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Universidad de Chile

Facultad de Derecho
Departamento de Derecho Privado
Derecho Civil II

ACTO JURÍDICO
Prof. Marco Rosas y Mariana Tupper
Diego Calderón
Julio, 2020
INTRODUCCIÓN Y CONCEPTO DE ACTO JURÍDICO
I. Teoría del acto jurídico
Es la sistematización de los principios y reglas aplicables a toda relación jurídica, sea
esta patrimonial, contractual, de parentesco, etc. Concibe normas generales para todas
las relaciones jurídicas que nazcan de hechos jurídicos: derechos reales, personales,
etc.
Nuestro Código Civil no trata el acto jurídico por razones históricas: el movimiento de
Codificación (siglos XVIII y XIX) es anterior a la concepción de la teoría del acto jurídico
(Germania, siglo XIX). Lo que sí se incorpora es la teoría general del contrato, esto es,
la generalidad de reglas aplicadas a todo contrato.
II. Hechos y actos jurídicos
Los hechos pueden ser:
1. No jurídicos: no producen efectos jurídicos.
2. Jurídicos: producen efectos jurídicos, esto es, la adquisición, modificación o
extinción de una relación jurídica.
2.1. De la naturaleza: hecho natural que produce efectos jurídicos. Por ejemplo,
un terremoto, el cual produce el efecto jurídico de activación de las
obligaciones de los contratos de seguro.
2.2. Del hombre: hecho realizado por el hombre que produce efectos jurídicos.
2.2.1. Ilícitos: hechos contrarios al ordenamiento jurídico. Tenemos el delito y
cuasidelito.
2.2.2. Lícitos: hechos no prohibidos por el ordenamiento jurídico.
2.2.2.1. Involuntarios: el hecho efectuado por el hombre produce un
efecto jurídico no deseado por él. El hombre tiene voluntad, mas
el efecto jurídico producido por su acto es distinto a lo que desea.
Pueden ser cuasicontratos.
2.2.2.2. Voluntarios: el hecho efectuado por el hombre produce el efecto
jurídico deseado por él y es lícito. Son denominados actos
jurídicos. Como género, encuentra diversas especies, entre
ellas, el testamento, la renuncia (art. 12, CC) y el contrato (art.
1438, CC).
Acto jurídico puede definirse como la manifestación de voluntad de una o más partes
hecha con el propósito de crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas (derechos y
deberes), y que produce los efectos queridos por su autor o las partes, ya que así lo
sanciona el derecho (Vial del Rio).
Comprende los siguientes elementos:
1. Manifestación de voluntad.
2. Manifestación de voluntad que persigue un propósito específico y determinado.
3. Manifestación de voluntad que produce los efectos queridos por el autor o las
partes, porque el Derecho así lo dispone.
Un acto es jurídico porque produce efectos jurídicos, a saber, adquisición, modificación
o extinción de derechos subjetivos.
Tenemos como ejemplo de los hechos jurídicos las Fuentes de las obligaciones: hechos
que tienen como consecuencia jurídica obligaciones. Se reconocen cinco (art. 1437, CC):
contrato y cuasicontrato, delito y cuasidelito, y la ley.
También lo son los Modos de extinguir las obligaciones (art. 1567, CC), los cuales son
hechos que tienen como efecto jurídico la extinción de derechos (relaciones jurídicas).
La mayoría de ellos son actos jurídicos, como el pago, la novación, la transacción, etc.
En cambio, hecho jurídico es, por ejemplo, la pérdida de la cosa que se debe.
Otros hechos jurídicos son igualmente los Modos de adquirir el dominio (art. 588, CC),
los cuales tienen como efecto jurídico la adquisición de un derecho (relación jurídica).
Son Modos de adquirir el dominio: ocupación, accesión, tradición, sucesión por causa de
muerte y prescripción adquisitiva. En su mayoría son actos jurídicos.
La tradición (art. 670, CC), en particular, consiste en un hecho voluntario (se produce el
efecto deseado por la manifestación de voluntad) en que intervienen dos partes (una
entrega la cosa con la intención de transferir la propiedad de ella, y quien recibe la cosa
lo hace con la intención de adquirir la propiedad), por lo que se considera un acto jurídico
bilateral.
III. Clasificaciones del acto jurídico
De acuerdo a las partes que concurren a la manifestación de voluntad:
a) Unilateral: una sola manifestación de voluntad. Por ejemplo, la renuncia y el
testamento.
b) Bilateral: dos manifestaciones de voluntad que, al coincidir perfectamente, se
entiende como consentimiento. Esto último se entenderá por la ley como requisito
de la existencia y de validez de todo acto jurídico. Por ello, se protege de los
llamados ‘vicios del consentimiento’ (art. 1451, CC), lo que es aplicable al
elemento de voluntad en los actos jurídicos unilaterales.
Un contrato es un acto jurídico bilateral por definición, pues requiere del
consentimiento o coincidencia perfecta de voluntad entre dos partes. Este acto
tiene como consecuencia jurídica crear derechos personales. Se pueden clasificar
atendiendo a cuántas personas contraen obligaciones con el contrato, habiendo
contratos unilaterales, cuando una parte se obliga, y bilaterales, en donde ambas
lo harán (art. 1439, CC). Ejemplo de lo primero es la donación (solo el donante
tiene la obligación de entregar la cosa), en principio; de lo segundo, la
compraventa.
Su importancia práctica radica en que a los contratos bilaterales se aplican
determinadas instituciones relevantes que no se hace con los unilaterales.
Típicamente son la condición resolutoria tácita (art. 1489, CC) y la excepción del
contrato no cumplido (art. 1552, CC).
No debe confundirse entre los actos jurídicos unilaterales y bilaterales, y los
contratos unilaterales y bilaterales. En los primeros, se distingue según las
voluntades que concurren en el acto; en los segundos, según las partes obligadas
por el contrato. De esta manera, es una clasificación que no se aplica en la teoría
general del contrato (a diferencia de las siguientes).
De acuerdo a la situación de las partes respecto a los efectos jurídicos:
a) Entre vivos: los efectos del acto jurídico se generan sin la necesidad de que
alguien muera. Es la regla general.
b) Por causa de muerte: efectos del acto jurídico se producen por la muerte de la
persona. Por ejemplo, el testamento.
Es relevante distinguir estos actos jurídicos, ya que en el testamento puede el
testador cambiar su contenido mientras no muere, ya que recién ahí se producirán
los efectos del acto jurídico.
De acuerdo a los gravámenes y utilidades percibidos por las partes (art. 1440, CC):
a) A título gratuito: también conocido como “a título lucrativo” (art. 1962, CC), es el
acto jurídico en que una sola parte sufre un gravamen (pérdida en el patrimonio)
y genera utilidad a la otra sin que ella sufra alguno.
Generalmente está sujeto a solemnidades, como en la donación, la cual requiere
de insinuación (autorización del juez).
b) A título oneroso: acto jurídico o contrato en que ambas partes sufren un gravamen,
pero que se generan utilidad respectivamente. Por ejemplo, el contrato de
compraventa, donde el dinero y producto (propiedad) son los gravámenes y
utilidades de ambas partes.
Por excepción requiere solemnidades.
Es una clasificación relevante por el grado de culpa (falta de diligencia) que se
puede pedir al deudor (art. 1547, CC).
De acuerdo al momento en que el acto produce sus efectos jurídicos:
a) Puros y simples: los efectos se producen ipso facto a la celebración del acto
jurídico.
b) Sujetos a modalidad: los efectos están sujetos a modalidad lo que altera la
producción de sus efectos. Ello dependerá de la modalidad específica,
tradicionalmente identificándose la condición (queda sujeto a un hecho futuro e
incierto), el plazo (postergar la producción de efectos jurídicos) y el modo.
Es relevante distinguir para efectos de exigir los derechos.
De acuerdo a la relación jurídica que produce:
a) De familia: las reglas de Derecho civil extrapatrimonial, particularmente familiar,
son excepcionales, pues se rigen por otros principios (no se inspiran en el Derecho
romano). Por ejemplo, un acto jurídico de familia como el matrimonio (art. 102,
CC), si bien se considera un contrato, se rige por otras reglas (entre estas, no
poder sujetarse a modalidad).
b) Patrimoniales: se rige por las reglas de Derecho civil patrimonial (las que se
inspiran, como la mayoría del Código, en el Derecho romano).
De acuerdo a su suficiencia (art. 1442, CC):
a) Principal: aquel que puede subsistir por sí mismo.
b) Accesorio: aquel que es complementario a otro acto jurídico, dependiendo de él.
Ejemplo de esto último son las garantías o cauciones (art. 46, CC), como la
hipoteca, prenda, fianza, etc. Generalmente se hacen en el mismo momento o
después de la celebración del acto principal (excepcionalmente antes).
De acuerdo a la solemnidad requerida:
a) Solemnes: acto jurídico que requiere de solemnidades o formalidades especiales
para perfeccionarse (por ejemplo, un instrumento público).
b) No solemnes: acto jurídico que no requiere solemnidades para su
perfeccionamiento.
La ley civil distingue entre contratos solemnes, consensuales y reales (art. 1443,
CC). En los consensuales, basta que las partes consientan sobre los elementos
esenciales sin formalidad alguna; en los reales, además del consentimiento, se
necesita de la mera entrega material de una cosa (“tradición”, no en sentido
técnico). Los no solemnes, por tanto, pueden ser consensuales o reales. Un
contrato real sería el mutuo (art. 2196, CC), en que la entrega de la cosa
perfecciona el acto jurídico, que tiene como efecto jurídico la obligación de
devolución. Por otro lado, tenemos el comodato o préstamo de uso (art. 2174,
CC).
Un contrato solemne sería la compraventa de un bien raíz (ver arts. 566 a 568,
CC), que requiere de escritura pública para perfeccionarse (art. 1801, CC).
También lo es el contrato de promesa (art. 1554, CC), que exige para su
perfeccionamiento la solemnidad de escritura privada.
De acuerdo a su regulación taxativa en la ley:
a) Nominados: acto jurídico regulado en la ley. Al no regularse ciertos aspectos por
las partes contratantes, actúa la ley como derecho supletorio. Por ejemplo, la
compraventa (art. 1793, CC).
b) Innominados: acto jurídico no regulado en la ley. Al no regularse ciertos aspectos
por las partes contratantes, es complicado determinar las normas aplicables. Por
ejemplo, el contrato de operaciones simultáneas de la bolsa.
REQUISITOS DE EXISTENCIA Y VALIDEZ DEL ACTO JURÍDICO
I. Requisitos del acto jurídico
El acto jurídico tiene elementos distintos (art. 1444, CC):
a) De la esencia: los que se necesitan para que un acto jurídico exista y se
perfeccione, coincidiendo con los requisitos de la existencia (por regla general).
Son comunes a todos los actos jurídicos:
1. Voluntad (actos unilaterales) o consentimiento (actos bilaterales).
2. Objeto: las cosas por las cuales se obligan las partes. Por ejemplo, en la
compraventa son las cosas que se deben dar respectivamente en virtud de las
obligaciones del comprador (precio) y el vendedor (cosa).
3. Causa.
4. Solemnidad (en su caso).
b) De la naturaleza: los que se incorporan en el acto jurídico, salvo que las partes
estipulen algo diverso. Por ejemplo, en el contrato del mandato, el mandatario
debe ser remunerado.
c) Accidentales: se incluyen solo por ser establecido expresamente por las partes.
Por ejemplo, las modalidades (por regla general, dado que también pueden ser
de la esencia o naturaleza en ciertos casos).
En cuanto a sus requisitos, el acto jurídico tiene requisitos de existencia y de validez:
a) Requisitos de existencia: requisitos necesarios que establece la ley para que un
acto sea jurídico.
b) Requisitos de validez (art. 1445, CC): requisitos necesarios que establece la ley
para que un acto produzca sus efectos jurídicos de manera estable (el acto jurídico
y sus efectos valen). En su ausencia, el acto jurídico se ve en la posibilidad de ser
sancionado en ineficacia1.
Esta distinción pende de la posición doctrinaria del juez:
a) Teoría de la inexistencia jurídica: a falta de un requisito de existencia, un acto no
se perfecciona como jurídico, por lo que no existe para el Derecho. Distinto es el
caso si no se observa un requisito de validez.
b) Invalidez jurídica: a falta de un requisito de existencia o validez, el acto jurídico
solo es anulable, no reconociéndose la inexistencia.
Requisitos de existencia son:
a) Voluntad o consentimiento: se entiende como un elemento de la esencia del acto
jurídico, y es la intención de crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Si es
unilateral, se requiere de voluntad (intención individual de producir efectos
jurídicos); si es bilateral, se requiere consentimiento (acuerdo de voluntades para
producir efectos jurídicos).
Tiene dos requisitos propios:
1. Seriedad: que la persona tenga intención de referirse a una relación jurídica.
2. Manifestación: una exteriorización, sea expresa, tácita, presunta, etc.

1 Eficacia de los actos jurídicos: aptitud para producir sus efectos jurídicos.
b) Objeto (art. 1460, CC): la cosa que se trata de dar hacer o no hacer, sea esa cosa
un objeto de transferencia, un hecho o abstención (Corral).
c) Causa (art. 1467, CC): concepto discutido por la doctrina, pero genéricamente se
entiende como el motivo del acto jurídico.
d) Solemnidades: requisitos formales. La mayoría de los actos jurídicos dependen
de la voluntad o consensualidad, por lo que se exigen excepcionalmente. La más
frecuente es la escritura publica (art. 1699, CC).
Los requisitos de validez son:
a) Voluntad exenta de vicio: la voluntad no debe estar viciada. Son vicios de la
voluntad (art. 1451, CC):
1. Error: ignorancia o equivocación respecto de la ley o un hecho al celebrar un
acto jurídico. Puede ser:
1.2. De hecho: ignorancia o equivocación respecto de una persona, cosa o
hecho al celebrar el acto jurídico.
1.3. De derecho: ignorancia o equivocación respecto de un precepto
jurídico.
2. Fuerza: presión física o moral ejercida sobre la voluntad de una persona para
determinarla a ejecutar o celebrar un acto o contrato. Debe ser injusta o
ilegítima; y grave.
3. Dolo: intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro.
b) Capacidad: puede ser de goce, como capacidad de adquirir derechos y contraer
obligaciones (art. 545 in. 1°, CC) o de ejercicio, como la de ejercitar derechos y
obligaciones por sí mismo y sin el ministerio de otra persona (art. 1445 in. 2°, CC).
Todos son capaces de ejercicio excepto los que la ley declare en contrario (art.
1446), los que han sido numerados en la ley (art. 1447, CC).
c) Objeto lícito (art. 1445, CC): objeto del contrato que no sea contrario a la ley, orden
público y/o buenas costumbres.
d) Causa lícita (art. 1467, CC): el acto jurídico debe tener un motivo y no puede ir
contra la ley, buenas costumbres y/u orden público.
II. Requisitos
II.I. Voluntad o consentimiento
El principio de libertad que inspira nuestra ley civil se expresa, entre otras formas, en que
uno decide si crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Expresado en los actos
jurídicos, la voluntad es esencial a ellos.
Sus requisitos son:
1. Manifestación: la intención de producir efectos jurídicos tiene que hacerse
conocer a sus destinatarios. Puede ser:
1.1. Expresa: declaración directa, sea lenguaje escrito o verbal, acerca
de cuáles son los efectos jurídicos que una parte desea producir.
1.2.
Tácita: declaración de la intención para producir efectos jurídicos
que se deduce inequívocamente de ciertas circunstancias.
Por regla general, el silencio no es manifestación de voluntad
(aceptación o rechazo). Solo la ley le da valor al silencio
excepcionalmente, por ejemplo, con la herencia o legado (art. 1233,
CC) y la aceptación del encargo por parte del representante en el
contrato de mandato (art. 2125, CC).
2. Seriedad: manifestación con intención real de producir efectos jurídicos.
Una declaración no seria es la expresada por un actor investido como
personaje en una obra teatral. Tampoco lo es cuando es imposible exigir a
un juez la realización de ciertos efectos jurídicos. Un ejemplo concreto es
la condición meramente potestativa del deudor (arts. 1473, 1477 y 1478,
CC), en que el nacimiento o extinción de una obligación se condiciona a un
hecho futuro e incierto que pende de la voluntad del deudor.
a) Formación del consentimiento
En los actos jurídicos bilaterales, importa la formación del consentimiento, esto es, la
coincidencia o el acuerdo de dos voluntades distintas, en cuanto condición necesaria;
pero será suficiente para la mayoría de los actos jurídicos, que son consensuales (ver
art. 1443, CC). Esta se forma con la oferta, iniciativa de una parte para negociar, y la
aceptación, que es la adhesión o conformidad, por otra parte, a aquella iniciativa.
Se regula en el Código del Comercio (arts. 97 a 108, CCo). El Mensaje de su ley (ver art.
19, CC) expresa que si bien es una ley especial (ver art. 4, CC) para actos jurídicos
mercantiles, también valen como reglas generales para todo acto jurídico. Además, por
su naturaleza son de aplicación general (Alessandri). Estas normas son:
1. Debe haber una propuesta/oferta y aceptación en el momento para
perfeccionar el consentimiento verbal (art. 97, CCo). El silencio no constituye
manifestación de voluntad, por lo que si no hay aceptación, no se producen
efectos, quedando el proponente libre.
2. En caso de propuesta y aceptación escrita, se tiene un plazo de veinticuatro
horas si las partes viven en la misma ciudad, y si no, “a vuelta de correo”, que
se entiende, en una interpretación finalista, como el tiempo razonable
dependiendo del medio de comunicación y el caso (Corral, p. 87).
3. El proponente tiene un período en que puede arrepentirse o retractarse (art.
99, CCo), y si lo hace dentro de ese plazo se producen ciertas consecuencias
(art. 100, CCo), habiendo daños y gastos indemnizables en la etapa previa a
la formación del consentimiento (responsabilidad precontractual)2. Si el

2Los perjuicios ante los que debe responder son diferentes al caso de indemnización por incumplimiento
del contrato, pues aun no se han adquirido derechos personales. Los perjuicios generalmente son gastos
en que el destinatario incurrió para analizar la oferta: por ejemplo, honorarios de un abogado que se
contrató para revisar documentos y evaluar si se aceptaba o rechazaba la oferta.
destinatario de la oferta la acepta, se perfecciona el contrato por medio del
consentimiento.
El arrepentimiento luego de la aceptación es ineficaz, de acuerdo al principio
de fuerza obligatoria de los contratos (art. 1545, CC): una vez perfeccionados,
obligan a las partes y no pueden dejarse sin efecto unilateralmente.
4. Excepciones son:
4.1. El proponente se compromete a esperar: no puede retractarse
válidamente porque las partes acordaron expresamente un plazo o una
condición para esperar la respuesta. Deberán las partes establecer un
plazo, de lo contrario, aplicarían las normas legales (arts. 97 y 98, CCo).
Aun cuando de hecho se retracte, la oferta sigue vigente, por lo que
ante la aceptación se perfecciona el acto jurídico consensual y se
producen plenamente sus efectos jurídicos (Alessandri).
Ante muerte o incapacidad del proponente, la oferta ya no estará
vigente, dado que la obligación de celebrar un acto a pesar de la
retractación es una norma excepcional (Alessandri) por lo que no se
obliga a los herederos o representantes.
5. La oferta deja de estar vigente y el consentimiento no se perfecciona, cuando:
5.1. Se vence el plazo:
5.1.1. Si es verbal, en el mismo momento.
5.1.2. Si se vive en la misma ciudad y se ofreció por escrito, después de
veinticuatro horas.
5.1.3. Si se vive en ciudades diversas, a vuelta de correo.
5.2. Si hay caducidad de la oferta:
5.2.1. El oferente es declarado incapaz de ejercicio.
5.2.2. El oferente muere.
5.2.3. El oferente cae en insolvencia.
5.3. Si hay retractación.
6. En la aceptación fuera de plazo, esta es ineficaz, y el proponente tiene la
obligación de informar su retractación, o si no debe responder por los daños y
perjuicios de quien acepta (art. 98, CCo). Entendiéndose la aceptación
extemporánea como nueva oferta, los plazos para dar “pronto aviso” de la
retractación son aquellos generales para toda propuesta.
7. La contraoferta u aceptación condicional, que es la modificación de los
términos de la oferta, se entiende como nueva oferta. El oferente original pasa
a ser el destinatario de la nueva oferta y se reinicia la negociación.
8. Si el destinatario de la oferta la acepta, se perfecciona el consentimiento.
Siendo un acto o contrato consensual (la mayoría de los actos jurídicos), basta
el acto de aceptación para que se entienda perfeccionado. Por eso, después
de ella, no es posible retractarse válidamente (art. 99, CCo).
9. Si las partes residen en distintos lugares, se entenderá celebrado el contrato
en el de la residencia del destinatario de la oferta (art. 104, CCo). Es una regla
supletoria, pues bien pueden las partes concurrir a una prórroga expresa la
competencia relativa. El lugar donde se ha celebrado el contrato es importante
por:
9.1. Reglas de competencia relativa.
9.2. Dónde deba realizarse el pago.
9.3. Cuáles son las leyes aplicables (si una de las partes vive en otro país).
Tenemos, por tanto, cuatro momentos distintos en la formación del consentimiento:
1. Oferta: acto jurídico unilateral que, siendo manifestación de la voluntad, sus
requisitos son que debe ser seria y exteriorizarse, además de completa
(comprender todos los elementos de la esencia del acto jurídico que se propone
celebrar).
2. Aceptación: acto jurídico unilateral siendo sus requisitos que debe ser seria,
exteriorizada, pura y simple (se debe aceptar en su totalidad, íntegramente en sus
elementos de la esencia) y oportuna (dentro de plazo, mientras la oferta esté
vigente, dado que el consentimiento se forma con ambos actos jurídicos). Puede
ser expresa o tácita (art. 103, CCo).
3. Perfeccionamiento del consentimiento y nacimiento del contrato. Siendo la
mayoría de los actos jurídicos de carácter consensual, ellos se perfeccionan con
el consentimiento en los elementos de la esencia (objeto y causa), produciendo
efectos jurídicos (en el caso de los contratos, se conoce como fase contractual).
La pregunta, entonces, es ¿cuándo se forma el consentimiento? Tenemos
diversas teorías recogidas en los sistemas jurídicos:
3.1. Teoría de la declaración de voluntad o aceptación: cuando el destinatario
acepta la oferta y exterioriza su voluntad de aceptar, sin importar si el
oferente conoce o no la decisión aún. Es la incorporada en nuestra ley civil,
como regla general (ver arts. 99 y 101, CCo).
Sus excepciones son las normas de orden público de protección. Tras
encumbrarse la libertad e igualdad como principios ilustrados,
expresándose en que las personas solo se obligan por su voluntad,
surgieron varias críticas ante la asimetría material y desigualdad de hecho.
Con tal de equiparar el poder negociador entre las partes, se aplican
normas especiales protectoras, como lo son el Código del Trabajo y la Ley
19.496 (Ley de Protección al Consumidor). Protegen a la parte más débil
tanto en la fase de negociación como contractual.
La Ley 19.496 se destina a la relación entre proveedor y consumidor (art.
1, Ley. 19.496), en que se establece las reglas especiales de la formación
del consentimiento en actos jurídicos de consumo, en tres aspectos:
3.1.1. Oferta a personas indeterminadas: se realiza la oferta (acto jurídico
unilateral respecto de todos los elementos de la esencia) que no va
dirigida a alguna persona en específico. La regla general es que no
obliga al oferente, sin ligarlo, por ejemplo, a su publicidad (art. 105 in.
1°, CCo; Corral, 82 pdf.); la norma especial es que la oferta
indeterminada del proponente lo obliga respecto a cualquier persona
que realice su aceptación, en los términos propuestos (art. 12, ley.
19.496).
3.1.2. Contrato celebrado por medios electrónicos: el consentimiento se
perfecciona cuando el consumidor, quien acepta inequívocamente (art.
12 letra A in. 2°, ley 19.496), tiene acceso a las condiciones generales
o cláusulas del contrato y pueda imprimirlos, quedándose una copia (art.
12 letra A in. 1°, ley 19.496).
3.1.3. Derecho a retracto: la regla general es que es el oferente quien se
puede retractar, hasta que haya aceptación (art. 99, CCo). La regla
especial es que el consumidor se puede retractar hasta diez días
pasada su aceptación o recibido el producto para ciertos casos (art. 3
bis., Ley 19.496), encontrando su fundamento al estar rodeado de
ofertas y publicidad apremiantes.
Por otro lado, también tenemos las normas internacionales que rigen la
compraventa internacional (Convención de Viena), donde predomina la
teoría de la recepción (art. 18, Convención de Viena), por lo que el oferente
puede retractarse hasta que reciba la aceptación y se perfeccione el
consentimiento.
3.2. Teoría de la expedición: una vez que el destinatario de la oferta envía una
comunicación.
3.3. Teoría del conocimiento de la información: cuando el aceptante envía la
aceptación y el oferente entra en un conocimiento real y efectivo de ello.
3.4. Teoría de la recepción: cuando la aceptación, enviada, ha llegado a su
destino, sin que sea necesario averiguar si el proponente tomó
conocimiento de ella.
¿Cuándo es relevante definir el consentimiento a partir de estas cuatro teorías?
En la oferta entre ausentes o escrita (art. 98, CCo), dado que estamos frente a un
desfase temporal entre oferta y aceptación. Conociendo la formación del
consentimiento y así el momento en que se perfecciona la mayoría de los actos
jurídicos (que son consensuales), conocemos los elementos de la naturaleza
incorporados a la relación jurídica que nace, particularmente la ley vigente (ver art
22 in. 1°, LERL). Un ejemplo de ello es la regulación legal de los Efectos de las
obligaciones (título XII, Libro IV, CC), referente a los producidos por las Fuentes
de las obligaciones (art. 1437, CC), que norma principalmente los deberes
creados por el contrato. En cuanto a la indemnización, será mayor cuando el
incumplimiento del deudor es doloso, en que se indemniza todos los perjuicios
causados por aquel; no habiendo, solo se responde de los perjuicios que se
pudieron prever cuando se celebró el contrato (art. 1558, CC).
4. Nacen las obligaciones. Incumplidas, se indemniza por daños y perjuicios
(responsabilidad contractual), lo que no debe confundirse con la retractación de la
oferta. Uno es de la etapa contractual, otro de la precontractual: recién del contrato
nacen las obligaciones, ya que pertenece a la especie de Fuentes de las
obligaciones; previo a este, tenemos los principios de la autonomía de la voluntad
y la libertad contractual, en que las personas son libres y, mientras no se
perfeccione el consentimiento, no se tienen obligaciones ni derechos por no haber
acto jurídico que los haya creado. Por ello, uno no debe confundir el cumplimiento
o incumplimiento de las obligaciones con la formación del consentimiento (fase
precontractual, si es respecto un contrato), donde ocurre la oferta y aceptación,
obligaciones precontractuales, y los vicios.
Generalmente las negociaciones o la etapa precontractual es de carácter simplificado.
No obstante, pueden haber actos jurídicos complejos, en los que debe intercambiarse
mucha información, como ocurre con las fusiones y adquisiciones de empresas. En ese
caso, la etapa precontractual puede ser compleja y extensa, y es común que concurra la
responsabilidad precontractual si, tras todo el proceso, no se termine por perfeccionar el
acto.
b) Responsabilidad precontractual
Entre los distintos tipos de responsabilidad, tenemos la civil, que es el deber de
indemnizar un daño ilícito a otro. Puede ser:
1. Responsabilidad contractual: surgida del incumplimiento de un contrato.
2. Responsabilidad extracontractual: surgida de cualquier hecho distinto al
cumplimiento de un contrato, como el delito o cuasidelito (art. 1437, CC).
En este último, se encuentra la responsabilidad civil precontractual, como
obligaciones de indemnizar el daño que se le causó a otra persona en las
negociaciones previas a la celebración de un acto jurídico o contrato. Tendrá que
ser un deber surgido de un hecho ilícito, sea delito, cuasidelito o fundado en la ley
(art. 1437, CC).
Del principio de autonomía de la voluntad que rige nuestra ley civil, se deriva el principio
de libertad contractual, que en sentido negativo, implica reconocer que las partes
permanecen libre de toda obligación mientras no hayan celebrado un contrato, por lo que
durante el desarrollo de las negociaciones contractuales, las partes deben ser libres de
realizarlas como les parezca (Celedón). No obstante, las partes negociadoras esperan
que el proceso se desarrolla de manera seria, sincera y correcta, sin necesariamente
perfeccionar el contrato. De ahí, ante las conductas abusivas o deshonestas en esta
situación, causando daños a una de las partes, se ha limitado la libertad contractual. Por
ello, puede operar excepcionalmente la responsabilidad precontractual, al no observar
obligaciones impuestas por el ordenamiento jurídico, en que las partes negociadoras,
realizando actos extremadamente indebidos, causan daño a la otra parte. Los deberes
son:
1. Lealtad y buena fe. Entendida por la tradición jurídica continental como el
parámetro de conducta que impone obligaciones de comportamiento leal y
honesto, está presente en la fase de preparación de un acto jurídico. Inobservar
tal patrón al romper las negociaciones, es antijurídica. Con tal de proteger la
libertad contractual, es un deber que muy excepcionalmente da lugar a
responsabilidad por ruptura de negociaciones.
2. Entrega de información. En este último caso, no observarlo por dolo o negligencia,
si es determinante para celebrar el contrato, se constituye como vicio de validez,
y genera responsabilidad, pudiendo pedirse la nulidad del contrato.
3. Confidencialidad o no usar la información para un fin distinto de la negociación
para celebrar un contrato. En su incumplimiento, surge el deber de indemnizar
perjuicios.
c) Vicios de la voluntad y el consentimiento
Un acto jurídico requiere tanto de una voluntad (requisito de existencia) como que ella
esté exenta de vicios (art. 1445 N°2, CC)3. Como requisito de validez, la voluntad exenta
de vicios busca asegurar el consentimiento libre (sin fuerza) e informado (sin error), en
caso contrario expuesto a ser invalidado el acto o contrato. Estos vicios de validez
aplicables a la voluntad (en actos jurídicos unilaterales, como el otorgamiento de un
testamento) y consentimiento (en actos jurídicos bilaterales) son el error, la fuerza y el
dolo (art. 1451, CC):
1. Error: falsa representación de la realidad determinada por la ignorancia o
equivocación. Vicia la voluntad dado que su manifestación surge como
consecuencia de una representación de la realidad que se tiene como cierta. Sus
elementos son:
1.1. Falsa representación de la realidad: ignorancia o equivocación de las
circunstancias de la contratación. La realidad de un contrato (solo la
información objetiva necesaria al momento de celebración)4 permite al
sujeto anticipar sus riesgos y entender plenamente las consecuencias de
prestar su consentimiento en cierto acto o contrato. El error puede deberse
a distintos factores (ambos pueden ser base de error, produciendo el
mismo efecto). Son:
1.1.1. Ignorancia: la persona que presta consentimiento no conoce todas las
circunstancias que influyen en el acto que está celebrando (no se tiene
noción). Se relaciona con el deber de información en la etapa de
negociaciones, aun cuando es el comprador el que tiene que realizar
ciertos actos positivos para salir de su ignorancia, respecto del
conocimiento de los hechos que rodean el contrato que pretende
celebrar (el comprador tiene un deber de informarse sobre lo que
compra).
1.1.2. Equivocación: la persona que presta consentimiento tiene una
valoración errada de las circunstancias o conoce de manera inexacta la
realidad (se tiene noción errada).

3 Distinción importante dado que las sanciones aplicables del error obstáculo son distintas según la doctrina
a la que uno adhiera (inexistencia o nulidad).
4 No se trata las proyecciones o estimaciones futuras ambiciosas o poco realistas que pudo haber tenido

un contratante.
La duda, donde hay conciencia de que la representación de la realidad
puede ser falsa (en el error no hay esa conciencia) se excluye, aunque no
de manera expresa por el Derecho, como elemento que pueda viciar el
consentimiento. Ello porque quien emite una declaración de voluntad a
sabiendas de que no conoce con exactitud su contenido y efectos, no
puede invocarla para no soportar las consecuencias de su riesgo. El
contratante tiene el deber de ser medianamente diligente con sus negocios
y haberse encargado de salir de su duda. Siendo destinatario del Derecho
nuestro foro externo, a menos que haya una razón identificada por aquel
para excusarnos de cumplir los efectos jurídicos de un acto, la declaración
de voluntad forma un acto jurídico válido para todos los efectos.
1.2. Excusable: error en el cual cualquier persona con mediana diligencia y
preocupación hubiera racionalmente podido incurrir.
1.3. Determinante: si hubiese ocurrido que se conocía la realidad, no se habría
celebrado el acto o contrato en cuestión, pues no habría declarado su
voluntad o lo habría hecho bajo otras condiciones (habría actuado de
manera diversa)
El error solo vicia el consentimiento en los casos que la ley lo señala así
expresamente (principios de seguridad jurídica y fuerza obligatoria de los
contratos; ver arts. 1057, 677, etc., CC). El error puede ser:
1. De hecho: falsa representación de la realidad fáctica (cosa, hecho o persona).
Es excusable. Vicia el consentimiento solo cuando la ley así lo señala (arts.
1453, 1454 y 1455, CC).
Si bien se ha intentado unir el concepto de error en la discrepancia entre lo
querido y lo declarado, ello no se concilia con el llamado error obstáculo, ya
que lo que cada parte quiere corresponde a lo que declara, pero lo que ocurre
es que los planteamientos de las partes son imposibles de conciliar.
Doctrinariamente se reconoce el error obstáculo y el error vicio:
1.1. Error obstáculo o esencial (art. 1453, CC): vicia el consentimiento, por
regla general. Contempla dos hipótesis fácticas:
1.1.1. Error sobre la clase de acto o contrato que se celebra. Por ejemplo,
cuando una parte entiende celebrar una donación y otra una
compraventa.
1.1.2. Error sobre el objeto (identidad de la cosa) del acto o contrato. Por
ejemplo, equivocarse en el número del bien raíz que se quiere
comprar dentro del terreno de la parcela.
Según las reglas de formación del consentimiento, las partes tienen que
coincidir respecto de los elementos de la esencia del acto o contrato.
En este caso, las partes entienden estar contratando cosas diferentes y
si hubieran conocido la realidad, no habrían celebrado el acto jurídico.
Por ello para la doctrina de la inexistencia jurídica se entiende que, más
que un vicio del consentimiento (como lo sanciona la ley), este nunca
se formó (no concurrió la voluntad como requisito de la existencia; no
refiere a no estar viciada, como requisito de validez). Es un error
obstáculo a la formación del consentimiento, por lo que no se trataría
como vicio del consentimiento (pues no existe). Por eso se ha definido
como el error que “obsta o impide la formación del consentimiento, por
lo que el acto en que incide no logra adquirir existencia jurídica” (Vial
del Río).
De todas maneras, para el legislador es un vicio del consentimiento (art.
1453, CC).
1.2. Error vicio: lo que yo quería es distinto de lo que declaré. Se forma el
consentimiento (concurre este requisito de la existencia) pero este tiene
un defecto (es un vicio del consentimiento): se acuerda sobre la especie
del acto o contrato y la identidad de la cosa, pero esta última tiene una
calidad distinta. Puede ser:
1.2.1. Error sustancial (art. 1454 in. 1°, CC): vicia el consentimiento, por lo
que se sanciona con nulidad relativa (art. 1682 in. 1°, CC). Hay
consentimiento pero una o ambas partes tienen un error sobre la
sustancia o calidad esencial del objeto. Puede recaer sobre (en
ambas hipótesis recae en el objeto del contrato)5:
1.2.1.1. La sustancia: la materia específica que constituye la cosa (lo
que supone una apreciación estrictamente objetiva y
material). Por ejemplo, la composición química, etc. Muy
común con joyas y relacionados.
1.2.1.2. Calidad esencial del objeto: hipótesis que supone una
percepción mucho más subjetiva, ya que guarda relación con
la intención de las partes y sus motivos para contratar. Ello
porque lo que determina a las personas a celebrar un contrato
que tiene por objeto una cosa es la creencia de que ésta
posee determinadas cualidades o condiciones. Requiere
interpretar el contrato o acto jurídico para definir la intención
de las partes y la calidad esencial de la cosa, determinando
su uso natural o estándar. Por ejemplo, compro una silla, la
cual usualmente sirve para sentarse, mas bien puede ser una
obra de arte. Si no sirve para sentarse, hay error en la calidad
esencial, dado que el comprador adquirió la silla bajo la
creencia de una cualidad que la cosa no tenía.
Los medios de prueba para acreditar que la intención era otra
al momento de la celebración del acto generalmente son:
a) Documentos.

5 Para Víctor Vial del Río, el error en la sustancia (materia) vicia el consentimiento solo cuando una de las
partes, que cree que la cosa está hecha de determinado contenido, atribuye a este el carácter de cualidad
relevante. Por tanto, este error refiere más bien a la calidad esencial antes que a la materia de la cosa
(depende de la intención de las partes).
b) Testigos.
Cuando se entrega información falsa culposa o dolosamente, puede
pedirse la nulidad por error e indemnización de perjuicios (art. 1458,
CC).
Hay normas que regulan el intercambio de información dentro del
contrato de compraventa, en que el vendedor está sujeto a las
obligaciones de saneamiento, en las que se consideran los vicios
redhibitorios, en virtud de los cuales una parte puede pedir la nulidad
relativa del contrato o que, eventualmente, se le ajuste el precio a la
baja o alza en el contrato (art. 1857, CC).
Además, está el deber según el conocimiento y profesión que tiene
el comprador. Por regla general, se presume que el vendedor está
en mejor posición de información. Pero si el comprador es un
experto, se le exige que despliegue cierta conducta para tomar
conocimiento de la situación del objeto del acto jurídico.
1.2.2. Error accidental (art. 1454 in. 2°, CC): por regla general, no vicia el
consentimiento. Refiere a las cualidades accidentales de una cosa,
siendo estas las que normalmente son irrelevantes o todas aquellas
no esenciales. Cuando existe una calidad esencial que no forma
parte del uso natural de la cosa objeto del contrato, la cual es el
motivo que me induce a contratar, es necesario que la parte
interesada le expresa esa calidad esencial a la otra parte; si no se
expresa, la otra parte no tiene cómo saber y, en ese evento, no va a
viciar el consentimiento. En consecuencia, solo vicia el
consentimiento la calidad accidental (todas aquellas no esenciales)
cuando 1) sea el principal motivo para contratar y 2) que ese motivo
haya sido conocido por la otra parte previo a la celebración del
contrato. Por eso se dice que una de las partes debe elevar esa
cualidad accidental a esencial. En ese caso la sanción será la
rescisión.
1.2.3. Error en la persona (art. 1455, CC): por regla general, no vicia el
consentimiento. Quien sufre el error yerra en la identidad de una
persona o en alguna de sus cualidades personales (por ejemplo, la
capacidad laboral, la posesión de ciertos títulos profesionales o
grados académicos, determinadas dotes en torno a la estimación de
obras de arte, la solidez patrimonial del contratante, etc.), por
desconocimiento o conocimiento defectuoso de dicha persona.
Solo es vicio del consentimiento cuando para el acto que se presta
se ha celebrado en consideración a una persona determinada: actos
intuito personae (en los contratos en que la consideración de la
persona con quien se tiene intención de contratar es la causa
principal). Por ejemplo, en el contrato de matrimonio. También en
los contratos de servicios en que la aptitud que presta el servicio es
exclusiva (el ejemplo del artista o cantante). También ocurre en la
tradición (art. 670, CC), que es un modo de adquirir el dominio en
que una persona que es el dueño le entrega la cosa a otro, quien se
vuelve dueño al recibirla. Hay error que vicia el consentimiento
cuando hay equivocación o ignorancia en la identidad del que recibe
la cosa (art. 676, CC). Ello porque la tradición tiene como
antecedente un título (contrato), generalmente de compraventa. El
que hace la tradición paga una obligación que nace del título (de
transferir el dominio, ver art. 588, CC) y, por lo tanto, si no paga su
deuda al acreedor y le paga por error a otra persona, el acreedor
después puede hacer valer su derecho personal. También en
contratos gratuitos, como la donación, el depósito y el comodato.
Cuando vicie el consentimiento, tiene como sanción la nulidad
relativa, lo que dará derecho a la otra parte que no sufrió el error y
estuvo de buena fe, que se le indemnicen los perjuicios sufridos
como consecuencia de la rescisión.
Cuando un vicio afecta la voluntad, da lugar a una sanción de ineficacia.
Respecto al error obstáculo existe discusión sobre cuál es la sanción
aplicable, dependiendo de la doctrina a la que uno adhiere:
a) Inexistencia: entendiendo que no hay consentimiento por lo que el
acto es jurídicamente inexistente.
b) Nulidad absoluta: entendiendo que no hay consentimiento por lo que
se sanciona con nulidad absoluta.
c) Nulidad relativa: interpretando literalmente que el error obstáculo
vicia el consentimiento.
Todos los demás errores vician el consentimiento (error vicio), por lo
que se sancionan con nulidad relativa (Vial del Río).
Por regla general, el error obstáculo y sustancial vician el consentimiento
cuando se verifican; por el contrario, error accidental y en la persona, no.
Puede haber error igualmente en actos jurídicos unilaterales. La regla general
es que el error puede invocarse como causa de anulación en todos los actos
jurídicos, sean unilaterales o bilaterales, siempre que revista carácter relevante
(Vial del Río).
2. De derecho: falsa percepción del ordenamiento jurídico. Es inexcusable de
acuerdo a la presunción o ficción del conocimiento de la ley (art. 8, CC),
relacionado con el principio de seguridad jurídica y la protección del
ordenamiento estatal (jurisprudencia clásica).
En consecuencia, por regla general, no vicia el consentimiento (art. 1452, CC),
por lo que no puede invocarse para impedir las consecuencias jurídicas de
ciertos actos lícitos. Tanto así que respecto a derechos reales, particularmente
propiedad y posesión, quien alega error de derecho se le presume de derecho
que está de mala fe (art. 706 in. 3° y 4°, CC).
Como excepción, el error de derecho produce efectos jurídicos, aunque
distintos de la nulidad pues no vicia el consentimiento (la víctima del error
puede sustraerse legítimamente a las consecuencias jurídicas que emanan de
la declaración de voluntad)6. En los cuasicontratos (art. 2284, CC), que son
actos lícitos del hombre en que sus efectos jurídicos no son deseados por él,
hay que distinguir, primero, sus tres tipos principales (art. 2285, CC): agencia
oficiosa (art. 2286 y ss.), comunidad (art. 2304 y ss., CC) y pago de lo no
debido (art. 2295 y ss., CC). El pago de lo no debido (art. 2295 in. 1°, CC) es
un cuasicontrato que tiene como fundamento el error (se paga lo que no se
debe como consecuencia de una errada apreciación de la realidad,
creyéndose cumplir una obligación que no existe). Tiene como efecto jurídico
el derecho a pedir la repetición (restitución o devolución de lo entregado) de lo
pagado. Es una excepción a la irrelevancia del error de derecho (art. 1452,
CC).
2. Fuerza (arts. 1451, 1456 y 1457, CC): siendo la justificación de las obligaciones
la voluntad o libertad de las personas (ejercidas en actos jurídicos), se busca
proteger por el ordenamiento jurídico el deseo libre y sin coacción. En esto último
es que la voluntad sin fuerza protege a todo sujeto de alguna coacción para
obligarse. Tiene una serie de requisitos para ser vicio del consentimiento:
2.1. Gravedad: produce una impresión fuerte, que hace sentir amenazado al
sujeto, tomando en cuenta su contexto (art. 1456 in. 1°, CC).
2.2. Injusticia/ilicitud: la amenaza no está fundamentada jurídicamente. Caso
contrario es invocar genéricamente el poder coactivo del Estado, como lo
sería particularmente el derecho de prenda general de los acreedores.
2.3. Ser determinante: si no hubiese ocurrido la fuerza, la persona no habría
consentido o lo hubiera hecho en otros términos.
Vale distinguir entre fuerza y estado de necesidad. En esto último, el sujeto está
constreñido por circunstancias externas y, con la finalidad de evitar un mal mayor,
celebra un determinado acto jurídico. Ahora bien ¿puede invocarse como vicio del
consentimiento, con tal de anular un acto jurídico celebrado con otro que se habría
aprovechado de la situación? Por regla general, no, pues requiere que la fuerza
venga de una persona, no de una situación de hecho, como ocurre en el de
necesidad (art. 1457, CC). Excepcionalmente sí lo vicia en virtud de reglas
especiales (ver. art. 8 N°3, ley 19.947).
Y ¿entre fuerza física o moral? En el primer caso, uno podría argumentar que no
existe el consentimiento, a diferencia de la fuerza moral, donde sí hay
consentimiento solo que bajo amenaza. Por tanto, en lo primero está la posibilidad
de reclamar la nulidad absoluta o inexistencia por faltar el consentimiento. En todo

6 Sostenido por Víctor Vial del Río, a diferencia de gran parte de la doctrina.
caso, al hablar de fuerza se refiere a la moral, pues sí se ha formado el
consentimiento.
3. Dolo: intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro (art. 44
in. final, CC). Opera de diversas maneras:
3.1. Vicio del consentimiento (arts. 1451,1458 y 1459, CC).
3.2. Agravante de responsabilidad (art. 1558, CC).
3.3. Requisitos de procedencia de delito civil, y así de responsabilidad
extracontractual (arts. 2284 y 2314, CC).
El dolo en cuestión es el conjunto de maquinaciones, actuaciones o artificios que
inducen a una persona a un error o profundiza el equívoco, para que se accede a
celebrar determinado acto, en condiciones menos beneficiosas para él. Su
finalidad, en definitiva, debe ser inducir a la celebración de un contrato. Provoca
un error en la víctima, y aunque este sea irrelevante para la ley, el dolo se sanciona
siempre, invalidándose el acto en que aquel incidió si se dan los supuestos
legales.
Se le ha clasificado de tres maneras:
3.1. Dolo bueno y dolo malo:
3.1.1. Dolo bueno: comportamiento lícito, astucia que actúa dentro de la ley
para inducir al contrato. No se considera dolo por ser la jactancia o
exageración de las cualidades o del valor de la cosa ofrecida, no
habiendo intención de hacer incurrir al error o daño. Por ejemplo, la
publicidad.
3.1.2. Dolo malo: comportamiento ilícito, que induce al error o daño, que de
manera diversa uno no habría contratado, ya que fue determinante. El
error como vicio es distinto al vicio del dolo.
3.2. Dolo positivo y dolo negativo:
3.2.1. Dolo positivo: creación activa de una realidad para inducir al error.
3.2.2. Dolo negativo: también conocido como reticencia o dolo por reticencia,
es la omisión de información.
3.3. Dolo determinante e incidental:
3.3.1. Dolo determinante: sin el cual la persona no habría celebrado, en caso
alguno, el acto.
3.3.2. Dolo incidental: sin el cual la parte no habría contratado en los términos
que lo hizo.
El dolo como vicio del consentimiento es el constituido por la maquinación
fraudulenta destinada a que una persona preste su consentimiento para la
celebración de un acto o contrato. Tiene una serie de requisitos (art. 1458 in. 1°,
CC):
3.1. Determinante. Puede ser de manera objetiva o subjetiva. En el primer caso,
existe un patrón común; en el segundo, se revisa situación a situación
según su contexto. Tiene como finalidad no dejar desprotegidas a ciertas
personas, teniendo en cuenta, sin embargo, el deber del negociador de
hacer su mejor esfuerzo para informarse respecto de las circunstancias de
un acto jurídico a celebrar. Aun así, existe legislación que tiende a objetivar
ciertas situaciones (Ley 19.496)
3.2. Obra de una de las partes: si el acto jurídico es bilateral, tiene que ser obra
de una de las partes, sea positivo o negativo. Esto último implica que si es
obra de un tercero, y un contratante estaba en conocimiento de ello, debió
haberlo informado, siendo el silencio dolo negativo (Vial del Río). Si bien se
entiende que vicias solo los actos jurídicos bilaterales, también se
encuentran otras disposiciones respecto de actos jurídicos unilaterales
anulables por ser el testador víctima de dolo. Por ejemplo, con la
repudiación (heredero rechaza la herencia). Puede ser inválido en caso de
ser sujeto de dolo (art. 1237, CC).
Con dolo incidental, uno puede reclamar el total de los perjuicios de los
autores de las maquinaciones, y con sus beneficiarios hasta la
concurrencia de su utilidad (art. 1458 in. 2°, CC).
La prueba del dolo, en cuanto la intención del daño, es difícil de probar por ser un
fenómeno de foro interno (art. 1459, CC). En materia civil, el estándar es llegar no
a un convencimiento total, sino suficiente (distinto en penal). Para efectos de
incumplimiento de contrato, el dolo equivale a la culpa grave o negligencia grave,
por lo que el incumplimiento doloso es fácil de probar (fenómeno objetivo).
4. Lesión: desequilibrio entre las prestaciones económicas que las partes se realizan
en un acto jurídico. Dice relación con los contratos bilaterales (art. 1439, CC),
onerosos (art. 1440, CC) y conmutativos (art. 1441, CC)7.
Doctrinariamente, la lesión se trata desde un punto de vista subjetivo y objetivo.
En lo primero, es vicio del consentimiento, sea distinto de los otros (dolo, fuerza y
error) o bien una consecuencia de ellos; en lo segundo, refiere al desequilibrio en
las prestaciones, fijándose un umbral que delimita la equivalencia entre ellas. Esto
último es lo que recoge nuestro Código Civil. No refiere a un vicio del
consentimiento propiamente tal (art. 1451, CC), sino que las partes, si exceden en
su libertad de fijar el valor de las prestaciones el umbral mencionado, tenemos
lesión. No hay, tampoco, reglas generales sobre estas, sino que se ha establecido
un listado taxativo de situaciones de hecho en que la lesión es aplicable, cada uno
con sus propias reglas y sanción:
• Compraventa de bienes raíces (arts. 1888 a 1890, CC): lesión se determina
de acuerdo al “justo precio” (noción de Derecho canónico medieval), que
refiere al precio de mercado a la época del contrato. La puede sufrir el
vendedor, cuando se paga menos de la mitad del justo precio, o el

7 Los contratos onerosos pueden clasificarse en conmutativos y aleatorios según la equivalencia entre
las dos prestaciones (art. 1441, CC). Ejemplo del segundo son los contratos para juegos de azar.
comprador, cuando lo comprado vale menos de la mitad del precio que se
pagó. Por ejemplo: una cosa que su precio de mercado es $200, si se
compra a $90, hay lesión para el vendedor; si se hace a $401, lo hay para
el comprador.
Tiene como consecuencia jurídica un derecho optativo, sea la nulidad
relativa o rescisión, o bien ajustar el precio, aunque que esto último no lo
será hacia el justo precio, sino una variación de la décima parte8 (art. 1890,
CC).
La acción de rescisión por lesión enorme prescribe a los cuatro años
contados desde la fecha del contrato (art. 1896, CC).
• Permutación bienes raíces (art. 1900, CC): Se aplica esta institución de la
lesión en la permuta de bienes raíces por efecto de la remisión normativa
(arts. 1888 y 1900, CC), con la salvedad que para estos efectos, cada
permutante será considerado como vendedor de la cosa que permuta, y el
precio de la misma, lo que recibe a cambio de ella.
• Cláusula penal (art. 1544, CC): es una caución (art. 46, CC), como
obligación de dar o hacer algo. Generalmente coincide en pagar una
cantidad de dinero (lo que se conoce coloquialmente como “multa”). La
lesión en la cláusula penal encuentra diversas hipótesis (art. 1544, CC):
a) Aplica a casos en que 1) una parte paga una cantidad de dinero a
cambio de otra prestación y 2) la pena consiste en pagar otra cantidad
de dinero. No aplica en, por ejemplo, una multa que garantice la
obligación principal de un contrato de promesa (art. 1554, CC), dado
que los deberes producidos por este último acto jurídico no consisten
en pagar una cantidad determinada de dinero.
La lesión está en todo lo que excede el doble de lo primero, pero ha
suscitado diferencias doctrinarias la expresión “todo lo que excede al
duplo de la primera, incluyéndose ésta en él” (énfasis añadido).
Mientras unos interpretan que el doble comprende la obligación
principal en él, otros lo entienden que se incorpora el doble además de
la principal. Por ejemplo, si el deber del pacto principal fuere $100, los
primeros entienden que el monto máximo de la multa es $200, mientras
los segundos que es $300.
b) Frente al mutuo (préstamo de cosa consumible, como el dinero), se
rebaja el interés en la parte que exceda el máximo establecido por la
ley (art. 1544 in. 3°, CC).
c) Frente a obligaciones con valor inapreciable o indeterminado, la rebaja
será según la prudencia del juez (art. 1544 in. 4°, CC).

8 Es legítimo que las personas negocien y obtengan utilidad sobre o bajo o el justo precio.
En principio, sanción es nulidad, por ser un acto prohibido en la ley (art.
10, CC). La regla que vimos (art. 1544, CC) es excepcional, al establecer
una sanción distinta a la nulidad.
• Aceptación de una herencia (art. 1234, CC).
• Partición de bienes (art. 1348, CC).
• Mutuo (art. 2206, CC) y operaciones de crédito de dinero (ley 18.010).
• Anticresis (art. 2443, CC).
d) Simulación
Simulación es la situación donde difiere la voluntad real y la declarada. Su concepto
guarda varios elementos:
1. Manifestación de voluntad: la cual no se corresponde con la real de quien la
exterioriza.
2. Destinatario conoce la divergencia: el destinatario de esa declaración de voluntad
la acepta, a sabiendas de que discrepa de la real.
3. Fraude: la intención de las partes es defraudar a la ley y/o terceros.
Solo hay simulación en actos jurídicos bilaterales, ya que ambas partes (que concurren
con su voluntad) tienen conocimiento de la voluntad exterior de una de ellas no se
corresponde con la auténtica.
Es distinta de la llamada “reserva mental”, que es la situación de hecho en que solo una
de las partes conoce la disconformidad de voluntades, lo cual no ocurre con su
destinatario. Puede darse tanto en actos jurídicos unilaterales como bilaterales.
¿Es la simulación lícita o ilícita? Puede ser una u otra, de acuerdo al criterio de que haya
fraude a terceros, los cuales podrán reclamar la ilicitud.
De esta manera, vale distinguir la situación en los actos jurídicos, sea de las partes entre
sí o estas frente a terceros:
• Situación de las partes entre sí:
1. Se producen efectos jurídicos.
2. ¿Se rigen por el acto real o el simulado? Estamos frente a dos opciones para
calificar jurídicamente una situación de hecho (como la transferencia de
activos). En principio, debiese primar el acto real, si ambos se probaran,
porque la voluntad de las partes está sobre lo escrito (art. 1560, CC).
No obstante, hay limitaciones probatorias:
2.1. En las obligaciones que deban constar por escrito, ellas no pueden
probarse con testigos (arts. 1708 y 1709, CC) 9. En aquel caso, se
requiere otro instrumento, denominado ‘contraescritura’. Aquí deben
distinguirse dos situaciones:

9 Justificado en que la seguridad jurídica respecto a la distribución de riesgos entre las partes.
2.1.1. Si el acto simulado consta en instrumento público, como la escritura
pública, y el acto real en instrumento privado, este no producirá
efectos frente a terceros, pero sí entre las partes (art. 1707 in. 1°,
CC).
2.1.2. Si tanto el acto simulado como el real constan en instrumentos
públicos, particularmente en escritura pública (ver art. 1699, CC),
ellos se incorporan en un registro público que el notario tiene a cargo
(ver COT). Quedando la escritura pública en que consta el acto
jurídico en un registro público, no es oponible al tercero la
contraescritura pública, si no se ha tomado razón al margen de la
primera que existe la segunda, la cual modifica el contenido de
aquella. Entre las partes, aun cuando no se tome razón al margen,
prima la escritura pública del acto real.
• La situación frente a terceros: pueden elegir si regirse por el acto jurídico simulado
o el real, promovido mediante demanda.
A partir de todo lo anterior, la simulación tiene las siguientes clasificaciones:
1. En cuanto a su licitud:
1.1. Lícita: conforme a la ley.
1.2. Ilícita: fraude a la ley o perjudica a terceros.
2. En cuanto a los actos existentes:
1.1. Absoluta: no existe un acto jurídico real, solo el simulado.
1.2. Relativa: existe un acto simulado y otro real.
II.II. Objeto
a) Objeto en general
El objeto se regula como requisito de existencia (arts. 1460 y 1461, CC) y de validez, en
caso de ser objeto ilícito (art. 1445 N°3, CC), de un acto jurídico (arts. 1462 a 1466, CC).
En ese último caso, tenemos un vicio de validez del acto jurídico que genera una sanción
de ineficacia.
Doctrinariamente se distingue entre objeto del acto jurídico y objeto de la obligación o
derecho que ese acto jurídico crea. Esto último es relevante para efectos de nuestra
legislación civil.
b) Objeto como requisito de existencia
Todo acto jurídico debe tener un objeto (desde el punto de vista de su validez, debe ser
un objeto lícito).
La regulación refiere al contenido de la prestación (dar, hacer o no hacer) surgida como
obligación de un acto jurídico: cosa en sentido general, sea cosa propiamente tal o hecho
(art. 1460, CC). Se tienen efectos jurídicos distintos cuando el objeto refiere a dar o
hacer/no hacer, por lo que hay que revisar cada una:
1. Dar: se hace extensible a la obligación de entregar (art. 1548, CC). Por regla
general, lo que uno transfiere de un patrimonio a otro son derechos, y solo por
excepción ocurre con obligaciones (a través de la Sucesión por causa de muerte).
Por tanto, la obligación de dar como objeto del acto jurídico se entiende como la
entrega que, como efecto, transfiere el derecho real de dominio de un patrimonio
a otro (ver art. 670, CC). De esta manera, dar es un tipo de entrega particular
En cambio, cuando se habla de simple entrega, ello es entregar pero sin transferir
el derecho de propiedad de un patrimonio a otro.
Ocurre, por ejemplo, con el contrato de compraventa y el de arrendamiento. En el
primero, el vendedor tiene la obligación de hacer tradición (ver art. 670, CC), lo
que refiere a una entrega de la cosa que transfiere el dominio (es un modo de
adquirir el dominio); en el segundo, la obligación de simple entrega del arrendador
no transfiere el derecho de propiedad.
La prestación de dar (que incluye entregar) como objeto del acto jurídico, refiere
a una cosa.
2. Hacer o no hacer: hecho o conducta que alguien debe realizar.
Guardan requisitos según el objeto (art. 1461, CC):
1. Dar o entregar (art. 1461 in. 1° y 2°, CC):
1.1. Debe ser real: la cosa existe o se espera que exista a la época del contrato.
En el segundo caso ¿cómo puedo dar o entregar algo que no existe todavía
(ocurre, por ejemplo, con la compraventa de departamentos en verde, o la
compraventa en que un agricultor vende sus productos antes de que
existan porque tiene que financiar sus costos de producción)? En este
caso, operan plazos y/o condiciones, para que los efectos del acto jurídico
no se produzcan de inmediato:
1.1.1. Si se cumple el plazo y la cosa no llegó a existir, no hay acto jurídico
(no hay objeto).
1.1.2. Si la condición que consiste en que la cosa exista, no se cumpla, es
condición fallida y no hay acto jurídico.
No obstante, si se tiene por objeto una cosa que aun no existen, pero las
partes no dicen nada a su respecto ¿qué ocurre? Vale preguntarse dos
cosas:
1.1.1. ¿Cuál es la regla supletoria?: se entiende que el acto jurídico ha sido
celebrado sujeto a modalidad, específicamente una condición (art.
1813, CC) de carácter suspensiva, pues es un hecho futuro e incierto
que la cosa objeto del acto jurídico llegue a existir (Corral).
1.1.2. ¿Estamos ante un acto jurídico bilateral conmutativo o aleatorio? En
el segundo caso no se comprende la condición, pues depende de la
suerte.
1.2. Debe ser determinado o determinable: identificar o individualizar la cosa
(por ejemplo, envío de un paquete, servicios de abogado, etc.). En cuanto
a su cualidad y cuantía, se exige que sea determinada al menos en cuanto
a su género (por ejemplo, manzanas; lo contrario es identificarlo como
cuerpo cierto o especie) y cantidad (por ejemplo, diez kilos de manzanas).
Respecto a su calidad, ello no se regula, mas se entiende como un
promedio y puede hacer por las partes, por ejemplo, incorporándolo dentro
de la propia definición del objeto (por ejemplo, las manzanas más jugosas
del campo de la abuela).
Puede ser que la cantidad y calidad del objeto sean determinados por un
tercero. Ocurre en cuanto al precio en contratos de compraventa, que es
objeto de la obligación del comprador, pero si no se determinada, no habrá
venta, porque constituye el objeto del acto jurídico de contrato de
compraventa (arts. 1793, 1808 y 1809, CC)
1.3. Debe ser comerciable: no pueden ser cosas fuera del comercio ¿cuáles
son estas? Vale tener presente que el objeto del acto jurídico tendrá que
ser cosa y no una persona (ver art. 1461, CC). Para ser dueño de algo, se
requiere de un derecho real (exclusivo y excluyente). Entonces, solo se
puede dar o entregar las cosas que son susceptibles de apropiación. Las
que no son:
1.3.1. Cosas comunes a todos los hombres: cosas imposibles de aprehender
o acaparar, como el aire y la totalidad del océano (art. 585, CC).
1.3.2. Bienes nacionales de uso público: destinados al uso y goce de la
Nación, de todos los súbditos del Estado (art. 589, CC). Es el caso de
las playas.
En cuanto a los bienes fiscales, ellos no son comerciables pues no son
de uso de todos los ciudadanos, sino que solo propiedad del Fisco.
1.3.3. Cosas excluidas por razones de moral, sanidad y orden público: no
existe una norma que las establezca taxativamente (una categoría
determinada por el contexto histórico). Ocurre, por ejemplo, con el riñón,
que como órgano no puede disponerse de manera onerosa mas sí se
puede donar (Código Sanitario).
2. Hacer o no hacer (art. 1461 in. 3°, CC):
2.1. Debe ser determinado: no dejarse en ambigüedad.
2.2. Debe ser física y moralmente posible: se remite al aforismo de “a lo
imposible nadie está obligado”. La imposibilidad física es lo que
naturalmente no puede lograrse; lo moralmente imposible es lo prohibido
por las leyes, o contrario a las buenas costumbres y el orden público.
Esta imposibilidad tiene que ser absoluta: ser imposible de acuerdo a la
previsión normal de las cosas y para cualquier persona, no que sea difícil.
Aun así, en Derecho comparado se tiene la teoría de la imprevisión (el juez
está facultado de disponer de las cláusulas de un contrato cuando a uno se
le hace posterior a su celebración muy oneroso cumplir)
Que la imposibilidad sea absoluta dice relación con la gravedad de la
sanción.
¿La imposibilidad refiere al momento de celebración del contrato o de la
ejecución de sus obligaciones (esto último muy usual en contratos de
ejecución diferida o de tracto sucesivo)? se ha preferido en Derecho
comparado e interno la segunda opción, con tal de proteger los contratos
cuando sea razonable esperar que tenga efectos (el ordenamiento jurídico
busca proteger los actos o contratos, solo invalidados en situaciones
suficientemente justificadas).
c) Objeto como requisito de validez
El acto jurídico, además de tener objeto, requiere que este sea lícito con tal de producir
plenamente sus efectos jurídicos (art. 1445 N°3, CC). No obstante, el objeto lícito y, a
contrario sensu, el ilícito no se ha definido expresamente por la ley, sino que se han
recogido hipótesis fácticas, como conductas legal o socialmente reprochables, donde
operan sanciones (arts. 1462 a 1466, CC). De ahí se ha entendido al objeto ilícito como
aquel contrario a la ley, las buenas costumbres y el orden público. Ahora bien, el objeto
ilícito no versa específicamente sobre la cosa per se, sino que se hará con ella. La figura
de este permite hacer susceptible de nulidad ciertos actos o contratos que son
reprochables para nuestro ordenamiento jurídico. Las situaciones de hecho en que un
acto jurídico está viciado por ilicitud del objeto son:
a) En todo lo que contraviene al Derecho público chileno (art. 1462, CC): todos los
actos o contratos contrario al Derecho público adolecerán de objeto ilícito. Aquello
entendido como el conjunto de normas y principios que regulan las relaciones
imperativas del Estado (Barros). Aun así, bien podrá uno sujetar a jurisdicción
extranjera los efectos de determinado acto o contrato, mas solo en actos jurídicos
internacionales y si la jurisdicción chilena reconoce la extranjera a través de
normativa que lo permite (por ejemplo, el Código de Bustamante, DL 2.249 y Ley
19.971), no habiendo objeto ilícito en someter el conocimiento y fallo de cualquier
controversia que suscite un contrato a ella.
b) Pacto de sucesiones futuras (art. 1463, CC): busca proteger el conjunto de normas
que regulan el Derecho sucesorio chileno, sea testada o intestada (actos
revocables). De acuerdo a los principios del Derecho sucesorio, hay normas
estrictas, como los herederos forzosos, habiendo un ámbito de disposición.
Normalmente, se puede suceder a una persona testada o intestadamente. Con
la norma en cuestión, se asegura la libertad de testar o disponer de sus bienes,
como acto jurídico unilateral revocable (si pudiere hacerse pactos sobre
sucesiones futuras, se limitaría la libertad del causante para disponer de sus
bienes). Está prohibida frente a sucesión propia o de un tercero
c) Enajenación de ciertos hechos y derechos (art. 1464, CC): vale ocuparse primero
del término ‘enajenación’: transferencia de derecho real. Estos últimos están
regulados taxativamente en la ley, porque implican cuestiones de orden público,
al ejercerse erga omnes (art. 577, CC). El derecho real por excelencia es el
dominio, mientras a los demás se aplican las reglas de estas (por ej., art. 670 in.
2°, CC).
Ahora bien, se ha discutido si enajenación refiere a la transferencia y adquisición
del dominio (concepto restringido) o bien la transferencia y adquisición de
derechos reales (concepto amplio). Vale ocuparse de esto desde el derecho real
de hipoteca, que cumple la función de caución o garantía (art. 46, CC). Toda
obligación puede quedar gravada por un derecho real de hipoteca. Cuando una
persona grava con hipoteca un bien, si entendemos la enajenación en su sentido
amplio, estamos frente a enajenación; si lo entendemos restringidamente, no lo
es (solo lo sería la tradición, entrega de la cosa que transfiere su propiedad). En
este último caso, solo la tradición constituye enajenación (un modo de adquirir el
dominio, a diferencia del contrato de compraventa que es un título). Hay acuerdo
doctrinario de entender enajenación ampliamente, pues en caso contrario, se
podrían gravar con hipoteca bienes públicos y otros que permitieran al deudor
incurrir en fraude (ello no sería enajenación por lo cual no podría anularse el acto
por adolecer de objeto ilícito). Ello porque un derecho de hipoteca, como derecho
real, da al sujeto activo de la relación jurídica un derecho de persecución (sujeto
pasivo es toda la sociedad, por eso tiene un carácter de orden público).
La norma en cuestión refiere a objeto ilícito en cuatro hipótesis fácticas, a saber:
1. Cosas fuera del comercio: opera, bajo principio de especialidad (art. 13, CC),
en actos jurídicos calificados de enajenación, como objeto ilícito (art. 1464 N°1,
CC) y no falta de objeto (art. 1461, CC) por imposibilidad moral (Corral).
2. Derechos o privilegios no transferibles: derechos son cosas incorporales, sean
derechos reales o personales (art. 576, CC), que por regla general pueden ser
transferidos y transmitidos. Por excepción existen algunos inalienables o
intransferibles, como el derecho real de uso (art. 819, CC), el derecho de
habitación (art. 819, CC) y derecho a pedir alimentos (art. 334, CC). En cuanto
a privilegios, se refiere a derechos que confieren a ciertas personas por su
calidad, como el derecho a que la prescripción se suspenda (art. 2509, CC).
3. Cosas embargadas por decreto judicial: cuando un deudor no cumple, al
acreedor puede abrir un procedimiento o proceso de ejecución. Frente a
relaciones jurídicas patrimoniales, solo puede perseguirse los bienes (no
afectar la libertad). El embargo10 es un trámite en que el juez dicta un
mandamiento de resolución de embargo para obligar al deudor a cumplir: el
receptor judicial notifica al deudor y le exige pago, y si no lo realiza, se procede
a hacer un listado (embargar) todos los bienes de este hasta alcanzar la
cuantía debida. El funcionario realiza un listado o inventario de bienes, y desde
ese momento el deudor queda imposibilitado de enajenar esos bienes, con tal
de rematarse y pagarse la deuda. Un bien embargado, entonces, es un bien
en el listado que el funcionario efectúo en el proceso ejecutivo. En el caso de
ser un bien raíz, tendrá que inscribirse en el embargo en el Conservador de
Bienes Raíces (ministro de fe que tiene a cargo un registro público sobre
propiedades, hipotecas, etc., art. 453 CPC); si fuere bien mueble, el embargo

10Medio de ejecución forzada por el cual un acreedor hace disponer a la Justicia de los bienes de un
deudor, a fin de que se vendan en subasta pública y se pague la obligación con lo obtenido.
solo es inoponible a un tercero desde que haya tomado conocimiento de la
gestión judicial (Corral). De acuerdo con el profesor Corral, si el tercero obra
de buena fe, la cosa enajenada no se entenderá embargada, por lo que no
habrá objeto ilícito en la enajenación el acreedor no podrá obtener la nulidad.
Se protege del riesgo que el deudor cometa fraude enajenando de manera
ficticia o se oculten sus bienes con tal de no pagar a su acreedor.
4. Especies cuya propiedad está litigándose: existe un juicio en que se litiga la
propiedad de la especie. Tendrá que decretarse la prohibición de celebrar acto
o contrato sobre ellos (art. 296 in. 2°, CC).
Frente a estas hipótesis, surge la siguiente pregunta ¿celebrar un contrato de
compraventa que tiene por objeto una cosa en cualquiera de las dos situaciones
anteriormente descritas constituye enajenación? No, pues la compraventa es un
título traslaticio de dominio11, y para transferir la propiedad se requiere, en último
termino, un modo de adquirir, como la tradición (entrega de la cosa). El contrato
por el cual se vende una cosa embargada, al no ser enajenación, no adolecerá de
objeto ilícito y será plenamente válido. Otra cosa es que el vendedor no va a poder
cumplirlo mientras subsista el embargo. Aun así, cualquier cosa cuya enajenación
esté prohibida, no puede venderse (art. 1810, CC).
Pero, en la situación 4, por ejemplo ¿cómo sabrá el tercero que compra si existe
o no un juicio? Resulta que no solo basta un mero juicio en que se discuta la
propiedad de una cosa, sino que el juez debe decretar su prohibición como medida
cautelar (art. 296 in 2°, CPC); lo mismo ocurre con el embargo frente a bienes
muebles (art. 453, CPC). Bien puede el patrocinante del actor pedir una causa
confidencial antes de inscribir la medida cautelar, previo a la notificación del
demandado. Una vez hecho eso, hay que distinguir entre las partes y terceros (art.
297, CPC):
1. Entre partes: el demandado ha sido notificado de la litis pendencia y conoce
las resoluciones. No puede desconocer la prohibición.
2. Entre terceros: en caso de bien inmueble, la prohibición no es oponible a
menos que esté inscrito en el Registro del Conservador (art. 297 in. 1°, CC); y
si es bien mueble, tendrá que probarse que el tercero deberá haber actuado a
sabiendas de la prohibición (art. 297 in. 2°, CC).
Frente a cosas embargadas o cuya propiedad se litiga y el juez ha ordenado
expresamente la prohibición de la enajenación ¿Es válido el contrato de
compraventa (sabiendo que es un acto jurídico que por sí no produce
enajenación)? Esto no es algo claro, pues habría que determinar si estamos frente
a una norma prohibitiva12 (ver art. 1464 N°3 y 4, CC). En ese caso, si la

11 “Título traslaticio es aquel que por su naturaleza sirve para transferir la propiedad, como los contratos
de compraventa, permuta o donación (art. 703, CC).
12 Hay que distinguir entre normas prohibitivas (ver art. 10, CC), permisivas e imperativas. De acuerdo con

Avelino León, norma prohibitiva es la que impide ejecutar un acto, sin que sea posible realizarlo en modo
enajenación de la cosa estuviere prohibida, no podría ser objeto de un contrato de
compraventa (art. 1810, CC), adoleciendo todo acto con objeto ilícito de nulidad
absoluta (art. 1682 in. 1°, CC).
No obstante, la jurisprudencia ha tenido una variación histórica en su postura
mayoritaria:
1. Siglo XIX: no se podía vender (art. 1464, CC).
2. Principios del siglo XX: sí se podía vender, pues no produce enajenación y
adquisición de derechos reales (art. 670 y 1793, CC).
3. No se podía vender, pues está prohibida la venta de las cosas cuya
enajenación también lo esté (art. 1810, CC). Entendiéndose la norma en
cuestión (art. 1464 N°3 y 4, CC) como norma prohibitiva, la enajenación de la
cosa es prohibida, por lo que su compraventa también (art. 1810, CC). En todo
contrato prohibido por la ley, hay objeto ilícito (arts. 10 y 1466, CC), por lo que
adolece de vicio de nulidad absoluta (art. 1682 in. 1°, CC). En ese caso, el vicio
no puede sanearse por las partes (art. 1683, CC).
4. Tesis de Velasco: se cuestiona que la norma en cuestión sea prohibitiva. En
algunos casos, sí lo es (ver art. 1464 N°1 y 2, CC); no obstante, en los demás,
serían normas imperativas de requisitos (art. 1810 N°3 y N°4, CC) y, como
tales, no aplica la prohibición de compraventa en cuestión (ver art. 1810, CC).
Lo que se hace es imponer de manera obligatoria ciertos requisitos para poder
enajenar. Por tanto, en un proceso ejecutivo, el deudor podría encontrar un
tercero al que venderle sus bienes, autorizándole el juez que celebre una venta
y así el pago de la deuda se efectúe. La secuencia sería así, en el caso de
bienes embargados (art. 1464 N°3, CC):
4.1. Ocurre el embargo de bienes en el proceso de ejecución.
4.2. Se le pide autorización al juez para enajenar la cosa embargada, y si
fuere concedida, el dinero de la compraventa se usará para pagar al
acreedor que es actor en el proceso.
4.3. El deudor dueño del bien embargado celebra un contrato de
compraventa con un tercero sobre la cosa embargada.
4.4. Se procede a realizar la tradición (transferencia de propiedad) de la
cosa.
d) Objeto contrario a la moral, buenas costumbres y orden público (arts. 1465 y 1466,
CC):
1) No puede condonarse (perdonarse) el dolo futuro, es decir, obligarse a no
oponer una pretensión mediante demanda contra el que actuó dolosamente.
Ello en protección de la buena fe y la no previsión de daños futuros. Se ha
acordado doctrinariamente que también hay objeto ilícito en la condonación de

alguno; Alessandri la entiende como las que mandan no hacer algo, las que prohíbe o impiden hacer
alguna cosa.
la culpa grave, la cual equivale al dolo (art. 44, CC). De acuerdo al profesor
Corral, no valiendo, se adolece de objeto ilícito (art. 1465, CC).
Hay una excepción en cuanto al finiquito (cuenta aprobada), esto es que, al
ser despedido, se sacan cuentas de todo lo que se debe para pagarlo. Una
vez firmado el finiquito, no se tiene posibilidad de alegar, pues la cuenta está
saldada. Ello sin perjuicio se de que una de las partidas de esta última sea
inventada con alguna maniobra dolosa o haya obligado a la persona a firmar,
lo que se sanciona.
Aun así, los actos dolosos presentes o actuales bien pueden condonarse
(principio dispositivo del proceso jurisdiccional civil), pero para valer tendrá que
ser expresa.
2) Los juegos lícitos son aquellos de fuerza o destreza corporal, por regla general.
El juego ilícito es el de azar, cuando la victoria depende de la suerte (art. 2259,
CC). Refiere a una cuestión de buenas costumbres, con tal que las personas
no obtengan sus ganancias sin esfuerzo ni trabajo. Sin embargo, se ha
permitido por ley derogatoria que haya ciertos juegos de azar, como ocurre
con los Casinos, Kinos, Bingos, etc.
3) La venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de
láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como
abusivos de la libertad de prensa: norma prohibitiva en que la autonomía de la
voluntad se restringe. Por lo mismo, la interpretación es restrictiva, literal: solo
la venta está prohibida.
4) Contratos prohibidos por las leyes: por regla general, todo acto prohibido por
la ley se sanciona con nulidad (art. 10, CC). Sin embargo, ella puede ser
absoluta o relativa (art. 1681 in. 1°, CC). Habiendo objeto ilícito en todo
contrato prohibido por las leyes (art. 1466, CC), ellos se sancionan con nulidad
absoluta (art. 1682 in. 1°), lo cual no es saneable por las partes (art. 1683, CC).
por ejemplo, el contrato de compraventa entre cónyuges.
II.III. Causa
a) Concepto legal
Todo acto jurídico requiere para su existencia de causa, y para que sea válido tendrá
que ser causa lícita (art. 1445 N°4, CC)13. La causa se define legalmente como el “motivo
que induce al acto o contrato” y la ilícita sería “la prohibida por la ley, o contraria a las
buenas costumbres o al orden público” (art. 1467, CC). La causa ilícita junto al objeto
ilícito tiene como sanción, entre otras, que no pueda repetirse lo pagado o dado por ello
a sabiendas (art. 1468, CC).
Mientras el objeto es la prestación de un acto o contrato, la causa, en principio. sería la
razón o justificación de contratar.

13 El estudio de causa no es aplicable a obligaciones que nacen de otras fuentes, como la ley,
responsabilidad contractual, etc (la ley se refiere causa de actos o contratos, ver arts. 1445 y 1467,CC).
b) Evolución doctrinaria
Su concepto ha dado lugar a mucha discusión, identificándose una evolución histórica
en su entendimiento doctrinario. Ha habido tanto doctrinas causalistas como
anticausalistas.
La causa como elemento del acto jurídico tiene su origen en doctrinas moralistas (Domat
y Pothier, siglo XVII y XVIII), y en cuanto a su licitud permite que sea eficaz.
Los canónicos idearon la primera noción de causa del acto jurídico respecto a la justicia
conmutativa: relación de equivalencia entre cosas. Se planteó así las obligaciones bajo
una razón moral: la justificación de la obligación es para recibir del otro (ver. art. 1552,
CC)14. Concluyéndose que no hay obligación sin causa, el contrato es válido cuando las
obligaciones que crea tienen una causa, siendo esta honesta o lícita (revisando la
moralidad de los motivos). Cuando no es así, la obligación y el contrato que la origina
son nulos.
Así, si bien antiguamente permitió a los jueces declarar nulos ciertos contratos (lo que
retrotrae a las partes a su posición original), actualmente es una teoría insuficiente para
atacar ciertos actos contrarios al orden social y jurídico, como ocurre con actos
complejísimos que configuran hipótesis de monopolio y/o colusión (contrario al orden
público económico).
En cuanto a nuestra ley, ha habido controversia si se habla de causa de la obligación o
del contrato (ver art. 1467 in. 1° y 2°, CC). De acuerdo a Avelino León, hay que distinguir
tres conceptos:
1. Causa eficiente (de la obligación): como elemento generador del efecto es la
fuente de la cual emana la obligación. Puede ser, por ejemplo, el contrato, el
cuasicontrato, delito, cuasidelito y la ley. No se incorpora como requisito del
contrato, pues que sea a la vez el contrato mismo es un absurdo (Avelino León).
2. Causa final: la razón jurídica por la que un contratante asume su obligación. Es el
propósito por el cual uno se obliga. En esta última, no interesan las razones
personales, siendo siempre la del mismo tipo de acuerdo al tipo de contrato:
arrendamiento, compraventa, etc.
3. Causa ocasional: motivo personal o individual de cada parte para contratar
(cuestión subjetiva). Son infinitas posibilidades (lo que, en caso de acogerse como
concepto de causa, produciría gran inseguridad jurídica), desconocidas mientras
permanezcan en el foro interno del contratante. No es relevante para efectos de
determinar la causa como requisito de existencia del contrato.
El concepto legal de causa (requisito de existencia) se ha entendido como causa final de
la obligación (no del contrato, cfr. art. 1467 in. 1°, CC). Distinto es la causa lícita, como

14 También tiene una comprensión de lógica económica: el individuo que busca maximizar sus utilidades
siempre, no pagará un precio sino recibe una utilidad a cambio.
requisito de validez, en que se incorpora la causa ocasional (permite a los tribunales
controlar la moralidad de los contratos, límite de la autonomía de la voluntad).
c) Causa como requisito de existencia
Legalmente se habla de la causa como aquella de la obligación que es creada por un
acto jurídico (art. 1467 in. °1, CC). Tiene que ser real, es decir, objetivamente existir; y si
no hubiere creyendo las partes que sí, la sanción no debe buscarse en el error como
vicio del consentimiento, sino como falta de causa (Avelino León).
Dícese que no es necesario expresarla, que basta la pura liberalidad o beneficencia ¿A
qué refiere esto último? Vale distinguir los contratos gratuitos y onerosos (art. 1440, CC).
Siendo la causa final no referente a la intención de las partes, en un contrato gratuito no
puede ser la motivación de sentirse bien. De ahí que sea la mera liberalidad (ánimo de
desprenderse de algo y entregárselo a otro sin recibir algo a cambio). Es lo que ocurre
en el contrato de donación.
Por otro lado, los contratos onerosos deben subdistinguirse:
1. Contrato bilateral oneroso (ver arts. 1439 y 1440, CC): cada parte sufre un
gravamen que será la utilidad de la otra. La causa de la obligación es la
contraprestación recíproca que asume la otra parte. Si no hay gravamen de la otra
parte, entonces yo carezco de causa. Por ejemplo, en la compraventa, la causa
de la obligación del vendedor (entregar la cosa) es la correlativa del comprador
(pagar el precio). Si se pagare una deuda que no existe, ese pago (que es un acto
jurídico que extingue derechos, especie de modo de extinguir las obligaciones cfr.
art. 1567, CC) no extingue deuda alguna ya que no existe obligación correlativa
alguna, no habiendo causa.
La gran mayoría de los contratos son bilaterales y onerosos. Excepción es la
donación como contrato unilateral gratuito (siendo causa de la obligación la
beneficencia o mera liberalidad).
2. Contratos unilaterales onerosos: generalmente, los contratos reales (ver art. 1443,
CC) son unilaterales. Estos pueden ser onerosos o gratuitos (excluyendo la
donación) según acuerden las partes, y son normalmente el mutuo (art. 2196, CC),
en que la cosa fungible usualmente es dinero, y comodato (art. 2174, CC)15, donde
se arriendan cosas. En este último, la entrega se hace gratuitamente cuando no
se cobra un precio. Siendo unilateral ¿cuál es la causa de la obligación? Solo hay
una obligación:
2.1. Comodato: el que recibe es deudor, teniendo como obligación devolver la
cosa cuando se termine de usar.
2.2. Mutuo: contrato en virtud del cual una persona (prestamista o mutuante)
entrega a otra (prestatario, mutuario o mutuatario) dinero u otra cosa
consumible, para que se sirva de ella y devuelva después otro tanto del

15 Se usa la expresión “tradición” no en sentido técnico (art. 670, CC) sino como “mera entrega”.
mismo género y cantidad. El deudor es quien recibe la cosa fungible,
teniendo como obligación restituir lo prestado.
Que sean reales refiere a que con la entrega se perfecciona el contrato, naciendo
las obligaciones. No pudiendo aplicarse el esquema de causa de contratos
bilaterales ni el de la donación (beneficencia) cuando son unilaterales onerosos
(el comodato puede ser gratuito, habiendo la posibilidad de argumentar que la
causa es la liberalidad, y el mutuo será gratuito cuando no se cobre intereses), la
causa final de la obligación (restituir la cosa recibida en préstamo) se entiende
como la entrega que perfecciona el contrato (de acuerdo a Avelino León, en estos
contratos la causa de la obligación es la prestación que el otro contratante ha
hecho ya al prometiente, o que este espera recibir). Siendo ella el elemento del
acto jurídico que perfecciona el contrato, no constituye obligación la entrega (por
ello se habla de contrato unilateral), pero se entiende como causa final de la
obligación de restitución.
También la causa de la obligación proveniente de un contrato consensual
unilateral puede ser la existencia de una obligación anterior civil o natural, que el
deudor desea extinguir. En esa hipótesis la causa está en la liberación del deudor
de la obligación anterior (Avelino León). Por ejemplo, cuando el responsable del
daño causado a un tercero se obliga en favor de éste a pagarle una suma de
dinero.
Si fuere aleatorio, la causa es la suerte.
Al hablarse de causa final, vale distinguir si se está ante un contrato gratuito (mera
liberalidad), un contrato bilateral oneroso (obligación correlativa) o un contrato real
(entrega que perfecciona el contrato).
Este16 entendimiento de causa (asentado en nuestro Derecho interno) no ha podido
resolver adecuadamente la situación de contratos unilaterales que no son gratuitos
(donación), ni contrato reales (comodato, mutuo o depósito). Siempre es relevante
determinar cuál es la causa porque si un acto carece de ella puede ser nulo (ver. arts.
1681 y 1682, CC).
Este es el caso del contrato de promesa, donde las partes de obligan a celebrar un
contrato determinado en el futuro (art. 1554, CC) 17. Puede ser unilateral cuando una de
las partes se obliga a celebrar un contrato futuro, mientras para la otra es facultativo
decidir si lo celebra o no. Por ejemplo, los pactos de accionistas de sociedades anónimas

16 Lo que sigue no se pregunta en el examen.


17 Su utilidad práctica está dada en que las partes desean obligarse de inmediato pero se tiene un
impedimento para celebrar el contrato en aquel momento. Por ejemplo, A quiere comprar una casa, pero
requiere de un préstamo del banco, por lo que no puede celebrar la compraventa en esos momentos. Se
firma, no obstante, un contrato de promesa de compraventa, para que el potencial vendedor no la venda
mientras se tramite el c´redito. El comprador se obligará a comprar y el vendedor ha vender en el futuro.
(opción de compra u opción de venta), en que una de las partes tiene la facultad de
exigirle a su deudor que le vendan las acciones bajo ciertos requisitos.
d) Causa como requisito de validez
El análisis de causa al de causa ilícita es distinto. Primero, debe establecerse si existe
aquella como requisito de existencia del acto jurídico (entendiéndola como causa final,
revisar si se trata de un contrato gratuito, bilateral oneroso o real [generalmente
unilateral]), para luego revisar si es lícita o ilícita, como requisito de validez.
En cuanto a esto último, se entiende como causa ocasional (tiene una naturaleza
subjetiva), referente al fin perseguido por las partes.
Causa lícita es la no ilícita. Se entiende esta última según su concepto legal (art. 1467
in. 2°), en que se recogen conceptos válvulas, es decir, que evolucionan con el desarrollo
histórico. Entre ellas, se encuentra el orden público (“principios, normas o reglas que
miran a los intereses generales de mayor importancia para la sociedad”), el que tiene
distintos tipos: económico, de protección (proteger en los contratos a una parte que está
en asimetría estructural con la otra), de dirección, etc. Por su parte, las buenas
costumbres (“reglas morales de un estado social determinado”) refería a la religión
apostólica romana de la época, mas actualmente lo hace con un estándar mínimo de
decencia.
Hay que distinguir el objeto lícito de la causa lícita. Como ejemplo, sirve el que plantea
Avelino León, en que quien arrendare un inmueble para instalar una casa de tolerancia,
celebra un contrato con objeto lícito (casa), pero con causa ilícita (para instalar un
prostíbulo).
En cambio, causa lícita pero con objeto ilícito es más difícil de pensar. En un contrato
bilateral oneroso, cada vez que se tenga objeto ilícito, eso generalmente convertirá la
causa en ilícita, para la otra parte.
Los móviles ilícitos deben ser siempre determinantes, es decir, que sin ellos el contrato
no se habría celebrado, pues de lo contrario se llegaría a la inestabilidad jurídica (Avelino
León).
En nuestro derecho, la acción de nulidad absoluta solo corresponde al contratante que
no ha participado en la ilicitud de la causa (art. 1683, CC; ver 1468, CC).
II.IV. Solemnidades
a) Formalidades en general
Las solemnidades como requisito de existencia son una especie dentro de un género
denominado formalidades. Estas son ritualidades externas exigidas por la ley para
determinados actos y contratos. Hay que distinguirlas, dado que difieren en sus tipos,
fines y sanciones en caso de ausencia:
1. Formalidades de prueba: dicen relación con los medios de prueba y su valoración,
los cuales permiten acreditar actos jurídicos que crean, modifican o extinguen
derechos y/u obligaciones en un juicio (cfr. art. 1698, CC). Tienen estas
formalidades el fin de excluir determinados medios de prueba (recordar que
tenemos un sistema de prueba legal, ver art. 341, CPC). Generalmente se exigen
documentos como medio de prueba, dado que el legislador desconfía de los
testigos. Por ejemplo, si la obligación debía constar por escrito y no se prueba
mediante él, la sanción es verse impedido de otros medios de prueba,
generalmente testigos (art. 1708, CC); si se entrega o promete una cosa que valga
más de dos unidades tributarias, ello debe constar por escrito (art. 1709 in. 1°,
CC); y tampoco se podrá, en ese caso, usar declaraciones de testigos para
modificar lo que consta en el documento escrito, ni referirse a la etapa
precontractual o posterior a su celebración (art. 1709 in. 2°, CC).
2. Formalidades de publicidad: consisten en exigir que se ponga en conocimiento de
terceros determinados actos o contratos. Por ejemplo, el deber de inscribir en el
Conservador de Bienes Raíces embargos y prohibiciones de enajenar recaídas
en inmuebles (ver art. 1464 N°3 y 4, CC; 296, 297 y 453, CPC).
En ausencia, la sanción es inoponibilidad a terceros y/o indemnización de
perjuicios.
3. Formalidades habilitantes: son requisitos exigidos por la ley en atención a la
calidad o estado de las personas, para permitirles celebrar un acto jurídico o
contrato. Su fin normalmente es verificar que no se perjudiquen los intereses de
incapaces o de personas que están en una situación de vulnerabilidad. Por
ejemplo, la autorización judicial para enajenar un bien inmueble o derechos
hereditarios de un menor (art. 254, CC), o la autorización de la mujer casada en
sociedad conyugal, para que el marido pueda enajenar bienes sociales o comunes
(art. 1749, CC).
Ante su ausencia, la sanción es la regla general: nulidad relativa (art. 1682, CC).
4. Solemnidades.
b) Solemnidades
Ante la contraposición del consensualismo y formalismo, nuestro Código Civil recoge lo
primero, dado que la mayoría de los actos jurídicos solo requieren de la voluntad, solo
excepcionalmente exigiéndose por la ley alguna formalidad. Ello es beneficioso para la
rapidez de las transacciones, siendo las solemnidades de derecho estricto, es decir, de
texto expreso: si el legislador o las partes no lo exigen, el acto es consensual.
Las solemnidades son requisitos externos que exige la ley para la celebración de ciertos
actos jurídicos, sin los cuales el acto no se perfecciona ni produce efecto alguno (Vial del
Río). Las partes también pueden exigirlas para ciertos actos o contratos (art. 1802, CC).
Parte importante de la doctrina entiende a la solemnidad como la manera exigida por la
ley para manifestar la voluntad en ciertos actos jurídicos, con tal de acreditar que se ha
exteriorizada de manera adecuada y seria. Se requieren en ciertos actos o contratos en
que es relevante que las partes tengan certeza de su celebración adecuada, por ejemplo,
en la compraventa de bienes raíces (los bienes con mayor valor en el siglo XIX 18; ver
arts. 1699 y 1801 in. 2°, CC), testamentos, actos de familia como el matrimonio, etc.
Vale recordar que la ley distingue actos jurídicos consensuales, reales y solemnes (art.
1443, CC), siendo estos últimos aquellos en que la ley exige ciertas formalidades
indispensables para la existencia del acto y las exige en consideración a la naturaleza
de este. Si un acto solemne se celebra sin cumplir con la solemnidad prescrita por la ley,
el acto es inexistente o nulo absolutamente (art. 1682, CC), pues son un requisito
esencial para la existencia del acto jurídico (Vial del Río). En ciertos casos solo exige
como requisito de validez, como la insinuación en las donaciones (art. 1401, CC), aun
así siendo la sanción nulidad absoluta (art. 1682, CC).
Cuando se exijan solemnidades, la voluntad solo podrá manifestarse válidamente de
acuerdo a ella. En su ausencia, se entiende que las partes no consienten en la realización
del acto o contrato, por lo que es un requisito que técnicamente se confunde con la
voluntad o consentimiento (ver arts. 1545, 1560 y 1802, CC). En ausencia de solemnidad,
no hay voluntad manifestada, por lo que el acto o contrato es susceptible de sanción de
ineficacia.
SANCIONES DE INEFICACIA
I. Ineficacia en general
Ineficacia del acto jurídico es, en sentido amplio, cuando no genera sus efectos propios
o deja de producirlos por cualquier causa. Cuando esta última, que priva de efectos
jurídicos al acto, consiste en un defecto intrínseco a este, tenemos invalidez del acto.
Las sanciones de ineficacia son reacciones que tiene el ordenamiento jurídico ante el
incumplimiento de ciertos requisitos para un acto jurídico, privándolo de sus efectos. En
el caso de la teoría de la inexistencia, se sostiene que sin los requisitos legales de
celebración, no hay siquiera acto ni, por tanto, efectos jurídicos. De esta manera, hay
que distinguir tres sanciones, siendo las dos primeros de ella objeto de larga discusión
doctrinaria:
1. Teoría de la inexistencia.
2. Nulidad.
3. Inoponibilidad: actos válidos entre las partes que no tienen efecto frente a terceros
específicos.
La discusión entre las dos primeras es la siguiente: ¿el Código Civil reconoce la sanción
de inexistencia como consecuencia de un acto celebrado sin requisitos de existencia
(ambos entenderían que hay requisitos de existencia y validez, mas difieren en la
sanción)? Aquí, se han construido dos posturas: la teoría de la inexistencia (exponente

18 Actualmente, bienes intangibles con mucho más valor, como las acciones, se regula su transferencia en
la Ley de Sociedades Anónimas.
es Luis Claro Solar) y la doctrina que no reconoce la inexistencia como sanción
(exponente es Arturo Alessandri). La primera postura distingue entre requisitos de
existencia (sin los cuales un acto no existe jurídicamente) y los de validez (sin los cuales,
el acto puede declararse nulo por un juez). Ante la ausencia de los primeros 19, no se
requiere ninguna declaración judicial ni acto posterior, pues el acto es inexistente
jurídicamente; en la ausencia de los segundos, los actos existen para el Derecho y
producen sus efectos hasta que un tribunal declare la nulidad del acto o contrato, dejando
de producir sus efectos (aun así, en ambos casos se requiere recurrir a tribunales). En
el primero, el acto no produce efectos; en el segundo, sí lo hace salvo que se declare
judicialmente como nulo.
La dialéctica entre Claro Solar y Alessandri es la siguiente:
1. Claro Solar: sin requisitos de existencia, el acto es jurídicamente inexistente para
la ley (ver arts. 1444, 1701, 1814, etc., CC).
2. Alessandri: no se contempla la inexistencia como sanción, sí con la nulidad. Aun
cuando falte voluntad, en el caso de los actos de incapaces absolutos, su sanción
es nulidad absoluta (arts. 1681 y 1682, CC). Esto porque quedan englobados en
la norma (art. 1682 in. 1°, CC) todos los requisitos que se exigen, tanto para la
validez como para la existencia de los actos jurídicos (Alessandri p. 5), que en su
ausencia se sancionan con nulidad absoluta20.
3. Claro Solar: nulidad y rescisión son sanciones para actos que nacen para el
Derecho y producen efectos jurídicos. Si falta un requisito de existencia, no hay
sanción, simplemente hay un acto no jurídico. Por eso, cuando se habla del valor
del acto o contrato, se refiere a la validez, no a su existencia (ver art. 1681 in. 1°,
CC), siendo su sanción la nulidad absoluta. En cuanto a los incapaces absolutos,
pueden aparentemente consentir, siendo la sanción adecuada la nulidad absoluta.
Lo innegable es que la inexistencia no se reconoce expresamente en nuestro Código
Civil, mientras la nulidad sí. Incluso, ha habido leyes que se han modificado para no
suscitar controversias, en que inicialmente una sociedad anónima no existe si no se
cumplen ciertas solemnidades, para modificarse a que es nula de pleno derecho, es
decir, que no requiere declaración del juez (Ley de Sociedades Anónimas).

19 De acuerdo con Alessandri, si al acto le faltaren elementos de la esencia (art. 1444, CC), de acuerdo a
la definición que para él da la ley, como el precio en la compraventa (art. 1793, CC), también sería
jurídicamente inexistente.
20 Alessandri se contradice en que se comprenden en causales de nulidad absoluta la ausencia de

requisitos de validez de actos jurídicos, dado que comprende los vicios de la voluntad como causales de
nulidad relativa. Bien podría argumentarse que la voluntad exenta de vicios es un requisito exigido por la
ley para todo acto o contrato (art. 1445, CC), y que ante un vicio de ella (art. 1451, CC), hay ausencia de
uno de los requisitos exigidos por la ley para el valor de ciertos actos o contratos, por lo que se sanciona
con nulidad absoluta. No obstante, la mayoría de los autores se inclinan por aplicar a actos o contratos
celebrados bajo voluntad viciada la sanción de regla general, esta es, nulidad relativa (Alessandri y Vial
del Rio).
La mayoría de la jurisprudencia se inclina por comprender los casos de inexistencia de
los de nulidad (Alessandri).
II. Nulidad como sanción de ineficacia
Legalmente se entiende como un modo de extinguir las obligaciones, ya que declarada
judicialmente extingue los efectos del acto jurídico nulo (art. 1567 N°8, CC).
No obstante, se ha preferido por la doctrina y jurisprudencia entenderla como una
sanción de ineficacia, la cual tiene como consecuencia la invalidez de los actos jurídicos
y sus efectos.
¿Por qué no puede entenderse como un modo de extinguir las obligaciones? Hay que
distinguir si las obligaciones que crea un acto jurídico ya se encuentran cumplidas o no.
Pongamos un ejemplo:
Se celebra un contrato de compraventa, que es un acto jurídico que crea obligaciones
de pagar el precio y entregar la cosa, con un vicio de nulidad. Las partes cumplen sus
obligaciones mediante la solución o pago (art. 1567 N°1, CC), es decir, con la prestación
de lo que se debe (art. 1568, CC). Así, se ha cumplido y se extingue la obligación. No
obstante, una parte demanda judicialmente la nulidad del contrato, acogiendo el juez la
petición y dictando sentencia que declara nulo el contrato. Ello da derecho a restitución,
es decir, que las partes devuelvan lo que se les pagó, esto es, cosa y precio (art. 1687,
CC). Lo que operó como modo de extinguir fue el pago efectivo, no la declaración judicial
de nulidad. Esta última siempre es una sanción de ineficacia, que invalida el acto jurídico
y sus efectos, sin perjuicio de que pueda ser, en ciertos casos, un modo de extinguir las
obligaciones. Para ello, las obligaciones deben haber estado pendientes, sin haber
realizado el pago las partes. Declarada judicialmente la nulidad, opera como sanción y a
la vez en clave de modo de extinguir las obligaciones.
La nulidad, entonces, se puede definir como una sanción de ineficacia de derecho
estricto, que tiene como consecuencia la invalidez del acto jurídico y sus efectos al ser
declarada judicialmente, pudiendo operar en ciertos casos como modo de extinguir las
obligaciones. Puede ser absoluta o relativa (art. 1681, CC). Tiene como objeto principal
volver a las partes al estado en que estaban antes de la celebración del acto o contrato
nulo (Alessandri).
Sus elementos (sea absoluta o relativa) son:
1. Sanción de ineficacia.
2. Sanción de derecho estricto: solo puede aplicarse para aquellos casos en que la
ley expresamente ha previsto la nulidad como sanción. Por tanto, no puede
aplicarse por analogía ni las partes pueden acordar la nulidad. Que sea así se
deriva de que las normas de nulidad sean de orden público, como situaciones que
interesan a la sociedad en su conjunto. Esto último tiene una serie de
consecuencias en la naturaleza y características de esta sanción, como:
3. No puede renunciarse de forma anticipada alegar un eventual vicio de nulidad, y
si las partes lo acuerdan ello no tiene valor alguno (art. 1469, CC).
4. Para que la nulidad opere y vuelva a las partes a su estado previo se debe declarar
judicialmente (art. 1687, CC).
5. Sus efectos siempre son los mismos, sea un vicio de nulidad absoluta o relativa
(arts. 1687, 1688 y 1689, CC).
6. ¿Cómo se hace valer la nulidad? Puede promoverse mediante acción, al igual que
como excepción (alegándose que es nula la obligación).
¿Qué diferencias hay entre nulidad absoluta y relativa?
Nulidad absoluta es la sanción legal impuesta a los actos celebrados en omisión de un
requisito exigido en consideración a su naturaleza o especie; nulidad relativa, la impuesta
a los actos celebrados con prescindencia de un requisito en atención a la calidad o estado
de las partes, entre otros.
De acuerdo con Alessandri, un acto nulo absolutamente está viciado en sí mismo, por lo
que su nulidad existe respecto de todos (la nulidad absoluta se haya establecida en
interés de moral y la ley, carácter del cual se desprenden consecuencias)21; un acto nulo
relativamente, tiene un vicio respecto a determinadas personas (la nulidad relativa se
establece en interés del beneficio de ciertas y determinadas personas, carácter del cual
se desprenden consecuencias). De todas maneras, una vez declarada por sentencia
judicial, sus efectos son absolutos, sea nulidad absoluta o relativa.
Es importante distinguirlas por las siguientes cuatro razones:
1. Causales o vicios que permiten declarar la nulidad (art. 1682, CC):
1.1. Vicios de nulidad absoluta: si la omisión es de un requisito que se exige en
consideración al acto en si mismo (Alessandri). Son:
1.1.1. Objeto ilícito.
1.1.2. Causa ilícita.
1.1.3. Actos y contratos celebrados por incapaces absolutos.
1.1.4. Requisitos o formalidades exigidos por la ley, en consideración a la
naturaleza del contrato (son solemnidades22: por ejemplo, la escritura
pública en la compraventa de bienes inmuebles, cfr. art. 1801, CC).
1.1.5. Error esencial u obstáculo (falta de voluntad).
1.1.6. Falta de objeto.
1.1.7. Falta de causa.

21 Acá puede haber un entendimiento de por qué la voluntad viciada no es vicio de nulidad absoluta. Sin
embargo, todo acto o contrato requiere de voluntad exenta de vicios (art. 1445 N°2, CC), por lo que sin
ella, el acto o contrato también estaría viciado en sí mismo.
22 Siempre se exige la misma de acuerdo al acto o contrato.
De acuerdo con Alessandri, se comprende la ausencia de requisitos de
existencia como situaciones constitutivas de vicios de nulidad absoluta (ver,
entre otras, p. 9).
1.2. Vicios de nulidad relativa: si la omisión es de un requisito exigido en
atención a la calidad o estado de esas personas (Alessandri)23. Son:
1.2.1. Requisitos o formalidades exigidos por la ley en atención a la calidad o
estado de las partes que lo celebran (generalmente son formalidades
habilitantes).
1.2.2. Cualquier otra especie de vicio (la nulidad relativa es la regla general,
la absoluta su excepción), como por ejemplo, los vicios del
consentimiento o los actos de los incapaces relativos.
2. Legitimidad activa o titularidad de la acción: quién puede pedir la nulidad. Vale
distinguir:
2.1. Legitimidad para pedir la nulidad absoluta (art. 1683, CC):
2.1.1. Puede alegarse por todo el que tenga interés (solo pecuniario,
excluyéndose consideraciones morales; temporalmente debe ser un
interés actual, no una expectativa) en ello. Usualmente son las partes
del contrato las interesadas, mas bien puede ser un tercero.
Tiene como excepción que no puede alegarse por el que ha ejecutado
el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que
lo invalidaba (nadie puede beneficiarse de su propio dolo ni
negligencia). Se ha excluido la ficción del conocimiento general de la
ley, pues en ese caso nadie podría alegar la nulidad. Así, se considera
la hipótesis de error de hecho (es excusable o no dependiendo de las
circunstancias) y el error de derecho (que la persona no conozca que
una circunstancia es constitutiva de un vicio de nulidad).
En ese caso, los herederos estarían impedidos de pedir la nulidad. Una
vez que se transmiten a ellos todos los derechos y obligaciones del
causante, si él no tenía el derecho de reclamar nulidad (por conocer o
debiendo conocer el vicio), no pudo hacerlo con él a su hijo. Ahora bien,
el heredero puede actuar a título personal o en calidad de hijo,
demandando la nulidad absoluta alegando que tiene un interés
patrimonial actual. Incluso, estando el padre vivo, el hijo pudo haber
ejercido la acción de nulidad sosteniendo que él, por ley, será el
heredero de su padre, por lo que le interesa que cierto acto se anula
para cuidar del patrimonio de su padre. Aun así, se podría problematizar
si el interés patrimonial es actual o no. Es una discusión doctrinaria, en
que Vial del Rio ha propuesto que el hijo que actúa por sí mismo, lo
podrá hacer en actos testamentarios para reclamar la nulidad, siendo él
el titular de la acción, no siendo una acción heredada.

23Puede argumentarse que los vicios del consentimiento refieren a requisitos exigidos en atención a las
partes, por lo que la sanción ante ellos es la nulidad relativa (art. 1682, CC).
Como norma sancionatoria, su interpretación debe ser restrictiva, y
como sanción personal, no debería transmitirse a los hijos.
2.1.2. El juez está facultado para declararla de oficio (excepción al principio
dispositivo del proceso civil, ver art. 10 in. 1°, COT). Ahora bien, solo
cuando aparezca de manifiesto, es decir, que con los antecedentes
presentados se presente un vicio de nulidad evidente. No basta la mera
intuición ni podrán pedirse más antecedentes (al ser una norma
excepcional, debe interpretarse de manera restrictiva).
2.1.3. Por el ministerio público (no es el órgano fiscal, sino uno de
administración de Justicia) en interés de la moral y la ley.
2.2. Legitimidad para pedir la nulidad relativa (art. 1684, CC):
2.2.1. No puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han
establecido las leyes o por sus herederos o cesionantes (personas
víctimas de un vicio del consentimiento, de lesión, un incapaz relativo o
cualquier otra persona; excepción ver art. 1685, CC). El juez solo la
puede declarar a solicitud de parte, no de oficio. No puede pedirse
tampoco por el ministerio público.
3. Plazos de prescripción extintiva: plazos y su cómputo, que tienen las partes para
pedir la nulidad mediante acción. Vale distinguir:
3.1. Nulidad absoluta (art. 1683, CC): la nulidad no puede pedirse una vez
saneada, lo que ocurre después de diez años (certeza del derecho y
protección del interés general).
3.2. Nulidad relativa: la nulidad se sanea cuatro años después de haberse
perfeccionado el contrato (art. 1691 in. 1°, CC). Excepcionalmente, ante
situaciones de dolo o error, el plazo comienza a correr desde el día en que
se celebró el acto o contrato, o bien, en caso de fuerza o incapacidad,
desde que aquello cesa (art. 1691 in. 2° y 3° y 1692, CC). Además, puede
ser aun más corto en ciertos casos (art. 1691 in. 4°, CC).
Si el titular muere antes de reclamar la nulidad relativa, la regla general es
que se transmita la acción a su heredero. Aquí hay que distinguir (art. 1692,
CC):
3.2.1. Si el heredero es mayor al momento de fallecer el causante: si no había
empezado a transcurrir el plazo antes, lo hace desde que muere el
causante.
3.2.2. Si el heredero es menor al momento de fallecer el causante: si el
cuadrienio no había empezado, lo hace desde que el incapaz alcance
la mayoría de edad.
4. Posibilidad de sanear la nulidad de acuerdo a las partes:
4.1. Nulidad absoluta: nunca puede ser saneada por las partes (es una
institución de orden público).
4.2. Nulidad relativa: puede ser saneada por las partes en un acuerdo
denominado ratificación (confirmación del acto o contrato nulo
relativamente, que importa la renuncia a la rescisión que habría podido
solicitarse, ver art. 12, CC). Esta última, remedio que no aplica para los
vicios de nulidad absoluta, puede ser expresa o tácita (art. 1693, CC).
¿Quiénes pueden ratificar? Los mismos que pueden pedir la declaración
de nulidad relativa, y tienen que ser capaces de ejercicio (art. 1696, CC).
Eso se condice con el aforismo de que en Derecho “las cosas se deshacen
de la misma forma en que se hacen” (ver art. 1694, CC). Por ello, la
ratificación es un acto jurídico unilateral cuando el acto que adolece de vicio
de nulidad relativa es unilateral; será bilateral cuando el acto que busca
sanearse también lo es. En el caso de actos jurídicos solemnes
(excepcionales, dado que la regla general es que los actos jurídicos sean
consensuales, esto es, que se perfeccionen con el acuerdo en los
elementos de la esencia, ver art. 1443, CC), como la compraventa de
bienes raíces, si este adolece de un vicio de nulidad relativa, para ratificarse
el acto tendrá que hacerse mediante escritura pública (porque así se
celebra). En definitiva, si el contrato contempla una solemnidad, como
hacerse por escrito, entonces la ratificación también tendrá que serlo por
escrito (art. 1694, CC). Es importante seguir las mismas solemnidades
(regla general de modificar actos celebrados bajo solemnidades o
formalidades), dado que, con el fin de darle seriedad a la declaración de
voluntad en ciertos actos, se exige por la ley para que ellos se perfeccionen.
Si no existiera la necesidad de cumplir la misma formalidad o solemnidad,
se podría burlar siempre la que la ley exigió inicialmente.
La ratificación tácita es la ejecución voluntaria de la obligación contratada
(art. 1695, CC).
Las personas que ratifican tienen que ser plenamente capaces (art. 1697,
CC), por lo que los incapaces solo podrán ratificar sus actos o contratos
mediante sus representantes cumpliendo con la formalidad pertinente.
III. Efectos de la nulidad
La nulidad requiere ser declarada judicialmente (art. 1687 in. 1°, CC), teniendo efectos
retroactivos. En cambio, de acogerse la inexistencia, esta no requiere ser declarada por
el tribunal, pues se entiende que el acto o contrato que carece de un requisito de
existencia nunca se perfeccionó, por lo tanto, nunca fue jurídico (nunca produjo efectos
jurídicos, es un acto no jurídico). Por eso, se dice que la inexistencia el juez no la declara,
sino que la constata (puede hacerse vale como excepción); en cambio, respecto a la
nulidad, el juez la declara y solo desde ahí produce efectos jurídicos. La primera presenta
la ventaja de que la acción no prescribe y el acto no produce efecto alguno, aun cuando
el juez no declare la sanción.
En cuanto a lo segundo, sea nulidad o rescisión, los efectos de su declaración judicial
son los mismos. Lo que hay que distinguir son los efectos que la declaración judicial de
nulidad tiene entre las partes y los que produce con respecto a terceros:
1. Efectos de la declaración de nulidad entre las partes (art. 1687, CC): el principal
efecto es que retrotrae a las partes al estado previo a la celebración del acto o
contrato. Para llevar esto a cabo, vale recordar dos atributos de la personalidad:
estado civil y patrimonio. Respecto a lo primero, es una consecuencia de ciertas
relaciones de familia o parentesco, regulada por el Derecho civil extrapatrimonial;
lo segundo, refiere al continente de derechos y obligaciones patrimoniales. De ahí
la forma en que las partes vuelven a la situación previa al acto o contrato es que:
1.1. Acto que modifica el estado civil de algunas de las partes: dejando el acto
sin efecto, tendrá que volver a ser el que era antes de la celebración de
aquel.
1.2. Acto que afectó el patrimonio de las partes: dejando el acto sin efecto, los
derechos y obligaciones tienen que volver al estado previo a la celebración
de aquel. Ello da lugar a ciertas restituciones: si alguna de las partes recibe
algo, va a tener que devolverlo. De esta manera, vale distinguir si en el
patrimonio las obligaciones y derechos emanados de ese acto o contrato
declarado nulo, están pendientes o han sido extinguidas.
1.2.1. Si las obligaciones están cumplidas: las partes tendrán que
devolverse/restituir (derecho de restitución) lo que se habían dado en
cumplimiento de ellas, salvo las excepciones legales.
Las restituciones se regulan por ciertas reglas generales (art. 1687 in.
2°, CC), que establecen:
1.2.1.1. Restitución mutua de lo pagado en virtud de obligaciones
contraídas por un acto o contrato declarado nulo.
1.2.1.2. Qué ocurre con las pérdidas o deterioros: ¿cuál de las dos partes
debe soportar las pérdidas o deterioros? Ello dependerá, en
cuanto a su magnitud y montos a restituir, de diversos factores,
a saber: la buena o mala fe, caso fortuito y negligencia. En el
caso de pérdida (destrucción total de la cosa), ella es un modo
de extinguir las obligaciones (art. 1567 N°7, CC), diferente al
deterioro (destrucción parcial de la cosa).
1.2.1.3. Qué ocurre con los frutos e intereses: los frutos son un género
referente a los beneficios económicos que produce una cosa,
mientras los intereses su especie, particularmente los frutos que
produce una cantidad de dinero. Se regula a partir de qué
momento se debe intereses y bajo qué circunstancias. Se debe,
al menos, desde que el demandado contesta la demanda
defendiéndose (el poseedor de buena fe no está obligado a
entregar los frutos, sino hasta el momento en que contesta la
demanda, pues se presume mala fe). . Los frutos se regulan
frente al modo de adquirir el dominio de accesión (arts. 644 y ss.,
CC), y los intereses en una ley diversa (ley 18.010).
1.2.1.4. Qué ocurre con las mejoras: también conocida como expensas,
son las inversiones en una cosa. El derecho a que se devuelvan
esas inversiones depende del caso fortuito, la buena fe y clase
de mejoras. Estas últimas son:
1.2.1.4.1. Necesarias: inversiones para mantener el valor de mercado
de la cosa.
1.2.1.4.2. Útiles: aumentan el valor comercial de la cosa.
1.2.1.4.3. Voluptuarias o lujosas: no producen aumento de valor de
mercado de la cosa ni mantienen su valor.
La calificación del gasto depende del contexto (en ciertos casos
es lujoso, en otro útil, etc.).
1.2.1.5. Todo esto se rige por “las reglas generales”, sin perjuicio de la
excepción que establece el artículo siguiente (art. 1688, CC)24:
¿cuáles son estas reglas generales? La restitución de cosas
puede darse en distintas situaciones, no solo ante la declaración
judicial de nulidad. Por ello, se regula según ciertas normas
referentes a la acción reivindicatoria, esto es, la posibilidad del
dueño de una cosa de pedirle al juez que el poseedor se la
devuelva (art. 889, CC). Estas reglas son respecto a las
prestaciones mutuas, que norman la generalidad de las
restituciones que las partes deben hacerse cuando alguien está
obligado por una sentencia judicial a devolver lo ajeno (Libro II,
Título XIII, párrafo 4, CC).
1.2.2. Si las obligaciones están pendientes: no hay nada que devolver porque
nada se ha entregado, operando la declaración judicial de nulidad como
un modo de extinguir las obligaciones (art. 1567 N°8, CC).
La nulidad, sea absoluta o relativa, una vez judicialmente declarada, produce
efectos solo con relación a las partes en cuyo favor se ha decretado (art. 1690,
CC).
2. Efectos de la nulidad respecto a terceros: la sentencia judicial que declara la
nulidad solo tiene efectos en las partes del juicio, esto es, actor y demandado,
pues solo tiene efecto relativo, no siendo oponible a terceros (art. 3 in. 2°, CC). En
cambio, las partes de un contrato son comprador y vendedor (ver art. 1545, CC).
La pregunta, entonces, es ¿yo puedo involucrar en el juicio de nulidad a terceros
respecto de la relación jurídica sustantiva (la que surge del contrato)? Contra estos
últimos, se tiene como efecto principal de la declaración judicial de nulidad la
acción reivindicatoria (contra terceros poseedores), al reputarse los títulos
traslaticios de dominio, como un contrato de compraventa, no haber existido
nunca. El supuesto de hecho en que aplica esta regla es, por ejemplo: A y B
celebran un contrato de compraventa nulo. B (vendedor) demanda nulidad del
contrato para que le devuelvan la cosa. El juicio dura ocho años, y se declara
judicialmente la nulidad del contrato. B pide restitución, pero A vendió y enajenó
la cosa a C. B puede demandar a C, que es un tercero respecto al contrato nulo.

24Se entiende que, haciéndose más rico el incapaz sin estar obligado a la devolución o reembolso de lo
que gastó o pagó en virtud del contrato la otra parte, habría enriquecimiento sin causa.
La compraventa y tradición que A hizo como dueño no transfieren derecho de
propiedad, dado los efectos retroactivos de la declaración de nulidad, no teniendo
C derecho sobre la cosa, por lo que se tiene acción reivindicatoria contra él.25
Ahora bien, la estrategia judicial queda a las partes. Una posibilidad es abrir un
primer proceso constitutivo, que declare la nulidad del contrato, luego un segundo
declarativo de condena contra el tercero. Una segunda posibilidad es abrir un
único juicio, que sea tanto constitutivo como declarativo de condena, al incluir dos
pretensiones en la misma acción.
La acción reivindicatoria contra el tercero solo es aplicable cuando el demandado
de nulidad enajenó la cosa a un tercero. Si a la hora de iniciar el juicio, el
demandado no ha enajenado la cosa puedo protegerme de ello mediante la
medida cautelar (prohibición de celebrar actos o contratos).
Es la regla general, con ciertas excepciones: rescisión por lesión enorme, el
tercero que adquiere el dominio de la cosa por prescripción, etc.
IV. Inoponibilidad
La inoponibilidad requiere una definición más estricta como sanción de ineficacia. No
opera respecto a actos o contratos cuya validez esté afectada; en definitiva, estos
cumplen con todos los requisitos de existencia y validez establecidos por la ley, por lo
que es plenamente eficaz entre las partes. Sin embargo, por razones extrínsecas, se
impiden que produzcan efectos respecto de ciertos terceros.
Si bien los contratos tienen efecto relativo, esto es, obligan y producen efectos jurídicos
solo para las partes que lo suscribieron voluntariamente (ver art. 1545, CC), ello no quiere
decir que no puedan, en ciertos aspectos, producir efectos respecto de terceros. Aquí,
bajo ciertas causales, la ley establece la inoponibilidad como medida de protección a
aquellos que no participaron en la celebración del acto.
Estos terceros son relativos (que están en relación o lo estarán con las partes, como los
acreedores). Los absolutos solo excepcionalmente pueden hacer valer la inoponibilidad,
como, por ejemplo, en la venta de la cosa ajena (art. 1815, CC).
Ahora bien, no todas las sanciones de ineficacia distintas de la nulidad se restringen
únicamente a la inoponibilidad. También puede tratarse de la suspensión, resolubilidad,
rescindibilidad, revocabilidad, desistimiento unilateral y caducidad (ver Alessandri p. 23
y ss.).
Con todo, la inoponibilidad puede definirse como la sanción de ineficacia de un acto
jurídico respecto de ciertos terceros dirigido a protegerlos, por no haberse cumplido por
las partes algún requisito externo o por lesionar intereses ajenos. La inoponibilidad, por
tanto, se refiere solo a un problema de eficacia del acto o contrato, o de su declaración

25De la misma manera, si la propiedad fue gravada con cualquier otro derecho real (como la hipoteca), el
verdadero dueño tiene acción para hacer caducar esos gravámenes, por haber sido constituidos por quien
no era dueño de la cosa.
de nulidad, resolución o rescisión respecto de terceros, siendo aquellos perfectamente
válidos entre las partes.
Puede renunciarse de manera anticipada, ya que solo mira al interés individual de
terceros, no teniendo un objetivo de proteger el interés general. Por lo mismo, nunca
puede declararse de oficio. Si ella reconoce que el acto le es inoponible, entonces ya no
puede reclamarse la sanción.
Sus principios generales no se regulan, sino que se ha concebido una teoría de la
inoponibilidad. La inoponibilidad puede clasificarse en:
1. Inoponibilidades de forma: producidas por la omisión de formalidades exigidas
para que los efectos puedan hacerse valer contra terceros. Son:
1.1. Inoponibilidades por omisión de formalidades de publicidad: son aquellas
formalidades destinadas a que los terceros tomen conocimiento de un acto
o contrato celebrado por las partes, o de la ocurrencia de un hecho de
relevancia jurídica como la modificación o extinción de aquel. Por ejemplo:
1.1.1. Contraescrituras públicas: no producen efectos con respecto a terceros
(es inoponible) sino cuando se ha tomado razón de su contenido al
margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la
contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero (art.
1707 in. 2°, CC). Ello pues la escritura pública es un instrumento público
que es otorgado ante un notario, que actúa como ministro de fe, firmado
por los otorgantes y archivado en un registro público (art. 1699, CC). De
ahí que pueda solicitarse que se exhiba cualquier documento que esté
ahí, sea que se haya otorgado por escritura pública o protocolizado,
esto último siendo el hecho de agregar un documento al final del registro
de un notario, a pedido de quien lo solicita (art. 415, COT).
1.1.2. Cesión de crédito personal (sean derechos de herencia, litigiosos, etc.,
ver art. 1901 y ss., CC): no produce efecto contra el deudor ni contra
terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o
aceptada por este (art. 1902, CC).
1.1.3. Sentencia judicial que declara prescripción adquisitiva: funciona como
escritura pública para la propiedad de bienes raíces o derechos reales
constituidos en ellos, solo con la competente inscripción respecto a
terceros (art. 2513, CC). Solo así hará de título de domicilio, cuando se
inscriba en el Conservador de Bienes Raíces, y será oponible a
terceros. El rol de la inscripción es de prueba, publicidad y constitución.
1.1.4. Declaración en interdicción (por disipación) de administrar lo suyo (art.
447, CC): la sentencia debe inscribir en el libro de interdicciones y
prohibiciones de enajenar que lleva el Conservador de Bienes Raíces.
Si no se cumple y, por ejemplo, el disipador celebra un contrato con otra
persona, aquel será válido.
1.2. Inoponibilidades por falta de fecha cierta: con tal de asegurar la certeza de
la data de instrumentos privados, esto es, suscrito u otorgado por las partes
sin presencia de un ministro de fe. Por regla general, nunca va ser oponible
la fecha de celebración de un acto o contrato que conste en instrumento
privado contra terceros (art. 1703, CC). Por excepción, a menos que se
cumplan ciertos requisitos que establece la ley para darle una certeza a la
fecha, como protocolizarse (art. 419, COT).
Por ejemplo, si yo imprimiere en mi casa un contrato que celebro con mi
hermano, y lo fechamos 12 de junio, él no será oponible a terceros, pues
puede cuestionarse fundadamente si realmente aquel acto o contrato fue
celebrado ese día o si se hizo antes o después pero se firmó con fecha 12
de junio.
Esto es importante para diversos efectos: la propiedad de una determinada
cosa al momento de venderse, la capacidad, etc.
2. Inoponibilidad de fondo: se desconocen los efectos de un acto que afectan
injustamente los derechos de terceros. Son:
2.1. Por falta de concurrencia: cuando el acto o contrato no puede hacerse valer
en contra de las personas cuya concurrencia a la celebración era esperable
o esperada y no sucedió así. Por ejemplo, con la compraventa de lo ajeno,
ella es válida mas inoponible al verdadero dueño de la cosa, quien no
consintió en aquel contrato (art. 1815, CC), pudiéndose interponer una
acción reivindicatoria (art. 889, CC). Siendo la compraventa un título
traslaticio de dominio, confiere al comprador un antecedente que lo habilita
para adquirir la cosa, un derecho a exigir que el vendedor le entregue la
cosa; aun así, no será propietario, sino solo poseedor. Para que el
comprador haya adquirido el dominio, se habría requerido celebrar la
compraventa (título) y realizado la tradición (modo de adquirir el domino,
ver art. 588 y 670, CC).
2.2. Por clandestinidad: no puede oponerse a los terceros los actos celebrados
ocultamente, por la imposibilidad de que aquellos tomaron conocimiento de
estos. Por ejemplo, la escritura privada hecho por los contratantes para
alterar lo pactado en escritura pública no produce efectos contra terceros
(art. 1707 in. 1°, CC).
2.3. Por fraude: son los actos ejecutados en fraude de los derechos de terceros;
la ley da a estos costos medios para que aquellos actos no les afecten. Es
el caso de:
2.3.1. Acción pauliana: permite a los acreedores perjudicados por actos
realizados por el deudor a solicitar la rescisión de estos (art. 2468, CC).
Esta permite rescindir los actos que se hayan ejecutado en perjuicio de
los acreedores de una persona que ya está en un período sospechoso
respecto de la liquidez o solvencia de sus negocios. Ahora bien, puede
sostenerse que no refiere a inoponibilidad, porque el contrato no
mantendría su eficacia.
2.3.2. Es nulo el pago hecho al acreedor si se paga al deudor insolvente en
fraude26 de los acreedores a cuyo favor se ha abierto concurso. ¿?
2.3.3. Inoponibilidades en Ley de Quiebras.
2.4. Por lesión de los derechos adquiridos: comprende los casos en que los
efectos de un acto no pueden hacerse valer contra terceros que tienen
derechos adquiridos sobre cosas a que el acto se refiere. Por ejemplo, el
decreto de posesión definitiva de los bienes del desaparecido otorgado en
favor de otros sujetos puede rescindirse en beneficio del desaparecido si
reapareciere, recobrando sus bienes en el estado que se hallaren (art. 93,
CC).
2.5. Por lesión de las asignaciones forzosas: aquellas que el testador está
obligado a hacer a ciertas personas determinadas por la ley.
Respecto a cómo hacerla valer, en nuestro sistema jurídico no existe una acción de
inoponibilidad y tampoco la puede declarar el juez de oficio pero, excepcionalmente, un
tercero puede excusarse de reconocer el efecto de un acto o contrato mediante la
interposición de una excepción en juicio. Sin perjuicio de ello, puede resultar que de la
inoponibilidad uno tenga otras acciones, como la reivindicatoria, pauliana, de reforma de
testamento, etc.
La ley no establece plazos de prescripción para ejercer la acción o excepción de
inoponibilidad, por tanto, se le aplican los plazos generales, esto es, cinco años.
MODALIDADES
I. Generalidades
Modalidades son cualquier modificación que las partes o la ley establecen respecto de
las consecuencias normales de un acto jurídico (alteran la producción de efectos jurídicos
de ciertos actos o contratos). Son, por regla general, introducidas por las partes
(elementos accidentales, ver art. 1444, CC), que obstan la exigibilidad inmediata o
provocan la extinción de la obligación. Encuentran vasta regulación (Libro III, Título IV,
párrafos 2° a 4°, y Libro IV, Títulos IV y V, CC).
Son una excepción, dado que generalmente los actos son puros y simples, es decir,
producen sus efectos inmediatamente.
Las cuatro modalidades son:
1. Condición.
2. Plazo.
3. Modo.
4. Representación.

26 Mientras fraude es una maniobra de mala fe ejecutada por una o ambas partes dirigida a perjudicar a
terceros, dolo tiene lugar entre las partes, cuando una de ellas engaña a la otra.
Características transversales a toda modalidad son:
1. Son elementos accidentales, por regla general (art. 1444, CC). Por excepción,
pueden ser elementos de la naturaleza y esencia (ver arts. 738 y 1489, CC).
2. Son de carácter excepcional: la mayoría de los actos jurídicos son puros y simples.
3. No se presumen: siendo normalmente elementos accidentales, es necesario que
las partes las expresen en alguna forma.
Hay discusión si pueden aplicarse solo a actos patrimoniales, o si también a de familia.
En lo primero no hay cuestionamiento relevante, dado el principio de autonomía de la
voluntad; en cambio, en Derecho de Familia, por ser mayoritariamente un conjunto de
normas de orden público, se entiende, generalmente, que las modalidades no aplican.
II. Condición
Se entiende como un hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o la extinción
de un derecho (arts. 1070 y 1473, CC). Encuentra regulaciones en varias disposiciones
(arts. 1070, 1473 y ss. CC). Sus características son:
1. Hecho futuro: se tiene que tener certeza de que ese hecho o evento no haya
ocurrido, que no se haya verificado ya (arts. 1701 y 1493, CC).
2. Hecho incierto: puede suceder o no. Este elemento diferencia la condición del
plazo, ya que estos en algún momento se cumplirán. Cuando hablamos de plazos
no necesariamente hablamos de una fecha específica, ya que también pueden
referirse a la certidumbre de cierto hecho (como la muerte, por ejemplo).
3. Es accidental, por regla general (ver art. 1444, CC). Puede ser, excepcionalmente,
elemento de la esencia (como ocurre en el contrato de promesa, art. 1554 N°3,
CC) y de la naturaleza (condición resolutoria tácita en contratos bilaterales, art.
1489, CC).
Puede clasificarse de acuerdo a cómo opera en relación a los efectos jurídicos del acto
o contrato (art. 1479, CC).
1. Condición suspensiva: los efectos jurídicos del acto perfeccionado no nacen o no
operan. Solo lo harán cuando la condición se cumpla, no pudiendo previo a su
verificación exigirse derechos ni pago de obligaciones.
2. Condición resolutoria: los efectos jurídicos operan normalmente, pero al
verificarse la condición del acto jurídico se resuelven o extinguen sus derechos y
obligaciones. Opera retroactivamente, dado que los efectos jurídicos dejan de
existir para el futuro y también para el pasado. Las partes deben ser colocadas en
la misma situación que se encontraban antes (art. 1487, CC). Puede ser:
5p.
2.1. Ordinaria o expresa.
2.2. Tácita (art. 1489, CC): es tácita pues es una disposición no incluida
expresamente en el contrato, y se aplica a contratos bilaterales. El hecho
futuro e incierto es el incumplimiento de las obligaciones de un contrato por
una de las partes contratantes. Verificada la condición, el contratante
diligente, en cuanto acreedor, puede pedir la resolución o el cumplimiento
del contrato, con indemnización de perjuicios. No pueden pedirse ambas,
pues resolver el contrato extingue las obligaciones (art. 1567 N°9, CC).
Puede haber enriquecimiento sin causa.
En la práctica, se le ha entendido como un derecho del acreedor para
protegerse del incumplimiento del deudor, habiendo una acción de
resolución.
No obstante, si ninguno de los dos ha cumplido, se entiende que nadie está
en mora (art. 1552, CC). Por tanto, no podrá pedirse la resolución, no
verificándose la condición.
En consecuencia, uno identifica tres requisitos para la procedencia de la
acción de resolución:
2.2.1. Contrato bilateral.
2.2.2. Incumplimiento de su obligación por uno de los contratantes.
2.2.3. El demandante acreedor debe haber cumplido o estar llano a cumplir.
Los efectos de la resolución no son los de la nulidad, pues siendo esta una
sanción de derecho estricto, no puede aplicarse por analogía. Las
consecuencias de la resolución se debe distinguir si son entre las partes o
terceros (arts. 1490 y 1491, CC):
2.2.3.1. Entre las partes: el demandado debe devolver lo que había
recibido con motivo del contrato (art. 1487, CC).
2.2.3.2. Frente a terceros: da acción reivindicatoria, según si es respecto
a bienes muebles (art. 567, CC) o inmuebles (art. 568, CC). La
mala fe, opuesto a la buena fe, debe probarse, lo cual es difícil
porque se trata, en este caso, de un asunto subjetivo o de foro
interno (arts. 706 y 707, CC):
2.2.3.2.1. Bienes muebles: distinguir buena y mala fe.
2.2.3.2.2. Bienes inmuebles: solo procede acción reivindicatoria cuando
la condición consta en la inscripción y escritura pública, pues
solo en ese caso se resolverá la enajenación. Adquirir bienes
inmuebles requiere celebrar la compraventa por escritura
pública (art. 1801 in. 2°, CC; notario público, ver título 11,
COT) e inscribirla en el Registro del Conservador para
realizar la tradición (art. 686 in. 1°, CC). Siendo tercero, uno
debe recurrir al Registro Público, y encontrándose con la
escritura pública inscrita, y celebra un contrato igual, se está
de mala fe.
Si bien en la disposición de esta última regla no se habla de
buena fe literalmente, sí la recoge dado que uno no puede
estar de buena fe adquiriendo una cosa tras la compraventa,
si uno tenía la posibilidad de conocer que estaba sujeta a una
condición que podía resolver el derecho del vendedor.
2.3. Pacto comisorio en contrato de compraventa (arts. 1877 y ss., CC):
2.3.1. Simple.
2.3.2. Calificado.
Pueden, también, distinguirse los distintos estados en que se puede hallar la condición
en un contrato:
1. Pendiente: no se ha verificado la condición, mas es posible que así sea.
2. Cumplida: el hecho futuro e incierto se ha cumplido. Por ejemplo, si la condición
resolutoria se cumple, puede pedir el contratante diligente la resolución al juez.
3. Fallida (art. 1482, CC): el hecho futuro e incierto no se ha cumplido, y no lo hará.
Por ejemplo, si la condición suspensiva es fallida, no operan los efectos jurídicos
del acto o contrato; en el caso de la resolutoria fallida, los efectos jurídicos
permanecen firmes.
Debe revisarse la época específica para verificarse el hecho futuro e incierto. Así, se
puede identificar la condición:
1. Determinada: el plazo en cumplirse la condición está fijada.
2. Indeterminada: el plazo en cumplirse la condición no está fijada. Para que no esté
pendiente para siempre y así las partes estén bajo la incerteza jurídica, tanto los
tribunales como doctrina entienden que cumplido cierto plazo sin hacerlo la
condición, ella se entiende fallida. Acá se identifican dos posturas:
2.1. Plazo máximo es diez años: así lo es para la prescripción adquisitiva, por
lo que si no se verifica la condición en diez años, es fallida.
2.2. Plazo máximo es cinco años: al igual que la regla de la propiedad fiduciaria,
esto es, propiedad sujeta a condición (art. 732 y ss., CC), en que si la
condición no se cumple en cinco años, se entiende fallida (art. 739, CC).
No hay otra norma que establezca un plazo máximo a una condición
determinada. Además, el legislador modificó el plazo de la prescripción
extintiva reduciéndolo a cinco años.
III. Plazo
En un concepto amplio, es un hecho futuro y cierto del que depende el ejercicio o
extinción de un derecho. Respecto a contratos y obligaciones, es la época que se fija
para el cumplimiento de una obligación (art. 1494, CC). Sus elementos constitutivos son:
• Hecho futuro: debe realizarse posteriormente a la celebración del acto
jurídico.
• Hecho cierto: es inevitable, que necesariamente ha de llegar.
Guarda ciertas diferencias con la condición, entre las que están:
a) Todo lo pagado antes de efectuarse la condición suspensiva, podrá repetirse
mientras no se hubiere cumplido (art. 1485, CC), pero lo que se paga antes de
cumplirse el plazo suspensivo no está sujeto a restitución (art. 1495 del CC).
b) El plazo puede ser de origen convencional, legal o judicial, y la condición, en
cambio, sólo puede tener origen en la voluntad de las partes o en la ley.
Puede clasificarse de la siguiente manera:
1. Expreso y tácito:
1.1. Expreso: es el que las partes fijan y estipulan en el acto o contrato.
1.2. Tácito: el que resulta de la naturaleza del acto jurídico, del fin o de las
circunstancias de hecho.
2. Determinado e indeterminado:
2.1. Determinado: cuando se sabe en qué día se realizará el hecho futuro e
inevitable.
2.2. Indeterminado: cuando se ignora el día (ej. la muerte de una persona)
3. Convencional, legal y judicial:
3.1. Convencional: es la regla general.
3.2. Legal: por ejemplo, la prescripción.
3.3. Judicial: muy excepcional (ver arts. 904, 2210 y 2291, CC)
4. Suspensivo y extintivo
4.1 Suspensivo o inicial: suspende el ejercicio del derecho; es aquel
acontecimiento futuro y cierto desde el cual puede exigirse los derechos que
produce el acto jurídico.
4.2 Extintivo o final: es aquel acontecimiento futuro e incierto que, al verificarse,
extingue derechos (por ejemplo, arrendamiento de una cosa por un año,
cuando termina el año, cesa el contrato y se extinguen los derechos derivados)
Tiene diversos efectos:
1. Efectos del plazo suspensivo:
1.1. Suspende el ejercicio del derecho. El derecho existe desde que se celebra
el acto jurídico (ver art. 1084 y 1498, CC), a diferencia de la condición
suspensiva. El derecho sujeto a plazo suspensivo existe porque:
1.1.1. El capital prestado a plazo produce interés, por lo que el acreedor tiene
derecho sobre ese capital.
1.1.2. El acreedor, en ciertos casos, si el deudor está en quiebra o en notoria
insolvencia (art. 1496, CC), puede ejercitar su derecho antes de plazo.
1.1.3. Lo que se paga antes de cumplirse el plazo no está sujeto a restitución
(art. 1495, CC).
1.2. Finalmente, el derecho constituido a plazo permite también la impetración
de medidas conservativas.
Cumplido el plazo, sólo produce efectos a futuro y jamás tiene fuerza retroactiva.
2. Efectos del plazo extintivo:
2.1. Pone fin a los efectos del acto jurídico, extingue el derecho.
2.2. El plazo extintivo, a diferencia de la condición resolutoria, sólo afecta al
futuro, sin anular los efectos pasados.
IV. Modo
Si se asigna algo a una persona para que lo tenga por suyo con la obligación de aplicarlo
a un fin especial, esta aplicación es un modo (art. 1089, CC). No es condición suspensiva,
por lo que no suspende la adquisición de la cosa.
Se define doctrinariamente como una carga (prestación que se debe realizar) impuesta
al adquiriente de un derecho y cuyo fin es limitar éste.
No es una contrapartida por el derecho recibido, sino una restricción de los efectos de
éste para satisfacer los motivos o fines del instituyente.
El modo se distingue de la condición suspensiva en que no suspende la adquisición del
derecho, pero sí obliga.
En cuanto a su cumplimiento, la persona favorecida con el modo tiene derecho para
exigirlo judicialmente (art. 1094, CC).
El único derecho que tiene la persona favorecida con el modo es exigir su cumplimiento,
y de no cumplirse el modo, se produce la resolución o extinción del derechos sujeto a
modo, a menos que haya cláusula resolutoria. Esta última impone la obligación de
restituir la cosa y los frutos si no se cumple el modo. Debe ser expresa (art. 1090, CC).
Sin embargo, hay ocasiones en que siempre se presume.
Si el modo es en beneficio del asignatario exclusivamente, no impone obligación alguna,
salvo que lleve cláusula resolutoria (art. 1092, CC).
V. Representación
Hay representación cuando un acto jurídico es celebrado por una persona en nombre y
por cuenta de otra, produciéndose sus efectos directa e inmediatamente para el
representado, como si este mismo hubiera celebrado el acto (art. 1448, CC).
Tenemos, entonces.
1. Representante: quien obra en nombre y por cuenta de otro.
2. Representado: persona en cuyo nombre y por cuya cuenta un tercero celebra
un acto.
Es el único medio para suplir la falta de voluntad o discernimiento de los absolutamente
incapaces, pues actúa su representante legal, quien debe velar por sus intereses. En
cuanto a los incapaces relativos, sus representantes legales sustituyen la voluntad de
aquellos cuando en nombre y por cuenta de los mismos celebran actos jurídicos.
Por su parte, la representación también es muy útil para quienes son capaces para
contratar y otorgar poder a otro para que lo represente. Ocurre, por ejemplo, cuando una
persona está imposibilitada de concurrir a la celebración de un acto jurídico o cuando se
debe actuar representado porque así lo exige la ley, como en el caso de la
comparecencia en juicio, donde debe comparecerse representado por un abogado
(patrocinio y poder).
Hay varias teorías que buscan explicar la naturaleza jurídica de la representación:
1. Teoría de la ficción: el representante es el vehículo de la voluntad del
representado. No explica los casos de representación de personas que
carecen de voluntad.
2. Teoría del mensajero: el representante es un portavoz que transmite
mecánicamente la voluntad del representado. Tampoco explica cuando el
representado carece de voluntad.
3. Teoría de la cooperación: la representación es la colaboración de las
voluntades del representante y del representado. Tampoco explica los casos
en que el representado carece de voluntad.
4. Teoría de la modalidad: la representación es una modalidad del acto jurídico,
en virtud de la cual los efectos del acto celebrado por una persona
(representante) en nombre de otra (representado) se radican directa e
inmediatamente en la persona del representado.
La representación sería un modalidad porque alteraría las consecuencias naturales de
un acto jurídico.
Se critica que obliga a cambiar el concepto tradicional de modalidad. Por lo demás, se
dice que no es posible reducir este fenómeno a un elemento accidental del acto jurídico;
en realidad, en el moderno Derecho Privado, la representación, cuando incide, es una
parte constitutiva del acto jurídico, constituyendo un elemento esencial; por tanto, ver la
representación como un elemento accidental equivale a decir que puede existir sin los
elementos que la constituyen.
Asimismo, menos se entiende en cuanto a la representación legal, pues en este caso la
modalidad sería introducida por la ley y estaría basada en la voluntad presunta de las
partes.
La doctrina moderna basa la explicación de la representación en el derecho objetivo:
cumpliéndose determinadas condiciones, los efectos del acto celebrado por el
representante se radica en cabeza del representado.
De acuerdo con Alessandri Rodríguez, la teoría de la modalidad encuentra
perfectamente en nuestro ordenamiento jurídico: se dispone que es el representante el
que celebra el acto, pero le atribuye los efectos de aquel al representado, tal como si
este lo hubiera celebrado (art. 1448, CC). Por tanto, es la voluntad del representante la
que exige la ley y no la del representado.
En cuanto al mandato, este es un contrato en que una persona confía la gestión de uno
o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera (art.
2116, CC).
Mientras el mandato señala una relación contractual entre dos personas, que obliga a la
una a la ejecución de los negocios que le han sido encomendados por la otra, el poder
se transfiere mediante una declaración de voluntad. El otorgamiento de poder equivale
a la facultad para representar: es un acto jurídico unilateral, por el cual una persona
confiere a otra la facultad de representarla. La representación es independiente del
mandato. Puede haber mandato sin representación y representación sin mandato.
Por regla general, todos los actos jurídicos admiten representación. Sin embargo, existen
excepciones:
1. La facultad de testar es indelegable.
2. El albaceazgo es indelegable.
3. Matrimonio.
Pueden clasificarse de acuerdo a su fuente:
1. Representación legal o forzada: tiene su origen en la ley. Por ejemplo, la madre,
adoptante, tutor, curador, etc.
2. Representación voluntaria: tiene su origen en la voluntad de las partes. Puede
emanar del mandato o de la agencia oficiosa (cuando el representado ratificó lo
obrado). En cuanto a la agencia oficiosa, si el representado no ratificó pero resultó
beneficiado por lo obrado en su nombre, se entiende que hay representación legal
porque debe cumplir las obligaciones contraídas en su nombre, lo cual se lo
impone la ley.
Los requisitos necesarios para que exista representación son:
1. Declaración de voluntad del representante. Todo esto considerando que la
representación se otorga voluntariamente. Por lo demás, si el mandante es
incapaz, el mandato será nulo.
2. Existencia al contratar de contemplatio domini: el representante debe manifestar
de manera inequívoca su intención de obrar en nombre y por cuenta de otro.
3. Existencia de poder: facultado por ley o por la convención para representar. No
existe representación si una persona ejecuta algo por cuenta de otra sin tener
poder o excediendo sus límites. Pero el representado puede aceptar lo hecho por
el representante, ratificando o confirmando lo obrado. Ratificación equivale a
poder dado posteriormente que tiene efecto retroactivo.
Los efectos de la representación legal y voluntaria son los mismos.
Todo acto o contrato ejecutado por quien carece de representación o excediendo de los
límites del poder otorgado tiene, en principio, como sanción, la inoponibilidad de los
efectos a la persona que se pretendió obligar.
CONTRATOS PARTE GENERAL
I. Principios
Principios referentes a relaciones jurídicas contractuales son:
1. Autonomía de la voluntad: las personas son libres para regular su conducta como
deseen, salvo si una norma prohíbe o manda algo distinto (libertad bajo ciertos
límites). Por tanto, es regla general que las obligaciones de los individuos tienen
por fundamento su propia voluntad (arts. 12, 1437, 1445, 1545, 1560, etc., CC), y
cuando no la prestan de manera libre e informada el acto jurídico es anulable.
El fundamento filosófico está en el liberalismo y contractualismo: el individuo,
como sujeto libre, solo puede obligarse porque consiente en ello. De ahí que todo
lazo social tenga, por fundamento, un pacto.
Ha sido sujeto a crítica tras las sociedades industriales del siglo XIX: no hay
consideraciones de justicia, se prescinde del supuesto que el Humano es un ser
social, de la fragilidad de nuestra voluntad, desigualdades estructurales, etc.
2. Consensualismo contractual: la mayoría de los actos jurídicos son consensuales,
esto es, celebrado por la voluntad expresa o tácita de las partes (ver art. 1443,
CC). Es un principio vinculado tanto a la autonomía de la voluntad como la
obligatoriedad de los contratos.
Por el contrario, el formalismo, tiene como ventaja que el sujeto, celebrando actos
y contratos mediante ciertos rituales, comprenda plenamente sus obligaciones y
derechos. Además, permite la prueba de las obligaciones y protección de partes
en asimetría estructural (consumidor, trabajador, etc.).
3. Libertad contractual: derivado de los anteriores, las personas libres solo pueden
generalmente obligarse a otras mediante el consentimiento (actos jurídicos
bilaterales). Por ello son tan importantes las reglas que regulan esto último (arts.
97 y ss., CCo). Se comprenden dos aspectos:
3.1. Libertad de conclusión: libertad de elegir si se contrata o no, y si con una
parte específica o no.
3.2. Libertad de configuración: libertad de discutir y decidir el contenido o
cláusulas del contrato.
Guarda relación con la responsabilidad precontractual, en cuanto esta última tiene
un carácter excepcional. Uno es libre de contratar o no, pues previo a consentir,
no se está obligado. Sin embargo, puede surgir, por excepción, un deber de
indemnización de un daño por motivos previos a la celebración de un acto o
contrato. La fuente de las obligaciones sería, en este caso, el delito, cuasidelito y
la ley (ver art. 1437, CC). Esto último cuando se encuentran hipótesis específicas
en las normas jurídicas (ver arts. 97 y ss., CCo). En cuanto a los delitos y
cuasidelitos, estos son hechos jurídicos ilícitos (ver arts. 2284, 2314 y ss., CC). Si
bien, atendida la libertad contractual, es lícito terminar con las obligaciones, ante
delitos y cuasidelitos (hipótesis fácticas que van más allá de lo que permite la ley),
puede surgir responsabilidad precontractual por ruptura de negociaciones. El
cuasicontrato (actos voluntarios que no desean los efectos jurídicos producidos)
no se vincula mucho con lo último.
La autonomía de la voluntad y la libertad contractual encuentran límites en lo
siguiente:
3.1. Ley (arts. 1445, 1446, 1467 in. 2°, etc., CC): se expresa, entre otros casos,
en los contratos dirigidos (se establece, bajo normas de orden público, un
contenido mínimo del que no pueden disponer las partes, generalmente
para proteger una parte estructuralmente débil).27
3.2. Buenas costumbres (arts. 1467 in. 2°, etc., CC).
3.3. Orden público.
3.4. Derechos legítimos (estar de buena fe, es decir, se ignora la situación
antijurídica que se puede desenvolver en su contra) de terceros (arts. 12,
582 y 2303, CC).
4. Fuerza obligatoria de los contratos (arts. 1545, CC): entender al contrato como
una “ley para los contratantes” es un recurso retórico para enfatizar el grado de su
obligatoriedad. Desde que se perfecciona un contrato, se producen ciertos efectos
jurídicos, entre ellos, las obligaciones (relación con el principio de autonomía de
la voluntad). Ellas se pueden hacer valer por el acreedor que tiene en su poder un
derecho correlativo. De ahí que, acreditando los hechos de los que emanan las
obligaciones, se prueba las obligaciones.
Sus consecuencias prácticas más relevantes son:
4.1. Las partes están obligadas a cumplir sus obligaciones emanadas del
contrato.
4.2. Intangibilidad del contrato:
4.2.1. Por regla general, no puede ser modificado unilateralmente por una de
las partes, sino por el consentimiento de ambas.
4.2.2. Por regla general, el juez no puede modificar los contratos. Solo podrá
fijar su correcto sentido, en su interpretación.
4.2.3. Por regla general, el legislador no puede modificar los contratos. Esto
último principalmente por dos razones:
4.2.3.1. Garantía constitucional de propiedad (art. 19 N°24, CPR):
conforme a ella, se tiene derecho de propiedad sobre cosas
corporales e incorporales, siendo estas últimas los derechos (art.
576, CC). El dominio sobre ellas se protege como garantía
constitucional, y solo podrá privarse constitucionalmente de
derechos emanados de un contrato, si se expropia.
4.2.3.2. Derechos adquiridos: por regla general, cuando se dicta una
nueva ley, ella no puede privar los derechos adquiridos por la ley
anterior, siendo la excepción las leyes retroactivas (art. 9 in. 1°,
CC). Por ello, las leyes sustantivas dictadas con posterioridad a
la celebración del contrato, no aplican a este, porque es
intangible para el legislador (art. 22 in. 1°, LERL).

27Por ejemplo, el contrato de trabajo, contratos regidos por la ley del consumidor, contrato de seguro,
contrato de arrendamiento, contrato de inmuebles urbanos, etc.
Sin embargo, hay en doctrina y Derecho comparado, determinadas teorías
que, frente a determinadas circunstancias excepcionales, justificarían
modificar un contrato, particularmente de tracto sucesivo (ejecutado en el
tiempo, de larga duración, y en que un evento significa para una parte un
costo mucho más grande para cumplir el contrato o se tiene una ‘excesiva
onerosidad sobreviniente’, lo que fue imprevisto por las partes). Estas son:
4.2.1. Teoría de la imprevisión: cuando se cumplan ciertos requisitos, una
de las partes puede pedir al juez la terminación del contrato.
4.2.2. Revisión del contrato: en ciertas hipótesis, una parte puede pedir la
revisión o modificación del contrato y ajustes.
4.2.3. Adaptación del contrato: las partes previeron esa posibilidad de
adaptación por el juez.
En principio, nuestro derecho positivo no reconoce esta teoría. No obstante,
hay una tendencia mundial en Derecho continental y latinoamericano a
flexibilizar la fuerza obligatoria e intangibilidad e los contratos (Código Civil
Argentino, Peruano, Francés, etc.).
5. Efecto relativo de los contratos (art. 1545, CC): como consecuencia de la
autonomía de la voluntad y libertad contractual, los contratos y sus efectos
jurídicos (derechos y obligaciones) solo afectan a las partes que celebran esos
contratos.
Vale solucionar quiénes son las partes, y cuáles son las excepciones al efecto
relativo (imponiéndose derechos y obligaciones a terceros que no consintieron).
Esto se relaciona con Derecho sucesorio y obligaciones:
5.1. ¿Quiénes son las partes? Son las partes propiamente tales, los herederos
y cesionarios. Esto porque se incluye no solo la persona que celebra un
contrato, sino que también todos los que ocupen esa misma posición
jurídica, siendo los dos grupos de personas mencionados:
5.1.1. Herederos: si la persona que celebra un contrato muere, aplica el
Derecho sucesorio (Libro III, CC). Hay dos maneras de suceder:
asignaciones a título universal, es decir, herencias, y a título singular,
esto es, legados (art. 951 in. 1°, CC). En el primer caso, cuando el título
es universal, se sucede al difunto en todos sus derechos y obligaciones
transmisibles (art. 951 in. 2°, CC). Por tanto, la parte del contrato no
solo refiere a la persona que lo celebra, sino que incluye a sus
herederos si fuere persona natural.
5.1.2. Terceros y cesionarios: por otro lado, el acreedor y/o deudor de una
relación jurídica pueden cambiar por medio de una convención entre las
partes. En ese caso, la novación (arts. 1628 y 1631 N°2 y 3, CC) es un
modo de extinguir las obligaciones, que puede modificar la posición de
deudor y/o acreedor por acuerdo de todos (deudor, acreedor y tercero).
También ocurre con la cesión de créditos (art. 1901 y ss., CC), en que
solo se puede cambiar al acreedor, no el deudor; aquí, se transfiere la
propiedad de ese derecho a otra persona.
Hay excepciones discutidas, como lo son:
5.2.1.1. La estipulación a favor de otro (art. 1449, CC): que permite
constituir un acreedor diferente a las partes contratantes. Se
perfecciona un contrato, nace el derecho y con posterioridad
ese derecho tiene que ser aceptado por aquel tercero (una
vez hecho eso, tendrá un nuevo derecho en su patrimonio).
Antes de que el tercero acepte, las partes pueden dejar sin
efecto el derecho y de común acuerdo extinguir esa
obligación. Hay varias teorías jurídicas que buscan explicar la
naturaleza de este:
5.2.1.1.1. El contrato es una oferta de dos personas, que se
perfecciona con la aceptación de una tercera.
5.2.1.1.2. El tercero adquiere el derecho desde el momento que
el contrato se perfecciona y habría ciertas reglas
excepcionales.
5.2.1.1.3. Etc.
5.2.1.2. La promesa de hecho ajeno (art. 1450, CC): A se obliga con
B pero no a que él haga algo, sino que lo hará C en beneficio
suyo, mas esto ocurre en un escenario donde no hay
mandato. Esta promesa de hecho ajeno solo afecta al tercero
si él lo ratifica; si no lo hace, la persona que hizo la promesa
va a tener que indemnizar por los perjuicios al acreedor que
se va a ver perjudicado como consecuencia de que el tercero
no desplegó la conducta que se le había prometido en su
favor. Por ejemplo: A trabaja organizando fiestas de
matrimonio y B lo contrata para que organice su boda. A
acepta y se obliga en un contrato a obligar a C, el mejor
banquetero de Chile. Este es un contrato de promesa de
derecho ajeno, pues B no tiene un contrato con C, quien
estaría obligado a cocinar, sino que tiene un contrato con A,
quien se obliga a que C preparará comida de la fiesta.
Respeto de esta regla, es necesario tener en consideración
dos cosas:
5.2.1.2.1. Esta regla no es una excepción al efecto relativo de los
contratos porque, en definitiva, el acuerdo entre los dos
contratantes no afecta al tercero que tiene que efectuar
esta prestación o hecho ajeno, salvo que aquél ratifique
con posterioridad. Como el tercero tiene que prestar su
consentimiento para verse afectado por el contrato, se
entiende que no es una verdadera excepción.
5.2.1.2.2. En cuanto a la importancia práctica, hoy en día, de
acuerdo a la forma en la que se desarrolla la economía,
muchas de las personas que prestan servicios
complejos celebran contratos de servicios hacia atrás y
tiene subcontratos. Esto se vincula con que la
negligencia del deudor se le imputa no sólo por sus
propias actuaciones, sino también por las actuaciones
de las personas por las cuáles él es responsable
(trabajadores, dependientes y subcontratistas) y por ello
no se puede excusar frente al acreedor diciendo que su
proveedor le falló y por eso no pudo cumplir, porque eso
es problema de él y no lo exime de la responsabilidad
de incumplir sus obligaciones (art. 1679, CC).
Sin perjuicio de las dos instituciones anteriores, se suele señalar
que una excepción genérica al efecto relativo de los contratos es
lo que se denomina el “efecto expansivo de los contratos”, que
consiste en diversas situaciones que los derechos y obligaciones
que un contrato crean afectan a un tercero que es diferente a las
partes que lo va a celebrar y, si bien es una cuestión excepcional,
puede ocurrir. No es que los terceros sean necesariamente
obligados a cumplir los derechos y obligaciones que surgen del
contrato, mas, de cierta forma, el tercero no puede desconocer
que hay un contrato que se celebró, y que está obligado a
reconocer su existencia. Uno de esos contratos es el precario, que
es el caso en que una persona ocupa una cosa ajena por
ignorancia o mera tolerancia del dueño, y aquella no tiene
pretensión de ser dueña, reconociendo la propiedad del otro, y se
beneficia económicamente de ella. Se regula en relación al
contrato de comodato, habiendo comodato precario, esto es, un
contrato de comodato en que no se fija ni el plazo para la
restitución ni un servicio o uso específico (art. 2195 in. 1°, CC),
como en el precario propiamente tal, que es cuando una persona
está en tenencia de una cosa ajena sin tener contrato previo y por
ignorancia o mera tolerancia del dueño (art. 2195 in. 2°, CC). Otro
caso típico son los contratos colectivos de trabajo.
6. Buena fe contractual: principio general que refiere a que las partes tengan un
comportamiento leal y correcto (aunque no necesariamente de beneficiar al otro).
Se distingue:
6.1. Buena fe objetiva (art. 1546, CC): se aplica a la ejecución de contratos,
particularmente a cómo las partes deben cumplir sus obligaciones, bajo
cierto estándar según cada contrato (su naturaleza, costumbre, ley, etc.).
Es un principio transversal, que aplica de las negociaciones
precontractuales, durante la vigencia de las obligaciones, e incluso
después de su extinción.
6.2. Buena fe subjetiva (arts. 706 y 707, CC): se aplica a el ámbito de los bienes,
propiedad y posesión. Refiere a la conciencia de la persona, importando el
foro interno.
II. Interpretación de los contratos
Los contratos se interpretan según reglas diversas a la de la ley. Si bien la interpretación
se puede entender una herramienta necesaria para enfrentar un texto ajeno
(interpretando así desde que nos enfrentamos a un texto), generalmente se aplican
cuando surge una disputa o conflicto entre las partes, sometiéndose al conocimiento y
fallo de un juez. Un contrato puede ser controversial por varias causas:
1. Ambigüedad: vocabulario impreciso, genérico, etc.
2. Oscuridad: cuando no hay sentido determinado alguno, o algunas disposiciones
son contradictorias.
3. Insuficiencia: generalmente se da en contratos técnicos. Por ejemplo, en contratos
de arrendamiento, aplica supletoriamente la ley para modificar el sentido.
4. Vacuidad: puede entenderse como, más que controversia sobre el sentido, una
falta de consentimiento respecto cierto asunto. En ese caso, el juez no puede
suplir la voluntad de las partes.
5. Excesividad: demasiada regulación que induce a error.
6. Tecnicidad: vocabulario técnico que da lugar a dudas.
El sistema de interpretación del Derecho nacional es uno subjetivo, diverso a las leyes
extrañas (vr.gr., en Derecho anglosajón se interpreta según el texto), en que la directriz
general es que el juez debe descubrir la intención real de las partes al momento de
celebrar el contrato (art. 1560, CC), lo que guarda relación con el principio de autonomía
de la voluntad y fuerza obligatoria de los contratos. Si no pudiere conocerse claramente
la intención de las partes, tendrá que determinarse una voluntad virtual (principio de
inexcusabilidad). Todo esto se delimita según reglas generales (arts. 1561 a 1566, CC):
1. No extender la norma a otra materia por la que no se contrató (art. 1561, CC).
2. Utilidad de las cláusulas: debe preferirse la interpretación que permita a una
cláusula tener efecto (art. 1562, CC), refiriéndose la posibilidad del efecto a
producir efectos económicos. La idea de estipular algo en un contrato es,
precisamente, que produzca efectos.
3. Regla de armonía: debe interpretarse de manera que se concilie con el todo (art.
1564 in. 1°, CC).
4. Puede recurrirse a otros contratos, siempre y cuando en ellos las partes sean las
mismas y se trate sobre la misma materia (art. 1564 in. 2°, CC).
5. Ejecución propia de los contratos: importa el cumplimiento práctico pasado (art.
1564 in. 3°, CC).
6. Reglas de última ratio (art. 1566, CC): no pudiendo aplicarse las normas
anteriores, toda cláusula ambigua irá a favor del deudor, a menos que se
identifique al redactor, y la interpretación se irá contra él. Ello previene a las partes
de redactar claramente sus contratos (“nadie puede beneficiarse de su propio dolo
o negligencia”).
Pueden haber reglas especiales para ciertos contratos como, por ejemplo, contrato de
seguros (Ley de Compañía de Seguro) y contrato de consumo (Ley 19.496).

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