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LUSITANOS, CÉLTICOS Y VETTONES, OPONENTES DE ROMA

LUSITANIANS, CELTICS ANO VETTONES, OPPONENTS OF ROME

Luis Berrocal-Rangel 108


Universidad Autónoma de Madrid

Resumen:
De acuerdo a los escritores greco-latinos, las Guerras lusitanas fueron una serie de
..::onflictos acontecidos entre los inicios del siglo II a.e. y mediados del 1 a.e., aunque se
..::oncentraron especialmente entre los años ISO y 138 a.e. En estos años, la principal
estrategia de los pueblos indígenas (lusitanos, célticos y vettones) fue el desarrollo de
una guerra de guerrillas. Existieron asaltos y tomas de fortalezas, pero habitualmente
estas eran resueltas mediante traición o estratagemas. Por tanto, se trató de conflictos
:-ápidos, de guerra de movimientos, cuya huella en el registro arqueológico es escaso y
poco extraordinario. Por otra parte, las posteriores guerras civiles, especialmente la
Sertoriana, se desarrollaron entre grandes batallas, campamentos estables y frentes
defensivos. Por ello, sus restos arqueológicos son más fáciles de reconocer: murallas
destruidas, incendios, armas, ocultaciones monetarias, etc. Esto dificulta la
identificación de los anteriores conflictos lusitanos. Y de acuerdo a esto, las fuentes
greco-latinas describen a los lusitanos como tropas ligeras, mal armadas. En este trabajo
proponemos un acercamiento a la Arqueología y al Arte de la Edad del Hierro en el
Occidente de la Península ibérica para poder comprender la veracidad de los relatos
clásicos y alcanzar conclusiones más coherentes con nuestros conocimientos.

Palabras Clave:
Guerras lusitanas, Célticos, Vettones, Armamento,

Asbtract:
According to Greco-Latin Classical writers, the Lusitanian wars were series of
military conflicts between the Westem Hispanoceltic people and the Roman legions
from the beginning of 2nd Century BC to middle 1st Century BC, although the main
events happened from ISO to 138 Be. In these years, war strategy from the Celtic tribes

108. Trabajo realizado en el marco del proyecto de I+D+I del Ministerio de Economía y Competitividad
HAR2016-77739-P, en La Arquitectura protohistórica en el Occidente de la Meseta. Arqueometria y
Arqueotectura aplicada al Patrimonio conseruido de los caseros vellones.

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(Lusitanians, Celts and Vettons) was guerrilla warfare. Ihere were sorne attacks to
hillforts, but usually they were solved quickly by treason or stratagems. Iherefore, the
conflicts were swift movements and these left few and small marks. On the other hand,
later Civil Roman conflicts, especially the Sertorian War, were developed with major
battles, lasting camps and defensive fronts. Ihen, the marks were easier to identify:
destroyed walls, burned sites; new weapons; hidden depots, etc.... Ibis fact makes more
difficult to identify the earlier Lusitanian conflicts. And according to that, Classical
writers described the Lusitanians as light troops, close to hordes. In this papel', we
propose an approach to the Archaeology and the Art of Late Iron Age in Westem Iberia
for proving the truthfulness of these pictures and for getting solid conclusions.

Key words:
Lusitanians wars, Celtiberians, Vettones, Archaeological military equipment

Introducción.
Hace años realizamos, dentro de la primera reunión del proyecto Les Guerres el
ses traces, una aproximación a las guerras celtibéricas y lusitanas a través de su
testimonio arqueológico (publicada en F. Cadiou, A. Magallón y M. Navarro eds. 2008,
Salduie 8). Sus conclusiones, en especial respecto al segundo de estos conflictos, nos
servirán como punto de partida para un nuevo acercamiento a la Arqueología de los
pueblos "lusitanos" que se opusieron con tanto encono, y no menos eventual fortuna, al
avance de las legiones romanas.
En aquella investigación defendíamos el carácter "etéreo" de la Arqueología de
las llamadas Guerras Lusitanas, pues éstas estuvieron conformadas por acciones bélicas
basadas en movimientos con desarrollos estratégicos abiertos, con abundancia de
operaciones de guerrillas, que se resolvían con la toma de poblados a menudo mediante
la estratagema o la traición. Aunque en las Fuentes greco-latinas pudiera interpretarse la
existencia de alguna batalla campal (186 a.c., Dipo; 154 a.c. en algún lugar de la
Beturia), y también de asaltos y toma rápida de plazas, no se registran sitios o asedios,
fuera del postrero Peniche que se considera un caso excepcional. Fue un tipo de guerra,
y un escenario, muy diferente del que arroja el estudio de las Guerras Celtibéricas,
representadas por el cerco de Numancia, símbolo de las operaciones llevadas a cabo en
la Meseta Norte.
Las consecuencias de guerras como las Lusitanas son las escasas huellas que
dejan en la Arqueología de la zona, un conflicto basado en la guerra de guerrillas
donde corresponde un oponente fundamentaba su fortaleza en la agilidad y rapidez de
las tropas, yeso implicaba el uso de armamento "liviano", cuando no escaso. Así la
argumentada visión de los infantes lusitanos recogida por Estrabón, armados "a la
ligera" (Geog. III, 3,6), tienen un fiel reflejo en la escasez de armas que proporciona la
Arqueología de la zona. Además, los testimonios arqueológicos, cuando se conocen,
suelen ser hechos modestos y más o menos habituales, como el documentado en el
Cerro de la Cruz (Córdoba), o la destrucción del santuario y las murallas del Castrejón
de Capote (Badajoz). Ninguno de ellos parece haber sido suficientemente importante

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para merecer una cita entre las crónicas de la Conquista, que nos dibujan unas
guerras "a lo grande", propias de la Historia con mayúsculas.
Además, el estudio de las Guerras lusitanas se ve agravado por el carácter de los
.::onflictos que vinieron después. Las Guerras Civiles dejaron una huella mucho mayor
en la Arqueología de la región. Y no sólo porque, ya en este caso, se enfrentaron
ejércitos formados y armados como tales por ambos bandos, sino porque se
desarrollaron, especialmente la Sertoriana, como un conjunto de operaciones mixtas
jasada en la consolidación de frentes más o menos estables, propios de una
vrganización compleja de la defensa y del ejército: asaltos, asedios y sitios, o bloqueos,
son los hechos principales, resueltos a veces por la calidad estratégica de los sitiados,
especialmente importante en el caso de Sertorio (Calagurris, Clunia, Pallantia ... ).
Evidentemente, este tipo de guerra deja una huella notable en los registros
arqueológicos: incendios y destrucciones de poblados; uso de nuevos recursos
poliorcéticas, complejos o básicos; proliferación de ocultaciones y tesorillos;
abundancia y complejidad relativa de las armas ... Hay, en síntesis, una identificación
que choca con dos grandes problemas: un tipo de guerras, lusitanas, demasiado
"volátiles" y unos conflictos posteriores mucho más estables, que enmascaran los
testimonios arqueológicos anteriores.
Para avanzar en la resolución de este problema, se nos encargó investigar
específicamente en la naturaleza bélica de los pueblos indígenas implicados en estos
conflictos: los epónimos Lusitanos, y sus vecinos Célticos y Vettones, pues ellos fueron
tanto o más protagonistas de los hechos. Sobre todos ellos proponemos unas rápidas
aproximaciones a la arqueología del poblamiento, del ritual y, en general, a aquellos
rasgos culturales cuyas huellas puedan ayudar en el conocimiento del conflicto desde la
"otra cara", a modo de La visión de los vencidos de León Portillo.
El resultado de tales aproximaciones es la constatación de que nuestros conocimientos
sobre los lusitanos se basa en una, por abara, "Arqueología fallida": tal y como Viriato
pudiera no haber sido lusitano en origen, no lo fueron los guerreros de piedra del
Noroeste; ni, quizá, la lengua conocida como "Lusitano". Sobre los Célticos, la
Arqueología arroja algo más de luz, pues ha conseguido despojarse de una visión
fuertemente condicionada por Roma, para encontrar rasgos identitarios propios, pero el
reflejo de la Conquista romana no va más allá de hechos puntuales. Y sobre los
Vettones, la Arqueología resulta especialmente afortunada pues los restos
armamentísticos, las construcciones defensivas, y los reflejos étnicos (v.g. los verracos)
son bien conocidos. La única duda surge al confrontar la cronología de estos
testimonios arqueológicos vettones con la propia de la Conquista: pocos son los restos
contemporáneos.
Ante esta perspectiva, acudimos al estudio de tres casos representativos de cada
ámbito cultural indígena, los tres especialmente afortunados: El Castrejón de Capote en
los años 152 y 76 a.e.; El Castillejo de la Orden, en el 104 a.e.; y La Mesa de Miranda,
allá por el año 90 a.e. De ellos pretendemos obtener datos más coherentes con el
testimonio de la guerra desde la óptica de los indígenas peninsulares implicados.

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Las guerras lusitanas, escenario de un conflicto mítico.
A partir de los inicios del siglo II a. e. los autores greco-romanos refieren una
sucesión de conflictos bélicos entre las tropas romanas acantonadas en la Oretania y
Turdetania, posterior provincia Bética, y una serie de grupos armados indígenas del
Oeste peninsular, conocidos genéricamente como "lusitanos". Esos hechos aislados se
incrementaron, como es sabido, en las décadas centrales de la centuria bajo el
protagonismo de un personaje de nombre tan curioso como propicio a la leyenda:
Viriato. Su jefatura imprimió a los acontecimientos bélicos una unidad de acción entre
el 150 y el 138, de manera que se habla de "Guerras lusitanas", aun cuando realmente
sólo debiéramos referirnos a un único conflicto como tal, el acontecido en esta franja
temporal de poco más de una década. Pero la tradición aplica por igual dicho apelativo
desde el primer hecho bélico a inicios del siglo hasta la última acción emprendida por
César en el 59 a.C., el asedio de la isla de Peniche 109. Por tanto, nuestro estudio enfocará
el conflicto desde esta perspectiva extensa.
y es que el tipo de guerra desarrollado fue sustancialmente siempre el mismo, y
tal constatación permite un análisis en conjunto, que favorece la interpretación del
escaso testimonio arqueológico. Por ejemplo, en tal enfoque, los hechos bélicos del
conflicto sertoriano tendrían cabida, algo lógico porque a menudo en sus lecturas
estratigráficas se constatan en los mismos yacimientos, sin grandes diferencias entre los
aparentes episodios ocurridos en el 138, en el 104 o en el año 76 a.e. Como ya hemos
defendido, entre otros, dichos episodios fueron fundamentalmente de movimientos,
operaciones de guerrillas a veces resueltas al asalto o con la toma esporádica de algún
oppidum de la región. Estos asaltos y ocupaciones sólo serán notables en la cumbre del
poder de Viriato, cuando Corduba y otras ciudades del Guadalquivir sean ocupadas,
pero tales ocupaciones fueron cortas en el tiempo y dejaron escasa huella en el dilatado
devenir histórico de estos asentamientos. Por ello nos enfrentamos a la Arqueología de
una guerra "etérea", de escaso registro, fuera de la destrucción constatada en murallas
de la época, como es el caso de Capote - Nertobriga llO - (fig.: 1.1, n° 1); de algún
hecho de guerra "menor" (Cerro de la Cruz lll - (fig.: 1.1, n° 2) o de algún asentamiento,
fundado por entonces, que se reconoce por sus rasgos singulares en la región
(Hornachuelos, El Pedrosillo ll2 ... ) - (fig.: 1.1, nO 3 y 4). Frente a tal panorama, la

109 FABIÁO, C.: "A romaoiza'Yao do actual lerritório portugués." en l. MATOSO (ed.) História de
Portugal, J. Antes de Portugal, Lisboa, 1993, pp. 223-224.
¡lO BERROCAL-RANGEL, L.; DE LA BARRERA ANTÓN, l.L.; CASO AMADOR, R.;
CABANILLAS DE LA TORRE, G.C.: "Nertobriga Concordia Julia. La conquele de la Béturie." en F.
CADIOU y M. NAVARRO (eds.) Le guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie a l'Époque de
la Conquete Romaine (llJe - Jer s. a.C.), Ausonius Edilios Mémoires 37, Bordeaux, 2014, pp: 273-297;
BERROCAL-RANGEL, L.: "El poblado fortificado de El Caslrejón de Capole y su paisaje: La
fortificación de lo sagrado.", en BERROCAL-RANGEL, L. y MORET, P.(eds.): Paisajesforlificados de
la Edad del Hien'o, en Bibliolbeca Arcbaeologica Hispana 28, Real Academia de la Historia - Casa de
Velázquez, Madrid, 2007, pp. 255-280.
1II QUESADA SANZ, F.; MUÑIZ, 1.; LÓPEZ FLORES, 1.: "La guerre et ses traces: deslTUctíon el
massacre daos le vilIage ibérique du Cerro de la Cruz (Cordoue)." en F. CADJOU y M. NAVARRO
(eds.) Le guerre et ses traces. Conjlits et sociétés en Hispanie a I'Epoque de la Conquete Romaine (Jlle -
Jer s. a.C.), Ausonius Editios Mémoires 37, Bordeaux, 2014, pp: 231-272.
112 RODRíGlJEZ DíAZ. A.: "Provecto HOmRchllelos: 1986-1990 (Ribera del Fresno, Badajoz).", en
Extremadura arqueológica, 2 (1991), pp. 283-300; RODRÍGUEZ DÍAZ, A. Hornachuelos (Ribera del
Fresno, Badajoz). Guia multimedia [en línea] (2003) http://www.homachuelos.com; GORGES, l.-G.;

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guerra civil sertoriana tendrá mayor incidencia en el oeste y suroeste peninsular, con
frentes establecidos en el Guadiana y la Beturia, y batallas campales como la acontecida
en los entornos de Itálica en el verano del año 76 a. C. II3 . Como posteriormente en el
Ebro, asaltos, asedios y frentes más o menos estables y duraderos defmieron estos
conflictos entre las décadas 80 y 70 del siglo 1 a.C., consecuencia no solo de la
aparición de los primeros ejércitos indígenas "a la romana" I 14, sino de la aplicación de
técnicas y armamento complejos que son reflejos de los inicios de la verdadera
ocupación romana del Oeste peninsular l15 .
Por tanto, la huella de tales conflictos en el registro arqueológico es notablemente
mayor que la dejada por los hechos bélicos acontecidos una, dos o tres generaciones
anteriores sobre los mismos yacimientos. Casos notables de estas ocupaciones dobles, o
triples, enmascaradas por las más recientes se documentan por todo el escenario bélico
del Oeste peninsular pero nombres como Cáceres el Viejo (Cáceres), Monte da Nora
(Terrugem, Alto Alentejo), los recintos fortificados del Alentejo y la Serena (Castelinho
dos Mauros, Las Merchanas ...), o el debatido Castelo da Lousa (Mourao, Alto
Alentejo) - (fig.: 1.2, n° 1 a 5) son buenos ejemplos de las dificultades interpretativas
que estos asentamientos conllevan con ocupaciones continuadas, al menos, a lo largo de
gran parte del siglo 1 a. c. 116 •
Arqueológicamente en esta "centuria" se enmascaran los acontecimientos
anteriores mediante la adopción de medidas defensivas a menudo de "rápida" ejecución,
como el levantamiento de barreras de piedras hincadas, la excavación de fosos múltiples
o el uso del aparejo ciclópeo; otras por la aparición de murallas destruidas, quemadas e,

\10RILLO, A.; RODRÍGUEZ MARTÍN, G.; MARTÍN HERNÁNDEZ, E.: "Le campament romano-
républicain du Pedrosillo (Casas de Reina, Badajoz, Espagne) a 1'épreuve des sondages: premiers résultats
de la Champague 2006", en A. MORILLO, N. HANEL Y E. MARTÍN (OOs.) Limes XX XX Congreso
in/emocional de estudios sobre lafron/era romana, Anejos a Gladius, 13.1, Madrid, 2009, pp. 267-279.
113 GARCÍA MORÁ, F.: Un episodio de la Hispania republicana: La guerra de Ser/ario.
Plan/eamien/os iniciales. Granada, 1991, pp. 106 ss.
114 CADIOU, F.: "Les guerres en Hispania et I'émergence de la cohorte légionnaire dans I'ánnée
romaine sous la République: Une révision critique.", en Gladius, 21 (2001), pp. 167-182; CADIOU,F.:
Hibera in terra miles. Les al7nées romaines e/lo conquete de /'Hispanie sous la République (218-45 av.
J.-c.). Bibliotbeque de la Casa de Velázquez, 38, Madrid, 2008, p. 126.
115 TEICHNER, F.: Entre tierra y mar / Zwischen Land ind Meer Architektur und Wirtscha/tsweise
liindlicher Siedlungsplii/ze im Süden del' romischen Provinz Lusitanien (Portugal). Stvdia Lusitana, 3,
\1érida, 2008, 451 ss.
116 ABASOLO, J.A.; GONZÁLEZ, M.L.; MORA, B.: "Recientes investigaciones en el Campamento de
Cáceres el Viejo.", en Arqueologia urbana en Cáceres: investigaciones e intervenciones recientes en la
ciudad de Cáceres v su entorno. Aetas de las jornadas de arqueologia del Museo de Cáceres. Consejería
de Cultura y Patrimonio, 2008. pp. 115-143; TEICHNER, F.; SCHIERL, TH.: "Zur Akku]turation des
Westens der iberischen Halbinsel am beginn der Romíscben Kaiserzeit: Das Beispíel des Monte da Nora
(Tenugem, Portugal).", en A. MORILLO, N. HAN EL Y E. MARTÍN (eds.): Limes XX. XX Congreso
internacional de estudios sobre lafron/era romana, Anejos a Gladius, 13.1, Madrid, 2009, 301-313;
ALARCÁO, J.; CARVALHO, P.; GONCALVES, A.: Cas/e/o da Lousa. 1ntervenr,:i5es arqueológicas
1997-2002. Studia Lusitana,5, Mérida, 2010; GRADIM, A.; GRABHERR, G.; KAINRATH, B. Y
TETCHNER. F.: "O Castelinho rlos Mouros (A lcoutim): um edificio renuhlicano do Baixo Guadiana. no
período de fundacao da Lusitania romana.", en R. MATALOTO, V. MAYORAL y C. ROQUE. (eds):
La gestación de los paisajes rurales entre la Protohistoria y el Periodo romano, Aneios de Archivo
Español de Arqueología, LXX (2014), pp. 45-64; MAYORAL, V.; PUliDO, J.1.; WALID, S.;
CELESTINO, S.; BUSTAMENTE, M.; PIZZO, A.; SEVILLANO, L.: "El Castejón de las Merchanas
(Don Benito, Badajoz): un recinto fortificdo tardorrepublicano entre La Serena y la Vega del Guadiana....
EN R. MATALOTO, V. MAYORAL Y C. ROQUE, (eds.): La gestación de los paisajes rurales entre la
Protohistoria)' el Período romano, Anejos de Archivo Español de Arqueología, LXX (20 J 4), pp.75-77.

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incluso, vitrificadas; el arrasamiento y abandono de poblados indígenas; el destierro de
poblaciones enteras y la aparición de técnicas constructivas y diseños poliorcéticos
innovadores. De todos ellos tenemos ejemplos comprobados en yacimientos como
Castelo de Monte Novo (Évora, Alto Alentejo) - (fig.: 1.1, n° 5), con una línea
amuralla, defendida por una enorme dupla fossa, que muestra la vitrificación de sus
mampuestos y adobes a lo largo de más de 100 metros lineales en superficie. Este
yacimiento, aún falto de excavaciones sistemáticas, es bien conocido en la bibliografía
portuguesa por los numerosos restos cerámicos superficiales que confirman una
ocupación romano-republicana 117. De igual manera, en el recinto-torre de Hijovejo -
(fig.: 1.1, n° 6), una enorme construcción defensiva romano-republicana fue construida
posiblemente en época sertoriana sobre un manantial y monumentalizada, no sólo con
grandes bloques graníticos de varios metros de longitud -algunos que dejan el término
"ciclópeo" pequeño-, sino también con el tallado de tres escudos, uno de tipo "scutum"
y dos "caetrae" en su misma entrada l18 . En el Castrejón de Capote, dónde la muralla
había sido destruida y desmantelada tras la derrota de Viriato, la población es obligada a
abandonar el poblado en la caída del frente sertoriano del 76 a.c., abandonando en ella
todos sus enseres 119, incluyendo lo que interpretamos como "almacenes de sitio", tal
como comentaremos posteriormente. Yen la Vettonia, en yacimientos de ocupaciones
prerromanas se reconstruyen las murallas con diseños poliorcéticos y técnicas
desconocidas, edificando elementos defensivos como las llamadas "fortalezas de
entrada" con clara inspiración romana l2ü . Demasiados restos para poder identificar con
facilidad las huellas de las guerras lusitanas.

El trasfondo indígena que encontraron los romanos.


Los lusitanos, ejemplos de una arqueología etérea.
Por demás es conocida la importancia histórica de los pueblos lusitanos, una
importancia exagerada si buscamos su reflejo en el registro arqueológico de la Segunda
Edad del Hierro. Si nos atenemos estrictamente a los textos greco-latinos, los lusitanos
eran uno de tantos pueblos que habitaban el oeste peninsular. Su entidad prerromana y
su emplazamiento original han sido fuertemente distorsionados por la utilización
romana que se hace de su nombre Estrabón los sitúa como ribereños con el océano por
el oeste y el norte (Geog. III.3.3), pero sin duda considera el Norte de la Península a
partir de la inflexión que suponen el Cabo da Rocha y la península de Peniche. Como
bien ha explicado Pérez Vilatela, las referencias greco-latinas a emplazamiento original
de los Lusitanos son confusas y no aportan datos concluyentes, más allá de que estaban
junto al océano l21 . Sus interpretaciones pueden implicar deducciones diversas, hasta

117 BERROCAL-RANGEL, L.: "La defensa de la Comunidad: Sobre las funciones emblemáticas de las
murallas protohistóricas de la Península ibérica.", en Gladius, XXIV (2004), pp. 27-99.
118 ORTlZ ROMERO, P.; RODRÍGUEZ DÍAZ, A.: "La torre de Hijovejo: Génesis, evolución y contexto
de un asentamiento fortificado en La Serena", en Torres, atalayas y casas fortificadas, Universidad de
Jaén, 2004, p. 86.
119 BERROCAL-RANGEL, op. cit. (3).
120 BERROCAL-RANGEL, L.: "Las fortalezas de entrada. Un elemento de la poliorcética castreña
desde enfoque de la Conquista romana.", en Norba. Revista de Historia, 18 (2005), pp. 11-31.
121 PEREZ VILATELA, L.: Lusitania. Historia y Etnología. Bibliotheca Archaeologica Hispana, 6,
Madrid, 2000, pp. 21 ss y 40.

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disparatadas, por lo que nosotros preferimos atenemos a la interpretación más aceptada,
que apunta cómo los lusitanos se localizaban entre el rio Tagus y las Cassitérides y, en
todo caso, al sur del país de los Ártabros, en pleno el Noroeste galaico. Y, si bien es
cierto que se babIa de lusitanos al norte y al sur del Tajo, de los que procedía Viriato
(Orosio, Hist. IV, 21,10), estos últimos estaban, en realidad, mezclados ya con los
llamados "Célticos del Suroeste" 122. Por otra parte, las actas del coloquio "Die
lisutanisch-galH:ikischen Kriegerstatuen" celebrado en Lisboa en 2002 dejó claro cómo
tales estatuas, de llamarse étnicamente de alguna forma, serían solo galaicas 123, al
distribuirse desde el río Duero a las proximidades de Lugo 124
Por tanto, nosotros nos inclinamos a mantener la tradicional adscripción de las
tierras del Tajo al Duero a las originales etnias lusitanas, como defienden Almilcar
Guerra y Jorge de Alarcao 125, entre otros prestigiosos investigadores portugueses. Estas
tierras incluirían desde la costa, donde se emplazarían ricos asentamientos abiertos
desde inicios de la Edad del Hierro a las transacciones mediterráneas -p.e. Aeminium-,
como los aparentemente aislados y atrasados castros del interior, de los que solo en los
últimos años se han comenzado a conocer datos1 26 Este territorio presenta un trasfondo
étnico homogéneo desde la óptica de la Toponimia, Antropónima y Teonimia, y por ello
parece la opción más coherente respecto a su consideración como solar originario de las
etnias lusitanas, como defendió con tales argumentos el profesor Salinas de Frías y ha
ratificado el trabajo de le. Olivares Pedreño 127 . Pero, no es menos cierto que, cuando
se trasciende a la Arqueología, este panorama se muestra poco esclarecedor, cuando no
ambiguo. Así lo reconocen los escasos investigadores portugueses que se enfrentan con
valentía a la identificación arqueológica de los lusitanos prerromanos: "una entidad casi
abstracta e imposible de individualizar en lo que concierne a la cultura material,
habitualmente designada como «lusitanos»"I28.

122 BERROCAL-RANGEL, L.: Los pueblos célticos del Suroeste de la Península ibérica. Extra
Complutum 2, Madrid, 1992.
123 La mayoría, por no decir lodos, los participantes excluyeron el término "lusitano" de sus títulos,
excepto para el mismo coloquio y en la aportación de M. Hock sobre la historiografía de estas esculturas,
sin duda por razones de tal índole.
124 SCHATINER, TH. G. ed.: Díe lusitanisch-gallalcischen Kriegerstatuen. Madrider Mitteilungen 44
(1), Mainz, 2003, pp. 4, abb. 1.
125 GUERRA, A.: Nomes pré-romanos de pavos e lugares do Ocidente peninsular. de
Doutoramento em História Clássica, Universidade de Lisboa, 1998, p. 817; ALARCÁO, J.: "Novas
perspectivas sobre os Lusitanos (e outros mundos)", en Revista Portuguesa de Arqueologia 4 -2 (2001), pp.
293-294.
1260S0RIO, M.: "A Idade do Ferro no Alto Coa: os dados e as problemáticas", en 2009: P. J.
SANABRIA (ed.) Lusitanos y Vellones. Los pueblos prerromanos en la actual demarcación Beira Baua
- Alto Alentejo - Cáceres. Memorias 9, Museo de Cáceres, 2009, pp. 95-116; SANTOS, M.J.:
"Lusitanos y Vettones en la Beira interior portuguesa: la cuestión étnica en la encrucijada de la
Arquelogía y los textos clásicos", en P. 1. SANABRlA (ed.) Lusitanos y Vellones. Los pueblos
prerromanos en la actual demarcación Beira Baua - Alto Alentejo - Cáceres. Memorias 9, Museo de
Cáceres, 2009, pp. 181-196; VILAC;:A, R.: "Proto-história" en VY.AA.: Museu de Sabugal. Colec,ao
Arqueológica., Sabugal, 2008, pp. 37-70.
127 SALINAS DE FRÍAS, M.: "La religiosidad de las poblaciones antiguas de Salamanca y el Norte de
Cáceres", en Paleohispánica. Revista de Lenguas y Culturas de la Hispania Antigua, 1 (2001), pp. 151-
172; OLIVARES PEDREÑO, J.e.: Los dioses de la Hispania Céltica, Bibliotbeca Archaeologica
Hispana 15, Real Academia de la Historia - Universidad de Alicante, 2002, pp. 43-59.
128 SANTOS, op.cit. (19), p. 181.

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Aunque como hemos indicado, los últimos tiempos aportan algo más de luz sobre
estas poblaciones lusitanas, la realidad es que la escasez de nuestros conocimientos
contrasta fuertemente con los que tenemos de los Célticos y de los Vettones y, mucho
más, con el protagonismo que los textos clásicos dieron a los primeros.
En términos generales, los asentamientos lusitanos se reconocen por ocupar
pequeños silíceos, generalmente berrocales de dificil acceso, como Cabe90 das Fráguas
- (fig.: 1.1, nO 7), verdadero centro simbólico del teDitorio interior circundante l29 . Este
asentamiento, por su magnitud y emplazamiento estratégico comarcal, rompe la idea de
pequeños poblados aislados y mal coordinados que podríamos tener hace unos años.
Confirmando esta complejidad Marcos Osorio ha excavado un rico asentamiento
castreño en Sabugal Velho, dotado de murallas, estructuras de planta rectangular y
cerámicas de aspecto foráneo, ya galaicas, como vettonas, como torneadas pintadas de
la Turdetania 130 - (fig.: 1.1, n° 8). Esto aporta luz a un panorama oscuro hasta hace una
década, cuando la Edad del Hierro en el centro de Portugal se acababa en la llamada
"Cultura de Alpiar9a" que Phillina Kalb fechó entre los siglos VI y V a.c. I3I . Conforme
las intervenciones de urgencia motivadas por la realización de pantanos y grandes
infraestructuras han ido propiciando excavaciones en las regiones fronterizas
portuguesas de las Beiras Altas y el sur de Tras-os-Montes, mayores conocimientos se
van adquiriendo sobre sus asentamientos, tal como ha sido el caso de Castelinho de
Moncorvo 132 - (fig.: 1.1, n° 9). En este caso, por su emplazamiento al norte del Duero,
se trataría de un castro galaico de ocupación tardía, cuya principal aportación es la
documentación en contexto de numerosas lajas de pizarra grabadas. Entre los motivos
registrados, las figuras de animales, guerreros y personajes diversos son los más claros
paralelos por estilo y técnica de los conocidos en la Foz del Coa, esta vez al sur del
rio 133 . En el caso del Coa, es muy conocida la escena de monomachia representada en la
roca n° 3 de Vermelhosa - (fig.: 1.1, n° 10), donde dos guerreros se enfrentan con
venablos y lanzas, portando grebas y corseletes de lino o lana, y uno de ellos una espada
de hoja recta l34 . Sus cabezas omitomorfas, con melenas al viento, repiten lo conocido
en representaciones célticas, vettonas y celtíberas, y confirman, tanto el conocido
párrafo recopilado por Estrabón sobre el armamento de los guerreros lusitanos (Geog.
IrI, 3,6), como otro, no menos famoso, de Lucilio, sobre la manera de entrar en combate
de dichos guerreros (Sat. V. 228).
Pero, pese a estas imágenes puntuales, el panorama arqueológico está lejos de ser
mínimamente aceptable. Hablar de arqueología prerromana entre los lusitanos sigue
siendo un ejercicio repleto de ambigüedades, incrementadas por dos hechos

129 VILAt;:A, op.cit. (19), p. 50; SANTOS, M. J.,(ed.): Porcom, Oilam, Taul"om. Cabero das FRáguas: o
santuario no seu contexto. iberografias, 6 (2010), pp. 5·147.
130 lbidem Op.cil. (19), p. 49; SANTOS, op.cit. (19), p. 182.
131 FABIÁO, op.cit. (2), p. 129.
132 SANTOS, F.; SASTRE, 1.; SOARES DE FIGUEIREDO, S.; ROCHA, F.; PINHEIRO, E; DÍAS, R,:
"El sitio fortificado del Castelinho (Felgar,Torre de Moncorvo, Portugal). Estudio preliminar de su
diacronía y las plaquetas de piedra con grabados de la Edad del Hierro", en Complutum, 23.1 (2012), pp.
165-179.
133lbidem, p. 175.
134 LUÍS, 1.: "«Per petras et per signos». A arte rupestre do Vale do Coa enquanto constructora do na
Proto-história." en P. J. SANABRIA (ed.) Lusitanos y Vellones. Los pueblos prelromanos en la actual
demarcaáón Beira Baua - Alto Alentejo - Cáceres. Memorias 9, Cáceres, 2009, pp. 197-212.

68
incuestionables: la ausencia, o mínima presencia, de necrópolis y la identificación del
Lusitano como una lengua hablada mucho más allá de los territorios que se le suponen,
tanto en corazón de los vettones como entre los galaicos 135 . Por eso no es de extrañar
que mantengamos que la "lengua lusitana", ya consolidada como tal por la
Investigación, no fuese propiamente tal (como, por ejemplo, sugirió Jorge de
Alarcao I36 ).
Como la fama de las tropas de Viriato, la Arqueología de los lusitanos sigue
siendo volátil y etérea y, por tanto, no podemos esperar muchos y relevantes
testimonios de la conquista. Si reconocemos rasgos, por ahora de dificil explicación,
que pudieran remitirnos a tales eventos. Por ejemplo, la documentación de un núcleo de
castros al sur de la Serra da Estrela, en la comarca fronteriza entre las Beiras y la Alta
Extremadura española con murallas vitrificadas coíncide con su confirmación como
poblados prerromanos, tal como acontece en Sabugal Velho y Alfaiates - (fig.: 1.1, n°
8)137. Hay pues la posibilidad de identificar un horizonte de conflictos contemporáneo
con las fechas de la conquista en un territorio alejado y inaccesible desde el Sur que
coincide perfectamente con el Mons Herminius, mítico refugio de Viriato 138 . Mucho
más notable, aunque sea un testimonio tardío en la historia de la Conquista, fue el
hallazgo del "bronce de Alcántara". La llamada Tabula alcantarensis fue hallada en los
alrededores del castro de El Castillejo de la Orden (Alcántara, Cáceres) - - (fig.: 1.1, n°
11). Como desarrollaremos más adelante, este es un testimonio excepcional, con el texto
de un armisticio, una deditio fechada en el año 104 a. C. 139, es decir, se podría
considerar posterior a las Guerras Lusitanas sensu stricto, pero, evidentemente, es una
prueba de la perduración del conflicto. Pero este territorio, de nuevo, se mueve en la
frontera de los lusitanos y los vettones.

Los Célticos, una Arqueología condicionada por Roma.


Luis García Moreno, entre otros, apreció hace ya tiempo que Viriato pudiera no
haber sido lusitano en origen o, al menos, era un lusitano del Sur del Tajo, tal como se
intuiría del texto de Orosio (Hist.4, 21,10) 140. Las dudas sobre su lusitanismo las arroja
también la ambigüedad de su nombre, claramente relacionado con el término celtibérico
"viria", o el galo "viriola", que según Plinio (NH XXXIII, 39) daban los celtas a los

135 WODTKO, D.S.: "Tbe problem of Lusitanian", en B. CUNLIFFE y l. T. KOCH (eds) Celtic /rom
the West. Alternative Perspectives /rom Archaeology, Genetics, Langllage and Literature, Osbow,
Oxford, 2010, p. 335.
136 ALARCÁO, op. cit. (18), p. 295.
137 OSORlO, op. cil. (19), pp. 43-44: Agradecemos la ayuda recibida de Marcos Osorio y del profesor
lan Ralston, con quienes estuvimos reconociendo la vitrificación de estas murallas en mayo del 2012,
durante la reunión del BAEG celebrada en la localidad Guarda.
138 Contra lo que opina en este caso loao María SANTOS, op.cit. (19), p. 182, quien, en este caso, no se
percata que, durante la conquista del Baetis, la retaguardia del caudillo LlIsitiano estaba en la Beturia, un
escenario factible por estar mucho más cercano.
139 LÓPEZ MELERO, R.; SÁNCHEZ ABAL, l.L.; GARCÍA JlMÉNEZ, S.: "El bronce de Alcántara.
Una deditio del 104 a.c.", en Gerion, 2, UCM, 1984, pp. 264-323; GARCÍA MORENO, L.: "Reflexiones
de un historiador sobre el Bronce de Alcántara", en Hispani tumllltuantes: de NlImancia aSertorio.
Memorias del Seminario de Historia Antigua 1, Universidad de Alcal2 de Henares, Alcalá de Henares,
1987, p. 67.
140 GARCÍA MORENO, L. A.: "Infancia, juventud y primeras aventuras de Viriato, caudillo lusitano",
en Actas deller Congreso de Historia Antigua, JJ. Santiago de Compostela, 1988, pp. 375-377.

69
collares que portaban en los brazos. Estos funcionaron como símbolos de las jefaturas,
41
heredados como emblemas étnicos y de poder por los centuriones romanosl Tal
nombre, que permitiría equipararlo al latino Torquatus, tiene paralelos, no en Lusitania,
sino en el ámbito galo y céltico en general (p.e.: topónimos franceses como la localidad
de Viriat, en el departamento de Ain, región de Ródano-Alpes; o el paso de Biriatou, en
los Pirinéos atlánticos, comarca de Labort). Por tales razones parece lógico considerar la
hipótesis de García Iglesias sobre el origen céltico de Viriato, confundido después
cuando a menudo no se hacen distinciones entre Célticos y Lusitanos 142.
La arqueología de los Célticos del suroeste tampoco había sido especialmente
prolífica hasta la década de los años ochenta del pasado siglo. Algunos poblados,
paradigmáticos, habían servido para artículos puntuales, que demostraban la presencia
de un horizonte "meseteño" o "continental" en el Alto Alentejo, el oeste de
l43
Extremadura y el norte de la provincia de Huelva . Una síntesis, mejor intencionada
que efectiva, fue publicada por la profesora Teresa 1. Gamito en 1988 144 . Pero creemos
que no será hasta estos finales de los años ochenta cuando aparezcan las bases
estratigráficas sobre las que se asientan nuestros conocimientos sobre tales Célticos,
gracias a las publicaciones de yacimientos excavados en extensión y con detalle como la
Ermita de Belén (Zafra, Badajoz), el Castrejón de Capote (Higuera la Real, Badajoz),
Mesas do Castelinho (Almodóvar, Baixo Alentejo) y, en menor medida, Mirobriga
celticorum (Santiago do Cayérn, Ribatejo)145, precedidos todos ellos por el espectacular
hallazgo de Garváo 146_ (fig.: 1.1, n° 12). Así que, en realidad, nuestros conocimientos
sobre los Célticos del Suroeste se basan en poco más de una decena de excavaciones,
las menos sistemáticas, que no obstante ban sido muy afortunadas a la hora de aportar
información. De ellas sin duda destacan Garvao y Capote, yacimientos ya consolidados
en la bibliografia internacional por la aparición en ellos de sendos depósitos votivos y,
en el segundo caso, de un santuario central excepcionalmente bien conservado 147.
Ambos testimonios nos muestran un mundo prerromano a lo largo del siglo III a.e. con

14J FEUGERE, M.: Les armes des Romains de la Républilque a I'Antiquité tardive., Editios Errance,
Paris, 1993, pp. 63 Y 68.
142 PÉREZ VILATELA, op.cit. (14), pp. 148 y ss,
143 ARNAUD, J. MORAlS; GAMITO, T. JÚDICE: "Ceramicas eslampilhadas da ¡dade do Ferro do Sul
de Portugal 1- Cabeyo da Vaiamonte - Monforle", en O Arqueólogo Portugués 3 (Vil-IX), Lisboa, pp.
165-202; DEL AMO, M.: "El Castañuelo. Un poblado céltico en la provincia de Huelva", en Huelva
Arqueológica IV, 1978, pp. 299-340.
144 GAMITO, T. J.: Social Complexity in Sou/h Westlberia. 800-300 B.C. The case ofTartesso, British
Archaeological Reporst, r.S. 439,1988, Oxford.
145 RODRÍGUEZ DÍAZ, A.: La Ennita de Belén (Zafra, Badajoz). Campaña de 1987. Editora Regional
de Extremadura, Mérida, 1991; BERROCAL-RANGEL, op.ci/. (3); FABIÁO, c.; GUERRA, A.: "As
ocupayoes antigas de Mesas do Castelinho (Almodovar). Resultados preliminares das campanhas de 1990-
1992", en V Jornadas Arqueológicas. Investigafiio e defesa do Património, 2, 1994, pp. 275-289; BIERS, W.R.:
Mirobriga. Investiga/ions a/ an lron Age and Roman site in Southern Porzugal by the 'University of
Missoury-Columbia. 1981-1986. British Arcbaeological Reports r.S. 451, 1988, Oxford.
146 BEfMO, e. DE MELLO; TAVARES, c.; SOPARES, 1.; GOMES, M. VARELA; VARELA, R.:
"Depósito votiva da 11 ldade do Ferro de Garvao. Noticia da primeira campanha de escavay6es", en O
Arqueólogo Portugués ll! (IV), pp. 45·135.
147 KRUTA, W.: Les Celtes. Historie et Dictionnaire. Des origines a la Romanisation et au
Christianisme. Robert Laffont, Paris, 2000, p. 516; HARDING, D.W.: The Archaeology of Celtic Art.
Routledge, London and New York, 2007, pp. 208-209; SJEVERS, S.; URBAN, O.H.; RAMSL, P.e.,
(eds.): Lexikon zur Keltischen Archiiologie. Osterreichischen Akademie der Wissenschaften, Wien, 2012,
pp. 294-296.

70
materiales muy homogéneos, especialmente notable por cuanto más de 200 km. los
separan. Esta característica se refuerza cuando se interpretan los excepcionales datos del
santuario de Capote, centro de su comarca natural, donde se realizaban banquetes
colectivos periódicos encaminados a fortalecer la cohesión de las poblaciones castreñas
dispersas entorno a Nertobriga celticorum, el oppidum capital del territorio, situado a
poco más de cinco kilómetros de distancia.
Los Célticos se presentan como habitantes de pequeños castros en torno a
oppida de tamaño y potencia media, con fuertes defensas y con una cultura material,
incluyendo la armamentística, que se ve enriquecida por su proximidad a la
Turdetania, con la que sin duda entablaron relaciones comerciales estables, y su
"parentesco" con la Celtibéria l48 .
Estas son las vías por la que Carlos Fabiao ha defendido la presencia de
"extranjeros" en estas tierras. Reconocida la escasez, cuando no ausencia, de
necrópolis al igual que acontece entre Lusitanos y Galaicos, la arqueología de los
Célticos es algo más prolífica en la presencia de armas que resultan ser de las
procedencias más variadas. En función de la interpretación de éstas en los ajuares
funerarios conocidos, Fabüio planteó la presencia de guerreros foráneos tras los
ajuares con armas de las necrópolis de Herdade das Casas y Monte da Cardeira '49 -
(fig.: 1.1, n° 13). Falcatas, espadas de La Tene, fíbulas de caballito, puftales de
antenas asociados a conjuntos funerarios excepcionales por su singularidad pueden
ser interpretados como las armas de los jefes "mercenarios" celtíberos, vettones o
iberos que pugnaron en los ejércitos viriáticos, aunque inicialmente se hayan
propuesto como reflejos de trasiegos y dislocaciones de poblaciones anteriores,
incluso favorecidos por la implantación de estos Célticos a finales del siglo V
a.c. 150.
El descubrimiento material de los Vettones, ¿una Arqueología privilegíada?
Sin duda, los trabajos de Juan Cabré y colaboradores como Antonio Molinero
sirvieron para dar a conocer hace ya casi un siglo la rica arqueología de los Vettones l51 .
Pero la verdad de fondo se reconoce en que sus testimonios arqueológicos fueron
realmente ricos y espectaculares, si los comparamos con los acabados de describir. Sus
grandes poblados castreños, paradigmas de los oppida hispanos hasta hace pocas
décadas; sus enormes necrópolis de cremación repletas de ajuares con armas; sus

148 BERROCAL-RANGEL, L.: Los pueblos célticos del Suroeste de la Península ibérica. Extra
Complutum 2, Madrid, 1992.
149 FABLA.O, C.: O Mundo Indigena e a sua Romanizar,:áo na área céltica do territorio hoje portugués.,
Dissertayao de Doutoramenlo, Universidade de Lsiboa, 1998, p. 391; MATALOTO, R.; WILLIAMS, J.;
ROQUE, c.: "« ... E dahí desceo a dar-llie batalba ... ». A ocupayao pré-romana e a Romanizayiio da regiiio
da Serra d'Ossa (A1entejo Central, Portugal)." en R. MATALOTO, V. MAYORAL Y C. ROQUE,(eds.): La
geslación de los paisajes rorales entre la Protohistoria y el Período romano, Anejos de Archívo Español de
Arqueología LXX, Madrid, 2012, p. 24, fig. 3.
150 FABIÁO. op. cit. (41), p. 391; PÉREZ MACÍAS, JA: "La transición a la Edad del Hierro en el suroeste
peninsular. El problernade los Celtid', en SPAL 5, pp. 101-114.
151 BARRIL M. (cd.): El descubrimiento de los Vellones. Los maleriales del lv/l/seo Arqueológico
Nacional. Catálogo de la exposición celebrada en el Torrcón de los Guzmanes (2005-2006), Ávila, 2005.

71
monumentales verracos no hicieron más que reforzar la imagen de una "arqueología
privilegiada"152.
La arqueología ha servido para localizar con seguridad el solar de estas
poblaciones en los territorios meseteños al Este de los Lusitanos, entre el Duero y el
Tajo, y más allá, en este caso, alcanzando la cuenca media del Guadiana, bien
argumentados en una coincidencia entre los testimonios arqueológicos, lingüisticos y
literarios, entendiendo por éstos los procedentes de los textos greco-Iatinos 153 . De hecho
desde las lecturas de los textos clásicos, Jose Manuel Roldán Hervás propuso el territorio de
las actuales provincias de Ávila, Salamanca y el oriente de Cáceres para el emplazamiento
de los Vettones, propuesta que ha llegado a nuestros días, puntual izándose incluso la
mesopotamia entre el Coa y el Águeda como el espacio de frontera con los lusitanosl 54 .
Por ello puede sorprender a quien se acerca a su Arqueología que la
homogeneidad cultural aparente no se vea acompañada con la presencia de las
necrópolis por todo este territorio. Frente a los grandes cementerios de cremación
abulenses, entre los que Trasgüija y La Osera - (fig.: 1.1, n° 14-15) superan el millar de
tumbas, éstos disminuyen en número cuanto más al oeste se localizan, siendo
prácticamente inexistentes en los territorios fronterizos citados entre el Duero y el Tajo,
y escasos y pequeños, al sur de este río, donde de nuevo han sido relacionados con
poblaciones foráneas, tanto turdetanas como celtibéricas, como parecen reflejar las
necrópolis de El Mercadillo y El Romazal I y 2 de Villasviejas del Tamuja (Botija, sur
de Cáceres) - (fig.: 1.1, nO 16). Este castro, de dimensiones medianas, ha sido
identificado con el oppidum celtibérico de TAMUSlA, por la abundancia de monedas de
esta ceca que suelen hallarse en sus cercanías. En tal sentido, incluso se ha interpretado
como una auténtica colonia celtibérica en el corazón de la Vettonia '5s . Sin embargo,
aunque sus excavadores han llamado la atención sobre la ausencia de prueba alguna
entre los hallazgos del poblado, no caben dudas sobre el "celtiberismo" de los ajuares de
sus necrópolis de El Romazal: espadas de la Tene hispanas, fibulas de caballito, puñales
biglobulares ... 156 La presencia de Celh'beros y de una influencia celtibérica sobre los
territorios orientales de los Vettones, esos que presentan las grandes necrópolis como signo
de celtiberización, explica una expansión hacia el suroeste de estos pueblos que llega a

152 ÁL VAREZ-SANCHÍS, J. R.: Los seijores del Ganado. Arqueología de los pueblos prerromanos en el
Occidente de Iberia. Akal Arqueología, Madrid, 2003; Ibidem: "Ciudades vettonas" en 1. ÁLv AREZ-
SANCHÍS, A. JIMENO y G. RUIZ ZAPATERO (eds.): Aldeas y ciudades en el plimer milenio A.e. La Meseta
Nortey los orígenes del urbanismo. Complutum 22 (2), 201 1, pp. 147-185; VV.AA.: Arqueología Vellona. La
Meseta Occidental en la Edad del Hierro. Zona Arqueológica 12, Museo Arqueológico Provincial de
Madrid, Alcalá de Henares, 2008; RUIZ ZAPATERO, G.; ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. (eds.): Castros y
verracos. Las gentes de la Edad del Hierro en el occidente de Iberia. Ávila, 2011.
153 SALINAS DE FRÍAS, M.: "Las fuentes clásicas y el poblamiento prerromano del Occidente
peninsular. Problemas de etnicidad y cultura", en G. RUIZ ZAPATERO y J. ÁLVAREZ-SANCHÍS
(eds.): Castros y verracos, 2011, pp. 130-139; SÁNCHEZ MORENO, E.: Vetones.· Historia y
Arqueología de un pueblo prerromano, Colección de Estudios 62, UAM, Madrid, 2000, pp. 174-176.
154 RUIZ ZAPATERO, G.: "Etnicidad y Arqueología: tras la identidad de los vettones", en SPAL, II
(2002), p. 259; SANTOS, op.cit. (19), p. 183.
155 BURILLO MOZOTA, F.: Los Celtíberos. Etnias y Estados. Barcelona, Crítica (2008), pp. 374-383;
LORRIO ALVARADO, AJ.: Los Celtíberos. Complutum Extra 7, Universidad Complutense-
Universidad de Alicante, Alicante. (2. 3 edición ampliada y actualizada, Bibliotheca Arcbaeologica
Hispana 25, Real Academia de la Historia), Madrid, 2007, p. 52.
156 HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. y E. GALÁN: LA necrópolis de El Mercadillo (Botija, Cáceres).
Extremadura Arqueológica, VI (J 996), pp. 112 ss.

72
3fectar a los lusitanos más meridionales, aquellos que se asentaron al sur del Tajo, y, como
:la, a los Célticos del Guadiana y del Alentejo. Necrópolis como la del Castillejo de la
Orden, en la comarca de Alcántara, y Madre de Dios, en la misma ciudad de Badajozl57 -
·Fig.: 1.1, n° 17), procuran ejemplos de ajuares de esta índole en las comarcas limítrofes
entre Lusitanos y Célticos.

Tres casos de estudio: de Célticos a Lusitanos, pasando por Vettones.


Ante este nivel de desconocimiento general, hemos optado por profundizar en el
detalle de algunos casos concretos que podemos considerar excepcionales. Para ello,
elegimos tres yacimientos correspondientes a los tres grandes pueblos prerromanos en
estudio.

El Castrejón de Capote, una fortificación sagrada entre los Célticos (fig. 1.1 n° 1).
En el conocido poblado extremeño documentamos el santuario central ya citado,
integrado en la estructura urbana del poblado, sin otro rasgo excepcional que
presentarse como una estancia de poco más de 20 m 2 y planta trapezoidal, solo abierta
por su flanco mayor a una plaza central. Una mesa-altar y los bancos corridos que la
rodean por las tres paredes restantes, y su posición elevada sobre un podio respecto a la
plaza, le confieren esa singularidad que los restos hallados en ella confIrmarían: copas
cerámicas, modeladas a mano, y cuencos hechos a tomo forman conjuntos usados en
grandes festines comunitarios, con vasijas de almacén decoradas con grandes
158
estampillas y vasos calados cuya función ritual fue planteada con contundencia . Lo
más interesante para nuestro propósito es que este lugar fue documentado perfectamente
conservado gracias a que fue intencionadamente condenado tras su destrucción y
saqueo. Los restos del ritual, con el sacrifIcio e ingesta de veinticuatro cuadrúpedos por
parejas, o trias, por parte de una comunidad que calculamos en unos tres centenares de
individuos, quedaron sobre la mesa-altar, el suelo circundante y la plaza central a la que
abría el espacio sagrado: huesos, cenizas, carbones, cuencos y copas, cuchillos,
espetones, una parrilla, con su badila, y restos de un gran caldero de bronce completaron
un conjunto de valor excepcional. Pero tal característica se debía no sólo a la
conservación de los restos del ritual, sino a la ausencia de cerámicas romanas, o
monedas de este ámbito o de las cecas aliadas del Guadalquivir. Este hecho, en un
yacimiento especialmente bien conservado por lo demás, permitió tener la seguridad de
la fecha de la destrucción del santuario central de Capote, a mediados del siglo II a.e.
Su orientación hacia el Suroeste, hacia la puesta del Sol, permitiría relacionarlo con la
toma al asalto del oppidum de Nerkobrika, una acción adjudicable a Marco Atilio,
pretor de la Ulterior, cuando tras luchar contra los lusitanos volvía a la Turdetania, para

157 ESTEBAN, J.: SÁNCHEZ, J. L.; FERNÁNDEZ CORRALES, J. M.: La necrópolis del castro del
Caslillejo de la Orden, Alcántara (Cáceres). Cáceres, 1988; WALfD, S.; FERNÁNDEZ FREIRE, C.:
"Necrópolis protohistórica de la Calle Madre de Dios (Ciudad de Badajoz)", en Jornadas sobre
Arqueologia de la Ciudad de Badajoz, Museo Arqueológico, Badajoz, 2007, pp. 63-70.
158 BERROCAL-RANGEL, L.: El altar prerromano de Capote. Ensayo erno-arqueológico de un ritual
céltico en el Sudoeste peninsular. Universidad Autónoma de Madrid, 1994; ALMAGRO-GORBEA, M.;
BERROCAL-RANGEL, L.: "Entre iberos y celtas: sobre santuarios comunales urbanos y rituales
gentilicios en Hispania", en Quaderns de Prehistoria i Arqueologia de Castelló 18, 1997, p.579.

73
hibernar en Córdoba (Polibio en Hist. 35,2; Apiano, Iber. 58:)159. Sea, o no, Nerkobrika
la Nertobriga Concordia Iulia imperial que se localiza a escasos kilómetros de Capote,
no caben dudas sobre la relación de la destrucción del santuario, posiblemente un punto
simbólico entre los Célticos nertobriguenses, y la conquista romana de la región en un
momento inmediatamente anterior a la aparición de Viriato en la Historia.
Tal deducción tuvo un refrendo en el mismo yacimiento de Capote que tuvimos la
fortuna de excavar. En nuestra última campaña, durante la primavera de 2006, pudimos
localizar un tramo de la impresionante muralla de su flanco meridional con evidentes
muestras de incendio y destrucción l60 • Desgraciadamente se trataba solo de un sondeo
en forma de transecto de 3 x 15 metros que pretendía demostrar su existencia por este
largo flanco sur. Suponiendo que encontraríamos una sencilla cortina amurallada de
poco más de un metro de espesor, suficiente por cuanto por este lado las pendientes del
cerro sobre el río Silla alcanzan los 45°, los resultados sorprendieron absolutamente.
Bajo el talud localizado a media ladera, que resultó ser el camino de servicio de
un molino medieval, localizamos estructuras constructivas y cerámicas propias de la
última ocupación del poblado, finalizada drásticamente en el año 76 a.e. en plena
contienda sertoriana. No localizamos muralla alguna por esta parte en dicha fase, sino
construcciones de índole menor que estaban selladas por un estrato de cenizas y
carbones. Sin embargo, bajo tales estructuras se documentó a partir de la cota 423,80
metros, una serie de potentes estratos de derrumbe y destrucción sobre un complejo
sistema de amurallamiento compuesto por zarpa, antemural, camino de ronda exterior y
una línea de muralla de las llamadas de "cajones", con 4 m. de anchura. La muralla
estaba construida por dos muros exteriores paralelos y un relleno de cascotes y tierra,
siguiendo el sistema tradicional del emplekton, con tirantes interiores para reforzar la
estructura de la cortina amurallada. Además, se reconoció el arranque de una
construcción de refuerzo a modo de bastión al exterior, sobre el camino de ronda. Éste
estaba "cubierto" por un antemuro de 0,75 m. de grosor que corría paralelo a la muralla
separado de ésta unos tres metros. En él, tuvimos la fortuna de localizar hasta tres
hogares superpuestos, testimonio de la densidad de uso de estas defensas. La pencliente
extrema sobre la que estas estructuras se edificaron justifica una zarpa exterior paralela
formada por grandes mampuestos irregulares apoyados sobre salientes cuarcíticos del
substrato, cuyo objetivo era darle estabilidad.
Pero, sin duda, quizá el dato más interesante lo aportaron el lote de cerámicas y
restos de lo que consideramos armas que se documentaron dentro de este potente nivel
de cenizas y carbones que cubría la muralla, claramente contemporáneos a los
materiales del Santuario central. Entre los metales afectados por el fuego se localizó un
aplique tipo "carrete" de bronce, propio de los grandes puñales -por las vainas- y de las
espadas de tipo Miraveche l61 y un cuestionable fragmento de espada de La Tene,

159 BERROCAL-RANGEL, op. cit. (49), p. 270.


160 Ibidem, op. cit. (3), pp. 267-270.
161 FARNIÉ, C.; QUESADA, F.: Espadas de Hierro, Grebas de Bronce. Simbolos de poder e
instrumentos de guerra a comienzos de la Edad del Hierro en la Península Ibérica., Monografias Museo
de El Cigarralero, 2, Murcia, 2005, pp. 136 Yss.; SANZ MÍGUEZ, c., 1997: Los Vacceos: Cultura y ritos
funerarios de un pueblo prerromano del valle medio del Duero. La necrópolis de Las Ruedas. Padilla de
Duero (Valladolid), Arqueología en Castilla y León, 6, Valladolid, pp. 426-427.

74
imadado con detalle como un anna-trofeo al estilo de las documentadas en Ullastret e
. la d'en Reixac l62 . Ambos pennitirían comprender la importancia simbólica que parece
:::aber jugado esta mmalla, factible de mostrar annas-trofeos.
En consecuencia, esta muralla merídional pudo fecharse hasta mediados del siglo
. a. C., con al menos tres fases de uso que podrían retrasar su construcción a inicios del
;:glo IV a.e. cuando se ocupa el cerro como poblado amurallado. Su destrucción se
:-elaciana con la conquista romana del poblado, que bien pudo ser consecuencia de la
:"ma de Nertóbriga citada por las fuentes greco-latinas en el año 152 a. C. Una acción
contundente tuvo su contrapartida en la destrucción del santuario central. A
3ferencia de lo registrado en la estratigrafía de éste, la documentación de los tres
:rogares superpuestos da pie a creer en una reconstrucción y posteríor uso de la muralla,
siblemente durante el dominio lusitano de Viríato, para ser defmitivamente
jesmantelada con posteríoridad al 138 a.e. cuando, conquistada la Beturia, las
.:-apacidades defensivas de estos poblados fueron reducidos drásticamente.
La fase de ocupación fmal de Capote, fechada entre los años 138 y 76 a. e., fue
:..;,:} momento próspero y floreciente para los habitantes del poblado, a tenor de la densa
upación interior y la riqueza de materiales hallados en sus casas. Entre ellos no faltan
oras Dressel 1 y greco-itálicas, ases romanos, turdetanos y celtibéricos, y un sinfm
:e annas, fíbulas y adornos entre los que destacan lo puñales biglobulares. Por su
:::::lplazamiento el poblado cayó dentro del territorio dominado por Sertorio entre el año
y el 76 a. e., cuando quizá debió sufrir una suerte de asedio pues, sino estaba
::..:nurallado, sí se había reforzado notablemente la gran fortaleza de entrada, que cubre
más de 100 metros de su extremo oriental, el único accesible del poblado. En este
: ntexto, se documentó la estancia HE-C, habitación de una antigua casa que se
dividualizó para convertirse en un almacén masivo. La acumulación de materiales fue
:.al que se necesitaron tres campañas mensuales para acometer su excavación. En sus 16
::::= se localizaron más de cincuenta grandes vasijas de almacén, además de una
3.::umulación de enseres que incluye representaciones de casi todas las facetas de la vida
[idiana del poblado. De ellas, significativamente, el annamento está sólo presente con
::na única lanza (moharra y regatón), algo que contrasta con la abundancia de annas en
el poblado, y con el hallazgo de tres puñales biglobulares en la casa adjunta.
Esta lanza fue hallada en el interior de la gran vasija 230 (Conjunto "G"),
:onnando una asociación que se repite en un buen número de casos: piezas de un
:-ocado de caballo fueron halladas en el interior de la gran vasija 86 (Conjunto "B");
lZadones o legones espléndidamente bien conservados aparecieron en el interior de
;endas vasijas de almacén, n° 180 y 264 (conjuntos "1" y "S"), uno de ellos en compañía
je un podón de los dos encontrados, igualmente excepcionalmente bien conservados. El
'-'tro ejemplar se documentó dentro de la gran vasija 211, justo bajo la tapadera 228 del
conjunto "Ñ-O". Cabe, por último, llamar la atención sobre un enonne martillo de
ierrero, mitad macho, mitad tajadera, que con sus más de siete kilos de peso apareció de
:mevo excepcionalmente bien conservado. Además, se hallaron monedas, fíbulas, pesas
y elementos de medida y contabilidad, como un curioso platillo de balanza y un

62 ROVlRA, C.: "Las armas-trofeo en la Cultura ibérica.", en Gladius, XIX, 1999, pp. J 6-17.

75
cyathus, ambos en bronce. Ningún resto de alimento, carbonizado o descompuesto e
heces, fue documentado pese al detalle que se puso en ello, como prueba l
comprobación del calafeteado con pez del interior de una gran vasija (nO 71, conjunt
"D"), según la costumbre que Plinio refiere para conservar el vino en Hispania (Nat
Hist. XN.l27).
No sabemos interpretar con seguridad la función que cumpliria esta enorm
acumulación de enseres y recipientes en el momento final del poblado. Sugerimo
interpretarla como un almacenamiento excepcional, un depósito sin especializació
alguna propiciado por un momento no menos singular. Por ello la denominamos com
"almacén de sitio", usando la defmición del "Convenio para la permanencia de la
tropas francesas en España" firmado por orden de Fernando VII en 1824: "almacenes d
sitio provistos repentinamente por causas urgentes ... " (La Gaceta de Madrid, 12 d
octubre de 1824, pg. 521). Pocos son los paralelos que podemos citar para justificar ta
interpretación, más allá de casos tan excepcionales como el estado en que se hallaro
los almacenes de la mítica Masada, repletos de vasijas de almacén sin alimento ni arm
alguna. Todas fueron destruidas intencionadamente para que no cayesen en mano de lo
romanos, y aparecieron entre innumerables herramientas de metal, entre las que n
faltaron una buena cantidad de monedas de bronce, esparcidas por el suelo l63 .

El Castillejo de la Orden (Alcántara, Cáceres) (fig.l.1 n° 11).


En un asentamiento muy similar al Castrejón de Capote, un castro de ribero qu
ocupa un cerro, amesetado y encajonado por los barrancos del arroyo Jartin, la
Villasviejas del Castillejo de la Orden fue uno de los primeros poblados prerromanos e
ser estudiados en la provincia de Cáceres l64 .
Delimitando una superficie trapezoidal, una muralla circunvala el espaci
construido del castro, con poco más de 1 metro de anchura visible en superficie y má
de 5 en el único acceso factible, en el extremo sur del poblado, dónde presumimos u
foso como refuerzo defensivo. En este lado es esperable que la puerta principa
estuviese defendida por una acumulación de fortificaciones, quizá una fortaleza d
entrada, pues parece que la entrada principal estaba flanqueada por dos bastiones,
fuera de ella pudieran documentarse restos de otras estructuras l65 Un paramento d
refuerzo exterior, formado por grandes mampuestosl 66 , recuerda en mucho a lo visto en
castros vettones de la frontera lusitana, como Yecla de Yeltes.
La extensión amurallada no supera las 3,6 ha. de extensión, un tamaño medio muy
similar a Capote (3,3 ha.), que no parece apropiado para un oppidum capaz de oponers
con una mínima eficacia a una cohorte romana. Sin embargo, las impresionante
murallas que se coligen de los restos superficiales, puesto que solo se ha realizado

163 YADIN, Y.: Masada. La lor/aleza de Herodes y el úllimo baslión de los Zelo/es. Edit. Destino
Barcelona, ]977, pp. 68-69 Y 72.
164 LÓPEZ MELERO y otros, op.cit. (31); ONGIL VALENTÍN, M. 1.: "Excavaciones en el poblad
prerromano de la Villavieja del Castillejo de la Orden (Alcántara, Cáceres)", en Extremadur
Arqueológica, 1, 1988, pp. 103-108; ESTEBAN Y otros, op.cit. (48).
165 ONGIL, op.cit. (55), fig. l.
166 MARTÍN BRAVO, A.M.: "Los castros del Occidente de la provincia de Cáceres", en M
ALMAGRO-GORBEA Y A.M. MARTíN (eds.): Castro y oppida en Extremadura., Extra Complutum 4
1994, p. 264.

76
alguna cata y barridos electrofisicos, permiten considerarlo como un enclave de cierta
importancia en la vía natural que pasa a pocos kilómetros al norte, encaminada hacia un
vaso del río Tajo, posteriormente inmortalizado por el conocido Puente Trajano. Los 5,4
km. en línea de aire que separan el yacimiento de éste, unos 6 siguiendo la ribera del
Tajo, permiten comprender la importancia de estos enclaves.
Aunque del cerro se han recogido numerosos fragmentos cerámicos que
confirman su ocupación prerromana, contemporánea con la conquista, e incluso romano
alto-imperiaI 167 , la información más relevante procede de una de las dos necrópolis
identificadas, aquella que pudo ser excavada de urgencias por un equipo de la
Universidad de Extremadura, recuperándose un total de 14 tumbas de cremación
intactas en las que los ajuares de guerreros son dominantes. Espadas de empuñadura de
antenas (tipos Alcácer y Aguliar de Anguita-Illora, Quesada Il1 y IV), lanzas, cuchillitos
afalcatados y fibulas anulares de puentes filiformes, junto a vasos de perfil
bitroncocónicos y botellitas de imitación del tipo cuadrado 4 de barniz ibero-turdetano,
apuntarían fechas del siglo IV a. e. 168, es decir ajuares claramente anteriores a las
fechas de la conquista. No obstante, estas armas pudieran haber perdurado en el uso
hasta entrado el siglo JI a.C., por lo que una fecha algo más avanzada pudiera ser
factible.
De lo que no creemos tener dudas es que dicha fortificación pudo servir a lo largo
del siglo 1 a. e. como refugio fmal de un documento excepcionalmente importante para
las poblaciones de la comarca a inicios de la centuria, el llamado "bronce de
Alcántara" 169. En él se recoge la rendición del pueblo de los Seano, frente a Roma, en la
forma de un armisticio. Esta deditio está datada con seguridad en el año 104 a.e., una
fecha muy avanzada para un territorio que algunos creían conquistado tras la muerte de
Viriato en el 139 a.C. Como plantean los diferentes estudiosos de este excepcional
testimonio, en él se demuestra cómo el pretor vencedor, Lucio Cesio, devolvió al
populus de los Seano ... los prisioneros y caballos tomados, así como le permitió
conservar sus enseres, incluidas las armas se supone, sus leyes, posesiones y
construcciones (murallas), como estaban antes de su rendición 170. Como F. Cadiou ha
demostrado, las deditiones en esta época implicaban una capitulación que obligaba a
respetar ciertas condiciones por parte del vencedor: "En effect, en contrapartie, une f01s
la deditio reyue, le general romain se trouvalt désormais lié par les obligations de la
fides" (2008: 73-75).
El populus Seano[corum] debió ser una entidad étnica de cierta envergadura, no
limitada a la escasa población de un castro como El CastiJJejo, más o menos un
castellum en la terminología latina posterior1 71 . Por tanto, el Bronce de Alcántara se
presenta como un testimonio excepcional en un contexto poco atrayente para la
"Historia con mayúsculas", si no fuese por la presencia del no menos excepcional
puente cercano, pero no podemos olvidar que éste se construyó doscientos años después

167 ONGIL, op.cil. (55); MARTÍN BRAVO, op.cit. (57), P. 265.


168 ESTEBAN Y otros, op.cil. (48), p. 96.
169 LÓPEZ MELERO y otros, op.cil. (31), p. 284: contra la hipótesis de HOYOS, B. D.: "Populus
Seanoc[... ) (104 BC)", en Zeilschrift fUI' Papyrologie und Epigraphik, 83 (1990), pp. 89-93.
170 LÓPEZ MELERO y otros, op.cil. (31), p. 266; García Moreno op.cil. (38), p.67.
171 ALARCAO, op.cil. (18), p. 307.

77
y debido a unas necesidades y objetivos que nada tenían que ver con la conquista de los
otrora indomables lusitanos J72 .

La Mesa de Miranda (Chamartín, Avila) (fig.l.l 0°15).


Entre la rica arqueología de los Vettooes orientales, por donde la influencia
celtíbera hizo que se extendiesen las grandes necrópolis de cremación, el oppidum de La
Mesa de Miranda (Chamartín, Ávila) y su necrópolis de La Osera son un referente
ineludible, dada la cantidad y calidad de datos aportados a la investigación desde la
primera mitad del siglo pasado 173. Pero esta cantidad y esta calidad informativa no se
corresponde por igual entre poblado y necrópolis. Tal como ocurre en su paredros Las
Cogotas, la gran mayoría de los datos y materiales fueron aportados por las necrópolis,
fechadas en los siglos previos a la conquista romana del territorio l74 , mientras los
poblados fueron excavados escasamente, exhumando sus murallas y realizando
puntuales sondeos intramuros.
En el caso de la Mesa, inicialmente se excavaron tres supuestas casas, todas ellas
al parecer situadas en el primer recinto. La descripción publicada de estas
intervenciones es bastante concisa y no da lugar a muchas precisiones, más allá de la
primera, "casa A", que después interpretan como cuerpo de guardia de una de las
entradas principales: "Hacia la parte noroeste de la casa se encontró un piso de barro
alisado, con cenizas en varias partes, como si hubiera experimentado la acción del
fuego, encontrándose también restos de adobes y de cerámicas sin interés detacable.,,175.
E igual indican para las "casas B y C"; "la cerámica no era distinta a la corriente en la
necrópolis"176.
Y, en efecto, en los hallazgos referidos a tales intervenciones y a las extensivas de
las murallas, no se hace más referencia concreta que a la presencia de "abundantes
restos de cerámica indígena ... y de tipo ibérico pintada; algún fragmento, aunque
escaso, campaniense de importación itálica ... ,,177, de lo que podemos deducir que
existió una ocupación prerromana tardía, contemporánea con las Guerras Lusitanas a
juzgar por las fechas de aparición y generalización de las cerámicas de barniz negro
campano que están bien consolidadas en la segunda mitad del siglo II a.e. De los
metales hallados, las fíbulas transmontanas y de esquemas de La Time en general, o en
concreto, como las de puente naviforme 178, tienen una perfecta correlación en esta
cronología de Capote, por lo que se confirmaría la ocupación de la Mesa al menos hasta
las Guerras sertorianas. Recientemente se ha acometido la excavación de esta última
estructura, "C", que Molinero y Cabré sólo definieron por sus muros exteriores,

172 LIZ GUlRAL, J.: El Puente de Alcántara: arqueología e historia. Ccntro de Publicaciones del
MOPU, Madrid, 1988.
173 CABRÉ AGUILÓ, J.; CABRÉ DE MORÁN, E.; MOLINERO PÉREZ, A.: El castro y la necrópolis
del Hierro Céltico de Chamarlín de la Sierra (Ávila). Acta Arqueológica Hispana, V, Madrid, 1950.
174 ÁL VAREZ-SANCHÍS, J. R.: "El poblado fortificado deJa Mesa de Miranda y su relación con el
poblamiento prerromano del Valle Amblés", en L. BERROCAL-RANGEL y P. MORET (eds.): Paisajes
fortificados, 2007, pp. 238.
175' CABRÉ Y otros, op.cit. (64), p. 22.
176 Ibidem.
177 Ibídem, p. 36.
J 78 Ibidem, fig.6. na 3, 4, 5-6, 16,21...

78
umentándose una casa compleja, de dimensiones enonnes (250 m2) y tres fases de
_c.upación, aunque sus materiales no han sido publicados (solo noticias como el
azgo de tres posibles lanzas 179.
Según González-Tablas, la casa más antigua, (C3), arrancaría en algún momento
el siglo IV a.e., siendo sustituida por otra similar a lo largo del siglo III a.e.
(2). Esta casa colapsó ante un incendio generalizado, interpretado como consecuencia
:e la llegada de los cartagineses en el 220 a. e. a juzgar por los materiales
ueológicos hallados. Posterionnente se reconstruyó como una casa que "tendría una
rorta vida que, posiblemente no alcanzará el último tercio del siglo II a.e. El abandono
.:!e la misma se produce de fonna precipitada, dejando tras de sí todos aquellos bienes
-:ue podian entorpecer la huida.,,18o. Desgraciadamente, y con independencia del grado
fantasía aplicado a la incursión cartaginesa (a juzgar por la repercusión en
. terpretaciones de la Investigación actual, Aníbal -si de verdad estuvo- debió
.:únquistar, en un verano, toda la Meseta Norte), nada se aporta para comprobar esta
:ectura estratigráfica, de fonna que la casa C2 podría haber sido destruida durante las
guerras lusitanas y el abandono precipitado de la Cl durante las Sertorianas, conflictos
que estuvieron presentes en estos territorios al norte de Gredos con mucha más
probabilidad que una supuesta incursión cartaginesa.
Por nuestra parte, la lectura detallada de las estrategias constructivas y trazados en
:0S sistemas de fortificación del oppidum, apuntan más bien a estas fechas.
Tradicionalmente se ha definido una secuencia diacrónica para los tres recintos
JIDurallados, a partir del más grande y primero en ser ocupado, el llamado "Castillo
::'ajero" con 11,12 ha. Una cortina amurallada contornea las escarpadas paredes de los
jarrancos Matapeces y Rio Hondo, para cerrar el recinto al sur mediante un grueso
:ienzo amurallado con zarpa exterior, foso y dos puertas en sus extremos, posiblemente
defendidas por sendos bastiones cada una. Los accesos a tales puertas fueron
.:ondicionados por otras tantas bandas de piedras hincadas. La cronología para la
ocupación de este recinto se remonta al Bronce Final, a partir de materiales
descontextualizados, pero tanto este recinto como el adjunto por el sur, o "Castillo
cimero" debieron ser construidos a lo largo de los siglos IV y III a. e. a juzgar por las
dataciones de los ajuares de la necrópolis, con cuyas zonas se relacionan espacialmente
con claridad 181. Este segundo recinto mantiene las mismas técnicas, elementos y
trazados del anterior, ampliando la superficie de éste en 6 ha. más. Bien diferenciado de
estos dos, el tercer recinto presenta características totalmente diferentes.
Se construyó adosado al anterior sobre su flanco oriental y no parece haber sido
acabado por su extremo norte, quizá porque el profundo barranco sobre el Río Hondo lo
hacía prescindible. El área ampliada fue de otras 6,0 ha. más, aproximadamente, cerrada
por un lienzo de muralla que, de entrada, no respetó el antiguo camposanto de los siglos
IV y III a.e., edificándose sobre sus tumbas. Tampoco las diversas prospecciones han

179 GONZÁLEZ-TABLAS SASTRE, F. J.: "La casa vettona. Actuaciones recientes en el castro de La
Mesa de Miranda (Chamartín de la Sierra, Ávila)", en VV.AA.: Arqueología Vellona. La Meseta
Occidental en la Edad del Hierro, 200S, pp. 20S.
ISOlbidem, p. 210.
IS] ÁLVAREZ-SANCHÍS, op.cil. (65), p. 23S.

79
registrado construcciones o hábitats en su interior, por lo que se ha especulado a cerca
de una construcción fuertemente condicionada por inminentes e inesperadas
necesidades de defensa.
Pero, además, este tercer recinto muestra técnicas constructivas totalmente
novedosas, con mampostería bien trabada y de buen tamaño, a menudo ciclópea; uso de
vigas de madera y, lo que implican éstas, una estructura en armadura o entramado que
pennitió la edificación de lienzos verticales y trazados rectilíneos, sin que falten las
consabidas esquinas. Este sistema de construcción implica unos conocimientos técnicos
mucho más avanzados de lo que denuncian las murallas de los recintos prímero y
segundo. Su trazado, con quiebros regulares y poternas casi manifiesta un esquema en
cremallera helenístico que sólo pudo llegar a estas latitudes de la mano de Roma. De
hecho, su entrada se presenta de forma totalmente novedosa, un amplio vano de 60
metros de anchura que fue cerrado por una estructura avanzada e independiente,
formada por dos posibles torres cuadradas unidas por un lienzo recto. Esta construcción,
conocida como el "Cuerpo de guardia" tuvo que alcanzar una altura considerable,
realizada con tapial y entramado de vigas de madera sobre un zócalo monumental de
grandes losas ciclópeas de granito. Si su forma está completa, su concepción reflejaría
fielmente un modelo de puerta campamental romana, de las llamadas de tipo titulum '82
En este caso, incluso se cumple la norma recogida en el De Munitionibus
castron/m del Pseudo-Higinio (49-50 y 55), donde se indica que el titulum debe tener la
misma anchura que la puerta a la que protege, aunque el autor latino da 60 pies (aprox.
18 m.) no los 60 metros del "cuerpo de guardia" según A. Molinero l83 . Pero la idea es
tal que, en el caso de La Mesa, el titulum se situó ladeado, y no centrado, respecto al
vano de entrada, como si se tratase de una puerta en esviaje. Todo ello permite asegurar
una fecha más avanzada, no solo claramente relacionada con la Conquista romana l84
sino, en nuestra opinión, con los conflictos sertoríanos.

Conclusión.
En suma, la Conquista romana del Oeste peninsular dejó una huella irregular en el
registro arqueológico de los pueblos que se enfrentaron a ella. Esta consecuencia se debe
en parte al tipo de conflicto dominante, muy diferente entre las Guerras lusitanas y las
civiles que les siguieron, y a la manera de guerrear y de guerrero que conformaban las
tropas lusitanas, célticas y vetlonas. Sobre lo prímero, ya hemos destacado cómo los
conflictos centrales de la Conquista se dirimen por acciones de guerrilla, razzias y asaltos
rápidos a plazas fuertes. La existencia de sitios o asedios, que pudieron existir
puntualmente en la cima del poder de Viriato, no se conocen sin duda porque las tropas
lusitanas no tenían capacidad logística como para desarrollar un asedio o sostener un sitio.
Los testimonios de esta guerra, como el asalto del castro de Capote y la destrucción de su
santuario, fueron acciones rápidas y habituales, como el golpe de mano sobre la
fortificación del Cerro de la Cruz.

182 REDDÉ, M.: "Titulum el Clavicula. A propos des fouilles recentes d'Álesia.", en Revue Archéologique de {,Est
at du Centre-Est, 46(2), 1995, pp. 349-356.
183 CABRÉ Y otros, op.cit. (64), p. 60: "Plano general de la necrópolis con relación al castro".
184 ÁLVAREZ-SANCHÍS, op.cit. (65), p. 238.

80
Este reflejo de la guerra, tan poco "espectacular" como muy realista, tiene poco que
-.-er con el dejado por las Guerras civiles, especialmente por la comandada por Sertorio,
..:¡ue no fue más que el colofón de la Conquista en el Suroeste. Entonces, los asedios y
s:tios, los frentes más o menos estables, se hicieron efectivos porque, de una forma u otra,
Sertorio y sus generales formaron los primeros ejércitos indígenas. Por ello, los
.lbandonos definitivos de poblados castreños, la aparición de campamentos estables y la
de obras de ingeniería militar a la romana, como el tercer recinto de La Mesa
je Miranda dejan una huella mucho más destacada y detectable. Pero el registro indígena,
a sus armas y combatientes, no deja de ser escaso. Esto es porque las necrópolis,
principal fuente de materiales, son escasas y mucho más los ajuares con armas, habida
de que éstas se amortizaban en la guerra, pero también porque los Lustianos,
Célticos y Vettones fueron pueblos armados a la ligera, con lanzas, venablos, escudo
pequeño cóncavo y protecciones de tela y cuero, tal como narraron los escritores greco-
jatinos y van confmnando los grabados sobre piedra cada vez más numerosos en el
:erritorio fronterizo portugués.

81
"

<--- Incursión romana en 152AC.


¡ Frente lusitano en 141 AC.
•• Ataque romano en 139A.C.
Ataque romano en 138A.C.

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•• Movimientos de Metelo 79-78 AC.


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¡¡Frente sertonano·meteliano 77 AC.
-'o +- Movimientos de Metelo 76 AC.
--'?
2

82
INTRODUCCIÓN
Enrique Martínez Ruiz
Jesús Cantera Montenegro
Magdalena de Pazzis Pi Corrales 19

PREHiSTORIA, HiSTORIA ANTiGUA Y ARQUEOLOGÍA


Coordinador: ANGEL MORlLLO CERDÁN

SOBRE LA REPRESENTACIÓN DE LA BATALLA EN EL ARTE


GRIEGO, CON OBERTURA PRÓXIMO-ORIENTAL y CODA ROMANA.
Fernando Quesada Sanz 27

LUSITANOS, CÉLncos y VETTONES, OPONENTES DE ROMA.


LUSITANIANS, CELTICS AND VETTONES, OPPONENTS OF ROME.
Luis Berrocal-Rangel 61

MORIR SIN GLORIA. LA PERSPECTIVA ROMANA DE LA


GUERRA CONTRA LOS LUSITANOS.
DIE WITHOUT GLORY. THE ROMAN PERSPECTIVE OF THE WAR
AGAINST LUSITANIANS.
Manuel Salinas de Frías 83

LA MUERTE DE VIRIATO EN EL ARTE.


VIRlATO'S DEATH IN ART.
Jesús Gutiérrez Burón 103

HANNIBAL AD PORTAS, ANÁLISIS ESTRATÉGICO DE


ANÍBAL Y PERSPECnVAS TRAS LA BATALLA DE CAMAS.
HAN1BAL AD PORTAS, ANIBAL'S STRATEGIC ANALYSIS AND
PERSPECTIVES AFTER THE BATTLE OF CAMAS.
Carlos Díaz Sánchez 121

LA HISTORIA DEL ARTE COMO FUENTE PARA EL CONOCIMIENTO


DE LA ARQUEOLOGÍA MILITAR ROMANA: LA COLUMNA TRAJANA.
ART HISTORY AS SOURCE OF ROMAN MILITAR
ARCHEOLOGY KNOWLEDGE: THE COLUMN TRAJANA.
Rosalía María Durán Cabello
Jesús Salas Alvarez 145

13
cÁ TEDRA EXTRAORDINARIA COMPLUTENSE

DE HISTORIA MILITAR

LA GUERRA EN EL ARTE

DIRECTORES

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ


JESÚS CANTERA MONTENEGRO
MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

COORDINADOR DE EDICIÓN
ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

MADRID, 2017

3
Título original: La Guerra en el Arte
Portada: www.storyboard.ws

No se permite reproducir total o parcialmente esta obra, ni su tratamiento


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el Orense, 54.- Local posterior.
28020 Madrid.

Impreso en España-Printed in Spain


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