Está en la página 1de 3

1) Freud considera que el fin de la vida es que el hombre aspira a la felicidad, quieren

llegar a ser felices, no quieren dejar de serlo. Lo cual, esta aspiración puede tener un fin
positivo o negativo. El primero es evitar el dolor y el displacer; por el otro,
experimentar intensas sensaciones placenteras. El principio del placer es lo que pulsa la
vida, pero es inevitable no sentir displacer, vivir situaciones placenteras intensas se da
de manera episódica, se goza del contraste, encontrándonos permanentemente entre
pulsión de vida y pulsión de muerte, dándonos fuerza de empuje, una orientada
búsqueda de bienestar y por lo cual de felicidad.
2) El amor para Freud es la proyección de una imagen ideal, y toma al amor para
demostrar el modo en que puede esfumarse el límite entre el yo y el objeto
acercándonos al sufrimiento ya que cuando amamos, jamás somos tan infelices como
cuando perdemos el objeto amado o su amor. Amar es el método por excelencia de
evitar el displacer y de aspirar a la dicha, ya que se manifiesta en el amor sexual y
proporciona la experiencia placentera más poderosa y subyugante, creando así el
prototipo de nuestras aspiraciones de felicidad. Los anhelos sexuales logran crear
uniones duraderas entre individuos, pero este amor sensual está destinado a apagarse si
no se mezcla con componentes internos como las pulsiones inhibidas. La felicidad se
puede buscar igualmente ante todo en el goce de la belleza, donde quiera sea accesible a
nuestros sentidos y juicio: ya sea de la belleza en las formas, gestos humanos, objetos
de la naturaleza, paisajes, o creaciones artísticas y científicas. Esta orientación estética
de la finalidad vital nos protege apenas contra los sufrimientos urgentes, pero puede
subsanar mucha angustia sufrida.
3) El amor no nos salva ya que procura felicidad, pero también la arrebata.
“Hay que amar para no caer enfermo y se cae enfermo cuando no se puede amar” “(...)
sitúa al amor en el punto central, que espera toda satisfacción del hecho de amar y ser-
amado. Una actitud psíquica de esta índole está al alcance de todos; una de las formas
de manifestación del amor sexual, nos ha procurado la experiencia más intensa de
sensación placentera avasalladora, dándonos así el arquetipo para nuestra aspiración a la
dicha” (Freud,1929, p.82).
El amor es uno de los elementos de la cultura, el amor sexual ofrece al hombre intensas
vivencias placenteras, pero lleva a una dependencia del mundo exterior, mostrando así
el mayor sufrimiento, ligado con la infidelidad y muerte. Por un lado, el amor se
contrapone a los intereses de la cultura; por otro, la cultura amenaza al amor con
sensibles limitaciones. Para Freud nunca un sujeto está más en riesgo que cuando ama,
pues queda a merced de la voluntad y del goce del Otro.
“Nunca estamos menos protegidos contra las cuitas que cuando amamos; nunca más
desdichados y desvalidos que cuando hemos perdido al objeto amado o a su amor”
(Freud, S. 1929.Pág. 83).
4) Freud no le encuentra validez racional en su cumplimiento, apoyando su
razonamiento con múltiples observaciones subraya que el amor es demasiado valioso
para desperdiciarlo indiscriminadamente y menos aún si el otro no es merecedor del
mismo.
Relacionando conceptos de ética, moral y dilema ético, referimos a las mismas cuando
sentimos que debemos cumplir las obligaciones con sufrimiento, ¿Por qué debemos
hacerlo?, o rendir cuentas ya que mi amor es valioso, “tengo que amarlo si es el hijo de
mi amiga”.
5) Para Freud la felicidad no puede alargarse en el tiempo, ya que al depender de
necesidades específicas solo se puede dar como un episodio momentáneo.
Lo que se llama felicidad, surge de la satisfacción, casi siempre fugaz, de necesidad
acumulada que alcanzo elevada tensión, y de acuerdo con esta cualidad sólo puede darse
como fenómeno episódico. Freud nos plantea que las dificultades estructurales se
ponen de manifiesto en relación a la cultura ya que el malestar se da en forma sutil, ya
que tenemos ideales de salud perfecta, felicidad continuada y obligatoria. Entonces dice
que la felicidad es imposible ya que cuestiones como depresiones y patologías de
consumo serían malestares propios demuestra época o formas en que se presenta el
malestar estructural.
6) Freud menciona que “La vida, como nos es impuesta resulta gravosa: nos trae hartos
dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de
calmantes (...) Los hay quizá, de tres clases: poderosas distracciones que nos
hagan valorar…nuestras miserias; satisfacciones sustitutivas que la reduzcan, y
sustancias embriagadoras que nos vuelvan sensibles a ellas”.
7) Las tres fuentes que amenazan el sufrimiento al ser humano son la hiperpotencia de
la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas que
regulan los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad.
Esta última, es la que resulta más dolorosa, es decir, la interacción con los otros, ya que
muchas veces las normas que regulan los comportamientos se vuelven insuficientes y el
daño prevalece, ya que los seres humanos muchas veces actúan por impulso y de
manera no correcta. Lo cual, Freud plantea que es más fácil experimentar desgracia que
felicidad ya que hay más posibilidades del sufrimiento, esto conlleva a reducir nuestras
pretensiones de felicidad para sobrevivir a la desgracia y sufrimiento con el fin de lograr
placer.
8) Freud menciona que hay métodos para evitar el displacer, por ejemplo, aislarse de los
otros para evitar el sufrimiento, pues nos ausenta de la realidad. Otra manera, es
desplazando la libido, donde solo acceden algunos y suelen fracasar cuando el cuerpo se
vuelva una fuente de dolor. Por ello, la sublimación, es el método más elevado para
evitar sufrimiento, es un proceso anímico que permite desplazar la carga libidinal, y la
convierte en algo socialmente aceptable, usualmente mediante el trabajo intelectual o
psíquico. La sublimación, no es universal porque requiere de disposiciones y
características específicas de la persona, a cuyo grado necesario no pueden acceder
todas las personas y tampoco garantiza que queden exentos del sufrimiento.
9) Para Freud la religión es un delirio de masas, es el aporte infantil a la motivación
manifiesta, donde a través del sentimiento de culpa, designada “pecado” genera la
perdida de la felicidad.
Referencias
Freud, S. (1929), “El malestar en la cultura” en Obras Completas Tomo XXI. Buenos
Aires: Amorrortu.

También podría gustarte