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Antología Poética

Garcilaso de la Vega

 Soneto XXIII. “En tanto que de rosa y azucena…”

En tanto que de rosa y azucena Coged de vuestra alegre


primavera
se muestra el color en vuestro gesto, el dulce fruto, antes que
el tiempo airado
y que vuestro mirar ardiente, honesto, cubra de nieve la
hermosa cumbre
enciende el corazón y lo refrena;

Y en tanto que el cabello, que en vena Marchitará la rosa el


viento helado,
del oro escogió, con vuelo presto, todo lo mudará la edad
ligera
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, por no hacer mudanza en
su costumbre.
el viento mueve, esparce y desordena:

1. Garcilaso de la vega (1501-1536) es un autor emblemático del renacimiento español,


humanista y petrarquista. A él debemos la adaptación de la métrica de origen italiano al
castellano. Gran parte de su obra poética es de naturaleza amorosa, y en este poema
“soneto XXIII” describe una joven y bella dama. Probablemente se trate de Isabel
Freyre, una dama de Portugal y el gran amor platónico de su vida.
2. En este soneto petrarquista, el “yo” poético aconseja a una dama joven y hermosa que
disfrute de su juventud. Para ello, el poeta se vale de tópicos literarios clásicos,
relacionados con el paso del tiempo y la fugacidad de la vida; como el “Carpe diem”
horaciono o el “tempus fugit” de Virgilio. Pero, sin duda, el más destacado es “Collige,
virgo, rosas” del poeta latino Ausonio y que constituye una invitación a disfrutar de la
juventud mientras dure porque el tiempo pasa y marchita la belleza simbolizada por la
“rosa”.
Garcilaso recurre a una “descriptio puellae” de la dama, que corresponde al ideal de
belleza femenina renacentista: cabello rubio, tez blanca, mejillas sonrojadas, hermoso
cuello enhiesto, mirada ardiente. Sin embargo, también se corresponde con la “donna
angelicata” o «mujer angelical». Este tópico fue creado por G. Guinizelli y
perfeccionado por Dante. La mujer representa con su belleza un estimo para la
espiritualidad del poeta y, a la vez se exaltan ciertos rasgos idealizados (cabello rubio,
piel blanca, ojos claros) que seguirán siendo prototípicos durante siglos.
3. El soneto responde al modelo de la lírica renacentista y petrarquista. Es una
combinación estrófica formada por dos cuartetos y tres tercetos de versos endecasílabos
y, de rima consonante. Es decir, un soneto cuya estructura es: ABBA,
ABBA,CDE,CDE.
4. Podemos dividir el poema en cuatro partes, coincidiendo cada una de ellas con las
cuatro estrofas que componen el soneto:
En el primer cuarteto la “rosa” (seguramente roja) de la pasión y la “azucena” (blanca)
de la honestidad se funden en el semblante de la dama (metáforas). De esta manera, la
hermosura de la dama enciende la pasión del poeta, pero su honestidad le impone
respeto. Las figuras retoricas más destacadas son: el hipérbaton de los versos 1,2,4 o la
sinestesia de “mirar ardiente honesto” en el tercer verso.
Empieza el segundo cuarteto con un paralelismo, repitiendo las primeras palabras del
soneto: “y en tanto que” (del primer verso al quinto) porque este segundo cuarteto
funciona en paralelo con el anterior. Se sigue describiendo rasgos de la dama con
imágenes sensoriales y una adjetivación precisa y objetiva: “hermoso blanco, hiniesto”
(verso séptimo). También se encuentran diversas sinalefas y metáforas que hacen
referencia a la “vena de oro”, es decir, al cabello de la dama. La estrofa concluye con
una progresión de los verbos: “muere, esparce y desordena”; marcando cada uno de
ellos con una intensidad ligeramente mayor.
En el primer terceto encontramos el eje temático del poema. Empieza con un
imperativo: “coged” (noveno verso) y, continúa con diversas metáforas “ alegre
primavera” “dulce fruto” (del noveno al décimo verso) como alusión a la juventud. Aun
así, la estrofa tiene un ritmo rápido que podría relacionarse con la velocidad a la que
huye el tiempo. También, encontramos abundantes sinalefas, dos encabalgamientos y
una única pausa en medio del verso diez. El último verso del terceto, es el único que
carece de sinalefas, ello obliga a cierta lentitud y da el énfasis requerido a las palabras:
“cubra de nieve la hermosa cumbre” (verso 11) ; las canas representan el paso
inexorable del tiempo (metáfora).
El segundo terceto empieza con una enérgica metáfora: “marchitará la rosa el viento
helado” (verso 12) para expresar e insistir en la fugacidad del tiempo. Hay también una
ingeniosa evocación de los versos anteriores (rosa, viento, nieve). Sin embargo,
observamos un cambio de tono en los dos últimos versos que, funcionan como un
eufemismo para suavizar verbalmente el paso del tiempo en la belleza de la dama. Esa
“ligera edad” (verso 13) alude indiscutiblemente al tópico “tempus fugit”, así como
metáfora “viento helado” del duodécimo verso.
5. Este soneto pertenece a la última etapa de la vida de Garcilaso de la Vega. La mujer
que se describe responde al ideal de belleza femenina renacentista (semblante pálido,
cabellos rubios, mejillas sonrojadas...) El lenguaje que emplea el autor es fluido,
armonioso y de gran naturalidad expresiva, como corresponde a un poeta cultivado de la
primera mitad del siglo XVI.

 Canción V. Oda a la flor de la Gnido. “Si de mi baja lira…”

Si de mi baja lira Por ti, como solía,


tanto pudiese el son, que en un momento del áspero caballo no
corrige
aplacase la ira la furia y gallardía,
del animoso viento ni con freno le rige,
y la furia del mar y el movimiento; ni con vivas espuelas ya le
aflige.

y en ásperas montañas Por ti, con diestra mano


con el suave canto enterneciese no revuelve la espada
presurosa,
las fieras alimañas, y en el dudoso llano
los árboles moviese huye la polvorosa
y al son confusamente los trajese; palestra como sierpe
ponzoñosa.

no pienses que cantado Por ti, su blanda musa,


seria de mí, hermosa flor de Gnido, en lugar de la cítara
sonante,
el fiero Marte airado, tristes querellas usa,
a muerte convertido, que con llanto abundante
de polvo y sangre y de sudor teñido; hacen bañar el rostro del
amante.

ni aquellos capitanes Por ti, el mayor amigo


en las sublimes ruedas colocados, le es importuno, grave y
enojoso;
por quien los alemanes, yo puedo ser testigo
el fiero cuello atados, que ya del peligroso
y los franceses van domesticados; naufragio fui su puerto y
su reposo.

Mas solamente aquella Y agora en tal manera


fuerza de tu beldad seria cantada, vence el dolor a la razón
perdida,
y alguna vez con ella que ponzoñosa fiera
también seria notada nunca fue aborrecida
el aspereza de que estás armada, tanto como yo dél, ni tan
temida.

y cómo por ti sola, No fuiste tú engendrada


y por tu gran valor y hermosura, ni producida de la dura
tierra;
convertido en viola, no debe ser notada
llora su desventura que ingratamente yerra
el miserable amante en tu figura. quien todo el otro error de
sí destierra.

Hablo de aquel cautivo, Hágate temerosa


de quien tener se debe más cuidado, el caso de Anaxárate, y
cobarde,
que está muriendo vivo, que de ser desdeñosa
al remo condenado, se arrepintió muy tarde;
en la concha de Venus amarrado. y así, su alma con su
mármol arde.

Estábase alegrando den inmortal materia,


del mal ajeno el pecho empedernido, sin que también en verso
lamentable
cuando abajo mirando celebren la miseria
el cuerpo muerto vido de algún caso notable
del miserable amante, allí tendido. que por ti pase triste y
miserable.

Y al cuello el lazo atado


con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
y con su breve pena
compró la eterna punición ajena.
Sintió allí convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tarde arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?

Los ojos se enclavaron


en el tendido cuerpo que allí vieron;
los huesos se tornaron
más duros y crecieron,
y en sí toda la carne convirtieron;

las entrañas heladas


tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura;

hasta que finalmente


en duro mármol vuelta y transformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.

No quieras tú, señora,


de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfetas
obras y hermosura a los poetas

Esta obra está escrita en liras. Está dirigida a una dama napolitana, Violante
Sanseverino (hay un alusión a su nombre al referirse al instrumento musical llamado
viola), para interceder por su amigo, Mario Galeota, que estaba enamorado de ella y al
que no hacía caso.
En las dos primeras estrofas expresa su deseo de que su poesía tuviera la virtud de
calmar la furia de los elementos y de las fieras, como sucedía con la música de Orfeo
(referencia al mito).
Si así fuese no cantaría las victorias militares, recordemos que él era soldado, como su
amigo, y que estaban en una campaña militar en Italia (alusiones al dios de la guerra,
Marte, y a los enemigos vencidos, franceses y alemanes). En la 5ª y 6ª estrofa, introduce
el verdadero tema, la belleza de la dama y su dureza ante los requerimientos del
desdichado amante. En la 6ª y 7ª liras hace un juego de palabras con los nombres de la
pareja, él llora convertido en viola y rema condenado en la concha de Venus (diosa del
amor), el nombre Galeota se parece a galeote, que quiere decir precisamente
condecorado a remar en galeras. Las cuatro siguientes estrofas comienzan con una
anáfora, en todas se describen los efectos del amor no correspondido en su amigo: ya no
cabalga, ni lucha, llora amargamente y rehúye a los amigos. En la siguiente, explica que
incluso huye de él, como si fuera una serpiente venenosa. Más tarde, le dice
elegantemente que quien tiene tantos aciertos no ha de cometer un fallo como el de
despreciar a su amigo. Para ilustrar lo negativo del despreció le explica la historia de
Anaráxate, mito que aparece en Las Metamorfosis del poeta Ovidio. Se recrea en la
plasticidad de la transformación de la ninfa en una estatua, por haber provocado con su
desdén el suicidio de su infeliz amante. Las dos últimas estrofas concluyen el propósito
de la oda, pedirle a la bella dama que no dé motivo a los poetas para explicar una trágica
historia similar a la de Anaráxete (referencia a la diosa mítica de la venganza, Némesis).
En cuanto a las figuras retóricas, hay que destacar el uso del epíteto (baja lira, animoso
viento, ásperas montañas, suave viento), la polisíndeton (el uso excesivo de la y), las
metáforas y juegos de palabras (con los nombres de los protagonistas), las
exclamaciones e interrogaciones retóricas, las anáforas …

 Soneto V. “Escrito está en mi alma vuestro gesto…”

Escrito está en mi alma vuestro gesto


y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribistes, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me aguardo en esto

En esto estoy y estaré siempre puesto;


que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;


mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;

Cuanto tengo confieso yo deberos;


Por vos nací, por vos tengo la vida,
Por vos he de morir y por vos muero.

Este soneto, dedicado a Isabel Freire en vida, es una declaración de amor puro e
idealizado, a la manera petrarquista por Garcilaso de la Vega. Con un lenguaje cortés,
dirigiéndose a ella de vos, la hace responsable de su poesía, ya que es la fuente
inspiradora de su amor. El poeta se limita a describir la perfección que ve, con lo que la
figura de la mujer aparece divinizada. Podemos ver un campo semántico propio de lo
religioso para referirse a su amor, lo que destaca cualquier sombra de pecado (alma,
bien, creo, feo, hábito, confieso). En la poesía petrarquista el amor es siempre un ideal
inalcanzable, ya que la dama está casada y es perfecta, tan pura como bella.
En los dos primeros cuartetos, con aliteraciones y repeticiones de palabras, explica que
la dama está gravada en su alma de tal forma que, lo que él escribe también está escrito
por ella y que su belleza es tal que no alcanza a su compresión, pero aun así cree en ella
como se cree en Dios, aunque no se le comprenda.
En los dos tercetos confiesa su total dependencia de ella, su alma, su vida, todo lo que él
es y tiene; no existiría sin ella. Destaca las aliteraciones y repeticiones (estaré, escribir,
alma, vos), el hipérbaton, las anáforas y paralelismos de los verbos finales, el juego de
palabras con morir y muero (futuro real y presente figurado, para expresar el
sufrimiento de su imposible amor), las metáforas (escrito en el alma, hábito cortado).
 Soneto X. “Oh dulces prendas, por mi mal halladas…”

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,


dulces y alegres cuando Dios quería!
juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas


horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíais de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes


todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes


en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
Fray Luis de León

 Oda a la vida retirada. “Que descansada vida...”

¡Que descansada vida


la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho


de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
 Oda al licenciado Juan de Grial. Fray Luis de León.

Recoge ya en el seno Alarga el bien guiado


el campo su hermosura, el cielo aoja paso, y la cuesta vence, y
solo gana
con luz triste el ameno la cumbre del collado;
verdor, y hoja a hoja y do más pura mana
las cimas de los árboles despoja. la fuente, satisfaz tu ardiente
gana;

Ya Febo inclina el paso No cures si el perdido


al resplandor Egeo, ya del día error admira el oro y va
sediento
las horas corta escaso; en pos de un bien fingido;
ya Eolo al mediodía que no ansí vuela el viento,
soplando espesas nubes nos envía. cuanto es fugaz y vano aquel
contento.

Ya el ave vengadora Escribe lo que Febo


del Ibico navega los nublados, te dicta favorable, que lo
antiguo
y con voz ronca llora, iguala y pasa el nuevo
y al yugo el cuello atados estilo; y caro amigo
los bueyes van rompiendo los sembrados. no esperes que podré atener
contigo.

El tiempo nos convida Que yo de un torbellino


a los estudios nobles y la fama, traidor acometido y
derrocado
Grial, a la subida de en medio del camino
del sacro monte llama, al hondo, el plectro amado
do no podrá subir la postrer llama. y del vuelo las alas he
quebrado.

1. El otoño favorece a las labores intelectuales por eso, el poeta invita a su amigo Juan
Grial para que siga escribiendo poesía. El estudio poético que recomienda es otra
manera de acceder a la “escondida senda”, que le conducirá al “sacro monte”. Aquí, nos
encontramos una metáfora (monte, collado, fuente, cuesta) que alude al Monte Parnaso
de los poetas clásicos y, a la vez, hace referencia al Monte sagrado de la tradición
cristiana. Esta tradición se relaciona con el ascenso místico, que evolucionará en la
poesía religiosa de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Además, Fray Luis
sigue fiel a la poética del humanismo renacentista, basada en la imitación.
2. La composición nos expresa el dolor, la angustia y la melancolía que siente el autor al
estar encarcelado. A la vez, se siente traicionado por aquellos que lo acusaron. Fray
Luis aconseja a su amigo al mismo tiempo que, le alienta para seguir escribiendo.
3. La oda está compuesta de ocho liras, con una estructura característica: (7a, 11B, 7a,
7b, 11B) y de rima consonante. Aunque el uso de encabalgamiento es habitual en los
versos de Fray Luis, llama la atención cuando se encuentra, como es el caso, uniendo
diferentes estrofas.

4. Fray Luis vuelve a inspirarse en su admirado poeta latino Horacio para tratar el tema
de su preferencia por la poesía lírica, en vez de épica como proponía su amigo Juan de
Grial.
El poema se puede dividir en tres partes:
En La primera parte (liras del 1 al 3) el poeta describe el fin del otoño y la llegada del
invierno. Así pues, podemos ver claramente cómo se transforma la naturaleza, el paisaje
pasa a ser triste y desolador: “las cimas de los árboles” (verso 5) hace referencia a
aquellos árboles que pierden sus hojas, “ya Febo inclina el paso” (verso 6) como alusión
a la corta duración del sol, “ya el día las horas corta escaso” (versos 7 y 8) en alusión a
la inmediata oscuridad (la noche llega con rapidez), “Éolo al mediodía, soplando
espesas nubes nos envía” (versos 9 y 10) en dónde el viento trae las nubes y, “ya el ave
vengadora del Íbico navega” (versos 11 y 12) como referencia a las grullas que emigran
en invierno.
Sin embargo, Fray Luis también hace mención al periodo de la madurez, no sólo a la
estación. Aquí, hay una analogía: el final del otoño sugiere el paso del tiempo “Tempus
fugit”. Para ello, utiliza varias imágenes metafóricas con referencias a la mitología.
En la segunda parte (liras del 4 al 6) el poeta nos invita a estudiar y a subir al cielo “a la
subida del sacro monte” (versos 18 y 19) y exhorta a su amigo a que busque a las musas
de la inspiración, que residen en aquel monte y próxima a “la fuente” castalia (verso
25). También, se dirige a él para que siga con su trabajo creativo como escritor.
Además, no debe preocuparse si otros se equivocan al preferir las modas, la fama y el
dinero porque no es duradero “No cures si el perdido error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido” (versos 26, 27 y 28). Ambos versos contienen una metáfora
en alusión a la ambición y la hipocresía mundana: “oro” y “bien fingido”.
En la tercera parte (liras 7 y 8) Fray Luis está desolado por su encarcelamiento y le pide
a Juan de Grial que escriba poesía. Cree que ha sido víctima de una traición. Así pues, le
explica que han derribado y quebrantado sus alas y también su “plecto amado” (verso
39), es decir, la libertad de escribir. Además, destaca el hipérbaton y la aliteración del
sonido vibrante “r”, en las última estrofa: “que yo, de un torbellino traidor y
derrocado...” (versos 36 y 37).
5. El tono de esta oda es triste y sombrío, pues presiente inmediata la tormenta de la
Inquisición, aunque se halla resignado y dispuesto. La melodía del poema es apta para
recoger la reflexión, el silencio, el estudio y encontrar la paz. Aun así, el poeta parece
sentirse en el otoño de la vida y que es época de recoger frutos y de ir ascendiendo el
monte de la vida.

 La noche oscura. San Juan de la Cruz.

En una noche oscura, ¡Oh noche que me guiaste!,


con ansias en amores inflamada, ¡Oh noche amable más que el alborada!,
(¡Oh dichosa ventura!) ¡Oh noche que juntaste
salí sin ser notada Amado con amada,
estando ya mi casa sosegada. amada en el Amado transformada!

A oscuras y segura, En mi pecho florido,


por la secreta escala disfrazada, que entero para él solo se guardaba,
(¡Oh dichosa ventura!) allí quedó dormido,
a oscuras y en celada, y yo le regalaba,
estando ya mi casa sosegada. y el ventalle de cedros aire daba.

En la noche dichosa, El aire de la almena,


en secreto, que nadie me veía, cuando yo sus cabellos esparcía,
ni yo miraba cosa, con su mano serena
sin otra luz ni guía en mi cuello hería,
sino la que en el corazón ardía. y todos mis sentidos suspendía.

Aquésta me guiaba Quedéme y olvidéme,


más cierta que la luz del mediodía, el rostro recliné sobre el Amado,
adonde me esperaba cesó todo, y dejéme,
quien yo bien me sabía, dejando mi cuidado
en parte donde nadie parecía. entre las azucenas olvidado.
1. “Noche oscura del alma” es una de las tres obras más emblemáticas de San Juan de la
Cruz y de la poesía mística. Las otras dos son “cántico espiritual” y “Llama de amor
viva”. La literatura mística trata de mostrar la ascensión del alma hasta su unión con
Dios. En España se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVI, especialmente
favorecida por la contrarreforma, de donde surgió la lírica, que incorporó numerosos
temas religiosos y morales.
En estas liras, San Juan de la Cruz explica de forma alegórica el encuentro entre dos
amantes que se retiran para amarse. Este amor es la metáfora entre dios y el creyente.
Por ello describe la unión mediante la imagen de una dama (el alma) que acude en una
noche oscura (se libera del cuerpo) hacia su amado (Dios). La luz del amor (la fe) la
guía hasta unirse con él.
2. El tema principal es la unión del alma con Dios (éxtasis místico). Aun así, podemos
encontrar la representación del camino iluminativo que conduce al hombre al encuentro
con la eternidad y, la recreación del encuentro espiritual del hombre con Dios, la mayor
dicha que se puede alcanzar en vida.
3. El poema se divide en tres partes. Cada una de ellas se corresponde con una de las
tres vías o caminos que el alma ha de recorrer para alcanzar su unión con Dios. La
primera vía es la purgativa, el alma debe liberarse de sus pasiones y purificar sus
pecados (primera y segunda estrofa). La segunda vía es la iluminativa, el alma es
iluminada por la fe incondicional y su camino ya es seguro hacia Dios (tercera y cuarta
estrofa). La tercera y definitiva vía es la unitiva, el alma alcanza el júbilo y la
satisfacción de estar unido con su amado, Dios (matrimonio espiritual).

4. Se trata de una combinación de versos formado por 8 estrofas. Cada una de las
estrofas es una lira (7a, 11B, 7a, 7b, 11B) con rima consonante y una narración
combinada.
El poema comienza con un epíteto “noche oscura”, que simboliza la oscuridad de los
sentidos y el sacrificio que el alma debe hacer para elevarse hacia Dios (verso 1).
También observamos diversas aliteraciones “con ansias en amores inflamada” y “Sali
sin ser notada” (segundo y cuarto verso). Además, encontramos una metáfora “Mi casa
sosegada” que hace alusión al cuerpo y que jugará un papel importante a lo largo del
poema (verso 5). Aparece el “yo” poético debido al verbo “salí”, que está en primera
persona, y desaparece la precisión del sentimiento (verso 4).
En la segunda lira, la vía purgativa se representa ya culminada. Por un lado, la
exclamación “¡Oh dichosa ventura!” refuerza el significado de felicidad (octavo verso).
Por el otro, “estando ya en mi casa sosegada” se repite como estribillo de las dos
primeras estrofas y, nos da a entender que el alma está en paz por el abandono de las
tentaciones mundanas. Es decir, el autor utiliza este paralelismo para recordarle al lector
la importancia de que el alma debe dejar sus pecados atrás para poder unirse con Dios.
La tercera lira comienza con una personificación “noche dichosa”, para enfatizar el
símbolo de la noche. Se nos presenta la vía iluminativa y su experiencia continúa siendo
secreta “que nadie me veía” (verso 12). La voz poética los encubre. Además, se expresa
una paradoja: aunque todo está en oscuridad, no hace falta ninguna luz, porque la que
arde en el corazón de la Amada ya es suficiente. (versos 13, 14 y 15).
La cuarta lira está compuesta por un encabalgamiento, y aparece el alma como
simbolismo “luz del medio día” (verso 17).
En la quinta lira, llena de exclamaciones y anáforas, se produce el encuentro y el éxtasis
místico, su unión. El quiasmo y la aliteración, con que se cierra la estrofa, refuerza el
sentido de unión o fusión entre el alma y Dios, entre los dos amantes “¡Amado con
amada, amada en el Amado transformada!” (versos 24 y 25).
Sin embargo, en las tres últimas liras, con referencia al “Cantar de los Cantares” de la
Biblia, se recrea la escena amorosa entre el alma y el Esposo que descansan, como dos
enamorados, después del encuentro amoroso “en mi pecho Florido, que entero para él
solo se guardaba, allí quedó dormido” (versos 26, 27 y 28). Poco después, la amada
pasa sus finos dedos por el cabello de su amado mientras éste acaricia su cuello “cuando
yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería” (verso 32,33 y 34).
Finalmente llega el éxtasis, el olvido de sí mismo, dejándose en la voluntad de Dios.
Para ello, San Juan se expresa con una enumeración de verbos “quedéme, olvidéme,
dejéme ...” y una imagen erótica que significan el estado de beatitud en que ha quedado
el alma. Ésta ya pertenece a Dios (símbolo de las azucenas, la pureza y la “virginidad”
olvidada).
5. La poesía religiosa de San Juan de la Cruz explica la historia de un amor, la relación
de una pareja enamorada que se busca, se encuentra y se retira para amarse. Éste será el
único tema de su poesía, la búsqueda que la amada (el alma) emprende hacia el amado
(Dios). El proceso se corresponderá con las tres vías místicas: purgativa, iluminativa y
unitiva.
El autor logra transmitir las sensaciones que su alma experimenta en su unión con dios.
Así pues, su poesía incorpora experiencias personales y profundas y, las expone
mediante el uso de símbolos, imágenes, metáforas, símiles y paradojas para sugerir

 Llama de amor viva. San Juan de la Cruz.

¡Oh llama de amor viva


que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!


¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
matando, muerte en vida has trocado!

¡Oh lámparas de fuego


en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
color y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso


recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria llena,
¡cuán delicadamente me enamoras!

 La más bella niña. Luis de Góngora.


 Ándame yo caliente y ríase la gente. Luis de Góngora.
 Amarrado al duro banco. Luis de Góngora.
 Soledad primera. Fragmento de Las Soledades. Luis de Góngora.
 Romance morisco. Lope de Vega.

 Suelta mi manso, mayoral extraño. Lope de Vega.

Suelta mi manso, mayoral extraño,


pues otro tienes tú de igual decoro,
deja la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.

Ponle su esquila de labrado estaño


y no le engañen tus collares de oro;
toma en albricias este blanco toro
que a las primeras yerbas cumple un año.
Si pides señas, tiene el vellocino
pardo, encrespado, y los ojuelos tiene
como durmiendo en regalado sueño.

Si piensas que no soy su dueño, Alcino,


suelta y verásle si a mi choza viene,
que aún tienen sal las manos de su dueño.

 Ir y quedarse y con quedar partirse. Lope de Vega.

Ir y quedarse y con quedar partirse,


partir sin alma e ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse.

arder como la vela y consumirse


haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo y ser demonio en pena
Y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,


pedir prestada sobre fe paciencia
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades


es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en vida infierno.

 Un soneto me manda hacer Violante. Lope de Vega.

Un soneto me manda hacer Violante,


en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante


y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando


y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho


que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

 A una nariz. Francisco de Quevedo.

Érase un hombre a una nariz pegado,


érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,


érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera


érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,


muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

 Fue sueño ayer, mañana será tierra. Francisco de Quevedo.

Fue sueño ayer, mañana será tierra


¡poco antes nada y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,


en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.
Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son las horas y el momento


que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

 Letrillas Satíricas. Francisco de Quevedo.

 Miré los muros. Francisco de Quevedo.

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: ví que el sol bebía


los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz del día.

Entre en mi casa: vi que amancillada


de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,


y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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