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LESIONES TRAUMÁTICAS DE LA INFANCIA

El 60% de los ingresos hospitalario de los niños hasta los 16 años en países con
escasos recursos es debido a origen traumático otro 30% es por causa infecciosa y
sólo un 10% representa otros motivos.
El motivo mas importante de traumatismo en los niños se debe a caída,
frecuentemente de los árboles, que causan fracturas en la extremidad superior. Las
fracturas abiertas son principalmente causadas por accidentes de circulación.
En el niño se dan dos condiciones importantes para el tratamiento de sus fracturas.
Presentan cartílago de crecimiento (fisis) hasta los 16 años y tiene una gran capacidad
de consolidación y remodelación que va disminuyendo a medida que se acerca al final
del crecimiento.

Cartílago de crecimiento

La incidencia de lesiones y mecanismos depende de los países y del entorno social y


cultural de los afectados. En países poco desarrollados son los accidentes casuales, de
circulación o conflictos civiles (heridas por armas de fuego o minas) y en países donde
el nivel cultural y social es más alto dominan las caías de altura, los accidentes de
tráfico, deportivos.
Entre los 0 y los 16 años sufren al menos una fractura el 42% de los niños y el 27%
de las niñas (en los medios rurales llega hasta el 50%), la mayor incidencia en niños
es alrededor de los 15 años y las niñas alrededor de los
12 años. En el hemisferio Sur existe un predominio entre Noviembre y Febrero que
representa la época de las vacaciones escolares y de los frutos

maduros. Muchas de estas lesiones son abiertas y algunas de ellas con varios días de
evolución.
Las fracturas en los niños más frecuentes se dan en la extremidad superior con un
45,1% en el radio (dominando en su metáfisis y fisis distal), 18,4% en el húmero
(dominando metáfisis y fisis distal), 15,1% en la tibia, 13,8% en la clavícula y 7,6%
en el fémur. Las fracturas fisarias representan el 21,7% de las lesiones.
Las lesiones ligamentosas y luxaciones son muy raras ya que las fisis absorben las
fuerzas y ceden antes. Las fracturas de cadera y raquis son menos frecuentes.

Fracturas metafisoepifisarias
En los traumatismos es difícil separarlas epífisis de las metáfisis por lo que
estudiaremos de forma conjunta su comportamiento mecánico y traumático. La zona
metafiso-epifisaria se describe como la zona del hueso que cabe en un cuadrado cuyo
lado es la distancia transversa máxima de la epífisis, salvo para la extremidad
proximal del fémur que debido a su forma la zona metafiso-epifisaria llega al borde
inferior del trocánter menor. Este sistema ha sido adoptado por la AO en su
clasificación de las fracturas ya que es práctico y totalmente específico sin margen de
error ínterobservador.

Prof. P. Golanó

Zona metafiso-epifisaria Las fracturas del

cartílago de crecimiento (fisis) es una lesión exclusiva de los niños, con una
gran frecuencia y potencial gravedad de sus secuelas. La fisis está
constituida por tres capas principales, la germinal, la proliferativa y la
hipertrófica. El plano de separación metafiso-epifisario se produce en la
unión entre el cartílago sin calcificar y el calcificado. En la epifisiolisis la
capa germinal fisaria permanece siempre unida al hueso epifisario.
Esta es la zona más frecuentemente lesionada en el niño y de ésta lo es la fisis y la
metáfisis, más que la epífisis. La epífisis se lesiona raramente ya que en el momento
del traumatismo toda la tensión es absorbida por la zona más frágil que la fisis y sobre
ella recaen prácticamente todas las lesiones.
El desprendimiento epifisario (epifisiolisis) sigue varios patrones y Salter y Harris
presentaron una clasificación que se continúa utilizando actualmente. Rang añade un
tipo VI en que la parte lateral de la fisis está cizallada o arrancada por un golpe
directo (5,3%).

Clasificación de Salter y Harris de la epifisiolisis

Tipo I: El cartílago de
crecimiento y la epífisis
se separan en bloque de
la metáfisis(15,6%)

Las dos primeras representan el 75% de las epifisiolisis y son las más benignas ya que
la placa germinal no está afectada. Las cuatro últimas lesionan la placa fisaria y
pueden frenan su crecimiento provocando una epifisiodesis.
Para el tratamiento es importante reestablecer la integridad fisaria sobre todo en las
fracturas III y IV ya que de no hacerlo lo más probable será la aparición de un puente
óseo misario (epifisiodesis). Hay que reducir el desplazamiento intraarticular para
evitar los cambios degenerativos en el futuro.
Independiente del hueso afectado el tratamiento será siempre el mismo. Se debe
identificar la lesión mediante buena radiología y proceder a su perfecta reducción. Las
Tipo I y II no dejan secuela ya que no alteran el crecimiento

Las tipo III y IV requieren frecuentemente la cirugía para efectuar la estabilización con
agujas o mejor con tornillos.
La lesión Tipo V tiene el inconveniente que no se detecta en una primera radiografía.
Cuando existe la sospecha se debe efectuar un seguimiento y ante la presencia de una
desviación efectuar una desepifisiodesis.
La incidencia de las fracturas fisarias con respecto al total de las fracturas de los
niños, se encuentra alrededor del 15% y el 30% y se producen alrededor de la
pubertad, algo antes en las niñas que en los niños. Son más frecuentes en niños. El
miembro superior se afecta con mucha más frecuencia que el inferior. Las del tipo II
son más frecuente seguidas de los tipos I, III y IV. La de tipo V es muy rara.
Las secuelas más graves son: la incongruencia articular y, en consecuencia, artrosis,
la falta de unión de los fragmentos y los trastornos del crecimiento. De ellas, la más
grave y con repercusión inmediata son los trastornos del crecimiento.
Las dos fracturas metafisarias más habituales en los niños son la distal de radio y la
distal de húmero. De ellas la más delicada es la fractura supracondílea.

Epifisiolisis proximal de húmero


La epifisiolisis proximal del húmero no es rara en los niños y se produce por
mecanismo violentos de abducción y rotación. Se trata mediante reducción cerrada, y
yeso totracobraquial. La remodelación requiere de tres a seis años.
La epifisiolisis puede afectar al crecimiento ya que se trata de una de las dos más
fértiles de la extremidad superior (la otra es la distral de radio).

Un 11% de acortamientos superiores a 1 cm se observan en las de Tipo I y II (3,5


mm de promedio), en las de Tipo III un 25% (7,7 mm) y en las de Tipo IV un 28%
(12 mm), especialmente en lesiones ocurridas por debajo de los 11 años. Un
acortamiento del húmero con movilidad completa no ocasiona ninguna incapacidad
Fractura supracondílea
La fractura supracondílea de húmero se produce prácticamente siempre por un
mecanismo de caída en extensión (fragmento distal hacia atrás), siendo las
producidas por flexión (fragmento distal hacia delante) solo de un 1%. El tratamiento
es en las Tipo I (sin desplazamiento) un yeso braquial y las tipo II y III (moderado o
gran desplazamiento) reducción y agujas percutáneas para colocar un yeso en flexión
moderada.
La fractura por extensión se acostumbra a tratar mediante reducción y agujas
percutáneas, que pueden ser una por cada lado o dos agujas colocadas en el lado
radial. Puede ser correcto sólo dos agujas por el lado interno en la Tipo II (poco
desplazamiento) ya que las Tipo III (gran desplazamiento) requerirían siempre una
aguja colocada desde la zona epitroclear.

Fractura de epitróclea
Representa el 11% de las fracturas del codo en el niño y se trata de un
desprendimiento epifisario, ya que esta apófisis tiene un núcleo de osificación propio
que se cierra a los 20 años.
Se provoca por un mecanismo de valgo forzado con el codo prácticamente extendido.
Los ligamentos mediales y los músculos epitrocleares traccionan la epitróclea y la
arrancan. Si el mecanismo es más violento la cápsula interna se rompe y el codo se
subluxa. En ese momento el fragmento óseo puede quedar encarcerado dentro de la
articulación.
Se clasifica en tres tipos: Tipo I con desplazamiento simple, Tipo II con el fragmento
introducido en el interior de la articulación y Tipo III en el que se asocia luxación.
La fractura con poco desplazamiento se puede tratar de forma conservadora con un
yeso braquial en flexión del codo de 90º y pronación. Normalmente no hay pérdida de
la movilidad del codo.
Si el desplazamiento es de 1 cm o más, hay que reducir el fragmento y reinsertarlo
mediante agujas de Kirschner. En las lesiones Tipo II hay que efectuar reducción
abierta extraer el fragmento y reinsertarlo.
Las lesiones Tipo III se tratan mediante reducción de la luxación y reinserción de la
epitróclea. Aquí la rehabilitación es más larga y hay que
prever una rigidez del codo para la extensión de 5º a 10º.
El tratamiento no quirúrgico presenta neuritis cubital en un 10%.

Fractura de epicóndilo
Se trata de una lesión bastante rara. El núcleo
de osificación aparece a los 12 años y se cierra
en la pubertad,
después de ese momento no puede existir la
lesión. El
mecanismo de lesión es por un varo forzado y
los desplazamientos son mínimos. Si hay poco
desplazamiento se trata de forma conservadora
durante 3 semanas. Si hay desplazamiento se debe reducir ya qu acostumbra a dejar
secuelas.

Fractura de los cóndilos humerales


Se trata de una fractura metafiso- epifisaria
y, por lo tanto, epifisiolisis Tipo IV. Puede
existir dificultad en la interpretación
radiográfica debido a la incompleta
osificación de la epífisis. Para ello se
recomienda una radiografía comparativa del
otro lado.

Existe un antecedente de mecanismo


violento, gran tumefacción a la exploración y muchas veces inestabilidad al varo-
valgo. No se trata sólo de una epifisiolisis sino de una lesión articular con
desplazamiento. La reducción satisfactoria no se obtiene por métodos cerrados. Se
debe reducir a cielo abierto y estabilizar mediante agujas.
Es previsible una cierta rigidez del codo a la extensión pero funcionalmente aceptable.
La lesión fisaria es más grave. Podría provocar una epifisiodesis central con un
crecimiento lateral dando una imagen en “cola de pescado”.

Fractura proximal de cubito y radio


En el 10% de estas fracturas se asocia luxación de codo. La lesión de los ligamentos
del codo es variable y depende del tipo de fractura, con un 12% de calcificación del
ligamento lateral medial.
En las epifisiolisis de la cabeza de radio se clasifica según O’Brien en Tipo I cuando
presenta una angulación menor de 30º, Tipo II si la angulación es entre 30º y 60º y
Tipo III si es mayor de 60º.

El 60% de las del Tipo III requieren tratamiento quirúrgico con reducción y
estabilización mediante agujas de K, inmovilización durante 3-7 semanas.
La mayor pérdida de movilidad se da con la reducción abierta.

Epifisiolisis distal de cubito y radio


La Epifisiolisis distal de radio es frecuente pero
generalmente son de tipo I o II y por mecanismo de
caída y flexión dorsal forzada. Se reduce en flexión
palmar y se inmoviliza con un yeso antebraquial

durante 4 semanas. Solo cuando son de tipo V


pueden dar epifisiodesis con acortamiento del radio.

Fractura proximal del fémur


Las fracturas proximales del fémur en el niño son poco frecuentes y se
pueden dar entre los tres meses y los 14 años. Los mecanismos más
habituales son las caídas desde una cierta altura y los accidentes de
trafico.
Se clasifican en cuatro tipos, las del Tipo I ocurre a través de la fisis
(transepifisaria), las del Tipo II a través del cuello (transcervical), las
del Tipo III en la zona
cervicotrocantérea y las del Tipo IV en la zona intertrocantérea. Las
más frecuentes son las del Tipo II y IV con un 40% y 33%
respectivamente. La edad se correlaciona con el tipo de fractura. Las
del Tipo I se da a los 12 años, las del tipo II a 10,5 años, las del Tipo
III a los 7 años y las del IV de al año y medio. En niños pequeños se puede deber a
maltrato.

Es importante valorar el grado de desplazamiento ya que influye en la calidad de los


resultados.
La fractura sin desplazamiento se trata mediante un yeso pelvipédico durante 8
semanas, con un 100% de consolidaciones y buenos resultados.
La fractura desplazada, independiente del tipo, se debe reducir de forma precisa bajo
anestesia y generalmente colocar algún sistema de fijación (agujas de Kirschner o
tornillos). Presentan un 30% de complicaciones a pesar de un tratamiento correcto,
condrolisis, pseudartrosis, consolidación en varo, acortamiento y necrosis avascular de
la cabeza del fémur.

La fractura proximal de fémur


desplazada representa un grave riesgo
de necrosis avascular de la cabeza.

Epifisiolisis distal de fémur

A nivel de la rodilla los cartílagos de crecimiento contribuyendo en un alto porcentaje


al crecimiento total del segmento correspondiente y del total de la extremidad inferior,
por lo que las secuelas de las fracturas van a provocar una dismetría.

Es más frecuente en el niño adolescente por caída o accidente de circulación


(atropello). El mecanismo frecuente es debido a una fuerza rotatoria importante e
hiperextensión con lesiones neuro-vasculares que pueden requerir la amputación de la
extremidad. Las lesiones tipo I y II son los más frecuentes.

Las lesiones no desplazadas se tratan con yeso cruro-pédico durante cuatro a seis
semanas. En la fracturas desplazadas se reduce y estabiliza con agujas de Kirschner
percutáneas o tornillos. Los yesos se mantienen 4-6 semanas. Como complicaciones
pueden darse la lesión vascular, la lesión nerviosa y la lesión ligamentosa asociada

Epifisiolisis proximal de tibia

Se trata de una lesión poco frecuente y se debe a accidentes de alta energía, y la


mayoría de los casos corresponden a lesiones tipo II de Salter Harris. La lesión suele
estar producida por una fuerza angular varizante o valguizante o, en los casos más
graves, por un mecanismo por hiperextensión pudiendose asociar lesión vascular.

En las lesiones no desplazadas, se tratan con un yeso cruro-pédico con la rodilla en


extensión. En las desplazadas, se necesita flexionar la rodilla para poder reducir la
fractura para relajarse los músculos posteriores. Puede existir interposición de
periostio y entre un 14 y 24% puede existir alteración del crecimiento.

Epifisiolisis distal de tibia y peroné


El desprendimiento de la epífisis distal de la tibia se produce casi exclusivamente por
mecanismo indirecto en eversión-rotación interna o en inversión-rotación externa y su
incidencia oscila entre el 15% y el 25%.
Son más frecuentes en los niños y alrededor de la época de maduración sexual.
Las epifisiolisis Tipo II con desplazamiento superior a 2 mm debe considerarse de
riesgo.
Las epifisiolisis triplanas son un tipo de lesión que ocurre en una edad próxima al final
del cierre de las fisis (fracturas de transición) y gozan de características de ambos
grupos de edad. Pasan desapercibidas y se piensa en una epifisiolisis simple. Cuando
los desplazamientos son menores de 2 mm la reducción mediante manipulación
seguida de yeso da buenos resultados. El tratamiento quirúrgico está indicado en caso
contrario.
La desviación angular se debe una epifisiodesis o a una consolidación viciosa. Se
tratan mediante osteotomías a nivel metafisoepifisario, en general de alargamiento y
con colocación de injerto.
La incongruencia articular, predisponente de artrosis en el adulto, se debe a defectos
de reducción.
Un caso especial es la fractura triplanar de la fisis que solo se da en la fisis distal de la
tibia al final del crecimiento. En la RX anteroposterior y lateral, se observa como un
tipo IV en la anteroposterior y como un tipo II en la lateral. Tiene indicación quirúrgica
para reducir y fijar con un tornillo el fragmento epifisario de la tibia.

Epifisiodesis
Epifisiodesis es la unión entre metáfisis y epifisis por lesión de la placa fisaria. Como
es una lesión que se produce durante el crecimiento provoca desalineación y
acortamiento del segmento afecto.
Los puentes óseos fisarios pueden ser divididos en dos grandes grupos: totales y
parciales. Los cierres fisarios prematuros totales tienden a producir fundamentalmente
un acortamiento del segmento óseo afecto mientras que los parciales suelen conducir
a trastornos del crecimiento más complejos. A su vez, los cierres fisarios parciales
pueden clasificarse, según su localización, en periféricos, centrales y lineares.
Los puentes óseos periféricos suelen producir
deformidades angulares más o menos marcadas, muy
frecuentemente asociadas a acortamiento del hueso
afecto y los puentes centrales tienden sobre todo a
producir acortamiento y una deformidad característica
epifisaria, en "tienda de campaña".
Fracturas diafisarias
El niño la fractura cura con menos tiempo de
inmovilización que en adulto por lo que si se establecen
desviaciones ya no se pueden reducir a las dos semanas.
Se puede esperar una buena remodelación de las fracturas si están próximas a la fisis
y si la deformidad está en el plano de movimiento articular. Las alejadas de la fisis o
en varo-valgo remodelan peor. Ello lleva a que pequeños defectos de reducción se
dejen sin tratar ya que se remodelaran en breve tiempo.

Existe un hipercrecimiento después de una fractura diafisaria, más evidente en la


extremidad inferior y en los huesos proximales. Este estímulo del crecimiento es
mayor a los 4-5 años y 8-9 años por lo que en las fracturas diafisarias de fémur se
permite reducirlas, bien alineadas en los dos planos, con un acortamiento de 1 cm,
que se compensará posteriormente.
La tracción continua a través de la piel se despega, irrita y el peso de la tracción debe
ser pequeño, por eso está solamente indicado en la tracción al cénit en las fracturas
de fémur de niños menores de 3 años o de bajo peso. La tracción esquelética debe
realizarse, según la edad y el peso del niño, con aguja de Kirschner o clavo de
Steinmann, pero siempre a más de 2 cm. de la fisis para evitar su lesión
(epifisiodesis).
La reducción abierta de una fractura diafisaria es menos frecuente que en el adulto y
para ello se utilizan agujas de Kirschner o clavos flexibles que no atraviesen las fisis.
La placa atornillada se utilizará al final del crecimiento. La reducción abierta y fijación
interna estimula más el hipercrecimiento.

Fractura de clavícula
Es la fractura más frecuente durante el
parto siendo que puede llegar y superar
al 15 por 1000, en algunos entornos. La
incidencia aumenta en fetos de más de

3.800 gramos y más de 50 cm, disminuye con la experiencia del obstetra y no influye
el tipo de anestesia, el tiempo del trabajo de parto o el número de partos de la madre.
Parece ser que es más frecuente en varones y en el lado derecho.

En los niños mayores se produce por caídas sobre el hombro y se reduce mediante un
vendaje en 8, bien almohadillado, durante 3-4 semanas.

Fractura diafisaria de húmero


Representa entre el 1% y el 3% de todas las fractura infantiles y entre el 10%-15%
de todas las fracturas del húmero, con mayor incidencia por debajo de los tres años y
por encima de los doce. El mecanismo frecuentes es el directo por golpe, o indirecto
por rotación brusca en gesto casual o deportivo, sin olvidar el maltrato en lactantes.
El tratamiento de elección es el ortopédico mediante una férula de yeso en U con el
antebrazo a 90º y colgado del cuello con un cabestrillo, que da los mismos resultados
que un yeso toracobraquial y es mucho más cómodo, salvo en fracturas muy
inestables. Los límites aceptables de las desviaciones en niños preadolescentes son
menos de 30º de varo, menos de 20º de angulación anterior o posterior y menos de
15º de rotación.
 El tratamiento quirúrgico es raro y se deja para los politraumatizados, fracturas
bilaterales, fracturas abiertas (fijador externo), lesión vascular o neurológica
asociada o fracturas patológicas.

Fractura diafisaria de cúbito y radio


Se produce por caída o por atrapamiento del antebrazo al caerle un peso encima. No
es rara en los accidentes de tráfico. El mecanismo habitual es por flexión.
En el niño la fractura diafisaria de antebrazo sigue dos grandes patrones, o se
fracturan los dos huesos simultáneamente o la fractura de uno de ellos se asocia la
luxación del otro, fracturas de Monteggia y Galeazzi.

La fractura de cúbito y radio representa el 36% de las fracturas en los niños con un
patrón bimodal en los niños a los 9 años y los 13-14 años y en las niñas a los 5-6
años. En 75% de las fracturas son del tercio distal y el 15% en el tercio medio. La
fractura-luxación de Monteggia representa el 5%.
La caída con el antebrazo en extensión provoca que las fuerzas se transmitan a través
del radio y se rompe primero. Es más frecuente en niños pequeños en que la
transición entre metáfisis y diáfisis está menos diferenciada que en los niños mayores.
Si en la caída se asocia supinación forzada del antebrazo el fragmento distal se desvía
hacia dorsal creando una angulación volar de los huesos del antebrazo y al menos uno
de los huesos presenta una fractura en tallo verde. Si se realiza pronación forzada el
fragmento distal está desviado hacia volar con una angulación dorsal. Estos datos son
necesarios para efectuar la reducción llevando el fragmento distal en busca del
proximal.
Se clasifica en fractura del tercio proximal, tercio medio y tercio distal.
Las fracturas del tercio proximal representa el 10% de las fracturas de antebrazo en el
niño. Se trata mediante reducción ortopédica y yeso braquial.
En el 19,6% se pierden más de 15º de pronación o supinación y se debe a reducciones
defectuosas.
Las fractura del tercio medio representa el 15%-18% de las fracturas de antebrazo.

La fractura en tallo verde requiere reducción tratando de no romper la cortical intacta


pero, de no lograrse, hay que fracturarla ya que la deformidad tiende a reproducirse.
Se inmovilizan con yeso braquial.
A los 3 meses puede haber un 39% de limitaciones en la prono-supinación pero se
reduce al 7% a los cuatro años.
En adolescentes la fractura completa y desplazada de los dos huesos puede requerir
reducción abierta cuando no se logra la reducción cerrada. En estos casos una alineación
con agujas de Kirschner puede ser aceptable. A los 3,5 años el 92% tienen un resultado
excelente con una movilidad completa.
La consolidación viciosa en angulación dorsal se corrige mal a este nivel (por estar
distante de la fisis distal), aunque cabe esperar una corrección del 50% a los 3 años.
Esta corrección es mayor todavía en niños de menos de 10 años. Por eso se acepta que
desplazamientos mayores de 10º deben ser corregidos antes de que consoliden. Una
desviación de 10º provoca una pérdida de la prono-supinación de 20º. La pérdida es
mayor si existe inclinación radial y desviación dorsal. La consolidación con rotación limita
más este movimiento y aunque la remodelación existe no mejora la movilidad.
La fractura del tercio distal es la más frecuente (75%). Requiere reducción bajo
anestesia general y colocación de un yeso braquial.
La fractura completa de los dos huesos del antebrazo se reduce en tracción continua
traccionando los dedos y manipulando con el pulgar el extremo fracturado de los
fragmentos distales hasta encajarlo con el proximal. Puede ser necesario efectuar la
maniobra de Lambotte que consiste en flexionar el fragmento distal 90º sobre el
fragmento proximal y deslizarlo sobre su cortical superior hasta que alcance el foco de
fractura y entonces extenderlo. Se coloca un yeso braquial presionando en sentido
anteroposterior sobre el foco de fractura para aplanar el antebrazo.
Hay que observar los desplazamientos secundarios dentro del yeso braquial, ya que
debido a que durante las dos primeras semanas se deshincha se desplazaran ambos
huesos hacia cubital por estar suspendido el brazo del cuello.

El riesgo de refractura es mucho mayor cuando el yeso se retira antes de las 6 semanas
y acostumbra a ocurrir entre las 8 y las 16 semanas de la fractura.

La deformidad plástica de los huesos del antebrazo se corrige apoyando suavemente


el hueso sobre una superficie rígida como una venda de yeso y presionando de forma
progresiva.
En fracturas difíciles de reducir se pueden colocar dos agujas de Kirschner curvadas
entrando por encima de las fisis. En los niños cerca del final del crecimiento se puede
tratar como un adulto con placa atornillada.
Las fracturas inestables del antebrazo en los niños curan con menos de un 10% de
angulación debido al gran potencial de remodelación. No se recomienda la utilización
de placas atornilladas, aunque hay autores que utilizan una en cúbito con lo que el
radio prácticamente queda alineado.

La fractura de Monteggia es la fractura del cúbito asociada a la luxación de la cabeza


del radio. Se produce por mecanismo directo sobre el cúbito. Bado las divide en cuatro
tipos.

Tipo I: Fractura en
el tercio medio o
proximal de la
diáfisis del cúbito y
luxación anterior
El mecanismo se produce por golpe directo con hiperpronación del antebrazo.
Se debe reducir y estabilizar la fractura del cúbito con lo que la cabeza del radio se
reduce sola. En niños pequeños la estabilización puede ser sólo con yeso y en los
mayores con aguja o placa en el cúbito.
La lesión de Galeazzi consiste en la fractura del radio asociada a la luxación
radiocubital distal. Se clasifica según la dirección de desplazamiento del radio en un
Tipo I con desplazamiento dorsal (angulación volar) del radio distal y Tipo II con
desplazamiento volar (angulación dorsal) del radio distal. La fractura del radio
acostumbra a ser en tallo vede y la reducción y contención con yeso da buenos
resultados.

Fractura diafisaria de fémur


La fractura diafisaria (desde la zona
subtrocantérea a la zona supracondílea)
representan el 1,6% de todas las fracturas en el
niño con un máximo de incidencia a los 2 años y a
los 12 años. El hueso infantil pasa de ser poco
denso y de sección pequeña a una mayor
resistencia y de sección mucho mayor que se
acelera de forma logarítmica entre los 5 y los 15
años.
Si el trazo de fractura se sitúa en la zona
subtrocantérea el fragmento proximal se desvía de forma marcada en flexión-
abducción y rotación externa. En el tercio medio ésta desviación es menor por el
efecto de los aductores y el fragmento distal está en aducción y rotación interna. En
las fracturas distales el fragmento proximal está equilibrado en el plano frontal con
tendencia a la rotación interna con respecto al distal. En la zona supracondílea el
fragmento
distal está en marcada flexión por el efecto de los gemelos.
En el tratamiento de esta fractura será básicamente ortopédico: hasta los 6 meses de
edad un arnés tipo Pavlik, de los 6 meses

a los 2 años tracción al cénit de Bryant (niños


de menos de
15 kilos de peso) y yeso, de los 2 a los 5 años
tracción longitudinal y yeso pelvipédico.

El yeso pelvipédico no se debe colocar en


extensión de la pierna ya que el fragmento
proximal no queda controlado, por lo que ha
de estar en flexión de 90º en la cadera y 90º
en la rodilla con una abducción de 30º y 15º
de rotación externa de la pierna. La inmovilización de la pelvis debe llegar hasta la
base del tórax y es frecuente tener que bloquear la extremidad contraria hasta la
rodilla. Se acepta un acortamiento menor de 1,5 cm (aproximadamente el diámetro de
la diáfisis en ese punto) y una angulación menor de 10º en plano frontal y menor de
20º en el plano sagital. Este tratamiento permite corregir la angulaciones mediante
gypsotomia (sección circular del yeso) en cuña a las 2-3 semanas.
Un practico esquema de tratamiento es el siguiente: Tracción cutánea al cenit
(Tracción de Briant) para los niños menores de dos años un día por mes de edad y
luego yeso
pelvipédico con la rodilla y cadera
flexionada a 90º durante tres semanas.
Para los mayores, tracción longitudinal
de un día por año de edad y luego yeso
pelvipédico con la cadera y rodilla en
flexión de 30º-45º durante 6 semanas.

La colocación de clavos rígidos introducidos a través del trocánter se debe dejar para
el final del crecimiento por la posible lesión de la vascularización superior del cuello
femoral con el riesgo de coxa valga o necrosis parcial de la cabeza del fémur. La
colocación de placas en niños menores de 12 años ocasiona frecuentemente
hipercrecimiento.
Fractura diafisaria de tibia
La fractura de tibia y peroné representan el 15% de
las fracturas pediátricas y es la tercera más
frecuente de los huesos largos, siendo más
frecuente en el tercio distal (50%- 70%)
provocando un trazo oblicuo largo o espiroidea en
el 80%. El 30% se asocia a fractura del peroné y
de
ellas el 50% son producidas por accidentes de
tránsito.
El tratamiento de elección es el yeso inguinopédico
colocado con 20º de flexión la rodilla y 10º de
flexión plantar en el tobillo para las fracturas del
tercio proximal, y 20º de flexión en las
del tercio medio y distal.

Se pueden aceptar hasta 5º de


desviación en varo o valgo y hasta 10º
de antecurvatum pero no más de 1 cm
de acortamiento ya que la posibilidad de
hipercrecimiento en la tibia es mínima.
La fractura abierta es relativamente
frecuente e implica un tratamiento muy
protocolizado por las complicaciones
precoces: retardo de consolidación en
un 16%, seudartrosi

hasta un 7,5%, consolidación viciosa un 6,5%, infección 11% y síndrome


compartamental 4%.

Traumatismos cervicales en el niño


Es una lesión rara en pacientes por debajo de los 15 años. La proporción de lesiones
altas es mayor que en el adulto posiblemente debido a la desproporción de volumen
entre cabeza-cuerpo en los niños y una musculatura todavía no desarrollada.
Existen circunstancias que deben ser tenidas en cuenta y efectuar diagnóstico
diferencias. Puede existir centros de osificación del atlas, todavía no unidos, que
parezca una fractura y lo mismo ocurre con la placa fisaria de la odontoides que puede
semejar una fractura. Además en el niño puede existir una subluxación traumática C2-
C3 con movimientos prácticamente normales.
ASPECTOS GENERALES DE LAS FRACTURAS EN EL NIÑO
INTRODUCCIÓN
Los traumatismos en un esqueleto en crecimiento son especiales por su frecuencia, variedad
anatómica, localización, rapidez de consolidación y posibilidad de remodelación del callo de
ciertas fracturas. Ahora bien, la benignidad de la mayoría de estos traumatismos no debe
hacer olvidar la gravedad de algunas lesiones, bien porque se descubren demasiado tarde,
bien porque afectan a los cartílagos de crecimiento. En la gran mayoría de casos, las fracturas
del niño requieren sólo tratamiento
ASPECTOS GENERALES
El hueso metafisario, situado en el extremo del segmento diafisario, presenta una maduración
particular a partir del hueso primario, fibrilar, presente en el nacimiento. La metáfisis
contiene hueso destinado a la esponjosa y hueso destinado a la cortical. La maduración
de este último para convertirse en hueso haversiano sólo ocurre hacia el final del
crecimiento. La corteza presenta fenestraciones que contienen elementos
fibrovasculares, los cuales conectan los espacios medulares con la región
FRECUENCIA. MECANISMO
Los traumatismos del cartílago de crecimiento tienen dos picos de frecuencia: al nacer,
debido a la violencia del traumatismo obstétrico sobre una epífisis sin núcleo de
osificación secundario y todavía mal recubierta por las estructuras periféricas, y en la
adolescencia, período caracterizado por un aumento de la actividad del cartílago de
crecimiento, un adelgazamiento del anillo pericondral y un aumento de la resistencia de
la zona metafisaria. El aspecto ondulado y tortuoso del cartílago

ASPECTOS GENERALES SOBRE EL CRECIMIENTO


El tejido óseo aparece en un tejido no óseo al que progresivamente va sustituyendo. Esta
osificación puede originarse directamente en el tejido mesenquimatoso (principio de la
osificación membrañosa) o tras el paso obligado por una fase cartilaginosa (principio de
la osificación encondral). La osificación membrañosa interviene en la formación de los
huesos plaños y en la osificación del periostio. La osificación encondral es la responsable
de todo el crecimiento de los huesos largos y de la
FRACTURAS DIAFISARIAS: ASPECTOS GENERALES
Las fracturas diafisarias del niño son muy distintas de las del adulto por dos motivos
esenciales. Por un lado, el grosor del periostio y la elasticidad del hueso del niño
provocan lesiones traumáticas de tipos anatómicos particulares. Por otro lado, la
relativa rapidez de consolidación y las posibilidades de remodelación ósea durante el
crecimiento justifican una actitud terapéutica menos quirúrgica que en el adulto.

FRACTURAS DE LA DIÁFISIS HUMERAL


La diáfisis humeral es una localización infrecuente de traumatismos del niño en
comparación con la del codo. Por lo general, estas fracturas son secundarias a un
choque directo violento y suelen aparecer antes de los 3 años o después de los 12
años. Las fracturas del húmero en recién nacidos son caracteristicas de partos
dificiles. Se consolidan en unos 15 dias. En los niños menores de 3 años, las fracturas
son generalmente «en talio verde» y poco desplazadas. En los niños de 3 a 12 años.
FRACTURAS DEL NIŃO EN CONTEXTOS ESPECIALES
Comprenden las fracturas causadas por una fuerza anormal ejercida sobre un
esqueleto no patológico, como es el caso de las fracturas del niño maltratado o del
recién nacido, o por un traumatismo corriente en un hueso patológico, de forma
localizada o generalizada.
INSTAURACIÓN DEL TRATAMIENTO
El tratamiento de una fractura constituye una urgencia. Esto es así incluso sin
considerar las complicaciones. Una fractura reciente siempre se reduce más
fácilmente, más aún en el caso de los traumatismos del cartílago de crecimiento. El
edema aparece rápidamente, lo que dificulta e incluso imposibilita el tratamiento
ortopédico. Además, el dolor es a menudo intenso y no se alivia con la inmovilización
temporal, por lo que es mejor sacar rápidamente al niño de esta situación de estrés.

ASPECTOS ESPECIALES DE FRACTURAS EN NIÑOS

Las fracturas en los niños presentan características que en su evolución y


comportamiento, así como en la valoración del tratamiento, se diferencian de las del
adulto. El niño no es un adulto pequeño, sino que su aparato locomotor presenta unas
características que no se dan en el adulto:

–La presencia de zonas de crecimiento (fisis), cuya lesión puede producir


deformidades o acortamiento

–El periostio está más vascularizado, tiene mayor componente celular que en el adulto
y, por tanto, mayor capacidad de formación ósea.

-Los huesos tienen un diferente módulo de elasticidad.

Por tanto, los huesos infantiles tienen una mayor capacidad de absorber los
traumatismos y una mayor capacidad de remodelación, determinada por la
localización de la fractura y la edad. A menor edad, mayor capacidad. Así, en el
neonato esa capacidad es máxima, consiguiéndose con facilidad restituciones ad
integrum. También hay que tener en cuenta que:

–En el niño, actualmente han aumentado las lesiones llamadas de alta energía
(accidentes de trafico y atropellos).

–Hay un aumento de deportes de competición en la infancia.

Fracturas de miembro superior Fracturas de clavícula


En el neonato la fractura obstétrica más frecuente es la de clavícula. Se produce sobre
todo en partos de niños con mucho peso y en los que se requiere la utilización del
fórceps. Estas fracturas consolidan con gran rapidez, en 10–12 días, ya que tienen un
gran callo, remodelándose posteriormente hasta el punto que con el tiempo
presentarán una clavícula totalmente normal.
El tratamiento consiste en evitar en la mayor manera posible el dolor. Basta con
inmovilizar el miembro del lado afectado sujetando la manga de la camisa a la camisa.
Manejando al niño con cuidado permite poder bañarle, lo que no es posible con un
Velpeau (fig. 1).

Figura 1.
Fractura de clavícula.
(0,02MB).
 En el niño, como premisa, el tratamiento quirúrgico de las fracturas de clavícula
es excepcional. Por debajo de los 6 años la inmovilización con vendaje de
Velpeau es suficiente, aunque presente desplazamiento. En mayores de 6 años
la reducción es necesaria si hay mucho desplazamiento o acabalgamiento, y el
método más utilizado es el vendaje en ocho.
Fracturas en húmero
Las fracturas de la extremidad proximal son metafisarias y más frecuentes que la
epifisiólisis. E. Guaza las clasifica en fracturas en rodete, fracturas lineales, fracturas
desplazadas y fracturas secundarias a quiste óseo esencial. Estas fracturas suelen
presentar su mayor incidencia por encima de los 3 años de edad. Su tratamiento
consiste en la inmovilización y el método más utilizado es el vendaje de Velpeau. En
las desplazadas hay controversia acerca de si se debe conseguir la reducción
anatómica o no.
Traumatismos de codo
Es una fractura de elevada frecuencia y que muestra un interés especial dado que
puede producir complicaciones neurovasculares importantes y desplazamientos en
mala posición (cúbito varo). Se clasifican en:
–Fracturas en extensión.
–Fracturas en flexión.
En las primeras el fragmento distal se desplaza hacia atrás. En las segundas hacia
delante. Las fracturas en extensión son, con mucho, las más frecuentes. Son fracturas
donde se debe realizar siempre una evaluación neurológica y vascular

Figura 2. supracondílea (A), reducida y fijada percutáneamente con 2 agujas de


Kirschner laterales (B y C).
(0,04MB).
Tratamiento. Si no hay desplazamiento, consiste en inmovilización con braquial de
yeso realizando controles radiográficos para comprobar que no se producen
desplazamientos secundarios. Si hay desplazamiento existen 3 formas de tratamiento:
–Reducción y yeso braquial.
-Tracción.
–Reducción y síntesis con agujas de Kirschner.
La reducción simple y contención con yeso no se utiliza actualmente. Se utilizó en la
primera mitad del siglo xx. Con este método aumentaba el número de posibles
complicaciones, es decir desviaciones (cúbito varo) y de lesiones vasculares. La
tracción obtiene buenos resultados y controla las complicaciones, pero tiene algunos
inconvenientes: requiere ingreso de unas 2 semanas para menores de 10 años y de 3
semanas por encima de esa edad. Ello conlleva problemas sociales y psicológicos para
el paciente y la familia y, finalmente, significa un elevado coste económico del
tratamiento. La reducción y síntesis con agujas de Kirschner es el método actualmente
más utilizado, y dentro de éste el más generalizado es la síntesis con 2 agujas
introducidas desde el lado extermo1–3
Hay una fractura en el codo que, con no ser de las frecuentes, sí conviene tener en
cuenta. Es la fractura de cóndilo externo, que tiene un componente intraarticular.
Tiene la característica que su tratamiento es fundamentalmente quirúrgico, aunque no
esté desplazada, ya que es muy frecuente que si no se sintetiza evolucione a
desplazamiento secundario y/o a la seudoartrosis.
Si no hay experiencia puede pasar inadvertida en la valoración radiológica. En todo
codo con dolor, tumefacción (sobre todo en zona externa) e impotencia funcional hay
que sospechar la fractura, aunque parezca que en una primera valoración radiológica
no existe.
Fracturas diafisarias de cúbito y radio
Éstas son las fracturas más frecuentes en los niños4,5, la mayoría se localiza en su
tercio distal. Se pueden clasificar según el desplazamiento en completas, completas
desplazadas, de tercio proximal, de tercio medio y de tercio distal.
En el tratamiento hay que tener en cuenta que no deben aceptarse en la reducción
defectos rotacionales superiores a los 5°, ni angulaciones mayores de 15°. El
tratamiento ortopédico es el indicado, siempre que se consiga una reducción
aceptable. Las fracturas en rodete: inmovilización con yeso. Las fracturas en tallo
verde: reducción si la angulación es superior a los 15°, e inmovilización con yeso.
Fracturas desplazadas: reducción y luego inmovilización con yeso (6 a 8 semanas). El
tratamiento quirúrgico es un método excepcional, y algunas de sus indicaciones son:
complicaciones vasculares o nerviosas que requieren previa fasciotomía, fracturas
abiertas y desplazamientos secundarios.
El tratamiento quirúrgico de elección es el enclavado intramedular con agujas de
Kirschner o en los niños mayores placas e imovilización añadida con braquial de yeso
Fracturas metafisarias distales de cúbito y radio
Son las fracturas de antebrazo más frecuentes, representan el 75%. Pueden ser
fracturas en rodete (tiene periostio íntegro y simplemente abombamiento de la
cortical), fracturas en tallo verde (también mantienen íntegro el periostio) y fracturas
completas.
El tratamiento de las fracturas de rodete es la simple inmovilización con yeso
antebraquial durante 3–4 semanas. En las fracturas en tallo verde se adjunta el
tratamiento con yeso y sin reducción en angulaciones menores de 20° en niños
menores de 14 años. Las fracturas completas requieren reducción bajo anestesia
general y posteriormente inmovilización con yeso. Digamos que hay 2 tipos de
fracturas que, en principio, son quirúrgicas: la fractura de Monteggia (fractura del
tercio proximal de cúbito con luxación anterior de cabeza radial) y la fractura de
Galeazzi (fractura diafisaria de radio con luxación de articulación radiocubital distal).
Epifisiólisis distales de radio y cúbito
Son lesiones muy frecuentes entre los 7 y 16 años de edad, y presentan una
incidencia máxima a los 12 años. Hay que tener en cuenta que aproximadamente el
50% de las fracturas en los niños son fisarias, y de éstas el 46% se producen en la
fisis distal del radio La clasificación más utilizada es la de Salter y Harris
Tipo I: desprendimiento epifisario completo.

Tipo II: trazo de fractura que afecta a la fisis y se prolonga con un fragmento
metafisario del radio.

Tipo III: el trazo de fractura afecta a la filis y se prolonga en la epífisis (es
intraarticular).

Tipo IV: trazo de fractura, que atravesando la fisis, afecta a metáfisis y epífisis.
Epifisiólisis de radio distal.
(0,01MB).
Los tipos III y IV son infrecuentes.
Es una factura que requiere reducción urgente porque debido al edema su reducción
se hace más difícil según pasa el tiempo. En las epifisiólisis siempre se debe tratar de
conseguir una reducción anatómica. El tratamiento de los tipos I y II consiste en la
reducción ortopédica con anestesia (local o general). Si hubiese inestabilidad se
recomienda estabilizar con agujas de Kirschner y luego inmovilización con braquial de
yeso. Los tipos III y IV en su mayoría requieren reducción abierta para poder
conseguir la reducción anatómica.
Fracturas de miembro inferiorFracturas de cadera y pelvis
Son relativamente raras en niños y generalmente están asociadas a traumatismos de
alta energía (caídas violentas o accidentes de tráfico). La severidad de las fracturas
pélvicas está en relación con las lesiones viscerales asociadas y la potencial
inestabilidad hemodinámica debida a un sangrado significativo en un área de grandes
vasos. Desde el punto de vista ortopédico conviene determinar, normalmente con un
estudio de tomografía computarizada, la inestabilidad del anillo pélvico y tratar la
fractura quirúrgicamente mediante reducción y fijación interna o el uso de un fijador
externo adaptado a la anatomía pélvica. Aunque no corresponde específicamente a la
patología traumática, es obligado descartar en el adolescente un desprendimiento
epifisario o epifisiólisis de la cabeza femoral, a menudo precedido de un traumatismo
leve, pero más frecuentemente sin dicho antecedente. Es una condición de diagnóstico
urgente y tratamiento quirúrgico en todos los casos. La relativa rareza de esta
patología y la clínica evasiva que presenta (dolor referido a la rodilla y al muslo con
mucha frecuencia), hacen que dicho diagnóstico se retrase y la evolución natural de la
lesión acabe comprometiendo definitivamente la función articular. Por tanto, siempre
debe recordarse la necesidad de explorar la movilidad de la cadera en cualquier
adolescente que se presente con dolor en muslo o rodilla, con o sin traumatismo
previo, y solicitar una radiografía con 2 proyecciones para descartar el desplazamiento
epifisario de la cabeza femoral
Epifisiólisis de la cabeza femoral derecha.
(0,02MB).
Fracturas de fémur
Las fracturas diafisarias en el niño son relativamente frecuentes y debidas a múltiples
causas, con trazos de fractura variables y correspondientes a mecanismos de alta o
baja energía implicados. Asimismo, debe considerarse la posibilidad de una fractura
producida por maltrato, especialmente en el grupo de edad inferior a 2 años.
El fémur en el niño no suele tener problemas de consolidación y, además, posee 2
propiedades que facilita su manejo: la elevada capacidad de remodelación ligada a su
potencial de crecimiento (el más intenso que hay en el esqueleto), y el llamado
fenómeno de sobrecrecimiento o estímulo del crecimiento longitudinal del hueso
fracturado durante su proceso de consolidación. Esto permite tolerar hasta cierto
grado angulaciones de la fractura y conviene, asimismo, dejar un acabalgamiento de
los fragmentos entre 1 y 2cm para reducir el efecto del sobrecrecimiento. Por dicho
motivo, el tratamiento de las fracturas diafisarias de fémur ha sido conservador,
mediante la inmovilización en un yeso pelvipédico tras un período o no de tracción
previa. Actualmente, éste es el método de elección en el niño menor de 5 años. Por
encima de esta edad o por encima de los 35kg de peso, la capacidad de remodelación
disminuye y los problemas de la inmovilización son de manejo más incómodo, por lo
que se han ido incorporando técnicas quirúrgicas para su tratamiento. En el grupo de
5 a 10 años el procedimiento más habitual es el enclavado intramedular elástico
percutáneo, de escasa agresividad quirúrgica y excelente capacidad estabilizadora. En
niños mayores el tratamiento de estas fracturas es similar al adulto, mediante clavos
intramedulares rígidos o fijadores externos.
Fractura diafisaria de fémur tratada mediante enclavado intramedular elástico.
(0,01MB).
Las fracturas del tercio distal, aunque más raras, tienen una mayor importancia por
sus riesgos asociados. Con frecuencia son lesiones que afectan al cartílago de
crecimiento, a la superficie articular o a ambos, por lo que es necesaria la obtención
de una reducción anatómica y fijación estable. Por otro lado, en casos de
desplazamiento significativo en sentido anteroposterior, debe tenerse en cuenta la
posible afectación de la arteria femoral o poplítea y comprobar el estado circulatorio
distal con frecuencia.
Traumatismos de rodilla
La luxación de rodilla es excepcional en los niños, dada la mayor resistencia relativa
de las estructuras capsuloligamentosas en ellos. Puede ocurrir en adolescentes
durante un choque violento en la actividad deportiva o en un accidente de tráfico. El
mayor riesgo de esta lesión es similar al descrito antes, el potencial compromiso de la
arteria poplítea, que exige una reducción urgente de la lesión.
Por razones similares, son infrecuentes las lesiones ligamentosas en los niños, salvo
en el grupo de mayor edad con características próximas al adulto. En el niño, sin
embargo, son más frecuentes las lesiones por arrancamiento o avulsión en los puntos
de inserción de los ligamentos o tendones. Esto ocurre en la eminencia tibial anterior o
espina tibial, región de inserción del ligamento cruzado anterior, así como en la
tuberosidad anterior de la tibia, inserción del tendón rotuliano. Se pueden observar
avulsiones con grado variable de desplazamiento, lo que determina el tipo de
tratamiento, conservador o quirúrgico, de éstas. Estas lesiones por tracción excesiva
sobre el punto de inserción tienen relación con procesos crónicos y repetitivos, muy
frecuentes en los niños, llamados apofisitis de tracción o conocidos por sus epónimos
(p. ej., enfermedad de Osgood-Schlatter).
La inestabilidad rotuliana es relativamente alta en la edad puberal, especialmente en
el sexo femenino. La rótula se luxa en dirección lateral y la reducción no suele ser
dificultosa. En el curso de la lesión puede haber un derrame variable y, con frecuencia,
se acompaña de un fragmento osteocondral asociado, procedente normalmente del
cóndilo femoral lateral. De hecho, la inestabilidad rotuliana es la causa más frecuente
de hemartros y fracturas osteocondrales en el esqueleto inmaduro
Si los episodios de inestabilidad rotuliana son recurrentes suele requerirse algún tipo
de procedimiento quirúrgico estabilizador.
Fracturas de tibia
Las fracturas de la epífisis proximal de la tibia son muy raras y participan de criterios
similares a las fracturas distales de fémur, la necesidad de reducción cuidadosa de la
fractura y la vigilancia del riesgo vascular poplíteo. Las fracturas de la metáfisis
proximal son más frecuentes. Aquí se encuentra un tipo particular de fractura, de baja
energía, incompleta, con rotura de la cortical medial e integridad de la cortical lateral.
Dicha fractura, aún sin desplazar inicialmente, tiende a la angulación en valgo
secundaria con mucha frecuencia, algo que se debe advertir a los padres, así como de
la alta probabilidad de resolución espontánea.

Deformidad en valgo secundaria a fractura incompleta de tibia proximal.


(0,02MB).

Las fracturas diafisarias son relativamente frecuentes y se suelen tratar


conservadoramente. Participan de los procesos de remodelación y sobrecrecimiento,
aunque con menor intensidad que en el fémur, y el tratamiento quirúrgico suele
reservarse a los raros casos de inestabilidad severa que no responden al tratamiento
conservador, a los casos de fracturas abiertas y en situaciones de politraumatismo.
Fractura diafisaria de tibia asociada a epifisiólisis de tibia distal y fractura diafisaria
distal de peroné desplazadas (A). Reducción y estabilización con una aguja de
Kirschner (B).
(0,03MB).

La severidad de las fracturas abiertas depende de 3 variables: la extensión de la


herida cutánea, el patrón de fractura ósea y el alcance de la lesión de los tejidos
blandos circundantes. El tratamiento de estas lesiones es específico e incluye el
desbridamiento inicial radical, la cobertura del defecto, la estabilización de la fractura,
generalmente, mediante un fijador externo, y la profilaxis antibiótica por vía
intravenosa dado el elevado riesgo de osteomielitis asociado.
Otra condición, más relacionada con la fractura de tibia que con otras localizaciones,
es el síndrome compartimental, de naturaleza isquémica y que se produce por el
aumento de la presión hidrostática en el interior de los compartimentos musculares
cercanos al hueso fracturado. Debe sospecharse siempre ante la presencia de una
tumefacción tensa de la pierna que se acompaña de dolor de intensidad creciente y
desproporcionado, y que aumenta con la movilidad pasiva de los dedos. Si además
hay alteraciones de la sensibilidad distal, la situación exige un tratamiento quirúrgico
urgente mediante fasciotomías.
En el niño pequeño, por debajo de 2 años, se presenta un tipo peculiar de fractura, de
baja energía, producida tras un tropiezo casual, consistente en una fractura espiroidea
distal no desplazada y, con frecuencia, no visible en la radiografía inicial. El rechazo al
apoyo es característico y, aunque no requiere un tratamiento especial, suele acabar
diagnosticándose a las 2 semanas de evolución, cuando una radiografía muestra los
signos de reparación perióstica. Es la llamada fractura de los primeros pasos (toddler's
fracture), que, aunque típica en la localización tibial distal, también se ha descrito en
huesos del tarso.
Traumatismos de tobillo
El traumatismo más frecuente es el esguince de tobillo, que sigue los mismos
principios de evaluación y tratamiento que en el adulto. Se recomienda realizar una
radiografía en caso de intolerancia a la carga e inmovilizar dependiendo del grado de
tumefación asociado. En ocasiones, suelen etiquetarse de epifisiólisis de peroné tipo I
cuando hay un punto de dolor selectivo proximal al extremo del maléolo peroneal,
coincidiendo con la teórica localización de la fisis distal de dicho hueso.
Las fracturas en esta región son relativamente frecuentes y la afectación del cartílago
de crecimiento ocurre en segundo lugar tras las fracturas distales de radio. La posición
del pie en diferente sentido de rotación, en inversión o eversión y en flexión plantar o
dorsiflexión da lugar a los diferentes patrones de fractura que el traumatólogo debe
tener en cuenta en el momento de la reducción. Por otro lado, en el adolescente tiene
lugar un tipo particular de fracturas llamadas transicionales debido a la presencia de
fisis ya parcialmente cerradas de forma fisiológica, y cuyos tipos principales son las
fracturas triplanares y la llamada fractura de Tillaux juvenil. Estas fracturas requieren
una reducción anatómica y, con frecuencia, tratamiento quirúrgico.
Traumatismos del pie
Las fracturas del astrágalo y del calcáneo son raras, y con frecuencia ambas son
quirúrgicas, en la primera para reducir el riesgo de necrosis avascular asociado y en la
segunda para restablecer la superficie subastragalina si se halla distorsionada.
Las fracturas de los metatarsianos son frecuentes, por caída de objetos pesados o por
patadas accidentales. En el primer caso, la presencia de daño tisular asociado debe
hacer vigilar la aparición de un síndrome compartimental. Los metatarsianos 2.° a 4.°
suelen ser los más afectados y raramente se requiere tratamiento quirúrgico, como en
casos de fractura abierta o de desplazamiento plantar excesivo de la cabeza
metatarsiana.
Las fracturas de falanges no suelen presentar problemas de tratamiento. Una
inmovilización con esparadrapo apoyado sobre el dedo adyacente suele ser suficiente.

Radiografías
Las radiografías con frecuencia muestran si una fractura afecta el cartílago de
crecimiento. A veces las primeras radiografías no muestran una fractura, incluso
cuando hay una presente. Esto puede causar confusión para padres y pacientes. Si el
niño siente dolor en la zona del cartílago de crecimiento o el hueso, el médico brindará
tratamiento para una lesión en el cartílago de crecimiento o una fractura oculta. Los
esguinces son muy raros en los niños pequeños.
Hay cinco patrones diferentes de lesiones en el cartílago de crecimiento y cada una
puede tener un pronóstico diferente. Las radiografías pueden determinar qué patrón
de lesión tiene el niño. Además, las radiografías se usan para seguir la sanación de la
fractura y para detectar anormalidades en el crecimiento si ocurren. Eso puede
requerir radiografías de seguimiento durante hasta dos años después de la fractura
original.
Tratamiento
Lo más frecuente es que la fractura se trate con un yeso. Si la fractura es con
desplazamiento, el médico puede necesitar mejorar la alineación manipulando la
fractura. Eso se suele hacer en la Sala de Emergencia (Emergency Department), bajo
sedación. Algunas lesiones requieren cirugías, o la colocación de clavos, placas o
tornillos. El médico les dirá cuál es la mejor opción para el paciente.
Tratamiento cerrado de fracturas de metatarsianos (pie)
Los metatarsianos son los huesos en la parte de arriba del pie, justo atrás de los
dedos. La mayoría de las fracturas se deben a una lesión aguda específica. Las
fracturas por estrés, aunque son raras en los niños, pueden ocurrir debido a uso
excesivo o estrés repetitivo, que se ve en atletas, corredores o personas que
comienzan a hacer una actividad nueva que implica estar mucho de pie.
En el caso de fracturas en los metatarsianos, la inmovilización se logra mediante yeso,
bota o zapato de suela rígida. Estas fracturas suelen sanar en cuatro semanas o más.
Dependiendo del metatarsiano que se fracturó, el niño puede necesitar muletas para
caminar, pero la mayoría de las fracturas de los huesos metatarsianos se tratan
permitiendo apoyar todo el peso en el pie.
Tratamiento cerrado de fracturas en el eje de la tibia (pierna inferior)
La tibia es el hueso largo en la parte inferior de la pierna, debajo de la rodilla. El
hueso se puede fracturar por una lesión que implica una fuerza importante, por
ejemplo, en el fútbol, pero también se puede fracturar en un niño pequeño en una
caída simple. Es uno de los huesos que tardan más en sanar, puede tardar de 4 a 16
semanas.
Si la fractura es con desplazamiento, generalmente se hace una manipulación con
sedación o medicamento para el dolor. Se pondrá a su hijo(a) un yeso largo en la
pierna. Es importante que el yeso quede arriba de la rodilla para evitar que la tibia se
mueva, ya que forma parte de la articulación de la rodilla. Generalmente el paciente
usa muletas o una silla de ruedas durante las primeras semanas y debe mantener la
pierna libre de peso. Las fracturas de tibia en niños pequeños son estables en general,
y los niños pueden soportar peso de inmediato si el dolor se los permite. Una vez que
la fractura comienza a sanar y hay hueso nuevo, el paciente puede apoyar peso. Con
frecuencia el yeso largo se cambia a un yeso debajo de la rodilla, lo que permite que
la rodilla se mueva y le da más movilidad al paciente.
Si la fractura inicial es con desplazamiento, se toman radiografías con frecuencia para
asegurarse de que la alineación se mantenga en el yeso. Se pueden medir los ángulos
en las radiografías para confirmar que la fractura esté alineada. Con frecuencia la
posición no es perfecta, pero el crecimiento futuro generalmente corregirá cualquier
desviación y se lograrán resultados excelentes.
Tratamiento cerrado para fracturas de metacarpianos (mano)
Los metacarpianos son los huesos que forman la palma de la mano, ubicados justo
antes de los huesos. La mayoría de las fracturas de los metacarpianos ocurren en los
huesos que terminan en el dedo meñique (quinto dedo). Esas fracturas se conocen
comúnmente como “fracturas de boxeador”, ya que el mecanismo más común para
que ocurra la lesión es golpear a alguien o algo con el puño cerrado. Si hay un
desplazamiento importante, puede ser necesaria manipulación.
Se puede aceptar un alto grado de angulación, o desplazamiento, sin comprometer la
función de la mano. El paciente debe ser consciente de que se puede perder la
protuberancia del nudillo después de que la fractura sane. Puede ser necesario usar
yeso durante cuatro a seis semanas.
Fracturas en rodete
Las fracturas en rodete son fracturas incompletas que comprimen un lado o ambos del
hueso. Generalmente ocurren cerca del extremo del hueso. Estas se encuentran entre
las que sanan más rápidamente y por lo general se tratan con una férula por 3-4
semanas.
Fracturas de tallo verde
Las fracturas de tallo verde implican una fractura completa de un lado del hueso del
niño y el otro lado que se dobla (queda parcialmente unido o intacto). Es similar a
cuando se parte la rama de un árbol joven, que se quiebra de un lado pero queda
intacta del otro lado. La duración del tratamiento depende del lugar de la fractura.
Remodelación
A diferencia de lo que sucede con los adultos, en los niños puede haber una gran
remodelación (el hueso se endereza a medida que crecen) en sus fracturas. Es posible
que los huesos superpuestos y moderadamente torcidos en un niño no requieran
manipulación si el niño tiene buen potencial para la remodelación. Los huesos rara vez
se mantienen en una posición perfecta en el yeso, y sin embargo los resultados
generalmente son excelentes gracias a la remodelación. Cuanto más pequeño sea el
niño, mayor será el potencial de remodelación.
Yesos a prueba de agua
Los yesos a prueba de agua pueden ser una buena opción para muchos niños con
fracturas simples. El niño puede nadar y ducharse con un yeso a prueba de agua.
Cuidado del yeso
 No permitir que el yeso se moje, a menos que sea a prueba de agua
 No jalar el relleno debajo del yeso
 No introducir objetos debajo del borde del yeso
 No caminar apoyando el yeso sin permiso del médico
 Se puede usar un secador de pelo en temperatura baja para aliviar la picazón
 Cuidados después del yeso

BIBLIOGRAFÍA
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