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FREUD. EL MALESTAR EN LA CULTURA.

CAP 2

Freud inicia el capítulo dando cuenta de lo que el hombre común entiende por religión: el sistema de
doctrinas y promesas que por un lado le esclarecen los enigmas de este mundo y por el otro le asegura
que una providencia vela por su vida y resarcirá las frustraciones padecidas. Se representa dicha
providencia en la persona de un Padre de gran envergadura, solo un padre asi puede conocer las
necesidades de la criatura y enternecerse con sus suplicas.

Señala que la vida como nos es impuesta resulta grave: nos trae hartos dolores, desengaños y tareas
insolubles. Para soportarla no podemos prescindir de calmantes, que son de 3 clases:

- poderosas distracciones

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- satisfacciones sustitutivas
- sustancias embriagadoras

Señala el autor que, innumerables veces se ha planteado la pregunta por el fin de la vida humana y no hay
una respuesta satisfactoria. Solo la religión sabe responder a esa pregunta, e indica Freud que difícilmente
se errará si se juzga que la idea misma de un fin de la vida depende por completo del sistema de la religión.
¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir por su conducta, como un y propósito de

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su vida? ¿Qué exigen de ella y qué quieren alcanzar? quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad
y mantenerla. Esta aspiración tiene dos costados una meta positiva y otra negativa; por un lado, se quiere
la ausencia del dolor y de displacer y por otro vivenciar intensos sentimientos de placer.
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El programa del principio de placer es el que fija su fin a la vida, este principio gobierna la operación del
aparato anímico desde el comienzo mismo, no obstante es absolutamente irrealizable, se dirá que el
propósito de que el hombre sea dichoso (dicha = intensos sentimientos de placer) no está contemplado en
el plan de la Creación; y lo que repentinamente se llama “felicidad” corresponde a la satisfacción más
bien repentina de las necesidades retenidas y por su propia naturaleza solo es posible como un fenómeno
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episódico. Si una situación anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se obtiene más
que un sentimiento de ligero bienestar; estamos organizados de tal modo que solo podemos gozar con
intensidad el contraste y muy poco el estado.

Desde 3 lados amenaza el sufrimiento:


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- desde el mundo exterior


- desde el cuerpo propio
- desde los vínculos con otros seres humanos

Al padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez mas doloroso que a cualquier otro. De esa forma,


Freud indica que no es asombroso que bajo la presión de estas posibilidades de sufrimiento los seres
humanos suelan atemperar sus exigencias de dicha, tal como el propio principio de placer se transformó
bajo el influjo del mundo exterior en el principio de realidad más modesto; no es asombroso que se
consideren dichosos si escaparon a la desdicha, si salieron indemnes del sufrimiento.

Los métodos, aquellos cuyo principal propósito es la evitación de displacer se diferencian según la fuente
de este último a que dediquen mayor atención: soledad, una soledad buscada, mantenerse alejado de los
otros, es la protección más inmediata que uno puede procurarse contra las penas que depare la sociedad
de los hombres. Del temido mundo exterior no es posible protegerse excepto extrañándose de él de algún
modo.

Los métodos más interesantes de precaver el sufrimiento son los que procuran influir sobre el propio
organismo. El método más tosco, pero también el más eficaz es el método químico: la intoxicación:

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existen sustancias extrañas al cuerpo cuya presencia en la sangre y los tejidos nos procura sensaciones
placenteras, a la vez que nos vuelven incapaces de recibir mociones de displacer. Lo que se consigue
mediante las sustancias embriagadoras en la lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria, es
apreciado como un bien tan grande que individuos y aun pueblos le han asignado una posición fija en la
economía libidinal. Es notorio que esa propiedad de los medios embriagadores determina justamente su
carácter peligroso y dañino y en muchos casos son culpables del derroche de grandes montos de energía
que podrían haberse aplicado a mejorar la suerte de los seres humanos.

El complejo edificio de nuestro aparato anímico permite toda una serie de modos de influjo, además del
mencionado. Así como satisfacción pulsional equivale a dicha, es también es causa de grave sufrimiento
cuando el mundo exterior nos rehúsa la saciedad de nuestras necesidades. Por tanto, interviniendo sobre

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estas mociones pulsionales uno puede esperar liberarse de una parte del sufrimiento, este modo de defensa
frente al padecer busca el dominio de las fuentes internas de las necesidades (caso de las prácticas de
yoga).

Otra técnica para la defensa contra el sufrimiento se vale de los desplazamientos libidinales que nuestro
aparato anímico consiente y por los cuales su función gana tanto en flexibilidad. Sería trasladar las metas
pulsionales de tal suerte que no puedan ser alcanzadas por la denegación del mundo exterior. Para ello la

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sublimación de las pulsiones presta auxilio. Se lo consigue sobre todo cuando uno se las arregla para
elevar suficientemente la ganancia de placer que proviene de las fuentes de un trabajo psíquico intelectual.
Lo débil de este método es que no es de aplicación universal pues solo es asequible para pocos seres
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humanos (ej: alegría del artista en el acto de crear).

Otro método en el que se afloja más el nexo con la realidad y la satisfacción se obtiene con ilusiones
admitidas como tales, pero sin que esta divergencia suya respecto de la realidad efectiva arruine el goce.
Es el ámbito de la vida de la fantasía, dice Freud que en su tiempo cuando se consumó el desarrollo del
sentido de la realidad, ella fue sustraída de las exigencias del examen de la realidad y quedó destinada al
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cumplimiento de deseo de difícil realización. Pero esto no es más que una sustracción pasajera de los
apremios de la vida que no es lo bastante intensa para hacer olvidar una miseria objetiva.

Otro método para evitar el sufrimiento, aspira a independizarnos del destino y con tal propósito sitúa la
satisfacción en los procesos anímicos internos, se vale de la desplazabilidad de la líbido, pero no se
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extraña del mundo exterior, sino que se aferra a sus objetivos y obtiene la dicha a partir de un vínculo de
sentimiento con ellos. Es aquella orientación de la vida que sitúa al amor en el punto central que espera
toda satisfacción del hecho de amar y ser-amado. Una actitud psíquica de esta índole está al alcance de
todos nosotros una de las formas de manifestación del amor, el amor sexual no ha procurado la
experiencia más intensa de sensación placentera, avallasadora, dándonos el arquetipo para nuestra


aspiración a la dicha. Nada más natural que obstinarnos en buscar la dicha por el mismo camino siguiendo
el cual una vez la hallamos.

También puede situarse el interesante caso en que la felicidad en la vida se busca sobre todo en el goce
de la belleza, donde quiera que ella se muestre a nuestros sentidos y a nuestro juicio, la belleza de formas
y gestos humanos, de objetos naturales y paisajes, de creaciones artísticas y aun científicas. Esto ofrece
escasa protección contra la posibilidad de sufrir, pero puede resarcir de muchas cosas. El goce de la
belleza se acompaña de una sensación particular de efecto embriagador. Aunque no se advierte la utilidad
de la belleza, no se puede prescindir de ella y lo único seguro es que deriva del ámbito de la sensibilidad
sexual. La belleza y el encanto son originariamente propiedades del objeto sexual.

El Programa que nos impone el principio de placer, el de ser felices, es irrealizable pero no podemos
resignar los empeños por acercarnos de algún modo a su cumplimiento, para esto pueden emprenderse

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muy diversos caminos. Lo que importa es cuanta satisfacción real podemos esperar del mundo exterior y
la medida en que podamos independizarnos de él.

Además de las circunstancias externas, es decisiva la constitución psíquica del individuo. Quien nazca
con una constitución pulsional desfavorable y no haya pasado por la transformación y reordenamiento de
sus componentes libidinales, encontrará arduo obtener felicidad de su situación exterior. Como ultima
técnica de vida, que promete al menos satisfacciones sustitutivas, se ofrece el refugio en la neurosis, el
cual en la mayoría de los casos se consuma en la juventud.

PERESSON. Las psicoterapias hoy (2014)

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Si damos cuenta de las intervenciones psi que se presentan como psico curativas nos encontramos con
dos enfoques predominantes:

Los modernos remedios psicológicos, que son una sumatoria de intervenciones o de procedimientos
que se dirigen a remediar lo psicológico (un multifacético estado psico afectivo mental que acompaña a
todo hecho vivible. Estos remedios vienen con una historia de vida prototípica por detrás, siempre se trata

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de algún ser humano que ha pasado por dos estados opuestos, uno de caída y otro de resurrección. Los
expertos en los remedios psicológicos han encontrado su legitimación en un sector del público,
consumidor aquejado de excesos o carencias, aceptar que, para ser subsanados se deben someter a
procedimientos que les permitan recuperar el equilibrio y la armonía perdida.
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Psicoterapias el panorama muestra aristas complicadas, ya que la diversidad de orientaciones y escuelas
presentan una multiplicidad de técnicas y métodos que dificulta tener un registro de cada una, resulta
entonces sumamente problemático discernir los fundamentos que hacen a cada práctica.

Una de las razones para justificar de alguna manera la oferta de tantas intervenciones psi es la
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sobrevalorización de lo psicológico que se viene observando en esta época que vivimos. Da la impresión
que el lugar destacado que ocupa guarda relación con los malestares propios del modo de vida que el
capitalismo impone, el discurso psicológico se esta convirtiendo en una especie de instancia reparadora
de las penurias humanas y sociales que el sistema impone, fomentando así la adaptación al mismo. Nos
lleva a pensar si la razón de esta relación no va por el lado de los múltiples beneficios mutuos, como por
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ejemplo sostener individualidades que no cedan frente al otro competitivo, que favorece la representación
del otro social como amenazante y peligroso, frente al cual el individuo debe estar preparado con las
mejores armas psicológicas.

Se esta intentando construir como referente de época, una versión actualizada del homo sapiens, llamada


homo psicológico, y que sea a través de dicho referente por donde se debería buscar las salidas o
soluciones a los atolladeros sociales. Estaríamos frente a un desplazamiento y sustitución: lo
social/político por lo individual/psicológico.

Los remedios psicológicos

Desde los discursos públicos vemos como se legitima cierto saber mediante el cual se da a entender que
una caminata aeróbica o diversos ejercicios de relajación, técnicas de autoconocimiento, autoayuda, las
terapias florales, aromáticas, lúdicas, estos son algunos de los abordajes que suelen aparecer como ofertas
psico curativas. Se trata de obtener mejoría o alivio a los padecimientos que produce el imperativo de la
época: goce ya, lo que se engloba en lo que se denomina “estrés”. Esto plantea una paradoja: ¿el estrés
no seria el resultado del mandato que exige vivir bien y gozar cada instante?
Este abanico de intervenciones dirigidas al alma, a lo psicofísico, al ánimo, a las emociones, a la mente,

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en fin, al aspecto psicológico que todos tenemos, persiguen el objeto de proveer al individuo de modelos
identificatorios que le aseguren una buena adaptación a los requerimientos de la época.

La psicoterapia académica

Por otro lado, tenemos propuestas psicoterapéuticas dirigidas a individuos y/o grupos, a parejas y/o
familias que se fundamentan desde la formación académica o desde instituciones específicas, entre ellas
podemos encontrar: psicoterapias breves con o sin objetivos, procesos correctores, sicoprofilaxis,
psicoterapias gestálticas, cognitivas, existenciales, transpersonal, la logoterapia, psicoterapias
sistémicas, para niños, adolescentes, tercera edad, musicoterapia, arteterapia, etc.

A la lista de remedios psicológicos y psicoterapias se deben incorporar psicoterapias online, las cuales

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se distinguen por haber sustituido lo subjetivo por lo electromagnético, el requisito de lo presencial, el
estar ahí como condición de posibilidad de los psicoterapéutico, esta dando paso al juego de pantallas. El
principio freudiano que propone que la queja y el dolor deben ser tratados en un dispositivo especifico
termina puesto patas para arriba para querer mostrar a las psicoterapias amalgamadas a las ultimas
tecnologías.

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Desde algunos espacios académicos y profesionales se viene proponiendo que aquello que aparece como
falla o defecto en el campo de la psicoterapia, es una posible virtud, suele ser presentado como un campo
de combinaciones que tiende a la unificación, la operación que lo hace posible es la integración, lo que
permitiría articular lo uno con lo otro, da a entender que hay una solución posible que pasa por considerar
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que cualquier propuesta psicoterapéutica tiene algo eficaz y/o bueno para rescatar, por ende algo de
farmacología siempre conviene tener a mano, un poco de inconsciente hay en todos y no hay nada mas
revelador que la observación del comportamiento. Se buscaba de todas hacer una, una psicoterapia global,
fácilmente aplicable.

La psicoterapia encuentra su unidad en tanto integra lo diverso. La diversidad implica diversidad de


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recursos técnicos, hacer uso de distintos instrumentos técnicos que han demostrado cierta eficacia,
implica que la psicoterapia no depende de ningún marco teórico para legitimizarse.
No hay “la psicoterapia” porque una práctica unificadora debería ser el resultado de una articulación
rigurosa de nociones y métodos que hubieran derivado en un marco teórico conceptualmente lógico y
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coherente.

PARADIGMAS

Dieron lugar históricamente a la apertura de nuevos espacios teórico prácticos, constituyeron espacios


institucionales que se descatan por la investigación sistemática y la transmisión de saberes justificables.


Se deben explorar algunos conceptos y saberes que han ido conformando verdaderos paradigmas, tales
como el discurso médico, el discurso psicológico y el discurso psicoanalítico.

La medicina está ligada a la enfermedad y en como tratar a la misma.

La psicología ha indagado la génesis y mantenimiento de las operaciones mentales, como también la


adquisición y alteración de la conducta.

El psicoanálisis es el nombre de la disciplina que revela la constitución psíquica del sujeto, estableció
las coordenadas de un dispositivo curativo original, fue la primera psicoterapia no médica.

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El discurso médico

“curar en silencio” este saber que llamamos medicina, tiene un mito fundador, el mito tiene un nombre
propio: Hipócrates. El saber hipocrático marca un corte profundo con lo que algunos autores llaman
medicina primitiva. La medicina hipocrática fue el primer oficio técnico que se separa de ese conjunto de
saberes que en su momento fue la Filosofía. La enfermedad pasa de ser considerada como posesión
demoniaca o castigo divino a un desarreglo de la naturaleza propia del cuerpo. Pero Hipócrates no
solo está ligado a su corpus, sino a un enunciado que tiene características determinantes en occidente en
lo que hace a la problemática de “la cura” y que está referido a que esta técnica se funda a partir de este
principio: “muta ars”, arte muda, un nuevo oficio que reduce el lugar de la palabra. Sobre todo, se
propone silenciar la palabra del enfermo, se abandona el poder de la palabra por el poder de la mirada.

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Una de las consecuencias provocadas por esta medicina en tanto “arte muda” fue que todo lo que tenía
relevancia hasta antes de Hipocrates, como la eficacia de la palabra, la catarsis y la magia, caen del
estatuto que tenían hasta ese momento. Pasan a ser consideradas irracionales y en cierta medida
peligrosas.
Para los médicos hipocráticos la palabra es reflejo de un saber vulgar que induce al engaño o al error, que
se contrapone a la palabra que es Episteme, aquella que es resultado del saber racional.

Saber de órgano

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La segunda consideración atañe a la medicina del órgano, al momento en la cual la misma hace de lo
anatopatologico su objeto de estudio. Los órganos y los tejidos permiten localizar a la enfermedad, lo que
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se denomina “lesión de órgano” es la manifestación visible de la estructura misma de la enfermedad. Este
saber médico se basa, no en un sujeto que habla acerca de lo que padece, sino en lo que los médicos
suponen que es un lenguaje intrínseco de los órganos, natural de los órganos. Lo que se logra es borrar
paulatinamente al enfermo. La medicina pasa a ser una disciplina que trata órganos enfermos y no a
sujetos enfermos, todo lo que el enfermo pueda decir sobre su enfermedad, todo lo que pueda relatar y
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contar sobre su sufrimiento se transforma en un obstáculo para el saber médico, dado que el relato del
enfermo interfiere la relación que el médico necesita tener con el órgano. Si la cura es posible, en primer
lugar, está dada por el saber que se extrae del órgano y por lo tanto esta debe ser “muta ars”.

La psiquiatría, manicomio y curas morales


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Foucault muestra como la locura se transforma en enfermedad mental, y como la enfermedad mental tiene
su interlocutor, su amo absoluto que es la Psiquiatría. El personaje que se encuentra aquí es Pinel, la
pintura lo muestra en una escena liberadora, los locos dejan de estar encadenados, los locos son apartados
de los vagabundos, de los pobres, que eran hasta ese momento sus compañeros de reclusión.


Pinel es el que le invento al loco su propia morada, sin embargo, el manicomio más que una casa es un
tratamiento en sí mismo. Lo interesante de Pinel es que produce una reafirmación del enunciado primero
de la medicina: La psiquiatría priva de la palabra al loco, y es importante porque la palabra del psiquiatra
se transforma en orden, en mandato.

Las enfermedades mentales tienen su causa primera y ultima en el cuerpo, y es su propia naturaleza la
que genera un desarreglo, la lesión en el órgano es la causa corporizada de la enfermedad.

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El discurso desde el psicoanálisis

El psicoanálisis ha generado un espacio que habilita el ejercicio de la psicoterapia.

En el principio era el verbo

El propio Freud relata el caso de una paciente tratada por uno de sus maestros, Breuer, la misma lleva el
nombre de Anna O, en el caso clínico nos muestra la puesta en marcha del “moderno tratamiento
anímico”, se refiere al uso de una de las primeras técnicas que adopta Freud, la hipno-catarsis y el hecho
novedoso que deviene: que la histérica revele, mediante su propio relato, la historia no sabida que la
manifestación sintomática gurda.

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Este tipo de tratamiento obtiene sus mejores resultados cuando el relato de la histérica sustituye a la
hipnosis como a la sugestión, hablar y rememorar terminan generando efectos terapéuticos mas
duraderos. Impone que el paciente no muestre, sino que hable, que recuerde, que relacione, que recupere
en el presente lo vivido olvidado. El síntoma como sufrimiento en el cuerpo cede ante la palabra justa
porque permite evocar algo de lo no recordado. De esta manera esta inicial psicoterapia toma al síntoma
como el relato de un acontecimiento traumático y olvidado.

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El Charcot de Freud

La psicoterapia moderna en tanto tratamiento diferenciado, como una intervención que tiene eficacia
sobre el padecer psíquico, tiene su punto de inicio en la hipnosis de Charcot. Si bien se inicia con la
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hipnosis de Charcot, la psicoterapia moderna se funda con Freud.

Se suele decir que Charcot sostenía, más en privado que en público, que la anatomía patológica había
planteado ya todo, y que por lo tanto no tenía nada nuevo que decir sobre la enfermedad histérica. Charcot
realiza su práctica clínica centrada en la hipnosis. Por otra parte, Charcot destaca la importancia del
acontecimiento en la provocación del ataque histérico, y el acontecimiento tiene que ver con la relación
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del sujeto con sus circunstancias de vida, la eficacia traumática del acontecimiento no es el resultado de
la lesión de órgano.

Charcot lleva adelante una práctica clínica que esta mostrando un limite de la medicina, en la medida en
que adquiere importancia el acontecimiento como causa del síntoma histérico, y por otro lado se
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comprueba la eficacia de la hipnosis en la reproducción/eliminación del ataque histérico. Ambos hechos


cuestionan a lo “anatomopatologico” a los “nervios enfermos dañados”, toda una serie de nociones y
conceptos que conforman el saber médico de la época.

La psicoterapia moderna se funda solo a partir de lo que Freud revisa de la practica de Charcot.


Freud no propone solamente otra practica terapéutica, sino que funda una teoría del psiquismo humano
que podríamos denominar teoría del Sujeto del Inconsciente.

El moderno tratamiento anímico

En 1890 Freud sostiene que tratamiento psíquico quiere decir tratamiento desde el alma, un recurso de
esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras son el instrumento esencial del tratamiento anímico.
Ese texto propone algunos principios nuevos y necesarios para definir a un procedimiento como
psicoterapéutico (no médico):

A. la relación terapéutica es parte de la cura

B. lo anímico influye y afecta lo orgánico

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C. la cura es por y mediante la palabra

D. el tratamiento del síntoma es psicoterapia

No hay psicoterapia que no se reconozca en algunos de estos enunciados.

Discurso psicológico

Lo que siempre hemos encontrado de manera destacada en los estudios psicológicos eran consideraciones
referidas a las practicas experimentales que se llevaban a cabo con ciertas funciones del aparato psíquico,
lo que se tomaba eran ciertas funciones de la personalidad, se las sometía a un riguroso esquema de

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variables, para de esa manera poder estudiar algunas características de la percepción, de la memoria, del
aprendizaje.

Guillaume da cuenta de una primera puntualización sobre cuál es el objeto de la psicología, desde la
etimología la palabra psicología remite a estudio o ciencia del alma, lo cual alude a un pensamiento
metafísico, remite a un tiempo que en psicología y filosofía tenían algo en común. La psicología moderna
parte de: como se observan los hechos de la vida mental y como se investigan las condiciones de la
misma.

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En cuanto a los métodos, el primer método de la psicología fue la introspección, la observación del
sujeto por el sujeto mismo, el resultado que se obtiene es la conciencia de cierta vivencia. A este primer
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procedimiento, la introspección, se lo llamó método subjetivo. El método más actual, llamado objetivo,
se sustenta en la observación, observar a otros seres como objetos. Lo observado son conductas o
comportamientos.

En un caso tenemos la conciencia de lo vivido en el otro el comportamiento en situación.


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Así presentado parecen métodos divergentes, pero hay una convergencia, en la medida en que los estados
de conciencia solo son comunicables mediante el lenguaje y el lenguaje, es comportamiento. Por eso el
objeto del método subjetivo, la conciencia de un estado anímico, solo es accesible en la medida que
esa conciencia se hace parlante, cuando la conciencia comunica, lo que allí se encuentra es una
conciencia dicha por el lenguaje. Si el lenguaje es un comportamiento este puede ser observado como
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cualquier otro comportamiento. Por lo tanto, acá ya estamos en la dimensión de lo observable, requisito
para el despliegue del método objetivo.

Ya se definan los hechos psicológicos como estados de conciencia o de comportamiento siempre están
en relación directa con modificaciones orgánicas.


De esta manera parece componerse el objeto de la disciplina: estados de conciencia,


comportamiento especializado y modificaciones orgánicas registrables. Asimismo, se diferencian
unidades separables para su estudio y experimentación.

Los escritos de Guillaume repasan funciones: desde los instintos a la conciencia, desde los hábitos a los
complejos comportamientos sociales, pero no encontramos ninguna referencia a lo que interesa en nuestra
investigación, los posibles aportes de la Psicología a los métodos de tratamiento del sufrimiento humano,
ya sea catalogado como trastorno, síntoma, o enfermedad.

método clínico en psicología

El método clínico se deriva de una concepción de la personalidad y la conducta, pretende estudiar a todas
las circunstancias que puedan afectar al sujeto y determinar sus comportamientos, coincide con los

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lineamientos de una psicología de las diferencias individuales. Este método difiere de todos los métodos
que tienen enfoques parciales, pero acepta lo que hay de válido en cada uno.

Propone una nueva perspectiva, sostiene que la Psicología, parte del concepto de unidad psíquica, toma
al sujeto en situación a través de aproximaciones, estudia al sujeto en su totalidad y en una situación, por
eso es un método holístico.” Como el método clínico se aplica al estudio de las conductas anormales, es
evidente su relación con la psicopatología y la psiquiatría, la psicopatología se ocupa de ordenar, clasificar
a los síntomas buscando estableces cuadros y la psiquiatría se ocupa de la cura.

Daría la impresión que el método clínico tiene como límite toda intervención sobre el padecimiento o
sufrimiento, su aporte novedoso está en el hecho, de estudiar y examinar en profundidad las

OM
manifestaciones que tienen lugar en la conducta.

Nos resulta de interés esta posición del método clínico, lo novedoso del método es una posición distinta
frente al sujeto, indaga, pero no trata, examina y comprende en profundidad pero no interviene.

La conducta y su cura

Existía otra Psicología con experiencias de laboratorio, había animales que eran objeto de experiencias,

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la rata de Skinner o el perro de Pavlov, allí se organiza una Psicología que empieza a buscar las técnicas
para modificar conductas. Los Psicólogos en sus laboratorios llevan adelante distintas experiencias que
podríamos considerarlas como una suerte de clínica psicológica de laboratorio con animales, estos como
sujetos de esa clínica.
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La conducta y el reflejo condicionado son dos perspectivas de investigación que sirven para sacar
conclusiones sobre la estructura de la conducta y también de qué manera se la puede modificar, estimular,
o cambiarla.

El Psicólogo norteamericano J. B. Watson es considerado el padre del conductismo, “…Watson y Freud


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han destronado a la conciencia como objeto y campo de la psicología...”

Watson refiere al año 1912 como el momento de comienzo sistemático del Conductismo, este comienzo
lo protagoniza el mismo. Se propuso aplicar al estudio del hombre los procedimientos experimentales
que se aplicaban al estudio de los animales
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Hasta la aparición del conductismo (recordamos que su objeto diferencial de estudio es la conducta) el
discurso psicológico era dominado por las escuelas de la introspección, como ya dijimos anteriormente
esas escuelas plantean que el objeto de estudio de la psicología es la conciencia.

A la conducta la define como aquello que en el sujeto es observable. La misma tiene dos premisas


necesarias: el estímulo y la respuesta. Menciona dos tipos de estímulos, los estímulos llamados
incondicionados (naturales, innatos) y los condicionados que son aquellos adquiridos por la experiencia,
o dicho de otra manera son aquellos aprendidos.

Los estímulos condicionados producen las conductas más complejas, estas conductas se integran y
organizan en hábitos. En relación a estos, el autor, se plantea su permanencia y su transferencia, como
una conducta resultado del condicionamiento perdura. De la misma forma se pregunta como una conducta
producto del condicionamiento no solo se hace permanente sino también como se desplaza o se transporta
y da lugar a otras conductas.

Uno de los planteos centrales que formula Watson es el siguiente: “hasta qué punto podemos modificar
la conducta por el entrenamiento (condicionamiento)?”.

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La personalidad es el producto final de nuestro sistema de hábitos, situar a la “personalidad” como una
síntesis estable de hábitos y/o conductas le abre la perspectiva del tratamiento o cura de la misma. El
análisis sobre principios conductistas es duradero y constituye una profesión, una ciencia necesaria para
la sociedad a la que debe colocarse al mismo nivel que la clínica y la cirugía. Por análisis entendemos la
sección transversal de la personalidad…este debe ser el equivalente al diagnóstico. En combinación con
él debe practicarse el descondicionamiento y luego el condicionamiento, procesos que constituirán la
parte curativa”.

Se trata de generar nuevos hábitos, o de cambiar hábitos y conductas que se han vuelvo ineficaces. El
hombre se hace tal en base al aprendizaje, luego hay conductas adecuadas y otras que no lo son, el
tratamiento busca cambiar las conductas inadecuadas.

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No hay enfermedad mental, lo que si hay son trastornos de la personalidad, conflicto de la personalidad,
trastornos de conducta. Entonces la personalidad cambia en tanto desaprende y aprende
(descondicionamiento y condicionamiento)

La Gestalt y el cambio

La “teoría de la forma” fue considerada una superación de las teorías asociacionistas y elementaristas; su

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noción de gestalt, forma o configuración, abrió nuevas perspectivas en el estudio de la percepción, de la
conducta y del “campo psicológico”.

Según Lewin es necesario considerar a la situación con todas sus implicaciones sociales y culturales como
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un todo concreto, dinámico. Ese análisis debe ser gestáltico porque una situación social, como una
situación psicológica, es un todo dinámico. Esto significa que un cambio que afecta a una parte de la
situación implica una modificación del conjunto. El individuo, no se puede comprender sino es en función
de las situaciones sociales que lo rodean y viceversa.
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Es necesario destacar dos nociones centrales del pensamiento de este autor, por un lado tenemos lo que
denomina totalidad dinámica, es todo conjunto de elementos interdependientes tales como la
personalidad, los grupos, las instituciones, y la otra noción es la de campo social, que se refiere a las
totalidades dinámicas coexistentes o “instaladas” en lo social.

El método de Lewin consiste en una investigación del campo social, esto le permite construir un “esquema
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topológico de la personalidad”, especie de mapa-guía de la organización estructural y dinámica del yo y


del sujeto en situación. Para obtener un cambio de actitud, no basta un cambio en las condiciones objetivas
o subjetivas, sino que es necesario modificar las fuerzas que componen el campo social, o dicho de otra
manera es necesario actuar o intervenir sobre “la dinámica situacional”.


¿Entonces de que se trata el cambio?, significa el paso de los hábitos “cristalizados” a la


“descristalizacion” de los mismos. Este método permite transformaciones en la dinámica situacional y al
mismo tiempo posibilita poder investigar la transformación misma.

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ALEMAN Y PERESSON. “EL MALESTAR EN LA CULTURA EN EL SIGLO XXI

Del malestar al impasse

Fátima Alemán comienza el articulo planteándose una pregunta, si es posible pensar el malestar en la
cultura en el siglo XXI y si es posible actualizar los argumentos freudianos expuestos en el texto de 1930
sobre el malestar en la civilización. Toma como referencia un seminario publicado en 2004 por Miller y
Laurent donde dan cuenta de una reinterpretación de la civilización actual, la cual ya no se definiría como
freudiana sino como lacaniana.

Civilización freudiana es para los autores aquella definida por Freud en su texto “el malestar en la
cultura” donde la renuncia a la satisfacción pulsional como imposición de la cultura lleva la marca del

OM
nombre del padre, la ley del incesto es un símbolo del pasaje naturaleza/cultura, una ley universal que
tiene como corolario la prohibición (represión) bajo el peso del Ideal.

La época lacaniana, en cambio, sería la que introduce Lacan a partir de su seminario “los nombres del
padre” en 1963, donde encontramos la invención del objeto a y la orientación de la experiencia analítica
por “lo real del goce”. Hay una pluralización de los nombres del padre, esta época ya no está regida por
un ideal único y universal sino por una serie de nombres indistintos que dan cuenta de la “inexistencia

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del Otro”, la denomina como la época de los desengañados, la época de la errancia.

La civilización del siglo XXI tecno científica y capitalista, muestra una influencia a partir de lo que
DD
conocemos como globalización, movimiento que promueve la hegemonía de lo homogéneo (todos
iguales) pero al precio de una segregación. Lo que Freud llamó “el narcisismo de las pequeñas
diferencias”.
Lacan ubica la declinación de la imago paterna, en vísperas de la 2da guerra mundial, la neurosis
dominante al final del siglo XIX ha evolucionado en una nueva neurosis, la neurosis contemporánea, su
resorte es la carencia de padre, su personalidad esta ausente, humillada, dividida. La gran neurosis
LA

contemporánea esta determinada por la inexistencia del Otro, ello tiene como consecuencia que el sujeto
este condenado a la búsqueda del objeto plus de goce.

El impasse lacaniano ha reemplazado al malestar en la cultura freudiano.


Cuando Freud aborda las vicisitudes del superyó en el neurótico enlaza la cultura al surgimiento de la
FI

conciencia moral, la renuncia de lo pulsional crea la conciencia moral que después reclama más y más
renuncia. Dicho malestar en tanto renuncia a la satisfacción pulsional tiene salidas, tiene recursos, como
por ejemplo los tóxicos, la sublimación, la religión, el amor, la belleza y la neurosis misma.


La época lacaniana define al superyó de un modo diferente, el superyó freudiano produjo cosas como
lo prohibido, el deber, la culpabilidad, que hacen existir al Otro, suponen Otro. El superyó lacaniano
produce un imperativo distinto ¡goza! No hay un significante que ordene, que prohíba, que reglamente la
satisfacción, en su lugar tenemos al objeto a en tanto plus de goce, nos invita al consumo sin límites.
Puedes gozar como quieras, al precio de convertir el permiso en una exigencia.

Neo malestar y subjetividad

Los tiempos actuales nos recuerdan los ítems que tenemos que tener presentes, a los cuales debemos
responder, para tener una vida acorde a los mismos: el mercado, los objetos, el consumo, el fármaco, la
fugacidad del ahora. Hay una parte del mundo que nos es visible “viva su vida consumiendo, pero
manténgase estable. Pero también hay otra parte menos visible que se puede caracterizar como la del no
consumo, son la representación de aquello que no encaja, las fallas necesarias para que la utopía
neocapitalista pueda realizarse. Estos humanos que apenas cuentan con lo puesto, que han sido

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desprovistos de su familia, de su tierra, de su historia, dan cuenta de una anulación subjetiva, han sido
reducidos a sobrevivir, tienen la muerte pegada a sus talones.

Cualquier estudio sobre distribución de la riqueza permite comprobar que los bienes se acumulan en
grupos sociales que tienen mucho más de lo que necesitan, mientras que la mayoría del planeta vive con
menos de lo necesario. La tenencia de dinero, objetos y alimentos marcan geografías diferentes, nuevos
territorios, más fuertes que los limites tradicionales de las fronteras. La vida humana se la valora cada vez
más por poseer o no poseer, lo que genera una tensión que rebalsa el orden simbólico, se resuelve en el
terreno de la confrontación, del enfrentamiento directo.

Asistimos a nuevas formas de eliminación del otro, el arma de guerra se combina con técnicas sutiles que

OM
logran que cualquier ciudadano viva en un estado angustioso, nadie esta exento de entrar en zona de
riesgo. Los amos del mundo nos advierten que todos estamos sujetos al ajuste por venir.
El capitalismo vine arrasando con cualquier esbozo de humanismo, la categoría de lo humano esta siendo
sustituida por la de consumidor. El neoliberalismo no es solo un programa económico ni una concepción
política, sino que fundamentalmente es un intento de reconfiguración de lo vivible. Busca cancelar la
subjetividad, hacerla nula, hacerla obediente a las imposiciones del mercado. Hay una lógica del úselo y
luego cámbielo o tírelo, que incluye tanto a objetos, relaciones amorosas, familiares, etc.

.C
Cada uno de los humanos puede/debe adquirir destrezas competitivas que le permitan sostenerse en una
competencia y rivalidad sin fin, los objetivos siempre exigen un poco más, en esa carrera hay otros, otros
DD
semejantes que son percibidos como enemigos. Como el entrenamiento nunca es suficiente tenemos
angustia y cuando no se consigue llegar a la meta aparece la depresión.
Un hecho importante que se debe resaltar es que los objetos son demandados desde todos los sectores
sociales, las marcas ejercen una atracción mayor que cualquier valor moral. Los objetos perforan
fronteras, paredones o rejas, el teléfono de ultima generación, el plasma o la marca de las tres tiras equipan
a segregados y segregadores.
LA

Tanto los medios de comunicación que son fundamentales a la hora de modelar percepciones y conductas
y el fármaco generalizado que regula la vida cotidiana, aparecen como decisivos en el intento de
consolidar esta subjetividad programada.
FI

FÁTIMA ALEMÁN ¿LA ERA DE LA VOLUNTAD EN COMPRIMIDOS?

En 2008 la revista Newsweek Argentina publicó “la ciencia ataca a las adicciones”, donde se anunciaba
un nuevo logro en las neurociencias: medicamentos y vacunas que prometen tratar eficazmente las
adicciones, bloqueando el deseo compulsivo. Desde hace unos años se viene anunciando la panacea


bioquímica para el tratamiento de las adicciones, ya sea a la cocaína, al alcohol o al tabaco.

Que la adicción sea considerada una enfermedad fue todo un logro en la década del `60, que haya sido
considerada como un trastorno bio psico socio espiritual es parte de la historia y del desarrollo de los
centros de rehabilitación promotores de diferentes modelos. Pero que hoy en día las adicciones puedan
ser erradicadas por completo gracias a los desarrollos de la biotecnología parece casi un milagro.
Se trata de un cambio de panorama terapéutico al incidir directamente sobre la parte del cerebro
relacionada con el autocontrol y la habilidad para calcular la consecuencia de los comportamientos. Por
ejemplo, el uso de GABA, ACAMPROSATO, VIVITROL, entre otros.

El interés de este articulo no es informar sobre la avanzada biotecnología en el tratamiento de


adicciones sino advertir sobre la lógica que la comanda, la ficción discursiva que se intenta imponer
como verdad. Sostener como hipótesis que el tipo de autocontrol que falla en personas que abusan de

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las drogas es la “acción intencional y que ello sea consecuencia de una actividad reducida de la corteza
frontomedial, es suponer que la intención o el deseo son engranajes de un modelo estimulo respuesta.
Nadie niega los efectos bioquímicos de los fármacos sobre el cuerpo, ni los beneficios que suponen para
calmar la angustia o aliviar momentáneamente la abstinencia. Pero introducir la idea salvadora del
autocontrol en comprimidos es una falacia, es la promoción de un objeto sustituto (el medicamento)
acompañado de una insignia científica. ¿Por qué no pensar que las emociones y los pensamientos son
comandados por una zona del cerebro que no existe sino es impulsada por el aparato del lenguaje, que
en su funcionamiento comporta también una satisfacción paradójica que se expresa en el cuerpo?

OM
FREUD. TRATAMIENTO PSIQUICO (TRATAMIENTO DEL ALMA) 1890

Psique es una palabra griega que en alemán se traduce como alma, según esto tratamiento psíquico es lo
mismo que tratamiento del alma. Pero no es este el significado de la expresión: tratamiento psíquico
quiere decir tratamiento desde el alma, con recursos que de manera primaria e inmediata influyen sobre
lo anímico del hombre.

.C
Un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, las palabras son el instrumento esencial del tratamiento
anímico. El lego hallará difícil concebir que unas perturbaciones patológicas del cuerpo y del alma puedan
eliminarse mediante meras palabras del médico, pensará que se lo está alentando a creer en ensalmos, y
DD
no estará tan equivocado.

Los médicos de formación científica aprendieron recientemente a apreciar el valor del tratamiento
anímico. Estos, durante años restringieron su interés a lo corporal y dejaron que los filósofos, a quienes
detestaban, o despreciaban, se ocuparan de lo anímico. Nexos cuya existencia es innegable, pero en
ningún caso dejo de presentar a lo anímico comandado por el cuerpo y dependiente de él.
LA

La relación entre lo corporal y lo anímico es recíproca, pero en un principio la acción de lo anímico


sobre el cuerpo no era bien vista por los médicos. (Parecieran temer que, si concedían cierta
autonomía a la vida anímica, dejarían de pisar el seguro terreno de la ciencia).

Esto se fue modificando poco a poco y dicho cambio se originó a través de la misma práctica médica.
FI

Comenzaron a ver q existen signos patológicos (dolor de cabeza, de estómago, etc) que están bajo el
influjo de irritaciones, emociones, preocupaciones, etc; que al desaparecer se volverá a un estado de plena
salud; tales estados han recibido el nombre de nerviosidad (neurastenia, histeria) y se los define como
enfermedades meramente ¨funcionales¨ del sistema nervioso. (Perturbaciones y quejas plantean un gran


desafío al arte médico, pero en los cuales no han podido hallarse signos visibles y palpables del proceso
patológico).

Los médicos se vieron frente a la tarea de investigar la naturaleza y el origen de las manifestaciones
patológicas de estas personas nerviosas o neuróticas. Y llegaron a este descubrimiento: en alguno de
estos enfermos los signos patológicos provienen de un influjo alterado de su vida anímica sobre el
cuerpo. Por lo tanto, la causa inmediata de la perturbación ha de buscarse en lo anímico. Solo tras
estudiar lo patológico se puede comprender lo normal.

Hay muchos ejemplos respecto de la influencia de lo anímico en el cuerpo, tal es el caso de la expresión
de las emociones. Casi todos los estados anímicos que puede tener el hombre se exteriorizan en el cuerpo:
tensión y relajación de los músculos, actitud de los ojos, flujo sanguíneo a la piel, el modo de emplear el
aparato fonador, la postura, etc.

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Menos conocidas son otras consecuencias corporales de los afectos, estados afectivos persistentes de
naturaleza penosa “depresiva”, como la preocupación, el duelo, rebajan la nutrición del cuerpo en su
conjunto, y a la inversa, bajo la influencia de excitaciones jubilosas, de dicha, vemos que todo el cuerpo
florece y la persona recupera rasgos de juventud.

Los afectos, y casi con exclusividad los depresivos, pasan a ser con harta frecuencia causas patógenas
tanto de enfermedades del sistema nervioso con alteraciones anatómicas registrables. Todos los estados
anímicos aún los procesos de pensamiento son en cierta manera ¨afectivos¨ y de ninguno están ausentes
las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar los procesos físicos. La duración de la vida
puede ser abreviada por efectos depresivos.

OM
Reclama nuestro interés el estado anímico de la expectativa, por medio de la cual una serie de fuerzas
anímicas pueden ponerse en movimiento hacia la contracción o la curación de afecciones corporales. La
expectativa esperanzada y confiada es una fuerza eficaz de la que no podemos dejar de prescindir en
nuestros ensayos de tratamiento y curación. Dicho influjo se vuelve patente en las llamas curas milagrosas
que aun hoy en día se llevan a cabo.

El efecto de un remedio prescripto por el médico se compone de dos partes, una de ellas es aportada por

.C
la actitud anímica del enfermo, la expectativa confiada con la cual contribuye al influjo inmediato de la
medicina prescripta. Ello depende de cuan grande sea su afán de sanar, y de la fe de que esta dando los
pasos correctos en esa dirección, de su respeto al arte médico y del poder que le atribuya a la persona del
médico.
DD
Los médicos practicaron tratamiento anímico desde siempre, si por tratamiento anímico entendemos el
empeño de los médicos por provocar en el enfermo estados y condiciones anímicas favorables para su
curación, esta clase de tratamiento médico es históricamente la más antigua.

La personalidad misma del médico se ha rodeado de un halo de prestigio que ha provenido directamente
LA

del poder divino, pues el arte de curar estuvo en sus orígenes en manos de los sacerdotes. Así la persona
del médico era una de las circunstancias principales que permitían alcanzar en el enfermo el estado
anímico más favorable para su curación. Ahora empezamos a comprender el “ensalmo” de la palabra: las
palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre el
otro.
FI

Nace el tratamiento anímico cuando los médicos reconocen la importancia del estado anímico para
la curación y así toman la decisión de no dejar ya librado al enfermo de monto de solicitación anímica
que pudiera producir, y de conseguir el estado anímico favorable buscándolo conscientemente con los
medios apropiados. Es así como se le ofrece al médico ejercer una influencia profunda, pero


transitoria, sobre la vida anímica de sus enfermos, y aprovecharla con fines terapéuticos.

HIPNOSIS

Es posible mediante ciertas influencias, poner a los seres humanos en un estado anímico curioso, que
tiene gran semejanza con el sueño, se lo ha llamado hipnosis. Tal procedimiento, en cualquiera de sus
formas supone el encadenamiento de la atención. El rasgo más significativo e importante para nosotros
reside en la conducta del hipnotizador hacia su hipnotizado. Se extraña del mundo exterior
comportándose como lo haría un durmiente, pero permanece despierto respecto de la persona que lo puso
en estado hipnótico, este fenómeno se llama rapport. El hipnotizado se vuelve obediente y crédulo, incluso
casi de manera irrestricta en una hipnosis profunda.

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No es condición de la hipnosis la existencia de un estado patológico, algunas personas normales se dejan
hipnotizar muy fácilmente mientras que es muy difícil conseguirlo en una parte de los neuróticos.

La influencia de la vida anímica sobre la corporal se eleva extraordinariamente en el hipnotizado.


La representación que el hipnotizador imparte al hipnotizado mediante la palabra provoca la reacción
anímico-corporal que responde a su contenido. Ello implica por una parte obediencia, pero, por otra
parte, acrecentamiento de la influencia corporal de una idea. Aquí la palabra ha vuelto a ser
realmente el ensalmo.

Una credulidad como la que el hipnotizado presta a su hipnotizador solo la hallamos en la vida real, fuera
de la hipnosis, en el niño hacia sus amados padres, y una actitud semejante de la vida anímica de un

OM
individuo hacia otra persona con un sometimiento parecido tiene su correspondiente en muchas relaciones
amorosas con entrega plena.

SUGESTIÓN

Se llama sugestión al dicho del hipnotizador, que ejerce efectos ensalmadores. Todas las actividades

.C
anímicas del hipnotizado obedecen a esta sugestión, por su propia impulsión él no suele emprender nada.

La hipnosis presta al médico una autoridad mayor quizás de la que ningún sacerdote poseyó jamás, reúne
todo el interés ánimo del hipnotizado en la persona del médico, deroga en el enfermo esa discrecionalidad
DD
de su vida anímica en que hemos discernido el obstáculo para la exteriorización de influjos anímicos
sobre el cuerpo, instituye en sí y por si un aumento del imperio del alma sobre lo corporal.

El medico pone al enfermo en el estado hipnótico, le imparte la sugestión, modifica según las diversas
circunstancias, de que no está enfermo, que tras despertar no registrara los signos de su dolencia. Lo
despierta después y le es lícito abrigar la expectativa de que la sugestión habrá hecho lo suyo contra la
LA

enfermedad.

El tratamiento hipnótico significa una gran ampliación del poder de acción del médico, como también un
progreso del arte terapéutico. Por lo común se recurre a esta clase de tratamiento solo cuando todos los
otros medios no han tenido éxito y el enfermo ya está desanimado, entonces abandona a su médico y
FI

acude a otro médico extraño, quien no hace, ni puede hacer otra cosa que hipnotizar. Ambas cosas son
desventajosas para el enfermo. El médico de cabecera debería estar familiarizado con el método hipnótico
y aplicarlo desde el comienzo.

Las diferentes personas muestran grados muy diversos de aptitud para el tratamiento hipnótico, sigue


dependiendo más del enfermo que del médico el grado de obediencia que logre la sugestión.

La sugestión no tiene asegurado de antemano el triunfo sobre la enfermedad, por más que se haya logrado
la hipnosis. Con una hipnosis única no se consigue nada contra perturbaciones graves de origen anímico.
Otra debilidad de la sugestión es cuando se consigue suprimir los fenómenos patológicos pero solo por
un breve lapso, trascurrido el cual reaparecen los signos de la dolencia y tenemos que volver a expulsarlos
con una nueva hipnosis con sugestión.

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PERESSON. Un itinerario, el pasaje de la neurología a la histeria (la sugestión, la hipnosis y la
catarsis)

La cura empieza por el lado de lo médico, Breuer y su clínica. Pero esta es llevada por Anna O hacia otro
lugar, un nuevo lugar en donde el delirio queda revelado por la palabra, la misma palabra sostiene el
recuerdo evocado y trae alivio al cuerpo.

Breuer, entre 1880 y 1882, trata a una joven con severos padecimientos “nerviosos”, Anna O. tenía 21
años al comenzar su enfermedad, no siempre resultaba fácil moverla a hablar ni aún bajo hipnosis.
Después de hablar, la muchacha perdía todo su mal humor, a partir de estas experiencias, de que en esta
enferma los fenómenos histéricos desaparecían en cuanto era reproducido en la hipnosis el

OM
acontecimiento provocador del síntoma, se desarrolló un procedimiento técnico-terapéutico. Cada
síntoma fue tomado individualmente, todos los acontecimientos en los cuales había aparecido un
síntoma, fueron relatados en secuencia inversa.

Sin embargo, cuando todo parecía encaminarse a un final terapéutico ordenado, la pasión hizo su
aparición, el riesgo no era ya de Anna (la misma a esa altura estaba casi curada de sus síntomas) sino que
el prestigio del medico, y el propio médico, estaban a punto del extravío. La cura fue interrumpida a

.C
causa de un amor equívoco convocado por un deseo que la misma cura había despertado. Antes que las
cosas pasan a mayores Breuer opta por el retiro, hacer un acto de abandono con todo lo que este debe
tener: reproches y culpas.
DD
En noviembre de 1882 Breuer le relata el caso de “Anna O” a Freud:

En 1885 Freud es nombrado Docente Adscrito en la Facultad de Medicina de Viena. Se traslada a


Paris, mediante una beca otorgada a estudiar con Charcot en la Salpetriere. Fue a estudiar la anatomía
del sistema nervioso, y volvió interesado en los problemas de la histeria y las posibilidades curativas de
la hipnosis, deja la neurología y se encamina a la Psicopatología. Se trata de ir más allá de la dimensión
LA

corporal, lo neurológico como base y causa de diversos trastornos.

Freud parte de un rudimentario artificio, la hipnosis, que impensadamente muestra cierta eficacia en
el tratamiento de los síntomas histéricos.

Freud comenta el encuentro con quien sería su gran maestro en ese tiempo, por quien cambia su plan
FI

original de estudios y posiblemente su propia vida, Charcot: “... atraído por esta personalidad, pronto me
limite a visitar un solo hospital... y a seguir las enseñanzas de un solo hombre... mi tarea tomó una forma
diversa de la que yo originalmente me había propuesto... me vi entonces precisado a renunciar al trabajo
anatómico...”


Freud sigue diciendo, “... tuve la oportunidad de ver una gran cantidad de enfermos, examinarlos yo
mismo y oír el juicio de Charcot sobre ellos...”, “...Charcot solía decir que la anatomía en términos
generales había consumado su obra y la doctrina de las afecciones orgánicas del sistema nervioso está,
por así decirlo, acabada, y que ahora le tocaba el turno a las neurosis... su trabajo desde hacía años se
dirigía con preferencia a la histeria...”, En esa época la histeria era caracterizada por unos rasgos
negativos, poco estudiados, o estudiados a disgusto, o a partir de unos muy difundidos prejuicios como
estos: la dependencia de la histeria a irritaciones genitales, su falta de una sintomatología precisa, esto
daba lugar a que cualquier combinación arbitraria de síntomas podría presentarse en ella, y el desmedido
valor que se le atribuía a la simulación en su cuadro.”

Charcot partió de casos de histeria que consideraba “tipos completos” de la misma, esto le posibilitó
establecer un reordenamiento del “cuadro”, redujo a su medida el nexo de la neurosis con el sistema
genital cuando comprobó la existencia de la histeria masculina, y en particular la traumática, halló una

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serie de signos distintivos somáticos, esto le permitió establecer el diagnóstico sobre signos positivos,
llegó a una especie de teoría sobre la sintomatología histérica que tuvo el coraje de reconocer como
real y objetiva. Así la histeria se destacó del caos de las neurosis. Tiene una ley y un orden.

En 1887, Freud publica algunos artículos en la enciclopedia de medicina Villaret, uno de ellos
denominado “Histeria”, se refiere a las concepciones de Charcot, y menciona por primera vez el
método catártico de Breuer, define a la Histeria de esta manera: “La histeria es una neurosis en el
sentido más estricto del término, vale decir que no se han hallado alteraciones anatómicas del
sistema nervioso... la histeria es un cuadro patológico bien deslindado.... que se diferencia
radicalmente de la neurastenia”. Freud presenta una ordenación de los síntomas: 1)ataques
convulsivos en tres tiempos: epileptoide, grandes movimientos y actitudes pasionales, 2) zonas

OM
histerogenas: “lugares hipersensibles del cuerpo, cuya estimulación leve desencadena un ataque, 3) y por
ultimo perturbaciones de la sensibilidad: “anestesias o hiperestesias 4) parálisis, contracturas.

El tratamiento directo consiste en la eliminación de la fuente de irritación psíquica para los


síntomas histéricos, y es comprensible que las causas de la histeria se busquen en el representar
inconsciente, se instila al enfermo en la hipnosis una sugestión cuyo contenido es la eliminación de
su sufrimiento…. más eficaz todavía es un método que Josef Breuer fue el primero en practicar en Viena;

.C
consiste en reconducir al enfermo, hipnotizado, a la prehistoria psíquica del padecer, constreñido a
confesar la ocasión síquica a raíz de la cual se generó la perturbación correspondiente.”

Posiblemente esta sea la primera formulación de una modalidad de tratamiento no médico, el


DD
llamado “tratamiento directo”, implica el uso de la sugestión y/o catarsis, y se justifica en una nueva
concepción acerca de las causas del padecimiento histérico.

En el año 1888 es cuando toma a su cargo el tratamiento de Emmy Von N, es el primer caso donde
aplica el método catártico, aunque también emplea la hipnosis para hacer sugestiones.
LA

A partir de 1886 Freud dedicó parte de sus estudios al tema del hipnotismo y la sugestión:

Da a conocer su punto de vista en el cual destaca la inserción de la hipnosis en un discurso serio, en este
caso en la Psicología. La sugestión freudiana supone que el histérico y/o los síntomas histéricos están
comandados por un cerebro no conciente, y hacia ese cerebro segundo que se podria describirlo como un
FI

lugar inaccesible a la conciencia, hacia allí se dirige la sugestión, de esta manera el histérico desconoce
la procedencia externa de la representación sugestiva, esto solo es posible con los efectos que produce la
hipnosis sobre el hipnotizado: “dormido para el mundo solo despierto para el hipnotizador”.

Freud reconoce que nunca fue un buen hipnotizador, y muy tempranamente da cuenta de sus


dificultades en distintos trabajos. Digamos que la frase “sus dificultades” debe entenderse
fundamentalmente como los límites que muestra, y tiene esa técnica en la medida que la clínica freudiana
se afina cada vez más en la dilucidación de la compleja estructura del síntoma.

En 1890 publica un trabajo (“tratamiento psíquico…”) lo va a definir como un tratamiento desde el


alma, ya sea de perturbaciones anímicas o corporales, con recursos que de manera primaria o inmediata
influyen sobre lo anímico del hombre, un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras
son el instrumento esencial del tratamiento anímico“...por tratamiento anímico entendemos el empeño
por provocar en el enfermo los estados y condiciones anímicos más favorables para su curación...”.

Solo tras estudiar lo patológico se aprende a comprender lo normal. Señala los ejes alrededor de los
cuales se desarrolla este “moderno tratamiento anímico”:

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a) la expectativa: “ ...reclama nuestro mayor interés el estado anímico de la expectativa (angustiada,
confiada..), por medio de la cual una serie de las más eficaces fuerzas anímicas pueden ponerse en
movimiento hacia la contracción o la curación de afecciones corporales...”

b) la influencia: “... la personalidad misma del médico se rodeaba de un halo de prestigio que provenía
directamente del poder divino, pues el arte de curar estuvo en sus comienzos en manos de los
sacerdotes...”

c) la palabra: “…las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre
pretende ejercer sobre los otros ... el ensalmo de la palabra puede eliminar fenómenos psicopatológicos,
tanto más aquellos que, a su vez, tienen su raíz en estados anímicos”

OM
d) hipnosis y sugestión: “ ..es la posibilidad de ejercer una influencia profunda sobre la vida de los
enfermos ...la hipnosis presta al médico una autoridad mayor quizás de la que ningún sacerdote o
taumaturgo poseyó jamás, pues reúne todo el interés anímico del hipnotizado en la persona del médico,
...así ella ofrece (la hipnosis) el paradigma del modo de curación por tratamiento anímico, el médico pone
al enfermo en estado hipnótico, le imparte la sugestión ..se llama sugestión al dicho del hipnotizador ..”

De a poco empieza a tomar forma el peso que tiene en el “tratamiento anímico” la relación entre el

.C
terapeuta y el paciente, Freud da a entender que es un artificio compuesto por algunos rasgos de
época que regulan ciertas posiciones subjetivas que facilitan que la cura marche. Destaca que el
hipnotizado este dormido para el mundo y despierto para el hipnotizador en una posición de credulidad
DD
absoluta, ilustra este fenómeno diciendo que el mismo solo se ve en los niños lactantes con su madre o
en la relación amorosa.

Esta” relación” compuesta por la expectativa más la influencia, va a convertirse en la estructura


misma de la cura cuando, con el correr del tiempo, pase de la noción de falso enlace a ser
conceptualizada como transferencia. En este nuevo tratamiento se encuentran tres operaciones
LA

terapéuticas:

• la hipnosis, desde Charcot, le permite una aproximación a la “realidad psíquica”;


• la llamada sugestión hipnótica, desde Berheim: le permite la eliminación de los síntomas;
• el hipnótico catártico, desde Breuer: le permite conocer la composición de los síntomas
FI

mediante la recuperación de recuerdos olvidados, la elaboración de los mismos y la “expresión


verbal del afecto”.

El nombre dado a este abordaje, “moderno tratamiento anímico”, resulta altamente significativo ya que
el nombre como los principios de este tratamiento van intentando circunscribir una serie de


manifestaciones psicopatológicas cuyas causas son representaciones no concientes posibles de ser


tratadas mediante la palabra en la catarsis, la palabra en la sugestión (con o sin hipnosis)
aprovechando los beneficios que aporta una relación terapéutica que empieza a ser revelada en su
complejidad. Freud en este momento comienza a estar afuera del discurso medico.

En 1892 Este será el año donde crea dos técnicas, para prescindir de la hipnosis:

a- estado de concentración (forma de sustituir el dormir hipnótico)


b- técnicas de presión sobre la frente (la mano sobre la frente le permitía que el paciente evoque
lo requerido).

Conviene destacar que estos procedimientos solos eran útiles dentro del método catártico, no en el
tratamiento sugestivo. (Los casos de Lucy R y Elizabeth von R, serán los primeros pacientes en los
cuales empleo esta técnica.

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En 1893 Freud conjuntamente con Breuer dan a conocer sus ideas de esa época en un trabajo que se
llama: “comunicación preliminar, sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos”.

Esta colaboración entre Freud y Breuer se destaca por realizar la presentación de una nueva manera de
interpretar el síntoma y su causa y esta nueva concepción fue posibilitada, según los autores, por la
aplicación en el tratamiento de la histeria de un “nuevo método de indagación”: “…casi siempre es
preciso hipnotizar a los enfermos y, en ese estado, despertarles los recuerdos de aquel tiempo en que el
síntoma afloró la primera vez...”, el método es una combinación de una técnica, la hipnosis, y de un
principio, la causa del síntoma es un recuerdo. El método debe posibilitar ubicar el recuerdo, movilizar
el afecto, y dar lugar a que la palabra del enfermo describa el suceso aunando el afecto con su
correspondiente representación.

OM
El método de la psicoterapia “... cancela la acción eficiente de la representación originariamente no
abreaccionada, porqué permite a su afecto estrangulado el decurso a través del decir, y la lleva
hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal (en estado de hipnosis
ligera) o al cancelarla por sugestión.

1896 es el posible año de abandono definitivo de la hipnosis.

.C
En ese mismo año menciona por primera vez el término psicoanálisis para referirse a su
procedimiento terapéutico. En la “La herencia y la etiología de las neurosis”, dice: Por medio de este
procedimiento, uno persigue los síntomas histéricos hasta su origen, que todas las veces halla en cierto
DD
acontecimiento de la vida sexual del sujeto, idóneo para producir una sensación penosa. Remontándome
hacia atrás en el pasado del enfermo, paso a paso y dirigido siempre por el encadenamiento de los
síntomas, de los recuerdos y de los pensamientos despertados, he llegado por fin al punto de partida del
proceso patológico, había en el fondo la acción de un agente al que es preciso aceptar como causa
específica de la histeria”
LA

Lo que Freud denomina “nuevo método de psicoanálisis”, es ya sin hipnosis y sin sugestión y aparece ya
ligado a otras nociones, tales como “ideación inconciente”, el origen del síntoma tiene que ver con “la
vida sexual”, la dirección del método está dada por “el encadenamiento de los síntomas, de los recuerdos
y de los pensamientos despertados “.
FI

En “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, se ocupa principalmente de


especificar la categoría de “defensa” en relación a los diversos mecanismos de la histeria, de la neurosis
obsesiva y la paranoia. Freud comienza a revelar una relación insólita para la época: el método
psicoanalítico en la medida que pone en relación al histérico con su saber inconciente posibilita la cura
de sus síntomas.


Si bien Freud hizo uso efectivo de la hipnosis entre 1886 y 1896 debe tenerse en cuenta que el interés
de Freud por la hipnosis y la sugestión continuó a lo largo de muchos años, ya sea para destacar el
peso histórico que tuvieron en el comienzo del psicoanálisis, como así también por la necesidad de
tenerlos en cuenta en su carácter de obstáculos a superar ya instalado el método psicoanalítico.

Así muchos años después encontramos en el articulo, “Recordar, repetir y elaborar” (1914), lo
siguiente: “Hay que agradecer siempre a la vieja técnica hipnótica que nos exhibiera ciertos
procesos síquicos del análisis en un aislamiento y esquematización.... solo en virtud de ellos pudimos
cobrar la osadía de crear nosotros mismas situaciones complejas en la cura analítica y mantenerlas
transparentes.

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MÉTODOS UTILIZADOS POR FREUD. INFLUENCIA DE CHARCOT Y BREUER

CHARCOT

Entre 1885 hasta 1886 Freud trabajo en la Salpetriere de Paris como alumno de Charcot, este periodo fue
un punto de viraje en su carrera, ya que su interés paso de la neuropatología a la psicopatología.
En esa época Charcot empezó a consagrar su interés casi exclusivamente a la histeria, que paso a ser el
centro de la atención, era la más enigmática de las enfermedades nerviosas, había caído en una total
indiferencia y descredito por parte de los médicos. Se decía que en la histeria todo era posible, y que no
se le quería creer nada a las histéricas. El trabajo de Charcot comenzó por devolverle la dignidad al tema.
Sostuvo el carácter autentico y objetivo de los fenómenos histéricos.

OM
Mientras que la persona sana puede comunicar la impresión que la aflige, la histérica sostiene que no la
conoce, se encuentra en un particular estado anímico en que ya no todas sus impresiones ni sus recuerdos
se mantienen cohesionados, cierto recuerdo puede exteriorizar su afecto mediante fenómenos corporales
sin que el grupo de los otros procesos anímicos, el yo, sepa la razón de ello ni pueda intervenir para
impedirlo.
Charcot trato a la histeria como a cualquier otro tema de neuropatología, proporciono la descripción

.C
completa de sus fenómenos, demostró una ley y una regla, enseño a reconocer los síntomas que posibilitan
diagnosticar la histeria.

Empeñado en el estudio de las parálisis histéricas que se generan después de traumas, a Charcot se le
DD
ocurrió reproducirlas artificialmente luego de haberlas diferenciado de las parálisis orgánicas. Para ello
se valió de pacientes histéricos a quienes ponía en estado de sonambulismo mediante hipnosis. Así
consiguió demostrar que esas parálisis eran consecuencia de representaciones que en momentos de
predisposición habían gobernado el cerebro del enfermo. Así quedó esclarecido por primera vez el
mecanismo de un fenómeno histérico.
LA

Ello significó un gran beneficio para este ámbito, el cual estaba hasta ese entonces descuidado y
despreciado, no obstante, todo ello perdió estima en sus contemporáneos cuando Bernheim comenzó a
edificar la doctrina del hipnotismo sobre una base psicológica más amplia y a hacer de la sugestión el
núcleo de la hipnosis. Pronto serian impugnadas y rectificadas las teorías etiológicas que Charcot
sustentó, éste sobrestimaba el papel causal de la herencia que no dejo espacio alguno para la adquisición.
FI

En 1894 en “Las Neuropsicosis de defensa” Freud sostiene que la escisión del contenido de conciencia
es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo, no sostengo que éste se proponga producir una
escisión, sino que su propósito es otro, pero al no alcanzar su meta, genera dicha escisión de conciencia.
El sujeto gozó de salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de inconciliabilidad en su


vida de representaciones, es decir, hasta que se presentó a su yo una vivencia, una representación, una
sensación que despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla, no confiando en poder
solucionar con su yo la contradicción que esa representación inconciliable le oponía.
La tarea que el yo defensor se impone (tratar como no acontecida la representación inconciliable) es
insoluble (algo que no puede ser resuelto) para él, una vez que la huella mnémica y el afecto adherido a
la representación están ahí ya no se las puede extirpar. Por ello una solución es convertir esta
representación intensa en una débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación.
El efecto del método catártico de Breuer consiste en volver a guiar la excitación, con conciencia de la
meta, de lo corporal a lo psíquico (en el caso de la conversión histérica) para así después equilibrar la
contradicción mediante un trabajo de pensamiento y a descargar la excitación por medio del habla.

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En las funciones psíquicas cabe distinguir algo que tiene todas las propiedades de una cantidad, algo que
es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas
mnémicas de las representaciones como lo haría una descarga eléctrica por la superficie de los cuerpos.

En “Sobre psicoterapia de la histeria” Freud sostuvo que, a pesar de todos sus intentos por extender la
aplicación del método de Breuer a un radio mas vasto, tropezó con la dificultad de que algunos enfermos
no eran hipnotizables, aunque el diagnostico indicaba histeria. Debía renunciar a esos enfermos o buscar
por otro camino ese objetivo.

Era preciso sortear la hipnosis y obtener los recuerdos patógenos, lo consiguió de la siguiente manera:
en la primera entrevista le preguntaba a sus pacientes si recordaban la ocasión primera de su síntoma,

OM
unos decían no saberla, y otros aportaban alguna cosa que designaban como un recuerdo oscuro y no
podían seguirlo, Freud entonces insistía, le aseguraba a los enfermos que no obstante lo sabían, que ya se
acordarían, de a poco algo se les iba ocurriendo, alguna pieza del recuerdo, Freud se volvía aún mas
insistente, de ese modo hizo la experiencia de que, sin mediar hipnosis alguna afloraban nuevos y remotos
recuerdos que eran pertinentes para el análisis. Le dejaron la impresión de que un mero esforzar podía
hacer salir a la luz las series de representaciones patógenas cuya presencia era indudable.

.C
Tenia que superar en el paciente una fuerza que contrariaba el devenir conciente, el recordar de las
representaciones patógenas.

Sostuvo que esa podría ser la misma fuerza psíquica que cooperó en la génesis del síntoma histérico, y
DD
que ahora impide el devenir conciente de la representación patógena.

Un carácter general de tales representaciones es que eran de naturaleza penosa, aptas para provocar los
afectos de la vergüenza, el reproche, el dolor psíquico, eran todas ellas de tal índole que a uno le gustaría
no haberlas vivenciado, preferiría olvidarlas. De ello se desprendió la idea de la Defensa: ante el yo del
enfermo se había propuesto una representación que demostró ser inconciliable, que convocó una fuerza
LA

de repulsión del lado del yo cuyo fin era la defensa frente a dicha representación. Dio como resultado que
la representación fuera esforzada fuera de la conciencia y del recuerdo, en apariencia era imposible
pesquisar su huella mnémica. Cuando Freud se empeñaba en dirigir la atención hacia ella, sentía como
Resistencia a la misma fuerza que en la génesis del síntoma se mostró como repulsión.
El “no saber” de los histéricos era en verdad un “no querer saber” mas o menos conciente, la tarea del
FI

terapeuta consistía en superar esa resistencia de asociación mediante un trabajo psíquico.

Sin embargo, no se llega muy lejos con solo decir: “usted lo sabe, dígalo, ahora se lo ocurrirá”. La
resistencia de asociación en una histeria posee un poder que el esforzar del medico no puede igualar, se


le presentó a Freud la tarea de pensar en un recurso mas poderoso.

Se sirvió de un artificio técnico, le anticipaba al enfermo que le iba a aplicar una Presión sobre su frente,
le aseguraba que mientras dure esa presión y al cabo de ella, verá el paciente ante si un recuerdo en forma
de imagen o lo tendrá en el pensamiento como ocurrencia, lo comprometía a comunicarle esa imagen u
ocurrencia, cualquiera que ella fuese. Luego él presionaba durante unos segundos la frente del enfermo,
luego lo libraba de la presión y le preguntaba ¿Qué ha visto usted? ¿Qué se le ha ocurrido?

La ventaja del procedimiento reside en que, por medio de él, el médico disocia la atención del enfermo
de su búsqueda y meditación conscientes, de todo aquello en lo cual pudiera exteriorizarse su voluntad.
No siempre es un recuerdo olvidado el que aflora bajo la presión de la mano, es muy raro que los recuerdos
genuinos patógenos se hallen tan en la superficie. La presión no pone al descubierto la representación
patógena, sino que señala el camino hacia ella, la dirección en la cual debe seguir la búsqueda. Toda vez

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que en el camino hacia la representación patógena vuelva a cortarse la ilación es preciso repetir el
procedimiento, la presión, encontrando así una orientación, y anudamientos nuevos.

Es digno de una defensa lograda que las representaciones patógenas aparezcan como de tan escasa
sustancia en su reafloramiento, de ahí uno puede inferir en que consistió el proceso de la defensa: en
tornar débil la representación fuerte, arrancarle el afecto. Al recuerdo patógeno los enfermos lo tildan de
inesencial, hasta procuran desmentirlo en su retorno.

Freud ha admitido como posible que el procedimiento de la presión fracase, que no promueva
reminiscencia alguna por mas que se esfuerce al enfermo. Puede haber 3 alternativas:
- que en el lugar donde uno investiga no haya realmente nada para recoger, eso se discierne por el gesto

OM
de calma del enfermo.

- que se haya tropezado con una resistencia que más tarde se podrá vencer, que se esté frente a un nuevo
estrato en el que aun no se ha podido penetrar.

- cuando el vínculo con el medico se ve perturbado, significa el más enojoso obstáculo con que se pueda
tropezar.

.C
Este obstáculo sobreviene en 3 casos principales:

1. Cuando la enferma se cree relegada, menospreciada, afrentada o ha escuchado cosas


desfavorables sobre el médico y el método de tratamiento.
DD
2. Cuando la enferma es presa del miedo de acostumbrarse demasiado a la persona del médico,
perder su autonomía frente a él y hasta caer en dependencia sexual de él.
3. Cuando la enferma se espanta por transferir a la persona del médico las representaciones penosas
que afloran desde el contenido del análisis. Ello es frecuente y de ocurrencia regular en muchos
análisis.
LA

FREUD. FRAGMENTO DE ANALISIS DE UN CASO DE HISTERIA

EPILOGO
FI

En el curso de una cura psicoanalítica, la formación de síntoma se suspende (de manera regular) pero la
productividad de la neurosis no se ha extinguido en absoluto. Sino que se afirma en la creación de una
particular formación de pensamiento, en la mayoría de los casos inconsciente, que recibe el nombre de
transferencias.


¿Qué son las transferencias? Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que, a medida
que el análisis avanza se despiertan y se hacen conscientes, pero lo característico es la sustitución de una
persona anterior por la persona del médico. Toda una serie de vivencias psíquicas anteriores no es revivida
como algo pasado sino como vinculo actual con la persona del médico.

Son entonces simples reimpresiones sin cambios. Otras proceden con más arte, han experimentado una
moderación de su contenido, una sublimación, son capaces de devenir conscientes apuntalándose en
alguna particularidad real de la persona del médico o de las circunstancias que lo rodean.

La transferencia es algo necesario, no hay medio alguno para evitarla, es preciso combatirla como se lo
hace con todas las otras creaciones de la enfermedad. Esta parte del trabajo es la más difícil. La cura
psicoanalítica no crea la transferencia, sino que la revela como a tantas otras cosas ocultas en la vida del

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alma. En el psicoanálisis son despertadas todas las mociones, hasta las hostiles, haciéndolas conscientes,
se las aprovecha para el análisis.

Caso Dora

Solo la transferencia le permitió a Freud esclarecer las particularidades del análisis de Dora. Constituyó
a la vez su ventaja (ya que fue apto para una 1ra publicación introductoria), pero también una falla, la
cual llevó a la ruptura prematura del tratamiento. Freud no logró dominar a tiempo la transferencia, olvidó
tomar la precaución de estar atento a los primeros signos de la transferencia que se estaba preparando con
parte del material patógeno, que Freud todavía ignoraba. En la fantasía de Dora, Freud hacía del sustituto
del padre, lo comparó conscientemente con él.

OM
Cuando le sobrevino el primer sueño, en que ella se alertaba para abandonar la cura como en su momento
lo había hecho con la casa del señor K, Freud debía haber tomado precauciones diciéndole: “ahora usted
ha hecho una transferencia desde el señor k hacia mí”. Entonces su atención se habría dirigido sobre algún
detalle del trato de ambos, tras lo cual se escondería algo análogo, mas importante que atañe al señor k.

Si se hubiera resuelto la transferencia en análisis se podría haber accedido a un nuevo material mnémico.
Pero Freud lo omitió. Así fue sorprendido por la transferencia, y a causa de ella por la cual él le recordaba

.C
al señor k, ella se vengó de Freud, como se vengará del señor k, abandono a Freud tal como se había
creído engañada y abandonada por el señor k. Actuó un fragmento de sus recuerdos y fantasías, en
lugar de reproducirlo en la cura.
DD
FREUD. SOBRE LA DINÁMICA DE LA TRANSFERENCIA (1912)

Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su
infancia, adquiere una especificidad para el ejercicio de su vida amorosa, para las condiciones de amor
LA

que establecerá y las pulsiones que satisfará. Esto da por resultado un clisé que se repite de manera regular
en la trayectoria de la vida, aunque no se mantiene del todo inmutable frente a impresiones recientes.
Solo un sector de esas mociones de la vida amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psíquico, ese sector
está vuelto hacia la realidad objetiva, disponible para la personalidad consciente. Otra parte de esas
mociones libidinosas ha sido demorada en el desarrollo, está apartada de la personalidad consciente, así
FI

como de la realidad objetiva, solo tuvo permitido desplegarse en la fantasía o ha permanecido en lo


inconsciente.
Si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha por la realidad, se verá precisado a volcarse con
unas representaciones expectativa libidinosas hacia cada nueva persona que aparezca. Es entonces normal


que la investidura libidinal de alguien que esta insatisfecho se vuelva hacia el médico. Esa investidura se
anudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión, insertará al médico en una de las series
psíquicas que el paciente ha formado hasta ese momento. Se vuelve decisiva la “imago paterna”, aunque
la transferencia no está atada a ese modelo únicamente.

Freud destaca dos cuestiones que son de su interés en este momento en cuanto a la transferencia.

- ¿Es la transferencia más intensa en personas neuróticas que en otras no analizadas?


- ¿Por qué en el análisis la transferencia sale al paso como la mas fuerte resistencia al tratamiento?

Ante la primera pregunta, no es correcto que durante el psicoanálisis la transferencia se presente mas
intensa que fuera de él. En institutos donde los enfermos nerviosos no son tratados analíticamente se
observan las máximas intensidades y las formas mas indignas de una transferencia que llega hasta el
sometimiento.

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Una condición indispensable de toda contracción de una psiconeurosis es el proceso de introversión de
la libido. Disminuye el sector de la libido susceptible de consciencia, y en esa misma medida aumenta el
sector de ella extrañada de la realidad objetiva, inconsciente. La libido se ha internado por el camino de
la regresión, reanimando los imagos infantiles. Hasta allí va la cura analítica, que quiere volverla
asequible a la consciencia, ponerla al servicio de la realidad objetiva. Toda vez que la investigación
analítica tropieza con la libido retirada estalla un combate, ya que todas las fuerzas que causaron la
regresión de la libido, ahora se elevan como resistencia al trabajo.

La resistencia acompaña todos los pasos del tratamiento, cada ocurrencia singular, cada acto del
paciente, se constituye como un compromiso entre las fuerzas cuya meta es la salud y aquellas que las
contrarían.

OM
Si se persigue un complejo patógeno desde su subrogación en lo consciente, hasta su raíz en lo
inconsciente, se entrará en una región donde la resistencia se hace valer con mucha nitidez. En este punto
sobreviene la transferencia. Si algo del material del complejo, de su contenido es apropiado para ser
transferido sobre la persona del médico, esta transferencia se produce, da por resultado la ocurrencia, se
anuncia mediante los indicios de una resistencia.

.C
La idea transferencial ha irrumpido hasta la conciencia a expensas de todas las otras posibilidades de
ocurrencia porque presta acatamiento a la resistencia. Siempre que uno se aproxima a un complejo
patógeno primero se adelanta hasta la conciencia la parte del complejo susceptible de ser transferida.
DD
En la cura analítica la transferencia aparece siempre en un primer momento como el arma más poderosa
de la resistencia. La intensidad y tenacidad de aquella son un efecto y una expresión de esta. El mecanismo
de la transferencia se averigua reconduciéndolo al apronte de la libido que ha permanecido en posesión
de los imagos infantiles, pero el esclarecimiento de su papel en la cura se descubre solo di damos cuenta
de sus vínculos con la resistencia.
LA

No se puede comprender el empleo de la transferencia como resistencia mientras se piense en una


“transferencia” a secas. Hay que separar una transferencia positiva de una negativa, la transferencia de
sentimientos tiernos de la de sentimientos hostiles, tratar por separado ambas variedades de transferencia
sobre el médico. La positiva a su vez se descompone en la de sentimientos amistosos o tiernos que son
susceptibles de conciencia y los eróticos que son la mayoría de los casos inconscientes.
FI

La transferencia sobre el medico solo es resistencia dentro de la cura cuando es una transferencia negativa,
o una positiva de mociones eróticas reprimidas. Cuando se cancela la transferencia haciéndola consciente,
se hace desasir de la persona del médico esos dos componentes, en cuanto al otro componente, el tierno,
subsiste y en el psicoanálisis es el portador del éxito.


El enfermo atribuye condición presente y realidad objetiva a los resultados del despertar de sus mociones
inconscientes, quiere actuar sus pasiones sin atender a la realidad objetiva (real). El médico quiere
constreñirlo a insertar esas mociones en la trama del tratamiento y en su biografía. Esta lucha entre médico
y paciente, entre intelecto y vida pulsional, se desenvuelve en torno de los fenómenos transferenciales.

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FREUD. “PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR DE TRANSFERENCIA”

Situación que se produce cuando una paciente demuestre signos inequívocos, o incluso declare
abiertamente, haberse enamorado de su terapeuta.

Es una situación complicada, tan inevitable como difícil de resolver. Si la paciente se ha “enamorado”
del médico, hay dos desenlaces posibles: uno, que se entreguen a una relación legítima y permanente de
ambos (la consumación del acto amoroso); en el otro, más común, médico y paciente se separan,
abandonando el trabajo conjunto de análisis, como si un accidente lo hubiera interrumpido. También
puede haber un tercer desenlace, aparentemente conciliable con la continuación de la cura: relaciones
amorosas ilegítimas y no destinadas a perdurar, aunque inconvenientes ante la moral civil y la dignidad

OM
médica.

Para el médico esto supone una valiosa indicación, una prevención contra una posible transferencia
recíproca, siempre lista a surgir en él. Le muestra que el enamoramiento de la paciente depende
exclusivamente de la situación psicoanalítica, y “no puede ser atribuido en modo alguno a sus propios
atractivos personales”.

Para la paciente, surgen dos opciones: renuncia definitivamente al tratamiento o acepta un amor pasajero

.C
por el médico que la trata. Los familiares de la enferma se decidirán por la primera, mientras que el
analista elegirá la segunda. “El interés de la enferma debe ser el único factor decisivo, pues el cariño de
sus familiares no la curará jamás de su neurosis”.
DD
¿Este enamoramiento surgido en la transferencia puede brindar al análisis algo favorable a la
cura?

La paciente pierde todo interés por esta y ya no quiere hablar ni oír hablar nada más que de su amor, para
el cual, además, exige correspondencia inmediata. Incluso deja de mostrar los síntomas que antes la
LA

aquejaban, o no se ocupa de ellos, y hasta se declara curada. La escena cambia totalmente. El médico
puede incurrir en el error de creer realmente terminado el tratamiento.

Pero la situación real es otra. Todo aquello que perturba la cura es una manifestación de la resistencia;
por lo tanto, ésta debe haber participado ampliamente en la aparición de las exigencias amorosas de la
paciente.
FI

Freud se pregunta ¿Cómo ha de comportarse el analista para no fracasar en esta situación; cuando tiene
la convicción de que la cura debe ser continuada a pesar de la transformación amorosa y a través de ella?

La respuesta moral de parte del analista no es lo aconsejable: sería hacerle entender al analizante lo no


conveniente de este amor, que este no se corresponde a las reglas morales y que, es conveniente que
domine esta parte impulsiva de sí. Freud por fortuna sustituyó la respuesta moral por una respuesta técnica
sin que el resultado sufra modificación alguna ya que apunta, a la no conservación del amor.

Respuesta técnica: la técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar a la paciente la


satisfacción apetecida, la cura tiene que ser realizada en la abstinencia. Hay que dejar subsistir en el
enfermo la necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionales del trabajo. Uno retiene la transferencia
de amor, la trata como algo no real, como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser
reorientada hacia sus orígenes inconscientes, ayudará a llevar a la consciencia lo mas escondido de la
vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo.

Ese amor no conlleva ningún rasgo nuevo que brote de la situación presente, sino que se compone de
repeticiones y calcos de reacciones anteriores, incluso infantiles.

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Generalmente el amor de transferencia surge cuando se están trabajando temas importantes en la vida de
una persona. En lugar de enfrentarse a esos fragmentos penosos e intensamente reprimidos de su historia,
surge el amor como freno a esa emergencia. Además de apartar al paciente del encuentro con lo reprimido,
coloca al analista en una posición embarazosa.

Freud se pregunta si el amor de transferencia que deviene manifiesto en la cura analítica puede ser tomado
como verdadero. Él sostiene que es genuino. Este enamoramiento consta de reediciones de rasgos
antiguos y repite reacciones infantiles. Pero ese es el carácter esencial de todo enamoramiento. Ninguno
hay que no repita modelos infantiles. Lo que constituye su carácter compulsivo procede de su
condicionamiento infantil.

OM
Tres características propias del amor de transferencia

Todo enamoramiento, aún fuera de la cura analítica, recuerda aún más a los fenómenos anormales que a
los normales. De cualquier modo, se singulariza por algunos rasgos que le aseguran una particular
posición:

1. Es provocado por la situación analítica.


2. Es empujado hacia arriba por las resistencias que gobiernan a esta situación

.C
3. Carece del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos cuidadoso de sus
consecuencias, mas ciego en la apreciación de la persona amada.

La paciente debe aprender del amor de transferencia a vencer el principio de placer, renunciando a una
DD
satisfacción inmediata, y el analista tiene una triple lucha:

• En su interior: contra los poderes que querrían hacerlo bajar del nivel analítico.

• Fuera del análisis: contra los oponentes que le impugnan la significatividad de las fuerzas
pulsionales sexuales y le prohíben servirse de ellas en su técnica científica.
LA

• En el análisis: contra sus pacientes, que se comportan como los oponentes al inicio, pero luego
quieren aprisionar al médico con su apasionamiento no domeñado socialmente.
FI

FREUD. “RECORDAR, REPETIR, REELABORAR”

Alteraciones que la técnica psicoanalítica ha experimentado desde sus comienzos:

- al principio en la fase de la catarsis breueriana se enfocó directamente en el momento de la




formación de síntoma y hubo un empeño por hacer reproducir los procesos psíquicos de aquella
situación, a fin de guiarlos para que tuvieran su decurso a través de una actividad consciente.
Recordar y abreaccionar eran en aquel momento las metas que se procuraba alcanzar con ayuda
del estado hipnótico.
- Después que se renunció a la hipnosis, pasó a primer plano la tarea de colegir desde las
ocurrencias libres del analizado aquello que él denegaba recordar. Se pretendía sortear la
resistencia mediante el trabajo interpretativo y la comunicación de sus resultados al enfermo. Se
mantenía el enfoque sobre las situaciones de la formación de síntoma, pero la abreacción era
relegada, parecía sustituida por el gasto de trabajo que el analizado tenia que prestar al vencer la
critica a sus ocurrencias.
- Por último se plasmó la técnica que hoy empleamos: el medico renuncia a enfocar un momento
o un problema determinado, se conforma con estudiar la superficie psíquica que el analizado

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presenta, se vale del arte interpretativo para discernir las resistencias en el enfermo y hacérselas
conscientes.

La meta de estas técnicas ha permanecido idéntica, en términos descriptivos: llenar las lagunas del
recuerdo, en términos dinámicos: vencer las resistencias de la represión.

El recordar en aquellos tratamientos hipnóticos cobraba una forma muy simple, el paciente se trasladaba
a una situación anterior que no parecía confundir nunca con la situación presente, comunicaba los
procesos psíquicos de ella hasta donde habían permanecido normales y agregaba lo que pudiera resultar
por la trasposición de los procesos inconscientes en conscientes.

Cuando aplicamos la nueva técnica podemos decir que el analizado no recuerda, en general, nada de lo

OM
olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo sino como acción. Lo repite sin
saber que lo hace. Por ejemplo: el analizado dice no acordarse de haber sido desafiante e incrédulo frente
a la autoridad de los padres, en cambio, se comporta de esa manera frente al médico. No se acuerda de
haber sentido intensa vergüenza por ciertos quehaceres sexuales, ni de haber temido que lo descubrieran,
pero manifiesta avergonzarse del tratamiento y procura mantenerlo en secreto frente a todos.

Lo que mas nos interesa es la relación de esta compulsión de repetir con la transferencia y la
resistencia.

.C
La transferencia misma es una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado.
Teneos que estar preparados para que el analizado se entregue a la compulsión de repetir, que le sustituye
DD
al impulso de recordar, no solo en la relación personal con el médico sino en todas las otras actividades
y vínculos de su vida.

Tampoco es difícil discernir la participación de la resistencia, mientras mayor sea ésta, tanto mas será
sustituido el pensar por el actuar. En la hipnosis el recordar ideal de lo olvidado corresponde a un estado
en que la resistencia ha sido abolida por completo. Si la cura empieza bajo una transferencia suave, tierna,
LA

esto permite una profundización en el recuerdo, en cuyo transcurso disminuyen los síntomas patológicos,
pero si, en el trayecto esa transferencia se vuelve hostil necesita de represión, el recordar deja sitio al
actuar. La resistencia comanda la secuencia de lo que se repetirá.

¿Qué repite o actúa en verdad? Repite todo desde las fuentes de lo reprimido que se ha abierto paso
FI

hasta lo manifiesto: sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter, además en
el tratamiento repite todos sus síntomas. Como analistas no debemos tratar la enfermedad del paciente
como un episodio histórico, sino como un poder actual, tenemos que realizar el trabajo terapéutico que
consiste en la reconducción al pasado.


El hacer repetir en el curso del tratamiento analítico equivale a convocar un fragmento de vida real, eso
no en todos los casos puede ser inofensivo. De aquí arranca todo el problema del “empeoramiento durante
la cura”.

La introducción del tratamiento conlleva que el enfermo cambie su actitud conciente frente a la
enfermedad, por lo común se ha conformado con lamentarse de ella, despreciarla como algo sin sentido.
Debe tener el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad, será su digno oponente.
Si en virtud de esta nueva relación con la enfermedad se agudizan conflictos y resaltan al primer plano
unos síntomas que antes eran casi imperceptibles, uno puede consolar al paciente diciéndole que son unos
empeoramientos necesarios, pero pasajeros.

El recordar a la manera antigua, el reproducir en un ámbito psíquico, sigue siendo la meta, aunque con la
nueva técnica no se lo pueda lograr. Se dispone a librar una permanente lucha con el paciente a fin de
retener en un ámbito psíquico todos los impulsos que él querría guiar hacia lo motor. Si consigue tramitar

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mediante el trabajo del recuerdo algo que el paciente preferiría descargar por medio de una acción, el
medico lo celebra con un triunfo de la cura.

El principal recurso para domeñar la compulsión de repetición del paciente y transformarla en un


motivo para el recordar, reside en el manejo de la transferencia. Le abrimos la transferencia donde
tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, donde se le ordena que escenifique para nosotros
todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la vida anímica del analizado. Conseguimos dar a
todos los síntomas de la enfermedad un nuevo significado transferencial de la que puede ser curado
mediante el trabajo terapéutico.

La transferencia crea así un reino intermedio entre la enfermedad y la vida.

OM
Esta reelaboración de las resistencias puede convertirse en una ardua tarea para el analizado y en una
prueba de paciencia para el médico. Sin embargo, es la pieza del trabajo que produce el máximo efecto
alterador sobre el paciente, y que distingue al tratamiento analítico de todo influjo sugestivo. Se la puede
equiparar a la abreacción de los montos de afecto estrangulados por la represión, abreacción sin la cual
el tratamiento hipnótico permanece infructuoso.

.C FREUD. Sobre la iniciación del tratamiento 1913


1. Tomando en cuenta la metáfora del juego de ajedrez explique en qué radicaría la
DD
importancia de las reglas (“consejos”) que Freud enumera.
Si intentamos aprender en los libros el noble juego del ajedrez, no tardaremos en advertir que solo las
aperturas y los finales pueden ser objeto de una exposición sistemática, a la que se sustrae, en cambio,
totalmente la infinita variedad de las jugadas siguientes a la apertura. Solo el estudio de partidas
celebradas entre maestros del ajedrez puede cegar esta laguna.
LA

Freud sostiene que las reglas que podemos señalar para la práctica del tratamiento psicoanalítico están
sujetas a idéntica imitación (de las reglas de los juegos de ajedrez). Se trata de reglas de juegos que han
de extraer su significación de la totalidad del plan.
2. Señale los puntos más relevantes sobre las siguientes cuestiones:
FI

Iniciación del tratamiento; análisis de prueba:


He tomado la costumbre de advertir a aquellos enfermos sobre los cuales poseo pocos datos, que en
principio, y por una o dos semanas, puedo encargarme de ellos, y de este modo, cuando me veo obligado
a interrumpir el análisis, por estar contraindicado, ahorro al enfermo la penosa impresión de una tentativa


de curación fracasada, pues considera el hecho como un mero sondeo realizado para llegar a conocer el
caso y decidir si le es o no aplicable el psicoanálisis.
Es un ensayo previo pero constituye la iniciación del análisis. Solo podremos diferenciarlo algo del
análisis propiamente dicho dejando hablar preferentemente al enfermo y no suministrándole más
explicaciones que las estrictamente indispensables para la continuación de su relato.
Esta iniciación de tratamiento con un periodo de prueba de algunas semanas tiene, además una
motivación diagnostica. Muchas veces, al encontrarnos una neurosis con síntomas histéricos u
obsesivos, no muy acentuadas, tenemos que preguntarnos sin embargo, si no se tratara de un caso inicial
de una demencia precoz (esquizofrenia, según Bleuler o parafrenia según mi propuesta), que al cabo de
más o menos tiempo mostrara francamente todo el cuadro sintomático de esta afección. Si el enfermo no
padece una histeria ni una neurosis obsesiva, sino una parafrenia, no podrá mantener el médico su

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promesa de curación. En un tratamiento de ensayo, prolongado algunas semanas, puede ya tener ocasión
de observar manifestaciones sospechosas que le determinen a no llevar más adelante la tentativa.
Transferencias previas
Las conferencias prolongadas con el enfermo antes de dar principio al tratamiento, la sumisión anterior
de aquel a otro método terapéutico y la existencia de una relación de amistad entre el médico y el enfermo
determinan ciertas consecuencias desfavorables. Motivan que el enfermo se presente ante el médico en
una actitud de transferencia ya definida, que el médico habrá de ir descubriendo poco a poco en lugar de
encontrar ocasión de observar el crecimiento y la constitución de la transferencia desde su principio. El
paciente nos lleva así durante cierto tiempo una ventaja que solo a disgusto le concedemos en la cura.

OM
Debe desconfiarse siempre de aquellos enfermos que nos piden un plazo antes de comenzar la cura. La
experiencia nos ha mostrado que es inútil esperar su retorno al expiar la tregua acordada, incluso en
aquellos casos en los que la racionalización de su propósito de eludir el tratamiento parecería plenamente
justificada.
El hecho de que entre el medico y el paciente, entre sus familias respectivas, existan relaciones de amistad
o conocimiento, suscita también especiales dificultades. El psicoanalista del que se solicita que se
encargue del tratamiento de la mujer o el hijo de un amigo, puede prepararse a perder dicha amistad,

.C
cualquiera que sea el resultado del análisis.
Sentimientos de confianza o escepticismo previo para con el tratamiento
DD
La actitud del paciente frente al analisis significa muy poco, su confianza o desconfianza provisional
no supone apenas nada, comparada con las resistencias internas que mantienen la neurosis. La confianza
del paciente hace muy agradable nuestro primer contacto con el, y le damos las mas rendidas gracias por
ella, pero al mismo tiempo le advertimos también que tan favorable disposición se estrellara seguramente
contra las primeras dificultades emergentes en el tratamiento. Al escéptico le decimos que el análisis no
precisa de la confianza del analizado y que por tanto, puede mostrarse todo lo desconfiado que le plazca.
LA

Su desconfianza no es sino un síntoma como los demás suyos y no habrá de perturbar de modo alguno la
marcha del tratamiento.
Tiempo y dinero
FI

Otra de las cuestiones importantes que surgen al iniciar un análisis es la de concertar con el paciente las
condiciones de tiempo y de dinero.
Por lo que se refiere al tiempo, sigo estrictamente el principio de adscribir a cada paciente una hora
determinada. Esa hora le pertenece por completo, es de su exclusiva propiedad y responde


económicamente de ella, aunque no la utilice.


No hay la menos posibilidad de obrar de otro modo. En cuanto intentásemos seguir una conducta más
benigna, las faltas de asistencia puramente casuales se multiplicarían de tal modo, que perderíamos sin
fruto alguno la mayor parte de nuestro tiempo. La disminución de las sesiones de tratamiento resulta tan
poco ventajosa para el médico como para el enfermo, debiendo rechazarse desde luego al principio del
análisis.
Al principio del tratamiento suelen también dirigir los enfermos al médico una pregunta poco grata
¿Cuánto habrá de durar el tratamiento? Cuando previamente le hemos propuesto comenzar con un periodo
de ensayo, podemos eludir una respuesta directa a estas interrogaciones, prometiendo al sujeto que, una
vez cumplido tal periodo, nos ha de ser más fácil indicarle la duración aproximada de la cura; alegando
que antes de poder determinar el tiempo que habrá de emplear en llegar a la meta necesitamos
conocer su paso.

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Declararemos que el psicoanálisis precisa siempre periodos prolongados, desde un semestre hasta un
año cuando menos, y desde luego mucho más prolongados de lo que por lo general espera el enfermo.
Estamos pues, obligados a hacérselo saber, así antes que se decida definitivamente a someterse al
tratamiento. Aquellos pacientes que ante estas noticias renuncian al tratamiento, habrían de mostrarse
seguramente más tarde poco adecuados para el mismo y de este modo realizamos ya desde un principio
una selección muy conveniente.
Por otra parte, rehusamos comprometer a los pacientes a seguir el tratamiento durante un periodo
determinado y les permitimos abandonarlo cuando quieren, aunque sin ocultarles que la interrupción de
la cura iniciada excluye todo posible resultado positivo y puede provocar un estado insatisfactorio, como
una operación no llevada a término.

OM
Para el psicoanalista, los pacientes más gratos habrán de ser aquellos que acuden a él en busca de la más
completa salud posible y ponen a su disposición todo el tiempo que le sea preciso para conseguir su
restablecimiento. Naturalmente, solo pocos casos nos ofrecen condiciones tan favorables.
Referente al dinero (a los honorarios del médico), el analista debe tratar con el paciente las cuestiones
del dinero con la misma sinceridad natural que quiere inculcarle en cuanto a los hechos de la vida
sexual, y de este modo le demostrara ya desde un principio haber renunciado el mismo a un falso pudor,

.C
comunicándole en cuanto estima su tiempo y su trabajo. Una elemental prudencia le aconsejara luego no
dejar que se acumulen grandes sumas, sino pasar su minuta a intervalos regulares (por ejemplo,
mensualmente)
DD
El analista podrá apoyar además sus pretensiones de orden económico en el hecho de que, trabajando
intensamente, jamás puede llegar a ganar tanto como otros especialistas, podrá negarse también, a todo
tratamiento gratuito sin hacer excepción alguna a favor de parientes o colegas.
La ausencia de la compensación que supone el pago de honorarios al médico se hace sentir penosamente
al enfermo, la relación entre ambos pierde todo carácter real y el paciente queda privado de uno de los
motivos principales para atender a la terminación de la cura.
LA

Diván
Mantengo mi consejo de hacer echar al paciente en un diván, colocándose el médico detrás de él y fuera
del alcance de su vista: esto es así por varias razones, primero no resisto pasarme ocho o más horas al día
teniendo constantemente clavada en mi la mirada de alguien, pero además, como en tanto que escucho al
FI

sujeto me abandono también al curso de mis ideas inconscientes, no quiero que mi gesto procure al
paciente materia de interpretaciones o influya sobre sus manifestaciones.
3. Con relación a las primeras comunicaciones dadas al paciente, sitúe la lógica de dicho
recorrido. Explique por qué Freud habla de cierto peligro en cuanto a la “imposición de un


saber”.
Freud plantea que la curación se produce cuando se rellenan las lagunas mnémicas o cuando se hace
consiente lo inconsciente, esto se produce haciendo que el hecho inconsciente sea revivido en relación
con otra persona, en esto se basa el terapeuta, que es lo que se llama transferencia en la terapia
psicoanalítica en la actualización de las vivencias en relación con los personajes significativos de la
infancia.
De nada sirve que a una persona que se le detecta un deseo hostil hacia el padre, se lo comuniquemos
simplemente, aquí se lo ha transformado de inconsciente a consiente, pero eso no cura para nada, porque
en realidad esto constituye una explicación racional que el sujeto registra pero nada más.
El objetivo de una terapia psicoanalítica es que a través de la reviviscencia transferencial se haga
consciente lo inconsciente.

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Una persona que manifiesta deseos incestuosos con la madre u hostiles con el padre, tiene que volver a
vivirlos tomando al terapeuta como padre o madre. De nada sirve la interpretación salvaje que es como
la llama Freud, que es que uno le diga al paciente lo que percibe en la entrevista, la interpretación directa
porque no soluciona en forma mágica nada, si eso no está en un determinado contexto, si eso no está
entendido, puede ser perjudicial porque puede provocar no solo la huida del tratamiento sino acentuar
tendencias autoagresivas; la explicación tiene que surgir en un momento adecuado, cuando es el timming
(momento adecuado para dar la explicación) de lo contrario el paciente puede terminar hasta el suicidio.
Una verdadera interpretación es aquella que el otro la recibe con la siguiente reflexión: “bueno, eso ya lo
se, es evidente lo que usted me dice”. Cuando el otro lo registra y dice” eso me parece una cosa de otro
planeta”, es porque esa explicación en ese momento no sirve por mas verdad que sea.

OM
El otro solo puede captar una verdad, no en la medida en que sea dicha por otro (como depositario de la
verdad) sino en la medida en que esté a punto de descubrirla.
Una vez reguladas en esta forma las condiciones de la cura, habremos de preguntarnos en qué punto y
con qué materiales se ha de comenzar el tratamiento. En general no importa cuál sea la materia con la
que iniciemos el análisis, la historia del paciente, sus recuerdos infantiles, lo único que debemos cuidarnos
es de empezar dejando hablar al enfermo sobre sí mismo, sin entrar a determinar su elección del

.C
punto de partida, así pues, nos limitaremos a decirle: “antes que yo pueda indicarle nada, tengo
que saber mucho de usted, le ruego, por lo tanto, que me cuente lo que usted sepa de sí mismo”
Solo hacemos una excepción en cuanto a la regla psicoanalítica fundamental, a la que el paciente ha de
DD
atenerse: -diga usted, pues todo lo que acude a su pensamiento.
Condena todo procedimiento que tienda a comunicar al paciente la traducción de sus síntomas en
el acto de conseguir su interpretación, se necesitara estar cegado por una indiscutible irreflexión y una
ridícula vanidad para revelar a una persona a la que acabamos de conocer e ignorante aun de todas las
hipótesis analíticas, que se halla dominada por una adherencia incestuosa a su madre, que abriga deseos
de muerte contra su mujer, etc existen analíticos que se vanaglorian de semejantes diagnósticos
LA

instantáneos y tratamientos rápidos, siguiéndolos, solo conseguirá el médico desacreditarse y desacreditar


nuestra causa, pues provocaran en los pacientes resistencias intensísimas, independientemente de que sus
deducciones sean o no acertadas. O mejor dicho, las resistencias provocadas serán tanto más intensas
cuanto mayor haya sido el acierto deductivo. Por otra parte, el efecto terapéutico será, por lo general nulo,
y solo se conseguirá alejar a los enfermos de todo tratamiento analítico.
FI

En estadios más avanzados del tratamiento hemos de procurar no comunicar al paciente la solución de un
síntoma o la traducción de un deseo hasta que comprendamos que está ya muy próximo a encontrarla por
el mismo.


4. En cuanto a la dinámica de la cura, ¿cuándo explicita Freud que habría que abordar la
transferencia y comenzar a trabajar con ella?
La transferencia es la actualización de las vivencias infantiles en la relación terapéutica, de forma tal
que el paciente puede revivir, repetir con el analista, todas las vivencias infantiles.
La transferencia es la actualización de una vivencia pasada que se repite pero no de la misma forma
aunque si se actualiza, es la actualización repetitiva de experiencias infantiles.
El primer motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el deseo de curación por ellas
engendrado. En el curso del análisis descubrimos, la ventaja secundaria de la enfermedad, pero la energía
instintiva misma ha de ser conservada hasta el final del tratamiento. Todo alivio provoca una disminución
de la misma. Mas por si sola es incapaz de suprimir la enfermedad. Para ello faltan dos cosas: no conoce
los caminos que han de seguirse para llegar a dicho fin ni genera tampoco las magnitudes de energía
necesarias para luchar contra las resistencias.

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Ambos defectos son compensados por el tratamiento analítico, el cual procura las magnitudes necesarias
para el vencimiento de las resistencias, movilizando las energías preparadas para la transferencia,
informándole le señala los caminos por los que debe dirigir tales energías. La transferencia logra suprimir
por si misma los síntomas patológicos, pero solo provisionalmente, esto es, mientras ella misma existe.
Pero esto constituirá un tratamiento sugestivo, nunca un psicoanálisis.
El tratamiento merece tan solo este último nombre cuando la transferencia ha empleado su intensidad
para vencer las resistencias.
En el curso del tratamiento despierta aun otro factor cooperador, el interés intelectual y la comprensión
del enfermo. Pero este factor presenta escasa importancia comparado con las demás fuerzas en lucha y
su valor aparece constantemente amenazado por la obnubilación del juicio emanada de las resistencias.

OM
Asi pues, las nuevas fuentes de energía que el analista procura al enfermo nacen de la transferencia y de
la instrucción de sus procesos psíquicos. Mas para iniciar esta última deberá esperar la aparición de la
transferencia; esta es la razón por la que debemos retener nuestra primera comunicación hasta establecer
una fuerte transferencia. En cada caso debemos esperar hasta remover los trastornos de la transferencia
debidos a las sucesivas emergencias de resistencias por transferencia.
FREUD “Construcciones en psicoanálisis”

.C
El consabido propósito del trabajo analítico es mover al paciente para que vuelva a cancelar las
represiones -entendidas en el sentido más lato- de su desarrollo temprano y las sustituya por unas
DD
reacciones como las que corresponderían a un estado de madurez psíquica. A tal fin debe volver a recordar
ciertas vivencias, así como las mociones de afecto por ellas provocadas, que están por el momento
olvidadas en él. Sabemos que sus síntomas e inhibiciones presentes son
las consecuencias de esas represiones, vale decir, el sustituto de eso olvidado. Con la materia prima -por
así llamarla-, debemos nosotros producir lo deseado. Y lo deseado es una imagen confiable de los años
olvidados de la vida del paciente.
LA

El analista tiene que colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado tras sí; mejor dicho: tiene
que construirlo. Cómo habrá él de comunicar sus construcciones al analizado, cuándo lo hará y con qué
elucidaciones, he ahí lo que establece la conexión entre ambas piezas del trabajo analítico, entre su
participación y la del analizado.
FI

El analista da cima a una pieza de construcción y la comunica al analizado para que ejerza efecto sobre
él; luego construye otra pieza a partir del nuevo material que afluye, procede con ella de la misma manera,
y en esta alternancia sigue hasta el final. Si en las exposiciones de la técnica analítica se oye tan poco
sobre «construcciones», la razón de ello es que se habla de «interpretaciones» y su efecto. Pero yo opino


que «construcción» es la designación más apropiada. «Interpretación» se refiere a lo que uno emprende
con un elemento singular del material. Es «construcción», en cambio, que al analizado se le presente una
pieza de su prehistoria olvidada.
De las exteriorizaciones directas del paciente después que uno le comunicó una construcción, son pocos
los puntos de apoyo que pueden obtenerse para saber si uno ha colegido recta o equivocadamente.
podemos establecer que no merecemos el reproche de desdeñar la posición que el analizado adopte ante
nuestras construcciones. La tomamos en cuenta y a menudo extraemos de ella valiosos puntos de apoyo.
Pero estas reacciones del paciente son las más de las veces multívocas y no consienten una decisión
definitiva. Sólo la continuación del análisis puede decidir si nuestra construcción es correcta o inviable.
Y a cada construcción la consideramos apenas una conjetura, que aguarda ser examinada, confirmada o
desestimada.

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Dice Freud: “no pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera examen,
confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos aceptación por parte del paciente
ni discutimos con él si en principio lo niega”. Repito, no exigimos aceptación por parte del paciente ni
discutimos con él si en principio lo niega, esto porque se trata de constatar los efectos, la reacción que la
comunicación de la construcción suscita, es decir, la justeza de la construcción estará dada en función de
la respuesta que del inconsciente se tenga.

Freud: Análisis terminable o interminable


I- Posibilidad de acotamiento del análisis

OM
Librar a un ser humano de sus síntomas neuróticos, de sus inhibiciones y anormalidades de carácter, es
un trabajo largo. Desde el comienzo se buscó abreviar la duración del tratamiento.
Antes de la guerra, para acelerar el tratamiento, intenté poner límites al análisis. Después, en otros casos,
he utilizado la fijación de un plazo y también he tenido noticias de las experiencias de otros analistas. No
puede dudarse del valor de esta medida coactiva. Ella es eficaz, bajo la premisa de que se la adopte en el
momento justo, pero no puede dar ninguna garantía de la tramitación completa de la tarea. Al contrario,

.C
se puede estar seguro de que mientras una parte del material se vuelve asequible bajo la compulsión de
la amenaza, otra parte permanece retenida y en cierto modo enterrado, así se pierde para el empeño
terapéutico. En efecto, no es lícito extender el plazo una vez que se lo fijó, de lo contrario el paciente no
prestaría crédito alguno a la continuación. El expediente inmediato sería proseguir la cura otro analista.
DD
Por otra parte, no se puede indicar con carácter de validez universal el momento justo para la introducción
de este violento recurso técnico, queda librado al tacto.
II- Qué se entiende por fin del análisis. Factores que intervienen disminuyendo la eficacia del análisis
Primero hay que ponerse de acuerdo en lo que significa “final de un análisis”:
LA

Desde el punto de vista práctico, el análisis ha terminado cuando analista y paciente no se encuentran en
la sesión del trabajo analítico. Y esto ocurre cuando:
a) El paciente ya no padezca a causa de sus síntomas y haya superado sus angustias como
sus inhibiciones.
FI

b) Que el analista juzgue haber hecho conciente en el enfermo tanto de lo reprimido,


esclarecido tanto de lo incomprensible, eliminado tanto de la resistencia interior, que ya
no quepa temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión. Y si se está impedido
de alcanzar esta meta por dificultades externas, mejor se hablará de un análisis imperfecto


que de uno no terminado.


c) El analista ha ejercido un influjo tan profundo sobre el paciente que la continuación del
análisis no prometería ninguna ulterior alteración.
¿Es posible mediante el análisis alcanzar un nivel de normalidad psíquica absoluta, al cual pudiera
atribuirse además la capacidad para mantenerse estable (resolver todas las represiones sobrevenidas y
llenar todas las lagunas del recuerdo)?
En consonancia con la etiología mixta de todas las perturbaciones neuróticas, los factores que intervienen
disminuyendo la eficacia del análisis son:
a) Factor constitucional: la hiperintensa fuerza de las pulsiones (refractarias a su domeñamiento por
el yo).

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b) Factor accidental: la alteración desfavorable del yo inmaduro, adquirida en su lucha defensiva
contra traumas prematuros, que lo han dejado limitado.
Por regla general, hay una acción conjugada de ambos factores. Mientras más intenso sea el primero,
tanto más un trauma llevará la fijación y dejará como secuela una perturbación del desarrollo, y cuanto
más intenso el trauma, tanto más seguramente exteriorizará su prejuicio, aún bajo constelaciones
pulsionales normales. No hay duda de que la etiología traumática ofrece al análisis la oportunidad más
favorable, conseguirá merced al fortalecimiento del yo, sustituir la decisión deficiente hecha
tempranamente por una tramitación correcta. Sólo en un caso así puede hablarse de un análisis terminado
definitivamente.
III- La intensidad constitucional de las pulsiones

OM
Tres factores decisivos para las posibilidades de la terapia analítica:
a) Influjo de traumas
b) Intensidad constitucional de las pulsiones
c) Alteración del yo.

.C
Examinaremos ahora la intensidad constitucional de las pulsiones. No es posible tramitar de manera
duradera y definitiva un conflicto de la pulsión con el yo, y tampoco será deseable. Lo que se puede hacer
es cierto “domeñamiento” de la pulsión: esto quiere decir que la pulsión es admitida en su totalidad dentro
de la armonía del yo, es asequible a toda clase de influjos por las otras aspiraciones que hay en el interior
DD
del yo, y ya no sigue más su camino propio hacia la satisfacción. Pero el desenlace depende de la
intensidad pulsional. Toda solución de un conflicto pulsional vale sólo dentro de una determinada relación
entre robustez de la pulsión y robustez del yo. Si esta última se relaja, por enfermedad, por agotamiento,
etc, todas las pulsiones domeñadas con éxito hasta entonces volverán a presentar de nuevo sus títulos y
pueden aspirar a sus satisfacciones sustitutivas por caminos anormales. En cuanto a la intensidad
LA

pulsional, dos veces en el curso del desarrollo individual emergen refuerzos considerables de ciertas
pulsiones. Durante la pubertad y en la mujer, cerca de la menopausia. En nada nos sorprende que personas
que antes no eran neuróticas devengan tales hacia esas épocas. El domeñamiento de las pulsiones, que
habían logrado cuando éstas eran de menor intensidad, fracasa ahora con su refuerzo. Lo mismo que
producen aquellos dos refuerzos pulsionales puede sobrevenir de manera irregular en cualquier otra
época de la vida por influjos accidentales. Todas las represiones que se suceden en la primera infancia,
FI

son unas medidas de defensas primitivas del yo inmaduro. En años posteriores no se consuman
represiones nuevas, pero se conservan las antiguas y el yo recurre en vasta medida a sus servicios para
gobernar las pulsiones. En nuestra terminología, los conflictos nuevos son tramitados por una “post
represión”. El análisis hace que el yo madurado y fortalecido emprenda una revisión de estas antiguas


represiones, algunas serán liquidadas y otras reconocidas, pero a éstas se las edificará de nuevo sobre un
material más sólido. Estos nuevos diques tienen una consistencia por entero diversa que las anteriores, es
lícito confiar en que no cederán tan fácil a la pleamar del acrecentamiento de pulsiones. La rectificación,
con posteridad, del proceso represivo originario, la cual pone término al hiperpoder del factor
cuantitativo, sería entonces la operación genuina de la terapia analítica.
Parecería que el análisis logra a veces eliminar la influencia de un aumento pulsional, pero no
invariablemente, o también el efecto del psicoanálisis se hallaría limitado a aumentar el poder de
resistencia de las inhibiciones de modo que equilibren exigencias mucho mayores que antes del análisis.
Realmente no puedo adoptar una decisión en este punto ni se si en los momentos actuales es posible.
La inconstancia de los resultados de la terapia analítica se debe a que no realizamos con suficiente
profundidad (factor cuantitativo) la sustitución de las represiones inseguras por los controles confiables
del yo. La transmudación se consigue, pero a menudo solo parcialmente. El título reivindicado por el

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análisis, de que él cura las neurosis asegurando el gobierno sobre lo pulsional es siempre justo en la teoría,
pero no siempre lo es en la práctica. Y ello porque no siempre consigue asegurar en medida suficiente las
bases para el gobierno sobre lo pulsional, debido a una intensidad pulsional hipertrófica.
IV- La protección contra conflictos futuros
Si un conflicto pulsional no es actual, es imposible influir sobre él mediante el análisis. Si las pulsiones
no se manifiestan por sí solas, no está en nuestro poder despertarlas. En la profilaxis contra los conflictos
pulsionales, los métodos que merecen consideración son:
1. la provocación artificial de conflictos nuevos en la transferencia, las objeciones son que se está
muy limitado en la selección de tales situaciones para la transferencia. Pero también, todas esas

OM
escenificaciones necesitan de unas acciones inamistosas hacia el analizado, y mediante ellas uno
daña la actitud tierna hacia el analista, la transferencia positiva, que es el motivo más poderoso
para la participación del analizado en el trabajo analítico en común.
2. la formación de tales conflictos en la imaginación del paciente, lo cual se logra hablándole de
ellos y familiarizándolo con su posibilidad. Pero no ocurre en el paciente la activación de los
conflictos indicados.

.C
V-Las alteraciones del yo afectan el pronóstico
La situación analítica consiste en aliarnos con el yo de la persona, a fin de someter sectores no gobernados
de su ello (integrarlos en la síntesis del yo). Si preguntamos de donde vienen las modalidades y los grados
DD
de la alteración del yo, he aquí la inevitable alternativa que se presenta: son originarios o adquiridos. El
yo tiene que procurar el cumplimiento de su tarea, mediar entre su ello y el mundo exterior al servicio del
principio del placer, precaver al ello de los peligros del mundo exterior. El yo se acostumbra entonces,
bajo el influjo de la educación, a trasladar el escenario de la lucha hacia adentro, a dominar el peligro
exterior antes que haya devenido un peligro exterior. Durante esta lucha en dos frentes, el yo se vale de
los “mecanismos de defensa” para evitar la angustia y el displacer. Contra el peligro exterior, uno puede
LA

encontrar socorro durante un tiempo en la huida y la evitación de la situación peligrosa.


Pero de sí mismo uno no puede huir, contra el peligro interior no vale huida laguna, y por eso los
mecanismos de defensa del yo están condenados a falsificar la percepción interna y a posibilitarnos sólo
una noticia deficiente y desfigurada de nuestro ello. El yo queda entonces, en sus relaciones con el ello,
paralizado por sus limitaciones o enceguecido por sus errores. El resto dinámico que se requiere para
FI

solventarlos, así como las limitaciones del yo conllevan casi regularmente, demuestran ser unos pesados
lastres para la economía psíquica. Y, por otra parte, estos mecanismos no son resignados después que
socorrieron al yo en los años difíciles de su desarrollo. El yo fortalecido del adulto sigue defendiéndose
de unos peligros que ya no existen en la realidad objetiva.


El analizado repite tales modos de reacción aún durante el trabajo analítico. No queremos decir con esto
que imposibiliten el análisis. Más bien, conforman una mitad de nuestra tarea analítica. Durante el
tratamiento nuestro empeño terapéutico oscila en continuo péndulo entre un pequeño fragmento del
análisis del ello y otro del análisis del yo. En un caso queremos hacer conciente algo del ello, en el otro,
corregir algo en el yo. La curación misma es tratada por el yo como un peligro nuevo.
Al efecto que en el interior del yo tiene el defender podemos designarlo “alteración del yo”, siempre que
por tal comprendamos la divergencia respecto de un yo normal ficticio que aseguraría al trabajo
psicoanalítico una alianza de fidelidad inconmovible.
VI- Variables constitucionales en el yo. Las dos pulsiones primordiales.
No hay razón alguna para impugnar la existencia y significatividad de diversidades originarias,
congénitas del yo. Ello y yo originariamente son uno, y no significa ninguna subestimación mística de la

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herencia considerar verosímil que el yo todavía no existente tenga ya establecidas las orientaciones del
desarrollo, las tendencias y reacciones que sacará a la luz más tarde.
Hay diferentes tipos de resistencias:
1. Viscosidad de la libido: personas con una especie de viscosidad de la libido, los procesos que
la cura inicia en ellas transcurren mucho más lentamente que en otras, porque, según parece,
no pueden decidirse a desasir investiduras libidinales de un objeto y desplazarlas a uno nuevo.
2. Resistencias del ello: personas con un agotamiento de la plasticidad, de la capacidad para
variar y para seguir desarrollándose.
3. En otro grupo de casos las características distintivas del yo responsables de la resistencia

OM
hacia el tratamiento tienen raíces más profundas: la conducta de las dos pulsiones
primordiales, su distribución, mezcla y desmezcla. Durante el trabajo analítico no hay
impresión más fuerte de las resistencias que la de una fuerza que se defiende por todos los
medios contra la curación y a toda costa quiere aferrarse a la enfermedad y el padecimiento.
A una parte de esa fuerza la hemos individualizado como conciencia de culpa y necesidad de
castigo y la hemos localizado en la relación del yo con el superyo. Si pensamos en el
masoquismo, la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos, no

.C
podremos sustentar la creencia de que el acontecer anímico es gobernado exclusivamente
por el afán de placer.
Estos fenómenos apuntan de manera inequívoca a la presencia de un poder que, por sus metas, llamamos
DD
pulsión de agresión o destrucción y derivamos de la pulsión de muerte originaria, propia de la materia
animada.
Los dos principios básicos de Empédocles son, por su nombre y por su función, lo mismo que nuestras
dos pulsiones primordiales, Eros y destrucción, empeñada la una en reunir lo existente en unidades más
y más grandes, y la otra en disolver esas reuniones y en destruir los productos por ellas generados.
LA

VII-Factores del analista que afectan a la cura analítica


Tiene sentido que el analista se le exija, como parte de su prueba de aptitud, una medida más alta de
normalidad y de corrección anímicas, y a esto se suma que necesita de alguna superioridad para servir al
paciente como modelo en ciertas situaciones analíticas; y como maestro en otras. El analista adquirirá
FI

aquella aptitud ideal que le hace falta en su profesión en el análisis propio con el que comienza su
preparación para su actividad futura. No tengo el propósito de aseverar que el análisis como tal sea un
trabajo sin conclusión. Como quiera que uno se formule esta cuestión en la teoría, la terminación de un
análisis es un asunto práctico. El análisis debe crear las condiciones más favorables para las funciones
del yo, con ello quedaría tramitada su tarea.


VIII- El complejo de castración es la mayor resistencia contra el análisis


Dos temas dan guerra al análisis en medida desacostumbrada:
1. Para la mujer, la envidia del pene (querer alcanzar la posesión de un genital masculino)
2. para el hombre, la revuelta contra su actitud pasiva hacia el otro hombre (protesta
masculina).
Ambas tienen en común es la conducta frente al complejo de castración.
He aprendido que no es importante la forma en que se presenta la resistencia, si como transferencia o no.
Lo decisivo es que la resistencia no permite que se produzca cambio alguno. A menudo uno tiene la
impresión de haber atravesado todos los estados psicológicos y llegado, con el deseo del pene y la protesta

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masculina a la “roca base” y, de este modo, al término de su actividad. Y así tiene que ser, pues para lo
psíquico, lo biológico desempeña realmente el papel de basamento rocoso subyacente.

LACAN: La dirección de la cura y los principios de su poder


I ¿Quién analiza hoy?
La impotencia para sostener auténticamente una praxis se reduce al ejercicio de un poder. El analista debe
dirigir la cura, pero no al paciente: la dirección de conciencia en el sentido de guía, queda radicalmente
excluida. La dirección de la cura consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica,
o sea las directivas cuya presencia no podría desconocerse en el principio de lo que se llama “la situación

OM
analítica”. El problema de la dirección se muestra, como no pudiendo formularse sobre una línea de
comunicación unívoca lo cual no obliga a quedarnos aquí por ahora para esclarecerlo más tarde.
Establezcamos únicamente que, de reducirlo a su verdad, ese tiempo consiste en hacer olvidar al paciente
que se trata únicamente de palabras, pero que esto no justifica que el analista lo olvide a su vez. Es por el
lado del analista por donde pretendemos abordar nuestro tema. Digamos que en el depósito de fondos de
la empresa común (el análisis), el paciente no es el único que pone toda la cuota. El analista también debe
pagar

.C
- Paga con palabras, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de
interpretación;
DD
- Paga con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares
que el análisis ha descubierto en la transferencia,
- Paga con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, para mezclarse en una acción que va al corazón
del ser (en el análisis no puede involucrar su propio ser)
Los que pretenden contentarse simplemente con la eficacia del análisis, afirman que el analista cura
LA

menos por lo que dice y hace que por lo que es. Se ha tomado al psicoanálisis como una situación de dos
donde el “yo-fuerte” del analista domestica al “yo-débil” del paciente. Estas consideraciones constituyen
desviaciones y las mostramos para que, a partir de las dificultades que plantea proceder así, tengamos los
temas de nuestra ruta. Otro error del analista es interpretar a partir de la contratransferencia (lo que siente
el propio analista) lo que es seguro es que los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en
FI

este juego, el del muerto (no mostrar los sentimientos) y que, si se le reanima, el juego se prosigue sin
que se sepa quién lo conduce. Por eso el analista es menos libre en su estrategia que en su táctica. El
analista es aún menos libre en aquello que domina estrategia y táctica: a saber, su política, en la cual haría
mejor en ubicarse por su carencia de ser que por su ser. Para decir las cosas de otra manera: su acción
sobre el paciente se le escapa junto con la idea que se hace de ella, si no vuelve a tomar su punto de


partida en aquello por lo cual ésta es posible, si no retiene la paradoja en lo que tiene de desmembrado,
para revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene en la realidad. La interpretación
del analista va a ser recibida como proveniente de la persona que la transferencia supone que es, el analista
aceptará aprovecharse de ese error a condición de que interprete ese efecto, si no fuera así el psicoanálisis
quedaría reducido a una sugestión grosera.

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.C
DD
LA
FI


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