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SALAMANCA
1991
L O S H I S PA N O S E N E L E J E R C I TO R O M A N O D E E P O C A
REPUBLICANA
INTRODUCCION
1 A. GARCIA Y BELLIDO, Bandas y guerrillas en las luchas con Roma, Madrid, 1943.
3 Diod. V, 34, 6: "Hay una costumbre muy propia de los iberos, mas sobre
todo de los lusitanos, y es que cuando alcanzan la edad adulta, aquellos que se
asperezas de los montes; allí forman bandas considerables que recorren Iberia,
desprecio a todo".
4 abunda en el tema, referido a los lusitanos y desvelando el fondo del problema. El
continuo saqueo de tierras ricas por parte de bandas procedentes de regiones menos
favorecidas por la naturaleza extendió un estado permanente de alarma y de guerra,
que obligaba a los atacados a descuidar el propio laboreo de las tierras para dedicarse
a su defensa, preocupados más por mantener virtudes militares, y conduciendo en
muchos casos al abandono del cultivo del campo y a su empobrecimiento, en una
cadena que creaba la necesidad de lanzarse a su vez al saqueo de tribus vecinas para
poder subsistir.
necesario, habían de desear los bienes de los otros...La mayor parte de estas
luchas continuas mantenidas entre ellas mismas o, atravesando el Tajo, con las
provocadas contra las tribus vecinas...Como éstas (las tribus ricas del llano)
tenían que abandonar sus propias labores para rechazar a los de las montañas,
Los iberos en Sicilia", BRAH CIV, 1934; Id., "Contactos y relaciones entre la Magna
Grecia y la Península Ibérica", BRAH CV, 1935; Id., "Los iberos en Cerdeña, según los
textos clásicos y la arqueología", Emerita III, 1935, 225 y ss.; Id., Fenicios y
Polibio I, passim.
enemigos, las ciudades griegas y, en especial, Siracusa, e incluso, a través de este
puente insular, en la Grecia propia 7.
Pero también, todavía dentro del siglo V a. C., aparecen iberos en los ejércitos
a. C. en las luchas sicilianas (Diodoro XIII 54, 1; 56, 5; 62, 1; 85, 1), pero
8 G. SUMNER, "Roman Policy before the Hannibalic War", HSEh 72, 1967, 205 ss.;
Id., "Rome, Spain and the Outbreak of the Second Punic War. Some Clarifications",
Latomus 31, 1972, 469 ss.; R.M. ERRINGTON, "Rome and Spain before the Second
púnica y griega", en Ars Hispaniae I, Madrid, 1947; Id., La colonización púnica y griega
gobierno bárquida y la conquista romana, 237-19 a. C.", Saetabi 11, 1961, 21 ss.; A.
Protohistoria, Madrid, 1980, 389 ss.; G. CHIC GARCIA, "La actuación político-militar
cartaginesa en la Península Ibérica entre los años 237-218", Habis 9, 1978, 232-242.
legalmente controvertido aliado de Sagunto 10 . En especial, la fracción del Senado más
activa y emprendedora, ligada a intereses del tráfico comercial ultramarino y, por ello,
en cierto modo opuesta a la potenciación en exclusiva de un estado agrario y
continental, era especialmente susceptible ante el fortalecimiento cartaginés y, en
consecuencia, ante la ilimitada explotación púnica de los recursos hispanos 11 . No es,
pues, sorprendente que, decidida la rotura de hostilidades, la Península se convirtiera
en primordial objetivo estratégico para la dirección política romana, aún más por el
hecho de encontrarse entonces fuertemente mediatizada por esta facción agresiva, en
la que descollaba el clan Escipión, uno de cuyos representantes era precisamente el
cónsul en 218, año del comienzo de la guerra.
! A lo largo de los dos decenios siguientes, primero Amílcar, luego Asdrúbal y, por
fin, Aníbal consiguieron, con medios políticos y con la fuerza de las armas, ampliar
considerablemente el territorio bajo dominio público efectivo, extendiendo su influencia
incluso a territorios al margen de este dominio oficial. Esta influencia proporcionó a los
cartagineses, juntamente con unas incalculables reservas económicas, un importante
vivero de soldados, cuya consecución puede explicarse bajo el triple aspecto de la
conveniencia económica por parte indígena y de la dependencia política y la diplomacia
del lado cartaginés.
10 Vid. sobre estas relaciones, T. FRANK, "Rome, Marseille and Carthage", Mil.
Hist. 1916, 394 ss.; F. R. KRAMER, "Massilian Diplomacy before the Second Punic
War", Harvard Stud. Class. Phil. 72, 1948, 205 ss.; A.E. STIER, "Saguntum and the
origins of the Second Punic War", Latomus 26, 1967; T. A. DOREY, "The treaty with
CASSOLA, I gruppi politici romani nel III secolo a. C., Trieste, 1962.
La participación del elemento hispano en esta guerra será muy importante, cuando
no en ciertos momentos decisiva, y en ella los hispanos lucharán tanto al servicio del
estado cartaginés como al lado de Roma. Por una parte, el carácter mercenario del
ejército púnico y la influencia púnica en la Península presuponían importantes
contingentes indígenas en sus efectivos; por otra, el desarrollo de operaciones en el
litoral ibérico no permitía, lógicamente, posiciones indefinidas de neutralidad, que la
diplomacia romana se encargó de vencer sustancialmente a su favor.
púnica", Rev. Hist. Mil. VI, 10-11, 1962; VII, 12, 1963; A. BALIL, "Un factor de
13 Pol. III 33, 8 ss.: " Los que pasaron a Libia eran tersitas, mastienos, oretes,
el uso de este arma ha dado nombre a este pueblo y la isla que habitan".
importante del ejército de Aníbal. Ese año precisamente se había preparado en
Hispania un poderoso ejército que, al mando de Hasdrúbal, estaba dispuesto para ir a
Italia, pero la táctica de Escipión consiguió neutralizarlo en Baecula. A pesar de todo,
lograron reclutarse mercenarios en la Celtiberia (App. iber. 24) y, con los restos del
ejército derrotado en Baecula, Asdrúbal logró cruzar los Alpes y acudir al fatal destino
que le esperaba a orillas del Metauro, donde, según Polibio (XI 1, 11), la mayor parte
de los hispanos quedó en el campo de batalla. Las últimas levas cartaginesas,
posteriores a Ilipa, en la Península y en las Baleares, fracasaron en parte; no obstante,
en la última fase de la guerra, ya en tierra africana, todavía combatían mercenarios
celtibéricos, en número de 4.000, la mayoría de los cuales sucumbieron en la batalla de
los Grandes Campos.
14 El tema ha sido bien estudiado por J.M. MANGAS, "El papel de la diplomacia
1970, 485 ss.; J.M. BLAZQUEZ, "Las alianzas en la península ibérica y su repercusión
ADRADOS, "Las rivalidades de las tribus del NE. español y la conquista romana", Est.
Menéndez Pidal I, 1950, 563 ss.; M. T. OLIVEROS, "Los ilergetes y sus confederados",
RHN 13, 1969; J.M. TRIVIÑO, "Indíbil, un reyezuelo ibérico en la encrucijada de dos
imperialismos", CHE 23-24, 1955, 268 ss.; M. GUALLAR, Indíbil y Mandonio, Lérida,
1956.
! El que en esta ocasión se le ofreciera a Escipión el título de rey (Dión Casio LVII
48; Polibio X 40; Livio XXVII 19) ha sido generalmente visto como ejemplo de la
influencia de una gran personalidad sobre los indígenas, más proclives a comprender y
aceptar el lazo concreto de una individualidad excepcional que el abstracto de
relaciones contractuales con un Estado. En ello confluían viejas tradiciones muy
enraizadas en la idiosincrasia de los pueblos iberos, como la fides y la devotio , bien
conocidas y hace tiempo estudiadas 18 . Desde el punto de vista romano, sin embargo,
Mangas 19 ha visto cómo la actuación de las grandes personalidades no estaba
separada de la línea política mantenida por Roma y, en este momento, el Senado era
partidario de una política blanda, de captación por la diplomacia más que por las
operaciones bélicas, siempre que fuera posible; por consiguiente, existía una
coherencia entre directrices políticas de los grupos dominantes en el Senado y las
actuaciones de los generales romanos en Hispania, por encima de una política
atribuible a la voluntad de individuos desligados de las líneas generales del Gobierno.
! Y esa línea política fue seguida por Escipión en los años siguientes con total
coherencia, procurando resolver diplomáticamente los conflictos y actuando con mano
dura cuando las soluciones pacíficas parecían impracticables. Así, una vez vuelto a
Tarraco, Escipión se informó de la conducta de los indígenas para premiar a cada uno
ss.; F. RODRIGUEZ ADRADOS, "La 'fides' ibérica, Emerita XIV 1946, 128 ss.; J.M.
servicio de Roma (siglos III-I a. de J.C.", Emerita XXIV, 1956, 118 s.; J.M.
conquista romana", RIDA XIV, 1967, 233 s. En 208 Asdrúbal hacía levas en la
Celtiberia (Apiano iber. 24); al año siguiente, Asdrúbal reclutaba mercenarios junto al
océano septentrional (Apiano iber. 28) y los celtíberos auxiliaban a Magón (Apiano iber.
31). En 206, Amílcar, con un ejército de celtíberos atravesó los Pirineos en socorro de
su hermano (Apiano iber. 28) y todavía, en 203, reclutaron los cartagineses un cuerpo
los romanos, desembarcando reclutadores no lejos de Sagunto (Livio XXX 21, 3).
recientes aliados, como la incomprensión por parte indígena de la imposibilidad romana
de retirar su presencia de Hispania, una vez cumplida la expulsión púnica, antes de una
victoria definitiva sobre Cartago, aún más supuesto que esta victoria se preparaba
sobre la base de una invasión de la costa africana. Si puede negarse una voluntad de
anexión romana, no hay que suponer, sin embargo, una actitud tan intachable que no
ofreciera suficientes sospechas o temores justificados a los indígenas de encontrarse
simplemente ante un cambio de amo. Las necesidades límite de una guerra y el
recurso obligado a cualquier ayuda financiera o humana aclaran, si no justifican, la
actitud romana tras Ilipa.
Heerwesen und Kriegsführung der Griechen und Römer, Munich, 1928; M. MARIN Y
Soldier, Londres, 1969; G. FORNI, "Esperienze militari del mondo romano", en Nuove
Questioni di Storia Antica, Milán, 1972, 815 ss., con bibliografía; F.C. ADCOCK, Roman
Art of War under the Republic, Nueva York, 1940. La colección de articulos de diversos
dans le monde antique, Coll. Nat. C.N.R.S. no. 936, París, 1978, ofrecen importantes
! En los primeros tiempos, hasta mitad del siglo IV, estos aliados eran latinos y su
designación era auxilia nominis Latini et socii. Con la conquista de Italia, a los latinos se
añadieron otros contingentes de pueblos itálicos que, del mismo modo, aceptaron la
obligación de servir como socii en el ejército romano mediante un foedus. Sin embargo,
no podemos señalar estos elementos no ciudadanos de la época más antigua del
ejército romano propiamente como extranjeros. Se trata, como hemos visto, de
comunidades, pueblos o ciudades, aliados mediante un pacto y, por tanto, con ciertos
derechos reglamentados por las leyes romanas 22.
! El punto decisivo quedará marcado en este sentido por las guerras púnicas, que
lanzan a Roma fuera de la península Itálica y le proporcionan las primeras posesiones
extrapeninsulares y, con ello, pueblos con una táctica militar distinta y con una reserva
bélica extraordinaria. El contacto con los cartagineses, con el uso abundante de
22 Desde finales del siglo III a. C. hasta la guerra social en 91 a. C., los
de los efectivos anuales reclutados por Roma, según las cifras restituidas por
K.J. BELOCH, Die Bevölkerung der griechisch-römischen Welt, Leipzig, 1886; ID., Der
italische Bund unter Roms Hegemonie, Leipzig, 1880; A. AFZELIUS, Die römische
Copenhage, 1944: A. J. TOYNBEE, Hannibal's Legacy, Oxford, 1965, II, 106 ss.; P. A.
BRUNT, Italian Manpower 225 B.C. - A.D. 14, Oxford, 1971, 84 ss.; V. ILARI, Gli italici
nelle strutture militari romane, Milán, 1974. La proporción de itálicos, variable en las
fuentes, supone que oscilaba, debido a razones políticas o demográficas. Así, Veleyo II
15, 8, habla de contingentes aliados dobles en número a los romanos, mientras Apiano,
hannib. 8, testimonia para la segunda guerra púnica dos veces más que los romanos y
Polibio III 107, 12; VI 26, 7; VI 30, 2, indica en su época un número igual de infantes y
doble caballería aliada que los romanos. Según los porcentajes calculados por Ilari, op.
cit., si entre 218 y 201 la relación entre romanos y aliados era de un 45,9 y 54,1 %
respectivamente, entre 200 y 168 pasó a ser del 27,43 y 72,57, aunque también es
cierto que, en cifras relativas, los números son menos llamativos, puesto que la
! Estos elementos extranjeros llegaban por diferentes caminos a las filas del
ejército romano. Podemos suponer que el primero de ellos es el mercenariado. Ls
fuerzas púnicas y los reinos helenísticos habían visto desarrollarse el tipo de militar
profesional, con especiales características que lo hacían apreciado por su armamento,
su táctica o su capacidad guerrera. De ellos, con mucho, los más conocidos y de los
que las fuentes nos proporcionan gran cantidad de citas, son la caballeria gala y
númida, los arqueros cretenses y los honderos baleares. Y, como en los estados
helenísticos, hemos de pensar que estos efectivos humanos se conseguían mediante
el envío de personas especializadas, reclutadores, que realizan las levas. Conocemos
en el mundo helenístico incluso mercados de soldados, y no de otra manera hay que
representarse el modo en que Roma, en sus primeros intentos de conseguir una
renovación de su táctica, realizaba el ensamblaje de estos elementos en sus filas. Se
trataba, en cierto modo, de un mal necesario. La experiencia de lo ocurrido en Cartago
al finalizar la primera guerrra púnica no debía hacerlos muy atracticos, pero, sin
embargo, necesarios, si se quería oponer un ejército semejante al del enemigo.
! Emilio Paulo, pocos años después, debió utilizar también en Hispania los
servicios de tropas indígenas, seguramente apelando a sentimientos de rencor o
enemistad entre pueblos vecinos. Así se explica el famoso decreto de 189, en el que el
procónsul declaraba libres a los esclavos de la ciudad de Hasta que habitaban la Turris
Lascutana, haciéndoles entrega en usufructo de tierras de cultivo. También, en 181, el
pretor Q. Fulvio Flaco, en la Citerior, se vio obligado a reclutar cuantos auxilia pudo
sacar de los pueblos aliados (Livio XL 30, 2), lo mismo que C. Calpurnio y L. Quinctio
(Livio XXXIX 31) unos años antes.
Clientelae, 264-70 B.C., Oxford, 1958, 122 ss.; W. DAHLHEIM, Gewalt und Herrscahft.
! M. Fulvio Nobilior, tras ser derrotado frente a Numancia, solicitó la ayuda de los
pueblos vecinos (Apiano, iber. 47) y su sucesor, M. Claudio Marcelo, obtuvo el
concurso de cien jinetes enviados por la ciudad de Ocilis (Apiano, iber. 48-49). También
Lúculo, en Cauca, solicitó fuerzas de caballería (Apiano, iber. 50-52) y Metelo aceptó la
colaboración de antiguos enemigos, como Retógenes (Pap. Oxyrh. 160). Galba, en
151-150, logró reunir en Carmo 20.000 aliados, según Apiano, iber. 58; Vetilio utilizó, en
147-146, 5.000 belos y titios en su lucha contra Viriato (Apiano, iber. 61-63) y Fabio
Máximo, poco después, reclutó en la Ulterior tropas entre sus aliados (Apiano, iber. 65).
28 A. SCHULTEN, Numantia III: Die Lager des Scipio, Munich, 1927, 42.
! Pero esta masiva utilización no implicaba una integración en los cuadros del
ejército. Seguía tratándose de un expediente obligado y transitorio que las necesidades
concretas de la guerra dictaban. Así, en el sitio de Numancia,los auxiliares hispanos
estaban separados del resto de las tropas en el puesto más peligroso 29 . Se trataba
pura y simplemente de buscar una eficacia bélica, que reservaba a las levas auxiliares
indígenas la función de adaptar las fuerzas de combate al sistema del enemigo, como
una explotación más de los recursos provinciales, sin objetivos de más largo alcance.
LA EPOCA DE MARIO
29 A. SCHULTEN, Numantia III: Die Lager des Scipio, Munich, 1927; FHA IV, 75.
propietaria sobre la que se fundaba el ejército. La competencia de este capitalismo
llevó a la ruina a los pequeños campesinos, que perdieron sus tierras y vinieron a
engrosar la masa de proletarios, excluidos del servicio militar legionario, y de nada
sirvieron las tímidas medidas de rebajar el montante del censo ni los esfuerzos
conservadores de reformistas como los Gracos para devolver sus tierras al
campesinado y contar así de nuevo con una base propietaria de reclutamiento 30.
30 R. SEAGER, The crisis of the Roman Republic. Studies in political and social
Hermes 63, 1928, 240 ss.; E. GABBA, "Le origini dell'essercito professionale in Roma, i
proletarii e la riforma di Mario", Athenaeum 27, 1949, 173 ss., ID., "Ricerche
sull'essercito professionale romano da Mario ad Augusto", ibidem 29, 1951, 171 ss.; E.
VALGIGLIO, La riforma mariana del sistema di arruolamento, Cirie, 1953; R.E. SMITH,
Service in the post-marian roman army, Manchester, 1958; M.J.V. BELL, "Tactical
Reform in the Roman Pepublic Army", Historia 14, 1965, 404 ss.; J. HARMAND,
L'armée et le soldat à Rome de 107 a 50 avant notre ère, París, 1967; E. GABBA,
Esercito e società nella repubblica romana, Florencia, 1973; ID., "Sull'arruolamento dei
proletarii nel 107 a. C.", Athenaeum 51, 1973, 135 ss.; P. BRUNT, "The Army and the
Land in the Roman Revolution", JRS 52, 1962, 69 ss.; M. SORDI, "L'arruolamento dei
capite censi nel pensiero e nell'azione politica di Mario", Athenaeum 1972, 379 ss.; H.
32 Para V. ILARI, Gli italici nelle strutture militari romane, Milán, 1974, 120, la palabra
exercitus es usada fundamentalmente con dos significados: por una parte, como
referencia a la asamblea centuriada; por otra, para indicar las fuerzas armadas
33 E. GABBA, Eservito e società nella tarda repubblica romana, Florencia, 1973, 41.
delegada por el gobierno senatorial al emprender objetivos no necesariamente
determinados por este gobierno 34 . El ejército o los ejércitos, con sus propios deseos y
metas, llevaban camino de politizarse, es decir, de depositar su lealtad en un caudillo,
eventualmente enfrentado a los propios intereses del Estado 35.
34 J.A. BARTHELMESS, The Sullan Senate and the Army, Ann Arbor, 1978, 34.
Historische Zeitschrift 190, 1960, 1 ss.; P. A. BRUNT, "The Army and the Land in the
Roman Revolution", JRS 52, 1962, 69 ss.; J. HELLEGOUAR'C, "Armée et parti politique
París, 1969, 157 ss.; E. H. ERDMANN, Die Rolle des Heeres in der Zeit von Marius bis
Innsbruck, 1974.
presencia de veteranos de Mario en 103 y 100 para lograr distribuciones de tierra 36 .
Pero que el instrumento no fuera utilizado por quien más había contribuido a crearlo,
sin duda de manera involuntaria, no significaba que otros caudillos con menos
escrúpulos o mayor sentido de la oportunidad política renunciaran al formidable
potencial que encerraba. Para ello, sin embargo, hizo falta que tal instrumento se
emponzoñara entre un círculo de circunstancias desgraciadas que elevaron la espiral
de la violencia hasta los propios límites de la guerra civil.
! En todo caso, parece que se puede establecer una clara distinción entre los
auxilia de infantería y los de caballería. Los primeros, según los magros datos que
ofrecen las fuentes, fueron durante toda la República un elemento que, aunque
constante, se incluyó en el ejército a impulsos de una continua improvisación, de
36 Apiano, bell. civ.I 20, 132;30, 134; 31, 139 s. Para E. BADIAN, Foreign Clientelae
(264-70 B.C.), Oxford, 1957, 228, Mario, que había creado un ejército profesional y
agregado de clientes, utilizable, según la vieja tradición, sólo como apoyo moral y
37 W. SOLTAU, "Reiter, Ritter und Ritterstand in Rom", Zeitschrift für Oest. Gym.
62, 1911, 385 ss., J. WIESNER, "Reiter und Ritter im ältesten Rom", Klio 36, 1944, 45
Baden, 1951; CL. NICOLET, L'ordre équestre dans l'époque républicaine (312-43 av.
38 V. ILARI, Gli italici nelle strutture militari romane, Milán, 1974, passim; H.
105 ss.
39 L. CINCIUS, in Gell. 16, 4, 6: alae dictae exercitus equitum ordines, quod circum
ILARI, Gli Italici nelle strutture militari romane, Milán, 1974, 124.
guerra cimbria a orillas del Atesis (Etsch) 40 . El ala se articulaba en diez turmae,
homogéneas por nacionalidad. La turma, pues, constaba de treinta jinetes 41 . A su
mando se hallaban tres decuriones, de los que el más antiguo era, al propio tiempo,
comandante de la unidad, el praefectus turmae. Estos mandos nacionales estaban a
las órdenes del comandante del ala, el praefectus equitum, puesto reservado a
oficiales romanos, generalmente de familias patricias, y apetecido por ser un mando
único, directamente dependiente del comandante en jefe del ejército 42 . A esta
caballería aliada podían añadirse tropas montadas de auxilia extraitálicos, que, aun sin
esquemas tan fijos, se ordenaban al parecer bajo los mismos principios aliados, esto
Griechen und Römer, Munich, 1928, 309; M. MARIN Y PEÑA, Instituciones militares
romanas, Madrid, 1956, 76. Para A. LANGEN, "Über die Heeresverpflegung der Römer
im letzten Jahrhundert der Republik", Progr. Brieg. I, 1878, 12; II, 1880, 19, después de
Rome de 107 à 50 avant notre ère, París, 1967, 39, por su parte, supone que Salustio,
bell. jugurth. 46, 7, podría ser la última mención de equites romani en la historia de la
República.
41 Veg. mil. 2, 14; Varro, I 1, 5, 91. F. LAMMERT, 'turma', RE VII A, cols. 1390 ss.; J.
Munich, 1928, 270; M. MARIN Y PEÑA, Instituciones militares romanas, Madrid, 1956,
229, 393; V. ILARI, Gli Italici nelle strutture militari romane, Milán, 1974, 138.
42 J. SUOLAHTI, The Junior Officiers of the Roman Army in the Republican Period. A
Study on Social Structure, Helsinki, 1955, 203; V. ILARI, Gli Italici nelle strutture militari
1967, 46; J.M. ROLDAN, Hispania y el ejército romano. Contribución a la historia social
con iscrizione riferibile alla guerra dei socii italici", Bull. Comm. Arch. Com. 36,
1909, 168 ss.; ID., "Un nuovo frammento del decreto di Gneo Pompeo Strabone
durante l'assedio di Ascoli", ibidem 38, 1911, 273 ss.; E. PAIS, "Il decreto di Gn.
Pompeo Strabone sulla cittadinanza romana dei cavalieri Ispani", Stud. Stor. Ant. Class.
II, 1909, 113 ss.; ID., "Il decreto di Gn. Pompeo Strabone sulla cittadinanzza romana dei
cavalieri Ispani", Dalle guerre puniche a Cesare Augusto, Roma, 1918, I, 169 ss.; II,
750; ID., "Nuove osservazioni a proposito del decreto di Gneo Pompeo Strabone sulla
cittadinanza romana dei cavalieri Ispani", Rend. R. Accad. Lincei V, 19, 1910, 72 ss.; G.
Accad. Sc. Torino 45, 1909-1910, 148 ss.; ID., "Ancora il decreto di Cn. Pompeo
Strabone", ibidem 46, 1910-1911, 727 ss.; G. H. STEVENSON, "Pompeius Strabo and
130 ss.; M. GOMEZ MORENO, "Sobre los iberos: El bronce de Ascoli", Misceláneas
Historia, Arte, Arqueología. Primera parte: Antigüedad, Madrid, 1949, 233 ss.; U.
SCHMOLL, "Turma Sallvitana", Gotta 35, 1956, 304 ss.; J.M. ANDERSON, "Turma
Sallvitana. A Study in ancient iberi linguistic relationship and local substratum influence
on spanish dialects", NPh 57, 163; N. CRINITI, L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo
B.C.", Athenaeum 53, 1975, 262, ss.; J.M. ROLDAN, "Los reclutamientos romanos en
escuadrón montado auxiliar en un momento en que las difíciles circunstancias de la
guerra social impedían el recurso a la caballería regular aliada, que, en todo caso,
estaba llamada muy pronto a desaparecer. Esas circunstancias de la guerra son, pues,
las que otorgan a la turma un carácter de excepción que empuja a analizarla desde
múltiples aspectos.
46 Apiano, iber. 99, 100; Livio per. 70; Frontino 1, 8, 5; 2, 10, 1; Obsequens a los
"Reichsrecht, Volkrecht und Provinzialrecht", ZRG 57, 1937, 309 ss.; E. BADIAN,
Foreign Clientelae (264-70 B.C.), Oxford, 1958; C.K. WARRINER, "Social Integration
and the nature of Urbanisation", en R.L. STAUBER (ed.), Approaches to the Study of
Privilege in the Roman Empire, Oxford, 1970; P.A. BRUNT, "The Romanisation of the
Zaragoza, 1980.
! Como es sabido, el apelativo Sallvitana que lleva la turma mencionada en el
bronce de Ascoli procede de Salduie, núcleo urbano de la tribu ibérica de los sedetanos
sobre la que Augusto fundaría la colonia de veteranos de Caesaraugusta. Como ha
mostrado Fatás 50 , Salduie era a comienzos del siglo I a.C. un importante centro
estratégico y administrativo romano, por su situación en el límite noroccidental de la
Sedetania, que era también el de la Iberia propia, frente a las tribus celtíberas, y
cabecera de una extensa comarca, a donde fueron a confluir los reclutas indígenas
solicitados por Roma a tribus y comunidades vecinas para sus necesidades bélicas, no
sólo como hasta ahora fundamentalmente contra otros pueblos peninsulares - no hay
que olvidare la sorda guerra que aún incendiaba la Celtiberia - sino, como en este caso,
para su utilización en Italia. Los lugares de procedencia de los soldados mencionados
en el documento así lo prueban, todos ellos situados en una amplia franja entre los
Pirineos centrales y el curso medio del Ebro. Están representados, entre otras, las
grandes tribus de los ilergetes, de cuyas ciudades Ilerda y Succosa procede la sexta
parte de los jinetes; de los vascones, con soldados de Segia e Ilurcis, y de los
sedetanos, con cuatro jinetes que encabezan la lista sin mención concreta de
procedencia por pertenecer a la propia Salduie.
! La mención de tres jinetes, los tres de Ilerda, con nombre latino, en una época
en que la concesión de derechos de ciudadanía era un instrumento diplomático
otorgado apenas a las elites indígenas 51 , así como la propia condición de jinetes, es
decir, de dueños de un caballo, de los componentes de la tropa, permite adivinar en el
reclutamiento un criterio social. El papel privilegiado del jinete en las sociedades
primitivas indígenas y la utilización del caballo como símbolo de riqueza abonan la
suposición de que los jinetes que tan valerosamente combatieron en Ascoli pertenecían
a la aristocracia indígena 52 . En este sentido, podría ponerse en relación este
51 P. A. BRUNT, Italian Manpower, 225 B.C.-A.D. 14, Oxford, 1971, 204; A.N.
! Entre los muchos aspectos que podrían analizarse o recordarse con referencia
al bronce de Ascoli destacaremos sólo dos: el hecho de que el reclutamiento auxiliar
traduce por parte de los romanos una necesaria adaptación a las condiciones
indígenas y el recurso a una fórmula que se desarrollará en época imperial, el de la
conscripción territorial. La provincia era esencialmente, desde el punto de vista militar,
una fuente de reclutas disponibles. Sin una demanda sistemática, la presión de las
circunstancias ha jugado sin entrañar exigencias desmesuradas. Si hacemos excepción
de los mercenarios, los soldados de infantería y de caballería indígenas han sido
probablemente reclutados sobre la base de la organización social de las comunidades
solicitadas. Para Le Roux 54 , también la importancia de la caballería hispánica, que
refleja no sólo el bronce de Ascoli sino otras menciones literarias, responde al papel
privilegiado del jinete, cuyo puesto en la guerra remite a la jerarquía indígena. La
elección descansa, pues, sobre la aristocracia de los grupos dominantes; los equites de
la turma Sallvitana, sin duda, no eran los más humildes de sus respectivas ciudades.
53 Livio XL, 47: sestertium quater et viciens ab iis exactum, quadraginta nobiles
equites, nec obsidum nomine - nam militare iussi sunt - et tamen re ipsa ut pignus fidei
essent.
BROUGHTON, The magistrates of the Roman Republic, Ann Arbor, 19682, II 77 ss., E.
BADIAN, "Notes on provincial governors from the social war down to Sulla's victory",
! De todos modos, el papel que la turma Sallvitana juega en la guerra social, por
encima del cometido normalmente asignado a los indígenas como simples auxiliares de
un ejército romano en campaña, para llenar el vacío de los aliados rebeldes en las
unidades regulares de caballería, representa posiblemente un ejemplo de la efímera
utilización de jinetes extraitálicos en cuerpos de caballería regulares que, tras la guerra
y la promoción jurídica de los itálicos, podrían haber sustituido a las alae equitum
aliadas. Pero el estado republicano, con la tradicional miopía y falta de sensibilidad
para la administración de un imperio que les resultaba demasiado grande, no supo
sacar las consecuencias lógicas y dejó a un individualista ambicioso, César, la iniciativa
de forjar con jinetes de origen provincial un instrumento que aplicaría precisamente a
destruir ese Estado 59 .
59 M. RAMBAUD, "La cavalerie de César", Mél. Renard II, Bruselas, 1969, 650 ss.
! Las circunstancias de concesión de ciudadanía romana a la turma se explican
así satisfactoriamente; no, en cambio, la intencionalidad de Pompeyo en la utilización
de un expediente ciertamente aún inusual en el marco constitucional romano.
The Roman Citizenship, Oxford, 19732, 291 ss.; A. GILBOA, Viritane Grants of
1980.
! Más fuerte que la repugnancia romana o las dificultades jurídicas era el hecho
cierto de las ventajas que el status de ciudadano comportaba y, en consecuencia, la
aspiración de quienes no gozaban de él de adquirirlo. Así, el otorgamiento de
ciudadanía debió ser un eficaz instrumento para el estado romano de adquirir lealtades
y obtener servicios 64 .
! Fue Mario, en este como en otros aspectos fecundo innovador de una institución
tan esencial como el ejército, el primero que utilizó el otorgamiento de la ciudadanía
como instrumento de recompensa para elevar el tono de sus tropas: dos cohortes
umbrias de Camerinum - unos 1.200 soldados - recibieron del general popular la
Kolonisation und Bürgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden, 1952, 13.
ciudadanía como premio por su valor durante la guerra cimbria 65 . Que el
procedimiento era desacostumbrado, si no inconstitucional, lo demuestra el hecho de
que a la acusación de haber obrado con este otorgamiento múltiple de forma ilegal,
contestó Mario con la irónica disculpa de no haber podido oir la ley con el ruido de las
armas 66 .
! Esa misma ley debía contener una cláusula que autorizaba a los magistrados
cum imperio a conferir, con el concurso de su consilium, la ciudadanía a individuos
extranjeros. Al menos, esto es lo que parece desprenderse del documento de Ascoli, en
65 Cicerón, pro Balbo 20, 46; Val. Max. V 2, 8; Plutarco, mar. 28, 2; apopht. marii 202
D 5.
por plebiscito propuesto por el tribuno L. Calpurnio Pisón Frugi. Así al menos lo autoriza
virtus ergo civitate donari. El desajuste que crea el testimonio de Sisenna y la mención
Vid. las distintas opiniones de G.H. STEVENSON, "Pompeius Strabo and the Franchise
Question", JRS 9, 1919, 99 ss.; E. WIEHN, Die illegalen Heereskommanden in Rom bis
auf Caesar, Marburg, 1926, 64 s.; M. GELZER, "Cn. Pompeius Strabo und der Aufstieg
! El decreto de Estrabón viene a ser así no sólo término de una trayectoria, que se
reconoce ahora legal, sino también punto de partida de un fenómeno mucho más
preocupante y decisivo en la historia de la tardía república, la concentración de poder
personal, de la que la creación de ejércitos personales es sólo el primer paso en una
trayectoria política que alcanza su punto culminante en la generación siguiente,
precisamente con el hijo del general que protagoniza el decreto de Ascoli, Pompeyo el
Grande 70 .
! La reforma de Mario contribuyó a desarrollar una nueva relación de
interdependencia entre el comandante y sus tropas, múltiple y compleja, en ocasiones
descrita como "clientela militar", aunque más propiamente habría que considerarla
como un pacto de mutuo interés. Desde que las legiones se abren a un extenso
número de voluntarios proletarios, que esperan conseguir mediante el servicio militar
un cierto grado de bienestar y seguridad personal, el papel del comandante adquiere
una nueva significación. Puesto que los soldados naturalmente prefieren servir bajo el
mando de generales afortunados, que llenen generosamente sus deseos de
enriquecimiento, surge una dura competencia en el seno de la oligarquía dirigente por
conseguir mandos lucrativos en las provincias, donde más fácilmente es posible
satisfacer las aspiraciones de las tropas y, en consecuencia, asegurar su lealtad.
69 E. BADIAN, Foreign Clientelae (264-70 B.C.), Oxford, 1958, especialmente cap. XI,
252 ss.
70 Sobre los ejércitos personales, entre otros, A.V. PREMERSTEIN, Von Werden
und Wesen des Prinzipats, Munich, 1937, 23 ss.; E. GABBA, "Ricerche sull'esercito
Arcana Imperii III, Milán, 1948, 233 ss.; J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de
107 à 50 avant notre ère, París, 1967, 442 ss.; V. GIUFFRE, Aspetti costituzionali dei
potere dei militari nella tarda repubblica romana, Nápoles, 1973; N. ROULAND,
71 W.G. MESSER, "Mutiny in the Roman Army. The Republic", ClPh 15, 1920, 158
ss.; J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 272 ss.; E.H. ERDMANN, Die Rolle des Heeres in der Zeit von Marius bis
Florencia, 1975.
las normas que rigen en el juego. Es bajo esta premisa, reconocida por otra parte de
forma unánime en la investigación, bajo la que hay que considerar los privilegios
concedidos por Estrabón a la turma hispana. Lo que, en cambio, resulta menos
evidente es la capitalización política concreta en la que Estrabón pretendía invertir su
concesión. Generalmente se ha supuesto que la intención de Pompeyo, por encima del
hecho cierto de premiar el valor de un escuadrón de caballería de su ejército, era la de
afirmar su clientela extraitálica en la península Ibérica, que contaba con unas raíces
plantadas por otros miembros de la gens 72 .
74 J.A. BARTHELMESS, The Sullan Senate and the Army, Ann Arbor, 1978, passim.
19605, 538 ss.; A. SCHULTEN, Sertorio, Barcelona, 1949 (ed. orig. Leipzig, 1926); W.
SCHNUR, Sallust als Historiker, 1934, 238 ss.; V. EHERENBERG, en Ost und West,
1935, 196 ss.; R. GARDNER, en Cambridge Ancient History VIII, 376 ss. (ed. ital. Il
Saggiatore, Milán); F. TAEGER, Das Altertum 23, 1942, 324 ss. Aspectos negativos
sostienen, entre otros, V. IHNE, Römische Geschichte, Leipzig, 1886, VI, 31-33; 38-40;
H. BERVE, "Sertorius", Hermes 64, 1929, 199 ss.; J. CARCOPINO, Julio César. El
como P. TREVES, "Sertorio", Athenaeum N.S. 10, 1932, 127 ss.; E. KORNEMANN,
Homenaje a F. Lammert, 1954, 97 ss.; E. GABBA, "L'origini della guerra sociale e la vita
politica romana dopo l'89", Athenaeum 29, 1951, especialmente el cap. IX: La
seinem Vertrag mit Mithridates die Provinz Asia abgetragen?", Phil. Wochenschrift 52,
1932, 1129 ss.; E. CAVAIGNAC, "Métellus contre Hirtuleius", REA 30, 1928, 97 ss.; W.
H. BENNET, "The Death of Sertorius and the Coin", Historia 10, 1961, 459 ss.; B,.
encontrado sus recursos bélicos entre los hispanos y, con ellos, se haya enfrentado al
gobierno romano. Es también que, por vez primera, Hispania se incluye en la crisis de
la República, con sus hombres, no como un elemento pasivo, utilizado desde las
instancias del poder, sino como parte activa, en la que, en el juego de las ambiciones y
de las luchas políticas, existe una toma de partido por una u otra opción. Pero también
hay que tener en cuenta las consecuencias que para la Península tendrá el desarrollo
de la guerra sertoriana en sus tierras, que la convierten en un factor clave para el
posterior discurso de la crisis, en la forma límite de guerra civil, de la que será uno de
sus principales escenarios.
! Sabemos por Estrabón 77 que Cecilio Metelo, tras la conquista de las Baleares
en 123-122, fundó dos establecimientos en Mallorca, Palma y Pollentia, con tres mil
colonos sacados de entre los romanos de Iberia. Este dato ha dado pie a la suposición
de un respetable volumen de emigrantes en la Península para el último cuarto del siglo
II 78 . Pero si tenemos en cuenta la imposibilidad de una masiva colonización agrícola,
hasta el punto de permitir extenderla a las Baleares, y la aún más difícil posibilidad de
77 Estrabón III 5, 1.
78 Así, E. WILSON, Emigration from Italy in the Republican Age of Rome, Manchester,
1966, 22; E. GABBA, Esercito e società nella tarda repubblica romana, Florencia, 1973,
292; contra, P. A. BRUNT, Italian Manpower, 225 B.C. - A.D. 14, Oxford, 1971, 218, n. 3;
R.C. KNAPP, Aspects of the Roman Experience in Iberia, 206-100 B.C., Vitoria, 1977,
137.
interpretar las fundaciones como asentamientos de veteranos 79 , el dato sólo puede ser
reducido a las justas proporciones de interpretar los "rhomaîoi" de Estrabón - que toma
sus datos de Posidonio - en el término general de portadores de una cultura romana.
En la segunda mitad del siglo II a. C., hay que considerar como tales en la Península,
además de los itálicos que permanecen tras el servicio militar, a los hybridae e
indígenas de los centros urbanos romanos o romanizados como Carteia, Carthago
nova, Tarraco o Corduba.
457, las compara con las deducciones de Ampurias e Italica, pero no conocemos
arguye R. C. KNAPP, Aspects of the Roman Experience in Iberia, 206-100 B.C., Vitoria,
1977, 137, en esta época, el legionario es un soldado agricultor que posee tierra en
Italia y espera su licenciamiento para volver a ella, y no para asentarse en una lejana
provincia.
80 Apiano, b. c. I, 89.
! El parco material con el que contamos contiene de todos modos los elementos
precisos para dudar razonablemente del alcance de la romanización, no ya sólo en los
territorios incorporados a las provincias romanas tras Numancia, sino incluso en las ya
pacificadas anteriormente, y desautorizan la hipotética excepcionalidad, en ocasiones
señalada, de un aporte de elementos que sólo se producen posteriormente, como las
concesiones de ciudadanía, urbanización y extensión de la colonización itálica. La
imagen compleja que permiten adivinar las fuentes presenta una serie de situaciones
escalonadas, de la costa al interior, en cuanto al grado de romanización: los resultados
más maduros los ofrece la costa mediterránea y su inmediato hinterland, así como
zonas concretas del valle del Guadalquivir, en donde, a la tradicional incidencia de una
emigración itálica limitada, tanto militar, como civil, atraída por las ventajas económicas
85 Plutarco, sert. 3.
! Para nuestro tema, en esta primera etapa lusitana, interesa saber que Sertorio
logró de los indígenas una confianza ciega y, con su conocida flexibilidad y espíritu de
adaptación, hizo de su pequeño ejército, si se le compara con las fuerzas enviadas
para combatirle, un instrumento eficaz a través de una mezcla, totalmente heterodoxa,
pero efectiva, de tácticas indígenas, excelentes en la guerra de guerrillas, y disciplina
romana.
! En el 77, tras dos años de guerra, Sertorio había logrado liberar Lusitania y
neutralizado las armas romanas, obligándolas a la defensiva, y decidió entonces
dirigirse con sus tropas al valle del Ebro, donde se asentó sólidamente, acuartelando su
ejército junto a Castra Aelia, ciudad no claramente ubicada, que Schulten coloca en la
desembocadura del Jalón. Allí se le unieron las tropas de M. Perpenna, vencidas en
Italia. Era el momento de reorganizar sus fuerzas, y a esta tarea dedicó Sertorio el
invierno del 77. Livio describe la extraordinaria actividad desplegada por el caudillo
sabino en los preparativos de la guerra: fabricación de armas, entrenamiento de los
reclutas, propaganda bélica ante los representantes de las ciudades indígenas. Las
circunstancias hicieron de Sertorio en este aspecto puramente bélico y táctico un genial
precursor de los dos más grandes organizadores del ejército romano: César y Augusto.
Ni las circunstancias, ni la cantidad de fuerzas, aconsejaban prolongar la guerra de
guerrillas que Sertorio había utilizado en Lusitania. Había que organizar un ejército
romano en su armamento y táctica, ya que no en sus efectivos. Y Sertorio se aplicó a
entrenar a aquellos indígenas en la disciplina, base de la eficacia romana.
! Si es cierto, como relata Plutarco, que hubo de hacer concesiones a la
ingenuidad indígena, permitiendo y fomentando, dentro de la severidad y de la
homogeneidad del uniforme e insignias militares romanas, el innato gusto barroco de
los hispanos, no puede concluirse por ello, como hace Berve, que Sertorio actuara
como un caudillo antirromano, despreciando o, al menos, demostrando absoluto
desinterés por las formas romanas y evidenciando con ello su postura, no contra el
gobierno romano, sino contra la propia Roma. Está claro que se trataba de un modo de
dulcificar las ajenas costumbres y dura disciplina que, a partir de ahora, exigirá Sertorio
a sus aliados indígenas.
! Sertorio contaba por completo, como sabemos, con el territorio lusitano: había
sido su primer campo de operaciones y, tras el éxito sobre Metelo, podía considerarse
fuera del dominio gubernamental, ya que incluso las bases fuertes levantadas por
Metelo, como el campamento junto al actual Cáceres, fueron destruidos, como prueban
los restos arqueológicos. El Guadiana en su curso medio e inferior marcaría
aproximadamente el límite de la zona liberada y de la provincia Ulterior, fiel al Gobierno.
Por el norte, Sertorio contaba también con la Celtiberia, después de someter las pocas
ciudades que prefirieron permanecer neutrales o enemigas, como Caracca y Contrebia.
La Celtiberia proporcionó a Sertorio gran parte de sus recursos humanos, y se hicieron
famosas por su fidelidad algunas de sus comunidades, que incluso continuaron
resistiendo tras la muerte del caudillo, como Uxama, Clunia y Calagurris. El núcleo del
imperio sertoriano, sin embargo, no hay duda de que lo constituía el amplio territorio del
valle del Ebro, especialmente la orilla septentrional y su prolongación hacia los
Pirineos: aquí estaba situada Osca, la capital de Sertorio, Ilerda, Bilbilis,
Calagurris...Por último, en la costa, Valentia y Dianium servían de arsenales y bases de
operaciones en el levante ibérico.
! Todavía más hacia el este, en el valle del Ebro y la costa levantina, la población
indígena había estado sometida a más de un siglo de influencia continua romana,
aumentada en este caso por los fuertes contingentes militares y civiles procedentes de
la península Itálica que habían fijado definitivamente su residencia en la provincia
hispana. Si Sertorio asentó aquí su base de operaciones y trató de llevar la lucha a este
escenario, no es producto de una casualidad, sino de un plan bien estudiado. Sólo
conocemos para esta época dos núcleos de derecho privilegiado enclavados en su
territorio, Ilerda, colonia latina ya antes del 89, y Valentia, todavía seguramente colonia
latina, aunque posteriormente, antes del 60, alcanzara el privilegio romano. Pero esto
no excluye que otras muchas ciudades contaran con una fuerte base humana itálica,
que había transformado o estaba en vías de modificar el contexto económico-social de
la región. El tema ha sido extensamente expuesto por Gabba 87 , que demuestra con
datos cómo esta presencia de elementos romanos e itálicos explica la profunda
romanización del valle del Ebro a partir de finales del siglo II, así como las causas de
esta extensa emigración. Gabba aún intenta precisar el origen regional de estos
emigrantes: de acuerdo con las investigaciones lingüísticas de Menéndez Pidal, está
clara la presencia en el valle del Ebro de fenómenos lingüísticos que corresponden a
otros propios de la zona osco-umbra de la Italia centro-meridional. Osca sería el centro
de estos elementos procedentes de regiones de Italia con dialecto osco-umbro, aunque
no esté demasiado clara la hipótesis de derivación del nombre de la ciudad a partir de
los oscos, como sostiene Menéndez Pidal. La extensión de esta investigación a la
prosopografía hispana de época preaugústea lleva a la conclusión segura de que la
mayoría de los elementos que se instalan en el noroeste de la península Ibérica no son
propiamente romanos, sino itálicos, hecho en el que debió influir de forma fundamental
la propia composición de los ejércitos presentes en la Península, con una proporción
mayor de socii o aliados itálicos que de auténticos romanos.
87 E. GABBA, "Le origini della guerra sociale e la vita politica romana dopo l'89
LA GUERRA CIVIL
- la afirmación tanto del ejército veterano como de las dos provincias hispanas a
Pompeyo, una de las cuales - la Citerior -estaba muy ligada a él.
89 Cf. Caes., b. c. II, 18, 7: ...tamen constituerat nullam partem belli in Hispanias
provincia sciebat.
componerse de unas trece o catorce legiones, a las que habían de añadirse las cinco
que actuaban bajo Perpenna 90 .
90 P. A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 470 s. y tabla,
pág. 449.
93 Fontes Hispaniae Antiquae V, 3; P.A. BRUNT, Italian Manpower (225 B.B. - A.D.
! En segundo lugar, de los datos expuestos, queda bien claro que la situación en
Hispania exigía estas tropas y que no permanecían inactivas. Conocemos en parte, y
en parte podemos suponer, el escenario en que se movía este ejército. Los años
inmediatamente siguientes a la destrucción de Sertorio debieron ser empleados en
restablecer la situación por la fuerza en los territorios donde el caudillo había contado
con mayores simpatías y apoyos, es decir, entre los celtíberos. En los años sucesivos,
sin embargo, los esfuerzos armados se dirigen contra los lusitanos en la Ulterior y
contra los vacceos en la Citerior. En el primer caso, es César el encargado de conducir
las tropas. Desgraciadamente, las fuentes, partidarias unas y enemigas otras de César,
no permiten alcanzar una absoluta claridad sobre los motivos en la campaña de 61-60.
Para Apiano, iber. 102; b. c. 28, César, ambicioso general, más que prudente
administrador, en la gestión de su cargo habría abandonado la administración por los
más fáciles y provechosos laureles de las armas, sometiendo de este modo a "Hispania
entera". Este es el punto de vista de Dión Casio 99 , aunque este autor precisa el ámbito
en el que se movió César, el territorio montañoso de la sierra de la Estrella (mons
Herminius), donde siempre se habían refugiado los lusitanos más belicosos, confiados
en la naturaleza agreste, y la región situada al otro lado del Duero, el territoio galaico,
97 R.E. SMITH, Service in the Post-Marian Army, Manchester, 19612, 21; P.A. BRUNT,
100 Apiano, iber. 73-75; Strab. p. 152; Liv. perioc. 55-56; Flor. I, 33, 12...Vid. Fontes
101 A. GARCIA Y BELLIDO, Bandas y guerrillas en las luchas contra Roma, Madrid,
! En el año 55, la ley Trebonia asigna ambas Hispanias a Pompeyo con cuatro
legiones, es decir, las fuerzas con que regularmente contaba la Península desde fechas
anteriores 108 , pero la fuente añade que a ellas aumentó aún otras dos, quitándoselas a
César, que las necesitaba para la guerra de las Galias. Brunt 109 ha demostrado
107 Caes., b. c. I, 85, 6 s.: neque enim sex legiones alia de causa missas in
Hispaniam septimamque ibi conscriptam, neque tot tantasque classis paratas neque
submissos duces rei militaris peritos: nihil horum ad pacandas Hispanias, nihil ad usum
109 P. A. BRUNT, Italian Manpower (225 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 472 y
addenda, 714.
recientemente que Plutarco en esta noticia ha sido víctima de una confusión que
invalida sus datos. Por un lado, es poco probable que la lex Trebonia concediera a
Pompeyo sólo cuatro legiones, cuando César contaba en 55 con seis, a las que
añadiría aún dos más en 54-53, y Craso no tenía menos de ocho; de otra parte, según
Dión Cassio, 3, 33, 2, la ley que presentó C. Trebonio disponía que se diese a
Pompeyo el gobierno de Hispania con las tropas que él pidiese, dando como justa
razón el que en la Península se habían producido algunas sublevaciones. Esta razón
era aún más evidente si pensamos que, al menos las tropas de la Citerior, tras la
desafortunada campaña de Nepote, no debían tener completos sus cuadros. Además,
Pompeyo no privó a César de dos legiones, sino sólo de una, reclutada poco antes, en
54-53 110. Seguramente Plutarco ha trasladado a una fecha anterior el hecho de que, al
romperse las hostilidades entre César y Pompeyo, éste contaba en Hispania con seis
legiones, además de la Vernacula. Así pues, lo más lógico es pensar que, a las cuatro
legiones existentes a la llegada de los legados de Pompeyo, Afranio, Petreyo y Varrón,
éstos añadieron dos más, traídas de Italia, al mismo tiempo que completaban aquéllas
y reclutaban una nueva, ésta entre los elementos romanos asentados en Hispania.
! De forma indirecta sabemos, por un lado, que este ejército, al estallar las
hostilidades, era, al menos en parte, el mismo del año 55; de otra, que no había
permanecido inactivo en este lapso de tiempo, por lo que eran justos los temores de
César, al dar un gran valor a los soldados veteranos y además acostumbrados al país y
sus tácticas, que lo convertían en un peligroso enemigo. Ello se desprende en primer
lugar del epíteto vetus dado por César al ejército pompeyano 111 ; en el bellum
alexandrinum 112 , la legio II Pompeiana y la Vernacula son señaladas como veteranas
multisque proeliis expertas legiones, y aún el propio César 113 valora la táctica, ajena a
gerentes barbaro] quodam genere pugnae adsuefacti; quod fere fit, quibus quisque in
115 Caes., b. c. I, 38, 1 s.; cf. II, 18, 1; I, 85, 6. Precisamente esta división de objetivos
provincias, llevada a cabo por Augusto hacia el 16 a. C., aconsejable según la situación
humanas, es decir, el país de lusitanos y vettones, al que aún en esta época queda
Citerior, cuando sólo quede como frente de lucha contra los indígenas el norte de la
119 Ascon. 92 con Cass. Dio 36, 44, 5. Caes. b. c. II 18, 7. El patrocinio de
forman parte de sus legiones, quizás un tercio de las mismas. Cf. Caes. b. c. I 86 s.
(bell. alex. 48, 1; 50, 1; Cass. Dio 41, 24, 2; Cic. ad Att. 6, 6, 5), donde precisamente
121 Apiano b. c. II 87; bell. hisp. 35 ss.; Oros. 6, 16, 6; Val. Max. 9, 2, 4; Cass. Dio 45,
123 Así, Veleyo II 43, 4: et praetura quaesturaque mirabili virtute atque industria
obita in Hispania, cum esset quaestor sub Vetere Antistio, y el autor de bell. hisp. 42, 1:
127 Plut. caes. 12; Suet. caes. 18: profectus est, incertum metune iudicii quod privato
balb. 43: C. Caesar quum esset in Hispania praetor adfecerit, controversias sedarit,
128 Bell. hisp. 42: ...simulque patrocinio suscepto multis legationibus ab se in senatum
129 Caes. b. c. II 19 s.
131 M. GELZER, Caesar. Der Politiker und Staaatsman, Wiesbaden, 1960, 196.
138 P.A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 472 s.; cf.
Caes. b. c. I, 38; II 18, 1; 20, 4. Según Caes. b. c. I 87, se desprende que un tercio de
143 Caes. b. c. I 32, 2: ...auxilia peditum [X] milia, equitum III milia, [quae] omnibus
145 Caes. b. c. I 86 s.
147 Caes. b. c. II 21; Apiano b. c. 42; bell. alex. 48, 1; Cass. Dio 41, 24.
149 Cf. bell. alex. 63, 1: sobre el ejército de Lépido. Casio, bell. alex. 50, 3, alistó mil
jinetes e hizo levas de auxiliares en Lusitania (bell. alex. 53, 1). Bogud de Mauritania,
llegado a Hispania en ayuda de Casio, añadió a las fuerzas que traía - una legión -
153 Una buena edición con comentario es la de G. PASCUCCI, [C. Iulii Caesaris]
relativos a la relación del bell. hisp. con el corpus caesarianum y los motivos de
! El destino de este ingente ejército hispano, que había ligado su suerte al partido
pompeyano, en su mayor parte - de creer al autor del bellum hispaniense -, no
sobrevivió a Munda, ya que perecieron más de 30.000 soldados y hasta unos 3.000
caballeros romanos, que, en parte, eran hispanos 155 . Pero seguramente muchos
pudieron escapar, puesto que poco después encontramos en Corduba varias legiones -
no se precisa el número -, según la misma fuente 156 , ex perfugis conscriptae, partim
oppidanorum servi qui erant a Pompeio Sexto manumissi. No sería, siguiendo la misma
fuente, mejor el destino de los mismos, ya que, atacados por César, perecieron en
número de más de 22.000.
! Por lo que hace al ejército vencedor, tras Munda hubo de ser retirado en gran
parte de la Península, dejando César una guarnición, que, según Dión Casio, 45, 10, 1,
debía ser poco considerable, al mando de Carrinas. Apiano, b. c. 4, 83, en cambio, da
noticia de que, al enterarse César de la sublevación de Sexto Pompeyo, envió a
Carrinas con un fuerte ejército. El justo medio sería pensar que se volvió a la situación
anterior a la guerra, es decir, un complejo de dos legiones con sus correspondientes
tropas auxiliares en cada provincia, que hubo de ser aumentado naturalmente en vista
de los ánimos del joven Pompeyo y de las fuerzas que consiguió reunir a su alrededor
154 Bell. hisp. 30, 1. Seis mil jinetes con soldados de infantería ligera y seis mil
César, sin mencionar infantería, aunque antes, bell. hisp. 7, 5, afirma que en tropas
157 Apiano b. c. 1, 105; 3, 4; 4, 83; Cass. Dio 45, 10, 1; Estrabón p. 161; Cass. Dio
45, 10.
158 Frente a Cass. Dio 45, 10, que da cuenta detallada de estas felices
campañas de Sexto contra Asinio Polión, Veleyo (2, 73) hace inclinar la balanza
del lado de éste, diciendo que condujo contra Sexto una brillantísima campaña,
lo que no es probable.
159 Apiano, b. c. 4, 88, cuatro mil jinetes galos y lusitanos con Bruto, y Casio con
dos mil iberos y galos; Plut. m. ant. 32, diez mil iberos y galos en Armenia con Marco
ANtonio en 36 a. C.
1. Caballeros.
2.Legionarios, es decir, ciudadanos romanos provinciales.
3. Auxiliares: caballería, infantería y tropas ligeras.
! !
- Equites hispanos.
! En primer lugar, vemos cómo a lo largo de las guerras civiles en Hispania
aparecen en distintos lugares una serie de equites Romani cuyo especial distintivo es
su origen provincial, hispano. Como es sabido, los caballeros 160 , que en la temprana
república se incluyen en dieciocho centurias aparte de la primera clase, formando las
tropas montadas ciudadanas, hacía mucho tiempo que habían perdido esta obligación
para pasar a los aliados itálicos y, a partir del 90 a. C., a provinciales sin derecho de
ciudadanía. Su papel se había tornado preponderantemente económico, especialmente
tras el impulso dado en este sentido por los Gracos. Pero, de cualquier forma,
continuaron prestando servicio al ejército, ocupando los puestos de oficiales, tribuni y
praefecti en las legiones y en las tropas auxiliares de infantería y caballería, o bien, sin
cargo fijo, en el estado mayor del general (amici). La aparición de equites Romani
hispanos, de forma tan frecuente, no ha de extrañar teniendo en cuenta la emigración
itálica hacia Hispania y los progresos de la romanización. Aún queda subrayada esta
extensión con el ejemplo de Cicerón, que, en una carta a Asinio Polión (ad fam. 10, 32,
a), alude a catorce filas de teatro reservadas en Gades a los caballeros,lo que se
corresponde con Estrabón, III, 5, 3, que cita a quinientos caballeros gaditanos en un
censo de su época. Sabemos aún que Casio Longino hizo una leva de caballeros
romanos en la Ulterior en el año 48 a. C., cuando su intento de pasar a Africa, aunque
la fuente (bell. alex. 56, 4) añade que permitía a los que temieran servir al otro lado del
mar, redimirse con una contribución. Por ello es más probable que lo que en realidad
Casio pretendía era conseguir dinero de un estrato bien acomodado y potente
económicamente, mediante este pretexto. Pero ello no excluye el que de hecho se
encontraran muchos caballeros hispanos en la contienda. Sólo en Munda 161 cayeron
160 El mejor estudio del ordo equester para la República es de CL. NICOLET,
162 CL. NICOLET, L'ordre equestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París,
1966, 208 s., frente a E. GABBA, Athenaeum 32, 1954, 85 n. 2, duda de que se trate de
propias pérdidas en pedites y equites. Literalmente el texto, bell. hisp. 31, 9 s.,
menciona: in quo proelio ceciderunt milia hominum circiter XXX et siquid amplius,
praeterea Labienus, Attius Varius quibus occisis utrisque funus est factum, itemque
equites Romani partim ex urbe, partim ex provincia ad milia III. Nostri desiderati ad
hominum mille partim peditum, parti equitum saucii ad D. No vemos paralelo en los
otro. El autor da como cifra total de las pérdidas pompeyanas unos treinta mil hombres
y luego, de ellos, resalta como más graves la muerte de Labieno y Atio Varo y la de los
las pérdidas, cita globalmente mil hombres, en parte, infantes y, en parte, jinetes. Por
otra parte, cuando César se refiere a la caballería, es decir, a las fuerzas montadas,
utiliza las expresiones nostri equites, equitatus o equites Iuliani, pero nunca equites
Romani, que tiene un sentido muy preciso como perteneciente al orden ecuestre.
Nicolet trata de salvar este escollo aduciendo que los pompeyanos no tenían caballería
auxiliar, lo cual en ningún caso puede admitirse conociendo las formas de reclutamiento
mayor grado se sacaba la caballería auxiliar. En este sentido, hubiera cuadrado mucho
más a César esta expresión, ya que gran parte de su caballería sí era, por el contrario,
precisamente entre ellos, por sus mayores influencias y su más amplia participación en
la vida política, la lucha civil se presentara más particularmente activa y, por tal razón,
tomaran partido decidido por uno u otro bando, con todas sus consecuencias.
Conocemos incluso nominalmente a algunos. Así, anterior a la contienda, Q. Junio
había ya participado como lugarteniente de César en la campaña de las Galias 163 . Dos
hermanos, los Titios, a cuyo padre había hecho César senador, cumplen el cargo de
tribunos de la legio V 164 ; seguramente uno de ellos es el L. Titio que aparece en otro
lugar 165 como tribuno de la legio Vernacula 166 , la cual, por otro lado, considerando su
origen, es lógico que tuviera su oficialidad compuesta en su totalidad por caballeros
hispanos. Lugar relevante tiene en Munda 167 otro caballero hispano, de Italica, Q.
Pompeius Niger, paladín de César, que, a la manera heroica, según subraya la propia
fuente, aceptó el reto singular de un pompeyano, Antistius Turpio.
163 CL. NICOLET, L'ordre équestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París,
1966, 201, piensa que no se trata propiamente de un ofical del ejército, sino de un
personaje civil, que, por sus especiales dotes, fue incluido en las tropas para cumplir
166 CL. NICOLET, L'ordre équestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París,
1966, 205.
168 Bell. hisp. 26, 2. La fuente dice textualmente: qui nuntiaverunt equites Romanos
[Iulii Caesaris] bellum Hispaniense, Florencia, 1965, 299, piensa, y es lo más probable,
que la decisión de pasarse a César se refiera a todos los caballeros, pero sólo los de
Hasta, ya que sabemos cómo después cayeron en Munda tres mil, por lo que es
serían ajenas las personas más influyentes y, entre ellos, los caballeros.
169 E. GABBA, Athenaeum 32, 1954, 85, los considera como equites: contra, CL.
NICOLET, L'ordre equestre à l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 204
s.
aun sirviendo en las legiones, de ciudadanos romanos de origen hispano, sino a lo
sumo de indígenas más o menos romanizados. Es, en conjunto, el problema de la
legión - o legiones - Vernacula, que discutiremos a continuación.
172 Caes. b. c. 2, 20, 4; bell. alex. 53, 5; 54, 3; 57, 3; bell. hisp. 7, 4; 10, 3; 12; 20, 4 s.
Lancaster, 1935, 59 s.; R.E. SMITH, Service in the Post-Marian Army, Manchester,
JOSHIMURA, "Über die legio Vernacula des Pompeius", Annuario del Istituto
Munich, 1968, 187 ss.; J.M. ROLDAN, "Legio Vernacula, iusta legio?, Zephyrus 25,
soldados de la legio Vernacula o más bien a contar con una pronta concesión de la
Staatsverwaltung, Leipzig, 18812, 432 s.; R.E. SMITH, Service in the Post-Marian
Army, Manchester, 1958, 55 ss. (es el que va más lejos, puesto que supone la inclusión
107 à 50 avant notre ère, París, 1967, 235 s. El carácter peregrino lo defienden, por
Griechen und Römer, Munich, 1928, 386; CH. E. GOODFELOW, The Roman
Citizenship, Lancaster, 1935, 61 s.; A. PASSERINI, Diz. Epigr. IV, 552; E. FORNI, Il
BOTERMANN, Zetemata 46, Munich, 1968, 187-190; P.A. BRUNT, Italian Manpower
(224 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 698. Por nuestra parte, hemos discutido los
y, más recientemente, P.A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford,
1971, passim y, especialmente, apéndice 26: Peregrini in republican legions, págs. 698
ss.
RITTERLING, RE XII, 1382, 1439, 1564, 1792; H. BOTERMANN, Zetemata 46, Munich,
! El apoyo textual por el que hemos de pensar que se trata de una legión formada
regularmente con ciudadanos romanos creemos que queda evidente en la observación
del autor del bellum alexandrinum: nemo enim aut in provincia natus ut vernaculae
legionis milites aut diuturnitate iam factus provincialis, quo in numero erat secunda
legio. Un provincial peregrino no es sólo in provincia natus, y, si el autor pretendía
demostrar claramente las simpatías de ambas legiones, hubiera podido expresarlo
mejor haciendo referencia al nacimiento peregrino y a la procedencia hispana. Pero es
claro que el autor presupone soldados del mismo status jurídico, sólo con distintos
lazos con respecto a la provincia. No vemos la razón para un encubrimiento de su
carácter por parte de los cesarianos, puesto que la legio Vernacula había pertenecido
antes al ejército de Pompeyo. El contexto histórico hace, por un lado, improbable un
reclutamiento de peregrini. La formación ha de colocarse hacia el año 55 a. C., es decir,
poco después de hacerse Pompeyo cargo de la Península, puesto que el bellum
alexandrinum, 61, 1, señala a la II y Vernacula como veteranas multisque proeliis
expertas legiones, que sólo es posible pensar si ambas habían sido fogueadas en las
guerras lusitanas de Pompeyo o sus legados 178 . Y precisamente por esta época
para sustituir a la las legiones I y XV, devueltas o cedidas a Pompeyo (Suet. div.
iul. 24, 2). La Deiotariana, por su parte, sólo alcanzó status jurídico de legión con
Galacia, Deiotarus, que armó y organizó a la manera legionaria con súbditos suyos
hacia el 50 a. C. Vid. sobre el tema, por ejemplo, TH. MOMMSEN, CIL III p. 1210; E.
RITTERLING, RE XII 1791 ss.; O. CUNTZ, Jahreshefte des Österr. Inst. 25, 1929,
78-81; R. SYME, JRS 23, 1933, 19 ss.; CH. E. GOODFELOW, Roman Citizenship,
Lancaster, 1935, 60 s.
178 cf. Caes. b. c. I, 44, 2: cum Lusitanis reliquisque barbaris [continenter bellum
! La legión reclutada por Casio en el 48 para añadir a las otras cuatro que César
había dejado en Hispania tras Ilerda, no presenta ningún problema en cuanto a su
formación regular. De los textos 181 se desprende que fue numerada con el ordinal V,
probablemente por ser la quinta de sus efectivos legionarios. Casio estaba como
lugarteniente en la Bética, donde las reservas de ciudadanos eran más que suficientes
componentes le daba ocasión para ello; sólo aparecer por primera vez en bell. afric. I,
5, pero ya como veterana legio quinta. En ello debe verse el intento de encubrir una
181 bell. alex. 50, 3: quintam legionem novam conscribit; 35, 5: quinta legio nuper erat
ibi confecta.
para su propósito, puesto que, además, un poco antes, como hemos visto, muchos
veteranos de la campaña de Ilerda habían sido licenciados. Su reclutamiento, sin
embargo, no debió dejar de representar problemas, tanto por parte de la provincia, que
veía así aumentados sus gastos, como por parte de los mismos soldados, que si, como
es de suponer, se trataba en parte de licenciados, no verían con agrado ser de nuevo
incluidos en el ejército 182 .
182 bell. alex. 53, 3: augetur odium et ipso dilectus et sumptu additur legionis.
183 Caes. b. c. II 19, 3: cohortes duas, quae colonicae appellabantur, cum eo casu
184 Caes. b. c. II 18, 1: Dilectum habuit tota provincia, legionibus completis duabus
185 R. THOUVENOT, Essai sur la province romaine de la Bétique, París, 1940, 141.
como es posiblemente la cohors Servia Iuvenalis de Castulo 186 o las disposiciones al
respecto de la lex Ursonensis 187 .
1965, 192.
190 bell. hisp. 34, 2: erant hic legiones quae ex perfugis conscriptae, partim
oppidanorum servi qui erant a Pompeio Sexto manumissi. En este punto coincide
192 Caes. b. g. III, 23, 1; Cass. Dio 39, 46; Oros. 6, 8, 21.
195 Caes. b. c. I, 39, 2: equitum III milia quae omnibus superioribus bellis habuerat.
! Las causas de esta devoción de gran parte del elemento indígena a Pompeyo
han sido ya expuestas. No es comprensible una lealtad tan grande si hubiéramos de
pensar que el reclutamiento de indígenas se basaba únicamente en la obligación
impuesta de proporcionar contingentes a la fuerza o mediante el mercenariado, bien
que estos medios fueran empleados también 202 . En todo momento está presente el
y otros pueblos del Norte (Caes. b. c. I 38, 3); de Varrón en la Ulterior (Caes. b. c. II
18, 1). Cf. recuento de auxiliares en los enfrentamientos de Ilerda: ochenta cohortes
auxiliares y cinco mil jinetes (Caes. b. c. I 39, 1), y Munda: seis mil jinetes e infantes
202 Caes. b. c. I 74. Pompeyo tenía cabecillas hispanos como rehenes, seguramente
205 bell. hisp. 30, 1: erat acies XIII aquilis constituta, quae lateribus equitatu
206 Tal se desprende de Caes. b. c. II 18, 1: cohortes circiter XXX alarias addibit,
207 Con gran seguridad, como piensa A. GARCIA Y BELLIDO, Iberische Kunst in
Spanien, Maguncia, 1971, 45 s.; dos de los relieves de Osuna representan a estos
auxiliares de cohortes scutatae, armados con falcata y gran escudo ovalado, puesto
que además dichos relieves se fechan en la época de las guerras civiles. En la propia
Osuna, según bell. hisp. 41 ss., tuvieron lugar, tras Munda, duros combates entre el
resto del ejército pompeyano, que allí se había atrincherado, y las fuerzas de César.
1954, 548-550.
209 bell. hisp. 22, 7: et siqui ex nostris transfugerent, in levem armaturum conici
! Las fuentes no son desgraciadamente tan explícitas que nos proporcionen datos
concretos sobre los soldados peninsulares, si no es en el aspecto ya contemplado de
su volumen. Las noticias esporádicas sobre este punto se refieren a los auxilia en
general, sin especificar su origen concreto. Por ello, sólo es posible trazar un cuadro
general, lleno de dudas y huecos, de estas tropas auxiliares en las que, desde luego,
como hemos visto, los hispanos tiene un puesto. Por otro lado, nada autoriza a pensar
en una posición especial del elemento indígena peninsular frente a los de otras
210 Vid. J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère,
! Es poco, muy poco, lo que nos ofrecen las fuentes para intentar resolver el
problema del valor y significado de los auxilia de a pie en la época de Mario a César.
Sin embargo, se tiene la impresión, de la lectura de las fuentes, de que Roma durante
toda la época republicana en este sentido ha actuado a impulsos de una continua
improvisación, de acuerdo con las circunstancias especiales a resolver en cada una de
las campañas y aún, más concretamente, de las acciones bélicas. Aunque en algunos
casos (Diodor. XXXVI 3, 1; 8, 1) se integren elementos extranjeros traídos de lejos, lo
normal en esta época es una utilización constante de los auxilia propiamente dichos de
armas arrojadizas, a los que el ejército romano estaba acostumbrado desde las guerras
púnicas, como hemos visto. Tácticamente debían cumplir con el cometido de los
antiguos velites, es decir, de abrir el combate con este fuego ligero, para retirarse a
214 J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 41.
219 J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 271.
Heerwesen und Kriegsführung der Griechen und Römer, Munich, 1928, 312; 386.
preparación 221 , a las dificultades 222 y a la inadaptación 223 de los auxilia, a lo que se
une un cierto prejuicio o dudas respecto a su lealtad 224 y a su capacidad combativa
225.
228 J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 81-88.
der Griechen und Römer, Munich, 1928, 387 y M. MARIN Y PEÑA, Instituciones
HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París, 1967, 46
s.
equitum, aunque ya como comandantes de cuerpos de caballería independientes,
según la nueva táctica 230 .
230 Caes. b. g. III 26, 1; IV 11, 3; VII 66, 3; 66, 7; b. c. II 42, 3; III 37, 5; 38, 4; 60, 4.
Jahrbuch 4, 1894, 157 ss.; H.M.D. PARKER, The Roman Legions, Cambridge, 1958;
W.W. TARN, "Anthony's Legions", Classical Quarterly 26, 1932, 75-81; CH.E.
Soldaten und die römische Politik in der Zeit von Caesars Tod bis zur Begründung des
the Triunviral Period. A Study of the Origins of the Roman Imperial Legions, Oxford,
1958.
234 J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 49; E. SANDER, "Die Reform des römischen Heerwesens durch Iulius Caesar",
235 Estos contingentes estaban formados por jinetes enviados por las tribus
237 J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
240 E. SANDER, "Die Reform des Heerwesens durch Iulius Caesar", Historische
! En los mandos de estas unidades, sin embargo, se nota una gradación hasta su
completa similación a la forma romana. Los contingentes reclutados de los distintos
pueblos galos o germanos aparecen, naturalmente, al frente de un princeps de la tribu
de donde provienen, como había sido hasta el momento usual, pero desde el momento
que este contingente se transforma, bien organizado como cohorte o turma, aun
cuando siga llevando como jefe a un cabacilla de la tribu o principal indígena, éste lleva
un título oficial romano. Así, Vertiscus es princeps civitatis y praefectus equitum (b. g. 8,
12, 4), o bien el ejemplo de CIL V 4910, principi Trumplinorum praef. chort.
Trumplinorum. Naturalmente se trata de un paso transitorio hacia una mayor
uniformidad en la que la oficialidad es romana y pertenece al orden ecuestre. Por lo
que respecta a los suboficiales, no hay documentación que permita suponer que, ya en
época de César, existen centuriones y distintos grados de principales en estas
unidades, aunque indirectamente hay algún indicio que permite suponerlo, como es
llamar a un ala por el nombre del conocido centurio cesariano Scaeva (b. c. III 53, 4).
! Por lo que respecta a las primeras, hemos de ver en ellas, como en épocas
anteriores, aquellos elementos, en cierto modo profesionales, que, por tradición,
pertenecían desde siempre a los cuadros del ejército romano - arqueros cretenses,
honderos baleares, lanceros númidas...-, pero, en este caso, como sabemos
explícitamente, quizás superados en número por un nuevo filón, que, a partir de este
momento, no cesará de entrar cada vez de forma más numerosa en los ejércitos
romanos. Se trata del elemento germano. Estos germanos cumplirán dos importantes
papeles, precisamente aquellos de los que más necesitado andaba el ejército tardo-
republicano: la caballería y la infantería ligera, como textualmente da noticia César, b.
g. VII 65, 4.
242 TH. YOSHIMURA, "Die Auxiliartruppen und die Provinzial klientel in der
! Sin embargo, toda esta mezcla de elementos, como hemos visto, estaba
llamada a desaparecer o, quizás mejor, a unificarse. De la guerra de las Galias había
salido un ejército transformado por la aparición masiva de sujetos no ciudadanos
unificados, de los que, a partir de este momento, ya no será posible prescindir, atraídos
al servicio por la mezcla de dos principios, el mercenariado y la obligación de servir. En
ellos se encuentra el núcleo del definitivo ejército auxiliar de época imperial.
! El núcleo decisivo, tanto antes como ahora, continúan siéndolo las legiones,
formadas por ciudadanos romanos. El elemento auxiliar procede, con pocas
excepciones explicables, de los teatros de la guerra en cada caso, y este principio no
se romperá hasta la última fase de la guerra civil que abre la muerte de César. Estas
excepciones a que nos referimos son, por ejemplo, los efectivos de caballería
mencionados por César (b. c. I 39, 2), pero hay que tener en cuenta que se trata de un
ejército personal, ya revolucionario en su propio mantenimiento y, por tanto, de
excepción: la larga guerra de las Galias y los propósitos de César se unieron en la
voluntad de crear un instrumento efectivo, cuya procedencia habrían de ser
naturalmente galos y germanos.
! El gran papel que juega Hispania y los hispanos en el ejército de época tardo-
republicana, cuya importancia no se puede negar, nace del hecho fortuito de que la
guerra civil tuvo en la Península algunas de sus fases decisivas y, por tanto, gran parte
de los elementos que habrían de decidirla fueron tomados de ella.
243 Así, A. BALIL, "Un factor difusor de la romanización: las tropas hispánicas
al servicio de Roma (s. III al I a. C.)", Emerita 24, 1956, 127: "la identificación en las
guerras civiles de los hispanos a favor de un bando u otro será total"; A. GARCIA Y
J.C.)", Emerita 31, 1963, 210 s.: "Ahora veremos a los españoles tomar parte en estas
inmerso".
dentro del cual combatían, movidos por intereses más elementales, ya fuera la
coacción o esperanzas y promesas de significado puramente material. Sin ser
exhaustivos, citemos los lusitanos de Petreyo (región que diez años antes aún había
necesitado una campaña militar del propio César y que todavía en las mismas guerras
civiles será combatida por Casio Longino); celtíberos, cántabros y otras tribus del
Noroeste, reclutadas por Afranio; y, en el bando cesariano, elementos de las tribus
ibéricas del Noreste.
! En este grupo habría que incluir todavía una forma especial de utilización que se
remonta a época anterior y que son las guardias personales de indígenas peregrini de
los jefes militares, de las que ya Sertorio se había servido 244 y que han de
considerarse como institución exclusivamente hispana, con unos caracteres especiales
nacidos de las nociones fundamentales de significado religioso que ligan a los soldados
al jefe, la fides y la devotio, mezcladas con los sentimientos de clientela militar ya
mencionados más arriba. En esta época de finales de la República las encontramos
con Cn. Calpurnio Pisón 245 , Afranio 246 , el rey Juba de Muritania 247 , Casio Longino
248, el propio César 249 y el triumviro Octaviano 250 .
251 Caes. b. c. I 39, 1; 48, 7; 70, 4; 78, 1. La mención de scutati y caetrati se remonta
ya a la segunda guerra púnica (vid. Fontes Hispaniae Antiquae III 50, 53, 77 y 130),
pero sólo a partir de ahora aparecen formados en cohortes, lo que indica una
INTRODUCCION................................................2
LOS MILITES HISPANOS HASTA LA SEGUNDA GUERRA PUNICA.........4
! Hispanos al servicio púnico............................4
! Causas de la pervivencia del espíritu militar hispano..5
! La inclusión de la Península en el horizonte de inte-
! reses romano..........................................10
LOS HISPANOS EN LA SEGUNDA GUERRA PUNICA...................13
! Hispanos en las filas cartaginesas....................13
! Hispanos del lado romano..............................15
! Cambio de actitud indígena tras el final de la guerra.23
SOLDADOS HISPANOS HASTA EL FINAL DE LAS GUERRAS CELTIBERO-
LUSITANAS..................................................25
! Los comienzos de la resistencia hispana...............25
! Los auxilia en el ejército romano republicano.........29
! La conquista de la Península hasta las guerras celtí-
! bero-lusitanas y la participación de indígenas en las
! filas romanas.........................................35
! Los indígenas en las guerras celtíbero-lusitanas......41
LA EPOCA DE MARIO..........................................44
! La reforma militar de Mario...........................44
! Los auxilia tras la reforma de Mario..................49
! La utilización de auxilia hispanos fuera de la Penín-
! sula: la turma Sallvitana.............................56
! La concesión de la ciudadanía a auxilia por méritos
! de guerra.............................................67
! Politización de las concesiones de ciudadanía.........70
! Las "clientelas militares"............................73
LA GUERRA SERTORIANA.......................................80
! Hispania entre la destrucción de Numancia y Sertorio..84
! Los hispani en la guerra sertoriana...................89
LA GUERRA CIVIL...........................................105
! Hispania en vísperas de la guerra civil..............105
! Las clientelas peninsulares de César y Pompeyo.......114
! Los efectivos hispanos de la guerra civil............120
! ! - equites hispanos..............................128
! ! - legionarios hispanos: la legio Vernacula......133
! ! - los auxiliares hispanos.......................143
! Organización de los mílites hispanos de Mario a
! César................................................149
! Las reformas de César................................158
! Procedencia y métodos de reclutamiento de los
! hispanos.............................................165
! El aporte del elemento hispano a la guerra civil.....168
INDICE....................................................174
Notas
(1) A. GARCIA Y BELLIDO, Bandas y guerrillas en las luchas con Roma, Madrid,
1943.
(3) Diod., V, 34, 6: "Hay una costumbre muy propia de los iberos, ! mas sobre todo de
los lusitanos, y es que cuando alcanzan la ! edad adulta, aquellos que se
encuentran más apurados de ! recursos, pero destacan por el vigor de sus cuerpos y
su ! denuedo, proveyéndose de valor y de armas, van a reunirse en ! l a s
asperezas de los montes; allí forman bandas considerables ! q u e r e c o r r e n I b e r i a ,
acumulando riquezas con el robo, y ello !lo hacen con el más completo desprecio a
todo".
(4) Strab., III, 3, 5: "...las que habitan un suelo pobre y carente de lo más
necesario, habían de desear los bienes de los otros...La mayor parte de estas
tribus han renunciado a vivir de la tierra para medrar con el bandidaje, en luchas
continuas mantenidas entre ellas mismas o, atravesando el Tajo, con las
! provocadas contra las tribus vecinas...Como éstas (las tribus ricas del llano)
tenían que abandonar sus propias labores para rechazar a los de las montañas,
! hubieron de cambiar el cuidado de los campos por la milicia, y, en
consecuencia, la tierra no sólo dejó de producir incluso aquellos frutos que crecían
espontáneos, sino que además se pobló de ladrones".
!
(5) A. GARCIA Y BELLIDO, "Los iberos en la Grecia propia y en el !Oriente helenístico
a través de los escritores antiguos", ! Investigación y Progreso, 8, 1934, 97 ss.; ID.,
"Factores que ! contribuyeron a al helenización de la España prerromana, II.
! Los iberos en Sicilia", BRAH, CIV, 1934; ID., "Contactos y ! relaciones entre la
Magna Grecia y la Península Ibérica", BRAH, CV, 1935; ID., "Los iberos en
Cerdeña, según los textos !clásicos y la arqueología", Emerita, III, 1935, 225 y ss.;
Id., Fenicios y cartagineses en Occidente, Madrid, 1942, 150 ss.
!
(6) Heródoto, VII, 165; Polieno, stratagemata, I, 28, 1 "Theron"; ! Diodoro, passim;
Polibio, I, passim.
(8) G. SUMNER, "Roman Policy before the Hannibalic War", HSEh, 72, ! 1 9 6 7 , 2 0 5
ss.; ID., "Rome, Spain and the Outbreak of the !Second Punic War. Some Clarifications",
Latomus, 31, 1972, 469 ! ss.; R.M. ERRINGTON, "Rome and Spain before the
Second Punic ! War", Latomus, 29, 1970, 25 ss.
(15) F. RODRIGUEZ ADRADOS, "Las rivalidades de las tribus del NE. ! español y la
conquista romana", Est. Menéndez Pidal, I, 1950, ! 563 ss.
(24) Sobre la época, G. FATAS, "Hispania entre Catón y Graco", ! Hispania Antiqua, 5,
1975, 271 ss.
(28) A. SCHULTEN, Numantia III: Die Lager des Scipio, Munich, ! 1927, 42.
! !
(29) A. SCHULTEN, Numantia III: Die Lager des Scipio, Munich, ! 1927; FHA, IV, 75.
(30) R. SEAGER, The crisis of the Roman Republic. Studies in ! political and social
history, Cambridge-Nueva York, 1969.
(33) E. GABBA, Esercito e società nella tarda repubblica romana, ! Florencia, 1973, 41.
(34) J.A. BARTHELMESS, The Sullan Senate and the Army, Ann Arbor, ! 1978, 34.
(36) Apiano, bell. civ., I, 20, 132; 30, 134; 31, 139 s. Para E. !B A D I A N , F o r e i g n
Clientelae (264-70 B.C.), Oxford, 1957, 228, Mario, que había creado un ejército
profesional y reconocido cierta importancia política, sin embargo lo consideraba sólo
como un agregado de clientes, utilizable, según la vieja tradición, sólo como apoyo
moral y político, pero sin evidencia de ir más lejos.
(37) W. SOLTAU, "Reiter, Ritter und Ritterstand in Rom", ! Zeitschrift für Oest. Gym.,
62, 1911, 385 ss., J. WIESNER, "Reiter und Ritter im ältesten Rom", Klio, 36, 1944, 45
ss.; A. ALFÖLDI, Der frührömische Reiteradel und seine Eherenabzeichen, Baden-
Baden, 1951; CL. NICOLET, L'ordre équestre dans l'époque républicaine (312-43 av.
J.C), París, 1966, 15 ss.
(38) V. ILARI, Gli italici nelle strutture militari romane, Milán, ! 1974, passim; H.
GALSTERER, Herrschaft und Verwaltung im republikanischen Italien, Munich, 1976,
105 ss.
(41) Veg., mil., 2, 14; Varro, I, 1, 5, 91. F. LAMMERT, 'turma', ! RE, VII A, cols.
1390 ss.; J. KROMAYER - H. VEITH, Heerwesen und Kriegsführung der Griechen und
Römer, Munich, 1928, 270; M. MARIN Y PEÑA, Instituciones militares romanas,
Madrid, 1956, 229, 393; V. ILARI, Gli Italici nelle strutture militari romane, Milán, 1974,
138.
(42) J. SUOLAHTI, The Junior Officiers of the Roman Army in the ! Republican Period.
A Study on Social Structure, Helsinki, 1955, 203; V. ILARI, Gli Italici nelle strutture
militari romane, Milán, 1974, 131.
(44) Entre los principales trabajos sobre el epígrafe, G. GATTI, ! "Lamina di bronzo
con iscrizione riferibile alla guerra dei socii italici", Bull. Comm. Arch. Com., 36, 1909,
168 ss.; ID., "Un nuovo frammento del decreto di Gneo Pompeo Strabone durante
l'assedio di Ascoli", ibidem, 38, 1911, 273 ss.; E. PAIS, "Il decreto di Gn. Pompeo
Strabone sulla cittadinanza romana dei cavalieri Ispani", Stud. Stor. Ant. Class., II, 1909,
113 ss.; ID., "Il decreto di Gn. Pompeo Strabone sulla cittadinanzza romana dei cavalieri
Ispani", Dalle guerre puniche a Cesare Augusto, Roma, 1918, I, 169 ss.; II, 750; ID.,
"Nuove osservazioni a proposito del decreto di Gneo Pompeo Strabone sulla
cittadinanza romana dei cavalieri Ispani", Rend. R. Accad. Lincei, V, 19, 1910, 72 ss.; G.
DE SANCTIS, "Note di epigrafia giuridica. I decreti di Cn. Pompeo Strabone", Atti R.
Accad. Sc. Torino, 45, 1909-1910, 148 ss.; ID., "Ancora il decreto di Cn. Pompeo
Strabone", ibidem, 46, 1910-1911, 727 ss.; G. H. STEVENSON, "Pompeius Strabo and
the Franchise Question", JRS, 9, 95 ss.; C. CICHORIUS, "Das Offizierkorps einen
römischen Heeres aus dem Bundesgenossenkriege", Römische Studien, Leipzig, 1922,
130 ss.; M. GOMEZ MORENO, "Sobre los iberos: El bronce de Ascoli", Misceláneas
Historia, Arte, Arqueología. Primera parte: Antigüedad, Madrid, 1949, 233 ss.; U.
SCHMOLL, "Turma Sallvitana", Gotta, 35, 1956, 304 ss.; J.M. ANDERSON, "Turma
Sallvitana. A Study in ancient iberi linguistic relationship and local substratum influence
on spanish dialects", NPh, 57, 163; N. CRINITI, L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo
Strabone, Milán, 1970; H. B. MATTINGLY, "The consilium of Cn. Pompeius Strabo in 89
B.C.", Athenaeum, 53, 1975, 262, ss.; J.M. ROLDAN, "Los reclutamientos romanos en
el valle del Ebro en época republicana", Estudios en homenaje al Dr. Antonio Beltrán
Martínez, Univ. de Zaragoza, Zaragoza, 1986, 761 ss.; ID., "El bronce de Ascoli en su
contexto histórico", Reunión sobre Epigrafía hispánica de época republicana, Zaragoza,
1986, 115 ss.
(46) Apiano, iber., 99, 100; Livio, per., 70; Frontino 1, 8, 5; 2, ! 10, 1; Obsequens a
los años 98, 97 y 94; acta triumph., CIL, I2, 1, 177.
(51) P. A. BRUNT, Italian Manpower, 225 B.C.-A.D. 14, Oxford, ! 1971, 204; A.N.
SHERWIN-WHITE, The Roman Citizenship, Oxford, 19732, 292.
(53) Livio, XL, 47: sestertium quater et viciens ab iis exactum, ! quadraginta nobiles
equites, nec obsidum nomine - nam militare iussi sunt - et tamen re ipsa ut pignus fidei
essent.
(55) Apiano, iber., 100; Granio Liciniano p. 31 (Flemisch). Sobre ! el personaje, T.R.S.
BROUGHTON, The magistrates of the Roman Republic, Ann Arbor, 19682, II, 77 ss., E.
BADIAN, "Notes on provincial governors from the social war down to Sulla's victory",
The Proceedings of the African Class. Ass. 1, 1985, 1 ss.
(57) J.S. RICHARDSON, "The Tabula Contrebiensis: Roman Law in ! Spain in the
early first century B.C.", JRS, 73, 1983, 33 ss.
(59) M. RAMBAUD, "La cavalerie de César", Mél. Renard , II, ! Bruselas, 1969, 650
ss.
(60) CH. GOODFELOW, Roman Citizenship, Bryn Mawr, 1935; A.N. ! SHERWIN-
WHITE, The Roman Citizenship, Oxford, 19732, 291 ss.; A. GILBOA, Viritane Grants of
Citizenship, Jerusalén, 1958; E. BADIAN, Foreign Clientelae (264-70 B.C.), Oxford,
1958, 152; H. WOLFF, Civitas romana. Die römische Bürgerrechtspolitik vom
Bundesgenossenkrieg bis zur Constitutio Antoniniana I. Viritane Verleihungen, Colonia,
1980.
(65) Cicerón, pro Balbo, 20, 46; Val. Max., V, 2, 8; Plutarco, mar., 28, 2; apopht.
marii, 202 D 5.
(69) E. BADIAN, Foreign Clientelae (264-70 B.C.), Oxford, 1958, ! especialmente cap.
XI, 252 ss.
(70) Sobre los ejércitos personales, entre otros, A.V. ! PREMERSTEIN, Von Werden
und Wesen des Prinzipats, Munich, 1937, 23 ss.; E. GABBA, "Ricerche sull'esercito
professionale da Mario ad Augusto", Athenaeum, 29, 1961, 171 ss.; P. DE FRANCISCI,
Arcana Imperii, III, Milán, 1948, 233 ss.; J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de
107 à 50 avant notre ère, París, 1967, 442 ss.; V. GIUFFRE, Aspetti costituzionali dei
potere dei militari nella tarda repubblica romana, Nápoles, 1973; N. ROULAND,
"Armées personelles et relations clientelaires au dernier siècle de la République",
Labeo, 25, 1979, 16 ss.
(71) W.G. MESSER, "Mutiny in the Roman Army. The Republic", ClPh, ! 1 5 , 1 9 2 0 ,
158 ss.; J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 272 ss.; E.H. ERDMANN, Die Rolle des Heeres in der Zeit von Marius bis
Caesar. Militärische und politische Probleme einer Berufsarmee, Neustadt/Aisch, 1972;
H. AIGNER, Die Soldaten als Machtfaktor in der ausgehenden römischen Republik,
Innsbruck, 1974; E. GABBA, Le rivolte militari romane dal IV secolo a. C. ad Augusto,
Florencia, 1975.
(73) Así, por ejemplo, N. CRINITI, L'epigrafe di Asculum di Gn. ! Pompeo Strabone,
Milán, 1970, 184 s.
(78) Así, E. WILSON, Emigration from Italy in the Republican Age ! o f Rome,
Manchester, 1966, 22; E. GABBA, Esercito e società nella tarda repubblica romana,
Florencia, 1973, 292; contra, P. A. BRUNT, Italian Manpower, 225 B.C. - A.D. 14,
Oxford, 1971, 218, n. 3; R.C. KNAPP, Aspects of the Roman Experience in Iberia,
206-100 B.C., Vitoria, 1977, 137.
(79) A. GARCIA Y BELLIDO, "Las colonias romanas de Hispania", !AHDE, 29, 1959,
457, las compara con las deducciones de Ampurias e Italica, pero no conocemos
ninguna otra colonia de veteranos antes de las colonizaciones marianas, y, como
arguye R. C. KNAPP, Aspects of the Roman Experience in Iberia, 206-100 B.C., Vitoria,
1977, 137, en esta época, el legionario es un soldado agricultor que posee tierra en
Italia y espera su licenciamiento para volver a ella, y no para asentarse en una lejana
provincia.
(86) B. SCARDIGLI, "Sertorio: problemi cronologici", Athenaeum, ! 49, 1971, 229 ss.
(87) E. GABBA, "Le origini della guerra sociale e la vita politica ! romana dopo l'89 a.
C.", Athenaeum, N.S., 32, 1954, 41-114; 295-345.
(89) Cf. Caes., b. c., II, 18, 7: ...tamen constituerat nullam ! partem belli in Hispanias
relinquere, quod magna esse Pompei beneficia et magnas clientelas in citeriore
provincia sciebat.
(93) FHA, V, 3; P.A. BRUNT, Italian Manpower (225 B.B. - A.D. 14), ! O x f o r d ,
1971, 471.
(100) Apiano, iber., 73-75; Strab., p. 152; Liv., perioc., 55-56; ! Flor., I, 33, 12...Vid.
FHA, IV, 135-140.
(109) P. A. BRUNT, Italian Manpower (225 B.C. - A.D. 14), Oxford, !1 9 7 1 , 472 y
addenda, 714.
(113) Caes., b. c., I, 44, 2: cum Lusitanis reliquisque barbaris ! [continenter bellum
gerentes barbaro] quodam genere pugnae adsuefacti; quod fere fit, quibus quisque in
locis miles inveteraverit, ut multum earum regionum consuetudine moveatur.
(115) Caes., b. c., I, 38, 1 s.; cf. II, 18, 1; I, 85, 6. ! Precisamente esta división de
objetivos será el primer precedente conocido de la posterior división de Hispania en
tres provincias, llevada a cabo por Augusto hacia el 16 a. C., aconsejable según la
situación militar, económica y cultural de la Península, en la que destaca especialmente
el relieve dado a la región occidental, hasta entonces perteneciente a la Ulterior, pero
completamente distinta al valle del Guadalquivir por sus condiciones naturales y
humanas, es decir, el país de lusitanos y vettones, al que aún en esta época queda
añadida la zona del Duero y el Océano (Gallaecia), que, posteriormente, pasará a la
Citerior, cuando sólo quede como frente de lucha contra los indígenas el norte de la
Península (galaicos, astures y cántabros).
(119) Ascon., 92, con Cass. Dio, 36, 44, 5. Caes., b. c., II, 18, ! 7. El patrocinio de
Pompeyo explica la enorme cantidad de colonos itálicos establecidos en Hispania que
forman parte de sus legiones, quizás un tercio de las mismas. Cf. Caes., b. c., I 86 s.
(121) Apiano, b. c., II, 87; bell. hisp., 35 ss.; Oros., 6, 16, 6; ! Val. Max., 9, 2, 4; Cass.
Dio, 45, 10, 1; Estrabón, p. 161; Flor., II, 13, 87; Apiano, b. c., 5, 143...
(123) Así, Veleyo, II, 43, 4: et praetura quaesturaque mirabili ! virtute atque
industria obita in Hispania, cum esset quaestor sub Vetere Antistio, y el autor de bell.
hisp., 42, 1: initio quaesturae suae eam provinciam ex omnibus provinciis peculiarem
sibi constituisse et quae potuisset eo tempore beneficia largitum esse.
(127) Plut., caes., 12; Suet., caes., 18: profectus est, incertum ! metune iudicii quod
privato parabatur, an quo maturius sociis implorantibus subveniret, pacata
provincia...Cic., pro balb., 43: C. Caesar quum esset in Hispania praetor adfecerit,
controversias sedarit, iura ipsorum permissu statuerit...
(131) M. GELZER, Caesar. Der Politiker und Staaatsman, Wiesbaden, ! 1960, 196.
(133) Caes., b. c., I, 61, 3; Oros., 5, 24, 14; Val. Max., 7, 6 ! ext., 3.
(138) P.A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford, ! 1971, 472 s.; cf.
Caes., b. c., I, 38; II, 18, 1; 20, 4. Según Caes., b. c., I, 87, se desprende que un tercio
de los legionarios tenían domicilio en Hispania, sin contar los de la Ulterior.
(143) Caes., b. c., I, 32, 2: ...auxilia peditum [X] milia, ! equitum III milia, [quae]
omnibus superioribus bellis habuerat...
(147) Caes., b. c., II, 21; Apiano ,b. c., 42; bell. alex., 48, 1; ! Cass. Dio, 41, 24.
(149) Cf. bell. alex., 63, 1: sobre el ejército de Lépido. Casio, ! bell. alex., 50, 3,
alistó mil jinetes e hizo levas de auxiliares en Lusitania (bell. alex., 53, 1). Bogud de
Mauritania, llegado a Hispania en ayuda de Casio, añadió a las fuerzas que traía - una
legión - muchas cohortes auxiliares de hispanos (bell. alex. , 62, 1).
(154) Bell. hisp., 30, 1. Seis mil jinetes con soldados de ! infantería ligera y seis mil
auxiliares de infantería en el bando pompeyano; ocho mil jinetes en el ejército de
César, sin mencionar infantería, aunque antes, bell. hisp., 7, 5, afirma que en tropas
ligeras y caballería era superior en calidad y número a sus enemigos.
(157) Apiano, b. c., 1, 105; 3, 4; 4, 83; Cass. Dio, 45, 10, 1; ! Estrabón, p. 161; Cass.
Dio, 45, 10.
(158) Frente a Cass. Dio, 45, 10, que da cuenta detallada de estas ! f e l i c e s
campañas de Sexto contra Asinio Polión, Veleyo (2, 73) hace inclinar la balanza del
lado de éste, diciendo que condujo contra Sexto una brillantísima campaña, lo que no
es probable.
(159) Apiano, b. c., 4, 88, cuatro mil jinetes galos y lusitanos ! con Bruto, y Casio
con dos mil iberos y galos; Plut., m. ant., 32, diez mil iberos y galos en Armenia con
Marco ANtonio en 36 a. C.
(162) CL. NICOLET, L'ordre equestre a l'époque républicaine (312-!43 av. J.C.), París,
1966, 208 s., frente a E. GABBA, Athenaeum 32, 1954, 85 n. 2, duda de que se trate de
verdaderos equites Romani, apoyándose en que César a continuación cuenta sus
propias pérdidas en pedites y equites. Literalmente el texto, bell. hisp. 31, 9 s.,
menciona: in quo proelio ceciderunt milia hominum circiter XXX et siquid amplius,
praeterea Labienus, Attius Varius quibus occisis utrisque funus est factum, itemque
equites Romani partim ex urbe, partim ex provincia ad milia III. Nostri desiderati ad
hominum mille partim peditum, parti equitum saucii ad D. No vemos paralelo en los
miembros de la frase ...hominum... equites Romani, de un lado, y peditum...equitum de
otro. El autor da como cifra total de las pérdidas pompeyanas unos treinta mil hombres
y luego, de ellos, resalta como más graves la muerte de Labieno y Atio Varo y la de los
tres mil caballeros. Por el contrario, en el ejército de César, tratando de empequeñecer
las pérdidas, cita globalmente mil hombres, en parte, infantes y, en parte, jinetes. Por
otra parte, cuando César se refiere a la caballería, es decir, a las fuerzas montadas,
utiliza las expresiones nostri equites, equitatus o equites Iuliani, pero nunca equites
Romani, que tiene un sentido muy preciso como perteneciente al orden ecuestre.
Nicolet trata de salvar este escollo aduciendo que los pompeyanos no tenían caballería
auxiliar, lo cual en ningún caso puede admitirse conociendo las formas de reclutamiento
del ejército pompeyano, en una fuerte proporción hispana, precisamente de donde en
mayor grado se sacaba la caballería auxiliar. En este sentido, hubiera cuadrado mucho
más a César esta expresión, ya que gran parte de su caballería sí era, por el contrario,
itálica (bell. hisp., 10, 1 s.).
(166) CL. NICOLET, L'ordre équestre a l'époque républicaine (312-!43 av. J.C.), París,
1966, 205.
(168) Bell. hisp., 26, 2. La fuente dice textualmente: qui ! nuntiaverunt equites
Romanos coniurasse omnis qui in castris Pompei essent, ut transitionem facerent. G.
PASCUCCI, [Iulii Caesaris] bellum Hispaniense, Florencia, 1965, 299, piensa, y es lo
más probable, que la decisión de pasarse a César se refiera a todos los caballeros,
pero sólo los de Hasta, ya que sabemos cómo después cayeron en Munda tres mil, por
lo que es improbable que se tratase de un motín general. Como veremos, en la
contienda hay ciudades cesarianas y pompeyanas, y de ahí la toma de partido, en cuya
decisión no serían ajenas las personas más influyentes y, entre ellos, los caballeros.
(169) E. GABBA, Athenaeum, 32, 1954, 85, los considera como ! equites: contra, CL.
NICOLET, L'ordre equestre à l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 204
s.
(172) Caes., b. c., 2, 20, 4; bell. alex., 53, 5; 54, 3; 57, 3; ! bell. hisp., 7, 4; 10, 3; 12;
20, 4 s. Sobre la misma, A. V. DOMASZEWSKI, Neue Heidelberger Jahrbuch, 4, 1894,
169; E. RITTERLING, RE, XII, 1792, nota 2; CH. GOODFELLOW, The Roman
Citizenship, Lancaster, 1935, 59 s.; R.E. SMITH, Service in the Post-Marian Army,
Manchester, 1959, 55 s.; A. GARCIA Y BELLIDO, "Los auxiliares hispánicos en los
ejércitos romanos de ocupación (200 al 30 a. de C.)", Emerita, 31, 1963, 224 ss.; T.
JOSHIMURA, "Über die legio Vernacula des Pompeius", Annuario del Istituto
Giaponese di Cultura di Roma, 1, 1963-64, 101-106; H. BOTERMANN, Zetemata, 46,
Munich, 1968, 187 ss.; J.M. ROLDAN, "Legio Vernacula, iusta legio?, Zephyrus, 25,
1974, 457 ss.
(179) Es digno de notar en este sentido que el propio César no ! menciona a la legio
V Alaudae, aunque la aprobada concesión del derecho de ciudadanía a sus
componentes le daba ocasión para ello; sólo aparecer por primera vez en bell. afric., I,
5, pero ya como veterana legio quinta. En ello debe verse el intento de encubrir una
circunstancia desfavorable con vistas a la propaganda, que no hubiera dejado de
aprovechar en cambio contra Pompeyo en relación con la Vernacula si hubiera existido
lugar para ello.
(181) bell. alex., 50, 3: quintam legionem novam conscribit; 35, ! 5: quinta legio
nuper erat ibi confecta.
(182) bell. alex., 53, 3: augetur odium et ipso dilectus et sumptu ! additur legionis.
(183) Caes., b. c., II, 19, 3: cohortes duas, quae colonicae ! appellabantur, cum eo
casu venissent, tuendi oppidi causa apud se retinuit.
(192) Caes., b. g. , III, 23, 1; Cass. Dio, 39, 46; Oros., 6, 8, ! 21.
(205) bell. hisp., 30, 1: erat acies XIII aquilis constituta, ! quae lateribus equitatu
tegebatur, cum levi armatura milibus sex.
(206) Tal se desprende de Caes., b. c., II, 18, 1: cohortes ! circiter XXX alarias addibit,
que ha de ser el precedente de las cohortes equitatae de época imperial.
(207) Con gran seguridad, como piensa A. GARCIA Y BELLIDO, ! Iberische Kunst in
Spanien, Maguncia, 1971, 45 s.; dos de los relieves de Osuna representan a estos
auxiliares de cohortes scutatae, armados con falcata y gran escudo ovalado, puesto
que además dichos relieves se fechan en la época de las guerras civiles. En la propia
Osuna, según bell. hisp., 41 ss., tuvieron lugar, tras Munda, duros combates entre el
resto del ejército pompeyano, que allí se había atrincherado, y las fuerzas de César.
Vid. representación de los mismos en op. cit., láms. 67-69, y en A. GARCIA Y
BELLIDO, en Historia de España de Menéndez Pidal I, 3: España prerromana, Madrid,
1954, 548-550.
(208) Caes., b. c., I, 39, 1; 48, 7; 55; II, 70, 4; 75, 2; 78, 1.
(209) bell. hisp., 22, 7: et siqui ex nostris transfugerent, in ! levem armaturum conici
eumque non amplius X. VII accipere.
(210) Vid. J. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 !avant notre ère,
París, 1967, 262 ss., y especialmente, 271 s.
(230) Caes., b. g., III, 26, 1; IV, 11, 3; VII, 66, 3; 66, 7; b. ! c., II, 42, 3; III, 37, 5; 38, 4;
60, 4.
(235) Estos contingentes estaban formados por jinetes enviados por ! las tribus
galas amigas de los eduos, tréveros y lingones, por germanos e hispanos.
(242) TH. YOSHIMURA, "Die Auxiliartruppen und die Provinzial ! klientel in der
römischen Republik", Historia, 10, 1961, 473 ss.
(243) Así, A. BALIL, "Un factor difusor de la romanización: las ! tropas hispánicas al
servicio de Roma (s. III al I a. C.)", Emerita, 24, 1956, 127: "la identificación en las
guerras civiles de los hispanos a favor de un bando u otro será total"; A. GARCIA Y
BELLIDO, "Los auxiliares hispánicos en los ejércitos de ocupación (200-30 antes de
J.C.)", Emerita 31, 1963, 210 s.: "Ahora veremos a los españoles tomar parte en estas
contiendas civiles...como partidarios de soluciones políticas integradas en una
organización estatal suprema...Roma...un estado en el que el español se siente
inmerso".
(251) Caes., b. c., I, 39, 1; 48, 7; 70, 4; 78, 1. La mención de ! scutati y caetrati se
remonta ya a la segunda guerra púnica (vid. FHA, III, 50, 53, 77 y 130), pero sólo a
partir de ahora aparecen formados en cohortes, lo que indica una organización de cuño
romano.