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Antes de entrar en la descripción de la etapa, hay que recalcar que el cambio de una

etapa a otra es progresivo. Aunque aparecen los significantes, sigue existiendo una
actividad fónica propia de la etapa anterior.
Alarcos (1976) señala lo siguiente:
El período prelingüístico se prolonga más allá del momento en el que el
niño lleva a cabo el descubrimiento del signo. Para él la actividad fónica se
desdobla en dos actividades claramente diferenciadas: una libre, creadora,
privada de intención comunicativa, que sucede al balbuceo, y otra
intencional, significativa y, desde un punto de vista estrictamente fonético,
mucho más pobre y reducida.
Félix Castañeda (1999, p. 85) lo sitúa en el momento en el que el niño emite la
primera palabra, tal y como se manifiesta en el sistema adulto, criterio que
consideramos difícil de aplicar, sobre todo porque la elección de lo que se considera
"la primera palabra" deben hacerla los padres, con la subjetividad que esto pueda
implicar:
Con respecto a la aparición de la 'primera palabra", cabe aclarar que esto
depende del momento en que los padres lo identifiquen como tal y de lo que
entienden por 'palabra", ya que las unidades de significación que el niño
emplea se corresponden con segmentos del habla adulta.
Encontramos un mayor consenso en la idea de que esta etapa comienza cuando el
niño utiliza una expresión fónica (que pasa a denominarse significante) dotada de
un significado concreto.
Diego Gómez Fernández (1993, pp. 10-11), en su estudio sobre la teoría
universalista de Jakobson, lo refleja de la siguiente forma:
Por lo tanto, en cuanto se refiere al estudio de la adquisición infantil del
lenguaje, conviene establecer unos criterios para distinguir los sonidos que
adquieren cualidad lingüística de aquellos que constituyen mero resto del
período prelingüístico.
Mes doce a catorce:
 Comprensión: Indica algunos objetos por el nombre, calificativos
como bueno – malo – agradable, la negación, la oposición e incluso la
interrogación como actitud.
 Vocabulario: se incrementa la denominación de objetos, de nombres
de las personas de la familia y quienes son próximos a él.
 Puede expresar en una misma palabra a personas, acciones, objetos
apoyándose en los gestos.
 La señalización que estaba presente desde los 10 meses va
acompañada de la palabra refiriéndose al objeto.
Mes quince a dieciocho:
 Vocabulario: Pronuncia cinco palabras como mínimo incluyendo su
nombre, mostrando cada vez más el incremento en su vocabulario
por medio de inflexiones de su voz.
 Puede utilizar las palabras para expresar acontecimientos o llamar la
atención de quienes lo rodean.
 Comienzan a aparecer uniones simples de dos palabras
espontáneamente.
 Observación: Inicia el contacto con los libros tocando los dibujos.

Mes dieciocho a veinticuatro:


 La expresión ya está conformada por 2 o 3 palabras, comenzando el
habla sintáctica formando oraciones o frases simples. Pudiendo
relacionar en su expresión sustantivos, verbos y adjetivos.
Incorporando de paulatinamente los pronombres personales y el
posesivo.
 Su vocabulario se ha ampliado notablemente. Alrededor de veinte
palabras.
 Comprensión: Comienza la primera edad de las preguntas; se interesa
por el nombre de las cosas. Responde a órdenes un poco más
complejas.
 Surge la función simbólica, permitiéndole al niño representar
mentalmente las cosas y evocarlas sin que estén presentes,
favoreciendo la producción del lenguaje y pudiendo expresar ideas
abstractas.
 Se muestra interesado en relatos, cuentos y canciones.
Dos años:
 Período de transición en el dominio del lenguaje.
 Articulación: Acusa fuertemente la influencia del medio que le rodea.
 Vocabulario: Varia alrededor de las cincuenta, dependiendo del
entorno lingüístico.
 Expresión: Realiza algunas combinaciones cortas y estereotipadas.
Escasas oraciones compuestas. Frases de tres palabras. Expresa
experiencias simples.
 Sociabilidad: Emplea el habla como medio de comunicación.
 Descarta la jerga, se refiere a sí mismo en tercera persona.
 Observación: Nombra tres o cuatro imágenes de una lámina.
Dos años y 6 meses:
 Comprensión: Segunda edad interrogadora. Le interesa el «por qué».
Se hace entender y entiende a los demás.
 Expresión: Indica el uso de los objetos. Dice su nombre completo.
 Observación: Nombra cinco imágenes en láminas, aunque identifica
más.
 Sociabilidad: Se refiere a sí mismo por el pronombre más que por el
nombre.
Tres años:
 Comprensión: Entiende las preguntas y responde. Comprende y
realiza dos órdenes sucesivas.
 Observación: Explica acciones representadas en láminas.
 Segunda edad interrogadora: Muestra interés por el «para qué» de las
cosas y observa si las respuestas coinciden con sus propios
planteamientos.
 Vocabulario: Entre novecientas y mil doscientas palabras.
 Expresión: Usa oraciones compuestas y complejas. Experimenta
juegos de palabras y usa con frecuencia giros gramaticales. Manifiesta
capacidad de contar historias mezclando ficción y realidad.
 Sociabilidad: Comienza el monólogo colectivo.
Tres años y medio:
 Comprensión: Contesta a dos preguntas seguidas. Puede realizar tres
órdenes consecutivas.
 Expresión: es clara para personas ajenas de su entorno.
 Observación: Puede nombrar todas las imágenes conocidas y
representadas en una lámina.
Cuatro años:
 Comprensión: Culmina el empleo de la interrogación, el cómo y el
porqué.
 Expresión: Tiende a superar el estadio infantil del lenguaje.
 Realiza combinaciones gramaticales de estructura compleja y
compuesta, formando oraciones largas de alrededor de diez palabras.
Cinco años:
 Articulación: Desaparece el carácter infantil.
 Vocabulario: Entre dos mil y dos mil quinientas palabras.
 Sociabilidad: Realiza preguntas que denotan tendencia al paso del
egocentrismo a la socialización, aunque condicionado por sus propios
puntos de vista.
Seis años:
 Utilizan prácticamente todo el lenguaje adulto complejo.

A partir de los siete años, se considera que ya domina todos los sonidos y
articulaciones, aunque ocasionalmente produzca errores morfológicos y sintácticos.
La capacidad de captar el significado simbólico y la de comprender y utilizar
palabras significativas no la alcanza hasta pasados los diez años.

BIBLIOGRAFÍA
 ALARCOS, E. et al. (1976), La adquisición del lenguaje por el niño, Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión SAIC.
 FÉLIX CASTAÑEDA, P. (1999), El Lenguaje Verbal del Niño, Lima,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Fondo Editorial de la UNMSM.
 GÓMEZ FERNÁNDEZ, D. (1993), "La Teoría Universalista de Jakobson y el
Orden de Adquisición de los Fonemas en la Lengua Española", Cauce 16, pp.
7-30.
 JACOBSON, R.; HALLE M. (1973), Fundamentos del Lenguaje, Madrid,
Ayuso.
 MILLÁN CHIVITE, F. (1997-98), "Lingüística Infantil y Origen del
Lenguaje", Cauce 20-21, pp. 873-898.
 PIAGET, J. (1965), El lenguaje y el Pensamiento, Buenos Aires, Paidós.

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