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La materia oscura y

los dinosaurios, de
Lisa Randall
¿Tienen algo que ver los dinosaurios con la materia oscura?
Lisa Randall nos dice que sí en un libro sobre uno de los
grandes misterios del Universo.

Un acierto clave de Lisa Randall para que miles de lectores se hayan


atrevido con este libro es el título: La materia oscura y los
dinosaurios. El primer concepto alude a uno de los aspectos más
novedosos de la astrofísica: los científicos aún tratan de averiguar en
qué consiste y al ciudadano medio, si es que ha oído hablar de ello, le
despierta curiosidad esa sustancia misteriosa que ocupa mucho más
que la materia ordinaria. Los dinosaurios, mientras, siguen
fascinando a todo el mundo, independientemente de su edad. Y
aunque se extinguieron hace 66 millones de años, para nosotros son
algo mucho más "real", gracias a los museos y el cine, que la materia
casi indetectable que puebla el 85% del Universo. ¿Hay algo que
relacione uno con otro de forma tan íntima como para decir que el
primero acabó para siempre con el segundo? La autora dice que sí. Y
lo explica en una obra densa pero apasionante que une las
investigaciones más punteras de la NASA con el relato de uno de los
momentos más enigmáticos en la vida de nuestro planeta.
Randall, catedrática de Física en Harvard, lanza en este libro una
teoría que vincula la materia oscura con la extinción de los
dinosaurios, debida, ya sin dudas, a la caída de un meteorito
gigantesco en el golfo de México. Especula sobre la periodicidad en la
caída de cometas de gran tamaño, sobre su posible origen -la lejana
nube de Oort, donde miles de cometas y otros elementos orbitan en
torno al Sol en un equilibrio precario que puede lanzarlos contra la
Tierra-, y sobre la causa que puede llevar a alguno de esos cometas a
acabar en el centro del sistema solar. La tercera parte del libro
contiene el núcleo de su explicación: frente a otras teorías, que han
especulado, por ejemplo, con estrellas que podrían pasar por la zona
periódicamente, ella lanza la suya, defendida junto a otros
compañeros, y que implica a la materia oscura: aunque muy débil y
casi indetectable, en la cantidad suficiente podría ser capaz de
desviar un gran cometa de su órbita hasta el punto de provocar una
gran extinción en la Tierra, o incluso su desaparición. Es algo que ya
habría ocurrido. Y, según sus pesquisas, va a volver a ocurrir.
Imagen del Hubble en su búsqueda de materia oscura
Si el ensayo estuviera dedicado a sus colegas con esta parte sería
suficiente. Pero su objetivo es que la teoría también pueda ser
comprendida (con sus dificultades) por un ciudadano no experto,
interesado tanto en un concepto como en otro, sin grandes
conocimientos científicos pero sí con la suficiente curiosidad en lo
que le rodea. Y a ellos va dedicado el grueso del libro. La primera
parte explica lo poco que se sabe sobre la materia oscura -no refleja
la luz, no está compuesta por las mismas partículas que la materia
ordinaria, sólo tiene, que se sepa, interacciones gravitatorias- y cómo
se probó su existencia, hace relativamente poco tiempo debido a
estas características que la hacen invisible para nosotros. La segunda
parte está dedicada a la vida en la Tierra y la influencia que el
Universo puede tener en ella: profundiza en la extinción de los
dinosaurios y en otras grandes extinciones, aún sin explicación;
detalla cómo se encontró el cráter que desató la catástrofe hace 66
millones de años, habla de las huellas que han dejado otros… y hace
llegar a los lectores a la misma conclusión: algo tan difuso y tan
difícil de entender como la materia oscura sí pudo, y puede, tener
una enorme repercusión en la vida en la Tierra. Conceptos lejanos y
casi incomprensibles han influido e influyen en lo que somos hoy. El
Universo, nos dice, está mucho más conectado entre sí de lo que
creemos.
El libro de Randall consigue lo que se propone: acercarnos, aunque
no lleguemos a comprenderlo todo, los grandes misterios de la
Física; hacer sentir más reales, por su influencia comprobada en
nuestro entorno, fenómenos casi inabarcables. La materia oscura,
casi recién descubierta, resultó clave para la formación de estrellas y
planetas; para que el Universo, de su uniformidad inicial, pasara a
ser lo que es hoy. Y de ahí pasa a las teorías que aún debaten sobre
de qué está hecha y su papel en el pasado y el futuro de nuestra
galaxia.

Aunque Randall procura escribir de forma amena y hace guiños al


lector, no resulta un libro fácil: hay partes en las que ella misma
reconoce que es posible perderse. Aun así, el resultado merece la
pena: consigue sobradamente el objetivo de que el lector abra la
mente a fenómenos desconocidos y se familiarice, en lo básico, con lo
más puntero de la astrofísica actual. Y entre tanto, hay capítulos que
se leen en un suspiro, como el de la búsqueda del cráter del
meteorito que acabó con los dinosaurios o la descripción de lo que
provocó un objeto tan enorme, "del tamaño de una ciudad
importante moviéndose quinientas veces más rápido que un
vehículo en una autovía":
"Cerca del estallido, en un radio de unos 1000 kilómetros, se desataron
olas y vientos extremos, y enormes tsunamis irradiaron desde el lugar
del impacto (…) Aproximadamente sólo un 1% de la energía del
impacto habría revertido en el viento y el agua. El resto habría servido
para fundir, vaporizar y enviar ondas sísmicas a través de la Tierra, el
equivalente a una magnitud 10 en la escala Richter".
Cuenta que no sobrevivió ninguna criatura que pesara más de 25
kilos. Y que la mitad de la biomasa del mundo "fue incinerada en
pocos meses". Según su teoría, volverá a pasar. Aunque por suerte,
aún faltan miles, quizás millones de años para eso.

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