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2.1. Carbohidratos 08
2.3. Grasas 15
2.5. Agua 25
3.1.3. Legumbres 34
3.2.2. Huevos 39
4. Referencias bibliográficas 46
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Educación Nutricional
La alimentación nos remite tanto a la satisfacción de una necesidad fisiológica idéntica en todos
los seres humanos como a la diversa selección de alimentos que contribuyen a satisfacer dicha
necesidad y que contribuye a modelar la identidad de cada pueblo o sociedad.
En la selección de alimentos influyen factores individuales como los genéticos, fisiológicos, educa-
tivos o económicos, como factores sociales y culturales que dependen de las técnicas de produc-
ción agrícolas, de las estructuras sociales,
de los preceptos religiosos, de las tradicio- “La alimentación que una persona ingiere de
nes… es decir, de la visión del mundo típi- forma regular se denomina dieta y hay de di-
ca de cada sociedad.
ferentes tipos: dieta de países desarrollados,
La alimentación que una persona ingiere dietas de países en vías de desarrollo, dieta
de forma regular se denomina dieta y hay mediterránea, dieta vegetariana,…”
de diferentes tipos: dieta de países desa-
rrollados, dietas de países en vías de desarrollo, dieta mediterránea, dieta vegetariana,… citándo-
se el poder adquisitivo, la industria alimentaria, la publicidad y los condicionamientos estéticos y
de salud como los principales factores que influyen en las dietas.
La nutrición es el conjunto de procesos involuntarios mediante los cuales el organismo, una vez
ingeridos los alimentos, absorbe y transforma sus nutrientes en sustancias químicas más senci-
llas que se utilizan para proporcionar materiales necesarios en la formación de las estructuras
corporales, regular el metabolismo y aportar la energía necesaria para el perfecto funcionamiento
del organismo. El número de nutrientes que necesita el ser humano es algo superior a cincuenta
(reunidos en cinco grandes grupos: proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales,
aparte están el agua y el oxígeno). Los alimentos y productos que los contienen se pueden contar
por miles y así, las necesidades nutricionales pueden ser satisfechas con diferentes alimenta-
ciones según la cultura, zona geográfica y situación socioeconómica de cada individuo. No hay
alimentos completos, que contengan todos los nutrientes que necesitamos y en las cantidades
adecuadas, con excepción de la leche materna para el niño lactante.
Alimentación: Proceso por el que se ingieren los alimentos. Se trata de un acto voluntario,
consciente y educable.
Nutrición: Proceso por el que el organismo incorpora, modifica y elimina sustancias que in-
gerimos del exterior. Se trata de un proceso involuntario e inconsciente.
Dietética es la ciencia que permite utilizar los alimentos de una forma adecuada y con fines pre-
ventivos y reparadores, según la situación particular de cada persona.
Sin embargo, como dietas que puedan ser adecuadas, equilibradas o saludables hay muchas (es
decir, existen múltiples combinaciones de alimentos que permiten cumplir tanto en cantidad como
en calidad con los con los requerimientos de energía), la elección de la más correcta según todos
los condicionantes del individuo se convierte en un arte.
Alimento: Producto o sustancia de cualquier naturaleza (de origen animal o vegetal, sólido o líqui-
do, natural o transformado,…) que una vez ingerido aporta materiales asimilables que cumplen
una función energética nutritiva en el organismo. Estos materiales asimilables son los nutrientes,
es decir, las sustancias necesarias para la salud que no pueden ser sintetizadas por el organismo
y que por tanto deben ser ingeridas a través de los alimentos y la dieta y cuya carencia o exceso
provocan patologías determinadas.
“No todos los alimentos que ingerimos El valor energético de los alimentos. El valor
se queman para producir energía, sino energético o valor calórico de un alimento es pro-
porcional a la cantidad de energía que puede pro-
que una parte de ellos se usa para re-
porcionar al quemarse en presencia de oxígeno.
construir las estructuras del organismo o
facilitar las reacciones químicas necesa- Se mide en calorías, que es la cantidad de ca-
rias para el mantenimiento de la vida.” lor necesario para aumentar en un grado la tem-
peratura de un gramo de agua. Como su valor
resulta muy pequeño, en dietética se toma como medida la kilocaloría (1 Kcal. = 1.000 calorías),
aunque a veces erróneamente, a las kilocalorías también se las llama Calorías (con mayúscula).
Así, cuando se dice que un alimento tiene 100 Calorías, en realidad debemos interpretar que dicho
alimento tiene 100 kilocalorías por cada 100 gr. de peso.
Cada grupo de nutrientes energéticos –glúcidos, lípidos o proteínas– tiene un valor calórico dife-
rente y más o menos uniforme en cada grupo. Para facilitar los cálculos del valor energético de los
alimentos se toman unos valores estándar para cada grupo: un gramo de glúcidos o de proteínas
libera al quemarse unas cuatro calorías, mientras que un gramo de grasa produce nueve. De ahí
que los alimentos ricos en grasa tengan un contenido energético mucho mayor que los formados
por glúcidos o proteínas. De hecho, toda la energía que acumulamos en el organismo como reser-
va a largo plazo se almacena en forma de grasas.
También hay que tener en cuenta que no todos los alimentos que ingerimos se queman para pro-
ducir energía, sino que una parte de ellos se usa para reconstruir las estructuras del organismo o
facilitar las reacciones químicas necesarias para el mantenimiento de la vida. Las vitaminas y los
minerales, así como los oligoelementos, el agua y la fibra se considera que no aportan calorías.
En las tablas de composición de los alimentos, además de los contenidos de macro y micronu-
trientes, podemos encontrar una referencia aproximada de la densidad o valor energético de cada
alimento (de manera genérica: Grasa: 9 kcal/g, Proteína: 4 kcal/g, Hidratos de carbono: 3,75-4
kcal/7g o Alcohol: 7 kcal/g.). De cualquier forma, en las características nutricionales y energéticas
de los alimentos hay que tener en cuenta que éstos suelen ser heterogéneos y que, entre otros
factores resulta determinante su procesamiento industrial o forma de prepararlo.
Los macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas o lípidos) son los mayoritarios
en los alimentos. Los minerales y vitaminas suelen ser denominados como micronutrientes y se
encuentran en los alimentos en cantidades mucho más pequeñas.
NUTRIENTES
Orgánicos Inorgánicos
Carbohidratos
Proteinas
Grasas
2.1 Carbohidratos
Los hidratos de carbono, carbohidratos o azúcares son definidos como compuestos orgánicos
que contienen carbono, hidrógeno y oxígeno en varias combinaciones, siendo la clase más abun-
dante de moléculas biológicas. Tanto en la naturaleza como en el cuerpo humano existen variedad
de formas de los carbohidratos. De una manera genérica se pueden clasificar en hidratos de car-
bono simples e hidratos de carbono compuestos.
Hidratos de carbono simples. Son aquellos azúcares que se absorben en forma rápida, de los
cuales se pueden obtener energía en forma casi instantánea. Se distinguen entre monosacáridos,
disacáridos y oligosacáridos.
Los monosacáridos son los carbohidratos de estructura más simple y destacan la glucosa, la fruc-
tosa y la galactosa.
Glucosa: Es el principal producto final del metabolismo de otros carbohidratos más complejos.
En condiciones normales es la fuente exclusiva de energía del sistema nervioso, se almacena
en el hígado y en el músculo en forma de glucógeno.
A pesar de su nombre, los alcoholes del azúcar no son azúcar ni tampoco alcohol. Reci-
ben su nombre porque son hidratos de carbono que tienen una estructura química similar
a la de un azúcar y de un alcohol pero tienen una menor densidad de energía (calorías
por gramo) y a diferencia del azúcar (sacarosa) no afectan los niveles de glucosa en san-
gre. Tienen también menos poder cariogénico (es decir, no favorecen en gran medida la
formación de caries) que los azúcares comunes pues son menos fermentables por las
bacterias de la boca. Son utilizados como edulcorantes bajos en calorías.
Los alcoholes del azúcar no son perjudiciales para el consumo humano pero deben ser
consumirlos con moderación ya que el cuerpo absorbe los alcoholes del azúcar lentamen-
te (la mayor parte no se absorben en la sangre), pasan a través del intestino delgado y
son fermentados por las bacterias en el intestino grueso y por tanto, un consumo excesivo
puede producir gas, diarrea y malestar estomacal. Por ejemplo, consumir más de 50 gr de
sorbitol o de 20 gr de manitol al día puede causar diarrea. La FDA (Agencia de Alimentos
y Medicamentos), requiere que los alimentos y bebidas que contienen sorbitol o manitol
incluyan un rótulo de advertencia en que se describa este efecto laxante. Hay que tener
en cuenta que, aunque pueden ayudar en el control de peso disminuyendo la densidad de
calorías de los alimentos, no obstante, su consumo excesivo puede suponer un problema.
Hidratos de carbono complejos. Son aquellos azucares de absorción lenta, necesitan de un ma-
yor tiempo de digestión, por lo que actúan como energía de reserva. Están formados por varios
monosacáridos que pueden ser degradados a hidratos de carbono simples. Ejemplos de estos
hidratos de carbono son el almidón o la celulosa. Desde un punto de vista nutricional se pueden
dividir en dos grandes grupos, aquellos utilizables energéticamente o digeribles y aquellos no uti-
lizables energéticamente que son conocidos como fibras dietéticas.
El almidón, también conocido como fécula, está constituido por numerosas moléculas de
glucosa unidas entre sí (polímero), formando cadenas lineales (amilosa) y ramificadas (amilo-
pectina). Constituye el tejido de almacenamiento más importante en las plantas y se trata del
hidrato de carbono más abundante en la alimentación, encontrándose en los granos de cerea-
les, leguminosas, raíces y tubérculos. Desde el punto de vista alimentario es muy importante
por su volumen de consumo, disponibilidad y precio.
La fibra alimentaria o fibra dietética es el término general empleado para los hidratos de carbono
complejos que son resistentes a las enzimas digestivas y que, por lo tanto, dejan residuos en el tracto
digestivo. Las fibras dietéticas existen en dos formas básicas: solubles en agua e insolubles en agua.
La fibra dietética soluble: hemicelulosa y pectina. Son compuestos menos polimerizados que
la celulosa que pueden ser digeridos parcialmente por las enzimas digestivas. Las principales
fuentes son las partes más dura o leñosa de los vegetales y las hojas.
Los hidratos de carbono no digeribles, una vez en el colon, son parcialmente degradados por
enzimas de la flora bacteriana hasta distintos compuestos que en parte pueden ser absorbidos.
Los monosacáridos procedentes de la digestión de los hidratos de carbono y los que vienen como
tales de la dieta son absorbidos principalmente a nivel de yeyuno (parte del intestino delgado entre
Los azucares sencillos, al absorberse rápidamente, producen una respuesta glucémica rápida es
decir, tienen un índice glucémico1 elevado, mientras que los hidratos de carbono más complejos
suelen tener un índice glucémico más bajo. En los individuos sanos, el mecanismo de control
glucosa-insulina es el responsable de que los niveles de glucosa se mantengan dentro de unos
límites fisiológicos. Cuando estos niveles de glucosa son mayores que la necesidad de energía
del cuerpo, la insulina permite que se pongan en marcha los procesos de creación de reservas, el
glucógeno y las grasas. En los diabéticos, la producción de insulina es insuficiente y, por lo tanto,
si no existe control, los niveles de glucosa en sangre pueden ascender.
En los últimos años, en las sociedades desarrolladas se ha observado una gran disminución en el con-
sumo de hidratos de carbono provocada porque se ha menospreciado su contenido en nutrientes y por
la errónea idea de que son alimentos que engordan, sobreestimándose su cualidad de aportar energía.
1 El índice glucémico de un alimento se define como la relación entre el área de la curva de la absorción de
50 g de glucosa pura a lo largo del tiempo, con la obtenida al ingerir la misma cantidad de dicho alimento.
Una ingesta inadecuada de hidratos de carbono provoca problemas y así, mientras que un con-
sumo excesivo puede llevar a un incremento en las calorías totales causando obesidad, el hecho
de no obtener suficientes carbohidratos puede producir falta de calorías (desnutrición) o la ingesta
excesiva de grasas para reponer las calorías.
En la ingesta de hidratos de carbono hay que destacar el papel de la fibra vegetal presente en los
carbohidratos complejos (el requerimiento diario aconsejado es de 30 gramos al día, obtenida a tra-
vés de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales), ya que presenta grandes beneficios como
son la regulación del colesterol, la prevención del cáncer de colon, la regulación del tránsito intestinal
o la sensación de saciedad, lo que hace que sea una gran aliada en las dietas de control de peso.
Las proteínas son uno de los macronutrientes que encontramos en los alimentos junto a los hidra-
tos de carbono y lípidos. Su principal función es estructural, es decir, contribuyen a la formación,
desarrollo y renovación de todos los órganos y sistemas del organismo.
Las proteínas son macromoléculas que están formadas por carbono, oxigeno, hidrogeno y nitróge-
no fundamentalmente, aunque también pueden contener minerales como azufre, hierro y fosforo.
La parte más pequeña en que pueden dividirse son los aminoácidos y así, aunque los alimentos
que ingerimos nos aportan proteínas, éstas se absorben en forma de aminoácidos después de su
hidrolisis en el proceso de digestión.
Existen 20 aminoácidos que pueden combinarse entre sí de diferentes formas para construir todas
las proteínas que el cuerpo humano necesita. Nueve de estos aminoácidos se obtienen de la dieta
y son conocidos como aminoácidos esenciales y los otros restantes pueden ser producidos por el
cuerpo y no es necesario ingerirlos.
Aminoácidos Esenciales. Deben ser aportados en la dieta, ya que no podemos fabricarlos en el orga-
nismo. Son la histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina.
Aminoácidos No esenciales. Pueden ser fabricados a partir de los esenciales. Son la alanina, arginina,
ácido aspártico, asparragina, cisteína, ácido glutámico, glutamina, glicina, prolina, serina y tirosina.
Se considera que el valor o calidad biológica de una proteína, viene determinada por su capaci-
dad de aportar o no todos los aminoácidos necesarios para el organismo. Aquellas que contienen
cantidades suficientes de cada uno de los aminoácidos esenciales son proteínas de alto valor
biológico y si falta algún aminoácido esencial, el valor biológico de esa proteína disminuye.
Todos los aminoácidos esenciales se encuentran presentes en las proteínas de origen animal, por
tanto, estas proteínas son de mejor calidad o de mayor valor biológico que las de origen vegetal2
(legumbres, cereales y frutos secos), deficitarias en uno o más de esos aminoácidos. Sin embargo,
2 Las proteínas de alto valor biológico se encuentran en los alimentos de origen animal (leche, pescado,
carne y huevo), y en la soja. En las legumbres y los frutos secos el aminoácido deficitario es la metionina y en
los cereales la lisina
proteínas incompletas bien combinadas pueden dar lugar a proteínas de mayor calidad equipara-
bles a las de la carne, el pescado y el huevo como por ejemplo: leche y arroz, legumbre con arroz,
legumbre y trigo, arroz con frutos secos,…
Las funciones de las proteínas son específicas de cada una de ellas y, aunque la función principal es la
estructural o plástica (fabricar y regenerar tejidos), otras funciones básicas que realizan las proteínas son:
• control y regulación de procesos corporales, como ocurre por ejemplo con algunas hormo-
nas que son de naturaleza proteica como la insulina o la hormona del crecimiento.
• transportar sustancias como por ejemplo ocurre con la hemoglobina sanguínea que transporta
el oxígeno a los tejidos o de las lipoproteínas que transportan el colesterol a través de la sangre.
• defensa y así, por ejemplo las inmunoglobulinas actúan como anticuerpos frente a posibles
antígenos, mientras que la trombina y el fibrinógeno contribuyen a la formación de coágulos
sanguíneos para evitar hemorragias.
La digestión de las proteínas comienza en el estómago donde actúan unas enzimas que las degra-
dan a péptidos cada vez más pequeños y estos hasta aminoácidos y sus derivados, que van a ser
absorbidos por el epitelio gastrointestinal y dirigidos por la sangre hacia el hígado. Una vez allí mu-
chos aminoácidos quedan depositados un cierto tiempo, pero su destino final será su transporte
hacia las células para la reconstrucción tisular. En situaciones extremas, los aminoácidos pueden
ser utilizados como fuente de energía.
Cuando las proteínas del organismo son degradadas, en el proceso de destrucción y reciclaje, se
produce amonio como resultante, el cual será también transportado al hígado para formar urea,
que será eliminada del organismo a través de la orina.
Las proteínas del cuerpo están en continuo proceso de renovación, degradándose hasta sus ami-
noácidos y, por otro, uniéndose a los aminoácidos obtenidos con la dieta para formar nuevas
proteínas según las necesidades del organismo en cada momento. Este mecanismo es llamado
recambio proteico y es imprescindible para el mantenimiento de la vida, siendo la principal causa
de consumo energético en reposo.
Los alimentos vegetales más ricos en proteínas son las legumbres, soja, cacahuetes y frutos secos.
Para que nuestra dieta sea considerada como una dieta sana y adecuada, se recomienda combi-
nar proteínas de origen animal con proteínas vegetales.
Para determinar la calidad o valor nutritivo de una proteína (capacidad de satisfacer las nece-
sidades del organismo) se tienen en cuenta tanto el valor biológico como la digestibilidad y el
contenido de aminoácidos.
El valor biológico está definido como la proporción en que se encuentra un aminoácido indispen-
sable limitante, con respecto al patrón de referencia. La “proteína de referencia” es una proteína
teórica definida por la FAO la cual tiene la composición adecuada para satisfacer correctamente
las necesidades proteicas definiéndose distintas proteínas de referencia dependiendo de la edad.
• las proteínas que provienen de huevo, leche y derivados lácteos son consideradas como
de excelente calidad y las proteínas provenientes del pescado, de la carne y de las aves
contienen proteínas de buena calidad.
• dentro de las proteínas vegetales, la proteína de soja es considerada de buena calidad, la con-
tenida en cereales, harinas, mayor parte de tubérculos y raíces vegetales, está clasificada como
de mediana calidad, y la mayoría de las frutas y verduras contienen proteína de baja calidad.
• aunque, las proteínas animales, al tener mayor contenido en aminoácidos esenciales resul-
tan más completas que las vegetales se deben relacionar. La relación entre ellas en una
dieta adecuada debe ser al menos del 50% de origen vegetal y el resto de origen animal.
• para que una alimentación sea equilibrada debe aportar entre un 12-15% de la energía total
en forma de proteínas.
• si se ingieren menos proteínas de las necesarias, tanto en calidad como en cantidad, el
organismo tendera a consumir las propias, poniendo en peligro la estructura corporal.
• si el consumo de proteínas es excesivo se produce un cierto grado de intoxicación, ya que al
ser su combustión más compleja se originan más residuos tóxicos en el organismo (amonía-
co, urea, etc.) lo que provoca una destrucción de los tejidos y un envejecimiento prematuro.
2.3 Grasas
Desde un punto de vista físico-químico las grasas o lípidos constituyen un conjunto de compuestos
muy heterogéneo cuya característica común es que son insolubles en agua, pero solubles en disol-
ventes orgánicos. Están formadas por moléculas orgánicas y, como el resto de los macronutrientes,
contienen los tres elementos: carbono, hidrogeno y oxígeno, además de fósforo, azufre y nitrógeno.
Este macronutriente es la fuente más concentrada de energía (9 calorías por gramo aproxima-
damente) ya que, las moléculas de grasa al ser insolubles en el agua se almacenan en el interior
de las células de forma concentrada mientras que los gránulos de glucógeno, al contener agua,
ocupan más volumen.
Además de constituir la principal forma de depósito de energía metabólica los lípidos son uno de
los componentes de la estructura de las membranas biológicas. Otras funciones biológicas se rela-
cionan con el carácter lipídico de algunas hormonas, vitaminas, mensajeros intracelulares, compo-
nentes de pigmentos,… Las grasas corporales funcionan también como amortiguador mecánico
para proteger a los tejidos, por ejemplo: la grasa que rodea a los riñones, el corazón y el intestino.
La grasa subcutánea protege también al cuerpo de los agentes mecánicos externos y además fun-
ciona como un aislante térmico que protege a los organismos de las bajas temperaturas.
Triglicéridos. Constituyen la forma química principal de almacenamiento de las grasas, tanto en los
alimentos como en el organismo humano y por tanto, la mayor parte de los lípidos ingeridos en la
dieta son triglicéridos. Están compuestos por una molécula de glicerol y tres ácidos grasos. Por su
densidad y baja solubilidad se utilizan para almacenar energía en el tejido adiposo. Más del 90% de
las grasas o lípidos ingeridos y presentes en el organismo, se encuentran en forma de triglicéridos.
Ácidos grasos. Los ácidos grasos desempeñan un importante papel en las grasas, ya que forman
parte de los triglicéridos y de los fosfolípidos y además pueden esterificarse3 con el colesterol.
»» Ácidos grasos poliinsaturados (AGP). Poseen dos o más dobles enlaces en su estructura
por lo que pueden reaccionar con el oxígeno del aire aumentando la posibilidad de enran-
ciamiento de la grasa. Los ácidos grasos que son líquidos a temperatura ambiente están
3 Reacción de esterificación: El grupo ácido de los ácidos grasos reacciona con los alcoholes para formar
ésteres y agua.
formados en su mayor parte por ácidos poliinsaturado. Los pescados y algunos alimentos
de origen vegetal, como los aceites vegetales, son especialmente ricos en AGP.
»» Ácidos grasos monoinsaturados (AGM). Poseen un doble enlace en la molécula. Por ejem-
plo, el ácido oleico, principal componente del aceite de oliva.
El nombre común generalmente se relaciona con la fuente natural del cual proviene con
la terminación “ico”. El hexadecanoico, se llama más a menudo palmítico porque se
obtiene del aceite de palma.
Aunque en todos los alimentos hay mezclas de los tres tipos de ácidos grasos, en los de origen
vegetal predominan las grasas insaturadas y en los de origen animal las saturadas y unas y
otras, según su grado de saturación, se han relacionado ‐positiva y negativamente‐ con las en-
fermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas. Desde
el punto de vista nutricional son importantes los ácidos poliinsaturados de las familias omega 3
y omega 6. Existen dos tipos de omega 3, los procedentes del pescado y los de origen vegetal.
Ácidos grasos
Aceites vegetales hidrogenados y carne grasa de ternera y oveja.
trans-
Lípidos complejos. Destacan los fosfolípidos (triglicéridos en los cuales se ha sustituido un ácido
graso por una sustancia que contiene fósforo) que, aunque son sustancias de gran importancia
metabólica, no son nutrientes esenciales. Destacan la lecitina, el inositol y la etanolamina.
Forman parte de las membranas celulares y de diversos tejidos, como el cerebral y el nervioso periférico,
pero escasean en las grasas de reserva. Se encuentran en alimentos de origen animal, como la yema de
huevo, y vegetal, como la soja, y se emplean en cantidades significativas como aditivos emulsionantes.
Otros lípidos. Además de triglicéridos y fosfolípidos, los lípidos contienen también esteroles, uno
de los cuales es el colesterol, que es esencial para nuestro organismo.
En una persona sana existe una regulación perfecta, de manera que, cuando el consumo a partir de
los alimentos aumenta, la formación dentro de nuestro cuerpo disminuye. Esta regulación hace que
los niveles de colesterol se mantengan constantes. Por tanto, “tener colesterol” no es malo, al con-
trario, es imprescindible. Es un compuesto que el cuerpo fabrica y usa. El problema radica en tener
niveles muy altos o muy bajos que, en ambos casos, pueden resultar perjudiciales para la salud.
Otras lipoproteínas, las llamadas LDL (lipoproteínas de baja densidad, compuestas principalmente
de colesterol), se encargan de llevarlo a las células y depositarlo en los tejidos y cuando están en
exceso también lo depositan en las paredes de las arterias contribuyendo a formar la placa de
ateroma. Se dice que las LDL transportan el colesterol “malo” (colesterol‐LDL) y su exceso supone
un riesgo para la salud.
Por ello es importante que exista un adecuado equilibrio entre ambas fracciones HDL y LDL, a
favor de las primeras.
LDL (lipoproteína de baja densidad): Tiene más lípido que proteínas. También se llama coles-
terol malo. Transportan el colesterol a todos los tejidos menos al hígado. Un exceso de LDL o
colesterol en sangre favorece su depósito en forma de placas en las paredes arteriales lo que
implica el endurecimiento de estas provocando arteriosclerosis e hipertensión, lo cual aumenta
el riesgo de enfermedades coronarias.
HDL (lipoproteína de alta densidad): También llamado colesterol bueno. Tiene más proteínas
que lípidos. Recogen el colesterol y lo llevan al hígado donde es eliminado por la bilis.
La concentración de cada una de las lipoproteínas depende de muchos factores y entre ellos de
la cantidad y, especialmente, de la calidad de la grasa de la dieta. Aunque con importantes varia-
ciones individuales, las grasas saturadas aumentan la síntesis de las lipoproteínas que transportan
el colesterol malo, por eso se dice que son más aterogénicas y su consumo puede suponer un
mayor riesgo.
Los AGP (de alimentos de origen vegetal y de pescados, principalmente) y los AGM (oleico del
aceite de oliva, por ejemplo), tienen un efecto beneficioso, reduciendo los niveles de colesterol‐
LDL y aumentando los de colesterol‐HDL.
El colesterol de la dieta no parece tener una influencia importante elevando los niveles de colesterol
en sangre. A este respecto hay que saber que todos los alimentos de origen animal contienen coles-
terol, algunos en concentraciones elevadas (yema de huevo, vísceras, mantequilla), otros en canti-
dades medias (carne de ternera, cordero) y otros con cantidades menores (lácteos). No lo contienen,
en cambio, los alimentos de origen vegetal (aceites vegetales, frutos secos, legumbres, frutas, etc.).
La relación entre las grasas y los niveles de colesterol en sangre, y en definitiva con el riesgo
cardiovascular, es compleja y no totalmente comprendida, especialmente con respecto a algunos
tipos de ácidos grasos. Por otra parte, un consumo adecuado de fibra puede ayudar a rebajar los
niveles de colesterol favoreciendo su excreción fecal. Igualmente, las LDL oxidadas son más atero-
génicas por lo que la presencia de antioxidantes en la dieta puede reducir el riesgo. De cualquier
manera, aparte de los factores dietéticos, existe la certeza de que factores genéticos y ambien-
tales, entre los que destacan el tabaquismo, una vida sedentaria, el consumo de determinados
medicamentos, etc., pueden también ser factores de riesgo y elevar los niveles de colesterol.
mg/dL mmol/L
En caso de aporte excesivo de grasa los triglicéridos circulantes se acumulan en el tejido adiposo
y el colesterol en exceso se deposita en células que no son capaces de bloquear su entrada, como
las de la pared de los vasos sanguíneos, dando lugar entonces a la formación de la placa de atero-
ma. A su vez, el excedente y los restos de colesterol de los diferentes tejidos pueden ser recogidos
(mediante las lipoproteínas HDL) y transportados al torrente sanguíneo, siendo reconducidos de
nuevo al hígado. Los triglicéridos sintetizados en el hígado se transportan por la sangre en otro tipo
de lipoproteínas llamadas lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL).
Las grasas o lípidos son fundamentales para mantener la salud de nuestro organismo, ya que
constituyen una fuente importante de energía y aportan nutrientes esenciales.
Cada uno de ellos cumple una función específica y, por tanto, son imprescindibles para que el orga-
nismo funcione correctamente. Sin embargo, son el componente de la alimentación que más inquie-
tudes causa ya que no todas las grasas son iguales ni su presencia en la dieta debe ser la misma.
»» La cantidad de grasa consumida al día debe oscilar entre un 30 y un 35% del total de calorías
ingeridas. Las grasas saturadas deben ser el 7%
del total de calorías del día. Las poliinsaturadas
alrededor del 7-10%, y las monoinsaturados el
resto. Las grasas trans deben ser menos del 2%.
»» Los AGPI n-3, procedentes del pescado, reducen los triglicéridos sanguíneos y las LDL
cuando sus niveles séricos están elevados, por lo que también resultan beneficiosos.
Las vitaminas deben ser aportadas a través de la dieta ya que se trata de nutrientes esenciales que no
pueden ser sintetizados4 por el organismo y tanto su defecto (avitaminosis) como su exceso (hipervitami-
nosis) interfieren con la salud. A no ser que existan problemas de absorción, una dieta variada en base
a productos frescos y naturales es suficiente para aportar los requerimientos vitamínicos necesarios.
4 En algunos casos, el organismo sintetiza las vitaminas a partir de provitaminas o precursores, como ocurre
por ejemplo con la vitamina A, que se forma a partir de carotenos o la actuación de la irradiación ultravioleta
para producir la vitamina D3
Las vitaminas ponen en marcha y estimulan casi todas las actividades bioquímicas del organismos
y así, muchas de la vitaminas están involucradas en la producción de energía (permiten al organis-
mo aprovechar la energía aportada por los macronutrientes) además de intervenir en el funciona-
miento del sistema inmunológico, el sistema hormonal y el sistema nervioso.
Las vitaminas liposolubles, que son solubles en lípidos, se disuelven en grasa y se almacenan
en el tejido. Son las vitaminas A, D, E y K. Si se consumen en exceso pueden resultar toxicas. Su
carencia se asocia a malos hábitos alimentarios ya que se trata de vitaminas que pueden ser alma-
cenadas aunque su absorción en el intestino requiere de grasas en los alimentos y en la bilis, por
lo que las enfermedades que reducen la absorción intestinal de grasas pueden producir deficien-
cias. Son estables a altas temperaturas por lo que la cocción no las inactiva.
Las vitaminas hidrosolubles, que son solubles en agua y se disuelven en ella, por lo que han de
ser usadas inmediatamente ya que no se almacenan. El exceso es eliminado en la orina. Por este
motivo hay que tomarlas diariamente. La necesidad de vitaminas hidrosolubles se ve afectada por
el nivel de actividad física del individuo y por tanto, en situaciones de actividad física intensa pue-
den aparecer determinadas carencias.
• Los alimentos que la contienen en mayor cantidad son la yema de huevo, cer-
do, pollo, vísceras, pescados como el salmón y el atún, cacahuetes, cereales
integrales y vegetales de hoja.
Los fitonutrientes. En los alimentos vegetales, las vitaminas denominadas antioxidantes (pro-
vitamina A, C y E) suelen estar acompañadas de otras sustancias con una gran eficacia antioxi-
dante que aumentan su potencial. Son pigmentos o colorantes naturales presentes en las frutas
y verduras que, aunque no son considerados esenciales para el organismo, como ocurre con las
vitaminas, minerales, proteínas o grasas, presentan grandes beneficios por su protección ante la
oxidación celular y su apoyo al sistema inmunológico.
• Las antocianinas, ligadas al pigmento morado de los arándanos, las moras negras, la col lom-
barda; al color rojo de fresas, cerezas o arándano rojo y
puede encontrarse también en la semilla de uva.
• Los betacarotenos, ligados al color naranja. Son
el alfa y beta-caroteno. Los encontramos en la
zanahoria, calabaza, mango,…
• Los compuestos azufrados que favorecen la
producción de enzimas antioxidantes inter-
nas. Los contienen las hortalizas del genero
allium (ajo, puerro, cebolla), y las crucíferas
(col, brócoli,…)
• Las catequinas, una variedad de flavonoides
que contiene el té verde.
• Las isoflavonas, estrógenos vegetales presentes
mayoritariamente en la soja, guisantes, habas o lentejas
• en gran parte de las dietas para adelgazar de tipo hipocalóricas habrá que controlar el
aporte de vitamina B2 y ácido fólico.
• en el embarazo: aumentan las necesidades de vitaminas B1, B2, B6 y ácido fólico.
• en la lactancia hay que prestar especial atención a un aporte suficiente de vitamina A, B6,
D, C y ácido fólico.
• en niños es importante que no falten las vitaminas A, C, D, B1, B2 y ácido fólico. En bebés y
lactantes y, si se vive en zonas poco soleada se deberá cuidar que el bebé tenga un aporte
suficiente de vitamina D.
• en la vejez y, teniendo en cuenta que gran parte de los ancianos siguen dietas monótonas y
de escasa riqueza vitamínica puede ser conveniente un aporte suplementario de vitaminas
A, B1, C, ácido fólico y D (si además salen poco y no les da mucho el sol).
Por lo que respecta al consumo de complementos alimenticios es necesario tener en cuenta que
exceder las dosis recomendadas de vitaminas puede producir síntomas como dolores de cabeza,
pérdida del apetito, debilidad, náuseas, caída del cabello (el abuso de vitaminas solo afecta las
liposolubles ya que el exceso de las hidrosolubles se excreta por la orina)
• Las situaciones estresantes. Bajo tensión emocional o psíquica, las glándulas suprarrenales
segregan una mayor cantidad de adrenalina, que consume una gran cantidad de vitamina C.
La CDO de energía para una mujer tipo es de 2.000 kcal, y de 2.500 kcal para los hom-
bres. En aquellos casos en los que no se ofrece recomendaciones aparte para hombres
y mujeres, los valores de CDO para adultos se refieren a las mujeres, con el fin de evitar
un consumo excesivo. Las necesidades de energía y nutrientes de una persona concreta
pueden ser superiores o inferiores a las CDO publicadas, en función del sexo, la edad, el
peso, el nivel de actividad física y otros factores. Por esta razón, las CDO no deben consi-
derarse objetivos individuales estrictos sino referentes para evaluar la contribución de un
producto específico a las necesidades individuales diarias.
2.5 Agua
Efectos de la deshidratación
Peso perdido
% pérdida
(persona de Efectos
de agua
60 kg)
Como porcentaje del peso corporal, el agua varía entre los individuos dependiendo de la proporción
de tejido muscular a adiposo y así por ejemplo, el agua corporal es mayor en atletas que en no atle-
tas y disminuye de manera significativa con la edad a causa de la reducción de la masa muscular.
Cuando la alimentación es equilibrada un organismo debe disponer de 2-3 litros de agua cada
veinticuatro horas, necesario para mantener el hídrico correspondiente al 60% de su peso corporal.
El agua del organismo tiene tres orígenes: las bebidas (de 1 a 2 litros diarios), el agua contenida
en los alimentos (de 0,5 a 1 litro diario) y el agua endógena o resultante de la oxidación de los
diferentes nutrientes (de 200 a 300 ml. diarios).
La pérdida de agua normalmente ocurre a través de los riñones en la orina y a través del tubo di-
gestivo en las heces y, de una forma menor, a través del aire expulsado por los pulmones y el vapor
de agua que se pierde por la piel. El sudor (diferente a la pérdida de agua a través de la piel) es
muy variable y, por ejemplo, en la práctica deportiva se pueden llegar a perder hasta 1,5 kg. de
peso dependiendo de la temperatura.
El organismo no tiene provisión para almacenar el agua y por lo tanto, la cantidad de agua que
gasta debe ser restituida para mantener la salud y la eficiencia del
cuerpo. En los individuos sanos el consumo de agua es con-
trolado principalmente por la sed, sensación que sirve de
señal para procurar líquidos, aunque en casos de calor
extremo o sudoración excesiva la sed no se mantiene
a la par del requerimiento real del agua.
Los minerales son sustancias inorgánicas con funciones estructurales y reguladoras dentro del
organismo por ejemplo, forman parte de la estructura de los huesos y los dientes, están implicados
en el control de equilibrio de los líquidos corporales en los tejidos, en las contracciones musculares
o en la función nerviosa.
Al igual que ocurre con las vitaminas, no pueden ser producidos por el organismo y tienen que
obtenerse por medio de la dieta pero, a diferencia de las vitaminas que pueden ser fácilmente
destruidas, los minerales son elementos inorgánicos que siempre mantienen su estructura química
y así, los minerales no son destruidos o alterados por el calor, el oxígeno o los ácidos, únicamente
pueden perderse por lixiviación (en el agua de lavado y cocción de los alimentos, cuando ésta no
se consume). Por ello, a diferencia de las vitaminas, no requieren un cuidado especial cuando los
alimentos que los contienen se someten a procesos culinarios.
Los minerales se pueden clasificar según la necesidad que el organismo tiene de ellos en macro-
minerales y microminerales.
Microminerales o Minerales Pequeños. Son necesarios en cantidades muy pequeñas. Los más
importantes son: cobre, yodo, hierro, manganeso, cromo, cobalto, zinc y selenio.
Sodio (Na) Su principal fuente es la sal de mesa aunque también se encuentra en pequeñas
cantidades en la mayoría de los productos naturales. En España la ingesta media
de sal es de unos 10 g/día muy superior al límite aconsejado (< 5 g de sal)
Son fuentes alimentarias de potasio las carnes, el hígado, los pescados, huevo,
legumbres, frutos secos como las nueces, y algunos vegetales como los tomates
o espinacas.
Entre las fuentes proveedoras de calcio se encuentran los productos lácteos, las
Calcio (Ca) verduras de hojas verdes, el salmón y las sardinas.
Se recomienda que la dieta aporte unos 800‐1500 mg/día. El exceso de calcio du-
rante un tiempo prolongado puede producir estreñimiento, aumentar el riesgo de
formación de cálculos renales y alteraciones renales e interferir en la absorción
de otros minerales como hierro y cinc. Las ingestas altas sólo pueden producirse
a través del consumo de suplementos.
Ocupa el segundo lugar después del calcio en abundancia en los tejidos huma-
nos. Se combina con el calcio en los huesos y los dientes. Es importante en la
obtención y transmisión de energía y material genético.
Fósforo (P)
Se encuentra ampliamente distribuido en los alimentos, especialmente en los que son
fuente de proteínas de origen animal (carnes, pescados, huevos, lácteos), en legum-
bres y frutos secos. Por ello, su deficiencia dietética prácticamente es desconocida.
Forma parte de la hemoglobina (posibilita que el oxígeno llegue a todas las célu-
las) y de la mioglobina (transporta oxígeno al musculo).
Como media, un 10% del hierro que diariamente ingiere una persona es hierro
hemo, del que se absorbe más de un 20%. Por ello, se recomienda que, al me-
nos, un 25% del hierro sea hemo. Por el contrario, sólo un 2‐20% del hierro no
hemo es absorbido, dependiendo de las reservas de hierro y de otros factores
dietéticos. Por ejemplo, la vitamina C consumida favorece la absorción del hierro
no hemo de los alimentos de origen vegetal.
La clasificación de los alimentos puede realizarse utilizando diferentes criterios, por ejemplo, se-
gún su origen y procedencia: en alimentos de origen animal y vegetal, según su composición ma-
yoritaria en proteínas, lípidos o hidratos de carbono, según su aporte energético en hipocalóricos
o hipercalóricos,… La clasificación que presentamos se realiza teniendo en cuenta sus similares
características nutricionales en base a dos grandes grupos según origen: vegetal y animal.
En general, los alimentos de origen vegetal son especialmente ricos en agua, hidratos de carbono
y fibra. Tienen poca grasa, excepto los aceites y carecen de colesterol. Aportan cantidades mode-
radas de proteína que, aunque de menor calidad que las de origen animal no son en absoluto
menospreciable. Exceptuando el hierro, que en el caso de los alimentos de origen vegetal suele
ser de escasa biodisponibilidad, contienen prácticamente todos los minerales.
Contienen todas las vitaminas hidrosolubles y entre las liposolubles, las vitaminas E, K y los caro-
tenos se encuentran en cantidades apreciables en algunos alimentos de origen vegetal. Carecen
de retinol y vitaminas B12 y D.
Los hidratos de carbono de algunos alimentos (lentejas, patatas, trigo, maíz, arroz) se encuentran
principalmente en forma de almidón, un polisacárido formado por múltiples moléculas de gluco-
sa. En otros casos como las uvas, plátanos, cerezas, caña de azúcar o remolacha azucarera, se
almacenan en forma de mono y disacáridos o azúcares sencillos. En guisantes o maíz los hidratos
de carbono se encuentran inicialmente como azúcares que van transformándose en almidón se-
gún van madurando (este proceso ocurre por ejemplo en el caso del almidón de frutas inmaduras
como plátanos o manzanas que se convierte en azúcar al ir madurando).
El pan, el componente más consumido dentro del grupo, tiene un 30% aproximadamente de agua
y un alto contenido de hidratos de carbono complejos en forma de almidón (58% en el pan blanco
y 49% en el integral). El rendimiento energético es de unas 277 y 258 kcal/100 g en el pan blanco
y en integral, respectivamente.
“La distribución de los nutrientes dentro Sus propiedades proteicas no son relevan-
del grano no es uniforme. La concentración tes, ya que aunque contiene aproximada-
mente un 8% de proteína (en el pan de trigo
de fibra, minerales y vitaminas es mayor en
es el gluten) también contienen aminoáci-
la parte exterior. Por ello cuando el grano es
dos limitantes (lisina y triptófano) que dismi-
pulido para obtener harina blanca se pierde nuyen su valor biológico. Sin embargo, si los
una gran parte de los nutrientes.” cereales se consumen con otros alimentos
como carnes, leche, huevos o leguminosas
se produce el fenómeno de suplementación, mejorando notablemente la calidad de la proteína. El
arroz o el maíz no contienen gluten.
Los cereales, en general, prácticamente no tienen grasa (1% en el pan blanco) y como todos los
alimentos de origen vegetal carecen de colesterol, excepto el pan de molde y los productos de
bollería y repostería cuando se han preparado con grasas de origen animal.
Aunque dentro del epígrafe “bollería” quedan incluidas grandes variedades de alimentos, en ge-
neral puede decirse que tienen un valor nutritivo similar al de otros componentes del grupo siendo
su principal diferencia la menor cantidad de agua y la presencia de azúcar y grasa. La calidad de
la grasa y su composición en ácidos grasos será determinante para valorar su aporte y composi-
ción nutricional, donde también habrá que tener en cuenta los alimentos añadidos: leche, huevos,
mantequillas,…
En los cereales predominan las vitaminas del grupo B: tiamina, vitamina B6, ácido fólico y niacina,
aunque hay que tener en cuenta que pueden perderse parcialmente durante el procesamiento
industrial o culinario. La carencia de grasa determina que no contengan vitaminas liposolubles.
Además, también carecen de vitaminas B12 y C.
Con respecto al contenido de algunos nutrientes es importante tener en cuenta las pérdidas duran-
te la molienda ya que la distribución de los nutrientes dentro del grano no es uniforme y la concen-
tración de fibra, minerales y vitaminas es mayor en la parte exterior. Por ello cuando el grano es pu-
lido para obtener harina blanca (70‐75% de extracción) se pierde una gran parte de los nutrientes.
En algunos países la legislación obliga a enriquecer la harina blanca con algunos nutrientes que
desaparecen con la molienda.
El principal componente cuantitativo es el agua que oscila entre 75% en guisantes y 95% en melón
y sandía. Son pobres en proteína (1‐5%) y prácticamente no tienen lípidos, excepto los frutos se-
cos y algunas frutas: aguacate (12%) y aceitunas (20%). No contienen colesterol.
Son alimentos muy apropiados para los regímenes de adelgazamiento ya que, además de su gran
volumen y densidad de nutrientes tienen un bajo contenido energético (menos de 70 kcal/100 g),
exceptuando la patata (79 kcal/100 g) y el plátano (83 kcal/100 g) por los hidratos de carbono y el
aguacate (136 kcal/100 g) y las aceitunas (187 kcal/100 g) por los lípidos
Las verduras y frutas son especialmente ricas en minerales (magnesio y potasio) y vitaminas hidro-
solubles (principalmente ácido fólico y vitamina C, sobre todo cuando se consumen crudas, pues
no sufren pérdidas durante el cocinado.
Las frutas desecadas (ciruelas, castañas, pasas, dátiles) se diferencian principalmente por su menor
contenido de agua, concentrando el resto de los nutrientes y aumentando también el aporte calórico.
Los frutos secos como avellanas, almendras, nueces o cacahuetes tienen poca agua (10%) y una
pequeña cantidad de hidratos de carbono, una apreciable cantidad de fibra (14%) y de proteínas
(20%) siendo su componente mayoritario (53%) la grasa, pero no contienen colesterol y la calidad
de la grasa es muy satisfactoria. Aportan cantidades importantes de minerales, especialmente de
magnesio (máximo en almendras) y potasio y algunas vitaminas como la B6 y E.
Los frutos secos son fuentes concentradas de energía (100 g de parte comestible de frutos secos
aportan unas 500 ‐ 600 kcal). Estudios recientes muestran que el consumo de una cantidad mo-
derada de frutos secos (30 g diarios es lo recomendado además de ser crudos y sin sal), puede
reducir significativamente el riesgo cardiovascular.
3.1.3. Legumbres
Alubias, garbanzos, lentejas, habas,… son alimentos muy completos, pues tienen prácticamente
todos los nutrientes; sin embargo, su consumo ha disminuido significativamente ya que, además
de necesitar un tiempo de preparación mayor (problema fácilmente solventable con la actual tec-
nología culinaria) existe la creencia errónea de que son productos que engordan.
Son una excelente fuente de proteína (24%) de muy buena calidad, próxima a las de origen animal.
Sólo les falta el aminoácido metionina, presente en cereales y en productos de origen animal y así,
la forma tradicional de cocinado en nuestra gastronomía, los potajes, funciona como complemen-
tación de proteínas.
Abundan los hidratos de carbono (>50%), principalmente en forma de almidón (>90%). Contienen
también grandes cantidades de fibra, principalmente solubles (25% en judías y 12% en lentejas) y
poca cantidad de lípidos (2‐5%), principalmente como AGP y AGM.
Son buena fuente de minerales y contienen prácticamente todas las vitaminas, aunque carecen,
como el resto de los vegetales, de vitaminas B12, retinol y D.
En contra de lo que se cree el contenido energético medio no es muy elevado: unas 300 kcal/100
g de alimento crudo (una buena ración no suele pesar más de 70 g en crudo).
A modo orientativo:
»» En el caso de las legumbres, para pasar de cocinado a crudo basta multiplicar el peso
cocinado por 0. 4
»» En el caso de la pasta, para pasar de cocinado a crudo basta multiplicar el peso coci-
nado por 0. 5
»» Aceite de oliva
»» Aceites vegetales, todos sin colesterol pero que pueden ser aceites vegetales ricos en AGP:
girasol, soja y maíz o aceites tropicales (coco, palma, palmiste) con alto contenido en AGS
»» Margarinas obtenidas por hidrogenación a partir de aceites vegetales (para hacerlas sóli-
das a temperatura ambiente). Casi todos los aceites vegetales pueden ser utilizados para
obtener margarinas. El principal inconveniente es que durante la hidrogenación se forman
ácidos grasos trans que pueden comportarse como factores de riesgo en la enfermedad
cardiovascular.
Los aceites y grasas culinarios tienen un importante papel en la alimentación debido a su contribu-
ción a la palatabilidad de la dieta (cualidad de ser grato al paladar).
Los aceites y grasas culinarias son fuentes concentradas de energía (unas 899 kcal/100 g), pues
su componente cuantitativamente más importante son los lípidos. Aportan ácidos grasos esencia-
les y son vehículo de vitaminas liposolubles: retinol, carotenos y vitamina D en el caso de mante-
quilla o margarina enriquecida y de vitamina E en los aceites vegetales, vitamina antioxidante que
les proporciona estabilidad frente a la oxidación.
»» El aceite de girasol (rico en AGP y, por tanto, muy vulnerable a la oxidación) es uno de los
alimentos más ricos en vitamina E de nuestra dieta: contiene 49 mg /100 g de alimento.
»» El aceite de oliva, uno de los pilares de la dieta mediterránea, es el que menos se altera du-
rante el tratamiento culinario, especialmente en la fritura, manteniendo sus cualidades du-
rante más tiempo y a más altas temperaturas. Su alto contenido en AGM, mayoritariamente
ácido oleico (80-90%), y la alta concentración de componentes minoritarios principalmente
antioxidantes lo convierte en el aceite de elección en la preparación de una dieta saluda-
ble. El aceite de oliva reduce los niveles sanguíneos de colesterol total y LDL y mantiene e
incluso aumenta los de HDL
El azúcar de mesa y la miel se utilizan fundamentalmente como ingredientes adicionales para edul-
corar o en repostería. Suministran una energía barata, de fácil digestión y agradable (su función
es aumentar la aceptación del alimento), pero pueden tener el inconveniente de que sólo aportan
energía y ningún nutriente. Sin embargo, pocas veces el azúcar se come solo siendo su sabor
agradable el que puede favorecer el consumo de otros alimentos que sí aportan nutrientes: leche,
flanes, postres, lo que puede ser importante en determinados grupos de población como las per-
sonas mayores, inapetentes, etc. El azúcar también puede utilizarse como un agente conservante,
pues altas concentraciones (como las que se añaden a las mermeladas o confituras) previenen el
crecimiento de microorganismos.
El azúcar está constituido exclusivamente por hidratos de carbono sencillos (sacarosa (99.5%), un
disacárido que se desdobla en glucosa y fructosa).
La miel tiene mayor cantidad de agua (22%) y menor de hidratos de carbono (78%) entre los
cuales pueden diferenciarse unos 10‐15 azúcares diferentes, destacando fructosa (35%), glucosa
(35%) y sacarosa (6%). Tiene menos kilocalorías y un mayor poder edulcorante que el azúcar por
la presencia de fructosa. 10 g de miel (una cucharadita de postre rasa) sólo aporta 30 kcal. La miel
y el azúcar moreno contienen pequeñas cantidades de minerales y algunas vitaminas del grupo B,
pero teniendo en cuenta la cantidad en que se consumen, su aporte no tiene relevancia nutricional.
Se caracterizan por aportar proteínas de elevada calidad pues están formados por casi todos los
aminoácidos necesarios para formar las proteínas corporales. Son pobres en hidratos de carbono
(excepto la leche) y carecen de fibra. Tienen, a diferencia de los alimentos de origen vegetal, co-
lesterol, retinol, vitaminas D y B12.
En los alimentos de origen animal se pueden diferenciar los siguientes grandes grupos: leches y
derivados, huevos, carnes y derivados y pescados y mariscos.
La leche es un producto muy perecedero por lo que debe ser sometida a diferentes procesos de
conservación. Las leches líquidas pueden ser:
5 Según el Código Alimentario Español se denomina leche únicamente a la que procede de la vaca y el resto
de tipos de leches deberá identificarse según su procedencia por ejemplo leche de cabra o leche de oveja.
»» Leche esterilizada se somete a una temperatura de unos 120ºC durante 15 minutos. Este
tratamiento reduce el contenido en vitaminas pero permite que la leche pueda conservarse
de 6 a 9 meses a temperatura ambiente. Una vez abierto el envase, debe conservarse en el
frigorífico y consumirse en pocos días.
»» Leche UHT, Ultra High Temperature. La leche se somete a una temperatura muy elevada
(unos 150ºC) durante un periodo de tiempo muy corto (2 a 15 segundos). La leche mantiene
prácticamente todo su valor nutricional y puede conservarse durante 3 meses a tempera-
tura ambiente. Una vez abierto el envase, debe conservarse en el frigorífico y consumirse
en pocos días.
La leche es el alimento más completo pues contiene casi todos los nutrientes esenciales para el
hombre. Sin embargo carece de vitamina C, fibra y hierro. Tiene un alto porcentaje de agua (88%).
Su rendimiento energético, cuando se trata de leche entera, es de 65 kcal/100 mL de leche. Con-
tiene una proteína (3.3%) de elevada calidad y, una pequeña cantidad de grasa (3.7% en la leche
entera) principalmente saturada.
La principal diferencia entre la leche entera (3.7% de grasa), semidesnatada (entre 1.5 y 1.8%) y
desnatada (<1% de grasa) es el contenido en grasa, colesterol y vitaminas liposolubles (A y D). Habi-
tualmente las leches y productos lácteos desnatados se encuentran fortificados con vitaminas A y D.
La leche desnatada o descremada es uno de los alimentos que aporta menos energía pero mayor
concentración de nutrientes por lo que su consumo puede ser muy útil para aquellas personas
que por diversos motivos (adelgazar, tener una enfermedad cardiovascular, etc.) quieran reducir
el consumo de grasa.
Hidratos de carbono 10 g
Proteínas 6,6 g
Lípidos 7,4 g
Calcio 242 mg
Magnesio 24 mg
Vitamina B2 0,36 mg
Retinol 70 µg
Vitamina D 0,06 µg
En la niñez (a partir de los 12 meses, anteriormente leches maternizadas) se recomiendan dos vasos al día.
En la adolescencia, gestación y lactancia se debería aumentar en un vaso más el consumo diario.
En el hombre adulto se sugiere una ingesta de 1-2 vasos al día recomendable desnatada o semidesnatada.
En la mujer adulta las recomendaciones pueden ser superiores a las del hombre en previsión de las
pérdidas de calcio en la menopausia.
En las recomendaciones sobre consumo de leche hay que tener en cuenta que estas se pueden sus-
tituir por derivados lácteos que representan un aporte nutricional equivalente.
El yogur, es un producto fermentado, obtenido por la acción de ciertas bacterias lácticas selec-
cionadas que actúan sobre la lactosa y la transforman en ácido láctico, acidificando el medio. El
yogur tiene, por tanto, menor cantidad de lactosa por lo que puede ser una buena alternativa para
aquellas personas que sean intolerantes a la misma. Su valor nutritivo es similar al de la leche del
que procede, excepto en el caso de que se les añada azúcar, grasa o cualquier otro componente:
frutas, frutos secos, etc., que aumentará su valor energético.
El queso es un alimento que se produce por la maduración de la cuajada de la leche una vez
separado el suero. En el queso se produce una eliminación de la mayor parte de las vitaminas del
grupo B y la lactosa (se van en el suero) aunque se mantienen la mayor parte de las proteínas,
grasa, vitamina A y calcio que quedan en la cuajada.
Existen infinidad de variedades según la leche de origen, de los métodos de elaboración seguidos
y del grado de madurez alcanzado. Durante la maduración se produce un cambio en las propor-
ciones de agua y grasa, lo que implica que el valor nutritivo del queso se encuentre relacionado
con su contenido en agua ya que los nutrientes que hay en la leche, excepto los hidratos de car-
bono, aumentan en proporción directa con la pérdida de agua a medida que el queso va curándo-
se. Los quesos curados tienen aproximadamente una tercera parte de agua, proteína y grasa. El
contenido en colesterol puede ser muy variable (80‐100 mg/100 g).
La nata, es un derivado lácteo que contiene toda la grasa de la leche por lo que tiene un alto valor
energético y además contiene unos 140 mg colesterol/100 g de producto. La nata montada contiene
azúcar y aditivos (por ejemplo gomas) que hace que tenga un menor contenido en grasa que la líquida.
Según el código alimentario los helados son el producto resultante de batir y congelar una mezcla
debidamente pasteurizada y homogeneizada de leche, derivados de la leche y otros productos ali-
mentarios. Su composición nutricional depende, por tanto, de la cantidad de azúcar, leche, leche en
polvo, grasa y otros productos que contengan. El valor calórico oscila entre 200-250 kcal/100g en los
helados tipo crema, valor mucho menor cuando se trata de helados de agua como polos o sorbetes.
3.2.2. Huevos
La denominación genérica de huevo hace referencia únicamente a los de gallina que, por otro
lado, son los de mayor consumo. Son fuente importante de todos los nutrientes, excepto de hidra-
tos de carbono, fibra, vitamina C y carotenos. Tienen vitaminas D, E, B12, retinol, riboflavina, yodo,
hierro y un 12% de grasa, muy saturada, concentrada fundamentalmente en la yema. La proteína
del huevo, 13% (albúmina, concentrada en la clara y ovovitelina concentrada en la yema) es de
alta calidad y de fácil digestión. Tienen un alto contenido en colesterol, uno de los más altos.
Una de las características de los huevos es la distribución heterogénea entre sus componentes,
existiendo importantes diferencias nutricionales entre la clara y la yema. La clara tiene principal-
mente agua y proteínas. La yema contiene la grasa y es fuente importante de vitamina D.
Calidad nutricional de huevos de gallina por 100 g. de parte comestible Para estimar el peso de la
yema y la clara separadamente pueden utilizarse los siguientes porcentajes medios con respecto al
peso total del huevo: 60% de clara, 30% de yema y 10% de cáscara
Yema Clara
Agua 50,4 g 88,1 g
Proteína 16 g 11g
Grasa 33 g 0,2 g
Colesterol 1120 mg 0
Vitamina D 4,5 µg 0
Retino 535 µg 0
La carne es una buena fuente de proteínas (20%) de elevada calidad, aunque al aumentar la edad
del animal aumenta la cantidad de tejido conjuntivo y este tiene menor cantidad de metionina y
otros aminoácidos esenciales. En general tienen un alto contenido en agua (>60%). Carecen de
fibra e hidratos de carbono (sólo 1% en forma de glucógeno, que prácticamente se destruye todo
después de muerto el animal).
Su contenido energético (como media unas 250 kcal/100 g) depende principalmente de la can-
tidad de grasa, muy variable en este grupo de alimentos ya que, además de incluir las partes
blandas de los animales (tejido muscular, tejido conjuntivo y tejido graso) también se incluyen las
vísceras y los derivados cárnicos.
“Las carnes son buena fuente de minerales y Los derivados cárnicos se definen como
los productos alimenticios preparados,
vitaminas, especialmente las vísceras que son
total o parcialmente, con carnes, despo-
depósitos de ellos. Entre los minerales hay que
jos, grasas y subproductos comestibles,
destacar especialmente el hierro y el cinc.” que proceden de animales de abasto y
que pueden ser complementados con
aditivos, condimentos y especias Así, tanto las grasas como otros nutrientes vienen condicionados
por el tipo de carne o derivado. El valor nutricional y aporte calórico de los derivados cárnicos
depende de los ingredientes empleados y su proporción, y del procesamiento (cocción, deseca-
ción, curado, maduración). En general su aporte calórico es elevado, debido al alto contenido en
grasa (especialmente de cerdo), y aportan cantidades considerables de sodio y colesterol
Las carnes magras contienen una pequeña cantidad de grasa (<10%) que se multiplica por 3 o 4
en las partes de carnes grasas. El tocino tiene un 71% y la panceta un 47%, quizás los valores más
altos. El pollo, las aves y el hígado tienen una cantidad muy pequeña. Parte de esta grasa puede
ser visible y por tanto puede eliminarse fácilmente antes de consumir el alimento.
La calidad de la grasa depende del animal. La grasa del cerdo y del pollo depende en gran me-
dida de la alimentación del animal mientras que la de los rumiantes se altera poco. En la grasa de
ovino y vacuno, predomina el grupo de ácidos grasos saturados; mientras que en la grasa de cer-
do (manteca) y grasa de pollo (dieta de maíz) el grupo principal corresponde a los ácidos grasos
monoinsaturados. El contenido en colesterol oscila entre 57 mg en panceta y tocino y 110 mg en el
pollo entero. Es más alto en las vísceras, especialmente en los sesos (2200 mg/100 g de alimento).
Las carnes son buena fuente de minerales y vitaminas, especialmente las vísceras que son depó-
sitos de ellos. Entre los minerales hay que destacar especialmente el hierro y el cinc. Además de
la sangre y algunos derivados preparados con ella, el hígado es la fuente más rica de hierro. Se
trata de hierro hemo de elevada biodisponibilidad, comparado con el hierro inorgánico de origen
vegetal. Además, los aminoácidos de la carne aumentan la absorción del hierro no hemo de ce-
reales o leguminosas.
Aportan cantidades importantes de vitaminas especialmente las del grupo B (excepto ácido fólico que
sólo se encuentra en cantidades apreciables en el hígado): B1, B2, B6, niacina, B12 y retinol, estas dos
últimas exclusivamente de origen animal. La carne de cerdo, el bacón y el jamón son especialmente
ricos en tiamina. Por ejemplo, 100 g de carne de cerdo (que aportarían 1 mg) son suficientes para cu-
brir las ingestas recomendadas diarias de este nutriente, estimadas en unos 0.8 mg/día.
CERDO
Pierna 59,8 17,7 20,2
Chuleta 60,4 16,4 21,7
Espalda 60,1 17 22
VACUNO
Lomo 67,6 20,8 9,8
Solomillo 73,1 21,2 4
Pierna 71,2 21,2 7,2
Costillar 58,7 19,2 20,3
Espalda 69,5 29,8 9,3
POLLO
Muslo 72,7 20,6 5,6
Pechuga 73,8 21,9 3
PAVO
Muslo 74,7 20,5 3,6
Pechuga 73,5 23,9 1
Los pescados grasos o azules tienen un contenido de grasa entre 8 y 16% y entre ellos se en-
cuentran las sardinas, bonito, arenque, caballa, salmón o anguila. Su valor energético oscila entre
150-200 kcal/100.
Los pescados blancos o magros tienen un contenido de grasa entre 1 y 3% y entre ellos se en-
cuentran el bacalao, pescadilla, lucio, raya, rape, lenguado, gallo o merluza. Su valor energético
oscila entre 60-80 kcal/100 g.
Los pescados semigrasos tienen un contenido de grasa entre 3 y 6% y entre ellos se encuentra la
trucha, el salmonete o el rodaballo. Su valor energético oscila entre 80-150 kcal/100 g.
Los lípidos de los pescados están entre los más insaturados del reino animal. Son fuente importan-
te y casi única de AGP de cadena larga de la familia n-3 debido a la gran cantidad de estos ácidos
grasos que tienen las algas marinas que consumen los peces. Los ácidos EPA DHA, característi-
cos de la grasa del pescado, son precursores de sustancias con una importante acción antitrom-
bótica y antiinflamatoria y, por tanto, con repercusión positiva en la enfermedad cardiovascular.
Sin embargo, la cantidad y composición de la grasa de los peces es muy susceptible de cambiar
por distintos factores tales como:
• La especie animal, edad, estado sexual, riqueza planctónica del medio, temperatura.
Los pescados son fuente importante de proteínas, de similar calidad a las de origen animal. Tam-
bién son fuente importante de vitaminas, constituyendo la fuente más rica de vitamina D de la dieta
mediterránea y tienen cantidades muy altas de retinol y vitamina B12, especialmente los grasos y
el hígado de pescados como bacalao. El contenido en vitaminas depende también de la cantidad
de grasa y por tanto también existen grandes variaciones estacionales siendo mayor el contenido
antes del desove.
Entre los minerales destaca el aporte de calcio (si se comen las espinas, como en el caso de los
pescados pequeños o enlatados), potasio, cinc, fósforo, flúor, selenio, yodo y hierro. Los pescados
no tienen, contrariamente a lo que se puede pensar, altos niveles de sodio y cloro.
Los moluscos como las ostras, chirlas, almejas, mejillones, bígaros, calamares o pulpo y los crus-
táceos como gambas, langostinos, centollo, cangrejos, percebes o nécoras tienen bajo contenido
en grasa pero alto de colesterol. En general son menos digestibles que los pescados, aunque po-
seen un valor nutricional similar al pescado magro. Sus proteínas son de alto valor biológico, como
las de la carne y los huevos; su contenido en minerales (calcio, magnesio, fósforo), oligoelementos
y vitaminas es variado y muy significativo. Algunos moluscos, como las ostras, poseen altas can-
tidades de yodo, mientras que los mejillones y las almejas poseen altas cantidades de hierro. Las
grasas, aunque no muy abundantes, son saludables, al ser del tipo de las poliinsaturadas (espe-
cialmente n-3).
Bebidas. Todas las bebidas tienen un ingrediente en común: El agua. Se clasifican en bebidas
alcohólicas y no alcohólicas.
Bebidas no alcohólicas. Destacan las bebidas gaseosas. Normalmente, las gaseosas contienen
agua, azúcar, edulcorantes artificiales, ácidos (fosfórico, cítrico, málico, tartárico), cafeína, colo-
rantes, saborizantes, dióxido de carbono, conservantes y sodio. No se consideran alimento pero
hay que tener en cuenta su valor energético derivado del contenido en azúcar que se les añade
para edulcorar, a menos que lleven edulcorantes acalóricos.
Los zumos contienen cantidades variables de vitaminas, especialmente vitamina C. En los tés, café y
otras infusiones hay que destacar la inferencia de sustancias del té y café con la absorción de ciertas
vitaminas y minerales, por ejemplo, en la absorción del hierro (si comemos una ración de carne junto
a una taza de café, la absorción del hierro que nos aporta la carne se reduce en un 40%).
Bebidas alcohólicas. Las bebidas alcohólicas suministran energía por el alcohol que contienen (7
kcal/g) y por el azúcar que llevan algunos licores, anises o aguardientes. La cerveza tiene algunos
nutrientes que proceden de la malta de la que se obtiene: algo de hidratos de carbono, vitaminas B12,
B2, folato. Sin embargo, las cantidades consumidas no suponen un aporte apreciable a la dieta.
En ningún caso es recomendable, por el potencial riesgo que supone el consumo de bebidas
alcohólicas, utilizarlas para aportar determinados nutrientes que se encuentran en cantidades con-
siderablemente mayores en otros alimentos.
En la etiqueta de las bebidas alcohólicas, los valores de alcohol (etanol) están expresados como
mL de etanol/100 mL de bebida alcohólica (%vol.) (graduación). El alcohol etílico puro tiene una
densidad aproximada de 0.8 g/mL, por lo que puede conocerse el contenido de alcohol en gra-
mos/100 mL (% en peso) de bebida multiplicando los mL de alco-
hol por su densidad (0.8 g/mL). Así, para conocer los gramos
de alcohol etílico puro de una determinada bebida, a par-
tir de la información (graduación) de la etiqueta:
Condimentos y especias. Las especias, hierbas aromáticas y condimentos como la sal, vinagre,…
usados con el fin de añadir o mejorar el sabor y/o aroma, aunque aportan nutrientes y sobre todo
numerosos fitoquímicos, tienen escaso valor nutritivo dado que se ingieren en muy pequeñas can-
tidades. En cualquier caso se aconseja no sobrepasar el consumo de sal en 6 gr/día para evitar
un aporte excesivo de sodio, que podría dar lugar a sobrecarga renal e hipertensión., teniendo
en cuenta que la mayoría de alimentos procesados, conservas y alimentos precocinados aportan
altos contenidos en sal.
Alimentos enriquecidos. Se trata de alimentos o productos alimenticios a los que se les han aña-
dido algunos nutrientes, especialmente vitaminas o minerales para restaurar o aumentar su valor
nutricional ya que, algunos procesos tecnológicos, como por ejemplo el refinado de las harinas
y de los cereales o la eliminación de grasas para reducir su valor calórico como en las leches,
provocan importantes pérdidas de minerales y vitaminas con respecto al alimento no procesado.
Por ello, mediante el enriquecimiento se restauran o incluso se superan los niveles iniciales de los
nutrientes perdidos durante la manipulación del alimento.
Similar a los alimentos enriquecidos están los alimentos fortificados, aquellos alimentos a los que
se les añade nutrientes que no aparecen en su composición original, por ejemplo la adicción de
yodo a la sal de mesa.
Productos light o ligeros, de escaso o reducido valor calórico, destinados principalmente a con-
trolar el peso corporal, son aquellos en los que se ha eliminado o disminuido alguno de sus com-
ponentes o ingredientes, afectando tal disminución, fundamentalmente, a su poder calórico.
Con respecto a este tipo de productos hay que tener en cuenta también que en nuestro país no
existen especificaciones legales respecto a las normas de calidad que deben cumplir los alimen-
tos light y tampoco existe un organismo que se encargue de la supervisión del etiquetado de estos
alimentos. De una manera genérica, la reducción, mayor o menor, queda reflejada en el etiquetado
de la siguiente manera: un producto libre de calorías es aquél que tiene menos de 5 kcal por ración
y bajo en calorías, el que aporta menos de 40 kcal.
La disminución de las calorías puede conseguirse de diferentes maneras. Por ejemplo, sustituyen-
do los azúcares por edulcorantes acalóricos (como en el caso de las bebidas refrescantes o de las
mermeladas); eliminando total o parcialmente la grasa del alimento, principalmente en los lácteos;
o reduciendo el contenido de alcohol, como en la cerveza.
Existen alimentos que por su propia naturaleza son hipercalóricos (por ejemplo, las patatas chips),
por lo que una reducción de calorías en su versión light puede seguir suponiendo un aporte ener-
gético importante. Además, se tiende a comer más de aquellos productos considerados ligeros
(la publicidad asociada a lo light ha generado cierta confusión entre los consumidores, ya que
suele considerarse que estos productos adelgazan o no engordan prácticamente nada, y por esta
concepción errónea, se consume lo light en cantidades excesivas). Por tanto, es más adecuado
valorar el contenido calórico de la ración que su pertenencia a un grupo de alimento ligero. Igual-
mente, si se sustituyen muchos de los alimentos convencionales por sus versiones light puede
haber riesgo de carencia de nutrimentos esenciales.
4 Referencias Bibliográficas
»» www.institutotomaspascualsanz.com
»» www.ucm.es/nutricioncarbajal
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