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ETIOLOGÌA
SMD PRIMARIOS
• Síndrome de Bloom: mutaciones del gen BLM que da origen a una proteína que
participa en el mantenimiento de la estructura del ADN cuando el ADN se copia en la
célula y en la reparación del ADN dañado.
SMD SECUNDARIOS
- Adquiridos
• Radioterapia
• Quimioterapia
• Exposición al benceno
EPIDEMIOLOGÌA
La mayoría de SDM ocurren en adultos mayores con una mediana de presentación de 75 años,
ligero predominio en varones.
• Envejecimiento de la población
PATOGENIA
El evento inicial podría afectar a oncogenes (mutaciòn del protooncogén, potencial para
causar càncer), genes relacionados con el ciclo celular, factores de transcripción y genes
supresores de (limitan el crecimiento celular P53 y Rb) que conferirían a las células
implicadas una ventaja proliferativa clonal.
La lesión de estos genes críticos se produciría por mutación, por pérdida o ganancia de
material genético o por silenciamiento por mecanismos epigenéticos (marcas químicas que
se añaden al material genético y permiten su correcta actividad), como hipermetilación
aberrante.
CLASIFICACIÓN
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
SANGRE PERIFÉRICA
La mayoría de los pacientes presenta anemia normo- o macrocítica en grado variable, con
cifra de reticulocitos normal o disminuida. La leucopenia con neutropenia es común y la
plaquetopenia es más frecuente e intensa en los casos con exceso de blastos.
MÉDULA ÓSEA
Los pacientes con SMD con sideroblastos en anillo presentan con frecuencia
hiperbilirrubinemia, consecuencia probablemente de la eritropoyesis ineficaz. Los niveles
séricos de LDH suelen estar incrementados en los subtipos con exceso de blastos. En una
tercera parte de los casos se detecta una hipergammaglobulinemia policlonal, mientras que un
20% presenta hipogammaglobulinemia y un 10% gammapatía monoclonal. La prueba de
Coombs directa puede ser positiva en algunos casos, aunque raramente se producen anemia o
trombocitopenia autoinmunes.
CITOMETRÍA DE FLUJO
Los progenitores hematopoyéticos en los SMD presentan, con elevada frecuencia, patrones
inmunofenotípicos anormales, tanto en su distribución numérica como en su estadio
madurativo.
En los SMD secundarios, la frecuencia de alteraciones cromosómicas es mayor que en los SMD
primarios (75%-90% por métodos convencionales) y predominan las aberraciones complejas.
Las más frecuentes son la deleción total o la deleción parcial de los cromosomas 5 y 7
(asociadas a radioterapia o a agentes alquilantes) y las traslocaciones balanceadas con 11q23,
21q22 y 3q26, así como las deleciones del cromosoma 13 (asociadas a fármacos que actúan
sobre la DNA topoisomerasa II).
Así, el síndrome 5q− suele observarse en mujeres con anemia macrocítica, número normal o
aumentado de plaquetas, hipoplasia de la serie eritroide y presencia de megacariocitos
hiposegmentados.
Las técnicas de FISH con sondas específicas para las anomalías cromosómicas más frecuentes
permiten reconocer alteraciones crípticas y están particularmente indicadas en los casos con
pocas metafases o de mala calidad.
Genética molecular
DIAGNÓSTICO
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
Se debe descartar procesos con rasgos mielodisplásicos, como carencias de ácido fólico,
vitamina B12 y hierro, anemia secundaria a enfermedad crónica, citopenias inmunes e
infección por HIV. En casos con cambios morfológicos leves y cariotipo normal, la mejor opción
es observar la evolución. La citometría de flujo, la citogenética y las nuevas técnicas de
secuenciación del DNA pueden ser de utilidad en estas situaciones.
Pronóstico
Los SMD tienen una gran variabilidad en el pronóstico. La mediana de supervivencia de los
SMD es de 18-36 meses, y el riesgo de evolución a leucemia aguda mieloblástica, del 20%-35%
a 5 años. Las principales causas de muerte son las infecciones y las hemorragias secundarias al
fallo medular o a la evolución a leucemia aguda, pero algunos pacientes fallecen por
enfermedades asociadas.
La proporción medular de blastos, la citogenética y el número y grado de las citopenias son los
principales indicadores pronósticos. Cuanto mayor es la proporción medular de blastos, menor
es la supervivencia y mayor el riesgo de evolución a leucemia aguda mieloblástica.
TRATAMIENTO
Así, el objetivo del tratamiento de los pacientes de alto riesgo es modificar la historia natural
de la enfermedad y prolongar la supervivencia global con el empleo de hipometilantes,
quimioterapia y/o trasplante alogénico, este último el único con capacidad curativa.
En cambio, el tratamiento de los SMD de bajo riesgo tiene por finalidad mejorar las citopenias
y la sintomatología, en especial la anemia, reducir o corregir la dependencia transfusional y,
con todo ello, mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Actualmente, el TPH puede aplicarse a un mayor número de pacientes con el uso de donantes
no emparentados, ya sea de médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical, y
donantes haploidénticos (donde el donador es compatible con el receptor sólo en un
haplotipo HLA, constituyen una alternativa para los pacientes que carecen de un
donante emparentado o no emparentado con una compatibilidad aceptable. ) o con el
uso de acondicionamientos de intensidad reducida. La presencia de exceso de blastos en la
médula ósea, las anomalías cromosómicas de mal pronóstico, la mayor edad y la presencia de
mutaciones de TP53 afectan adversamente a los resultados.
Los agentes hipometilantes azacitidina y, en menor medida, decitabina han demostrado reducir
el riesgo de transformación a leucemia aguda y mejorar la supervivencia y la calidad de vida de
los pacientes con SMD. La azacitidina es de administración subcutánea y es actualmente
considerada el tratamiento de primera línea de pacientes de alto riesgo no candidatos a TPH
(trasplante de progenitores hematopoyéticos). Además, la azacitidina debe ser considerada
como tratamiento de primera línea en SMD de alto riesgo que, siendo candidatos a
tratamiento intensivo, no dispongan de donante apropiado, o como puente al trasplante en
SMD con blastos medulares > 10% o hasta disponer de un donante no emparentado. La
quimioterapia de tipo leucemia aguda mieloblástica debe reservarse a pacientes de alto riesgo,
menores de 65-70 años, sin comorbilidad ni citogenética desfavorable, Por su elevada toxicidad
y no haber demostrado mejores resultados a largo plazo frente a la azacitidina.