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LA POLÍTICA EN EL PERÚ

La población del Perú, cuya denominación oficial es República del Perú, está organizada
bajo un Estado, conformando Constitución política del Perú aprobada
en 1993 mediante referéndum, promulgada a finales de ese mismo año y vigente desde
el 1 de enero de 1994.
Las directrices dictadas por la Constitución permiten un amplio espectro de posibilidades y
posturas políticas. Si bien el artículo 58° de la Constitución señala que el Perú se rige bajo
una economía social de mercado, donde la iniciativa privada es libre y el Estado asume un
rol regulador, las prácticas políticas dependen de la iniciativa del gobierno de turno.
Según el Latinobarómetro, los peruanos son, junto con los hondureños y los mexicanos,
los que tienen la peor imagen de su sistema político.1 Además la corte suprema dirigida
por Camila Sabogal junto a su régimen dirigida por Ana Lucía Romero, señalan que poco a
poco el Perú irá mejorando. El magistrado Walter Silvestre, lo reafirma con datos
estadísticos, los cuales presentan futuros y seguros cambios.
El historiador Antonio Zapata describe al Perú como un “país de derechas”, recordando
que el único poder de izquierdas de la historia contemporánea fue el del Gobierno militar
de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), autor de la reforma agraria y de la nacionalización
de los sectores estratégicos.1

Historia
En 1924, desde la Ciudad de México, los líderes de la reforma universitaria en Perú que
habían sido forzados al exilio por el gobierno fundaron la Alianza Popular Revolucionaria
Americana, que tuvo una gran influencia en la vida política del país. El APRA es en gran
medida una expresión política de la reforma universitaria y de las luchas obreras de los
años 1918-1920. El movimiento toma sus influencias de la revolución mexicana y
su Constitución de 1917, particularmente en temas de agrarismo e indigenismo, y en
menor medida de la revolución rusa. Cercano al marxismo (su líder, Haya de la Torre,
declara que "el APRA es la interpretación marxista de la realidad americana"), sin embargo
se aleja de él en la cuestión de la lucha de clases y la importancia que se le da a la lucha
por la unidad política de América Latina.2
En 1928 se fundó el Partido Socialista Peruano, en particular bajo la dirección de José
Carlos Mariátegui, exmiembro del APRA. Poco después, en 1929, el partido creó
la Confederación General de Trabajadores del Perú.2

República
Artículo principal: Estado del Perú

El Estado Peruano es la organización representativa de todos los peruanos. Es unitario,


con separación de Poderes.
Ejerce los tres Poderes (gobierno nacional): ejecutivo, legislativo y judicial. La constitución,
además, establece Organismos autónomos para labores específicas. Además, el país
cuenta con gobiernos regionales.

Un gobierno basado en el consentimiento de los


gobernados
Aceptación del modelo político y ejecutivo
El nivel de apoyo al sistema democrático es más tenue que en otros países (45%
según Latino barómetro 2004). El porcentaje que prefiere un modelo autoritario es también
bajo (20% Latino barómetro 2004). Para el 23% no existe diferencia significativa entre un
sistema democrático y uno autoritario. Sin embargo, un 43% apoyaría un gobierno militar si
las cosas se tornaran difíciles. La satisfacción con el desempeño de la democracia se sitúa
en 7%(2004), a pesar de que la economía ha figurado entre las de mayor crecimiento entre
la región.
Dado el origen controvertido de la actual constitución, se ha puesto en duda su legitimidad
y se ha pedido su reforma. Entre las reformas están la vuelta al sistema bicameral, la
renovación por tercios, un mayor aumento en el congreso, la introducción de un umbral
político y la disminución de los requisitos legales para votar.
La falta de progreso en: reforma política, reducción de la pobreza y la creación de
empleos, parecen contribuir a la mala imagen de los políticos y las instituciones
democráticas así como de los partidos y el Congreso. 3

Aceptación de las reglas de juego


Las formas como los grupos expresan sus desacuerdos se han ajustado a las reglas
democráticas. En 2003, la mayoría de las marchas fueron pacíficas aunque en algunas
protestas hubo brotes de violencia. El número, nivel e intensidad de las protestas ha ido
aumentado desde el 2004, los grupos políticos y sociales regionales realizan protestas
masivas y actividades que alteran el orden público, llegando a bloquear carreteras o a
ocupar instalaciones gubernamentales. Esto muestra la escasa cultura de legalidad que
existe en las áreas más remotas del país. Las acciones subversivas están menos que los
que existían en los años ochentas.
La mayoría de los peruanos opina que el acceso y el reparto del poder debe hacerse
mediante elecciones. Sin embargo, no existe un pleno consenso sobre las reglas
vigentes.4

Inclusión e intensidad de la participación política


Apertura del proceso electoral
ONPE y JNE han recobrado rápidamente su credibilidad desde las elecciones de 2001. El
proceso fue justo y los votantes pudieron ejercer su derecho sin la intervención del Estado
u otros actores, y los mercados de información de los partidos se mantuvieron libres de las
distorsiones de la inyección de dinero del Estado al partido de gobierno.
El voto se considera obligatorio: el no recurrir a votar se paga con una multa de unos $35.
Sin embargo, las grandes distancias que deben recorrer la población rural para ir a los
centros de votación limita la igualdad en participación electoral, a pesar de que la ONPE
está trabajando en ese problema. La población en edad de votar y empadronada ha sido la
más alta de la región.
El Perú cuenta con un sistema eficiente y completo de inscripción electoral ciudadana. El
proceso de inscripción electoral es automático pues el registro electoral proviene
del RENIEC (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil). Esto permite que esté
constantemente actualizado y que se excluya a los fallecidos o los que han cambiado de
lugar de residencia. A pesar de eso, se estima que el Registro Civil excluye entre 800 000
y 1 000 000 personas (3 a 3,5% de la población): lo más probable es que los pobres del
campo y los indígenas constituyan una alta proporción de quienes no
tienen DNI (Documento Nacional de Identificación) por la lejanía, el costo y la falta de
partidas de nacimiento. A pesar de eso, se considera que el sistema de inscripción
electoral es bastante completo y preciso, y no genera desigualdades en materias de
población electoral.
Desde la transición a la democracia en 1980, no ha existido obstáculos significativos para
la creación y preservación de los partidos políticos. Con el fin de inscribirse, un partido
debe obtener un número de firmas equivalentes al 1% del total de votos depositados en las
últimas elecciones. Para conservar esa inscripción, se ha solicitado a los partidos que
mantengan al menos un escaño en el Congreso, cosa que los partidos han logrado
mediante la configuración de alianzas. Perú cuenta con distritos electorales múltiples,
siendo Lima el más grande (35 diputados elegidos en Lima). Los pocos requisitos para
inscribir partidos, y los votos requeridos para obtener un escaño en el Congreso han
contribuido a la volatilidad y la fragmentación del sistema partidista peruano. La volatilidad
ha limitado los incentivos para forjar coaliciones intrapartidista, y han acentuado la
importancia de las personalidades individuales. La fragmentación también se ha originado
por factores no institucionales, como la incapacidad de los partidos tradicionales de
gobernar de manera efectiva desde los ochenta, y la falta de progreso en cuanto a mejorar
la calidad de vida y reducir la pobreza, y la retórica y acciones del gobierno fujimorista
contra los partidos. En 2001, el índico efectivo de partidos en el congreso fue de 4,5
colocándose entre los seis primeros países de la región alta fragmentación en el sistema
de partidos.
La ley de partidos apunta a promover un menor número de colectividades con cobertura
nacional mediante la imposición de requerimientos adicionales de inscripción. Aparte de
obtener las firmas equivalente al 1% obtenidos en las últimas elecciones, debe acreditar
comités con un mínimo de 50 miembros en por lo menos dos tercios de los departamentos
(17) y en un tercio de las provincias (65), que sería como movilizar 3 200 ciudadanos. Esto
se aplica únicamente a la inscripción inicial de un partido. Dado que la ley no ha sido muy
efectiva en sus propósitos, algunos observadores han cuestionado si JNE está verificando
plenamente el cumplimiento de la ley en cuanto número de firmas necesarios y la
formación de comités provinciales.
La membresía en los partidos políticos es muy baja en el país, así como hay una falta de
representatividad geográfica. APRA ha sido tradicionalmente el partido que ha exhibido la
organización más fuerte, pese a esto, la participación de la ciudadanía en decisiones
trascendentales tales como la elección de los candidatos, dirigentes, y la plataforma
política en todos los partidos es muy limitada. La falta de apertura y representatividad ha
contribuido a la falta de confianza de la población. La tendencia centrista de los partidos
provoca el descuido de las necesidades que están fuera del área de la región
metropolitana. Esto ha originado movimientos políticos independientes en el ámbito
subnacional.
Para algunos analistas, la opción de votar entre dos individuos en lista de su partido -voto
preferente- y así influir sobre cuál de las listas de candidatos termina logrando el poder, es
una manera de que los ciudadanos contrarresten la falta de apertura de las colectividades.
Sin embargo, ha tenido un efecto negativo pues promueve la competición interna y la falta
de unidad, lo cual ha debilitado a los partidos y favorecido a los candidatos con más
recursos o aquellos conectados con grupos de interés financieramente fuertes. Esto es
acentuado pues los partidos por lo general no suministran fondos a sus candidatos sino
que los reciben de ellos a cambio de una ubicación favorable en sus listas. Si bien la ley de
partidos intenta instituir procesos democráticos internos para la dirigencia y los candidatos,
la ley también permite: que se eliga directamente a los dirigentes y candidatos en primera
vuelta, también que nominen candidatos indirectamente a través de un comité que debe
ser elegido por la membresía. Además, los dirigentes pueden elegir 24 de 120 candidatos -
una quinta parte- para candidatos al Congreso, y la misma proporción de candidatos a los
consejos regionales y municipales sin acudir a ningún procedimiento democrático. No se
especifica tampoco ninguna restricción en cuanto a la ubicación designados en la lista de
partidos: la ley no garantiza en sí misma que surjan partidos más democráticos y
representativos.
La constitución de 1993 abrió vías de participación ciudadana, entre las que figuran la
reforma constitucional, la introducción de leyes en los ámbitos regional y local, y la
realización de referendos. Además, se introdujeron mecanismos para la revocatoria o
remoción de funcionarios tanto elegidos como designados. Si bien es cierto que los
instrumentos relacionados con la formulación de las leyes se han empleado poco, los que
tienen que ver con el control ciudadano se han utilizado con frecuencia. Se han llevado a
cabo revocatorias en 200 localidades, especialmente en distritos pequeño y en provincias
poco pobladas, mientras que han sido limitada en jurisdicciones con mayor población,
dado que la ley exige el 25% de los votantes inscritos.4

Capacidad de participación de la ciudadanía en función de


sus niveles de educación
El bajo porcentaje de estudios secundarios y la deficiente calidad de la enseñanza han
contribuido a la naturaleza elitista de la representación política y al hecho de que se
carezca de una buena información sobre política. Esto se ve agravado por la naturaleza no
pragmática de las colectividades y el carácter fragmentario del sistema de partidos. Así, los
ciudadanos no se encuentran bien informados sobre las preferencias de los candidatos en
cuanto a políticas públicas, el papel de partidos y funcionarios en la toma de decisiones
relativas a esas políticas, y la influencia sociales y económicas de tales decisiones. Esto
limita la efectividad de los procesos y mecanismos por el cual los electores pueden
manifestar sus preferencias en materia de políticas públicas, pedir cuentas a su partido y a
los funcionarios elegidos por su desempeño y la capacidad de atender las preferencias
ciudadanas. Existe un énfasis sensacionalista de los medios de comunicación, y
deficiencias en el ejercicio de un escrutinio público bien informado sobre decisiones de
política pública y sobre la conducta de la administración. Las desigualdades en materia de
ingresos y logros educativos también contribuyen a las desigualdades de representación
política, lo que a su vez puede acentuar la falta de equidad en el suministro de servicios
públicos.4

Número y fuerza de las organizaciones de la sociedad civil


Perú cuenta con uno de los niveles más elevados de actividad asociativa de carácter
voluntaria de la región: en 1 995, existían 110 000 organizaciones sin fines de lucro
legalmente construidas, de las cuales 65 000 eran organizaciones de base.
En las últimas décadas ha surgido una tendencia a abrir canales de participación en la
toma de decisiones sobre políticas públicas, planificación y vigilancia ciudadana. Algunos
de estos espacios se han institucionalizado como el Acuerdo Nacional, los Comités de
Vaso de Leche, las rondas campesinas, FONCODES (Fondo de Cooperación para el
Desarrollo Social), CLAS (Comités Locales de Administración Compartida de Salud),
MCLCP (Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza). En los ámbitos regional y
local, existen espacios como los Consejos Consultivos Regionales, los Consejos
Consultivos Locales, los Consejos de Coordinación Regional.
Las organizaciones de la sociedad civil que se dedican al cabildeo en torno a las políticas
públicas o a vigilar el desempeño de las instituciones gubernamentales carecen de una
estructura sólida, se encuentran fragmentadas y no están fuertemente conectadas con la
ciudadanía: su capacidad para articular y defender de manera efectiva los intereses
sociales más amplios es limitada. La debilidad del sistema de partidos en lo que se refiere
a organizar y a representar a amplios sectores sociales contribuye a acentuar la
incapacidad de la sociedad civil para articular y defender efectivamente sus aspiraciones.
La escasa confianza en las instituciones democráticas acentúa los altos niveles de apatía y
la falta de interés por participar en política, lo que limita la rendición de cuentas de las
instituciones públicas para con la ciudadanía.
La fuerza de las organizaciones sindicales ha decaído considerablemente, dado a un
período prolongado de recesión económica durante los ochentas y comienzos de los
noventas, de las reformas de ajuste estructural de los años noventa, y el colapso de los
partidos políticos de izquierda ligados a las organizaciones de trabajadores. Además una
parte significativa de la fuerza laboral se ha desplazado hacia el sector informal. La
membresía en los sindicatos se encuentra cerca del 7% en el año 2000.
Los intereses empresariales han estado representados por la Sociedad Nacional de
Industrias y CONFIEP (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas),
sus gremios: SNMPE (Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía), la Sociedad
Nacional de Industrias, la Sociedad Nacional de Pesquerías, las asociaciones de
exportadores -ADEX y COMEX-, así como la banca, la industria aseguradora, la
farmacéutica, la pequeña y mediana empresa, las agremiaciones agrícolas y los sectores
de radio y televisión. Estos gremios han conservado una influencia significativa, por
ejemplo, la CONFIEP apoyó el programa de estabilización económica de 1990 a 1992 y la
primera generación de reformas orientadas a la apertura económica.

Elecciones libres e imparciales


Regularidad, imparcialidad y credibilidad de los
procedimientos electorales
Las elecciones del 2 001 fueron consideradas libres e imparciales por los equipos de
observadores internacionales y domésticos; el gobierno de turno permitió a las autoridades
electorales cumplir sus funciones sin interferencias, y un porcentaje mayoritario de los
funcionarios fue reemplazado. En marzo del 2 001, un 78% aprobaba el trabajo de ONPE y
de JNE. Existe confianza en la imparcialidad de las elecciones. Lo que limita el
funcionamiento eficiente es la deficiencia de coordinación institucional entre JNE y ONPE -
sus límites no se encuentran claramente definidos por ley-, además que sus presupuesto
no concuerdan con sus atribuciones. Esto conduce a que compitan entre sí y crean
deficiencias, que se podría resolver con una gestión y coordinación más efectivas.

Libertad de Prensa
La libertad de prensa se encuentra ampliada desde el 2 000. El gobierno respeta la libertad
de prensa, y los medios de comunicación reflejan un amplio espectro de opiniones desde
apoyo hasta la oposición de la administración de turno. Perú ocupó el puesto 75 (2 004) en
un total de 192 países, colocándonse por encima del promedio de los países de América
Latina, pero por debajo de las economías desarrolladas. El respeto por los estándares
periodísticos profesionales es deficiente. En la prensa peruana existe una tendencia hacia
el sensacionalismo y a concentrarse en escándalos y actos criminales. Después del
período de Alberto Fujimori, muchos medios de comunicación trataron de demostrar su
independencia del gobierno vehementemente, lo cual hizo que se prestara poca atención a
los méritos de la administración del expresidente Alejandro Toledo. Algunos medios son
criticados por su dependencia de ciertos grupos económicos y por sus sesgos en la
cobertura noticiosa. Los medios cumplen un papel predominante en la definición de la
agenda pública. La calumnia se considera delito, y a aquellos periodistas que investigan
casos de corrupción se les amenaza con demandas judiciales. En 2003, se había
registrado una disminución de casos concretos de intimidación y violencia contra
periodistas, aunque seguía siendo un problema en las provincias. Según ANP -Asociación
Nacional de Periodistas- hubo 42 casos de persecución a periodistas frente a 78 en 2 002.
En su mayoría se trató de amenazas de violencia o de emprender acciones judiciales, o
acusaciones de calumnia por parte de políticos locales, autoridades policiales o militares, o
empresarios. La corrupción en los medios sigue estando presente hasta hoy en día,
aunque ahora se presenta en una menor medida que antes.

Libertad de expresión y asociación


Perú es clasificado como país "libre" (Freedom House 2 004), por encima del promedio de
América Latina, lo que sugiere que los derechos de expresión y asociación están
garantizados. El derecho a asociarse de manera pacífica ha sido respetado. A veces, se
ha usado una fuerza excesiva para dispersar a los manifestantes.

Igualdad de acceso a financiación y publicidad para las


campañas electorales[editar]

Imparcialidad y efectividad de la representación


El poder efectivo de las autoridades elegidas
Durante el gobierno de Fujimori, el poder efectivo de las autoridades se vio comprometido
por la concentración del poder en la presidencia, el Servicio de Inteligencia Nacional y a
los militares, y la extensa red de corrupción realizada por los funcionarios del Ejecutivo que
involucró congresistas, jueces y dueños de medios de comunicación, entre otros. Después
de la caída del régimen de Fujimori, y del reemplazo de una buena parte de la cúpula
militar y la elección del nuevo Presidente y Congreso en 2001, los funcionarios elegidos
recuperaron su plena autoridad en todo el territorio nacional y en la mayor parte de los
dominios de la política.

Sistemas electorales y de partidos que faciliten exigir


cuentas a sus elegidos.
Los ciudadanos no pueden lograr una rendición de cuentas efectivas de las autoridades
elegidas. Las elecciones no desempeñan de manera efectiva que los ciudadanos
seleccionen a candidatos y a partidos, y que llamen a cuentas sobre políticas públicas;
además, los costos para supervisar la conducta de cada legislador es excesiva. Una de las
causas es la debilidad e los partidos políticos y la fragmentación partidaria. Los partidos
políticos han sido relativamente débiles en la historia peruana: la adopción tardía del
sufragio universal y la dominación de la oligarquía sobre los partidos hizo que el
surgimiento del sistema de partidos democrático solo ocurriera en la transcición de la
democracia -los ochentas-.
Los partidos políticos en los ochentas, contaban con numerosos seguidores, además de
una presencia organizacional. Sin embargo, la dirigencia era altamente personalizada,
poca democracia interna, visiones y prácticas excluyentes y antagónicas, y un enfoque
patrimonialista en la conformación y el mantenimiento de las bases de apoyo social. Los
partidos políticos vieron desaparecer su respaldo político, por los fracasos de
gobernabilidad de los gobiernos de Belaúnde y García, la crisis económica, la
hiperinflación, el conflicto con Sendero Luminoso, y las políticas antidemocráticas de
Fujimori. Entonces, los partidos fueron sustituidos por movimientos electorales más
personalistas y débiles. El índice de volatilidad electoral de 1980 a 2000 fue de 51,8, el
más alto de la región. El sistema de partidos se encuentra muy fragmentado y el apoyo
partidista es efímero. Los partidos no son lo sufientemente ideológicos ni lo
suficientemente organizados para presentar visiones nacionales de política y asegurar que
aquellos elegidos por el partido lo sigan. Es posible que por eso, y por la incapacidad de
hacer políticas creíbles, y la existencia de una ciudadanía poco informados, los electorales
elijan a los ciudadanos de acuerdo a los atractivos de la personalidad del personaje de
turno o en promesas de producir beneficios particularistas -obras públicas-.
Los actores tienen pocos incentivos para buscar reformas de interés general, pues los
costos y los obstáculos son grandes en comparación con los potenciales beneficios. Se
percibe que es mejor los costos concentrados y de corto plazo, que los costos de las
reformas de largo plazo inciertos y difusos. La falta de un entorno institucional fuerte acorta
el horizonte temporal de los actores políticos, impide la posibilidad de lograr acuerdos
entre la legislatura, y reduce la posibilidad de que los partidos o actores políticos sean
recompensados por la implementación de políticas de interés general. La fragmentación
impide la rendición de cuentas, pues es difícil reconocer el mérito o culpar a los partidos
por ciertos resultados de política. Hay una inadecuada organización del debate
parlamentario; además de eso, los políticos son bastante personalistas, y buscan
resultados más tangibles como son la fama, el patronazgo y otro beneficios para intereses
especiales y propios. El voto preferencial hace que los legisladores atiendan demandas
más locales que nacionales haciendo promesas sobra la creación de obras públicas, pese
a que el Congreso no tiene iniciativa de Gasto.
La incapacidad de que los partidos puedan imponer disciplina ha sido acentuado por el
sistema del voto preferente. Este sistema hace que las elecciones se conviertan en una
batalla de personalidades en la misma lista de partidos como entre las distintas
colectividades. Esto refuerza la naturaleza personalista de la justa electoral, agudiza las
divisiones intrapartidistas, y disminuye la influencia de los dirigentes en el Legislativo. La
popularidad de los partidos tienden a asociarse a un solo dirigente, lo que hace que los
ciudadanos tengan pocos vínculos o intereses creados en las decisiones políticos; la
credibilidad de los partidos tiende a asociarse del desempeño del gobierno de turno, lo
cual no ha favorecido a los partidos en los últimos tiempos.
La representación proporcional y la segunda vuelta mayoritaria tienden a fomentar la
fragmentación de los partidos. En 2001, se redujo la proporcionalidad aumentando el
número de congresistas de 80 a 120. El gran tamaño del distrito de Lima sigue fomentando
la fragmentación de los partidos y a una débil conexión entre los electores y sus
representantes, aunados a los pocos requisitos para obtener y mantener la personería
jurídica.
El poco prestigio de las colectividades políticas y del Congreso conduce a un círculo
vicioso en que los ciudadanos no participen en los partidos o en la supervisión del
Congreso, lo que provoca que se exija un menor financiamiento del Congreso, en vez de
inversiones para mejorar su capacidad.

Sistema de financiación política que límite el tráfico de


influencias y la distorsión en la equidad de representación
La financiación de los partidos ha sido generalmente privada, carecía de límites, no estaba
regulada, y ha sido a espaldas de la opinión pública. Las contribuciones ha sido de
grandes donaciones dado por financiadores adinerados o grandes corporaciones. Esas
donaciones por lo general se daban en especie (automóviles, tiempo en los medios de
comunicación, espacios publicitarios pero el político o el partido tenía obligaciones hacia
ellos. Esto ha contribuido a la corrupción (contribuciones financieras a cambio de
tratamiento privilegiado en la contratación oficial o en el cumplimiento de las normas)y al
favoritismo en las decisiones relacionadas con políticas públicas, pero no ha provocado
grandes escándalo sobre fondos provenientes del narcotráfico u organizaciones
criminales.

Proporcionalidad entre los votos adquiridos y los escaños


legislativos
Los sistemas electores del Perú han favorecido que los partidos minoritarios tengan
representación, cosa que ha contribuido más a la prominencia de los pequeños
movimientos personalistas. Existe una gran relación entre la proporción de votos y
escaños obtenidos. Sin embargo, la ley actual de Partidos, tiende a no permitir la entrada y
supervivencia de los partidos minoritarios.

Equidad de representación geográfica


Dado que antes existía el sistema de distrito nacional, existe la costumbre de concentrar
los esfuerzos en las regiones más pobladas pues en estas zonas la inversión de recursos
políticos, el patronazgo y los recursos de campaña rendirán mayores retornos en votos.
Sin embargo, el sistema actual no es excesivamente desigual en términos de
representación geográfica.

Equidad en la representación de género y grupos étnicos


Las mujeres han logrado avances a estar representadas y tener presencias en las listas
del congreso. El porcentaje de mujeres en el Congreso está por encima de la media. La
actual Ley de Partidos Políticos exige que haya de un 25 a 30% de mujeres a las
posiciones de dirigencia política dentro del partidos. Las minorías indígenas están
subrepresentadas. La representación efectiva de los grupos particulares como las mujeres,
los indígenas o los grupos religiosos, son socavados por los valores culturales
predominantes, las barreras del lenguaje, la discriminación social y los obstáculos a la
participación.
Capacidad para agregar las preferencias ciudadanas y
buscar consensos
Efectividad del Congreso como foro para la formulación de
políticas nacionales
Hay debilidades para diseñar políticas de largo plazo, una incapacidad para poner límites a
las decisiones arbitrarias del Ejecutivo, y la existencia de la naturaleza vólatil e
impredecible de las políticas. Existe una falta de competencia de los legisladores -aunque
existe unos pocos legisladores capaces y experimentados-, deficiencias en la organización
y procedimientos de la legislatura, una inadecuada capacidad técnica y de investigación -
que genera una incapacidad para analizar la factibilidad, costes e impactos económicos y
sociales de las leyes-, poca transparencia y apertura a la sociedad civil. La naturaleza
personalista de las comisiones legislativa, por lo general no tienen un respaldo de los
partidos, impiden un funcionamiento eficiente del Congreso y debilitan la capacidad de los
partidos para actuar como bancada. No existe canales de comunicación entre los grupos
de la sociedad civil y las comisiones. La información que se da a la sociedad civil acusa
deficiencias, y el contenido de las leyes no se difunde hasta que esta sea aprobada. Pese
a que existe un registro electrónico y en línea de las votaciones, su alcance en la
ciudadanía es limitado.

Rendición de cuentas
Control político al ejercicio de autoridad entre las diferentes
ramas y agencias del gobierno
La constitución del Perú le da poderes al Legislativo para que controle las acciones y
conducta del Poder Ejecutivo. También tiene otras funciones inherentes al sistema
parlamentario como la capacidad de emitir censura a los ministros del gabinete y la de dar
el voto de confianza. Además, tiene derecho a interpelar ministros, a solicitar datos e
informes a los ministerios y otras agencias gubernamentales, a crear comisiones de
investigación, a ejercer control sobre el presupuesto, a revisar y aceptar o rechazar
acciones legislativas del Ejecutivo, a realizar antejuicios y juicios políticos y acusaciones
constitucionales. A pesar de eso, el Legislativo no ha sido muy eficiente en la vigilancia y
control del Ejecutivo. Las razones son que las constituciones han dotado al Ejecutivo de
amplios poderes, la existencia de mayorías partidistas en el Congreso favorables al
Ejecutivo, y a incentivos que limitan las capacidades de control de Legislativo. Últimamente
el Legislativo viene desarrollando sus poderes de control, aunque irresponsablemente. La
naturaleza personalista de los políticos tiende a buscar beneficios concretos. Ya que los
congresistas no tienen poder de iniciativa de gasto, estos dependen del Ejecutivo. El poder
judicial no desempeña efectivamente la capacidad de garantizar la constitucionalidad de
las leyes y los abusos del poder Ejecutivo.

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