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Defensa
Cuando una pulsión choca con resistencias entra en un estado de represión. Ésta es algo
intermedio entre la huida y el juicio adverso.
Las pulsiones siempre deparan placer, para que sea displacentera, la satisfacción placentera
debería entrar en conflicto o ser inconciliable con otras. Sería placer para un sistema y
displacer para otro. Para que se produzca la represión, el displacer debe cobrar un poder
mayor que el placer.
Represión propiamente dicha: Recae sobre los retoños psíquicos de la representación del
representante de la pulsión reprimida o pensamientos que entraron en asociación con él. Los
retoños psíquicos buscan emerger en la cc, si emergen, la represión cae sobre los retoños
psíquicos y los vuelve icc. La represión no sucede de un solo golpe, es un gasto constante de
energía porque lo que está reprimido busca emerger a la cc y esta debe rechazarlo. No solo lo
rechaza, sino aquello que está reprimido primordial ejerce una atracción con sus retoños hacia
el icc.
La represión trabaja de manera individual ya que cada uno de los retoños de lo reprimido
puede tener su destino particular. Además, es móvil, exige un gasto de fuerza constante. Es
decir, lo reprimido ejerce una presión continua en dirección a lo CC, a raíz de lo cual el
equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresión incesante. El mantenimiento
de una represión supone, por tanto, un derroche continuo de fuerza, y en términos
económicos su cancelación implicaría un ahorro.
TEORIA DEL INCONCIENTE DE SIGMOUND FREUD:
Freud sostenía que el aparato psíquico está compuesto por diferentes capas, instancias o
estratos: consciente, preconsciente e inconsciente, cada uno con características propias.
En la analogía que comúnmente utilizaba para explicar la dinámica del aparato psíquico, a este
lo refiere como un iceberg donde la punta que sobresale, y que es la parte más pequeña, es el
consciente, la media es el preconsciente, y la más amplia y profunda que queda abajo, es el
inconsciente. Cada estrato posee características propias.
“… El inconsciente es el círculo más grande que incluye dentro de sí el círculo más pequeño del
consciente; todo consciente tiene su paso preliminar en el inconsciente, mientras que el
inconsciente puede detenerse con este paso y todavía reclamar el pleno valor como actividad
psíquica…”
En un sentido estricto, Freud describe como análisis "metapsicológico" una manera precisa de
ver un proceso, mecanismo o fenómeno psíquico, considerando para su descripción tres
aspectos:
a) Aspecto dinámico: Cuáles son las fuerzas en conflicto que intervienen en la dinámica de su
aparición y desarrollo;
c) Aspecto económico: cómo cambian las investiduras energéticas, qué ocurre a nivel de la
distribución y equilibrio de energía pulsional (aspecto económico).
Multivosidad del sentido de lo inconsciente y el punto de vista tópico
Metapsicología
Primeramente, lo diferencia del estímulo (donde una fuerza de choque momentánea que
proviene desde el afuera aportada al tejido vivo es descargada también hacia fuera mediante
una acción acorde al fin y se basa en el principio de constancia donde el sistema nervioso se
quiere conservar libre de todo estimulo – modelo del arco reflejo), en la pulsión el estímulo
proviene desde el interior del propio organismo y es un esfuerzo constante (DRANG) por lo
que una huida no es efectiva.
El aparato psíquico se rige por el principio del placer (regulado por sensaciones de la serie
placer/displacer): el sentimiento de displacer tiene que ver con un incremento del estímulo y
el del placer con su disminución.
Por lo que la pulsión es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático (es lo que le
permite a Freud limitar la especificidad y el valor propio de la sexualidad para el psicoanálisis y
lo que le permite despegar de la biología). Es el REPRESENTANTE psíquico de los estímulos que
provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, es una medida de exigencia de trabajo
que es impuesta a lo anímico debido a su traba con lo somático.
Ante la ineficacia de la huida surge la necesidad de los cuidados ajenos, esto adquiere una
relevancia en la construcción del concepto de pulsión, por ejemplo: el acto del
amamantamiento.
Esta intervención del otro permite entender los cuidados maternales, los que además de
intervenir en la satisfacción de la necesidad producen un efecto de erogeneización del cuerpo
(zonas erógenas).
Vemos como esto no cancela la necesidad, pero se arma un recorrido que la toma como punto
de partida (se apoya en la primera experiencia de satisfacción) y en la dimensión biológica de
los estímulos de la necesidad (de las cuales se independiza). Por esto es que Freud enuncia que
la pulsión nace apoyada en las funciones de la conservación de la especie, pero rápidamente
se independiza de ellas. Dualismo pulsional: Pulsiones de conservación vs. Pulsiones sexuales.
a) las pulsiones yoicas o de auto conservación, del lado de la necesidad interior, el individuo es
lo principal, éste aprecia a la sexualidad y a la satisfacción sexual como una necesidad.
Fuerza/empuje: suma de fuerza, que implica una suma de excitación del trabajo constante.
Objeto: En o por lo cual la pulsión se satisface. No hay nada más variable en la pulsión que se
objeto.
¿Qué tienen en común los objetos? Son todos determinados a llevarlos a los labios, que
quedaron estimulados por el pecho materno, por lo que para cancelar la pulsión le aplico más
estímulo. Sólo así se entiende la particularidad de la sexualidad humana (la descarga) y sólo así
se explican los momentos previos al acto sexual. En ese placer preliminar se da un
acrecentamiento de los estímulos que no tienen que ver con la descarga y pone en juego
ciertas zonas erógenas que no necesariamente están conectadas con la reproducción.
Vemos que existen zonas erógenas que no están ligadas a la totalidad biológica, que son punto
de partida de un recorrido (de un movimiento) que parte de la fuente y que retorna a la fuente
y en donde el objeto se perdió, aunque no exista porque no había objeto, decimos entonces
que las pulsiones son parciales.
Los destinos de las pulsiones son formas de defensa contra las pulsiones, contra sí misma,
existen dos destinos que son defensa de toda pulsión: sublimación y represión.
c) La represión (en capítulo aparte), Freud la ubica como parte del concepto de la pulsión.
El varón percibe la diferencia con las mujeres, pero no la relaciona con una diversidad de sus
genitales. Presupone que todos los otros seres poseen un genital parecido al suyo.
Esta parte del cuerpo que se excita con facilidad, ocupa un alto grado de interés y plantea
investigaciones, querría verlo en otra persona para compararlo con el suyo. La fuerza
pulsionante que esta parte desplegará más tarde en la pubertad se exterioriza en aquella
época de la vida, como curiosidad sexual.
Debido a las indagaciones el niño descubre q el pene no es común a todos. Su reacción frente a
las primeras impresiones de falta de pene es que la desconocen, piensan que ya crecerá, y
después llegan a la conclusión de que estuvo, pero fue removido. La falta de pene es
entendida como el resultado de una castración. Sólo alcanza significación el complejo de
castración si su génesis se articula con el primado del falo.
Pero no se crea que el niño generaliza tan rápido ni tan de buen grado su observación de que
muchas personas del sexo femenino no poseen pene; El niño cree, al contrario, que sólo
personas despreciables del sexo femenino, probablemente culpables de las mismas mociones
prohibidas en que él mismo incurrió, habrían perdido el genital, Pero las personas respetables,
como su madre, siguen conservando el pene.
Para el niño, ser mujer no coincide todavía con falta del pene. Cuando se plantea los
problemas de la génesis y el nacimiento de los niños, y deduce que solo las mujeres pueden
parir hijos, también la madre perderá el pene y se edificarán teorías que explican el trueque
del pene a cambio de un hijo.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del
padre, o de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó, que
toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto, y así, asegura al yo
contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las aspiraciones libidinosas del
complejo de Edipo son en parte desexualizadas y sublimadas, lo cual probablemente acontezca
con toda transposición en identificación, y en parte son inhibidas en su meta y mudadas en
mociones tiernas. Con ese proceso se inicia el período de latencia, que viene a interrumpir el
desarrollo sexual del niño.
El proceso de sepulta miento del complejo de Edipo es más que una represión; equivale,
cuando se consuma idealmente, a una destrucción y cancelación del complejo. Se está ante la
frontera entre lo normal y lo patológico: si el yo no ha logrado efectivamente mucho más que
una represión del complejo, este subsistirá inconsciente en el ello y más tarde exteriorizará su
efecto patógeno.
El complejo de Edipo de la niña es mucho más unívoco que el del pequeño portador del pene;
es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud femenina hacia el padre.
La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. Su complejo de Edipo
culmina en el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir como regalo un hijo del padre,
parirle un hijo. El complejo es abandonado después poco a poco porque este deseo no se
cumple nunca. Ambos deseos, permanecen en lo inconsciente, donde se conservan con fuerte
investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual.
Variaciones en la secuencia temporal y en el encadenamiento de estos procesos no pueden
menos que revestir considerable importancia para el desarrollo del individuo.