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Organización de sesiones
o Frente a conflictos familiares, es posible organizar sesiones separadas que
permitan la reflexión, debido a las necesidades emocionales o prácticas de las
partes. Se consideran sesiones de larga duración en días seguidos.
o En el ámbito civil, económico o empresarial las sesiones de mediación tienden a
organizarse en una sesión o en sesiones largas en días consecutivos.
o En materia civil entre particulares o penal, tienden a organizarse sesiones
separadas en el tiempo, sobre todo si el conflicto está revestido por un carácter
emocional.
o Los conflictos de consumo tienden a solucionarse en una sola sesión
o Conflictos de carácter hipotecario se organizar sin reuniones entre las partes, pero
existe una comunicación continua por parte del mediador con las partes.
Participación de terceros
o Participación de terceros como niños, abuelos, expertos neutrales y otros
dependerá de la preferencia de las partes y el mediador, quienes negociarán la
forma y alcance de su participación.
o La ventaja de la mediación es que permite la participación de sujetos que el
proceso normalmente excluiría.
o Estos terceros pueden tener incidencia en la solución, ya sea por la exposición de
sus intereses o porque aportan conocimientos.
o La participación de un tercero debe ser gestionada por el mediador y debe
considerarse la finalidad de su participación.
o Un menor podría participar para acuerdos sobre tiempo que han de pasar los
padres, por ejemplo, en todo caso, es común que las normativas atribuyan al
menor su derecho de ser oído en todo procedimiento administrativo y judicial; sin
embargo, debe respetarse el principio favor minoris.
o La presencia de un abuelo podría permitirle exponer sus necesidades.
o Un perito o especialista puede ser llamado para rendir explicación de informes.
Echandía (2009) define el derecho procesal como la rama del derecho que estudia el conjunto de
normas que fijan el procedimiento que se ha de seguir para obtener la actuación del derecho
positivo, lo mismo que las facultades, los derechos, cargos y deberes relacionados con este y que
determinan las personas que deben someterse a la jurisdicción del Estado y los funcionarios
encargados de ejercerla.
Casado (2011) define el proceso civil como una serie de hechos o actos humanos en la que unos
hombres, denominados partes y defensores, piden algo a otros que se llaman jueces; para hacer
lo que se les pide, los jueces escuchan, observan, razonan, administran y mandan. Por ende, el
proceso civil comprendería no sólo un sector de la realidad sino también de la actividad,
entendida como realidad determinada por una voluntad.
Couture (1958) proporciona una definición del derecho procesal civil desde un punto de vista
doctrinario, describiéndolo como la “rama de la ciencia jurídica que estudia la naturaleza,
desenvolvimiento y eficacia del conjunto de relaciones jurídicas denominado proceso civil”.
Liebman (1980) desde el sentido objetivo, lo describe como aquella parte del derecho que regula
el desarrollo del proceso civil
En este sentido, el derecho procesal civil es la disciplina encargada del estudio del conjunto de
normas que permiten regular el proceso a través del cual se solucionan los litigios que se centran
en la interpretación o aplicación de normas sustantivas civiles.
Ovalle Favela (2003) nos señala que el estudio de cualquier rama del derecho procesal debe
partir de una premisa básica, sobre la cual existe un consenso entre los autores, que es la unidad
esencial del derecho procesal. Esta unidad se expresa, inicialmente, a través de los conceptos
básicos o fundamentales que toda disciplina procesal utiliza y a los que el procesalista argentino
Podetti (1944) denominó la trilogía estructural de la ciencia del proceso, los cuales consisten en
los conceptos de jurisdicción, proceso y acción.
Todas las ramas del derecho procesal surgen de la existencia de los tres conceptos mencionados:
a) de la jurisdicción como la función que ejercen órganos del Estado independientes o
autónomos, para conocer y resolver, a través del proceso, los litigios que planteen las partes y, en
su caso, para ordenar que se ejecute lo resuelto o juzgado; b) del proceso como conjunto de actos
y hechos jurídicos a través del cual dichos órganos dirigen y deciden los litigios, y c) de la
acción como el derecho que se confiere a las personas para promover un proceso ante los
órganos jurisdiccionales, a fin de obtener una resolución sobre una pretensión litigiosa y lograr,
en su caso, la ejecución forzosa de lo juzgado.
Dicha unidad esencial del derecho procesal también se manifiesta a través del hecho de que todo
proceso, independientemente de su tipo (civil, penal, laboral, etc.), posee la misma estructura.
Alcalá-Zamora (1974) sostiene que todo proceso inicia desde un presupuesto (litigio), se
desenvuelve a lo largo de un recorrido (procedimiento) y busca alcanzar una meta (sentencia), de
la que deriva un complemento (ejecución).”
En el proceso se aplican las normas del derecho civil, las cuales son de naturaleza privada y tiene
como característica fundamental el hecho de estar regido por el principio dispositivo, aquel que
permite a las partes disponer del proceso monopolizando su iniciativa e impulso, así́ como de
fijar su objeto y disponer del derecho sustancial controvertido. El principio dispositivo rige de
manera predominante pero no absoluta el proceso civil. Este se manifiesta en diferentes aspectos
del proceso, otorgándole las características, denominadas por Véscovi (1974) como
“subprincipios”, entre los cuales se pueden mencionar los siguientes:
1. El proceso debe iniciar por iniciativa de parte. Esto implica que el juez en materia civil
no puede instaurar por sí mismo un proceso, es necesaria la acción de la parte interesada
para que inicie el proceso. Esto guarda relación con el aforismo “Nemo judex sine
actore”, que significa: donde no hay demandante no hay juez.
2. El impulso del proceso queda confiado a la actividad de las partes.
3. Las partes tienen el poder de disponer del derecho material controvertido, ya sea de
forma unilateral (mediante el desistimiento de la acción o de la pretensión y del
allanamiento) o en forma bilateral (por medio de una transacción).
4. Las partes fijan el objeto del proceso (thema decidendum) a través de las afirmaciones
contenidas en sus escritos de demanda y contestación a la misma. El juez no puede
resolver más allá́ (ultra petita) o fuera (extra petita) de lo solicitado por las partes.
5. Las partes fijan el objeto de la prueba (thema probandum), por ende, la actividad
probatoria debe limitarse a los hechos discutidos por las partes.
6. Solo las partes están legitimadas para impugnar las resoluciones del juzgador y la
revisión de estas debe limitarse a los aspectos impugnados por las partes.
7. Por último, por regla general, la cosa juzgada sólo surte efectos entre las partes que han
participado en el proceso.