Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Consideraciones previas
Ética o moral
Aunque no por ello, la moral de santo Tomás deja de ser también una ética
filosófica. Esto sobre todo por la naturaleza y cometido de su pensamiento, pues siendo el
Doctor angélico además de todo un gran sintetizador de los pensadores precedentes, no
podemos olvidar por ello, la gran influencia de Aristóteles en su pensamiento, al grado de
que se afirma que santo Tomás cristianizó a Aristóteles al valerse de su filosofía para
elaborar su pensamiento. Y esto se ve claramente en conceptos del Estagirita plasmados en
su Ética a Nicómaco como: felicidad, hábitos, pasiones, virtudes, actos; los cuales son
presentados luego en la suma de santo Tomás.
La suma teológica
Decíamos que la parte ética o moral la trata tanto en La suma contra gentiles como
en la suma teológica la cual destaca como una de sus principales obras. La gran Suma
Teológica es una obra de carácter teológico-filosófico. Se trata de una obra extensa,
minuciosa, con carácter didáctico y aun incompleta, dado que tuvo que interrumpirla poco
antes de morir. En ella busca ofrecer un compendio de la doctrina sagrada a través de un
dialogo continuo entre fe y razón. La divide en tres grandes partes: 1) Dios; 2) el camino
del hombre hacia Dios; 3) Cristo, el cual, como hombre, es el camino de nuestra marcha
hacia Dios.
En total trata 303 cuestiones sobre moral, 114 en la I-II y 189 en la II-II
1) El fin último
La ética de santo Tomás de Aquino, es una ética de fines, intenta esclarecer al
hombre cuál es un fin supremo y darle los medios buenos para conseguirlo. Este fin del
hombre es, objetivamente hablando, la perfección humana y, subjetivamente hablando, la
felicidad, que todos deseamos. Y la perfección humana es la vida virtuosa, en la cual
encuentra el hombre su máxima felicidad. El argumento que Tomás ofrece para apoyar esta
perfección Ética del hombre hacia un fin está basado en un axioma metafísico de la
concepción teológica aristotélico-escolástica: “todo agente actúa por un fin.”
2) La felicidad
¿Cuál es el fin último o el soberano bien del hombre? Tomás piensa que el fin
supremo, el bien máximo, en el que influyen todas nuestras virtudes y en el que se
encuentra la máxima felicidad, debe superar a los bienes particulares y efímeros; su
argumento es que dicho fin que da la felicidad debe ser un bien suficiente y completo, es
decir, que colme las aspiraciones humanas sin dejar que continúe el deseo, y debe ser algo
seguro y estable, porque la felicidad inestable y efímera no puede satisfacer al hombre.
Hay tres aspectos en el acto humano de los cuales depende básicamente la bondad o
maldad morales; en efecto, éstas dependen del objeto, del fin y de las circunstancias del
acto. El objeto es aquello a lo que por su naturaleza tiende el acto. El fin es aquello a lo que
tiende el que efectúa el acto. Las circunstancias son las condiciones accidentales que rodean
al acto.
La ley es definida por Tomás así: «es la ordenación de la razón dirigida al bien
común y promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad». A nivel humano, hay
dos clases principales de ley, según Santo Tomás, a saber, la ley natural y la ley positiva.
La exigencia de Santo Tomás es que la ley positiva siempre respete y promueva lo
preceptuado por la ley natural.
6) Las pasiones
El acto humano es dirigido por la ley y la conciencia. Pero el acto humano hunde
sus raíces en las mismas pasiones del hombre. En efecto, la pasión es el sustrato básico del
acto libre, porque es una pulsión que tiende hacia el fin y se realiza de maneras variables,
dando lugar a la incorrección con respecto a ese fin.
7) Las virtudes
¿Qué es una virtud? La virtud, en la filosofía aristotélico-escolástica, tiene dos
aspectos: por una parte es el término medio entre los dos extremos; algo puede pecar por
exceso o por defecto, y es virtud si se mantiene en cierto medio o moderación. Y por otro
lado es una disposición estable, firme y permanente que dispone hacia el bien. Las virtudes
son, pues, hábitos que orientan a obrar bien. Su cometido es moderar las pasiones
enraizadas también en el ser del hombre y que se actúan o se hacen patentes en las acciones
de este.