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Demografía y agnotología

Por: Luis Miguel Ramírez Aristeguieta


Profesor Titular UdeA

La demografía se viene soslayando en eventos de orden mundial y se mira como un asunto


geopolítico casi herético y una materia en la que prevalece una aparente ignorancia estratégica, que
desintegra de forma soterrada pero constante el contrato social y sus prerrogativas. Así como lo
plantea el economista Jeffrey Sachs y sus antecesores desde Adam Smith, toda gira en torno a la
población y curiosamente es el asunto más rehuido. La demografía hoy en día parece ser un
conocimiento subvalorado y esquivado desde el poder político y económico, cuando
inquietantemente parece ajustar y explicar las realidades ecológicas más lamentables expresadas
además en inequidad, desigualdad, exclusión, guerra, violencia, contaminación, corrupción...
Darwinismo.

La miopía geopolítica es sorprendente. Nuestro planeta debe lidiar con un desequilibrio energético
que empeora en horas: descartando la tasa de mortalidad, al planeta le nacen 200 mil personas
todos los días. Por cierto, en la tasa de mortalidad diaria hay 35 mil niños muriendo de hambre,
mientras Unicef en vez de educar, pide más recursos para hacer aparente filantropía, actitud a todas
luces falsa, cuando con algo de pedagogía no necesitarían más benefactores. A las economías y las
naciones que acogieron el modelo de seguridad social de Von Bismarck, les conviene la
superpoblación. Precisa ver como se inmortalizo como gran humanista y líder a Angela Merkel por
haber dejado inmigrar en su territorio a cerca de tres millones de musulmanes en una de las
migraciones televisadas más dramáticas y crueles por todo el mediterráneo. En realidad, lo que
sucedió y sucede es que el 45% de la juventud en Alemania ya es estéril, lo que aniquila la tasa de
reemplazo demográfico a la mitad. Los medios le dieron poca difusión a la noticia, (¿agnotología
programada?), herramienta que parece responder a un mecanismo de supervivencia…pero no
humana, sino de la cosa económica.

Los países más ricos en plena pandemia nos recordaron con desparpajo una realidad advertida por
Yuval Noah Harari y que ha sido proverbial: los adelantos tecnológicos no son para todos, el
desarrollo y los últimos conocimientos traducidos a inventos que mejoran la salud y el bienestar, no
son ni serán accesibles a todos de forma balanceada porque las poderosas elites siempre los exigirán
como privilegios y los convertirán en exclusivos gracias a un destino manifiesto que supuestamente
los arropa. Entonces, los humildes deben esperar en una “brecha económica” alimentada por la
avasallante demografía que se autoalimenta por el desconocimiento y la desigualdad porque si, los
territorios más humildes, inequitativos, inviables e injustos son los que tienen una taza de
reemplazo desproporcionada. En la pandemia sobraban vacunas, pero faltaba voluntad política en
distribuirlas con justicia social por todo el globo planetario. A eso nos enfrentamos, a nuestra
naturaleza gris y egoísta, así lo pretenda negar Rutger Bregman en “Dignos de Ser Humanos”, en el
que niega que solo tengamos un mano de pintura Rousseauniana en nuestro atávico y belicoso
mono asesino.
Los expertos le endosan la culpa de la superpoblación a la primera revolución industrial y las
comodidades asociadas que fueron in crescendo y que no han disminuido cuando ya estamos ad-
portas de la cuarta revolución. Cuando Smith, Ricardo y Marx hablaban de modelos económicos
solo había un billón de personas. Lo cierto es que ahora ni los modelos de Keynes, Hajek ni
Mazzucato pueden incidir sobre el modelo económico y administrar pobreza con una mayor
cantidad de necesitados (ocho veces más y creciendo...alarmantemente). Lo cierto es que no hay
políticos ni corporaciones, ni líderes u organizaciones que puedan solucionar la tasa de reemplazo
demográfico. Esto, por supuesto, no les conviene porque los países superpoblados (BRICA: Brasil,
Rusia, India, China y algunas zonas de África), son el paraíso de corporaciones que, sin el más mínimo
asomo de vergüenza, mudan sus empresas y esclavizan a los nativos, pero al mismo tiempo obtienen
un mercado cautivo y reemplazable que hace millonario a cualquier industrial de la noche a la
mañana con trabajo precarizado. En las ciudades más grandes del mundo solo se ven contratos por
horas para los jóvenes (nini), y ya se puede uno imaginar lo que eso impacta en unas prestaciones
cada vez más exiguas y raquíticas.

La demografía se ha vuelto una mala palabra, un tópico muy sensible que linda con derechos
humanos, eugenesia e ingeniería social. Cualquier intento por desenredar este ovillo termina siendo
señalado de inhumano o tirano cuando ya se está haciendo esta fría ingeniería (pero a la inversa),
al descuidar su regulación, permitiendo su desconocimiento y la inequidad como su desenlace. El
Dr. Tedros Ghebreyesus en una alocución sobre la distribución de las vacunas en plena pandemia la
llamo injusta y grotesca. En contraste, un enfoque optimista como el que hasta el último día nos dio
Hans Rosling en Veracidad, “… Porque las cosas están mejor de lo que piensas...”, no es sino una
calculada e irresponsable miopía en la que utilitariamente se trata con bellos gráficos la información
pasada y presente, pero sin incluir probables verdades futuras de a puño (con modelos matemáticos
predictivos), verbigracia, la sostenibilidad de esta especie a futuro.

Auto exculparse como la hace Rutger Bregman en “Dignos de Ser Humanos” o Stiven Pïnker en
“Racionalidad”, o Hans Rosling en “Veracidad”, no es sino una calculada e irresponsable
miopía...como poner una bella cubierta a una torta incomible, en la que se deforma la realidad con
“pseudo certezas”. Si continuamos considerándonos evolutiva y complacientemente dos veces
“Sapiens”, aplaudimos también la incierta convicción de un futuro humano justo, dos veces. Parag
Khanna en “Las fuerzas que nos desarraigan” plantea el asunto de una transición demográfica
sesuda que parece sugerente a una mayor igualdad, mayores niveles de bienestar y a una más justa
distribución de la riqueza; sin embargo, en el intermedio, urge mayor responsabilidad y control en
nosotros.

A la sazón, creo que, a esta altura, mi invitación pretende manifestar que hay que enseñar
demografía en la UdeA. La superpoblación genera superoferta y una impresentable desigualdad
porque todo lo que sobra se devalúa en explotación, esclavitud, vulneración, subcontratación...
desempleo: Una interminable pobreza. La eterna codicia materialista y consumista que acompaña
a los humanos desde tiempos prehistóricos va a convertirse en su propia lapida y en la que se leerá
una última inscripción: fuimos una especie insaciable que se reprodujo exponencialmente y que
amó conjugar el verbo tener, auto mentirse y alardear con ostento.

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