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Nada hay más lógico que iniciar el estudio de una materia preguntándose
por la esencia de la misma. La primera pregunta de este manual de introducción al
Derecho Penal es, pues, la relativa al concepto de Derecho Penal: ¿qué
es el Derecho Penal?. Seguro que el lector tiene una respuesta intuitiva al respecto.
Relacionamos el Derecho Penal con los homicidios, las violaciones, los robos, los
incendios intencionados, las defraudaciones fiscales graves, la corrupción pública
mediante sobornos. En la calle, en los hogares, en los medios de comunicación
se habla de Derecho Penal cuando se trata de que el Estado, a través de los
jueces, castigue a alguien por un comportamiento gravemente lesivo para otro
o para la sociedad: de que reaccione frente a hechos que consideramos intolerables
porque atentan contra los valores esenciales que informan nuestra convivencia.
Si de la intuición pasamos al lenguaje, y si el lenguaje sirve para decir lo
que dice, tendremos algo que nos diría Perogrullo: que el Derecho Penal es
Derecho y es penal. Que es Derecho significa que es un conjunto coordinado
(un sistema) de reglas (normas) relativas a la conducta humana. El adjetivo
«penal», por su parte, alude al contenido de esas reglas: al tipo de conductas al
que se refieren. Se trata de conductas que llevan aparejada una pena, que no es
otra cosa que un castigo grave. El Derecho Penal trata pues de las conductas
gravemente castigadas: de las conductas que quien ostenta el poder considera,
desde su perspectiva valorativa, como las más nocivas, las más lesivas para la
sociedad. Y que por lo tanto pretende reprimir: primero, prohibiéndolas, y después,
castigando al que se salta la prohibición.
Este es el contenido más obvio del Derecho Penal. Pero el Estado, a través del
Derecho Penal, no solo impone penas tras la constatación de un delito,
sino que también impone medidas de seguridad a quien realiza una conducta
gravemente nociva que no es propiamente un delito porque su agente era incapaz
de comprender la ilicitud de lo que hacía o de controlar su comportamiento. Si un
sujeto mata a otro y lo mata, por ejemplo, porque padece de una grave
alteración psíquica que le impide conocer el alcance de sus actos serán los
jueces de lo penal los que en aplicación del Código Penal le impongan, no una
pena, no un castigo como respuesta a una infracción, sino una medida de seguridad
que con base en la demostrada peligrosidad del sujeto trate de evitar que
vuelva a incurrir en una conducta similar.
BIEN JURÍDICO: JAKBOS. El bien jurídico penal que debe proteger el derecho es
«la firmezade las expectativas normativas esenciales frente a la decepción».
Ejemplificando esta cuestión Jakobs señala que: «lo que constituye una lesión de
bien jurídico-penal no es la causación de una mjerte (ésta es simplemente lesión de
un bien), sin la oposición a la norma subyacente en el homicidio evitable».
LESION DEL BIEN JURÍDICO: JAKOBS: Lo que constituye una lesión del bien
jurídico-penal no es la causación de una muerte (ésta es simplemente lesión de un
bien), sino la OPOSICIÓN a la norma subyacente en el homicidio evitable».
López señala que la teoría del bien jurídico como legitimación material del Derecho
penal y como sistema limitador del legislador para impedirle legislar de forma
irracional se encuentra hoy en día en una profunda crisis. Es difícil defender que
mediante esta teoría el legislador se encuentre limitado en su actividad (crear
delitos y penas) y que, por ello, se vea constreñido a utilizar el Derecho penal
como último instrumento y sólo para los ataques más importantes con relación a
los bienes más preciados e indispensables de la sociedad. El Derecho penal sólo
puede proteger bienes jurídicos y, por consiguiente, todo delito tiene que ser la
expresión de una lesión (o de una puesta en peligro) de un bien jurídico. Esta
concepción se ha mantenido durante largo tiempo y aún hoy día se defiende,
incluso sin matización alguna. Sin embargo, lo cierto es que se trata de una
concepción sometida a innumerables críticas y su defensa requiere ciertos ajustes.
Los distintos conceptos o categorías que componen la teoría del delito provienen de
una selección y generalización de los elementos que se repiten en la aplicación de
cada disposición legal que establece un delito.
Los distintos conceptos o categorías que componen la teoría del delito provienen de
una selección y generalización de los elementos que se repiten en la aplicación de
cada disposición legal que establece un delito.
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD
Por tanto, -prosigue Gómez- en este sistema la culpabilidad no funge como medida
de la punibilidad, pues la medida de la pena se corresponde con la pena necesaria
para la estabilización de las normas vulneradas; así la pena no depende M injusto
realizado, ni en circunstancias atinentes al autor, sino que su medida depende de lo
que se juzgue como necesario para ejercitar a los ciudadanos en la fidelidad al
Derecho, con lo cual se desconocen el conjunto de garantía propias del Derecho
penal constitucionalmente acuñado, que señala una correspondencia proporcional
entre la gravedad del hecho punible y la medida de la respuesta punitiva. Se
dejaría así en manos del Sistema estatal la magnitud y naturaleza de la respuesta
punitiva, facilitando la irrupción de un Derecho penal autoritario y eficientista que
reduce las garantías individuales en beneficio de la defensa social, ideología que en
la práctica propugna por un aumento de la intervención punitiva del Estado y un
agravamiento de las penas existentes.
LA PENA
CONCEPTO DE PENA
Las notas comunes, que existen a pesar de todas las diferencias, y que permiten
hablar unitariamente de pena, teniendo en cuenta los distintos órdenes y sus
diversos entendimientos, son las siguientes *: La pena es siempre reacción ante la
infracción de una norma. Mediante la reacción siempre se pone de manifiesto que
ha de observarse la norma. Y la reacción demostrativa siempre tiene lugar a costa
del responsable por haber infringido la norma (por «a costa de» se entiende en este
contexto la pérdida de cualquier bien). Se trata de un problema normativo: de la
asignación de un suceso perturbador a quien ha de soportar aquellos costes que
son necesarios para eliminar la perturbación.
TEORIAS DE LA PENA
Las distintas concepciones de la pena han dado lugar a lo que se conoce con el
nombre de «teorías de la pena», es decir, distintas formulaciones que tratan de
explicar la legitimidad que tiene la imposición de una pena. Básicamente estas
teorías pueden ser agrupadas en tres grupos:
Ya no se trata de buscar con la pena la justicia como valor absoluto sino de admitir
que con la pena se obtienen y persiguen fines relativos: la protección de la sociedad
evitando la criminalidad (prevención del delito).
Común a todas las teorías relativas es que atribuyen a la pena y al Derecho penal
la función de prevención de delitos, pero este punto de partida se concreta de
forma muy distinta por las dos corrientes en que se bifurcan, sobre todo a partir de
Feuerbach (1775-1833), iniciador de la doctrina penal alemana del siglo XIX: la
doctrina de la prevención general y la de la prevención especial.
La prevención general positiva señala Roxin, ante todo es defendida con mucho
énfasis por Schmidhauser, 1971, y Hoerster, GA 1970, 272; actualmente se la
puede considerar casi dominante, bajo la forma de "prevención general
positiva". Ejemplar en el sentido de la prevención general positiva el manual de
Jakobs. Críticamente sobre la prevención general: E. A. Wolff. Sobre la
discusión de los modernos enfoques preventivo generales Pritlwitz, 1993, 213
ss. Arzt ofrece en su libro "Der Ruf nach Recht und Ordnung" (1976) un análisis
ponderado del movimiento americano de law-and-order y estudia también el
"potencial de un movimiento para el Derecho y el orden en Alemania".
Mir Puig explica que Armin Kaufmann atribuye los tres cometidos siguientes a la
prevención general positiva, como vía que contribuye a acuñar (a dar forma a la
vida social:
a.---) En primer lugar, una función informativa de lo que está prohibido y de lo que
hay deber de hacer;
b.--) Intimidando al autor, mediante la pena, para que no cometa futuros delitos; y
iii.--) La corrección del autor corregible. Sobre todo la tercera de las posibilidades
de influencia preventivo-especial, la corrección, que en lenguaje técnico se
denomina resocialización o socialización, ha desempeñado un papel significativo en
la postguerra.
Cumple extraordinariamente bien con el cometido del Derecho penal (cfr. supra §
2), en cuanto se obliga exclusivamente a la protección del individuo y de la
sociedad, pero al mismo tiempo quiere ayudar al autor, es decir, no expulsarlo ni
marcarlo, sino integrarlo; con ello cumple mejor que cualquier otra doctrina las
exigencias del principio del Estado Social. Al exigir un programa de ejecución que
se asienta en el entrenamiento social y en un tratamiento de ayuda, posibilita
reformas constructivas y evita la esterilidad práctica del principio de retribución.
MEDIDAS DE SEGURIDAD
Artículo 71.- Las medidas de seguridad que establece este Código son:
1. Internación; y
2. Tratamiento ambulatorio
PRINCIPIO DE LEGALIDAD.
Lex scripta: ley escrita y válida. La única fuente del D.P., es la ley penal formal-
escrita. Se excluye el derecho consuetudinario.
Lex stricta: la pena y el delito estén ajustados a ley, ello implica la exclusión de la
analogía.
Se imponen ciertos requisitos a la norma jurídica que debe ofrecer las garantías y
pueden clasificarse en torno a la triple exigencia de lex praevia, lex scripta y lex
stricta.
a.--) Lex Certa: La ley penal sea clara y precisa, en cuanto a la descripción del
delito y de la pena. De ello se deriva, la prohibición de promulgar leyes penales de
contenido indeterminado.
b.--) Lex praevia. Con la exigencia de una lex praevia se expresa la prohibición
de retroactividad de las leyes que castigan nuevos delitos o agravan su punición:
es preciso que el sujeto pueda saber en el momento en que actúa si va a incurrir
en algún delito o en alguna nueva pena. Este aspecto del principio de legalidad
afecta a su sentido de protección de la seguridad jurídica. No está prohibida, en
cambio, la retroactividad de las leyes penales más favorables, que vienen a
suprimir algún delito o a atenuar su pena.
c.--) Lex scripta. Con la exigencia de una lex scripta queda, desde luego,
excluida la costumbre como posible fuente de delitos y penas. Mas tampoco
basta cualquier norma escrita, sino que es preciso que tenga rango de ley
emanada del Poder Legislativo, como representación del pueblo. Esto último afecta
el sentido de garantía política del principio de legalidad. Quedarían excluidas como
fuente de delitos y penas las normas reglamentarias emanadas del Poder Ejecutivo
como Decretos, Órdenes Ministeriales, etc.
d.---) Lex stricta. El tercer requisito, de lex stricta, impone un cierto grado de
precisión de la ley penal y excluye la analogía en cuanto perjudique al reo
(analogía in malam partem). El postulado de precisión de la ley da lugar al llamado
«mandato de determinación», que exige que la ley determine de forma
suficientemente diferenciada las distintas conductas punibles y las penas que
pueden acarrear. Constituye éste un aspecto material del principio de legalidad que
trata de evitar la burla del significado de seguridad y garantía de dicho principio,
burla que tendría lugar si la ley penal previa se limitase a utilizar cláusulas
generales absolutamente indeterminadas. El «mandato de determinación» se
concreta en la teoría del delito a través de la exigencia de tipicidad del hecho, y
en la teoría de la determinación de la pena obliga a un cierto legalismo que limite
el por otra parte necesario arbitrio judicial.
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD. ORIGEN DEL PRINCIPIO DE
CULPABILIDAD. El principio de culpabilidad fue elaborado en el siglo XIX y
resumido sintéticamente en la máxima nulla poena sine culpa.
A.---) Para proteger los intereses sociales el Estado debe agotar los medios menos
lesivos que el Derecho penal antes de acudir a éste, que en este sentido debe
constituir un arma subsidiaria, una ultima ratio. Deberá preferirse ante todo la
utilización de medios desprovistos del carácter de sanción, como una adecuada
Política social. Seguirán a continuación las sanciones no penales: así, civiles (por
ejemplo: impugnabilidad y nulidad de negocios jurídicos, repetición por
enriquecimiento injusto, reparación de daños y perjuicios) y administrativas
(multas, sanciones disciplinarias, privación de concesiones, etc.). Sólo cuando
ninguno de los medios anteriores sea sufciente estará legitimado el recurso de la
pena o de la medida de seguridad. Importa destacarlo especialmente frente a la
tendencia que el Estado social tiene a una excesiva intervención y a una fácil
«huida al Derecho penal».