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Esta aventura comienza, como casi todo, a raíz de una pregunta: ¿dónde, cuándo,
cómo y por quién se publican las primeras traducciones al español de los superhéroes
del cómic estadounidense?
* Todos los nombres, personajes, imágenes y demás material presentado en este trabajo son propiedad
de sus respectivos autores y, en algunos casos, tienen derechos reservados. Su reproducción aquí responde
exclusivamente a fines académicos no lucrativos.
Por otra parte, la investigación que sustenta este trabajo no habría sido posible sin la participación de
Richard Middleton-Murry, infatigable y sagaz colaborador.
1 Margaret Atwood, El cuento de la criada, tr. Elsa Mateo Blanco, Madrid, Salamadra, 2017, 205.
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Las aproximaciones a esta cuestión son escasas, dispersas en canales poco conven-
cionales (webs, blogs, fanzines) y, en el plano documental, cuando existe documen-
tación adolece de falta de rigor. Aparte de estas contribuciones, valiosas en cualquier
caso, no tenemos constancia de estudios monográficos (tesis doctorales, libros, artí-
culos, ponencias) que hayan abordado en profundidad el tema. Habría que alegar en
descargo de esta constatación que, en líneas generales, el estudio de cómics, historietas,
monitos o tebeos 2 publicados durante la primera mitad del siglo xx, sea cual sea el
ámbito geográfico, resulta una tarea ardua y compleja por las dificultades de acceso a
documentación fiable, así como por la costosa búsqueda —a menudo infructuosa— de
material original 3. A esto habría que añadir la falta de interés académico por los cómics,
la cual ha contribuido, ya sea por inacción o por prejuicios, a la indiferencia colectiva
por la preservación y el conocimiento del inmenso legado del cómic como producto
y productor de la cultura popular del siglo xx.
El estudio de las primeras traducciones de Batman al español podría abordarse
desde la perspectiva social y política de los medios de comunicación de masas, como
el influyente libro de Dorfman y Mattelart sobre el Pato Donald (2001 [1972]) o, en su
estela, el estudio de Irene Herner (1979) centrado en el cómic y la fotonovela mexica-
nos. Asimismo, valdría acercarse a los cómics como crónicas de su época (Monsiváis
1981), como artefactos semióticos de la cultura de masas (Eco 2006 [1964]) o como
productos de consumo al servicio de la economía capitalista (Gordon 1998). Caben,
por supuesto, otras aproximaciones centradas en aspectos tales como la censura (Ru-
benstein 2004 [1998]), la alfabetización, el adoctrinamiento, la cultura popular, las
corrientes artísticas, la publicidad, el estatus laboral de los agentes editoriales, etcétera.
Una gama o amalgama bastante amplia. En este caso, en sintonía con los postulados del
proyecto de investigación en el que se inserta este estudio, procuraremos acercarnos
a las primeras traducciones de Batman al español desde la perspectiva del entramado
editorial que las propició.
¿Por qué Batman?
A la hora de elegir personaje como objeto de estudio, me decanté por Batman por
considerarlo el más sugerente de los configuradores del género de superhéroes. Coin-
cido con Feiffer (1965: 27-28) cuando apunta que lo interesante en Batman «no era su
fuerza física sino su trama argumental. […] El mundo de Batman era más cinemático
que el de Superman». En todo caso, sus atributos de superhéroe humano, su proteica
evolución como personaje y como icono de la cultura popular 4, así como el aval de
2 En el presente estudio se emplearán indistintamente estos términos, dado que se refieren con matices
históricos y geográficos a lo mismo, los cómics.
3 Una acertada y precisa descripción de las dificultades y alicientes que entraña la búsqueda de
de Frank Miller a partir de los ochenta, véase la tesis doctoral inédita de Pepo Pérez (2011).
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Portada Detective Comics #27. Primera página de The Bat-Man, de Kane & Finger.
5 Por los límites de espacio, en este trabajo no se va a abundar en las siempre complejas definiciones de
clásico, cómic, héroe o superhéroe. Remitimos a la prolija bibliografía existente para cada término o concepto.
6 La coautoría del guionista Bill Finger en la creación de Batman solo fue conocida, y reconocida,
a partir de trabajos críticos de la década de los 70. Finger nunca apareció en los créditos de las historietas
de El Murciélago, pese a que el mismo Bob Kane reconoció posteriormente su deuda artística, y su falta de
honestidad intelectual (Daniels 1999: 31). Durante décadas Finger, y otros artistas como él, siempre fue para
DC Comics un empleado de Bob Kane, su negro.
7 En las primeras entregas del superhéroe su nombre aparecía con artículo y guión, The «Bat-Man».
Quisiera aclarar que el nombre del personaje, Batman, aparece en redonda en este trabajo. Se emplea la
cursiva solo en referencia al título de la colección Batman, cuyo primer número aparece en la primavera de
1940. Los títulos de los episodios van entre comillas.
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8 «El caso del sindicato químico» es la traducción del título de la primera entrega de Batman, El
Murciélago, que apareció en la revista Paquito fragmentada en dos números: las tres primeras páginas en el
n.º 436 (martes 19 de marzo de 1940) y las tres siguientes en el n.º 438 (martes 26 de marzo).
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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO
9 Más adelante se dará una explicación al empleo del término pepín para denominar genéricamente
en Estados Unidos, véase el trabajo de Edward J. Robinson y David Manning White (1963).
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¿El Murciélago? ¿En sepia y de publicación semanal? ¿De cuatro a seis viñetas por
página? Interesantes revelaciones, demasiadas preguntas. ¿Cómo localizar y estudiar
estas publicaciones de finales de la década de los treinta en México? Ya se han men-
cionado las dificultades inherentes al trabajo de investigación y documentación de
cómics antiguos, y pronto se hizo patente que la búsqueda in situ iba a convertirse en
una auténtica aventura con descubrimientos insospechados.
Para tres generaciones de mexicanos, los monitos han sido silabario y cartilla de lectura,
lección de historia, acceso a mundos exóticos y materia prima de los sueños, satisfac-
ción vicaria de frustraciones económicas, sociales y sexuales.
Aurrecoechea y Bartra (1988: 9).
12 Gracias a Alfredo Villegas, traductor y estudioso del cómic, por ser el primero en ponernos sobre
la pista de El Murciélago en México y por la valiosa ayuda prestada en todas las fases de esta investigación.
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13 En palabras de Jorge Gard (2016: 8), «[e]n México ya se consumían por millones unas revistillas
de papel de prensa con color en la portada y en algunas páginas interiores».
14 Mención especial merecen por sus fondos de historietas antiguas la Biblioteca de México (Colección
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El edificio actual, situado donde antes se encontraban las imprentas y los diversos
negociados de la Editorial Panamericana, es en la actualidad la sede de la Organiza-
ción Editorial Mexicana (oem), que comprende además el Museo de Ídolos del diario
deportivo esto 15 y la valiosa Fototeca-Hemeroteca Mario Vázquez Raña. Pese a no
contar con acervo de historietas, la visita a la Hemeroteca mvr es imprescindible para
rastrear suplementos dominicales con cómics de la cadena de periódicos fundada en
su día por José García Valseca 16. Finalmente, el entramado de librerías de ocasión y de
papelerías que continúa su actividad en el entorno de la calle Serapio Rendón condujo
los pasos de la investigación a las librerías de viejo 17 del centro de la Ciudad de Méxi-
co. En una de ellas localizamos revistas de historietas antiguas en muy buen estado de
conservación y su colaborador propietario permitió la consulta de los ejemplares de la
revista Paquito que estábamos buscando. Así encontramos al primer Batman en español.
El semanario de historietas Paquito apareció por primera vez en los puestos de ventas
mexicanos en marzo de 1935, tenía un formato de medio tabloide (comic book), portada
a todo color, alrededor de 40 páginas y costaba 10 centavos en toda la República. Esta pri-
mera revista de historietas de la Editorial Juventud sería, como se verá más adelante, «base
y cimiento de la importante Cadena de Periódicos García Valseca» (De Valdés 1984: 1201).
15 Fundado por el coronel García Valseca en 1941, el periódico rotográfico esto está considerado el
Hearst —propietario de 23 de los 1900 diarios que se editaban en los Estados Unidos en los treintas—, hubo
entre nosotros editor con obra comparable a la de García Valseca», (Reed Torres y Ruiz Castañeda 1995: 309).
Mientras que Hearst en EE. UU. se sirvió de los cómics para aumentar las ventas de sus periódicos, el coronel
García Valseca fundó y financió su cadena de periódicos a partir de los beneficios obtenidos por la venta de
revistas de monitos; un imperio de papel que llegaría a 30 cabeceras en 1968 [Tribuna de Monterrey].
17 El papel determinante de la distribución, los puestos de ventas, quioscos, voceadores y de las librerías
de viejo en el negocio de los cómics es otro de los aspectos poco estudiados y de difícil rastreo documental.
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México el término pepín como nombre genérico para revista de historietas. Algo similar a lo que ocurre
en España con el uso de la palabra tebeo. El semanario barcelonés TBO (1917) se hizo tan popular entre
el público lector de cómics que ha dado nombre a las revistas de historietas y al propio medio en España.
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ban por cinco centavos a un público heterogéneo de chicos y grandes que acudían a
leerlos, o simplemente a ver los monitos» (318).
La revista Pepín, que había aparecido como semanario y en formato medio ta-
bloide, ponto se desdobló en dos formatos (grande y chico) siguiendo la estrategia de
Herrerías. A partir de 1937 fue aumentando sus apariciones semanales (dos, tres, cuatro)
hasta llegar a convertirse en febrero de 1940 en el «primer diario 21 cómico del mundo».
Más adelante se verá de qué manera está entrelazada esta estrategia comercial de la
Editorial Juventud con las innovaciones editoriales de Publicaciones Herrerías —respon-
sable de la publicación de Chamaco Chico— y con la aparición de Batman en Paquito.
21 Pese a que varios historiadores del cómic en México han sostenido que la primera revista de
historietas de publicación diaria fue Chamaco Chico a finales de 1939, el trabajo de investigación realizado
no ha permitido verificar ese dato.
22 Algunos de los dibujantes más famosos y populares de México iniciaron sus carreras en
Publicaciones Herrerías y en las páginas de Chamaco. A modo de ejemplo, sirvan los nombres de Germán
Butze, autor de Los Supersabios (1936-1968), y de Ramón Valdiosera (1918-2017). Otro gran nombre del
cómic mexicano, Gabriel Vargas, creador de la que quizás sea la historieta más famosa en México La familia
Burrón (1948-2009) estuvo vinculado a la revista Paquito.
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Al igual que el resto de revistas de la época, Chamaco nace como semanario, pero
al adoptar el formato de bolsillo, y en feroz competencia con Pepín, va aumentando
paulatinamente la frecuencia de publicación hasta llegar a cuatro ediciones semanales
a partir del martes 4 de julio, y a cinco a partir del viernes 6 de octubre de 1939 23.
Es fácil imaginar la actividad de las redac-
ciones para abastecer cada número de con-
tenidos —historietas propias y traducidas,
anuncios editoriales, concursos, publici-
dad—, con esta frecuencia endiablada. In-
cluso podemos imaginar el frenesí de las
rotativas al imprimir tiradas diarias astronó-
micas para cualquier estándar de consumo.
Sin embargo, apenas existe documentación
fiable acerca de estas tiradas. Como advierte
Rubenstein (2004: 47n), «[e]n la industria
editorial mexicana las cifras de circulación
han sido, en el mejor de los casos, vagas y
escasas». Este hecho ¿deliberado?, sumado
a la falta de archivos y documentos de ges-
tión editorial, impide ofrecer datos precisos
de tiradas de ejemplares de la industria edi-
torial mexicana de la época en general, no
Página de anuncio en el número 240
solo de las revistas de historietas. Podemos
de Chamaco Chico (30/09/1939).
encontrar, no obstante, un dato orientativo
en el anuncio de una página de la revista
Chamaco Chico del 30 de septiembre de
1939.
Estos datos, pese a su naturaleza publicitaria y a la opacidad administrativa, nos
permiten aproximarnos a las dimensiones comerciales del fenómeno de los cómics en
México. A principios de los años 40, las tiradas diarias de Chamaco Chico rondaban
los 750.000 ejemplares 24, cifra que podía alcanzar fácilmente el millón de lectores
diarios de solo un título del mercado editorial.
Los tres grandes promotores del fenómeno industrial y social de los monitos en Mé-
xico no eran empresarios del periodismo —como sí lo fueron Randolf Hearst y Joseph
Pulitzer— ni formaban parte de la élite intelectual o política de la época. Sus proyectos
director de la revista Chamaco, en una entrevista concedida en enero de 2016 en la Academia Mexicana
del Arte Secuencial, fundada por él y donde ejerció su magisterio hasta el final de su vida, casi centenaria.
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25 Aurrecoechea y Bartra (1993: 183) afirman que el empleo de la monocromía en la industria del
cómic mexicano se debe a razones económicas. Curiosamente, la impresión de historietas en una sola
tinta que caracteriza a los pepines contribuyó a la estilización naturalista del dibujo, lo cual establecía una
conexión con el grafismo realista del cómic serio norteamericano, al desmarcarse de la asociación de color
y realismo característica de los comic books.
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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO
Tras verificar que ninguna historieta de Batman aparecía publicada en los números
de Paquito fechados en junio, julio y agosto de 1939, pudimos constatar a partir de
septiembre un cambio significativo de periodicidad semanal en la publicación de las
revistas de la Editorial Juventud. Paquito se publica los lunes, martes y sábado; Pepín
Grande los martes; y Pepín, a partir del miércoles 13 de septiembre, cuatro veces 26 a la
semana —miércoles, jueves, viernes y sábado—. Recordemos en este punto los cambios
en la frecuencia de publicación de Chamaco Chico en julio de 1939 (cuatro veces a
la semana) y en octubre, cuando la revista alcanza las cinco ediciones semanales. Al
cruzar estos datos, resulta tentador apuntar la competencia feroz entre García Valseca
y Herrerías como causa determinante de estas estrategias editoriales.
Son precisamente nuevos cambios en la frecuencia de publicación de las revistas
de la Editorial Juventud los que provocan en febrero de 1940 la necesidad de nuevos
contenidos que (re)llenen diariamente las páginas de historietas —traducidas y nacio-
nales— para satisfacción de un público lector insaciable. Anteriormente se ha mencio-
nado que en febrero la revista Pepín comienza a publicarse seis veces a la semana, la
primera revista de historietas de publicación diaria. Se ha comprobado que seis de los
títulos publicados el martes 20 de febrero en el n.º 429 de Paquito pasan a las páginas
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de Pepín a partir de esa fecha —El Fantasma, Anita y sus amigos, Dan Dunn, Ana la
huerfanita, Olly la del cine y Pepín— 27.
Portada y página 2 con «El Murciélago» de Paquito n.º 430, martes 27 de febrero de 1940.
27 Curiosamente, en esta etapa de cambios salen dos ediciones de Paquito con el número 429 en
semanas consecutivas; justo en el número siguiente (n.º 430) aparece El Murciélago. Se trata, por supuesto, de
una muestra más de la falta de rigor en registros, fechas, rotulación, maquetación o traducción, factores que
en cierto modo son seña de identidad de estas publicaciones, explicables más que por sus precios populares,
por las precarias condiciones laborales de la mayoría de los agentes implicados en la industria del cómic.
28 El episodio completo de la primera parte —traducción de la historieta publicada en Detective
Comics #29 (julio de 1939)— aparecerá posteriormente el martes 9 de abril en el n.º 442 de Paquito, sin la
versión del título.
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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO
29 Las diez páginas de Detective Comics #30 (agosto de 1939) aparecen en Paquito distribuidas en
tres ediciones seriadas: n.º 430 (cuatro páginas), n.º 432 (cuatro páginas) y n.º 434 (dos páginas).
30 Las tiras de prensa diarias (dailies) de Batman y Robin se publicaron desde el 25 de octubre de 1943
hasta el 2 de noviembre de 1946. El copyright seguía siendo de Detective Comics Inc. y McClure Newspaper
Syndicate se encargaba de su distribución. Recordemos que en el número de abril de Detective Comics #38
(1940) hace su aparición Robin, the boy wonder, el intrépido compañero adolescente de Batman. Por otro
lado, la cabecera independiente Batman comienza su andadura precisamente en la primavera de 1940 (#1
Spring Issue).
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de cuatro en cuatro a lo largo de tres o cuatro páginas por número 31. En 1945 las tiras
de prensa traducidas de Batman y Robin aparecen diariamente en Paquito Chico hasta
febrero de 1946. Dos meses más tarde, el 30 de abril —Paquito Chico, n.º 1626— se
anuncia la suspensión de la revista por la escasez de papel. Dentro de la cadena de
periódicos de García Valseca, las tiras de Batman y Robin volverán a aparecer a partir
del 9 de junio de 1946 en el suplemento dominical del diario deportivo esto y desde
enero de 1947 en la revista Paquito Grande (tabloide). Continuará.
31 Es probable que los ejemplares descritos por Pantoja (2014: 10) correspondan a esta etapa de la
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6. Conclusiones
• La primera historieta traducida de Batman en español se publicó con el título
de «El Murciélago» en las páginas 2, 3, 4 y 5 del número 430 de la revista de
historietas mexicana Paquito el 27 de febrero de 1940.
• El caso de Batman no es único. Las primeras traducciones al español de las his-
torietas más populares del cómic estadounidense de los años treinta y cuarenta
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