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JULIO MEINVIELLE CONCEPCION CATOLICA DE LA ECONOMIA OBRAS DEL AUTOR: Concepeiin Catélica de la Politica EL Jado BUENOS AIRES CURSOS DE CULTURA caToLICA 1936 005836 ummems catwa P a JACQUES MARITAIN en bu eétedra de los Cursos de Cultura Catstion PROLOGO BUSCAD PRIMERO EL, REINO DE Dios ¥ su JUSTIOI, Y TODO Lo DEMAS SE 0S DARA FOR AfaptDuRA, ha dicho Jeaweristo, Estas palabras no son una miizime piadon sa. Son una ley de la realidad. El mundo moderno, que ha queritio bus car ante todo lo econdmico, no sélo no consi- guid esto, sino que perdié por afiadidura et reino de Dios. Este libro pretende dejar constancia de este hecho. Sobre todo, quiere hacer ver que et Bvangelio y la Doctrina de la Iglesia, —eapresnda tan maravillosamente por San. to Tomds de Aquino—, contiene los prinei- ios esenciales de la vida humana, que nin- guna economia puede olvidar. La economia no tiene un fin en si, coma ti fuese un dios, La economta estd en fur- cién del hombre. Debe servir ai hombre Y no @ un hombre forjado on ot eorebra de un Jiléaofo, sino al servicio del hombre real, Gomo criatura ereada por Dios con. todas as virtuatidades jerdrquicas que en sf encierra. Si se olvida esta verdad de sentido comin, o. * se expone tno a forjar creaciones verdade- ramente marasiltosas pero nefaatae, Ess la que acacce con loa regimenes econs- micos modernes y con tas teorias de los ceo nomistas, que parecen canstrucciones sia ‘mente grandiosas. Pero, ge qué valen si on lugar de servir, sacrifican a le cotectividad Jumana? Da pena contemplar el derroche de com= plicada téenien de muchos economistas en elueubraciones admirables que eaen en eb van cio por no tener provente exta verdad clemen- tal de gue wia economia vale en la medida en que e3 benéfica al hombre, Por tal razén este libro no e8 ni puede ser un libro de téc- nice. Es simplemente una refleriin do gen- tido comin sobre las realidades de la vida ‘econémica, Cuando la vida econimica esti ordenade en un sentido humano, la téeniea puede des emperiar una benéficu funcién, haciendo mas ajustable los distintog érganoe de la activi dad ccoridmica con un rendimiento més he mano. Pero si falta este ordenamiento humano, toda técnica resultard estéril, cuando no ma lefien. No es que se desprecie la téeniea. La tée- niea tiene una mision stil, pero secundaria. 1a técnien es de suyo miope, Debe estar éu- w minada por los sentidos superiores. Es muy posible, D. ej, qus, on et “eonjunto x de feu rémenos econdmicus", wa téenieo que com para el movimiento finaeiero descubra un progreso en las actividades que pueda tra. duoiree en una ascenciin de eurvas matemd= tions; pero, ase sigue de alli que le vida e00- némica reat ha wrogresndo, aportando mex foras reales de riqueza y dienestar « todos los que han actuado en el “conjunto x de fe- nimenos econdmicos”? ¢No ex posible que exe progreso de curoas defiale un aumento ‘real en el conjunto total, nero como hay dez- agualdad en la distribuetin, ese progres se haya hecho en benefieio do nox pocos y a expenses del cuerpo social? ¥ alli donde ta técnica haya de comprobar un progrese de eurvas, la verdad del bienestar humanc ae- ala un descenso? gAcaso no es cose meni- Fiesta que nunca ha habido en la kumanidad tn movimiento financiero, buredtil sobre to- do, tan enorme como hoy, y que sin embargo, al Dienestar humane no es mejor con res pecto a otros tiompos? Demuestra esto que la téonion de suyo miope debe estar iluminada por vistas supe- riores de la intetigencia. De Ia inteligencia, digo, que ve ta rasin y esencia de las cosas, ¥ que se llama SENTIDO COMON enando proce. de bien por elinstinto propio de aleanzar la u verdad, y que se ilwina FiLosorta aniston’ Lico-tomtsta cuando puede justiftcar refle- srivamente que procede bien, De aqui que este libro sea, en verdad, wa Filosofia catilien dela Beonomia. Pero al decir filosofia, no se imagine nadie que es una ereacién antojadiza det cerebro, La ver- dadera: fitosofia no e3 més que la penetra- cién refleciva on los seres, tratando de de- terminar sus leyes esenciales. Bl filésofo auléntica no orca ni inventa, sino que lec. Por esto, el presente libro quiere poner de relieve el ordenamiento ecencial de toda cco noméa que esté en verdad al: servicio det hombre: simplemente, de ia economia. Por- que una economia que no sirva al hombre o& un contrasentido, Seria una economia azti- econsimic Que sirva al hombre total con las viréua- lidades jerérauicas que en si encierra. El hombre no es un puro estémago, Ademés de estémago, ot hombre es racional; adenés de hombre, tiene, por la misericordia de Dios, ‘un destino divino, La Economia debe prov curar al hombre eociat los bienes de eu euer- 0, para que e hombre aleance ese destina aivino. Sélo respetando esta ley esenciad del hom bre, la procuracién de los bienes materiales 2676 en verdad sna Beonoméa. 2 CAPITULO I LA ECONOMIA ¥ LA ECONOMIA MODERNA El mando vive hoy bajo el signo de la in- quietud econémica, porque se ha perdido el sentido de la economia. Se conacen una in- finidad de fenémenos econémicos, Hamados produccién, tierra, capital, trabajo, finanzas, Consumd; se registran pretendidas leyes eco- némicas} se constrayen teorias y se crean escuelas econémieas; pero no se pasee el sen- tido de 1p economia, porque se ha perdido el de la vida humana, El mundo modetno —!lamo mundo moder- no al engendrado por Ia accién antitradicional de la Reforma Protestante, perpetuado on el Uiberalismo del-siglo XIX y dispuesto ahora @ sepultarse en Ia anarquia bolchevista—, el ‘mundo moderno, digo, no sabe ni puede sa- ber qué es Ia vida, porque se ha privado del acto propio de Ia inteligencia, que es ‘juz- En el “juieio”, 1a inteligencia conoce el B valor real (ontolégico) de las cosas. Bs um acto esencialmente teleolégico, Frente aun ser, no tanto quiere conocer su funeionamien- to, su mecanismo, su realidad fenoméniea, como su esencia determinada por su finali dad: “;Para qué es tal ser?”, y eonoeida su finalidad, ajustar a ella su funcionamiento, Por esto nuestra preocupacién constante en al presente libro sera formular un juuicio de valor sobre Ja realidad econémica. Ha- bremos de penetrar en las entrafas mismas de Tos fenémenos econdmicos modernos, pa- ra descubrir su conformacién esencial y ver si hay en ellos una perversién ingénita, y en esto caso, proponer las condiciones del me- dicamento efieaz. Como los fenémenos eco- némicos que nos rodean son esencialmente capitalistay, nada mis justo que procisar la naturaleza de la Eeonomia eapitalista, Materia y forma de ta economia En toda construceién econémica concreta, p. ej. Ia Beonomia capitalista liberal, pode- mos distingulr dos elementos distintos, u dos substaneialmente en un tinico ser; usan- do el lenguaje aristotélico-tomista, lama remos materia al elemento pasivo e informe 4“ > ‘que recibe como un alma y conformacién del otro elemento que denominaremos forma, De Ja unién substanelal de esta materia y de es ta forma se engendra una construccién eco- némica concreta, del mismo medo que todo sor material, el agua por ejemplo, resulta de una determinada cantidad de materia in- formada por el principio determinante y #5- pecitico, que es la forma. La materia ex un elemento comin que puede estar informada por formas distintes, dando lugar entcnoes A.seres 0 esencias distintas. Cuando, por ejemplo, bebemos agua, y ésta se convierte en nuestra carne, Ia forma de agua desapa- rece y da lugar a la de carne; pero la ma- teria queda la misma, y sustenta ahora la forma de carne como antes sustentaba Ia de agua. Quiere decir esto que puede haber dos seres sucesivamente distintos guo tengan una misma materia, Apliquemos esta doctrina a la economia capitalista liberal. Eu ella, la méquina, el erédito, e] intexeambio mundial de produc- tos, p. @j., 65 como la materia del edificio econémico, y la conformaciéa que se da a eatos elementos es como Ia forma, Sia estos elementos so les imprimiese une conforma Gién distinta, si se los determinase con otra forma, podria surgiv también ama economia distinta. Por esto, lo interesante para el co- 6 noeimiento de una construccién econémica es la determinaeién de aquet principio for- ‘mal que conatituye como su alma. ‘No. obstante, los elementos materiales ofrecen también interés, por cuanto una for- ma determinada no puede informar una materia si no s¢ halla ésta on ciertas dispo- siejones propicias: asi por ejemplo, el al mento que comemos no se asimila en nucs- tra substancia sino después de un proceso de transformacién, realizado por la aceién de los jugos gastro-intestinales, que dispo- nen la materia para la vecepeién de una de- terminada forma. ¥ In forma, por su parte, como se ung gubstancialmente a Ia materia, imprime en ella un sello caracterfstico. Esta distineién arietotdlica-tomista de ma- teria y forma aplieada a la Economia es fundamental ai se quiere precisar el alcance de las criticas que se formulerén contra el capitalismo, Estas erflicas no aleanzarén @ Jos elementos materiales (p. ej 9 Ia mic quina, al intercambio comercial mundial, al capital), sino a la conformacion que ha im- ‘preso el eapitalismo a estos elementos mate- iales, al uso gue ha hecho de la méguina, del capital. Preeisemos, pues, la esencia de la Eco noma Capitalista determinando su materia y forma. 6 Elementos formates det capitatismo: La forma nos la manifestar ¢l eatndo del hombre en el momento en que éste imprime, come oficialmente, el impulso a la Economia capitalista liberal. Acaece esto hacla fines del siglo XVII, cuando, agonizando el maun- do antiguo, emprende,una carrera vietoriosa Ia ciencia fisieo-matomaticas con aus aplica- cfones téenicas, la demoeracia Hberal con al aplastamiento de Ie aristocracia y In exalta- cién burguesa, y la economia politiea con las teorias de los fisiécratas y de Ia escuela li- beral. Se dan simulténeamente entonees he~ hos tan tlescollantes como la Independencia Americana y la Revolucién Francesa, la eonstruecién de Ia miquina de vapor y in lie bertad de comercio, {Cuil es ef estado del hombre en eate pre- ciso momento? Jl hombre se hallaba en una pendiente, por la cual venfa rodando hacia més de tres siglos. La Edad Media habia logrado el mi- lagro Gnicoven la historia del equilibrio hu- mano. Calmadas sus pasiones, el hombre vie via en paz consigo misms, y vivia en pax con sus hermanos, en el ordenamiento jerarqui- co de la vida social. Habia orden sin violen- cla, porque todas las partes de la sociedad ” se movian libremente en el Ambito de sus funciones, cada una en su propia esfera, sin absorber a la inferior ni atropellar a la su- perior. En la cima del universo social, jes rérguleamente ordenado, dominaba el Sior- vo de los siervos de Dios, como en Ta cima de las preceupaciones humanes dortinabe “lo inico necesario”: el amor de Aquel que se nos manifesté como Padre, No se trata de hacer la apologia de la ci- ‘vilizacién medioeval, “més bella en los re- etferdos deporados de Ja historia que en In realidad vivida” (Maritain, Religion et Cul- ture), sino de hacer vislumbrar el tipo nor- mal de una eivilizacién humana, Lutero quiebra oficialmente este bello or- denamiento aniquilando la vida religiosa, ‘que, sin preteuderfo, sustentaba igualmento la vida intelectual y moral del hombre. Sin la gracia sobrenatural, despuntaron los ins- tintos de la fiera humana, en especial la ava- ricia, ka execranda sed de oro, que es como una idolatria, segtin el Apéstol, “Mientras el mercantilismo dl siglo XVI y XVII anuncia el liberalismo del XIX y la pirateria legalizada de Isabel deja en zaga 4 los especuladores modernos” (Barcel Mal- cor. Nova et Vetera, Abril-Junio 1931), Des- cartes y Kent, destrayendo la vide de la in- teligencia y substituyéndole la razén, 0 sea: 18 tuna facultad que no percibe las esencias sino tan s6lo realidades sbstractas, mecénicas, de una magnitud comparable, echan las bases de una economia fisica, ajustada a leyes me- ‘cénicas invariables, como of curso de los a8- tros, ¥ como éste, substratdo a In regulacién propia det ser hamano. Lo curieso es que mientras erecia Ia do- minaeiém de la avaricia y el sentido racio- nalista o mecdnico de la vida, ésta se sentia debilitada en su interior y por tanto ansio- sa de romper los vinculos que la obligaban a ‘mantenerse en orden. Rousseau proclama, oficialmente Is era de Ia omnimoda libertad, , porgue, como no hay Dios, no hay soberano, y el horfbre individuo se constituye en su propia ley. Gon Rousseau coincide, por otra parte, et agotamienta de} impulso protestante y racio- nalista, y, por, ende, Ja pérdida definitiva de a vitalidad sobrenatural © intelectual “del hombre moderne, Sin vida espiritual e intol gente, debié surgir el tipo de hombre-est6- ‘mago, e) burgués, entregado con toda su mente, eon todo su corazén, con todas sus Suerzas a lo econdmico. ‘De aquf que, # fines del siglo XVIIL, sue- ne la hora de Ia Economia, de una economia avara, pata Is que le preparé Lutero (Nota 1), de una economia raclonal 0 mecdinied, pa » ra Ia que le preparé Descartes; de una econo- mia liberal o individual, para la que le pre- par6 Rousseau, La concepeién (el alma, la forma) que se fovjara entonces el hombre de la economia serd ol de una estructura mecsniea, subs- traida a la regulzcién humsna (Descartes) con expansion individual ilimitada (Rou- sseau) destinada 2 multiplicar en forma ili- mitada Ia ganancia (Lutero). En palabras mis simples: una maquinaria, en manos del individuo, movida por la concupiscencia in- finita del Incro, Esencia det capitalisma: Elementos materiales Esta forma de Ja Economia encontré en Jas condiciones materiates de entonces un cuerpo, dirfamos, en su punto, que sustenta- se esta forma, que a su ver pareeia estar he- cha @ propésito para un tal euerpo. Gracias a las ciencias fisico-matematicas, se logré la dominacién de las leyes mecéni- as quo rigen e] movimiento del universo, y con esto, la conquista préetica del mundo, En boca de todos estan las Joas de las transfor- ‘maciones téenicas operaias por la fundieién de los minerales en los hornos de carbén en » ? 3138, In produesién del hierro fundido en 60 y la aplicaeién do 3a maquina en Ia in- ustria de! slgodén, y la lana en 1760, pre- clsamente en las colosales industrias de Lan- eashire, De esta suerte, la miquina se ajus- faba a Ie concopeién meeanica qe de la ec0- noma se habia hecho Descartes ‘Al mismo tiempo que Ia maquina aumen- taba en Europa vertiginosamente y con re- ynlaridad matemética las posibilidades de produccién, el estado agricola del mundo brian mercado ilimitado a Ia industvia euro- pea. Es facil de Imaginar que ona industria naviente, frente a mercados enormes ¢ ill- rmitedos, iba a exigir también Ia ilimitacin de Is produceién, Derribaronse, pues, 1a8 an- tiguas barreras aduaneras que se oponian a 1 libre eirculacién, los reglamentos que lie mitaban la produecién y las disefplinas mo- rrales y politicas que contenien las iniciativas privadss, El mercado Hlimitado ofrecta, pues, una condicién material propiela a Ja concepeién liberal que se habia hecho Rousseau de Ja economia, El incremonto de la espectlacién de la al- ta finanza, representada como caso tipico por la Maison Rothschild, a Ia ver. que acele- raré con el crédito Je capacidad de In méq na y la ilimitacién del meveado, proporciona- a "4 ua condicn prope al Intinto del os cro gue estaba ablerto on el hombre desde Ja Reforma Protestante. mete de Las condiciones materiales del tundo se ajustan a sus condiciones formales. Todo ost preparado, a fines del siglo XVIII, para que surja el capitallamo liberal, asi como ahora, en Tas tiltimas toqueadas del capitalismo, el mundo, tanto por sua condiciones materiales como formales, esté Isto para sumergirse en una gigantecea anarquia Definicicn del capitatismo Podemos definir, entonces, el capitalismo: Es un sistema eeontiaico que busca el acre contamiento ilimitado de la gananeta por ia aplicacidin de leyes econémicas mecdinicas. Capitatismo es todo sistema que busca el lucto ilimitado, para lo cual quiere ilimita- dos la produceién y el consumo, Se define, entonees, con la misma férmula que usaba el Doctor Angélico para condenar todo negocio Que buses el lucro come un fin: “El acrecen- tamiento sin limites de Jas riquezas”. (I1-IL 4.77 a4), Definicién que se aplica al liheralismo y ‘al marxismo. Los dos son imperialistas; los dos protenden apurar la aeeleracién econd- mica pava obtener el miimum de rendimien to ¢ imponer la felicidad econdmica en esta tierra, que no debe ser un valle de ligrimas habitable como quiso el cristianismo sino el paraiso confortable. Pero mientras el liberalismo concentra Ia riqueza en 1a oligarqufa de Jos multimillona- los, la avaricia marxista la acumula en Ia oligarquia de una minorfa proletaria que se ha convertiio en Estedo. En wna idénticn configuractin genéric existen, sin embargo, diferencias especif eas, porque el liberalismo legs a la concen- tracién injusta partiendo de la riqueza indi- vidual 5 de Ia libertad ilimitada, y el marxis- mo [a implanta en virtud de la propiedad co- leetivista, ‘Ademés, mientras el liberalismo, en vir tud de Ja’ influencia eartesiana, asimila el trabajo humano a operacién de una pura meeéniea, el marxiemo (tedrieamente) hace de 4 un elemento irreductible, de earieter biolégice. Este descubrimiento del caracter piolégico del trabajo es sintomatico, porque anuneia una Economia nueva; Heonomia de- sastrosa, si no so purifica al hombre de su instinto de la avaricia, pues se implantara una titania proletaria como en Rusia; bené- fica 0 catdlica, si se le purifica. cy Expuesta Ix naturaleza del eapitalismo & indicadas rapidamente sus dos especies prin. cipales, vamos a formular sy eritiea, Ia cual se diniwiré preferentemente al capitalismo liberal El capitatisma es antieconsmico Omitamos el hecho de que una economia regida por la concupiscencia del Iuero coma ley fundamental debe resulter un Moloc de. vorador del bienestar ecanémico del operurio, qe resulta una vil mercanefa sometida. al vaivén de! mereado: devorador del interis det consider, que no entra en cuenta sino en eusnto permite la aceleracién de la produccién, y con ésta, la acaleracién de la gananeia {por esto, como evea general, se Te proporcionan articulos superfinos, 0 de mala ealldad, a precio rela tivamente cares) 5 devorador det productor, que ha de vivir atiobrado en Is aceleracién de su produceién ¥ on el mojoramiento de los utensiios téeni- 0s, si no qulere sucumbir en la concuerencia sndustrial; devorador det comerciante, que he de sor Ineterse al febril dinamismo del consumidor En is § ‘ reyide por la infinite veleidad del capricho Ja accleracién de las novedades industria Jes, sin tener tiempo de liquidar sus stocks antieuados; devorador det financisia, que ba de ir & la cata del consamidar, del productor ¥ del con morciante, para acclerar también €1, vertigi: nosamente, sin dormirse, la productividad de su dinero Omitamos, digo, todos estos trastornos de- lirantes, ¥ observemos tan sélo que el eapt talismo, precisamento en virtud de su esere cia capitalista 0 concupiseencia dol luero, Ue Ve en sus entraiias su propia raina sin poder Jamis, ni siquiera por un instante, pro- Dorcionar el bionestar econémieo del. hom- Dre. En otras palabras: es eseucialmente an- tieconémico, En gfecto, le potemos definir: “aceleracién del lucro por 1a aceleracién de le produecién ¥ dal consumo”. Ahora bien, mientras no se ega al Unite quo equifibra la producci6n con el consumo, mientras existen mereados itimitados abiertos a la produecién, es evi- dente que Ia aceleracién desenfrenada del maquinisino y del erédito es favorable al des- sarrotlo de la economia capitalista, mejor igamos a su entumecimiento, como el de slertos tumores que parecen plenitud de sa- Ind; pero una yea que la produceién llega & z equilibrar Ie posibilidad de consumo (ndtese bien, digo la posibllidad), el capitalisino Ii- beral ha muerte. Porgue, para que continiie viviendo, seri necesario imprimir una igual aceleracién al consumo que a la produceién, Jo cual es imposible, pues ésta puede alcan- tar por afiode un 25 % aun 40 $4. Ha muerto: porque sino puede acelerar Ja produceién, no puede acelerar el Iuero; ¥ como éste constituye su esencia, una vez que el consumo se siente saturado, debe quebrar ¥ deshacorse. La crisis actual del capitalismo —su eri sis detinitiva— tiene este sentido, Preguntaré alguno: ,e6mo es posible ha- blar de saturacién, de equilibrio entre la pro- aueeién y ol consume si hay no se consume to que puede consumirse y quedan inmensas riquezas para explotar y enormes comodida- des para aleanzar? Esta objecién ha sido prevenida cuando se ha dicho: “equilibrar la posibitidad de eon- sumo", porque el eapitalisme ha muerto, no ‘cuando se Wega a producir Jo que se consu- me sino lo que se puede consumir; es decir, que el capitalismo no ha tenido ni tendra, siguiera por un instante, of fugaz eonsueld de satisfacer plenamente el consume, Y esto esta en la esencia del capitalisme, En efecto; en el capitalismo, la produecién, 26 y, alin mejor, Ia financiacién de la produc- cidn obtiene primacia sobre el consumo; lue- 0, se ha de procurar a toda costa Ia mayor produceién, subordinando a ella el consumo. Es asi que a la produecién, en el periodo de no saturacién, le es més provechoso no ase- gurar al obrero el justo salario, los medios nocesarios de subsistencia, porque asi se dis- pone de méy riqueza productiva; nego, en ese periodo sujeta a la inmensa multitud a la ley del hambre, Es ta historia del capita- Yemo liberal en el siglo XTX. En cambio, cuando se ha slcanzado la saturacién, como hay que frenar violentamente Ja produeei6n, 50 produce una forgosa desceupacién, y se da al casoy que contemplan hoy nuestros ojos, de una enorme riqueza, eapaz de alimentar, vestir y divertir a todo el género lumano y, por otro lado, de una inmensa multitud su- mida en la miseria, sin poder eonsumir por no tener los medios de adquisicién. Luego, ef capitalismo sucumbe gin haber asegurado jams o] bienester econémico del género humano, ‘Es que el capitalismo es esencialmente fu- turista. Puede afirmarse una economia libe- radora de la vida humana, pordue espera ser- Jo para todo el mundo en el porvenit, aunque mientras tanto s6lo lo es en provecho de unos pocos. Eis el mismo lenguaje y el mismo mé- Do. todo del Capitatismo soviético. Pero este por venir, este maiana no puede Hegar nunca, porque esa imposibilidad esta en su esencia. Contraste profundo entre el Capitalisma ¥ la economia preconizada yor Cristo en el Sermén de la Montafia, Afanaos por enriqueceros, dice el Capita- lisme, que s6lo eso enenta. No os acongoidis dice en cambio la Sabiduria Eterna— por el cuidado de hallar qué comer para. stston- tor vuestra vida 0 de dénde sacardis vesti dos part cubtir vuestro cuerpo. Mirad las aves del cielo, no siembraw aj tienen graneros, y vuestre Padre celestial laa atimenta, Mirad tos lirios det eampo.. 22-31). El Capitalismo anda afanoso, aeumulando para el mafana. Tesueristo en cambio nos dive: “No andéis acongojados por el dia de maiiana; que el dia de matiana harto euidado traeré por Dfistale a cada dia su propio afin”, Palabras de Jesueristo, que no son eonse- jos piadosos. Expresan ta ley de Ia vida evo némica, La economia debe pensar ante todo eon las necasidades del presente. Se debe pro- Gueir hoy Jo que reclama el consumo de hoy. Porque, si levados por la avariels, se pro- duce hoy Jo que se necesita para todo el atio, (Lue, XII, 8 ¥ asi se trabaja cada dfa, con el propésito de aerecentar la ganancia, sueederd que hoy’ Ro se consumira para no dismintir la pro. duccién que so reserva para el maiiana (Ca. Pitallsmo durante el Siglo XIX con los sala. tive de hambre), y maane, porque habra aie parar la produceién para liquidar los ‘Stocks almacenados; y al parar no habré sa. larios, con lo aue no habry posibitidad de consumo. (Capitalisino en el perfodo de apa. geo). (Nota 2), ~ La avaricia, esencia del capitalismo Hay una perversidad esencial en el capita. Jism, cualquiera sea su especie, puos es és te un sistema fundado sobre un vieio eapital que los teélogos aman avaricia. Busea el acrecentamiento sin ifmites de Ins riqozas como si fuese éste un fin en sf, como si su pura posesién constituyese Ja felicidad del hombre, “Y es imposible —como ensefia textual- mente el Angélico (1.1 q. 2, a 1)— que la felicidad del hombre consista en las riquezas, Dos son las clasos de riquezas, a saber: las hatursies y lag artificisles, Las naturales son aguellas que remedian las necesidades 2 turales del hombre, tales como el vestido, ol alimento, tos vehiculos, la habitacién y las otras cosas semejantes. Artificéales son aque- Has que de por si no remedian ninguna ne cesidad natural, como el dinero, sino que la industria del hombre Ia ha adoptado como medida de las cosas venales, para facilitar el cambio. Ahora bien —prosigue el Angé- Yeo, la felieldad del hombre no puede eon- sistir en las riquezas naturales, ya que és tas se emplean para sustentar Ia natarale- za del hombre; son medio y x9 fin; de don- de todas las riguezas naturales han sido ereadas para provecho del hombre y coloea- as debajo de sus pies; como dice el Sal- mista, VIII". Gon mucha menor razén puede consistir en las riquezas artificiales, ya que éstas no tienen otra finalidad que la de servir de medio para adquirir las riquezas naturales nocesarias para la vida, Ahora-bien, (dice el Santo Doctor) si tan- to las riquezas naturales como las artificia- les tienen por finalidad satisfacer las nece- sidades materiales del hombre, segtin !a con- dicién de cada uno, su adquisicién s6lo es buens en la medida en que sirve para satis- facer estas necesidades; luego su_posesién y produceién debe estar regulada. Si se que- branta esta medida y se las quiere retener ey ¥ poseer sin limitacién ninguna, se comete lun peeado llamado avarieia, que conskite en “un deseo inmoderado de poseer las cosas ex- teriores.” (LIL q. 118, a 2.), Precisamente, es esta coneupiseencia del Iuero la que constitaye Ta esencia de Ia eco- nomia moderna, No que la avaricia sélo ha- ya existido en ella; siempre ha habido ava- ros, ¥ el Espiritu Santo dice por boca de Sa- Jomén que “al dinero obedecen todas las eo- ses”; pero nunca como en ella, este impulso perverso que anidd en Ja carne pecadora del hombre se ha organizado en un sistema eco- némico, nadie como ella ha heeho de un po- eado una babélica construccién, Y, como la avarieia es un vicio capital con muchas hijas —segiin explica el Doctor An- gilico (II.I, 118, 8, el Capitalismo ha eri- gido consigo una prole de pecados, sistemas que los economistas denominan leyes eco némicas. “Porque, como consiste ta avaricin on un amor superfiue de les riquezas, hay on ella un doble desorden: porque, 0 se las retiene indebidamente, 0 se las adquiere en forma ilf- ita, Hay desorden on su retoneién, on eh ea 80 de inhumanidad o- de endurecimiento, eusiado el corazin no se ablunda de miseri- cordia en presencia de los necesitados, y ast el capitalism, como todo avaro, cierra sus 3 centrafias a Jas miserias del pobre; al capital, monstrvo anéaimo con mil atribueiones y sin ninguna responsabilidad, no le interesa Ia caridad, ni la piedad, ni la misma equidad, ni siquiera xe ere con deberes para con los, individaos a quienes emplea, 0 en todo caso este deber es del mismo orden que el que so tiene respecto al capital maquina, a saber: un mantenimiento eserupuloso y metédico, mientras este mantenimiento produce neyo- jo: el paro o Ia desocupacién cuando las ci- fras lo exigen o lo prefieren”. (Marcel Mal- cor, Nova et Vetera, Julio 1981) Hay ade. més desorden en la avaricia, porque se ad- guieren las riguezae, 0 eon afeccién desorde- ‘nada, 0 recurriendo a medios ilfcitos. Pargue le avaricin engendra una “inguietud morbo- ea y una febril preocupacion de lo superflua”, que hice decir al Eelesiastes, V. 9, que avaro munca 2¢ harlard de dinero; ¥ asi, el capitaliamo, dindmico, vertiginoso, insacia- ble, emplea todos los minutos (“el tiempo es of0”) para acelerar el Tuero, y con él la produccién y el consumo; la vida es una ca- rrera sin deseanso en prosecucién del ot no se busca la riqueza para vivir sino que se vive para entiquecerse. ;Cuan lejos esta- mos de la economia catélica, rexida por ta procuracién del pan de cada dia! La avaricia engendra, asimismo, como tan 2 tas otras hijas, la violencia, Ia falacia, el perjurio, el fraude y la traieiin, Y el capita lismo peca de violencia, porque, eon su ham bore de coneentracién, devora la peauctia in- ddustria y Ta pequefia propiedad; peca de fa lacia, porgue promete Ia liheraeién de todo el géuero humano y cada aia le sumerge maz profundamente en Ie miseria, pues a la concentracion por un Jado corresponie la Gesolacién por el ofro; peca de perjurio, cua do a In falacia se une el juramento, ¥ ol capitalismo rubrica con el erédifo su enga io, como se explicara en el 4 capitulo; pea fe fraucle, porque con al erédito o préstaino a interés se apodera de los ahorros del sé nero humano y los maneja como si fuese propietario, porgue somete al obrero a Ia ley dol hambre, y porque asegura un consumo malo y caro: peta, finalmente, de traicién, porque aniquila als. persona humana, hacien- do del hombre un mero individuo, una simple rucda en la maquinatia stigantesea del edi- ficio eeonémico, porque Tce. aficos Ia fa- milia, hacinando en las f4brieas como en tropilla a hombres y mujeres, porque Aes- truye Ia edueacidn eon la ostandardizactén do la escuela y Ia supresi6n del aprendizaje, En resumen, que e capitalismo ev come Ja erupei6n de'toda una familia de pecados, % es el reine de Mammon. Y esto se aplica tento al eapitalismo liberal como al marxista. La economia catélica La economia, en cambio, Ia tiniea e¢ono- mia posible, est& fandada sobre la virtud que Santo Tomas ama tiberatidad, 1a cus) nos eusefia el buen uso de los bienes de este mundo concedidos para nuestra sustenta- eign (IL.IT. g. 117). jAcaso las riquezas artificiales y natura Jes doben ser producidas y acumuladas por- que si? Sin dada que no, Son cosas destina- das al provecho del hombre, para su uso; di- gamos la palabra: “para el consumo”. Resul- tan bienee y no simplemente cosas en ta mes lida que aprovechan 9 pueden aprovechar al hombre. Luego, todo el proceso econémico, por Ja exigencia de la misma economia, debe estar orientado hacia el consumo. De aqui una doble falla antioconémiea en el capita- Tismo, enalquiera sea su especie, porque se consume paza produeir ¥ se produce para Iu- erar. La finanza rogula la produecion, y Ja produceién regula el consumo. Y¥ Ios bienes, gpara qué se consumen?, 0 sea, el proceso econémico total, 2a dénde se orienta? A satisfacer las necesidades de la at # ee ‘vida corporal del hombre. ¥ como esta no tiene un fin en si, sino que su integridad es reguerida para asegurar la vida espiritual del hombre, que culmina en el acto de amor “a Dios, toda In economia debe estar al servi- cio del hombre pars que éste se ponga al sorvieio de Dios. “Santo Tomis ensefia que para evar una vida moral, para desarrollarse en la vida de las virtudes, el hombre tiene necesidad de un minimun de bienestar y de seguridad ma- terial, Esta engeflanea significa, —dice Ma- ritain— que la miseria es socialmente, como Jo han visto caramonte Leba Bloy y Pésuy, una especie de ingiern ‘que las-condiciones sociales gue coloca a la mayor parte de los hombres en la ocasién préxima de peear, exigiendo una especie de herofsme de los que quferen practicar 14 ley de Dins, som condiciones que en estricta jus- tieia deben ser denunciadas sin deseanso y aque debe esforzarse uno por eambiar.” (Re- ligion et Culture) Santo Tomés ha expuesto en Ia “Summa contra Gentiles” ol lugar de la economia en una jerarqufa de valores, “Si xe consideran bien las cosas, dic, todas les operaciones del hombre estén ordenadas al acto de la divina contemplacién como a su propio fin, Pues, para qué son los trabajos servites y el co- s ignifica asimismo - rmercio, si no para que el cnerpo, estando rovisto de las cosas necesarias a In vida esté en el estado requerido para Ia contem. placion? 2Para qué les virtudas morales y Ja prudeneia, sino para peocurar la paz in- terior y Is calma de las pasiones de que ties ne necesidad Ia contemplacion? zPara qué el gobieruo civil, sino para aseyurar ia paz ex- Selon reesria a contempacin? De dn le, ai se comsitera bien, todus tae funcione Ge ska yracen ent os las que contemplan ta: verdad.” (Le WV. de. wlan la verdad.” (L. TV, Mientras no se admita esta jerarquia de valores, to se habré superado el capitalise mo, potgue o se sirve a Dios o se sirve a Mammon, el dios de Ine riquesas. La economia, una etica De lo expuesto resulta que la economia es una ética (eontra la coneepelén mecanica de Descartes) que tiene por objeto especttico Ja procaracién de Jos biones materiales tie Jes al hombre; digo bienes, esto es: que respondan a las exigencias de la naturaleza humana, no 2 sus caprichos © coneapiscen- cias. De abi que todas aquellas cosas que so- bran, una vez satistechas las necesidades del % propio estado, son superfluas y no resultan Bienes si se mantienen aeumulados 0 ge usam para gatisfacer Ia sed de placeres. Hay obli- gacién grave, segdn determinaremos en la préxima lecciéu, de participar de 5 uso a todos los miembros de la comunidad social, para que resulten bienes tiles al hombre, esto es: bienes materiales humanos, que #6- Jo deben utilizarlo en cuanto conduzean a ta plenitud ractonal y a la destinaeién sobrena~ tural del hombre. Debemos servirnos de 1a riqueza como hijos de Dioe que nos Tama- ‘mos y somos. Luego In economia es una parte de la pru- deneia, como ensefla Santo Tomés (II. IT. a, 51, a3), quo tiene por objeto el recto orden de Ins acciones humanas eneaminadas: procurar la sustentueidn propia 0 dé la fa. miilia 0 de la sociedad. 'Y como en la ley de gracia en que vivimos no puede haber virtud perfecta — sein en- sefia el Angélico— sino por la ordenselén do todo a “Dios amado por encima de todas Tas cosas”, es necesuric que la prudencia, y con ello 1a economia, se subordinen perfec- tamente a la earidad, que es la més exeor lente de las virtudes, y sin la cual no puede haber verdadera, virtud. De lo dicho resulta que “las leyes econé- micas no son leyes puramente fisieas como a Jas de ja mocaniea o de ta guimica, sit loves de Ix accién: humans, dave implicen va, Tones morals. Le justicia, I iberalitad recto amor del préjimo forman parte esen- Gial Te realidad xondmicn, Lie ooreaon ge los pobres y la riqueza tomada como un in en Si no estan solamente prohibidas por Ja moral Individual, sino que som cosas econémicamente malas, que van contra el fin tnismo de ls economia, porgue asic tin es tin bumano”. (Marit i Gin amano”. “Marta, Reign et De, aqui In justiticacién de tos elementos valores econsémicos hava que buseaia oy tee exigeneias de ta accién humana, y que son su moratidad, su moralidad intrinseea, In condicién de sus efectos benéticos 1 hombre, mae Trascendencia de ta economia catétiea No 96 si habe quedad ex "ded ‘le posilén fundamental deg ca nomia (porque sélo puede Jamarse simple mente economia Ia verdaderamente humana) y la Economia moderna o Copitalismo. Una est fundada gobre un pecado, y la otra des- censa sobre ina vitid La uns, come Sey 38 pecade, bajo maravillosos disfraces, excla- viza al hombre, porque ef que comete el pe- cad es esclavo del pecado, segin dice el Apéstol. La otra, humildemente, sin osten- taei6n, le Tiberta, porque Iz verdad nos hace libres, segim ensehaba Cristo, Si la economfa moderna nace de! pecado, es esenclalmente perversa y efasta, Podré haber en ella muchos elementos materiales buenos, pero Ia conformscién de los mismos es intrinsicamente saténica. De agui que Ia doctrina econémica de Ia Iglesia, nacida de una virtud, es una doetri- na que est infinitamente por encima de to- das las otras doctrinas econdmicas, Himense socialistas 0 liberales. No se la puede ni se In debe parangonar con elas. No esta en el centro de ellas. Como Ia cima de un elevado monte, recoge, transcendiendo, todos los pan- tos de verdad contenidos en las distintas es- cuelas econsmicas; porque, como no existe el mal o error abscluto, asi toda escuela, por desvariada que sea, tiene en su seno muchas verdades adulteradas. El liberalismo, por ejemplo, insiste en el caréeter individual de ‘pasesin de Tos bienes terrenos; el socia~ limo en cardcter social; y el fascismo quie- re equilibrar a ambos. Pero sélo la Iglesia, que se apoya en ta eternidad del cieto, puede obtener verdadero eguilibrio del hombre y 2 de 1a rigueza, porque incorporada a Cristo, ¥ por Cristo unida a Dios, puede someter ‘a rigueza al hombre y el hombre a Dios, Bl hombre esté colocado en un medio, entre lag Tiguezas y Dios. Jamis puede ebernar Por esto, si no quiere venir a Dios, si rehuse acopiar el gobierno de Dios, tendré Que caer bajo el gobierno de las riquezas. © Dios 0 Mammon. No se puedo servir a dos sefiores, Pero. tiene que servir: si rehu- sa el goblorno paternal de Dios, eaera bajo la esclavitad del beeerro de oro. ‘Sélo hay dos economias verdaderamente opuestas: la oristiana, que usa de las rique- zas para subir a Dios, v la moderna 0 capi. talista (sea liberal o marxista), que abandon na a Dios para esclavizarse en la viqueza, Parece que la misericordia divina, apiada- da de la espantosa suerte del hombre, que ha perdido el paraiso sobrenetaral y vive en un infierno terestre, quiere en esta hora Iibertarnos de la opresién capitalista, Este es el sentide de la crisis profunda que pesa sobre el mundo, Pero hay dos caminos para que Ia liberae cién se realice, Porque, si entendiendo el hombre el plan de Dios que quiere libertar- nos de la opresién burguesa, de la eselavitud del ore, se presta a los descos divinos y, con espiritu de penitencia, renuneia a lo super- 0 aici sin ce lea eo nse ol Seo Ter Sone a Ni i jombre’ el sen- mis a Ninive, devolved fluo dela economia. om ell, at sete Oe le Vide. La Hoeracin se habré entonces realizado la ys del Ser - “aie combio no enliene a lan Dis o hace co sino enone, Shor Te libertard, es cierto, pero después ee re ficane en una espantosa eatistofe de peor y de anarguit a CAPITULO II LA PRODUCCION DE LA TIERRA Bn el capitulo anterior descubrimos atv tn perversion ctonial y Janets de toda eo emia que, como ol eapitaimo, este regida fotrinseeamente por Ia concupieanaa del Sendo ésta un instinto insact i tainente verliginos, dinimica, aesleradon co rebelde a toda medida, y por esto importa tuna radical inversi6n de todos los valores Jhumanos, y atin de los mismos valores eo. némicos. De Jos valores. humanos: pore fn lugar de poner la economia. al servicio ie In vida corporal del hombre, para ue asi puoda éste aleanzar la integrided de ea vide intelectual y esplrituat y ponerse al se. Vielo do Dios, Sehor nico que merece pens adhesion, In concepeién econdmica moderns absorbe todas las enorgias espirituales y maz teriales del hombre y las eoloca a meroed del sigantesso edifieio econdmico, atrededor del © = euai todo el mundo —desde el tiltimo des- ‘ocupede hasta el poderoso financista— esta obligado @ postrarse en religiosa danza. Tnveraién de los mismos valores econémi- cos: porque en lugar de emplear el dinero como un puro medio de cambio que facilite Is distribuelén y difusi6n de las riquezas naturales, se hace de 41 precisamente lo ‘opuesto, es decir un fin dltimo, con una po- derosa fuerza de atraceién que concentra en ‘poss manos més dinero, y con él las mismas riquezas naturales. ‘De tal suerte est armada la economia ea- pitalista, que todo concurre a 1a multiplica- eién del oro: Jas riquezas y et crédito sirven para multipliear el oro; si se comercia e3 para multiplicar el oro; si se produce es para comerciar ¥ con ello multipticar el oro; ei 5e consume es para producir mas y con ello comerciar mas y poder multiplicar mas el ‘oro; De modo que la vida es una danza pec- petua alrededor del oro, al cual, para colmo de la paradoja, nadie ve porque duerme en Jas eavernas misteriosas de los grandes baneos. De modo que el consumo, que debin de ser el fin préximo reulador de todo el pro- ceso econémice, viene a estar, en iiltimo tér- ming, supeditado a Ia produccién, al comer- cio y a la finanza; y, en cambio, la finanza, 8 que debia ocupar el Gitimo lugar como un puro medio, obtiene el primero de fin re- gulador. Jerarquia de ta produccién Esta morbosa aceleracién debia provoear al mismo tiempo un trastorno profundo en los fenémenos econdmicos particulares, tales como la produceidn, Sin entrar en considevaciones metafisieas que pueden parecer profundas, apliquemos el sentido comin y preguntemos: jens] es Ja finalidad de la produceiOn de riquezas?, para qué se empefia el hombre en el traba- 40, ¥ produce? Sin duda para disponer de bienes que pueda consumir, No quiere decir esto gue sélo haya de producir to que diaria- mente consume. De ningin modo. Puede y debe producir mas, y ahorrar aquello que no consume, y formar un patrimenio estable quo le asegure ta vida en ol mafiana a él y a sti familia y que se perpettie entre sus here doros. Pero ain esto que inmediatamente no consume, Jo produce en previsién del const ‘mo que necesitaré maiiana sin poderlo en- tonces producir. Luego, siempre seré verdad ‘que produce para consumir. ;Y cudles son 4 Jos primeras blenes de euyo consumo necesita el hombre?: .gozar, vivir on habitacién con- veniente, vestirse 0 comer’? Sin duda que pri- mero es comer, ¥ después vestirse, y luero tener habitaeién gonvenionte, y por fin dis- frutar de honestos pasatiempos. Y como la tierra e9 la que cast directamente nos pro- poreiona lo necesario para comer, vestir y habitar, y en cambio Ja industria nos sumi- nistra de preferencia lo superfluo, se sigue que, en un régimen econémico ordenado, La produceién de Ja tierra y aus riquezas deben obtener primacfa sobre la produccién indus- triai, la vida del campo sobre la vida urbana. Es devir: exactamente lo inverso de lo que acaece y+ forzosamente debe scaccer en la economia moderna. La economia capitalist es, en sti esencia, pura aceleracién. La pro- dueeién de Ia tierra y el consumo de sus productos se substrae a la ageleracién: no es posible, por ejemplo, obtener trigo en po- cos dias @ en algunas horas, 0 consumtr 10 kilos de pan en vez de uno. En cambio la produceién de: Jo superflue puede aumentar limitadamente, porque siempre es posib! crear nuevas neceeldades superfluas y satis- facerlag infinitamente. Luego la economia capitalists, por su misma esencis, siéntose impulsada’ a] fenémeno “contra natursm” (que viola las exigencias naturales) de hacer 6 de la industria, de la fabrica, el tipo normal de produceién ¥, en cambio, imaginar Ia agri- cultura como un acoplnde arrastrado por 1a industria, Henty Ford ba tenido la fran- queza de confesarlo cuando considera la agei- cultura como una industria “auxiliar 0 sub- sidiaria”, segiin palabras textua'es. (En Aujourd hui et demain, pig. 230; eitado por Marcel Maleor, Nova et Velera, janvier ot mars, 1929). Este dislocamiento de le produecién debfa engendrar fenmenos tan tipicos del capita- Jismao como el qué 1a produceién y consumo de un artieulo son tanto mayores cuanto més initiles. Asi, por ejemp'o, la mujer ameriea- na gasté en 1925, por término medio, tres veces més en cosmétieds de lo que gasté en pan, y ahora, en plena erisis, vemos que, con un evidente subconsumo de zlimento y vestido, hay un derzoche de cigarrillos, die versiones, diarlog, alcohol, ete.; después, el Fenémeno de los apelotonamientos humanos ‘en las Tlamadas grandes ciudades, donde se pasu una vida raquitiea y miserable pero colmada de diversiones, maiontras los camn- pos quedan desiertos; el de estos mismos ‘eampos, en posesién y provocho de unos po- eos propletarios, que se divierten en ef harén de la ciudad, mientras los colonos s0 consu- ‘men en los sudores que no le rinden sino mi- 6 seria; y por fin, el de Ia explotacion agri- cola industrializada y mereantilizada, de suerte que no asegura Ia vida decente del Anbrador. Esta inversién total de la jerarquia de la produceién, esta absoreién que el mercado y la industria hacen de la tierra y su pro- duecién producen un trastorno radical del mismo campo. Es necesario persuadinse que el problema del campo no tiene solucién en una economia capitalista, en wna economia ‘duo ests impulsada por In avaricia como por propio fin. Brror nefasto de todos los que viendo la angustia de le propiedad y de la explotacién agricola quieren ponerle reme- dio apelando a una equitativa distribucion de tierras 0 a una solidaria cooperacién, sin enderezar antes el torcido o invertide orden de la vida econémica. Aunque se hiciese una reparticién ideal de la tierra y se implantase uma explotacion también ideal, no se remediaria absoluta. mente nada mientras no se reformase la mis- ma concepelén econdmica moderna y no se le restituyese el sentido de la jerarquia eco- némica natural. Porque, como he dicho an- tes, el desbarajuste econdmico del campo, ‘que entre nosotros colma tod2 medida, esti provocado “por causas industriales, comer- clales y finaneieras, y no tiene solucién ver- ” mt dadera mientras ta tierra y los productos naturales no recobren Ia funcién regulado- ra de la produceién a que le destina la mis- ma naturaleza de la realidad econémica, Observacién que a muchos parecer poco prictica pero que se puede comprobar por el simple hecho de la crisis: uma cosecha abun- dante y un ganado de primera clase que no se puede colocar en los mercados mundiales a precio ventajoso basta para sumergir en Ja miseria y en el hambre a toda la pobla- ein campesina, Producciin tipo doméstico y rural Para que este simple hecho que se aduce tan s6lo como un mero ejemplo no sirva para disminuir el alcance de esta observa cién, adviértase que el desbarajuste del cam- po es permanente porque permanentemente su vida esta atrafda y como imantada por 1s vida anémiea de Ia eiudad, porque eu pro- dueeién esta arrastrada por In producelén in- dustrial y comercial; aunque evidentemente al desbarajuste seri mayor cuando a su ver se produce un trastorno en la misma indus- tria y comercio, Cuando la tierra pierde ta vida propia y 48 va acoplada al industrialismo y al meveanti- lismo, la sublevacién de los paisanos ¢s in- minenta; tos terratenientes que viven en la ciudad pueden aprestarse al deguel’a, Serd conveniente recordar Io que sucedié en el siglo TV en el, norte del Afriea: Numidia y Bizacena, en el siglo IIT y IV, suministran aceite de oliva al mundo civi! zado; adelantandose las f6rmulas moder- nas, establecen un cultivo e industria espe- ¢islizados y orientados hacia Ia exportacién. Y, evidentemente, son éstas dos razones para que fos grandes dominios, mejor orga- nizados, equipados de mejores recursos, 8o- Ihre todo desde e] punto de vista de! comer- cio con e] extranjero, absorban a los pegut los. Y asi, en el siglo IV, Africa’ est divi- dida en pocas explotaciones. El labrador pro- Pietario ha desaparecido, los siervos son mo- ‘nos numergsos; los colonos © paisanos libres de antafio, reducidos a un verdadero pro- letariado, han de pagar caro su pan en do- minios en los que todo esté sacrificado a las explotaciones industriales. Tropss impérso- nales de asalariados invpden los campos. Un buen dia, una revolucién agraria ba- yre con toda uma clase de propietarios dol suelo, y ciudades de lujo, eludades de pro- pietarios como Lambesa, Timgad, Aquae Re- giae, Thisdrus, desaparecen de golpe. Los ” colonos se reparien las tierras, y el poder debilitado pasa a manos de los vandalos Ha. mados por ellos. (Marcel Maleor, Neva ef Vetera, abril-junio 1931). No es mi intento infundir paver a nadie. Sélo quiero dejar establecido que uns pro duceidn de la tierra ordenada exige que la produceién eeon6mica no sea primordial- monte (subrayo: primordialmente) nf finan- cista, ni mercantilista, ni industrialists. La produecién de la tierra debe estar mis gonoralizada y debe ser preferida a la pro- dueci6n industrial. Y dentro de ta misma tierra, la produccién debe ser primero do- méstica y s6lo después mereantil. “Si ninguno, obsesionado por el monstruo, det progreso capitalista aufre eseindalo, voy a escribir ta palabra: la produecién econd- mica debe ser preferentemente patriureal. Es decir: que ha de dominar en Ja posesiéa el tipo de solar en el cual pueda vivir fru. galmonte una familia modesta, y en la pro- dueci6n, el tipo do productos domésticos y de Branja, de suerte que el tipo comin de familia, pudiendo producir en la propia easa, no se vea, por ninguna eventualidad, en la miseria. He dicho preferentemente: pues | ha de haber ciudades e industrias, atin con personal asalariado, pero no deben dominar; deben ocupar un lugar secundario, lo mismo 0 que la explotacién agricola en gran esea'a, Por tanto, si se contempla Ia fisonomfa general de un régimen ordenade, huvaaia, de produecién econémiea, éste debe ser rural en oposicién a urbane, doméstieo en oposi- eign a mereantil, Piensen Ios glorificadores de In economia ‘capitalista que todos sus ditirambos al Pro- greso, a la Industria, a la Urbe, se deshacen como globos de jahén, cuando al pie de ex tos colosos, levantados con el sudor del pobre, se contempla la miseria espiritual y material de] proletariado famélico y la ruina ¢ incer- tidumbres del arrondatario en los campos, Si cierto pretendido progreso ha de servir para esdlavizar al hombre, suministrandote oces que no necesita y privindote del pan espiritual y material que sustenta, hindase en buena hora el Progreso, Come quizés al- tin ingenuo soclalista imagine que el ideal seria feyantar al proletariado y sentarle en al fostin del paraizo burgués, es bueno re- cordarle que no delire. Porque el paraiso estomacal del burgués se ha levantado pre- cisamente porque es burgués, os decir: por- que estaba en vigor una concepelén econé- mica que favorecia el enriquecimiento in- ividual. Si la concepeién econdmica hubiese sido os- tatal, colectivista, socialista —una de d: Bt © se hubiese implantado el trabajo obliga- torla, y entonces quizis se loxrase una po- derosa riqueza colectiva, pero a costa de ia esclavitud también eolectiva como en Rusit; © se hubiese dejado en ibestad, y entonees ro se producitia ni para comer, porque sl la eolectividad produce y da de comer no hace ‘falta que el individuo se preoeupe. Por esto, sin eufemismos, sin afan de so. luciones précticas, digo que si no se quiere Ja exclavitud eapitalisia ni la eselavitud mat- xista, es nevesario optar por una esonomfa tipo patriarcal, rural, doméstica, No digo —entiéndase bien— que sea pr6- ximamente posible ni de aplieacién préctica inmediata, No lo podria ser: porque esta fisonomia econdmica est geterminada por Ia liberalidad, asi como el eapitalismo Hiberal y el marxista han sido engendrados por 1a avaricia burguesa o proletaria, y actualmen- te ol instinto de la avaricla esti més viru Tonto, que nunce, Digo si que es Ia dinien contiguractén eco- némica que Duede libettarnos de la opresién capitalista 0 marxista, EL uso comin de tos bienes exteriores Toda esta doctrina sobre la jorarquia do los factores de produccién y sobre le nece- 2 sidad de una economis tipo patriarcal es corolario de Ja admirable ensehanza de Avis- tételea y de Santo Tomas sobre el uso de los dienes materiales, . . El hombre ‘lega al mundo, y se encuentra frente a una infinidad de bienes exteridtes: Js tierra con aus Inmensas, riquezas de plan- tas y animales, de peces en ol agua y de aves en Jos clelos. ;Para quiénes y para qué son estos bienes? Todo lo han puesto debajo de sxs pies, vesponde el salmista en el sal- mo VII. De modo que todo esté al servicio del hombre; tado es pare que el hombre pueda usar, 0 sea comer, vestirse, formar su vivien- da, ¥ disfrutar de un humano deleite en la vida de familia. Pero, todo es para el hombre: zpara cual hombre? gpara ‘os de una raza, de una na- ign, de una ciudad, de una clase social? De ninguna manera. Todos, el més humilde de los seres humanos, tiene derecho a usar digo usar y no precisamonte poseer, de aque- Ilo que necesita para una vida humana, 6 y su familia, Nadie puede ser exeluido. Y “un régimen econémico que no asegurase per- manentomente a todas las familias lo nece- sario para una subsistencla humana, seria un régimen nefasto, perverso, injusto. Y por esto Santo Tomés (If. II. q. 66,2, 20,7), si- s guiendo a Aristételes (Pol. II. 4), dice: Otra cosa que compete al hombre sobre tas coras exteriores es eu uso. ¥ en cuanto a esta no debe e hombre poseer las cosas exterion Yea como propias. T& razén es clara: todo hombre tiene de- recho a vivir en familia; luego tiene derecho a los medios que Je aseguren una subsisten- cia humana familiar; pero como estos me- dios son tos bienes exteriores, todo hombre tiene derecho a los bienes exteriores que ‘asegurer su subsistencia y Ia de gu familia, Y¥ observen bien que determino ahora ¢l mi- nimum de To gue debe un horabre user. Este minimum es Ja subsistencia humana de la familia; humana, digo: por to tanto, algo mids de lo que hace falta para comer y vestir. Gierto bienestar humano permanente. Podra ser pobre, esto es: no disponer de riquezas superfluas, pero nunea deberé sor miserable. Dios no quiere la miseria de nadie. Y un ré- gimen que coloca al hombre on ta raiseyia e8 un régimen injusto, reprobade por Dios. Por esto estén condenados el soctalismo y el capitalismo; porque uno y otro, en virtud de su esoncia, colocan al hombre permanen- temente en un estado de miseria. El eapi- talismo, porque concentra Ia propledad y uso de los bienes en manos de unos pocos afor- tunados y millonarios y deja a la multitud 64 condenada a vivir (digo a morir) de un sa- larlo precario y eventual; el segundo, por~ que igualmente Ia concentra en forma brutal en manos del estado, de donde la multitud se vera frecuentemente privada de su aso. Es verdad que el soeialismo imagina la apro- piacién de los bienes de producein por el estado para Iuego repartirlos y ponerlos a disposieién del consumo de todos los hom- bres; pero, como lo han visto ya con mirada penetrante Aristételes y Santo Tomas, un tal régimen ademas de violontar Ia justa liber- tad de todos y de no tener en cuenta Ta des- igualdad de las naturalezas individuales, traeria amo consecuencia I6gica la insufi- ciencia ‘de la produccién. Porque, como To ‘comprueba Ia experionela cuotidiana, lo que perteneee a todos no lo hace nadie. ¥ si to- dos deben produeir en eolectividad, 92 pro- ducivia muy poco. ‘De aqui qae Santo Toms, en el mismo ar tieulo en que establece el uso comin de loz ienes exteriores, afirma y demuestra la ne- cesidad de la propiedad privada (IL IL. 4. 66. 2 2). ‘Asi, plantedndose la cuestién de si es Iicito al hombre poseer algo como propio, contesta: Rosponderemos que acerca de ta cosu exterior dos cosas competen al hombre: 1° la potestad ® de procurar y dispenser; y en cuanto a esto 69 licita que el hombre posea cosas propine 4 €8 también necesario a ta vida humane por tres motivos: 1 porque cada uno es mas solicito en proeurar algo, que convenga « et aolo que to que es comin a todos o a muchos; pues cada cual, huyendo det trabajo, deja a otro lo que pertencoe al bien comiin, como aucede cuando hay muchos sirviontes; 2 por- que se manejan mds ordenadamente las cosas harianas, si a cada uno incurabe el ewidado propio de mirar por sus intereaes; mientras Que seria una confusién, si eada cual oe evida de todo indsstintamente; 3° poreue por esto se conserva mds pacifico el estado de los hombres, estanda eada uno contenta con fo suyo; por Io cual vemos que entre aquellos, que en comin y prosindivisa poseen alguna 02a, surgen mds frecuentemente cont:endas; In segunda cosa que compete ai hombre en lax cosas exteriores es el uso de las mismas; y en cuanto a esto no debe tener ef hombre las co- a8 exieriores como propias sino como comu- nes, de modo que fécilmente de parte on ellas 4 los otros, enando to necesiten. Por esto dice et Apéstol (I Tim. VI,17): manda a loa ri- 0s de este siglo... que den y repartan fran. camente de aus dienes... 56 La propiedad prieada De suerte que el uso comin de los bienes esteriores funda y justifica la propiedad privada, como afirma Pio XI en su maravi- Hosa Quadragésimo Anno, cuando dic “Todos (es decir Lein XIII y los tedlogos que ensefiaron guiados por el magisterio de la Iglesia) unanimemente afirmaron siempre que el derecho de propiedad privada fué otorgado por Ja naturaleza, 0 sea por ef mid. mo Creador, a los hombres, ya para que cada. uno pueda atender a las necesidades propias y de su familia, yx para que por medio de esta instituctén, Tos Bienes que el Creador destind « todo ef género humano, sirean en realidad para tal féx, todo lo cual no es po- sib'e lograr en modo alguno sin el manteni- miento de un cierto y determinado orden”. Si se quiere comprender el problema de ta propiedad privada, es necesario eomprender antes. el uso comin de los bienes, 0 lo que 5 Jo mismo; 4! derecho a ta existencia que eabe a todo miembro de la familia humana. El derecho de la propiedad privada es un ‘medio necesario, pero medio, que tiene como fin asegurar el uso comin de los bienes ex- teriores. (Uso comin: que no quiere decir que todos hayan de usar cualquier cosa sino que’a nadie le ha de faltar aquel minimum que riecesita para vivir). Ea | 1 i | No se puede evitar eficazmente el libera- lismo econémico, que hace omnfmedo el de- recho de propiedad, si no se hace derivar a ésta del uso comin de Ios bienes. En esta doctrina se funda ademas la doctrina de los te6logos eatsticos sobre el derecho que tiene todo aquel que se encuentra en extrema no- cesidad de tomar to que necesita para sf y su familia; “entonces —diee Santo Tomés (IL. TL, 66. VII)— puede cualquiera Hieita- mente socorrer su necesidad con las cosas ajenas, quiténdolas, ya manifiesta, ya ocul- tumente, x esto no tiene propiamente razén de hurto ni de rapifa”. En la misma doetrina se funds el derecho que compete al Estado de limitar y regular la. propiedad privada de suerte quo aleance en efecto su destinacién comtin. Porque, si Ja propiedad privada es para asegurar e! uso comin de 103 bienes exterfores, e] Estado, gue tiene por misiin promover el bien eo” min, debe regularlo para tal in. Pio XI ha recordado esta docirina on la “Quadragesimo Anno”, cuando escribe: “Por lo tanto, 1s sutoridad publica, guia- a siempre por Ia ley natural y divina e ins pirdndose en las verdaderas necesidades del bien comiin, puede determina mis cnidadoe samente Io que es licito 0 ilicito a los poseo- dlores en el uso de sus hienes. Ya Leéxt XIII ss habia ensefiado muy sabiamente que “Dios dejs a la actividad de los hombres y a las instituciones de los pueblos la delimitacién de la posesién privada, La historia demuestra que el dominio no es una cosa det todo ine mutable, como tampoco Jo son otros elemen- tos sociales y atin Nos dijimos en otra oca- sién en estas pelabras: Que distintas han sido las formas de la propiedad privada, desde la primitiva forma de los pueblos sal- vajes, de la que afm hoy quedan muestras en alganas regiones, hasta la que luego re- vistié en Ja forma patriareal, y mis torde cn lag diversas formas tirdnicas (usando es- ta palabra en su sentido clasico) y asi sucs- sivamente en Ins formas feudales, y en todas Tas demas que se han sucedido hasta los tiempos modernos.” En esta determinacion de lz propiedad, Ia aceién del Bstado debe ser tal que, lejos de abolir la propiedad privada, tienda a ga- rantizarla y hacerla efectiva: para que toda familia, en 1a medida do lo posible, posea el propio solar estable que se perpetile de ge- neracién en generacién. E] ideal de Ia politica gubernamental debe ser agegurar a Jae familias urbanas y cam pesinas la propiedad de familia, y proteger- Ye Iuego con una legislact6n eficaz. Precisa- mente, lo contrario de Ia politica liberal y 9 socialista, empefiada en destruir a la fomi- lia, va con leyes nefastas que atentan a la indisolubilidad del vieculo matrimonial o que relajan, por Ia ensefianza piiblica normasis- ta © imbecilizada, la autoridad y edueseién paternal, ya con leyes sobre la division de la herencia, inspiradas en el Cédigo Napo- le6n, © sobre la imposieién de hipoteces at Drop bien de familia, Bs necesrio, si se quiere un ordenamionto de la prepied ofa vida navealn resi ef partments de familia, {Qué es un patrimonio de famitia? Es un bien del cual estin investidos los po- scedores sucesivos porque se va perpetuan- ao en una misma linea, sin fraccionarse. Bien inenajenable o inhipotecable o inembar- gable, reconocido por el derecho germénico que Le Play lama femilia-estirpe. (1) Para continuar exponiendo lo que una concepeién ceondimica sana exige sobre la produccién de la tierra, diré que una vez restituido el patrimonio de familia, el do minio rural, que es como la eélula orgéniea de la produccién agricola, sera nocesario co- ‘ordinar de tal suerte el trabajo de las dis- tintas familias, es decir: ia explotacién agri- cola pequeiia o mediana, que no se vea absor- ida por la grande ni devorada por el terra- 2) Ver La Tour a Pin, Vern um ordre soci strat, Me Pim fre we ‘ o eniente poderose. Es necesarin Ia coopera- cién. Cooperacién que podré amparar los de- rechos del agricnltor en Is natural concu- rreneia econmica: le defendera contra 108 usureros por las mutuales de Crédite come Ins Cajas Reiffesen; le instruiré sobre las mejoras que conviene introducir en los eal tives; Ie facilitard los abonos convententes, los intrumentos de produecién, sobre todo Jos mis costosos; Ie Libertaré de ta opresion comercial por las coopexativas de consumo; y azegurara el almaconaje y venta de las coseckas por Ins cooperativas de produccién. ‘fn una palabra: se constituirin verdaderos Sindicatos agriolae que proveen a las nogesi- dades comunes de los agricultores. Evidentemente que todas estas medidas serdn completamente initiles si el gobierno no evitz con brazo firme el monopotio y las especulaciones de los intermediaries inter~ nacionales. Como en realidad, a mi,entender, hemos llegado a un punto erftico, en que cl poder de las expectlaciones es cnsi indestruce tible, mientras que e! del Estado, a causa del iberalisme democratico, es harto aébil, es necesarig organizar en forma tal la tierra, quo, sea’ posible satisfacer las necesidades propias del pais: de suerte que Ia producetén abastezca primero al pais antes de orientar- se al mereado mundial. Exigiré esto, eviden- a temente, una distribucién agricola menos meicantilista, menos lucrativa pero mas abundante en bienes naturales, Hay que ans: picier uma explolacién mixta, agricola-hortt cola-avicolaganadera, Naturalmente que, en nuestro pais, se le ha de hacer difieil a! ele- mento nativo repechar su natural indoleneia, ‘Tendriamos asi que la misma extralimita- da especulacién de los monopolies, como el ritmo del mercado mundial, que es franca. mente proteccionista, sugiérese el retorno a una produccién de Is tierra de tipo patriar- eal, de lo que hablaba antes. Bl estado puede timitar ta propiedad privada ‘Subrayaba anteriormente que el uso eoradin de los bienes exteriores justifies y regula Is propiedad privada, de suerte que, en lo posible, a toda familia corresponda un pa- trimouiio fijo inalienable. Pero éste se ha ex- puesto més como término al eval debe ten- derse, aunque nunea se le podra lograr per- fectamente. Siempre habré gente que por voluntad propia 0° por nevesidad no tendré solar propio. En el campo, sera ésta la con- dicién del arvendatario 0 del aparcero, Tan- to el sistema de arrendamionto como el de a aparceria son en. si justos, con tal que 5: justo el previo estiptlado. Entre nosotros, son por Io general exorbitantes, porque es tan caleu‘ados paza tiempos de prosperidad excopeional. AdemAs que es una flagrante in- Justicia (al menos soefal en evanto va contra el uso comtin de los bienes exteriores) el de los grandes torrateniontes que exigen en ¢3- tos aos de pérdidas el pago de sus arriendos aumgue los campesinos se vean en el des- amparo, ‘Aungue el arrendamiento como tal sea um sistema justo, una produecién ordenada de Ia tierra exize que Jos cultivadores sean pre- ferentemente los mismos piopietarios. Lo que pasa en [a Argentina de ate el 10 por ciento por lo menos de Ja tierra en cu'tivo sea artendada (y esto en condiciones harto des- ventajosas) rovela un profundo trastorno. No es facil indicar la solucién a este proble- tna, pero es menester persuadirse de que la solucién es necesaria tanto para la justieia como para la paz social. El colono es pacien- te, pero todo tiene limite, ademas de que no e justo abusar de Ia paciencia de nadie. Bl Bstado tiene poder en virtud de su fan- clén de proeurador del bien comtim para aplie = car la solueién que contemple el bien de todos. Para hacer ver hasta donde puede legar a este poder, y al mismo tiempo demostrar en tun ejemplo ta limitacién que impone 2's propiedad privada el uso comin de los bie nes exteriores, voy a exponer brevemente 18 politica enérgica apliexda por los Papas en el siglo XV contra los latifundistas y mo- nopolizadores, A fines del siglo XV, el agro romano, una parte de Ja campifia de-Roma, se hallaba en tun estado de lastimosa desolacién, mientras en Roma existfa una penuria espantosa. Los propietarios de.loz terrenos del agro romano preferian Gejar que las tierras produjeran ‘esponténeamente hievba para pasto de ani- ‘males brutes que obligarias por si o tolevar que otros las obltgasen a evar fruto para snstento de los hombres. ‘Fué entonces cuando el Papa Sixto IV, en su eélebre bul Indueit nos, del 1° de marzo do 1476, dié facultad a todos, en el territorio de Roma, de arar y cultivar, en los tiempos segdn Ia costumbre, la tercera arte de cual- quier hacienda que elfgiesen, cualquiera fue- re su duefio, con In condicién de que pidie- ran permiso, pero con facultad de Jabrar aunque no lo obtuviesen, aunque pagande una euota o renta a los propietarios. Como se ve, en este ‘caso, el stado, en virtud de su poder jurisdiccional o justicia legal, sin privar a Ios propietarios de su do- 6 minio (como Io demuestra el pago de Ia ren- ta), fo regula en forma tal que el uso ¥ usu- fructo de Is propiedad sea participado por todos, La Bula de Clemente VIT demostraré mis eficazmente hasta donde aleanza este poder. Con Ia bula de Sixto TV se habla conse- guido que “muchisimos se dedicasen a la la- branza”, pero como luego los barones prohi- bian a sus vasal‘os transportay el grano eoxechado, con el fin de obligarlos a vender- selos a ellos barato para luego revenderlos, nadie queria seguir cultivando. Es el caso del vulgar monopotio de Jos Dreyfus, Bunge y Born, ete, ya consignado en su tiempo por Aristételes. ;Qué hace el Papa para reme- diag esta situacion? Prohibe severamente a todos baroues y n0- bles romanos y a cuslesquiera otras perso- nas: 1°, Comprar a sus vasallos trigo y otros granos, fuera de lo necesario para el uso y sustento de su casa; 2° Impedirles que Jo leven a Roma; 8° Que ellos mismos lo trans- porten a lugar distinto de aguetla ciudad, Para dar eficacia a la prohibieién, amena- za que os que no obedeciesen, dentro de los 15 dias de promulgada la bula, incurrivan on Ia sentencia do excomunién, de In cual no podrén ser absueltos més que por el Roma- no Pontifice, eon expresa mencién del caso, 6 en ef trance de Ja muerte solamente y eon expresa salisfaccién. Si ain asi no obedecie- sen, pasados otros 15 diss, serin privades enteramente del feudo, el cual seré confis- eado en beneficio de la Cémara Apostdlice; y si, transcurridos seis meses después de los liltimos 15 dias, rehusaren obedecer, enton- ees, ipso fure, serdn privados de todos tos pueblos, tierras, quintas, feudos y derechos, con ineapaeidad de recobrar‘os 0 poseer otros para siempre; y Ins ciudades, pueblos, tie- yras, quintas y derechos seran incorporados de pleno derecho a la Cimare Apostélies, (Ver Narciso Noguer 8. J. Cuestiones Can, denies sobre ta propiedad y el socialismo) No 29 trata evidentemente de proponer Ja aplicacién de este ejemplo para remediar ta situacién nuestra. Se trata de hacer ver has- ‘ta dénde puede llegar ol poder del Estado en Ja regulacién de la proviedad. Que es tal esta regulacién, que si alguno la desacatare pue- de searrearle Ia pens de ta misma expropine cién. Porque, absérvese bien que, en el caso adueido el Papa, no priva de} dominio sino después que ef propictatio se ha hecho reo de elite contra la justicia social; y es un de'ito no acatar la regulacién que de la pro- piedad imponga el Estado en vista del bien ‘comin. Obsérvese, ademés, que la aplicacién de a una medida enérgica puede justificarse por Ta doctrina del uso cormiin de Tos hienes, que autoriza a aquél que se halla en extrema ne- cesidad a tomar lo ajeno para no perecer de miseria, Si una familia puede hacer justa mente eso, parece qua, si son muchas Tae f2- milias que se Yen en la miseria, porque l ‘inico capital que poscen, ef trabajo de sus manos, vale cero (si hay dezocupecién vale coro), el Estado mismo debe entonces tomar a su cargo ta distribueién de tos bienes que otros poseen super{!namente, Una solucion radical corotaria de esta doctrina « Quizés haya Megado el momento, o esté por Hogar, de una enérgiea regulacién de Is pro- piedad privada, Existe hoy una injusta aca- mulacidn de blenes en manos de unos pocos mientras la multitad se hal‘a, no en la po- breaa, sino en In miseria. Implice esto una injusticia social y una seria amenaza para el orden social. Es urgente dar'e solueién. Ahora bien, el Estado, cuya misién es ve Jar por la justicia social, debe remediarla apelando a soluciones eficaces. Estas deben sor tales que no deseonozean @! derecho de propiedad. El Estado debe respetar la. pro- Piedad privads, y como seria imposible, en o . ‘al caso presente, determinar euiles sou los bienes fuctivamente adquirides, debe abste- nerse de intentar determinarlo y debe dejar los bienes en manos de los que s¢ encuentran al presente. Pero respetado el actual dominio, puede ¥ debe buscar goluci6n al problema de la esocupaciGn y miseria, Para ello, deberd ha- cer un estudio amplio de la actual reparti cién de bienes financieros, comerciales, in. dustriales y agricolas; examiner el rendi- miento de estos bienes ¥ su.distribucién para inquirir el porqué, ain con este rendimien- to de riqueze, hay en el pais millaros de fa milias que no tienen Ia subsistencia nece- saria, ‘Una ver examinadas estas causas, y para ello nada mejor que consultar # las fuerzes econdmicas del pais (obreros, agricultores, ganaderos, hacendados, industriales, ete.), aplicaré con energia aquella solucién que ‘consulte mejor Ia justicia social, a saber: No es posible que en este pais rico de bienes na turales cuficientes para una poblacién in- mensamente mayor, haya nadie que en vir tud det orden eeonéraico social, earezea de la subsistencia humana estable a que tiene do~ recho como neiembro de la colectividud social. Impondré luego, como obligatorias, aque- las medidas que encuontre necosarias para 6 aleanzar la realizacién de esta exigencia so- cial, tenfondo en cuenta que no es justo que haya miles de familias en Is misetia mien tras otros gozan de una renta de 5.000, 10.000, 20.000, 50,000, cien mil, y doscientos mil pesos mensuales. Las modidas gubernativas no consistirdn ‘on privar de sus propiedades y riquezas a los ‘que hacen estas Deneficios exeesivos, sino en obligarlos a que hagan extensivos estos be- nefieios al mayor mimero de familias nece sitadas, ya proporeionando trabajo, ya con una mejor remuneracién del trabajo, ya en= tregando al Estado estos benefictos para que 41 los distribuya entre las familias necesita~ das de Ja, colectivided. Si Ios detentores de estas riquezas pro- duetivas se niegan por egoismo o earencia de sentido soefal @ someterse a esta regulaeién, no titubee el gobierno, en castigar'os como Violadores del orden social; y ningtin castigo mis eficaz que-el privarles de sus riquezas, de acuerdo al ejemplo do los Papas arriba mencionados. Una consideracisn ‘sobre nuestro pais En un pais de la viqueza natural de! nues- tro, la miseria no tiene razén de ser. Si la eo hay, se debe exelusivamente ola mala orde- naeién de nuestra vida econdmiea, que es mas economia de Incto y no de subsistence Nuestro pais ha sido y es explotado por los extanjeros como uma. factoria, Estructurs do el pais como una factoria de produecién para el extranjero, nuestro bienestar esté @ merced de los precios que nos imponen los especuladores, Y cuando estos precios no ci bren el costo de la produceién, como sueede ¥ debe suceder ahora, reina la hancarrota y Ja miseria mas espantose, 2En dénde esté Ia solueién permanente que nos salve de la miseria hoy y en e! ma- ana y que realice que en nuestro pais se forjen generaciones genuinamente argentl- nas, arraigadas en nuestro suelo? En un cambio total de nuestra estructura- etén econémica: que nuestra economia deie de ser de lucro, inercantilista, y sea una eco- nomia de subsistencis, de consumo, Hay que forjar el dominio raral para las familias. Que !as familias se arraiguen en la tierra; Jas rieas en sus estancias y las po- bres en sus chaeras, quintas’o estanzuelas, Que se arraiguen en el propio suelo para perpetuarse en ella en generaciones robus tas y copiosas. ¥ que vivan en sus tierras. Como es posible que los campesinos de hoy PUestos en contacto eon le tierra, madre fe- cunda, sufran migeria, sino porque trabajan artifieiaimente “para vender” y no para. vivir? Cuando se eambie esta orientacién de Ia vida. econémica, las familias le tomardn ca- rifio al propio suelo, y no vivirén en sobre~ salto angustioso como el campesino de hoy, victima del especulador, que no sabe cémo le ir mafana. Restitafde e dominio rural, como expliqué en el cuerpo de este capitulo, hay que re- constvuir también el mereado rural, dentro de una regidn, para ilustrar y estimular en Jos agricultores. En Ttatia se estén haciendo experiencias que merecen ser aplnudidas e imitadas, Ademas, hace falte organizar en instit clones naciona'es toda la vida produetiva de nuestra campaia para realizar sobre Ia ‘base de la economfa doméstica y rural Ia eco- nomia ile suficieneia nacional » Bl retorno a ta terra Es claro que es menester descongestionar las cindades y emprender Ia vuelta hacia la tierra (magna parens), no para exploterla y luego abandonarla, sino para vivir, vivir ¥ perpetuarse en su fecundidad material y n

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