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MECANISMOS DEL LENGUAJE HUMORÍSTICO

(CON ESPECIAL ATENCIÓN AL NIVEL PRAGMÁTICO)

JUAN GÓMEZ CAPUZ


Universidad de Alicante

El humor, desde antiguo, ha fascinado a los hombres. El humor va


incluso más allá de la poesía en la búsqueda de lo mágico, de la inversión
lógica del pensamiento, en la destrucción -o mejor «dcsautomatización»-
de los rígidos moldes de la gramática, de la semántica y de la normal acti­
vidad comunicativa, es decir, lo que hoy llamamos pragmática.
El humor comparte muchas cosas con la literatura, y por ello no es
casual que los mejores escritores hayan destacado como ingeniosos, bur­
lones y sarcásticos: Cervantes, Shakespeare, Quevedo, Rabelais... Por ello,
se podría caracterizar al humor de la misma manera que los formalistas
rusos hicieron con la literatura, en especial con la poesía, el género más
sintético, filosófico y mágico: el humor sería pues una especie de sistema
modelizador secundario, una desviación cuyo resultado es la alteración
de la mera función vehicular del lenguaje cotidiano. Pero el humor va
más allá de la literatura: si la literatura, como lengua escrita, supone una
comunicación diferida y se limita a la transgresión de la gramática y la
semántica, el humor es posible también en la lengua oral y por tanto tam­
bién supone la transgresión de los mecanismos comunicativos ordinarios,
de cuyo estudio se ocupa la moderna pragmática.
El humor se podría definir, por tanto, como la transgresión conscien­
te, deliberada, constante y sistemática de los mecanismos que rigen el nor­
mal desarrollo de la interacción comunicativa cotidiana; y de ello se deri­
va una sensación de desviación, alteración, «desautomatización» y
extrañamiento, comunes a ciertas manifestaciones literarias. En efecto,
Núñez Ramos (1985), desde una perspectiva semiótica aplicada a la teoría
literaria, caracteriza el humor como «un error, una desproporción, una rigi­
dez en el comportamiento, una desviación o incoherencia con respecto al
orden natural de los acontecimientos», puesto que «el humor se produce
quebrantando el código».
Como tesis inicial, pensamos que la visión lingüística (relaciones para­
digmáticas y sintagmáticas, «desautomatización») y la retórica (desviación
o extrañamiento) pueden explicar algunos mecanismos particulares, pero
OliAUA, Vol. 5. 2002, págs. 75-101.
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será el enfoque pragmático el que tenga mayor capacidad explicativa y,


por tanto, a él le dedicaremos la mayor parte de este trabajo.

Juego con las reí aciones paradigmáticas (virtualidades del sistema)


Y SINTAGMÁTICAS (FIJACIÓN E IDIOMATICIDAD)

La transgresión de las reglas básicas de la gramática y la semántica pro­


duce una serie de recursos humorísticos -o de agudeza- que no sólo pro­
ducen ese efecto de desviación, alteración, «desautomatización» y extra­
ñamiento en que se basa el humor, sino que, con frecuencia, llegan a
cuestionar el funcionamiento mismo del sistema lingüístico.

Relaciones paradigmáticas y asociativas: lagunas en el sistema

En algunos casos afecta únicamente a las relaciones paradigmáticas y


asociativas, como vemos en el juego con las virtualidades del sistema y
determinadas lagunas o casillas vacías:

(1) Los años pasan, los años pesan, los años pisan, los años posan... ¿porqué no
pusan los años?

Si existe el apellido Domínguez, ¿por qué no existen los apellidos Sabadín-


guez, Lunínguez, etc? (citados por E.Náñez 1973)

Relaciones paradigmáticas en contextos sintagmáticos: cadenas sinonímicas

La explotación máxima de estas relaciones paradigmáticas y asociativas


lleva al humor del absurdo, donde la única razón de ser de una frase es su
vinculación -casi automática, como en el surrealismo- con una frase tópi­
ca, un eslogan, un título, un nombre propio; a su vez, este recurso adquie­
re tintes de intertextualidad e integra elementos propios de las relacio­
nes sintagmáticas, ya que en muchas ocasiones los elementos que se ofrecen
presentan una gran vinculación en el decurso. Por otra parte, la eficacia
pragmática de este recurso radica en la ausencia de expectativas por parte
del oyente, que no espera ni por asomo que se diga precisamente eso.
Estos mecanismos humorísticos ponen al descubierto toda la urdi-
dumbre del funcionamiento del lenguaje, tanto en las relaciones para­
digmáticas o asociativas como en las sintagmáticas. Suelen actuar median­
te la confusión o mezcla de cadenas sinonímicas (o antonímicas) en las que
una misma palabra polisémica puede ser colocada teóricamente (es decir,
como potencialidad del sistema) pero nunca a la vez (es decir, en pre­
Mecanismos del lenguaje humorístico 11

sencia), en un mismo contexto sintagmático: por tanto, tías mencionar


dicha palabra con un determinado significado, vuelven a mencionar o
evocar esa misma palabra, pero situada en otra serie o cadena sinonímica,
vinculada con otros términos (colocaciones) con los que suele aparecer en
el decurso.
Los ejemplos más simples y fáciles de analizar proceden del chiste oral
popular, como vemos en Vigara Tauste (1994:109-111):

(2) Hijo: Mamá, el abuelo está malo


Madre: Pues apártale y cómete las patatas

(Se confunden las cadenas sinonímicas del término polisémico malo


como ‘enfermo’ y como ‘poco apetitoso, en mal estado’)

(3) Llega uno, va y dice:


-Doctor, se me juntan las letras
-¿Qué quieres, que las pague yo todas?

(Se confunden las cadenas sinonímicas del término polisémico letra


como ‘grafemas’ y como ‘letras de cambio’)
En el programa de Gomaespuma (abril 2000) encontramos un ejem­
plo más complejo, pues se menciona la palabra polisémica titulares una
sola vez y el significado menos esperable por el contexto (periodístico, en
este caso), ‘jugadores del once inicial’, viene dado de manera implícita
por la presencia del antónimo o complementario de esa misma cadena
sinonímica, el término suplentes:

(4) y ahora a las nueve, leemos los titulares... y los suplentes.

También a medio camino entre las relaciones paradigmáticas y sin­


tagmática encontramos otros recursos de ingenio como los cruces léxicos
y los metaanálisis, próximos al recurso retórico del calambur (cf. hosceno ‘pro­
caz de Huesca’ y pabor ‘temor o sobresalto que se siente en la parte izquier­
da de un navio’, ambos enj. L. Coll 1975). Vigara Tauste (1994: 114-116)
lo denomina desglose morfosemántico , «el cual permite descubrir en una
determinada palabra componentes (posibles en el sistema de la lengua)
con matices de significado inédito, en torno a los cuales se articula el chis­
te, dejando al significante fuera de su contexto natural». La autora lo ejem­
plifica con diversas muestras del chiste oral popular:

(5) am.pi.chas/ampollas, Conchita/con tanán, Consuelo/con techo.

Todos estos recursos lingüísticos donde un elemento se inserta a la


fuerza en dos redes asociativas diferentes, a las que pertenece como poten­
78 Juan Gómez Capuz

cialidad del sistema, pero nunca a la vez, en presencia, en un mismo con­


texto sintagmático o en una misma situación discursiva, se erigen en uno
de los mecanismos básicos del humor, equiparables también a otros ámbi­
tos (retórico y pragmático). Veamos algunas opiniones:

a) Casares (1961) observa que si de las premisas A y B, en lugar de


obtener C, obtenemos inesperadamente X y si X es una deducción normal
pero obtenida fuera de la lógica, el sentido de ilación que quedó en sus­
penso se reanudará hacia atrás y volverá en sentido inverso desde éstos a
la conclusión, haciéndonos reír.
b) Núñez Ramos (1985) denomina a este mecanismo función de dis­
yunción, considerándolo el punto de inflexión de todo chiste, en un pro­
ceso semiótico donde antes se ha producido una función introductoria (pre­
sentación de los interlocutores y sus relaciones sociales) y una función de
armado (estímulo o pretexto para la ruptura o incoherencia) que después
concluye con una Junción de restauración (“índices que apuntan al orden posi­
ble que permite interpretar y corregir la disyunción”). Por su parte, Vigara
Tauste (1994:21) lo denomina efecto-sorpresa, golpe de efecto o punto cul­
minante de un chiste.
c) Para Koestler (1990: 683) la fórmula de validez general para el
humor consiste en la percepción de una situación en dos marcos de refe­
rencia (o contextos asociativos) al mismo tiempo, ambos consistentes por
sí mismos, pero mutuamente incompatibles.

Relaciones sintagmáticas: «desautomat ización» de frases hech as

Finalmente, estos recursos pueden centrarse en las relaciones sintag­


máticas, aunque sin perder de vista ciertos aspectos paradigmáticos. Es el
caso de la alteración o «desautomatización» de ciertas secuencias fijas y de
sentido unitario que existen tradicionalmcnte en la lengua: los modismos
o unidades fraseológicas. Este fenómeno ha sido denominado desautoma­
tización (Zuluaga 1980, Ruiz 1997), deslexicalizadón (García-Page 1989) o
manipulación creativa (Corpas 1996). Mediante este mecanismo manipu­
lador, las unidades fraseológicas pueden sufrir alteraciones relativas a su fija­
ción y valor idiomático:
a) Fijación, lo cual afecta sobre todo a la gramática (disposición de los
significantes en el sintagma). Aquí el mecanismo consiste en sustituir uno
de los términos del modismo por un sinónimo -o incluso un antónimo-
con lo cual el significado se mantiene teóricamente igual, pero se pierde
la fijación y el modismo «fracasa» como elemento comunicativo (aunque
se ve compensado por el éxito lúdico):
Mecanismos del lenguaje humorístico 79

(6) La ocasión la pintan con guedejas (Cervantes, Quijote)


El gobernador, la pata quebrada y en casa (Cervantes, Quijote)
Fernández: Qué sería de esos refranes yanquis que tanto han trascendido sus
fronteras: «a quien dispara, Bush le ayuda», «a quien buen arma anticarro
se arrima, buena sombra le cobija» (ElInformal, 11-7-01, parodiando la opo­
sición estadounidense al control de armas de fuego)

b) Valor idiomático, que se vincula con la semántica. Se trata de jugar


con el significado idiomático de una locución, sobre todo cuando se trata
de locuciones semi-idiomáticas, las cuales admiten una doble interpreta­
ción semántica: una de tipo literal y otra de tipo idiomático.

(7) Aznar, de bigotes; a Almunia se le cae el pelo (CQC, marzo 2000)

El efecto humorístico es especialmente logrado cuando entre el sig­


nificado literal del modismo y su significado idiomático se establece algún
tipo de relación semántica opositiva. Así, en los ejemplos anteriores los
significados literales y figurados no están muy alejados, ya que se basan
en la asimilación del valor figurado del modismo a la realidad física de
los referentes aludidos, casi a modo de metonimia o sinécdoque. Pero el
efecto es mayor si se da una relación de antonimia, bien por el significa­
do, bien por el referente tratado: así, en El Jueves (19-25 abril 1995), al
comentar la película Farinelli, que trata de un castrado, el humorista emplea
constantemente modismos basados en el término base cojón/cojones\

(8) -Por mis cojones (y los suyos) que mi hermanito no pierde su linda vocecita
Pero después no tiene cojones de decirle a Farinelli quien lo castró y disi­
mula contándole cuentecillos:
-Y entonces llegó el ratoncito Pérez y se llevó los huevecitos
-Pues mandan cojones con el ratoncito de los idem
Pero un día descubre que fue su hermano quien lo castró y pilla un cabreo
de mil pares de cojones
En esta peli se lo pasarán de cojones los amantes de los decorados y ves­
tuarios barrocos.

En algunas muestras de humor más elaboradas, la ruptura de la fijación


y del valor idiomático se pueden realizar de manera indirecta, como vemos
en este caso en el que el modismo se convierte casi'en una presuposición
cultural en la que se basa el efecto humorístico:

(9) Un buen amigo mío, dice: si tendré mala suerte que el otro día me senté en
el pajar y me clavé la aguja (J.L. Coll, Hablando se entiende la gente, 1-2-91,
Tele 5)

El chiste alude al refrán es como buscar una aguja en un pajar, hasta el


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punto de que el pajar y la aguja del refrán aparecen actualizados con el


artículo determinado, como si fueran entes únicos o ya conocidos en el uni­
verso de discurso construido por el propio chiste.
De hecho, aunque lo estudiamos como un caso de juego o transgresión
del sistema lingüístico en sus planos paradigmático y sintagmático, otros
autores -en especial, E Yus Ramos (1995-1996) y L. Ruiz (1997)- han pues­
to de manifiesto la potencialidad pragmática de este mecanismo desde la
perspectiva de la Teoría de la Relevancia (Sperber y Wilson [1986] [1994]):
la «desautomatización» de una unidad fraseológica obliga al oyente a acti­
var una serie de implicaturas fuertes y débiles para recuperar la coheren­
cia del discurso y el sentido adecuado de esa expresión en un determina­
do contexto. No obstante, consideramos que en el discurso humorístico
predomina su carácter de juego, de transgresión y ruptura, y que -en este
caso- la activación de presuposiciones e implicaturas son efectos colaterales
e instrumentales de este fenómeno.

Mecanismos retóricos o figuras de dicción y pensamiento:


TRANSGRESIÓN DF. IAS REGLAS GRAMATICALES Y SEMÁNTICAS

Estrechamente vinculado al grupo anterior, otros casos de transgresión


de las reglas gramaticales y semánticas dan lugar a los mecanismos retóricos,
también presentes en la literatura. Se trata de las figuras de dicción (gramá­
tica) y pensamiento (semántica), aunque en algunas de ellas podamos obser­
var matices lógicos o pragmáticos, que corresponderían a niveles superiores.

1. Comparación, forma analítica de la metáfora y la imagen, mucho más


fácil de ser captada que éstas. Como en poesía, tendrá más efecto cuanto
más novedosa, hiperbólica y grotesca sea. Obsérvese también que estas
comparaciones suelen estar vinculadas a cualidades sociales negativas,
como la pereza o la avaricia. Son frecuentes en el chiste oral popular
(Vigara Tauste 1994) y en ciertos humoristas:

(10) Gastas menos que Tarz.án en corbatas


Gastas menos que un ruso en catecismos (populares, apudJ.M. Olivery V.
León)
Has trabajado menos que el sastre de Tarzán
Has trabajado menos que el espía sordo
Estese quieta, que se mueve más que los precios (Chiquito de la Calzada)
Eres más hortera que bailar la música de los telediarios (Forges, citado por
Vigara, 1994:29)
Era un hombre tan alto, tan alto, tan alto, que cuando se comía un yogur
le llegaba a la tripa caducado (chiste popular, citado por Vigara Tauste,
1994:84).
Mecanismos del lenguaje humorístico 81

2. Hipérbole, presentada en un esquema de tipo comparativo o bien


de forma directa:

(11) Le cogieron la pulsera, medio kilo pesaba la pulsera


Ese mariquita, tan mariquita que se ponía un supositorio y se le caía
Ese canillón, ese canillón que pesa 300 toneladas cuadradas
Y lo cogió el toro, y lo tiró pa'aniba, 30 kilómetros lo levantó (Chiquito de
la Calzada)

El efecto semántico y humorístico de la hipérbole radica en el hecho


de que, aunque se trata de una exageración, el oyente advierte que hay un
poso de verdad, de cierto.

3. Oxímoron y paradoja:

(12) A:¿Cuál fue su peor momento bélico?


B:E1 fusilamiento. Nos fusilaron en la provincia de Córdoba... (Gila)

4. Metáfora, como en las greguerías de Gómez de la Serna:

(13) la luna es el ojo de cristal del cielo; los negros tienen voz de túnel

5. Ironía, entendida pragmáticamente como la presencia de dos voces


enunciativas o fuerzas ilocutivas, donde la falsa ocupa la estructura exter­
na del enunciado.

6. Retruécano o inversión de los elementos de un enunciado para


crear una agudeza:

(14) pequeños hombres de negocios de España, hechos una mina/Ruina de nego­


cio ha hecho España con este pequeño hombre (ElJueves, 21-27 octubre 1998).

Mecanismos pragmáticos y argumentativos:


ALTERACIÓN DE LAS REGLAS DE INTERACCIÓN COMUNICATIVA

Cuando el chiste adquiere la dimensión de diálogo -normalmente


enmarcado en una unidad mayor, como el cuadro o «sketch»-, un recur­
so muy productivo es la alteración y distorsión de los mecanismos de la inte­
racción comunicativa ordinaria, los cuales constituyen buena parte de la
disciplina denominada pragmática. Así pues, en estos casos, el humor es
provocado por la alteración de los mecanismos del proceso comunicativo
ordinario, y lo que ello conlleva de lúdico, transgresor y anormal. Habida
cuenta de los contenidos de la pragmática, muchos de estos recursos tam­
bién implican aspectos de la lógica, la teoría de la información, el análisis
del discurso y la lingüística textual:
82 Juan Gómez Capuz

Presuposiciones e. implicaluras

1.1. Transgredir, negar o poner en duda presuposiciones que confor­


man nuestro conocimiento del mundo, nuestros marcos conceptuales (por
ejemplo, presuposiciones de unicidad y de significados literales), sobre
todo en el humor surrealista y del absurdo:

(15) Cuando yo nací mi madre no estaba en casa y tuvo que venir a parir una tía
mía que vivía en Tánger. Y cuando llegó a casa, mi madre me dijo «que sea
la última vez que naces solo» (Gila)
Esto van dos en una moto y se cae el del medio porque tenía la puerta abier­
ta (tomado de Vigara Tauste, 1994:74)

1.2. Reyes (1995) observa que ciertas expresiones y perífrasis verbales,


como dejar de+infinitivo, conllevan una presuposición. Por ello, en ocasiones
el efecto humorístico se deriva simplemente de presuposiciones asocia­
das a ciertas estructuras gramaticales, sobre todo cuando chocan con las
expectativas de los roles sociales de los personajes de un chiste o una come­
dia. Así, en Aterriza como puedas, el director del control de vuelos del aero­
puerto de Chicago, en el transcurso de una larga noche de salvamento
aeronáutico, profiere cada cierto tiempo una serie de enunciados con la
estructura dejar de +infinitivo que conllevan unas presuposiciones (“C
fuma, bebe, toma tranquilizantes y huele pegamento”) poco acordes con
su labor de máxima responsabilidad en el tráfico aéreo (además, estos
enunciados están dispuestos cronológicamente en una gradación ascen­
dente de «dureza» de las drogas):

(16) C: Elegí un mal día para dejar de fumar


C: Escogí el peor día para dejar de beber
C: Escogí un mal día para dejar los tranquilizantes
C: Escogí un mal día para dejar de oler pegamento

1.3. Cuando un interlocutor B pregunta el contenido semántico de


una porción del enunciado previo emitido por A, sobre todo si se trata
de palabras del léxico básico, está presuponiendo que no conoce el signi­
ficado intencional o pragmático que posee dicha expresión o unidad léxica en
un contexto comunicativo particular (pero presupone también que sí
conoce el significado convencional de dicha porción de discurso)1. Este meca­
nismo tiene efecto humorístico cuando el interlocutor A responde expli­
cando, no el significado intencional o pragmático que busca el interlocu­
tor (estrechamente dependiente del contexto comunicativo), sino el

1 Para la distinción entre significado convencional y significado intencional, vid. G. Reyes


(1995:8-11).
Mecanismos del lenguaje humorístico 83

significado convencional (es decir, literal, conceptual o básico) de esa


expresión o de algunos de sus componentes léxicos más elementales (sig­
nificado que el interlocutor ya sabe o presupone saber, lo cual constituye
también una transgresión por defecto de la máxima de cantidad). Hay
bastantes ejemplos en la película Aterriza como puedas, pionera en este
recurso humorístico cercano ai surrealismo y al absurdo.
En algunos ejemplos de dicha película, el recurso se apoya en la ambi­
güedad de ciertas construcciones elípticas del lenguaje coloquial (p.ej.
¿qué és? con el valor de ¿qué es lo que ocurre?), lo cual vuelve a demostrar que
el humor es unos de los principales mecanismos utilizados para cuestionar
el funcionamiento del sistema lingüístico

(17) D: Dígale al comandante que hemos de aterrizar lo antes posible. Hay que
llevar a esa mujer a un hospital
B: ¿A un hospital? ¿Qué es, doctor? [=¿qué es lo que ocurre, doctor?]
D: Un gran edificio lleno de enfermos y a veces no hay camas

En (18), en una situación similar, la azafata G llega a ofrecer los dos sig­
nificados, primero el significado convencional para crear el efecto humorís­
tico (Junción de disyunción en Núñez Ramos 1985) y luego, mediante una
expresión «reformuladora-correctora» {bueno, eso no importa), pasa a ofre­
cer el significado intencional que restaura el orden lógico y permite corre­
gir la disyunción Junción de restauración en Núñez Ramos 1985):

(18) G: Perdone, señor, tenemos un pequeño problema en la cabina y quere­


mos...
B: ¿La cabina? ¿Qué es eso? [=¿qué es lo que ocurre?]
G: Es el cuartito donde van los pilotos para... [^significado convencional].
Bueno, eso no importa. El copiloto está enfermo y el comandante necesita
alguien que le ayude. ¿Sabe usted algo de aviones? [=significado intencional].

En la saga de Agárralo como puedas2 también hemos podido documen­


tar un ejemplo:

(19) B: Le dije a jane que se reuniera con nosotros en la puerta trasera


A: ¿Dónde está eso, Frank?
C: En la parte de atrás (ACP 2 1/2)

1.4. Un mecanismo más concreto consiste en realizar una entrevista


formulando preguntas gramaticalmente correctas pero que contienen
una presuposición falsa (en este caso, referidas a la realidad de los hechos

2 A partir de este momento, los fragmentos citados de las películas de esta saga o ciclo
serán identificados con las siguientes claves: ACP para Agárralo como puedas, ACP 1/2 para
Agárralo como puedas y ACP 33 1/3 para Agárralo como puedas 33 1/3.
84 Juan Gómez Capuz

vividos por el entrevistado), como ocurría en la sección de Ramón


Arangüena en el programa Osados (A3, 1996). Este mecanismo pragmáti­
co desencadena a su vez la descomposición de todo el acontecimiento
comunicativo, como si la transgresión de un mecanismo arrastrara, a modo
de castillo de naipes o efecto dominó, a los demás componentes de la inte­
racción discursiva y a la propia estructura de la conversación: así pues, en
estas entrevistas falsas también se produce la ruptura de las convenciones
de ese tipo de texto y la articulación de los turnos de habla, pues el entre­
vistado debe utilizar su propio turno de habla no para responder sino
para negar explícitamente la presuposición falsa que contenía la pregun­
ta del entrevistador.

1.5. Chistes «indirectos», donde lo que provoca la gracia es el carácter


agudo, ingenioso, polémico o absurdo de la implicatura convencional que
se desprende, y no el contenido lingüístico enunciado de forma directa.
Estos chistes «indirectos» suelen proceder de la cultura humorística nor­
teamericana, tanto en comedias cinematográficas (W. Alien) como en
telecomedias televisivas (Cheers, Friends, Frasier, Seinfeld, Ally McBeal) diri­
gidas generalmente a un público de cierto nivel cultural y con preocupa­
ciones políticas.

(20) -¿Cómo se sitúa en el terreno político?


-Siempre he estado a favor de una democracia partícipativa, pero pienso que
el sistema norteamericano también puede funcionar (Woody Alien, Bananas)

(Implicatura: el sistema norteamericano no es una democracia parti-


cipativa).

(21) Presidente Bush: Frank, quiero que considere la posibilidad de ocupar un


puesto especial que voy a crear: quizá signifique muchas horas, noches peli­
grosas y verse rodeado de alguno de los elementos de la peor escoria de
nuestra sociedad
Frank: ¿Quiere que forme parte de su Gabinete?
Presidente Bush: [Muy sorprendido] No... no. Quiero que encabece un
nuevo Departamento Federal de Brigada Policial (ACP 2 1/2)

(Implicatura: el Gabinete de Bush está compuesto por la escoria de la


sociedad).
En algunas ocasiones, el humor se derivaba incluso de la incapacidad
o lentitud con que algún personaje (p.ej. el camarero tonto de Cheers o algu­
nos personajes de Frasier) activaba las implicatura contenidas en un enun­
ciado previo, sobre todo cuando recibe suficientes datos lingüísticos y
extralingüísticos para ello (es decir, cuando eran implicaturas fuertes).
Desde la perspectiva de la teoría de la relevancia (Sperber y Wilson
Mecanismos del lenguaje humorístico 85

[1986] [1994]), sería útil practicar la distinción entre impllicaturas (o «impli­


caturas») fuertes (predecibles y previsibles) y débiles (más ambiguas y subje­
tivas) . Así, algunos chistes «indirectos» no se basan únicamente en la impli-
catura que se activa sino en el hecho de que un hablante activa una
implicatura débil, poco esperable, en lugar de la implicatura fuerte que sus
interlocutores han querido comunicar y que, en circunstancias normales,
cualquier miembro de una comunidad cultural sabe captar. En este punto
se advierte con toda su nitidez el carácter transgresor y disruptivo del
humor, la voluntad de poner del revés -o cuanto menos cuestionar- la
expectativas del público y las reglas más elementales de la interacción
comunicativa cotidiana, ya que la elección entre dos opciones recae sobre
la menos acorde con el contexto (cf. Vigara Tauste, 1994:111). Como ya
indicamos, Núñez Ramos (1985) denomina a este mecanismo fundón de dis­
yunción, considerándolo el punto de inflexión de todo chiste. De hecho,
Núñez Ramos ejemplifica su modelo semiótico con un chiste en el que se
produce precisamente la confusión entre una implicatura fuerte (la espe­
rable) y una implicatura débil (la que provoca la ruptura de las expecta­
tivas) :

(22) [Dos chicos charlan]


A: ¿En su casa rezan antes de comer?
B: ¡Oh no! Mamá cocina muy bien

En efecto, el humor se produce porque el interlocutor B no activa la


implicatura fuerte contenida en la pregunta de A («¿mantienen ustedes las
costumbres religiosas?») sino una implicatura débil, casi absurda («¿rezan
ustedes para que la comida no sea espantosa?»), que choca con las expec­
tativas del público y del propio interlocutor y que, en consecuencia, gene­
ra la comentada ruptura, transgresión o disyunción que actúa como deto­
nante del humor.
No obstante, en otros muchos casos, incluyendo el ejemplo ya citado
de Woody Alien (§20), se diluye el carácter transgresor de este mecanismo:
nos encontramos ante una simple agudeza en la que se espera que el lec-
tor/espectador active una implicatura fuerte, deducible y esperable. Más
aún, esta implicatura fuerte no es sólo conceptual sino que viene avalada
por construcciones gramaticales basadas en los conectores argumentativos
de tipo adversativo {pero ) y disyuntivo exclusivo (o ):

(23) Este programa sería como las noticias de Buruaga, pero entretenido {El
Informal, septiembre 2000)

(Implicatura: El Telediario de A3-TV dirigido y presentado por Sáenz


de Buruaga no es entretenido).
86 Juan Gómez Capuz

En el humor tradicional español, los chistes indirectos o basados en


implicaturas eran escasos y limitados a una misma estructura: en efecto,
las implicaturas se derivaban siempre del segundo término de estructuras
comparativas y consecutivas, razón por la cual eran fáciles de activar por
cualquier tipo de público («implicatura» fuerte, en términos de Sperber
y Wilson) y además estaban, en el fondo, al servicio de las potencialida ­
des expresivas y retóricas de estas estructuras comparativas y consecutivas
(de hecho, no sólo permiten activar una implicación, sino que también
ponen en juego la cuestión de las escalas argumentativas al utilizar estruc­
turas del tipo más/menos...que o tan...que). Prueba de todo ello es que la
siguiente frase incidental de un diálogo de Martes y Trece, mientes más
que un concejal (implicatura: los concejales mienten en un grado mayor
[=escala argumentativa] al del resto de personas), conllevó una riada de
cartas de protesta escritas por numerosos concejales a los citados humo­
ristas.
En algunos chistes populares hemos encontrado alguna aproximación
al chiste indirecto sin necesidad de estructuras comparativas y consecuti­
vas:

(24) Hijo: ¡Papá, papá, me quiero ir a Alemania!


Padre: Vete donde quieras, hijo mío, pero ya sabes que a las once tienes
que estar en casa (Chiquito de la Calzada)

(Implicatura: el padre no sabe dónde está Alemania)

(25) Profesor: [pregunta a los niños de la clase] ¿A qué no sabéis cuántos años
tengo?
Alumnos: 40, 27, 30, 25, 18
Jaimito: [con tono de seguridad] 24
Profesor: Sí, ¿y cómo lo has acei tado?
Jaimito: Porque tengo un primo medio tonto que tiene doce (tomado de
Vigara Tauste, 1994:64)

(Implicatura: el profesor es tonto completo)

(26) [En un pueblo, el alcalde le dice a un concejal]


Alcalde: A ver, vas a poner un cartel en la pared en la puerta del
Ayuntamiento, que ponga «El viernes a las tres de la tarde, reunión de con­
cejales»
Concejal: ¿Con b o con v?
Alcalde: Bueno, pues para el martes (tomado de Vigara Tauste, 1994:47)

(Implicatura: el alcalde no sabe si viernes se escribe con b o con v, es


decir, que es un semianalfabeto)
Mecanismos riel lenguaje humorístico 87

Sin embargo, hoy en día la presión de los modelos discursivos anglo­


sajones ha comenzado a calar hondo en los programas humorísticos espa­
ñoles dirigidos a un público joven, educado en la órbita cultural anglosa­
jona. Esto explica la creciente oleada de chistes «indirectos», basados en
implicaturas y hábilmente insertados en un diálogo ágil e irónico, como
podemos observar en las agudezas de CQC y El Informal, los monólogos
de El club de la comedia y ios diálogos de la telecomedia Siete Vidas. Ejemplos
de esta nueva forma de hacer humor en España son los siguientes.

(27) Antes que nada quiero pedir perdón a las chicas que me están viendo con
una indumentaria desacostumbrada; es decir, vestido (El Gran Wyoming, El
Club de la Comedia, Tele-5, 28-4-00).

(Implicatura: mi indumentaria acostumbrada es ir sin ropa).

(28) Carlota: tengo miedo de acabar en la cárcel


Paco: no te preocupes; nadie acaba en la cárcel siendo una buena persona
Solé (madre de Paco): pues yo estuve en la cárcel en el año 57
Paco: ¿lo ves? (Siete Vidas, 1-6-00)

(Implicatura: Paco comunica que su madre no es precisamente una


buena persona, con lo cual al efecto humorístico de la implicación se
suma la ausencia de cortesía).

(29) Solé: Si Federico la eligió a ella, es porque ella tenía todo lo que a mí me fal­
taba
Diana: Ya. O sea, que era alta, rubia, guapa, amable [recibe una colleja de
Solo, que ha captado la implicatura], prototípica. Pues, no, Solé, es una
mujer normal, como tú y como yo
Solé: Pues vaya mierda somos las tres
Diana: [enfadada c irónica] Oye, ¿y la otra era tan agradable como tú, Solé?
(Siete Vidas, 6-7-00)

(Implicatura: Solé no es ni alta, ni rubia, ni guapa ni amable, contenido


comunicado que molesta a Solé, aunque justo después la propia Solé lo
reconoce y lo hace patente mediante una explicación).

Actos de habla

4.' .1. Transgresión de las condiciones preparatorias de un enunciado


peí 1 armativo: decir cosas como queda inaugurado este congreso, os declaro
marido y mujer, queda usted asegurado sin tener autoridad para ello, o bien
decírselas a alguien a quien no le atañen.
88 Juan Gómez Capuz

2.2. Entender como «directo» un acto de habla indirecto o confundir


la fuerza ilocutiva real de un enunciado. En este caso, se va todavía más lejos
que con las implicaturas (en especial, la confusión entre implicaturas fuer­
tes y débiles), pues ahora existe un desajuste total entre el contenido pro-
posicional del enunciado («lo dicho») y la verdadera fuerza ilocutiva del
enunciado («lo comunicado»). En este sentido, A. Tusón (1997:37) advier­
te precisamente que «en muchos casos, el humor se basa precisamente
en la interpretación literal de lo que tendría que ser interpretado indi­
rectamente» y lo ilustra con el diálogo donde el acto de habla indirecto ¿tie­
nes hora"? (cuya fuerza ilocutiva real no es una pregunta sino una petición,
del tipo ¿puedes decirme la hora?) recibe la respuesta, literal pero inapropiada,
sí (dicho sin enseñar el reloj).
Una de las muestras más claras de humor que pretende la transgre­
sión total de las reglas que gobiernan los intercambios comunicativos lo
constituye la saga de películas Agárralo como puedas, donde encontramos fre­
cuentes ejemplos de este mecanismo:

(30a) B: Esta es la novia del sospechoso, Tanya Roberts


A: ¿Un cigarrillo? [se lo ofrece]
C: Sí, ya lo veo {ACP33 1/3)

(30b) A [A la entrada de una recepción oficial, el criado se acerca y se ofrece para


quitarle el abrigo al teniente] ¿Su abrigo, señor?
C: Sí, es mío, y tengo un recibo para demostrarlo {ACP 2 1/2)

(30c) A: Teniente
G: El sentimiento es mutuo
A: También es un placer para mí [Le ofrece una caja de puros] ¿Cubano?
C: No, soy irlandés. Mi padre era de Gales {ACP)

En los tres diálogos de (30), el hablante C (el teniente de policía Frank


Drebin) confunde, casi de manera absurda, la verdadera fuerza ilocutiva
de la pregunta formulada por A: se trata de una pregunta cortés cuya fuer­
za ilocutiva es la de un ofrecimiento, pero el hablante C la interpreta como
si se tratara de una pregunta que busca la confirmación sobre la correcta
categorización de un ente de la realidad (30a), sobre el poseedor del obje­
to (30b) o sobre el origen geográfico (30c), y de ahí sus respuestas apa­
rentemente absurdas.
En la película precedente de esta saga, Aterriza como puedas, también hay un
claro ejemplo de confusión absurda de la fuerza ilocutiva de un enunciado:

(31) C: Diga a todo el personal que permanezca en sus puestos. Será una noche
larga. Un poco de café, Johnny
J: No, gracias
Mecanismos del lenguaje humorístico 89

En efecto, a pesar de los enunciados anteriores (que indican la necesi­


dad de estar despiertos mucho tiempo), del tono enunciativo-imperativo (y
en ningún caso interrogativo) del enunciado en cuestión {un poco de café,
Johnny) y de la relación de poder existente entre los interlocutores (C es jefe
yj es subordinado),J interpreta la intervención precedente de C como un
ofrecimiento y no corno una orden, de ahí su rechazo cortés {no, gracias).

2.3. No interpretar como tal una respuesta «despreferida» o un comentario


crítico o injurioso, seguramente porque el interlocutor confunde la fuerza
ilocutiva del enunciado o entiende como directo un acto de habla indirecto:

(32) Señor: Señorita, mire aquí: puedo escribir mi nombre con el dedo sobre el
polvo de esta mesa
.Criada: Ya lo veo, y le admiro por tener tanta cultura (adaptado de Marín
Arrese, 1998:70)

Principios de cooperación y máximas que se derivan de él

Otro de los mecanismos centrales en los que se basa el humor como


transgresión de las normas que rigen la interacción comunicativa normal
y cotidiana es el principio de cooperación, enunciado por Grice (1975)
como verdadera columna vertebral de la conversación. De hecho, algu­
nos teóricos del humor, como Raskin (1985), han llegado a afirmar que el
acontecimiento comunicativo llamado chiste es una de las pocas formas
de comunicación donde se deja en suspenso el principio de cooperación,
hasta el punto de que cuando un hablante transgrede el principio de coo­
peración, la hipótesis más plausible por parte de su interlocutor es que el
hablante tiene, precisamente, un propósito humorístico.
En este caso, los mecanismos humorísticos suelen ser muy concretos y
se limitan a incidir sobre alguna de las máximas que se derivan del prin­
cipio de cooperación, aunque en ocasiones algún recurso humorístico
pueda suponer la transgresión simultánea de varías máximas.

Transgresión de la máxima de cantidad


a) Por exceso. Consiste en dar más información de la pertinente en una
situación comunicativa. Por ejemplo, saludar varias veces a una misma
persona durante un mismo acto comunicativo (como se suele hacer en
las películas al parodiar el ritualismo excesivo de los japoneses) o el anun­
cio televisivo de Gas Natural donde un padre de familia explica los por­
menores de su vivienda al repartidor de pizzas.

b) Por defecto. Consiste en dar menos información de la pertinente en


90 Juan Gómez Capuz

una situación comunicativa. Desde la perspectiva de la actividad comuni­


cativa (pragmática) y también de la teoría de la información, se incurre en
transgresión de la máxima de cantidad por defecto y se convierten en
mecanismo humorístico todas aquellas situaciones anómalas donde se
produce un contenido informativo nulo o bien un exceso de redundancia
informativa, tanto verbal como paralingüística e icónica:

(33) perogrulladas del tipo He leído Guerra y Paz; va de Rusia (Woody Alien); tra­
ducir unas declaraciones a la misma lengua en que han sido hechas esas
declaraciones (recurso empleado por Woody Alien en Bananas)', juegos
verbales del tipo -¿qué hora es ? -la misma de ayer a estas horas (comenzamos esta
sección del programa cuando es la misma hora que ustedes tienen en sus relojes, en
2000 Canciones, C9, 9-6-00).

En la saga de películas Agárralo como puedas, donde se busca delibera­


damente la transgresión total de las reglas que gobiernan los intercam­
bios comunicativos, la violación de la máxima de cantidad contribuye a
dar la sensación de que el diálogo es delirante y no hay progresión ni
coherencia temáticas:

(34) A: Pensamos que esto te animaría. Sabemos tu problema con Jane


B: Jane, Jane, Jane, ese nombre siempre me recuerda ajane (ACP 33 1/3)

Transgresión de la máxima de sinceridad/cualidad

Según Grice, la máxima de sinceridad o cualidad consiste en que los


hablantes deben procurar que su contribución sea verdadera, para lo cual
no deben decir nada que crean falso o de lo que no tengan suficientes
pruebas. Por tanto, la transgresión de esta máxima consiste en la prevari­
cación: decir algo que es falso a sabiendas que es falso. Los mecanismos
empleados para ello son muy diversos:

a) Por medio de «modalizaciones» del enunciado que no responden


a la realidad de los hechos o a la intención del hablante (ironía):

(35) -Como usted muy bien sabrá, mi sargento, los Templarios fueron una orden
militar-religiosa fundada en 1119 por Jugs de Pains... (Historias de la puta mili)

b) Al contradecirse de lo dicho anteriormente, de lo cual resulta un


valor de verdad incierto para el oyente.

(36) Carlota: Y se acabó: no se habla más del hospital y de David. Por cierto,
¿cuándo sale Cristina de cuentas? [Cristina es la compañera de David] No,
no, es que ni siquiera me he parado a pensarlo [se excusa ante los reproches
paralingüísticos de sus interlocutores] (Siete vidas, 6-7-00)
Mecanismos del lenguaje humorístico 91

(37) Laura: Oye, Carlota, ¿te acuerdas de lo que hemos estado hablando esta
mañana?
Carlota: Pues claro que sí, cariño, cómo no, ¿cómo no me voy a acordar?
(pausa) ¿de qué?
Laura: Hombre, de lo de la decisión... que tengo que decidir destino entre
Mallorca y Madrid
Carlota: ¿Qué? Pero, mujer, ¿cómo no me lo has dicho antes? (Siete Vidas, 6-
7-00)

(38) B: Quiero que salgan ordenadamente por las salidas. Salgan en orden.
Caminen en fila india. Mantengan la calma. Nadie saldrá herido por la
enorme bomba que hará explosión de un momento a otro (ACP 2 1/2)

(39) Félix Álvarez (entrevistando a Berlín Osborne): Después de una docena de


álbumes que están en el recuerdo de todos, como... (pausa pensativa que dura
tres segundos) ¿este álbum también va a ser inolvidable? (El Informal, diciem­
bre 2000)

(40) A: ¿Este criado entederá lo que decimos?


B: Charly, ¿tú entiendes lo que decimos?
C: No, señora (Casino Royale.)

El efecto de la contradicción es mayor si se intercalan expresiones


modalizantes que hacen explícito el deseo de repetir lo dicho para asegurar
la eficacia comunicativa (ej. «repetimos»). De hecho, este recurso suele uti­
lizarse para parodiar tipos de discurso en los que la eficacia comunicativa
radica en la correcta transmisión de la información, aun a costa de un
alto grado de redundancia (los géneros informativos, en los cuales pre­
domina la función referencial).

(41) El número premiado en el sorteo de hoy ha sido el 28567, 4 6 9 1 9


Pueden llamar al teléfono 365 26 39, repetimos, 378 41 15

c) La transgresión de la máxima de cualidad también puede asumir la


forma de falsa oposición entre elementos análogos, de manera que un
hablante niega una proposición para afirmar seguidamente una proposi­
ción cuyo contenido preposicional es en el fondo el mismo (en este caso,
también se podría analizar como transgresión de la máxima de cantidad
y como mecanismo de activación de presuposiciones e implicaturas por
parte del espectador, a la vez que advertirnos nuevamente la presencia de
elementos modalizadores de sentido irónico o contradictorio):

(42) A: Animo Ed, esto no es un adiós, sólo es un hasta nunca (ACP 33 1/3)
(Contradicción + implicatura: esto sí es un adiós + elemento modalizador:
sólo)
92 Juan Gómez Capuz

d) En relación con el caso anterior, hemos observado que, en otras


ocasiones, la transgresión de la máxima de cualidad se combina con la
negación de presuposiciones e implicaturas previas, como vemos en estos
diálogos de El Informal (mayo 1999), donde el valor pragmático que con­
lleva la perífrasis volver a +infinitivo (presupone que un determinado tipo
de acción ya se ha realizado anteriormente) desencadena el efecto humo­
rístico y casi paradójico:

(43) -Fernández, ¿tú sueles mentir?


-Yo nunca he dicho ninguna mentira, y es más, no la volveré a decir.
-Fernández, ¿tú bebes con asiduidad?
-Yo nunca he tomado una copa ni la volveré a tomar.

Desde la perspectiva de la lingüística textual, se trata también de la


transgresión de la regla de no contr adicción de Charolles (1976), lo cual
implica también la ruptura de la coherencia textual y demuestra que los
enfoques pragmático y textual son complementarios a la hora de analizar
muchos problemas del uso real del lenguaje.

Transgresión de la máxima de relación


Está presente en los «diálogos para besugos» del humor del absurdo.
Nuevamente, hemos encontrado algún ejemplo en la saga de películas
Aterriza como puedas/Agárralo como puedas, como muestra de su intento de
transgresión total de las reglas que gobiernan los intercambios comuni­
cativos, lo cual desemboca en el absurdo comunicativo. Así, en ACP 33
1/3, cuando el matrimonio protagonista inicia un escarceo amoroso delan­
te de su psiquiatra o terapeuta sexual, éste último les pide que guarden la
compostura en los siguientes términos:

(44) A: Señor y señora Drcbin, por favor, que soy diabético. Será mejor que se
vayan.

Sin que podamos encontrar una relación lógica entre la enfermedad


del psiquiatra y los efectos que puede tener sobre ella la actitud del matri­
monio protagonista.
En ocasiones, la transgresión aparente de la máxima de relación se
apoya en una implicatura, para atenuar el carácter absurdo que siempre
suele estar asociado a este mecanismo:

(45) [Dos alumnos en un examen de lengua]


Alumno 1: Hecatombe, ¿es con hache?
Alumno 2: Yo pongo Correos, por si cuela (Quesada, «El Loro», ns 384»,
Blanco y Negro, 22-9-91)
Mecanismos del lenguaje humorístico 93

Aunque en principio la intervención del alumno 2 no presenta relación


alguna con la pregunta de su compañero, el lector puede activar la implicatura
«el funcionamiento de Correos es caótico, próximo a la hecatombe», de lo
cual surge una particular relación de sinonimia subjetiva y contextual entre
hecatombe y correos que restaura (cf. función de restauración de Núñez Ramos,
1985) la lógica de la intervención del alumno 2 y demuestra que no hay en
el fondo una transgresión tan clara de la máxima de relación.

Transgresión de la máxima de manera


Se dicen las cosas de forma tan oscura y complicada que el oyente no
acaba entendiendo nada y el acto comunicativo fracasa. Este mecanismo
requiere cierta duración y por ello suele ser empleado en «sketches»3,
como el de Martes y Trece sobre las empanadillas y Móstoles. El sketch
de Tip y Coll acerca de cómo llenar un vaso de agua no sólo es una clara
transgresión de la máxima de manera sino que también representa la rup­
tura de las convenciones de un texto instructivo, lo cual vuelve a confirmar
la necesidad de combinar los enfoques pragmático y textual.

No obstante, es necesario indicar que algunos de los ejemplos citados


suponen la transgresión simultánea de varias máximas (aunque una de
ellas sea más importante que la otra), lo cual redunda en la transgresión
deliberada del principio de cooperación. En efecto, el sketch de Tip y
Coll acerca de cómo llenar un vaso de agua es una transgresión de la máxi­
ma de manera (complicación), de cantidad (ocupa mucho espacio, inclu­
yendo la duplicación de idiomas) y de cualidad (los humoristas saben que
lo que dicen en francés no es gramaticalmente correcto, por lo cual inclu­
yen en prevaricación).
Por otra parte, aunque las hayamos analizado de manera indepen­
diente, las implicaturas y las máximas del principio de cooperación son dos
mecanismos dialógicos que, tanto en la conversación cotidiana como en
el discurso humorístico van estrechamente vinculados. De hecho, ambos
mecanismos encuentran un modelo conjunto de explicación en la teoría
de Grice. Según este autor, las implicaturas deben definirse y explicarse de
acuerdo con los principios que organizan la conversación. Por tanto, si el
oyente advierte que el hablante parece haber transgredido una de las
máximas, en lugar de pensar que efectivamente el hablante no la cum­
ple, va a pensar que el hablante quiere decir algo más o incluso otra cosa.
3 Esto nos podría llevar a proponer una articulación de las unidades que conforman el dis­
curso humorístico. El gag (no verbal) y el chiste (verbal) serían unidades mínimas, comparables
en extensión y carácter discursivo a la oración. Por su parte, el cuadro o el sketch serían unida­
des superiores y autosuficientes, equiparables a la secuencia (análisis del discurso) o al propio texto.
94 Juan Gómez Capuz

Esa «otra cosa» será una implicatura, es decir, un sentido adicional comu­
nicado por el hablante e inferido por el oyente. Tomemos el siguiente
intercambio comunicativo:

(46) A: ¿Por qué Le gusta ir tan a menudo a los plenos del Ayuntamiento?
B: Porque siempre he sido un entusiasta del teatro de Valle Inclán

Ante la aparente transgresión de la máxima de relación por parte de


B, ya que no parece constestar a lo que se le pregunta, el hablante A pen­
sará que B ha actuado así porque quiere comunicar un sentido adicional:
ese sentido adicional, inferido y calculado por B será una implicatura (“los
plenos del Ayuntamiento son esperpénticos”).

Escalas argumentativas

El humor o la agudeza puede surgir de la transgresión de ciertas esca­


las argumentativas que Anscombre y Ducrot (1984) consideran impor­
tantes en la argumentación lingüística.

a) Ya hemos visto que las implicaciones que se derivan de estructuras


comparativas y consecutivas contienen también una escala argumentativa
igualmente implícita, al utilizar estructuras del tipo más/menos...que o
tan...que. La frase de Martes y Trece, mientes más que un concejal, acarrea una
implicación relativa a una escala argumentativa: «los concejales mienten
en un grado mayor al del resto de las personas».
b) Una esposa se sentiría ofendida si su marido le dijera te quiero bastante,
y el efecto sería todavía más fuerte tratándose de unos novios (el término
escalar «correcto» en este tipo de discurso sería te quiero mucho/muchísimo
). Esta frase aparece en una parodia de las cartas de amor de Franco en el
Jueves (5-11 noviemebre 1997).

(47) Subastadas en un millón las cartas de amor de Franco a su primera novia:


[en un bocadillo atribuido a Franco vestido de legionario] «Cariño, te quie­
ro bastante, y como no me correspondas, te meto en la cárcel. Besitos»

c) La manera más habitual de transgredir las nociones escalares «nor­


males» en un contexto dado consiste en sustituirlas por las propias de otro
contexto o ámbito temático. Si trasladamos las nociones escalares de una
prueba deportiva multilateral, entre varios competidores (atletismo, ciclis­
mo, liga de fútbol) al contexto de una prueba deportiva bilateral, entre dos
competidores (partidos de fútbol, tenis, baloncesto) o incluso a un conflicto
bélico bilateral, obtenemos un efecto humorístico diciendo

(48) no nos podemos quejar: quedamos segundos,


Mecanismos del lenguaje humorístico 95

chiste forjado por humoristas argentinos después de la Guerra de las


Malvinas con claro propósito autocrítico y regeneracionista.

Cortesía y opciones despreferidas

La cortesía es un componente muy importante de la interacción comu­


nicativa, y su transgresión produce enunciados que son percibidos inme­
diatamente como pragmáticamente inadecuados. Leech (1983) conside­
ra, por ello, que junto al Principio do Cooperación y sus máximas, debe
tenerse en cuenta un Principio de Cortesía desglosado también en máxi­
mas particulares. Una de ellas es la máxima de modestia, formulada de esta
manera:

a) minimiza la expresión de las alabanzas dirigidas a uno mismo


b) maximiza la expresión de las críticas dirigidas a uno mismo

Su inversa es la máxima de aprobación :

a) minimiza la expresión de las críticas dirigidas al otro


b) maximiza la expresión de las alabanzas dirigidas al otro

Como vemos, es la asimetría de las relaciones uno/otro lo que hace que


sea cortés el enunciado.
También podemos suponer que en el discurso humorístico abunda la
transgresión del Principio de Cortesía, sobre todo en lo que respecta a la
minimización del mérito propio y la maximización del mérito ajeno (modes­
tia y aprobación), así como en el tacto a la hora de plantear repuestas/opcio­
nes «despreferidas» (a una invitación a salir juntos, etc.). Estos mecanismos
suelen utilizarse en la telecomedias para caracterizar a personajes mez­
quinos, egoístas o poco corteses (como Paco Gimeno en Siete Vidas ), per­
sonajes de hecho siempre presentes en el mundo de la comedia (desde
Planto a Moliere).
Otro aspecto importante es la preferencia por una opción desfavo­
rable. Desde el punto de vista pragmático, supone elegir la opción «des­
preferida», en términos de Levinson; desde el punto de vista argumen­
tativo (y lógico) supone una distorsión de lo que se considera preferible
o positivo en una comunidad (o en términos de la teoría de la relevan­
cia, la activación de una implicación débil en lugar de una implicación
fuerte). En consecuencia, este mecanismo supone una actitud absurda
para la lógica y sadomasoquista para la ética, como vemos en estos chis­
tes populares:

(49) A: Quiero cambiar mis apellidos, porque me llamo José García Mierda
96 Juan Gómez Capuz

B: ¿Y cómo quiere llamarse ahora?


A: José González Mierda (chiste popular)
Molesta el coche con matrícula 5556-BI-6489. Retiren la matrícula, por favor
(tomado de Vigara Tauste, 1994:74)

Un ejemplo combinado de descortesía y elección de una opción «des­


preferida» a cargo de un típico personaje de comedia, egoísta y descortés,
es el que ofrece A. Tusón (1997:37) a propósito del comportamiento de
Groucho Marx ante una dama:

(50) GM: ¿Le apetece bailar?


D: ¡Oh, sí!
GM: Pues búsquese a otro, porque a mí, no {Una noche en la Opera )

En bastantes ocasiones -incluyendo los casos anteriores- más que la pre­


ferencia por una opción desfavorable, se trata de lo que la lógica escolás­
tica llamaba «negar la menor», es decir, expresar el desacuerdo con la
parte más débil de una crítica recibida:

(51) Solc: Es la primera vez que me desahogo en treinta años, y tengo la mala suer­
te de desahogarme con una actriz estúpida [Diana reacciona molesta y Solé
le pasa la mano por el hombro y trata de disculparse] Perdona, perdona, no
te quería llamar actriz {Siete Vidas, 6-7-00)

(52) [Hipotético soliloquio de Esperanza Aguirrc tras ver la película Torrente']


-¡Qué peli más exagerada! Dicen algunos que el Gobierno es la derecha
heredera de Torrente. ¡No estoy de acuerdo! Torrente es un residuo fran­
quista, racista, machista, bravucón con los más débiles y del Atlético... mien­
tras que Aznar, por el contrario, es del Real Madrid {ElJueves, 25-31 marzo
1998)

Referencia y deixis

a) En las comedias de situación, enredo o vodevil, se suele jugar con la


ambigüedad que presentan los elementos deícticos cuando sus valores
opositivos de espacio, tiempo o persona gramatical se difuminan. Además,
se intenta complicar su empleo mediante la transgresión de la máxima
de manera, hasta el punto de que algún interlocutor pierde el hilo del
discurso. Muy representativo de este tipo de comedias son estos dos diálogos
paralelos de la serie Siete Vidas:

(53) [David está esperando el parto de su compañera, aunque ella ha convivido


también con otro individuo, muy alto y de raza negra, y no se sabe quién sera
el padre]
Mecanismos del lenguaje humorístico 97

Laura: es que el pobrecito está así desde que se enteró que venía el otro
David: es que hasta hace nada éramos Cristina, el niño, yo... y el otro [hace
un gesto de lejanía con la mano]. Pero es que ahora el otro está aquí, y ya
no es aquél, es éste, es tan yo como yo
Diana: Pero, ¿con cuánta gente se lió Cristina? (Siete Vidas, 6-7-00)

(54) [Solé ha coincidido en el hospital, en Barcelona, con una antigua amante


de su marido]
Solo: Si Federico la eligió a ella, es porque ella tenía todo lo que a mí me fal­
taba
Diana: Ya. O sea, que era alta, rubia, guapa, amable, prototípica. Pues, no,
Solé, es una mujer normal, como tú y como yo
Solé: Pues vaya mierda somos las tres
Diana: [enfadada e irónica] Oye, ¿y la otra era tan agradable como tú, Solé?
Solé: Pues no lo sé. porque es que, verás, antes éramos Federico, yo y la
otra, pero es que ahora la otra está aquí, y yo estoy aquí, y la otra ya no es
la otra, la otra es ésta
Diana: Pero, ¿con cuánta gente se lió Federico? (Siete Vidas, 6-7-00)

b) (55) «En Estados Unidos un hombre es atropellado cada diez minutos». Pues
que se aparte, pobre hombre, que lo van a matar (Gila) Jugando con los diver­
sos valores semánticos y referenciales del artículo un: en concreto, el
humorista activa una implicatura débil, según la cual un.funciona en el texto
leído (noticia de prensa) como presentador de un ente individual no
conocido previamente (es decir, que se trata del mismo hombre), cuando
la implicatura fuerte es que un (reforzado por el circunstancial cada diez
minutos ) adquiere un valor semántico distributivo (y por tanto se trata de
hombresdiferent.es ).

Convenciones de un tipo textual, género discursivo y de la estructura


de la conversación

Ya hemos visto en secciones anteriores cómo diversos mecanismos


pragmáticos conllevaban de manera automática la alteración de las con­
venciones propias de un tipo textual, de un género discursivo o de la pro­
pia estructura de la conversación (en el caso de géneros discursivos dia-
lógicos). Esto es una prueba más de la necesidad de combinar los enfoques
de la Pragmática, la Lingüística Textual y el Análisis de la Conversación en
un modelo discursivo global (cf. Análisis del Discurso de Coulthard, Stubbs
y McCarthy).
Por otra parte, hemos advertido que cuanto más codificado, prede­
terminado o «ritualizado» es un texto, género discursivo o acontecimien­
to comunicativo, mayor es el poder tran.sgrcsor y disruptivo que ejercen los
mecanismos humorísticos (recuérdese el «sketch» de Tip y Coll sobre el
98 Juan Gómez Capuz

texto instructivo de cómo llenar un vaso de agua). Un ejemplo muy claro


es el género discursivo entrevista, de carácter dialógico (por lo cual impli­
ca numerosos aspectos de la estructura de la conversación) y cuyas con­
venciones son bastante estrictas y predeterminadas (cf. Cortés y Bañón,
1997:47-48). Por ello, son frecuentes los casos de transgresión humorísti­
ca de este género discursivo, como vemos en las entrevistas falsas o anómalas
de dos humoristas con un perfil semejante (cercano al cncefalograma
plano), Ramón Arangüena y Tonino:

a) El principal recurso, ya examinado en ei caso de R. Arangüena en


el programa Osados (AS, 1997), consiste en formular al entrevistado pre­
guntas gramaticalmente correctas que contienen una presuposición falsa
(referida a la realidad empírica de los hechos vividos por el entrevistado).
Este mecanismo transgresor provoca automáticamente la ruptura de las con­
venciones de este género discursivo y la desarticulación de los turnos de
habla, es decir, la descomposición total de este acontecimiento comuni­
cativo: se altera el par mínimo previsible pregunta > respuesta ya que el
entrevistado debe utilizar su propio turno de habla (respuesta) no para res­
ponder sino para negar explícitamente la presuposición falsa que conte­
nía la pregunta del entrevistador, con lo cual obtenemos un encadena­
miento del tipo pregunta > negación de la presuposición > excusas y
explicaciones del entrevistador (el cual llega a intentar justificar el carác­
ter verdadero de la presuposición falsa, como si no se creyera la contesta­
ción del entrevistado) > eventual enfado o bronca del entrevistado ante la
impertinencia o falta de profesionalidad del entrevistador. Tonino tam­
bién se aproxima a este mecanismo cuando hace una pregunta genérica
sin saber a quién se está dirigiendo o felicita a alguien sin saber por qué
motivo.
b) El comportamiento poco cortés y poco cooperativo del entrevista­
dor (Arangüena), que se distrae (se rasca, mira al techo, revisa sus pre­
guntas, tose) cuando contesta el entrevistado, lo cual contribuye a acrecentar
la confusión y enfado de éste.
c) La gestión de los silencios prolongados por parte del entrevistador
(Tonino en CQCy a veces también Arangüena), lo cual altera la estructu­
ra conversacional del género entrevista (que debe ser ágil por las premuras
que impone la televisión) y en consecuencia contribuye también a des­
quiciar al entrevistado.
d) La propia inversión o subversión de los papeles comunicativos de
entrevistador y entrevistado, cuando Tonino -después del efecto devasta­
dor de sus silencios- le sugiere al entrevistado dígame qué quiere que le pre­
gunte ahora, ya que la elección de las preguntas es tarea exclusiva del entre­
vistador y sus documentalistas.
Mecanismos del lenguaje humorístico 99

Para ilustrar mejor estos fenómenos, citaremos algunos fragmentos de


estas entrevistas falsas de R. Arangüena (éste era el nombre oficial de la
sección en el programa Osados, aunque algunos entrevistados llegaron a cali­
ficarlas de antientrevistas, por la ostentosa transgresión de las convenciones
propias de este género discursivo, mientras que otros resaltaron su carác­
ter surrealista, aspecto que se pondrá de manifiesto en los ejemplos).
Obsérvese en especial el efecto devastador que provocan las presuposi­
ciones falsas en la articulación «normal» de los turnos de habla: se altera
el par mínimo previsible pregunta > respuesta ya que el entrevistado debe
utilizar su propio turno de habla (respuesta) no para responder sino para
negar explícitamente la presuposición falsa que contenía la pregunta del
entrevistador, con lo cual obtenemos un encadenamiento del tipo pre­
gunta > negación de la presuposición > excusas y explicaciones del entre­
vistador > eventual enfado o bronca del entrevistado al entrevistador:

(56) RA: A usted se le conoce como mediterránea, como de Ibiza. Sin embargo,
¿se siente deudora de sus orígenes, por ser extremeña?
Concha García Campoy: No soy extremeña, soy catalana de nacimiento
RA: Pues estaba convencido de que era extremeña, no sé, no lo he com­
probado, pero

(57) RA: ¿Es cierto que usted dejó sus estudios de baile clásico en Ibiza?
CGC: Nunca he estudiado baile clásico en mi vida, y lo siento, porque me
hubiera gustado mucho
RA: ¡que extraño!

(58) RA: Aparte de ti, ¿conoces algún otro torero burgalés ?


Rafi Camino: ¿Burgalés? ¿De Burgos?
RA: Tú eres burgalés, lo pone en todos los lados, vamos, o...
RC: No, soy de Madrid, he nacido en Madrid
RA: ¿Tú no eres burgalés, uno de los pocos toreros borgaleses que hay?
RC: No
RA: A ver si es que estoy yo liado
RC: A ver si es que te has equivocado de torero
RA: No, pero me extraña, yo creía que eras un torero burgalés... ¿seguro?
RC: Joder, y tan seguro

(59) RA: ¿Por qué ya no toca la guitarra ?


Paco Clavel: Yo no he tocado nunca la guitarra ¿¡Pero qué me dices!? Es
un poco surrealista esto, ¿eh?, Ramón... Yo no entiendo nada... yo, yo no toco
la guitarra
RA: ¿No tocas la guitarra? ¿No tienes espectáculos... o una cosa así?
PC: Mira, yo soy un personaje aquí, que soy muy conocido en España (...)
Entonces., eh... quiero decirte que cuando haces una entrevista a una persona,
o sea, sabes más o menos, el entrevistador sabe a qué se dedica [esa persona]
100 Juan Gómez Capuz

RA: Entonces voy a ir con cuidado


PC: No, no, tú a tu aire

Otro ejemplo de transgresión de las convenciones propias de un tipo


textual o género discursivo consiste en ofrecer dos valores veritativos (dis­
yuntiva inclusiva) en tipos de textos predictivos (predicciones meteorológicas,
pronósticos médicos) en los que el receptor espera una sola opción, un sólo
valor veritativo (disyuntiva exclusiva), mediante mecanismos pragmáticos
como el doble valor del operador lógico o en español (disyuntiva inclusi­
va y exclusiva), la negación del enunciado predictivo anterior mediante el
activador negativo noy el verbo modal poder.

(60) El perro está rabioso, o no lo está (pronóstico médico)


Mañana puede llover, o puede no llover (predicción meteorológica)
1995 será un buen año, o no lo será (Martes y Trece, Feliz 1995, parodian­
do a Rappel)

Conclusiones

Tras analizar la transgresión de las normas y convenciones de este


género discursivo dialógico y conversacional se ve muy ciato que el humor
suele consistir en un proceso mediante el cual un emisor (humorista, gan­
cho) importuna, molesta y desquicia a un receptor (interpretado por otro
humorista -de ahí que suelan formar parejas- o incluso a otro interlocu­
tor, como acabamos de ver), por lo cual el efecto humorístico se orienta
casi siempre hacia la tercera persona de la enunciación, el espectador. Así
pues, desde el punto de vista de la enunciación, el humor suele hacer gra­
cia a la tercera persona de la enunciaciación, mientras que al interlocutor
directo (el «tú») no le hace gracia, e incluso le puede irritar ya que muchos
de los mecanismos examinados se basan en la transgresión de las normas
habituales de la interacción comunicativa (transgresión de actos de habla
«ritualizados» como pronósticos metereológicos o números de lotería) y,
en general, porque incumplen las expectativas creadas por el interlocutor.
Y ahí, pensamos, radica la importancia de los instrumentos teóricos del
nivel pragmático a la hora de poder explicar de manera satisfactoria meca­
nismos humorísticos cuya relevancia lingüística o retórica resulta, en el
fondo, secundaria o accidental. En especial, la transgresión de las máximas
(principio de cooperación), y los valores comunicativos que confieren a la
interacción discursiva las presuposiciones e implicatui'as (analizables desde
el principio de relevancia, como fuertes y débiles) constituyen el centro de
análisis desde el cual debe progresar, en el futuro, el estudio pragmático de
este tipo de lenguaje tan mágico, lúdico y misterioso como es el humor.
Mecanismos del lenguaje humorístico 101

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