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La actividad de la Iglesia, desde el día de Pentecostés hasta el final de los tiempos, forma parte esencial del plan
de Dios para la Salvación de la humanidad. Es la etapa actual de la historia de la salvación.
1. El origen de la Iglesia.
Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
(1 Tm 2, 4). Para esto se hizo hombre el Hijo de Dios, para esto enseño con su palabra y con su ejemplo,
y para esto dio su vida en una cruz y resucitó.
La gracia de la salvación y del conocimiento de Dios, debía llegar a todas partes y a lo largo de todos
los tiempos para hacer realidad aquel designio divino. Para esto Jesucristo fundó su Iglesia: para hacer
llegar a todos los pueblos (Mt 28, 19) la Redención que él había realizado.
2. La fundación de la Iglesia
Jesús, quiso que se unieran a su persona y a su doctrina y que formaran una comunidad visible y
organizada: la Iglesia.
El hecho de que sus discípulos hayan sido constituidos en Iglesia, con
una misión y una autoridad, permite que la obra salvadora del Señor
llegue con eficacia a los hombres y mujeres a través de los siglos.
¿Y cual es esa buena noticia que la Iglesia anuncia a lo largo de la historia? Que Jesús es el Hijo de Dios, que
ha venido al mundo para salvarnos.
El anuncio de Jesús Salvador – la evangelización – tiene una doble dimensión:
1. Predicar la verdad sobre Cristo.
2. Transformar a los hombres en Cristo.
Cumpliendo su misión la Iglesia anuncia el Evangelio por todas partes. Todos los que creen
en Cristo y son incorporados a él por el Bautismo recuperan la comunión con Dios. Se
compara el Bautismo con el nacimiento a una nueva vida: la vida de los hijos de Dios en la
Iglesia; este es el sentido de la palabra Salvación.
¿Y cómo actúa la iglesia?, ¿Cómo hace llegar la Salvación de Cristo a todos los lugares? Los caminos de la
misión por los que Cristo conduce a la Iglesia son:
4.1. El anuncio de la Palabra de Dios. La Iglesia transmite la Palabra de Dios y, la vida y
doctrina de Jesucristo, que son fuentes de Salvación y contribuyen al progreso moral de las
personas y de la sociedad.
4.2. La administración de los Sacramentos. La Iglesia transmite el don del Espíritu Santo (la
gracia santificante) que nos incorpora a Jesucristo y nos hace hijos de Dios y miembros de
la Iglesia. Esta vida sobrenatural o vida de la gracia se desarrolla con los demás
Sacramentos, con el alimento de la Eucaristía y con la purificación de los pecados mediante
el sacramento de la Reconciliación.