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ROBERTO I'TAZZUCA

GABRIEL LOMBARDI
C. DE LAJONQUIERE

CURSO DE
PSrcOPATOLOGIA
V

¡{EURO§I§
OBSTSIYA

@t.ECCDN:
PSIGOANALIEIS Y PSICOPA TOLOGIA

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tioüvo dc Trpr: GOYA: Ceprleha: ¿Sl ubni tnfu el ditc{pulo?

6aloolúnl I8IüO,l¡{*tfSI§ Y fEIüOP*TOLG0IA


Ptdldr rc, trcbrño lhrIl¡.r
Otsor tlh¡lq dc at¡ colccclónl
OUNSO DE PS¡COPATOIOGIA:
L Tro¡ hf,oducüorlc r lr Flcoprüolo¡fr" 1980.
tr. trLtruch¡il clfnlc¡. Fdcod¡. Pcrst!¡onc¡. 1987.
Itr. ld¡utl0crdonc c hlrblr 1986.
tV. Prln¡n norolo¡fr hrudlurr Sornlologfr y noologfu prlqulftrlcr. 198?.

E.sudóü l¡trg¡l: R¡f¡l ü A¡n¡¡ & A¡oc.


LBJJ{.: 96G69ó{6&1.
o Ertlto¡t¡l Trknó, 1987.

Imprro ca Ar¡cnttnr - Plhbd ln Argenünr.


Qucdr hccbo ol dopódto qur múce lr ley 11.728.
Prohlblü ru npoducdó,n prrdd o totd.

EDITORIAL TEKNE
Ord. Uqula ?72 Buenor Atror
II{DICE

Prgrntaolén r,,.., r... r. r r rr I rr.¡.r, r.,..r r i. i r r. tr i 'l


Cap, 1,I¡ elaboraclón üeudl¡n¡ de la neurod¡ obee¡trn (I).
L¡ ¡olución de contlnuidad ont¡e paiquiahfa y pdcoanáIld¡
Roberto Mazzuca 11
Cap, 2.I¿ elaboraclón üeudlsns de la ner¡¡od¡ ob¡edva (II).
E¡encla, meca¡¡ismo y ruriedad clfnica ds la neu¡odr ob¡edvr
en lor tsxtor sobre ht neruopdcodr de defern¡a.
Roberto Mazsucs 8?
Cap. 8,I¡el¡bonción treudianr de l¡ nsuo¡l¡ ob¡odrrs (Itr).
Aoüo¡ obsedvoo y práctlcü¡ reUglous. t¡ predtsposlclén a h
neuod¡ obs€¡lvs y §obre lr¡ tsan¡nutacloner dc hr puldonu,
erpeclalnents del erotl¡mo anal. Roberto Mazcucs 69
Cap, 1. La elaboración freudian¡ de la nouro¡i¡ obeodw (IV).
La diqcrcnía de la neu¡o¡l¡. Diagnósüco provlo y consütuci6n
de la neurosis er¡ la tra¡rgferencla- Roberto Mazzuct 87
Cap, 6. La elabo¡ación freudia¡¡ de la neumsis oboesiva (V).
"L,6cciones introductoria¡ . . ." e "Inhibición, eíntoma y
anguatia". Roberto Mazzucd . . 113
Cap. 6, La neu¡o¡i¡ oba€siva e¡r la enreñ¿¡za de M. Kldn y de
J.Lacan(I),RobertoMuzuco ......133
Cap, 7. La neu¡o¡i¡ ob¡esiva ea l8 sr¡!€ñanzü de J. Lacan (tr).

3"3"r:1*J w,at . .. 161


Cap, 8, La neu¡ods ob¡esiw m la er¡¡eñanza de J. Lacan (Iü).
El roml¡arlo X
GabrblLombardl ....178
Ano¡o, EI dcdoblnrnlento de h caden¡ dgnlñcante en el gnfo:
el dmo (d) y l¡ dsnrnd¡ (D). Ls rsllción rxual no e¡i¡te.
I¡dmnndrdcmuqtc. Robcrto Manuu,. . .,,. ..,, .. .. 108
Enh¿ lot amblot en la lornwc de enwñanza uryldoc deepuét de la nornull.
acl6n unhxnltari4 muy pronto x impuoo la necaidad de gmbar y publiar los
futct Con clerü nrpreu comprobamos que estas publicaciorwe, dirigidac en
prlmcr térmtno a lo¡ utudlantes de lo ctnert, resultaban de interés rr,na un
p(tblico mát omplio, lo que noc olentó a realizar u edición en fornw de mrpetot
ptt lot prlmemt cuatro wlúmenee y uhom en lorma de llbro, llan ildo reuba.
das, * climlnaron reiterucionet propias del discurco oral, se cubrie¡pn algurwt lo.
gutu\ pem rc conuruó en uds o,so la estructum generul con que fueron dicta-
dot.
En ute wlum¿n
guinto abordomo\ en primer lugar, lo elaboraclón freudiaru
dc la neurotb obceelw, a tmués del comentario de los ilceilwt textoc en loe que
FWü u ocupó de ate tenu, Este itinemrio tomo como punto de parlida loe
o'lkulu tobra lu neuropilcode de defenu qnterioree a 1g00, Al mbmo liempo
quc b oültulldad dc Freud en rehción con el wber pilquütrico que lo prece.
dló, trottmmot dc at¿ modo que ya en el comienzo mismo de w htbajo Freud
ditpn{a dc utu dltnnttio,ú y compleja itnw conceptual rcbre la neurocis
obutlu, quc h pcrmltió lormular lanto problenwo melapsicológicot como
anttlo¡vt cllnls -ttllttroe ilempre inw¡nrublet en cu elabomclón- en lor¡ru
¡twy Fccfu"

@n cl amqtbfu de tcxtot poeteriore¡; Actos obeesivog y práetiear rellglo.


¡¡, tr dl¡podclón r lr ncu¡od¡ obrerlvr, sobre las transmut¡ciones de las putsio-
no, or@dmcnb dol orpügno tnd, y algtrws de loc l¿eciones lntroductorias
de 1917, dcblbmq b üttufonrucionet que Freud fue imponiendo a sus
ülmov nocb¡pt abc h mutotb ob*tiw, acordec con los otrot términot de
u tarla y u púctb. Etb prlmeru prte finaliza con un comentarlo de lot
apltub 6 y 6 ü InhlHctón, ¡fntom¡ y rngusür. Dos de los grandee textoa
fnudla¡s nbrc b tuwoeb obuci¡x: el historíal del Hombre de los Ralae y
Totrn y Tr,bú, quún cxcluldos de ate amentario por haber sido objeto de
úueaobuuttffiqdeboátedru. ,

En tqunfu fugu otuldemmot loe deutmllos pott-freudianos sobre la


uudt obudw, cn apccitl en la teorla de MJ{letn y en el pdcuruilieb nor.
tamabto, htanbndo ülimitar hs nociotpt que detdibujaron el planteo
atrtcfi¡ro,l dc l-rcud,
Fltul¡¡utttc crtwnü,mot cl modo cn guo J. Loan la retomó en tu en*ña¡aa,
cn apceV cn b (dtlttt¿l clut del Semi¡wio Y, Formrclone¡ del tnconscient¿,
y ül Scnhob X, I¡ mn¡¡ü J En ette último qto pm abordtr ecpecíf icamen-
b b cutlón dcl ctolbmo aml, tenw lreudlano que pdeció ulectitxmente de
üvqa o.n/fofu¡a y qw Laan dbcrlmina y articula an preclsión en erc
nomqto dc tu cttufuttu,

b dc nuafio euru dc plcoptologla: la corutante confrontación del eaber y


tn¿tdo fuuüHcot an cl dltcutp pttcunal{tlco, el lntento de aprehender la
oüimllúd fnudlam nue cn este tenu a msi abcoluta-, de mo¡tmr lot
8
awtaru que ,ufrhron tut noclotut anta Idetpuét dc u mucrte, cl retomo a
Freud íttducüo por lo erueñanzo dc ltqn -que rcnuew wrprendentemente b
cllniq de uta neurotit-, y contribuir de ata m$nem a dellncar lu principala
cuestionet y problenus de la prácti« actual
Corutituyen bmbién un testlmonlo de u¡u porlclón aumda: h do quc
lomelene a ht dbpoclclonet del dbcuno unlucnllarlo, en cete mom.nlot no
lmpide corutltuir henvmlcnbt pm la truwmbión del ptlcoarúlttb, En nucaüo
úso a con&,cuencia de uru apuatt precba: que la dbcrimí¡wclón y anfronta-
clón dc dhcutrrl c¡ucño a ad¡xrtlr r portorlorl, sl alumno o aun al atwlhta,
cuándo cambb de dbcuno, Cuó¡do por elcmplo, azyendo lwber lnterprvtado,
lu orde¡wdo o pre*ripto, aúüo ha de¡lktdo uta Lez ¡not a h mllarurlo prúctl.
cumédiu de lo ugutlón.
Deapuó,t dc tanto tiempo en que pslqubtrla y palcunállth te conlu¡dle¡pn en
u¡w ¡oh ptlcopatologla <n e¡to lot nunuole¡ de b pclquiatrla dlnÁmla rcn
muy lltutrrotiwlr, el ulueno por Eeryrurlor y dbtltgylr lo ptlcoptolog{a que
deriw de uda momento histórtco de qda uno de ellot, pero tambün pr
articultrlot y confrontorlot pam corulrulr de um truMem renotds lot problemot
dc la pñcllx oclwl, corullluye un amblo de dhcuno en h Unltxnldad quc,
creemos, eru espemdo y que es comryrtído con un amplio uctor dc docpnta,
estudisntes y gtudwdot, quc con eu precncb y olabomción lwn hecho potiblc
nuutta trabqio'
Lo¡ Autorc¡
L

I"A EI,ABORACION F"REUDIANA DE I..A


NEUROSIS OB§ESTVA (I)
La solución de continuidad entre psiquiatría
y psicoanálisis,f

Esüe e¡ el primero de loa cinco t¿órico8 que dedica¡emos al tema


de la neurpsi¡ obsesiva. Todo lo que ve'rños en estos teóricos ustedes
tcndnin que ir relacionándolo con el trabqio que hicimos en los ate-
neos clínicos del primer cuatri¡nestre, con algx¡nos de loa próximos
ateneos del aegrrndo cuatri¡nestre y tarnbién con el trabqiolealizado
en el seminario sobre el hisüorial del ,,Hombre de la¡ Ratai', que estu-
vo a cargo de Roberto Santisi,
A diferencia de los temas dedicados a la nooologra y semiología
psiquiátricas, eltz. vez nos vamos a ocupar de Freut y tarnbién de
I¡can. Pe¡o no sola,mente de ellos, ya que tend¡emos que hacer al-
gunas referenci¡¡ a la teoría y a la pnáctica tanto kleiniana como de
otroe port freudianog: qué pasó con este tema de la neurosit obsesi.
va en la teoría y en la púctica del psicoaníli¡is deepués de la muerüe
de Freud. Pero fundamentalmente nos vünos a ocupar de Freud y de
Lacan.
Esto vale como un principio de respuesta al recla¡uo que ustedes
aostuvieron en el ágora que hicimos el sribado a la tarde, donde nos
dijeron que querían máa Freud, má¡ Lacan y menos psiquiatría.
En las reunioneg de los docentes de la crítedra hemos seguido dis-
cutiendo las cosas que Be comenzaron a plantear en ese ágora. No sé
qué les pasó a ustedes desde entonces, ai atgo se modificó o no. pa¡a
nosotros fueron muy importantes las cuectiones que discutimos con
ustedes eae día, y eao ha tenido un efecto en el interior del trabajo

* Clrc N'38 dlct¡dr el 11/9/86 por Roberto Mazzucr.


11
del gnrpo de docentes: al hablar con ustedes pudimos al mismo
tiempo ercucha¡¡¡o! ent¡e nosoüo¡ de un modo distinto del que lo
hacfanios habitualmente en nuestras reunlones. De esta manera nog
fui¡noa ubicando meJor en el plan de ürabqlo de la cátedra de estc nño
y on ol prog¡s¡nü do la materls quer los recuordo, estó cstructumdo
iobro un eJe prlncipal y llova por título jusüamente "La psiquiatríu
y el pdooanáll¡l¡ en el campo de la paicopatologfa",
Uitodoo no lgnoran, ya qu6 ha ¡ido expllcito doade el prlmer mo'
mento del treb{o de e¡te año, que Ia posición de la Cátedra para la
enscñuua de la pdcopatologfa, e8 una poslción paicoanalftica, y en
eopeclal freudlana, inspirada en el ¡rtomo a Freud que promueve la
z enseñanza de L¡can. Ahora blen, preclsamente ol queremos rer
f¡eudianos y ci queremos Eer lacanianoe, no podomos limitar y r*
duci¡ nuestra lecfura solamente a los textos de Freud y de Lacan. Y
egto en cuanto a muchos temas, La obra de Melanie Klein se presenta
como un8 eapecie de sistema eerrado con muy pocas referencias al
conterto hi¡tórico o a otros inüereges del ontorno cultural, o a t¿ntas
y objetoa de otra¡ di¡ciptina¡ científicas. Por el contrario, la obra de
Freud y la de Lacan constituyen una enseñanza abierta donde las re'
ferencias a otro¡ sistemas conceptuales es continua. Esto se verifica
on ol mhmo compo dol pniconnrili¡in n trnvór do unn loc[urt rnuy
culdado¡a de lo¡ trabaJoo producidoe por otroe pnicoanalistas y del
diÉlogo y la discusión sobre las nocioneg que ellos van construyen.
do. Pero se verifica t¿mbién en la referencia y arüiculación con no-
cione¡ de ot¡a¡ dirciplinaa científicas y de prácticas no psicoanalí.
' tica¡.
Y en eepecial, si vamos a habla¡ de la psiquiatría y el psicoanáli-
si¡ en el campo de la paicopatología, tenemos que constatar el lugar
clave que ocupan lse nociones psiquiátricas, tanto en la obra de
Freud con¡o en la de Lacan.
Esta constatación surge de una manera directa al ocuparnos de la
historia de la psiquiatría y del psicoanálisis. Y ademáa no podría ser
de otra mane¡'ar si no ¿qué harÍamos?: abordaríamos los problemas,
los temas del campo de la psicopatología, deede una posición ahistó.
rica, como si esos problemas no tuüeran historia.
Este ahistórico es estricta¡nente el que hace la psiquiatría
norteaméñcana, que ea uño dé los temas que uitédéC no-tendiffi
qúe-EútUdiai-érte año. §e trata de una priquiatrÍa que rechaza toda
nouología. ¿Que la rechaza invocando qué?, invocando el desechar,
el barrer, el derpojar de toda noción teórica aI sistema de clasifica-
ción de las enfermedadee mentBles.
Y en est€ caso el térrnino no ea mío,es de este misma gente que
propone este sistema: quieren hacer una descripción de los síntomas,
de los oíndromea, y una caracterización de las distintas entidades con
términog ateóricoa, con t¡árminos del lenguaje común que no agle-
guen nada a lo estrictamente observable. ¡Como si el lenguaje común
no implicara una sedirnentación de saber, de teoría¡ e ideologíaa! Lo

t2
que quda fuera de discusión además, es gue ecor términog del len-
guaJe común esüán tomadoe de la lengua ingleoa tal como se habla en,
eee país.
dntonces ys no se traüa de noootogfa, aflrman, ae trata de nomen-'
clatura¡i or una e;pecio do clu¡ificoción de compuüadora donde ¡l c¡-
hin prosenLe¡ n caniidad de sÍntomur enüre t¡nüo¡ y tantos y no ertún
prosenüer taleo ohor, re organlza todo eso y I partlt de allf eo hace er. ,

lo dtagnórtlco quo he llamado diagnóstlco do compuhdora, ya qué eB'


lmpoaible quo alguion retenga eaoa parómetro¡ en tu momoria; podo.
mos llEnrürlo uí ei quleren: el diagnóstico impoeible.
Eete tipo de ¡i¡üemar ertá adquiriendo cada día mayor difusión, In.
clusive hay una cantidad de organismor dependiente¡ de lac Naciones
Unida.s, por ejemplo Ia Organización Mundial de la Salud, que, bqjo
la influencia de distintae corientes que Be desar¡ollan en el país del
norte, est;á¡ tomando este siatema, erte tipo de nomenclatura con el
intento de unificar un uso univergal de todo¡ los términos peiquiá-
tricog,
La última versión de la nomenclatura de la A¡oclación Psiquiátrica
Norteamericana es la que van a escuchar nombra¡ como el DSM 3.
Les decía que esta propuesta explícitamente ateórica ea también
nhintórlcn, Dt Jurtnmon[o por ort,o, [nra no ll0gor n hacor o¡üo ilpo rltr
priisentaclones, por lo que desde nue¡tra poriclón poicoanalf[lca con-
sideramos que eB decisivo,-ttüii es ól¡ie-é-ste aloldiífe'lliiifóil¿o:-'--
De lo contÍario nód póñdiíiriñói*en*trnaloBidÍdñ déiüé la cual, ni
podrÍamos entender de dónde sale Freud -?a que no aale de la nada,
eurge de ese momento tan especial del desa¡Tollo y de la culminación
de la psiquiatrÍa que ha merecido el nomb¡e de paiquiatría cLísica-,
ni podríamos entender tampoco cuál es la originalidad de Freud, qué
es lo nuevo que trae el psicoanáli¡ig. Es gumamente importante traba.
jar estos temae, no ea de cualquier psiquiatría que les estamog propo-
nicndo ou eetudio; sino de esta poiquiatrÍa que lamentublemente ca¡i
ya no existe má¡ entre loe psiquiatras, eata peiquiatría que eo la psi-
quiatna de la época de Freud. Freud ha mantenido y revitalizado al-
gunoe intereees y planteoa de eoa paiquiatría al tranaplantarlos al cam.
po del paicoanálisis. Debemos oponer priquiatría y poicoanáliris, ea
cierto, pero es cierto también que el paicoanáli¡is 8e hace cargo --de
otra manera- de problemas constituidos a Io largo del dessrollo
de la poiquiatría y en e¡te rntido es ¡u continuación,

LA LECCION 10
Pa¡a desarollar este tema de la neu¡oeis obsesiva . . . uno de log
textos de Freud con loe que varroo a conta¡ es el.de ly. W

;["ffi!HJJ*#hH#+*"T::
amAmE-[enemos que üómar el conjunto que forma con
la lección que le antecede y con algunas de las que le siguen' La lec'
ción que antecede, la número 16, lleva por título justamente uno
18
bartanto pa¡rcldo al de nuestro prograr¡a: .

$)|v ayer, al rel,eerla, me enconhé con gue


óión, cosü como éat¿s:

". .. el psicoanálisis y Ia paiquiatrfa ae completan una a la otra. . ."

§on la¡ lecctone¡ introduotoria¡, e¡ decir 1016.191?. Termino o¡te


púrafo y már adelante dice:

". , . Es ooncederúl¡ por tsnto que en la naturaleza de la labor pal.


quiÁtrlcano hay nada que pueda senir de argumonto contra la in.
n
v oati gació
p eic oan al í ti c y. E:_S! p
- :t_gllgtg-.y* ry o b_pgy§!ú:J
que a, aponc al pcicmnólish, ,. ".

Después hace una comparación entre peiquiatrfa y psicoanáliris


con la a¡¡atomía y la histología y tennina afirmando:

", , . §m sontndlcolón entre e¡toa dos órdonea de ectudio, conti-


nuaclón uno del otro e¡ lnconcebible . . ,t',

Aquf lo tienen con toda¡ la¡ letra¡: la poiquiatría ¡e temirn cuan-


do surge el poicoanálirb, en ere ¡entido el poicoanálisis es el fin de la
peiquiatrfa, el ñ¡ral. Pero esta misma fr¡¡e se puede entender en ot¡o
eentido; er el peicoanáli¡i¡ el quo puede llegar a roalizar, a invoatignr
toda u¡ra cantldad do problemar que la poiquiaürfa comenzó a plan-
t¿a¡ y con sus propioe medios no pudo ni reaolver, ni aiquiera seguir
planteando. En este otro eentido cr,eo que tenemos que decir que el
*-mi-caüs e¡ la culminación de Ia rrsiquiatría.
osicoanál¡sis
rcrle rJe Iscolonor el obJotlvd que Pn¡utl ro propono lo dl-
ce erpücftamente en el üexto:

". . . er¡ esta nueva serie de conferencias me propongo exponer la


concepción psicoanalftica de loa fenómenos neuróticos . ' .",

Nosot¡os la.s vamoo a usar eepecialmente para introducimos en este


tema de la neu¡oeis obsesiva' porque c-gando Frgud, a ests altu¡a de
su obrq quiere exponer la concepción peicoanalílica d9 l-o. {ef,-Qry.*
noo ner.uótió-tiq-nolñEa-Coiiió-ejémplo a la histeriq sino a la neuro-
gis obsesiva. Y la miyórfa de los casos que incluye en esta ¡eriti de
-conferenciai
son ca8o6 que coresponden a historialea de neurooi¡ ob'
s€siva.
Ant¿s de aborda¡ el campo de las neurosir y atu gíntoma¡ y para
hacer cierto erüace con la¡ lecciones anterioree, para moatrar las am'
togías y la¡ diferencia¡; Freud'incluye primero un ejennplo de lo que
él üama cqto1-sintolqitiqgg, en relación a loe sueños, lapBua, todoa e8'
too fenóffi6í@ññiituyen la poicopatologfa de la vida cotidiana
de los que Freud se había ocupado en las leccionea anteriorea, Entre

t4
este gnrpo de fenómenos eatá etto que Freud lla¡aa actos sintomáti.
cos, que s€ diferencian de los actos en que loe gctos fallidos
be ca¡act¿rizan por tener una-cierta i I consciente oue Be
ve defraudada,
'6üitórñáticoe no,
its; y-en lóáicioi
que en elLctp.Jalli-
5[9 se puede ver mucho má¡ claramente lo que es la transacgión qntre
to repriqlldn y l¡ reDrertónj en el acto eintomático n§ porque aparon.
tement¿ se tmta de cuelquier acto, más frecuontemente actoc sin lm.
port¿ncla o uparentamente ¡ln nlngún ¡entldo p€ro qu€ rin embargo
Freud no duda on tnclulrlo¡ on la ml¡ma catogoría de o¡tog otroa fe'
nómenos, es decir que _E!!bjén-§p_n_üJ-qsCgagig_ne¡. Esto eo importan.
te tenerlo en cuenta, ld vamos a ir retomando a medida que desarro-
llemoe este tema, en el senüdo de que para considerar-.una idea o u¡a
repreeentación como una idea obseEiva no es a gu_ contenido al que
nos t€nemos que.ré¡üi!ü, es decir que no necesariamente una-iclliá'ií.a-
ra e€r obseeiva tiene ser ab6u¡da, yrlt9".13golq!_.el!9.9.
¡Dlcaoa en e8rc rugar qe un 8¡nloma oD6e-
- No noa vamoa ¿ detener s relst{r en detallo la dercrlpción, Élmple.
ment¿ Freud incluye como ejemplo un acto sintomático que no es.
trí tomado de la vida cotidiana sino que es un ejemplo de un pacien.
te, parece que bastante ftecuente, ya que después lo analiza como al.
go que suelen hacer algunos pacientes y que consiste simplemente en
ol hocho do quo, cuando entran al con¡ultorio, dojan abierta la puer-
ta que comunica el consultorio con la ssla de eapera, No es nuda mú.r
que esto, algo que podría pasar desapercibido, pero para Freud esto
es un acto sintomático. Tampoco me voy a detener en el desarrollo
bo¡tant¿ oxton o do lo lntorprotaeién, la puoden oncontrnr leyondo
lu leccl6n 16, dontle 80 vun ¡ du¡ cuon[u rlo lo que or Froutl, ponr lo
que es Ereud no solarnente en el desarrollo de sur ideas, sino lo que
era Freud en zu vida, lo que era Freud en sus actoo, cómo procede
él cuando trabaja. Lo menos que se puede deci¡ de eaa interpreta-
ción, er que es una interpretación totalmente deli¡ante. Inclusive se
puede decir que es paranoica directamente, lo cual nada tiene que ver
con el hecho de que sería errónea, ya saben que es el misno Freud
q uie n dic e eu e Qn t od o. del iri g _h ay¡¡
nj úg l-eg- d e-ysrdsü
Pero lo que quiero acentuar no ée tanto la interpretación en el
gentido de zu contenido, cuál ee el significado que Freud interpreta
en este acto sintomático, aino lo que Freud hace con la interpreta-
ción de este acto. De ninguna m&nera Freud se pone ahl a formula¡
una interpretación del tipo "eato que Ud. hizo sigrrifica tal cosa" o
bien diciendo: 'j :ione¡ tiene u¡ted con egüe acto";
no, Freud es decir que él sostiene que eotoe
actog
que es Io que él comienza lección: el acto sin-
to$-t$co. pgseeJ¡rLEÓvjLu¡)*¡gtrtirlqJ^urajntencioo. Ya varn oe a
ver deepuéa que Freud no es unívoco al usar st'u términos pero que


siempru podemor ü dl¡tinguiendo
el primero al que podemos llama¡
que tiene que ver con el o si lo referi-
-c_qqh¡ldo
moo a los términoa de FffidTñlf,a- iñterpre
que él üama el contenido del sueño, el g.onte-pido latÉnt€ del rueño,.
t¿mUién Io ll¿ma e¡M. Cont4nido oJteocs.Eis¡r-
¿qué quiere decir que es lat€nte?, ss lo
en el texto manifiesto del sueño, ¡J.
sueño e¡ el
I+g
-
ñErpretacÍón tiene gue r€corer el camino del trab{o
el ca¡nino que el trabqio del sueño hizo para deformar ese
contenido: h int¿ryIet¡ción tiene que recomer ese cq¡nino-&ls,jq"eIl
_l& on sentido contrario, para Uegar entonceg I poner en evidencia
?uál era ece contenido sin Ia deforaación que el trabqio del ¡ueño Ie
imprimió.
A,: ¿El contenldo lat¿nte ¿, tnaonfrlonte?
P.l Erto oü Épltr¡ y fr¡ndamcntal, Pa¡a oon cttr trn¡ algo panol.
do a lo que oculre con ol t¡m¡ de la¡ identlflcactonor, A pe¡¡¡ de rcr
unr ougrtlÓn fundrncnt¡l e¡ unr ouortlón que no ottá olüra en ca¡i
ninguno ds lo¡ tartor prlaornrlfttcos, ro confur¡de el cont¿nido l*
con el inoon¡clente y no tienen nada que ver. -EApgr-rftqlÉo'
Eqte
-
a¡_ ¡_ist€Et .preconscienQ¡cónsEñnB, ryu

;Un¡ vez obEnido el tc¡to del pcruaniento del lueño, una vez he.
ch¡ la primera parte de la inüerpretación, el dercitamiento que nor
rcvel¿ ct¡ál q ol contenldo, ruta todavf¡ la rogunda porto do lo lnter.
, proü¡ciónr poquo o doformudo s&¡onltre _${fftó
crgeh{9. ¿CuáI el el de¡eo hcon¡ciente
que está para que er-to contanldo haya crfdo, haya parado
del ¡l¡tam¡ preconrclente al cual pertenece para ror obJeto do un tra-
*tamlento de acuerdo a lar leyer del proceto primario?
I El .vcrrv.rsv.s
y. tuoporuable ue de srw
erto es¡¡v.v
combio scer e¡
ol decao lncoru§lgpte, y
u!-gvv savva*t.\ayilw, eo acú
J e.
fdonde tiáno quo apuntlr b hterpretaci6ñ-, quo no ¿ii#"con?undino
toncea con el momento de 4gqgifrapie¡to.
I

ientoncea d
E¡te oodelo lo vamoc a ir br¡¡cando de ü¡tinta¡ manera, a lo lar.
go de nueot¡a¡ cla¡e¡ en lo gue tiene gue ver con el ¡íntomg Iq" qínt
,tgp¡¡.-ru9-estálgxscca¡u¡¡-acto- que.de-rr¡l s¡eño. Becue¡den
"

ustede¡ el eeguema de La interpretrción de la aueñoa, capítulo Vü.


Freud conrtnrye la erplicación de que esüe sgqggi¡ryl ccur¡e por-
que hay un¡
'e¡roiÉ" in et¡enüdo -tqnirg. en?l!ñiiilo de que eete
fprtats ptiggiéo_qgg§f..qüi poetulando allí, en lugar de fgry:!,op¡¡.en
una o¡¡egcron.PJgEre$vg nrn]e¡om- ql. reve8, en luSar de re8r€8ton p(}
ffiuoo delc,tr inuenrón, porgue Freud jurt¡mentc explica eI ¡ueño
por el heeho de que miéntra¡ el rujeto e¡tá durmiendo, q¡l¡n_o¡o
_qf¡$pJ*¡oeibilidad de_!q reooluciónpor el lado del polo motor (po[o
motgllguiendecir eI acüo, lar accloner), entoncec el ¡uoño se carecte
rlza por eete ft¡nsionamiento lnvertido del aparato que e¡-§ga¡ de

10
cqbninar on u¡! qeto. culmina en une+e¡¡epción, ea dech, en la lla.
mada-E-tEfácción a]ucinatgria del sueño . . . la 4ggiDasúr entonces
es lo que apa¡ece allÍ en el lugar del acto, surtituyendo un acto.
elgb anilogo podemoe aócii ae los iíntomas. Vamoe a ir distü}
guiendo estos dos niveles o registros. Poryue, como les decía antes,
Freud no usa términoe unívocos. A este prirner regirtro lo llama s_ig-
.nifjc-Bdo y a este otro el sentidg".del.§u!9!¡s, pero Freud no sieffié
los usa así, a veceo use sentido del eÍntoma como totalmente equiva-
lente a significado del síntoma, y entonces para referirse a este otro
regi¡tro lo llcma la intención o el propcito del síntoma, Es m¡i8 bien
de ests últi¡na manera como está uando estos términos cuando sfir-
ma que loe,agtp.q.¡itttooáticos poleen un.uóuil un{ont¡dcf¡{d€má¡
una fntÉnc¡orL-.
¿Qu.É. -b*g-e*f-rgufl" -9¡,t3r_p-c_9¡- S_qp-gslg 8glo_dnlS¡sÉt¡co de sue_pa-
cieñti:s-qüó--dtiaiiri"óü¿;G-aúérta?"¿r,oliñ-t¿mrffi §Í.Seiiinin-mo
dótr¡EdJuTIEüm ht§noi6n en rcaiid¡d lá irrt¡r,
preh, pcro fund¡nrant¿lmentc lo quo hry que duü¡ou or quo él nr.
ponde, ¿Bospondo do quó mEnora? Dfurdolo a om eoto ¡htomÁtioo
toda la cat€gorfa de un tcto, et decir que por már incon¡clente¡
que Baan el rlgniflcado, el aentido, el móvü o la fnt¿nclón del paciente
aI hgcer eee acto sintomático, por más inadvertido que sea parE su
conciencia, Freud le reaponde exact¿r¡ente ig¡al que si fuera r¡r¡ acto
tot¿lment¿ detiberado e intencional. ¿Entoncer qué n6 suentE él
que hace con lo¡ pacienter que hacen estat c6ss? El dice:

". . , r1o doJo nuncr dg.h.aqqrlc qotu r¡¡ nogllgoncla y exlg§ quo lu
rcpam¡. . .",
Yo ¡a lo¡ lef ¡brcrvl¡do porqua la fiu¡c ontora e8: 'r, , . no deJo nun-
ca de hacrerle nota¡ con enoto ru negügencla y exiglrle que la repa-
ro . . .'r. Poüfa t¡aducino tamblán "con enf¡do, como lo hace López
Belloatorcc, o má¡ llter¡lmente "con tono b¡¡tante ha¡abtoso".
E¡tÁ ct¡¡o en gu rerpuesta guo ól otorgp a ese acto el carácte¡ de
un acto oferuivo, el canicter de un acto deopreciativo, él lo toma en
ese Eentido corno un deeprocio que el paciente le hase. Por supueoto
que no lo toma sólo en el sentido de lo gue el paciente le estrí hacien-
do a é1, aino ya corno un oigno de lo que el paciente va a hacer con 8u
análisis ai ea que üegnra a iniciarlo.
Quire detenenue en esto para acentua¡ estc eegundo arpecto, cómo
Freud rceponde coruiderándolo como un acto y reepondiendo con un
acto; prr e,¡s Ba9fqltrdg r _lnc_onsclgnt€ dgq ig¡grylf
q&p1§-y_É!_t_ii"-_!o_-q[@.o.
-
-q¡g-ea,_gg.
;[-c-ó tiiiüaóiín, f iñnitri6; un-ÉiiiaiéF iñn egte ej em pl o del acto
sintonítico, Freud incluye el primero de un¡ ¡erie de ejemplos que
va a i¡ introduciendo y trabqJando a lo largo do e¡ta¡ loccionet, eJom-
plor de casos o rimplementc de ¡fntoma¡ obseelvoc. En eete prirner
ejemplo rc'lata, dice é1, de un joven oficial que aptovech¡ una de

l?
sr¡s licsncia¡ en el ejército para ir a consultar a Freud para pedirle
c¡ue hate su suegls. Una muJer de quien decfa que, I Peslr devivir
I
eh condicione¡ felice¡, de¡de liacfa wr tiempo envenenaba la vida de
la familia, debe ruponeñe gue la vida conlugal también.
Freud hace una entrevists con eata mqier a la que describe como
I
muy bien consen ads pesar de zu edad. Lg inc§¡ro eólo alSrrnas ca'
¡"cárí¡ticac ya que eapero gtre urtedes despuée lo lean. Sintética'
mente ¡o trata dé algo que á ca¡act¿rizado como delirio de celos.
Erta mujer atrar¡ieaa una cantidad de c¡i¡ic en la¡ cualee se le ocurre
la idea de que ¡u ma¡ido la engaña con una empleada joven. Esüa idea
de alguna manera había sido apoyada por un anónimo que eata mujer
habíi recibido en el que se delataba esta situación. A lo largo de las
entrwi¡tas que Freud hace con esta paciente --gue en realidad no
llega a aet pociente, Freud hace sólo doe entrevist¿s en este caso-,
¡e v¡ acla¡¡ndo e¡t¡ ¡ituación; on realidad eeta mujer sabía perfec'
t¡nente que ecta idea que eUa tenla no era cierta, ella eabía que su
marido nó le e¡a hflel. Má¡ todavfa, eUa sabfa cla¡amente quién ha'
bfa na¡d¡do elte anónlmo, que era una de las mucamas de la casa, e
hclrr¡o üegnn r v€r co[r Freud que es ella quien habfa sugerido a la
mucans ertE ldea. Freud llega a aclarar esto en la entrevista como aI-
go qus nu¡¡c¡ hrbfa deJado {e r9r corucient€, Es neceeario irui¡ti¡ en
¡Gúto, err! ldea¡ oonexa¡ +I gual que laLidea¡-ob.¡e¡ivat- perteuocen
lsf
c
.dryrna4!!$siento-*o,qsctlfrlJ_t:"_li}Í-d:i1d9i"_gj?,11
no ettr sabla quiéri habl¡ envlado eso anónimo sino
áue
qus habl¡ sido ella misma qulen oe las habfa a¡reglado pare
n¡gerl¡le I st¡ mqfer que trabqlaba en la ca¡a erta poolbilHad del
anó¡rüno: nada serfa tan terrtUte para mf, le habfa dlcho el dla ante-
rior a la recepción det anónimo, que enterarme de que mi ma¡ido
me engaña con una mqier joven.
HastE acá, podrfamoc decir, la hlgrushción de.LC-t¡t-emg trans'
curre €n eets pürner nivel, en el .ftcistlo.del'siÍnifica{o, vean quo
áeuí la intenc-ih--iio-Es'taá ch¡a. sJ tñ'táira ah-oia de ña¡a¡ aI o[ro
reÚtro. Cuando Freud intenta hacer eeto e¡ allí donde se termina la
entrevlta, l¡ ¡eñora no tiene má¡ gena¡ de reguir hablando. Lo que
han aclar:ado ha¡ta e¡e momento eB gue: la paciente sabfa que el an6
ni¡no era fabo, por tanto su idea era falsa, la paciente sabía que ella
misma lo habfa provocado. Por lo tanto quedaba cla¡o que en esta
cuestión de ta infideüdad eataba en juego un deseo que era preüo a
todo este episodio.
Dice Freud que cuando llegó a ese punto de la entrevigta la pa-
ciente pretendía no tener nada mris que decir y al cabo de las dos
s€sione¡ hubo necesidad de poner fin al a¡rálisie, pueeto que ella de
cla¡aba ¡entirae completameát¿ Uien y eatar segura de habérse desem'
ba¡azado para aiempre de eu idea patológica. Eg claro que Freud no
se engaña, termiru l¿ fra¡e diciendo:

"decla¡ación que le fue üctada indudablemente por el temor de


venue proseguir el análi¡is . . .".
18
_
Aquí termina l¡ entrevi¡ta y Freud dice, bueno, esto no eiguió, no
obstante con lo gue alcanzarnoo I ver durante ln misma t¿ne-moada.
toe ¡uficientes ps¡a po{er-intc4pretar, para hacer lo que hema trqms.
do el segundo paso de la interpretacióh, poder inteipretar cuál es el-
deseo ach¡al-que eetaba allí en juego, cuál es el deseó actuar qu" eetá'
sosteniendo la idea deli¡ante y da lugar al síntoma, Todo degeo actual
para Freud recibe su _f.ggg.-de_U¡ ¡tsseo infnnrü, él ñ;A
p?r eEp-asqj;
9J dese
g_gcñ¡itr!üe1e pelgitagbigar gl sen-tidp _del_ síntói,u-"n
relación a la vida Cótidiana"deliüieIó*en ése'momento.
Freud formula ehtoncei ü-hiñüi;=áa-¡¡"
"rü -"¡er la habÍa
estaba ena-
morada, ¿de quién?, de su yemo, el que tan solÍcitamentc
traído a Ia consulta. Que un enamoramiento en estas condiciones de
parentesco difícilment¿ accede a la conciencia, o sólo lo hace bajo la
_f9rma de la temura,-permaneciendo inconscieilt¿ el impuleo seiual.
Y que gd..r,ate deseo el qlLe estabo ndo e* s͡tsms delirante.
Freud no se limltt a rcrones que rs
fue¡zan este deseo. Toma en cuenla el hecho de que est&rrruji;.rt¿
pasundo por la etapa del climaterio, en gue la¡ necesidaáer sá*ual"t
de una muJer, afirma, 8e ven reforzadas. h esto Freud sg¡ega que tal
vez haya que perua¡ en cierta impotencia del marido. piuastante es
vero Freud en e¡te eentido, dice:

". ... también ee poeible


que el excelente y flel ma¡ido no so halla.
¡e doedo algunoa años en poreslón dc una potencio süxud propor.
cionada a Ia¡ nece¡idadeg-de ou mqfer, móJor coruervada'c"á4,
Sabomoo por experiencla -concluye-e¡to pá¡rafr que e¡to. m¡rl.
doa,.cuya ftdeudad no tiene necesiáad de rilnguna otin expttcaciln,
se distinguen preciranente por el tierno ca¡iño que muer'tran a rus
mujeres y por una indulgencia poco común con r,especto a sus tras.
tornos neu¡óticoot'.

- -A p*ti, de _esto¡ {"tq, entoncet, Freud conctuye gue el ¡entido


del eíntoma, e_l sentido ubicá,r¡donos en este segrrnáo rbslrtro, ño
oho ¡lno- el de poder Juatificar sus propioo diseos de-infid'elidad.",
Freud lo dice de esta manera:

". . . si zu marido incu¡riera en la gravíaima


falta de enanora¡¡e de
alguien mucho más joven que é1, quedaría eüa libre del remordi-
miento de au propia infidelidad . . .,,.
Este ee entonces el seDiirlodel síntoma, la intención o el propóoito
del eíntoma. Acá no ffderña oponérñ üstiñ|rrir t¿h'tqüt¿kellüe
los dos nivelea, pero van I ver gue en ot¡oo @86 es ¡umamente i¡n.
portante y decirivo gue podamoo hacerlo.
A parti¡ de a]lí qecuerden que en esta lección ee venfen plantean-
do las ¡elacionee entre la_ psiquiatría y el poicoanáIisiE- Freúd ae pre,
gunta: "¿qué actitud será la que tendrá uñ poiquiatra ante un ca¡ó de

l0
est¿ género?". Lo deaa¡rolb -?o voy ealteandr, y má¡ adelante
dice:

". . . confonnea Io¡ métodos habituales el pciquiatra intentará en


primer lugar caracterizar aI síntoma por una de sus propiedadee
e¡enciales. No puede decirse que la idea que atormenta a la enfer-
ma 8ea absurda en d micma- Es muy frecuente que hombres casa-
da y en edad madura rotengan una amante joven".
Má¡ adelant¿ dice:

"Dadl¡ eat¡¡ ci¡cun¡tanciac debería decine gue sus celoc ca¡ecen


ie todo fur¡damento y en efecto lo pierua a¡i pero 8 pesar de ello
continf¡a ¡ufriendo como si pooeyeEe pnrebas irrefutables de Ia
inñdelidad de cu Ea¡ido. La psiquiatría ha convenido en califica¡
de ob*aionea la¡ idea¡ de este género, refractarias a loe argumentoo
lógicor. Asf puer egta buena señora eegún la priquiahía zu&e de ce-
loe obceíuot corutituyendo esto I¿ ca¡acterística es€ncial de su
caropatológico...".
Hoy lee ertoy leyendo del texto de la traduccíón de López Balles.
t¿Ioc En reslidad en el texto original de Freud no aparece casi nun-
ca'bn retsción con este caro el tcimino obsesión, Sóio una vezy c@
mo adverbio: "obúesiv¡mente". Donde la traducción dice ideat obee-
cluot y celoo obctiuor, en el terto original encontra¡nos ideaa deliran-
tec y delirio dc celoc,
En el seminsrio 3, en un capíhrlo que urtedee di¡cutirrin en la¡ co-
misionea, Lacan se ocupa de comparar los celoe en las neurosis y lÁs
paicosis, En ambos casoo s€ pone en juego el m9g-qnis-89_de-JLpIg
yeccign, perc su fenomenología ea bien diferent¿. ¿Qué puede haber
lfervado al traductor a forza¡ el texto de esta manera? Si bien los da.
tor quo incluyo Freud en el breve rcloto dol cooo ff,n insuficlentc\g
para ertablecer e¡a distinción,ea cla¡o sin embargo que él se limits d
uao de la denominación priquiátrica deliríos de celoe, También en lo
que oigue.
Tras esta primera conclusión él ae empieza a forrnul¡¡ una cantidad
de prrguntar. Entoncea dice:

". . . 8i una idea deli¡ant¿resirte lú pruebas de realidad erto inpü-


cani gue ru origen tiene que ser oko, no tiene que ver con l¿ reü-
dad, ¿curil ¡erá su origen? . . .".

Despu,fo agregB oha pregunta; ¿por qué en ecte caso el cont¿nido


de la idea delirant¿ son los celog? Deapuée agrega otra: ¿por qué eeta
paciente habrá foroado un delirio de celos y no ofo tipo de eÍnte
ma¡?
". . . mucho me agradarfa aaber -t¿rmina diciendo Freud acrfr- to-
20
do lo que ¡ob¡e esto pienra el paiquiatra pero nuertra curioddad
queda por completo defraudada . . .".

E¡ deci¡ que a lo sumo Ia rcrpuesüa que la psiquistrfa ha dado ha.s


ta es€ momento es que se produce en aquellas pe$onal con una cier'
ta dispooición erpecial, es decfu la referencia a la degeneración.
Freud no desecha. el- ténnino- .de limnle pa¡¡.CSlif*iesl-en-alm¡no8
caros a lü'idéas obsesivas. Inclui¡o a veces utiliza ei término delirioT
5laleííuollbe-modo que es claro que pqla Freud un delirio no iqpfi,
ca por sí mtumo Ia diferencia-aiqünoitii:& e¡itii!-¡er¡¡o¡úffióiE
l[ffi8-psiq-ufa]iíá había uilizádo regularmente el tcrmino defl
rio para referirse a l¡¡ obsesioneE, pe¡o en ningrrn ca¡o la denomina-
ci6n dellrio de celoa que eetaba ectablecida para un afnd¡ome de la
paranoia. Nece¡ita:mos examinar entonces qué categorías existían en
ielación con las obs€gionee en la nosología priquiátrica anterior a
Freud.
LAs OB8ESIONE{¡ EN LA PT¡IQUIATNH QUE PRECEDÚ A TREUI)
La catcgorÍ¡ de I¡ obsesión como entidad clínics no tiene la anti.
glledad de la histeria, que ustedes ssben ea varir.s veces milenaria. Su
consbn¡cción por parte del saber paiquiátrico habÍa comenzado ape,
n8t .de qU&ud comenzara a trabqjar en
eetoe temas y fue ;ñffiso16gía con lo¡ nombres de
'jloctuc-de..ü¡ds" y "99üi l'. A pesü de su inhoducción
tdn reciente, la psiquial;fa Elílñ'iüilucido una deecripción bastsnt€
precisa de una serie de oíntomas, destacando no sólo las ideas y loe
actos compulsivoa, sino otra característics que va a ser considerada
por Freud tsnbien funda¡nental y gue es la duda, els¡ú¿*,defllg$:.
Isiiirl.
Por ejemplo, FHret.hiio escribe en 1886 ests definiciónr "FI vqrylq-
-consis@ie
dgrp. trarfond q de estq "en.f.§rmedad
ggPantemen§- *obre. Ias 4!
rimeqtStdo de conEuUs¡J
i-Él¡eaüü actoa si{r c9 !§eguirjen0e!-_§g!§tuggce_ason-

vencerse, ni siquiera antel l¡ evidencia.
evidencia. Estoe enfermos üven en un
esqgg-de..d.U-dt¡-gI¡-g!§. y no logran detener eee trabqio incesante
dé au pensaniento gue s€ enoaña congtantcmente conaigo mismo, sin
llegar nunca a un resultado definitivo. Por eso mi padre propuso con
razón darle a eete estado mental el nombre a¡ gnÍerm.dqd dF I' ,lpdg
(foüe du doutc) para resumir en su fono¡ mrás genédtftrécho psico
lógico que conrtituye su fundamento principal".
Como usüedee ven, se trata de una descripción cla¡a y precisa que
ae qiurta a las exigencias del método descriptivo que se impuao la
paiquiahía cli¡icq la clínica de la mirada. Pero además se constatg
el int¿nto de trarcender el registro de lo meramente descriptivo tra'
tando de identifica¡ y delimitar "gl,[ecbg-pgigq!Égisg" que conatitu'
ye su fundamento. Señalar comotesho psicológico fundamental a
Ia dudq al estádo de ire¡olución, no es al89 que como psicoanalirtar
podanor calificar de erróneo. ¿No podrfarnos llsmü a esto que
Ifi*J"#L*,I'T3 fr;Hlffi ffi
plenamente justificado.
lución? E¡ta¡ía
f; ,',. #: lffi[T Hffir
§ólo que allí estaríamog mar'
cando, aI mi¡mo üiempo que una coincidencia, una diferencia funda'
mental gue es eopecíñcamente freudiana: no di¡Íamos "locura" de
duda sino neu¡osis.
Hay obo psiquiatrE de la misma épocq aunque menos conocido,
que escribió junto con fahet hdo un trabajo sobre el delirio de per-
secución y que Be llama Legrand du Saulle. En 1876 presentó un ar'
tlculo en el que se queja de que los obsesivos no hayan sido todavía
cla¡üicados. Les leo una cita algo cómica: "Muchoo alienados parcia-
leq en efecto, ct¡yo ectudio sería de gran interée, muy conscientes
de ¡í mi¡nos y sintiéndo8e desgraciadoa, andan errando a la venturg
sin etiqueta aparentc, y se mueven con cierta inquietud en el suelo
frágil de Ia razón linitada". ¡Pobrea alienadoe! Podna¡noe decir que
el colmo de un ob¡esivo eE no llegar a ser clasificado, carecer de eti-
queta.
Lo que me iropotta dectacsrlee hoy, es que ya existía en la poiquia-
tsfa, cuando Frcud comienza a inventar el peicoanálisb, un saber so,
bp l¡¡ obceaionee, que hay un kabajo hecho que es eu punto de par-
tida y del que E'reud ee continuador, con mejoree títulos que otroe
peiquíahar de ar época y de laa que oiguieron. Si no tenemoe esto en
cuenta no re puede entender el trabqjo de Freud, entender que él aI
igual que cualqubr obo no creó de la nada. Pero sólo así podremoa
calib¡ar t¡mbién en n¡ Justa medida cuáI es la verdadera innovación
freudi¡na -'el ru¡iq-de-n¡DüJ¡s. como todavía ee rigue diciendo-, el
lugrr donde pocfemol-afirmar que hay creación de Is nada, lo que
merca el ante¡ de Freud y el después de Freud.

LA NOVEDAD TBEUDIANA EN LA NO§OLOGIA

Ahora bien, d aidar, dercribir, nombrar como obsesivo a un sínüo,


¡na no ea algo original de Frcud, si se trata de un diagnóatico psiquiá.
Hco, ¿cuál e¡ entonces l¡ novedad de Freud en relación a este tema
del que hoy noa empezamos a ocupar?
Si la noción de obseEión, de idea¡ fijae, es algo que ya existíq ¿qué
ea lo que Freud viene a traer como nuevo en este tema? Como increí-
blemonte nu€rvo, la increible originalidad freudiana en este tema. Em"
peza¡Dot, a partir de e¡te Eomento, a remitirnos a lo que hemos veni-
do de¡aroll¡ndo en lo¡ cinco teóricos anterioreE acerca de Ia primera
notologfa frcudiana, a partü de los cuales ustedes aaben que respecto
a erte tema, lo fu¡da¡nental en esta nosología que Freud inventa y en
'esto cor¡¡i¡te la en relación con Ia neurosis ob.
EeE¡V8, enunm M
Por eso (ya que mÁ¡ adelante en eata¡ cla¡eo nuestro trabqJo va a
tener por objeto distingut, diferenciar, incluso oponer hisüeria y neu.
rosis obscsiva) es irnportante que ahora, al comenzar el tema, ponga-
moe el acento en la otra parte y no en la diferencia hist€ria-neurosis
obsesiva, en la oposición histeria¡¡eur..oeir obsesiva-. Pa¡a hacer valer
.esta oposiciOn és-¡i'écñl-Fl¡rtir- áe esta cb'munidaá entre histeria y
'neurosis'o-bsesivq yo seríi-mfu fuerte todavía, y digo deEbtá identh
úhit.Eñffi'ffiTeñÁ y neurosis obseeiva. Es sólo en relación con egta
jden_tr_Cgd que toma valor luego la afirmación de aus diferencias.
Ustedes saben por l¿s cla§€s que hemos desarrollado anteriormen-
te, que Freud no ee limita I poner en un mismo grupo a estas dos en.
tidades, sino que postula que son de la mi¡ma naturaleza y mrís toda-
v : postula_9ue !9!_eflurltñE
ía
Si no acentuamos esto nó éñ-londiciones de percatar.
nos, no gólo de la originalidad, aino di¡ía de la oaadía de Freud en
relación con este tema, cuestión a la que no ee qjena la nomenclatu:a,
ya que es3.Bl9.&.*qu!_Le_nermite a Freud llamar r eetas obaeeiones,
'geüooicf .:-ob§plñ--E-sñ
lo que existía Eñ'ü psiquiatría, en la nosologa, en ¡elación con este
tema? Ya ee los dije y ustedes lo han visto en la¡ clasee con el profe
sor : dos denominaci la priquiatría

ciónconJf -locu¡a-ñáilnar¡te-e-etoE'i¡ihá-á'tañenteanteriora
que Kraepelin estabilice au noción de paranoir era considerada un
"deli¡io pqrgi4l', una de las forma¡ de delirio¡ parcialea. Vayan fijrin-
dos-e:--6ñ16E-Tímiinos"delirio","locnra".Enift aeplinencóntr.-q
ya otroe términos, vecinos a éste, pero probaba-E!€m-iil€ por influen-
ci¡ de Freud, ain embargo él no la llama neuroeir obseeivq la lla¡ra
"lgggra"9[eggiv-a.
Ee dlcb que Io que aquí ectá en juego ee l¡ distinción psicair
neurosis. Pero no la distinción psicosis-neuroeis frcudianq rino la
di¡tinción psicosir-neurosis psiquiátricg que ee totalmente diferen-
te. Esto lo vimos en nuestras clasee sobre la primera noeologÍa freu-
diana. Recuerden que ¿eurosis, antes de Freud, referÍa a aquella¡ en-
tidades cuvoe aíntbm sintomas
', _--Éa-corDora-
i-_--Éa-
y que u60 rde este lermmo
)8fe térm
bsicosis'estaba refe{dg :r §g9Jg_9! cy_v_gq .8 l]]!99j9 gg!¡'
i¡eqtan en lq- p9¡1S1. (En ü' 6bocri¡6 l.reEl-figun&'ffi¡
paiquiatrar ya
ñ46Íañ óóinéüid6-a usar el término neurosis t¿mui¿n de una manera
general y ambigua pero cuando sra ufilizsdo en la denominación de
una entidad clínica particular tenía la connotación gue lea acabo de
decir. Recuerden que en la clasificación dg_Kraf&Ebim la¡ neu¡od¡
so n la hi poc o ndría, la hister6' y-Te*6itil6ñinf¡;' üiññ.-rio nn e nte in.
cluye la neurastenia).
En tanto los slntomas prevalentes de lo que Freud va a veni¡ a lla.
ma¡-J¡etuo¡is :oD¡6ii¡,T6ñ-s íntomas quo suigeñ tñ-efreFfo;?ñ-6¡
qgg-qg-& rngg§|, (ee trata de j{gg¡de-Lctoct deepuéo de¡a¡rolla¡e'
28
mos ecto), entonc€8 en e8a medida la peiquiatría ni siquiera soñó en
habtar de "neurpai¡" obseliv& De modo que noa encontrarna acá
eon una cuerpo'mente que no es una oposi-
ción freudlana.E olosiEióñ-dii@:iire-iÍE; aoma-peique, e8 una opo-
eición prefreudtaru. Y es aobre eaa opoeición que la peiquiatría ubica-
ba la dife¡enciación neuro¡i¡-psicosis.
Por el contrario uctedeg ven cómo Freud {Ú¡eeLet.¡nismo g¡rpg
-de
la¡ npr¿,r.oli¡J.¡+.histeria y I la obsesión. Lo digo sintéticamente,
üffiles ya sabeñ que para hacer esto Freud se ve obligado a creü un
Luevo gn¡po dtrUl¡l,r.o. -del. deJa¡. nenrosis. el glfpó. de laa aeuopsico
Equrl[egó-vC a ¡er llamado el de las_psiggtrgl¡¡osi¡, y que ea en el
-lñbrior de eae gnrpo donde va a di¡tinguü las pslgg¡guro_sis de tra¡s:
fe¡g4g¡¡ 9g l* F{iqgE$Io-§--t{+ggieiaias v que.eldeede esta opoeición
@ s¡rgirá Ia diferencia freudian¡ de neuroeig y peicoeio, que ya no
e¡ sntonces una opoaici6n peiquiátricg aino una oposición paicoana.
Iítica
En carabio, la opoeición peiconalítica neuroi+psicqis no eetá
conctrulda sbre la opuición cuerpomente. De alguna manera esta
oposición cuerpcmente la vamos I ver reapa,¡ecer dentro de la noso
logía paiconalítica, ea decir que dentro de las psiconeuroois de trans-
ferencia podrrin decir u¡tedes que eotán la histeria y la neuroeis obse
siva y que en un ca¡o Ios síntomas se manifieatan en el cuerpo (con-
venión) y en el otro en Ia mente, pero esto ocr¡¡?e dentro del mbmo
gruW,
Si extremamoc l8s cosa.s podemoe decir gue vemos reaparecer esta
oposición de¡rtro del grupo de la¡ psicoais y ubicar a la Dt¡3[g¡e_
ft¡ndans¡telmente como una entidad donde es lo &EDhl, Io psí-

9.-e"-l-.llam CG
,qued .d:¡pp¡e--de-ut
§:uemo donde poner eáos fugg4g1 Freud intento en algunos mo
mento¡ egtablecer una analogra entre hist€ria y esquizofrenia y en-
he rpu¡oei¡ obúesiva y paranoia. Pero en todo caso, si vemoe reapa-
recer esa oposición, ee riempre secundaria aI eje fundamental que
e¡ el de la dife¡encia neumeis-peicooi¡. Lq
toncrgt¡eu¡osis¡aicorluo para por Ia
-.E¡ indudablemente acá donde tene qué ubica¡ IiE

. En cierto eentido el registro, la mffi


ects innolración freudiana, Be cor¡sen a en el mismo
nomb¡e. I*s utny diciendo algo obvio: que la palabra neu¡osis est/á
incluida en el térmho "neurcsit obsesiva". Aunque no ea extrava.
gante decir "neu¡ooi¡ hiatérica", lo habitual es decir "histeria". En
c¡mbio eI üórmino freudiano eiempre fue neu¡osis.oboegiva y eaa es
la exprerión tuual entre nosotroo a pesar de que en la poatfreudia'
nor se deslizó en el pricoanÁüsie inglés hacia la de "trlcnica¡ obsesi-

%
va8" y en el nortearnericano hacia la de "conducta¡ obseaivar", oree-
tión de la que noE ocupsremos más adelante.
A noeotroa, que ya eatamos tan familiarizados con estas nocione¡
freudiana¡ de la opoeición neuroeis-pricoeir y de la diferenciaclón
neurosis obeeeiva-histeria, pero atención, familiarizadoc, ¿qué quiere
deci¡? ¿Que las entendamos, que podemos dsr cuenta de ella¡? Fa-
milia¡izados quiere decir que las hemos eecuchado nombrar tanto
que no nos llama la atención. Ea a esto a lo que yo quiriera llervarlos
a us0edee, a gue en eete primer momento en que accedemos a est¿
tema, que egto les pueda llama¡ la atención, que podamos asombrar.
noc de este acto de Freud, pgrque eato esun acto, enunciar que neq-
rosis obsesiva e higteria configuran uns misma ontidad con un meco.
nisñ o c omün',Iüto - orr.r¡ ácüu;' éB enu n0fáf 'üñü úlrm ación' qub vá én
"

dónüra'it6-fótlas las ideas psiquiábicar de ou época y cuandó algrrien


ae anima a hacer una afirmación de eate tipo, hay que aoaüenerla, no
se hata solamente del nivel del enunciado, hay que hacer algo con
ella y vamos a ir viendo a continuación todo lo que Freud fue hacien-
do con esto.
Lacan tiene una fórmula para definir lo que ocrure cuando algo
empieza a circular y ya deja de llamarnoe lB atención y a lo sumo en.
tendemos el rignificado de Io que se dice pero hemos perdido la di-
mensión del acto. Su fórmula ea "el decir qg4g:olyf¿-a¿g-!.q¡{"!g-C¡¡e
oa ¡li¡att
=xi}}'
--Est¿ eB una distinción lacaniana: ent¡e lo que Ee dice o Io dicho y
el dec,ir, para dóentt¡&t-Entónües esfe Ailéilncia e1ltrU?tuetüdE Eirñi
W lo-que se dice, el iado. Si t¡stedea quieren
pueden monta¡ esta diferenciación sobre estoe-El registra que rnen-
cionamos anteriormente. ElLrolq¡AdgeEiÁ en conexión con el acto.
y muchas veces no üenemos otra alternativs para ubica¡ ls rlimgruii¡
del acto más que la de partir de los ,elemen!x_-{e_l sirnlficsdo, del
enunciado.- Estó es lo que propone haceiñcln-;ñ la;6'r;AA-fñ-d:
no ponemos a repetir como loros las cosas gue Freud decía, a repetir
sus términos, a repetir zus aignificantes, En eate retorno a Freud que
Lacan propone no se trata meramente de reguir diciendo lo que
Freud decía: de lo que se trata es de recuperar la dimensión del acto,
no eólo lo dicho por Freud sino el decü de Freud.
Entonces si en esas clases sobre la primera noeología freuüana hs'
bíamos puesto el acento en la hist€ri¿, en cómo Freud harladq tiene
que Baca¡ a la histeria del campo de la neu¡oais en el viejo aentido,
ahora en estas clases estamo¡ acentuando la otra parte, cómo él tiene
que extraer, sacar, traslsda¡ a la¡ obsesione¡ del lugar que ocupaban
en la psiquiatría para poder ubica¡la¡ en ecte gnrpo de la.s neurodr,
ahora en el nuevo sentido, en el gentido freudia¡ro.

EL METODO P§IQUIATRICO Y EL METODO DEL PSICOANALU¡I8


Pero si Freud puede hacer eata agnrpación absolutamente origfnal
que Ie permite ir más aüá de la opoeición cuerpomente, ¿lo hace por

'!ü
qué? Acá tenemos que remitimoe a l8 confrontación del método
, p-giquiátrico con el método psicoanalítico: ponlue Frtud no agnt'
ia iotamenta a partir de una deacripción de lo síntomasr no agrupa
por lor aíndromeo, no 88n¡pa a partir de lo observable, de lo que ae
l, fuede deocribi¡ de la c'onducta det
paciente sino, como ya lo habÍa'
moE ¡renarcado en esas clases y por e§o insistimog en la imporhancia
de maneja¡ bien l¡ nooología freudiana, porlue para Freud esta noao'
logfa no et una mera deocripción de síntoma¡ aino que implica ade'
más una ardct¡l¡ción con La terapia psicocndítical pogtulado eo
ca v un Dostulado
ñ reirirt¡rá ésenciil
en el en cuanto a lo gue podemoe llamar la teorÍa
de la neuroci!.
Entonceo, _ai Freud puede agn¡pa¡ de esta manera es porque no 8e
n¡ía o sino t¿mbién por uns ex-
pücación. por el hecho de pogtular rr un mecsn¡8mqgn
mecanismo 9.0t,c 9a00 c0
inún uh
ryú.n a ta ñüi[ffii:ff,"h
WAqJJá-*lalJreirrosis obscgiva, Y
Y nA6'ñ
eA6'iñffi"'por gn üorcor
lleiünto'deciiiüo*üñ él'óual no se entiónde --eeto yi se]m?iffi
c-E-en el primer teórico del a¡io-- la diferencia fieudiana neurosi&
pgicois; Freud u8a cou¡o criterio e incluye en eeta clasüicación no'
¡ológica todo
.- -lo relativp dlrqtamie¡h, a la terapia, aJ análisis tal
y
vez debería.mó'f-&óE cué ést¿ eCtl criterio decicivo en la nosología
de Freud: fundamentalnente potque una psicoeis y una neurosis
no rerponden de la mi¡ma manera al tratamiento psicoanalftico, esto
es lo fundamenta\ lo nuclear para que Freud vaya construyendo zu
diferenciación neuroeis-psicosis.
En Ia clas de hoy hubiera querido tetoma¡ eetoe texta sobre la
primen nooología f¡eudiana donde loe dejarnoe en la última clase, en
e¡pecial el segundo de los textoe sobre las neuropcicosia de defensq
ps¡E ocuparno ests vez más específicamente de las hipóteeis que
Freud incluye alll ¡ob¡e l¡ neurosit obsesiva. E¡to va a quedar para
la cla¡e pÉxima y entoncee el regto de la cla¡e de hoy lo voy a ocu-
par en dc cooa¡. Una en recorda¡ algunas citas de texta de Freud
psra renrrcar esta euestión de l¡ solidaridad histeria-neu¡oeis obse
riva Otrg pa:r sgegar algunoe datoe sobre la cuestión de las obcesio
nes eD la psiquiabía inmediatanlente anterior y contemporrínea a
Freud. De este modo podremoe precisar un poco más la comparación
entre el método psiquiátrbo y el método psicoanalítico.
En cua¡to a h primera, para Freud es cl,aro y explícito que este
movimiento que él ¡ealiza al inventar eu primera noeología no se
puede entender ¡i desconectamoe a la histeria de la neu¡oois obeeei-
va, d deeconocenoo la soüdaridad que él quiere poner en evidencia
al incluirla¡ en el gn¡po de las neuropoicoris. Creo gue ya h¿bíamoe
citado erto, el trabqio de la herencia y la etilogía de la¡ neuroeis don-
de dice:

". . . he de¡cubierto
exarninando su mecanismo peíquico que las
ohegiones se hallan entrazada¡ a la hi¡teria más Íntiman¡ente de

%
lo gue La hi¡terh y la neruair obeeaiva foraan el primer
8e crise.
gn¡po de los gnrpoa de neu¡oai¡ por mf esh¡diadas . . .".

Pero lea cito ademá¡ oho párrafo de un texto que ya comentamos


que es el de la neurosis de anguetia. En el capftulo que lleva por títu'
ló: Retación con lat otmr neurosta, relación de la neurosie de anggo'
ti¿ con las ohos neurooir, Freud dice:

". . . si no¡ retracüi¡amos de rcconocel a la neu¡ois obsesiva el


carácter de una entidad independiente, tendríamfi que renunciar
para ob rar c ons€ cuente me nte, a la,¡apa¡p§iÓ¡-ian-t¡ahaioeam e¡(q
jo¡rada--{e-lLbig!91¡3-qqn Jg-npil¡cgtgniq . . . ". uctodes ven cóm o
Freud insiste desde ól pri¡ner momento de su obra en esta solidaridad
en 8u manera de entender a la hi¡teria y a la neuroeis obsesiva.
Por el contrario, la peiquiatrfa quo precodo a Froud oo vo obligada
I nogar osta relación. Si les dlgo "eo vs obllgada" et paru deoüucor quo
esto no eE una cueotión accidental sino una consecuencia neceaaria
de zu posición empirista. Lo gue se juega acá es la opoeición entrc el
Jnélgd!-deqgriÑt ds&pglg@,v el método peicoanalítico' Lo
i¡it¿iesant€ es que poi-ñi propio método deacriptivo la paiquiatría
no pudo dejar de "obEervat" ecta Bolidaridad entre histeria y obse
eión, y sin embargo no estsba en condicionec de reconoce¡la Si lea
digo entonces que se vio obligada a negar eea relación es eopecífica-
mente en el eenüdo de una renepción, de un desconocimiento.
Por lo general los psiquiatras que 8e ocupan de la locura de duda
y del delirio del tacto señalan cad sin excepción gue loe sujetoe que
lo padecen sufren simultáneemente de síntomaE histéricoe. Por
ejemplo Falret h{o en el mismo artículo que lea cité anteriormen-
te dice: "va acompañada generalmente por síntomas físicoe y en
particular por fenómenos de hist¿ria o de hipocondrÍa". Es decir
gue 0e destaca la simultaneidad, la concomitancia, pero no 8e re,
conoce el nexo. Más todavía, hay cierta insistencia en admitir que
el médico general, el que no está formado en la üaciplina psiquiá-
trica, puede caer fácilmente en el enor de confundir a estc deli¡an-
tes del tacto con loe histrÉricm. Por ejemplo, en el otro trabqlo que
les mencioné, el de Legrand du Saulle, podemoo leer: "Como eets
alteración parcial ha sido confundida hasta hoy con la hirteria y la
hipocondríq ae pueden encontrar en l¿s obeervacionee publicadaa,
por error, con estos doa títulos, algunos hechos . . .". O bien: ". . .ae
ia¡ confunde fácilmente 8ea con la histeria, sea con la hipocondría".
O bierl cuando se rcfiere aI comienzo de la enfermedad, señala gue
puede paaar inadvertido porque "ha podido estar enmascarada por
fef6mena cloróticoa, histérácoe, dismenoneicoe, gastrÁlticoo. . .".
Pueden anotar a partir de esta cita que eotoo paiquiatrar opinaban que
d bien esta forma de locura puede afecta¡ a los hombres, es más co
mún en lar mujeree, Eg bastanüe probable que hayan sido las histéri'
ca¡ la¡ que ler en¡eña¡on a loe psiquiatrar que ¿xistían l.ls obsesiones.

21
Ucüedes pueden verificsr entonces gue a pesar de que las observa-
cione¡ describen ru preoencia simultánea, la poiquiatría ubicó a la his-
teria y a la locu¡a de duda en do¡ lugaree muy distintos de la nosolo-
gfC a lE prinera entre la¡ neu¡oeis y a lr segrnda entre los delirio¡
parcia¡es. En esta üstsncia podemoa reconocer el efecto de la oposi-
ción ooma-pcique, corporal.mental. Es esa distinción la que está ope
rar¡do. Freud, por el contrario, no se deja llevar por eeta opoaición y
en un doble movüoiento separa primero a la histeria de lao neurosir,
rsconocléndole a la hi¡teria, por más que sus sÍntomas s€an corpora.
Ier, unmecsnirmo prfquico. Y eato le permite en un sogundo paso ro.
conocer lr ldenddad de ¡u mecani¡mo con el de la¡ obseslone¡. por
eso es tan importante la formación de eoe grupo de la¡ neuropaicoeis
eo el comienzo de su nosologfa.
Por el contrarlo, por lmpgt¡fS_dg ¡u método degcrlptivo.la p¡iquis.
*rl1l#,i","ffi
g_glicó L§l#H#ie*iTs#H:f#Ly:*hffi
a lar ob!€üúñffrp.
tr6ñel gn-ofro..Iugar; emrii;Br¡#
m!üóaó em,pliü¡ffi
_de _w¡ má[odo
aJEo_IuB-a¡;_dC_wi
riii¡ t[a¡ificación taxonóm ica.3odríamos decir.
que erto ee impuao aün en contra tié lo que la misma

lor por lo meno no deJeron dC¡oryrendor¡o ante dlférenctas ,(evlden.


te¡".-Por eJemplo Falret hijo dicer,'§orprende que esto estsdo mental
que tecuentemente re prolonga durante toda la vida . . . no desem.
boqqe jamár en una verdadera demencia,,. Aquí ustédes tienen opor-
Iuryd"d de apreciar 499 qu" ya leo dije antes, y en lo que me güsüa
he!¡u¡, qu_o g{, ilgmprs. un jCe$lkm¡r"
L¿ taorfa "§$§"§mp$l,m-q.
do por pl¿n
destaca¡ que el criterio es no sólo uno de los tree criüerioo
gue Freud porñiilñliü@-pffiffieft¡i¡ su propia noaologÍa sino gue,
y
-erto e¡ lo má¡ impoÉante, gue ej{ e! g¡j!.gqio vertebradoi funda¡nen,
B.¡¿- el :Itelig &gEiyo. Algturos psiquiatnis' ót¡iiiód¡'=ifó-dñ-í6ñal-
ñ6ñq-6s cüitiF*ñilVirüerón ciertas'posibüidades t€rapéutíc"r- con
lo¡ obsesivoE, gue loe diferenciaban nítidamente de lo¡ otros deliran.
te¡. Por lo ueno¡ e¡to en e¡to mucho mú¡ le.
jor
Jo! quc otro¡.
oEo¡. Porl¡fam!¡
Pod¡f doclr de él que en ru práctlea üe¡apéutica
er.8 un
E¡.r r¡¡¡ verdadero pdcólogo t¡lúgm¡ga.
vt ¡\¡.r(¡n5e pü¡{j(,r()ü(, Advirtió cIaIS^Eenté
sfutémico. ác¡ylrú¡(¡ cla¡anente lo qug gn
lo-que en
tátuinoc lac¿r¡iano¡ podennor lla.u¡ar la necesidad del obge¡ivo áe re¡.,
nandor
ponder a ¡ lo
la damanáo
demanda rlot o[¡r. vy parece
del ^x^ ffiTÉE,tEI :¡:r:->-i
^--^^^-:ffi:Eif AeIffi ETgt
@ece". Y ag:rega: "lo gue haquerido en-
conhar esencialmente en el médico er una autoridad que domine eu
voluntad y la aubyugue . . . Bugca puea un tutor que ordene como
amo y no un complaciente . . .".
Si el psicoanáli¡i¡ freudiano no eB un ide¡li¡mo, tampoco ea un dis-
surso amo, el cual corutituye la estructura ca¡acterístita de l¡ prricti.
cs que ¡ostiene el eaber-psiquiákico, aI lgual que todas lar otrai práo
ticas que intentan funda¡ (y fundarae) el gab-er en la empiria, deede
Aristoteles en adel¿nte. Pueden hacer una eSggglÉISntre-empirirmo,
idealismo y discurgo del ffi

28
FREUD EN LA P§IQUIATRIA DE §U EPOCA

Finalmente, me grrstaría leerles, para que tengan una idea más cla-
ra de qué pasa con esta cuestión de las obseeiones en la psiquiatría en
la época misma de Freud, algunos prirrafos de Kraepelin, del mismo
texto del que ya han leÍdo algunas lecciones en los prácticos, En est€
caso se trata de la lección N' 27 que lleva por título -fíjense uste-
des- "Obsesiones y Fobiaa", Ya eaben que éste es exacüamento el
tÍtulo de uno de los trabqjos de Freud de esta primera época, es un
trabqfo ds 1806 y esüe texto do Kraepelln es do 1906, or decir que
tenemos 10 años de dlferencl¿ entre un t¿xto y el otro. Reahnenta,
les vuelvo a insistir, es Bumünente importa¡¡te que uatedes lean estos
textos,' aobre todo Kraepelin. Además eB muy intereeante, en algunoe
caso¡ hasta divertido -¿no ler ocurrló esto al leer esae tres leccio.
nes?-.
A.: No tenemoa centido del humor,
P. r Hay una cosa deci¡iva Ee importanta eoto; leer textoe pd.
quiátricor y prlconalftlco¡ e¡ t¡¡nbtén una müRera de rarccentar su
experiencla. En nlngún ca¡o la expsrlsncln de un pdqulatra o ds un
peicoanalista pude ¡e¡ üan arnplla como pa¡a que a lo largo de ru
irayectorla profeeional pueda ver todo tipo de paclentes y una enor.
me cantidad de casoe. Esto puede ser suplido -y I veceE con mucho
éxitn leyendo ¡c6rca de lo que es la experienci.a de otra gente que
adam¡i¡ so tomó ol trabaJo de rogloürur ru experioncfa, de publicarlai
van B ver que so apronden mucha¡ coaas y ¡obro todo en cuanto a o¡t¿
trab4jo de empezar a adquirir di¡tinciones, de adguirlr discrimlnaclo-
nes, no hay que ponel el acento en "ver" pacienteo. poque para po-
der escucha¡log es necesario que dispongan de una s€ri'e de categorías
y de diatinciones.
Es cierto que los neculrsos psiquiÁtricos son limitados, eoo no qule
re decir que esta gente sea tonta, no todoa por lo menos. Kraepelin
no egüá en la categoría de II. EY., eo otra cosa.
En una de la¡ cla¡es anteriore¡ habfa heoho rcferenci¿ a lor psicoa-
nalista¡ que, al no llegar a ubica¡¡e corroct¡mente an la¡ defl¡nlcloncs
psiconalíticas, padecen en su trabqlo, en ous intcrpretaclonee, de una
cantidad de confudonet. Le8 habla menclonado el eJemplo en el que
insiste Lacan, la confusión tan frecuente en relación a esta noción
freucliana de envidia del pene en la mujer, esta confusión entre desea¡
[ener un Dene. v conrunqula con querer §€r um-
á?-düeftí la [teratu¡a
psicoanalítica est{í plagada de interpretaciones de este tipo. Obvia-
mente no B€ van a encontrar en Kraepelin con una distinción de e¡ta
naturalezq pero sf Ee van a enconbar con oha"o di¡tinciones. Por
ejemplo con ésta que ustedee leyeron en la lección 3 sobre la demen-
cia precoz, donde Kraepelin, despuéa de preaentar al primer paciente
de esta lección, dice: A partir de acri ua'tedea podrían creer en un exa-
mon ruporficial quo oo ürota¡Ía do un cuadro doproaivo como vlmot

29
en el paciente gue presentamos en la lección anterior. Pero si obser-
v8n con máe atenciónr agrrega, se percatarán de que s pesar del pareci-
do, se trata de algo completamente diferente ya que

"ai el paciente habla muy lentamente y con monosílabos no es que


experimento dificultad para hablar sino simplemente que no siente
necegidad de hablar",
Nog enconbamoe acá con una distinción de la que no podnín decir
que e! tonta o intrascendent€. sin ella pueden erlar un diagnóstico de
prepdcoaia.
O bien ecta otra, que coresponde a uno de los casos de la lección
27 que ve¡cnor a conünuación:

"u¡todü vén quo Gr1 cÉte paclents el temor cobru el aBpeeto de una
ütrpuHén, Pcro ¡ne$ándolo oon ouldodo, ¡c oonrhto qu§ 0n rosll.
dad no il quo ro rlenta trnpolldo a eJeouüar lor soto¡ {uc ál teme,
¡ino ¡olamente que experimenta el temor de eJecutarlosi'.
Si ustedes no pueden hacer egte tipo de distinciones, si no llegan a
toma¡ el gurtg, por- este tipo de distinciones, conerán el riesgo de
qguivgql loe diagnósticoo y muchas veces se compnreba que el enor
diagnóstico
-piopeng de apreciaciones como hs {ue aquí Kraepelin
tl¡rya ruperficlale¡, Por ejemplo, para tomal uno de nueitros ateneos
clfnicoe, funcionando con el prejuicio de que se trataba de una neu.
rod¡ ob¡eslva s€ confundfa con un ritual dL limpieza lo que en real!
dad era la certldu¡nbre pdcótfca de que la suciedad hplicaba infec.
oión y .t:ertnrcctón. Por dccirlo brevemente, ya que usteáes saben por
ru trabajo en los prácticos que el significado es aitíc¡¡ de delimita¡
cuando se trats de ese tipo de certeza.
Les decía gue estar lecciones de Kraepelin son de 190ó, diez arioe
poctarloret al momento en que Freud reúne histeria y obsesión en
un mi¡mo gn¡po nooológico. No tenemos datos de que Kraepelin
aceptaro nociones de Freud ni, mucho menoo, de que lo leyera. Sin
embargo en estas lecciones de 1906, y eeto es lo qué quiero rnostrar.
ler, Kraepelin- ya formula articulaciones entre histeria-y neuroeis ob-
resivg articulaciones que no Bon en absoluto congrubntes con sus
anteriore¡ nociones. Aún ha¡ta Ia sexta edición de gu tratado
en Ia que, como ustedea ya saben, b histeria forma parbe de 9"J§gg lalneu-
rogfu generalea con la i? tas iriéurosis úiaüma.tfear v 6ñ
8e rnc
Fue una época, ésta en la que trabqjó Frñá, en
l8¡ue lar velozment¿ entre investigadoree y las in.
fluencia¡ enfrecruzada¡ de manera muttiple son difícil1s de eeguir. No
sé todavía cuál fue el papel de Janet in eeto. Lo ciorto elqu. un
190.6 Kraepglin ya eatablece relacionee aunque ambiguas --no voy a
dqci¡ C-ug a la manera de Freud- entre histeria y obsésión, lo cuai es
original de Freud.

80
Freud ae quejaba de la lentitud en la difusión de zus investigacio-
nes y de la resistencia contra las ideas psicoanalíticas. No crean uste
des, a veces uno forma un panorama falso con esto, no crean que la
psiquiatría no asimilaba rápidamente las conkibuciones freudianas.
Ya vimos que cuando Freud crea el cuadro de l<d0üfdEiFtléAñ-güstia
-obis originalidad freudiana en cuestiones de nBdl@iffiñs
ción-es re-
conocible aún hoy en el D.S.M. III. La¡ ideas de Freud se difunden
nípidamente, eólo que, y esto es Io decisivo, desprovistas, despojadas
de au hipótegis de la sexualidad y de la etiología serual.

LA§ LECCIONE§ DE KBAEPELIN

Ve¿mos lu lecelón 2? de Kraepeün. Pre¡entr hee paclentce.


Dl prlmoro, un hornbro de 81 ufiot, ptofeeor, que oonaidoreba que
¡u onfermodnd hnbfa somenrado hnsfa 11 añor ousndo, rlondo atüu'
diante todavfa, la preparaclón de ¡u¡ oxómenes le producfa una an-
grretia que se fue haciendo cada vez m6s intensa a lo largo de loe añoB.
Comenzó a tener miedos de adquirir diferentes enfermedadeE graves,
miedos inalt¿rables ante las consultas y consejoe médicos y que brus.
camente un día, 7 años ahás, se vio asustado por el miedo a una
muerte eúbits por lo que dejó su profeeión para refugiarse dentro de
la famiüa. El hi¡torial continúa, uctedes podrán leerlo, en la misma
direcclón; cada vez nuevoo y diferente¡ miedos que a Eu vez le impo-
nen cada vez más restriccioneo. Sobre lo que guiero Uama¡ su aten-
ción e¡ robre algunos comentarioa que hace Kraepelin después de des.
cribi¡ el ea¡o. Por ejemplo:

"Hay on egte cuadro clÍnico muchos rasgos gue recuerdan a lq,-biq-


te¡iC, en^especial eetae aprehensioneg rep-enting\a ls;il¡!ft§
ggq. . . §rn emDa¡go, no dncontrBmoE nrnguno oe ros eotrymai?E'
la hi¡teria".

Y más adelante agrega:

"Debo,finalmente destacar la completa uniformidad de las mani-


festacioríe;J patológicas. Si bien egte caso pertenece a la mi¡ma fa-
miüa gue la histeria, no demos por eso dejar de ubicarlo dentro
de otro gnrpo mórbido suficientemente bien diferenciado al cual
s€ le da el nombre de 'locura obsesiva".

En estos comenta¡iog galtan a ls vista -to tenemoa tiempo de des-


taca¡ otra¡ cosar ta¡nbién interesantea, como por ejemplo la manera
en que Kraepolin hace intervonir on esto c&so Ia noción do ¡»nonali'
dad y eue modificacioner doe puntoe: 1- cómo Kraepelin puede ubl-
ca¡ en 1906 a la histeria y la obeesión como "miembros de la mi¡ma
famiüa", aunque eeta orpreeión relativa al parentesco familia¡ sea to

8l
trlmente ambigtra, y 2- Que aún asÍ no la llama
neu¡osis sino que
conserya el nomb¡e de tlocura"
obsesiva.
Segundo calo, un artista de 35 a¡io¡ que 7 meres antes habfa caí.
ds de un-Br¡dgnlg permanociondo rin conocimiento durante un lapro
ptolongado al e¡bo del cual hizo un acceao convulsivo. Desde esa
época comienza a producir diferente¡ oíntomas, uno de los cuales
es la obseEión pgr el miedo a pronunciar, I pesar de é1, malaa pala-
bn¡ y en particular palabras de lesa majesüad. Aquí pueden volver a
aplic-8¡ la distinción de loe doe registros, el de lo dlchó y el decir. Re-
cuerden el ejemplo: deci¡ "el que diga que el ley es un canalla se las
tcndná gue ver conmigo" no impide quó ese deóir sea punible. Ubi.
quen-_ademú el lugar y la fecha en gue se despüega li obeervación
que Kraepelin e¡tá preaentando, patece que el deliio de lesa mqje*
t?d ng era preciramente un delito menor. La cueetión es que, aunque
el paciente nunca había dicho efectivamente ningrrna de ras palabias
que-tanto- tqmía decir, su miedo era tal que, primiro, se ataba un pa-
ñuelo en Ia boca para no hablar, y después le fue necesa¡io traslad-ar.
se aI extranje¡o, 8 un lugar donde tal conducta no constituía un cri.
men' para poder deea¡rollar zus actividadeg. A esüa obeerv¿ción co.
nerponde el coment¿¡io ant¿rior en el eentido de que si bien oarec+ I

rÍ&ggs.!€ hata Cel ipqulEo a ejecutar cieú_q§_*:Ug§-?)nff¡;f.-s€tLl

Kraepelin ¡obre este calo voy a destaca¡


{S. H primero apunta enla misma di¡ección que en el e¿so anterior;
dice:

"En ct¡anto a los miedos, se relacionan sobre todo con una entidad
pariglte próxima de la histeria, la locura obsesiva, que al igual que
aquélla eB una manifestación de degeneración".

Pero es interesante dectscar no sólo el diagrróetico sino el pronósti.


c.o que formula Kraepelin. Como diagnórfico diferenclnl tiene que
dsmsr"tor quo ü-o trut+ do r¡na r¡ourt¡uls tiuu¡¡rriuco (¡lor ol hsclro tle l¡n.
bono deronaEden¡do en un accldonte) v tampoób de una eoüeo¡ta
(por la crlrl¡ conn¡blva). Y como pronóstico iormul¿ uno eri t¿imi.
noo peeimirtar, afirma gue se podní liberar aI paciente de sus gínto-
ma8 pero no actuar sobre zu predispooición degenerativa por lo cual
"t¿¡de.-o_temprano, con o ain motivo, resurgirán nuevas manifesta.
cione8". Esto es algo que ee aplica, dice, aobri todo a los miedos ob,
sesivos. Pero esto lo lleva aJ caso siguiente con el cual eetablecerá una
comparación opoeitiva.
Terce-r pacient-e, entoncea, una mujer de 26 años, que preeenta una
-forua d9. obeeaion ,,muy intereeanté,', dice Kraepeii". hf principio
lur.tqug lúcida y entendiendo muy bien lo que 8e te pren¡nts;no.on.
tecta sino con monosilaboe. Deepués de un tiempó eiplica'que ella
no es una enferma sino una mala personq que la manáaríaial aia.
blo si conocieran todos rus pecados y que ei indigra de los cuidados

82
que se le dedican. Sólo quiere partir Iejoo para no pur.*."", con su
familia que tanto ha hecho por ella y a Ia que tanto ha defraudado. Y
esto es todo lo que Kraepelin puedo obtener de ella en una primera
etapa.
Por los relatos de la familia averigua que este estado de depresión
se desarolló muy lentamente a lo largo de muchos años. Habiéndolo
advertido los padres y como presentaba dudas religiosas la encomen-
da¡on a un sacerdote y la enviaron a una peregrinación. El remedio
fue peor que la enfermedad, s€ comenzó a reprochar cada vez más de
pecados de loq que no se podía arrepentir y por eso pertenecía aI dia-
blo. Perdió el apetito y llegó a un "estado sin deseo y sin voluntad,
todo le era indiferente".
Despu& de muchas vaeilacionea, la paciente se decide a confia¡le
a zu médico cuáIes son las ideaa que la torturan. Kraepelin cuenta en-
tonces -y ustedee pueden ver que no lee faltaba a loi psiquiatrao mrr.
terial proporcionado por zus propioe pacientes para verificar la hipó-
tesig de Freud sobre el significado sexua,l de los sÍntomas- que unr
serie de no cesaban de"-asalialdolorosamente a s:
paciente:

"cada objeto que veía Ig recordaba los órganos genitales del hom.
bre, un mango de cuchillo, un bastón, etc.".
"Si veía una venda pensaba que se podía envolver con ella un pe
ne. Un crucifijo despertaba el pensamiento de levant¡¡ el mandil
para agrurar con sus mano6 los testículos. Para un mismo objeto
surgían multiples ideas anáIogas que la persegrrían sin ceear y sin
posibilidad de sustraerse a ellas"

y agre gaba, presten atenció n, gue 4o_sólolabra-algo que.lqJorz¡b¡


3 -o:gR.arse_de- _todas. estae cuestignes sino que también

"uxporlr.rrorthrbu ¡rlucor,.rf hucorto, rln lo cual rur ¡roneumlsnüo¡ no


re le impondrfan de esa m&neIa",

Tienen ustedes aquí una observación que contiene la mayor parte


de los rasgos con que Freud va a constn¡i¡ su caracterización del sín-
boma obsesivo y los mecani¡mosquilg_q
desarrouan. m -cqa¡ponsrtg?-ffii¿l_s.*ÉJüi
HiSlg,p*¿pdtqs,-9*".g9e9iFr(ue -F¡eud u"rn*61@Es¡§D¿l v
tambien los(f§!¡gghs¡X.que dan origen, nociones freudiana¡ que L+
mos localizando f cleiimitando en el recorrido que iniciaremos la cl8.
se próxirna por algunos de sus textos sobre neurosis obserivq pero ¡a
Eayor parte de los cuales ya varnoo a encontra¡ desde el primer terto
que varnos a comenta¡ "Las nuevas obsewacioneo . . ." de 1896. Pero
tarnbién otras que aparecerán más tarde en la obra de Freud, talea oo,
mo, que a medida que la negrosis avanza en su desaJrollo predomina
ca¿a vezñálelóoñpñeñe-dó satisfacción pulaion4 del aintoma Y,

E8
si sabemos leer, también la aSicg!aq-LéI,.n!-f9-teügió4-y-¡te^Uloi-§.9-h-
sesiva.
-Fsn udedc¡ quo elsolo hecho de "vcr pacicntcs" y eocucharlor,
por rf ml¡mo e¡ ln¡uflclcnte. Oonviene estar munidos de otra¡ no'
ciones y disüineionee, herramientas sin las cuales la observación no
leg s€ni¡á para nada, No es cierto que el analista opera con su no-
saber. Por el contrario, dice Lacan, conviene que el analista esté pro-
vi¡to de un saber fuerte. La potente mi¡ada clínica de la psiquiatría
no le sinió a Kraepeün para ir muy lejos en este caso. ¿Cuáles son
sus conciusioneg y comentarios sobre esta tercera obse¡¡¡ación de su
lección 27? En primer lugar una "regla clínica" que recuerda antes
de constn¡ir el -diggoé§licg y que conserva todo su valor para noso-
tro¡ anali¡ta¡:

"Un síntoma único, por especial que sea, no autoriza nunca a


plantcar un diagnóstico; una concepción exacta de una afección
no puede basarse mie que en el estudio del cuadro clÍnico en su
conjunto".
En eegundo lugar, el diqgnósjico diferencial que en este caso recae
primero en la alternativ@ que es descartada, se-
Erndo en la compa¡ación con el paciente anterior para afirmar que
las diferencia¡ en la evolución no justifican agnrparlos en una misma
categorÍa con lo que también se descarta la locura obsesiva, y tercero
Io que él mismo llama "la solución que es relativamente fácil": se
trata de un scceoo de locura maníacodepresiva. Veremos más adelan-
_te que Freud advierte explícitamente sobre "la faciüdud" con que la
'neurogis obsssiva puede ser confundida con este cuadro y con formas
de la melancolía cuando la neurosis obsesiva se presenta con un
f¡anco predominio de la culpabüdad y de los reproches y penna.
nece velado el componente de satisfacción pulsional. Recomendación
tel Freud de 1896 foue podría haber sido útil a.l Kraepeün de 1905, Y
no porque permanezca velado el componente de satisfacción pul-
sional.
En tercer lugar el ¡¡gnóstic-g que, a diferencia del paciente ante-
rior, y como coruecuencia de la distinción 'tiagnóatica, es presentado
para eate caso como francamente favoraui^'

"Nos esüí permitido esperar entonces que en nuertra enferma los


fenómenoe achrales, a pesa¡ de zu intensidad, terminarán por ce-
der algrrn día . . .".

Y en cuarto lugar la t¿rapéutica, sobre la que tanto preguntan us


tedes, ¿qué hacían esoElsÍEüiAms con esa enorrne acumulación de
sabeú La pregrrnta por rí mi¡ma indica que ustedes acceden a egüe
campo de Ia pricopatologÍa despu& que Freud ya produjo su inter-'
vención sobre la psiquiatría cLísica. Y Ia reepuesta es lo que Lacan lla-

u
maría el Parto de los Montes. Con esa enonne conshrucción de ¡aber
las indicaciones terapéuticas son las siguientes:

"Dol valor elínico de la observación se deduce fácilmente la tera-


péutica. Contrarler¡cnüc o lo quc d,(Jimoa del primcr pacienta, la
intemación, el alejarniento de Ia famüia, le vigllancia en cuanto al
suicidio, el reposg en la cama, §on los puntos de primera importan-
cia. Ademrís, conviene dedica¡ una gran atención aI estado de la
nutrición y también al zueño. Se puede igrralmente utiliza¡ algunos
sedantes, y la asociación de opio con un poco de bromu¡o me pa-
rece suficientemenüe adecuada".

Para terminar podemos incluir algunos comentarios que formula


Lacan en su seminario 6" y que resultan pertinentes para el caso de
esta pacienüe. Allí Lacan ae pregunta si el hecho tan ftecuente en la
neurosis obsesiva de que la figura de Cristo zurja en las imágenee s+
xualeo que conforman el ¡íntoma, es une euestión contingente o
responde B uno necesidad ostructural de esta neurosi¡. En un oujeto
formado en la religión cristiana, s€ entiende. Si se trat¿ra de un mu-
sulmán podna ocurrir que el "pensamiento del-_srntoma", Bi me p€r.
miten esta expresión para ser brevé,-ciínsistíára en un-Aersículo del
Corán.
En ese semins¡io Lacan dedica vari¡¡ cla¡es aI comentario de un
caso de neurosis obseüiva. Se trata también de una mujer, al igual que
el ejemplo que Freud incluye en primer término en la lección 16, que
ya comentamcs. Hay que derüacar que en la lección 17, donde Freud
desa¡:olla más extensarnente sus nociones sobre la neurosis obsesivq
casi todos log casos que incluye corresponden a mujeres. Destaco esto
porque si en la época de Freud los psiquiatras todavÍa pensaban que
no existía la hi¡teria ma¡culina, hoy muchos analistas psrecen creer
que no existe la neurogi¡ obsesiva en las mujeres, En el caso cuyo aná.
lisis comenta Lacan en el Seminario 6, las ideas obsesivas también
presentan un contenido gorual manifiesto y también ee refieren a
Cristo, aólo que en egta paciente no ee trats ni de agarrar con las ma.
noe, ni tampoco los tostículoe, sino muy precisamenüe lo que ella
fantasea es chupar la pija de Cristo, má¡ todavÍq tragarla. Se puede
decir que se trata de una fellatio sacramental: en la eucaristíq esto
es, cuando recibe en Ia comunión la hoetiq imagina que es el pene de
Cri¡to y que lo traga y lo incorpora. Si se le ha dicho que la hostia
ee el cuerpo de Cristo, ¿por qué no habría de ser una parte especial-
mente elegida y recortada de eae cuerpo? Eete es el caeo aI que ya
hice referencia antes, en eI que Lacan critica la interpretación formu-
Iada por el analista, quien confunde el querer tener un pene con gue
rer ser un hombre. El e¡:or es más grave todavía porque se trata de
un final de análisis. Por ofa parte, ciertos f,rupos de psicoanalistae
posüfreudianoa han constmido la teoría de que el anri.üsis de los ob.
sesivoa gira en tomo a la "fantasía de curación" de incorporar el pe

86
ne del anslista. De todos modos, dice Lacan, oi--e¡.§ m-1¡jgr-_glli-el9 te-
ner un pene, e imagina consegrü uno que no es cualquiera sino el de

nEi6i0-EeR-o-m. - E6éf Íntom a ó b Be 6iú o "sab,é' : c o ñTíeñG ef s¡ibbi


u@ffiiññ
¿i q¡ró ol'-fál o n o 9s c -üñi í{i }'ñ-o^
-d iIc,
I ¡i c iñ't6ñó¡

ffi
'tffñAnarizaclones ile óoniin gen Cia ento¡iráCsi siñ6-Aé.'
popibles de un- hecho e¡tructúral. A la altura
m?é-
del semina¡io 6o Lacan no ha constituido todavÍa su.noción-d¿o\ieto
y por lo t¿nto t¿¡npoco -por lo menos explícitamente- su propuesta
4g que hay
/".-', b:,É-
un más aUá de la castraglsn, de que e__Ltnglgl-enálisis
coulcEe con ra Ia
^Iro
dCEIO qI hom_brc y iiüi'tra dél pene en la De todos modos
+--s--
-'\.:-=-
ru e8to., ni
ru eus cor
8u8 comentários sobre ese caso de nEurosis obsesiva, ni las
nocionee sobrc la estn¡ctura obsesiva que allí utiliza, hubieran sido
posiblea sin la elaboración freudiana de la neurosis obsesiva y el retor-
no a Freud y a la lectura de sus textos que comenzaremos a recorrer
ulo I q'o desdq la clasepróxima.

86
k
,

LA ELABORACION TREUDIANA DE I,A


NET.IRO§IS OBSE§TVA (II)
Esencia, mecanismo y variedad cUnica de la
neu¡osis obsesiva en los textos sobre las
neuropsicosis de defensa.*

Los principales textos en que Freud se ocupa explícitamente de


la neurosis obsesiva y que comenta¡emos en estas elases son los si-
guientes:
1- 1894 - Las neuropsreoois de defenu.
2- 1895 - Obsesiones y fobias. Apa¡eció en francéa con ese tf-
tulo. Posteriormente otro trabqjo en alemán con el tíh¡lo
Mecanismo de las representacíones compulsiuas y fobias.
3- 1896 - Nueuas obseruaciones sobre las neuropsicosis de de-
fensa,
4- 1907 - Actos obsesiuos y prúcticas religions.
5- 1909 . Higtorial del Hombre de las Rata¡: Obgentacbnes w-
bre un caso de neurosia obsesiua que les fue preeentado en el
seminario de loe días jueves.
6 -- Lgt2l13 - Totem y tabú.
Ademris del capíhrlo 2 de la parte II explícitamente dedicado a
este tema, est€ texto en zu conjunto debe ser considerado como
parte de la elaboración freudiana de la neu¡osis obsesiva y eapecial-
mente lor capítuloe que discutieron en prácticos eobre el mito de
la hprda originaria, dei que Lacan afirma que ee el único mit8ffi
-no,
éste qüiTe-Eitlo inventado por Freud, y al que coneiders en ¡ela.
ción con la eetructura obsesiva- Mienhas que el mito de Edipo como
lo encontramos en Sófocles está en relación con lia eetructura hig-
üárica.
A.: ¿El mito de Edipo no ec igaal para la hbteria y la neuroeis ob-
sesiua?

t Clas€ N'39 dlct¡da el 13/0/86 por Roberto Mrzzucr.

E7
t P.; El mito de Te¡oq: tabú, tal como Io constntye Freud, es ana'
sentido de.la propuesta de Levi.Str¿uss,
iqzaao no5 Lacar¡ eiguiendo,el
*úpli, ¿" r" trts¡t-Elmiüs-9L§lreanren¡de-9-qlryr9nte,w, eino.,plmo,
i w-t4g!E.g-rglj!..¡r-sa-r¡I¡y}{-:.l-.s-ra.-vsrya-srlwE¡'!¡' e.sv-.-vL'
üo el_riue ¡e van ¡csnqderylo los e.lem.gúq.{eUnilo_r_lq_gy.g_IreÉ
i§t aur¡ |tqf{sffiiiEt{f"* acceder yponer
y poner en cleEcublerüo..c}.at^e!
descti6ióñó cuál
Ió gue hay que hacer eo conocer sus digtintas
veffiffi, compara¡ una versión con otra, ir oponiéndolas y veri-ficar
el camblo de lug¡r y de función do los mitema¡. Lacan va haciendo
un trabqfo análogo con estas dog versiones, I¡ versión do Sófoclee y
la ver¡lón do Freud an Totem y tabú.
Por ejoplo, el orden y el lugar del goce. En el mito

mito os snteiiór il
a{gru}§wtJrJ rü" prontoroo para el nuo corno lnacceSl-
tan
E¡ ru¡ar resurúa lnacces¡-
ble era al comienzo. Por otra partc, de acue¡do con el mito de Sófo.
cler lo que apa¡Roe eomo objeto prohibido es la madre; en el mito de
Totem y tabú no ea la madre sino todas las mujeres. No es lo mismo,
dlce Lacan. En un ca¡o aI matar aI padre el hiio accede a la madre, En
el oho al matar al padre las mujeres resultan retroactivamente tan,
prohibidar como antes.
De ects Eanera entonoea Lacan vs comparando, va cotejando las
diferencia¡ de la versión edípica de Sófocles con la versión de Freud
y Uega a la conclusión de que Fre.gd invegtó un mito, aI menoe in-
vento una 4ga,a versió-! del mito de Edip-qy t¿rmina entonces¡o.
niendo e.¿ Éiiói6ilqnq. v gtra-ve$ión-conjiiatn¡-ctuáli*eri.u j-h
eefñ-d¡¡e-]gblleg¡ya. Esto forma parte de la elaboración lacaniana de
l,a düerenci¡ entre hi¡teria y obsesión.
¡' p_g$_Ulq_Cls]a.y@éUde §ófocleg egtá rel acionad a con..Ia-eetrudq.
t@e-Erzudrerpon¿e rl¡ estructu'B ob§psi
pn
t¡¿* yo
egt€ Eentido gue
les decía debemos toma¡ este texto de
Totem y tabú como un texto relativo a nuestro tema en general, no
sólo en aguelloe capítuloe en que explÍcitamente Freud 8e ocupa
allf de la neurosir obs€6iva.
7 - 1913 - La dispotbión a la neurosiE obeeaiua.
8 - 1916/17 - Leccionea 16 a 19 de la¡ Leceiones introductorias
al peicoanól¡c¡s de las que noc comenz&mos a ocupar en la cla-
se pasada. Funda¡nentalmente la lección 17 cuyo título es
El aentido de loa e(ntomaa.
9- De eae mismo año oho trabajo que se llama §oáre hs tra¡u-
mutacionea de laa pulaionee, eapecialmente del erotiemo
arul,
10 - Finalmente hay que mencionar el texto de 1926: Inhibi-
cíón, síntoma y dnguEtia. Eg en este texto donde Freud pro.
siguiendo con la¡ hipótcsir que ya había constn¡ido sobre
la neurosis obsesivao se ve obligado a trangforma¡ una s€rie
de nociones de zu t¿oría para ponerlas de acuerdo, hacer-
las congnrentea con una cantidad de cambioa que fueron sur.

88
giendo sobre todo a partir de Móa alló del principb del pla'
cer, y a partir de los textog sobre el Edipo femenino.
Es aüí donde Freud üega a poner en un lug;ar_central a la gqgtre-
qlon +-a-la- ar-rgu¡tis-de ery!-f.acÉrr X ta-tónsecuen c ia d e e ff«i-él l o qu e
iamos a ver aparecet en Inhíbición, úntoma y angustb, donde Freud
va a proponer que la cue¡tió g¡contral eA lap.-4-lstiot¿p.e-¡ún¡ch¡¡a¡¡et
tbtirxu,, hist€ria, obaesión y también fobias -a eata altura incluidas
'en
la eslm[ñ ñeüiBña-como una?i-lls dos formaE de la histe-
na-, que e8tos treg

A.: Freud habla de doc teorlaa de la aqastia, ¿por qué uated diee
que eo una?
P.; Afirmar asf, categóricaruente, que en Freud no hay doe teorfa¡
de la angrrstia, e8 una afirmación de la gue me hago responsable. Es
decü, no la he tomado de ningún oho lugar. Indudablemente es una
hipótesis que tiene una fuerte influencia de la lectu¡a que Lacan hace
de los t€xtoe de Freud y básicamente para que tengan una cierta idea,
por tomar el punto má¡ delicado, habitualmente cuando se efirma
que hay una segunda teoría de la angrrsüia en Freud se dice erto -y
sí er:ónean¡ente- que en este texto de Inhibición, aintoma y sngtts-
úia, aparece la noción de Ia angustia como señal de alarma Esto es
incorrecto, incluso gi ustedes leen el dicciona¡io de Laplanche lo van
a encontra¡ de esta manera, se afirma que Br¡rge eata noción a partir
de este texto de Freud; eso no ee cierto, surge mucho antes. La en.
contramos ampliamente desa¡:ollada en las Leccionee introductoriat
al psicoanáluis en 1916-1917 y también en estos primeros textos
freudianos anteriores a 1900, por ejemplo, los textoe sobre la neluG
sis de angustia.
Es decir que de ninguna nlaner& podemoa habla¡ de una segunda
teoría; al menos no en el sentido en que lo hacemos cuando deci-
mos que hay una segunda teorÍa de las pulsiones o cuando decimog
que hay una segunda teorÍa del aparato psíquico. En esos ca¡os sí
se puede afirmar legíti-ramente que hay una segrrnda teoríg donde
Freud portula la existencia de una pulsión de muerte, implica una
mptura enorme con lo gue fue el primer plsnteo que hizo Freud de
las pulsiones. La segrnda teoría del aparato psÍquico que propone
estae tres inrtanciaq eIIo, yo y superyó, impüca también una diferen-
cia ma¡cada con lo que conocemos como primera topica y genera
problemar acerca de cómo poner esa primera t¿oría en relación con
la segunda
Nada de eeto zucede con la llamada eegrrnda teoría de la angrrsti4
no hay ningt¡n cambio radical, no apsrece nada como nrptura en cier.
to momento de la obra de Freud. I{ay ef doe maneras di¡tintas de de-
finir a la ann¡s'tia peto ambaa eatón desde el comietuzo y Freud las ,

ua tmbajando a lo largo de toda su obra y lo que ocrure en Inhibi- l


ción, síntoma y anguotia e8 que consütuye el momento en que Freud I
logra unifica¡ estü diferentes nociones de la angrrrüia con lae que él
89
paüló en 1806. Ecta fue, ¡lntétlca¡nente, ml propuesta en el trabaJo
áe opodción con que rendf el concuno de Peicopatologfa. Espero po'
der publicar eae ürabqio a la brevedad y, si a ustedes les interesa,
podrán encontra¡ aüf mrÁs elementos para responder a esa pregunta.

CABACTEB Y NEUROSTS
En esta lista de üextos en los cuales Freud va elaborando las nocio-
nes que tienen que ver con las neurosis en general y con la neurosis
obsesiva en especial debe incluirse el historial del Hombre de los Lo,
boe aungue no nos podremos ocupu de él este año.'Ianrbién se sue,
le inclui¡ oho texto de-!§p$gue lleva por bítulo §! ga,gigle_r_y el ero-
t§gggJ. Que este texto aea incluido como prirud"do lñ 6llfll6?ñdtT'n
frotidiqnu do lo nou¡orla obcorivu, prurcn[u nlgunoo problemas. Sobre
todo ¡i da lugar a que el carácter onal er¡óneamente pase a ser Uama.
do cardcter obseeiuo. Freud nunca lo llamó así, cuando se reñere al
canicter üce ca¡icter anal. Si leen ese texto de 1908, van a vorificar
que a lo largo de todo el texüo, Freud no menciona la neurosis obse-
siva ni una sola vez. Y no porque a esta altura no hubiera trabqjado
guficientemente cierta cantidad de nociones en relación con la neurG
sie obeeoiva, como vamos a ir verificando a medida que vayamos tra.
bqiando. ¿Por qué no me¡ciona a la neurosis obsesiva allí? ¿Por qué
ee olvidó? No la menciona porque para Freud en ese momento son
dos nociones diferentes. Recién en el texto deJ9l& Lt jjppopip.ión c
ta neunodt o,bsesiu-(.la organización údico.anat será É6i[ilá?lá óomo
predisposición tanto pa¡a la neurosis obsesiva como para el llamado
car.ácter anal. Pero esto no quiere decir que tengamos que confundir,.
una cosa con la otra, el ca¡ácter con la neurosis. Al final de este tex-
to del '13 Freud explícitamente establece una oposición. Les cito
t¿¡h¡almente la frase:

". . . la comparación entre tal modificación del carácter con la neu-


rosis obsesiva ee interesantÍsima . . .".

Al afirma¡ que eE muy interesante comparar estas dos cosas está


¡diciendo que son dog cosas distintas, por eso es posible compararlas,
I Establece allí una cantidad de rasgos homólogos entre carácter anal
ly neurosir obsesiva y establece también Ios rasgos diferenciales. .El
karáct¿r anal ¡e dpfine por un trabqio de transformación de la pulsión
[eádico-anal, tranilórrñáci6n que rd llora a cabo, según las nóciones
lF:dyy'-p-gdi!ry"i.r,ii,"rg:.,Pll*",lrti.l:**:rt1ryl
te aI mecanismo de la zublimaeiÓ-nv también Io que él llnm¡ fstrna-
ción reactiva con Io cuál se obtiene este c€iiáGer que Freud define

ffiff
d?Ñ.-.fl* Q,t
e'xir"-... p',?f"l?h3üi"ütJi,[,:i'"t#ffi
!
f ;'f,
iéf ééoiióniico muy intensificado puede lleva¡ a la avaricia y la tena-
cidad exagerada puede implicar la obstinación. Pero, ¿curíl es la no-
eión fundamental a de¡taca¡ en esta comparación entre carácter y
nourolia obaosiv¡t Que Jurtamente por el trabqio de eublimación de
restar pulriones o por su transformaclón a travé¡ de l¿s form¿cione¡
\reactivar, ¡e -trata acá de digüinto¡ mecar¡ismos y proceaos gue funclo,
nan apoyando, coneolidando
-iisió la reprcsión. Es decir que son mecanii.
qüe Freuá lá¡ni
lDreston eltcu¿.
@
I- Y justamenüe
J----
Ia neuroai¡ ee ca¡acteriza por lo invereo a esto, la-
noción central de l'reud relativa a las neurosia apunta a U¡l¡¡Cgs¡f
-repreeión I

{.1 lg_§gq¡fg-.n. No a la represión lograda sino a ki qud


fiacasa parcialmente y gn Ia medida en, gue fracasa ee produce un.rq
.lr¡"p ql.g.lp, ¡epri¡nidq. Tratándoae de la.s neuroaia, este rqlelqg.dg]o
iql?$gtido se da fundamentalmente a través de loa eÍDraden, Los gín.
tófiiás gon entc¡ncee -en términos de Freud- esta6Eñü-¡cacioneg o
,rotr.¡ño¡ tl0 lo [¡rcr/r¡sclonü0, ulr rotorno «Jo lo inconnciont,o roprinrido
por el fracaro de la represión.
A.: ¿Cómo podemos entender esto de la represión lograda o efec.
tius cuando en--el aeminario III Lacan dice oue la reoresión y el re-
fi
r o r n o d. e I o r i m j d o e eF f dñ ffid"' tfn ¡ m
¡i ;mf,i i\ ffií6t¿.*
ñ-os e n tenffi-ló {o de-¡; rep re s ió n tb üí6Tlñ u { c dnt ex to io p o-
demos ubicar?
P.: Ya vamos atrabqJar erto, cómo podemos reconocer eato que
dice Lacan en los textos de Freud. Para comenza¡ vé adelantando la¡
hipótesis primeras de Freud, y después vamos a i¡ mostrando cómo
Freud va modulando esto. De todos modoe les adelanto que no bay
contradicción entre eaas expresiones de Lacan en el seminario III y
la¡ de Freud. Allí Lacan no se está ocupando de la opoeición entÉ
neurosis y carácter sino entre neu¡osis y puicosir, de modo que el
contexto, el problema que está considerando es difer€nte. eüe en
este caso las afirmaciones freudianas y lacanianas sean congnrentea
no implica ain embargo que riempre sea así. Tengan en cuenta siem.
pre que cuando afirmamos que Lacan produce un retorno a Freud,
que produzca un retorno significa quo vuelve a la problemática freu.
diang a los términos en los cuales Freud planteó el problemg lo cual
no quiere decir que Lacan se limite a repetir a Freud, Volviendo a esa
manera en que Freud ha planteado un problema, Lacan lo eigrre tra,
bajando y en algunos momentos rescata afirmacione¡ de Freud y en
otros momerrtoi produce afirmaciones que no podemos decir que
sean rescatadas de Freud sino que 8on afirmaciones distintas. Es decir
que no siempre Lscan dice lo mismo que dice Freud.
En_eata pregulta que usted hace podemoo neconocrr ambos atpec-
toa. Veremos en tr'reud cómo ¡e va modulando osto, pero ademáe 'hay
en pregunta una referencia I algo que propone Lacan que va máa
-su
allá de lo que Freud dijo.
A.: (Pregunta no gabada).
P.; Su pregunta es muy pertinente en relación a lo gue estamog
tratando en los prácticos y viene al hilo en ede tema ya que üí apa.

{1
recen ostos r"sgos de ca¡ácter pero no en relación a una neulosi8 ob-
aesiva d¡¡o en rplsción a una estn¡ctur8 perversa. E¡ decü que se trata
decorar,que tanemos que dlferenciar. ¿Por qué er importante y por
quú me dctaryo sn üocntuü crüo? Porgue e¡ dcma¡lado comrln elta
co¡rfu¡lón. Y entonce¡ 0! muy eom{¡n qu€ 6n el momento de la elabo.
raolón dlagnórülca! gu6 or uno de los obJetivos que nor planteamoa
pa¡a el tnb{o 0R ettt mst rla -quo urtodot ortán on oonr¡lolonor d0
afiont¿r ¡t¡ t¿¡oa do lormula¡ un cllagnóstlor, fl muy fresuento
que frente * esta tarca de formula¡ un dlagnóatlco qulen io hace em.
piece a gt¡iarae par¡ establecer el diagnórtico de neuioais obsesiva por
loe rasgoe de ca¡ácter, y eeüo es eEóneo.
que el problema es más amplio. Que ha llegado in-
- Podemo¡ decir
clu¡c r Ceforma¡ la noción freudiana de nouroois obsosiya que más
bien l¡ ldea que clrcula on el longuqjo común onüro anulisúai -vere.
moa deapu& cómo se originó erüo-, entre peicólogos, entre psiquia-
tra.o, ea gu9 9l net¡rótico obsesivo es un sujeto ordenado, pulcio, ótc.,
y no es- arf aiempre. Ustede¡ van a encontrar esto¡ rasgor do caráctei
on muchftlmot rqJetoo quo no ror¡r<.rnt.lon u unu octructüru obuoolvu; y
los van a encontra¡ I veceg aí, a veces no, en sujetoe que responden i
una estructura obsegiva
No podremoE ocupsrnoo globalmente de este tema de las relacio.
nea entro neurogil y carócter gue en los porüfreudianoe ha alcanzaclo
un extenso deaarroüo, divereo y poco preciso. Freud mlsmo no ubica
ecta cuestión eiempre de la misma rranera, Sobre todo en sue textos
poctl'mos. Por ahora lo importante ee que no establezcan una_Gquiva-
lencia automáüca entre carrictgranal¡r estructur-a obacsiva, á¡í óomo
veremos qneTañp_- hay que estableAella - entre el llamado caráCter
paranoico V la út¡r¡&¡n-ffinoica
EL DIACNOSTÍCO Y LA VASIEDAD CLINICA

La¡ nocionec de Freud admiten una ca¡rtidad de compoaiclone¡:


{u! de ertar pubioner parciale¡ cierta parte de ellar haya sido elabo,
rada a partir del carácter, que otra parte tenga entre óetos destinos
puloionalee, el dectino de alimenta¡ una neurosil. Erte tipo de ca¡ác.
tor Io pueden encontra¡ tambión en un obsesivo, pero no e8 a truvés
de eso que urüedea van a hacer el diagnoetico. Lamentablemente en
Ia actualidad para eatableoer un dlagrórtico de neurosia obaesiya Eo
suele fundamentar en erte tipo do con¡ideracionoe, y do eao modo
¡e va con¡üituyendo una eepecie de modelo o de tipo únlco, que ea lo
que ustedeo no tienen que hacer. pa¡a ir acgedigq4p.-slggpgi.gSg-q
!l.,dif.gg§g e-stryS¡ras l9 e qq _ti en en
.o g-qug$cer_ñ@ssp
g¿tratarde_trq@g-yqfi a¿uñ!ip_ó_O§seaiVol,l.lTi-potTrrñEoi"t".
por esro que noeotros les proponemos la nocióh de estrudura.
r:,s
lay argo
Hay algo en lo que vamos a insistfu de diE[ñ-E-ññEffiGñllclas€
de hoy, algo que Freud remarca mucho y que Lacan también acen-
tua : esta cuertión freudiana de que la neurosia obseaiua ae.preaenta

42
Lqq¡¡n Ilama.a es!o-fq. ener4e
ús-.' En'cierto momento créí
qfeato era una indicación lacaniana, zumamente pertinente por
9i9rt-o, Deepuác adverüf que era una confirmación má¡ de la pró[.
jidad- con que Lacan leyó a Freud, re¡catando de sus textoj algo
quo fue- totdmente dejado de lado por loa "ortodoxor', poet.freu.
dlano¡, Mfu adolonh vamor a vorlflonr quo stto no eB un invenüo de
Lacan, que acá Lac¿n vuolve, rotoma algo quo scüú sxplfaltamenüs
en loe textos de Freud. Los obseslvo¡ ro pros€nt¿n on la clfnica de
muy distinlas manera§, hay muchas formas de neurosls oboerlva y
v¿rmos a ocuparnos en su manera de presentación en cuanto a la
descripción, en cuanto a la fenomenologa de la estructura obsesi-
va, ne una fenomonología muy variadq de modo que uatedes van
a encontra¡ que hay muchos obsosivo¡ quo no ú0 p0r0c0n on nada a
otros obsesivos.
Esta enorme variedad clínica de la obeesión.está planteada en
li'roud on rolación a la neurosi¡ misma, Pero para nosotrog este pre
blerna re complejiaa mú¡ [oduvla tludo quc no quoro¡noa plnnioor
estas cuestiones solamente en términoe de neuroair, no solamente
en términos de estructuras patológicas, sino que Io queremoa plan-
tcar como gflililfrg/A¡ -§Uhieriy¿s. Entonces, ai planteamos esta dife-
rencucron os p orq uI pt¿¡niññ-rrs una ga[pr.gf gin,-phssÁiy¡-cn.ln §,gg'
.

no
- Hay
necesariam.gtrtg_hAy.*Hlg¿frUl9qls.
-
sujetos de estructura obsesiva que a lo largo de su vida Uegan
g desencadenar una neurosis; hay ohos que nunca la desencadenan.
fTenemos que encontrar cr¡áles son los rasgos diferenciales de esta
'estructura más allá de los rasgos que la definen cuando ya hay una
neurosis desencadenada- Y estoe ra8go8 no son necesarlamente ras"
3os de ca¡ácter.
Entonces esta cuestión de la va¡iedad clÍnica se refracta en dos
dimensiones, en doe sentidos, Por una parte, hay va¡iedad en cuan.
to a la forma, y esto es lo que Freud recalca, porque Bue nociones,
su trabajo, están aplicadas fundamentalmente -al menos de una
manera explícita- a la noción de neurosis obsesivg a la patologa.
Y é¡ allí recalca que no todos los casos de neuroeis se preeentan dá h
migma manera.
,)qíq.3e.J¿r&g¡Ug¡i& los distiñtú
_
Pero a eato tenemgs qy9 agregü lo que podnamoa llamar la_di¡gg
momentoa en su desarrololla sea
ItrtrTfñdüiosi, üodavía no se dcs€ncadenó, ya 8ea gue ae des€ñcade-
nó pero estií en aua primer<,,s momentos o ya soa quo nos encontro
mos con un caso donde hay una neurogi¡ que lleva unos cuantoe
" años de desarrollo, entonces se nos presenta de otra manera.
Les doy un ejemplo de esta última situación. En la clase próxirna,
en que retomaremos este tema, inclui¡é algunos ejemplos de las ante-
riores situaciones. Un sujeto que llega a la con¡ulta porque tenía
una idea que provocaba en él una angustia muy intensq la idea de
que había matado a Aramburu, Por este dato ustedes pueden fecha¡

48
cuál 6 el momonto histó¡ico en gue gueda ubicada la con¡ulta. Tal
como veía¡no¡ en la claae pas¡dg no ae trataba de que el sujeto creye
ra en ru idea, él sobla que eato no era cierto, pero eso no mitigaba en
lo má¡ mfnimo ru angustia y ou tertor, má¡ todav¡a, él ee hacía otroe
plent¡or quc lo ¡cercábur mú¡ ¿ un planteo dsllt¡nte. En todo orrc
úl nbh qu. no or0l¡ rn ru ldcl, ptro ¿y la pollofr? Lr polloír rl po.
df¡ oncr. A pa¡{¡ dc o¡to podemor tr vlcndo lor dt¡ttntú oomponrn.
tor qur Frsud va determh¡nds, dlsühü¡¡ oattgsrfr¡ dc ¡lntoma¡ de
la neurorlr ob¡aha Er a partlr do osto guo ol ruJoto comlenza a dor¡.
nolla¡ una canüdad de actos -y8 no ¡e trata entonce¡ de una idea
obsoslvs cino de actor-. El tenía en su casa un arrna, un revólver que
habfe ¡ecibido como herencia de zu padre, que a Eu vez lo había re
cibido de ru padre. Egtá claro de ests manera que rc trata casi de un
a¡ma de colecciór¡ pero pa¡a este sujeto el hecho de que él la tuviera
en tu cara pars 18 poücía podía funcionar como cigno verlficatorio
de gue cfec'lir¡aucnte él habfa eldo el a¡e¡lno,
De manera que empleza a de¡a¡rollar una sarie de actor parB €scon.
der ecte objeto, lo entiera. Decpués, por eeto mismo que Freud des-
cribe, que- lo¡ gc!$.a lo largo del tiempo van cambiando au sentido y I
Itegan l¡rcluEl tener un ¡entido,lnvet?o, Ia obaosión e¡ conoctado
oon eito; si la Éóltcfi llsgo u mi cnm y 'üo quo yo oacondí ol rovólvor
y lo enterré, eoo sf que es la verificación, la prueba de la culpabül-
dad. Entonces re dene quo dedica¡ a deshacer su aqto. Erto ea algo
gue ya habfa ma¡cado üamblén, qus a veq6t lpl .l-c!ql_ -obsesivo¡
te : u¡ !i9mp_9 pg ql
un*tiió E-cicatenFl6ITlñtiñfi-f,póf quó? Porguo para dlflcultar que
erte objeto fuen encontrado lo había desarmado, cada pieza la habla
enterrado en lugarec distintos y entonceo logra encontrar algunas pe,
m no log¡a encontrz¡ la¡ otrao. Podríamos regub, petp me pa¡ece que
con elto ec rt¡ñciente pa¡a que ugtedeo oe den cuenta de que en este
car<, rc trata de un¡ neu¡osit obee¡iva que ya llegó a un punto basüa¡¡-
t¿ avanzado ern su desarollo, podríamos deci, más o menos equipara-
ble al punto en el que llega el Hombre de las Ratae a la consulüa con
F¡eud.
Tsl vez el Hombre de hs Ratao Uega en un momento todavía mri¡
¿vanz¡do en el aentido de gue podnamos afirmar allí que incluso la
Ea¡rderencia con Frtud ya eotaba incluida en el ¡fntoma. Ustede¡
raben que utüet do lr a vor ¡ Froud octe hombre habfa leído ulgunua
dc ru¡ obtr¡: Palcopatobgla de la uida cotidbna, Le llamaba la
atención l¡ dmilitud de la¡ cosas que Freud decía allí con las cogas
que a él le parabur, uf que no caroce de todo fundamento decir que
lo que de¡encadena y motiva la consulta --todo lo que ocurre a partir
del encuentro con erte penonqje que Freud llama en el historial "el
capiüÁn cruel"- era ya un efecto de la trangferencia con Freud.
De toda¡ maneras aprovecho para recalcarleg otra cuestión: la co-
ne¡ión enüe lo¡ problemar, la¡ temática¡, las preguntar, los conflic-

41
tos si ust€des quieren, que plantea un neu¡ótico en su ¡íntoma con
los problemas, las situaciones del conterto aocial.
Fíjense que de alguna manelia lo que erüe sujeto del que les acabo
de hablar traía en su consulta, eete terror tomando como objeto a la
policÍa que lo podfa confundir con quien hahia sido el asesino de
Ammburu, podemor dech quo el toror quc vive €lte hornbre con su
rfntoma no s6 muy dltorsnto dol quo sl¡¡¡nor añor derpuó¡, Edvsrtld¡
o lnadvortldamohtd, D6 Esnoralt ufa para üodoe,

;:ffiEs#üii[*r
¡lg {sto éxlste ri6-íóló*6ñ-f
Ia vida cotidiana del momento en que este euJeto llega a la conrultq
esta idea de que la policÍa lo iba a confundir con el asesino de A¡am'
bunt podía resulta¡ total¡nente ortravagante y sin embargo, si noe fi
jamoa bien, este sujeto obsesivo lo únieo que está haciendo es antici.
par doede su sÍntorna el ter¡or que iba a forma¡ parbe de la vida coti
diana de todos nocotros en un ciclo que abarcó uhos cua,r¡tos año6.
El hecho de que loa fenómenos nauróticor se planteen no sólo ¡in.
grlarmente para cada sujeto, sino hcluso que Ee plantean en la inti.
midad de cada sujeto, esto no quiere decir que no haya una conexión
con lo que de una manera amplia podemoe llama¡ lo aocial.
Iisto mismo podomos docirlo poru ol Ilombre do las Rata¡. No ¡6 ¡i
alguno de ustede¡ recuerda. . . en 1921, !'reudescribe Paicologhdc
lat maua y anóliels del yo, donde dess¡"olla la noción de eEtn¡ctura li.
btdinal de los gn¡por y la aplics fundamental¡nente a la e¡tn¡ctura li.
bidtn&l de la lgletla y a ls e¡tn¡ctura ltbldinel del ejército.
En rlgunor de lor pámfor probablomonto ¡uobrdarÉn quo úl atrl.
buyc a una falla cn la conrtltuclón do ert¡ e¡tructun ltbldinal cn ol
ejército pnreiano su derrota, y ahf dlce que es una ca¡acterfsüca de
ese ejército Ia enorme cnreldad, sobre todo la cn¡eldad que tienen los
oficiales en relación con log soldsdoe y Freud pienra que esta caracte,
rística ha funcionado allí atentando conba la coruiitución de esta'
üusión que e8 necesaria para mantener cohesionado y unido I un gru-
po, que ee la ilugión de un jefe gue arna a todos los sujetoe del gnrpo
por igual, de la misma manera. Aunque no eB en el ejército pnuia-
no ¡ino on el del imperio auatrohúngaro donde ocuron la¡ cücun¡-'
t¿ncias en que se deaencadena la neurosis en el Hombre de la¡ lla'
taa. El encuentro con el capitán cnrel eg un episodio anecdótico o
aingular en la historia de este sujeto, es una contingencia haberse en.
contrudo con oaüo copitán quo cuonta oaor prúcticac do torturu, obc,
Pero ei nos ubicamog en esta oha perapectiva, no s€ traüa de una m0'
ra cuegtión contingente de un zujeto individual con otro zujeto indi.
vidual. Esto ocurre cuando él debe incorporareo al ejército para eatar
maniobra¡ periódicae, es decir que él en eoe momento ae incluye en
un gn¡po donde esta cuestión de l¡ cn¡eldad eetá pueeta en primer
plano. En este s€ntido qu oíntoma lo podemoe toma¡ como un síntG,
ma ringular de egte eujeto péro lo poitemos tonia¡-tambiéñ-ói¡mo un
i r ntojiü-de' rie- if r¡F o. Eato ño él solam eñt€ v{tid ó'pqra_la s_ n eur oei.e,
es válido- ttpblg! ps¡c h! puicosia, E¡ decir que aun cuando lag p¡i' '
c-oiñ'iáffiCvte'iiceñ'por a¡ñ¡na incapacidad del oqieto para atontar
ciert¡s dh¡acions y problemao que le plantea ¡u üda en conviven.
oh -{o0r que tarnblón re lo! prcúenta a loo nsurótico¡-, y aun cuan.
do üeguemoc a decL que la pdcooi¡ e¡ una ectruch¡ra que no hace
lazo cocia¡; e¡to no quierc decir que haya una degconexión. Y que
¡ún en Io que podemor lhma¡ lo¡ ¡fntorna¡r en un ¡ontldo amplio,
de h¡ plbo¡l& r¡a!¡ot a enconh¿r t¡mblén «tar problemátloar que
oorsponden t un e¡cenarlo ¡ocial má¡ emplio, Lacan ye aflnna cr.
t¡r oolsr muoho ¡nto¡ ds ler pdooanallrüa, cuando todavfr cra p¡l-
qt¡tstrq cr¡a¡¿o él preoenh ru ¿€úit quo lleia por tltulo "Lo palcóeh
pamnolct y cua rulacip.ne, son la perrcnalldd",
Allf L¡c¡¡¡ rplata un caro y oe ocupa de analizarlo extensa e in-
tendv¡mentei er lo quo conocomoo como el caso Aimée, e¡ el nom-
brs que 6l ls d¡ r eüts prlcnts en el hlctorlnl. AIñeo üogr a rer la
paolente ds lrror¡r polflur on lo que ¡e llama el puqfe al eoto prlcó.
tlco cometc uñ t¿{o dellctlvp, va a bu¡car a una artl¡ta de teat¡o
muy fanon Gn Gto momento -lo que ahora podrfamos llamar una
vedetta-, la va a bu¡car r la sa¡ida de una función y la apuñala, por
lo menor lnt¿nt¿ haeerlo, entonces es conducida primero a la poli'
cfa, deryué¡ a otra¡ instih¡cionea que tienen los francesoe. En la po-
licfa la gente quc la rpcibe inmedlatamente oe da cuenta de que pue
de tratfirc ds un qleto pdcóüco. Entonce¡ Lac&n, que en G8e mo-
msrto trabqjaba como pdquiatra foreno.e, se encuentra con Aimée.
Lacan no deJa de detaca¡ ecta cuestiór¡ dice que, aún en est€ ca-
lo, etta flgura con la cual ell¡ entra en rivalidad eopecular y a la cual
decide apuñalar, -todo eeto que má¡ adelante Lacan va a inclui¡ en
la nocióir de la.qtrrMg¡9-p:o¡-u ael estadio.del eibqio=, dice que
erta llgun no c un p-roblema ¡ólo de esta muJer, Ia vedette e¡ una fi.
gun tfplca y unr llgura problemática para nuertra épocg ocupa un
cierto cn la problema¡ de nuestra cultura.

-Ca.sxe
ffiiildithoú términoo gue efectivamente han ¡ido usadoe en la his.
toria de lr pdcologfao en la hi¡toria de la psiquiatrla y aun en la hi¡*
toria del pricoanriliris, en lugar de deci¡ eatn¡ctura ob,sesiva poüía-
mos haber dicho peroonalidad obseaiva para matcar egta diferencia
con la patologfa. Muchos pricoanalfutas lo han planteado así, Despu&
de todo el üérmino pemonalidad es un hármino gue Freud utiliza. Uo
üedes conocen este t¿xto del '32 donde Freud da una de sus últimas
vueltas ¡obre l¿ regrnda tophe, ahf el hármino aparece en el título
dol trabaJo: "La dluhlón de h peuonalid&d ps(qulca,,,
La noclón de perronalldad que Freud uaa e¡¡ eae trabqJo, juetamen.
te la hipóümi¡ fundamental eo que si 8e trata de una peraonalidad oe
trata de la diubión de eea peraonalidad. Ee dect que podemoe habla¡
de personalidad t¿l cual Freud lo utiliza pero aiempre üeniendo en
cuonta que la noción f¡eudiana de pereonalidad alude diroctamente a

48
noción de--d¡vs¡fir. Y que no concuerda con la tradición que tiene
la, /--*-ry,#,¡rÉ-Ea.
es6-ñó¿;ióñde personalidad tanto en el saber peiquiátrico como en el
aaber psicológico, donde La noción de personalidad apunta fundamen-
talmente al criterio de la unidad, de la unificación.
Pero ademas eate término personalidad tal como ee plantea en el
sabor de la psicologfa y do la psiquiatría ed muy confu¡o también, ee
muy amplio. Preferimoe el término eatn¡stu¡a que Ee acomoda m$c¡..
a"laen¡etanssae"riErIdTEHfiaaffi *,
Erilir- cüüstlón de l¡ foimaniló'-ün"ülpo-ittjiñrilt6-y lletlii'de ahf
hacer el di¡gnootico conrtihtye un problema mucho mÉ¡ ampllo. No
rólo ro pl¡ntoa on támlnor da oa¡{süor, §l hs trut$tdo ¡obro todo sn
oso 0r porquo alll o¡ dondo mo pErsco quo o¡tá la dltlsultad mayor on
eat¿ momento; pero ao plantea también en rehclón a otra¡ ca¡ac'te
rísticas. Para menciona¡les otra: a l¿s relaciones de egtos ¡ ¡ eon
,91""9k9-§e¡to. E¡ en la estructun obs€¡iva
va¡noo ¿ observar esto que en el trabaJo de

aunada y la mujer rica e impueota.


Esto no quiere decir que todos los oujetoe de eatn¡ctura obsesiva
presenten esto en gu vida cotidiana oractsment€ de ests manera Nos
vatnos a encontra¡, sobre todo en casos de neu¡oeis glaves, que lar
relaciones con el oho sexo ¡on inexi¡tentea, o bien que ct¡ando el
sujeto intenta algo en este Bentido sua angustias y cu decorgnniza-
ción crecen enormemente.
Esta noción fteudiana de la degadación de la vids eróüca está
aplicada para la mitad ma¡culina, También hay una cantidad de cuee
tiones que glran en tomo a cierta ünagen de lo que eú una mujer ob
sosiva, Dn prlmer lugar el preJuiclo del que lm h¡blabs h otra vez,
hay mucha gente que todavla rigue crcyendo que rólo hay obro¡lvo¡
y que no hay mujereo obeerivar, com que ü¡ncamento no e¡ clcto.
Gran parte de las muJercs que s€ analizan son obse¡ivas, aunque a
veces no les guste mucho, sobre todo ¡i son analittar o pricólogas, o
estudiantes de psicologÍa (risas), Es como si hubiera cierto despreati
gio para una mujer en que su constitución zubjetiva rerponda a la es.
tructura obgeaiva. Pero a veces la coEa va mríc all¿í y, puede pa¡ecer
chistoso, pero ertas cosas ocuren cusndo noootroc di¡cutimoo loe
materiales antee de hacer la preeentación en los ateneo clfnicoc. A
veces, cuando preparamos estss preeentacÍoneo, noú oncontra¡no¡
por cjemplo con un materla] acerca del cual la peraona quo Io preson-
tu l¡u hccho on prlmcr lugnr la hlpót¿¡l¡ do quo to trata do una pa-
ciente hi¡térica, Tratamos de indagar a partir de quó rurg6 era hlp&,
tesis, y . , . varnoo viendo que no hay ningrn fundamento. No apar+
ce ninguno de los rasgos a partir de los cuales vamo. deflniendo l¡¡
estructuras y cuando ya no queda oho argumento esta peraona dice

t7
por ejonplo: " ¡Poro o¡iB una mqjer lindírima!". Ds así, esto existe.
Acl como existo lE idea de que el oboeaivo ea un tipo ordenado y abu-
rido, exirte la idea de que las histéricas son mujeree lindas, y las ob'
sesiraa¡ ¿nocessriamonte son mujeres feas?. Y no, no eo así. I{ay mu-
char mqJercc obcelva¡ quo no rólo oon lindaq también son muy
¿tracüva¡ y reductorar. Y las histéricss no eiempre resultsn atracti-
var, üto dcpende dc l¡ fonna y dol gndo de dennollo de Eu neurs
¡i¡. En ol steneo €n quo oe prerentó el caso de Franci¡ca, en que Be
trEtaba de un¡ mqier hLtérica, el relator d§o que por 8u modo de ve*
ti¡ p¡erntlba h imgcn de un¡ maestra jubilada. La imagen de la ool.
tcronl lr pucdm cncontns sn unr htstértc¡ o sn una obre¡lva. Y e¡to
püs oon lor obrclvo¡ ta¡¡btén. h¡ede haber ob¡clvoe seductorea. E¡.
t¡ td¡l por r¡puüto no ,urye dc la nada, hay una a¡ociaci6n ontre ¡e
duelón e hltcrh¡ peo ur¡E co.a c tora¡¡ esto on el nivel estn¡ctursl
y otúr c cómo le prlont¡ en el nivel de lo ob¡en¡able, de lo fenome
goló$co.
/: Xry El¡cionct ent¡e un regirtro y el otro, entrc el registro ae ü-"
Ictn¡cü¡¡a y el regirt¡o de lo fenoménico, y por supuerto que ee gólo
¡ t¡av& de lo obrcrvable que podemos llegar a hacer un diagrróstico
6tn¡cü¡¡ü La e¡ürr¡cü¡n como tal no ee obeewable, es hansfenom6
niea, pero sto no qu¡ere declr que hacemos diagnósticoa rnágca.
q€ntoi para hrcerlo bien tenemo¡ gue hacerlos a través de algo que
obcervrno¡, Pe¡p entoncrel lo decisivo allf es cómo va¡nos articulando
lo.quo ob*na¡no¡ para inferir a parti¡ de ahl qué estnrctura es la que
*.stáh¡eden
en juego.
crcontrar, en algunor catos, obaesiygg.-§gdgc.toll,!.pero con
cierto¡ rasgot, en era la_Ugldgedggiófr; que lee pueden hacer inferir
gue se trat¡ de una ecüructun obseeiva; no por eer ¡eductor o no Ber
reductor, dr¡o an cr¡¿nto a cómo funciona eoo en relación a la posi.

H,?"'ffi
ción rubJeüva Hay algo que Lacan destaca en relación con la estruo

m"'m?,f;.l:,:lt Él
"'#l'f;
un deporü¡t+ ce rfán de conreguir un record.
Ler voy E contar-Gn b clarg prórlma un caso de ecte tipo, un ouje.
to joven eo el cu¡l l¡ ¡educción en una cierta etapa de gu-vida pasé a
constih¡i¡ ru principal actividad, ¡e había convertido en una especie
de don Juan, pero rin embargo no tiene nada que ver con don Juan.
Pa¡a este tipo ecta tarea de aeducción era efectivamente un trabajo, él
hacía cto de rt¡ E¡anera como en otros momentos había trectro
otra¡ co¡¡r de er¡ ml¡na manere. Lo dejamoo para la cla.ee próxima
arí podemor continuar con el tema de esta clase.

L/I8 NIUBOPSICOSIS DI DETENSA

Voy a retooü ¡hor¡ a prrtir del punto en que habíamos dejado el


Juove pardo, su¡rdo h¡cfa roferencia a que la novodad froudiana on
torno ¡ l¡ lnvsuclón de h neurool¡ obsotiva radicaba en h¡ber Bgrupa.

4E
do esta entidad junto con la hist€ria. Al hacer esto habíamos retoma.
do nuestms clases sobrc la primera nosologÍa freudiana.
Me voy a ocupsr ahora en preeentarlee qué es lo que Freud cons.
truye sobre ests entidad de la neurosis obaesiva en los cuaho prim+
ros textos de la li¡ta que lee moncionó.
Debemos comenza¡ por el prirnero,
que es el t¿xto fundador de esa
ria y la neurosis obsesiva como do¡ de las forma¡ de neuropeicoeis
de defensa (la tercera, según eote texto, refiere a las pricais alucina'
torias), fundación gue se asienta en la poatulación de un mecqnismo
?e(quiáo dc la formaciá" de lot úntom¡q-comúnl-J/lJÚ,ldtWmi|Tdi
PEKIY
4!¡' quc en s¡ta con el de'
cffiue é¡te
cirlue cl primer luga¡ en que Frcud ex
é¡t¿ es cl cont-
tntye (ra tnta svldentemento de una con¡tn¡ccir y no aolamente
de una de&ripción) lo¡ dlfer"nto¡ momento¡ de un ml¡mo mecani¡-
mo paíquico que da cuenta ¡imultá¡rea¡aente d6 la formaeión de los
gíntoma¡ histélicog y obseslvoa. El cuidado gue Frcud pone en la er.
poaición lo lleva¡á a adverti¡le aI lector cuále¡ de ector momentc
¡on obseryables y curíles necesitsn aer objeto de una postulación.
Afortunada¡nente este habajo ya lo teneoos hecho, lo que noe
permiürá abreviar considerablemente zu comentario. Los remito en.
toncee a la cla¡e N' 36, ya publlcada en el cu¡demo IV, donde encon.
trarán un desa¡rollo algo más exten¡o y lec recuerdo ahora, a modo
de sínteais, Ia¡ cuegtiones principal€s.
L - AqypCA,jgnto _yrglgológlce. E¡ suficient¿ degtacar para eate
punto el párrafo inhoductorio: -
"Junto a eets teoría psicológica de las fobiu y reprctentaciones
obseaivas, por medio de la observación de enfermos se dilucidó un
aporte a la teoría de la hi¡teri¡ o, már bien, ou modificación, que pa.
rece da¡ cuenta de un importsrts ca¡úcter común ¡ la historis y a las
aencionada¡ neurogiE".
La denominaciün neurccle obuelua (Zwangrneurore) todavía no es
uaada por F¡eud en eote texto, lo hará al a¡Io riguiente en el a¡tículo
rcbre l¡ neu¡o¡i¡ de urgrltia de 189ó. Aqul utiliza la denomin¡ción
fobiu y rcpreaentwionea compuhluao (T,weagrvoretellungen) que de
be considerañe como totaJmente equivalente. Es decir que loo ¡Ínto,
mas aquí de¡ignados con el término fobia¡ son ¡íntomas obceaivoo.
'En ese momento de la obra de Freud la¡ fobias no han gido delimita-
da¡ todavía como entidad clínica independiente a es discutible si al.
guna vez alcanzar¡ verdaderamente es€ caráct¿r y rc deaigrran rfnto
mal --en un ¡entldo amplio- que so obs€rvan en cuad¡os noeológicoo
muy dirtinto¡. La denominación mi¡ma sintoma fóbbo permaneceú
problemáüca en la obra heudian¡.
Hay que llamü la atanción ¡obre la prlorld¡d expllcatlva otorgada
por Freud on eoo párrafo inlcial a la neuro¡i¡ obsesiva acüre la hist¿-
ria. Es decir que en él Frsud afirma habor constn¡ldo primorc la t¿o
rf¡ ds h¡ ob¡o¡lonor (lo quo on l¡ lrare ¡nt¿rlor Uamó onrayo explica.

49
tivo de cgto¡ ¡f¡toma¡), y poetetiormente por ertensión haberl,a apli'
cado a lo¡ ¡íntoma¡ de la histeria, de donde resulta una modificación
do ¡u teorfa. Eo decir que preeenta a la teor{a de ls histeria como uru
eotuecuencb de la teor{a de h neutoais ob&siva,
Sabemoo gue cronológicarnerrte e¡to no e¡ cierto. Que no responde
a la ruceaión de loc hecho¡ del habqio de F¡eud que fuvo como pun-
to de partida indudüle el egtudio sobre 18 hüteria. Pero retroactiva-
mente, por un8 necesidEd explicativa, se le impone el orden de su-
cesión inveno: fudo que es máB fácilmente aceptable que lar obaesio-
ner ruepondan e un mecanismo de naturaleza peíquica, ¡i se demues
tra que los ¡íntoma¡ hi¡téricoe rerponden al mismo mecanismo, en"
tonces re justüica la poatulación de un¡ teorÍa psicológica de la
higteria.
De est¿ modo, con este argumento, Freud no necesita pteeentar
a la nah¡raleza prfqúca de l¡ hisüeria como un pootulado inicial sino
quo la derlva, l¡ deducs, de la teorla de la¡ ob¡eaione¡, A partir de er
te nomento ye no ocupa enhe sug nociones el lugar de un arioma,
podríamoc decir, rino de un teorrma.
Que &ta ec la lógica que preside este párafo se confinns en au
partc ñnal donde 8e ve que si Freud incluye como te¡cera fo¡ma de
neuropsicoair una entidad tan di¡ímil como la¡ paicoeio alucinatoriae,
lo hace pan apoyü ese mismo propósito:

"Ademá¡ tuve oportunidad de inteUgir algo sobre el mecanismo


peicológico de una forma de afección indudablemente paíquica
(dertacado mío), y a raÍz de ello descubrf que el modo de abordaje
por mí intentado establece un enlace inteligible entre eetae poico'
si¡, y la¡ do¡ neuroab ya indicadar".

Anot¿mor ü¡¡almente que Freud ya usE aquf el tármino neuroi¡


pan ¡eferine a la hi¡tcria y la ob¡e¡ión: "la! doa neurosis ya indica-
d¡r". Pgro ¡l lo hace de esta manera er dgriendo el u¡o general que
tcnfr ¡e tórnl¡¡o sr la p¡lqulatrfa. No ¡s tnt¡ todavfa del uro erpc-
cf[camentc l¡o¡dlano que ru4lrá un año má¡ t¡¡de por su apUcaclón
a b enüdd mi¡rn¡ de la "neutosis obsesiva".
En ctranto aI mecani¡mo de formación de loo ¡íntomas, conviene\
dividirlo en do¡ prntoe: la predirpoaición y el síntoma propiamente/
dicho.
2- Conatittrye la primera fare, la-opelap!ón ini-
de-qíntom¡sy consisñ en una diqq
Caract¿üÁi la fase iirici¡ como un esdm
conciencia'no e8 una noción de Freud, es de la
pdquiahía de au ópoca. Lo que es freudiano es sfirmsr que oe trata
de una operación y no de un estado, o con msyor exacütud, del
efecto de una operación. A Freud le interesa dejar rentado que la di-
gocisción de la conciencia no es un dato primario, enEe otra¡ ccar
pars oponene e la degeneración como teoría etiológica de I¡¡ neuro,

60
sig, Si esta di¡ociación no eE un rasgo primario debé"explicaree en-
tonces cómo surge. i

Freud propone que surge como efecto de un acto y califica a este


acto, cosa que puede pa¡ecer sorprendente en el creador del incons-
ciente, como un acto de voluntad. A menos que se aclare de inmedia-
to, corno Freud lo hace, que lqdajciq.-perdelibend.qa¡¡e"qeq-prS
du ce u n a c onsqgq-e¡ gi&q¡¡s edi o+ i nfq rI e ¡u p ropÓqitp.in i ci¿U

". . . la di¡ociación del contenido de la concienci¡ es la concecuen-


cia de un acto volunta¡io del enfermo, vale decir, que eB inhoduci
da por un empeño voluntario cuyo motivo ee poeible indica¡. Des-
de luego no sorüengo que el enfermo 8€ propon[l producir una
escisión de su conciencia; zu proposito eB otro, pero no alcanza gu
meta sino que genera una eacisión do la conciencia".

¿Cuál eo eate propoeito que puede ¡er deter:ninado en cada ca¡o?:


se trata de un j¡hnt0.dg-qlyidA¡. Ante una rep¡esentación inconciliq-
ble que zuscita un afécto penoso el zujeto decide olvida¡la. Lee dije
en aquella clase qlre no hay que detenerse aquí, que conviene preatar
atención al hecho de que Freud eostiene que@

samiento, la
ep.a,trÍg"
stificar renuncu a
dicción.
Por e¡o hemos ubicado esta operac
mos decir, del mecanismo de formación de slntomas, bqio el nrbro
de la predioposición. Freud se niega explícitamente a afirmar que eata
renuncia, el intento de olvidar, ladeqilión de apa¡ta¡r dcl psrua.

§tclon.
De este modo Freud en el de la
una posición ética. zu
i-r '..#
qer prcoulp
la prcoulpo$u[c'n
tugar oe Ia a ta [eorl8 oe-IE oegsneraclon que, cc
mo ustedes aaben, ee también una teoría moral, o más eapecíñcamen.
te tiene en su origen una fundamentación religiosa.
3 - Bl _mgcanisryo 1!_e_form.ación de loa athtglnas. Pa¡a da¡ cuenta
del medanismó, propñm@el ¡intoma Freud
formula un conjunto de hipótcsir que enuncio sin coment¡r:
a) El intqlo_d§_A]Uggl, la t¿rea de considemr a la repreeentación
inconóilñEil?omo uñiaiu¡ia, e¡ un imposibl;

61
, una vez qug est-árLchi_4g.Pqg-

b) hay un eguivalente que puede eustituir parcialmente a esa tarea


imposibie: el intento de debilita¡ la representación separándola de su
afecto.
c) la repreaentación así debiütada, queda excluída del trabajo de
asociación con otras ideas, conformando así el núcleo de un segundo
gnrpo príquico.
d) pero !e ha generado un nuevo ptoblema: gué hacer con.el afec-
rQ,__g-o_!_lg-_!gge- lg_gx.citqÉLqhatr tibte. H astá aqu f e I m ecanie m o
dC for¡nación delsíntoma ee idéntico para la hist¿ria y las obsesionee,
§r¡s-difeenciaUte_9rp!991p-o;-_doa_di!e-ren_tgqtrgdqs _e¡_slglgp¡99&_.
.esta excit¡nió;f--
e) en la hist€ria, la suma de excitación se traslada al cuerpo, y en
esto consiste un sfntoma conve-rsivo.
f) en la cbsesiva. e I af ecto p-e_ rm anege- -e4_]-q ps í guiq o_ ypor
asociado con otras repreaentaciones que de este
@6Eeliv-as:f, ri lentaj a ob ti

vía de Ia conve¡sión.
De eate modo Freud puede dar cuenta a travée de un.n[egaDisqo
.¡inico.-de loe ¡íntomas histéricos y obsesivoe. El ¡
eñünó f/'ldtt6'óáso tólo eii su'fase- final, él effi

ta Freud en el texto de las diferencias de panilisis motoras orgáni-


las.
co¡ e histérica.l, donde Iea mostré curíl es la concepción freudiana del
]cuerpo, la :oanalítiqa de cuerpo, donde acla¡a que si se tra:
Ita de la pa ñzo, to que está ef"cii"am"nte en julgo?§ /ñ ñ-
IDrcEen pueden entonceg considerar que el mecanis.
mo oe ión de la excitación a lo corporal, no e§
ü¡i f,alsónñTCEFdél'irf e'cto con otra' repre.
*iiuCdeñ'
¡en§g,lón_ y de cte mod6 pueden üériflóii' ñás cla¡amente
verifica¡ más hista
áiÁrambnie hasta
E'ütifiñfo-Freud ha logrado-unifiear la teorfa de Ia histeria con la de
la neuro¡i¡ obaeaiva.
' n¿st¡ en este texto una diferencia que no puede ser calificada sino
de sintomática. Lg=ltludeza de la¡ rep¡eseniaciones inconcüiabl,es
que como ustedes gaben es para Freud sierypfgge_jfd-ole_sexud,
"lurgen del suelo del vivencia¡ y el sentir Bexuales" dice en este tex-
to, no eetá preeentada como una hipótesi¡ necesaria sino sólo como
una verificación empfrica que, para el caso de las obsesiones, tiene
una vigencia unive¡¡al: "En todos los casos por mí analizados" . . . di-
ce F'reud; on cambio para l8 histeria la referencia es eepecífica para
loe sujetoe del sexo femeni¡o y falta esta aJirmación de universali
dad: "Casi Eiempre" traduce L6pez Ballesteroe, "las más de las ve.
ceo", regún la traducción de Etcheverry.

62
LI\ ETIOLOOIA TRAUMA?ICA HISTERICA EN LA NEUBOSI§ OBSESTVA

Dejamos entonceo este primer texto para pasar a ocuparnos del


otro trabajo que Freud, doe añoe más tarde escribe eobre este tema,
Nueuas obsentrcionee wbre las neuronaicosis de defensa.
, deben consi'
derarse en total continuidad. Coreoponden a un conjunto con el cual
Freud estaba preparando un hatado general al que pensaba titula¡
Paicología y Peicoterapia de las neurcsis de defenca.
A pesu de ests continuidad, eetor'doe trabajos tienen estilos muy
diferentes. Sería injusto afirma¡ que el primero ea metapsicológico y
el eegundo clínico. Sqbemoa hasta qué punto meüapeicologra y clí-
nica resultan pennanentemente conjugadar en Ia obra de Freud. Pe-
ro partiendo de esta afin¡ración podemos permitirnos decir que el
predominio del carácter clínico en el último rezulta asombroso, tra-
duce una riqueza clínica que no encontramoa en el primero. Aún
avanzando, y mucho, en nuev&§ hipótesis metapsicológicas funda-
menüales sobre el mecanismo de formación de síntomae que sigue
llamando t'defen8a".
Esta impresión, que se desprende de l¡ lectu¡a del texto, se ve
confirmada por un comentario de Freud en el párrafo introducte
lio en el que afirma que "lcs experienciaa que he tenido en los dos
úlümos años de trabajo", además de confirmar a la defqnsa_g.o-mo
núcleo dellqecanismo psiquico.de estas neurosis, "mEffi-iffirti]
á;'dtii una 6;se ¿línics ; lsieorti psicolósica"." ;'
;

Estas diferencias de estilo entre uno y otro texto, por llarnarlas de


alguna manera, no resultan sin consecuencias para la poeición relativa
de histeria y obsesiones. En el primero la histeria es colocada en de-
pendencia de la neurosis obsesiva. El inteÉs noeológico de justüicar
su inclusión en un mismo grupo y la argumentación cenfada en de-
mostrar un mi¡mo mecanismo de carácter psíquico para ambas, irn-
ponen una lógica expectativa que conduce a deduci¡ la hi¡teria de la
neurosi¡ obe€siva y t¿rmina preeentando al síntoma conversivo como
. una forma eopecial de falso enlace,
En el. aegundo, en el que es la orienüación clínica la que impone
la di¡ección, nos encontrarnos con la relación inversa; es la neu¡mi¡
obcesiva la que es presentada en una pooición dependienle de la
hi¡teria.
Ustedes deben recordal, por nuestras clases anterio¡es, que en e¡te
oegundo texto sobre Ias neuropsicosis es donde Freud, continuando
el desarrollo de su hipótesis sobre la etiología sexual de las neurcis,
propone una etiología eepecífica para este grupo nosológico, referida
a las experienciaa 8€xualea infantiles, traumáticas. Es decir que mien'
fas en el primero de los textos de las neuropsi_c. eCls_dg-dg.fe!§9,-gse
E- ¿eiia y-Eeura§!§sbqe'
siva, ery=bille{9Jgl+g-e9lg v9¡}$449. sue tenfa como consecuen-
.
ustedes r\ecorda-

lgg!oe- ex-
a sexu!
EÉ- asu muy la sexuali
cuando

Cómún a ámbas
neuroris, la eapecificidad que Freud atribuye a la neuroois obsesiva
se canct€riza por doo raogos. En la oloesiÓn, a diferencia de la his.
te¡ia, en eota experiencia sexual infañtil del zujeto predomina la gc-
qÉdg¡! IrpffñÍl{ed como eñ el caso de la-hisErrja, y esta expe-
riencia.¡exu¿L}¡¡ ¡ido vivengiada, llerad¡ a-ggbq @.pJgg_e¡. Es un
t¿minó que Io podemos traducír como plaóér o gocelión placer o
gozoaa participación, dice Freud.
Ahora bien, aquí Freud aclara, y es éste el primer punto en el que
me quiero detener, que todoe los casog de neurosis obsesiva -y lo
dice así, en todo¡ los casos de neurosis obsesivae observados por
él-, en el fondo -? hay que ver cómo interpretamos este "e¡--el
fgn(o", Etcheverry fuaduce en el hansfondr siempre he encon-
trg|¿4f-J-rer¡d*¡fntoma¡ hi4éri co s. Pa¡a. Io s c ü ñléi¡- ril cui¡o-dél
anñIisE-Ilega a mostr"r que eshín éñ relación con las experiencias
¡ext¡ale¡ de la niñez peto no con las experiencias activas sino espe'
cfficamente con experiencias Bexuales en que la posición del sujeto
ha aido pasiva. ¿Cómo entender esto de pasiyg-ll-aat_iyg? Entendá-
moalo de eata D¡anera: ido o seducto¡ Es d.e_g¡Lqge_§l-§Uj-elo
ha
-Ustedes aaben qué cuidado hay que poner cuando ge hacen a¡ticr¡-
lacionee de la¡ nociones de Freud con las nociones de Lacan. En este
punto podemoo hacer una articulación que les va a ayudar a entender
lo que aquí Freud eetá proponiendo al afirma¡ que toda experiencia
de actividad texual, de acción placentera, por premaüura que sea,
'jnrct¿pOh¿ il¿rrn" r'nn viyenCia-de.AedUgqóUl', es deCL Una-erpe.
riencis eq _le_gCe-fl8¡jqta_eq pasivo.. qs_gbjeto i de la peducción del
SE0;86-experiencia
'oodemoe órrispónde a lo que-, en térmiqoo. de-Lsqan,
llama¡ el encuentro del suieto con el dóeeo . del0t¡o.
encuentro, de.l-.quje-!q_gen:!_dp.!e.p del Otrq, al'
en que [e j¡6
c-ós, dóEe!-ó;-éñüñ principio ambi-
grro y enigmático, ci¡cuito del deseo del Otro, Estaex¡gnencia
Esta experiencia
e8 Por eso aIIíél afecto-
ifti a ea la manif * -it*u definición: ts-q45*tJ
qE_tac:ié n _{.e-l d eq e q_de¡.9tt$
@F"iáulauandona esta teoría de la etio-
logía traumritica de lag neurosis, uso esta expresión habitual para
cuestiona¡la: ¿qué quiere decir que Ia abandona? Que deja de creer

6r
en suo neurótico8, que deja de creer que estan experienciaa traumá-
üicas ln fantilcs conrtituyan hechos al¡lablar efoctivtmento ocurrldor;
ne p«rdría traüar dc cualquier experiencia modulada por la fantasía
dcl sujeto. La noción de &ntssía pasa a ocupar cl primer plano. Pero
recuerden ustedes que fan tasi.q_y_d-e¿eq, laq fautsÁía^$dadeseg, cons-
tituyen- en-elsisle_gra freüdiano la realidedJ»rquics. De modo q-g6
este llamado abandóno, ñál-que uniúnaono,-implica una genera-
f lización de Ia teoría traumática. El..momento del encuent¡o con el
)dg¡so- del Otro es up .nqgqerrto üitlqq Qüó'óñ'ólde siileto esfft
miduládo poñññ'Éitü-Glsiñgula¡es de iu historia, quó no lo po,
dremos localizaf cronológicamente, pero que debemoo suponer que
necesariamente ocune, se trata de-,una-necesidad .estn¡ctural. De allí
la noción de-Ian.tgsías güCiruria&
Si ustedes se fijan bien, esto er lo que Freud ha dicho en la frase
que les cité, gue se trata de una supooición necesaria: presupone
siempre una vivencia de seducción. De este modo aunque la etiolo '
gía específica de Ia neurosis obsesiva se cancteriza por los rssgo
de la actividad y el placer, por experiencias sexudes infantiles en que
el sujeto es el seductor, debemos suponer neceeariamenüe un momen.
to anterior, en que el sujeto es s€ducido, zu función ee pasiva y la ,
experiencia es haumática. Pero este tipo de experiencia es la que l,

constituye la etiología eapecífica de Ia histeria. Y Freud no se limita


a enuncia¡ la suposición necesaria de ese momento mítico. Además lo i
verifica en la clínica. Pone en relación los síntomas histéricoe con las i
experiencias pasivas, los síntoma¡ obsesivos con las activas, y verüica
en Ia elínica que en todos los casos de pacientes obsesivoo encuentra ,
también srntomas histéricos,
Lo que Freud está diciendo eB que

mos a encontrar esta refefenci¿ a cada rato pero sÍ la vamos a encon-


tra¡ a lo la¡go de toda su obra. En el historial del Hombre de las Ra-
tas esta relación de la neurosis obsesiva con la histeñlllamos a en.
dó-ntrar con Ia afi¡mación de que la neu¡osis ob,sesiva es un dialecto
de Ia hist€ria.
--t'n oiro momento, hacia el final de au obra, en "Inhibbíón, eínto
ms y angustb", eB decir deepués que ya ha propuesto Ia teorÍa sobre
el desarrollo libidinal (ha propueato ohas organizaciones libidinaies
anteriores a la organiaación genital y como coruecuencia ya dispone
de una teoría etiológica distinta a la que podemos encontra¡ en egtos
textos de Ias neuropsicosis, una teoría etiológica en la cual para dar
cuenta de la neurosis obsesiva usa la noción de regreión, una regre-
eión de la organización genital a la organización anal), en eoe momen-
to nos v{unos a encontra¡ con esta misma referencia en otros térmi- .

nos: una neurosis obaesiva comienza en forma de histeri¡ y a parüir {


la regresióñ-seóónCtifuye'como ñeüroeis obeesiva.
, de*Séa
' Ad urie-rñ-anefiiñ-de
-óhia;
énlóiñes, Clo laigo de toda gu obra

óó
t'reud mantiene eota hipótesis de que hay una relación de la neurosis
obsesiva con la histeria, en la que a través de variacioneS que traducen
lo¡ lnüo¡esos y laa nociones de cada momento de la obra de Froud, ue
mantiene una conatante: !q is obsesiva es una forma
I dút" de la histeria. la his-i neurosrs
-ffibre a
de las Ratas esta relación está expresada
en tdrminos máe estructurales: la neu¡osis obsesiva es un dialecto, es
una forma, e8 una variedad de histeria. Pero en lo§ textcx de las neu-
ropaicosis ia formulación evolt¡tiva es. más bien aparenüe. Este "en el
fondo" no permite una lectura cronólogica. se trata de una corusta-
tación clíniCa de un hecho estructural: la posición pasiva ante la se-
l.
á ptir"*i",
ducción es prirnaria, la ¡rosición prgblemátic¡-Pn
le.pesiEi¿; ;;abi";áUcil".qu"oup gli¡lietq§g¡¡o§'
ersu¡*o-se-so"l
gnteSt-dercoielgtlq es rnás cla¡e¡Bente-m¡nifj¡¡cte en l: |¡i5J
Lri
úiEma Crmulacién está expresada en términos o. Aún
así hay que tener cuidado en considerarla evolutiva. Freud rechaza
explícitamente que lo decisivo en ella sea el factor temporal, Ade'
más adviertar¡ la paradoja,
-Pero ry-lgtr¡1g-qg-g¡1 iyol ggiq!,qy-e .consiste
en una regresión. admi[ñ6llüdisGvbluñvaJios eñó-ontiitmbs
aIIí co'riñe p6puesta que se acerca mucho a la del texto de las neu'
ropsicoeis:

"en toda neutosis obseeiva parece existir un último estraüo com'


pueato por afntomas muy tempranamente formadog. Pero la es-
tn¡ctura ulterior de la enfermedad queda modificada por . ' .".
No nos vamos a detener en este texto ahora. Lo important¿ es te'
ner €rn cuenta que pgra Freud la neurosis obsesiva eB una variedad de
la histeria. ea uira fffiolucióñó-dé?i$ifta man6l
re. §i-Ió qüAemos Aec'ii en un s€ntido füéiie pnAtmoiliiimar:lg¿
ffiinot hbtéricos que wn obaqsiuos. Y en caso contrario hay una
la oposición histeria-neurosi¡
obeesiva no ee ercluyente,
Ecto es muy dirtinto de lo que oculr€ con la oposlcron neurosu'
p¡cai¡,-que ón canbio ea una oposición nosológica excluyente,§'
Lpv neuró¡i" no
h"v qsicogig trLJiggersare implica la neceaidad clE
osicionee que conforman la
no¡ologia freudiana no oon todas del mismo tipo, las oposiciones
entre lós grandes grtlpos nosológicos son de un tipo diferente a las
que se dan en el interior de esos gn¡pos.
La importancia de egtas nociones para la clínica es enorme' Ya
que Freüa constituye m noeología también con criterios terapéu-
ticoa, eato implica que en el momento de la práctica,-cup4Qo-@bla'
m os de la. !1n¡prt34g¡a_qge- Ue! x gl-dBg§tlic o p reYia-Üca¡qlg-n? o
del anáIisis, estamos Acentuando .gobre toclo Ia €Ulerencla neuros6'
pg"gg erites O" cómenzar un añrlUsis eí decisivo haber de'dErirta-
ó6
do el diagnootico de psicoeis, En cambio no üiene la misma importan-
cia en el diagnóetico previo poder discriminar una histeria áe una
neurosis obsesiva.
A esto agregarán, miás adelante, la cuestión de que toda entrada
en análisis impüca una histerización. Pero quedándónoe¿-ñr--ta
t¿fé¡i-d@ó, eñ la que ustedes han comenzado
a ejercitane en los ateneos, tienen aquí una indicación decisivá que
no, podrrin ignorar. Ya no ge tBta sóio de que un diFmóstico no se
uL:Ll§' rorrnular aJ.arilr_qe_]!-¡rp_9r_U__qe_-U!_ilrlto¡1ta_r¡i_Ee._¡nqgos,
oe_o§r re-rrnu¡ar aJ.artrlr_qe_]n _Fp_g,_U__qe_-U!_Srnüq¡I¡a_ ni_de. _¡nqgos,
sr.querem.os hace' q¡ diagnóstiq-.o._Cg. esttuctura. Es otra cosa, se tra.-
t_q dq que la_presencia de un sintóñá-ñEiEEco
nq tiene ninsun?iló
eru el__dia&l dilerenc
como iarnp"¿r -tó-
histédca.
EI pronóstico en un análisi¡ tampoco depende dbl solo hecho de
que el paciente s€a histérico u obsesivo. yo les diría mrís.
en la prá-c-
tica actuql _del -nsi c oqDí j¡is m u eh as veces el pf_on óstic_a.-de iende m
I

at t: *,!*$r* a* qr"lt-t^, q"" r


¿

te. No ee
'crerto rlue los anáIisis de obsesivos sean interminables, o-Gltc riesgo
de esterilización de la eficacia analítica con estoe pacientes. Esta di-
ficultad es atribuible a la modalidad particurar que tomó la manera
de analiza¡ entre los psicoanalistas déspués de la muerte de Freud,
e-n lo que de una maner& amplia llamamos post-freudianos. o anteg
de ru muerte- ya que en vida de Freud se óonstituyó una ,,ortodo-
xia" contra Freud. se^fueron agregando a las nocünee fieudianas,
locjoneg que no son freudianas, por ejemplo la noción de seitini,
traducida en castellano como encuadre. sé ilegó a hacer del6cua-
dre principal herramienta de-la-ffi- psicoa-ñalític"- er- p""a- e"ta
-la
modalidad de analüa¡ donde pueden sei váIidas aquellas aiirmacio
nesr ya que en este caso la estn¡ctura misma de la cura es obsesiva
y.¡-g*gfecto ¡i aUfT¡mnfe,s
zu óp óñ¡'n ásñ' tiffiiiri,
rnafi - peit€-.ri,
yIi§EIgoJ TiiEen
s
Io abandonan (lo que les vale calificativos diversos). pero aunque
es menos-frecuentc, Ios que-resi¡ten, llegan a lo que'llamaría el pe
noeo estado de una histeria obsesivizada.-

E§ENCIA Y MECANU¡MO

¿Cuáles eon ¡as düerencias que encontrarnos en este trabqio de las


"Nueuas obseruaciones 8obre las neuropsicosiE de defenu" en comps-
ración cgn el prirnero, además de la teoría etiológica que ya mencio.
namos? Específicamente con respecto a nuestro tema-de ia neurci¡
obsesiva nos encontramog entre uno y otro texto con enorrnes dife-
rencias que son laa que voy a pasar a recalca¡.
Sobre el mecanismo de la formación de síntomas histéricos Freud
no agrega mucho en esüe trabajo con respecto a lo que había dicho en
el anterior. Ahora ya no me esioy refiriendo a la óuestión etiológica

67
sino al mecanismo de formación de los ¡íntomae. En cambio, en el
mecanismo de formación de los síntomas en lae neurosis obseeivas
nos encontrarnos I osüa altura con una üooría aumamont¿ doeorrollu-
da y con una enonne cantidad de detaUes, tanto que es ftancarnente
Ilamativo que en estoe textos que eaüán separadoe entre aí por sólo
dos añoo, Freud pueda hacer una presentación de la neurosie obeesi.
va como áta que pasamos a ver ahora.
El primer punto aI que tienen gue prestar atención es el título de
sus diferentes capíhrlos. El primer capftulo, que eetá dedicado a la
histeria, lleva por título aimplemente La etiología específica de la
histeria, Pero el segundo, que está dedicado a la neu¡osis obeesiva,
no lleva por título "La etiologa eepecífica de la neurosis oboeeiva";
el título es nada más ni nada menos que &te: Dsencia y mecanlemo
de la neurosis obsesiua. Es deci¡ que aquí Freud no se propone habla¡
golamente de la cueetión étiológica. Freud ha escrito muchos textoe
anteriores a égte acerca de lo que podemos llamar eeencia y mecania"
mos de ¡8 histÉria, derd.e Diferenciaa entre laa paúlhia motoraa orgó.
nbas e hbtérlcae, Hiaterio, Estudioa aobre la histeria, etc. No hay
equivalentes a eBoB textoe en cuanto a la neurcie obsesiva en esa
época, ercepto este capítulo de la¡ "NueuaE obseruacbnes eo , "
E'aencía y niecanismo, porque eatoy usando la traducción dL t óiui
Ballesteroa, creó que si usen la de Etcheverry s€ van a encontm¡ con
"Natumleza y mecaniemoe de la neutpaie obaeaiua",
La primera cosa a destacar es que cuando Freud tiene que defini¡
eata eaencla dice así:

"La eaencia de la neurosis obsesiva puede encenarse en una breve-


fórqrula: lar representaciones obsesivas son reproches transforma-
dos de retomo de la represión y referentes siempre a un acto ee-
xual de la niñez ejecutado con placer . . .".
Ya acá uctedes pueden adverti¡ una distancia enoíne con respecto
a la formulación del texto anterior. Allí no aparecía nada de esto,
no sólo la cueatión etiológica, esta referencia a estas experiencias se
xuales vivida¡ con placer, sino tampoco que esencialmente en estas
repreeentaciones 8e tratara de reprocheo. Encontramos esto en Freud
en algunoo textos anteriorea -la cuestión de los reprocher- pero no
referido a la neu¡osis obsesiva ¡ino a Ia paranoia. Lo van a encontra¡
por ejemplo en el manugcrito H. Eeto que Freud en un primer mo-
mento había pensado de la paranoia: que lo que el paranoico repre
ch¡..9 ou penegridor eB una proyección de reprochee que él mismo
É hace, ac6 lo vamos a encontra¡ di¡ectamente en relación con la
xguldiíi oboeeiva, y esta breve fórmula que ya dimoe aquf al co
mienzo en realidad eB una eapecie de conclusión sobre un largo desa-
rrollo gue poetula Freud acerca de cómo eurge, cómo se corutnrye
una neurosis obsesiva. Porque Ia¡ neurosi¡. el sujeto las construve. ya
hemos hecho alusión a edto, hay un deearrollo. hav una diacronía en
la neurosis.

68
Freud a describir una serie *^ggr.fpgg*"^llna sucesión de pe.
rl -::-r-:i,_:::--rg
-Pñra "niriiil
9o-t¡8-ttuJ.e.ng 19 ¡qy rgsis g.!,sggiva,
él I os ffi-e*dñTñiíl i' I, 2,' S, óüridád ; óritü d i fe réñüés pe
rlodos quo lrroud pone en ¡orie so lor voy a proaontar dlstribuldos en
¡doa momentos.
(i)El Brimer.mom.''l,o.,que corresponde.al momento de la infancia,
comieñza con un período que Freud acá lo camcteriza como el perío-
do de la"inmoraüáad infan'tiI1 Pongan ugtedee el término entretó¡i¡i.
fffide oiurren las experiencias sexuales in.
fantiles que él ha ubicado como determinantee en el eurgimiento de
las neu¡osis. Pero de acuerdo con lo que vimoe precedentemente, a
este momento ya lo tenemos que considerar doble, es decir que q§,gl
momento en que ocurren las experienci
9tc,,gUe
n la postu
.que es-el

e la§+rpeng4gias acü;g¡s y el &i-'tae 9xp._eriengi$ p-flgi..


üas postuladas por Freud neceagllamgnk primems.y antíüórec
como primeraa.y
¡eceaar!4mente Como antárió¡es.
'Freud
Adviert¿n que ai bien atribuye a estaa.experiencia.e activa¡
los reprochee posteriorea, no deja de notar que lo que va a dar origen
a que el recuerdo de esas experienciae sea reprimid tor eficaz
en la repreaión, son las pri n

que sea posible la repreaión posterior.


ahora sí los dm momenta de la
-iguiendo
:onesp-gnd¿-al-neriodo de la madu¡ación se.
uaI
uma en que se resigaifican las k.jülj!¡ñffiffi
nmer88 expenencraS
v es allí. o
xuales t
es lo que F justamente en estos

Pero agrega que ,_t_euffios-p(¡¡loqraea l-c que él lla-


toma, ya que
el ió¡- Pero surgen aoí
r síntoma!_-primarios de
-d_e_Le_D§.l; ¿Qué
quiere deci¡ eato? Son formacigneE qu?se Cbniitruyen
qtlé-dC.i
.pga qpgygl.y_99-U§_oli.der Ia rep:e$éfr. Ejemploe que da Freud como
sÍntoma¡ primarios de defensa: incluyi!-acá el zurgimiento de pe_g¡l¡
.pl*o_q-o d" ys$S¿r_g_-g de igrcgnf:3llg'-§urgimiento entoncis que
tiene esta función, eet&f_iriü{ad, la de apoyar.y_Eantene¡Ja.reprc-
siqr. Por eoo no son síntomas propiamente dichos, sino síntomas de

60
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00
defensa. Y el término freudiano es síntomas primarioe de defensa.
Les leo el pá¡rafo:

". . . al recuerdo de aquellos actoe placenteroe se erüaza entonceo


un rtproche y la conexión en que 80 hallan con las experienciat
lnicinlos do paslvldsd haco poolble con frocuencla dospuéa de un
eefuerzo conciente su repreeión y eurtitución por un síntoma pri.
mario de defensa, escrúpulos, la vergüenza, la desconñanza son
síntomas de este orden , . .".

Y Freud entonces loo pootula como guatitutivog qglg!.Jgsgg¡dog

)fl[Oartii de eoTo-EE-ñ'iclq el tercer período que Freud llama deJ*


'tr4¿na¡¡¡t¿.s-que también llama de d"Igp§[.¡gg¡C& Iíjense que
c-ffido nogotros decíamos que en?etE-frabajo lo que Freud ubica
como predispoeición a la histeria y a la neuroris obsesiva aon los
acontecimientoe sexuales infantilea, en realidad con mayor precirión
debemos entender ahora que la predispoeición (por eso yo los aglu.
pé en este primer momento) a la neuroeis obeesiva eetá constituida
por eatoe trea períodos que corresponden a infancia y pubertad.
, Y que en principio eeta predisposición no implica por aí misma
que necesariamente se va a desarrolla¡ una neurosi¡. Es lo que cona-
tituye el terreno o la condición que hace pooible o probable que en el
adulto se deEencadene una neuroaia, pero que no necesariamente tie-
ne que desarrolla¡se, la cosa puede quedar acá, en esto que Freud lla.
ma entonces el perÍodo de la defensa lograda o de la salud aparente.
,EI
'o de "-e¡ ferqledad
propiampnte dicha
ct¡álea son las
con{iciones su_e-h¡cen4iejC_dggencadene_-esta neur¡»eis. nt dice que
puede aer algo que ocuira Oe una manára-casuat, áipontánea. pitri
dicho de una manera tan amplia quo podemoo entcnder que ao oakí
refiriendo en general a la historia del aujeto, a los suceaoo, a lar aitua.
ciones que haya tenido que enfrentar. O podrÍa ser también, agregE,
acerrándose a una hipótesis que es una condición neceearia má¡ direc.
ta, má¡ fuerte: que haya perturbacionea sexualeg actualee que eon lar
que funcionan como desencadenaÍiiento. Freud dice acá perturbacio,
nes sexuales actuales, con esto Freud se está refiriendo al otro gnrpo
de neurosis al que jurtamente va a Ilama¡ un poco más tarde neuruit
actuales: neurosil de angrstia y neurastenia, y gue en la época de este
texto denomina eimplementn neurosis.
El mo lad est{í constituido t¿mbién por tpl
temporal no imporüa tanto, son más
bieq distincioneg teóricas. El primero, al que Freud desigrra como el
de de las replqlenlcciane!_E§9-.
ciada¡ a , a este retorno de los recuerdos reprimidos

01
Gontfrdoa{büGl t¡cr¡o de la defsr¡a, lo ctul irnpllca el retomo
dc to rcprtnldo. En roalidrd ¡on do¡ murer¿¡ de nombn¡ un ml¡mo
hcoho, i
tcncmor quc hacor un¡ ruoerlón lóglca tsnamo'quc dcclr
üw'üh¡r,h drfan¡r prlnoo, 3l¡[pn ¡0o ¡tousdo derpuih, por'
{urcl'ttcro: ü_lo trprtntdo tuPont el.üro¡rc d¡ lr.drlmr¡.. Lo
dur rrtcn*'dtoa Ftu¡d' pucdc m t nto cl rocucrdo dc lar expcrlen'
olrl
o'tr¡ uudá
o'lr¡ rar¡lá
acur¡c ¡fil¡¡ld¡r
mrtntd¡¡
t?tt¡üort oomo lo¡
lor quq ol nrloto
¡sprochc qu
¡ot ¡sP¡ocnc
roprochc nrloto habfa con¡.
tnrldo o rdrdón r sdr¡ orpcrlenciar erudc, con e¡ta caract&
y
d¡ücr equf yt Do! qrconhr¡no¡ con-h
qu.
qu8
dlce Freud, pero nó dn
defotarclonsr y acá ya no!
&cflrüründ.'mtd¡ot con el tármino dc que wn fgrmwlonec de
EAI¡n¡¡&"
,¡ 'Ú
'
qu
d¡gb;'lo lqr¡f rstorm ron lor rccuc¡do¡ y lor nproche. ¡o.
EP9.p5il-?:gJ:.que BlrJsn srno en r8 oerotmaclon qr¡
ffi.3l*ro
ü,Iilrltrll¡r¡tulón dc lot s.flo$ Hil¡d tlcnc roá Il todo¡
r{rrAdt¡r
br doator con br quo yr r trrb{ar e\ Ia lntcrprctulón. . . . Er
t¡¡ilmadooa¡ do compromlo, gue ahon rcn ¡fntoma¡ prophrneo.
ü dbha;'rupodsr e¡rt¡mer¡te rl mi¡mo modelo que él va a apli'
clt i¡ b tqu¡,vr r tos patsdon¡ents el coatenido m¿r¡ifiosto de lo
erüor. or alnÉhoote el contenldo del *eño.
r;'1.',¡. .,titO,rI I t ty\ i.
Y I¡IDADCI¡MCA
)
úA
1r"¡¡ryry[!¡¡¡'pcfodo on cto momcnto pcrc quc Frnrd no to ln'
gluy¡'r H r¡h¡¡r dol t€trto, lo iacluyc múr adel¡nt¿. Entonce por
rt¡on ¿úuu utc otdlterc en blanco, Poquo a contint¡¡ción, y c
otou;rl..R¡¡tto dgrlonta cn cl gttc gt¡hrc Ponor cl accnto, frcud
ó:dadl6 a fro.tt¡lü $¡c lr neurodt ob¡edva no tlene t¡na foroa úr¡1.
q'y prril'drtln¡ut y r dercrlblr tro¡ fotmar diferunte¡ de neurcdl
of-úrn,qr,no ¡dl tod¡vfa lo quc homo llamado la¡ varted¡des clf.
ülclrt"f0iüa rrlr conpleJidsd dc la tcorf¡ de Freud ¡ra en erte prl.
nor¡oúantO dc n¡ el¡botulón rcbrs h neu¡orl¡ oberivq córno ya
'düdó ¡tá pdra t¿xto en quc derarrolla cn detalle ctar nocloner,
!r'ttúi!r uü fuAs c¡t¡tr¡o y muy importrnte a eeta cuctlón de h¡
v¡rhciouq oo l¡ fotu¡ de l¡ neu¡otlr obrerlva, pero ademár en dor
ffifi;iyitiuüiál¡ndo habta de e¡ta¡ trtr fo¡¡oa¡ que él va a dacrl.
ilr-todrvfr hor¡tl hrblando de la¡ varled¡do¡ clfr¡lca¡. Er ¡obre cta¡
b,¡ fot¡f¡qu¿ lueSo va e mont¡¡ lst vadedder clfnlca¡.
6l hr dirttngue €n funelón dc I lo
clrlo_¡g4EF!g_o-$lo._rstor¡5.gef ar8f
gllpche. ulco quc n8y un8 fonns -l¡
tft qüo oI obmdñ propiamente dicho {a repr+

'/r'
Ent¡clÓn
de ¡l

y por un8
logo no r..e-.fttaL Y acl¡n e¡pecffi@o¡ n¡stitucio,
ñü-Ef dóñde vono. en obra openndo d mec¡¡ri¡¡¡o dc l¡ reprerión,
aun cuando l¡ defen¡o haya Aasasado, ertc fraca¡o de l¡
delen¡a Io-
tenomos que entendet como un üaca¡o pa¡olt¡, ec declr la repnalón
fr¡cu¡a pero dgue ¿ctu¿¡rdo. Que l¡ roprcúlón üncq¡e no quiero deolr
que deraparerca, on rcüdad cambló dc fonmo. Acl Ssnen una prlmo
ra manerB de ¡rdcula¡ la
de lo ll§li¡ko,
como reaultado de s¡to prcco-
üq,la idea obs€siva puede rer,
dlce Freud, ufi "úsuüd¡.
porque loú dist¡¡rtoo caminor
quo v¿ ¡lgulondo h dots¡mrclón n voosr no ro llo¡nn l unlflcu y on.
tonce¡ dan un produsto que do¡de un punto de vl¡t¡ de h lódc¡
con¡ciente reulta una idea fta¡rcamente úsuda. Pero regfin cull
haya oido el 6po y grado de elaboraci6n,
el
como taL
I que rliáde obtiñÉ-óomo rfntoma, conoEu¡t¡do, unr
rcprorenüaclón normal quo B conduco como unr rtprrentactó,n ob.
reaiva. Eoto ripifica que cualquler ldea puede rot ur¡¿ rcprteoutadón
obcesiva. La acla¡ación de F¡eud e explícita y muy nítida recpcto a
lo que ca¡act¿riza al ¡íntoma ob¡o¡ivo --cl carástsr ob¡edvo dsl ¡fn.
tomn. Y aprovccho pan aclrnrld quo crd¡ voz quc rpr¡aco el tá¡.
mfuio qrfuter obuslw en F¡st¡d está u¡ado ea e¡ts rnddo: suando
él se ectá ¡etl¡iendo r cull e
la peculiaridad del ¡lntom¡ obrdvo¡
cuÁl s! la peculiartdad de h repruentación obredvg quá o.lo quo
la hace obeesiva, a esto lo llam¿ el ca¡Écto¡ obce¡ivo del ¡íntou¡- No
eotri habla¡rdo dcl carácter en el sonüdo en qus decünoc el c¡¡icter
o la penonalldad, nada quo ver con la cue¡tlón del cuá¿ter ¡¡uI ED.

dug

obredvar, ru
eomo tenlendo un Erto quiue
decir
Tlenan un
cci forzosói no pot ru contenldo -.acú F¡eud lo llrm¡ poÍru v&
Ior intrír¡¡eco-¡ llo por ru valor como rcpruatación o ldcr, dno por
¡u fuente. ,

.,}
c8
,LA
que Frcud dlrttngre ocu¡f,c cunAo lo
'que igJ.ul.ar_d? ¡or el recuerdo. et el &prq. .

chs--ta¡nbtén-con.Cefgrmacioñái, Ustedes pueden empezu


lne¡. U¡tedes emDeza¡ a nota¡
;Eü?tü6 eitü torma¡ no lon todavf¡ tar vartedaaer clínicar, porguo

E¡ó pa¡i con et rtcuerdo, ¿


todai la¡ podblltdader, dicó Freud. Puede roto¡na¡ ademá¡ del re'
proche t¡mU¡én el ¡ecuerdor con mayor o menor deformación,
iero puede ssr que el ¡ecuerdo no erté, y que se trate -ésta Bena
bpecfñc¡¡aente la caract¿rlstlc¡ de egt¡ rgrnda formr de que
lo- que ¡ptorna de la repreaión soa solamente el reproche, no el re-
cuerdo de l¡ exporiencia sexual .infantil, Este rccuerdo puede faltar
en ¡b¡oluto, dice Frtud, y esto nos genera -él se toma el trabajo
de rl¡¡a¡ coao te loa anHcipé en la clas€ paradr enormoo dificttl.
t¡ds dlagnócdcss.
R¡ede haber ¡olamente retorno del reproche. no del recuerdo. En
ctosGE-Iá-diñóúI-tad diagróaüica es eñonne, porque eg mli¡T fácil-
rnsrta qnfi¡UCtblo con una neur¿stonia o, aclara tanrbién, que st
¡¡uy f{cfl-tEAbirfi¡ndlr eon etto quo h páqutatrla asr¡pé bijo el
róhrlo de la..gelancolfa y de la paicosig maniacodepresiva. Y eeto
e an, mucnot caror quá son presentadoo psiquiátrióamiñtá como
melancolfa, pdcoanalítlcamente pueden reconocerse como neurosis
ob*tlw, como el tercer caso de la lección de l§aepelln que lee prt.
rntá l¡ ch¡a pa¡ad¡.
¿Quá otn csractcrfctlca tlene la deformaclón en el r€torno del re.
proctre en eoüa oegunda f orm a? N g-gó.¡g-eg".Celg{gt +-"plso¡ienido. r-¡r
n¡pnenbctonal -del ¡ep¡oche- §iog.-q,ue.ts- bién el afecto concomitante
g¡. tranrformade-en cualquier otro afecto dirplaciente. Freud da aquf
ejemplor, puede ¡er haruformado en yelgüSn*a en miedo hjf¡p."o¡-
$dggp, en tsidg.lgc¡s¡, en ¡rliedo.¡eliCicÉq etc.
-l¡do
'Tl de esta¡ formaciones de sÍntomaa que Bon retomos defor-
madoc de lo reprimido recuerdoe, sean reprocher-, (vean la
-ean
compleJidad con que Freud va armando su trama conceptual para
da¡ cusnta de l¡ neurosir obaesiva, ya acá en 1896), junto a estaa
lormacionel de trar¡sacción, en eote pá:rafo las llama con un térmi-
no gue lueg-o va I sparecer en loe textos de la metapsicología: *§illl
c¡cionea del i¡¡gonrciente, a veces traducido también como rdlóñ_oe
Aél ficdrucieñt¿, Sobie eite término Lacan va a monta¡ su téruinó '
dgjo-D*t.""" def incon¡¿ients, que no es exactamente igual. Junto
a estú ranificacionea del inconaciente, a eetos retornc deformados
de Io reprimido, ae van sgregando otrog síntomas de naturaleza dife-
rcnto que no ton -por lo menor en un primer momentcr síntoma¡
proptnm«rta dlcho¡ (en eete aentldo de formacioneu de tran¡ucción
por retorno de lo reprimido), a los cualee Freud denomina, por analo-
gía con los ¡íntomu primarios de defensa, defens&Jec¡¡rd¡ri+ Esta
defen¡a socundsria eohi conformada por medidas preventivar que van
of:9e1{1 pug. se .de büt€n I oe s in to mii,í rrio É ñ me n t e aichpp. §i
-f¡T,
0{
tlenen áxlto e¡tr¡ medidu preventlvar, et deel¡ e¡t¡ delen¡¡ ¡ocunds-
r{q en grüe momento podrls g€nsnñ€ otro perfodo de ¡alud apslon.
ts. Psro ya a erta altun lo már probable os que e¡üa¡ formaclone¡
que aruXieron como medida¡ preventiva^a paren luego a susüituü a la
ob¡o¡lón, es deolr qu€ pasan a ndqulrb un earáctor compuleivo lat
msdldar quo on un prlmor momonto h¿bfan ¡urgtdo pan adhr le
compuldón.
Advierüan qué trama tan apretada va conrtruyendo Freud. A ecto
es lo que F'reud denomina la tercera forma de la neurosis obaeaivg
donde la obsesión es transferida, es tr-¡sladada a la¡ medid¿s prrgy€n:
jiy¡p y esto es Io que Frsud va a llárdar'áctoi'obsasr'uoo, que puede
eer üaducido po¡ p¡ácticas obseeivae, poi??ffiñEE-ñ'&-esivar que eo
la traducción de Etchevery, pero acla¡ando Freud que estoa actog
ob¡ecivoo que pueden Uegar a constituirs€ en los síntomas de la com.
pulaión neuróüca no son nu¡¡ca pdrneri,oo, demprt irnplican lo¡ an
teriorea, o eea gue. han st¡rgido_c"ontra Ias rep.regent¿cioD€s-qtrpgiyj§.
Deacribe ácá distintas modalidades o caminóó de 0stas medidas pre'
ventiva¡ que luogo se convierten en compulelvas, ol intento de dec
vler le ldcr ob¡c¡lva h¡al¿ ohar ldcar, cl tntants de chbon¡ lar repro.
¡entaclono¡ obsedva¡ a t¡avé¡ de procediralenta lóglcoe. Esto ruole
da¡ como reoultado lo que Freud llama lo"co¡4pulalfu-g-pf.ary. Aquí
por compulsión a penaar no está deactibiei¡do la.repreaentación ob¡+
siva mi¡ma gino Ia medida preventiva cuando so ha convertido en
compulsiva, Otn va¡ledad de esto ss lo quo él Uama mtnfa dc duda,
§on entonce¡ dllerentec forma¡ en quo ests¡ medlda¡Fñ§V"tttflEfgun
pta¡, g.¡!.án.ltr! pg. ü¡an¡foma¡¡o en actot@3lLQg-quo pudon
t¿ne¡ di¡tintoe oi¡¡ificadoo y que Freud pasl á-?numer?r, menclono
- algrnos rápidarnente, los actoe y accionea obsesivas pueden ser, dice,
facta de penitencia, actoe de preservación, fobias de todas las clasee,
lmiedo a delatarae, accionea de aturdimiento. i
El aturdimiento puede da¡se de diatintas maneras: atuüimiento
para alejar la idea obeeoiva. Entre el ahrrdimiento incluye la dipeo.
müría, es decir que las adiccionee, alcoholismo o lo que quieran, aon
aptar, dice Freud, para adquirir eete función de aturdimiento dentro
del mscaniamo de Ia formación de la neuros¡s obsesiva. Es una de las
modalidades de actividadee prwentivas que pueden han¡forma¡r en
compulsivar.
Recién a partir de la dictinción y deacripción de eata¡ t¡es forma¡
de la neurosio obaeriva, Freud pasa a describk lo que podemoa llamar
la¡ variedadee clínicas, lo gue varnos a encontra¡ en la clínica-
¿Qué podemos enconhar en la clÍnica? Podemos encontrar gue un
sujeto evoluciona deade lo que él deocribió como la primera forma o
la aogundo forma (o una mlxh.¡ru do lu primorn y lacogun«la), quool
aujeto evolucionc de la primera y/o oegunda forma a lo que él descri'
bió como tercera forma. Nos vamos I encontra¡ también, dice, con
neurosis oboegivss que orcilan entre unas y ohat, es decir que peri&
dicamsnt¿ oacilan ontre el afntoma dol rotorno y lar m«lidar p¡svon,

86
!B*,O bign lo-que. puede parecer asombrorc, po4l9e él habfa dicho
@Ioo actc obsesivoE nunca oon primarios, también puede ocu¡ri¡
que se pa¡e directamente a la tercera forma y que la primera y la se-
gunda no exi¡tan. Ee decir que
esto
lo que él está diciendo, nos encontramos directamente con que la
fenomenologfa de la neuroeis está copltituida por acciones obeesi.
va¡. Dice Freud que éstC!-EUe!e!_§er las formas más graves. Puede ocu-
r:ir entonces quó ta nte salteando
eoto¡ dos momentos, ea decir que por más que la busquemos no vB'
mor a oncontrar la repreaentación obsesivo.
Por eeo vuelvo a hsistir, apoyado ahora en este texto de Freud, en
que no intenten en lo que tiene que ver con eete tema de la neu¡osis
-obresiva construi¡ un tipo, una especie de neurosis obsesiva típica.
I No exbte la neutoais obaeaiua típica, lo que exiate aon enormea ua-
tücloncc en torno a algo que p<xtulamoE,como una estructum obae-
alua únir,q que demde .sbemoe que no eE una eetn¿ctura lndepen-
\ dlcnte, rrbcmo! que ertá en depurdencla de la egtn¡cfura hi¡térica.
Flnalmente, Entc d0 terminar erte capftulo, Freud ¡e detlene nuc.
rnnontc en h etpcclflcldad de la compuldón y vuclve a recalcar que
lo guc haoc quc rea oompuLlón, cr decl¡ el ca¡úct¡r oompulrlvo, el
or¡úoter obrcrlvo, no tl€ne nadr que vcr con la c¡eencl¡. Ei lo mi¡i¡o
que decümoc en rcforencis a ai algo es delido o no eB deli¡io, no üene
nada que ver con gue eEo sea razonable o no razonable, ¡ea verdadero
o ¡ea.fal¡o. Trnpoco üene que v€r con l¡ inten¡idad, dice Freud. flg
gqráctar.ronnuldxo,-ru.carácter erenchl, dlce, ee guo no puede.oei.
&Nlq; acá ustedc oe van a encontrar con doa traduccionis dife¡en-
tee aegun eatén leyendo Amorrorttr o López Ballesteros. Etcheverry
traduce que no puede ser msuelta por la actividad psíquica conscien.
te. Hay que decir que eata es una traducción casi litsral del texto
fitudiano-que s lo gue caractcriza a erta traducción de Etcheverry.
López Ballct¿ro¡ Eaduoe de una manera menos rigurooa pero má.0
enten$ble para un lector de habla castellana: que no puede ser-eli.
glig¡df..Erte término reuelta es un término qub Freud uas tambión
en La lnterpretación de ba a¿eños: lo que él llama "la ¡eeolución del
sfnt,oma". El término reúne la¡ dog cormotaciones del término cagte
llano: tiene la connotación ca¡tellana de resolver algo, como se dice
rcaolver un problema, pero tiene también la connotación ca¡t¿llana
de disolver.
f rerUresuelta
canicter esencial de la compulsión, entonceE, es que no puede
por Ia actividad psíquica coneciente y esto ni tiene nada
!
gyg-11r_rypoco,, ya habíamoe g1"h,o, c.on la creencia de que.sea ver-
I dadera o falra, ni con. la intensidad y tampoco con que la idea sea
más o menoE clan, agrega Freud. .ftr_canácter, iusisteéfrecids en ru
El$r-H"ge"cq-en a¡ fuente. Es eEtlfuente, la iepreaiQ¡r y el ¡eto¡no -
W*iépñEidg, la que la coni'ierte en inatacabld poriói medioe de
. l-ó?iiü;eri;pd;'rá iüuoo' a"ñ'tñ;.Jñ;ñtJá áüi'l'i.on".
00
xión con aguelloe recuerdos infantiles reprimidos.
Me había propueato hoy comentar este texto y el que lc¡ había
mencionado a continuacián, Actos obcsiua y prócticas religíoua,
pero la realidad muestra que eso va a quedar para la próxima clase.
A.: Quedó lo del tercer período que dijo que Freud lo planteaba
al final, deepués de las tres formas.
P.: Claro, el tercer período es el de la defensa secundaria.
A.: ¿Siempre sigae sosteniendo Freud el origen infantil en ls neu-
rosis obsesÍua? La pregunta uiene a raíz del caso que uimoc la uez ps-
sada de la aeñora gue estaba enamomda del yerno, a mí eao me pru.
dujo una confusión porgue no sé si hay que interpretarlo como que
el enamorsmiento desencadenó la neurosis, ¿había un origen infan.
til?
P,; De qcuerdo n lo quo vimos hoy debemoo suponer que el decen.
cadenante actual tiene su eficacia patológica sólo en tanto queda aso.
ciado con la predisposición, es decir, la net¡¡osi¡ infantil. Es homólo.
go a lo que poeteriormente en La interpretaclón de loc ¡ueños fue
pootulsdo como que el de¡eo Bctuel no er nunca pot lf rclo quion da
olgen al ¡ueño rino ¡ólo en tr¡to ertd arcclado con un do¡oo infanüI.
§iempre y cuurdo & trate dr una neuro¡lr, yE no¡ ooupa¡cmoa dr o¡.
to mór adelant .

6?
3
I"A EI"ABORACION T-REUDIANA DE IA
NET,TRO§I g OB §E §rVA OII)
Actos obsesivos y prácticas religiosas.
p"uaisposición a la neurosis obsesiva y
-|,?
Sobre las transmutaciones de las pulsiones,
especialmente del erotiimo a.nal. +

Hoy quisiera que continuáramo¡ con log comentarios de loe te¡.


t*-"r! que Freud va elaborar¡do la neurool¡ ob¡e¡iva. En la clare pa^ea.
da habfa¡rros terminado de comenta¡ Nueuas obserudcbncs wbre lat
ileutnnilcash de defenu, Hoy contlnuaremos con el texüo de Fruud
tloffi Aoto¡ oblttluot y_pfd,qtiaac ¡cltttarp,, y el tanemor üompo
quElera gue av¡nlánmo¡ tamblón ¡obre lor otro¡ do¡ tof,tor quo le¡
mencioné ¡ contlnurclónt tro dtepoctctón a la ncurodt obualud y so.
bre la tracmutaclón de lae puhloneq en especial del erutismo anal,
Al terminar la última cla¡e uno de ustedee me prcgrrnto curíl era la
mejor mar¡era de Ieer a Frrud, si comenzando por aua prirueroo texto
e i¡ avanzando hacia los úlümos o si no era mejor ernpezar por los ul.
flmo¡ e ir volviendo hacia los primeros. Diie que de todas maneras
siemprc hay que e¡ta¡ haciendo conünua¡ referencia¡ a qué ee lo que
vino antes, qué es lo que vino despué¡. Es absolutamen-t¿ nece¡ario
aplicar a la lectura de Freud y de Lacan la¡ mi¡ma¡ nociones que La.
can rescató de los textos de Freud. Por ejemplo, Io¡ doe tiempos del
trauma que muestran que la noción de temporalidad tiene en Freud
una complejidad que lo lleva mucho má¡ allá de lo gue puede ser una
mera sucesión cronolfuica. Esto es algo que hay qué tener en cuenta,
si se empieza con los primeros textos y hay que ver cómo ron reaigni.
ñcados a partir de loe decarxollos gue Freud hace más adelante o a la
inversa.
Estoy pnreentando estos teóricoe de tal manera que a uatedes lee

+ Clr¡e N'40 dlct¡d¡ sl 27 19186 por Robcrto M¡zzt¡er.

69
aiwa como una gxría de lectura de los textos de Freud que no üecuti-
rán en la¡ comisionea, textoe que habitualmente no son üan üenidos
en cuenta. Es cierto que el gran texto de Freud ¡obre Ia neurosis ob-
ceriva.eo et"bistod¡¡ ¡ob¡e eI llllonbre de las Ratas" y a esto tenemos
q'uC Ed¡egarJ Iotem y Tabú" como les dije el eábado pasado.
La acentuación en estoe doa tcxtos me parece cortecta, pero a ve-
ces ha lla¡ado a deodibuju y en cierta manera a olvida¡ los otroa t¡a-
bqjoo en que Freud so preg¡¡nta y va haciendo propuestas sobre la
neurosir obee¡iva. Y rin embargo, como usüedes han podido apre,
cia¡lo a partir de los coment&rios gue hicimos de Nueuos observacio-
ne, . ,. de ninguna manera podemos reduci¡ el desarrollo de Freud
eobre este tema aI Historial del "Hombre de las Ratas" o a Totem
y Tabú. AIIí¡¿ ve que en 1896 Freud ya disponfa de un complejo sis.
tema conceptual para da¡ cuenta de loe mec.urismos de la neurosis
obraiva, esto gue él llam¿ en ese texto: eeencia y mecanismo de la
neuroai¡ ob¡e¡iva.
Ect€ texto que va¡ao8 a aborda¡ ahora, Actoa obweiuoa y prdcticas
religbw, neceeariamente debe incluirse en esta serie para scercamog
a la noción freudia¡¡a de neurosis obsesiva. El objetivo principal del
terto, que eetá marcado en su título, es la comparación ent¡e neuro.
sis obsesiva y religión, entre ceremoniales obsesivos y ceremoniales
religioroe, con el propóaito de examina¡, ui er pooible a partir del sa-
ber obt¿nido ¡obre loe primeroe, formuliar por analoga algunas con-
clurions ¡ob¡e lo¡ aegundoe. No se puede dejar de señala¡ que esta
cue¡tión no É un¡ cuestión marginal ni secundaria en el planteo que
hrce Freud de la neuro¡i¡ obsesiva. Como ustedes lo podrán apreciar,
' hacia el finEl del texto Freud dice que ae puede afirmar que la neuro-
cit obutiw e. utu religlón priuada o bien, dice é1, que la religión ea
utlo neutricb obuaiw-coleótiua. Esta afirmación múest¡a quJFreud
' ectablee ent¡p una y otra, entre la neurosig y la religión, una relación
gus er gtructural, no algo meramente contingente.
De todo¡ modo¡ debemoc ubicarnos en que ¡e t¡ata de un texto de
190? v que e¡ deapuée de esto, en 1912, cuando Freud va a eecribil
Tote¡ñ i faU,fr. Allí realiza esta confrontación ya no eólo con la reli'
gión en la forma gtre ha tomado en nuestra cultura, para noeotroe
en ecte Eomento, ¡obre todo después del advenimiento del mono'
üeísmo y del deratrollo del judaírmo y del cri¡tianismo,. sino que allí
va a abordar cta comparación en un g€ntido mucho más amplio, co
mo eI título lo hdica, con el siatema totémico y el conjunto de
pmhibicioner gue coresponden a eate sistema. Si bien Freud lo
iUorda rcbru ob¡en¡¡cionet y propuestaa antropológicar que hoy
ys no ¡e rorüenon, de todas maneras las hipóteris de Freud para
nocotroo eigren con¡ervando su valor y en todo caso habría que re,
toma¡l¡¡ a pa¡ti¡ de la¡ propuedar de L,á¡i-Strau¡s oobre los sistema§
totámicoo, propueota en !a que e¡toe sietemas están prerentadoe fun'
damentalmente como gi¡tema¡ de cla¡ificaciones, sistemas de nomen'
clafura¡ con lo cual nuevamente venimos a pa¡ar a esta cuestión de

70
la nominación y en consecuencia del nombre del padre, este tót¿m
entonces al cual Freud refiere allí la noción de padre.

LA DENOMINACION DE NEUROSIS OB§E§IVA


CONSAGRADA POR EL U§O

Al comienzo de este texto de 190? Freud parte de la afirmación


de. que la analogÍa entre actos obsesivos o ceremoniales obsesivor y
prácticar religioear no es un8 analogía meramente superficial. Inmé.
diatamente nos encontramos con un prírrafo que hay que deetacar
porque él dice:

"Las personas que realizan actos obsesivos o que desa¡rollan cere-


moniales pertenecen junto con aquellas que sufren de . . . etc., I
una unidad clínica especial designada habitualmente con el nom.
bre de 'neurosiS obgesivat t'.

Podría parecer que en este "designada habitualmente,', en este im.


personal, Freud eetá disimulando que se trata de su propia propue§-
ta, que es él quien ha llevado esto fundamentalmente adelante.-pero
si traducimo§ "una unidad clínica para la cual está consagrado por el
uso el nombre de 'neurogis obsegiva' ", podeqroo aeñalar por lo con-
trario, que Freud está degtacando que su propuesta de nominación
cuenta ya en 1907, &penas 10 añoe después de formulada, con ung
aceptación generalizada. EI nombre, la designación, ha alcanzado
cierta difuqión pero pa¡ece que no Eu uso correcto. Lo que Freud es-
tá señalando en realidad eB que el nombre, la deaignación, ha alcanza-
do una üfusión general pero que lamentablemenüe no ocure lo mis-
mo con las hipótesis que le dieron origen,la justifican y la soetienen.
Se hace un uso tan general del terr4ino neurosis obgesiva que se lo
aplica habitualmente a casos en que esta deeignación no está justifi.
ceda:

"Pero no ha de pretenderse deriva¡ de tal denominación la pecu.


liaridad de esta dolencia pues en rigor también otroe üstintc fe-
nómenos psicopatológicos presentan el llamado canícter obee.
givo".

Acá nos encontrariiog con egte término carócter obaeeiuo que, co-
mo les había recalcado, cuando Freud lo usa no está hablando de
la cuestión del canicter o de la personalidad sino que se trata de
ca¡ácter en el sentido de rosgo distintiuo, de peculiaridad, qué ea Io
que hace que I un síntoma lo llsmemos oboesivo, o que a una idea
la llamemos obsesiva. Flreud dice con toda claridad acá que este ras-
go- di¡tintivo gue no ei oho que el de la compqJsión
habfamos recordado en el terto de Nueuos obsentaciones. -esto que ya
. .-efi[ig
el cu¡go psrouico for-osf* ese carácter Io vamos a encontra¡ en mu-

77
ch¡¡ fomacionea pdcopatológicar dn que esto necesa¡iamente impli.
guo que üengnmo que tuconocer allí Ia existencis de una neu¡o¡is
ob¡cdra.
Tenemoc acá em relación a la neu¡osit obeeeivq un eJemplo má¡ de
algo guele he mostrsdo en ot¡a¡ oporttrnidadea en relación a otroo
tema¡. Por eJemplo, la noción de Spalhrng tal como la uc8 Bleuler,
Algunoo ténninos y nocioneo de Freud uon nípidamente incorpora.
doc po¡ Ia pdqubHa perr haciendo de elloo un uao general f ¿o-
prendi&rdolor de ls teorfa de que forman parte y en h éual tienen su
jurta funclón y ¡u ¡entido. De eate modo ae lo aplica fuera de su cam.
po de wlidez o d9 l¡¡ condicioneE que Io juetifican. Para decirlo rÁpi
do re canbi¡ dgntñcado. Pero ustedes saben que el significado no
-ru
e algo ado¡¡do a un térn¡lno, rino que su ,.valoi,' en el-sentido §au-
r8r¡¡ia¡to, ¡ún en el regirtro del aigrrificado, surge de sus relaciones
con h¡ otra¡ noclones que componen la teoría y por lo tanto zu sen-
6do reculta ¡Iterado ¡i ¡e lo usa de manera aislada, fuera de la fun-
ciórr y del empleo que tienen en el conjunto que lo jüstifica.
En eote ca¡o Ibeud denuncia no tanto una almplificación como
u¡¿ redueión, la de hacer equivaler la compleja táma de nociones
que conrtnryó p.f da¡ cuenta de la neurosia obsesiva, identificarla,
rcduclrla, a un único ttEgo, el carácter obeesivo. Haciendo de él ade-
má¡ un u¡o meramente descripüvo, a la manera de Ia psiquirada. Hay
gue docir qus no ¡ólo lo¡ pciquiahaa uaaron de este moáo Ia¡ noció
ne ñeudlqr¡¡¡ sino t¡mbién muchoa paicoanalirtas. y no solamenüe
en aquel €nlonc€r! tod¡vra !oy. A ecto hay que agregnr lo que pode-
mo¡ llama¡.la pnr$encia de Fmud. Junto a la ónadíá eán que própone
uusrr¡r nocloner, hay en Freud un permanent¿ cuidado sdbralag con-
dicíone¡ de ru apücación, una cautela en cuanto a zu validez. Es co.
P9 { {iien "usteds clsen que saben cuando usan el término ya"ha-
biü.¡al de neurcgir obeeaiva, creen gue eaben algo más que antci, por
mi ps¡fs y9 cadg-vq sé menoo". Les digo eeto para qui aprecien en
-qnencioné
n¡ Jluh dimendón Ia continuación del pánafó que les
rrcián:

"!n lug4q d9 una definición hemos de ofrecer por ahora, el conoci-


miento detalMo de tales eetados, ya gue no se ha logrado todavía
de¡cubri¡ el ca¡ácter dí¡tintivo de Ia neurosis obsesiva-. . .".

Compalen con lot textos gue preaentanos en la clare pasadq


eat_o-

-!9p0,. donde Freud afirmaba con mucha segrrriáad, ei


anterio.rec a
mecani¡mo di¡tintivo de la neurosig obeesiva ea tal, el dJla histéria
ee tal, y tifulaba el capíttrlo: eoencia de la neurosis obsesiva. Ahora
en 1907 nor qrcontra¡uoc con esta ob8 afirmación r.que no se ha lo-
grado preoentar el carácter dis¿intivo de la neurosis obbsiva,'. var¡os
a vor que haci¡ el flnal, en Inhiblción, cíntomo y angastia, encontra_
remoü párrafor de esüe esüilo donde Freud, cadi veimás, afirma no
poder da¡ cuenta de la eopeciñcidad de h néu¡osis obsesivá.

72
LO8 CENEMON¡AI,Es OBsE8TVO8

A canünuación de eatc prínafo Freud ava¡r:za, propone una carac-


terización de estos aeto¡ ob¡esivos llemados ceremoniales (ee decir
qüé los ceremonialeS Bon una eubcla¡e de esüoe actoc que ll¡rn¡56,3
obseeivoo, no todos los actos obsesivos son ce¡?monialea). Dice que
consisten en pequeñas maniobras, agregndot, restricciones, arreglos,
que son pueetoe en pn{ctica eiempre de 18 misma forma, de forma
costante, regular, que se repiten en la ejecución de deten¡lnados ac.
toe de la vida cotidiana. Y recalca, eo algo en lo que ya podemoe no-
tar que estamos en 1907, es una de la¡ grander diferenci¡¡ entonces
entre el texto que comentábamos el úbado parado y éete que comen-
tamos ahora, tenemos que ubicar eiempre ¿qué hay en el t¡a¡uct¡rso?
En el tra¡ucurso entre un texto y otro, Freud escribió esta triloga
del inconsciente, sobre todo tro interpretación de bs steños. Enton-
ces Freud recalca que estoa actoe parecen ca¡ei¡te¡ de toda aigDifics.
ción, pero que sin embargo no e¡ ací. Es otra msnera de retomar la
cueetión de qué eB lo que determina gue algo en la fenomenologfe
lo ¡econozcamog como obsesivo o no, no tiene que vel con Eu con-
tenido. Hablamog tcrminado l¡ cla¡e parada insistiendo en egto re+
pecto a las ideas obreeivas: que no rrnS idea
¡r rqeB. utEo lnttmo ocurre
o que : no son talea por
¡,v.e.vv el conte.
nido del acto, eólo que aquí Freud desalroüa ests miEma cuestión at-
ticulándola de una mütera má¡ detallada y8 no ¡olo con ests noción
del cur¡o príquico forzooo gino mri¡ erpeiíficamente eon ü cueatión

o bien -? aquf viene Ia articulación con4

qqq una angurtia ino,


e que lo i rectificars y a desatrollar el
ceremonial al pie de la leha.
Este es un8 cuetión que, regrn el tiempo de que dirpon¡nmoc,
veremos cuánto podemos examinarla. & una cuestión muy comple
ja, la cueatión general de las relacione¡ entre ¡íntomss y anguetia o
en eepecial entre síntornss obsesivo; y angustia quo {reqd va a reto
mar jurtamente en Inhibición, s{ntoma y sngurtia, E¡ deci¡ que eD
erte pár:afo ugtedee pueden Decono@r con toda cla¡idad como yt
eetán-planteadoe los tree problemaa, el de la inhibición, el del sÍnto
ma y el de la angusda. Son relaciones muy compleiss gu€ no Eon
unívocas, no hay relacione¡ unívoca¡ ent¡e sÍntoms y a¡UustiE en'
tre síntoma, intribición y angurtia, pero &ta que Freud erpone acá
es aigo que se va a mantener a lo largo de tod¿ ¡u obra' ecta rel¿ción
entre angrrrtia y actos obeesivoo. Es decL que ante Ia ruopenrión del
acto aurge la angustia y que Ia ejecución del asto diruelve, no d d

?t
ruuelve. p€lo disuelve momentánesrnente por lo menos la angustia.
Ert" éí oUa problemática cuyo desarrollo lo encontraremos en La'
.* páro q* ya está señalada y plantcada por-Freud:como se trata.de la
g¡ntoma,
relgción enho anggstia y acto. Pero ahora no el acto
;ñ;-;i"b;; niu¡óticó, eino acto propiamente dicho, l1geqón.de
En esta de la neu¡orie y de los síntomar, el acto obceEi-vp
mo .eL¡usü¡üUfa- el ac-tg,
d

en noción a la que yo habíe


hecho referencia en la clase pasada, en el comienzo de toda neu-

I I EI¡ ¡¡l¡¡¡¡(,D t como los lctos mismos,


¿¡¡O¡É¡¡U¡le¡¡wt !v'¡¡v
"¿'Y"'vet
como
vv"'Y estos
'ceremoniales, dice, áon las actividades en las cuales eetod actos t€
desarrollan. Cualquier actividad dc Ia vidu cotidiana, dice Freud, ta'
lea como el vestirse, desnudarse, las cosas que se hacen antes de i¡ a
dorurir. Esta Elación ent¡e actos obsesivos y angrstia, aunque
no sean ceremoniales, hay que ubicarla en el regist¡o fenoménico.
Por ejemplo el otro día en una supewisión había una persona cuya
angrrstia al rendir exá¡nenes era francamente intolcrable y lo única
menera de reducirla era tledicarse a ordenar lon papeles anter de
sentan¿ a e;tudiar (ri¡as). No porque quiriera hacer eeo sino pala ali
via¡ ¡u angurtia.
Es obvio que esto no está relacionado en egte paciente solamente
con la cuestión de la angrstia, sino que lo llevaba a poatergar una y
otra vez los exámenes; estudiaba hast¿ último momento y luego de'
cidfa no darlo eaperando la próxima fecha. Hasta gue en un determi-
nado momento pudo hacerlo: a cierta altura de la tarde decidió no
ectudiar más, cerró todos los libros y se dedicó a limpiar y ordenar
la casa. Esto le permitió por lo menos disminuir su angustia lo sufi'
ciente como pam poder al día riguiente da¡ 8u exarnen.
Pero Freud no está estableciendo acá ningtrna hipóteaia metapei'
cológica acerca de la relación entre acto obsesivo y angustie, entre
síntóma y angrrstia. En este texto se limita a verificar, a describir
algo que ge obserya: cuando ae interrumpe el acto surge- anguatig
cuan¿ó se lo lleva a cabo desaparece la angustia. Ahora bien, esta
relación dntoma-angustia extraída del regisüro fenomenológico es
totalmente inruficieñt¿ para plantear la relación metapsicológica en'
tre ego¡ dos términoo de angu;tia y síntoma: hay que ver cuál. ea-§
fc¡hsrs, cuátes Éo. ¡o. rlgfpos{ue.se-gstfuiqg,qdq allí. Ee decir gue
a partir de esta relación fenomenológica entre sngulliq y aqtq ob¡esi'
vo, no podemos establecer una relación metapsicológica. Eeto lo va
a desarrollar Freud en Inhtbición, síntoms y anguttb' no se tratl de
una mera relación entre angustia y síntoma sino que allí juega otra
serie de ele mentoa, .c ornp 9 g ll tflp ulsi on ale6 qu e e süán

eniueSo, etc. "g3lgj9j _l_qs l-1

Retómo "al pie de la lehra" porque a continuación agrega otra no


ción que hay que deetacar, ee lo que podríamoe llamar "el equivalgn'

71
te del acto oboesivo" -rómo h¿cemos para anüzar un acto oUr"ri.
vo. En un prirner momento por lo menos no nog encontramos con
gomponentee verbales. Entonces Freud establoce una equivalencia,
él dice:

". . . el desarrollo del ceremonial puede describirs€ exponiendo la


serie de aquellas reglas no escrita¡ a las que el acto debe ajustarse
fiel¡nente . , .".

Es dect que Freud propone acá un aurtituto, un equivalente del


acto en la enunciación ile las regl,as a las que el acto se ajusta, y esta
enunciación además puerüa en serie,
A,: ¡Lo podrfu expllcar de nucuo?
_ P; Hogan la analogía, pensemos que esto esüá escrito despuée cle
La interpretación de los sueñoe, cuando se analiza un sueño. ;oué es
lo gue analizamos? Hay que tener siempre en claro qr" nrá"á'rrrati
zamos de manera diry.t" Io que es el gueño propiamentn dicho, lo
gyg ul eujeto aoñó. ¿Cómo tenemos acceso a io que el aujeto aoáó?
sólo a travé¡ de au relato, es d_eck que on crefr4itiva .uanáo analizu.
T:i ]i jTño este anrilisis erüá aplicado al re.la'to det.§Agry, Lo que
Freud propone es que cuando se un ial. lo ¡iáe I
a¡¡8liz¿¡¡g es esta
que en
pü8qje-cgr-ñéño-arEfato del-rueño, ¡os enconirafi¡oe con un equiva.
"El
lente que ee un texto, y aquí también hay un texto gue er;l qir; *.
presenta al acto.
cualquier acüvidad (fíjenae cómo Freud melve a insistir un8 y
otra.vez en esto, que Ia especüicidad no está dada por el contenidoj
puede convertirse en una actividad obsesiva, ni siquiera necesita un
cierto desanollo, Freud dice:

"es suficiente con que adquiere un ritmo constante, un ritmo dado


por ciertas pausaa y repeticiones".

_ Despu& ubica a los ceremonialee obsesivo' como ligadoe a otra¡


dos cuesüone¡ que él llama las probibicionee y los impe-ctimentoe. Es
decir que ta prohibición de ejecffiF riñ-iñ-eit¡ Í¡ffiñEñEjjEaaa
a esta cuestión del ceremonial obsesivo y Freud lo dice de una rn'ar,".
rs muy clara. Dice: hay ciertoe actos, ciertas acüvidades que el sujeto
se prohrbe y hay otras que aolo puede realiza¡ ei las re¡rizá ateniérido.
8e a un ceremoni¿l determinado. Es decir que nos encontramos aüí ,

con la prohibición desplegada en una serie que va desde la inhibición


total del acto en un ext¡emo a la de ponerse ciertos impedimentos, o I
a la ¡ealización de la actividad oiempre que se qiuste a ciertas regJaa, '
es decL que la cueatión de la prohibición forma parte del ceremdniai
obaeaivo, se puede realiza¡ pero siempre que respeten las prohibicio-
neE en que conaiste el ceremonial. ,
Acá nos encontramos con obo elemento que forma parte de una
maners qencial de la cuogtión de Ia neurosis obeeaiva gue es la cue¡"
üón de la prohlbicJó[, eug la vamos a r€toma¡ má¡ ¡delante.
ól1ffiiÍ'r':,rirn?x*:"",Hf '"#,ffi,i,13'i,l::
*[n:$,ff de la¡ ce¡emonla¡ rellglo¡aa y lo gue ruo.
dct¡oa el oa¡áctei colostlvo
Ie ser una exigencla en o¡tos cercmoniale¡ obse¡ivos y et quo c€a¡l rea'
It¡ado¡ an eolcdad, en prlvacldad, aln la preeencla de otra¡ Persons!,
Ha¡ta que va I parü a que la dife¡tncla aparonte má¡ marcada radi.
ca¡ía en que los detslle¡ del ceremonial religiogo tienen todos un s€n-
üdo y una dEniñeación aimbólica y que en cambio los ceremoniales
obseaivos apa¡recsn como falto¡ de todo signlficado. Es acá donde
Froud va E poner el acento, entonces nos ubicamoo despuér de l,o d¡¡-
terpretaclón de bc sueñoa (ya algo de esto habfamo¡ dicho cuando
co¡¡ontanos la lección 16 donde para presentar la Lorm?ción 49- los
qÍolqE¡&¡e¡¡ú[cgs hace referencia a loe aclc¡¡inffi¡lgg§. hásta
tlEgs¡ a prcponer entonces que esto es sólo una diferencia aparente)
que aI lgual que loe cerrmonialeo religiooos los ceremoniales obsesi-
voE denen un sentido y aon interpreüables, y lo son ya Bea en un regi+
tro dmbólico típico o ya sea en función de Ia historie eingular de ess
suJeto y s conünuaclón desatrollo algunos eJemploo de lo¡ cualea me
voy a detener sols¡nente en el primero. Dice:

". . . un8 Joven que padecía de la obae¡ión de dar varias vueltas


con l¡ palangnna manos
llena en las inmediatamente después de la-
vg¡ge. . .tt.

Me detengo en este ejemplo porque podemos ver en él con claridad


esta difertncir en los dos registros en la intcrpretación que habíama
venido m¡¡cando de¡de el comienzo de nuestras clases. Ee decü, eote
primer nivel de Ia interpretación en el sual oe accede al afgnificado,
puede aer al dgriñcado del acto, aI significado de la idea obaesiva,
en este ca¡o al rignificado del ritúal y el otro nivel de la intcrpreta-
ción donde, una vez que hemos descubierto eate aignificado, recién
allf aparece lo que podemoo llamar el sentido del acto, o la int¿nción
del acto. E¡ deci¡ que reeponde también a estos doo pasoe o a egtos
' dos Eomentos de la interpretación propueato por Freud en La inter-
pretación de bc weñoa. Una cosa ea Ia interpretación en el sentido
de la kaducción, que nos lle'va deade el zueño manifiesto al pensa'
miento del sueño y otra cosa eB la interpretación que nos lleva desde
eee peruamiento a cuál es el deseo que está pueeto en Juego allí.
I En el ca¡o de ests ejemplo él dice:
:i¡ ". . . la signilicación del ritual era un proverbio según el cual 'no
se debe tira¡ el agua zucia antes de t¿ner otra ümpia' ".

Es deci¡ que lo que Freud enc'uentra como traducción, como sig'

18
nificado de eete acto, ea eate proverbio. Fíjenee que el proverbio mis-
mo ya enuhcia una cierta prohibición o por lo menos preecribe reali
zar un acto sólo en tanto y en cuanto se haya cumplido una cisrba
condiclón. Es doclr que hay algo en la estn¡cturü mi¡mu del provorblo
que lo hace upüo pua convortJrró en un corcmonlul ol¡sesivo, PodrÍe.
mo¡ acá apücer ests noclón frrudians de la ftgrrrabllldad.
Este e¡ el sfgrriflcado. Ahora bien, ¿curál es el sontldo del acto?
Freud agrega:

". . . el acto tenía por objeto a¡nonestar a su hermana pa¡a int¿ntar


retene¡la de aepararoe de gu marido. . .",

Eo important¿ eetablecer la didinción en ectoo ds nivelea do la in. )

temretación. Entonces uno es oho es bsto que Freud,


tlaña hdteñóióri det ictó o el
LA CUESTION DEtA ETIOLOGIA, LA BEPRESION Y
LA TORMACION DE LO8 SINTOMAS

Mrí¡ adelante Freud des&rrolla lo que él considere a érta altura gue


es la causa do loo actos oheoslvoa. Y o¡ acó on o¡t¿ cüootlón ds h otio.
logfa donde varnoa a apreciar con má¡ claridad todo Io que Freud ha
ido produciendo entre el texto ant¿rior que comentampo y éote, en
aquél eetábamoo en 1896, la teoría baumática, acá esüanos en 1907,
hace ya tiempo entoncea gue Freud renunció, abandonó la teoría
traumática,
Ademá¡ de La interpretación de loa sueños,Pcicopatobtfu de ta ub
da cotidiana y El chiste y eu relaclón con lo inconaciente, noa encon-
tra¡ros con otro gran texto freudiano de este pedodo que bs I'rea en-
sayoa eobre la tioría eexusl, A esta altura, ."ffii:uanao rreua
-tiene que da¡ cuenta de la etiología de la neuroTffibastiva, noa on.
contramos con una gran diferensia con el texto anterior: él dice que
obsesiones si estuviera
o un efecto
Esto de estlmánera no Io habÍamoi encbñ[IElo en el-óEó
sí nos habÍamoe encontrado con que ademá¡ de las repreeen-
taciones deformadas que implicaban el netorno del recuerdo
sexual infantil, en eso retomo deformado¡ en la sintomatología de
la neurosis obaeeiva, estaban también losJe,!80¡E!^que el aujeto ae
formulaba hacia ese acto. Pero acá ya no apüece eato planteado de
eeüa manera en términoa de reproche a un,acto, no tenemoo teona
traumática, la etiologra no eB referida necesaria¡nent¿ a aucesoo
ocurridoe.
Esto ha quedado transformado ahora en el dominio de la concien.
cia de culpabilidad de la que Freud se ocupa en destacar gue no nece
sariarnente es Babida por el zujeto, es decir que todo esto puede ocu'
rrü de una msnera inconsciente; advierüan cómo Freud no retrocede
aún ante el aparente ridículo de este término, él dice gue B€ trata de

17
una conciencla de culfrehilidad in¡^¡'*iente* Es decir gue es una con.
ciendia hcon¡cients.
Entoncea, en lugar de referir su etiología a actos de la niñez, a es'
tar experienciar ya ¡e¡ su&idas paoivamenüe o realizsds§ acüvamen.
ta, la refertncia de Freud re generallza. Dico:
ntoc psíquicos pre-

Totalmento general: acontecimientos paíquicoE precocet. Pero más


adelante va a hacer el deaarollo metapsicológico (no estoy siguiendo
ahora el orden del t¿xto} lo que en aqucl moménto e¡taba rofcrldo a
la eüolo¡f¡ tr¿um{ülc¡, a hsehoo afsctlvamonte oourt{dor, ahora ertd
propuo¡to en támlnor de una teorfa aexual, de e¡ta soxualid¡d com.
puerta por pulrioner pa.rcialer y on t¿rmlno¡ Ehon rf yo orpocffloa.
menüo referidos ¡ la noclón de represlón, Es decir que se trata de la

pulsiones están reprimidas, pero el hecho de estar repri.


Jrrtas puleionea
no guiere decir que dejen de tener sus efectos. El efecto de es-
ta.c pulrioneo reprimidaa, poilo tanto insatiefechar, es que el sujctol
percibe orte lmpuho reprimido como un¡¡ tentaclóni la noción de[
t¿ntación es otra noción freudiana que en este moménto tiene mu-l
cha importancia.
Pero es s su vez ests t€ntación la que provoca una expecüativa an,
gurtiooa y aparocon 0sí un0 contirlud dr¡ olomontrx rocuntlurirx pura
poder mantener h represión: además de las prohibiciones, la amena-
za de castigo en la cual se origina esta conciencia de culpabilidad. Re
cuerden que esta propue.sta freudiana ligada a esta noción de tenta-
/ción tiene que ver con que
I realizado del deseo no rea
'-ffi
can
!Ujg!g. gd€. F !4*te¡tación. Estos hgchoq dgqgfggiaQoo cUya ocufren.
q$-se tame que{an I su vez asociados a esüa negesidad.de castigo, a
eat4 conciencia de culpqbjtid_ad". Creo que es en esta manera en que
lIñtiil-ilá'cuenta mótafrióológicamente de la etiologra y el mecanis.
mo de la neurosis obaeaiva, donde vamos a encontrar el cambio prin-
cipal con rcepecto a los textos anteriores y que ya abren el camülo a
cómo eon presentadas eBtas cuestiones en el historial del Hombre de
Ia¡ Ratas.
A.: .tLa culpa ea cólo inconaciente?
P.: La.culpa puede ser conEciente, Freud aquí eaüá poetulando que
e¡ fundamentalnent¿ inconscient€, la culpa nuede ser conociente pe.
ro también inconsciente.
ffia esta problemdtica ya está inotaurada por el
¡olo hecho de la repreoión, pero entonces, pa:n terminar con el co.
78
ment¡do de egte prirzafo, lo gue F'reud intenta marcar continuamen-
te son las diferenciae: cómo funciona la represión,en el caso en que
no hay neu¡osi¡ y en el caso en que hay neuroais. Lo que viene a m¡r.
car aoá e¡ que tods¡ sta¡ conslderaclones nos tlonen qur llever a lu
conclusión de que en=la neu&.Elt-gj,tedw la reoreelón et uno reore.
sión imperfecta, no sólo por comparación con@
que no surge-Tl neurosis (ya quo la noción mis¡na de neuroeis -ha.
t¡íamos empezado a ver implica el fracaso de la represión), sino que
uf Freud es'tablece una diferencia entre hi¡teria y obaesión. En la

-nu8msn una müngm muy


". . . el proceso de reprealón que conduce a la neuroels obseslva
es por tanto un proceso imperfectamente cumplido y que arnena.
za fracasar continuamente. Es por Io tanto comparable I un con.
tlicto sin solución para el que Bon necesarios continuamente nuo-
'¡) voa egfucrzoE psíquicos para oquilibrar h prcrión con¡tantt¡ «le lu
li pulsión".
Es por esto que antes de termina¡ eete arüículo Freud.¡etoma algu-
na¡ distincioner quo ya habÍamoa efltado hahqjando, proponi«rndo
qu0

ocurrir, es ecir que este 1á-id6álfD protección es doble,


Pero esto y
ede no ser zuficiente entonces oe llega directamente a
illqu" implica atejarse de toda situaci6n oue pueda egti-
-y no8 en.
con aca con una o( nocrones que m¿ls va
can en ión de la neurosis obsesiva tomándola
ctura del en la ne

cia de la histeria. donde Ia estruetura del deseo está plsnteada como.


un degeo insatisfecho, es a estas nociones freudianas
raE donde clebemos
debemoc
remitir esta noción del deseo como imposible, que ee lo ou"ór=Td
¡e es que (Elgud
plantea de esta manera, ci i¡ creando medida¡
-
es muy diferente a Io que ocurre en el caso de la histe.
ria. En un primer momento resulta difícil distingrrir entre qué es de-
geo insatisfecho y qué es deseo impoaible. No tienen que atender eo-
Iament¿ al significado de eetas dos palabras sino a todo el ais¿ema
conceptual que eetá apoyando eeta noción que queda reournido en
todo caso como una erpecie de estandart€ por la palabra imposible
o por la pdlabra insatisfacción,

7g
q g!_pg.gt.l-o-en juego. L*a h:Ef¿á¡¡c¡ no, la"histérica 8e
,qacio-nec d9 dgqeo y acerciindoae a eüas lo mantiene
roue Ia i¡uati¡facción eB una de la¡ manera¡ de mante
bñ-ót o[Ébrivó nos encont¡amoa con el movimiento
opueeto, no el lntento de mantener vivo este de¡eo en su in¡atlsfsc-
ción dno el de aleJane, el de evita¡lo. (Deopuór veremor que específl.
camente de lo que r aleJa es del deseo del . se mantlene como
un del deseo del Otro
qú6iÉ?rffi8ucüia). rn el int€nté de ¡lejalEo y de evitarlo, en
át¿ pñ¡*o tli?ilmo'¡a'describe Freud, trata áe aii¡arae de un mo
do trl quo ror lmposible. Esto está ligado sob¡? todo a este aistema
do prohlbloloner, yr varuos I v€r qus dstdr Ltcsn ouüo or aün reforl,
do r prohlblclonu rn el ¡snüdo légloo, en ol ¡sntldo de eómo fun'
cloru t¡D d¡tom¡ lótloo quo en dcflnttlva tambt6n e¡ un ¡ht¿m¡ de
prohlblclouer. E¡ a ertar hipótesls de Freud donde tenomor que !0.
feri¡ e¡ta noción del des€o como impooible que de todas msnerag
et unr ca¡¡eterf¡dca e¡ün¡ch¡ral del deseo que er en la netuosis ob.
¡edva donde lo podemoa apreciar con toda cla¡idad. Este término
tti¡opodble" Do spa¡Eoo en e¡te texto de Freud, pero sl al desarrollat
o¡tr¡ ¡niiñr¡ gt¡estlone lo v¡mo¡ e encontrar enTotsm, Iobri siem-
ple $ado r ¡tr ¡l¡tom¡ de prohlblcloner. ¿Lor tabúor quó ron? §on
la¡ prohibiciolr€r, y üf en e¡e texto de Freud Io van a encontrar u¡te.
de dirsc'tamcnte ¡¡ociado con el objeto de la prohibición,'ertoo obje-
tc del tabú que regún Frcud -v€&n que no sólo las analizantee his-
tóticr¡ han propuelto nocionec que deopuée han tenido ru desa¡f,ollo
en lr teorfr pdoouralfüeo-, en erte caro, dice Freud, ¡e tr¡ta ds une
prlente ob¡alva qus aJryls¡_oblgio¡,-que ella ¡oproh.{hjlsJgrJ¡m¡h¡
W,
Frcud no deJa de acentu¡¡ en erta¡ di¡tincloneo que eetoe actoa
gue emplezan por rer idea¡ de protección y que luego pueden ser sus.
üh¡ldor por prohlblclone, zl mi¡mo
y que en el egtas no8 po.

A.PBETIENSIOI{, SAI'I8MO, 8A8EB Y DUDA

En el terto de lglg ¡tLer donde


vünoo a reconocer otra de la¡ noEióñOs freudiá-na¡ que han paaado a
forma¡ parte de ¡u elaboración de la neurosis obeeaiva, que es la que
tiene gue ver con lrt distintu fa¡es del dessnoUo libidinal. Freud ha.
ce aqul referencia explfcita a que doopués de loo Trea enuyo¡. . . él

EO
re üo obligado a intereda¡ entre la fa¡e del autoetoti¡mo y lo que él
üamaba la fa¡e de la relación de objeto, ls fsse del narci¡i¡mo, y c&
mo porterioraente ¡e vio üevado a Ir conclu¡ión de que en esta ter-
ce¡a fa¡e hay gue ¡reconocer cierta¡ o4nnizacioner puleionaleo distüt.
t¡¡ y previas a la orgnnización genital, de la¡ ct¡ale¡ l,a primera en rer
propueeta e¡ e¡ta fase que él llama ¡ádicoanal. E¡ decir gtre anter de
la organización genital (dcben ubica¡¡o en que r orts ¡ltu¡a de ru en.
¡eñanza todavfa no hs sido dergloeada l¡ fa¡o fálic¡ t¡l cono aparece,
rá en lo¡ texto¡ cobra el Edlpo femenlno) soconoc€ una ciert¿ org¡ni.
zacl6n en la gue prtdom¡r¡E el eroti¡ao and y el sa¿ll¡no. Hay que
tener cierto cuidado en cuanto a cóoo entsndor ¡Ebas nociones, tan.
to l¿ noci6n de eroti¡mo an¡I como l¡ de sadismo que han sido t¡aba.
jadas de una E¡anera unilateral por lor paicoanalirtar postf¡eudianos
convirtiendo a esto que Freud lhma ¡adis¡ao lira y lla¡r¡mente en la
noeión de agresión. t¡ noclón de Freud o¡ mucho mÁr compleju En
e¡k tsxto ol mdl¡mo ertú nfoddo dl¡eda¡nont¿'a la publóndo opro
honalón, quo es uno de lor oomponsnto¡ «le h pul¡l6n ¡a¡,u¿I. Por
aprohonrlón rc sntlcndo lo quo norobo¡ 0n nuotha lon¡ul osdo¡¡üu
de Bueno¡ Aire¡ decü¡coE sgnrtar, lor erparlolec lo dilan de otra ma-
nota.
El gadismo e¡ ubicado por Freud en eate te¡to como un de¡arrollo
de la pulsión de aprehensión y está ¡elscionado con este caráctorac.
tivo que él aigue oüorgándole como ca¡acterfgttca ¡ la neuooi¡ obce-
rlva y ublca tambl6n ¡¡ de¡¡rollo, -ffJeruo u¡tsder de guá murer¡
tan peculiar- en l¡¡ vlcl¡itudes de eats componente de ls pr¡¡dón
que Freud Uama la pulsión de aber, el in¡tinto de saber. El httlnto
de sber et prcpueeto por Ffeud en erte tes.to como un de*npllo
de esta pulslón de apreherulón addla, de erte r¡dL¡no.
&erpocto a eato t¡xto hry do¡ ce¡¡ már que qulrtou dcütüsúr.
Unq lar ¡pl¡clonsr y lrr oporlclons¡ entro neurub y csrtstar quo yE
vlmor en una cla¡e anterlor. OtrE, la noslón de r¡¡llded. Porquc c
esta rnisma organización prcgenital ¡ádicoan¡l la que erüá ubtcad¡
en la etiologfa del llamado carácter anal, lo cu'l no guien declr que
tengnmos que haccr equhalencia entte clráctar rnrl y netüal¡ ob¡o
alva. Jurtamentc en ecto texto Freud re osup¡ do oponerlu. Lc ctto
prirnero el pánafo:

". . . el anrilisis de lar parafreni¡s obligó como e8 ¡gbido a lntarpo


lar entre aquelloo elementoa un ea'tsdio del na¡cisismo en el cual ya
ha sido efectuada la elección de objeto pero el objeto coincide to
davía con el propio yo. Ahora venos la necesidad de aceptar, afui
antes de la ert¡rcturación definitiva, un nuevo ectsdio en el cual
lar pulaioneo parcialeo apa¡ecen ya reruidao para l8 elección de
objeto y éate es dirtinto de la propia persona pero la primacfa de
las zonas genitalet no s€ ha¡la aún ertablecida. Las pubioneo pa¡ci8-
ler que dominan erba organización pregenital de l¡ vid¡ ¡exual con
má¡ bion la¡ erótlco.analer y lar ¡ádlca¡ . . .".

81
U-n poco má¡ adel¡nt¿ realiza esta comparación entre neuroeis y
ca¡áct€r:
\
tt. . . on el t¿rreno del de¡attollo del ca¡ácter hallamos
la¡ mismas
puleiones cuya actuación descubrimos en l8s neurosis. pero hay al-
g-9 gug perrnite establecer entre uno y otro caso r¡na precisa
-uoe
di¡tinc'ión. . .".
ent¡e el ca¡o del ca¡ácter y el caeo de la neurosir hay una di¡tin.
gión precir* Sigue:

". . . Gn el canicter falta algo peculiaral mec¡nismo de Ia¡ neuroris


quc er el fraca¡o de la repreaión y el retorno de lo reprimido',.

Al contrario de lo que ocurre en la¡ neuroeis entonces donde hay


de la repreoión y retorno de lo reprimido
t*.
"0n la fonntolón dol oaráotor lr raprotlón o no lnt6wl0n0 pan n¡.
da o aloan¡¡ por oompleto su fin dL augtituh to ráprtmi¿-á ño¡ tor.
mactone¡ de reacción o por aublimaciones".

-Voydert¡car ahora que hacia el !¡ral de e¡te terto La dtewch


ün a "
la ncu¡otlt obr?tlya y- en relación a la pubión de sabeí que
fyud {e.{va dc la-pulrión i¡ádica de aprehensión, dice qu"-ó-Ui.n
erta-puldón dc rber er Io que puede n¡¡tituir'al ¡¡diimo como
g¡rchenrlón, o bien r la puede ion¡ide¡ar como una sublimación
de ctg c-omponents pulrional, pero qu€ Justsmenüa por eete ca¡ác.
tcr (er deolr guc ¡s trat¿¡fa tamutón de una ¡ü¡lrmqciol r¡¡.
-rs¡ual
porf€ct¡ en el calo do Ia neuro¡ia obeeaiva), aún esta pulalón de sab€r
puede rer objeto de repulaa y ee cle eea manera comó Froucl t
t¿xto de cuenta de la duda obsesiva. Es decir que rc duda es otro
"n ""t"
ath-l
toma freudbno de la neuroaia obaeaiua y comó sfntoma también un
producto de transacción ent¡e el deseo d-e saber y el rechazo a saber. ]

EL EROTU¡MO ANAL Y 8U OBJETO

La rcgunda cuestión se las voy a preeentar,en relación al otro tex.


to.rcbre el cual quería hacerles hoy algunos comentariog: Sobre la
Por.
que son do¡ cuertionee
cueúElonec rmportantes la noción de ¡adismo y la-ng.
importantea , [a
ción de analidad- dos temas
da9, doe temen freudianoe
frcrrdinno que han aido reduii¿o¡ v
de¡rrdador en I¡ el¡boración de log psicoanatistas que Io ,u.uai*
ron: el ¡adirmo eo aimplificado,y reducido a la noción de agreaión,
y rn
en son§,ecuencts
cons€euencis fooa
toda la
ta temat¡ca pcstfreudiana en relación
temática pcgtfreudiana relacién a-]¡
a Ia
neurosis obsesiva eoüá girando al¡ededor de estas cuestione¡ de-Ia
agreividad del ob¡e¡ivo o de la analidad del obsesivo, pero donde
también esta noción de analidad está tomada en un'aéntido muy

82
peculls¡: en lo8 post-freudisnos Ee la termina relacionando con la
supueata homosoxualidad latente del obsesivo o con una rupuesta
pa¡ivi¿a¿ del obsesivo. A zu vez la noción de objeto anal eeüi plan'
teada en términos del contenido, de la sustancia, es decir que pa¡a
det¿rmina¡ gi Ee trats de un objeto anal o no, se buscarfan objetos
que son má¡ o menos parecidos a las hecea, entonces se dice que jugar
con el ba¡ro se katarÍa de una actividad snal y que la pintura oerú
una gublimación de estas puleiones. De este modo s€ nos eecapa to
talmente el sentido de lo que tiene gue ver con esüB organiz¿ción
anal, y sobr€ todo la especificidad de lo que es el objeto anal. En
ct¡anto a la eepecificidad del objeto anal queria remiti¡los a egte tex-
to de §oáre h transmutación , . ,".
Leo digo de una mar¡era breve ya que ertoa temas van a ser deEa¡ro'
llados en las clases que v8 a da¡ et profesor adjunto Gabriel Lomba¡di
que versarán eopecíficamente sobr€ el terns de'ls tnÉIidad y el obJe-
üo anul, Io quo Éú ras¡m€nt¿ l¡uBort¿¡rte peñ rtoüflü¡¡ uru mntl&d
do dorvloslon$ an ol &¡t¡¡nlonto p¡loor¡irlftloo ds ortr ouartlón, po.
ro püa que tengan una prlmora ublcaclón ¡obre ol modo en que La.
can ¡etoma estas nociones freudianas lea voy a da¡ un eEquema que,
como todo eoquerDa, tiene que ¡e¡ uaado con cuidado. Aquí encon.
tra:nos una doble distinclón, dos di¡tincione¡ l¡cania¡¡a¡: en prünoer
lugar la dt¡tinción ent¡t denon & y deaeo , Egto no¡ remlte a lo que eo
la demanda del Otro, lo que es el deseo del Otro. E¡ deci¡ la demanda
del Oko, equello que e¡ pedido de mane¡a explfcita por el Otro, ha-
ducimos demanda por pedido, el Otro pide con rua palabras, eo decir
oon signlficanteo. Y la noclón do dorso quo, sl blen el dsxo sst{ aill.
culndo oon la demurda, el dereo er aqueüo que dempn aocp¡ ¡ l¡
cadona del dgrlflcante, el doroo ee aquoüo que nunca puede aer to
talmente atrapado por el aignificante. Aquí se aplica erta fó¡srul¿
lacaniana, enigmáüica en un primer momento, de que "el deseo ertá
a¡ticulado pero no s articulable". El deseo, el deseo del Otro ¡iem-
pre pennanece-c,amo. algo enipr&tico, la demanda no, la dema[da 0e
identifics con los aigni$cantca que el.Qtro_uas,
Montada ¡obre-est8 di¡tinción de demanda y decao Lacan eet¿bloce
otra distinción que ea la distinción del sujeto y del Otro. Entonces di.
ce la der¡anda ol Otro, del aujeüo aJ Otro, y la demanda del Oho, la
demanda del Oüro al sqjeto.

_./ ,)A oral

(¿"3"n¿.1 1-- *,^ ¡nal

/¡¡ Einü
«C."1 1*,^ vot

EE
Eobrs eta doble dtstinción Lacan ubica estos objetos, objetoe de
lar pulsionea parcialeo en términos freudianoo, distintas formas del
obJet-o 'al e,n gu enmñanza: el objeto oral, el objeto anal, el objeto
Eirad¡" el objeto voz.
El obleto oq! er aquél que eetá implicado en el pedido del sujeto
al Otso, eo aquél que queda implicado en lo que el zujeto demanda al
Otro. Por el c"ontrario, el obieto anal ee_el_gUeLa_qued_alroÉde_¡ü
qujeto. Podemo¡ rcguir con la lista de objetos, pero en lo quo;otinf
tertsa en eate momento que ee la cuegüión de la pulsión anal, el ob-
lgtg q- funar1entalmente de esüe modo como hay que'enten
"oq¡
derl o, 4_pElsto E¡ELao_ es*qbie ts*Bu-Bl_gs*cur"_§e_ trata_ áe_un- _obiels
jg-gü¡g
e -Eleq9-9!igt9--e¡ l-q--m"edidq s¡1.-.qse.guedq inclqidq e_n Lúe
de la¡ d-e-L,ryie_to y_ s!,.9!"r.s v. e{"
¡g*-q_e-|--S¡j9_to.y_s!,,,9!"f_9y-.q4--e-spgcif icamente
p edifl 9 O üro-' _!s*dem an aa d ét
-qye_. ^r-eeg-e- 9! "d e,l

_ ¿Cómo ¡*onooeruor y ubicamos en Freud esta problemática que


Lran organiza de egta manera? La organiza de esüa manera pa¡a üir.
t1lq vez- por todas con la cantidad de tonterfas quó se han
?iTar {"
dicho ¡l¡ededor del objeto anal. Aunque tienen que tener en cuenta
gue este esquena sirve para las primeras disüínbiones y no deben
crser que egte esguema da cuenta de todo; pero sí ee úiil para eeta
cueetiór¡ para ubicarse en lo que eo Ia noción del objeto anal-. ¿Csmo
DBcOnOoeEoe eota problemática que en zue térrrinoi, en sus nóciones
Lrca¡ de¡arrolla de esta manera? ¿cómo Is reconocemog en Freud?
Edo pueden verlo de una manera muy clara en este texto que les es-
toy citando de 1917, es decir que es contemponineo de las Leccbnet
l.nfioductorlu al pdcoaruílbis. Ya en el texto anterior que les comen.
!,é, ll uróctey cncl, Freud habfa es.tablecido lag relaciories, lae eguiva.
lencias entre la¡ nociones de excremento, dinero, oro. También ñabía
F¡rJ."¿o lar equivalencias entre las nociones de niño y pene. Lo que
Freud as¡ege en el texto de 1g1z a la equiualencia de'la noción-de
cxcrcmento y- lq de regalo, Ee un texto del que lee recomiendo su lec-
tura, verán cómo Freud va estableeiendo una a una las diferentes dis.
t\cigner- y equirnalencia¡ entre estaa nociones, cómo el. niño ee equi.
valente deJ pene y cómo puede ser equivalente de un regalo, qué el
-puede rer eqúvalente de un regalo, etc. pero donde uáta'blece
pene
t¿mbién con toda ctaridad que esta noiión, esta connotación de rega-
lo et primaria en relación aI excremento, aáterior a lia connotaciónáe
dinero.
¡'La eignifi-cación- mris inmediata
-dice Freud en este textr que
adqúere el intcreg. por el excremento no es la de oro-dinero sino
la de regalo",

¿Qué ea regnlg -ento-nces? -Es eJ objeto que se da al Otro, pero aquí


en el caso efpgcjal de la analidad
-i
es aigo que va a ser ebncial en
¡a estn¡ctura del deseo en la neurosis obeeiive- es este regalo en tsn-

u
to ec el objeto del pedido del Otro, el objeto que el otro demanda,
con las diferentes modalidades de la demanda que prevalecerán en
cada ca¡o singrrlar, el otro puede exigir, puede nrplÍcar, etc. Pero ad+
más e¡ta donación implica una renuncig lr renuncla a un goce auto
erótico.
Nos encontramog así con esta temática freudiana de la educación
esfint€riana a través de la cual las heces pasan I ¡er e¡te objeto que eE
pedido, que e8 demandado por la madre, pero que ademris eo pedido
y demandado en determinadas condicione¡, ea el objeto quá debe
ser entregado, que debe ser cedido, pero no en cualquier momento
y en eualquier lugar. Aquí ya van reconociendo ca¡acterísticas de las
que Freud ubica en la neurosis obaeoivq ee trata de un acto si quere,
mos, el acto corporal de la defecación, pero para el cual se pide de
ese objeto, que Be ced¿ e¡e objeto pero no en cualquier condición si.
no en ciertas condicione¡ de lugar y tiempo. Condiciones que impli.
can exigencias grandeo para un chico que est{i accediendo a su conttol
de eefínteres.
Egta cuestión de la demanda, ests cuerüón del pedido, etta cue+
tión del objeto anal como objeto de l¡ demar¡da del Otro es Io que
vamos a encontrs¡ en Lacan por una parte rcñalado cono una ca¡Bc-
terÍsüiga general de la¡ n-euroair. E¡ deci¡ que es una carac,terÍaüca ge
neral de las neuroeie, en lo problemático que se preeenta el deoeo para
los neuróticor, eE una ca¡acteríEtica general e*é int¿nto de reduóir el
deseo a la demanda, el intcnto de reducir el deseo del Oho a la de
manda del Ot¡o.
Pero si es una ca¡act¿ística general de la¡ neurosis, ea rura ca¡acte
rfstica sobre todo de la neuroaia obsedua, el intento de reducir el de-
seo del Otro a la dema¡rda del Otro, evitar el momento del contacto,
otro tema gue tiene gue ver con lir neurosis obeeaiva, del enftentar¡e
con el deseo del Otro reduciéndolo, tratando de hacerlo entra¡ en la
demanda del Otro, en lo que el Otro pide. Por eso Lacan va a llegar
a-deci¡ que lo quo el obsesivo intenta hacer es ubicar en el lugar áel
objeto del deseo el objeto de la demanda del Oüro. Mri¡ todavñ, ubl,.
clr como objeto del deseo la demanda misma del Otro, quiere que el
Obo pida, cree que el,Otro pide, y en primer lugar su cashación.
A.: ¿Puede uoluer a repetir ecto tiltimo?
P.,' Eg la conclusi6n de lo que veníarnoe diciendo; p_qnr no enfren.
ta¡se con el_deaeo del-otro que encierra un enigma, q¡e_qlglstia-el
rpurso, [i riraniobra de r¡n obgesivo es tratar ae-ráauái-erffi"iffi:
tico deseo del Oho a la demanda del Otro, Io que el Otro pide-con
sus palabras evitando de ese modo, a través de Io que pide, pregun.
tarse qué ee lo que desea, tratar de elimina¡ esüe trasfondo dei deseo,
reduci¡ el deseo exactamente a lo gue el Otro pide. Por eso el obsesi.
vo continuamente está haciendo maniobras para que el Otro le pida'
para evitar el problema de que el Otro desea.
A.: Pero también tiene que uer con la castrsción,
P.; Por supuesto. Estos temas los van a deearrollar en la cla¡e con

85
Lomba¡di. Hoy termino con una última aclaración, tomada también
de esto t¿xto de Fheud. Dice:

". . . on la defecación re plantea al niño uru primera decisión en-


üre la dirporicién narcl¡iaüa y el amor a un obJeto . . .".

"Et a¡nor a un obJeto" quiere deci¡ acá sl amor por Ia madre. Lo


que decíamos rocién lo podemoa decir de eata otra manera: el obsesi-
vo intenta ercapar al problema del deseo acentuando el problema del
a^mor, intentando ¡educir el deseo aI a¡nor. El amor que eeüá siempre
ligado a la demanda, ea el u¡rivereal de la demanda en tanto en cual.
quier demanda de algo particular esüí siempre la demanda de amor.
Sigo con la sitE de Freud:

"Erpubaró dócilmente los excrementoe como eacrüicio al &mor,',


al amor por el Ottro, ". . . o los retend¡á. . ." con eoto retoma algo
que rí ¡ra ertaba planteado enloa Tlet en*oyos . . .

". . . o Io¡ rgtendrá psra la g¿tisfacción autoerótica. . .,,.

Acá ¡ati¡facción autoerotica tenemor que arociarlo con la cues


tión, en Laca¡r, del goce. Hay uru cierta acéntuación de esta cuestión
del goce en eI oboe¡ivo por comparación con Ia histcria, hay una
acouhr¡ciéu del goce autoerótico en comparoción con la histerta. La
hbt¿riq por el conhario, se mantiene en eete deseo insatisfecho co-
nect¿da con el de¡eo del Otro. Már, es a este deseo del Oüro al que
mantiene como insatisfecho, y atlí la cueetión del goce esüá planteada
en otrol tétainoe, má¡ en términos de goce fáüco que de este goce
del objeto gue el el que vsrDos a encontrar en la neurosis obsesiva,

80
4

I,A EIABONECION FRETJDIANA DE I,A


NEI.]ROSIS OBSESIVA (rV)
La diacro¡rla de la netrrosis. Diagnóstico
previo y constitución de Ia neurosis en la
transferensia.i

Tenemos que continuar con el tema de la neurosis obsesiva tal como


lo aborda Freud. Quisiera hacer algunoe comentarioe ¡obrc la lección
1? de la¡ Leccbnee introductoriu al petcoanólhis y del ütimo terto
en el que enconha¡no¡ indicaciones sobrc la neurosi¡ ob
rodva en Frrud que es Eln
[¡& En la próxima clare ya v8¡no8 I pass¡ am
de la neu¡o¡i¡ obs€8iva en los psicoanalistss posteriorea a Freud. Aun.
que no yo-oa a poder desarollar el tema con mucha extenrión qui-
riera incluir por lo menos algunac indicaciones generaleo y ademú
me gurtaría que alcanzáramos a detenerrros en algunas nocionee de
Melanie Klein.
Y fin¡lmente pasaríamoa a aborda¡ egta cuestión de la netuosfu ob
¡eciva en Lacan, es decL que todavía noe falta bastsnt¿ recorrido por
hacer,
En la pr{mera mitad de la clase voy a retomar el tema.en el que he
moE velido insistiendo eh las clases anteriores, algo gue habíamoa di
cho gue lo encontrábamoe reiteradamente en Freud, y que ee nlgs
en lo gue Lacan también insirte, la manera de presentarre de la neu.
ro¡ü ob¡e¡iva, lo que habíamos nombrado como su.variedad clínica.
La neuroci¡ oh¡e¡iva ce presenta en formas muy variaáas.
Hoy quiricn insistir un poco má¡ en ot¡a cuestión a la cual ea aki.
buible t¿mbién elta variedad, que urtedee van I encontra¡ en ru prác.
{..-., y gue er el estadio de la neuro¡i¡. Aunque de una manera-muy
diferente a las paicoeia, laa neurosis también tienen u¡¿ rtins¡e¡fj,

r Cl¡¡c N'41 dlchd¡ el 4/10/86 por Roberto Mrzzuc¡.

E?
un dosüroUo ¡ lo largo de la vida del oqjeto, y üenen también un co.
mlenzo, aunquo e¡te comienzo, a diferencia de Ia¡ psicoeis, Be plesen-
te como tur comienzo en dos tiempos tal como F¡eud Io planteó:

en una que Ies puede ocu¡rir encontra¡se


con un paciente que en un eatadio muy avanzado de zu neu-
y
rrod!, lec habfa contado el ejemplo de un paciente que tenía la
croonch obtorlvt do habor m¡tado a alguion, qus él rabía que é¡ts no
or0 0¡ cato, poro quo ds tod¡¡ manoraú y Juahmonte porguo so trst¿.
ba de Un¡ idea oboe¡iva e¡to no dejaba de tener efecto; les había con.
tado tambiéo de lo¡ actoe obsesivos que habfan aparecido pooterior.
mente en el intento de rtaolver la ¡ituación, el ocultamiento del re
vólver, etc. HabÍamor comparado el estadio de la neurosie de esta
pacieute, el momento en el que comienza su tratamiento, con el mo-
mento cn que coruulta el Hombre de las Ratas. Habíamoe dicho tam-
bién que en e¡te caro, por la fomta rle e¡¡ ne.ureEig obsesiya. en Slgr¡-
no¡ momento¡ ¡c pregtsba a ser confund¡da qlon una, psicosi§. Ocurre
mucha¡ vecer que la¡ ideas obsesivas en un primer momento de la
cmillta no !o¡ fócilmente di¡ting¡riblee de las ideas delirantes de u¡l
pricóüco y É por cto que es decisivo el diagnóctico estrucíual: nos
¡g$Q-tr§. ágSo.pfrrSgt, i9".t delira¡rte¡ e¡r un obaeaivo y esto qffi-
g[cq.g¡re_-*a-un poicótico., e6. una neu¡osis oboesiva g]av_e o muy
iIs¿tio[¡d¡, Éio iro una peicosis.
á.; §d la neurcah obseciua implicaba una neuroeis ob*siua infon-
pn b pcbor,b esto nunca ocunv?
-l,P.; E[r la pdcooir eato no ocrulte. La psicais no tiene este tlempo
anterlor, equivalenrte al tiempo de la neurosi¡ infantil que se recons.
truye en el ¡nátid¡ de un neu¡ótico.
' A.: Dade ahí entonce, no w podría lnblar de peicosla infantil . . .
P.: Se puede hEblsr pero no en este eentido, poryueen la_neu¡-gqis
i!úantil tal como Freud la plentea hay_tUrqjbq.ogúliüdad, hay.r¡n
@éUh-sugrrrü.des hibráit üstq qüé FreüA[óoa ¿e i,r¡gd-epiren.
eI momento del desencadens-miento..de la*neu
En el caso
este reach¡alización
de r¡na rupueata paicoais infantil que actuaría como predispoeición a
la pdcodr en un adulto.
A.: Pero un chlqulto de ocho añoo, ¿puede tener cattcteristlcas
ptlcóticu?
P,: We tem¡ de la psicoois en lo¡ niño a Eu vez eE una cuestión
muy compleja. ¿Curíndo diagrrosticar paicoeis en niños de üferentes
edadee? No re pueden utiliza¡ los mismos criterios que en un adulto.
Por eso cuando abordemos el tema de lar psicosis ustedes tendrán un
eemina¡io dedicado erpecífrcamente a este tema. Se van e encontra¡
tanbién con que en otra¡ cátedras se utiliza un criterio diferente al

88
que yo estoy exponlendo, Urt¿de¡ ¡aben quo la poctclón de st¿ d.
tedra es freúdiana y en este sentido me ertoy remitiendo a las dife-
rencias en la diacronía de la¡ neu¡osis y las psicoeir tal como lac ptan-
tea y la.e sostiene Freud. Cuando decimos que no hay peicooia infan-
ü1, estamoe diciendo que no hay nada análogo en la cüesüión de la¡
psicosis al lugar que ocupa esta noción de neuro¡i¡ i¡¡la¡rtil en suanto
a la¡ neu¡osis, No hay una paicooie adulta que rurge do una psicosis
infantil que fuo reprimida y quo luego con ol rctorno do Io reprimi.
do aporoco la pricoaLt udulia.
Las nocione¡ en cuanto a la dlacronfa, cuando ¡e hata do una er
tn¡ctura psicótica, se plantean de una manera totalmente dife¡ente
al regisbo de la diacronía en el ca¡o de Ia¡ neurosis. Cuando discutan
en sur prácticos el historia¡ de Schreber verán gue, en el capftulo tar-
cero, Freud disüingue doe tiempoo, doo etapas,-ei el desa;oUo de la
psicosis: el monrento de la pérdida de la realidad y el momento de
la reconstrucción de la realidad. El primero es el de la enfermedad
propiamentc dicha, el eegrrndo es calificado por Freud nJ .o.o en-
fermedad sino como intento de cu¡ación. Ambos correoponden al
desa:rollo de la pricoeie mirma, no ¡e hata de gue algund constitu-
ya el antecede¡te, la predirpoaición o la condición para la peicoeia.
En eee texto Freud articula y dirdngrre estas nociones en reración
con log tiempoe de la repreaión tal como funcionan en la estruchxa

Si llamamos neurosis propiamente dicha a la neu¡ci¡ del adulto,


podemor ubica¡ a la neurosis infantil como la prehistoria de !a neu.
rosis. La neu¡osis tiene una
precr-
slon det erÍ8mba décir que tampoco hay historiA eae dessrollo en
doe tiempoa no ee equiparable a una histoda. Ectas cosas las van a
retoma¡ cuando vean el tema de psicosis, ahora rguimoo con el de
neurogis obsesiva.

EL ÜTACNOSTICO PBEVIO

Muchas veces cuando ustedes reciben un paciente no pueden hacer


un diagrrostico inmediato. Y hemo¡ insistido noaotros también en
gue este diagnóetico previo es decisivo para determina¡ ai so trata de
una neurosis o si Ee trata de una paicoair. Sobre todo ante¡ de empe
1ar- un tratamiento peicoanalítico tienen que tener
guficientc oefuri-
dad en haber descartado que se trate de una eetn¡ctura psicótica. Se
hata de evitar que lea llegrre a octurt, no han t¿nido zuñcient¿
cuidado con el diagrróetico previe-, que-imientras crefan estar tratan.
do a un-pacient¿ neurótico, Be ensuenhen con la eorpresa de que el
desarollo de la hansferencia condujo al desencadenamiento dó un¡
psicosis. Aunque esto no eg tan frecuente, puede ocu¡rir aún en lo¡

89
casos en gue cr"yeron tener suficiente cuidado en el diagnó¡tico ini.
cial. Por eoo la¡ rtcomendaciones de cautela en cuanto a este arunto
nuncs coren el rieago de ser excesiva^s. El ot -un8-
no la
gue hacer algo mrii Qué recomenda¡ uni actitud
cauteloea antes de decidi¡ inicia¡ un anáIisis. Tenemos que capacitar.
nos en la di¡tinción diagroetica entre neuroais y poicosir. Ea ün pro.
blom¡ muy arduo y por eso insiatimoa en él a lo largo de todo el ¿ño.
Convieno dietlnguir dot situacionoa,
Una co¡¿ eo l¡ cuestión_de diagnosticat uns paicoeia cuando la pai"
co¡ia está desoncadenada. Lo verán en loa teórióoo, en roo oeminarior,
en lor.prácticoe y también en los ateneoe clÍnicoo, cuáro¡ non tor iigJ
nos y los fenómeno¡ que autorizan a diagnosticar pooitivamente que
egtamo¡ efectivamente en presencia de una paicoeii y aún a clasiñóa¡
¡u forma eegun las distintas nosologías psiquiátricas y psicoanalíticar.
Esta es un¡ cuestión. No voy a deci¡ que sencillá, ya verán sus di-
ficultades, pero, aunque problemáticos 1n su aplicación, tenemoe
para esta cuestión criterio¡ establecidos a_lo largo del dessrrollo tsn-
-
to de la paiquiatría como del psiconáli¡is,
Otra cuestión, relacionada y dependiente de árta pero muy dife.
rente, eo la de si existe la posibilidad de detectar, de áetermin-ar que
lroy..ul, egtructu-ra psicótica en juego antes de h lsicosio propiamen.
t" diglr", ante¡ de que Be haya desencadenado la psicosii. p'ara e¡ta
cuestión no.hay cntnrios establecidos, ni desde la páiquiatría ni desde
el psicoanrílisis. Conüene que ustedes Io sepan con claridad.
N.o ¡ólo no hay criterios esüablecidos sinb que estos criterios varían
sensiblemente entre la¡ diferenües escuelas paícoanalíticas. Entre ell¡¡
er en la en¡eñanz¿ de Lacan donde encontramos el esfuerzo má¡ serio
para dertacar y deñnir la dificultad de esta eituación.
gtú gF §gr¡gl"Ftdg
-r'eulgg{dge -!gg,-gg_Ullt grepFiEEffi-:ffi?i es
una ronnula"*i$g,+g]a
uoruca que, al mismo tiempo que planteq recume la
diñcultad de la situación.
Frente a ests dificultad adquiere un gran valor lo que podríamoe
llama¡ el diagnóstico negativo. Si no tenemos medios para pronoeti-
ea¡ una paicosis f,al vez tengamos descarta¡la.

*üffi-H#HH':#:t";,ffi*[T
dé neuroeis, ustedes estanín en la práctica en condiciones de descarta¡
que se tratc de una paicosis.
Fon¡rula¡ con preciaión, No diagnosticar por aproxima-
clon. Qien..{i&¡enfÁ-de¡e .
o técnica¡ o con.
r€-.-.,-
gegr¡! las diferentes denominacionffiüe ó;
que han usado las diferentes escuelas paicoanalítica¡. por
I eao leo deotaqué en la clase pasada la cla¡a adverüencia de Freucl: hav I
I muchos fenómenos psicopatológicos que presentan el ca¡ácter ousesí- ,l
I vo y que no tienen nada que ver con una neurosis obsesiva. fara aiaSJ

90
nosticü una neur,osis obseEiva no es suficiente señalü un síntoma,
aún delimitado con precisión, que reaponda a las ca¡acterísticas eaen.
lalea de un síntoma obsesivo,
, y sólo así corresponde habla¡ de ése síntoma como
. No eg el nivel de la descripción del síntoma el que
lo det¿rmina como obsesivo, sino si eatá puesto en función en una e&
tn¡ctura obsesiva.
Ahora bien, esto eo vilido, me eutoy rtfiriendo a l¿ gituación en
que exirte yo una neurosi¡ desencadenoda. Pero puode ocurrir, y or
esto lo quo oapecfficumento quiero introducir hoy, re puoden encon.
tra¡ con pacientca en quo ¡u neurosis no esté de¡encadenada toda.
vÍa, o que lo eaté pero que no sea visible, que no aparezca claramen.
te desde los primeros momentoa de la coruulta. Es en ec¿ae situacio,
nes donde s€ hace más importante todavía la necesidad de un diag-
nóstico de ectructura. Otra vía que a veceE es aceesible e8 la-dsterqi-
nación de la neurosis-Efa4!¡1. Si ustedes pueden enconTiúl delimi-
ffiFncia de ests neurogis infantil, aunque no ha-
ya una neu¡oai8 adulta, entonces allí tienen la indicación de que ee
trata de una estructura neurótica. Pero esto no aiempre ea acceeible,
recuerden que ahora estamos planteando la cu'estión del diagnóstico
previo y no el del diagnostico que surge I lo la¡go del tratamiento.
A,: Pero no hay caEoE por eJemplo en que un neurótico puede lle.
garapsicotizarse,,,?
P.; No, eeto no existe: Y ee justamente por eso que destacama el
valor del diagnóstico previo. Si un neurótico pudiera psicotizarse, o al
revée, ei un pricótico pudiera neurotiza¡se, el diagnóstico prcvio car*
ce¡ía de importancia, sobre todo de valor pronóstico. §i se tratá de
una eotn¡ctura psicótica üienen que contar con el riesgo de quejunto-
con la traruferencia se desencadéne una psicosis. §i-Iit¡¡l.edúE!$:I
§i$Eg-q-qa!e{§!9ad gn gúgg!+euro'+,9@ rge+ci&J-srffi,j
unl pglg.q§Js^Aun fuers cle la prachca an&lrt¡ca, un neu¡otico que no
se analiia, gu neuroeis podni tener distintos grados de desa:roUo, po-
üÉ agravaree, podrá incluso por momentos convertirse en un deliran.
te, o ae desorganizará seriarnente su conducta, pero eso no lo hace
mrír peicótico, en todo ca¡o lo hace más neurótico, si pudiera us&rse
esto noción como variable cuantitativa. Hay cu¡os graves de neurosis.
Recuerden lo que lee había mostrado en el tratado de psiquiatria de
Henry Ey. Que ciertos eectores de la psiquiatría convirtieron la dife-
renci¡ freudiana entre neuroaia y psicosis en una cuestión de levedad
o gravedad, enfermedades loves y enfermedades graves. Lamentabl*
mente algunoo pcicoanalirtar siguen la tendencia de esa paiquiatna.
R¿cuerden que lq
80n Dor El mllmoE c

di¡tintos tipoc de tratamiento, o muchas veces esponhíneamente,


podnÁ Euperar rur etapas de crisis y Uegü a formas de estabilización
91
ü& o nGnil du¡¡den¡, Ero no lo convlerte on un neruótloo. C¡da
etn¡cü¡n Hene ru¡ proplar leyer y o¡ dentro ds cada una de ellat§
{rios¡ogt¡!¡¡o!^lar noclono¡ &.oudlan¡¡, -que deben pl¿nt¿ane.loa crlta.,f
y Joc lfmite.l"CE-e.ttreqlÓn. Cuando hablamos de curación en un
ca¡o do ñíiloal¡ por lmprrcl¡o y dircutlble que ¡r,s e¡s tármlno, ¡e¡u.
nmente dempre ertaremo¡ dlclendo algo que o! muy dllertnte a lo
que decimo¡ o¡ando hablamos de cu¡ación pa¡a un neurótico, Que
un¡ pdcod¡ evolucione favorablemente no impliea que 80 tran¡for'
mo gn una neu¡oai¡.
La preguntr que fonnuló la compañera de urtedea, como Ia mayor
parte de las preguntar que ustedes formulan, lo sepan o no, no e8 de
ru propla invonción, hansmito y axpregs algo quo fuo formulado on
o¡or tónnlnot por muchoo puicounulbtur. Algunar srcuela¡ palcoana-
lfüca¡ en parücular, pero en general casi todo el paicoanáliris deapuéa
de F¡eud. ¡e fue apartando de la¡ tajantea diferencias estructurales
entre neu¡oais y pEicosis como él la¡ forrruló y de eae modo ft¡e bo-
rra¡¡do lo¡ límite¡ y aproximando esae dos ectructuras hasüa llegnr in-
clu¡ive en algunoe casos a combinarla¡. La propuegta mós ext¡ema en
e¡üe rentido eo la que sostiene que loe mecanismos neu¡óticos tienen
por función conEolar una psicoaie, o tal como lo suelen decir, loo nú-
cleoc paicóticoe.
En e¡t¿ punüo hay que poner mucho cuidado. No me eatoy refi-
riendo al¡ora a una situación en particular. A aquellae situaciones en
guo un8 egtn¡ctura psicótica o aún una peicoeir propiamente dicha al-
canrs un¡ eot¿büización -{¡n "control" si ustedee quiererr a través
do dlvereoo mecani¡mos que Be pa¡ecen o que podrían confundirse fá.
cil¡nernt¿ con mecanismoa neuróticos. Me estoy refiriendo a la con.
cepción mi¡ma de la neuroaio. Algrnos psicoaneli¡f¿e han llegado a
foroul¡¡ gue la eaencia o la naturaleza de la neurosis -para uedl él
tétmino de Freud- consiste en la trar¡sformación, defensa y control
de la pdcorir o de los llamadoe núcleos palcóticoa. Sólo que así desa.
p!¡sce l¡ noción mi¡ma de neurosir, se transforma y se refracta en
di¡tinto¡ 6poo de técnicaa, técnicas histéricas, hócnica¡ obseaivao, téc-
nico¡ fóblca¡. Un ejemplo de osüo lo cnconürarán ustcdes en la¡ üoo-
rfa¡ de FEirbsl¡r.
Han jugtdo un papel muy importante en esto las nociones de la
teoría kleini¡n¡. Pero hay que decir que Melanie Klein nunca lo plan.
tea de esta m¿nera. Ell,a hace de la neuroeia, es cierto, una forma de
el¡borrión de la¡ ansiedades peicóticas. Pero
nadq qutoriza j-§g¡fu¡$ir- en.
mayor parte peicoanalistas que dicen uear las no-
cionee kleinian¡¡ confunden e¡a¡'dos nociones, cla¡amente distintas
en lor t¿xto de M. Klein. Pero no me quiero detener en esto porque
el lo que venernor en la cla¡e próxima.
A.: ¿En bnto en ece paqie de l.a normalidad a partir de la¡ posü
cbtut quedarlan núcleoa paicóticot en mdt y en menoE que podrían
dceenudeno la paico sis ?
92
P.r Claro, Eunqus e¡trlct¡ment¿ en Mslanle Kleln tampoco vamos
a encont¡a¡ eeto, lo que rf encont'ra¡no¡ en ells e¡ la noción de ansie-
dndes psicóücas qu€ deepuér fue rttomads por lo¡ peicoan¡li¡tar con
esta cuesüión de que hay núcleos peicóticos que esterían recubiertos
por formaa neuróHco¡, Esto no es a¡f, Pero en erüo purto -y robro
todo sl esta¡r¡os ocupándonos de ls neu¡ostl obsoslvF no podemor
limitamos a negur ecas hipóteais. Debemo¡ reformula¡lao para dar
cuenba ¿decuadamente de los hechos clÍnicos que nos presenta la
púctica analítica. Porque hay efectivamente referencias clínicas que
parecen qjustarse a esta noción de que un neurótico puede psicotizar-
ee o de que una forma neurótica recubre una pricoair,
Con lar nocl«rnot do Lucun p«r«.lornor ¡rluntrur quo huy otüructurur
paicóticar que so mantienen eut{¡bilizadaa u üruvée de dielinüoe üipor
de mecanigmoo y operaciones deopuég venín cu¡ílea- que sólo a ni-
vel descriptivo pueden ser calificados de neuróticos. Que en esos ca.
Bos un psicoanálisia impüca el riesgo cierto de desencadenamiento de
la peicoeir,rcl-Uepado rieego de. psicotización, no tienQ__nqdq_qt1g.y-e-¡-
con que un neurótico se paicotice,
En todo caso querá decir que un psicótico se psicotizó, o dicho
en nuestros términoe, que una estn¡ctura psicótica cstabilizada se
des€st¡bilizó, o bien que desencedcnó una psico¡is.
Este punto ea eepecialmente pertinente para nue¿bo tema, porque
eaoa meca¡rismos que mantienen estabiliza{a a una psicosi¡ mqcha¡
vEiés-tíé.ne-D-liráirihencielrnfffi mos-ó6i¿-C,jñt'a*¡-¡gntilátl
ñió61éáa, ust€dds ya Io sabén, de iáa úñC¿lñ}ffiiris hist¿ricas. Pe-
ro cuando lo¡ analistaa se refieren a oupueetoe mec¿nismos neuroticos
que controlan u ocultan una peicoais, han pueeto el acento en que se
trata de mecaniemos obsesivoe o aún de síntomas obsesivos, Y así se
generó la idea de que una neu¡osis oboesiva eiempre oculta o controla
una estructura psicótica latenüe. De que en el trasfondo de toda neu.
roeis obsesiva hay -<ro una hi¡teria como afirmaba Freud- sino una
psicosis, Incluso se ha intentado apoyar esta tesil en una serie de
cueatione¡ planteadas en torno al historial freudiano del Hombre do
los Lobos.
Se trata de dos hechos clÍnicoe diferentes, Una cosa e8 una estn¡c.
tura psicótica estabi[zada con determinados meca¡¡i¡mos que a la mi-
rada o eacucha de un paicoanalieta poco advertido pueden ser confun-
didos con mecanirmos o síntomss obe€sivoe. En este cago existe
el rieago cierto de deoencadenamiento de una psicosis. Otra cosa es
una estructum obsesiva que por má¡ intensos y deeorganizantes que
puedan resultsr loe períodos de crilis --nomentos que s€ presentan
aiempre en todo uráli¡is de un obaeeivo, sobre todo si el anáIigis ee
eficaz- no lleganín nunca a producir una psicosis. Esta podrá ser la.
fanta¡ía del analizante, tener miedo o crser que se eetá volviendo lo
co, pero ee de eeperzr que el analista no someüa a ella la dirección de
La cura, En un caso y en el otro la conducta terapéuticg deberó ser
muy diferenftr.

98
No ec inúüI nJ ocloso rcpetir la cita del texto de Freud, el que yu
les clté do¡ vece¡. Ojalá uatedee lo repitan una y otra- vez en la pnic'
tica: decía Frcud en eEa pá¡rafo ,-_v¡rq_9!".4_
no solariente en
ñéohs do iüb-nor"6ño-óntrorhor con dúüTb.
hlvo, no or ¡ullclcntc para quc u¡tadc¡ dlag.
noetlguen y traton, re comporten, maneien la gituación como ai ¡e
tratara de una neurosis obeeeiva,
Cuando oe llega a hacer de la noción de neurosis un uso üan general
que a cualquier cos¿ que se parece a-una neurosis se la llama válida-
mente neuroeis, entonees, con ese uso gfeneral, ee tsmbién totalmente
vrílido decir que un neurótico ae psicotizó.
Pero ¡i usamos Ia noción de neu¡oais que Freud constmyó -y egto
ee lo que Lacan llama el retomo a Freud y I Eus textor- no úlo te-
nemoc el deber de tomarnos el trabajo de diferenciar si se trata de
una neurosir de verdad, neurosis verdadera digamoe, o bien sólo de
algo que re le parece, una paeudoneuroeia, aunque no mo guaüa uoar
esüos tármino¡. Sino que lo más importante es que de ese modo ten-
d¡emos Ia¡ herranrientar para dirtinguir en la práctica clínica eituacio-
noú muy dife¡ent¿¡, Que sólo por Bu apariencia pueden ser asimila-
blea, pero que por su estructura, por Eus leyes, responderán al trata.
miento de muy dife¡ente manera. Ee decir que la acción terapéutica
debeÉ decidine y ejercerre en di¡eccionea muy di¡tintas. Sólo de esta
manera el diagnóetico previo tiene vaIor. Del, obo rnodo, en cambio,
¡e entiende que erta púctica del diagnóstico inicial haya llegado a
eaÉr en den¡¡o. De nueatro modo, por el contrario, conreguíremoo
uüllz¿¡ lar nocioner de la t¿oría de Freud para lo que airven, para tra.
bqjar, para orientarnos en la práctica de loe an¿{lisi¡.
Entoncea hay que poner cuidado en que ugtedes puedan diagnoeti.
ca¡ ¡i ae trata de una neuroai, obsesiva o ai no g€ trata de una neuroais
ob¡esiva. §i se trat¿ efectivamente de una neurosie obsesiva nunca,
nunca jamás eao va I pasar I ser una psicosis. A veces van a encontrar
en la literatura poicoanalítica el término neuroaie obaeeiva ueru, ea de
cir verdadera. Eet¿ término es sintomátieo: Ia noción de obaerión al.
canzó t¿l ampütud que cuando uno se encuentra de vetdad con una
neurosis obgesiva debe diferenciarla y decir neuroaia obceeiua uers. No
e¡ necesario ere término, eE una categoría clínica inútil, o e¡ neurosi¡
ob¡e¡iva o no lo ec, Podrá Eer una neurosir obssrlva quo seo grave, po.
drá ser una neuro¡i¡ obeesiva que llegue a lo delirante, pero leguiní
siendo una neu¡osie obeesiva, no una peicorir y por lo tanto sqjeta y
funciona¡do con las reglas propiaa de la neurosis obrcaiva, no de la
paicooie y éea será la indicación fundamental para la dirección del tra-
tamiento,
Que muchar veceE establecer esta distinción resulte difícil, no noú
exime de plantearlo en eatos términoa. Diacúlpenme, pongo un punto
acá y sigo con el tema de la clas€ de hoy, ya vamoc a retoma¡ e¡te
tema en la¡ cla¡es próximas.

g{
LA DIACRONIA EN LA§ NEUBOSI§ \
Entoncea les decfa que puede ocurdt que cualdo un paclent¿
conrulta, nr neuroriS, zu neuro¡i¡ ob¡eeiva egté en un grado muy
avanzado de de¡anollo. Pr¡6do $t kteludvo quo detde un FrtnÉ!
momonto udcdc¡ puedon drtoqtar oon toda nltldr¡ ru ncuó¡l¡ tn.
fantü, Como en ol c¡¡o del Hombrt de la¡ &at¡r. Reouerden que
Freud l¡ detecta sIIf d66de las prinerur entrevl¡ta¡ y la llama Ituna
neurods obsosiva completo", una lglgÉig-dhrgsva. a lague no le ha. ,

c.e;$laning'i+-eleqen;ü-qeaen"cicü jrlpEqáBlC-IQpSAe¡t$gióndelde:'
E@ud_aq, él temor- de .queñ-ctirrim uñe]e8"
a menciona¡lea otro caso que e8 8u. -
claro; un paciente adulto que ya en lar primera¡ entrevistag
conüaba que cuando era chico para dormiree necesltsba de una aerie
de rituales ob¡esivos y él ya de entmda comentaba este hecho que ha.
bfa aido cla¡amente regisürado en la familia. Sólo podla dormirso con
un ritual cuyo acto conhal conai¡tfa en poner la almohad¡ sobro ¡u
eatomago. En el momento de la pubertad esto retorr¡a de oha mane-
P, ya lo para dormiroo, oino quo cusndo volvfa del cologio ¡ la torrlo
tonfa dolorm dg cabeza y ¡a único manora on qu€ conregulo que
se fueran gug doior€s de cabeza era acostándose y ponienaJüaUo
hada en esa poeición, al poner la almohada sobre ¡u eotómago podfa
quedarae allf-tranquilo acoetado y luego sus dolores de cabeza-para.
ban y re podfa levantar y aeguía zu¡ actividades.
Ea el tra¡r¡cuno del análisis esto se fue acl¡¡ar¡do en los do¡ ¡en- <
tHor en guo v€rngo insisüiendo en que Freud dice que lo¡ ¡ínüomaili
obredvo¡ tlenen un eigr¡ifiqado_y_ un s€áiido_ó- ]i€iéñ u¡isenuaá v I
un¡ intencióñ. No voy a deteñénire mucho,-pero el signiñcado úl
referÍa iilóT-relatos familia¡es: cuando él eri-chico, polo ant¿s dd
que apareciera este ritual, el padre había t¿nido que irao de la casa
pare L a lucha¡ al frente. En ese momento de grrerra habfa tenido
-qu-e.8er
operado de ulcera en un hospital de campaña en el gue no
había aneot¿gi¿.
En lo¡ detrlles de e¡te relato aparecía que a este hombre derpu&
de la oporación, y para facilita¡ ru perfodo de recupención, le habían
puoato bolsu de a¡ena aobre el ertómago, Todos esto6 eran rclatoo,
no ao trataba de una egcena en el aen
den que Freud siempre lnaist€ en t
@ry;fef
t4¿f. En egte caso se en
miliaree. Lea preeento este rasgo pa¡a simplificar, había ohos, la
cuestión era má¡ compleja. En este caso el detalle del ritual dá h
almohada sobre el eatómago refería en el relato a egtas bol¡a¡ de a¡e.
ns .qüe había tenido el padre sobrc su eotómago despuée de eata ope-
ragión, momento difígi!, de angusüia en la familia en cuanto a h póei.
bilidad de la muerte del padre, a Io que s€ agregu toda ests cueiüión
del dolor y la falta de anestesia.
Pero ugtedeo ee pueden enconha¡ t¿mblén con otra¡ situsclone¡


€n quo un psciente consults y n9 hsy una neurocis adulta desenco'
denüa. Tal vez en la época de Freud era distinto, en la actualidad
no es así. no necesariamonte gg¡tultan los pacienteo cuando ya hay
una nouród¡. Aquí tencl¡famos quo plantear eata cuostión do l¡ con'
¡r¡lta: quó o¡ lo que llova a un rujoto B conñult{r y quó er lo quo llovn
a un nileto r peál¡ un anáü¡lr. No nece¡arl¿monh hay una ¡olsolón
dlrecta,-nt dqüera una relaclón unlvoca entre ngtuo¡lr y pedldo de
con¡ult¿. Hay muchos pacientes que consultan -digamoe por tomar
el ca¡o máa aleJado- por uns cierta insoüi¡facción a¡lte la vida y urto.
do¡ no pueden rcconocsr ntnn¡n dg¡o, nadt que tanga quo vor con
un¡ ngufl¡d!.
Ects ouerflón de la conzulta ee compleJa y tendrón quo verla funda.
ment¿lme¡rte en la¡ materias clÍnicas: en "ClÍnica paicológica de adul-
too", "de niñog y adolescenteE", etc., pero e8 importante que tengnn
un¡ ciort¡ ideu, para que nos ubiquemoa en nuortroo temnr, de cets
rslaclón ontre nsu¡ools y coneulta, o neuroalo y comionzo de un anólt
¡i¡. Por una parte la ectn¡ctu¡a de la cura pricoanalítica está armada
en función de l¡ eetn¡ctu¡a de h neu¡alr, a menoe que Io quiaiéra-
moc decl¡ al rw6¡ y también es vilido, que la estructurü do la neuo,
rlr orti a¡rr¡uda en función de la ostructura do la cura pdcoanulftica,
t l_q_eshrrctg¡gjg_la sgILlsisosnelftica gue psss por la txangfe¡enqi&.J
i pói-66o-eat¿¡ neurosis son llamadss por Freud neuroeis_{_e
-trq¡sfe-
, iencia.
-Vi'traUla indsHdo en esto, en que d Freud plantaa en Eur nocloner
acenca de l¡
cr¡¡a qu€ _[q neruo¡is-con la que v_ie-r¡p-!ü¡qpigsglflgUB
Ean¡loma¡¡e en una neuro¡is de ha¡r¡ferencia'y lo que el p¡icoaná-
Iifi?uiú €l ffiffiicñti d¿ ürañdléiéncii. éi oóiiiri€"ffiv ilr;-ñ? é-
Ia ütñffiia-ile-E-ñeulüi{¡ que Li-haóe1pti p"- h únnifercncia,
para eeta tran¡fora¡ción en I¡ neu¡oei¡ de translelrncla. Por eoo no
er ca¡ual gue Frrud, en la nosologia, le¡ haya dado eoe nombrr: pai-
coneurodr de tran¡ferencia.
Que eeto oea a¡í no exime de tener cuidado al ssca! la¡ co¡uecuen-
cias en cr¡¿¡rto a la pnictica, ya gue por eí mismo no et suficienüe. Pa-
ra articul¡r con l¿ pnictica tenemos varioo pasoa todavía, necesitamoc
otra¡ mediaciones. Saber por ejemplo que no todos loe neuróticos
consultan, no todo¡ loe neu¡óticoa piden un análiais. Que el peicoaná-
li¡i¡ esüi hecho para loo neuróticoo, que la neu¡ooi¡ convogue, llarte,
etpere el pdcoanali¡tq no quiere decir que no haya una enonne can-
6dsd do neuróüco¡ guo no sólo no llegan a analizarae, no quieren
analizane.
La¡ netuod¡ ¡on eatn¡ctures muy estables y hay mttchoe ruJeto
gue to lar arreglan para convivi¡ con gua neulosis y con Eua síntoma.s
toda ru vid¡. Un ¡ujeto puede convivi¡ con sua gíntomas sin qeceoidad
de consultsr, már todrvía porque a -lo ha-
bfamoa visto-
pu-,ii6 también convivi¡ con su á¡isuiia
-!Q9wtɡ-i-qs*..Un
y no neceóai{amente pedir un tratamiento, E€a psicoanalítico u otro.

90
Que un sujeto pida un tratamiento depende de ot¡as variables. En ¡
última inrtancia, dice Lacan, como en cualquier otra cosa, es un pro. I
blema de mcrcado. de oferta y de demanda. I
Parti düd ét 66ñ6 prdcülesr ¿d€ qué depen.
ds, dlco
os, Do un¡
c¡co ¡J8c8n7 ¡98 una prácüleo quo fiduar{
pr8cueo qu€ "utuem loro qu€
que clurulá",
uuruf§"r nó so
¡abo ouánüo va a du¡a¡ y elgün dfa puede demparocer, poro q¡a dq
la¡ oosas gue puede hicer eüen qutene ¡o¡tenef el dl¡cidio e¡ti¡itidd
e-gjeÉg¡. Hay que oüectr para que pueda haber demhhdl, l"I ofer-
ta crelJa demanda y el psicoanríJi¡i¡
p¡icoanfli¡i¡ con au oferta, desde Freud hastÁ
hastá
acá, ha creado demandr, la quo ya no viono nscosf,riflfir€nté
sado una áemandr, nocos*riementa ple$.
plan.
toada on lo¡ tármlnoo en que vonfan lor pacienüor de Freud; hoy en
dla demandan análi¡is muchoe euJetoa qu€ no son neur6ü.co0, o mu.
chos sujetoa gue aunque tengan una estnxctura neu¡ótica no presen.
tan una ner¡¡osia.
Euto no quiere docir que no nos encontromoo con muchos pacion.
tec que llegun al anrilisis en un estedo más o menos aemejante al que
üegaban lor pacientec de Freud, eso eigue eristiendo. Por ego ler qui.
ae inclui¡ e¡plÍcitamente eEe primer ejemplo que ler dl el otro dfa al
quo ho osegsdo hoy oüo, Porque t¿mbión vtrn r enconhn¡ on Io que
m lhmr lr üter¡tu¡a pdcoanalÍtica l¡ afirmnción de quo la nou¡o¡i¡
ob¡edva hoy en dfa se ha transformado y que ys no encontra,mo¡
forma¡ de neurosis obsesivs a IE manera en que se presentsban en la
época de F¡oud. Esto no et cierto, rotundarnente. ño¡ encontramo¡
c<¡n neu¡ogl¡ obge¡lva¡ que §€ prooentan con la modalltlad con que
Frcud las ha deacrlpto en loe pacientes gue él atendÍa. Pero sí es cier.
to que conultan muchos paclentcs gue son obs€dvos poro gue no
¡on netuóücos.
A,: ¿Cómo es cntle,ndo que tengan una eatn¿cta¡uclón obserlud
y no Eean néurótlcoc?
P.: Por eao insbto en egtar nociones, neurocig
desencadena en un
v8 c&trl a

utilicen loa que qulenln pero importante


esto. que Entonce¡ nuede haber
un rujeto cuya eetru-túra-EE-ñ'Eesiva Í a lo mejor no hace una
neurosis nunca en ou vida, pero lo irnportante es que ai se analiza,
ri lloga a analiza¡so sf tiene quo hacerla, ¡o desoncadenaní una nouro-
si!.p_g-rgq§_ son eouivale¡lp¡. Ana.liza¡¡e y neurooia
do tranaferencia ¡on dos términoa que ertán recíprocamento articu-
lador, ea decir que si cusr¡do llegó a la consulta no era todavía un
neurótico o su heuroaiE no se había desencadenado y re constituye
la llamada gituación analftica, ee la aituación analítica miama la que
ua a desencadenar h neurcaiE. Si hay anóli Esto no
vale a la inveraa, puede haber nffi6 ai hBy
anríli¡is hay neumrir, sea que el aqáü¡ia contribuya I que Be desalrolle
esa neurosis y allf tienen que ubicar esta noción de transformación

g7
de una neuúrig en una neu¡osis dc t¡:a¡uferenci¡' ¿qué el e¡a tran¡-
formación? E¡ el deoa¡roUo que la neurosis dgue on el curco de la cu-
ra y üomo un curüo t¡l on ol cual el unalirün..y3-etá lncl$lD*9"!.j¡a
neurodr.
\-nñüoñricc, rca quo el ¡nállsl, conübuya a dor¡¡roll¡rla o a oon¡tl'
hrirla, a de¡encadenarla, ¿cuál e¡ la diforoncl¡ con una nourolu que
¡e de¡arrolla d¡¡ análi¡i¡? Lacan, pa¡a h lnüroduclendo aquf clertas
dl¡ündone, lo llanrr I €tto ls neurod¡ rrlvqfe.
A,: ¡Cómo la llama?
P.l §dvrJe, o la neuosi¡ en bntto digamor, anto¡ de ertar manlpu.
l¡ por h
lada lr etbuctura pcicoanalÍtica. ponlue
e¡bt¡ctun pcicoanalÍtica, pontue lo clerto er ouo todo lg
es quo,t_odo lo
I 9be-eg-vgo-dá-cülfriEr
O lxem_v¿ o.qo-cl¡E¡4u¡¿r
a parttr d3.lo.gue -ocurro
y aún erte poetulado de la neurosis
n¡¡8e óóilriCuróticoc adultoc. Que deepuéo vaya-
Do! y lo obcanremoe en la conducta de log niños, eetá bien, egto ea
aurilir¡, perc lo que coresponde e¡trlctamente aI aaber que el pel.
co¡náü¡fu coutnrye, er Io que el peicoanálisis construye a partir de
ru prócücg de egta prástlca terapéutica.
¿Ct¡ll cr la dife¡encfa entre ecta neurcrb on bruüo, esta nsuroob
¡ahrqle que re de¡arrolla ain el "auxilio" del peicoanalirta, por ru
cuenta, y eta oha neurods que ¡e de¡anolla en l¡ tnnrferenclt? La
prlmera dlferuncia, por paradójica que pa¡szca, €s que la neu¡od¡
tenni¡1a de coryütrlqe. Est,o e6 algo en lo que Lacan ins,iu(á mucho
¿ en opeelal en ¡elación aI ¡íntoma obsesivo micmo. Aún en los ca¡os
Irn gr" I¡ fororacióu de! qihtoma comenzó antes del anáü¡ic.loc sín.
ilton;u ob¡edvoc ¡ólo se constituveii co¡üo talée.-óotrlo-ñ nt-6niira.- an
lel cirno del análi¡i¡. ?ó; ;[puestó qüe efró ei rFffió p-ara áu]aldiiiér
1réú6q6'ítiEñ-Fara h hiit¿ria, eia¡ráIi¡i¡ acrúa en ün primer mo
menrto ¡lent¡ndo la neuroall, enhando on ru Juogo, cmñuJundo ¡u
d;artollo cn h burtrfolrncla, Poro adqulor miüloo! iraittoula¡s¡
en el carc de lo¡ obreslvo¡. Matices que varfan a€nsiblement¿ ¡egun
lrr úlngularidade¡ de cada paciento. No er dempre lgral, pero es hs.
,q¡ente adl& en un primer momento a una proliteración de sínto
Earr I un derpliegue sintomático destinado, producido pa¡E el ana.
li¡ta. No en todoc loe casoo, pero mucho máa que lor histéricos, lor
olcaivor ¡uelen ¡entir¡e "a lus ancha¡" denbo de lar reglat dsl ¡ná.
l!l¡, hay algo en la a¡ociación libre que eE connatura] y favorable a
sE-neurosis. En algunos caros Ee puede aprcciar incluso cierta exal-
t¡ción. E¡ como si la neurooic hubiera estado esperando desde aiem.
pre erte ten"no_propicio de la qcgcjgsión li[¡g.y^de la_t¡ap¡ltgJr4pcia
que, dodo que Lacan lo formüló uaf, roh uñu únlca y mirma cosa,
Lo obcelvor ru0¡on ler muy trabqjadorea en el anáJi¡i¡. Eets cdla.
boraciur con el q¡ílhis no pnaeenta estas características en la hi¡te.
da. El pdcoanálirir vino al mundo cuando un peicoansli¡tr pudo er
cucha¡ a l¡¡ hi¡tárica¡. Pero también eg cierto que gran parte del ea.
ber del pricoanáIiair aobre la neurosis y oobre la formación de loa sín.

08
tomas zurge del trabqio de los obgesivos. La neuro¡i¡ obseaiva, dlní)
Freud on 1926, es el objeto mrio agnrdocido de la lnvestigación anal
líticu.
El g:Ér1 probl€ma oon ¡oN ob¡a¡lvoq er qué sl rnúllrl¡ lar vonga tan
blen a ¡u neuro¡t¡ qu€ no slentsn nlnguna nscesidnd do curano, do
ir mú¡ allá de ¡u neurosi¡, Pero acá no hay que equivocaroe, dice La-
can, cada neurosi¡ ob¡e¡iva tlana aus tlempoe, tiene ¡u¡ rltmoa, y llo
gr el momento en quo un obc€dvo hrmlna por pssar el lfmlta de ¡u
nourosls. No hay que gula¡se por loa prcplos üempoe eino por loo de
cada analizante. Pe¡o en todo caso eB cierto que l¡ conducgión del
análi¡i¡ coneopondo al anali¡ta. Un obsosivo libMo a rur proploo"me
dioa no t¿rmii¡arÍa nnii6á; r¡i ru anüi¡i¡, nl ru nouroels, He dt¿natao
ob¡esivo¡ que habían cultlvado su neuroai¡ r lo largo de varlo¡ andll.
gl¡ ant¿o de llegar a ml consult¿. En al8ún ca¡o varia¡ décadar. Y que
continuaron conmigo, no digo'varias, pero sí mds de una décaáa.
Imaginen usteder, ¡40 uloa de análisisl Y termina¡on. No es ¡ólo en.
toncea por tenor confianza en las'tndicaciones de Lacar¡ puedo ates.
tiguar que los obsesivos terminan dt¡e aná,lisis. No es fácil I vecea, co
mo no es fácü nada que tenga gue vEr con la conducción de un análi.
sis. Y los obseeivos pa¡sn por situaciónes que podemos llamal, en ho,
nor a la brevedad, muy dramáticas, ue sna.licen o no Be analicen. Puo
do decirles que conozco algtrnoa qu€ 6on capaces de terrrina¡ su aná.
Iid¡. Uetedes pueden penEar que 40 años ó 30 años ó 20 o loa que
sean, 8on muchos y ea cierto. Perc tienen que comparar no con unl
aituación ideal, sino con lo que eB la vida de un verdade¡o obse¡ivo
librado a sus propios medios, entregado a su neu¡osis. Eso durs tods
la vida y en muchos caloo Uega a ectados de det¿rioro fra¡rca¡nenrte ls.
mentablee. Deterioro personal, pero muchas vece¡ también familiare¡.

p ño la muert¿ porquo eso no Io ¡abe nt.


die,-córno sen{n lo¡ ütimoe momentos de la vlda de un ob¡edvo.
Cuondo conrünrye eea pregunta no s€ refier" a un ob¡eaivo gue termi.
nó su anililis, eino a aquéllor en que la neu¡osis evolucio'nó por of
misma, sin ar¡áli¡i¡. 1

De modo que, si la primera difersncia coruist€ en terminar de\


constitui¡ la neurosis y loa oíntomaa, la aogunü diferencia ruge do I
que, cuando ee conatituye la situación analítica, ee el dispooitivo an¡. /
lítico el que v8 a funciona¡ dándole a la neuroei¡ una determineda di-J
rección que haga poeible la cura. Primero por el aurgimiento de lal
neuroai¡ do tran¡forencis y donpu& poryuo ol pricounúlirb lo quo cu]
ru, tlice Froud, e¡ la nourogl¡ do üransferoncia, el pdcoanálirir proced(
de esa manera. I
Entonces la diferencia en un caso y en el oho es que con el dirpe
sitivo analítico hay alguna probabilidad de quo esa neuro¡i^o tomo
otra dirección que la conduzca hacia l¿ cura, de que esa neu¡osis
tenga un final, de que en ecta diÁcronfa, en este dora¡toUo de Ia neu.

09
rogir, l8 nsurodE avanc€ hasta un rmal. Et¡iqgl-eÁJq+esoJ¡¡clg&de-¡a
tran¡ferenCiA.- No vamos a plantear este tema sino sólo para destacar
ñFñE6ilción de l¿ transferencia os la rosolución do la nourosis
de transferencla, ea decir eg la resolución de la neurosis. En este gen.
'tido, parafraseando otra de las expresionea 4l Lacan, podemos decir
Cue r{r p_qgruüyg-gy. lW !9!9 -si1 dttgida. Dirigida no en el sentido
a-e qut A 8¡lCEta-va a conEoE su forma, pero sí*eg-dirección, que
con'el diapositivo- analítico le permite toma¡ una dilicción que 8e en-
camine-bCc-¡s-lg-¡edgccign. En cambio por 8u cuenta, por sí mismi la
nbüioiñ-iiiiüe áe8dó¡i,Ánaose. Aunqua no podamos ocuparnos aquí
con amplih¡d de estor tema8, ésüae ¡on nociones que lee pueden eer'
vlr para ir guiindo¡e en un primer momento y pueden entenderlo
a¡í: un paicoanálieir es una neurosis dirigida que apunta a que la neu'
reis gea reducida, que tarmine, Pero la terminación de la neurosi¡ tie'
ne que ver con la terminación del análisis, lo que es equivalente en-
tonces a la rcsolución de la neurosis de transferencia. Puede haber
neurosis ¡in análisis. No hay terminación de la neurosis ein la termi
nación de un análi¡is.
A vecee ocur¡e que la neu¡osis se constituye en el análisi¡ mismo
y que por lo t¡nto.el eíntoma
-ioy
se constituye a lo largo del psicoaná-
lisi¡. @E¡- vec-ee -ies meñóGnáñdo éÉto para {uá ustedes vean
qüFen la práctica hay muchoe matices, hay muchas posibilidades-
ocurre que loo gíntomas eatrán dgqlg_¡p comienzo, aún desde la pri-
niEia-Cóásu-lta y iiiñ-eiñargó riñs posi6ie reconocerlos como tales.
Deepu6, cuando loa reconocen, retroactivamente se dan cuenta de
que e8o ya estaba desde el principio, pero estaba de una manera tal
quo no era posible teconocerlo y localizarlo como síntoma.
Lea voy a comentar brevement¿ otro ejemplo para que se ubiquen
en e¡ta altemaüva. Nuaramente incluyo egto no para contar el ca¡o
en Eu8 detalle¡ dno solamente para ilustrü lo que leo estoy diclendo.
Antes tenemos que ¿glegEr oha cosa de la que ustedee ya tienen una
olcrt¿ idcr. En la c!¡Ect€rlzación que hace L¡can de la ertn¡ch¡n del
comlenzo del o¡illl¡l¡ ublea Emblén uri-mñbió de la po¡lción det ru-
ieto frt¡i6 a iá-ñAfidfr:Eótó ei at]oñe está retÁóionaáo con Ia
consEti¡ci6ñ-aEllÍñIoña. Que esté ietacionado no quiere decir que
constihryan la mi¡ma noción rino que eiempre la-c-ogrt-itución.del
¡íntoma imp-lica una ruptura con la realidad,la realidad en el aentido
fteudianó, ü Eiila,ilqile ae consf,mye, que b pierde, que es una rea-
lidad cambiante. No hay pérdida de la realidad en la neurosis como la
hay en la psiiósia, ya vsn a habajar estae nociones en los prácticoe,
pero aí hay pérdida en el aentido de que e¡ta realidad cambia, puede
haber ruptura de la realidad y construcción de una nueva realidad.
la con¡trucción del eíntoma irn g.In $P.EB=c'gp-lq
u " siiq""i
iñ*ffi:iñlóñc,ffi
un "u$i6üoEó-Ailii qüeió que tog po.
post ñü hiiiian como algo que estaba en

100
el final del análiei8, que el aná[sis tenÍa que conduci¡ a que el oujeto
ee ubicsra de otro modo en relación a la realidsd, Lacan dico nor esto
no oatá a¡ finel dol anúIiria, oato sslÁ al comlenzo de un análirir. ¿Y
por qué eetri al comienzo de un anáüsis? Porque e.eto- qe!i._en directa
relación.¡on-J*-corr$itución del eíntoma, siempre la conitituiión
del sÍntoma impüca..una ruptura con-lE-r-ealidad_. Esto éláIgó quáya
han visto en el historial de Dora ó cuando di¡cutinron el habqio de
Lacan Interuención cobre la truneferencia. Esüa ruptura de la realidad
en Dora a partir del momenüo en que el Sr. K dice mi mqjer no signi.
fica nada para mí y el parqfe al acto de la cachetada. Eca realidad del
ci¡cuito amorolo entre ¡u padre, la §ra. de K y eu marido, en la que
Dom parüicipaba complacientemente, a partir de ege momento ae
vuelve extraña, Dora queda enfrentada con ella, acusa a au paüe y
deaa¡"olla el pequeño delirio que uetedee conocen. En el ejemplo
que ahora les relato eta ruptura con la realidad se aprecia desde un
primer momento. Se hataba de un hombre joven, treinta y pico de
años, casado hacÍa años, con varioa hijoe, cuya reüdad cotidiana se
había vi¡to totalmente conmocionads, po! el hecho de que ee había
ent¿rado que Bu mujer tenía un nmante o, como él lo decía, que le
habÍa metido los cuernog.
El sujeto venía muy conmovido, au üda había cambiado de un día
pan el otro, más üodavía por eI hecho de que él se habfa enterado
de esto no porque se tratara de un sujeto desconfiado, lo que se llama
el ca¡ácter paranoide, todo Io contrario, él vivía muy confiado y muy
tranquilo y se enteró poxlue su mqjer se lo contó. Es decir que eete
hombre se enfrentó con esta situación sin haber tenido previamente
ninguna expectativa en este entido y esto funcionó pa¡a él como un
hecho traumáüco. Valor traumático lo pueden toma¡ en ecto sentido. i
como el encuentro cón el deoeo del ,Qtrg, en éstd caso--no?üal{'uier I
Otro, su mujer.
EI dc¡eo del Otro ec dempre enl¡má6co, pcro on Grto caro ademó¡
re pruntaba una amblgUodad partlcular. ¿Cuúl fue la lntención de
eata muJer? Porque re podía ver claro en lo que egt¿ hombre contaba
que ellla había querido contá¡¡elo, es deci¡ que erto formaba parte
de algo que ella bu¡caba al contarle ecto. Psrecía haber un cierto
c¡ílculo en ella, que habfa llegado a un cierto e¡tado de decepción
en relación a su msrido porque decía que él ya no era el mirmo que
aquel hombre con el cual ella ee había casado. Es decü que a lo largo
de la üda familiar, de la vida de matri¡nonio, las cosss habfan ido
cambi¡ndo y ests mujer añoraba aquel hombre, ella quería volver a
enconttral, I recupenr a aquél con el que se había cassdo, no érte que
tenía al¡ora.
Si ustedes quierrn hacer otra referencia a este texto de Lacan, re-
cuerden aiempre que loa textos de Freud y loe de Lacan, además de
eer textos que los g¡¡Ía¡¡ en eeta cartografía teórica, son preciosas
indicacionea clínica¡ que lea van a sen ü pa:a orientarse continua-
mente en eu prácüca. En eae te¡to LacQI, dice en relación a Dora que

101
ell¡ se queJaba perolo que no sabfa, o lo que no tomaba en cuenta,
e¡a Ia part'e que a ella le tocaba en aquello mismo de lo que ella se
quejaba. Egto a válido aiemprc para el neurótico. Probablemente
lo que pasEba en est€ caso es que eeta muJer no se daba cuenta de
la parte gue Ie tocaba en esto de lo que ella se quejaba en relación
s ru ma¡ido.
Fíjenee gue con todo y por más traumática que 8ea ecta aituación
no os sractamente eoto lo que podemos ubicar como motivo de con-
eulta, como lo que lo trae a este sujeto aI tratamiento. Que se trate
de r¡¡a aituación ¡un¡mente conmocionante, bueno, pero tampoco
quiere decü que todos los maridos que se ent¿ran de que ru mujer
tiene un am¡nte vayan I pedir un análisis. Erpecíficamenüe l«r que
hay qu.e ubice¡ en ects carc como Io que lo llevó a esta demanda de
-
ha-t¡mientq- eE EifEggd!¿:Sür:pffií.cTlar, e&ecialmente muy in.
tenea y rclecionada con esta situación, que él describía como el mie
dg.gj$sd!§g-:@".
ATá e¡ nt¡n¡mente importantc esta oha indicación de Lacan: el1
rieago de_doj¡"e -lta¡¡¡ por Ia comprpneión, pgr l_a comprensión in l

Si de algo se tiene que cuidar un analista ee


dé comprendei demasiado Épido. Freud insistía también en esto,
hay que tratar de uuopender la comprensión en un primer momento
y esp€rar a ver cómo se va arm&ndo eso en la continuación del trata.
miento, no hay que precipitarse allf. Pero cuando uno 8e precipita a
cr¡tender,habifual¡nentc comprende a partir de los miEmos elementos
imagiDE¡iq que propoDciona el paciente, ee el paciente mismo el que
viene comprendiendo o creyendo que compnende sus síntomas o no
¡u¡ ríntoma¡, ta¡nbién oEas cosa¡ gue le pas8n.
En ute caro ¿cuáIea eran los elementoe lmaginarioa a loe que eata.
bs t€ferido ecüe miedo a queda:re solo con los cua¡es est¿ miedo se
prerentaba como hmediatamente comprensible? Sobre todo estaba
¡pferldo a l¡ ido¡ de no poder volver a caranc. Lo que a él Io aterrori.
¡rb¡ .r¡ h id¡r dc quo n¡ mujGt rc qulricn .cpa¡¡¡. L¡ multr lc hrbÍr
contado oÍg p¡n ver d provoc¡ba cn ru marldo clerta reaoclón y
lo que ¡ ál lo ar4utda on ole prlmer momento o¡ la ldea de que ru
mujer E quisrc i¡ con el oho. Nada que ver con el deeeo quo esta mu.
jer habfa querido poner en juego, m¡is bien en ella estaba el intento
de rccuperarlo. Lo gue a él lo angusüia es ¡8 idea de que eu mujer ee
qúeraaeparar, a él lo ater¡oriza esta idea, pero más todavía porgue lo
aterroriza l¡ idea de imaginaree viviendo eolo, La ide¿ de no poder vol-
ve! a sasarrc, de no poder enccntrar otra mujer con la cual caaame y
volver a atxnar un¡ familia.
El bat¡.miento prorigrre. Al cabo de unos añoo Úega un momento
en el que él puede reparane? no porque la mujer quiere eepararse si-
no porque ec él qúien quiere hacerlo. Comienza una etapa de su vida
en la gue, regún rur propiaó palabraa, va recuperando su imagen ado,
leacente, ae refiem a la irnagen que tenía de sí migmo cuando era
adoleacente que eobre todo es una imagen centrada en su relación

102
con las mujeres. No podemoe decL que 8e trate exactamente de algo
reprimido, pero en todo caso ae lo presenta como .algo que había ol'
viáado y gue va recuperando. Con sierta sorpre§a él va redeecubrien'
do esto, se da cuenta de que era aho que éI había tenido y que Io ha'
bía perdido. Eg decir que erta idea de zu mujer de que él era alguien
que se habÍa ido deteriorando pareoe gue no era tan desacertada y
entonceg va verificando en la práctica que él es un hombr€ muy atrac-
üivo para laa mujeree y no rólo eao sino que lao mujereo le gustan.
Con todo, e¡to no era lo que estaba di¡ectamente ligado a Bu a¡t-
gustia, porgue su ang¡¡süi8 esüaba específicamente en este punto de
encontra¡ una mujer para casarse. Pero él verifica que también acá
la cosa no rc cumple y que no sólo resulta atractivo para las mujereo,
eino que eatar mqieres quieren casañn, más todavÍa: todas las que en
contró querían cararse. Cuando descubre esto, podemos decir que es
oho momento donde se encu€ntra con el de¡eo del Otro, de que to
das estas mujeres querían caEa¡s€, a egta altu¡a, él ya no tenfa ningtü
interés en e.asarse en ese momento. I¿ había costado mucho llegar a
Bepararse. quería volver a casarSe pero de ninguna manera en ese mo-
mento. Y es aquf donde vuelve I aparecer la angustia de una manera
especialnente intensa, Pero no poryue las mujeres querían casarse, si-
no porque es recién en eee momento que él se da cuenta de que erfa
idea que lo atormentaba tan angusüiosamente que él llamaba eu mi+
do a quedarse solo y que creía que estaba referida al hecho de no
poder encontrar una mujer para casarae, recién en ese momento
se da cuenta de que él sigue teniendo esta idea atemorizantn y
que no sólo ls rigue teniendo y lo sigue atormentando sino que
e8'tá más fuert¿ y má¡ consolidado que nunca y que ahora lo an-
gusüia máo todavía porque perdió el eignificado con qué la "com-
prendÍa" y no apareció en lo inmediato del análisis otro signifi'
cado que lo aurtituyera. De modo que suge la interrogación: ¿qué
algnlfloa erts,miedo r qudu¡€ rclo? ¿de dónde vlono oüto mtedo?
¿suál r¡ tu caul¡?. Podomo¡ doolr qur ¡colón on r¡te mo¡atnto
é¡ po¡lblo reconocer elto como un ¡fntoma. O podsmor docl¡ tam.
bién oue recién en este momento del tratamielito se Eoiutiüuye e[
síntoáa, §3lo atrora es posible r€conocer a este pensamiento "tengo
üie¿o de'quedarme solol' como una idea obeesiva.
Como ustedes ven, esüe pensamiento estaba desde el comienzo del
tratamiento, desde la prirnera entrevista, en sí mismo no es una idea
absurda y lo era mucho menos cuando aparecÍa justiñcada en la tra'
ma de Rcontecimientos que desencadena¡on Ia conrulta.
Sólo llega a convertirse en absurda cuando l¡ manera forzosa en
que se vefía imponiendo -lo que constituye ru carácter compulai'
v-o- termina por mostrarse sin ninguna relación con la¡ ci¡cr¡¡rstancia¡
que parecían haberle dado origen y que "compreruiblemente" la jue'
tificaban.
Pero para esto fue necesario que el paciente cambiara zu rcalidad,
que dejara la realidad en que vivía antes del tratamiento, gue consüru'
yem una nueva t€alidad, que comenzara a vivi¡ de otra manera. Re-
cién ahí y a pesar de estar desde el principio, surge como un pensa- ,

miento y un temor absol exhañeza

t§r§.
Ia continuación de ese anáIisi¡ rían verifi.
car hast¡ qué punto ea váüdo afirmar que el anáüsig comenzó recién
ahí. Lo que quiere decir que Io que Lacan define como la estn¡ctura
de comienzo del análisis, no siempre coincide con lo que aparente-
mente ea el comienzo del tratamiento.
De toda¡ maneras lo que les quería ilustrar con este caso es una si-
tuación intermedia en la diacronía de una neurosis, que ustedea pue.
den describlr de cualquiera de estss dos manerae: o bien que el sínto
ma estaba deade un comienzo pero no era reconocible en óse momen-
to. como tal, o bien que termina de constituirse a lo largo del trata.
miento.
urüede¡ van I ver sl alcanzamos a preeentar en uno de los próximos
ateneo clínicor un cato que eshrvimoe supewisando la r".'*" p"o-
da
Jen- el ejemplo
que lea acabo de da¡ eeto fue algo que octurió des-
puér de 2 año¡ qeqio de tratamiento, en este cáso'creo qu" u, un
{
poco Eenos, cari 2 arlos) podnÁn obsewar un momento dei análisis,
u¡a lecuencia-en que la diferencia de la paciente entre la sesión ante.
ToI r ela ¡eción rc puede apreciar con mucha claridad: cómo Ia reali.
oS 9e Ia paciente cambia totalmente. La realidad de la cual le üene
a h¡bla¡ el an¡lists en eEa s€sión ya no tiene nada que ,"r Ia reati.
dad que en la mi¡ma realidad dá h que le hablaba en ra sesió; "on ante
rior y -er u43 rcaión que permite muy bien observa¡ el síntoma cuan-
do est{i recien allí eurgiendo, freeco.
En es€ caso es rirá¡ llamativo totlavía porque se tratBba de actos
obseaivoe, una enorme cantidad de actoe ó¡segivos que tenia esta pa.
9i9nte per-o que nunca los había reconocido co-o t"I"s. ésáúan to
talmante incorporados a su vida cotidiana, cómo se ráuri,üu", áo-o
ppparaba la comida, cómo lavaba loe platos, cómo tomaba el tren,
cono volvia I ru caEa, totalmente formando parte de su realidad co-
y.rc-puede observar
FOq"
t¿ a trsv& de cierto tiempa--en-porque a veces esto ocurre graduJmen-
éste caso ra modificaci¿l
ledo,n a otrg donde la paciente aigrre hablanao ae eitaJmir.ur """
"ria"áoru,
de gue había e¡tado hablando en las sesioneg anteriorer páro
plzE tomar-para el nrjeto ya er carácter de lo quu poaá**"rio
I
uru vivencia de e¡trañamiento. Hay una v
",n-
ir",nu,
en rel¡cióo a ru rcalidad coüdiana'affiT:
A.: Tendrla que t)er con el g¡ado de intenogación que esto le plan-
tes, , .
P.: E¡ recién alll que rurge h intcrrogación. A partir de allí en eate
carc- n¡IF- eota No puedo disfrutar, ¿por qué seÉ que no
puedo di8ft¡tar? -pregUlta: pasa
¿gué me con esto? Esa pregun¿a no está &l co-
mienzo del análl¡lo, recién rurge ahora y surge neóesariamente en re-
104
lación a eet¿ momento de constitución del síntoma que está articula-
do con el momento de cambio de posición frent¿ a la realidad.
Bien, un paso dado; antee de dar el paso siguiente, ¿cómo resumi-
mos egte paso? Se trata de Ia va¡iedad clínica con que se van a encon-
trar en au pnictica. Para reconocer a un sujeto de estn¡cü.¡ra obsesiva
deben olvidarse de la idea de traüar de const¡uir un paradigma único,
un ejemplo por parecido con el cual tengan que reconocer si se trata
de una estructura obsesiva en ese sqjeto o no. Part¿ de esta diñcultad
tiene que ver con las muy diversas formas que puede toma¡ la neuro-
sis obsesiva. Pero otra gran parte tiene que ver con la cuestión de la
diacronía de la neurosis. Se pueden encontra¡ con un zujeto cuya
neurosis obsesiva ya eatá constiüuida o está muy avanzadq ae pueden
encontrar con un sujeto donde está lejos de constituirse, e8 un aujeto
de estructura obeesiva pero donde no hay nada que tenga que ver con
algo pa¡ecitlo a Ia neuroeis todavía, o se pueden encontrar, por msr-
car tres puntor en algo que en realidad eB una amplísima g¡rDq o 8e
pueden enconha¡ con que el ¡Íntorna ya está pero no lo pueden reco
nocer.

FENOMENOLOOIA Y E§TRUCTURA

He insietido también en que el diagnóetico de neu¡oeir obeesiva,


oegun la propueota teudiana" no puede deriva¡¡e erclusiva.Eente
del rasgo de la compulsión. Que no e¡ el registro de la deacripción,
eolidado con la clínica de la mirada propia de la paiquiatría, el gue
legrtimamente permite califica¡ a un síntoma de obsesivo, sino el hF
cho de eatar pueato en ft¡nción en una estructura obsesiva.
Con todo, hay que reconocer que en Freud, I pessr de Ia zubver-
sión que introduce en el saber psiquiátrico, guedan ciertoe rastros
de poaitiviamo. Por Io menoa en el interlocutor a quien ce dirige. No
podría ser de otra manera, diría Lacan. Ni siquiera los pioneroe pue
den pensar con categoríar que no sean las de zu época. Recuerden
el cuidado que pone Freud en delimita¡ en los distintos momentos
del mecani¡mo obseaivo, cuálee surgen di¡ectamente de la observa.
ción y cuáles necesitan eer postulados.
Recuerden t¿mbién que de los tres pilares gue roetienen la nogolo-
gía, el prirnero es calificado como descriptivo. Es una "semiologÍa"
podemos decir, entre comillas, ys que no la podemos eguiparar a las
deecripcionea peiquiátricas. Pero aún así eetá planteada en un regÍstro
distinto aI de Ioe mecanigmos que deben aer postulados (segundo pi
lar) y a la terapia (tercero).
Lacan sigrriendo Ia inspiración &eudiana" puede ir má¡ allá. Y EI
reeonocer en el inconscient€ I¡ egtn¡cturs del lenguqje franquea la
oposición enhe fenómeno y estructura. Los remito a la cl¡se 24 pu.
blicada en el cuaderno II. Si l¿ fenomenología del psicoanálisia se
ubica en el registro de la Balabra, eB porque Ia estruch¡n dol lengra-
je es la máquina originarii que pone en eocens al sqjeto. La ectruc.

106
tura no esüá entonces más aUá de la expeúencia, eeüá en la experien.
cia misma.
Dobo ¡econocer por Io tanto, que afirmar que la estn¡ctun es
transfenoménica, es una formulación que padece de un cierto resto
poaitivieta. §obre todo si la enseñanza de Lacan noo permito plantear
que Ia estructu¡s está en el deci¡ mi¡rno del a¡¡aliza¡¡te. E¡ en esto d+
cir entonces, donde va¡Dos e ¡econocrr no eólo ICC_q4nütñI6dEfdé-
ffiH-H*-,s?**i!tr#b#,*
aieuténd6-Ftfd-dETtuuit;Éüi iféIár" ilé.léi una clínica det sÍntoma,
:
nos pone en condiciones de fonr¡ula¡ un diagnóstico de e¡trucüura.
Por ejemplo, algo que usüedes ya conooen, que yo hsn discutido en
loo prácticoE, eoas dos clases del oeminario 3 referidas a la pregunta
del obroivo y I la pregunta de la hi¡tórica. Puodon incluir o«¡ on ostu
categnía, Erüo que podemoo llama¡ una clhica de las pregantas,
¿Cuále¡ aon la¡ prcguntas que se hace el eujeto? Cuando Lacan di.
ce lae progunta¡ del n{eto, lar pregrrntas del obsesivo, las preguntar
de la histérica, en un sentido eatricto egto está referido al eíntoma. Es
en el síntoma e interpretando el síntoma donde varnoo a acceder a es-
t¿ otra pregunta del sujeto de manera estricta, es decir que no neceaa-
ria¡nente e8 una pregunta que aparece de manera manifiesta y abier-
ta. Pero tanbién apa¡ece a veces de manera manifiegta y abierüa o
riemprc que uno la repa reconocer y en muchos cacos ocrure que los
eujetoc la¡ dicen con todas la¡ letras. No necesariamente se van a en.
contrar con que el obs€sivo hace la pregrrnta por el ilUr a la manera de
Hamlot, t'¡€r o D9_!ertt digamor, "üo be or not to be" y que uno ade-
más s€ lo iñ-ffia, incorrectamente por otra parte, con la calavera y
toda la problemrítica del obeesivo y la muerte. Pero sin embargo se
preoenta de maner¡¡ que 8on reconocibles, Tomo otro ejemplo, un
rujeto que hacfa do¡ carteras: ingeniena y economía. Se paaaba todo
el tiempo pregrrntándose: ¿tengo que Eer ingerriero o tengo que aet
cont¿dor? Uctede¡ no ae queden pegados allí en Io de ingeniero o
.contador, pon&n el acento en el lg4ggyl¿_gg, ¿tenÍo aue Mt erto|
e ser er;to o@? O en la idea de-Encontra¡1u verdadero ser,
sefl ingeniero, oer esto otro?
que han discutido, Lacan hace un esfue¡zo
por mortrar cómo estas preguntas no Bon contingenteE, por moatrar
la articulación esfuuctural de estas preguntas, es decir que no es por.
que rí gue rurgen éstat y no otras sino por_l_o qqefúljlamsdaCl¿Ust
del ¡igri8sa¡re. Hay dor fallaa allí, dos imppq[bilidedes*.en_el"¡imi.
ficanb.
Hay muchog deaarrollo¡ de Lacan que podemoe utiliza¡ pera ir
conatruyendo una clínica de las diferente¡ estructuras eubjetiva.e.
En el ca¡o de la eshx¡ctura obseaiva hay algo que eB sumomente i.m-
portante: es lo que Lacan llama la proezq, la hazaña, lo podnamo¡
llamar t¿mbién el record, querer @ elgo
"-¡""u¡
que está má¡ allá «le lo común. Ya Freud señalaba que en estos casos

100
el valor erótico BurgÍa del destinata¡io, ¿a quién erhí dirigida eaa
oroeza?
"
lpGaE toma¡ diver¡as formas, En el caso que leo mencionaba re
cién: un sujeto a quien no le alcanza con hacer una ca¡rera universi.
üaria, quiere hacer dos, ademáe quiere hacer las doa al mismo tiem.
po, o que convierte su cüTera en "una carrera', y no le importa ei
aprende o si no aprende, para qué le servi¡ía eso, sino que Ió que le
importa es meter materias y recibirse nipido. Entonces se toma esto
en el sentido de un deporte pero no en el sentido de que un deporte
es un deporte, en el otro sentido, en el de marcar records: .,Este año
metí 8 materias" (risas).
Esto está vinculado con oha cuestión que podemos decb que 08
especfficamonüo ohscsiva, runqur¡ üu¡nllión on nlsgt» goncraleo poclríu
valer para todo neurótico, que es la cuestión o la vi-
. Es una vivencia
presentaree co,
mo alguien que sufre por su8 impotencias y aún quejarse am&rgamen-
te, puede presentaree como alguien que intenta auperarlas o que lar
, ha superado. En ambos casos la vivencia de impotencia está prcsente.
El neurótico necesita de esa sensación de impótencia, neceüta cüj.
vAIIg porque 18
qerl43orque
gerl4Sorque utiliza como apoyo para_mantener
la ufux¿a pa¡a_mantener su cree¡lc.l&3t=gue
cree_¡¡gffifl*gqg_
creenci&de_gue
f OlUfp¿süierzuu-c3§-üEcrópyion¡eóuenl,iñE¡téñ-fr ñélslpisi;ión
'reivíndicativa:
'reiVíndicativa:
reilíndicativa; de erla
reiúndicativa; esta manera pu6de
ec[a eviter la
nu¿<le evit¿¡ exneriencin de
ln experiencia ln castra-
dn la osst¡ñ-
ción del Otro que ea la que más lo angusüia. Necesits veis€ s ¡í mismo
,/'como impotente y lo cultiva.pgr más que se gueje, o bien oe plantea
cosas para superar esto que él siente como su impotencia y para do
*mostrarse a ¡í mi¡mo que es potente, que puede.
En una clase pasada comencé a relatarles un ejemplo donde se vefa
cla¡amente la hazaña y el record. En el momento en que llegó a h
consulta era un obsesivo que Be preaentaba como un don Juan, m ha.
bía dedicado a las conquistae sucesivas de mucha¡ mujeres. pero en
realidad antes de esto hay otras hazañas. Llega un moménto en el que
se da-cuenta que siempre ha vivido haciendo este tipo de cosas, Io di-
ce así, que frente a su sensación de impotencia neceaitaba demoshBr.
se que podía. Se dio cuenta que cuando entró a su adolescencia él ha-
cía esto con los deportcs: se había metido a hacer deportes, y había
llegado un momento en que realmente era muy buenó y habla üega-
do a jugar en buenos equipos, además dentro del equipo era muy va.
lorado. A peear de que ae podría haber creído que esta actividad egta.
ba muy enraizada en su deseo, a partir de un cierto momento ego de-
jó de interesarle, no se ocupó mrís de los deportea. Pero se empézó a
ocupar de la música y con este mismo estilo, con esta mi¡ma modali-
dad, aprendió distintos instrumentos hasta poder llegar a destacaroe,
sobre todo en alguno de eüoa, a formar conjuntos, y se demostró
que pudo. A partir de un momento, en que con tanta pasión ee dedi-
caba a esta actividad que se podía creer nuevamenüe que habfa en-
contrado la vía de su deseo, la música dejó de int¿resa¡le. Ahí es don-
de ¡o articula y empleza el tercer momento, el de las mujeres dol que
ya leo hablé y cuando él Uega a la consulta ya eataba üermina¡do con
esüa etapa de las mujeres y había entrado en ofua etapa donde con el
mismo esülo habÍa comenzado a dedicarae a zu trabajo.
Habfa empezado una carrera do trabqlo on la quo ostaba siondo
muy eritoao, I pe8&r de todos los üemoree que él había tenido duran'
t¿ toda ¡u vida acerca de si él iba a ser capaz, si él iba a tener éxito
en ciortor carnpot, él ¡e e¡t¿ba demostrando que aÍ, que podfa, y quo
podfa tener el reconocimiento, la le$timación de esto a parti¡ de los
demá¡. Es decir que aquí ustedes pueden ver que, aunque no aparez-
ca en un primer momento esta cuestión del Otro, ee algo que estrí
allí, ya sea con loa deportee donde estd el público, es'tán los periódi-
coo, en l¿ cueetión de la música también. Acá en el campo del trabajo
eaüi el reconocimiento gue él obtiene de la gentc con la que trabaja-
ba, y también de la gente de la competencia, de sus competidores. Pe-
ro ahl ya re dibujabq máa claramente que en las ohas actlvidades, un
Otro que no era cualquier Otro sino que era el padre, el padre que
dempre h¡bf¡ pensado de é1, y tomen acá la referencia del padre do
F¡eud: "eate chho nunca va a llegar I nada", o el podre del Hombre
de h¡ R¡t¡¡.
El padrc que rienpre había pensado de él que 8e podía dedicar a
la múaica, I erat coBar que parece que este padre no valoraba en ab
loluto pero Gr¡ un padre que eí valoraba el trabqjo y eiempre hobÍo
penrado que érte era un chico que en esa actividad nunca iba a llegar
a nada. Y üora no sólo obtenía el reconocimiento de loa otros, oino
en elte c¡¡o de e¡te Otro tan particular que era el padre que ertaba
totalment¿ rorprendido de lo que su hiio podla hacer en este campo.
¿Pero qué le ocu¡ría? ¿Qué es lo que funciona en este paciente
como motivo de conzulta? A poco de comenza¡ las entrevistas él Be
d¡ cuenta de que ru trabajo tampoco le interesa. Y que realmente to.
do lo que está haciendo y que le inzume 16 horae diarias de su vida
no le intereca en absoluto. Y que lo podría dejar de un dla para el
obo como habfa hecho con sus otras actividadee. (Cosa que, aunque
cierta, ya no le re¡ultó tan fácil. Tran¡currió un año largo de entrevis.
tar antes de que pudiera renunciar a eoe trabajo en que estaba perrna.
nentemente pueto bqjo la mirada del padre. Y un tiempo m¡ís hasta
que inicia lo que re puede llamar ru primera relación de pareJa). Pero
recién en e8e momento puede emp€zar a pregunta::se por qué hacía
lac cosu que hacfa, recién en ese momento accede a esta vivencia de
in¡atirfacción, de que él efectivamente se podía demostrar que il po.
d{a y con eao combati¡ ru vivencia de impotencia, pero esto no lo ha.
cía disfrrrtar para nada. Y es esta vivencia de insatisfacción en esüe ca-
eo lo gue lo llera a la eonzulta. Estos actos, esto que Lacan llama las
,df,tpeza! o l¡¡ hazaña¡ o el eatablecer records surqe como una nueva
tatc iogí-a" rlreudlana. Pocie-
mos decir que son actos obsesivos aunque no sean actos de_limit4dgs
y que abarquen emos

108
coloca¡loo en l¡ categoría freudiana de agtos oboesivoo aunque no
exrctamente en el mismo sentido de los distintoe tipoa de actog obse.
sivos gue Freud describe como medidas preventivas o como ritualee.
E¡ dect quecon esto Lacan agrega una nuevavariedad de actos obs*
¡ivos a la clínica de las estructuras obseaivao, erüo quo él tlama la
Un acto obsesivo que no ea un síntoma; por io menos en 6l
--gn8¡Eg.
que
chso les relaté todavía no lo era. Y en la estructura de este acto
de la proeza Lacan dico que hay algo deciaivo y que tienen que tomar
aiempre en cuenüa para orientarge bien en eu púctica y que sg diro.t,
renci4_r clar_a¡nente aquÍ este tipo de acto obeesivo de un acting, po!.l
que eC muy-sémejanfe-aloqut ttamamo§'un actín-g, aería ün tIpó ¿e
acting muy eepecial que ee extiende a lo largó de varios años. La con.
notación de acting en egte tipo de acto proviene
-Es de la clqll connota-
ción que tiene de estar hecho para Otro. decir, son cósar-que est¡íil
hechas p¿ra Ber mortradas, que tíéñén toda la estructura de loa esce-
n.enoi y que e¡__gsta eatn¡ctura d"l
cr¡r-Uelor.re.diee ff¡¿n "*".gibhgyqueDodeldifer
q ue j u egqrn-
-con .el ¡qi etq an
gflta proozs, e¡ 1.t0q!.]@6,
1¡¡Eg_}gugüor- -e
qglU!4Dcon mayügcula que en erte caso es el que egt.
papel del oúblico.
Entonces ahí hay gue difetencia¡ los obos en el sentido del seme-
jante, los ohos que muchac vecet, esto no ect{i cla¡o en loe ejemplos
quo yo loo he dado, pero muchar vscoa ioma un s€ntldo do compoton"
cia en el ¡enüido de agreaividad, ea desL el ot¡o como rival, poder
vencer aI otro, pero que no eE nunca lo que importa y lo decirivo, por
el contra¡io, es no quodarae en ooe rogirtro, que en última irutancia,
c.gn9 opon{$ rgqi str g¡lr !_o_9!p9-c_g$.
A.: De la comprensión.
P,; De la comprensión en el aentido de la comprención imaginaria.
Porque toda¡ eatas cosas que Lacan nos enseñg nos enreña,n a com-
prender también, pero ya más a entender en el nivel de la estructura.
Pero también a comprender, porque estse cuestiones estructurales er
trín siempre vinculada¡ a cuestiones fenomenológicas, a cuestione¡
obeewablea, por Io menos yo hago el esfuerzo por mostrarles conti-
nuamente eeta articulación. Esta diferencia entre el Otro con mayúr
cula y el otro con minúscula ugtedes la pueden reconocer aún en el
imaginario de la escena, que
la proeza no , eI o§o-gug pqq

-La-dá¡rréláóióñfnilóIó
con otros deealrolloa que él propone y fJuo
les voy a menciona¡ más adelante en el sentido de que el obeesivo
siempre tiene un amo, acá 8e Buperponen loe dos lug8res, entonces él /
dice que el arno está en eete lugar del espectador inubible. Porque no
siempre el público aparece con claridad, entonces dice: en esta er
tructura de la proeza el arno ocupa el lugar del espectador invisible,

109
y on dof¡nlüva el que üge el jue8o, el que rige las reglas de la proezg
ál que va a teg¡liza¡ si hubo triunfo o no hubo triunfo, si ganó, ei no
gunó, o ere egpectador inüriblo que haco de Jurado'
Hay que burcar dóndo otá ere eapectador inviaible, que es el que
dlctamlna. Esto n ve má¡ claro, dice Lacan, si hacemos la compara'
ción con rquelloe deportes . . . está bien siempre hay competidorer,
el rqJeto lo ügnc guo g!¡ur I oho, poro on aquollol doportar donder
lot n{cüo no Juogen unot conka otros como suele ocurrl¡ en los
Juegor comun€ú, fútbol, tenir, lo qus Bea, sino en ertoe deportes en
que lor n{otoc h¡cen su actividad oolor, uno I uno como ha ocu¡ri-
do alron suEndo han trar¡smitldo por televi¡ión los campeonatos de
cguí, que allf lor competidores no compiten egtrictamente uno con-
trr o,tro dno que bqia uno y cuando ése terminó de bajar recién baja
el oto, ¿qué er lo que E nurca allí? §e hace visible la cuestión ee-
trucü¡ral, lo que marla allí quién ganó es el reloj. Ahl se ve bien cla-
ro que lc competidorea compiten no entre sí aino contra el reloj.
E¡to -dlce Laca¡r eo lo que parn aiempre en esta estructura de la
hazaña, en esta e¡tnrctura de la proeza y ea müy imporüante no de-
Jane llevar por esq pendiente del rival imaginario, porque tal como
lo prcrenta el qJeto es por ese imaginario donde habitualmente uno
temhr¡ dedizá¡rdo¡s. O por lo menos es por ahf por donde se desliza-
¡on lo¡ pdcoanaliataa post-freudianoo y llegaron a plantear toda esta
cr¡cülón de la neu¡oais ob¡esiva como la cuestión de la agresividad del
obrodvo, de la rivalidad del obseeivo.
Bivali&d que la van I encontr¡¡ en los obsesivoo, pero eso ea lo
quo Eof¡o! l¡¡porta, no hay quo meterte por allí. La coaa ya eo már
gnve cunndo en l¡ tra¡r¡ferencia el analiota, en lugar de ocupar ou
lugar en el lugnr del Otro con mayúecula (A) pasa I ocupar eete lugar
dol otro con minú¡cü, y h cooa empieza a plantearse en t€rminos
de rivalid¡d con el analict¿ mi¡mo.
E¡ü¡ er una pcr¡diente por la cual efectivamente entró el psicoaná-
ll¡i¡ de la neu¡osi¡ obseaiva poat&eudiano, poniendo en prirner plano
ecta cuestión de h rivalidad obeesiva y de la agreeividad del obeesivo
tqmbién en l¡ relación transfercncial y cifrando el progreso de la cura
en la interpretación de erte rupuesto tipo de hansferencia. O de la su-
puecta homo¡ext¡alidad de los obsesivos. Y es por esto que estc psico'
8nálbil lleg¡ a la cuestión de la incurabilidad de los obsesivos, o de la
int¿rminabilidad del análi¡i¡ de los obsesivos. Es claro que no se pue
de hacer nad¡ eñcaz si uno ae equivoca. En cambio, si el analists ocu--
pa el lugar que le corebponde en la transferencia y ejerce correcta'
mente ru función, el análi¡i¡ de los obsesivos es eficaz y progresa has-
t¡ la ct¡¡aciqr dentro de los misrnoe límites que existen para laa otrae
sdruch¡ra¡ neu¡ótica¡. Hay casoe más o menos difíciles también en
18 higteris.
Entoncee Lacan dice gue es decislvo en esta estructura de la proe
za diotinguir el otro como imaginario, el otro con min(tscula, el
aemejante, del Otro con mayúscula, del espectador invisible. Ya

110
que es aólo llegando a ese lugar donde se puede deshsce¡ erta imagi.
nería, ¿Qué es lo que rupueotamente eshi en juego? Lo que ofoctiva.
ment¿ importa habltualmento no estri puoato a[f. Es la otra cosa que
vamoo a ver en Lacan, el obsesivo ae plantea todas estas proezas cG,
mo si en definitiva fueran una apuesta fuerte, como si ae esüuviera ju.
ga¡¡do la vida, o como ai fuera una cuegtión do üdq o muorto, Lacan
dico hngm culdado, sfoctivumonto puru ol r¡b¡oslvo lu coou lo plun[ou
arf, pero üengan cuidado porque el juogo del obee¡lvo -lo que en tér.
minos de Freud podríamoe llamar desplazamientoe- lo llwa a poner
eate juego de üda y muerüe exactamente en los luga¡es donde no se
juega absolutamenüe nada. En toda¡ estae pro€zas en definitiva y en
el fondo, no hay ningun rieago verdadero para el sujeto, de lo q1te
r_eglryente _i¡pporta,
-de
lo.que tiene que ver.cen la yedad de!_q9j§lgf
del deseo.
-ElA;fo que les mostraba en egtos ejemplos. Cómo llega un punto
en que el sujeto ae da cuenta que eeto en donde había ertado toda zu
vida Ie importa un comino. ¿Ahora esto qué quiero deci¡? ¿Que no
haya algo en lo que efectivament¿ él se tenga que jugar en gue actos?
Sf, pero el obeesivo se laa arregla para deJar eso afuere. E¡ ¡olo ubi.
cando el lugar del amo, del Otro con mayúocula, el lugar del eapecta.
dor invisible, que vamoa a lograr doshacer eota imaginería y lograr
que el eujeto se confronte con la angustia donde efectivament¿ s€ ea
tán jugando sus verdaderas apuertas.
Entonces no tenemos a veces demasiadas indicacionea, no hay I+
ceta¡ de cómo analizat y no las hay por la sencilla razón de que nun.
ca se analiza de la mi¡ma manera, cada análisis es diferent¿ a otro
anrílisi8. Pero tenemoa algunar indicaciones de lo que no conviene ha.
cer, Lacan inaiste en erto, no ú si ustodes ya han visto las clases dol
seminsrio 3 en que Lacan le da mucha importancia a esto en el caso
de las- psicosis y las p¡epsicosis: es i¡nportante g\e.e! grurlialgscpg_an-
te todo lo que nq_tiensjyglleClr-Lacan no8 da con gu noción de
.

proeza indicaciones en cuanto a Ió que no hay que hacer y conviene


usarlas, Esto tiene mri¡ valor todavía para el analista que eitrí inician.
do su práctica. En este caso del obsesivo, de este juego de rivalidad
imaginaria, conviene saber que eg exsctsmente por üf por donde el
analista no tiene que entrar.
Como ustedes ven, la leeción 1? y el capítulo Y de Inhiblción, etn-
toma y angastia quedan para la prórima.

111
I
I,A EI"ABONACION FREI,'DIANA DE I.A
NEUROSIB OB§§§TVA ff)
rllnhlblelón,
'T,eccloneg lntroductorl as,.." e
síntoma y angustia".t

Hoy tenemos la ta¡ea de comenta¡ las leccionea int¡oductorias


y los capítulos V y VI de /nlribición, aíntoma y anguatia. Entre los
textos que hemos comentado anteriormente y éstc que veremos hoy
recuerden gue tienen que ubicar el Historial del Hombre de las Ratas,
y luego Totem y tabú que son dos textos donde la problemática de la
relación con el padre y el Edipo, del amor al padre y la ambivalencia,
la culpa, la deuda ocupan el primer lugar. En la medida en que a estoe
textos ustedes los han visto en sus púcticos y en los seminarios segri.
mos ahora con la¡ leccionea de 1917 y con Inhibición, ethtoma y qn.
gpstia.
Habfamos dejado en el punto en el que insistíamoe en que hay una
"semiologra" específicamente freudiana de la neurosi¡ obseeiva. De
bemoe tener en cuenta que la nooología en Frcud y el psicoanrilisit
no tiene el mismo sentido ni las mismas funcionea que en la psiquia.
tría. Vimos que Freud destscaba la necesidad de tres püares para sos.
tener los sistemas nosológicos, uno el de la semiologa, el de la des.
cripción, él insists en que es necesario agegar en aegundo lugar la
etiología y los mecaniemos y en tercer lugar loa métodos terapéuti.
cos, es decir, la púctica puicoanalftica como parte de estos sistemaa
nosológicos. Que lo propio de Freud sea agregBr eato otros dos r€.'
gistroa no noa üone que hacer olvida¡ quo ól nunca doJó do prostarlo
at¿nclón al primero, en el cual no se limita a repetir o a rocoger lo
que la poiquiatría había constn¡ido, oino que construye una ¡emiolo
gra que podemor llama¡ eopecíficamente freudianE y que lot paicoa.

* Clase N'42 dlct¡da el 1l/10/86 por Roberto M¡zzucr.

118
nalistas psrecen haber ohidado hast¿ el punto de no saber reconocer
en la práctica los cssoe de neurosig obsesivs.
Si queremoc localizar un texto de Freud en el que él sintetiza lo
már eapecífico de su *miología en relación a la neurosis obsesivg
lo enconhamo¡ en la lección 17 de las introductorias del psicoaná-
lisis. Allí continúa con lo que venía desa¡rollando en la lección 16
-gue ya comentamos en otra clase pasada-: su propuesta de que
Ioo síntomas nsuróücog üenen un sentido, habíamos distinguido
aquf dos rc¡letroe, el del sigrrificado y el del sentido o bien el del
sonüdo y el de la lntanción. En la lección 17 agrega que eete renti\
do de lor ¡lntomas eetá en una relación íntima con toda la vida delll
paciento, coll Eu vida cotidiana y con zu historia, con lag relacione{'
que hs e¡t¡bleotdo oon lm otral penonar.
H¿y otro punto quü leü habla menclanatlo tamblánt cu¿ndo den€
QBc da¡¡noll* crt¡ tc¡nr cn ortu loeolonor no lo heoo üomando oo.
mo ejemplo a la hbtaria, alno a la neurosls obseslva.
El dlce:

". . . Por determinada¡ raj¿oneE loe ejemplos que a continuación


voy ¡ €xpon€r no ertán tomador de la hi¡taris slno de ot¡a neuro.
ri¡ harto ¡inguta¡ y en el fondo muy anáIoga sobre la cual habré de
decir previamente algunas palabraa a título de introducción . , .".

Cuando él dice acá "por det¿rminadas razoneE", ¿cuálea son estas


razoneo? 8i nq fliamo¡ un poco más adelrnte cuando alude a que loe
¡fntoua¡ ecpecfficoa de la hist€ria loa encontrarnos fundamentalmen.
te sn el orden de lo romático y en cambio loe de la neu¡ogis obeesiva
an lo prfquloo, dlce:

". . . €Etar perturbaclones


gue no presentan aquella misterioss ex-
tención de lo prlquico a Io aomático, ca¡acüerística de Ia hioteria,
h¡ ddo objeto por part€ de nuestra dlecipüna de un má¡ completo
sola¡eclmlento, demoatrá¡rdoo que p¡osenta con mucha mayor
precirión determinados caractereg de lae enfermedades newóti.
ca!. . .tt.
)

E¡ decir gue a ecta alh¡ra Freud considera que como ejemplo de


neuroú, er un eJemplo mrí¡ puro el de la neurosi¡ obeeaiva que el de
la hi¡t¿¡ir¡. Podemo¡ decir gue a esta altum ha ubicado la neuroaie ob-
eaiua como paradtgma de las neurosiE.
SEIITOLOGTA TREUDIANA DE LA NEURO§U' OBÍ'E§TVA

Y encontnmor a contlnuación una ofnt¿sl¡ de esüa remiologfa


freudiana de la neu¡o¡i¡ obgesiva en la que reúne lo que habla ¡ido su
descubrimiento ha.cta este momento. El Io sintetiza de esta manera:
tt. . . lo¡ onlormot do nourcol¡ ohsoolvu mu06trun gonoralmonüo lor
ttl
aiguientes manifestscionea: experimentan impulsoa exhañoo a su
personalidad, se ven obügados I renliza¡'actos cuya ejecución no
lee proporciona placer ninguno pero I loa cuales no pueden sus-
traerse y Bu pensarniento se halla inva¡iablemente fijo a ideas aj*
nas a su interés normal. Tales idea.s que denominamos representa-
ciones obsesivss o compulsivas pueden carecer por sí mismas de
todo sentido o 8er tsn sólo indiferentes pero lo má¡ frecuente es
que sean totalmente absurd$. De todos modoo, cualquiera oea el
ca¡ácter gue prcsenten constituyen oiempre el punto de pardda
de una intensa actividad lntelechral que agota al enfermo, el cual
se ve constreñido contra toda la corriente de su voluntad a cavilar
inceer¡rtements en dertodor de taleá idea¡ como Bi B€ üat$o de su¡
sóuntoi pol!óüüloB trrá¡ lntportahtg! , . ,ti.
E¡ tlool¡ quü cñ 6rti momÉRta Freud dl¡trlbuyo y oladflca lo¡ sfn,
toma¡ obre¡ivo¡ on ües catágorlal: lmpulroa, ac'too y reprerenta.
cionos.
De eetas treo catcgorfac la que rezulta nueva en la exposición que
estamog haclendo eo la prlmera. Ya hemos vi¡to cómo Froud eo ocu.
pa extensamente de la^e reprceentacione¡ obselivas y de loe actc ob-
sesivos en su8 textos anterio¡es. Lo nuevo acá es esta categoría de
impulsos. Lo nuevo para estas claler, ya que esbo h8 aparecido cla.
ramente en el historial del Hombre de lac Rata¡. En el texto de la lec.
ción 17 dice:

". . . Los irnpuleos que el enfermo experimenta pueden preoentar


en oca¡lone¡ un ca¡ácter infantil y deraHnado, p€F la mayor pan
t¿ de la¡ vece! poseen un contenido temerp¡o dntiéndosE ol enfer.
mo incitado a cometer graver crímenes de loe que huye hortoriza.
do defendiéndoee cont¡a la tentación por medio de toda cl¡¡e de
'prohibicione, renuncias y limitacione! . . .".

Es declr que podemos ¡econocer acá que él eshi denominando im.


puleoa a lo que en otros textos hemos encontrado o que estabaapro
ximado con la noción de tentación.
Es en el higtorial del Hombre de las Ratas donde enco¡t nuoc ea.
to con toda claridad, creo gue ustedes recorda¡án por ejemplo el im.
pulso del Hombre de las R¿ta¡ a cort¿ne el cuello con la navqja de
afeit¿¡. Incluso que cuando Freud lo analiza dercribe la formación
del síntoma congtruida en tres tiempos, de modo tal que el síntoma
reproduce estoe tree tiempos en oentido inver¡o. El primer tiempo
había correapondido al deseo o ¡ la fanüa¡ía o al impuho de mat¡r a
ma vieJa que habfa ¡ldo el motlvo por el cual ¡u amada ¡e habfa al+
jado de é1. En el segundo momento un acto punitivo contra este im-
pulso que en este tercer tiempo se exp¡Eaa claramenüe, en lugar do
mata¡ a la vioJa, como auüocartigo hacorno ól obJoto do ott¿ lmpulrc.
'l'lonon allf t¡mblén ol otro eJomplo que !'roud üama el de suicidio

l1ü
lndircc'to, el ünpulro Lrdirecto al zuicidio. Aunque no tan claramente
como en el impulso a cortarse el cuello, en este otro impulso a adel'
gazar ¡econocenos una est¡uch¡ra aemejante en el análisi§ genial que
Freud hace allf, lit¿ral, en tanto se trata en el primer tiempo del im'
pul¡o o del deaeo de matar a Dick, ee decL al gordo y por una trans'
iormasión senojante a I¡ del ejemplo anterior queda convertido en
ol lntanto de mat¿r al gordo que hay en é1, aparece entonces en un 8€'
gundo 6empb l¿ idea de que est¡i demasiado gordo, y en tercer lugar
éntonceo el impubo a realiza¡ actoe que lo lleven a adelgazar y por
la modalidad en que loe ejecuta reconoce allí esto que Freud Uama
el impt¡l¡o lndirecto al suicidio.
Tendrfamor gtre ubicar a esta categoría de loe impulaos obaesi'
v6 en un IW¡¡ int¿rmedio enhe los penramientoo y loa actoe obee'
dvol r vecet dando origen a actog, I veces permaneciendo como
idc¡. De tod¡¡ maneras Frcud en esta lección 17 no deja de acl¡ra¡
quo:
t'convlcos bamr coruta¡ que talea crímoneo y accionee no llegan
,aB& dErien s ret lnlci.ado; pues la fuga o la pntdencia acaban
riempre porünponene".

Urt¿d6 üer¡o acá una referencia que ya habfa¡¡ros hecho leyendo


t¡mbié¡ un¡ de h¡ leccionee de Kraepelin donde intentaba distingui¡
ctar compuldoner ob¡eaivac de Ia categoría psiquiátrica de las im-
puldoner y lGaepelin decía que en Ia idea compulsiva se trataba más
del temor del n¡jeto a realiza¡ eoe acto que de la impulsión a reali-
za¡lo.
Tenemoa gue tener en cr¡enta entonce¡ que estas divergas fonna-
cionq que Freud ¡intetiza aquí en estas tree categoríae: impulsos ob-
¡edvo¡ (que re dirtingran de las impulsiones en sentido psiquiátrico),
mptuentacionel y actos, que eataa di¡tintas formas que adoptan los
¡lntoma¡ obredvor re¡umida¡ en estaa trer categorías, en realidad es'
tln reprcent¡ndo un¡ fenomenología mucho máe amplia, mucho
már compleJa en las ct¡ale¡ eetar categorfas quedan puestae en rela-
ción unac con otrar y donde algunos síntomas no son fácilmente cla-
¡iñcable¡ en nhgrrna de ellas oino que encontramos continuas articu-
lacione¡ entre una¡ y otrae. Es dect que en erte impulso al suicidio
encont¡amor primero una idea obeesiva de esta¡ muy gordo, después
el acto, em esta ¡ecue¡cia que magiatralmente muestra Freud en el
histodal del Hombre de las R¿tas. Es deci¡ gue debemos entender
que estas ber categoría.s resumen lo que hemos llamado también
mandamiento¡, medidas preacriptivas, proh ibicionea.
Er alll, en el hi¡torial del Hombre de las Ratas, donde vemos gue
toda¡ estas manifestaciones s€ articulan íntimamente unas con otras.
Les menciono otro ejemplo, cuando el Hombre de las Ratas experi-
menta este mandamiento de proteger a Bu amada, la idea de que no
debe suceder nada que üegue a dañarla. Entonces acá se ve que el

116
mandsmienüo empieza a conectsrle con una Berie de medidas preven.
tivas pero cómo esto también lleva a ciertos actos, por ejemplo el de
sacar la piedra del camino, cómo esto luego lleva a esta segunda par-
te del acto, a devolver la piedra al camino. Entonces es en Ia práctica
concreta de un utálinis donde lo que en un primer momento pueden
parecer síntomas distintos, es allí donde van apareciendo las conexio.
neo, l&B artlculaciones entre un sfntoma y otro y atgo que Freud en
esta lección 17 va a marcar un poco mds adelante; pero antes de de.
tenernos en eso quiero hacer hincapié en el prirrafo que sigue ai que
estamos comentando, donde Freud anuncia lo siguiente:

". . . las repreeentaciones, impubos y actoe patológicos no apare-


cen mezclados en idéntica proporción en cada forma y en cada ca-
so de neurosi¡ ob¡eaiva . . .".

Ee decir que con esto Freud rn¡elve a insistir en algo que ya hemoo
destacado reiteradamente en nuestrag clases: que la neuroeis obsesiva
no üene una única manera de prwentarsa, nE éuta otra ds la¡ manera.c
en que F'reud insiete en esto que nosotro¡ hemos llamado la ext¿nsa
variedad clínica de la neu¡osis obsesiva. En este texto Freud lo for.
mula de esta manera, y agrega que:

"casi siempre es uno solo de estos factoreo el que domin¡ el cuadro


sintomático y caracteriza la enfermedad,'.

Es decir que suele ocu¡rir que sea uno de eUos el que rc preoenta
como una ca¡acterística principal y que no en todoe loe casos encon-
tramos todas las formas. Ee decir que no hay uno de dloa-que.aea de-
terminante, que hay algu_nq!..casqs en los que dominarrán hg_repregln-
Egr- ffij¡Vs§_er¡..rohqs-d.opiñ+ri; F-FzsfOEOüEáió'¡" etc.
En eI párafo siguiente Fneud incluye algo que puede palecer di-
verti_do, en reali-dad c¡Bo que debemoa decir que er arf, él dice que
Ia¡ fantasías más erhavagante¡ de un psiquiaha no húbieran con.
seguido nunca imaginar algo semejante y que si no h¡viésemoo oca-
sión de ver en nuestra práctica continuamente casos de este gÉnero
no creeríarnos en su exi¡tencia.
Y.lgrgga"qg9 eato de toda¡ manera, no no6 sirve de md¡ p,a¡a
contribui¡ al alivio del paciente porque en realidad, el paciente inis.
mo es el primero en dane cuenta de estas cosas ya gue-, dice Freud,
los pacienteo obsesivoe preeentan una perfecta lúcidóz y comparten
totalmente opinión sobre sus eíntoma¡ obsesivoe, oólo que
no pueden -nueetrs
hacer nada con ellos. Nog encontramos acá entonces con
el ca¡ácter común a toda¡ egta¡ formas y a toda.r estas categorías y
de allí el nombre de la neuroaie, l.g cqmpulsión. el canicter cdmún di

11?
puede hacer (y entonces acá retomo este tema de la variedad clÍnica,
de la va¡iedad de log síntomas y debemos agtegar esto entonceE como
una ca¡acterísüica considerada esencial, dice Freud, en la neuroeig ob
seaiva):

". . . el enferao no puede haceroha cosa que desplazar o sustÍtuir


su obs€sión, ru compuleión, reemplazando una idea abeurda por
otra que quizá lo es menos o cambiando de precauciones y prohi-
bicione¡ o variando de ceremoniales",

decir que la coerción, la compulsión puede ser desplazado pero


eo
gg ouprimida.-

"Eeta capacidad de desplazamiento de_ Ios síntomas desde su for-


ma primitiva a otra muy alejada y diferente constituye uno de los
principdes caracteres de la neu¡osis obeesiva",

carácter entonce¡ que contribuye a hacer más extensa la va¡iedad


clínica de ru pleoent¡ción.
F¡er¡d rgt€ga ¡ continuación algo gue podemos con¡iderar una
cua¡t¿ categoría, que es la de la duda y la indecisión. f)iee aquf:

". . . junüo a Ia compulsiónde contenido negutivo o de contenido


potiüvo venos sparecer en el ter¡eno intelectual un estadollq du.
üa que Grtenüéñdo§€ generalnronte ¡obr€ lú coaEñ?ñffi,ffil
regun provoca en el eujeto una perpetua indecl¡ión . . .". ,

' Esta que Freud llama acá indeci¡ión ea lo que Lacan va a retoma¡
€n ru glpoqgtó1@ "proc:astination",
ec decir la evit¡ción de un acto y a-IoC síntomar como el sustituto de
este ac'to gue no ha llegado a rediza¡re. En esto eg nuevamente la
,neu¡ori¡ obresiva la que funciona como paradigma de este ca¡acterÍs.-
tica general del neurótico: esto gue lacan deataca describiendo la
cont¡qqa pogüergggi_QlrJn el-_qbgegivo de sus actqe,_-
creó qüe con-;ta¡- cuátió óit"góñas t¿nemos-descriptoo lo que, a
partir de la corutn¡cción freudiana, han pasado a ser llsmadoo sínto
ma¡ obeeaivoo, o eíntomar compulsivos.
Quiriera de¡taca¡ una vez más en los ejemplos gue Frcud incluye a
continuación en e¡ta lección 17 (yo no me voy a detener a relata¡ en
detrlle cada uno de estoo ejemplor, los remito a su lech¡ra), loa doo
ejemploe que él incluye: uno el de una mujer ya rDayor, tal vez ust*
deo lo tecuerden, este acto obse¡ivo de esta mujer que corría de una
habit¡ción a oha y üamaba a la mucama ubicrindose al lado de una
me¡s qus tenfa una carpeta con una mancha roja de tal modo que la
Elucama pudiera verla y el oho ejemplo de una adolegcente obse¡iva
que es un ejemplo de un ceremonial antes del momento de accta¡¡e
en que tenía que dirponer Ia¡ co¡a¡ de una cierta manera, vamoE a

118
mencionar rclamente el hecho de que la almohada tenía que estar
'separada, no tenía que tocar la cabecera de la cama. No voyi
relata¡
entonces en detalle la descripción de estos síntomas ni su interpreta-
ción, pero sí insistir en lo que hemos llamado los dos registios, el
registro del significado y el registro del sentido.
En el primer ejemplo el significado del acto obsesivo se remite a
lo ocurrido en la noche de bodas, es decir que remite a la impotencia
del marido y este acto obsesivo se muestra como una repetición de-
formada de la sucesión de acont¿cimientos de ega noche. Es'to es lo
que tenemos que ubicar como el ca¡lenidejelsíntgma, el regisho
del significado. Pero a esüe reginho del slgnificado debemoo oponer el
registro del aentido, de la int¿nción. Recuerden que es esüe segundo
registro el gue se vincula de manera más dtecta con la realización de
deseos. Y lo encontramos en el texto de la lección 17 un poco már
adelante, euando ya ha demostrado que este sigrrificado no eetá vin-
culado sola,mente a lo ocurrido aquella noche sino que son todas las
circunstancias de su vida la^o que noo imponen una tal intcrpretación
de su acto obeeaivo, entonces Freud dice:

". , . el verdadero y p¡ofundo aeereto de su enlemedad conairtei


en que por medio de Ia mi¡ma protege a su marido contra lao mur-1
muraciones y le hace poaible vivir ceparado de ella . . .". )
Acá es donde encontramo¡ el sentido o la int¿nción del acto, El ac.
üo obce¡ivo tieno un aignificado, pero eas scto con eB€ üignificado ¿Bt
s€rvicio de qué deseo está puesto? §on doe cosas diltintás, en el caoo
de este acto obsesivo zu sent¡do está puesto al aervicio del deseo de
prcteger al ma¡ido.
Podemos reconocer claramente esbos doe regirtroe también en el
segundo ejemplo que nuevamente Freud analiza en detalle --omiti.
mos e8e anrilisir-, y vuelve a insistir:

". , . gabemos gue el sentido de un síntoma reside en una relación


del mismo con la vida íntima del enfermo . . .".

Parte del ceremonial consbtía en hacer eacar todos los relojes de


la habitación, no sé si rccuerdan ette ejemplo. Freud va encontrando
el significado de cada uno de loe detalle¿ del ceremonial. En el regio.
tro del significado, el detalle de loe relojes él lo interpreta de esta ma-
nera, dice:

". . . cuando una mujer quiere acentuar la regularidad de rur mens


tn¡aciones ¡uele decir que anda como un reloj , . .,'.

y ademris la intcrpretación de que el ruido que hacren loe relojea


1ue ai quedaran en la habitación le impedirían dormi¡ a la pacien.
te- eeos n¡idoe pueden s€r considerados como una representación

110
dmbólic¿ de lo¡ latidos del clítori¡ en los momentoe de excitac¡on.
Entonce¡ int¿rpretando uno a uno loa detalles del ceremonial, pode
mo¡ menciona¡ óst€ de reparar la almohada do la cabecera de la cu-
¡¡rs guo g tomado por Freud como un acto mágico para oeparar al
hombre de la mujer. De eeta manera Freud reconatmye el aignificado
de eote actó diciendo gue eB el de impedir a aus padres todo contacto
serual, impedimento que antee de la formación de eetos síntomae es-
ta adoleücento habÍa tratado de coneegtir por ohos medioo, consi-
guiéndolo realnente, pero ahora encontramos esüe significado en el
¡íntoma mimo. Pero ¡i queremoo ubicar lo que hemos llamado noso-
troc el regundo'regirtro, ahí ya tenemos que pasar a la lección ¡i
guionte, a la locción 18 donde le¡ destaco este pá.rrafor

". . . en nuestraregunda paciente, dice Freud, la joven del ceremo-


nial, el factor que hubo de actuar sobrc eu existenci¿ desviándola
del suro norual fue una inclinación erótica hacia zu padre zurgida
en ell¡ entes de la pubertad. De su eatado patológico ha deducido
Ia conclusión de que no puede casarse mientra¡ no se cure, pero
creernor más juatificada la eoepecha de que por el contrario es para
Do c¡s8rre y poder pennanecer junto a eu paüe por lo gue se ha
@fetaado. . .".
E¡ decir que en esüe oegrndo registro del sentido o de la intención
del ¡fnüoma, el ceremonial apunta a esüo que hemos ubicado como
eete acto eluüdo o ruprimido en el comienzo de la neuroeis. Enton-
cs ¡i en el ¡igniñcsdo del ¡íntoma encontramos esta escena en la
ct¡¡l I¡ paciente intenta que p€nnanezcan separados padre y ms-
dle, en lo que ll¡mamos el sentido del síntoma y el senüido de eu
neurosil no¡ encontramoE con el propóaito, la intención de no ca-
sane para petr¡oanecer junto a zus padres.

L/\ TEOBIA TBAI'IITATICA

En ests lección 18 van a encontrar otroa párafc sumamente in-


tere¡antes y además importantes pan aclarar ohas preguntao que
rurgieron en estas cla¡es. Son párrafoo en loa que podemoe apreciar
con toda ctaridad que aun cuando Freud cambia, transforma, aban'
dona ru primera teorfa baumática de la neuroaia, esta transforma'
ción en ¡ealidad no reprrea€nta un abandono, una renuncia a la etio-
logfa tranmática. Esta lección lleva por título "La fiiacbn al trau'
mo, b inconooiente". Van a enconttz¡ en ella una compa¡ación en-
be estaE neurosis gue estamog estudiando en este momento y lae
neutpsis haumática¡. Pero además de una comparación en el senti
do de una opoeición, lo mas intereoante para destacar eB que Freud
enq¡enha una oemejanza en ambag categoríar de neuroeis. Aún en
eotas que no Bon neurosis traurnáticas, que Bon peiconeuroeis, encuen-
ba que hay uru liación al trauma. Podemos reconocer inicialmente

120
una fijación aI trauma en la etiología de la neurooit, aunque no de la
manera en que la hemos encontrado en los textoa del 96, en la¡ Nue-
uaa obaerwcionee .. . Freud dice aquf :

". . . obtenemos una etiologa exhemadamente sencüa para erüa


neurosis puee podremos asimilarla a una enfermedad traumática
y explicar su patogenia por la incapacidad del paciente parB reac-
cionar normalmente a un suctso peÍquico de un canícter afecüivo
muypronunciado...".
Es decir que al defini¡ el trauma, estauo¡ on el '17, tenemo¡ todos
Ioe t€xtos de la metapaicología en esta zona intermedia, al definir el
trauma ya no por su carácter de hecho como tal aino por ru efecto, al
trata¡se de un hecho que genera tal cantidad de excitación gue por
las vfas normales el aparato psíquico no alcanza a deriva¡ eeta excita-
ción, con esta nuerra definición de lo traumático Freud puede incluir
en la categoría de trauma una amplitud de acontecimientos que no
son necesariamente aquellas actividades sexuales infantiles traumáti-
cas de Nueuss obseruacioner , , .y entonces dice:

". , . el enamorz¡ciento infantü de la niña por su padre ee un ¡enti-


miento tan corriente que el calificativo ds. fraum{fico corterÍa,
ei lo aplicáramos a este caso, el peligro de perder toda aignifica-
ción".
pongan el acento aquÍ sobre este potencial, coneria porque en
realidad es egto Io que Freud hace, le atribuye eee canícter,
En tanto, podemos considerar que la sexualidad, el acceso del su.
jeto a la seiüaüdad es siempre baümático. El títulbT6JilffiiAi
La fijación al trauma, lo inconsci¿nüe, §i lo quer€mos decir en térni-

sexual puede ser can&lizad$ en las vía§ sioificanteg. Ja sexualidad


g¡¡fonosg es siemore traumática.
@reuq a esf,a arrura y ruego oel aoanoo-
no de la t¿oría traumática, que resulta s€r entonceg más aparente que
efectivo, retoma su t€orÍa traumática en la etiología de las neurosis.

LOS SINTOMAS EN EL INICIO DEL ANALISI§

A continuación van a encontt¡¡ ustedes pÁrrafos que Bon muy im-


portantes en cuanto a la articulación de los síntomas obsesivos con
la estmctura y la dirección de Ia cur.a. El hecho de que en la púctica
de la¡ neurosis en la cura paicoanalítica vayarnos reconrkuyendo el
significado de los aíntomaa, Freud lo enuncia con toda claridad, re
cóngtryi¡.-enc.,"t-' "l
"ignihcado
ció¡__{e_lg-s.qÍnt.oJnq!,_n_o_..qqp¡1c.3_gy:¡meg$gegtt$"ry_t
resuelva. Freud dice:

L27
". . . deagmciadamente la realidad pÉctica es muy digtinta. Cuan-
do el terapeuta comunica aJ paciente zus descubrimientoe no ob,
tiene rezulüado positivo ninguno".
No obtiene resultado poaitivo alguno quierc decir acá que el sínto-
ma sigue tan inconmovible como eiempre, corno hasta ese momento.
Sin embargo este ee_un paso necelgrio. es uno de los mgmento en la
cura, y8 que sgregB:

". . . el tu¡ico ¡eaultadoque obtiene consiste no en suprirnir el efn.


toma sino en iniciar el análisis cuyos prime¡os datoe son proporcio-
nadoa a ve{e8, etc. tt.
Es decir que tienen que referir este pÉrrafo de Freud a Io¡ comen-
tarioa que hicimos en la clase pasada cuando mencionábamoe que el
¡íntoma es trar¡sformado por el análisio, por la cura, o i¡lcluso que el
síntoma e¡ conctituido en la cura y gue cuando Freud en eate prirrafo
dice: . . . al encontrar el significado del síntoma no se suprime el sín.
toma, no eehí afirmando que no haya ningrn resultado, hay un rceul.
tado, hay un rczultado terapéutico dmisivo que es el de iniciar el aná.
Iisis, es decir que acá él comlenzo
dicho oel
com un comienzo aparente de tsrS
y a¡go que la y
en clase anterior en las que ustedea
van a enconhar en los cuademos que está publicando la cátedra, con
el nomb¡e de comienzo verdadero del an¡íliiis.
Este comienzo verdadero del anáIisis tenemos que referirlo en loe
doe registros gue hemoe distingrrido, el del signifióado y el del senti.
9or -á¡ eepecíñcamente a este segundo regirtro, al del sentido, al de
la intcnción, la tendencia del síntoma. En esüe aegundo registro en.
contra¡nos loa@ la dependencia del sujeto en
relación a ¡us sfntomas. Son términos de egta6lecciones que dejamoa
acá pa¡a pasar 8 comentar el último de los textoe freudienos en cuan-
to a su elaboración de la neurosis obsesiva, capítulo y de Inhibíción,
síntoma y angwtia.

SINTOMAS Y ANGUSUA

Este capítulo comienza con un prárrafo donde Freud enuncia algo


que ya expusi:nos en una claee pasada, lar relaciones entre aíntoma y
angurtia. Lo principal en esta afirmación es que no podemoe encon.
tta¡ una rel¿ción unívoca entre estos dos fenómenoa, Freud eB muy
exhemo acá poryue llega a decir:

". . . h1I muchas neurosis en las que no zurge angustia alguna . . .",

es decir la añrmación es exhema, eatá intentando aquf enunciar


con toda claridad que lae relaciones entre angustia y neuroeis son
multívocas, sigtre:

l2?,
". . . por lo tanto no debemos congidera¡ como demasiado íntimas
las relaciones entre la angustia y Ia formación de síntolnas . . .',.

A continuación üene un párrafo que no tiene que ver directa-


mente con nuestro tema pero quiero desüacarlo porque es uno de los
párrafos donde ustedes van a encontrar con toda claridad la ubica-
ción que Freud hace de las fobiae en la noaología. Porque lgglgbi¡"s
constitu
yde
mos, la característica de las fobias, si usa¡nos es-
tas distincioneE que Freud habÍa introducido en Mós alld del princi
pb del placer,las diferencias entre angurtia, miedo y susto, st¡sto o
sobrcsalto, donde en el miedo el objeto aparece claridad que
en la angustia, entoncee podríamos deacribir a
de transformsr
a e8a cual r8€
deien el" afecto {q- la ang¡ cti& r.gtf tU e. -h_ anggstj¿ eLU
máa todavía,-ei qiprotgtjii-g_9g.J9s@.
En este prírafo Freud dice que excepto por el deaarrollo de angue
tia, son las fobi¿is tan afines a las histerias de conversión (y son las
histerias de conversión las que Freud usa como ejemplo más extre-
mo donde la angustia puede no estar presente de manera manifiesta)
...diceentonces:

"excepto en el desa:rollo de angrrstia, son las fobias tan afines a Ias


hi¡terias de conversión que nos hemog creído autorizadoe a agre.
garlas a ellas bajo el nombre especial de'histerias de angustia' . . .".

Eg decir que aquí encuentran Is ubicación final que Ies da Freud


en su nosologÍa, lgs. qg.nsidera uns forma de histeria y de este modo
ia histeria _qu'eaá.óoniritui-di.coildGlffi-as, lailasib'¡Ar¡¡ r-
t¿ o_blpl-e_¡S§-de-a¡rg¡¡súil y lo qUe D odnp r'¡osieci¡-l¡¡l¡¡¡teria¡+¡o.
.

súsr-ti-qssi.ó&,r on-denominadas.¡istidgt
m"ffis|.g-.*qe^e-rt-qs-te-
En cambio, e!-e4_lq lCC¡Slis
anrustia v síntoma aparece con ya hemos hecho re-
que én eata compulsión del
síntoma neurótico gue el eujeto no puede evitar, la angustia o m¡í¡
eapecíñcamente esta oha noción freudiana, e!-destollo de atauslia
es lo
que m¡enlraS el suJeEo 8e Eu8-
de angustia, en cuanto lo supri-
me o no ee atiene a él estrictamente entonces surge el deea¡Tollo de
angustis.

tzr
DOS TENDENCIAS EN LO§ SINTOMAS. LA DISOCIACION DE LAS
PUL§¡ONE§ Y LA REGRESION A LA ORGANIZACION ANAL.

En o¡te üexto podemoc deci¡ que l'reud realiza un enorme trabuJo


de glnteal¡ de sus deaarrollos anteriores scerca de la neurosis obsesi-
va. Y adem& de ectB ¡fnta¡ia tenemos que oubrayar algunos agxegados
proploc de esta época de la obra de Freud,
Eete enome trabajo de síntesis le permite en este momento clasi-
flcar esta divenidad de síntomas obsesivos en dos categorÍas opues-
tas; dice:

". . . los síntomas de la neurosis obsesiva son en general de dos gé-


neros de tendencia opuesta . , .".

Loe ll&n¡a I unos, negativos, y a los otros, positivos. En los negg[i.


vos incluye las prohibic-io¡res, Ias medidas preventivas, las penite¡§lgs,
éstoslón-ló¡'qduÍá-ml;?;ñmasdenar-ulileTá--riéñ'r¡ruYÉñi-"on.
trario, loa de Qsi t iys,-&rti Ifuccion0s jy!!g!1r:lf-qirql,-d!0'
mente disfra eñT c ir sa tis f a ñidñIE-3trJum'§ifmb ;j ; U e I il¿ e-
formación que coincide en sus mecanismos con los trabajos, con los
medios que utiliza el sueño para deformar el conüenido o el pensa-
miento del sueño y construir de esa manera el sueño manifiesto.
Dntonces Freud clasifica uquí los síntomus scgún esfas dos l,enden.
cias, reL¡resen tan tan to estas sa tisfác cloñés-de f o lo-
nee_sqstitutivas, com_o todas---____
aquellas medidas_o actos. desjlnados a
--
cp@tlüOñf §.,lJr¡.m i¡_gsta s. sa ti sf a cc i o -
qgl. Debemos considerar quc' lo espccfico de la neurosis obsiisiüI cs
que estos síntomas pueden aparecer divididos en estos dos üipos, por.
que en realidad --característica que encontramos de una manera clara
en la histeria- la carqcterírti9a del síntoma cs poder reunir, amalga-
¿iiinii;d,"rn 'fijisraciión"i" tu
r¡rar- auperponer'e-3/«-I-<td,i rcnilc ñ,ü?ñ-
repregün de esta sfis[acció¡! Recuerden el famoso ejemplo de
Freud del síntoma histérico, este ejemplo del embarazo psicológi-
co, engordar, náuseas, etc,, donde Freud ya allí en La interpretación
de loe aueñoa mostraba con [oda claridad cstas dos ücndencias opues.
tas: una realización sintomática de la fantasía del deseo de quedar
embarazada pero simultáneamente afearse, ponerse en una situación
üaJ de no eer atractiva para ningun hombrc, es decir alcjar* e impedir
la posibüidad de quedar emba¡azada.
' La tendencia del síntoma es la de reunir, amalgamar, satisfacción y
repreaión, que se expresa entonces en est¿ satisfacción deformada. Lo
camcterfutica espect'fica de la neurosis obsesiva e.t que no siempre es-
tas dos tendencias apsrecen reunidas en los sthtomas sino que hay
eíntomas en los que predomina una, hay síntomas en los que predo.
mina la otra y hay síntontas que nos n¡ostrarían de una manera muy
particular esta característica de la neurosis obsesiva que son éotos que
Freud llama síntomas de dos tiempos, donde a un síntoma que tiene

1,24
un Bentido positivo o un acto que tiene un sentido pooitivo sigue otro
que intenta anula¡ o deshacer el anterior. Es deci¡ que, no habiendo
conaeguido el ¡fntoma exprssa¡ Bn el miBmo acto la¡ do¡ tondencias
opuerta!, la lormaclón ds ¡fntoma¡ rc reruelve por la formuoión da
do¡ rlntomar rucollvo!, uno pñmoro que accntúa la satiafacclón, y
uno regundo que acentúa la prohlblclón o la anulaclón,

". . . en estos caso¡ el aíntoma es de doe tiempos, o sea que al acto


que ejecuta cierto mandamiento aigue inmediatamente otro que
uuprime o deshace lo hecho, si bien no llega a realizar lo contra.
rio . . .".
dice Freud acá; esto es para articular con oho prárafo que vamos
a comentar má¡ adelante.
Luego noe encontrarnos con otro párrafo que apoya uno que co.
mentamos en la lección 17, donde Freud dice que la neurogis obsesi-
va eo quizár ol obJeto mós intercaantn y ngradocido do la lnvortigt'
ción analftica pero que el problema que planted no ha cldo todauia
resuelto, Acá, hacia el final de au obra, adviertan cómo Freud es cada
vez menos optimista en cuanto a haber podido resolver esto que allá
al comienzo había llamado tan explÍcitamentn lo eaencia de la neuro-
ais obeeeiua, Acá ya no piensa que hayu poclido llegar a detcrmina¡
cuál es esa esencia y entonces dice a¡í directamente:

". . . el problema que plantea no ha eido aún resuelto . . .".

y vuelve a esta afirmación que hicimos al comienzo de esta aerie de


claaea,

". . . la aituación inicial de la neuro¡l¡ obsosiva no et quizá oino.


la misma de la histeria, o sea la defensa c_qqt@
n o-sa§. -dgl--c-emp.lqio--de-EdiFo- en tod a neurosis o bse siva parece
existi¡ un último egtrato compuesto por síntomas histéricoe muy
tempranamente formados . . .".

Además de esta afirmación a partü de la cual no podemos con¡t!


tui¡ Ia diferenciación dentro de las psiconeurosi¡ enüre hiet¿ria y neu-
rosis obseeiva como dos elases excluyentes sino en todo caso como
dos clases que hacen intersección, nos encontramoo con otra hipóte-
sis que ya habíamos encontrado en textoa anteriores en relación a
la¡ nociones sobre el desa:rollo libidinal, su hipótesis de que la neu.
roais obsesiva comienza como una histeria por lo que queda referi-
da, ubicada en el momento de la organización fálica y genital de la
libido. Y luego su noción de regresión a esta organización previa cen-
trada alrededor de los impulros anales y eádicos. Con eatas doe nocio-
nes Freud da cuenta de la estructura y funcionamiento de Ia neu¡o
sis obsesiva agregando otra explicación metapsicológica más general

t2ó
todavÍa que ést¿ de Ia organización sádico'anal y de la regreaión: t¡na
ca¡acterlitica que predominaría en esta neurosis es la de la disAsra
a veces lo van a encontrar traducido tffi5i6ñ
Etcheverry traduce "desmezcla de pulsio
ne¡". ¿Qué quie¡e decir esto, entonceE, dlsocisción?, que a diferencia
dc l¡ tc¡idonóla ¡ l¡ inta$ación publonal quo oxbtía 6n etta fa¡e frill.
oo.gonltrl, an F fq4_¡¡§4or prodomlna la detcon. u;
n
clerta í5ña"g€paración de los componen.
te¡ orótico¡ y loe componenües de¡tructivos a partir de la nueva teo.
rfa de Ia¡ pulglone¡, la ¡e8unda teoría de las pulsiones que Freud ha-
bfa construido.decpuée de Mda alld del principkt dcl placer.lln cs[o
tc.to Inhlblcbn, ahtoma y sngusf ia entonces estamos ubicados en
esta últinoa parte de la obra de Freud, pulsiones de vida, pulsiones de
muerte. Egta noción de disociación de las pulsiones o defusión pulsio-
nal aparoc dentro del marco de esta eegunda teorÍa dc las pubionoe,
noción que ha rldo habiüualmenüe inüerpretada por los psicoanalistas
poafreudiano¡ como que en Ia neurosis obsesiva están disociadas lo
erotico de lo agreeivo y de alll el acento que se ha pueeto en esta eta"
pa de Ia historia del paicoanáüsi8 cn Ia cuestión de la agresividad del
ob¡eaivo y el intento de hacer girar todo el anáüsis, la cura de los ob-
¡¿aivo¡ en torno a un pretendido análisis de la agresividad. Esta no.
ción freudiana eo aimpüficada y degradada para confirmar con una
monotonía temátiea una desüación de la práctica analítica.
A continuación nog encontramos con lo que es la novedad, lo es-
pecfñco de este texto si lo ubicamr:s en la socr¡anciu rle It clnbc¡raciórr
heudianq e¡te üexto que eB posl,erior u Ia elaboración del Edipo fe-
menino y por lo tanto al lugar central que pasa a ocupar en la teoría
de Freud la angustia de castración y el complejo de castración y eB
nusvamenüe aquí donde la ncurosis obscsivu reeulta purudigmritica
para Freud:
". . . con mayor claridad aún que en los casog normales y en los ca.
¡o¡ de histeris es posible ver en la neurosis obsesiva que el motor
de l¿ defensa ee el complejo de castración . . .".
Eate complejo de castración que es el que inicia, que se convierte
en el motor de la reprcsión y de las defensae contra las iendencias
principalCI del complejo do Edipo t¡l c<.»nrn [,-reud lo hu tlofinj«lo al
combina¡ce con esta camcterística de la regresión, es deci¡ estamos I

ubicados en este texto no solo en la segunda teoría de las pulsiones


sino en la aegrrnda teoría del aparato psíquico, entonces Freud puede
referü la estructura y el mecanismo de Ia neuroeia obsesiya ahora
t¿mbién en loe términos de estas instancias: ta
ue en la neurosis obsesiv s-
dule. y
Más adelante incluso üega a utilizar reud

ta
"podemos limitarnos I reconocer aimplemente que en la neurmis
obEegiva . , .t'.

es decir que él considera que oatas noclones deru oegrnda tópica


con la¡ que €ttá portulando una modalidad e¡pocÍfica del ruperyó en
el obeeslvo, son una manera de sintetizar y reeumlr lor desn¡rollos
que ha realizado en suo toxüoa antcrloreg ¡obre la neuro¡le obnasiva.,
oroo quo e¡ a¡f como tlenen que entender esio t'lhnitarnol" y esto
"slmplemonte't,

". . , podemos limltarnoa I reconocer simplemente que en la neu-


rosig obeesiva se constituye un superyó de extraordinaria severi-
dad y podemoe pensar que el raago fundamental de egta afección
es la regrerión de la libido e intentar rolaciohar con olla oaüo lndica.
do corúc[ar dol ouporyó. En realidad el ouperyó, que procede del
ello, no puede sustraerse a la regresión y a la disociación de lae pul-
siones en el ello. No ee pues de admirar que en la neu¡oeia obsesiva
llegue el euperyó a gcr más duro, eevero y cruel que en un desarro.
Ilo normal".

Es decir que nos encontramos acá con l¿ última expllcación, Ia


última manera en que Freud da cuenta de la estructura y funciona.
miento de la neu¡osis obseeiva y de la formación y el aentido de ¡u¡
síntomas.
Agroga quc l el
comienzo de esta neurosis, son todas afirmaciones de Freud que es
impo@.
superyó a gesag cle que -q{t-g!_b.p_ulso¡ prghlbl9os ha,Ljldo re-
,El,
p ri m i d tr_s ae_c-o 4gf u ce_49-¡l9cl n q m an p r¡ r com oliiii-ñe-ñ-ffi.TlJ¡e -
mos coméntsdo esto en clases anteriores,
-
". . . el euperyó yo como ¡i no hubiese te.
ge conduco respecto al
nido efecto repreaión alguna y trata al yo con areglo a eota hipó. ,

tesis, el yo por un lado que s€ eabe inocente experirnenta por otro J


un sentimiento de culpabilidad . . .".

es decir que también la cuesüión de la culoabilidad ea insertada por


Freud en este último momento dentro de sus nociones de la eegund¡
tópica.
LA DIVERSIDAD CLINICA Y LA TENDENCIA DE LO8 SINTOMAS
EN LA DIACRONIA DE LA NEUROSI§

Y para retomar una vez má¡ este tema en el que no me voy I can-
sar nunca de seguir insistiendo, que e8 el de la variedad clínica de la
neurosi¡ obsesiva y la enorme ertensión de Ia¡ forma¡ en que se pre
genta en Ia práctica clínica, quiero deglacarles el prírrafo que üene

trt
a conünuación de estas coneideraciones, eecuchen y tomen nota:

". . . existen t¡mbién neurosis obeesivag exentas de toda concien-


cia de culpabilid¡d".

E¡ decl¡ gus uno de lo¡ rugot, enEe aquelloo gue pueden úsr con,
side¡adog como peeuliares, coroo formando parte de la esencia y de
los mecsnbmo¡ de la neurosi¡ ob*civa, puede no aparscer de ningrna
mürcrt rn h ,.mlolo¡fr de la neu¡o¡lr obrcrlvq en el arpeoto, on ¡a
aparlencÍa de ¡u¡ cfntomas, y Freud lo dlce acá con toda clarldad,

. . erlrüen tanbien neurosis obeesivas exentas de toda conciencia-


".
de culpabilidad en las gue a nuestro juicio el yo se ha evitado la
percepción de la culpabüidad por medio de una s€rie de síntomas _

y rcrtricclones encaminados al autocaotigo , . .".


E¡ declr que lo roconocer en lo¡ ¡fntoma¡ es el

o iulé.
¡en
por aurente que eiüá, és necesario constm
de cu
!99 que

clente de culpabilidad como la denominaba Freud en otro lugar, La


culpabüidad es un compo[¡gltessenci"l en la ert4lEhgq de la ne-¡¡i6'-
& g-b.q¡üTi.?Ao nfifAñlo de to@uí
¡inó-EE-forma de preeentación en lo'fenoménico, de la vivenciaie
culpabüdad. Y c conünuación, no podfa ¡sr de otra manen, viene
un párralo on 0l que ln¡l¡te una voz má¡ sobre Ia divenidad clfnlsal

:', , . lr dlvcnldad de Io¡ fenómenor (de lor fenómenoc, et doch


lean eao, cemiologfa, lo fenoménico) de la ner¡¡osis obaesiva e¡
tan grande que aún no ha sido posible realizar una síntesis cohe.
rcnte de toda¡ rug variantee, al intentar acentua¡ sus !€laciones
típicar dempre ¡e tiene la impresión de dejar de lado otros carac.
tereo regularet y no menoo importantes",

Ea decir que hacia elfinal de la obra de Freud nos volvemos a en-


contra¡ con esta advertencia sobre la imposibüidad de hacer do la
nourodt obúotiva un tipo, no hay un tlpo «le neurocls oboeoiva, u lo
aumo hay múltiples tipoe pero en realidad tenemos gue decir que
hay tantos tipoe como tipos obeesivos hay.
Poryue si cada neurosis es particular y es singular, nuevamente
aquí la neurosiE obsesiva es paradigmática y ya en otros textos F¡?ud
habÍa destacado esto de la privacidad y la particularidad en la neu¡o'
sie obsesiva aI destscü junto con sus raagos comunes, su diferencia
eoencial con las prácticas religioeas, por lo que podemoe decir que la
particularidad es uno de los rasgos esenciales de Ia neurosis obseaiva.
La última parüe de este capítulo está dedicada a algo que no es me

t28
nos pltcioEo psra nosotroE'como indicación clínica y que ertá rela-
cionado con los comentarios que lec hacía en la claso pasada robre el
desarrollo, ¡ob¡e la diec¡onfa de la neurcslr. Freud acá en Inhlblclón,
efntoma. , . al lg¡ral que en oho¡ textoa anterioree, s€ ocupa de ¡u co-
mienzo, del que dice que suele estar ubicado en la pubertad, de su de.
ea:rollo, que puede tener tu¡ gndo muy v¡riablg rn r¡Suriol prclentcr
y en otro!, dol pronórtloo terapáudcor que ea pueaüo en función del
i¡ado de dc¡anollo. E¡ mucho más dtfícil alcanza¡ el éxito tcrapéuti-
co cuando el paeiente consulta en un momento avanzado del desaro-
llc de su neuroeb. Pero al termina¡ este capftulo Freud nos da indica-
cioneg más precisas eobr€ la peculiaridad de este momento mda avan-
zado que no es sólo un momento de desplazamiento de los síntomss
y lo describe de esta manera:

". . . en ota oca¡lón hemos deacripto ya la tendencia general de


la form¡ción de cíntomss en la neurosl¡ obseslvl . . ,".

entoncoi en la dlaoronfa, en el de¡ürollo de una neurusio obsesiva


se va bo¡tando esta'ca¡acterística, esta pecuüa¡idad de dividir ls sín.
tomas en amba¡ tendencias, positivas y negativas, lar que van conflu.
yendo, dice:

de la foruación de sÍntoma¡ en lr newo


". . . la tendemcia general
sis obeeeiva es la de procumr cads vos mryor ampütud ¡ l¡ ¡atl¡f¡e
clón ¡ugtltuüvs t coüta de ru renunolüntento . . .".

E¡ declr que oqgtto @Lela neurosi¡ obce-


slva má.s va a nredor¡Inar_el comoonente de eatisfacción oulgional v
menoE el de rérlutEñi
*-*---q--_

"LoB mismos ¡íntornas que primitivamenüe eignificaban restrictio


nes toman luego la tendencia a la saüsfacción y ea innegable que
ee esta última aigrrüicación la que poco a poco llega a ser más efi-
caz . . .tt.

Ea docir quo gügjf[rnggl0!=9q del


co es el que en defñitiif
s€
V8' ,Y con un8 pción
de lo que podemoe-iE'rñÁrf tbinando presüado una noción a la psiquia.
tría, el eeiadio terminal de la neu¡oeis obsesiva que brevemenie ló re
sume así:

". . . un yo exteriormente reetringido que ee ve impulaado a buscar


eug satisfacciones en los síntomas ea el rcsultado de este proceoo
que se acerca cada vez má¡ al fracaso completo de la tendencia de
fensivainicial ...,'.
t¿9
E¡ decl¡ que pueden tomar esto del flnal en eet€ desaJrollo de la
ner¡rod¡ obredva en los dos sentidoa, final en el ¡entido de finali-
dad, de tendencia, y final como qus deecrlbe lac ca¡actorística¡ de
lo¡ eatadio¡ má¡ avanzado¡ de esta ncuroal¡.
DOg TIONIOA§ AUXILIAB0§¡ BOBRAB Y AUTLAR

El oapfüulo VI eetd dedicado hmbián a la nouroei¡ obroalva y on


o¡t¿ crpfüulo Fnud agtroga lo quo podomoe llamar do¡ mooanismo§,
do¡ prooodlmientor, o do¡ egtrategtw, dg! tícnlcar que é! lla¡,na gu.
xlllatee de la reprutlón que 8on una, la primer¿llá-tFñrr-llsuce-
yñ-liabfanóñEffiacdtló en claseñtcriores gobre este tema también
ñeudiano de las diferentes modalidades que toma la represión en la
hl¡üsria y en la neu¡osls ob¡esiva, do que el efecto de la represión es
mác m8¡€ado en la hi¡teria, en la neu¡osis
obseeiva existen
en-
trg e¡al cucedido, guc no hay que
oonfundl¡ con l¡ anutrrción, Freud hace aquí
uí roferencia nuevamente
nuevamente
a e¡too actoe obsesivos en dos tiempos pero donde estos dos tiempoo
ya no denen merarnente el sentido de anulación del primero por par.
t¡ del ¡egundo, dno que hay que toma¡ en su sentido fuorte e¡ta ex'
p¡ción. bormr lo arcedido.
ft n oi*mim6fCffome ls neurosl¡ obeedva est€ lnt€nto de hacer
que lo que ha ocur¡ido no haya ocurrldo. Como tiemprc Freud busca
audl e¡ el aodolo nonnot do un fonúmono patoló$oo, entonoor dlec,
orto o¡hh 0n l¡ notmelldad, en lrr¡ sltu¡olsnes traumátleu¡ lo prinre-
ro quo hrce un suJeto es trstsr de hacer como si eao hecho no hubiera
ocurrido.
En el ob¡e¡ivo no¡ encontramos con algo que va más allá, no es un
como d, er el htento de efectivarnente hacer que no haya ocurido.
E¡ decir que ri en l¡¡ neu¡osis exis0e la evitación de un acto,la neu.
rogic obs€Eiva al extremo de un 8Un
borra¡los'. Lacan que
este qn
el de hatar de borra¡ ificante una i6i e8'
c¡[e. P -;-,r--,,,--r
S(,nuldo ¿¡n rela.
ción a l¿ e¡c¡ifura y no en trlación al habla.
- Egto eo.lo que intent¡ hacer el obaesivo, borrar la letra lo podemoa
decir en t¡árminos de Lacan y como de cosüumbre cuando iacan ra,
toma eota¡ cosss de Freud y lao tlaearrolla de oeta manera eshá dando
indicacione¡ robre algo estmctural pero ertá dando indicaciones tam-
bién sobrs algo que lo pueden encontra¡ en Io manifiesto de los sín.
toma¡ obgesivos.
Un paciente gue vi hace pocos dfas en una primera consulta relata
que en un momento cercano al comienzo de eu putrerüad, en la ercu&

180
la, un día que le habÍa ocurrido que no tenía ganas de i¡ ¡ la¡ cla¡es
de gimnasia y entonces sirnplemente habfa optado por no ir, y erto
trnjo como congecuencia que al fin del trimertre, cuatrlmestre o bi.
mestro la maegtm en ol boletln escrlbló: "no coneuñló a ls¡ clsr€¡
de. gimnaefa" y eato chlco no cnoonhé ot¡s oo¡s moJor quo hacrr, y
a él le pareció genial y ademá¡ eo quedó totalments tranquüo, boñó
lo que la maestra había escrlto y en ru lugar y con n¡ letra clarament¿
reconoclble de que no ora la latra de lu mnoptrñ puso otra eom, no rñ§
ncuerdo cud¡, oomportamlonto oJempla¡, sslatcnolá perfoota y e¡f on,
trogó el boletfn para que su padre lo fi¡mara. No importa lo que pasó
a partir de esto, lo que lee quiero destacú es que para este chico esto
que él había hecho tenía pleno efecto . Es deci¡ que ni siquiera se le
ocurrió sospechar que sus padres se pudieran dar cuenta, no había
tampoco ninguna eensación de temor ligado a esto, le parecía perfec"
to, era Ia solución. Esto aparece Ugado a los de§srrollos fleudisnos
d3 Totem y tabú sobrc el acto mágico.
)f,Brevemente, antesJle terminar, una mención a la segunda e8.ürats
gia que er e¡@tmnFd, ya que es especialmente esta Lgunda estra.
tegia Ia que permité eludir la represión. Freud dice que en la neuroai¡
obseeiva no es necesario como en la histeria, que ciertae iurpreeionea,
ciertos recuerdos, sucumban a la repreeión,
conscientes Doroue han sido rotos I
ydeé
Por ld
)lo ou€ ni
enj to con sus g toma¡, Y describe así este mecffi
Iarn to,
r'. , .
condgte en que deapuéa de un cuceso desag¡adable o de un
acto importante ee intcrpolada una pausa en la que nada puede f
suceder, no efectuándose en ella percepción alguna ni ejecuaíndo.J
se acto de ningun género . . .".

Otra de la¡ referencias de Freud para dar cuent¡ do este mecanis


mo en relación a sus desarrollos en Totem y tabú es gue de esta ma-
nera el obsesivo se acomoda y sigue uno de los más a¡caicos manda.
mientos que e8 el ÉtU[dgl-gontreÍ9.
Con osto üorminamos ol com«rnt¿rlo sobro la ol¡boraclón frrudiana
de la neurosis obeesiva. En la próxima clase vamos a hacer algunas re-
ferencias breves, porgue no tenemoa mucho tiempo, a la neurosis ob.
sesiva en loa postfreudianos y especialmente en Melanie Kloin y lee
voy a dar el panorama de laa principalee coordenadas de la elabora.
ción lacaniana de la estructtrTa obsesiva. A continuación van a tener
dos clases más sobrc neurosis obsesiva I cargo del profesor adjunto
que va a retoma¡ el tema que hemos dejado solamente enunciado en
las clases anteriores, la cuestión de la organización anal en la neu¡oeis
obsesiva en Freud y en Lacan.

tgt
6
IIt NETTROSIS OB§E§TVA EN I"A
EN§DÑA}.IZADE
M. I{LEIN Y DE .L I"ACAFÍ (I)*

Nos hemog ocupado en las clasea anteriores de Ia elaboración f¡eu-


üana de la neu¡oti¡ obeeEiv¡. Hemoo hecho un o¡fuerzo pua presterlo
ciert¡ atención a una ¡erie de t¿xto¡ de Frsud b¡bltu¡Inento deaoui.
dador, ds¡ouldo que U6gó hr¡ts el hsoho do all¡¡rr¡ quo h neurcdt
ob¡oslva on l¡ astr¡alidad no srbto de l¿ ml¡ma ma¡rrrr en que erlrtfa
en lr ápoca y en ls práotlca de Froud, H¡y que dife¡tncl¡r ¿ltf ¡t o¡ er.
ta nsuodr la que hr ldo osmbl¡ndo on lü¡ últhnn¡ dáoadü o ¡l ¡on
lor prlooanalbt¡r Io¡ quo, hsblondo abar¡dontdo l¡ Rráoüaa do cle¡r
to¡ toxto¡ de Frrud, ya no raben cómo reconocerl¿ Yo mc lnclino
por eata üüna alternaüva y esperc h¡bér¡eloe mootsado en la¡ cla¡er
gue hemor t¿nido haata ahoro, en las que, ademá¡ de rguir de cert¿
esto¡ textor, hemol ldo h¡ciendo referenciar a algunoo de loa mat¿ria.
lea que han vl¡to en lo¡ at¿neos u otroo que he lncluido en lar claaea,
que son todos materiales de la práctica actual. Le¡ habf¡ anticipado
en eEa¡ claoer que loe gnaüst4lr@LgrgUdllnos en crnnto a,ls-cuta del
obres¡-volabÍa¡r-pue$ólmcénto en la ageiltrlad del obgesivo.y..eD
gu__quplgts homosexualidd. Esto corDo consecuenci¡ de la manerr
en {i-ue estoó dñeliitas"jÉñ-tendieron la problemática del predominio
de la oqpmización ¡ádico-anal en lqe_&!¡c¡f3r._o_b6egy-s. Y en otros
sectorc.-rTel@-có--m¡;e¡pCEffi ient¿enet"pOcoeatiüáofranc{,s,ae
puso el scento en Blertas fantasíaa orales a través de la¡?üles se con-
cebía la cura del o6señ@dó-iEiñeOor de la lantasÍa de incorpg-
-facióndel pene del analists.
Son toda¡ maneraf de alejarrc de la enaeñanza de Freud y la mayor
parte de ella¡ a parüir de la letra mi¡ma de Freud, de esta manera tan

r' Cla¡e N'43 dlchd¡ el 18/10/86 por Roberto M¡zzucr.

181'
parüicula¡ que Lacan describe: tomando los términos de Freud y
usandolos para decü exactamente lo contrario.
De todas maneras aquí, en este lugar donde nosotros sostenemos
nuestra púctica, han sido otras teor¡as y otras escuelas las responsa.
bles de haber desdibujado las nociones freudianas sobre la neurosis
obsesiva, Por eso, y como no tenemos mucho tiempo, me voy a dete-
ner solnmente en la referencia a Ia teoría y a la práctica de Melanie
Klein; no me voy a ocupsr de exponer en detalle sus teorías, que se-
guramente ustedes conocen, ya que han tenido acceso a ellas al cursa¡
Psicoanálisis . Escuela Inglesa, que es una materia obligatoria en el
nuevo cu¡Ticulum.
Dando por supueto que disponen de esta información, voy a po.
ner el acento solamente en aquello que s€ relaciona directamente
con nuestro tema, En primer lugar la noción kleiniana de ,,elabora.
ción de la angrstia". En realidad, tratándose de Melanie Klein, tene.
mos gue usa¡ el plural, elaboración de las angustias, en üanto se trata
o bien de la angusüia persecutoria, específica de la posición esquizo.
paranoide, o bien de la angustia depresiva, característica de Ia posi.
ción depreaiva.
Existe en Klein la noción de la elaboración de la angustia,de estas
angustias tempmnas, también llamadas angustias psicóticas, elabora-
ci6n (modificocdón también es otro términb de Mólanie Klein) por la
cual estas angustias psicóticas son transformadas hasta que púeden
.funciona¡ como angustia neurótica.
Tenemos acá distintas líneas para destacar, en principio es la pos!
ción depreeiva misma la que es ubicada por M. Kléin caáa vez mis en
el lugar de eata elaboración. Hay un cierto deslizamiento de Ia no.
ción de pooición deprreiva hacia el acceso al registro neurótico. De
esto modo la porlción depreriva or prerntads cómo proecladora dc
Ia angratta prlc.Qüca,la fas€ deprealva mlsma reprorcnta el prlnclpal
aparato de modificación, de transformación de Iaangrrstia.
Esto trae un inconvenlente: cuanto máe oe aproxirna la equivalen,
cia angtrrtia deprueiva - anguetia neurótlca. má¡ ¡e tiende a idinttfica¡
lo angrretla persecutorlü con la angudia p¡icó6ca. §ln emba¡co M,
Klein mantiene sl doble oarácter de las llcmadas mgurtisr pstcéticrs
t_otrprynat qu€ lon tantp perrocuiorlil como doprelva¡. dr en fun.
de esto que ademá¡ de la noción de la fai depresiva, Melanie
-c!_o!
Klein construye otras nociones en relación a este pioceso áe ehbo-
ración de estas angu.stias psicóticas. Como saben, Melanie Klein hace
¡ referencias bastant€ determinadas a la evolución: el deearrollo de la
i fase depresiva se ubica al¡ededor de los seis meses. En el cu¡so ulte-
rior del desarrollo este proceso de elaboración de las angustias tem-
pranas continúa y allí se ubica otra noción que en esta teoría cons-
tn¡ida por M, Klein, pasa a ocupar el lugar de aparato tran¡formador
de lae angustias psicóticas. Ee Io que ella con terminoe de Freud, lla-
ma neurosis infantil.
Pero ya sólo con esto que hemos dicho que la elaboración de
-ya
184
la angustia ea la principal función pan Melanie Klein de la neurosis
infantil-, utedeo ven que esto düiere sensiblementc de la noción
freudi¿na de neuroeis infantil. En Melanie Klein ya no gueda ubicada
como uno formqción pgloJóSico gue va a constitui¡ neces¡iamente'
el componente esencisl de La predisposición a lia neurosis adulta y dei
la neurosis en el adulto, sino que en Melanie Klein cobra el carócter'
de u¡w formación normalizdoru. Es deci¡ que se trata de un proceso
esencial pera el desarrollo normal del niño.
La noción de neurogi¡ inf¿ntil en Mel¿nie Klein es muy amplia y
también compleja, en el gentido de que loe componentee que la con-
forman son üvemos. En primer üármino, conforma¡ egta neurooi¡
infantil lo que llama la¡ fobias infantilea, localizada¡ fundamental-,
menie a partir del primer año de vida. En oegundo lugar, lo que llama
la¡ t¿ndencias obsesivas que se degtacan a partir del aegrrndo año. Pe-
ro en tercer lugar hay que ¿gregar que en realidad todoe los aspectoe
del desa¡rollo pasan a fomta¡ parte de eeta neuroois infantil entendi-
da de esta Eanera: aquello que continúa con l¡ el¡boración de la¡ an-
eiedsdes peicóticas. La neurosis infantit es entonces ubicada por M6,
lanie Klein a continuación de l¡ fase depreaiva y ee concebida como
extendiéndoae hasta la iniciación de la latencia, que constituirfa el
momento en el cua¡ se podría considerar que esta elaboración, esta
transformación de las ansiedadee psicóticas se da por lograda, por
concluida en lo esencial, eiemprc que -fe entiendr el proceso haya
sido exitoso. Es decir que esto está postulado para el desarollo con-
siderado notmal.
Son tan ¿mplia¡ eatas nociones kleinisnas que todo aquello gtre
tengn que v€r con el desa.trollo de habilidadee corporalea, con la ad-
qul¡iolón del lenguqlo o con progtréúóB sn lag condielones intolectu¡"
lás e¡ lncluldo pór áU¡, o btdn oómo p¡¡to de 6tta nautott¡ lnfantü'
o bien como uantenlendo una lntlma rcleclón con egt¡ neurosb ln.
fandl. Y en la medida on que hay clerta conexlón sntre loe compo.
nente¡ prlnclpales do egta neurod¡ tnfandl y lo que Mel¿nle Klein
enüonde pot tendanobe obsealuas, pero ests noolón al¡on e¡ entsn.
üds en ún ¡entldo tan amplio que ss le llama tendencia¡ obaerlvur'
por oJemplo, I todo aquollo que Hono qu€ vür oon sl adqulrlr una
óapac-lAaa de di¡criminación, de dlcülnclón, la po¡lbllldad de oct¿.
blecer ordenamientoo, loe hábitog de limpieza y también todo lo
que rDuy generalmente se llama Cgrc!&d-d.er.qg§9f. Lo gue puede
ser aplicado a actiüdadeg especíñcas -aor éieúiplo el conhol de es'
fínteres-, o en general 1or ejemplo el conhol de los peligrc in'
ternos. La capacidad de estabtecer distinciones tsmbién apurta en
est€ sentido- por ejemplo la posibüdad de distingrrir loe peligroe
intemos de los externoe.
Aaí la noción misma de mecani¡mo¡ obsesivos (en plural) resulta
desplazadg hay aquí un deslizamiento en la ¡eferencia del término.
Aún lo que Melanie Klein llama fobias tempranas, que incluye parte
de la noción habitual de fobias infantiles: ter:ores nocturnoe, sngus-

185
tia ant¿ los extrüios, hcluye t¿mbién otroo aepectos que pueden
ontrü do alguna manero cn cgto noción do tondoncina ohtoslvar, Por
ejemplo, la¡ dificultades en la alimentación: es algo accesible a la
observación; hay ciertos momentos en que los chicos no quieren
comer ciertoe alirnentos, algunos sí, otros no, o por ejemplo al co-
mer una fn¡ta Ei tiene pequeña¡ manchitas ya no la quieren o es ne.
cesario sacar e8o que tiene gtro color pam que Io puedan comer. Las
dificultades en Ia ali¡nentación de las fobias tempranas se continúan
naturalmente en loo rituales de la alimentación de las tendencias ob.
sesivas. Es decir que aún eslo entraría en esta amplia noción de ten.
dencias obsesivas como esta ded -lo que La-
can llama ''-:::*ry .
Esa de estas -y ahora relacionándolas directairien-
i-te con nuestro tema- que la neurosis obsesiva llegó a ser entendida
como un conjunto de mecanismoo que permiten aI zujeto ya no solo
ehborar, sino conholar y defenderse contra aquellas-partes psicóti-
Jat no adecuadamente elAboradas, traneformad as.
Lo cual trqio como ionsecuencia que en la cwa del obsesivo se
psiera en p4qer pland la cuestión del zupuesto riesgo de psicotiza.
ción. Aquí debemos entendemos bien. Una cosa es Iá ensehanza de
Y. ¡ngi" y otra es lo que se hizo con esa enseñanza. No solo hay una
degradrción de las nociones de Freud, también la hay de las ¿! f,a-
can y también de la¡ nocionee de Klein.
Bien entendido, ecte llamado riesgo de psicotización alude de ma-
ne,ra Euy-ge?-era¡-a momentos de intensa angustia y desestmctura-
ción-, epirodios de despersonalización o exhañamiento, o aún a cri-
-q
ai¡ delira¡rtea. sabemo-¡ desde Freud que crisis de este iipo pueden
formq partc de la diacronía de una neurosis obseiiva, sea-salvaje
el eentido de Lacan, es decir, ,.natural", sin análúiF-, sea en
-n
la transferencia, es decir que pueden constitui¡ momentos náér*io,
e1 el- prygero de la cur:a de un obseeivo. pero ningun buen analista,
aún kleinian!, puede. confundir eeoe episodios con-una pri"*i" pr*
piaraente dichar- po,r lo menos M. Klein no los conn¡n¿e,
v-"o piénro
que los textoo de Klein autoricen a afirmar que ella rort"rig" qü; *;
neurosis obeegiva puede producir una psicosis. Nunca tre e-ncóntraao
nada eemejante en sus obras eEcritas.
Lo que sÍ encontramoa, por ejemplo, eE que si los mecanismos ob-
sesivos
_-que como dijimos constituyen'una de las modalidaáes nor-
,
*d? de elabora¡ y. controrar ra¡ ansiedades psicóticarlolexcesi
I vo8
(y aquÍ rf en este graduerin¡¡e kleiniano nunca se sabe bien cuáI
eB el limite)' constituyen el de que el yo no puede manejar
,índicepero
eñcazmente la angrrstia paicótica. de u. ru-.in no-á"au..
"quí una psicosis.
gue se trate de ,,¡ $'jeto que va a desencadénar
afirma?: que 8e esüá désarroIand,o una graue neurosia .f,,seaiua. ¿eué
'
Lo que ha confundido a muchos esia noción t i"ini"""'á" angu&
tia psicótica. Para Klein puede haber anguatia¡ pgic¿tidln rü""".
ro'is, o aún núcleos pricóticos, lo cuat ño quieÉ decir á;;;; airtir,-
186
go uns neuroaiE de una psicoais. Se ha hecho también un uso aimpli.
ficado de esta noción de Klein tendient¿ a producir la equivalencia
nngrrúla prlcótlca . pricorir,
Con todo, en mi opinión, no ea ésta la noción de Klein que más
ha conbibuido a que oe perdiera la orientación freudiana en la teo-
ría y en la pnáctica de !a neurosis obsesiva. Si tuviera que ubicar la
' noción de Klein que eetá en el origen de tal desviación, seña}aría
ein ningrrna duda el deslizamiento en la noción de obeeeión, y Do
por la amplitud que adjudica a las gue llama tendencias obsesivas.
Ya virnoe, cuando examinamos con detenimiento loe textoe de
Freud, que zu referencia es más amplia todavÍa: cualquier activi-
dad puede constituirse en asiento de una obsesión. Lo que se despla-
za en Klein es la noción misma de obsesión: al quedar definida por
su función de transfornación y de control de la angustia. Eetamos
aquí a mucha distancia de la obsesión como síntoma, es decir, co-
mo retomo de lo reprimido. Freud ubica la obsesión en el regirtro
de las vicisitudes de Ia pulsión, Klein en el de las vicisitudes de la
anguetia. La noción freudíana de compulsión es aquf ireconocible
y es por eso gue los anelistas üegaron a no saber qué ee una neuro-
si8 obsesiva en el sentido freudiano del término, es decir, la catego.
ría clínica int¡oducida por Freud en la nosologa psicoanalÍtica.
Si tienen en cúenta lo que vi¡nos en las clasee dedicadas a la ela.
boración freudiana de la neurosis obeeuivg recordarán que para
Freud no pasan inadvertidas las relaciones entre rituales obeesivos
y angrrstiQ, pero no convierte esa relación observable en la explica-
ción metapaicologica del ¡íntom¡. Klein superpone allÍ el registro
fenomenológico con el metapeicológico y ubica como función cen-
hal el control de la angurtia. En Freud la relación angrrrtia - sínto-
ma eE multÍvoca poryue es efecto no de r¡na relación dual entre
angustia y eíntoma gino mediratizada por otros componentea y me
canismos: pulsión, represión, retorno, satisfacción surtitutiva, etc. Ee
a eUog a loe gue ¡e refiere su noción de "mecani¡mo obsesivo". La
noción freudiana de mecanisnos obsesivog no puede superponen€
con la deecripción de cierto tipo de conductas. No voy a insisüit en
esto porque lo hemos desa¡rollado suficientemente en la¡ clase¡ iur.
teriorea. Resumiendo, ee el desplazomiento en el aignificado del tér-
mino obe€sión donde radica el origen de la decvisción de la teoría y
de la práctica de Freud en este csmpor deeplazamiento del que no eg
reaponeable ¡ólo M. Klein ya que es compartido -{al vez no exacüa.
mente de la misma manera- por todoe los postfreudia¡os. Por ejem.
plo, en la otra gran vertiente del psicoanÁlisis psstfbeudiano, la que se
dessrrolló en Estados Unidos de Norteamérica, transformando las no-
ciones freudianas para adaptarlas al conductirno imperante en la pei.
cologfa y psiquiatría de eae país. En uno de los manuales de psiquia-
tría má¡ uzuales allí en las ultimas décadas, el de Arieti, varioa de cu-
yos capftulos están redactados por psicoanalistas (tal vez habrÍa
que decir ex.psicoanalistas), el capítulo dedicado a la neu¡osis ob-

137
sebiva del gue eú autor Sandor Rado hace equivale¡ loa térmings
neu¡oda obáesiua y conducta obseaiua dando'prevalencia a este (¡l-
timo que tradusirfa de una manera correcta el caduco término de
Freud. Lo pueden apreciar con solo leer el título: "Obgessive Behs'
vior" y el subtftt¡lo: "§ocalled Obaossive-Compuhive Neurpsis".
Si esto rsulta ací es porque la noción misma de neuroeis ha sido
transformada en la más potable noción para los oídos del norte de
"desórdenes de conducta". Resulta algo cómico, en la parte de eoe
capfhrlo dedic¿da a la tcrapia del obeesivo, leer de la estructura de
la cu¡a inventada por Freud que:

"di¡eñada h¡ce más de 40 añoe, esta técnica egtá adviniendo oe-


cient¿ment¿ obaoleta ",
y un p(rco má¡ adelant¿, que la neurosis de transferencia eo defini'
da por "la conducta desordenada en el tratamiento". Con ertaa pre-
misas no e erbaño que al final de erta parüe se concluya que el ob-
rerivo puede beneficiarse con el análisio llamado "ortodoxo o clási-
cott, pero tt¡)oqulto
tt.
§b- ve cla¡amente que la eliminación no aólo del término histerla
nue en erte capíü,rlo es zustituido por el de conducta expreeiur,
sino del térraino mismo de neurosis en la nomenelatura del D.S.M.
3, no ea con¡ecuencia solamente de los esfuerzos de lag asociscionee
piquiáhicac de los Estados Unidos sino que ha aido larga y fructífe-
ramente preparada por loa paicoanal ista¡ n orteamerican@,
A,: En cuanto al rfeigo de paicotizaclón: ¿laobaeaión u conuertl.
r(a en utlo ccpecle de &fena?
P.; En la medida on gue el análi¡ia podía poner en movirniento,
dacatabilizar eete conjunto de defensas, entonces el riesgo de que
rurgieran lar partea paicóticao latentes era considerado un riesgo im'
portante en la cr¡¡a de un obs€sivo. ¿Qué podemos decir de esüo? En
primer lugrr tenemoc gue rechazarlo, en la medida en que implica un
deaconocimiento, di¡ecta¡nente una igrrorancia.
Ya le¡ comenté cómo hay que entender eat€ llamado rieego de pri'
cotización cuando se trata de un¿ neuroais obsesiva: como un episo-
dio en el progero de la neurosis, o de la cura, allí no hay ningún rier
go de psicotización propiamente dicho. Ahora bien, ¿qué ocrure en
aqueüoo calcr; en que en el aruílisig efecüvamente se desencadena una
paicoeis? Poryue esto tánbién exirüe, eólo que no tiene nada que ver
con lo anterior, es otra cosa de naturaleza totalmente diferente.
Puede ocurri¡ que en et aruálisi8 de ciertos zujetoa se deuncadene
una pricoeie, urando un término lacaniano para austituir a ecte t¿rmi'
no gue fue el má¡ ususl a partir de las teoría¡ kleinianas: que el nrj+
to * pcicotiza. ¿Por qué dejamos de utilizar este término, que el nr'
jeto re pricotiza? Porque nos da la idea de gue antes no-era psicóüco
y a parti¡ del desencadenamiento de la psicoeio e€_vuelve psicótico;
ón cierto s€ntido es totalinente conecto porque üí comienzo su psi'
cosis, pero aabemos, aigrriendo a Freud y a Lacan, que no se trata de
188
que el neurótico Be \ lelva pricóüco. En todo caso 80 trat¡ de gue un
aujeto cuya ertnrctura ya era pricótica deseneadena una poicoie. Y ri
no quioiéramos uaar el tirmino eatructura poicótica y roservarlo rolo
para aquellos ca.sos en que ya han surgido la¡ manilestaciones clínicas
de la psicoeis, entonces debemos decÍr por lo menos: en un zujeto cu-
ya ertructura no era neurótica. En la práctica esto eriste, hay rujeto
que pueden desencadenar una psicoeie si comienzan un análisir, o en
el transcurgo de un análi¡i6, pero eeto de ninguna ma¡rera les indica
que se trate de un obsesivo que se paicotizó; indica un error de diag
nóstico del analista que lo tomó en anráli¡i¡ y que confundió una es-
tmch¡ra psicótica que se presentaba con ciertas ca¡acteríetica¡ llama-
das obsesivas, con una neu¡osis obsesiva. Esto suele ocunir porque loe
anali¡tas hacen el diagrórüico a partü de vagar nociones de tendencias
obsesivas o ¡necanismos obseeivos de m¿nera aemejante aI uao que ha'
ce M. Klein de esta noción, y ya no ssben reconocer qué es una neu-
rosis obsesiva; toman por tal algo que no lo es.
, Estas nociones y eatos problemaa prácüicoa preeontadm de ect¿ ma-
nera a parbir de Ia¡ di¡tinciones kleinianas, en mi opinión, pueden oer
recuperadoe con !¡s nociones de Lacan. Tenemos que referirloe a una
estnrctura psicótica donde la psicoaia no se ha deaencadenado. En el
e€minario 3, que ustedes erbán leyendo, Lacan se ocupa de e¡ta cuee-
tión; cómo una estmctura peicótica tiene una ca¡¡tidad do mar¡or¡¡
do mantenerse estable, A lo la¡go de su enseñanza no oolo Lacan nu¡¡
ca deeechó esta alternativa, aino que intantó d¡¡ cuenta do la¡ dlle
rentoa maneras €n que una estn¡ctura pricótica puede mantoner ¡u
egtabilidad con las nociones que iba desarollsndo, nocione que
llegan hasta loe riltimos seminarioe y que no voy a incluir acá, aunque
aí me intere& gue sepan gue Lacan tiene en cuenta este tipo de vicfsi.
tudes en el ca¡o de muchos zujeta que por er eattrchrrg no Eon
neuróticos.
Ent¡e esta¡ diversas operaciones y mecaniemoe podemoc incluir al-
gunos que tienen Ia apariencia de mecanismos obsesivos en este sonti.
do amplio en que este término es usado por Melanie Klein o del de
conductas obsesivas del psicoanáli¡is noltea¡nericano, pero que en
realidad no ae trata ni de los slntomaa obsesiuoc ni de lu m*anitmu
obsesiuos en el sentido de Freud.
' Del caso inverEo usüedes conocen un ejemplo más desalrolMo que
la breve mención que hice en mi¡ elasea, por el ant¿último de nueg.
tros ateneos clÍnicos donde han podido oboenar con claridad Ere
hay eujetor obsesivot gue en .el.§eaaroUo de qu-Deuosil produqen
epirodioe delirantee, como el que en eoa paciente motivó el comienzo
de su ttatamiento. Perp entonce¡ es necesario tambtén que aprenü.
mos a distingrt estae crisis, esta epirodios delirants en el curso de
Ia neurosis obaesiva, estos delirios obeeaivos, incluoo, de aquélloo que
se presentan en la¡ distintas foruas de peicosis.
Ya en I¿ mi¡ma forma de esto6 delirioe, si r€ exsmlnan con prucü
sión puede determina¡se gue se trata de un¿ estn¡ctr¡¡a obseEiva. En

180
el matorlal de erte aten€o, t ¡ .orno tes fue preoontodo hacts un do
hmlnado momento de gu anállslr, ae podla ver que no se trataba de
una paicooir sino de una neurosis, p€F gubeistía todavía la ambigü*
dad de si se t¡ataba de una estn¡ctu¡a hi¡térica u obsesiva. Nos pare.
ció lmportanta prcoontarlo aaf para Io¡ fines de la discusión. Si hübi&
ramor agrcgado mat¿rlal ün poco pooterlor donde la paclentc lba r+
cuperando, reht¡ndo más claramente y en detalle lo que había sido
aquel epbodio de crioio, se hubiera podido apreciar con mucha clari-
dad que ¡e tataba de delirios obsesivos.
Me doy cuemt¡ que hay una reiteración en este tema, cuando no
lgy.yo quien lo introduce son ustedes quienes preguntan. Esta repe-
tición e¡ ínüce de un¿ dificultad, que no es de usüedes ni de la óá-
tedra aino del di¡cuno que nos ha precedido y que en gran medida
rigue ügentc: el uso ambiguo e indiscriminado áel término ,,paico.
üzane". Erpero que, de tanto repetillo, en un parde añoe ege discur-
ro haya rido impactado lo cuficiente como para que genere una rc-
nor¡ación d9 la¡ repeücionea. O, como lo dicó Lacán, ior haber acla.
¡ado un maler¡tendido habremos generado otros ma,lentendidos.
. . Hoy.
querfa-prraentarles e,qto prra volver a destacü que eata pro
blemótiga en el diagnóotico diferóncial existe y par" reaiirma¡ dé ee-
te modo la necesidad del diagnóetico previo, dido que el hecho de
que en un8 primera imprerÍón puedan reeultü parecidas una estruc.
tt¡¡a pdcótic¡ ect¿bilizada con ciertos mecanismos llamados obses!
voE o una neuroab obsesiva en un cierto punto
-el delirante, no releva
de la necorldad del diagnóatico previo, por contrario, oa áon¿e mrl¡
hay quo tucor jugnr h neceeidad do Ia distinción diagrróstica dsdo
gue €n un caro y en el otro el curso del tratamiento va á ser eeeneial.
mente dife¡ente.
A.: ¿Y cómo ae ectablece ea diferencb?
P.; En primer lugar empezando a usat con cuidado todas la¡ nocio.
neo de neu¡oci, oboeriva_que hemos ido constmyendo a lo largo de lar
cla¡er. Segundo, zu aplicación en la pÉctica,- participación" en ate.
neoo y prooentación de pacientes. En el próximo ateneo leo preeen-
ta¡emos un material donde la distinción psicosia - neu¡oeis o'bsesiva
q -Aiff"rl_. Sená algo que segrrirán trabajando, egp€ro, en Ia materia
Clínica.Pgicol_óSica. En tercer lugnr lea luedo aeóir qie el lroblema
está abierto. §on temas que hay que seguir trabajando pa:á obtener
cqda, vez pautar más claras para hacer eite tipo d; diagnosticos dife,
rencialer. No ec mi intención presentarles los proble-mas como ya
rteueltos y ceradoa. En- e1 capftulo de s. Radó que lea meneiorié,
para cerrar l¿ cuegtión del diagnóatico diferencial se usa un r€curso
muy_",-pedtivo: ',by feel',, e8 deci¡ en nuestra lengua: olfato clíni.
co. qúe Eg¡gen, tal vez ineliminable en el diagnóstlco, es el que hay
que tratar de reducir cada vez más.

LA NEUBO§I8 OBSESÍVA EN LA ENSEÑANZA DE J. LACAN


Pasamog ahora a ocuparnos de la enseñanza de Lacan, de la que us-

140
teder ya raben que produce.g4 -retprno a Las nocionga.dq.Ere.¡¡üf!n-
damentalments a la dl¡tinclón f¡ouctiana eiitis psicoalo y.neuroric:
digttrtctón tqiante, e5cluyente. Y dentro de la estructura. neu¡ótica
w¡elve también a ü óposición fteudiana, histeria - neurosis obsesiva
gue, E diferencia de li ant¿rior, de la opoeición peicoeio - neuroeir,
y dgulendo a Froud no puede s€r considorada excluyenta.
Por rupueoto Lacan trabqja egta distinción freudiana a partir de sus
prcpia8 nociones y, en primer lugar, de sus nociones acerca del signi-
ficante. Leo voy a leer una cita de un texto de Lacan relativamente
tardfo, ea del '73, se llama Wtitlón,la única cita que lea voy a leer
porque hoy vamos a hacer una prresentación general de Ia elaboración
lacaniana de la neurosis obsesiva, y €D las dos clases siguientes que
van a eatü I cargo del profesor adjunto Gabriel Lombardi van a tra-
bqjar con más profundidad y con mayor preciaión algunaa de estas
nocioneg.
A.: ¿Cómo u llama el texto?
P.: Teleui¿ión. Aqul Lacan dice:

". . . el hombre
no plenaa con su alma eomo Io imagina el lilorofo,
pienoa porque una estructura, Ia eattttctura del lenguaje recorta zu
cuetpo . . .".

Us'tedes not¿rán esta ineistencia do Lacan wbre la extertorldad del !


dgnlficante y ar estructu'ra. Laa-teodfls. n._o__p.glc_g.a¡alí!igar dan a en.'
tender el ponaamiento como algo que aurgiría intarnamontc a partir
dol dcsa¡rollo del oryanirmo psicoblológico, La inteligencia tí Ia po
demos übica¡ en el quno de eete deea¡roUo biológlco p€ro en el caso
del hombre, { -sp¡_u¡.animal captado por esta estn¡ch¡rs del lenguqje,
exterior. a lo viviente, ea fundamentalmente a eeta estructura a la que
tenemos que hacer responsable de laa modalidades que. toma el pensa.
miento en el hombre.
Aquí alma está usado por Lacan en el ¡entido aristot€lico, en el
¡entido de forma de una determinada materia, alma estaría ubicada
acá al nivel de lo¡ eiclos biológicos,

"el honbre no piensa con su alma eomo ünagina el filósofo, pien-


8a porque una eshilc'tura, la estntctura del lengr¡qie recorta su cuer.
po y nada tiene que ve! con la anatomía".

Ecta ecLn¡ctura del lenguqJe y la manera en gue recorta el cuerpo


no tienen que ver con la anatomÍa, como lo hemos yisto en los textos
de F¡cud. Continúa Lacan: ". . . tesügo la hictérica . . ." y allí Lacan
continúa para hacer erte pasaje de la histeria a la neu¡osig obeesiva:

". . . teotigo la histérica. Ests cizatla Uegs al elma con el síntoma


obeesivo: penaamiento de,l,que el alm.a Ee--e-AUuBzq no sabe qué
hacer. . .".
ld1
Aü¡lert¡r quc ad Lacan, sl igt¡B¡ que Freud, ubica a la nsruosit
ob¡edv¡ en cdnt'tnüiilÍf?on Ia hist¿rta, alude a estE noción fipudi*
n¡ de que l¡ neuro¡lr eb,¡ostv¡ comienzri-ioho una l¡istpria y fuego
'dó
dvriürry óóinpllca con otros tipor de mecanlsmo¡, de operacio
Pdró1fftó-teflñE{tr'§ lrá$ruüüuth {.e!_lcnpaJe gus en el cü¡o do
en ol
ql,p-9¡q¡¡¡9-l,e¡-t"9."q-6,iffiKü§"¡Í!q,pl,Etiñor§s'
:EI "táiñi lñd*dliiutffdñllés tüiüó' sl l¡rútrü.
. Er Ia t§ora que corts la plancha de metal
p6¡o ron t¡mblá¡i l¡¡ cort¡duras o fragmentor quo nosultan.
Pen¡ar¡rlento dol que el olma oo e¡nba¡aza. I{ay aquf una alusión
r l¡ ¡rl¡ción pa¡ssitaria del niño en la madre que e8 el modelo que
rurflhrye el otro que fue impueeto en el pdcoanáliris como una espo.
c{o de fudón indi¡criminada entro niñomadre de la cusl de¡pué¡ el
niño debería dif e¡sncla¡se
No p &¡t¡ de oior üo tnt¡ de u¡u relaclón perarltaria, o¡ en e¡te
ml¡mo uodelo quo Laoin ublc¡ al penramlento. Pero ¡o condensa
¡quf habl6n rl otso dgnlflcado de embd¡¡n¡o, ru ffilllcado mál
fuortc ¡lude r at¡ del

peñsaiñiento del quáel


c embaraza" no ¡abe qué hacer. "Emba¡azo" significa impedi.
mmto, difict¡ltad, oMáculo y ee el t¡órmino con que Lacan designa
l¿ o¡í¡im¡-di&ult¡d 491-qqieto -cuando 8e ocupa de la¡ articulacio.
nr cntro inhibigi§¡.J-ar¡gustia-, el puntq. er.hgq¡o de. ¡u. tach¿dura,
de ru bor¡¡griento de sujeto (É).
En üG-t@6nta-b'¡lrór.-r a{iunto !o va I ocupa¡ primero do
dqarroll¡¡ la¡ nociono¡ sn torno a la neuroslc obro¡lva quo Lucan ln.
cluye en el ¡emln¡rio V, y en la última clase de esta eerie, las nocio-
no. que Lacar¡ desanoUs en el aeminario X, para habqja¡ má.e especí.
ffcrnsot¿ l¡ cr¡ütlón dol obJoto anal on la e¡tn¡stura ob¡oslva:
En e¡tr pr,ercntación general que quisiera termir¡8r de constn¡ir
boy, debeo incluir aquellar nocione¡ a las que ya hemoe aludido en
clarea-anle{oner, por ejernplo, q¡ando licimq referencia a la q¡§!:
gn¡EJL$#$Lg de la proeza en el obsesivo. el @*qug-Pgg:,
pruglg!. y eI lüg¡r que €n esta eatñ¡ctura ocupa Io que f,acan Itrma
Jusüamente en esüa paciente cuyo mateül
edo es algo claramente reconocible, ell¡
decía que tenía que pasar pruebas, pruebas que también adquirían
Ia ca¡actcrístiee de ciertos rituales y que oe asemejaban a las pnreba^e
que habfa paaado Cri¡to: pinchríndoae cl¡vos en la¡ manos y en la c8-
beza . . . en lo¡ mismo¡ lugarer donde Cri¡to habla tenido la corona
de eopinas.
Antes de erto (gue eB algo que Lacan incluye en el eeminario V y
ugt€des van a retoma¡ en la cla¡e próxima) y aún anteo de su primer
oemhario, hay oho texto que ust¿dos van a di¡cuti¡ en But pnicticoo:
El mito indiuidual del neurótico, donde retoma la noción freudiana
tt2
de=l¡r,novel+¡!fri,iliF¡ delJr.eBrótics. TT l, ptiry.o parte de e¡t¿ texto
trabqja esta.-noc[óñr-€n reTffif6ñE'ñ el hi¡üorial del Hombrc de las Ra.
ta¡ y en ¡u úlHma parte con materlalea tomado¡ de Iá vfda de Goethe
y de rus textos, a partir del artfculo de Freud "I|n'rccuerdo de infan.
cla en Poeefa y Verdad", §e trat¡ do un escrito algo anterior a ou pri.
mer ¡emlnarlo. El ¡ominario sobre Dore y este somlna¡io ¡obre el
Hombrg de lar Raúa¡ son do¡ s€minsrio¡ que pnecedon al que conoce.
moc 0omo ¡omlnario núrnero 1, pcro do lor quo no existe un registro
gabrdo. Se consideró número I el ¡enrhrorio dol año '63 aunque or.
trictament¿ no sea ol primer semina¡lo de Lacan sino ol tercero,
Este texüo rccoge temas de eeos aeminario¡ anterlores (a¡f como el
texto de Interuenclón wbre b trunafereneia hacfa lo mi¡mo con el
historial de Dora) y en él Lacan int¡oduce esta noción de mito, la
función de los mitos en las neurosis, aplicada específicamente a la
neurosl,s ob¡esiva. En el ¡emin¿rio 4 la va a aplica¡ también al hisüo
rial de Juanito; a estoa distint¿s historis¡ que iba inventando Juanito
la¡ va ¡ considerar t¿mblén como mltos corutruido¡ por Juanito.
Podemo¡ declr que ost¡ primera ápoca eo la ápoca léü-straussiantr
do Locon, €§ doob quo lor vo I anglizsr según ls propuo¡t{ de Lóvi.
§bausa deecomponléndolo¡ en Bur mltema¡ y olg¿$C.g.lot,s0mbio¡
de lugar y de función de esüo6 mitemas en la¡?Í¡[inta¡ vercionee del
rq!!o, a lo largo de sus trangformaciones en la diacronía de la neu¡o
si¡. Tanto en un caso como en el otro, ya sea que ú€ trate de esta mi-
tos indiüduales de los neuróüicos o de loa mito6 en su 8onüdo estricto
como una formación cultural,
del
Es decir que el mliqglLqt¡_e_.Vien§_A-CUúiiui¡, a eeñala¡ y a llenar
algin modo erüoa lugares impoeibleo y en eso ¡entido al mi¡mo tiom-
p o q uo
lgp .-o-qult¿J0nbión_lqurlU qftlu*lqlmyqh, Pod o m or con sid o'
rar que esta noción de mito ea la ürimery
la cuestiÉ4 le )ai¡ruoaib üfu a .en rdar;;í¡'
En ol -I Lacan aplica al tratamiento do Ia
de nou-
rosie ob¡esiva el
También hay una dialéctica en relación al amo en la histriria, la
-hi¡t¿rica
=g|at¡gn
buaca un üno para dominarlo, buac¿ un smo pa¡8 hacorlo
desear, busca un amo para hacerle producir ¡aber. A di
histÉrics-oue busca un amo. el obseeivo se pregenta cóm6-
y*d-áñonñdq:il6ññidiogE-t¿leñói-qléi;ñ&ñ;
en la enaeñanza de Lacan en dictintas problemáticar, elr dirtintoe re-
gist¡oa. En gran parte puede articula:re con esta otra glan caractens-
tica con la que Lacan eepecüica a la neu¡oois obsesiva (a la que ya
habíamos hecho alugión en l¡ claoe pasada\ que ee-gl lugar orevglgrte
de
!!t duundaisLltgstLla,¡euIgs¡ obsgáiv;. -'-d'ü--
E n este oentid o'en e sta erti c ulacióñ-En-üóñóe¡, ql".qpl FIt¡g. {e. $¡jgn
ggpera-funda¡neatsJ.ue¡¡te ¡ecibi¡ -.demandq§,. lgneFe-q!
goslc eatisfacs&¡usdcmar¡d¡¡. Pero eobre todo las nociones de
lá dialectica del a¡no y del eeclavo eatán utiüzada¡ por Lacan en el

118
en ¡ol&clón ¡ osts oba cue¡tlón e¡enclal an el obuestvo
qffiAliifeI h neúsrasion,
.lgomin¡rlo
la "uesn[tlp-0g¡.ép".El obsesivo ha en.
contrado su urao, pero fundamentalmente lo que Lacan destac¡ acó
trre¡pera. El qb-eo$vq_vive geperando la
n viyir. E¡ta reiación con el ¡mo állir
§upuertamente
omOr eE et ar¡o, er gue o de muerte. $
¡¡rodo ¿r¡.obll:-
ñIón-dE"tdü¡. Podomo¡ poner acá en ogtricta rclaqlén lo quo L¿oun
corutnrye acs¡ua do Ia éüca del poicoanúIirl¡ como étlca dol deueo y
est¿ desfe¡lecünlento dsl obseeivo en relación a gu de¡eo.
El olxodro imagina gue cuando ol amo muera €ntoncot reró porf.
ble vlvl¡ de otra m&n6ru, entregnno a las cooas quo guiono y que le
gurtüt y qus un8 y otrs vez poeterya. Esto eo pura imaglnería, teno. '
mot quo ublcar,en el reglrbo imaginario esüa coartada con la que el
obrdvo rc protegO. 8r importanüe, porque no so traüa de gue cierta¡
coüa, no trhur, rino en qu6lu8n¡ ¡e lü ubic¡. Lac¡n de nh¡un¡ mo.
p3tügpgS (en relactón.¡-lq gu.e t. $9 agt a$li{ potfroudlano y.
ti@Éfta homo¡exr¡¡lldad tatent¿ dól ob¡e¡ivo) la ftecuenci¿ con
la que.cnsoshl$or en h prástica de l¡ neurooi¡ ob¡e¡iva l¡¡ far¡tsrí¡¡
d1-hq¡aoniúüdüdi Poru-hay que ubloarlar 0n osto roghho, ü um
ñ8"üEf@ e¡'una funóión- de coa¡'uada exacümenie en el
-EÉo dónE6'iiüíírta.elpera de la inuerte del a¡mo.
I El obceeivo qtrierc guecresr que ee hóind,üxual para librane de la t¿.
lryq f de la ugurüa E pondnin en juego al encontra¡ el deoeo
ldel Oho en h¡ ¡placionea con el Otro ¡eio. La¡ fantaeías de homo-
-iexualidad en el obseaivo eon aiempre coartadaq y si Be la^s.intorpre-
t¡ como hoqo¡o¡ualidrd l¡tente s¿ ls8 egtá confirmiñ-dd. se h¡ ásüí
I"gülagijo. Erte rupuesto €Bpezar a vívir derpués qu" amo mue-
r¡Tfflue ubicarlo-en ecta misma düección,-es la manera "t que en.
guen$a el.obreivo para estar protegido de loe rieogo de poner en
tgffi-[T:-rr;;"
han podido apreclar t¿mbián en to¡ ateneoo
clínicoa, en el msterial que leo hemos proentado en el primer caso
de neurod¡ obcedva, donde era muy claro que quien ocupaba eoe lu-
gar era el padre del paciente, recuerdeh todar ta¡ medida¡ precauto,
riar que tomab¡ erte pacientc. No querÍa falta¡ a este momento. Re.
cr¡erden lo¡ cuidadoo que ponla parn saber ai su padre empeoraba, no
eupeoraba, ¡i _podf¡ morl¡ cuando él no ertaba. ¿Por qu&era ta¡¡ in-
porüaatc p¡ra él esto?,porque ét quela estar allf, ét quóría presenciar
la muerte de ru pdre. Recrrerden tasrbién el lugar que oéupa en el
Homb¡e de h¡ Ratar erte reprocho acerca de no haber egtado en
el momento de la muerte de ru padre.
Ertar protegldo del rieago es t8mbi,Én Io que oculta la hazaña, la
prceza (no É d lo deotoqué en Ia¡ claae¡ a¡rterioreo). Apare,ntemente
el obce¡lvo corre rieryoe en oatar diffcile¡ pr'oezar, poro ri not fda.
moe blen, dice Lacan, no r a¡í, El obsesivo juega todar ertar prue,

14{
bas, todar eat¿¡ hazula¡ Jurtamonte on Io¡ lugarea donde no corre
ningún rlesgo. Esto es ba.stant€ plaro en el ejémplo que loa relaté,
cómo para el paciente mismo en 'un cierto momerito llóga a ser claró
que aquello en lo que él c¡eÍa gue sé le ib¡ su vida realmente no le
hüe¡r¡aba nada.
Esta dtalécdca del a¡no y el eccl¿vo la podemoe ublcar también en
rsl¡clón a otra temática que oE lu de que-el qbsedvp, U--üfere_ncro de
la hlrtórloa,-lntonüu coneüituh un Oüro-no t¿¿tri¡áó,-üistá Ámo"dol ob-
aerlvo puede figurar de alguna manora la noclón lqcsnisns ds Otro no
tachado, rg1._Qho quo e¡ dueño dq-nu deaeo, dueño de au deseo. inclui.
do conocerlo: esta temática de los an¿ílieis de loo ob¡esivoe qúe quie-
rcn esbor de verdad quiénee son y conocor qué ee lo que rtidmánte
desean. El Ot¡o no tachado ee preeta a ponerse en relaiión t¿mbién
con las nocionee del padre ideal y del padre muerto del mito fteudia.
no, ya que eete lugnr del arno en Ia estn¡ctur8 obeesiva se presta fácü-
mente pa¡a. s€I por rq muerto. Es otra muectra de que g¡po.
-ocupado
ra¡ la muerte del a¡¡o no es nadq-mda gue..uns goartada: el amo pueAe
rcgqf déndolo. aún muerto (ha{ián'rerirórñi¡ ;ñr..;hiñfñffiñu
del Hombre de lar Ratae).
.. Eq .l ¡omlna¡{o V, quo v&n a v6r en la próxlma clare, hay desaro.
llos de Lacan en tomo a la eepoclftcidad iler fanta¡ma én ei obeesivo
y en eopecial esto far¡tar¡r¡a tan ca¡acterfatico de la neuosi¡ obseeiva
que ea el que está en relación con el obie.
e¿nd,
Peri eobre todo Ia elaboración l¿ca¡rtana de l¿ neurosi¡ obcesiva
la podemoe hacer jugar al¡ededor de la¡ caractorizaciones de la e¡.,
tgSgB.dEl-dgggg, en o¡ta
-tgSgg.dEldsg99,
Euctura del deseo
truc,üura
o¡ta o¿oslción _in8rüsfecbeinDosit¡te.,LA útü
degeo- coBo_i¡¡-¡¡tiqlecho én la.histp¿lC la
9*nr6urá-fl9t ,

q9tg-9rse".übqiüi¿:rü_niü-,iü¿ft i,i"";qi;'=t"ná-r.n
cüéñtá'!'iñ
-¿á¡iii"ñ;8ts,s
"df
AndA;¡üió,irtffi ;A;-Li Jiráünciu¡
ontre uns oatn¡ctura nourótlca y otra, rlompro rrguo rar lfnoa¡ do la
estrucüura. De modo que cuando habla¡nos-de eapecificidad en este
ca¡o, hablamos de algo que eetri recalcado, que ei pueato en eviden.
cia, que es üevado ha¡ta su último termino en e¡a eotnrctura, pero
que se trata aiempre de ca¡act¿rísticas eshructura¡eg: es decir.iúg el
deseo es deeeo inutisfecho por-si,.po1ry J$Iggtugmi¡mq:¡_il de.
seo ee impooibte por su mismi e0¡ni'ciir¡¡iTe"é-seA-
Pero es cada una de eatas vertientes la"qu6'ei buegta en primer pla-
no-en Ia histeris y en la obeesión. Ustedes a veces se confunden, aobre
todo en un primer momento le¡ resultaba difícil disüinguir la noción
de deseo insatisfecho de la noción de doseo impoaible, cieo que ahoü^
ya un pocb menoa. Tengan en cueuta en primer lugar que eso indics
que l¡. trbtá[99_E__gpf9g produc_e- git\¡:q-cjqrcs_§n3Ug_lU. d e
qeo__lgpgnqen j uegp, esto qEé erúo ea hecho en relación aiem.
pre a algún Oho porque ol eo oiempre del deeeo del Oho. EI
deeeo buuEno.insirte,,I,aeEs,Ile p3_4epearalgpl es desca¡-gLCgfep-dp
OlE este
,Ol¡p, esto en el ohjáHv-<i. hñ'et
el_ ¡entido-ohjetivo. oho sentido. pad'ñ'CÍr"
Eñ el otóláirti¿o, ü:
oari ááliilo nl-

116
pidameate, m8'
IJA
nors do de w¡a
i¡¡¡atl¡f¡cdón, y por lo tanto so trats tambie!¡ de la S¡arigfagp¡ógdel
gggg.$ot g§gr4+{!g[J& La hist¿ric8 ae-dqdica d provocar, a éeti-
mtila¡ eso deseo del ffilpero pa¡a eso tsmbién justamente a mant+
nerlo in¡ati¡fecbo.
f .+c1m?og[$$I{.en canbio implica algo-cuya conoecuencia es el
I alejqnieD6_ire-fo¡ hgnrea y momentoe de la¡ situacione¡ en que el
i doeo estó eu Juego: en primer lugar ubfquenla en relación a todos
-loc
que, como en la cla¡e paaadq ao ve
on Ia¡ neurocl¡ obsosiv&s avanzadasr en sug graves rB&
Hcdona que llqan hsst¡ la paralización. Pero que en realidad for-
aan porte de I¡ vida cotidiana de cualquier obeeeivo, cuya trama eotá
a¡oad¡ con lünltacioner, obohículos, estorbo¡, postergacionee, 8€a
el rqleto ruta por ella¡ o que pasen totolmente inadvertidas.
' qucPerc rcbre todo v[n I rrocónocer esü¡ ca¡¡ct¿rfstica de la imposibi.
Itd¡d d l¿ eudeuden en el aenHdo lógfco, inrpdsibüidad lóeica Lo van
r poder obrwa¡ de un¡ man€ra erplíclta en le práctica ds la neu¡o¡i¡
oberirn" Ler doy wr eJemplo breve para moct¡"¡ esto; una paciente
qur-etrbr embe¡¡zeda y tenla muchar guna¡ de tener un varón, pero
n¡ droo üootb¡ oon un prcbl€m8! haof¿ muoho tlempo hrbl¡ ale¡l.
do cl noub¡r p¡t¡ nr'h[o vüón, pero reclentemente uno de tus her.
Etrno. ¡l n¡csr nr hifo le habfa puorto e¡s nombre. No era porlble
quo ru hllo lletnn el ral¡mo nombrc que el de su sobrino, peio lraa.
$nrr r ru h{ro vu6n con un nombre di¡ünto perdfa todo atractivo
prrt ella. Trsnen rguf un ejemplo en que
: de¡ea tener un
§f6-7y ¡ób el Ileru¡ t¡l nombre. Como no puede llevar tal nombr?,
rot,oo¡ ¡ tmpodble el cumplimiento de gu deseo.
, E¡to e¡ muy dbttnto a la ln¡ati¡facción de la htsüérlca La bella cü
¡Ioen r prchlbe coner ctvtar, con lo que mantiene üvo su desgo, un
dceo que consry¡ la poeibtltdad de gs¡ cu:npüdo aogún clertar con.
tingendar. En erüe car<, rcn lo¡ tárminos ml¡mos en que está plantea.
do el dceo lo que lo toman lnpooible.
Hay otro eJenplo sn el cuno üterior del a¡rÍlfui¡ de la paclento
cuyo mrtertal prcrcntanoc on el ateneo gue me parece paradigmáü-
co. Era un momento €n gue so sentía muy recon@ida por su padre
y dereaba hacer ¡lgo para agradecerle. Cuando se preguntaba qué ha-
cer, eadl co¡a gue lmngiriaba le pa:ecía tan poco, o tan pequeña com-
parada con l¿¡ gus ru padre habfa hecho por ella, que no podía hacer
r¡8da"
Aguf ls imrloébilrrrsd ertá planteada en términos ca¡i matemátil
cor: culquier ca¡rüdad et pequeña comparada con el infinito, porf
pál-gg$e gue re la imagine, la disüancia eeguirá siendo igualmentcj
i¡¡¡¡lvable.
Ecto no e. algo üctlcio, l¡*i¡9¡9qipiüdad..*pln!g$,g*p,.Ig g*g|.
1{0
Aún egtos ejemploa aparenternente nimios señatan un punto de real:
la nominación, ¿quó es poner un nombre? y la deuda, ¿es aaldable
la deud¿ de la vida? Lq-gqeaau¡re c-qn.gl obsesivo es que explora lao
l4p oeibilid ad eo y múih a.s.v eces qu edl deteni do eri -éll" r-
La hieteria'icentúa esta vertiente del de¡eo que es el de¡eo como
deseo del Otro. La neurosis obsesiva acéntüa ü otra vertiente del de-
hpü¡ente.de-! -fen,t.q§E¿, 9Ld":99 9r",pri- q-
utror¡in el
l¡q/En obsesivo
obSe§lvo queda
oueda puests
Due8ta en Dn.
fDer plano (aJ reves que en ¡a n¡8f,enca donde ru qesao
histérica oonqe desoo e8 el (¡e88o
es e¡ del
deseo se¡
Otro), la gpoeición del deaeo sgjglo-cggeldegg-o gtfo,, pode,
.del +el
moe hablii de un oposicionismo específicamente obeesivo que e8
muy diatinto del que se Uama oposicionismo en la¡ poicosis, en el
sentidodequeel=9!§esi{s¡ece-d.eJgbj9lgLq.aL.d.ese-o-Bngs@lcia-n-
absoluta que se lÁ ünponp ql--Qtre^ Esto eB muy claro, dice L&can, en i
&ueltófi-ÑñóB que buando grandes v&r¡.4 8er ob¡esive: la ruanera onq
qrre piden las cosal. No ee que e¡og chicos pidan corae raras o cossl
excepcionalea, no es por el cont¿nido de lo quo piden, ee por h mo.
nen¡ en quo lo plden, esa manera indstonte de podir que hace quo r
Ioa padtre le¡ rssults intole¡able e& pdido exlgento, sn sl quo h¡y r

quü acoEoda¡¡o exsst¿rasntc ¡ Io qus ¡o pldo. E¡t¡ or una camctorlú.'


tloa de lr¡ dor¡randa¡ dsl ob¡edvo en h que ¡o tr¡¡r,¡nt¿ una carastüfr,
tica sctn¡ctural del dooeo. Y¿ ba¡tant¡ temprarramente sn üu onsofian.
za tscqn {p"finió qus cl deuo tmwfgnne..lg-tncgndtglgrqlLdcdnsJa
de-a-c-nfu-atLs.adlc.l&üfuluf¿.
-_v_:: f .t_Y.xPg-' Y esto que en lol-primero¡ semlna-
rio¡ de su enseñanza está localizado de est¿ manera como I¡
":'-.-r*

cue¡tión de la impodbüdad del deeeo e¡ una cuegtión eshuctt¡¡al gue


ee traduce en lo manifiesto de muy divertar forua¡. A veces la pue
dsn reconocer de una manora muy dlrectu cono sn lo eJemploe que
le¡ di ¡ecián, p€E la pueden reconooel en lo obsorvable de mucha¡
otra¡ manerdr. Ot¡a db eüa¡ er lo que Lacan llama la!§ClkciÓa-drl
deaeo en el obaeeiuo, gue es una manera t¿mbién de retoma¡ l8 t€!oá'
üca freudiana de lo¡ dos tiempoe de dgunoa ¡íntoma¡ obs€aivos: un
primer tiempo en el que se a.ñnna una acción y-t¡n,te8ulldo tiempo
que la deahacs. Es un modo de rctomarla perc en otro sentido, en un
sentidii"mái'gbneral y con una cancterírtica ertnrctural, no Decesa-
riamente en rel¡ción a un ¡rntoma En lo que deacribünoo como la
postergación continua que hace el obserivo podeme reconocer Ha¡
y venidao, dice Lacan, en algrnoe momentc el obsesivo ¡e deja lle,
va¡ por su desso pero cuando Be va acercando a la dh¡¡ción en la que
el deeeo podría llegar a cumplirre, el de¡eo ae eafumg deraparcce, ya
no lo quiere már.
Pueden toma¡ como eJemplo e¡te mismo que habfamos dudo de l¡¡

lt?
p¡o€2a8, cuü¡do erta aujeto habfa comen zado aconaeguir Io que quo'
ría en lugar de usar eso para eeguir adelante, ya no le intereea más. O
bien, un obpsivo profundamente enamorado de una mujer que cuan-
do logra conquistarla ya no entiende mrí¡ cómo es que le guetaba.
Eato parece ¡sr a¡í en el caso de los obsesivos, no solan¡ente en el
encuentro con el otro ¡ero. Por eso lee traigo un ejemplo también de
mi pnícüca, an e¡t¿ ca¡o de un rqjeto homosexual. Esto no e8 un
.liqgy¡ósüico, es él quien se ¡sconoce con ese eignificante. Incluyo erte
ejemplo t¿mbién para advertirles gue hay que tener cuidado y no hay
que guia$e Épidamente por una equivalencia entre homosexualidad
y perversión, homoeexualidad y estructura penersa y dar fácilmente
por descontado gue un sujeto -que se dice-- homosexual es un zuje-
to penrerro. Mucha¡ veces se trata de neu¡óticos. Este parece ser el
ca¡o de eate paciente, que a lo largo del análisis ¡e va moetrando máe
bien como un obsesivo gue como un perveroo. Y en un momento él
pudo fo-mrula¡ eeto qle estqmo¡ viendo_áho¡a de una manera muy,,i
clara. Llegó a decir: "Me pasa que cuando estoy con é1, me la pano
penmndo en i¡me y, cuando me voy, estoy todo el tiempo extra¡ián'r
dolo". Esto es entonces, con toda claridad, aquello a lo gue Lacan'.
¡eñere cuando habla de ¡a gscibg¡gl¡_d4-de.§-e_o-e¡ el-obsedvo. El hizo
allí incluso una referencia C¡na canción de lá.E. !V$t h, cuyo título
no puedo ¡sp¡oducúr exact¡mente, tal voz ñIffi-de uetedes lo rs.
cucrüe, cno guo rc lla¡na §erenota pam la tlenz de uro "Porgue
me duele d me quedo, peto me muero si me voy . . .". Este paclente
dsñnió a erta c¡nción como una "versión refinada del gataflorirmo".
E¡to o¡ ht¡ru¡nt¡ porqu€ cada vez que ha aparecido la Gata Flora
en lo¡ ateneo¡ clfnico¡ invariablemente ha Bu¡gido la idea de hlcüori&
fisnen que cuerüonar esto, o por lo menoa no hace¡ una aplicación
automática, pa¡a no equivocar el diagnostico. Muchas veces se trata
de I¡ o¡cilación ob¡e¡iva.
Esta orcilación e¡ una cons€cuencia de lo que decfamos antoa, t¡
q_$_el-de!é_o_-Cest4¡y_e. _e-sE luga¡- delgt¡.g, sin-enb¿rca-el -lsggr.deJ
ió es ercngid po¡q¡rq,.€¿-qle&9e es abmpre el deWa-del_Qir.g. fl.l-ob-
-destruygpldepec- del OIro. y entonce¡ .sg-.CppqC.§e. desya.oece.
reaivo
I Esta ei otfri indicació¡ gue hace Lacan, los obseiiygs--Fgn a¡Ig.Sialigras
ieg_r_nat¿r el deqgo deJ.Otre, no de suocitarlo como la histerica; eape
p!ro. ya rlo-t9t¡.Eg*nÉs_ ga{¡as.
inta¡ estrategiae y manerae para poder mantd-
ner este derco gue de otro modo se esfumsría: una, hacerlo sostener
en el fa¡rtasma, en el objeto. Hay otras relacionadas con ests temÁtica
del a¡¡¡o: lograr gue el a¡no lo prohfba, entonce¡ allí el deceo 8€ Eran-
tiene, peto ee sostiene como imposible, está abolido. O de una rnane.
ra inverga -€s inversa, pero oi ustedes se fijan bien, estnrctu¡almente
correaponde aI mis¡Do mecani¡mo-, lograr que el amo lo autorice.
¿Por qué esencia¡mente ee el mismo mecanismo? Porque en ambo¡
casoe aigre aiendo impoeible, porque en el momento en que el deseo
en lugar de ser prohibido ee autorizado explícitamente, ya no es nús

1{8
deeeo, ae entra en esa dialéctica do la demanda y ee dedica a satirfacer
no el deseo del Otro sino el pedido del Otro, aquello que ya entró en
la categoría de la demanda al haber sido explícitament¿ autorizado.
§i usüedes se fijan bien, dice Lacan, el obsesivo ea alguien que vive
continua¡¡¡ente pidíendo permiro. Eeta temática de la prohibición del
arno y de la autorizaciín del amo ¡e articula con esta temática de la
demanda qug es otra de la¡ formas de la irnposibilidad, en tanto el do-
seo queda allí reducido a la demanda. El obsesivo entonces gg]glg
qqils pig-a-q_parg c-qnvert-f_9§.q¿egido-en-e]-objeto de ru deseo. -
-Podemos deóir que en este ca,§o en vez de deseo de deseo hay de
seo de demanda, incluída la casüración, porltue el.9@eire_§§"¡!qgd-
!a que el OtEqjerrBnda su cast¡ación, pide su castración y ésta es to-
da la?imensión, el registro, toda la temática de Ia impotcncia en el
obsesivo, gue es el reverso de la imposibitidad; el creerse que él no
puede. Dicho de una maneria abreviada, como si la castración no fue
ra un efecto ineludible de la estn¡ctura, como si fuera algo contin-
gente gue le ocurre a él por pedido o voluntad del Otro,
Esta cueetión de la imposibilidad del de¡eo en el obeesivo está co
nectada también con la continua!@E8giágJel-acip. En definiti-
va eE I esüa noción de acto donde tenemos que remitir la i¡naginería
del empezar a vivir, ya que vivif, si no Io entqndemoo en el mero sen.
tido de subsistenciE biológica, ú8...9e-un mundo t¡echo con signifi-
cantel, tiene que ver con lo¡ actbs. e¡ deci¡ gue no hay otro cumpll
-ftfenTtAil?E3¿o +t nos aüenemd; a la noción freudiána de cumpli.
miento del deeeo, I menos qus soa cumpllmiento alucinatorio como
en el ¡ueño o una mtbfacción fanta¡eada-, el cumpllmlento del de-
seo es clempre cumplimlento en loe actoe y e8 por esto entonces,
que e8 e!-999e o-cLe!-obsesr'

moraTien,-fióñéñ-Efé Cñer én cuenta que en la noción de act{


.l
el momento del acto coincide con el momento de la desapa¡ici6n
del sujeto {e eclipse, o de "fading" del sujeto, son también térmi-
nos de Laca¡¡-. Hay un ¡uleto anterior al acto y hay un sqJeto pos-
terior aI acto que es un zujeto transfomado, el aqjeto posterior al
acto no es el mismo gue el anterior: tenemos aIÍ glfe.ese-jurle§-y
_el -despuée gn. momeuto-de pasaje en el actomisqo_qqe_ es-el homen-
o dq g¡ay or determin aci6n- del,srieto y el m omeni ó ?ónde-.ei:ñ Ío
_.t
u
4c .éstá,porqge está totalmente determin¡qqggg¡-¡ctq.
.

La manera mds radical de acentua¡ esta imposibilidad del deseo er


la de acentua¡ la indeterminación del sujeto, y esto es lo que hace el
obsesivo bajo distintas formas más o menos atenuadas: no estar nun-
ca en el lugar que tiene que estar, o esüar en varios lugaret para no eB. I
ta¡ en ninguno. O bien en su forma fuerte, que como tenemos que /
termina¡ se los muestro con oho ejemplo, paradigmático también: es-
ta paciente que ustedec vieron en el ateneo. Correeponde I un mo-
mento posterior de su anáiisig donde ella, refiriéndose a aquella etapa
en que habÍa tenido zus criÁis delirantes, miraba aquella etapa con
149
una cúorta noda¡gi8, porgue había una cierta opoeición enhe lo que a
elh le para habitualnsnte en ¡u vida cotidia¡¡ que erüá dominada por
l¡¡ nstricclones, por I¡¡ dificultades para hacer la¡ coeas que elh
guierc, los obstáculos, ella recuerda que en aqueüa época de cri¡i¡
todo le ¡sultaba Bás fácil, y con la¡ cosas que guería hacer no daba
h¡ttss vr¡elt¡¡ para hecerlar, y las hacía. Al purto que ella re imagina-
br gue iba a et¡¡ surada cua¡rdo pudiera hacer de una manera nor-
n¡l todo lo .que re babía d¿do el gusto de hacer en aquelloa momen-
to¡ de delirlo. Pero elh lo decía con esta¡ palabra¡: "Claro, como no
e¡ro yo, aad¡ me era inpoeible".
E¡ decir que allí todo ¡e había vuelto poeible pero I condición de
gue "Claro", de que en ese momento "no era yo". Bajo la¡ condicio-
nc del delirlo quieneo le hacían hacer las cosss que ella hacÍa no era
e\ enn h¡ órdenc que elLa recibía de los dioeee, eran fuetza¡ exte
riorc muy rcalc la¡ que eetaban actuando a t¡avés de ella. En reali-
dtd si tut¿de¡ r üia¡r bien, eato puede ser la mejor descripción de la.e
condici.onp eshrucü¡rales del deseo: lo-rcal, exterior aI zujeto que ha.
ce doáirpoülue bace desear siempreth t,anto otro, el áeseo, ¿ea el
4go.o_9e.q¡o?.ea riempre el deaeo del Otro.

tüo
7

I.A NEUROSI§ OB§ESTVA DN I,A


ENSEÑAI{T,ADfr
J. LACAI.I (II)
El seminario V*

Vamos a dedica¡ dos claEa¡ a comentar lor lugaree dondo Lacan


habla de neurosis obeesiva má¡ ext¿neamente: la¡ última¡ gieto cla¡e6
del seminario Las formacionee del lncon*iente, gue ee el quinto, y
Ias última¡ clasee del eeminúio La angustla, el décimo.
No ea que Lacan se ocupe específicamente de desarrollü el tema
de neurosis obaegiva. Lacan no hacÍa paicopatologra. Usa lo que ense
ña la neurs¡l¡ ob¡o¡iva pera dorpeJer di¡tinto¡ IrB€etos de le estruo'
tura. Por ejemplo, lo que ha comentado Roberto Mazzuca en rolaclón
a la imposibilidad del deoeo, sl bien es un rasgo que eetá acentuado en
la neurosis obsesiva, y si bien la neurosis obsesiva permite estudia¡
particularmente bien curíI ea o cuáles son las coordenadas de la impo.
sibilidad del deseo, de todas maneras es una característica fund¿imen-
tal del deseo, que se puede encontrar también subyacente en otro¡ ti-
pos clínicos, sólo que de un modo no tan relevante, Lo mi¡¡no puede
deci¡se del deseo en su modalidad insatisfecha' gue se muest¡a a cielo
abierto en la histeria.
LA DEMANDA Y EL DESEO
Las formaciones del incon*iente es ou quinto s€minario -Lacan
dict6 27 ó 28 seminarios "oficiales"-, o *B que está púcticamente
al comienzo de su enseñanza. Pe¡o no tan aI comienzo: allí cuenta
con una distinción que üene unos año yq que ea la distinción de el
Otro (con mayúscula) y el otro (con minúacula). Adeuí¡ introduce
una sigla nueva gue eg la del rignificante del Ot¡o tachado: I (á), e

r Cla¡eJ,lo 44 dict¡dr cl 26110186 por Grbricl Lomb¡rdl. ,l

,151
una novdad del ¡eminario V. Debemos ocupanros indefectibleme¡rte
de ciertos elemenüos de l¿ diacronía de su enseñenza ri pretendemoe
entender lo que dice Lacan en relación a la neureis obeesiva. CuaI-
guier toma, en realidad y hasta cualquier frae de Lacan cobra senti-
da diversoo en función del contexto en que se encuentra dentro de
su diEcr¡¡so.
Hay otra opodción que él recién está comenzando a despejar -co-
mienza en realidad un año antes, en eI seminario cuarto, pero conti.
núa ¡iendo elaborada en lo¡ seminario¡ V y VI-, la distin-pióa..eqtrc
qgryn{¿-Ld"reo. Es una distinción fundamental, uñá clá[a¡ más im-
pór-tantea dé Lacanr, que le permitc incluso corregir zu concepción
de la di¡ección de la cu¡a. Es una di¡tinción gue posibilit¿ cuirbioe
deci¡ivo¡ aI rupec,to.
§l en lo¡ prlmeros a¡Ios de gu enseñanza Lacan planteaba como un
eleu¡ento eencial en la dirección de la cura el reconoci¡niento del
,' deaeo, cuando cuenta con eeta distinción entre demanda y deeeo eso
eo modificado. El ¡econocimiento del de¡eo pasaÉ a pertenecer más
bien a partir de ese momento al registro de la neurosis obseoiva, no
rerá ya el verdadero senüdo en el que debe avanza¡ un aluílisis.
Hay otra novedad en el seminario V que es la fórmula del fbntar
' na: p O a, e9e tiene en realidad varios elementos nuevoa: el zujeto
apa¡ece tachado aquí por primera vez, y el a comienza a cambia¡ de
est¿h¡to. En el ¡eminario II, cuando había introdueido el esguema
L"mbda, al zujeto Io eecribía sin tachar, al Otro (A) también:

It

Yo<---a
Y lo que ant¿c era el eje irnaginario que iba del yo (a) á la funagen
aapecular o al eemejante, es decir al otro con minúecula (a'), t¡¡nbién
va a ¡ufrir modificaciones en el seminario V, porque empieza s apar+
cer bajo eeta oigla: i (a), no a sino imagen de a" reservando el a que to.
davÍa no eatá muy bien especificado para la escritura del fantasma,
aunque en los ¡eminarios V y VI guedan ambigüedadee incontesta-
blec en cuanto a la poeibilidad de ürtinguir cabalmente el otro imagi-
nario del objeto a. En realidad zu teoría del objeto a va a quedar sóli-
damemte corutituida recién con los seminarioa IX y X, La identifica-
ción y La anguctb reepectivamente,
¿Entoncee gué es eate a del seminario V que figura en la fórmula
§ O a? Es el o-tro :[iaginario, el.eemejante, o un objeto imaginario (el
falo, pero en -üffi1Ídtá óafturado án un cierto üso aigniiicante: el
.fantarmt,.ln fü¡-ts!ls, aún en !'reud ea eüdente que i¡nplica cierta ela-
boración sigñlfibante,. gramatical. Jq un elemeúlq. _á*ejo jmaginaric.
_

tó2
Dero
t-
f Aqúi es eiltonceldónde
;pñEfáfta a¿-aG púdit uEéñig,ificantes imaginarios. El
-iIAá-
falo va a ser definido por Lacan a esa altura de su enseñanza como
un significante imaginüo, algo que está en la int¿rsección entre lo
simbóüco y Io imaginario.
Les planteo esta especie de carta mínima de los elementos con
que conüarnos a eEa altura de la enseñanza de Lacan porque va a
utiliza¡ lo que él sabe y lo que é1 enseña de Ia neurosis obsesiva jus'
tamente para mostrar alguna de estas distinciones, para mostrar in.
clueive el uso clínico de estas distinciones, y para continuar funda-
mentándola¡.
Vamos a comenta¡, aunque ¡ea brevemente, la dietinción entre
demanda y deeeo, porque para el tema que nos ocupa hoy, para el
enfoque que hay en el a€minario V de la neurosis obsesiva, es la dis-
tinción már importante,
La demanda es concebida desde el inicio de la elaboración de esta
noción por Lacan como un elemento significante, un elemento de
'lo gimbólico. La demanda aiempre consiste en una cadena sigr¡ifi-
cante, Cualquiera de las modalidadee de la demanda, el pedido, la
'orden, la exhortación, la súpüca, la prohibición, cada una de ella¡
está necesari¿rnente arüiculada en sigrrificantes. Hay que tener en
cuentg sin embargo, que aunque la demanda siempre ee aimbólicg
puede haber un uso de Ia demanda gue siwa de apoyatura, de eoatén
de cierta¡ identificaciones imaginariaar como pasa por ejemplo en ol-
caao do lo que Lacan llama la palabra vacía del aujeto. L¡ p¡lah¡nyA-
cía co¡ui¡te en cierto uso de la demanda que sine fund¿]nentalmente
p.gg -Bgpqrtar |as- ideritiücaciole-s-$e[-r-egistrg.del narcisismo"las iden-
tlllcacrones m86 unaguanas clel suJeto.
Por otra parte, hay 2 usos fundamentales que va a disting¡ir La-
can aun de una misma demanda: una demanda puede funcionar a
la manera de una holofrase, una fraee total, una frase con s€ntido
pleno, con significación. única, acabada, o bien puede descompo-
nerse en sus elementos signüicantes:

DEMANDA:

U¡o lncor¡clcnt¡ dc t¡ dcmr¡dr

rfntom¡: parturb.clóú !n -
Ir c¡danr Lotctlor Dor holotruo
uE alacto qua Drovl.na
do l¡ c¡dcn¡ locquclcnta

168
Y entonces permitiría más de una significación. Y además puede
pasar oüra cosa, y es que desde una demanda inconsciente, o deade
una mbdalidad inconsciente de la demanda (la del piso superior),
puede producirre un efecto de ruptura en la significación acabada de
la cadena,inferior, un efecto rlp .o-sentido, como pasa en el ca¡o de
un lapeuq por ejemplo.
. En el seminario V Lacan introduce esüe modelo derivado de su
concepción del lenguaje, su lingüistería como ha dicho él mismo, .
que partc de la idea de que una frase sólo adquiere su significación I
lplena cuando ha concluido, cüando se ha puesio un pu ñ.Ti<i-í6lo
una frare, una-demanda, gino que el aentido de un discureo, de un
ttexto, o de toda una enseñanza como la de Lacan mismo. sólo va a
poder eer abrochad o a pos ter iori. retroactivamente. Entonóei*efa;ta:
tilÉ?1iñ'ñ6AEló-4il éit6"fiiio, éJd;ófi üñh*düerüé ¿e sfealq Le!rcecti-
I9$§disi44- qu
Lqc o m D.lñ a s
i9 m n¡*s el a I quiqrl[m

Cuando el sujeto enuncia, ademiás de lo que él sabe que pide, ade.


má¡i¡ de lo
Io que él cree que
oue está pidiendo. hay
eetá pidiendo, hav oho
otro nivel que nivpl
es el nivel
oue eB
pedido introduciendo
inconeqiente. que aetúa sobre es€-Pedido htroduciendq. efectos
efectds de
que son los que posibilitan la s-obredetermi-

Entonces a estos doe tipoe de demanda en general les va a dar dos


nombres diferentes, en Ia medida que él comienza s aplicar otras
cuestioneg a este esquema que le va a eervi¡ pa:a muchfsimas co-
sas -lo va a usar en muchos seminarios, le va a dar distintas apüca-
cionee, va a ir renova¡rdo el sentido gue puede obtener con cada uno
de los elementos que intervienen en su formación-.
A la altura del semina¡io V él comienza planteándolo aoí, todavía
sin dibujar la cadena inconsciente: ¿qué pa6a con el sujeto de la nece.
sidad, el sqjeto del instinto, el sujeto humano que aún no se ha cons-
tituido como sujeto que habla?

164
Coo''"

En la medida en que sale en buacs del objeto que podrfa eatisfacer


su instinto, antes de encontra¡s€ con el objeto, por la prematuración
específica del ser huma¡o que ustedes conocen, necesariarnente
r¡arnenle anEeS
ante
eJ con el Otro--de
L.;;-;;..r;,;-: _-t'
m -
fu-9s99!"1¡!1-gy
y por el hecho de que anües
;ü de encon-
@ntra con ese Otro, esta demanda puedo
adquirir un ulo do domanda quo "intcrprclfl" [ ors nocosldsd, 0 ¡r¡
mairora de lae lntcrprcüucioncs chfuicoa qire hocc lu ma<lrs cuonrlo ol
niño llora. Dice por ejemplo: "qgigg*Jg..Jggl,e", "tjg,gjg$89",
"!ig!.9¡ggg9". AsÍ va codificanddffib-o méñoe a¡bit-rarilñeñfe lo
qüee ella cree que e8
ea la neceeidad
necesidad del niño. Ea deci¡
decir que
gue Ie ma*gigg
|ggq*g-ige
su tunción en Ia medida en-que-vienq _a*qglpqlS¡(9""t}E¡t-fS,p!lp
- En éstIen-tlecruzamiento de la izquierda lo que va a ubica¡ siem-
pre Lacan es s (A), es decir una cierta significación (r minúscula) que
a€ abrocha a partir del enctrent¡o de la necesidad con egta cadenade
lo simbólico que materializa la presencia del Otro A de lo simbólico.
-! ¿Y entre tanto, qué pasó con el objeüo, el gbjetq.Bdec¡¡S¿a pa¡a I¡
s¡tisfacción de esa necesidad? Pasó lo que desde el inicio se introduce
como desareglo en el instinto humano que hace que, sobre todo en
el teneno de lo aexual, deba ser tran¡fo¡mado por Freud ya en los
Tles ensayos. , . en otra cosa, otra cosa a la gue Freud llama
Lo que va a ca¡acteriza¡ a la pulsión ea la
niño se le pueden ofrecer que se cree que
esa necesidad y ademris otros que no eati¡facen ningtrna necesidad,
como p¡rede ser el chupete.

gue uno
en el que más insis'te Lacan es el del peno de Pavlov, que también ee
un sujeto del sigrrificante. ¿Qué Ie pasa al perro de Pavlov?, que
merced a cierto adiestramiento del Otro, a cieT6-ñ@Téffi1ón que
hace el Otro de su necesidad el perro a confundi¡ su necesidad
nt€ cualqu¡era
éveñTGiiaaA;s, s€a qüñ;té-ffi6éii que eatiaface ru

16ú
apeüto o toa que e¡cucho la campana, va a grírtrico.
EI efecto de ecto, dice Lacan,
en egüe caso
n¡forma en algo ideal, poryue
que un perrg (el rujeto de la necesidad), el zujeto peno de la necesi-
dad ¡e trando¡oe en el sonido de la campana ee verdaderamente al-
1o del orden de la idealización, implica tran¡forma¡ algo real en un
élemento de otro recistro. cl simE6ri¿a-a-iaát-va a*se;üáiiiiido
i6r-tffiñ-r6ññ6fi üA-üydeiear-&'bt';isiiüióa:i¡tb;Tó-do]L-o_"qu.
ñ¡y ge,ry"Ij¡1el aignificante'es lo ideal.
*1t6"?á?itt" ánt ori cés I a p riméiá m"!r ir_{e-t94s§-ls§-igsa§ligssi
"
el
que Ee p como punto
lo¡ Í|e¡ enayos . . , y y
Pulsionea destinoe de la pulsión, donde
F¡eud afino¡ que la pulsión es una fuerua conatante, algo que no ee
satilfae jarná. enteramente: ¿hay algo en este encuentro del eujeto
con el lernguqie gue hace que la satisfacción completa sea impoaible?
§i ustedea leen el hoyecto . , . de Freud ya van a encontra¡ allí una
car¡tid¡d de dificultades con la¡ cuales ao encuentra Freud para dofi.
nir al aparato peÍquico, desde una sued¿ de peicología energética,
como algo que apunta exclusivamente a la baJa de tensión. El siste
ha pri neceit¡ cierto nivel de olevación de la tengión constanto, cier.
t¡ no sstilfacción de la deecarga permanenüe: ¡ya en el Proyeclo , , ,!
7 Lo que reoponde Lacan es gue como resultado del encuentro con
Ia demanda en el Otro, del encuentro con la demanda en tanto es de-
mar¡da de aaticfacción de la necesidad, merced a la intermediación de
esa demanda y merced al objeto al que por esa demanda accede (ma.
madera, pecho, Io que fuere), el zujeto alcanza cierta satisfacción,
/pero asa ¡ati¡facción es frustrante en aí mirma. Es decir que Lacan
¡itúa la fn¡strsción esencialmente a partir no de la experiencia de do-
lor o [a erperiencia de pérdida del objeto, sino a parüir de la experien-
cia de ¡¡ti¡facción de ln necesidad, en la medida en que es una satis-
facció n eiempre insatigf actoria, eiem pre inacabada.
A.: Eetaba penundo que lo que eatá haciendo ee conteetar a la teo-
rta hleinbna que pienu la frustmción sólo a partir de la neceaidad, y
no de la denunda.
P.: Efectivamente, ¿Y cómo va a definir Lacan al deeeo? A parti¡
de sta línea que ee la de la intencionalidad del sujeto que parte de la
necesidad, ecta línea que va hacia arriba, deapués hacia atrás, que eg
una línea que riempre va a pertenecer al sistema de la intencionüdad'r
má¡ o ru€r¡¡os conscient€ del sujeto. ¿Qué pasa con este impulso surgi-
do de l¡ neceeidad una vez que ahavieea eae lugar (A) de encuentro
con el rignificante?: hay una parte de la necesidad que no gueda en-
terznente articulada por la demanda de satisfacción. dé
la nece¡idad que no queda adecuada¡nente a¡ticulada encuen-

esa suerüe

1ó6
(fueza para llamarlo de algún modo) de la. necoddad que no et 8r'
ticulada1n la demanda y que ree¡rge más aIá de la demanda.
Es una definición que ustedes pueden encontra¡ en distintor Üextos
de Lacan, esbá en !4a y en este
deeeo
en

incluso el ur¡Jeto histérlco lo mbe. Si el eignificant¿ tiene una acciÓn


_- mortüicar¡te ¡obre el viviente, el des€o en cambio no, el deseo ea lo
que permite al at¡jeto aeguir existiendo más aüá de su reducción a un
ideal, de su reducción a un sigrüicante. Pa¡afra¡eando a San Agustín
- ---'---- decir:
,' rnod¡íamos ----- Ia domanda mata. el desoo üvifica.
i¡-;:::::tu
-
ir rrtro DE'TRUYE AL or*o
Entonces partamos, para comeru¿a¡ a habla¡ de la neuroci¡ obeeaiva
con estos panimetroe que introduce Lacan, de esta oposición mtre
dos elementos t8n heterogéneoE como ¡on el deeeo y la demanda. El
problerna con el que se encuentra el analists en relación aI deseo es
que tanbién del deseo ee ent¿ra a través de lo que dice el analizante,
y lo que dice el analizante en su asociación libre, donde articula 8'u
demanda, ea algo que tambián está compueeto por aiSnificsr¡tes, 8i
bien hay momentos de puntuación que ya tal vez no habría que pen'
earloo como aignificantea. Pero, por ahora digamos gue
analizante egtá
e8 una
prcgunt¿ que no e8 OnOeryqUeAIJsCl no le re,
sulta fácil reaponder. Pa¡a eoo neceaitará muchos an06 de au enre",
nanza.
Una de las rerpuestas que Be puede obtener, preciramente desde
la neurosi¡ obseeiva, es que el deceo destmye al Obo, 9ue¡[dg§g
_at¡ca al Otno qu9 el deseo lo requielg tachado, lo reqüere castrado.
Iffi,n elementos faltantea. Ea decir, qgetuere-I4-lqclusión en
el Oho de elementos que no aon significan(4r,--:ñEEilÜelta de uñ9

* g*ffi *f ; .

{inútEsts' óiit ó; ñ;;é;ü áii riéLiF óüi ro mi¡'


Este tema de la destn¡cción del Obo es algo a lo que Lacan le dedi-
ca unaE cuanta¡ cla¡ee de este seminario V; incluso en las ultimae cla'
aes de este s€mina¡io va modificando su concepción. tba innovando,
I
preciaando la¡ cuestionea semana semanar y en la clorc 20 no dice
lo mi¡mo que en la cla¡e 26, hay maticee. Si en la clzrr- 20 diceque

1ú7
, algunas claree deopués dice
en oa¡Hcula¡. implica la
"mTTdés'ló'ñEñ6-ilééif tiiiéel
AüEñ6-éf lé-ffi
tn¡cción del Oko, implica la tachadura del Otro,
que decir que el deseo, o que una modalidad del deoeo irnplica la
deotnrcclón del de¡eo del Oho.
En estas cla¡es Lacan comenta la caracterfstica de condición ab¡o-
luta -.tlgo de Io que ya ler ha habl¡do ol prof€rol Mazzuca- del d*
¡eo. E¡ declr, lo que hace que un chlco qulera algo y qulera oxacta.
msnte e¡o, dn modulacloneo porlblor, rin lntarpretaolons¡ po¡lbl€ar
qulere e¡o. En pu¡flcular Laca¡r co¡nontn clerta carscü€rfrtlca ds al.
gun§l o van a mr ob-
con un ffiEfAd6üú-
ártoUiogrJtu ¿u
§tanirlaw§, un ejemplo gue me parece muy iluatrativo:

". . . en cierta oca¡ión, mienhL tomábamos el té por la mañang


Ee puse a juguetear y mi padre me hizo una obs€rvación. Contes-
té con una gloeerfa, ain malicia, b:ellexivamente. Mi padre ee bur-
ló de mí. No encontrando una reepuesta, me confundí y enojé
conmigo mi¡mo. Pa¡a oculta¡ mi desconcierüo y demostrü que no
temÍa a mi padro, pronuncié una abaurda amonaza, nl yo mbmo
¡ó cómo brotó do mi bocal 'no ta deJo lr a lo de la tfa Vern'. 'Ton-
to, -dijo mi padre- ¿cómo me lo puedes prohibir?'."
"Al comptrnder que eataba diciendo tonterfa¡ me enojé má¡ aún
conmigo mfumo, me pus¿ de mal humor, mo afirmé en mi obstl.
nacfón, y sln darme cuenta me encontré repitiendo: 'no úe dejo ir
a lo de la tla Vera'. Mi padre se encogió de homb¡os y ae quedó en
rs¡lencio. Esto me pareció una
ofensa, no quieren habla¡ conmigo,
entoncec tanto peor, tanto mejor y repito entonces: 'no te dejo ü
a lo de la tía Vera'. Mi padre me ordenó callar y precisamente por
elo pronuncié cl¡ra¡nente: 'no te dejo ir a lo de la tla Vera'. Mi pa-
dre riguió leyendo el periódico, p€ro no Be me ercapaba eu irits-
ción a¡¡terior; 'no te dejo ir a lo de la tía Vera', 'no te dejo ir a lo
de la tfa Vgra', regtrf repitiendo fa¡tidioaamente con torpe obati
nación, incapaz de oponerme a la fuerza maligna que me a¡rastra.
ba, y rintiéndome impotente ante ella empecé a temerle. 'No te
dejo ir a lo de la tía Vera', volvÍ a decir después de una pauss y
contra mi voluntad, maquinalmente. "
"Mi padre empezó a arnenazarme, y yo seguf diciendo con má¡
fueraa e insistencia, como si fuera ppr inercia, la misma f¡ace ton-
ta. Mi padre golpeó Ia mesa con lo¡ dedos y yo repetí el mi¡mo
getto junto con la fa¡tidiosa frue, Mi padre ue pueo de pie y yo hi-
ce lo mismo y nuevamente el mismo estribillo; mi padre cari empe
zó a gritar, coaa que no hacía nunca, y yo hice lo mismo con un
temblor en la voz. Mi padre se contuvo y habló con voz suave. Re-

168
cuerdo gue esto me conmovió mucho, que guería rendirme, pero ,

contra mi vohurtad eeguí repitiendo en voz baja la mi¡ma frase, Io


cual le daba un matiz de bu¡la. Mi padre me pradno que me man,
da¡Ía al ri¡cón, Le repetí en eu mismo tono mi fra¡e. ,Te dejaré sin
come!', dijo mi padre con mác s€veridad, 'p€ro yo no te dejo ir a lo
de la tfa Verr' dlJe ys con derorperaolón.1Korúla, plenss oh lo que
e¡tá¡ haclendo'erclamaba ml paüe arrojando el perlódloo s Ia ms.
sa, Dontro ds mf 6útalló un eonümlonto maltgno gué n,16 hl¡o lan.
rar la ¡orvlUeta y oxclamar a tsda v6si 'Ro üo dejó i¡ a lo de la tír
Verar -¿ao vuelve un poco lntolerablo, no?-."
"Ojalá termine pronto esto, penaé. Mi padre 8€ puso rojo, eur la.
bios empezaron a tembla¡, pero enseguida se contuvo y.¡g¡¡ó nápi.
.d¡p"nté de la habitación ihnzando u'na fra¡e terrible:ffi-offi'l
ffi@.En cuanto me quedé solo, victorioso, enseguiüffiin?
mi capricho, 'Papá, perdóname, no lo volveré a hacer', griká mien.
tra¡ lo segtría, pero mi padre ya estaba lejos y no escuchó mi arre.
pontimiento. Recuerdo como ¡l fuora ahora miomo todoe los esta.
doa espirituales de mi éxtaais infantit de entoncea y aI wocarlor
vuelvo a sentir un dolor opreeivo en el corazón r-es decir, rwive
lo que viüó hace mucho¡ año!-."

FfJenre que el padre le termlna diciendo "tú no ercc mi h[o". E!


deatruido aI padsl. Ha conaeguido decüuir al padrc, pero lit¿ralmen6
¿no? No es una metáfora,
Ademá¡ la burla, en l¡ cual hay clerta inslstoncta, tamblén tlene
rr al Otro a un r ideal
como
pero
_un, p bi e,to a, q+_glletg jgg* e, or n u nad o. cqjdl?
I
-
<leLLltro -en relación
.ación aJal seminario éffiidea
eeminario V edta idea de la de¡radació"*l
la-dBggdac!éE-d9J
9Fo a un obietg& e8 una anücipación, porque LaEfiiffiffiÍtno
cuenta con la noción de objeto n.Pero en eoe Seminario hay elec.
tiva¡nente una anticipación de dicha degradación, porque en reali.
dad, Lacan toma áte tipo de demandas del niño obseeivo como,,no
tc dejo i¡ a lo de la tfa Vera", para moetrar que allf
no tiene nada que ver con ninguna :egidad fiaiológica- Y
repetida con la insistencia, la ferocidad con lo hace Stanialaveky,
de
il$o que Do 8€ 8&be bli
nop térrninoa eignificantes,

es-del"orden del
deoeo, el aujeto no puede apoyarre solo en el Otro, tiene que buscar
9fa cosa. como.sg!4{ggg,g3ggg üene que buscar oho lugar donde .
fljar au deseo. ffi--adéIanto que ese otro lugnr va a ser e¡_ fanhqtsC'/
la ry
lgle¿tificación-fant¿gngáticg, una de cuyas modalidadeií?lla'tiüe

169
udedos conocen como identificación histérica, el üercer üpo de iden'
tficaci6n que deocribe Freud en el capíhrlo VII de Psicologlac de las
mM.,,
A,: Ee declr que el deuo apareaer{a artlculado no en relaclón al
Otro. tlno en ¡olaclún al fantatma'
P,r 8f, rólo que también va a exl¡tlr lu dlmen¡ión del do¡so dol
Oko, qub or un¡r dl¡menElón oon¡tltutlva do la octructura, ianto on la
hbtaris coEro on la nourosis obpesiva. Recusrden que en el origen del
psicoanálLis, en la primera etiología que da Freud de la histeria, lo
que ubica €8 una ;¡r un donde el deeeo se-
le 8I8O que eI ruRO
-.----.--->.É'
Pie
óormente, HrEr-tffiEñ:F er lntrdlüülüfltrf¡E[ OEó el do¡oo s€-
nul, mucho u¡te de que el nrJeto erté preparado para raber qud ha.
cet con é1.
' Lacür introduce al Otro delde¡ao (no ya del dgntficante) como un
_Oho tEch¡d$roqge .
.ggElglBgg* Lo va a ubica¡ en el luga¡ que e8 correlativo en l¿
@6ñ8 ru-@rde este lugar del_¡qg¡sCig_ppcon{ciqnte s (A); va a
ubica¡ al Oho deaea¡rte aquf, er¡ S0f ), el lugar ilef sEiñcante del
Ot¡o t¿chado, ol lugnr del meneqje incon¡ciento, el menade que siem-
prc tlene qgg y?! con el deaeo del Otro, en tantoesg_Q,lrqlolue(tp
¡Epgnder. El niño que lo interr,oga con 8us "¿por qüé7'adviffiró-
pü:lamente que en ciertos puntos el Otro no respondo, q9=gI¡Q§9Ir!¡g
con Ia falh.de.¡ocpuerta $eJ otm, con ol.siletrcio- rlsLouit,¿ceflc-gl
lugardondeg¡hM.

I (^)
¿rárnodnll

Por lo quo cte clrcuito, el de la lfnea que va h¡cia ariba y luego


hacia atrár, el circuito que irfa directamente al encuentro con erc lu-
g¡r del I (á), eoe lugnr traumático, ee generalmento evitado. Exl¡te
ot¡o ci¡cúto gue e¡ un cortocircuito exactamenüe en el sontido on

160
el que te habla de cortoci¡cuito de electricidad, donde el deseo del
suieto rc ula jugtarnente a part!¡del fantasms (EOEffi
ntonces en ege s€n-
como una de deavío, de
coartada, algo quo pormlte uI suJoto-t€n-€;;i€-niEñTffi'-eon loo suales
onftontsiro ü ¿e'¡oo hol Otro, svltirndo ¡u tnouontro *in modl¡olén'
llny unn m¡nlobra fund¿montul quo psro Lrcon eu¡actorlss 6.¡ ot¡
¡esivo y que es la que má¡ desanolla do las "estrategias del obs€sivo"
en este seninario V. El lo dice aproxi¡nadament¿ a¡í: como el deseo
i¡nplica la destrucción del Oho, y como por ot¡o lado el Otro es ne
cessrio para la articulación del deeeo, entonces el rujoto s€ encuentm
pormanentemente en un donde avanza con gu
deoeo, p€ro eoo destruye v el riengo de destruiJ'
al Obo, ¡¡1üB do ¿lc¡¡rzar ru dsmó rehocedo para conssryar ¿l OEo.
Hay quo decir quo est¿ formul¡ción no er la meJor que da Laca¡r
de erto, ee la prlmera,

A,: ¿Cuondo uated habla de deaeo, ee refiere al deuo del euleto o


ql deaeo del Otro?
P.; Por lo general, cuando hablamoa de deseo ein especificar noo
estan¡os retl¡iendo al deseo d¿l zujeto. Pero aclaro que en el Semina'
rio V todavfa no hay un¡ di¡tinción clara entre uno y oho. Recién
en el seminario IX alaan PBrA srempre, cG

da¡ lru maniobru¡


afecto au
un análieis.
Cuando nos referimoa al deseo nos referinos al¡ora al deeeo del
rujeto, y cuando hablamos de;pe$i{g{*ipfqgible del dgaeq o de[
de-qeo- ingatisfgcho, también noi eiññ61ñtr¡ieñüo a IEEñdÁBü eu-e-
íl rujeto est¿-Uill4¡U$.e¡eo-Eghe-eldgg-e..o= !e!,Oto- Es decir que no
ññffi6Eieffñ:ñ46Iá"seo Eó,'¿:ioqueangusüia,lotraumá'
tico, sino a la manera que el sujeto encuentra de estabilizar su deoeo
ante el deseo del Obo, de eaber qué hacer ante el deseo del Oho. En
particular g4-una relacig¡ .ser-qal gstri ."1 9eegg de¡;sleg-ggu¡IseL
te puestq eiiiueglÍ el-or{eto tiene que hacer fre-ñfe a ese deseo. Hay
dffiilaii-Io8ful no puede y surge la angustia. Toda la primora teori'
zación de la¡ lgJ¡¡aEis-ecl]¡¡Je, de Freud apunta jurtamente a esos
momentos de incuentro con el deseo del Otro anto loo cualec el zuje'
tb frac¿uá en Ia tarea de sostener cóñüéñient¿mente zu propio deseo.
Ningrrna teorización de las neurosi¡ actuales, de loa efectos pdcooo'
máticos, puede soelayar eeto deapués de Lacan.
Entoncrs les decfa que pa¡a ggni-aÍa,q.gl0 e8en.
cial qus-hrc+ el-ob-qssiua$-el-cuer-qusiste.en
-dáñIlel
dáeo i lo oue ea del orden de la de¡ Reducir el des¿o ,

l8r
del Oho a l¿ demanda del Oho, o reduci¡ el deseo del sujeto a algo

I./\ REDUCCION DEL DESEO A LA DEMANDA


Para üusbar eet¡ tesi¡ centml que
i¡ obaesiva todo
E-@¡vs lo oue
!$g.lo- q del
eue e8 $ 9ra
ery$dce lgC emandá- d el fro;lae ó r'
el orden -Q
Eñitffpe"irtos,
6neq Íri prohibiciones,
los pedidoa, lar p¡6t iuicioneello loa permisos, las autorizaciones,
la¡ testificacione¡ del Otro, lar teotificaclone¡- Lacan toma de lu neu-
rooi¡ ob¡ociva algiunoo rasgos fundamentales que hay gue decir que
enriguecen a la clÍnica de la neu¡osi¡ obsedva, Ee már, ¡ón elementos
mucho má¡ ünport¿¡¡tee que los que habitualmente ¡on con¡ideradoa

_ A,: Ettoba penando en el mllo de ls horda prlmtttua, de la lnte¡.


dlcclón del goce, cómo algue slendo algo eetmctuml del deeeo , , ,
-P,: v¡e¡L,r
- -r,. que t¡¡tis
eeto qt¡1,
§laro, v¡tllJ üce t¿EqAI¡ es un¡
Lacan eü lech¡¡a ge
U¡¡¡ ¡eCEUJfq Totem y
de Tglem y úAOU\
tabú,
{.1 plt" gue inventa !}eud, ruplementario al Edipo; ¿qué noce
agecar otro mito? Algrrna
stdad habfa do agregnr nece¡idad habfijustamen.
Al¡n¡na necssidad habfa-lustámen.
te para da¡ guenta
suenta de la modalidad obsesiva da¡eo. donáe el obie.
obsesive del deaeo,
m¡dre
gt un eoto: ¡l arna a Gise.
la es funda'nentalnente po¡que Gisela ie eot¿ prohibida desde cierts
ygluntad perairtente del padre, aún despuée deiu muerte. Hay en eae
hl¡to¡ial otro lugar-inüerear¡tÍ¡imo doride ver Ia forma en qüs eiem.
pre
t lar lnlngenil
p re se la¡* bs€slv o pa¡allegadar_eJ.*d*e
el ob8€sivo¡glg-1|egqdq:r-el
genia. el.g
-puntoa;A C;Aue dreeat njvel de_l¡§!
al",g!rc[. d e_le$
E€Tama- ¡iEi- gran
temor obseoivo", ante el encuentro con un Oho deseante, con No-
vak, el capitán cruel, el Homb¡e de Ia¡ Bata¡ se angrratia porque jur,
tamente ¡e trata del deseo del Otro lo que e¡tá allí en juego, atgo que
ademá¡ evidentement¿ debe tener que vet con ¡u fanta'ama, atgún fan.
ta¡m¡ masoquista. E¡ el deseo del Otro el que está en juego.-¿Y qué
hace inmediatamente el Hombre de las B¿tag? {g¡g_-qe--qg.Ulg$9_dgt
derco {e.lo.- pogibl.er y_ íe gpgpg--dg- lrr-,e-de-
de ea€ misrno Otro. del caoitán
i;*Á ñirgf,ól
p¡rsi él..Teffi%üp- tí, ,iffips
i,..r-i" Jí;
-rde_m6_óüo-íói

162
En lo que aigue del historis¡ pueden ver la lucha y la permanente
báscula que hay entre un nivel y el otro, pero él prefiere ocuparse
de esa tonteríg de esa intento delirante de obedece¡ a
una demanda
(. .-.,.... **-+*),
equivocada
*l---*^ cól "de"lg^-que:ealc¡en-
tL¡" Ió a¡iirusüió v dese¡ica?dñií
-
acüual de zu neurosi¡: el de-

ffi que
eto
Lacan en

¡ Otro. Para obtener el permiro dol Otro tratsr6 de obtsner méritoa,


.'.'r,fláffitfr
y aqul entoncr¡ L¡can incluye ol tems ds l¡ pJsstg del obsoeivo. lsá
il,::li'ltTT¿*i,H,T$"t1lliffi if
maHmo¡üal, o con lar muJereo. En portlcula¡ loe adolorcstrtáe ob¡er.
ff
rlvo¡ dot¿llu¡ on ¡núll¡l¡ h cnntld¿d de eyauulacloner qur tuv{aron
oad¡ noohc quo Ésüuv¡sron oon uns muJ6r, pot oJomploi ónon quo ro
trat¡ d0 un dsto lmportanb psrs quo ol Otro, como toüHgo, puda
evalua¡ su funclon¿mtenlo_, y qodo de obhner uns ¡iulodusclán
a¡alista: ,'¡no !e preocuffi
¡pFoactiya. Es como decirle aI-un
ZAEa;EmiE número s simplemente, pero yea qué rendimiento ! ".
El profeeor Mazzuca ya lea habló del tema de Ia proezq uf gue no
vamos a entrar en detallee, pero subrayo Io que allí deotaca Lacanl

8iñicsnta¡. El obsesi-vo pone-I ac6ñto sidmpre en el Oho


nos ate
üHige$S¡g¡r, es lo que hace su adlcción al cómputo,
,,El
¿ la recapitu.
lación, hay chicoe por eJemplo gue se eetudian Gráfico', y raben
qué equipo ganó, qué jugadores tiene, qué número üone caÁa uno,
ouántos.golee hizo, dedican todo ol perlódo ds lat¿ncia a eoo, o a ju.
lar con lar computadora¡ . . .
Tercer hecho clfnlco lnportante entr
in a Ia reducción obsesiva del deaeo
rlón ,

Es en furición de
cuenta rua fanta¡ía¡ en
@lículas. Y esto no Io dice Lacan, pero a mí me
parece inte¡eeante esta modslidad que toma la palabra vacía en el ob
resivo que hace que tenga una estn¡stura de rel¡to. E¡ ca¡acterÍstico
gue baiga la s€sión bsstante preparada y que relate parc a pa^ao, lo
I, cual debe ser diatinguido tqjantemente de lo que ¡erÍa uru autrántica

Yo he en algún otro teórico el Ubrr de Italo Calvino


que se üama "El caballero inexictente", gue e8 un caballero de la con
te de Ca¡lomagno que jurtamente ¡e desteca por sr¡s hazañas, por ru
valor en la lucha y también por su empeño en ol cujdado de la¡ t¿¡ea¡
Iogísticas. Ea como los demá! caballeior, pero flono la particularidad
de quo no exirü0, la armadura do él ostó vacfa. No tlone nada do vl.

r0E
da y entonces sostiene enteramente su existencia en el significante'
Mieirtas los otros duermen, como él no necesita dormir, para seguir
existiendo (sin existfu, sin cuerpo) se dedica por ejemplo a contar pie-
drita¡ u o¡dena¡las en formas geométricas, Y de esa manera pasa sus
noches. Ee un libro muy interesante. Es un fantasma obsesivo. El
or,sesivo¿recef,Iarece.u;a a¡madu*¡r¡c ía.
I'Lprgble-a er .Árro alguien así puede eeF dese&nte. No hay
que pénsar que el obsesivo es alguien que no desea. El obsesivo es
@,qué dice Lacan. Falta entonces dar cuenta
de manera se sostiene el deseo del obsesivo sin que se note, o
articulado a ua¡üir de.
produce
-dal Otro do
Lina lnn¡iói.
il(fl
Cuo or €ro lo qué-toirñha parandol
que 0 a) ¡e reduce a la tórmula de la pul.
sión (FO D). §e reduce a esto: FO D, que por ahora puoden olvida¡
o no aab€r por qué e¡ la fórmul¡ lacar¡iana de la pulsión. Pero no puq
don tgrorrr lo que or tornedo Gomo obJÉto eÉUco pot ol ob¡otivor laB-\
drprnü dtl Oto, 'l -dlcc Lro¡n sn d¡Én
il
v
LA TACHAI'UBA DEL SUJETO

Algo intcreunte pa¡a ilustrü el uso clínico de la fórmula del farff


ta¡ma ee el hecho de que cada vez que el obsesivo intenta franquear I
la barrera de la demanda, i¡ má¡ allá de la demanda del Otrc¡ en búr I
gueda de su derco definitiva el deseo, aunque ál imagine que es-
tá dentro del canpo-n de lo gue se puede demandar, el des€o se en-

en otro lado. E¡ decir que

bién clínica del

del ca¡o del tímido y apa¡ece bien ilustrado en alguna


de Woody Allen, gue cuando se acerca al objeto de su deseo y le va
a habl¡r, le va a hacer cu declaración arnorosa, o airnplemente va a de'
ci¡le algo, Ee ta¡8, empieza a tartamudeat, no puede hablar, se tacha,

tc{
deaaparece. Woody Allen zuele sor tuuy ¡rr,¡til en cus chistés en rela.
ción d deseo. ¿Quieren algo más ilustraüvo del deseo oboesivo que-
este chilte ruyo?: "¿Éqg-g.y-oy a haceme ¡ocio del club donde me)
ggeptsn como socio?". Si Eé aceptan, ya no me interesa. Si no rne I
aceptan,ló deieo porque ee inrpoeible. )
Ee decir,

Ps
o, que eE lnl8¡¡¡O,
Loo' o no.

¿De qué m¿nérü ro m¿nlflo¡ta 6h lot ¿¡ráll¡ü ort¡ reducclón


t¿rf¡üto¡ dol doros 0n Él obsdvo? Tnl veú h mfu frcouente y o
blc ¡quc vr r bu¡oa¡ todo ol tloupo, Ehntru no ¡a oon'nt

$9, que-gl§.fiojft]§&qfgg&dgisg"Jo_ expllque,--lqj1gsgL-e.Lgala.ñ./


b¡u-¡nfiEHtut¿r r' l óluou iffiufo ü6' §í'ttrót¡¿-n; 16l' lo- quuülu
¡

hroc qua tr¡¡n y¡ no puoda dootr mü, sono dcol¡ cn tu p¡tnrst erl
remhario, gue en el análi¡lr ¡e trat¡ de que el paclenta reveie y e!
e{
anali¡t¿ roconozca eI de¡eo que pueda haber en juego. Ya no se batal
de eso. Y si se trata de e8o, erta^mot a¡te un¡ aodalidad obeeaiva de) er
análisis mi¡mo.
A.: Voa dech que c hbteriza en tonto entru en el dhposltlvo,
en la atocbción libtv . . .
P..' Claro, que pueda rcsüeneroe en un di¡cu¡no highérico. La neu.
rod¡ obaeeiva no excluye a Ia histsris, lo han visto en las clases con
M¡zzuca. E¡ un¡ de la¡ prlmerar ted¡ de Freud, !'reud buaca riem.
pre ta htgt€ls del ob&rti,o. Por ejemplo en el hibióñal-tál'"HtniUir
encont¡u bien detallado. En el del Hom-
bre de la¡ Rata¡ alguna menclón en relación al dlalecto obsed-
vo de la hist€ria, pero no habla de Ia hist¿d8 del Hombre de la¡ &a.
tú. §í habla de h histeris del HombrB de los Lobos, eso eí, y bien
cla¡a¡¡ente en uno de lo¡ últi¡nos capfhrloo del hfu'torial. Lo que di.
ce allf Frcud er gue deepuéa de va¡ios años en que el nrjeto peruane,
ció en la dud¡ -la duda e¡ ees vacilación caracteririica-del obseEivo
que le
con lo real rlel deseo v er¡ita¡ así el oasa.
je ia, , aerp6de viüosffi'ñ-que ót pa-
en particular referida al análisis mirmo,
Freud realiz¡ una ct¡liora ma¡riobra: le promete gue sl¡s síntomas in.
te¡tinale¡ so vari I cu¡8r. Como eeo¡ efntoma¡ intestinales tenfan mu-
cho¡ añor de hirtoria, Io que hace ol Hombre do Io¡ Lobor e¡ mo¡ha¡
manllie¡tanente ¡u incredulidad, el hecho de que no crela mucho en
el análirir, ru de¡conñ¡nza, Ia derconfianza que ouetentaba l¡ duda. Y
tc6
e¡rtonco dice trheud que eoto permitióJuatamente traer a la trarufe
¡encia l¡ de¡conñ¿nza- y a partir de ahí pudo obsewar,,con ¡atisfac.
ción" cómo ce dicipaba m pertinaz conitipación ."ai-ü-u"-"-¿i".
rteq- y luego deeaparecen lo¡ eíntomas de eoá tipo.
$f*n"4 Freüd q'¡g e¡e síntome intestinal'repreeenta Ia punta de
hi¡terür que hay e¡ toda neuroeis obeeeiva.
un

¡ nuesüro tema epecífico. DecÍamos que


notr stc
a Io que

que de }r interpretación él u80 su e8 to'


1g tar inso.retagignes.det 13"ti¡f como si tuñ;pÉ;riñiú;;:
órdenec, pedidor
frdenec., del analista. Es éstá una de lar coaa.oqu" taián qu"
l*-
dseo
deJe de¡»naar en término¡ de que el analista deuü recónócer et
paciente.
dgeo del pacienüe, le idea de
r, abandone inclu¡o la int¡r¡rrhiori.ii"¡ .,y
rle intersubjetividad,
pdemrir el hecho de que
oue por estruchrre le intemrcf¡r.iii.
L4@e-!s

no pueda obedecer, que ñó@@-le qüi6re decñ-l


Otro, qtre no repa (qué m_e q-uiera e! Otno,t, de eggggnen¡_lejutr1¡
BqBtffi
úfluf
.:n;ffif
':'§"1ffi11h3§
# ffi
lgg-un¡ coc¡ di¡tint¡ a ta deman@ que eg et-ffió-Gfffiña.
euiere eete t_ipo?, ¿por qué mL dice eao?, ¿qué me quiló áecirr,
erpende mí?.
¿quó
Quería comentarle algo en relación a la sotidez de la¡
,o, tema que ya

4lrclcrg4F del obqFi[o; pueden remiti¡s€ EIIí, ts¡ voz no vale la pena
qug lo dediquemoe nusva¡x¡ente tiempo a eeo.
§f.pe iute¡esab8, para _c-oncluir, üencionar atguna^l cosar que La.
c¡¡r dice gn el leninario JIL el rcnlinario riguieñte, que se uims EL
Aüí,
que

esta,r en todós lados,


coeaq puede eata¡ en mil lados diferentee, aalvo en el
donde ¡salmente podría estü comprometido su deé€o.,,Dgjtr

obeesivo se ca¡ac-
po:r rcr gue con frecuencia ae preeenta como un yo

¡G6
fuerte, lo que Ia Psicología del yo denomina "yo fuerte". Y si no e§
¡uficientemente fuerte la Psicología del Yo trata¡ía de que 8€a un po-
co más fuerte, ¿no?. Para eso la vía sería justamente ésta que veni-
mos de comentar; el reconoci¡niento del deseo, que el analista reco.
nozca el deseo del paciente y además que el paciente se convenza de
gue eso es.la verdad. @_!:eqlsterrcias está se¡rtadp
so¡re esta base. sobre ffiEase b]-en recmEdá. de que se trata de oue ,
Afo I dé-'que t§aciáñteib-eñde "
eso-As del
frrque alse intenta reducir absoluta¡nentC_Sl_CeCep
demanda del .Otro en su ulro sugesüivo:
@, lo que se produce en muchos casoitlñ-6ffi-E cotapso
dél deeeo, y la manefa que encuentra el sujeto de volver a desplegar
gu deseo es en muchos ca8o8
el acting-out. El actinc-out.eseso.es la
g$tJg¡"ép det esBB.¡9394{#p" no-uov a€-!-Irc-ilffi'íor qué, pero

s (Á) 80D
-.a
E¡prclo d¡l Derco

\,/\-
/,\ -- -/ d
§oa /\ -
s (A)

Cuando se reduce Ia translerencia a la zugestión, cuando se degrada


la t¡ansferencia aI uso del poder, lo que se produce es el colapeo del
espacio del deseo, la desaparición del espacio del deseo. La forma
que habitualmente encuentra el sujeto para restablecerlo es el acting.
out. Un caso paradigmático que toma Lacan como ejemplo es el de
los "8esoB frescos" de Kri.e, uno de lo¡ tres analistag má¡ eminentee
de Ia Psicolog¡a del Yo.
A,: "Comer nada".
_ P..' "Comer nhda", iustamente. Lo gue en La direccíón de la cum
le enseña Lacan a Kris es que lo gue tend¡ía gue haber interpretado,
lo. que tendría que haber tomado como impo-rtante que la iasaba a
eete paciente es que para é1, deepués de tod-o ecte análisis donde per-

l8?
mar¡entemento re roconoos el dereo, ¡o lo reduce a rignilicanter, lo
importa¡rte era toner un de¡eo que erté afuera del significante, y en
ese rntido Lacan ptopone pa¡a e* pacienüe de Kri¡ que su deseo se,
rÍa, usando un juego de palabras inbaducible, "t€ner una idea que no
Ie vengE a Ia idea", que no le venga a Ia mente, que no se pueda redu-
cir a significar¡t¿e. Y entonces Lacan propone para eote paciente un
rti¡gnósflco t¡l vez merarnente ad hoc, que le *rye_pgl,ejq aituación,
el diaenósüico de lgp-le¡i?-ILegBl, porque (§e"f 1g|ilea lo que
defi¡re a la {ue tener siCñpte e-ñ-cüénta gue en
loe análidr, vla

ffifpunto Fraud procedÍa por eota vía y producía efectoe de


colapro del dereo, rcbre todo en lo¡ historiale¡ de n¡jetos hirhiricoo,
en loe cuale¡ el de¡eo e¡ má¡ fácil de colapsar, de aplastar.
' ¿En el ca¡o de Eliz¡beth, cómo lo h¿ce? Sugiriéndole in¡i¡tente
mente que el obJato adecuado para su de¡eo e¡a el cuñado y sobre to
do deapuér ds muerta la hermana, cuando ya lo tenía libre para ella.
rA Dora proponi€ndole insist¿nt€mente que el objeto adecuado pan
¡u deoo era el Br. K. Y Dora le mueoha que no, que a ella le intere¡a
otra cora, que e. r¡n¡ relación de deeeo entre dos térrrinos que son el
padre y l¡ §¡a K. Ni aiquiera uno u otro como objeüo adecuado, aino
lo que para entre ello¡ do¡. Le intere¡a la ¡ituación de deaeo, que hay
quo le€rls con h fónnul¡ del f¿nta¡rna, F0 a. heden encontraregto
¡múr deurroll¡do €n los toóricos ¡ob¡e hi¡terl¡.
POSIrEBGACION Y 8OLIP8I8M O

Ot¡e
cts @del
obsesivo que dertaca Lacan
clars 24 del seminario VI, es que otra manera

oesivo deja riempru p pa¡r ¡na-


ñ¡na o para d«rho de unoa año¡. Pe¡o ademá¡ como oiempre lo deja
para dentro de uno¡ añoe queda aeryurado por esta brecha teuporal
de que no so va a euconhar con la Átuoción de compromi¡o ¿nte el
de¡eo.
Hay una te¡cera inücación importante allí que er la opocición
que hace Lacan entre la
§, _gue hace que por eJe
trñ la¡tta^tma conúituido o aopórtado por dol partenairee, dor par.
tensires realer podrlamoa decir, el padre y la oeñon K. O en el ca¡o
de Elizabettr, por -la hennana y el cuñado. E¡ un dato clínico que en'
iái"oir*¡t*iá-i-pi"¿" ob¡en-a¡ caci a-disrio, el hecho de qu" la-hi".
iérica egtá 4q4pr-e__f.Aps¡ttsndd-g, ¡el¡ción al deeeo, ¡ ia oiffi
168
e80. ni 8e

Ciüó, pañErminar, una referencia que hay en este seminario VI


al deseo imposible, que eB algo que en general cuesta definir, cuesta
encontrar referencia¡ lacaniana¡ pa¡¡ definirlo, porque Lacan habla
en muy pocoe lugares de qué entiende él por dereo imposible usando
eatas palabras explícitamente. Aquí hay una ¡eferencia que me par,e-
ció bastante clara, donde dice textualmente:

", . . liB estructu¡a misma del deeao da eiempre una nota de impo.\
¡ibüdad al objeto del deseo huraano, pero lo que ca¡arteriza al
ob¡esivo como tal es que é1 pone el acento sob¡e el encuentro cor
esta imposibilidad. Ee decir, ¡g-lg§_BIreda para que el obieto de sr
4§4F01Ágte el v&ler.l" o;gnlác

Itre lo que
va a deci¡ habitualmente el obeesivo cuando es interpela-
do en relación a lo que es su de¡eo: "¡hgrg ¡tg. p.Ueda-g¡.j¡Rppglble,
lqqavra no pueoo'. tromercra, o,," qm
ñ€JoraAiñ?CEñt¿ . . ., pero aÍro.a eiimpoeible. ¿Había aku;a, pre-
guntas?
A.: (Pregunta no registrda).
P.; 8¿lsción entre Ia ptoera y l¡ pocteryación . , . eE una cuostión
que Lac Aé h-aite¡rncia que hay en.
tre el rieego.que impüca l¿ ¡¿¡'lir¡si$n del des€o y lo que pone en riee.
go el eujeto obeesivo en una situación de competencia, donde ee
arieega lo que se arieega en las situ¿cione¡ de rivalidad imaginari4
que el que está en el podio eg el otro o soy yo, uno de loe do¡ insgi-
nariamente muere. Lo que se juega ee solamente cierta cuegtión de
prestancia imaginaria. Es aecir que en realidad no se anrieega nada. EI
verdadero riesgo no es afrontado, Porque lo.qu-q oe.preeerva rigun cq-
rEBb, y que tiene már qup ver c_g¡¡el deseo,.es_e!_|ugEr_de osa0tro,
tes!ig9_g1gs- jUe. de ese Otro que er el que computa, de ese Obo que
tiene más que vel con l¡s matemáticae que con lo imaginario.
f En h pioeza el que deseo est¿{ arüicul8áo, en el nivel que implica el
lcircuito más corto puede recorret el zujeto en el intento de*¡fi,
Ita¡ el encugntÍo con el deeeodel ,O.III¡. Lacan_va a habla¡_d_e ima-
-doe
un poco mas , en el reminario IX, uno que
imagen especular j aa- ^: t,
el otro el
que ya comentamos que ea el ci en el cual sostiene
deede una i
f,f gy@-que estri enluego aquf ee de egt¿ nivel (gi¡g!¡grhfe
rior) y-.él lugnr donde a€ anota lo que para entre e*oa dóIpEEñilie¡
ee éste (A). En realidad, mientra¡ el otrjeto oe maneje en este ci¡cuito
se puede deci¡ también que no se pone en juego absoluta.Eente n¿d¡
tenga que ver con el deaeo, y en con el deeeo serual. !l
rdente cue_FlgflgJ, i
189
¡d.d

A: OEo. luat dondc t. .aotr.


| (¡): lmr¡cn d¿¡ t€m¡rr¡t . dv.l.
m; vo.

que 6cnde I
etc. El sujeto
pt§ozá no tc auténticamente con el deeeo, sino que e lo
sumo gnns Eéritoa para obtener la autorización para ese encuentro.
En se renüdo, porterga, procrartina. En Fantasíu histéricae y u
relaclón on h blwualüd Freud acla¡a que no seía lícito relegar
a un rgundo plano el valor del factor erótico en las fantaeías de lo!
va¡on€. {o cr¡¡l diferenciarfa ¡u contenido de Ia¡ femenina¡, donde
el factor eÉüco c. mfu tranaparente-.
tl
rl
'
(At que pofundizando en n¡s zueños diumo¡ por lo común E€ ave
{ttgt¡" que han realizado toda¡ ee¡¡ hazaria¡ y conreguido esoe lo
/go¡ rcIo para agradar I una mujer y para que ella lo prefiera a
hor¡brer".
§tror
dice Freud coneluyentemente.
E", on el gr

A.: Yo querla preguntar algo: haata ahora noeotros manetamoc


u¡w noción de yo que tlene que uer con b ldenttflcaclón especular.
La hhtértea prc&tnta por la otra, pero en el obsesiuo el otro como
cemejante no pareee importar mucho rcd; sin embargo oegún lo que

¡70
ueted dice aparece un yo mú fuerte, Entonceq ¡cuól ec la nochn
de yo que ucted maneto?
P. r No es que el semejante no importe en el obseaivo.
de yo de concebible cin la
consiste
de la
v.
que e88
De
toda¡ mane¡as, no aiempre el obsesivo oe prcrenta como un "yo
una ide es coruistente en esta neuro
preseñErso óomó-un=úÍpe'
jo irreaoluto, incapei?étrabajar, de acercarse s una mujer, pero te
ner 8u só¡ido- resguardo en un por ejemplo, con
el que puede "Ei_c_er tenJel' {gseo que_sg¡q
luecue fuera de su fantaeía.
üÉlób¡s'que-ñparece ioportante en relación a eoa pregunta eo
: di¡tingr¡ir, -opsnelincluao, !a ide4lüi9$pló¡_del_gjg!9.¿lg_-pr9g[Djs
dg¡._gfigtq. Cuando decimos
dg!_qgiglq. qu e el ¡qlele hEtró_ücq p¡egunt*C-otso
deci¡nos que
-retomo lo que diie en el teórico no¡ referi¡r¡o8 a un8 pregunta
que en principio no está deearrolladq rino que e¡há del4dd& denqrl
radaelt¿i*{gltirjg:.l$¡j¡ta¡ic¿:tg.oq.E jge¡titjga.c-ió¡-¡g¡cid{t&-
9jgtgllEl, que e8 una toentlttcsc¡on tsntq§maacg_del pl8o 8upénor,
dond:_g! gjeto.fiia su leleo

por e8o
nea de
#ü§ñá"Ii nea de la.a respuestaa". Esta (ver recortedel
grafo i-la
i"Ia derecha) es 18 linea de la pregunta del atjoto, quo e¡ lo que
hay que tratar en un análi¡i¡ de que ol oqjeto pueda rocorrsr. A est¡
lÍnea la dibqia alí, como un eigro int¿rrog¡ción, cono
igrro de interrogrción, como un {@.I
d."_Lpregtgt¿.,q9*e jlzujete.t¡sse-
tce-en.tebs¡ón al¡d.eeeo y que .-tind¡
toñi-alsutiódii-fd-ói¡dúitülá-entEica6-¡oE-"1ó6ñ
idenfificatorioE- lo conduce dirgctst
meqf at +gggsiaEl*B#ignts, M
M,3.de.l¿¡ad

1n
incor¡¡ciente que tiene la de¡venüqia dq
yfa
vfa p-¡ii eúltd¡. prn
n-¡n sl ariá¡tsi¡, o¡n ¡¡I
¡allr r¡¡
'-í¡nlóa
la neurorlr poruirte, .lrylrtpr.qlt. gqer.§d.F
üñ.;:¡óüiÉbuü$ililiii§'
qús hry cnt¡e lr neu¡o¡l¡ obrerlvr y h
crqua l¡ lfnca de ¡ttorno cn l¡ hl¡t¡¡ia no c¡ ta¡r
ño !n tan corul*onts,
corulrtonts.
o¡üá má¡ dcldlbqiadr, lar respuestar ldenttlicatorla¡ en la hi¡tari¡ no
tlenen l¡ E¡rEo con¡i¡tonci¡ nl la mi¡m¡ f§oza que tionen en la nou.
¡od¡ obrodvr. Y un oblulvo pue.J
1leñnañ I vtfriltt I
eto
¡ con-

A.: (h¿ranta en rclaclán a la fortaleza de W ldentiftcacioñeE sr:-


cl oü¡,eeü¡o), t

P. r Fottale¡q cuando hablamo¡ de fortaleza, de la forta-


"
tez¡ de daconocimiento que eeo impüca, de que l
lr ncuroü, eu tanto

& un fant¡¡ma que ól recr,ea con el 80r de rur peneamientos dia-


rlol, en rul rueñoq y en todar zus fornaciones del inconeciente, pero
de tur modo rolipsirta. Sólo en la medida en que eeo empiece a vaci.
la¡, gue no le ¡ea¡lte tan convincente, tal vez vaya a preguntarle a
obor, como hace el nrjeto hirtérico, y puede ser que aeí entoncee
, empiece a abrirc€ un al de¡eo del Otro real. a abandona¡
la ue habrüualmente el hace clel deseo
--+

--
112
I
I.A NEI'ROSI§ OBgE§ry4 EN I,A
ENSEÑAT.IZADE
ü.LACAI.{ (m)
El semlnarlo Xt

En la¡ cla¡es del *ibado parado y en la de hoy teníamoa previrto


ocups¡nos de la neu¡o¡i¡ obge¡iva en la enseñanzade Jacques Lacani
centramos la de la seman& parada en el seminario Y, Lae fonnacloned
del lncon*lenteila de hoy vamor a hacerlo on el,[ el semins¡io de
La anluatia. y de eaa manera al menoe vamos a dejar indicadar algu'
;as-AA-laa cuestiones principaleo que plantea Lacan en relación a la
neurori¡ obreaiva, ya quo son lo¡ dor lugarer donde m ocupa mÁr e¡'
tonumonto dol t¿ma.
En La angtatla, en la¡ cla¡es qu€ van de ln 22 a b 26 , plantea varlar
cuestionee fundairentalea. Peroa lo que mr{¡ erten¡ión le dedica, lo
que es máa que novedoso -a también lo ha ¡ido menoo trabajado en
nueatra cátedra er¡ relación a la neurosis obeegivr es el tema del ero
tismo anal y su relación con ests neuroais. Antes de entra¡ düecta'
mentc en lo que dice Lacan quería recorda¡ algrrnoa datog de la obra
de Freud en relación al tema que seguramente ustedes, al menos los
que han asiltido a los teóricos del profeaor titular, ya conocen.

LA OROANIZACION SADICO.ANAL DE LA LIBIDO

. UTo T que qt"qd recién en 1?,19 fYnda-la disposición¿ la l-eye


eb obsesiva en la füación a unE@nización pregenital dC Jajibidó
á"uqü"i"ui.**r*pg!¡gngrp_úerelp-re1,gr-"I.ojl-.,c§-yjp.-p-.uls,-q:
nés sá¡¡"d.- rste hecho trET Elcar=¿óm;.uns fase de la evolucióñde
Ell5i¡loT erotismo anal junto con el sadismo es novedoso, esto no
estaba en Freud antee, y d ustedea lo encuentran en los Tlet enu-

Ü Cl¡¡e N'46 dlcü¡da el U1U86 por Grbriel Lomba¡dl.

1?8
yae . , ., qu€ e, un¡ obra de 1906, es porque h¡ sido agregado des-
puér, en la edición de 1916.
Hay varior hechos de est€ tipo en la obra de F¡eud que voy a men-
ciona¡ po4tue DoE vsr¡ a ¡ewh para cotejarlos con el tratqrniento que
d¡ a esto¡ tsna¡ Laca¡r. Hay otro hecho sorprendente,tal vez más gue
aouéL v e8 oue le fa¡e oral. la fase de Ia evolución de la libido oral
rboüd @i§, y ai aparece en loe Tles ensayos...
"ng.'ó
como orgurización pregunffi de la libido ee juatamenüe porque ee
intoducido eD ero momento preciso, en la sexta edición del II en-
en la edición de 1916.
L¡ rBcr¡erdo suále. ¡on l¡r fa¡ea de l¡ evolución de la libido que
va de¡cribiendo Freud: comienza con el autoerotiamo que eB introdu-
cido en 1906 en lo¡ T¡e¡ en"úrto,. , .; c6ñffi-b'fase del norc¡'-
de¡o qu6ffi*ffidi66"1¡-historia evolutiva de la libido, ü ñ-
ffifuciáa'"n l$!t en el hi¡tori¿l de Sch¡eber latggg¡4gl &parece !e
cién m 191ó €!r Ia edfción de e¡e u1o de lq Tres Enuyoi . . .ib.fg
¿$iWeA!-en lg;g en La dbpoabión a la neurosb obaeeiuay IaÍg4¿g
t§ligg, que es Ia úItip¡ de la¡ faser pregenitales que describe Freud,
rscién eo inhoducid" gn 1&9 en Ia organizrclln genital infantil que
er el ruplemento que da eñE momento a los Ile¡ enisyos . . ,
El hecho de que F¡eud reúng en una misma fase -o mejor en una
mirm¡ organización pregenital de I¡ übido, él Ia lla'¡ra "organizaci6n
p¡egpnital de h Hbido" que ee algo distinto a decü "faúo"- el eroti¡"
mo an¡l y et radicmo no c algo que s€a muy claro. No as ontionds
bion por quó ortán unido¡ para Freud estos elementos. La fundamen-
t¿ción teórica gue da no e¡ dema¡iado róüda, no e¡ dema¡iado corui¡-
tsnte: d u¡tedr re qjur en ele artículo, La dhputción a b neuroah
obudua, var¡ t yer que Ia cone¡ión que rtablece entro un el?Benlo
v el otró. e¡rtre eroti¡aüffiI v ladümo no éialió-qué dt¿'bíé¡i;;-
iUffi üfro iri ü ;;üñi¡=ótiiipa ator iro¡
dendeu ¡ ¡tar unldol, pero de toda¡ maneru¡ oe nota que
hay proble'na¡, re uot¡ en lo¡ textos mi¡oo¡ de Freud. En l¡ edición
de 191ó dc lo¡ ha enaya. . . ya rc dlcc que lor objeto de la pul-
dón de apoderamiento y de la pulaión conespondiente a la muco¡a
errógena del intestlno no coinciden. E¡ muy breve, muy eocueto, ni
riqúera dice por qué no coinciden lor objetoo, no lo expüca, pero
est¡i señalado, no ro le ocapa la hetcrogeneidad de las dog pulriones
gue teúne, al meno¡ en cr¡anto al objeto.
En el histotisl del Hombre de loc Lobot, que aparentemente fue
etcdto en 1914 pero recién publicado en el '18, Freud oe ocupa pri-
mero de lo que tiene que yer con el ¡adi¡mo en la constitución del
Hombr,e de loc Lobor, y deja al erroti¡mo anal para un capítulo apar-
te, el capítulo VII, que ,o llama Erotitmo atul y complejo de caetm-
ción y allí, explícitarnente, dice:

". . . harta aquí ¡olo tfat¿mo¡ de un factor prlncipal, el aadluno y

1?t
§us trarurmutaciones. Adrede se omitió todo lo atinente al erotismo
anal; ahora supltemos esa falta presentándolo reunido,'.

Yo creo q-ue estae son claras indicaciones de que para Freud mismo
eran cosa8 diferentes, aungue él zupusiera que-existía una organiza-
ción pregenital donde egtoá elemenfos estaban combinados. tuá p*u-
ce eintomático que por un lado describa todo lo que tiene que ver
con el sadismo y por otro lado reúna el material vinculado con lo eró.
ti.co'anal y lo relacionado más directamente a-l complejo de castra.
ción. Son indicaciones que ya están en Freud que sugieien que esos
d9-s elementos pueden ser separados para constitufu-organiiaciones
diferentes de la libido.
Abraham, en 1924, en uno de sus arüículos más conocidol,,,(Jn
-breue estudio de la euolución de ta libido, considemda s ra ruz'de lu
perturbacionec mentales", s€para de hecho Io relacionr.do con el ero-
tismo anal y lo relacionado con el campo de los impursoa sádicoa y
aclara que tanto en uno como en otio coexisten dos tendencias
opueatas: en el erotismo anal la tendencia a coru¡€n¡ar, a retener y la-lf
tendencia a exprüsar o perder y en el campo de los impulsos 8{ídico,l'
la tendencia a controlar, a apoderarse, a dominar, y ta tendenciatl
opuesta a destrui¡. J'
. Sin embargo,. después de haber deepejado esto, vuelve a fundirloe,
hace un movimiento por_ el cual vuelvl a funai¡ esoe dos campos en
dos subfa&s de la fase s{idico-anal (la.e fasee de Ia evolución ¿i la ü-
bido son clara¡nente-ubicadas por Abraham ¡rgo diacrónico,
como algo-que-zucede con una modalidad temporal "o-o tInea.l, con una
egtructura lineal del tiempo, desconociendo la órganización a poste.
rdori freudiana que reguiere una teoría del üemp-o más elaborada y
más compleja. Abraham, en ese eentido, fue quien contribuyó mó
deci¡ivamente en la confusión de la t¿orÍa freudian¡ de la ribido con
una ¡uerte de evolución o maduración de la übido. su influencia fue
?To1me. Piensen gue fue el maestrc de ivfel¿nie Klein . . .). Entoncee
Abral¡am lo que hace e¡ volver a fundi¡las en do¡ rubfa¡e¡, una subfa.
se temprana y una subfase ulterior, donde en Ia primer fa¡e coexisti.
rían funda¡nentalmente las tendencias expulsivas, tendenciar a per.
der, del lado del erotismo anal, y las t€ndéncias dá$n¡ctivas del lado
del sadismo. Allí, en la fijación a esa fase, tendna su condición la re.
gresión- que llega hasta la fase oral y origina la melancolía, Mientras
q,ue habría una.segunda fase, la subfase-ulterior, donde piedomina-
r¡an las tendencias a-retener y conseryar del lado del erotismo anal y
las tendencias a apoderarse, a. dominal, de pafte de tos impulsos s{ídi-
cos, _y.es en esa segunda subfase donde él ubicaría la f[jación como
condición para Ia disposición a la neuroeis obsesiva.
- áQué hace Lacan con estos doe elementos?seps¡adg tajantemen-
te. Nuevamente para ver de qué manera Lacan vi elaboranáo esta se-
paración vamos a toma¡ algunas di¡tinciones que va pr.cduciendo, de
las cusles una ya comentamos en la clase anterior, uü de las nuis'im-

1?ó
portantes que produce Lacan en toda zu enseñanza, la-diüi¡siQpJ&
tre demanda v deseo. Pero hay una segrrnda distinción que nos in-tere-
I sa, ahora dentro del teneno de la demanda, a la altura del seminario
IVIII, La transferenci¿: entrc la demanda que es dirigida al Otro y la' r
llademanüdel Otro. ryrydt¡ al Otro y
ldemanda que viene aI zujeto desde el Otro, la demanda
Lre
EL OBJETO ANAL COMO OBJETO DE LA DEMANDA DEL OTRO

Lea anticipo que después de la vuelta que vamos a dar hoy, a lo


que vaínos !l"g"r es a-que
ver con"
l9 qu" hq¡ileg¡+"r fqlg¡ losglien"
fg.r, mlen¡,fas relacionado
6Ton el objetó anE qEffia-
¡(mente
.k.' inado por l¡
prevalencia, en determinado momcnto do
. constiüución delsuieto, de O sea que si el
)^_tn voz- -_ - .

. Ahora enton-
ce3 vamot a tratar de ver por qué produce eete tipo
Lo¡ que Lscan va a tomar como fundamentalec cn cuanto .
van 8 Bereloral,@-(
@(o oea
que conesponde
el que coneaponde a la miraE'j y álGirocilt¿ Gue es el
a la voz).
Loo objetoc correspondienter sería.n el sego, el e-xs¡em.e&to, el falo
-?ero el falo en tanto no eatá, en tanto ha operadó-h castrrci0n,Tie--
ne un ertatuto diferente en eoe sentido a loe otros,
e¡tos
ot y loe regietros lacanianos, pero Io
eádicoenal aquí va a bifurca¡se de esta manera (véase el g¡áfico) v lo
a lo-gue tiene que ve¡ fundamentalmertá
§, hiciendo una aproxirnación tal vez ex.
provisoriamente como una conce
¡ión al di¡cr¡¡¡o univer¡itario, poryue es algo que debe ser revisado
en detalle. No er tan ¡encillo.
E t da taudl¡¡d R.ú¡Éú lrc¡¡¡l¡n6 Mod.lldrd d.t
d. L .vo¡uclh Dl.. d. oo¡rütr¡ctóo dG¡ obr.to
t E¡t I d. L Ubúdo da¡oo. c¡u¡¡ oc¡ dcrao,
N¡¡di¡oo

t¡{üco{¡.1 G¡ctGtocrto

,¡lo (-tP )
Este momento del seminario d" hfusuttis-en que l,acan llega
a este tema del objeto excremencial, 6-ün momento en el que él ya
ha despejado la función de se¡r¡¿ée-Lqbje.r9-s, con Io cual ha termi'
nado áe construir lo fundamental, o por lo menos la primera mitad
de lo que es su teoría del objeto a, es decil la-relación del.a -cgp' el.de
Ee-e; lo que falta en es€ momento precisar es cuál-es lá relación del
?6on el goce, que va a desa:roUa¡ de ahí en máe'
En ei Seminario X entonces él ha despejado la función de causs del
deseo del a, y el
con el ohiefo-¿ o objeto
excluido de cualquier ffi'éiito. Plantea ade,
más el a como resto (ee algo correlativo a lo que les decía, que el a es
ee el objeto excluido'de lisimbólico y au formalización), oJ-g !.!qto'i
na como recto del advenimiento del sujeto - al Oho de lo sim-b§lico, {!¡l
luaffi il
* *iif ,'ín"'a;-a ríd; d el' ót'ó' á6. iiñi 6 ó tic6'^.'
ffi enseñ-ar¡ra"T,acáñr¡'hc'"f oririuLiifo'-ffi
"{y*
ción de que qn eujelo qs lo qge un gig4ificante r.eplrc1e¡ta paxq otro
¡trniflcanto. sqjoto 0n
ósoJqjoto ol iignilicmt¿
on 0l rignilicmte nocesl'
dggif*gtr. Püo i¡aru conütitülno o¡o
Pilro óaru
ir a vivir aul y el Otro de lo /
f¡ffiit#i;-;" áuiótá,
"*esita
simbóüco es un"irüg*
oho inerte, e¡ un otro formal, es un otro gue no eá"., i
tá üvo, en tanto ee el lugar donde están los significurtes
Lo que en ese momento advierte Lecan con cleridad et gue el gu--*
Jeto no puede enteramento introducirao en el lugar dol Otro, de que
'hay algo del eujeto que e8 inasimüable al Otro, de que-hgyjtgslql
sSigig.Suq no eá- _q¡Eificagtizgble-En el Otro el zujeto puede consti-
simificantes como ideales e icientifica¡-
ae a ellog, puede alienarse -hacerse Otro- en elloc, encont¡a¡ allí '
su ldeal del Yo. El zujeto puede identifica¡ae también con imágqnee,
es decü con el ouo yá no mayúscula, sino con minúsc@Ef..
otro ei eujeto t¿muián "on
puede encóntra¡ zus imrígen@ffnes
iqeales, zus Yjjjgqg. Pero hay algo que subsist€ como effi6F?
los significsnt¿l Í como exterior a lae imrígenes a las que se identi'
fica, en las que se aliena el n¡jeto.
El a va a rer justamentc esa B¡úq,Cql**iqto, eea patte ¡oal del n{o
to, eea parte viviente del sujeto, eaa parte que tiene gue -vel col .gggg
la¡ el resto de la cone"
en dEl
fueru del Otro.
C..r.rigtr
A.: Fuera de la imagen especular, fuem del eepejo por un lado, y,
fueru del significante por otro.
A.: Y también podríamoe decir que ese obJeto a csueo del de*o
es lo que nos da a los humanos la singpbrdad,
P.; La singtrlaridad en el ¡enüdo de que para cada rujeto hay algo
que no üene la univer¡alidad gue rf puede tener el aigrrificante o cier-

ln
fta Uagen, algo que ee privado, quo es Inalienable, que por razones de
fetnrcfura ee imposible gue sea del Otúo, o del oho.
Habiendo deepejado esto Lacan ee pregunta de qué manetar o por
qué via! et qlrenr+tq entra en l".gtbi"Mglr, de qué manera juega
e¡ efcre¡nento en e§t¿ p¡0ce8() de inclusión inconclu¡a del nrieto en el
Obo. Y la.priuera respueata gue da, para despuá empezarü a modu.
'la¡ y habdar, la primera reapueota a-ests pregunt¿ dó por qué vÍa el ii
qcmmento onha en la aubjetivación, eo; por gggpgg¡lgtglp,
la
cúyo lugar áa ocupdo,-ffiF'ffiffiáii '
I
por la
primer por uego Lacan erplica con cierto §o de
detalle¡ erta dialfuidffiücede ent¡e madre e §o en tra que la ma-
dre le pide que haga caca en tal uomento, que no haga en tal oho, y
todo el ceremonial gue acomparia a eso, que tiene que ver con el a¡o,
tna, @n la lirripieza, con la admiración, la exclamación, la aprcbación
sl-" Yf :I" eLe.¡.$qpsg9g*Lpbie!o-s§-{+so§ldiryJE_¡{39
I¡E4DqE_re!_gg!9.
mend¿-&!_Q@ con-E-c
con ta demanda de Ia mactrer no 8e& tanto eI excrs
rDenIo en E¡ E¡8mO AnO 9.99.§t*P*¡9.9{ sn
iY. vY'. cual ló qué ten-
qu€ ler Lggt¡-r§ I la necesida! de.
!efgca¡,,
o otra satisf n. que ee la sati¡facción de la'

Comienza así a prevalecer ofua cosa que ha.storna la evacuación


que en lo¡ animalee suele Ber bastanto natural, ¡alvo el ca¡o de cierüos
urimals domégticos donde también hay cierta relación con la de,
,Eanda del Obo que es acompañade por premios y castigos. Lo im-
I
gorta¡E=f {Ugg,s:qietq elqfq',. ¡'{. HE dgr}-in¡arg't-¿me
l¡u necee-iclacl: lslqmánda {ej_Q!¡9. Es el primer pa6o, y también la

.
tisfacer la demanda_del Ot¡o o no, cualquiera de las dos,
p:óii5ñdades: -atisfacerla d. Á partir de aquí
no es ¡Duy üfÍcil imaginar que eoa sustitución debe estar implicada
ecr cínto'nar tale¡ como la conrtipación o las di¿rreas gue no son de
eüologfa orgánica. Esas perturbacionee a veces suelen ser impresio-
nantes, como en el caso del Hombre de los Lobos. El Hombre de loe
Lobos llegó a no poder evacuar durante a¡ios ai un criado no le aplica-
ba una enema previamente. Hay que destacar, a partir de casog como
éEe, hasta gué punto había allf atgo del orden de una fesisterlgia a,la
dep¡¡¡da#t¡o; hasta qué punto en la constipación puede habtr
en- j gff gcEo qgg.Jien e- -qu
e. n9 idad -aquí ya ol-
-ver.J-q
vidémomos de la necesidad,la necesid ha sido trastornada comple-.,
lamente por el efecto de Ia demanda del Ot¡o.-_sino

178
ción de la cura). Obrviament¿, al Hombre de la¡ Lobos, I 18 edad en
que lo an8liza Freud, no había nadie que le pidiera que haga caca. Sin
embargo hab¡c_l!Í
no no se üera). Lq

decir entoncer que un {t


lado ¡e articulo con la con el
con lo cual retomamo¡ la defl¡rición que ya habfa dado Lac¿n:

por supuesto, porque el deaeo de


IamEnTna-'tru¡¡ema¿a que ver con la necesidad origina-
ria de , parece má¡ bien una inhibición de esa necegidad.

LA SIMBOLIZACION DEL SUJETO EN EL REGITTTRO ANAL

Esto que introduje recién como un equívoco, que el Hombre de


Ioe Lobos cediem con "c" o con "8", eeparando: se4iem, en realidad
es una de la¡ cueotiones gue a Lacan le parecen eaenciales en el mo(

ne, cuando la hace en la¡ condicionee en que le ea exigida por Ia de-


manda del Otro, es considerada" aprobada por el Oto como un ob
jeto maravüoso; todos los comentarios que se hacen al¡ededor de eso
aon típicos en cualquiera de los procesos educativos má¡ o menot
normales. Toda la atención que se brinda a l¡ defecación del niño,
que üega en algunos cascrs a que lar madres continúan limpiándolee
la cola al nene hasta los 12 añoq hace que ell$eto--e¡c¡g9gng¡¡J
sdqr}ig?€t*pririnoJ¡Ior.q¡rgpuede te o. Como ademá¡,-
y cofrió-tlice Egr¡q, es el primer oPieto oug el

todas las ¡elaciones

por es inevitable que sr¡rja la ot¡a ca¡a de eeto, que


es el hecho de que se le enseña al chico que tampoco puede deleitarre
demasiado en e8o, ¿no? que no tiene que tocarlo, que no tiene que
ensuciarse. Hay una serie de cosas que hacren que en realidad ese mir"
'mo objeto digno de admi¡ación se&un objeto repugnante, un objeto
a excluir, a tirar aI inodoro. E¿lSIcer surge egta

por otro es

I'D
p¡esa Ia división del zujeto gue se identifica al excremento en tanto
que ésüe eo requerido por el Otro, y también desestimado, deeechado,
por el Otro: §O D es Ia fórmula del fantasma anal, donde D es la de- (
man{a del Otro, demanda de guardar o tirar, demanda de ser o no eel/
eser objeto).
Lacan (eintetizo un poco, no puedo detallar aquí todos loa pasos
gue él da), üce ésts ee una de las cosas_que eiplican qu9 et@g
nivel anal our en relación a ciertos s
éí'ññid;
to maravilloso o-él un objeto fexT-uTffi:TamEién eC causa de@)
porque en la medida en que el sujóto comienza a tenerEE-T6iffias en
relación a que los niños se desarrollan en el intestino y son paridos
por el ano, este objeto va a tener que ver profundamente con el ser,
entonces el ttser o Do 8er", ttser o no 8er" que es Ia cuestión funda.
mental de la duda, es algo que también apareceú como un resultado
de esta causa que es el objeto excremencial. ,,'
LA SIMBOLIZACION DE LA RELACION SEXUAL¡
ENTRE LOS REGISTROS ANAL Y FALICO
\

En relación al valor, pero ahora ya no en el sentido de lo rAtro]-


sino en el sentido de las cosas que pueden equivaler, Lacan toma el
tema de b _@pllSj@_&L,objet9 exc¡emencial, de la Ugetaforici:
fl¡6f podríamos decü también. Parfe de Io Que ustedes encuentran
desarrollado en Las trunsrng lac io ne; tl g_ la p u lsiOu-qrllgtjgu lar de !
-

Wti¡megnnl,d6iifralfrcñirilrlrofuidávaierpoiEt-peneñoret
hüo, y por r¡na serie de otros elementos más di¡ectamente relaciona-
das con lo que tiene que ver en Freud con la fase del objeto anal: di-
nero, regalo, etc.
(Un paÉnteeis. En lo que decíamos hace un momento en referen- ,

cia a la introducción de la demanda del Otro, aunque yo no lo haya


explicitado, Lacan estaba oponiendo lo que ae relaciona con el obje-

el
i aungue eso venga interpretado desde el Otro, lo que
vagido,
:-- imporüa
-..'
es el llanto del niño gue es interpretado por el Otro como
wD-demands del sujeto dirigido al Otro. Lo que favo¡ece Ia inversión ,
de la demanda en beneficio del Otro, en beneficio d,e que sea el Otro i
el que demanfu es justamente la introducción del registro de lo anal. '
El pe*j" d"l reg¡s_lrj gral al anal es posible por la inversión de la de-
I?ññótrffi4l@ñiesñf^---=.* ¿'/
.

Ahora lo que está introduciendo es la relación del registro de lo


anal con el registro de lo frálico, porque si hay simbolicidad posible
en relación al objeto anal, es porque eso tiene algo que ver óon ese
gpjelq-negativo que Freud despeja a partü de I-a organbación geni.
{al infantil, cionde dice:
", . . el genital femenino no parece ser descubierto. EI niño (dice a

r80
continuación) i¡nagina que loe niños se desarrollan en el inteetino y
son paridos por el ano . . ,".
\ on pn l,
De este modo el 6st¡jero'de-la-cssi¡ació. te mulgf
niuieise-¡¡uede eü-
:minar o suotituir, pufffiseLme-tafnf"ado.- puede ry
-tq
Dueoe ¡er ñffiffib
serj¡&IllE¡gg me
me
- ai en JE¡igsn entr?Eiffiegir.
tros, ¡I¡l¡¡L[$llg.gd-donde éaracterfstica del registro
secr.¡ñdaEaracterística
esta rcgunda recigtro
¡uga' gata
anal fre-_ e[?e la¡U{o[g{¡¿,
i:e
Les arcguro que es un t¿má que aeo las caras de uetedea, parecen
deci¡ "cuánta cosas nue,vas", ¿no?-, es un tema que si decidimos in.
cluirlo es porque en general no se Io incluye, o ae lo da con las con.
cepciones abrahamiana¡, por ejemplo, y por lo menos queremot
gue esta ultima cl¿se de neurosis obaesiva quede como un prirner pre
cedente de que se puede hacer otra cosa con la relación entre el ero
tismo anal y la neurosis obsesiva. Evidentemente entre estoe dos te
mar hay una relación estrechq pero de ninguna manera var¡ros a ha-
cer Ia¡ rirnplificaciones que se han hecho habitualmente, porque ha-
cerla¡ tiene consecuencias clínicaa, consecuencias en cuanto a la di-
rección de la cu¡a que son muy pesadas.
La no dis¿inción entre esto-s ¿isüirrtos registroe imposibilita la pro'l
secución de los anrilisis de los obsesivoe más allá de cierto nivel y es..
to ustedes no se imagina¡ hasta qué punto. Al finat les voy a leer al- '
go que dice Lacan donde él destaca justamente eeto, enfatiza el he
cho de que e8 porque no se consideran estas cuestiones que loeanáli-
si¡ de los obsesivos no superan jamás cierto regiatro, quedan deteni-
dos en determinado lugar. Inclusive se habían postulado diversas teo-
rías para los finales de an¡ílisis donde el obseeivo quedaba enteramen-
te entranpado en las demandas del Oho, definitiva¡nente atado por
iadelademiirdadel
r---É.-.. ;"-.:-_ñ.;.
un o no naDlS soo 8na{
_

ó-Que*fárldecla ahora con el te


ma de la simbolicidd, ya que el objeto excremencial puede funcio-
nar como eustituto, como metáfora del falo ausente, del falo que no
h"y esa es e-n definitiva Ia
coneepcron del lalo, la concepc¡on lscaruana mas que treucuSna, aun-
que algo haya empezado a esboza¡ F¡eud: el falo, si existiera, sería
ese órgano que permitiría la relación sexual

fá6iÍal?f;óláción al fináI aói an¡álisis que propo-


ffi'ffiuesto acceso al a¡nor genital donde lo que prevalecería
-creo que eeto ee algo que ya han trabajado con Mazzur, donde la
clave eeta¡fa dada porque ee podrfa sustituL a la relación aexual que
no existe por el a¡nor, por el don, pS!_dqllg,¡l el Otro no
. uno tampoco lo-te¡ca:'=-=
f8upongo que l8 habran escuchado, es qu,
no se tiene, Como el Otro no goza sexual
If'ffirE->
Ee con mi rs@o, e¡ exactanente Io mi¡mo. Eapero'que ustedee co.
mioncen a advertlr la degradación ética que taleo propuestao i.rnplican,
¿Do quó manora Eo pono on Juego esta toorfa de la dirección do la t
curs que supon€ quo habrfa roalización dol suJoto en el nivel de lo ge'
nital? Eso eo eiompre estrictamente corelativo de lo que llamamos el
reconocimiento del de¡eo, el rrconocimiento por parte del Otro (eI
ürsllgta) del deeeo del n¡jetp. ¿Qué quiere deci¡ esto? Que la inter-
pretación del analista apunta a aprobar el deseo del nrjeto, aputta
a autoriza¡ el desoo del rujeto, apunta a reforza¡ la neurosis obaosi-
v¡ del oujoto en la medida en gue lo que el sujeto desea, a partir de '
esa u¡ourento, "legElnente" podrfamos decir, lo desea a pedido.
Eso es propiamente refotza¡ Ia neu¡oeis obsesivq esa es la vía por la
cual se conshuyen loe "yo fuert¿o" de la Psicologta del Yo. Ee justa-
monte porquo o lo intorose rompor oato quo omplozo por do.
nunchrlo, allá
en y e8 por e88 que 8e mere en
ón del objeto anal con cada uno de los
otros regfrtroe. Una coea es Eg!¡gg¡¡|igren el sentido freudiano y la-
cani¿no. v otra ea cn eñTlffiTidlde l¿ Psicología del Yo (vol'
ver már'anal¡. t¿l$ I
LA SIMBOLIZACION DEL DESEO: DEL REGIST&O ANAL AL EBCOTICO
H¡.sta €ste momento de la elaboración laca¡¡iana de la con¡titución
del ob¡esivo tenemos un zujeto eimbolizado, simbolizado dividido,
¡i¡nbolizado en la dudg aiñ'bolizado por el "eer o no Bor',, eimboliza,
tao á, * p or objeüocna!-opo¡
g-!g-
.d_e_$j $ ). e I, la. rela c ió n
Además del sujeto dividido
üenemo¡ aimbolizada Ia unión imposible, o la impoqihilidailde-l&
tenemo¡
tpiÉ!---depende de si lo tom¿mos deade la p5iñfófía det yo o por
el lado lacaniano-, también eshá Bimbolizada la imposibilidad dé h
uruon por er
unión el hecho oe que 8¡
n6cno de si hay
nay unión
unlon sera¡sl
Sexu¡u eoe8 pórque
porque en realidad
rcal¡dad
lrf
;ha bg!¡ggggggl§l,
[abido .reFesióq en térmiñ6s--fré
térm iñólTréúú d ian
ianoa,
oa, s,_otro- ro ctd qqndo,
fegistro
Uotró-.reüst n d s, el
ef
"bblcto-en¡¡
OhJgtg-ü¡sJ ¡ug-tituyQ-8l falo jnexiste-nte,
sustituye al falo inexistente. donde el don metaforiza.el
metaforiza.al
Sn&i'-§dt"ü;íái =affffi ii;.-'.fáilri iáá o, entonces, y aim b o riza-
ción de l¿ unión impoeible o imposibilidad de la unión por el otro.
¿Qué ea lo que no eotá simbolizado hasta ahora? pregrrnta Lacan, y
{l mir6q reeponde: el deseo, el deseo en ¡í mismo. Pórque el deeeo
del zujeto es algo que necesita ser fijado -ee algo de lo cual habla-
rnog en la cla¡e anterior. ieto necesita alqlin aDo-
kva¡ su ;Eenca-)para que no sea un
que en momentos cn'ticos con ese
inshr¡nento que le proporciona el fantasma o gue le proporciona Ia
identiñcación histérica, pueda afronta¡ al deaeo del Otro, pueda tener
un elemento para interpretar qué es lo que guiere el Otro, pueda evi-
ta¡ la Snguúia qqe_As el afecto del zujeto ante el dee€o del Otro. Es
por estas razoh-es que el neu¡ótico necesita encontiar un punto donde
fija¡ su deoeo, e interpretar el deseo del Otro.
182
La hi¡térica Io hace a
r E(ffi
oartir de loc cimoe que encuenha
.,"-*....-._j--..---<...v.+.* -.--..-.
dcl deeo
r
l.ffihtüioi?jemplo on'la rslación entrs uñEmbre y unir m$6'ñ§i
ól oba&lvo, por su parte, no noceaita ir a pregunt¿rlo al Otro cuilCI
¡on lo¡ rignoo de su de¡oo, rl el obooeivo má¡ bion no quiere mbor na-
da con los eigrroe del deseo en el Otro "€8 una digtinción e¡encial en-
tre la¡ modalldades hi¡térica¡ y obeesiva del deser, ai el obsedvo no) t(

neceaita y, ee más, evita los aignoo del deeeo en el Otro, eo porque éll
sostiene su deseo de un fantasma solidamente constituido, de un fan-l
jtr#Hffii"::;|,*: requiere de la int¿rmediación del oüro pu* *9,
Hay oüra di¡tinción que Lacan ya produjo, una digüinción que pc
dríamos ll¿ma¡ "intema" al a: el a en Ios primeros años de la ense
ñanza de Lacan era el obo (autre) con minúscula, era el otro espscu.
lar, o or0 ol romoJanto. Esüo u (autro) a la alüuru do loc ¡omtnarlor V y
VI empleza a wolucionar en el sentido de convertirse en el objeto a,
un objeto que ya no eo el otro con minúecula. El objeto a no tiene
nada que ver con la imagen especular y con el registro del eemeja+
t",."l,.o.bi"lo ?.gt-*W.xgguÉ a deci¡ L1*n
en ld-Bériiiñañótfx y'X:-AIlí distinLúe entre el objeto a por un lado
y por otro la polaridad entre la i*"á"n espeeular i el Vo del aujeto,
una relación entre una imagen del otro i (a), e i' (a) que ea el yo, que
son hosta cierto punto reveraibles:

agí cpmo es revereible el yo que se atribuye el sujeto en relación aI yo


ideal que aprchende en eu experiencia del eepejo.

a), que e8 aq que 8e el yo, y


a partir de la cual se constituye, es eso, una imagen, un eepejiemo, aI.
go que no es r€al.
Es importante ver cómo juega erta distinción en el regirtro eacópi-
co. En el mundo, en lo que vemos, en el esc€nario del mundo que ve
mos (que siempre implica un cierto recorte, ye_U¡-os go4o a t¡CvQ!.dg
una--ventarr; nue$¡ó campo escópico es ñTuEitóf6lffiB
del q). En Ia medida en que nos identificama

pE_m a cau!¡a del deseo


?nr.t ! r'- -J ,,-.l§':-,'
. -é
o e8ta.. e.x tr-a ¡9_q.. 9 9 l_m u ngo_ae lo. vl8u,.rci
¡gglo, -!'éjéinplo este _!€
; por en- Ia experiencia del doble, donde oho
noS mira con nuest¡oe propios ojos a; piensen en el ca¡o que to-

188
ma'Fmud q.@,.dnicstrd donde Nathaniel descubrs con horror
que lor ojor que han pueato a la muñeca que él arna, OlÍmpia, oon los
auyoo propioc.
La nodón que lnhoduce Lacan para explicar de qué m&net¡ !e
¡lmbollza el deoeo del oboeslvo ee la equivalencia fanta¡mática entre
e8e
VO,
valio¡o es Iia m @.,
at oe una imageO idea¡ i (a), que ee lo pro
plo
El deseo del obseEivo se ¡l¡nboliza entonceq y también oe fija y ,

to rorfleno, a partlr do la i (a) o l'(a) del r

von 8pa¡Bcor
Por esta proyección de
¡ñffiIlooo rlel o5r-eIo a¡ral l'la inagen i' (a), Ia imagen del otro que[
eI sujetg asune como .yo mi!mo',, el obsgsivo nq.8+g_qreH*ufllol
no adtriltei¡üáet Otro burquef
en él un deseante, gué eea alguien üviente, sino eB8 imagen, y va al
hat¡¡ de preaentar aiempre bien armada eea imagen i, (a) que c5[
que el Oüro eapera de. é1.
Esto es lo que hace que en el obsesivo, más gue en ningún otro
neurótico, el _dg§gg*flge§S -tan q¡ienado
_dgsge*gg9d_B _ffllr que se
"g¡1. -ry.ngggqe.a ldealer
C¡iq"ppdo .en
tont.g_gggggib§ S@9, en tanto tiené algo ¿e üviénté, uleo dé
,no8e en I¿ contemplación de una irnagen, de
una eatahra o de una fotografía. Loa objetoo imagínarioo del deseo
eryM&_9IEqvÍsI_-C[ qgje.tp. Si üaCññ-ñeddlifs ai*inguir la caügá
d6l?esefilATgar ;eal ?d[ ?erco, que en el regirtro e-rcópico ee la
mirada, de las imágeneo más o menos de¡eable¡ que B€ ven, ai nece-
sita üstinguir el a del i (a) en su ílgebra, ee justa.mente pg¡ggry

c¡06r quo Uñ'io¿¡¡ lar lmá-


gene{ en todos los ldealea que encuentre por allf y gue converryan
a su, hlstoria, a lo gue él ctee que es, a lo que él cr€e gue va a ser.
I Puede ser que se enc,t¡enhe repreentado pór tal o cual perronqje,
gu€ cr\ea ser tal o cu¡l compañero un poco már fuerte, un poco
má¡ poderoso, már inteligente que é1, más eritoeo, que ó iaeñUfi
gle I ese otro, o gue arne a alguien de la mane,ra en que amaba el
Hombre de la¡ Ratas, de Ia manera en que a¡¡raba el Hómbre de los
Loboe, que ürra exclueiuamente a uru imagen del otro. Dorque a ese
-ot¡o él no
ge..ffiE-Eñ6li¡ripolFió.El'dü_dri r&oo iüii, ée
uEi@n intá¡esant¿s del mundo, pero en nin-
8uq9 iugqr auténticamente zu deseo. eLp@
'Igg-iqg.
de-! mun§-o* jg¡r-!--o-
- -pon el obj eto exCremenciil. Eño se Juega
con su deaeo, ya que er¡_gu-]rJf,ElgptipS$_jlleg9-gsg§-g1ággnes. No ú

184
si explico e¡ fundamental d re qutare ent¿nJer
qué eo la pootula:re como e¡ta¡rdo
en todo¡ l¿do¡ meno¡ en el lugar donde ¡e tendrfa que etar, en el lu.
gar donde ¡¿ pod¡fa reallza¡ cabalmente el deseo. Un ac'to verdadero,
un asto que articule el de¡eo aerfa un acto gue t¡mpücarf¡ l¡ n¡ptt¡¡¡
del mundo en el sentido de que el mundo eaüi compuerto por inrd¡e,
.ne¡ orden¿da¡ donde el rujeüo encr¡enha nr tnnquilida4 ru-á¡d¡áo¡
apaslgril.
''miento. Media¡¡te Ia contemplación el obsocivo'accáe'a do
cero de angurtia,.porquo St¡lg$lu4iflggor ol que pcrrlta unr
etu¡on, una omlsiÓn mfu mdical de la anguatia, en Ia medida e!¡ quo
. en e6e registro el otro no eB un dereante. eE unt imrg€n. El otro del

re ffco.
A,: Pero Froud, 0n uno do ¡ut art{cubc rcbre la ¡uu¡otlt obocttt¡o,
decla Juctamente que ee mucho mú angustlante la patologfu del rau-
rótico obwaluo que la de u¡w hiatérica, Aunque ua deaplozando aque.
llo con lo cual no puede tomar contacto nunca,

te une a esto que gue


. P.; Ertoy totalmente de acuerdo con que el obsesivo ea alguien que
vive en una relación estrecha con el deeeo del Otro y con la-anguoüia.
Lo que querÍa decir es que ri el obsesivo encuentra cierto apaiigua-
miento, ciertoe momentos de tranquüdad, lo enct¡éntra . . . no por
el lado de loa síntomar, aino por el lado del na¡cisismo, pot el lado
de.la.contemplación. La histérica eoluciona ru angurti_a cón lorq¡¡[
y¡|Sgmag,*ru.tti" qr. ró.il l',itómü, l_o-o oínIoúiii converfrvoo,
¡'reu«l lo dice cla¡amente,
I'reud cla¡amente, gue ¡on los ¡íntoma¡ que permiten ¡olu-
cionar la angrrrüia de una manera már acabadq allí lo reprirnido no
retorng no molesta de Ia mane¡a caai permanente en que moleata
en el obaeeivo. Elplnpgi,-vg,3¡-g$Irqig, no eB en el nivel sintomático
dondg encuenha su tranquilidad, no ee ni por la duda, ni por la com.
pulsión, ni por la ide¿ flja" ni por algú¡ otro efntoma" rea del tipo
que sea, aino jurtamonto o4_e! tro dol narci¡i¡mo;
o por to menoS no ro-,
polIIue ér gituación donde el .
eujeto tenga gue poner en juego gu deaeo irremediablemente v¿ a I
romper erüa eapecie de coaptación tan perfecta, tan acabadaent¡e ei I
rujeto y el mundo.
-rryu-ndoii
(quJ proviene del latín: mundue),at igual gue .¡cócmol;,
(que proviene del giego) tienen originariamente el rnis'no valor e
mríntico: orden, adorno, orna¡nento. ,'Cosmético" üiene Ie misn¡
raíz que "cosmos". "Cosméüco" ea algo que contribuye al orden
del mundo, a l¡ belleza del mundo, podrñmoe deci:.

.4.: ¿Puede aer entendido en el sentido de la regreeión de la rc-


c-ton al penamiento, mds o menos teóricamentet uru regreción o la
fantac ía, gue dane p e nando ?

r86
P.: ¿Lo que dice Freud en la parte teórica del historial del Hombre
de Ia¡ Rat¿a?
A,: Sí,
P.; §i, en h madlda sn gue ao permlte la reflexlón má¡ ideatiza.
da, más. abetracta, máe filosóñca, más vacía, que menos tiene que ver
oon el derce. En e¡g rsfitido e6o ¡f 6rtá ertreóhamente emparéntado
aon h oonbmpholón, tomblán son I¡ fllo¡offr. ¡.¡ r¡taáOn ánur
conte_mplaclón y filoroffa e¡ uno de Io¡ g¡a¡¡der tema¡ de Ia füooo.
fÍa. Ya para Platón la teoría como contemplación eB un tema funda.
meptal, c-omo fuente rlq conocimiento, y como hecho religioso.
Ue tada¡ maneras
De todas el obsesivo ge
maneraS et-obCqsiyS dese;nt¿- é¡ .¡nlt¡rrrenfi riaqoonra»
ee desea¡te-,-9g:gltgm§!!,e-'deggg¡tpl'
(C f . clase anteri or ), p6-o'Tü.á61é]il'p dece;' üü"tñiiiiéñt Í' iióié ó''¿lar
9:. teEner: F@ido i¡ er.t.i¡,cffi*eirie-iü*,"dsisw

ffi
;

H,H:":"i"J},1*'ff"trlat#bt','"kqr'fJf; ,'jr:il
mucho mayor. Ya Freud poatuló que en el caso de la histeria-la re.
p reei.óq_{q l¡!_e.oe o ital I¡ -o_eq ac o m p añ ad a p or regres i iñ--ñrtaai o
[§ilrtr't-"q%q-$#:?,#h'g]UHffi¡?1.]f,S#f.Tu,3*;::?31:
-gen
tender tambtán de eeta otra manera: rt_ü¡Ig!*gjgg_á§r§g, li*uSl.pp,¡
ejemplo, eselerqq qüffiTñreTi'ti6tü'el¿S*'i;;
ese deqeo sexual tiende a qüffi#t}ññlá'ci6"tü^ef ótisir§üó
@ibi¿ióñaé
ñ toao caso los áeséoi (ué
ii' füiición ae loáóiác*
uno detecta óomo deseos n¡erúéi
del obsesivo, en lo que hace a su-manifestación, que se notan,,a sim.
plo vbtr", ¡g rolgclonan con el retener, como exteriorización del ero.

ffi
U¡mO fm¡i l¡ ¡ftcnofón. el acumulu oomr- h nar"ttnrat¡ at rtar¡rfa'

r"l""il"#li3H"iffi?,
fdlf T#iffifti XSIB it?¡ti¿1ii:#ti: i
jj"r":ffin,::ff 3en,:eracrónarde¡oorenriar,f
es. alguien que ecté ocupándose, t la manera en gue se ocupa
.la N:.
hieüárica, de saber qué pasa entre ful¿nito y fulanita, si pasa allo
n-o pasa_nada, si hubo o no hubo relacionea, no mi¡a ñovelas a
.o 1i
Ia tarde, prefiere laa película.e donde se juega lo qüe tiene que ver con
La prooza, poro no direcüamont¿ con I¡ rolación do descb ontre un
hombre y una mujer. De todos modos hay que tener cuidado porque
a veces las apariencias engañan: Roberto Mazzuca lee ha dádo un
ejemplo de alguien que aparentemente se interesaba mucho en las
cuesüones ooxuales, pero I la manera do una proeza, Coleccionaba
"tantoo'' y cada uno de loe tantos, de los,,porótoe, que se anotaba,
consistía en una rel¿ción sexual, en haber óonquistad'o a una nueva/
mqJor como se conquirüa un trofoo.
Una acla¡ación: Lacan habla de deseo sexual, porque el deseo pro-'
viene esencia¡¡rnente de lo sexual. [o{ue noT-rit. pui, ¿t. es relación
gexualj y
elu$arnenlg_pgtrtue nolqj¡;Am6ñ16ÍüáIi¡a
:rem§llffiise-el.dé!§ el ¿¿Ao /
qu
9yg,"libi9iniza " jtsqs I gIlg! *eI-ó ggltq§:,*+n tE-{¡
-a ..tas
qu.q yq gllre.
no8lteudranoh, Elgg_9om9ls ig_lgg4d,
Les decfa entoñG"E6Tf6u-diivo eo alguien ,,altamonte desean.

188
@", y po¡q¡¡e-fL¡¡guien ."8¡tnment¿dffif,ntf::xq !9 confort¿ pa¡a
aiempre e,n el rcgi¡gro del narchbmo, rogistro qüe no tiene qüó ver
con ro8 $ntoEal 8¡no con lo gtre podemoa obsews¡ del comporta-
mlento del ob¡c¡lvo, dc ru üt¿ da arárr, dc lo vlvcnclal.
IO8 SINTOMAS OB¡'ESTVOS

la¡ un . .vvesDe
- . ry-,.¡F--:::E-J:-:=:::-:::.:S,
),o¡en cuar¡do Bl strjeto- no puede atener¡e a su deseo de rctener, y lo
gug_ge manifiesta ee la compukión. En la pa¡te teórica del hi¡iórial
del Homb¡e de la¡ B¿ta¡, Fñud trqts_¡ la ¿i¡d&y a la compukión ce
uto conSecuencia¡
de
oscilación entre !¡
ca¡¡cteriz¡ la que es la cau8a de 8u cles€O;
e¡ un movlmionto pGnnansnto. En ee capltulo Freud que tnbaJa.
ron detalladamente con Mazzuca,
Mazzuca. de las
'ftulo de
-Nueuae c
la¡ obsentaclones sobre
laa neurcpeicosls de d9fe1ry, se nota cómo lo gue tiene gue ver cori
eae tr¡ornggto origin¡rio rler.goce, con ege momento originario del de
1

]
seo -rean uno o dos esos ¡¿oqlentoe traumáticos de goce del auieto'
qplt€-g[ de_se g l Qt l* el o bseriüó penii iñehhm enfc tn triri6- rép ñ-
Ei¡lo, l¡¡t¿ntr borz¡¡ todu Ia¡ husll¡i que puodrn quéde¡ de eao. -sin-
4s -

omba¡go flo.rotolns, rrtorñt pormanoritonionta, no' blrts con h áá.


lenaa prfnarle (la rcpreslón) cbmo pa¡¡ on la hlitedE, h¡ce tart¿ otro
üpo. de defensa y arln asf rigue retomando. El¡le+egS,LeLgbsnty*o
,%also qgq,.r.§pu{Lq, .gue vue¡ve.-oue se vqeE¡l@
ia. La ectn¡ctura
neurosil obaesü
uo tiene Ia estrucüum de ese eterno retorno de los significanües engar-
zados en ol momonto traumático.
Lacan, para gralicar eato, recure a la imagen de Lady Macbeth
cuando intenta borra¡ Ia mancha de mngre que imagina- que le ha
quedado despuée del a¡esinato gue comelió zu marid-o, el'a¡erinato
del rey.Duncan. En la primera escena del acto V, Lady Macbeth en-
tra haclendo un gesto, que B€ ha vuelto usual en eüa,'de lava¡se las
ma¡¡o8.
A,: Bonqndo lae manchoa , , ,
- P,; Haciendo un geato de borra¡se las manchas de aangre . . . Lacan
lo torna como una especie de pantomima del intento pelrnanente del
Obee¡ivO dg born¡ qrr relq¡ión ¡nn lq aw¡¡g¡i6¡1ch de qána nu-rplq¡iÁn

un tema muy
sobre todo porquo est{í tan
Bs algo qus ya viene del sujeüo ani-

187
n¡I, podrfanor decir.
a" ¡",U¿Ueo CUe 4LFQ 9pp
EW!98, ytllr "
va 18 nuelra ep a.I(o gue rgpreqentá
¡nimale
gue dentro de n¡ territorio eon muy fuertee
y un paro allí ya oe comportan como seres enteramentá tímidos
e l¡defeuso¡; no e¡l¡ten del mismo modo fuera de ¡u territorio. To.
men sto com óIffid'Ióode
que fero y¡ exi¡te la huellq ¡¡ la .¡qlsci§¡
como ¡lptlBtcntrntc del ¡uicto. Pode.
dcl

.{g!óUcg ¡{!.no traltla oon- huella¡ como glg.


ilo,o-og-l§pl$gll$lr-gg9 ¡¡1Í 9ue huella¡ ¡on
;EóñAéñ¡a¡; deformar,
del dé"b6itar sús hüe-

I& Dü8tO Dtü OOSO


P¡¡¡ fihdl'u rgtonoEo! el tema del habfamos pa*tao; /mo
ürün¡ue Lrcan ato¡ elemento¡ en
la f¡n #dico{!il, y ñ
quc
-teción -lr§ffL6 voy a leer directsmente una página de Lican;
9gnlcn¡a decpu& de hacer un breve mcconto de Ia manera en que
á-l ophza a con¡kr¡ir lo¡ cinco registroe gue ya mencionamoe y
üce:
iEa últtno'püo (el de ln voz), ¿qué ee lo que hay a nivel del
_el
Ot¡o?: . . . provtorlament¿ diremo¡ que er allf dondó debe emer.
gor bcro un¡ form¡ pura, en el Obo, el deceo . . .', del
-l deseo
Otro, qur crtf prcrnta en todor lor plror, pucdo cntoncer cm€rgot
.n uttc lomp pun, on el-+ukrto regbtrÉ ,,. . . y lo que noilo
coufr¡u¡ en el eJemplo del quEffibr parddo, a ¡aÉer el ob.
, aedvo, e¡ la domlnancia manifiesta de Ia anguctia en su fenome
nologfa. Es el hecho estn¡ctura¡ del que únic¡mente noaotros noo
damo¡ cuenta hasta un eierto momento del ánrilisis, que
, harta_cualq uier refinqmi
v gggls¡e4trq@Plg rg
§p¡j l-d eseo i¡p--etffi lel retornoo ddoolñ-ffi
TeITe[orn o¡o rlosoo
on ol Oho en tantó-dffEen él (en el obrcalvo) está esenclalmente re.
prigido, que todo e¡ comandado (es decir, bqio mandamiento)
en la sintomstologfa del obaesivo, que todo apatece como ordena.
do por el Oüo, y especialme¡te en lo¡ ¡íñtoma¡, donde la dlmon.
sión de la causa es advertida como anguutiante. La eolución, ya
la conocen:
188
Lacar¡ remite aqul al
comportamiento biográñco, no a los ¡fntonss), en lo que yo he
- llanado h¡ce r¡n rato ¡us tentativa¡ de pasqie reapecto de ¡u deseo.
S_rqe¡l*irg, po, pl" 3ud".R qu"-se*. ir,t+.-del¡Drs+s¡rylu
{ por
¿ una conoena onSu¡8l I no a¡ca¡r,zqr ru oojeürvo. ror lD88 rer¡.na-
por már perverea¡
quo !§g¡r ¡tu tcnt¡tiva¡ dg
trg^s,.q!g, !Q"-Lq. DH¿. EE
et ol rssorta, ¡8 clave de Io quo !o en un cleÉo momento
da todo de obss¡ivo. En la medida on qus el ¿¡¡álld¡ rcÉis.
ne una dlmeruión anáIoga, lr de la demanda . . .r (
el

Y contlnúa dlolcndol

'tVean cuálee ¡on la¡ con¡ecuencia¡. Er an la medide en quo ta 6I.1


taclón del obeesivo es la cobertura del deseo err el Otro por Ia de,
manda en el Otro, es en esta medida gue q el objeto como caula,
viene a eitua¡Be allí donde la demanda dominq e¡ decir en el est¡- ,

dio anal, donde@)no es el excremento pura y rimplemente, eino/


a¡í: el o<ctementóen.tanqo-pedido,.ep t¿I!jCáp."$ribdo." I
'Ahora bien, nada ha eido jaraáa arulizado de c¡ts rel¡ción ¡l oblo
to anal en la¡ coordonada¡ guc darnor aquf, que ¡on l¡¡ coordsn¡-
da¡ vordader¡s. PBr¡ compfendor la fuente de lo quo re puede lla-
mar an5rftl¡ rn¡l en t¡nto quo ell¡ ¡¡ls dc un ¡r¡álld¡ de obrc¡lvo
proregrldo harta aquf -lo quc no n¡cedc Jsmáq dtco Lacar¡ entre
guioneo- la verdadera doml¡a¡ci¡, el caráct¿r de núcleolreducd.
ble y casi en algunoa caso¡ indomin¿ble de la aparición de la angur
tia en e¡te punto, que debo úor un puntotérmino, oc lo gue noro
troo podremos ubic& la pródma vez a condición de arüicu.la¡ todo
lo que resulto de la relación del objeto anal cau¡a del deaeo, con
la demar¡da que lo requiere (a eoe obJeto) y que no tiene on rrll-
dod n¡d¡ quo vor con 000 modo dol doooo quo 0., por orta caura'
det¿rminante."

E¡ decir que él ¡osüiene que loo análisir do Io¡ oboedvo por lo gn


neral-!]g§ry-rg-ts punto en el cusl permanece el obsedvo coordl.
nando ru deaeo a ffie Uég¡i-e.trffii-a Cátit
óüü{uGr*liláüffi-ñetrersá;AiiCl6ñi hazuls pero siempte a condi-

180
clón de que haya alguien que lo autorlce. Se lo va a preguntar a al-
gr¡len. Alguien que cono en el ca¡o del Hombre de las Ratas, o en el
de flamlet, puede ser el espectro del padre muerto. "¿Te pa¡ece que
está bien?, ¿Lo hago o no lo hago?". Si se siente autorizado puede
üegnr a cometer cualquier acto que, visto desde afuerq podría pasar
como algo del o¡den de la penrersión. En tal caso, podemoa deeir
ques trata de ur] .-
¿que ouerencra a un8 deEeRds de Io que e8 del orden de l8 voz,
de un mandamiento que es del otden de la voz? No ea Bencillo res.
ponder a esto. Lee quiero da¡ al menoa un e¡bozo de rerpueata, en
primer lugar a partir de los efectos gue producen lae intdrvenciones
del analista.
Si lo que eI anslista dice puede eer innediats¡nente entendido por
el paciente, puede ser complrendido, si cree saber gué eo lo que el
Oho quiere, si lo que el Otro quiere puede entra¡ íntcgamente en el
orden del eaber, en el orden del significante, entonces el decir del
analista e¡ reductible a una demanda del Otro, donde no hay ma¡gen
para el deseo del Otro, y el efecto de eoe deci¡ es neceaariarnente su'
gertivo. (Cgmo de costumbre es conveniente que tengan cuidado al
articula¡ etas nociones en La pnictica. A_J.qggs,
-ri
sot¡e todo en las en-
en gl, pr,gr_e¡ tieqpó eF' tÉ nsf érenc¡¡,-
r
le[ unpor[SnI€ oue eI alrSrufia 8u6era. demanoe. -exp-fqie,
grDloue. adqihiidc
adoctrure
i¡clust I@qg@_C
iñluso.Lil et"pue¿
d uÉñd,§ tL"l,
@Fil"¿j
qo8 4e§uo',l; o "cá-o_ü
traE rse
e,
to8 ca8o8 ge_un modo DrutaL.ctegdq .et comrenzo, a¡ menoÉ"rt8¡
t6-
8e

-§l por et cont¡arlo ee'Eat¡ de üiidEtErpreüaclón enlgmádca, una


lnterpreüactón donde no se ¡abe muy bien gué es lo que el Oho quie
te decir, ni aiquiera so Eabe ai me pide algo o si no me pide nada" don,
ds el decb dol a¡¡ali¡t¡ deJa un ma¡Xon de lncomprendón, un mErg€n
quc doJa al n{cto ents la lnterrognolón raá¡ o ¡Brno! an¡urtlante:
¿quó qulro declr esto tipo? ¿quó qulehe de ml? ¿quá me quiere? Sl
queda qso E¡¡J€n dc hcompreruión, ds enl¡¡na, GntoRc¡ ¡f puodo
apo¡Ecet algo del odcn de lo que dene que ver efectlva¡¡e¡¡te con un
de¡eo del Otro deprrrado de l¡ demanda, y cuyo roporte ot ls vou, pa
ro ao la voz del Oho.
exterior lo tanto aI

-ee su dif que Ia voz


I, O UnA
!gg,gdigEmos, matemátigg. "Ma-
vesdidsd¡e-eruerugdd, 4tg."lr___¡_-_-_#_#
bien,
tenáticas" deriva etimológicamentree del griegqniaiit7l,ti4g) que quiere
deci¡ : ep¡¡lde¡-lUg¡¡g¡ilUt
decir: ¿Cómo aprináer,
¡rh¡qr_Cg_F. ¿C"6mo aprender, óómo
cómo
-q-c9q-tg!hg{q"e-p.
apreheñtEl-llñE-io-ü-Agñif ñaniiz*lu-l'értselobitácuro'epi*e
mológico que explica que el objeüo má.e importante para el suJeto hu.
mano haya esüedo oculto ha.ota que el retorcido diecurso analítico lo
pescó en su¡ ¡edes -ton redee hechas con nudo¡ borromeos-. Laca¡r

190
lo designa media¡te una letrg q que admile ci€rtas trrerrlpulacionc
en el reducido álgebra al que alron lo¡ a¡¡afi¡ta¡ tratamoe de acostum.
brarnos. También invita a inh¡írlo a mosher cómo ee impoeible
intuirlr mediante ciertor manipubor- de obJetoe topoiógico ele
mentalea: el crou<ap,los nudo¡ botzomeos.
Es, por oha parte, el objeüo de la puleión fuivocante, la ptrlsión
cuyo fin es hace¡se oír. ¿Pero hacer¡e oír deede dónde?-El decir co
u-rL-&cte--qu-e-eme,rre-siem-p ¡p-dqde sl lu cer del otro. ¿tffi F
g
desde el punüo en que ü8o, ¡nue&
tra su FEEro-ffi dñÍArrié"¡óÍ-io
quien Io-T[fr§6t[iiE ¿quié
que yo soy yo? --ólo Dios el qq"!su.l-.¿Y
quién soy yo, poi ]¡8 no rSnoran que
una instanch

en el cu€rDo. del

pretación del analisü8 opere eobre eI cuerpo, di¡olviendo por ejem-


plo tal o cual síntoma hi
hisbérico padecido du¡¡nte años,
¡ños, o aún que
gue
produzca el efecto conrn¡lsivo de la risa, o el efecto glandu¡ü del
llanto. E¡o muestra que el suerpo es seruible al decir. Y si es ¡ensi-
ble al decir E poryue el deci¡ entn por algi¡n lsdo. Ya Freud prert6
much¡ atsndón a lo¡ orificioa d€l suorpo, p€ro no d mú¡ importaa.
te pa¡a el hu.mano, el i¡nico que no puede cera¡Be: la oreja.
Porque existe tal orificio,
gue no e¡ un hecho
cu€rpo, que rln embr¡o rc nüoah¡ntc del ro¡¡¡oneo drl
csto. El lon¡onoo dd eeto I

r Iu p, lar ü, lar m, br coruonante ocluiliá{


quo por la¡ vocale¡.
n¡¡le sl
En efecto, le-voz ¿omo oble!-o süensloro.J,egt¡enecodor n¡¡Ee
en el bebá no que na-
ce, antee de encont¡ar¡e con eI Ohr, eino cuando, por ejemplo, eu
vez.de gritzt w pasa a decir
.!ff. do¡ ailencior, dog p."
que iñüursñ menos que creaq qu8
eaos cortes en l¡ cadena aignificante, qgg_i¡ttFI:¿thl8-e¡l.J8-.E¡t+I¡¡
fónigt eo. el-ipW+ que allí tE-g¿p¿q[gg$. -
qB el des§g. Tal vez comiencen a intuirlo cuandoTdVió?lfiñIfina
vez, con sorpreog que mris importante gue lo gue se dijo en u¡ra s&
eión fue el momento en que re prodqjo el eilencio -sea porque cess-
ron la¡ asocisciones, sea porrlue el a¡alista intemrmpió la seeión-,
/
r9r
y que en ere Eon¡ento, en e8e prdlo Bomento €n que aurgió cierta
angusti& experimentaron la preaencÍa del Otro real, de ese Otro aI
qge no se lo alc$¡za con el aaber, porque lo real es incompatible con
el eignüicante. En eee momento habñÁn aislado por un instante la ex,
periencia del deseo del Otro, un deseo depurado de la demanda.
§ggrdr parte del eobozo de respuesta a la pregunta: ¿cómo di+
ünguir l¿ demanda del Otro (nivel anal) del
Ig,,{9l-QFg
'ráirtd¿ñ
g3k)? Tomemos-bhora un fenómeno rele-
vante en [B neurrcsis obsesiva: la voz de la conciencia, el zuperyó. Sa.
bemos que glrupgryó de grdepFg, mandamientoe que se impónen al
eujeto, y que B_U9_l_o!_grtsrple_srt¡ged¿fecro-del¡_ang¡¡úia. Recuer-
den la definición lacaniana de la angustia: el afecto del zujeto ante el
,,interio¡ilantasná-
deaeo {el Otro; en eete caeo s€ trats de un Otro
gg" El recuno del obseeivo para no angustiarse ante la voz del eu-
pgryó es el de siempre: traducir el mandamiento loco, incomprensi-
ble, en una demanda inteligible, y luego cumplirla --en el t¡istorial
del Hombre de las Ratas van a encontra¡ numerosos ejemplos de
esto-. Como además el zujeto puede inventar mil ,,racionalizacio.
nes" para explicar el cumplimiento de esss órdenes locas traducidas
en demanda¡, teuninará pasando lo que Freud describe tan bien en la
parüe teóricade ese historial: ,'loa enfetmos no tienen noticia del tex-
.to de sus propias representacioneg obsesivasr'.
EI análisis debe recorrer el camino inverso, hasta acceder al nivel
en _que el zujeto eetabüizó zu deseo en relación al deeeo del Otro, más
!
¡llá de las demandas del Otro. En ese nivel, el de la voz. l¡ poeición
del neu¡ótico es masoquista (Freud lla¡¡¡ó ',masoq:rismo moral,' a
g9f? posición del neu¡ótico ante el euperyó). Eryse-nivel-el.dpCeq.
.$gl§trq.q.E l*ltr6 una ley loca e incompreneible, aTa qüe no hay obe.'
diencla posible. En ese nivel el obsesivg I pielrl.pry.g$é_An"Jalta*siem.
P¡e ea culPable. #1-¡-" -

' IEn'Pbgfii'ci un nlño Freud describe admi¡ablemente la fantasía


masoguiata de algunos neuróticos, a partir de la cual el eujeto eota.
biliza su deseo ante el o
dice Freud) que. como eE
ot
0r ¡e
Ie voz cto¡ p¡drc, g6
clo¡ p¡cllÉ, hrta
§6 Erta elr
aimplemente le pega. Pero eate que co.
F*d" aI *jeaq;; *i't";á, .ñ ;';i-ññ;"1ñiiiáiir'ioaú
oue no hav tal Otro sino es en cu fántn¡-
hacer adverti¡ al neu¡ótico que no hay tal Otro sino es en su fantas-
ma, y que el único real que hay para el deseo (el deseo que
IA-íóZ qüé-üurcs
r¡acerae otr en el qelcu, yi-nóen-él
no en iréñ¡rdi:Etr el decir que invoca et
Oho real, no fantasnático.
Como ven, §on sólo esbozos de reepuestas. Sin embargo, en Io con-
cemiente al anrilisi¡ de los obgegivoa, Ia dirtinci§¡r_g4_tre_eqqe-do§Jegis- (

tros. !!9, 9s Ia n:ris-impórt¿nte*eué prcrdujg L.qgg¡r.a,


?or' ñinque s€a á titulo ae i¡iacácién «ie taim.,.
portancia de este tema, y sobre todo para aquellos de Uds. que en-
cuentren en el psicoanáIisis su invocación, su vocación.
192
9
AIYEXOT

EL DE§DOBLAIIIIE}.ITO DE I"A CADENA


SIGMFICA¡.ITE EN EL GRAFO: EL DESEO (d)
YI..ADE]UAIYDA (D).
La relación sexual no existe.
La demanda de muerte.

No me voy a poder detener mucho en reproducir los paror gue he-


moe dado hasts ahora. Entonces eolamente Iea voy e recordar que vF
nimos desaroUsndo egtos temas a partir de l8 estn¡cü¡ra en la neu¡o
sis obseaiva; que habíamos planteado allí una cuesüón esfuctural por
una parte y, por oba dos cuestiones que tenían que ver con efecto
obsenables de eea estn¡ctura.
planteado el de¡eo como
fu _qtft_g1pg{Cqrle'ücan-.--priA-
H'O-tiir;--
hasta ahors doc. Uno
que es tan ca¡acteríatico, observable en loa obaeefvor, del que decra.
mol que Lacan Io denomüra
[60.,_ Y olto otlo quo Laoan ¡
@. Habfa¡nos áicho
bicho que de ntngrna manera égtcÉ'óri'tiü úüco
nlngrna mandiá
rasgos a partir de los cuales varnos a defi¡rir a la neuroaic obsesiva
--tanto en zu esbn¡cüura como en su8 manifestaciones clínica^r, eino
que son solamente aquéllos que hemos planteado en primer término.
Lacan reitera de tanto en tanto en su seminario que como no !e pue.
de decir todo junto, no hay más remedio que decir unaa cosas prime
ro y otras después. Es la estructu¡a del di¡cu¡so. Yo guisiera gue esto
que hemos planteado hasts ahora guedara lo suficientement¿ cla¡o

* Clase dlct¡da por Roberio M¡zzuc¡ el 12836 en el cu¡co de po¡t ¡¡¡do "Er
tructuras Clfnlca¡ y Dlrección de ll Cun", cuyoe temar pueden f¡clllt¡¡ l¡
lectura de loe últtmo¡ capftulos.

r0s
ariües de quo siganos avanrando, hasta bocqueJar lo quo er este pd-
mer deearrollo que hace Lacan de la esüructura obseaivg al¡ededor
del §eminario V.
Bueno, pa¡a encarar eda cueatión, habfamor dicho que no¡ íba¡noo
a meter de lleno en cuestionee de metapsicologa. Y esto rcbre todo
para plantear las ¡?lraciones y Iss di¡tinciones entre el deseo y la de-
manda. Lo va¡nos a hacer de una manera en la cual caai vamoe a par-
ür de coro, eo decir que conviene volver a plantear la noción como d
nunca hubiera aido planteada, y a partir de allí de¡a¡rolla¡ loc üstin-
tor paeoa. La cla¡e de hoy eetá ornada de tal modo que no va a h¿ber
pnácticamente variedad, es deci¡ que vamos a ent¡¡¡ en este plano de
la metapdcologfa y toda la clase se va a de¡a¡rollar en eaa dimensión,
Tal vez pueda resultar un poco áridg pero lo necesitamos en este mo-
mento.
Habfano¡ empezado a inhoducir el grafo, y había.moo comenzado
por justificar por qué el vector de la caden¿ de siSnifigantes vec-
-l
tor horizontal-, justificar por qué ertc vector eeüá dupücado, er decir
por qué d g¡afo tiene dos pisos.

Habl¡no¡ hecho referencia, en función de erto, a la crítica que


formul¡ Laca¡¡ a la concepción del tenguqje como teniendo
-l Én
guqje- un¡ función de comunicación. Si hay algo que es particular.
mente -notorio, afitma Lacan contariando Ia ideologÍa común y la
mayorfe de las posiciones .cientíñcas, eB gue el_Lgggfsj_e*qo*-g{¡i
hgglto pqrasogg¡¡&gl. Habíamos mencionado en ese-señüióóEgr¡nas
;. Y cómo en esto Laca¡.es.Bdical, er decir que hay
de m¡nera absoluta : .ell*I.ulHgieI§r-!!ruJ¿sn_fu$glan
de comunicacɡ-Por esto habfa.mos aludido a las nociones de la teo-
rfffdü'ó6ffi¡ación. Como es claro, por lo menoa para Lacan -a
para nocotro¡ desde Lacan- que Freud lo plantea así ya deade el
"Proyecto . . .t', e8 decir, cómo de ninguna,manera tenemos que en-
tender nl siquiera el grito má¡ primario, no sólo como fuera del len-
guaje, sino tampoco como zuponiendo atgún tipo de anterioridad de

19t
la necesidad en relación al lenguqje. Es dedr que ya er ruficiente que
concibamo¡ un gnto como algo gue se convierte en aigno de una ne'
ceaidad, algo por lo cual el niño eetaría exprceando tura necesidad
--aún cuando la expresión de esa necesidad oolo pudiera eer interpre-
tada por oEo-, ya basta que pensemoa la¡ cosas a¡í pa¡a gue lar eaüe
mos pensando mal de entradadice Lacan. Porque erto ya rupondla
I que erta.mos ublca,ndo una nececidad cpoo anterior a ou erpreri6n
por intermedio del lenguqie.
Es decir gue debemor entender que

nt pe¡tiprp¿
na de gritoe articulados en una esftrct¡¡¡a simbo¡iA oué no es ohr¡
io*fa-'{ü¿-É!ñüffirái. Et'diü allí:'hüiñiiuh¡ nq ¡oni"C" Eap que
co88
=ilrd¿ü,üaói
,
grit6-q-gg én'un¡ eetn¡ctu¡a offiióante.
Por oha parte, que no r hata de una comunicación, eetá claro
¡ob¡e todo en e¡te primer momento -dice Lacarr, en esta relación
del niño con I¿ 'nerlrr: está cl¡ro qu6 su poeición con reapecto aI có
digo -anln cuando quenanos u¡ar nociones de la teoría de la comu-
nicación-, es tota¡riente disímü y asimétric8, dado que en un pri--
mer morDento lo¡ aigrrificantec est¿ín todo6 del lado de lamadre y e I
deode allí -üabíamos dicho- donde el ageto lo¡ recibe. J

pooicionea. U¡a ¡rimera de.guepl ei¡nificaute eo capez de


erp¡rsa¡, ain distonión
crsión y necesidad; Ia_gpglfqtó¡
cab"h¡enüe: una necesidad;
cab"h¡enüe,
i4erll{ggl el" .sq¡*.lgeltr c.e}-h l§eesqed ; la rupo-
que ,i6loi ;iinifñanEl üñfl Cpto, ;ren'lidec¡¡¡do
para vehiculizar necesidader.
Segurids ruporición: gue alor de loc simificEnf,ol Ce_g=e¡Ig¡{ir
ls se!qwtidó-p.-o.'.--ñú[póilñE-l-
ests¡ iíiilunipuerir¡,' ilaóñ¿ñ r sí-t6&ía.
Eos un grafo en el que el regundo pi¡o no e¡isüiría. Y esüo rerponde
a la utopía de la socied¡d perfecta. Si esto fuera arí, ademár, eeto
tendría un precio. Habíamo¡ mencionado t mbién que erte precio
L¡ca¡r lo expreea diciendo que en oste carc el n¡jeto coincidiría con
loo ¡ignificantee, ea dech, un aijót6*notá[nitüte identifidiüo-bon el
$ege.gl +-t .9i9*ry di*iirffiia
ffi"los
el punto de qá¡ima
ññíS9qüñ3í deü' iirie éstii ma;iáría
üeqaqión. {q ideúificación del sqietS_can_el-sr8-
[$_iggúe. DiEño eñ offil¡üibrñi ñióffiio
-agilgá=gg.¡gltar, condición --si usteder recuerdaFqúé ni aiqüe
r¡-¡e veriñca-en la peiEóñlJii decir gue de ninguna manerü tánemos
qtñ"dñt¿ñflEi-üáBpoco en la estn¡ctura psicótica que existirÍa eeta
idenüficación total entre el qjeto y el aignificante. Má¡ bien -? pue-

19ó
dsr toma¡ e¡üo como una lndlcaclón general pa¡a todas las cosas que
vamos a ver en l¿ cla¡e de hoy*, má¡ bien ladirección a la que apun-
L¡c¡¡r es a mostrar todo lo contrario, Efuqg.3["gtig!g,ie.,p,tt.d.
gu§gug-
quo conviono
que
ItE:i.E¿=J pg¡p"ql¡€ como tal
l¿:lv -Ltlls vv¡¡rlt ul¡ no
¡¡(, e¡
c,! u¡¡. D¡tlur¡galJ¡W Ung..ma§ bien
O¡Qn
ILE- F *.Io9!azado, aguello gue no ent¡a, qug 9E incompatible
I cgn la cade_nq gignificante. De alU que la notación que usa Lacan para

\etg$g$,49¡=rye,9=$J"ie*fisrr§*ry:."qln+e(§).
&...GJ.u1'tr'+-.l:- r :.-" F
Uueno, e¡rtonce¡ no ocurre que
:--

manda, estoe aignificantee con los que formula su demanda tengnn


.un valor unívoco en rulación a h necesidad
-¿por qué?- porquó el
Ot¡o, como el lugar del significante no eo pueáe idintificar c-on la
¡noción de código de la teoría de la comunicación, aino que el lengua-
Je, el d¡tema del lenguaje que capta a los animale¡ hu¡nanos, es un
lenguqje gs eaüí caracterizado esencial¡xrente por la metonimia y la
' meüífora. Ee decir que en ningt¡n caso no6 óncontramos con una
coincidencia enhe el signffi6y;l"sis¡tifióadó: "*' -"
Es ésto lo iiü6 triú-como consecuenóiri inmeáiata que esta cadena
-
de
cte significantea_¡gcr puede aer
agnrf¡cant¿l1jlunca Juede Ber una aola, sino que de entrada aa
sola. aino se
pE"t"e com{deedoblaili {en e8o8 doo pisoe, entónces, esta¡ líneas
inferior y eupeilófiGEffin ma¡cadas enel grafo). ¿por qué? porgue
9g-¡gSgle¡!g_qg_e1g!_g"E-Lq!l-e,_sqlelsujeioeepongua'h-ablarpara
ggp¡sa-en.tunciotaple¡_t_o_{{9,lg_rr_qel@Ufgnrré;ientóiñes
p-ara que et Otro también se pqnga a habla¡. Con lo ciEl gurce la no_
c_i óii- d b-l
.
-oE,la nc; -@ aignificantee, siio _tam..

bién como lugar de la palabra, como lugar del habla. Esüa es una teeig
primera {ice Lacar la t¿sil de gqe el Otro habla. y ea esto lo gue,
habíamos dicho, es el pa¡ó-aiuu ráóirn-lrubfruado en el seminarió B.
Es decir que podemos usar esta,s cosas para aclarar nuestras nociones
sobre hs diferentes eeh¡cturas clínicas ( {ecía allí La-
),oalainveraa,
pocemoB-u¡eréúEg-dile-rentet ésblilttirás Eliñi¿-as pa¡a ir precisan-
do y deaarrollando nueetms nociones acerca de b óstructuia. Es lo
que hoy vamoo a intentar hacer acrí, no tanto egcla¡ecer la estructu-
ra obsegiva sino aprovecha¡ lo que la estructura obsesiva nos mue&
Entonce¡, eo nrffciente -{ice Laca¡r que el n¡Jeto se ponga I
-habla¡ para que re pgnga en funcionamiento esta máquina-delle¡¡-

¿Qué ocurre? Ocurre -dice LacdF


del :-;ffi
n, büéliolé-n
vEv..v, desarollo, sslE¡¡¡vo
cuanto waI svB¡vsv, debemos oqyv-
supo-
ner que enr alg¡Én momento eate luga¡ del Otlo debe ger cubierto efec-
tivamente por alguien, por alguien que hable, no es en ese nivel en
el oue eeta¡r¡os ahora. B1.-r!9-gy_: el zuj9to habigp33 gl"Ja metrífo$

¡96
un efecto de lo ¡imbólico; ea pero
9üñffieügd"El'.Ofii-se presenta a lo
como Et
caruo si fuera
ruera un zujeto. ¿En que
zuJeEo. ¿Ijn qué meüc8?
medida? Enun 18 ina-
medida en que ¡-88.
la mecucla
ginamoa un aujeto en cualquier lugar donde apa¡ece Otro gue eo ca.
paz del mismo tipo do estrategia y de combinaciones eigrrificantes del
que somoa capaces nosohos.
Esüa es una cuesüón fundamental. Porque que el Otro.hable y que
B€ pres€nte imaginq¿+Eente cgrLo_u0-pr{ieto, no guiere_.decü gue -el
Otro sea un aqieto.lEl Ot¡g-g¡_gplgggl ya 8ea que_-19_tp¡gemos _cgmo
lugar del lenguaje_o-como li'gei de Ia palabra sigue siendo un lugar.
NuñE II-"ga a realiza¡se como strjcto, pero ae presiiñta-Como taf V
sobre todo, y si se presenta como tal -inclu¡o habfamoe dado este
otro paso- gsLa respuesta del Otro es tomada ta de
Un pyJgIg-con_Iespgglgat cual el gujeto ¡qrslleguedUUbi0@o cglqq
rj*atrt E ;lanñ-d6-f,acan
donde-üsa Ia noción Ae.S¡939!-Q@. Pero ustedee Baben que no hay
Otro del Otro, aunquetf$eto quede ubicado como el Otro del
Oüro.
Entoncee es importante acá ir fiiando estas distinciones. El lufar
del Otro-qqr.no- lugar_del leuguqie-e¡i elgrlme¡rircr el lugar d;I6Éo
como el lugar -de. la p.algbra, e!_lggar-del discg¡se-del-.lQft§,4_sem4o-
{l
_

pips-Bs este el discr¡r8o del Otro del aefi.rndo piso- el que ae ar-
ticula como una respuerta a demanda¡, y es eeto lo que constituye
el inconeciente, Eg decir gue,-ei _estas- doo..lÍnea¡, a-ha8 Bor¡ cade{ra¡
de signiñcantes, Ia cadena signiñcante inconeciente ya I eqt&r_repre
sentada fundamehtalmente por lq-lÍne{LsugeIigr. Y recuerden enton-'
ces qu e si _e-ljncg!.ac¡en-t€ tie ne esku ctu¡q -d eJqn gqqj 9- gr* el- dLfl r¡Bo .
del Ót¡o (el esta priniriñaiCpa aléTiln¡e¡anza d'e ii&r¡. v que er
to ocurre de enhada, de ningrrna manera podemoa plantear una ante
rioridad de una línea con reapecto a la otra. 8e
& esüa como en eco
-d.ice , como en
Hasta acá habíamoe llegado en la clase paaada. Lea leo algunae ci-
tas texhralea, del Seminario V, de la clase 16: "....eC_del¡naturale
3#els¿+brq §rfq-P$.88§94g "' De la claseJE¡|mEí?66
IÍnea¡ son dos cadenas n-fiIfiEantes. !a primera, es !a csdena sigFifi.
cante, siurplemen§-e nivel.de.la_de¡galrda. La eegunda es el deedo-
blamiento de la cadena significanter que Ee lipqade_idepfiflqg¡ romo
la respuesta del_Otro", De la cla¡e 26: "El Otro como lugarde la pa-
labra se insüituye y se bosqueja por el so[o hecho de que el sujeto ha-
bla. Por el hecho de que se'sirl¡ade la palabra, el Otro nace como lu-
-Sh]üülrt
b¡¡, E*o r Io T 'nüanla'sr
t¡ llnsa rt¡psrtor;
del Otro
que efrlfUFFIfi reálizado como aqfoto en ru
-
altoridsd. Pe¡o e[ Otro como lugnr de l¡ pal¡bra no. er dado lnmedia-
tc y efecüvaments
.'ffi
como an Otro,-Ei et-pTlñ-@io de toda eaüratagia, atribuirle ¿l
ffi. Eút; a lo quc yo guico doc'iIicontlnú¡ ti.
c¡r ct¡¡¡¡do digo el lncon¡chr¡to or ál dbcr¡no del Otro, u lo
quc
quo p¡u vlrtu¡l¡¡out¿ en ste horizonte del Otro del Otro en tanto
É dlí flt¡s ro produce l¡ pahbn del Otro. Y est¡ palabra del Oüro
dwieoe nue¡t¡o lnconrciente. E¡ algo quo üane a prerntificar en
nolotrol, por o¡ ¡olo hocho de que h¡ce
qtoc vMruu Otro capaz de rcrpondr

DE LI\ IN@NI¡ICIONALIDAI' DE LII DUANDA


AL DESEO COUO CONDTCION ABSOLUTA

.. Bueoo, é¡te ee nueatro primer paro. Segundo paro: relación del de,
übo con l¡ dem¡ndi ¿Po¡ggé ecta derq4¡r{4_delQtro-¡se ¡e_artigula

l ^{-T*P1^§*:'^*11--tr
en nue¡il¡o deaa¡rollo- por todo lo que qued¡ en el ln.
I ten¡alo. & decir. el intorvalo entre egtar do¡ cadena¡. asuello ou€ B.
'r pú¡a ¡r aIIf aonAEI¡E;
PA¡8 un¡ edena' dei¡i¡Eir-E*álli d;{¡úcsdla¿¿¿r.
¡l6r¡{e{¿g¡¡}v¿ e¡bic¡¡¿Lde¡eo.
r& d estÉ claranente ubicada en esta cadena
rig¡iñcante eI dereo ya inicialmente apalece por Lacan
plantaado qomo 8l8trt&
llo

pals que ests lntora-


ubicar¡e el deoeor pero como tal el detoo cctá
.#
eSta 8¡emp¡e uDtcaÁo entüe eEtat dot cSdeDa,
ú udeds prefieren o, pueden e¡tenderlo como mÁ¡
a plantear Lacan entre eigniñcantea, @plg_6n_trs
y obo rjgrif_iq$!¡ta, pero no identiñqqdgssnfiig¡no
eñ*ñs[€ Csunito senñ@Gnñon que áTeseo

heguntt: ( no ¡egbtmdd),
Prcfeor: La compañera de u¡tede¡ e¡tá pla¡t¿a¡do e¡to rcbre to.
do en térai¡ro¡ de Freud erte primer-objet¡¡ rurgiría en lo quc cu
Freud s la y co¡tro
t¿I, ee u¡¡ de li-alucinación.
hegunta: ,t
hofeor: donde lo Va a arda¡la¡ Lacran, pe'
ro tenemos que dar muchos parcr anteo de poder hacer eata a¡ücu-
lación y Lacan mlsoo hrvo que da¡ muchos paroa antea de poder pro.

108
ducl¡ erta artisuhctón. Es decir que, urtedel aaben, a la altrnr do oÉc
§emlnario V, Lacrn todavíg no ha'producido su'noción de obJeto
como obJoüo a. Pero efectlvament¡ os aüf dondo va ¡ l¡ ¡ psrarl.
Es decir que el gpjetg a, ¡i bien_ es pr-oducido_p_o_r et_¡grit'ca,td
y para aer localiZáifo, tiene_g-ue ser _19_c4ljsade__póiá ;eun.iüt"I
G!,- por su naturaleza, equello que escapa al aicnificanto.lue no eJ
rtductiblo al rlg:nificah.@. poro orüamo¡ fodavfu-varior aRó.'-t*r oo
qrg produjerá c¡ta noción tan partictrlar de obJeto
!T* lue cari
nsda tiene que ver con Ia noción tndicional de objeto. be toáa¡ ma-
neras.' lo que yo lee quería destacs¡ e¡ cómo esüo yá viená *enáo pre
Pura-dg,
erüo que verán aparocer deapuér co.o cuá,cterrdfuss esencia-
les
{el objelo I no er algo que aparezca Ae un áfa pr¡"-oto-"n l¡
enseñanza de Lacan, aino que eJ atgo que viene 'apareco co.o
una consecuencia necesaria de este fipo ae planteoi " que ertri ha-
ciendo L-acan ya a esta altu¡a. Ea dec'ir que Lo el de¡b mirno el
gue es plant¿ado ya deode-un primer momento corno aquáUá qu"

mo tg:,:'jYM;
1"^ aguq-ll9-que(resisüe
al@!@)para
ri. urteder qüi"run,
"o'
qurvffi-oE',-"en@usüedes haeer alu¡iOn
preguntrbü "qué"oEer
el deaeo, bueno, ron paroe quc ertamo¡ aáao'puil-;"d;; ürt",
t{r e-lt¿
ta¡ ¿qgg-gl--e] de¡eo? por lo pronto egto: el de¡eo et
pregunta: ¿$¡g-9?_el-de!eo7
e.¡ta pregunr¿: er
aquellg ql'g-surg-e.en un rujeto coglg_@gd€:
¿qué q*"E?*m
qu.e ee_tpta 9.ry|a_ertructura del leng¡¡q,e$_EI,-!9je-
3r_.- :Lry..to del.
por el gu{ ta eo_rn¡ctura det aignificantp q.-tnSg[pié,4,
19,I_l++l"o
et.!ncep¡z_Oe_ r€pregenta¡lo,

;ffi;,'19¡gt'ffi'
qo
t¡¡
Es docir que hay.nlq¡taa{o, ya a erta altura, una fatta, un déflclt

: rca q ue g-r g¡t¡ ific aDt4 -e til capaz- s p_ h 8!|4!&.'r lgpll!_ryprs¡en -


de¡eo_de_unigigb, o, ücevána] qüii es-fidñffiñóto
el_ ,l
gue rg¡irt4_aqste refliliijitast-én_deJa3¡id;nn nim hsi¡s¡ - - :r. -.-
-"' -'

'. Esto hace' entonces, quc Lacrn phntce una difcreneh radical e¡r-
trc de¡co y demtndr --o¡ ósta que venimor preciaando .o.
mglrtf y -que queda repreaentada en el grafó, en tanto "n-"d la deáan¿a
está ubicada en-lia
enEE)l¡o-
*'
t radical Ia dife¡encia que Lacan estsblec¿ ¡rtre cl de¡eo
y Fr "
la.demanda que inclu¡ive utiliza acá ei término ..!l¡¡¡h¡=fi
un término freudianr divirión, di¡oci¡ción (en el sentido fuerte).-,EI
dice en vrria¡ cla¡e¡ de este seminario, entoncec, que ói e*i tnünao
aüí de iucti . Y que er-
prcT,
pfEóü"enúonceE, es[e
este hecho
necno básico
DaSreo y fundsment8l, quo Lacan ¡efrre
-entonced,
r¿rr¡Dren de esta or8 EanerE: dede que el hombre queda captado en'j
la di:Iectica del aisnificant", t"v Aié
funciona.
q";;;;¡L";il"tfi;;;;
Ahora bien, eatá planteads esüa disociación radical entre el dao
y la demanda. Pero eetá planteada también la rBlacióu ent¡e el de
109
ÉürfiE deññd¡. ¿Iffi-qué?,-A
¿Iffi-eué?,-en que^q!¡leeo-depeqdcula-ll
que diatfui-
ca do I,B f sinestaáialéc-tica^Foarmffi ge?ónstiüü
no hay posibiüdad do que ae conrüihrya
hay ur1 air.grencia :adical pero t¡p;Ltag!-ig!-U¡s
rc en ¡elación a Ia dem¡¡da.
paso: ocupalDos de la dem¿ndq
ddamos por ru¡ momento de l¿do el de¡eo. ¿Qué ocr¡¡re con la de*
ma¡da? Dlce Lacan: ¡i Ia dem¿nda tiene un primer efecto sobre l8
neceaidad -+n el ¡entido de que desvÍa a l¡ necesidad t¡astoca a Ia
necesidad . . . Estas son expreaiones quo todavfa nog hacen suponer
una necesidad ant¿rior a la demanda. En realidad la demanda aplaata'¡
a Ia noceaidad, la el.imina, a partir del hecho de que el hombre'habta I
no podemoe habla¡ má¡ en el sujeto humano de neceaidad. * Lg_delqen. i

da,-entonces. elimina Ia neceeidad. ''

ridad, sus características prcpias, eepecíficas, que son las


car del ¡imüicsn p. ¿Y cuáles son e888 carac'terísticas'!
¡e8¿n Srem már ¡llá ¿6 particular que erté
vehic

-que rJacsn rntrodq)o ya €n


en el §eminario IV
tu en6el-ranzr, esta
ción.
.--Ño
tne voy a detener a de¡a¡rollar egto en det¿lle. Pero, en resu-
men ustedes saben que Lacan critica esta noción de que puede haber
una ¡atiefacción o una frustración de la demanda, aino que esta de-
manda quejo ula el ruieto FiffiñÑilw ve fn,,¡l¡u)t Y aún eii'6Iiñ:
'so de que zupongamos una rerpueeta satisfactoria a esta demanda del
aqjeto Otro. aún en el caso
suieto 8l Otro, ca.Bo de que
oue la reepueeta satisfactoria. y
resouesta sea aatisfactofia, v
Ia fn¡¡t¡ación. Este término,
". Implica que lg$gs-
clon no a una necest-
un que e§ el q
como el gue o el que esüa Ba
significante, de
la furción de la palabra.
Es decb que el Otro, al cual el sujeto formula eu demanda, ee el
que queda pueeto en el luga¡ de satisfacer o de negar esa satisfacción.
,re-fo rúracióge¡-sle.r,p¡-e__Ugl
(
-pero en el eentido cast¿llano
ea decir,SgcÉgu-rlq&-d+q¡¡d¿-rechaza¡ una deman-
eo siempre una denegación,
por eoo Qúe el;
200
)
do l¡ sel do la
8pa¡ece colBo un que e8

' Por eao eE acá donde Lacan ubica egt¿ nocióo de la omnipotencia
del Otro, riempre en poeición de poder satiafacerlg perc negBndo eaa
sstisfacción. §i udedos quieren, pueden hacer u¡o acá de la noción de
@ Eo declr quo on ol pl¡no de l¡ fn¡streción, y
en relac'ló¡r a esta omnipotench dol Otro, todo ¡echazo, tods nogati-
va es entendlda como una volunt¡d del Otro de negar eaa sstisfac-
ción. Y aquí er donde encadena en el plano de la ¡eivindicrción.
Pero sobrs todo, porque de manera inn€di8ta entonces, ya no Be
plantea esto como l¡ ¡atigfacción o la negativa de una satiafacción
I una neceaidad, cino noceseriamonte como
una p¡e8enc¡a o un8

qüe-eoüo eo totalnisntó fréudiano,"y que acá Lacan eatú riguiondo


casi a la letra el texto de Freud. §i no quieren hacer referenci¿ aI
"Proyecto . '. . " pueden ir a la oha punta, a "Inhibición, ethtoma y
onguotia", donde Freud plantea edos disüntoe momentos do la an-
gustia, cómo entoncee se da este pasqje, donde va en Freud no ee;§!
o de la no sstisfacción
á- o auSencla
ti-rcerffi o IÁ ausencia_del9!rq,
sintréT -éaññó-, el ñnór-del-Otló. los dtsüfitros mom6ntoe que,
Freud va pláhüeañit6"A-6!ü0 Bo sonstituy-e*lLgsgudia-g9gg..E!:
guotia delg¡lración.
d;"6f6"iñüñib-lo que Lacan eotri plantoando ac6. Er decir que

gmor, ea algo
que no es nada. Ea esa cbndición.d,e*I&.Walldqd.Qe ta §ngqib\
ri_que niesa -toda p;¡lr;ükid. E;-;ñ16"ñdñiñ'd¿ Ét¿müá"l
I a-§ue L q" ri de-1 gqrna I a " incondi"""
**1. 1u^l:,*,::*;, 3f t
g
-deleJin¡rg-tq+édi{a-q &
nece . -

ütioducción' de lci simbólico bajo'


li-forma de la demanda -dice Lacan-, ee pierde Ia necesidad y la
demanda se formda aiempre entonces, aiempre, en eoe regisko, con
esa ca¡acterfstica de lo incondicional.
Pasamoo al deg€o. Lea voy leyendo algunas citas de est88 distintss
clases de Lacan, son párrafos esenciales. Dice:
a la 4emanda ng!_es opaca, porque b_av elgo EEénmon@er[Qg
-9-tro
g]B-él iaue¡o¡-¡epa¡a dgg¡;respFesta-¿eea demanda,-ee9. es lo lqw
llo*a deaeo". "Degde que el hombre queda captado en la dialéctica
' i -;;r
del üpilcanta, üry algo que'no Ea¡ch& d.*f", b.rt*. t¡ uecod.
d¡d'. ¡Lr{§to-dang¡&.
8l l¡ dema¡d¡ de"
ñ efestó';óbiir lss üCoddade¡, por oha p¡rte tlcne ca¡¡cterf¡üc¡¡

er la orlgfnaüdad de
Ia fóruca-Ae Ia dema¡¡d¡¡ lo lnconüclonado de ls demanda. Hay I'u¡
pérdtda an nlrcló¡r a h neceddad,'.
E¡ cquf, qr esto lugar, e prllr erta planteo, donde Lrc¡n vr a
ubilcar el deceo. E¡ decl¡ or¡eñIi

g!!toncG!, e-[i plantaado por Lal


tr$! E¡ r¡¡¿ partictüartdad que
lo guo re puede ñgouperar

¡dneil\¡8nr.
roo ofitrIrol¡
JUJE¡¡§II
qge.-Y.qs,r
9I
tsDlcho de oha m¡ner¡ -dice Lacan-, ust€des quiercn, e¡r el
g.gfll¡Eg .Lo
det- o bl€n Er por o¡üo -dice La-
del doreo, m& que cl
l¡ noocdd¡d, y en ncced-
- Pero aI ¡etoma¡ el nrjeto acá el primer lugar, urando como mate.
ria p:fma a- la¡ neceddadel, erto yC no puedó rer planteado como ln.
c-ondiclonal :?olquo ce trata jrutnrnenh de algopar6culqr y no dc
algo univcoral-. Entmcer, el dereo no ee plantea como incondicion¡.
do, dno
qA.GAEA
que rcpr'et8n-

de ptBsentane
deseo, d6 preadntarre aiemprc como
aiempre como,
d¡ds. At punto de que¡l-deec¡Io¿
preaenta ante el Oho {ice Lacan-f
como una no ettá
pu€tto en CÍf,uación cle ie¡ponder "Bi" o "no'r . E¡ una exigencia aboo.
iuta, planteada como condieión aU¡tilñ.-
Esto e¡ entonces lo que Lacan llama que
entonco, con oss ggg$sslɡ-Cal
Qtro. qüe ¡e hace pa¡ücularmente patcnte
oat¿nte e¡tnrctu¡a
en el ca¡o de Ia e¡tn¡ctu¡a
üiisiva. Pero lo {ue tntereea mosirar es que e¡to no er una cuestión
eopeclfica de Ia eetn¡ctura ob¡e¡iva, sino que ri el obs€rivo puede
aprovechar y mostnar este carácter del deaeo et po¡que esto e¡ una
cóndición de la estn¡ctura. Esto er algo que siempre cuesta má¡ en'
tender. Es más fácil entender que el deseo, por 8u naturaleza, et
siempre deseo insatisfecho. Siempre es un poco má¡ düÍcil entender
qre ól deaeo, üffi'ftfñiffiíraleza ei siempre rieseo imnosihle Y en este
senüdo podemos deci¡ -*i aludimos a una fóünula de Lacan que vie'
ne mucho má¡ ta¡de en su enaoñüua,
e¡te ¡r¡ntldo podemor decir:
Lea cito pánafoa. "¡i-E[g.l¡
amog a encontr¡¡ que
o bien, d quieren
.E¡
para e8o pasa a un es.tado que no es lo incond
porquo os al ¿Cómo funcionarfar{
loe deseds'fñó ¡ecegidades. a una neJ
crxidad
p
r(nue e en tanto que eeüa produce la
es una exigencia donde el Otro
para reeponderlí o nb. Ea osto lo que er la dimenoión, ,
el carócter radical rlel doseo humano como tal".
Claro, esto va a plantcar dificultadea. Y jurtament¿ Ia¡ dlflcr¡Ih.
dea que en la cla¡e dguiente vamos a ver gue son la¡ diñcultadea que
eetán en el centro de al eatn¡ctura obsesiva; en tanto el de¡eo¡xclwp
no ee puede nlantea¡ sino
pefo el-Otio elffisario Dara sostener el
o porque e8 aqul oonoe vamos a venu a rele.
oc en la clase próxima cuando tratemos el tema de la neurosis
obsesiv¿.
FfJenre que Lacan le da mucha
ucha importancla
importancia a erta de quc
esta cuertiórf'áe
---Otro, pero que 4e-ceeita del Oho,
el de¡eo excluyc l¡ dimendónr del
porque oin el lugar del Otro_á m¡
mí me pa¡eoe
pa¡eoe
que en mfi¡lEñt@EfEñ6ión de que eide¡eo
es el deseo del Otro, gue en algr:noe casos deberfamog traducü "es
el.@¡gq-qn-e!-9trq"iEn el Otro, en el sentido en que no e€ refierc a
eata do6feE?Gfpiitivo, como aubjetivo o como objetivo: eg el

a)8
Olro como sujeto eI que desea, o es el sujeto el que desea al Otro,
8¡no gue e8 un no es tanto que desee el Otro o que
edosoe el rqJeto,
Por
eso a vecea conviene fo ma.
neraE es efectivamente una fórmul¿ que Lacan usa¡á: ,,el deseo en el
otlg'l, pero no en egte semina¡io sinó en el semina¡ió ai,;iá-Ánsue-
¡ Y fíjenae que enx este semin'rio V, en ra claee 16, Lhcan lrega
.tia",gl§emin¡¡io
. a de.
i
cI gle esta condición del.deseo, Ia condición estructural dál'deseo,
tque Bt necesita del lugar del otro para desear, es tan fundamental,
¡
tan esencial en la estructura, que dice que es más runaamental atn
ICue ta mehífora paterna.

mt#"
f-pq" *,*"
a¡ oesgo como
a"
.
Ñ!. :;'f,ffff
condicign. Blsolula".
Tñ"lihs'##fi:itLT,ffim
EL DE§EO Y LA DEMANDA EN LA§ RELACIONES §EXUALES

f
Wnato b#.?til#13,*:i,xi3T,i'.i%fl.tÍffi
ei fundáment¡ü. Nó es Runea a*ióutffit
lo es, eo fundamentalmente en el campo de las relaciones sexuales.
loEs decir que ¡.gf.ggig¡¡. enhe los se4os. el qlrgva a ve-
de una manera a . Esta es
Ia razon --dice Lacan- por la cual s,ldeseo_s,elqf4lya a venir a este lu.
gglr.-_$
gAI,.-_$. la_trgg_gg=eq
!a _Wd_i§e ...¡1 gye_. d sujeto,
!9-Fpresenta at
q-\le_.!9-prgsg1ta fujétó]-íñElvliltro,
at individ'uo, como
cbm o
qryncialmente problem átióo. íjónriil qüé "ñoüáule -¿t -
üná- cita
=rto
textiiil=;qüé--ñ6fáblé, buéño, Lacan, le da tanta imporüancia a esta
noción de sujeto, acá aclara tice- ,,en Ia medida en que se plantea
al sujeto -y aclara-, al individuo, como esencia.lmenüe probicmáti-
c-o". Es decir que eshí planteando que es problemático én tanüo en
el.caso un sujeto se trata siemprá de uñ sujeto individual, cle un
-de
aujeto aingular. Es decir que si es

campo ffiffir-;exuales, entonces, esto es doble-


mgnte- problemático
-dlce Lacan- ¿Por qué doblemente? Uno, en
relación a la necesidad; es qgtre todo en gl campq.

F.m e nte_ raciqnüJg-b&, S!!gg_¡1gce sid ade s n o se


-
q¡ EgantÉr-es--Áobre- todo neccs'iilacl sfi uil [ que aparece comg
la
áseñcialmente abárññt¿ iñ -¡r_toda posibilicladde_ser--cápta-
9t=pgfft-sgUssnfe. Peio sñmpie en referbncia a est¿ cuesiión'de
E¿
la singularidad. ¿Por qué? Piensen en los desarrollos freudianos, aún
en su prirnera teorfa de las pulsiones, la distinción entre pulsiones
sexuales y pulsiones del yo, donde Freud destaca y caracteriza las

2U
pulsionea sexuales como aquellas que no tienen gue ver con la su.
pervivencia del individuo slno que tienen que ver con la mperviven.
cla-de la etpecle. Er decir que
nada con la e¡oecle -no con

Entonceq, m4¡ quo ninguna otra, la necesidad s€xual no se deja


neducir ql aipificente. Pero, en eegundo lugar, es problemática ya
no en relación a la necesidad sino también en relación a la deman.
9a, esto es_, eu relación a Ia demanda de amor. ¿Por qué? Lacan no
lo dico asf, pero lo podemos toma¡ asf para resaltar már; porque
@Patible con la dem.anda dp a{ngr.
§ea como fuere que se formüe esta demanda de amor, no hay
compatibilidad con el deseo: en la medida en que en la¡ relaciopes
JgISEIq§-gLAtro --trn tanto entra en función del
gg¡ggf,e§-g-Atro affiiF
aét ddEñ-ilffidiF
e-nüra en juego-como instrumento del deseo. rlf
.decir cu_q.gl-ry
dexiqqg-Lqtalment¿ objeto. obieto inatrumentoj,e¡ deeeo. Lilca¡r aca
Id- formula en ü ' de'"ülii-preffita:
¿cómo
compatibleo eoas

la de que la relación aexual no exist¿, Sin embargo, ai aabemoa leer,


podemos ver cómo esto está ya claro e implícitaménte formulado a
la altt¡ra de este seminario. El dice: ,,El
_
¡\ g_llgy_IEIj¿flt¡gfa¡ng,oI& -palabaq¡ary_-q!-
-paJ¿Dro DsrB 8r.
m¡ ooca porgue esDo no hara qurzá mal que
yo lo diga: que todo no es reducühle al lenguaje. Deedé luego, yo lo
he dicho siempre, pero no ha eido escuchado. No
glgg$I¡Ldeseof . En eloriginal esto en más füéfffil-:*'-
Y o les guerf a leer esto que reeponde a lo que les he resumido acá,
y erpero de este modo que ustedes puedan tener un cierto esquema
para acceder directamentc, para ir ust¿des a Ia lectura de estas clasee
de Lacan.
Pero les quisiera leer también cómo esüí resurnido esto en el resu.
men que hace Pontqldo de este seminario V. Dice a¡í: ,,El deseo se-
xual viene a ocupar ese lugar, tan difÍcil de deberminar, del deseo,
porque ee esencialmente problemático; lo es en el plano de ta necesi-
dad en tanto introduce la dialéctica de Ia especie én el individuo; lo
es en cuanto a la demanda de amor; to<la¡ Iaa opiniones edificant€s
q-ue se han podido pronunciar sobre la oblatividad no impiden que
el otro entre aquf en juego como instn¡mento del deseof tg{g.r._re-
ben que para exprlesa¡ el deseo sólo h¿ry cosa¡ barata¡ , . . ffáeseo,
-en@uede aniculaxe en una demancia cua.l.
quiera". Esto es todo lo que ñgura en ese texto sobre este tema, Us-
t¿des ven entoneee por qué yo les insisto en Ia inconveniencia de que

206
urüodes lean esto rotumen de eso exdiscfpulo de Lacan. No sólo les
v8 I d8r un8 muy pálid8 idea de lo que está tratsndo de deaa¡foll&r
Lacan, aino que me parece que más bien lo¡ va a dosorienüar en la
Iectua.
En camblo, le¡ leo ahora, les cito un párafo de un e¡crito. §e tm'
ta de La significoctón del falo. Es un párrafo en el cual Lacan r'esume
esto que yo he intentado reeumirles ahora. En la prigina 691, Lacan
dice: i'se concibe cómo la relación sexual ocupa este eampo cerrado
del deseo . . .'; ". . . el agujero de ese enigma manifiesta lo que lo
determina en la forma más simple al hacerlo patente -fíjense qué
pneciso-r que zuieto eomo el Otro, y@
no

erencra entre y eete


be gue ac6, en el e¡crito ya estrí incluida la noción
de car¡sa dsl deaeo.
Pa¡a tarmina¡ e¡ta cla¡e y como un elemento eaenclal que va s apa'
¡ecer en el de¡arollo que vs¡nos a hacer en ¡elación con la eotructura
obeeaiva, tenemoa que plantear entonces, no sólo qué pasa con el
deseo en el campo de la¡ relaciones oexualeo, rino qué pasa con la de'
manda en e¡to campo. ¿Qué er la demanda en el ca¡o de las relacio'
nes sexuales? Lacar¡ dice que aquf podemos desdoblü de manera
inmediata la cue¡tión: pregrurtar "qué' y preguntar "a quién". Pre-
grrntar qué ae demanda poro tamblén I qulén ¡e le dsmanda. Pero en
momonto rc- ocupa de e¡cla¡ecgr 3l "quét'¡ qu,
Ér muy rlmple -dtceLacü;

affiñAdi como la"ñ la de ¡¡¡r eujeto


,individual. ¿A qüén ae le demanda e¡o? ¿Er que se demanda la muer-
t¿ del Ofo, del par-tenaire, de la pareja? Lacan hace-fllg¡Ie¡,jlrego¡
de palabras entte l'amour y la mort , . ,, faire l'amour(fiffffifi1$i)
Y agega que lo que hay de rcposante despuée del orgasmo, es en
tanlo lo quo es sstibfecho es esta demanda. Arüicul¡ aqul también
en relación a la demanda de muert¡ el orgaemo prematuro, la eyacu-
lación precoz, Ia que vendría de este modo a señalar una cuestión
ry!ruc_tural, y8 qusen relación a este fin gel,goce.llelsocegf.lg¿u¡.
sión de '''uprre, "el órgano no es capEilFFmuylejoe@eapera
-de este llamado del Otro cuyo término sería trágico, el órgano, puede
decirse, cede siempre prematuramente; cuando podría rer objeto del
aeliñcio, en los casoa ordinarioa ya desapareció de la escena", Van a
encontra¡ esto en la clase 20 del Semina¡io X. También la exigencia
obsesiva de la mujer como objeto no detumescente para rostener au
deseo.

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