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CURSO DE ACCESO AL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA

SESION 1

ESTRUCTURA DEL PROCESO PENAL

SUMARIO:

1. INTRODUCCIÓN 2. COMPETENCIA EN JURISDICCIÓN PENAL 3. FASES DEL


PROCESO PENAL 4. LA FASE DE INSTRUCCIÓN

1. INTRODUCCIÓN AL PROCESO PENAL

Como señala MORENO CATENA (Derecho Procesal Penal, Tirant, 2017), nuestro actual
modelo de proceso penal surge de la Revolución francesa, y hunde sus raíces en los
postulados revolucionarios de la libertad del individuo y el respeto por la persona
humana, y como consecuencia de ello, se produce un cambio de paradigma en el
proceso penal y se sitúa al hombre en el centro del procedimiento penal, de modo que
el presunto responsable pasa a ser el protagonista del mismo en vez de seguir
representando el papel de mero objeto de la investigación.

Un avance posterior al modelo de proceso penal es el Estado de Derecho moderno, en


el que el proceso se supedita al principio y requisitos del proceso debido, organizándose
en torno al derecho de defensa. (Véase Artículo TEDH y el Derecho a un proceso
equitativo)

En los últimos tiempos el proceso penal español se encuentra guiado por las directrices
de la Unión Europea, que lo orienta en torno a los derechos de los acusados, pero
también, en los últimos tiempos, hacia la protección y restauración de la situación de las
víctimas, gran cuestión pendiente de los sistemas de Justicia en el siglo XXI.

2. COMPETENCIA EN JURISDICCIÓN PENAL

La jurisdicción penal se organiza en juzgados y tribunales de forma jerárquica desde el


Juzgado de Paz hasta la Sala segunda del Tribunal Supremo.

La competencia se produce cuando en un órgano coincide la competencia objetiva,


funcional y territorial para pronunciarse sobre cuestiones penales derivadas de un
hecho delictivo.

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La competencia objetiva se determina en cuanto al objeto del litigio, y que a su vez se


organiza por las leyes según el tipo de delito, la pena atribuida por el Código Penal al
tipo delictivo y la persona a la que se atribuyen los hechos.

En el artículo 14 de la LECrim se describen las reglas básicas:

Fuera de los casos que expresa y limitadamente atribuyen la Constitución y las leyes a
Jueces y Tribunales determinados, serán competentes:

1. Para el conocimiento y fallo de los juicios por delito leve, el Juez de Instrucción, salvo
que la competencia corresponda al Juez de Violencia sobre la Mujer de conformidad con
el número 5 de este artículo.

2. Para la instrucción de las causas, el Juez de Instrucción del partido en que el delito se
hubiere cometido, o el Juez de Violencia sobre la Mujer, o el Juez Central de Instrucción
respecto de los delitos que la Ley determine.

3 Para el conocimiento y fallo de las causas por delitos a los que la ley señale pena
privativa de libertad de duración no superior a cinco años o pena de multa cualquiera
que sea su cuantía, o cualesquiera otras de distinta naturaleza, bien sean únicas,
conjuntas o alternativas, siempre que la duración de estas no exceda de diez años, así
como por delitos leves, sean o no incidentales, imputables a los autores de estos delitos
o a otras personas, cuando la comisión del delito leve o su prueba estuviesen
relacionadas con aquellos, el Juez de lo Penal de la circunscripción donde el delito fue
cometido, o el Juez de lo Penal correspondiente a la circunscripción del Juzgado de
Violencia sobre la Mujer, en su caso, o el Juez Central de lo Penal en el ámbito que le es
propio, sin perjuicio de la competencia del Juez de Instrucción de Guardia del lugar de
comisión del delito para dictar sentencia de conformidad, del Juez de Violencia sobre la
Mujer competente, en su caso, en los términos establecidos en el artículo 801, así como
de los Juzgados de Instrucción competentes para dictar sentencia.

No obstante, en los delitos comprendidos en el Título VIII del Libro II del Código Penal, a
los solos efectos de determinar la competencia para el enjuiciamiento, se tendrán en
cuenta únicamente las penas de prisión o de multa, correspondiendo al Juez de lo Penal
de la circunscripción donde el delito fue cometido, o al Juez de lo Penal correspondiente
a la circunscripción del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, en su caso, el conocimiento
y fallo de los delitos para los que la ley señale pena privativa de libertad de duración no
superior a cinco años o pena de multa cualquiera que sea su cuantía.

4. Para el conocimiento y fallo de las causas en los demás casos la Audiencia Provincial
de la circunscripción donde el delito se haya cometido, o la Audiencia Provincial
correspondiente a la circunscripción del Juzgado de Violencia sobre la Mujer en su caso,
o la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

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No obstante, en los supuestos de competencia de la Audiencia Provincial, si el delito fuere


de los atribuidos al Tribunal de Jurado, el conocimiento y fallo corresponderá a éste.

5. Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer serán competentes en las siguientes


materias, en todo caso de conformidad con los procedimientos y recursos previstos en
esta Ley:

a) De la instrucción de los procesos para exigir responsabilidad penal por los delitos
recogidos en los títulos del Código Penal relativos a homicidio, aborto, lesiones, lesiones
al feto, delitos contra la libertad, delitos contra la integridad moral, contra la libertad e
indemnidad sexuales o cualquier otro delito cometido con violencia o intimidación,
siempre que se hubiesen cometido contra quien sea o haya sido su esposa, o mujer que
esté o haya estado ligada al autor por análoga relación de afectividad, aun sin
convivencia, así como de los cometidos sobre los descendientes, propios o de la esposa
o conviviente, o sobre los menores o incapaces que con él convivan o que se hallen sujetos
a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho de la esposa o
conviviente, cuando también se haya producido un acto de violencia de género.

b) De la instrucción de los procesos para exigir responsabilidad penal por cualquier delito
contra los derechos y deberes familiares, cuando la víctima sea alguna de las personas
señaladas como tales en la letra anterior.

c) De la adopción de las correspondientes órdenes de protección a las víctimas, sin


perjuicio de las competencias atribuidas al Juez de Guardia.

d) Del conocimiento y fallo de los juicios por las infracciones tipificadas en el párrafo
segundo del apartado 7 del artículo 171, párrafo segundo del apartado 3 del artículo 172
y en el apartado 4 del artículo 173 de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del
Código Penal, cuando la víctima sea alguna de las personas señaladas como tales en la
letra a) de este apartado.

Nótese que la Ley Orgánica 4/2023, de 27 de abril corrige el artículo 14.3, ya que se
había producido una problemática: al conllevar el delito sexual a partir de la LOGILS una
pena accesoria superior a 10 años, en la práctica no podían ser competencia de los
Juzgados de lo Penal y todos los asuntos se enjuiciaban en la Audiencia Provincial (o
análogo en Audiencia Nacional). La reforma de 2023 vuelve la situación a la normalidad,
excepcionando para los delitos contra la libertad sexual la regla clásica de que la pena
que no fuera privativa de libertad superior a 10 años haría corresponder la competencia
a la Audiencia y no a los Juzgados.

Como resumen, para determinar el órgano competente se ha de distinguir por este


orden:

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a) Si se trata de delito grave, menos grave o leve


b) Si el imputado está sujeto a un fuero personal (aforado ante el TSJ o TS)
c) La clase de delito concreto (por ejemplo. un delito que cuyo enjuiciamiento
corresponda a la AN o, sea alguno de los que compete al Tribunal del Jurado).
d) Gravedad de la pena prevista para el delito (la gravedad de la pena, así si la pena
de prisión excede de 5 años corresponde a la Audiencia en vez de al Juzgado, así
como si la pena no privativa excede de 10 años, salvo para delitos contra la
libertad sexual).

Para la competencia funcional, existen reglas como la que atribuye competencia de


ejecución al órgano que dictó en primera instancia la sentencia, o la que atribuye
competencia para las incidencias al que conozca del asunto (art. 9 LECrim).

La competencia territorial viene dada por el lugar en el que se comete el delito, si bien
tanto su regulación como su desarrollo jurisprudencial es complejo en razón de las
variadas posibilidades prácticas:

1. Fuero preferente: lugar de comisión o forum/locus delicti commissi

Art. 14 LECrim establece con carácter preferente y exclusivo el fuero del lugar donde la
infracción penal se ha cometido

2. Fueros subsidiarios

No siempre es posible inicialmente determinar con precisión el lugar de comisión


porque veces representa un dato o circunstancia que será preciso fijar por medio de la
actividad procesal; incluso puede resultar que al final de la investigación no conste el
lugar en que se ha cometido el delito

Para estos casos, la LECrim establece una serie de fueros subsidiarios (art.15, párr.1º):

1º El del término municipal, partido o circunscripción en que se hayan descubierto


pruebas materiales del delito

2º El del término municipal, partido o circunscripción donde el presunto reo haya sido
aprehendido

3º El de la residencia del presunto reo

4º Cualquiera en que se hubiera tenido noticia del delito

Estos fueros son subsidiarios al de la comisión: si algún juez está instruyendo un sumario
en virtud de alguno de ellos, y después se conoce el lugar donde se cometió el delito,
debe inhibirse inmediatamente a favor de este último, remitiéndole todas las

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actuaciones practicadas y poniendo a su disposición, en su caso, los detenidos y los


efectos ocupados.

Caso especial (art. 15 bis LECrim) En el caso de que se trate de alguno de los delitos cuya
instrucción corresponda al JVM, la competencia territorial vendrá determinada por el
lugar del domicilio de la víctima, sin perjuicio de la adopción de la orden de protección
o de medidas urgentes que puede adoptar el Juez del lugar de la comisión de los hechos.

Para la determinación de la competencia en casos complejos, se han desarrollado por la


doctrina y jurisprudencia 3 teorías:

Tª de la actividad: lugar de comisión aquél en que se exterioriza la voluntad del agente

Tª del resultado: atiende al lugar en que el delito se consuma

Tª de la ubicuidad: el delito se comete, según las cc del caso, tanto en el lugar en que se
realizan los primeros actos de ejecución como en donde el delito agota sus efectos

La regla general, es que el delito se comete donde se consuma (Tª del resultado)
pero también es cierto que como esta teoría no siempre es válida, el TS acude a
la Tª de la ubicuidad que le permite resolver todos los casos, incluidos los
relativos a los delitos continuados o de hábito.

Por otra parte, en ocasiones se produce conexión entre hechos delictivos, que suponen
la conveniencia de un enjuiciamiento conjunto.

3. FASES DEL PROCESO PENAL

Como apunta CORTÉS DOMÍNGUEZ, el proceso penal tiene una estructura


absolutamente distinta al resto de los procesos que se siguen en los demás órdenes
jurisdiccionales. Tanto en el proceso civil, como en el laboral y en el contencioso-
administrativo, la demanda, como acto de iniciación, pone en marcha un proceso en el
que, bajo los principios de contradicción y de igualdad, se desarrollan actos alegatorios
y actos probatorios que dan lugar de forma inmediata a la sentencia judicial, que es el
acto que declara existente o inexistente el derecho ejercitado por el actor y que, en
algunas ocasiones, puede conllevar la condena al cumplimiento de una obligación decla-
rada existente. En definitiva, en estos procesos lo que se ventila es el derecho a la tutela
judicial efectiva, que se concreta en la declaración de la existencia de un derecho o un
interés material del que se pretende titular quien ejercita la acción o interpone la
demanda.

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En el proceso penal, por el contrario, el derecho que se declara en la sentencia es el


de imponer penas, que es claramente un derecho público; en cuanto derecho público,
es de titularidad estatal; dicho en otras palabras, sólo el Estado puede imponer penas
por la comisión de hechos criminosos, y sólo puede imponerlas en cuanto que es Juez.
Por tanto, los que propician el inicio del proceso, mediante la denuncia o mediante la
querella, no son titulares del poder o del derecho de imponer penas; lo son de otro
derecho distinto que no es precisamente el que se reconoce en la sentencia final: son
titulares del poder o del derecho de acusar. Así, pues, los ciudadanos, los perjudicados
por el delito o el Ministerio Fiscal son titulares exclusivamente del derecho de acusar o
del derecho de iniciar el proceso acusando a determinadas personas de la comisión de
hechos que revisten carácter de delito.
La coexistencia de estos dos derechos, el de penar y el de acusar, y la distinta
titularidad de ellos ha determinado, una vez superada la filosofía que imponía el proceso
inquisitivo, una estructura del proceso penal que es típica y exclusiva de este orden
jurisdiccional, y que, como veremos en su momento, depende directamente de la
vigencia en el mismo del principio acusatorio. Este principio, impide juzgar a nadie sin
que previamente exista acusación, impide al órgano judicial juzgar sobre hechos
distintos y a personas distintas de las acusadas, e impide, lógicamente, condenar por
hechos distintos de los que han sido acusados.
Así, pues, la existencia de aquellos dos derechos o poderes y la vigencia del principio
acusatorio imponen una estructura en donde es necesario, dentro del proceso de
declaración, una primera fase, que llamamos de instrucción, y una segunda fase, que
vamos a llamar de enjuiciamiento; en la primera, se investiga si los hechos acusados
merecen ser juzgados en la segunda fase, y lo merecen si, en principio, tienen apariencia
de delito y pueden ser atribuidos a una persona concreta e individualizada; en la fase de
enjuiciamiento, el órgano judicial, una vez decidido que efectivamente existe base para
el enjuiciamiento, lo hace en un proceso público, que reúne todas las garantías
constitucionales y que termina por sentencia firme. La primera fase, de investigación, o
termina con una decisión judicial que es simple y exclusivamente reconocimiento de la
existencia del derecho o poder de acusar y, por eso, se permite entrar en la segunda
fase de enjuiciamiento, mediante un auto, que estudiaremos en su momento y que se
llama de apertura del juicio oral, o termina con una resolución que no reconoce, de
forma definitiva o provisional, que exista base suficiente para acusar, impidiéndose con
ella entrar en el juicio oral; esa resolución recibe el nombre de auto de sobreseimiento
libre o provisional.
La doctrina, aplicando quizá un criterio más pedagógico que sistemático, ha
distinguido entre la fase instructoria y la fase decisoria, o de enjuiciamiento, una llamada
fase intermedia que puede individualizarse dentro de las normas de la Ley, y que
comprendería aquellos actos que ponen fin teóricamente a la primera fase y permiten
la entrada en la segunda. Desde este punto de vista, distinguimos, y estudiaremos a
continuación, las tres fases en las que podemos dividir en el proceso de declaración

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penal: fase instructoria o instrucción, fase intermedia y fase de enjuiciamiento o de juicio


oral.
Sin embargo, el proceso para el enjuiciamiento rápido de los delitos y el juicio de faltas
no participa de esta estructura y se desarrolla de forma oral y en una sola vista, que
puede dividirse, en su caso, en diversas sesiones.

Por otra parte, la fase de ejecución forma parte del proceso penal necesariamente como
parte de lo establecido en el artículo 117 CE : El ejercicio de la potestad jurisdiccional en
todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde
exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes, según las normas
de competencia y procedimiento que las mismas establezcan. Las facultades del
condenado están muy limitadas frente a las fases anteriores, y si bien el control del
cumplimiento de la pena corresponde al Estado, a través de las instituciones
penitenciarias y el control del Juzgado de Vigilancia penitenciaria, la ejecución
inicialmente corresponde al Juzgado que dictó la sentencia. En algunos partidos
judiciales con numerosa población existen Juzgados penales especializados en
ejecución, calificados como Juzgados de Ejecutorias. La ejecución alcanza al
cumplimiento de las penas impuestas y también de la responsabilidad civil.

4. LA FASE DE INSTRUCCIÓN

La fase primera está dirigida a determinar hasta qué punto la notitia criminis puede
dar lugar a un juicio, es decir, a la fase de juicio oral. Si observamos lo que dispone el
art. 299 de la LECrim, veremos cómo el legislador ha querido instituir esa primera fase
con unos perfiles extraordinariamente claros: constituyen el sumario (nombre que da el
legislador a la instrucción en el proceso común), dice el artículo citado, «las actuaciones
encaminadas a preparar el juicio y practicadas para averiguar y hacer constar la
perpetración de los delitos con todas las circunstancias que puedan influir en su
calificación, y la culpabilidad de los delincuentes, asegurando sus personas y las
responsabilidades pecuniarias de los mismos» (STC 133/2000, de 17 de enero de 2000,
de 31 de enero y 145/1988, de 12 de julio). Quiere ello decir que, en principio, en esa
fase de instrucción se debe determinar si se han producido unos hechos, realizados por
persona concreta (lo que establece la legitimación pasiva), que sean merecedores de un
enjuiciamiento penal; por eso, estamos de acuerdo con ese sector doctrinal que afirma
que la instrucción consiste en realizar las actuaciones necesarias para decidir si se debe
o no abrir el juicio contra una determinada persona.
Igualmente la lectura del citado art. 299 de la LECrim nos pone ante la evidencia de
que la instrucción no sólo sirve para llevar a cabo las actuaciones necesarias a fin de
decidir si se debe o no abrir el juicio contra una determinada persona, sino que es misión
importantísima conseguir en esta fase judicial lo que en la Ley se llama el aseguramiento
de las personas y de las responsabilidades pecuniarias de los que aparecen
racionalmente como responsables de los hechos.

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En este sentido, en la instrucción se llevan a cabo actos que suponen restricción de


los derechos de las personas y que tienden al aseguramiento no sólo de la sentencia que
en su momento se pueda dictar, sino también al aseguramiento de la realización de los
propios actos procesales.
Estas actuaciones, mutatis mutandis, tienen la misma naturaleza que aquellas otras
que igualmente adopta el órgano encargado de la instrucción y que van destinadas a
asegurar el resultado económico del proceso; en ambos casos podemos definirlas como
medidas cautelares.
Todas estas medidas cautelares forman parte principalísima de la instrucción y como
tales están destinadas a posibilitar en la mejor de las condiciones el enjuiciamiento, en
su caso, de las personas que aparecen como autoras de hechos que racionalmente
pueden considerarse constitutivos de delito.

Durante la instrucción se van a desarrollar actividades de tres tipos:

-Actos procedimentales: peticiones o puesta en conocimiento de las partes en relación


con el hecho delictivo: denuncia, querella, solicitud de medidas…, así como decisiones
judiciales sobre estos extremos

-Medidas cautelares, de aseguramiento, de carácter personal o real

-Diligencias de investigación

La fase de instrucción, que se denomina de distintas formas dependiendo del tipo de


procedimiento, se organiza formalmente en una pieza principal y posibles piezas que
pueden existir o no, sobre la situación personal del investigado, o la responsabilidad
civil.

La instrucción además se ha de limitar en el tiempo, y debe cerrarse cuando el instructor


considere que se ha cumplido su finalidad. A partir de la modificación realizada por la
ley 2/2020, de 27 de julio, de acuerdo con el artículo 324, su duración debe limitarse a
12 meses desde la incoación de la causa contra una persona específica, y si fuera
necesario se pueden realizar sucesivas prórrogas de 6 meses (o menos meses).

La prórroga debe realizarse antes del fin del plazo, so pena de nulidad de las diligencias
realizadas fuera del plazo.

Se establece además la nulidad de las diligencias realizadas en la prórroga que fuera


revocada vía recurso. Por el contrario, sí son válidas las diligencias ordenadas dentro del
plazo que se desarrollaran con posterioridad a su terminación.

El legislador ha optado por simplificar el sistema anterior (vigente desde 2015) que
distinguía según la gravedad y complejidad de los delitos, y que permitía grandes bolsas
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de impunidad al establecer un plazo muy breve para su desarrollo, mientras que por
otro lado, la nueva regulación pretende promover la celeridad en la tramitación de la
fase de investigación al supeditarse la validez de las diligencias a la de las prórrogas de
los plazos, es decir, que la posibilidad de que el tribunal superior anule la prórroga
debería promover que se desarrollen las diligencias con celeridad y que sólo en casos
justificados se solicite la prórroga, pues si el tribunal superior revocara con posterioridad
la prórroga las diligencias serían nulas.

(Véase sobre esta modificación normativa el artículo “Las claves del nuevo art. 324 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal”, José Luis Rodríguez Lainz, Diario La Ley, Nº 9706,
Sección Doctrina, 29 de Septiembre de 2020, Wolters Kluwer)

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LA ESTRUCTURA DEL
PROCESO PENAL
MASTER DE ACCESO A LA ABOGACÍA
Profra. Dra. Helena Soleto
Estructura del proceso penal: Fase de Investigación
5
Estructura del proceso penal: Fase Intermedia
6
Estructura del proceso penal: Fase de juicio oral
7
Estructura del proceso penal: Fase de juicio oral II
8
Estructura del proceso penal: Fase de impugnación y de ejecución
9
FASE DE INSTRUCCIÓN
La investigación penal
Fase de instrucción
Comprobar la veracidad de la imputación inicial y determinar al
Concepto potencial responsable, autorizando la apertura del plenario
únicamente cuando existan indicios racionales criminalidad
(sospecha fundada sujeto imputado es responsable hechos).
C q Competencia órgano distinto enjuiciamiento y fallo: evitar contaminación
a (imparcial-según competencia funcional).
r q Contenido: diligencias de investigación (no prueba-salvo anticipada y/o
a preconstituida) para justificar apertura plenario (no = culpabilidad)+
c diligencias de aseguramiento (Medidas cautelares)
t q Vigencia principios específicos (distintos fase de enjuiciamiento):
e v Escritura-documentación.
r
v Dispersión actuaciones (no concentración).
í
s v Diligencias de investigación no son medios de prueba
t v Ubicación/Finalidad/objeto
i v Investigación de oficio (incoación-determinación diligencias a practicar).
c
v Posibilidad secreto actuaciones (evitar entorpecimiento-perjuicio
a
implicados).
s
11
La investigación penal
Denominaciones de la actividad
investigadora
SUMARIO DILIGENCIAS PREVIAS
Procedimiento común Procedimiento abreviado
u ordinario (Arts. 744 y ss LECrim)
(Arts. 299-648 LECrim)
DILIGENCIAS URGENTES INSTRUCCIÓN
Enjuiciamiento rápido delitos Procedimiento TJ
(Arts. 797-799 LECrim) (Arts. 24 y ss LOTJ)
12
La investigación penal
Piezas del proceso de investigación
PRINCIPAL DE SITUACIÓN PERSONAL
MEDIDAS CAUTELARES
q En la que se hace constar el Auto
incoación En ella se recogen las medidas de
q Diligencias de averiguación del naturaleza personal
delito y la participación (v. gr. prisión o libertad provisional)
q Auto conclusión
DE RESPONSABILIDAD DE RESPONSILIDAD CIVIL
CIVIL PRINCIPAL SUBSIDIARIA
En la que queda constancia de las Pieza eventual cuando se ha
medidas cautelares reales producido un perjuicio exigible a un
adoptadas para reparar el posible responsable civil de carácter
perjuicio subsidiario
(fianzas-embargos)
13
La investigación penal
Fase de instrucción
Juzgado de instrucción (excepción aforados/ menores)
Órgano Participación
• MF (instruye en menores, acusa en el resto)
COMPETENTE
• Policía judicial
• Acusación particular
qInstrucción judicial
C qInstrucción preliminar (MF o policía judicial)
L q Incompatible con la judicial (vid. nuevos arts. 284 y
A 295 LECrim)
S
E q Eventual/contingente
S q No jurisdiccional
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Fase de instrucción
Contenido Contenido de la actividad investigadora
MEDIDAS CAUTELARES MEDIDAS DE
DILIGENCIAS DE INVESTIGACIÓN
PROTECCIÓN
q Reconocimiento imputado q Prohibición residencia
q Personales
q Declaración del imputado q Prohibición circulación por
q Declaración de los testigos üDetención
determinados lugares
q Careos üLibertad provisional
q Prohibición comunicación
q Informes periciales üPrisión provisional
con determinadas personas
q Inspecciones corporales üRestricción de Derechos
q Orden de protección
q Intervenciones corporales q Reales
q Videovigilancia üConservación
q Reconocimiento judicial üAprehensión-depósito
q Intervención de las comunicaciones üAseguramiento:
q Entrada y registro üFianza-embargo-pensión
q Agente encubierto
q Circulación y entregada vigilada de
drogas
q Diligencias de investigación
tecnológica
15
Fase de instrucción
Contenido
Eficacia probatoria excepcional de los actos de investigación
Art. 741 de la LECrim establece en principio de forma inequívoca que el órgano judicial sólo puede basar
su sentencia en las pruebas que se practiquen en el juicio;
regla general, los medios de investigación no son medios probatorios.
Sin embargo, a nadie se le escapa que por la propia naturaleza de las cosas a veces es imposible repetir
en el juicio oral lo que se ha hecho en la fase sumarial como medio de investigación. Vid. p.ej. la prueba
de alcoholemia, la autopsia, o la declaración de un testigo en peligro de muerte, etc.
Parece lógico que hayan de existir soluciones para que en esos casos la práctica de esas diligencias
tengan no sólo una eficacia o valor instructorio o de investigación, sino que puedan desplegar su valor
en la fase de enjuiciamiento.
Las razones son diversas: el peligro de muerte, la irrepetibilidad de los hechos que han sido
investigados o de los medios de investigación, la naturaleza del medio de investigación, etc.
En estos casos excepcionales, se permite que dichas investigaciones tengan efectos probatorios, siempre
que se realicen con unas garantías (en unas condiciones formales, tanto procesales como
constitucionales, en la que queden salvaguardados los derechos del acusado).
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Fase de instrucción: Medidas cautelares
Art. 299 de la LECrim: constituyen el sumario (la instrucción) no sólo los actos instructorios, o
de averiguación, sino también aquellos otros actos que tienden a asegurar las personas y las
responsabilidades pecuniarias de los acusados. Este son los actos aseguratorios o medidas
cautelares.
Competencia, con carácter general, al órgano judicial, pues con ellas se afectan derechos
fundamentales (a veces, no fundamentales sólo constitucionales) de la persona y se modifica
el régimen de administración, o incluso de disposición, de determinados bienes del deudor, o,
en último término, se producen embargos y fianzas que determinan una variación en el
régimen del patrimonio del acusado.
Personales o reales
Pretenden asegurar la posible ejecución de la sentencia de condena que pueda dictarse al
final del proceso, con base en la existencia de una apariencia del derecho (en este caso, del
derecho de penar del Estado) y en la existencia del peligro que se produce por el retardo
natural en la tramitación de los asuntos, peligro que se centra en hacer ilusoria, no sólo la
pena que se pueda imponer sino, por las circunstancias que determinan la naturaleza
concreta del proceso penal, la propia tramitación del proceso, que normalmente no se puede
sustanciar en rebeldía del acusado.
Fase de instrucción Duración: Art. 324 Lecrim (Ley 2/2020,
de 27 de julio)
Plazo 12 meses.
-desde la incoación
-Prorrogable: prórrogas de 6 meses o menos
-de oficio o a solicitud
-oídas las partes
-nulidad de lo realizado fuera del plazo (salvo que se ordenara antes) o cuando
prosperara el recurso contra la prórroga
La ley 2/2020, de 27 de julio, modifica la normativa de 2015, que establecía un plazo
más breve salvo que la investigación fuera compleja.

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