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El matrimonio es la unión legal que se establece por la voluntad entre dos personas,

con el objetivo de una plena comunidad entre ambos, de una forma estable y duradera.

Se establece entre ambos un negocio jurídico pleno, que tiene eficacia desde el
momento de la firma del contenido del contrato matrimonial ante un funcionario público
actuante y en presencia de testigos.

Cuando dos personas contraen matrimonio puede ocurrir que una de las personas o las
dos sean de distinta nacionalidad, o siendo de la misma vayan a residir a un país
diferente del que son nacionales. Aquí, entonces, entrarían en juego las normas de
Derecho Internacional Privado, que son aquellas que rigen toda relación jurídica entre
particulares, y como no podía ser menos también regulan el matrimonio internacional y
su validez para que pueda desplegar todos sus efectos.

El matrimonio en el Derecho Internacional Privado

El matrimonio, como la unión de dos personas para a constituir un nuevo tronco de


familia, presenta para el Derecho Internacional Privado diversas cuestiones relativas a
su validez y a sus efectos, tanto personales como patrimoniales.

Lo primero que surge es saber qué derecho va a determinar la validez de un


matrimonio en el orden internacional, ya que no es extraño que una pareja contraiga
nupcias en un país y se traslade a otro donde pretenda hacer valer matrimonio o, lo
que es más importante aún, pretenda divorciarse y deba acreditar primero que se ha
casado.

La regulación legal del matrimonio en Derecho internacional privado (DIP) se construye


sobre un principio jurídico clave que es, al mismo tiempo, un “derecho fundamental”:
toda persona goza del jus connubii (derecho a contraer matrimonio) y del derecho a
fundar una familia.

El ius connubii significa que toda persona goza del derecho subjetivo a contraer
matrimonio de manera libre con la persona que desee, dentro de los límites marcados
por la Ley, límites que, en este punto, son más bien escasos (= limitación de
matrimonios entre parientes muy cercanos, imposibilidad de matrimonio poligámico,
limitaciones por razón de edad, etc.).

Para algunos, el matrimonio es una institución civil, para otros, religiosa.

La concepción privatista dice que el matrimonio es un contrato por las características


de capacidad, consentimiento, formas y autonomía de la voluntad; la concepción
publicista dice que el matrimonio es una institución de derecho público a la que no se
accede libremente, no se puede modificar y los efectos tienen relación con el orden
público.

En el derecho comparado hay varios sistemas que van desde lo civil a lo religioso; el
matrimonio civil surge con la Revolución Francesa, considera que solo este produce
efectos legales y el religioso es una cuestión de conciencia –siendo este el sistema
argentino; el matrimonio de libre elección permite elegir entre civil o religioso –en
cuanto a la validez y nulidad; el matrimonio religioso para católicos y civil para
disidentes como el sistema español; el matrimonio exclusivamente religioso como en
Israel y Grecia; el matrimonio con libertad de formas donde solo basta el
consentimiento que es el caso de Escocia y el matrimonio de hecho en donde ninguna
forma es necesaria, solo la convivencia.

Las normas indirectas del DIP someten las condiciones constitutivas del matrimonio a
un determinado derecho privado nacional que decide sobre la validez internacional de
matrimonio, pero para que la norma funcione es preciso que la unión encuadre dentro
del concepto “matrimonio”.

Debido a esto, se impone una definición según la lex causae siendo el ordenamiento
competente para regir la validez internacional del matrimonio el del lugar donde se
celebró, sin perjuicio de la intervención del orden público internacional argentino para
desconocer su posterior validez.

Entonces, el tipo legal matrimonio, es una cuestión personal con alta carga institucional
y legal porque el estado se interesa en la célula de la sociedad y el punto de conexión
es la ley del lugar de su celebración.

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