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INTEGRADO
DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
INTRODUCCIÓN
El manejo integrado de plagas y enfermedades (MIPE) es una estrategia de gestión agrícola que
se enfoca en prevenir y controlar las plagas y enfermedades de las plantas de manera eficien-
te, segura y sostenible. El MIPE utiliza una combinación de técnicas y métodos, incluyendo el
uso de cultivos resistentes, prácticas culturales, control biológico, control químico y monitoreo
constante para prevenir y controlar las poblaciones de plagas y enfermedades.
Además, el MIPE también considera el impacto ambiental y económico de los métodos de
control utilizados, asegurándose de que sean seguros para los trabajadores y los consumidores,
y que no dañen el medio ambiente.
Hoy en día, se aplican casi 5 mil millones de litros de pesticidas en el mundo y a pesar de esto,
aun se pierde entre 10 a 20 % de la cosecha por el daño de las plagas y enfermedades. En la
guerra contra las plagas, los insecticidas químicos han sido usados como el principal método
de control porque parecían un método de acción rápida y que actuaba sobre las poblaciones
de insectos de una manera devastadora. Sin embargo, la mayoría de los insecticidas no son
selectivos y afectan junto a la plaga que se quiere controlar a otros organismos, entre los cuales
se encuentran los parasitoides y depredadores de la plaga, así como los insectos polinizadores
de los cultivos.
Aunque inicialmente el control siempre parece bueno, cuando la plaga se recupera, suele al-
canzar niveles de poblaciones aún mayores de los que había antes de que se aplicara el insecti-
cida, puesto que al eliminarse los parásitos y depredadores naturales que frenaban el desarrollo
de la plaga, esta puede ahora reproducirse sin ningún factor que limite el crecimiento de sus
poblaciones. Además, la aplicación de estos tóxicos, casi siempre suele eliminar los enemigos
naturales de otros insectos presentes en los cultivos y que hasta entonces no se habían com-
portado como plaga pero que ahora con la ausencia de sus enemigos naturales se reproducen
sin limitaciones a niveles muy altos provocando daños en los cultivos.
Ligado a esto, está la habilidad de los insectos, de los hongos y las bacterias para desarrollar
razas resistentes a los pesticidas de tal manera, que los que utilizan el control químico como
única herramienta, muy pronto se ven envueltos por una u otra causa, en una espiral que
les obliga a utilizar cada vez mayores cantidades de insecticidas y fungicidas para controlar los
problemas originales. En una sociedad con un desarrollo tecnológico sin precedentes, con va-
riedades híbridas resistentes, con abonos minerales y orgánicos de todo tipo, con estimulantes
y fitorreguladores y con una gama de fitofármacos increíble, seguimos como al principio, pero,
además, hemos degradado amplios agro-sistemas, contaminado toda la cadena trófica, a la
especie humana y creado grandes conflictos sociales y económicos.
El concepto de salud, como el concepto de vida, no pueden ser definido con precisión. De
hecho, ambos conceptos van vinculados estrechamente entre sí. El significado de la salud de-
pende de la visión que se tenga de un organismo viviente y de la relación de éste con su entor-
no. Como este concepto cambia de una civilización a otra y de una época a otra, igualmente
cambia el concepto de salud. En la agronomía moderna, necesitamos un concepto de salud
amplio que incluya las connotaciones sociales, individuales y ecológicas que lleva implícito y que
tenga una visión integral de los organismos vivientes en su relación con el propio hombre.
Quizás este cambio, aunque sea tímidamente, ya ha comenzado. En la actualidad, se está pro-
duciendo importantes correcciones de las estrategias de producción en las empresas agrícolas
más importantes y tecnificadas. Las nuevas demandas de los mercados están obligando a reali-
zar en muy corto periodo de tiempo un cambio tecnológico sin precedentes en la dirección de
reducir al máximo los productos químicos y se sustituirlos por otros de un perfil más ecológico.
Los extractos de origen vegetal, la utilización masiva de insectos útiles y el desarrollo de técnicas
de confusión sexual, capturas masivas o quimio-esterilización nos hacen pensar que estamos
ante una revolución tecnológica de una magnitud profunda en cuanto al control de plagas y
enfermedades
Este cambio viene propiciado por una parte por las altas exigencias de las grandes cadenas de
distribución en cuanto a los niveles de residuos que empiezan a requerirse próximos a cero y
por otra la mayor percepción de los consumidores de la importancia de los alimentos en cuan-
to su influencia sobre la salud.
En resumen, el MIPE es una estrategia integral que busca minimizar los riesgos asociados con el
uso excesivo de pesticidas y garantizar una producción agrícola sostenible y saludable.
CONTENIDO
CONTENIDO
Objetivos de aprendizaje Introducción
INTRODUCCIÓN
1. Historia sobre el entendimiento del manejo integrado de plagas y enfermedades
2.Fragilidad de los sistemas agrarios modernos
3.Relación del suelo, el aire y el agua con el desarrollo de plagas y enfermedades
4. El suelo como componente fundamental de la salud de la planta
5. Las semillas El reto de mejorar sin perder diversidad
6. ¿Cómo utilizar la biodiversidad para el control de plagas y enfermedades?
7. Los sistemas agrícolas mediterráneos como modelos agro-ecológicos para
minimizar el desarrollo de plagas y enfermedades
8. Métodos de control de plagas y enfermedades en agricultura.
9. ¿Qué son las plagas?
10. El ecosistema
11. Introducción al manejo de plagas
12. La agricultura desde un enfoque de sistemas
13. Subsistemas presentes en los agroecosistemas
14. Políticas agropecuarias y manejo de plagas.
15. Concepto de plaga y su clasificación
16. Clasificación de las plagas de acuerdo a su naturaleza, tipo de daño que
ocasiona, hábito alimenticio y su importancia.
17. De acuerdo a su hábito alimenticio
18. Manejo integrado versus Control integrado
19. El Manejo Integrado de Enfermedades
20. Control
21. Principios para control de enfermedades
22. Principios de manejo de enfermedades
23. ERRADICACIÓN
24. PROTECCIÓN
25. CONTROL BIOLÓGICO
26. RESISTENCIA
27. Empleo de Genotipos resistentes o tolerantes
28. Control químico
29. La quimioterapia
CONCLUSIÓN
CUESTIONARIO
REFERENCIAS BIBILIOGRÁFICAS
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MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
Durante mucho tiempo, y aún hoy en la actualidad, la patología vegetal se ha basado principalmente,
en el postulado que relaciona cada enfermedad con un agente causal. Hasta tal punto esta asociación
ha sido aceptada, que es costumbre entre los fitopatológicos, referirse a una enfermedad, por el
nombre científico del organismo causal. Sin embargo, hoy ya, podemos incorporar a la patología, los
conocimientos sobre fisiología vegetal, biología y ecología, y como consecuencia de ello, cada vez se
nos presenta como más raro, la existencia de asociaciones específicas y genuinas, entre una enferme-
dad y un agente patógeno, en el sentido, de que para que tal relación se manifieste, se necesita que
confluyan muchas otras circunstancias, tan importantes o más para el desarrollo de la enfermedad que
el propio agente patógeno.
Sabemos que el concepto de enfermedad es delimitado desde un punto de vista clásico, como el
proceso de interacción entre unas condiciones ambientales favorables al desarrollo de un parásito,
sobre un huésped sensible a este, en un espacio y tiempo determinado. Tradicionalmente, todos los
esfuerzos e investigaciones se han centrado, bien en estudiar cómo acabar con la viabilidad del parási-
to, o bien como introducir resistencias a la planta hospedera, como estrategia para romper el triángulo
de la enfermedad y con ello el desarrollo de la misma. Los estudios del tercer elemento, el ambiente,
han quedado generalmente relegados o reducidos en todo caso a la determinación de las condiciones
climatológicas (humedad y t°) necesarias para que se produzca la enfermedad.
Quizás la dificultad de trabajar con un conjunto de parámetros, o bien por que la propia visión reduc-
cionista de la ciencia imposibilitaba el cometer tales estudios con un cuerpo de doctrina suficiente o
porque los descubrimientos en este sentido iban a ser difícilmente comercializables, el caso es que la
carencia de estudios de este tipo en la literatura científica es casi total.
Por estas razones, al concentrarse los esfuerzos de los patólogos modernos en las fronteras de frag-
mentos más pequeños, (hongos, bacterias, virus, viroides, micoplasmas.), se pierde de vista la pre-
sencia del entorno de las plantas, del suelo, del aire… como parte del propio paciente o de la propia
enfermedad.
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Las altas producciones de los sistemas agrícolas modernos las hemos alcanzado a costa de simplificar-
los. Esta simplificación se manifiesta tanto en la forma de manejarlos intensivamente en monocultivo
como en datos tan espectaculares como que en la actualidad solamente once especies suministran el
80% de los alimentos a nivel mundial. Entre estos, los cereales proveen más del 50% de la producción
mundial de proteínas y energía y más del 75% si se incluyen los granos dados como alimentos a los
animales.
El resultado lógicamente ha sido la proliferación de sistemas muy artificiales que requieren una inter-
vención constante con un soporte tecnológico extraordinario en forma de variedades seleccionadas,
fitosanitarios de última generación, maquinaria precisa en el manejo de los suelos, irrigación y fertiliza-
ción controlada.
Se ha demostrado que los sistemas agrícolas en los que hay una biodiversidad alta y una compleja
estructura se comportan como ecosistemas más maduros con un grado de estabilidad alto, aunque
el ambiente sea fluctuante. En estos sistemas, las alteraciones en el ambiente físico externo como un
cambio de humedad, temperatura o de luz, dañan menos su equilibrio y funcionamiento debido a que
la alta biodiversidad proporciona numerosos mecanismos que minimizan el estrés en la transferencia
de energía y nutrientes, por lo que el sistema puede adaptarse y seguir funcionando. Igualmente, los
controles bióticos internos minimizan o evitan las oscilaciones destructivas de poblaciones de plagas,
promoviendo la estabilidad del ecosistema.
Uno de los mayores desafíos para los técnicos es comprobar y demostrar que existen numerosas
ventajas que se pueden ganar introduciendo diversidad en los sistemas de cultivo incorporando com-
ponentes que aportan funcionalidad a los ecosistemas naturales. Una vez que los parámetros de
diversidad estén establecidos los resultados van a depender de la intensidad y frecuencia de las per-
turbaciones, en todo caso, el manejo de la diversidad es un gran reto especialmente en agro-sistemas
intensivos, ya que, comparado con el manejo convencional, éste puede conllevar más trabajo, más
riesgos y más incertidumbre. También se requiere más conocimiento; sin embargo, el entendimiento
de las bases ecológicas de cómo opera la diversidad en un agro-sistema y el aprovechamiento de la
complejidad en lugar de su eliminación, es la única estrategia que conduce a medio y largo plazo a la
sostenibilidad del mismo.
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El desierto que se sitúa más cerca de nosotros avanza, al parecer, implacablemente. El Sahara ha ex-
tendido sus fronteras en los últimos 35 años en unos 65 millones de hectáreas, algo más que el equi-
valente a todo el territorio español. . Al parecer la apisonadora desértica avanza hacia nosotros, por lo
que no parece oportuno coquetear con ambigüedades, ni decir que corresponde a imaginaciones de
ecologistas radicales.
A veces pensamos que el desierto solo avanza en sus espacios limítrofes, pero eso no es cierto; está
especializado también en penetrar por la retaguardia y sin lugar a dudas, al bosque mediterráneo le ha
llegado su turno y a pesar de estar a 700 km de distancia, empezamos a notar su aliento en la nuca.
Los geomorfólogos y ecólogos marcan la influencia sahariana prácticamente en todo el sur de la pe-
nínsula, alcanzando ya gran parte del litoral mediterráneo.
El avance es silencioso y de puntillas, e incluye la perdida por erosión de grandes cantidades de tierras
fértiles, evaluadas en más de 50 tn por Ha y año.
Estos procesos erosivos pueden ir precedidos de un incendio, de una salinización de los acuíferos,
o del abandono de un suelo porque las enfermedades o los precios han hecho inviable el cultivo, o
sencillamente porque el suelo, ya agotado, no tiene capacidad de mantener cultivos sanos. Cuando la
cubierta vegetal desaparece, las aguas no encuentran a nadie que las llame, y así comienza el camino
sin vuelta atrás de la desertización.
Algunos pueblos han dado muestras de su capacidad para frenarlo; así, los biólogos señalan como la
auténtica muralla china, la formada por una franja arbórea de 7000 km de largo y 400 de ancho de
bosque artificial, realizada para salvar de la desertización 25 millones de hectáreas de pastos.
Pero junto a estos factores exógenos, existen otros endógenos que determinan procesos de erosión y
que están íntimamente relacionados con el proceso de manejo del suelo que hace el propio agricultor.
Los agricultores tradicionales han basado la fertilización de los suelos, en el empleo de estiércoles semi
o totalmente compostados, que se dejaban en superficie o se enterraban a poca profundidad. La in-
corporación a la agricultura moderna de fertilizantes químicos, utilizados a gran escala, en detrimento
de las aportaciones orgánicas, ha provocado efectos lamentables en nuestros suelos. Uno de ellos es
que los contenidos de materia orgánica hayan disminuido hasta niveles inferiores al 1%, incluso en
aquellos campos que se dedican a horticultura intensiva.
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Sin la materia orgánica, la vida en el suelo va desapareciendo, y con ella la capacidad de retener agua y
minerales esenciales para el desarrollo equilibrado de las plantas. Por si fuera poco, la utilización cada
vez más generalizada de herbicidas, termina por romper los naturales y frágiles equilibrios microbianos
del suelo. Si disminuye la actividad microbiana de los suelos, también disminuye la cubierta vegetal que
son capaces de soportar, y con esta disminución comienza lentamente la muerte del suelo y la debili-
dad de las plantas que mantiene.
Esta muerte, aparece disfrazada de distintas maneras, pero con un factor común determinante, que es
la pérdida de capacidad productiva. Sea en forma de «cansancio del suelo», o como «perdida de ferti-
lidad», obligan al agricultor a deslizarse por una rampa sin vuelta atrás, en forma de incremento de los
insumos (fertilizantes, desinfecciones, nuevas variedades, etc.). Hemos olvidado que el suelo, además
de soporte mantiene a los protagonistas esenciales en el desarrollo de plantas sanas y equilibradas: los
microorganismos. Cuando estos empiezan a morir, también lo hace el suelo, y entonces, los cultivos
se resienten a pesar de que contamos en la actualidad con las más modernas técnicas y recursos pro-
ductivos que nunca fuimos capaces de imaginar. Esta es la gran paradoja con que nos toca convivir: «
más problemas productivos que nunca, a pesar de tener más medios que nunca».
En el suelo ocurren innumerables y muy complejas interacciones. Sabemos que las prácticas de agri-
cultura intensiva, basado en las variedades híbridas y en la fertilización química en detrimento de las
aportaciones orgánicas, han provocado, la pérdida de biodiversidad, representada por multitud de
artrópodos, lombrices, hongos, etc. que junto con su desaparición han dejado de realizar, entre otras,
las funciones básicas de mullición y aireación del suelo. Contrariamente y, en la medida que el suelo
se compacta se produce un desarrollo ventajoso de la flora microbiana anaeróbica, generalmente in-
ductora de procesos tóxicos en las raíces, e incrementándose en consecuencia la susceptibilidad de las
plantas frente a patógenos telúricos. En la terminología agrícola se acuñaba así el concepto de “fatiga
del suelo”.
Aunque la actividad de los distintos microorganismos del suelo puede ser múltiple y variada y la capaci-
dad de estos para inducir el crecimiento celular puede ser muy importante, existen dos tipos de asocia-
ciones simbióticas esenciales e imprescindibles para el desarrollo de unos cultivos sanos y equilibrados,
la de las raíces con las bacterias del género Rhizobium y la de las raíces con los hongos micorrícicos.
a) El encuentro entre la raíz y las bacterias para captar Nitrógeno; La colaboración biológica
para captar Nitrógeno es llevada a cabo por la raíz con tres tipos de organismos: las bacterias, los
actinomicetos y las cianobacterias. Estos tres grupos de organismos pueden realizar esta fijación en
estado libre en el suelo, aunque en este estado la tasa de fijación es baja y puede suponer entre 10
y 20 kilos de nitrógeno fijado por hectárea y año. Esta cuantía es suficiente para un bosque, pero
insuficiente para el desarrollo de los cultivos, por eso, estos microorganismos han desarrollado mé-
todos muy eficaces para fijar el nitrógeno mediante las simbiosis con otros organismos. En efecto,
para captar nitrógeno los microorganismos requieren mucha energía, por lo que su estrategia es
asociarse con plantas verdes que se la proporcionen. Estas, les mandarán a través de sus raíces,
energía en forma de azucares, y las bacterias bien nutridas podrán fijar más moléculas de nitrógeno.
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En el caso de simbiosis de las bacterias llamadas Rhizobium, se fijan entre 80 y 400 kilos de nitróge-
no por hectárea y año y la asociación se produce con plantas leguminosas. En el caso de los actino-
micetos, la simbiosis se realiza con los árboles, por ejemplo, el olmo o el madroño y la “producción”
en nitrógeno de estas asociaciones se cifra en 60-80 kg/ha y año. Las cianobacterias se asociarán con
las algas, y en los cultivos de arroz pueden fijar unos 200 Kg/ha y año de nitrógeno.
Hemos visto que la asociación simbiótica entre dos organismos está basada en un intercambio equi-
librado de metabolitos, pero este intercambio puede ser desajustado por innumerables circunstan-
cias bióticas y abióticas. Entre estas últimas podemos encontrar el aire contaminado, la presencia en
el suelo de metales pesados o fungicidas, la ausencia de materia orgánica, etc.
Una de las funciones más importantes del suelo, la de “filtro biológico”, suele ser poco estudiada y
considerada en general. Hemos visto anteriormente, que un suelo estructurado mediante la materia
orgánica y la acción de los microorganismos, es un suelo que recupera su actividad y funcionalidad
biológica. ya que permitirá que circule en él, tanto el aire como el agua y en torno a estos dos com-
ponentes “surgirá la vida”.
El suelo como “ente vivo” realiza muchas funciones, además de la de ser soporte de las plantas y fuente
de alimento, una de estas funciones esencial para el funcionamiento del conjunto del agro-sistema es la
de ser un auténtico filtro biológico para gran cantidad de insectos fitófagos, así como para hongos, bac-
terias y virus patógenos que ven mermadas sus poblaciones por la actividad del propio suelo. En mu-
chas ocasiones esta funcionalidad de filtro se pierde por el laboreo profundo como por la utilización de
desinfectantes e insecticidas de suelo que bajan la actividad biológica de este a niveles no funcionales.
• Insectos
En el caso de los insectos se ha documentado en numerosas ocasiones que aquellos insectos que
necesitan realizar algún estadio de su desarrollo en el suelo (normalmente pupa o huevo) ven mer-
madas sus poblaciones de forma considerable en aquellos suelos que mantienen una alta actividad
biológica. Por el contrario, sus poblaciones no quedan sensiblemente disminuidas si los suelos están
desestructurados, compactados y mantienen unos niveles de actividad biológica bajos.
En efecto, cuando un insecto necesita empapar en el suelo, como por ejemplo la mosca del me-
diterráneo Ceratitis capitata o los trips, suelen sufrir en el por una parte la acción depredadora de
numerosos insectos de suelo que depredan o trasladan las pupas o los huevos y por otra la acción
de numerosos microorganismos como hongos o bacterias que contaminan las pupas o los huevos
inhabilitando su posibilidad de evolución a insectos adulto.
Esta acción de filtro puede alcanzar niveles de hasta el 70% de las poblaciones iniciales en aquellos
campos que albergan niveles de biodiversidad importante de insectos depredadores o microorga-
nismos parasitadores.
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El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) la gran actividad depredadores de las pupas
de mosca por la araña Pardosa cribata, el coleóptero Psedophonus rufines y la “tijereta” Forticula
auricularia. Otras investigaciones han demostrado la acción sobre las pupas del hongo Stigmatomy-
ces aciurae.
Las cubierta vegetal tradicional de los cítricos con Oxalis pes-caprae ha sido documentada como
importante reservorio de fitoseidos como Euseius estipulatus, Ambliseius barkeri; acción de repe-
lencia de Aphis gossipy y escarabajos, disminuir los riesgos de heladas por irradiación, atrayente de
Coccinella septempuntata... entre otras.
• Hongos
Hongos Respecto a la capacidad de los suelos vivos de actuar como filtro de microorganismos pa-
tógenos tenemos bastantes evidencias. Ya en 1960 Papavizas y Davey observan que abonos verdes
de trigo, maíz, avena, guisante y pastos de Sudán frenaban de modo considerable el desarrollo de
Rhizoctonia solani en judías.
Kirkegaard en 1993 demuestra que las sustancias volátiles de las básicas inhiben el crecimiento del
hongo del trigo Gaeumannomyces graminis, demostrando que el efecto biofumigante se debe a los
isotiocianatos.
Lazarovits, Conn y Kritzman (1997) encuentran que los residuos orgánicos con alto contenido de
nitrógeno reducen las poblaciones de Verticillium dahliae, la bacteria Streptomyces scabies, nema-
todos y malas hierbas en papa.
En este mismo sentido, la presencia dé el suelo de los hongos formadores de MA pueden contribuir
a aliviar los daños producidos por hongos patógenos tales como Fusarium, Pythium, Phytophthora,
Rhizoctonia y Verticillium o por nematodos agalladores (Meloidogyne spp.) o lesionadores. Esta ac-
ción se ejerce por medio de diferentes mecanismos mediante los cuales la presencia de la simbiosis
contribuye al control biológico de estos patógenos.
Igualmente, numerosos estudios han relacionado la importancia del papel del suelo en el control
de enfermedades como la Phytophthora. En este caso el cultivo de sorgo o arvejas antes de las
plantaciones de algodón servían para proporcionar un buen control de Phytophthora. Igualmente,
la eficacia de las cubiertas vegetales de leguminosa para el control de la enfermedad ha sido amplia-
mente demostrado.
Un caso de utilización del incremento de la diversidad local para el control de enfermedades la cons-
tituye la utilización muy generalizada de Oxalis pes-caprae como cubierta vegetal en los campos de
cítricos del litoral mediterráneo peninsular.
Aunque su finalidad principal es evitar el “aguado” de los cítricos (Phytophthora), al evitar que las sal-
picaduras de la lluvia sobre el suelo, sirvan de contaminación de esporas y propágulos del hongo so-
bre los frutos situados en las partes bajas del árbol, posteriores estudios han demostrado que otras
muchas funciones eran ejercidas por la cubierta vegetal de Oxalis, entre ellas: proteger las raíces.
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superficiales de los cítricos, con las que no compiten; favorecer la instalación y el mantenimiento de
micorrizas, evitar la erosión y facilitar la formación de agregados, una cierta acción acidificante, muy
positiva para los suelos calcáreos mediterráneos.
• Bacterias
Se han encontrado resultados similares en tomates y frutales, considerando que la materia orgánica
es un buen tratamiento para recuperar suelos fatigados al mismo tiempo que se incrementan los
organismos del suelo.
encuentran efecto supresivo en el abono verde de soja y residuos de cebolla adicionándole 200
kg ha-1 de nitrógeno ureico y 500 kg ha-1 de CaO reduciendo las poblaciones de bacterias de R.
solanacearum en tomate, como consecuencia del efecto supresor que se produce durante la tras-
formación de la urea en presencia de CaO.
El aire aporta más del 95% de los constituyentes de la propia planta, y en la actualidad, está sometido
a la presión de numerosos agentes que inciden sobre él, provocando alteraciones mucho más rápidas
que los procesos adaptativos de los seres vivos que habitan en él.
El calentamiento global, el incremento de los niveles de CO2, o de ozono, así como los episodios
de deposiciones ácidas y de incremento de las radiaciones UV-B4, juegan un determinante papel en
las interacciones planta-patógenos, ya sea favoreciendo, frenando, o modificando el desarrollo de la
interacción.
La reacción de la planta frente a aire polucionado depende del ambiente, de la cantidad de contami-
nante difundido a través de las hojas y de las características de la planta para resistir. Esta resistencia
está controlada inicialmente por los caracteres genéticos de la planta, estado de desarrollo y tiempo
de exposición y en segundo lugar por las influencias que pueden modificar estas respuestas debido a
factores externos.
El hecho de que se convierta en enemigo en vez de alimento necesario para las plantas, es especial-
mente duro, porque él constituye el primer y último combustible de la propia vida.
En la actualidad sabemos que las concentraciones de ozono a nivel troposférico, al nivel que respiran
los cultivos, constituyen un importante problema en grandes áreas de la península. Estas concentracio-
nes del gas merman el desarrollo de los cultivos más sensibles como pueden ser las judías, las sandias
o las patatas entre otros.
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Consideradas históricamente como bien «sagrado» que había que utilizar, guardar y repartir, empiezan
a sentir en sus vetas profundas el impacto ruidoso de una civilización, que, aunque ahora mismo dejara
de practicar toda actividad con capacidad contaminante, se seguirían aún, recogiendo contaminantes
durante décadas.
Los nitratos, las trazas de herbicidas, los detergentes y metales pesados, son las huellas que dejamos
tras nuestro paso en gran parte de los pozos, ríos y manantiales. Sobre los nitratos, en general todos
los estudios indican que nos encontramos en unos de los países más contaminados del mundo por
estas sales; por otra parte, respecto a los herbicidas, son cada vez más numerosos los pozos en los que
se detectan trazas de atrazinas, bromacil, terbutilazina, terbumetona, terbutrina, trifluralina, simazina y
diuron, aunque afortunadamente aparecen de momento a concentraciones muy bajas.
Por otra parte, muchos acuíferos subterráneos, podrían quedar definitivamente contaminados tanto
por la actividad agraria (nitratos) que ya ha dejado cientos de pozos inservibles para el consumo hu-
mano como por la contaminación descontrolada de numerosas industrias que inyectan sus residuos
al subsuelo.
• El manejo del riego. Un tema esencial para la sanidad de la plantación; Aunque el riego por goteo
tiene numerosas ventajas respecto a la facilidad y oportunidad en el manejo de las dosis de agua, el
ahorro de importantes cantidades en la distribución de las mismas, así como su comodidad, plantea
especialmente en el cultivo ecológico algún tipo de dificultades.
En general, cuando tenemos un riego por goteo que se utiliza regularmente para aportar a la planta la
cantidad de agua que este necesita en las diferentes fases de su ciclo, se produce una concentración
importante de raíces absorbentes en una parte del suelo muy limitada, lo que impide que las raíces
puedan distribuirse por todo el suelo y explorarlo convenientemente.
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Esta situación, va a limitar la posibilidad de captar nutrientes por la planta, la capacidad de esta para
micorrizar sus raíces y la capacidad para hacer frente a los distintos tipos de estrés que se puedan
presentar a lo largo del cultivo. Esta situación puede mejorar parcialmente cuando el riego por goteo
se utiliza, no como tal, sino más bien como una infraestructura que permite dar riegos cómodos, en
el momento oportuno pero intentado minimizar sus efectos no deseados en el desarrollo radicular.
Para ello, más que aplicar riegos muy frecuentes con poca agua, sería necesario inducir una exploración
máxima del suelo por la masa radicular, lo cual se puede conseguir parcialmente con riegos espaciados
con mucha agua, intentando imitar una lluvia o un riego a manta, de forma que el bulbo de riego sea lo
más amplio posible. La utilización de las instalaciones de riego por goteo para imitar riegos por inunda-
ción ha sido señalada por numerosos técnicos como una buena estrategia para mantener la sanidad de
muchas plantas herbáceas y arbóreas típicas de manejos en secano como la vid o el olivo entre otras.
No podemos olvidar que una de las líneas principales actualmente de investigación de las industrias
químicas transnacionales, sería la de poner a punto, variedades con mayor capacidad de resistencia
frente a dosis altas de herbicidas, así como incrementar la capacidad para tolerar mayores dosis de fer-
tilizantes. Para algunos, estos planteamientos pueden parecer extraños, pero en definitiva de lo que se
trata, es de adaptar las plantas a los productos químicos, en vez de, al contrario, porque sencillamente,
suele resultar más barato.
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Desde un punto de vista agroecológico, en principio, la mejora genética (de cualquier tipo) no es más
que un conjunto de herramientas que dependiendo de cómo se utilicen se obtendrá mayores o me-
nores niveles de diversidad.
Hasta ahora, su uso ha ido dirigido a obtener cultivares de una amplia adaptación y genéticamente
uniformes, renunciándose de esta manera a aprovechar las interacciones positivas “genotipo-medio”
y obligando en consecuencia a la utilización de fuertes insumos (abonos y fitosanitarios) para obtener
buenas producciones.
Solamente estrategias que pongan énfasis en seleccionar, de acuerdo con los ambientes específicos,
podrán optimizar la productividad, renunciando a los fuertes incrementos de insumos. Lógicamente
estos trabajos de adaptación a los ambientes específicos solo son posible si se hace un uso intensivo
de la biodiversidad.
Las técnicas, de mejora clásica, que pueden ayudar a crear mayor agro diversidad son señaladas por
el profesor F. Nuez (1997): Liberación directa de cultivares procedentes de las primeras generaciones
de selección; Uso de mezcla de cultivares; Cultivares multilínea, de cruces compuestos; Variedades
sintéticas y de polinización abierta; Híbridos de varias vías.
Para llevar a cabo estos programas, las conservaciones de las variedades tradicionales se manifiestan
como una “práctica agrícola imprescindible y esencial” ya que son las variedades tradicionales las de-
positarias de la variabilidad genética y por lo tanto las depositarias de las capacidades de adaptación a
ambientes específicos.
Aunque su finalidad principal es evitar el “aguado” de los cítricos (Phytophtora), al evitar que las salpi-
caduras de la lluvia sobre el suelo, sirvan de contaminación de esporas y propágulos del hongo sobre
los frutos situados en las partes bajas del árbol, posteriores estudios han demostrado que otras muchas
funciones eran ejercidas por la cubierta vegetal de Oxalis, entre ellas: proteger las raíces superficiales
de los cítricos, con las que no compiten; favorecer la instalación y el mantenimiento de micorrizas,
evitar la erosión y facilitar la formación de agregados, una cierta acción acidificante, muy positiva para
los suelos calcáreos mediterráneos; reservorio de fitoseidos como Euseius estipulatus, Ambliseius
barkeri..; acción de repelencia de Aphis gossypi y escarabajos, disminuir los riesgos de heladas por
irradiación, atrayente de Coccinella septempuntata.
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En otros casos se ha podido establecer la relación del mantenimiento de cubierta vegetal con los
problemas de ácaros. En efecto se ha comprobado que las cubiertas vegetales suelen mantener en
general altas poblaciones de fitoseidos depredadores que en función de las condiciones ambientales
ejercen una función reguladora se distintos tipos de ácaros bien sobre la propia cubierta o bien des-
plazándose hacia los cultivos.
7.1. Micro-parcelación
Si es bien cierto que las parcelas de escasas dimensiones plantean importantes problemas de incre-
mento de costes al impedir o complicar la gestión y mecanización de las mismas, también es cierto que
constituyen en sí mismas un modelo escrupulosamente científico de diseño, ya que esa configuración
ha permitido preservar unos altísimos niveles de biodiversidad.
Esta biodiversidad ha sido la clave para atemperar el desarrollo de muchas plagas y enfermedades,
respecto a la virulencia con la que se han desarrollado en otras zonas con paisajes más continuos y
homogéneos.
A la luz de los conocimientos actuales, el diseño micro parcelado de muchos campos de agricultura
tradicional, constituye una importante herramienta agroecológica, y desde este punto de vista lo apa-
sionante del problema esta, no en una concentración parcelaria o en un cambio de estructura que
homogeneice el paisaje, sino en reconvertir y aproximar la propiedad de parcelas, manteniendo y
conservando los niveles de biodiversidad actuales.
Reconvertir los factores limitantes (micro parcelación) en señas de identidad cultural y estabilidad agro-
ecológica, debería constituir un eje estratégico, para el planteamiento del desarrollo de la futura agri-
cultura mediterránea.
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Un análisis agroecológico considera que con la cementación de una acequia se produce un ahorro de
agua, pero también la posible pérdida de unos elementos biológicos claves para la preservación del
equilibrio de los agro sistemas, compuesto por toda la vegetación asociada a ella.
Efectivamente muchos microorganismos necesarios, como por ejemplo las micorrizas, se reintro-
ducen en los campos de cultivo, desde las raíces de la flora asociada a las acequias no cementadas,
cuando se pierden o se merman sus poblaciones a causa de malas prácticas agrícolas.
En cualquier caso, no podemos olvidar que la medida más importante a la hora de ahorrar agua, con-
siste en conservar y mejorar no la red de distribución, sino la capacidad de retención de agua por el
suelo, y esto se consigue mantenido un suelo estructurado mediante la aplicación de “buenas prácticas
agrícolas”. Estudios realizados sobre el tema, han puesto en evidencia que la necesidad de agua de
un cultivo como la patata en un suelo bien estructurado, disminuye hasta un 50% respecto al mismo
suelo desestructurado.
Estos métodos de control van a perseguir reforzar el equilibrio del sistema productivo en uno o varios
puntos, y tradicionalmente son clasificados en:
- Acciones agronómicas
- Medios físicos
- Medios biológicos
- Utilización de productos vegetales que refuerzan la resistencia de las plantas, inhiben el desarrollo de
los parásitos vegetales o actúan como insecticidas.
- Empleo de productos minerales, que aumentan la resistencia de las plantas o inhiben o controlan los
parásitos vegetales.
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En general los medios de control físico lo que tratan es de recuperar el equilibrio reforzando la capa-
cidad de cerrarse el sistema.
Los medios de control biológicos pretenden reforzar el equilibrio del sistema mediante un incremento
de la complementariedad de los medios productivos y por último la utilización de productos vegetales
y minerales, lo que trata en realidad es de alcanzar unos niveles de complementariedad reduciendo
las poblaciones de aquellos elementos que por las causas que fuesen han adquiridos unos niveles de
desarrollo muy alto respecto a otros elementos. Sin embargo, resulta más correcto el análisis que
pone énfasis en señalar que las propias plagas y enfermedades son unas consecuencias provocadas por
el propio desequilibrio del sistema y que realmente lo que hay que corregir son estos desequilibrios
de fondos, ya que estas aparecerían como una consecuencia y no como una causa de desequilibrio.
Pero no sólo la acción de estas plagas ha sido causa de problemas en los rendimientos agrícolas, las
cosechas y la supervivencia misma de las plantaciones están expuestas a la acción del entorno, tanto
biótico como abiótico.
Las plagas que dañan en su mayoría, son las plagas de insectos. Estas plagas tienen una gran adaptabili-
dad, es decir que se acomodan a muchas condiciones y situaciones ecológicas del mundo.
Las plagas de insectos pueden ser activadas en ciertas épocas o todo el año. Una población de insectos
se considera plaga cuando reduce la cantidad o calidad de los alimentos y los forrajes. La velocidad con
la que se reproducen varía, pero la mayoría se reproducen con bastante rapidez, y llegan a causar daño
en árboles de producción agrícola o forestal.
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10. El ecosistema
Los factores bióticos del ecosistema, concretamente su fauna, tienden a mantener una estabilidad
interior mediante regulaciones propias, concepto llamado homeostasis, que puede definirse como la
estabilidad de las poblaciones dentro del ecosistema. La densidad de población de cada especie en
el ecosistema, está controlada por numerosas fuerzas ambientales variantes e interdependientes que
influyen en su natalidad, dispersión y mortalidad, es decir, en su potencial biótico.
Una de las causas principales que provocan grandes desplazamientos de la posición de equilibrio de las
especies de insectos, es la introducción de un insecto desde su nicho ecológico donde está controlado
naturalmente, manteniéndose una baja densidad de población, a otra zona nueva donde, en ausencia
de sus enemigos naturales, se desarrolla de tal manera que su población crece considerablemente.
Precisamente, esta característica de la lucha biológica es la que impone la base ecológica con estudio
serio sobre dinámica poblacional, faceta muy difícil y que abarca, conocimientos de los ciclos biológicos
de la plaga, y del insecto útil, tanto en la zona de origen como en la región de destino. Sólo a partir de
algunos estudios ecológicos, se puede deducir si la importancia de un insecto útil, es beneficiosa para
la agricultura forestal o no.
A partir de ahí se requiere utilizar medidas de control y si estas no son las más apropiadas, el desba-
lance natural aumenta al eliminarse los enemigos naturales de esta y otras plagas que puedan conver-
tirse en plagas de primer orden. Como ejemplo reciente tenemos especies de organismos pequeños
como trips, moscas blancas, minadores, ácaros etc. que tienden a ser las plagas de actualidad.
Al comparar lo que existe en un agroecosistema y en un ecosistema natural vemos que algunas cosas
han sido totalmente modificadas. La competencia por el alimento es diferente, en el ecosistema está
regulado para todas las especies, en el agroecosistema está abundante para pocas especies; El micro-
clima varía al modificarse el entorno influyendo en las especies de plagas y en las especies benéficas; En
cuanto a la presencia de enemigos naturales, en un ecosistema se encuentran grandes cantidades de
enemigos naturales porque esa ha sido su forma de convivencia, en el agroecosistema estos enemigos
naturales han sido perturbados, y eliminados.
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Se ha ido argumentando que el marco conceptual del enfoque de sistemas tiene ventajas comparativas
en el nuevo escenario. La noción de que las interacciones y las dinámicas de los componentes de un
sistema, no se expresan aditivamente en la definición del resultado final de un proceso, y la idea que
los sistemas están jerárquicamente relacionados “hacia arriba” y “hacia abajo”, de tal forma que los pro-
cesos agrícolas tienen manifestaciones globales y locales, son dos conceptos importantes del enfoque
de sistemas que son particularmente pertinentes bajo las nuevas condiciones de la agricultura.
El desafío actual es desarrollar nuevas estrategias, nuevos métodos, nuevas combinaciones de los ins-
trumentos ya aprobados y lo primero y más importante, que aquellos que están encargados de dirigir
y aplicar el concepto de sistemas en programas y proyectos de instituciones, adopten una nueva ima-
gen y una nueva mentalidad. La tarea es reinstrumentar el enfoque de sistemas, para ganar una nueva
eficiencia y eficacia en la investigación y desarrollo de sistemas agrícolas competitivos, sostenibles y
equitativos.
Los agroecosistemas pueden recibir entradas de fuera del mismo tales como semillas, fertilizantes, llu-
via, etc. Todos los componentes mencionados en la lista anterior interactúan entre sí y como resultado
de tales interacciones se produce la cosecha que constituye una salida.
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En ese sentido, el componente insectos fitófagos se convierte en una población plaga cuando crece y
alcanza a producir pérdidas de índole económica, sobrepasando lo que conocemos el Nivel de Daño
Económico (NDE). El crecimiento de cualquier población se da a merced de dos grupos de factores:
Factores bióticos y abióticos y su influencia sobre el crecimiento poblacional de una especie plaga.
En el caso de los agroecosistemas, la disponibilidad de alimento para una especie plaga no puede
considerarse como limitante para su crecimiento poblacional, en virtud de la abundancia representada
por las plantas sembradas. Esta falta de limitación siempre hará referencia al tamaño poblacional que
nos interesa desde el punto de vista económico, ya que las plantas disponibles y la corta permanencia
de la mayoría de los cultivos, permitirá un crecimiento significativo de la población en cuanto al daño
infringido, sin que se agoten los recursos alimenticios utilizados por la especie plaga.
La calidad del alimento es otro factor que en el caso de los agroecosistemas puede ser manipulado
para disminuir los niveles de población de la plaga que nos afecta.
Este elemento no sólo hace referencia al valor nutricional del cultivo para la plaga, el cual puede ser
modificado a través de la fertilización y del riego, sino a las características físicas y químicas de la planta,
ejerciendo efectos sobre su selección y posterior utilización como alimento.
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13.2. Clima
La competencia entre individuos de una misma especie es un hecho que se presenta sólo en pobla-
ciones que han alcanzado unos niveles muy elevados en cantidad, situación en la cual la lucha por ali-
mento y espacio, impedirá la continuación del crecimiento poblacional y regresará la población al nivel
que los recursos del ambiente puedan soportar.
Este tipo de competencia no se ha probado como importante desde el punto de vista de las plagas
agrícolas, aunque ha permitido teorizar sobre la posibilidad de reemplazar una especie plaga por otra
también plaga, pero con menor capacidad de daño o con mayor facilidad de control.
En el caso de los enemigos naturales, le restan importancia práctica al efecto y señalan que, si un ene-
migo natural que ejercía una buena regulación es reemplazado por otro, esto significa que el nuevo es
más efectivo y que por lo tanto ejercerá un mejor nivel de control.
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La efectividad de un enemigo natural no es constante, está más bien en función de las condiciones
prevalecientes en una determinada circunstancia. El rango de densidad poblacional sobre el que actúan
eficientemente es variable según la especie, lo que explica que haya buenos enemigos naturales para
niveles de población bajos de la plaga y viceversa, así como un buen enemigo natural no lo sea en toda
la extensión de la distribución geográfica de una plaga.
existe “el mejor” enemigo natural para cada hábitat y éste puede no ser siempre el mismo, por lo que
la aceptación o rechazo de una especie de enemigo natural puede conducir a fracasos en los progra-
mas de importación y liberación de enemigos naturales.
13.6. Plaguicidas
De todos los nombrados, éste es el único factor que no tiene carácter natural, pero que debido a su
presencia dentro de los agroecosistemas ha pasado a constituirse en un elemento familiar, de impacto
sobre las poblaciones animales presentes y al que hay que conocer si se desea extraerle el máximo be-
neficio con el mínimo de efectos colaterales indeseables. Los plaguicidas órgano-sintéticos ingresaron
a los sistemas agrícolas desde finales de la década de los años 40 y aunque su carácter de elemento
milagroso se ha desvirtuado con el tiempo a la luz de los problemas que han generado, estamos con-
vencidos de que su presencia está garantizada en virtud de las innegables ventajas que representan a
la hora de reducir rápidamente las Poblaciones plaga.
El conocimiento detallado de sus características y efectos, no sólo sobre las plagas, sino sobre el am-
biente en general, debe conducirnos a un uso más eficiente de estos productos, que nos permita su
aplicación sólo cuando sea necesario y en estos casos, aplicar dosis mínimas y mediante las técnicas
más efectivas con la seguridad de que se alcanzará el objetivo de poner en contacto al producto con
la plaga.
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a partir de la segunda mitad del siglo XX, las políticas del agro han estado dirigidas a fomentar la tec-
nología más avanzada como factor fundamental de avance de la producción, bajo la lógica que una
tecnología de “punta” nos provee los resultados productivos mejores. En ese marco, la ola de la “Re-
volución Verde” fomentó el empleo de variedades de alto rendimiento acompañadas de un paquete
tecnológico de empleo de insumos externos a los agroecosistemas.
El caso del algodón se inscribe en este marco y es de sobra conocido por sus efectos negativos a los
suelos, ambiente, salud pública, recursos naturales y economía del país. Si bien el derrocamiento de la
dictadura somocista, produjo profundos cambios en el agro nicaragüense, la idea de la tecnología de
punta como factor fundamental del avance de la producción agrícola sobrevivió.
Durante los años 80 se fomentó el uso de agroquímicos, que incluyeron a los plaguicidas químicos,
mediante la venta de los mismos. Como consecuencia se aumentó la importación y uso de los plagui-
cidas químicos que eran vendidos a precios muy inferiores que los del resto del área centroamericana.
Esta situación agudizó aún más los problemas agroecológicos, sociales y económicos ya desatados en
las décadas de los 50`s, 60`s y 70`s.
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Las administraciones posteriores a los años 80`s no hicieron prácticamente nada por superar esta si-
tuación lo que nos motiva a decir que los gobiernos actuales visualizan los sistemas productivos como
“fábricas” de productos agropecuarios para ser consumidos localmente o exportados. En este sentido,
el uso de semillas de variedades de alto rendimiento y empleo de agroquímicos, es visto como la so-
lución del problema.
Es decir que la tendencia es a fomentar los sistemas de producción intensivos en insumos importados
y capital, en vez de perseguir la optimización del uso de la tierra bajo sistemas intensivos en mano
de obra y recursos locales. Los primeros sistemas han mostrado ser factores de degradación de los
recursos naturales y del fracaso de los productores que terminan abandonando sus cultivos por la in-
capacidad técnica de manejar las plagas y con grandes deudas ante los grupos financieros del mercado
nacional de capitales.
Cuando pensamos en la palabra plaga se nos viene a la mente cualquier insecto que se alimenta de
plantas y por tanto es potencialmente dañino. La palabra plaga implica, para la mayoría de agriculto-
res, una acción de control sobre la misma para anular o minimizar los daños al cultivo de interés y las
pérdidas que se pueden derivar de la acción depredadora del insecto denominado como plaga. Un
concepto moderno de plaga es el siguiente:
“Plaga es toda aquella población de insectos que ataca a los cultivos establecidos por los seres humanos
y cuyo nivel poblacional sube hasta producir una reducción o anulación del rendimiento del cultivo y
pérdidas económicas”.
Analizando lo anterior podemos decir que, a reserva de su naturaleza fitófaga, una población de in-
sectos solo adquiere el estatus de plaga cuando su nivel poblacional sube hasta perjudicar el cultivo
ocasionando pérdidas económicas.
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Ateniéndonos a tal situación, las plagas se pueden clasificar con respecto al nivel poblacional que al-
canzan. Esa posición está referida en relación al nivel poblacional conocido como Nivel de Daño Eco-
nómico. Una población de insectos está normalmente en un equilibrio dinámico, es decir fluctuando
alrededor de un nivel poblacional promedio típico de la especie conocido como “Posición General de
Equilibrio” (PGE). La posición general de equilibrio es el nivel poblacional promedio que alcanza una
población en el tiempo.
De acuerdo al comportamiento de la plaga y la importancia qué esta tiene para el productor, podemos
clasificar a las plagas en tres categorías: plagas claves como las de mayor. Importancia para el agricultor,
ya que siempre se presentan y causan pérdidas considerables tanto en la producción como en costos
de su manejo; plagas ocasionales como aquellas que, aunque pueden causar pérdidas importantes,
se presentan solo ocasionalmente (no siempre); y plagas secundarias las cuales, aunque pueden estar
presentes siempre, las pérdidas que ocasionan no son muy significativas.
En las plagas se distinguen dos grupos de animales, invertebrados (los que no tienen esqueletos, in-
sectos y ácaros) y vertebrados (que tienen esqueleto perfectamente desarrollado, mamíferos y aves).
•Plagas nativas en cultivos introducidos muy comunes, plaga “adopta” cultivo nuevo.
•Plagas introducidas en cultivos introducidos, estas plagas vienen presentes con el cultivo introducido.
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Las plagas en general, abarcan grupos de patógenos como hongos, bacterias, nematodos, grupos de
artrópodos como ácaros e insectos, así como al grupo de los virus. También existen otros grupos im-
portantes de plagas que generalmente son menos estudiadas, como son: roedores, aves, moluscos,
etc. Todos estos organismos compiten con el hombre por la alimentación, de manera que si el hom-
bre no realiza control no sería posible obtener cosechas exitosamente.
Los síntomas de una planta dañada ayudan a determinar el tipo de plaga; el diagnóstico además debe
considerar el tipo de insecto, su tamaño, forma y color. Para controlar una plaga se deberán desarrollar
acciones de protección del cultivo y del producto cosechado y almacenado.
•Plagas ocasionales.
•Plagas permanentes.
a) Se le llama plaga sub-económica aquella población de insectos fitófagos cuyo PGE (punto general
de equilibrio) está ubicada muy por debajo del NDE (nivel de daño económico) y que nunca llega, en
su fluctuación, a tocar el NDE.
b) Se le llama plaga ocasional aquella población de insectos fitófagos cuya PGE está ubicada por debajo
del NDE y que eventualmente llega, en su fluctuación, a tocar el NDE.
c) Se le llama plaga permanente aquella población de insectos fitófagos cuya PGE está ubicada por
debajo del NDE, pero tan cerca que en su fluctuación toca de manera permanente el NDE.
d) Se le llama plaga clave o severa aquella población de insectos fitófagos cuya PGE está ubicada siem-
pre por arriba del NDE. Este es el tipo de plagas más dañinas que existen y si no se controlan ocasio-
nan severas pérdidas.
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El grupo que se alimenta de las plantas, lo constituyen los fitófagos o herbívoros y encontramos tres
categorías: los masticadores, los succionadores y los formadores de agallas. Estas categorías son estra-
tegias para ingerir sus alimentos. Dentro del grupo encontramos una clasificación basada en la abun-
dancia de especies hospederas (plantas) que el insecto consume y éstos pueden ser: Monófagos, los
que se alimentan de una sola especie; Oligófagos, los que se alimentan de varias especies de plantas
relacionadas y los Polífagos que se alimentan de una amplia variedad de especies. Los fitófagos masti-
cadores también presentan diversidad en la parte de tejido vegetal del cual se alimentan y tienen sus
propias preferencias: el follaje, raíces, flores, frutos, tallos. Los fitófagos succionadores se alimentan
de los líquidos (savia) que extraen de las plantas según partes de su preferencia como: hojas, yemas,
frutos, tallos. Los fitófagos formadores de agallas “pican” a la planta y hacen que éstas formen un hogar
para ellos, dentro del cual no solo encuentran albergue, sino también alimento adecuado y abundante.
Económicamente es durante este proceso de alimentación que los fitófagos causan su daño a los
cultivos. Al alimentarse del tejido vegetal los masticadores causan un daño directo que puede llegar a
incidir, en la reducción del producto de la cosecha.
El grupo de los insectos que se alimentan de sangre establece sus interacciones para la función alimen-
ticia con el hombre y con los animales. Muchas especies además de succionar sangre transmiten a
sus hospederos patógenos, que causan enfermedades muy peligrosas. Los insectos que se alimentan
de carne establecen su interacción alimenticia con el hombre, los animales y con otras especies de
insectos.
Dentro del contexto ecológico es importante anotar la existencia en la naturaleza de insectos que
literalmente se comen a otros insectos, actúan dentro del proceso de regulación poblacional y son lla-
mados en general insectos benéficos y en particular constituyen los parásitos y los depredadores cada
grupo tiene sus propias características generales. La función ecológica de los insectos es muy impor-
tante para la conservación de especies de diversos grupos de organismos en el planeta, ellos forman
parte directa de las cadenas tróficas, son parte crucial en procesos de descomposición orgánica, son
fuentes de sustancias químicas para diversos fines, son de utilidad en la reproducción de ciertas espe-
cies vegetales mediante su acción como polinizadores.
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El grupo que se alimenta de las plantas, lo constituyen los fitófagos o herbívoros y encontramos tres
categorías: los masticadores, los succionadores y los formadores de agallas. Estas categorías son estra-
tegias para ingerir sus alimentos. Dentro del grupo encontramos una clasificación basada en la abun-
dancia de especies hospederas (plantas) que el insecto consume y éstos pueden ser: Monófagos, los
que se alimentan de una sola especie; Oligófagos, los que se alimentan de varias especies de plantas
relacionadas y los Polífagos que se alimentan de una amplia variedad de especies. Los fitófagos masti-
cadores también presentan diversidad en la parte de tejido vegetal del cual se alimentan y tienen sus
propias preferencias: el follaje, raíces, flores, frutos, tallos. Los fitófagos succionadores se alimentan
de los líquidos (savia) que extraen de las plantas según partes de su preferencia como: hojas, yemas,
frutos, tallos. Los fitófagos formadores de agallas “pican” a la planta y hacen que éstas formen un hogar
para ellos, dentro del cual no solo encuentran albergue, sino también alimento adecuado y abundante.
Económicamente es durante este proceso de alimentación que los fitófagos causan su daño a los
cultivos. Al alimentarse del tejido vegetal los masticadores causan un daño directo que puede llegar a
incidir, en la reducción del producto de la cosecha.
El grupo de los insectos que se alimentan de sangre establece sus interacciones para la función alimen-
ticia con el hombre y con los animales. Muchas especies además de succionar sangre transmiten a
sus hospederos patógenos, que causan enfermedades muy peligrosas. Los insectos que se alimentan
de carne establecen su interacción alimenticia con el hombre, los animales y con otras especies de
insectos.
Dentro del contexto ecológico es importante anotar la existencia en la naturaleza de insectos que
literalmente se comen a otros insectos, actúan dentro del proceso de regulación poblacional y son lla-
mados en general insectos benéficos y en particular constituyen los parásitos y los depredadores cada
grupo tiene sus propias características generales. La función ecológica de los insectos es muy impor-
tante para la conservación de especies de diversos grupos de organismos en el planeta, ellos forman
parte directa de las cadenas tróficas, son parte crucial en procesos de descomposición orgánica, son
fuentes de sustancias químicas para diversos fines, son de utilidad en la reproducción de ciertas espe-
cies vegetales mediante su acción como polinizadores.
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El Manejo Integrado de Plagas (MIP) ha sido definido de muchas formas. Sin embargo, la mayoría de los
conceptos que han surgido giran en torno a la obtención de cosechas de forma sostenible, sin causar
daños al medio ambiente ni a la salud humana. El control integrado es un vástago método ecológico de
lucha contra las plagas en que se utiliza toda una serie de técnicas de control de forma coordinada. Los
elementos de un sistema de control integrado de plagas pueden consistir en una variedad de métodos
biológicos, químicos y de cultivos, con inclusión del empleo de variedades.
En su forma más amplia, el control integrado abarca todas las plagas del ecosistema agrario, es decir
insectos, patógenos, malas hiervas y aves, etc. Uno de los problemas con que se ha tropezado al tratar
el control integrado o la ordenación integrada de plagas ha sido que algunos no han comprendido el
concepto y que otros no están de acuerdo sobre la definición.
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20. Control
Es importante pensar en el control de enfermedades no sólo desde un punto de vista curativo, cuando
el daño ya ha sido causado en nuestro cultivo, sino que también desde un punto de vista preventivo.
Así es fundamental considerar en las distintas etapas de desarrollo, siembra o trasplante, crecimiento
del cultivo, cosecha y postcosecha, medidas de manejo que permitan reducir las probabilidades de
aparición de cualquier patología que pueda disminuir tanto la cantidad como la calidad del producto
cosechado.
Es fundamental mantener el cultivo libre de tierra y rastrojos vegetales ya que su presencia favorece la
aparición de enfermedades e insectos. La reducción de fuentes de inóculo parte con la utilización de
material de propagación sano, libre de virus y control de malezas que pueden constituir huéspedes
alternativos.
¿Cómo se manifiestan? Cada enfermedad produce síntomas que en algunos casos son fáciles de
reconocer pero que en otros casos pueden ser confundidos fácilmente, es por ello necesario que un
técnico con experiencia ayude a identificarlos correctamente y recurrir a los análisis respectivos para
poder así elegir el método de control más adecuado.
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22.1. Exclusión:
Semilla o material vegetativo libre de patógenos, con la certificación de semillas y de materiales vege-
tativos de propagación como es el caso en papa, uvas, frutales, y otros, mediante la mejora de cultivo
de tejidos y técnicas de micropropagación, al igual que se le puede mantener en lugares protectores
cerrados tal como invernaderos de malla, para excluir a los patógenos y sus vectores. La exclusión
puede obtenerse mediante prácticas: la limpieza del equipo agrícola, para remover restos de cosecha
y suelo contaminado que pueden albergar patógenos tales como Verticillium, nematodos u otros or-
ganismos de suelo.
23. Erradicación
Procura la eliminación del patógeno luego de su introducción en un área, pero antes de que se esta-
blezca o se disemine ampliamente. Es aplicable a plantas individuales, lotes de semilla, campos o regio-
nes, aunque generalmente no es efectivo en áreas geográficas grandes. La erradicación del cancro de
los cítricos involucraba el quemado y remoción de árboles enfermos y la destrucción total de naran-
jales y viveros. La enfermedad pareció haberse detenido y el patógeno erradicado, pero reapareció y
nuevos intentos de erradicación se están llevando a cabo.
La erradicación se puede alcanzar también mediante la destrucción de malezas que son reservorios
de diversos patógenos o de sus insectos vectores. La eliminación de desechos amontonados de papa
es un método efectivo para la erradicación del inóculo del patógeno agente causal del tizón tardío en
papa.
La fumigación de suelos una estrategia de erradicación ampliamente utilizada. Involucra introducir quí-
micos en su forma gaseosa, como disulfuro de carbono, bromuro de metilo o cloropicrina dentro del
suelo para eliminar patógenos. Pero, con efectos secundarios adversos, como la eliminación de orga-
nismos benéficos, la contaminación de aguas subterráneas, y toxicidad de estos productos químicos,
por lo tanto, con resultados de menor confiabilidad.
Los fumigantes volátiles como el bromuro de metilo son inyectados en el suelo y sellados con una capa
de plástico Algunos fumigantes solubles en agua como el metam-sodio pueden inyectarse en el suelo
que luego simplemente se compacta para sellarse.
El quemado, medio efectivo de erradicación de patógenos, pero con problemas de ley con los árbo-
les de olmo enfermos afectados por la enfermedad Holandesa del Olmo, árboles de cítricos infectados
por cancro bacteriano de los cítricos o de campos de frijol infectados por bacteria que causa el tizón
del halo.
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El flameado con propano efectivo a los micro esclerocios de Verticillium en tallos de plantas de menta,
y el flamear tallos de papa, previo a la cosecha, puede prevenir la infección del tubérculo por parte
del patógeno agente causal del tizón tardío de la papa. Sin embargo, el quemar campos agrícolas es
motivo de controversias.
24.Protección
Este principio depende del establecimiento de una barrera entre el patógeno y la planta huésped o
de la parte susceptible de la planta huésped. Considerado que esta barrera es de naturaleza química
(fungicida, bactericida o nematicida), pero también se pude considerar el caso de una barrera física o
espacial o temporal. Las estrategias específicas empleadas asumen que los patógenos están presentes
y que la infección ocurrirá si no se emplean medidas protectoras. Por ejemplo, en las plantaciones de
banano, éstos se cubren con cubiertas plásticas tan pronto la fruta se desarrolla para protegerla de
diversas plagas incluidos los hongos que causan su pudrición.
La protección a menudo involucra algunas prácticas culturales: labranza, drenaje, irrigación o modifi-
cación del pH del suelo, cambios en la fecha y profundidad de siembra, espaciamiento entre plantas,
podas y raleos u otras prácticas que permitan a las plantas escapar a la infección o reducir la severidad
de una enfermedad.
El levantamiento de la altura de las camas para asegurar un buen drenaje de los suelos es un ejemplo
de manejo cultural de enfermedades de plantas como son las pudriciones radiculares y de tallos.
• Los fungicidas utilizados por más de 100 años y continua el desarrollo de fungicidas nue-
vos. El Caldo Bordelés, un fungicida a base de sulfato básico de cobre, fue el 1er fungicida
ampliamente utilizado hasta hoy. Desde principios a mediados del siglo XX, se desarrollaron
fungicidas orgánicos (thiram, captan, y los bisditiocarbamatos), fungicidas de amplio espec-
tro, de contacto o protectores que controlan un amplio rango de enfermedades fungosas.
A partir de 1960 se desarrollaron los “sistémicos”. Aunque la mayoría no son totalmente
sistémicos en las plantas, usualmente translaminar. Algunos de los fungicidas “sistémicos” se
movilizan hacia arriba xilematicos o floematicos, pero actualmente sólo (Fosetyl-Aluminio)
presenta distribución tanto hacia arriba-xilema, como hacia abajo-floema, recién es un ver-
dadero fungicida sistémico.
Una desventaja de estos fungicidas sistémicos Estrobilurinas con rango reducido de acción y limitado
a un sólo sitio en particular (esto es, su sitio de actividad específica está controlado por uno o pocos
genes), por ello son más propensos a que se desarrollen casos de resistencia al fungicida por parte del
patógeno. Se han desarrollado varias estrategias de manejo para enfrentar la resistencia a fungicidas.
Entre ellas está la de mezclar fungicidas con diversos sitios de acción (múltiple y simple), alternar la
aplicación de fungicidas con diferentes modos de acción, aplicación de fungicidas sólo cuando sea ne-
cesario, en vez de aplicaciones con base en calendario o recomendación, aplicar la dosis recomendada
y no intentar recortar costos mediante la reducción de las cantidades establecidas del fungicida a aplicar.
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• Acondicionadores de pH: en términos generales, a medida que el pH del agua esté por encima
del neutro, la vida media de los agroquímicos disminuye. Los herbicidas son los que requieren pH más
ácido, seguidos de los insecticidas, y por último los fungicidas.
• Efecto tensoactivo: para romper la tensión superficial del agua, es la fuerza de cohesión de las gotas
de agua para no romperse. Los coadyuvantes tensoactivos reducen la tensión superficial y facilitan la
humectación y penetración del agroquímico.
Los fungicidas pueden aplicarse por varios métodos: aspersores terrestres, avión, sistemas de irri-
gación. Primero, el fungicida debe estar registrado legalmente para su uso en la planta involucrada y
contra la enfermedad. Si los diferentes fungicidas son similares en su efectividad, costo, facilidad de
aplicación y seguridad, factor más crítico es cuando se debe aplicar el producto. Aplicación temprana
la mayoría del producto químico se desperdiciará antes de que pueda ser efectivo; muy tarde, será
ampliamente inefectivo. Ojo: ¡¡¡saber cuándo aplicar!!!
La aplicación y distribución de las gotitas de la aspersión es clave (más fina, más completa es la cober-
tura en la superficie de la planta). Pero muy finas forman una nubecilla que es desplazada fácilmente
por el viento.
26. Resistencia
¡El uso de plantas resistentes a enfermedades se elimina, sería lo ideal reducir las pérdidas causadas
por enfermedades....! Las plantas resistentes se obtienen con métodos estándares de mejoramiento
mediante selección y/o hibridación. Unas cuantas líneas resistentes a enfermedades han sido obtenidas
mediante la inducción de mutaciones utilizando rayos X o químicos. Existe también el interés por los
químicos denominados “activadores de plantas” que inducen las respuestas de defensa de las plantas
llamadas “resistencia sistémica adquirida” y resistencia inducida.
Recientemente, se han desarrollado plantas resistentes a través del uso de ingeniería genética (ejem-
plo, resistencia al virus de la mancha de anillo de la papaya.
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MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
• La hibridación es una táctica, en la cual una planta que tiene las cualidades agronómicas u
hortícolas deseadas, se cruza con una planta que es resistente, la cual puede o no, presentar
otras características deseables tales como tamaño, rendimiento, estética, u otros.
El desarrollo de plantas resistentes a enfermedades con éxito relativo con plantas anuales y bienales,
pero no en el caso de plantas perennes, por el período de tiempo más prolongado que se requiere
para desarrollar y evaluar a la progenie. El desarrollo de resistencia ha sido de mayor éxito contra pató-
genos fungosos más especializados: royas tizones, mildiu polvoso y los virus, pero de menor éxito en
el caso de patógenos generales como muchos agentes causales de quemazones, úlceras, pudriciones
radiculares y manchas foliares.
El mayor problema con plantas genéticamente resistentes es que su continuo uso puede seleccionar al
patógeno haciéndolo virulento al hospedero. Por eso, muchos programas de mejoramiento se tornan
en procesos continuos para desarrollar líneas de plantas resistentes.
Este tipo de resistencia a menudo es inestable y el surgimiento de una raza patogénica que pueda
atacar a un determinado genotipo puede superar totalmente a esta clase de resistencia. La resistencia
cuantitativa o resistencia general se deriva de la acción de muchos genes para resistencia con efectos
aditivos que proporcionan una resistencia más estable (o duradera) a los patógenos.
Existen varias estrategias para minimizar el desarrollo de razas virulentas y fallas en la resistencia. Entre
estos se incluyen: métodos de liberación de genes, en donde plantas genéticamente diferentes se
intercalan regionalmente para evitar un monocultivo genético o se siembran mezclas de cultivares
que poseen composiciones genéticas diferentes para asegurar que algún componente del cultivo sea
resistente a la enfermedad.
Sin embargo, al decidir el genotipo a emplear también se deben tener en cuenta otros factores como
son: objetivo de la producción, mercados de destino, época de cultivo (sensibilidad a bajas o altas tem-
peraturas), precocidad, vigor y características del fruto o producto a cosechar entre otros.
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Al momento de decidir su utilización respetar los periodos de carencia señalados en la etiqueta del
producto (tiempo que debe transcurrir desde la aplicación hasta la cosecha) y de reingreso (lapso de
tiempo que debe pasar luego de la aplicación antes que se puedan realizar nuevamente labores en el
cultivo). Para la frecuencia de aplicación se debe tener presente el efecto residual del producto.
Existen muchos microorganismos que han sido considerados como antagonistas de algunos patóge-
nos, constituyendo una alternativa a los productos químicos. La lucha ejercida por ellos puede ser por
el contacto físico directo de éste con el agente causal de la enfermedad o bien por la liberación por
parte del biocontrolador de sustancias que tienen un efecto negativo sobre el patógeno. Otra forma
de actuar es a través de la competencia por espacio y nutrientes.
El objetivo del control biológico es estimular la colonización de la superficie de las plantas, por antago-
nistas saprofitos capaces de multiplicarse y disminuir el inóculo de los patógenos. Los biocontroladores
son selectivos y no dañan los tejidos de la planta, siendo una alternativa ecológicamente más conve-
niente, sin problemas de contaminación y de residuos químicos. Dentro de la lista de microorganismos
con actividad antagonista se pueden mencionar entre otros, hongos del género Trichoderma sp. y
algunas de las especies de las bacterias Bacillus y Pseudomonas.
Trichoderma es un habitante común del suelo, capaz de controlar un gran número de patógenos tales
como Armillaria mellea, Phytophthora spp., Rhizoctonia solani, Sclerotium rolfsii, Pythium spp., Bo-
trytis cinerea, Fusarium spp., Verticillium spp. entre otros. Su forma de acción es por competencia y
predación, enrollando su micelio alrededor del cuerpo del patógeno, el que es penetrado y finalmente
desintegrado.
29. La quimioterapia
Es la aplicación de químicos a una planta infectada o enferma para detener (ejemplo, erradicar la infec-
ción). Aunque se han efectuado diversos intentos para utilizar la quimioterapia, en muy pocos casos
han tenido éxito. En unas cuantas enfermedades en ornamentales o árboles de gran valor, la quimio-
terapia ha servido como un factor de contención que debe ser repetido a ciertos intervalos de uno a
varios años.
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C
O
N El manejo integrado de plagas y enfermedades es un enfoque holístico que
combina diferentes métodos de control para minimizar el uso de pesticidas
C
y maximizar la eficacia y sostenibilidad del manejo de plagas y enfermedades.
El enfoque integra el uso de métodos preventivos, culturales, biológicos y
químicos para mantener los niveles de población de plagas y enfermedades
por debajo del umbral económico.
U sistema en general. Además, este enfoque permite una gestión más eficiente
y rentable de las plagas y enfermedades, ya que se pueden reducir los costos
asociados con el uso excesivo de pesticidas y los tratamientos repetidos.
O
N
E
S
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AA
NN Evaluación del Módulo:
EE
MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES
1. ¿Qué son las plagas?
X
4. ¿cómo se manifiestan?
XO
5. ¿ué es el manejo integrado de plagas y enfermedades?
O
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
manual_plagas26.indd
https://www.ecoagricultor.com/wp-content/uploads/2013/04/Manual-gestion-plagas.pdf
PLAGAS.pdf https://www.uacj.mx/ICB/UEB/documentos/1.%20PLAGAS.pdf.
Manejo_Integrado_Plagas.pdf http://www.cedrssa.gob.mx/files/b/13/3Manejo_Integrado_Plagas.pdf
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