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LA REPRESIÓN

Defensa

Inconciliable separa A/R protege al psiquismo

Cuando una pulsión choca con resistencias entra en un estado de represión. Ésta es algo
intermedio entre la huida y el juicio adverso.

Las pulsiones siempre deparan placer, para que sea displacentera, la satisfacción placentera
debería entrar en conflicto o ser inconciliable con otras. Sería placer para un sistema y
displacer para otro. Para que se produzca la represión, el displacer debe cobrar un poder
mayor que el placer.

La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen y su esencia consiste


en rechazar algo de la CC y mantenerlo alejado de ella. Para que esto suceda debe haber una
distinción entre un sistema cc e ic.

 Mantener alejado un contenido de la conciencia.


 Implica un gasto constante.
 La represión es móvil.
 No puede haber represión si no hay división de lo consiente e inconsciente.

Freud plante tres tipos:

Represión primordial: A la representación del representante de la pulsión se le deniega la


admisión en lo cc. Se establece una fijación, el representante queda inmutable y la pulsión
sigue ligada a él.

Represión propiamente dicha: Recae sobre los retoños psíquicos de la representación del
representante de la pulsión reprimida o pensamientos que entraron en asociación con él. Los
retoños psíquicos buscan emerger en la cc, si emergen, la represión cae sobre los retoños
psíquicos y los vuelve icc. La represión no sucede de un solo golpe, es un gasto constante de
energía porque lo que está reprimido busca emerger a la cc y esta debe rechazarlo. No solo lo
rechaza, sino aquello que está reprimido primordial ejerce una atracción con sus retoños hacia
el icc.

Retorno de lo reprimido: Existe en lo icc, busca emerger en la cc y siempre aparecen


elementos que se ponen en conexión con aquello reprimido. Puede suceder por tres factores:
que se debilite la contrapresión que ejerce la cc, que se haga un refuerzo pulsional de lo que
estaba reprimido, o que haya acontecimientos actuales que se pongan en conexión con esos
sucesos reprimidos y favorezcan que algo de lo reprimido vuelva a emerger en la cc.

La represión trabaja de manera individual ya que cada uno de los retoños de lo reprimido
puede tener su destino particular. Además, es móvil, exige un gasto de fuerza constante. Es
decir, lo reprimido ejerce una presión continua en dirección a lo CC, a raíz de lo cual el
equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresión incesante. El mantenimiento
de una represión supone, por tanto, un derroche continuo de fuerza, y en términos
económicos su cancelación implicaría un ahorro.
TEORIA DEL INCONCIENTE DE SIGMOUND FREUD:
Freud sostenía que el aparato psíquico está compuesto por diferentes capas, instancias o
estratos: consciente, preconsciente e inconsciente, cada uno con características propias.

En la analogía que comúnmente utilizaba para explicar la dinámica del aparato psíquico, a este
lo refiere como un iceberg donde la punta que sobresale, y que es la parte más pequeña, es el
consciente, la media es el preconsciente, y la más amplia y profunda que queda abajo, es el
inconsciente. Cada estrato posee características propias.

El consciente es el resultado de estimulaciones externas, de experiencias internas reanimadas,


o la combinación de ambas. También nos da el momento presente de conciencia y la
conciencia de identidad.

El preconsciente contiene los recuerdos latentes que pasan a la conciencia en forma


espontánea, deliberadamente cuando nosotros nos obligamos a recordar o mediante la
asociación con estímulos actuales. Almacena todas las experiencias que nosotros por voluntad
propia queremos olvidar en lo que llamamos proceso de supresión. Se encuentra entre el
consciente y el inconsciente.

El inconsciente para Freud es lo desconocido, lo comúnmente inaccesible, se encuentra


constituido por motivos psicobiológicos básicos que se oponen a motivos conscientes, y
producen los principales conflictos en la vida. Aquí se acumulan todas las experiencias vividas y
olvidadas a lo largo de nuestra vida y podemos encontrar la justificación de los pensamientos,
sentimientos, emociones, deseos y placeres para los que no encontramos una explicación
consciente.

“Todo lo reprimido lo reprimido es inconsciente, mas no todo lo inconsciente coincide con lo


reprimido.”

“… El inconsciente es el círculo más grande que incluye dentro de sí el círculo más pequeño del
consciente; todo consciente tiene su paso preliminar en el inconsciente, mientras que el
inconsciente puede detenerse con este paso y todavía reclamar el pleno valor como actividad
psíquica…”

El enfoque metapsicológico consiste en la elaboración de modelos teóricos que no están


directamente vinculados a una experiencia práctica o a una observación clínica; se define por
la consideración simultánea de los puntos de vista dinámico, tópico y económico. La
metapsicología se refiere en psicoanálisis a dos conceptos diferentes:

En un sentido estricto, Freud describe como análisis "metapsicológico" una manera precisa de
ver un proceso, mecanismo o fenómeno psíquico, considerando para su descripción tres
aspectos:

a) Aspecto dinámico: Cuáles son las fuerzas en conflicto que intervienen en la dinámica de su
aparición y desarrollo;

b) Aspecto tópico: donde acontece, es decir en qué sistema psíquico ocurre

c) Aspecto económico: cómo cambian las investiduras energéticas, qué ocurre a nivel de la
distribución y equilibrio de energía pulsional (aspecto económico).
Multivosidad del sentido de lo inconsciente y el punto de vista tópico

PRECONSCIENTE: lo que no es consiente, pero es susceptible de conciencia (recordarse).

Punto de vista descriptivo: ICC // CC

Punto de vista tópico, dinámico, económico: ICC // PreCC // CC

Metapsicología

Censura fuerte/gruesa: entre ICC y PreCC.

Censura que con esfuerzo se recupera: entre PreCC y CC.

Sentimiento inconsciente de culpa: ¿Existen sentimientos inconscientes?

El afecto es un acto de conciencia

Ej.: el sentimiento de culpa es consciente, pero el porqué de esa culpa es inconsciente.

Cualidades del sistema inconsciente:

 El inconsciente es atemporal: no reconoce pasado ni futuro, todo en él es presente.


 No presenta ni reconoce contradicciones
 Se rige por el principio de placer: busca siempre gratificación y no tolera el displacer.
Su lema podría ser “quiero lo que deseo cuando lo necesito”.
 No hay negación, no hay duda.
 No hay contradicción.
 Energía libre
 Condensación y desplazamiento.
Pulsión y destino de pulsión:
Freud define a la pulsión como un concepto básico convencional y lo llena de contenido.
Construye en concepto diferenciándolo del instinto y de la genitalidad.

Primeramente, lo diferencia del estímulo (donde una fuerza de choque momentánea que
proviene desde el afuera aportada al tejido vivo es descargada también hacia fuera mediante
una acción acorde al fin y se basa en el principio de constancia donde el sistema nervioso se
quiere conservar libre de todo estimulo – modelo del arco reflejo), en la pulsión el estímulo
proviene desde el interior del propio organismo y es un esfuerzo constante (DRANG) por lo
que una huida no es efectiva.

Al estímulo pulsional lo llama necesidad y lo que la cancela es la satisfacción de la fuente


interior del estímulo y sólo puede alcanzarse mediante una modificación del mundo exterior,
apropiada a la meta.

El aparato psíquico se rige por el principio del placer (regulado por sensaciones de la serie
placer/displacer): el sentimiento de displacer tiene que ver con un incremento del estímulo y
el del placer con su disminución.

Principio de placer/displacer è rompe con el principio de constancia.

Por lo que la pulsión es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático (es lo que le
permite a Freud limitar la especificidad y el valor propio de la sexualidad para el psicoanálisis y
lo que le permite despegar de la biología). Es el REPRESENTANTE psíquico de los estímulos que
provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, es una medida de exigencia de trabajo
que es impuesta a lo anímico debido a su traba con lo somático.

Ante la ineficacia de la huida surge la necesidad de los cuidados ajenos, esto adquiere una
relevancia en la construcción del concepto de pulsión, por ejemplo: el acto del
amamantamiento.

Esta intervención del otro permite entender los cuidados maternales, los que además de
intervenir en la satisfacción de la necesidad producen un efecto de erogeneización del cuerpo
(zonas erógenas).

Vemos como esto no cancela la necesidad, pero se arma un recorrido que la toma como punto
de partida (se apoya en la primera experiencia de satisfacción) y en la dimensión biológica de
los estímulos de la necesidad (de las cuales se independiza). Por esto es que Freud enuncia que
la pulsión nace apoyada en las funciones de la conservación de la especie, pero rápidamente
se independiza de ellas. Dualismo pulsional: Pulsiones de conservación vs. Pulsiones sexuales.

Freud separa las pulsiones en dos grandes grupos:

a) las pulsiones yoicas o de auto conservación, del lado de la necesidad interior, el individuo es
lo principal, éste aprecia a la sexualidad y a la satisfacción sexual como una necesidad.

b) las pulsiones sexuales, el individuo es un apéndice temporario y transitorio del plasma


germinal para las próximas generaciones. La LIBIDO es la fuerza en la cual se exterioriza la
pulsión sexual.
Freud considera 4 elementos de la pulsión:

Fuerza/empuje: suma de fuerza, que implica una suma de excitación del trabajo constante.

Meta: siempre es la satisfacción. La meta se cancela en la fuente de la pulsión.

Objeto: En o por lo cual la pulsión se satisface. No hay nada más variable en la pulsión que se
objeto.

Fuente: Proceso somático que se desarrolla en un órgano o parte del cuerpo.

¿Qué tienen en común los objetos? Son todos determinados a llevarlos a los labios, que
quedaron estimulados por el pecho materno, por lo que para cancelar la pulsión le aplico más
estímulo. Sólo así se entiende la particularidad de la sexualidad humana (la descarga) y sólo así
se explican los momentos previos al acto sexual. En ese placer preliminar se da un
acrecentamiento de los estímulos que no tienen que ver con la descarga y pone en juego
ciertas zonas erógenas que no necesariamente están conectadas con la reproducción.

Vemos que existen zonas erógenas que no están ligadas a la totalidad biológica, que son punto
de partida de un recorrido (de un movimiento) que parte de la fuente y que retorna a la fuente
y en donde el objeto se perdió, aunque no exista porque no había objeto, decimos entonces
que las pulsiones son parciales.

Los destinos de las pulsiones son formas de defensa contra las pulsiones, contra sí misma,
existen dos destinos que son defensa de toda pulsión: sublimación y represión.

a) El trastorno hacia lo contrario: se da en dos procesos: 1) La vuelta de la pulsión de la


actividad a la pasividad (sadismo-masoquismo, ver-exhibir 2) trastorno en cuanto al contenido
(la mudanza del amor en odio).

b) La vuelta hacia la persona propia: el masoquismo es un sadismo vuelto hacia el propio yo y


la exhibición lleva a mirarse el propio cuerpo. Vemos que cambia el objeto, pero se mantiene
inalterada la meta.

c) La represión (en capítulo aparte), Freud la ubica como parte del concepto de la pulsión.

d) La sublimación (no la describe en este escrito): es un destino de pulsión sin represión.


Destino en el cual se adquieren los logros culturales. Es la capacidad de producir algo diferente
con la pulsión que no sea la represión y la consiguiente neurosis.

La organización genital infantil:


El carácter principal de esta «organización genital infantil» es, al mismo tiempo, su diferencia
respecto de la organización genital definitiva del adulto. Reside en que, para ambos sexos, sólo
desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un primado genital, sino un
primado del falo.

El varón percibe la diferencia con las mujeres, pero no la relaciona con una diversidad de sus
genitales. Presupone que todos los otros seres poseen un genital parecido al suyo.

Esta parte del cuerpo que se excita con facilidad, ocupa un alto grado de interés y plantea
investigaciones, querría verlo en otra persona para compararlo con el suyo. La fuerza
pulsionante que esta parte desplegará más tarde en la pubertad se exterioriza en aquella
época de la vida, como curiosidad sexual.

Debido a las indagaciones el niño descubre q el pene no es común a todos. Su reacción frente a
las primeras impresiones de falta de pene es que la desconocen, piensan que ya crecerá, y
después llegan a la conclusión de que estuvo, pero fue removido. La falta de pene es
entendida como el resultado de una castración. Sólo alcanza significación el complejo de
castración si su génesis se articula con el primado del falo.

Pero no se crea que el niño generaliza tan rápido ni tan de buen grado su observación de que
muchas personas del sexo femenino no poseen pene; El niño cree, al contrario, que sólo
personas despreciables del sexo femenino, probablemente culpables de las mismas mociones
prohibidas en que él mismo incurrió, habrían perdido el genital, Pero las personas respetables,
como su madre, siguen conservando el pene.

Para el niño, ser mujer no coincide todavía con falta del pene. Cuando se plantea los
problemas de la génesis y el nacimiento de los niños, y deduce que solo las mujeres pueden
parir hijos, también la madre perderá el pene y se edificarán teorías que explican el trueque
del pene a cambio de un hijo.

La elección de objeto introduce la primera oposición sujeto-objeto. En el estadio de la


organización pre genital la oposición activo-pasivo es la dominante; en la fálica la oposición es
genital masculino-castrado; sólo con la culminación del desarrollo en la pubertad la polaridad
sexual coincide con masculino-femenino. Lo masculino es el sujeto, la actividad y el pene; lo
femenino el objeto, la pasividad.

Sepulta miento del complejo de Edipo:


El complejo de Edipo es el fenómeno central del período sexual de la primera infancia.
Después cae sepultado, sucumbe a la represión, y es seguido por el período de latencia. Se iría
al fundamento a raíz de su fracaso como resultado de su imposibilidad interna.

Si bien es vivenciado de manera enteramente individual por la mayoría de los humanos, es


también un fenómeno determinado por la herencia, dispuesto por ella, que tiene que
desvanecerse de acuerdo con el programa cuando se inicia la fase evolutiva siguiente,
predeterminada.

La fase fálica, contemporánea a la del complejo de Edipo, no prosigue su desarrollo hasta la


organización genital definitiva, sino que se hunde y es relevada por el período de latencia. Su
desenlace se consuma de manera típica y apuntalándose en sucesos que retornan de manera
regular.
Cuando el niño (varón) ha colocado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta
ocupación manual en ellos, y después tiene que hacer la experiencia de que los adultos no
están de acuerdo con ese obrar. Sobreviene la amenaza de que se le arrebatará esta parte tan
estimada por él.

La organización genital fálica del niño se va al fundamento a raíz de esta amenaza de


castración. Al principio el varoncito no presta creencia ni obediencia algunas a la amenaza.
Sólo tras hacer una nueva experiencia empieza el niño a contar con la posibilidad de una
castración. La observación que por fin quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales
femeninos. Con ello se ha vuelto representable la pérdida del propio pene, y la amenaza de
castración obtiene su efecto con posterioridad. La vida sexual del niño en esa época en modo
alguno se agota en la masturbación. Se la puede observar en la actitud edípica hacia sus
progenitores; la masturbación es sólo la descarga genital de la excitación sexual perteneciente
al complejo, y a esta referencia deberá su significatividad para todas las épocas posteriores. El
complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y una pasiva.
Pudo situarse de manera masculina (activa) en el lugar del padre y mantener comercio con la
madre, sintiendo como obstáculo al padre; o quiso sustituir a la madre (pasiva) y hacerse amar
por el padre y la madre quedó sobrando.

La aceptación de la posibilidad de la castración, la intelección de que la mujer es castrada,


puso fin a las dos posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de Edipo. En efecto,
ambas conllevan a la pérdida del pene. Por fuerza estallará el conflicto entre el interés
narcisista en esta parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En este
conflicto triunfará normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extraña del
complejo de Edipo.

Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del
padre, o de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó, que
toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto, y así, asegura al yo
contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las aspiraciones libidinosas del
complejo de Edipo son en parte desexualizadas y sublimadas, lo cual probablemente acontezca
con toda transposición en identificación, y en parte son inhibidas en su meta y mudadas en
mociones tiernas. Con ese proceso se inicia el período de latencia, que viene a interrumpir el
desarrollo sexual del niño.

El proceso de sepulta miento del complejo de Edipo es más que una represión; equivale,
cuando se consuma idealmente, a una destrucción y cancelación del complejo. Se está ante la
frontera entre lo normal y lo patológico: si el yo no ha logrado efectivamente mucho más que
una represión del complejo, este subsistirá inconsciente en el ello y más tarde exteriorizará su
efecto patógeno.

También el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un superyó y un período de


latencia. También puede atribuírsele una organización fálica y un complejo de castración, pero
las cosas no suceden de igual manera que en el varón. El clítoris de la niña se comporta al
comienzo en un todo como un pene, pero ella, por la comparación con un compañerito de
juegos, percibe que es “demasiado corto”, y siente este hecho como un perjuicio y una razón
de inferioridad. Cree que cuando crezca, tendrá los genitales como el varón. Comprende su
falta actual mediante el supuesto de que una vez poseyó un miembro igualmente grande, y
después lo perdió por castración.
Diferencia en el complejo de castración: La niña acepta la castración como un hecho
consumado, mientras que el varoncito tiene miedo de la posibilidad de su consumación.

El complejo de Edipo de la niña es mucho más unívoco que el del pequeño portador del pene;
es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud femenina hacia el padre.
La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. Su complejo de Edipo
culmina en el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir como regalo un hijo del padre,
parirle un hijo. El complejo es abandonado después poco a poco porque este deseo no se
cumple nunca. Ambos deseos, permanecen en lo inconsciente, donde se conservan con fuerte
investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual.
Variaciones en la secuencia temporal y en el encadenamiento de estos procesos no pueden
menos que revestir considerable importancia para el desarrollo del individuo.

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