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Garcilaso de la Vega
Esta obra está escrita en liras. Está dirigida a una dama napolitana, Violante
Sanseverino (hay un alusión a su nombre al referirse al instrumento musical llamado
viola), para interceder por su amigo, Mario Galeota, que estaba enamorado de ella y al
que no hacía caso.
En las dos primeras estrofas expresa su deseo de que su poesía tuviera la virtud de
calmar la furia de los elementos y de las fieras, como sucedía con la música de Orfeo
(referencia al mito).
Si así fuese no cantaría las victorias militares, recordemos que él era soldado, como su
amigo, y que estaban en una campaña militar en Italia (alusiones al dios de la guerra,
Marte, y a los enemigos vencidos, franceses y alemanes). En la 5ª y 6ª estrofa, introduce
el verdadero tema, la belleza de la dama y su dureza ante los requerimientos del
desdichado amante. En la 6ª y 7ª liras hace un juego de palabras con los nombres de la
pareja, él llora convertido en viola y rema condenado en la concha de Venus (diosa del
amor), el nombre Galeota se parece a galeote, que quiere decir precisamente
condecorado a remar en galeras. Las cuatro siguientes estrofas comienzan con una
anáfora, en todas se describen los efectos del amor no correspondido en su amigo: ya no
cabalga, ni lucha, llora amargamente y rehúye a los amigos. En la siguiente, explica que
incluso huye de él, como si fuera una serpiente venenosa. Más tarde, le dice
elegantemente que quien tiene tantos aciertos no ha de cometer un fallo como el de
despreciar a su amigo. Para ilustrar lo negativo del despreció le explica la historia de
Anaráxate, mito que aparece en Las Metamorfosis del poeta Ovidio. Se recrea en la
plasticidad de la transformación de la ninfa en una estatua, por haber provocado con su
desdén el suicidio de su infeliz amante. Las dos últimas estrofas concluyen el propósito
de la oda, pedirle a la bella dama que no dé motivo a los poetas para explicar una trágica
historia similar a la de Anaráxete (referencia a la diosa mítica de la venganza, Némesis).
En cuanto a las figuras retóricas, hay que destacar el uso del epíteto (baja lira, animoso
viento, ásperas montañas, suave viento), la polisíndeton (el uso excesivo de la y), las
metáforas y juegos de palabras (con los nombres de los protagonistas), las
exclamaciones e interrogaciones retóricas, las anáforas …
Este soneto, dedicado a Isabel Freire en vida, es una declaración de amor puro e
idealizado, a la manera petrarquista por Garcilaso de la Vega. Con un lenguaje cortés,
dirigiéndose a ella de vos, la hace responsable de su poesía, ya que es la fuente
inspiradora de su amor. El poeta se limita a describir la perfección que ve, con lo que la
figura de la mujer aparece divinizada. Podemos ver un campo semántico propio de lo
religioso para referirse a su amor, lo que destaca cualquier sombra de pecado (alma,
bien, creo, feo, hábito, confieso). En la poesía petrarquista el amor es siempre un ideal
inalcanzable, ya que la dama está casada y es perfecta, tan pura como bella.
En los dos primeros cuartetos, con aliteraciones y repeticiones de palabras, explica que
la dama está gravada en su alma de tal forma que, lo que él escribe también está escrito
por ella y que su belleza es tal que no alcanza a su compresión, pero aun así cree en ella
como se cree en Dios, aunque no se le comprenda.
En los dos tercetos confiesa su total dependencia de ella, su alma, su vida, todo lo que él
es y tiene; no existiría sin ella. Destaca las aliteraciones y repeticiones (estaré, escribir,
alma, vos), el hipérbaton, las anáforas y paralelismos de los verbos finales, el juego de
palabras con morir y muero (futuro real y presente figurado, para expresar el
sufrimiento de su imposible amor), las metáforas (escrito en el alma, hábito cortado).
Soneto X. “Oh dulces prendas, por mi mal halladas…”
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
Oda al licenciado Juan de Grial. Fray Luis de León.
1. El otoño favorece a las labores intelectuales por eso, el poeta invita a su amigo Juan
Grial para que siga escribiendo poesía. El estudio poético que recomienda es otra
manera de acceder a la “escondida senda”, que le conducirá al “sacro monte”. Aquí, nos
encontramos una metáfora (monte, collado, fuente, cuesta) que alude al Monte Parnaso
de los poetas clásicos y, a la vez, hace referencia al Monte sagrado de la tradición
cristiana. Esta tradición se relaciona con el ascenso místico, que evolucionará en la
poesía religiosa de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Además, Fray Luis
sigue fiel a la poética del humanismo renacentista, basada en la imitación.
2. La composición nos expresa el dolor, la angustia y la melancolía que siente el autor al
estar encarcelado. A la vez, se siente traicionado por aquellos que lo acusaron. Fray
Luis aconseja a su amigo al mismo tiempo que, le alienta para seguir escribiendo.
3. La oda está compuesta de ocho liras, con una estructura característica: (7a, 11B, 7a,
7b, 11B) y de rima consonante. Aunque el uso de encabalgamiento es habitual en los
versos de Fray Luis, llama la atención cuando se encuentra, como es el caso, uniendo
diferentes estrofas.
4. Fray Luis vuelve a inspirarse en su admirado poeta latino Horacio para tratar el tema
de su preferencia por la poesía lírica, en vez de épica como proponía su amigo Juan de
Grial.
El poema se puede dividir en tres partes:
En La primera parte (liras del 1 al 3) el poeta describe el fin del otoño y la llegada del
invierno. Así pues, podemos ver claramente cómo se transforma la naturaleza, el paisaje
pasa a ser triste y desolador: “las cimas de los árboles” (verso 5) hace referencia a
aquellos árboles que pierden sus hojas, “ya Febo inclina el paso” (verso 6) como alusión
a la corta duración del sol, “ya el día las horas corta escaso” (versos 7 y 8) en alusión a
la inmediata oscuridad (la noche llega con rapidez), “Éolo al mediodía, soplando
espesas nubes nos envía” (versos 9 y 10) en dónde el viento trae las nubes y, “ya el ave
vengadora del Íbico navega” (versos 11 y 12) como referencia a las grullas que emigran
en invierno.
Sin embargo, Fray Luis también hace mención al periodo de la madurez, no sólo a la
estación. Aquí, hay una analogía: el final del otoño sugiere el paso del tiempo “Tempus
fugit”. Para ello, utiliza varias imágenes metafóricas con referencias a la mitología.
En la segunda parte (liras del 4 al 6) el poeta nos invita a estudiar y a subir al cielo “a la
subida del sacro monte” (versos 18 y 19) y exhorta a su amigo a que busque a las musas
de la inspiración, que residen en aquel monte y próxima a “la fuente” castalia (verso
25). También, se dirige a él para que siga con su trabajo creativo como escritor.
Además, no debe preocuparse si otros se equivocan al preferir las modas, la fama y el
dinero porque no es duradero “No cures si el perdido error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido” (versos 26, 27 y 28). Ambos versos contienen una metáfora
en alusión a la ambición y la hipocresía mundana: “oro” y “bien fingido”.
En la tercera parte (liras 7 y 8) Fray Luis está desolado por su encarcelamiento y le pide
a Juan de Grial que escriba poesía. Cree que ha sido víctima de una traición. Así pues, le
explica que han derribado y quebrantado sus alas y también su “plecto amado” (verso
39), es decir, la libertad de escribir. Además, destaca el hipérbaton y la aliteración del
sonido vibrante “r”, en las última estrofa: “que yo, de un torbellino traidor y
derrocado...” (versos 36 y 37).
5. El tono de esta oda es triste y sombrío, pues presiente inmediata la tormenta de la
Inquisición, aunque se halla resignado y dispuesto. La melodía del poema es apta para
recoger la reflexión, el silencio, el estudio y encontrar la paz. Aun así, el poeta parece
sentirse en el otoño de la vida y que es época de recoger frutos y de ir ascendiendo el
monte de la vida.
4. Se trata de una combinación de versos formado por 8 estrofas. Cada una de las
estrofas es una lira (7a, 11B, 7a, 7b, 11B) con rima consonante y una narración
combinada.
El poema comienza con un epíteto “noche oscura”, que simboliza la oscuridad de los
sentidos y el sacrificio que el alma debe hacer para elevarse hacia Dios (verso 1).
También observamos diversas aliteraciones “con ansias en amores inflamada” y “Sali
sin ser notada” (segundo y cuarto verso). Además, encontramos una metáfora “Mi casa
sosegada” que hace alusión al cuerpo y que jugará un papel importante a lo largo del
poema (verso 5). Aparece el “yo” poético debido al verbo “salí”, que está en primera
persona, y desaparece la precisión del sentimiento (verso 4).
En la segunda lira, la vía purgativa se representa ya culminada. Por un lado, la
exclamación “¡Oh dichosa ventura!” refuerza el significado de felicidad (octavo verso).
Por el otro, “estando ya en mi casa sosegada” se repite como estribillo de las dos
primeras estrofas y, nos da a entender que el alma está en paz por el abandono de las
tentaciones mundanas. Es decir, el autor utiliza este paralelismo para recordarle al lector
la importancia de que el alma debe dejar sus pecados atrás para poder unirse con Dios.
La tercera lira comienza con una personificación “noche dichosa”, para enfatizar el
símbolo de la noche. Se nos presenta la vía iluminativa y su experiencia continúa siendo
secreta “que nadie me veía” (verso 12). La voz poética los encubre. Además, se expresa
una paradoja: aunque todo está en oscuridad, no hace falta ninguna luz, porque la que
arde en el corazón de la Amada ya es suficiente. (versos 13, 14 y 15).
La cuarta lira está compuesta por un encabalgamiento, y aparece el alma como
simbolismo “luz del medio día” (verso 17).
En la quinta lira, llena de exclamaciones y anáforas, se produce el encuentro y el éxtasis
místico, su unión. El quiasmo y la aliteración, con que se cierra la estrofa, refuerza el
sentido de unión o fusión entre el alma y Dios, entre los dos amantes “¡Amado con
amada, amada en el Amado transformada!” (versos 24 y 25).
Sin embargo, en las tres últimas liras, con referencia al “Cantar de los Cantares” de la
Biblia, se recrea la escena amorosa entre el alma y el Esposo que descansan, como dos
enamorados, después del encuentro amoroso “en mi pecho Florido, que entero para él
solo se guardaba, allí quedó dormido” (versos 26, 27 y 28). Poco después, la amada
pasa sus finos dedos por el cabello de su amado mientras éste acaricia su cuello “cuando
yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería” (verso 32,33 y 34).
Finalmente llega el éxtasis, el olvido de sí mismo, dejándose en la voluntad de Dios.
Para ello, San Juan se expresa con una enumeración de verbos “quedéme, olvidéme,
dejéme ...” y una imagen erótica que significan el estado de beatitud en que ha quedado
el alma. Ésta ya pertenece a Dios (símbolo de las azucenas, la pureza y la “virginidad”
olvidada).
5. La poesía religiosa de San Juan de la Cruz explica la historia de un amor, la relación
de una pareja enamorada que se busca, se encuentra y se retira para amarse. Éste será el
único tema de su poesía, la búsqueda que la amada (el alma) emprende hacia el amado
(Dios). El proceso se corresponderá con las tres vías místicas: purgativa, iluminativa y
unitiva.
El autor logra transmitir las sensaciones que su alma experimenta en su unión con dios.
Así pues, su poesía incorpora experiencias personales y profundas y, las expone
mediante el uso de símbolos, imágenes, metáforas, símiles y paradojas para sugerir