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Universidad de Cartagena

Facultad de ciencias económicas

Programa: Administración de Empresas


Semestre I

Asignatura: Humanidades

Actividad de aprendizaje unidad 2: Reformas agrarias

Docente: Naudel María Almario Sáenz

Cipa: los indestructibles

Sede Cerete – córdoba

Año: 2021
Introducción

La reformas Agrarias en Colombia han sido un tema estratégico en la solución de


diversas problemáticas que afectan al país, como son la violencia en el campo, el
desplazamiento forzado, el desempleo, la pobreza y el narcotráfico, el presente
trabajo esta se comprenderán las principales reformas agrarias que se han puesto
en marcha en Colombia, destacando sus principales características sobre cuál es
el verdadero problema o la causa que ha instigado fuertemente las condiciones
estructurales establecidas en las zonas rurales de Colombia y el sector económico
originario del mismo, el sector agrario ha promovido la realización de tres reformas
agrarias, principalmente y la implementación de innumerables planes de desarrollo
dirigidos hacia este sector. Vamos acompáñame a ver cuales son esas reformas.
Ley 200 de 1936 (ley de tierras)

Ante los conflictos agrarios, el Congreso Nacional aprobó la Ley 200 de 1936 que
buscaba darle a la propiedad un nuevo marco legal, a pesar de que muchos de
sus opositores la calificaron como un atentado contra la propiedad particular. Esta
Ley presumió de propiedad privada los terrenos poseídos por particulares,
entendiendo por posesión la explotación económica del suelo; presunción que
comprendía también las porciones incultas adecuadas para la explotación del
predio. Presumió baldíos los terrenos no poseídos o no explotados
económicamente. Estableció que la propiedad privada se acreditaba por títulos
originarios y títulos inscritos, en que constaran tradiciones de dominio por un
período no menor a 30 años, término que señalaba la ley para la prescripción
extraordinaria.

La Ley 200 estableció la extinción del dominio a favor del Estado sobre las tierras
incultas, si no se cultivaban durante 10 años continuos a partir de su vigencia.
Esta extinción no obraba para predios menores de 300 metros cuadrados. Que
fueran la única propiedad rural de una persona, ni para predios que pertenecieran
a personas incapaces o menores de edad. Estableció la prescripción adquisitiva
de dominio a favor de quien explotara durante cinco años continuos un terreno de
propiedad particular, inculto en el momento de la ocupación.

Igualmente la ley prohibió la tala de bosques, con el objeto de preservar las


vertientes de agua, y estableció que en esas áreas solamente se podían llevar a
cabo desmontes, previo permiso otorgado por el gobierno, al que facultó para
señalar las zonas en las que debían crearse reservas forestales. Estableció reglas
especiales para juicios de lanzamiento y posesorios, como la obligación de la
inspección ocular, suspensión de la ocupación de hecho, penas de arresto a quien
reincidiera en la ocupación y obligación de pagar mejoras. Así pues, dispuso que
el poseedor de un predio podía exigir legalmente la suspensión de ocupaciones de
hecho. A las 48 horas de presentada la queja al funcionario respectivo, se
verificaría el lanzamiento y la acción prescribiría a los 120 días, contados desde el
momento de la ocupación. Según la ley, quien fuera lanzado y ocupara de nuevo
el mismo predio incurriría en pena de arresto de 60 días. En cuanto a la acción
posesoria, dispuso que sólo podía invocarla quien poseyera materialmente el
predio. De estas dos acciones conocerían los Jueces de Tierras, quienes no
podían fallar sin practicar previamente una inspección ocular que les permitiera
apreciar los hechos. Dispuso que los Jueces de Tierras fallaran sobre los
resultados de la inspección ocular y otros elementos que contribuyeran al
conocimiento de los hechos. En los fallos debería decidirse si era o no del caso
pagar las mejoras, para lo cual éstas se definían como toda labor que se realizara
en un terreno, y su avalúo comprendía el valor comercial de edificaciones.
Ley 135 de 1961

La Ley 135 del 13 de Diciembre de 1961, instaurada en la administración de Lleras


Camargo (1958-1962), contemplaba seis objetivos claros, el primero de ellos:
Reformar la estructura social agraria por medio de procedimientos enderezados a
eliminar y prevenir la inequitativa concentración de la propiedad rústica o su
fraccionamiento antieconómico; reconstruir adecuadas unidades de explotación en
las zonas de minifundio y dotar de tierras a los que no la posean, con preferencia
para quienes hayan de conducir directamente su explotación e incorporar a ésta
su trabajo personal. Los otros cinco objetivos estaban encaminados a generar
mejores condiciones socioeconómicas de los pobladores, atendiendo la necesidad
del fomento de la producción agraria, establecer mejores garantías para los
asalariados agrícolas y los propietarios de tierras, la previsión de servicios sociales
y técnicos y la adecuada utilización de los recursos naturales. En esta ley se crea
el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), como una entidad
dotada de personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio propio, con
sus respectivas funciones. Conjuntamente, se crea el Consejo Social Agrario
como órgano consultivo del gobierno y del INCORA. Además, la formación del
Fondo Nacional Agrario, que en ese momento se le destinó un presupuesto anual
de trescientos millones de pesos que debía estar contemplado en el presupuesto
nacional para su aprobación. La Ley estableció disposiciones frente a la extinción
del dominio sobre tierras incultas, adjudicación de baldíos nacionales, entre otras
disposiciones, asignándole tierras a campesinos para trabajarlas.

Ley 160 de 1994

Ley 160 de 1994 Por la cual se crea el Sistema Nacional de Reforma Agraria y


Desarrollo Rural Campesino, se establece un subsidio para la adquisición de
tierras, se reforma el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria y se dictan otras
disposiciones Con la apertura económica iniciada en 1990, las políticas
neoliberales buscaban reducir el tamaño y la injerencia del Estado, y frente a los
resultados precarios de la reforma agraria se planteó la Ley 160 de 1994 bajo el
esquema del mercado de tierras. El énfasis se centró en facilitar la negociación
directa entre propietarios y campesinos, quienes adquirieron un subsidio para la
compra directa. Los resultados del mercado de tierras fueron aun más marginales
que los de la Ley 135, el crédito complementario al subsidio para la adquisición de
tierras no funcionó, obligando al Gobierno nacional a realizar ajustes

a Ley 160 de 1994 se realizaron cambios profundos en el concepto de RA


tradicional o clásico, y se pasó a un mecanismo en el que la propiedad se adquiría
a través de la compra directa por parte de los campesinos, donde el 70% del costo
provenía de los campesinos y el restante 30% podía provenir de una línea de
crédito especial de los intermediarios financieros, con el requisito de presentar un
proyecto productivo, o de recursos propios (Fajardo, 2002). En este caso, el Incora
se comportaba como mediador del proceso de negociación entre propietarios y
campesinos, y también le correspondió coordinar las acciones de los organismos
que integraron el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural
Campesino, creado como mecanismo de planeación, coordinación, ejecución y
evaluación de las actividades dirigidas a la prestación de los servicios
relacionados con el desarrollo de la economía campesina y la promoción del
acceso de los trabajadores agrarios a la propiedad de la tierra. Según Benítez
(2005), el compromiso del Incora y del Estado fue escaso; la participación se limitó
a la mediación para la compra de tierras y a la entrega del subsidio,
respectivamente. La UAF es redefinida como empresa básica de producción
agrícola, pecuaria, acuícola o forestal, cuya extensión, conforme con las
condiciones agroecológicas de la zona y con tecnología adecuada, permitió a la
familia remunerar su trabajo y disponer de un excedente capitalizable que
coadyuvara a la formación de su patrimonio (Balcazar et ál., 2001). El concepto de
RA en esta fase consistió en un mecanismo para afectar la estructura agraria, a
través de la redistribución de tierras por mercado, es decir, mediante la compra
directa de tierras por parte de los campesinos, subsidiada de forma parcial por el
Estado y mediada por la acción institucional del Incora.

CONCLUSION
Dentro del análisis expuesto pudimos comprender las principales reformas
agrarias que se han puesto en marcha en Colombia, Siendo estas reformas
agrarias un instrumento, a la vez que una estrategia para el desarrollo rural,
Colombia se dedicó en los últimos cuarenta años a implementar un modelo de
desarrollo rural sin acceso a la propiedad rural, y con pocas fortalezas para
garantizar los derechos de propiedad. Se realizó así un desarrollo rural
instrumental con enfoque productivista, sin una estrategia de transformación de las
estructuras políticas y sociales en el campo, y menos con una propuesta de
articulación ordenada, equitativa y sostenible entre el campo y la ciudad. Lo
urbano y lo rural se engendraron como dos polos opuestos y contradictorios, en
lugar de una dupla articulada que podría potenciar el desarrollo sin conflictos. El
criterio de entregar tierras de alto costo a campesinos con altos índices de
analfabetismo, sin redes sociales organizadas, carentes de capital social,
atendidos por organizaciones públicas con altas dosis de ineficiencia y corrupción,
actuando con criterios centralistas y en defensa de intereses no públicos, acabó
con las posibilidades de transformar el sector rural y que hasta la fecha ese
problema no se ha podido solucionar, tambien podemos concluir que las reformas
agrarias que se han implementado en colombiana han tenido ciertas debilidades lo
cual las a llevado a ser ineficientes por los conflictos de interes o por la presión
ejercida por los grandes terratenientes, algunos políticos y los grupos armados
ilegales que no permiten una adecuado distribucion de tierras no u desarrollo
agrario sostenible.

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