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En las salas hemos recorrido un espacio geométrico que ha respetado la secuencia presentada por la
teoría piagetiana, así primero nos ocupábamos de los conocimientos topológicos, luego de los
conocimientos proyectivos y, por último, de los conocimientos euclidianos. A la luz de la didáctica de la
matemática, reconocemos una propuesta distinta al abordar la numeración.
Y con el espacio: ¿qué haremos?, ¿seguiremos reproduciendo las etapas psicológicas que atraviesan
los niños en la construcción de la noción de espacio?, ¿o, por el contrario, indagaremos sobre cómo
aprenden los niños las nociones espaciales?, ¿qué es lo que ya saben y cómo intervenir para
provocar su evolución?, ¿qué problemas espaciales o geométricos pueden resolver los pequeños? En
este trabajo intentaremos reflexionar sobre algunos aspectos teóricos y presentaremos algunas
respuestas sobre el abordaje del espacio geométrico.
Consideramos que lo novedoso que se nos presenta a los docentes, en el área de la matemática, no es el
listado exhaustivo de contenidos presentados en nuestro país en los Contenidos Básicos Comunes o en los
Diseños Curriculares Jurisdiccionales, sino qué entendemos hoy por enseñar y aprender matemática en el Jardín.
Enseñar matemática, desde la perspectiva de la didáctica de la matemática francesa, es crear las condiciones
necesarias para que los alumnos construyan sus conocimientos significativamente. Según palabras de Vergnaud,
concebimos al docente como un provocador de aprendizajes por parte de sus alumnos.
Aprender matemática, siguiendo el mismo marco teórico, es construir el sentido de los conocimientos, es decir,
que lo que se quiere enseñar esté cargado de significado, que tenga sentido para el alumno. Al ser los
conocimientos el resultado de la propia actividad cognitiva del niño es como adquieren sentido para él. Haciendo
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aparecer los conocimientos matemáticos como herramientas que le permiten solucionar distintos interrogantes al
niño, es como él construirá el sentido. Después, estas herramientas serán abordadas como verdaderos objetos de
estudio, actividad propia para la educación básica.
¿Qué sucede al querer trabajar contenidos de espacio y no contar con bibliografía actualizada para su
abordaje? Señalaremos algunos aspectos teóricos y luego centraremos la mirada en el abordaje de las figuras
bidimensionales.
Tipos de espacio
En matemática, al ocuparnos del espacio, hacemos referencia tanto al espacio físico o sensible como al
espacio geométrico.
El espacio físico es el que “vemos”, el que “tocamos”, el que nos contiene y el que contiene a los objetos
concretos; lo conocemos a través de la percepción –a través de los distintos sentidos–, es decir, al tener un
contacto directo con él. En cambio, el espacio geométrico es el que está conformado por conjuntos de puntos y sus
propiedades, es el que nos permite comprender el espacio físico constituyéndose, en parte, como modelización de
éste. El espacio geométrico lo conocemos a través de la representación, acción que nos permite evocar
–justamente en su ausencia– un objeto.
Dentro del espacio geométrico, debemos hacer la distinción entre figura y dibujo. La figura es un objeto ideal
propio de la teoría, en cambio el dibujo es la representación del objeto ideal. Representación que puede ser a
través de gráficos en el pizarrón, en la hoja, en la pantalla de la computadora, etc., o con objetos concretos, como
lo son, entre otros, los geoplanos, los bloques y otros recursos similares.
Generalmente, decimos que al hacer geometría en la sala tenemos una experiencia “concreta”, pero, como ya
se aclaró, no debemos confundir el objeto ideal, sin existencia, con su representación.
Un camino recorrido
En diferentes oportunidades hemos solicitado a maestras jardineras listados de propuestas que llevan a cabo
con los niños para el abordaje de los denominados genéricamente cuerpos geométricos y de las figuras
geométricas planas; con ellos preparamos esta síntesis considerando que algunas de estas actividades serán
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Concepto teórico de la didáctica de la matemática de Regine Douady, “Dialéctica instrumento–objeto y juego de marcos en la enseñanza de la
matemática”, en el Cuaderno de Didáctica de la matemática N° 3, IREM, Universidad de París VII, 1984.
identificadas por el lector como propias.
Una sencilla mirada, pues no es la intención de este trabajo su análisis, nos lleva a señalar el predominio de la
percepción sensorial y de la psicomotricidad por sobre el enfoque de la resolución de problemas (Charnay), propio
del área de la didáctica de la matemática.
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Llevamos años de enseñanza ostensiva para el abordaje de la geometría, las propuestas que aún llenan
páginas de textos escolares se contradicen con las que sustentan las propuestas numéricas. Por todo ello,
intentaré compartir un recorrido didáctico que parte de la resolución de problemas, teniendo como sustento que:
así, para las primeras aproximaciones al espacio geométrico nos valdremos de representaciones materializadas,
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por ejemplo: bloques con forma de prisma, cilindro, etc., o de fichas en papel glacé, cartulina, goma eva, con
forma de triángulo, cuadrado, que los niños manipularán en el espacio sensible; por ello decimos que, en el Jardín,
hacer geometría es una “experiencia concreta”.
Problemas geométricos
La resolución de situaciones problemáticas que impliquen armados y comunicación, oral o gráfica, pone a los
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niños en una situación de construcción de un sistema mental de referencia. Producen sus aprendizajes al tener
que comunicar sus resultados, sus procedimientos y al justificarlos. Por ello, propondremos problemas en que los
niños: observen, anticipen, planifiquen, armen, construyan, comuniquen, describan, representen, dicten, dibujen,
reconstruyan, comparen, interpreten, validen, constaten, reflexionen.
Para resolver estos problemas, los niños utilizarán las características propias de las formas geométricas
–bidimensionales, tridimensionales– y las relaciones espaciales entre ellas, como las herramientas que los llevarán
a solucionarlos.
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Entendemos por presentación ostensiva “la presentación que hace el docente de todos los elementos y relaciones constitutivos de la noción
encarada”. Ratsimba–Rajohn, 1977; en Berthelot y Salin.
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Las fichas serán finas para facilitar la “imagen mental” de toda figura plana.
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“Definirnos al sistema de referencia como un conjunto estructurado de referentes respecto del cual son codificadas las relaciones de
localización de un objeto” (Polo, 1989).
Contenidos que se abordarán
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MATERIAL DIDÁCTICO: TANGRAM
Para el desarrollo de este trabajo se consideran a todas las piezas de cada tangram de un solo color. Si cada
pieza fuera de un color diferente, a los niños, para identificarlas, les bastaría denominarlas por el color, así, dirían:
“la roja”, “la verde”, etc., inhibiendo la descripción de las formas.
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Sobre otros rompecabezas de bordes rectos y de bordes curvos, sugiero consultar: Cerquetti–Aberkane y Berdonneau, Enseñar matemática
en el Nivel Inicial, Buenos Aires, Edicial, 1997, pág. 175 y 177.
PLANIFICANDO LA TAREA PARA EL ABORDAJE DE LOS CONTENIDOS
Para ello-presentaremos un cuadro con preguntas
–cuyo orden no es prescriptivo– y sus correspondientes respuestas:
En este apartado compartiremos el diálogo de un equipo, de cuatro niños, de la sala de 5 y la docente, quienes
llevaban a cabo por primera vez la actividad que presentamos en este trabajo. No es nuestra Intención mostrar
una descripción más precisa después de realizada la propuesta varias veces, sino justamente mostrar cómo ellos
–los niños y la docente– se enfrentaron por primera vez al problema, al material, a la conformación de cada equipo
y dentro de éste de cada pequeño grupo A y B de dos integrantes cada uno, a la distribución de los objetos sobre
la mesa, a sus lugares con un único frente, a las consignas y al desarrollo de la actividad respetando la restricción
de que B no podía hacer preguntas a A.
El grupo A armó según se muestra en la figura 1 y el grupo B reconstruyó según la figura 2.
Figura 1 Figura 2
Como se observa, el grupo B respetó plenamente la restricción ante el grupo A, pero en una oportunidad
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recurrieron a la docente como intermediaría. La presencia de ésta fue permanente, debido a que el bullicio propio
de tantos niños trabajando en los pequeños equipos no permitía que se escucharan claramente entre los
componentes del equipo, a lo que se le sumaron las caras de incertidumbre de la pareja codificadora frente a la
primer pieza –paralelogramo– con la que comenzaron su dictado.
Deseamos destacar que, cuando se invirtieron los roles, la docente no intervino en ningún caso, logrando los
niños, en la segunda vez, describir cada pieza del objeto cuidando los detalles tanto de su forma como de su
posición.
Los grupos A y B pertenecen a un mismo equipo, por lo tanto a A le conviene que B realice bien el objeto. Es
por ello que A se esforzará para que sus expresiones sean lo más precisas posibles, ya que la actividad de B
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No es intención de este trabajo hacer un análisis de la conveniencia o no de la intervención de la docente, que daría origen a otro artículo.
depende de la información que A le suministre. Todo esto implica que A, al comunicar oralmente, se vea obligado a
ubicarse espacialmente, a establecer relaciones entre las fichas y a buscar la expresión más clara y precisa y
comunicarla; y “obliga” a B a ubicarse en el espacio, decodificar la comunicación recibida y armar el objeto.
Es interesante observar que, generalmente B maneja información no suministrada por A, por ejemplo, al
posicionar los objetos, cuidará conservar el “equilibrio” estético; así, una forma cuadrada la colocarán (si no
recibieron información al respecto) de manera tal que uno de los lados quede paralelo al borde de la hoja o la
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mesa .
Veamos específicamente los roles de cada grupo y cómo abordan los contenidos previstos haciéndolos
funcionar como verdaderas “herramientas” que les permiten encontrar la solución al problema.
Este tipo de actividades debe llevarse a cabo varias veces, como así también se pueden introducir variables
didácticas, de manera tal que los niños se enfrenten a una nueva situación en la que deban modificar las
estrategias de resolución. A modo de ejemplo, presento en el siguiente cuadro los recursos –materiales didácticos–
para cada pequeño grupo, como así también en qué consiste la actividad de codificación y de decodificación,
según el caso.
GRUPO A GRUPO B
recursos codifica recursos decodifica
Tangram • Arma libremente. Tangram • Reconstruye por:
observación directa,
restringiendo o no las
veces que puede mirar.
• Arma libremente. • Reconstruye por:
• Describe oralmente. dictado.
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Una imagen de animal –u otro objeto– la colocarán parada en sus patas, en línea paralela al borde que empleen de fondo.
• Arma libremente. • Reconstruye por:
• Representa representación gráfica.
gráficamente sobre
papel. (dibujo 1)
• Arma libremente. Hoja y lápiz • Reproduce
• Describe oralmente. dibujando sobre la
hoja.
• Arma libremente. Tangram • Cubre la superficie
• Contornea cada con sus piezas.
forma completa que
compone el/los objeto/s
sobre papel. (dibujo 2)
• Arma libremente. • Reconstruye el/los
• Contornea solamente objeto/s fuera de la
la silueta (borde exterior) hoja.
del/los objeto/s sobre
papel. (dibujo 3)
Tarjeta con las formas • Describe oralmente. • Construye el/los
completas del tangram objeto/s.
contorneadas que
determinan el objeto/s
Hoja y lápiz • Reproduce
dibujando sobre la
hoja.
Foto con el/los Tangram • Reconstruye el/los
objeto/s, armado con el objeto/s.
tangram.
Hoja y lápiz • Reproduce
dibujando sobre la
hoja.
(Los dibujos 1, 2 y 3, que acompañan este cuadro, dan muestras del proceso por el cual atravesaron los niños autores, por sobre el
producto en sí mismo).
Dibujo 1
Dibujo 2
Dibujo 3
A modo de cierre
La intención de este trabajo fue proponer una respuesta provisoria, sustentada en el marco teórico de la
resolución de problemas y en la reflexión alrededor de los mismos, a las docentes que reclaman: “qué hacer con
las figuras geométricas…”
Queda aún un largo camino didáctico por recorrer, pero estamos caminando.
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* González Lemmi, Alicia (2000), “El espacio sensible y el espacio geométrico”, en 0 a 5. La educación en los
primeros años, año III, núm. 22, marzo, Buenos Aires, Ediciones Novedades Educativas, pp. 42- 61.