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El término romance (del inglés, romance) o román (del francés roman) suele utilizarse, en la
actual teoría de la literatura, para hacer referencia a un relato extenso de ficción, normalmente
en prosa, que se diferencia de la novela moderna porque presenta un mundo imaginario en el
que los personajes y situaciones pertenecen a la esfera de lo maravilloso y lo insólito.
En francés e inglés, su origen se encuentra en ciertas obras en verso de la literatura francesa
que llevaron el título de "roman", como el Roman de la Rose o el Roman de Troie, pero luego
se extendió su uso a obras en prosa, generalmente de tema caballeresco.
La palabra romance parece que deriva de la denominación que se dio a las primeras obras de
este género, escritas en lengua "romance". Datan de los siglos XI y XII. Los géneros más a la
moda se desarrollaron en el sur de Francia a finales del siglo XII (materia de Francia) y se
expandieron hacia el este y el Norte con traducciones e interpretaciones nacionales
individuales. Temas pertenecientes a la materia de Bretaña habían viajado por entonces en la
dirección opuesta, alcanzando el sur de Francia desde Gran Bretaña y la Bretaña francesa. En
consecuencia, es particularmente difícil determinar cuánto de este "romance" temprano debe a
los modelos de la antigua Grecia y cuanto a las epopeyas en verso folclóricas como Beowulf y
el Cantar de los Nibelungos.
Los siglos XIV y XV vieron la emergencia de los primeros romances en prosa junto con un
nuevo mercado de libros. Era un mercado desarrollado ya antes de que se divulgara la
imprenta: los autores en prosa podían hablar un nuevo idioma, una lengua que evitaba la
repetición inherente al verso. La prosa podía arriesgarse a un nuevo ritmo y a pensamientos
más largos. Aun así necesitaba el libro escrito para preservar las formulaciones coincidentes
que el autor había elegido. Las leyendas, vidas de santos y visiones místicas en prosa fueron
el principal objeto de este nuevo mercado de producciones en prosa. La élite urbana y las
lectoras de clases altas y de los monasterios leían prosa religiosa. Los romances en prosa
aparecieron como una moda nueva y cara en este mercado. Los romances generalmente
poseen una estructura narrativa en la que se puede distinguir un marco, una situación inicial,
una complicación y una resolución. El marco está formado por los personajes, el lugar y el
momento de la acción; mientras que en la situación inicial, se plantea un conflicto o un
problema. Dicho conflicto se desarrolla en la complicación y por último, en la resolución, el
conflicto se soluciona para bien o para mal, o queda en suspenso, lo cual es una característica
típica de algunos de los mejores romances: el final trunco o abierto. A partir de ello surgen tres
estructuras: el romance escena, el romance historia y el romance con estribillo:
Romance historia: narran una historia con principio y fin, como por
ejemplo el Romance del conde Olinos, inspirado en una muy
antigua leyenda occidental de origen celta, que recuerda bastante a la
china de Los amantes mariposa.
o Romance del conde Olinos
Madrugaba el conde Olinos, / mañanita de San Juan, / a dar agua a su caballo / a las
orillas del mar. / Mientras el caballo bebe, / canta un hermoso cantar: / las aves que
iban volando / se paraban a escuchar; / caminante que camina / detiene su caminar; /
navegante que navega / la nave vuelve hacia allá. / Desde la torre más alta / la reina le
oyó cantar: / —Mira, hija, cómo canta / la sirenita del mar. / —No es la sirenita,
madre, / que esa no tiene cantar; / es la voz del conde Olinos, / que por mí penando
está. / —Si por tus amores pena / yo le mandaré matar, / que para casar contigo / le
falta sangre real. / —¡No le mande matar, madre; / no le mande usted matar, / que si
mata al conde Olinos / juntos nos han de enterrar! / —¡Que lo maten a lanzadas / y su
cuerpo echen al mar! / Él murió a la medianoche; / ella, a los gallos cantar. / A ella,
como hija de reyes, / la entierran en el altar, / y a él, como hijo de condes, / unos pasos
más atrás. / De ella nace un rosal blanco; / de él, un espino albar. / Crece el uno, crece
el otro, / los dos se van a juntar. / La reina, llena de envidia, / ambos los mandó
cortar; / el galán que los cortaba / no cesaba de llorar. / De ella naciera una garza; / de
él, un fuerte gavilán. / Juntos vuelan por el cielo, / juntos vuelan par a par.14