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En el Imperio Romano las magistraturas republicanas mantuvieron lo esencial de sus

poderes, excepto la Censura y el Visado cuyas funciones fueron asumidas por los poderes,
excepto la Censura y el Visado cuyas funciones fueron asumidas por los emperadores. Sin
embargo, aparece en esta época una verdadera legión de funcionarios imperiales que
actuaban como delegados del emperador para el ejercicio de unas funciones especializadas.
Sobresalen el Concejo Imperial, los perfectos, los procuradores, los curadores, los legati, los
auditores los interventores y los fiscalizadores. Los procuradores ejercían cargos de tipo
administrativo de la hacienda pública; los auditores recibían las apelaciones contra las
sentencias pronunciadas; los intervenidores o interventores tomaban parte en un asunto
intercediendo o condenando; y los fiscalizadores eran los encargados de promover los

intereses del fisco (tesoro del Estado, conjunto de bienes públicos; a diferencia de la
hacienda, patrimonio del emperador) averiguando o delatando las operaciones de los
particulares.

En este punto conviene dejar claro cómo este nuevo grupo tenía una autoridad que no era
propia sino delegada por alguien superior, lo cual les daba el carácter de funcionarios, para
ejercer un oficio técnico o especializado (oír, mediar, delatar) dando no un dictamen
(sentencia) sino una opinión (favorable o adversa), actuando como parte de un grupo
(tribunal colegiado).

Con la caída del imperio, el Derecho Romano y con éste sus procesos e instituciones,
ocupó un lugar secundario debido a que los germanos (el pueblo bárbaro de los
longobardos) impusieron su derecho nacional.

Sólo hasta el Renacimiento el que se despertó un gran entusiasmo por el estudio de la


antigüedad griega y romana, se inició el llamado fenómeno de la recepción del Derecho
Romano por las culturas occidentales, incluyendo la alemana.

Merece especial consideración, para el presente estudio,


lo que ocurrió en Francia, España e Inglaterra.

Francia, dividida en norte y sur, vivió el fenómeno de dos maneras distintas. El sur, que
formaba parte del Imperio Romano desde la caída de Julio César, aplicó el Derecho Romano
después de la caída del Imperio de Occidente por intermedio de Brevario de Alarico. El
norte, con gran población germánica, persistió en el derecho consuetudinario germánico
reconociendo el valor territorial de la costumbre. Esta separación tuvo fin con el Código
Napoleónico de 1804. Desarrolla especialmente las figuras del Comisario y del Contralor.

España, conquistada por Roma, recibió de ésta su sistema jurídico de Derecho


escrito; invadida por los pueblos germanos inspiró su derecho en las costumbres de estos
pueblos; y convertida al catolicismo recibió de la Iglesia el Derecho Canónico.

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