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de manera deformada la realización de un deseo (Laplache y Pontalis, p.143), se puede elaborar una
descripción sobre lo observado en el film “Diario de un Escándalo”, sobre los tres personajes
protagonistas en cuestión, y así mismo, una elaboración sobre el objeto interno de cada personaje,
personaje mantiene una relación de corte efebofílico con un alumno, mientras está casada con un
hombre mucho mayor que ella. Sin entrar más en lo fenomenológico, resulta posible aclarar que la
fantasía de Sheba sostiene el deseo de comerciar sexualmente con una persona vitalizante –como si
esa fuese la meta. Lo invoco de tal modo, ya que, si la fantasía opera desde un orden vergonzoso,
está manifiesta en el ocultismo de su relación efebofílica. Por otro lado, no se puede pensar su
fantasía por el lado de una fantasía diurna porque no se lo puede apreciar en el film (la narrativa
está del lado de Barbara) o porque no surge de tal modo, sino más bien, es de modalidad
inconsciente. Esto último puede verse cuando Sheba tiene que justificar su amorío frente a su
Respecto al objeto interno que elabora Sheba, podemos apreciar primeramente el objeto
representante de Barbara, donde se observa una vinculación depresiva, ya que está constantemente
teñida de culpa y expiación (Pichón Riviere, p.23). La idealización que surge, tiene relación con una
aconsejadora infalible, a quién le debe dar cuentas de su conducta. Detrás de esta representación se
luego del escándalo, una negación de tal vínculo, que llevó a despersonalizarla. Esta inferencia se
sostiene a partir del hecho del maquillamiento –corporal- que se provoca en una de las últimas
escenas, donde se encuentra en la casa de Barbara, y pareciera que lograse una regresión a tiempos
pasados cuando era adolescente, a modo de no comprometerse más con el vínculo que le acomete
actualmente.
Ahora cabe inferir sobre el vínculo que se establece con el objeto interno que representa al
encargo del ello, donde se inviste a tal objeto como meta sexual, y en relación con el superyó, el
vínculo obsesivo con sus objetos internos, los cuales recaen (in)oportunamente es su juego de
que exige una amistad normatizada (reglada). Su fantasía se explicita en la narrativa, como una
fantasía diurna, donde expresa su control –cumplimiento de deseo- del modo deformado que
caracteriza al orden imaginario. Entonces, la fantasía de Barbara se posiciona por el lado del logro
de una relación perfecta, de control y de amistad pura, la cual se establece sobre una vinculación
que resalta el patrón patológico. Por lo tanto, el objeto internalizado que tiene de Sheba actúa como
un receptáculo de su poderío, así mismo, la narra como una persona sumisa, joven e ingenua. Ahora
bien, sucede que la internalización del objeto Sheba, se mantiene viva constantemente en la
simbolización que establece en su cuaderno de notas, y aquí se puede ver el carácter del sujeto y un
mixtos en todos los casos (Pichón Riviere, p.24), hablamos de un vínculo obsesivo con su objeto
interno, ya que demuestra el afán de control y posición, inclusive. Internaliza a Sheba como su
objeto de amor exogámico, búsqueda que se caracteriza por la etapa evolutiva que transcurre
actualmente Steven. Respecto a la fantasía que se encuentra detrás de esta representación, se puede
arriesgar con una afirmación: la fantasía de Steven es, en cuanto a la realización de su deseo de
modo distorsionado, poseer a la maestra Sheba como objeto de amor durante un tiempo
indeterminado, creyendo que es el amor que le corresponde, sin objetar mediante un principio de