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LIBRO II

DE LA VIRTUD EN GENERAL

1 Las virtudes, en cambio, las adqui-


rimos ejercitándonos primero en
Siendo, pues, de dos especies la ellas, como pasa también en las artes
virtud: intelectual y moral, la inte- y oficios. Todo lo que hemos de
lectllal debe sobre todo al magiste- hacer después de haberlo aprendido,
rio su nacimiento y desarrollo, y lo aprendemos haciéndolo, como,
por eso ha menester de experiencia por ejemplo, llegamos a ser arqui-
y de tiempo, en tanto que la virtud tectos construyendo, y citaristas ta-
moral es fruto de la costumbre, de ñendo la cítara. Y de igual manera
la cual ha tomado su nombre por nos hacemos justos practicando ac-
una ligera inflexión del vocablo. 1 tos de justicia, y temperantes ha-
De lo anterior resulta claramente ciendo actos de templanza, y valien-
que ninguna de la~ virtudes morales tes ejercitando actos de valentía. En'
germina en nosotros naturalmente. testimonio de lo cual está lo que
Nada, en efecto, de lo. que es por pasa en las ciudades, en las cuales
naturaleza puede por la costumbre los legisladores hacen contraer há-
hacerse de otro modo; como, por bitos a los ciudadanos para hacerlos
ejemplo, la piedra, que por su na- buenos, y en esto consiste la inten-
turaleza es arrastrada hacia abajo, ción de todo legislador. Los que no
no podría contraer el hábito de mo- hacen bien esto yerran el blanco,
verse hacia arriba, aunque infinitas pues es en ello en lo que el buen
veces quisiéramos acostumbrarla a gobierno difiere del malo.
ello lanzándola a lo alto; ni el fuego A más de esto, de las mismas cau-
hacia abajo, ni nada en fin de lo sas y por los mismos medios nace
que naturalmente está constituido y se estraga toda virtúd, como tam-
de una manera podría habituarse a bién todo arte. Del tañer la cítara
proceder de otra. resultan los buenos y los malos cita-
Las virtudes, por tanto, no nacen ristas, y análogamente los arquitec,
en nosotros ni por naturaleza ni tos y todos los demás artífices. Cons-
contrariamente a la naturaleza, sino truyendo bien serán buenos arquitec-
que siendo nosotros naturalmente ca- tos, y construyendo mal, malos. Si
paces de recibirlas, las perfecciona- así no fuese, para nada se necesita-
mos en nosotros por la costumbre. ría del maestro, ya que todos serían
Todo lo que nos da la naturaleza nativamente buenos o malos artí-
lo recibimos primero como potenciali- fices. .
dades, que luego nosotros traducimos Lo propio exactamente pasa con
en actos. Lo cual se manifiesta en los las virtudes. Por la conducta que
sentidos: no por mucho ver o Dor observemos en las convenciones que
mucho oír adquirimos las faculta- tienen lugar entre los hombres, se-
des sensibles, antes por lo contrario remos justos o injustos; y por la
nos servimos de ellas porque las manera como nos comportemos en
tenemos, y no a la inversa que las los peligros, según que nos habitue-
tengamos como resultado· de su uso. mos a tener miedo u osadía, sere-

1.8
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO II 19
mos valientes o cobardes. Lo mismo proposición sobre casos particulares
tiene lugar en las pasiones, sean del carece de exactitud, como quiera que
género concupiscible o irascible, que . semejantes casos no caen bajo de
unos serán templados y apacibles y alguna norma técnica ni de alguna
otros desenfrenados y violentos, por- tradición profesional. Menester es
que unos se conducen de un modo que quienes han de actuar atiendan
con respecto a· esas pasiones, y otros siempre a la oportunidad del mo-
de otro. mento, como se hace en la medici-
En una palabra, de los actos se- na· y el pilotaje.
mejantes nacen los hábitos. Es pre- Con ser tal la presente disciplina,
ciso, por tanto, realizar determina- debemos no obstante esforzarnos por
dos actos, ya que los hábitos se con- prestar este servicio.
formarán a su diferente condición. Observemos en primer término
No es de poca importancia contraer que los actos humanos son de tal
prontamente desde la adolescencia naturaleza que se malogran tanto
estos o aquellos hábitos, sino que por defecto como por exceso, pues si
la tiene muchísima, o por mejor de- para juzgar de lo invisible hemos de
cir, es el todo. apelar al testimonio de lo visible,
tal vemos que acontece con la fuer-
za y la salud. Una gimnasia exage-
II rada, lo mismo que una insuficiente,
debilitan el vigor;. y del mismo modo
Nuestra labor actual, a diferencia el exceso y el defecto en la comida
de las otras,. no tiene por fin la es-. y la bebida estragan la salud, en
peculación. No emprendemos esta tanto que la medida proporcionada
pesquisa para saber qué sea la vir- la produce, la desarrolla y la man-
tud -lo cual no tendría ninguna tiene. Pues otro tanto pasa con la
utilidad-, sino para llegar a ser templanza, la valentía y las demás
virtuosos .. En consecuencia, es pre- virtudes. El que de todo huye y todo
ciso considerar, en lo que atañe a teme y nada soporta, acaba por ser
las acciones, la manera de practi- un cobarde; y el que por otro lado
carlas, pueS los actos, según diii- nada teme en absoluto, . antes mar-
mos, son los señores y la causa de cha al encuentro de todo, hácese
que sean tales o cuales los hábitos. temerario. Y otro tanto digamos. del
Es un ·principiocomúnmente ad- gozador de todos los placeres y que
mitido, y que hemos de dar por su- de ninguno se abstiene, que llega a
puesto, el de que debemos obrar ser un desenfrenado, y en cambio
conforme a la recta razón. Más tar- el que huye de todos los goces, como
de diremos, a su respecto, en qué la gente rústica, acaba por ser un
consiste la recta razón y qué relación insensible. La templanza y la va-
mantiene con las demás virtudes. lentía, por tanto, se malogran igual-
Debe también concederse preli- mente por el exceso y el defecto, y
minarmente que todo discurso acerca se conservan por la medida.
de la conducta práctica ha de ex- Pero no solamente provienen las
presarse sólo en generalidades y no virtudes de las mismas causas y a
con exactitud, ya que, como en un ellas están sujetas tanto en su géne-
principi<1 diUrnos, lo que debe exi- sis como en su crecimiento y corrup-
girse de todo razonamiento es que ción, sino que asimismo encuentran
sea adecuado a su materia; ahora su pleno eiercicio en los mismos ac-
bien, todo lo que concierne a las tos causativos. Y porque se vea que
acciones y a su conveniencia nada así es también en otras situaciones
tiene de estable, como tampoco lo más visibles, sea el caso, por ejem-
que atañe a la salud. Y si tal con- plo, del vigor corporal, el cual por
dición tiene la teoría ética· en ~e­ una parte es el resultado de una ali-
neral, con mayor razón aún toda mentaciónabundante y de soportar
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muchas fatigas, y por la otra tales mejor o peor. Y es así como los
actos puede ejecutarlos más que hombres se vuelven perversos por
otro alguno el hombre vigoroso. Pues los placeres o los dolores, por per-
otro tanto pasa con las virtudes. Por seguir o evitar unos u otros, bien
la abstinencia de los placeres nos sea los que no se debe, o cuando
/hacemos temperantes, y una vez que no se debe, o como no se debe, o
lo somos, podemos muy fácilmente por otra desviación cualquiera de lo
privarnos de ellos. Y lo propio acon- que la razón determina en las cir-
tece con respecto a la valentía: acos- cunstancias. De aquí que algunos 3
tumbrándonos a menospreciar los definan las virtudes como estados
peligros y a afrontarlos nos hace- de impasibilidad y de quietud. De-
mos valientes, y siéndolo podremos finición errónea si se toman esos
arrostrar los trances temerosos con términos absolutamente sin agregar
máximo arrojo. si esos estados se dan de manera
debida o Indebida, y en tiempo opor-
tuno o inoportuno, con todas las
III demás precisiones que deben aña-
dirse. Quede sentado, por tanto, que
Signo forzoso de los hábitos es es propio de la virtud poner en obra
el placer' o la pena que acom{la- los goces o sufrimientos moralmente
ñan a los actos. Temperante es el más valiosos, y propio del vicio ha-
que se abstiene de los placeres cor- cer lo contrario.
póreos y en ello se complace, y . Lo que vamos a decir ahora nos
disoluto el que se irrita por su pri- hará ver más claramente la misma
vación. Valiente es el que_ con. ale- materia. Tres cosas hay en cuanto
gría, o a lo menos no cOIl tristeza, a nuestras preferencias: lo bueno,
!ll'rostra los peligros, y cobarde el lo útil y lo placentero, y otras tres
que 10 hace con tristeza. contrarias de aquéllas en cuanto a
- La virtud moral, por tanto, está nuestras aversiones: lo malo, lo no-
en relación con los placeres y los civo y lo desagradable. Tocante a
dolores. Por obtener placer comete- todas ellas acierta el hombre bueno
mos actos ruines~ y por evitar penas y falla el hombre malo, y sobre todo
nos apartamos de las bellas acciones. en lo que atañe al placer, por la
Por lo cual, como dice Platón, 2 es razón de que el placer es común a!
preciso que luego desde la infancia todos los animales y acompaña a to-
se nos guíe de mod9 talque. goce- dos los actos dictados por una prefe-
mos.o nos contristemos como es me- rencia, puesto que lo bueno y lo útil
nester, y en esto consiste la, recta se presentan como placenteros.
educación. Desde la primera infancia se des-
Por otra parte, como las virtudes arrolla en todos nosotros el senti-
morales tienen por materia acciones miento del .placer; por lo cual es
o pasiones, y como a todaacci6n o difícil desembarazarnos de una afec-
pasión acompaña placer-o dolor,ésta ción que colorea nuestra vida. Unos
sería una. razón más para que la más, otros menos, todos medimos
virtud tenga que ver con los pla- nuestras acciones por el placer y el
ceres y dolores. Lo mismo dan a dolor. Por todo esto es preciso que
entender las correcciones que se a lo largo de todo nuestro estudio
aplican sirviéndose de unos y otros. tengamos en cuenta ambos estados,
Son ellas como curaciones, en cuya como quiera que no es de poco mo-
naturaleza está, él obrar por medio mento para :nuestros actos afligir-
de los contrarios. nos bien ó torpemente.
En fin, como dijimos antes, toda En fin, más dificultoso es com-
disposición del alma mantiene una batir el placer que la ira, como dice
relación natural con todo aquello Heráclito. 4 Mas para lo que es más
que puede naturalmente tornarla difícil están el arte y la virtud, pues
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aun el bien es mejor. en lo áspero. Todo esto, tratándose de las ar-


Por esta razón, aun los placeres y do- tes, no se tiene en cuenta, como
lores son matéria de preocupación no sea el saber. Mas con respecto
para la: virtud y la ciencia política. a las virtudes poco o nada significa
Quien sepa usar de ellos rectamente, el saber, y las demás condiciones,
será bueno, y quien mal, malo. en cambio, tienen una influencia no
Queda dicho, por tanto, cómo la pequeña, sino total, y resultan de la
virtud mantiene relación con los pla- multiplicación de actos de justicia
ceres y dolores; cómo se desarrolla y de templanza.
por las mismas causas de que nace, Los actos de justicia o templanza
y se corrompe cuando esas causas reciben, pues, tal denominación
actúan en otro sentido, y cómo en cuando son tales como los haría
fin la virtud se ejercita en los mis- un hombre justo o temperante. Yel
mos actos de que nace. hombre justo y temperante, a su
vez, no es el que simplemente eje-
cuta esos actos, sino el que los ejecu-
IV ta del modo que lo harían los jus-
tos y temperantes.
Podría alguno plantearnos.. la difi- Con razón se dice, por tanto, que
cultad de que cómo es que decimos el hombre se hace justo por la prác-
que para hacernos justos debemos tica de actos de justicia, y tempe-
prácticar actos de justicia, y para rante por la práctica de actos de
hacernos temperantes actos de tem- templanza, y que sin este ejercicio
planza, toda vez que si se ejecutan nadie en absoluto estaría siquiera
actos de justicia y de templanza en camino de hacerse bueno. Pero
somos ya justos y temperantes, como los hombres en su mayoría no pro-
son gramáticos y músicos los que ceden así, sino que refugiándose en
se ejercitan en la gramática y en las teorías, se imaginan hacer obra·
la música. de filósofos, y que por este medio
¿O no será que ni siquiera en serán varones perfectos, haciendo en
las artes pasan así las cosas? Acon- esto como los enfermos que pres-
tece tal veZ que pueda uno tener tan diligente oído a los médicos,
un acierto gramatical por suérte o y luego no hacen nada de ló que
porque otro se lo sugiera; pero será se les prescribe. Y así como éstos
gramático sólo si ejercita la gra- no tendrán salud en su cuerpo con
mática gramaticalmente, es decir, esta terapéutica, tampoco aquéllos,
con arreglo al saber gramatical que filQsofando de este modo, la ten-
haY,en él. drán en su alma.
A más de esto, no hay semejanza
entre las artes. y las virtudes en este
punto. Las obras de arte tienen su V
bondad en sí mismas, pues les basta
estar hechas de tal modo. Mas para Examinemos en seguida qué sea
las obras de virtud no es suficiente la virtud. Puesto que todo lo que
que los actos sean tales o cuales se da en el alma son pasiones, po-
para que puedan decirse ejecutados tencias y hábitos, la virtud deberá
con justicia o con templanza, sino ser alguna de estas tres CiQsas.
que es menester que el agente actúe Llamo pasiones al deseo, la có-
con disposición análoga, ylo prime- lera, el temor, la audacia, la envi-
ro de todo que sea consciente de dia, la alegría, el sentimiento amis~
ella; luego, que proceda con elec- toso, el odio, la añoranza, la emul:¡,-
ción y que su elección sea en con- ción, la piedad, y en general a todas
sideración a tales actos, y en tercer las afecciones a las que son conco.~.
lugar, que actúe con ánimo firme e mitantes el placer o la pena. Llamo
inconmovible. potencias a las facultades que nos
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hacen pasibles de esos estados, co- Digamos, pues, que toda virtud.
moson las que nos hacen capaces de perfecciona la buena disposición de
airarnos o contristarnos o compade- aquello cuya virtud es, y produce
¿e.mOll. y llamo hábitos a las dispo- adecuadamente su obra propia; co-
Siciones que nos hacen conducirnos mo, por ejemplo, la virtud del 'ojo
bien o mal en lo que respecta a las hace bueno alojo y a su función:
pasiones, como si, por ejemplo, al por la virtud del ojo vemos bien.
airarnos lo hacemos con vehemen- Del mismo modo la virtud del ca-
ci~ o remisamente, estaremos ma) ballo le hace ser buen caballo, apto
dispuestos, y si con medida, bien, y para correr, para llevar al jinete y
así en las demás pasiones.- para esperar al enemigo.
Ni las virtudes ni los vicios son, Si así es, pues, en todos los cas~,
por tanto, pasiones, como quiera que la virtud del hombre será entonces
no se nos declara virtuosos o vicio- aquel hábito por el cual el hombre
sos según nuestras pasiones, sino se- se hace bueno y gracias al cual rea-
gún nuestras virtudes o vicios. No es lizará bien la obra que le es propia.
por las pasiones por lo que se nos Cómo sea esto posible, 10 hemos
alaba o censura: no se. elogia al te- dicho ya, pero se tornará más claro
meroso o al airado, ni se. reprocha aún si consideramos cuál es la natu-
el que alguno monte en cólera por raleza de la virtud.
este solo hecho, sino por la manera En toda cantidad continua y di-
o circunstancias. Por lo contrario, visible puede distinguirse lo más, lo
se nos dispensa alabanza o censura menos y lo igual, y esto en la cosa
por las virtudes y vicios. misma o bien con relación a nos-
Allende de esto, no depende de otros. Pues bien, lo igual es un me-
nuestra elección airarnos o temer, dio elltre el exceso y el defecto. Lla-
mientras que las virtudes sí son elec- mo término medio de una cosa a lo
ciones o por lo menos no se dan sÍn que dista igualmente de uno y otro
elección. de los extremos, lo cual es uno y lo
Finalmente, dícese que somos mo- mismo para todos. Mas con respecto
vidos por las pasiones, mientras que a nosotros, el medio es lo que no es
por las virtudes y vicios no somos excesivo ni defectuoso, pero esto ya
movidos, sino que estamos de tal no es' uno ni lo mismo para todos.
o tal modo dispuestos. . Por ejemplo: si diez es mucho y
Por los mismos motivos, las vir- dos poco, tomamos seis como tér-
tudes no son tampoco potencias, co- mino medio en la cosa, puesto que
mo quiera que no se nos llama bue- por igual excede y es excedido, y
nos o malos ni se nos elogia o cen- es el término medio según la pro-
sura por la simple capacidad de te- porción aritmética. Para nosotros, en
ner pasiones. Y además, si poseemos cambio, ya no puede tomarse asÍ.
estas capacidades por. naturaleza, no Si para alguien es mucho comer por
venimos a ser buenos o malos por valor de diez minas, y poco por va-
naturaleza. Con antelación nos he- lor de dos, no por esto el maestro
mos explicado acerca de este punto. de gimnasia prescribirá una comida
Si, pues, las virtudes no son ni de seis minas, pues también esto po-
pasiones ni potencias, no queda sino dría ser mucho o poco para quien
que sea~hábitos. Con lo cual está hubiera de tomarla: poco para Mi-
dicho a qué género pertenece la lón, 5 y mucho para quien empiece
virtud. los ejercicios gimnásticos. Y lo mis-
mo en la carrera y en la lucha. Así,
VI todo conocedor rehúye el exceso y
el defecto, buscando y prefiriendo
No basta, empero, con decir así el término medio, pero el término
que la virtud es un hábito, sino que medio no de la cosa, sino para nos-
es preciso decir cuál. otros.
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Si, por tanto, todo arte o ciencia del vicio el exceso y el defecto, y
consuma bien su obra mirando al de ·la virtud la posición intermedia:
término medio y encaminando a él
los trabajos -y de aquí que a me- Los buenos lo son de un modo único,
nudo se diga de las bellas obras de y de todos modos los malos. 6
arte que no es posible ni quitarles
ni añadirles nada, dando a enten- La virtud es, por tanto, un há-
der que el exceso y el defecto es- bito selectivo, consistente en una po-
tragan l~perfección, en tanto que sición intermedia para nosotros, de-
el término mediq la conserva-, si, terminada por la razón y tal come
pues, como decimos, los buenos ar- la determinaría el hombre prudente.
tífices operan atendiendo a esto, y Posición intermedia entre dos vicios,
si, por otra parte, la virtud, como el uno por exceso y el otro por de-
la naturaleza, es más exacta y me~ fecto.· Y así, unos vicios pecan por
jor que todo arte, ella también, de defecto y otros por exceso de lo de-
consiguiente, deberá apuntar al tér- bido eh las pasiones y en las accio-
mino medio.. nes, mientras que la virtud encuen-
Hablo, bien entendido, de la vir- tra y elige el término medio. Por
tud moral, que tiene p~ materia lo cual, según su sustancia y la de-
pasiones y acciones, en as cuales finición que expresa su esencia, la
hay exceso y defecto y t rmmo me- virtud es medio, pero desde el pun-
dio. Así por ejemplo, en el tener to de vista de la perfección y del
miedo, el tener audacia, el desear, bien, es extremo.
el airarse, el compadec~rse, y en ge- No toda acción, empero, ni toda
neral en el tener placer! o dolor, hay pasión admiten una posición inter-
su más y su menos, y ninguno de media. Algunas se nombran precisa"
ambos está bien. Pero experimentar mente implicadas con su rerversión,
esas pasiones cuando es menester, como la alegría del ma ajeno,. la
en las circunstancias debidas, con impudencia, la envidia; y entre las
respecto a tales o' cuales personas, acciones el adulterio, el robo, el ho-
por una causa justa .y de la manera micidio. Todas estas cosas son ob-
apropiada, he ahí el término medio, jeto de· censura por ser ruines en sí
que es al mismo tiempo lo mejor, y mismas, y no por sus excesos ni por
esto es lo propio de la virtud. sus defectos. Con respecto a ellas
En las' acciones, asimismo, hay no hay manera de conducirse recta-
exceso· y defecto y término medio. mente jamás, sino que siempre se
La virtud, por tanto, tiene por ma- yerra. No hay en estos' asuntos un
teria pasiones y acciones en las cua- hacer bien o un no hacer bien, como
les se peca por exceso y se incurre en punto a con qué mujer o cómo
en censura por defecto, mientras o cuándo cometer adulterio,. sino
que el término medio obtiene la ala- que sencillamente el hacer cualquie-
banza y el éxito, doble resultado pro- ra de estas cosas es errar.
pio de la virtud. En copsecuencia, Sería igualmente absurdo l'reten-
ta virtud es una posición interme- der que en la' injusticia, la cobardía
dia, puesto que apunta al término y el desenfreno pudiese haber un
medio. medio, un exceso y un defecto por-
Hay que añadir aún que de mu- que entonces habría un medio del
chas maneras puede uno errar,' pues exceso y del defecto, y un exceso
el mal, como se lo representaban' del exceso y un defecto del defecto.
los pitagóricos, pertenece a lo infi- Así como en la templanza y en la
nito, y el bien a lo finito, y de una valentía no hay exceso ni defecto,
sola manera es el acierto. Por lo por ser el término medio en cierto
cual lo uno es fácil, lo otro difícil: modo un extremo, tampoco. en aque-
fácil el fallar la mira, difícil el dar llas cosas hay medio ni exceso ni
en ella. Y por esto, en fin, es propio defecto, sino que como quiera que
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se obre, se. yerra. En suma, no hay nes. El término medio es la magni-


término medio del exceso ni del de- ficencia. El magnámino difiere del
fecto, como tampoco exceso ni de- liberal en que éste lo es en las cosas
fecto del térmmo medio. pequeñas y aquél en las grandes. El
exceso en la magnificencia es la falta
de gusto y la vulgaridad, y el defec-
VII to la mezquindad. Estas disposicio-
nes difieren de las que atañen a la
Es menester, sin embargo, no sólo liberalidad; en qué .difieren, más
declarar todo esto en general, sino adelante se dirá.
aplicarlo a casos particulares. En fi- En la honra y la afrenta el téro
losofía práctica, en efecto, si es ver- mino medio· es la magnanimidad, el
dad que los principios universales exceso puede llamarse hinchazón, y
tienen más amplia aplicación, alcan- el defecto pusilanimidad .. Pero así
zan mayor grado de verdad las pro- como dijimos que alIado de la mag-
posiciones particulares, como quiera nificencia está la liberalidad, con la
que la conducta humana concierne diferencia de que ésta tiene por ma-
a los hechos concretos, y con éstos teria cosas de poco valor, así tam-
deben concordar las teorías. Tome- bién hay otra virtud al lado de la
mos, pues, dichos casos del siguien- grandeza de alma, relativa a los ho-
te diagrama. 7 nores modestos, en tanto que la mag-
Con relación a los miedos y osa- nanimidad versa sobre los grandes
días, la valentía es la posición inter- honores. Hay por cierto una manera
media.. De los que se exceden, el conveniente de desear el honor, y
que lo hace por falta de. temor no otra de desearlo más y otra menos
tiene nombre -muchos de estos es- de lo que conviene. El que se excede
tados no lo tienen- y el que se exce- en estos deseos se llama ambicioso;
de en la osadía es temerario. El que el que peca por defecto, indiferente
se excede en el temor o que es defi- al honor; el intermedio no tiene
cienle en la osadía es el cobarde. nombre. Tampoco lo tienen las dis-
En los placeres y pesares-no en. posiciones respectivas, a no ser la
todos, y menos aún -en los pesares- del ambicIoso, que se llama ambi-
el medio es la templanza, el exceso ción. De aquÍ que los extremos rei-
el desenfreno. Deficientes en los 'Pla- vindiquen el terreno intermedio; y
ceres no hay precisamente muchos, así unas veces llamamos ambicioso
por lo que ni siquiera han recibido al que ocupa el término medio, y
estos tales nombre especial; llamé- otras lo declaramos despreciador de
mosles insensibles. la honra, alabando de hecho alter-.
En el dar y tomar bienes y dinero, nativamente tanto al ambicioso como
el medio es la liberalidad, y el ex- al indiferente. Por qué causa proce-
ceso y el defecto son la prodigalidad damos así, se dirá más adelante; por
y la avaricia. Contrariamente proce- ahora discurramos por las otras vir-
'den e!1 estos actos los que pecan tudes de la manera antes indicada.
por exceso o por defecto. El pródigo En la ira hay también exceso, de~
se excede en la emisión y. es defi- fecto y medio, y casi ninguna de
ciente en la percepción, en tanto estas posiciones tiene nombre espe-
que el avaro exagera en la percep- cial. Con todo, puesto que del que-
ción y peca por defecto en la emi- ocupa el término medio decimos que
sión. Declarémoslo ahora así en es- es manso, llamemos mansedumbre a
bozo y resumen, contentándonos con la posición intermedia. De los ex-
esto por el momento, a reserva de tremos, el que se excede será el iras-
definir estos puntos más tarde con cible, y el vicio correspondiente iras-
mayor precisión. cibilidad; el que peca por defecto,
Con relación a los bienes econó- apático, y el defecto mismo será la
micos hay también otras disposicio- apatía
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Hay también otras tres posiciones es una virtud, y sin emhargo, se ala-
intermedias que guardan cierta se- ba al vergonzoso. En estos estados
meianza entre sí, pero que sin em- se dice también del uno que guar-
bargo difieren unas de otras. Las da el término medio y del otfO" que
tres se dan en las relaciones sociales se excede, llamándose cohibido al
que se establecen por las palabras que en todo es vergonzoso. El que
y los actos; pero difieren en que una peca por defecto o que sencillamen-
de ellas se refiere a la verdad en te no es en nada modesto, es un
unas u otros, y las otras dos a lo descarado, y el que ocupa el tér-
placentero, bien se trate de lo pla- mino medio, vergonzoso.
centero en las distracciones, o ya El celo por la justicia es el térmi-
en los ordinarios sucesos de la vida. no medio entre la envidia y la ale-
Hablaremos, pues, de todo esto a gría del mal ajeno. Estas disposicio-
fin de percibir mejor cómo en todas nes tienen por materia el gusto o
las cosas es laudable el término me- . pesar motivados por las fortunas de
dio, mientras que los extremos no nuestros prójimos. El justiciero se
son ni laudables ni rectos, sino re- aflige de que prosperen quienes no
prochables. Por más que estas dis- lo merecen, mientras que el envidio- .
posiciones carezcan de nombre en so, exagerando en esto, de todo se
su mayor parte, es preciso intentar contrista, y en fin el que se rego-
forjarlo, como en los demás casos, cija del mal ajeno está tan lejos de
en gracia de la claridad y para que afligirse que se alegra. Sobre ,todo
fácilmente se pueda seguir lo que esto ya habrá ocasión de volver a
digamos. hablar en ot~ parte.
En lo tocante a la verdad, llame- Con respecto a la justicia, toda
mos veraz al que ocupa el término vez que no es predicable unívoca-
medio, y veracidad a dicho término. mente, diremos más tarde, distin-
El prurito de exagerar es la fanfa- guiendo sus dos especies, en qué •
rronería, y el que lo tiene, fanfa- sentido debe entenderse el término
rrón; el prurito de atenuar será la medio en cada una de ellas. [y otro
disimulación, y quien tal hace, disi- tanto en lo que atañe a las virtudes
mulador. de la inteligencia.1 8
En lo placentero en las distraccio-
nes, el que guarda el término medio
es hombre de ingenio vivo, y agu- VIII
deza de ingenio la disposición co-
rrespondiente. El exceso es la bufo- Estas tres disposiciones, de las
nería, y el que lo comete bufón, cuales dos son vicios, uno por exce-
así como el que peca por defecto so, otro por defecto, y una, la que
es un rústico, y su manera de ser, está en el medio, la virtud, se opo-
rusticidad. nen todas a todas de cierta manera.
En el resto de lo placentero en la Los extremos son opuestos al me-
vida' ordinaria, el que sabe mostrar- dio y entre sÍ, y el medio a los extre-
se agradable en la forma debida es mos. Así como lo igual es mayor que
el hombre amable, y el térmillo me- lo menor y menor que lo mayor,
dio correspondiente, amabilidad. El así también en ·las pasiones y en las
que se excede, si lo hace desintere- acciones los hábitos medios exceden
sadamente, es obsequioso, y si bus- a los defectos y son defectuosos a su
cando su provecho, adulador. El vez en relación con los excesos. El
que peca por defecto y' es en todo valiente parece temerario junto al
displicente, es un buscapleitos y un cobarde, y junto al temerario, co-
malhumorado. barde. Igualmente el temperante,
Así como hay en las pasiones po- comparado con el insensible, apare-
siciones intermedias, las hay también ce como desenfrenado, y compara-
en las emociones. ,La vergüenza no do con el desenfrenado, insensible.
26 ARISTÓTELES

y el liberal, al lado del avaro, es mismos. Aquello a que estamos más


pródigo, y alIado del pródigo, avaro. naturalmente inclinados, nos parece
Por eso los que están en los extre- más .opuesto al término medio. Co-
mos empujan al que está en el tér- mo tendemos más por naturaleza
mino medio cada uno hacia el otro, a los placeres, somos más fácilmente
y así el valiente es llamado teme- llevados al desenfreno que a la de-
rario por el cobarde y cobarde por cencia. Por tanto, declaramos más
el temerario, y análogamente en los contrarias aquellas cosas hacia las
demás casos. . cuales es mayor la propensión; y
Oponiéndose de este modo todos por esto el desenfreno, que es el
estos estados unos a otros, la mayor exceso, es más opuesto a la tem-
oposición se da entre los extremos planza.
entre sí más bien que con el térmi-
no medio, puesto que más distan IX
uno de otro que del medio, como
están más lejos lo grande de lo pe- Que la virtud moral es una posi-
queño y lo pequeño de lo grande ción intermedia, y de qué manera,
. que ambos de lo igual. o sea que es un término medio entre
Por otra parte, algunos extremos dos vicios, uno por exceso, otro por
parecen tener cierta semejanza con defecto, y que es tal porque apunta
el medio, como la temeridad con la al término medio en las pasiones y
valentía y la prodigalidad con la li- en las acciones, todo esto queda su-
beralidad, mientras que entre los ex- ficientemente declarado. .
tremos mismos se da la máxima de- Por esto, ser virtuoso es toda una
semejanza. Los extremos más dis- obra. 9 Alcanzar el ténriino medio en
tantes entre sí reciben la denomina- cada caso es una faena, como de-
ción de contrarios, de suerte que terminar el centro del círculo no es
son más contrarios mientras más dis- de la competencia de cualquiera,·
ta uno de otro. En unos casos el sino del que sabe. Airarse es cosa
defecto es más opuesto al medio; en fácil y al alcance de todos, lo mismo
otros el exceso. Por ejemplo, la te- que el dar dinero y el gastarlo; pero
meridad, no obstante ser un exceso, con respecto a quién y cuánto y
no es tan opuesta a la valentía como cuándo y por qué y cómo, ya no es
la cobardía, que es un defecto: co- cosa de todos ni nada fácil. Y así,
mo por el contrario, la insensibili- el bien es raro, loable y bello. Por
dad, con ser una deficiencia, no se lo cual es preciso que quien apunta
opone tanto a la templanza como el al término medio empiece por apar-
desenfreno, que es un exceso. tarse de lo qlle más se le opone, tal
Por dos causas ocurre así, la pri- como Calipso aconseja:
mera de las cuales viene de la cosa
misma. Desde el momento que uno De esta humeante espuma
de los extremos está más cerca del Saca la nave. 10
medio y es más semejante a él, no
oponemos al medio esté extremo, De los dos extremos, en efecto,
sino más bien el contrario. Así, por el uno induce más a error, el otro
parecer más semejante la temeridad menos. Por lo tanto, y puesto que
a la valentía, y serie más vecina, dar en el medio es extremadamente
mientras que la cobardía le es más difícil, debemos como en una se-
desemejante, es esta última la que gunda navegación,l1 según suele de-
más particularmente oponemos a la cirse, tomar de los males los menos,
valentía. Las cosas más alejadas del lo cual tendrá lugar precisamente
medio parecen serie las más contra- de la manera que decirnos.
rias. Tal es la primera causa, que Menester es discernir bien aque-
procede de la cosa misma. llas cosas a que somos más fácilnien-
La otra causa procede de nosotros te llevados, ya que unos tendemos
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO 11 27

más por naturaleza a unas cosas que tiempo debemos airarnos. ¿Acaso
a otras, y esto se tornará patente en nosotros mismos no alabamos unas
el placer o pesar que nos produz- veces a los que pecan por defecto.
can. y será preciso que nos incline- llamándolos mansos, y no decimos
mos resueltamente en sentido con- otras de los que tienen una condi-
trario, porque manteniéndonos aleja- ción difícil que son muy hombres?
dos lo más que podamos de todo N o se censura al que se desvía
extravío, llegaremos al término me- ligerahlente de lo que está bien, sea
dio, como hacen los que enderezan por exceso, sea por defecto;' pero sí
palos torcidos. al que se aleja más, como quiera
En todo' hay que guardarse más que estas faltas no nos escapan.
que de nada de lo placentero y del Ahora, en cuanto a saber hasta qué
placer, ya que no juzgamos a su res- punto y en qué medida es digno de.
pecto como jueces incorruptibles. Lo reproche, esto ya no es' fácil deter-
que los ancianos sentían por Elena12 minarlo por la razón universal, como
es menester que lleguemos a sentir- tampoco lo es definir esenciahnente·
lo nosotros por el placer, y en todas ninguna de las cosas sensibles, pues
las circunstancias debemos repetir- todas éstas son particulares, y su
noslas palabras de aquéllos; cuando discernimiento es del dominio de la.
lo hayamos repudiado de este modo, parte sensible.
erraremos menos. Todo esto nos muestra suficiente·
Haciendo, pues, todo lo anterior, mente por una parte que el hábito
para decirlo en resumen, seremos medio es en todas cosas laudable, y
más capaces de dar en el medio. Di- por la otra que es menester incli-
fícil es en verdad esto, y sobre todo narse unas veces al exceso y otras
en las circunstancias concretas. No al defecto, porque así acertaremos
es fácil determinar cómo y contra más fácilmente con el medio y con
quiénes y por qué motivo y cuánto el bien.
1
1"
.~

LmRo IV

DE LAS VIRTUDES MORALES


EN PARTICULAR

1 nes útiles. De cada cosa se sirve lo


mejor posible el que posee con res-
. Hablemos ahora de la liberalidad, pecto a ella la virtud apropiada; y
la cual parece ser la posición inter- por consiguiente, se servirá lo mejor
media con relación a los bienes eco- posible de la riqueza el que posea la
nómicos. No es alabado el liberal virtud en lo que atañe a la riqueza.
en las' cosas de la guerra~ ni en las Este es el liberal.
mismas cosas .que el temperante, ni El uso de los bienes económicos
tampoco en las cosas tocantes a la consiste, a lo que parece,' en el gas-
judicatura, sino en la dación y per- to y la donación, mientras que su
-cepción de bienes económicos, sobre percepción y custodia conciernen
todo en la dación. Bienes económi- más bien a su adquisición. Por tan-
cos llamamos a todas las cosas cuyo to, más propio es del liberal el dar
valor se mide por la moneda. a quien conviene .que recibir de
Con relación a estos bienes, la donde conviene o no recibir de don-
prodigalidad y la avaricia son exce- de no conviene. Lo propio de la
sos y .defectos.· La avaricia la impu- virtud, en efecto, es antes hacer el
tamos siempre a los que se afanan bien que recibirlo; y ejecutar las be-
por las riquezas más de lo que con- llas acciones más bien que dejar de
vien~. La prodigalidad, en cambio, hacer las vergonzosas. No es difícil
la atribuim~s. a veces fompli~ndola ver que a la donación la acompaña
-con OtroSVlClOS; y asl, a los lllcon- el obrar bien y el hacer bellas accio-
tinentes y a los gastadores. en sus nes, en tanto que a la percepción le
desenfrenos los llamamos pródig!ls. son concomitantes recibir el bien o
y por esta razón parecen éstos ser no hacer una cosa vergonzosa. Y la
los peores de los hombres, como que gratitud se debe al dador, no al que
tienen juntamente muchos vicios. se abstiene de tomar, y la alabanza
Sin embargo, la denominación de más bien al primero. Más fácil es
pródigos que reciben no es del todo no tomar que dar, y menos inclina-
propia. El carácter de pródigo lo dos están los hombres a dar lo pro-
reclama el que tiene un vicio úni- pio que a no tomar lo ajeno. Son,
co: el de dilapidar su patrimonio, pues, los dadores los que son llama-
pu~sto ,que pródigo o perdipo es el dos liberales. Los que se abstienen
que se arruina por sí mismo; y una de tomar no son alabados por su li-
especie de ruina de sí mismo parece beralidad, aunque sí por. su justi-
ser la disipación de la fortuna, como cia. Los que reciben no por ello son
quiera que la vida depende de los precisamente alabados. Los libera-
bienes económicos.' Este es el sen- les se hacen amar más quizá que
tido que aceptamos de prodigalidad. todos los que se distinguen por su
De los obietos que están para virtud, porque presta~ servicios, y
nuestro uso podemos usar bien y este servicio consiste en la dación.
mal. La riqueza es uno de estos bie- Los actos en conformidad con la
44
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO N 45
virtud son honestos y practicados por más sus propias obras, como los pa-
un motivo honesto. El liberal, por dres y los poetas.
tanto, dará por Un motivo honesto No es fácil que el liberal se enri-
y rectamente, a quien conviene y quezca, porque no sabe ni recibir
cuanto y cuando conviene, y con ni guardar, antes todo lo despide
todas las demás condiciones que de sí, ni precia las riquezas por si
acompañan a la dádiva recta. Y todo mismas, sino para dar. Por esto sue-_
esto con placer o sin tristeza, pues le reprocharse a la fOltuna el que-
el acto virtuoso es placentero o no los que más merecen ser ricos, lo
triste, y en todo caso nunca será sean menos. Esto, empero, no suce-
aflictivo. El que da a los que no de sin razón, pues no es posible-
conviene, o no por un motivo ho- tener riquezas, así como otra cosa
nesto, sino por alguna otra causa, alp"una, sin afanarse por tenerla.
no es liberal, sino que habrá que Sin embargo, el liberal no dará
llam.arle de algún otro modo. Tam- a quien no convenga, ni cuando no·
poco es liberal el que da aflictiva- convenga, y así en todo lo demás.
mente, pues mostraría con ello que De lo contrario no obraría ya según
prefiere las riquezas a la bella ac- la liberalidad, puesto que habiendo
ción, lo cual no es propio del li- gastado en esas cosas, no tendría
beral. ya para gastar en las que convenga.
El liberal no recibirá de donde Como queda dicho, el liberal es el
no convenga, pues .que tal percep- que gasta según su fortuna y en las_
ción no sería propia de quien no tie- cosas que conviene: el que se excede
ne en veneración las riquezas. Tam- es pródigo. Por esta razón no llama-
poco podría ser un solicitante, pues mos pródigos a los tiranos, toda vez
no es propio del bienhechor recibir que la multitud de sus riquezas no·
fácilmente beneficios. De donde con- puede ser excedida fácilmente, al
venga, recibirá, por ejemplo de sus parecer, por los dones y los gastos.
propias posesiones, y esto no como Siendo la liberalidad, pues, el tér--
algo noble, sino como necesario, pa- mino medio en la dación y percep-
ra tener de dónde dar. Ni será ne- ción de los bienes económicos, el
gligente con sus bienes, puesto que liberal dará y gastará en las cosas.
quiere con ellos subvenir a algunos. que convenga y cuanto convenga,
Ni dará a -cualquiera, para que pue- lo mismo en las pequeñas que en
da dar a quien convenga y cuando las grandes -y todo esto placente-
y donde sea honesto el hacerlo. ramente-, y recibirá de donde con-
Muy propio es del liberal exce- venga y cuanto convenga. Siendo la
derse en la dádiva, al piruto de de· virtud el termino medio entre am-
jar para él la menor parte, porque bas acciones, el liberal hará ambas
el no tener cuenta consigo es de como convenga. A la donación ade-
hombre liberal. cuada la acompaña la percepción
semejante; -si fuese de otro modo,
La liberalidad se entiende según la percepción sería contraria a la
la fortuna. No está el ser liberal donación. Si ambos actos se siguen
en la muchedumbre de las dácüvas, consecuentemente, pueden darse a
sino en la disposición del dador, la la vez en el Ínismo sujeto; si son
cual le lleva a dar según su fortu- contrarios, es manifiesto que no.
na. Nada impide que sea más libe- Cuando contrariamente a lo de-
ral el que da menos cosas, si las da bido y a lo que está bien, le acon-
de menores recursos. . tece al liberal gastar su dinero, se
Más liberales parecen ser los que contristará, pero moderadamente y
no han adquirido por sí mismos su como conviene. Propio es de la vir-
fortuna, sino que la han heredado, tud tomar placer y pena en las cosas
porque no tienen experiencia de la que conviene y como conviene.
necesidad, a más de que todos aman El liberal se acomoda fácilmente
46 ARISTÓTELES

a todo en cuestiones de dinero. Ex- chos, mientras que el avaro no lo es


puesto está a sufrir injusticia, como a nadie, ni siquiera a sí mismo.
quiera que no hace aprecio del di- Pero los más de los pródigos, co-
nero; y más se irrita de no haber mo está dicho, reciben de donde no
gastado algo conveniente que se con- conviene, y según esto son avaros.
trista de haber gastado algo no con- Hácense amigos de tomar por la vo-
veniente; y no le satisface la opi- luntad que tienen de gastar y no
nión de Simónides. 1 poder hacerlo fácilmente. Faltándo-
En las mismas cosas yerra por su les pronto los r¡,)cursos, se ven cons-
parte el pródigo. Ni recibe placer treñidos a procurárselos de otra par-
ni se contrista en las cosas que con- te. Al mismo tiempo, como no tienen
viene, ni como conviene, lo cual se cuenta alguna del decoro, toman a
nos hará más claro cuando avance- la ligera y de todas partes, pues lo
mos más. que desean es dar, y nada les im-
Hemos dicho que la prodigalidad porta cómo o de dónde. Por lo mis-
y la avaricia son excesos y defec- mo, no son tampoco liberales sus
tos, y esto en dos cosas: en la dación dádivas, puesto que no son hones-
y en la percepción; y por otra parte tas ni son hechas por motivo hones-
adscribimos el gasto a la dación. La to ni de manera conveniente. A ve-
prodigalidad, por lo tanto, peca por ces incluso hacen ricos a quienes
exceso en el dar [yen el no recibir],2 convendría dejar. en la pobreza, y
y por defecto en el recibir. La ava- nada dan, en cambio, a los mode-
ricia, por lo contrario, peca por de- rados en sus costumbres. Por lo con-
fecto en el dar y por exceso en el trario, dan en abundancia a adula-
recibir, a no ser que se trate de cosas dores o a quienes les proporcionán
pequeñas. algún otro placer. Así, la mayor par-
Raramente están unidas en el mis- te de ellos son desenfrenados; fá-
mo sujeto ambas formas de la pro- cilmente disipan el dinero y son
digalidad. No es fácil que dé a todos gastadores en sus desenfrenos, y por
quien de ninguna parte recibe. no vivir conforme a lo honesto, de-
Pronto falta la hacienda a los dadi- clinan a los placeres.
vosos si se trata de particulares, y A esas cosas acaba por llegar el
sólo éstos son tenidos por pródigos. pródigo, faltándole un educador.
Por lo demás, un hombre de esta Mas si encuentra quien de él cuide,
especie nos parece con mucho pre- podrá llegar al medio y al deber.
ferible al avaro. Es fácilmente cura- La avaricia, al contrario, es incura-
ble por la edad y la carencia de re- ble, porque la vejez y todo género
cursos, pudiendo así volver al tér- de flaqueza hacen, al parecer, ava-
mino medio, porque tiene .los atri- rientos a los hombres; y por otra
butos del liberal, pues da y no re- parte, es más connatural a los hom-
cibe, sólo que ni una ni otra cosa bres que la prodigalidad, porque la
como conviene ni bien. Pero si se mayor parte son antes amigos del
acostumbra a hacerlo así, o por otra dinéro que dadivosos. Además, la
cualquier vía se mudare, vendrá a avaricia se extiende a muchas cosas
ser liberal, y entonces dará a quien y es multiforme, puesto que, a lo
convenga y no recibirá - de donde que puede verse, muchos son los
no convenga. Así, no parece ser el modos de la avaricia, porque como
suyo un carácter ruin. No es propio ella consiste en dos cosas: en el de-
de un malvado ni de un mal na- fecto del dar y en el exceso del to-
cido el pecar por exceso en el dar mar, no en todos se da en su inte-
y en el no recibir, sino de un insen- gridad, sino que a veces se divide,
sato. El que de esta manera es pró- y aSÍ, unos pecan por exceso en el
digo parece ser con mucho preferi- tomar, y otros por defecto en el dar~
ble al avaro, tanto por las razones Los que están comprendidos en de-
dichas como porque es útil a mu- nominaciones como éstas: tacaños,
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO N , 47

agarrados, roñosos, todos ellos pecan avaricia o iliberalidad es el contra-


por defecto en la dación, pero no rio de la liberalidad, pues es mayor
aspiran a lo ajeno ni quieren apro- mal que la prodigalidad, y más se
piárselo. Unos obran así por cierta 'peca por ella que por la sobredicha
honestidad y retraimiento de actos prodigalidad.
vergonzosos. Algunos, en efecto, pa- Baste con lo dicho sobre la libe-
recen ahorrar -o al menos así lo ralidad y los vicios que le son opues-
dicen- porque la necesidad no les tos.
fuerce alguna vez a hacer algo ver-
gonzoso. De éstos es el tendero que II
parte un comino, y todo el que se le
asemeja; y son nombrados así por A esta materia parece serIe anexo
el exceso en no dar nada. Otros, el tratar de la magnificencia, porque
a' su vez, se abstienen de lo ajeno la magnificencia parece ser también
por temor, calculando que no es fá- una virtud con relación a los bienes
cil que uno tome lo de otros y que económicos. A diferencia de la libe-
los otros no tomen lo de uno, con- ralidad, sin embargo, no se extiende
tentándose, por tanto, con no tomar a todas las acciones que tienen por
ni dar. materia las riquezas, sino sólo a los
Otros, por su parte, pecan por gastos, en los cuales sobrepasa a la
exceso en la percepción, tomando liberalidad por la magnitud. Tal co-
de dondequiera y cualquier cosa, co- mo su nombre lo sugiere, es ella el
mo, por ejemplo, los que ejercen dispendio acomodado a la grandeza.
oficios impropios de hombres libres, La grandeza, empero, es algo rela-
los alcahuetes y todos los de esta tivo. No es un mismo gasto el que
{~ así como los usureros que pres- ha de hacer el capitán de un trirre-
an' pequeñas sumas con crecido me que el jefe de una embajada. La
interés. Todos éstos toman de don- conveniencia del gasto, por tanto,
de no deben y más de lo debido. es relativa a la persona, a la oca-
Común es a todos ellos, manifiesta- sión y al objeto. Con todo, el que
mente, el lucro vergonzoso. Por amor en las cosas pequeñas o moderadas
de la ganancia, por pequeña' que gasta según el caso lo amerita, no se
sea, arrostran todos la infamia. llama magnífico, como el que dijo:
A los que toman grandes sumas
de donde no deben, o que toman lo Muchas veces he dado al vagabundo,3
que no deben, no los llamamos ava-
ros, por ejemplo a los tiranos que sino el que lo hace en cosas gran-
.saquean las ciudades y despojan los des. El magnífico es, pues, liberal,
templos, sino más bien malvados, pero el liberal no es necesariamente
impíos e injustos. El jugador de da- magnífico.
dos, sin embargo, el ladrón y el El defecto de este hábito se llama
:salteador, se cuentan entre los ava- mé~quindad; el exceso vulgaridad y
ros, pues se dan a ganancias afren- falta de gusto, y otros nombres se-
tosas. Unos y otros se ponen a la mejantes. Excesos son todos éstos
obra e1J. vista de la ganancia y arros- no por la magnitud en las cosas que
tran la infamia. Los unos por la presa la exigen, sino por el afán de brillar
afrontan los mayores peligros, en en circunstancias que no lo piden
tanto que los otros sacan provecho y como no conviene. De ellos habla-
de amigos a quienes deberían dar. remos más tarde.
Unos y otros, queriendo lucrar de El magnífico se parece al artista,
donde no conviene, son amigos de pues es capaz de percibir las pro-
ganancias afrentosas; por lo cual porciones y de gastar grandes su-
todas estas maneras de apodera- mas armoniosamente. Porque, como
:miento tienen carácter de avaricia. al principio dijimos, el hábito se de-
Con razón, pues, se dice que la fine por los actos que lo constitu-
48 ARISTÓTELES

yen y por las cosas a que se aplica. a la obra, sino_ a quien la hace. De
Siendo, pues, los dispendios del mag- aquí que el pobre no pueda ser mag-
nífico grandes y proporcionados, ta- nífico, pues no tiene de dónde gas-
les serán también los resultados; y tar mucho decorosamente. Si lo in-
de este modo el gasto será grande y tenta, es necio, pues se comporta
proporcionado a la obra. En conse- fuera de su posición y de lo que está
cuencia, la obra debe ser digna del bien, y sólo lo hecho rectamente es
gasto y el gasto de la obra, o aun virtuoso. Semejantes gastos cuadran
excederla. a quienes disponen previamente de
Por motivo del bien y de lo bello recursos habidos por ellos mismos o
gastará tales sumas el magnífico, de sus antepasados o de sus relacio-
porque común es tal motivo a todas nes, así como a los de alto linaje o ,
las virtudes. Las gastará, además, reputación, o que están en otra si-
con placer y soltura, porque la exac- tuación semejante, todas las cuales
titud en las cuentas es algo mezqui- traen consigo grandeza y dignidad.
no. y más ha de considerar cómo El magnífico es, pues, con emi-
resultará más hermosa la obra y más nencia el que queda descrito, y la
espkndida, que en cuánto le saldrá magnificencia, como está dicho, con-
o cómo la hará a menos costa. Ha siste en tales gastos,por, ser ellos
de ser el magnífico necesariamente los mayores y los más honrosos.
liberal, porque el liberal gastará lo De los gastos privados tienen ca-
que convenga y como convenga. Pe- rácter de magnificencia los que se
ro en el monto y manera del dispen- hacen por una vez, como una boda
dio estará lo magno del magnífico, o algo semejante, así como 16 que
tal como si la magnificencia fuese interesa a toda la ciudad o a la gente
una grandeza cen relación a los mis- importante; y también en las bien-
mos objetos sobre que versa la libe- venidas y despedidas de los huéspe-
ralidad. Y así, con el mismo gasto des, o en los regalos y su correspon-
hará tal hombre una obra más mag- dencia, porque el magnífico no es
nífica, porque no es una misma amigo de gastar para sí mismo, sino
la excelencia de la posesión y de la para la comunidad, y los dones a la
obra. La posesión más valiosa es república tienen cierta semejanza
la que cuesta más, como el oro; pero con las ofrendas a los dioses.
la obra más valiosa es la que es gran- Es propio del magnífico amueblar
de y bella, porque la contemplación su casa de acuerdo con su riqueza,
de tal obra inspira admiración, y lo porque la casa es también un orna-
magnífico es admirable. La magni- to; y al gastar en esto hacerlo de
ficencia, pues, es la excelencia de la preferencia en objetos de larga du-
obra en la grandeza. ración, que son ademá,s los más be-
La magnificencia es atributo de llos, guardando en cada ocasión la
los gastos que llamamos honrosos, conveniencia. N o son las mismas co-
como los que se hacen en el culto sas las que se acomodan a los dio-
divino: ofrendas votivas, templos, ses y a los hombres, ni las mismas
sacrificios, así como acerca de la re- en un templo y en un sepulcro. Y
ligión en general, y de todos los que puesto que cada gasto puede ser
se hacen con la noble ambición de grande en su género, y el gasto más
servir a la comunidad, como cuando magnífico es el que es grande en lo
las gentes creen que deben equipar grande, el gasto más magnífico aquí
un coro espléndidamente, o un tri- es el grande en estas circunstancias.
rreme, o dar un banquete a la ciu- y como, de otra parte, la. grandeza
dad. Pero en todos los casos, como en la obra difiere de la grandeza en
queda dicho, debe también mirarse el gasto -ya que la más bella pelo-
al dispendioso, es decir a su persona ta o el más bello frasquito son mag-
y recursos, porque el gasto debe ser níficos regalos a un niño, por más
digno de éstos. y no sólo acomodarse que su valor sea pequeño y despre-
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO IV 49
ciable-, síguese que lo· propio del de los que viven conforme. a la vir-
magnífico es hacer con magnificen- tud ninguno es insensato ni' mente-
cia lo que haga, en cualquier géne- cato. El magnánimo es, pues, el que
ro que sea, puesto que éste es un queda dicho. .
proceder no" fácilmente superable, y El que es digno de cosas peque-
hacerlo de suerte que la obra sea ñas, y de ellas se juzga digno, es
digna del gasto. Tal es, pues, el discreto, pero no magnánimo, por-
magnífico. El que peca por exceso que la magnanimidad está en la
y es vulgar, se excede en gastar con- grandeza, como la hermosura en un
trariamentea las conveniencias, co- cuerpo grande: los pequeños son
mo hemos dicho. En cosas que quie- graciosos y bien proporcionados, pe-
ren poco gasto, gasta largamente y ro no hermosos.
brilla sin medida. Así por ejemplo, El que, siendo indigno, se juzga
da un almuerzo a los miembros de digno de cosas grandes, es el hin-
su club como si· fuese un banquete chado. Sin embargo, no todo el que
nupcial; o SI apresta un coro para aspira a mayores cosas de las que es
una comedia, lo hará entrar en la digno, es un hinchado. El que pre~
escena aderezándola con pa~os de tende cosas menores de las que
púrpura, como hacen los de Megara. es digno, es el pusilánime. Ya sea
y todo esto lo hará no en vista de que pueda ser digno de cosas gran-
la belleza, sino para desplegar su des, medianas o aun pequeñas, - se
riqueza, imaginándose que por esas h!zga _siempre a sí mismo digno de
cosas será admirado. Donde debe menores cosas. Esto se muestra sobre
derrocharse mucho, gasta poco; y todo en el que es digno de grandes
donde poco, mucho. cosas, _porque ¿qué hiciera si ilO fue-
El mezquino peca por defecto en se digno de tales cosas?
todas ocasiones. Gastando las ma- El magnánimo es, pues, un extre-
yores sumas, echa a perder por una mo en relación con la grandeza de
poquedad la belleza de la obra. Di- su pretensión; pero en relación con
fiere cualquier cosa que pueda ha- su conveniencia está en el término
cer, y considera cómo gastará lo me- medio, pues se juzga a sí mismo
nos posible, y todo esto lamentán- digno de lo que corresponde a su
dose, y pensando en todas ocasiones dignidad, mientras que el hinchado
que hace más de lo que debe. Se- y el pusilánime pecan por exceso o
mejantes disposiciones son en sí mis- por defecto.
mas viciosas, aunque notraigim con- Si, por tanto, el magnánimo se
sigo oprobio por no ser noCivas al reputa digno· de grandes cosas, sién-
prójiIJ?o ni excesivamente indignas. dolo en verdad, y sobre todo de las
mayores, en una cosa, más que en
otra alguna, podrá mostrarse tal.
III Ahora bien,' el merecimiento es un
término relativo- a los bienes exterio-
La magnanimidad, como su mis- res, el mayor de los cuales declara-
mo nombre lo. da a entender, parece ríamos ser el que discernimos a' los
aplicarse a las grandes cosas. Tra- dioses, al cual, además, tienden so-
temos de comprender ante todo de bre todo los hombres constituidos en
cuáles cosas se trata. Podemos, indi- alguna dignidad, y que es, en fin,
ferentemente, considerar el .hábito el premio de los actos más bellos.
o el sujeto que se conforma a dicho Tal bien es el honor, supremo entre
hábito. todos los bienes exteriores. Por tan-
El .magnánimo parece ser el que to, el magnánimo es lo que debe
se juzga digno de grandes cosas, y ser en los honores y deshonores. Y
que de hecho es digno. El que pre- sin necesidad de probarlo con ra-
tende lo mismo no en proporción a zones, manifiesta cosa es que los
su valor, es un insensato; ahora bien, magnánimos son tales con relación
50 ARISTÓTELFS

al honor, pues los grandes se juzgan cosas menudas, por ser inferiores a
a sí mismos dignos sobre todo de su merecimiento. Igual conducta ob-
honor, sólo que en proporción a su servará en las afrentas, que no po-
dignidad. drían aplicarse justamente a él.
EI- pusilánime peca por defecto Pero aunque el magnánimo, según
tanto en relación consigo mismo co- lo dicho, muestre su virtud sobre to-
mo con respecto a la pretensión del do en los honores, se conducirá mo-
magnánimo. El hinchado peca por deradamente también en lo que ata-
exceso en relación consigo mismo, ñe a la riqueza y al poder, y a la
pero no en relación con el magná- buena o mala fortuna, de cualquier
nimo. modo que acontezcan, de tal suerte
El magnánimo, puesto que digno que ni en la prosperidad se regocije
de los mayores bienes, tiene que en extremo, ni en la desgracia se
ser el mejor, porque el que es me- contriste excesivamente, pues ni de
jor es digno de lo mayor, y el más esta manera se conduce con respec-
perfecto de las mayores cqsas. Es to al honor, con ser éste el mayor de
preciso, por tanto, que quien es ver- los bienes. Porque los cargos públi-
daderamente magnánimo sea hom- cos y la riqueza se han de apetecer
bre de bien. Y podría bien ser que por el honor que implican, ya que
lo propio del magnánimo fuese lo quienes poseen esas cosas quieren
grande en cada virtud. En manera ser honrados por ellas. Pero aquel
alguna estaría proporcionado al mag- para quien el honor es poca cosa, lo
nánimo el huir ¡lel peligro moviendo serán también las demás. Esta es
descompuestamente los brazos, ni la razón por la cual los magnánimos
el hacer injusticia. ¿Por qué motivo parecen ser desdeñosos.
podría cometer actos vergonzosos A la magnanimidad parecen con-
aquél para el cual nada es grande? tribuir también los dones de fortu-
A quien lo examine en todos sus as- na. Los de ilustre linaje, así como los
pectos, aparecerá de todo punto ri- poderosos o los ricos, son tenidos por
dículo el magnánimo que no sea dignos de honor, pues están consti-
hombre de bien. No sería digno de tuidos en eminencia, y todo lo que
ningún honor quien fuese ruin, por- en el bien es eminente, es más dig-
que el honor es el premio de la vir- no de honor. Por esto tales cosas
tud, y se adjudica de derecho a los hacen a quienes las poseen más mag-
buenos. nánimos, pues no deia de honrárse-
La magnanimidad muéstrase así les por ellas. En verdad, sin embar-
como cierto orden bello de las virtu- go, sólo el hombre de bien merece
des,' pues las hace mayores y no se ser honrado, por más que quien
da sin ellas. Por lo cual es difícil posea ambas cosas, virtud y fortu-
ser cón verdad magnánimo, pues no na, sea. más digno de honor. Mas
es posible serlo sin nobleza moral. los que sin virtud poseen los bie-
El magnánimo es, pues, tal sobre nes dichos, ni pueden con iusticia te-
todo en los honores y deshonores. nerse a sí mismos por dignos de
Pero aun en los grandes honores, y grandes cosas, ni ser llamados recta-
por más que provengan de los hom- mente magnánimos. Sin la virtud
bres de bien, el magnánimo gozará perfecta ninguna de esas cosas cuen-
de ellos moderadamente, como quien ta, y quienes sólo poseen tales bie-
obtiene lo que le pertenece o menos nes tómanse altaneros e insolentes.
aún, ya que no podría haber honor Sin la virtud no es fácil llevar armo-
proporcionado a la virtud perfecta. niosamente los dones de fortuna. No
Con todo ello, los recibirá, porque pudiendo ll~varlos así, e imaginán-
no tienen q,uienes se los tributan cosa dose superar a los demás, los despre-
mayor que dispensarle. Pero despre- cian; y en cuanto a ellos, hacen to-
ciará en absoluto los .honores que do lo que les viene en gana. Paro-
vengan de gentes cualesquiera o por dian al magnánimo sin serle seme-
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO IV 51
jantes, y esto lo hacen en todo lo haya de por medio algún grande ho-
que pueden, reproduciendo su des- nor o empresa. Es hacedor de pocas
dén por los demás, pero no su cosas, pero éstas grandes y renom-
conducta virtuosa. El magnánimo bradas. Es también una nec~sidad
desprecia justamente, pues sus apre- para él ser abierto en sus odios y
ciaciones se fundan en la verdad; la en sus amistades, porque esconder
mayoría, al acaso. . sus sentimientos es propio del que
El magnánimo no corre al peligro tiene miedo. Más le preocupa al
por menguados motivos ni es aman- magnánimo la verdad que la opi-
te del peligro, a causa de que son nión, y hablar y obrar a plena luz.
pocas las cosas que estima; pero sa- y porque todo lo tiene en poco, ha-
be exponerse a grandes peligros. Y blacon franqueza y veracidad, sal-
cuando está en el riesgo, no escati- vo en lo que dice por ironía, pues
ma su vida, estimando indigno vivir en su trato con el vulgo es irónico.
a todo trance. El magnánimo no puede confor-
Siendo el magnánimo un hombre mar su vida a la de otro, a no ser
dispuesto a hacer beneficios, aver- que se trate de un amigo. Tal cosa
güenzase de recibirlos, pues aquello sería, propia de un esclavo, porque
es del superior, y estotro del infe- todos los aduladores son mercena-
rior. Y los beneficios recibidos los rios, y la gente baja es aduladora.
devuelve con exceso, porque así el El magnánimo. no es propenso :;t
bienhechor original contraerá una la admiración, porque nada es gran-
deuda ulterior y' quedará en condi- de para él. Ni tampoco recuerda el
ción de beneficiado. Además, los mal que se le ha hecho, porque no
magnánimos parecen acordarse an- es propio de un alma grande con-
tes del bien que han hecho que de servar el recuerdo de todo, y menos
los que han recibido -pues. el bene- si son ofensas, sino más bien desde-
ficiario es inferior al bienhechor, y ñarlas. No es amigo de hablar de
el magnánimo quiere ser superior-; nadie: ni de sí mismo hablará, ni de
y así, con placer escuchan hablar otro, porque nada se le da ni de que
de los primeros, y con desagrado de él sea alabado ni de que otrOs sean
los segundos. Por esta razón Tetis 4 vituperados. Y así como no prodiga
no menciona a Zeus los servicios que elogios, tampoco habla mal de los
ella le hizo, ni los lacedemonios los demás, ni siquiera de sus enemigos,
que hicieron a los atenienses, 5 sino como no sea para mostrar su des-
los que recibieron. preCio. De las cosas necesarias o
Es propio del magnánimo no ha- menudas jamás se lamenta o lassoli-
ber menester de nadie o apenas, sino cita, pues cualquiera de estas acti-
ser pronto en dar ayuda; así como tudes sería indicio de un ánimo afa-
ser altivo con los que están en dig- noso .. Es inclinado a procurarse las
nidad y prosperidad, y afable con cosas bellas e infructuosas más bien
los de mediana condición. Sobrepu- que las' fructuosas y útiles, por ser
jar a los unos es cosa difícil y excel c aquello más propio del que se basta
sa; pero fácil con respecto a los a sí mismo.
otros. Darse aires de superioridad El movimiento del magnánimo,
con los primeros no cuadra mal a segun se cree, debe ser lento; su
un hombre bien nacido; pero hacerlo voz grave; su hablar reposado. No
con los humildes es una vulgar in- tiene prisa, en efecto, el que por
solencia, tal como hacer alarde de pocas cosas se afana, ni es vehe-
su fuerza con los débiles. mente el que nada tiene por graIl-
. Es también propio del magnáni- de. La voz aguda y la velocidad vie-
mo no frecuentar lugares de moda, nen-de lo contrario. Tal es, pues, el
ni aquellos otros donde otros tienen magnánimo.
el primer rango. El magnánimo es El que peca por defecto es el ]:JU-
indolente y tardo, a menos que no silánime; el que peca por exceso, el
52 ARISTÓTELES

hinchado. Estos hombres no parecen mino medio y exceso y defecto, así


ser malos, puesto que no hacen el también en el apetito del honor hay
mal, sino más bien equivocados. El más de lo que conviene y menos, y
pusilánime, siendo digno de bienes, de donde conviene y como conviene.
se priva de los bienes de que es dig- Al ambicioso lo censuramos porque
no, siendo su vicio, al parecer, no aspira al honor más de lo Que con-
juzgarse digno de esos bienes y des- viene o lo procura de donde no con-
conocerse a sí mismo. De otro modo, viene; y por otra parte -censuramos
aspiraría a las cosas de que es digno, al indiferente al- honor porque ni
siendo como son bienes reales. Los por las bellas empresas estima que
hombres de esta especie no parecen le honren. Otras veces, por lo con-
S{lr insensatos, sino -más bien retraí- trario, alabamos al ambicioso por
dos. Mas la opinión que de sí mis- viril y amante de lo bello, y al in-
mos tienen parece como si los hicie- diferente al honor por moderado y
ra moralmente peores; porque ten- discreto, según dijimos al principio.
diendo cada cual a lo que cree uro- Pero es evidente que por tomarse
porcionado a su mérito, esas gentes en más de un sentido la expresión
se apartan de las bellas acciones y "aficionado a tal o cual c0sa", no
empresas como si fuesen indignos de aplicamos siempre a lo mismo el tér-
ellas, y lo mismo de los bienes exte- mim "ambición" o "afición al ho-
riores. nor", sino que cuando elogiamos la
Los hinchados, por su parte, son cualidad pensamos en el hombre que
unos necios que se desconocen a sí ama el honor más que la mayoría,
mismos, y todo esto lo muestran a y cuando la censuramos pensamos
las claras. En empresas honrosas po- en el que lo ama más de lo que es
nen la mano cual si fuesen dignos de debido. Y como el término medio es
ellas, y son luegó puestos en evi- anónimo, parece como si los extre-
dencia. Se esmeran en su vestido y mos litigasen sobre un bien dere-
en su porte y en semejantes cosas; licto.
anhelan publicar los dones que han Con todo, en las cosas-en que hay
recibido de la fortuna, y hablan de exceso y defecto, hay también tér-
ellos como si pJr elloS hubiesen de mino medio. Ahora bien, los hom-
ser honrados. Sin embargo, la pu- bres desean el honor más de lo que
silanimidad es más opuesta a la conviene y menos; y p:)r tanto, de-
magnanimidad que la hinchazón, y ben también desearlo como convie-
se da más frecuentemente y es peor. ne; y esta disposición, no obstante
La magnanimidad, por tanto, tiene ser anónima, es digna de elogio por
por materia el honor en grande, se- ser el término medio en el honor.
gún 10 que acaba de decirse. . Comparado con la ambición, este
término medio parece indiferente al
honor, y comparado con la indife-
IV rencia al honor, ambición. Con res-
pecto a ambos extremos, parece ser
En la esfera del honor parece exis- uno y otro de cierta manera.
tir también, según dijimos al princi- Lo mismo parece acontecer tam-
pio, una virtud que, a 10 que puede bién en las otras virtudes. Pero en
verse, está con la magnanimidad este caso los extremos únicamente
más o menos en la misma relación parecen -oponerse, por no haber re-
que la liberalidad con la magnifi~ cibido nombre el término medio.
cencia. Ambas, en efecto, se apartan
de 10 grande y nos disponen como
conviene en las cosas medianas y V
en-las pequeñas.
Así como en la percepción y da- La mansedumbre es la pOSlClon
ción de bienes económicos hay tér- intermedia en las pasiones de la ira.
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO N 53
Como el término medio es anónimo cólera, antes la despliegan por la
-y se puede decir que también ·los violencia de su temperamento, to-
extremos- atribuimos la mansedum- mando el desquite, y ruego se apa-
bre al medio,. por más que se incli- ciguan. Pero los coléricos en grado
na hacia el defecto, que es también extremo están siempre prontos a eno-
anónimo. El exceso podría denolJlj- jarse: de todo se irritan y en toda
llarse iraséibilidad. La pasión es la ' ocasión, de lo cual les viene el nom-
ira, y las causas que la pr-oducen son bre que tienen. .Los amargados, por
muchas v diferentes. su parte, son difíciles de aplacar
El airádo en las cosas que convie- y se enfurecen por mucho tiempo,
ne y contra quienes conviene, Y- porque guardan su cólera. El reposo
además en la manera y ocasión y en ellos no se produc~ sino cuando
por el tiempo que conviene, es dig- devuelven el mal, pues la vengan-
no de elogio y puede ser t~riido por za hace cesar la cólera, produciendo
manso, yaqtIe la mansedumbre es placer en lugar de la pena. Mien-
laudable. El hombre manso tiende tras esto no acontece, llevan un peso
a ser imperturbable y a no dejarse consigo. Por no, ser manifiesto su
arrastrar por la pasión, pero se irri- sentimiento, nadie puede exhortar-
ta en las cosas y por el tiempo Que los; y lleva tiempo en cada uno di-
la razón dispone. Y si peca, es más gerir su' cólera. Estos hombres son
bien por defecto, porque el manso los más engorrosos para sí mismos,
no es vengativo, sino más bien ip- y sobre todo para sus amigos. Vif,.
duIgente. ciles, en fin, llamamos a los que se
Sin embargo, el defecto, sea que enfadan por cosas que no deben, o
se le llame apatía o de otro modo, más de lo que conviene, o por ma-
es acreedor, a censura. Los que no yor tiempo, y que no se reconcilian
se irritan en las cosas que deben, sin venganza o castigo. .
parecen ser estúpidos, así como los A la mansedumbre le oponemos
que no se enojan como deben, ni particularmente el exceso, pues se
cuando deben, ni con quien deben. da más frecuentemente, como quiera
Semejante hombre parece no sentir que tomar venganza es más huma-
ni afligirse; y al no irritarse, no está no, y porque, adeplás, los hombres
dispuesto a defenderse. Ahora bien, de mala condición son peores para
es propio de un esclavo dejarse tener con ellos compañía que la gen-
afrentar y ver con indiferencia que te apática.
los suyos lo sean. Mas lo que hemos dicho antes es
El exceso en esta materia se da asimismo manifiesto por lo 'que va-
en todas las formas enunciadas, o mos diciendo, a. saber, que no es fá-
sea encolerizándose contra quien no cil determinar en qué manera y
se debe, o en cosas que no se debe, contra quién y en qué cosas y por
o más o con mayor prontitud o por cuánto tiempo debemos airamos, ni
mayor télmino del que conviene. hasta dónde se procederá en esto
Todas estas circunstancias, por lo rectamente o ,se incurrirá en falta.
demás, no concurren en el mismo su- Una transgresión ligera, sea por más
jeto. Ni podrían coexistir, como o por menos, no es materia de re-
quiera que el mal se destrúye a sí proche. Algunas veces irlcluso ala-
mismo, y cuando es total llega a ser bamos a los que pecan por defecto,
irlsoportable. y decimos de ellos que son mqnsos;
LQs_ iracundos, en primer término y otras, por lo contrario; alabamos
se enoian prontamente con-trª-JLtllim a los de humor difícil, teniéndolos
no deben, por cosas que no loexi- por muy hombres y capaces de man-
gen, y más de lo que conviene; pero dar. Pero cuánto o, cómo haya de
pr.ontamente se aplacan también" lo transgredir el que ha de ser repren-
~es Jo meior que uenen.Y esto dido, no es fácil declararlo en con-
les pasa así porque no contienen su ceptos, porque el juicio en estos ca-
54 ARISTÓTELES

sos está en los hechos particulares mente y con los extraños, salvo en lo
y en la percepción sensible. Pero lo que respecta a guardar en cada caso
que es evidente por lo menos es la actitud adecuada, pues no es de-
que el hábito medio es laudable, bido mostrar la misma solicitud o el
pues conforme a él nos airamos con- mi~mo desagrado con los íntimos
tra quien debemos, y en lo que de- que con los extraños. En general,
bemos, y de la manera debida, y pues, como hemos dicho, tratará a
así en todo lo demás; y que los exce- todos como es debido, y refiriendo
sos y los defectos son censurables: sus actos a lo honesto y a lo conve-
levemente si son en lo pequeño, más niente, acertará en no causar pena
en lo mayor, vehemente en lo mu- o en comunicar contento.
cho. Evidente es, por tanto, que hay Concerniendo esta disposición, a lo
que atenerse al hábito medio. que parece, a los placeres y penas
Re aquí lo que teníamos que de- en las .relaciones sociales, todas las
cir sobre los hábitos relativos a la veces que a tal hombre no le sea
ira. honesto, o que le sea periudicial su-
marse al placer, expresará su repug-
VI nancia y preferirá' más bien causar
pena. Y asimismo, si su aquiescen-
En las reuniones y en la vida so- cia a la acción de otro le trae a éste
cial, así como en el intercambio de ' no pequeño descrédito o daño, y su
palabras y negocios, hay algunos que oposición un pequeño disgusto, en
quieren mostrarse tan obsequiosos, este caso no asentirá el primero, an-
que por dar contento alaban todas tes expresará su desagrado.
las cosas y a nada se oponen, antes De manera diferente tratará este
estiman un deber mostrarse sin eno- hombre a las personas de considera-
io con todos los que encuentran. ción y al común de las gentes, ·a los
Otros, al contrario, a todo ponen ob- m¡í.s conocidos de él y a los que lo
ieción, y no tienen cuenta alguna si son lÍ1en~, y lo mismo en cuanto a
en algo dan molestias, por lo que son las demás diferencias, dando a cada
llamados malhumorados y penden- clase el tratamiento debido; y por
cieros. más que de suyo prefiera dar con-
Que los hábitos dichos sean cen- tento y evite causar pena, no deiará
surables, ,no es dudoso, como tam- de guiarse por las consecuencias si
poco que el hábito medio en tales éstas son de mayor momento, a sa-
cosas sea laudable, pues conforme a ber la honestidad y la conveniencia.
él se aprueba y desaprueba laque y dará, además, pequeños disgustos
conviene y como conviene. Con to- por causa de un gran placer que
do, no se le ha dado nombre espe- haya de seguirse.
cial, pero se parece sobre todo a la Tal es, pues, el que ocupa el tér-
amistad, porque el hombre que co- mino medio y que no ha recibido
rresponde a este hábito medio es tal nombre especial.
como el que entendemos designar De los que siempre toman parte
cuando, con la adición del elemento en los placeres sociales, el que trata
afectivo, hablamos de un buen ami- de ser agradable no por otra cosa,
go. Pero tal hábito difiere de la amis- es el obsequioso. El que busca cómo
tad en que no implica pasión ni derivar alguna utilidad para sí rela-
afecto para con aquellos con quien tiva al dinero o a todo lo que con
trata, porque no por amistad o por el dinero se procura, es el adulador.
enemistad acepta cada cosa como El que en todo muestra enfado he-
debe, sino por ser ese hombre tal mos dicho que es el malhumorado
cual es. De la misma manera hará y pendenciero. Y los extremos pare-
lo mismo con los desconocidos y los cen oponerse particularmente entre
conocidos, con los que trata habitual- sí por ser anónimo el término medio.
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO IV 55
en su vida, por ser así él en su dis·
VII posición habitual.
Un hombre de esta especie puede
Casi en lo mismo se encuentra el pasar con razón por hombre de bien.
término medio opuesto a la fanfa- E! amigo de la verdad, el que es
rronería, y que tampoco tiene nom- veraz en cosas sin importancia, con
bre. mayor razón dirá la verdad en las
No será inútil examinar también cosas importantes, porque entonces
estas disposiciones. Conoceremos así evitará como una deshonra la menti-
mejor lo relativo al carácter moral ra, puesto que por sí misma la ha
si discurrimos por cada caso en par- evitado. Tal hombre es, pues, digno
ticular; y nos convenceremos de que de alabanza. Y más bien se inclina-
las virtudes son posiciones interme- rá a atenuar la verdad pareciéndole
dias si comprobamos que así es en esto más concertado por ser odio-
todos los casos. Y pues acabamos sas las exageraciones.
de describir los tipos que en la vida El que presume de más de lo que
social tienen por objeto de su trato tiene sin motivo ulterior, parece, cier-
el agrado o la molestia, hablemos to, un tipo ruin, pues de otro modo
ahora de los yeraces y de los ~ no se complacería en la mentira; sin
daces tanto en sus palabras como en embargo, más bien parece necio que
sus' aétos y en lo que hace a sus malo. Si miente por algún motivo,
pretensiones personales. como la gloria o el hónor, tal como
El fanfarrón parece ser .el que se 10 hace el fanfarrón, no es absoluta-
atribuye .cosas. ilustres' que no tiene mente censurable; pero si es por el
'o mayores de lo que son en realidad.. dinero o por todo 10 que tenga que
El disimulador, por lo contrario, nie- ver con el dinero es más repugnante.
ga las cualidades que posee o las ( N o es uno fanfarrón porque tenga
atenúa. El que ocupa el término de qué jactarse, sino por la elección
medio 'se presenta, tal cual es, veraz de la mentira; por el hábito que se
en su vida y su lenguaje, confesando tiene y por ser tal tipo de hombre,
las cualidades· que en él concurren, es uno fanfarrón.) Del mismo modo
sin aumentarlas ni disminuirlas. es uno embustero por complacerse
En cada uno de estos casos se en la mentira o por apetito de glo-
puede obrar por un motivo ulterior ria o de ganancia. Por tanto, los que
o por ninguno; pero cuando cada fanfarronean por causa de la gloria
hombre obra sin ulterior motivo, sus presumen de cosas que llevan con-
palabras, sus acciones y su vida res- sigo la alabanza o la felicitación; y
ponden a su carácter. Ahora bien, la los que lo hacen por lucro, fingen
mentira es en sí misma ruin y re- cualidades de que los <lemás pueden
prochable; la verdad, bella y lau- retirar provecho, y cuya falta puede
dable. De consiguiente, el veraz, que encubrirse, tales como ser adivino,
está en el término medio, es digno sabio o médico. Por esto la mayor
de alabanza; y al contrario, ambos parte de ellos aparentan todo eso y
mendaces lo son de censura, sobre alardean de ello, pues en esas cosas
todo el fanfarrón. Hablemos, pues, están las ventajas antes dichas.
de \cada uno de ellos, y primero del Los disimuladores irónicos que
veraz. atenúan sus propios méritos, son te-
No hablamos ahora del que se nidos por hombres de condición más
conduce con verdad en los contra- amable, pues no parecen hablar así
tos, ni en todo lo que atañe a la por motivo de lucro, sino porque
injusticia o a la justicia, por ser to- quieren evitar la ampulosidad. Las
do ello materia de otra virtud, sino gentes de esta especie rechazan so-
del que, sin haber de por medio bre todo cualquier celebridad, como
ninguno de tales intereses, se con- hacía Sócrates. Mas los que aparen-
duce con verdad en sus palabras y tan no tener aun las cosas pequeñas
56 ARISTÓTELES

y obvias, llámanse melindrosos, y ne, los bufones son llamados tam-


son decididamente despreciables. Al- bién discretos a fuer de graciosos;
gunas veces incluso parece haber en pero por lo dicho antes es manifies-
esto cierta arrogancia, como en el to que difieren, y no poco, unos de
vestido de los lacedemonios, ya que otros.
tanto el excesivo esmero en el vestir Al término medio en esta materia
como la extrema negligencia tienen pertenece también la cualidad del
un toque de ostentación. Pero los tacto en las relaciones sociales. Pro-
que· emplean moderadamente la iro- pio del hombre 'de tacto es decir y
nía y fingen no tener cosas que no escuchar tales cosas cuales convienen
están al alcance de todos ni son tan a un hombre honesto y libre. Hay
obvias, nos parecen amables. El fan- ciertas cosas, en efecto, que cuadran
farrón, por tanto, parece oponerse al con tal hombre, sea para decirlas,
veraz más que el otro extremo, por- sea para oírlas, en un rato de diver-
que la fanfarronería es peor que la sión; sólo que la diversión del hom-
disimulación. bre libre difiere de la .del esclavo) y
la del hombre culto de la del inculto.
Esta es la diferencia que puede apre-
VIII ciarse entre las comedias antiguas y
las nuevas, que en aquéllas lo ri-
Como el reposo tiene un lugar en dículo era el lenguaje deshonesto, y
la vida, y en el reposo el pasatiem- en éstas más bien la insinuación, lo
po con diversión, en todo esto debe cual es de no poca importancia en
haber, a lo que parece, cierto con- cuanto a la decencia.
certado trato, así como saber decir ¿Debemos, entonces, definir al que
-y también escuchar- lo que con- sabe bromear como aquel que dice
viene y de la manera conveniente. cosas no indignas de mi hombre li-
Porque en todo esto hay diferencia bre, o. que no molesta al oyente, o
según la clase de gente a quien se que incluso le agrada? ¿O no será
habla o a quien se escucha. imposible definir algo de esta es-
Es manifiesto que en tales cosas pecie, ya que lo aborrecible y lo
hay también exceso y defecto fuera agradable son diferentes para gente
del término medio. Los que se. exce- diferente? Por otra parte, del mismo
den en lo risible parecen ser bufo- género será lo que este hombre quie-
nes y gente grosera. Procuran a to- ra oír,' pues lo que mio consiente en
dó trance hacer chistes, y tienen escuchar esto mismo, a 10 que pa-
más cuenta con dar qué reír que rece, lo expresará en sus dichos. Por
con decir cosas decorosas y con no tanto, se abstendrá de hacer ciertas
molestar a quíen es objeto de sus chanzas, porque la chanza es una
burlas. Los que, en cambio, no dicen especie de insulto, y los legisladores
cosas risibles y se enfadan con quie- prohíben ciertos insultos, aunque
nes las dicen, parecen ser rústicos y quizá sería menester que prohibie-
ariscos. En fin, los que bromean sen también ciertas chanzas. Así
concertadamente reciben la denomi- pues, el hombre distinguido y libre
nación de discretos o eutrapélicos, se conducirá de modo tal como si
dando a entender con esta palabra él fuese una ley para sí mismo.
que son de movimientos fáciles. Sus Tal es, pues, el que guarda el tér-
maneras, en efecto, parecen ser mo- mino medio, sea que se le llame
vimientos del éarácter; y así como hombre de tacto o discreto. El bufón,
juzgamos de los cuerpos por sus mo- en cambio, es el que se deja dominar
vimientos., así también de los carac- de lo~ chistes, y que ni a sí mismo
teres. ni a los otras perdona si ha de dar
Siendo lo risible de lo más común· qué reír. Tales cosas profiere como
y gozándose la mayoría en la broma no diría ninguna el hombre distin-
y en la burla más de lo que convie- guido, que algunas ni querría oírlas.
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO N 57
El rústico, por su parte, es un in- entre los jóvenes alabamos a los pu-
adaptado en semejantes reuniones, a dorosos; pero nadie alabaría un an-
fas cuales en nada contribuye y con ciano por vergonzoso, pues no pen-
todos se enfada. Pero el reposo y samos que debe él hacer ninguna de
la diversión parecen ser algo nece- las cosas sobre que recae el deshonor.
sario en la vida. La vergüenza tampoco es propia
Tres son, en suma, los sobredi- del hombre de bien, puesto que nace
chos términos medios en la vida, de las acciones bajas, las cuales no
siendo todos ellos en la comunicación se han de hacer: Y nada importa que
de palabras y acciones. Difieren unas cosas sean verdaderamente ver-
entre sí en que uno tiene por mate- gonzosas, y otras por la opinión; ni
ria la verdad, y los otros lo placen- unas ni otras deben hacerse para no
tero; y de estos que miran al placer, tener de qué avergonzarse.
uno se manifiesta en las diversiones La vergüenza es propia del vicio-
y el otro en las relaciones del resto só, que por su naturaleza es capaz
de la vida. de cometer actos vergonzosos. Pero
estar en tal disposición que por el
IX hecho solo de avergonzarse por la
comisión de esos actos se juzgue uno
No sería propio hablar de la ver- hombre de bien, es absurdo. La ver-
güenza como de una virtud, pues güenza se da en los actos voluntarios;
más tiene de emoción que de hábito. ahora bien., el hombre bueno jamás
Puede definírsela, empero, como cometerá actos ruines.
cierto temor dé la infamia, y es en La vergüenza podría ser álgo bue,
sus efectos semejante al temor ante no hipotéticamente en el sentido de
las cosas tremendas. Los vengonzo- que si alguien comete un acto re-
sos se llenan d1'l rubor; los que te- probable, se avergüence de él; pero
men la muerte, palidecen. Ambos las virtudes no son algo hipotético.
estados, por tanto, aparecen en cier- y por más que la imprudencia sea
to modo como fenómenos corporales, cosa ruin, así como el no tener ver-
lo cual parece más bien ser propio de güenza de haber cometiao actos re-
la emoción que del hábito. probables, no por eso es virtuoso
No a toda edad cuadra esta emo- avergonzarse de cometer tales actos.
ción, sino a la juventud. Creemos, Del mismo modo, la continencia tam-
'en efecto, que los jóvenes deben ser poco es una virtud pura, sino mez-
vergonzosos, porque viviendo por la clada, lo cual se mostrará al tratar
pasión ~.erran en muc~as co~as qú~ de ella posteriormente. Pero ahora
la verguenza puede nnpedIr.AsI, hablemos de la justicia.
LIBRO VI

DE LAS VIRTUDES INTELECTUALES

1 sin decir antes unas palabras sobre


el alma.
Puesto que hemos llegado a afir- Con antelación hemos dicho que
mar antes que es menester escoger hay dos partes del alma: la dotada
el medio, y no el exceso ni el defec- de razón y la irracional. En la parte
to, y que el medio es como lo dicta dotada de razón operemos ahora una
la recta razón,c analicemos este últi- división de la misma manera. Y de-
mo concepto. mos por sentado que hay dos partes
En todos los hábitos de que he- dotadas de razón: una con la cual
mos hablado, así como en los demás, contemplamos de entre las cosas
hay cierto fin al cual mira el que se aquellas cuyos principios no admi-
conduce conforme a la razón, para . ten ser de otra manera; otra con la
extremar o relajar su esfuerzo; y cual contemplamos las que lo admi-
hay, además, cierta norma de las ten. Porque para cosas de género di-
posiciones intermedias que hemos di- ferente la parte del alma adaptada
cho estar ~ntre el exceso y el defecto a cada una de ellas debe también
y ser conformes a la recta razón. ser de género diferente, ya que el
Mas semejante enunciado, por ver- conocimiento tiene lugar en esas par-
dadero que sea, nada tiene de claro. tes por razón de cierta .semejanza y
Pues también en las restantes activi- afinidad de cada una con sus obje-
dades de que puede haber ciencia, tos. Llamemos, pues, a una de estas
es verdadero decir que no hay que partes científica, y a la otra calcu-
afanarse ni reposarse ni más ni me- ladora, porque deliberar y calcular
nos, sino lo que esté en el medio y son aquí lo mismo, pues nadie deli-
conforme a la ~recta razón. Pero bera sobre cosas que no admiten ser
quien sólo tenga esta norma no sa- de otra manera. Así pues, la parte
brá. más por ello; como no sabrá calculadora es un elemento de la
cuáles medicamentos. aplicar a su or- parte del· alma dotada de razón.
ganismo si se le dice que todos los Tratemos, por ende, de compren-
que ordena el arte médica y el que der cuál es el hábito mejor para
tal arte posea. Con respecto á los cada una de estas partes, porque él
hábitos del alma, es preciso, por será la virtud de cada una.
tanto, que no sólo sea verdadera la
fórmula general, sino que quede de-
finido qué es la razón y cuál es su II
última norma.
Hemos dividido las virtudes del La virtud de una cosa es relativa
alma al decir que unas son del ca- a la obra que le es propia. Ahora
rácter y otras de la inteligencia. bien, tres cosas hay en el alma que
Asimismo hemos discurrido acerca düigen la accióñ y la verdad, a sao
de las virtudes del carácter o virtu- ber: la sensación, eL~ntendimiento.. y-·
des morales. Hablemos ahora de las la tendencia o apetitq.
restantes del modo que se verá, no De estas cosas, la sensación no es

74
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO VI 75
principio de ninguna acción moral. apetitiva o' apetito intelectual, y un
La prueba es que las bestias tienen principio semejante es el hombre.
sensaciones, y sin embargo no par- N ada de lo que ha sucedido es
ticipan de la acción moral. elegible; por ejemplo, nadie elige el
Lo que la afirmación y la nega- haber saqueado a Troya. La causa
ción son en el pensamiento son en de esto es que no puede deliberarse
la tendencia la prosecución y la fu- sobre lo pasado, sino sólo sobre lo
ga. En consecuencia, siendo lavir- futuro y contingente, porque lo pa-
tud moral un hábito electivo, y la sado no puede no haber sucedido.
elección un apetito deliberado, es Bien dijo, pues, Agatón:
menester, por éstos motivos, que la
razón sea verdadera y la tendencia De esto tan sólo está privado a un Dios:
recta si es que la elección ha de ser El hacer que no haya sido lo que una
buena y que las mismas cosas ha de [vez fue hecho. 1
aprobar la razón y perseguir la ten-
dencia. La verdad es, por tanto, obra
Ahora bien, esta especie de pen- de las dos partes intelectuales del
samiento y de verdad son de carác- alma; y los hábitos que mejor cali-
ter práctico, porque así como en el fican a cada una de ellas para al-
pensamiento teorético, que no es canzar .la verdad, serán para ambas
práctico ni productivo, su estado sus virtudes.
bueno o malo son la verdad y la
falsedad respectivamente (ésta es, I
en efecto, la función de todo lo que HI
es intelectual), así por el contrario,
el buen estado de la parte que es Comenzando, pues, como de nue-
práctica e intelectual consiste en la vo, tratemos desde su origen de es-
verdad concordante con la recta ten- tas virtudes.
dencia. El principio de la acción Sean en número de cinco las vir-
-hablo de la causa eficiente, de que tudes por las .cuales, afirmando o
procede el movimiento, no de la fi- negando, el alma alcanza la verdad,
nal- ~s la elección; y el de la elec- a saber: arte, ciencia, prudencia, sa-
ció~ es el apetito y el raciocinio en biduría, intuición. Por la conjetura
vista de un fin. Por esto es por lo y la opinión, en cambio, es posible
que no puede haber elección sin incurrir en error.
entendimiento y pensamiento, como Qué sea la ciencia -si hemos de
tampoco sin un hábito moral. La emplear el término - en sU sentido
práctica del bien, no menos que de exacto, sin dejarnos llevar por seme-
su contrario, no se dan en la esfera janzas- se hará patente- de lo que
práctica sin pensamiento y sin ca- va aseguir. Todos damos por su-
rácter. puesto que lo que sabemos con cien-
El pensamiento, por sí mismo, na- cia no admite ser de otra manera,
da mueve, sino sólo el pensamiento porque las co_sas que admiten ser de
dirigido a un fin y que es práctico. otra manera, cuando están fuera
Este es también el principio del pen- de nuestra vista, no nos permiten sa-
samiento productivo, porque todo el ber si son o no son. Así, lo que es
que hace algo lo hace en vista de objeto de ciencia existe de necesi-
algún fin, por más que el producto dad. Y por esta razón es eterno, por-
mismo no sea un fin absoluto, sino que todas las cosas que son por ne-
sólo un fin en una- relación particu- cesidad absoluta son eternas, y las
lar y de una operación particular. El cosas eternas son inengendrables e
acto moral, en <!ambio, es un fin en incorruptibles.
sí mismo, porque la buena acción es A más de esto, toda ciencia es
un .fin, y a este fin tiende el apetito. capaz, a lo que se cree, de ser en-
Así pues, la elección es inteligencia señada, y todo lo que es objeto de
ARISTÓTELES

'ciencia puede ser aprendido. Toda deraciones teóricas que venga a ser
enseñanza, por su lado, parte de co- alguna de las cosas que admiten
nocimientos previos (según decimos tanto ser como no ser, y cuyo prin-
en los Analíticos), 2 enseñando unas cipio está en el que produce y no
veces por inducción, otras por silo- en lo producido. No hay arte de las
gismo. La inducción es el punto de cosas que son o vienen a ser por ne- i
partida aun para el conocimiento de cesidad, ni de las que son o llegan
lo universal, mientras ,que el silogis- a ser por naturaleza, puesto qUe to-
mo procede de proposiciones uni- das ellas tienen en si mismas su prin-
versales. 'Hay rrincipios de loS cua- cipio.
les procede e silogiSmo, pero que Desde el momento' que el hacer y
no pueden probarse por silogismo, el obrar son cosas distintas, es for-'
sino que tienen que serIo por induc- zoso que el arte se refiera al qacer -
ción. y no al obrar. Y en cierto sentido
En conclusión, la ciencia es un son relativos a los mismos objetos
hábito demosb·ativo, con todos Jos el azar y el arte, como dice Aga-
demás caracteres definitorios que, le tón:
atribuimos en los Analíticos. 3 Cuan-
do quiera que alguno tiene una con- El arte' es amigo del azar; y el azar lo es
vicción de cualquier modo y le son del arte. 5
conocidos los. principios, sabe con
ciencia; pero si los principios no le p:l arte, es, de consiguiente, se~
son" mejor conocidos que la conclq- 10 que queda dicho, cierto hábito
sión, sólo por accídente tendrá la productivo acompañado' de. razan.
ciencia. Sea, pues, de este modo verdadera. ,Su.contrario, la inhaJillk
nuestra explicación en lo tocante a ªa-ª. aiti1iti9,a,es un háp!!oprod1,!c--
la ciencia. tivo acompañado de ra:z;on falsa. Urio
y otro ~e refieren a lo que adijiife'
IV ser de otra manera.

De las cosas que pueden ser de V


otra manera, unas son del dominio
del hacer, otras del obrar. El hacer Con relación a la prudencia, po-
y el obrar son cosas diferentes, y dremos comprenderla considerando
sobre ellas hemos expresado nuestra cuáles son las personas que llama-
opinión en nuestros escritos en circu- mos prudentes.
lación. 4 Asi, el hábito práctico ~Qj}l"opio d,el prudente parece ser
acompañado de razón es distinto del elpoder deliberar acertadamente 'so-
hábito productivo acompañado de bre 1as cosas buenas y ptovecho~as
razón. Por "lo cual no se contienen para-él,l1trparcialménte, como éuá~.
recíprocamente, pues ni el obrar es les son buenas para la salud Q el
hacer ni el hacer, obrar. . vigor corporal; sino cuáles lo son parJt
Puesto que la .arquitectura es un el bien vivit en general.. '
arte, y es además esencialmente un La prueba de ello es que llama-
hábito productivo acompañado de mos prudentes con relación a algu-
tazón, y no hay arte alguna que no na cosa a los que calculan bien, lo
sea mi hábito productivo acompa- conveniente a cierto fin que no es
ñado, de razón, ni hábito alguno de objeto del arte., Yasi, podria decrrse
esta especie que no sea un arte, re- en general <l.1,le el prudente, es el que
sulta que son lo mismo el arte y el ~abe deliberar. - ,
hábito productivo acompañado de ra- Ahora bien;" nadie delibera sobre
zón verdadera. cosas que no pueden ser de otra
Todo arte tiene por objeto traer manera, ni sobre las que no puede él
algo a la existencia, es decir, que mismo hacer. De consiguiente, toda
procura por medios técnicos y consi- vez que la ciencia va acompañada de
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO VI 77

demostración, y que no hay demos, luntariamente, al paso, que en la pru-


tración de cosas cuyos principios dencia es peor, así como en las virtu-
pueden ser de otra manera (puesto des. Es, por tanto, evidente que la
que todo en ellas puede ser de otra prudencia es una ~irtud y no un arte.
manera), y que, en fin, no es posi, Siendo dos las partes del alma do-
ble deliberar sobre las cosas que son tadas de razón, la prudencia podría
necesariamente, la prudencia no vo- ser la virtud de una de ellas, a sa-
drá ser ni ciencia ni arte. No cien- ber, de la que es apta para opinar,
cia, porque lo que es materia del ya que la opinión versa sobre lo que
obrar puede ser de otra manera; no puede ser de otra manera, como
arte, porque son de género distinto también la prudencia. Sin embar~o,
el obrar y el hacer. Y lo son por- la prudencia no es sólo un hábito
que en tanto qu~ el hacer tiene ácompañado de razón, y la prueba
otro fin distinto de la misma ope- de ello es que puede haber olvido
ración, el obrar no lo tiene,' ya de un hábito semejante, mientras.
que la misma buena acción es su que de la prudencia no lo hay.
fin. No queda, pues, sino que la pru-
dencia sea un hábito práctico ver-
dadero, acompañado de razón,so- VI
bre las cosas buenas y malas para
el hombre. Puesto que la ciencia es aprehen-
Por esta razón diputamos pruden- sión de las cosas universales y ne-
tes a Perides y a sus semejantes, por- cesarias, y puesto que hay principios.
que pueden percibir las 'cosas buenas de las conclusiones demostrables y
para ellos y para los hombres; y juz- de toda ciencia, ya que la ciencia
gamos que tales individuos son ca- va acompañada de razón, resulta
paces de dirigir familías y ciudades. que del principio de lo que es ob-
De aquí que en el nombre de la jeto de la ciencia no puede haber ni
templanza signifiquerpos que ella ciencia, ni arte, ni prudencia, por-,
salvaguarda la prudencia, 6 porque, es que lo que es objeto de la ciencia
la templanza la que salva los juicios es demostrable, mientras que el arte
prácticos de la prudencia. El placer y la prudencia conciernen a cosas
y ,la pena, en efecto, no corrompen que pueden ser de otra manera. Ni
ni deforman todos los juicios (como taínpoco puede haber sabiduría de
el de que el triángulo tiene o no tales principios, pues lo propio de]
tiene sus ángulos iguales a dos rec- sabio es poder dar demostración de
tos) sino sólo .los juicios concernien- ciertas cosas.
tes a la acción moral. Porque los En consecuencia, si los hábitos par
principios de los actos son el fin por los que alcanzamos la. verdad y ia-
el' cual se ejecutan los actos; y al más incnrrimos en error, bien sea
que está estragado por el placer o acerca de las cosas invariables o aun
la pena no le parece inmediatamen- de las variables, son la ciencia, la
te el principio, ni percibe que por prudencia, la sabiduría y la intui-
motivo del principio y por causa de ción, y si ninguno de los tres prime-
él debe preferir y obrar en todas ros puede alcanzar el conocimiento
circunstancias. El vicio es, de esta de los principios (entendiendo por
suerte, corruptor del principio. los tres la prudencia, la ciencia y la
Así, la prudencia es necesariamen- sabiduría), no queda sino que la in-
té un hábito práctico verdadero, tuición sea el hábito de los princi-
,acompañado de razon, con relación pios.
a los bienes humarios.
Más aún, así como hay una per- VII
fección del arte, no hay una perfec-
ción de la prudencia; y en el arte, La sabiduría en las artes la atri-
además, es preferible el que yerra vo- buirnos a los; más consumados. en
78 ARISTÓTELES

cada arte, llamando, por ejemplo, a dicina no es tampoco una para to-
Fidias 'un sabio escultor y a Poli- dos los seres. Ni hace al caso el ar-
cleto un sabio estatuario, no signifi- gumento de que el hombre es el
cando aquÍ otra cosa por sabiduría más perfecto de todos los vivient~,
sino la excelencia artística. A algu- porque hay otras cosas muy más
nos, con todo, los diputamos sabios divinas por su naturaleza que el
en general, no parcialmente ni en hombre, siendo las más visibles de
algún otro aspecto especial, como lo' entre ellas los cuerpos que integran
dice Homero en el Margites: 7 el sistema celeste.
De lo que queda dicho resulta cla-
No hicieron de él los dioses un experto ro que la sabiduría es ciencia e in-
en cavar ni en arar la tierra, tuición de las cosas más ilustres por
Ni sabio en ntra cosa distinta. naturaleza. Y así, de Anaxágoras y
Tales y de sus semejantes se dice
Así, es claro que el más riguroso que son sabios y no prudentes, pues
s.¡lber entre todos es la sabidürÍa. les vemos ignorantes de las cosas
~spreci~o, "pQr tanto, que el sa~i<? que les son provechosas, reconooién-
conozca no sólo las conclusiones de dose, en cambio, que saben de cosas
los principios, sino también que "al: superiores y m(lravillosas y arduas y
cance la' verdad' acerca de los prin- divinas, bien que sean inútiles, pues-
cipios. De suerte, pues, que la sá- to que no son los bienes humanos lo
oiduría será a l¡l par intuición y ~­ que ellos buscan.
cia, como si fuese la ciencia de las 1,a prudencia, al contrario, tiene .
cosas más altas y cabeza de todo por objeto . las cosas humana"S y-so.:· .'
saber. bre las cuales puede deliberars~'::: y, .
Sería absurdo pensar que la cien- por esto decm:ws que la obra más
cia política o la prudencia moral sean propúi "del prudente es deliberar
el conocimiento más valioso, puesto Qj~n; pero nadie delibera sobre las
que el hombre no es lo más exce- cosas que no pueden ser de otro mo-
lente de cuanto hay en el universo. do ni que a ningún fin conducen,
Así como lo sano y lo bueno son fin que sea, además, un bien obte-
diferentes para los hombres y los pe- nido por la acción. El hombre de
ces, y en cambio lo blanco y lo rec- buen consejo, absolutamente hablan-
to son siempre lo mismo, así tam- . do, es el que, ajustándose a los cálcu-
bién todos dirán que lo sabio es lo los de la razón, acierta con lo mejor
mismo, mientras que lo prudente es de lo que puede ser realizado por
diver~o, porque en cada género de el hombre. .
seres se predica lo prudente del que La prudencia no es tampoco sólo
sabe mirar bien las cosas que le con- de 10 universal, sino que debe cono-
ciernen, y es a éste a quien ellas po- cer las circunstancias particulares,
drían confiarse. Y por esto dícese porque' se ordena a la acci(m, y la
de ciertas bestias que son prudentes, acción se refiere a las cosas par-
como de aquéllas que muestran po- ticulares. Por ello es por lo que al-
seer una facultad de prever las cosas gunos que no saben son más prác-
que atañen 'll su vida. ticos que los que saben. Si alguien
Es manifiesto, además, que no son supiese que las carnes ligeras son
lo mismo la sabiduría y la ciencia de fácil digestión y saludables, pero
política, ya que si hubiera de lla- ignorase cuáles son las ligeras, no
marse sabiduría al saber de las cosas produciría la salud, sino que más
provechosas' a cada uno, habría eIi- bien la produciría el que supiese que
tonces muchas sabidurías. Una sola la carne de las aves es saludable. La
no podría aplicarse a lo que es bue- prudencia, por tanto, es práctica;
no nara todos los vivientes, sino que así que es preciso poseerla en lo ge:
habría de ser diferente para cada es- neral y en lo particular, y más bien
pecie, río de otro modo que la me- en esto último. Aquí también, em-
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO VI 79
pero, debe haber una disciplina ar- interesarse en el bien de la familia
quitectónica. y en el bien de la república. Porque
es incierto y debe considerarse en
compañía de otros el modo como
VIII cada uno haya de administrar sus
intereses.
La ciencia política y la pruden- La prueba de lo que hemos dicho
cia son el mismo hábito, pero su está en el hecho de que los jóvenes
esencia no es la misma. De la pru" llegan a ser geómetras ymatemá-
dencia que se aplica a la ciudad, ticos y sabios en estas materias; pero
una, considerada como arquitectó- no hay uno, al parecer, que sea
nica, es la prudencia legisladora; la prudente. La causa de esto es que
otra,que concierne a los casos par- la prudencia versa sobre los hechos
ticulares, recibe el nombre común, particulares, que no lle~an .a cono-
y es la prudencia política. Esta es cerse sino por la expenenCIa, y el
práctica y deliberativa, porque el joven no tiene experiencia, porque
decreto es como lo último que debe el mucho tiempo es el que causa la
hacerse en el gobierno. Por esto experiencia.
sólo los que descienden a la prác- Podría también plantearse la cues-
tica se dice que gobiernan, porque tión de por qué el adolescente pue-
sólo ellos ejecutan acciones, como de hacerse matemático, pero no me-
los operarios en una industria. tafísico ni filósofo natural. ¿No- será
La prudencia es comúnmente en- porque las matemátícas son por abs-
tendida para denotar especialmente tracción, mientras que, en los otros
la que se aplica al individuo y a casos, los principios vienen de la
.uno solo; y es ésta la que usurpa el experiencia? ¿No es verdad que en
nombre general de prudencia. Pero aquellas disciplinas los jóvenes no
en aquellos otros casos se llama o tienen opinión formada, sino que re-
bien economía, o bien legislación, piten lo que oyen,' en tanto que la
o bien política, la cual es o delibe- esencia de los objetos matemátícos
rativa ojudiciariá. No hay duda que es para ellos suficientemente clara?
una de las formas del saber pru- 'Por otra parte, en la deliberación
dencial es conocer cada uno 10 que puede haber error ya sobre lo ge-
atañe a sí mismo; pero es una forma neral, ya sobre lo particular, al afir-
que difiere mucho de las otras. En mar, por ejemplo, que todas, las
concepto de prudente está el que aguas pesadas son' malas o que esta
sabe lo que le atañe y se afana en es pesada.
ello; pero de los políticos se cree Que la prudencia no es la ciencia,
que son unos entrometidos en todo, es patente. La prudencia es de lo
por lo cual dice Eurípides: último, como queda dicho, pues el
¿Fue prudente lo que hice, cuando me obrar se refiere a 10 último.
[fue posible, La prudencia se opone también a
Contado entre la multitud del ejército, la intuición. La intuición es de los
[compartir en el ocio límites, de los cuales ya no puede
La fortuna común? darse razón, mientras que la pru-,
En cuanto a los que aspiran muy alto dencia es de lo último, de lo cual
[y hacen mucho ... 8 no hay ciencia, sino percepción sen-
sible. Esta percepción, con todo, no
Buscan las gentes su gropio bien, es la de cada sentido en especial, sino
pensando que es esto lo que debe otra análoga a la que nos hace per-
hacerse. Y de esta opinión ha pro- cibir sensiblemente en matemáticas
<:edido que se tenga por prudentes que esta última figura es un trián-
a. quienes sólo persiguen su propio gulo, pues también aquí hay que
interés. Quizá, empero, no sea posi- detenerse. Esta última percepción,
ble asegurar uno su propio bien sin no obstante, tiene más de tal que la
80 ARISTÓTELES

prudencia, la cual es una percep- algo y lo calcula. En suma, el buen


ción de otro género. consejo es una especie de rectitud
de la deliberación. Así, hay que in-
quirir ante todo qué es la delibera-
IX ción y cuál es su objeto.
Puesto que la rectitud se entiende
Preciso es también comprender la en muchos sentidos, es claro que no
naturaleza del buen consejo, a sa- cualquier rectitud es buen consejo.
ber, si es alguna ciencia u opinión El incontinente y el malo podrán
o una· conjetura feliz o alguna cosa alcanzar con el razonamiento el re-
de otro género. sultado que como debido se propon-
Ciencia seguramente que no es, gan; de modo que habrán deliberado
puesto que los hombres no investi- correctamente, pero habrán obtenido
gan lo que saben, en tanto que el de hecho un gran mal, mientras que
buen consejo es una forma de deli- el buen consejo parece ser cierto
beración, y el que delibera investiga bien. Por tanto, el buen consejo es
y calcula. Investigar y deliberar, aquella rectitud de la deliberación
empero, difieren entre sí, siendo la que es capaz de alcanzar un bien.
deliberación una forma especial. de Pero también es posible obtener
la investigación. un bien con un falso silogismo, y
Pero tampoco es una conjetura fe- llegar a lo que es preciso hacer,
liz, puesto que ésta es algo sin ra- pero no por el procedimiento debido,
ciocinio y veloz, mientras que los sino empleando un término medio
que deliberan lo hacen por mucho falso, de suerte que no es aún el
tiempo; y hay un dicho según el buen consejo el acuerdo por el cual
cual si hay que ejecutar rápida- se obtiene lo que debe obtenerse,
mente lo deliberado, por otro lado mas no por el medio debido.
hay que deliberar lentamente. A más de esto, puede uno llegar
La vivacidad, de espíritu es tam- al resultado debido después de haber
bién cosa distinta del buen consejo, deliberado largo tiempo, y que otro
siendo aquélla una especie de acierto llegue a lo mismo rápidamente. Y
feliz. así, en el primer caso no tenemos
El buen consejo no es tampoco aún el buen consejo, que es cierta-
ninguna opinión. Pero puesto que el mente la rectitud del pensar con
que ,delibera mal se equivoca, mien- respecto a lo provechoso, pero una
tras que el que delibera bien proce- rectitud que se refiere tanto al fin,
de correctamente, es claro que el como al modo y al tiempo.
buen consejo es una especie de rec- Puede, además, tenerse buen con-
titud, sólo que no una rectitud de sejo ya sea en general o con relación
la ciencia ni de la opinión. De la a un fin particular. 'El buen consejo
ciencia no hay rectitud, como tam- en general es el que nos endereza
poco error; de la opinión la rectitud hacia el fin en general, y el que lo
es la verdad. Y al mismo tiempo es en particular hacia un fin par-
todo lo que es objeto de opinión está ticular.
ya determinado. Si, por tanto, el deliberar bien es
Sin embargo, como el buen con- propio de los prudentes, el buen
sejo no va sin el ejercicio de la ra- consejo será en conclusión la recti-
zón, no queda sino que sea la rec- tud del pensar con respecto a lo que
titud del pensamiento que discurre, ~,conveniente para cierto, fin cuya
y que no es aún, por ello' mismo, aprehensión verdadera es la pru-
una afirmación. La opinión,. por su aencia. ~
parte, no es una investigación, sino X
que supone ya cierta afirmación,
mientras que el que delibera, sea Hay además la comprensión y la
que delibere bien o mal, investiga penetración o perfecta comprensión,
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO VI 81
por las cuales llamamos a ciertos el recto juicio de lo equitativo. La
hombres comprensivos y penetran- prueba es que del hombre equitativo
tes. No son estas cualidades lo mismo decimos ser más que todos indul-
que la ciencia en general ni lo gente, y la equidad la entendemos
_mismo que la opinión, pues si así como la indulgencia en ciertas cir-
fuese, todos serían comprensivos. Ni cunstancias. La indulgencia,- Dor
tampoco algunas de las ciencias en ende, es una correcta consideración-
particular, como la medicina, que se que discierne lo equitativo; correcta,
refiere a la salud, o la geometría a se entiende, con relación a la ver-
las magnitudes. La comprensión, en dad.
efecto, no se refiere a las cosas eter- Ahora bien, todos estos hábitos
nas e inmóviles, /ni a todas las suie- tienden, como. es razonable pensar,
taS a generación indistintamente, a lo mismo. Cuando atribuimos a
sino a aquéllas sobre las que se ciertas personas consideración,com-
puede estar perplejo y deliberar. Se prensión, prudencia e intuición, em-
ocupa, pues, de los mismos objetos pleamos estos términos en la creen-
que la prudencia; pero, con todo, cia de que los mismos que tienen
no son lo mismo comprensión y pru- consideración e intuición bien ejerci-
dencia. La' prudencia es imperativa, tadas, son asimismo prudentes y
pues su fin consiste en determinar comprensivos; Todas estas faculta-
lo que debe o no hacerse, mientras des, en efecto, se refieren a las últi-
que la comprensión se limita a apre- mas determinaciones de los actos y
ciar. (La comprensión la tomamos a los casos particulares. Cuando un
aquí como sinónima de penetración, individuo sabe juzgar en asuntos en
y lo que decimos de los comprensi- que debe hacerlo el prudente, mués-
vos se entiende también de los pe- trase comprensivo y considerado o
netrantes. ) indulgente, como -quiera que las ac-
La comprensión no consiste tam- ciones equitativas son comunes .a
poco en poseer o alcanzar la pruden- todos los hombres de bien en sus
cia. Pero así como al aprender se le relaciones con terceros. Por 'Otra par-
llama comprender cuando podemos te, todo lo que es del orden de la
ya servirnos de- la ciencia, de la acción pertenece a lo particular y
misma manera la comprensión se a io último (todo lo cual es menes-
aplica al eiercicio de la opinión al ter que el prudente lo conozca).
apreciar aquellas cosas a que se re- Ahora bien, la comprensión y la
fiere la prudencia cuando las oímos consideración se refieren también a
de otro - es decir, iuzgar recta- las cosas por 'hacer, que son las úl-
mente, porque el recto iuicio es lo timas. Y la intuición asimismo con-
mismo' que la buena comprensión. Y cierne a lo último en ambas direccio-
de hecho la comprensión (según la ries,. pues así los _términos primeros
cual llamamos a algunos penetrantes cOmO los postreros _se perciben por
o de perfecta comprensión) ha de- intuición y no por discurso de razón;
. rivado su nombre de la acepción y así como la intuición teorética
que tiene en el aprendizaie cientí- aprehende los términos inmutables
fico, ya que a menudo al aprender y primeros en las _demostraciones,
lo llamamos comprender. así también la intuición práctica
aprehende en los razonamientos del
obrar -el término último y contin-
XI gente que es aquí la premisa menor.
Porque -los hechos particulares son
L;l cualidad - que podríamos Ua- aquí los principios para alcanzar el
mar consideración, atendiendo a la fin, .como también allá de lo particu-
cual decimos de ciertos hombres que lar se - llega a lo universal, siendo,
- son considerados y que muestrán te- por tanto, menester que se tenga
ner indulgencia, no es otra cosa que percepción de los hechos particula-

8
82 ARISTÓTELES

res, que es precisamente la intui- ciones, pues no por tener el arte de


ción. la medicina o de la gimnasia seremos
Por todo esto se cree que todas más aptos para obrar ~aludablemen­
estas facultades son un don natural, te. Y si, de otra parte, hemos de
ya que si nadie es naturalmente sa- decir que la prudencia es útil no
bio, sí en cambio parecen tener los para conocer las virtudes, sino para
hombres naturalmente consideración hacernos virtuosos, aun así la pru-
y comprensión e intuición. La prue- dencia no será de ninguna utilidad a
ba es que creemos que tales facul- los que son virtuosos, como tampoco
tadesacompañan a ciertas edades de a los que no lo son. Ninguna dife-
la vida, es decir que tal edad lleva rencia habrá a este respecto entre
consigo intuición y consideración, los que tengan prudencia y los que,'
como si la naturaleza fuese la causa sin tenerla, se dejen conducir por
de ello. los que la tienen; debiendo bastar-
(De aquí que la intuicion sea a la nos obrar en esto como obramos en
vez principio y fin, porque los mis- lo tocante a la salud, en lo cual,
mos hechos son a la vez el origen y aunque deseamos estar sanos, .no
el objeto de las demostnlciones.) por eso estudiamos medicina. A todo
Por todo esto debemos atender lo cual añadiríase el absurdo de
a los dichos y opiniones indemos- que la prudencia, siendo inferior a
trables de los hombres de expe- la sabiduría, tuviese señorío sobre
riel'lci~ y de los ancianos o pru- ella, desde el momento que la fa-
dentes no menos que a las propo- cultad que produce una cosa go-
siciones demostrables, porque como bierna y manda sobre esa cosa.
tienen ojos de experiencia, ven Estas son las cuestiones que debe-
correctamente. mos discutir, ya que hasta ahora
Queda dicho, por tanto, lo que apenas hemos planteado las difi-
son la prudencia y la sabiduría, y los cultades.
objetos a que una y otra se aplican, j)igamos en primer lugar que la
así como que cada una es la virtud prudencia y la sabiduría son nece-
de una parte distinta del alma. sariamente apetecibles por sí mismas,
siendo como son virtudes de las dos
partes del alma racional, cada una
XII de la suya, y esto aun en el caso
de que ninguna de ellas produiera
< Preguntará alguno por ventura efecto alguno. Pero es que, además,
para qué son útiles estos hábitos. lo producen, aunque no a la manera
Porque la sabiduría no contempla que el arte de la medicina produce
cosa alguna de las que hacen feliz la salud, sino en el sentido en que
al hombre, dado que no concierne la salud misma es causa de una
al orden del devenir. La prudencia actividad saludable. Pues así tam-
sí <¡(ue tiene este mérito; mas ¿para bién la sabiduría produce la felici-
que habemos menester de ella? Pues dad, porque siendo una parte de la .
si la prudencia recae sobre lo que virtud total, hace al hombre dichoso
es justo y bello y bueno para el por su hábito y por su acto.
hombre, cosas todas cuya ejecución Asimismo, la obra del hombre se
es propia del varón esforzado, no consuma adecuadamente sólo en con-
por saberlas f:)staremos más dispues- formidad con la prudencia y la vir-
tos a la acción, si es verdad que las tud moral, porque la virtud propone
virtudes son hábitos. No de otro el fin recto y la prudencia los me-
modo acontece con el conocimiento dios conducentes. (De la cuarta par-
de lo que es saludable y vigoroso te del alma, de la parte nutritiva, no
cuando estos términos significan no hay virtud semejante, pues no de-
lo que produce la salud y el vigor, pende de ella en. absoluto obrar
sino el resultado de tales disposi- o no obrar.)
ÉTICA NICOMAQUEA.-LIBRO VI 83
En cuanto a que por la prudencia
no estemos más dispuestos a la prác- XIII
tica del bien y la justicia, hay que
empezar de. un poco más arriba, to- Hemos de considerar, por tanto,
mando lo siguiente como punto de una vez más la virtud, porque el caso
partida. Así como decimos que al- de la virtud es muy semejante al de
gunos que ejecutan actos iustos no la prudencia en relación con la ha-
son aún por ellos iustos, como los bilidad. Pues así como estas cuali-
que eiecutan las prescripciones le- dades, sin ser idénticas, son pareci-
gales, pero a pesar suyo o por igno- das, así también la virtud natural
rancia o por algún otro motivo y no con respecto a la que lo es en es-
por ellas mismas, por más que hagan tricto sentido.
de hecho lo que se debe y lo que Es opinión común la de que cada
debe hacer el hombre virtuoso, así tipo de carácter está de algún modo
también, para ser virtuoso, debe uno, en nosotros por naturaleza; y así
a lo que parece, practicar cada acto somos justos y temperantes y va-
con cierta disposiCión, es decir, como lientes y tenemos las demás disposi-
resultado de una elección y por mo- ciones directamente por nacimiento.
tivo de los actos mismos. Ahora bien, Mas con todo ello, procuramos otra
la virtud es ciertamente causa de la cosa, que es el bien propiamente tal,
recta el~cción; pero en cuanto a las y que aquellas virtudes congénitas
cosas . que deben naturalmente ha- vengan a pertenecernosde otra ma-
cerse .en vista de la elección, esto nera. Porque en los niños y en las
ya no pertenece a la virtud, sino a bestias se encuentran también los
otra facultad. Debemos, pues, dete- hábitos naturales; pero sin inteligen-
nernos en este punto para darlo a cia son manifiestamente dañinos. En
entender más claramente. todo caso, puede observarse que así
Existe cierta facultad que se de- como a un hombre de poderosa cons-
signa como habilidad, y cuya con- titución, que se mueve sin. ver, le
dición es la de poder llevar a la acontece resbalar pesadamente por
práctica todos los medios conducen- no tener vista, otro tanto pasa en la
tes al fin establecido, y de este modo esfera moral. Mas si un hombre de
alcanzarlo. Si fuere bueno el fin, buen natural alcanzare inteligencia,
laudable será la habilidad; si malo, habrá diferencia en su acción; y el
será mala maña; y así, tanto de los hábito, permaneciendo semejante,
prudentes como de los mañosos de- será entonces virtud propiamente tal.
cimos que son hábiles. Ahora bien, Por tanto, así como pára la facultad
la prudencia no es esta facultad, de opinar hay dos formas que la
pero no se da sin esta facultad. Y determinan: la habilidad y la pru-
en este ojo del álma no puede sin dencia, así también en la parte mo-
virtud n[.lcer el hábito de. prudencia, ral hay dos formas: una, la virtud
según se ha dicho ya y es manifiesto. natural, otra, la virtud propiamente
Porque los silogismos prácticos tie- dicha, y esta última no se alcanza
nen su premisa mayor de esta ma- sin prudencia.
nera: "Puesto que tal es el fin y el Esta es la razón por la cual afir-
bien supremo ... " (cualquiera que man algunos que todas las virtudes
sea, ya que para el argumento pode- son especies de la prudencia; )' así
mos tomar el que nos ocurra). Mas Sócrates en parte indagaba -con
el bien supremo 110 aparece bueno a,cierto y en parte. erraba. En pen-
sino al hombre bueno, pues la mal- sar que todas las virtudes son partes
dad trastorna el juicio y hace incu- de la prudencia, erraba; pero al
rrir en error en lo tocante a los prin- decir que no se dan sin prudenci(l.
cipios de la acción. Claro está, por estaba en lo iusto. y la prueba está
ende, que es cosa imposible ser uno en que aun hoy día todos cuantos
prudente sin ser bueno. definen la virtud, 'al decir que es un
84 ARISTÓTELES

hábito y cuál es su objeto, añaden do con rélaci6n a todas, de suerte


que es un hábito conforme a la recta que pueda haber adquirido una
razón; ahora bien, la recta razón cuando aún no ha alcanzado otra.
es la que· se conforma a fa pruden- Pero en lo que hace a las virtudes
cia. Todos, pues, parecen adivinar de por las cuales un hombre es llamado
algún modo . que la virtud es un simplemente bueno, esto no es posi-
hábito de esta naturaleza, a saber, ble, puesto que al estar presente la
regulado por la prudencia. prudencia, que es una, estarán pre-
Es preciso, con todo, ampliar 'un sentes al mismo tiempo las demás
poco este concepto. Porque no es virtudes.
meramente la .disposición .que se Es manifiesto asimismo que aun-
aiusta .a la recta razón, sino la que que la prudencia no influyese en la
implica la presencia de la recta ra- conducta, habríamos menester de
zón, la qUe es virtud; y la pruden- ella por ser la virtud de una parte
cia es. la recta razón en estas mate- del alma; y lo es también que no
rias. En suma, S6crates pensaba qUE:: habrá elección recta sin prudencia
las virtudes son razones o concep- ni sin virtud,. porque ésta propone
tos, teniendolas a todas por formas' el fin, y. aquélla pone por obra los
del conocimiento científico, mien- medios conducentes al fin.
tras que nosotros pensamos que toda La prudencia, sin embargo, no
virtud es un hábito acompañado de tiene señorío sobre la saoiduría ni
razón. sobre la parte superior del alma,
Es patente por lo dicho que· no es como tampoco la medicina. es su-
posible ser hombre de bien, en el perior a la salud. El arte médica, en
sentido más propio, sin urudencia, efecto, no se sirve de la salud, sino
ni prudente tampoco sin virtud mo- que considera c6mo se alcanzará; y
ral. Y por esto· mismo quedaría re- sus preceptos, por tanto, no van en-
suelto el argumento por el cual se derezadosa la salud misma, aunque
pretendiese demostrar que las vir- los da por causa de ella. Sería tanto
tudes están separadas. entre sí. Puede como decir que .la política manda
admitirse que en lo que. hace a las sobre los dioses, porque ordena so-
virtudes naturales, el mismo. indivi- bre todo cuanto ha de hacerse en la
duo no este naturalmente bien dota- ciudad.

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