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Desde el punto de vista del fortalecimiento del sistema de partidos, las tres últimas
enmiendas son de particular importancia. La eliminación del sistema de votación
preferencial fomentaría la unidad partidaria y así ayudaría, de paso, a la disciplina
interna. Bajo el sistema actual, para las elecciones congresales los votantes deben
elegir primero un partido y luego un candidato dentro de esa lista en la boleta
electoral. El sistema tiende a promover una lucha partidaria interna, ya que los
candidatos individuales dentro de la lista compiten entre sí por la obtención de los
votos. Cambiar el momento de las elecciones parlamentarias también tendría
implicaciones significativas. Este sistema implicó la construcción de alianzas, pero
sin ninguno de los costos involucrados en ello. Desde la constitución de 1993 ha
habido tres instituciones involucradas en las elecciones -en vez de una sola como
en períodos anteriores- que son: el Jurado Nacional de Elecciones – JNE, la
Oficina Nacional de Procesos Electorales – ONPE, y el Registro Nacional de
Identidad y Estado Civil -Reniec. En los últimos años ha habido disputas entre
estas agencias (en particular entre el JNE y la ONPE), lo que a menudo ha traído
gran confusión, Sin embargo, en vista de que los nuevos sistemas de registro de
partidos y de supervisión de fondos les dan nuevos poderes a las autoridades
electorales, la vuelta a una agencia única probablemente podría producir una
concentración del poder. Dada las recientes experiencias de prácticas electorales
irregulares, esta podría no ser una solución óptima.
El país ha sido víctima de una serie de shocks históricos que han contribuido con
la formación de un sistema político fragmentado y una cultura política poco
desarrollada. Actualmente, la confianza en los partidos políticos es de las más
bajas en la región, lo que ha resultado en que el peruano promedio no está
particularmente interesado en la política ni en trabajar directamente por un partido
o candidato1. Además, se evidencia la proliferación de pequeños partidos,
fragmentando la oposición y dando lugar a organizaciones de corte independiente
y, en casos, antipartidarias2. La crisis de los partidos políticos se encuentra en el
centro de la crisis de representatividad que experimenta el país. Los principales
partidos del sistema peruano han cambiado constantemente desde los inicios de
los años noventa sin que ninguno haya logrado consolidarse dentro del sistema
político. Esta situación resulta del quiebre del sistema de partidos que estaba en
proceso de construcción en los años ochenta, y que se consolidó a partir del
“autogolpe” de 1992. Desde entonces, el Perú ha visto aparecer y desaparecer
organizaciones políticas que no han logrado dar lugar a un sistema de partidos
políticos propiamente dicho. En este contexto, es necesario que los partidos
políticos cuenten con un rol fundamental en el proceso de descentralización y para
que éste sea exitoso se necesita de la participación de la clase política dentro de
un marco regulatorio que defina claramente sus tareas y responsabilidades y de la
participación activa de la ciudadanía, por lo que es necesario el desarrollo de
partidos políticos plurales y de amplio alcance.
Durante el inicio de los años 90, el gobierno del Ing. Alberto Fujimori, introdujo
cambios en esta dinámica de desarrollo partidario, desalentando las perspectivas
de logros a nivel local y regional. En lugar de incrementar los fondos a gobiernos
locales, para el fortalecimiento institucional no solo de estos sino también de los
partidos políticos que proveían a sus gobernantes. La principal medida fue el
Decreto Ley 776, mediante el cual se cortaban las transferencias a gobiernos
locales de forma drástica. Así, el presupuesto antes manejado por las
municipalidades pasó a ser manejado por FONCODES, un programa de
desarrollo que proveía de financiamiento central a proyectos locales
específicamente seleccionados por el gobierno. Esto generó que las acciones
posibles por gobiernos locales fuesen considerablemente limitadas y que los
proyectos de mayor importancia realizados a nivel local fuesen atribuidos al
gobierno central. La consecuencia de esto fue el fortalecimiento de las
organizaciones sociales de base y la proliferación de movimientos sociales
paralelos al sistema tradicional. Estos nuevos grupos ya no tenían que pasar por
las rutas tradicionales para expresar sus demandas, pues ya no tenían que acudir
al municipio, negociaban directamente con FONCODES o en otras palabras con el
gobierno central. Esto debilitó la institucionalidad en general y particularmente a
los partidos políticos tradicionales, pues estos ya no eran los canales de conexión
entre la población y el estado.
En la práctica, los gobiernos locales, aún antes de que se estableciera una mayor
descentralización, surgieron como un espacio de poder que en muchos casos ha
sido tomado por partidos independientes o incipientes, donde los partidos políticos
han encontrado difícil mantener un contacto con la población. A pesar de las
ventajas que la presencia de partidos locales pueda generar en el sentido en que
el gobernante puede tener una relación más directa con la localidad, si el partido
no cuenta con un nivel mínimo de institucionalización se pierden los beneficios de
los partidos políticos en tanto a la imposición de disciplina y continuidad de
políticas. Los bajos niveles de institucionalización en los partidos políticos
fomentan la proliferación de líderes locales, lo que hace que estas organizaciones
políticas se deban a los grupos locales específicos que los eligieron. En este
sentido, cada alcalde electo con un 20% o 25% de apoyo tiene que responder a
grupos muy pequeños de población y no a intereses más generales 3. Este hecho
obliga a atomizar las políticas públicas, lo cual es aún más perjudicial en un
contexto de intento de descentralización. Por estas razones, el fortalecimiento de
los partidos políticos en este nivel de gobierno resulta básico si es que lo que se
quiere es asegurar los beneficios de la descentralización en un contexto de
democracia4.
Bajo dicho criterio, las reformas de la Comisión se centraron en tres ámbitos del
sistema político: el sistema de gobierno, el sistema de partidos y el sistema
electoral. Sobre dichos ámbitos, se partió de un diagnostico centrado en cuatro
ejes de problemas:
3
Grompone, R. (2005). La escisión inevitable: partidos y movimientos en el Perú actual (Vol. 26). Instituto de Estudios peruanos.
4
Comisión de Alto Nivel para la reforma Política (2018) Informe Final.
https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/300957/Comisi%C3%B3n_Informe_Completo-compressed_compressed.pdf?
v=1553274382
5
Ídem
ii. Política altamente vulnerable a prácticas de corrupción, con escasa
rendición de cuentas;
iii. Democracia con problemas de gobernabilidad y de control político; y
iv. Limitaciones a la participación electoral y política de los ciudadanos.
Pero en ello también, debemos poner atención en los líderes, pues parte de la crisis
severa que afrontan los partidos, se debe a ellos, dada la centralidad de la que gozan
dichas instituciones de representación popular.
Los efectos del apoyo al sistema y la percepción del desempeño son particularmente
considerables cuando se contrastan con los anteriormente explorados de las variables
socioeconómicas y demográficas. En ambos casos, los efectos de las variables
actitudinales son sustantivamente mucho mayores que los que encontrábamos para el
género, edad y tamaño de la ciudad. No sólo el desempeño a nivel nacional es
importante. El análisis indica que el desempeño a nivel local es también relevante. La
satisfacción con los servicios proporcionados por los gobiernos locales es un factor
estadísticamente significativo a la hora de explicar la confianza en los partidos políticos.
Manteniendo constantes el resto de variables, cuanto mayor es la satisfacción con los
servicios locales, mayor es la confianza en los partidos. Contrario a la falta de
consenso en cuanto a cómo calificar las transformaciones que actualmente
experimentan los partidos, analistas y académicos sí parecieran estar de acuerdo en
cuanto a las causas de la erosión de su estima o confianza en la ciudadanía. En
términos generales, buena parte del descontento con los partidos pareciera provenir de
su fracaso en el desempeño de sus principales roles en el proceso democrático, sobre
todo esos que deben desempeñar como instituciones u organizaciones.
1.3. Institucionalización
1.4. Democratización
Está referida a la calidad del partido que le permite establecer y seguir procesos
de selección de autoridades y candidatos con amplia participación de los
miembros de la agrupación y de una manera que le acerque a representar la
diversidad de las sociedades en las que se enmarcan. Se debe implementar un
conjunto de disposiciones y medidas políticas tendientes a garantizar que la
elección de dirigentes internos, la designación de candidatos a puestos de
elección popular, y el diseño y determinación de la plataforma programática y/o
ideológica del partido sea producto de la voluntad libremente expresada de la
mayoría de sus miembros. Más aún, para considerar a un partido como
democrático este debe de contar con mecanismos formales y/o informales que
garanticen el acceso fluido y oportuno entre miembros de distintos niveles a lo
interno de la institución, y con la flexibilidad para escuchar e incorporar a grupos
organizados relevantes en el país en sus estructuras.
De la misma forma, las reglas para definir quien tiene derecho a elegir o a ser
electo dentro de un partido tienden a enfrentar el fortalecimiento institucional con la
transparencia y la democratización. Está claro que entre más abiertas y
generalizadas sean estas normas, más democrático será́ el partido y, por ello, más
transparentes y sensibles al escrutinio público serán sus procesos internos.
1.5. Transparencia
1.6. Ideología
Esto es, se debe tener definido los pilares básicos o programa político como
propuesta y como línea de gobierno.
1.7. Reclutamiento
Debe ser una tarea constante, pues les permitirá conocer no solo de su ideología,
sino de los programas que puedan definir. Un partido debe considerarse
institucionalizado cuando establece lealtades y alianzas con quienes se asocian
con el (seguidores y, sobre todo, miembros). Estos procesos, relaciones y
estructuras resultan en el desarrollo y fortalecimiento institucional interno del
partido. Se deben generar programas de capacitación y espacios para el análisis,
el debate y la rendición de cuentas. Ello permitirá mantener a los miembros de
unos partidos políticos conscientes e informados de la situación del partido y del
país donde este funciona. Igualmente, sirven para reforzar las identidades del
grupo en torno a ideas u objetivos que unen e integran a los miembros de la
institución, y a la vez los diferencian de los demás partidos. Así́, este tipo de
programas fortalece la institucionalidad partidaria.
Contar con militancia activa que se identifique con los ideales y objetivos del
partido político al que se han inscrito. Ello permitirá que tengan participación y
presencia en las elecciones internas al momento de elegir a sus delegados y con
ello, a posterior, formarlos para ser considerados como candidatos en las
elecciones.
Carrión, J., Zárate, P., & Seligson, M. (2010). Cultura política de la democracia en Perú, 2010:
consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles. Instituto de Estudios Peruanos.
Grompone, R. (2005). La escisión inevitable: partidos y movimientos en el Perú actual (Vol. 26).
Instituto de Estudios peruanos.
Tanaka, Martin. (2007). El sistema de partidos “realmente existente” en el Perú, los desafíos de
la construcción de una representación política nacional y cómo enrumbar la reforma política”.
Lima: CIES