente -al menos de una
manera explícita- a la noción de neurosis obsesivg a la patologa.
Y é¡ allí recalca que no todos los casos de neuroeis se preeentan dá h
migma manera.
,)qíq.3e.J¿r&g¡Ug¡i& los distiñtú
_
Pero a eato tenemgs qy9 agregü lo que podnamoa llamar la_di¡gg
momentoa en su desarrololla sea
ItrtrTfñdüiosi, üodavía no se dcs€ncadenó, ya 8ea gue ae des€ñcade-
nó pero estií en aua primer<,,s momentos o ya soa quo nos encontro
mos con un caso donde hay una neurogi¡ que lleva unos cuantoe
" años de desarrollo, entonces se nos presenta de otra manera.
Les doy un ejemplo de esta última situación. En la clase próxirna,
en que retomaremos este tema, inclui¡é algunos ejemplos de las ante-
riores situaciones. Un sujeto que llega a la con¡ulta porque tenía
una idea que provocaba en él una angustia muy intensq la idea de
que había matado a Aramburu, Por este dato ustedes pueden fecha¡
48
cuál 6 el momonto histó¡ico en gue gueda ubicada la con¡ulta. Tal
como veía¡no¡ en la claae pas¡dg no ae trataba de que el sujeto creye
ra en ru idea, él sobla que eato no era cierto, pero eso no mitigaba en
lo má¡ mfnimo ru angustia y ou tertor, má¡ todav¡a, él ee hacía otroe
plent¡or quc lo ¡cercábur mú¡ ¿ un planteo dsllt¡nte. En todo orrc
úl nbh qu. no or0l¡ rn ru ldcl, ptro ¿y la pollofr? Lr polloír rl po.
df¡ oncr. A pa¡{¡ dc o¡to podemor tr vlcndo lor dt¡ttntú oomponrn.
tor qur Frsud va determh¡nds, dlsühü¡¡ oattgsrfr¡ dc ¡lntoma¡ de
la neurorlr ob¡aha Er a partlr do osto guo ol ruJoto comlenza a dor¡.
nolla¡ una canüdad de actos -y8 no ¡e trata entonce¡ de una idea
obsoslvs cino de actor-. El tenía en su casa un arrna, un revólver que
habfe ¡ecibido como herencia de zu padre, que a Eu vez lo había re
cibido de ru padre. Egtá claro de ests manera que rc trata casi de un
a¡ma de colecciór¡ pero pa¡a este sujeto el hecho de que él la tuviera
en tu cara pars 18 poücía podía funcionar como cigno verlficatorio
de gue cfec'lir¡aucnte él habfa eldo el a¡e¡lno,
De manera que empleza a de¡a¡rollar una sarie de actor parB €scon.
der ecte objeto, lo entiera. Decpués, por eeto mismo que Freud des-
cribe, que- lo¡ gc!$.a lo largo del tiempo van cambiando au sentido y I
Itegan l¡rcluEl tener un ¡entido,lnvet?o, Ia obaosión e¡ conoctado
oon eito; si la Éóltcfi llsgo u mi cnm y 'üo quo yo oacondí ol rovólvor
y lo enterré, eoo sf que es la verificación, la prueba de la culpabül-
dad. Entonces re dene quo dedica¡ a deshacer su aqto. Erto ea algo
gue ya habfa ma¡cado üamblén, qus a veq6t lpl .l-c!ql_ -obsesivo¡
te : u¡ !i9mp_9 pg ql
un*tiió E-cicatenFl6ITlñtiñfi-f,póf quó? Porguo para dlflcultar que
erte objeto fuen encontrado lo había desarmado, cada pieza la habla
enterrado en lugarec distintos y entonceo logra encontrar algunas pe,
m no log¡a encontrz¡ la¡ otrao. Podríamos regub, petp me pa¡ece que
con elto ec rt¡ñciente pa¡a que ugtedeo oe den cuenta de que en este
car<, rc trata de un¡ neu¡osit obee¡iva que ya llegó a un punto basüa¡¡-
t¿ avanzado ern su desarollo, podríamos deci, más o menos equipara-
ble al punto en el que llega el Hombre de las Ratae a la consulüa con
F¡eud.
Tsl vez el Hombre de hs Ratao Uega en un momento todavía mri¡
¿vanz¡do en el aentido de gue podnamos afirmar allí que incluso la
Ea¡rderencia con Frtud ya eotaba incluida en el ¡fntoma. Ustede¡
raben que utüet do lr a vor ¡ Froud octe hombre habfa leído ulgunua
dc ru¡ obtr¡: Palcopatobgla de la uida cotidbna, Le llamaba la
atención l¡ dmilitud de la¡ cosas que Freud decía allí con las cogas
que a él le parabur, uf que no caroce de todo fundamento decir que
lo que de¡encadena y motiva la consulta --todo lo que ocurre a partir
del encuentro con erte penonqje que Freud llama en el historial "el
capiüÁn cruel"- era ya un efecto de la trangferencia con Freud.
De toda¡ maneras aprovecho para recalcarleg otra cuestión: la co-
ne¡ión enüe lo¡ problemar, la¡ temática¡, las preguntar, los conflic-
41
tos si ust€des quieren, que plantea un neu¡ótico en su ¡íntoma con
los problemas, las situaciones del conterto aocial.
Fíjense que de alguna manelia lo que erüe sujeto del que les acabo
de hablar traía en su consulta, eete terror tomando como objeto a la
policÍa que lo podfa confundir con quien hahia sido el asesino de
Ammburu, podemor dech quo el toror quc vive €lte hornbre con su
rfntoma no s6 muy dltorsnto dol quo sl¡¡¡nor añor derpuó¡, Edvsrtld¡
o lnadvortldamohtd, D6 Esnoralt ufa para üodoe,
;:ffiEs#üii[*r
¡lg {sto éxlste ri6-íóló*6ñ-f
Ia vida cotidiana del momento en que este euJeto llega a la conrultq
esta idea de que la policÍa lo iba a confundir con el asesino de A¡am'
bunt podía resulta¡ total¡nente ortravagante y sin embargo, si noe fi
jamoa bien, este sujeto obsesivo lo únieo que está haciendo es antici.
par doede su sÍntorna el ter¡or que iba a forma¡ parbe de la vida coti
diana de todos nocotros en un ciclo que abarcó uhos cua,r¡tos año6.
El hecho de que loa fenómenos nauróticor se planteen no sólo ¡in.
grlarmente para cada sujeto, sino hcluso que Ee plantean en la inti.
midad de cada sujeto, esto no quiere decir que no haya una conexión
con lo que de una manera amplia podemoe llama¡ lo aocial.
Iisto mismo podomos docirlo poru ol Ilombre do las Rata¡. No ¡6 ¡i
alguno de ustede¡ recuerda. . . en 1921, !'reudescribe Paicologhdc
lat maua y anóliels del yo, donde dess¡"olla la noción de eEtn¡ctura li.
btdinal de los gn¡por y la aplics fundamental¡nente a la e¡tn¡ctura li.
bidtn&l de la lgletla y a ls e¡tn¡ctura ltbldinel del ejército.
En rlgunor de lor pámfor probablomonto ¡uobrdarÉn quo úl atrl.
buyc a una falla cn la conrtltuclón do ert¡ e¡tructun ltbldinal cn ol
ejército pnreiano su derrota, y ahf dlce que es una ca¡acterfsüca de
ese ejército Ia enorme cnreldad, sobre todo la cn¡eldad que tienen los
oficiales en relación con log soldsdoe y Freud pienra que esta caracte,
rística ha funcionado allí atentando conba la coruiitución de esta'
üusión que e8 necesaria para mantener cohesionado y unido I un gru-
po, que ee la ilugión de un jefe gue arna a todos los sujetoe del gnrpo
por igual, de la misma manera. Aunque no eB en el ejército pnuia-
no ¡ino on el del imperio auatrohúngaro donde ocuron la¡ cücun¡-'
t¿ncias en que se deaencadena la neurosis en el Hombre de la¡ lla'
taa. El encuentro con el capitán cnrel eg un episodio anecdótico o
aingular en la historia de este sujeto, es una contingencia haberse en.
contrudo con oaüo copitán quo cuonta oaor prúcticac do torturu, obc,
Pero ei nos ubicamog en esta oha perapectiva, no s€ traüa de una m0'
ra cuegtión contingente de un zujeto individual con otro zujeto indi.
vidual. Esto ocurre cuando él debe incorporareo al ejército para eatar
maniobra¡ periódicae, es decir que él en eoe momento ae incluye en
un gn¡po donde esta cuestión de l¡ cn¡eldad eetá pueeta en primer
plano. En este s€ntido qu oíntoma lo podemoe toma¡ como un síntG,
ma ringular de egte eujeto péro lo poitemos tonia¡-tambiéñ-ói¡mo un
i r ntojiü-de' rie- if r¡F o. Eato ño él solam eñt€ v{tid ó'pqra_la s_ n eur oei.e,
es válido- ttpblg! ps¡c h! puicosia, E¡ decir que aun cuando lag p¡i' '
c-oiñ'iáffiCvte'iiceñ'por a¡ñ¡na incapacidad del oqieto para atontar
ciert¡s dh¡acions y problemao que le plantea ¡u üda en conviven.
oh -{o0r que tarnblón re lo! prcúenta a loo nsurótico¡-, y aun cuan.
do üeguemoc a decL que la pdcooi¡ e¡ una ectruch¡ra que no hace
lazo cocia¡; e¡to no quierc decir que haya una degconexión. Y que
¡ún en Io que podemor lhma¡ lo¡ ¡fntorna¡r en un ¡ontldo amplio,
de h¡ plbo¡l& r¡a!¡ot a enconh¿r t¡mblén «tar problemátloar que
oorsponden t un e¡cenarlo ¡ocial má¡ emplio, Lacan ye aflnna cr.
t¡r oolsr muoho ¡nto¡ ds ler pdooanallrüa, cuando todavfr cra p¡l-
qt¡tstrq cr¡a¡¿o él preoenh ru ¿€úit quo lleia por tltulo "Lo palcóeh
pamnolct y cua rulacip.ne, son la perrcnalldd",
Allf L¡c¡¡¡ rplata un caro y oe ocupa de analizarlo extensa e in-
tendv¡mentei er lo quo conocomoo como el caso Aimée, e¡ el nom-
brs que 6l ls d¡ r eüts prlcnts en el hlctorlnl. AIñeo üogr a rer la
paolente ds lrror¡r polflur on lo que ¡e llama el puqfe al eoto prlcó.
tlco cometc uñ t¿{o dellctlvp, va a bu¡car a una artl¡ta de teat¡o
muy fanon Gn Gto momento -lo que ahora podrfamos llamar una
vedetta-, la va a bu¡car r la sa¡ida de una función y la apuñala, por
lo menor lnt¿nt¿ haeerlo, entonces es conducida primero a la poli'
cfa, deryué¡ a otra¡ instih¡cionea que tienen los francesoe. En la po-
licfa la gente quc la rpcibe inmedlatamente oe da cuenta de que pue
de tratfirc ds un qleto pdcóüco. Entonce¡ Lac&n, que en G8e mo-
msrto trabqjaba como pdquiatra foreno.e, se encuentra con Aimée.
Lacan no deJa de detaca¡ ecta cuestiór¡ dice que, aún en est€ ca-
lo, etta flgura con la cual ell¡ entra en rivalidad eopecular y a la cual
decide apuñalar, -todo eeto que má¡ adelante Lacan va a inclui¡ en
la nocióir de la.qtrrMg¡9-p:o¡-u ael estadio.del eibqio=, dice que
erta llgun no c un p-roblema ¡ólo de esta muJer, Ia vedette e¡ una fi.
gun tfplca y unr llgura problemática para nuertra épocg ocupa un
cierto cn la problema¡ de nuestra cultura.
-Ca.sxe
ffiiildithoú términoo gue efectivamente han ¡ido usadoe en la his.
toria de lr pdcologfao en la hi¡toria de la psiquiatrla y aun en la hi¡*
toria del pricoanriliris, en lugar de deci¡ eatn¡ctura ob,sesiva poüía-
mos haber dicho peroonalidad obseaiva para matcar egta diferencia
con la patologfa. Muchos pricoanalfutas lo han planteado así, Despu&
de todo el üérmino pemonalidad es un hármino gue Freud utiliza. Uo
üedes conocen este t¿xto del '32 donde Freud da una de sus últimas
vueltas ¡obre l¿ regrnda tophe, ahf el hármino aparece en el título
dol trabaJo: "La dluhlón de h peuonalid&d ps(qulca,,,
La noclón de perronalldad que Freud uaa e¡¡ eae trabqJo, juetamen.
te la hipóümi¡ fundamental eo que si 8e trata de una peraonalidad oe
trata de la diubión de eea peraonalidad. Ee dect que podemoe habla¡
de personalidad t¿l cual Freud lo utiliza pero aiempre üeniendo en
cuonta que la noción f¡eudiana de pereonalidad alude diroctamente a
48
noción de--d¡vs¡fir. Y que no concuerda con la tradición que tiene
la, /--*-ry,#,¡rÉ-Ea.
es6-ñó¿;ióñde personalidad tanto en el saber peiquiátrico como en el
aaber psicológico, donde La noción de personalidad apunta fundamen-
talmente al criterio de la unidad, de la unificación.
Pero ademas eate término personalidad tal como ee plantea en el
sabor de la psicologfa y do la psiquiatría ed muy confu¡o también, ee
muy amplio. Preferimoe el término eatn¡stu¡a que Ee acomoda m$c¡..
a"laen¡etanssae"riErIdTEHfiaaffi *,
Erilir- cüüstlón de l¡ foimaniló'-ün"ülpo-ittjiñrilt6-y lletlii'de ahf
hacer el di¡gnootico conrtihtye un problema mucho mÉ¡ ampllo. No
rólo ro pl¡ntoa on támlnor da oa¡{süor, §l hs trut$tdo ¡obro todo sn
oso 0r porquo alll o¡ dondo mo pErsco quo o¡tá la dltlsultad mayor on
eat¿ momento; pero ao plantea también en rehclón a otra¡ ca¡ac'te
rísticas. Para menciona¡les otra: a l¿s relaciones de egtos ¡ ¡ eon
,91""9k9-§e¡to. E¡ en la estructun obs€¡iva
va¡noo ¿ observar esto que en el trabaJo de
t7
por ejonplo: " ¡Poro o¡iB una mqjer lindírima!". Ds así, esto existe.
Acl como existo lE idea de que el oboeaivo ea un tipo ordenado y abu-
rido, exirte la idea de que las histéricas son mujeree lindas, y las ob'
sesiraa¡ ¿nocessriamonte son mujeres feas?. Y no, no eo así. I{ay mu-
char mqJercc obcelva¡ quo no rólo oon lindaq también son muy
¿tracüva¡ y reductorar. Y las histéricss no eiempre resultsn atracti-
var, üto dcpende dc l¡ fonna y dol gndo de dennollo de Eu neurs
¡i¡. En ol steneo €n quo oe prerentó el caso de Franci¡ca, en que Be
trEtaba de un¡ mqier hLtérica, el relator d§o que por 8u modo de ve*
ti¡ p¡erntlba h imgcn de un¡ maestra jubilada. La imagen de la ool.
tcronl lr pucdm cncontns sn unr htstértc¡ o sn una obre¡lva. Y e¡to
püs oon lor obrclvo¡ ta¡¡btén. h¡ede haber ob¡clvoe seductorea. E¡.
t¡ td¡l por r¡puüto no ,urye dc la nada, hay una a¡ociaci6n ontre ¡e
duelón e hltcrh¡ peo ur¡E co.a c tora¡¡ esto on el nivel estn¡ctursl
y otúr c cómo le prlont¡ en el nivel de lo ob¡en¡able, de lo fenome
goló$co.
/: Xry El¡cionct ent¡e un regirtro y el otro, entrc el registro ae ü-"
Ictn¡cü¡¡a y el regirt¡o de lo fenoménico, y por supuerto que ee gólo
¡ t¡av& de lo obrcrvable que podemos llegar a hacer un diagrróstico
6tn¡cü¡¡ü La e¡ürr¡cü¡n como tal no ee obeewable, es hansfenom6
niea, pero sto no qu¡ere declr que hacemos diagnósticoa rnágca.
q€ntoi para hrcerlo bien tenemo¡ gue hacerlos a través de algo que
obcervrno¡, Pe¡p entoncrel lo decisivo allf es cómo va¡nos articulando
lo.quo ob*na¡no¡ para inferir a parti¡ de ahl qué estnrctura es la que
*.stáh¡eden
en juego.
crcontrar, en algunor catos, obaesiygg.-§gdgc.toll,!.pero con
cierto¡ rasgot, en era la_Ugldgedggiófr; que lee pueden hacer inferir
gue se trat¡ de una ecüructun obseeiva; no por eer ¡eductor o no Ber
reductor, dr¡o an cr¡¿nto a cómo funciona eoo en relación a la posi.
H,?"'ffi
ción rubJeüva Hay algo que Lacan destaca en relación con la estruo
m"'m?,f;.l:,:lt Él
"'#l'f;
un deporü¡t+ ce rfán de conreguir un record.
Ler voy E contar-Gn b clarg prórlma un caso de ecte tipo, un ouje.
to joven eo el cu¡l l¡ ¡educción en una cierta etapa de gu-vida pasé a
constih¡i¡ ru principal actividad, ¡e había convertido en una especie
de don Juan, pero rin embargo no tiene nada que ver con don Juan.
Pa¡a este tipo ecta tarea de aeducción era efectivamente un trabajo, él
hacía cto de rt¡ E¡anera como en otros momentos había trectro
otra¡ co¡¡r de er¡ ml¡na manere. Lo dejamoo para la cla.ee próxima
arí podemor continuar con el tema de esta clase.
4E
do esta entidad junto con la hist€ria. Al hacer esto habíamos retoma.
do nuestms clases sobrc la primera nosologÍa freudiana.
Me voy a ocupsr ahora en preeentarlee qué es lo que Freud cons.
truye sobre ests entidad de la neurosis obaesiva en los cuaho prim+
ros textos de la li¡ta que lee moncionó.
Debemos comenza¡ por el prirnero,
que es el t¿xto fundador de esa
ria y la neurosis obsesiva como do¡ de las forma¡ de neuropeicoeis
de defensa (la tercera, según eote texto, refiere a las pricais alucina'
torias), fundación gue se asienta en la poatulación de un mecqnismo
?e(quiáo dc la formaciá" de lot úntom¡q-comúnl-J/lJÚ,ldtWmi|Tdi
PEKIY
4!¡' quc en s¡ta con el de'
cffiue é¡te
cirlue cl primer luga¡ en que Frcud ex
é¡t¿ es cl cont-
tntye (ra tnta svldentemento de una con¡tn¡ccir y no aolamente
de una de&ripción) lo¡ dlfer"nto¡ momento¡ de un ml¡mo mecani¡-
mo paíquico que da cuenta ¡imultá¡rea¡aente d6 la formaeión de los
gíntoma¡ histélicog y obseslvoa. El cuidado gue Frcud pone en la er.
poaición lo lleva¡á a adverti¡le aI lector cuále¡ de ector momentc
¡on obseryables y curíles necesitsn aer objeto de una postulación.
Afortunada¡nente este habajo ya lo teneoos hecho, lo que noe
permiürá abreviar considerablemente zu comentario. Los remito en.
toncee a la cla¡e N' 36, ya publlcada en el cu¡demo IV, donde encon.
trarán un desa¡rollo algo más exten¡o y lec recuerdo ahora, a modo
de sínteais, Ia¡ cuegtiones principal€s.
L - AqypCA,jgnto _yrglgológlce. E¡ suficient¿ degtacar para eate
punto el párrafo inhoductorio: -
"Junto a eets teoría psicológica de las fobiu y reprctentaciones
obseaivas, por medio de la observación de enfermos se dilucidó un
aporte a la teoría de la hi¡teri¡ o, már bien, ou modificación, que pa.
rece da¡ cuenta de un importsrts ca¡úcter común ¡ la historis y a las
aencionada¡ neurogiE".
La denominaciün neurccle obuelua (Zwangrneurore) todavía no es
uaada por F¡eud en eote texto, lo hará al a¡Io riguiente en el a¡tículo
rcbre l¡ neu¡o¡i¡ de urgrltia de 189ó. Aqul utiliza la denomin¡ción
fobiu y rcpreaentwionea compuhluao (T,weagrvoretellungen) que de
be considerañe como totaJmente equivalente. Es decir que loo ¡Ínto,
mas aquí de¡ignados con el término fobia¡ son ¡íntomas obceaivoo.
'En ese momento de la obra de Freud la¡ fobias no han gido delimita-
da¡ todavía como entidad clínica independiente a es discutible si al.
guna vez alcanzar¡ verdaderamente es€ caráct¿r y rc deaigrran rfnto
mal --en un ¡entldo amplio- que so obs€rvan en cuad¡os noeológicoo
muy dirtinto¡. La denominación mi¡ma sintoma fóbbo permaneceú
problemáüca en la obra heudian¡.
Hay que llamü la atanción ¡obre la prlorld¡d expllcatlva otorgada
por Freud on eoo párrafo inlcial a la neuro¡i¡ obsesiva acüre la hist¿-
ria. Es decir que en él Frsud afirma habor constn¡ldo primorc la t¿o
rf¡ ds h¡ ob¡o¡lonor (lo quo on l¡ lrare ¡nt¿rlor Uamó onrayo explica.
49
tivo de cgto¡ ¡f¡toma¡), y poetetiormente por ertensión haberl,a apli'
cado a lo¡ ¡íntoma¡ de la histeria, de donde resulta una modificación
do ¡u teorfa. Eo decir que preeenta a la teor{a de ls histeria como uru
eotuecuencb de la teor{a de h neutoais ob&siva,
Sabemoo gue cronológicarnerrte e¡to no e¡ cierto. Que no responde
a la ruceaión de loc hecho¡ del habqio de F¡eud que fuvo como pun-
to de partida indudüle el egtudio sobre 18 hüteria. Pero retroactiva-
mente, por un8 necesidEd explicativa, se le impone el orden de su-
cesión inveno: fudo que es máB fácilmente aceptable que lar obaesio-
ner ruepondan e un mecanismo de naturaleza peíquica, ¡i se demues
tra que los ¡íntoma¡ hi¡téricoe rerponden al mismo mecanismo, en"
tonces re justüica la poatulación de un¡ teorÍa psicológica de la
higteria.
De est¿ modo, con este argumento, Freud no necesita pteeentar
a la nah¡raleza prfqúca de l¡ hisüeria como un pootulado inicial sino
quo la derlva, l¡ deducs, de la teorla de la¡ ob¡eaione¡, A partir de er
te nomento ye no ocupa enhe sug nociones el lugar de un arioma,
podríamoc decir, rino de un teorrma.
Que &ta ec la lógica que preside este párafo se confinns en au
partc ñnal donde 8e ve que si Freud incluye como te¡cera fo¡ma de
neuropsicoair una entidad tan di¡ímil como la¡ paicoeio alucinatoriae,
lo hace pan apoyü ese mismo propósito:
60
sig, Si esta di¡ociación no eE un rasgo primario debé"explicaree en-
tonces cómo surge. i
samiento, la
ep.a,trÍg"
stificar renuncu a
dicción.
Por e¡o hemos ubicado esta operac
mos decir, del mecanismo de formación de slntomas, bqio el nrbro
de la predioposición. Freud se niega explícitamente a afirmar que eata
renuncia, el intento de olvidar, ladeqilión de apa¡ta¡r dcl psrua.
§tclon.
De este modo Freud en el de la
una posición ética. zu
i-r '..#
qer prcoulp
la prcoulpo$u[c'n
tugar oe Ia a ta [eorl8 oe-IE oegsneraclon que, cc
mo ustedes aaben, ee también una teoría moral, o más eapecíñcamen.
te tiene en su origen una fundamentación religiosa.
3 - Bl _mgcanisryo 1!_e_form.ación de loa athtglnas. Pa¡a da¡ cuenta
del medanismó, propñm@el ¡intoma Freud
formula un conjunto de hipótcsir que enuncio sin coment¡r:
a) El intqlo_d§_A]Uggl, la t¿rea de considemr a la repreeentación
inconóilñEil?omo uñiaiu¡ia, e¡ un imposibl;
61
, una vez qug est-árLchi_4g.Pqg-
vía de Ia conve¡sión.
De eate modo Freud puede dar cuenta a travée de un.n[egaDisqo
.¡inico.-de loe ¡íntomas histéricos y obsesivoe. El ¡
eñünó f/'ldtt6'óáso tólo eii su'fase- final, él effi
62
LI\ ETIOLOOIA TRAUMA?ICA HISTERICA EN LA NEUBOSI§ OBSESTVA
lgg!oe- ex-
a sexu!
EÉ- asu muy la sexuali
cuando
Cómún a ámbas
neuroris, la eapecificidad que Freud atribuye a la neuroois obsesiva
se canct€riza por doo raogos. En la oloesiÓn, a diferencia de la his.
te¡ia, en eota experiencia sexual infañtil del zujeto predomina la gc-
qÉdg¡! IrpffñÍl{ed como eñ el caso de la-hisErrja, y esta expe-
riencia.¡exu¿L}¡¡ ¡ido vivengiada, llerad¡ a-ggbq @.pJgg_e¡. Es un
t¿minó que Io podemos traducír como plaóér o gocelión placer o
gozoaa participación, dice Freud.
Ahora bien, aquí Freud aclara, y es éste el primer punto en el que
me quiero detener, que todoe los casog de neurosis obsesiva -y lo
dice así, en todo¡ los casos de neurosis obsesivae observados por
él-, en el fondo -? hay que ver cómo interpretamos este "e¡--el
fgn(o", Etcheverry fuaduce en el hansfondr siempre he encon-
trg|¿4f-J-rer¡d*¡fntoma¡ hi4éri co s. Pa¡a. Io s c ü ñléi¡- ril cui¡o-dél
anñIisE-Ilega a mostr"r que eshín éñ relación con las experiencias
¡ext¡ale¡ de la niñez peto no con las experiencias activas sino espe'
cfficamente con experiencias Bexuales en que la posición del sujeto
ha aido pasiva. ¿Cómo entender esto de pasiyg-ll-aat_iyg? Entendá-
moalo de eata D¡anera: ido o seducto¡ Es d.e_g¡Lqge_§l-§Uj-elo
ha
-Ustedes aaben qué cuidado hay que poner cuando ge hacen a¡ticr¡-
lacionee de la¡ nociones de Freud con las nociones de Lacan. En este
punto podemoo hacer una articulación que les va a ayudar a entender
lo que aquí Freud eetá proponiendo al afirma¡ que toda experiencia
de actividad texual, de acción placentera, por premaüura que sea,
'jnrct¿pOh¿ il¿rrn" r'nn viyenCia-de.AedUgqóUl', es deCL Una-erpe.
riencis eq _le_gCe-fl8¡jqta_eq pasivo.. qs_gbjeto i de la peducción del
SE0;86-experiencia
'oodemoe órrispónde a lo que-, en térmiqoo. de-Lsqan,
llama¡ el encuentro del suieto con el dóeeo . del0t¡o.
encuentro, de.l-.quje-!q_gen:!_dp.!e.p del Otrq, al'
en que [e j¡6
c-ós, dóEe!-ó;-éñüñ principio ambi-
grro y enigmático, ci¡cuito del deseo del Otro, Estaex¡gnencia
Esta experiencia
e8 Por eso aIIíél afecto-
ifti a ea la manif * -it*u definición: ts-q45*tJ
qE_tac:ié n _{.e-l d eq e q_de¡.9tt$
@F"iáulauandona esta teoría de la etio-
logía traumritica de lag neurosis, uso esta expresión habitual para
cuestiona¡la: ¿qué quiere decir que Ia abandona? Que deja de creer
6r
en suo neurótico8, que deja de creer que estan experienciaa traumá-
üicas ln fantilcs conrtituyan hechos al¡lablar efoctivtmento ocurrldor;
ne p«rdría traüar dc cualquier experiencia modulada por la fantasía
dcl sujeto. La noción de &ntssía pasa a ocupar cl primer plano. Pero
recuerden ustedes que fan tasi.q_y_d-e¿eq, laq fautsÁía^$dadeseg, cons-
tituyen- en-elsisle_gra freüdiano la realidedJ»rquics. De modo q-g6
este llamado abandóno, ñál-que uniúnaono,-implica una genera-
f lización de Ia teoría traumática. El..momento del encuent¡o con el
)dg¡so- del Otro es up .nqgqerrto üitlqq Qüó'óñ'ólde siileto esfft
miduládo poñññ'Éitü-Glsiñgula¡es de iu historia, quó no lo po,
dremos localizaf cronológicamente, pero que debemoo suponer que
necesariamente ocune, se trata de-,una-necesidad .estn¡ctural. De allí
la noción de-Ian.tgsías güCiruria&
Si ustedes se fijan bien, esto er lo que Freud ha dicho en la frase
que les cité, gue se trata de una supooición necesaria: presupone
siempre una vivencia de seducción. De este modo aunque la etiolo '
gía específica de Ia neurosis obsesiva se cancteriza por los rssgo
de la actividad y el placer, por experiencias sexudes infantiles en que
el sujeto es el seductor, debemos suponer neceeariamenüe un momen.
to anterior, en que el sujeto es s€ducido, zu función ee pasiva y la ,
experiencia es haumática. Pero este tipo de experiencia es la que l,
óó
t'reud mantiene eota hipótesis de que hay una relación de la neurosis
obsesiva con la histeria, en la que a través de variacioneS que traducen
lo¡ lnüo¡esos y laa nociones de cada momento de la obra de Froud, ue
mantiene una conatante: !q is obsesiva es una forma
I dút" de la histeria. la his-i neurosrs
-ffibre a
de las Ratas esta relación está expresada
en tdrminos máe estructurales: la neu¡osis obsesiva es un dialecto, es
una forma, e8 una variedad de histeria. Pero en lo§ textcx de las neu-
ropaicosis ia formulación evolt¡tiva es. más bien aparenüe. Este "en el
fondo" no permite una lectura cronólogica. se trata de una corusta-
tación clíniCa de un hecho estructural: la posición pasiva ante la se-
l.
á ptir"*i",
ducción es prirnaria, la ¡rosición prgblemátic¡-Pn
le.pesiEi¿; ;;abi";áUcil".qu"oup gli¡lietq§g¡¡o§'
ersu¡*o-se-so"l
gnteSt-dercoielgtlq es rnás cla¡e¡Bente-m¡nifj¡¡cte en l: |¡i5J
Lri
úiEma Crmulacién está expresada en términos o. Aún
así hay que tener cuidado en considerarla evolutiva. Freud rechaza
explícitamente que lo decisivo en ella sea el factor temporal, Ade'
más adviertar¡ la paradoja,
-Pero ry-lgtr¡1g-qg-g¡1 iyol ggiq!,qy-e .consiste
en una regresión. admi[ñ6llüdisGvbluñvaJios eñó-ontiitmbs
aIIí co'riñe p6puesta que se acerca mucho a la del texto de las neu'
ropsicoeis:
te. No ee
'crerto rlue los anáIisis de obsesivos sean interminables, o-Gltc riesgo
de esterilización de la eficacia analítica con estoe pacientes. Esta di-
ficultad es atribuible a la modalidad particurar que tomó la manera
de analiza¡ entre los psicoanalistas déspués de la muerte de Freud,
e-n lo que de una maner& amplia llamamos post-freudianos. o anteg
de ru muerte- ya que en vida de Freud se óonstituyó una ,,ortodo-
xia" contra Freud. se^fueron agregando a las nocünee fieudianas,
locjoneg que no son freudianas, por ejemplo la noción de seitini,
traducida en castellano como encuadre. sé ilegó a hacer del6cua-
dre principal herramienta de-la-ffi- psicoa-ñalític"- er- p""a- e"ta
-la
modalidad de analüa¡ donde pueden sei váIidas aquellas aiirmacio
nesr ya que en este caso la estn¡ctura misma de la cura es obsesiva
y.¡-g*gfecto ¡i aUfT¡mnfe,s
zu óp óñ¡'n ásñ' tiffiiiri,
rnafi - peit€-.ri,
yIi§EIgoJ TiiEen
s
Io abandonan (lo que les vale calificativos diversos). pero aunque
es menos-frecuentc, Ios que-resi¡ten, llegan a lo que'llamaría el pe
noeo estado de una histeria obsesivizada.-
E§ENCIA Y MECANU¡MO
67
sino al mecanismo de formación de los ¡íntomae. En cambio, en el
mecanismo de formación de los síntomas en lae neurosis obseeivas
nos encontrarnos I osüa altura con una üooría aumamont¿ doeorrollu-
da y con una enonne cantidad de detaUes, tanto que es ftancarnente
Ilamativo que en estoe textos que eaüán separadoe entre aí por sólo
dos añoo, Freud pueda hacer una presentación de la neurosie obeesi.
va como áta que pasamos a ver ahora.
El primer punto aI que tienen gue prestar atención es el título de
sus diferentes capíhrlos. El primer capftulo, que eetá dedicado a la
histeria, lleva por título aimplemente La etiología específica de la
histeria, Pero el segundo, que está dedicado a la neu¡osis obeesiva,
no lleva por título "La etiologa eepecífica de la neurosis oboeeiva";
el título es nada más ni nada menos que &te: Dsencia y mecanlemo
de la neurosis obsesiua. Es deci¡ que aquí Freud no se propone habla¡
golamente de la cueetión étiológica. Freud ha escrito muchos textoe
anteriores a égte acerca de lo que podemos llamar eeencia y mecania"
mos de ¡8 histÉria, derd.e Diferenciaa entre laa paúlhia motoraa orgó.
nbas e hbtérlcae, Hiaterio, Estudioa aobre la histeria, etc. No hay
equivalentes a eBoB textoe en cuanto a la neurcie obsesiva en esa
época, ercepto este capítulo de la¡ "NueuaE obseruacbnes eo , "
E'aencía y niecanismo, porque eatoy usando la traducción dL t óiui
Ballesteroa, creó que si usen la de Etcheverry s€ van a encontm¡ con
"Natumleza y mecaniemoe de la neutpaie obaeaiua",
La primera cosa a destacar es que cuando Freud tiene que defini¡
eata eaencla dice así:
68
Freud a describir una serie *^ggr.fpgg*"^llna sucesión de pe.
rl -::-r-:i,_:::--rg
-Pñra "niriiil
9o-t¡8-ttuJ.e.ng 19 ¡qy rgsis g.!,sggiva,
él I os ffi-e*dñTñiíl i' I, 2,' S, óüridád ; óritü d i fe réñüés pe
rlodos quo lrroud pone en ¡orie so lor voy a proaontar dlstribuldos en
¡doa momentos.
(i)El Brimer.mom.''l,o.,que corresponde.al momento de la infancia,
comieñza con un período que Freud acá lo camcteriza como el perío-
do de la"inmoraüáad infan'tiI1 Pongan ugtedee el término entretó¡i¡i.
fffide oiurren las experiencias sexuales in.
fantiles que él ha ubicado como determinantee en el eurgimiento de
las neu¡osis. Pero de acuerdo con lo que vimoe precedentemente, a
este momento ya lo tenemos que considerar doble, es decir que q§,gl
momento en que ocurren las experienci
9tc,,gUe
n la postu
.que es-el
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00
defensa. Y el término freudiano es síntomas primarioe de defensa.
Les leo el pá¡rafo:
01
Gontfrdoa{büGl t¡cr¡o de la defsr¡a, lo ctul irnpllca el retomo
dc to rcprtnldo. En roalidrd ¡on do¡ murer¿¡ de nombn¡ un ml¡mo
hcoho, i
tcncmor quc hacor un¡ ruoerlón lóglca tsnamo'quc dcclr
üw'üh¡r,h drfan¡r prlnoo, 3l¡[pn ¡0o ¡tousdo derpuih, por'
{urcl'ttcro: ü_lo trprtntdo tuPont el.üro¡rc d¡ lr.drlmr¡.. Lo
dur rrtcn*'dtoa Ftu¡d' pucdc m t nto cl rocucrdo dc lar expcrlen'
olrl
o'tr¡ uudá
o'lr¡ rar¡lá
acur¡c ¡fil¡¡ld¡r
mrtntd¡¡
t?tt¡üort oomo lo¡
lor quq ol nrloto
¡sprochc qu
¡ot ¡sP¡ocnc
roprochc nrloto habfa con¡.
tnrldo o rdrdón r sdr¡ orpcrlenciar erudc, con e¡ta caract&
y
d¡ücr equf yt Do! qrconhr¡no¡ con-h
qu.
qu8
dlce Freud, pero nó dn
defotarclonsr y acá ya no!
&cflrüründ.'mtd¡ot con el tármino dc que wn fgrmwlonec de
EAI¡n¡¡&"
,¡ 'Ú
'
qu
d¡gb;'lo lqr¡f rstorm ron lor rccuc¡do¡ y lor nproche. ¡o.
EP9.p5il-?:gJ:.que BlrJsn srno en r8 oerotmaclon qr¡
ffi.3l*ro
ü,Iilrltrll¡r¡tulón dc lot s.flo$ Hil¡d tlcnc roá Il todo¡
r{rrAdt¡r
br doator con br quo yr r trrb{ar e\ Ia lntcrprctulón. . . . Er
t¡¡ilmadooa¡ do compromlo, gue ahon rcn ¡fntoma¡ prophrneo.
ü dbha;'rupodsr e¡rt¡mer¡te rl mi¡mo modelo que él va a apli'
clt i¡ b tqu¡,vr r tos patsdon¡ents el coatenido m¿r¡ifiosto de lo
erüor. or alnÉhoote el contenldo del *eño.
r;'1.',¡. .,titO,rI I t ty\ i.
Y I¡IDADCI¡MCA
)
úA
1r"¡¡ryry[!¡¡¡'pcfodo on cto momcnto pcrc quc Frnrd no to ln'
gluy¡'r H r¡h¡¡r dol t€trto, lo iacluyc múr adel¡nt¿. Entonce por
rt¡on ¿úuu utc otdlterc en blanco, Poquo a contint¡¡ción, y c
otou;rl..R¡¡tto dgrlonta cn cl gttc gt¡hrc Ponor cl accnto, frcud
ó:dadl6 a fro.tt¡lü $¡c lr neurodt ob¡edva no tlene t¡na foroa úr¡1.
q'y prril'drtln¡ut y r dercrlblr tro¡ fotmar diferunte¡ de neurcdl
of-úrn,qr,no ¡dl tod¡vfa lo quc homo llamado la¡ varted¡des clf.
ülclrt"f0iüa rrlr conpleJidsd dc la tcorf¡ de Freud ¡ra en erte prl.
nor¡oúantO dc n¡ el¡botulón rcbrs h neu¡orl¡ oberivq córno ya
'düdó ¡tá pdra t¿xto en quc derarrolla cn detalle ctar nocloner,
!r'ttúi!r uü fuAs c¡t¡tr¡o y muy importrnte a eeta cuctlón de h¡
v¡rhciouq oo l¡ fotu¡ de l¡ neu¡otlr obrerlva, pero ademár en dor
ffifi;iyitiuüiál¡ndo habta de e¡ta¡ trtr fo¡¡oa¡ que él va a dacrl.
ilr-todrvfr hor¡tl hrblando de la¡ varled¡do¡ clfr¡lca¡. Er ¡obre cta¡
b,¡ fot¡f¡qu¿ lueSo va e mont¡¡ lst vadedder clfnlca¡.
6l hr dirttngue €n funelón dc I lo
clrlo_¡g4EF!g_o-$lo._rstor¡5.gef ar8f
gllpche. ulco quc n8y un8 fonns -l¡
tft qüo oI obmdñ propiamente dicho {a repr+
'/r'
Ent¡clÓn
de ¡l
y por un8
logo no r..e-.fttaL Y acl¡n e¡pecffi@o¡ n¡stitucio,
ñü-Ef dóñde vono. en obra openndo d mec¡¡ri¡¡¡o dc l¡ reprerión,
aun cuando l¡ defen¡o haya Aasasado, ertc fraca¡o de l¡
delen¡a Io-
tenomos que entendet como un üaca¡o pa¡olt¡, ec declr la repnalón
fr¡cu¡a pero dgue ¿ctu¿¡rdo. Que l¡ roprcúlón üncq¡e no quiero deolr
que deraparerca, on rcüdad cambló dc fonmo. Acl Ssnen una prlmo
ra manerB de ¡rdcula¡ la
de lo ll§li¡ko,
como reaultado de s¡to prcco-
üq,la idea obs€siva puede rer,
dlce Freud, ufi "úsuüd¡.
porque loú dist¡¡rtoo caminor
quo v¿ ¡lgulondo h dots¡mrclón n voosr no ro llo¡nn l unlflcu y on.
tonce¡ dan un produsto que do¡de un punto de vl¡t¡ de h lódc¡
con¡ciente reulta una idea fta¡rcamente úsuda. Pero regfin cull
haya oido el 6po y grado de elaboraci6n,
el
como taL
I que rliáde obtiñÉ-óomo rfntoma, conoEu¡t¡do, unr
rcprorenüaclón normal quo B conduco como unr rtprrentactó,n ob.
reaiva. Eoto ripifica que cualquler ldea puede rot ur¡¿ rcprteoutadón
obcesiva. La acla¡ación de F¡eud e explícita y muy nítida recpcto a
lo que ca¡act¿riza al ¡íntoma ob¡o¡ivo --cl carástsr ob¡edvo dsl ¡fn.
tomn. Y aprovccho pan aclrnrld quo crd¡ voz quc rpr¡aco el tá¡.
mfuio qrfuter obuslw en F¡st¡d está u¡ado ea e¡ts rnddo: suando
él se ectá ¡etl¡iendo r cull e
la peculiaridad del ¡lntom¡ obrdvo¡
cuÁl s! la peculiartdad de h repruentación obredvg quá o.lo quo
la hace obeesiva, a esto lo llam¿ el ca¡Écto¡ obce¡ivo del ¡íntou¡- No
eotri habla¡rdo dcl carácter en el sonüdo en qus decünoc el c¡¡icter
o la penonalldad, nada quo ver con la cue¡tlón del cuá¿ter ¡¡uI ED.
dug
obredvar, ru
eomo tenlendo un Erto quiue
decir
Tlenan un
cci forzosói no pot ru contenldo -.acú F¡eud lo llrm¡ poÍru v&
Ior intrír¡¡eco-¡ llo por ru valor como rcpruatación o ldcr, dno por
¡u fuente. ,
.,}
c8
,LA
que Frcud dlrttngre ocu¡f,c cunAo lo
'que igJ.ul.ar_d? ¡or el recuerdo. et el &prq. .
86
!B*,O bign lo-que. puede parecer asombrorc, po4l9e él habfa dicho
@Ioo actc obsesivoE nunca oon primarios, también puede ocu¡ri¡
que se pa¡e directamente a la tercera forma y que la primera y la se-
gunda no exi¡tan. Ee decir que
esto
lo que él está diciendo, nos encontramos directamente con que la
fenomenologfa de la neuroeis está copltituida por acciones obeesi.
va¡. Dice Freud que éstC!-EUe!e!_§er las formas más graves. Puede ocu-
r:ir entonces quó ta nte salteando
eoto¡ dos momentos, ea decir que por más que la busquemos no vB'
mor a oncontrar la repreaentación obsesivo.
Por eeo vuelvo a hsistir, apoyado ahora en este texto de Freud, en
que no intenten en lo que tiene que ver con eete tema de la neu¡osis
-obresiva construi¡ un tipo, una especie de neurosis obsesiva típica.
I No exbte la neutoais obaeaiua típica, lo que exiate aon enormea ua-
tücloncc en torno a algo que p<xtulamoE,como una estructum obae-
alua únir,q que demde .sbemoe que no eE una eetn¿ctura lndepen-
\ dlcnte, rrbcmo! que ertá en depurdencla de la egtn¡cfura hi¡térica.
Flnalmente, Entc d0 terminar erte capftulo, Freud ¡e detlene nuc.
rnnontc en h etpcclflcldad de la compuldón y vuclve a recalcar que
lo guc haoc quc rea oompuLlón, cr decl¡ el ca¡úct¡r oompulrlvo, el
or¡úoter obrcrlvo, no tl€ne nadr que vcr con la c¡eencl¡. Ei lo mi¡i¡o
que decümoc en rcforencis a ai algo es delido o no eB deli¡io, no üene
nada que ver con gue eEo sea razonable o no razonable, ¡ea verdadero
o ¡ea.fal¡o. Trnpoco üene que v€r con l¡ inten¡idad, dice Freud. flg
gqráctar.ronnuldxo,-ru.carácter erenchl, dlce, ee guo no puede.oei.
&Nlq; acá ustedc oe van a encontrar con doa traduccionis dife¡en-
tee aegun eatén leyendo Amorrorttr o López Ballesteros. Etcheverry
traduce que no puede ser msuelta por la actividad psíquica conscien.
te. Hay que decir que eata es una traducción casi litsral del texto
fitudiano-que s lo gue caractcriza a erta traducción de Etcheverry.
López Ballct¿ro¡ Eaduoe de una manera menos rigurooa pero má.0
enten$ble para un lector de habla castellana: que no puede ser-eli.
glig¡df..Erte término reuelta es un término qub Freud uas tambión
en La lnterpretación de ba a¿eños: lo que él llama "la ¡eeolución del
sfnt,oma". El término reúne la¡ dog cormotaciones del término cagte
llano: tiene la connotación ca¡tellana de resolver algo, como se dice
rcaolver un problema, pero tiene también la connotación ca¡t¿llana
de disolver.
f rerUresuelta
canicter esencial de la compulsión, entonceE, es que no puede
por Ia actividad psíquica coneciente y esto ni tiene nada
!
gyg-11r_rypoco,, ya habíamoe g1"h,o, c.on la creencia de que.sea ver-
I dadera o falra, ni con. la intensidad y tampoco con que la idea sea
más o menoE clan, agrega Freud. .ftr_canácter, iusisteéfrecids en ru
El$r-H"ge"cq-en a¡ fuente. Es eEtlfuente, la iepreaiQ¡r y el ¡eto¡no -
W*iépñEidg, la que la coni'ierte en inatacabld poriói medioe de
. l-ó?iiü;eri;pd;'rá iüuoo' a"ñ'tñ;.Jñ;ñtJá áüi'l'i.on".
00
xión con aguelloe recuerdos infantiles reprimidos.
Me había propueato hoy comentar este texto y el que lc¡ había
mencionado a continuacián, Actos obcsiua y prócticas religíoua,
pero la realidad muestra que eso va a quedar para la próxima clase.
A.: Quedó lo del tercer período que dijo que Freud lo planteaba
al final, deepués de las tres formas.
P.: Claro, el tercer período es el de la defensa secundaria.
A.: ¿Siempre sigae sosteniendo Freud el origen infantil en ls neu-
rosis obsesÍua? La pregunta uiene a raíz del caso que uimoc la uez ps-
sada de la aeñora gue estaba enamomda del yerno, a mí eao me pru.
dujo una confusión porgue no sé si hay que interpretarlo como que
el enamorsmiento desencadenó la neurosis, ¿había un origen infan.
til?
P,; De qcuerdo n lo quo vimos hoy debemoo suponer que el decen.
cadenante actual tiene su eficacia patológica sólo en tanto queda aso.
ciado con la predisposición, es decir, la net¡¡osi¡ infantil. Es homólo.
go a lo que poeteriormente en La interpretaclón de loc ¡ueños fue
pootulsdo como que el de¡eo Bctuel no er nunca pot lf rclo quion da
olgen al ¡ueño rino ¡ólo en tr¡to ertd arcclado con un do¡oo infanüI.
§iempre y cuurdo & trate dr una neuro¡lr, yE no¡ ooupa¡cmoa dr o¡.
to mór adelant .
6?
3
I"A EI"ABORACION T-REUDIANA DE IA
NET,TRO§I g OB §E §rVA OII)
Actos obsesivos y prácticas religiosas.
p"uaisposición a la neurosis obsesiva y
-|,?
Sobre las transmutaciones de las pulsiones,
especialmente del erotiimo a.nal. +
69
aiwa como una gxría de lectura de los textos de Freud que no üecuti-
rán en la¡ comisionea, textoe que habitualmente no son üan üenidos
en cuenta. Es cierto que el gran texto de Freud ¡obre Ia neurosis ob-
ceriva.eo et"bistod¡¡ ¡ob¡e eI llllonbre de las Ratas" y a esto tenemos
q'uC Ed¡egarJ Iotem y Tabú" como les dije el eábado pasado.
La acentuación en estoe doa tcxtos me parece cortecta, pero a ve-
ces ha lla¡ado a deodibuju y en cierta manera a olvida¡ los otroa t¡a-
bqjoo en que Freud so preg¡¡nta y va haciendo propuestas sobre la
neurosir obee¡iva. Y rin embargo, como usüedes han podido apre,
cia¡lo a partir de los coment&rios gue hicimos de Nueuos observacio-
ne, . ,. de ninguna manera podemos reduci¡ el desarrollo de Freud
eobre este tema aI Historial del "Hombre de las Ratas" o a Totem
y Tabú. AIIí¡¿ ve que en 1896 Freud ya disponfa de un complejo sis.
tema conceptual para da¡ cuenta de loe mec.urismos de la neurosis
obraiva, esto gue él llam¿ en ese texto: eeencia y mecanismo de la
neuroai¡ ob¡e¡iva.
Ect€ texto que va¡ao8 a aborda¡ ahora, Actoa obweiuoa y prdcticas
religbw, neceeariamente debe incluirse en esta serie para scercamog
a la noción freudia¡¡a de neurosis obsesiva. El objetivo principal del
terto, que eetá marcado en su título, es la comparación ent¡e neuro.
sis obsesiva y religión, entre ceremoniales obsesivos y ceremoniales
religioroe, con el propóaito de examina¡, ui er pooible a partir del sa-
ber obt¿nido ¡obre loe primeroe, formuliar por analoga algunas con-
clurions ¡ob¡e lo¡ aegundoe. No se puede dejar de señala¡ que esta
cue¡tión no É un¡ cuestión marginal ni secundaria en el planteo que
hrce Freud de la neuro¡i¡ obsesiva. Como ustedes lo podrán apreciar,
' hacia el finEl del texto Freud dice que ae puede afirmar que la neuro-
cit obutiw e. utu religlón priuada o bien, dice é1, que la religión ea
utlo neutricb obuaiw-coleótiua. Esta afirmación múest¡a quJFreud
' ectablee ent¡p una y otra, entre la neurosig y la religión, una relación
gus er gtructural, no algo meramente contingente.
De todo¡ modo¡ debemoc ubicarnos en que ¡e t¡ata de un texto de
190? v que e¡ deapuée de esto, en 1912, cuando Freud va a eecribil
Tote¡ñ i faU,fr. Allí realiza esta confrontación ya no eólo con la reli'
gión en la forma gtre ha tomado en nuestra cultura, para noeotroe
en ecte Eomento, ¡obre todo después del advenimiento del mono'
üeísmo y del deratrollo del judaírmo y del cri¡tianismo,. sino que allí
va a abordar cta comparación en un g€ntido mucho más amplio, co
mo eI título lo hdica, con el siatema totémico y el conjunto de
pmhibicioner gue coresponden a eate sistema. Si bien Freud lo
iUorda rcbru ob¡en¡¡cionet y propuestaa antropológicar que hoy
ys no ¡e rorüenon, de todas maneras las hipóteris de Freud para
nocotroo eigren con¡ervando su valor y en todo caso habría que re,
toma¡l¡¡ a pa¡ti¡ de la¡ propuedar de L,á¡i-Strau¡s oobre los sistema§
totámicoo, propueota en !a que e¡toe sietemas están prerentadoe fun'
damentalmente como gi¡tema¡ de cla¡ificaciones, sistemas de nomen'
clafura¡ con lo cual nuevamente venimos a pa¡ar a esta cuestión de
70
la nominación y en consecuencia del nombre del padre, este tót¿m
entonces al cual Freud refiere allí la noción de padre.
Acá nos encontrariiog con egte término carócter obaeeiuo que, co-
mo les había recalcado, cuando Freud lo usa no está hablando de
la cuestión del canicter o de la personalidad sino que se trata de
ca¡ácter en el sentido de rosgo distintiuo, de peculiaridad, qué ea Io
que hace que I un síntoma lo llsmemos oboesivo, o que a una idea
la llamemos obsesiva. Flreud dice con toda claridad acá que este ras-
go- di¡tintivo gue no ei oho que el de la compqJsión
habfamos recordado en el terto de Nueuos obsentaciones. -esto que ya
. .-efi[ig
el cu¡go psrouico for-osf* ese carácter Io vamos a encontra¡ en mu-
77
ch¡¡ fomacionea pdcopatológicar dn que esto necesa¡iamente impli.
guo que üengnmo que tuconocer allí Ia existencis de una neu¡o¡is
ob¡cdra.
Tenemoc acá em relación a la neu¡osit obeeeivq un eJemplo má¡ de
algo guele he mostrsdo en ot¡a¡ oporttrnidadea en relación a otroo
tema¡. Por eJemplo, la noción de Spalhrng tal como la uc8 Bleuler,
Algunoo ténninos y nocioneo de Freud uon nípidamente incorpora.
doc po¡ Ia pdqubHa perr haciendo de elloo un uao general f ¿o-
prendi&rdolor de ls teorfa de que forman parte y en h éual tienen su
jurta funclón y ¡u ¡entido. De eate modo ae lo aplica fuera de su cam.
po de wlidez o d9 l¡¡ condicioneE que Io juetifican. Para decirlo rÁpi
do re canbi¡ dgntñcado. Pero ustedes saben que el significado no
-ru
e algo ado¡¡do a un térn¡lno, rino que su ,.valoi,' en el-sentido §au-
r8r¡¡ia¡to, ¡ún en el regirtro del aigrrificado, surge de sus relaciones
con h¡ otra¡ noclones que componen la teoría y por lo tanto zu sen-
6do reculta ¡Iterado ¡i ¡e lo usa de manera aislada, fuera de la fun-
ciórr y del empleo que tienen en el conjunto que lo jüstifica.
En eote ca¡o Ibeud denuncia no tanto una almplificación como
u¡¿ redueión, la de hacer equivaler la compleja táma de nociones
que conrtnryó p.f da¡ cuenta de la neurosia obsesiva, identificarla,
rcduclrla, a un único ttEgo, el carácter obeesivo. Haciendo de él ade-
má¡ un u¡o meramente descripüvo, a la manera de Ia psiquirada. Hay
gue docir qus no ¡ólo lo¡ pciquiahaa uaaron de este moáo Ia¡ noció
ne ñeudlqr¡¡¡ sino t¡mbién muchoa paicoanalirtas. y no solamenüe
en aquel €nlonc€r! tod¡vra !oy. A ecto hay que agregnr lo que pode-
mo¡ llama¡.la pnr$encia de Fmud. Junto a la ónadíá eán que própone
uusrr¡r nocloner, hay en Freud un permanent¿ cuidado sdbralag con-
dicíone¡ de ru apücación, una cautela en cuanto a zu validez. Es co.
P9 { {iien "usteds clsen que saben cuando usan el término ya"ha-
biü.¡al de neurcgir obeeaiva, creen gue eaben algo más que antci, por
mi ps¡fs y9 cadg-vq sé menoo". Les digo eeto para qui aprecien en
-qnencioné
n¡ Jluh dimendón Ia continuación del pánafó que les
rrcián:
72
LO8 CENEMON¡AI,Es OBsE8TVO8
?t
ruuelve. p€lo disuelve momentánesrnente por lo menos la angustia.
Ert" éí oUa problemática cuyo desarrollo lo encontraremos en La'
.* páro q* ya está señalada y plantcada por-Freud:como se trata.de la
g¡ntoma,
relgción enho anggstia y acto. Pero ahora no el acto
;ñ;-;i"b;; niu¡óticó, eino acto propiamente dicho, l1geqón.de
En esta de la neu¡orie y de los síntomar, el acto obceEi-vp
mo .eL¡usü¡üUfa- el ac-tg,
d
71
te del acto oboesivo" -rómo h¿cemos para anüzar un acto oUr"ri.
vo. En un prirner momento por lo menos no nog encontramos con
gomponentee verbales. Entonces Freud establoce una equivalencia,
él dice:
18
nificado de eete acto, ea eate proverbio. Fíjenee que el proverbio mis-
mo ya enuhcia una cierta prohibición o por lo menos preecribe reali
zar un acto sólo en tanto y en cuanto se haya cumplido una cisrba
condiclón. Es doclr que hay algo en la estn¡cturü mi¡mu del provorblo
que lo hace upüo pua convortJrró en un corcmonlul ol¡sesivo, PodrÍe.
mo¡ acá apücer ests noclón frrudians de la ftgrrrabllldad.
Este e¡ el sfgrriflcado. Ahora bien, ¿curál es el sontldo del acto?
Freud agrega:
17
una conciencla de culfrehilidad in¡^¡'*iente* Es decir gue es una con.
ciendia hcon¡cients.
Entoncea, en lugar de referir su etiología a actos de la niñez, a es'
tar experienciar ya ¡e¡ su&idas paoivamenüe o realizsds§ acüvamen.
ta, la refertncia de Freud re generallza. Dico:
ntoc psíquicos pre-
7g
q g!_pg.gt.l-o-en juego. L*a h:Ef¿á¡¡c¡ no, la"histérica 8e
,qacio-nec d9 dgqeo y acerciindoae a eüas lo mantiene
roue Ia i¡uati¡facción eB una de la¡ manera¡ de mante
bñ-ót o[Ébrivó nos encont¡amoa con el movimiento
opueeto, no el lntento de mantener vivo este de¡eo en su in¡atlsfsc-
ción dno el de aleJane, el de evita¡lo. (Deopuór veremor que específl.
camente de lo que r aleJa es del deseo del . se mantlene como
un del deseo del Otro
qú6iÉ?rffi8ucüia). rn el int€nté de ¡lejalEo y de evitarlo, en
át¿ pñ¡*o tli?ilmo'¡a'describe Freud, trata áe aii¡arae de un mo
do trl quo ror lmposible. Esto está ligado sob¡? todo a este aistema
do prohlbloloner, yr varuos I v€r qus dstdr Ltcsn ouüo or aün reforl,
do r prohlblclonu rn el ¡snüdo légloo, en ol ¡sntldo de eómo fun'
cloru t¡D d¡tom¡ lótloo quo en dcflnttlva tambt6n e¡ un ¡ht¿m¡ de
prohlblclouer. E¡ a ertar hipótesls de Freud donde tenomor que !0.
feri¡ e¡ta noción del des€o como impooible que de todas msnerag
et unr ca¡¡eterf¡dca e¡ün¡ch¡ral del deseo que er en la netuosis ob.
¡edva donde lo podemoa apreciar con toda cla¡idad. Este término
tti¡opodble" Do spa¡Eoo en e¡te texto de Freud, pero sl al desarrollat
o¡tr¡ ¡niiñr¡ gt¡estlone lo v¡mo¡ e encontrar enTotsm, Iobri siem-
ple $ado r ¡tr ¡l¡tom¡ de prohlblcloner. ¿Lor tabúor quó ron? §on
la¡ prohibiciolr€r, y üf en e¡e texto de Freud Io van a encontrar u¡te.
de dirsc'tamcnte ¡¡ociado con el objeto de la prohibición,'ertoo obje-
tc del tabú que regún Frcud -v€&n que no sólo las analizantee his-
tóticr¡ han propuelto nocionec que deopuée han tenido ru desa¡f,ollo
en lr teorfr pdoouralfüeo-, en erte caro, dice Freud, ¡e tr¡ta ds une
prlente ob¡alva qus aJryls¡_oblgio¡,-que ella ¡oproh.{hjlsJgrJ¡m¡h¡
W,
Frcud no deJa de acentu¡¡ en erta¡ di¡tincloneo que eetoe actoa
gue emplezan por rer idea¡ de protección y que luego pueden ser sus.
üh¡ldor por prohlblclone, zl mi¡mo
y que en el egtas no8 po.
EO
re üo obligado a intereda¡ entre la fa¡e del autoetoti¡mo y lo que él
üamaba la fa¡e de la relación de objeto, ls fsse del narci¡i¡mo, y c&
mo porterioraente ¡e vio üevado a Ir conclu¡ión de que en esta ter-
ce¡a fa¡e hay gue ¡reconocer cierta¡ o4nnizacioner puleionaleo distüt.
t¡¡ y previas a la orgnnización genital, de la¡ ct¡ale¡ l,a primera en rer
propueeta e¡ e¡ta fase que él llama ¡ádicoanal. E¡ decir gtre anter de
la organización genital (dcben ubica¡¡o en que r orts ¡ltu¡a de ru en.
¡eñanza todavfa no hs sido dergloeada l¡ fa¡o fálic¡ t¡l cono aparece,
rá en lo¡ texto¡ cobra el Edlpo femenlno) soconoc€ una ciert¿ org¡ni.
zacl6n en la gue prtdom¡r¡E el eroti¡ao and y el sa¿ll¡no. Hay que
tener cierto cuidado en cuanto a cóoo entsndor ¡Ebas nociones, tan.
to l¿ noci6n de eroti¡mo an¡I como l¡ de sadismo que han sido t¡aba.
jadas de una E¡anera unilateral por lor paicoanalirtar postf¡eudianos
convirtiendo a esto que Freud lhma ¡adis¡ao lira y lla¡r¡mente en la
noeión de agresión. t¡ noclón de Freud o¡ mucho mÁr compleju En
e¡k tsxto ol mdl¡mo ertú nfoddo dl¡eda¡nont¿'a la publóndo opro
honalón, quo es uno de lor oomponsnto¡ «le h pul¡l6n ¡a¡,u¿I. Por
aprohonrlón rc sntlcndo lo quo norobo¡ 0n nuotha lon¡ul osdo¡¡üu
de Bueno¡ Aire¡ decü¡coE sgnrtar, lor erparlolec lo dilan de otra ma-
nota.
El gadismo e¡ ubicado por Freud en eate te¡to como un de¡arrollo
de la pulsión de aprehensión y está ¡elscionado con este caráctorac.
tivo que él aigue oüorgándole como ca¡acterfgttca ¡ la neuooi¡ obce-
rlva y ublca tambl6n ¡¡ de¡¡rollo, -ffJeruo u¡tsder de guá murer¡
tan peculiar- en l¡¡ vlcl¡itudes de eats componente de ls pr¡¡dón
que Freud Uama la pulsión de aber, el in¡tinto de saber. El httlnto
de sber et prcpueeto por Ffeud en erte tes.to como un de*npllo
de esta pulslón de apreherulón addla, de erte r¡dL¡no.
&erpocto a eato t¡xto hry do¡ ce¡¡ már que qulrtou dcütüsúr.
Unq lar ¡pl¡clonsr y lrr oporlclons¡ entro neurub y csrtstar quo yE
vlmor en una cla¡e anterlor. OtrE, la noslón de r¡¡llded. Porquc c
esta rnisma organización prcgenital ¡ádicoan¡l la que erüá ubtcad¡
en la etiologfa del llamado carácter anal, lo cu'l no guien declr que
tengnmos que haccr equhalencia entte clráctar rnrl y netüal¡ ob¡o
alva. Jurtamentc en ecto texto Freud re osup¡ do oponerlu. Lc ctto
prirnero el pánafo:
81
U-n poco má¡ adel¡nt¿ realiza esta comparación entre neuroeis y
ca¡áct€r:
\
tt. . . on el t¿rreno del de¡attollo del ca¡ácter hallamos
la¡ mismas
puleiones cuya actuación descubrimos en l8s neurosis. pero hay al-
g-9 gug perrnite establecer entre uno y otro caso r¡na precisa
-uoe
di¡tinc'ión. . .".
ent¡e el ca¡o del ca¡ácter y el caeo de la neurosir hay una di¡tin.
gión precir* Sigue:
82
peculls¡: en lo8 post-freudisnos Ee la termina relacionando con la
supueata homosoxualidad latente del obsesivo o con una rupuesta
pa¡ivi¿a¿ del obsesivo. A zu vez la noción de objeto anal eeüi plan'
teada en términos del contenido, de la sustancia, es decir que pa¡a
det¿rmina¡ gi Ee trats de un objeto anal o no, se buscarfan objetos
que son má¡ o menos parecidos a las hecea, entonces se dice que jugar
con el ba¡ro se katarÍa de una actividad snal y que la pintura oerú
una gublimación de estas puleiones. De este modo s€ nos eecapa to
talmente el sentido de lo que tiene gue ver con esüB organiz¿ción
anal, y sobr€ todo la especificidad de lo que es el objeto anal. En
ct¡anto a la eepecificidad del objeto anal queria remiti¡los a egte tex-
to de §oáre h transmutación , . ,".
Leo digo de una mar¡era breve ya que ertoa temas van a ser deEa¡ro'
llados en las clases que v8 a da¡ et profesor adjunto Gabriel Lomba¡di
que versarán eopecíficamente sobr€ el terns de'ls tnÉIidad y el obJe-
üo anul, Io quo Éú ras¡m€nt¿ l¡uBort¿¡rte peñ rtoüflü¡¡ uru mntl&d
do dorvloslon$ an ol &¡t¡¡nlonto p¡loor¡irlftloo ds ortr ouartlón, po.
ro püa que tengan una prlmora ublcaclón ¡obre ol modo en que La.
can ¡etoma estas nociones freudianas lea voy a da¡ un eEquema que,
como todo eoquerDa, tiene que ¡e¡ uaado con cuidado. Aquí encon.
tra:nos una doble distinclón, dos di¡tincione¡ l¡cania¡¡a¡: en prünoer
lugar la dt¡tinción ent¡t denon & y deaeo , Egto no¡ remlte a lo que eo
la demanda del Otro, lo que es el deseo del Otro. E¡ deci¡ la demanda
del Oko, equello que e¡ pedido de mane¡a explfcita por el Otro, ha-
ducimos demanda por pedido, el Otro pide con rua palabras, eo decir
oon signlficanteo. Y la noclón do dorso quo, sl blen el dsxo sst{ aill.
culndo oon la demurda, el dereo er aqueüo que dempn aocp¡ ¡ l¡
cadona del dgrlflcante, el doroo ee aquoüo que nunca puede aer to
talmente atrapado por el aignificante. Aquí se aplica erta fó¡srul¿
lacaniana, enigmáüica en un primer momento, de que "el deseo ertá
a¡ticulado pero no s articulable". El deseo, el deseo del Otro ¡iem-
pre pennanece-c,amo. algo enipr&tico, la demanda no, la dema[da 0e
identifics con los aigni$cantca que el.Qtro_uas,
Montada ¡obre-est8 di¡tinción de demanda y decao Lacan eet¿bloce
otra distinción que ea la distinción del sujeto y del Otro. Entonces di.
ce la der¡anda ol Otro, del aujeüo aJ Otro, y la demanda del Oho, la
demanda del Oüro al sqjeto.
/¡¡ Einü
«C."1 1*,^ vot
EE
Eobrs eta doble dtstinción Lacan ubica estos objetos, objetoe de
lar pulsionea parcialeo en términos freudianoo, distintas formas del
obJet-o 'al e,n gu enmñanza: el objeto oral, el objeto anal, el objeto
Eirad¡" el objeto voz.
El obleto oq! er aquél que eetá implicado en el pedido del sujeto
al Otso, eo aquél que queda implicado en lo que el zujeto demanda al
Otro. Por el c"ontrario, el obieto anal ee_el_gUeLa_qued_alroÉde_¡ü
qujeto. Podemo¡ rcguir con la lista de objetos, pero en lo quo;otinf
tertsa en eate momento que ee la cuegüión de la pulsión anal, el ob-
lgtg q- funar1entalmente de esüe modo como hay que'enten
"oq¡
derl o, 4_pElsto E¡ELao_ es*qbie ts*Bu-Bl_gs*cur"_§e_ trata_ áe_un- _obiels
jg-gü¡g
e -Eleq9-9!igt9--e¡ l-q--m"edidq s¡1.-.qse.guedq inclqidq e_n Lúe
de la¡ d-e-L,ryie_to y_ s!,.9!"r.s v. e{"
¡g*-q_e-|--S¡j9_to.y_s!,,,9!"f_9y-.q4--e-spgcif icamente
p edifl 9 O üro-' _!s*dem an aa d ét
-qye_. ^r-eeg-e- 9! "d e,l
u
to ec el objeto del pedido del Otro, el objeto que el otro demanda,
con las diferentes modalidades de la demanda que prevalecerán en
cada ca¡o singrrlar, el otro puede exigir, puede nrplÍcar, etc. Pero ad+
más e¡ta donación implica una renuncig lr renuncla a un goce auto
erótico.
Nos encontramog así con esta temática freudiana de la educación
esfint€riana a través de la cual las heces pasan I ¡er e¡te objeto que eE
pedido, que e8 demandado por la madre, pero que ademris eo pedido
y demandado en determinadas condicione¡, ea el objeto quá debe
ser entregado, que debe ser cedido, pero no en cualquier momento
y en eualquier lugar. Aquí ya van reconociendo ca¡acterísticas de las
que Freud ubica en la neurosis obaeoivq ee trata de un acto si quere,
mos, el acto corporal de la defecación, pero para el cual se pide de
ese objeto, que Be ced¿ e¡e objeto pero no en cualquier condición si.
no en ciertas condicione¡ de lugar y tiempo. Condiciones que impli.
can exigencias grandeo para un chico que est{i accediendo a su conttol
de eefínteres.
Egta cuestión de la demanda, ests cuerüón del pedido, etta cue+
tión del objeto anal como objeto de l¡ demar¡da del Otro es Io que
vamos a encontrs¡ en Lacan por una parte rcñalado cono una ca¡Bc-
terÍsüiga general de la¡ n-euroair. E¡ deci¡ que es una carac,terÍaüca ge
neral de las neuroeie, en lo problemático que se preeenta el deoeo para
los neuróticor, eE una ca¡acteríEtica general e*é int¿nto de reduóir el
deseo a la demanda, el intcnto de reducir el deseo del Oho a la de
manda del Ot¡o.
Pero si es una ca¡act¿ística general de la¡ neurosis, ea rura ca¡acte
rfstica sobre todo de la neuroaia obsedua, el intento de reducir el de-
seo del Otro a la dema¡rda del Otro, evitar el momento del contacto,
otro tema gue tiene gue ver con lir neurosis obeeaiva, del enftentar¡e
con el deseo del Otro reduciéndolo, tratando de hacerlo entra¡ en la
demanda del Otro, en lo que el Otro pide. Por eso Lacan va a llegar
a-deci¡ que lo quo el obsesivo intenta hacer es ubicar en el lugar áel
objeto del deseo el objeto de la demanda del Oüro. Mri¡ todavñ, ubl,.
clr como objeto del deseo la demanda misma del Otro, quiere que el
Obo pida, cree que el,Otro pide, y en primer lugar su cashación.
A.: ¿Puede uoluer a repetir ecto tiltimo?
P.,' Eg la conclusi6n de lo que veníarnoe diciendo; p_qnr no enfren.
ta¡se con el_deaeo del-otro que encierra un enigma, q¡e_qlglstia-el
rpurso, [i riraniobra de r¡n obgesivo es tratar ae-ráauái-erffi"iffi:
tico deseo del Oho a la demanda del Otro, Io que el Otro pide-con
sus palabras evitando de ese modo, a través de Io que pide, pregun.
tarse qué ee lo que desea, tratar de elimina¡ esüe trasfondo dei deseo,
reduci¡ el deseo exactamente a lo gue el Otro pide. Por eso el obsesi.
vo continuamente está haciendo maniobras para que el Otro le pida'
para evitar el problema de que el Otro desea.
A.: Pero también tiene que uer con la castrsción,
P.; Por supuesto. Estos temas los van a deearrollar en la cla¡e con
85
Lomba¡di. Hoy termino con una última aclaración, tomada también
de esto t¿xto de Fheud. Dice:
80
4
E?
un dosüroUo ¡ lo largo de la vida del oqjeto, y üenen también un co.
mlenzo, aunquo e¡te comienzo, a diferencia de Ia¡ psicoeis, Be plesen-
te como tur comienzo en dos tiempos tal como F¡eud Io planteó:
88
que yo estoy exponlendo, Urt¿de¡ ¡aben quo la poctclón de st¿ d.
tedra es freúdiana y en este sentido me ertoy remitiendo a las dife-
rencias en la diacronía de la¡ neu¡osis y las psicoeir tal como lac ptan-
tea y la.e sostiene Freud. Cuando decimos que no hay peicooia infan-
ü1, estamoe diciendo que no hay nada análogo en la cüesüión de la¡
psicosis al lugar que ocupa esta noción de neuro¡i¡ i¡¡la¡rtil en suanto
a la¡ neu¡osis, No hay una paicooie adulta que rurge do una psicosis
infantil que fuo reprimida y quo luego con ol rctorno do Io reprimi.
do aporoco la pricoaLt udulia.
Las nocione¡ en cuanto a la dlacronfa, cuando ¡e hata do una er
tn¡ctura psicótica, se plantean de una manera totalmente dife¡ente
al regisbo de la diacronía en el ca¡o de Ia¡ neurosis. Cuando discutan
en sur prácticos el historia¡ de Schreber verán gue, en el capftulo tar-
cero, Freud disüingue doe tiempoo, doo etapas,-ei el desa;oUo de la
psicosis: el monrento de la pérdida de la realidad y el momento de
la reconstrucción de la realidad. El primero es el de la enfermedad
propiamentc dicha, el eegrrndo es calificado por Freud nJ .o.o en-
fermedad sino como intento de cu¡ación. Ambos correoponden al
desa:rollo de la pricoeie mirma, no ¡e hata de gue algund constitu-
ya el antecede¡te, la predirpoaición o la condición para la peicoeia.
En eee texto Freud articula y dirdngrre estas nociones en reración
con log tiempoe de la repreaión tal como funcionan en la estruchxa
EL ÜTACNOSTICO PBEVIO
89
casos en gue cr"yeron tener suficiente cuidado en el diagnó¡tico ini.
cial. Por eoo la¡ rtcomendaciones de cautela en cuanto a este arunto
nuncs coren el rieago de ser excesiva^s. El ot -un8-
no la
gue hacer algo mrii Qué recomenda¡ uni actitud
cauteloea antes de decidi¡ inicia¡ un anáIisis. Tenemos que capacitar.
nos en la di¡tinción diagroetica entre neuroais y poicosir. Ea ün pro.
blom¡ muy arduo y por eso insiatimoa en él a lo largo de todo el ¿ño.
Convieno dietlnguir dot situacionoa,
Una co¡¿ eo l¡ cuestión_de diagnosticat uns paicoeia cuando la pai"
co¡ia está desoncadenada. Lo verán en loa teórióoo, en roo oeminarior,
en lor.prácticoe y también en los ateneoe clÍnicoo, cuáro¡ non tor iigJ
nos y los fenómeno¡ que autorizan a diagnosticar pooitivamente que
egtamo¡ efectivamente en presencia de una paicoeii y aún a clasiñóa¡
¡u forma eegun las distintas nosologías psiquiátricas y psicoanalíticar.
Esta es un¡ cuestión. No voy a deci¡ que sencillá, ya verán sus di-
ficultades, pero, aunque problemáticos 1n su aplicación, tenemoe
para esta cuestión criterio¡ establecidos a_lo largo del dessrrollo tsn-
-
to de la paiquiatría como del psiconáli¡is,
Otra cuestión, relacionada y dependiente de árta pero muy dife.
rente, eo la de si existe la posibilidad de detectar, de áetermin-ar que
lroy..ul, egtructu-ra psicótica en juego antes de h lsicosio propiamen.
t" diglr", ante¡ de que Be haya desencadenado la psicosii. p'ara e¡ta
cuestión no.hay cntnrios establecidos, ni desde la páiquiatría ni desde
el psicoanrílisis. Conüene que ustedes Io sepan con claridad.
N.o ¡ólo no hay criterios esüablecidos sinb que estos criterios varían
sensiblemente entre la¡ diferenües escuelas paícoanalíticas. Entre ell¡¡
er en la en¡eñanz¿ de Lacan donde encontramos el esfuerzo má¡ serio
para dertacar y deñnir la dificultad de esta eituación.
gtú gF §gr¡gl"Ftdg
-r'eulgg{dge -!gg,-gg_Ullt grepFiEEffi-:ffi?i es
una ronnula"*i$g,+g]a
uoruca que, al mismo tiempo que planteq recume la
diñcultad de la situación.
Frente a ests dificultad adquiere un gran valor lo que podríamoe
llama¡ el diagnóstico negativo. Si no tenemos medios para pronoeti-
ea¡ una paicosis f,al vez tengamos descarta¡la.
*üffi-H#HH':#:t";,ffi*[T
dé neuroeis, ustedes estanín en la práctica en condiciones de descarta¡
que se tratc de una paicosis.
Fon¡rula¡ con preciaión, No diagnosticar por aproxima-
clon. Qien..{i&¡enfÁ-de¡e .
o técnica¡ o con.
r€-.-.,-
gegr¡! las diferentes denominacionffiüe ó;
que han usado las diferentes escuelas paicoanalítica¡. por
I eao leo deotaqué en la clase pasada la cla¡a adverüencia de Freucl: hav I
I muchos fenómenos psicopatológicos que presentan el ca¡ácter ousesí- ,l
I vo y que no tienen nada que ver con una neurosis obsesiva. fara aiaSJ
90
nosticü una neur,osis obseEiva no es suficiente señalü un síntoma,
aún delimitado con precisión, que reaponda a las ca¡acterísticas eaen.
lalea de un síntoma obsesivo,
, y sólo así corresponde habla¡ de ése síntoma como
. No eg el nivel de la descripción del síntoma el que
lo det¿rmina como obsesivo, sino si eatá puesto en función en una e&
tn¡ctura obsesiva.
Ahora bien, esto eo vilido, me eutoy rtfiriendo a l¿ gituación en
que exirte yo una neurosi¡ desencadenoda. Pero puode ocurrir, y or
esto lo quo oapecfficumento quiero introducir hoy, re puoden encon.
tra¡ con pacientca en quo ¡u neurosis no esté de¡encadenada toda.
vÍa, o que lo eaté pero que no sea visible, que no aparezca claramen.
te desde los primeros momentoa de la coruulta. Es en ec¿ae situacio,
nes donde s€ hace más importante todavía la necesidad de un diag-
nóstico de ectructura. Otra vía que a veceE es aceesible e8 la-dsterqi-
nación de la neurosis-Efa4!¡1. Si ustedes pueden enconTiúl delimi-
ffiFncia de ests neurogis infantil, aunque no ha-
ya una neu¡oai8 adulta, entonces allí tienen la indicación de que ee
trata de una estructura neurótica. Pero esto no aiempre ea acceeible,
recuerden que ahora estamos planteando la cu'estión del diagnóstico
previo y no el del diagnostico que surge I lo la¡go del tratamiento.
A,: Pero no hay caEoE por eJemplo en que un neurótico puede lle.
garapsicotizarse,,,?
P.; No, eeto no existe: Y ee justamente por eso que destacama el
valor del diagnóstico previo. Si un neurótico pudiera psicotizarse, o al
revée, ei un pricótico pudiera neurotiza¡se, el diagnóstico prcvio car*
ce¡ía de importancia, sobre todo de valor pronóstico. §i se tratá de
una eotn¡ctura psicótica üienen que contar con el riesgo de quejunto-
con la traruferencia se desencadéne una psicosis. §i-Iit¡¡l.edúE!$:I
§i$Eg-q-qa!e{§!9ad gn gúgg!+euro'+,9@ rge+ci&J-srffi,j
unl pglg.q§Js^Aun fuers cle la prachca an&lrt¡ca, un neu¡otico que no
se analiia, gu neuroeis podni tener distintos grados de desa:roUo, po-
üÉ agravaree, podrá incluso por momentos convertirse en un deliran.
te, o ae desorganizará seriarnente su conducta, pero eso no lo hace
mrír peicótico, en todo ca¡o lo hace más neurótico, si pudiera us&rse
esto noción como variable cuantitativa. Hay cu¡os graves de neurosis.
Recuerden lo que lee había mostrado en el tratado de psiquiatria de
Henry Ey. Que ciertos eectores de la psiquiatría convirtieron la dife-
renci¡ freudiana entre neuroaia y psicosis en una cuestión de levedad
o gravedad, enfermedades loves y enfermedades graves. Lamentabl*
mente algunoo pcicoanalirtar siguen la tendencia de esa paiquiatna.
R¿cuerden que lq
80n Dor El mllmoE c
98
No ec inúüI nJ ocloso rcpetir la cita del texto de Freud, el que yu
les clté do¡ vece¡. Ojalá uatedee lo repitan una y otra- vez en la pnic'
tica: decía Frcud en eEa pá¡rafo ,-_v¡rq_9!".4_
no solariente en
ñéohs do iüb-nor"6ño-óntrorhor con dúüTb.
hlvo, no or ¡ullclcntc para quc u¡tadc¡ dlag.
noetlguen y traton, re comporten, maneien la gituación como ai ¡e
tratara de una neurosis obeeeiva,
Cuando oe llega a hacer de la noción de neurosis un uso üan general
que a cualquier cos¿ que se parece a-una neurosis se la llama válida-
mente neuroeis, entonees, con ese uso gfeneral, ee tsmbién totalmente
vrílido decir que un neurótico ae psicotizó.
Pero ¡i usamos Ia noción de neu¡oais que Freud constmyó -y egto
ee lo que Lacan llama el retomo a Freud y I Eus textor- no úlo te-
nemoc el deber de tomarnos el trabajo de diferenciar si se trata de
una neurosir de verdad, neurosis verdadera digamoe, o bien sólo de
algo que re le parece, una paeudoneuroeia, aunque no mo guaüa uoar
esüos tármino¡. Sino que lo más importante es que de ese modo ten-
d¡emos Ia¡ herranrientar para dirtinguir en la práctica clínica eituacio-
noú muy dife¡ent¿¡, Que sólo por Bu apariencia pueden ser asimila-
blea, pero que por su estructura, por Eus leyes, responderán al trata.
miento de muy dife¡ente manera. Ee decir que la acción terapéutica
debeÉ decidine y ejercerre en di¡eccionea muy di¡tintas. Sólo de esta
manera el diagnóetico previo tiene vaIor. Del, obo rnodo, en cambio,
¡e entiende que erta púctica del diagnóstico inicial haya llegado a
eaÉr en den¡¡o. De nueatro modo, por el contrario, conreguíremoo
uüllz¿¡ lar nocioner de la t¿oría de Freud para lo que airven, para tra.
bqjar, para orientarnos en la práctica de loe an¿{lisi¡.
Entoncea hay que poner cuidado en que ugtedes puedan diagnoeti.
ca¡ ¡i ae trata de una neuroai, obsesiva o ai no g€ trata de una neuroais
ob¡esiva. §i se trat¿ efectivamente de una neurosie obsesiva nunca,
nunca jamás eao va I pasar I ser una psicosis. A veces van a encontrar
en la literatura poicoanalítica el término neuroaie obaeeiva ueru, ea de
cir verdadera. Eet¿ término es sintomátieo: Ia noción de obaerión al.
canzó t¿l ampütud que cuando uno se encuentra de vetdad con una
neurosis obgesiva debe diferenciarla y decir neuroaia obceeiua uers. No
e¡ necesario ere término, eE una categoría clínica inútil, o e¡ neurosi¡
ob¡e¡iva o no lo ec, Podrá Eer una neurosir obssrlva quo seo grave, po.
drá ser una neuro¡i¡ obeesiva que llegue a lo delirante, pero leguiní
siendo una neu¡osie obeesiva, no una peicorir y por lo tanto sqjeta y
funciona¡do con las reglas propiaa de la neurosis obrcaiva, no de la
paicooie y éea será la indicación fundamental para la dirección del tra-
tamiento,
Que muchar veceE establecer esta distinción resulte difícil, no noú
exime de plantearlo en eatos términoa. Diacúlpenme, pongo un punto
acá y sigo con el tema de la clas€ de hoy, ya vamoc a retoma¡ e¡te
tema en la¡ cla¡es próximas.
g{
LA DIACRONIA EN LA§ NEUBOSI§ \
Entoncea les decfa que puede ocurdt que cualdo un paclent¿
conrulta, nr neuroriS, zu neuro¡i¡ ob¡eeiva egté en un grado muy
avanzado de de¡anollo. Pr¡6do $t kteludvo quo detde un FrtnÉ!
momonto udcdc¡ puedon drtoqtar oon toda nltldr¡ ru ncuó¡l¡ tn.
fantü, Como en ol c¡¡o del Hombrt de la¡ &at¡r. Reouerden que
Freud l¡ detecta sIIf d66de las prinerur entrevl¡ta¡ y la llama Ituna
neurods obsosiva completo", una lglgÉig-dhrgsva. a lague no le ha. ,
c.e;$laning'i+-eleqen;ü-qeaen"cicü jrlpEqáBlC-IQpSAe¡t$gióndelde:'
E@ud_aq, él temor- de .queñ-ctirrim uñe]e8"
a menciona¡lea otro caso que e8 8u. -
claro; un paciente adulto que ya en lar primera¡ entrevistag
conüaba que cuando era chico para dormiree necesltsba de una aerie
de rituales ob¡esivos y él ya de entmda comentaba este hecho que ha.
bfa aido cla¡amente regisürado en la familia. Sólo podla dormirso con
un ritual cuyo acto conhal conai¡tfa en poner la almohad¡ sobro ¡u
eatomago. En el momento de la pubertad esto retorr¡a de oha mane-
P, ya lo para dormiroo, oino quo cusndo volvfa del cologio ¡ la torrlo
tonfa dolorm dg cabeza y ¡a único manora on qu€ conregulo que
se fueran gug doior€s de cabeza era acostándose y ponienaJüaUo
hada en esa poeición, al poner la almohada sobre ¡u eotómago podfa
quedarae allf-tranquilo acoetado y luego sus dolores de cabeza-para.
ban y re podfa levantar y aeguía zu¡ actividades.
Ea el tra¡r¡cuno del análisis esto se fue acl¡¡ar¡do en los do¡ ¡en- <
tHor en guo v€rngo insisüiendo en que Freud dice que lo¡ ¡ínüomaili
obredvo¡ tlenen un eigr¡ifiqado_y_ un s€áiido_ó- ]i€iéñ u¡isenuaá v I
un¡ intencióñ. No voy a deteñénire mucho,-pero el signiñcado úl
referÍa iilóT-relatos familia¡es: cuando él eri-chico, polo ant¿s dd
que apareciera este ritual, el padre había t¿nido que irao de la casa
pare L a lucha¡ al frente. En ese momento de grrerra habfa tenido
-qu-e.8er
operado de ulcera en un hospital de campaña en el gue no
había aneot¿gi¿.
En lo¡ detrlles de e¡te relato aparecía que a este hombre derpu&
de la oporación, y para facilita¡ ru perfodo de recupención, le habían
puoato bolsu de a¡ena aobre el ertómago, Todos esto6 eran rclatoo,
no ao trataba de una egcena en el aen
den que Freud siempre lnaist€ en t
@ry;fef
t4¿f. En egte caso se en
miliaree. Lea preeento este rasgo pa¡a simplificar, había ohos, la
cuestión era má¡ compleja. En este caso el detalle del ritual dá h
almohada sobre el eatómago refería en el relato a egtas bol¡a¡ de a¡e.
ns .qüe había tenido el padre sobrc su eotómago despuée de eata ope-
ragión, momento difígi!, de angusüia en la familia en cuanto a h póei.
bilidad de la muerte del padre, a Io que s€ agregu toda ests cueiüión
del dolor y la falta de anestesia.
Pero ugtedeo ee pueden enconha¡ t¿mblén con otra¡ situsclone¡
9ú
€n quo un psciente consults y n9 hsy una neurocis adulta desenco'
denüa. Tal vez en la época de Freud era distinto, en la actualidad
no es así. no necesariamonte gg¡tultan los pacienteo cuando ya hay
una nouród¡. Aquí tencl¡famos quo plantear eata cuostión do l¡ con'
¡r¡lta: quó o¡ lo que llova a un rujoto B conñult{r y quó er lo quo llovn
a un nileto r peál¡ un anáü¡lr. No nece¡arl¿monh hay una ¡olsolón
dlrecta,-nt dqüera una relaclón unlvoca entre ngtuo¡lr y pedldo de
con¡ult¿. Hay muchos pacientes que consultan -digamoe por tomar
el ca¡o máa aleJado- por uns cierta insoüi¡facción a¡lte la vida y urto.
do¡ no pueden rcconocsr ntnn¡n dg¡o, nadt que tanga quo vor con
un¡ ngufl¡d!.
Ects ouerflón de la conzulta ee compleJa y tendrón quo verla funda.
ment¿lme¡rte en la¡ materias clÍnicas: en "ClÍnica paicológica de adul-
too", "de niñog y adolescenteE", etc., pero e8 importante que tengnn
un¡ ciort¡ ideu, para que nos ubiquemoa en nuortroo temnr, de cets
rslaclón ontre nsu¡ools y coneulta, o neuroalo y comionzo de un anólt
¡i¡. Por una parte la ectn¡ctu¡a de la cura pricoanalítica está armada
en función de l¡ eetn¡ctu¡a de h neu¡alr, a menoe que Io quiaiéra-
moc decl¡ al rw6¡ y también es vilido, que la estructurü do la neuo,
rlr orti a¡rr¡uda en función de la ostructura do la cura pdcoanulftica,
t l_q_eshrrctg¡gjg_la sgILlsisosnelftica gue psss por la txangfe¡enqi&.J
i pói-66o-eat¿¡ neurosis son llamadss por Freud neuroeis_{_e
-trq¡sfe-
, iencia.
-Vi'traUla indsHdo en esto, en que d Freud plantaa en Eur nocloner
acenca de l¡
cr¡¡a qu€ _[q neruo¡is-con la que v_ie-r¡p-!ü¡qpigsglflgUB
Ean¡loma¡¡e en una neuro¡is de ha¡r¡ferencia'y lo que el p¡icoaná-
Iifi?uiú €l ffiffiicñti d¿ ürañdléiéncii. éi oóiiiri€"ffiv ilr;-ñ? é-
Ia ütñffiia-ile-E-ñeulüi{¡ que Li-haóe1pti p"- h únnifercncia,
para eeta tran¡fora¡ción en I¡ neu¡oei¡ de translelrncla. Por eoo no
er ca¡ual gue Frrud, en la nosologia, le¡ haya dado eoe nombrr: pai-
coneurodr de tran¡ferencia.
Que eeto oea a¡í no exime de tener cuidado al ssca! la¡ co¡uecuen-
cias en cr¡¿¡rto a la pnictica, ya gue por eí mismo no et suficienüe. Pa-
ra articul¡r con l¿ pnictica tenemos varioo pasoa todavía, necesitamoc
otra¡ mediaciones. Saber por ejemplo que no todos loe neuróticos
consultan, no todo¡ loe neu¡óticoa piden un análiais. Que el peicoaná-
li¡i¡ esüi hecho para loo neuróticoo, que la neu¡ooi¡ convogue, llarte,
etpere el pdcoanali¡tq no quiere decir que no haya una enonne can-
6dsd do neuróüco¡ guo no sólo no llegan a analizarae, no quieren
analizane.
La¡ netuod¡ ¡on eatn¡ctures muy estables y hay mttchoe ruJeto
gue to lar arreglan para convivi¡ con gua neulosis y con Eua síntoma.s
toda ru vid¡. Un ¡ujeto puede convivi¡ con sua gíntomas sin qeceoidad
de consultsr, már todrvía porque a -lo ha-
bfamoa visto-
pu-,ii6 también convivi¡ con su á¡isuiia
-!Q9wtɡ-i-qs*..Un
y no neceóai{amente pedir un tratamiento, E€a psicoanalítico u otro.
90
Que un sujeto pida un tratamiento depende de ot¡as variables. En ¡
última inrtancia, dice Lacan, como en cualquier otra cosa, es un pro. I
blema de mcrcado. de oferta y de demanda. I
Parti düd ét 66ñ6 prdcülesr ¿d€ qué depen.
ds, dlco
os, Do un¡
c¡co ¡J8c8n7 ¡98 una prácüleo quo fiduar{
pr8cueo qu€ "utuem loro qu€
que clurulá",
uuruf§"r nó so
¡abo ouánüo va a du¡a¡ y elgün dfa puede demparocer, poro q¡a dq
la¡ oosas gue puede hicer eüen qutene ¡o¡tenef el dl¡cidio e¡ti¡itidd
e-gjeÉg¡. Hay que oüectr para que pueda haber demhhdl, l"I ofer-
ta crelJa demanda y el psicoanríJi¡i¡
p¡icoanfli¡i¡ con au oferta, desde Freud hastÁ
hastá
acá, ha creado demandr, la quo ya no viono nscosf,riflfir€nté
sado una áemandr, nocos*riementa ple$.
plan.
toada on lo¡ tármlnoo en que vonfan lor pacienüor de Freud; hoy en
dla demandan análi¡is muchoe euJetoa qu€ no son neur6ü.co0, o mu.
chos sujetoa gue aunque tengan una estnxctura neu¡ótica no presen.
tan una ner¡¡osia.
Euto no quiere docir que no nos encontromoo con muchos pacion.
tec que llegun al anrilisis en un estedo más o menos aemejante al que
üegaban lor pacientec de Freud, eso eigue eristiendo. Por ego ler qui.
ae inclui¡ e¡plÍcitamente eEe primer ejemplo que ler dl el otro dfa al
quo ho osegsdo hoy oüo, Porque t¿mbión vtrn r enconhn¡ on Io que
m lhmr lr üter¡tu¡a pdcoanalÍtica l¡ afirmnción de quo la nou¡o¡i¡
ob¡edva hoy en dfa se ha transformado y que ys no encontra,mo¡
forma¡ de neurosis obsesivs a IE manera en que se presentsban en la
época de F¡oud. Esto no et cierto, rotundarnente. ño¡ encontramo¡
c<¡n neu¡ogl¡ obge¡lva¡ que §€ prooentan con la modalltlad con que
Frcud las ha deacrlpto en loe pacientes gue él atendÍa. Pero sí es cier.
to que conultan muchos paclentcs gue son obs€dvos poro gue no
¡on netuóücos.
A,: ¿Cómo es cntle,ndo que tengan una eatn¿cta¡uclón obserlud
y no Eean néurótlcoc?
P.: Por eao insbto en egtar nociones, neurocig
desencadena en un
v8 c&trl a
g7
de una neuúrig en una neu¡osis dc t¡:a¡uferenci¡' ¿qué el e¡a tran¡-
formación? E¡ el deoa¡roUo que la neurosis dgue on el curco de la cu-
ra y üomo un curüo t¡l on ol cual el unalirün..y3-etá lncl$lD*9"!.j¡a
neurodr.
\-nñüoñricc, rca quo el ¡nállsl, conübuya a dor¡¡roll¡rla o a oon¡tl'
hrirla, a de¡encadenarla, ¿cuál e¡ la diforoncl¡ con una nourolu que
¡e de¡arrolla d¡¡ análi¡i¡? Lacan, pa¡a h lnüroduclendo aquf clertas
dl¡ündone, lo llanrr I €tto ls neurod¡ rrlvqfe.
A,: ¡Cómo la llama?
P.l §dvrJe, o la neuosi¡ en bntto digamor, anto¡ de ertar manlpu.
l¡ por h
lada lr etbuctura pcicoanalÍtica. ponlue
e¡bt¡ctun pcicoanalÍtica, pontue lo clerto er ouo todo lg
es quo,t_odo lo
I 9be-eg-vgo-dá-cülfriEr
O lxem_v¿ o.qo-cl¡E¡4u¡¿r
a parttr d3.lo.gue -ocurro
y aún erte poetulado de la neurosis
n¡¡8e óóilriCuróticoc adultoc. Que deepuéo vaya-
Do! y lo obcanremoe en la conducta de log niños, eetá bien, egto ea
aurilir¡, perc lo que coresponde e¡trlctamente aI aaber que el pel.
co¡náü¡fu coutnrye, er Io que el peicoanálisis construye a partir de
ru prócücg de egta prástlca terapéutica.
¿Ct¡ll cr la dife¡encfa entre ecta neurcrb on bruüo, esta nsuroob
¡ahrqle que re de¡arrolla ain el "auxilio" del peicoanalirta, por ru
cuenta, y eta oha neurods que ¡e de¡anolla en l¡ tnnrferenclt? La
prlmera dlferuncia, por paradójica que pa¡szca, €s que la neu¡od¡
tenni¡1a de coryütrlqe. Est,o e6 algo en lo que Lacan ins,iu(á mucho
¿ en opeelal en ¡elación aI ¡íntoma obsesivo micmo. Aún en los ca¡os
Irn gr" I¡ fororacióu de! qihtoma comenzó antes del anáü¡ic.loc sín.
ilton;u ob¡edvoc ¡ólo se constituveii co¡üo talée.-óotrlo-ñ nt-6niira.- an
lel cirno del análi¡i¡. ?ó; ;[puestó qüe efró ei rFffió p-ara áu]aldiiiér
1réú6q6'ítiEñ-Fara h hiit¿ria, eia¡ráIi¡i¡ acrúa en ün primer mo
menrto ¡lent¡ndo la neuroall, enhando on ru Juogo, cmñuJundo ¡u
d;artollo cn h burtrfolrncla, Poro adqulor miüloo! iraittoula¡s¡
en el carc de lo¡ obreslvo¡. Matices que varfan a€nsiblement¿ ¡egun
lrr úlngularidade¡ de cada paciento. No er dempre lgral, pero es hs.
,q¡ente adl& en un primer momento a una proliteración de sínto
Earr I un derpliegue sintomático destinado, producido pa¡E el ana.
li¡ta. No en todoc loe casoo, pero mucho máa que lor histéricos, lor
olcaivor ¡uelen ¡entir¡e "a lus ancha¡" denbo de lar reglat dsl ¡ná.
l!l¡, hay algo en la a¡ociación libre que eE connatura] y favorable a
sE-neurosis. En algunos caros Ee puede aprcciar incluso cierta exal-
t¡ción. E¡ como si la neurooic hubiera estado esperando desde aiem.
pre erte ten"no_propicio de la qcgcjgsión li[¡g.y^de la_t¡ap¡ltgJr4pcia
que, dodo que Lacan lo formüló uaf, roh uñu únlca y mirma cosa,
Lo obcelvor ru0¡on ler muy trabqjadorea en el anáJi¡i¡. Eets cdla.
boraciur con el q¡ílhis no pnaeenta estas características en la hi¡te.
da. El pdcoanálirir vino al mundo cuando un peicoansli¡tr pudo er
cucha¡ a l¡¡ hi¡tárica¡. Pero también eg cierto que gran parte del ea.
ber del pricoanáIiair aobre la neurosis y oobre la formación de loa sín.
08
tomas zurge del trabqio de los obgesivos. La neuro¡i¡ obseaiva, dlní)
Freud on 1926, es el objeto mrio agnrdocido de la lnvestigación anal
líticu.
El g:Ér1 probl€ma oon ¡oN ob¡a¡lvoq er qué sl rnúllrl¡ lar vonga tan
blen a ¡u neuro¡t¡ qu€ no slentsn nlnguna nscesidnd do curano, do
ir mú¡ allá de ¡u neurosi¡, Pero acá no hay que equivocaroe, dice La-
can, cada neurosi¡ ob¡e¡iva tlana aus tlempoe, tiene ¡u¡ rltmoa, y llo
gr el momento en quo un obc€dvo hrmlna por pssar el lfmlta de ¡u
nourosls. No hay que gula¡se por loa prcplos üempoe eino por loo de
cada analizante. Pe¡o en todo caso eB cierto que l¡ conducgión del
análi¡i¡ coneopondo al anali¡ta. Un obsosivo libMo a rur proploo"me
dioa no t¿rmii¡arÍa nnii6á; r¡i ru anüi¡i¡, nl ru nouroels, He dt¿natao
ob¡esivo¡ que habían cultlvado su neuroai¡ r lo largo de varlo¡ andll.
gl¡ ant¿o de llegar a ml consult¿. En al8ún ca¡o varia¡ décadar. Y que
continuaron conmigo, no digo'varias, pero sí mds de una décaáa.
Imaginen usteder, ¡40 uloa de análisisl Y termina¡on. No es ¡ólo en.
toncea por tenor confianza en las'tndicaciones de Lacar¡ puedo ates.
tiguar que los obsesivos terminan dt¡e aná,lisis. No es fácil I vecea, co
mo no es fácü nada que tenga gue vEr con la conducción de un análi.
sis. Y los obseeivos pa¡sn por situaciónes que podemos llamal, en ho,
nor a la brevedad, muy dramáticas, ue sna.licen o no Be analicen. Puo
do decirles que conozco algtrnoa qu€ 6on capaces de terrrina¡ su aná.
Iid¡. Uetedes pueden penEar que 40 años ó 30 años ó 20 o loa que
sean, 8on muchos y ea cierto. Perc tienen que comparar no con unl
aituación ideal, sino con lo que eB la vida de un verdade¡o obse¡ivo
librado a sus propios medios, entregado a su neu¡osis. Eso durs tods
la vida y en muchos caloo Uega a ectados de det¿rioro fra¡rca¡nenrte ls.
mentablee. Deterioro personal, pero muchas vece¡ también familiare¡.
09
rogir, l8 nsurodE avanc€ hasta un rmal. Et¡iqgl-eÁJq+esoJ¡¡clg&de-¡a
tran¡ferenCiA.- No vamos a plantear este tema sino sólo para destacar
ñFñE6ilción de l¿ transferencia os la rosolución do la nourosis
de transferencla, ea decir eg la resolución de la neurosis. En este gen.
'tido, parafraseando otra de las expresionea 4l Lacan, podemos decir
Cue r{r p_qgruüyg-gy. lW !9!9 -si1 dttgida. Dirigida no en el sentido
a-e qut A 8¡lCEta-va a conEoE su forma, pero sí*eg-dirección, que
con'el diapositivo- analítico le permite toma¡ una dilicción que 8e en-
camine-bCc-¡s-lg-¡edgccign. En cambio por 8u cuenta, por sí mismi la
nbüioiñ-iiiiüe áe8dó¡i,Ánaose. Aunqua no podamos ocuparnos aquí
con amplih¡d de estor tema8, ésüae ¡on nociones que lee pueden eer'
vlr para ir guiindo¡e en un primer momento y pueden entenderlo
a¡í: un paicoanálieir es una neurosis dirigida que apunta a que la neu'
reis gea reducida, que tarmine, Pero la terminación de la neurosi¡ tie'
ne que ver con la terminación del análisis, lo que es equivalente en-
tonces a la rcsolución de la neurosis de transferencia. Puede haber
neurosis ¡in análisis. No hay terminación de la neurosis ein la termi
nación de un análi¡is.
A vecee ocur¡e que la neu¡osis se constituye en el análisi¡ mismo
y que por lo t¡nto.el eíntoma
-ioy
se constituye a lo largo del psicoaná-
lisi¡. @E¡- vec-ee -ies meñóGnáñdo éÉto para {uá ustedes vean
qüFen la práctica hay muchoe matices, hay muchas posibilidades-
ocurre que loo gíntomas eatrán dgqlg_¡p comienzo, aún desde la pri-
niEia-Cóásu-lta y iiiñ-eiñargó riñs posi6ie reconocerlos como tales.
Deepu6, cuando loa reconocen, retroactivamente se dan cuenta de
que e8o ya estaba desde el principio, pero estaba de una manera tal
quo no era posible teconocerlo y localizarlo como síntoma.
Lea voy a comentar brevement¿ otro ejemplo para que se ubiquen
en e¡ta altemaüva. Nuaramente incluyo egto no para contar el ca¡o
en Eu8 detalle¡ dno solamente para ilustrü lo que leo estoy diclendo.
Antes tenemos que ¿glegEr oha cosa de la que ustedee ya tienen una
olcrt¿ idcr. En la c!¡Ect€rlzación que hace L¡can de la ertn¡ch¡n del
comlenzo del o¡illl¡l¡ ublea Emblén uri-mñbió de la po¡lción det ru-
ieto frt¡i6 a iá-ñAfidfr:Eótó ei at]oñe está retÁóionaáo con Ia
consEti¡ci6ñ-aEllÍñIoña. Que esté ietacionado no quiere decir que
constihryan la mi¡ma noción rino que eiempre la-c-ogrt-itución.del
¡íntoma imp-lica una ruptura con la realidad,la realidad en el aentido
fteudianó, ü Eiila,ilqile ae consf,mye, que b pierde, que es una rea-
lidad cambiante. No hay pérdida de la realidad en la neurosis como la
hay en la psiiósia, ya vsn a habajar estae nociones en los prácticoe,
pero aí hay pérdida en el aentido de que e¡ta realidad cambia, puede
haber ruptura de la realidad y construcción de una nueva realidad.
la con¡trucción del eíntoma irn g.In $P.EB=c'gp-lq
u " siiq""i
iñ*ffi:iñlóñc,ffi
un "u$i6üoEó-Ailii qüeió que tog po.
post ñü hiiiian como algo que estaba en
100
el final del análiei8, que el aná[sis tenÍa que conduci¡ a que el oujeto
ee ubicsra de otro modo en relación a la realidsd, Lacan dico nor esto
no oatá a¡ finel dol anúIiria, oato sslÁ al comlenzo de un análirir. ¿Y
por qué eetri al comienzo de un anáüsis? Porque e.eto- qe!i._en directa
relación.¡on-J*-corr$itución del eíntoma, siempre la conitituiión
del sÍntoma impüca..una ruptura con-lE-r-ealidad_. Esto éláIgó quáya
han visto en el historial de Dora ó cuando di¡cutinron el habqio de
Lacan Interuención cobre la truneferencia. Esüa ruptura de la realidad
en Dora a partir del momenüo en que el Sr. K dice mi mqjer no signi.
fica nada para mí y el parqfe al acto de la cachetada. Eca realidad del
ci¡cuito amorolo entre ¡u padre, la §ra. de K y eu marido, en la que
Dom parüicipaba complacientemente, a partir de ege momento ae
vuelve extraña, Dora queda enfrentada con ella, acusa a au paüe y
deaa¡"olla el pequeño delirio que uetedee conocen. En el ejemplo
que ahora les relato eta ruptura con la realidad se aprecia desde un
primer momento. Se hataba de un hombre joven, treinta y pico de
años, casado hacÍa años, con varioa hijoe, cuya reüdad cotidiana se
había vi¡to totalmente conmocionads, po! el hecho de que ee había
ent¿rado que Bu mujer tenía un nmante o, como él lo decía, que le
habÍa metido los cuernog.
El sujeto venía muy conmovido, au üda había cambiado de un día
pan el otro, más üodavía por eI hecho de que él se habfa enterado
de esto no porque se tratara de un sujeto desconfiado, lo que se llama
el ca¡ácter paranoide, todo Io contrario, él vivía muy confiado y muy
tranquilo y se enteró poxlue su mqjer se lo contó. Es decir que eete
hombre se enfrentó con esta situación sin haber tenido previamente
ninguna expectativa en este entido y esto funcionó pa¡a él como un
hecho traumáüco. Valor traumático lo pueden toma¡ en ecto sentido. i
como el encuentro cón el deoeo del ,Qtrg, en éstd caso--no?üal{'uier I
Otro, su mujer.
EI dc¡eo del Otro ec dempre enl¡má6co, pcro on Grto caro ademó¡
re pruntaba una amblgUodad partlcular. ¿Cuúl fue la lntención de
eata muJer? Porque re podía ver claro en lo que egt¿ hombre contaba
que ellla había querido contá¡¡elo, es deci¡ que erto formaba parte
de algo que ella bu¡caba al contarle ecto. Psrecía haber un cierto
c¡ílculo en ella, que habfa llegado a un cierto e¡tado de decepción
en relación a su msrido porque decía que él ya no era el mirmo que
aquel hombre con el cual ella ee había casado. Es decü que a lo largo
de la üda familiar, de la vida de matri¡nonio, las cosss habfan ido
cambi¡ndo y ests mujer añoraba aquel hombre, ella quería volver a
enconttral, I recupenr a aquél con el que se había cassdo, no érte que
tenía al¡ora.
Si ustedes quierrn hacer otra referencia a este texto de Lacan, re-
cuerden aiempre que loa textos de Freud y loe de Lacan, además de
eer textos que los g¡¡Ía¡¡ en eeta cartografía teórica, son preciosas
indicacionea clínica¡ que lea van a sen ü pa:a orientarse continua-
mente en eu prácüca. En eae te¡to LacQI, dice en relación a Dora que
101
ell¡ se queJaba perolo que no sabfa, o lo que no tomaba en cuenta,
e¡a Ia part'e que a ella le tocaba en aquello mismo de lo que ella se
quejaba. Egto a válido aiemprc para el neurótico. Probablemente
lo que pasEba en est€ caso es que eeta muJer no se daba cuenta de
la parte gue Ie tocaba en esto de lo que ella se quejaba en relación
s ru ma¡ido.
Fíjenee gue con todo y por más traumática que 8ea ecta aituación
no os sractamente eoto lo que podemos ubicar como motivo de con-
eulta, como lo que lo trae a este sujeto aI tratamiento. Que se trate
de r¡¡a aituación ¡un¡mente conmocionante, bueno, pero tampoco
quiere decü que todos los maridos que se ent¿ran de que ru mujer
tiene un am¡nte vayan I pedir un análisis. Erpecíficamenüe l«r que
hay qu.e ubice¡ en ects carc como Io que lo llevó a esta demanda de
-
ha-t¡mientq- eE EifEggd!¿:Sür:pffií.cTlar, e&ecialmente muy in.
tenea y rclecionada con esta situación, que él describía como el mie
dg.gj$sd!§g-:@".
ATá e¡ nt¡n¡mente importantc esta oha indicación de Lacan: el1
rieago de_doj¡"e -lta¡¡¡ por Ia comprpneión, pgr l_a comprensión in l
102
con las mujeres. No podemoe decL que 8e trate exactamente de algo
reprimido, pero en todo caso ae lo presenta como .algo que había ol'
viáado y gue va recuperando. Con sierta sorpre§a él va redeecubrien'
do esto, se da cuenta de que era aho que éI había tenido y que Io ha'
bía perdido. Eg decir que erta idea de zu mujer de que él era alguien
que se habÍa ido deteriorando pareoe gue no era tan desacertada y
entonceg va verificando en la práctica que él es un hombr€ muy atrac-
üivo para laa mujeree y no rólo eao sino que lao mujereo le gustan.
Con todo, e¡to no era lo que estaba di¡ectamente ligado a Bu a¡t-
gustia, porgue su ang¡¡süi8 esüaba específicamente en este punto de
encontra¡ una mujer para casarse. Pero él verifica que también acá
la cosa no rc cumple y que no sólo resulta atractivo para las mujereo,
eino que eatar mqieres quieren casañn, más todavÍa: todas las que en
contró querían cararse. Cuando descubre esto, podemos decir que es
oho momento donde se encu€ntra con el de¡eo del Otro, de que to
das estas mujeres querían caEa¡s€, a egta altu¡a, él ya no tenfa ningtü
interés en e.asarse en ese momento. I¿ había costado mucho llegar a
Bepararse. quería volver a casarSe pero de ninguna manera en ese mo-
mento. Y es aquf donde vuelve I aparecer la angustia de una manera
especialnente intensa, Pero no poryue las mujeres querían casarse, si-
no porque es recién en eee momento que él se da cuenta de que erfa
idea que lo atormentaba tan angusüiosamente que él llamaba eu mi+
do a quedarse solo y que creía que estaba referida al hecho de no
poder encontrar una mujer para casarae, recién en ese momento
se da cuenta de que él sigue teniendo esta idea atemorizantn y
que no sólo ls rigue teniendo y lo sigue atormentando sino que
e8'tá más fuert¿ y má¡ consolidado que nunca y que ahora lo an-
gusüia máo todavía porque perdió el eignificado con qué la "com-
prendÍa" y no apareció en lo inmediato del análisis otro signifi'
cado que lo aurtituyera. De modo que suge la interrogación: ¿qué
algnlfloa erts,miedo r qudu¡€ rclo? ¿de dónde vlono oüto mtedo?
¿suál r¡ tu caul¡?. Podomo¡ doolr qur ¡colón on r¡te mo¡atnto
é¡ po¡lblo reconocer elto como un ¡fntoma. O podsmor docl¡ tam.
bién oue recién en este momento del tratamielito se Eoiutiüuye e[
síntoáa, §3lo atrora es posible r€conocer a este pensamiento "tengo
üie¿o de'quedarme solol' como una idea obeesiva.
Como ustedes ven, esüe pensamiento estaba desde el comienzo del
tratamiento, desde la prirnera entrevista, en sí mismo no es una idea
absurda y lo era mucho menos cuando aparecÍa justiñcada en la tra'
ma de Rcontecimientos que desencadena¡on Ia conrulta.
Sólo llega a convertirse en absurda cuando l¡ manera forzosa en
que se vefía imponiendo -lo que constituye ru carácter compulai'
v-o- termina por mostrarse sin ninguna relación con la¡ ci¡cr¡¡rstancia¡
que parecían haberle dado origen y que "compreruiblemente" la jue'
tificaban.
Pero para esto fue necesario que el paciente cambiara zu rcalidad,
que dejara la realidad en que vivía antes del tratamiento, gue consüru'
yem una nueva t€alidad, que comenzara a vivi¡ de otra manera. Re-
cién ahí y a pesar de estar desde el principio, surge como un pensa- ,
t§r§.
Ia continuación de ese anáIisi¡ rían verifi.
car hast¡ qué punto ea váüdo afirmar que el anáüsig comenzó recién
ahí. Lo que quiere decir que Io que Lacan define como la estn¡ctura
de comienzo del análisis, no siempre coincide con lo que aparente-
mente ea el comienzo del tratamiento.
De toda¡ maneras lo que les quería ilustrar con este caso es una si-
tuación intermedia en la diacronía de una neurosis, que ustedea pue.
den describlr de cualquiera de estss dos manerae: o bien que el sínto
ma estaba deade un comienzo pero no era reconocible en óse momen-
to. como tal, o bien que termina de constituirse a lo largo del trata.
miento.
urüede¡ van I ver sl alcanzamos a preeentar en uno de los próximos
ateneo clínicor un cato que eshrvimoe supewisando la r".'*" p"o-
da
Jen- el ejemplo
que lea acabo de da¡ eeto fue algo que octurió des-
puér de 2 año¡ qeqio de tratamiento, en este cáso'creo qu" u, un
{
poco Eenos, cari 2 arlos) podnÁn obsewar un momento dei análisis,
u¡a lecuencia-en que la diferencia de la paciente entre la sesión ante.
ToI r ela ¡eción rc puede apreciar con mucha claridad: cómo Ia reali.
oS 9e Ia paciente cambia totalmente. La realidad de la cual le üene
a h¡bla¡ el an¡lists en eEa s€sión ya no tiene nada que ,"r Ia reati.
dad que en la mi¡ma realidad dá h que le hablaba en ra sesió; "on ante
rior y -er u43 rcaión que permite muy bien observa¡ el síntoma cuan-
do est{i recien allí eurgiendo, freeco.
En es€ caso es rirá¡ llamativo totlavía porque se tratBba de actos
obseaivoe, una enorme cantidad de actoe ó¡segivos que tenia esta pa.
9i9nte per-o que nunca los había reconocido co-o t"I"s. ésáúan to
talmante incorporados a su vida cotidiana, cómo se ráuri,üu", áo-o
ppparaba la comida, cómo lavaba loe platos, cómo tomaba el tren,
cono volvia I ru caEa, totalmente formando parte de su realidad co-
y.rc-puede observar
FOq"
t¿ a trsv& de cierto tiempa--en-porque a veces esto ocurre graduJmen-
éste caso ra modificaci¿l
ledo,n a otrg donde la paciente aigrre hablanao ae eitaJmir.ur """
"ria"áoru,
de gue había e¡tado hablando en las sesioneg anteriorer páro
plzE tomar-para el nrjeto ya er carácter de lo quu poaá**"rio
I
uru vivencia de e¡trañamiento. Hay una v
",n-
ir",nu,
en rel¡cióo a ru rcalidad coüdiana'affiT:
A.: Tendrla que t)er con el g¡ado de intenogación que esto le plan-
tes, , .
P.: E¡ recién alll que rurge h intcrrogación. A partir de allí en eate
carc- n¡IF- eota No puedo disfrutar, ¿por qué seÉ que no
puedo di8ft¡tar? -pregUlta: pasa
¿gué me con esto? Esa pregun¿a no está &l co-
mienzo del análl¡lo, recién rurge ahora y surge neóesariamente en re-
104
lación a eet¿ momento de constitución del síntoma que está articula-
do con el momento de cambio de posición frent¿ a la realidad.
Bien, un paso dado; antee de dar el paso siguiente, ¿cómo resumi-
mos egte paso? Se trata de Ia va¡iedad clínica con que se van a encon-
trar en au pnictica. Para reconocer a un sujeto de estn¡cü.¡ra obsesiva
deben olvidarse de la idea de traüar de const¡uir un paradigma único,
un ejemplo por parecido con el cual tengan que reconocer si se trata
de una estructura obsesiva en ese sqjeto o no. Part¿ de esta diñcultad
tiene que ver con las muy diversas formas que puede toma¡ la neuro-
sis obsesiva. Pero otra gran parte tiene que ver con la cuestión de la
diacronía de la neurosis. Se pueden encontra¡ con un zujeto cuya
neurosis obsesiva ya eatá constiüuida o está muy avanzadq ae pueden
encontrar con un sujeto donde está lejos de constituirse, e8 un aujeto
de estructura obeesiva pero donde no hay nada que tenga que ver con
algo pa¡ecitlo a Ia neuroeis todavía, o se pueden encontrar, por msr-
car tres puntor en algo que en realidad eB una amplísima g¡rDq o 8e
pueden enconha¡ con que el ¡Íntorna ya está pero no lo pueden reco
nocer.
FENOMENOLOOIA Y E§TRUCTURA
106
tura no esüá entonces más aUá de la expeúencia, eeüá en la experien.
cia misma.
Dobo ¡econocer por Io tanto, que afirmar que la estn¡ctun es
transfenoménica, es una formulación que padece de un cierto resto
poaitivieta. §obre todo si la enseñanza de Lacan noo permito plantear
que Ia estructu¡s está en el deci¡ mi¡rno del a¡¡aliza¡¡te. E¡ en esto d+
cir entonces, donde va¡Dos e ¡econocrr no eólo ICC_q4nütñI6dEfdé-
ffiH-H*-,s?**i!tr#b#,*
aieuténd6-Ftfd-dETtuuit;Éüi iféIár" ilé.léi una clínica det sÍntoma,
:
nos pone en condiciones de fonr¡ula¡ un diagnóstico de e¡trucüura.
Por ejemplo, algo que usüedes ya conooen, que yo hsn discutido en
loo prácticoE, eoas dos clases del oeminario 3 referidas a la pregunta
del obroivo y I la pregunta de la hi¡tórica. Puodon incluir o«¡ on ostu
categnía, Erüo que podemoo llama¡ una clhica de las pregantas,
¿Cuále¡ aon la¡ prcguntas que se hace el eujeto? Cuando Lacan di.
ce lae progunta¡ del n{eto, lar pregrrntas del obsesivo, las preguntar
de la histérica, en un sentido eatricto egto está referido al eíntoma. Es
en el síntoma e interpretando el síntoma donde varnoo a acceder a es-
t¿ otra pregunta del sujeto de manera estricta, es decir que no neceaa-
ria¡nente e8 una pregunta que aparece de manera manifiesta y abier-
ta. Pero tanbién apa¡ece a veces de manera manifiegta y abierüa o
riemprc que uno la repa reconocer y en muchos cacos ocrure que los
eujetoc la¡ dicen con todas la¡ letras. No necesariamente se van a en.
contrar con que el obs€sivo hace la pregrrnta por el ilUr a la manera de
Hamlot, t'¡€r o D9_!ertt digamor, "üo be or not to be" y que uno ade-
más s€ lo iñ-ffia, incorrectamente por otra parte, con la calavera y
toda la problemrítica del obeesivo y la muerte. Pero sin embargo se
preoenta de maner¡¡ que 8on reconocibles, Tomo otro ejemplo, un
rujeto que hacfa do¡ carteras: ingeniena y economía. Se paaaba todo
el tiempo pregrrntándose: ¿tengo que Eer ingerriero o tengo que aet
cont¿dor? Uctede¡ no ae queden pegados allí en Io de ingeniero o
.contador, pon&n el acento en el lg4ggyl¿_gg, ¿tenÍo aue Mt erto|
e ser er;to o@? O en la idea de-Encontra¡1u verdadero ser,
sefl ingeniero, oer esto otro?
que han discutido, Lacan hace un esfue¡zo
por mortrar cómo estas preguntas no Bon contingenteE, por moatrar
la articulación esfuuctural de estas preguntas, es decir que no es por.
que rí gue rurgen éstat y no otras sino por_l_o qqefúljlamsdaCl¿Ust
del ¡igri8sa¡re. Hay dor fallaa allí, dos imppq[bilidedes*.en_el"¡imi.
ficanb.
Hay muchog deaarrollo¡ de Lacan que podemoe utiliza¡ pera ir
conatruyendo una clínica de las diferente¡ estructuras eubjetiva.e.
En el ca¡o de la eshx¡ctura obseaiva hay algo que eB sumomente i.m-
portante: es lo que Lacan llama la proezq, la hazaña, lo podnamo¡
llamar t¿mbién el record, querer @ elgo
"-¡""u¡
que está má¡ allá «le lo común. Ya Freud señalaba que en estos casos
100
el valor erótico BurgÍa del destinata¡io, ¿a quién erhí dirigida eaa
oroeza?
"
lpGaE toma¡ diver¡as formas, En el caso que leo mencionaba re
cién: un sujeto a quien no le alcanza con hacer una ca¡rera universi.
üaria, quiere hacer dos, ademáe quiere hacer las doa al mismo tiem.
po, o que convierte su cüTera en "una carrera', y no le importa ei
aprende o si no aprende, para qué le servi¡ía eso, sino que Ió que le
importa es meter materias y recibirse nipido. Entonces se toma esto
en el sentido de un deporte pero no en el sentido de que un deporte
es un deporte, en el otro sentido, en el de marcar records: .,Este año
metí 8 materias" (risas).
Esto está vinculado con oha cuestión que podemos decb que 08
especfficamonüo ohscsiva, runqur¡ üu¡nllión on nlsgt» goncraleo poclríu
valer para todo neurótico, que es la cuestión o la vi-
. Es una vivencia
presentaree co,
mo alguien que sufre por su8 impotencias y aún quejarse am&rgamen-
te, puede presentaree como alguien que intenta auperarlas o que lar
, ha superado. En ambos casos la vivencia de impotencia está prcsente.
El neurótico necesita de esa sensación de impótencia, neceüta cüj.
vAIIg porque 18
qerl43orque
gerl4Sorque utiliza como apoyo para_mantener
la ufux¿a pa¡a_mantener su cree¡lc.l&3t=gue
cree_¡¡gffifl*gqg_
creenci&de_gue
f OlUfp¿süierzuu-c3§-üEcrópyion¡eóuenl,iñE¡téñ-fr ñélslpisi;ión
'reivíndicativa:
'reiVíndicativa:
reilíndicativa; de erla
reiúndicativa; esta manera pu6de
ec[a eviter la
nu¿<le evit¿¡ exneriencin de
ln experiencia ln castra-
dn la osst¡ñ-
ción del Otro que ea la que más lo angusüia. Necesits veis€ s ¡í mismo
,/'como impotente y lo cultiva.pgr más que se gueje, o bien oe plantea
cosas para superar esto que él siente como su impotencia y para do
*mostrarse a ¡í mi¡mo que es potente, que puede.
En una clase pasada comencé a relatarles un ejemplo donde se vefa
cla¡amente la hazaña y el record. En el momento en que llegó a h
consulta era un obsesivo que Be preaentaba como un don Juan, m ha.
bía dedicado a las conquistae sucesivas de mucha¡ mujeres. pero en
realidad antes de esto hay otras hazañas. Llega un moménto en el que
se da-cuenta que siempre ha vivido haciendo este tipo de cosas, Io di-
ce así, que frente a su sensación de impotencia neceaitaba demoshBr.
se que podía. Se dio cuenta que cuando entró a su adolescencia él ha-
cía esto con los deportcs: se había metido a hacer deportes, y había
llegado un momento en que realmente era muy buenó y habla üega-
do a jugar en buenos equipos, además dentro del equipo era muy va.
lorado. A peear de que ae podría haber creído que esta actividad egta.
ba muy enraizada en su deseo, a partir de un cierto momento ego de-
jó de interesarle, no se ocupó mrís de los deportea. Pero se empézó a
ocupar de la música y con este mismo estilo, con esta mi¡ma modali-
dad, aprendió distintos instrumentos hasta poder llegar a destacaroe,
sobre todo en alguno de eüoa, a formar conjuntos, y se demostró
que pudo. A partir de un momento, en que con tanta pasión ee dedi-
caba a esta actividad que se podía creer nuevamenüe que habfa en-
contrado la vía de su deseo, la música dejó de int¿resa¡le. Ahí es don-
de ¡o articula y empleza el tercer momento, el de las mujeres dol que
ya leo hablé y cuando él Uega a la consulta ya eataba üermina¡do con
esüa etapa de las mujeres y había entrado en ofua etapa donde con el
mismo esülo habÍa comenzado a dedicarae a zu trabajo.
Habfa empezado una carrera do trabqlo on la quo ostaba siondo
muy eritoao, I pe8&r de todos los üemoree que él había tenido duran'
t¿ toda ¡u vida acerca de si él iba a ser capaz, si él iba a tener éxito
en ciortor carnpot, él ¡e e¡t¿ba demostrando que aÍ, que podfa, y quo
podfa tener el reconocimiento, la le$timación de esto a parti¡ de los
demá¡. Es decir que aquí ustedes pueden ver que, aunque no aparez-
ca en un primer momento esta cuestión del Otro, ee algo que estrí
allí, ya sea con loa deportee donde estd el público, es'tán los periódi-
coo, en l¿ cueetión de la música también. Acá en el campo del trabajo
eaüi el reconocimiento gue él obtiene de la gentc con la que trabaja-
ba, y también de la gente de la competencia, de sus competidores. Pe-
ro ahl ya re dibujabq máa claramente que en las ohas actlvidades, un
Otro que no era cualquier Otro sino que era el padre, el padre que
dempre h¡bf¡ pensado de é1, y tomen acá la referencia del padre do
F¡eud: "eate chho nunca va a llegar I nada", o el podre del Hombre
de h¡ R¡t¡¡.
El padrc que rienpre había pensado de él que 8e podía dedicar a
la múaica, I erat coBar que parece que este padre no valoraba en ab
loluto pero Gr¡ un padre que eí valoraba el trabqjo y eiempre hobÍo
penrado que érte era un chico que en esa actividad nunca iba a llegar
a nada. Y üora no sólo obtenía el reconocimiento de loa otros, oino
en elte c¡¡o de e¡te Otro tan particular que era el padre que ertaba
totalment¿ rorprendido de lo que su hiio podla hacer en este campo.
¿Pero qué le ocu¡ría? ¿Qué es lo que funciona en este paciente
como motivo de conzulta? A poco de comenza¡ las entrevistas él Be
d¡ cuenta de que ru trabajo tampoco le interesa. Y que realmente to.
do lo que está haciendo y que le inzume 16 horae diarias de su vida
no le intereca en absoluto. Y que lo podría dejar de un dla para el
obo como habfa hecho con sus otras actividadee. (Cosa que, aunque
cierta, ya no le re¡ultó tan fácil. Tran¡currió un año largo de entrevis.
tar antes de que pudiera renunciar a eoe trabajo en que estaba perrna.
nentemente pueto bqjo la mirada del padre. Y un tiempo m¡ís hasta
que inicia lo que re puede llamar ru primera relación de pareJa). Pero
recién en e8e momento puede emp€zar a pregunta::se por qué hacía
lac cosu que hacfa, recién en ese momento accede a esta vivencia de
in¡atirfacción, de que él efectivamente se podía demostrar que il po.
d{a y con eao combati¡ ru vivencia de impotencia, pero esto no lo ha.
cía disfrrrtar para nada. Y es esta vivencia de insatisfacción en esüe ca-
eo lo gue lo llera a la eonzulta. Estos actos, esto que Lacan llama las
,df,tpeza! o l¡¡ hazaña¡ o el eatablecer records surqe como una nueva
tatc iogí-a" rlreudlana. Pocie-
mos decir que son actos obsesivos aunque no sean actos de_limit4dgs
y que abarquen emos
108
coloca¡loo en l¡ categoría freudiana de agtos oboesivoo aunque no
exrctamente en el mismo sentido de los distintoe tipoa de actog obse.
sivos gue Freud describe como medidas preventivas o como ritualee.
E¡ dect quecon esto Lacan agrega una nuevavariedad de actos obs*
¡ivos a la clínica de las estructuras obseaivao, erüo quo él tlama la
Un acto obsesivo que no ea un síntoma; por io menos en 6l
--gn8¡Eg.
que
chso les relaté todavía no lo era. Y en la estructura de este acto
de la proeza Lacan dico que hay algo deciaivo y que tienen que tomar
aiempre en cuenüa para orientarge bien en eu púctica y que sg diro.t,
renci4_r clar_a¡nente aquÍ este tipo de acto obeesivo de un acting, po!.l
que eC muy-sémejanfe-aloqut ttamamo§'un actín-g, aería ün tIpó ¿e
acting muy eepecial que ee extiende a lo largó de varios años. La con.
notación de acting en egte tipo de acto proviene
-Es de la clqll connota-
ción que tiene de estar hecho para Otro. decir, son cósar-que est¡íil
hechas p¿ra Ber mortradas, que tíéñén toda la estructura de loa esce-
n.enoi y que e¡__gsta eatn¡ctura d"l
cr¡r-Uelor.re.diee ff¡¿n "*".gibhgyqueDodeldifer
q ue j u egqrn-
-con .el ¡qi etq an
gflta proozs, e¡ 1.t0q!.]@6,
1¡¡Eg_}gugüor- -e
qglU!4Dcon mayügcula que en erte caso es el que egt.
papel del oúblico.
Entonces ahí hay gue difetencia¡ los obos en el sentido del seme-
jante, los ohos que muchac vecet, esto no ect{i cla¡o en loe ejemplos
quo yo loo he dado, pero muchar vscoa ioma un s€ntldo do compoton"
cia en el ¡enüido de agreaividad, ea desL el ot¡o como rival, poder
vencer aI otro, pero que no eE nunca lo que importa y lo decirivo, por
el contra¡io, es no quodarae en ooe rogirtro, que en última irutancia,
c.gn9 opon{$ rgqi str g¡lr !_o_9!p9-c_g$.
A.: De la comprensión.
P,; De la comprensión en el aentido de la comprención imaginaria.
Porque toda¡ eatas cosas que Lacan nos enseñg nos enreña,n a com-
prender también, pero ya más a entender en el nivel de la estructura.
Pero también a comprender, porque estse cuestiones estructurales er
trín siempre vinculada¡ a cuestiones fenomenológicas, a cuestione¡
obeewablea, por Io menos yo hago el esfuerzo por mostrarles conti-
nuamente eeta articulación. Esta diferencia entre el Otro con mayúr
cula y el otro con minúscula ugtedes la pueden reconocer aún en el
imaginario de la escena, que
la proeza no , eI o§o-gug pqq
-La-dá¡rréláóióñfnilóIó
con otros deealrolloa que él propone y fJuo
les voy a menciona¡ más adelante en el sentido de que el obeesivo
siempre tiene un amo, acá 8e Buperponen loe dos lug8res, entonces él /
dice que el arno está en eete lugar del espectador inubible. Porque no
siempre el público aparece con claridad, entonces dice: en esta er
tructura de la proeza el arno ocupa el lugar del espectador invisible,
109
y on dof¡nlüva el que üge el jue8o, el que rige las reglas de la proezg
ál que va a teg¡liza¡ si hubo triunfo o no hubo triunfo, si ganó, ei no
gunó, o ere egpectador inüriblo que haco de Jurado'
Hay que burcar dóndo otá ere eapectador inviaible, que es el que
dlctamlna. Esto n ve má¡ claro, dice Lacan, si hacemos la compara'
ción con rquelloe deportes . . . está bien siempre hay competidorer,
el rqJeto lo ügnc guo g!¡ur I oho, poro on aquollol doportar donder
lot n{cüo no Juogen unot conka otros como suele ocurrl¡ en los
Juegor comun€ú, fútbol, tenir, lo qus Bea, sino en ertoe deportes en
que lor n{otoc h¡cen su actividad oolor, uno I uno como ha ocu¡ri-
do alron suEndo han trar¡smitldo por televi¡ión los campeonatos de
cguí, que allf lor competidores no compiten egtrictamente uno con-
trr o,tro dno que bqia uno y cuando ése terminó de bajar recién baja
el oto, ¿qué er lo que E nurca allí? §e hace visible la cuestión ee-
trucü¡ral, lo que marla allí quién ganó es el reloj. Ahl se ve bien cla-
ro que lc competidorea compiten no entre sí aino contra el reloj.
E¡to -dlce Laca¡r eo lo que parn aiempre en esta estructura de la
hazaña, en esta e¡tnrctura de la proeza y ea müy imporüante no de-
Jane llevar por esq pendiente del rival imaginario, porque tal como
lo prcrenta el qJeto es por ese imaginario donde habitualmente uno
temhr¡ dedizá¡rdo¡s. O por lo menos es por ahf por donde se desliza-
¡on lo¡ pdcoanaliataa post-freudianoo y llegaron a plantear toda esta
cr¡cülón de la neu¡oais ob¡esiva como la cuestión de la agresividad del
obrodvo, de la rivalidad del obseeivo.
Bivali&d que la van I encontr¡¡ en los obsesivoo, pero eso ea lo
quo Eof¡o! l¡¡porta, no hay quo meterte por allí. La coaa ya eo már
gnve cunndo en l¡ tra¡r¡ferencia el analiota, en lugar de ocupar ou
lugar en el lugnr del Otro con mayúecula (A) pasa I ocupar eete lugar
dol otro con minú¡cü, y h cooa empieza a plantearse en t€rminos
de rivalid¡d con el analict¿ mi¡mo.
E¡ü¡ er una pcr¡diente por la cual efectivamente entró el psicoaná-
ll¡i¡ de la neu¡osi¡ obseaiva poat&eudiano, poniendo en prirner plano
ecta cuestión de h rivalidad obeesiva y de la agreeividad del obeesivo
tqmbién en l¡ relación transfercncial y cifrando el progreso de la cura
en la interpretación de erte rupuesto tipo de hansferencia. O de la su-
puecta homo¡ext¡alidad de los obsesivos. Y es por esto que estc psico'
8nálbil lleg¡ a la cuestión de la incurabilidad de los obsesivos, o de la
int¿rminabilidad del análi¡i¡ de los obsesivos. Es claro que no se pue
de hacer nad¡ eñcaz si uno ae equivoca. En cambio, si el analists ocu--
pa el lugar que le corebponde en la transferencia y ejerce correcta'
mente ru función, el análi¡i¡ de los obsesivos es eficaz y progresa has-
t¡ la ct¡¡aciqr dentro de los misrnoe límites que existen para laa otrae
sdruch¡ra¡ neu¡ótica¡. Hay casoe más o menos difíciles también en
18 higteris.
Entoncee Lacan dice gue es decislvo en esta estructura de la proe
za diotinguir el otro como imaginario, el otro con min(tscula, el
aemejante, del Otro con mayúscula, del espectador invisible. Ya
110
que es aólo llegando a ese lugar donde se puede deshsce¡ erta imagi.
nería, ¿Qué es lo que rupueotamente eshi en juego? Lo que ofoctiva.
ment¿ importa habltualmento no estri puoato a[f. Es la otra cosa que
vamoo a ver en Lacan, el obsesivo ae plantea todas estas proezas cG,
mo si en definitiva fueran una apuesta fuerte, como si ae esüuviera ju.
ga¡¡do la vida, o como ai fuera una cuegtión do üdq o muorto, Lacan
dico hngm culdado, sfoctivumonto puru ol r¡b¡oslvo lu coou lo plun[ou
arf, pero üengan cuidado porque el juogo del obee¡lvo -lo que en tér.
minos de Freud podríamoe llamar desplazamientoe- lo llwa a poner
eate juego de üda y muerüe exactamente en los luga¡es donde no se
juega absolutamenüe nada. En toda¡ estae pro€zas en definitiva y en
el fondo, no hay ningun rieago verdadero para el sujeto, de lo q1te
r_eglryente _i¡pporta,
-de
lo.que tiene que ver.cen la yedad de!_q9j§lgf
del deseo.
-ElA;fo que les mostraba en egtos ejemplos. Cómo llega un punto
en que el sujeto ae da cuenta que eeto en donde había ertado toda zu
vida Ie importa un comino. ¿Ahora esto qué quiero deci¡? ¿Que no
haya algo en lo que efectivament¿ él se tenga que jugar en gue actos?
Sf, pero el obeesivo se laa arregla para deJar eso afuere. E¡ ¡olo ubi.
cando el lugar del amo, del Otro con mayúocula, el lugar del eapecta.
dor invisible, que vamoa a lograr doshacer eota imaginería y lograr
que el eujeto se confronte con la angustia donde efectivament¿ s€ ea
tán jugando sus verdaderas apuertas.
Entonces no tenemos a veces demasiadas indicacionea, no hay I+
ceta¡ de cómo analizat y no las hay por la sencilla razón de que nun.
ca se analiza de la mi¡ma manera, cada análisis es diferent¿ a otro
anrílisi8. Pero tenemoa algunar indicaciones de lo que no conviene ha.
cer, Lacan inaiste en erto, no ú si ustodes ya han visto las clases dol
seminsrio 3 en que Lacan le da mucha importancia a esto en el caso
de las- psicosis y las p¡epsicosis: es i¡nportante g\e.e! grurlialgscpg_an-
te todo lo que nq_tiensjyglleClr-Lacan no8 da con gu noción de
.
111
I
I,A EI"ABONACION FREI,'DIANA DE I.A
NEUROSIB OB§§§TVA ff)
rllnhlblelón,
'T,eccloneg lntroductorl as,.." e
síntoma y angustia".t
118
nalistas psrecen haber ohidado hast¿ el punto de no saber reconocer
en la práctica los cssoe de neurosig obsesivs.
Si queremoc localizar un texto de Freud en el que él sintetiza lo
már eapecífico de su *miología en relación a la neurosis obsesivg
lo enconhamo¡ en la lección 17 de las introductorias del psicoaná-
lisis. Allí continúa con lo que venía desa¡rollando en la lección 16
-gue ya comentamos en otra clase pasada-: su propuesta de que
Ioo síntomas nsuróücog üenen un sentido, habíamos distinguido
aquf dos rc¡letroe, el del sigrrificado y el del sentido o bien el del
sonüdo y el de la lntanción. En la lección 17 agrega que eete renti\
do de lor ¡lntomas eetá en una relación íntima con toda la vida delll
paciento, coll Eu vida cotidiana y con zu historia, con lag relacione{'
que hs e¡t¡bleotdo oon lm otral penonar.
H¿y otro punto quü leü habla menclanatlo tamblánt cu¿ndo den€
QBc da¡¡noll* crt¡ tc¡nr cn ortu loeolonor no lo heoo üomando oo.
mo ejemplo a la hbtaria, alno a la neurosls obseslva.
El dlce:
l1ü
lndircc'to, el ünpulro Lrdirecto al zuicidio. Aunque no tan claramente
como en el impulso a cortarse el cuello, en este otro impulso a adel'
gazar ¡econocenos una est¡uch¡ra aemejante en el análisi§ genial que
Freud hace allf, lit¿ral, en tanto se trata en el primer tiempo del im'
pul¡o o del deaeo de matar a Dick, ee decL al gordo y por una trans'
iormasión senojante a I¡ del ejemplo anterior queda convertido en
ol lntanto de mat¿r al gordo que hay en é1, aparece entonces en un 8€'
gundo 6empb l¿ idea de que est¡i demasiado gordo, y en tercer lugar
éntonceo el impubo a realiza¡ actoe que lo lleven a adelgazar y por
la modalidad en que loe ejecuta reconoce allí esto que Freud Uama
el impt¡l¡o lndirecto al suicidio.
Tendrfamor gtre ubicar a esta categoría de loe impulaos obaesi'
v6 en un IW¡¡ int¿rmedio enhe los penramientoo y loa actoe obee'
dvol r vecet dando origen a actog, I veces permaneciendo como
idc¡. De tod¡¡ maneras Frcud en esta lección 17 no deja de acl¡ra¡
quo:
t'convlcos bamr coruta¡ que talea crímoneo y accionee no llegan
,aB& dErien s ret lnlci.ado; pues la fuga o la pntdencia acaban
riempre porünponene".
116
mandsmienüo empieza a conectsrle con una Berie de medidas preven.
tivas pero cómo esto también lleva a ciertos actos, por ejemplo el de
sacar la piedra del camino, cómo esto luego lleva a esta segunda par-
te del acto, a devolver la piedra al camino. Entonces es en Ia práctica
concreta de un utálinis donde lo que en un primer momento pueden
parecer síntomas distintos, es allí donde van apareciendo las conexio.
neo, l&B artlculaciones entre un sfntoma y otro y atgo que Freud en
esta lección 17 va a marcar un poco mds adelante; pero antes de de.
tenernos en eso quiero hacer hincapié en el prirrafo que sigue ai que
estamos comentando, donde Freud anuncia lo siguiente:
Ee decir que con esto Freud rn¡elve a insistir en algo que ya hemoo
destacado reiteradamente en nuestrag clases: que la neuroeis obsesiva
no üene una única manera de prwentarsa, nE éuta otra ds la¡ manera.c
en que F'reud insiete en esto que nosotro¡ hemos llamado la ext¿nsa
variedad clínica de la neu¡osis obsesiva. En este texto Freud lo for.
mula de esta manera, y agrega que:
Es decir que suele ocu¡rir que sea uno de eUos el que rc preoenta
como una ca¡acterística principal y que no en todoe loe casos encon-
tramos todas las formas. Ee decir que no hay uno de dloa-que.aea de-
terminante, que hay algu_nq!..casqs en los que dominarrán hg_repregln-
Egr- ffij¡Vs§_er¡..rohqs-d.opiñ+ri; F-FzsfOEOüEáió'¡" etc.
En eI párafo siguiente Fneud incluye algo que puede palecer di-
verti_do, en reali-dad c¡Bo que debemoa decir que er arf, él dice que
Ia¡ fantasías más erhavagante¡ de un psiquiaha no húbieran con.
seguido nunca imaginar algo semejante y que si no h¡viésemoo oca-
sión de ver en nuestra práctica continuamente casos de este gÉnero
no creeríarnos en su exi¡tencia.
Y.lgrgga"qg9 eato de toda¡ manera, no no6 sirve de md¡ p,a¡a
contribui¡ al alivio del paciente porque en realidad, el paciente inis.
mo es el primero en dane cuenta de estas cosas ya gue-, dice Freud,
los pacienteo obsesivoe preeentan una perfecta lúcidóz y comparten
totalmente opinión sobre sus eíntoma¡ obsesivoe, oólo que
no pueden -nueetrs
hacer nada con ellos. Nog encontramos acá entonces con
el ca¡ácter común a toda¡ egta¡ formas y a toda.r estas categorías y
de allí el nombre de la neuroaie, l.g cqmpulsión. el canicter cdmún di
11?
puede hacer (y entonces acá retomo este tema de la variedad clÍnica,
de la va¡iedad de log síntomas y debemos agtegar esto entonceE como
una ca¡acterísüica considerada esencial, dice Freud, en la neuroeig ob
seaiva):
' Esta que Freud llama acá indeci¡ión ea lo que Lacan va a retoma¡
€n ru glpoqgtó1@ "proc:astination",
ec decir la evit¡ción de un acto y a-IoC síntomar como el sustituto de
este ac'to gue no ha llegado a rediza¡re. En esto eg nuevamente la
,neu¡ori¡ obresiva la que funciona como paradigma de este ca¡acterÍs.-
tica general del neurótico: esto gue lacan deataca describiendo la
cont¡qqa pogüergggi_QlrJn el-_qbgegivo de sus actqe,_-
creó qüe con-;ta¡- cuátió óit"góñas t¿nemos-descriptoo lo que, a
partir de la corutn¡cción freudiana, han pasado a ser llsmadoo sínto
ma¡ obeeaivoo, o eíntomar compulsivos.
Quiriera de¡taca¡ una vez más en los ejemplos gue Frcud incluye a
continuación en e¡ta lección 17 (yo no me voy a detener a relata¡ en
detrlle cada uno de estoo ejemplor, los remito a su lech¡ra), loa doo
ejemploe que él incluye: uno el de una mujer ya rDayor, tal vez ust*
deo lo tecuerden, este acto obse¡ivo de esta mujer que corría de una
habit¡ción a oha y üamaba a la mucama ubicrindose al lado de una
me¡s qus tenfa una carpeta con una mancha roja de tal modo que la
Elucama pudiera verla y el oho ejemplo de una adolegcente obse¡iva
que es un ejemplo de un ceremonial antes del momento de accta¡¡e
en que tenía que dirponer Ia¡ co¡a¡ de una cierta manera, vamoE a
118
mencionar rclamente el hecho de que la almohada tenía que estar
'separada, no tenía que tocar la cabecera de la cama. No voyi
relata¡
entonces en detalle la descripción de estos síntomas ni su interpreta-
ción, pero sí insistir en lo que hemos llamado los dos registios, el
registro del significado y el registro del sentido.
En el primer ejemplo el significado del acto obsesivo se remite a
lo ocurrido en la noche de bodas, es decir que remite a la impotencia
del marido y este acto obsesivo se muestra como una repetición de-
formada de la sucesión de acont¿cimientos de ega noche. Es'to es lo
que tenemos que ubicar como el ca¡lenidejelsíntgma, el regisho
del significado. Pero a esüe reginho del slgnificado debemoo oponer el
registro del aentido, de la int¿nción. Recuerden que es esüe segundo
registro el gue se vincula de manera más dtecta con la realización de
deseos. Y lo encontramos en el texto de la lección 17 un poco már
adelante, euando ya ha demostrado que este sigrrificado no eetá vin-
culado sola,mente a lo ocurrido aquella noche sino que son todas las
circunstancias de su vida la^o que noo imponen una tal intcrpretación
de su acto obeeaivo, entonces Freud dice:
110
dmbólic¿ de lo¡ latidos del clítori¡ en los momentoe de excitac¡on.
Entonce¡ int¿rpretando uno a uno loa detalles del ceremonial, pode
mo¡ menciona¡ óst€ de reparar la almohada do la cabecera de la cu-
¡¡rs guo g tomado por Freud como un acto mágico para oeparar al
hombre de la mujer. De eeta manera Freud reconatmye el aignificado
de eote actó diciendo gue eB el de impedir a aus padres todo contacto
serual, impedimento que antee de la formación de eetos síntomae es-
ta adoleücento habÍa tratado de coneegtir por ohos medioo, consi-
guiéndolo realnente, pero ahora encontramos esüe significado en el
¡íntoma mimo. Pero ¡i queremoo ubicar lo que hemos llamado noso-
troc el regundo'regirtro, ahí ya tenemos que pasar a la lección ¡i
guionte, a la locción 18 donde le¡ destaco este pá.rrafor
120
una fijación aI trauma en la etiología de la neurooit, aunque no de la
manera en que la hemos encontrado en los textoa del 96, en la¡ Nue-
uaa obaerwcionee .. . Freud dice aquf :
L27
". . . deagmciadamente la realidad pÉctica es muy digtinta. Cuan-
do el terapeuta comunica aJ paciente zus descubrimientoe no ob,
tiene rezulüado positivo ninguno".
No obtiene resultado poaitivo alguno quierc decir acá que el sínto-
ma sigue tan inconmovible como eiempre, corno hasta ese momento.
Sin embargo este ee_un paso necelgrio. es uno de los mgmento en la
cura, y8 que sgregB:
SINTOMAS Y ANGUSUA
". . . h1I muchas neurosis en las que no zurge angustia alguna . . .",
l2?,
". . . por lo tanto no debemos congidera¡ como demasiado íntimas
las relaciones entre la angustia y Ia formación de síntolnas . . .',.
súsr-ti-qssi.ó&,r on-denominadas.¡istidgt
m"ffis|.g-.*qe^e-rt-qs-te-
En cambio, e!-e4_lq lCC¡Slis
anrustia v síntoma aparece con ya hemos hecho re-
que én eata compulsión del
síntoma neurótico gue el eujeto no puede evitar, la angustia o m¡í¡
eapecíñcamente esta oha noción freudiana, e!-destollo de atauslia
es lo
que m¡enlraS el suJeEo 8e Eu8-
de angustia, en cuanto lo supri-
me o no ee atiene a él estrictamente entonces surge el deea¡Tollo de
angustis.
tzr
DOS TENDENCIAS EN LO§ SINTOMAS. LA DISOCIACION DE LAS
PUL§¡ONE§ Y LA REGRESION A LA ORGANIZACION ANAL.
1,24
un Bentido positivo o un acto que tiene un sentido pooitivo sigue otro
que intenta anula¡ o deshacer el anterior. Es deci¡ que, no habiendo
conaeguido el ¡fntoma exprssa¡ Bn el miBmo acto la¡ do¡ tondencias
opuerta!, la lormaclón ds ¡fntoma¡ rc reruelve por la formuoión da
do¡ rlntomar rucollvo!, uno pñmoro que accntúa la satiafacclón, y
uno regundo que acentúa la prohlblclón o la anulaclón,
t2ó
todavÍa que ést¿ de Ia organización sádico'anal y de la regreaión: t¡na
ca¡acterlitica que predominaría en esta neurosis es la de la disAsra
a veces lo van a encontrar traducido tffi5i6ñ
Etcheverry traduce "desmezcla de pulsio
ne¡". ¿Qué quie¡e decir esto, entonceE, dlsocisción?, que a diferencia
dc l¡ tc¡idonóla ¡ l¡ inta$ación publonal quo oxbtía 6n etta fa¡e frill.
oo.gonltrl, an F fq4_¡¡§4or prodomlna la detcon. u;
n
clerta í5ña"g€paración de los componen.
te¡ orótico¡ y loe componenües de¡tructivos a partir de la nueva teo.
rfa de Ia¡ pulglone¡, la ¡e8unda teoría de las pulsiones que Freud ha-
bfa construido.decpuée de Mda alld del principkt dcl placer.lln cs[o
tc.to Inhlblcbn, ahtoma y sngusf ia entonces estamos ubicados en
esta últinoa parte de la obra de Freud, pulsiones de vida, pulsiones de
muerte. Egta noción de disociación de las pulsiones o defusión pulsio-
nal aparoc dentro del marco de esta eegunda teorÍa dc las pubionoe,
noción que ha rldo habiüualmenüe inüerpretada por los psicoanalistas
poafreudiano¡ como que en Ia neurosis obsesiva están disociadas lo
erotico de lo agreeivo y de alll el acento que se ha pueeto en esta eta"
pa de Ia historia del paicoanáüsi8 cn Ia cuestión de la agresividad del
ob¡eaivo y el intento de hacer girar todo el anáüsis, la cura de los ob-
¡¿aivo¡ en torno a un pretendido análisis de la agresividad. Esta no.
ción freudiana eo aimpüficada y degradada para confirmar con una
monotonía temátiea una desüación de la práctica analítica.
A continuación nog encontramos con lo que es la novedad, lo es-
pecfñco de este texto si lo ubicamr:s en la socr¡anciu rle It clnbc¡raciórr
heudianq e¡te üexto que eB posl,erior u Ia elaboración del Edipo fe-
menino y por lo tanto al lugar central que pasa a ocupar en la teoría
de Freud la angustia de castración y el complejo de castración y eB
nusvamenüe aquí donde la ncurosis obscsivu reeulta purudigmritica
para Freud:
". . . con mayor claridad aún que en los casog normales y en los ca.
¡o¡ de histeris es posible ver en la neurosis obsesiva que el motor
de l¿ defensa ee el complejo de castración . . .".
Eate complejo de castración que es el que inicia, que se convierte
en el motor de la reprcsión y de las defensae contra las iendencias
principalCI del complejo do Edipo t¡l c<.»nrn [,-reud lo hu tlofinj«lo al
combina¡ce con esta camcterística de la regresión, es deci¡ estamos I
ta
"podemos limitarnos I reconocer aimplemente que en la neurmis
obEegiva . , .t'.
Y para retomar una vez má¡ este tema en el que no me voy I can-
sar nunca de seguir insistiendo, que e8 el de la variedad clínica de la
neurosi¡ obsesiva y la enorme ertensión de Ia¡ forma¡ en que se pre
genta en Ia práctica clínica, quiero deglacarles el prírrafo que üene
trt
a conünuación de estas coneideraciones, eecuchen y tomen nota:
E¡ decl¡ gus uno de lo¡ rugot, enEe aquelloo gue pueden úsr con,
side¡adog como peeuliares, coroo formando parte de la esencia y de
los mecsnbmo¡ de la neurosi¡ ob*civa, puede no aparscer de ningrna
mürcrt rn h ,.mlolo¡fr de la neu¡o¡lr obrcrlvq en el arpeoto, on ¡a
aparlencÍa de ¡u¡ cfntomas, y Freud lo dlce acá con toda clarldad,
o iulé.
¡en
por aurente que eiüá, és necesario constm
de cu
!99 que
t28
nos pltcioEo psra nosotroE'como indicación clínica y que ertá rela-
cionado con los comentarios que lec hacía en la claso pasada robre el
desarrollo, ¡ob¡e la diec¡onfa de la neurcslr. Freud acá en Inhlblclón,
efntoma. , . al lg¡ral que en oho¡ textoa anterioree, s€ ocupa de ¡u co-
mienzo, del que dice que suele estar ubicado en la pubertad, de su de.
ea:rollo, que puede tener tu¡ gndo muy v¡riablg rn r¡Suriol prclentcr
y en otro!, dol pronórtloo terapáudcor que ea pueaüo en función del
i¡ado de dc¡anollo. E¡ mucho más dtfícil alcanza¡ el éxito tcrapéuti-
co cuando el paeiente consulta en un momento avanzado del desaro-
llc de su neuroeb. Pero al termina¡ este capftulo Freud nos da indica-
cioneg más precisas eobr€ la peculiaridad de este momento mda avan-
zado que no es sólo un momento de desplazamiento de los síntomss
y lo describe de esta manera:
180
la, un día que le habÍa ocurrido que no tenía ganas de i¡ ¡ la¡ cla¡es
de gimnasia y entonces sirnplemente habfa optado por no ir, y erto
trnjo como congecuencia que al fin del trimertre, cuatrlmestre o bi.
mestro la maegtm en ol boletln escrlbló: "no coneuñló a ls¡ clsr€¡
de. gimnaefa" y eato chlco no cnoonhé ot¡s oo¡s moJor quo hacrr, y
a él le pareció genial y ademá¡ eo quedó totalments tranquüo, boñó
lo que la maestra había escrlto y en ru lugar y con n¡ letra clarament¿
reconoclble de que no ora la latra de lu mnoptrñ puso otra eom, no rñ§
ncuerdo cud¡, oomportamlonto oJempla¡, sslatcnolá perfoota y e¡f on,
trogó el boletfn para que su padre lo fi¡mara. No importa lo que pasó
a partir de esto, lo que lee quiero destacú es que para este chico esto
que él había hecho tenía pleno efecto . Es deci¡ que ni siquiera se le
ocurrió sospechar que sus padres se pudieran dar cuenta, no había
tampoco ninguna eensación de temor ligado a esto, le parecía perfec"
to, era Ia solución. Esto aparece Ugado a los de§srrollos fleudisnos
d3 Totem y tabú sobrc el acto mágico.
)f,Brevemente, antesJle terminar, una mención a la segunda e8.ürats
gia que er e¡@tmnFd, ya que es especialmente esta Lgunda estra.
tegia Ia que permité eludir la represión. Freud dice que en la neuroai¡
obseeiva no es necesario como en la histeria, que ciertae iurpreeionea,
ciertos recuerdos, sucumban a la repreeión,
conscientes Doroue han sido rotos I
ydeé
Por ld
)lo ou€ ni
enj to con sus g toma¡, Y describe así este mecffi
Iarn to,
r'. , .
condgte en que deapuéa de un cuceso desag¡adable o de un
acto importante ee intcrpolada una pausa en la que nada puede f
suceder, no efectuándose en ella percepción alguna ni ejecuaíndo.J
se acto de ningun género . . .".
tgt
6
IIt NETTROSIS OB§E§TVA EN I"A
EN§DÑA}.IZADE
M. I{LEIN Y DE .L I"ACAFÍ (I)*
181'
parüicula¡ que Lacan describe: tomando los términos de Freud y
usandolos para decü exactamente lo contrario.
De todas maneras aquí, en este lugar donde nosotros sostenemos
nuestra púctica, han sido otras teor¡as y otras escuelas las responsa.
bles de haber desdibujado las nociones freudianas sobre la neurosis
obsesiva, Por eso, y como no tenemos mucho tiempo, me voy a dete-
ner solnmente en la referencia a Ia teoría y a la práctica de Melanie
Klein; no me voy a ocupsr de exponer en detalle sus teorías, que se-
guramente ustedes conocen, ya que han tenido acceso a ellas al cursa¡
Psicoanálisis . Escuela Inglesa, que es una materia obligatoria en el
nuevo cu¡Ticulum.
Dando por supueto que disponen de esta información, voy a po.
ner el acento solamente en aquello que s€ relaciona directamente
con nuestro tema, En primer lugar la noción kleiniana de ,,elabora.
ción de la angrstia". En realidad, tratándose de Melanie Klein, tene.
mos gue usa¡ el plural, elaboración de las angustias, en üanto se trata
o bien de la angusüia persecutoria, específica de la posición esquizo.
paranoide, o bien de la angustia depresiva, característica de Ia posi.
ción depreaiva.
Existe en Klein la noción de la elaboración de la angustia,de estas
angustias tempmnas, también llamadas angustias psicóticas, elabora-
ci6n (modificocdón también es otro términb de Mólanie Klein) por la
cual estas angustias psicóticas son transformadas hasta que púeden
.funciona¡ como angustia neurótica.
Tenemos acá distintas líneas para destacar, en principio es la pos!
ción depreeiva misma la que es ubicada por M. Kléin caáa vez mis en
el lugar de eata elaboración. Hay un cierto deslizamiento de Ia no.
ción de pooición deprreiva hacia el acceso al registro neurótico. De
esto modo la porlción depreriva or prerntads cómo proecladora dc
Ia angratta prlc.Qüca,la fas€ deprealva mlsma reprorcnta el prlnclpal
aparato de modificación, de transformación de Iaangrrstia.
Esto trae un inconvenlente: cuanto máe oe aproxirna la equivalen,
cia angtrrtia deprueiva - anguetia neurótlca. má¡ ¡e tiende a idinttfica¡
lo angrretla persecutorlü con la angudia p¡icó6ca. §ln emba¡co M,
Klein mantiene sl doble oarácter de las llcmadas mgurtisr pstcéticrs
t_otrprynat qu€ lon tantp perrocuiorlil como doprelva¡. dr en fun.
de esto que ademá¡ de la noción de la fai depresiva, Melanie
-c!_o!
Klein construye otras nociones en relación a este pioceso áe ehbo-
ración de estas angu.stias psicóticas. Como saben, Melanie Klein hace
¡ referencias bastant€ determinadas a la evolución: el deearrollo de la
i fase depresiva se ubica al¡ededor de los seis meses. En el cu¡so ulte-
rior del desarrollo este proceso de elaboración de las angustias tem-
pranas continúa y allí se ubica otra noción que en esta teoría cons-
tn¡ida por M, Klein, pasa a ocupar el lugar de aparato tran¡formador
de lae angustias psicóticas. Ee Io que ella con terminoe de Freud, lla-
ma neurosis infantil.
Pero ya sólo con esto que hemos dicho que la elaboración de
-ya
184
la angustia ea la principal función pan Melanie Klein de la neurosis
infantil-, utedeo ven que esto düiere sensiblementc de la noción
freudi¿na de neuroeis infantil. En Melanie Klein ya no gueda ubicada
como uno formqción pgloJóSico gue va a constitui¡ neces¡iamente'
el componente esencisl de La predisposición a lia neurosis adulta y dei
la neurosis en el adulto, sino que en Melanie Klein cobra el carócter'
de u¡w formación normalizdoru. Es deci¡ que se trata de un proceso
esencial pera el desarrollo normal del niño.
La noción de neurogi¡ inf¿ntil en Mel¿nie Klein es muy amplia y
también compleja, en el gentido de que loe componentee que la con-
forman son üvemos. En primer üármino, conforma¡ egta neurooi¡
infantil lo que llama la¡ fobias infantilea, localizada¡ fundamental-,
menie a partir del primer año de vida. En oegundo lugar, lo que llama
la¡ t¿ndencias obsesivas que se degtacan a partir del aegrrndo año. Pe-
ro en tercer lugar hay que ¿gregar que en realidad todoe los aspectoe
del desa¡rollo pasan a fomta¡ parte de eeta neuroois infantil entendi-
da de esta Eanera: aquello que continúa con l¡ el¡boración de la¡ an-
eiedsdes peicóticas. La neurosis infantit es entonces ubicada por M6,
lanie Klein a continuación de l¡ fase depreaiva y ee concebida como
extendiéndoae hasta la iniciación de la latencia, que constituirfa el
momento en el cua¡ se podría considerar que esta elaboración, esta
transformación de las ansiedadee psicóticas se da por lograda, por
concluida en lo esencial, eiemprc que -fe entiendr el proceso haya
sido exitoso. Es decir que esto está postulado para el desarollo con-
siderado notmal.
Son tan ¿mplia¡ eatas nociones kleinisnas que todo aquello gtre
tengn que v€r con el desa.trollo de habilidadee corporalea, con la ad-
qul¡iolón del lenguqlo o con progtréúóB sn lag condielones intolectu¡"
lás e¡ lncluldo pór áU¡, o btdn oómo p¡¡to de 6tta nautott¡ lnfantü'
o bien como uantenlendo una lntlma rcleclón con egt¡ neurosb ln.
fandl. Y en la medida on que hay clerta conexlón sntre loe compo.
nente¡ prlnclpales do egta neurod¡ tnfandl y lo que Mel¿nle Klein
enüonde pot tendanobe obsealuas, pero ests noolón al¡on e¡ entsn.
üds en ún ¡entldo tan amplio que ss le llama tendencia¡ obaerlvur'
por oJemplo, I todo aquollo que Hono qu€ vür oon sl adqulrlr una
óapac-lAaa de di¡criminación, de dlcülnclón, la po¡lbllldad de oct¿.
blecer ordenamientoo, loe hábitog de limpieza y también todo lo
que rDuy generalmente se llama Cgrc!&d-d.er.qg§9f. Lo gue puede
ser aplicado a actiüdadeg especíñcas -aor éieúiplo el conhol de es'
fínteres-, o en general 1or ejemplo el conhol de los peligrc in'
ternos. La capacidad de estabtecer distinciones tsmbién apurta en
est€ sentido- por ejemplo la posibüdad de distingrrir loe peligroe
intemos de los externoe.
Aaí la noción misma de mecani¡mo¡ obsesivos (en plural) resulta
desplazadg hay aquí un deslizamiento en la ¡eferencia del término.
Aún lo que Melanie Klein llama fobias tempranas, que incluye parte
de la noción habitual de fobias infantiles: ter:ores nocturnoe, sngus-
185
tia ant¿ los extrüios, hcluye t¿mbién otroo aepectos que pueden
ontrü do alguna manero cn cgto noción do tondoncina ohtoslvar, Por
ejemplo, la¡ dificultades en la alimentación: es algo accesible a la
observación; hay ciertos momentos en que los chicos no quieren
comer ciertoe alirnentos, algunos sí, otros no, o por ejemplo al co-
mer una fn¡ta Ei tiene pequeña¡ manchitas ya no la quieren o es ne.
cesario sacar e8o que tiene gtro color pam que Io puedan comer. Las
dificultades en Ia ali¡nentación de las fobias tempranas se continúan
naturalmente en loo rituales de la alimentación de las tendencias ob.
sesivas. Es decir que aún eslo entraría en esta amplia noción de ten.
dencias obsesivas como esta ded -lo que La-
can llama ''-:::*ry .
Esa de estas -y ahora relacionándolas directairien-
i-te con nuestro tema- que la neurosis obsesiva llegó a ser entendida
como un conjunto de mecanismoo que permiten aI zujeto ya no solo
ehborar, sino conholar y defenderse contra aquellas-partes psicóti-
Jat no adecuadamente elAboradas, traneformad as.
Lo cual trqio como ionsecuencia que en la cwa del obsesivo se
psiera en p4qer pland la cuestión del zupuesto riesgo de psicotiza.
ción. Aquí debemos entendemos bien. Una cosa es Iá ensehanza de
Y. ¡ngi" y otra es lo que se hizo con esa enseñanza. No solo hay una
degradrción de las nociones de Freud, también la hay de las ¿! f,a-
can y también de la¡ nocionee de Klein.
Bien entendido, ecte llamado riesgo de psicotización alude de ma-
ne,ra Euy-ge?-era¡-a momentos de intensa angustia y desestmctura-
ción-, epirodios de despersonalización o exhañamiento, o aún a cri-
-q
ai¡ delira¡rtea. sabemo-¡ desde Freud que crisis de este iipo pueden
formq partc de la diacronía de una neurosis obseiiva, sea-salvaje
el eentido de Lacan, es decir, ,.natural", sin análúiF-, sea en
-n
la transferencia, es decir que pueden constitui¡ momentos náér*io,
e1 el- prygero de la cur:a de un obseeivo. pero ningun buen analista,
aún kleinian!, puede. confundir eeoe episodios con-una pri"*i" pr*
piaraente dichar- po,r lo menos M. Klein no los conn¡n¿e,
v-"o piénro
que los textoo de Klein autoricen a afirmar que ella rort"rig" qü; *;
neurosis obeegiva puede producir una psicosis. Nunca tre e-ncóntraao
nada eemejante en sus obras eEcritas.
Lo que sÍ encontramoa, por ejemplo, eE que si los mecanismos ob-
sesivos
_-que como dijimos constituyen'una de las modalidaáes nor-
,
*d? de elabora¡ y. controrar ra¡ ansiedades psicóticarlolexcesi
I vo8
(y aquÍ rf en este graduerin¡¡e kleiniano nunca se sabe bien cuáI
eB el limite)' constituyen el de que el yo no puede manejar
,índicepero
eñcazmente la angrrstia paicótica. de u. ru-.in no-á"au..
"quí una psicosis.
gue se trate de ,,¡ $'jeto que va a desencadénar
afirma?: que 8e esüá désarroIand,o una graue neurosia .f,,seaiua. ¿eué
'
Lo que ha confundido a muchos esia noción t i"ini"""'á" angu&
tia psicótica. Para Klein puede haber anguatia¡ pgic¿tidln rü""".
ro'is, o aún núcleos pricóticos, lo cuat ño quieÉ decir á;;;; airtir,-
186
go uns neuroaiE de una psicoais. Se ha hecho también un uso aimpli.
ficado de esta noción de Klein tendient¿ a producir la equivalencia
nngrrúla prlcótlca . pricorir,
Con todo, en mi opinión, no ea ésta la noción de Klein que más
ha conbibuido a que oe perdiera la orientación freudiana en la teo-
ría y en la pnáctica de !a neurosis obsesiva. Si tuviera que ubicar la
' noción de Klein que eetá en el origen de tal desviación, seña}aría
ein ningrrna duda el deslizamiento en la noción de obeeeión, y Do
por la amplitud que adjudica a las gue llama tendencias obsesivas.
Ya virnoe, cuando examinamos con detenimiento loe textoe de
Freud, que zu referencia es más amplia todavÍa: cualquier activi-
dad puede constituirse en asiento de una obsesión. Lo que se despla-
za en Klein es la noción misma de obsesión: al quedar definida por
su función de transfornación y de control de la angustia. Eetamos
aquí a mucha distancia de la obsesión como síntoma, es decir, co-
mo retomo de lo reprimido. Freud ubica la obsesión en el regirtro
de las vicisitudes de Ia pulsión, Klein en el de las vicisitudes de la
anguetia. La noción freudíana de compulsión es aquf ireconocible
y es por eso gue los anelistas üegaron a no saber qué ee una neuro-
si8 obsesiva en el sentido freudiano del término, es decir, la catego.
ría clínica int¡oducida por Freud en la nosologa psicoanalÍtica.
Si tienen en cúenta lo que vi¡nos en las clasee dedicadas a la ela.
boración freudiana de la neurosis obeeuivg recordarán que para
Freud no pasan inadvertidas las relaciones entre rituales obeesivos
y angrrstiQ, pero no convierte esa relación observable en la explica-
ción metapaicologica del ¡íntom¡. Klein superpone allÍ el registro
fenomenológico con el metapeicológico y ubica como función cen-
hal el control de la angurtia. En Freud la relación angrrrtia - sínto-
ma eE multÍvoca poryue es efecto no de r¡na relación dual entre
angustia y eíntoma gino mediratizada por otros componentea y me
canismos: pulsión, represión, retorno, satisfacción surtitutiva, etc. Ee
a eUog a loe gue ¡e refiere su noción de "mecani¡mo obsesivo". La
noción freudiana de mecanisnos obsesivog no puede superponen€
con la deecripción de cierto tipo de conductas. No voy a insisüit en
esto porque lo hemos desa¡rollado suficientemente en la¡ clase¡ iur.
teriorea. Resumiendo, ee el desplazomiento en el aignificado del tér-
mino obe€sión donde radica el origen de la decvisción de la teoría y
de la práctica de Freud en este csmpor deeplazamiento del que no eg
reaponeable ¡ólo M. Klein ya que es compartido -{al vez no exacüa.
mente de la misma manera- por todoe los postfreudia¡os. Por ejem.
plo, en la otra gran vertiente del psicoanÁlisis psstfbeudiano, la que se
dessrrolló en Estados Unidos de Norteamérica, transformando las no-
ciones freudianas para adaptarlas al conductirno imperante en la pei.
cologfa y psiquiatría de eae país. En uno de los manuales de psiquia-
tría má¡ uzuales allí en las ultimas décadas, el de Arieti, varioa de cu-
yos capftulos están redactados por psicoanalistas (tal vez habrÍa
que decir ex.psicoanalistas), el capítulo dedicado a la neu¡osis ob-
137
sebiva del gue eú autor Sandor Rado hace equivale¡ loa térmings
neu¡oda obáesiua y conducta obseaiua dando'prevalencia a este (¡l-
timo que tradusirfa de una manera correcta el caduco término de
Freud. Lo pueden apreciar con solo leer el título: "Obgessive Behs'
vior" y el subtftt¡lo: "§ocalled Obaossive-Compuhive Neurpsis".
Si esto rsulta ací es porque la noción misma de neuroeis ha sido
transformada en la más potable noción para los oídos del norte de
"desórdenes de conducta". Resulta algo cómico, en la parte de eoe
capfhrlo dedic¿da a la tcrapia del obeesivo, leer de la estructura de
la cu¡a inventada por Freud que:
180
el matorlal de erte aten€o, t ¡ .orno tes fue preoontodo hacts un do
hmlnado momento de gu anállslr, ae podla ver que no se trataba de
una paicooir sino de una neurosis, p€F gubeistía todavía la ambigü*
dad de si se t¡ataba de una estn¡ctu¡a hi¡térica u obsesiva. Nos pare.
ció lmportanta prcoontarlo aaf para Io¡ fines de la discusión. Si hübi&
ramor agrcgado mat¿rlal ün poco pooterlor donde la paclentc lba r+
cuperando, reht¡ndo más claramente y en detalle lo que había sido
aquel epbodio de crioio, se hubiera podido apreciar con mucha clari-
dad que ¡e tataba de delirios obsesivos.
Me doy cuemt¡ que hay una reiteración en este tema, cuando no
lgy.yo quien lo introduce son ustedes quienes preguntan. Esta repe-
tición e¡ ínüce de un¿ dificultad, que no es de usüedes ni de la óá-
tedra aino del di¡cuno que nos ha precedido y que en gran medida
rigue ügentc: el uso ambiguo e indiscriminado áel término ,,paico.
üzane". Erpero que, de tanto repetillo, en un parde añoe ege discur-
ro haya rido impactado lo cuficiente como para que genere una rc-
nor¡ación d9 la¡ repeücionea. O, como lo dicó Lacán, ior haber acla.
¡ado un maler¡tendido habremos generado otros ma,lentendidos.
. . Hoy.
querfa-prraentarles e,qto prra volver a destacü que eata pro
blemótiga en el diagnóotico diferóncial existe y par" reaiirma¡ dé ee-
te modo la necesidad del diagnóetico previo, dido que el hecho de
que en un8 primera imprerÍón puedan reeultü parecidas una estruc.
tt¡¡a pdcótic¡ ect¿bilizada con ciertos mecanismos llamados obses!
voE o una neuroab obsesiva en un cierto punto
-el delirante, no releva
de la necorldad del diagnóatico previo, por contrario, oa áon¿e mrl¡
hay quo tucor jugnr h neceeidad do Ia distinción diagrróstica dsdo
gue €n un caro y en el otro el curso del tratamiento va á ser eeeneial.
mente dife¡ente.
A.: ¿Y cómo ae ectablece ea diferencb?
P.; En primer lugar empezando a usat con cuidado todas la¡ nocio.
neo de neu¡oci, oboeriva_que hemos ido constmyendo a lo largo de lar
cla¡er. Segundo, zu aplicación en la pÉctica,- participación" en ate.
neoo y prooentación de pacientes. En el próximo ateneo leo preeen-
ta¡emos un material donde la distinción psicosia - neu¡oeis o'bsesiva
q -Aiff"rl_. Sená algo que segrrirán trabajando, egp€ro, en Ia materia
Clínica.Pgicol_óSica. En tercer lugnr lea luedo aeóir qie el lroblema
está abierto. §on temas que hay que seguir trabajando pa:á obtener
cqda, vez pautar más claras para hacer eite tipo d; diagnosticos dife,
rencialer. No ec mi intención presentarles los proble-mas como ya
rteueltos y ceradoa. En- e1 capftulo de s. Radó que lea meneiorié,
para cerrar l¿ cuegtión del diagnóatico diferencial se usa un r€curso
muy_",-pedtivo: ',by feel',, e8 deci¡ en nuestra lengua: olfato clíni.
co. qúe Eg¡gen, tal vez ineliminable en el diagnóstlco, es el que hay
que tratar de reducir cada vez más.
140
teder ya raben que produce.g4 -retprno a Las nocionga.dq.Ere.¡¡üf!n-
damentalments a la dl¡tinclón f¡ouctiana eiitis psicoalo y.neuroric:
digttrtctón tqiante, e5cluyente. Y dentro de la estructura. neu¡ótica
w¡elve también a ü óposición fteudiana, histeria - neurosis obsesiva
gue, E diferencia de li ant¿rior, de la opoeición peicoeio - neuroeir,
y dgulendo a Froud no puede s€r considorada excluyenta.
Por rupueoto Lacan trabqja egta distinción freudiana a partir de sus
prcpia8 nociones y, en primer lugar, de sus nociones acerca del signi-
ficante. Leo voy a leer una cita de un texto de Lacan relativamente
tardfo, ea del '73, se llama Wtitlón,la única cita que lea voy a leer
porque hoy vamos a hacer una prresentación general de Ia elaboración
lacaniana de la neurosis obsesiva, y €D las dos clases siguientes que
van a eatü I cargo del profesor adjunto Gabriel Lombardi van a tra-
bqjar con más profundidad y con mayor preciaión algunaa de estas
nocioneg.
A.: ¿Cómo u llama el texto?
P.: Teleui¿ión. Aqul Lacan dice:
". . . el hombre
no plenaa con su alma eomo Io imagina el lilorofo,
pienoa porque una estructura, Ia eattttctura del lenguaje recorta zu
cuetpo . . .".
118
en ¡ol&clón ¡ osts oba cue¡tlón e¡enclal an el obuestvo
qffiAliifeI h neúsrasion,
.lgomin¡rlo
la "uesn[tlp-0g¡.ép".El obsesivo ha en.
contrado su urao, pero fundamentalmente lo que Lacan destac¡ acó
trre¡pera. El qb-eo$vq_vive geperando la
n viyir. E¡ta reiación con el ¡mo állir
§upuertamente
omOr eE et ar¡o, er gue o de muerte. $
¡¡rodo ¿r¡.obll:-
ñIón-dE"tdü¡. Podomo¡ poner acá en ogtricta rclaqlén lo quo L¿oun
corutnrye acs¡ua do Ia éüca del poicoanúIirl¡ como étlca dol deueo y
est¿ desfe¡lecünlento dsl obseeivo en relación a gu de¡eo.
El olxodro imagina gue cuando ol amo muera €ntoncot reró porf.
ble vlvl¡ de otra m&n6ru, entregnno a las cooas quo guiono y que le
gurtüt y qus un8 y otrs vez poeterya. Esto eo pura imaglnería, teno. '
mot quo ublcar,en el reglrbo imaginario esüa coartada con la que el
obrdvo rc protegO. 8r importanüe, porque no so traüa de gue cierta¡
coüa, no trhur, rino en qu6lu8n¡ ¡e lü ubic¡. Lac¡n de nh¡un¡ mo.
p3tügpgS (en relactón.¡-lq gu.e t. $9 agt a$li{ potfroudlano y.
ti@Éfta homo¡exr¡¡lldad tatent¿ dól ob¡e¡ivo) la ftecuenci¿ con
la que.cnsoshl$or en h prástica de l¡ neurooi¡ ob¡e¡iva l¡¡ far¡tsrí¡¡
d1-hq¡aoniúüdüdi Poru-hay que ubloarlar 0n osto roghho, ü um
ñ8"üEf@ e¡'una funóión- de coa¡'uada exacümenie en el
-EÉo dónE6'iiüíírta.elpera de la inuerte del a¡mo.
I El obceeivo qtrierc guecresr que ee hóind,üxual para librane de la t¿.
lryq f de la ugurüa E pondnin en juego al encontra¡ el deoeo
ldel Oho en h¡ ¡placionea con el Otro ¡eio. La¡ fantaeías de homo-
-iexualidad en el obseaivo eon aiempre coartadaq y si Be la^s.intorpre-
t¡ como hoqo¡o¡ualidrd l¡tente s¿ ls8 egtá confirmiñ-dd. se h¡ ásüí
I"gülagijo. Erte rupuesto €Bpezar a vívir derpués qu" amo mue-
r¡Tfflue ubicarlo-en ecta misma düección,-es la manera "t que en.
guen$a el.obreivo para estar protegido de loe rieogo de poner en
tgffi-[T:-rr;;"
han podido apreclar t¿mbián en to¡ ateneoo
clínicoa, en el msterial que leo hemos proentado en el primer caso
de neurod¡ obcedva, donde era muy claro que quien ocupaba eoe lu-
gar era el padre del paciente, recuerdeh todar ta¡ medida¡ precauto,
riar que tomab¡ erte pacientc. No querÍa falta¡ a este momento. Re.
cr¡erden lo¡ cuidadoo que ponla parn saber ai su padre empeoraba, no
eupeoraba, ¡i _podf¡ morl¡ cuando él no ertaba. ¿Por qu&era ta¡¡ in-
porüaatc p¡ra él esto?,porque ét quela estar allf, ét quóría presenciar
la muerte de ru pdre. Recrrerden tasrbién el lugar que oéupa en el
Homb¡e de h¡ Ratar erte reprocho acerca de no haber egtado en
el momento de la muerte de ru padre.
Ertar protegldo del rieago es t8mbi,Én Io que oculta la hazaña, la
prceza (no É d lo deotoqué en Ia¡ claae¡ a¡rterioreo). Apare,ntemente
el obce¡lvo corre rieryoe en oatar diffcile¡ pr'oezar, poro ri not fda.
moe blen, dice Lacan, no r a¡í, El obsesivo juega todar ertar prue,
14{
bas, todar eat¿¡ hazula¡ Jurtamonte on Io¡ lugarea donde no corre
ningún rlesgo. Esto es ba.stant€ plaro en el ejémplo que loa relaté,
cómo para el paciente mismo en 'un cierto momerito llóga a ser claró
que aquello en lo que él c¡eÍa gue sé le ib¡ su vida realmente no le
hüe¡r¡aba nada.
Esta dtalécdca del a¡no y el eccl¿vo la podemoe ublcar también en
rsl¡clón a otra temática que oE lu de que-el qbsedvp, U--üfere_ncro de
la hlrtórloa,-lntonüu coneüituh un Oüro-no t¿¿tri¡áó,-üistá Ámo"dol ob-
aerlvo puede figurar de alguna manora la noclón lqcsnisns ds Otro no
tachado, rg1._Qho quo e¡ dueño dq-nu deaeo, dueño de au deseo. inclui.
do conocerlo: esta temática de los an¿ílieis de loo ob¡esivoe qúe quie-
rcn esbor de verdad quiénee son y conocor qué ee lo que rtidmánte
desean. El Ot¡o no tachado ee preeta a ponerse en relaiión t¿mbién
con las nocionee del padre ideal y del padre muerto del mito fteudia.
no, ya que eete lugnr del arno en Ia estn¡ctur8 obeesiva se presta fácü-
mente pa¡a. s€I por rq muerto. Es otra muectra de que g¡po.
-ocupado
ra¡ la muerte del a¡¡o no es nadq-mda gue..uns goartada: el amo pueAe
rcgqf déndolo. aún muerto (ha{ián'rerirórñi¡ ;ñr..;hiñfñffiñu
del Hombre de lar Ratae).
.. Eq .l ¡omlna¡{o V, quo v&n a v6r en la próxlma clare, hay desaro.
llos de Lacan en tomo a la eepoclftcidad iler fanta¡ma én ei obeesivo
y en eopecial esto far¡tar¡r¡a tan ca¡acterfatico de la neuosi¡ obseeiva
que ea el que está en relación con el obie.
e¿nd,
Peri eobre todo Ia elaboración l¿ca¡rtana de l¿ neurosi¡ obcesiva
la podemoe hacer jugar al¡ededor de la¡ caractorizaciones de la e¡.,
tgSgB.dEl-dgggg, en o¡ta
-tgSgg.dEldsg99,
Euctura del deseo
truc,üura
o¡ta o¿oslción _in8rüsfecbeinDosit¡te.,LA útü
degeo- coBo_i¡¡-¡¡tiqlecho én la.histp¿lC la
9*nr6urá-fl9t ,
q9tg-9rse".übqiüi¿:rü_niü-,iü¿ft i,i"";qi;'=t"ná-r.n
cüéñtá'!'iñ
-¿á¡iii"ñ;8ts,s
"df
AndA;¡üió,irtffi ;A;-Li Jiráünciu¡
ontre uns oatn¡ctura nourótlca y otra, rlompro rrguo rar lfnoa¡ do la
estrucüura. De modo que cuando habla¡nos-de eapecificidad en este
ca¡o, hablamos de algo que eetri recalcado, que ei pueato en eviden.
cia, que es üevado ha¡ta su último termino en e¡a eotnrctura, pero
que se trata aiempre de ca¡act¿rísticas eshructura¡eg: es decir.iúg el
deseo es deeeo inutisfecho por-si,.po1ry J$Iggtugmi¡mq:¡_il de.
seo ee impooibte por su mismi e0¡ni'ciir¡¡iTe"é-seA-
Pero es cada una de eatas vertientes la"qu6'ei buegta en primer pla-
no-en Ia histeris y en la obeesión. Ustedes a veces se confunden, aobre
todo en un primer momento le¡ resultaba difícil disüinguir la noción
de deseo insatisfecho de la noción de doseo impoaible, cieo que ahoü^
ya un pocb menoa. Tengan en cueuta en primer lugar que eso indics
que l¡. trbtá[99_E__gpf9g produc_e- git\¡:q-cjqrcs_§n3Ug_lU. d e
qeo__lgpgnqen j uegp, esto qEé erúo ea hecho en relación aiem.
pre a algún Oho porque ol eo oiempre del deeeo del Oho. EI
deeeo buuEno.insirte,,I,aeEs,Ile p3_4epearalgpl es desca¡-gLCgfep-dp
OlE este
,Ol¡p, esto en el ohjáHv-<i. hñ'et
el_ ¡entido-ohjetivo. oho sentido. pad'ñ'CÍr"
Eñ el otóláirti¿o, ü:
oari ááliilo nl-
116
pidameate, m8'
IJA
nors do de w¡a
i¡¡¡atl¡f¡cdón, y por lo tanto so trats tambie!¡ de la S¡arigfagp¡ógdel
gggg.$ot g§gr4+{!g[J& La hist¿ric8 ae-dqdica d provocar, a éeti-
mtila¡ eso deseo del ffilpero pa¡a eso tsmbién justamente a mant+
nerlo in¡ati¡fecbo.
f .+c1m?og[$$I{.en canbio implica algo-cuya conoecuencia es el
I alejqnieD6_ire-fo¡ hgnrea y momentoe de la¡ situacione¡ en que el
i doeo estó eu Juego: en primer lugar ubfquenla en relación a todos
-loc
que, como en la cla¡e paaadq ao ve
on Ia¡ neurocl¡ obsosiv&s avanzadasr en sug graves rB&
Hcdona que llqan hsst¡ la paralización. Pero que en realidad for-
aan porte de I¡ vida cotidiana de cualquier obeeeivo, cuya trama eotá
a¡oad¡ con lünltacioner, obohículos, estorbo¡, postergacionee, 8€a
el rqleto ruta por ella¡ o que pasen totolmente inadvertidas.
' qucPerc rcbre todo v[n I rrocónocer esü¡ ca¡¡ct¿rfstica de la imposibi.
Itd¡d d l¿ eudeuden en el aenHdo lógfco, inrpdsibüidad lóeica Lo van
r poder obrwa¡ de un¡ man€ra erplíclta en le práctica ds la neu¡o¡i¡
oberirn" Ler doy wr eJemplo breve para moct¡"¡ esto; una paciente
qur-etrbr embe¡¡zeda y tenla muchar guna¡ de tener un varón, pero
n¡ droo üootb¡ oon un prcbl€m8! haof¿ muoho tlempo hrbl¡ ale¡l.
do cl noub¡r p¡t¡ nr'h[o vüón, pero reclentemente uno de tus her.
Etrno. ¡l n¡csr nr hifo le habfa puorto e¡s nombre. No era porlble
quo ru hllo lletnn el ral¡mo nombrc que el de su sobrino, peio lraa.
$nrr r ru h{ro vu6n con un nombre di¡ünto perdfa todo atractivo
prrt ella. Trsnen rguf un ejemplo en que
: de¡ea tener un
§f6-7y ¡ób el Ileru¡ t¡l nombre. Como no puede llevar tal nombr?,
rot,oo¡ ¡ tmpodble el cumplimiento de gu deseo.
, E¡to e¡ muy dbttnto a la ln¡ati¡facción de la htsüérlca La bella cü
¡Ioen r prchlbe coner ctvtar, con lo que mantiene üvo su desgo, un
dceo que consry¡ la poeibtltdad de gs¡ cu:npüdo aogún clertar con.
tingendar. En erüe car<, rcn lo¡ tárminos ml¡mos en que está plantea.
do el dceo lo que lo toman lnpooible.
Hay otro eJenplo sn el cuno üterior del a¡rÍlfui¡ de la paclento
cuyo mrtertal prcrcntanoc on el ateneo gue me parece paradigmáü-
co. Era un momento €n gue so sentía muy recon@ida por su padre
y dereaba hacer ¡lgo para agradecerle. Cuando se preguntaba qué ha-
cer, eadl co¡a gue lmngiriaba le pa:ecía tan poco, o tan pequeña com-
parada con l¿¡ gus ru padre habfa hecho por ella, que no podía hacer
r¡8da"
Aguf ls imrloébilrrrsd ertá planteada en términos ca¡i matemátil
cor: culquier ca¡rüdad et pequeña comparada con el infinito, porf
pál-gg$e gue re la imagine, la disüancia eeguirá siendo igualmentcj
i¡¡¡¡lvable.
Ecto no e. algo üctlcio, l¡*i¡9¡9qipiüdad..*pln!g$,g*p,.Ig g*g|.
1{0
Aún egtos ejemploa aparenternente nimios señatan un punto de real:
la nominación, ¿quó es poner un nombre? y la deuda, ¿es aaldable
la deud¿ de la vida? Lq-gqeaau¡re c-qn.gl obsesivo es que explora lao
l4p oeibilid ad eo y múih a.s.v eces qu edl deteni do eri -éll" r-
La hieteria'icentúa esta vertiente del de¡eo que es el de¡eo como
deseo del Otro. La neurosis obsesiva acéntüa ü otra vertiente del de-
hpü¡ente.de-! -fen,t.q§E¿, 9Ld":99 9r",pri- q-
utror¡in el
l¡q/En obsesivo
obSe§lvo queda
oueda puests
Due8ta en Dn.
fDer plano (aJ reves que en ¡a n¡8f,enca donde ru qesao
histérica oonqe desoo e8 el (¡e88o
es e¡ del
deseo se¡
Otro), la gpoeición del deaeo sgjglo-cggeldegg-o gtfo,, pode,
.del +el
moe hablii de un oposicionismo específicamente obeesivo que e8
muy diatinto del que se Uama oposicionismo en la¡ poicosis, en el
sentidodequeel=9!§esi{s¡ece-d.eJgbj9lgLq.aL.d.ese-o-Bngs@lcia-n-
absoluta que se lÁ ünponp ql--Qtre^ Esto eB muy claro, dice L&can, en i
&ueltófi-ÑñóB que buando grandes v&r¡.4 8er ob¡esive: la ruanera onq
qrre piden las cosal. No ee que e¡og chicos pidan corae raras o cossl
excepcionalea, no es por el cont¿nido de lo quo piden, ee por h mo.
nen¡ en quo lo plden, esa manera indstonte de podir que hace quo r
Ioa padtre le¡ rssults intole¡able e& pdido exlgento, sn sl quo h¡y r
lt?
p¡o€2a8, cuü¡do erta aujeto habfa comen zado aconaeguir Io que quo'
ría en lugar de usar eso para eeguir adelante, ya no le intereea más. O
bien, un obpsivo profundamente enamorado de una mujer que cuan-
do logra conquistarla ya no entiende mrí¡ cómo es que le guetaba.
Eato parece ¡sr a¡í en el caso de los obsesivos, no solan¡ente en el
encuentro con el otro ¡ero. Por eso lee traigo un ejemplo también de
mi pnícüca, an e¡t¿ ca¡o de un rqjeto homosexual. Esto no e8 un
.liqgy¡ósüico, es él quien se ¡sconoce con ese eignificante. Incluyo erte
ejemplo t¿mbién para advertirles gue hay que tener cuidado y no hay
que guia$e Épidamente por una equivalencia entre homosexualidad
y perversión, homoeexualidad y estructura penersa y dar fácilmente
por descontado gue un sujeto -que se dice-- homosexual es un zuje-
to penrerro. Mucha¡ veces se trata de neu¡óticos. Este parece ser el
ca¡o de eate paciente, que a lo largo del análisis ¡e va moetrando máe
bien como un obsesivo gue como un perveroo. Y en un momento él
pudo fo-mrula¡ eeto qle estqmo¡ viendo_áho¡a de una manera muy,,i
clara. Llegó a decir: "Me pasa que cuando estoy con é1, me la pano
penmndo en i¡me y, cuando me voy, estoy todo el tiempo extra¡ián'r
dolo". Esto es entonces, con toda claridad, aquello a lo gue Lacan'.
¡eñere cuando habla de ¡a gscibg¡gl¡_d4-de.§-e_o-e¡ el-obsedvo. El hizo
allí incluso una referencia C¡na canción de lá.E. !V$t h, cuyo título
no puedo ¡sp¡oducúr exact¡mente, tal voz ñIffi-de uetedes lo rs.
cucrüe, cno guo rc lla¡na §erenota pam la tlenz de uro "Porgue
me duele d me quedo, peto me muero si me voy . . .". Este paclente
dsñnió a erta c¡nción como una "versión refinada del gataflorirmo".
E¡to o¡ ht¡ru¡nt¡ porqu€ cada vez que ha aparecido la Gata Flora
en lo¡ ateneo¡ clfnico¡ invariablemente ha Bu¡gido la idea de hlcüori&
fisnen que cuerüonar esto, o por lo menoa no hace¡ una aplicación
automática, pa¡a no equivocar el diagnostico. Muchas veces se trata
de I¡ o¡cilación ob¡e¡iva.
Esta orcilación e¡ una cons€cuencia de lo que decfamos antoa, t¡
q_$_el-de!é_o_-Cest4¡y_e. _e-sE luga¡- delgt¡.g, sin-enb¿rca-el -lsggr.deJ
ió es ercngid po¡q¡rq,.€¿-qle&9e es abmpre el deWa-del_Qir.g. fl.l-ob-
-destruygpldepec- del OIro. y entonce¡ .sg-.CppqC.§e. desya.oece.
reaivo
I Esta ei otfri indicació¡ gue hace Lacan, los obseiiygs--Fgn a¡Ig.Sialigras
ieg_r_nat¿r el deqgo deJ.Otre, no de suocitarlo como la histerica; eape
p!ro. ya rlo-t9t¡.Eg*nÉs_ ga{¡as.
inta¡ estrategiae y manerae para poder mantd-
ner este derco gue de otro modo se esfumsría: una, hacerlo sostener
en el fa¡rtasma, en el objeto. Hay otras relacionadas con ests temÁtica
del a¡¡¡o: lograr gue el a¡no lo prohfba, entonce¡ allí el deceo 8€ Eran-
tiene, peto ee sostiene como imposible, está abolido. O de una rnane.
ra inverga -€s inversa, pero oi ustedes se fijan bien, estnrctu¡almente
correaponde aI mis¡Do mecani¡mo-, lograr que el amo lo autorice.
¿Por qué esencia¡mente ee el mismo mecanismo? Porque en ambo¡
casoe aigre aiendo impoeible, porque en el momento en que el deseo
en lugar de ser prohibido ee autorizado explícitamente, ya no es nús
1{8
deeeo, ae entra en esa dialéctica do la demanda y ee dedica a satirfacer
no el deseo del Otro sino el pedido del Otro, aquello que ya entró en
la categoría de la demanda al haber sido explícitament¿ autorizado.
§i usüedes se fijan bien, dice Lacan, el obsesivo ea alguien que vive
continua¡¡¡ente pidíendo permiro. Eeta temática de la prohibición del
arno y de la autorizaciín del amo ¡e articula con esta temática de la
demanda qug es otra de la¡ formas de la irnposibilidad, en tanto el do-
seo queda allí reducido a la demanda. El obsesivo entonces gg]glg
qqils pig-a-q_parg c-qnvert-f_9§.q¿egido-en-e]-objeto de ru deseo. -
-Podemos deóir que en este ca,§o en vez de deseo de deseo hay de
seo de demanda, incluída la casüración, porltue el.9@eire_§§"¡!qgd-
!a que el OtEqjerrBnda su cast¡ación, pide su castración y ésta es to-
da la?imensión, el registro, toda la temática de Ia impotcncia en el
obsesivo, gue es el reverso de la imposibitidad; el creerse que él no
puede. Dicho de una maneria abreviada, como si la castración no fue
ra un efecto ineludible de la estn¡ctura, como si fuera algo contin-
gente gue le ocurre a él por pedido o voluntad del Otro,
Esta cueetión de la imposibilidad del de¡eo en el obeesivo está co
nectada también con la continua!@E8giágJel-acip. En definiti-
va eE I esüa noción de acto donde tenemos que remitir la i¡naginería
del empezar a vivir, ya que vivif, si no Io entqndemoo en el mero sen.
tido de subsistenciE biológica, ú8...9e-un mundo t¡echo con signifi-
cantel, tiene que ver con lo¡ actbs. e¡ deci¡ gue no hay otro cumpll
-ftfenTtAil?E3¿o +t nos aüenemd; a la noción freudiána de cumpli.
miento del deeeo, I menos qus soa cumpllmiento alucinatorio como
en el ¡ueño o una mtbfacción fanta¡eada-, el cumpllmlento del de-
seo es clempre cumplimlento en loe actoe y e8 por esto entonces,
que e8 e!-999e o-cLe!-obsesr'
tüo
7
,151
una novdad del ¡eminario V. Debemos ocupanros indefectibleme¡rte
de ciertos elemenüos de l¿ diacronía de su enseñenza ri pretendemoe
entender lo que dice Lacan en relación a la neureis obeesiva. CuaI-
guier toma, en realidad y hasta cualquier frae de Lacan cobra senti-
da diversoo en función del contexto en que se encuentra dentro de
su diEcr¡¡so.
Hay otra opodción que él recién está comenzando a despejar -co-
mienza en realidad un año antes, en eI seminario cuarto, pero conti.
núa ¡iendo elaborada en lo¡ seminario¡ V y VI-, la distin-pióa..eqtrc
qgryn{¿-Ld"reo. Es una distinción fundamental, uñá clá[a¡ más im-
pór-tantea dé Lacanr, que le permitc incluso corregir zu concepción
de la di¡ección de la cu¡a. Es una di¡tinción gue posibilit¿ cuirbioe
deci¡ivo¡ aI rupec,to.
§l en lo¡ prlmeros a¡Ios de gu enseñanza Lacan planteaba como un
eleu¡ento eencial en la dirección de la cura el reconoci¡niento del
,' deaeo, cuando cuenta con eeta distinción entre demanda y deeeo eso
eo modificado. El ¡econocimiento del de¡eo pasaÉ a pertenecer más
bien a partir de ese momento al registro de la neurosis obseoiva, no
rerá ya el verdadero senüdo en el que debe avanza¡ un aluílisis.
Hay otra novedad en el seminario V que es la fórmula del fbntar
' na: p O a, e9e tiene en realidad varios elementos nuevoa: el zujeto
apa¡ece tachado aquí por primera vez, y el a comienza a cambia¡ de
est¿h¡to. En el ¡eminario II, cuando había introdueido el esguema
L"mbda, al zujeto Io eecribía sin tachar, al Otro (A) también:
It
Yo<---a
Y lo que ant¿c era el eje irnaginario que iba del yo (a) á la funagen
aapecular o al eemejante, es decir al otro con minúecula (a'), t¡¡nbién
va a ¡ufrir modificaciones en el seminario V, porque empieza s apar+
cer bajo eeta oigla: i (a), no a sino imagen de a" reservando el a que to.
davÍa no eatá muy bien especificado para la escritura del fantasma,
aunque en los ¡eminarios V y VI guedan ambigüedadee incontesta-
blec en cuanto a la poeibilidad de ürtinguir cabalmente el otro imagi-
nario del objeto a. En realidad zu teoría del objeto a va a quedar sóli-
damemte corutituida recién con los seminarioa IX y X, La identifica-
ción y La anguctb reepectivamente,
¿Entoncee gué es eate a del seminario V que figura en la fórmula
§ O a? Es el o-tro :[iaginario, el.eemejante, o un objeto imaginario (el
falo, pero en -üffi1Ídtá óafturado án un cierto üso aigniiicante: el
.fantarmt,.ln fü¡-ts!ls, aún en !'reud ea eüdente que i¡nplica cierta ela-
boración sigñlfibante,. gramatical. Jq un elemeúlq. _á*ejo jmaginaric.
_
tó2
Dero
t-
f Aqúi es eiltonceldónde
;pñEfáfta a¿-aG púdit uEéñig,ificantes imaginarios. El
-iIAá-
falo va a ser definido por Lacan a esa altura de su enseñanza como
un significante imaginüo, algo que está en la int¿rsección entre lo
simbóüco y Io imaginario.
Les planteo esta especie de carta mínima de los elementos con
que conüarnos a eEa altura de la enseñanza de Lacan porque va a
utiliza¡ lo que él sabe y lo que é1 enseña de Ia neurosis obsesiva jus'
tamente para mostrar alguna de estas distinciones, para mostrar in.
clueive el uso clínico de estas distinciones, y para continuar funda-
mentándola¡.
Vamos a comenta¡, aunque ¡ea brevemente, la dietinción entre
demanda y deeeo, porque para el tema que nos ocupa hoy, para el
enfoque que hay en el a€minario V de la neurosis obsesiva, es la dis-
tinción már importante,
La demanda es concebida desde el inicio de la elaboración de esta
noción por Lacan como un elemento significante, un elemento de
'lo gimbólico. La demanda aiempre consiste en una cadena sigr¡ifi-
cante, Cualquiera de las modalidadee de la demanda, el pedido, la
'orden, la exhortación, la súpüca, la prohibición, cada una de ella¡
está necesari¿rnente arüiculada en sigrrificantes. Hay que tener en
cuentg sin embargo, que aunque la demanda siempre ee aimbólicg
puede haber un uso de Ia demanda gue siwa de apoyatura, de eoatén
de cierta¡ identificaciones imaginariaar como pasa por ejemplo en ol-
caao do lo que Lacan llama la palabra vacía del aujeto. L¡ p¡lah¡nyA-
cía co¡ui¡te en cierto uso de la demanda que sine fund¿]nentalmente
p.gg -Bgpqrtar |as- ideritiücaciole-s-$e[-r-egistrg.del narcisismo"las iden-
tlllcacrones m86 unaguanas clel suJeto.
Por otra parte, hay 2 usos fundamentales que va a disting¡ir La-
can aun de una misma demanda: una demanda puede funcionar a
la manera de una holofrase, una fraee total, una frase con s€ntido
pleno, con significación. única, acabada, o bien puede descompo-
nerse en sus elementos signüicantes:
DEMANDA:
rfntom¡: parturb.clóú !n -
Ir c¡danr Lotctlor Dor holotruo
uE alacto qua Drovl.na
do l¡ c¡dcn¡ locquclcnta
168
Y entonces permitiría más de una significación. Y además puede
pasar oüra cosa, y es que desde una demanda inconsciente, o deade
una mbdalidad inconsciente de la demanda (la del piso superior),
puede producirre un efecto de ruptura en la significación acabada de
la cadena,inferior, un efecto rlp .o-sentido, como pasa en el ca¡o de
un lapeuq por ejemplo.
. En el seminario V Lacan introduce esüe modelo derivado de su
concepción del lenguaje, su lingüistería como ha dicho él mismo, .
que partc de la idea de que una frase sólo adquiere su significación I
lplena cuando ha concluido, cüando se ha puesio un pu ñ.Ti<i-í6lo
una frare, una-demanda, gino que el aentido de un discureo, de un
ttexto, o de toda una enseñanza como la de Lacan mismo. sólo va a
poder eer abrochad o a pos ter iori. retroactivamente. Entonóei*efa;ta:
tilÉ?1iñ'ñ6AEló-4il éit6"fiiio, éJd;ófi üñh*düerüé ¿e sfealq Le!rcecti-
I9$§disi44- qu
Lqc o m D.lñ a s
i9 m n¡*s el a I quiqrl[m
164
Coo''"
gue uno
en el que más insis'te Lacan es el del peno de Pavlov, que también ee
un sujeto del sigrrificante. ¿Qué Ie pasa al perro de Pavlov?, que
merced a cierto adiestramiento del Otro, a cieT6-ñ@Téffi1ón que
hace el Otro de su necesidad el perro a confundi¡ su necesidad
nt€ cualqu¡era
éveñTGiiaaA;s, s€a qüñ;té-ffi6éii que eatiaface ru
16ú
apeüto o toa que e¡cucho la campana, va a grírtrico.
EI efecto de ecto, dice Lacan,
en egüe caso
n¡forma en algo ideal, poryue
que un perrg (el rujeto de la necesidad), el zujeto peno de la necesi-
dad ¡e trando¡oe en el sonido de la campana ee verdaderamente al-
1o del orden de la idealización, implica tran¡forma¡ algo real en un
élemento de otro recistro. cl simE6ri¿a-a-iaát-va a*se;üáiiiiido
i6r-tffiñ-r6ññ6fi üA-üydeiear-&'bt';isiiüióa:i¡tb;Tó-do]L-o_"qu.
ñ¡y ge,ry"Ij¡1el aignificante'es lo ideal.
*1t6"?á?itt" ánt ori cés I a p riméiá m"!r ir_{e-t94s§-ls§-igsa§ligssi
"
el
que Ee p como punto
lo¡ Í|e¡ enayos . . , y y
Pulsionea destinoe de la pulsión, donde
F¡eud afino¡ que la pulsión es una fuerua conatante, algo que no ee
satilfae jarná. enteramente: ¿hay algo en este encuentro del eujeto
con el lernguqie gue hace que la satisfacción completa sea impoaible?
§i ustedea leen el hoyecto . , . de Freud ya van a encontra¡ allí una
car¡tid¡d de dificultades con la¡ cuales ao encuentra Freud para dofi.
nir al aparato peÍquico, desde una sued¿ de peicología energética,
como algo que apunta exclusivamente a la baJa de tensión. El siste
ha pri neceit¡ cierto nivel de olevación de la tengión constanto, cier.
t¡ no sstilfacción de la deecarga permanenüe: ¡ya en el Proyeclo , , ,!
7 Lo que reoponde Lacan es gue como resultado del encuentro con
Ia demanda en el Otro, del encuentro con la demanda en tanto es de-
mar¡da de aaticfacción de la necesidad, merced a la intermediación de
esa demanda y merced al objeto al que por esa demanda accede (ma.
madera, pecho, Io que fuere), el zujeto alcanza cierta satisfacción,
/pero asa ¡ati¡facción es frustrante en aí mirma. Es decir que Lacan
¡itúa la fn¡strsción esencialmente a partir no de la experiencia de do-
lor o [a erperiencia de pérdida del objeto, sino a parüir de la experien-
cia de ¡¡ti¡facción de ln necesidad, en la medida en que es una satis-
facció n eiempre insatigf actoria, eiem pre inacabada.
A.: Eetaba penundo que lo que eatá haciendo ee conteetar a la teo-
rta hleinbna que pienu la frustmción sólo a partir de la neceaidad, y
no de la denunda.
P.: Efectivamente, ¿Y cómo va a definir Lacan al deeeo? A parti¡
de sta línea que ee la de la intencionalidad del sujeto que parte de la
necesidad, ecta línea que va hacia arriba, deapués hacia atrás, que eg
una línea que riempre va a pertenecer al sistema de la intencionüdad'r
má¡ o ru€r¡¡os conscient€ del sujeto. ¿Qué pasa con este impulso surgi-
do de l¡ neceeidad una vez que ahavieea eae lugar (A) de encuentro
con el rignificante?: hay una parte de la necesidad que no gueda en-
terznente articulada por la demanda de satisfacción. dé
la nece¡idad que no queda adecuada¡nente a¡ticulada encuen-
esa suerüe
1ó6
(fueza para llamarlo de algún modo) de la. necoddad que no et 8r'
ticulada1n la demanda y que ree¡rge más aIá de la demanda.
Es una definición que ustedes pueden encontra¡ en distintor Üextos
de Lacan, esbá en !4a y en este
deeeo
en
* g*ffi *f ; .
1ú7
, algunas claree deopués dice
en oa¡Hcula¡. implica la
"mTTdés'ló'ñEñ6-ilééif tiiiéel
AüEñ6-éf lé-ffi
tn¡cción del Oko, implica la tachadura del Otro,
que decir que el deseo, o que una modalidad del deoeo irnplica la
deotnrcclón del de¡eo del Oho.
En estas cla¡es Lacan comenta la caracterfstica de condición ab¡o-
luta -.tlgo de Io que ya ler ha habl¡do ol prof€rol Mazzuca- del d*
¡eo. E¡ declr, lo que hace que un chlco qulera algo y qulera oxacta.
msnte e¡o, dn modulacloneo porlblor, rin lntarpretaolons¡ po¡lbl€ar
qulere e¡o. En pu¡flcular Laca¡r co¡nontn clerta carscü€rfrtlca ds al.
gun§l o van a mr ob-
con un ffiEfAd6üú-
ártoUiogrJtu ¿u
§tanirlaw§, un ejemplo gue me parece muy iluatrativo:
168
cuerdo gue esto me conmovió mucho, que guería rendirme, pero ,
es-del"orden del
deoeo, el aujeto no puede apoyarre solo en el Otro, tiene que buscar
9fa cosa. como.sg!4{ggg,g3ggg üene que buscar oho lugar donde .
fljar au deseo. ffi--adéIanto que ese otro lugnr va a ser e¡_ fanhqtsC'/
la ry
lgle¿tificación-fant¿gngáticg, una de cuyas modalidadeií?lla'tiüe
169
udedos conocen como identificación histérica, el üercer üpo de iden'
tficaci6n que deocribe Freud en el capíhrlo VII de Psicologlac de las
mM.,,
A,: Ee declr que el deuo apareaer{a artlculado no en relaclón al
Otro. tlno en ¡olaclún al fantatma'
P,r 8f, rólo que también va a exl¡tlr lu dlmen¡ión del do¡so dol
Oko, qub or un¡r dl¡menElón oon¡tltutlva do la octructura, ianto on la
hbtaris coEro on la nourosis obpesiva. Recusrden que en el origen del
psicoanálLis, en la primera etiología que da Freud de la histeria, lo
que ubica €8 una ;¡r un donde el deeeo se-
le 8I8O que eI ruRO
-.----.--->.É'
Pie
óormente, HrEr-tffiEñ:F er lntrdlüülüfltrf¡E[ OEó el do¡oo s€-
nul, mucho u¡te de que el nrJeto erté preparado para raber qud ha.
cet con é1.
' Lacür introduce al Otro delde¡ao (no ya del dgntficante) como un
_Oho tEch¡d$roqge .
.ggElglBgg* Lo va a ubica¡ en el luga¡ que e8 correlativo en l¿
@6ñ8 ru-@rde este lugar del_¡qg¡sCig_ppcon{ciqnte s (A); va a
ubica¡ al Oho deaea¡rte aquf, er¡ S0f ), el lugar ilef sEiñcante del
Ot¡o t¿chado, ol lugnr del meneqje incon¡ciento, el menade que siem-
prc tlene qgg y?! con el deaeo del Otro, en tantoesg_Q,lrqlolue(tp
¡Epgnder. El niño que lo interr,oga con 8us "¿por qüé7'adviffiró-
pü:lamente que en ciertos puntos el Otro no respondo, q9=gI¡Q§9Ir!¡g
con Ia falh.de.¡ocpuerta $eJ otm, con ol.siletrcio- rlsLouit,¿ceflc-gl
lugardondeg¡hM.
I (^)
¿rárnodnll
160
el que te habla de cortoci¡cuito de electricidad, donde el deseo del
suieto rc ula jugtarnente a part!¡del fantasms (EOEffi
ntonces en ege s€n-
como una de deavío, de
coartada, algo quo pormlte uI suJoto-t€n-€;;i€-niEñTffi'-eon loo suales
onftontsiro ü ¿e'¡oo hol Otro, svltirndo ¡u tnouontro *in modl¡olén'
llny unn m¡nlobra fund¿montul quo psro Lrcon eu¡actorlss 6.¡ ot¡
¡esivo y que es la que má¡ desanolla do las "estrategias del obs€sivo"
en este seninario V. El lo dice aproxi¡nadament¿ a¡í: como el deseo
i¡nplica la destrucción del Oho, y como por ot¡o lado el Otro es ne
cessrio para la articulación del deeeo, entonces el rujoto s€ encuentm
pormanentemente en un donde avanza con gu
deoeo, p€ro eoo destruye v el riengo de destruiJ'
al Obo, ¡¡1üB do ¿lc¡¡rzar ru dsmó rehocedo para conssryar ¿l OEo.
Hay quo decir quo est¿ formul¡ción no er la meJor que da Laca¡r
de erto, ee la prlmera,
l8r
del Oho a l¿ demanda del Oho, o reduci¡ el deseo del sujeto a algo
162
En lo que aigue del historis¡ pueden ver la lucha y la permanente
báscula que hay entre un nivel y el otro, pero él prefiere ocuparse
de esa tonteríg de esa intento delirante de obedece¡ a
una demanda
(. .-.,.... **-+*),
equivocada
*l---*^ cól "de"lg^-que:ealc¡en-
tL¡" Ió a¡iirusüió v dese¡ica?dñií
-
acüual de zu neurosi¡: el de-
ffi que
eto
Lacan en
Es en furición de
cuenta rua fanta¡ía¡ en
@lículas. Y esto no Io dice Lacan, pero a mí me
parece inte¡eeante esta modslidad que toma la palabra vacía en el ob
resivo que hace que tenga una estn¡stura de rel¡to. E¡ ca¡acterÍstico
gue baiga la s€sión bsstante preparada y que relate parc a pa^ao, lo
I, cual debe ser diatinguido tqjantemente de lo que ¡erÍa uru autrántica
r0E
da y entonces sostiene enteramente su existencia en el significante'
Mieirtas los otros duermen, como él no necesita dormir, para seguir
existiendo (sin existfu, sin cuerpo) se dedica por ejemplo a contar pie-
drita¡ u o¡dena¡las en formas geométricas, Y de esa manera pasa sus
noches. Ee un libro muy interesante. Es un fantasma obsesivo. El
or,sesivo¿recef,Iarece.u;a a¡madu*¡r¡c ía.
I'Lprgble-a er .Árro alguien así puede eeF dese&nte. No hay
que pénsar que el obsesivo es alguien que no desea. El obsesivo es
@,qué dice Lacan. Falta entonces dar cuenta
de manera se sostiene el deseo del obsesivo sin que se note, o
articulado a ua¡üir de.
produce
-dal Otro do
Lina lnn¡iói.
il(fl
Cuo or €ro lo qué-toirñha parandol
que 0 a) ¡e reduce a la tórmula de la pul.
sión (FO D). §e reduce a esto: FO D, que por ahora puoden olvida¡
o no aab€r por qué e¡ la fórmul¡ lacar¡iana de la pulsión. Pero no puq
don tgrorrr lo que or tornedo Gomo obJÉto eÉUco pot ol ob¡otivor laB-\
drprnü dtl Oto, 'l -dlcc Lro¡n sn d¡Én
il
v
LA TACHAI'UBA DEL SUJETO
tc{
deaaparece. Woody Allen zuele sor tuuy ¡rr,¡til en cus chistés en rela.
ción d deseo. ¿Quieren algo más ilustraüvo del deseo oboesivo que-
este chilte ruyo?: "¿Éqg-g.y-oy a haceme ¡ocio del club donde me)
ggeptsn como socio?". Si Eé aceptan, ya no me interesa. Si no rne I
aceptan,ló deieo porque ee inrpoeible. )
Ee decir,
Ps
o, que eE lnl8¡¡¡O,
Loo' o no.
hroc qua tr¡¡n y¡ no puoda dootr mü, sono dcol¡ cn tu p¡tnrst erl
remhario, gue en el análi¡lr ¡e trat¡ de que el paclenta reveie y e!
e{
anali¡t¿ roconozca eI de¡eo que pueda haber en juego. Ya no se batal
de eso. Y si se trata de e8o, erta^mot a¡te un¡ aodalidad obeeaiva de) er
análisis mi¡mo.
A.: Voa dech que c hbteriza en tonto entru en el dhposltlvo,
en la atocbción libtv . . .
P..' Claro, que pueda rcsüeneroe en un di¡cu¡no highérico. La neu.
rod¡ obaeeiva no excluye a Ia histsris, lo han visto en las clases con
M¡zzuca. E¡ un¡ de la¡ prlmerar ted¡ de Freud, !'reud buaca riem.
pre ta htgt€ls del ob&rti,o. Por ejemplo en el hibióñal-tál'"HtniUir
encont¡u bien detallado. En el del Hom-
bre de la¡ Rata¡ alguna menclón en relación al dlalecto obsed-
vo de la hist€ria, pero no habla de Ia hist¿d8 del Hombre de la¡ &a.
tú. §í habla de h histeris del HombrB de los Lobos, eso eí, y bien
cla¡a¡¡ente en uno de lo¡ últi¡nos capfhrloo del hfu'torial. Lo que di.
ce allf Frcud er gue deepuéa de va¡ios años en que el nrjeto peruane,
ció en la dud¡ -la duda e¡ ees vacilación caracteririica-del obseEivo
que le
con lo real rlel deseo v er¡ita¡ así el oasa.
je ia, , aerp6de viüosffi'ñ-que ót pa-
en particular referida al análisis mirmo,
Freud realiz¡ una ct¡liora ma¡riobra: le promete gue sl¡s síntomas in.
te¡tinale¡ so vari I cu¡8r. Como eeo¡ efntoma¡ intestinales tenfan mu-
cho¡ añor de hirtoria, Io que hace ol Hombre do Io¡ Lobor e¡ mo¡ha¡
manllie¡tanente ¡u incredulidad, el hecho de que no crela mucho en
el análirir, ru de¡conñ¡nza, Ia derconfianza que ouetentaba l¡ duda. Y
tc6
e¡rtonco dice trheud que eoto permitióJuatamente traer a la trarufe
¡encia l¡ de¡conñ¿nza- y a partir de ahí pudo obsewar,,con ¡atisfac.
ción" cómo ce dicipaba m pertinaz conitipación ."ai-ü-u"-"-¿i".
rteq- y luego deeaparecen lo¡ eíntomas de eoá tipo.
$f*n"4 Freüd q'¡g e¡e síntome intestinal'repreeenta Ia punta de
hi¡terür que hay e¡ toda neuroeis obeeeiva.
un
4lrclcrg4F del obqFi[o; pueden remiti¡s€ EIIí, ts¡ voz no vale la pena
qug lo dediquemoe nusva¡x¡ente tiempo a eeo.
§f.pe iute¡esab8, para _c-oncluir, üencionar atguna^l cosar que La.
c¡¡r dice gn el leninario JIL el rcnlinario riguieñte, que se uims EL
Aüí,
que
obeesivo se ca¡ac-
po:r rcr gue con frecuencia ae preeenta como un yo
¡G6
fuerte, lo que Ia Psicología del yo denomina "yo fuerte". Y si no e§
¡uficientemente fuerte la Psicología del Yo trata¡ía de que 8€a un po-
co más fuerte, ¿no?. Para eso la vía sería justamente ésta que veni-
mos de comentar; el reconoci¡niento del deseo, que el analista reco.
nozca el deseo del paciente y además que el paciente se convenza de
gue eso es.la verdad. @_!:eqlsterrcias está se¡rtadp
so¡re esta base. sobre ffiEase b]-en recmEdá. de que se trata de oue ,
Afo I dé-'que t§aciáñteib-eñde "
eso-As del
frrque alse intenta reducir absoluta¡nentC_Sl_CeCep
demanda del .Otro en su ulro sugesüivo:
@, lo que se produce en muchos casoitlñ-6ffi-E cotapso
dél deeeo, y la manefa que encuentra el sujeto de volver a desplegar
gu deseo es en muchos ca8o8
el acting-out. El actinc-out.eseso.es la
g$tJg¡"ép det esBB.¡9394{#p" no-uov a€-!-Irc-ilffi'íor qué, pero
s (Á) 80D
-.a
E¡prclo d¡l Derco
\,/\-
/,\ -- -/ d
§oa /\ -
s (A)
l8?
mar¡entemento re roconoos el dereo, ¡o lo reduce a rignilicanter, lo
importa¡rte era toner un de¡eo que erté afuera del significante, y en
ese rntido Lacan ptopone pa¡a e* pacienüe de Kri¡ que su deseo se,
rÍa, usando un juego de palabras inbaducible, "t€ner una idea que no
Ie vengE a Ia idea", que no le venga a Ia mente, que no se pueda redu-
cir a significar¡t¿e. Y entonces Lacan propone para eote paciente un
rti¡gnósflco t¡l vez merarnente ad hoc, que le *rye_pgl,ejq aituación,
el diaenósüico de lgp-le¡i?-ILegBl, porque (§e"f 1g|ilea lo que
defi¡re a la {ue tener siCñpte e-ñ-cüénta gue en
loe análidr, vla
Ot¡e
cts @del
obsesivo que dertaca Lacan
clars 24 del seminario VI, es que otra manera
", . . liB estructu¡a misma del deeao da eiempre una nota de impo.\
¡ibüdad al objeto del deseo huraano, pero lo que ca¡arteriza al
ob¡esivo como tal es que é1 pone el acento sob¡e el encuentro cor
esta imposibilidad. Ee decir, ¡g-lg§_BIreda para que el obieto de sr
4§4F01Ágte el v&ler.l" o;gnlác
Itre lo que
va a deci¡ habitualmente el obeesivo cuando es interpela-
do en relación a lo que es su de¡eo: "¡hgrg ¡tg. p.Ueda-g¡.j¡Rppglble,
lqqavra no pueoo'. tromercra, o,," qm
ñ€JoraAiñ?CEñt¿ . . ., pero aÍro.a eiimpoeible. ¿Había aku;a, pre-
guntas?
A.: (Pregunta no registrda).
P.; 8¿lsción entre Ia ptoera y l¡ pocteryación . , . eE una cuostión
que Lac Aé h-aite¡rncia que hay en.
tre el rieego.que impüca l¿ ¡¿¡'lir¡si$n del des€o y lo que pone en riee.
go el eujeto obeesivo en una situación de competencia, donde ee
arieega lo que se arieega en las situ¿cione¡ de rivalidad imaginari4
que el que está en el podio eg el otro o soy yo, uno de loe do¡ insgi-
nariamente muere. Lo que se juega ee solamente cierta cuegtión de
prestancia imaginaria. Es aecir que en realidad no se anrieega nada. EI
verdadero riesgo no es afrontado, Porque lo.qu-q oe.preeerva rigun cq-
rEBb, y que tiene már qup ver c_g¡¡el deseo,.es_e!_|ugEr_de osa0tro,
tes!ig9_g1gs- jUe. de ese Otro que er el que computa, de ese Obo que
tiene más que vel con l¡s matemáticae que con lo imaginario.
f En h pioeza el que deseo est¿{ arüicul8áo, en el nivel que implica el
lcircuito más corto puede recorret el zujeto en el intento de*¡fi,
Ita¡ el encugntÍo con el deeeodel ,O.III¡. Lacan_va a habla¡_d_e ima-
-doe
un poco mas , en el reminario IX, uno que
imagen especular j aa- ^: t,
el otro el
que ya comentamos que ea el ci en el cual sostiene
deede una i
f,f gy@-que estri enluego aquf ee de egt¿ nivel (gi¡g!¡grhfe
rior) y-.él lugnr donde a€ anota lo que para entre e*oa dóIpEEñilie¡
ee éste (A). En realidad, mientra¡ el otrjeto oe maneje en este ci¡cuito
se puede deci¡ también que no se pone en juego absoluta.Eente n¿d¡
tenga que ver con el deaeo, y en con el deeeo serual. !l
rdente cue_FlgflgJ, i
189
¡d.d
que 6cnde I
etc. El sujeto
pt§ozá no tc auténticamente con el deeeo, sino que e lo
sumo gnns Eéritoa para obtener la autorización para ese encuentro.
En se renüdo, porterga, procrartina. En Fantasíu histéricae y u
relaclón on h blwualüd Freud acla¡a que no seía lícito relegar
a un rgundo plano el valor del factor erótico en las fantaeías de lo!
va¡on€. {o cr¡¡l diferenciarfa ¡u contenido de Ia¡ femenina¡, donde
el factor eÉüco c. mfu tranaparente-.
tl
rl
'
(At que pofundizando en n¡s zueños diumo¡ por lo común E€ ave
{ttgt¡" que han realizado toda¡ ee¡¡ hazaria¡ y conreguido esoe lo
/go¡ rcIo para agradar I una mujer y para que ella lo prefiera a
hor¡brer".
§tror
dice Freud coneluyentemente.
E", on el gr
¡70
ueted dice aparece un yo mú fuerte, Entonceq ¡cuól ec la nochn
de yo que ucted maneto?
P. r No es que el semejante no importe en el obseaivo.
de yo de concebible cin la
consiste
de la
v.
que e88
De
toda¡ mane¡as, no aiempre el obsesivo oe prcrenta como un "yo
una ide es coruistente en esta neuro
preseñErso óomó-un=úÍpe'
jo irreaoluto, incapei?étrabajar, de acercarse s una mujer, pero te
ner 8u só¡ido- resguardo en un por ejemplo, con
el que puede "Ei_c_er tenJel' {gseo que_sg¡q
luecue fuera de su fantaeía.
üÉlób¡s'que-ñparece ioportante en relación a eoa pregunta eo
: di¡tingr¡ir, -opsnelincluao, !a ide4lüi9$pló¡_del_gjg!9.¿lg_-pr9g[Djs
dg¡._gfigtq. Cuando decimos
dg!_qgiglq. qu e el ¡qlele hEtró_ücq p¡egunt*C-otso
deci¡nos que
-retomo lo que diie en el teórico no¡ referi¡r¡o8 a un8 pregunta
que en principio no está deearrolladq rino que e¡há del4dd& denqrl
radaelt¿i*{gltirjg:.l$¡j¡ta¡ic¿:tg.oq.E jge¡titjga.c-ió¡-¡g¡cid{t&-
9jgtgllEl, que e8 una toentlttcsc¡on tsntq§maacg_del pl8o 8upénor,
dond:_g! gjeto.fiia su leleo
por e8o
nea de
#ü§ñá"Ii nea de la.a respuestaa". Esta (ver recortedel
grafo i-la
i"Ia derecha) es 18 linea de la pregunta del atjoto, quo e¡ lo que
hay que tratar en un análi¡i¡ de que ol oqjeto pueda rocorrsr. A est¡
lÍnea la dibqia alí, como un eigro int¿rrog¡ción, cono
igrro de interrogrción, como un {@.I
d."_Lpregtgt¿.,q9*e jlzujete.t¡sse-
tce-en.tebs¡ón al¡d.eeeo y que .-tind¡
toñi-alsutiódii-fd-ói¡dúitülá-entEica6-¡oE-"1ó6ñ
idenfificatorioE- lo conduce dirgctst
meqf at +gggsiaEl*B#ignts, M
M,3.de.l¿¡ad
1n
incor¡¡ciente que tiene la de¡venüqia dq
yfa
vfa p-¡ii eúltd¡. prn
n-¡n sl ariá¡tsi¡, o¡n ¡¡I
¡allr r¡¡
'-í¡nlóa
la neurorlr poruirte, .lrylrtpr.qlt. gqer.§d.F
üñ.;:¡óüiÉbuü$ililiii§'
qús hry cnt¡e lr neu¡o¡l¡ obrerlvr y h
crqua l¡ lfnca de ¡ttorno cn l¡ hl¡t¡¡ia no c¡ ta¡r
ño !n tan corul*onts,
corulrtonts.
o¡üá má¡ dcldlbqiadr, lar respuestar ldenttlicatorla¡ en la hi¡tari¡ no
tlenen l¡ E¡rEo con¡i¡tonci¡ nl la mi¡m¡ f§oza que tionen en la nou.
¡od¡ obrodvr. Y un oblulvo pue.J
1leñnañ I vtfriltt I
eto
¡ con-
--
112
I
I.A NEI'ROSI§ OBgE§ry4 EN I,A
ENSEÑAT.IZADE
ü.LACAI.{ (m)
El semlnarlo Xt
1?8
yae . , ., qu€ e, un¡ obra de 1906, es porque h¡ sido agregado des-
puér, en la edición de 1916.
Hay varior hechos de est€ tipo en la obra de F¡eud que voy a men-
ciona¡ po4tue DoE vsr¡ a ¡ewh para cotejarlos con el tratqrniento que
d¡ a esto¡ tsna¡ Laca¡r. Hay otro hecho sorprendente,tal vez más gue
aouéL v e8 oue le fa¡e oral. la fase de Ia evolución de la libido oral
rboüd @i§, y ai aparece en loe Tles ensayos...
"ng.'ó
como orgurización pregunffi de la libido ee juatamenüe porque ee
intoducido eD ero momento preciso, en la sexta edición del II en-
en la edición de 1916.
L¡ rBcr¡erdo suále. ¡on l¡r fa¡ea de l¡ evolución de la libido que
va de¡cribiendo Freud: comienza con el autoerotiamo que eB introdu-
cido en 1906 en lo¡ T¡e¡ en"úrto,. , .; c6ñffi-b'fase del norc¡'-
de¡o qu6ffi*ffidi66"1¡-historia evolutiva de la libido, ü ñ-
ffifuciáa'"n l$!t en el hi¡tori¿l de Sch¡eber latggg¡4gl &parece !e
cién m 191ó €!r Ia edfción de e¡e u1o de lq Tres Enuyoi . . .ib.fg
¿$iWeA!-en lg;g en La dbpoabión a la neurosb obaeeiuay IaÍg4¿g
t§ligg, que es Ia úItip¡ de la¡ faser pregenitales que describe Freud,
rscién eo inhoducid" gn 1&9 en Ia organizrclln genital infantil que
er el ruplemento que da eñE momento a los Ile¡ enisyos . . ,
El hecho de que F¡eud reúng en una misma fase -o mejor en una
mirm¡ organización pregenital de I¡ übido, él Ia lla'¡ra "organizaci6n
p¡egpnital de h Hbido" que ee algo distinto a decü "faúo"- el eroti¡"
mo an¡l y et radicmo no c algo que s€a muy claro. No as ontionds
bion por quó ortán unido¡ para Freud estos elementos. La fundamen-
t¿ción teórica gue da no e¡ dema¡iado róüda, no e¡ dema¡iado corui¡-
tsnte: d u¡tedr re qjur en ele artículo, La dhputción a b neuroah
obudua, var¡ t yer que Ia cone¡ión que rtablece entro un el?Benlo
v el otró. e¡rtre eroti¡aüffiI v ladümo no éialió-qué dt¿'bíé¡i;;-
iUffi üfro iri ü ;;üñi¡=ótiiipa ator iro¡
dendeu ¡ ¡tar unldol, pero de toda¡ maneru¡ oe nota que
hay proble'na¡, re uot¡ en lo¡ textos mi¡oo¡ de Freud. En l¡ edición
de 191ó dc lo¡ ha enaya. . . ya rc dlcc que lor objeto de la pul-
dón de apoderamiento y de la pulaión conespondiente a la muco¡a
errógena del intestlno no coinciden. E¡ muy breve, muy eocueto, ni
riqúera dice por qué no coinciden lor objetoo, no lo expüca, pero
est¡i señalado, no ro le ocapa la hetcrogeneidad de las dog pulriones
gue teúne, al meno¡ en cr¡anto al objeto.
En el histotisl del Hombre de loc Lobot, que aparentemente fue
etcdto en 1914 pero recién publicado en el '18, Freud oe ocupa pri-
mero de lo que tiene que yer con el ¡adi¡mo en la constitución del
Hombr,e de loc Lobor, y deja al erroti¡mo anal para un capítulo apar-
te, el capítulo VII, que ,o llama Erotitmo atul y complejo de caetm-
ción y allí, explícitarnente, dice:
1?t
§us trarurmutaciones. Adrede se omitió todo lo atinente al erotismo
anal; ahora supltemos esa falta presentándolo reunido,'.
Yo creo q-ue estae son claras indicaciones de que para Freud mismo
eran cosa8 diferentes, aungue él zupusiera que-existía una organiza-
ción pregenital donde egtoá elemenfos estaban combinados. tuá p*u-
ce eintomático que por un lado describa todo lo que tiene que ver
con el sadismo y por otro lado reúna el material vinculado con lo eró.
ti.co'anal y lo relacionado más directamente a-l complejo de castra.
ción. Son indicaciones que ya están en Freud que sugieien que esos
d9-s elementos pueden ser separados para constitufu-organiiaciones
diferentes de la libido.
Abraham, en 1924, en uno de sus arüículos más conocidol,,,(Jn
-breue estudio de la euolución de ta libido, considemda s ra ruz'de lu
perturbacionec mentales", s€para de hecho Io relacionr.do con el ero-
tismo anal y lo relacionado con el campo de los impursoa sádicoa y
aclara que tanto en uno como en otio coexisten dos tendencias
opueatas: en el erotismo anal la tendencia a coru¡€n¡ar, a retener y la-lf
tendencia a exprüsar o perder y en el campo de los impulsos 8{ídico,l'
la tendencia a controlar, a apoderarse, a dominar, y ta tendenciatl
opuesta a destrui¡. J'
. Sin embargo,. después de haber deepejado esto, vuelve a fundirloe,
hace un movimiento por_ el cual vuelvl a funai¡ esoe dos campos en
dos subfa&s de la fase s{idico-anal (la.e fasee de Ia evolución ¿i la ü-
bido son clara¡nente-ubicadas por Abraham ¡rgo diacrónico,
como algo-que-zucede con una modalidad temporal "o-o tInea.l, con una
egtructura lineal del tiempo, desconociendo la órganización a poste.
rdori freudiana que reguiere una teoría del üemp-o más elaborada y
más compleja. Abraham, en ese eentido, fue quien contribuyó mó
deci¡ivamente en la confusión de la t¿orÍa freudian¡ de la ribido con
una ¡uerte de evolución o maduración de la übido. su influencia fue
?To1me. Piensen gue fue el maestrc de ivfel¿nie Klein . . .). Entoncee
Abral¡am lo que hace e¡ volver a fundi¡las en do¡ rubfa¡e¡, una subfa.
se temprana y una subfase ulterior, donde en Ia primer fa¡e coexisti.
rían funda¡nentalmente las tendencias expulsivas, tendenciar a per.
der, del lado del erotismo anal, y las t€ndéncias dá$n¡ctivas del lado
del sadismo. Allí, en la fijación a esa fase, tendna su condición la re.
gresión- que llega hasta la fase oral y origina la melancolía, Mientras
q,ue habría una.segunda fase, la subfase-ulterior, donde piedomina-
r¡an las tendencias a-retener y conseryar del lado del erotismo anal y
las tendencias a apoderarse, a. dominal, de pafte de tos impulsos s{ídi-
cos, _y.es en esa segunda subfase donde él ubicaría la f[jación como
condición para Ia disposición a la neuroeis obsesiva.
- áQué hace Lacan con estos doe elementos?seps¡adg tajantemen-
te. Nuevamente para ver de qué manera Lacan vi elaboranáo esta se-
paración vamos a toma¡ algunas di¡tinciones que va pr.cduciendo, de
las cusles una ya comentamos en la clase anterior, uü de las nuis'im-
1?ó
portantes que produce Lacan en toda zu enseñanza, la-diüi¡siQpJ&
tre demanda v deseo. Pero hay una segrrnda distinción que nos in-tere-
I sa, ahora dentro del teneno de la demanda, a la altura del seminario
IVIII, La transferenci¿: entrc la demanda que es dirigida al Otro y la' r
llademanüdel Otro. ryrydt¡ al Otro y
ldemanda que viene aI zujeto desde el Otro, la demanda
Lre
EL OBJETO ANAL COMO OBJETO DE LA DEMANDA DEL OTRO
. Ahora enton-
ce3 vamot a tratar de ver por qué produce eete tipo
Lo¡ que Lscan va a tomar como fundamentalec cn cuanto .
van 8 Bereloral,@-(
@(o oea
que conesponde
el que coneaponde a la miraE'j y álGirocilt¿ Gue es el
a la voz).
Loo objetoc correspondienter sería.n el sego, el e-xs¡em.e&to, el falo
-?ero el falo en tanto no eatá, en tanto ha operadó-h castrrci0n,Tie--
ne un ertatuto diferente en eoe sentido a loe otros,
e¡tos
ot y loe regietros lacanianos, pero Io
eádicoenal aquí va a bifurca¡se de esta manera (véase el g¡áfico) v lo
a lo-gue tiene que ve¡ fundamentalmertá
§, hiciendo una aproxirnación tal vez ex.
provisoriamente como una conce
¡ión al di¡cr¡¡¡o univer¡itario, poryue es algo que debe ser revisado
en detalle. No er tan ¡encillo.
E t da taudl¡¡d R.ú¡Éú lrc¡¡¡l¡n6 Mod.lldrd d.t
d. L .vo¡uclh Dl.. d. oo¡rütr¡ctóo dG¡ obr.to
t E¡t I d. L Ubúdo da¡oo. c¡u¡¡ oc¡ dcrao,
N¡¡di¡oo
t¡{üco{¡.1 G¡ctGtocrto
,¡lo (-tP )
Este momento del seminario d" hfusuttis-en que l,acan llega
a este tema del objeto excremencial, 6-ün momento en el que él ya
ha despejado la función de se¡r¡¿ée-Lqbje.r9-s, con Io cual ha termi'
nado áe construir lo fundamental, o por lo menos la primera mitad
de lo que es su teoría del objeto a, es decil la-relación del.a -cgp' el.de
Ee-e; lo que falta en es€ momento precisar es cuál-es lá relación del
?6on el goce, que va a desa:roUa¡ de ahí en máe'
En ei Seminario X entonces él ha despejado la función de causs del
deseo del a, y el
con el ohiefo-¿ o objeto
excluido de cualquier ffi'éiito. Plantea ade,
más el a como resto (ee algo correlativo a lo que les decía, que el a es
ee el objeto excluido'de lisimbólico y au formalización), oJ-g !.!qto'i
na como recto del advenimiento del sujeto - al Oho de lo sim-b§lico, {!¡l
luaffi il
* *iif ,'ín"'a;-a ríd; d el' ót'ó' á6. iiñi 6 ó tic6'^.'
ffi enseñ-ar¡ra"T,acáñr¡'hc'"f oririuLiifo'-ffi
"{y*
ción de que qn eujelo qs lo qge un gig4ificante r.eplrc1e¡ta paxq otro
¡trniflcanto. sqjoto 0n
ósoJqjoto ol iignilicmt¿
on 0l rignilicmte nocesl'
dggif*gtr. Püo i¡aru conütitülno o¡o
Pilro óaru
ir a vivir aul y el Otro de lo /
f¡ffiit#i;-;" áuiótá,
"*esita
simbóüco es un"irüg*
oho inerte, e¡ un otro formal, es un otro gue no eá"., i
tá üvo, en tanto ee el lugar donde están los significurtes
Lo que en ese momento advierte Lecan con cleridad et gue el gu--*
Jeto no puede enteramento introducirao en el lugar dol Otro, de que
'hay algo del eujeto que e8 inasimüable al Otro, de que-hgyjtgslql
sSigig.Suq no eá- _q¡Eificagtizgble-En el Otro el zujeto puede consti-
simificantes como ideales e icientifica¡-
ae a ellog, puede alienarse -hacerse Otro- en elloc, encont¡a¡ allí '
su ldeal del Yo. El zujeto puede identifica¡ae también con imágqnee,
es decü con el ouo yá no mayúscula, sino con minúsc@Ef..
otro ei eujeto t¿muián "on
puede encóntra¡ zus imrígen@ffnes
iqeales, zus Yjjjgqg. Pero hay algo que subsist€ como effi6F?
los significsnt¿l Í como exterior a lae imrígenes a las que se identi'
fica, en las que se aliena el n¡jeto.
El a va a rer justamentc esa B¡úq,Cql**iqto, eea patte ¡oal del n{o
to, eea parte viviente del sujeto, eaa parte que tiene gue -vel col .gggg
la¡ el resto de la cone"
en dEl
fueru del Otro.
C..r.rigtr
A.: Fuera de la imagen especular, fuem del eepejo por un lado, y,
fueru del significante por otro.
A.: Y también podríamoe decir que ese obJeto a csueo del de*o
es lo que nos da a los humanos la singpbrdad,
P.; La singtrlaridad en el ¡enüdo de que para cada rujeto hay algo
que no üene la univer¡alidad gue rf puede tener el aigrrificante o cier-
ln
fta Uagen, algo que ee privado, quo es Inalienable, que por razones de
fetnrcfura ee imposible gue sea del Otúo, o del oho.
Habiendo deepejado esto Lacan ee pregunta de qué manetar o por
qué via! et qlrenr+tq entra en l".gtbi"Mglr, de qué manera juega
e¡ efcre¡nento en e§t¿ p¡0ce8() de inclusión inconclu¡a del nrieto en el
Obo. Y la.priuera respueata gue da, para despuá empezarü a modu.
'la¡ y habdar, la primera reapueota a-ests pregunt¿ dó por qué vÍa el ii
qcmmento onha en la aubjetivación, eo; por gggpgg¡lgtglp,
la
cúyo lugar áa ocupdo,-ffiF'ffiffiáii '
I
por la
primer por uego Lacan erplica con cierto §o de
detalle¡ erta dialfuidffiücede ent¡e madre e §o en tra que la ma-
dre le pide que haga caca en tal uomento, que no haga en tal oho, y
todo el ceremonial gue acomparia a eso, que tiene que ver con el a¡o,
tna, @n la lirripieza, con la admiración, la exclamación, la aprcbación
sl-" Yf :I" eLe.¡.$qpsg9g*Lpbie!o-s§-{+so§ldiryJE_¡{39
I¡E4DqE_re!_gg!9.
mend¿-&!_Q@ con-E-c
con ta demanda de Ia mactrer no 8e& tanto eI excrs
rDenIo en E¡ E¡8mO AnO 9.99.§t*P*¡9.9{ sn
iY. vY'. cual ló qué ten-
qu€ ler Lggt¡-r§ I la necesida! de.
!efgca¡,,
o otra satisf n. que ee la sati¡facción de la'
.
tisfacer la demanda_del Ot¡o o no, cualquiera de las dos,
p:óii5ñdades: -atisfacerla d. Á partir de aquí
no es ¡Duy üfÍcil imaginar que eoa sustitución debe estar implicada
ecr cínto'nar tale¡ como la conrtipación o las di¿rreas gue no son de
eüologfa orgánica. Esas perturbacionee a veces suelen ser impresio-
nantes, como en el caso del Hombre de los Lobos. El Hombre de loe
Lobos llegó a no poder evacuar durante a¡ios ai un criado no le aplica-
ba una enema previamente. Hay que destacar, a partir de casog como
éEe, hasta gué punto había allf atgo del orden de una fesisterlgia a,la
dep¡¡¡da#t¡o; hasta qué punto en la constipación puede habtr
en- j gff gcEo qgg.Jien e- -qu
e. n9 idad -aquí ya ol-
-ver.J-q
vidémomos de la necesidad,la necesid ha sido trastornada comple-.,
lamente por el efecto de Ia demanda del Ot¡o.-_sino
178
ción de la cura). Obrviament¿, al Hombre de la¡ Lobos, I 18 edad en
que lo an8liza Freud, no había nadie que le pidiera que haga caca. Sin
embargo hab¡c_l!Í
no no se üera). Lq
por otro es
I'D
p¡esa Ia división del zujeto gue se identifica al excremento en tanto
que ésüe eo requerido por el Otro, y también desestimado, deeechado,
por el Otro: §O D es Ia fórmula del fantasma anal, donde D es la de- (
man{a del Otro, demanda de guardar o tirar, demanda de ser o no eel/
eser objeto).
Lacan (eintetizo un poco, no puedo detallar aquí todos loa pasos
gue él da), üce ésts ee una de las cosas_que eiplican qu9 et@g
nivel anal our en relación a ciertos s
éí'ññid;
to maravilloso o-él un objeto fexT-uTffi:TamEién eC causa de@)
porque en la medida en que el sujóto comienza a tenerEE-T6iffias en
relación a que los niños se desarrollan en el intestino y son paridos
por el ano, este objeto va a tener que ver profundamente con el ser,
entonces el ttser o Do 8er", ttser o no 8er" que es Ia cuestión funda.
mental de la duda, es algo que también apareceú como un resultado
de esta causa que es el objeto excremencial. ,,'
LA SIMBOLIZACION DE LA RELACION SEXUAL¡
ENTRE LOS REGISTROS ANAL Y FALICO
\
Wti¡megnnl,d6iifralfrcñirilrlrofuidávaierpoiEt-peneñoret
hüo, y por r¡na serie de otros elementos más di¡ectamente relaciona-
das con lo que tiene que ver en Freud con la fase del objeto anal: di-
nero, regalo, etc.
(Un paÉnteeis. En lo que decíamos hace un momento en referen- ,
el
i aungue eso venga interpretado desde el Otro, lo que
vagido,
:-- imporüa
-..'
es el llanto del niño gue es interpretado por el Otro como
wD-demands del sujeto dirigido al Otro. Lo que favo¡ece Ia inversión ,
de la demanda en beneficio del Otro, en beneficio d,e que sea el Otro i
el que demanfu es justamente la introducción del registro de lo anal. '
El pe*j" d"l reg¡s_lrj gral al anal es posible por la inversión de la de-
I?ññótrffi4l@ñiesñf^---=.* ¿'/
.
r80
continuación) i¡nagina que loe niños se desarrollan en el inteetino y
son paridos por el ano . . ,".
\ on pn l,
De este modo el 6st¡jero'de-la-cssi¡ació. te mulgf
niuieise-¡¡uede eü-
:minar o suotituir, pufffiseLme-tafnf"ado.- puede ry
-tq
Dueoe ¡er ñffiffib
serj¡&IllE¡gg me
me
- ai en JE¡igsn entr?Eiffiegir.
tros, ¡I¡l¡¡L[$llg.gd-donde éaracterfstica del registro
secr.¡ñdaEaracterística
esta rcgunda recigtro
¡uga' gata
anal fre-_ e[?e la¡U{o[g{¡¿,
i:e
Les arcguro que es un t¿má que aeo las caras de uetedea, parecen
deci¡ "cuánta cosas nue,vas", ¿no?-, es un tema que si decidimos in.
cluirlo es porque en general no se Io incluye, o ae lo da con las con.
cepciones abrahamiana¡, por ejemplo, y por lo menos queremot
gue esta ultima cl¿se de neurosis obaesiva quede como un prirner pre
cedente de que se puede hacer otra cosa con la relación entre el ero
tismo anal y la neurosis obsesiva. Evidentemente entre estoe dos te
mar hay una relación estrechq pero de ninguna manera var¡ros a ha-
cer Ia¡ rirnplificaciones que se han hecho habitualmente, porque ha-
cerla¡ tiene consecuencias clínicaa, consecuencias en cuanto a la di-
rección de la cu¡a que son muy pesadas.
La no dis¿inción entre esto-s ¿isüirrtos registroe imposibilita la pro'l
secución de los anrilisis de los obsesivoe más allá de cierto nivel y es..
to ustedes no se imagina¡ hasta qué punto. Al finat les voy a leer al- '
go que dice Lacan donde él destaca justamente eeto, enfatiza el he
cho de que e8 porque no se consideran estas cuestiones que loeanáli-
si¡ de los obsesivos no superan jamás cierto regiatro, quedan deteni-
dos en determinado lugar. Inclusive se habían postulado diversas teo-
rías para los finales de an¡ílisis donde el obseeivo quedaba enteramen-
te entranpado en las demandas del Oho, definitiva¡nente atado por
iadelademiirdadel
r---É.-.. ;"-.:-_ñ.;.
un o no naDlS soo 8na{
_
neceaita y, ee más, evita los aignoo del deeeo en el Otro, eo porque éll
sostiene su deseo de un fantasma solidamente constituido, de un fan-l
jtr#Hffii"::;|,*: requiere de la int¿rmediación del oüro pu* *9,
Hay oüra di¡tinción que Lacan ya produjo, una digüinción que pc
dríamos ll¿ma¡ "intema" al a: el a en Ios primeros años de la ense
ñanza de Lacan era el obo (autre) con minúscula, era el otro espscu.
lar, o or0 ol romoJanto. Esüo u (autro) a la alüuru do loc ¡omtnarlor V y
VI empleza a wolucionar en el sentido de convertirse en el objeto a,
un objeto que ya no eo el otro con minúecula. El objeto a no tiene
nada que ver con la imagen especular y con el registro del eemeja+
t",."l,.o.bi"lo ?.gt-*W.xgguÉ a deci¡ L1*n
en ld-Bériiiñañótfx y'X:-AIlí distinLúe entre el objeto a por un lado
y por otro la polaridad entre la i*"á"n espeeular i el Vo del aujeto,
una relación entre una imagen del otro i (a), e i' (a) que ea el yo, que
son hosta cierto punto reveraibles:
188
ma'Fmud q.@,.dnicstrd donde Nathaniel descubrs con horror
que lor ojor que han pueato a la muñeca que él arna, OlÍmpia, oon los
auyoo propioc.
La nodón que lnhoduce Lacan para explicar de qué m&net¡ !e
¡lmbollza el deoeo del oboeslvo ee la equivalencia fanta¡mática entre
e8e
VO,
valio¡o es Iia m @.,
at oe una imageO idea¡ i (a), que ee lo pro
plo
El deseo del obseEivo se ¡l¡nboliza entonceq y también oe fija y ,
von 8pa¡Bcor
Por esta proyección de
¡ñffiIlooo rlel o5r-eIo a¡ral l'la inagen i' (a), Ia imagen del otro que[
eI sujetg asune como .yo mi!mo',, el obsgsivo nq.8+g_qreH*ufllol
no adtriltei¡üáet Otro burquef
en él un deseante, gué eea alguien üviente, sino eB8 imagen, y va al
hat¡¡ de preaentar aiempre bien armada eea imagen i, (a) que c5[
que el Oüro eapera de. é1.
Esto es lo que hace que en el obsesivo, más gue en ningún otro
neurótico, el _dg§gg*flge§S -tan q¡ienado
_dgsge*gg9d_B _ffllr que se
"g¡1. -ry.ngggqe.a ldealer
C¡iq"ppdo .en
tont.g_gggggib§ S@9, en tanto tiené algo ¿e üviénté, uleo dé
,no8e en I¿ contemplación de una irnagen, de
una eatahra o de una fotografía. Loa objetoo imagínarioo del deseo
eryM&_9IEqvÍsI_-C[ qgje.tp. Si üaCññ-ñeddlifs ai*inguir la caügá
d6l?esefilATgar ;eal ?d[ ?erco, que en el regirtro e-rcópico ee la
mirada, de las imágeneo más o menos de¡eable¡ que B€ ven, ai nece-
sita üstinguir el a del i (a) en su ílgebra, ee justa.mente pg¡ggry
O¡
184
si explico e¡ fundamental d re qutare ent¿nJer
qué eo la pootula:re como e¡ta¡rdo
en todo¡ l¿do¡ meno¡ en el lugar donde ¡e tendrfa que etar, en el lu.
gar donde ¡¿ pod¡fa reallza¡ cabalmente el deseo. Un ac'to verdadero,
un asto que articule el de¡eo aerfa un acto gue t¡mpücarf¡ l¡ n¡ptt¡¡¡
del mundo en el sentido de que el mundo eaüi compuerto por inrd¡e,
.ne¡ orden¿da¡ donde el rujeüo encr¡enha nr tnnquilida4 ru-á¡d¡áo¡
apaslgril.
''miento. Media¡¡te Ia contemplación el obsocivo'accáe'a do
cero de angurtia,.porquo St¡lg$lu4iflggor ol que pcrrlta unr
etu¡on, una omlsiÓn mfu mdical de la anguatia, en Ia medida e!¡ quo
. en e6e registro el otro no eB un dereante. eE unt imrg€n. El otro del
re ffco.
A,: Pero Froud, 0n uno do ¡ut art{cubc rcbre la ¡uu¡otlt obocttt¡o,
decla Juctamente que ee mucho mú angustlante la patologfu del rau-
rótico obwaluo que la de u¡w hiatérica, Aunque ua deaplozando aque.
llo con lo cual no puede tomar contacto nunca,
r86
P.: ¿Lo que dice Freud en la parte teórica del historial del Hombre
de Ia¡ Rat¿a?
A,: Sí,
P.; §i, en h madlda sn gue ao permlte la reflexlón má¡ ideatiza.
da, más. abetracta, máe filosóñca, más vacía, que menos tiene que ver
oon el derce. En e¡g rsfitido e6o ¡f 6rtá ertreóhamente emparéntado
aon h oonbmpholón, tomblán son I¡ fllo¡offr. ¡.¡ r¡taáOn ánur
conte_mplaclón y filoroffa e¡ uno de Io¡ g¡a¡¡der tema¡ de Ia füooo.
fÍa. Ya para Platón la teoría como contemplación eB un tema funda.
meptal, c-omo fuente rlq conocimiento, y como hecho religioso.
Ue tada¡ maneras
De todas el obsesivo ge
maneraS et-obCqsiyS dese;nt¿- é¡ .¡nlt¡rrrenfi riaqoonra»
ee desea¡te-,-9g:gltgm§!!,e-'deggg¡tpl'
(C f . clase anteri or ), p6-o'Tü.á61é]il'p dece;' üü"tñiiiiéñt Í' iióié ó''¿lar
9:. teEner: F@ido i¡ er.t.i¡,cffi*eirie-iü*,"dsisw
ffi
;
H,H:":"i"J},1*'ff"trlat#bt','"kqr'fJf; ,'jr:il
mucho mayor. Ya Freud poatuló que en el caso de la histeria-la re.
p reei.óq_{q l¡!_e.oe o ital I¡ -o_eq ac o m p añ ad a p or regres i iñ--ñrtaai o
[§ilrtr't-"q%q-$#:?,#h'g]UHffi¡?1.]f,S#f.Tu,3*;::?31:
-gen
tender tambtán de eeta otra manera: rt_ü¡Ig!*gjgg_á§r§g, li*uSl.pp,¡
ejemplo, eselerqq qüffiTñreTi'ti6tü'el¿S*'i;;
ese deqeo sexual tiende a qüffi#t}ññlá'ci6"tü^ef ótisir§üó
@ibi¿ióñaé
ñ toao caso los áeséoi (ué
ii' füiición ae loáóiác*
uno detecta óomo deseos n¡erúéi
del obsesivo, en lo que hace a su-manifestación, que se notan,,a sim.
plo vbtr", ¡g rolgclonan con el retener, como exteriorización del ero.
ffi
U¡mO fm¡i l¡ ¡ftcnofón. el acumulu oomr- h nar"ttnrat¡ at rtar¡rfa'
r"l""il"#li3H"iffi?,
fdlf T#iffifti XSIB it?¡ti¿1ii:#ti: i
jj"r":ffin,::ff 3en,:eracrónarde¡oorenriar,f
es. alguien que ecté ocupándose, t la manera en gue se ocupa
.la N:.
hieüárica, de saber qué pasa entre ful¿nito y fulanita, si pasa allo
n-o pasa_nada, si hubo o no hubo relacionea, no mi¡a ñovelas a
.o 1i
Ia tarde, prefiere laa película.e donde se juega lo qüe tiene que ver con
La prooza, poro no direcüamont¿ con I¡ rolación do descb ontre un
hombre y una mujer. De todos modos hay que tener cuidado porque
a veces las apariencias engañan: Roberto Mazzuca lee ha dádo un
ejemplo de alguien que aparentemente se interesaba mucho en las
cuesüones ooxuales, pero I la manera do una proeza, Coleccionaba
"tantoo'' y cada uno de loe tantos, de los,,porótoe, que se anotaba,
consistía en una rel¿ción sexual, en haber óonquistad'o a una nueva/
mqJor como se conquirüa un trofoo.
Una acla¡ación: Lacan habla de deseo sexual, porque el deseo pro-'
viene esencia¡¡rnente de lo sexual. [o{ue noT-rit. pui, ¿t. es relación
gexualj y
elu$arnenlg_pgtrtue nolqj¡;Am6ñ16ÍüáIi¡a
:rem§llffiise-el.dé!§ el ¿¿Ao /
qu
9yg,"libi9iniza " jtsqs I gIlg! *eI-ó ggltq§:,*+n tE-{¡
-a ..tas
qu.q yq gllre.
no8lteudranoh, Elgg_9om9ls ig_lgg4d,
Les decfa entoñG"E6Tf6u-diivo eo alguien ,,altamonte desean.
188
@", y po¡q¡¡e-fL¡¡guien ."8¡tnment¿dffif,ntf::xq !9 confort¿ pa¡a
aiempre e,n el rcgi¡gro del narchbmo, rogistro qüe no tiene qüó ver
con ro8 $ntoEal 8¡no con lo gtre podemoa obsews¡ del comporta-
mlento del ob¡c¡lvo, dc ru üt¿ da arárr, dc lo vlvcnclal.
IO8 SINTOMAS OB¡'ESTVOS
la¡ un . .vvesDe
- . ry-,.¡F--:::E-J:-:=:::-:::.:S,
),o¡en cuar¡do Bl strjeto- no puede atener¡e a su deseo de rctener, y lo
gug_ge manifiesta ee la compukión. En la pa¡te teórica del hi¡iórial
del Homb¡e de la¡ B¿ta¡, Fñud trqts_¡ la ¿i¡d&y a la compukión ce
uto conSecuencia¡
de
oscilación entre !¡
ca¡¡cteriz¡ la que es la cau8a de 8u cles€O;
e¡ un movlmionto pGnnansnto. En ee capltulo Freud que tnbaJa.
ron detalladamente con Mazzuca,
Mazzuca. de las
'ftulo de
-Nueuae c
la¡ obsentaclones sobre
laa neurcpeicosls de d9fe1ry, se nota cómo lo gue tiene gue ver cori
eae tr¡ornggto origin¡rio rler.goce, con ege momento originario del de
1
]
seo -rean uno o dos esos ¡¿oqlentoe traumáticos de goce del auieto'
qplt€-g[ de_se g l Qt l* el o bseriüó penii iñehhm enfc tn triri6- rép ñ-
Ei¡lo, l¡¡t¿ntr borz¡¡ todu Ia¡ husll¡i que puodrn quéde¡ de eao. -sin-
4s -
un tema muy
sobre todo porquo est{í tan
Bs algo qus ya viene del sujeüo ani-
187
n¡I, podrfanor decir.
a" ¡",U¿Ueo CUe 4LFQ 9pp
EW!98, ytllr "
va 18 nuelra ep a.I(o gue rgpreqentá
¡nimale
gue dentro de n¡ territorio eon muy fuertee
y un paro allí ya oe comportan como seres enteramentá tímidos
e l¡defeuso¡; no e¡l¡ten del mismo modo fuera de ¡u territorio. To.
men sto com óIffid'Ióode
que fero y¡ exi¡te la huellq ¡¡ la .¡qlsci§¡
como ¡lptlBtcntrntc del ¡uicto. Pode.
dcl
Y contlnúa dlolcndol
180
clón de que haya alguien que lo autorlce. Se lo va a preguntar a al-
gr¡len. Alguien que cono en el ca¡o del Hombre de las Ratas, o en el
de flamlet, puede ser el espectro del padre muerto. "¿Te pa¡ece que
está bien?, ¿Lo hago o no lo hago?". Si se siente autorizado puede
üegnr a cometer cualquier acto que, visto desde afuerq podría pasar
como algo del o¡den de la penrersión. En tal caso, podemoa deeir
ques trata de ur] .-
¿que ouerencra a un8 deEeRds de Io que e8 del orden de l8 voz,
de un mandamiento que es del otden de la voz? No ea Bencillo res.
ponder a esto. Lee quiero da¡ al menoa un e¡bozo de rerpueata, en
primer lugar a partir de los efectos gue producen lae intdrvenciones
del analista.
Si lo que eI anslista dice puede eer innediats¡nente entendido por
el paciente, puede ser complrendido, si cree saber gué eo lo que el
Oho quiere, si lo que el Otro quiere puede entra¡ íntcgamente en el
orden del eaber, en el orden del significante, entonces el decir del
analista e¡ reductible a una demanda del Otro, donde no hay ma¡gen
para el deseo del Otro, y el efecto de eoe deci¡ es neceaariarnente su'
gertivo. (Cgmo de costumbre es conveniente que tengan cuidado al
articula¡ etas nociones en La pnictica. A_J.qggs,
-ri
sot¡e todo en las en-
en gl, pr,gr_e¡ tieqpó eF' tÉ nsf érenc¡¡,-
r
le[ unpor[SnI€ oue eI alrSrufia 8u6era. demanoe. -exp-fqie,
grDloue. adqihiidc
adoctrure
i¡clust I@qg@_C
iñluso.Lil et"pue¿
d uÉñd,§ tL"l,
@Fil"¿j
qo8 4e§uo',l; o "cá-o_ü
traE rse
e,
to8 ca8o8 ge_un modo DrutaL.ctegdq .et comrenzo, a¡ menoÉ"rt8¡
t6-
8e
190
lo designa media¡te una letrg q que admile ci€rtas trrerrlpulacionc
en el reducido álgebra al que alron lo¡ a¡¡afi¡ta¡ tratamoe de acostum.
brarnos. También invita a inh¡írlo a mosher cómo ee impoeible
intuirlr mediante ciertor manipubor- de obJetoe topoiógico ele
mentalea: el crou<ap,los nudo¡ botzomeos.
Es, por oha parte, el objeüo de la puleión fuivocante, la ptrlsión
cuyo fin es hace¡se oír. ¿Pero hacer¡e oír deede dónde?-El decir co
u-rL-&cte--qu-e-eme,rre-siem-p ¡p-dqde sl lu cer del otro. ¿tffi F
g
desde el punüo en que ü8o, ¡nue&
tra su FEEro-ffi dñÍArrié"¡óÍ-io
quien Io-T[fr§6t[iiE ¿quié
que yo soy yo? --ólo Dios el qq"!su.l-.¿Y
quién soy yo, poi ]¡8 no rSnoran que
una instanch
en el cu€rDo. del
* Clase dlct¡da por Roberio M¡zzuc¡ el 12836 en el cu¡co de po¡t ¡¡¡do "Er
tructuras Clfnlca¡ y Dlrección de ll Cun", cuyoe temar pueden f¡clllt¡¡ l¡
lectura de loe últtmo¡ capftulos.
r0s
ariües de quo siganos avanrando, hasta bocqueJar lo quo er este pd-
mer deearrollo que hace Lacan de la esüructura obseaivg al¡ededor
del §eminario V.
Bueno, pa¡a encarar eda cueatión, habfamor dicho que no¡ íba¡noo
a meter de lleno en cuestionee de metapsicologa. Y esto rcbre todo
para plantear las ¡?lraciones y Iss di¡tinciones entre el deseo y la de-
manda. Lo va¡nos a hacer de una manera en la cual caai vamoe a par-
ür de coro, eo decir que conviene volver a plantear la noción como d
nunca hubiera aido planteada, y a partir de allí de¡a¡rolla¡ loc üstin-
tor paeoa. La cla¡e de hoy eetá ornada de tal modo que no va a h¿ber
pnácticamente variedad, es deci¡ que vamos a ent¡¡¡ en este plano de
la metapdcologfa y toda la clase se va a de¡a¡rollar en eaa dimensión,
Tal vez pueda resultar un poco áridg pero lo necesitamos en este mo-
mento.
Habfano¡ empezado a inhoducir el grafo, y había.moo comenzado
por justificar por qué el vector de la caden¿ de siSnifigantes vec-
-l
tor horizontal-, justificar por qué ertc vector eeüá dupücado, er decir
por qué d g¡afo tiene dos pisos.
19t
la necesidad en relación al lenguqje. Es dedr que ya er ruficiente que
concibamo¡ un gnto como algo gue se convierte en aigno de una ne'
ceaidad, algo por lo cual el niño eetaría exprceando tura necesidad
--aún cuando la expresión de esa necesidad oolo pudiera eer interpre-
tada por oEo-, ya basta que pensemoa la¡ cosas a¡í pa¡a gue lar eaüe
mos pensando mal de entradadice Lacan. Porque erto ya rupondla
I que erta.mos ublca,ndo una nececidad cpoo anterior a ou erpreri6n
por intermedio del lenguqie.
Es decir gue debemor entender que
nt pe¡tiprp¿
na de gritoe articulados en una esftrct¡¡¡a simbo¡iA oué no es ohr¡
io*fa-'{ü¿-É!ñüffirái. Et'diü allí:'hüiñiiuh¡ nq ¡oni"C" Eap que
co88
=ilrd¿ü,üaói
,
grit6-q-gg én'un¡ eetn¡ctu¡a offiióante.
Por oha parte, que no r hata de una comunicación, eetá claro
¡ob¡e todo en e¡te primer momento -dice Lacarr, en esta relación
del niño con I¿ 'nerlrr: está cl¡ro qu6 su poeición con reapecto aI có
digo -anln cuando quenanos u¡ar nociones de la teoría de la comu-
nicación-, es tota¡riente disímü y asimétric8, dado que en un pri--
mer morDento lo¡ aigrrificantec est¿ín todo6 del lado de lamadre y e I
deode allí -üabíamos dicho- donde el ageto lo¡ recibe. J
19ó
dsr toma¡ e¡üo como una lndlcaclón general pa¡a todas las cosas que
vamos a ver en l¿ cla¡e de hoy*, má¡ bien ladirección a la que apun-
L¡c¡¡r es a mostrar todo lo contrario, Efuqg.3["gtig!g,ie.,p,tt.d.
gu§gug-
quo conviono
que
ItE:i.E¿=J pg¡p"ql¡€ como tal
l¿:lv -Ltlls vv¡¡rlt ul¡ no
¡¡(, e¡
c,! u¡¡. D¡tlur¡galJ¡W Ung..ma§ bien
O¡Qn
ILE- F *.Io9!azado, aguello gue no ent¡a, qug 9E incompatible
I cgn la cade_nq gignificante. De alU que la notación que usa Lacan para
\etg$g$,49¡=rye,9=$J"ie*fisrr§*ry:."qln+e(§).
&...GJ.u1'tr'+-.l:- r :.-" F
Uueno, e¡rtonce¡ no ocurre que
:--
bién como lugar de la palabra, como lugar del habla. Esüa es una teeig
primera {ice Lacar la t¿sil de gqe el Otro habla. y ea esto lo gue,
habíamos dicho, es el pa¡ó-aiuu ráóirn-lrubfruado en el seminarió B.
Es decir que podemos usar esta,s cosas para aclarar nuestras nociones
sobre hs diferentes eeh¡cturas clínicas ( {ecía allí La-
),oalainveraa,
pocemoB-u¡eréúEg-dile-rentet ésblilttirás Eliñi¿-as pa¡a ir precisan-
do y deaarrollando nueetms nociones acerca de b óstructuia. Es lo
que hoy vamoo a intentar hacer acrí, no tanto egcla¡ecer la estructu-
ra obsegiva sino aprovecha¡ lo que la estructura obsesiva nos mue&
Entonce¡, eo nrffciente -{ice Laca¡r que el n¡Jeto se ponga I
-habla¡ para que re pgnga en funcionamiento esta máquina-delle¡¡-
¡96
un efecto de lo ¡imbólico; ea pero
9üñffieügd"El'.Ofii-se presenta a lo
como Et
caruo si fuera
ruera un zujeto. ¿En que
zuJeEo. ¿Ijn qué meüc8?
medida? Enun 18 ina-
medida en que ¡-88.
la mecucla
ginamoa un aujeto en cualquier lugar donde apa¡ece Otro gue eo ca.
paz del mismo tipo do estrategia y de combinaciones eigrrificantes del
que somoa capaces nosohos.
Esüa es una cuesüón fundamental. Porque que el Otro.hable y que
B€ pres€nte imaginq¿+Eente cgrLo_u0-pr{ieto, no guiere_.decü gue -el
Otro sea un aqieto.lEl Ot¡g-g¡_gplgggl ya 8ea que_-19_tp¡gemos _cgmo
lugar del lenguaje_o-como li'gei de Ia palabra sigue siendo un lugar.
NuñE II-"ga a realiza¡se como strjcto, pero ae presiiñta-Como taf V
sobre todo, y si se presenta como tal -inclu¡o habfamoe dado este
otro paso- gsLa respuesta del Otro es tomada ta de
Un pyJgIg-con_Iespgglgat cual el gujeto ¡qrslleguedUUbi0@o cglqq
rj*atrt E ;lanñ-d6-f,acan
donde-üsa Ia noción Ae.S¡939!-Q@. Pero ustedee Baben que no hay
Otro del Otro, aunquetf$eto quede ubicado como el Otro del
Oüro.
Entoncee es importante acá ir fiiando estas distinciones. El lufar
del Otro-qqr.no- lugar_del leuguqie-e¡i elgrlme¡rircr el lugar d;I6Éo
como el lugar -de. la p.algbra, e!_lggar-del discg¡se-del-.lQft§,4_sem4o-
{l
_
pips-Bs este el discr¡r8o del Otro del aefi.rndo piso- el que ae ar-
ticula como una respuerta a demanda¡, y es eeto lo que constituye
el inconeciente, Eg decir gue,-ei _estas- doo..lÍnea¡, a-ha8 Bor¡ cade{ra¡
de signiñcantes, Ia cadena signiñcante inconeciente ya I eqt&r_repre
sentada fundamehtalmente por lq-lÍne{LsugeIigr. Y recuerden enton-'
ces qu e si _e-ljncg!.ac¡en-t€ tie ne esku ctu¡q -d eJqn gqqj 9- gr* el- dLfl r¡Bo .
del Ót¡o (el esta priniriñaiCpa aléTiln¡e¡anza d'e ii&r¡. v que er
to ocurre de enhada, de ningrrna manera podemoa plantear una ante
rioridad de una línea con reapecto a la otra. 8e
& esüa como en eco
-d.ice , como en
Hasta acá habíamoe llegado en la clase paaada. Lea leo algunae ci-
tas texhralea, del Seminario V, de la clase 16: "....eC_del¡naturale
3#els¿+brq §rfq-P$.88§94g "' De la claseJE¡|mEí?66
IÍnea¡ son dos cadenas n-fiIfiEantes. !a primera, es !a csdena sigFifi.
cante, siurplemen§-e nivel.de.la_de¡galrda. La eegunda es el deedo-
blamiento de la cadena significanter que Ee lipqade_idepfiflqg¡ romo
la respuesta del_Otro", De la cla¡e 26: "El Otro como lugarde la pa-
labra se insüituye y se bosqueja por el so[o hecho de que el sujeto ha-
bla. Por el hecho de que se'sirl¡ade la palabra, el Otro nace como lu-
-Sh]üülrt
b¡¡, E*o r Io T 'nüanla'sr
t¡ llnsa rt¡psrtor;
del Otro
que efrlfUFFIfi reálizado como aqfoto en ru
-
altoridsd. Pe¡o e[ Otro como lugnr de l¡ pal¡bra no. er dado lnmedia-
tc y efecüvaments
.'ffi
como an Otro,-Ei et-pTlñ-@io de toda eaüratagia, atribuirle ¿l
ffi. Eút; a lo quc yo guico doc'iIicontlnú¡ ti.
c¡r ct¡¡¡¡do digo el lncon¡chr¡to or ál dbcr¡no del Otro, u lo
quc
quo p¡u vlrtu¡l¡¡out¿ en ste horizonte del Otro del Otro en tanto
É dlí flt¡s ro produce l¡ pahbn del Otro. Y est¡ palabra del Oüro
dwieoe nue¡t¡o lnconrciente. E¡ algo quo üane a prerntificar en
nolotrol, por o¡ ¡olo hocho de que h¡ce
qtoc vMruu Otro capaz de rcrpondr
.. Bueoo, é¡te ee nueatro primer paro. Segundo paro: relación del de,
übo con l¡ dem¡ndi ¿Po¡ggé ecta derq4¡r{4_delQtro-¡se ¡e_artigula
l ^{-T*P1^§*:'^*11--tr
en nue¡il¡o deaa¡rollo- por todo lo que qued¡ en el ln.
I ten¡alo. & decir. el intorvalo entre egtar do¡ cadena¡. asuello ou€ B.
'r pú¡a ¡r aIIf aonAEI¡E;
PA¡8 un¡ edena' dei¡i¡Eir-E*álli d;{¡úcsdla¿¿¿r.
¡l6r¡{e{¿g¡¡}v¿ e¡bic¡¡¿Lde¡eo.
r& d estÉ claranente ubicada en esta cadena
rig¡iñcante eI dereo ya inicialmente apalece por Lacan
plantaado qomo 8l8trt&
llo
heguntt: ( no ¡egbtmdd),
Prcfeor: La compañera de u¡tede¡ e¡tá pla¡t¿a¡do e¡to rcbre to.
do en térai¡ro¡ de Freud erte primer-objet¡¡ rurgiría en lo quc cu
Freud s la y co¡tro
t¿I, ee u¡¡ de li-alucinación.
hegunta: ,t
hofeor: donde lo Va a arda¡la¡ Lacran, pe'
ro tenemos que dar muchos parcr anteo de poder hacer eata a¡ücu-
lación y Lacan mlsoo hrvo que da¡ muchos paroa antea de poder pro.
108
ducl¡ erta artisuhctón. Es decir que, urtedel aaben, a la altrnr do oÉc
§emlnario V, Lacrn todavíg no ha'producido su'noción de obJeto
como obJoüo a. Pero efectlvament¡ os aüf dondo va ¡ l¡ ¡ psrarl.
Es decir que el gpjetg a, ¡i bien_ es pr-oducido_p_o_r et_¡grit'ca,td
y para aer localiZáifo, tiene_g-ue ser _19_c4ljsade__póiá ;eun.iüt"I
G!,- por su naturaleza, equello que escapa al aicnificanto.lue no eJ
rtductiblo al rlg:nificah.@. poro orüamo¡ fodavfu-varior aRó.'-t*r oo
qrg produjerá c¡ta noción tan partictrlar de obJeto
!T* lue cari
nsda tiene que ver con Ia noción tndicional de objeto. be toáa¡ ma-
neras.' lo que yo lee quería destacs¡ e¡ cómo esüo yá viená *enáo pre
Pura-dg,
erüo que verán aparocer deapuér co.o cuá,cterrdfuss esencia-
les
{el objelo I no er algo que aparezca Ae un áfa pr¡"-oto-"n l¡
enseñanza de Lacan, aino que eJ atgo que viene 'apareco co.o
una consecuencia necesaria de este fipo ae planteoi " que ertri ha-
ciendo L-acan ya a esta altu¡a. Ea dec'ir que Lo el de¡b mirno el
gue es plant¿ado ya deode-un primer momento corno aquáUá qu"
mo tg:,:'jYM;
1"^ aguq-ll9-que(resisüe
al@!@)para
ri. urteder qüi"run,
"o'
qurvffi-oE',-"en@usüedes haeer alu¡iOn
preguntrbü "qué"oEer
el deaeo, bueno, ron paroe quc ertamo¡ aáao'puil-;"d;; ürt",
t{r e-lt¿
ta¡ ¿qgg-gl--e] de¡eo? por lo pronto egto: el de¡eo et
pregunta: ¿$¡g-9?_el-de!eo7
e.¡ta pregunr¿: er
aquellg ql'g-surg-e.en un rujeto coglg_@gd€:
¿qué q*"E?*m
qu.e ee_tpta 9.ry|a_ertructura del leng¡¡q,e$_EI,-!9je-
3r_.- :Lry..to del.
por el gu{ ta eo_rn¡ctura det aignificantp q.-tnSg[pié,4,
19,I_l++l"o
et.!ncep¡z_Oe_ r€pregenta¡lo,
;ffi;,'19¡gt'ffi'
qo
t¡¡
Es docir que hay.nlq¡taa{o, ya a erta altura, una fatta, un déflclt
'. Esto hace' entonces, quc Lacrn phntce una difcreneh radical e¡r-
trc de¡co y demtndr --o¡ ósta que venimor preciaando .o.
mglrtf y -que queda repreaentada en el grafó, en tanto "n-"d la deáan¿a
está ubicada en-lia
enEE)l¡o-
*'
t radical Ia dife¡encia que Lacan estsblec¿ ¡rtre cl de¡eo
y Fr "
la.demanda que inclu¡ive utiliza acá ei término ..!l¡¡¡h¡=fi
un término freudianr divirión, di¡oci¡ción (en el sentido fuerte).-,EI
dice en vrria¡ cla¡e¡ de este seminario, entoncec, que ói e*i tnünao
aüí de iucti . Y que er-
prcT,
pfEóü"enúonceE, es[e
este hecho
necno básico
DaSreo y fundsment8l, quo Lacan ¡efrre
-entonced,
r¿rr¡Dren de esta or8 EanerE: dede que el hombre queda captado en'j
la di:Iectica del aisnificant", t"v Aié
funciona.
q";;;;¡L";il"tfi;;;;
Ahora bien, eatá planteads esüa disociación radical entre el dao
y la demanda. Pero eetá planteada también la rBlacióu ent¡e el de
109
ÉürfiE deññd¡. ¿Iffi-qué?,-A
¿Iffi-eué?,-en que^q!¡leeo-depeqdcula-ll
que diatfui-
ca do I,B f sinestaáialéc-tica^Foarmffi ge?ónstiüü
no hay posibiüdad do que ae conrüihrya
hay ur1 air.grencia :adical pero t¡p;Ltag!-ig!-U¡s
rc en ¡elación a Ia dem¡¡da.
paso: ocupalDos de la dem¿ndq
ddamos por ru¡ momento de l¿do el de¡eo. ¿Qué ocr¡¡re con la de*
ma¡da? Dlce Lacan: ¡i Ia dem¿nda tiene un primer efecto sobre l8
neceaidad -+n el ¡entido de que desvÍa a l¡ necesidad t¡astoca a Ia
necesidad . . . Estas son expreaiones quo todavfa nog hacen suponer
una necesidad ant¿rior a la demanda. En realidad la demanda aplaata'¡
a Ia noceaidad, la el.imina, a partir del hecho de que el hombre'habta I
no podemoe habla¡ má¡ en el sujeto humano de neceaidad. * Lg_delqen. i
' Por eao eE acá donde Lacan ubica egt¿ nocióo de la omnipotencia
del Otro, riempre en poeición de poder satiafacerlg perc negBndo eaa
sstisfacción. §i udedos quieren, pueden hacer u¡o acá de la noción de
@ Eo declr quo on ol pl¡no de l¡ fn¡streción, y
en relac'ló¡r a esta omnipotench dol Otro, todo ¡echazo, tods nogati-
va es entendlda como una volunt¡d del Otro de negar eaa sstisfac-
ción. Y aquí er donde encadena en el plano de la ¡eivindicrción.
Pero sobrs todo, porque de manera inn€di8ta entonces, ya no Be
plantea esto como l¡ ¡atigfacción o la negativa de una satiafacción
I una neceaidad, cino noceseriamonte como
una p¡e8enc¡a o un8
gmor, ea algo
que no es nada. Ea esa cbndición.d,e*I&.Walldqd.Qe ta §ngqib\
ri_que niesa -toda p;¡lr;ükid. E;-;ñ16"ñdñiñ'd¿ Ét¿müá"l
I a-§ue L q" ri de-1 gqrna I a " incondi"""
**1. 1u^l:,*,::*;, 3f t
g
-deleJin¡rg-tq+édi{a-q &
nece . -
er la orlgfnaüdad de
Ia fóruca-Ae Ia dema¡¡d¡¡ lo lnconüclonado de ls demanda. Hay I'u¡
pérdtda an nlrcló¡r a h neceddad,'.
E¡ cquf, qr esto lugar, e prllr erta planteo, donde Lrc¡n vr a
ubilcar el deceo. E¡ decl¡ or¡eñIi
¡dneil\¡8nr.
roo ofitrIrol¡
JUJE¡¡§II
qge.-Y.qs,r
9I
tsDlcho de oha m¡ner¡ -dice Lacan-, ust€des quiercn, e¡r el
g.gfll¡Eg .Lo
det- o bl€n Er por o¡üo -dice La-
del doreo, m& que cl
l¡ noocdd¡d, y en ncced-
- Pero aI ¡etoma¡ el nrjeto acá el primer lugar, urando como mate.
ria p:fma a- la¡ neceddadel, erto yC no puedó rer planteado como ln.
c-ondiclonal :?olquo ce trata jrutnrnenh de algopar6culqr y no dc
algo univcoral-. Entmcer, el dereo no ee plantea como incondicion¡.
do, dno
qA.GAEA
que rcpr'et8n-
de ptBsentane
deseo, d6 preadntarre aiemprc como
aiempre como,
d¡ds. At punto de que¡l-deec¡Io¿
preaenta ante el Oho {ice Lacan-f
como una no ettá
pu€tto en CÍf,uación cle ie¡ponder "Bi" o "no'r . E¡ una exigencia aboo.
iuta, planteada como condieión aU¡tilñ.-
Esto e¡ entonces lo que Lacan llama que
entonco, con oss ggg$sslɡ-Cal
Qtro. qüe ¡e hace pa¡ücularmente patcnte
oat¿nte e¡tnrctu¡a
en el ca¡o de Ia e¡tn¡ctu¡a
üiisiva. Pero lo {ue tntereea mosirar es que e¡to no er una cuestión
eopeclfica de Ia eetn¡ctura ob¡e¡iva, sino que ri el obs€rivo puede
aprovechar y mostnar este carácter del deaeo et po¡que esto e¡ una
cóndición de la estn¡ctura. Esto er algo que siempre cuesta má¡ en'
tender. Es más fácil entender que el deseo, por 8u naturaleza, et
siempre deseo insatisfecho. Siempre es un poco má¡ düÍcil entender
qre ól deaeo, üffi'ftfñiffiíraleza ei siempre rieseo imnosihle Y en este
senüdo podemos deci¡ -*i aludimos a una fóünula de Lacan que vie'
ne mucho má¡ ta¡de en su enaoñüua,
e¡te ¡r¡ntldo podemor decir:
Lea cito pánafoa. "¡i-E[g.l¡
amog a encontr¡¡ que
o bien, d quieren
.E¡
para e8o pasa a un es.tado que no es lo incond
porquo os al ¿Cómo funcionarfar{
loe deseds'fñó ¡ecegidades. a una neJ
crxidad
p
r(nue e en tanto que eeüa produce la
es una exigencia donde el Otro
para reeponderlí o nb. Ea osto lo que er la dimenoión, ,
el carócter radical rlel doseo humano como tal".
Claro, esto va a plantcar dificultadea. Y jurtament¿ Ia¡ dlflcr¡Ih.
dea que en la cla¡e dguiente vamos a ver gue son la¡ diñcultadea que
eetán en el centro de al eatn¡ctura obsesiva; en tanto el de¡eo¡xclwp
no ee puede nlantea¡ sino
pefo el-Otio elffisario Dara sostener el
o porque e8 aqul oonoe vamos a venu a rele.
oc en la clase próxima cuando tratemos el tema de la neurosis
obsesiv¿.
FfJenre que Lacan le da mucha
ucha importancla
importancia a erta de quc
esta cuertiórf'áe
---Otro, pero que 4e-ceeita del Oho,
el de¡eo excluyc l¡ dimendónr del
porque oin el lugar del Otro_á m¡
mí me pa¡eoe
pa¡eoe
que en mfi¡lEñt@EfEñ6ión de que eide¡eo
es el deseo del Otro, gue en algr:noe casos deberfamog traducü "es
el.@¡gq-qn-e!-9trq"iEn el Otro, en el sentido en que no e€ refierc a
eata do6feE?Gfpiitivo, como aubjetivo o como objetivo: eg el
a)8
Olro como sujeto eI que desea, o es el sujeto el que desea al Otro,
8¡no gue e8 un no es tanto que desee el Otro o que
edosoe el rqJeto,
Por
eso a vecea conviene fo ma.
neraE es efectivamente una fórmul¿ que Lacan usa¡á: ,,el deseo en el
otlg'l, pero no en egte semina¡io sinó en el semina¡ió ai,;iá-Ánsue-
¡ Y fíjenae que enx este semin'rio V, en ra claee 16, Lhcan lrega
.tia",gl§emin¡¡io
. a de.
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cI gle esta condición del.deseo, Ia condición estructural dál'deseo,
tque Bt necesita del lugar del otro para desear, es tan fundamental,
¡
tan esencial en la estructura, que dice que es más runaamental atn
ICue ta mehífora paterna.
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a¡ oesgo como
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condicign. Blsolula".
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EL DE§EO Y LA DEMANDA EN LA§ RELACIONES §EXUALES
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Wnato b#.?til#13,*:i,xi3T,i'.i%fl.tÍffi
ei fundáment¡ü. Nó es Runea a*ióutffit
lo es, eo fundamentalmente en el campo de las relaciones sexuales.
loEs decir que ¡.gf.ggig¡¡. enhe los se4os. el qlrgva a ve-
de una manera a . Esta es
Ia razon --dice Lacan- por la cual s,ldeseo_s,elqf4lya a venir a este lu.
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gAI,.-_$. la_trgg_gg=eq
!a _Wd_i§e ...¡1 gye_. d sujeto,
!9-Fpresenta at
q-\le_.!9-prgsg1ta fujétó]-íñElvliltro,
at individ'uo, como
cbm o
qryncialmente problem átióo. íjónriil qüé "ñoüáule -¿t -
üná- cita
=rto
textiiil=;qüé--ñ6fáblé, buéño, Lacan, le da tanta imporüancia a esta
noción de sujeto, acá aclara tice- ,,en Ia medida en que se plantea
al sujeto -y aclara-, al individuo, como esencia.lmenüe probicmáti-
c-o". Es decir que eshí planteando que es problemático én tanüo en
el.caso un sujeto se trata siemprá de uñ sujeto individual, cle un
-de
aujeto aingular. Es decir que si es
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pulsionea sexuales como aquellas que no tienen gue ver con la su.
pervivencia del individuo slno que tienen que ver con la mperviven.
cla-de la etpecle. Er decir que
nada con la e¡oecle -no con
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urüodes lean esto rotumen de eso exdiscfpulo de Lacan. No sólo les
v8 I d8r un8 muy pálid8 idea de lo que está tratsndo de deaa¡foll&r
Lacan, aino que me parece que más bien lo¡ va a dosorienüar en la
Iectua.
En camblo, le¡ leo ahora, les cito un párafo de un e¡crito. §e tm'
ta de La significoctón del falo. Es un párrafo en el cual Lacan r'esume
esto que yo he intentado reeumirles ahora. En la prigina 691, Lacan
dice: i'se concibe cómo la relación sexual ocupa este eampo cerrado
del deseo . . .'; ". . . el agujero de ese enigma manifiesta lo que lo
determina en la forma más simple al hacerlo patente -fíjense qué
pneciso-r que zuieto eomo el Otro, y@
no
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