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El primer Batman en español

y la asombrosa industria del cómic en México*


María López Villalba
Universidad de Málaga

Resumen: En este trabajo se presenta la investigación llevada a cabo con el objetivo


de localizar la primera traducción al español de Batman, el superhéroe creado por Bob
Kane y Bill Finger para Detective Comics (mayo de 1939). La búsqueda de esta primera
traducción condujo al México convulso y apasionante presidido por Lázaro Cárdenas
(1934-1940). Tras una sucinta aproximación al contexto de producción editorial que
propició durante décadas la publicación en México de un caudal inmenso —y poco
estudiado— de cómics traducidos, se presenta la primera historieta de Batman publi-
cada en español que con el título de «El Murciélago» apareció en el número 430 de la
revista mexicana de monitos Paquito el 27 de febrero de 1940.

Palabras clave: Batman; traducción de cómic; México; revistas de historietas; 1940.

Lo que necesito es una perspectiva. La ilusión de profundidad creada por un marco,


la disposición de las formas sobre una superficie plana. La perspectiva es necesaria.
Margaret Atwood 1
La historieta popular mexicana es una especie en peligro de extinción.
Juan Manuel Aurrecoechea (2015).

Esta aventura comienza, como casi todo, a raíz de una pregunta: ¿dónde, cuándo,
cómo y por quién se publican las primeras traducciones al español de los superhéroes
del cómic estadounidense?

* Todos los nombres, personajes, imágenes y demás material presentado en este trabajo son propiedad

de sus respectivos autores y, en algunos casos, tienen derechos reservados. Su reproducción aquí responde
exclusivamente a fines académicos no lucrativos.
Por otra parte, la investigación que sustenta este trabajo no habría sido posible sin la participación de
Richard Middleton-Murry, infatigable y sagaz colaborador.
1 Margaret Atwood, El cuento de la criada, tr. Elsa Mateo Blanco, Madrid, Salamadra, 2017, 205.
MARÍA LÓPEZ VILLALBA

Las aproximaciones a esta cuestión son escasas, dispersas en canales poco conven-
cionales (webs, blogs, fanzines) y, en el plano documental, cuando existe documen-
tación adolece de falta de rigor. Aparte de estas contribuciones, valiosas en cualquier
caso, no tenemos constancia de estudios monográficos (tesis doctorales, libros, artí-
culos, ponencias) que hayan abordado en profundidad el tema. Habría que alegar en
descargo de esta constatación que, en líneas generales, el estudio de cómics, historietas,
monitos o tebeos 2 publicados durante la primera mitad del siglo xx, sea cual sea el
ámbito geográfico, resulta una tarea ardua y compleja por las dificultades de acceso a
documentación fiable, así como por la costosa búsqueda —a menudo infructuosa— de
material original 3. A esto habría que añadir la falta de interés académico por los cómics,
la cual ha contribuido, ya sea por inacción o por prejuicios, a la indiferencia colectiva
por la preservación y el conocimiento del inmenso legado del cómic como producto
y productor de la cultura popular del siglo xx.
El estudio de las primeras traducciones de Batman al español podría abordarse
desde la perspectiva social y política de los medios de comunicación de masas, como
el influyente libro de Dorfman y Mattelart sobre el Pato Donald (2001 [1972]) o, en su
estela, el estudio de Irene Herner (1979) centrado en el cómic y la fotonovela mexica-
nos. Asimismo, valdría acercarse a los cómics como crónicas de su época (Monsiváis
1981), como artefactos semióticos de la cultura de masas (Eco 2006 [1964]) o como
productos de consumo al servicio de la economía capitalista (Gordon 1998). Caben,
por supuesto, otras aproximaciones centradas en aspectos tales como la censura (Ru-
benstein 2004 [1998]), la alfabetización, el adoctrinamiento, la cultura popular, las
corrientes artísticas, la publicidad, el estatus laboral de los agentes editoriales, etcétera.
Una gama o amalgama bastante amplia. En este caso, en sintonía con los postulados del
proyecto de investigación en el que se inserta este estudio, procuraremos acercarnos
a las primeras traducciones de Batman al español desde la perspectiva del entramado
editorial que las propició.
¿Por qué Batman?
A la hora de elegir personaje como objeto de estudio, me decanté por Batman por
considerarlo el más sugerente de los configuradores del género de superhéroes. Coin-
cido con Feiffer (1965: 27-28) cuando apunta que lo interesante en Batman «no era su
fuerza física sino su trama argumental. […] El mundo de Batman era más cinemático
que el de Superman». En todo caso, sus atributos de superhéroe humano, su proteica
evolución como personaje y como icono de la cultura popular 4, así como el aval de

2 En el presente estudio se emplearán indistintamente estos términos, dado que se refieren con matices
históricos y geográficos a lo mismo, los cómics.
3 Una acertada y precisa descripción de las dificultades y alicientes que entraña la búsqueda de

cómics antiguos la podemos encontrar en la introducción de Allan Holtz a su imprescindible American


Newspaper Comics. An Encyclopedic Reference Guide (2012).
4 Sobre los creadores de Batman, su gestación y su evolución como personaje hasta las aportaciones

de Frank Miller a partir de los ochenta, véase la tesis doctoral inédita de Pepo Pérez (2011).

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generaciones de lectoras, y espectadoras, son razones sólidas, a mi juicio, para consi-


derar a Batman uno de los superhéroes clásicos del cómic más famosos y populares.

1.  The «Bat-Man», el original

En rigor, y como es sabido, el primer superhéroe 5 de la historia del cómic ameri-


cano es Superman, «el campeón de los oprimidos». Procedente del planeta Krypton,
el personaje creado por el guionista Jerry Siegel y por el dibujante Joe Shuster hizo su
primera aparición en el número 1 de Action Comics, en junio de 1938. Tras su apa-
bullante éxito comercial, y en competencia declarada, la misma empresa editorial,
Detective Comics Inc., se lanza a la búsqueda de un nuevo superhéroe superventas. El
encargo recae finalmente en el dibujante Bob Kane y el guionista Bill Finger 6, quienes
crean el personaje «The Bat-Man» 7.
La primera entrega de nuestro superhéroe se publicó en el número 27 de Detective
Comics en mayo de 1939, unos meses antes del inicio de la segunda guerra mundial.
El tebeo a cuatro colores se podía adquirir mensualmente en los quioscos norteame-
ricanos al muy popular precio de 10 centavos. El resultado fue un éxito comercial y
artístico incontestable.

Portada Detective Comics #27. Primera página de The Bat-Man, de Kane & Finger.

5 Por los límites de espacio, en este trabajo no se va a abundar en las siempre complejas definiciones de
clásico, cómic, héroe o superhéroe. Remitimos a la prolija bibliografía existente para cada término o concepto.
6 La coautoría del guionista Bill Finger en la creación de Batman solo fue conocida, y reconocida,

a partir de trabajos críticos de la década de los 70. Finger nunca apareció en los créditos de las historietas
de El Murciélago, pese a que el mismo Bob Kane reconoció posteriormente su deuda artística, y su falta de
honestidad intelectual (Daniels 1999: 31). Durante décadas Finger, y otros artistas como él, siempre fue para
DC Comics un empleado de Bob Kane, su negro.
7 En las primeras entregas del superhéroe su nombre aparecía con artículo y guión, The «Bat-Man».

Quisiera aclarar que el nombre del personaje, Batman, aparece en redonda en este trabajo. Se emplea la
cursiva solo en referencia al título de la colección Batman, cuyo primer número aparece en la primavera de
1940. Los títulos de los episodios van entre comillas.

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La historieta de seis páginas (páginas 2 a 7) se titulaba «The Case of The Chemical


Syndicate» [«El caso del sindicato químico»] 8, una trama criminal entre socios poten-
tados de una empresa de la industria química en la que interviene nuestro personaje
como detective aficionado y justiciero. En las dos primeras viñetas asistimos a la presen-
tación de la doble identidad de nuestro personaje. Por un lado, en la esquina superior
derecha de la viñeta inicial encontramos «una figura misteriosa y aventurera», con silue-
ta semejante a la de un murciélago. En la siguiente viñeta, conocemos a Bruce Wayne,
un joven millonario de vida mundana, con buenos contactos en la policía —está de
visita en casa del comisario Gordon— y con expeditivas dotes de detective. Pronto
descubriremos que The «Bat-Man» no tiene poderes sobrehumanos, pero disfrazado de
murciélago será el azote de los malhechores, «un vengador del mal».

Paquito n.º 464, página 35, jueves 27 de junio de 1940.

En este punto, es pertinente abundar en algunas características editoriales y for-


males de esta primera entrega de Batman ya que, como es sabido, las cuestiones de
formato y maquetación resultan determinantes en el proceso de composición, lectura,
traducción y comercialización de los cómics.
Desde su fundación en 1937 la revista Detective Comics ha sido una publicación
de cómics originales, centrada en personajes singulares, con el formato de lo que en
EE. UU. se denomina desde los años 30 comic book. Este exitoso formato consiste en
un fascículo o cuadernillo grapado de tamaño medio tabloide (26 cm x 17,5 cm), con
número variable de páginas, habitualmente entre 32 y 64, que suele contener tres o
más episodios completos, normalmente a color y de publicación mensual. Algo muy
similar, salvando las distancias, a lo que en España se conoce comúnmente como tebeo,

8 «El caso del sindicato químico» es la traducción del título de la primera entrega de Batman, El
Murciélago, que apareció en la revista Paquito fragmentada en dos números: las tres primeras páginas en el
n.º 436 (martes 19 de marzo de 1940) y las tres siguientes en el n.º 438 (martes 26 de marzo).

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en México, pepín 9 o revista de monitos y, en todo el ámbito hispano, álbum 10 o revista


de historietas. Si bien su difusión alcanzaba de manera transversal a todas las capas
de población, el público lector mayoritario de estos productos editoriales era infantil y
juvenil. Según Reuel Denney (1963: 55), en torno al 90% de la población estadouni-
dense entre ocho y trece años leía tiras de prensa y comic books en los años 40 y 50,
la época dorada de los cómics 11. Un apunte más sobre esta industria incipiente del
comic book en EE. UU. De acuerdo con Gordon (1998: 128), para mediados de 1941,
el mercado editorial del cómic book norteamericano producía cientos de títulos cuyas
ventas alcanzaban los diez millones de ejemplares al mes. Pronto se verá que estas
cifras espectaculares quedan eclipsadas al compararlas con las de la industria editorial
mexicana de la misma época, sobre todo si se tiene en cuenta el número de habitantes
de ambos países en 1940: 132,1 millones en Estados Unidos frente a los 19,6 millones
de México, según el censo oficial de población.

2.  En busca del primer Batman en español

Los estudios existentes sobre la historieta mexicana, por lo general, se centran en


el cómic nacional y abordan la traducción de manera tangencial —véase, entre otros,
Herner 1979; De Valdés 1984; Aurrecoechea y Bartra (1988-1994); Rubenstein 2004;
Gantús 2014; Gard 2016). Entresaco por su interés un par de ejemplos relativos al auge
de los monitos en los suplementos dominicales de los años veinte.
Estos suplementos dominicales [de mediados de los veinte] ofrecían a los lectores tra-
ducciones de las tiras cómicas estadounidenses. Por ejemplo, El Universal, uno de los
principales periódicos, publicó ‘Tarzán’ en la primera página del suplemento, todos
los domingos, durante más de 45 años, desde 1932 hasta 1978. Al mismo tiempo, los
dominicales presentaban tiras mexicanas (Rubenstein, 2004: 44).
El cómic mexicano moderno de los veintes es, pues, una obra mimética, como lo fue la
historieta humorística durante el porfiriato, aunque ahora el modelo ya no es predomi-
nantemente europeo sino norteamericano. […] Así, la fundación de nuestra historieta
moderna resulta de la empeñosa combinación de dos compulsiones divergentes: la
imitación de modelos norteamericanos y el mexicanismo extremo; el nuevo cómic
surge de la tensión entre la irresistible voluntad mimética y la entrañable vocación
nacional (Aurrecoechea y Bartra 1988: 182).

9 Más adelante se dará una explicación al empleo del término pepín para denominar genéricamente

las revistas de historietas, muy popular en México.


10 Luis Gasca (1969: 82) y Román Gubern (1972: 50) nos informan de la llegada del formato comic

book a España. En 1936 Hispano-Americana Ediciones introduce en el mercado editorial español un


cuadernillo apaisado, con portada a todo color y con historias completas del «Agente Secreto X-9». Tras
esta novedad editorial de creación europea, el formato más extendido en la edición de historietas en España
ha sido el álbum apaisado (31 cm x 21 cm), una derivación del modelo italiano de los años treinta (albo).
11 Para un estudio pionero sobre el público lector de cómics a principios de la década de los sesenta

en Estados Unidos, véase el trabajo de Edward J. Robinson y David Manning White (1963).

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Pese a su aportación fundamental, fundacional, a la configuración del cómic


mexicano, prácticamente nada sabemos del proceso editorial de traducción ni de los
agentes implicados. ¿Cuál era la organización editorial desde la compra del material
original hasta su venta en los quioscos? ¿Quién tomaba las decisiones en lo tocante a
las traducciones? ¿Se encargaban de las traducciones agentes de las redacciones de los
periódicos y revistas? ¿Se contrataba a personal ajeno (freelancers)? ¿Qué procedimiento
técnico se seguía, y por qué, para el tratamiento de las imágenes (borrado de textos
originales) y la posterior rotulación (manual o mecánica)? ¿De cuánto tiempo disponían
traductores y rotulistas para sus entregas? ¿Cuál era la tarifa?
En el marco de la investigación llevada a cabo no ha sido posible acceder a docu-
mentación fehaciente para avanzar en estas cuestiones. Continuará.
La lectura del artículo «Señor murciélago: Batman en México», publicado en marzo
de 2014 en una edición especial por el 75.º aniversario de la publicación de Batman
de la revista mexicana Comikaze, proporcionó una pista muy esperanzadora para el
objetivo de este estudio 12. En esta escueta pero relevante introducción a la llegada y
consolidación de las hazañas del superhéroe en México, podemos leer que «Batman
debutó en la historieta Paquito, tan solo dos meses después de aparecer por primera
vez en Estados Unidos» (Pantoja 2014: 10). ¿Historieta Paquito? ¿Batman se traduce al
español tan solo dos meses después de su primera aparición en EE. UU.? Unas líneas
más adelante sigue el asombroso descubrimiento:
Cuando Batman apareció en Paquito (julio de 1939) lo hizo bajo el nombre de El Mur-
ciélago y en sepia. Cabe decir que cada semana se publicaba solamente una página
del personaje que incluía de cuatro a seis viñetas, de forma que la aventura original-
mente publicada en Detective Comics #27 se pudo leer completa en México después
de transcurrir muchas semanas.

¿El Murciélago? ¿En sepia y de publicación semanal? ¿De cuatro a seis viñetas por
página? Interesantes revelaciones, demasiadas preguntas. ¿Cómo localizar y estudiar
estas publicaciones de finales de la década de los treinta en México? Ya se han men-
cionado las dificultades inherentes al trabajo de investigación y documentación de
cómics antiguos, y pronto se hizo patente que la búsqueda in situ iba a convertirse en
una auténtica aventura con descubrimientos insospechados.

3.  La asombrosa industria del cómic en México

Para tres generaciones de mexicanos, los monitos han sido silabario y cartilla de lectura,
lección de historia, acceso a mundos exóticos y materia prima de los sueños, satisfac-
ción vicaria de frustraciones económicas, sociales y sexuales.
Aurrecoechea y Bartra (1988: 9).

12 Gracias a Alfredo Villegas, traductor y estudioso del cómic, por ser el primero en ponernos sobre

la pista de El Murciélago en México y por la valiosa ayuda prestada en todas las fases de esta investigación.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

La Hemeroteca Nacional de México cuenta con un importante Catálogo de Histo-


rietas (s. f.) que «incorpora información de 648 series de historieta mexicana publicadas
durante el siglo xx. De ellas, 443 aparecieron en las revistas Pepín y Chamaco entre el
25 de agosto de 1936 y el 10 de noviembre de 1957» (Aurrecoechea 2015). Pese a su
valioso acervo de historietas, en una primera visita a la Hemeroteca quedaron patentes
dos cuestiones fundamentales para la investigación en curso, a saber, que los primeros
números conservados de la revista Paquito Grande eran de 1947 —buscábamos un
ejemplar de julio de 1939— y que nuestra revista de historietas era solo una de las
decenas de títulos existentes en México entre 1934 y 1957, con unas tiradas inconce-
bibles de miles de ejemplares 13. Algunas de ellas —Paquín, Chamaco, Paquito, Pepín,
Pinocho— llegaron a desdoblarse en dos tamaños (medio y cuarto tabloide) y a tener
periodicidad diaria a comienzos de 1940, un fenómeno comercial, social y cultural
único a escala mundial.
Descartada la Hemeroteca Nacional de México y otras bibliotecas públicas 14,
había que seguir buscando el ejemplar de Paquito de julio de 1939 por cauces me-
nos convencionales. La vía de coleccionistas, eBay.com, los mercadillos callejeros
especializados y los tianguis (rastros) de Ciudad de México tampoco resultó fructífera.
Paradójica e inexorablemente, casi no queda rastro físico en la actualidad de los miles
de historietas que inundaron México en los años cuarenta y cincuenta. Si no se toman
medidas drásticas y urgentes, todo ese acervo desaparecerá como lágrimas en la lluvia.
Un rayo de luz surgió, sin embargo, gracias a la sagacidad de Richard Middle-
ton-Murry. En los créditos de los ejemplares consultados de Paquito Grande en la He-
meroteca Nacional de México aparecía la dirección de la Editorial Panamericana, antes
Juventud, regentada por el coronel José García Valseca, con sede en la calle Serapio
Rendón, número 47, del D. F.

Paquito Grande n.º 1720, créditos, domingo 30 de marzo de 1947.

13 En palabras de Jorge Gard (2016: 8), «[e]n México ya se consumían por millones unas revistillas
de papel de prensa con color en la portada y en algunas páginas interiores».
14 Mención especial merecen por sus fondos de historietas antiguas la Biblioteca de México (Colección

de Carlos Monsiváis) y la Comicteca de la Biblioteca de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap).

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El edificio actual, situado donde antes se encontraban las imprentas y los diversos
negociados de la Editorial Panamericana, es en la actualidad la sede de la Organiza-
ción Editorial Mexicana (oem), que comprende además el Museo de Ídolos del diario
deportivo esto 15 y la valiosa Fototeca-Hemeroteca Mario Vázquez Raña. Pese a no
contar con acervo de historietas, la visita a la Hemeroteca mvr es imprescindible para
rastrear suplementos dominicales con cómics de la cadena de periódicos fundada en
su día por José García Valseca 16. Finalmente, el entramado de librerías de ocasión y de
papelerías que continúa su actividad en el entorno de la calle Serapio Rendón condujo
los pasos de la investigación a las librerías de viejo 17 del centro de la Ciudad de Méxi-
co. En una de ellas localizamos revistas de historietas antiguas en muy buen estado de
conservación y su colaborador propietario permitió la consulta de los ejemplares de la
revista Paquito que estábamos buscando. Así encontramos al primer Batman en español.
El semanario de historietas Paquito apareció por primera vez en los puestos de ventas
mexicanos en marzo de 1935, tenía un formato de medio tabloide (comic book), portada
a todo color, alrededor de 40 páginas y costaba 10 centavos en toda la República. Esta pri-
mera revista de historietas de la Editorial Juventud sería, como se verá más adelante, «base
y cimiento de la importante Cadena de Periódicos García Valseca» (De Valdés 1984: 1201).

Tres de las cabeceras más populares de la Editorial Juventud:


Paquito (1935), Pepín y Paquita (1936).

15 Fundado por el coronel García Valseca en 1941, el periódico rotográfico esto está considerado el

primer diario deportivo del mundo.


16 Según la revista estadounidense Newsweek (04/12/1950), «[n]i en los días felices de William Randolph

Hearst —propietario de 23 de los 1900 diarios que se editaban en los Estados Unidos en los treintas—, hubo
entre nosotros editor con obra comparable a la de García Valseca», (Reed Torres y Ruiz Castañeda 1995: 309).
Mientras que Hearst en EE. UU. se sirvió de los cómics para aumentar las ventas de sus periódicos, el coronel
García Valseca fundó y financió su cadena de periódicos a partir de los beneficios obtenidos por la venta de
revistas de monitos; un imperio de papel que llegaría a 30 cabeceras en 1968 [Tribuna de Monterrey].
17 El papel determinante de la distribución, los puestos de ventas, quioscos, voceadores y de las librerías

de viejo en el negocio de los cómics es otro de los aspectos poco estudiados y de difícil rastreo documental.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

La Editorial Juventud, más tarde Panamericana, inició su exitosa andadura precisa-


mente con la publicación de la revista de historietas Paquito (1935). Después de encajar
algunos reveses empresariales, el coronel José García Valseca (1901-1982) probaba
suerte como editor en el prometedor nicho de mercado editorial inaugurado un año
antes por Paquín (1934) de la Editorial Sayrols, el primer semanario especializado en
monitos concebido como producto industrial y dirigido a un público lector de clase
media de «100 Meses a 100 Años». Francisco Sayrols 18, editor y empresario de origen
español afincado en México desde su juventud, supo ver el potencial de las historietas
en el mercado editorial mexicano e importó con éxito las prácticas comerciales, el
formato (comic book) y los contenidos del emergente mercado del cómic en Estados
Unidos. A diferencia de las publicaciones que la seguirían, las historietas publicadas
en Paquín eran casi en su totalidad traducciones de servicios extranjeros 19 —material
distribuido por los syndicates americanos—. Con los dominicales de la prensa mexicana
como precedentes, la traducción a escala industrial de tiras de prensa e historietas de
comic books procedentes del mercado estadounidense contribuyó de manera decisiva en
la configuración del nuevo lenguaje del cómic en México y del gusto del público lector.
Si bien Paquín, el producto estrella de la Editorial Sayrols, fue el modelo para las
revistas de monitos que la siguieron, el empresario García Valseca puso en marcha
estrategias comerciales diferentes. Desde el principio su objetivo fue no solo competir
con la publicación de su revista Paquito por el público de Paquín —clase media cos-
mopolita, gustos americanizados—, sino también extender el público lector entre las
capas populares hasta hacerlo masivo. Para conseguirlo, según su biógrafo oficial Reed
Torres (1995: 316-17), al coronel se le ocurrió producir una revista de bajísimo coste
de venta, sencilla y popular, capaz de ser adquirida hasta por los analfabetos. Así nació
el 4 de marzo de 1936 la revista de monitos Pepín, el chico más famoso del mundo
que divierte e instruye Grandes y Chicos (sic). Ahora bien, teniendo en cuenta que el
setenta por ciento de la población mexicana era analfabeta, «¿cómo iba a aspirarse a
una enorme circulación si no se contaba también con lectores que no supieran leer?»
(318). Sorprendentemente su fórmula funcionó, y de qué manera: «Fue tal la demanda,
que en misceláneas y neverías encuadernaban colecciones de Pepines 20 y las alquila-

18 Para abundar en la trayectoria profesional de Francisco Sayrols y en la producción de su editorial,


véase el volumen ii de Puros Cuentos (Aurrecoechea y Bartra 1993: 44-55). Habría que destacar que en
Paquín se publicaron traducciones de tiras de prensa y de historietas del cómic clásico americano como The
Spirit de Will Eisner, Terry y los piratas de Milton Caniff y Dick Tracy de Chester Gould, entre otros títulos.
19 No se tiene noticia de estudios que aborden la naturaleza de estos servicios ni del modelo de

negocio de compra-venta de historietas en el mercado editorial mexicano; cuestiones determinantes en el


proceso de traducción.
20 El éxito popular de la revista Pepín (1936-1954) fue de tal magnitud que aún hoy se emplea en

México el término pepín como nombre genérico para revista de historietas. Algo similar a lo que ocurre
en España con el uso de la palabra tebeo. El semanario barcelonés TBO (1917) se hizo tan popular entre
el público lector de cómics que ha dado nombre a las revistas de historietas y al propio medio en España.

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ban por cinco centavos a un público heterogéneo de chicos y grandes que acudían a
leerlos, o simplemente a ver los monitos» (318).
La revista Pepín, que había aparecido como semanario y en formato medio ta-
bloide, ponto se desdobló en dos formatos (grande y chico) siguiendo la estrategia de
Herrerías. A partir de 1937 fue aumentando sus apariciones semanales (dos, tres, cuatro)
hasta llegar a convertirse en febrero de 1940 en el «primer diario 21 cómico del mundo».
Más adelante se verá de qué manera está entrelazada esta estrategia comercial de la
Editorial Juventud con las innovaciones editoriales de Publicaciones Herrerías —respon-
sable de la publicación de Chamaco Chico— y con la aparición de Batman en Paquito.

Aviso en Paquito, n.º 428, lunes 19 de febrero de 1940.

Antes de seguir, completaremos el mapa de las editoriales que protagonizaron el


fenómeno de los monitos en México durante las décadas de los treinta y cuarenta. Con
propuestas empresariales diferentes a las de Sayrols y García Valseca, el ex periodista
deportivo Ignacio Chamaco Herrerías se lanza al negocio de las revistas de monitos.
En competencia directa con el público lector de Pepín, más popular y tradicionalista,
Publicaciones Herrerías inaugura el semanario Chamaco (1936), una revista especia-
lizada en historietas de marcado acento popular mexicano 22. Parecía imposible ganar
más lectores en un mercado ya por entonces saturado de monitos y en un sector de
población con un porcentaje alto de analfabetismo. Y sin embargo lo logró.
En 1937 Publicaciones Herrerías pone en marcha una iniciativa editorial que
marcará los derroteros de la industria del cómic en México: desdobla su revista en dos
tamaños: Chamaco Grande (medio tabloide) y Chamaco Chico (cuarto tabloide). Tras
su éxito de aceptación y de ventas, esta estrategia pionera fue rápidamente adoptada
por las otras dos grandes empresas mexicanas de la industria del cómic (Aurrecoechea
y Bartra, 1993: 72).

21 Pese a que varios historiadores del cómic en México han sostenido que la primera revista de
historietas de publicación diaria fue Chamaco Chico a finales de 1939, el trabajo de investigación realizado
no ha permitido verificar ese dato.
22 Algunos de los dibujantes más famosos y populares de México iniciaron sus carreras en

Publicaciones Herrerías y en las páginas de Chamaco. A modo de ejemplo, sirvan los nombres de Germán
Butze, autor de Los Supersabios (1936-1968), y de Ramón Valdiosera (1918-2017). Otro gran nombre del
cómic mexicano, Gabriel Vargas, creador de la que quizás sea la historieta más famosa en México La familia
Burrón (1948-2009) estuvo vinculado a la revista Paquito.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

Al igual que el resto de revistas de la época, Chamaco nace como semanario, pero
al adoptar el formato de bolsillo, y en feroz competencia con Pepín, va aumentando
paulatinamente la frecuencia de publicación hasta llegar a cuatro ediciones semanales
a partir del martes 4 de julio, y a cinco a partir del viernes 6 de octubre de 1939 23.
Es fácil imaginar la actividad de las redac-
ciones para abastecer cada número de con-
tenidos —historietas propias y traducidas,
anuncios editoriales, concursos, publici-
dad—, con esta frecuencia endiablada. In-
cluso podemos imaginar el frenesí de las
rotativas al imprimir tiradas diarias astronó-
micas para cualquier estándar de consumo.
Sin embargo, apenas existe documentación
fiable acerca de estas tiradas. Como advierte
Rubenstein (2004: 47n), «[e]n la industria
editorial mexicana las cifras de circulación
han sido, en el mejor de los casos, vagas y
escasas». Este hecho ¿deliberado?, sumado
a la falta de archivos y documentos de ges-
tión editorial, impide ofrecer datos precisos
de tiradas de ejemplares de la industria edi-
torial mexicana de la época en general, no
Página de anuncio en el número 240
solo de las revistas de historietas. Podemos
de Chamaco Chico (30/09/1939).
encontrar, no obstante, un dato orientativo
en el anuncio de una página de la revista
Chamaco Chico del 30 de septiembre de
1939.
Estos datos, pese a su naturaleza publicitaria y a la opacidad administrativa, nos
permiten aproximarnos a las dimensiones comerciales del fenómeno de los cómics en
México. A principios de los años 40, las tiradas diarias de Chamaco Chico rondaban
los 750.000 ejemplares 24, cifra que podía alcanzar fácilmente el millón de lectores
diarios de solo un título del mercado editorial.
Los tres grandes promotores del fenómeno industrial y social de los monitos en Mé-
xico no eran empresarios del periodismo —como sí lo fueron Randolf Hearst y Joseph
Pulitzer— ni formaban parte de la élite intelectual o política de la época. Sus proyectos

23 Más adelante se analizará la posible conexión de estos cambios en la periodicidad de las


publicaciones en Chamaco Chico (Publicaciones Herrerías) con los cambios en Pepín (Editorial Juventud),
unos cambios estrechamente relacionados con la publicación de El Murciélago en febrero de 1940.
24 Este dato fue corroborado por Ramón Valdiosera, diseñador de moda, historietista, promotor y

director de la revista Chamaco, en una entrevista concedida en enero de 2016 en la Academia Mexicana
del Arte Secuencial, fundada por él y donde ejerció su magisterio hasta el final de su vida, casi centenaria.

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empresariales tenían una finalidad netamente capitalista; el beneficio económico pri-


maba sobre cualquier programa cultural o democratizador que pudiera presuponerse a
una editorial. Como leemos en el volumen ii de Puros cuentos (Aurrecoechea y Bartra
1993: 43), Francisco Sayrols, José García Valseca e Ignacio Chamaco Herrerías fueron
self-made-men a la mexicana, unos pioneros que a fuerza de tesón, como Rockefeller,
pasaron de vendedores callejeros a magnates de la industria editorial fundamentalmente
a base de vender cómics.

4.  El Murciélago en México


Una vez localizados en muy buen estado
ejemplares de Paquito y Pepín, comenzó la
búsqueda de esa primera historieta de Batman
en español —recordemos que la fecha de refe-
rencia era julio de 1939—.
Durante el proceso de documentación, des-
cubrimos en la contraportada del número 251
de Paquito, para entonces bisemanario (lunes y
martes), la que con toda probabilidad sea la pri-
mera versión en español de Superman. La fecha
que figura en los créditos de la revista es el lu-
nes uno de agosto de 1938, dos meses después
de su publicación en el mercado estadouniden-
se (Action Comics, #1, junio de 1938). Si bien
no es procedente detenerse aquí en este hallaz- Página de anuncio en el número 240
go, señalaremos tres características significativas de Chamaco Chico (30/09/1939).
de esta temprana aparición del superhéroe en
español: la cuatricromía original se descarta en
el proceso de edición para imprimir en monocromía 25 (sepia), la rotulación es manual
y las trece páginas que componen la primera historieta de Superman se presentan por
separado, de una en una, en trece números semanales de Paquito —del número 251
al 280—, esto es, en México pudo leerse este primer episodio del Superhombre cada
lunes desde el 1 de agosto al 24 de octubre de 1938.

25 Aurrecoechea y Bartra (1993: 183) afirman que el empleo de la monocromía en la industria del

cómic mexicano se debe a razones económicas. Curiosamente, la impresión de historietas en una sola
tinta que caracteriza a los pepines contribuyó a la estilización naturalista del dibujo, lo cual establecía una
conexión con el grafismo realista del cómic serio norteamericano, al desmarcarse de la asociación de color
y realismo característica de los comic books.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

Portada y contraportada (con Superman) del número 251 de Paquito (01/08/1938).

Tras verificar que ninguna historieta de Batman aparecía publicada en los números
de Paquito fechados en junio, julio y agosto de 1939, pudimos constatar a partir de
septiembre un cambio significativo de periodicidad semanal en la publicación de las
revistas de la Editorial Juventud. Paquito se publica los lunes, martes y sábado; Pepín
Grande los martes; y Pepín, a partir del miércoles 13 de septiembre, cuatro veces 26 a la
semana —miércoles, jueves, viernes y sábado—. Recordemos en este punto los cambios
en la frecuencia de publicación de Chamaco Chico en julio de 1939 (cuatro veces a
la semana) y en octubre, cuando la revista alcanza las cinco ediciones semanales. Al
cruzar estos datos, resulta tentador apuntar la competencia feroz entre García Valseca
y Herrerías como causa determinante de estas estrategias editoriales.
Son precisamente nuevos cambios en la frecuencia de publicación de las revistas
de la Editorial Juventud los que provocan en febrero de 1940 la necesidad de nuevos
contenidos que (re)llenen diariamente las páginas de historietas —traducidas y nacio-
nales— para satisfacción de un público lector insaciable. Anteriormente se ha mencio-
nado que en febrero la revista Pepín comienza a publicarse seis veces a la semana, la
primera revista de historietas de publicación diaria. Se ha comprobado que seis de los
títulos publicados el martes 20 de febrero en el n.º 429 de Paquito pasan a las páginas

26 Según se anuncia en Pepín el miércoles 6 de septiembre, «estas cuatro hermosas ediciones


continuadas, sustituyen a Paquito Cri-Cri, Pepín chico y Pepín ii, y aparecerán los jueves, viernes y sábados
de cada semana con las más emocionantes y gustadas historietas de México». Es habitual que estos anuncios
vayan asociados a la venta de cupones para sorteos diversos. Esta estrategia comercial y su repercusión en
el público lector ha sido analizada por Rubenstein (2004).

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de Pepín a partir de esa fecha —El Fantasma, Anita y sus amigos, Dan Dunn, Ana la
huerfanita, Olly la del cine y Pepín— 27.

Portada y página 2 con «El Murciélago» de Paquito n.º 430, martes 27 de febrero de 1940.

El martes siguiente, 27 de febrero de 1940, en las páginas 2, 3, 4 y 5 del número


430 de Paquito aparece por primera vez en español un episodio de Batman introducido
con el título de «El Murciélago». Resulta significativo que la primera historieta traducida
al español corresponda a las primeras cuatro páginas de la segunda parte del episodio
«The Batman meets Doctor Death», cuarta entrega del superhéroe en Detective Cómics
#30 (agosto de 1939) 28.
En la primera parte del episodo, el malvado Doctor Muerte había sido dado por
muerto en un incendio, hecho que se recoge en una especie de flashback en la tercera
viñeta de la segunda parte. La ausencia de referente narrativo no pareció ser inconve-
niente para su publicación; quizás la decisión editorial se deba al empleo deliberado
de la icónica cabecera de Batman de este episodio para presentar al público lector
mexicano al nuevo superhéroe.

27 Curiosamente, en esta etapa de cambios salen dos ediciones de Paquito con el número 429 en
semanas consecutivas; justo en el número siguiente (n.º 430) aparece El Murciélago. Se trata, por supuesto, de
una muestra más de la falta de rigor en registros, fechas, rotulación, maquetación o traducción, factores que
en cierto modo son seña de identidad de estas publicaciones, explicables más que por sus precios populares,
por las precarias condiciones laborales de la mayoría de los agentes implicados en la industria del cómic.
28 El episodio completo de la primera parte —traducción de la historieta publicada en Detective

Comics #29 (julio de 1939)— aparecerá posteriormente el martes 9 de abril en el n.º 442 de Paquito, sin la
versión del título.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

Cabeceras correspondientes a Detective Comics #30, p. 2, (1939)


y Paquito n.º 430, p. 2 (1940).

Las limitaciones de esta contribución no permiten profundizar en el análisis de la


traducción de estas viñetas —cuestión que será objeto de estudio en próximos traba-
jos—, pero sí se señalará que se repiten las características editoriales y formales de estas
revistas de monitos: impresión en monocromía, rotulación manual y entrega seriada 29
de las diez páginas que integran el episodio original.
Tras esta aparición inaugural, ha sido posible verificar que las historietas de El
Murciélago seguieron publicándose periódicamente en Paquito hasta el 1 de agosto
de 1940 (n.º 474); en este número aparecían traducidas las tres primeras páginas del
episodio «The Case of the Ruby Idol», Detective Comics #35 (enero de 1940). No se
han localizado historietas traducidas de Batman en las ediciones de Paquito corres-
pondientes a los años 1941 y 1942. ¿Por qué? ¿Cómo se explica esta decisión edito-
rial? ¿Cambiaron las condiciones de importación y distribución de los syndicates por
motivo de la segunda guerra mundial? ¿O tal vez fue por el auge de nuevas industrias
editoriales del ámbito iberoamericano? Continuará.
El Murciélago acompañado de Robin, el muchacho maravilla (the boy wonder), vol-
verá a las páginas de Paquito en 1943 y 1944, cuando nuestro superhéroe aparece en la
edición de los lunes, a todo color y en episodios completos (12 o 13 páginas). En 1944
la revista Paquito de 48 páginas se publica diariamente en formato chico, de bolsillo, en
mocromía pero con portada y contraportada a todo color. A partir de octubre de 1944,
las historietas de Batman que se publican los jueves ya no provienen del comic book
(Detective Comics y Batman) sino de las tiras de prensa 30, cuyas viñetas se reorganizan

29 Las diez páginas de Detective Comics #30 (agosto de 1939) aparecen en Paquito distribuidas en
tres ediciones seriadas: n.º 430 (cuatro páginas), n.º 432 (cuatro páginas) y n.º 434 (dos páginas).
30 Las tiras de prensa diarias (dailies) de Batman y Robin se publicaron desde el 25 de octubre de 1943

hasta el 2 de noviembre de 1946. El copyright seguía siendo de Detective Comics Inc. y McClure Newspaper
Syndicate se encargaba de su distribución. Recordemos que en el número de abril de Detective Comics #38
(1940) hace su aparición Robin, the boy wonder, el intrépido compañero adolescente de Batman. Por otro
lado, la cabecera independiente Batman comienza su andadura precisamente en la primavera de 1940 (#1
Spring Issue).

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de cuatro en cuatro a lo largo de tres o cuatro páginas por número 31. En 1945 las tiras
de prensa traducidas de Batman y Robin aparecen diariamente en Paquito Chico hasta
febrero de 1946. Dos meses más tarde, el 30 de abril —Paquito Chico, n.º 1626— se
anuncia la suspensión de la revista por la escasez de papel. Dentro de la cadena de
periódicos de García Valseca, las tiras de Batman y Robin volverán a aparecer a partir
del 9 de junio de 1946 en el suplemento dominical del diario deportivo esto y desde
enero de 1947 en la revista Paquito Grande (tabloide). Continuará.

5.  Batman en español: Argentina y España


La labor de documentación 32 para abordar esta coda a las traducciones de Batman
en español no ha sido de campo, directa. No obstante, los datos que se exponen a
continuación han sido contrastados en la medida de lo posible. Todo parece indicar
que, después de México, las historietas de Batman se publicaron en Argentina (1940)
y en España (1947).
La primera traducción del superhéroe
en Argentina se publicó en la página
15 del número 622 de la revista de
historietas El Tony 33 el 21 de agosto
de 1940, casi seis meses después de
su primera aparición en México (27
de febrero). En esta primera historieta
publicada en Argentina, se presenta:
«El Vampiro con Robert, el muchacho
maravilloso inician en este número
una de sus sensacionales aventuras.
Es en el colegio Blaker, internado
para niños, en donde los veremos actuar, con su singular arrojo y valentía» (Armada y
Fernández, s. f.). Sí, Batman se traduce por «El Vampiro» y Robin, el nombre de su
dinámico compañero, por «Robert».
Es digno de resaltar —desde la perspectiva de la traducción y de la historia del
cómic— el hecho de que esta primera historieta aparecida en El Tony correspondía al
episodio «A Master Murderer», publicado en el número 41 de Detective Cómics en
julio de 1940, solo un mes después de su aparición en los quioscos de EE. UU. Sería
muy interesante indagar en las posibles conexiones entre esta publicación de Batman en

31 Es probable que los ejemplares descritos por Pantoja (2014: 10) correspondan a esta etapa de la

publicación de Batman en Paquito.


32 Las tres imágenes que aparecen en este apartado proceden de diversas fuentes consultadas en

internet. Su carácter no es documental, sino ilustrativo.


33 La editorial especializada en cómics Columba (Buenos Aires, Argentina) publicó desde su fundación

en 1928 hasta 1956 la popular revista de historietas El Tony.

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EL PRIMER BATMAN EN ESPAÑOL Y LA ASOMBROSA INDUSTRIA DEL CÓMIC EN MÉXICO

Argentina y las traducciones publicadas en México y en el resto del ámbito iberoame-


ricano, tanto desde el punto de vista comercial como editorial y lingüístico.

En España las primeras apariciones


de Batman fueron un tanto peculiares.
Según informa Joan Navarro (1989: 31),
la primera historieta de Batman publi-
cada en España salió en la colección de
Alas de acero en un número de 1947.
Se trataba de la traducción de una
recopilación de tiras de prensa de 1943.
El cuadernillo publicado por la edito-
rial barcelonesa Hispano Americana de
Ediciones se podía adquirir al precio de una peseta en los quioscos de la España de
posguerra. En su Catálogo del tebeo en España 1865/1980, Delhom (1989: 18) registra
tres números de esta colección; no hay constancia documental, sin embargo, de que
se publicaran más números de Alas de Acero con historietas de Batman (Rodríguez
Humanes y Barrero, 2008).
El año siguiente, en 1948, aparece en el
mercado de historietas español una nueva
colección Robín y el Murciélago, publica-
da por Ibero Americana de Ediciones (Bar-
celona).
Según Álvarez García (2016), se pu-
blicaron trece números de la revista en los
que el dibujante Julio Ribera y los guionis-
tas J. Fernández y posteriormente Walter
Benson recrean a su manera las tiras de
prensa originales de Bob Kane copiando,
redibujando e inventando nuevas aventu-
ras del Dúo dinámico.
Por último, es necesario insistir en la necesidad de verificar toda esta información
para proseguir en el estudio de las primeras traducciones al español del influyente
caudal de historietas del cómic norteamericano, desde una perspectiva tanto nacional
como panhispánica.

6.  Conclusiones
• La primera historieta traducida de Batman en español se publicó con el título
de «El Murciélago» en las páginas 2, 3, 4 y 5 del número 430 de la revista de
historietas mexicana Paquito el 27 de febrero de 1940.
• El caso de Batman no es único. Las primeras traducciones al español de las his-
torietas más populares del cómic estadounidense de los años treinta y cuarenta

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MARÍA LÓPEZ VILLALBA

se llevaron a cabo en México. El contexto histórico y editorial que propició estas


tempranas traducciones, las arriesgadas estrategias comerciales que emplearon
—la diversidad de títulos y de formatos, las tiradas y la frecuencia de las publica-
ciones— o la fascinante respuesta del público lector son solo algunos de los fac-
tores que constituyen un fenómeno editorial, social y cultural de primer orden.
• Cualquier estudio del cómic en español debería analizar, o al menos tener en
cuenta, el papel crucial de la traducción en el nacimiento y consolidación de
un medio de expresión que cautivó durante décadas a un público lector masivo
y voraz con historietas leídas en su idioma, en gran medida, por la labor de
traductores y traductoras.
Continuará.

Referencias
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