Está en la página 1de 1

454 ÉTICA EUDEMIA LIBRO 11 455

ya por causa de la razón, pues, estando estos dos sepa- decimos que son hechos por necesidad. jO bien no se
rados, se rechazan mutuamente. Por eso, los hombres da este caso, sino que todos realizan estos actos volun-
aplican también estas consideraciones a. toda el alma, tariamente? Pues es posible no realizarlos y soportar
porque ven algo semejante en las partes del alma. Aho- el sufrimiento. Quizá alguien podría decir todavía que
ra bien, se puede hablar así a propósito de las apartes algunos de estos actos han sido realizados por necesi-
2s del alma, pero toda el alma, lo mismo del continente dad y otros no. En efecto, aquellas acciones que uno
que del incontinente, obra voluntariamente, y ninguno tiene en su poder hacerlas o no hacerlas, y aun aquellas i o
de los dos obra por fuerza, sino solamente algo en ellos, que realiza sin desearlas, las realiza voluntariamente y
puesto que por naturaleza tenemos ambas partes. En no por fuerza; en cambio, cuantas no dependen de uno,
30 efecto, la razón nos pertenece por naturaleza, pues es- las realiza en cierto sentido, aunque no absolutamente,
tará presente en nosotros si el desarrollo se ha permiti- por fuerza, porque él no elige la misma cosa que hace,
do y no se ha impedido, y también el apetito, porque sino el fin por el que la hace, y en esto hay una cierta
nos acompaña y está presente en nosotros, inmediata- diferencia @.Por ejemplo, si para evitar ser cogidos is
mente desde el nacimiento. Y esos son prácticamente por alguien que os está tanteando, le dais muerte, sería
los dos caracteres por los que definimos lo que es natu- ridículo que dijeran que lo habéis hecho por fuerza y
ral: lo que acompaña a todos los seres tan pronto como por necesidad, puesto que es preciso que se dé la cir-
nacen, o lo que nos llega a suceder si el desarrollo ha cunstancia de que, si uno no actúa, va a sufrir un mal
sido facilitado con regularidad; por ejemplo, los cabe- mayor y más penoso. Pues cuando uno realiza un mal
35 llos blancos, la vejez y otras cosas semejantes. Por lo a causa de un bien o por librarse de otro mal mayor,
tanto, cada uno de estos dos (hombres ) obra, en al- es entonces cuando obra por necesidad o por fuerza,
gún sentido, en desacuerdo con la naturaleza, pero, o al menos no por naturaleza, y, bien seguro, a pesar
hablando absolutamente, conforme a ella, si bien no con- suyo, porque estas acciones no dependen de él.
forme a la misma. Las dificultades, pues, acerca del con- De aquí que muchos consideran como involunta- 2c
tinente y del incontinente son las siguientes: jobran am- rio tanto al amor como a algunos deseos e impulsos na-
bos por fuerza o uno solo de ellos, de manera que obran turales, porque son poderosos por encima de la natura-
o bien involuntariamente o bien a la vez por la fuerza leza; y somos indulgentes con ellos en cuanto que son
y voluntariamente? Y si lo que se hace por la fuerza naturalmente capaces de violentar a la misma naturale-
es involuntariamente, jobran voluntaria e involuntaria- za. Y podría parecer que uno está obrando más por la
mente al mismo tiempo? Lo que hemos dicho muestra
122Sa con bastante claridad cómo hay que proceder frente a 49 Aristóteles se pregunta por qué uno obra a pesar suyo. En cier-

estas dificultades. tos casos, no está en nuestro poder no querer el fin, y, entonces, impo-
Pero hay otra situación en la que se dice que uno niéndose el fin, se imponen también los medios para realizarlo; en otros,
se supone que el fin es de tal naturaleza que está en nuestro poder
obra por fuerza y por necesidad, sin que haya desacuer- quererlo o no quererlo.
do entre la razón y el deseo; cuando hace algo que con- 50 Así, PLATON(Fedro 238b7c4): re1 apetito que, prevaleciendo irra-
sidera penoso y malo, pero que si no lo hace se ve ame- cionalmente sobre ese modo de pensar que impulsa a la rectitud, tien-
s nazado por azotes, la prisión o la muerte. Tales actos de al disfrute de la belleza... ha sido llamado 'amor'. (trad. L. GIL).

También podría gustarte