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LA ÉTICA DE SANTO TOMAS DE AQUINO

Consideraciones previas

Hablar de la ética de santo Tomás de Aquino es hablar de un sistema moral


excelentemente bien armado y explicado. Un sistema que puede muy bien describirse como
un dialogo constante y armónico entre fe y razón. Dos verdades que para él en realidad son
parte de una única verdad.

A propósito de estas dos verdades en relación con el pensamiento sobre la conducta


y el destino del hombre, podemos decir que Santo Tomás elaboró una filosofía y una
teología sobre la misma idea. Es decir la ética o moral de santo Tomás de Aquino está
elaborada por un lado, a partir de bases filosóficas muy firmes y por otro lado, parte de un
presupuesto netamente teológico y tiene una finalidad también netamente teológica.

Adentrarnos en su pensamiento moral, no es regresar al pasado, puesto que su


pensamiento sigue siendo tan actual, precisamente por la excelencia de su lógica, de su
elaboración y de sus demostraciones racionales y además desde el punto de vista de la fe,
por la “racionalidad de la misma” es decir, la fe que impregna este sistema, es una fe
racional.

Ahora bien santo Tomás de Aquino expone su fe principalmente en dos obras: el


libro tercero de la suma contra los gentiles y en la que ha sido catalogada como la obra
maestra del Aquinate: La suma teológica. Esta exposición breve sobre su ética se hará en
base a la Suma Teológica.

Ética o moral

Siendo fieles al Doctor Angélico, a su época, a su ministerio y a su finalidad en este


mundo, debemos considerar el sistema moral del maestro como propiamente una Teología
moral. Pues de ello dan cuenta las Sagradas escrituras y los santos Padres a los que
constantemente alude en sus argumentos.

Aunque no por ello, la moral de santo Tomás deja de ser también una ética
filosófica. Esto sobre todo por la naturaleza y cometido de su pensamiento, pues siendo el
Doctor angélico además de todo un gran sintetizador de los pensadores precedentes, no
podemos olvidar por ello, la gran influencia de Aristóteles en su pensamiento, al grado de
que se afirma que santo Tomás cristianizó a Aristóteles al valerse de su filosofía para
elaborar su pensamiento. Y esto se ve claramente en conceptos del Estagirita plasmados en
su Ética a Nicómaco como: felicidad, hábitos, pasiones, virtudes, actos; los cuales son
presentados luego en la suma de santo Tomás.

La suma teológica

Decíamos que la parte ética o moral la trata tanto en La suma contra gentiles como
en la suma teológica la cual destaca como una de sus principales obras. La gran Suma
Teológica es una obra de carácter teológico-filosófico. Se trata de una obra extensa,
minuciosa, con carácter didáctico y aun incompleta, dado que tuvo que interrumpirla poco
antes de morir. En ella busca ofrecer un compendio de la doctrina sagrada a través de un
dialogo continuo entre fe y razón. La divide en tres grandes partes: 1) Dios; 2) el camino
del hombre hacia Dios; 3) Cristo, el cual, como hombre, es el camino de nuestra marcha
hacia Dios.

La moral o ética se encuentra en la segunda parte que a parte, es la más extensa.


Merece la pena ver el esquema general de esta segunda parte, al cual se subdivide en dos:

I-II (PRIMA SECUNDAE)


Bienaventuranza, fin del hombre (q. 1-5)
Actos humanos (q. 6-21), pasiones (q. 22-48), hábitos (q. 49-54)
Virtud (q. 55-67), dones (q. 68-70), vicio y pecado (q. 71-89)
Ley en general (q. 90-97), antigua (q. 98-105), nueva (q. 106-108)
Gracia (q. 109-113), merito (q. 114)

II-II (SECUNDA SECUNDAE)


Virtudes teologales: fe (q. 1-16), esperanza (q. 17-22), caridad (q. 23-46)
Virtudes cardinales: prudencia (q. 47-56), Justicia (q. 57-122),
Fortaleza (q. 123-140), templanza (q. 141-170)
Carismas (q. 171-178) y estados de vida (q. 179-189).

En total trata 303 cuestiones sobre moral, 114 en la I-II y 189 en la II-II

Origen y fin de su pensamiento

Para poder entender la visión de la ética de Santo Tomás de Aquino, es necesario


primero apuntar un dato esencial ya que es clave de su pensamiento: la ética de santo
Tomás de Aquino es una ética de fines, y por ello una ética teleológica, sin embargo el fin
al que esta apunta es un fin sobrenatural. Es así que, tiene por origen y principal motivación
a Dios y tiene su fin en Él mismo. Es decir, el hombre debe vivir éticamente puesto que
Dios lo ha hecho para el bien y haciendo el bien, es como llegará a poseer a Dios, su fin
último y su felicidad. Para ello

La Ética de santo Tomás de Aquino en 7 partes

Sintéticamente podemos dividir la etica de santo Tomás de Aquino en 7 partes


plenamente identificables.

Los elementos o ingredientes principales que involucra la filosofía moral de Santo


Tomás son siete. 1) El fin último de la vida humana, que determina toda la ética, pues según
él se orientarán las facultades y actos humanos, y con arreglo a él surgirán las normas de
moralidad: esto nos conduce a 2) la felicidad suprema, que consiste en la consecuencia del
fin último y que impulsa a las facultades y a los actos humanos a realizarse; las normas de
moralidad serán las que rijan esa consecución de la felicidad mediante los actos o la
conducta; y tenemos que tratar también acerca de 3) los actos humanos, que son todo el
movimiento del hombre que ha de encausarse a ese fin y esa felicidad supremos; otro
elemento de indudable importancia son 4) las pasiones, que son el impulso más básico
hacia la felicidad; ellas no se equivocan en esa búsqueda de la felicidad, pero nuestra
asimilación concreta de ellas al actuar puede equivocarse y por ello requiere algo que la
dirija: a ellas se suman 5) las virtudes, que son esas actitudes que aprovecha el impulso de
las pasiones para darles la conveniente dirección: y, finalmente, hay que analizar 6) la ley y
además 7) la conciencia, que son los principios directores o normas de moralidad—la
primera objetiva y la segunda subjetiva—para orientar debidamente los actos humanos
hacia el fin y la felicidad.

1) El fin último
La ética de santo Tomás de Aquino, es una ética de fines, intenta esclarecer al
hombre cuál es un fin supremo y darle los medios buenos para conseguirlo. Este fin del
hombre es, objetivamente hablando, la perfección humana y, subjetivamente hablando, la
felicidad, que todos deseamos. Y la perfección humana es la vida virtuosa, en la cual
encuentra el hombre su máxima felicidad. El argumento que Tomás ofrece para apoyar esta
perfección Ética del hombre hacia un fin está basado en un axioma metafísico de la
concepción teológica aristotélico-escolástica: “todo agente actúa por un fin.”

El hombre, por lo tanto, en su actuar, y específicamente en su actuar moral, está


polarizado por un fin, y su actuación es moralmente buena en la medida en que siga él
mismo, y ayude a los otros a seguir, el camino hacia el bien. Porque el fin de una cosa es
para ella su bien, y el fin al que ella tiende naturalmente es para ella su máximo bien, y no
puede ser vacío o inalcanzable lo que se desea naturalmente.

2) La felicidad
¿Cuál es el fin último o el soberano bien del hombre? Tomás piensa que el fin
supremo, el bien máximo, en el que influyen todas nuestras virtudes y en el que se
encuentra la máxima felicidad, debe superar a los bienes particulares y efímeros; su
argumento es que dicho fin que da la felicidad debe ser un bien suficiente y completo, es
decir, que colme las aspiraciones humanas sin dejar que continúe el deseo, y debe ser algo
seguro y estable, porque la felicidad inestable y efímera no puede satisfacer al hombre.

La razón es que Tomás cree en Dios, y, de acuerdo con su experiencia, argumenta


que sólo Él puede colmar el deseo de felicidad del hombre de manera infinita. En Dios
encuentra el hombre su perfección y su bien absolutos. Tomás sabe que hemos de aspirar a
este bien en lo concreto y desde lo terreno. Por eso se añade en el tomismo que la
representación concreta de ese bien supremo trascendente es el bien supremo inmanente, el
cual es el bien común de la comunidad o sociedad. Y como para alcanzar uno y otro bien
son necesarias las virtudes, como consecuencia lógica se presenta la vida virtuosa como
perfección del hombre. En la misma búsqueda del bien común de la sociedad y para la
convivencia correcta, el hombre necesita de las virtudes; por eso la vida virtuosa es su
perfección y ella es también el proceso de la consecución de su fin, su felicidad.

3) Los actos humanos


Tomás examina el actuar moral y principalmente las condiciones de éste. Se fija en la
condiciones del actuar moral porque descubre que no todo acto que efectúa el hombre es
objeto de moralidad. En efecto, distingue dos tipos diferentes de acto en el hombre—y debe
decirse cuál de ellos es el propio de la moral--: actos del hombre y actos humanos. Veamos:
Actos del hombre son los que se ejercen sin inteligencia ni voluntad. Actos humanos,
propiamente hablando, llama Tomás a los actos dirigidos por la voluntad que es iluminada
por la inteligencia—en lo cual consiste la libertad.

Hay tres aspectos en el acto humano de los cuales depende básicamente la bondad o
maldad morales; en efecto, éstas dependen del objeto, del fin y de las circunstancias del
acto. El objeto es aquello a lo que por su naturaleza tiende el acto. El fin es aquello a lo que
tiende el que efectúa el acto. Las circunstancias son las condiciones accidentales que rodean
al acto.

Primariamente, la bondad y la malicia morales dependen del objeto y del fin, y


secundariamente de las circunstancias, que sólo atenúan la bondad o maldad, pero no la
quitan. Así, hay dos bondades y maldades(o fuentes de ellas): la del objeto y la del fin. Pues
un acto puede ser bueno por el objeto y malo por el fin, y viceversa. Por eso, para Tomás,
lo ideal es que coincidan en un acto la bondad del objeto y la bondad del fin. Sobre todo el
fin del acto debe ser bueno, y tanto él como el objeto de éste son buenos por su adecuación
a la norma de moralidad, que es doble: la ley y la conciencia.

4-5) La ley y la conciencia


La norma remota de moralidad es la ley, y la norma próxima es la conciencia. En el
pensamiento de Tomás, la ley es una orientación objetiva encontrada por la inteligencia y la
razón, orientación que debe seguirse por que dirige al hombre a la consecución de su fin
propio. La conciencia, en cambio, es una orientación o norma subjetiva, que aplica la ley al
caso concreto—y se dice subjetiva por que incluye la interpretación por parte del sujeto.

La ley es definida por Tomás así: «es la ordenación de la razón dirigida al bien
común y promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad». A nivel humano, hay
dos clases principales de ley, según Santo Tomás, a saber, la ley natural y la ley positiva.
La exigencia de Santo Tomás es que la ley positiva siempre respete y promueva lo
preceptuado por la ley natural.

6) Las pasiones
El acto humano es dirigido por la ley y la conciencia. Pero el acto humano hunde
sus raíces en las mismas pasiones del hombre. En efecto, la pasión es el sustrato básico del
acto libre, porque es una pulsión que tiende hacia el fin y se realiza de maneras variables,
dando lugar a la incorrección con respecto a ese fin.

La inteligencia y la voluntad se sirven de esos actos para orientar el dinamismo de la


conducta hacia las virtudes, hacia lo virtuoso. La sensibilidad o apetito sensitivo es
entonces regido por la inteligencia y la voluntad aprovechándolo para el bien moral. Son las
pasiones desordenadas las que conducen a los vicios y al mal moral. Por eso las pasiones—
que de suyo son neutras moralmente, simplemente naturales—han de ser bien orientadas
por la inteligencia del hombre y para ello han de revestirse de las virtudes, y de esa manera
darán normalmente actos proporcionados y adecuados al bien o fin que pretenden alcanzar.
Tomás divide las pasiones según las dos clases de apetito sensible que postula en su
antropología filosófica. Las dos clases de apetito según las clases se dividen son el apetito
concupiscible y el apetito irascible, ya que en el hombre hay un impulso a lo grato otro a lo
arduo, violento o agresivo. El apetito concupiscible tiene como objeto tender a lo agradable
para apropiárselo y rechazar lo desagradable, y las pasiones que se incardinan en él son:
amor y odio, deseo y aversión, gozo y tristeza. En cambio, el apetito irascible tiene como
objeto tender a lo difícil, para superarlo y vencerlo, y las pasiones que se incardinan a él
son la esperanza y la desesperación, la audacia y el temor, el coraje y la ira.

Pero el influjo de los apetitos y de las pasiones en el acto humano moral es


encausado por la razón, sobre todo mediante las virtudes éticas que se añaden a ellos y
dependen de la voluntad- orientada por el intelecto.

7) Las virtudes
¿Qué es una virtud? La virtud, en la filosofía aristotélico-escolástica, tiene dos
aspectos: por una parte es el término medio entre los dos extremos; algo puede pecar por
exceso o por defecto, y es virtud si se mantiene en cierto medio o moderación. Y por otro
lado es una disposición estable, firme y permanente que dispone hacia el bien. Las virtudes
son, pues, hábitos que orientan a obrar bien. Su cometido es moderar las pasiones
enraizadas también en el ser del hombre y que se actúan o se hacen patentes en las acciones
de este.

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