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2011-2016
Lukin, Liliana
Ensayo sobre la piel. - 1a ed. - Buenos Aires: Ediciones Activo
Liliana Lukin
Puente, 2018.
136 p. ; 23x15 cm.
ISBN 978-987-29429-4-6
No hay mayor desesperanza que saber que una vez hubo motivo para la
esperanza
Alexander Puskin
Junio 2011
proliferar se ha vuelto
una frase, las volutas del
deseo de proliferar en mí misma,
las punzantes intenciones
se me disuelven en accidentes
mentales, circunvoluciones
en desuso, el cuerpo vivo
de las ideas muertas frente a mí*
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mi madre ha decidido papá sangra, hace episodios
su pequeñez, en cambio, donde sencillo revienta
en un proliferar conciso, y sangra: salvado, es el ingeniero
no manifestado como voluntad de su destino, y en la precisión
en extensión: ella ve el hueco, de olvidar encuentra un centro:
ve el fondo, pide levitar se agita, descansa, nos mira fijo*
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Informe de situación
mirar consiste en cuidar dos veces, con los ojos soltar las amarras: eso hace
descubiertos o cerrándolos sobre la fragilidad. mi hermano, suelta,
Esa ventana a la carne es peor que la memoria: se le escurre
niega y da migajas, de lo recordado ensucia márgenes, lo que une, lo que liga las palabras
atraviesa el aire y da verdad a lo mirado. y las cosas, olvida cómo era olvidar
y así se desliza, lastimado
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no sabemos cómo sucedió. No hablo trastornos del momento, dicen,
de un final, no escribo y es el momento trastornado quién
sobre una pérdida ya inscripta nos da ley, estatuto, órdenes para él:
en la carne: sólo es una anomalía podemos actuar, quedarnos
que vuelve al hermano sujeto en universos completos de estímulos sin referente,
de una pregunta, mutante: escuchando sistemas que lo califican,
una lógica ha perdido su objeto, o salir de la escena,
tan frágil la cadena de síntesis, tan inútil y no hacer nada,
la cadena hay
un caos en torno a nosotros: buscamos
pistas, lugar, horarios, como si fuéramos
a posar nuestra preocupación allí,
en puntos ciegos de conocimiento,
núcleos duros donde esperamos
nos revelen Eso,
que preferiríamos no
escuchar*
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hundirse sin remedio es lo que le sucede: nos dicen que el dibujo de sus lóbulos frontales
ve las orillas, flota aferrado como a un madero no coincide con los protocolos de lectura,
a otras materias cercanas y lábiles, que presenta trazos rugosos a la comprensión,
no entiende qué clase de aguas nudos cerrados y disímiles, atrofias del
son estas, vacila entre la superficie entendimiento
y las piedras del lecho, resbala que nos impiden llegar…
en el torpe alivio de las manos
que tendemos, ignora lo que vemos sobre su indeterminación, dicen que es normal
que él no entienda lo que pasa en él,
vacilan, lo condenan*
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donde fracasa la voluntad: ahí “él, hablan de mí y dicen él”,
estamos, dando ‘manotazos aterrado me cuenta
de ahogado’, donde el deseo fracasa, “y yo estoy ahí, escuchando”,
cansados de lo por venir antes de tiempo, mientras cuento con su olvido
perdidos, atando cabos sigue, gesticulando y dice:
que no sostienen, débiles y amargos “como en esas comedias
en nuestra compasión que no siempre donde todos saben todo menos
lo alcanza allí donde está el tipo del que se habla”.
Y eso de tal manera cunde
y sobrevive en la inmensa
mutilación*
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me hablaba, tocándose el pecho, donde empiezan los rencores
de un “centro frénico”: veo el hambre de una verdad queda sepultado
su freno, su centro, el dolor en la negación, saciados por la idea del deber
de una sinapsis que no funciona. cumplido, estamos solos, sin remiendos
Le digo que el fantasma ni lugar
dejará de alojarse. para remiendos, hartos
Estuve allí, vengo de allí con él, de no poder ser lo que
su pensamiento concentrado desearíamos, de tener que ver
no como trizas sino como trazos, lo que se ve.
y lo que anuda un veredicto:
ondas cerebrales, córtex, Padecemos de ser hermanos,
energía neuroquímica, lesiones enojados como pobres
que no hay, todo terminado. niños con esa vida quebrada
Menos la pena que empezó que a él le toca. Y la voluntad
y no de mejorarla sucia de gritos,
terminará argumentaciones y emoción*
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Abril 2012
No recordaba detalles de sus veinte días internado, hablaba de “ellos” Desde su diagnóstico, el gerontólogo lo vio sólo 3 veces, lo atendía
y de “allá”, pero en cambio, tenía capacidad de análisis sobre su una “médica de familia”, tuvo acompañante terapéutico las pocas
situación, habiendo regresado a su casa. Y aunque no comprendiera horas a la semana que se podían conseguir, todavía jugaba al paddle,
ya lo sucedido, hablaba con una gran angustia. asistido.
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donde se suspende la urgencia personal, perder la cabeza es lo que le pasa:
ahí estamos: no confiamos en nadie, busca lo que sabe, y nada
organizamos encuentros para almacenar en esas aguas con destreza intacta, mueve
información, compartimos un gran depósito sus brazos y avanza, mueve sus piernas,
de detalles desordenados, nadie conecta, músculos aún ágiles y dispuestos al gasto,
a cargo de nada, cada uno supone, se sacude y no sabe que pierde
sin que él se entere, pie, que va en círculos cada vez más
a penas el menor adentro, cada vez más lejos de todos
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el deber parece más fuerte que la alegría: él va y vuelve, recuerda
en eso se nos convierte, en eso lo que olvidamos y no recuerda que
se nos va la vida que le damos, recuerda: en ese viaje es
al verlo errar sin ton ni son, huérfano un niño cada vez más,
de sí, siempre atado a su guía, sin llaves y cada vez más solo, y no hay
en la mano, recetas que preparar,
no acertamos el modo, se tuerce ni para él ni para mí
el objetivo, alteramos su necesidad, hay, a la vista nada, nada
olvidamos quién es quién*
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mamá y papá le hacen un agujero en la frente perder la orientación: eso hace
al magma que los cerca: con delicadeza mi hermano como en medio del
cuidamos que la densidad del crimen no supere mar, sin referencias fijas,
su acto, cometemos errores todo rodeado del relente de su
el tiempo, como un trabajo obtuso realizado desolación, de la falta de
a conciencia: equivocar, equivocarse, equivocarnos, asociaciones llamadas correctas,
mientras ellos sostienen con cerrada tristeza de algunas imágenes que evocan
su cabeza, dilatan el margen, hacen años, rituales, pedazos,
sus operaciones, inventan pierde el sentido y anda sin rumbo,
equilibrio, más allá por un pasaje estrecho, húmedo y seguro
del bien y del mal
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“cada uno hace lo que puede”, dicen, pregunta lo que no puede ni preguntar,
egoísmo y reflejos nerviosos: en eso “¿pará qué estuve ahí?”
terminan los esfuerzos por rodear pero ya hay una
su caída, nos mira con estupor, bruma que le habla, en un idioma
deliberamos el amor íntimo, de lo que casi no puede escuchar*
que le damos
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mamá trabaja para un naufragio papá va de la popa a la proa
seco: prepara sus actos previendo agua como en un barco a la deriva, grita
como en un ejercicio: insiste en ignorar ¡a babor!, ¡a estribor!, como si supiera
que algo se rompió, que la ola algo de navegar, de tormentas
no existe pero estamos bajo su sonido en el centro del remolino,
y su furia, rema, acumula baldes de lo que no se puede saber
que antes tuvieron plantas, para ‘achicar’ hasta que confunde, quema, moja: papá es un viejo
el desborde, mantiene el ancla capitán que mamá sostiene soga en mano
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no encontrar la palabra que quiere enojos, acusación y celos: en eso
es lo que a él le sucede: hurga y pelea tropiezan las iniciativas, perdidas
con su lengua, esquiva, encuentra desde antes de las buenas intenciones
obstáculos en la idea de un lenguaje, por el triunfo de unas razones
rodea su voluntad con senderos sobre otras: coincidencias infelices,
donde se pasea por laberintos sordos en nuestro desesperado juego
a lo materno de su lengua: de poder
será, de pronto, un anciano hacer algo,
que sueña con su infancia y no saber
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“cuánto falta?” pregunta, y se refiere mamá y papá ven venir ahora
a la vida, pero nadie le habla en su idioma: al rayo que los parte y están siempre
ignorancia, pequeñas miserias listos para la lluvia y el viento,
que ahora caen en lo expuesto no los detiene el hambre más antigua,
como en una barca lo ven venir y él los aturde, los deja
silenciosa llena de barro, daño de cama la electricidad que queda
y caricias, palabras que no lavan cuando se va: esa forma del
ser les era desconocida, imposible
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tener miedo es lo que debe tener, convocados por su miedo
mi hermano, no sabemos vamos con él, a veces, a su miedo,
cuánto puede temer, y es una prueba: él nos mira
pero si cuenta lo que cuenta, complacido, olvida que nos necesitó
si me dice “este pero no quiénes somos,
no soy yo”, en relatos todavía: deberíamos estar felices
de una lógica implacable, y en cambio nos acosa el vacío,
debe tener miedo, la falsa inutilidad de estar allí*
y amenazado como está, debe ver
cómo el agua sube, y debe temer
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“por qué me pasa Esto?”, pregunta. cada uno de nosotros ve en él
Nada tenemos, salvo crear un lenguaje lo que somos juntos: vuelve lo siniestro
que atraviese, sin tocar, los filos como ternura, la ternura como única pasión
de su pregunta, delicada filigrana verdadera, pero somos incapaces,
para decir no sé, somos discapacitados de una pena
y la única verdad disponible colectiva, somos los que pelean
habla de cuantos de energía, un lugar solitario en los bordes
campos electromagnéticos, ondas de la capacidad de acompañar
cerebrales, cura, interpretación.
Responderle es
poner el cuerpo
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mamá y papá lo ayudan como pueden: separado en partes:
comidita y simulacros de conexión, así se debe sentir, haciendo ruido
momentos breves en que hablan en el interior de su obstinado
con él como si fuera él, persistir, chocándose entre sí,
creen en su prestancia fugaz, respondiendo mal a los estímulos,
no pueden entender tampoco logra estar despierto y se alegra
qué inevitable arrasa el olvido, de recordar, despierta y duerme
le dan para que tenga, lo tratan aquí y allá, pero se parte en trozos
como a su hijo, pero no pueden cada vez más grandes
con sus síntomas
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trazamos un mapa de sus recorridos como en una pecera vacía, húmeda,
ciegos a lo imprevisible, con ayuda transparente, su deseo es lento,
y sin los elementos esenciales, todo es grave y transcurre tal vez lejos,
nosotros, que no lo vemos cada día provocándole sopor, olor que se confunde
crecer en su derrota, insistimos con olor, los recuerdos, esos perros flacos,
débiles y sin coherencia, no han comido de sus manos: queda
en trazar mapas, el infierno de las repeticiones,
como si sus deseos el ladrido de los errores
fueran un lugar y pudiéramos al oído, desechar ya
llevarlo, de la mano, es una operación delicada:
el brazo en el brazo, del lado hecho carne el concepto
de adentro del universo de exclusión* apenas se abre una asociación
de ideas, y él, que sangra al menor
indicio
de violencia moral
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nada de esto cesará, al menos no suavemente. desconectado de sí,
Aprendo que no hay esperanza, que no hay que tener los circuitos de glucosa
esperanza, fallando, años sin dar señal,
averías del ser, cambio
“sobre la herida de la afirmación” y fuera
volcamos la sal del concepto: hablar en la comunicación:
del ‘problema’ como si fuera festejamos su acierto, cada
nuestro (una posición a todas luces frase bien puesta
hundiéndose bajo los pies), apenas como una pelota en el juego,
nos deja ver que él él sonríe, “estuve bien?”,
no necesita más que dulzura colgando de nuestra aprobación,
cada vez, en lo poco compartido.
De esos momentos, un oasis
en el desierto de su mal: dunas,
el paisaje real donde la persona se va
achicando, poco a poco, borrosa
su visión, y la nuestra nítida, casi
ciega, con que lo vemos alejarse*
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si supiéramos qué otras formas Tengo de familia ya un aire
de la sensibilidad táctil, visual, de tormento, y no deseo ahora mayor
de la llamada “vida emocional” intimidad que la obtenida
hacen un pasar, digamos, feliz, en los años de la infancia:
descansaríamos luctuosos, soberanos, penetrantes,
en lo posible de sus días limpios de toda esta capa de arbitrariedad*
dentro de estructuras que lo dejan
fuera
de eso que llamamos felicidad
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nada impidió que dijera “no sé ausentarse es lo que hace,
quién soy”, “no sé dónde estoy” como si quisiera
hace tiempo, cuando podía dar desaparecer disimulando,
razones de una constitución delgada, cada vez un poco menos
que adelgaza aun más hábil, sin embargo, un poco más
cuando el relato trae llanto pendiente de la atención:
ausentarse, irse para
atrás, donde ya nada
obligue a saber responder,
atrás, cerca de la falta
de palabra y decisión
del Principio
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él es como un pozo nuestra hermandad crece
sin fondo donde el agua y sus aguas se tocan:
sólo desciende: le da
un instante para mojarse toma la leche en mi casa
los dedos, mirar la humedad mientras atiendo a sus frases
y pensar “una gota de agua como si viera,
en la punta de mis dedos”, en el vaho del vapor
y eso es todo tal vez, de una taza de té
o puede mirarse los dedos la forma de una
y pensar “¿qué brillaba idea que se pierde:
recién aquí, qué tenía yo vaho es la tristeza
que ya no tengo?” y eso de ayer desear, de no
es todo: un pozo, el agua poder con las manos,
que desciende siempre, sobre el borde que humea,
la marca en el borde, los dedos, retener, detener,
el brillo, su recuerdo un instante, componer el acto
la posibilidad de su repetición que llevara los labios
a beber
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cuando conversábamos, en el tiempo es ya el capitán de su derrota,
que hoy se recuerda como mejor, no tripula ninguna forma de irse
había dicho “yo tomo todo o de venir, está, el suelo bajo, cada
lo que te molesta y me lo llevo vez más bajo, está, está,
yo”, y ahora, apenas meses después, cobrando su cuota de un tiempo
ofrecerle lo mismo sería un acto de fe sin cesuras, pleno de visiones,
mentiroso y no alcanza mudo, deseante, inquieto, ausente:
la devoción, fraternal el amor imago mundi del animal a eternidad
no alcanza: si yo pudiera tomar que somos, pide una mano en la cabeza
todo lo que le molesta,
no me lo llevaría, aunque no habría
otra alegría tan necesaria*
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del brazo vamos siendo que puede decir:
de acá para allá, “tengo que encontrarme
recorridos útiles: a mí mismo”, se pierde
llevar, buscar, traer, en la calle si va solo y
comprar, nos entendemos en la casa está ocupado dando
en eso, mientras, vueltas a su tormenta, a su
algo habla, sucede, anuda. atormentado no poder:
Tomamos café y obtiene así el paso
me cuenta infortunios del tiempo y no
domésticos, pregunto encuentra allí nada,
y espero, a veces, llora. ni importa ya
Pide más de ese estar,
pide imposibles y
nunca le digo que no:
paseo con mi hermano
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“¿cómo es que llegué a esto?” me preguntaba teme, sabemos qué teme,
cuando sus frases articulaban sabemos que sabe y pronuncia la palabra
pensamientos, dudas “¿cómo me presté aunque no pueda nombrarse enfermo
a esto?”, con el pánico de ser
sujeto de una acción que no aceptaba ni podía y yo, que le prometí que no
rechazar, sujeto de su propia pregunta, libre sólo lo iban a internar, sólo me amparo
de hacerla, sin obtener más que el cuidado: en que ya se ha olvidado,
explicaciones, inventos, una ficción para el pequeño pero no encuentro perdón.
momento de su demanda, entregado después Así que él, que me había pedido
a lo que nadie pudo le anotara algunas cosas, él es
imaginar quien me dicta la escritura*
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El amor del miedo. Poemas del hermano
2013-2016
El no saber desnuda.
Esta proposición es lo máximo, pero deber ser entendida así:
Desnuda, por lo tanto, veo lo que el saber escondía hasta entonces, pero si
veo, sé.
En efecto, sé, pero lo que he sabido, el no-saber lo sigue desnudando.
Georges Bataille
mirar consiste en no cuidar nada en absoluto:
perder lo, perder, dejar correr el agua entre los dedos,
pasar la mano limpiando la otra parte del amor,
su umbral que no se olvida jamás, acercarse
a saber, sin reparo, que es en los ojos que él hablaba.
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Mayo 2013
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le mostraron lo que podían con él, nada de su cuerpo duele,
y se volvió de ánimo alerta, me dijo: pero “ellos” son el magma
“se prepara un conato de rebelión” atroz que lo persigue,
porque todo ruido era en su contra, “no aguanto más”, también
con oído absoluto: a coro lo habían decía, atado a su no poder,
desclasificado, rehén sin rescate viéndose a veces, en su verse
posible, sin entendimiento que le ofrece
entre las partes* la incalculable magnitud
de lo que está por suceder:
“no entendés”, decía,
“cuánto hace
que te lo estoy diciendo”,
y ese cuánto era
mi condena, mi impotencia,
la medida de su soledad*
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cuando podía aferrarse eso dijo y yo eso recuerdo,
a una idea, era “llevame”, en el sueño, despierta,
y en esa instancia decía “me están revolviéndome
asesinando”. Tuvimos en la escritura como en
el margen de su libertad una tumba, y sé
en la mano, atada por el error que no tuvo lugar allí
de la ciencia, por el error del amor: para la rebelión, ni yo
estructuras cerradas, hubiera tenido, y ahora
obtusas a la verdad de otro ser, sólo puede manifestar
el principio formal lo que no quiere
babea, nos escupe la letra
en su imperioso “me voy a morir”*
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en la línea del tiempo expulsado, inmóvil en su mente,
habrá otras fuentes él no sabrá dónde lo van
de dolor que nos convoquen a guardar, pero cada tanto,
y algo puede estallar, mi hermano, por un instante,
devolverlo como un guijarro sabrá que ha sido
a la orilla, pero esa clausurado
preciosa vez, se perdió.
Así yo sueño o pienso:
internada para siempre
con él, según las fotos,
al sol, con un breve jardín
y un dormitorio de dos camas,
para nunca más estar
ni a solas ni acompañado.
Y en el acto
de esa violación, despierto:
no volverá al hogar
que, como todo ángel, es terrible*
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en su clausura, sin embargo, que pudo ser otro el suceder: eso
no carecerá de intentos atormenta, que nadie sabe
imprevisibles, acallados lo que puede un cuerpo es
la recordación.
aunque grite porque puede,
él, que me había dicho Lo desconocido tiene piel.
“de qué manera trabaja el miedo”
será asaltado por lo que Y en esa otra vida indescriptible
llaman lucidez “¿por qué, como cualquier ‘más allá’,
por qué?”, me había preguntado, “¿por qué?”. seguirá el sufrimiento: una
transformación de lo interior
Cada tanto habrá alguien en lo exterior, superior a lo imaginado
que escuche y festeje que ha vuelto, y que todos nombran
en su carne ahora inútil, y pida con espanto
seguramente por nosotros: primera
persona del plural que
ya no aparecerá
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Junio 2013 Julio 2013
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qué bruto amor naufraga ahí, me vio venir y dijo “al fin!!!”,
donde él se hunde sorprendiendo al cuidador,
en la superficie plana cuando sólo había dejado
del abandono y dice de ir un día:
“me voy”, creyendo ese conocimiento del tiempo,
que la palabra lleva a otro esa espera crea entre nosotros
lugar violento deseo, una violencia
propia de hogares como estos, donde
tengo que venir a encontrarnos
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de esta desgracia: vamos de la mano y dice
se acerca, se aleja, entra “alternativas”, dice “campo”,
y sale a ese saber “a lo de los viejos” me
y no saber, pregunta, sin entonación,
como un abanderado y yo respondo
de la necesidad como quien juega al ajedrez
con las mano cortadas,
dejándolo ganar: tiempo,
espacio, ese minuto espero
de su olvido en el damero de
la indecibilidad*
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Agosto 2013
tapo, sin decirlo, con mis palabras no tan ausente como parece,
los huecos de sus frases, en su duración, se pudre como un fruto,
su nueva sintaxis dice “estoy podrido”,
interruptus. Tapo y tapo y espero y camina, camina, se va,
que haga lieson donde hay lesión, no mira a los ojos si no es
abruptos intentos, disrupciones, nombrado: la apelación
“no sé quién soy”, me había dicho, lo vuelve rostro, hace
y sólo pude darle su propio nombre* que dirija la pupila a otro
centro fuera de sí,
entonces aparece él,
y responde
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dice “vos seguís con tu vida” preguntando Él preguntó, en su tono monocorde:
en una línea que no se quiebra, digo que sigo “Y si nos vamos de viaje vos y yo”,
con mi vida y dice “entonces, de viaje, de viaje para no volver, a lo abierto,
cómo hacemos…no podemos”, dije que sí, vamos a dónde y ya no supo,
“no podemos”, contesto, y porque a dónde no es un destino.
su vista hacia afuera me
perfora en el núcleo Momentos de luminosidad, cuando dijo
de lo que él llamó “mi vida”. a su acompañante “mi hermana es un capitán”,
y nos embarcamos los tres
En esas tres frases que pudimos en el mismo naufragio
intercambiar
la llaga abierta fue
un milagro con un final infeliz
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sentado en su dormitorio, entre mi hermano es dolor general,
las camas y la pared, dijo “yo” desconcierto general y dolor
y contuvimos la respiración para
escucharlo “estoy en el mundo”
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Octubre 2013
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es visitado y no sabe dónde, un jardín verde, sin flores, apenas dos
ni nombre de lugar ni motivos, penosas macetas con malvones pensamientos,
aunque comprende las despedidas: así llamados, así amarillos y celestes, casi
hasta mañana le digo, y lo beso. como los que teníamos en Bánfield siempre
Mañana es cualquier día en que le digo, y asiente, Bánfield, pero su tranco largo
vuelvo y sonríe. Ayer me preguntó: pasa veloz por sobre el césped, desinteresado
“estás sola” y le dije que sí, que ya de pensamientos, huele el pino que muelo
estaba sola. “Yo peor”, me dijo y giró entre los dedos, aspira con fruición y a veces
la cabeza, la triste, la cansada cabeza quiere comérselo, pero hoy me dijo en ese tono
de pregunta o aseveración, “un día
más” y yo sin tono contesté “sí, un día más”,
“qué mierda” agregó y siguió caminando
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cada tanto me toma de los hombros me toca el brazo, “dejame ver”, y parte
y me besa en la mejilla, mientras mastica a parte recorre mi carne blanda,
lo que le doy en la boca: nueces, almendras, como un ciego que experimenta para saber de qué
castañas, para estimular los músculos se trata y al llegar a la mano se detiene, la toma
del habla, la máquina del cuerpo, fuerte, y después dice “hermosa, hermosa”.
el vínculo entre dar y recibir Nunca sabré si se refiere a mí, a mi mano en su
mano, a lo que vio pasar frente a sus ojos en
el segundo de una alucinación, pero dice
“hermosa” y es suficiente para mí: mi hermano
todavía me reconoce, aunque no sé si
recuerda cómo me llamo, o quién soy
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dijo “amor”, pensando en qué, hoy dijo “amor”, entre otras palabras confusas,
habiendo visto qué, él, que le habla y cuando mamá, de visita, lo invitó a sentarse,
ahora a los pájaros, los llama, haciendo él dijo “sí, vení, seguime” y se fue por el jardín,
chasquidos con su lengua llevándosela, mirando siempre recto y adelante,
hacia lugares que no podemos pensar
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Enero 2014 Junio 2014
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le pregunté qué le parecía al estado de excepción se suman
un proyecto, usé nombres conocidos, esas telas con que ‘lo contienen’:
para hablarle de algo, a la cama, a la silla, para evitar
y dijo “lo dudo… yo, lo dudo”, su impulso de andar, para mantenerlo,
creando una ecuación que me dejó detenido en sí. Así lo encuentro:
intensamente conmovida: vestido, atado, listo para responder
inventaba para él un diálogo o no, sonriente o no, reconociendo
y él me respondía con la más sabia o no, pero a imagen y semejanza
de todas las conclusiones de la palabra
que es dicha
en acto
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Julio 2014
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—Todos conocemos el dolor.
—Sí, pero yo quería menos.
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me dijo “gracias” sin que comprendiera habitante del patio, de la silla,
qué agradece, “te acordás” me dijo sin continuar ausculta con sus dedos mis anillos:
lo que podría haber sido una pregunta, y siguió conoce así que se trata de mi mano,
caminando de la mano: cuando camina, habla no me mira a los ojos, pero sabe,
y puede llevarme él a mí, él, que
él me dijo a mí, que cada vez temo me dijo “te acordás” y me dejó colgando
que no me recuerde, “te acordás”, de ahí, días enteros en las ramas*
y tuve la confirmación de universos
paralelos donde sabe que me acuerdo
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Enero 2015
desde lejos lo veo sentado, me acuerdo, como en una misión, de más y más
visitas que se han ido, que no hay, canciones, en ocasiones, algo trata de repetir,
cada día en contingencias que desconozco: canto marchas mientras andamos, canciones
llego como si llegara de un viaje, a grandes de cuna, canciones de militancia, y de tanto en tanto
besos lo despierto del letargo fiel que lo acompaña se detiene y se apoya en mi cuerpo, cansado:
entonces puedo envolverlo con mis brazos, aunque
espero su sonrisa que no llega, es él quien me acaricia la espalda, palmaditas,
que mire fijo, que escuche, digo “feliz cumple”, como consolándome, en la posibilidad
digo “hermanito”, espero, pregunto “cómo estás” irresistible de una gran complicidad,
y responde, separando las letras “mmmuuuuuy biiiieeen”, y seguimos: me lleva él, por el aire que es libre
como para que dure ese estado durante toda
la pronunciación*
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trato de sostener costumbres, escandir hemos conversado cada uno en su idioma,
mi presencia en el tiempo, actuar para él respetando yo el tono de la conversación,
con persistencia, y ese empeño, a veces, fructifica: mi mano retenida entre las suyas, para mi placer,
y albergando las suyas si he podido, ay,
ha sucedido que riéramos a carcajadas juntos, he podido, y cada vez escruto el rastro
he conseguido que se burle de mí cuando le pido de una comprensión, espanto con él sus visiones:
un beso, y me chupe la cara hasta que insulto, “ya pasó”, “no es nada”, le digo, y cambio de tema
entonces sí, con gesto serio, condescendiente,
me ha besado, una, dos veces, en la ofrecida mejilla he estado ahí, he visto los momentos
de una conexión: es cuando pienso
“que me diga algo”, pido que me hable,
alguna vez dice “no sé” y sigue “vamos”,
con un gesto, o dice “estamos”, y vivo
en esa palabra, llevo su certeza como un tesoro
hasta la próxima, deseada, comunión
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Junio 2015
110 111
Octubre 2015
coincidimos visitándolo en el sanatorio, salimos por el patio, apenas podía tenerse en pie, pero lo
y cuando nos vio entrar dijo asombrado sosteníamos y me abrazó “abracito”, dije, y su mano bajó por
“todos” o dijo “juntos”, probablemente mi espalda y su otra mano por mi cintura, y, como se usaba en
haya dicho “todos”, y yo agregué otros tiempos, le pregunté “¿venís siempre acá, de qué signo
en la conmoción, a ese recuerdo, sos, querés bailar?”, y bailamos. Girando apenas sus pies, con
mi propia metonimia, todo, daba vueltas en un espacio de cuatro baldosas, mientras
para que resultara “todos juntos”, yo tarareaba una melodía de vals inventada. Fueron solo tres,
eso que no sucede cuatro giros completos, completos de amor.
nunca, lo que no Después, a sentarse, porque su fragilidad era tanta, y yo le daba
sucederá jamás* frutillas en la boca. Entonces fue cuando dijo “lili”. No ‘me’ lo
dijo, lo dijo y fue escuchada esa repetición sencilla de sílabas
sonoras que me nombran, y él pronunció.*
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que me vea, que sepa quién soy, que después de un encuentro un sufrimiento viaja en la piel
no me olvide, que me reconozca en el siguiente, que me sonría, del tiempo metiendo su cuña aquí
que me bese, que sepa quién le habla, que reconozca mi voz, y allá donde el poro abierto pide
que me mire, que salude, que sepa quién soy, que después de un daño acepta daño soporta el daño
encuentro me reconozca en el siguiente, que me vea, que me no solicitado ni merecido: todo
bese, que sepa quién soy motivo es bueno para entrar así
en el hueco del ser o del no ser
haciendo y haciendo un cavar
que no termina en el otro
lado de lo que atraviesa sino
en el final del final
sin el cual ni piel ni tiempo
ni cuerpo hay para dar a sufrir
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¿a qué cocinarse en el
humo tibio de haber sido
cuando el hueso quema
entre los dientes? Aun así,
el hueso, su dolor hueco, queman,
todo crepita:
el hermano se consume
en su fuego húmedo, la madre
consumada está, envuelve brasas,
padre no cuenta ya
el mismo cuento de dominio,
es su pérdida y lo lleva
a la dulzura, así que, a qué hablar,
si pareciera que se deja ir
hemanado al hijo que no puede,
todo cenizas que se posan
suaves sobre el acontecer
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en el horizonte de mi fantasma tras la estupefacción, viene el saber:
me quebré cuando no tuve quien me faltaba en la foto del sueño,
de dónde arrancar algo vivo está aquí, en ésta, de meses en mis brazos.
Así, este mundo es una bomba de vacío:
eso tortura: la presunción, mi hermano pequeño viene siempre a mí,
la conjetura, la duda que flamea ausente de todo menos de su muerte.
sus ramas saludables Como el menor, no estaba en la foto de ‘la más tierna
en toda frase y agita Infancia’, y ya enfermo, tampoco estuvo
su construcción, porque nada en la de los últimos almuerzos familiares:
estará bien escrito si es así, faltaba uno en mi sueño.
sobre su estar
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podría escribir “él habita su silencio” o reabrir la herida cerrada que es el libro,
“el silencio lo habita”, porque habló y dijo y raspar, que los bordes sangren otra vez,
escuché. Ya sabemos: eso que parece desaparecer, que se vean como labios irregulares,
un alarido atenuado por humo, almohadas, fango, que la carne de adentro siempre oscura muestre
abrumadora connivencia con otra lengua su humedad, su abertura feroz,
de música turbia, empastada entre toses, y las familias como fábricas de locura,
la palabra que le pusimos, como gárgaras su amor, incompasivo y cierto
de un idioma que tal vez no le era necesario, eso,
no me deja abandonar esta escritura
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¿a qué hablar de cómo éramos de bellos no tendremos paz
y fuertes, a qué hacer recuentos ya que hemos sido
débiles en su propia semántica felices y no hicimos
de melancolía? lo suficiente, hemos
Al rescoldo de esa llama se ve que hemos sido sido felices, y
felices, que hemos sufrido suficiente e incluso esa palabra no perdona
por demás, y es evidente
en el rictus de su boca,
que suficiente nunca es,
que no es una palabra
adecuada para nadie,
que nada, nunca es suficiente
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me alejo de lo perdido, El corazón pide placer - primero -
hundida en el mar, no puedo después, ser dispensado de sufrir -
cortar ni un pensamiento que no sea y luego, esos pequeños Anodinos
sobre aquello perdido: la amenaza que entumecen el dolor.
de un regresar que regresa Emily Dickinson
en formas disímiles y vagas:
sueño con mi hermano*
curiosidad y cariño,
y eso es casi todo: darle
en la mano todavía
lo que llevar a la boca,
compartir suavemente la palabra,
adivinar impulsos,
propósitos, oscilaciones.
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Noviembre 2015
es preciso callar y mostrar aquello de lo que no puede hablarse como en otros encuentros,
nadie quiere ver, sin embargo, el tiempo forma parte del amor.
y no puedo callar ni mostrar:
ellos, su ‘deterioro del sensorio’, A veces intento estar con él,
desacomodados, incapaces, frente a frente,
deseantes todavía, prisioneros en el silencio puro
de una estructura atroz que los obliga de quien vive en el silencio
a ser objeto de otros: todos sabemos
pero nadie quiere ver creo que emito ondas,
energías de improbable efecto,
ahí está él, sentado, siempre como pidiendo, muda,
sentado, y lo que hubo que un dar se manifieste
ese día, igual a todos, no es ajeno:
las cámaras vigilan, somos, estar frente a él, entrar
en esta casa, visitantes cautelosos, en su silencio como quien,
y la cuidadora, en la intimidad entrando en otro cuerpo,
de su trabajo, está en riesgo con delicado don lo atravesara
si lo trata demasiado bien
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Diciembre 2015
lo miro hasta que me ve, será ‘el que no pudo dar su palabra’
lo llamo por su nombre, lo beso
hasta que contesta. Río, río
de alegría, paso mi mano textos para dar testimonio,
por su frente, poso mi mano. de la vida están cargados
Canto las canciones de siempre: y pesan, de lo hondo tiran,
ha sucedido que mueva la lengua, el malestar del alma como una física
una intención, una escucha, molecular: lo más pequeño es solidario
pero esta vez dice “lili…ana” en un cuerpo sensible,
y después de una respiración, escribo mientras hay tiempo,
“lili”, como si fuera la letra mientras él, quien nos interesa
que no pudo cantar nombrar, ha sido castigado con
la revelación: es quien es.
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Setiembre 2016 Octubre 2016
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¡Hundirse en la noche! Así como a veces se sumerge la cabeza en el
pecho para reflexionar, sumergirse por completo en la noche. Alrededor
duermen, los hombres.
Un pequeño espectáculo, un autoengaño inocente, es el de dormir en
casas, en camas sólidas, bajo techo seguro, estirados o encogidos, sobre
colchones, entre sábanas, bajo mantas; en realidad se han encontrado
reunidos como antes una vez y como después en una comarca desier-
ta: Un campamento al raso, una inabarcable cantidad de personas, un
ejército, un pueblo bajo un cielo frío, sobre una tierra fría, arrojados al
suelo allí donde antes se estuvo de pie, con la frente contra el brazo, y la
cara contra el suelo, respirando pausadamente. Y tú velas, eres uno de
los vigías, hallas al prójimo agitando el leño encendido que tomaste del
montón de astillas, junto a ti. ¿Por qué velas? Alguien tiene que velar,
se ha dicho. Alguien tiene que estar ahí.
Franz Kafka
133
Índice de citas
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Ensayo sobre la piel
de Liliana Lukin,
compuesto con caracteres Adobe Caslon Pro,
se terminó de imprimir
en octubre de 2018
en los talleres gráficos de
Altuna,
Ciudad de Buenos Aires,
Argentina.