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Pro. Dr. DAVID NUNEZ GEN QUE QUEDAMOS? éSON O NO SON DEICIDAS LOS JUDIOS? EDITORIAL PRESENCIA EN EL MUNDO BUENOS AIRES - Nihil] Obstat. Imprimatur. Censor eclesidstica Pbro. Juan Dan Impreso en Argentina Hecho ei registro que ordena la ley N* 11.723 © David Nitfiez, 1967. Impreso por Grafica Dintel, Virrey Liniers 818, Buenos Mires, 8 de diciembre, dia de la Tnniaculada Concepeién, del afio del Sefior de 1967. -. PROLOGO Este libro lo ha escrito su autor sin miel y sin wel, Cada leetor sacard de él lo que den de si las lisposiciones personales con qué lo lea. - No disimula en él su propésito, y si hiere, lo hace a cara descubierta y con las armas que la razon le suministra, Tal vez pudiera ser no acertads en algunas de sus . apreciaciones, pero en todo .caso esté prepurado a =soportar los-justos-coniraataques.a su buena-fe, que =son=el-patrimonio de todos los que se sienten-| Hama- dos a decir la verdad tal como la.tienen en su alma yla sienten en su eonciencia. Confiesa el. autor haberlo escrito con santa inde- -pendencia, pero.eso st, siguendo las normas del: Con- cilio Vaticano II, que concede a ias Conninidades, y a@ fortiori a cada cual “na ser impedidos en la ense- - Yianza y en la profesién pitblica de palabra y por escrito de su fe”. .(Declaracién sobre la libertad reli- . ‘piosa, n? §)=- ~ : El autor - Capitulo E ALGO SOBRE EL “ANTISEMITISMO” 41—En el presente trabajo se trata no meramente de distraer un poco la atencién del lector, sino de hacer que la dirija a una cosa muy seria que, después de haber tenido un tiempo en tension al mundo cris- tiano particularmente, pues a él es a quien prineipal- mente interesa, se- ha visto escandalizado con una declaracién que, si bien no-es todo 16 fuerte que de- seaban y por malas artes pretendieron que fuera sus verdaderos autores, los judios o “judaizantes” (véase- él diltimo eapituto), con todo. ha tenido fa virtud de. introducir en el pueblo cristiano. y no cristiano el signo de Satanas: la confusién, 2 su vez /signo de victoria, Divide, et vinces, decian Tos antiguos. ~ 2—Cireula entre nosotros el libro del P. Rafael Lépez Jordan 8. J., titulado: No son deicidas, en que trata de probar esa tesis con una “Presentacién” pro- pia suya, y en todo él resto del libro a base de tra- pbajos ajenos, de diversos personajes, entre los cuales prevalecen cardengles y obispos anglosajones, que ya en repetidas ocasiones han figurado, més-que como “‘progresistas”, como “ultraprogresistas” en el terreno religioso. + iw 3— El autor comienza su-“a!pinismo por la. pared abrupta del problema”, y salva Ja altura con alguna que otra razoncilla, abundantes dichos de esos y otros personajes, muchisimos de ellos enteramente- insus- tanciales, y también con alguna escapatoria- Pero con todo eso no solo no aperta una prueba concluyente, sino que deja la impresié6n de una bien calculada intriga politica, de las tantas que suelen urdir los judfos para eliminar las defensas del mundo cristiano contra sus pertinaces ataques, mezclando habilisimamente un asunto de aplastante responsa- bilidad para el pueblo judio (por algo se esfuerzan en arrojarlo de sus espaidas) como es la Pasién y muerte de N. S. Jesucristo, con etro que no tiene nada que ver con él: el “antisemitismo”, palabra de nuevo cufio'y sobre todo de un nuevo significado fic- ticio, tan difuso que sirve @ maravilla para englobar én él a todos los que tienen la fatalidad de criticar sig simples fechor{as 0 sus verdaderos crimenes. “7¥ a eso no hay derecho! 4— Deseo que quede bien claro y asentado ya des- de el principio que yo de mi puedo decir con toda ver- “dad. dogs cosas: 1°) que creo sinceramente que los _judios fueron deicidas, en el sentido que mas‘adelan- -te-se_explicara ;.2°) que NO.TENGO EL MAS RE- MOTO.ODIO_A NINGUN JUDIO, NI POR SER UDIO NI'POR NINGUNA OTRA CAUSA, pues Soy-catélico, y los catélicos no podemos odiar a nadie, Peéro-eso.no. obsta para que odie sus malas artes como lis: de otro cualquiera, guardandome bien de que ese mi odio pase a las personas. 5— Aclarado esto, queremos también dejar cons- tancia de que en este escrito nos guiamos solo por et amor de lo que creemos ser verdad, como nos esfor- zaremos por probarlo. Y como yo, creo que hay y hubo de veinte siglos a esta parte centenares de millones de buenos cristia- nos que creyeron firmemente que los judios fueron-y son deicidas, en el sentido que luego explicaremos, sin ser “antisemitas” en el sentido que ellos:calculada y maliciosamente dan a csta palabra, a saber, dis- puestos al odio, al rencor y la persecucién de los ju- dios, nada més que por ser judios. _ Y ya que por primera vez nos ha salido al paso en este escrito la palabra “antisemita”, no podemos ocultar el gran deseo ‘que tenemos de acabar de una vez pata siempre, si pudiéramos, con ese, mito del - “antisemitismo”. Reconocemos que esto. nos es impo- sible, pero eso no obstante nos vamos a permitir al gunas breves indicaciones bibliegrdfieas en donde Jos leetores podran estudiar més a fondo los siguien- tes puntos sobre el “antisemitismo”; por mds raros ane les parezcan sus enunciados. - ~~ Los judios provocdn el antisemitismo porque asi conviene a sus ‘fines de hegemonia universal. (Véanse Protocolos de los Sabios de Sién, trad, esp. i3 dela; 3a,-edie, italiana, editorial Novissima, Roma 1938, pags, 166:77. —- Sabtos de Sidn, edic. NOS, Ma- drid 1968, pégs. 88-89. —. Y sobre todo. el libro: El Dinero de Hitler, traduccién del holandés con comen- tarios en el mismo por M. Carlavilla, pags, 215-229. El iffulo en holandés es: De Geldbronneim von het National Sociatisme (Fuentes financieras del Nacio- nal Socialismo), ~ 2°— El antisemitismo es UNA COLOSAL MEN- TIRA (1, ©, pdg. 193-209). 3°— El] antisemitismo de Hitler fue financiado por los judios (Sabios de Sidn, edie. NOS ya citada, pags. 88-89). 4° EI antisemitismo es hijo de la filosofia ale- mana,.que a su.vez-lo-es-de la doctrina cabalistico- talmidica judia (1. c. de NOS, pags, 13-19, con la bibliografia que alli se cita, 5°—TLa invencién de] antisemitismo hace pagar los erimenes de unos pocos judios perversos, a todo e] pueblo de Israe] inocente (1. c.), lo cual es muy la- mentable, sin duda, 6 — Con respecto a lo que muchos dicen que el Con- cilie Vaticano II ha condenado expresamente e] “an- tisemitismo”, dicho asi en general y sin hacer nin- guna distincién, es sencillamente una falsedad. La decisién del Concilio sobre este punto ha sido justa y prudenie, no obstante las incautas presiones @ que se ha visto sometido, Porque no concede im- ts punidad al crimen individual solo por el hecho de ser judio quien lo ejecute, y menos atin a la secta 0 grupo de judfos talmudistas nacional o internacional ; “ni condena et Concilio todo “antisemitismo” de cual- quier clase que sea. 7— Porque hay varias clases de “antisemitismo’ : econémico, social, politico, religioso y moral. Es Keito y aun obligatorio el antisemitismo econs- mieco, contra la dura ¢ intolerable dictadura del di- nero ejercida por la Banca internacional judia. Léa- se el sustacioso libro de Henri Coston, Por dinero rueda el mundo, donde se hallan bien documentadas Jas inerefbles maquinaciones de la Banca judia para apoderarse de todo el dinero del mundo y con ello someterlo a una esclavitud ~diabélica, conforme a! plan trazado en los famosos Sabios de Sidn. 8— Es licito y aun obligatorio el “antisemitismo” social, contra los revolucionarios natos, confirmade por sus mismas palabras. He aqui algunas afirma- ciones sacadas todas de obras judias: “La revolucién mundial que estamos viviendo hoy serd una cosa éacleisivamente en nuestras manos... Esta revolucion fortalecera la hegemonia de la raza hebraica sobre todas las otras razas”: (En el perid- dico Le Peuple Juif, de Paris 8 de Enero de 1919). 9— Marcus Eli Ravage, judio romano, dijo en dos articulos publieades en los nimeros 3 y 4 de la re- 15 ista* norteamericana Century Magazine, ae Nueva ork,én“Enero’ de. 1928, bajo el-titule ‘A real. e against the jews”: no. a “Nos acusais de haber encendido la revolucién mos-_ covita:.sea, aeeptamos In acusacién, Y con eso 7 Qué? “Gritdis tanto por Ja influencia hebrea en vues:; tro teatro y en vuestras peliculas; concedido, Vues- tros lamentos son justos. Pero, équé puede significar todo eso en comparacién de la preponderante influen-~ cia que ejercemos en vuestras iglesias, en vuestras escuelas, en vuestras regimenes y hasta en Jos mis- mos cambios que se producen en vuestro mundo in- telectual?” . “Supongamos (pues claro que hay que suponerlo) que los Protocolos de log Sabios de Sién.son autén- ticos, ¢Qué puede significar éso ‘ante Ig innegable accién histérica de conspiradores que hemos désem- pefadoe” —~ “Vosotros no habéis logrado conocer ni siquiéra el principio de nuestra culpa,” “Nosotros somos invasores, somos destructores, so- mos subvertidores. Nosotros hemos tomado posesién de vuestro mundo natural, de vuestrog ideales, de vuestro destino, 'y nos hemos burlado de todo eso. - “Nosotros hemos sido la causa principal de Ja ub tima guerra y de casi todas vuestras. guerras.” ~ “Nosotros hemos sido los promotores no tan sole de la revoluctén ruse, sino también de todas las gran des revoluciones de la historia, “16 “Nosotros hemos provocado y seguimos provecan- do ‘discordia y contrastes en vuestra vida piblica-y privada, “Nosotros hemos cambiado todo el curso de vuestra historia. Os impusimos un yugo, como vuestra poten- cia no supo imponer a Africa y Asia. Y todo esto sin armas... Nosotros hemos realizado todo esto tan solo con Jas ideas y la propaganda. “Nuestro terrufio del pasado se ha convertido en vuestra Tierra Santa. “Nuestra literatura nacional se ha convertido en vuestra Biblia. Una doncella hebrea es vuestro ideal de la maternidad y de la feminidad. Un profeta he- preo rebelde ocupa el centro de vuestra devocién. . ynsideremos las tres- grandes revoluciones mo- aernas, Ja francesa, la norteamericana y la rusa 4Qué “fudron'si no un triunfo de la idea hebratec?-* + _ “Con. alivio, nosotrés reconocemos que el ““goim” (cristiano) jamds logrard descubrir la verdadera gravedad de nuestra culpa.” 10 — Las palabras transcritas,.no son de un, anti- semita, ni de un fascista, ni de un nazi, ni de ui drabe de hoy. Son de- quien conoce bien la accién politica de sus jefes. - He aqui un Judio con agallas para decir la verdad. ” Gracias a que los cristianos no ye creen, que si le creyeran, ‘podrian temer los judios-no se realizasen” 1? aquellas otras palabras dichas Por otro judio en.un rapto de sinceridad; ~~ : “Los que os matan, se og Parecen: y aquellos que os respetan, no se og Parecen, Que si log hombres fueran judios, no subsistirfa un dadio entre Jos hom- bres.” (Albert ‘Caraco, Apologie Israel, Plaidoyer pour leg indefendables, Apologia de Israel, Defensa de log indefendibles, Paris 1957, pag. 184), Véase a. c, edit. “NOS”, p. 17 ¥ Traicién 4 Oceidente de Traian Romanescu D. 238-35, Il —- Es licito ol antisemitisme polition para com- batir a muerte a jog ue no solo han hecho posible Ja revolucion comunista, sino que la han Provocado, el que legs a ser “Premier” de Inglaterra, después de haber escrito Jas palabras siguientes: “El pueblo de Dios coopera con log sin Dios; tog mds ardientes acumuladores de la propiedad se unen 8 los comunistas. . - ¥ todo ello tan solo porque quie- ren destruir la Crit tiandad”. (ASi eseribia el judio . Benjamin Disraely en: “Life of Lord George Ben- tinck, p, 497), Be: 18 ~ tocolos de-los Sabios de Sién, edie, italiana-ya citada p. 108, 105, 191. . 12 — Finalmente, es licito un antisemitismo moral contra los amorales en Ja politica y los inmorales en jas costumbres, cuyo fin es la demolicién y desinte- gracién de los. pueblos cristianos (Véase “La gron conspiracién”, pags. 248-50). Basta recordar el ne- fasto Hollywood, con una poblacién del 60 % de ju- dios, que monopolizan el cine difusor de todo lo. ne- gativo, de todo lo corrosive, de todo lo anticristiano ¢ inmoral que ha infectado y anegado al mundo mo- derno en una nauseabunda ciénaga de podredumbre ~ moral, ya sin freno capaz que pueda contenerlo, y que constantemente_sigue elevando a_ la categoria de- “estrellas” (i; !) a una pléyade miserable de repug- nantes prostitutas. 13 — Estos antisemitismos y otros de ese jaez que quedan, fomentados-por la juderia internacional .a “titulo de provechosisimos negocios, son licitos y no puede haberlos prohibido el Concilio, Solo ha “de- plorado” el Concilio el antisemitismo racial como el que ejerce el semitismo tipo kabalistico-talmidico respecto de los cristianos: “el mejor de los “goim” {eristianos) merece-ser muerto” (Talmud, tratado~ _ Aboda.Zara, 26.b). 0 :-14— El] antisemitismo racista, que eondena al ju- _dio, como si por solo serio estuviera fatalmente incli- i nado“al~mal, por sti ‘Sangre y raza;-es anticristiano, porque es materialista, y con eso ya est4 dicho tod Y¥ ademés es injusto, porque carga a todo un puebl el horrendo crimen que le atribuye el judio Benjamin Disraeli, de “querer destruir la Cristiandad”’, Ese crimen pertenece SOLO A UNOS CUANTOS PER- VERSOS “y no a todo el pueblo judio ni muchisimo menos. Como tampoco todo el pueblo judfo est4 im- plicado en la trama judio-masénica. de destruccién universal, 15 — Lo malo de esa parte buena de Israel esté en varias cosas: La primera es que ningtin judio, que sepamos, ha denunciado jamas intencionalmente a ninguna de esas personas o entidades judio-masdnicas, que constitu- yen las fuerzas ocultas que, aliadas con todas las fuerzas del mal, trabajan intencionadamente con to- dos los medios puestos a su aleance para destruir la Cristiandad e instaurar el dominio universal de su raza. En una palabra: a esos que el autor de: Con Cristo 9 contra Cristo lama “mafia” y nosotros Ila- mamos “juderia”, . La segunda es que ningin-judio, que sepamos, ha hecho algo o lo suficiente para diferenciar a los ju- dios autores del crimen de esa Humanidad y Cris- tiandad, de la gran masa del pueblo. judio inocente de tal-crimen. os . 20 ‘La tercera es que, al contrario, muchas personiili. dades judias, sobre todo eseritores, y quién sabes con la intenci6én de camuflarse mejor entre todos, jmprudentemente atribuyen al pueblo hebreo en masa ese para ellos “glorioso” crimen de procurar destruir por cualquier medio a ioda la Cristiandad, y ningune se ha procurado de diferenciar a los verdaderos eri- minales internacionales de la masa judia honesta e inecente; y €80, si 20 justifica, st que explica el “po- grom” y el genoeidio judio. - 16— En esto sf que se ha cquivocado su innegable agudeza de ingenio. Interpretan maliciosamente como “antisemitismo” lo que es simplemente defensa de Ia religion, patria y vida, No tienen derecho a quejarse, porque los pueblos en esos trances no discrimifian* entre inocentes y culpables: su: moral es moral, de guerra, sin esertipulo de hacer wictimas inocentes. - Antes de quejarse, pues, de “antisemitismo”; ver el] -verdadero, el honrado ¢ inocente pueblo judio si. tiene vocacién de suicidio, al no querer expulsar de su seno a los que quieren destruir la Cristiandad, porque los pueblos acosades hasta morir, tarde o temprano se defenderdn para vivir. . at Capitulo IE~ zSON O NO SON DEICIDAS? 17—Y puesta al margen esta desviacién del ar- gumento de este libro, veamos si podemos decir no- gotros algo mas -positivamente probatorio que lo que se dice en el libro que impugnamos, émpezando nues- tro alpinismo también con los brios que exige e! al- zarse por lo mas escarpado de Ja montafia, pero cal- cando las huellas de lag sencillas palabras de Jesu- cristo, que ya de entrada en su predicacién lanza al rostro de los judios el reto claro y terminante de estas comprometedoras y falsamente desmentidas pala- bras: “jPor ventura no os dio Moisés la Ley, y sin embargo ninguno de vosotros la guarda? ¢Por qué me queréis matar?” (+). “4 mi, hombre que os ha dicho la verdad que oy6 de Dios; eso Abraham no Io hizo” (7). 18— “Por esto los judios, prosigue San Juan, bus- eaban con mayor ahinco matarle, porque no solo que- brantaba el sdbado, sino que deefa a ios su Padre, HACIENDOSE IGUAL A DIOS (*). Q) In, 7, 19-20. (7) Jn. 8, 40. @) Jn. 5, 18, ¥en el capitulo 8 ya -citado: ““Sé-que sois linaje de Abraham, pero. buscdis Matarme, porque mi palabra 40 ha sido acogida-por vosotros” (+), 19 — Finalmente, euavido el drama ya legaba a su fin, dice el sagrado Evangelio: “Y desde aque] dia resolvieron matarie” (*), En vano, pues, y mentirosamente’ se excusaran an- te Pilatos de que ellos no’ podian matarle, porque no Jes era licito matar a nadie (*), ¢Con qué intencién presentaron a Jestis la mujer addltera haciéndole ta capeiosa pregunta: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En ja Ley-{7) nos ordena Moisés apedrear a estas; ti 4 Qué dices?”.(2).. me . . 20— En todos los casos arriba enumerados se ve claramente que con el pronombre personal “ME” queréis matar, Jesucristo se refiere a s{ mismo. Pero no puede referirse ni a la divinidad, por ser esencial- mente inmortal; ni a] alma, que lo es naturalmente. Luego se refiere a lo propio suyo de El que podia morir: al cuerpo, Bien lo significa con estas palabras: ‘Buscdis quitarme la vida” (°) - §Qué vida? La ‘vida (4) In. 8, 37.7 ©) In. 11, 63, a (*) Jn. 18, 81. (7) Lev. 20, 10; Deut, 22, 22 sets, (3) Ja, 8, 4.6, (), Jn, 8,40, 24 “humana que Dios tenia real y verdaderamente:como- propia por su encarnacién en la naturaleza humana del hombre (7°). 21 — Pero el pronombre personal tomado eseueta- mente o en su propia gignifieacién, no hace referen- cia a una sola parte del ser, sino a todo él, o por mejor decir, a aquello que Jo representa o es Ja razén constitutiva y principal de] ser a quien el pronombre se refiere. Asi, “MI” mano, en tanto es mano, en cuanto esta unida a “MI”, es mano y vive como mano en alguien, que soy yo, poseedor de esa mano. De ahi que cuando las partes del compuesto personal hacen o padecen, dan o reciben, todas sus acciones o pasiones tienen como tltimo término de donde proceden o en donde se reciben, la persona que las posee: de ella proceden ~y a ella se atribuyen. 22—La raz6n es porque, como dicen los filésofos, lag acciones y pasiones son de los supuestos. No se puede decir que la mano golpea, sino que golpea el hombre por la mano; ni la mano duele, sino me duele Ja mano, 0 que el hombre siente dolor en Ja mano. (9) Como se ve, en casos asi y otros muchos no sdlo podian matar leitamente, sino que debian, para cumplir la voluntad de Dios expresada por Ja Ley. Luego si pusieron esa excusa fue porque, sabiendo que era inocente ¥ aue no tenian ninguna esusa legal para matarle, querian bipécritamente echar a Pilatos la culpa desu muerte. 25 Siendo esto-asi y tratandoge-de seres racionales, To principal del”ser a que se refieren el nombre yel pronombre que le sustituye, es ia persona; porque las sustancias que son partes de todo el compuesto no subsisten en si mismas sino en la hipéstasis o persona, que es la poseedora de todo el compuesto, Y si en algtin caso especialisimo, comé acontece en el mis- “terio de Ia Encarnacién, dos naturalezas ge unen de tal manera que una de ellas no pueda adquirir- por la unién ninguna perfeccién nueva, sino sélo un nuevo mado de existir, entonces esa naturaleza (en este caso la naturaleza divina) retiene la hipéstasis 0 personalidad propia; la otra, empero, con quien la primera se une, pierde en la unién la Propia hipés- tasis, 0 mejor, no adquiere con la unién la propia hipéstasis que naturalmente tendria que tener s, existiera separada de la primera, y subsiste por la hipéstasis mas perfecta, 23 — En la Encarnacién, pues, la naturaleza ha- mana carece de hipéstasis 0 persona humana ¥ sub- siste en la persona del Verbo. Luego, cuando Cristo decia, y esto.es a lo que va dirigido todo este racionanrento o explieacién, “MEP queréis matar, con ese “ME” sé referia a la persona, aunque bien sabia El que su persona no podia miorir. Por tanto, de.las palabras de Cristo se desprenda que, aunque los judios no pudieran matar LO PRIN- CIPAL EN CRISTO, lo més fntimo y constitutive de 26 3u_ser, que es su PERSONA, él se referia a ello cuan- do les echaba en cara que le querian matar, por mas que supiera, que, aunque los judios no lo podian hacer, eso era LO QUE QUERIAN HACER, ' 24—Y ese es el sentido claro y obvio que todos damos a esa palabra cuandé decimos que fulano ma- t6 a zutano, Sabemos que no pudo matar su alma, sino, s6lo una parte y la menos importante del suje- to: su cuerpo, Y, sin embargo, decimos con toda verdad que maté a tal sujeto. Si aconteciere que el sujeto a quien maté fuera rey, con toda raz6n deci- mos que maté al rey, 2 la persona del rey; conforme a lo que dijimos antes que, siendo las aceiones y las pasiones propias de los supuestos, aunque lo que obra 'y padece propiamente es la naturaleza, el principio aitimo, intrinseco y radical de donde parte y a quien corresponde y se atribuye Ja operacién, sea activa o pasiva, es el supuesto © persona, tratdndose de entes racionales; porque la naturaleza no podria obrar ni recibir si no subsistiera en Ja persona cuya eS, por- que primero es existir que obrar. 25 — Haciendo, pues, ahora la aplicacién a Cristo de todas estas nociones filoséficas y de sentido co- min, que nu pedra negar ningtn eatélico, tenemos: en Cristo hay una persona.con dos naturalezas:.una propia en cuanto Dios, y otra a apropiada por la‘En- carnacién del Verbo. a7 Pero siendo una la persona, la del Verbo, que sus- tenta las dos naturalezas y, por tanto, uno el. princi- pio o sujeto que obra y padece, a El, a ese sujeto, “@ esa persona hay que referir todas sus acciones y pasiones, porque de ella parten y en ella terminan, 26 — Luego asi como cuando se da un bofetén a ano, aunque el dolor’ fisico lo reciba solo el cuerpo, ‘a tnjuria more] la recibe la persona y sola ella, por- que el cuerpo es incapaz de recibirla; cuando se lo nata, se mata sélo el cuerpo, no el alma, pero solo ista recibe la injuria de privarla de la vida que tenia 2n el cuerpo con quien vivia unida, De manera que :si como el alma, aunque siga viviendo en si, ya no vive y ha muerto a la vida en que el cuerpo y con el cuerpo tenia; asi, tratandose de Cris- to, aunque los judfos sélo matasen su cuerpo, siendo como era ese cuerpo apropiado sustancialmente por el Verbo de Dios y viviendo como vivia en él y con 6] el Verbo de Dios o Dies mismo, Je quitaron a Dios esa vida que vivia en y con el cuerpo de Cristo, © Quitar la vida a otro es matdrlo. Luego, si los judios quitaron la vida al cuerpo de Cristo en que vivia Dios, mataron a Dios en el senti- do explicado y, por consiguiente, los judfos son er el riguroso sentido de la palabra, verdaderos deicidas. 27-—Hemos sacado esta conclusién -considerando las palabras de Cristo, pero también podriamos Ile- 28 gar-a‘lo mismo considerando las palabras :de-los’ju- dios. 7. ‘ En efecto, no eran estos tan ignorantes que no supieran que siendo_Dios inmortal por esencia no po- dian matarle, de haber reconocido como Dios a Cristo, Ni ignoraban que, siendo el alma inmortal por na- turaleza, tampoco podian matarla, Al querer, pues, matar a Cristo (4), querian lo mismo que al querer matar a Lazaro @), hacer de- saparecer su vida y con ella su persona. Se dira tal vez que ahi precisamente esta la excusa de los judios, en que ignoraban que la persena de Cristo era divi- na: que no sabfan que era Dios. Es cierto, pero tam- bién en esa ignorancia est4 su culpabilidad. 28 — Por de pronto ya hemos probado que, consi- derada. la cosa’ objetivamente, los judios mataron a Dios, en el sentido que Dios encarnado podia ser muerto (ya explicado) y que es el mismo en que po- dia nacer o empezar a vivir, Considerada la cosa subjetivamente, se dice que no fueron culpables de deicidio, porque no sdébian’ que Jesucriste era Dios. Mas por qué no Jo sabian? ;Por ignorancia in- eulpable o culpable? Acul esta toda Ia fuerza de la cuestién. - a (1) Jn. 11, 50; Be. U4, 64 2) Jn. 12, 10. 29 * 99. Veémoslo acudiendo a las palabras de Jesu cristo, que son de m4s autoridad que todas. “$i yo no hubiera venido y los hubiera hablado, ne tendrian pecado” (#). El pecado supone conocimien to, y en este caso conocimiento voluntariamente re- chazado, porque en faltando cualquiera de lag dos co- sas, no hay pecado, Y ese conccimiento, cuyo rechazo voluntario implicaba pecado’ en aquellos a quienes Cristo se dirigia, no era el de Cristo como kembre, porque eso ellos demasiado lo sabian y reconocian que lo era: “Respondieron los judios: Por ninguna buena obra te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tu, siendo hombre (s6lo), te haces Dios” (74). 30 —-Luego, segtin Jesucristo, los judios tenian o debian tener ya el conocimiento necesario y suficiente para reconocerle como Mesias enviado de Dies y, por tanto, como verdadero Dios, segin las Eserituras, en Jas que decian ser maestros; de lo eontrario no - podrian tener la culpa que realmente tenian y que Jesucristo les echaba en cara. Porque nétese que Je- sucristo jamds les hablé para probarles que era hom- bre, pues eso hubiera sido enteramente inttil, ya que demasiado lo veian ellos; sino que siempre les hablé para probarles que era el Mesias enviado de Dios y, como ya se ha dicho, que era el mismo Dios. (5) Jn. 15, 22. (4) Jn, 10, 33, 30 ~Cémo y por qué debian tener ese conocimiento. cuya falta los haefa culpables ante Dios? Por’ sus obras, que fue la principal y mds convincente mane- ra como les hablé Cristo para tratar de probarles su. divinidad, Vedmoslo, 31— “Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan” (5), “porque las OBRAS que mi Padre me ordené hacer (nétese el fin de esta ordenacién de Dios), esas_mismas obras que hago dan testimonio acerca de mi que el Padre me ha enviado.” (**) Léase todo el pasaje. “De aqué) a quien el Padre santificé y envié al mundo decis vosotros: Blasfemas, porque dije: Soy hijo de Dios? (7). “Si yo no hago las obras de mi Padre, NO MF CREAIS; més si las hago, ya que no me ereéis a mi CREED A MIS OBRAS, PARA QUE SEPAIS } ENTENDAIS que mi Padre esté en mi y yo en m Padre” (5). “Bl que me aborrece, aborrece también a mi Padre, Siyo no hubiera hecho entre ellos obras que ningin otro hizo, NO TENDRIAN PECADO; pero, ahora NO SOLO NO HAN VISTO, sino que me aborrecie- ron a mi y a mi Padre sin motivo” (°*). (8) In. 3, 36, (9) In. 5, 36. @3) Jn. 10, 36, (28) In. 10, 37-38. (19) In. 15, 23-25. ai _“Hablendo obrado tan grandes milagros en presen cia de ellos, no cretan en Et’ "(**). = 32 — Nétese el fondo que late en estas palabras de Cristo: “Pero ahora, no solo no than visto, sino que me aborrecieron a mi y a mi Padre sin motivo’. “Ahora”. gCudndo es ese “ahora”? Después de no “Yaber visto tantos milagros como hizo en su presen- cia,-,¥ porqué no los vieron, o mejor, qué significa ese; no los vieron? Porque con los ojos del cuerpo si que los vieron (Jn. 11, 47). Significa que no los - vieron con los ojos del alma. Mas 4 por qué no los vieron? Porque no quisieron verlos. Por eso tuvieron jaceulpa-que les.echaba en cara Jesucristo y en la que al-fin,-si, como voluntariamente cayeron en ella, ast también en ella voluniariamente murieron (Jn. 8.21). - Pero gpor qué no quisieron verlos? Por el odio ~que le tenian, y por ese odio, no solo su ignorancia de la divinidad de Cristo era AFECTADA Y MAS CULPABLE, como diremos luego, sino que preferian envolver en su odio también al.Padre (Jn. 8, 24-25), con tal de no reconocer a Cristo su divinidad. 33——Dejemos ¢! comentario y sigamos. “‘Oyeron esto algunos fariseos que estaban con El y dijerony 3Con que nosotros también somos ciegos? Dijoles Je- ‘oy an, 97 sis: SI FUERAIS CIEGOS NO “TENDRIAIS PE- CADO, pero ahora decis: VEMOS y vuestro Pecado eg permanente” (**), En resumen, segin estos testi- monios tenemos: Que Jestis ensefié a los judios la verdad de su mesianidad y divinidad; que confirmé esa verdad con Tauckos milagros u obras de su Pa- dre Dios; que presenta esas obras como testimonio NECESARIO Y SUFICIENTE de la verdad que les habia ensefiado: su mesianidad y divinidad, para que jos judios pudieran ver-y entender, si quisieran; que Jos Judios veian esa verdad, porque no eran ciegos, pero no la ereian porque no querian creerla, pues te- nian pecado, y el pecado supone nécesariamente ver la verdad y rechazarla voluntariamente, 34— En fin, que si no entendian las palabras con que Cristo les ensefiaba la verdad de su Padre, era porque en sus almas no habja lugar para ella. (22), y no lo habia porque la tenian Uena de odio gratui- to (**). Ast lo dijo el profeta Isaias (4) y mejor ain enel cap. 6, 9-10, como lo anota e! Evangelio: “Para que se cumpliese la palabra del profeta Isafas que di- ce: “Seiior { Quién presté fe a nuestro mensaje?, y ef brazo del Sefior ¢a quién ha sido revelado?”. Por esto no pudieron creer, porque también habia dicho el @) In. 9, 4041. (2) In. 8, 87. (3) In. 15, 24. : () Ts. ¢. Ten la edic. de los 70 intérpretes. 33 profeta Isafas: “E]_ha -cegado sus ojos y endurecido sil-corazén, no Sea que con sus ojos vean, con su co- razon entiendan y se conviertan y los sane” (Jn. 12, 37-40; Mt. 18, 13-15 y Hechos 28, 26) (2). (2) Nétense diligentemente varias cosas acerca de este y otros muchos pasajes semejantes de la S. Escritura, que po- drian parecer un poco raros o ininteligibles . En el verso 88 se dice: “Para que se cumpliese la palabra lel profeta Isfas”, con }o cual se quiere dar a entender que el vaticinio s6lo-snuncia la ineredulidad, no ta causa de la mis- ma. La causa estd en Ia libertad humana que resiste a la gracia lluminativa de Dios. Por esto los judios SON RES- PONSABLES, pues la tuvieron abundantisima, pero Ubre y obstinadamente la rechazaron. Se expresa ademas wma simple consecuencia, presupuesta Ja visién anticipada de los hechos; o bien la finalidad inher: te a la conexidn légiea de los mismos. Dios en su eterna vision Jos vio como en el correr del tiempo than a ser, ¥ se la anticipd al profeta para que Ja anunciara con el fin de que cuando acon- tecieran esos hechos que cumplian la profacta, pudieran serviv de signo 0 sefial_divina para reconocer al future Mesias, 0 mejor, al ya PRESENTE Mesias. (Is, 7, 14). En el vers. 89 se dice: “Incapaces db creer”. Es la ineapa- cidad consecuente a la mala voluntad que antes dijimos. In- capacidad consecuente a la ceguera voluntaria en castigo de sus pecados, principalmente de su infidelidad a Die “in el 40, “Cegé sus ojos”. La accién de Dios no intenta la ceguera del hombre, pero de hecho Ia produce en los que la reciben culpablemente indispuestos. Tal acoutecié en los jndios con los milagros portentosos de Jesucristo, principal- mente con la estupenda resurreccién de Lazaro que, aunque por si misma fuera capaz de abrir los ojos del entendimiento a+ todo ¢l mundo (Jn. 11, 47-48) que la presencid, éoiho dé hecho se los abrié a muchos (Jn. 11, 45 y 12, 10-11; 17, 19); sin embargo a los fariseos se los cegé de tal manera que desde ese punto y por ese tan grande como innegable milagro, resol- vieron matar a Jesucristo (In. 11, 47-82) y al mismo Lazaro (In, 42, 10-11). 34 35— De todo lo cual se sigue que los judios nu estaban tan ciegos acerca de la divinidad de Jesu- cristo como snelen suponerlos quienes los defienden y quitan toda responsabilidad en el deicidio propia- mente dicho. Quitar la responsabilidad a los judios es hacer de Jesucristo, o un ignorante que no sabia lo que se de- cia, o un malvado, porque los acusa de un gravisimo pecado que no tenian. Y como ninguna de las dos cosas puede admitirse, porque ambas niegan la divinidad de Jesucristo, se sigue que, supuesta la clara y terminante acusacién que hizo a los judios de su gravisimo pecado, hay que admitir forzosamente que fueron formalmente det- cidas. En qué grado lo fueron? Eso ya es cosa que solo Dios puede determinar. Pero insistamos un poco m4s-en el Evangelis, pri- merfsima y esencialisima fuente para aclarar defi- nitivamente el punto principal en que estamos. “Nuestro Padre es Abraham”, decian los judios a Jesucristo. Mds “Jestis les respondié”: Si sdis hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero ahora buscéis QUITARME LA VIDA a mi, hombre que os ha dicho la verdad que oyé de Dios; eso Abraham .no lo hizo. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre... Vosotros tenéis por padre al dia- blo, y queréis hacer los deseos de tuestvo Padre (**). G9) Jn. 8, 4 35 El es"homicida desdé el principio y ‘no se mantuyo én Ja verdad... Pero a mi, porque os digo la verdad, me queréis matar” @. ““ Quién de vosotro’ me argiiirg de pecado? ‘si 08, digo la verdad gpor qué no me ereéis? El que es de Dios, oye las palabras de Dios; pero vosotros no las ois, porque no sdis de Dios (°*). 36-~—;Y cual es esa verdad que los fariseos con- fiesen que Jesucristo enseiic como “hombre yeraz y que ensefia los caminos de Dios” (**), pero que @ pesar de eso ellos no querian. creer; esa verdad que Jesucristo confirma con tantisimos milagros hechos ante ellos (°°) y que cuando venga el Mesias no hard mas ni mayores (*"), esa verdad que ellos mismes no podian negar por mas que frecuentemente lo inten- taron, incluso atribuyéndolos ai mismo Satanas (**) ; esa verdad que los fariseos reconocian expresamente: “:Qué hacemos, por qué este hombre hace. muchos milagros?” (°); esa verdad que ellos veian, porque - no estaban ciegos (**) y conocian la Ley (**), y que por ese mismo conocimiento resultaban ser mag cul- (21) In, 8, 87, 39-45. (23) Jn, 8, 46-47. () Mat 22, 16, (2) dn, 42,37, (@) Jn. 7, BL. (2) Le, 11, 15; Me. 8, 22. (2). In, HL, 47; 9, 16. (24) In. 9, 40-41. (5) Jn. 7, 49. 36. pables y tan obstinados en sus pecados, hasta“no tener excusa en su pecado” (*) y llegar a “morir en su propio pecado” (77) ; esa verdad que conocian muy bien, porque sabian que E} se la habia dicho muchas veces (*} y que a pesar de esd-y aun por eso mismo, esto e3, por esa misma verdad qlie les habia manti- festado los judios querian matarle: “Por esto los ju- dios buscaban con mayor ahinco matarle, porque no solo quebrantaba el sébado, sino que decia.a Dios su Padre, HACIENDOSE IGUAL A DIOS” (*). “Res- pondieron los judios y dijeron:. No. te apedreamos por ninguna buena obra, sino por la blasfemia, pues que ti, siendo hombre (solo) te HACES DIOS” (*)? 7 — ¢Cudl era, pues, en- fin, esa verdad que, a pesar de serles muy conocida no la querian creer? Esa verdad era Ja siguiente. 7 Estamos ante el tribunal supremo de Isra¢l” que condené a Jesis, FE] Pertifice se reviste de foda su autoridad y pregunta con gran majestad y con toda Ja solemnidad que exigia la ocasién y causa que s¢ ventilaba, después de trés afios de Icha continua y que ahora se iba a resolver definitivamente. __Presunta el Pontifice'a Jestis: — “(BY In 15, 22. (1) In, 8, 21-24, (23) Mt. 22, 16; dn. 8, 40. (29) In. 6, 18+ (#9) Jn. 10, 33, *Te conjuro que nos digas de una vez si ti eres el Cristo, hijo de Dios bendito” (#). Y Jestis confiesa clara y taxativamente que asf es, sabiendo que con esa confesién sellaba su propia muerte, pues bien sabia E] que esa era la causa prin “cipal-por la que querian matarle. Confiesa esa verdad que ya habfan profetizado cla- ramente los profetas David e Isaias, David en el Sal- mo 21 y en otros, e Isaias en los siguientes pasajes: y en muchos otros; (#-**), 38 — Pero esa verdad tan claramente predicha por los profetas no hacia mella en las cerradas mentes de los judfog porque, aunque conocian bien las Escri- turas, las entendian voluntariamente mal, “Eseudri- iad las Escrituras, les decfa Jesucristo, ya que en elias creéis tener la.vida eterna, pues ellas dan testi- monio de mi” (**), Y si las entendian voluntariamen- te mal, las practicaban mucho peor: “g Por ventura no tenéig la Ley que os dio Moisés? y NINGUNO de vosotros cumple la ley. ;Por qué tratdis de matar- me”? (**), porque las abandonaban por seguir sus personales conveniencias (+7). (2) Me, 14, 61; Mi 26, 63, “2) 42 1 4) (49) 1-7; 30, 1-11. 41) 52) 13-15 y'58, 1-12. (#) In. 5, 38, (88) Jn. 7, 19-20. (st) Me. 7, 6-13, 38 89—Y la razén ultima por qué las abandonaban era seneillamente porque no crefan en ellas. “No pen- séis que vaya yo a acusaros delante de mi Padre; hay otre que os acusard: Moisés, en quien vosotros esperdis, Porque si creyérais a Moisés, quizi creyé- rais en mi, pues él escribié de mi’ (+5); pero si no ereéis en las Escrituras, gc6mo creeréis en mis pala- bras?” (+), 40— En resumen, que si los judios no erefan no era por falta de luz, de mocién interna de la gracia y de pruebas para creer; o hablando teoldgicamente, por falta de gracias prevenientes y concomitantes pa-__ ra comenzar a creer y completar la fe, sino porque no buscaban la gloria de Dios sino su propia gloria y_ conveniencias; porque no eran de Dios; porque tenfan por padre al diablo; porque no tenian anior a Dios} en pocas palabras, porque carecian de la prontitud y buena voluntad necesaria para creer (*"). 41—Otro argumento dogmatico de muchisima fuerza puede sacarse de estas palabras del Credo: “Creo en Jesucristo su tmico Hijo, que fue concebido por obra y gracia del Espiritu Santo, y nacié de Santa Maria Virgen, padecié y murié debajo del poder de Toncio Pilato”. (#8) Gen, 49, 10; Deut. 18, 15, (4) Jn 5, 46-47). (5) Tn. 5, 8147; 8, 4247. 89 Como se ve todas las propoesiciones tienen el mismo sujeto, el Hijo’ Unico de Dios: El fue concebido,. El nacié, El padecié y El murié. Luego, asi como a Ja Sma. Virgen la tenemos por verdadera Madre de Dios, y la Ilamamog con toda ver- dad y razén verdadera Madre de Dios, Zeotokos, co- mo deciai los griegos, porque ella lo engendré, esto es, dio al Hijo de Dios encarnado fa vida humana que tenia; por la misma razén, exactamente por la misma raz6n debemos tener por verdaderos deicidas y llamarlos deicidas a los que mataron, esto es, qui- taron al Hijo de Dios la vida humana que tenfa por la Encarnaei6n, El paralelismo por contraposicién es perfecto: a la que da ia vida humana al Hijo de Dios, y por dér- selm, es y se la llama verdadera Madre de Dios; pues de la misma manera, a quien quita esa vida, y por quitdrsela es verdadero deicida y se llama verdadero deicida. 42 — Y como si todo lo anterior no bastara, hay un argumento supremo y enteramente apodictico en lag palabras siguientes del Apéstol San Pedro, dirigidas a todo el pueblo de Israel ante el pértico de Salomon con ocasién de la curacién milagrosa del pobre tulli- do-de-nacimiento que pedia limosna a la puerta del templo, 40 43 — Helas aqui: “El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres glorificé a su Hijo Jesis, A QUIEN VOSOTROS ENTREGAS- TEIS Y NEGASTEIS ANTE PILATOS, euando éste juzgaba que debia ser puesto en libertad; negasteis al Santo y al justo y -pedisteis que se os entregase a un homicida, pero MATASTEIS AL AUTOR DE LA VIDA” (*). “| MATASTEIS AL AUTOR DE LA VIDA!” Y lo mismo podemos decir de aquellas palabras de San Pablo: “Porque si ie hubieran eonocido, no hu- bieran erucifieado al SENOR DE LA GLORIA” (#}. 44— Tenemos aqui dos afirmaciones tajantes: “MATASTEIS AL AUTOR DE LA VIDA Y CRU- CIFICASTEIS. AL SENSOR DE LA GLORIA”, tQuién es ese AUTOR de la vida y ese SENOR de la gloria? Ciertamenie no es Jestis en cuanto hombre, porque en cuanto hombre, lejos de ser AU- TOR de la vida y SENOR de Ja gloria, las recibe am- bas de] que es UNICO AUTOR DE LA ‘VIDA igual que nosotros jde Dios! Luego si ese AUTOR DE LA VIDA y ese SENOR DE LA GLORIA, no es Jestis en cuanto hombre, es Jesis EN CUANTO DIOS. No eabe otra alternativa, porque no Ia hay. (2) Hechos 3, 13-13, () 1 Gor. 2, 8. Luego i mismo podrian haber dicho San Pedro y “San “Pabloy MATASTEIS A DIOS, porque, como “qieda dicho, Dios y SOLO Dios es AUTOR DE LA “VEDA Y SENOR DE LA GLORIA. 45 —Confirmase esta interpretaci6n, aunque no haria falta, con las, palabras de Jesucristo en varias partes de] Evangelio de San Juan y con Ja mds ele- mental] filosofia y sentido comin, Jesucristo dice: “Yo y mi padre somos uno” (*). ~ Y mas abajo: “Si no queréis creerme a mi, creed a las obras, para que conozcdis ¥ credis que el Padre esté en mi, y yo én el Padre” (*). “Yo soy la resurreeci6n y Ja vida” (**). O mds escuetamente: “Yo soy Ia vi- aa" ey Pero esa vida, incluso la que tiene como Dios, la tiene del Padre: “Como el Padre es fuente de vida y yo vivo por el Padre, asi el que me come también él vivira por mi” (*). 46— Ya hicimos notar antes que el pronombre “YO” se refiere a la persona en su realidad fisica, y la persona fisica de Jests ES DIOS, ese Dios pre- . eisamente que ES EL AUTOR DE LA VIDA Y EL SENOR DE LA GLORIA, (1) Jn. 19, 30. (8) In. 10, 38. (5) In. 11, 25. (85) In. 14, 6. (31) Jn, 6, '57-59. 42 Podriarnos hacer aqui una larga disquisicién filo- s6fica sobre lo que significa el nombre como mani- festativo de las ideas y significativo de la naturaleza de las cosas, Pero ;para qué nos vamos a complicar en cosa tan innecesaria, supuesta Ja didfana claridad de las palabras de Jesucristo, que no harfa m4s que empafiarla? 47 — Basta resumir todo lo dicho en estas breves palabras: Jesucristo es el AUTOR de la vida. El AUTOR de Ja vida es solo Dios. Luego los que mataron al AUTOR de la vida, mataron a Dios y son DEICIDAS en el sentido mAs riguroso de la palabra. Se preguntard, tal vez, alguno que cémo puede Dios morir siendo esencialmente inmortal. A lo cual respondemos que de la misma manera que puede nacer en el tiempo, siendo eterno; de la mis- ma manera que puede padecer, siendo impasible, Te- do lo cual Je conviene a Dios por esencia, pues a Dios no conviene nada de otra manera. Por consiguiente, de esa misma manera, aunque sea inmortal, puede morir El y otros matarle; que es lo que acontecié cuando los judios le mataron, y por Jo cual son y Jes llamaron y llamamos deicidas. 48— Esto requiere una pequefia explicacién. Dios puede nacer, padecer, morir y ser muerto o matado, no en si mismo, que eso es absolutamente 48 imposible; sino en la naturaleza que por la Encarna- cidn se apropié su persona y, por tanto, su naturaleza divina, realmente identificada con Su persona, Y aquf nos sale al paso otro argumento que enlaza bien Jo anterior con Jo que sigue. 49— Ya dijimos antes que los fariseos reconocie- ron y confesaron que Jesucristo era- hombre veraz ¥ que deefa la verdad (°*) ; y ellos y todo el pueblo reco-- nocieron también que haefa muchos verdaderos mila- gros {*), cuye fin era probar que El era Hijo de Dios, igual al Padre y, por tanto, verdadero Dios, Jo cual los fariseos tuvieron por horrible blasfe- mia (*). Y aqui viene el argumento= m= 50— Porque por una parte, si la afirmacién de Cristo-no és verdad, serd, si, un mentiroso y un blas- femo; pero entonces ;eémo se’ explica esta con: fesién de Jos fariseos hecha precisamente en favor de su maximo enemigo: “Maestro, SABEMOS QUE ERES VERAZ y cnsefiag CON VERDAD EL cami- no de Dios” (™), Por ventura es veraz y ensefia con verdad el ca- mino de Dios quien en esa misma ensefianza dice Ja mas horrible blasfemia que pueda decirse? (2!) Mt, 22,18; Me. 12, 14. (2°) Jn. 11, 42;.9, 16, 34, (%) Jn. 10, 38, 36, 37. (o) ME 22, 16” Ae -51—Y por otra, si Cristo es el supremo blasfemo, que-quiere nada menos que destruir a Dios, porque.al proclamarse E] verdadero’ Dios, no habiendo mas que un SOLO Dios verdadero, destruye a todo otro Dios fuera de El; ¢cémo se explica que ese otro verdade- ro Dios favorezea y confirme con innumerables mila- gros al mayor blasfemo y al que haciéndese Dios pretende destruirle a El? Esto segundo es absolutamente imposible, porque como muy bien dijo o arguyé a los fariseos el ciego de nacimiento: “Dios no oye a los pecadores” (°°), mu- cho menos a les mayores pecadores que quieren ani- quilarle a El. Luego no resta més que Ja conclusién de que: Je sucristo es verdadero Dios, porque lo dice Hl, que es veraz y dice la verdad, confirmada por Dios, que no puede confirmar con milagros la mentira y la mayor blasfemia. 52—Y esta verdad la veian los fariseos, porque, ecmo ya dijimos, no eran clegos, pero Ro querian re- conocerla por soberbia, pues no crefan las Escrituras ni, por tanto, a Dios, y por eso pecaren y murieron obstinados en su pecado, Queda, pues, probado que los fariseos fueron ma- terialmente deicidas, porque mataron a Cristo Dios; ¥ lo fueron formalmente, porque tuvieron suficientes (62) Jn. 9, 31. ~ 45 Pruebas de que Cristo era Dios, -dadas Bar el mismo Dios con ios milagrog ue, si los hubierz kecho para probar 0 aprobando de hecho con ellos ja blasfemia y el crimen de quien Se tenfa y confesaba zor Dios, sin serlo, Dios mismo seria el mayor truhiz: y sinver- gilenza de cuantos Pueden existir. 53-— 0 Cristo es Dios © no es Dios. Si no lo es, Dios 3 un truhan y sinvergéenza, por- que aprueba cuanto puede con innumerables y por- tentosos milagros Ja maentira, el engario ¥ la blas- femia. mataron a un hombra Dios; y formales porque, aun- que por scberbia no quisieron reconocep expresamen- te la divinidad de Jesucristo, tavieron mas que su- ficientes pruebas de ella, confirmada con la autori- dad y santidad de Dios quien, no pudiendo aprobar con milagrog la blasfemia, gin embargo los hizo en gran ntimero para probar la exprese y repetida afir. macién que Cristo hizo de su propia divinidad, 46 Capitulo I ZEXCUSA A LOS JUDIOS DEL CRIMEN DE DEICIDIO SU IGNORANCIA? 54~— En el capitulo anterior queda probado por las palabras de Jesucristo, confirmadas por la razén y las de los mismos judios, que éstos fueron material y moralmente deicidas, sin que para ello obsten las palabras de Jesucristo en la cruz, ni: mucho menos las_ de sus Apéstoles Pedro y Pablo, como vamos a‘verlo. Jesucristo en la cruz, dicen los patrocinadores de absolutoria de los judios, se dirigié a su (éndole el perdén de sus verdugos, y alegan- gando en su favor Ja ignorancia de su divinidad con que le habian crucificado, lo eual exeusa totalmente a los judios de la culpabilidad de deicidio. Porque * si.para tedo pecado formal se necesita pleno conoci- miento de la malicia que encierra la accién pecami- nosa, donde falta ese conocimiento es forzosa la ex- cusa del pecado. Ahora bien, Jesueristo mismo confiesa que los ju- dios le crucifiearon por ignorancia, y San Pedro y San Pablo, haciéndose eco-de las: palabras de su Maestro, ratifiean lo mismo. ;Pueden desearse y pé- dirse pruebas mayores ni mejores que eximan total- mente a los judios del crimen de deicidio de que in- justamente se los acusa? Culparles, pnes. de este . 47 erimen:es contradécir a sus Apéstoles y al mismo Je ‘sucristo. 55 — Muy bien, Reconocemos que la dificultad no deja de tener su fuerza, a] menos aparente, pero no tan grande ni tan real que obligue a todos a decir lo mismo, ni qué excuse de verdadero deicidio a los culpabies, Vedmoslo. En varios pasajes del Evangelio de San Juan ofmos a Jesueristo echar en cara a los judios su pecado con estas severisimas y durfsimas palabras: “Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro peeado” (Jn. 8, 21, 24), ¥ en otro pasaje les dirige estas otras: “Si yo no hubiera venido y les hubiera habla- do, no tuvieran pecado; mas ahora no tenen. excusa de su pecado” (Jn. 15, 22), 56 —- Hagamos un breve comentario a estas pala- bras de Jesucristo, “Ahora no tienen excusa de su pecado”. ; Por qué no tienen excusa de su pecado? “Porque les he dado tantas y tales pruebas de mi divinidad, que si no creen ¢s por su perversa obstinacién en no querer creer, Y como van a perseverar en esa su obstinada infidelidad, de ahi que “morirén en su pecado”’. ‘{Moriréis en vuestro pecado!’” &En qué pecado? ¢En el pecado de simple homi- cidio, ya que de este de ninguna manera podfa excu- 48 sarlés ante su. Padre celestial, por'ser-mas evidente que la luz del mediodia?~ a! No, sino en el pecado de deici io. 57 — Porque cual és el sentido formal que late en” esas palabras: “moriréis en vuestro pecado” sino el “que corresponde al testimonio de su propia divinidad que les est& dando Jesucristo en todo el contexto del capitulo 8, desde el yersiculo 12 hasta el fin, “el que tantas veces, de tantas maneras y con tantos mi- lagros les habia ‘dado en otras mil ocasiones, y el que da expresamente en el versiculo 24: “Si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestro pecado”. “Que Yo soy”, A quién se puede referir Jesucristo con estas palabras? “Yo soy”. Desde luego no- al-que- veian con sus propios ojos, porque eso seria ridiculo. en Jesucristo, ni ellos ignoraban en ese sentido que era él, esto €8, Jestig hombre, e! galileo hijo de Maria y de José. Pues entonces: “Yo soy”. ¢Quién soy? Soy el que os han anunciado los profetas, principalmente Isaias. Soy su “EMMANUEL” (Is. 8, 8) 0 “Dios con noso- tros” (Mat. 1, 23); soy el gran Profeta que os anun- cié Moisés y que vosotros esperdis (Det. 18, 15; Jn. 5, 45-46). Ese soy YO, y si no creéis que Jo soy, y que- soy el Mesias (Jn. 1, 41), moriréis en yuesiro pecado,- en ese pecado de voluntaria y obstinada incredulidad— que cometéis al no creer en mi después de tantas y tan convincentes pruebas eomo os he dado, porque 49 “Va no tenéis excusa dé él” (Jn, 15, 22), y asi “mo- -riréis en él”. 58 — Jesucristo, pues, condena a los judfos por et pecado de incredulidad en su divinidad, no en su hu manidad; porque la fe en ésta Jesucristo no la recla- mé nunca ni casi se la podria reclamar, pues era tan evidente que ni siquiera cabia Ia fe propiamente dicha. acerca de ella. Luego, si Jesucristo condena a los judios de peca- do de incredulidad acerca de Ja fe en su divinidad y les profetiza que han de morir en ese pecado, no po- demos decir que las palabras de Jesucristo en la cruz borren estas acusaciones, destruyan el conocimiento necesariamente requerido para el pecado que les in- culpa ni, por consiguiente, que los excuse del pecado de deicidio. 7 59 — Esto supuesto, las palabras de Jesucriste en la cruz; “Padre, perdénalos porque no saben le que hacen” no prueban nada mas que ja infinita caridad de Cristo, excusando por ella a sus mas encarnizados y malvados enemigos del mejor modo que podia; pero de ninguna manera quiténdoles Ia culpa, sino solo doliéndose de su peeado mas que de los propios tor- mentos, y manifestando exteriormente que estaba “dispuesto a practicar lo que antes habia ensefiado so- bre el perdén de log enemigos (°), pidiendo a su (88) Mat. 5, 44; Le. 6, 27, 85. 50 Padre celestial, avin tratdndose de tales’ énemigos, que viera cémo El los perdonaba, si éllos se arrepin- tieran; pero no los perdond porque no Se arrepintie- ron, Bues conforme antes les habia profetizado? “Moriréis en vuestro pecado” (¢). 60— De manera que a lo que hay que mirar en estas palabras de Cristo es a su infinita caridad mas que a la ignorancia afectada de sus enemigos. Algo -asi como cuando dijo a Jutlas: “AMIGO, gcon un peso entragas a! Hijo del hombre”? Bien sabia El que Judas no era su amigo, sino su gran enemigo, y que Jo habia de ser eternamente. Pero esas palabras sig- nifican mAs que la amistad de Judas, que no era ninguna, la mansedumbre de Cristo haciéndose el disimulado en admitir su beso para corregirle blan- damente, si é] hubiera querido arrepentirse y enmen- darse de su bien meditada iniquidad. 61 ~—-Naturalmente que siempre hay alguna igno- raneia en todo pecado, aunque no sea mas que la ig- norancia experimental de los tormentos eternos que acarrea, y aun a veces también los males tempora- les, cuyo pleno conocimiento seria muchas veces el me- jor remedio y el mas eficaz para retraernos del pe- cado. Por eso pudo muy bien decir San Pedro que Jo habian hecho por ignorancia, sin que pretendiese con esa expresién quitarles toda responsabilidad en el (#4) Jn. 8, 21, 24. st deicidis- porque entonces sé pondrfa: er plena contra: -dieeién con el Maestro, come luego probaremos, y porque la falta total de responsabilidad supone la “falta total de conocimiento, y esta no existié, como ya queda probado, 62-——San Pedro dijo: “Yo sé que por ignorancia habéis hecho esto”. “Esto” Qué cosa? Matar al AUTOR DE LA VI- DA (*), Pero aunque jo hicieran por ignorancia, es de saber que 20 toda ignorancia excusa de pecado. Tgnorancia es la carencia de conocimiento, pero de aquel conocimiento-precisamente que es propio y de- bido. No es ignorante ¢l que no sabe simplemente, sino el que no sabe lo que pudiera y debiera saber. De otro modo serian ignorantes propiamente hablando las piedras y los animales, Por eso hay ignorancias inculpables; pero también- _ lds hay culpables, y son aquellas en que interviene la yoluntad con entera deliberacién como causa préxima © que clega las fuentes de Ja luz y de ja verdad. Se ciega porque no se quiere ver, y no se quiere ver para no abstenerse del mal.obrar. oo. La ignorancia es consiguiente. cuando es querida.o_ buscada. Y esta ignorancia querida o buscada se Ia- (8%) Hechos 2, 16. 63— Tal es, por ejemplo, la que los moralistas lla- man ignorancia consiguiente y afectada. ma afectada cuando Ja ignorancia es querida en si omisma, De manera que lo primere que se quiere es la ignorancia, y después de ella y con ella, lo que se hace por ella, v. gr., si Uno quiere ignorar la ley para poder peear mas libremente o para no sentir remordimien- tos de conciencia. Evidentemente que esta ignorancia es culpable, Supongamos que una persona quiere ig- norar si el uso de anticonceptivos est prohibido, pe- ro lo ignora precisamente porque quiere ignorarlo, para no privarse de usarlos o para poder usarlos sin remordimiento. 64— Para que se impute un mat moralmente, bas- ta que haya un conccimiento confuse de él. Ahora, bien, quien de propésito deja de enterarse de lo que haya sobre una posible ley preceptiva o prohibitiva, dispuesto en todo caso a no cumplirla, ya tiene ese conocimiento confuso, por cuanto se abra- za a sabiendas con el ma! que supene el quebranta- miento de id Ley, sea como fuere. Luego se le imputa o es. culpable del mal que hace con esa ignorancia, porque ya conoce el mai, por Jo mencs confusamente, y lo admite eon deliberacion, La razén-es porque no solamente estamos obligados a evitar el pecado, sino también el peligro de pecar. Y evideniemente que el que igtiora una Icy voluntariamerte se pone en ma- nifiesto peligro de quebrantarla. 53 ~ 65 = Mas atin, la ignorancia afectada o. directa mente culpable, porque, segan se ha dicho, se pre- sende o quiere en sf misma; si procede de un afecto jesordenado, por-ejemplo, si por la envidia que ten- go a una persona no solo desconozco y no quiero en- cerarme de sus méritos y buenas obras, sino que las scho a mala parte o ia difamo o delato para que la castiguen justa o injustamente; esa delaccién es mag pecuminosa, no precisamente por la ignorancia que tengo de los méritos o de Ja bondad de esa perso- na, sino por el-mal afecto yoluntario con que he pro- cedido y que es causa no solo de la ignorancia sino de los matos actos que con ella y aun por ella he eje- cutado, ~~ 66 —; Fue de esa clase Ja ignorancia de los judios? Vedmosio. : Por de pronto no era ignorancia invencible, porque la hubieran podide vencer perfectamente, si leal, sineeramente y sin prejuicios producidos por la envi- dia (“Sabin (Pilatos) que por envidia le habian en- tregado") (**) y el odio, hubieran examinado las Es- crituras, que dan testimonio de Cristo (*) en aquello precisamente que Cristo querfa que de El supieran log judios y que ellos afectada y culpablemente igno- raban o fingfan ignorar: “No penséis que vaya yo a acusaros delante de mi Padre, hay otro que os acu- (08) Jn, 18, 25. (#7) Jn, 8, 89. 54 sara, Moisés, er quien vosotros tenéis puesta la espe- ranza. Porque si creyérais en Moisés, creeriais en mf, pues de mi escribié él (*); pero si no credis en sus escrituras ;cémo vais a creer en mis palabras?”. 67— ZY qué era eso que decian de Cristo las Es- crituras, que el mismo Cristo queria que los judfos supiesen de E] y que ellos culpablemente se cerraban en MO querer creer Oo saber? Pues que El era e] Mesfas enviado por Dios, que el Mesias ERA DIOS, y que este Mesias Dios era e] mismo que habia sido profetizado por Moisés (*) : “Encontré Felipe a Natanael y le dijo: Hemos halla- do a aque! de quien escribi6 Moisés en Ja Ley y tos Profetas” (*). 68 — En efecto, es axioma comtn en todos los exé- getas que el Nuevo Testamento late en el Antiguo, 7 que el Antiguo esta presente en el Nuevo (*). Por eso dice San Pablo que el Antiguo Testamento era una especie de pedagogo que conducia a Cris- to*). Y San Agustin, con frase mds grafica y atrevida, Nlegé a decir que Ja Antigua Ley estaba prefiada con Cristo. . (*) Gen. 12, 8; 22, 18; 49, 10; Dent. 18, 15. (#) Deut. 18, 15. (7) Ja. 2, 45. {#) Jn, 1, 45. G2) Gal 3, 24, 55 Pero este tropo tan grafico, audaz y uuiversal del Antiguo Testamento no alcanzé a verlo la ceguera farisaica, tan lince para ver o fingir tantas otras eosas en Jess que no eran sino fantasmas produci- dos por el odio que le tenian, 69 — Pongamos un solo ejernplo, Atroja Jess un demonio sordo y mudo de un po- bre poseso. “Todas las muchedumbres quedan mara- villadas hasta el punto de exclamar y decir: ; No sera este el Hijo de David?”, esto es, el Mesias (7*), Pero Jos fariseos que oyeron esto, dijeron: “Este no echa a los demenios sino por el poder de Reelcebul”. Beel- cebul era el Dios de Acaron, a quien por burla, los judios llamaban Beelcebul, sefior del estiéreel (**). Léase todo el pasaje hasta el fin del capitulo, donde pone varias pruebas de su divinidad; que no que- rian reconocer log judios por su perversidad. 70-—En cuanto al Antiguo Testamento, no hace falta multiplicar los ejemplos donde claramente se dice que el futuro Mesias seria verdadero Dios: Con todo demos uno que otro. Manda. Dios al profeta Isafas hable al impio rey Acaz de esta manera: “Oye, casa de David... Por esto og daré Dios una sefial. He aqui que una virgen (73) Le, i, 32; Dan. 7, 14; Malag. 3, 1. (74) Mat. 12, 24, 56 voncebirad y pariré un i hyo, cuyo nombre sera EMMA- NUEL” ("). _. EMMANUEL, segtin San Mateo (1, 23) significa “DIOS CON NOSOTROS”. Se deseribe al Mesiag claramente como un ser divi- no, en el sentido rigureso de la palabra, en los si- guientes pasajes, amén de otros muchos: Miqueas b, 2; Salmog 109, 1; 44, 7. Y particularmente en el Salmo 2, 7; e Isafag 9, 6 sgts., donde Isaias Hama al Mesias DIOS FUERTE, expresién que, segtin el uso hebreo, queda SIEMPRE reservada a Iahvé, v.gr., Deut. 10, 17; Jer, 32, 18, ete, . 71— Podian, pues, haber descubierto en Jesucrist: al ‘Mesias, ell aestros, de Israel (") tenian que estar verSadisimos eh las Escrituras y tener un sentido especialmente agudo para enten- derlas, ya por su oficio, ya por la ayuda divina, que sin duda no leg faltaria eomo a representantes de Dios que debian conducir al pueblo hacia El: “Asi, pues, haced, y guardad todas cuantas cosas os dije- ren, pero no hagdis conforme a sus obras” (7) ; ya, en fin, porque Cristo se lo habia dicho muchas ve- ces; “;Hasta cuando vas a tenernos en vilo?”. “Si té eres el Mesias, dinoslo-claramente, Respondiéles de sis: Os lo he dicho y no me ereéis, porque si no ercéis (7) Is. 7, 10-14. Véase también 8.8 {76) In. 3, 10. - - (7) Me 23,3. 57 w fag. Escrituras, gcémo me vais a creer a mi?” (7). “Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mi; pero vosotros no creéis, por- que no sois de mis ovejas... Yo y mi Padre somos ana misma cosa, De nuevo los judios cogieron piedras para apedrearle, Jestis les respondié: Muchas bue- nas obras 03 he mostrado de parte de mi Padre: gpor cual de ellag me apedredis? Respondieron los judios: “No te apedreamos por ninguna buena obra, sino por la blasfemia, porque ti, siendo hombre (solo), TE HACES DIOS” (7). “Si eres e] Mesias, dinoslo. EB] contesté. Si os lo dijere, no me creeréis; y si os preguntare, no me res- ponderéis. Pero el Hijo del hombre estaré sentado desde ahora a la diestra del poder de Dios. Todos dijeron; Luego gti eres e] Hijo de Dios? Dijoles: Vosotros lo decis: “YO SOY”. Ellos dijeron: “3A qué necesitamos ya de testimonio? nosotros lo hemos oido de su boca” (*). 72-— Si a estos testimonios de Jesucristo, que no eran blasfemias, porque fueron aprobados por su Pa- dre con innumerables milagros {*'), el cual no oye a los pecadores y solo escucha al que es piadoso y hace su voluntad (*); “Maestro. sahemoe ane vienes de (78) In. 5, 47. (09) Jn. 10, 24.33, (6) Le. 22, 67-71. (1) In. in) 47. (2) dn. 9, 31. 58 sarte de Dios ‘oitio Maestro, porque-nadie~*puede iacer los milagros que ti haces, si Dios no esté con Y (%); si segdn el propio juicio de los fariseos -y Jel mismo Jesucristo, no eran ciegos, porque setan (*); si a esto se afiaden las innumerables, cla- cisimas y evidentisimas pruebas que repetidas veces Jesueristo, otras muchas personas y hasta los mismos demonios les habian dado de que El era precisamente e] Mesias anunciado por los profetas y esperado por todo el pusblo de Israel, ya que en E) se cumplian las profecias (**); NO QUEDA NINGUNA EXCUSA VERDADERA PARA LA CEGUERA VOLUNTA- RIA DE LOS FARISEOS, QUE LOS EXIMA DEL CRIMEN DE VERDADERO DEICIDIO. 73 —Tenemos que creer forzosamente al Evange~ Yio y a la razén mas que a las hueras y campanudas declaraciones de quienes fiados en quién sabe qué género de nueva sabiduria, quieren por una falsa earidad hacerse ciegos a semejanza de Jos fariseos, con injuria de la razén y del mismo Evangelio. Hay que guardar caridad para con el projimo, sf sefior; pero cuando el préjimo aprovecha nuestra ca- ridad para oponerse a Dios, entonces solo cabe guar- .dar con él la earidad de la verdad que nos aconseja Cristo Nuestro Seiior: “Guardaos de los falsos pro- (3) Jn. 3, 2% (4) In. 9, 40-41. (8) Mt 11, 2-6; J. 1, 41; Me 1, 24; 5, 73 12, 85-87. 59 fetas que’ vienen a vosotros con piel-de oveja, mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoce- réis”. (%*). O la que B] mismo practicé con los fari- seos, que puede verse en todo el cap{tulo 23 de San Mateo, vv, 13-34. Y ereo que con eso, que para nosotros es obligato- rio, puede darse el prdjimo por bien contento, pues queda bien pagado, ° La verdad sin caridad es sectarismo; la caridad sin verdad es disolucién. 74 — Tal treemos nosotrog que debe ser ia posicion que debemos guardar ante este dilema en que, segin nuestro parecer, queda comprometido todo e] Evan- ‘géelio. No podemos aceptar nada més que por sf las ‘afirtnaciones de nuestros contrarios, y que a veces, més que ridiculas resultan verdaderamente blas- femas: - Véase la siguiente citada por el P, Rafae] Lépez Jordin S.J. en su libro No son deicidas, pig. 147, to- mada de] libro Difficile iberté, Paris 1963, pag. 176, hagamos notar que ni dicho Padre ni e] autor del articulo’o colaboracién Ja aceptan; pero-el autor se contenta con decir timidamente: “Nosotros nes resis- tirianios a firmar la férmula, voluntariamente para- dégica por lo demas, de E. Lévinas (el, autor del libro). ¥ el P. Jordén ni siquiera una sola palabra “(88) Mat. 7, 15-16. 60 de reprobacién tiene para tan enormisima blasfémia, Con lo cual. ya podemos conocer el paiio. 75 — He aqui lo que dice ef tal E. Lévinas: “Amar la Thore MAS AUN QUE A DIOS, es pre- cisamente acercarse a un Dios personal (j !) iNunca he tenido yo la desdicha de leer pollinada mas pollina! 76 — Hasta aqui hemos utilizado en nuestro razo- namiento nada mas que la autoridad del Evangelio que, aunque €s la maxima, no podsmos callar en con- tra de las nuevas teorias sobre la inculpabilidad de deicidio atribuida 2 los judios, que en todo el pueblo cristiano durante casi dos mil afios ha sido creencia general, fundada en el Evangelio, en la doctrina de ios Santos Padres, en Ja de todos los Santos canoni- zados, de todos.los Papas, Obispos y tedlogos, que nosotros sepamos; en una palabra, repetimes, de todo el pueblo cristiano y, por tanto, moralmente de toda la Iglesia, que los judios fueron deicidas y, o mucho nog equivocamos, o esta creencia se tenia eo- mo de fe divina, porque todo-el mundo Ja crefa bien fundada en Ja verdad histérico-divina de los Santos Evangelios (**), (8) Véase lo que dice el periédico oficial del Estado de Israel, The Jerusalem Post, comentando Ia Declaracién Con- ciliar sobre los judios e] domingo 17 de octubre de 1965: “En esa declaracién, por lo que se refiere a los jud{os, lo mas fascinante ha sido EL ESPECTACULO DE LA IGLE- 61 77 — 4 Podra haber estado equivocado en este pun- to todo el pueblo cristiano y toda la Iglesia? Supon- gamoslo, ya que no podemos concederlo; pero las gravisimas consecuencias que de esa equivocacién sé seguirian, yo no me atreveria ni a aceptarlas sobre mi coneiencia ni a echarlas sobre la de nadie, aun de ia de aquellos mismos que excusan a los judios de deicidio. Y aunque Ja cosa no fuera tanto como Jo que aca- bo de decir, y confieso que no soy yo quién para defi- nirlo o imponerlo a los demas, aunque asi lo creo fir- memente, sino que fuera una simple tradicién de todo el pueblo cristiano con tales fundamentos, con tal universalidad y con tal continuidad profesada por tanto tiempo; es cosa’ gravisima echar nada mas que porque si o por otras razones més o menos in- confesables, como veremos més adelante, o por el solo afan de novelerias de unos cuantos que fantasean con una justicia y caridad que no guardan ellos para con Ia Iglesia misma; es cosa gravisima, repetimos, arrojar por la borda veinte siglos de tradicién eristia- na veneranda, aunque no sea més que por la multitud de insignes personajes en sabiduria y santidad que la han profesado, . SIA CATOLICA QUE VOLUNTARIAMENTE SE HA SENTADO EN EL BANCO.DE LOS ACUSADOS”... “Pe- ro, a través del tiempo, se olvidé ia motivacién politiea (de Ia aeusacién de deicidio) 7 esta acusacién tuvo RECONOCE -MIENTO DE DOGMA RELIGIOSO”, etc. 62 78—Y eso sin ser “antisemitas”, porque esa tradi- cién empieza con San Pedro y San Pablo; “Voso- tros matasteis al AUTOR de Ja vida y al SENOR de Ja gloria”; los cuales serfan en ese caso los primeros “antisemitas”. Las cosas son como son y nada mas que como son; no como alguien, pocos o muchos se imaginan que pueden haber sido o quisieran que fueran, 79 — Acontecié lo que acontecié porque tenfa que acontecer, segin la presencia de Dios habida de acuerdo al libre ejercicio de Ja libertad humana. Y si fue asi gqué lo vamos hacer? 3 Que culpa tiene na- die fuera de los autores de los hechos, de que asi hayan acontecido, y por qué nadie ha de dejar de re- eonocerlos, aunque los lamente; o qué derecho tienen otros a tildar de “antisemitas” a nadie por ese simple reconocimiento? Sebre todo si 2 esa palabra se le atribuye el signi- ficado intencionadamente maligno e histéricamente falsisimo que en ella involucran los modernos intere- sados, como si todo el que, siguiendo al Evangelio, crea que los judios “MATARON AL AUTOR DE LA VIDA Y AL SENOR DE LA GLORIA”, por ese solo hecho fuera “antisemita” a Ja moderna, esto es, Ile- no de odio y perseguidor nato de toda la raza judia, nada mds que por ser judfa. 63 80 —"AUi cuaride los judfos lograsenjlavar el ee- yebro- de todos Jos cristianos de tal manera que ho=. rrasen el recuerdo dé todos los-hechos, esos hechos quedarian esculpidos por el dedo de Diog en los Sen- tos Evangelios. Seguramente que no reparan en estas pequefieces Jos que sustentan opiniones tan atrevidas, que pue- den dar lugar a deducciones peligrosisimas y que la légiea se encargard de reclamar con razén del Evangelio, 64 Capitulo IV QUE CULPABILIDAD TIENE EL PUEBLO. JUDIO EN EL DEICIDIO DE JESUCRISTO? 81— Pero velvamos a nuestro tema, que era: Los judios son deicidas. -Ha quedado probado en general esa proposicién: “Los judios son deicidas”. Pero ; Qué judios y en qué proporeién? ¢ Todos los judios, por igual, tanto los contempordneos a los hechos: como todos los poste- riores? ° Eso parece deducirse de las afirmaeiones de algu- nos de los autores aludidos o colabcrantes en el libro ‘del P: Jordan, que queremos decir los cristianos cuan- -do deeimos: les judios son deicidas. 82— Pero si no se es excesiyamente malicioso, no se necesita usar mucho de] entendimiento para ver que nadie que tenga un poco de juicio puede dar ese sentido pereyativo en su maximo grado a todos los judios, incluso.a la Sma. Virgen y a todos los- Apés- toles ete, ete. - -¢Cémo se podré culpar al judio de hoy de crimenes que cometieron sus antepasados hace veinte siglos, de igual manera que a ellos? ; Es absurdo! Eso ni si- “quiera correspénde @ todos “los “que vivian” cuando ocurrieron los sucesos, pero que de ninguna manera intervinieron positivamente en ellos. 65 83— Pues, entonces gwué extensidn o restriccién hay que dar a esa frase para que no pase la debida raya de la verdad, pero que tampoco se quede tan corta que no llegue a ella? Muy sencillo. Por el nombre de judios es esta cues- tién, mds que al niimero, hay que-atender a la re- presentacién, a la presencia y a la vinculacién del pueblo de Israel con Ja causa porque mataron a Jesiis, Por la representacién se incluyen todos los jefes que, en cuanto tales, estuvieron en permanente y. vo- luntariamente ciega guerra con Jesucristo, y cuyo de- senlace fue la condenacién a muerte no solo de un ino- cente, al que no pudieron acusar del mas minimo pecado cuando debieron hacerlo frente a este reto que les lanzé Jesucristo: “;Quién de vesotros podra acusarme de pecado?” (*), pero ni siquiera cuando buscaron y probablemente sobornaron a testigos fal- sos que depusieran contra Ei (*) pudieron encon- trar nada verdadero de que acusarle. Porque a la pregunta de Pilatos: “;Qué acusacién traéis contra’ ese hombre?” respondieron sin prueba ninguna: “St este no fuera malhechor, no te lo hubiéramos traido” (, Nosotros, dijeron, tenemos Ley, y segtin la Ley debe morir” (*). (8) Jn. 8, 46. (89) Mt. 26, 59-62. (%) Jn, 18, 30. (1) Jn, 19, 7%. 66 j Claro! Los santones-de los rariseos, como iffdigna- dos de que Pilatos, juez, no firmara en blanco la sentencia que ellos ya habian pronunciado de ante- mano, se io reprochaban diciéndo: 1 Vamos! {Qué venir a preguntarmos ahora a nosotros que por qué acusamos a este hombre! j.Como si nosotros fuésemos eapaces de acusar a nadie que no fuera criminal! gPor quién nog tienes? 84—En fin, “Nosotros”, dijeron. ¢Quién es ese “nosotros”? En cierta manera encubierta en la in- tencién de log fariseos, todos Jos judios, 0 “mejor, todos aquellos con quienes rezaba y que estaban so- metidos y unificados por la-misma Ley; y esos son todes aquellos para quienes. se habia dado, ¥ esa Ley, Dios se la habia dado e impuesto a todo él] puc- blo judio, que mediante preceptes y ceremonias reli- giosas incorporaba a todos los judios en una sola nacién, en un solo pueblo, el pueblo de Dios, partici- pante de Ja posteridad y de. la promesa hecha a, Abraham: Cristo (°%). 85— El mismo Pilatos entendié perfectamente que no eran solo ellos, los Pontffices los que se lo habian entregado, sino ellos en primer lugar, como repre-- sentantes juridicos de la nacién judia, pero también esta, que apoyaba los actos de sus Pontifices: TU (9?) Gal. 3, 16. a7 NACION’ y los Pontifices ‘te han entregado a mf; {Qué has hecho,? (*)- : “Tu nacion y los Pontifices te me han entregado.” He aqui bien “discriminados y a la vez incluidos en una misma acusacién y, por tanto, en una misma résponsabilidad del crimen cometido, a los Pontifices como instigadores morales, y por ello mds responsa- bles, y al pueblo judio como nacién, considerado no en cuanto a su totalidad numérica, pero si en su to- jalidad global y solidariamente comprometida en la iniquidad de sus jefes, cabezas juridieas del pueblo judio que los incitaban y en cnyas incitaciones ellos consentian conscientemente (**). 86-——~No interesa, pues, aqui la aritmética para contar el ntimero de ios que consintieron, sino el consejo de su muerte a sabjendas de su inocencia otorgade a sus jefes, Asi parece que lo entendian log jefes y consentian los deméis cuando dijeron o aprobaron aquella terrible execracién: “Y respondié todo el pueblo: Caiga su sangre sobre nosotros y s0- bre nuestros hijos” (°*). Tenemos aqui unides en un mismo hecho y en la misma responsabilidad que él encierra y de él se de- riva, a lo cabeza juridica del pueblo de Israel v al. Pueblo mismo o miembros de esa eabeza, fr (93) In. 18, 35, (9) Me. 15, Li-sgts., Mt. 27, 20, 22. (°) Mat, 27, 25). 63 una sociedad y ejecutando conSciente y libremente una misma accién criminal y; por. consiguiente; par- ticipando y contrayendo la misma responsabilidad, aunque en diferente proporcién. 87 — Digo que a sabiendas, porque ese mismo pue- blo que ahora le pedia para la muerte, fue el que cinco diag antes no solo le consideré totalmente ino- cente, sino que llegé a recibirle en un triunfo apo- teésico cual nunca jamdg se habia visto, proclaman- dele como el Prometido de Dios, el Hijo de David, sujeto de las esperanzas de Israel que, segtin la Sa- grada Escritura, habria de ser el Mesias y, por con- siguiente, verdadero Dios (*). a 88 — Repare bien el lector en ese eonjunto de pa labrag habidas en el diélogo entre Pilatos, los jefes del pueblo de Israe! y el pueblo mismo: “Tu gente y los prineipes de log sacerdotes te me hun entregado” (1). “Nosotros no tenemos otro rey més que al Cé- sar’? (*), “Nosotros tenemos Ley, y segun la Ley debe ‘morir, porque se hizo Hijo de Dios” (®). “Y¥~ respondié TODO EL PUEBLO: Caiga su sangre so- bre nosotros y sobre nuestros hijos” (1). {8*) Amos 9, 11-15; Mat. 22, 42-46. (7) In, 19, 15. (98) In. 19, 7 (0) Jn, 19, 7; Lev. 24, 16. (190) MIE, 27, 25, 69 odas estas frases indican una solidaridad nacio- -nal no solo entre el pueblo de Israel presente y actor de los hechos, sino también con el ausente y poste- rior a ellos; porque entre unos y otros hay una rela cién de continuidad moral voluntariamente acatada, cuyo vinculo de unién sigue siendo la Ley de Moisés que lo formé y Jo mantiene unido aun en medio de su dispersion. 89—No se puede negar que Ja nacién judia fue formada por una Ley que Je fue impuesta por Dios, y que ella acepté como yineulo fundamental de unién para toda la nacién, mientras esa nacién, en cuanto tal, quisiera permanecer gobernada por la Ley que ‘onstituyé. "He ‘aqui la raz6n por le que todo aquel pueblo de entonces, representado juridicamente por sus auto- ridades, .estuvo moralmente unido @ implicado con ellas en la responsabilidad moral de su crimen; ¥ por la cual también el pueblo actual que, aunque dis- perso por todo el mundo, se considera unido con aquel y formando un todo con & en virtud de la obediencia y sujecién a la misma Ley fundamental, queda in- curso, de alguna manera, en idéntica responsabili- dad moral, mientras nose desligue positivamente de} vinculo que les hizo a ellos y Je hace a él criminal, en su debida proporcién: “Nosotros tenemos Ley, ¥ segtin la Ley debe morir”, y repudie lo que en virtud de esa Ley hicieron entonces sus mayores, 70 90 —Tampoco se puede negar que en todas las de mays naciones son ellas mismas las que hacen o s& dan sus propias leyes, pero e] pueblo judio fue for- mado por la Ley que les dio Dios, con la que le cons- tituyé pueblo y pueblo suyo de Dios (?') mediante la circuncision, que era sefial de alianza o pacto con Dios (°°); pacto que queda roto y deshecho por si mismo al llegar Cristo, objeto y fin de la Ley (1%) como ayo que a El conducia (1%). Pero mucho m4s quedé roto ese pacto al rechazar a Cristo el pueblo de Israel (*%), no solo por haberse encastillado en su propio orgullo y querer seguir buscando su propia justicia en la Ley, en lugar de buscarla por la fe en Cristo y recibirla de Dios por medio de la fe en El (2) segtin los designios de Dios; sino principalmente porque habiendo rechazado de- finitivamente a Cristo maténdolo en la cruz, acaba- ron de destruir y aniquilar la razén de todo : su ser como pueblo de Dios, Por eso nog dice San Pablo que con Cristo murié Ja Ley (2%), pues siendo, como queda dicho, Cristo el fin de la Ley, caducé con su venida, por indtil; y si murié la Ley, es natural que con ella muriera el (1) Gen, 17, 4-14. (2m) Gal 5, 3. (03) Rom. 10, 4. (01) Rom. 10, 14; Gal. 3, 24. 095) Gal 3, 4. (Ge) Rom. 9, 32. (%) Rom, 10, 4 71 puenlo que ella formé; y esto ya negativamente eh manto que Ia Ley solo habia de durar hasta que se. cumpliera la promesa:-Cristo, y en cuanto que roto © y destrufdo el vineulo que formé y mantenfa unido al pueblo de Israel, este también forzosamente que- dé deshecho; ya positivamente en cuanto que Cristo mismo libré a todos de esa Ley, cancelando la deu- da y clavando en la cruz el acta que a todos, judios y gentiles, condenaba ("**), para unirles entre si, yeconciliarlos eon Dios (?”) y, como fruto social, ha- cer de la Iglesia el verdadero, el tnico y definitivo pueblo de Dios ("°). 91—Lo mismo que todo esto prueba otra obser- vacion muy curiosa y,.de una. Gemostrar la responsabilidad glok de Israel er: la muerte de Jesucristo, y es que la res- ponsabilidad que Pilatos rechazé y no quiso cargar sobre su, conciencia, a pesar de no ser muy delicada, como de pagano: “Yo soy inocente de Ja sangre de este justo”, alld “‘vosotros” (); “todo el pueblo” al punto y a gritos amenazantes la reclamaba para su conciencia y la de sus hijos (**). ~ No se contentaban con llevar ellos y su generacién el peso infinito de ese herrendo eximen,.sino que (28) Col. 2,14. (2%) Bfes. 2, 14-16. (29) Tito 2, 4, (at) Mt 27, 24. Gr) ME 27, 28-95. 72 asccian a él a la generacién venidera, y con ella, se- gun el modo ordinario de hablar de Ja S. Escritura: “hasta la-tercera y cuarta generacién” (*7*), esto es, TODAS las que siguieran en el decurso de los siglos. Porque no Se trata aqui del pecado de uno o de algu- nos, sino de un pueblo entero. Oigamos afirmarlo a un enemigo acérrimo de Jestis: “Si alguna vez kubo un crimen de una nacién, un crimen eminentemente nacional, fue la muerte de Jestis’” (Rendn, Vie de Jesiis, 411), 9§2— En conelusién, si el pueblo de Israel actual acata todavia esa Ley preceptiva en cuya virtud Cristo fue condenado a muerte como blasfemo, légi-- camente tiene que admitir también su aplicacién par- ticular al caso de Jesucristo, a no ser que se salga por la tangente diciendo que admite el precepto de la Ley, pero no su aplicacién en ese caso particular, por ser arbitraria e injusta. Muy bien, pero ¢ por qué es arbitraria e injusta esa aplicacién al caso particular de Jesucristo? Si se dice que es porque Jesucristo no fue blasfe- mo al decir y tenerse a si mismo por verdadero Dios, “se admite que realmente es Dios, Y entonces ;Por qué no ereyeron en él los judios que le condenaron, Y sobre tode por qué no creyeron los posteriores y no creen los de ahora? _ 08) Ex. 20, 5. 7 Ademas, en ese caso, £cémo no han.de ser deicidas Jos que agesinan al que creen ser verdadero Dios? Y¥ gi dicen que fue realmente blasfemo, porque sien- do solo hombre se hizo Dios, ("*) entonces los que ereen y se guian por la Ley de Moisés tienen que exigir el cumplimiento de la Ley lo mismo ahora que entonces, y no solo aprobar sino pedir la muerte de Cristo, conforme a la Ley (Lev. 24, 16-23) que ellos alegaron ante Pilatog para matarle; con lo que todos jog que se consideran sujetos a la Ley, y son todos Jos judios, todos son en alguna manera ya indicada antes, voluntariamente deicidas, 98— ¥ digo que todos, porque todos tienen razér suficiente para admitir a Cristo por verdadero Dios sus contemporéneos, por las obras que vieron; los demas, por logs textos anteriormente aducidos por el mismo Cristo para probar que realmente lo era, su- puesta, claro es, la verdad histérica de los Eivange- Hos, 94—En conclusién que, los que se dicen judfos, jos unos por expresa intervencién en Ja muerte de Cristo Dios, los otros por solidaridad con una Ley co- mun acatada por todos y que Jos une a todos en un pueblo que condené en fuerza de esa Ley a Cristo; tanto si aceptan como si no aceptan la yerdad de (4) In. 10, 33; 19, 7. v4 que Cristo es el verdadero Mesias profetizado, que- dan incursos en la misma responsabilidad, aunque, como es natural, en muy diversa proporcién. 95— En cuanto a la segunda cuesti6n propuesta arriba al comienzo de este capitulo sobre si el pueblo de Israe} sigue o no siendo pueblo de Dios después de crucificar a Jesucristo, veamos lo que nos dice el mismo Jesucristo, el cual insinda claramente en la institucién de la Hucaristia la cesacién de Ja antigua alianza con estas palabras; “Esta es mi sangre de Ja nueva alianze” (Mt, 26, 28). Por qué nueva? Pues porque la antigua no era mas que la figura de ésta. Y siendo asi, ya pasé y dejé de existir; porque cuando aparece la realidad necesariamente tiene que desaparecer la figura, pues pierde toda su significacién y razén de ser. 96 — También dijimos anteriormente que la An- tigua Alianza era no sélo provisoria, sino condicio- nal, esto es, sujeta por parte de Israel a ciertas con- dieiones absolutamente imprescindibles que habfan de aceptar y cumplir los israelitas, so pena de repro- bacién de Dios. Ahora bien, Israel auebrant mil y.mil veces de ja manera més cinica las condiciones a que estaba sujeta la validez del pacto hecho con Dios. Bastaria para probarlo leer entre otros al profeta Ezequiel, cuyo tema de predieacién es precisamente el de las Ws prevaricaciones de Israel y cuya historia resume en el cap, 20. 97—Pero sobre todos los profetas prevalece el mismo Jests, cuyas afirmaciones no dejan lugar 2 duda ninguna racional de que Dios ha desechado de- finitivamente a Israel, y que este ha dejado de ser pueblo suyo hasta que Je acepte a El como verdadero Mesias y Salvador, Léanse entre otros muchos pasajes del Evangelio las parébolas de la higuera estéril, las de los hijos enviados a Ja vifia y la de los pérfidos lefiadores en e] capitulo 21 de San Mateo, con sus lugares para- lelog en los demas Evangelistas; en donde el Sefior resume toda su doctrina alli expuesta sobre este punto de la reprobacién de Israel con esta clarfsima y terrible sentencia: “Por eso os digo que OS SERA QUITADO EL REINO DE DIOS y se daré a gente que produzca sus frutos” (Mt. 21, 43). 98—Estas palabras de Jesucristo sellan con su diving autoridad el cumplimiento exacto de la profe- cfa de Daniel c. 9, v. 26: “Y no sera ya mds pueblo suyo el que le ha de negar”, uCémo puede ser pueblo del Mesias el que niega y erucifica al Mesias? descifremos, por favor, los “progresistas” a nosotros este enigma de la légica y del mds elemental sentido comén, porque no lo en- féndemos. A la verdad que se necesita estar ciegos 76 :on. otra peor ceguera, ‘si cabe,-que la de los farigeos; vara no ver esta verdad mas brillante que el sol. Y¥ es natural que sea asi. La principal y mas inex- cusable condicién que habria de cumplir el pueblo de Israel para permanecer siendo pueblo de Dios, eomo luege diremos, era la de aceptar lo que era toda su razén de ser; la promesa hecha a Abraham, quees Cristo (Gal. 8, 16), $9— Ahora bien, Israel no solo rechaz6 positiva- mente a Cristo, sino que le crycified, con le que pe- recié por si misma la antigua alianza de Diog con Israel, ya por la plena obtencién de! fin para que fue hecha la alianza y la promesa: Ja redencién del gé- nero humano; ya porque el misnio Israel consumé ‘de- liberadamente y de la -manera-més tragica-su-total rompimiento con Dios por el horrendo crimen del deicidie, y con ello consumd su malicia y reprobacién. Quiz4 este triple sentido quiso dar Cristo a sus iltimas palabras en la Cruz: Cousummatum est, todo esta concluido (Jn, 19, 30). Hubo, pues, en la eruz rotura total y completa del pacto celebrado entre Dios y el pueblo de Israel, que- dando, por consiguiente, ambas partes desligadas: Dios, de la obligacién de conceder beneficios y fa- vores: Israel, del derecho a reclamartos y recibirlos, porque ¥a no es su pueblo. 7 100 — Claro es’que a pesar de todo, si Cristo me diante su sangre concerté pacto con toda Ia humani- dad, siendo los judios parte de todo el linaje humano, ellog también quedan ineluidos en la condicién de pueblo de Dios; pero no con aquella exelusividad de an “todo” que tenia su raiz en la antigua alianza; sino solo con Ja equiparacién de “parte” que le com- pete con todas las demas si, como ellas, consiente en la condicién absolutamente imprescindible de reco- noter ai que el mismo Yahveh les dio como nuevo Sefior “del nuevo pueblo que con la nueva alianza se formé: “Pideme y te daré en herencia todos los pue- blos” (Salmo 2, 8). Ese nuevo Sefior es el Mesias. 101— Pero, como ya queda dicho, acontece preci- samente que tanto el pueblo hebreo contempordneo de Jestis, como el actual, sigue siempre empecinado en no querer someterse a la condicién absolutamente indispensable para pertenecer al nuevo pueblo de Dios: la de recibir a su nuevo Sefior; luego si Israel, después de haber roto el pacto eon Yahveh (Deut. 29, 25; 4° Reyes 17, 15-28, 84-41), sigue obstinado en no querer reconocer al Mesias, 2Qué extraiio es que Dios le abandone a él? Lo extrafio seria que Dios no lo hiciese asi después de haberle conminado mu- chisimas veces con hacerlo asi. 102— De los israelitas contemporaiieos de Jesis ‘dijo San Juan: “Vino a los suyos y los suyes no Je 78 recibieron” (Jn. 1, 11), Los posteriores -y los actua- Jes siguen rechazéndole, De donde se sigue necesaria- mente que, asf como a jos que entonces le recibieron o reconocieron como Mesias e Hijo de Dios les dio El mismo potestad dé poder ser o hacerse hijos de Dios (Jn, 1,12), esto es, les etorgé los derechos y Ia glo- ria de la divina filiacién, y con ello la de pertenecer al nuevo pueblo de Dios y ser coherederos con El de la herencia eterna que a El le otorg6 su Padre celestial; asi, por el contrario, todos los que voluntariamente Je rechazaron entonces y Je rechazan ahora, quedan excluidos de la coheredad con Cristo, porque no son suyos, Y DO son suyos porque no se han hecho hijos de Dios por la fe en Cristo y, por tanto, si en alguna manera pertenecen ahora a su pueblo, es SOLO en potencia; mas en realidad de verdad solo pertenece- ray cuando por Ja fe en El Je reconozcan ecmo ver- datero Mesias y verdadero Dios. 103 — Que todo esto no sea ficcién mia sino pura realidad lo signifiearon el mismo Jesucristo y San Pablo miltiptes veces en sus ensefianzas, 4 Qué otra cosa mds que la reprobacién temporal de Israel] hasta que le reconozca como verdadero Me- sias y Dios quiso significar Jesis en Jas parabolas a que hemos alndido, de la Higuera estéri! (Mat. 21, 18-20) y de Jos pérfides vifiadores (Mat. 21, 33-46), y principalmente en estas palabras del versiculo 43: 79 if digo que SE OS QUITARA-EL REINO SE JE DIOS y se dard a gente que produzea fruto.” _104,— 4 ¥ no anuncia lo mismo San Pablo en todo el eapitulo de su Carta a los Romanos? Quede, pues, como titima conelusién que el puesto que les corresponde a les judios es el que exponemos a continuacién, para evitar la espantosa confusién de querer equiparar a !os judios con los cristianos, o al pueblo judio con el pueblo cristiano, ie — El pueblo de Israel fue escogido por Dios para ser su pueblo, pero no en forma absoluta para siem- pre, sino condicional y mientras cumpliese con las condiciones que El le exigia para ser su pueblo, como pliede verse enlos pasajes citados anteriormente, 2° TSrael to cumplié ésas condiciones exigidas por Dios para ser perpetuamente su pueblo, porque entre ellas figuraba, como absolutemente esencial, e] reconocimiento del Mesias como Hijo de Dios; al contrario, lo rechazé dindole muerte de cruz, —Por lo cua! Dios rechazé al pueblo de Israel, que dejé de ser su pueblo, en cuanto tal. 4° —De los judios sélo pertenecen al nuevo pue- blo de. Dios aquellos que en cualquier tiempo han re- conocido a Cristo como Mesias. 5°—E] puébio judio volvéra a ser pueblo de Dios, cuando reconozea a Cristo como verdadero Mesias @- . Hijo verdadero de Dios. Entre tanto. solo pertenecen 80 en potencia o por ‘ordenaci6n y destino, pero no en: realidad. 105 -—Réstanos ya; por ultimo, tratar otra cues- 4ién unida con la precedente, tomada por los adver- sarlos como punto de partida para negar la culpabi- lidad en el deicidio del pueblo de Israel en cuanto tal. Dijimos anteriormente que en esta cuestién no se ha de mirar tanto el niimero como la verdadera so- lidaridad voluntariamente aceptada en su raiz: la Ley que constituy6 al pueblo de Israel, y conscientemente consentida a la representacién o cabeza juridica de todo pueblo en e! crimen que cometieron segtin esa misma Ley. Lo demas del numero rea) de los que partieiparon en la muerte de Cristo, ni importa tanto ni se podra saber jamdég con exactitud. Pero creemos que uno de los colaboradores del P. Jordan, el P. Ludwic Von- Hestlin S. J., es tan excesivamente parcial y lo va reduciendo conscientemente tanto, que casi lo queda en Ja nada. En efecto, dice el nombrado padre, en la pag. 84: “] ndmero de los que vociferaron pidiendo la muer- te de Jestis no pasaria del millar’”’, Y apoya esta afir- macién en varias consideraciones que hace sin gran fundamento, como lo demuestran Jas ‘siguientes ra- zones. 81 106 “En primer lugar los Evangelios hablan-de; “turba” (4°); “Toda Ja multitud” (“*); “turbas” (7) ; “Respondiendo todo el pueblo” (**) ; y de que: viendo Pilatos que no adelantaba nada, y que el tu- multo crecia (*). Ahora bien, esas palabras denotan muchedumbre, mucho mayor que la de un millar de personas. Por, otra parte, Pilatos no era hombre que se dejase ate- rrorizar por un tumulto de unas mi! personas, aun suponiéndolas insolentemente insubordinadas, dispo- niendo de los soldados de que disponia (72°). (5) Mt. 23, 9 (18) Le. 23, 1. (17) Le. 23, 4. (m8) Mt. 27, 35, . (9) Mt. 27, 2a. a coos (2%) Si bien por una parte hay que tomar con precaucién le gue dicen de Pilatos los historiadores judios Flavio Joscfa y Filén, con frases de Herodes Agripa I, hermano de ja inces- tuosa Herodias, pintAndole como hombre terco, venal, ‘pender- ciero, rapaz, tirano y rebosante de odio para con los judios, a quienes habria mandado con mucho gusto a todos al patfbulo; por otra, este relrato estA muy eonforme con 1a mano dura que necesitaba el espiritu levantisco de los judios, ciempre Pronto a rebelarse contra Roma la dominadora. Flavio Josefo da cuenta de varios levantamientos judfos contra Roma, que Pilates sofocé con mano implacable y ré- pida, Hegando en una ocasién a mezelar en los mismos atrios del templo, Ia sangre de los patriotas galileos con la de sus vietimas y con la de los sacrificios. No creo que un tipo asi se asustase mucho por un tummulto de unas mil personas hasta el ‘punto de ser victima de sus amenazas, atin supuesta la velada insinnacién de los fariseoa de delatarle a Roma, si no cedia ante In rabiosa truculencia de sus acusaciones contra e] reo. 82 107 -— Por consigniente, es thas légico que esas pa- jabras supongan una muchedumbre numerosa, que hizo titubear primero, y al fin, por temor, ceder a Pilatos. San Matee (™) dice de la entrada de Jestis en Je- rusalem el dia de Ramos: “La nwmerosisima muche- dumbre extendia sus mantos por el eamino, mien- tras que otros cortando ramos de arboles, io alfom- braban. La multitud que le precedia y la que le seguia gritaba diciendo: ; Hosanna al Hijo de David, Ben- dito el que viene en nombre del Sefior! ; Hosanna en Tas alturas!” Y cuando entré en Jerusalén, toda la ciudad se conmovié y decia “; Quién es éste? ¥Y la muchedumbre respondia: “Este es Jesiis, el profeta de Nazaret de Galilea”. Esta “numerosisima muchedumbre” suficiente pa- ra conmover toda la ciudad, junto con los de toda la ciudad conmovida, da la impresién no de un millar sino de algunes centenares de miles de personas. 108 —- En efecto, otre de los autores cuya diserta- eién utiliza ef P, Lépez Jordin, J. Toulat, dice en Ja pag. 124: “Durante la Pascua de Jerusalén, se reunia dentro de sus murallas, ademas de sus 100 6 150 mil habitantes, una multitud de peregrinos Ie- gados de toda Palestina, de toda la diaspora, aiiadien- Gt) 21, Bat. 83 ‘do a la ciudad de piedra una ciudad de tiendas, El ‘historiador judfo Josefo enumera hasta tres millones. Digamogs que sea exagerado, Lo cierto es que se con- taban por decenas y centenas de millares, medio mi- én o un millén. 109—Flavie Josefo en su Guerra de los Judios dice que quedaron encerradog en el recinto de Ja ciu- dad 2.700.000 personas, mimero que no parece exa- gerado si se tiene en cuenta que, segtin dice en otra parte, perecieron en el asedio’ 1.100.000 judios y ade- mas, de los supervivientes, llevaron cautivos 97.000 destinados a todas las regiones del imperio, 110 -— Esto est4 en bastante consonancia con todo esto io que se dice en los Hechos de los Apéstoles (*), refiriendo log efectos de la maravillosa venida del Espiritu Santo, o la Pentecostés judia, que era una de Jas tres fiestas nacionales impuestas por Ja-Ley (23) ¥ que se celebra siete semanas después de la Pascua, fiesta principal, en que crueificaron a Cristo. Dice asi: “Residian en Jerusalén judios varones piadosos, de cuantas naciones hay debajo del cielo, y habiéndose corrido la voz, se junté una muchedum- bre que se quedé confusa al oirlos hablar cada uno en. su. propia lengua. Estupefactos de admiracién decian : Todos estos que hablan gNo son galileos? Pues (23) 2, 5.18, (032) Ex. 23, 14-16, 8h -geémo-nosotres los-oimos cada uno-en nuestra’ pro- pia lengua, en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, los que habitan mesopotamia, judea, Capa- decia, Ponto y Asia; Frigia-y Panfilia, Egipto y las partes de Libia que estén contra Cirene, y los fo- rasteros romanos, cretenses y drabes los oimos..ha- blar en nuestras propias lenguas las grandezas de Dios”. ~ 111 — En verdad que esta enumeracién, muy pro- bable o ciertamente incompleta, de todos los morado- res habitual o accidentalmente-residentes en Jerusa- ‘én en esta fiesta, y que seguramente seria mayor an la principal de Ia Pascua; hace pensar en cifras muy-aproximadas a jas que pone Josefo. 112— Naturalmente que no todos ellos pidieron Ja muerte de Jestis, y aun de tos que Ja pidieron, no todes lo harian conscientemente, pues ne dudamos que abundaran en aquella muchedumbre, aliada deci- siva para sus dirigentes que Ja lleva y Ia trae, la maneja y la inspira a su placer, decididos a triunfar de sus dos presentes enemigos: Jestis y el procura- dor, Ciertamente que en ella no hubo aquel conoci- miento, aquel odio y responsabilidad que tenian sus jefes, Pero teniendd en cuenta lo extraordinariamen- te llamativo del caso, por todas tas cireunstancias de tiempo, lugar y, sobre todo, de la persona que se trataba; de la proximidad del triunfo de les dias an- 85

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