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Juan era un personaje muy peculiar dentro del pueblo. Para Tlahualilo, Durango era un
individuo que generaba problemas por su comportamiento, pero en muchas otras
ocasiones, era el contexto, la apreciación de los demás lo que originaba el suceso peculiar.
Veamos algunos ejemplos…
Un día Juan quería colocar un cuadro que le había traído su primo Arturo desde Ciudad
Juárez; tenía clavos pero no martillo. Recordó que su vecino tenía uno y pensó en ir a
pedírselo. Enseguida pensó que la semana anterior no lo saludó cuando lo encontró en la
calle. Camino a la casa del vecino fue entretejiendo una telaraña de suposiciones de tal
modo que al tocar la puerta del vecino y éste abrió, le gritó en la cara: ¡Ya no quiero tu
maldito martillo!, sin ni siquiera pedírselo. El vecino, asombrado, nunca supo lo que
ocurrió.
En otra ocasión, caminaba nuestro personaje por el pueblo, con un periódico en la mano,
cuando de repente vio al sacerdote y se acercó a él, saludándolo con toda la cortesía
posible. El cura, un tanto molesto, ignoró el saludo porque ya conocía a Juan y sabía de
sus complicaciones en el trato.
-Usted perdone padre- le dijo, ¿podría decirme qué es lo que produce la artritis? El cura
hizo como que no oía. Volvió a repetir la pregunta y el sacerdote se volvió enojado y le
gritó: ¡los chismes producen artritis! ¡Lo metiche produce artritis! ¡Que la gente no te
quiera produce artritis! ¡Todo eso produce artritis…! Y solo unos instantes después
inquirió: ¿Por qué lo preguntas? –Porque aquí en el periódico dice que es eso lo que
padece el Papa.
Juan también tenía fama de conseguir empleo y perderlo con facilidad, uno de sus
trabajos fue en el almacén de ropa del pueblo. El problema que tuvo en esa ocasión, fue el
siguiente: el dueño oyó cuando Juan le decía a una clienta: No, señora. Ya hace bastantes
semanas que no la tenemos y no parece que vayamos a tenerla en los próximos días…
Molesto, el dueño fue hacia la clienta y dijo: disculpe usted a mi empleado, por supuesto
que la tendremos muy pronto, ya hicimos un pedido y en unos días llega…La señora y Juan
quedaron pasmados. Ya cuando estaban solos, el dueño del negocio recriminó a Juan
diciéndole que jamás se le ocurriera, de hoy en adelante, decir que no tenían algo…Pero
patrón- dijo Juan-estábamos hablando de la lluvia.
Donde sí ya fue el colmo con Juan fue cuando pasó más de tres horas contándole su vida,
sus inquietudes y el maltrato que recibía de casi todo el pueblo a un visitante. El cual
sentado en una banca de la plaza parecía que lo escuchaba y atendía con apego…sin darse
cuenta que era sordo.
En la historia anterior:
¿Qué barreras de comunicación se presentan?
¿Qué cambiarías?
Principalmente, si una persona no comprende lo que le dije, le explicaría lentamente para
que no surjan mal entendidos y el código o información no mal interpreten. Tendría más
paciencia con las personas y usaría las palabras correctas para evitar problemas.