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La evaluación en Educación Tecnológica

Autor: Carlos Marpegán

La evaluación en Educación Tecnológica, al igual que todos los espacios, toma como
referente el diseño curricular. Desde esta perspectiva, el currículum constituye una
herramienta de trabajo para los equipos docentes, en tanto plantea directrices para
generar el proyecto educativo de cada escuela. En particular, en Educación Tecnológica
los procesos creativos (por ejemplo, el diseño) y las producciones de los alumnos juegan
un papel crucial en los aprendizajes, de modo que la autoevaluación de cada alumno y la
coevaluación entre pares constituyen un valioso complemento a la evaluación de los
aprendizajes que por sí ya realiza el docente. Todas ellas son instancias de aprendizaje,
de esta manera, aprendizaje y evaluación marchan juntas en un proceso recursivo que las
retroalimenta.

Una de las finalidades de la educación tecnológica es contribuir a desarrollar


capacidades complejas para abordar situaciones en los diversos ámbitos de la vida
humana, personal y social; en consecuencia, nos interesa evaluar la funcionalidad y las
posibilidades de transferencia de los saberes de los alumnos en situaciones diversas y
cambiantes. ¿Qué evaluamos en Educación Tecnológica? ¿conocimientos teóricos o
habilidades prácticas? ¿las producciones de los alumnos o sus procesos de aprendizaje?
Es importante evaluar ambos pues existe una fuerte interrelación entre la comprensión
conceptual y las habilidades prácticas; esta interrelación se hace evidente, por ejemplo,
durante el proceso de resolución de situaciones problemáticas.

El seguimiento sistemático del docente desde la aparición de las primeras ideas y


bocetos hasta el producto final, pasando por las demás fases, es una de las mejores
formas de evaluar los aprendizajes de los alumnos. La información y los registros que los
mismos alumnos generan durante todas las actividades son datos esenciales para la
evaluación. Los alumnos suelen elegir diferentes ideas para solucionar un problema
utilizando criterios que se organizan y definen en torno a valoraciones personales y
estéticas, pero también a saberes técnicos, económicos o funcionales. Lo mismo sucede
a medida que los alumnos avanzan en el diseño y en la ejecución de la solución, hasta
obtener el producto que resuelve el problema.

Una peculiaridad de la Educación Tecnológica es que evaluamos “el conocimiento en


la acción”. Por eso, si bien la evaluación del proceso resolutivo es importante, no lo es
menos la evaluación del resultado o producto final, habida cuenta del carácter práctico y
funcional de la acción técnica.

En síntesis, hay dos miradas. Una es sobre el proceso, o sea, evaluar el proceso que
va haciendo el alumno en las actividades propuestas, y dentro de ese proceso, la
apropiación de los contenidos. La otra mirada es sobre los resultados, porque la
evaluación de los productos finales (objetos, artefactos, maquetas, entre otros) genera
una reflexión metacognitiva que implica la aplicación y transferencia de lo aprendido a
otras situaciones del contexto.

En Educación Tecnológica otra dificultad para evaluar los aprendizajes reside en que
se le pide al alumno que produzca soluciones creativas para los problemas. Pero, ¿es
posible evaluar la creatividad? ¿Cómo? Evaluar la creatividad en sí misma es
impracticable, pero sí es posible evaluar habilidades, procesos y resultados donde la
creatividad se manifiesta. En Educación Tecnológica se evalúan muchas habilidades
específicas donde está en juego la creatividad del alumno (y que antes no se evaluaban
sistemáticamente en la escuela); por ejemplo, habilidades para: formular problemas,
diseñar, representar simbólicamente, modelar, organizar emprendimientos y procesos de
construcción y elaboración, programar tareas, clasificar información técnica, etc.

En Educación Tecnológica los criterios de valoración tienen una notable complejidad


porque, en su misma esencia, toda acción técnica nunca está acabada, todo diseño
tecnológico es un proceso progresivo y recursivo, y la innovación tecnológica es un
fenómeno discontinuo, de tanteos, de prueba y error. Por ello, otro aspecto delicado de la
evaluación que se efectúa en tecnología está relacionado con la valoración de ideas,
modelos, objetos o procesos, creados por otras personas –en este caso por nuestros
alumnos. Además, el temor al error o al fracaso pueden producir un bloqueo emocional de
la creatividad, o incluso inhibir a los alumnos para actuar e intentar métodos nuevos o
innovadores. Las valoraciones bajas o negativas pueden ser tomadas por los alumnos
como algo “personal” en su contra. En realidad, lo que queremos es justo lo contrario:
siempre buscamos la manera de mejorar la autoestima y la autoconfianza de nuestros
estudiantes.

Por estos motivos, es importante que el proceso de enseñanza y los instrumentos


evaluativos utilizados eviten situaciones rutinarias y estimulen la creatividad del alumno:
siempre debe estar claro que en tecnología, un error o un fracaso pueden conducir a un
nuevo conocimiento. Para que así sea, las propuestas de secuencias de aula deben
incorporar siempre la evaluación crítica de los procesos y de las producciones, y las
posibilidades para mejorarlas, es decir, el rediseño con vistas al perfeccionamiento de las
producciones. Por otro lado, la valoración, el ensayo, la prueba, y en definitiva la
evaluación de un producto, son parte inseparable de las etapas cualquier proceso
tecnológico.

Por eso, en Educación Tecnológica, uno de los contenidos específicos de aprendizaje


es la capacidad de evaluar y de ser evaluado por otros. De modo que la autoevaluación
durante todo el proceso y la coevaluación en las puestas en común son muy importantes.
Por ejemplo, los alumnos deben ser capaces de evaluar críticamente su producción
(individual, la de su grupo y la de otros grupos), y de proponer cambios y mejoras.

Con relación a los instrumentos de evaluación, se pueden utilizar dispositivos muy


variados; en particular se sugieren:

• Cuestionarios

. • Cuadernos de campo

. • Porfolios con trabajos e informes escritos, individuales o grupales

. • Puestas en común con presentaciones individuales o grupales de trabajos prácticos,


resolución de problemas o proyectos (exponiendo procesos y productos).

En los dos últimos casos se recomienda el uso de las TIC para potenciar las posibilidades
expresivas de los trabajos y de las presentaciones.

El docente también puede utilizar rúbricas de evaluación, listas de cotejo (de control o
tablas con indicadores) que son un instrumento muy útil para la evaluación cualitativa en
situaciones de aprendizaje porque permiten orientar la observación y obtener un registro
claro y ordenado de los procesos y producciones de sus alumnos. Además, sirven para
sistematizar los distintos niveles de logro de cada alumno, mediante indicadores (o
criterios de evaluación) fijando una escala cualitativa para cada indicador de acuerdo con
los propósitos de la unidad de aprendizaje que estemos evaluando.

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