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INTRODUCCION
El país no ha definido todavía cuánta tierra pueden comprar los extranjeros. Hay que
encontrar un equilibrio entre agroindustria competitiva, seguridad alimentaria y mano de
obra campesina. Ahora que el país está trenzado en un debate por la soberanía sobre sus
mares, más allá del fanatismo con el que han sido calificados los intentos de proteger la
propiedad nacional de la tierra, la discusión no es un tema menor. En un país donde la
propiedad rural es un complejo laberinto, donde se importan 7 millones de toneladas de
cereales al año y donde se tiene uno de los índices Gini más altos de desigualdad rural
(0,88), la discusión adquiere mayor relevancia. No obstante, a pesar de que todas las voces
son conscientes de que hay que regular, en el ‘cómo’ hay diferencias sustanciales, dada la
inestabilidad política que acompaña el cuerpo legislativo colombiano y sus frecuentes
impases con otras ramas del poder , y sin duda alguna los intereses particulares que cada
integrante de este cuerpo colegiado pueda tener sobre el tema.
La Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, adelantó desde finales de
2010 el proyecto “Dinámicas en el mercado de la tierra en América Latina”, con el fin de
identificar fenómenos de concentración, extranjerización y Land Grabb y sus efectos, pues
desde la comunidad internacional y en especial estudios avanzados y garantes de
credibilidad desarrollan preocupantes estadísticas y datos reveladores sobre la situación
actual sobre las dinámicas en el mercado de la tierra en en el pais. El presente documento
describe la situación de Colombia, la que se caracteriza por la violencia y los conflictos
rurales causantes del éxodo forzado de más de 5,1 millones de personas y entre 6,6 y 8
millones de hectáreas abandonadas o despojadas, fenómeno que agudizó el histórico
atesoramiento de la tierra en manos de terratenientes, narcotraficantes, paramilitares y
grandes empresarios. Precisamente, en el periodo 2002 a 20012 se incrementó la
concentración de la tierra al amparo de políticas gubernamentales que estimulan la
inversión privada en la explotación de los recursos mineros y energéticos, de una parte, y
en la producción de agro combustibles, cultivos de alimentos como maíz y soya, y
forestales, de la otra. Temas cruciales , entablan puntos cuestionables sobre las actuales
políticas de crecimiento económico adelantas bajo el gobierno del presidente santos ,
continuadas y desarrolladas en mayor proporción a raíz de los avances alcanzados en el
gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez .
RESUMEN
Palabras clave
Legislación, extranjeros, tierra, campesino, social, conflicto, inversionistas, Colombia,
seguridad.
ABSTRACT
In the present article in a succinct manner shows poorly developed and even the deficiency
that occurs in the Colombian legal system in terms of rules governing access to land by
foreigners. The agrarian question in Colombia has been marked historically by the problem
of access to the property by small and medium producers, or those who do not have this
asset. He peasant is a missing link, of little interest to the agriculture ministry. It has also
been notorious weakness of property rights and the state's inability to guarantee them. The
struggle for access to land in rural areas has led to numerous conflicts, both between
owners, farmers and settlers, and between them and the state, rural and urban society. These
conflicts began in colonial times were exacerbated in the twenties and thirties of the
twentieth century and is still recognized in today's society. It displays the historical and
social context in which it develops this foreign investment aimed at the acquisition of vast
tracts of territory, breaking regional autonomy schemes and food security.
KEY WORDS
Legislation, foreign, land, peasants, social, conflict, investors, Colombia, security.
1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO SOBRE LA TENENCIA DE LA
Desde mediados del siglo pasado se han intentado distintas iniciativas para modificar la
estructura agraria en Colombia, sin embargo sus resultados han sido precarios y marginales.
En efecto, la Ley 200 de 1936, expedida en el medio de conflictos sobre tierras entre
terratenientes y campesinos, y en la que se planteaban exigencias para acreditar la
propiedad privada, el derecho de las comunidades rurales de adquirir las tierras que
explotaban si demostraban la posesión durante cinco años (prescripción adquisitiva), y la
facultad de estatal de extinguir el derecho de dominio cuando no se ejerciera la función
social, fue objeto de recortes sustanciales en normas posteriores. Particularmente, con el fin
de que evitar la adquisición de la tierra de las comunidades rurales, en 1944 se declararon
de utilidad pública los contratos de aparcería y arrendamiento (Ley 100 de 1944), en los
que se prohíbe el establecimiento de cultivos de rendimiento tardío, situación que se conoce
como la primera contrarreforma agraria. En la década del 60, se producen cambios
significativos en las políticas rurales y de desarrollo agrícola. En primer lugar, mediante la
Ley 135 de 1961, se crea el Instituto Colombiano de Reforma Agraria -Incora; se autoriza
la constitución de reservas indígenas y la realización de contratos entre el Incora y
empresarios agropecuarios, y se conforma la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos
-ANUC. Sin embargo, el reformismo agrario y la búsqueda de soluciones no violentas a los
conflictos por la tierra fueron abortados mediante el Acuerdo de Chicoral (Leyes 4, 5 y 6 de
1973).
Posteriormente, se expide la Ley 160 de 1994 que deroga la Ley 30 de 1988 -último intento
de política redistributiva de la propiedad de la tierra-, en la que se consagra el mercado de
tierras a través del otorgamiento de un subsidio para la compra directa entre campesinos y
pequeños productores con los propietarios, subsidio que fue eliminado en el Plan Nacional
de Desarrollo del primer Gobierno de Álvaro Uribe Vélez (Ley 812 de 2003), así como
todas las iniciativas tendentes a redistribuir la tierra.
En Colombia se adelantó una reforma agraria marginal que no logro modificar la estructura
de la tenencia de la tierra y cuyos resultados se evidenciaron en la titulación de terrenos
baldíos a grandes terratenientes , acreedores de su condición por procesos de adjudicación
provenientes de la misma guerra , como se detalló en las múltiples escrituraciones hechas
a militares combatientes de la guerra de los mil días , es esta , una de las razones más
sustanciales del acaparamiento de tierras por grandes familias , pues dichos derechos se
transmitieron de generación en generación , en razón y recompensa a sus antepasados
colaboradores de los procesos de conformación y caos político de aquellas épocas . El no
uso de figuras legales como compra o la expropiación de tierras no explotadas o en las que
se deterioraban los recursos naturales en desarrollo de la función social y ecológica de la
propiedad contribuyó al fracaso de la redistribución de la tierra, situación que se profundizó
por los conflictos armados que padece Colombia. En efecto, la concentración de la tenencia
de la tierra está asociada directamente a las violencias y el destierro que ha signado la
historia del país.es así como a mediados del siglo pasado , en las décadas de los 40 y 50 ,
las constantes confrontaciones entre los partidos tradicionales liberales y conservadores
( violencia bipartidista) agudizo el desplazamiento y en consecuencia el monopolio de la
tierra.
Dicha tendencia se acentuó en la década de los 80, en la que los narcotraficantes se hicieron
a 4,4 millones de hectáreas localizadas en tierras planas y de buena calidad, como estrategia
de lavado de sus fortunas ilícitas, control de territorios para la siembra, procesamiento y
tráfico de drogas, y adquisición de estatus social y poder político. Las mafias del
narcotráfico se aliaron con el paramilitarismo y bajo el discurso de combatir las guerrillas,
se apropiaron y contralaron vastos territorios con la comisión de graves, masivas y
sistemáticas violaciones de derechos humanos y de infracciones del derecho internacional,
bajo premisas combatientes a la naciente ola criminal y terrorista que mostraba tener los
grupos armados de izquierda , es a mediados de los años 90 , después de múltiples sucesos
trascendentales para la historia colombiana como la muerte de Luis Carlos galán
sarmiento , y tiempo después la muerte de Pablo Escobar Gaviria , se presentó la más grave
crisis de desplazamiento forzado presentada en Colombia , a raíz del surgimiento de
pequeños y medianos capos de la droga , que en búsqueda de soportar y determinar
sus monopolios de rutas , desencadenaron las más crueles y violentas masacres , como
quedo constatado en los anales de la historia colombiana. Tiempo después ,con las ya
conocidas investigaciones y recientes condenas a destacados políticos colombianos, se
determinó, que múltiples acuerdos se dieron entre estos últimos y los grupos paramilitares
con el fin de soportar procesos electorales a cambio de favores políticos , variedad de
afirmaciones y relatos de los hechos se dieron a conocer por la corte suprema de justicia
colombiana en las históricas condenas a estos destacados dirigentes pertenecientes a
diversos organismos del estado , principalmente el congreso de la republica .
El debate sobre la compra de tierras está a la orden del día en el mundo. India, China,
Estados Unidos, Malasia, Emiratos Árabes, entre otros países, han comprado o alquilado
vastas extensiones de tierra en países de África, América Latina y del sureste asiático.
Según el informe Transacciones transnacionales de tierra para agricultura en el Sur Global,
en los últimos 10 años se han cedido alquilado o vendido más de 200 millones de hectáreas.
Eso equivale a comprar buena parte de Europa. Este proceso se aceleró desde 2008, como
consecuencia de la crisis alimentaria que sufrieron varias naciones. Los países emergentes
saben que la tierra es un bien limitado, de alto valor estratégico para producir comida,
energía y minerales. Pero no solo han sido los gobiernos los interesados en las parcelas del
mundo, cuyo fin es abastecer a sus connacionales; entidades financieras han adquirido
predios con fines especulativos, pues representan un retorno seguro a largo plazo.
Tal como sucedió hace poco más de cinco siglos atrás, hoy asistimos a nuevas formas de
colonización que continúan obstaculizando el derecho a la libre determinación de nuestro
pueblo. Una de ellas es el proceso de extranjerización de tierras en zonas del territorio
nacional que son estratégicas desde el punto de vista de los recursos naturales no
renovables, la agricultura y zonas de frontera. Los intereses de los inversores foráneos
apuntan a determinadas zonas geográficas claves para el aprovechamiento actual o la futura
explotación de recursos específicos. Agua, selva, bosques, minerales, madera y riqueza
turística, todo vale a la hora de comprar tierras en el país para hacerse de recursos
estratégicos que, con el transcurrir del tiempo, se harán cada vez más vitales para el
desarrollo humano y empresario. Este proceso de neo-colonización, al igual que hace cinco
siglos atrás, también ocupa medios violentos. En suma, la extranjerización de nuestras
tierras tiene graves consecuencias sociales y económicas. Entre los riesgos de esta situación
podemos mencionar la pérdida del control nacional sobre el territorio y los recursos
naturales estratégicos, es decir, pérdida de soberanía; el desplazamiento forzado de pueblos
originarios de sus tierras; la expansión de modelos tecnológicos “importados” y en muchos
casos, de predatorios de los recursos naturales; la pérdida de la cultura y del arraigo de la
población en el medio rural y la dificultad de controlar, mediante legislación, la influencia
de los procesos de la economía globalizada sobre estos hechos.
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